Ramatís (Espanol) 16 Jesús y La Jerusalén Renovada
Ramatís (Espanol) 16 Jesús y La Jerusalén Renovada
Ramatís (Espanol) 16 Jesús y La Jerusalén Renovada
Jesús y la Jerusalén
Renovada
Ramatís
Psicografiada por: América Paoliello Marques
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Jesús
Lucas 21, 8-11
Jesús
Mateo 23, 37-39
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
AL LECTOR
En oportunidad del lanzamiento de esta segunda edición, conviene reflexionar sobre las palabras
proféticas del Evangelio de Jesús, que se encuentran en el comienzo de esta obra. Fueron
pronunciadas hace dos mil años para describir las grandes necesidades de la renovación de la
humanidad, constatando que la presencia personal del Sublime Amigo entre nosotros, en nada
consiguió alterar el panorama descripto por El en tiempos tan lejanos. De ese modo verificamos que,
si no fuera por nuestra injerencia espiritual, no habría necesidad de que otros espíritus de Luz
vinieran a renovar los comentarios esclarecedores sobre los llamamientos luminosos hechos por el
dulce Rabí de la Galilea. Nuestra gran eficiencia en términos científicos y tecnológicos sólo ha servido
para reafirmar la validez de las palabras del Señor, a quien, en la mejor de las hipótesis, le alabamos
en palabras y hasta podemos amarlo sinceramente, pero sin conseguir seguirlo como conviene.
Mientras tanto, el llamado continúa repitiéndose como un eco insistente. El "espíritu" se derramó
sobre toda carne, bajo la forma de mensajes numerosos, confrontándose, paso a paso, con el
"becerro de oro" como adoración a los bienes materiales de todo tipo, resultado de la negación
sistemática de las realidades mayores de la vida. Continuamos "matando a los profetas"
representados por nuestras esperanzas de inmortalidad basadas en los canales de la intuición y
'"apedreando" a los enviados de hoy, bajo la forma sutil y "civilizada" del menosprecio y la
marginalización cultural. Jesús, para muchos, fue un idealista, pero sus enseñanzas resultan inacce-
sibles y hasta peligrosas, en términos de seguridad personal. De esa forma, aún confirmamos sus
palabras: Todos son llamados y pocos los "escogidos" y grandes opciones necesitamos alcanzar, a
través de las cuales serviremos a la Fuerza Interna o Centella Divina que vive en nosotros o al dios
de la codicia, del placer delictuoso, de la agresividad y el desamor. Felizmente, entre los escombros
de la Civilización del Segundo Milenio comienza a esbozarse la Nueva Civilización del Tercer Milenio,
en lo que hoy llamamos "cultura alternativa", de la "minoría silenciosa", como señales precursoras de
las necesarias y profundas renovaciones. Las "revoluciones", que dejaron detrás de sí el sabor
amargo de los sentimientos antifraternos e imposibilitaron la armonización entre los seres humanos
están desacreditadas. Destruir, atacar, agredir para renovar, nos parecen hoy actitudes salvajes que
todavía la humanidad no consiguió superar, como si estuviera atada al carro de su propia
autodestrucción. Una buena parte de las personas con sensibilidad claman contra el destino,
sintiéndose impotentes y preparándose para asistir a la confirmación de las profecías que cumplen
con la Ley, pues "quien con hierro hiere con hierro es herido"... Mientras tanto, para el verdadero
espiritualista, las perspectivas de las hecatombes en el plano físico no es lo que debe preocuparle y
sí, el desastre moral que las acompañan. Y, aún así, el sentimiento de gratitud al Señor permanece
con nosotros, pues las grandes convulsiones morales son los síntomas de las próximas renova-
ciones, y el hecho de que sean dolorosas, no les quita el valor para las correcciones proporcionales
de los desvíos humanos a la Ley del Amor. Como se nos tiene repetido exhaustivamente: "El Señor
es nuestro Pastor y nada nos faltará". Si lo amamos, sabremos encontrarlo, no importa lo que pueda
sucedemos muy pronto. Es oportuno ofrecer al lector en general, algunas noticias acerca de cómo la
Fraternidad del Triángulo, de la Rosa y de la Cruz viene ofreciendo a todos los lectores, sin
excepción, una constante oportunidad en forma permanente y renovada, de cómo operar sobre las
enseñanzas para la Nueva Era. Cuatro años transcurrieron, y el proyecto de Inauguración Gradual de
la Comunidad del Hogar Nicanor sigue andando. Sabemos que ese cometido es una simiente
espiritual de difícil aclimatación en la tierra, pues representa una experiencia que intenta la posibilidad
de crear un estilo de vida compatible con los ideales de la legítima fraternidad entre los seres
humanos. Un pequeño grupo responde ante inmensos trabajos, sintiéndose sobrecargado con las
tareas y preocupaciones constantes, pero el desafío es por demás valioso. En algunos años de lucha
sentimos alegrías tan promisorias por los ideales que abrazamos, que invitamos a todos a reunirse
con nosotros en ese esfuerzo que no nos pertenece, pues viene siendo orientado por el Plano Espiri-
tual, lo que nos permite creer que por eso no desapareció. No recibimos todavía ayuda de ninguna
especie, aunque atendemos gratuitamente a toda familia necesitada, en el área de la educación,
salud, esclarecimiento espiritual y social. Como una comunidad laboriosa, tenemos proyectado no
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
volvernos autosuficientes, sin querer igualar a los principios de la administración de empresa los
cuales no se deben contraponer con las enseñanzas espirituales. Siendo así, deseamos integrar la
cultura humana con la Espiritualidad dentro del Amor Evangélico pregonado por el Maestro.
¿Utopía? La respuesta nos pertenece. ¿Responderemos al llamado o nos apartaremos por
comodidad, recelo o incompetencia?
La Vida se nos ofrece generosamente. "Vea quien tiene ojos para ver y oiga quien tiene oídos
para oír..."
América R Marques
Río de Janeiro, Brasil, 14 de julio de 1982
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Conviene que nos situemos adecuadamente delante de la vida, mientras estamos en camino.
Nuestras naturales oscilaciones de humor, la necesidad que tenemos de someternos a experiencias
diversas para llegar a sentir la realidad de nuestros procesos internos, tanto bajos como elevados,
consecuentes de nuestra problemática de existir, constituyen el acervo material precioso, cuyos
componentes interactúan para una reconstrucción constante de nuestra contextura psíquica.
Necesitamos comprender que se haya superada la época en que la humanidad terrena trataba de
construir normas de acción basadas en una especulación filosófica, fruto de intelectos privilegiados,
considerados los genios de nuestra cultura. Las grandes inteligencias dictaban el pensamiento más
avanzado, determinando las tendencias de épocas señaladas por el progreso. Así sucedió con los
pensadores de Grecia, de la Edad Media y con el gran impulso representado por el Renacimiento.
Enseguida, surgieron los principios de la era científica moderna, el Positivismo, el Existencialismo y
una amplia gama de experimentaciones de carácter intelectual para orientar la vida humana. Cuanto
más compleja es la concepción filosófica en cuestión, mayor es el abismo entre el comprender y el
realizar. De esa forma, se da la aparición de una civilización sofisticada, donde la persona humana,
como tal, representa un aspecto más, impotente e insignificante, en la superestructura de acero, para
modelar, por formas prefabricadas, en el material plástico del existir humano. ¿Dónde está la paz?
Grandes corrientes del pensamiento actual buscan ávidamente una reacción a la tendencia artificial
de la vida en el planeta. Un gran flujo de curiosidad ansiosa busca los medios de vida espiritual a
través de los gurúes de Oriente. Se contesta a la mecanización de la vida y las protestas aparecen
bajo la forma de violencia, subversión y marginalidad. A la violencia de la deshumanización,
respondemos con endurecimiento, odio, rebelión, como quien estuviera desesperado y se protege
accionando contra todos. Nos parece así, porque los que buscan únicamente los subproductos de
esa rica fuente de vida, observamos sus resultados decepcionantes como la comercialización de las
enseñanzas del orientalismo o la desfiguración de lo real que degenera en un individuo
marginalizado. Surge entonces, nítidamente entre nosotros, el recuerdo de una advertencia preciosa:
"Guardaos de los falsos profetas", de aquellos que pregonan enseñanzas milagrosas para
proporcionar la adquisición de cualidades que hipertrofian el personalismo: poderes mentales, éxitos
en la vida, distorsionando el sentido real de la espiritualización, por hacer concesiones al mercado de
consumo y a su vez, afianzarse entre los hombres que tratan de conseguir el bienestar pasajero con
el olvido de la realidad de su futuro espiritual. En ese panorama rico en opciones, se acrecienta un
factor que amplía al infinito los caminos a seguir. Es la característica marca de nuestra época: no
existen más imposiciones o definiciones que sean aceptadas pacíficamente como válidas. El hombre
aprendió a contestar, discutir, reexaminar incansablemente todo cuanto le es propuesto. Parece que,
como un anuncio de la Nueva Era de la humanidad, cada cual siente que necesita determinar, en
forma autónoma, su propio destino. Se percibe, en todo eso, el nacer de una Nueva Era. Pero a la
libertad de ser corresponde la responsabilidad de situarse y responder por el resultado de las
opciones tomadas. En ese panorama, aparentemente caótico, aparece un dato de gran valor. Se
siente la búsqueda de lo que es simple. Parece que, después de ambular exhaustivamente por los
parajes áridos del frío intelecto, el ser humano siente la nostalgia de sus raíces de vida. Se habla del
problema ecológico y de volver a la naturaleza. Grupos y personas aisladamente abandonan las
ciudades cuya alma de cemento armado parece emparedar las necesidades de vivir plenamente. Y,
como señal promisoria de los «Tiempos son Llegados» se inicia la investigación del lado místico de la
vida, como una forma de combatir el resecamiento espiritual de nuestra cultura. Los investigadores
bucean en los fenómenos psíquicos de los llamados «primitivismos». Los médiums o sensitivos son el
blanco de la gran curiosidad. Y nunca se vieron tantas sectas y una difusión tan grande de las
enseñanzas espirituales de toda especie. Pero, hasta esa curiosidad que parece promisoria puede
constituir un riesgo para la humanidad. Si las directrices profundas del hombre moderno continuaran
con las características de la falta de amor, los dos factores —libertad en la autodeterminación y
dominio en el campo psíquico— no son suficientes para renovar la vida en el planeta, muy al
contrario, constituyen una amenaza feroz para la tranquilidad del existir humano. Empiezan a surgir
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
noticias cada vez más frecuentes sobre el uso de los conocimientos acerca del mecanismo de la
mente para ejercer control sobre los demás, hacer espionaje, en fin, transferir los crímenes comunes
de la vida física hacia el campo más sofisticado de la ciencia mental. Una civilización que adquiere el
control del campo sutil será autodestructiva al extremo si no cesa en ese empeño y no escucha los
ecos amorosos de las enseñanzas vivas del «amaos los unos a los otros como yo os amé». Saliendo
del campo del conocimiento teórico y milenario que la humanidad posee en relación con los deberes
fraternos, necesitamos retornar a la simplicidad de la ejemplificación plena del amor. Todas las otras
conquistas serán periféricas y aparecerán como consecuencias naturales de un progreso «de adentro
hacia afuera». La presente obra, dictada por el querido amigo que es Ramatís, propende a
testimoniar el gran valor que el Oriente espiritualizado atribuye a la Misión del Maestro Jesús.
Pretende, de ese modo, alcanzar dos objetivos específicos: ayudar a quienes están aún a tiempo
para pasar a la «derecha» del Pastor y proporcionar a aquellos que «heredarán la tierra» elementos
de orientación sana para la consolidación de la fase de recuperación espiritual que seguirá a la
avalancha de pruebas redentoras en el final del siglo. Cuando estamos caminando por la Tierra, una
bendecida oportunidad de renovación se nos ofrece. Continuamos en esa obra, lanzando la invitación
al trabajo, a todos los hermanos que aún viviendo una época tan alterada como la nuestra, puedan
enriquecerse con los frutos de un trabajo de amor, inspirado en la figura inigualable del Maestro
Galileo. La Fraternidad del Triángulo, de la Rosa y de la Cruz proseguirá en la Tierra esforzándose
por ofrecer, a través de un pequeño número de trabajadores, la oportunidad de servicio iniciado con la
publicación del libro Mensajes del Gran Corazón, veintidós años atrás. En ese núcleo fraterno, día
tras día se consolida la bendecida tentativa de quebrar los eslabones del exclusivismo y vivir una
experiencia integradora con la vida. Continuamos creando los lazos, en una gran familia espiritual,
respondiendo al llamado de nuestros orientadores. En oportunidad del lanzamiento de la presente
obra, recibimos la propuesta para la creación de un Hogar de amparo a la infancia. Como los planes
no nos pertenecen, consideramos nuestro deber comunicarlos, para que se cumplan con la
colaboración de todos. Tenemos en el «Hogar Nicanor», la casa fraterna donde la niñez recibirá
amparo para hacerse hombres y herederos pacíficos de la tierra; el adulto recibirá orientación y
consuelo espiritual y la inteligencia espiritualizada encontrará campo propicio para la investigación y
el estudio científico del ser humano integral, teniendo en vista su destino eterno dentro del Universo.
Será simultáneamente, un hogar cristiano, una clínica para el sufrimiento humano y un núcleo para
las investigaciones valerosas munidas de los elementos científicos de vida, en armonía con la Fuerza
Creadora del Universo. En todas las transformaciones que hemos pasado y para seguir adelante, un
factor necesita preservarse, como hasta el presente: la figura del Cariñoso Nazareno, del Pastor
Amigo, de aquel que es el héroe de la Renuncia por Amor y que será el centro de nuestras medita-
ciones, pues apreciamos que El es el Camino de la Verdadera Vida.
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Hace muchos años que me entregué a la difusión del pensamiento del Maestro Ramatís. Ese
cometido lo realicé con ahínco y perseverancia. Después de algunos años de trabajo intenso en la
elaboración de un gran número de folletos explicativos, en especial sobre las enseñanzas de ese
Amigo e Instructor, Ramatís, padecíamos intensamente por no poder plasmar los libros que
considerábamos de vital importancia para la humanidad actual. El Maestro, a través de la sensibilidad
del hermano y amigo milenario Hercilio Maes, nos daba aliento y nos decía: «No apresurarse, todo
llega a su debido tiempo». Como mi forma de ser personal es un poco superactiva y como entendía
profundamente el alcance de dichos mensajes, importunaba al médium con mis apuros para realizar
esos libros. Hoy, la distinguida Editorial Kier S.A. ha cumplido en editar la serie de 14 obras, que
están debida y sabiamente concatenadas por dicho autor Espiritual. Si bien nos costó esfuerzos que
se nos comprendiera en el medio espiritualista, lo mismo sucedió en Brasil, pues todo lo realizado a
partir de la mediumnidad y con el propósito de poner en claro la idiosincrasia de los humanos
alejados del Plan Crístico del Divino Maestro de Maestros Jesús, no es precisamente un lecho de
rosas. Allí en Brasil y aquí en la Argentina, con extensión a todas las naciones de habla castellana, lo
primero que se recibió fue el mensaje de la «verticalización del eje de la tierra», como producto de la
influencia del que Ramatís llamó «astro intruso» y que aún la ciencia terrena no verificó. Esa obra
comenzó a difundirse, primero por folletos explicativos sobre el evento —me refiero al libro Mensajes
del Astral— y luego siguió en la serie no menos polémico La Vida en el Planeta Marte y los Discos
Voladores. No es de mi interés detallar el contenido de estas dos magníficas obras ya conocidas por
el asiduo lector del Maestro Ramatís. Le siguieron doce obras más, de elevado contenido espiritual,
para promover la elevación y disciplina del ser humano, a fin de que alcance el bienestar espiritual y
pueda proseguir su ascenso en la línea a la derecha del Maestro Jesús y que apunta a pasar la
prueba que le toca a toda la humanidad sin excepción, tanto a encarnados como desencarnados.
Como se podrá comprobar, en lo personal nunca quise usar el medio que se me brindaba en todas
las obras, de manifestar mi pensamiento. Sólo utilicé esa oportunidad en el primer libro Mensajes del
Astral, para agradecer a los muchos colaboradores y simpatizantes y a la Dirección de la Editorial
Kier, que se hicieron eco de la programación que teníamos en la Argentina sobre los textos del
Maestro ya editados en Brasil. Hoy, por causa muy especial, uso el medio para informar por qué estoy
manifestando mi sentir y cumplo con el deber, al presentar esta nueva obra del Maestro Ramatís,
pero con la diferencia notoria de la sensitiva, Dra. América Paoliello Marques. La nombrada está
involucrada en los planes Ramatisianos y desde hace mucho tiempo también recibía los libros de la
fuente misma de Ramatís. Sus obras son muy conocidas en Brasil y se empalman sabiamente con
las recibidas por el Dr. Hercilio Maes. Inclusive en algunas de ellas lleva su prólogo, como así también
la presentación del Maestro. Pues bien, como a cada uno en un plan —sea cual fuere su naturaleza—
se le condiciona un orden, la hermana cumplió con el asignado, según lo expuso en las páginas que
antecedieron. Ahora, después de un largo silencio desde la última obra editada en castellano El
Evangelio a la Luz del Cosmos es necesario comenzar con las ediciones de la hermana América,
para no dejar un vacío entre uno y otro médium, respecto de la ilación de los mensajes, y con la
altísima inquietud de seguir instruyendo a los adeptos y simpatizantes. Lo que aparentemente
pareciera una disonancia, no lo es. Debe interpretarse como que cada obrero de la obra Eterna entra
en acción a su debido tiempo y, reitero, dentro de un plan preestablecido por las elevadas Fuentes de
la Espiritualidad, responsable de derramar la Luz Divina en este valle de oscurantismo materialista
que parece involucrarnos a todos. Por otra parte, la hermana América —autora sensitiva de la presen-
te obra— es sumamente conocida en su patria y también en el exterior, pues ha llevado su sentir
Ramatisiano a muy elevadas esferas del saber humano. Y nosotros, desde la Argentina, llevamos el
mismo pensamiento por doquier, siguiendo una trayectoria confluyente entre los dictados por ambos
sensitivos y que el lector podrá apreciar. Hoy, en el presente, aprovecho para rendir loas al Dr.
Hercilio Maes, por su meritoria obra de bien en pro de la humanidad, no sólo con el pensamiento
Ramatisiano sino con el beneficio aportado a sus hermanos brasileños y de precaria condición social
y material, por medio de la bendecida medicina Homeopática, que siempre fue ejercida gratuitamente
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
por él, aun para las personas de mejor condición social. Mi sincero agradecimiento por saber sosegar
mis ímpetus, que comúnmente me afloraban al retardarse las ediciones de las obras antes
mencionadas. En conexión con tan meritoria obra y prosiguiendo con ese plan mencionado y
descripto por la hermana América, haciendo gala de su elevada sensibilidad mediúmnica, como así
también la de los hermanos que trabajan a su lado, atendiendo a la niñez desvalida, bajo la
conducción espiritual de la Entidad llamada Nicanor, cuyo hogar lleva su nombre. Dicha Entidad, en el
pasado fue un discípulo del Maestro Ramatís, así como lo son algunos de ellos que, desde la Tierra,
complementan el trabajo de Amor del Maestro Jesús. Estas palabras anticipadas tendrán amplio
sentido cuando se haya leído el contenido elevado de Ramatís, en la presente obra. De ahora en
más, si la Providencia y el buen sentido constructivo de los seres humanos se encuentran
predispuestos, seguiremos editando las obras que forman parte de las recibidas por la hermana
América, tanto por la inspiración de Ramatís como por la de sus discípulos desde el Espacio,
reiterando que todo texto lleva la supervisión del Maestro y Mentor. Comenzamos una nueva etapa,
pero reitero, no es más que la prosecución de un plan previsto por ese Mundo Espiritual que dirige el
Sabio entre los Sabios, como suele decirse de las fecundas enseñanzas del Maestro Ramatís.
Manuel Valverde
Año 1996
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
PREFACIO
Bendecidas sean las horas en que el Señor nos permite dirigirnos a vosotros. Seres encarnados,
alegraos, pues está próxima la hora de la redención. Cuando en vuestra casa terrena os disponéis a
desarrollar las «tareas del día» estáis sabiendo que tendréis un período de fatiga, pero es la previsión
del bienestar y la limpieza que seguirá después de soportar lo incómodo del polvo y el cansancio que
la tarea exige. En vuestra tela mental, colocad nítidamente la visión de la «Jerusalén Renovada», que
seguirá en la Tierra cuando haya pasado el huracán del dolor y se haya conjurado el fantasma del
miedo por él desencadenado, para entregaros a las reacciones positivas. Conseguimos identificar en
vosotros, en ocasiones decisivas y traumáticas, las reacciones de coraje y puesta en marcha de los
recursos en general. ¿Por qué habréis de temer a los «Tiempos son Llegados», si representan la más
bella de las promesas de vida que el Señor os puede proporcionar en esa fase evolutiva del planeta?
La historia está llena de hechos que demostraron la capacidad de autosuperación de los hombres,
individual y colectivamente. Vosotros que oís hablar de la fe, que aun siendo como el grano de
mostaza es capaz de renovar montañas, ¿cómo podéis temer a la época decisiva de renovación
espiritual del planeta? Nos alegra la aproximación de esa hora, pues ella permitirá que se agudice
aún más la percepción del hombre. Podrá canalizar los acontecimientos espirituales y el voluminoso
potencial de energías ya despiertas en el conjunto psicofísico avanzado que el ser humano terreno ya
posee. Será como un desafío obligatorio y provechoso para los espíritus adormecidos por la materia,
colocándolo en el plano secundario al cual deben vencer, es decir, eliminar finalmente la inercia
milenaria del materialismo involutivo. Como gotas homeopáticas de alta dinamización, las dificultades
del final de los tiempos vienen hipersensibilizando a las almas más afectadas por el espíritu. Mientras
tanto, las de menos receptividad marchan hacia el abismo que se abrió entre los hombres y su paz
interior, en esa fase en la cual el resecamiento espiritual provocó inmensas brechas en el panorama
espiritual de la Tierra. Hoy, esos seres sin norte se sienten como si el suelo les faltara bajo los pies.
Unos asumen la actitud interior de desesperación, dejándose arrastrar, sin reacción alguna, por la
avalancha de las incomprensiones y maldiciendo a Dios.
Otros toman posición de desafío. No se sabe a quién ni a qué exactamente agradecen
indiscriminadamente, tanto a organizaciones como a personas. Sin embargo, la vida continúa im-
placablemente su programación renovadora y el proceso, cada vez, va siendo menos inteligible para
los que no tienen «ojos para ver». Nuestra tarea y la de aquellos que se comprometieron con la Era
del Consolador, es volver sobre vosotros, bajo la forma de palabras o irradiaciones, para que las
bendiciones espirituales sean de una comprensión más real de la situación que os toca vivir. El
desmemoriado, en la hora de la tempestad, sufre la inseguridad del camino a seguir. Aquel que posee
en sí la seguridad interior, que es capaz de funcionar como una brújula para encontrar el aprisco
acogedor, lucha, sufre, pero vence y llega a ser amparado, por saber dónde buscar su seguridad y
reconfortamiento. La voz del Pastor continúa sonando en las tinieblas de la ignorancia y de los olvidos
temporarios. Por eso mismo, los desmemoriados podrán optar por alcanzar un rumbo seguro. El
Maestro encontró los medios para esparcir sobre «toda carne» las «voces del cielo». Y aun así,
cuando el camino estuviera oculto por la oscuridad del materialismo y vuestra percepción espiritual
embotada, podríais, si estuvierais atentos, encontrar la senda interior de la buena voluntad que es
capaz de incorporarse a la caravana del Amor que hace dos mil años avanza hacia El. Cuanto más os
aproximéis, más audible será su llamado. Se intensificará como el sonido que suena más fuerte a
medida que nos aproximemos al fondo de la caravana donde nuestra intimidad espiritual puede
simbolizarse. El Señor os espera para el reencuentro milenario buscado, cuando el torbellino de las
pasiones y pruebas del fin del ciclo os impele hacia el «fondo de la caravana», tradicionalmente
deshabitada, de nuestro mundo interior. Allá hay calor espiritual y provisión; está el Pastor que espera
a las ovejas que atendieron a su llamado. Nos agradaría que meditaseis sobre el significado de la ex-
presión «final de los tiempos». Como todas las tentativas que el hombre hace para expresar la
Espiritualidad en palabras, acarrean un efecto menos positivo, esa expresión es causada por los
incontables desajustes psíquicos de almas tibias y poco preparadas para comprender lo que es
eterno. Es necesario meditar para asimilar, en su verdadero sentido, las más elementales nociones
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
relacionadas con la vida espiritual y agudizar la percepción del que sobrepasa los conceptos de la
materia, pues con frecuencia hay una profunda antinomia entre los conceptos emitidos y la
contraparte espiritual que desea expresar. La mente humana, considerando los hechos inmediatos, al
referirse al «fin de los tiempos», debería, más acertadamente, referirse a los «nuevos tiempos que
son llegados», preanuncio de la era de Paz y Amor, cuando una convulsión sacude al planeta, física y
espiritualmente, para aligerar las miasmas milenarias que habéis incorporado y acomodado.
Felicitamos a la humanidad terrena. El desvelo en el cual se encuentra envuelta en esta hora decisiva
de su transición para acceder a una graduación más elevada de realizaciones, es indiscutible. Como
vosotros mismos —padres y educadores— os desveláis en las crisis de la adolescencia y juventud, el
Equipo Espiritual de Guardianes de la Humanidad terrestre moviliza todos los recursos para vuestra
más perfecta liberación. Alegraos con nosotros y haceos heraldos de los tiempos renovadores que
son llegados, en los cuales, aun por los medios más adversos, la Luz de la Espiritualidad se hará
sentir con intensidad decisiva entre los hombres.
Paz y Amor
Ramatís
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
I - ¿QUIEN ES EL PASTOR?
Pregunta: ¿Qué desea de nosotros el Maestro Jesús, en esta hora decisiva de la vida planetaria?
Nos encontramos tan incapaces de poner en práctica Su sublime mensaje, que no sabemos por
dónde comenzar y, muchas veces, nos desanimamos. Sin entender cómo aplicar sus enseñanzas no
nos juzgamos, por lo tanto, aptos para participar de la Nueva Era que pronto aparecerá sobre el
planeta.
Ramatís: Las respuestas os vendrán gradualmente, en proporción a que tratéis de sintonizaros
con El. El desligamiento periódico que os impusierais en relación con los intereses inmediatos de la
vida será el medio de comenzar a afinar vuestros «oídos» espirituales. Ningún peligro puede
esperarse en la Creación, que está hecha de armonía y concatenamientos naturales. Luchar contra el
inmediatismo de la vida material es tratar de percibir la vida del espíritu filtrándose a través de todas
las cosas; ha de ser el medio inicial para tomar posición y que permitirá el desarrollo de la percepción
espiritual.
No habrá provecho real del Evangelio mientras permanezca para vosotros como fuente de
hermosas enseñanzas pero nunca practicadas. La Nueva Era es realmente provechosa para el
espíritu que a intervalos regulares detiene sus actividades externas y trata, en el silencio de la oración
y la meditación, de «oír» el eco de las palabras del Maestro, en su mundo interior, confrontándolas
con su modo particular de vivir. Para eso, necesita silenciar la interferencia de los ruidos de las más
variadas procedencias, que alcancen a su mundo interior.
Pregunta: ¿A qué ruidos os referís?
Ramatís: A las disonancias espirituales. Las ondas sonoras que alcanzan a los oídos físicos que
tienen el poder de perturbar al mundo interior del espíritu inmortal, si se encuentra en paz consigo
mismo. Mientras tanto, se acostumbra atribuir a la vida agitada del mundo moderno el móvil que
origina neurosis y toda especie de males. Reafirmamos la primacía del espíritu sobre la materia. Si
los ruidos externos os alcanzan la sensibilidad es porque no sois aún capaces de saberlos controlar.
Pregunta: Nos parece un círculo vicioso. Si no tenemos control y el ambiente no nos facilita esa
adquisición, ¿cómo es posible conseguirla?
Ramatís: Por la toma interior de la posición adecuada para los fines previstos. Si desearais
construir valores espirituales, necesitaréis dedicaros a las disciplinas del espíritu, de la misma forma
como os dedicáis a ejercitar el cuerpo físico y el intelecto, lo que ya hacéis con bastante éxito.
Pregunta: En la Tierra, en el momento actual, ¿habrá medios para que el hombre se pueda
dedicar con éxito a la vida espiritual? ¿Qué nos sugerís?
Ramatís: Hacer escala de preferencias para vuestras actividades. Lo que realmente amamos,
nos consume las mejores energías del espíritu y del cuerpo cuando estamos encarnados.
Pregunta: ¿De qué forma podemos organizar esa escala?
Ramatís: Definiéndoos con relación a los objetivos reales a los cuales deseáis dedicaros en
vuestra vida.
Pregunta: Tenemos objetivos de diferentes especies en cada sector de nuestra existencia
terrestre. ¿Podríamos mantener en la mira, con igual firmeza, el interés de tantas metas?
Ramatís: Mientras poseáis una visión fraccionada de vuestro ser, no conseguiréis programar con
seguridad, puesto que no seréis capaces de definir el centro gravitacional único sobre el cual
precisáis girar todo.
Pregunta: ¿A qué centro gravitacional os referís?
Ramatís: A vuestro espíritu inmortal.
Pregunta: ¿No cree nuestro hermano que sea una definición poco accesible para nosotros?
¿Cómo realizarla aún estando adherido a la materia?
Ramatís: Por el impulso que imprimís a vuestro proceso evolutivo. La voluntad esclarecida puede
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
orientar vuestras decisiones íntimas. Mucho se habla hoy de las tensiones y represiones, en la
necesidad de investigar los procesos del inconsciente y creemos que ésa es una real necesidad para
el hombre, en la fase de su despertar espiritual. Por lo tanto, ¿qué hacer con las tensiones liberadas
por el proceso de emersión del inconsciente, si al efectuarse esos fenómenos, el hombre se
encuentra desarmado e ignorante en relación a la forma de orientarse? Se abre el redil, se sueltan las
ovejas hambrientas y sedientas, pero no se ofrece el Pastor para conducirlas a los verdes campos ni
al agua fresca que podría reconfortarlas.
Pregunta: Aunque nuestra comprensión pueda aceptar que Jesús sea el Pastor a que os referís y
haya en nuestro espíritu profunda reverencia delante de la grandiosidad de sus enseñanzas,
juzgamos prematuro realizar una sintonía con El. Luego, consideramos oportuno y natural que las
ovejas no identifiquen al Pastor y salgan sin rumbo fijo por los campos. ¿Cuál es la solución para ese
impase?
Ramatís: La solución la encontraréis dentro de vosotros, cuando os canséis de buscar afuera, en
las satisfacciones pasajeras y comprobéis que realmente no compensan los esfuerzos realizados
para conservarlas. Es cuestión de madurez espiritual. La fuerza de la fe será el eslabón de conexión
entre vosotros y el Sublime Peregrino. Pero ella ejercerá su papel revitalizador a partir del momento
en que hubiere germinado. Aunque sea el mínimo como el grano de mostaza, su valor será
insuperable, siempre que germine. Cuando se dice que el Señor de la Viña sólo tiene un salario para
los siervos de la primera y última hora, se desea resaltar la extraordinaria fuerza de que las cosas
espirituales se encuentran impregnadas de tal forma, que una segura emersión de la fe es capaz de
reformulaciones infinitas, aun con los espíritus más comprometidos con la Ley. Se desea expresar
con palabras comunes que, la fuerza del amor, es un impulso de tal forma poderoso que, al ser
despertado es capaz de refundir toda la contextura espiritual del ser. Es una especie de fuerza
multivalente, o sea, un dinamismo de naturaleza múltiple, capaz de filtrarse a través de todas las
manifestaciones del ser, impulsando todas sus potencialidades de forma que antes era imposible.
Loas a los siervos de la primera como a los de la última hora, pues recibirán el mismo salario, porque
el Amor no se altera —ya sea que toque al hombre criminal, como al santo— es fuerza única,
indivisible, inmune al deterioro psíquico del ser que recibe ese impulso. Jesús, al pasar por la Tierra,
curó y levantó, contagió a los puros y a los impuros con la misma esencia de Amor de que era
portador. Tanto al malhechor de los caminos como al fiel sacerdote de la Ley. La mujer sufrida y el
avaro recibieron el impacto de una energía que les dinamizaba el ser de forma incomprensible, que
les paralizaba por unos instantes las expresiones deletéreas en el sistema de las fuerzas espirituales
que los caracterizaban. Como una dínamo extraordinaria, generador de fuerzas espirituales
imponderables, el Sublime Peregrino se aproximaba a los seres en desequilibrio, ejerciendo sobre
ellos influencia confortante y renovadora. Los que se encontraban maduros por el sufrimiento
redentor se dejaban renovar por el extraño «injerto psíquico» en sus conceptos originales y se
convertían en una «nueva especie» que era capaz de dar frutos sazonados y sabrosos, de gusto
desconocido, pero innegablemente renovadores de las experiencias humanas, en un grado hasta
entonces desconocido en la Tierra. Magnetismo saludable fluía de sus manos y de todo su ser. Una
cascada de luz invisible a la vista de los humanos se desprendía de su frente, aureolándole la cabeza
y haciendo indescriptible la expresión de su rostro en los momentos en que, compasivo y poderoso,
se concentraba para emitir vibraciones de dulce consuelo para los padecimientos humanos. No se
podría expresar en palabras los conceptos espirituales elevados, por ser inaccesibles a la com-
prensión de aquellos seres cuya vida casi exclusivamente era carnal y no ofrecían elementos de
contacto con tales eventos espirituales que se desarrollaban delante de sus ojos, para las cosas de
tenor espiritual. Consciente de tal distancia entre su presencia renovadora y los seres que lo
rodeaban, les hablaba sin palabras, bajo la forma de vibraciones emitidas de su ser en términos de
eternidad. Podría decirse que «hablaba a través del tiempo» a la Centella de Vida Eterna existente en
cada ser, tocándolos de forma imposible de ser expresada incluso por los que eran alcanzados por la
sublime emisión de fuerzas cósmicas desencadenadas por la presencia del Sublime Pastor. Su
cuerpo estaba presente, pero su espíritu estaba en ese momento en una dimensión diferente,
actuando sobre el aura de la Tierra. Y los seres a los cuales se hacían visibles, presenciaban un
14
Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
supremo acto de magia blanca cuando, al emitir palabras sencillas, irradiaba para toda el aura de la
Tierra el indescriptible magnetismo cósmico del Amor, en cuotas inaccesibles —por su esplendor— a
los pequeñitos seres que lo rodeaban. Mientras tanto, los que los amaron, se renovaron por completo
y en proporción a la apertura de sus almas aceptaron su dulce magia. No lo hicieron súbitamente. Se
entregaron gradualmente, como la criatura que se aquieta de a poco ante el contacto de la presencia
materna, después de sufrir momentos de aflicción. Absorbe paulatinamente el magnetismo del Amor,
se siente segura, cobijada al calor y se adormece tranquila. El alma a la que le toca el impacto del
Amor del Cristo se tranquiliza y muy pronto aprende a entregarle sus dolores y debilidades, para
renovarse, proporcionalmente a la creencia firme en el abrigo seguro por Él representado. ¿Dejaron
de existir las tempestades? No, pero el Amigo siempre estará presente.
Pregunta: No dudamos de que Él se encuentre presente, pero ¿y nuestra capacidad de
percibirlo? Sentimos dificultad para la expresión de nuestra fe. Hoy creemos y mañana estamos
sumergidos en la duda e inseguridad. En esas horas, aunque sepamos todo lo que comprendemos,
somos incapaces de vivir las enseñanzas recibidas, las cuales nos parecen hasta inaccesibles, por no
decir, en otra dimensión. De ese modo, ¿cómo acompañar al Pastor, sin perderlo de vista?
Ramatís: El Pastor es el que os acompaña y no vosotros a Él. Vuestros pasos no serían lo
necesariamente largos y seguros para acompañarlo. De ese modo, podéis comprender que si Él os
ama como Amigo que dejó su morada celestial simbolizada en las Elevadas Esferas vibratorias, para
estar con vosotros y testimoniar en forma inolvidable Su Amor, fue porque tuvo la intención de daros
la noticia en forma tal que pudiera ligaros a través de los siglos, fuera de que os reencarnéis y
sumerjáis nuevamente en el olvido. Mientras tanto, en la Tierra, a cada renacimiento encontraréis la
tradición que os habla de un cariñoso Nazareno que se dejó inmolar para dar testimonio de su Amor.
¿No os basta tal hecho para que os resulte clara su intención sublime de permanecer con vosotros?
¿Qué mayor prueba de amor le sería exigida? Bien se ve que aún no podéis comprender el
significado del descenso de Jesús a la Tierra, cuando os juzgáis abandonados a los acontecimientos,
demostrando vuestra incapacidad de elevar el pensamiento y analizar el drama del Calvario en su
profundo significado. Todo aquel que se una a Él, en donde fuera y en todas las épocas, encontrará el
lazo indefinido de su Amor cuya vibración siempre estuvo en la Tierra como un aura protectora e
invisible. Mientras tanto, a partir de su corporización, se hizo más fácil su vínculo con Él, por la
memoria de los hechos accesibles al entendimiento humano: el sacrificio, la bendición del Amor, el
reconfortamiento a través de la palabra amiga, la memoria y recordación de su gesto de compasión y
justicia, en su grado más elevado. El hombre obtuvo así un punto y contacto de referencia, como una
fotografía del ser amado al cual se liga para orar, pedir e implorar, aunque eso es sólo un medio para
concretar la ligazón que se hace en forma independiente de toda exteriorización, cuando el real Amor
al Bien despierta en su ser.
Pregunta: ¿A qué designáis como el «real Amor al Bien»?
Ramatís: Por tratarse aún de un peregrinaje incipiente en el proceso evolutivo, el hombre
acostumbra confundir el «bien» con el «Bien».
Pregunta: ¿Cómo podemos definir y comprender esa diferencia?
Ramatís: Es cuestión del centro de gravedad. El «bien» posee una órbita individual. El «Bien»
posee la dimensión de la órbita universal. A medida que el hombre, como espíritu eterno, dilata o
expande la órbita de lo que considera benéfico, entra en una nueva dimensión e inevitablemente,
aprende a sintonizarse con el Bien. Soportar lo incómodo de la transición es el precio justo de tal
conquista.
Pregunta: Consideramos a partir de la fe que poseemos, que todavía debe ser demasiado
pequeña. Siendo así, ¿el desánimo no será un agravante para los que se sienten tan distantes de la
conquista de esa amplia visión de la vida? ¿Cómo evitarlo?
Ramatís: Vosotros os encontráis en situación similar a la del niño de la historia infantil que arrojó
fuera de la ventana algunos granos de porotos, por creer que eran inútiles. Al poco tiempo tuvo la
sorpresa de comprobar que habían crecido bastante y tomado altura. Fe, para la mayoría de los
hombres, es sinónimo de credulidad perjudicial. Ese es el legado recibido de la noche negra del
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
II -COMO SEGUIRLO
otros ciegos», según el decir de Jesús. Para percibir en la Buena Nueva la más alta expresión de la
Ley Cósmica del Amor que rige a la vida, es necesario tener los ojos para ver, en el grado mínimo
indispensable para la adquisición de las aptitudes básicas de un aprendizaje infinito y redentor, que
se inicia cuando el ser deja de usar el intelecto como fuente de orientación y pasa a usarlo solamente
como medio complementario de evolución.
Cuando el sentido direccional del espíritu despierta, «siente» más de lo que entiende. Capta, en
dimensión imponderable, todo lo que es capaz de orientarlo en relación con la Vida Superior,
imposible de traducirse por medio del intelecto, salvo parcialmente. Los que ven incongruencias en
los Evangelios son los que no tienen ojos para ver, están con la percepción espiritual embotada.
Aunque conozcan los mecanismos de los fenómenos en que la Espiritualidad se expresa, son
incapaces de ponerlos en movimiento, a no ser en sentido personal, limitando sus propias
concepciones estrechas. Aquel que conociendo esas leyes abre el canal de la intuición para la faja
vibratoria del Amor, de inmediato identifica, en las enseñanzas de Jesús, toda la Ley Cósmica, en una
línea de reducción proporcional al grado evolutivo de la humanidad terrena.
Pregunta: ¿Qué cosa podríamos hacer a fin de facilitar esa apertura, para la percepción mayor de
las enseñanzas de Jesús?
Ramatís: Existe un engaño muy frecuente, a causa del transcurso y condicionamiento de la vida
material, que consiste en esperar que en el camino por recorrer, la luz aparezca frente a nosotros. Y
buscáis en las agremiaciones, sociedades y personas, o en las corrientes del pensamiento más
diverso, la iluminación, como si ella pudiera venir desde afuera. Lo mismo sucede con las
enseñanzas de Jesús. Aunque reverenciadas y reconocidas, nada pueden mientras el aprendiz no se
decida a modificar su estructura interna, espiritual. Entonces encontramos al hombre circunspecto y
bien alineado por las normas de su religión o grupo filosófico, pero que aún es incapaz de encender
su propia luz. El también marcha buscando el lado luminoso de los caminos que recorre, pero
siempre dependiendo de quien proyecte esa luz en su camino. Es ciego por voluntad propia, porque
no resuelve quitarse la venda que oscurece su campo interior. Eso le representa una violencia doble,
primero porque sería obligado a echar mano a la dependencia externa a la que se habituó, y segundo
porque necesitaría hacer el trabajo y además, permitir y reunir los falsos conceptos que hasta
entonces apoyaba. Aún así, después de ese esfuerzo de coraje, precisa habituar su visión a la cla-
ridad ofuscante que las realidades espirituales internas acostumbran proyectar sobre Ja vida de los
recién nacidos en el espíritu.
El choque traumático de esos desacondicionamientos representa el precio que es necesario
pagar por el aprendizaje real de la espiritualización. Mientras eso no suceda, el hombre podrá ser un
alumno aplicado en sus lecciones, asiduo a las disciplinas y severo en la vigilancia, pero no tendrá
posibilidades de encender dentro de sí la luz poderosa del real proceso del despertar espiritual.
Pregunta: Notamos que en vuestras palabras podrían encontrarse matices de desprestigio para
las religiones organizadas o para el celo metódico con relación a las normas consideradas
provechosas para el avance evolutivo en que el hombre terreno se encuentra. ¿Qué nos podéis
decir?
Ramatís: En un trabajo anterior nos hemos referido a ese problema, cuando os afirmamos que el
espíritu tiene un camino interior por desarrollar, que lo lleva de lo más simple a lo más complejo, de
las normas externas hacia las internas de la vida espiritual. Por lo tanto, será inútil que alguien
pretenda ser un iluminado si no es capaz ni siquiera de respetar el horario de su trabajo cuando el
jefe no está presente o de prestar un servicio, sin esperar recompensa. Las disciplinas del carácter
son el primer paso; sin ellas, las experiencias iluminativas jamás encontrarán campo propicio. El
neófito que entraba en los templos de la antigüedad, encontraba un verdadero sistema burocrático
capaz de impacientar y descorazonar a los menos esclarecidos, y que servía de filtro inicial para la
selección de los que eran capaces de doblegar sus tendencias sin recelo, sin llegar a resentir su
propia contextura psíquica.
El cuidado que el hombre hoy emplea para evitar la represión, representa claramente el grado de
su flaqueza y resecamiento espiritual. La vara verde y excesivamente tierna se quiebra al querer
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
usarla. Así también sucede con la que se resecó. Sólo la vara sana y gruesa es capaz de resistir los
vientos, balancearse bajo los impulsos externos y volver a su postura inicial. El hombre que se
somete a las disciplinas representadas por las normas de la vida diaria: el horario del ómnibus, la
impaciencia o descortesía del jefe, al desinterés del compañero de trabajo o las exigencias
imprudentes del cónyuge, en ese trato y aplicando las normas de su religión o sistema filosófico,
consigue al cabo de cierto tiempo y según su grado evolutivo, una resistencia espiritual, es decir, una
sensibilización capaz de habilitarlo para subir un nuevo grado, la de encontrar su centro coordinador
espiritual, por haber caminado en dirección centrípeta, en el acto de tener bajo control nuevas
expresiones que antes le eran inaccesibles.
En un acto de «buena disposición» elaboró la antecámara del espíritu inmortal y se volvió apto
para pasar a otra etapa donde todo le será sorprendente. Para esa nueva etapa, antes necesitaba
saber enfrentar, sin desequilibrio, el medio externo, pues para actuar sobre el medio interno, las
sorpresas que presentan los grados evolutivos, le exigirán serenidad mayor a la que necesitó para
vencer la batalla exterior.
Pregunta: Nos parece un tanto desanimadora vuestra afirmación. Las dificultades del medio
externo nos absorben demasiado y nos podríamos sentir bastante desanimados ante las dificultades
que ofrece la etapa siguiente. Eso es lo que nos parece a primera vista. ¿Estamos equivocados?
Ramatís: Si así os parece será porque la primera etapa aún no fue cumplida. Cuando el ser
domina sus reacciones delante del medio, le invade una sensación de desahogo que inmediatamente
lo habilita para aplicar sus energías en terreno fértil y, así fortalecido, nada lo amedrentará. Encontró
en sí un tesoro ignorado hasta entonces porque no tenía tiempo para explorarlo. Al sentirse capaz de
vencer con menor consumo de energías las dificultades del medio, al aprender a desprenderse de
molestias inútiles, sin huir de las pruebas, desarrolla la serenidad que necesita para entrar en la
segunda cámara de su ser —la conciencia de su individualidad eterna— donde ahora se sitúa
preferentemente, sea con el bullicio de la ciudad moderna o en el ómnibus que frena violentamente,
en compañía del hermano que increpa al chofer desconsiderado. Sus actos externos se encuentran
bajo control automático, producto del entrenamiento a que se dedicó para la autorrenovación exterior.
Puede así, demostrarse con tranquilidad en los movimientos profundos de su psiquismo. El atavismo
animal ya no domina sus reacciones. Al contrario, habitualmente, él las domina. Sobra «espacio»
interior y tiempo psicológico para una vida en un plano más profundo. Se cambia el centro de
gravedad de su acción renovadora y la experiencia de la primera etapa deja residuos positivos para el
nuevo aprendizaje.
Pregunta: ¿Cuáles serían esos «residuos positivos»?
Ramatís: La falta de amor genera reacciones psicológicas comparables a los baches que se
hicieron en el camino espiritual que debiera haberse transitado de otra forma. El sufrimiento con su
cortejo de aflicciones, remordimientos, insatisfacciones, funciona como el origen de los residuos que,
a lo largo del tiempo, forman una nueva pavimentación, cuya base está cimentada por los
sentimientos del arrepentimiento producido por el llanto renovador. Aquel que llora extrae de sí
fuerzas capaces de lavar el alma, si ese llanto se manifiesta como un verdadero sentimiento de
renovación. Y el camino, aunque arreglado, está mejor pavimentado para el «cambio» necesario.
Pregunta: Al meditar sobre vuestros esclarecimientos nos parece estar bastante alejados del
tiempo en relación con la psicología de nuestro momento. Nos parece imposible encontrar eco en la
mayoría de los seres humanos para que de esa forma, puedan seguir al Maestro.
Ramatís: «Yo soy la voz que clama en el desierto», decía el profeta bíblico al anunciar la venida
del Mesías a Israel. Y por insistir, lo hicieron callar violentamente. ¿Quién puede engañarse y esperar
buena receptividad para los que continúan clamando en el desierto inhóspito de la humanidad
terrena? Las ideas de Dios, religión, preceptos morales, siempre existieron entre los pueblos
evolucionados de cada época, pero como simples coberturas para disfrazar las malezas espirituales
que ninguno jamás osaba descubrir sin correr serios riesgos morales y espirituales.
Por vivir hoy una supercivilización, con avances capaces de estremecer el equilibrio de las
fuerzas cósmicas, no imaginéis que el panorama espiritual haya sido modificado bajo los vestidos
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
engañosos de las mismas experiencias que siempre sirvieron para atenuar el impacto psicológico de
la humanidad, ennegrecida por los despojos pestilentes de la trama diabólica urdida por la oscuridad
de los planos involucionados, con el objetivo de impedir la propagación de la Luz. Púrpuras, joyas,
flores, perfumes, invocaciones, augurios, palacios, siempre sirvieron al lúgubre séquito de las
apariencias grandiosas que se encargaban de propiciar la descomposición moral del hombre, con el
aspecto grandioso de los mausoleos donde la Verdad era pomposamente velada y sepultada. La
«voz que clama en el desierto» será siempre escuchada como el alerta del profeta de mal agüero, el
que deshace placeres, pues todos se encuentran «felices» en la contemplación de la lujosa
apariencia con la cual providenciaban la sepultura, y enseguida, velan la Verdad para que no sea
exhumada. Con todas las pompas oficiales, llevarán también al agorero anunciador de las desgracias
a la picota de la execración pública, disfrazada, muchas veces, por una benevolencia
condescendiente con sus «excentricidades».
