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Lanata, Jorge - Vuelta de Página

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Jorge Lanata VUELTA DE PAGINA Prlogo Yo nunca quise ser periodista para cambiar el mundo.

Nadie puede cambiar el mundo si primero no entra en l. Yo quera entrar al mundo, averiguar que haba detrs de los libros del to Dionisio, el dueo de la primera biblioteca que vi en mi vida. En mi barrio, en Sarand, nadie tena bibliotecas, y los libros de mi padre eran libros de texto, tratados de odontologa y algunas novelas de Salgari que haban pasado de mano en mano por toda la familia. En casa de la ta Nlida, en las piezas del fondo, haba pilas y pilas de revistas viejas: una coleccin casi completa de Selecciones de los aos cincuenta, Siete Das, Gente, anuarios de La Razn, suplementos de La Prensa. Crec en esa casa, que tena otra casa y otra detrs; las dos ltimas abandonadas, en realidad llenas de pasado, revistas viejas, muebles apolillados, repuestos de automvil, ropa hmeda, araas, pisos vencidos y caeras de plomo que vendamos para comprar nuevas revistas usadas. Sarand queda lejos de los estructuralistas, de los semilogos, de los crticos franceses y de sus pobres imitaciones argentinas. La primera vez que vi una pgina de diario compuesta en tipos de imprenta supe que no era difcil leerla como si las palabras se reflejaran en un espejo, o formaran parte de un extrao alfabeto ruso. -As que les al revs? -me dijo Prsico, el jefe, redactor y nico empleado del diario La Ciudad, de Avellaneda. Sonre con orgullo; a los 13 aos no saba que leer al revs era una actividad tan poco lucrativa. En La Ciudad publiqu mis primeras alambicadas, inexpertas y pretenciosas notas firmadas por Jorge Ernesto Lanata: una entrevista a Favaloro, una crnica sobre Alcohlicos Annimos, algunos reportajes locales. Yo empezaba la adolescencia, lo que quiere decir que era sabelotodo e inmortal, y haba hecho mi primera "nota " en el Colegio San Martn, dos aos antes, cuando la maestra nos pidi una biografa de Conrado Nal Roxlo y no pude encontrarla en ningn lado. Decid buscarlo en la gua de telfonos: Roxlo, Conrado Nal. Antes de llamar carraspe tratando de endurecer la voz (una vez, por telfono, me haban dicho "Seora "): -Yo estoy en sptimo grado del Colegio San Martn, nos pidieron su biografa y no pude encontrarla en ningn diccionario... Usted no me podra contar que hizo en su vida? Roxlo sonri, sorprendido, y dijo: -Bueno. . . yo escrib el Martn Fierro. . . No, no. . . Eso no lo pongas. Yo tach, sintindome un idiota. Despus cont algunos datos ciertos, me dio un par de consejos que no recuerdo y colg el telfono. -Periodista? Cmo que vas a ser periodista? Lo escuchaste a ste? Quiere ser periodista!! Tena que ser abogado. O cualquier otra cosa, pero con un ttulo -"que es lo nico con lo que te vas a defender"- y que no se me ocurriera soar con la idea de dejar el secundario. En ese entonces ya tena dos trabajos: las notas para Colmena, la revista del colegio, y para el diario La Ciudad. Tres, en realidad. Mi otro trabajo era un canje: subir las latas de pelculas hasta el proyector, por la interminable escalera del cine Maip a cambio de una entrada gratis. -Pas, pas... Dejalo que es periodista el pibe. En el cine de la vuelta, el Colonial, despus de una nota en el diario, haba logrado la entrada gratis. El boletero era un viejo de traje gris, con aspecto de extra de pelcula de Visconti, que escriba poesas en cuadernos Gloria y haba asistido a la decadencia de aquella sala en la que haba cantado Gardel. El Colonial era entonces lo que cualquiera de nosotros poda imaginar como un cine porno: pasaban tres pelculas por una sola entrada y cinco o seis veces al ao reponan un clsico del gnero, Las colegialas se confiesan. La sala -que

todava conservaba su frente de principios de siglo- era hmeda, tena un insoportable olor a vestuario y siempre estaba repleta. -Je travaille a la radio. -Non, non... coute: vous travaillez avec la radio. -Non. "A"...Eeehhh... J'ecris... se dice "informatives " ? Contra lo que pensaba mi profesora de francs, la casualidad me arroj, a los 14 aos, en el informativo de Radio Nacional. Nunca supe por qu aquella tarde de 1974 Alberto Surez Castro, el gerente artstico de LRA, recibi a un chico con uniforme de colegio, lo escuch y termin dndole trabajo. -Pero no es mucho lo que te podemos pagar, eh? Yo nunca haba pensado en cobrar por el trabajo. Surez Castro dijo una cifra que era muy baja para la vida real pero increble para m, que jams haba cobrado un sueldo. - Vos cuantos aos tens ? -Catorce. -Ah -dijo Suarez Castro, y sent que se arrepenta de la oferta; hizo un mnimo silencio y luego sigui-. Entonces algn mayor va a tener que venir en tu lugar a firmar el contrato. Mi padre, que iba al centro dos o tres veces por ao, me acompa hasta Ayacucho y Las Heras a firmar el contrato. - Qu ? Ah, s. . . Dice eso pero lo pusieron porque no tienen presupuesto y as sacan la plata de otro sector. Pap mir con asombro y alguna desconfianza: durante dos aos figur en mi contrato como "violinista de la Orquesta Juvenil de LRA", afectado al Servicio Informativo. -Ahora tocs el violn? Dej de joder y termin el colegio, quers... En el tercer piso de la radio aprend a escribir a mquina, redactar informativos, improvisar un mvil por telfono, editar una nota y a ver caer y levantarse sueos propios y ajenos. La radio es an hoy, veinte aos despus, una pelea contra la imposibilidad: no hay plata, no hay medios, no se puede, no es comercial, no tiene rating, ya lo hizo otro, nunca lo hizo nadie, no puede hacerse. Muchos optaban por la burocracia: era un trabajo tranquilo, ms o menos estable, ms o menos parecido, que puede hacerse de manera ms o menos resignada. Otros corran de radio a radio, cubriendo suplencias, grabando avisos comerciales, esperando el programa, la idea que iba a lanzarlos a la fama. No era, en realidad, tan distinto al barrio: estbamos todos ah, sentados en la vereda, esperando que la vida llegara. Los que frente a una oportunidad o por hartazgo se iban, nunca iban a volver. Atienza, Navone, Salazar, el Gordo Frith, Sedano, Mentesana, Siscioli, Omar Cerasuolo, Beovide, Graciela Feliciotti, Horacio Embn, Cccamo, Chany Inchausti, Luis Benito Zamora, Pedro Len, el Gordo Santos, aquel flaco de pelo negro retintado, jefe del turno noche, que tomaba mates y mates y mates, ya s: Linares; o aquel locutor parecido a Marcos Mundstock que una noche me dijo en un pasillo: -Marcial, vos sos Marcial. - Qu? -Como en el tango, Marcial, "que an cree y espera ". Esperbamos trabajar en Rivadavia o en Continental, grabar un piloto, hacer la nota del mes, o de la semana, o del da. Yo quera ser redactor de Siete Das, alquilar un departamento en el centro, abrir las puertas, saber que haba del otro lado. Camin horas y das con las fotocopias de mis notas malas, acumul varias horas de amansadora en la recepcin de las revistas, dej telfonos que nunca sonaron, grab pilotos, present carpetas, escrib horribles tiradas de prosa potica, comenc a frecuentar otras libreras de usado, viaj en avin por primera vez, mand imprimir unas tarjetas con escudito que decan "Jorge Lanata, cronista,

Servicio Informativo de Radio Nacional", dej el colegio para terminarlo a la noche aos despus, y cuando pude verme descubr que no podra ser otra cosa en la vida: estaba condenado a la electricidad, a las preguntas, a lo efmero de la radio o de la nota con la que envolveran una docena de huevos al da siguiente. Menta cuando en el tercer piso me preguntaban la edad, aunque en la administracin de planta baja -donde se firmaban los contratos la saban de memoria. Tena quince aos. -Desde Casa de Gobierno, les habl Jorge Lanata. Adelante ustedes en estudios centrales. Afines de ese ao lleg a casa una carta de la Municipalidad con sellos, escudo y nmero de expediente donde decan que haba ganado el segundo premio municipal de ensayo, por una nota sobre "El tema social en el cine argentino". El premio consista en una suma que fui a retirar dos aos despus, cuando la inflacin la haba transformado en el boleto de colectivo para volver a Sarand. Yo estaba demasiado ocupado con una nota que quiz saliera en Clarin Revista. La nota nunca sali, el premio se transform con los aos en un discreto cuadrito de marco oscuro y mi recuerdo de aquellos aos se volvi una madeja de ancdotas, rostros sin nombre y la sensacin del viento en la cara. Despus yo tambin me fui. -Usted escuch ese disco? -me pregunt el nuevo Gerente de algo en 1977. -Sf, por? -Dice la palabra "pobre". - Qu? -El tema ese que usted paut, el de Mercedes Sosa, dice la palabra "pobre". -Ah. -No se puede pasar. Trabaj como mozo los cuatro aos siguientes. Finalmente, estudi derecho y dej la carrera entre segundo y tercer ao. Para los conceptos de la cadena productiva yo slo saba escribir a mquina: fui dactilgrafo por horas, y chocolatinero, y fotocopiador. En 1982 Enriqueta Crespo, funcionaria de la OEA, present un proyecto al que le dijeron que s: al poco tiempo estuve a cargo del Tren Cultural, tres vagones de exposicin de artesanas y una biblioteca circulante que recorrieron el pas durante algunos meses. Entonces fue al revs: los diarios nos hacan notas al llegar a cada sitio y, como una especie sui generis de "personal diplomtico" estbamos obligados a tomar contacto con la segunda o tercera lnea de los gobiernos provinciales. Vivamos yndonos, el tren paraba cada dos o tres das en una nueva ciudad. La guerra de Malvinas se peleaba en los televisores de los bares. Pasaron cinco o seis meses sin que escribiera una lnea. Un da me acercaron una carta de la oficina de Buenos Aires, escrita en una Olivetti Lexicon 80, la misma mquina que usbamos en el informativo. Apenas tuve el papel entre mis manos pens: "Esa es mi letra!"Qu haca leyendo una carta con mi propia letra? Hasta varios aos despus los tipos de imprenta de la Lexicon fueron mi letra. El sueo del tren se cancel en Santa Rosa, cuando una especie de secretario de Cultura Militar comenz a hablarme sobre la guerra y me dijo: -Pensar que todo esto lo estamos haciendo por nuestros hijos. Lo salud, sal del vagn, fui al hotel a buscar la valija y dej varado al tren en la provincia de La Pampa. Viaj a Brasil hasta que se acabaron los ahorros y volv a Buenos Aires en medio de una historia del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde: trabajar a la maana en las revistas de destape de Diario Popular y, a la tarde, colaborar en el suplemento de cultura de Clarn. Finalmente fui colaborador de Siete Das, y para aquel entonces ya haca varios aos que alquilaba un departamento en el centro. El 30 de octubre del '83 cubr como suplente el mvil de las elecciones para Radio Belgrano y comenc

a escribir boletines para el informativo hasta que el jefe, Emilio Carls, me dijo: - Usted es redactor-locutor, no ? -No, locutor no soy. Redactor solamente. - Cmo que no es locutor? -. . . -Qu despelote, porque no podemos tomar slo a redactores. Vi por un segundo cmo todo se caa de nuevo. -A ver... Mire, este laburo es as... Usted ahora ya entr, y lo mejor que puede hacer es quedarse, porque se le dio la oportunidad. Si la administracin no le pregunta, usted no diga nada. La administracin nunca pregunt. Daniel Divinsky comenz su gestin como interventor en Radio Belgrano con una actitud inteligente: abri la puerta. Soplaba una quimrica y confusa "primavera democrtica " y "Radio Belgrado " se convirti en una interesante experiencia plural. Durante tres aos estuve a cargo de las notas de investigacin de Sin anestesia, el programa de Eduardo Aliverti. Dorm muchas noches en el silln del Control Central, aprend que haba otra radio adems de aquella de "Adelante ustedes" y supe que este trabajo tambin poda ser divertido y peligroso. Llegu a colaborar en cuatro medios a la vez para poder completar un sueldo: Siete Das, E1 Periodista, la radio y E1 Porteo. Decidimos armar una cooperativa de trabajo y comprar este ltimo. - Y qu hacemos si se gasta el plazo fijo? La revista subi de ocho a dieciocho mil ejemplares en menos de un ao, y nunca tuvimos que gastar el plazo fijo, aunque resultamos, en otro punto, vctimas de nuestra propia trampa: armamos una cooperativa en la que todos ganbamos lo mismo y en la que -a medida que el proyecto se consolidaba- seis personas trabajaban en el staff y veinticinco discutan en las asambleas. Al poco tiempo fue ms importante prever las votaciones que discutir el sumario. En E1 Porteo tom conciencia, por primera vez, de la existencia del "microclima", ese grupo mucho ms pequeo que el pblico que mantiene con los medios una fuerte relacin de revancha. El microclima es, a la vez, parte de "la hinchada", pero una hinchada que cree que puede jugar mejor, aunque no lo hace. En un pas donde la izquierda -por supervivencia y por enfermedad- ha vivido encerrada, confundir al microclima con el pblico se hizo un hbito. Comet el error -que todava sostengo- de desafiar al microclima. En los aos de E1 Porteo comenz tambin la polmica: fui declarado "persona no grata" por la Sala de Periodistas del Congreso luego de publicar que algunos colegas cambiaban notas por pasajes oficiales de diputados. Tambin me declar "no grato" la Comisin Interna del diario Tiempo Argentino despus de escribir una nota sobre la toma de las instalaciones del diario. El periodista Pablo Giussani -autor en ese entonces de algunos de los discursos del presidente Alfonsn- me acus de tener "mentalidad de prontuario" por haber recordado en una nota su pasado como trotskista, integrante del staff periodstico de un diario de los Montoneros y luego alfonsinista. Desde entonces y hasta hoy he sido acusado de narcoterrorista, gay, gordo, ignorante, amarillo, hombre de la nueva derecha, soberbio, humorista, autor intelectual de La Tablada, turista de Punta del Este, difamador profesional, etc. En diciembre de 1986present al entonces empresario maderero Fernando Sokolowicz el proyecto de lo que sera, meses mas tarde, el diario Pgina/12. Yo tena entonces 26 aos y fui Director Periodstico de ese diario durante los siete aos siguientes. Los rtculos que integran este libro fueron publicados en E1 Porteo y Pgina/12 o ledos como editoriales en el programa radial RompeCabezas y en el programa televisivo Da D. No pertenezco a la parte de la Humanidad que tiene las respuestas. Creo, despus de todos estos aos, que soy periodista porque no s. Por eso pregunto.

Jorge Lanata Octubre de 1997. ARGENTINA Tiempo de bronca En todos los sueos de Juan Carlos est esa calle: es una calle inmensa, y hay solcito, y a los taqueros le brillan las chapas y los fierros. Estn prolijitos, todos formados: en una vereda todos los canas, los chalecos negros, los de la Brigada, los de la patrulla urbana, van a estar todos los ratis. Y en la otra vereda, todos los rochos. Esa maana los rochos no van a tener rollo en andar mostrando todos los brazos escrachados, que para eso se hicieron los tatuajes en el Colegio, para mostrarlos. Esa maana va a estar todo mas claro. -Y sabs qu va a pasar? -dice Juan Carlos saliendo del sueo mientras cruza el campito hacia la estacin de servicio. -Van a salir corriendo todos los ratis... Yo largu una carcajada. -Van a pedir refuerzos, los cagones! Porque mano a mano no le pueden ganar a la gente buena. A1 final del campito nos cruzamos con Metralla, el rati del barrio. Juan Carlos levant la mano saludando a un viejo conocido. "Metra es macanudo, si a veces incluso nos prestamos los fierros. Pero ojo, eh? No para el choreo, cada cosa en su lugar. Si sals a laburar vas con los fierros tuyos. Lo que hay con Metralla es mucho respeto". Metralla cruz hasta la parada del siete cuarenta, puteando de bronca por el fro y con las manos clavadas en los bolsillos. El bondi no viene porque hubo un accidente. La noticia es tapa de los vespertinos y la cantidad de muertos depende de cada diario: diez, once, doce. E1 tren se llev el siete cuarenta a la rastra, como dos cuadras, y lo que Metralla esperaba era en realidad algn camin de los que se cruzan llevando gente. Los camioneros son rpidos para el negocio. La parrilla cercana a la Estacin San Miguel es, como me haban dicho, "un lugar tranquilo, donde pods charlar entre gente buena". Ah Juan Carlos, Borsi o el Nene no necesitaron bajar la voz. No esperaron ninguna pregunta, y soltaron que a los ratis ya se les perdi el respeto, que ya no hay ms "Alto, Polica!", y si te descuids te dan vuelta. Que Borsi anteanoche cay en cana y de afuera del patrullero el subcomisario le grit: "Bajate y corr!". Y no corri ni en pedo, y siempre nega, que no. No corri porque no es ningn boludo. -Y por qu caste? -Camos en razzia y empezaron a los gritos, nos miraron los brazos y como los tenemos escrachados ah noms te enganchan. Me queran hacer cargo de un homicidio, no sabs cmo nos dieron. Y yo nega total. Mir -dice, y muestra-, pareca que nos haban pegado pijazos en la espalda. Borsi asiente. -Yo les quera pelear mano a mano, porque si viene as la cosa, te retobs. Y yo no le tengo miedo a nadie. Yo respeto a la yuta, pero que ellos respeten a los vagos. Juan Carlos tiene demasiado presente, quiz por eso nunca suea con su pasado. No se suea cuando empez, haciendo pagadis en los kioscos, o cuando salieron al escruche con el Nene. A l la mano le gust de entrada, y le gust hasta que cay en canasta: la primera vez le engancharon 37 hechos. Robo calificado agravado -deca la cartula. -Eso quiere decir con fierros y abuso de armas -me traducen.

-Viste como son los ratis? -dice el Nene-. Los giles te ponen agravado porque les apunts. Qu quieren? Que les apuntes con el dedo? Borsi, el mayor, fue tres veces a la canasta. Y siempre nega. Y cuando era menor estuvo en el Colegio. Y al final sali. -Adentro se conoce gente inteligente -me dijo-. No como vos, te lo digo con todo respeto... porque... si vos ests ah, qu hacs? Te la bancs, espers que pase el tiempo. Ellos no. Hacen tneles, se escapan por las paredes. Son inteligentes. El amor llega temprano, como la muerte: Juan Carlos se cas a los 16. Se separ un ao despus. En esa poca sogueaba en los ranchos. Despus se fue p'arriba. Conoci gente. Y una vez entr a un negocio con un fierro. Se sinti ms macho. Estaba nervioso pero miedo no, no tena. Miedo, lo que se dice miedo, tuvo hace unos meses despus de un choque. Pero en el afano nunca tuvo miedo. En el afano se sienten nervios. Y si hay que disparar al arrebato se dispara. Pero si no, a la gente se la trata con respeto. Y nunca se afana a la gente buena o a la laburadora. Esos son inventos de los ortivas, que en este barrio est lleno. Los ratis no. Ellos en las razzias levantan todo. Los ves a los gomazos con los viejitos que les dicen que no, que ellos son laburantes, o que tienen el documento roto porque la jermu se los meti en el lavarropas, pero los ratis dale que va. Afuera ya es de noche y hay niebla, y cada tanto los cuatro miramos a la puerta, no sea cosa que pase la lancha y se arme el tiroteo. -Mir si viene la yuta! -dice, probndome, Juan Carlos-. Te imagins? Pim! Pam! Taratatatatat! -Quers que reventemos el boliche ste? -se da dique Borsi, que slo quiere hablar de los ratis y le pide al mozo otra jarra de vino blanco. Los ratis de San Miguel te matan. Los de la patrulla urbana estn para darte vuelta. Pero de ac no nos movemos ni a palos. Que les vengan a reventar el rancho, si no. A Juan Carlos le dijeron: Andate a Rosario, andate a Mar del Plata. Si l tiene familia en todo el pas... Pero cmo se va a ir del barrio? Que se vayan los ratis y los ortivas. -Ahora en provincia se labura tranquilo. Te van tirando lneas de barrio a barrio, y conviene laburar los viernes, aunque sea el da ms peligroso. Viste el supermercado ese? Tal y tal? Bueno, yo no me puedo meter porque soy del barrio. Vayan ustedes y yo me llevo una teca del diez por ciento. Uno tiene buenos contactos. A veces nos tiran buenas lneas. En Capital no, ah no laburamos porque la Federal no te deja salir. Eso s, con los rochos de Capital hay un respeto brbaro. Nos ayudamos. Ves? En eso somos distintos a la yuta, ellos se cagan por un ascenso. -Y ms nos ayudamos si te salta mancada -dice Borsi jugando con el encendedor-. Si hay que poner guita para el boga la plata se junta entre los rochos. Tambin la guita para bancar a la familia. Lo mismo que se respeta la zona. Esta es Area Tehuelche y ac no se mete nadie. Juan Carlos volvi del bao acordndose de la pelea del otro da. -Eh, pero eso es distinto. Uno va a un barrio y lo forrean. Le dicen: Forro, dame un cigarrillo. Y ah se pudre todo. Vamos all y les reventamos todos los ranchos. -Porque nosotros no nos bancamos la injusticia -dice uno. -Pon, pon ah que soy un laburante -dice otro, sealndome el cuaderno de notas. La vida le pasa por encima al reportaje: -En esta parte tens que anotar: "Risas" -dice Juan Carlos. Todos se ren. Yo anoto: "Risas". Alguien pregunta por qu no nos pudimos ver el viernes. Yo le digo que los clav porque era mi cumpleaos, y no tuve tiempo