Pregunta: Nos agradaría recibir mayores esclarecimientos sobre la situación que habéis descripto
como «dominio habitual del atavismo animal», que se obtiene en aquella primera etapa de la
formación del carácter, o sea, del control sobre las reacciones a los estímulos externos. Esa situación,
¿no será provocada por las represiones nocivas para el equilibrio psíquico? ¿No se encontraría allí la
fuente de los desequilibrios que funcionan inconscientemente como formaciones de energías que
actúan y revelan la voluntad consciente?
Ramatís: El hombre espiritualmente desatento insiste, cuando desea superar sus instintos. El
aprendiz de la espiritualidad elabora sus tendencias porque aprende diariamente a conocerse. Sabe
que debe contar con sus expresiones inferiores y convivir con ellas sin conflictos irreversibles, pues
representan exteriorizaciones de fuerzas que lo amparan en los grados menores del progreso. Se
observa y trata de impregnar cada señal del animal primitivo de su ser con la comprensión nueva y
recién conquistada. A las expresiones primarias asocia la elaboración venturosa de la experiencia
redentora del Amor en sus manifestaciones amorosas y perfeccionadas. Teniendo como punto de
partida el deseo de más Amor, sabe que el primer ser necesitado de esa vibración pura y renovadora
es «él mismo». No podrá reprimir violentamente a su ser, que es tan digno de Amor y respeto como el
de sus semejantes. Si faltara a su primera prueba interior de habilidad en el trato con la fuerza
creadora que en sí se manifiesta, no sería capaz de respetarla cuando las exteriorice en actitudes
también involucionadas hacia sus hermanos.
Cuando Jesús afirmó que toda la Ley se resumía en el Amor a Dios y al prójimo, no deseaba
omitir el amor que necesitaba ser vibrado por el propio espíritu inmortal. Si amamos realmente a Dios,
ese Amor se ampliará a toda su obra, en la cual cada centella en proceso de expansión está incluida.
Amar a Dios es conocer gradualmente sus leyes, es iluminarse para la visión interior que se traduce
en respeto profundo a Sus sabios designios y de tal forma grandiosos, que mantiene la armonía entre
los opuestos.
Se hizo muy común asociar represión con religiosidad, por una falsa concepción del proceso de
«religamiento» de la conciencia eterna a su fuente. Si el espíritu reconoce que nunca estuvo
desligado de ella, «se acepta» en una sublime comunión de paz con las energías creadoras,
sintiéndose impulsado hacia una elaboración continua, pero pacífica por el Amor hacia el cual, de allí
en más, se siente atraído. Sabe que, desde los procesos más simples de su existencia hasta los
más exigidos o evolucionados, existe una superior energía Creadora que vela por él y, por lo tanto, la
«gracia» es como su persona o entidad espiritual; desde ya, jamás le faltarán recursos para obtener
su renovación. Esa filosofía optimista produce resultados inefables en el alma que cree. Siente la
presencia del Bien que se opone a los efectos inarmónicos de su situación involutiva. Esa es la re-
percusión de la fe que «mueve montañas», en el decir de Jesús. El ser que la cultiva ya no se siente
solo ni perseguido de forma irreversible. No necesita reprimir o esconder sus males porque sabe que
atraviesa su grado de evolución incipiente, pero es amado y amparado para recuperar siempre el
bendecido ejercicio de la autosuperación. Confía, se confiesa, se observa sin exigirse severamente,
pero con la firme y sabia decisión de vencer, estimulado por la ley del Amor a la que declaró su
adhesión.
Los Instructores Espirituales jamás condujeron a sus aprendices a la represión, pero sí, los
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
estimularon para la renovación. En virtud de existir una ley de polaridad en el Universo, reprimir es
proceso negativo, que no consta en la pedagogía espiritual. Se busca desarrollar en el polo opuesto,
aquel en que la carencia se manifiesta y espera los efectos de la neutralización de las expresiones
involucionadas.
Pregunta: ¿Las situaciones kármicas son un proceso represivo cuando fuerzan a alguien a vivir
situaciones opuestas a sus tendencias?
Ramatís: El encadenamiento de las vidas kármicas tiene por finalidad desarrollar aptitudes
nuevas. Por ser una situación compulsiva, no es obligatoria ni represiva, porque siempre proporciona
medios para desarrollar nuevas capacidades, aunque también pueda representar neutralización
temporaria de otras. La negación al aprovechamiento de las nuevas formas del aprendizaje es lo que
provoca el desajuste que llamáis represión, porque el espíritu se niega a canalizar sus esfuerzos
evolutivos en el sentido de crecer en una nueva dirección. Se concentra en el llamado «infortunio» o
«mala suerte» y se desequilibra, porque se niega a progresar usando los medios disponibles.
Pregunta: ¿No habrá ciertas pruebas que son capaces de desequilibrar al espíritu, por un exceso
de represión a sus tendencias?
Ramatís: Podrá haber inhabilidad en la forma de conducir las pruebas, con el consecuente
agravamiento de los problemas, haciéndolos insoportables. En ese caso, el espíritu recibirá nuevas
oportunidades, siempre que se dispusiera a recomenzar el aprendizaje interrumpido, que no
necesitará ser obligatorio, pero obtendrá situaciones idénticas, aunque siempre de efectos
semejantes.
Pregunta: ¿Cuál sería la explicación sobre esa inhabilidad? ¿Cómo comprenderla? ¿No podría
interpretarse como una «falla» en el sistema para la evolución de los espíritus?
Ramatís: Es elemental y de buen sentido que donde pueda escogerse a voluntad, también podrá
haber formas diversas de solucionar un mismo problema. La alegría de la participación consciente en
la realidad esplendorosa de la Creación se obtiene a cambio de un tributo mínimo, si se compara con
los bienes a los que se tiene acceso en la oscilación entre grados mayores y menores de
aproximación al equilibrio de cada momento. Mentes empobrecidas han interpretado esos grados
como los causantes de las penas o recompensas eternas, cuando eterna sólo es la ley del Amor, que
sustenta el derecho de la oscilación generadora del equilibrio en mayor o menor espacio de tiempo.
El tiempo es una unidad de medida que sirve para medir y ordenar la evolución de los grados
inferiores de su procesamiento, dentro de lo que es relativo y condicionado a las mediciones espacio-
tiempo. Cuando el ser cambia en función a lo que lo rodea, usa el tiempo y el espacio como punto de
referencia para su autoestimulación, como alguien que quisiera usar un automóvil desprovisto del
mecanismo de autopropulsión y, entonces, necesita afirmarse en puntos de apoyo para obtener
impulso. El ser que vive en esa condición sufre la angustia de la relatividad del proceso evolutivo,
porque no sabe que dentro de sí posee la energía creadora. Todo desengaño y decepción es la
causante de esa falta de visión de conjunto que da a lo relativo la impresión de duradero. Los
entrechoques y decepciones causados por la inhabilidad constituyen una providencia redentora capaz
de servir de alerta y despertar para la orientación adecuada del libre albedrío. Las rutas humanas que
os conducen a la ciudad están llenas de peligros, y la velocidad de vuestro vehículo constituye un
riesgo y exige la atención del conductor. No por eso desistís de viajar, enfrentando todos los riesgos y
peligros, porque sabéis que de ello dependen el progreso y el bienestar del conjunto. Es la conciencia
mayor o menor que el conductor posee sobre las consecuencias de su conducta la que decide sobre
su seguridad y no sería posible construir carreteras exceptuadas de peligros, pues la evolución exige
una habilidad cada vez mayor en el trato con las fuerzas impulsoras del progreso.
El conductor incapaz necesitará un entrenamiento intenso y prolongado, para gozar del beneficio
de la libertad de ir y venir. Tal es la Ley. Si observáis bien, podríais sentir la sinfonía de belleza y
armonía de la Creación, que significa una invitación permanente para vuestra integración a la
felicidad de existir, dando la impresión de que todo se coordina para impulsaros a esa integración
creadora de la vida. Responder por vuestra incapacidad o por vuestra renovación es el único precio
que pagáis para obtener el derecho de existir y evolucionar. Las fuerzas que coaccionan y sirven a
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
semejanza de verdaderas «señalizaciones» de las rutas, deben ser bendecidas por vosotros, así
como el médico agradece a la fiebre, pues esta le demuestra la existencia del proceso infeccioso o el
dolor que localiza la posición del mal.
Pregunta: Finalmente, ¿qué les aconsejáis a quienes se sienten como las ovejas descarriadas,
en este funesto final del siglo?
Ramatís: «Mi reino no es de este mundo»; «pedid y obtendréis», «golpead y se os abrirá»;
«vosotros sois dioses». En esas palabras está estructurado un programa amplio y perfecto de acción
para todo aquel que tenga aptitudes y «ojos para ver» y «oídos para oír». Todo un caudal de
recomendaciones esotéricas de los más variados orígenes que podrían evocarse para alcanzar y
orientar vuestros esfuerzos de renovación. Pero, ¿por qué retornar a las complejidades de la forma, si
el contenido espiritual brilla extraordinariamente en las sencillas recomendaciones que pautan la
conducta diaria en la senda del amor pregonado por el Cristo? Podéis usar las normas de vuestra
predilección, intentando orientar vuestro aprendizaje por esta o aquella corriente espiritualista, pero
en ninguna de ellas alcanzaréis la liberación espiritual si no estáis capacitados para «oír» los
llamados austeros que simultáneamente el Maestro dejó vibrando, cuya fuerza se expresa en la
extrema simplicidad de sus enseñanzas de inigualable pureza, síntesis de toda Ley. Por detrás de
todos los velos de las iniciaciones se hallaba la belleza deslumbrante del Amor, cuyo representante
máximo en la Tierra es el Cristo, brillante en su gloria al dejarse inmolar como el cordero simbólico de
la redención humana. Su actuación en la Tierra, lejos de significar vuestro rescate de las sombras,
representó la claridad que plasmó para vuestra conciencia, como contraste de las tinieblas en que
vivís sumergidos. Se presentó ante los ojos de la humanidad con la pureza cristalina de los puros de
espíritu, a plena luz del día, en las calles repletas de espíritus encarnados y desencarnados. Nunca la
Magia Blanca del Amor se dejó contemplar tan generosamente, en un extraordinario espectáculo de
luz espiritual junto a las tinieblas del aura de la Tierra. El choque portentoso de esos opuestos, las
consecuencias del desafío representado por ese contraste, sólo un espíritu de la envergadura de
Jesús podía soportarlo sin que hubiera desvíos perjudiciales respecto de la obra programada.
El amor «que cubre la multitud de las imperfecciones humanas» es aquel capaz de soportar sin
desequilibrio el peso de los «errores» que nada dicen al respecto, sin repudiar a quien los practica,
aunque le sirva de obstáculo a su acción destructiva. En simples palabras, totalmente exceptuadas de
las complejidades del simbolismo iniciático, Jesús tradujo la Ley del Amor, para el entendimiento del
hombre común. Ese es su trabajo redentor: simplificar y ejemplificar simultáneamente las elevadas
enseñanzas que la Espiritualidad permitió descender sobre la Tierra. Quien se siente como la oveja
descarriada sólo necesitará consultar cuidadosamente el Evangelio e impregnarse del «espíritu» con
el cual vivió Jesús y aplicar a sí mismo el contenido luminoso que emana de la Buena Nueva
redentora. No hay un solo detalle que no haya sido previsto por Jesús en su predicación. Ninguna de
las dificultades citadas en el proceso renovador del espíritu humano dejó de abordarse en sus
predicaciones y en sus ejemplos.
Por lo tanto, es necesario que la humanidad lea y medite sobre Jesús. En todas las otras
enseñanzas espirituales del hombre encontrará reafirmaciones de su actuación renovadora e integral
y llena de todas las enseñanzas necesarias para vuestra evolución. No obstante, sólo en el Evangelio
se encuentra una concentración con el potencial necesariamente previsto integralmente para vuestro
proceso evolutivo. Muchos instructores le prepararon el camino, pero a El le tocó realizar la síntesis
capaz de satisfacer las necesidades de todas las ovejas extraviadas. Sus enseñanzas se basaban en
las dificultades características del espíritu humano, sin recelo de tocar las heridas milenarias
respetadas por los hombres delante de los preceptos sociales y religiosos.
Si realmente hubiereis alcanzado el punto de madurez que fuera capaz de hacer surgir el Amor a
la Verdad de vuestro espíritu, reconoceríais en El la brillante luz que jamás iluminó a la humanidad y
os sentiríais agradecidos y recompensados por la oportunidad de seguirlo en vuestras experiencias
terrenas. Su mirada penetrante nunca repudió al pecador sinceramente deseoso de recomenzar. Los
amó de tal forma que escogió entre los suyos al que lo traicionaría; entregó a Pedro, que lo negaría,
la responsabilidad de su rebaño; acogió a Pablo en el camino de la persecución a los suyos. ¿Quién
se podría juzgar abandonado o perdido realmente, si Lo amara y buscara su sinceridad?
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Jerusalén no lo amó y El lloró sobre ella. En todas sus palabras no se encuentra una sola de
condena. Sólo esclarecimientos respecto de las consecuencias de las infracciones a la Ley del Amor.
Señala los errores con claridad meridiana, en forma en que no deja dudas respecto del camino, pero
su voz no se levantó para condenar o juzgar al pecador arrepentido. Hay más júbilo en la casa
paterna por el retorno del hijo pródigo que en cualquier otra ocasión. ¿Quién puede sentirse
desheredado, después de todo lo expuesto?
23
Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Pregunta: De lo que nosotros conocemos y de los hombres en general, nos queda la impresión
de que la realidad es un verdadero caos espiritual. A primera vista, nos parece imposible hacer de los
hombres y de nosotros mismos, seres capaces de una definición interior tan profunda como la que
significa tener capacidad para seguir al Maestro Jesús. En otras palabras, nuestra «Jerusalén» no
parece nada fácil de ser renovada y en consecuencia, no conocemos a gran número de personas
empeñadas en pagar el precio en ese sentido. ¿Qué os parece?
Ramatís: Es una observación procedente. Raras fueron las almas que, en una existencia en la
Tierra, ofrecieron el testimonio de esa adhesión integral. Pero, os preguntamos; ¿quién os exige tal
cometido? Jesús os afirmó que no se vería el reino del cielo ¡si no se naciera de nuevo! En ambos
sentidos, esa afirmación es real. Tanto necesitará el espíritu de varias encarnaciones, como en
sentido figurado, una verdadera «gestación» se efectúa para que pueda nacer el hombre nuevo del
que habla el Evangelio.
Esa será una bendecida tarea en que os empeñaréis con alegría, desde el momento en que
podáis sentir principalmente, su significado redentor. ¿Qué puede alegrar más los días del cautivo,
que saber que es capaz de conquistar, por su propio esfuerzo, su pase de liberación? Desde ese
momento, nadie lo detendrá, si pone sus miras en el objetivo, sin vacilar. Y la aproximación de la hora
lo hará gradualmente más alegre, se encuentre donde sea y con el acontecimiento que hubiere, pues
su sensibilidad habrá despertado para el futuro que le espera y que interiormente, de alguna forma
está presente.
Pregunta: Del esfuerzo sincero que podamos hacer para vivir las normas evangélicas, surge una
impresión penosa de duplicidad y oposición entre el Yo y el no yo, entre la conciencia eterna que
necesita aflorar y la estructura de la personalidad humana que vivimos. ¿Esa situación será
responsable por las famosas «cisiones» de la que nos habla la psicología oficial? ¿Cómo solucionar
ese problema?
Ramatís: Dijo Jesús: «Quien no está conmigo, está contra mí». La dualidad de la naturaleza
humana en evolución es un proceso sano de polaridad indispensable para la definición consciente.
Quien no Lo ama a punto de dejar a su «padre y a su madre» no abandona los planos menores de la
evolución. Como ya tuvimos la oportunidad de decir, la «cisión» es el resultado de la indefinición. Es
el proceso manifestado por la posición enfermiza de no hacer opciones, por recelo de asumirlas
integralmente. Es necesario comprender que los psicólogos 1 identificaron los desajustes del ser
humano no para que ellos se sintieran amedrentados o paralizados de horror ante los desafíos
insuperables, sino más exactamente, para que se concienticen de las necesidades reaccionarias a
los procesos deficientes del mecanismo psíquico. Sólo así el trabajo arduo a que se entreguen será
útil a la humanidad.
Al identificar la cisión, se localiza simultáneamente la debilidad. Como el médico reconoce el mal
para así poder combatirlo, sin pretender esterilizar a fin de proteger al enfermo, el psicólogo
necesitará despertar el deseo saludable de reacción de su paciente «escindido».
Las descripciones de las causas de las cisiones son relatos de los factores que lo desencadenan,
pues la causa primordial reside en la debilidad delante de las tribulaciones, esto es, en el uso de las
reacciones inadecuadas.
Pregunta: ¿Cómo impedir ese proceso, si con frecuencia aparece en la tierna infancia, cuando el
espíritu humano es tan indefenso?
Ramatís: El proceso renovador del espíritu se realiza en una dimensión global que escapa al área
circunscripta al intelecto. Por esa razón, la Ley que es simultáneamente Justicia y Amor, no permite
que la «criaturita indefensa» sea expuesta a las correcciones de la reencarnación en ambientes
problemáticos.
1
El término aquí se usa en sentido literal.
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
que no sean excesivamente profundas. En ese último caso, necesitará programarse una convivencia
en términos capaces de propiciar la adquisición de las respuestas a las anteriores, por estimulación
proveniente del mismo ser que antes provocó las respuestas generadoras del conocimiento adverso.
De esa forma, se coloca al verdugo en los brazos de la víctima en sus primeros años de vida,
recogiéndose en el seno materno el espíritu que en el pasado le hiciera sufrir la opresión injusta, para
que ambos pudieran reconciliarse.
Pregunta: Pero, sin conciencia de la trama en que se encuentran envueltos, ¿cómo expresar las
reacciones adecuadas?
Ramatís: Ya hemos afirmado que la evolución es un proceso que escapa a los límites de la
comprensión intelectual. El espíritu siente y reacciona a un océano de estímulos, que no son los de la
palabra o de la percepción intelectiva. La Espiritualidad posee instrumentos psíquicos y
extremadamente plásticos para accionar sobre el psiquismo humano. Lo que los psicólogos están
tratando de hacer en la Tierra, desde que existen seres encarnados, y que los orientadores de la
humanidad realizan con éxito en el Espacio. Mientras tanto, ha llegado la fase de la evolución en que
los hombres despierten y deseen obtener participación consciente en el proceso para su habilitación
angélica y sólo puede ser loable, de esa forma, por lo menos en las intenciones, que podrían terminar
conduciéndolo a un camino seguro: el del reconocimiento del ser humano como espíritu eterno y
encarnado. Puesto que el espíritu, al encarnar, necesita olvidar para reaprender, la supervisión que
sufre es proporcional a sus necesidades. El olvido ayuda, porque permite que se vuelva moldeable
dentro de ciertos límites —señal de una reconciliación integral— y que por lo menos archive los
motivos compulsorios, para ser más agradable en el futuro, cuando se despierte a un mayor grado de
sensibilidad. Hasta ahora, en esta época hiperintelectualizada puede aceptarse en el campo emocio-
nal, tomado como positivo, facilitando reajustes hasta el infinito.
Pregunta: ¿Nos podéis ejemplificar vuestra afirmación?
Ramatís: Un ejemplo señalado de esa situación se encuentra en el tratamiento producido por el
electrochoque. Cortar temporariamente la comunicación del espíritu en su campo sensorial, produce
un coma artificial. Es expulsarlo de su campo bioelectromagnético habitual, con el objetivo de
desmemorizarlo y descargar el exceso de veneno psicofísico que pertenece a sus reacciones. Ese
lapso de memoria de sus tensiones rutinarias, asociado al impacto de un pseudodesencarne, produce
un desligamiento temporario, con la consecuente atenuación de sus males. Nada más traumático y
antinatural que ese proceso. Pero es un tratamiento que produce dos constantes en la terapia de
ayuda establecida para la evolución del hombre como espíritu inmortal: una está representada por el
desligamiento compulsorio que la muerte artificial provoca en los espíritus involucionados y la otra, es
la retracción de la memoria, que caracteriza a la reencarnación.
Pregunta: ¿Nos podríais dar mayores detalles?
Ramatís: Los hombres, ignorantes de la realidad del espíritu, encuentran en la muerte y en el
olvido del pasado dos elementos que, según su forma de ver, se contradicen con la sabiduría, belleza
y armonía de la Creación. Promueven críticas a las directrices del plano de la Creación considerando
que traumatiza a los seres vivientes con el inevitable paso del tiempo y la escena final de la vida.
Otros consideran errada la providencia del olvido temporario, en el caso de existir la reencarnación.
Mientras tanto, pocos se dedicaron a meditar sobre las posibles consecuencias, si tales leyes fueran
eliminadas. Y en la imposibilidad de conocer los efectos de esa providencia, continúan,
indefinidamente, con su prédica negativista contra las leyes naturales de la vida, concebidas por un
Creador magnánimo que pareciera querer enseñar por métodos menos esclarecidos de los
adoptados por los educadores sagaces de la Tierra. Esos comentarios destructivos fueron posibles
hasta que, al obtener los hombres mayores conocimientos, observaron que el impacto y el olvido
podrían funcionar como terapia en casos extremos. Respetando lo más posible el libre albedrío del
enfermo, intentan todos los recursos terapéuticos, pero concluyen que la ineficiencia de la técnica
psicológica y farmacológica comunes apelan a la imitación de la naturaleza, cuando produce desliga-
mientos por la desencarnación, simulado por la desaparición de la memoria, que el electrochoque
representa. Esa experiencia demuestra sobradamente que esas transformaciones psíquicas están
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
apoyadas por procesos independientes de la comprensión común de las cosas que pasan en la zona
intelectual consciente y destacar, la inoperancia de una terapia espiritual basada en la simple
comprensión, cuando el espíritu atraviesa la fase evolutiva primitiva, durante la cual las vibraciones
instintivas y emocionales pueden fácilmente apoyarse en su campo psicológico.
Los impactos producidos por la desencarnación y por el olvido del pasado son altamente
saludables para la evolución del espíritu que, de a poco, se incorpora a los «conocimientos»
profundos en el campo de su memoria, capaces de funcionar como una fuerza magnética de
atracción que lo ubicaría, cada vez con más seguridad, en su campo gravitacional interior, en
dirección a los destinos espirituales que le aguardan en el futuro. Por esa razón, aparecen en la Tierra
individuos que inexplicablemente poseen gran seguridad, sin tener cultura intelectual que la justifique
ante los ojos humanos. Y lo encontráis descripto en el dicho popular «Quien es bueno ya nace
bueno», que no deja de ser un reconocimiento a las leyes de la Espiritualidad, aunque dando cabida
a que el Creador sea interpretado como apadrinador de unos en detrimento de otros, en cuanto el
proceso reencarnatorio no fuera reconocido por todos.
Pregunta: Consideramos ese punto de gran importancia. Pero, ¿cómo proceder ante la
consolidación de los conceptos contrarios, divulgados y fortalecidos diariamente por la corriente
materialista en la que la ciencia oficial se ubica?
Ramatís: Los que optaron por la ciencia oficial precisarán esperar que ella, por sus propios
recursos, llegue a esclarecerlos.
Pregunta: No obstante, nos parece que la tendencia se fortalece cada vez más, pues son amplios
los aspectos materialistas en que se refugian.
Ramatís: Bien se expresa vuestra última afirmación en la necesidad de cobijarse, revelada
inconscientemente por el espíritu humano al escoger el materialismo en su posición actual. Tal fue la
confusión que surgió de las entrañas del proceso psicológico y religioso de la humanidad terrena, que
provocó la reacción generalizada en una opción sistemática, como si los hombres se defendieran de
una erupción volcánica amenazadora, capaz de enterrar a las colectividades. Entonces los seres
humanos se retiran de los valles —que antes les eran acogedores, gracias a las enseñanzas
cristianas— dirigiéndose hacia los terrenos del paganismo materialista y prefiriendo la condición de
los desheredados de la Espiritualidad a la sofocación de los gases pestilentes del desamor
propagado en nombre de la ira de Dios. Cual una acomodación geológica, la pretendida filosofía
cristiana esparcida hasta los más remotos lugares de la Tierra se transformó en una amenaza para la
sobrevivencia espiritual del hombre esclarecido, viéndose en la contingencia de repelerla,
apartándose hacia un terreno más firme: el materialismo, cuyos peligros son palpables y, por eso,
menos angustiantes. El hombre de hoy sabe que morirá, pero pretende utilizar la vida muy bien,
aprovechando todas las ventajas que se le presentan. Con respecto a la inseguridad de las
realidades espirituales, constató que hay más peligro en entregarse a las manos inhábiles de los
presuntos conductores, que investigar por sí mismo el desafío intrincado de su existir. Optando por el
hoy y ahora, limita su ansiedad, voluntariamente, defendiéndose de pensar en lo que no consigue
comprender.
Pregunta: ¿No habrá formas más saludables de reaccionar a las avalanchas de las
incomprensiones sembradas a través de los siglos por los conductores espirituales de las masas
humanas?
Ramatís: Esas reacciones serán el resultado de una fermentación psíquica sólo realizable a
través del tiempo.
Pregunta: Nos parece, en cierta forma, que existe un poco de abandono en eso de dejar a la
humanidad entregada a sí misma. ¿Por qué fue permitido el deterioro de los principios espirituales tan
preciosos para la evolución humana?
Ramatís: Porque la capacidad de selección es el primer test para la evolución.
Pregunta: Nos parece una incongruencia el hecho de exigir esa capacidad para quien aún no
evolucionó.
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Ramatís: En todo lo que toquen, aun en el más rudimentario instrumento, dejarán la marca
vibratoria de su crecimiento interior. Una impregnación luminosa de paz espiritual caracteriza las
actividades humanas cuando el ser no está exceptuado de su necesidad de crecimiento espiritual,
pues es lo suficientemente humilde como para ir a la Fuente, aunque fuera desviada hacia los
«arrabales» de los conglomerados humanos. Observad el mirar ansioso y el alma resecada del que
sólo cree en sus propias construcciones y notaréis la diferencia entre el hombre integral y su
oponente, que es el alma carente y desprovista de base para vivir, aunque encastillada en los
complejos y artificiales sistemas, pretendidamente científicos. Por ir siempre a la Fuente, los que
creen se ejercitan en el servicio a los que no pueden o no quieren ir. Abastecen la ciudad, y con eso,
se enriquecen en experiencias y amor, en comprensión y tolerancia, como también aprenden a
conocer de cerca los males humanos que deben evitar. Todos concuerdan en que la «usina» es
necesaria y «vale», pues representa un beneficio que ampliará lo proporcionado por la naturaleza,
pero no si constituye un museo para las vanidades humanas, enquistadas en las almas de los seres
incapaces de reflexionar sobre las claridades espirituales. En cuanto monopolizan los bienes
obtenidos con la inteligencia, son como el siervo que enterró los talentos espirituales, aunque
negocien eficientemente los bienes materiales en el uso inadecuado por el saber adquirido. ¿Cuál
será la respuesta que darán al Señor, a la hora de rendir cuentas?
Pregunta: En el caso individual del alma que sufre debilidad orgánica producida por el desvío de
las aguas de la fe, ¿qué aconsejáis?
Ramatís: Concentrarse en la conquista permanente y voluntaria de nuevos caminos. Sólo la
vivencia podrá consolidar nuevas disposiciones. En nada adelantará permanecer en el vicio
intelectual de generar explicaciones complejas para la vida, acompañadas de soluciones teóricas. Es
necesario caminar con sus propios pies hasta la Fuente, para sentirle toda la potencia restauradora
en su hábitat, la naturaleza, en todos sus infinitos recursos y a disposición de todas las escalas
evolutivas de los humanos. No será un regreso a la naturaleza en el sentido del primitivismo, pero sí
con el efecto grandioso del encuentro consigo mismo y con los recursos naturales existentes en toda
la grandiosa obra del Creador. No más incomprensión; la simiente tiene todos los recursos en
potencia para su sobrevivencia. Bastará que el criado no se subleve contra el Creador, con la vanidad
satánica de querer saber más que el Señor. Limítese sí como más convenga, a buscar dentro de
cada uno las respuestas que no estén en oposición a las leyes generales de la vida, que se basan en
el «amar al prójimo como a sí mismo», en manifestación evidente del amor que se le haya despertado
por su condición de ser hijo de una Fuerza Central de Vida, capaz de proveer y conducir el proceso
de crecimiento de todos los seres vivientes. Buscar las matrices mentales en el seno de la Creación y
vencer las barreras de la inercia involutiva es el derrotero de la paz que buscaréis sin éxito en las
retortas y en los laboratorios de la sensibilidad, donde se escapan sin rumbo los males humanos, que
tanto más se evidencian cuanto mayor es la técnica de investigarlos sin rumbo, que la ley espiritual es
pródiga en ofrecer. Remedios, tranquilizantes, estimulantes, terapias y recursos diversos sólo
funcionan en la medida en que se aproximan a las leyes naturales establecidas para el progreso
armonioso del espíritu en las diferentes etapas del desarrollo. Tratar de copiar las leyes naturales es
la norma de una ciencia verdadera. En lo que se refiere al espíritu humano, habrá de tener primero
presente «ojos para ver y oídos para oír», a fin de proporcionarle cualquier alivio o estímulo en la
búsqueda de la paz. Antes de la investigación científica para el bienestar humano, colocad la
investigación espiritual sobre los intereses inmortales del espíritu y habréis encontrado la llave para ir
formando la solución de todos vuestros problemas. Podréis, entonces, hacer retornar el río a su
lecho, pues las turbinas y todos los mecanismos serán preparados bajo nuevos principios, capaces
de soportar la presión del agua de la vida eterna, que se constituirá en la energía propulsora apta
para transformar todo el valle en ambiente adecuado y acomodar las renovaciones hasta el infinito
para asistir a una humanidad feliz, porque estará integrada en su totalidad, por hombre-espíritu.
Pregunta: ¿Cuál será el papel de Jesús en todo esto?
Ramatís: El de Amigo que acompaña.
Pregunta: ¿Cómo podremos comprobar ese hecho, si los patrones mentales del hombre de hoy
son adversos a las recomendaciones de las religiones? ¿Habría una técnica que ofrezca seguridad
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
para acompañar al Amigo? Los hombres se encuentran desilusionados con los preceptos de la fe...
Ramatís: Si meditaseis sobre vuestras propias palabras, encontraríais fácilmente la respuesta a
vuestras indagaciones. El hombre acostumbra hablar en el sentido convencional de las palabras, sin
tener en cuenta que no analiza el contenido lógico de las palabras y frases. La simple atención
educativa os permitiría reducir el noventa por ciento de las dudas que suceden en vuestro progreso
del saber. Cuando tenéis una duda para la cual no encontráis respuesta, deteneos a fin de analizar
con paciencia, como lo hacéis para buscar la solución a los problemas de física, matemática y otras
ciencias exactas. Por la simple asimilación de los diferentes matices de los términos aplicados, aso-
ciada a la percepción de la tonalidad psíquica con que fueron emitidos y seleccionados, entonces
podréis obtener elementos para abrir camino hacia una nueva comprensión. Generalmente, la
respuesta está contenida en la pregunta.
Pregunta: Creemos que eso pueda suceder con aquellos que ya lograron la ampliación de su
visión espiritual y que son capaces de identificar esos matices. Quien pregunta, generalmente
considera que no tiene los recursos y aún duda respecto de la respuesta. ¿Qué opináis?
Ramatís: Las respuestas existen. Donde ellas se encuentran hay acceso para todos.
Pregunta: Entonces, ¿no habría necesidad de instructores?
Ramatís: Los buenos instructores no revelan todo.
Pregunta: ¿Habrá alguna contraindicación para una satisfacción sobre una curiosidad sana?
Ramatís: La más sana de todas las formas de curiosidad es la de decir hasta dónde llega nuestra
capacidad de expansión de las potencialidades internas.
Pregunta: Entonces, ¿sería inútil el diálogo que establecemos en este momento? ¿Nuestra
función, en este trabajo, no es la de indagar?
Ramatís: Nuestro diálogo, que es preparado para atender las necesidades de tantos otros seres,
no quitará dudas; tan sólo aquellos que se encuentran preparados y que asimilen las respuestas, se
interesarán por el tipo de preguntas que nos formuláis.
Pregunta: Y en ese caso, ¿cuál sería la utilidad?
Ramatís: En la medida en que por el esfuerzo de consolidación, que el espíritu se encuentre apto
para realizar las ideas estructuradas. Si el ser se encuentra con aptitudes para el esfuerzo interno, en
cualquier momento hará surgir en su propio campo psíquico las respuestas, si sabe orar y vigilar. De
ahí se desprende que las preguntas y respuestas sean funcionales cuando, en último análisis, son
una confirmación para el proceso de crecimiento interior que se efectúa silenciosamente en el campo
de la mente, o sea, en el conjunto de vivencias preparatorias que permite modelar al ser para nuevas
concepciones.
Pregunta: En esos términos, ¿cuál sería el papel de nuestro trabajo?
Ramatís: Ayudar a consolidar la preparación de las etapas sucesivas de la evolución de los seres
simpáticos a nuestro pensamiento.
Pregunta: La simpatía, siendo estimulada por el pensamiento de alguien o de alguna corriente
filosófica, o bien religiosa, como de cualquier otro carácter, ¿no contribuirá a una delimitación
contraria al progreso? Si existe una constante reafirmación de campo, ¿no es perjudicial la expansión
y evolución del espíritu? En nuestra forma de ver, el diálogo tendría como valor principal, justamente,
apartar hacia nuevos caminos y no consolidar solamente los preexistentes en el alma.
Ramatís: Vuestra experiencia os afirma que nadie convence a nadie de nada. El ejemplo sólo
«arrastra» cuando existe una predisposición psíquica, aunque sea inconsciente.
Pregunta: Nos agradaría que nos explicaseis la razón de esa digresión, por si hubo alguna
pregunta que la ocasionó.
Ramatís: Es muy oportuno aclarar no sólo las ideas, sino cómo alcanzarlas. El hombre preparado
para las complejidades del raciocinio desprecia el valor extraordinario de su capacidad de despertar
interiormente las facultades aún ocultas de sus pensamientos. Querer saber la respuesta, recibirla
pronto, es posible en diccionarios enciclopédicos de acumulación fácil, pero no valoriza lo suficiente el
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
proceso de dar rápidas respuestas. Mientras tanto, si acompañara con su simple raciocinio, tendría la
oportunidad de aprender más sobre sí mismo que de los fenómenos que lo rodean. Y colocando la
casa mental al día, habría en ella luz y espacio suficiente para el contenido de todas las respuestas,
en forma creciente y espontánea. El valor de tal proceso es evidente; en vez de recurrir y esperar, él
despierta y acuerda; da rápida seguridad al que sabe investigar en sí el reflejo adecuado de todas las
cosas, en forma gradual, pero segura e integradora para el propio ser. Si el hombre se hubiera
habituado a ese procedimiento, no le hubiera alcanzado el descrédito en relación con los preceptos
de la fe, como habéis afirmado.
Pregunta: ¿Cómo comprender vuestra afirmación?
Ramatís: Hubo en todas las épocas, orientadores capaces de hablar a los hombres sobre el valor
de sus potencialidades internas y latentes. Amorosos y esclarecidos, se limitaban a exhortar ese
crecimiento interno y aprender a valorar el yo superior que todo ser humano posee. Mientras tanto, el
profeta Samuel fue rechazado por sus contemporáneos cuando intentó disuadirlos de elegir un rey.
En las fases evolutivas, el espíritu humano no cree en su esencia autodirigida y prefiere colocarse en
manos de quien le sugiere los caminos impuestos, en una fuga inconsciente de la responsabilidad
que debiera ser personal. Como a la autoridad del Amor todavía no se le da valor, el ser prefiere ser
violentado por una fuerza exterior y abdicar del esfuerzo de decisión. De ahí surgen los preceptos.
Los seres escogidos para orientar imponen normas, loables de ser entendidas, según su capacidad,
por los seres que buscan su protección. ¿Quién podría acusar a los ciegos de conducir a otros ciegos
voluntariamente, si ellos mismos se colocan en sus manos? Al renunciar a la búsqueda, dentro de sí,
de las respuestas, se permite el debilitamiento en la fuente de las reservas espirituales nobles y
preciosas para el progreso en la escala evolutiva.
Pregunta: Si eso sucede en la fase incipiente del progreso, ¿no sería justificable esa ansia de
apoyarse en los demás?
Ramatís: La capacidad de elaborar la sensación de inseguridad es una prueba decisiva para el
progreso. Si el hombre justifica que es inseguro, contribuye a la consolidación de esa posición.
Pregunta: Entonces, ¿sois contrario a la existencia de los orientadores?
Ramatís: Vuestra propia ciencia creyó en la necesidad de estimular la madurez, por la acción
discreta, velada, de los psicólogos, que sustituyeron la actuación directiva de los que se arrogaban el
derecho de interferir en la estructuración psíquica del ser humano. Lo máximo que se puede hacer
con provecho es servir de punto de referencia o apoyo a los procesos naturales que se consolidan en
el momento oportuno.
Pregunta: Todas esas explicaciones inciden en nuestras preguntas: ¿podríamos obtener una
técnica capaz de servir de amparo para el hombre desilusionado en relación con los preceptos de la
fe? ¿Qué nos decís?
Ramatís: Lo que preguntáis ya fue descripto.
Pregunta: ¿Podríais resumirlo en pocas palabras?
Ramatís: «Vea quien tiene ojos para ver y oídos para oír». Los orientadores que la humanidad
escogió hasta hoy fueron aquellos que le daban la ilusión de aliviarle la carga del
autoperfeccionamiento. Se engañaba a gusto ante los pretendidos señores, fuertes y omnipotentes —
a semejanza de la figura de Dios— vanidosos y autocomplacientes, que crearon a su imagen y
semejanza. Los instructores que no formularon preceptos para la fe, pero que en realidad deseaban
despertar en cada uno los recursos superiores que traen consigo, aquellos que hablan de Dios como
un apoyo y un refuerzo buscado a costa de un esfuerzo constante, fueron desplazados. En cambio,
fueron hacia aquellos que pregonaban imágenes mentales muy semejantes a los ídolos de piedra,
que se propician con oblaciones fáciles y materiales. La falta de combustible permite que la llama
titilante se apague.
Dentro de vosotros está el holocausto, la oblación, el ritual y la magia. «Sois dioses», según
Jesús. Propiciaos a vosotros mismos en el gesto sano de permitir el crecimiento de vuestras
sagradas potencialidades latentes. Comenzad por abandonar las actividades frenéticas del campo
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
material, con las cuales atontáis al espíritu sin acordaros que espera vuestro esfuerzo para el
burilamiento. Aprended a aprender de vuestra esencia espiritual, en primer lugar, por la orientación
del pensamiento, la llave de vuestra mente, el secreto de vuestra evolución. La expresión más
elemental de ese proceso se inicia al obtenerse el dominio del propio pensamiento. Sin ese primer
paso, nada se hará para llegar a expandir el complejo proceso del aflorar de las potencialidades
divinas adormecidas en vosotros. Mientras las palabras sean para vosotros instrumento de
destrucción o placer antifraterno, maldiciente, displicente y maliciosamente usado, vuestro
pensamiento circulará en la onda opresiva de las pasiones irracionales y vuestra casa mental será
incapaz de recepcionar las expresiones superiores de la fe, como un destino superior que no aceptáis
como realidad y ni siquiera como hipótesis.
Si vosotros no creéis como seres inmortales, por el íntimo convivir con el extraordinario fenómeno
de la vida, es porque os fijáis en los aspectos perecibles de la materia, que os monopolizan la
atención. Parad para meditar. Acompañad vuestro propio raciocinio con la atención del científico que
investiga un extraordinario fenómeno de la naturaleza. Acogeréis en vuestros razonamientos los
procesos de la espiritualidad superior que, entonces, podrán recepcionarse en vuestra mente como
una realidad vivida y deseada, por haber comprobado la grandiosidad de! poderoso fenómeno de las
fuerzas creadoras en vuestro propio ser. En realidad, sois seres que raciocinan, pero que raramente
se comportan como seres racionales. Vuestros tesoros mayores se desperdician en la búsqueda del
efímero momento de gratificar los sentidos, que al menor soplo de adversidad se destruyen. ¿Cómo
creer en la vida, si en vosotros mismos no aprendisteis a creer? ¿Cómo identificar la mano del Pastor
si no os sentís ovejas? ¿Cómo buscar las cosas del espíritu, de las cuales la fe es una superior
expresión, si no creéis que hay en vosotros más que procesos orgánicos? Y cuando afirmáis lo con-
trario, actuáis en la realidad como si fuera posible conciliar la luz con las tinieblas.
O se proporciona una línea de prioridad que sea capaz de reestructurar la visión de la vida,
concediéndole unidad y armonía en función de la realidad interna, o las oscilaciones del pensamiento
desordenado y confuso terminarán evidenciando la inexistencia de una realidad interior, por estar aún
fuera de estructuración alguna. Pagad por la conquista de los valores del espíritu, el tributo de la
autorrenovación. Meditad sobre el Evangelio, vividlo y el Pastor se hará nítidamente presente en el
júbilo intenso que os acariciará el alma, hablándoos sin palabras, de «su reino que no es de este
mundo» y que por lo tanto, no puede exteriorizarse en los moldes de los preceptos impuestos por las
conveniencias religiosas o socialmente determinadas.
Sólo la Ley del Amor pregonada por Jesús, si es vivida con todas sus consecuencias, será un
pase válido para el terreno donde la fe en el destino espiritual desemboca en la fe generalizada con
relación a todo el proceso de armonía inmerso en la Creación.
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
IV - TRABAJO Y RENOVACIÓN
Pregunta: Al comunicarnos el título de esta obra, sin ningún otro detalle, juzgamos que se trataría
de centrar los temas en Jesús, lo que realmente nos encantó. Sin embargo, vemos ahora que los
asuntos son todos relacionados con nuestra vivencia en la experiencia terrestre. ¿No juzgáis que ese
hecho podría decepcionar a los lectores?
Ramatís: Para los teóricos místicos sí. Para los especuladores contumaces de los asuntos
espirituales, las vivencias superiores son colocadas en segundo plano y se hayan empeñados en
saber más sobre los otros que en ellos mismos. No fue para eso que el Maestro descendió de los
elevados planos espirituales, pues no tienen «ojos para ver ni oídos para oír». El mismo Jesús no
vino para hablar de sí mismo, ni tampoco evolucionaréis por saber más sobre él. Que os baste saber
lo que ya conocéis sobre su actuación y en consecuencia, poseéis material para milenios de
elaboración interior constructiva. Las lecciones más simples son las de más profundo contenido. El
mensaje que emana del Evangelio de los Apóstoles es fundamental para la depuración psíquica
indispensable, para el que desea incorporarse al ingreso de los nuevos y perfeccionados niveles de
acción interior. La naturaleza del Cristo, como la de todos los grandes avatares, tiene una
correspondencia interna con patrones intraducibles para el entendimiento común de la humanidad. Si
conseguimos interesaros por la vivencia crística en los patrones accesibles a vuestro nivel actual de
evolución, estaremos contribuyendo para que escaléis los primeros grados de perfeccionamiento
interior, que os permitirán penetrar en la antecámara de Una futura comprensión espiritual del
Maestro. De poco valor sería un trabajo que satisficiera la curiosidad intelectual en relación al Cristo y
os dejara en el mismo estado anterior de pordioseros espirituales. Conocer al Maestro, en verdad,
significa vivir sus enseñanzas.
Pregunta: Mientras tanto, de su autoridad fue dictada la obra sobre Jesús, que muchas alegrías
espirituales nos deparó.
Ramatís: Ver pasar al Maestro delante de sus ojos encantó a muchos hombres. Algunos se
convirtieron al Bien con su simple presencia, a otros, esa misma visión les desencadenó torrentes de
odio e incomprensión. Nada existe que contraindique la meditación sana sobre las virtudes elevadas
del Señor. Las mismas deben servirnos de blanco de nuestra contemplación. Por lo tanto, si se trata
de estimular el progreso y la renovación de la Jerusalén que lo crucificó, antes de loarlo y
contemplarlo, será necesario recibir los ecos y para eso, es necesario preparar el terreno. Para que
vosotros améis, os deseamos ver renovados en la faja vibratoria del Amor Crístico que fuera capaz de
haceros sintonizar con el Maestro, por eso es que os hablamos de vuestras necesidades y
perfeccionamiento, teniendo en vista sus amorosas enseñanzas. Si no os equilibráis, ¿cómo podéis
caminar hacia El? Han sido innumerables los hombres que se dedicaron a la tarea de enaltecer, por
palabras o actos, la figura mansa y sublime de Jesús. Plantaron en la tierra la simiente del Amor que
El os trajo, esparciéndola por todos los lugares. El, el amigo incomparable, ha sido señalado como el
Pastor, el Dulce Nazareno, el Gran Instructor, el Sabio, la Oveja del sacrificio propiciatorio, el Juez de
las Almas, el Siervo mayor de todos, el trabajador incansable para la redención de los hombres, el
Inspirador de todas las corrientes de Amor sobre la Tierra.
Los seres humanos han sido invitados a seguirlo, amarlo y a servirlo. En fin, se ven efigies de
Jesús en casi todos los lugares de la Tierra, altares, bendiciones dadas en su nombre, servicios
asistenciales inspirados en la caridad cristiana y un número reducido de seres que se recogen para
intentar reflexionar realmente sobre las grandiosas enseñanzas en lo espiritual que su presencia
luminosa representa para el proceso educativo de la humanidad.
Pregunta: Ese gran trabajo de divulgación sobre Jesús ¿no es el proceso educativo de la
humanidad?
Ramatís: Cuando se anuncia la publicación de una buena obra, no significa que los alumnos se
encuentran preparados con sólo leerla.
Pregunta: ¿Entonces podríamos considerar que los hombres son como los alumnos que ven las
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del medio externo. Infelizmente, olvidó que existe una marcación interna para el tiempo, donde su
madurez aparecerá y le exigirá renovaciones de sus negligencias en las primeras etapas de su
evolución.
Pregunta: Si existe un momento adecuado para que aparezca la madurez, ¿no es inútil la
preocupación de comentar y señalar nuevos caminos?
Ramatís: Cuando la madurez aparece, el espíritu se siente hipersensibilizado, lo que muchas
veces, sirve inicialmente para agravarle los problemas. Nuestros comentarios, como todos los
trabajos que tienen por objeto ofrecer orientación sana de la espiritualidad, consiste en secundar al
Divino Magisterio del Mesías. El, en calidad de Sabio Instructor de la humanidad, vino a propiciar su
Amor sobre todos los seres de la Tierra, dejando detrás de sí un rastro invisible, que es capaz de
orientar el camino para cada ser humano, en el momento de su madurez interior y en época
imprevisible. Nuestras sencillas instrucciones revelan el desvelo de la Espiritualidad por dar curso a la
campaña de despejar o clarificar a los seres, iniciada por el Maestro en el sentido de un Amor
integral, reuniendo a la sementera menos vigorosa de aquellos que vinieron a preparar los caminos
de la humanidad para recibirlo. El divino injerto del Cristo se hizo a través de las enseñanzas
evangélicas que, hoy se están reavivando, justo cuando el resecamiento espiritual se manifiesta con
todo su poder esterilizante del alma inmortal.
El presentar frutos sabrosos a los ojos de los hombres, no les hará desearlos mientras se
encuentren al nivel del bruto, que se alimenta de los despojos. Es necesario que los frutos
permanezcan disponibles para atender el paladar sensibilizado que aparece en la hora de la madurez
espiritual. Cuando se encuentra cansado de reptar, el ser humano eleva el pensamiento y se yergue
delante de la Creación; su mirada se encuentra con frutos hermosos en el árbol de la Vida y consigue
transitar del nivel animal hacia el espiritual, pasando a admirarse porque nunca comprobó los
extraordinarios valores que siempre le rodearon, pero que jamás supo apreciar. Es el retorno del hijo
pródigo y el Señor lo recibe con el júbilo del Padre sabio y amoroso. Las enseñanzas de todos los
matices que tratan de esclarecer a los espíritus son como los tesoros acumulados para el uso
oportuno en las épocas de carencia.
Pregunta: ¿A qué época de carencia os referís? ¿A las colectividades humanas o a la madurez
interior de cada ser encarnado?
Ramatís: Los flujos renovadores del campo espiritual se manifiestan tanto en lo individual como
colectivamente.
Pregunta: Nuestra época es carenciada, pero no nos parece que ese flujo se dé en forma
general. ¿No es verdad?
Ramatís: Jesús habló a las masas, pero no esperó que le contestaran en su totalidad. Por el
contrario, contó siempre con la animosidad de los que se contraponían a sus postulados. La primera
oposición del Sanedrín y de los fariseos en general le sirvió de punto de apoyo para su
adoctrinamiento evangélico, pues vino para los enfermos, ya que los sanos no necesitaban del
médico. El remolino causado por sus ejemplos, creció y se proyectó por los siglos como mensaje
redentor, exactamente por el contraste chocante entre su realización de elevado nivel espiritual y la
reacción hostil de las sombras que no deseaban diluirse en la vibración radiante del Amor. Su calvario
se repetiría en las almas de todos sus perseguidores, cuando de por sí cada uno concibiera la
posibilidad de un encuentro con el Maestro, en «espíritu y verdad».
El llamado del Amor Crístico, como tesoro intocable de la luz, permanece a través de los siglos,
proyectado como una masa luminosa de enseñanzas y de vibraciones sólo asimilada, mientras tanto,
en una respuesta interior del ser individual a su Pastor. Si pudieseis hacer un relevamiento estadístico
de lo que se habla cada día en la Tierra, sobre Jesús y los Evangelios, quedaríais sorprendidos de
que el orbe terráqueo aún no se haya transformado en el paraíso soñado por los hombres de buena
voluntad. Mientras tanto, el fermento para elevar la masa exige un determinado tiempo, con el fin de
que se efectúen las transformaciones químicas esperadas. Forma parte de los planos seguros de la
supervisión espiritual del planeta, que ni uno solo de los seres encarnados deje de encontrar a mano
los recursos necesarios en el momento de resurgir de las cenizas del pasado, comprendido en la
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
involución. La luz necesita estar sobre la mesa y no debajo de ella. En el decir de Jesús, el farol del
conocimiento superior debe brillar delante de todos para que, oportunamente, puedan corregir su ruta
y encontrar al Divino Amigo, en el más suave de todos los éxtasis, aquel que se reconoce como hijo
muy amado de la casa paterna, llena de recursos y bendiciones.
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
V- EL AMOR
Pregunta: Quien os sirve de intermediario en la Tierra, en este momento, juzga el presente tema
como imposible de ser abordado en toda su amplitud, especialmente por la imperfección del
instrumento. El proceso de captación y retransmisión de los temas con ese don especial, nos da la
impresión de querer correr con las piernas para acompañar, sin éxito, al carruaje de tipo supersónico.
Hay una sensación de falencia al registrar la amplitud del contenido que nos aportáis, que sobrepasa
a nuestra capacidad de expresión. De tal forma que nos sentimos en falta con el lector, siempre que
eso sucede. ¿Cuál es vuestra impresión?
Ramatís: Todas las criaturas se ocupan constantemente de ese tema. ¿Por qué seríamos los
únicos en ignorarlo?
Pregunta: No es nuestro deseo despreocuparnos, pero sí evidenciar la impotencia que nos
invade ante el panorama sui generis de ese tema, cuando es abordado por entidades que se
encuentran mucho más arriba de nuestro estado evolutivo. ¿No es así?
Ramatís: Si los médium se alejaran de ese esfuerzo, ¿quién lo haría? ¿Qué utilidad tendría el
abordar un tema bajo formas rutinarias? El Amor, en su totalidad, sería indescriptible y no
intentaríamos tal cometido, imposible ni a través del más iluminado de los médium. Jesús, el médium
del Cristo Planetario, no encontró en el vocabulario humano términos que fueran capaces de describir
el proceso de afinación con las Fuerzas Superiores de la Vida y se limitó a manifestarse con el
ejemplo. Al recomendar que os amaseis como Él os amó, señaló la dirección, como quien indica el
camino más acertado, cuyas realidades sólo el interesado consigue constatar por el contacto directo.
Mientras tanto, su vida fue un compendio lleno de enseñanzas, pero no usó caracteres impresos en
pergaminos, en el barro o papiros. Usó la base de la mente humana colectiva para grabar, en
símbolos y formas muy incandescentes, lecciones de Vida Superior, intraducibles en términos ha-
bituales. Era tal el tenor de sus manifestaciones de Amor que sería imposible retenerlas en las formas
consagradas por el sistema de aprendizaje humano. Todos los que lo veían recibían el impacto de su
aura y serían incapaces de describir ese evento. Eran seres en estado de choque psíquico benéfico e
intransferible.
Pero El, reconociendo el impacto que su vibración pura causaba, es decir, que ese Amor se daba
a corto o largo plazo —no se inquietaba— pues tenía la certeza de no poder transmitir en palabras
aquello que sólo se comunica por su propia y singular fuerza de expansión, en el tiempo y en el
espacio, de tal forma que sobrepasaba a ambos, alcanzando la dimensión de la eternidad latente en
todas las criaturas.
Pregunta: De esa forma confirmáis nuestros recelos. No habiendo en nosotros una fuerza de
acción correspondiente, ¿cómo viabilizar tales valores por medio de la deficiente palabra humana?
Ramatís: Vuestra tarea es la del mensajero que anuncia a pleno pulmón el advenimiento del
Maestro y cuyo arte de transmisión será tan eficiente cuanto sea la coherencia de vuestros actos con
el mensaje redentor. Vuestros hermanos, percibiendo el grado de vuestra sinceridad, darán crédito en
la medida de su madurez y, entonces, podrán ligarse a lo imponderable, que está más allá de las
palabras, donde se cruzan los caminos del mundo con los del espíritu. Cuando lanzamos un trabajo
destinado a ayudar a la evolución, existe una cantidad de seres que se encuentran comprendidos en
nuestra previsión para el aprovechamiento de lo que se expone. Cabe a cada trabajador del Bien
poner la parte que le compete, en la certeza de que será capaz de reunir las condiciones para la
aprobación general. Esa empresa, ni el mismo Jesús consiguió efectuarla, pues se trata de un
problema de estadística relacionada con el grado de interés del conjunto. Aun la humanidad que dice
ser cristiana en casi su totalidad en Occidente, fabricó para sí un Jesús a su imagen y semejanza, de
acuerdo con su grado de percepción espiritual.
Sembrar es la tarea. La germinación y la cosecha pertenecen a la Vida. No os aflijáis. Cuando en
vuestros esfuerzos deseáis ser fieles a las tareas propuestas, vuestro hermano sentirá la repercusión
del impulso del Amor, que si no fuera genuino conforme a vuestro deseo, por lo menos representa
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
que desea desarrollar una capacidad mayor de resistencia en las pruebas. Y sólo por la reiteración de
los ejercicios, muchas veces penosos, de autodisciplina, el efecto adecuado es ansiosamente
buscado y obtenido con éxito. Al pagar el precio del adiestramiento, adquiere, simultáneamente, la
conciencia del valor y el significado inestimable de haber soportado y superado los obstáculos para
su crecimiento personal en el área escogida. El precio pagado permite que la conquista sea legítima y
confiere al aprendiz, el grado de conocimiento asociado con la capacidad de manipulación, que
sugiere una seguridad mayor en la actuación, como el poder de afirmarse delante de los eventuales
congéneres. Además, el ser inmortal que preside el entrenamiento asimila la esencia de los
mecanismos capaces de fortalecerle la convicción de la victoria del Bien, asociada a un automatismo
benéfico que le permitirá que sean menos penosas las experiencias futuras de autorrenovación. Es
como se dice, en la expresión rudimentaria del intercambio de las ideas, que se están «calentando»
ante ciertas situaciones o que las experiencias mayores de la edad media (años) le confieren cierto
grado de insensibilidad ante los problemas comunes de la vida. Si simultáneamente se presentara
una mayor capacidad de solución de tales problemas, podéis deducir que el ser espiritual consiguió
asimilar elementos capaces de ofrecer mejores tratos en las situaciones íntimas de una determinada
gama de eventos psicológicos, por evolución gradual del espíritu.
Es muy común, inclusive, que a tales individuos se los llame «calentados», insensibles y hasta
rudos, por juzgar que las nuevas actitudes, no aprobadas como las anteriores, los colocan en
situaciones desfavorables y que son blanco de las arremetidas de la incomprensión del medio en que
viven. Mientras tanto, mal pueden comprender que estuvieron resistentes para servir a sus hermanos
en una «sobremesa» de paladar diferente, que los alerte en cuanto al empobrecimiento de su sensibi-
lidad.
Pregunta: ¿Cómo debemos apreciar esa afirmación?
Ramatís: Después que se hartan en el banquete de sus iniquidades, infringiendo frecuentemente
a sus hermanos innumerables sufrimientos, los seres involucionados esperan la victoria de sus
objetivos sanguinarios, violentos o contumaces en el perjuicio mezquinamente planeado al vivir del
prójimo. La actitud de serena resistencia pone incómodo a quien precisa adoptarla, pero
principalmente, constituye valiosa fuente que propicia el despertar para quien la encuentra como al
final de una comida indigna, en donde el paladar en la sobremesa no le agrada, porque está
habituado a que en su accionar rutinario prevalezca la falta de amor y exista un gran desequilibrio.
Pregunta: Aunque se trate de oponerse a los espíritus menos evolucionados, esa forma de
reaccionar que manifiesta una actitud serena y equilibrada, ¿no aportará sobrecargas perjudiciales
para quien la adopta?
Ramatís: Quien encuentra en sí las fuerzas para oponerse serenamente, inmediatamente se
coloca en situación de poder irradiar paz a su alrededor. Esa vibración constituye una defensa, una
barrera intransponible para los dardos mentales de los seres involucionados. Transfiriendo el
problema a una escala genérica, podemos afirmar que el «santo» no podría estar a merced de las
fuerzas negativas y su inmunización será proporcional al grado de Amor esclarecido con el cual
manejará sus reacciones serenas contra el mal. Cuando Jesús se dejó inmolar, tenía un objetivo
constructivo en vista. Saber escoger la hora para cada tipo de testimonio es el secreto de la evolución
permanente. Resistir a las solicitaciones negativas representa la consolidación máxima en los niveles
donde la evolución aún no se puede afirmar para las grandes realizaciones positivas. Por esa causa,
los iluminados son siempre blanco de la falta de amor de sus hermanos, aunque ese hecho pueda
intensificar su grado de iluminación. Aceptar ese desafío de las tinieblas, es demostrar ante los seres
que comprendieron, que el Señor de la Viña tiene talentos en abundancia para distribuir entre
aquellos que desean enrolarse en las huestes del Bien, sin preocuparse por el abastecimiento. En las
viñas del espíritu inmortal las soluciones aparecen en la proporción en que son trilladas en la paz del
Señor.
Pregunta: ¿Cómo se puede conseguir accionar en paz cuando la turbulencia nos distrae la
atención, alterándonos la sensiblidad?
Ramatís: Es necesario comprender que la paz con el Señor es la paz de los afligidos, de los
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
angustiados por el látigo de la renovación interior. Es aquella aura de comprensión benéfica que le
permite no desesperar, brindándoles energías que son capaces de improvisar soluciones nuevas y
beneficiosas en los caminos tortuosos de los seres que se encuentran envueltos en vibraciones
desarmónicas. En la actitud de firmeza inalterable y sin perder el rumbo, descubre los medios para
atenuar los sufrimientos sin colisionar con las leyes de la evolución, que exigen respeto para los
principios básicos de la integración gradual con el Todo. Los seres que se oponen declaradamente a
la Ley necesitan encontrar, aun a contragusto, los obstáculos naturales de sus actos desarmónicos y
no sería lícito permitir que angustiaran indefinidamente a sus hermanos cobijados bajo la capa de una
falsa superioridad, imposible de probarse por el equilibrio indeleble de un Amor sublimado.
En una atmósfera de gran elevación, esos seres desarmónicos serían paralizados por la
imposibilidad de encontrar agrupaciones para sus intenciones y propósitos mezquinos. En la Tierra, la
debilidad y las dudas de los intereses humanos crea atmósfera propicia para la afirmación de las
raíces del mal, y la preponderancia de los más atrevidos se sobrepone a los bien intencionados. La
trama creada por la mente involucionada no encuentra oposición y aun los que la identifican, al
sentirse en minoría se repliegan y vuelven a sus intereses particulares, con bien fundados recelos de
una caída de la estructura defectuosa y mal construida sobre sus necesidades de sobrevivencia. La
resistencia será proporcional, tanto en el esfuerzo como en la realización, conforme al grado
alcanzado de evolución y consecuente percepción de las leyes de la Vida. Quien estuviera empeñado
en el equilibrio espiritual más que en la preservación de su bienestar, se conjuga con la Ley y actuará
dentro de ella, nutriéndose de la manifestación de la armonía proporcionada a los que realmente se
aflatan en el Plano de la Mente Divina.
Pregunta: Una forma de amar que se manifieste muy distintamente y que sea aceptado por el ser
amado, ¿no equivale a una negación del amor, puesto que ese amor no lo puede asimilar? Aunque
nos satisface ser los transmisores de la sublime vibración del amor, en la medida en que nos es
accesible, ¿no estaremos actuando egoístamente, desde el momento en que nuestro amor no se
perciba como tal?
Ramatís: El amor es un proceso magnético de deslizamiento vibratorio, imposible de expresarse
en términos racionales. Por accionar en los niveles supraconcienciales son capaces de transferir
efectos no registrados conscientemente, pero captados en la sintonía espiritual fuera del tiempo, del
espacio y de la concepción común. El transmisor y el receptor de ese influjo, frecuentemente, se
encuentran como envueltos en una situación «mágica» de telecomunicación extrasensorial que, a pe-
sar de perturbar sus relaciones momentáneas, aún así puede consolidarlas en términos de eternidad.
Rechazar un mensaje de amor basado en términos incomprensibles, puede representar para el
espíritu un marco espiritual capaz de funcionar como punto de apoyo para futuras renovaciones,
aunque en el momento de su recepción, ese mensaje le haya parecido muy disonante e imposible de
utilizarlo.
Pregunta: ¿Cómo podemos comprender lo expuesto?
Ramatís: Quien actúa en términos de amor expresa escalas de valores tan amplios que puede
beneficiar al espíritu aún en rebeldía.
Pregunta: Eso no nos parece que sea normal. ¿Y qué decir del aprovechamiento?
Ramatís: Cuando actuáis en términos de verdadero amor, esa escala de medida para el
aprovechamiento también se hace tan amplia que jamás pretenderíais cosechar resultados inme-
diatos en un gesto de amor legítimo.
Pregunta: ¿Y qué decir de la necesidad de una buena relación con nuestro prójimo?
¿Despreciaríamos los propósitos de confraternización en nombre del amor?
Ramatís: Si estuvierais actuando en la pauta de aceptación inmediata, no la podríais calificar
como un acto de amor depurado y fraterno, pues conociendo la necesidad de acomodación en
relación a la amplitud de las leyes generales de la vida, sabríais colocaros adecuadamente en el
tiempo necesario cuando aparezcan los frutos. Quien ama no oscila, porque conoce. Camina por la
línea de la autorrenovación en relación con la Ley y sabe que sus hermanos, un día ingresarán en
nuevos patrones de evaluación de la vida y serán capaces de rememorar, con la avidez del sediento,
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
los pequeños actos de dedicación que antes le parecían absurdos y desarmónicos en sus fases de
involución y ceguera espiritual. Lo que se graba en el espíritu inmortal en ocasión de las relaciones
humanas, es un acto en su pureza cósmica de irradiación energética, de vibraciones cuya cualidad
regenera o corrompe a quien la emite. Terminada la oscuridad del ser involucionado que rechazó el
amor eventualmente vibrado y no captado, momento vendrá en que la memoria del hecho ocurrido
será capaz de restablecer el eslabón con el acto generador del impulso energético del amor. Y de los
registros etéricos o influjo archivado beneficiará aún, por los siglos, a quien fuera capaz de ligarse
nuevamente a ellos.
Un acto de amor silencioso tiene eco en toda la Creación. Quien lo recibe no lo valoriza. ¿Qué
importa, si tendrá toda la eternidad para reencender la llama que no pudo, en el momento dado, darle
el justo valor? Alegraos los que ya tienen en el corazón el deseo de beneficiar, recordando que la
Creación es un arsenal de bendiciones a explotar en todas las direcciones y en las dimensiones que
escapan a la limitada percepción del espíritu enclaustrado en las medidas del tiempo y el espacio.
La inefable grandeza de esa realidad permitió a los grandes espíritus velar por el Bien de la
humanidad, aun cuando son vilipendiados y agredidos por las huestes tenebrosas del orbe terráqueo.
Ingresad en esa faja de comprensión crística del Amor Universal y comprobaréis que «hay tiempo
para todo», como lo afirmaba el salmista, pues la Creación graba los registros del amor, para
aprovecharlos oportunamente.
No os desaniméis por los rechazos que los seres de las sombras acostumbran preparar contra la
Luz. Cuando la sombra esquiva la Luz, esta no deja de proseguir su camino hacia el infinito, pues hay
lugar para todo en el Universo y el flujo del amor camina ininterrumpidamente en dirección a su
glorioso destino de unión con el Todo. Sed serenos en la realización del Bien, para estar a su alcance.
Si no creéis en vuestras posibilidades para el destino eterno de beneficiaros con la Luz, bien poco
podréis hacer por vuestros hermanos. Comprendiendo que esa Luz exige un proceso de
acomodación gradual y prolongada, derramaréis con hartura las bendiciones del Amor legítimo ba-
sado en el espíritu de servicio y pasaréis adelante, esperando la hora oportuna del despertar de cada
uno de vuestros hermanos, sin desilusionarse en la batalla por la victoria del Bien, incorporando para
vosotros una realidad que se plasma día a día en vuestro templo interior. Quien se aflige por no
recibir respuestas inmediatas no se encuentra en la posición de amar, pero desea ser amado, señal
de carencia que no califica al espíritu para la graduación de ser capaz de una identificación con los
elevados objetivos de la vida.
Pregunta: Al accionar de esa forma ¿no surgirá el peligro de una centralización de las medidas en
un ámbito tan subjetivo que impida una verdadera realización de las necesidades del prójimo, y por lo
tanto, un bloqueo en la capacidad de servir? En términos humanos, ¿el amor se mide por la
capacidad de dar alegría al ser amado? ¿Qué nos decís?
Ramatís: El ser amado puede servirse en grados diversos del perfeccionamiento, dependiendo
de las características de quien lo ama. Cuanto más limpio es el espejo sobre el cual la imagen se
refleja, más nítidos serán los detalles. El alma evolucionada es como un espejo, es capaz de percibir
y reflejar la imagen del ser amado en su verdadera posición en la escala espiritual evolutiva. Pasará a
servirla en la más evidente de sus necesidades, aunque muchas veces son identificables por el pro-
pio interesado. Sin molestarse, mientras tanto, no podrá deformar la realidad que percibe y tratará de
prever, para que en el momento adecuado, se encuentren al alcance de la mano del ser amado, los
bienes que le sean necesarios para su caminata evolutiva. Ciertamente que la misma capacidad de
percepción espiritual que le ofrece la visión clara de la situación será capaz de dictarle, por la
sensibilidad afinada, los medios para constituirse en instrumento oportuno y amigo de la renovación
en dirección gradual a la paz espiritual proporcionada por el proceso del despertar concienzal.
Amar es saber esperar sin desánimo la hora bendecida de la renovación de los seres amados,
pues la Ley es legítimo apoyo de los que presintieron en el Universo el conjunto bendito de los
infinitos recursos disponibles en el jardín del Edén espiritual soñado por todos los seres creados. El
gran modelo del Amor que pasó por la Tierra y además fue maltratado, nos dejó la imagen viva de lo
que es el espíritu de servicio expresado por el verdadero Amor. Jesús era firme y amoroso
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
simultáneamente y sus características provenían del hecho de conocer profundamente la Ley, por eso
mismo, su tarea se fundamentó en exhortar los actos como ejemplo y que le siguieran sin violentar a
los seres en su camino evolutivo. Sufriendo el impacto de los hombres inmersos en las sombras, sin
rechazarlos, dejó en el aura de la Tierra, grabado, el mensaje de Amor que no confunde ni aun
cuando se está decepcionado, por saber que la Ley es servir en la escala o grado más elevado,
aunque ese nivel escapa a evaluación alguna, pues la gran magia del amor abarca las conciencias
exceptuadas de la luz y que no responden al mismo diapasón. Es parte del aprendizaje espiritual el
convivir con patrones más elevados, para provocar el desnivel o impacto que será aprovechado en el
futuro, en el momento del despertar de la conciencia hacia la Luz.
Seguro y amparado, el espíritu del que ama en el patrón más alto que le es accesible, sirve a la
Vida, prosigue como haz de luz indefinida, marco para el despertar de las conciencias embrionarias y
necesitadas de un suave impulso de quienes sienten la aurora de una espiritualidad sublime.
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
VI - LA VIRTUD
Pregunta: Siendo esta una palabra tan controvertida en nuestra época, nos agradaría vuestro
esclarecimiento sobre lo que consideráis como virtud.
Ramatís: Hablar en términos comunes, al hombre común, sería llenar ociosamente el tiempo
disponible, en una época completamente concientizada en cuanto a la velocidad del proceso de la
vida. Aunque nuestra conceptuación de la virtud no coincida con las concepciones generales,
seremos coherentes con los objetivos de la obra, que consiste en exaltar el mensaje evangélico de
Jesús entre los hombres. El ansia de respuestas existencialistas, que movilizan al hombre en esta
hora, tiene la misma connotación de ansiedad y desencanto que arrastraba a las multitudes ante la
presencia del Maestro; estaban ávidas de reconfortación y amor, pero a las pocas horas se olvidaban.
El hambre y el cansancio se manifestaban en su presencia y Él ponía todo su empeño en acudir a las
potencialidades de su alma, para responder con amor y sublimidad.
Hoy, las multitudes se arrastran en busca irrefrenable de placer como sucedáneo anémico de las
auténticas alegrías espirituales que el Señor irradiaba generosamente. El hombre deifica al «astro»
cinematográfico o al cantor más destacado de la época, para derramar en ellos su necesidad
intrínseca de dar amor, admiración, celos o alegrías. Al contrario de lo que se pueda suponer, la
exposición de esas manifestaciones extemporáneas y tantas veces incomprendidas para los
sensatos, representa la manifestación distorsionada de una potencialidad que, bien orientada,
conduciría al hombre con más rapidez al nirvana, es decir, al estado concienzal que todos buscan, de
plenitud llena de bienaventuranza.
Pregunta: ¿En qué sentido la virtud estaría ubicada en el panorama descripto?
Ramatís: Cuando la vida proyecta sobre el ser humano sus oportunidades de realización, al igual
que si una luz incidiera sobre su cuerpo y su imagen se proyectara en un espejo. Lo que todos ven es
la imagen reflejada, pero en la prolongación de los rayos reflectores se encuentra la imagen virtual no
identificada, que se manifiesta en otro plano. Los que pueden observar ese foco virtual, que
podríamos asociar a la conciencia en sus más recónditas expresiones, constatan que las
potencialidades existen y vienen desarrollándose sin una percepción clara del fenómeno, aun para el
espíritu que lo vive. Para nosotros, virtud existiría en toda actividad que fuera capaz de estimular y
alcanzar ese foco virtual, donde el proceso de la evolución se desenvuelve.
Pregunta: En esos términos, sería bastante difícil, si no imposible, determinar en qué situaciones
el hombre estaría o no siendo virtuoso. ¿No es verdad?
Ramatís: ¿Por qué os preocupáis tanto en clasificar? Sería más importante que observaseis el
proceso indirectamente, por sus consecuencias.
Pregunta: ¿Cómo establecer los niveles donde esas consecuencias son válidas? Los conceptos
sobre las virtudes en el hombre son variados, pero sin ellos nos sentimos inseguros en la apreciación
del proceso evolutivo. ¿Qué os parece nuestro análisis?
Ramatís: Sería necesario transferir el criterio de evaluar hacia el «barómetro» de la sensibilidad,
el cual mide la atmósfera interna de las almas.
Pregunta: ¿No sería esa una medida excesivamente subjetiva, variable y por eso menos digna de
confianza?
Ramatís: El grado de confianza de esa medida tiene relación estrecha con el grado evolutivo de
cada ser, en todas las etapas del crecimiento espiritual. El espíritu en evolución sólo da real crédito a
lo que se encuentra en consonancia con su capacidad de percepción en base a la madurez
alcanzada. Cuando la sociedad impone normas restrictivas a los desmanes de los seres agrupados,
será el grado de ajuste para el espíritu, respecto del contenido psicológico de esas normas, el que
decidirá si son respetadas o burladas con mayor éxito.
Pregunta: ¿Sería entonces inútil establecer normas sociales respecto de la adquisición de la
virtud?
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
puentes armados de cuerdas sobre altísimos puntos de la montaña de la evolución. Aquel que
atraviesa esa situación debe ser valeroso y capaz de mirar los abismos sin perder la serenidad ni el
valor en el punto de apoyo que le sirve de pasaje entre los dos mundos que necesita aprender y
ejercer en sus actividades.
Cuando se trata de explorar el campo espiritual, donde las compensaciones no son
inmediatamente evaluadas, la mayor parte de los aprendices retroceden juzgando temerario dejar lo
«seguro por lo dudoso». Sólo los que deciden poner en juego la «seguridad» alcanzada, pasan a
confirmar, en la búsqueda, todo el acervo adquirido. Reconocen el valor de lo que conquistaron bajo
la forma de inteligencia y capacidad de acción, como quien ya exploró todo el terreno que se
encuentra en uno de los lados del abismo y resuelve usar los recursos frágiles del puente, donde la
intuición está simbolizada por el abismo profundo de la inseguridad, por haber reconocido con certeza
en el espacio que representa el «lado de acá» de la materia en que permanecen, incapaces de
brindarle las respuestas deseadas. Ese coraje fruto de los esfuerzos y repetidas decepciones en la
materia, le proporcionaron el deseo de la búsqueda de la paz integral y que termina por enraizarlo
bajo la forma de un juego final, donde se empeña en alcanzar el «todo o nada», rasgo definitivo de la
decisión para la exploración valerosa de los reductos ignorados, donde la realidad última un día
pueda encontrarse.
Al observar a ese individuo que se empeña en realizar la aventura de cruzar el puente, y luego,
munido del coraje iniciar el escalamiento a las altas cumbres de la montaña desconocida, será
considerado un temerario o un loco por arriesgar su seguridad. Esa divina locura, sólo sucede
después de muchas tentativas de concretar en forma estable la seguridad y la paz. Las reiteradas
decepciones en conseguirla por los medios habituales terminaron por despertar ecos interiores de
imprecisas intuiciones espirituales que fluctúan inconscientes en toda criatura humana. Y, como
último recurso, la hipótesis y osadía dio comienzo, y ante el puente toscamente construido, aunque
peligroso, no obstante el alma se decidió por renovarse y explorar lo ignorado.
Mientras tanto, cuando eso sucede, el proceso parece resumirse en dos partes muy simples: el
individuo que acciona, piensa y siente con conocimiento de sí, y una imagen de él mismo reflejada en
los conceptos generales que sobre la persona se hace. Sus virtudes son tantas cuantas sean las
facetas agradables de su imagen reflejada en su mente o en la ajena, que pueda manifestar, en un
intercambio superficial en que el propio interesado, generalmente, sólo percibe que lo ve reflejado en
el espejo de los conceptos sociales, no siempre lo suficientemente fiel. En la segunda etapa, donde
su visión educada haya percibido las distorsiones de la superficie reflectora del espejo y sus limita-
ciones, para mostrar todos los ángulos posibles de la imagen; el hombre despierto reconoce la
pobreza de los recursos que las imágenes reflejadas tienen, como frutos que son de un proceso
artificial. Deja de analizarse solamente con el intelecto y sus recursos de reflexión, para permitir
reconocerse en la condición de ser viviente, actuante y real, independiente de las limitaciones
impuestas por la conceptuación general o por las formas personales y particulares que imprimió hasta
entonces a los patrones registrados por las convivencias generales.
Comienza a «oír y ver» en una nueva dimensión, atendiendo al llamado de Jesús, para todos
aquellos que estuvieran espiritualmente maduros. Es cuando se afirma en el autoanálisis, apren-
diendo a auscultar las profundidades de su propia alma, valerosamente, enfrentando a los dragones
de las formaciones milenarias que están dormidos en su archivo concienzal. En esa auscultación
llegará a abstraerse voluntariamente de la imagen reflejada o intelectual de sí mismo, pasando por
una etapa de asombro con relación a la real naturaleza de sus impulsos, y un día comenzará a
presentir que existe una imagen real a ser buscada, que a su vez, le exigirá su desligamiento con
relación a lo que es fácilmente perceptible, y en la prolongación de esa imagen aparentemente real
de sí mismo, sentirá que una concentración de los rayos proyectados se dan por detrás del espejo de
las convenciones materiales, necesitando desarrollar capacidad de captación para alcanzar el firme
punto de apoyo ansiosamente buscado, pero que se encuentra localizado por detrás de las
montañas, de picos altísimos para ser escalados con esfuerzo y decisión.
Su imagen virtual irá siendo desvelada como una acomodación creciente de la visión interior,
hasta alcanzar niveles de asimilación para los cuales la palabra es impotente, por ser la antítesis de
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Pregunta: ¿Esos «ecos» no aparecen como consecuencia natural, sin necesidad de solicitarlos
exteriormente?
Ramatís: Las enseñanzas espirituales son respuestas importantes para los anhelos manifestados
por la madurez interior del espíritu y tienen por meta un nuevo despertar. Un espíritu sólo reconoce
como válida una enseñanza cuando alcanzó su madurez, por lo menos en el sector de la
comprensión que antecede a la convivencia integral. Los hechos que se vivieron producen una
disposición o atmósfera psíquica propicia para evaluar determinada idea. Preparado ese campo,
todavía no hay organización en el proceso. Una enseñanza proveniente de fuentes fidedignas, en el
momento psicológico y exacto, despierta resonancias posibles de consolidar su vivencia. Lo que
podríamos llamar de virtud en el caso, sería el campo que se abrió para una nueva vivencia.
Pregunta: ¿Cuál es el significado de la expresión «texto original»?
Ramatís: Con esa imagen no pretendemos representar a la virtud, en su expresión pura, como
una codificación rígida de los contenidos espirituales para expresarlos en forma de patrones. El texto
será original cuando el aspecto que presenta es de origen específico, con características propias y de
gran valor, insustituible por cualquier sucedáneo. Las interpretaciones que la inteligencia humana
trata de organizar para imprimir fuerza al proceso evolutivo en una orden digna por su importancia,
aun para los materialistas que necesitan tanto como los espiritualistas para evaluar su paz, son
simplemente interpretaciones, carentes de amplitud para contener la dinámica vital del proceso que
escapa a la simple área de la inteligencia. Cuando Freud escandalizó a su época, extendiendo al
inconsciente la fuente de las motivaciones actuantes en el hombre, inició la era del retorno a la
realidad psíquica entre los que se entregaban a los cuidados de la ciencia oficial, pues los iniciados
ya sabían, con gran anticipación, desde épocas remotas, lo que está referido veladamente en las
«reminiscencias» de Platón. Así como en un texto original lleno de riquezas, la idea se expone en
grados crecientes y con claridad, refundiendo los conceptos para llegar casi siempre a la apertura de
campos nuevos sin agotar el tema, la investigación espiritual fidedigna ofrece un ámbito de expansión
infinita para el alma que se sincera en la búsqueda de la Verdad, que es inagotable en su contenido.
El «texto» será original si busca la virtud, en el sentido de que la autorrealización será siempre
sentida y vivida en términos individuales de organización del material psíquico que la vida ofrece, tal
como sucede con cada escritor, que usa los símbolos alfabéticos y las palabras comunes y desarrolla
un tema con ángulos personales y basados en el estilo que le es propio, haciéndolo inconfundible con
otros, sea por mérito o por deficiencias. Entre esos dos extremos se equilibra su grado de virtuosidad,
en el terreno de la manifestación personal.
Pregunta: Teniendo en vista que la virtud en toda su potencialidad estaría colocada en un ámbito
inaccesible para la comprensión común y humana, ¿sería posible para el hombre no espiritualizado
alcanzarla?
Ramatís: El grado de la virtud es proporcional al de la espiritualización.
Pregunta: ¿Cómo debemos entender esa afirmación?
Ramatís: Es necesario distinguir el significado verdadero de la espiritualización. Esa palabra se
usa aquí como forma de expresar la depuración del espíritu, en forma independiente de sus
vinculaciones religiosas o filosóficas. La virtud es proporcional al proceso de reestructuración del
espíritu en función de la Ley, cuyas características son, en su mayor parte, incomprensibles para el
grado evolutivo de la humanidad terrena, muy condicionada todavía a las convenciones sociales,
políticas y religiosas, sin dedicar el tiempo suficiente para la investigación de la Verdad que surge
simple, bella y pura delante de los que se dedican a esa búsqueda, en primer lugar, en el laboratorio
experimental de su propia alma.
Pregunta: ¿Existirá algún pasaje en los Evangelios donde Jesús haya manifestado ese concepto
de la virtud?
Ramatís: «Vosotros sois dioses». «Si tuviereis fe como el tamaño del grano de mostaza, diríais a
la montaña: 'Retírate de aquí para allá y ella lo haría'». «No ocultéis la luz, colocadla a la vista».
En todos esos pasajes, el Señor habla de las potencialidades que tenéis para aflorarla. La luz que
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no debe ocultarse, debe ser puesta delante de los ojos para iluminar el camino; está en vosotros
mismos, a la espera de ponerla a la vista. «Sed perfectos como vuestro Padre, que está en los
Cielos, lo es». El Maestro os invita a la búsqueda intensiva de las potencialidades existentes como
herencia legítima de los hijos de ese «Padre» grandioso en brindar su fuerza generosamente,
aprovisionando las necesidades del hijo pródigo que está dispuesto a volver a recomenzar. ¿Por qué
la incansable solicitud del Plano Espiritual enviando a profetas, misioneros y médium para repetir
constantemente y con deseos de convencer, el mismo mensaje, a punto que se le considera obsoleto
en los tiempos actuales? Los hombres encarnados, observando la superficialidad de los hechos, no
consiguen adaptarse a la herencia espiritual con relación al ambiente caótico de la vida moderna.
Unos intentan despreciar esas condiciones que se repiten desde los tiempos bíblicos en Occidente y
desde los védicos en Oriente. No obstante, la Espiritualidad continúa reiterando esas afirmaciones
que alcanzan a los buscadores sinceros, de forma plena y firme, que pasan a conformar las
colectividades elevadas en el plano de la evolución, trasladándose hacia otros parajes siderales.
Mientras tanto, para apoyar a los que quedan, permanecen un número suficiente de videntes, sabios,
líderes y predicadores que, conjugados con las vicisitudes naturales de la vida, terminan por sensi-
bilizar a los más sinceros, que se disponen a pagar el precio de la autorrenovación. Y el Señor habla
elocuentemente en el silencio del alma de aquellos que lo interrogan sobre sus destinos verdaderos,
dispuestos a dejar atrás lo que hoy constituye la cortina de ilusiones materiales, que les impide pasar.
Así motivados, descubren que la barrera que antes existía entre ellos y su autorrealización espiritual
estaba compuesta de pequeños egoísmos, inconsistentes delante del Amor a la Verdad y que es
suficiente levantar las manos valerosamente para apartar, sin dificultad, el velo ilusorio de los
intereses inmediatos, que no ofrecen resistencia, pues son inconsistentes, creados por fuerza de los
conceptos truncados respecto de la vida.
El desapego, la renuncia, la ejemplificación serena y amable, que antes perecían inaccesibles y
expoliadoras, dejan de tener esa connotación para resultar una expresión natural del encuentro
consigo mismo y con la conciencia aclarada, en relación al panorama espiritual extenso, que se
presenta delante de los ojos del aprendiz. El mismo se encuentra deslumbrado de ser poseedor de
una herencia tan rica y hasta entonces ignorada por completo, a punto de no creer en el Maestro
cuando le afirmaba a través de tantas e insistentes invitaciones indirectas: «Levántate y anda», tal
como les hablaba a los paralíticos.
Y después de obedecerle y salir por la vida a sembrar Amor, resonaron en sus oídos, las suaves
palabras: «¡Ve, tu fe te curó!»
Esa es la descripción de todas las verdaderas conversiones, ya sea en el sector de la fe o de la
filosofía adoptada, cuando el alma descubre el foco virtual de su creciente posición de adepto a la
Vida Eterna.
Entonces, un hijo pródigo y consciente ingresó en la Casa Paterna.
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
VIl- LA FE
de ese modo exorcizando los fantasmas de las supersticiones, cantando loas a la supremacía
absoluta del intelecto, negando cualquier otra oportunidad, salvo la continuidad de la cisión entre
espíritu y materia. Otros, comprobando la altura que la montaña tiene, quedan soñando lo bueno que
sería subir, pero al recorrer el desfiladero encuentran que las paredes son escarpadas y no les
ofrecen la menor oportunidad de escalarla. Y continúan caminando insatisfechos, pero incapaces de
cambiar el rumbo en que es conducida la mayoría. Son los espiritualistas en potencia, eternos
descontentos en medio de la civilización moderna.
Pregunta: ¿Cuál sería la solución para ese impase, si el hombre no puede basarse en la razón
para ir en busca del progreso?
Ramatís: El agotamiento de los recursos racionales provocará la necesidad de alcanzar los de
origen suprarracional.
Pregunta: ¿Eso no significa regresar al pasado?
Ramatís: Precisamos establecer diferencia entre recursos «suprarracionales» y los «irracionales»
usados en la fe ciega medieval. La superstición marginaliza la razón y, aunque esta prueba la
inexistencia de un hecho, la mente condicionada pretende ignorar la realidad comprobable. Los
hechos suprarracinales son hechos y representan evidencias funcionales, pero el hombre, aún así, no
consigue derrumbar las fronteras de su limitación racional para encadenarlos a los fenómenos sobre
los cuales ejerce dominio consciente. Terminada la euforia de la razón, después de auscultar todos
los fenómenos en la embriaguez de «dominar» la naturaleza material, llega a un determinado punto
de su experiencia extraordinaria de investigación científica. Entonces, el hombre se detiene impotente
en la antesala rarificada de la Vida Espiritual, para la cual no hay patrones en su mente racional.
Comprueba que hay un fenómeno vital, pero no lo sabe explicar. En la investigación de la materia, la
mente humana recorre toda la escala posible de la investigación hasta el último reducto, donde la
materia se aproxima a la condición de matriz espiritual. Y el hombre, que se negó a subir la montaña
por recelo al vértigo de las alturas que, en el pasado, había tildado de insania al género humano,
queda perplejo delante de la «magia» del átomo y de los «misterios» científicos que no consiguió
descifrar y que se atribuye todo a una fuerza vital, muy semejante a la energía creadora esparcida e
inmanente que antes, en las eras pasadas, ¡se acostumbraba llamarla Dios!
Ella aparece entre sus manos, científicamente, en medio de los aparatos, tan inexplicable como
antes, cuando era conocida por boca de profetas y videntes. ¿Y cómo exorcizar a los científicos, si ya
no se puede creer en los demonios engañadores de las «ilusiones» de los denominados médium y
hechiceros? Como al primado de la razón se le perdió la técnica del exorcismo, la ciencia, al
encontrarse desamparada, se ve entregada, por sus propias manos, al asalto de lo «incomún», que lo
visita en la tranquilidad de sus laboratorios científicos. Entonces reciben el eco, en las mentes
saturadas de cálculos, las dulces y suaves sonoridades que resuenan desde hace dos mil años: «Mis
palabras no pasarán...»
Sucede como si los peregrinos de la era del materialismo, al examinar a fondo el terreno del otro
lado del desfiladero, llegaran a la conclusión de que el suelo que pisan tiene atributos mucho más
aceptables de lo que es su posición de fe ciega, que supuestamente, en las eras remotas servía de
base a sus conceptos inamovibles. Levantan, entonces, sus ojos del suelo y comienzan a admitir las
posibilidades que tienen de escalar la montaña, ahora munidos de medios perfeccionados para la in-
vestigación, aunque se encuentren impotentes respecto de los métodos adecuados para la nueva
cualidad del trabajo.
Pregunta: Suponiendo que los hombres de ciencia decidan investigar los procesos espirituales,
¿podríamos obtener por ese medio un resurgimiento de la fe?
Ramatís: Aquellos que un día consiguieron abrir las compuertas del alma a los legítimos
fenómenos de la fe, jamás podrán perderla, vivan o no con almas afines. Esa es una experiencia
irreversible de crecimiento interior. Tal como sucede con el adulto, quien jamás podrá retornar a las
experiencias de la infancia o de la adolescencia. El espíritu que se identifica con el proceso evolutivo
a punto de ingresar en experiencias creativas, abriendo sus «ojos para ver y oídos para oír», no sufre
más regresión en ese ámbito. Las oscilaciones, en ese sector, son características de un proceso
53
Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
evolutivo incipiente. Por lo tanto, un ser o una colectividad jamás podrán «retornar a la actitud de
negar la fe», pues una vez identificado como pieza del mecanismo universal, significa su
incorporación a la faja segura de las percepciones que se graban profundamente, en el espíritu que
encarna y sufre la reducción en la materia. Tocado por la magia del Amor Universal, a la cual un día
«vio», jamás volverá a ser ciego. Lo que sucede, generalmente, es que las almas tibias se
resguardan bajo el manto protector de una creencia religiosa, y por su conducta, se les considera
tocados por la fe, cuando en realidad esas creencias simbolizan, para ellos, el refugio y no la fuerza.
Delante de las arduas experiencias se juzgan abandonados y no creen, porque antes jamás habían
tenido la fe que mueve las montañas.
La humanidad, como colectividad, jamás tuvo la gracia de poseer fe.
Se cobijó sucesivamente en las variadas expresiones del culto externo, tratando de aplacar los
criterios amenazadores que la vida le servía para educarla, sin llegar a comprender el sentido
verdadero de las seguras sugestiones de la renovación que los designios insondables del destino
representaban, pues la Ley habla en términos de Amor y el hombre la interpretaba en términos de
egocentrismo.
Expresándose en lenguaje extraño al proceso de evolución, siempre se intentó interpretarlo, se
juzgó comprendido dentro de la injusticia y pasó a temer y «propiciar» las fuerzas creadoras que lo
«amenazaban», sin antes averiguar si era él mismo, el hombre, quien en su ignorancia y ceguera
amenazaba con destruir la obra armoniosa en que todo su ser estaba comprendido. No existiendo
consonancia entre el hombre consciente y la Vida, no puede ese hombre crear en sí el sentido
verdadero de la fe, y lógicamente, ella no podría surgir, pero necesitaba buscarla como aspecto
absolutamente nuevo para el espíritu humano en general.
Pregunta: En tales circunstancias, ¿qué aconsejáis para que el hombre consiga alcanzar la fe,
esa que es capaz de «mover las montañas» según las enseñanzas de Jesús?
Ramatís: Según las preciosas enseñanzas del Maestro, bastaría la fe «del tamaño del grano de
mostaza» para «mover las montañas», lo cual significa remover las dificultades que se interponen
entre el hombre y su progreso espiritual. Por lo tanto, es extraño que se exija ingentes esfuerzos a
quienes desean pasar por las experiencias renovadoras del espíritu. ¿Cómo aprender que el
simbolismo tan rico, simultáneo y sencillo de las parábolas, con frecuencia se vuelve oscuro, a punto
de ser un obstáculo para la iniciación cristiana en los primeros esfuerzos espirituales? ¿Habría Jesús
usado una «llave» esotérica tan compleja que dificultase a propósito la expresión clara de sus
pensamientos? ¿Por qué con frecuencia lanzaba el desafío: «Vea quien tiene oídos para ver y oiga
quien tiene oídos para oír»? ¿Estaría dirigiéndose a una casta de seres privilegiados? ¿Sería
indiferente con los menos dotados?
En esa serie de interrogantes se basa el descifrar de toda la pedagogía espiritual, adoptada por el
inigualable Nazareno. ¿Cuál es el procedimiento adoptado por los pedagogos terrenos en las
escuelas, que reciben a los niños para brindarles sus primeras lecciones? Se busca investigar el
grado de madurez para el aprendizaje. En el caso de que sea satisfactorio, se permite estimularlos
para las experiencias que incentiven inicialmente la eclosión de su capacidad básica, sin la cual,
cualquier adquisición posterior sería imposible en términos efectivos para su asimilación funcional.
Mientras tanto, la criatura recibe la oportunidad de relacionarse con los profesores y colegas en un
clima cordial, y a causa de la misma convivencia, se busca despertarle el interés que servirá como
medio para que afloren las condiciones internas, favorables para la experiencia reformuladora.
Al afirmar que vea quien tenga «ojos para ver», Jesús deseaba esclarecer que era necesaria la
condición interna de madurez espiritual para que sus enseñanzas cayeran como la simiente en el
suelo fértil, tal como sucedía en la parábola del sembrador. ¿Y de qué forma el «suelo» se vuelve
«fértil»? En la proporción en que los residuos transportados por las lluvias se transforman en abono
generoso. Por lo tanto, se hace claro en el lenguaje poético y simbólico de las enseñanzas
espirituales del Maestro que, tal como pasa bajo los efectos del Sol, la putrefacción actúa en las
sustancias aparentemente inútiles y hasta repulsivas que enriquecen la siembra, o sea, las
experiencias que el ser humano pretende rechazar y que pueden constituirse en benéfico
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
enriquecimiento del «suelo», haciéndolo productivo y acogedor para las sementeras nuevas. Mientras
tanto, era necesario esperar que esas condiciones tuvieran las fuerzas suficientes para poder
contemplar el milagro de la cosecha. Pero, cuando eso sucediera, el impulso del crecimiento
contenido en la Centella Divina existente en el ser humano sería tan potente en sus consecuencias
de revigorización como lo es el fenómeno extraordinario, aunque corriente, del surgimiento del
vegetal vigoroso y benéfico en toda su energía y esplendor de transformación vital, proveniente de
una minúscula simiente, cuya apariencia insignificante no permite imaginar el extraordinario potencial
de vitalidad en su contenido.
Al referirse a la fe del tamaño del grano de mostaza, la mente incomparable del Maestro sintetizó
a nivel de los seres humanos de todas las épocas, la grandiosidad del proceso evolutivo, usando el
principio hermético de la Ley que rige al macrosmos, que es semejante a la que rige el microcosmos.
En la simiente, como en el alma humana, existe un potencial de vida, de asombrosa y extraordinaria
capacidad de fuerza de autorregulación infinita, para ejecutar un trabajo sorprendente, respecto de la
desproporción de la causa y el efecto, rico de consecuencias infinitamente beneficiosas, en la
continuidad imprevisible de los beneficios encadenados entre el acto de germinar y la reproducción
de consecuencias generosas para el bien del progreso.
En el espíritu humano dormita el potencial vigoroso que permitirá surgir, aparentemente de la
nada, un grandioso sistema de energías conjugadas y reguladas por una Centella Inmortal,
responsable por la «recreación» de la vida alrededor de sí. Cuando la «explosión» se da, ella misma
no se reconocerá, tal es la transmutación capaz de identificarla con el Universo, ¡que hasta entonces
contemplaba perplejo! Se vuelve indescriptible la experiencia del despertar de un ser hacia su
conciencia cósmica. Ese don divino existe en estado latente en todas las almas, que luchan por sus
ideales, sean o no compatibles con su glorioso destino. La alegría de vivir, incluso en el espíritu que
no despertó a su condición de eternidad, representa un pálido reflejo de esa premonición de su
herencia divina. Mientras tanto, sólo cuando ese proceso interno se pone en marcha consciente-
mente, el ser se vuelve semejante al que tiene fe del tamaño del grano de mostaza, y será capaz de
dirigir voluntariamente todo el inextinguible potencial de Amor disponible dentro de las compuertas
inmortales de su ser, por haberse sincronizado con la gran orquestación de la Vida.