de avisar. Cada uno de ellos se sorprende y me da la mano. Piden otra jarra de blanco. Van y vienen al bao. Antes de sentarse a la mesa miran entre la niebla para descubrir la lancha. Los ratis deben estar ocupados con el accidente de San Miguel. Borsi inclina su vaso y mira hacia adentro, como si buscara algo que se le cay: -Si pisaste la calle no sals ms -dice-. Miralo a este chabn (seala a Juan Carlos), ste tena todos los chiches, yo no s porqu se le ocurri... -Le gust la fcil -dice el Nene con una sonrisa. Juan Carlos dice, sin mucha conviccin, que depende mucho de la familia. E1 viejo es correntino, sargento retirado de la Polica. La madre labura cama adentro desde que volvi del Chaco. A veces hay bolonquis en la familia. . . vuelve a decir-.Y entonces a la bronca no la pars ms. Juan Carlos dijo familia y todos se acomodaron en el asiento. -Vos que hacs con tu mujer? -me preguntan sin esperar respuesta-. Vas al cine, sals... Nosotros no, salimos con los amigos, ellas que vayan por ah con la familia. A nosotros nos gusta el bareca... O sino curtimos con las hermanas del Nene. E1 Nene escucha y lo putea. -Pon, pon ah que somos cuados... Borsi me pide que ponga que estn en contra de las patotas y de los violetas. Claro que ellos apretaron colectivos, pero con respeto, siempre con respeto. Sabs cuntas veces? Pero nunca tocamos una mina. Hay que dejarlas vivir. Si vos te las cojs a esa familia la arruins. Si total lo que uno busca es platita, y con eso te pods ir de joda donde quieras. Si la viols... despus cmo la va a ver el marido? La va a ver como a una puta, me entends? El Nene dice que tampoco afanan cheques. Para qu los quers? -El viernes me hice 170 palos -cuenta-. Iba el chabn en una camioneta con la jermu. Yo le dije apenas lo apunt: "Seora, quedes tranquila, que ac lo nico que queremos es la plata". El Nene dice que los violetas tienen una mentalidad torcida, que se los ganaron de guachos. -Y aparte mir: el violeta siempre cae por lo mismo. -Yo ya hice diez aos de delincuencia -dice Juan Carlos, como si se tratara de una carrera de posgrado- y aprend que si cas por violeta o por patota te perds todo lo que hiciste desde abajo. Los tres saben que si entrs en la canasta por eso, te refugian. Vivs siempre solo. Entonces no pods hacer conducta en la crcel y conocer muchachos inteligentes. A1 violeta en el pabelln, siempre le dan huasca, y si te bate te pods comer una causa interna. Y en esa, si te dan ocho aos, los cumpls o los cumpls. La radio de la parrilla dice que son catorce los muertos de San Miguel. Pero and a creerle a estos chabones, siempre mienten. Igual con lo de la falopa. Uno con la falopa se re, se re. Y ac hace falta accin, no risitas. No andamos ni con la blanca ni con la Mary. -La droga nuestra es sta -dice el Nene sealando la jarra de aluminio con vino blanco. Afuera el mozo arregla el asado. La lancha ni pinta. De noche o de da, da lo mismo. Y siempre a cara descubierta. Como venga. Si a los chabones no les das ni tiempo a nada. As se afana. No como los ratis, que te la dan por la espalda. -Miraste Nuevediario? -No. -Pasaron a uno que se la dieron por la espalda y vena de laburar. Pero laburar en serio, no como nosotros. Un hombre trabajador.

A la boleta no le tienen miedo. Dicen que estn jugados. Borsi tuvo miedo una vez: estaba adentro, en el calabozo y le dijeron que le iban a reventar a la familia. Si le tiene que poner un cohete a un rati no lo piensa dos veces. Tampoco a un gil. Uno es respetuoso, y aprieta con respeto, pero a veces salta engomada. -Como el da aqul -recuerda Borsi- cuando abrimos la Crcel de Devoto. -Te acords de Devoto? Fue en las vacaciones. Estaba Abal Medina, y sacamos un par de flacos. No sabs cmo nos siguieron los Torinos... -dice Borsi confundiendo los aos-. Fue en el '72... no, '73... Da lo mismo. Igual que ahora, si ramos todos peronistas. E1 Nene est en contra de los radichetas, estn todos con la ley. Menem es un hijo de puta, y el mejor es Herminio. -Ese s que es terrible tumbero viejo. Juan Carlos se admira: -Herminio tiene mas lneas en la cara que un mapa. Ese s que va a largar a todos los presos, va a abrir cabarets. Ese te dice las cosas de frente. -Yo quiero que pongan un cabaret ac cerquita -pide Borsi. -Qu ley? Qu va a hacer la ley? La ley es injusticia. Uno lo ve ac en la calle. A los giles laburantes los cagan a palos. -Gente vieja que le dicen: "Callate la boca!" Y un gomazo. -Eso s, pon que gane quien gane la eleccin nosotros igual vamos a seguir apretando. Pongo. -Pon que no te faltamos el respeto. Pongo tambin. Pongo, adems, que lo que el viento da, el viento se lo lleva, y entonces la guita no sirve para nada, que me lo dice Juan Carlos que en el fin de semana se gast cuatrocientos palos y que el domingo hizo un buen asado para los amigos. Y pongo tambin que es mejor afanar a lo grande, y que Juan Carlos dice que bueno, que se podra retirar pero slo si con una buena lnea agarra: - Cien mil dlares ! ! ! Y que se re mientras me lo cuenta, como cuando recuerda el sueo, el de ese da que los ratis van a salir corriendo por el medio del campito. Los abrazo. Les digo que se cuiden, y siento que se pudo establecer entre nosotros alguna forma de ese respeto que tanto los desvela. Salgo de la parrilla hacia la niebla sin saber si volver a verlos alguna vez. Publicado en E1 Porteo en octubre de 1986.

Revlveres y rosas -E1 Bien triunfa sobre el Mal. -E1 ahorro es la base de la fortuna. -Con el ttulo tens un futuro asegurado. -E1 pelo por arriba de la camisa. -La falda por abajo de la rodilla (nunca te olvides de cruzar las piernas). -La justicia tarda, pero llega. -E1 amor es sacrificio. -Este es el pas de los cuatro climas. E1 maana es nuestro. -Dios te va a castigar. -Por qu no nos cuenta de qu se re as nos remos todos? No los conocemos, o tememos conocerlos. En eso no crecimos demasiado: es como cuando ellos tenan cinco o seis aos y nos miraban, solemnes, desde ah abajo, y preguntaban: -Pap, qu es la muerte? Oscilamos entre las dudas y las frases hechas. Nos consuela pensar que la ideologa tiene los tiempos del acn: ya se les va a pasar. Ya dirn "S" como

nosotros tuvimos que decir que s, primero con un temblor en la garganta, y ms tarde con resignacin. Los admiramos slo cuando parecen grandes, esto es cuando ms se parecen a nosotros, cuanto menos son ellos mismos. Les pedimos que bajen el volumen. Polticos que se drogan les piden que no se droguen. Pap les pide que no roben, a la noche, en casa, al mismo tiempo que falsifica los vales de nafta de la empresa. E1 to les dice que no traicionen: ya lo vieron dos veces susurrando en el telfono del cuarto mientras combinaba una cita en un bar desierto. Los medios los imaginan con una actitud Pitman de la vida: el diploma en el brazo en alto, caminando sobre una alfombra de billetes. Ellos toman cerveza y ms cerveza, y se quieren, y se preguntan, y no entienden nada y de pronto comprenden todo, y combinan la ingenuidad con un cinismo a prueba de balas, y pagan el precio de ser jvenes, documentos, de dnde viene, lo tienen que venir a buscar sus padres, qu es ese olor a marihuana que te sale de la ropa, morir por una campera de cuero, escuchar rock and roll y sentirse inmortales. Rock and roll: grito encerrado en un compact-disc. Rock and roll: frente al fin de siglo, quiz la ltima actitud romntica de la cultura. Rock and roll: modo de asustar a las abuelitas probado con anterioridad por los viejos poetas surrealistas. Rock and roll: falleci frente a testigos en 1968, el mismo ao de la muerte de Dios. Resucit en diversas oportunidades. Rock and roll: espejo, catarsis, negocio, fenmeno de masas. E1 porcentaje de mentira es un poco menor que el existente en la poltica, en las Naciones Unidas o en los laboratorios. Rock and roll: visin exagerada de los smbolos de la cultura occidental: xito rpido, muerte rpida, fama de cinco minutos, sobredosis, limusinas, mujeres flexibles, gloria. Frente a la rapidez, las mscaras se desintegran. Cae una vez ms la mscara del Presidente: "Yo tendra que haber prohibido a los Guns 'N' Roses -dijo-. Pero... qu hubieran pensado de nosotros en el exterior? Que somos autoritarios", agreg, incomprendido. Cae la mscara del secretario del Presidente: "Si el sbado hay disturbios se prohibe el recital del domingo". No hay postre, no sals por dos fines de semana, no hay vacaciones, no hay ministro Bauz despus del escndalo de los guardapolvos. Perdn, s hay ministro. Cae la mscara de los diarios sensacionalistas: rock-droga-muerte-hospitalesbandera quemada-periodistas golpeados-muerte-cuidado-muerte. Cae una chica, en Temperley, porque su padre no la dejaba ir al recital. Se suicida y su padre, desesperado, se mata. Los cables silban la noticia. La chica se hubiera matado, tambin, si no la dejaban ver a los Simpsons. Maana los socilogos analizarn la "perniciosa influencia del rock en la vida familiar". Tememos conocerlos. Se mat por los Guns. Gun quiere decir revlver. Cae la mscara del propio grupo: Axl, el mito que no habla con la prensa, el que no concede, se pone la camiseta de la seleccin argentina. Un grupo comercial y menor, nios de pecho frente a los Pistols o los Stones, provoca una catarsis nacional. Pensamiento billar: caracterstica del ser nacional. Utilizado hasta el hartazgo por los militantes, podra definirse as: "Hago A porque en realidad quiero X para llegar a Z; voto a tal, pero no por l mismo sino para evitar que cual llegue al poder". Personaje nacional: E1 Otro yo del Dr. Merengue, ese porteo sometido a su otro yo que anunciaba, como un fantasma lo que el Dr. no se animaba a decir: -No se vendern bebidas alcohlicas en el estadio. (No nos importa que se emborrachen hasta vomitar en la calle, frente a los kioscos, frente al no futuro, frente al "vas a meterte el diploma en el culo y

comprarte un taxi". Pero por favor hganlo solos, o en grupos de cuatro a cinco.) -Es la obligacin del Estado custodiar la vida y la seguridad. (No nos importa que la Polica fusile en la Provincia.) -Los Guns dejan mucho que desear con la tica, la moral y las buenas costumbres. (La Ferrari es ma, el indulto es necesario para la pacificacin, los delincuentes periodsticos tienen la culpa de todo, salariazo, no los voy a defraudar.) -Es un conjunto proclive a la violencia. (No nos importan los invisibles. A esta hora hay millones de chicos que toman menos leche de la necesaria y que sern menos inteligentes maana. No nos importa la violencia azul, estatal, prolija, violencia como Dios manda.) Ellos quieren rock and roll. No escriben planes econmicos, no discuten acuerdos nucleares, no estafan al Estado, no declaran Guerras del Golfo (aunque a veces los obligamos nosotros a pelear en ellas), no se han traicionado tanto, tienen ms preguntas que respuestas. No habra que tenerles tanto miedo. Publicado en Pgina/12, el 6 de diciembre de 1992.

Las playas de la nada Por favor marque con una cruz la respuesta correcta: A) Cul es el nombre de Dios? 1) Dios no existe. 2) Dios existe, es el Creador, est en todas partes y no tiene un nombre en particular. 3) Roberto Giordano. B) Cul fue la noticia de mayor importancia mundial en la primera quincena de enero? 1) El hambre en Somala. 2) La formacin del gabinete de Clinton. 3) El romance entre Nicols Repetto y Carolina Pelleriti. C) Cul es el nombre de la Virgen? 1) Mara. 2) La Virgen es parte de la mitologa religiosa. 3) Nicole Neumann, la modelo de doce aos que fue tapa de Noticias, hija de la sicloga Claudia Neumann que sostuvo que "con este trabajo Nicole va a encontrar ms rpido su sexualidad". D) Quin es el autor de los atardeceres en Solanas? 1 ) Dios. 2) La Naturaleza. 3) El fotgrafo de editorial Atlntida Pedro Luis Raota. E) Quin es Conrad? 1) Escritor ingls nacido en Polonia, autor de Lord Jim y E1 corazn de las tinieblas. 2) Nadie. 3) El nombre del primer hotel cinco estrellas de Punta del Este, que costar 760 millones de dlares. F) Dnde se produjo la mayor concentracin de fotgrafos por metro cuadrado? 1) En la Casa Blanca.

2) En Europa del Este. 3) En la Disco Space. Si usted ha marcado el nmero 3 en todas las respuestas, es obvio que se encuentra leyendo esta nota en Punta del Este. Miles de turistas argentinos llegaron a esta ciudad en la misma fecha y se irn dentro de quince o treinta das. Casi dos horas desde Montevideo: rutas prolijas, presidente liberal, puestos de peaje, pasto cortado como si fuera csped, Uruguay tiene colores de pas Benetton. Uno puede sorprenderse buscando a la vaca de Milka a los costados de la ruta. En el asiento trasero las chicas suean con la mezcla de Kevin Costner y Terminator que encontrarn tomando sol en Montoya. Mam se baa en Giorgio, de Beverly Hills, por octava vez. Pap piensa siempre en la oficina. Tomar un avin al otro da y volver el viernes a la noche en el avin de los casados: vuelo 298 de Aerolneas Argentinas, sale 21.15 desde Aeroparque. Las chicas mueren de envidia por los mochileros que hacen dedo, desganados, cuando ven pasar el BM de pap. Pap no para. Los mochileros saben de memoria que un auto con placa de Buenos Aires no parara ni frente a un choque mltiple con cien heridos graves. -Dijeron que iba a estar lista para diciembre -dice pap otra vez. -Bueno, no es para ponerse as, tampoco -dice otra vez mam, y roza con la mueca uno de los tres collares de oro macizo que la hacen increblemente parecida a Mister T. Pap es uno de los argentinos que este ao invirti en el Este. Un granito entre doscientos millones de dlares de obras en construccin. Bueno, no la terminaron a tiempo. Pap, mam y las chicas engrosarn otra estadstica esta tarde: la de las mil bolsas de basura que se sacan cada da de las playas de Punta del Este, un treinta por ciento ms que el verano pasado. Antes de que pap se vuelva harn el circuito indispensable: caf en I1 Greco (las chicas piden licuado de durazno y naranja porque lo leyeron en Gente), atardecer en Solanas, pasada por Montoya, comida en Mariskonea, compra de artculos importados en Graffiti, pasada lenta por el complejo Motor Oil (las chicas bajan un minuto porque ah funciona la agencia de reclutamiento Pancho Dotto, y nunca se sabe), caminata lentsima por Gorlero y quiz Casino. Y ya. Eso era todo lo que haba que hacer. Lo hicieron en dos das y les faltan veintiocho para volverse. Pap se siente como Soren Kierkegaard frente a la ventana, aunque pap crea que Kierkegaard debe ser el nombre de un condominio en Oslo. Una maana el viejo y bueno Soren se enfrent a la Nada, escribi algunos intrincados libros de filosofa y, finalmente, se mud a un condominio en Oslo. Pap vuelve a escapar de la Nada. Descripcin de la nada En esta ciudad todos tienen tiempo. Descubrirlo les caus estupor: los das son largos, las maanas no se pasan volando sino que planean pesadamente como las gaviotas, recin anochece a las nueve y media y todo ese tiempo debe usarse para alguna cosa. Lo ms incmodo es que todo ese tiempo debe compartirse con extraos: una mujer y nios a los que slo se vea en los das festivos o en el breve colapso del desayuno. Ahora estn ah todo el tiempo. A1 tercer da el turista memoriza las notas de los diarios, lee con especial inters notas de remates judiciales en sitios lejanos y se da vuelta de inmediato apenas suena un movicom, aunque l no lleve el suyo encima. Los dilogos que puede escuchar en la playa no son enriquecedores: -Ona Sez. -Cemento, Buenos Aires.

-Mango, La Barra Clothing? -Pepsi, Pepsi, Mango Tatoo Bar Levis Vitara. JB? -JB, JB. Amstel Brahma Chop Diesel Motor Oil Marlboro 100's Flip Top Box. -Twinings. -Earl Grey. E1 secreto frente a la Nada consiste en unirse a ella. Un grupo de fsicos de Maldonado desarroll, en los ltimos aos, una Teora de la Implosin, recopilada por la municipalidad local en un cuadernillo de escasa circulacin titulado "Estrategias contra la Nada" (Editorial Treinta y Tres, 1991, Maldonado, Uruguay). All los fsicos concluyeron lo siguiente: si un cerebro estndar, frente a una gran cantidad de informacin, corre el riesgo de explotar, tambin debe producirse la reaccin inversa. Luego de varios aos de estudios primero en animales y luego en seres humanos que se ofrecieron como voluntarios, los cientficos de Maldonado probaron que la falta progresiva de informacin, junto a la ausencia total de reflexin, forman las condiciones propicias para que el cerebro implote, para que explote hacia adentro. Y hubo otra conclusin: la implosin puede producirse por un estmulo determinado. Finalmente enunciaron la ley: "Un cerebro que no se usa, implota frente a un dato que lo supera y no puede procesar". Veamos algunos ejemplos: E1 primer caso de implosin no voluntaria fue realizado con Marcelo M. (el nombre completo no fue difundido porque se trataba de un menor), habitu de la playa de Montoya. All Marcelo M., estudiante crnico, cobrador de sueldo de hijo, vecino del Barrio Norte, lector de resmenes Ler, seis horas diarias de gimnasio y medio litro de vaselina cada doce horas, enfrent al grupo de fsicos de Maldonado. E1 Dr. en Fsica Washington Peralta B, titular del grupo, lo mir directo a los ojos y le dijo: -Sartre! E1 cerebro de Marcelo M., superado por la informacin que no pudo procesar, implot. Dos das despus -segn se revel ahora, luego de una investigacin de la prensa local- el experimento se repiti con una adolescente argentina, turista del Este desde la niez, egresada de un colegio religioso de Olivos, con doble escolaridad. E1 grupo enfrent a Jimena R. y le dijo, sin compasin: -Yourcenar! Y la chica implot de inmediato. En ambas implosiones los cientficos recogieron del piso muestras de un polvo blanco, similar al azcar impalpable, suponiendo que se trata de restos del cerebro quemado, sometidos al intenso calor de la implosin. Rumores que circularon esta semana en Montevideo sealan un caso de implosin colectiva protagonizado por cinco militares uruguayos que implotaron luego que una delegacin de Maldonado les preguntara sobre Bertrand Rusell. Veo, veo La mirada perdida de los parroquianos de Il Grecco o La Fragata -los bares en los que hay que estar sobre Gorlero- indica tal vez un justificado temor frente a la implosin. La fila de autos se atasca en la "avenida", y los espectadores se cruzan constantes miradas mientras la cola avanza: 1) Ese quin es? 2) Tal vez sea un conocido, venga a la mesa y me libere del aburrimiento. 3) Quiz sea un actor, periodista, deportista o modelo famoso. 4) Esa nena es increble. Tendr ms de 18? S) Si no es as y me procesan por estupro, el juez me felicita.