Jesús se refería al proceso de ese despertar, cuando el espíritu tomara en sus manos su destino
y concientizara el hecho de que sería capaz de crecer en la vida, si tomaba las riendas de su destino.
No existe, por lo tanto, ninguna forma sutil o velada de discriminación, cuando los textos sagrados se
refieren a los «ojos para ver y los oídos para oír». Tampoco hay privilegios para aquellos que tuvieran,
según el decir del Maestro, la «fe como el tamaño del grano de mostaza». Pues eso no les fue do-
nado, sino que lo consiguieron al precio de someterse al aprendizaje espiritual. Existe, eso sí, una
predestinación que se cumple más tarde o temprano, de sensibilizarse, sea por adhesión o por
oposición en relación a la Vida Mayor.
Pregunta: ¿Cómo podría alguien sensibilizarse o adquirir fe por la oposición?
Ramatís: Oponerse es una forma de medir la realidad de aquello que está siendo contestado. El
amor se manifiesta en la vida, por adhesión o por polaridad contraria. Ahí reside el porqué del
progreso como ley general, victoriosa aun en el ambiente conflictuado del mundo. Por oposición, se
puede llegar a conclusiones bien delineadas si su carácter es contestador, desde que haya sabido
conservar la sinceridad de propósitos. Buscar la verdad no quiere decir una actitud positiva de
adhesión incondicional. El péndulo de la evolución oscila entre el ser y no ser de las formas
temporarias, hasta que la conciencia, que rige el microcosmos en desplazamiento hacia el progreso,
haya conseguido el equilibrio entre los opuestos.
Pregunta: ¿Podemos considerar la falta de fe como una de las etapas en la búsqueda de la
verdad?
Ramatís: Si ella es el producto del dinamismo interno que todavía no obtuvo, pero que busca
respuestas satisfactorias a su modo peculiar de sentir la vida, sí.
Pregunta: De ese modo, la verdad necesitaría presentarse a imagen y semejanza de cada ser
humano que la busca para aceptarla. ¿No sería eso desvirtuarla?
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Ramatís: Ella es lo suficientemente amplia como para caber en la «verdad de cada uno».
Pregunta: ¿Eso no es una elasticidad excesiva?
Ramatís: Si ella, la Verdad, es capaz de abarcar el Universo, y no encontrara los medios para
infiltrarse, con legitimidad y sin degradarse en cada porción de ese Universo. Por un estrecho canal
de confirmaciones minúsculas es capaz de penetrar en el alma de un pequeñito ser dentro del
Universo, y puede surgir «aquello» a través de lo cual se canaliza el «agua de la vida» en
proporciones muy generosas. Todo ser creado se encuentra bajo la jurisdicción de la Ley. Los
espíritus graduados espiritualmente encuentran en esa Ley el apoyo suficiente para abrir brechas de
esclarecimiento en las almas bien intencionadas que, por ser honestas, se oponen a una adhesión
prematura, digna de una fe verdadera.
Pregunta: ¿Podríamos incluir en ese número a los que se oponen y mantienen actitudes
contrarias, de tal forma que contradicen a la Ley del Amor?
Ramatís: Si observamos en términos absolutos tal proposición, todos los seres creados, en las
escalas menores de la evolución, estarán incluidos entre los que accionan en contraposición a la Ley
del Amor. La única forma de distinguir entre la oposición destructiva y la constructiva se encuentra en
la pureza y en propósitos de acertar, medida esa que sólo los seres más sensibles son capaces de
identificar en sus hermanos.
Pregunta: Teniendo en cuenta la oposición entre los propósitos conscientes y las motivaciones
opuestas frecuentemente por el inconsciente, ¿cómo distinguir un límite entre ambas, que sea capaz
de funcionar como término medio o fiel de la balanza de las intenciones reales del espíritu?
Ramatís: Dulces y suaves consolaciones se proyectaron sobre los espíritus humanos a partir del
momento en que el Maestro manifestó su Sermón de la Montaña. En las palabras iluminadas y
generosas de su inolvidable sermón, los hombres de Buena Voluntad pasaron a sentirse
bienaventurados sin que El, el manso Nazareno, hubiera estipulado dirigirse al consciente o
inconsciente de los seres humanos. Existe una conjugación de ambas partes de los seres en
evolución. La polaridad que se revela entre lo que «fue» y lo que es deseado, presenta un término
medio capaz, en el cómputo general de las vibraciones del espíritu, de manifestarse en su aura, como
una emanación preponderante de buena voluntad, cuando la deliberación de querer acertar se hizo
firme. La «verdad de cada uno» es el término medio de las oscilaciones entre el «ser» y «no ser» en
un momento evolutivo, pero la disposición de seguir en la búsqueda, sea adhiriendo u oponiéndose a
las manifestaciones momentáneas de la vida, necesita que sea el fruto de una auténtica fe en lo que
se hace, sea negando o afirmando.
Pregunta: Y en el caso que el espíritu procede engañado, ¿no tendrá perjuicio para su evolución,
si cree firmemente en ese engaño?
Ramatís: En el caso de haberse afirmado en los conceptos contrarios a su proceso evolutivo, por
falta de elementos armoniosos internos en donde se apoya para crecer, sufre, no encontrándose a
voluntad, además de encontrarse en condiciones precarias para mantenerse en equilibrio, en
oposición a las leyes de la evolución. En el tiempo oportuno se conducirá, gradualmente para abrir el
campo a las nuevas concepciones, que podrían demorar más de una encarnación. Un siglo más o
menos, en lo sucesivo de las encarnaciones necesarias para la evolución del espíritu, es lo que
significa para vosotros un día en vuestras actividades materiales. Un momento habrá en que se
encontrará sólo, por efecto de las circunstancias, las cuales lo llevarán hacia otras experiencias
ajenas a las que le servían de apoyo para sus convicciones. Sin base, ellas rodarán y otras
necesitarán construirse. Encontrará siempre quien lo apoye en el sentido de las nuevas convicciones
y que sean adecuadas para su renovación efectiva.
Pregunta: Finalmente, quisiéramos saber si hay condiciones para que el hombre actual viva su
experiencia terrena con base en los conceptos de la fe, contrariando los principios de la ciencia
materialista, sin que por ello se desarticule o desligue de la realidad.
Ramatís: Felizmente, para todos, el concepto de la realidad es variable, según la madurez del
espíritu. Si la gran mayoría de los seres humanos viven en la ilusión de la materia preponderante,
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
existen y siempre existirán los que asimilan de la vida conceptos profundos. Para estos, la ilusión es
la materia, en cambio, la realidad es la vida del espíritu. Aunque no puedan afirmar esa convicción sin
riesgo de ser observados como seres excéntricos, en su fuero interno no consiguen conceder
preponderancia a los eventos materiales en las horas decisivas. Porque les faltan los conceptos
seguros en relación con la espiritualidad, se contentan con vivir a su modo la fe que se integró en los
basamentos de su alma, por experiencias hoy llamadas parapsicológicas, pero que en todos los
tiempos abrieron a la sensibilidad de los hombres las puertas de su condición de eternidad. Como en
todas las épocas, el hombre de hoy rinde culto a los dioses oficiales, públicamente, para no
desentonar del conjunto aunque íntimamente siente que es en su propia intuición donde está el
camino decisivo. La religión materialista en que la ciencia se ha convertido, recibe las ofrendas del
culto que le es propio, el endiosamiento del poder adquisitivo, del suceso y de la irreverencia en
relación con la espiritualidad, pero no consigue impedir que en los hogares se rindan homenajes a los
dioses particulares o inspirados titulares, cuando se manda rezar una misa, a la vez que se trata de
consultar a la adivina y a la curandera para las soluciones imposibles que la ciencia no logra
satisfacer por sus medios.
La naturaleza no consigue traicionar totalmente su origen divino, aun cuando los destinos
superiores se conocen tan poco, que es más fácil expresarlos como una superstición a recelar de lo
incomprensible. De ese modo, no sale de la condición de lo llamado «sobrenatural», para los altos
personajes que no creen en la realidad del más allá de la tumba, pero que huyen inconscientemente
por no profundizar el concepto lógico de sus afirmaciones repletas de inexactitudes, en relación al
desprecio o de «aquello»que le dice la mujer o a las manifestaciones bulliciosas de las creencias
populares. Por no pasar debajo de la escalera, no resuelve los negocios el día viernes y conserva un
respeto supersticioso por las creencias rudimentarias, así como el primitivo evitaba contacto con lo
desconocido y divinizaba a las fuerzas de la naturaleza. Los que aceptan una forma organizada de la
fe, por lo menos ultrapasaron la fase del falso respeto y admiten declaradamente sus incapacidades
para dar solución integral a los enigmas del espíritu. Por deficiente que sea su tendencia a la fe y por
más que esté insatisfecho con los postulados de la expresión religiosa escogida, se confiesa a sí
mismo interesado en el tema espiritual, sin el falso pudor del hombre «científico». Ese, como adepto
de la «religión del materialismo», intenta adelantar las múltiples indagaciones que su fuero interno
clama por solucionar y atraviesa la vida en un subdesarrollo espiritual que anestesia pero no cura los
males de su integridad interna.
Mientras tanto, la humanidad no está compuesta sólo de los que se juzgan falsamente superiores
y de los que se entregan sin consultar sobre las creencias mal estructuradas. En todas las épocas
existió la minoría espiritual laboriosa, capaz de concentrarse en la investigación de una fe sólida. No
imaginéis que el materialismo científico sea el mayor enemigo de la fe. La corrupción religiosa
practicó mayores atentados contra la Espiritualidad que los que llevó a cabo la inexperta negación de
la ciencia. En los momentos decisivos de su pasaje por la Tierra, Jesús censuró a los que eran
culpables por afirmar que conocían el Reino de Dios y actuaron en contra de él, y que conocían la
Verdad pero no se movían lo más mínimo para beneficiar a sus hermanos con esos conocimientos.
El proceder desmoralizador de aquellos que se colocan como representantes de la fe delante de
sus hermanos, causa mayores daños a las almas inmaduras de lo que es la simple negación de la
vida espiritual, imposible de comprobarse, pues todos los seres sienten más o menos la intuición de
la realidad. Mientras tanto, la desesperanza, el desamor, la angustia y los cruciales sufrimientos
pueden generarse en las almas de aquellos que reciben de la vida espiritual mensajes truncados. Sa-
cerdotes venales, líderes religiosos, hechiceros o magos corrompen cruelmente las almas, pues, los
que se sienten heridos recurren a ellos y en su desilusión la sufren en profundidad, dado que
esperaban recibir amor y se vieron frustrados. Los así llamados «intermediarios» de las fuerzas
espirituales encuentran almas dóciles a su influencia, en nombre de la Fuerza Creadora que invocan
y afirman representar. Indefensas, las almas imprevisoras se enredan en sus distorsiones de la
Verdad y a ellas se les aplican las afirmaciones del Maestro: «Sepulcros blanqueados», que
«escandalizan a los pequeñitos» y «mejor sería que les ataran una cuerda al cuello y los arrojaran al
abismo». Al recordarse de la pesadilla criminal de haber conducido mal a sus hermanos por el camino
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
de la fe distorsionada, arrastran al séquito de sus víctimas por tiempo indefinido, hasta que esas
víctimas consigan sustraerse de la ceguera que se impusieron por ser crédulas e indefensas.1
Aquellos que afirman su incredulidad y lo demuestran públicamente deben cuidarse mucho, pues
es necesario que sepan que ejecutan un ritual muy poderoso. Si conservaran para sí sus ideas
excéntricas sobre la Vida y el Creador, más conveniente les sería el restablecimiento en el futuro.
Pero si tienen recursos intelectuales brillantes tejen la tela del engaño para sí mismos y para sus
hermanos que no tienen orientación, son más vulnerables de lo que es la araña, pues en cualquier
momento pueden ver destruida su tela, pero la araña sabe moverse sobre su obra sin dejar de
asegurarse. Los pensamientos negativistas crean un aura de insensibilidad impenetrable a las
aspiraciones superiores; en el alma más desilusionada es común encontrar el hábito nefasto y sádico
de querer ver a todos enredados en sus preconceptos contra la vida. Atrofian su capacidad de vivir
plenamente la experiencia interior, conjugándose generalmente en vivencias externas e intensas que
son capaces de imponer silencio a los llamados de la conciencia. Por el número de adeptos ilustres
que consiguen reunir, se sienten afirmados y apoyados en sus fantasías egocéntricas. Generalmente
están comprendidos entre los hedonistas —al sabor de la época apocalíptica— creyéndose libres y
seducen a otros hacia la misma ilusión, cuando en realidad no pueden vivir sin la copa de la bebida
estimulante y no son capaces de soportar por minutos la soledad consigo mismos. A los brillantes
intelectuales y a los religiosos por haber sido a quienes más se les ofreció, por eso, mayores cuentas
se les pedirán. El hombre de ciencia que afirma no creer en Dios por no encontrar el alma debajo del
bisturí, esgrime un argumento que, por ser tan simple, sólo alcanza a los de menor capacidad
intelectual. Hoy, un sabio que se precie de ser tal, se encuentra en expectativa respetuosa delante de
muchos e inexplicables fenómenos en las áreas de las diversas ciencias, fenómenos de causa
desconocida que debieran imponer silencio a los menos sensatos.
Nos resta examinar el procedimiento de los que recibieron la Luz de una Espiritualidad sana, en
las religiones de ámbitos avanzados, que no atienden a los conceptos infantiles de la era pasada del
desarrollo humano. Los espiritas, teósofos, budistas, rosacruces, esotéricos y aquellos que de todas
esas corrientes extraen su alimento espiritual y no hacen de su fe una muralla separativista, estarán
cumpliendo con la determinación pura, es decir, con la finalidad misma de su fe: reconocer la Fuerza
Creadora de la Vida y los lazos de fraternidad innegables que deben unir a todos los seres.
Comprendiendo que la Fuerza Creadora posee atributos básicos de Justicia y Amor, sin embargo, no
se contentan con subproductos de tal convicción y realmente aman a sus semejantes, sin colocarse
letreros doctrinarios entre las comunidades espiritualistas.
Si sus espíritus y sus cuerpos fueron generados por un acto de Amor abarcante, ¿cómo podrían
caminar hacia la Fuente de ese Amor e integrarse a ella, si se estuviera en contraposición a su
característica básica de misericordia y armonía? «Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo
como a sí mismo» no incluye la segregación de especie alguna, en especial las que se acostumbran
hacer en nombre de una fe «esclarecida».
Sería conveniente que, antes de condenar la supuesta ignorancia del hermano en creencias, el
hombre de fe recordara la «viga» del orgullo y de la vanidad que se encuentra en sus ojos, incapaz
de reconocer la mayor expresión de religiosidad de aquel que se encuentra abajo en la escala
evolutiva, y que esos lazos de amor que unen al ser a su Creador, son muy reales y que vibra en la
participación creadora de la Vida. Aquel que se conserva estático en los conceptos espirituales, sin
recordar que esos seres también evolucionan proporcionalmente a las necesidades de la evolución
humana y no a la atención exclusiva del academicismo religioso de cualquier origen. No son los que
conocen a fondo las reacciones químicas y orgánicas del cuerpo humano los que viven
perfectamente, pero sí los que por evolución, se conjugan armoniosamente con la vida.
Por eso Jesús escogió a sus Apóstoles entre los que no se habían intoxicado ni siquiera con las
normas consideradas puras en el mosaísmo. Eran capaces de vivir la experiencia espiritual con la
simplicidad de las criaturas. Volveos «como niños» porque de ellos es el «reino de Dios».
1
¡Ay de vosotros los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están
entrando se lo habéis impedido. Jesús - Lucas 11: 52
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
VIII - LA COMPASIÓN
enemigos férreos de un Dios que recuerda la necesidad de extender la mano a los necesitados en
nombre de la Ley del Amor, que es fraternidad y servicio al prójimo y no a las cosas pasajeras del
mundo material. Una mente donde hay lugar para lo pasajero y donde no se escoge el raciocinio
humano, es un serio peligro para la estabilidad de los conceptos involutivos de la actual humanidad.
De ahí emanan los esfuerzos para minar la fuente genuina de las «profecías» que los fenómenos
extrasensoriales representan, y tratan de reducirlos a un simple eco de una caja cerrada y vacía, la
que domina vagamente el inconsciente, donde las ondas mentales repercuten en los mecanismos
inexplicables, pero ricos y productivos de lo que es el propio consciente del hombre en su estado
normal.
Mientras tanto, por haber llegado a las vísperas del Mentalismo, sucede un fenómeno colectivo
de hipersensibilización tal como pasó con Aladino que, por curiosidad casual, frotó la lámpara y no
pudo contener al genio que estaba prisionero; el hombre científico o no, se aproximó, por las múltiples
vivencias anteriores, a la Era en que su mente exige mayor expansión y dentro de poco, atónito, verá
que realmente «hay más cosas entre el cielo y la tierra de lo que la sabiduría humana pueda ima-
ginar», como expresó con pensamiento lúcido el personaje de Shakespeare.
Pregunta: ¿Cómo comprender que haya, como afirmáis, seres humanos que se sitúan en esa
posición tan alejada de los demás?
Ramatís: Esa situación interna receptiva del Mentalismo no depende del escoger consciente,
pero sí, de la graduación evolutiva. Es una madurez interna que puede hacer cambiar al ser que la
alcanza, a un nivel de concepciones subjetivas responsables por la transformación de su mundo
interior, sin que por eso se vuelva extraño u ostentoso. Contempla y reacciona ante la vida, con los
impulsos naturales de los humanos, pero tiene una visión más amplia, exactamente como la tiene
quien sube a las alturas y no sólo observa de cerca el panorama circundante sino que consigue
abarcar un ángulo mayor del paisaje. Su oposición no es lo suficientemente distante para perder la
noción de las proporciones o el reconocimiento de los detalles, pero consigue percibir las causas y
consecuencias de lo que sucede comúnmente en el paisaje observado.
Si hubiera subido a una montaña, es decir, si el grado evolutivo alcanzado lo apartara de la
situación general, sería incapaz de accionar con naturalidad en el ambiente que lo rodea. Ese es el
caso de los espíritus de gran elevación, que necesitan realizar adaptaciones profundas para convivir
con la humanidad, a causa del grado que poseen. Los seres que despiertan al Mentalismo pueden
describirse como seres que suben a las alturas y no a la montaña. Continúan amando el paisaje de
donde vienen, con la diferencia de que desean renovar sus recursos en función a la visión global que
ya dominan.
Pregunta: ¿Cuáles son las características psicológicas que nos permitan identificar a esos seres?
Ramatís: Un desajuste con relación a la mayoría.
Pregunta: ¿Cómo se evidencia ese desajuste?
Ramatís: Por una sublime actitud de servicio y amor incondicional, capaz de llevarlos, muchas
veces, al descrédito o condenación de sus actitudes, consideradas como hostiles respecto de los
planos bien ajustados y trazados por las mentes centradas en el egocentrismo.
Pregunta: Considerando que son seres evolucionados para entrar en una faja ociosa de
realizaciones internas, podríamos esperar que realizaran con éxito sus tareas y que se impusieran
naturalmente a sus hermanos. ¿Cuál es vuestro parecer?
Ramatís: Por cuanto no son capaces de intervenir en el juego de los intereses materiales y visto
que esa trama es secularmente victoriosa en la Tierra, podréis encontrarlos, muchas veces,
desarmados delante de la calumnia, del odio y hasta de la misma incomprensión de sus objetivos
generosos, que son interpretados como simples trucos para obtener notoriedad fácil. La compasión
generada por los elevados conceptos espirituales en la mente de un Jesús, lo colocó al servicio de
una humanidad que era capaz de reacciones brutales, hasta llegar a la extrema e injustificable
destrucción. Transferid ese hecho a las capacidades menores, compatibles con los buenos siervos
que despuntan todos los días como almas bien intencionadas, y entonces, habréis comprendido la
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
posición de todo ser que despierta al servicio incondicional. La razón de que el Maestro se haya
entregado en holocausto, fue la de servir de ejemplo a todos los que despierten en el futuro al ámbito
del Mentalismo, o sea, al Amor sentido y vibrado a través de las fronteras ilimitadas y amplias de la
mente que se abrió para los conceptos de la Vida Eterna.
Pregunta: Es muy común afirmar que los «desajustados» perturban la realización tranquila de las
colectividades empeñadas en la concreción del Bien general. ¿Cómo compatibilizar la compasión y el
espíritu de servicio con una oposición de valores capaces de generar fricciones e incomprensiones?
Ramatís: Las tempestades, aunque se consideren inoportunas por los que se sienten
amenazados, contribuyen al equilibrio meteorológico y a la regulación del clima. El resecamiento
espiritual puede compararse con un largo estacionamiento capaz de provocar desequilibrio ecológico.
En esas condiciones, la tempestad será bien recibida como fuente de bendición natural, aunque poco
agradable. Los seres humanos que penetraron con mayor propiedad en los conceptos del bien
general, pueden interpretarse temporariamente como un fenómeno preocupante y similar al de la
naturaleza, sin embargo, eso es lo que hace cambiar el «clima psicológico» general.
Pregunta: En el caso de la naturaleza azotada por la tempestad hay una natural receptividad para
el fenómeno. Mientras que entre los hombres, esos eventos provocan reacciones de rechazo con una
larga serie de consecuencias. ¿Cómo conciliar esa situación?
Ramatís: Creciendo con sentimientos aplicados a la práctica de la nueva concepción del Bien,
recién descubierto. El Bien impersonalmente concebido origina nuevas formas de evaluación,
consideradas demasiado amplias para acogerlas. Realmente, quien alcanzó las «alturas» y consiguió
percibir lo que conviene al conjunto, necesitará desarrollar un arte de persuasión, basado en la
convicción serena que no impone, pero no se deja tampoco apartar. Coherencia con los nuevos
moldes del Amor, en un nivel favorable a la percepción del Bien en general, lo que funciona
simultáneamente como un test para las personas y para los fines y beneficios pregonados. Al mismo
tiempo que la convicción se va consolidando interiormente, toma vuelo, como el aprendiz disciplinado
de la compasión ampliada, en una avanzada aura de armonía elocuente, mucho más, que los experi-
mentos desconexos de las mentes sin rumbo. «Es tiempo de apurar al hombre», dice el eslogan
propuesto para el desarrollo material de vuestro país. Sin negar el valor de tal emprendimiento, el
mismo dicho podrá desencadenar, para los amplios moldes de la compasión filtrada y en términos de
mentalismo, la percepción de un mecanismo amplio y profundo. A cada tipo de modelo le
corresponden las normas que le aseguran el éxito. Tiempo, planeamiento, normas de acción,
paciencia y convicción son elementos indispensables para la sucesión de una atmósfera más
esclarecida, sea en las empresas materiales o espirituales. El siervo empeñado en el éxito de las
actividades cristianas de servicio al prójimo deberá contar con las deficiencias del material humano,
pues es en él que está obligado a intercalar y elaborar sus planes, con espacio y tiempo suficiente
como para abarcarlos sin coacción, pero envolviéndolos en la técnica de una compasión bien
esclarecida.
Pregunta: Ya que comparamos esas crisis con la tempestad, conviene recordar que las fuerzas
desencadenadas por la naturaleza, también causan importantes daños. ¿Cómo cotejar ese evento?
Ramatís: La belleza salvaje de una tempestad causa respeto y admiración. El hombre queda
perplejo al observar cómo la generosidad de la Creación puede asumir aspectos terribles y aun,
eventualmente, destructivos. Considerando que todas las expresiones de la vida tienen carácter
temporario, el clima de las realizaciones en el plano físico, como en el espiritual, siempre se
caracteriza por el dinamismo no siempre bien interpretado. Para renovar, es necesario rectificar
posiciones, lo que bien puede ocasionar cierta dosis de destrucción. Mientras tanto, es de Ley que la
renovación se efectúe. Si el período es muy prolongado, el terreno se vuelve estéril y los seres vivos
se ven amenazados en su sobrevivencia, con perjuicio para algunos. Sin embargo, en nombre de un
falso concepto de compasión, no puede impedirse que la tempestad destruya; no cabe duda de que
las propias fuerzas de la naturaleza, sea física o espiritualmente, optarán por la renovación, con todos
sus perjuicios.
De la misma forma, el espíritu lúcido asume la posición de renovar los valores, sabiendo que su
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
compasión sobrepasa la medida de comprensión de sus compañeros, pero los atiende con la
clarividencia alcanzada, conservando en el corazón la nítida ligazón con los objetivos propuestos,
aunque incomprendidos.
Pregunta: ¿Cómo debemos encarar la influencia de Jesús para que la humanidad llegue a la fase
del mentalismo como una Jerusalén Renovada?
Ramatís: Jesús propició dos preciosas formas de ayuda espiritual a la humanidad insensible de la
Era de Piséis. Apareció en el panorama terreno como figura mayúscula y simultáneamente dulce, con
características de un Ángel, seguro de atribuciones amorosas de alcance alentador, pero en nombre
de una Ley irrevocable de Justicia Eterna. De esa forma, operó en dos niveles simultáneos: en el
campo emocional y en el ámbito de los pedidos de ayuda. El impacto de Su presencia, curando,
sirviendo y amando hasta las últimas consecuencias, despertó reflexiones útiles, aunque no hubiera
resonancia y los hombres se limitaran a permanecer perplejos ante tan grande exposición de
acontecimientos inhabituales y maravillosamente «divinos». Se abrieron las compuertas de la Luz y
los hechos fueron más elocuentes que las eruditas disertaciones sobre los poderes del mentalismo
hechas por los hombres que tuvieran capacidad para disertar elocuentemente sobre la Verdad.
La sensibilidad humana, embotada por la afinidad con la vida material, se vio atraída hacia un
torbellino de conceptos y sucesos capaces de quebrar el ritmo común de comprensión por la vida.
Ese hecho despertó predisposiciones para lo habitual, en términos de conceptos relacionados con la
evolución. Un ser extraño, «divino», se manifestaba como hermano de todos e Hijo del mismo Padre.
Condensaba así, en palabras simples, un principio de consecuencias irreversibles en una sociedad
dividida en castas e imbuida de conceptos estrechos en relación con la sobrevivencia del espíritu.
Supersticiones, evocaciones y mediumnismo desviados eran la herencia popular de los cultos
paganos, corrompiendo las enseñanzas herméticas consagradas sigilosamente entre los iniciados.
Al abrir campo a esas nuevas reflexiones basadas en el impacto de Su presencia viva entre los
hombres, Jesús brindó las enseñanzas del Mentalismo, de forma tal que permitiese que despuntara
una pequeña Luz sobre las tinieblas de la comprensión estrecha de los hombres. Actuando como una
verdadera potencia espiritual, legó a la humanidad la imagen de su futura condición de angelitud.
Simultáneamente, nos preparó el camino, al sintetizar en sus enseñanzas y parábolas los elementos
básicos de una transformación interna capaz de propiciar la apertura de un canal de comunicación
con la Fuente de Inspiración pura; transformación que solicitó como requisito para los que deseaban
seguirlo, amándose mutuamente como El nos había amado. En el rastro de sus disertaciones,
siguiendo por la vía purificadora del Amor a Dios y al prójimo sólo así, la humanidad podría
desembocar obligadamente en las vías del Mentalismo, punto culminante del Verdadero Amor.
En el momento en que el espíritu se impregnara del Amor a la Vida, su mente se abriría a la
inspiración superior y pasaría a operar en sintonía con las esferas superiores, capaces de instruirlo
respecto de la continuidad autónoma de su proceso evolutivo, hasta entonces impulsado por las vías
magnéticas de la atracción y por el campo emocional bien orientado. En la primera fase vemos al
«hijo pródigo» que regresa y se reconforta en los brazos paternos. De ahí en adelante, pasa a
asimilar las normas de acción que le permitirán una actuación creadora en los dominios del Padre,
que por herencia legítima le pertenecen. Toma conocimiento de sus poderes mentales, pues se
convirtió en espiritualmente adulto para saberlos usar provechosamente. Colaborador efectivo del
Padre, gozará de libertad creciente y proporcional a su capacidad, en constante desarrollo, de ser
activo y eficaz en el panorama de la Creación.
¡Nació un alma para la libertad de ser! En el testimonio dado por Jesús poseéis el modelo de la
verdadera compasión, de quien sirve en términos de la más elevada espiritualidad, para impulsar a
sus hermanos menores, dándoles valor para recorrer las diversas escalas de la evolución, de las
cuales, el Mentalismo representa una de las etapas, la próxima que deberéis recorrer. Tomad a Jesús
como Maestro y El os proveerá de la contemplación interna de las grandiosas enseñanzas legadas al
planeta por su ejemplificación grandiosa.
Pregunta: ¿Podemos considerar el interés existente, en la actualidad, por las técnicas de control
de la mente, como un síntoma de aproximación a la Era del Mentalismo?
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Ramatís: Si alguien recibiera un manual que contuviese todas las instrucciones sobre la
navegación aérea y después de estudiarlo, se le pidiera que volara sin tener mayor preparación,
aunque fuera capaz de algunos hechos positivos, correría el gran riesgo de tener conocimientos
incompletos. Sólo habría alcanzado información, pero sin la necesaria formación para afrontar las
sorpresas, para las cuales la simple teoría no es apoyo suficiente. Del mismo modo, las técnicas del
mentalismo serán incapaces de proporcionar al ser humano la paz que desea alcanzar, pues,
análogamente a lo que sucede con las técnicas del progreso material humano, ellas no se definen por
sí mismas y sólo después de la experiencia demostrativa de los efectos de su mal uso, el aprendiz
inexperto comprende que existe «una técnica para usar las técnicas».
Pregunta: ¿No es parte del aprendizaje errar para corregir la dirección?
Ramatís: Ciertamente que a los pioneros se les exige el examen completo de su aprendizaje,
pero es de sentido común que la humanidad pueda heredar de ellos su experiencia benéfica, de
manera tal que no caiga en la repetición indefinida del aprendizaje llamado «ensayo y error». En caso
contrario, poco valor tendría la experiencia anterior para la consolidación del progreso.
Pregunta: ¿Cómo conciliar la necesidad de la experiencia personal con la existencia de esa
«técnica de saber usar las técnicas»?
Ramatís: Experiencia adquirida y nuevas experimentaciones necesitan seguir paralelamente el
camino de las mejores realizaciones. Aquel que conquistó necesita seguir conquistando y,
generalmente, en esa condición sirve para el que recién comienza. Se actualiza por la observación
permanente y proporciona oportunidades al que necesita comenzar. De ese modo, los instructores
continúan aprendiendo y los aprendices se hacen instructores. Fue así que Jesús afirmó: «Sea mayor
entre vosotros aquel que se torne siervo de todos vosotros».
Pregunta: ¿Cuál sería la forma adecuada y natural para aprovechar hoy los conocimientos sobre
los fenómenos extra-sensoriales? ¿Cuál sería la técnica a usar respecto de esas técnicas
mencionadas?
Ramatís: La forma natural, es decir, dejar de observar los fenómenos como extrasensoriales y
pasar a clasificarlos como fenómenos espirituales que son.
Pregunta: ¿Cuál es la diferencia por la simple clasificación que habéis mencionado?
Ramatís: El hombre acostumbra conducirse condicionado por las clasificaciones y raramente se
sobrepone a ellas con espíritu crítico. Es fácil percibir que los fenómenos fueron para vosotros
«extrasensoriales» y todavía no llegaron a tomarse como hechos reveladores de un proceso
espiritual, sino como una variante amplia de la gama común de los sentidos físicos. Vuestro centro de
investigaciones aún se encuentra condicionado a la vida material, lo cual os sitúa bien distante de la
meta a ser alcanzada.
Pregunta: ¿No será ese un hecho natural en la fase actual de la investigación parapsicológica?
Ramatís: Por ser natural, no impedirá que sucedan los engaños, que podrían evitarse si se
usaran las enseñanzas obtenidas por otras fuentes de investigación no ortodoxas.
Pregunta: ¿Cuáles serían esas fuentes?
Ramatís: Una ciencia que se dice nueva necesita apoyar su forma particular de trabajo en una
investigación generalizada de fuentes afines, para permitir la selección de los conocimientos útiles
para el desarrollo de sus trabajos. Existe un encadenamiento natural entre lo que hoy se hace, en
cualquier especialidad, y lo que se encuentra realizado en el mismo sector, aunque por métodos
diferentes. Recurriendo a la experiencia pasada, aunque se pierda la postura orgullosa de una su-
puesta independencia, la nueva forma de investigación avanzaría a pasos bien seguros. Su
metodología, llamada objetiva y experimental, se vuelve subjetiva y poco práctica cuando se niega a
ver y reconocer todo el acervo de realizaciones innegables de sus antecesores, manteniéndose
bastante condicionada al subjetivismo de los anatemas, de los procesos diferentes a los suyos.
Intentando sostenerse en la técnica, se olvida que existen otras concepciones para que sea una
técnica parapsicológica, no obligatoriamente condicionada al materialismo del siglo XX, que funciona
tan restrictivamente como cualquier postulado espiritual del pasado.
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Pregunta: ¿Cuál sería la medida capaz de conciliar tales divergencias? ¿Se puede ofrecer alguna
indicación segura para el buen desarrollo de los fenómenos inhabituales de la mente humana?
Ramatís: El criterio universalmente válido es la comprobación objetiva.
Pregunta: ¿Podéis especificar mejor esa afirmación?
Ramatís: Los fenómenos que suceden en el campo de la investigación sirven como directriz
respecto de la orientación que conviene o no para alcanzar los objetivos propuestos. Hasta hoy,
tratándose del bienestar humano, no quedó marginado el concepto de la sabiduría griega, en la cual
se afirmaba que el hombre sería feliz si buscaba y encontraba el equilibrio a través de la conquista de
su mente sana en cuerpo sano. El campo de la investigación de la Parapsicología se limita a los
fenómenos ligados a la mente humana, en lo que ella tiene de inhabitual. Con eso, se pretende
concurrir al bienestar del ser humano; el criterio de evaluación de los experimentos conducidos en
esta línea de acción debiera tener en vista la constatación objetiva de la intensificación de ese
bienestar a partir de las experiencias vividas. De ese modo, jamás se podrá desvincular ser humano
de las experiencias habidas, sean ellas momentáneas o no. Una nueva dimensión queda introducida
en las especulaciones parapsicológicas, que es la dimensión humana inexistente hasta hoy, cuando
se trata de transferir a las cartas u objetos todo el énfasis de un trabajo. Eso sería lo mismo que
investigar el átomo y después desvincularlo de su existencia en el conjunto del organismo del que
participa.
En estas líneas incompletas de la investigación, el campo opcional es tan limitado que impide el
aprovechamiento de los resultados en la dimensión verdadera en que pueden y deben actuar.
Pregunta: Esa aplicación de los conceptos parapsicológicos para el bien humano, ¿no pertenece
a otra ciencia, como la psicología, por ejemplo?
Ramatís: Si el hombre funciona como un todo y si las ciencias insisten en trabajarlo como si fuera
formado por partes independientes, ¿a cuál de ellas cabrá la gloria de ayudarlo como ser integral? A
esa ciencia del hombre hay que llegar cuanto antes, para que a partir de ella el panorama humano
comience a integrarse en el Todo. Más que cualquier otra, la Parapsicología ofrece campo para esa
realización, por penetrar en los terrenos específicos en que el hombre se define como tal: los
escondrijos de su mente. Mientras tanto, esa ciencia nueva no comprendió aún su misión y se
encuentra amenazada de zozobrar por falta de lastre para surcar la «marea alta» de la investigación
sobre el ser humano en sus aspectos fundamentales. Partiendo de lo particular para lo general, ella
se detiene en detalles, sin tratar de construir el Todo. Si el campo experimental es el hombre, que
entonces sea visto en su integridad y que la investigación, en vez de cotejar simples fenómenos, se
vuelque para alcanzar las partes que componen el gran fenómeno del hombre consciente de sí dentro
del Universo. De ahí en adelante, el patrón a ser buscado serán las condiciones que favorezcan esa
apertura de conciencia donde el Maestro pudo afirmar, en la pujanza mayor de todos los fenómenos
parapsicológicos: «Yo y el Padre somos Uno».
Partiendo de la premisa de que el ser humano no depende de conocer sino de saber, la
investigación no comprobará los hechos aislados, pero su articulación con el gran fenómeno de la
vida lo constituirán las grandes almas en el campo predilecto de la investigación, ¡aquellas en las
cuales las condiciones sanas de vivir conforman el verdadero laboratorio experimental de vida! Los
condicionamientos, tendencias y sucesos vitales e inhabituales ya no serán confusamente
clasificados de anomalías, como consecuencia de tomar al ser humano medio como patrón del
bienestar, sino que se buscará descubrir en cada cual la simiente de vida eterna que trae consigo.
Desde entonces, tal como hoy se investigan sustancias fisiológicas que permiten inmunizar el
cuerpo físico contra las enfermedades, a fin de conjurar el mal que se ha alojado en él, con el mismo
cuidado y afán se investigará la mente del hombre esclarecido, equilibrando los anticuerpos para
defender a los seres humanos de las crueles molestias mentales causadas por el egoísmo y la
ignorancia de su real posición de crecimiento en la vida.
A partir de entonces, la verdadera compasión se evidenciará en la conjugación armoniosa de los
más elevados principios espirituales previstos por el hombre y en una acción benéfica, esclarecida
por la intuición elevada acerca de su verdadero destino eterno.
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
IX - EL HOMBRE ADORMECIDO
Pregunta: ¿A qué le podemos atribuir esa inhabilidad inexplicable del hombre actual?
Ramatís: No la consideraríamos inexplicable a la inhabilidad cuando ella transcurre con natural
desinterés por adquirir la aptitud focalizada.
Pregunta: ¿Debemos entender que los hombres no desean despertar de esa pesadilla vivencial?
Ramatís: Desean apartar los fantasmas, pero no quieren parar de soñar.
Pregunta: Nos cuesta aceptar que las sufridas poblaciones de las zonas en conflicto, así como
los hombres que negocian la paz mundial, no se encuentran interesados en adquirir nuevos patrones
de vida para liberarnos de las aflicciones que nos embargan. ¿Qué opináis?
Ramatís: Nuevos patrones sí, pero no siempre los que son necesarios.
Pregunta: Y el deseo de modificar, ¿no les garantiza el éxito deseado?
Ramatís: Es de Ley que los milagros sólo existan en la imaginación de los hombres menos
esclarecidos. Para manejar los verdaderos valores de la vida es necesario encontrar los caminos que
a ella conducen. La paz no puede ser producto de las negociaciones, pero sí, de las disposiciones de
amar y servir.
Pregunta: ¿Cómo se podrían convertir los códigos políticos y sociales con la simple expresión de
«amar y servir», para obtener la paz?
Ramatís: Ese es el desafío del siglo XX, que se volvió crucial, pero que representa el mismo
desafío de todas las épocas, cuando el hermano más fuerte se enfrentó con la carencia de sus
semejantes y desconoció su dolor. Hoy se suman en dosis alarmantes las culpas y los odios de
innumerables generaciones de oprimidos y opresores y no nos corresponde a nosotros dar
soluciones que bien podrían clasificarse de inviables y utópicas, en una era en que la inteligencia
hiperatrofiada sirve de bloqueo a los anhelos de los sentimientos de la humanidad. El hombre se
encuentra ávido de usufructuar todo el placer que el confort material le proporciona, y no desea ser
perturbado con la noticia de que su hermano no tiene dónde vivir, considerando que ese es un
problema que el necesitado debe solucionar, pues las «oportunidades están al alcance de todos». No
tiene la disponibilidad mental ni la sensibilidad suficiente para intentar, en la hora de la «cena»,
meditar sobre la incomodidad diaria de los que se amontonan en el colectivo, cuando su automóvil
tiene aire acondicionado y música tranquilizante.
Perdió por atrofia la capacidad de percibir la posición del otro, pero eso no le preocupa, pues el
tiempo es poco para aprovechar las solicitaciones placenteras que la metrópolis moderna le puede
ofrecer. Sin contar con el agravante de que cuando los vicios de su ciudad se vuelven insípidos, el
mundo le facilita un campo infinito de nuevas atracciones. Y aquel que viaja al extranjero como quien
va hasta la esquina, precisa de los incentivos fiscales que abran su fortuna desproporcionada a
iniciativas para abrir nuevos campos de justicia social, olvidando muchas veces, que la riqueza que
desborda sus cofres y reservas se extrae de la sangre o linfa vital de muchos otros que legalmente,
nada pueden hacer contra el sistema.
Pregunta: Teniendo en cuenta el principio del karma o la Ley de causa y efecto, podríamos
suponer que los sufrientes del efecto negativo del sistema, sea cual fuere, estarían simplemente
recibiendo el choque de retorno de sus actos. Siendo así, la responsabilidad sería de ellos mismos y
no de quien usufructúa los beneficios de la situación dominante. ¿Qué os parece el análisis?
Ramatís: Al analizar el panorama social sólo nos interesa percibir en que términos cada uno se
está conduciendo para aprovechar la oportunidad de crecimiento que la vida le ofrece.
Comprendemos que los sistemas sociales inadecuados son los reflejos de los actos incorrectos de
los que hoy sufren las consecuencias desagradables. Ni aun así, los nuevos dueños de la situación
dejarán de responder por sus distorsiones espirituales delante de la colectividad que depende de
ellos. De lo contrario, proseguirá un interminable círculo vicioso si la iniciativa no parte de quien tiene
los medios para eso, por una reacción sana para propiciar nuevas concepciones de convivencia entre
los hombres.
Pregunta: Sabemos que Jesús le afirmó a Pilatos: «Mi reino no es de este mundo». De allí para
aquí, todos los cristianos repitieron la misma afirmación, reconociendo su sentido de exhortación para
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
el desapego a los bienes materiales. Mientras tanto, nuestra civilización es esencialmente materialista
en sus valores. ¿Cómo desencadenar una reacción en sentido espiritual, si hasta hoy no fue posible?
Ramatís: Por la saturación de los valores negativos que tal actitud provoca.
Pregunta: ¿No será un proceso excesivamente penoso?
Ramatís: Lo escogió el hombre mismo, cuando se negó a utilizar los valores del espíritu,
clasificados por él como inaccesibles, extraños e inabordables.
Pregunta: ¿Eso no es una condición natural del proceso evolutivo que, por ser menos maduro,
sobrepone los valores materiales a los espirituales?
Ramatís: Asignar menos valor a los bienes espirituales por el hecho de que el proceso de
evolución sea incipiente, no justifica la supervalorización que se hace de los bienes materiales, con
perjuicio para la adquisición de nuevos horizontes para el espíritu sumergido en la degradación de la
avaricia, del egoísmo y de las pasiones de los sentidos. El salvaje y el campesino viven en la
naturaleza, casi como parte de ella, sin pensar en la existencia de las expresiones de la vida
espiritual. Son simples en sus demandas y sólo atacan cuando se sienten amenazados en sus
convicciones o sobrevivencia. El hombre «civilizado», técnicamente bien preparado, calcula con
frialdad cómo atraer a sus cofres los bienes materiales superfluos para su bienestar, pero que
significan una ociosa sensación de poder sobre sus semejantes, elaborándoles la conciencia,
imponiéndose como su señor, como una subyugación mental, moral y material, sin posibilidades de
cuestionamientos. Implanta el sistema que le conviene para su bienestar material, sobre los
escombros de la libertad de su prójimo y con frecuencia, se coloca en la posición de benefactor con
relación a aquel a quien veladamente condujo a la situación de indigencia total.
Los bienes de la Tierra fueron creados para usufructo de todos y simultáneamente para el
aprendizaje del «amaos los unos a los otros», como la Ley exige. Consecuencias moralizadoras
fueron diseminadas a través de los siglos, como telón de fondo de la conciencia de los que
ennegrecieron el panorama terrestre con las señales indelebles de la cupidez y el desánimo en el
alma de los «desvalidos de la suerte». En la respuesta al Ángel anunciador, María emite un concepto
profundamente veraz al afirmar que el Señor «llenó de bienes a los necesitados y despachó a los
ricos con las manos vacías». Esas palabras, observadas en sus debidas dimensiones, revelan la
supervisión de lo Alto sobre el procedimiento de los hombres. Y el rico prepotente que no es capaz de
detener a tiempo sus actividades responsables por el sufrimiento de sus hermanos, seguirá más tarde
como el pobre desvalido de la suerte, y pasará a recoger los maleficios del sistema egocéntrico
creado por sus manos. Su alma grabará indeleblemente los dolores de sus experiencias y, cuando
reencarne otra vez, será sensible al sufrimiento de los desamparados por la sociedad. A su debido
tiempo, una inmunización se realizará en las almas adormecidas y la pesadilla vivenciada les obligará
a despertar con facilidad, y oportunamente se repetirá la situación, pues una natural tendencia lo
aproximará a la inestabilidad carenciada del prójimo, con el sentimiento de compasión y solidaridad
que empieza a esbozarse, en una demostración que ya no está tan embotada en la anestesia de la
materia.
Si no fue capaz de mirar el sufrimiento de su hermano ni sus necesidades inmediatas, por lo
menos, lo impulsaron hacia la fraternidad y también se dio, que aprendió a luchar por la causa propia
participando de la vida sin provocarles daño a otros seres, sus hermanos.
Pregunta: ¿Cómo debemos interpretar las reacciones debidas, si la mentalidad general del
hombre nace y crece siendo moldeada por las ideas del ambiente donde vive? ¿Cómo se podría
vencer el círculo vicioso, cuando al nacer el espíritu involucionado encuentra influencias que
fortalecen su tendencia?
Ramatís: Si los patrones fueron creados por ellos, también tienen los elementos para
enmendarlos.
Pregunta: ¿No sería exigir demasiado a quienes no tienen capacidad de hacerlo?
Ramatís: La capacidad se desarrolla de acuerdo con la dirección impuesta a la voluntad.
Pregunta: Pero, si lo que falta es la voluntad, entonces, ¿cuál es la solución?
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
«señales» que la espiritualidad ofrece individual y colectivamente para despertar la memoria humana,
respecto a sus compromisos con la eternidad. Los ciclos de la vida —nacimiento y muerte física—
son alertas cotidianos para la meditación sobre la finalidad de la vida. Por ser esa vida excelente, el
alma se extasía con sus manifestaciones primeras en la materia, se apega a sí misma y se niega a
crecer, como la criatura inmadura ama sus juguetes y no desea vivir plenamente las experiencias,
que todavía le parecen insípidas en la lucha diaria de los adultos.
Pregunta: ¿Hay algún pasaje en el Evangelio donde Jesús se refiera específicamente a esa
situación adormecida del espíritu humano?
Ramatís: En Lucas, 13:34, podemos leer: « ¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y
apedreas a los que son enviados. ¡Cuantas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina
reúne a su nidada bajo las alas, y no habéis querido!». Considerando que todos los pasajes de la vida
de Jesús tenían un sentido pedagógico en lo espiritual y de orden universal, no se puede comprender
que sólo se dirigiera a los hombres que hasta entonces habían encarnado en Jerusalén, lo que res-
tringiría en forma absurda y desproporcionada las enseñanzas de un Maestro de la elevación de
Jesús, para atender sólo a un pequeño número de seres humanos. Para los que tienen «ojos para ver
y oídos para oír», desde que las enseñanzas de Jesús se aplican a la evolución de la humanidad
entendida como un conjunto de seres que vienen a la Tierra para evolucionar, se hace clara la alusión
al comportamiento errado de una gran faja de seres humanos que, en la Gran Jerusalén —que
representa a toda la Tierra— eluden al aprendizaje del Amor, saquean los bienes de la vida,
destruyen la paz del semejante y se rebelan contra los designios que dan lugar a la evolución.
Pregunta: Nos parece un poco distante de la realidad actual, la acusación de «matar profetas» y
«apedrear a los enviados». ¿Cómo debemos interpretar esa situación mencionada?
Ramatís: Extrayendo del texto su sentido alegórico, es decir, filtrando a través de la letra, el
espíritu que vivifica.
Pregunta: ¿Existen en la actualidad personas que sean profetas?
Ramatís: Profetas fueron, en todas las épocas, los que se dedicaron a la ardua tarea de vivir por
anticipado, con relación a la mayoría, experiencias internas que los habilitaba para sobrepasar los
conceptos generales, en cualquier área de la actividad. El término asumió una connotación
divinatoria, en virtud de haberse vinculado a la experiencia con algo que estaba por encima de lo
normal; en Israel y en otros pueblos, eran portadores de la simiente en un grado amplio de visión
espiritual. Mientras tanto, aquellos que los clasificaban como profetas no eran de su vinculación, sino
a una corriente que se dedicaba a la espiritualización de los hombres en términos ascéticos o místi-
cos, cual apertura concienzal que habían conquistado, por la cual hacían funcionar como canales
convenientes a la evolución de la época. Ninguno recordaría aplicar ese término a un científico o
político. Mientras tanto, los trances espirituales necesarios y compatibles con una verdadera
inspiración para el progreso colectivo del área de ambos, toma la misma característica de penetración
en los arcanos del futuro, exigiendo una formación receptiva y simultáneamente resistente, capaz de
permitir «verificar» proyectos «ocultos» en la Mente Divina en relación con los seres humanos. Exige,
todavía, que perseveren, como los profetas que ayunaban en el desierto, pues hoy, aquel que habla
en nombre del bien general es tan incomprendido y peligrosamente asediado por la emisión negativa
de los sentimientos antifraternos, que pueden clasificarlo como profeta que ayuna para purificarse,
pues se encuentra en arduas pruebas donde no hay cobertura espiritual por causa del ambiente
humano.
En el desierto representado por la soledad, en sus luchas heroicas, desarrolladas sin aprobación
ni apoyo, aprenden a conocer las mismas reacciones que tenían supersticiosamente los antiguos que
temían y apedreaban a los que hablaban como iluminados en términos de bien general. Hoy, pierden
el empleo, sufren marginación y hasta persecuciones, que en nada les empañan el mérito equivalente
a los que se refugiaban en el desierto, pues en el asfalto y vestidos con traje de ciudadano del siglo
XX, podéis encontrar al padre de familia que, por ser fiel a su conciencia, ve perturbado el sostén de
su prole, gravemente amenazada. La figura hirsuta y áspera del profeta del pasado grabó en la mente
humana, la imagen del defensor de la Verdad, en tiempos para los cuales, los conceptos eran
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objetivados. Profetizar es sentir anticipadamente el progreso, sin que ello obligue al ser humano a
pertenecer a una escala diferente de las criaturas normales. Todos los que penetraron en los
designios evolutivos, un poco más allá de sus contemporáneos, sirvieron de instrumentos para
impulsar el progreso y continuaron perteneciendo al rol de los seres necesitados de más evolución y
dieron su contribución «profética» a la Vida.
En el área de la política, tuvisteis en Gandhi a un pionero de los procesos amorosos para
conducir colectividades; también con Galileo, Giordano Bruno, Juana de Arco, Albert Schweitzer y
tantos otros, hombres y mujeres imperfectos, pero incentivados por el deseo de servir, por lo cual, los
recibisteis entre vosotros como auténticos «profetas» que continuaron clamando en el desierto, con
un número reducido de seguidores frecuentemente acusados, heridos, cuando no sacrificados.
Y el Señor hace sonar su voz a través de las palabras del Evangelio: «Jerusalén, Jerusalén...»
¿Cuántos las oirán a tiempo?
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X - EL TRABAJO Y LA RECUPERACIÓN
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Ramatís: Las puertas se abren delante del espíritu inmortal a través de las sucesivas escalas de
la evolución; funcionan automáticamente en la medida y proporción en que se aproxima al
crecimiento interno correspondiente. No nos referimos aquí al ansia de poder que aún acosa a los
seres presuntamente espiritualizados, que se predisponen a impresionar por la fuerza de su
pensamiento o porque tienen conocimientos que el vulgo desconoce. El concepto de evaluación no
coincide con el acceso a los llamados poderes ocultos o mágicos, del mismo modo que el hombre
culto no siempre es el más inteligente. Aquellos que impresionan por haber adquirido poderes ocultos,
son como los vendedores del templo, a los cuales Jesús censuró por el descrédito a que sometían a
las elevadas transacciones del espíritu inmortal. Nada existe para el espíritu evolucionado, dado que
al aproximarse a las nuevas «puertas» se abren espontáneamente al ser que, por haber crecido
interiormente, se hace merecedor a una nueva etapa evolutiva, como así también a las sagradas
realidades de la Vida mayor.
Comprende que no sería justo divulgarlas, porque esos seres crecerán por evolución natural.
Saben que, a cada cual, la Vida le ofrece según su grado de madurez y no se preocupan por
deslumbrar al prójimo con la noticia de sus adquisiciones personales. Esa actitud de pretendida
superioridad sólo le podría causar trastornos, por la inaceptable idea de que habría diferencias entre
los seres creados, pues los evolucionados tienden siempre a juzgar que es imposible ingresar al
plano en donde los seres más esclarecidos permanecen. Deslumbrar no es la forma de hacer crecer
y sólo la extrema capacidad de amar, testimoniada por Jesús, justificaba que trajera a la luz los gran-
des hechos, que lo incluían entre los seres de más graduación en la jerarquía espiritual. Aún así hubo
quien lo consideraba el mismo Dios y muchas disputas se prolongaron a través de los siglos,
alrededor de su figura mansa y humilde, en la más pura acepción de esos términos.
El espíritu que despierta al crecimiento interno se siente respetuoso en exceso para contaminar la
atmósfera de paz creada en el templo interno de su alma, y ese fruto lo libra de la tentación, que
vulgarmente acomete a los hombres cuando alcanzan alguna victoria humana, induciéndolos a
expandir prematuramente los bienes alcanzados. Comprendiendo en profundidad los poderosos
mecanismos que rigen la vida, el verdadero iniciado sabe que sus hermanos serán introducidos opor-
tunamente a las mismas experiencias, en el tiempo adecuado a su madurez interna y no se aventuran
a quebrar el ritmo natural del crecimiento espiritual de sus hermanos. Esa actitud inmadura no sería
digna de un ser que «penetró» en el mecanismo de la Vida, que conoce por dentro y sabe reconocer
la adecuación del grado de madurez exigido por el Gran Cronómetro de la Vida, para la eclosión
parcializada de la vitalidad y ritmo, armonía, crecimiento y sabiduría. Por ese hecho se sabe que los
grandes espíritus se limitan a amar a la humanidad, ofreciendo el «clima» favorable para la
exteriorización gradual de las potencialidades de cada cual. He ahí por qué Jesús os afirmó que el
mayor entre vosotros sería el que se sintiera siervo de los demás. Sólo los insensatos intentarían
forzar las puertas del conocimiento mayor, sin antes haber adquirido equilibrio suficiente en el campo
del sentimiento, pues esa última conquista manifiesta el verdadero estado de crecimiento interno, el
sentido direccional que lo impulsará al grado evolutivo del espíritu. Aquellos que tratan de manejar las
fuerzas espirituales sin una adecuada y correspondiente preparación ante la Ley del Amor, actúan
como curiosos que, inadvertidamente, penetran en un laboratorio de complejas operaciones
científicas e intentan, por imitación, reproducir las actividades de los científicos, cuyos trabajos se
basan en conocimientos de las leyes que rigen la naturaleza.
Podrán adquirir experiencia en el manejo empírico de los recursos disponibles, pero en virtud de
lo inadecuado para el papel de mentores de los bienes de la vida, en cualquier momento podrían
herirse y perjudicar el crecimiento natural de sus hermanos, a causa de su inhabilidad en el trato con
las fuerzas superiores. El libre desplazamiento a que nos referimos corresponde al aflorar de las
potencialidades latentes, cuya eclosión, aunque bastante natural a lo largo de las escalas evolutivas,
aun así, es capaz de dejarlo sorprendido al espíritu sufriente, por la belleza inusitada de los
fenómenos internos del crecimiento que se desarrolla sucesivamente ante los ojos maravillados de
aquel que siente aflorar en sí sus condiciones de ser con la vida, de sentirla como su aliada generosa
y pródiga, en recursos de enriquecimiento espiritual creciente. Esa condición evoluciona y alcanza el
éxtasis de vivir en constante comunión con el flujo de la Creación y de la libertad disfrutada, que
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proporciona al espíritu la sensación de ser el hijo pródigo que regresa a los vastos dominios de su
Padre, donde con sorpresa, comprueba que no tiene ni se le impone ninguna restricción para
evolucionar indefinidamente.
Las incursiones espirituales de ese tenor se expanden más allá de las dimensiones comunes a
los sentidos físicos. Forman parte del éxtasis aportado por el crecimiento, más allá de las fronteras de
la materia y brindan al espíritu una sublime inquietud, intraducible en palabras humanas. La única
fórmula capaz de aproximarse para dar una idea de tales sucesos internos es aquella que todos los
grandes espíritus pronunciaron con énfasis en sus prédicas: el Amor, como expresión máxima y
elocuente, permitiendo que se filtre hasta los panoramas rudos de la vida, el suave perfume de la
excelsa espiritualidad, que nada exige, y como un dulce bálsamo atenúa el eco del sufrimiento en las
escalas menores de la evolución. Como manifestación de las altas dimensiones de la Creación, el
Amor es inexpresable, aunque en la imposibilidad de definirlo, sea el más elocuente de los mensajes
a cualquier espíritu, pues, siendo la esencia de la vida, repercute irresistiblemente, aun en las rudas
condiciones de la existencia, de cuya esencia participa, aunque el espectro del dolor y las violentas
distorsiones intenten desviar al ser viviente, de su sublime condición de ¡ser parte viva del Todo
Grandioso y Universal!
Pregunta: Si el binomio «trabajo y recuperación» resume la fórmula del despertar espiritual en
sus diversas graduaciones y ese despertar conduce a la eclosión del Amor latente en la Centella
espiritual del hombre, ¿podemos afirmar que el trabajo es amor?
Ramatís: Si encaramos el Amor como una energía que se pueda aprovechar en los diversos
grados de sofisticación o de perfeccionamiento, según la evolución del espíritu, esa definición sería
correcta.
Pregunta: ¿Y qué decir entonces, de aquellos que se empeñan en actividades contrarias a la
evolución espiritual?
Ramatís: Se podría comprender que aun sin encontrarse envueltos por el manto del Amor, que
les permite la actividad negativa en nombre de una experiencia necesaria para su corrección futura, el
simple hecho de accionar mantiene al espíritu en crecimiento concienzal gradual, sea por el dolor, sea
por la alegría. El espíritu que imanta a las bajas carnadas existenciales desarrolla una forma
rudimentaria de Amor y ese mismo mecanismo que lo atrae para el trabajo insano, servirá para
despertarle la necesidad contraria de resistencia al error, en el momento en que su comprensión
comienza a percibir la necesidad de esforzarse en sentido opuesto. La lucha que trabará entre sus
tendencias creadas en nombre del Amor lo obligan al esfuerzo saludable y, como el atleta que se
mantiene en forma a fuerza de ejercicios para oponerse a las fuerzas opuestas, los hábitos contrarios
al progreso, en el espíritu que recién despierta, son su desafío, tal como la fuerza de gravedad lo es
para el atleta, intentando retenerlo e impidiéndole alcanzar saltos de mayor envergadura. No se debe
considerar la gravedad como enemiga, porque retiene a los seres que pululan por la corteza terrestre,
pues se sabe que ese es el plano normal: construir panoramas que acogen y retienen, mientras el
ave aún implume, espera mientras tanto, que el sublime atavismo espiritual prosiga con el deseo de
«crear alas» que, a su tiempo, cumplan la tarea de impulsarlo para las reacciones de libertad ¡cada
vez más amplia!
Trabajo, por lo tanto, es Vida y Vida es Amor. Dice la tradición espiritual que, cuando los espíritus
de las tinieblas no consiguen detener al fiel aprendiz por medio de las más contundentes
provocaciones, lo inducen al veneno del desánimo, como último recurso y, casi siempre, de esa
forma, alcanzan temporariamente sus objetivos nefastos, reencendiendo la llama del orgullo que se
oculta tras la máscara de la incomprensión recibida y aparentemente insuperable. En las palabras
sabias del Apóstol Pablo, fue dicho que aquel que no se encuentra «experimentado en las palabras
de la Justicia aún es niño y se alimenta de leche».1 ¿Y quién osaría afirmar que la «leche», o sea, los
valores compatibles con el bienestar en las carnadas menores de la Vida, no prepararían el terreno
para el crecimiento necesario para la madurez prematura? De ahí surgen a los ojos de la comunidad,
«los santos e iluminados», seres amorosos que son capaces de ver por todas partes la «mano de
Dios» señalando los caminos verdaderos, por los medios más diversos. Desde entonces, el Universo
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se manifiesta como una explosión de luz, donde las almas toscas se encuentran tocadas por los
reflejos lejanos del esplendor Divino, por el simple hecho de que se mantiene, durante su existencia,
el impulso para el crecimiento latente en lo íntimo de su ser.
Y el santo, el iluminado, el ser aflatado con la Vida, distingue matices de excelsa y pura
espiritualidad en los seres brutos de las escalas menores, pues el sonido inaudible de las esferas
superiores repercute en las negras profundidades de las cavernas de los abismos infernales, ¡donde
la luz parece no tener acceso! El mirar agudo del iluminado, mientras tanto, puede captar la Fuerza
Creadora como una contraparte de esos abismos infernales y de los cráteres ponzoñosos creados
por los vicios, previendo el cansancio que dentro de poco se manifestará en aquella Centella
destinada al progreso, y que se rendirá; no obstante, no puede resistir la vocación inevitable ¡de
crecer hacia la Luz! La Ley es Amor. Nadie y nada consigue escapar de ella. Donde estuviera el dolor
ella es la sombra que existe como consecuencia de los obstáculos colocados ante la Luz y mucho
más simple es comprobar que, antes de manifestarse el contraste sombrío, del lado opuesto, la Luz
es la Causa Suprema de todo lo que vibra en el Universo y hacia ella todo fluye inevitablemente,
como un manso y caudaloso río cuya superficie parece inmóvil, poseyendo, mientras tanto, corriente
segura y permanente ¡en dirección al océano infinito!
«Buscad y encontraréis, pedid y se os dará, golpead y se os abrirá». En esas palabras, el
Maestro sintetizó el proceso al que nos hemos referido. En su excepcional capacidad de traducir en
términos simples el contenido de las Leyes del Amor, legó en los textos evangélicos, principios
eternos de renovación espiritual, capaces de apoyar al ignorante como al erudito, puesto que en
ambos, la «voz sin sonido» de la conciencia despierta no recibe la debida atención.
Si el ignorante no se deja abatir en la fuente batalla con las fuerzas involutivas y no se enreda en
los llamados de la materia; si el erudito no se envanece con las «parcelas de la verdad» diseminadas
en las enseñanzas académicas y se previene contra el absolutismo de la razón formada al sabor de
la época, ambos podrán, igualmente, imprimir a su proceso de maduración espiritual el impulso
seguro de los que adquirieron «ojos para ver y oídos para oír». La ejemplificación del Maestro es el
testimonio vivo del valor indiscutido de sus enseñanzas. A los que lo consideran una figura
legendaria, en verdad, sus palabras sonarán como un acervo de ideas generosas, pero limpísimas
del lastre conturbado del ambiente de la Tierra. Para aquellos dotados de una sensibilidad mayor,
cuya naturaleza despierta a la necesidad de creer en la Fuerza Creadora de la Vida, una inefable
alegría sobrepasa a sus espíritus, al percibir que el escenario espiritual y sombrío de la Tierra tuvo el
privilegio de hospedar la excelsa figura de un Peregrino, cuya estatura espiritual marcó en forma
indeleble el panorama circundante. Cuando el alma encarnada alcanza el refinamiento espiritual
adecuado, encuentra en la tradición secular el relato de todos los luminares que dejaron detrás de sí
el rastro de la belleza paradisíaca de sus actos de Amor. Y, como el peregrino que se dispone a
conocer los «lugares santos», ella también pasa revista a las noticias dejadas por todos ellos, asom-
brándose delante de la «obra prima» constituida por la Buena Nueva, donde el Amor se presenta con
una mezcla inigualable de ternura y virilidad, de sabiduría y plena entrega a los dictámenes de la Luz.
En todos los grandes Siervos de la Verdad se encuentran matices de la misma realidad
pregonada por la Buena Nueva, pero es en el relato de la vida del Maestro Jesús en el planeta donde
se hallan todos los matices de ejemplificación de verdades pregonadas parcialmente por sus
antecesores. Conociendo integralmente las manifestaciones graduales de las Leyes Espirituales, así
como supo reducir su propio potencial para encarar y convivir con los seres de una escala tan
distanciada en el grado evolutivo, de la misma forma conseguía expresar lo indecible, esto es, hablar
de cosas corrientes con palabras que poseían la llave de las grandes leyes universales, ¡el propio
secreto de la Vida!
Al reducir su expansión espiritual y ofrecerla en holocausto para la redención de la humanidad, un
gran acto de magia repercutió entre los humanos: un ser invirtió el flujo de la Vida para tocar lo íntimo
de la sensibilidad colectiva del orbe terráqueo.
1
Pablo, Hebreos 5-13.
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inercia psíquica, les impide entregarse a los ejercicios mayores, que se vuelven agotadores, no
porque esos seres no tengan cultura o inteligencia, sino porque su madurez espiritual todavía no les
proporciona el envión interno que genere la ansiedad de superar los grados evolutivos. Encuentran
un atractivo mayor en la variedad de gamas en que la especulación de los planos densos manifiesta
la curiosidad natural del ser, que aún se afina con las expresiones ocasionales e ilusorias de las
escalas menores de la Creación.
Para eso hay elementos justos y adecuados de evolución en los cursos que abren nuevos
caminos a la inteligencia concreta. Pueden llegar a ser luminarias en sus sectores de acción, pero
jamás se decidirán a realizar esfuerzos para explorar un área que para ellos se presenta insípida y
árida. Nuestros mensajes no están destinados a los seres intelectualizados de la Tierra, porque los
que sobresalen en realizaciones del plano físico raramente consiguen conjugar sus esfuerzos
equilibradamente en ambos aspectos de la vida, pues la armonía entre los opuestos aún no es una
constante entre los seres encarnados. Lo propuesto por nosotros va dirigido a los que, en el decir de
Jesús, ya «tienen ojos para ver y oídos para oír», aunque para eso les sea exigido, como es natural,
una apertura mental y emocional de carácter renovador, pautada por un esfuerzo constante para
cruzar «la puerta estrecha».
Pregunta: ¿Podríamos concluir que no se trata, en forma alguna, de una dificultad de origen
intelectual y que sólo por el hecho de saber leer, sería posible comprender perfectamente vuestros
mensajes?
Ramatís: Sí, siempre que se tenga el hábito de meditar sobre lo que se lee y no se pretenda
hacer de la lectura una simple recreación. Cuando tratáis de vencer la barrera del último año del ciclo
secundario, dedicáis horas, días, meses y aun más tiempo a adquirir habilidades mentales e
intelectuales que os coloquen en el nivel exigido por la Universidad terrena; incluso, esto se necesita
hasta para obtener la simple graduación primaria. ¿Por qué vosotros estáis acostumbrados a contar
con la «gracia divina» y los aspectos de la evolución del espíritu os parecen conquistas «mágicas»,
mientras que os exigen poco esfuerzo en el área del intelecto? Del mismo modo, si no supierais
cursar ese ciclo "secundario" de la mente, basándoos en vuestra fe y en la razón ilimitada, como así
también orientada para la vida mayor, jamás conseguiréis penetrar en las áreas de los verdaderos fe-
nómenos espiritualizantes. Esa graduación se alcanza después de haber usado todos los recursos de
una razón plenamente esclarecida, que sea capaz de sustentar al espíritu en la búsqueda de los
niveles donde los vuelos del alma le permiten rozar, con sus alas desplegadas, atmósferas
inaccesibles para la razón humana común. La sublime racionalidad de lo divino, el verdadero y
legítimo misticismo, no es un salto a ciegas entre la emoción hiperatrofiada y lo desconocido.
El valeroso pasaje para los altos vuelos del espíritu tiene su comienzo en el impulso dado por la
plataforma de la razón sólidamente construida sobre los basamentos de la vida en su nivel intelectual,
pero no obligatoriamente cultural. Agotados los recursos de ese plano, la mente, saturada de los
conceptos menores, consigue una estructura lo suficientemente sólida como para soportar los
impactos de su penetración en el área del real encuentro con la vida mayor, es decir, el despertar de
los recursos legítimamente denominados de contenidos de vivencia «mística» en todo el sentido que
esa palabra asume cuando expresa las reacciones del laboratorio iniciático del alma que despierta a
su condición eterna. Los grandes místicos jamás dependerán de las clasificaciones académicas
elaboradas por los especialistas de las áreas del respetable conocimiento humano. Se afirmaron, muy
al contrario, en el sentido direccional adquirido en vidas anteriores, que los calificaba para un
esfuerzo «sobrehumano», munidos de las alas del Amor y del Conocimiento. Por primera vez se
aventuraron a lanzarse al espacio, sabiendo que, para sus hermanos, eso sería un comportamiento
extraño que los colocaría fuera de su especie de origen. Para quien no tiene el desarrollo de esas
«alas», el vuelo místico representa la transición a otra condición de vida. Para el místico, el lanzarse a
ese cometido tan raro y peligroso para los mortales, le permite vivir como un extraño en su casa, pero
más hijo del Cielo que de la Tierra. Y ninguno podrá afirmar que no viva satisfactoriamente, aunque
jamás se pueda vincular ese crecimiento interno al condicionamiento de la cultura humana y sí, a lo
estructurado y vivido en vidas anteriores.
Pregunta: ¿Cómo se debe comprender que en una obra evangélica, donde Jesús es la figura
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central, para el esclarecimiento de los problemas humanos sea necesario recurrir al simbolismo
hermético?
Ramatís: Cuando el Maestro pasó por la Tierra, sus pies se movieron bajo el influjo de las leyes
fundamentales que rigen la vida en el planeta y en todas las épocas. Sus palabras nos autorizan a
confirmar lo que dijera: «No vine a destruir la Ley, pero sí a cumplirla». Vino a cumplir la Ley que era
desconocida por los hombres: la Ley de Dios, cuyos rudimentarios basamentos fueron diseminados
en todas las épocas sobre las colectividades terrestres, a través del sublime intercambio de los
profetas, pitonisas e inspirados de todos los matices que expusieron las vías accesibles cuando las
almas estaban prontas abrirse a Dios. En ningún momento de su evolución la humanidad estuvo
desamparada o impedida de captar las «verdades del cielo». La verdad o la Luz que el Maestro
personificó con su maravilloso ejemplo, tradujo en sencillas palabras, de memorización fácil, en un
procedimiento análogo al del escriba, interesado en usar el instrumento que fuera capaz de grabar
para la posteridad, en la esperanza de que, llegada la hora de los tiempos, pudieran descifrarlo.
Pero, antes de que esa potente claridad sidérea barriera, con su fuerza inigualable, el aura
conturbada de la humanidad terrena, intensos focos de la misma Luz Crística visitaron inin-
terrumpidamente los ámbitos de los santuarios del pasado, donde el Maestro hablaba al discípulo en
el mismo tono suave y fraterno utilizado por Jesús al relatar las bellezas de su reino que no era de
este mundo. El vino a esparcir la simiente a los cuatro vientos, sabiendo que muchas caerían en
terreno árido y otras serían llevadas por las aves del cielo. No obstante, llegará la hora de
trasplantarlas de los «canteros» experimentales en que las órdenes iniciáticas se constituían en las
«muestras» de las Verdades Eternas, para implantarlas en la era, donde el intento de proceder a las
grandes siembras fueron comenzadas, buscando objetivar, que se llenaran los graneros del futuro,
para cuando la humanidad se transforme en un solo rebaño de un solo Pastor.
No podía comenzar el Maestro a esparcir las Verdades Eternas, dirigiéndose a un pueblo inculto
respecto de los términos usados en las llamadas enseñanzas esotéricas. Estas eran expuestas en
forma reservada en los templos, en el intercambio con los espíritus de elevada graduación y en una
atmósfera propicia, para la cual, el discípulo era preparado con esmero, severidad y por elevados
ejercicios espirituales. Cuando el objetivo es enseñar la base de la alfabetización, no se puede usar el
tratado de álgebra. Eso no quiere significar que el profesor desprecie o desconozca el álgebra o
cualquier conocimiento apropiado, en su misión de eliminar la ignorancia del aprendiz inexperto.
Pregunta: A nosotros nos parece que los hermanos que veneran la figura del Maestro, tienen la
convicción de que son superfluos los artificios intelectuales para aprender el Evangelio. ¿Cuál es
vuestra opinión?
Ramatís: Al sentirse agraciados por los beneficios ofrecidos por las enseñanzas aparentemente
simples del Rabí de Galilea, los hombres se sienten tocados por su sublime encantamiento, como
quien recibe una dádiva preciosa y trata de conservarla tal cual le fue confiada, pues para ellos, su
aparición es tan apreciada que merece contemplarse en su deslumbramiento y veneración. Y el Amor
condensado por el ejemplo del Maestro permanece como algo intangible, pero pocas veces percibido
en su profundidad. Por no tener un análisis adecuado, no consiguen vivirlo y esa admiración ha sido
comprobadamente improductiva y hasta perjudicial a través de los tiempos. En verdad, un grande y
difícil arte le fue exigido al espíritu iluminado de Jesús, para reducir a simples expresiones de la vida
diaria los profundos conceptos evolutivos. Sin embargo, El mismo afirmó que no podía decir todo,
advirtiendo respecto de la necesidad de tener «ojos para ver y oídos para oír».
El Maestro, como representante de las Altas Esferas espirituales, no podía interpretarse que fuera
un defensor del oscurantismo. Muchas de sus palabras están envueltas en sentido dudoso para el
hombre común, que las desprecia por considerarlas confusas y hasta absurdas. Las enseñanzas
llamadas herméticas tenían la misión de iniciar a un número mínimo indispensable de almas en la
Tierra, preparándolas para la interpretación adecuada de las Leyes de la Vida Mayor. El mismo
trabajo que Jesús vino a realizar, de largo alcance, en un nivel adaptado a la evolución colectiva, los
Maestros del pasado siempre trataron de desarrollarlo a nivel individual y en mayor profundidad, para
predisponer a los aprendices a las disciplinas que la masa humana aún no soporta. El camino
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individual es arduo y consciente. Por eso, un Maestro hábil y experimentado, es suficiente cuando la
sinceridad y dedicación del aprendiz se vuelve eficaz, exigiendo la posibilidad y hasta la necesidad de
que el discípulo pase a manos de otro Maestro de mayor categoría, luego que haya completado toda
una etapa.
En el caso del aprendizaje colectivo de la humanidad, se hacía necesario un impacto de alto
potencial vibratorio para que se grabara como modelo incomprendido, pero dueño de todos los
requisitos exigidos para el aprendizaje de larga duración, de muchos siglos y que fuera posible,
alcanzara toda la gama evolutiva de los seres encarnados y a encarnarse en el planeta. Resumir en
la estadía de treinta y tres años en la Tierra, a través de la ejemplificación de un mismo ser, toda la
potencialidad de las enseñanzas necesarias al proceso evolutivo del hombre común de la Tierra,
constituyó el portentoso hecho del Maestro, que por eso, resultó entre todos. Pero sólo cuando el ser
humano reconoce en sí alguna cosa distinta al concepto que el Maestro dejó para la humanidad, sólo
así consigue entrever la belleza singular de los ejemplos dejados. Cuando de la adoración estéril
pasa a la investigación profunda del porqué espiritual de su ejemplificación, el círculo hermético
comienza a cerrarse y el Maestro resurge de las cenizas de la incomprensión humana, pasando a
mostrarse en toda su singularidad excelsa. En ese momento, un nuevo lenguaje se hace necesario
para expandir los conceptos de la Verdadera Vida y el aprendiz pasa a percibirlo de «boca al oído», y
no desprecia más los medios que el Pastor utiliza para entrar en la dulce comunión del alma, que
recibe el suave éxtasis de su presencia inefable.
De ahí en más, no importa cuál es el simbolismo, la forma o el color local que sea familiar para el
aprendiz. Su capacidad de «sentir» permitirá que el Maestro consiga seleccionar los medios, pues el
fin único es la unión con el Padre, que el mismo Jesús ejemplificó de forma inigualable en la Tierra.
No habrá más tiempo ni disponibilidad para discusiones estériles en torno a la forma de expresar las
enseñanzas espirituales. Y las parábolas de Jesús serán perfectamente comprendidas como va-
riantes de los simbolismos usados por todos los iniciadores amorosos de la especie humana, en
diferentes épocas.
Pregunta: ¿Existe entonces una correspondencia entre las enseñanzas de Jesús y las
enseñanzas ocultas del pasado?
Ramatís: Aquellas enseñanzas del pasado sólo estuvieron ocultas para los que no tenían ojos
para ver, y esos no llegaron tampoco a percibir a Jesús en toda su majestuosidad, belleza y
simplicidad. Al contrario, crearon alrededor de su portentosa sencillez y coherencia de ejemplos una
trama de rituales, dogmas y preceptos capaces de presentar al Maestro ante los ojos humanos como
un burócrata de la Espiritualidad, empeñados en medir las ofrendas financieras y en ofrecer ventajas
sociales a grupos de su predilección. Jesús continúa siendo el gran desconocido para la mayoría de
los seres humanos y el velo de liturgia y oscurantismo que aún obstruye los caminos para llegar a su
presencia, es hoy más hermético que en el pasado, pues los hombres de buena voluntad luchan con
dificultades terribles para tener acceso al Maestro en su belleza cristalina e iniciática, siendo
acusados de herejes, destructores de las tradiciones cristianas o apostatas, desde que el mensaje del
Cristo pasó a considerarse propiedad de grupos religiosos estrechos y posesivos.
En el pasado, bastaba la decisión firme y la pureza de intenciones, para calificar al espíritu y
permitir su ascenso a través de los grados de la iniciación, que era libremente practicada en el receso
tranquilo de los templos. Hoy, después de que la mayor Luz del mundo se derramara sobre la Tierra y
se dejara consumir por amor a los hombres, la ignorancia de la masa prevaleció sobre la sensibilidad
espiritual de la minoría que siempre tuvo «ojos para ver» y oídos espirituales atentos. Era una de las
formas apropiadas para preservar los bienes espirituales, practicada hace muchos siglos, mientras
que esos otros involucionados deformaron la belleza del encuentro, en el templo del alma, con el
Pastor. Y los pocos cristianos que se dedicaron al intercambio amoroso con el Amigo Sublime o
fueron consumidos por la tortura física y moral hasta sus últimas resistencias o sufrieron otra forma
de incomprensión socialmente aprobada: se convirtieron en «santos», pasando a ser seres
excepcionales, lo que hace imposible a todos los demás tener el derecho democrático de evolucionar
en igualdad de condiciones. Hoy, las enseñanzas de Jesús comenzaron desligarse de «aquellos que
las ocultaban» y el Espiritismo significa la avalancha propulsora de ese movimiento renovador para
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aclarar los caminos a los hombres de buena voluntad, cuando el círculo hermético del final de los
tiempos se cierra.
Hasta entonces, repetimos, las enseñanzas llamadas «ocultas» propiciaban el libre acceso al
Sublime Maestro, y no aquellas religiones que se decían divulgadoras de sus enseñanzas,
desfigurando e interfiriendo el acceso a la pureza y simplicidad del Evangelio de Jesús. El vivió y
enseñó cómo hacerlo, en «espíritu y verdad», en un trueque directo con Dios y con los hombres,
invitándolos simplemente a consolidar los vínculos naturales con la Vida mayor a la que todos están
destinados, sin necesitar los favores y la intervención de sus hermanos de lucha y pruebas, por más
renombre que tengan en la Tierra.
Pregunta: ¿Podemos precisar por esas palabras, que debe apartarse la colaboración de los
hombres más esclarecidos, de aquellos que se encuentran en la etapa de menor crecimiento
espiritual?
Ramatís: Colaboración es la antítesis de imposición. Ella está basada en el Amor, comprensión y
tolerancia esclarecida, por la firmeza de la visión espiritual. Como bien sabéis, tales cualidades
espirituales no son comunes entre los que se creen mentores de la herencia divina en la Tierra. Los
verdaderos representantes del patrimonio espiritual siempre se colocaron como siervos y jamás se
impusieron para que el prójimo los aceptara, sea velada o declaradamente. Todas las veces que al-
guien habla en nombre de Dios, en términos de violencia, intolerancia y separativismo, usa una
mezcla de verdades eternas como imposiciones personales, lo que no puede considerarse una forma
leal y pura de representación de lo sagrado.
Pregunta: ¿Cómo debemos entender el simbolismo del círculo que se cierra, dentro del contexto
de la presente obra?
Ramatís: El círculo es el símbolo de la unidad, y el Cristo Jesús es el que afirma «ser Uno con el
Padre». En esas palabras, ofrecía la llave esotérica para el programa de cristianización de la
humanidad y la Buena Nueva aportada por El. Las refrendaba con la afirmación de que todos, siendo
hijos del mismo Padre, están en condiciones de cerrar sobre sí mismos el círculo de la evolución,
donde el hermetismo de convivir con el Padre propicia la expansión plena de los potenciales latentes.
Pregunta: Insistimos, ¿nos podríais explicar con detalle, lo que es ese círculo?
Ramatís: Sería imposible para la mente limitada del hombre encarnado concebir los fenómenos
que suceden en una dimensión de la cual no tiene conciencia, por lo tanto, no existen términos de
comparación para formar un lenguaje significativo. Reducir ese fenómeno de las escalas mayores de
la evolución a una analogía con los hechos que ocurren a nivel humano, representa el recurso
didáctico del cual la Espiritualidad siempre echó mano a través de los milenios, para introducir
conceptos espiritualizantes a lo largo de la evolución del planeta, y así poder marcar el camino para
los que se van sensibilizando en términos de percepción hacia lo divino. Como el Universo es
armonía, fueron escogidas las formas geométricas capaces de presentar ante la mente humana
concreta, la belleza, simplicidad y funcionalidad de los principios que rigen la Vida. La geometría,
como «medida de la tierra», es el punto de partida para la concepción del espacio, las tres
dimensiones y la dinámica responsable por el movimiento giratorio de los cuerpos en el espacio.
Habla inspiradamente sobre las «rectas que se encuentran en el infinito» y que es un verdadero
tratado de equilibrio de las formas que permite, por la Ley espiritual de la correspondencia, una serie
interminable de análisis de las relaciones entre la dinámica de los cuerpos y las figuras materiales y la
esplendorosa Ley de la evolución de los espíritus en la dimensión de la Verdad, que escapa al
conocimiento del espíritu humano, cuando se encuentra en las etapas menores del crecimiento.
En ese proceso dinámico de analogía, producto del principio básico y hermético de
correspondencia, lo «indecible» se puede esbozar en términos simbólicos y el espíritu, cerrado en el
círculo hermético de su proceso evolutivo comienza a percibir el sentido de estar sujeto a las leyes,
cuyo significado percibirá, en una aproximación gradual de la unidad con el Todo y de su admisión al
Punto Central del círculo mágico de su redención.
Pregunta: ¿Cómo podemos comprender que el espíritu pueda «cerrar el círculo hermético sobre
sí mismo» si se encuentra preso o adherido en el círculo hermético de su proceso evolutivo?
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Parecería que hubiera una manifiesta contradicción entre ambas manifestaciones vuestras.
Ramatís: El círculo donde se encuentra integrado en forma inconsciente representa un área
delimitada por una circunferencia de línea interrumpida. Al asumir la conciencia del proceso, cierra o
completa esa línea y así se vuelve señor de su propia fórmula vivencial y ya no será invadido por las
fuerzas de la ignorancia, como sucede con las fases menores de la evolución. Al confirmar las
palabras del Antiguo Testamento: «Vosotros sois dioses», Jesús reafirmó la existencia de la Centella
Divina en el ser humano, pudiendo percibirse claramente que así como hay un plano para la
evolución del Universo, la Mente Divina elaboró o esbozó la evolución humana, que puede
simbolizarse en el círculo de la línea punteada o interrumpida, equivalente a la intuición o
premonición, capaz de mantener al ser viviente imantado a un esbozo de crecimiento que va
paulatinamente manifestándose por grados sucesivos de maduración, exactamente como
obedeciendo a un planeamiento inevitablemente predestinado a cumplirse, a corto o largo plazo.
En la medida en que el espíritu consigue cerrar o completar la línea de la circunferencia, una
nueva capacidad aparece y se vuelve invulnerable al asedio de los elementos de las tinieblas y la luz
interior se intensifica, porque está resguardada. Y todos los seres en evolución crecen de la misma
forma, aunque presenten diferencias superficiales o periféricas, es decir, la médula espiritual es como
el tallo del vegetal, fluye y se desarrolla con la savia vivificante, cuyas características básicas
conservan los patrones de la especie.
El molde o matriz que «está en la Mente Divina» garantiza la fluidez del proceso a través de los
canales de expansión interna, comunes a todos los seres en evolución. Entonces, el círculo se cierra
gradualmente, no sólo en términos de evolución espiritual e individual, sino también colectiva.
Pregunta: ¿Cómo podríamos entender esa última afirmación? ¿Tendrá alguna relación con
nuestra «Jerusalén» a renovarse?
Ramatís: Ciudad de Dios, utopía. Jerusalén y muchos otros términos fueron usados por las
mentes evolucionadas de los grandes espíritus que bajaron a la Tierra para designar el proceso
creador, donde las fuerzas de un conjunto de seres se organizaban para la búsqueda del sagrado
destino de crecer dentro del Universo.1 Fuerzas que interactúan en expansión constante, como una
célula viva, cuyo dinamismo se organiza alrededor de un núcleo de energías coordinadas. Teniendo
en vista la riqueza del proceso mental de esos espíritus, sus palabras obedecían a la escala de
manifestación en que lo sagrado, lo verdadero o lo justo se reviste de un colorido simbólico capaz de
ajustarse adecuadamente tanto al proceso colectivo cuanto al proceso individual, sin que eso
represente una reducción, pero sí, la expresión de lo bien ajustado al plano a través del cual los
designios superiores se reflejan en los sectores menos evolucionados de la Vida. Un hombre o un
espíritu, encarnado o no, una ciudad o una colectividad planetaria tienen en común la predisposición
para la rebelión contra lo que es estable y definitivo, pues es de Ley que todo tiende a avanzar hacia
la dirección de la Vida Mayor de su existir, por lo tanto, necesita surgir indefectiblemente de donde la
vida se origina, en todos los niveles de la Creación. El poeta sufre sobremanera para alcanzar la
plenitud de su estado visionario de la belleza sensible a los planos abstractos. El científico se
angustia por traducir a nivel del intelecto humano, las divinas intuiciones de su archivo de
conocimientos prerreencarnatorios. El predestinado místico se esfuerza por poner al alcance de sus
hermanos las experiencias inenarrables del encuentro con la dimensión de la eternidad. Mientras
tanto, todos elaboran una misma sintonía vibratoria de querer alcanzar una mayor comprensión de la
realidad inmanente en el Universo, que les late en la conciencia hipersensibilizada, a fin de brindar
aquello que «conocen» y pagan el tributo de una renovación interna capaz de garantizarles la
subsistencia. Paralelamente, se utilizan palabras simbólicas y ricas parábolas de contenido de vida
elocuente y las eternas insatisfacciones del porvenir, profetas de etapas poderosas y avanzadas del
crecimiento humano, agotan sus recursos y se sienten impotentes para describir adecuadamente la
Ley que existe en el Cosmos, a través de los espacios siderales.
1
Ver San Agustín y Platón. (Nota de la sensitiva.)
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Pregunta: En esta obra, dedicada a situar al hombre de hoy en relación a los extraordinarios
ejemplos de Jesús, el Maestro de Galilea, ¿qué significado tiene analizar hechos sucedidos en otros
tiempos?
Ramatís: El relato de los hechos ocurridos o la tentativa de analizar lo que pudiera suceder en el
futuro, siempre es una forma de preparación psicológica para obtener reacciones asimilables, con el
objetivo de aprender a vivir con provecho los desafíos de la existencia diaria. Los pueblos primitivos
se reunían y aún siguen haciendo lo mismo, alrededor de la hoguera, por la noche, para escuchar a
los narradores que funcionaban, para su pueblo, como libros abiertos, de historia. Vuestros periódicos
son leídos religiosamente con interés renovado en cuanto a las noticias que os sitúan en relación con
lo que sucede en el ambiente próximo o remoto. Desde que el hombre aprendió a usar el simbolismo
de la palabra hablada o escrita, en una perfecta comunicación, se sutilizó aún más el entendimiento
entre él y el ambiente.
La fuerza vibratoria del pensamiento asociado con la palabra, desencadena una auténtica
práctica de magia; se pone en marcha cuando los seres humanos se reúnen para emitir los sonidos
simbólicos de lo que sienten y piensan, contagiando a los oyentes con el sustrato vibratorio de los
hechos relatados. Por ese motivo, oír y contar historias siempre resultó una práctica de elevado tenor
educativo para el espíritu, siendo capaz también, cuando es corrompido, de desviar de su rumbo ade-
cuado a los más dotados cerebros.
Pregunta: ¿Una persona bien dotada no es capaz de saber discernir lo que conviene a su
bienestar, a la vez que se aisla de los efectos deletéreos de los relatos nocivos?
Ramatís: El cerebro está condicionado a las informaciones de los sentidos, pero no siempre es lo
suficiente para un discernimiento claro de los hechos.
Pregunta: Esa afirmación nos parece o da la sensación de desamparo o impotencia. Si tenemos
necesidad de discernir adecuadamente, ¿por qué hemos recibido un instrumento de evaluación
limitado, como decís?
Ramatís: El cerebro no es el único instrumento de evaluación que poseéis.
Pregunta: ¿Cuáles serían los otros?
Ramatís: Vuestra sensibilidad global, que se manifiesta por canales no identificados por la
mayoría, es el caso para afirmar o comprobar los sucesos presentidos o percibidos extra-
sensorialmente.
Pregunta: Existiendo esos otros canales de percepción, ¿por qué las «grandes cerebraciones» a
que os referisteis no consiguieron distinguir, en sus relatos perjudiciales, esas características poco
recomendables?
Ramatís: Por limitarse a afirmar voluntariamente aquello que consideran consagrado por los
conceptos culturales, imponiéndose a sí mismos, no sobrepasan el velo de la ilusión de los sentidos.
El derrotero de la paz sólo lo pueden alcanzar los que se dedican a buscar el significado de una Vida
Mayor. Un sexto sentido se agudiza, tenga o no conceptos sólidos sobre los aspectos no sensoriales
de la vida, pues su sentido direccional comienza a esmerarse y desarrollarse delante del panorama
del conjunto Universal a que pertenecen. Se cumple entonces la propuesta de Jesús y los «oídos y
ojos» del espíritu inician la captación de la realidad, que no se condicionan al ámbito limitado de la
vida material.
Pregunta: Consideramos que esa percepción es tan vaga, que no sería de extrañar que no fuera
tomada en cuenta por las personas habituadas a exigir mayor precisión en los procesos de
información que reciben de la vida en general. Un grado de exigencia mayor en la selección de los
elementos de juzgamiento ¿no sería una actitud apropiada? Si las intuiciones son con frecuencia
sentidas muy vagamente, ¿podríamos reprobar a alguien por no tenerlas en consideración?
Ramatís: Exactitud no es la cualidad inherente a los sentidos físicos. Disponiendo del área para
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
accionar, la exactitud podría alcanzarse por medios no sensoriales. Las mayores conquistas de la
física matemática fueron obtenidas por la exactitud de los cálculos abstractos sobre las partículas
imperceptibles a los sentidos físicos y cuya existencia se comprobó por los efectos indirectos de las
experiencias, como la desintegración del átomo. El Universo no se vuelve más real porque sea capta-
do por los sentidos, muy al contrario, es más real cuando sus leyes se descubren y son respetadas
por los hombres, voluntariamente. Nuevas puertas se abren para la realización de aquellos que
buscan la precisión sin delimitarse a una dimensión física, concreta y palpable.
Pregunta: ¿Podríamos considerar que los relatos de los hechos sucedidos son como una especie
de preparación para lo que pudiera suceder más adelante?
Ramatís: Cuando el espíritu se enfrenta con los hechos ocurridos y los analiza, se prepara para
nuevos y similares acontecimientos, pues elabora en forma inconsciente sus sentimientos ante las
nuevas circunstancias observadas. Pero, esa actitud, no significa una verdadera preparación en
términos evolutivos o de crecimiento en la línea ascendente del espíritu.
Pregunta: ¿Cómo entender que el hecho no representa una conquista para el espíritu, si se
preparó para afrontar los problemas?
Ramatís: Una elaboración emocional y mental no siempre es una conquista, porque esa
circunstancia reviste las condiciones y elementos favorables para la renovación espiritual de carácter
crístico.
Pregunta: Entonces, ¿podemos crecer en sentido inverso al del Amor Crístico?
Ramatís: En ese caso, no diríamos «crecer», pero sí «hinchar», según las palabras de Pablo en
su epístola.
Pregunta: ¿Cómo debemos comprender esa observación?
Ramatís: Quien crece, se desarrolla en términos de armonía y funcionalidad. El acto de hinchar
significa un obstáculo para la funcionalidad y el desarrollo, por la hipertrofia de las células, cuya
vitalidad se encuentra comprometida.
Pregunta: En términos prácticos y relativos al aprendizaje de los hombres, delante de la vivencia
del Evangelio del Cristo, ¿cómo debemos entender esa anormalidad?
Ramatís: El Evangelio es la Luz Crística filtrada por una elevadísima entidad de la jerarquía
apropiada a ese tipo de ejemplificación. Jesús el Nazareno sobrepasó el cálice de la amargura sin
que la hiel o el ácido de los conceptos involutivos humanos lo rozaran, por la calidad de su pureza,
que era excepcional. Cada espina que lo hería en el contacto con los hombres, le permitía exponer un
nuevo ejemplo de su avanzado Amor. La reacción extraordinariamente saludable de su espíritu
metabolizaba adecuadamente los venenos de la incomprensión humana, exponiendo ante los ojos
estupefactos de sus contemporáneos, las respuestas, con tanto amor, que de su ser emanaba, como
ejemplo vivo, cimentando el monumento evangélico en la Tierra. Y el Señor comulgaba con el Padre
delante de los ojos asombrados y escandalizados de los seres humanos, presuntuosos y
empobrecidos en su modo particular de percibir la vida. Intercambios de inefable belleza se
realizaban entre el espíritu del Maestro, la Fuerza Creadora y los atribulados hermanos que en la
Tierra, sólo conocían días tras días el constreñido mundo de la materia. Sucedía tal como cuando
penetra una espina en la carne del ser vivo, en quien todas las defensas orgánicas acuden y ponen
en marcha los anticuerpos capaces de neutralizar la herida.
En términos de vivencia moral y espiritual, jamás tan maravillosa demostración fue perceptible
para el hombre común, lo que hizo de Jesús el prototipo de realización plena para los espíritus que se
encarnarían a través de los siglos en el planeta. Todo lo contrario sucede con el hombre común, que
es portador de un metabolismo poco saludable delante de las angustias, que confirma la vitalidad y
modo de percibir, como de reaccionar delante de la vida. Las espinas y las luchas diarias, con su
cortejo de amarguras, producen heridas que supuran, infectadas y excesivamente dolorosas,
dificultando la recuperación. Cuanto más sofisticado es, en vez de sucumbir por falencia, sólo
consigue un aparente crecimiento y salud, por asimilación defectuosa, representada por el
preconcepto y la vanidad que lo torna «hinchado» o crecido artificialmente, sin la legítima condición
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
es natural, sólo una parte reducida de la Verdad, representada por la Ley del Amor, consiguió pasar la
barrera de la inercia espiritual humana que la recepcionó. Innegables parcelas de esa radiante luz de
la Vida Superior, permanecieron como derrotero precioso, capaz de orientar al alma encarnada a que
se dispusiera a servir y amar en consonancia con la Ley.
Pregunta: Teniendo presente que la Ley es Amor, ¿todos los hombres de buena voluntad se
encuentran bajo el efecto de su inspiración Superior? Si fuera así, las escrituras humanas en general,
en el campo religioso y filosófico, ¿no se encuentran en condiciones de igualdad con relación a los
textos sagrados?
Ramatís: En los textos sagrados, el amor a Dios se sobrepone al amor de los hombres, y ese
aparente matiz, muy sutil, renueva todo el panorama, en una auténtica revolución copernicana del
proceso de existir.
Pregunta: ¿Cómo debemos entender esa transformación tan radical, si en todos los textos se
revela la preocupación del hombre por ajustarse a las formas provechosas de encarar la vida?