-Lo vimos a Neustadt -se informan dos amigas, mientras se saludan con cierta excitacin. -Esa es la casa de Repetto -sealan otros mientras retrasan la marcha del auto en las calles de tierra de Jos Ignacio. E1 valor de la mirada es ms importante aqu que en un juego de pker. Mirar y ser mirado. Entrar en el cono de luz celestial en el que puede orse la voz de Pancho Dotto: -Por qu yo, Seor? Por qu ser yo la prxima tapa de Gente? La conciencia de momento, de presente continuo de cualquier turista de Punta del Este es ms fuerte que la que tuvieron los pilotos del Enola Gay cuando bombardearon Hiroshima. Todo es ahora o nunca. Este presente es el nico momento posible. Dentro de un licuado de durazno, puedo engordar. En treinta segundos ms el sol puede hacerme caer ocho milmetros de piel de la frente, si camino un metro ms la tira del bikini puede meterse un centmetro ms en mi traste y el efecto no ser el mismo. Chicas por las que Miguel Angel meara cada uno de sus frescos de la Capilla Sixtina se duermen entre llantos, vindose deformes. Otras vomitan bulimia en el inodoro del hotel, o comen slo en las semanas impares, y viven desmayndose como poetas del Romanticismo. Unas y otras recurren al pareo, que funciona en este caso como la cultura: sirve para cubrir imperfecciones. E1 estado de tensin en el que viven estas chicas es mucho peor que el de un broker de Wall Street en la crisis financiera de los ochenta: -Esto slo con esto, esto jams, esto no s para que mierda lo traje, a la playa slo de tal hora a tal hora, nunca a esa disco, s a sta, Dios mo, cmo se me escap esa palabra que es una grasada espantosa, l me mira?, no s si me mira o no, cada da veo menos pero jams voy a ponerme los lentes. -En qu penss? -En nada -mienten ellas con la tranquilidad de Laurence Olivier en su mejor interpretacin de Hamlet. Invlidas y encantadoras, de natacin insegura y mirada firme, se saben viviendo sus quince minutos de popularidad. Despus, ni Andy Warhol podr salvarlas. E1 Manual de Supervivencia Dotto es aun ms duro que los consejos de Scott Fitzgerald sobre las mujeres: el autor de El gran Gatsby (que no es Pancho, sino el otro) deca, borracho, en el Plaza de NuevaYork, que las mujeres se terminan a los veintitrs. Aqu a esa edad ya las suben a los micros del PAMI para una excursin al Valle de la Luna. Es fcil imaginar a estas chicas haciendo el amor frente al espejo, mientras controlan la esttica del ritmo y el demoledor avance de la celulitis. Sus pares masculinos no son muy distintos, aunque su parecido con Terminator los acerca ms a Sarah Connor que a Schwarzenegger. Hay en ellos algo ligeramente "putil" (lo escribo, est claro, con envidia), quiz el pelo largo estudiadamente desprolijo, o los msculos brillosos y el traje de bao americano. Circulan por la ciudad en sus Harley Davidson, en el Mercedes descapotable de pap o en el 4x4 que consiguieron gracias al berrinche del ltimo cumpleaos, junto a la promesa formal de recibirse en menos de ocho aos en la Universidad de Belgrano. La belleza de Punta del Este es demoledoramente ingenua. No hay aqu personajes de American Psycho, ni adolescentes italianos por los que morir en Venecia. Es una belleza sin carga o, para decirlo de otro modo, sin perversin. Las chicas, en el fondo, responden a cualquiera de las reglas del metro patrn, del metro pap de todos los metros del mundo, residente en el Museo de Pesos y Medidas de Pars. Saben que esta broma del cuerpo pasar, que ya llegar el marido abogado,

la rural Falcon y los nios con globos en el asiento trasero, y piden que nadie les recuerde todo ese rollo en esta ciudad donde tampoco hay pobres, o donde al menos no se los ve, en la que los mozos y las mucamas viajan a dormir a Maldonado. Cruella de Vil -Viste esto? -Qu? -Dice el diario que en Buenos Aires hay ms de ocho millones de personas que no tienen agua corriente ni cloacas. -Y? -Cmo "Y"? Hay trece millones de habitantes... -A ver, tra -dice, y agarra el diario, y lee detenidamente-. Debe ser un error de imprenta. Es sta la capital nacional de la frivolidad? Este verano no cuenta con el apoyo de los funcionarios del gobierno a los que se les prohibi venir, por lo que abandonaron sus habituales mesas de Il Grecco. Punta del Este no es ms frvola que el Patio Bullshit (lase Bullrich) o que algunos semanarios argentinos ("Casas y carne, nena, sa es la consigna, casas y carne, vos mostr cmo son las casas de los famosos y trat de que las minas hagan topless", le dijo su editor a una cronista portea que cubre el verano) o que la Avenida Alvear, o que la clase dirigente. Aqu slo tienen ms tiempo, y se enfrentan a la Nada y al espejo. En esta ciudad-country es ms fcil soltarse de lengua, volver con varios kilos de ms, llenarse los brazos de bijouterie y ser sinceramente crueles. -Despus de todo, estamos en familia -dice pap. -Venimos siempre los mismos. (mam) -Lstima que est tan lleno de argentinos -dicen los argentinos. -Parece Gesell, no, nena? -Ya no es lo que era. -Nada vuelve a ser lo que era. -Nunca se sabe. E1 colectivo 60 en el Museo del Louvre. As de grotesco es este sitio tan bello. Desde esta mquina de escribir, a treinta kilmetros de Punta del Este, se escucha el mar, y se puede caminar en la playa, y ayer, en la playa, un uruguayo que sali de ninguna parte y al que cruc sin saludar me grit: -Por all va a salir la luna. Ahora, en un rato. Va a ser inmensa -dijo, sealando hacia all con el brazo. Y al rato la luna sali por all, y era inmensa. Publicado en Pgina/30 en febrero de 1993.

Time Caf Vi en diciembre, en Nueva York, en un lugar llamado Time Caf, un reloj que funciona al revs. Es muy impresionante ver un reloj marchando al revs: est en contra de la entropa, de los almanaques, de la angustia y del sentido comn. Las agujas avanzan en direccin contraria: entr a ese bar del 380 en Lafayette Street a las cinco de la tarde y sal a las tres. Lo que pas no haba pasado, o haba sucedido en otro tiempo del que no tena memoria. Olvid la ancdota del bar y del reloj hasta el lunes pasado cuando, en un restaurant de Buenos Aires, me encontr comiendo a tres mesas de distancia de Isabel Pern.

La cara de Isabel, con el paso de los aos, se transform en el rostro del cadver de Pern: una nariz inmensa y filosa transmitida hasta el cansancio por la cadena nacional. La cara del cadver de Pern bajo una peluca de mujer vestida por Courreges. E1 almuerzo suceda en 1974, en 1983 o en 1993. E1 reloj se haba vuelto loco. Mis pensamientos, despus, se sucedieron ms o menos as: Time Caf, esquina de Lafayette y Great Jones. Recuadro del diario: una vendedora de Mar del Plata confunde a Isabel con una actriz de cine; la viuda de Pern busca una campera que se lleva sin pagar, la vendedora corre a cobrarle y finalmente uno de los aclitos que rodea a "la Seora" paga la cuenta en la vereda. Triple A. Voz de Isabel en off, sonido de una puerta sin engrasar que se cierra entre chirridos. Fotos de Isabel y Lpez Rega debajo de inmensas camperas amarillas, pollitos de incubadora en una base de la Antrtida. Alguien escribe: "Del ridculo nunca se vuelve". Triple A. Subsuelo de Bienestar Social, encuentran armas, cadveres en los bordes de la autopista a Ezeiza, fusilamientos, ms armas, Lpez Rega se va del pas. La seora se sirve su segundo plato, desde las mesas de alrededor le llegan miradas indiscretas y divertidas, es como si estuviera comiendo all Paul Newman. Manuel Vicent, que describe a Isabel como una seora "con cejas espiritistas y pinta de peluquera de provincias". Las revistas muestran a Isabel en un zoolgico, a Leonardo Favio visitando a Isabel, a mdicos discutiendo sobre la presunta impotencia de Pern, a impotentes discutiendo sobre los mdicos de Pern, a Pern, a esta seora que se define como "simple y sencilla". La seora grita "No me atosiguis!" y devora Hola con inters. "Una mujer que fue mal asesorada ", se consuelan en su entorno. Creen que la frivolidad no es peligrosa. Isabel candidata? No, no todava. La seora se reitera dispuesta a "seguir ayudando al pueblo argentino". Seguir ayudando al pueblo argentino Nunca se sabe. No todava. Este pas de los cuatro climas y la tierra generosa puede permitirle a cualquiera un segundo acto. Bignone escribe su libro, Massera corrige el propio, los nios del secundario no conocen a Astiz, Lpez Rega ha muerto, se cumplen las reglas del Time Caf. La seora ley en el diario, a la maana siguiente, que el Presidente condecor a Pinochet. Le parece bien. E1 Presidente dice que no se arrepiente de nada. Pinochet tampoco. E1 reloj del Time Caf indica que esta nota nunca comenz. Publicado en Pgina/12 el 21 de febrero de 1993.

El Joven Ilustrado Las seoras tienen pasin por los vestidos, y en esos das de Semana Santa haban andado tan ocupadas con los preparativos que casi no hablaban de otra cosa sino de los lujosos trajes con los que pensaban asistir a las ceremonias." (William Mc Cann, en Viaje a caballo por las Provincias Argentinas, editado en Inglaterra en 1853.) En los noventa los ignorantes ya no tienen los pies descalzos y la ropa hecha

jirones. En la Argentina de la Reconversin (eufemismo que significa expulsar de la economa a un tercio del pas) han nacido ignorantes con campera de duvet, moto de alta cilindrada, clases en Universidad de la zona norte y novias con formas de junco y piernas de gladiador. Los Jvenes Ilustrados repiten con tono de oracin: -Alfonsn es zurdo. En Suecia se suicidan muchos, por algo ser. En Francia las empresas de servicios son privadas. Si Gorbachov los dejara, los rusos votaran a Bush por unanimidad. Todos los palestinos son terroristas. Ahora capaz hay menos, pero hace unos aos los judos haban tomado el gobierno. El Joven Ilustrado repite cada frase con seguridad acadmica. Le encanta sentirse obediente. Intuye que este ao, o a ms tardar el otro, podr repetir su catecismo en Tiempo Nuevo. El Joven Ilustrado expresa, en verdad, el inconsciente colectivo de la mayor parte de la clase alta argentina, formada en la lectura de best sellers en La Mansa (o La Brava, segn resulte in o out), junto a una lectura rpida de Guy Sorman y mucho Para Ti. Kennedy? Bueno, Kennedy tambin era me dio zurdito. En Estados Unidos, nuestra Madre Patria, es frase slo podra escucharse de la boca del presidente del Ku Klux Klan. Condenada a la promesa de un maana constante, Argentina no tuvo ayer: la nobleza del pas se redujo a formar parte de la cuarta o quinta generacin de almaceneros. Almaceneros llegados en 1810 (los Martnez de Hoz), en 1850 o en 1920 si ttulo nobiliario dependi de la rapidez con la que pudieran alambrar tierras fiscales, disparar contra los indios o negociar algn asunto turbio con el gobierno de turno. Pero aun as, aunque igualmente cruel, la clase alta del '80 o de la Argentina del Centenario, era por cierto ms prudente, o menos ignorante. Es cierto: la burguesa est para hacer dinero y no para generar cultura. Sin embargo, una burguesa que no puede responder ocho de diez preguntas en Feliz Domingo puede hacernos pensar en lo voltil del futuro. -Todman es zurdo -dijo a mediados de la semana pasada el concejal de UCeD Carlos Maslatn, refirindose a Terence Todman, el embajador norteamericano. -No slo es zurdo sino que, adems, es negro -habr pensado, sin animarse a decirlo, el Joven Ilustrado. -Defectos? Si la clase alta tiene defectos? No, no tiene -le dijo Amalia Lacroze de Fortabat a la revista Noticias. -Nuestra clase alta es mas trabajadora que la de otros pases -agreg-. Mi nieto me dice: "Trabajar en el campo no es trabajo, es tan lindo..." Pero trabajan. Con la lluvia, la seca, la langosta. Aunque se distraigan jugando al polo, trabajan todo el da en el campo. Los Jvenes Ilustrados juegan al polo mientras sus novias se desmayan en los gimnasios; tienen que ser una rplica exacta de los avisos de Calvin Klein. Tienen tambin una mirada lnguida y distante que, si bien podra atribuirse a la lectura de los existencialistas, se debe al hambre, a la abulia o a la miopa. Tienen el poder al alcance de la mano, entre sus manos, y van a tomarlo como a un vaso de agua fresca. Deben, solamente, murmurar su catecismo: -Alfonsn es zurdo, Todman no s. En Suecia van a prohibir las ventanas. Afuera todo es privado. Tienen que aprenderlo de memoria y, sobre todo, no hacerse preguntas. Publicado en Pgina/12, el 3 de junio de 1990.

Puerto Cavallo Tienen la mejor basura de la ciudad, ms de dos policas por habitante y calles limpias de linyeras, skaters y animales. Tampoco hay nios en este Puerto que, como la ciudad que lo rodea, fue fundado dos veces aunque con casi cien aos de diferencia. Su Primera Fundacin tuvo lugar en octubre de 1882, luego de un escndalo de tres das que sacudi el Congreso. Cuando Angel Ruiz, presidente de la Corporacin Antiguo Puerto Madero (CAPM), evoca la Segunda Fundacin, menciona, casual, algunos nombres trgicos: "La tecnologa administrativa del ente fue creada por Carlos Grosso y Roberto Dromi -dice-. La CAPM es un ente autrquico, igual que el EAM '78". E1 espritu del segundo desembarco puede encontrarse en abril de 1991, cuando Eduardo Giana, otro directivo de la CAPM, asegur con brutal sinceridad: "Nadie va a poner ac cien millones de dlares para que en un par de aos aparezca otra gente queriendo hacer un plan de vivienda popular". Poco despus el decreto 817 que estableca la desregulacin de la actividad portuaria redujo de 5.700 a 650 el nmero de estibadores. "Fuimos estafados -asegura el titular del gremio de portuarios, Juan Antonio Reyes-. Los trabajadores de mas de 52 aos cobraron 5.500 pesos y los menores alrededor de cuatro mil". Puerto Cavallo estaba listo para ser fundado. Las ruinas circulares La mayor oposicin a Puerto Madero fue encabezada por un casi desconocido diputado por La Rioja. E1 proyecto del Presidente lleg al Parlamento en secreto, durante las sesiones de prrroga y favoreciendo a una empresa que iba a crearse al efecto y estara exonerada de cualquier impuesto nacional o municipal. -Pregunto -dijo el riojano desde su banca- por qu razn, habiendo varias propuestas, se deja a una sola en cartera, sin traer a las otras a discusin. En qu tiempo deben hacerse estas obras? Lo sabe el Congreso? Lo sabe la Comisin? Lo sabe el Ministro, que est aqu presente? No; no se conocen ni los planos ni los presupuestos. Durarn cuatro, cinco o veinte aos, lo que la empresa quiera. (...) Se nos propone ganarle tierra al ro... cul es el costo del metro cuadrado de superficie de la tierra rellenada? Seor Presidente: yo s que en algunos pases de Europa se hacen por necesidad gastos inmensos para robarle tierra al agua, pero no me explico que en Buenos Aires, donde tenemos tierra por los cuatro costados, tengamos necesidad de inventarla. (.. .) Con motivo de la discusin del presupuesto hemos visto las cuestiones que se han hecho para aumentar o rebajar cinco o diez pesos el sueldo a un portero, mientras aqu se trata de millones y se pretende que lo miremos como algo insignificante. Reclamo lgica a la Cmara... El 20 de octubre de 1882 la Cmara no escuch el reclamo del diputado Dvila; aprob, a las seis menos cuarto de la tarde, por 30 votos contra 13 el proyecto del hacendado y poltico porteo Eduardo Madero, que recibi un prstamo del Estado de 20 millones de pesos al seis por ciento anual y tard diecisis aos en concluir las obras. La amistad de Madero con el entonces presidente Pellegrini fue vital para la aprobacin del proyecto que ech por tierra las ideas del Ingeniero Huergo, que propona ampliar el puerto existente en el Riachuelo. Casi un siglo despus, Puerto Madero volvi a ser un buen negocio; sus nmeros en este ao le otorgan una facturacin superior a los noventa millones De dlares. "Es un boom -se entusiasma Emilio Cornejo, de la inmobiliaria que asocia su nombre al de Achval-. Es el nico negocio que pas airoso el efecto tequila". Facundo Achval, de la misma familia pero de distinta inmobiliaria, la de Toribio, asegura que "hay recesin en el rubro oficinas, pero de Puerto Madero para afuera". En la Isla de la Fantasa conviven la embajada de Japn, Amalita Fortabat,

Inversiones y Representaciones SA (del financista hngaro George Soros), Mexpetrol -los socios mexicanos del Grupo Macri-, el holding de Santiago Soldati, la consultora Harteneck del ex Presidente de la Comisin Nacional de Valores y el dock Santo Toms Moro, de la Universidad Catlica Argentina. Telecom terminar su torre en julio del ao prximo y la Ciudad Judicial proyecta cortar la cinta inaugural para comienzos del 2001. Hay tambin 25 restaurantes, varias concesionarias de automviles, 4 mini bancos, una financiera y algunos drugstores, que pagan un alquiler promedio de diez mil al mes, con una llave de 200 dlares el metro cuadrado ms un porcentaje que oscila entre el cinco y el siete por ciento de las ventas. Sin embargo Mara Esther Bartolom, duea del Dock Caf, no se queja: "Hicimos un esfuerzo econmico muy grande para llegar a Puerto Madero -dice-, y nos va muy bien. Este es el dock ms caro, pero vali la pena. E1 pblico es de clase media alta y alta, empresarios importantes y turistas. Ac vienen desde la Infanta Elena a comer a Puerto Sorrento hasta todos los Menem". E1 recuerdo de unos de los carman del restaurante Happening hacia la familia oficial es menos conmovedor: "El que nunca te deja propina es Eduardo Menem. Pero, sabs qu? Siempre es as, el que ms tiene menos te deja. Nunca son generosos en el ambiente". -Que vienen siempre? -pregunta otro, con un anillo de llaves en la mano-. Y... Graciela Borges... la Pradn, Marcelo Longobardi, que se baja del BMW y te deja el maletn y la agenda, mucha gente que te da confianza, y es una responsabilidad, porque el cliente te deja todo en el auto. Y, con todo, menos mal que algo zafs con las propinas, porque a nosotros nos dan 377 pesos de sueldo y arreglatels... Primeros habitantes Por lo menos cinco personas aseguraron a Noticias haber sido los primeros en mudarse a Puerto Cavallo, que ya parece haber ganado la disputa por las genealogas. Para el texto promocional de los folletos, vivir o trabajar en Puerto Madero constituye un "privilegio generacional, con oficinas desde las que puede verse el horizonte y donde matrimonios jvenes y artistas plsticos habitan el encanto de sus lofts". Martha Hanglin vive junto a su esposo Rolando en los docks del fondo, frente a la calle Carlos Calvo. Los Hanglin fueron, tambin, unos de los primeros en mudarse: "Cuando nos instalamos todava estaban en obra -recuerda Martita-. E1 lugar es genial, muy tranquilo, el mejor lugar de Buenos Aires. E1 paseo est adoquinado o sea que tens la ventaja de que no hay animales ni skates. Rolando est encantado". "Estoy orgulloso de haber sido uno de los primeros en mudarme a una zona antes habitada por ratas, ratitas y ratones", declar Bernardo Neustadt, quien instal en Puerto Cavallo sus oficinas de produccin. "Creo que fui el primero en llegar -asegura, con cierta melancola, Facundo Achval-. E1 lugar es muy prctico para los que quieren vivir en el centro. Lo que nunca ves son chicos". Francis Mallman, Armando Gostanian, Richard Handley (titular del Citibank), Carlos Avila (el empresario de Torneos y Competencias) son otros de los habitantes de este Puerto en el que los investigadores de Indaga -una institucin dedicada al anlisis socio-cultural de la basura- desarrollan un plan piloto de recoleccin, con cestos diferenciados en cada esquina para favorecer el reciclado de residuos. Los ciento cincuenta habitantes estables de Puerto Madero llevan una vida segura: en Capital Federal hay 33.000 policas para tres millones de habitantes, y en la Provincia de Buenos Aires 48.700 para nueve millones; en Puerto Cavallo la suma de efectivos estatales y privados llega a trescientos, clculo sencillo de dos policas por persona. Ocho agencias de seguridad privada custodian el rea con unos 200 policas

vigilando en turnos de 24 horas y cobrando 5 pesos cada una de ellas. A la iniciativa privada se suman 120 hombres de la Prefectura Naval Argentina. E1 titular de CAESI (CmaraArgentina de Empresas de Seguridad), Jorge Brinsek, aclara: "No tenemos nada que ver con los patovicas. Al cliente hay que tratarlo con guantes de seda. Si lo ven robando le dicen: 'Me parece que se meti sin querer una botella de whisky en la cartera'. Sabs por qu? Porque la empresa que nos contrata quiere que no le roben, y no que la custodia le arme un escndalo que le aleje clientes. En todo caso invitan al cliente ladrn con un caf y mientras tanto llaman a la polica para que resuelva el caso". El Jefe local de la Prefectura, Santiago Aparicio, coincide en las demandas de discrecin: "Esta es una zona atpica, un barrio elegante, como Palermo Chico. Los chicos de la calle no se ven, no aparecen. Tampoco los linyeras... Bueno, puede aparecer alguno, pero en cuanto es detectado.. . se lo atiende. Lo que pasa es que la gente se va ubicando sola, de acuerdo a su nivel adquisitivo". En lo que va de 1996 hubo en Puerto Cavallo slo 9 accidentes de trnsito y cuatro ilcitos: una "tentativa de robo de automotor", dos robos de cartera y un intento de asalto a mano armada de un taxi. Cuatro personas fueron rescatadas del agua, dos de ellas por intento de suicidio ("Pero no vivan ac", se nos aclara) y se registraron 52 detenciones, bsicamente por ebriedad aunque tambin fueron detenidos algunos chicos que tiraban, con su honda, piedras a las palomas. Cuando le preguntan por el Circo Tihany, Roberto, a cargo de la caja de uno de los parkings, dice con un pesado cinismo que no falta mucho para que la carpa se vaya. "El circo trae mucha gente comn y... -se re de su propia ocurrencia- contamina los lofts. S, los contamina". Pocos metros ms adelante, frente al restaurante E1 Mirasol, dos mozos con moo bord y camisa a rayas esconden un bollo de billetes en uno de los maceteros. "Para no tener que compartir las propinas con el resto de los mozos" explica un testigo acostumbrado a las leyes de Puerto Cavallo. Publicado en Noticias, el 13 de julio de 1996.

La grieta Hitler era vegetariano. Pensaba que "matar a los animales al por mayor", para despus comerlos, era un acto demasiado cruel. E1 General Menndez balbuce la semana pasada en una carta al diario Ambito Financiero: -Yo slo aprobaba el asesinato de comunistas. -Yo disparaba contra blancos mviles -dijo, en el Juicio a las Juntas, el teniente Rudger Radice, cuando se le pregunt si haba asesinado a personas bajo su custodia. La muerte puede ser muchas cosas, tambin el detalle descripto por Alcides Lanza Perdomo en el Nunca Ms uruguayo, donde la muerte es casi una clase de fsica. "Lo llamaban 'el chanchito' -dice-, consista en un cajn de unos 75 cm de ancho por 1,20 de largo, confeccionado en madera rstica, con una pequea puerta al costado y una tapa de altura graduable que actuaba como prensa. Un cao de hierro galvanizado atravesaba el cajn en sentido longitudinal, a unos 80 cm del suelo". La muerte resbala en palabras como "graduable", "longitudinal", y sigue: "El proceso comenz con una paliza dada con un ltigo de alma de acero y revestimiento de cuero, mientras cambiaba la posicin del alambre con que habitualmente me tenan atado por las nuevas esposas tradas de los Estados Unidos, que se aprietan ms sobre la carne al menor movimiento". Albert Speer fue condenado por el Tribunal de Nuremberg a veinte aos de

prisin bajo el cargo de "haber llevado a ms de cinco millones de trabajadores esclavos al Reich, muchos de ellos en terribles condiciones de crueldad y sufrimiento". Speer cumpli su condena en 1971, y en ese ao le dijo a Eric Norden, de Playboy: -No hay manera, legal o moral, de evadir mi culpa. En el juicio tom esa posicin, aunque sent la gran tentacin de intentar salvar mi vida mitigando culpa, ofreciendo excusas, culpando a otros, clamando que yo slo obedeca rdenes. Sin embargo, cada vez que vacilaba pensaba en el montn de pruebas presentadas ante el Tribunal: las fotografas, los testimonios, los documentos sobre lo ocurrido. En particular haba una foto de una familia juda que iba hacia la muerte: un esposo con su mujer y sus hijos, a quienes conducan a la cmara de gas. No poda quitarme esa foto de la mente, la vea por las noches, en la celda. Todava sigo viendo esa foto, y ha hecho de mi vida un desierto. Pero tambin, de una manera extraa, me liber. Cuando uno comprende por fin que ha dedicado su vida a la construccin de un cementerio, slo le queda aceptar la responsabilidad de sus actos. Desde ese momento de entendimiento sent, por primera vez en mi vida. una calma interior. Wim Wenders film la vida de un ngel en Berln, y Berln fue gris. Los franceses discuten hasta hoy el mito de la Resistencia: nunca fueron tantos como se supuso, y tal vez no fueron ms de cinco mil los que dijeron que No. -Hay momentos en los que un hombre debe decir que No -deca, en Pasqualino Siete Bellezas, uno de los personajes de Lina Wertmuller. El compaero de celda de Pasqualino decidi salir de la indignidad y entrar a la muerte tirndose a la cloaca del campo, tirndose a una inmensa pileta de mierda. -Cmo le dicen ustedes? -me pregunt hace una semana un periodista francs-. Ah, grieta... le dicen grieta. Esta sociedad tiene una grieta. Tambin nosotros, all, tenemos una grieta. Es una grieta casi imposible de cerrar. Este domingo Uruguay construye un puente. Este pas de tres millones de habitantes, que en un pestaeo parece el Buenos Aires del cuarenta, en el que los policas pueden torturar mientras silban un tema de Viglietti, se prepara para darle una leccin de honestidad al planeta. E1 anteltimo golpe de Estado en Uruguay sucedi a principios de siglo, y tuvo que darse con el nico apoyo del Cuerpo de Bomberos, a tal punto la vocacin civil de este pas con pocos jvenes, demasiados emigrados y muchos viejos que los domingos se sientan al sol en la 18 de Julio y mantienen intacta la capacidad de indignarse frente a los atropellos. Primero fue la colecta de firmas y luego la ratificacin de las firmas, y a esa altura el Sistema se frot los ojos para saber si todo aquello era cierto. Y los uruguayos fueron a ratificar: contaron firmas como los nios cuentan papelitos, con la alegra de saber que todas las partes son necesarias. -No se puede entrar con pantalones cortos -le dijo a un votante una de las autoridades del comicio. -Pero hace calor, todos vienen as, no lo podemos mandar a cambiar a la casa -terci la Comisin Pro Referndum. -No se puede. La Comisin instal una mesa, una silla y un pantaln largo de talle standard. Los firmantes se cambiaron al costado, y fueron votando con normalidad y pantaln prestado hasta que faltaban cinco minutos para el cierre del plebiscito. A esa hora lleg, agitado, un inmenso gordo de pantalones cortos. -No le entra. Ese pantaln no le entra. -Pero tiene que votar. -Pero no le entra. Entonces descubrieron que Dios existe y vive en Uruguay: pas otro gordo y nunca un talle fue tan exacto. La Comisin detuvo el auto del segundo gordo, suplic, explic, mostr el reloj y lo dej esperando en calzoncillos.

Los uruguayos, en silencio, estn construyendo un puente. Quiz lleguen a la costa. Quiz no. Tal vez pasar la grieta sea cuestin de tiempo. Hoy saldrn temprano de sus casas para decir que No. Publicado en Pgina/12, el 16 de abril de 1989.

Aniversario Esta maana el General Videla se mir al espejo sin ninguna dificultad y pudo afeitarse con precisin. Recort su bigote con cuidado y un minuto despus el aroma del caf caliente derrib la puerta del bao. En el telfono del General sonaron varios llamados de felicitacin. Quiz el General pens, otra vez, en escribir sus memorias, mientras iba camino a la misa. Este domingo por la tarde, a la hora de los suicidas, el General se sinti incomprendido: l no suea con los aplausos, sino con la Gloria. Esta maana el Almirante Massera sali a navegar en el Pataleta. Respir libre y azul. Por la noche corrigi los originales del libro que le escribi Carlos Burone, y ser su libro. E1 General Galtieri, esta maana, reg las plantas de su balcn en la calle Chivilcoy. Este domingo 24 de marzo la muerte est mas muerta. Julio Csar Strassera, abogado, ex fiscal, ex embajador, hoje con una mueca cnica los clasificados de Clarn: sus ahorros se terminan en pocos meses y necesita un trabajo. Qu habr pensado el Presidente este domingo? Esta maana, en un bar del Once, un melanclico vuelve a sacar la cuenta de sus aos perdidos: ocho sobre quince, sal que se le escapa de las manos, amores truncos, cartas quemadas en el cenicero. En treinta mil hogares de la ciudad hay este domingo sillas un poco ms vacas que de costumbre porque la muerte tambin es cursi, mantel de hule, miguitas que se juntan en la mesa cuando la conciencia jode como una mosca. Esta maana de un lado de la grieta no se siente miedo, sino tristeza. Se siente hueco de ascensor, perplejidad. Hubo esta maana quienes se quedaron sin respuestas, y tuvieron que volver a las primeras preguntas: Qu es el cielo? Por qu son verdes las plantas? Qu hora marca el reloj? La maana convoc preguntas absurdas: Qu nos robaron? Habrn sido ellos quienes nos volvieron cnicos? Habr que agradecerle a la Junta Militar la sonrisa torcida? Casi ningn diario habl del golpe esta maana. Este medioda las Madres no lograron que pudiera pasarles un bocado. Esta tarde las Abuelas siguieron buscando una voz, una manera de caminar, una mirada. Esta noche las agencias extranjeras fotocopiaron su ensima nota de color: Argentina, a quince aos del golpe militar. Es un cable de cuarenta lneas. Si no hay muchos avisos en la edicin del lunes, algunos peridicos hispanos van a publicarlo. Descubro este domingo un recorte de Simn Wiesenthal: "Los hombres no pueden hacer otra cosa que decidir: la vida sigue! Probablemente no se pueda vivir con la constante conciencia de los cincuenta millones de muertos en la guerra, entre ellos los seis millones de judos asesinados, ya que uno se volvera loco. Y sin embargo, a veces me parece tambin

una locura que apenas unas dcadas despus se pueda vivir como si esa inmensa montaa de cadveres nunca hubiese existido". Este domingo un nio le pregunt a Ionesco porqu los animales son buenos y los hombres, malos y crueles. "Los animales son crueles -le respondi-. Los hombres pueden no ser malos. En realidad, son feroces. Creo que ninguna especie animal se odia tanto a s misma". Este domingo a la maana los ex combatientes discutan en qu esquina del centro se pararn a pedir el lunes. Este domingo la poblacin escap de las preguntas como del clera. E1 da tuvo aspecto de paro general, hubo demasiado tiempo y hasta se escuchaba gotear a la canilla del bao. Publicado en Pgina/12 el 24 de marzo de 1991.

Memorias del subsuelo Por qu no desobedecieron? Por qu no le informaron al mundo sobre lo que pasaba en ese Infierno? No informamos al mundo porque el mundo lo saba! Pero le daba lo mismo..." (Del guin del film Portero de Noche, de Liliana Cavani.) Toman el t, aman la pera o los valses, llevan sobretodos verde profundo y devoran sin modales su porcin de tarta Sacher. Como todos los austracos, los nazis vieneses observan los semforos y sonren con discrecin. Tienen, aunque no lo sepan, coincidencias de lenguaje con sus pares argentinos: "Befehl ist Befehl" quiere decir rdenes son rdenes, que quiere decir que todo terminaba en una extensa cadena causal que llegaba a Hitler. La tesis de la Befehlnostand, sin embargo, sirvi como atenuante pero slo eventualmente como excusa para la liberacin: a los pocos meses de terminar la guerra muchos fueron fusilados, otros condenados y algunos son todava perseguidos. Befehl is orders. E1 mismo juego de palabras se enred aos despus en la lengua del teniente Calley frente a los crmenes de Viet-Nam. Ordenes son rdenes. En 1965, mientras filmaba para el Telegiornale un documental sobre las mujeres en la Resistencia, Liliana Cavani escuch a una sobreviviente de Auschwitz: -No puedo perdonarle a los nazis el hecho de haber descubierto, hasta el fondo, de qu era capaz el hombre. Datos patticos de la especie humana: Hitler era vegetariano. E1 14 de enero de 1936 el Fuhrer firm un decreto referido al ''sacrificio de tenencia de peces vivos y dems animales de sangre fra". "A cangrejos, bogavantes y dems crustceos -deca- cuya carne ha destinado el hombre para su consumo, se les dar muerte en lo posible por separado arrojndolos al agua en plena ebullicin. Queda prohibido colocar a los animales en agua fra o templada y ponerlos a hervir despus". Dos meses ms tarde el decreto fue ampliado para proteger a las plantas silvestres y los animales domsticos: "Se autoriza a los propietarios de terrenos a apresar, sanos y salvos y tomar en su custodia a gatos ajenos y/o perdidos entre el perodo del 15 de marzo al 15 de agosto, mientras la nieve cubre el suelo. Los gatos tomados en custodia se han de tratar con todo cuidado". -No comprendo cmo puede usted hallar placer -deca Himmler a su masajista, un aficionado a la caza menor- en disparar a mansalva contra pobres animales tan inocentes, indefensos y desprevenidos en el bosque. Eso, bien mirado, es un puro asesinato. La Naturaleza es hermossima y, al fin y al cabo, todo

animal tiene derecho a vivir. Poco tiempo despus, a travs del telegrama 234.404 del 9 de noviembre de 1938 se inform a todos los puestos de polica de Berln que "en breve plazo tendr lugar en toda Alemania una operacin de limpieza contra los judos, en especial contra sus sinagogas. No deben ponerse obstculos. Se hacen preparativos para la captura de unos veinte mil a treinta mil judos en el Reich. Gestapo II. Firmado: Muller". En Posen, el 4 de octubre de 1943, Heinrich Himmler dijo en su discurso a los SS-Gruppenfurer: "La mayora de ustedes sabe lo que significa que haya cien cadveres tendidos en el suelo, o trescientos, o mil. Haber soportado eso, prescindiendo de excepciones de debilidad humana y, adems, haber guardado la compostura, es eso lo que nos ha endurecido. Esta es la pgina gloriosa de nuestra historia nunca escrita y que nunca se escribir". En Los asesinos estn entre nosotros, Simon Wiesenthal afirma: "Tras aos de estudio y observacin he llegado a la conclusin de que, en una gran mayora, los criminales de guerra o no tenan conciencia o eran capaces de desembarazarse de ella como quien lo hace de una apendicitis". La nica respuesta a la falta de conciencia individual parece ser la conciencia colectiva: si maana anunciaran en una confitera de Viena que Hitler vive en Bariloche, nadie dejara de comer su porcin de tarta Sacher. Sin embargo, los ms diversos argumentos, y tambin la abulia, han sido publicados en las ltimas semanas para justificar el perdn a los ex-comandantes. Los elsticos lmites de la conciencia son, finalmente, una noticia local: "Estoy convencido de que no solamente la demasiada conciencia -escribi Dostoievsky en Memorias del Subsuelo- sino cualquier tipo de conciencia, es una enfermedad" Publicado en Pgina/30 en enero de 1991.

Todo lo que usted quera saber sobre Paqui Forese y no se atreva a preguntar E1 paro del "Viernes Negro" (as titulamos aquel da Pgina/12) quiz sea el ms recordado en la serie de las trece huelgas generales que la CGT promovi contra Alfonsn. A partir de varios incidentes de violencia, muchos recuerdan aquella fecha como "el da que rompieron las vidrieras de Modart". No pas mucho tiempo para que un periodista uruguayo, ex detenido-desaparecido, identificara a Osvaldo Paqui Forese como uno de los responsables del ataque a la sastrera de Avenida de Mayo y Per. La fotografa de Forese embistiendo contra la vidriera recorri todas las redacciones. Poco se saba en ese momento sobre el Paqui", que gan su mote en los grupos de tareas de la dictadura gracias a la fuerza de paquidermo con que pateaba las puertas durante los allanamientos. Sin embargo, una inesperada telaraa judicial y policial comenz a tejerse para proteger a Forese: el juez lo liber porque haba diferencias entre la estatura del Forese real y el de las fotografas, y porque, a la hora de comparar, tambin difera la conformacin del lbulo de sus orejas". Con los das Forese se fue haciendo ms y ms inocente: el libro de guardia de la Comisara 1 de Avellaneda lo mostraba como detenido el da anterior a la huelga general, de lo que se desprenda que Forese no poda haber estado detenido y, a la vez, visitando una sastrera. La Ley de Obediencia Debida implantada por Alfonsn ya lo haba liberado de sus culpas anteriores. Con un grupo formado por Andrea Rodrguez, Jorge Ciccutn y Nancy Pazos investigamos la historia de Paqui hasta llegar a la dcada del setenta, cuando fue parte de la custodia de Lorenzo Miguel. Cuando el informe que sigue se public en Pgina/12, Forese inici en mi contra

un juicio por injurias, y la historia se dio vuelta como un cubilete: la justicia pidi un informe ambiental sobre mi persona, tomaron mis huellas dactilares, tuve que declarar en el Patronato de Liberados y me encontr cara a cara con Forese en una terica "audiencia de conciliacin" a la que asist con mi abogado, el Dr. Pablo Jacoby. Forese llevaba al cuello el rosario blanco que veinte aos antes haba servido de identificacin entre los miembros de la Triple A. No tenamos nada sobre lo cual rectificarnos, por lo que la audiencia fue nerviosa y breve. En el nico momento en el que nos dirigimos la palabra, saliendo del despacho, Forese me mir a los ojos y dijo, en voz muy baja: -Los caminos de Dios son insondables. Pas mas de un ao hasta que fui absuelto y durante ese tiempo parte de esta historia se convirti en "Palacio de Justicia" , el ltimo cuento de Polaroids, mi primer libro de relatos. "A esta hora, en algn lugar de la ciudad, mi verdugo cocina huevos fritos", comenzaba diciendo. Cuando Susan Bergholz, agente literaria en Nueva York, tuvo que resumir el contenido del libro para su traduccin al ingls escribi que la de Forese era una "tpica historia de la mafia italiana". Cuando le el fax de Susan no pude contener la risa: hay pocas cosas tan argentinas como un Palacio de Justicia en el que, por un error en el alzado del plano, se construyeron puertas que dan a una pared o terrazas que llegan a ningn lugar.

El grito recorri todo el edificio de la UOM, como si las paredes fuesen de papel: -Me quers decir qu hace el zurdo ese ac? Jorge Hugo Dubchak, uno de los custodias, estaba fuera de s. -A vos, Gallego, a vos te pregunto! Juan Carlos Rodrguez, el Gallego, se fue dando un portazo. - A vos te pregunto, hijo de puta! ! -grit Dubchak. Osvaldo Forese le hizo seas para que bajara la voz. Despus se escuch el sacudn metlico del ascensor que se detena y los pasos de un grupo que caminaba con decisin hasta la oficina del Loro. Esa tarde, Lorenzo Miguel le regal un coche blindado a Juan Manuel Abal Medina. E1 auto, preparado por la empresa Borges, esperaba a su dueo en la puerta de Cangallo 1348. Arriba Jorge Dubchak se dej caer sobre una silla, sintindose traicionado, y comenz su largo monlogo de bronca: -Si arreglan con el Loro yo voy y lo limpio... Hay que ser guacho, no...? Para qu los queremos a los bolches esos, eh? Decime, a ver...? Dubchak no le hablaba a nadie, y Enciso, Castillo y Forese, los otros tres custodias, escucharon sus preguntas mirando al suelo, como marionetas en un teatro vaco. De pronto Dubchak salt de la silla: -Voy y lo mato ahora mismo. Un brazo lo detuvo y lo devolvi al asiento. Esa noche Dubchak pens en irse de la UOM: tena una entrada fija en la Brigada de Investigaciones de Avellaneda, y con los aos haba podido juntar algunos pesos y buenos contactos. El recuerdo de la voz de Pino Enciso censur su sueo: -Y qu? -pregunt Pino-. No vamos a pelearla desde adentro? Julio es el mes ms cruel Las maanas son ms lentas en Wilde. En la del 24 de julio de 1975, Juan Dubchak -inmigrante polaco, ferroviario- daba largos sorbos al mate hasta que su mujer, Elena Duchn, le advirti: "Lo vas a gastar...", y Dubchak se lo pas con una sonrisa. Jorge, su hijo, dorma en una de las piezas del fondo de Lynch 223. Juan Dubchak escuch un automvil estacionndose frente a la casa y sali a

mirar. -Buenas. Dgale a Jorge que lo buscan los muchachos... -le dijo una cara conocida, y Juan Dubchak entr a transmitir el mensaje. Al rato Jorge sali de su casa con los ojos enrojecidos por el sueo y se subi al asiento trasero de un coche azul que dobl por Lynch hasta Avenida Mitre, camino al centro. La radio del auto deca que Luder iba a asumir como Presidente provisional en reemplazo de Isabel. Prosigue el plan de lucha de los empleados de comercio. -Apag, quers -dijo alguien en el asiento de adelante. Dubchak se sorprendi al ver que el auto se diriga a la Capital. -No bamos para La Plata? -No. Vamos a Cangallo. E1 Gallego quiere hablar con vos. Dubchak vivi lo que pas despus como si estuviera viendo una pelcula: la puerta de la UOM, la cara de Juan Carlos Rodrguez, escuch un insulto, despus otro, luego un disparo, vio cmo el piso se le vena a la cara, escuch la voz del Oso Fromigu. Su cabeza estaba en el piso cuando las luces se fueron apagando, su vista estaba fija en un zapato de Juan Carlos Acosta, y luego no vio nada ms. Poco despus alguien levant una cigarrera del piso. El teniente coronel Osinde se la haba regalado a Dubchak. Ahora tena nuevo dueo. -A1 pedo te llams as -le dijeron a Carlos Monzn, el cocinero del edificio, cuando se neg a cortar el cadver de Dubchak. Una hora despus lleg Rudolf Kramer, un mdico berlins que haca algunos trabajos para el sindicato. Kramer cort el cuerpo para que lo incineraran en la caldera. La guerra entre las bandas recin comenzaba. La venganza Cuatro das despus, en la autopista, dos coches cortaron el camino de Kramer, que volva a su casa de Pilar. E1 mdico recibi varias descargas de ametralladora. Cuando Csar Pino Enciso escuch el portero elctrico en su casa de Arenales al 2800, pens que era mejor bajar por la escalera; haba sido amigo de Dubchak y poda ser el prximo de la lista. Rodrguez estaba esperndolo en la planta baja, y recibi ocho disparos. Pudo salvarse por la intervencin de su suegro, el General Otto Paladino, que logr un rpido traslado al Instituto del Diagnstico. Gordon, Miranda y Forese, los "socios" de Dubchak, se ocuparon del contraataque: balearon en La Plata la casa del Oso Fromigu, y el cruce de disparos fue tan grande que tuvo que intervenir el Ejrcito. Cuando el Regimiento 7 de Infantera, a mando del coronel Soldatti, tom posicin, la banda ya haba logrado escapar. El domingo 12 de octubre de 1.975 los matrimonios Acosta y Fromigu armaron varios programas para pasar el da. Juan Carlos Acosta y Eduardo Anbal Fromigu eran custodios de la UOM desde 1973. Sin embargo, el vnculo entre las parejas era anterior, al punto que ambas se casaron en la misma iglesia. A las 1 de la maana Acosta estacion su Ford Falcon blanco frente al Hotel Cibeles y su mujer, Graciela Chej Muse, baj a buscar a los amigos. E1 sol baaba el parabrisas del automvil y Acosta se reclin en el asiento mientras esperaba: nadie poda pensar que aquel auto era robado. E1 dueo del Falcon blanco haba sido asaltado el 6 de octubre en el Camino de Cintura, y empujado del coche en marcha cerca del Tiro Federal. Acosta ya tena un proceso por robo de automotor el 20 de noviembre de 1971. Eduardo Anbal Fromigu, el hombre que sali del hotel, tena antecedentes similares: robo de automotor a mano armada el 4 de agosto de ese mismo ao.