Ramatís: Para comprender la diferencia, basta comparar la situación del ser humano cuando se
dispone a describir la puesta del Sol en un lugar privilegiado de la Tierra, pues está ensimismado con
el esplendor de los efectos policrómicos proyectados en el espacio visible, mientras que, otro
observador situado en una nave espacial, contempla el planeta en ese mismo momento. El ángulo
visual comportaría la diferencia fundamental en las concepciones de cada cual, aunque en ambos ca-
sos, el esplendor de la vida repercute en mayor proporción. Los relatos serían fidedignos en la
intención de exaltar el panorama observado con efusión y la intención sería incuestionablemente la
misma: repercutir en el alma de los posibles oyentes o lectores, en una apreciación perfeccionada del
fenómeno de la vida. Aquellos que se liberan de los condicionamientos de la vida material, por
algunos momentos en los cuales les sea posible aprender el significado espiritual del panorama
circundante, dilatan en forma inhabitual el campo perceptivo y eso, si sucede con frecuencia en el
transcurso del tiempo, forma corrientes mentales propias de un nuevo tipo de comunicación pronta a
desencadenar efectos extrasensoriales en la forma de sentir la vida.
Generalmente, eso les sucede a las almas que se comprometieron a dedicarse a las tareas
amorosas y a desentenderse de los aprisionantes lazos materiales de la vida. De esa forma, un
nuevo factor entra en la composición del cuadro inhabitual de las escrituras sagradas, representado
por el hecho de que, además de que esos seres humanos se dedican sin descanso a un cierto modo
de vivir en la tierra, están predispuestos a las comunicaciones con el plano espiritual, trayendo
consigo un bagaje de sus anteriores encarnaciones que les permite, aun con el lenguaje rudo de una
época poco esclarecida, traducir en palabras sencillas para el entendimiento común, los conceptos
espirituales aparentemente distanciados de la realidad, de una humanidad poco evolucionada. Sus
almas funcionan como las ceras moldeables; por una predisposición interior, los conceptos de la Vida
Mayor dejan sus marcas indelebles, aunque momentáneamente son ininteligibles para la mayoría.
Pregunta: Pero, ¿cómo conseguir que los datos desactualizados culturalmente puedan
impresionar las almas de los hombres, si se consideran fuera de época?
Ramatís: Aquellos que desean mantenerse fieles a su época, no están listos para asimilar las
verdades que no se condicionan al tiempo cronológico de la actualidad.
Pregunta: Entonces, ¿tendríamos que despreciar nuestra herencia cultural?
Ramatís: Mientras ella se contradiga con los intereses del espíritu, sí.
Pregunta: ¿Cómo hacer esa distinción?
Ramatís: Se trata de sentir o no lo que es valioso en términos de crecimiento interno, para efecto
de la espiritualización.
Pregunta: Al considerar los relatos conocidos por la tradición oral o escrita, percibimos tres
fuentes que nos llaman la atención: los textos sagrados en general, los Evangelios y la literatura
común de cada pueblo. ¿Qué consideraciones nos podéis brindar en torno a esos relatos?
Ramatís: En todos ellos, como a través de la vida, el hombre es invitado y guiado a desarrollar su
grado interior de discernimiento.
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Pregunta: ¿No hay divergencia básica en los mensajes subyacentes de cada cual, teniendo
presente la diversidad del contenido que expresan?
Ramatís: El panorama espiritual humano, por lógica, es diversificado como fuente de
enriquecimiento educacional. En todas las formas de los mensajes, el espíritu puede obtener ele-
mentos para su crecimiento.
Pregunta: El contenido poco esclarecedor espiritualmente, que se detecta a través de los relatos
humanos, ¿no contribuye al desvío o distorsión de los rumbos de las personas?
Ramatís: Lo que decide las directrices adoptadas por el hombre es su tendencia, a la cual
expresa en cada momento evolutivo, por la predisposición general de su espíritu.
Pregunta: Así podemos llegar a la conclusión de que tanto podemos utilizar la forma sutil de las
enseñanzas obtenidas de las expresiones culturales o escritas, como también nos impregnamos de lo
que se acostumbra a designar como subliteratura.
Ramatís: «Donde está vuestro corazón ahí está vuestro tesoro». La brújula que orienta el
progreso es el interés o el campo afectivo, en la escala en la que se encuentra la humanidad. El
espíritu asimila aquello que se afiata con su contextura espiritual del momento. No son las
informaciones recibidas lo que decidirá la elección, aunque ello se basa aparentemente en lo que se
le ofrece para su conveniencia. De ahí la preferencia, porque existe una diversidad de formas o
vehículos de expresión para los conocimientos de los diversos orígenes. Conviene que los textos
enriquecidos y diferenciados culturalmente, de todas las épocas, tengan contenidos que sean
capaces de interesar los diversos grados de madurez, en lo tocante a la definición interna de cada
uno.
Pregunta: Nos parece que sería apropiada la expresión amplia en la forma de sentir y pensar, sin
que haya necesidad de selección o censura.
Ramatís: Para el alma que asume su auto dirección, la censura se encuentra en su interior, por el
aplomo espiritual obtenido.
Pregunta: Lo expuesto, ¿es el caso general de la humanidad terrestre? Si es así, no hay perjuicio
en la divulgación de las ideas contrarias al progreso del espíritu. ¿No es verdad?
Ramatís: Las ideas sólo alcanzan a los seres afines.
Pregunta: Entonces, ¿podríamos considerar inocuas y poco tendenciosas las publicaciones
obscenas o de carácter subversivo, para el orden social y moral vigente?
Ramatís: En realidad, el grado de embotamiento moral y espiritual del hombre es el que da origen
a tales publicaciones de carácter deletéreo. La iniciativa y la aceptación demuestran la sintonía
psíquica de los lectores y editores. Constituyen una narración, más que una verdadera invitación. El
ansia de lucros que impermeabiliza al editor deshonesto, que publica, con un grado de insensibilidad
moral, ideas que él mismo reconoce como nefastas, relegando al lector a la tarea de intoxicarse o no
con el contenido de una carga de criterios distorsionados, que no lo inmuniza contra la envoltura
vibratoria de los trabajos elaborados en su taller de impresión. A su vez, el lector poco desarrollado
cultural y espiritualmente, encuentra en la librería o kiosco el material deletéreo, como así también la
Biblia, el Nuevo Testamento y una serie de obras de contenido opuesto a las publicaciones
degradantes. De ese modo, prevalece el sentido o la dirección que el espíritu imprime en su interior,
en el acto de seleccionar el alimento espiritual con el cual se nutrirá en su ascenso espiritual, sea
encarnado o en los caminos liberados de la materia.
Pregunta: Considerando que la humanidad todavía no se encuentra avanzada en su
discernimiento, no se justifica la posibilidad de reprimir o prohibir la divulgación indiscriminada de las
publicaciones y otras formas de diseminar las ideas y conceptos considerados nocivos, para el
progreso del espíritu encarnado. ¿Qué opináis?
Ramatís: Esa es una decisión que sólo los espíritus encarnados pueden tomar si lo consideran
útil. Y en ese hecho estaría incluida la necesidad del discernimiento individual, que hace a la
predilección del conjunto. Si la mayoría apoya esas medidas, tendremos una toma de posición que
expresaría la forma peculiar de la colectividad cuando se enfrenta con el problema. Eso podría influir
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
en la opinión pública y en la formación educacional del pueblo. Tal deliberación, mientras tanto, define
simultáneamente el grado inadecuado del discernimiento general, que necesita de medidas fuertes
para encaminarlo por los senderos saludables de la moral y lo espiritual.
Pregunta: ¿Cómo se podría apartar a la humanidad, con esas «medidas fuertes» y atender
simultáneamente los intereses de la evolución de los espíritus encarnados, teniendo en cuenta que la
Tierra es una escuela de grado evolutivo incipiente?
Ramatís: Ondas de Paz y Amor descienden sobre esa «escuela de grado evolutivo incipiente»,
en forma ininterrumpida. Toda alma volcada para encontrar el camino acertado, halla en su mundo
interior la respuesta de la paz, la que puede aflatarse gradualmente con la Ley del Amor. Las vías por
excelencia para la absorción de la luz son los caminos interiores, inaccesibles a las palabras o a los
sentidos físicos. Por ese motivo, el hombre frecuentemente encuentra la paz a través del dolor,
porque sólo cuando lo visita la prueba ardua, pone atención a los temas profundos de su existir. El
plano de la evolución, trazado por la Mente Divina, prevé los recursos indispensables para la renova-
ción de los seres vivientes. Si así no fuera, ¿cómo se procesarían las transformaciones espirituales
necesarias en los grados evolutivos, cuando el ser humano todavía no despertó para su
autoconciencia? Tanto el ser primitivo como la criatura viven amparados por una Ley de coordinación
interior, fruto de la acción inconsciente de la energía psíquica de la Centella Espiritual, responsable
por el orden general del proceso evolutivo. Sea cual fuere la nomenclatura que se utilice para
designar a esa energía, que se manifiesta en todo el ambiente donde acciona el ser viviente, es a ella
a la que pertenece la tarea de imprimir, adecuadamente, conforme al perfeccionamiento alcanzado
por el espíritu, el rumbo que sea mejor, es decir, lo que a cada instante de su crecimiento vislumbra
como mayor cuota de luz.
De ahí que, las sensaciones, prohibiciones, leyes u otras formas de orientar la conducta humana
y la propia educación tradicional o moderna, repercuten solamente en las áreas sensibilizadas del
hombre. De ese modo, es frecuente que el ambiente de hostilidad creado con el objetivo de cortar
con los procedimientos considerados inadecuados para la educación de las colectividades, genere
resentimientos, y se perciba como intentos injustificables la «represión». No obstante, a los espíritus
esclarecidos, tales providencias no les son necesarias porque su comportamiento no exige esa
medida de contención. Para individuos torturados por necesidades conflictivas con el bienestar propio
y general, las providencias enérgicas surgen por causa de las imposiciones fuera de lugar que les
cortan la libertad de acción, provocando recrudecimientos de las actividades deletéreas.
Pregunta: Entonces, ¿debemos entender, que la plena libertad de expresión sería lo más
recomendable como forma de evitar los «recrudecimientos de las actividades deletéreas»?
Ramatís: Toda acción provoca una reacción, y el equilibrio de existir en todos los planos exige
que se restaure la posición de dar curso libre al proceso de crecimiento de la vida. Fricción por largo
tiempo es la característica de la evolución en sus grados menores de expresión, y cada acción recibe
de la vida la respuesta que le corresponde. Existiendo la Ley, que es Amor y equilibrio, confiere a
cada ser los grados de libertad suficiente como para crecer, oscilando entre el sí y el no, en un límite
natural, sin perder la dirección adecuada para cumplir en su plano individual, y a la vez estar
comprendido en el panorama general. Mientras que al excederse, con el riesgo a perderse o
entorpecer el derecho de crecimiento de los demás, fatalmente chocará con la reacción natural de la
vida, a los efectos de preservar el bien del conjunto. Si el hombre encontrara el nivel evolutivo que le
pareciera natural para burlar el derecho de la comunidad para vivir y crecer armoniosamente,
agrediendo con su comportamiento equivocado la paz del ambiente y creando un clima desarmónico,
fatalmente ha de encontrar quien esté dispuesto a cortarle la acción deletérea, con tanta energía o
agresividad conforme sea su actitud inicial y agresiva. Generalmente, las medidas restrictivas
sociales aparecen cuando las colectividades dejan de ser pacíficas y amorosas. Y se cierra el círculo
vicioso de espíritus enfurecidos, propensos a la violencia y al egocentrismo, por una posición de
evolución incipiente, que se quejan de vivir en comunidades «represoras». A su vez, los conjuntos
humanos se sienten impulsados y obligados a tomar providencias drásticas ante el problema que
significa el comportamiento desarmónico del ser humano.
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
De nuestra parte, consideramos que ni uno ni otro dejan de expresar motivos razonables en sus
alegatos y consideramos de utilidad para ambos, la situación incómoda que alerta contra la
desarmonía del comportamiento evolutivo que conduce a cada uno a usar las energías espirituales
que le pertenecen, de forma poco aconsejable. De la fricción surge la insatisfacción. De allí puede
emanar una capacidad mayor de sensibilización ante la necesidad de aprender a considerar las
normas del buen vivir, no más que un derecho de uso propio, pero sí, dentro de un nuevo enfoque,
ajustado al bien común.
Pregunta: En este capítulo, al haberos referido a las historias de otras eras, ¿habréis tenido la
intención de enfocar, también las eras futuras?
Ramatís: Teniendo en cuenta que los panoramas pasados y actuales son determinantes, en
cierto grado, donde se delinea el futuro, siempre que fuera más afinada la sensibilidad del ser
viviente, que le permitiría sentir y concebir entre líneas los hechos conocidos, en una forma de
previsión para el futuro. Lo útil de este procedimiento ha de ser por la capacidad auto directiva que
aparecerá. La prolongación de la conciencia de vigilia proporciona una posibilidad creciente de
corregir la ruta, siempre que el desarrollo se efectúe correctamente. Futuro en función de presente y
pasado, pero cuando el vórtice concienzal se intensifica, el centro de gravedad pasa a ser
autoconsciente y determinante, por la dirección impuesta al conjunto. Observando el panorama actual
de la humanidad, podemos percibir que ella toma en sus manos las riendas de su destino. Los
conflictos se intensifican, pero la apertura concienzal se hace perceptible y amplia. Se discute, se
debate, se refuta con mayor o menor agresividad las posibles soluciones consideradas inadecuadas,
y aun siendo impotente delante de los desafíos milenarios y desajustados ante la disgregación de los
valores, el hombre actual trata de situarse desilusionado ante el panorama espiritual y material del
cual participa. No habiendo condiciones para encontrar respuestas inmediatas a los problemas
excesivamente complejos, piensa, se esfuerza, sufre, reacciona como puede, intentando nuevas
salidas para sus angustias. En ese procedimiento se apoya todo un intento por reconstruir el futuro
con bases nuevas. El panorama, aparentemente caótico, visto por los pesimistas y moralistas, rígidos
en su posición destructiva, significa el despertar de la conciencia colectiva a la noción de sus propias
dificultades, como si la humanidad tuviera un encuentro marcado consigo misma. La ansiedad de
debates, encuentros, simposios, seminarios, discusiones en grupos, congresos y asambleas
permanece como un grito de alarma, un llamado general para la rendición de cuentas delante de sí
misma, en la hora del reajuste final de una fase de crecimiento.
Los medios de comunicación, en general, multiplicados al infinito, indican una toma de conciencia
general y, cuando el hombre se comunica para anestesiarse por dentro, evitando el choque consigo
mismo, termina por percibir en el reajuste, el mismo tedio y la misma fuga en que se halla empeñado.
Tal «coincidencia» le hace pensar aun contra su gusto. Empeñado en buscar afuera las soluciones,
agotadas las esperanzas de que eso suceda, necesitará volcarse hacia sí mismo y de allí en adelante
comenzará a «oír» las historias de las eras futuras, que se irán esbozando en su campo psíquico a
través de las potencialidades latentes proyectadas en forma irreversible para la auto realización
ansiosamente esperada. Un «huésped» nuevo pasará a vivir con el alma despierta, porque el hijo
Pródigo está regresando a la casa Paterna.
Pregunta: ¿Habrá alguna posibilidad de que nos habléis sobre la historia de la Nueva Era?
Ramatís: La historia de una Nueva Era será escrita por la palpitante condición que, por ser nueva,
surgirá en el espíritu humano liberado de la ferocidad de los antiguos instintos depredadores. Las
almas orientadas crísticamente no serán angelicales de inmediato por el hecho de haber recibido el
impulso de reorientarse en el curso de su evolución en dirección a la luz. Habrá como un descanso,
producto de la expectativa general. De un lado estarán aquellos cuya posición será la de las almas
que coinciden hacia una nueva comprensión, sin ninguna noción para utilizarla. Serán como espíritus
recién nacidos para una vida que antes ignoraban totalmente, donde los patrones involutivos del
desamor no podrán tomar más acción, por haber surgido una nueva capacidad de percibir la vida.
Simultáneamente, seguirán existiendo aquellos, inconscientes, espiritualmente hablando, que hace
largo tiempo ansiaban la renovación del conjunto, pero su posición interior será de perplejidad, ante el
nuevo cariz que tomará la situación, en la nueva etapa de recuperación para la humanidad toda.
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Pregunta: De ese modo ¿podemos decir que todos se encontrarán desajustados y no habrá más
quien se oponga al rumbo crístico para los destinos humanos?
Ramatís: El desajuste que se evidenciará será de carácter benéfico. Hombres, mujeres y niños
sentirán, por captación intuitiva, la hora que sonó en el plano de la espiritualidad, de tal carácter
crístico, que seguirá como un «silencio» reverente después del cual, al final, la rebeldía humana y
milenaria termine, desintegrada por el dolor superlativo vivenciado por la colectividad terrena.
Pregunta: Siempre que esas afirmaciones aparecen, tenemos una impresión negativa respecto
de los recursos extremos que serán usados para ese despertar señalado. ¿La Dirección Espiritual del
Planeta no podría atenuar la crisis, y por fuerza de una técnica avanzada de orientación espiritual,
proporcionar a la colectividad terrena un despertar que no fuera tan doloroso?
Ramatís: La colectividad terrena comprende una cantidad de seres vivos, implícitos en la faja
vibratoria de las falanges renovadoras, capaces de sustentar la armonía del conjunto. Estas son
representadas por entidades esclarecidas y muy operativas, con la incumbencia de orientar el
progreso del planeta. Es como un emprendimiento de alcance milenario sobre el aura de la Tierra,
donde los «santos» y los «ángeles» participan del banquete del Amor que la vida significa para los
que tienen «ojos para ver y oídos para oír». Esos que atendieron a la invitación del «Padre de
familia», reconocen en el Maestro Galileo al Líder Espiritual del Planeta y siguen amorosamente
registrando, para los archivos astrales del orbe terráqueo, la epopeya ininterrumpida del Amor
Crístico, como una verdadera caravana que se desplaza hacia el punto Omega de la evolución
colectiva. Para ellos, el pasaje de Jesús sobre la Tierra consistió apenas en un episodio de
importancia decisiva en el constante flujo del Amor, con el cual el Maestro agasajaba al conjunto de
seres en evolución terrena. En permanente comunión con El, todos los días son epopeyas grandiosas
donde la Luz se empeña en neutralizar las tinieblas. Himnos constantes de hosannas fluyen de las
esferas siderales, representados por las vibraciones armónicas de gratitud a la vida, donde esos
seres evolucionados y crísticos se congregan alrededor del suave Rabí de la Galilea, dando la
impresión de que los señalados episodios vividos en la tierra de Israel, jamás sufrieron la más leve
interrupción en su fluidez angélica, verdadero concierto de Paz para el espíritu inmortal.
A través de los siglos, el conjunto de espíritus que vivieron integralmente su Evangelio de Amor,
todavía se acrecienta por la suma de las almas que se redimen, atendiendo al llamado suave de la
voz del Maestro. Y los «ángeles» cantan alegremente, al recibir más almas embriagadas por el dulce
cariño del Manso Nazareno. Mientras que, para los «ciegos de nacimiento», que no aprendieron a
creer en el poder de la Luz contra las tinieblas, El continua siendo el mismo Amigo que espera la
adhesión beneficiosa de cada pequeñito aprendiz de la Verdad, en la cual, algún día se convertirán. Y
pacientemente continúa el perfeccionamiento de los caminos empolvados y resecos por las
incomprensiones humanas, como Peregrino invisible para los ojos enceguecidos de los que prefieren
calcinar el suelo de la Tierra con el fuego destructor de sus pasiones. Junto a esos seres un día pasó
el Maestro, en el tiempo apropiado en que el ambiente de la Tierra podía haber florecido en plena
primavera de Luz, sin embargo, sólo recibió escarnio y desprecio. Antes y después del Nazareno, sus
mensajeros circularon y fueron rechazados y oprimidos por los poderosos del siglo.
Hoy, como mañana, el suave Rabí de Galilea continúa su prédica amorosa sin palabras. Existen
almas que se levantan todos los días bajo el influjo de su Amor. Aunque el ruido de la desesperación
y la violencia parece apagar el eco de sus palabras amorosas, el plano Espiritual circundante de la
Tierra recibe, ininterrumpidamente, a los victoriosos del espíritu, que aún bajo el tronar aterrador de la
metralla del desamor tienen y continuarán teniendo, el amparo integral de las Fuerzas Espirituales
Superiores, sustentándolos para la continuidad de la sublime escala de Luz entre los seres vivientes
en el orbe terráqueo.
Silenciosamente, pero con profundidad, el crecimiento de los espíritus que alcanzaron madurez
en la Verdad, forman una caravana imperturbable en dirección hacia el Amigo. Y la corte de siervos
de la última hora es recibida con la misma alegría de aquellos que se aproximaron en la primera hora.
Gran júbilo e inexpresables alegrías caracterizan cada momento en las esferas circundantes de la
Tierra, para aquellos que oyen las imperecederas palabras: «Venid a mí, benditos de mi Padre,
91
Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
porque vuestros corazones supieron aplacar los dolores, como aceptar los recursos amorosos de la
bienaventuranza». Y la vibración de las palabras dejadas como herencia mágica y verdaderos
mantras de Luz, resonaron en la mente colectiva de los seres del planeta Tierra.
En la Nueva Era, cuando la «Jerusalén» despierte, superando el sueño letárgico en que ha
vivido, un reavivamiento completo resurgirá en la tradición evangélica, pues el Carpintero
extraordinario y exótico, cuya presencia aplastó al Sanedrín y derrumbó al dominio de la fuerza, en
donde la Roma se entronizaba en el pasado, será capaz de hacer resonar nuevamente el suave
murmullo de las ondas del mar de Galilea, cuya vibración rítmica y afinada con la sonoridad Divina es
para aquellos que no sólo no tuvieron la sensibilidad embotada sino que, muy al contrario, utilizaron la
avalancha de los dolores previstos, como instrumentos de sensibilización renovadora. Desde
entonces, las historias de otras eras, en donde el Pastor fue el protagonista central, serán veneradas
con el cariño que se dedica al más caro de los entes amados, cuyo recuerdo desencadena en el
alma, las suaves emociones que le permitirán la entrada al Reino del Amor, donde el Amado
permanece soberano en su tarea interminable de servir a los que desean ingresar en la Casa
Amorosa del Padre.
92
Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
XIII –CONTRASTES
Pregunta: Comprendemos que hoy vivimos en una Era de grandes conflictos, cuando se deciden
los destinos de la humanidad. Imaginamos que la Nueva Era vendrá como dotada de gran
tranquilidad general. ¿Será que el futuro estará exceptuado de los grandes contrastes parecidos a los
actuales?
Ramatís: Cuando más sensible es el espíritu, más apto para discernir los diferentes matices de
los eventos en los que participa, por lo tanto, está sujeto a registrar los contrastes que se manifiesten
en su entorno.
Pregunta: Creemos que, al tenerse una noción clara de los objetivos de la vida en el planeta, los
conflictos generados por los antagonismos entre la Luz y las sombras estarán atenuados, por lo tanto,
será menos trabajosa la tarea de encontrar la paz. ¿No es verdad?
Ramatís: La paz siempre representa el fruto recogido después de las expectativas necesarias y
producto de la madurez. En verdad, la época en que vivís, marcada por la lucha de los seguidores del
Cristo y los de las tinieblas, que se oponen a la Era del Amor, es la antevíspera de los
acontecimientos esperados por la humanidad desde que se concientizó la necesidad de armarse del
espíritu lúcido con relación a sus propios destinos. La paz es el premio obtenido en forma gradual,
cuya validez está determinada por el proceso de autodeterminación y no por la habilidad externa para
usufructuar los beneficios de lo que sucede en términos ambientales.
Pregunta: ¿Cómo se desarrollará ese proceso en la intimidad espiritual del hombre, sometido a
las grandes transacciones con el advenimiento de la Nueva Jerusalén?
Ramatís: Jesús usó una imagen muy simple y bella, al referirse a su deseo de reunir a los
hombres bajo su amorosa influencia, como lo hace la gallina que ampara a s Us polluelos bajo sus
alas.1 En intentos reiterados, las Esferas Superiores invitan a la colectividad terrena a la lucha por
alcanzar la paz interior, es decir, alcanzar el descondicionamiento de la dependencia o sujeción del
espíritu en relación a la materia. Pero, la respuesta habitual del hombre es negativa, apartándose de
la proximidad de los seres iluminados que ofrecen energías y son mansos y pacíficos, prefiriendo las
ásperas experiencias del desamor.
Entonces, sucede, como si la "nidada" se hubiera dispersado, y cuando llega la noche y la
tempestad amenaza, el pánico toma de sorpresa a las que, por haberse deshabituado al recogimiento
del nido, blando y confortable, por la búsqueda de la Espiritualidad, perdieron la capacidad de
orientarse, sintiéndose desamparadas. La tarea de reunir y cobijar a las almas para que se sientan
seguras nuevamente, no es una gran dificultad y menos ha de ser insuperable, pero de modo alguno
significa una actividad pacífica, como se puede creer. Tomar conciencia de la situación amenazadora
cuando no se prestó atención a la vigilancia, resulta un doloroso despertar que necesitará de un gran
esfuerzo para volver a transitar el camino de recuperación, es decir, el rumbo apropiado.
Pregunta: ¿Entonces debemos comprender que la Nueva Era será marcada por grandes
conflictos espirituales para el alma humana?
Ramatís: Bienaventuranza es el producto de las grandes elaboraciones interiores. Significa el
resultado de una constante afinación por el esfuerzo del crecimiento espiritual. Sólo la fantasía infantil
del ser humano inmaduro puede calificar de paraíso la inactividad como satisfactoria. El Edén
simbólico de la Biblia sólo pueden comprenderlo las almas cuyo grado de madurez permite auscultar
el contenido espiritual de los relatos sagrados. En análisis más atento, podemos comprender cuan
incipiente sería la capacidad de percepción espiritual de los "padres" bíblicos de la humanidad, a
punto de quebrar las normas establecidas por la Ley que regía los jardines donde la paz y la felicidad
estaban resguardadas. Usufructuaban sin comprender, sin participar, incapaces de entusiasmarse
con la grandiosidad del conjunto, ignorantes e ingenuos, en la más pura y crédula virginidad
psicológica.
1
Nota de la sensitiva: Ver Mateo, Capítulo 23, versículos 37 al 39.
93
Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Del análisis de ese cuadro tan sabiamente expresado, comprenderemos que la felicidad es para
el espíritu, su capacidad de conocer los frutos del Bien y del Mal, sin rebeldía aparente, como símbolo
de la ignorancia de las primeras etapas evolutivas, proporcionando oportunidad al alma, de percibir el
poderoso mecanismo de las Leyes que rigen la vida y tratando de ponerse al día con ellas.
Pregunta: ¿Entonces debemos comprender que las almas necesitan someterse a los contrastes
interiores, para aprender a situarse ante la Ley del Amor?
Ramatís: Esa es una pregunta de importancia capital para poder evaluar el panorama de la
evolución. Las Leyes son el derrotero, la seguridad, el amparo a través de la corrección justa y
necesaria. Por lo tanto, la armonía del conjunto depende de que ellas sean válidas, de forma serena e
imparcial. Las oscilaciones son atributos de quien se desplaza del arquetipo formado por ellas. La Ley
es Amor abarcante. Permite oscilaciones, retornos, separaciones infinitas, unas veces levanta, otras
sustenta la caída del espíritu que, de esa forma, al desplazarse, aprende a evaluarla y conocerla. Ni
el más ejemplar de los espíritus dejó de pasar etapas de creciente iniciación para obtener esa
intimidad necesaria con los atributos de la Ley que rige la Vida. Una experimentación creciente y de
carácter absolutamente individual se desarrolla en la contextura espiritual del ser, pero a todos, el
Amor los recibe como nuevos huéspedes en el panorama de la vida en el cual nos encontramos
sumergidos. Las alegrías de esa penetración gradual son acompañadas de los procesos
renovadores, con frecuencia penosos, para dejar atrás los obstáculos y desprenderse de los hábitos
fijados por períodos más o menos largos y que se contraponían al progreso individual y general. Allí
está, en síntesis, la gran batalla a la que se referían Krishna y Arjuna y que hace digno al guerrero
que es capaz de sustentarla sin desalentarse. La alegría de sentirse victoriosos predispone al espíritu
para nuevas y crecientes batallas de ese mismo tenor, elevándolo a los páramos de la felicidad, que
innegablemente, sólo se puede obtener por la indispensable adquisición de las calificaciones que lo
habiliten en forma creciente para una participación justa y adecuada, ¡en la armonía del conjunto del
Universo!
Pregunta: ¿Por qué la intensificación de la lucha entre la Luz y las sombras? ¿Acaso es por
causa de la implantación en la Tierra, de una Nueva Era? ¿Existe alguna otra cosa que no co-
nocemos?
Ramatís: Aprender a orar y vigilar es un proceso de andar lento, porque exige consolidaciones
internas de gran envergadura. Antes de que la humanidad consiga habituarse con actitudes
comprensivas a su situación, tendrá que pasar por los grados necesarios de las decepciones,
indispensables para la reformulación de su visión de la vida. El advenimiento de la Nueva Era ha de
ser a la víspera de los tiempos de Paz y Amor, a los cuales Jesús se refirió, como el tiempo de los
que "heredarán la Tierra" por ser mansos y pacíficos, pero todavía no será ese evento el decisivo que
transformará a la Tierra en el Edén imaginado por los sueños avanzados de paz, habitualmente con-
cebidos por los espíritus idealizadores y bien formados. La Nueva Era será una fase de fraternidad
bien vivida, buscando las soluciones más adecuadas para los grandes problemas que hoy afligen al
hombre terreno. Ella se caracterizará por la preparación espiritual para una actitud accesible a los
fundamentos evangélicos. Esa nueva posición dará lugar a un creciente ajuste psicosocial,
proporcionando apertura para nuevas reflexiones existenciales, responsables por las simientes de las
reformulaciones necesarias para el futuro armónico del espíritu en el planeta.
Estarán en plena ejecución los planos renovadores que se implantarán con la nueva mentalidad
abierta a las grandes revisiones del espíritu humano, no obstante, los conflictos serán bien
perceptibles, por las dificultades encontradas por la mayoría para vivenciar y acompañar esas
adaptaciones a la renovación. El ritmo de la Realidad Mayor se irá implantando paso a paso, en el
ambiente espiritual de la Tierra. Una especie de estupefacción benéfica caracterizará a los espíritus
que están encarnados y buscará guiar a las caravanas de seres que desean el cambio, teniendo en
vista los nuevos patrones. De la misma forma —y tal como sucede siempre— aparecerán los líderes,
es decir, las almas más capacitadas para hacer vivir los principios renovadores, cuya conducta
excederá a la mayoría en el Amor a la verdad, buscando la meta ansiosamente esperada. Pero, aun-
que sea verdad el liderazgo ejercido entre los hombres, continuará manifestándose bajo igual patrón,
y los efectos de ese liderazgo será responsabilidad por el tipo de respuesta para la masa, que será
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
diferente a la que se obtenía hasta hoy, por ese otro liderazgo que orientaba mal y que se centraba
en los beneficios egocéntricos de grupos e ideologías distorsionadas.
Los intereses individuales y grupales que hoy deforman al verdadero sentido del liderazgo están
deteriorados por los círculos estrechos de los beneficios inmediatos. De ese modo surgen los
conflictos sombríos de los intereses mezquinos contra los de igual sentido egocéntrico del adversario.
La gran diferencia, entre las dificultades que caracterizan la condición terrena de hoy y las
colectividades que substituirán a la masa humana del final de los tiempos, estará evidenciada por los
conflictos que aparecerán. La Nueva Era que se presentará como "Víspera" de los tiempos de Paz y
Amor en la Tierra, será responsable por un nuevo tipo de problema de carácter eminentemente
constructivo, pues el hombre no luchará más para obtener ventajas sobre el hermano que está
aprendiendo. Se hallará tan empeñado en obtener su sintonía con la Vida Espiritual —reconocida
como la nueva fuente de riquezas indestructibles— que sus patrones de comportamiento han de
variar hasta el infinito en la búsqueda de reformulaciones para su ciclo evolutivo interno. La ansiedad
de lucro que hoy conflictúa a las colectividades, producirá un efecto inverso, pues los lucros
buscados, los encontrarán en las victorias interiores del individuo contra su propia deficiencia
espiritual.
Pregunta: Pedimos que nos perdone el hermano, pero nos parece una afirmación absolutamente
fuera de la realidad, por lo que conocemos hoy respecto del psiquismo humano. ¿Cómo debemos
entender lo expuesto?
Ramatís: El grado de inteligencia alcanzado por la humanidad de hoy, se habrá acrecentado en
un nivel de vivencia que provocará señalada madurez, causado por el dolor, aumentado por las
decepciones producidas por lo que se dará en llamar el "final de los tiempos". Se hará evidente la
inoperancia del principio materialista egocéntrico para obtener el bienestar colectivo, y no será
necesario ningún pase de magia para que el fracaso de la adoración al "becerro de oro" se llegue a
constatar, pues ese hecho tendrá traumatizadas suficientemente a las conciencias, llegando a
constituir un marco decisivo para la renovación de los patrones generales de la existencia en el
planeta. El hombre siempre sacó de la naturaleza las lecciones efectivas, y aunque como ser
civilizado considera que puede explicar las fuerzas naturales del planeta y pueda lidiar con ellas,
volverá a quedar estupefacto, como en las eras primitivas, cuando el potencial del científico sea
impotente para detener, prever y controlar de algún modo los cataclismos señalados para la era
renovadora que se aproxima. Las profecías de Jesús serán cumplidas, o mejor aún, ya se cumplen
desde que pasó por la Tierra. Cuando previo cada uno de los hechos marcados y los de los
Apóstoles, deseaba que los seres humanos recibieran una demostración de la veracidad de las
profecías. Por su misma boca se escucharon las predicciones sobre los hechos inmediatos y de otros
que sucederían "en el fin" del proceso renovador humano, antes de que la Tierra fuera heredada por
los "mansos y pacíficos". ¿Por qué algunas de sus profecías se cumplirán y otras serán simplemente
simbólicas?
Cuando se refería a los hechos simbólicos, Jesús usaba las parábolas, historias destinadas a que
se grabaran en el alma colectiva de la humanidad como verdadero "mantras" que, repetidos,
modelarían la mente colectiva, a través de los siglos. Pero, las escenas marcadas por los pasajes
evangélicos, se referían a los hechos que fueran objetivamente comprobados y que en forma alguna
serían atribuidos a un simbolismo o a cualquier otra forma indirecta de expresión. En Lucas, 21-8:11,
Jesús afirma: "Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y
diciendo: 'Yo soy, y el tiempo está cerca'. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revolu-
ciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin es
inmediato". Entonces les dijo: "Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes
terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales en el
cielo".
No se podía, de modo alguno, comprender esos relatos como fuerza de expresión o simbolismo.
Por otro lado, no se podía atribuir a Jesús esa afirmación tan categórica sin que su intención
estuviera claramente expuesta: la de preparar a los espíritus hacia una actitud renovadora y atenta en
la participación de los eventos decisivos del crecimiento espiritual de la humanidad planetaria. Sólo
95
Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
las almas acobardadas y poco afinadas con el sentido crítico de las grandes renovaciones consiguen
enfriarse ante el clima producido por el "fuego depurador" de las pruebas necesarias. En un
mecanismo muy conocido por la psicología actual, el hombre prefiere negar o intelectualizar, con
explicaciones artificiales, el tener que reconocer la simple realidad que se le presenta ante los ojos,
además, que lo obligaría a rectificarse, por ser coherente con lo que comprendió. Es importante
distinguir en las palabras del cariñoso Nazareno, el poder de la advertencia profunda y directa en
cuanto a los hechos focalizados con objetividad y sabiduría, de los bellos pasajes en que, inspirado
por el éxtasis espiritual y poético, se dedicaba a construir escenas imaginarias para el archivo
concienzal etérico del planeta Tierra, de donde, a través de los siglos, los seres en aprendizaje
rudimentario de la Verdad evocarían esos recuerdos, tal como el adulto, muchas veces, rememora
arrobadores pasajes que oía en la infancia, atento a las historias que se grababan indeleblemente en
su espíritu receptivo y crédulo, hablándole de temas encantadores e instructivos para el alma.
La humanidad sacudida por los conflictos del final de los tiempos, inició una búsqueda para
solucionar los procesos críticos. Ese comportamiento revela la necesidad de recordar los «relatos de
la infancia», de volver a los orígenes de pureza y virginidad espiritual, de recuperar el contacto con la
Fuente en los momentos en que el panorama externo se torna caótico e inexplicable a la luz de las
ideas culturalmente consolidadas como las más válidas. Se inicia el proceso de «sacudir» física y
espiritualmente a la humanidad, entregada al sueño letárgico de la indiferencia de sus destinos
espirituales. El patrón de la insensibilidad fue substituido por la inquietud, en las almas valerosas y
dispuestas a vencer, que producirá los frutos de las investigaciones enriquecedoras y que sólo
proporcionará beneficios. En cuanto a los que desean mantenerse cómodos, para ellos la realidad
estará siendo escamoteada por los charlatanes que tienen interés en agitar e inquietar, en vez de
contribuir a una continuidad fácil de anestesia espiritual, responsable por el descalabro que se
pretende negar, dejar de ver y atribuir a complejas causas psicosociales para no ser obligados a vivir
la pureza cristalina del:
«Amaos como yo os amé».
96
Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
1
Nota de la sensitiva. Se refiere a una epístola de Pablo de Tarso.
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Pregunta: Esa forma de expresar la nueva posición, que sería deseable, nos parece que es
sumamente simple. Mientras tanto, en la práctica, esa realidad nos parece una meta muy distante de
alcanzar por el hombre terreno. ¿Cuál es vuestro parecer?
Ramatís: Como todas las cosas espirituales profundas, esa es una realidad simple, por ser
verdadera. El alma humana egresa del Origen Divino, para captar la Ley en su belleza integral, sin
mayores complejos. El problema aparece en el momento de tener que adaptar el procedimiento al
concepto aprendido, dado que exige la desvinculación de los compromisos anteriores, como por
ejemplo, las estadías en las etapas menores de la evolución. Hace siglos que el hombre sabe que el
procedimiento cristiano transformaría el panorama de la Tierra, pero encuentra interminables
justificaciones para no iniciar la renovación prevista. Y, aún hoy, cuando las naciones se reúnen, pro-
vocando esperanzas en las almas crédulas, cada representante de una parte de la humanidad —sea
un país, una región o una pequeña colectividad— busca la conveniencia de sus pares, con el corazón
armado de las más estrechas y egocéntricas reservas, tratando de alcanzar ventajas grupales
exclusivistas. Se miran como oponentes, buscan dividir, saquear, secuestrar por los medios más
desleales y compulsorios, y regresar pretendidamente victoriosos a su fuente de origen, exactamente
como hacían los líderes tribales que regresaban al campamento con la cabeza ensangrentada de sus
enemigos flagelados cruelmente.
Pregunta: ¿Qué factores deberían concurrir para superar esa situación, si hasta hoy no fue
atenuada, ni aún con los medios avanzados que la ciencia alcanzó?
Ramatís: Hay una necesidad imperiosa de crear una ciencia de ciencias, pues, los conocimientos
acumulados hasta el presente se encuentran diseminados e incapaces de conformarse para
reconstruir el panorama general de la vida humana en la Tierra. Muy al contrario, la extremada
especialización de los sectores científicos contribuyen para una situación caótica, donde todos saben
mucho y bien, pero sólo en aquello que saben hacer, sin conseguir insertar su contribución al modelo
general que podría generar la armonización del conjunto. Y se discute interminablemente sobre
detalles, perdiendo considerablemente el sentido direccional del bienestar colectivo. Un aspecto
fragmentado deforma el saber humano e induce voluntariamente a la ignorancia, a la Fuerza
Coordinadora de la Vida. Aunque parezca una paradoja, a la vez inadmisible en el grado evolutivo de
la inteligencia en que la humanidad se encuentra, se admite que hay un complejo de fuerzas
organizadoras, como es el Universo, sin que se pueda alcanzar el elemento coordinador del
panorama general. Esa visión disociativa es responsable por la desagregación conceptual de la vida,
impidiendo que imponga el orden en el caos. Muy significativamente, por el hecho de que el hombre
no quiere reconocer la presencia de la Fuerza Creadora del Universo, no consigue reproducir en su
vivencia particular el efecto a través del cual, en el simbolismo bíblico, el Señor «ordenó» y «la luz se
hizo». Ese acto de poderosa coordinación, que transformó el caos en lo que es el Cosmos, precisaría
repetirse para el hombre en su universo de creaciones culturales y espirituales, pero ese hombre
perdió el hábito de creer en sí mismo, como egresado de la Fuente Creadora de la Vida, y así perdió
el don más apreciado: el saber que es un «dios» en su propio universo interior, que tiene recursos
para conformar armónicamente toda la existencia que lo rodea.
Así, consideramos que la incapacidad de coordinación general de los bienes alcanzados,
provienen de la actitud poco recomendable de haberse construido un saber pretencioso, que intenta
desvincular al hombre de su Fuente Creadora. Ese hecho tiene repercusiones psicológicas y
espirituales de gran influencia en la desagregación actual, en la cual, todo el panorama terreno se
debate. No se trata de obtener una actitud de credulidad. La necesidad indica que el hombre asume
una postura objetiva con relación a sí mismo y a la vida. Por el hecho de que los fenómenos
espirituales han sido deformados en el pasado, generando actitudes dogmáticas, fanáticas y
antifraternas, no se justifica que hoy, por opción, el dogmatismo, el fanatismo y el sentimiento
exclusivista, aplicados al área científica, se entronicen en nombre del bienestar común. La ciencia, al
volverse agnóstica, asumió una actitud tan anticientífica en cuanto al saber del pasado, que se
revestía del fanatismo religioso y monopolizaba la verdad como propiedad exclusivamente suya. El
Universo es un panorama riquísimo en sus aspectos múltiples, en las diversas escalas de la
condensación de las energías. ¿Cómo admitir un sistema como ese, sin la necesaria cibernética,
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
responsable por el fluir constante de los fenómenos extremadamente complejos en que la vida se
manifiesta? ¿Qué extraña abstracción de la realidad objetiva permite que el científico del presente
observe la naturaleza sin conseguir explicarla totalmente y esquive el deber de alcanzar hipótesis
explicativas para las evidencias de un Orden que mantiene al Universo apartado del caos,
permitiéndose una extraña actitud de omisión, acomodaticia, indigna del verdadero investigador?
De ese modo, el científico de hoy se conforma con la posición de la más ingenua credulidad, en
connivencia con la conspiración del silencio formado para permitir el aplazamiento del tiempo
indefinido, de una constatación de la realidad que sería incómoda para los patrones vigentes de un
agnosticismo cristalizado y ciego. La actitud pretenciosamente científica de la ciencia actual
representa la confirmación de la maldición bíblica, que afirmaba la expulsión del paraíso para quien
comiera el fruto de la ciencia del Bien y del Mal. Al conocer el Bien, es decir, al tener noticias de su
Origen Divino, el hombre no supo usarlo. Primero hizo de ese origen un instrumento de opresión y
tortura y hoy, se condena el Mal, o sea, apartar irremediablemente lo que tiene en sí esa Fuerza
Creadora cuya función consiste en apelar para su despertar en relación a su naturaleza espiritual.
Doblemente «expulsó» del Paraíso del Conocimiento Superior y por lo tanto, se siente exiliado de la
Paz y del Amor que podrá un día retornar para reintegrarlo en la totalidad de su condición, de un ser
capaz de examinar con seguridad de regreso a la Casa Paterna.
Pregunta: Comprendemos los raciocinios expuestos, pero no nos parece fácil percibir cómo ese
intrincado panorama de incomprensiones podría superarse, ya que la inteligencia extremadamente
desarrollada del hombre no fue capaz de percibir, en la paradoja que ha insistido, al negar su origen
divino.
Ramatís: Por caminar de lo concreto hacia lo abstracto en su etapa evolutiva, los seres humanos
rastrean en las informaciones ofrecidas por los sentidos. Después, como la larva que se envuelve en
su propia baba, se inmoviliza para invernar y reaparecer en el futuro, transformándose en la crisálida
que dará origen al vuelo majestuoso de la mariposa. La humanidad parece estar hoy estupefacta,
como si la crisis convulsiva del odio, la destrucción y el orgullo no amenazara con la paralización total
del progreso evolutivo. Tal como sucede con la formación de la crisálida, existe un proceso psíquico y
espiritual del hombre moderno, en una complejidad aterradora de eventos, inexplicables a primera
vista. Todo el panorama parece amenazado por una destrucción irremediable, pero la vida no se
extingue, y el alma colectiva del planeta siente la crisis de una paralización total, por la incapacidad
básica de la autorregulación. Simultáneamente, en los estertores de una autodestrucción aparente,
ligeros relámpagos de claridades espirituales se infiltran a través del caos generalizado de las
expresiones místicas de diversos orígenes. Mientras tanto, la inmovilidad parece continuar minando
los anhelos de progreso y paz.
En la proporción en que el cerco formado por las incomprensiones acumuladas se cierre, la
«crisálida» será sacudida por los estertores del proceso vital, que desencadenará reacciones cada
vez más fuertes, demostrando el grado de vitalidad latente, característico de las obras del Señor,
capaz de transformar la ignorancia en instrumento de luz que incidirá sobre las tinieblas, aunque
parezcan inmóviles e irreversibles. Los hombres que se conducen a través del desfiladero del
materialismo, muy pronto se encontrarán en el valle oscuro de la negación absoluta de la vida, donde
sólo la destrucción por la carencia absoluta de los recursos se hará conocer por causa de la esteri-
lidad del terreno que pisan.
Los nuevos Apóstoles aparecerán como aquellos que no se avergüenzan de reconocer los
medios inapropiados usados hasta entonces. Como los antiguos Apóstoles, dejarán el tabernáculo
donde se guarecían para llorar amedrentados con las tragedias que amenazaban y se dedicarán a
caminar resueltamente por los caminos del mundo, sintiendo repercutir en lo íntimo de sus almas las
suaves palabras del Maestro, el dulce Rabí de Galilea, cuando les pidió que caminaran sin temor
alguno, pues los recursos serían proporcionados para llevar adelante la obra que El había iniciado. Y,
sin tener en cuenta la «imprudencia» del mundo, los nuevos y fieles discípulos creyeron que podrían
transformarse en la «luz del mundo», en la «sal de la tierra», y por eso, caminaron aunque frágiles e
imperfectos, buscando los medios para testimoniar el Amor, que el ejemplo del Señor les grabó
indeleblemente en sus almas despiertas del sopor anestesiante del materialismo corruptor del
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
espíritu. Desde entonces, la Nueva Jerusalén abrirá sus puertas para permitir la entrega a las
caravanas de luz, que en la tierra y en el Espacio se concentran en el Templo Sagrado de la Vida
¡para entonar hosannas al Señor de la Viña!
De ahí en adelante, los siglos del fanatismo y de rechazo a la Vida Mayor serán encarados como
una pesadilla vivida, sufrida en las fases inmaduras de la existencia planetaria. El «Cielo y la Tierra»
habrán pasado, pues un período nuevo, de reconciliación con el Origen Espiritual, permitirá que los
hombres sean seres ajustados plenamente en un ritmo integral de la evolución segura, donde cuerpo
y espíritu estarán finalmente ejerciendo la función que les fue destinada: ser instrumentos de
expresión de la esencia Divina latente en todo ser viviente.
En las Esferas Siderales sintonizadas con la Tierra en su nueva fase del despertar, los Espíritus
Mentores identificarán la sonoridad armoniosa que constituirá la característica vibratoria de una
humanidad que habrá encontrado el diapasón del Amor, para ejecutar la obra prima de una
orquestación fraterna que repercutirá en forma indeleble en el Espacio Sideral, entonces enriquecido
por un conjunto de almas capaces de impulsar la vida, en la búsqueda de la expresión de la Armonía
Universal. Las luchas naturales del crecimiento ya no motivarán desajustes, ¡y sí, una creciente
conciencia de la belleza de existir y participar en la obra maravillosa de la Creación!
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
XV -SIERVOS Y SEÑORES
millares de seres se encuentran en estado humillante. Mientras tanto, de etapa en etapa, él, el ser
insensible, regresa al panorama terreno y pasa a asumir el papel de oprimido, a fin de despertar de la
letárgica espiritual que desarrolló en el culto al bienestar inmediato, distorsión infeliz del anhelo
grandioso de plenitud, vida y belleza que caracteriza al impulso creador del espíritu inmortal.