Fromigu sali del Hotel Cibeles abrazando a su mujer, Silvia Rodrguez, mientras acomodaba su Browning 9 mm (nmero de serie 1.630). Cuando Graciela Chej Muse subi al asiento del acompaante not algo raro en el suelo, y dio un pequeo saltito: debajo del asiento haba una ametralladora automtica Halcn con el nmero borrado. Pate el arma con cuidado para que volviera a su lugar y se acomod en el asiento. Ese domingo almorzaron en Quilmes, pasaron la tarde en el recreo Ruta Sol, vieron una pelcula en el cine y a la noche entraron al restaurante Mi Estancia, en el kilmetro 25 de la ruta 2, en Florencio Varela. Doce personas coman en el lugar. Las parejas eligieron la mesa 45 de la tercera fila y apenas se sentaron Fromigu mir el reloj de pared que estaba sobre la barra: eran las diez y media de la noche. El mozo Juan Maidana se acerc hasta la mesa sin mucho entusiasmo: haba trabajado hasta la madrugada y recin iba a tener su franco el martes. Trat de darse nimo pensando que esa mesa le iba a dejar una buena propina. A las 23 Manuel de Jess Paz, el playero, vio entrar un Falcon blanco con cuatro personas adentro. A las 23.15 lleg un Torino negro. Anibal Gordon, el To, iba al volante del Torino. Hijo de un ex director del Correo Central, con domicilio en San Isidro, se defini cmo "Industrial" cuando se le pregunt por su profesin en Tribunales. En 1972 fue detenido por tenencia de armas de guerra y explosivos, y liberado luego por la Ley de Amnista. Se ufanaba de su amistad con Jos Ignacio Rucci, el lder de la CGT. En el asiento del acompaante viajaba Csar Enciso, Pino, Pinito, Ojo de vidrio, novio crnico de la hija del General Paladino. Enciso tena antecedentes por privacin ilegtima de la libertad, tentativa de homicidio y secuestro. Dijo: "Comerciante", cuando la Justicia le pregunt por su modo de vida. Victor Gard, otro pasajero del Torino, se declaraba "Artesano". Haba sido procesado por tenencia de armas de guerra. Osvaldo Forese, Paqui, el ltimo ocupante del automvil negro, haba sido militante de la ultraderechista CNU y de la Guardia Restauradora Nacionalista, donde conoci a Jorge Dubchak. E1 grupo del Falcon blanco estaba formado por Carlos Alberto Miranda, Anteojito, quien en aquel momento ni soaba que en el lejano 1988 sera detenido con el ex teniente coronel Gonzlez Naya como parte de una banda carapintada de Aldo Rico. Antonio Jess, Tony, era ex compaero de Fromigu en el secundario y militante de la CNU. Ricardo Oscar Calvo, Richards, era empleado del Ministerio de Economa, rugbier y militante de la Confederacin. Carlos Castillo, el Indio, haba sido procesado por tenencia de armas de guerra, falsificacin, violacin de domicilio y amenazas. Juan Maidana levant el segundo plato de la mesa 45 y se dispuso a anotar los Postres. En ese momento vio, por la ventana, la figura de un hombre que se mova entre las sombras. Anbal Gordon volvi al Torino y le orden a su grupo que bajara: -Vos abrs la puerta- le dijo al Paqui. Forese sonri: esa era su especialidad, no haba puerta que se le resistiera. Por eso lo bautizaron Paqui, por Paquidermo. A las 23.45 la puerta estall en pedazos. Los dos grupos entraron con las manos en alto: -Polica Federal, que nadie se mueva!! Al reconocerlos, Juan Carlos Acosta intent manotear su Colt 11.25, pero no lleg a disparar. A su lado cayeron los dos cargadores. Graciela Chej Muse muri en el acto. Eduardo Fromigu dispar su Browning, pero no fue suficiente. Junto a su cuerpo se encontr un carnet de la UOM y una credencial falsa de la Polica de la Provincia con el nmero 2.974. Despus de una rfaga Silvia Rodrguez cay mal herida junto al cadver de su esposo. Mamerto Puchete, uno de los mozos, advirti que no estaba muerta, y la escuch susurrando intilmente en los odos de Fromigu.

Pino Enciso descubri lo mismo, y dispar una nueva rfaga sobre la mujer, que aun as sobrevivi. El grupo sali satisfecho del restaurant: haban vengado a Jorge Dubchak. La polica lleg despus de la medianoche: el comisario Resia, el oficial Ojeda y el fotgrafo policial Gaspar Mancuso. Los unos y los otros Un da despus de la matanza de Mi Estancia el abogado Fernando Torres recibi un llamado de su amigo Juan Carlos Rodrguez, jefe de custodia de la UOM. Torres era Director Nacional de Polica del Trabajo y, a la vez, Director de Asuntos Jurdicos de la CGT, esto es, controlador y controlado. Rodriguez le encomend que gestionara la entrega de los cadveres de Fromigu y Acosta. Torres llam a la comisara de Florencio Varela, combin con Rodrguez una cita en el cementerio local y pidi dos ambulancias. Al terminar el da supo que Silvia Rodrguez, viuda de Fromigu, haba sobrevivido a la matanza. -Si reconoci a los agresores, que declare ante un escribano y d los nombres -sugiri el abogado, sin saber que acusara a tres de sus viejos clientes: Gordon, Enciso y Castillo. E1 16 de octubre de 1975 la escribana Olga Churruarn de Boneff entr a la habitacin 319 en el sptimo piso del Policlnico Central de la UOM. Silvia Rodrguez estaba convaleciente, pero en perfecto estado de conciencia. Cuando le pregunt si conoca a los agresores Silvia solt con inocencia: -Cmo no los voy a conocer si todos trabajaban en la UOM con mi esposo? Luego dio nombres, direcciones y apodos. Dos testigos asistieron a la firma del escrito: Antonis Cunningham, empleado del Policlnico desde 194 y Osvaldo Angel Vigna, empleado desde 1970. A poco tiempo Cunningham declar que "no recordaba haber firmado esa escritura, aunque reconoca su letra". Vigna tuvo ms imaginacin: "Ese da el Director me pidi prestados los documentos sin que yo supiera para qu y al rato me hicieron firmar un papel". Recin en 1985 declar Silvia Rodrguez. Aun cuando pudo constatarse que la escritura era real, le mujer neg haber hecho ninguna acusacin. Desde el jardn No siempre cambiaban los nombres de guerra en el campo de concentracin Automotores Orletti. En 1976 Anbal Gordon ya no era El To sino E1 Jova, o El Jovato, o el Teniente Coronel Silva. Osvaldo Forese segua siendo El Paqui, o El Paquidermo, alimentando el mito de sus patadas que destruan cualquier puerta. El 13 de julio de 1976 el Paqui derrib la puerta de Victor Martnez 1480 y su rostro se imprimi en la memoria del periodista uruguayo Enrique Rodrguez Larreta. El grupo de tareas de Orletti lo secuestr junto a Raquel Nogueira, y esa misma noche la camioneta que los trasladaba se detuvo para otros dos operativos: en Corriente y Dorrego y en Pasteur al 800. En el campo de Venancio Flores y Emilio Lamarca, en Floresta, las fuerzas armadas argentinas y uruguayas trabajaron en colaboracin. El Jefe de la Divisin 300 de Inteligencia, mayor uruguayo Gavazzo, diriga los interrogatorios de Orletti -tambin llamado El Jardn- junto a oficiales de la OCOA (Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas) uruguaya: el mayor Cordero, el capitn Silveyra, y el teniente Maurente. Algunas vctimas recuerdan la figura de Anbal Gordon paseando por el campo, con ropa militar y gorra ladeada. Los secuestrados que identificaron a Forese llegan a la decena: Nelson Bermdez, Margarita Michelini, Raquel Nogueira, Ral Altuna Facal, entre otros: corpulento, macizo, de estatura media, hacia constantes alardes de lo que robaba, era gordo, tena mucho pelo. Historia de un absurdo

E1 19 de julio de 1976, por la matanza de Mi Estancia, el juez Nelky Martnez detuvo a otro Osvaldo Forese. Este Forese era homnimo del imputado: un estudiante de ingeniera empleado en Siemens que se lamentar durante cuatro aos por su mala suerte. Fue detenido en su casa de Rocha 94, en San Martn y, aunque era evidente que se trataba de un error, recin el 30 de octubre fue sobresedo provisionalmente. E1 sobreseimiento definitivo lleg unos meses despus, firmado por el juez Ernesto Domenech, que se encontrar con el Forese real a fines de los ' 80, en una causa por robo de cheques. Luego de la fallida detencin del homnimo el juez Nelky Martnez no produce novedades en el expediente. La causa se detiene entre 1976 y 1985. E1 primer paso despus de la hibernacin es un curioso pedido de informes: se le pregunta al Registro Nacional de las Personas si el DNI 10.760.653 corresponde a la Cdula 7.081.454, de Osvaldo Forese. Ambos documentos pertenecen al Forese homnimo, sobresedo nueve aos atrs. Espacio en blanco Durante el retorno de la democracia Forese continu en libertad con varios pedidos de captura, se vincularon nuevamente a la ultraderecha peronista y decidi vivir en Capital. El 16 de noviembre de 1985 firm un contrato de alquiler por el octavo B de Hiplito Yrigoyen 2105. Mara Cristina Pautazzo, su garante, se present como propietaria de un laboratorio y dijo que Paqui Forese era su empleado. Un ao ms tarde se inici el juicio de desalojo, ya que Forese nunca pag el alquiler, ni las expensas, ni las facturas de Obras Sanitarias. Los vecinos del edificio lo vean salir muy temprano y volver entrada la noche, cuando estacionaba su Ford Falcon con chapa de Provincia 1.536.788, con un permiso de Libre Trnsito del Concejo Deliberante. E1 portero recuerda que durante aquellos dos aos la familia Forese nunca recibi correspondencia: slo las cartas documento intimando al desalojo por falta de pago. E1 3 de diciembre de 1984 Catalina Raspa dej su Fiat 600 modelo '74 estacionado en la Avenida Caseros 1501 y baj a hacer unos trmites. En el auto qued una chequera del Banco Provincia que nunca volvera a encontrar. Doce das ms tarde Norma Bomvillani, bioqumica del Sanatorio Central de Avellaneda, recibi uno de los cheques robados de manos de Federico Jorge, un directivo del sanatorio. Jorge es asesor del bloque justicialista del Congreso, y propietario del edificio que alberga a la clnica junto a Daniel Nievas, secretario de Lorenzo Miguel. Osvaldo Forese trabaj como "Director Operativo" del sanatorio entre julio de 1984 y mayo de 1985. El 10 de marzo de 1985 Forese entreg uno de los cheques robados a la empresa Fracchia. Hecha la denuncia, un grupo de peritos calgrafos comprob que la firma fue falsificada por Forese, y Paqui pidi eximicin de prisin "por carecer de antecedentes". En la Nochebuena de ese ao Forese sali libre bajo caucin juratoria. Mil novecientos ochenta y siete fue un buen ao para Forese: el 23 de junio se dej sin efecto su pedido de captura en la causa de Automotores Orletti, y das mas tarde fue beneficiado por la Ley de Obediencia Debida. El 23 de octubre de 1987 el comisario Angel Silvestro, jefe de la Divisin Prontuarios, inform a la Cmara que en todos los legajos haba sido dejada sin efecto la orden de captura. Ese dato, sin embargo, tardara once meses en llegar a la Comisara 1 de Avellaneda que, oportunamente, detuvo a Forese antes del "Viernes Negro". Das en negro

El 8 de abril de 1988, a las 7.35 de la maana, el juicio de desalojo del departamento de Hiplito Yrigoyen 2105 lleg a su fin. Empleados del juzgado acompaados por la Polica comenzaron a embalar los muebles del octavo B. En la casa no haba nadie. Los funcionarios tomaron un cuidadoso registro de cada objeto, y notaron que todos los artefactos electrnicos carecan de nmero de serie: una bandeja Technics, un minicomponentes JVC, un televisor Talent, todos sin identificar. A las diez y media de la maana lleg Forese, y pidi que trasladaran sus muebles al sanatorio Beltrn, su nuevo trabajo como "Gerente Operativo". Dos das antes del Viernes Negro, el 7 de septiembre, Paqui Forese fue detenido por la Brigada de Investigaciones de San Martn. En dilogo con Pgina/12, dio dos versiones distintas del mismo hecho: 1) Se lo detuvo por orden del juez Domenech en una causa por estafa (en la que, ya se dijo, tena excarcelacin bajo caucin juratoria). 2) Se lo detuvo por orden de un juez de San Martn, en una causa por incumplimiento de contrato. Se trataba de un pedido del juez Eschavello, Juzgado Civil N 8 de San Martn, en una demanda iniciada por Marta Aboghlian, quien le alquil a Forese una zapatera en Avellaneda. Dentro del local la seora Aboghlian haba dejado en depsito mquinas para fabricar zapatos. Cuando Forese devolvi el local, olvid devolver las mquinas. Un da despus, el 8 de septiembre, Stella Maris Troiano, esposa de Forese, se present en San Martn para pedir la excarcelacin. E1 juez le dijo que Paqui no estaba detenido por esa causa, que slo se le haba tomado declaracin informativa y que era un "imputado no procesado". Ese mismo da, veinticuatro horas antes del Viernes Negro, Forese fue trasladado a la Seccional Primera de Avellaneda, a media cuadra de la clnica Beltrn (su nuevo trabajo) y de su nueva casa (en la calle 12 de Octubre al 100). Hasta el viernes 9 por la maana ni en la comisaria de San Martn ni en la de Avellaneda se pidieron antecedentes de Forese, cuando se trata de un trmite de rutina. Esa maana fue llevado ante el juez Domenech por la vieja causa de los cheques robados. Se neg a declarar. El defensor de pobres Jos Viera Coelho pidi excarcelacin bajo juramento, pero el juez aplic una fianza de 400 australes. Forese volvi a la comisara "por si tena otros antecedentes". Antes del medioda la oficial de turno Nelly Vellot tipe cuatro cartas en la mquina Olivetti de la comisara: al juez Arslanin, al Dr. D'Alessio, al Dr. Nelky Martnez y al Dr. Armando Rousseau. Las dos primeras cartas informaban la detencin del imputado por la causa Orletti, que ya haba sido cerrada por Obediencia Debida, y fue borrada de los prontuarios. E1 primer destinatario, Arslanin, ya no estaba en la Cmara y trabajaba en la profesin. E1 segundo, D'Alessio, ya no era juez sino Procurador. La tercera nota se envi al juez Nelky Martnez, que investiga hace trece aos la matanza de Mi Estancia. En la cuarta comunicacin se le deca al Dr. Rousseau que Forese sera "remitido al despacho del juez Domenech" cuando, en realidad, acababa de venir de ah. Todas las cartas llegaron cinco das ms tarde. A pesar del retraso, cumplan con su objetivo: certificar que Forese, el Viernes Negro, no estaba donde se lo haba visto. -Nunca tuve nada que ver con Lorenzo Miguel -dijo Forese por Radio Continental, cuando sali en libertad-. Desde los das 9 al 16 estuve detenido por un problema laboral. -S, es cierto-dijo antes de despedirse de la audiencia-. Simpatizo con Aldo Rico. Publicado en Pgina/12, el 16 de octubre de 1989.

Divisiones . Qu Pern? La Argentina rota como un espejo roto. El recuerdo va a encargarse de mejorar las partes, el tiempo destruye o embellece. Qu Pern? Primer Pern: Pasamos con mi vieja frente a una comisara. Yo tena cuatro aos. Ella me dice que est prohibido decir Pern. Frente al polica de guardia digo, bajito: -Pern... -y salgo corriendo hasta la esquina. Ambiguedad, secreto, viento, qu tiene que tener un nombre para estar prohibido? E1 diario La Prensa nunca va a nombrarlo: el tirano prfugo, dice. E1 dentista de San Andrs, dice sobre Cmpora. Cunto miedo tiene que provocar un nombre para no decirlo? Los que lo quieren tampoco lo nombran. E1 Viejo, lo llaman. E1 Macho. E1 General. Lo llaman el General en este pas repleto de calles con nombres de militares; pero no hace falta aclarar: el General es uno. E1 Pocho, tambin lo llaman. Lo tararean en la cancha: "Yo te dar, te dar Patria hermosa, te dar una cosa, una cosa que empieza con P." En las paredes dice Luche y Vuelve. O hay una P sostenida por una Ve corta. La Ve quiere decir Viva, o Vuelve, y la Pe ya se sabe. Despus la Ve saltar de la pared a los dedos, convirtindose en la Ve de la victoria. Manos ingenuas: haba sido la Ve de Winston Churchill, y lo que es peor, era la Ve de la Unin Democrtica, de Braden, de los gorilas. E1 miedo de la vuelta es idntico al escozor de la primera cita: Qu va a pasar despus? Cundo llega? Vendr realmente? Lanusse dice que no. Que al General no le da el cuero. Asado tras asado, despus de Ezeiza, nacen los chistes: asado con cuero. Los que no lo nombran tambin dicen otro nombre: compaeros, se llaman. E1 compaero. Ningn otro partido bautiza de manera tan inequvoca; sabr aos despus que los radicales se llaman correligionarios, pero hasta hoy nunca escuch a uno de ellos dicindole a otro: Cmo anda, correligionario? Tambin sabr que los comunistas se llaman camaradas, pero slo pude leer esa palabra en los peores poemas de Neruda y escucharla en las pelculas de la guerra fra en la que los rusos se comen a los chicos crudos. Compaeros... Segundo Pern: Miedo a qu? E1 viejo con cara de tortuga, el que vendr, divide la sobremesa familiar, desata discusiones a los gritos y hace que las tas se santigen en el Barrio Norte. Soy chico, y pregunto, y escucho todo esto: Pern le regal departamentos a los negros, y los cabecitas hacan asado con el parquet. E1 Viejo iba a la UES y le ponan en fila a las chicas para que se acostaran

con l. A la qu? A la Unin de Estudiantes Secundarios. Preguntale a la abuela... Si no eras del partido no te dejaban laburar. E1 primer gobierno fue bueno, pero despus se bande. Empez a hacer cagadas cuando muri Evita, porque nadie lo controlaba. Ac va a haber una guerra civil. E1 Viejo tuvo suerte porque subi despus de la guerra. E1 mismo dijo que no se poda caminar por los pasillos del Banco Central, con todo el oro que haba. Cuando lleg la Libertadora, Pern ya se haba llevado todo. Y del pan negro? No te acords del pan negro? Contale que nos obligaban a comer pan negro... Vuelve el Macho, viejo! Vas a ver como rajan todos... Pern? Qu macho ni macho, si era impotente. Iba a volver el macho, el tipo, el hombre con el que soaban las chicas de Duperial antes de dormirse mirando al techo. Tercer Pern: Tena trece aos cuando Pern volvi. Tres millones de personas fueron a esperarlo a Ezeiza. E1 pas se par. La televisin transmiti sin cortes y en directo, como pocos aos antes, en 1971, haba mostrado la llegada del hombre a la Luna. Lo que ahora poda verse en la pantalla era a miles de personas que cruzaban descalzos el ro Matanza, camino al aeropuerto. En octubre de 1945, haban cruzado el Riachuelo, desde el sur hacia la Plaza de Mayo. E1 17, 18 y 19 de octubre de 1945 no hubo diarios. En el retorno de Pern a Ezeiza el periodismo ya se haba acostumbrado a codearse con la historia: hubo diarios, y sangre, y muertos. Partes del espejo del ltimo Pern: Gaspar Campos, el viejo en bata saludando desde el porche; Rucci en la pista del aeropuerto llevndole el paraguas, el sobretodo a cuadritos de la ltima imagen, el vidrio antibalas, la cara llena de berrugas peludas dibujadas por Landr, la cara con manchas marrones de tiempo. Pern citando en un discurso a Fidel Pintos: -Porque esto de las paritarias es como dice Fidel Pintos... Lo invent yo. Pern hablando de la msica que lleva en los odos. Alrededor la muerte, ajena y propia. Pern muri el 1 de julio de 1974. Lo escribe alguien que nunca recuerda las fechas. Yo tena catorce aos. La gente lloraba por la calle, y la cola de los que fueron al Congreso a despedirlo era una serpiente gris, lenta y eterna. Vi a quienes se deshacan en una agradecida tristeza: -Vino a morirse ac- decan. Cuarto Pern: Me entero del resto tarde y mal, como una mujer engaada. Otro Pern: torturas en las comisaras, el GOU, grupo de oficiales fascistas, nazis que llegan hasta Argentina con una manito del Vaticano y las llaves de Pern abrindoles la puerta, Licio Gelli embajador del final, la logia P-2, Lpez Rega, la Triple A, los montoneros de gomina y parada militar, el Partido Unico de Gobierno en el '45, Eva tindose de rubia, el exilio de Cortzar, Borges inspector de gallineros, la amistad con Franco, la melancola por Mussolini, el mito del entorno. Qu Pern? Habr existido Pern? Naci alguna vez? Si existi una persona llamada Pern, su destino fue inmenso y cruel.

Habr estado solo este viejo que no poda nombrarse y que fue, a la vez, millones de personas? Millones de personas en estado de Pern. Doler dividirse tanto? Separarse tanto? Habr podido elegir? Quiz haya nacido para dividirse tanto. Pern fue lo que quisimos ser. Fue lo que fuimos? Fue lo que nos animamos a soar, a querer, lo que peleamos? Fuimos eso por Pern, gracias a l, o es l quien fue gracias a nosotros? No tiene mucho sentido la pregunta: es como preguntarse por qu, cuando hacemos el amor, somos uno, distinto y breve. Fuimos Pern. El fue nosotros. "Ojal todo esto se termine cuanto antes, y podamos irnos juntos a vivir a Bariloche", le escribi Pern a Eva desde la crcel de Martn Garca, pocos das antes del 17 de octubre de 1945. Despus la Historia lo tom de la mano. Editorial de RompeCabezas.

Voces de Catamarca Los sonidos del silencio Nosotros estuvimos dando vueltas de un lado para otro porque nadie investigaba nada." -"Y los otros?", le pregunt. Escuchame, ms no puedo averiguar porque me comprometo yo tambin", me dijo. -Vuelvo a la comisara y me repiten lo mismo: "Mir, pibe, vos no viste nada". -Todos me mintieron, jueces y policas encubrieron. Por qu le hicieron eso? Cuando me lo encontr yo le dije que no lo haba imputado de nada, que era verdad que estuvo y no tena por qu ocultarlo. Y sabs que me contest? "No te hagas drama, negra, que no pasa nada." -Saben por qu yo estuve seis das preso? Por decir la verdad. Si en lugar de ser una provincia Catamarca fuese un estado de nimo, la diferencia de lugar y tiempo entre todas estas voces no tendra sentido. Las tres primeras frases pertenecen a Eugenio Holmberg, Horacio Santiago Levy y Jos Giorno, y fueron pronunciadas en 1985 durante el Juicio a las Juntas. Las otras tres son de la madre de Mara Soledad, de Rita Furln y de Chano Martnez. Si fuese un estado de nimo, bien podra decirse que Catamarca fue la palabra diaguita que designaba la indignacin, ese lento estado de rebelin de la conciencia que, a fuerza de antiguo, se vuelve inexorable. El silencio de treinta mil personas marchando en una ciudad de ciento treinta mil habitantes es un silencio que data de 1683, cuando la ciudad dio a luz a las mismas Maria Soledad y a distintos Luque. En su historia de srdido silencio, los catamarqueos aceptaron que las vidas valen poco en el ro del Valle, pero no pudieron resignar que las almas deben descansar en paz. Quiz por eso dos religiosos unen los extremos de la historia provincial: Fray Mamerto Esqui y Martha Pelloni; uno se convierte en 1853 en el "orador de la Constitucin" y la otra exige, desde 1990, el cumplimiento de la ley. Catamarca se fund tres veces, y los dos primeros caseros fueron destruidos por la ira de los diaguitas. Finalmente los espaoles integraron a los indios al trabajo y a cambio de unos pocos vveres desarrollaron su tcnica del telar. Catamarca es hoy, junto a La Rioja, la ciudad con mayor cantidad de empleados pblicos del pas: 85 cada mil, fruto de un subsidio encubierto al desempleo que

es, tambin, una estrategia de dominacin poco sutil. Bajo de la Lumbrera y Faralln Negro son lo nombres del opuesto: las dos minas de oro mas importantes de la Argentina. En la Ciudad del Oro los ricos olvidan los impuestos: la provincia recauda el 2,5 por ciento de la facturacin total del Impuesto Inmobiliario; una persona en cuarenta recuerda que debe existir el Estado. Desde 1947 emigraron ciento cincuenta mil catamarqueos de esta provincia con menos de trescientos mil habitantes; los otros, los que se quedan guardan silencio. En realidad, saben que no necesitan hablar: lo que estn pidiendo es justicia. Publicado en un nmero especial sobre el caso Mara Soledad, editado por la revista Noticias el 1 de abril de 1996.

Jos Luis Cabezas viaja a la muerte Haca fro cuando sali? Ya era de da? Cmo fue escuchar la fiesta desde afuera? Desde afuera las fiestas parecen parte del pasado. Afuera slo el viento, y el corazn, y las pisadas, y el increble silencio estn presentes. Silb mientras caminaba hacia el auto? Vio a los tipos antes de subir? En qu estaba pensando cuando los tipos aparecieron? Qu sucedi primero? Las caras de los tipos o las voces? Adelante o atrs? Fue una orden o una sorpresa? Nadie los vio? Nadie los vio? E1 seor de la casa familia Ingalls no los vio? La gente del chalet de quinientas lucas no los vio? Los chicos que volvieron de la disco en el 4 x 4 no los vieron? La mucama que no se poda dormir tampoco los vio? E1 empresario con cuenta en las Islas Caimn no los vio? Las chicas que con las dos manos se estiraban medio centmetro el borde de la mini negra no los vieron? En qu momento los tipos lo corrieron al asiento de al lado? Los tipos estaban nerviosos? Estaban sacados? Alguien entretuvo a los de la puerta? Durante cinco, diez segundos, sali otro invitado? E1 camino desde la casa de Andreani hasta el agujero se recorre en catorce minutos. Quiz dieciocho minutos, porque depende tambin de la consistencia de la arena, del tipo de automvil y de la pericia del conductor. Si se toma por Intermdanos puede evitarse el centro y el paso del auto frente a la comisara, saliendo a Bunge y a pocos metros de la ruta. Catorce minutos. Irineo Torres, que ahora recuerda cargado de impotencia, no los vio. Aquella noche se pregunt por qu, por primera vez, lo dejaron de guardia a l, que no era de Pinamar. Catorce minutos por Intermdanos al pozo.

Marta Garen era de Pinamar, pero aquella noche no atendi ninguna llamada. Catorce minutos, entre los mdanos, por el atajo al pozo. Hacer el amor puede llevar catorce minutos. Para Andy Warhol, quince eran los minutos de publicidad, de gloria berreta, que cualquier persona mereca tener. En catorce minutos puede leerse de corrido la teora de la relatividad. En los catorce minutos finales de Casablanca ya se sabe que l le miente para ayudarla, y que nunca tomarn juntos el avin. Catorce minutos. En qu minuto de esos catorce minutos Jos Luis Cabezas supo que lo iban a matar? Quin llev las latas de aceite y nafta para quemar el auto? Desde qu hora esas latas esperaban convertirse en fuego? Cmo es quemarse? Cmo es morirse? Ser Jos Luis un ngel? Existirn los ngeles? Es fro el metal de las esposas? Lastima? Marca? En los ltimos tres de esos catorce minutos cruzaron un patrullero estacionado sin nafta en la rotonda. Imagen policial: patrullero tres cuartos de perfil derecho. Imagen. Dice Marta Cotz que aquella noche se encontr con Rubn Franul, que Franul tena dos bidones en una mano y una invitacin a la fiesta de Andreani en la otra, dos armas largas enfundadas y la supuesta confesin de que iba matar a Cabezas. A cambio de dinero, Marta Cotz cont su historia por la televisin. Nunca le pagaron la nota. Quince fojas, seis horas de declaracin ante el juez. Detenciones: cero. E1 custodio Bogado y la vecina Diana reconocieron al suboficial Stoghe. E1 detective Fogelman dijo que pudo haber sido. Cero. Un periodista de Canal 13 recibi una caja de esposas encontrada en el garage de la revista Noticias. Las esposas eran de juguete. E1 sargento Pedro Avio denunci una banda de narcopolicas y narcointendentes que lo amenaz confesando un crimen futuro: "Andate porque te va a pasar lo que le va a pasar al de Noticias". Horangel: cero. Detuvieron a Jorge Alberto Cortez. Quedo en libertad. Detuvieron a Franul. Qued en libertad: "Soy el Coppola de Pinamar", dijo al salir. Detuvieron a la banda de Mar del Plata. Todos portaban pistolas calibre 32. Una de ellas fue analizada como el arma del crimen. La primera pericia dio positivo. Nadie quiso hacer la contraprueba. Si hubiera pasado lo mismo en el caso Borgione, el cura estara preso. Los especialistas coinciden en que el 32 es un calibre engaoso, y en que la primera pericia nunca es definitiva. El juez, el ministro Corach y el secretario Kohan dicen que la primera es la vencida. Tambin se encuentra una agenda que dice Cabezas, pero en otra letra. Todos dicen que es el arma es culpable pero los detenidos no. Si los detenidos son inocentes, cmo lleg el arma hasta ah? Es curioso, dice el detective Fogelman. Catorce

minutos desde los mdanos al pozo Jueves 13: Corach a las 9.42: "Es un momento muy delicado y no hay que hacer declaraciones". Corach a las 11.06: viaja con Kohan hacia Dolores para ver al juez. Corach a las 13.49: "Se identific el arma y a los partcipes. No puedo saber si el caso est aclarado". Duhalde a las 14.38: "Vamos a encarcelar a los culpables". El informante se llama Carlos. Quiere cobrar las trescientas lucas. Tiene antecedentes penales por estafas. Tambin declar en la causa Mara Soledad. Cmo es morirse? Quin dispar? De qu hablaron durante esos catorce minutos? Los tipos disfrutaron con el fuego? A menos de doscientos metros del agujero hay dos casas. Nadie los vio. Esa madrugada cinco o seis personas pasaron por el agujero. Recin el quinto fue a avisar. Ac no te enters de nada no te enters de nada dicen las vendedoras de Pinamar Alrededor del pozo hay mucha gente de vacaciones mviles, morbo, bronceador, servicios vigilando a periodistas, chicas de piernas largas, pantalones de tiro corto, pistas falsas, testigos truchos, narcos con negocios blancos, guita negra, chicas tostadas, miradas por la peatonal, noche de Duhalde, estado de sitio a las cuatro y media, chicos y chicas por la calle, esperan a las seis, cuando vuelven a abrir los bares. A las seis ya era tarde. Ya saba que el metal de las esposas marca y que el plomo de las balas duele, y sorprende. Y s existen los ngeles, les guste o no. El siguiente texto, ilustrado con una cmara subjetiva que mostraba el camino desde la casa de Andreani hasta la cava, fue ledo como editorial del programa televisivo D D.

Junior Los problemas esenciales del hombre no son polticos. Es bueno poder decir esto en el contexto de lo que parece ser un programa poltico. Los problemas del hombre -la vida, el amor, la muerte- son parte de una

extensa serie de preguntas permanentes. E1 hambre es un problema poltico, pero el egosmo que la provoca es un problema humano. Ayer a la tarde el pas se cubri, otra vez, de preguntas sin respuesta. La muerte, injusta por definicin, potencia su crueldad cuando sus vctimas son jvenes, o nios. Cada uno de nosotros conoce sus mtodos privados para luchar contra la muerte; y cada uno de nosotros sabe, tambin, que cualquiera de esos mtodos son slo torpes manotazos de ahogado. Vivimos inconscientes, fingindonos inmortales, desesperando el momento del ltimo desmayo. E1 desconsuelo frente al abismo lleva implcito el blsamo de la fe. Frente a la muerte quisiera creer en Dios, en el dinero, en la felicidad, en la tecnologa, en la ciruga esttica, en la existencia de sentido, de algn sentido que me llevara en sentido contrario a la propia muerte. La muerte copia los defectos ms vulgares de la vida: hay muertes pblicas y muertes privadas, muertes silenciosas y muertes espectaculares, pero finalmente unas y otras se nivelan en la inexistencia de respuestas: -Por qu? -Por qu pas? Supe en estos aos, como padre, que frente a la sangre, a la piel, las palabras son slo pequeos gestos torpes: -Cmo explico el calor? -Cmo defino el roce? Tambin supe que, aunque se construya, el amor no se decide: nos arrasa. Hay quienes llegan a los hijos por motivos miserables: para que se llame Alberto, y sea dentista, para que sea lo que nunca fui, para que, en realidad, no sea, para que no sea l y para que cumpla un destino ajeno. Para que me sobreviva. Para que yo pueda sobrevivir a la muerte. Conozco la muerte de un padre, y espero no averiguar jams cmo es la muerte de un hijo. Los problemas del hombre no son polticos: escribo estas lneas para un descendiente de rabes, abogado de La Rioja, a poco de enterarme de la muerte de su hijo. Tal vez pueda, como padre, acercarme vagamente a su dolor. Pero no voy a mentirle: no lo puedo comprender completamente, y espero no comprenderlo jams. E1 imprevisto salto de gato de la muerte me impide ahora pensar sobre otras muertes: cotidianas, silenciosas, de apariencia menos importante. Ninguna muerte es necesaria. No es este el momento, pero quiero recordar aqu otras muertes: la de los chicos en los hospitales, la de las vctimas del gatillo fcil, o la muerte lenta de los que se resignan, de las vctimas del futuro a quienes la muerte le baja los brazos. Veo en este momento, en la televisin, a supuestos periodistas corriendo detrs de su familia: me dan asco, y me avergenzan de mi profesin. Vi anoche y seguir viendo hoy a buitres que revolotean golosos de muerte. La muerte es cualquier cosa, pero no es miserable, aunque quiz desde esta misma tarde forma parte del clculo electoral propio y ajeno; de la ruleta de la economa; de las sombras de un poder que vive como si la muerte no existiera. Es probable que todo eso suceda porque el miedo, otro de los problemas del hombre, tampoco es poltico. Dr. Menem: es absurdo usar palabras para reclamar silencio. Dicen las tas en Sarand: Lo acompao en el sentimiento. Quiero, en este momento, ser capaz de llenar esa frase. Que su hijo descanse en paz.

Editorial de RompeCabezas en ocasin de la muerte de Carlos Menem Hijo.

Mar Todos los sitios donde morirse estn lejos. Las Malvinas son argentinas, Dios es argentino, Houssay fue un Premio Nobel argentino, Monzn era argentino. Gardel Gardel no naci en Toulouse; San Martn muri en Boulogne sur Mer. Argentina: dnde ests? Cortzar naci en Bruselas, Borges muri en Ginebra, Moreno en el agua, tanta agua; Gatica en el olvido, Julio Sosa en una esquina, Alfonsina en el mar. Las Malvinas son argentinas: algunos mapas las llaman Falkland Falk-land Fuck-land Estn llenas de ovejas, negras de petrleo, naranjas de krill; llenas de muertos y de kelpers con polera de lana. En Puerto Stanley no hay calle Libertad: dnde habrn vendido el oro de las cadenitas? Ellos son iguales a nosotros tampoco quieren ser argentinos tambin quieren ser ingleses. Desde las Malvinas corre un viento que pega contra los carteles luminosos; cuando eran un poco ms argentinas el viento peg en el cartel de la Franco-Inglesa que pas a ser slo la Franco, el mismo viento rebot en el bar Britnico del Parque Lezama, y fue el bar Tnico. E1 viento no hablaba latn ni griego, y nunca supo que tnico, o tnatos quiere decir muerte: muerte argentina argentum plata. Nada de lo que se puede escribir sobre la muerte guarda el menor sentido; es ella quien vive sin sentido.

Yo vi Malvinas por la televisin. Vi una guerra en Mendoza, otra en Tucumn. Guerra en los televisores de Jujuy, guerra en Crdoba y La Pampa, guerra en Patqua, guerra en Catamarca, guerra con horario de noticiero. Odio y miedo, asombroso temor, bronca antigua, labios apretados, en las caras que miraban la televisin. -Ac tenemos de todo, entends, no hay odio racial, tens los cuatro climas, tirs una semilla y crece, ac nunca hubo una guerra. Las Malvinas son correntinas, las Malvinas son de los suboficiales egresados de la Escuela Sargento Cabral, las Malvinas son colimbas: Colim-malvinas. Las Malvinas son de los que all vieron el mar por primera vez y por ltima. Editorial de Da D, ilustrado con imgenes de la rplica del Cementerio de Malvinas.

Carta desde Sarand a Villa Fiorito Pibe: los mismos que te la venden, despus te hacen mear en el frasquito, viste lo que es? Los que lavan la guita se golpean el pecho. Esto est lleno de tipos que se cuidan el cuerpo y se destrozan el alma. Dnde se meti la gente? Yo te vi dos o tres veces, casi no te conozco, escuch de amigos tuyos que te caigo bien, no s un carajo de ftbol y el Diego al que le hablo es el Diego que me imagino, lo mismo que le pasa a todos. Me encontr diciendo varias veces: te la regalo ser Maradona, debe ser un garrn... Para decirlo de frente: te pute un par de veces por poltica o por amigos tuyos que te los regalo, o porque s, porque sos Maradona. Lo que s es que alrededor de uno duele, y uno mismo duele, y el alma duele, y cada uno lo tapa como puede. Ahora todos se golpean el pecho preguntndose cmo. Como si nunca hubieran sabido nada, ahora dicen qu barbaridad, dicen que no hay remedio, que no hay salida, que no, que fue. La otra vez estuviste ac con Ben Johnson, y yo te pregunt cmo era caerse de la cima del mundo, y ahora pienso qu carajo ser la cima del mundo porque a veces estoy con mi hija y dice alguna cosa y se me anuda la garganta y es sa la cima del mundo, y s de sobra que no hay ningn kilombo que se arregle con plata y s tambin que lo ms importante que uno tiene es uno mismo, y que eso es lo nico que no te pueden quitar. Otro da te cuento por qu, pero yo supe de chico lo que se siente cuando te

tienen lstima y es una mierda que te tengan lstima, es blando, asqueroso. Los catlicos dicen que la piedad es una virtud, pero se parece mas al pecado de soberbia. Ahora lo nico que se puede hacer es llorar; putear contra el techo, tener impotencia de uno mismo y empezar de vuelta. Te digo "empezar de vuelta" y creo que vos te imagins "jugar de vuelta". No: no digo eso. Estoy diciendo "vivir de vuelta". Vos no sos Maradona porque jugs. Vos sos Maradona, y jugs. Un tipo que solamente juega no hace lo que vos hiciste. Vos primero saliste de Fiorito, y despus Fiorito entr en vos, y te dejaron pasar por la puerta del frente. Y despus les compraste la casa, y despus te cagaste en esa casa y en la de al lado, y cuando conseguiste... Me qued pensando en qu cosas conseguiste: tens paz? Cmo andan tus viejos? Habls con las nenas? Sabs cunto hay que entrenar para ser buen padre? Es un garrn, porque en sa tens partido todos los das. Por qu no puedo imaginarte viejo, a vos? Porque Gardel se muri, porque a Gatica se lo llev puesto un bondi, porque te quieren tanto que te matan. Te quieren tanto, te piden tanto. Y si vos te das un poco? Si vos te das un poco a vos mismo? Qu necesits? Que te aplaudan, para jugar a la pelota? No te das cuenta que as nunca te vas a ir? Vas a seguir jugando para demostrarles qu? Qu ms quers demostrarles, que pods qu cosa? Penss que en serio les importa? La gente a la que le imports ya te tiene adentro, hermano. Adentro de ellos nadie juega mejor que vos. Vos sos Gardel, Razzano y los guitarristas. Para qu mierda quers tocar en Medelln? Tens 36 aos. Treinta y seis aos. Ya pagaste entrada, Diego. Ya est. Ya entraste. Entraste vos, no el jugador, porque un jugador, por mejor que sea, no se hubiera bancado ni la mitad. Yo no soy quin para darle consejos a nadie, pero quiero pedirte un segundo para que pienses que a lo mejor ahora es el momento de vivir tu vida. Y es otra. Y sabs qu? Tambin ests solo para encontrarla, para saber cul es, aunque a veces te acompaen tu jermu y las nenas. Vos ya sabs de sobra que frente a la vida y a la muerte uno est solo, solo como cuando jugabas a la noche en el campito, en la villa, mirando al cielo. Un abrazo y ya sabs: lo que necesites. Jorge. (A Diego Maradona luego de su ltimo incidente con el control antidoping. Fue ledo como editorial de Da D.)

El Salvador Un nuevo semanario llamado trespuntos, dirigido por Hctor, hijo del editor Jacobo Timerman, me pidi esta columna, una especie de plegaria laica que desat las iras de los militantes radicales. A la semana siguiente, asombrados ante la repercusin del texto, los editores de la revista publicaron una pgina doble de correo dedicada al asunto. Olvidaron un detalle de tica periodstica elemental: preguntarle a su ocasional columnista si quera responder.

... Y tambin, Seor, te agradezco por Alfonsn. E1 siempre nos salva de todo, aunque no lo llamemos, y gracias a su entrega, Seor, el pas no cay en situaciones terribles y de nombre complicado: Alfonsn nos salv de la libanizacin, de la reeleccin, de la insubordinacin, de la privatizacin y ahora, Seor, ha llegado a salvarnos de la oposicin. Te pido que lo ayudes porque, aunque se lo ve con fuerza y ojeras retocadas, ya no es un hombre joven y tanto esfuerzo puede perjudicarlo. En algunas cosas, Seor -con todo respeto- es como Vos: l sabe cuando nosotros queremos algo; lo sabe mejor que nosotros mismos; y muchas veces somos injustos con l, Seor, como lo fuimos con Vos, y lo criticamos sin entenderlo. No nos damos cuenta de que lo hace por nuestro bien? E1 nos salv del golpe por nuestro bien, por nuestro bien nos dese Felices Pascuas, firm por nuestro bien el Pacto de Olivos y ahora -por nuestro biengarabate el acuerdo de Palermo. Yo cuando sea grande tambin quisiera salvar a la Democracia, Seor. Debe ser de lindo... Estn todos ah, pelendose, dale que va y llego yo volando, como llega Don Ral, digo un discurso y salvo a la Democracia. Qu lindo, no? Porque yo ahora no me acuerdo, pero le en algn lado que la democracia tambin se salva con la negociacin, y entonces me imagino que el Presidente est ah, metido en una pieza y yo entro por la ventana y... tatam! ! " Vine a salvar a la democracia! !", le digo. "Cuntos jueces quers en la Corte?" "Bueno, cuatro para vos, seis para m." "Y vos quers volver a ser presidente, no? 'T bien, pero una vez sola ms." Y despus le tuerzo el brazo y le digo: "Jur, dale, juramel". Y l me lo jura por la democracia y ya est, arreglamos todo rapidito y sin preguntarle a nadie. Porque para qu andar molestando a la gente, no?, con los problemas que tiene... Por eso Seor, cuidalo a Don Ral, que ahora parece contento pero hasta hace poco no lo votaba nadie, y se ve que l se dio cuenta y entonces nos volvi a salvar. Y... viste, Seor, encima renunci a su candidatura para ser el jefe de todos los dems. Con lo poco que le gusta ser jefe... Pero lo hizo por nosotros, tambin. Aparte acompaalo, porque debe ser feo vivir solo con la Historia. Yo me imagino que a Don Ral le encantara bajar ac con la gente, pero tiene tanto trabajo... Todos los das nos tiene que explicar la democracia, vigilar a los que se exceden, enojarse con los autoritarios que creen que se equivoca, pelear por el bien y la justicia. Seor, quera pedirte otra cosa ms: yo s que ests en todos lados y capaz entonces escuchs en algn rezo alguna pavada sobre la Obediencia Debida, el lavado de plata del BCCI, Guglielminetti, Mazzorn, las excepciones del Concejo Deliberante, la escuela shopping, las pizzeras de Angeloz, los acuerdos de Massacessi, los comienzos de Yabrn, la operacin de La Tablada, los apagones, el juez Belluscio, el Pacto de Olivos, la capital a Viedma... Sabs qu? Te pido que no los tomes en cuenta, porque son pedidos de gente resentida. Mir lo que son las cosas, no? Porque cuando uno mira el cielo y de golpe aparece Don Ral volando, volando... l no hace distinciones de ninguna clase, y nos salva siempre a todos, para nuestro bien. Y lbranos de todo mal. Amn. Publicado en trespuntos, el 14 de agosto de 1997.