Pregunta: La moral social vigente, aunque inspirada en los principios cristianos de respeto al
semejante, no consiguió sobreponerse al endurecimiento espiritual de los seres humanos, en el
transcurso de esos dos mil años, después del pasaje del Maestro Jesús por la Tierra. Nos parece un
tanto problemático que haya una transformación significativa de los patrones sociales, después del
final de los tiempos, simplemente por el efecto de las catástrofes profetizadas. ¿La intensificación
superlativa del dolor humano puede considerarse como el único medio de sacudir su indiferencia
milenaria?
Ramatís: Los hechos del «final de los tiempos» anuncian que «los tiempos son llegados», es
decir, la época en la cual un conjunto de factores contribuirán para la superación de los desajustes
calamitosos de las costumbres. Un clima espiritual resultante de la fermentación psíquica, con reflejos
en el campo sociocultural, dejará plasmada en el aura de la Tierra las dolorosas experiencias del
alma colectiva humana, obligando a los seres encarnados a reflexionar sobre lo sucedido
anteriormente. El caos implantado dejará muchos hambrientos y muy pocas oportunidades para
construir lo superfluo, en un panorama donde la carencia no alcanzará sólo a unos pocos. El
esquema artificial por el cual algunos hijos de Dios se sienten privilegiados por la «suerte», mientras
otros deducen que han sido alcanzados por lo que llamarán el «destino» inevitable, y aunque
lamentándose, acuciados por el dolor, el hombre culto e inteligente finalmente sentirá que participa
con su prójimo, carente e ignorante, de un mismo «trance», encontrándose tan vulnerable delante de
la furia incontenida de los elementos, dentro de su palacio, como el mísero ser que duerme a la
intemperie y sin abrigo.
Esa conciencia fraterna, aunque tardía, sólo servirá para acicatearlo en dirección al
remordimiento renovador, por no haber recordado a tiempo sus deberes espirituales. Inmaduro y con-
fundido permanecerá como víctima del «destino», ignorando los deberes de solidaridad que se deben
brindar espontáneamente.
Pregunta: Ante esas circunstancias ¿cómo esperar que las almas inmaduras sepan reconstruir el
mundo con bases diferentes a las anteriores?
Ramatís: Toda generación nueva trae consigo la natural apertura del espíritu que despierta a la
nueva vida que se le presenta. Sin compromisos con los valores del tiempo anterior, se siente libre
para reflexionar con los nuevos sucesos que atañen a los problemas generales. Ese fenómeno
siempre ocurrió y, de un modo o de otro, los jóvenes siempre contestaron a sus antecesores.
Después de los grandes conflictos humanos del final de los tiempos, el panorama psíquico del
planeta estará como terreno removido, de donde se podrán retirar con facilidad las hierbas dañinas y
sembrar las variedades nuevas. Teniendo presente que el esquema anterior, imperante en el
ambiente político, social y cultural estará anulado por ausencia de la estructura física para su
continuidad, y considerando los impactos traumatizantes de los hechos turbulentos, de los
cataclismos materiales y morales, todos, sin excepción, habrán perdido el gusto por las actividades
desestabilizadoras, negativas para la vida.
Siervos y señores dejarán de existir pues, por unanimidad, será reconocido un solo Señor: el
Destino, Dios, las Fuerzas naturales, sea cual fuere el nombre que se le atribuya, obligando a los
seres a reflexionar acerca de su existencia, de sus fracasos, a donde será llevada la humanidad,
como colectividad en bancarrota. El mismo asombro que impactó a los habitantes de Sodoma y
Gomorra, el mismo horror que transformó a Herculano en escenario de sufrimientos indescriptibles,
servirán a la humanidad del final de los tiempos como tratamiento de choque, aplicado como terapia
enérgica sobre los males y la insensibilidad moral colectiva, como jamás se haya visto entre los seres
humanos del planeta. Los monstruos del egoísmo y del orgullo, organizados institucionalmente por
siglos, tendrán cortadas sus cabezas, pues sólo de ese modo se podrá paralizarles su accionar
deletéreo, en sus avances impiadosos sobre los seres vivientes que, en principio, fueron creados
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
para entonar el himno de la paz y el amor, como participantes del gran concierto cósmico de la vida
espiritual.
Pregunta: Durante siglos, la humanidad se habituó a las estructuras jerárquicas, que dieron forma
al mecanismo social, para hacerlo funcionar. ¿Cómo prescindir de la relación tradicional entre siervos
y señores sin perturbar la continuidad del proceso social?
Ramatís: Todos somos siervos en el sentido de participar del proceso general de existir, lo cual
escapa a nuestro control integral y todos somos señores del mismo proceso en el ámbito limitado de
nuestra evolución. Por lo tanto, la relación siervos y señores sólo se tendrá en cuenta en el sentido en
que sea necesario preservar una jerarquía de valores indispensables para la ejecución del
mecanismo evolutivo, sin destruir el sentimiento de solidaridad y Amor que debe presidir las
relaciones de los seres humanos. El espíritu investido de la dignidad de su participación en el
concierto cósmico de la vida, percibe sin distorsiones, cómo, cuándo y dónde insertarse en la actitud
de quien sirve a la Vida Mayor. No obstante, poco significado tiene para él si necesita someterse a las
directrices dictadas por sus hermanos o por su conciencia, desde que el contenido del mensaje que lo
vincula al proceso vivencial al que se encuentra ligado, sea coherente con la Ley General de la Vida
Superior del Espíritu. Para el espíritu se hace más y más evidente y con naturalidad el trabajo a
realizar, pues sabe que está proporcionado y además aprende el cántico de loar a Dios, entonado por
las Esferas Siderales a las Fuerzas Creadoras del Universo.
Las jerarquías impuestas artificialmente por las estructuras humanas son indispensables para
contentar la ceguera espiritual de los seres involucionados. Los «liberales» se quejan de la opresión
ejercida por los mecanismos sociales superados que impiden, según la opinión de los preclaros
críticos de la «cosa» pública, la creatividad y la expresión del potencial de los ciudadanos bien
preparados intelectualmente. Todos los males de la colectividad residen, para ellos, en lo inadecuado
de los medios con los que los gobernantes, hasta ahora han reprimido, por procesos viejos y
obsoletos. El ciudadano creador y de grandes condiciones se siente sofocado por los sistemas
sociales caducos. Ignoran totalmente que sólo fue posible darse una sociedad represora a partir de la
necesidad que hubo de reprimir los abusos para garantizar la sobrevivencia del grupo social. La
existencia de los que hoy se dedican a reprimir fue provocada por la violencia depredadora del
hombre que, en el pasado y en el presente, dio lugar a la creación y mantenimiento de los sistemas
represivos. El carácter violento de las almas poco evolucionadas genera los males que a ellas
mismas perjudican, pues está dicho que «quien con hierro mata con hierro será herido», resultado
natural de la Ley de Causa y Efecto, que genera consecuencias de naturaleza corriente de los hechos
en pauta. Una sociedad de almas mansas y pacíficas no propiciaría la vileza y mucho menos la
admitiría, pues no habría clima propicio.
Pregunta: Entonces, ¿son inadecuadas las críticas que se hacen a las imposiciones por la fuerza
que generan los sistemas opresores?
Ramatís: Las críticas deben dirigirse a las causas y no a los efectos, para que sean productivas.
Generalmente, el oprimido de hoy, al triunfar contra el sistema que combatió en nombre de la libertad,
aparece como el nuevo opresor, por dos motivos complementarios evidentes: la rudeza de la
conducta de la masa agresiva e involucionada y la inadecuación de manipular el proceso de esa
inmadurez psíquica de la humanidad terrena. Oprimidos y opresores, gobernantes y gobernados,
luchan en juego interminable de acusaciones recíprocas, como si el vivir en conjunto no significara la
necesidad de colaborar antes que la de combatir con las armas, olvidándose de que todos son
siervos y señores de una existencia que sólo pasará a ser plena de bendiciones cuando el Amor, la
Fraternidad y la Luz de la verdadera Vida, asimilada por las conciencias despiertas de los seres
encarnados, permitan que los bienes de la vida se perciban como derecho inalienable de cada ser
viviente, generando respeto recíproco, debido a que la Centella Divina reside en cada cual y es
hermana de la que tiene su semejante.
Coordinados por esa percepción globalizadora, sólo entonces, los hombres serán capaces de
cooperar sin sospechas ni maquiavelismos, fuera cual fuese la posición en la cual la convivencia
colectiva les solicitara participar en el proceso social, entonces sí, será como una bendecida
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
oportunidad de expresar sensatamente el Amor a la vida y ¡expandirse como un flujo generoso en las
almas despiertas para la grandeza de existir!
Pregunta: Continuamos percibiendo esa descripción como un círculo vicioso, donde el ser
involucionado sólo podrá progresar cuando despierte espiritualmente, y por no saber cómo hacerlo,
continuará en las tinieblas y en la aflicción. ¿Cuál sería el factor que detonará las reacciones
adecuadas para vencer la etapa de la inercia espiritual en la cual nos encontramos ahora?
Ramatís: Existe un «punto óptimo», donde el alma consigue, finalmente, coordinar las
experiencias de una fase de crecimiento espiritual, volcándose hacia un estado más avanzado y
evolucionado. Es aquel momento en que da lugar a su crecimiento interno, pues se vuelven más
claros para su espíritu, determinados sucesos de su modo propio de sentir y vivir, permitiéndole
alcanzar un grado más avanzado en sus percepciones espirituales. Ese acontecimiento no aparece
milagrosamente. Es el fruto de prolongadas elaboraciones interiores, vividas paulatinamente a lo
largo del tiempo transcurrido, en demoradas revisiones de los conceptos y afectos, para desembocar
en la hora redentora de una sensibilización adecuada para la vida. Moderadamente, casi
imperceptible, sin dar saltos en la contextura vibratoria del espíritu, se va revisando, elaborando
modificaciones en los puntos de importancia capital. Para ese efecto, colabora aquello que llamáis
adversidad, soledad, remordimientos, satisfacciones, renuncia, alegrías, tribulaciones, opresión,
contrariedad, benevolencia, en fin, todas las experiencias consideradas positivas y negativas, a las
cuales el espíritu se somete a través del flujo incesante del existir en la búsqueda de la
bienaventuranza de los «elegidos», destinados al Paraíso de la felicidad eterna.
En el ansia de concretar los sueños de felicidad, imposible de definir, la intuición de su destino
eterno permite que el espíritu siga, aunque los caminos le parezcan temporariamente cerrados;
inexplicablemente, continúa luchando sin saber exactamente por qué y para qué lo hace. En ese
afán, la llama de su naturaleza divina, como un combustible ignorado, sigue impulsándolo en su
camino hacia la Luz, y aun cuando las tinieblas se le interpongan y asuma el aspecto de victoriosa, la
sublime fermentación del Amor permanece elaborando silenciosamente el terreno para futuras
discriminaciones, más adecuadas al proceso irreversible de atracción del ser creado por su Creador.
Es cuando las condiciones externas, por más desfavorables que sean, no consiguen detener el
beneficioso proceso de reestructuración íntima y el alma se abre hacia la Luz, aunque estuviera
sumergida en el pantano de las incomprensiones, porque su hora de redención la alcanzó a costa de
sufrimientos beneficiosos y transformaciones interiores. Ella se levanta sobre sí misma, aunque haya
condicionamientos externos capaces de querer interponerse a la sublime atracción de los planos
elevados de las Esferas Siderales. Sintió la atracción de su herencia divina; de allí en adelante, los
obstáculos funcionarán como insistentes invitaciones para elevarse cada vez más y con seguridad
hacia los ámbitos celestiales de la que es legítima heredera.
A través de ese proceso, las almas que se preparan y comprenden su condición espiritual, pasan
a colaborar en la renovación del conjunto al que pertenecerán y que, a su vez, como grupos que
crecen constantemente en apoyo recíproco, desarrollarán la indescriptible epopeya de caminar hacia
la Luz.
Pregunta: Nos parece extraño que ese proceso constante no haya modificado el panorama social
de la Tierra, después de tantos siglos de luchas renovadoras. ¿Estamos en lo cierto?
Ramatís: Siglos constituyen pequeños períodos que se diluyen en la eternidad. Representan la
pesadilla vivida por los espíritus aún frágiles y que dependen de las expresiones del tiempo y del
espacio para expresarse en el Universo. El tiempo transcurrido entre el surgir de una humanidad
planetaria y su redención o rescate para la armonización consubstanciada con la Luz, es como la
simple introducción de esos mismos espíritus en el concierto cósmico del Amor. Sucesivas
generaciones de cuerpos se hacen necesarias para completar a pleno la expresión de la vida del
espíritu, la conciencia despierta para la Vida Mayor. Cantidades indescriptibles de energías son
empleadas en sucesivas encarnaciones con el fin de intentar rescatar, para la Realidad del Espíritu
Inmortal, a las almas de los hombres, que se distraen en cada período evolutivo planetario. Y las
almas liberadas se dedican a levantar a sus compañeros menos evolucionados, haciendo de esa
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
bendita tarea, el motivo de consolidación en las huestes del Bien. En cuanto a eso, muchas
oportunidades se ofrecen a las almas rebeldes, contrarias al Amor, a fin de acercarlas a los planos
donde reina la paz.
Por esa razón, el panorama de la Tierra, en la etapa o fase actual, se encuentra espiritualmente
inculto, aunque haya cantidades de trabajadores dedicados a amparar y estimular a los que se hallan
aún curvados bajo el peso de sus propias tribulaciones. Es importante entonces, que no se confunda
privaciones con infelicidad, pues aquellos que hoy lloran serán los que mañana estarán bajo el efecto
de la generosa bienaventuranza, si sus lágrimas estuvieran caracterizadas por las reacciones
crísticas del amor al prójimo.
Las tribulaciones que hoy afligen a la humanidad, no son por sí mismas el signo de la infelicidad
para el espíritu, muy al contrario, pueden funcionar como instrumento liberador para los espíritus
sinceramente empeñados en encontrar el camino de retorno a su Origen.
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Pregunta: Reconocemos entre los hermanos que adoptan conceptos espirituales de la vida, una
actitud de poca credibilidad, respecto a que la ciencia contribuya para el fortalecimiento de la
espiritualización de la humanidad, teniendo en cuenta los patrones estrechos llamados «positivistas»,
que predominan en el campo científico actual. ¿Cuál es vuestra opinión?
Ramatís: La ciencia, como todas las actividades del espíritu humano, es evolutiva. Su capacidad
de abordar los desafíos del saber crecen con el tiempo, y aunque daría la impresión de que
retroceden, pueden estar construyendo un período nuevo, donde posibilitará el acceso a los niveles
renovados de comprensión. Teniendo en vista que la vida es Espíritu, la ciencia humana podrá
demorar un tiempo, dilatado o no, pero obligatoriamente, tendrá que desembocar en el clima de la
sabiduría, representativa del primado del espíritu sobre la materia.
Pregunta: ¿Consideráis infundados los recelos o las perspectivas pesimistas del hombre
espiritualista, con relación a la ciencia?
Ramatís: Condenar los procesos materialistas de encarar el conocimiento, sería lo mismo que
injuriar a la niñez porque no comprende los procesos complejos del mundo adulto.
Pregunta: Vuestra afirmación podría considerarse un tanto injustificada para las grandes
cerebraciones humanas, que han ofrecido su contribución a la ciencia. ¿Qué opináis?
Ramatís: El verdadero científico se limita a investigar sin compromiso la realidad que lo rodea.
Mientras tanto, difícil le resultará eximirse de las restricciones de la formación académica impuesta
por la mayoría, a no ser que se empeñe en su lucha, a veces desastrosa, contra los preceptos
vigentes, ocasionados por las posiciones extremadas e inmaduras del espíritu humano delante de la
Verdad, que necesitaría investigarse con amor, dedicación y emprendimiento personal. Tener un gran
«cerebro» significa usar una herramienta de alta calidad, pero el uso que se haga de ella ha de variar
conforme a la dirección impuesta al sentimiento, en la orientación de las convicciones personales.
Pregunta: ¿Debemos considerar que los grandes hombres de ciencia pueden desviarse de la
objetividad necesaria para el ejercicio de sus funciones, presionados por los impulsos de sus
predilecciones personales?
Ramatís: Todos los espíritus encarnados traen consigo una formación proveniente de las
experiencias pasadas que, en cierto modo, les determina las predilecciones actuales; insensi-
blemente, el espíritu reducido por la materia tiende a repetir tanto las adquisiciones positivas como las
negativas. La capacidad de ser objetivo en su trabajo se incentiva por el clima interior, a través del
cual se incorporan las deliberaciones de cada uno. A pesar de todo y de su empeño sincero, un
espíritu largamente ejercitado y afinado con ideas preconcebidas o formas específicas de interpretar
el Universo, tenderá a percibirlas en todo lo que le rodea.
Pregunta: De esa forma, comprendemos que se perjudican las posibilidades de realización para
la ciencia, que se supone debe afrontar una realización investigativa sin compromisos con la realidad,
teniendo en vista que cada cual tiende a proyectarse en su trabajo científico, sujeto a sus propias
convicciones personales.
Ramatís: Las convicciones personales influyen en el trabajo humano del científico, pero no
modifican la realidad.
Pregunta: Si esa realidad continúa existiendo y no es asimilada por los hombres de ciencia,
¿cómo calificar la situación que vivimos? ¿De ilusión?
Ramatís: El espíritu que encarna vive en la atmósfera vibratoria que pudo alcanzar. Grandes
«cerebros» pueden crear para sí una atmósfera de alta sofisticación intelectual, sin que por eso
hayan alcanzado un grado satisfactorio de posicionamiento ante la realidad circundante. Del mismo
modo, pura e «ingenua», la percepción intuitiva del primitivo o del hombre civilizado pero inculto
puede proporcionar la captación directa de la realidad, para la cual no existen, temporariamente, me-
dios de comprobación. Si consideramos directamente el fenómeno existencial, el intuitivo estará
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
encuentro interior con la vida. Las opiniones de sus contemporáneos adquiere las proporciones
adecuadas de los productos de la inexperiencia espiritual, por más «avanzados» o cultos que sea sus
autores. El proceso espiritual de apertura hacia la Luz, al iniciarse se vuelve irresistible, manifestando
la divina inquietud por la búsqueda constante.
Desde entonces, una imposibilidad sublime por satisfacerse con los patrones «normales» impulsa
al espíritu hacia su destino divino: ¡la herencia ineludible del que hará etapa tras etapa, recorriendo el
camino bendecido, hacia la Luz! En el transcurso de ese procesamiento de reformulación interna,
sólo insatisfacciones podrá esperar en los instantes de acomodarse a la opinión general. Al final de
cierto tiempo de oscilaciones esclarecedoras, el espíritu terminará por sujetarse a las restricciones
naturales que el progreso espiritual impone, por ser menos frustrantes que el intento de acomodarse
a las perspectivas insuficientes del grado espiritual obtenido. Cabe señalar aquí, que no nos estamos
refiriendo a la rigidez puritana y ortodoxa en lo cultural, que condena los desatinos de la humanidad
sin reconocer la fragilidad humana en su drama ascensional.
La definición estructural del espíritu en dirección a la Luz, produce por fuerza una variación entre
los opuestos, de donde resulta la preciosa flexibilidad, responsable por la capacidad de evaluación
fundamentada. El cambio equilibrado hacia niveles más perfeccionados de la evolución, significa el
esfuerzo de sustentarse sobre terrenos inseguros y accidentados, resultantes de una experiencia
preciosa que incluye «errores y aciertos», hasta obtener la verdadera postura concienzal de una
liberación autónoma para crecer, luchar y vencer.
Pregunta: La actitud de quien se brinda, en oposición a los conceptos generales, ¿no podría
provocar situaciones más difíciles por realizarse a través de los patrones opuestos a los de la
mayoría?
Ramatís: El desarrollo en la capacidad de brindarse puede hacer temporariamente imposible la
comunicación de los bienes puestos en acción, en toda su pureza. Podrá obstruir el flujo de una
comprensión entre quien se da y quien no consigue recibir, pero no podrá perturbar el ritmo de
crecimiento de quien lo brinda, si es legítimo, pues el espíritu no se preocupará por la retribución y
permanecerá en actitud de felicidad por el simple hecho de encontrarse disponible, imperturbable,
para realizar el bien que se encuentra a su alcance. Esa disponibilidad para hacer la obra de bien,
constituirá, por sí misma, la recompensa a los esfuerzos realizados, en el empeño de aprender a
brindarse, siendo que el espíritu se siente crecer y permitir a la Vida Superior transformarse en canal
transmisor de la Luz. De esa forma, cuanto más lo asedian, más busca crecer hacia la fuerza que
proviene de esa luz para no perder tan precioso contacto, por las dádivas generosas a que se hace
merecedor por la actitud elevada ante la Ley. Colocando el problema en términos de esfuerzos y
recompensas, será necesario observar a qué tipo de recompensa el aprendiz se haya vinculado, pues
el desánimo sólo le sobrevendrá en cuanto su sensibilidad se vincule con los trabajos temporarios de
sus contemporáneos, o sea, cuando su espíritu se encuentre condicionado al mundo de las formas
perecibles.
Pregunta: Entonces, ¿debemos entender que el hombre de ciencia necesitará transformarse en
un adepto a la realidad del espíritu, antes de encaminarse por los rumbos de la verdadera actividad
científica?
Ramatís: Para encaminarse por la senda de la Única realidad existente, el pensamiento
abarcante y expansivo todavía sería un instrumento rudimentario. La mente humana necesitaría de
extremados esfuerzos y, por largos períodos, de sucesivos reajustes, para lograr percibir un poquito
el panorama intraducible de la belleza, armonía y poder que lo rodea y cuyo origen se oculta tras los
velos de las recónditas realidades del Espíritu. Mientras tanto, el Amor a la Verdad funciona como
poderosa llave para que se levanten gradualmente los velos de la ilusión y el espíritu reverente y
sumiso a la Ley, se sienta engrandecido por su participación activa y consciente en el panorama crea-
dor de la Vida. Esa es la única y auténtica Ciencia Original, para la cual nada se encuentra oculto,
porque representa la unión con la Fuerza Creadora del Universo Manifestado.
El gran templo en que la Vida está representada tiene todas las características de una Escuela
Iniciática de grandes dimensiones, donde, en la medida proporcional en que el «discípulo está pronto,
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
el Maestro aparece», manifestándose bajo la forma de pruebas y estímulos para que los misterios de
la Creación pasen a ser conquistados, proporcionalmente a la capacidad del uso y de la conquista del
espíritu que madura. En líneas generales, la Realidad última sólo es perceptible a los que alcanzan
los más altos grados de la escala evolutiva. En un crescendo esplendoroso, el alma se acomoda
sucesivamente a los grados de la Realidad «soportable» para el ser que crece espiritualmente sin
cesar. Así como la criatura aprende a manejar inteligentemente sus juguetes, en un ejercicio de
participación en el panorama del futuro, en el cual ingresará, también hace lo propio el hombre de
ciencia, pero ese hombre también hoy repite, espiritualmente, la actitud de su infancia. «Juega» con
los conocimientos del plano material, desligado del «panorama adulto» de sus participaciones en el
concierto universal de la Vida y se queja de ser importunado cuando los «más viejos», bajo la forma
de espíritus más experimentados en la vida, ponen en evidencia la necesidad de prepararse para las
responsabilidades de una participación esclarecida en el conjunto. La Realidad, para ellos, es
inexistente y sólo la manifestación correcta de esa realidad puede significarles alguna cosa, pues
entra con facilidad a través de los sentidos físicos. De ese modo, no dejan de «hacer ciencia» a nivel
de materia densa, quedando, mientras tanto, disminuidos en su comprensión abarcante y perdiendo
así la oportunidad de saber de dónde proceden las auténticas raíces.
Pregunta: ¿Sería apropiado decir que los alcances actuales de la Parapsicología es el eslabón
que faltaba para reunir a la Ciencia y la Espiritualidad?
Ramatís: Podríamos simbolizar a la Ciencia y a la Espiritualidad como dos fuentes o reservorios
que fueron colocados uno frente al otro, por los esfuerzos del hombre, empeñado en investigar el
fenómeno de la Vida. Sus fundamentos fueron separados por la milenaria intolerancia humana con
relación a los que adoptaron la misma línea de pensamiento. Inconformes con el divisionismo artificial
e impulsados por los planes de la Jerarquía Espiritual Superior, varios hombres ilustres —espe-
cialmente en el siglo veinte, cuando la ciencia estratificaba su condición en la ilusión materialista—
intentaron favorecer la unión entre las dos fuentes. Para eso produjeron experimentos científicos
controlados y el resultado fue impactante, pues implementaron la forma de poder llegar a conversar
con los espíritus materializados e investigar los detalles vivenciales, aunque a priori inadmisibles,
abriendo así el panorama a la investigación honesta de la ciencia. Era como si empezaran a canali-
zarse los medios para compatibilizar los dos reservorios del saber humano: la Ciencia y la
Espiritualidad.
Lamentablemente, el encantamiento por el progreso material, que surgía como una fuerza
fascinante, embriagó de orgullo y vanidad a la mayoría imprevisora. Exactamente en el momento en
que la embriaguez de los éxitos científicos más importantes visitaba a la cultura humana, la
Espiritualidad se esmeraba en advertir respecto del origen de la vida espiritual, pero el aviso prudente
fue rechazado, porque a los seres humanos les son más agradable los velos de la ilusión, que les
permitirían juzgarse, por lo menos temporariamente, como señores absolutos del deslumbramiento
panorámico de la existencia. Por el reinado de un día, fue despreciada la herencia divina y por tiempo
indeterminado, mientras la ilusión siga sustentándose. Cuando las aguas turbias de la ciencia
material comenzaban a colorearse por el contagio espiritual, se cerraron los canales de la
comunicación espiritualizante y la ciencia común se defendió de la «polución» espiritual, en una
actitud que es heredera del terror medieval oscurantista. Y los trabajos del amanecer de la ciencia
espiritual, implantada por los pioneros del Espiritismo científico, fue atrofiada, quedando congelados
en los estantes empolvados, como piezas curiosas de museo. No obstante, el contenido de ambos
reservorios —el del espíritu y el de la ciencia— continuó llenándose por el inevitable movimiento de la
vida, y como consecuencia, se ampliaron los conceptos de ambas partes. Nuevos intentos se
volvieron a hacer, aunque muy tímidamente, por estudiosos inconformes con las restricciones arbi-
trarias impuestas a la ciencia y algunos surcos se construyeron con mucha cautela, ligando los
puntos vecinos de los grandes depósitos del Saber humano, como la telepatía, precognición,
telequinesia, clarividencia, fenómenos estadísticamente comprobados, como quien habla bajito, para
no despertar a los monstruos del pavor humano, capaces de destruir prematuramente los nuevos
intentos de investigar la realidad de la vida en todos sus matices.
A través de tan estrechas aberturitas, no es posible hacer pasar la Verdad del Espíritu sino sus
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
subproductos, lo que permite mayor «tranquilidad», para evitar la aparición de los «fantasmas» de la
realidad del ser humano. Una ciencia así, pre-conceptuosa, caminará a pasos lentos, lo suficiente
como para permitir la acomodación del psiquismo anestesiado del hombre del siglo veinte a las
realidades de la vida psíquica, consiguiendo, a su vez, sobrevivir sin ser prematuramente inmolada o
amordazada por el oscurantismo del panorama de las ilusiones materialistas. Paralelamente, los que
abren las compuertas del alma a la Realidad del espíritu, caminan bajo el influjo del Amor Crístico, sin
preocuparse por los falsos soportes de las comprobaciones a nivel de la materia, pues la Realidad de
la Vida mayor, para ellos ya está comprobada por el fenómeno existencial que investigan puertas
adentro del propio ser. La Parapsicología es lo mismo que un tenue hilo de comunicación entre los
campos pretendidamente opuestos al saber humano y trae consigo la marca de la desastrosa timidez
heredada de las experiencias negativas del pasado en relación con el fenómeno espiritual.
Mientras tanto, el crecimiento de los reservorios de las vivencias humanas, en las dos áreas
aparentemente opuestas, proporcionará en poco tiempo el trasbordamiento de la una a la otra, como
resultado de la profunda investigación de ambas sobre la Vida. El materialismo se diluye en la última
frontera de la materia, cuando se hace energía, adentrándose en las puertas del Espíritu, único Señor
de la Vida. 1
Pregunta: Los recientes descubrimientos científicos transformaron decisivamente el panorama de
la vida en el planeta. Sería lícito preguntarse si después de casi dos mil años del paso de Jesús sobre
la Tierra, se apagó y perjudicó el mensaje espiritual.
Ramatís: Ese es un problema de importancia primordial. Jesús se dirigió directamente al espíritu
humano y, sin embargo, este sufrió modificaciones poco significativas, pues no llegó a validar las
sabias recomendaciones del Maestro de Galilea. Costumbres superficiales de las épocas, como
ropajes, usos sociales, utensilios en general, métodos de trabajo, en fin, las apariencias, han
experimentado cambios en el transcurso del progreso de los conocimientos intelectuales humanos,
pero las raíces del sufrimiento en la vida diaria son las mismas. Luego, quien atiende a la letra que
mata, encontrará superadas todas las escrituras sacras inspiradas por los elevados espíritus que
anduvieron por la Tierra. A su vez, Jesús, con su extraordinaria claridad y sabiduría, se dirigía a una
única clase, esa que en cualquier época percibe la Realidad Mayor de la Vida; está constituida por
aquellos que «tiene ojos para ver y oídos para oír», esto es, los que se desligan, aunque
temporariamente, de los preconceptos y condicionamientos de la vida material y abren las puertas del
corazón para la invitación suave y amorosa del Maestro: «Venid a mí, vosotros que os encontráis
afligidos y angustiados, porque os consolaré». Y dice aún más: pide para los blandos y pacíficos la
herencia espiritual del Reino, cuya llave se encuentra en la actitud amorosa y receptiva de los
patrones renovadores en el aprendizaje del espíritu. Por negarse a seguir las enseñanzas del
Maestro, los hombres perdieron la oportunidad de comprobar la excelencia y grandiosidad de su
prédica evangélica. El fracaso vivencial y espectacular de las sociedades súper estructuradas del
mundo «civilizado» constituye la más elocuente manifestación de que al negar al Maestro y a su
Evangelio con actos de desamor, las colectividades, aunque la enaltezcan con palabras,
comprobarán la decadencia moral y la falencia espiritual en que se debaten inevitablemente, por su-
puesto, a causa de los que se oponen a la convivencia del Amor Crístico. Hoy se busca una cadena
interminable de razones «técnicas» e intelectuales para el caos de la violencia y de la sensualidad
primitiva en la que la cultura humana se deja sepultar, cuando bastarían las más simples pero
profundas enseñanzas del Amigo Sublime para regenerar todo el panorama caótico, aparentemente
irreversible, que descompone la herencia cultural de la humanidad.
Bastaría que se escuchara su exhortación, suave pero enérgica: «Yo soy el Camino, la Verdad y
la Vida», y la humanidad comenzaría el indispensable aprendizaje del «amaos los unos a los otros
como yo os amé». A partir de entonces quedaría claro que fueron irreversiblemente proféticas las
afirmaciones de sus palabras, porque no pasarían sin que fueran cumplidas en toda su extensión.
1
Nota del médium. Según Arthur Koestler en su obra Las Razones de la Coincidencia: la física, hoy se encuentra del
lado de la mística a causa de sus recientes descubrimientos, pues la Parapsicología está preocupada por los métodos
estadísticos.
110
Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
La ciencia confinada en los preconceptos materialistas, todavía está muy lejos de valorar y
comprobar el sentido grandioso de la Ciencia de la Vida, de la cual el Evangelio es una condensación
prodigiosa.
Las leyes espirituales que el Maestro percibía en medio de la dureza de la vida, de a poco van
siendo develadas por la investigación intelectual humana. Mientras tanto, es al corazón del discípulo
que el Maestro habla, sin sonido audible, ajeno a los tímpanos físicos. Sus palabras se reciben como
un dulce néctar recogido de la fuente de la bienaventuranza espiritual. Mientras que al ser humano no
se le considere como un laboratorio sagrado, apropiado para la recepción de los bienes de la vida;
mientras la ceguera de la inmadurez impida la profundidad de la visión interior; cuando la hipótesis de
los sentidos envuelva al hombre en el juego de las ilusiones, con progreso material y científico o sin
él, las palabras de todos los grandes Maestros sonarán como expresiones desprovistas de sentido,
quedarán como excentricidades o curiosidades de almas desviadas o confundidas por extrañas
patologías.
Mientras esto sucede, el Cristo continúa presidiendo la evolución del planeta, en la grandiosa
comprobación de su silencioso Amor para toda la humanidad. Y, cuando más ciega es respecto del
Maestro, más precioso es su Amor, aunque ignorado e integral.
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Pregunta: Considerando que la humanidad encarnada está compuesta por los espíritus
distanciados de una posición evolutiva y armoniosa con la Creación, nos parece inevitable la situación
caótica espiritual en que vivimos. ¿No sería natural que el desánimo, la pobreza, los desajustes de
toda índole dieran al hombre la impresión de vivir en un mundo inadecuado o poco estimulante para
su progreso espiritual?
Ramatís: Dulce y suave confort desciende sobre el alma del hombre que se aproxima a la obra
Divina con «ojos para ver y oídos para oír». Mientras forma parte de la incómoda situación de la
graduación espiritual que es la involución, con insatisfacciones permanentes que funcionan como
acicate, presionando al espíritu aún endurecido para que realice esfuerzos adecuados en su
desplazamiento en dirección hacia la Luz.
Pregunta: Las incoherencias en que el espíritu se debate en esa fase dolorosa, ¿no pueden servir
de obstáculo, al caer en el desánimo?
Ramatís: El desánimo es una de las experiencias que deben superarse. Constituye un
aprendizaje extremadamente enriquecedor, el caer y aprender a levantarse por propio esfuerzo.
Pregunta: Nos parece un círculo vicioso la situación del espíritu involucionado cuyas diferencias
naturales lo aprisionan en fajas que no le permiten recibir la inspiración superior. ¿Cómo romper el
cerco de las vibraciones densas y superar el desánimo, cuando todo lo induce a rebelarse y caer en
ese estado espiritual deprimente?
Ramatís: Molestias orgánicas desencadenan en el cuerpo físico reacciones automáticas de
defensa para superarlas naturalmente. ¿Por qué el espíritu inmortal estaría privado de los recursos, si
es hacia él que todo el contexto de la Creación se dirige, como una invitación para ascender hacia la
Luz? Ni uno solo de los pequeñitos, aparentemente desamparados delante de la vida, deja de recibir
los incentivos espirituales necesarios para su graduación interior. Sucede con frecuencia, que confun-
dís necesidad de progreso con vuestros caprichos individuales. Es ahí cuando las restricciones
correctivas de la Ley os impiden el desplazamiento libre hacia los abismos de las sombras y en-
tonces, juzgáis que os obstruyen vuestros anhelos de progreso, como consecuencia de la poca
vigilancia que ponéis en vuestro bien. Y así como sucede con la fiebre, el dolor físico, las molestias
orgánicas, las contrariedades, las decepciones y amarguras espirituales manifiestan elocuentemente
la necesidad de vencer vuestras inadecuadas capacidades psíquicas, que os pueden inducir a
tortuosos rumbos de rescate kármico.
Pregunta: Comprendemos vuestra comparación, pero también sabemos que no todos los
organismos consiguen reaccionar, aunque sean tratados adecuadamente. Siendo así, ¿no existe una
especie de fatalidad o tendencia mórbida responsable de la falencia de ciertos espíritus?
Ramatís: No podemos considerar falencia las consecuencias desastrosas y naturales por los
actos impensados, teniendo presente que al espíritu, constantemente se le ofrece la oportunidad, por
parte de los incansables propuestos del Señor. Resuenan aún en el aura espiritual de la Tierra las
blandas y pacíficas palabras del Maestro: «Ved y no volváis a errar». El hombre compasivo mueve
legiones de fieles mensajeros, así como a las agrupaciones de ayuda, para cambiar a los siervos
infieles, con ese Amor purificado de renuncia que emana de los espíritus generosos dedicados al
reajuste de sus hermanos desviados de la Luz. Si tuviéramos necesidad de justipreciar, sería
adecuado hacerlo con aquellos que ceden ante el peso de las tareas de rescate, para levantar a los
seres que se dejan ilusionar y sienten rebeldía y desamor, que jamás aprendieron de las extraordi-
narias lecciones de vida que la Creación les presenta. Sus deficiencias y sufrimientos son una
consecuencia del rechazo por participar del himno general de paz y fraternidad que el panorama
universal entona en cada momento del existir cósmico. Bastarían algunos instantes de reflexión sobre
lo que significa la grandiosa sinfonía de la Vida para que cada uno se impusiera, sin dificultad, el
privilegio extraordinario de Ser y compenetrarse del influjo maravilloso del Amor Universal!
Sin embargo, la «siembra es libre, pero la cosecha obligatoria». La máxima de Jesús, que afirma
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
el dicho: «Quien con hierro hiere con hierro será herido», expresa muy claramente, que al espíritu le
cabe la iniciativa sobre los males que le tocan, por causa del choque de retorno. Si os parece drástica
esa sentencia, recordaos que fue anunciada por un Maestro de Renuncia, cuyo incomparable Amor
era acreditado por elevados actos de compasión. A causa de su elevada jerarquía, hablaba con
máxima autoridad para poner en movimiento a los espíritus respecto de su responsabilidad, a fin de
construir sus propios caminos. Los Siervos infieles no pueden recibir el salario de la paz.
Pregunta: Ante la fragilidad del discernimiento humano, nos parece que la claridad meridiana de
esa Ley sobrepasa la capacidad de percepción de la mayoría, que vive como sumergida en el sueño
hipnótico de la materia. ¿Cuál es vuestra opinión?
Ramatís: Cuando ese sueño deja de ser tranquilo, invadiéndole los conflictos emocionales,
comienza a despertar al alma hacia su verdadero destino.
Pregunta: Para que los Siervos se vuelvan fieles a su destino en la Siembra, ¿hay necesidad de
conflictos o sufrimientos? ¿Ese hecho no es una tendencia hacia las posiciones mórbidas?
Ramatís: El precio de cada conquista es proporcional a su valor.
Sería morboso buscar dificultades por el placer de sufrirlas. Pero, si ellas son desafíos necesarios
y maravillosas adquisiciones, decisivas para la formación de un nuevo grado de realización interna,
se cumple la Ley de la conquista por el esfuerzo propio. El resultado sumamente valioso al eliminar
del espíritu cualquier residuo morboso, por la alegría plena de aprender a servir en consonancia con
las Esferas del Amor Inefable.
Pregunta: A nosotros nos parece que existe una dificultad técnica para ayudar a los espíritus en
conflicto que no logran definir sus caminos. ¿A qué podríamos atribuir ese hecho? ¿Podría ser el
resultado de lo inadecuado de los esclarecimientos filosóficos y religiosos que existen en la Tierra?
Ramatís: Cuando el hombre se empeña, consigue trasponer las barreras más difíciles. Muchas
veces, la dificultad no se encuentra en el emprendimiento, pero sí, en el desinterés por alcanzarlo.
Pregunta: Entonces, ¿hay falta de estímulos para buscar los verdaderos caminos? Ese hecho, de
por sí, ¿no es una falta de planificación para el progreso espiritual del hombre?
Ramatís: Lo que preguntáis sería equivalente al deseo de saber si las Esferas Superiores
responden por el desinterés de los espíritus encarnados con relación a las escalas evolutivas.
Consideramos que ellas tienen tanta responsabilidad por ese hecho, como de la realización
ascendente de los espíritus que se promueven, por el esfuerzo interior, hacia las Esferas Luminosas
de la participación plena de la Vida. La interferencia indebida por la resolución íntima de cada ser es
una injerencia totalmente inoportuna y capaz de distorsionar el plan de realización íntima de cada ser.
El crecimiento hacia la Luz es una tarea sagrada, cuyas marchas y contramarchas tienen extraordina-
rios significados, auténticas lecciones sin palabras, que se graban en la contextura del espíritu
inmortal. Religiones, filosofías, sistemas psicológicos, son efectos y no causas de ese crecimiento
interno que está grabado, de forma indeleble, en la esencia misma del ser viviente, en su vocación
hacia la Luz, que puede momentáneamente ser conturbada, pero jamás inaudible para la conciencia
que se dispone a consultar el templo interior, donde su herencia divina se encuentra grabada en
forma irreversible.
De ahí parte el dicho popular: nadie escapa al «tribunal de la conciencia». Jesús afirmó que
respaldaba solemnemente a las escrituras cuando decía: «Vosotros sois dioses». En su declaración
aparentemente enigmática: «Vea quien tiene ojos para ver y oídos para oír», podemos entonces
comprender que el Maestro se refería a la necesidad de desarrollar una afirmación voluntaria para la
percepción interna de la invitación sublime que la Vida representa para el espíritu ávido de Paz. Esa
sentencia complementa a la anterior, pues si somos dioses, nada nos es imposible, estando todos
destinados a la alegría inigualable de inscribirnos, por esfuerzo propio, en el código de Amor, que es
lo mismo que estar con las Cortes de Luz que surcan incansablemente los Espacios Siderales,
entonando la sinfonía esplendorosa de servir en los moldes de la Ley del Amor Universal!
Pregunta: Para los espíritus que comprenden y aceptan la necesidad de renovarse
espiritualmente, en función de las leyes superiores de la Vida, los lazos kármicos que los atan a las
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
mentes involucionadas de sus hermanos parecen, a veces, verdaderas cadenas que les impiden su
desplazamiento hacia la Luz. Si de esa forma son agravadas por las influencias negativas y tenaces,
en cierto modo, ¿no deberían ser liberados de la responsabilidad total por sus infidelidades a la Ley
del Amor?
Ramatís: Los lazos kármicos fueron tejidos con las mismas manos que, en el presente, deben
dedicarse a deshacerlos.
Pregunta: Siendo tan frágiles las nuevas conquistas, representadas por los deseos de superación
recién adquiridos, ¿de qué forma se pueden sobreponer a una cantidad de errores y vibraciones
negativas, desencadenadas en la tela de la conciencia bastante oscura, por el condicionamiento
desarmónico y acrecentada por la influencia implacable de los enemigos del pasado?
Ramatís: Atendiendo a los llamados del Maestro: «Orad y vigilad» y «reconciliaos, por cuanto
estáis en el camino».
Pregunta: A nosotros nos parece que, en situaciones extremas de angustia e impotencia, el alma
no tiene la forma adecuada para elaborar su propia liberación, sin poder evitar, muchas veces,
resbalar hacia los abismos de indescriptibles aflicciones que parecen interminables. Aun así, ¿la
solución sería la misma que habéis señalado?
Ramatís: En el océano de impresiones recibidas por las vivencias, en donde el alma se encuentra
sumergida durante todo el proceso evolutivo, existen corrientes de pensamientos formados por
emociones y percepciones circulando a niveles de profundidad que hasta el mismo espíritu, le sería
imposible identificar adecuadamente. Mientras tanto, el dolor que satura al espíritu, por el sufrimiento,
constituye una energía que impulsa a esas carnadas de lo que llamáis subconsciente, que vibra en un
torbellino, desplazando residuos pesados cuya fuerza siniestra estaba ignorada, a la vez que minaba
las sagradas esperanzas del crecimiento espiritual del ser. La contaminación causada por el
resurgimiento de las fuerzas involucionadas que hasta entonces estaban latentes, nuevamente
promueven esos engaños con los cuales el espíritu acostumbra oscurecer a conciencia sus
necesidades de progreso, tejiendo los velos de la ilusión y manteniendo una falsa idea de su
verdadero grado evolutivo. Al espíritu seriamente empeñado en querer avanzar, se le ofrece la
oportunidad de crecer, dado que la realidad desagradable interna y reconocida por el ser, es un
alerta, y simultáneamente obra como un antídoto, lo que permite desplazarse en dirección hacia la
paz, que irá consolidando a través de luchas provechosas en el aprendizaje del Amor a la Verdad.
Como prerrequisito al ingreso consciente a los «páramos celestiales» de la iluminación interna, es
necesario haber percibido antes, el contenido tenebroso de las creaciones inmaduras del pasado y
colocado entre ellas el antídoto del proceder evangelizado del presente.
Pregunta: La aparición de esas corrientes subterráneas, ligadas a las vibraciones espirituales
negativas, ¿no podrían agravar la situación, en vez de renovarla?
Ramatís: Es elemental y de buen sentido que no se puede proceder a la limpieza de cualquier
especie, sin antes contactarse con los residuos a remover.
Pregunta: ¿Eso no significa lo mismo que levantar el «polvo» en reposo, con perjuicio para la
conducta renovada que se pretende consolidar?
Ramatís: ¿Quién podrá vibrar integralmente en el Amor, si antes no ha reconocido sus
disposiciones deficientes? Ese es el primer paso para la transformación: conocer a cada momento el
grado de carencia, para enseguida suplirla eficientemente. Sólo la visión extrema y puritana de la
intransigencia consigo mismo y con el prójimo impide el reconocimiento de nosotros para ayudar a los
comprometidos con las tinieblas, ya que representamos un legítimo incentivo en la búsqueda del
esclarecimiento humano.
Pregunta: ¿Qué pasa cuando ese proceso de revisión kármica se hace tan intenso que oscurece
la razón, y el espíritu se encuentra aprisionado en las tinieblas de la desestructuración psíquica? Aun
así, ¿continúa el desplazamiento hacia la renovación espiritual?
Ramatís: El entrechoque se produce entre el espíritu y sus carnadas de negativismo del pasado,
llegando a producir un verdadero maremoto portador de fuerzas ciegas y destructivas que obedecen
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
a las leyes de retorno a esas energías puestas en movimiento y que fueron accionadas para la
destrucción del semejante y de la obra del Eterno. La avalancha ha de ser proporcional a esa acción
que desencadenó en el pasado, pero el espíritu inmortal que preside el proceso, aunque todavía se
encuentre envuelto, no está a merced de las fuerzas ciegas. El sólo recibe de retorno aquello que
desencadenó, sin perder el derecho, que le garantiza la Ley, de recuperarse a su debido tiempo.
Pregunta: ¿De qué naturaleza será esa recuperación, cuando el proceso implica la
desestructuración psíquica?
Ramatís: Con el mismo ritmo que entró en el proceso, también conseguirá salir, siempre que
adquiera condiciones interiores de liberación de las fuerzas desencadenadas que se deslizarán
irremediablemente por los mismos canales que se crearon.
La mente que se desorganiza procede como la maquinaria que fue alimentada con combustible
de inferior calidad. En el momento en que la energía deletérea se agote y se sustituya por otra de
mejor calidad, entonces el proceso comenzará a normalizarse. La locura, el desajuste, el sufrimiento,
son fases pasajeras en el proceso de caminar para la evolución prevista en el plano que está en la
Mente Divina. Quien pueda comprender esa realidad aprenderá a percibir el sufrimiento en su
verdadera función sanadora y benéfica.
Pregunta: ¿De qué forma podríamos comprender la «sustitución de la energía deletérea por otra
más adecuada»?
Ramatís: En Oriente, la trilogía representada por Brahma, Vishnu y Shiva simboliza los tres
aspectos; creador, conservador y destructor, donde el Universo manifestado se expresa a través del
macro y del microcosmos. En lo que respecta al hombre, podemos considerar que su «universo»
tiene un elemento creador, representado por la «Centella divina», cuyas energías se manifiestan en la
dualidad representativa del principio hermético de la «complementación de los opuestos». En el
equilibrio entre el «crear y el destruir», el espíritu se desplaza a través de la trayectoria evolutiva,
conservando, a cada momento, el tipo de energía conveniente para su desplazamiento hacia estados
vibratorios más adecuados y destruyendo los estados psíquicos o energéticos indeseables, para la
continuación del aprendizaje.
La necesidad de soportar, por el tiempo necesario, el desarrollo del mecanismo desequilibrante y
vibratorio, motivado por las oscilaciones de la energía sustentadora de la vida, determina estados
psíquicos que permiten apartarse o aproximarse al ritmo armónico con el pulsar de la vida, que actúa
en el Gran Plano del Existir Cósmico. Como el influjo de esa Energía Mayor que rige el crecimiento o
el andar grandioso del Universo, controla, por así decirlo, soberanamente, manteniendo la creación
en los límites previstos del crecimiento para las finalidades a que se destina, tanto en el macro como
en el microcosmos, donde la Ley está presente. Imperturbablemente, ella corrige por la acción
correspondiente, natural y positiva, que demuestra, bajo la forma de malestar, toda acción
desarmónica contra la Ley Evolutiva del Amor. La sensibilidad del espíritu funciona como un delicado
aparato que es capaz de detectar la separación del proceso, de equilibrio permanente, aun en los
grados inferiores, donde no existe la menor vislumbre de entendimiento de los planeamientos
generales del Universo.