AFUERA

Luna de miel en Washington DC Anthony Burgess bautiz G-Men (hombres del Gobierno), a estos funcionarios de sonrisa lavada que estrenan a diario una camisa. Pero la literatura es marginal en Washington DC: ahora llaman Yes-Men (hombres del S) a los burcratas de la Casa Blanca, una especie de mancha de crema en esta ciudad con un setenta por ciento de habitantes negros a los que casi no se ve. -Cmo llaman ustedes a una honeymoon? Luna de miel, eso es -traduce en el quince piso del Departamento de Estado Douglas Hendel, el nuevo encargado de la Oficina para Argentina-. S, as podran definirse nuestras relaciones con el nuevo gobierno. Atravesamos una honeymoon... Hengel es un yuppie de unos cuarenta aos, que no habla espaol pero deletrea un perfecto italiano, viaj slo una vez a Buenos Aires y ocup antes el desk de Venezuela. -Por eso no es mucho lo que puedo decirle -se disculp-. Recin estoy empezando a informarme en detalle sobre los problemas del pas. Eso s, en el aspecto global, estamos muy contentos con el vuelco de la poltica econmica -concluye ajustndose los lentes. Otras fuentes del Departamento de Estado coinciden con la diplomtica visin de Hengel: en este edificio de pasillos eternos que recuerda vagamente a los del Ministerio de Informacin de Brazil, la pelcula de Terry Gilliam, se acu una frase contundente pero casi social a la hora de responder por la gestin del presidente Menem: -Estamos gratamente sorprendidos. Tambin agregan con tono pedaggico: -Estn sacando buenas notas; ahora la Argentina puede transformarse en una experiencia piloto que marque el rumbo de Brasil y Chile. Son ms reticentes, sin embargo, cuando se trata de futuras inversiones: "E1 pas recin sale de la hiperinflacin, todava es demasiado rpido para que los empresarios se decidan a arriesgar su dinero". Aunque depende de qu condiciones se habla, cuando se habla de condiciones: "Todo depende de las condiciones... Si son muy ventajosas, evidentemente nadie va a negarse a invertir... " E1 Plan Brady tambin se suma a la lista de espera: "Con Mxico era ms fcil", se disculpan. La propuesta de Menem para mediar en la crisis de Medio Oriente fue tomada con humor en la Casa Blanca: -Lo nico que podemos hacer es desearle suerte. No creo que el tema sea un punto central en la reunin que su presidente mantendr con Bush. Menem necesitara un trabajo full-time para ocuparse del asunto, pero creo que ya tiene demasiados problemas. Sin embargo, la informacin que maneja la comitiva adelantada a la visita presidencial es la opuesta: sera Menem quien presentase el tema de Medio Oriente como centro de la agenda, preocupado a la vez por averiguar el punto de vista norteamericano frente a la eventual apertura de una Oficina de la OLP en Buenos Aires. La instalacin de una sede diplomtica palestina fue el eje de un encuentro reservado que Menem mantuvo con Kadafi, en la ltima reunin de Pases No Alineados. All el presidente argentino prometi pensar el asunto y sali del encuentro cargando una montura de camello, regalo del lder libio. La montura devino entonces en secreto de Estado: debieron ocultarla cuidadosamente al llegar al hotel ya que la costumbre de caminar por Belgrado con una montura de camello no est muy difundida actualmente en Yugoslavia. A los Yes-Men del desk argentino tampoco parece preocuparles la posibilidad de un indulto: -Es un problema interno -dicen secamente. Slo una de las fuentes se arriesg a pronosticar que el indulto "debe darse para evitar un nuevo conflicto militar". En los estrechos despachos del Capitolio la visin es distinta: la Comisin de

Derechos Humanos del Congreso, integrada por 158 legisladores demcratas y republicanos, impulsa la presentacin de una carta de protesta contra el indulto. Mientras a ltima hora del viernes se discuta un texto junto a organismos norteamericanos de derechos humanos, an no estaba claro si se lograra acuerdo para presentar la carta o el tema sera planteado personalmente por algunos legisladores en un encuentro personal con el presidente argentino. A menos de cien metros, en el edificio que alberga a los seis mil funcionarios del Banco Mundial, opinan sobre el presidente Menem con mayor vehemencia: -Estamos perplejos. Aqu nadie pensaba que Menem se iba a decidir a hacer cambios de esta magnitud. -Eso significa que van a aprobarse nuevos crditos? -insisti este cronista, con ortodoxia monetaria. -Habr que cumplir determinados pasos -aclar la fuente-. Si bien es cierto que se inici un proceso de ajuste, todava no se redujo en serio el dficit fiscal y aqu hay quienes piensan que ajustes como el de Argentina, en el que no se encaran cambios estructurales, no duran ms que algunos meses. Seguramente haya grandes anuncios despus de la reunin con Menem, pero yo le recuerdo que una cosa son los anuncios y otra la llegada del dinero. Despus de todo, tambin somos diplomticos: luego de una reunin no hay nada ms obligatorio que un anuncio. La prudencia de los banqueros del 701 de la Calle 19 tiene motivos concretos: en el Banco Mundial ya se transform en una ancdota de sobremesa el ltimo prstamo enviado a Argentina para modernizar el aparato de la DGI. Fueron ocho millones de dlares contra una clusula que obligaba a auditar a los cien contribuyentes ms importantes y otra que sealaba la obligacin de contratar mil nuevos agentes fiscales para controlar la evasin. E1 gobierno prefiri evitarse un disgusto con las cien empresas ms poderosas y evit las mil contrataciones amparndose en su propia ley de congelamiento de vacantes del Estado. En teora, el dinero se destin a la informatizacin de la DGI. Mientras el Wall Street Journal bautiz "parsitos que viven subsidiados por el Estado" a los empresarios argentinos, la embajada de Guido Di Tella contrat a una agencia de relaciones pblicas para acercar empresarios norteamericanos a la visita del presidente. Black, Manafort, Stone & Kelly, tal el nombre de la agencia, firm un contrato de seis meses por ms de veinte mil dlares al mes para organizar el mailing argentino. Mr. Manafort, uno de sus propietarios, pertenece al ala ms conservadora del Partido Republicano y representa a diversos grupos extranjeros, entre otros al de Sabimbi, ex jefe de la Contra en Angola. Las relaciones entre Black, Manafort, etc. etc. y la embajada argentina resultaron tortuosas: los relacionadores pblicos no hablan espaol y escaso personal de la embajada habla ingls. Pero se no fue el principal inconveniente: a mitad del trabajo Manafort fue procesado por "trfico de influencia" a favor de empresas privadas de la construccin ante la House Development (Secretara de Vivienda), y reconoci los cargos ante una comisin investigadora. Dada la elocuente sinceridad de Manafort, el embajador Di Tella decidi cancelar el contrato. La contratacin de "servicios extras" al diplomtico no es una novedad en la delegacin argentina de Washington DC: durante la administracin de Alfonsn se negoci parte de la deuda externa con un lobby de abogados de NuevaYork a un costo de un milln de dlares al ao. A esta ciudad de parques y oficinas en la que el sesenta por ciento de las escuelas secundarias tiene detector de metales llegar el presidente Menem a mediados de semana. Publicado en Pgina/12, el 24 de septiembre de 1989.

El discreto encanto de la Perestroika UNO Desde una vidriera, un afiche de Marilyn Monroe se protege de la nieve que cae sobre la calle Marx. Es viernes a la maana y soviticos esperan los festejos por la Revolucin con ansiedad. En la cola de una panadera una madre le advierte a sus hijos: -Prtense bien, porque si no viene Stalin! Los chicos arrastran los pies y vuelven a la fila, que avanza con dificultad. DOS E1 primer hombre pas de largo frente a la pared, pero luego volvi sobre sus pasos y se detuvo. Despus se acerc otra persona, y otra ms. A1 rato mas de treinta personas miraban atnitas una pared del subterrneo. Alguien haba pegado ah un afiche. Era la primera vez, en aos, que alguien pegaba un afiche: el volante, de diez centmetros por quince, estaba mimeografiado, y firmado por "La voz del Pueblo". Propona organizar un petitorio a favor de Boris Yeltsin, y estaba dirigido al Partido Comunista de Mosc. Los pasajeros del subte comenzaron a discutir. A1 rato lleg la polica. E1 oficial tap el afiche con otro papel, y trat de copiar su contenido. La noticia, una hora despus, estaba en toda la ciudad. TRES Los taxistas empezaron, hace unos meses, su batalla privada. Taxis privados y estatales se disputan clientes en medio de un desquicio de tarifas. Los extranjeros estn condenados a pagar diez kopeks por un viaje que cuesta dos, a lo sumo tres. Despus de diez minutos de discusin en una calle de quince grados bajo cero, un corresponsal logr bajar un kopek. E1 chofer concedi: -Nueve -dijo a regaadientes. -Est bien -se resign el corresponsal. -Business are business -dijo el taxista y puso la primera. CUATRO La maana estalla en las grandes tiendas. Mosc vive una intensa fiebre de consumo y las mujeres se empujan en los locales. Del otro lado del mostrador, los empleados hacen doble cuenta con un baco y la caja registradora. E1 viernes pasado se duplic la cantidad de novias que, como parte del festejo, visitan la tumba de Lenin para sacarse fotografas. Hoy sbado es da de fiesta y no podrn asistir a la Plaza Roja, entonces comen helados de crema con ocho grados bajo cero y esperan que avance la fila para entrar al Mausoleo. CINCO En un bario de las afueras, el telfono de Sergei Gregorian no para de sonar. A la tarde corrieron rumores sobre su detencin, y desde entonces ha recibido llamadas de todo el mundo. Gregorian edita una revista clandestina llamada Glasnost en un departamento de dos ambientes lleno de papeles, un mimegrafo y colaboradores de mirada oblicua. "Gorbachov tiene que luchar contra la conciencia de masas -dice Gregorian- contra la gente que vivi sesenta aos bajo el socialismo acostumbrada a que la iniciativa personal es mala y a que la verdad no puede decirse. Esta gente no puede trabajar como se necesita en el siglo veinte". Gregorian tiene en su solapa un distintivo con dos banderas entrelazadas: las de Estados Unidos y la URSS. -Significa la unidad -aclara- Es un regalo del presidente Carter. SEIS

En Mosc funcionan los relojes de los edificios pblicos, se construyen 160 viviendas por da y mas de 200.000 universitarios siguen cursos por correspondencia. Sin embargo, una sola es la palabra que mantiene en vilo a la ciudad. Perestroika quiere decir reestructuracin. Lo que quiere decir, a la vez, una batalla entre los bostezos y la desconfianza de la mitad de la poblacin y la esperanza de libertad del resto. Esa palabra aparece en la calle, en los colectivos, insiste como una mosca contra la ventana. SIETE A las siete y media de la tarde del viernes una caravana de veinte automviles atraves la ciudad: Mijail Gorbachov volva a su casa para cenar. A esa hora la ciudad ya estaba iluminada para la fiesta y durante el sbado ser zona neutral. En el aniversario de la Revolucin nadie va a preocuparse por el mercado negro, por el dlar de tres a uno, por la burocracia que resiste con su telaraa, por las Berioshka -esas supuestas tiendas para diplomticos a las que slo acceden los funcionarios del Partido-. En Mosc volvi a nevar por ensima vez bajo un cielo totalmente cerrado que, a primera hora de la maana, fue atravesado por un misil meteorolgico. Despus de todo, el 7 de noviembre tena que brillar el sol. Publicado en Pgina/12 el 8 de noviembre de 1987.

Madrid: bostezos modernos Quin? -Tato Bores -dijo mi secretaria, Adriana Leiva, con una sonrisa. -No me jodas. -En serio, l me dijo que era Tato Bores. -Mmmss. Cuando vuelva a llamar pasmelo. Volvi a llamar. Era Tato Bores, a quien luego trat ocasionalmente durante varios aos y quien tambin se convirti en el viejo de Alejandro y de Sebastin, dos de mis amigos. Pero en aquella primera llamada era Tato Bores o sea Gardel, o sea el tipo que me haba ayudado a rer y pensar los domingos por la noche. Tato Bores me llam para decirme que haba ledo mi artculo sobre Madrid publicado en el diario, y quera pedirme permiso para reproducir un chiste en su programa. -Citando la fuente, claro -dijo Tato. Yo empec a comprender porqu algunos tipos merecan el calificativo de "grandes". Lo vi personalmente, por primera vez, a fines de ese mismo ano. Pero entonces le cre a Adriana cuando me dijo que estaba Tato Bores en la recepcin, y a los pocos minutos Tato estaba ah, sentado frente a mi escritorio y dicindome que haba venido a agradecer cmo lo tratbamos y a felicitarnos por el diario. Tratndolo aqu y en Uruguay, charlando menos veces de las que hubiera querido, aprend que despus de treinta aos de buena televisin uno puede estar ms all de todo, pero nunca ms all de las personas.

Medias negras, faldas negras, camperas negras. Las espaolas recorren el centro de Madrid como melanclicas viudas de la Modernidad. Alguien decret el fracaso de las utopas y las mujeres sucumbieron al luto. Sepultados en confortables sillones de diseo italiano, los jvenes vestidos de negro gastan el tiempo en las terrazas, entre bostezo y bostezo, esperando que el espectculo

del siglo tenga al menos un final interesante. En esta primavera de quince grados las terrazas -se trata simplemente de bares con mesas en la calle- fueron condenadas a la calefaccin. Con ciega confianza en el boletn del tiempo, los propietarios alinearon las sillas de mimbre en las veredas, pero en Madrid la primavera fue slo un error del almanaque y las sillas volvieron a amontonarse contra la pared. E1 mircoles anterior a la Semana Santa, mientras la televisin se preguntaba si las Pascuas son fiestas de perdn y contricin, miles de espaoles bloqueaban las rutas con destino a la playa. Con ritmo de espasmo, el feriado de cuatro das dej 184 muertos en las rutas. Gracias a las procesiones, las fiestas resultaron mas "televisivas" en el interior. Encapuchados en Sevilla, "empalaos" en Cceres, y en diversos sitios penitentes que revivieron, descalzos, la pasin de Cristo. En la tapa del semanario El Globo, la religin fue el tema central: una jovencita asegur, durante una encuesta que Juan XXIII -el nombre, dijo, le sonaba- deba ser sin duda algn rey europeo. Otros miles de espaoles se dedicaron en las Pascuas a actualizar su correspondencia: las cadenas de dinero hacen furor en el pas y slo de trata de agregar cinco nombres en una lista y depositar unas cuantas pesetas en el banco. Pueden recibirse millones o, por lo menos, otras cartas ingeniosas, como la que sorprendi al periodista Juan Jos Perez Benlloch este fin de semana: "Cadena de la felicidad -deca-. Esta cadena ha sido hecha para los hombres cansados, agobiados y agotados. No es necesario enviar dinero. Mande cinco copias de sta a amigos que sean de su entera confianza. A continuacin, haga un paquete con su mujer y envelo al primero de la lista, colocando su propio nombre en el ltimo lugar. Usted recibir 15.625 mujeres. A1guna de ellas podr ser interesantsima, o al menos distinta a la suya. No corte esta cadena. Un marido la cort y recibi a su mujer de nuevo. Un conocido mo ya recibi 18 mujeres. Ayer fui a su entierro, pero tena una sonrisa en los labios que jams le haba visto en su vida". Dos sosas de distintos tamaos provocan durante estas semanas las risas de los espaoles. Uno de ellos mide un metro treinta y es una pequea rplica de Felipe Gonzlez: es un actor de origen francs y trabaj, en los Estados Unidos, en la serie Hawai 5-0. E1 programa Viaje con nosotros lo puso al aire por la TVE. Con traje azul, cigarro Cohiba y entrevistado por una actriz que representaba a Victoria Prego, la periodista oficial, el Felipe enano tuvo el 67 por ciento de la audiencia televisiva. E1 semanario Epoca le dedic su tapa con un ttulo lacnico: "Lo que desgasta el poder". E1 otro sosas es de tamao natural: una rplica de Mijail Gorbachov que vende videos de la coleccin James Bond. "Regalo de Margaret" dice el ttulo de este Gorbachov auspiciado por el departamento de video de la Warner. Otro de los canales de tev anuncia, para este fin de semana, el estreno de El ltimo tango en Pars, la pelcula que cien mil espaoles vieron, durante el franquismo, viajando a Perpin, en la frontera con Francia. Ya casi nadie recuerda que aquellos viajeros fueron llamados "peregrinos del erotismo" por la prensa de la dictadura. -Hombre! -dice ahora un taxista mirando por el espejito-. Que no pasar ese film sera una cosa del Tercer Mundo! Tercermundista se convirti en un insulto. Un trabajo es o no es del Tercer Mundo. Una obra pblica puede ser tercermundista. Una cola de ms de tres personas es definitivamente del Tercer Mundo. Los espaoles limitaron la inmigracin pero toleran miles de trabajadores clandestinos, como mano de obra barata. -Que no hay trabajo para tantos, eso digo -insiste el taxista. Amplios sectores sociales califican positivamente el plan econmico del PSOE, aunque excluyen un detalle: tres millones de desocupados. -Que no son tres, sern apenas dos millones -se excusa el conductor.

Un importante sector de la sociedad -la mitad? el cuarenta por ciento?- vive dentro del circuito econmico, gana ms de setecientos dlares al mes y se atora en las autopistas de Semana Santa. La otra parte qued simplemente marginada de la economa, vive del seguro de desempleo y est compuesta en su mayora por jvenes, mujeres y muchos profesionales que debern estrenar su diploma manejando un carro de reparto. Juan Marcelo Barber, socilogo, escribe en las pginas de El Pas: "Mejor no pensar ni en la vejez ni en la muerte. La nica muerte que hoy es bien vista es la nuclear. Mirados y mirones quedaran igualmente eliminados. Vivimos da y noche ante el televisor, aunque est desenchufado. Queremos poseer imagen, al precio que sea". En las terrazas las chicas de negro intuyen que sus padres fueron algunas vez jvenes e inmortales, pero eso ya no las asusta. Ahora ellas tienen la mirada lnguida y el rostro alargado de un cuadro de Modigliani, y emiten cada tanto pequeos bostezos. Piensan en un ligue para terminar la noche caminando por la Gran Va, tomando la octava botella de cerveza y deseando dormir hasta las cinco de la tarde. Publicado en Pgina/12, el 10 de abril de 1988.

La vuelta de Abdal Bucaram Conoc a Eduardo Galeano durante una discusin que l no debe recordar: fue en 1983, en una mesa redonda organizada por el Sindicato Grfico donde se debata el regreso a la democracia en Argentina. E1 lugar era inmenso y pareca el centro de Tokyo a la hora de salida de comercio: todos estaban all para escucharlo a Galeano. No recuerdo quin me invit a participar, o por qu error administrativo yo formaba parte de esa mesa. Yo era Nadie, esto es un casi ignoto cronista de 25 aos del informativo de Radio Belgrano. Pocos meses atrs Uruguay haba dado la leccin de los cacerolazos contra la agona poltica del Goyo Alvarez. Eduardo, entonces, mencion la heroica resistencia de los argentinos a la dictadura, lo que desencaden algunos aplausos. Tom el micrfono, dije que no estaba de acuerdo, y que la naciente democracia del '85 era una consecuencia directa de la derrota de Malvinas. E1 pblico se dividi en dos grupos que, obviamente, aplaudan o insultaban aunque la discusin no pas a mayores. Cuando volv a encontrarme con Eduardo trabajbamos juntos en Pgina/12. Yo vivia esos primeros aos del diario convencido de que en algn momento iba a despertarme de ese sueno en medio de una pila de gacetillas sin terminar. Tena 26 aos y era Director Periodstico de un diario en el que escriban Juan Gelman, Osvaldo Bayer, el Gordo Soriano, Eduardo Galeano, Toms Eloy Martnez, Miguel Bonasso. Diez aos despus Galeano ya no es solamente Eduardo: es encuentros en Montevideo; es Eduardo, Helena y la Pulga; es la nica familia a la que mi hija le hablaba y con la que poda -a los tres o cuatro aos- romper su timidez; es la sensacin de alguien a quien poder llamar. Fue justamente por boca de Eduardo que escuch por primera vez el nombre de Abdal Bucaram. Galeano llegaba de Ecuador y contaba ancdotas sobre Bucaram como tantas ancdotas similares se cuentan sobre Menem, con un tono entre divertido y asustado. Ninguno de los dos sospechaba que la realidad tiene un sentido del humor bastante extrano, y que Bucaram iba a convertirse en presidente de ese pas. Si esa noche alguien llegaba desde el Tnel del Tiempo para decrnoslo, no le hubieramos creido. Eduardo me cont los detalles del texto que sigue y despus pregunt en

voz alta, a nadie, a s mismo: -Te das cuenta? Cmo hacs para poder escribir esa barbaridad? Creo que escrib esta nota probndome si poda hacerlo. A las dos de la tarde Oscar Murillo haba vendido ms de cuarenta gaseosas, y se poda dar por satisfecho, pero tena en mente nuevas inversiones y, en el fondo, quera que Abdal Bucaram no llegara nunca. Cuanto ms se retrasara, las cincuenta mil personas que esperaban en el Aeropuerto de Guayaquil tendran ms sed. Fue entonces cuando el destino le jug una broma: Murillo fue el primero en ver el helicptero. - All! ! -delat con el brazo izquierdo. Despus de una danza breve y torpe el helicptero se pos en la pista, y entonces las cincuenta mil personas estallaron. Abdal Bucaram, el hombre que salt del helicptero, es, a los treinta y cinco aos, una incgnita en la poltica del Ecuador: estuvo exiliado en Panam, practic el exorcismo, se defini como "discpulo de Atahualpa", atac al Fondo Monetario y le advirti a la derecha local que "les conviene rescatarme, porque no soy comunista y mi ideologa no atenta contra el sistema imperante; lo que s busco es la equidad, que los ricos sean menos ricos y los pobres menos pobres". La Radio Nacional -controlada por el liberalismo oficialista de Febres Corderose encarg de recordar otros antecedentes de Bucaram: fue detenido en Panam por trfico de drogas cuando la polica descubri varias bolsas de cocana en el bal de su Toyota Corona. Abdal Bucaram, el lder del Partido Roldosista Ecuatoriano, subi trabajosamente al palco y dijo en un grito: -Soy Maradona! Soy Zico! Soy Pel! Y el pblico comenz a delirar. -O hablan ustedes o hablo yo. He venido ms maduro pero de tonto no tengo un pelo. As que a callarse todos. La multitud obedeci y el candidato grit contra la oligarqua, record que su to Assad Bucaram fue quien clausur el exclusivo Club de la Unin y ratific que "la riqueza del pas est apenas en diez vivos". Luego elogi por igual a Kennedy y a Alan Garca, bram contra la deuda y anunci que su hermana -una de las mujeres ms feas del Ecuador- ser la prxima alcaldesa de Guayaquil. -S muy bien -se excus Abdal- que no ser Miss Ecuador por su belleza, pero s puede serlo por su castidad. Le pidi a Elsa que se acercara al palco, que haba comenzado a crujir ante el peso de los invitados. Elsa agradeci brevemente la candidatura y despus sac uno de sus pechos del vestido y lo ense a la multitud: -Nunca -dijo, mientras lo sostena con ambas manos-, nunca se ha posado, sobre este pecho, una mano de la oligarqua. A los pocos minutos el palco comenz a ceder y hubo que evacuarlo. -En 1988 -gritaba Bucaram mientras desalojaban a los invitados. -En 1988 y con la fuerza de ustedes -trat de terminar la frase. E1 pblico aplauda cuando el escenario se desarm. Bucaram di un salto y cay con los brazos abiertos sobre la multitud mientras gritaba: -Soy Batman! Publicado en Pgina/12 el 20 de octubre de 1987.