De forma eficiente y automática, las señales de alarma suenan en los campos energéticos de las
zonas profundas, de lo que vosotros llamáis «inconsciente», por no registrarlo comprensiblemente en
vuestros estados de vigilia. Mientras tanto, el espíritu reconoce claramente los códigos reveladores de
la acción equilibrante del mecanismo de preservación y destrucción, entre los cuales, el proceso de
desplazamiento hacia la Luz se cumple inexorablemente. Lo que denomináis locura es el conflicto
hiperatrofiado entre esos dos aspectos del existir espiritual. La complejidad del entrechoque de las
fuerzas opuestas se presenta a vuestra percepción como un panorama caótico de una
desestructuración psíquica. Mientras que el fenómeno sucede bajo la supervisión de las fuerzas
profundas, las mismas vinculan las transformaciones energéticas a su centro ordenador espiritual. El
fenómeno se produce semejante a la caída de un torrente sobre el lecho de un río, cuyo curso se
vuelve agitado o alterado, tanto en su volumen impetuoso como direccional. Pero ninguno de los
estados anteriores prevaleció respecto de la forma adecuada de expresarse, por lo tanto, le fue
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
posible al espíritu que rescató su karma y reasumió la concientización plena de su proceso renovador.
Como siempre sucede, después de la tempestad, toda la naturaleza canta himnos de alabanza a la
Ley que corrige y renueva. Del mismo modo, el espíritu inmortal sobrevive a las tempestades
psíquicas responsables por la desorganización de su universo interior, para levantarse y cantar
alabanzas a la felicidad de existir, ¡que lo espera al final del proceso de crecimiento hacia la Luz!
En el complejo embate de las fuerzas opuestas, la energía psíquica, que estaba poluida por los
desajustes vibratorios, sufre un proceso de depuración, volviendo a ser un combustible refinado que
impulsa los mecanismos sutiles de la evolución espiritual, para integrar al ser en los planos vibratorios
de la armonía. El júbilo, entonces disfrutado, es de tenor abarcante, por la expresión concienzal de la
Vida Mayor que anula por completo los angustiosos procesos anteriores, donde pasa a reverenciar
sus preciosos momentos de graduación y el acceso a la herencia perenne de paz en los planos de la
creación que lo rodea, ¡pasando a ser elemento participante y actuante!
Pregunta: Si la Ley está inscripta en los registros del Espíritu, la renovación a que habéis hecho
referencia, ¿se producirá automáticamente y en forma inevitable?
Ramatís: La Ley puede intensificarse o dilatarse indefinidamente, de modo proporcional al
esfuerzo o empeño individual que, a su vez, puede acrecentarse por estímulos aportados por las
almas generosas que son propicias para trasfundir la esencia de un Amor purificado. Fue así que el
Sublime Peregrino bajó de las Esferas Superiores que circundan a la Tierra, para grabar
indeleblemente en los registros de la memoria de todos los tiempos, por actos y vibraciones de
incalculable belleza, las preciosas advertencias, fruto de un Amor inigualable: «Venid a mí, vosotros
que os encontráis afligidos y angustiados y Yo os aliviaré. Aceptad Mi yugo liviano y atravesad la
puerta estrecha de las pruebas redentoras. Y acordaos que, por los siglos de los siglos, siempre que
dos o más se reúnan en Mi nombre, allí estaré Yo».
Todas esas y muchas otras formas de estímulo caen como bálsamo suave y curativo sobre las
angustias e inseguridades de los espíritus que, en su aflicción, juzgan que están solos o aban-
donados. Ninguno de los afligidos a los que Jesús se refería perderían la dirección. Aunque no lo
conozcan, El los reconocerá en el momento en que un pensamiento de sincero deseo de renovación
corrija el patrón vibratorio, transformando la rebeldía y la ceguera espiritual en verdadero llamado a
las energías superiores que rigen la vida. Se inicia entonces, automáticamente, el proceso de reajuste
psíquico, pues es un mensaje codificado dentro de la Ley del Amor, emitido por la Centella espiritual,
la heredera del reino, cuya legítima reivindicación es inmediatamente aceptada por legiones de
propuestos del Centro Coordinador de la Vida. Y una chispa, por simple y pequeña que fuera, emitida
dentro del Código Espiritual de la Esencia Divina que existe en cada ser creado desencadena un
proceso de religamiento gradual hacia su Fuente Creadora. Desde entonces, una tendencia cada vez
más acentuada se verificará, proporcional-mente a la intensidad del empeño manifestado a través del
cual la Trinidad Sagrada: Creadora, Conservadora y Destructiva, presidirá con éxito creciente la
dinámica expansiva de las potencialidades hasta entonces desconocidas por el ser.
«Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón», dijo el Maestro Galileo. Así trataba de
invitar a que lo copiaran en la obediencia a la Ley del Amor que rige el Universo manifestado.
Haciéndose dócil a las imposiciones de las huestes espirituales de la vida, la bienaventuranza
prometida por el Maestro será alcanzada por el espíritu. Y para que no hubiera dudas, bajó a la
Tierra, en el maravilloso espectáculo de Su presencia, en la inolvidable vibración de Amor,
conservada celosamente por todos aquellos que lo sintieron en lo sensible de su corazón,
constituyéndose, desde entonces, en continuadores de la impactante tradición espiritual implantada
sobre la Tierra; la comunión cristiana, expresada por la Cena, donde la Fraternidad está simbolizada
por el partir del pan y la ligazón mística está representada por la embriaguez del vino noble de la
verdad. De esa forma se consolidó en la mente humana la invitación para las «bodas», donde el
mayor habría de ser el siervo de los demás. ¿Qué más habría de aportarse para que todos tuvieran
oportunidad de ser rescatados de las tinieblas de su propia ignorancia? Solamente debían ponerse en
marcha las nobles disposiciones y ponerse en camino, bendiciendo al manso y suave Rabí de
Galilea. El encarnó en la Tierra las elevadas virtudes del espíritu, su ejemplo edificante de Amor a la
Renuncia es hecho precioso y raro, con el cual todos los espíritus un día llegarán a consolidar su
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
XVIII – PROFECÍAS
Pregunta: Sabiendo que en todas las épocas existieron profecías que se cumplirán en forma
desastrosa para la humanidad, ¿cómo encarar el hecho para sensibilizar, a tiempo, a los interesados
directos, a fin de afrontar los acontecimientos previstos?
Ramatís: Del mismo modo como encaramos la evidente alienación del espíritu inmortal con
relación a su eterno destino.
Pregunta: ¿Podríamos comprender que esos hechos son naturales?
Ramatís: Naturales sí, pero indignos de aprobación y estímulo.
Pregunta: ¿Cómo hacer distinción entre ambas actitudes, reiteramos: el desequilibrio del espíritu
inmortal con relación a su destino implacable?
Ramatís: De la misma forma en que la Fuerza Creadora mantiene la Vida en las escalas menores
del existir espiritual, amparándolas con las restricciones necesarias para su crecimiento infinito. El
espíritu, en las fases menores de su evolución, no percibe con claridad los propios caminos, por eso,
cuando se desvía, nunca son reforzados o estimulados por la Ley del Amor, que rige su progreso.
Advertido, se deja a su responsabilidad individual la decisión para lo adecuado y necesario del
aprendizaje, a través del libre albedrío.
Pregunta: Muchas veces, nos parece inútil e incansable la persistencia con que la Espiritualidad
Superior hace «descender al espíritu sobre toda carne», teniendo presente el pequeño porcentaje de
aprovechamiento que la humanidad consigue obtener de todo lo recibido. ¿Cuál es vuestro parecer?
Ramatís: El trabajo infatigable de los Planos Superiores no se contempla para los elegidos,
capaces de percibir, en forma inmediata, el código sagrado del Amor, de todo cuanto se expresa en la
Creación. Para esos, que tienen «ojos para ver y oídos para oír», toda buena simiente es provechosa.
Mientras tanto, aunque Jesús con esas palabras haya destacado la condición necesaria para
comprender bien sus enseñanzas, sin embargo, no dejó de predicar y ejemplificar entre los ciegos,
cojos o deformados del cuerpo y del alma, por la simple razón de que la Luz es más necesaria donde
la tiniebla domina al espíritu y la materia.
Los profetas, enviados y misioneros son entidades que estimulan el desarrollo en un acto, casi
heroico, pues se constituyen en centro de las más ásperas incomprensiones de sus contemporáneos.
El aparente holocausto en que se ven inmolados es percibido por sus espíritus bien orientados, como
la complementación natural de la tarea que se imponen, conscientes de sus riesgos. Por esa razón,
una irresistible necesidad de coherencia interna los induce a actuar por el modelo integral de la
realidad que perciben a nivel concienzal, poco accesible a sus contemporáneos. De modo general, no
son seres de excepción, muy al contrario, traen consigo ataduras kármicas que los estimulan a
testimoniar, con dedicación, los predicados divinos, como oportunidad de rehabilitarse delante de las
colectividades junto a las cuales, en el pasado, ejercieron influencias desarmónicas. De ese modo,
comprueban experimentalmente, la realidad del concepto de que «dando es como recibimos».
Pregunta: Si esos seres se encuentran en estado evolutivo, ¿de qué forma debemos comprender
que les sea confiado tan grande privilegio, como el de conocer el futuro, lo que parece colocarlos en
una posición excepcional?
Ramatís: En verdad, podríamos encarar la capacidad premonitoria como un privilegio, pero no
como una dádiva gratuita. Las angustias, vigilias y aflicciones desencadenadas en el espíritu que
sobrepasa la barrera ficticia del tiempo, para penetrar en las entrañas de las realidades cósmicas, son
un precio bastante alto por las que rescatan sus indolencias espirituales del pasado, comprendiendo
su sentimiento en la necesidad de acelerar su propia evolución. En esa forma, producen un trabajo
que moviliza globalmente sus potencialidades latentes en el servicio al prójimo, pues de esa forma se
vuelven figuras símbolos de advertencias incómodas para los que desean permanecer en la inercia
espiritual. A su vez, se sienten importunados por el anuncio agorero del dolor y de la infelicidad
implantada por las pautas del destino y por medio de sus propias manos, pues desearían continuar
incólumes, ignorando el peso de lo que pronosticaron.
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
adhesión exterior a las Escrituras Sagradas, sino que es necesario e indispensable demostrar la
conducta delante de la vida, pues la misma Fuerza que rige el Universo aparta a los hijos de Abrahán,
de las piedras que se encuentran en la Tierra. En otros términos, quiso decir lo mismo que Jesús.
«No os detengáis en la letra que mata, procurad el espíritu que vivifica».
Las profecías, sean de la naturaleza que fueren, son un llamado a los planos espirituales de la
vida, con el objetivo de suplir la ceguera humana y ofrecer testimonios de la Realidad no sensorial,
que rodea a la humanidad encarnada. Bendecidas sean las horas incontables de meditación y preces
que hoy se desarrollan en las agrupaciones de orden religioso, porque a través de ellas, el espíritu
humano ejercita la capacidad premonitoria en su propio beneficio y en el de la colectividad. Y, en la
proporción en que el alma se afina interiormente con la Vida Mayor, se hace más accesible a la
percepción del «lado derecho» de su vida en el Cosmos y, simultáneamente, se sensibiliza para el
reencuentro con la grandiosa Ley del Amor Universal que rige la Vida. Los profetas fueron y son
aquellos que van al frente de la caravana del progreso espiritual de las colectividades, como
centinelas de avanzada, con la función de dejar expeditos los caminos para sus hermanos. Aunque
no siempre los seres humanos responden a tiempo, la falta de sensibilidad o de valor para encarar la
realidad existencial, la Espiritualidad Superior demuestra, de ese modo, que los seres en las fases
menores de la evolución, no se encuentran nunca desamparados.
Hoy, cuando vivís una etapa bíblica de gran envergadura para la concreción de las profecías de
todos los tiempos, el Señor hace descender Su espíritu «sobre toda carne», y en los núcleos
espiritas, espiritualistas, pentecostales o simplemente parapsicológicos, resurge la gran Odisea del
Amor en busca de su realización para construir el bienestar global de la humanidad terrestre. Todas
las brechas son aprovechadas por los seres ávidos de conocer su destino verdadero, para el
reconfortante aprendizaje de existir en términos infinitamente amplios, en consonancia con la
grandiosidad del Espíritu Inmortal que preside el proceso de crecimiento en pleno desarrollo de la inti-
midad existencial de cada ser. Y, por más desconexas que puedan parecer tales manifestaciones sea
con alucígenos, percepciones extrasensoriales controladas por procesos electrónicos y estadísticos,
o en la violencia manifestada de los medios esclarecidos de la magia, todo ese panorama describe el
ansia de liberación en que los seres humanos se encuentran empeñados y que asume, en el
momento, el paroxismo de un clamor general en el aura de la tierra, enloquecida por la orientación
negativista de siglos de autodestrucción lamentable, cruel e inhumana, por la negación aberrante de
los principios Crísticos del Amor Universal.
Como cabeza de puente para la penetración provechosa en la era de las renovaciones profundas
que se aproxima a la humanidad, el Cristo vuelve a descender a la Tierra, representado por las
falanges amorosas que en su nombre, curan, sirven y aman, induciendo a los seres encarnados a
testimoniar el Amor tal como el Maestro lo recomendó: «Que sea cada cual el siervo de todos los
demás». Y los núcleos de tenor espiritas cristianos, limpian el aura humana colectiva, de sus males
milenarios, pensando en las llagas morales y físicas de los nuevos cojos, torpes, ciegos y lisiados que
la Jerusalén tiene en la actualidad en número creciente, como fruto de la era de ceguera espiritual
materialista en que hoy vuestra civilización desemboca. Profetas del Amor Crístico, los médium
espiritas se esfuerzan por hacerse instrumentos vivos de la extraordinaria onda de las profecías que
la humanidad ya presenció, pues, al «descender sobre toda carne», el Espíritu del Señor no ve
fronteras religiosas sectaristas, obligando a las almas sensibles a que se aproximen al real significado
del mensaje evangélico traducido en términos de vivencia interna y de integración de los unos con los
otros, del hermano que sufre, llora y necesita ser ayudado en ambos lados de la Vida.
Abiertas esas fronteras, ¿quién dudará en el futuro de su destino eterno? Ya no serán algunos
pocos abnegados Apóstoles que volverán a derramar sobre la tierra la sangre y el sudor de sus vidas
entregadas al Señor, pues el dolor superlativo de las ondas negativistas del desamor se encargarán
de provocar la reacción desde el centro hacia la periferia, cuando el alma humana, cuyos derechos a
la Paz y al Amor vienen siendo negados por los falsos «doctores de la Ley» en la Tierra, ya no
soportan más la inversión de su sublime intuición de la Realidad que lo rodea. En fin, toda la
potencialidad retenida por milenios de incredulidad comenzará a ganar los caminos de la Vida Real,
buscando sus derechos inalienables de transformar los caminos del planeta en un permanente cortejo
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
de luces, por la integración con las falanges que hace milenios, entonan en los Espacios los himnos
de alabanza y gratitud a la Fuerza Creadora de la Vida.
Entonces, todos han de saber quién es el Pastor, reconociendo la dirección de los caminos
amorosos que El les señaló. De ahí en adelante, Su profecía estará en pleno cumplimiento, pues se
volverá a convivir con la Jerusalén transfigurada por las pruebas que El les aproximó.
Desde entonces, a los mansos y humildes, se les otorgará la herencia inalienable de seguidores
de la Luz, en el reino de la Tierra, que entonces, se integrará al número de los orbes que son capaces
de asimilar la Luz Crística del Amor, ¡en la cual todo el Espacio se encuentra comprendido!
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Pregunta: En todas las épocas, los hombres conocieron seres que fueron considerados enviados
o mensajeros divinos. En la época actual, cuando nuestros patrones de la espiritualidad se
encuentran en procesos de formación para la Era de la Fraternidad, en que el Tercer Milenio se
constituirá; ¿cómo deberá recibirse a los enviados a la Tierra para el servicio del Señor?
Ramatís: Serán todos aquellos que «hicieran la voluntad del Padre» y que en el decir de Jesús,
formarán su «familia» espiritual, por constituirse en su «hermano y hermana». Teniendo bien claro
delante de su percepción crística del Universo y del Plano trazado por la Mente Divina, el Maestro
definió con serenidad y claridad los únicos requisitos indispensables para que alguien se constituyera
en mensajero del Amor, en la actitud de hacerse siervo de todos los demás. Los que se califican de
ese modo echan mano a sus prerrogativas relacionadas con los falsos «derechos» que los hombres
acostumbran crear para cubrir las fases menores de su evolución espiritual, mientras que el espíritu
se adormece en el sueño letárgico del egocentrismo. Mientras tanto, cuando despiertan hacia el
panorama real de la Vida Mayor, todos a su vez, llegarán a reivindicar el privilegio de constituirse en
«siervos» del Reino, en un procedimiento que se presentará como enigmático para los que aún se
encuentran en la retaguardia de la caravana de Luz.
Pregunta: Nos parece un criterio muy simple de enunciar y complejo para ejecutar. ¿Habrá
señales para distinguir a aquellos que en verdad se evidenciarán en la Tierra como mensajeros del
Señor?
Ramatís: Teniendo al Maestro Jesús, calificado ante toda la humanidad, que sintetizó los
principios inconmensurables de la Ley del Amor sobre las recomendaciones objetivas y simples, resta
solamente percibir la grandiosidad de esos principios por detrás de la simpleza de sus definiciones
operacionales por El establecidas. En algunos pasajes preciosos de sus diálogos con la muestra
significativa de la humanidad que lo acompañaba, ávida de absorber sus iluminadas enseñanzas,
dejó bien en claro, que el «mayor»en su Reino sería aquel que se colocara al servicio de los demás.
En pocas palabras, volcó hacia las mentes humanas un haz de luz que hoy podría analizarse por los
moldes de la psicología moderna y traducida, en su sencillez, a la mentalidad del siglo veinte.
Para volverse siervo de un grupo de hermanos, el hombre necesita hacer donaciones
significativas que exigen una estructura de personalidad adecuada a los testimonios de flexibilización
psíquica, revelador de valores y condiciones internas fecundas. Necesitará constituirse en el
«fermento que leva la masa», pero para poder cumplir bien su misión, precisará ser clarividente, a
punto de saber esperar el tiempo necesario para el crecimiento de su hermano, en los largos
períodos de hibernación a que el alma está sujeta para renovarse. Deberán poseer la paciencia in-
finita, que sólo es posible para aquellos que perciban la amplitud del pensamiento divino, cuyo amor
inagotable prevé las prolongadas caminatas, donde es necesario ceder también la «túnica» a quien
pidiera el «manto». El grado de carencia del hermano perturbado no podrá desarticular al trabajador
sincero de la siembra, dado que necesitará sentir que, así como el hermano le pide el manto, también
necesitará la túnica, es decir, es encontrarse con la carencia que todavía no sabe reconocer por
completo; inclusive él, el siervo de buen temperamento, recibirá una nueva túnica de luz y protección,
si desde lo más recóndito de su ser tiene disposición para la entrega de las chispas pequeñas, pero
afectivas, del auténtico espíritu de servicio, sobre el cual toda la Creación fue concebida.
En este trueque, muchas veces será fustigado por los eventos sobrecargados del desánimo, de la
calumnia y de cuantas formas destructivas caracterizan los procesos disociativos de la frágil
constitución psíquica del hombre poco evolucionado. Pero, si consiguiera percibir como lo hacía
Jesús —pues el hombre es más «débil» que «perverso»— habría comprobado el grado de inmadurez
espiritual, porque sólo el fuerte puede comprender la debilidad del débil, sin condenarlo, por conocer
el alto costo de superarla. No basta, pues, con desear que se promueva hipotéticamente, si el siervo
es fiel o un enviado. Es necesario sudar y llorar sobre su condición de flaqueza para llegar a adquirir
los medios que permitan superarla, ingresando de ese modo, automáticamente, en las filas de los que
se encuentran caminando como enviados de paz.
124
Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Pregunta: Entonces, ¿no existe fundamento en las tradicionales concepciones sobre los seres
excepcionales predestinados o lo que hoy se denominan como «líderes carismáticos», entre los seres
encarnados en la tierra?
Ramatís: El carisma o «gracia del cielo» representa un manejo concebido para designar aquello
que era inexplicable para el hombre común. Cuando un ser bien dotado peregrinaba entre los
hombres para poner en su justa posición las formas tradicionales de solucionar los problemas
milenarios, la apertura espiritual que esos seres «diferentes» portaban no les fue dado de «gracia»,
pues esta condición está al alcance de todos, desde el momento en que se colocan al lado de la Ley
del Amor y del servicio a la Vida. Exteriorizando al máximo sus potencialidades divinas, muchas
veces llegaron a asombrar a sus contemporáneos, que tomaron la iniciativa con extremado fervor
religioso y fueron considerados como seres excepcionales. En realidad, eso se debía al
distanciamiento respecto de la evolución espiritual. Su presencia entre los que marchaban a la reta-
guardia de la caravana, no quiere decir que fueran privilegiados o tuvieran falsas expectativas sobre
la Ley Divina. Muy al contrario, necesitaban mostrarse como sublimes incentivos, pues siendo todos
hermanos, hijos del mismo Padre, el Universo, con todas sus bendiciones, se encuentra accesible
para que cada cual asuma, a su vez, la postura del hijo pródigo que retorna a la Casa Paterna para
usufructuar los beneficios ansiosamente soñados. Reconfortado y rehecho, podrá partir nuevamente,
como enviado, para ayudar a la concientización de tantos otros que aún ignoran la herencia
portentosa a que están destinados.
En ese sentido, de «renovados espirituales», comprenderemos el «carisma» de esas almas
transfiguradas por el Amor, pues fueron tocados sensiblemente junto a las «puertas del Reino».
Mientras tanto, es preciso no olvidar que esas puertas son estrechas, obedeciendo a un régimen de
estricto control, donde el soborno o el escamoteo jamás serán tolerados. Junto a las «puertas del
Reino», por efecto de la claridad que impera, las más leves distorsiones aparecen como una mancha
inaceptable en la túnica de un «convidado» al «banquete nupcial». A los que aún no se disponen a
pagar el precio justo de la autorrenovación, el Señor no los abandona, pero no les facilita el disfrute
de los bienes que no saben evaluar. En ese caso, se encuentran los falsos enviados, que se podrán
identificar por las manchas o deformaciones de la «túnica» que visten.
Pregunta: Nos parece que no es tarea fácil ni simple, para los seres en sus primeras etapas de su
evolución, lograr distinguir un falso enviado de los que realmente son tocados por el Amor
incondicional, compatible con la Creación. ¿Cómo se podrá conseguir esa claridad de discernimiento
tan necesario?
Ramatís: Siervos fieles serán todos aquellos que están dispuestos a rectificar sus errores,
presentando todavía un comportamiento fiel a la Ley. Harán ingentes esfuerzos para el bien, con
resultados nítidamente productivos, unas veces se sentirán impotentes, aunque jamás predispuestos
para actuar en contraposición consciente a la Ley. Esos seres reconocen el verdadero rumbo hacia la
Vida Mayor, sin que lleguen a tener las reservas de fuerzas disponibles, en forma constante y listas.
Existen todavía, aquellos que podríamos llamar «enviados», pues presentan un matiz de importancia
capital para la obtención de esa merecida clasificación elevada. Al contrario de los «siervos», que
reconociendo al Señor de la Viña aún no consiguen una productividad constante; en cambio, los
«enviados» son o representan a los siervos de mayor capacidad en su rendimiento de trabajo. Tienen
todavía, la condición o características de los trabajadores del Universo Creado, que pueden sentirse
cansados con las tareas penosas en los planos más densos donde habitan. Por efecto de esa
presión, generada por las vibraciones compactas de la incomprensión y desarmonía reinante en el
lugar donde deben trabajar, dan la impresión de estar agotados periódicamente en sus recursos, pero
la firmeza irreductible de sus propósitos les autoriza la directriz, seguramente establecida, de crecer
en dirección a la Luz, sin jamás dejar que la llama de su Amor a la Vida Superior se perjudique por la
carencia de recursos en el ambiente que los rodea. Movilizando al extremo sus potencialidades,
rehacen, con gran esfuerzo, la llama de la fe, que no deja de estar en constante roce con los
impactos de los seres de la sombra organizada, y sin embargo, prosiguen como quien recorre el túnel
tenebroso del tiempo que atraviesa las montañas de la corrupción, del odio y el sostenimiento de la
verdad falseada. Aunque agotados, prosiguen, pues en lo profundo de sus almas sienten el eco de
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
sus reminiscencias de los parajes celestiales que un día contemplaron con el alma llena de
esperanza intraducible en su destino eterno. Vibran aún las sonoridades de los momentos inefables
de Luz, en los cuales fueron preparados para resistir los impactos del asedio mortificante, pero no
imposible de equilibrar. Mientras tanto, el banquete de la Vida Mayor que les fue posible usufructuar,
por mínimo que fuera, les dejó en el alma el sabor exótico de una vivencia para cuya renovación
estarán permanentemente caminando, en la ansiedad inexplicable de reproducir, eternamente, la
sinfonía preciosa de Vivir en la plenitud de la paz. Esos ya no se encuentran en la siembra solamente
por convicción, sino porque sus almas se sintieron sobrepasadas por el influjo del Amor, que llegan a
los planos inaccesibles para la mayoría de los hombres.
Pregunta: ¿Cómo diferenciar a esos seres, de los falsos profetas a los que Jesús se refirió?
Ramatís: Nadie será capaz de interesarlos por excentricidades que demuestren la extrema
inmadurez psíquica, adoptadas por los que manifiestan públicamente tener adquiridas condiciones
espirituales de elevado valor. Habiendo participado del banquete divino, en las esferas preparatorias
que rodean a la Tierra, conocen el sabor del alimento espiritual legítimo, preparado con la simplicidad
de los condimentos naturales de la Vida Superior y que se encuentran especificados en los tratados
de iniciación espiritual, de los cuales el Evangelio es la bendecida condensación, a nivel popular.
Saben que la Verdad se encuentra grabada en la Centella Divina, que cada alma es portadora del
código generador de su propia grandeza y, por eso, recurren siempre —como lo hacía Jesús— a la
simplicidad de una vida de servicio, dispuestos a encontrarse con los ecos espirituales latentes, en
consecuencia, con las almas afligidas de sus hermanos. Lejos de anunciar procesos complejos de
crecimiento individual, huyen del egocentrismo de un liderazgo personal e inducen a sus hermanos a
la fraternidad, en la convicción de que ellos mismos necesitan de ese clima para consolidar su
crecimiento ante la Vida. En la grandiosa pequeñez de los que se sienten sobrepasados por la mag-
nitud de los propósitos divinos, ni aún así, se desaniman y caminan humildemente y serenos a través
de los tropiezos. En especial, podréis medir la extensión del Amor que llega al alma del posible
enviado, por las reacciones que presenta delante de la adversidad. Para él, alabanzas y acusaciones
tienen un único significado: de ser un test profundo de la consistencia real de su aprendizaje, al
servicio de la Ley. Ambas circunstancias no significan nada por sí mismas, pero sí, por las reacciones
que desencadenan en la intimidad de su ser espiritual, que como instrumento musical sensible
necesita estar afinado con el «diapasón» de la Luz, sin necesidad de afectarse por las oscilaciones
de cada momento vivido.
Pregunta: La convicción íntima, como fue descripta, como la fuente de seguridad en el rumbo a
seguir, ¿podrá en su actuación diaria alcanzar una realización exceptuada de errores?
Ramatís: No interrumpir el viaje ni abandonar el timón no significa que falten oscilaciones en la
ruta. El trabajador sumergido en el aura de la convicción de sus destinos espirituales, no deja de
seguir buscándolo, pero se comporta como el navegante en medio de mares embravecidos, como así
también, llenos de sorpresas. Vigila cuidadosamente los instrumentos y la ruta. Su embarcación será
arrastrada, con frecuencia, a desvíos, pero si llegara a perder el rumbo, pronto lo buscaría y
rectificaría, con el tiempo indispensable para tener la seguridad de llegar a puerto seguro. Soportando
el cansancio físico y mental, la soledad y el recelo, su campo emocional es testeado, inclusive porque
lleva consigo una tripulación que fácilmente se entrega al desánimo y al cansancio, representando
por sus hábitos de naturaleza inferior, herencia de vidas pasadas, cuando el campo ilusorio de la vida
material era una forma cotidiana de expresión. Al ser promovido a «capitán de la propia embarcación»
por haberse concientizado de los peligros a que su viaje espiritual estaba sujeto, sintió en sí los ecos
de la Centella Divina capaz de capitanear, con mayor seguridad, el desplazamiento ininterrumpido, en
dirección a la Luz.
En ese momento, se inicia la batalla decisiva entra la sombra donde estuviera sumergido en las
fases menores de su desarrollo espiritual, y la chispa de luz que siente surgir de lo más recóndito de
su ser. Instruir a la «tripulación», sacarla de la inercia y volverla disciplinada es la tarea constante de
quien gobierna un barco de gran porte, que el ser individual representa. El batallador esclarecido
precisará recomendar infatigablemente el aprendizaje del auto despertar, hasta que todos los mantos
de la ilusión, los cuales dormitaron hasta entonces, sean eliminados por su persistencia en la acción
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
constructiva. Siendo así, aquel que no pierde el rumbo es el que menos se permite el reposo y la
dispersión en la gran tarea de buscar la paz, en consonancia con la Vida mayor. De esa forma, será
el que más corrige sus errores o desvíos de la ruta que trazó para sí mismo.
Pregunta: Si los espíritus están comprendidos como «enviados» y cometieran errores, ¿cómo
comprender que se encuentren en el «rumbo seguro» o en el camino de la Luz, donde la sombra no
existe?
Ramatís: En un viaje de largo recorrido, el navegante cuenta con elementos diversos para
orientarse. Tiene la brújula, la posición de los astros y los accidentes geográficos, como puntos de
referencia para corregir el rumbo. En los momentos de grandes pruebas, el alma puede permanecer
como el navegante en noche cerrada, cuando los instrumentos de a bordo sufrieron averías
inesperadas y se ve reducido a la condición de navegar a la deriva. Mientras tanto, al nacer el día, la
orientación por la claridad del Sol o porque las nubes se desplazan y el cielo se limpia, le ofrece un
alivio dentro del estado de expectativa reinante.
Ningún viaje de recorrido prolongado podrá realizarse sin problemas de esa o aquella naturaleza.
El que garantiza la continuidad del desplazamiento en relación a la meta, tiene la decisión de buscar,
a cada momento, la solución posible. El simbolismo de la Luz en el Camino, usado en todos los
sectores espirituales, es la forma de expresar el flujo de la inspiración, capaz de representar el
despertar del alma hacia su destino eterno. La «sombra»o el «error» son los grados de tibieza o
enfriamiento en el fluir constante del impulso, de adentro hacia afuera, de los recursos latentes del
Centro Espiritual, coordinador del proceso. Por más desajustado que sea, el espíritu que presenta
reacciones de esfuerzos sinceros consigue filtrar porciones mínimas, pero indispensables, de la
intuición sagrada de su destino, para corregir su ruta.
En el caso que analizamos, los que podemos calificar de «enviados» se siente poseídos de una
sublime inquietud que hace insustituible la situación de desajuste en relación con las metas
indeleblemente grabadas en la intimidad de su contextura espiritual, y tanto más intensa será su
insatisfacción, cuanto más se hubiera desviado. La percepción sutil alcanzada les sirve de bendecido
aguijón, conflictuándoles el espíritu y haciéndoles insoportable la situación desarmónica, en la que
por desventura se hayan dejado envolver. La grandiosidad de la etapa que vivió se mide por la batalla
que tiene consigo mismo y no por la ausencia de los entrechoques con sus «errores» o deficiencias.
La batalla es intensa para el ser sensible, pues le es imposible dejar de percibirse en su íntegra
desnudez espiritual.
La única prerrogativa indispensable para la vivencia sublimada de los seres en graduación, de
crecimiento constante, está representada por un Amor puro a la Verdad y al Bien, muchas veces
basado en grandes sufrimientos, en los conflictos y entrechoques a que se someten en el ansia de
testimoniar su adhesión íntegra a la causa del crecimiento espiritual. Siendo la evolución un
interminable camino por recorrer, no será por la ausencia de problemas y conflictos, sino por la forma
deliberadamente crística de enfrentarlos, que se podría medir su grado de aproximación al espíritu
que se encuentra cerca de la meta para encontrar la Luz de su Pastor.
Pregunta: ¿Siempre debe existir la necesidad de un Pastor, Maestro o Gurú? Si la herencia divina
se encuentra grabada en forma indeleble en la Centella de Vida, ¿no le es posible expresarse por sí
misma?
Ramatís: En otras palabras, deseáis saber en qué se fundamenta la existencia de los enviados,
en los diferentes grados en que se encuentran en las tradiciones espirituales de la Tierra. Podemos
considerar que en el camino evolutivo del espíritu, coexisten en forma complementaria la creciente
actualización de las potencialidades de la Centella Divina con la emergencia de los «gurúes» en el
seno de la humanidad, sean encarnados o desencarnados.
Pregunta: Teniendo presente la «programación» previa de esas potencialidades como parte de la
Ley de la Evolución, la búsqueda del Maestro, gurú o de líderes espirituales, ¿no será una distorsión
atribuible a la evolución todavía incipiente del ser humano?
Ramatís: El Amor se propaga en cadenas magnéticas de grandes potenciales de energía
creadora. Siendo ese el fenómeno básico de la sublime «contaminación» por la cual el impulso
127
Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
renovador se propaga por todo el Cosmos, podemos entonces comprender que haya necesidad de
«contactos», para que el influjo del potencial divino permanezca latente y a la vez, se expanda
infinitamente. Pero, notad bien que nos estamos refiriendo a «contactos» representativos del
privilegio intraducible de buscar fluir el alimento del espíritu en su influjo creador constante. Dentro de
ese cuadro de solidaridad y Amor, jamás se podrían incluir las deformaciones, sino la bienaventurada
condición de existir para Amar y Servir.
Pregunta: Creemos que esos «contactos» en los planos menores del existir humano, no son
portadores de valores elevados, fidedignos para la Vida Superior del Espíritu. En ese caso, ¿sería
preferible prescindir de líderes, gurúes o maestros?
Ramatís: Si apreciarais al gurú o al maestro como ser que dirige, pero subordinado a las Fuerzas
Superiores de la Vida, volveríais al fanatismo de otras eras, cuando el egocentrismo humano era tan
ciego que no vacilaba en construir instrumentos de tortura en nombre de un Dios de bondad. En esas
circunstancias, sería preferible que el «rebaño» pastara libremente por los campos, a merced de los
lobos voraces, antes de ser torturados y deformados por los «falsos profetas» o mentores atroces,
corruptores de la sublime realidad del Amor predicado por todos los grandes espíritus que pasaron
por la Tierra.
Pregunta: ¿Habría alguna posibilidad de que los hombres, en grados menores de evolución,
ejercieran el liderazgo espiritual sin que hubiera riesgos de deformaciones?
Ramatís: El Gran Pedagogo que la humanidad terrena recibió en la fase en que debería
comenzar a despertar a una conciencia mayor dentro del Universo —el Sublime Pastor de Galilea—
consiguió reducir las expresiones a un punto elemental, en el buen sentido de los principios,
inaccesibles hasta entonces, respecto de la jerarquía pura del espíritu. Considerando que la Ley es
Amor, la condensó en algunas normas de conducta accesibles a todos los seres humanos sin
excepción, respecto de los principios y métodos que garantizaban el crecimiento espiritual, sin
necesidad de recurrir a normas incomprensibles y de difícil acceso sino de alcanzar los elementos
primordiales de la existencia común en la Tierra, para llegar a movilizar todo el potencial interno del
espíritu en evolución. Previendo la deformación que sucedería a través de los siglos, causada por las
mentes distorsionadas de los pretendientes de la cristianización, definió con palabras insofismables la
codificación de los líderes, guías, jefes, o sea, de aquellos a quienes se pretendía colocar como los
«mayores» en su reino precioso de bienaventuranzas eternas. Su definición contrariaba, tanto en las
palabras como en las ejemplificaciones, todo cuanto hasta entonces se había hecho, aunque fuera en
la más perfecta intención de buscar lo divino, a nivel popular.
Hablando para toda la humanidad y no para grupos iniciáticos, donde esas verdades eran
familiares, redujo a simples y amorosas recomendaciones la Gran Ley del Cosmos, cuando afirmó el
engrandecimiento de los que se hicieron «siervos»de todos los demás, pues la ejecución de la Ley es
esencialmente «servicio», desvinculado de condecoraciones que no tuvieran afinidad espiritual con
los Planos Vibratorios Superiores del Espíritu. Si el candidato o pretendiente posee otras calificacio-
nes, entonces pasará desapercibido, por pertenecer a los planos de la ilusión temporaria en su
desplazamiento hacia la meta. La autenticidad y funcionamiento es el mismo del proceso y creci-
miento del espíritu; se mide por la capacidad que adquiere al prestar servicio dentro de la Ley
Cósmica del Amor, esto es, brindar servicio que sea capaz de influir provechosamente en el reajuste
de sus hermanos a la Vida Superior del espíritu Inmortal. De ese modo, el rumbo o sentido de su
influencia sobre los demás es más importante que el contenido de lo que transmite. Ese rumbo estará
fundamentalmente impregnado de las emociones vibratorias de su propio espíritu.
Cuando Jesús condicionó la jerarquía del espíritu al servicio de quien fuera capaz de prestarlo,
emitió el sensato concepto de evaluar el crecimiento de cada ser. Que los hombres jamás puedan
entregarse nuevamente a la idolatría de las apariencias, pues sólo el árbol que produce buenos frutos
merece sobrevivir. La «higuera que se secó» en el pintoresco pasaje del Evangelio, simboliza al
espíritu cuyos frutos, de tanto cerrarse sobre sí mismos, dejaron de ser útiles, pues el higo representa
una flor interiorizada, es decir, que no abrió. La expresión simbólica del lenguaje del Maestro se hacía
visible por gestos que marcarían para la posteridad una irrevocable fuerza de trayectoria. Los gurúes,
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
sabios, intelectuales o líderes de todas las especies pueden producir frutos semejantes a los higos,
que no dejan de ser sabrosos y alimenticios, pero cuya tónica vibratoria se encuentra invertida. No
florecieron antes de ser frutos, no vieron la luz del Sol en sus corolas ni recibieron el rocío de la
mañana en la intimidad de sus pétalos. Por eso, caminan como almas centradas en sí mismas, en la
ilusión de poder conquistar la bienaventuranza celeste, sin aprender primero a brindarse en la belleza
y perfume que la sinfonía del Amor Actuante es capaz de brindar al espíritu que reconoce su lugar de
Siervo en la Siembra del Amor, entregándose sin exclusivismos. La descentralización de la mente y el
corazón, responsable por la expansión creadora, plena, del espíritu, se reduce, por lo tanto, a las
sublimes recomendaciones del Maestro Galileo:
«Amaos como yo os amé».
En su senda de Luz, renovaciones sucesivas terminaron por proporcionar al Espíritu todo el bien,
del cual es el legítimo heredero dentro de la Creación.
Caminad, pues, vosotros que sois heraldos del Tercer Milenio, con esta convicción plena: que
hace dos mil años, la enseñanza Mayor de la Vida fue confiada en todo su potencial vibratorio a la
humanidad afligida y conflictuada en las encrucijadas de la sombra, para que, a través de los siglos,
se actualicen los seres encarnados en la comprensión creciente del «espíritu» que está por detrás de
la letra que mata a las enseñanzas Superiores de la Vida. Al amar al Maestro de la Misericordia, su
faja vibratoria conseguirá, como decía Pedro: «cubrir la multitud de los errores humanos».
Cerrado el actual ciclo evolutivo en que os encontráis, porfiad para que en la Tierra los ecos de
sus bendecidas palabras sean repetidos y toquen profundamente los corazones ávidos de luz y
tranquilidad, para crecer en dirección a la Paz y al Amor de la Grandiosa Creación, participando del
concierto de bendiciones interminables sobre las cuales la Vida se constituye.
Desde entonces, el pasaje del Peregrino Solitario de las Esferas de Luz asumirá en plenitud su
significado para la humanidad terrestre, pues el concepto de la grandiosidad espiritual habrá sido
reestablecido, entronizado como conviene ¡en el fiel corazón del hombre que sirve a sus semejantes
con el espíritu volcado hacia las elevadas Esferas de la Vida!
PAZ Y AMOR
Ramatís
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Con el interés de esclarecer al lector y al público en general, sentimos la necesidad de informar cuáles son
los objetivos de nuestro núcleo de trabajo espiritual en Brasil, específicamente en Brasilia.
Somos un conjunto de hermanos espiritas, empeñados en vivir en la Tierra las enseñanzas de los Espíritus
de Luz que son Guías o Mentores, mejor aún, los Maestros de la Humanidad. Con ese objetivo, reverenciamos
todas las enseñanzas basadas en términos de Amor, sean seres encarnados o de los que viven espiritualmente
en el otro plano.
Como medida de seleccionar y confirmar tales enseñanzas, consideramos indispensable evaluar la
capacidad individual de intuir cuáles son los caminos más adecuados, para poder vivirlos a cada momento,
pues el objetivo máximo de toda práctica espiritual necesita dirigir su apertura hacia los canales interiores de
comunicación del ser con su esencia divina.
Consideramos que, en virtud de este final de los tiempos, «el espíritu» ha sido «derramado sobre toda
carne», según la expresión del Nuevo Testamento. Por lo tanto, las formas de interpretar el intercambio con el
mundo espiritual necesita actualizarse para atender las nuevas condiciones de un intercambio sincero que se
implantará por necesidad de poder atender la afirmación, mencionada por el Maestro de Maestros, de que el
«Espíritu de Verdad» descendería sobre la Tierra como un nuevo Enviado, o sea, el Consolador Prometido, que
esclarecería todas las cosas, según el decir de Jesús.
Por ese motivo, las enseñanzas dictadas en el siglo pasado por los Orientadores Espirituales de la
Humanidad y codificadas con toda claridad por Allan Kardec representan, hasta hoy, los fundamentos oportunos
e indispensables para la orientación de quienes quisieran conocer los mecanismos, los riesgos y belleza de
asumir, aun como seres encarnados, pudiendo despertar al conocimiento de nuestro derrotero como espíritus
inmortales.
Seguimos las sabias recomendaciones de las obras básicas del Espiritismo, que afirman la necesidad de
incorporar toda enseñanza que contribuya a la evolución del espíritu, aunque eso signifique realizar
correcciones que el espíritu científico justifique, investigando en todas las áreas del conocimiento humano,
imprimiendo a nuestras actividades un dinamismo característico de una permanente investigación de la Verdad.
De ese modo, recibimos del Espacio, un programa de trabajo en la Tierra, inspirado en la confraternización
amplia entre las fuerzas espirituales de Oriente y Occidente, donde miembros de las tradicionales corrientes,
que se identifican por los símbolos del Triángulo y de la Rosa, se unieron a los seguidores de la Cruz del
Maestro Jesús, adhiriendo al movimiento de universalización de las enseñanzas espirituales iniciadas
ruidosamente en la Tierra, por las «mesas parlantes y giratorias» y que se transformó en un instrumento
precioso para la nueva etapa de la vida espiritual del planeta, cuando la luz no puede estar más oculta.
Conjugando Evangelio, Psicología y Mentalismo Oriental, la Fraternidad del Triángulo, de la Rosa y de la
Cruz contribuye a la médula de las tres grandes fuentes del conocimiento humano, abriendo caminos amplios
para todos los que sientan la inquietud de buscar la Verdad Mayor y desean someterse a la disciplina interna,
indispensable para el surgir de nuevas potencialidades, capaces de ofrecerles apoyo eficiente en el largo
camino evolutivo.
Basados en esos ideales, tratamos en el momento, de vivirlas profundamente en base a la implantación
gradual de una Comunidad que, en el futuro, deberá dedicarse a la experiencia redentora de incorporar a
nuestro diario vivir no sólo a los adultos afines con el espíritu de la obra sino también de integrar a la familia que
constituiremos con los espíritus recientemente encarnados, que trajeron la prueba del abandono y el
desamparo. A esas criaturas, como parte integrante de nuestras familias espirituales, les será entregada la
herencia del Mensaje de Amor esclarecido que el Evangelio del Cristo nos inspira.
La «Comunidad Nicanor», en Brasil, será el terreno cultivado por todos aquellos que alientan en su corazón
el deseo de sembrar, en mayor escala y en forma criteriosa y lúcida, las simientes del Amor Espiritual
esparcidas sobre la Tierra en todas las épocas, por los iluminados de todas las razas y credos, resumidas por
Jesús en la recomendación:
«AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS, COMO YO OS AMÉ».
Setiembre de 1978
130
Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
Es doctora en Psicología clínica, con posgraduación otorgada por la PUCRJ, y Psicóloga escolar
del Municipio de Río de Janeiro. Tiene formación clínica centrada en la persona, (título expedido por
el Instituto de Psicología de la Persona, de Río). Coordina el Equipo de Investigación Psicológica del
Departamento Asistencial Ramatís, en la Fraternidad del Triángulo, de la Rosa y de la Cruz, R. J.
Además, cursó la carrera de investigadora, y fue conferenciante invitada y participante de
Congresos y Conferencias en esa área, en tos Estados Unidos, Europa y Oriente. Representó a
Brasil en el IX Congreso de Psiquiatría. Parapsicología y Psicotrónica, en Milán, (1977), y su tesis «La
Terapia Psicológica en la Regresión por la memoria Extracerebral» fue aprobada con mención
honrosa. Invitada por la «Clearlight Energy Conference» en Santa Bárbara, California dio
conferencias en 1977, e integró la «Summer Conference en Yoga, Esoteric and Healing Energiers»,
en Crowborough, Inglaterra (1977).
Es miembro de «The American Society for Psychical Research», N.Y., USA; «The Associatíon for
Humanistic Psychology» S. Francisco C.A., USA y del «Instituí de Methaphysique de Paris».
En Brasil, además de conferencias en diversas entidades, como el Instituto de Parapsicología de
Río de Janeiro, Instituto Brasileño de Administración Municipal, y sociedades culturales y
espiritualistas, en diversos Estados, ha divulgado la Investigación Parapsicología a través de diversos
canales de televisión. En Porto Alegre, realizó dos ciclos de conferencias en 1977 y 1978, con intensa
repercusión. Ha publicado varias obras y tiene otras en preparación, recibidas por medio de su
sensibilidad mediúmnica. En el área de los trabajos en Psicología y Parapsicología siempre se
interesó por los temas espirituales. Sus obras publicadas son:
MENSAJES DEL GRAN CORAZÓN. (Ramatís, Akhenaton y otros). Tercera edición en Brasil.
LA NUEVA TIERRA DE PROMISIÓN. (Ramatís).
LA ROSA Y LA ESPINA. (Nicanor, discípulo de Ramatís en el pasado). Segunda edición.
JESÚS Y LA JERUSALÉN RENOVADA. (Ramatís).
EVANGELIO, PSICOLOGÍA, YOGA. (Ramatís, Nicanor, Akhenatón y Raina-Schain). Todos bajo
la supervisión del Maestro Ramatís.
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Ramatís Jesús y la Jerusalén Renovada
ÍNDICE
AL LECTOR............................. 4
PALABRAS DEL MÉDIUM....... 6
NECESARIA INTRODUCCIÓN DEL TRADUCTOR 8
PREFACIO.............................. 10
I- ¿QUIÉN ES EL PASTOR? 12
II- CÓMO SEGUIRLO....... 16
III- ¿QUIÉNES SON LAS OVEJAS? 23
IV- TRABAJO Y RENOVACIÓN 33
V- EL AMOR................... ... 39
VI- LA VIRTUD................... 45
VII- LA FE .......................... 51
VIII- LA COMPASIÓN.......... 58
IX- EL HOMBRE ADORMECIDO 64
X- EL TRABAJO Y LA RECUPERACIÓN 70
XI- UN CÍRCULO QUE SE CIERRA 76
XII- HISTORIAS DE OTRAS ERAS 83
XIII- CONTRASTES................ 92
XIV- NUEVOS APÓSTOLES... 96
XV- SIERVOS Y SEÑORES. 100
XVI- CIENCIA Y ESPIRITUALIDAD 105
XVII-SIERVOS INFIELES........ 111
XVIII-PROFECÍAS................... 117
XIX- LOS ENVIADOS........... 123
132