Brazil UNO: Los hombres-sandwich deambulan por Sao Paulo dando tumbos, como si hubieran perdido la memoria. Sus carteles dicen: "Compro oro", "Se buscan jvenes para trabajo en galera". "Urgente necesito promotoras". Cuando se renen a descansar en las esquinas parecen ramilletes de clasificados.

-De qu habla? -pregunt un cartel que acababa de llegar. -Ssshhh!!! -Est contando un chiste -aclar un hombreaviso de veterinaria. -Dice as: hay un conferencista, un gran patriota, hablando con entusiasmo y a los gritos. "Los hombres -dice- slo quedan en la historia por dos motivos: o por una gran obra, o por una gran cagada. Pedro Alvares Cabral, nuestro gran Pedro Alvares, por ejemplo, descubri nuestro Brasil". Entonces, desde la primera fila alguien levanta la mano y le pregunta: "Y el seor podra dar el ejemplo de una gran obra?" Es martes, y hace calor, y el aire se pega como mermelada y las radios dicen que la temperatura pasar los 36 grados. La calle est atestada de paulistas que salieron a almorzar, y en media hora volvern a su trabajo de 45 dlares al mes. "Mientras un carioca se despierta -deca Vinicius- en Sao Paulo se construyen seis departamentos". Ya no es as. Despus del Plan Cruzado las fbricas de automviles slo almacenan stock. Autolatina tiene en su patio ms de nueve mil coches y mil camiones. Las empresas metalrgicas, por su lado, comenzaron a licenciar al personal. Las de autopartes fueron drsticas: veinte mil despidos en los ltimos seis meses. DOS: La accin transcurre en un hangar militar: hay pilotos de rostro impaciente y uniforme camuflado. E1 jefe del grupo es el primero en hablar: -Lleg el momento de atacar. Hay que acabar de una vez con el Ejrcito Rojo. En la pantalla se imprime el logo de Pepsi-Cola, y el pblico aplaude: son los revendedores de Pepsi que se preparan para la batalla de ocho millones de dlares en publicidad. Pero lo ms importante es el arma secreta: la tapa a rosca. TRES: "Figueiredo lanza a Jesucristo para la Presidencia", dice la tapa de Tribuna da Imprensa. E1 ex presidente dijo en Porto Alegre que "Jesucristo es el nico candidato con condiciones y fuerza para enderezar el pas; la crisis que vivimos es grave y slo un santo podr salvarnos". En Ouro Preto el nombre de Jesucristo es Paul Mazursky. Acorde a los tiempos, su mensaje no es el sermn sino el cine, y en quince das transform la ciudad, que gira alrededor de Moon Over Parador, su pelcula. Ancdota tpica:dictador latinoamericano (Richard Dreyfuss) con esposa diligente que se desvive por su pueblo (Sonia Braga). E1 mircoles a la maana todos los habitantes sirvieron de extras en la Plaza de las Inconfidencias, y levantaron carteles con el nombre de Madonna (la mujer del dictador). Los roles de extras se reparten como si fueran joyas, los comercios estrenaron carteles en ingls y la zona comercial se sacudi la modorra. -Hay que apoyar a las grandes producciones. Sera una forma de proteger a la ciudad y darnos una renta mayor -dice Pedro Alcntara de Oliveira, jubilado de 2 mil cruzados al mes que ya gan 18 mil por su trabajo como extra. En el bao de la Cantina da Lua un graffiti aconseja: "Cague con fuerza, hay un largo camino desde aqu hasta la Casa de Gobierno". CUATRO: -Y si fueses presidente por un da, qu haras? Llamen al 285-7163 y pasaremos su mensaje. -Traer a Michael Jackson -respondi el primer oyente. A las cuatro y media de la madrugada varias decenas de psicticos graves comienzan su carrera contra el cuerpo, corriendo por la rambla de Copacabana. Respiran hondo el aire salado, traspiran como un condenado a muerte y escuchan en su walkman Radio Cidade:

-Y si fueses presidente qu haras? -Hara una inmensa bacanal en el Palacio Planalto y los invitara a todos a participar. Una encuesta que publica O Estado califica en tres palabras la imagen pblica del gabinete Sarney: "Desobedientes, ilegales y perezosos". Aunque slo trabajan en Brasilia tres das por semana, ms de un ochenta por ciento del pblico sostiene que aprovechan el tiempo, cometiendo "pecados" en sus gastos pblicos y privados. -Y si vos fueses presidente? -Me matara. CINCO: "Este es un pas surrealista", dice Sergio de Magalhaes Gomes Jaguaribe, Jaguar, despus de la tercera cerveza. Es uno de los mejores humoristas del Brasil y O Pasqum, la revista que dirige, le debe doscientos mil dlares al Estado: -Eso es lo nico que me tranquiliza. Con una deuda as nadie te anda persiguiendo. Ahora, si yo debiera diez mil cruzados... Jaguar cree sinceramente que Brasil no tiene solucin: -Pero vale la pena quedarse... Porque si no, dnde vas a tomar una cervecita con los amigos? Despus dice algo sobre Len Hirzmann, director de cine, autor de Ellos no usan smoking. Muri de sida a la 1.35 de esta madrugada. -Viste que muri Len? dice Jaguar-. Una vez iba con Len manejando por la costa de Laguna Freitas, ac en el sur de Ro, cuando el auto patin y entr a dar trompos. Nos golpeamos dos o tres veces contra los rboles y por poco no camos en la laguna. Despus el auto se detuvo. Len reaccion y vio que no estaba herido. Sali del auto y oy que alguien le gritaba desde una combi: "Len!! Te estaba buscando como loco!!" Era Billy Davis, productor de A falecida, lo estaba buscando para ofrecerle la direccin de una pelcula que Glauber Rocha no haba agarrado. Mir cmo Len perdi su Volkswagen y gan una pelcula. Sobrevino un silencio, y fuimos terminando la cerveza. A1 rato Jaguar coment, sonriendo: -Yo, en Pasquim, tengo los epitafios hechos con un sello. Sabs qu dicen? "Con tantos hijos de puta como hay en el mundo, por qu se tena que morir...?" Por eso: Con tantos hijos de puta como hay en el mundo, por qu se tena que morir Len Hirzmann? SEIS: Dice el locutor de Rede O Globo: -Para superar uno de sus problemas, el presidente Sarney usa desde ayer un almohadn especial para audiencias en el Palacio Planalto. E1 almohadn est destinado a evitar un vicio de postura que causa una presin exagerada sobre la columna vertebral y que le provoca dolor en la regin del cccix. Segn el mdico del presidente, esto no significa que tenga algn serio problema de salud: el almohadn se destina solamente a dar mayor confor a quien permanece de ocho a diez horas sentado. SIETE: Lo llaman quebra-quebra, y es lo ms parecido a un huracn. Sucede sin aviso previo, y durante el quebra-quebra miles de brasileos salen a la calle y destrozan las vidrieras de los supermercados, saquean las tiendas y vuelcan los mnibus de Praa Quince. E1 ltimo fue hace un mes, despus del aumento del cincuenta por ciento en el precio del transporte. A medida que la crisis del cruzado aumenta, este viento

caliente se siente en las calles de Sao Paulo y Ro. Despus del quebra-quebra hay decenas de heridos y detenidos, pero durante la tormenta es ms fuerte el grito, y ni la polica se anima a disolver la furia. Publicado en Pgina/12 el 27 de septiembre de 1992.

La guerra de las piedras Los dos artculos siguientes estn vinculados a mi primer libro La Guerra de las Piedras, una crnica del enfrentamiento rabe-israel escrita a pocos meses del comienzo de la Intifada, la rebelin palestina en Gaza y Cisjordania que enfrentaba a chicos y mujeres con piedras y ramas contra el ejrcito israel, uno de los ms modernos del mundo. Estuve escasos dos meses en la zona de conflicto, donde el aire poda cortarse con una navaja, trabajando en aquel libro publicado por Editora/12, un proyecto paralelo al diario que slo public cuatro o cinco ttulos y luego fue disuelto. La primera de las notas fue publicada en una doble pgina del diario y es una especie de borrador informativo de lo que luego fue La Guerra de las Piedras. La otra, E1 vendedor de naranjas, bien puede leerse como u cuento aunque los hechos que narra sea reales. Editora/12 ya no existe y La Guerra de las Piedras -que lleg a los diez mil ejemplares en 1988- nunca se reedit. La crtica de Toms Eloy Martnez publicada en Pgina/12 y las generosas palabras de Osvaldo Soriano en la contratapa del libro fueron el mejor antdoto para aquellas semanas de violencia en Gaza. E1 comienzo de la Guerra de las Piedras, producto del choque entre un camin del ejrcito israel y un coche con trabajadores palestinos, es demasiado menor como para figurar en los libros de historia. Sin embargo, aquel accidente deton un enfrentamiento que ya lleva cien muertos, tres meses de sitio en los territorios ocupados y un conflicto internacional en ciernes. E1 9 de diciembre, por la maana, un Peugeot con cuatro jvenes palestinos que viajaban a Tel Aviv fue embestido por un camin del Regimiento de Tanquistas. Una hora ms tarde la noticia era conocida en toda la regin. Los rabes aseguraban que el choque haba sido una venganza por la muerte de un viajante de comercio israel en Gaza, acuchillado por la espalda en el mercado de la ciudad. Nadie recuerda quien tir la primera piedra. A la primera piedra le sigui otra, y otra ms v durante los primeros treinta das de esta guerra despareja ningn bando tuvo control de la situacin. El gobierno israel minimiz los incidentes y esa noche, la del 9 de diciembre, Yitzhak Rabin, ministro de Defensa, orden que se reforzara la presencia militar en los territorios ocupados, guiado ms por la intuicin que por informacin de la zona de conflicto. Yitzhak Shamir, primer ministro, y Shimon Peres, canciller, preparaban sus valijas para una gira en los Estados Unidos. Durante los primeros quince das de la Guerra de las Piedras la cpula del gobierno israel estuvo en el exterior. Los lderes rabes fueron desbordados por la rebelin: recin treinta das ms tarde pudieron formar el Liderazgo Unif1cado del Levantamiento, un comit de 16 miembros que hasta hoy mantiene un control relativo de la revuelta. Cisjordania, Gaza, Samaria, el sector rabe de Jerusaln, Ramallah y Tulkarem ya llevan tres meses de estado de sitio bajo operaciones militares altamente represivas. Las maniobras de cerco instrumentadas por Rabin -corte de rutas, desabastecimiento de nafta, corte de telfonos- no alcanzaron para desmoralizar a los palestinos. Es sta una guerra de jvenes contra nios; as a defini el Jerusalem Post: los

soldados tienen unos veinte aos y nios de 10 a 15, junto a las mujeres, son los que lanzan las piedras. El 48 por ciento de los israeles aprueba la idea de "transferir" a los rabes hacia Jordania. El transfer fue utilizado por la Unin Sovitica con los judos disidentes, o por los nazis en Polonia antes de la "solucin final". Abraham Sharir, ministro de Justicia, sostuvo hace unos das que "los rabes son mentirosos de nacimiento". Otro ministro, el de Transporte, f ms all: "Hay que encarar las molotov como si fuesen granadas -dijo Jaim Corfu-; no debe abrirse fuego al aire o a las piernas sino directamente al corazn. Lo mismo debe aplicarse a quienes arroje piedras". Rabin acaba de anunciar que los colonos israeles cercanos a la zona de conflicto podrn portar armas libremente y hacer uso de ellas "si se consideran en peligro". Aqu, por las noches, la diferencia entre la guerra y la paz es un ruido, o un grito, o una chispa. E1 ejrcito ms moderno del mundo enfrenta un grupo de mujeres y adolescentes armados con piedras. A pesar de las diferencias en equipo y training, los soldados reservistas slo pueden estar 3 das en los territorios: luego son retirados, bajo peligro de importantes desequilibrios psquicos. E1 "caso de los asesinatos de Salem" que hubiera ocupado pginas y pginas en los diarios de mundo, aqu ha pasado inadvertido: a fines de febrero tres militares enterraron vivos a cuatro palestinos con la ayuda de un tractor de los asentamientos, en Salem. Yair Nassimi y Dror Sgan Cohen fueron condenados a dos meses y medio de prisin cerrada por el Tribunal de Jaffa y el sargento ayudante Charlie Danino todava espera su sentencia. Como contrapartida, se registraron en el mis moperodo tres mil palestinos detenidos. E1 gobierno puede -bajos leyes del "mandato britnico" an vigentes- detener por seis meses sin juicio previo. Manifestantes, estudiantes vinculados polticamente a la OLP y abogados locales engrosan las listas de detencin. E1 elevado nmero de prisioneros forz la habilitacin de nuevas crceles en Neguev, en el norte de Samaria y al sur de Hebrn. Como sucedi durante la Guerra del Lbano, comenzaron a aparecer quienes se oponen a servir en las tropas de los territorios. E1 mecanismo jurdico para los objetores los obliga a negarse tres veces antes de que el Estado israel los declare enfermos mentales. La Marcha por la Paz, convocada por los partidos de izquierda, logr reunir cien mil personas en el centro de Tel Aviv, pero fue doblada a la semana siguiente por una "marcha por la guerra", en la que manifestantes de la derecha local vivaron el trabajo del Ejrcito en los territorios junto a las consignas del rabino Kahana, un fantico religioso ultraderechista, cercano al Likud, partido de gobierno. En Tel Aviv, sin embargo, la guerra no existe. Los turistas norteamericanos caminan como sonmbulos por la costanera y los jvenes se zambullen en alcohol en los pubs de la calle Dlzengorf. Los restaurantes y los shoppings funcionan a pleno. Israel es el pas con mayor proporcin de videocaseteras por habitante y, desde que el ao pasado se agreg a las patentes el ao de fabricacin de los automviles, creci ms de un treinta por ciento la venta de coches ltimo modelo. E1 52 por ciento del pblico es hostil hacia la prensa "porque no informa sobre cosas positivas". En el barrio de judos ortodoxos de Jerusaln la hostilidad no es slo retrica: los coches que llevan carteles de "foreign press" reciben insultos o piedras desde la vereda. En Beln, a principios de semana, muri el primer soldado israel durante los tres meses de conflicto. La diputada Gehula Cohen dijo en el Congreso: "Seguro que fue arreglado por los fotgrafos con los palestinos porque, si no: cmo se explica que la prensa estuviera presente cuando sucedi el asesinato?" Los diarios estn aqu sometidos a la censura militar que -con sentido prcticofunciona en el mismo edificio de los corresponsales. Mark Guefen, editor del Al

Hamishrnar, eligi el camino directo: deja espacios en blanco dentro del texto, para hacer evidente el esquilme de la censura. Su diario public, hace dos semanas, un informe reservado de un grupo de psiclogos del Ejrcito con un tercio de la pgina en blanco. Derej Hanitzotz, diario vinculado al Partido Comunista local, con oficinas en Jerusaln, fue cerrado esta semana sin mediar explicaciones. E1 taller fue allanado por el ejrcito y Ribbi E1 Aruri, uno de sus periodistas, estar seis meses bajo prisin administrativa. Los viernes, mientras cae el sol, las mujeres de las aldeas gritan su llamado a la mezquita. Los gritos que vibran son un largo agudo que corta a la ciudad vaca, sitiada, con techos rojos y azules. Ahora siguen llamando, gritando; gritan como los indios cuando bailan alrededor del fuego y a un grito se le suma otro, v otros en un imprevisto canon. Ahora que las mujeres gritan, los soldados israeles deben tener su dedo en el gatillo. E1 sol est colgado en el cielo, y se resiste a caer. Tambin el sol les tendr miedo? Publicado en Pgina/12 el 27 de marzo de 1988.

El vendedor de naranjas Esta maana no estaba el vendedor de naranjas. Cuando Mohammed A1 Ayad not la ausencia del vendedor de naranjas, sinti que un escalofro le suba por la columna como una araa. E1 vendedor de naranjas siempre estaba. Volvi a mirar en torno del mercado y recorri cada uno de los puestos. Alguna parte del engranaje haba fallado. Todas las semanas Mohammed A1 Ayad se encontraba con el vendedor de naranjas: cambiaban un dilogo circunstancial, Mohammed examinaba los cajones, pesaba con la mano una naranja redonda y brillosa y el vendedor gritaba trivialidades sobre el tiempo, la lluvia o las naranjas, sin mirarlo a los ojos. Junto al dinero, Mohammed dejaba un papel entre las manos del vendedor y volva a su casa, tragando el polvo seco del aire del medioda. Pero esta maana no haba llegado el vendedor de naranjas. En la salida del mercado Mohammed mir al reloj de la Intendencia: en una hora Gaza volvera al paro general. As lo haba anunciado la OLP, temprano, desde una radio de Bagdad. Volvi a su casa por el camino ms largo y, en la mitad, sinti deseos de volver al mercado: tal vez hubiera llegado el vendedor de naranjas. Tena sed. Levant la vista al sol, y luego retom el camino palpndose el bolsillo derecho del pantaln. E1 papel estaba ah. Un pequeo trozo de papel de envolver mezclado entre dos billetes y algunas monedas. Estaba doblado por la mitad y tena cinco nombres: los cinco nombres que, cada semana, Mohammed entregaba al vendedor de naranjas. Retras su marcha, sac el papel de su bolsillo y comenz a masticarlo, lentamente. Sinti pequeas gotas de tinta que se le pegaban a la lengua, quiso toser y despus junt saliva para poder tragarlo. Cuando carraspe estaba empapado y apoyado contra una pared. Mir a su alrededor: nadie lo haba visto. Encendi un cigarrillo. En este tiempo haba imaginado los ms diversos finales para su cita del mercado, pero nunca que el vendedor de naranjas poda desaparecer. Tal vez no fuera una mala seal. Di una pitada, mir la brasa del cigarrillo que se consuma y entonces una voz salt desde su conciencia como un gato: -Nacionalista? -le record la voz-. Nadie te dice que est mal ser nacionalista... Nosotros tambin somos nacionalistas. Pero no somos terroristas. (En ese momento del recuerdo la voz se transformaba en el sonido de dos dedos tamborileando sobre la mesa...) Estamos buscando gente que... coopere. Otro

cigarrillo? Con la voz regres tambin la imagen de su celda en Ansar, y de la mortal humedad de las noches. A1 tercer da de su detencin aparecieron en la celda dos agentes del Shin Beth, dicindole que confiaban en su inocencia. Tardaron una semana en regresar. Esa maana el guardia le entreg una camisa limpia y lo llev a las oficinas del penal. All, sentado en el borde de un escritorio desmantelado, estaba uno de los dos agentes. Debera colaborar por seis, o siete meses. Necesitaban informacin de Gaza. No, no conocera el nombre de su contacto. Le bastaba saber que sera un vendedor de naranjas. Cada semana tena que entregarle cinco nombres de personas vinculadas a la OLP. No, no slo de guerrilleros, tambin estudiantes, simpatizantes, amigos. Mohammed hizo rpidamente una cuenta: al cumplirse los seis meses habra denunciado a ciento veinte personas. No, no era necesario que diera los nombres exactos, bastaba alguna referencia, o el apodo, alguna direccin cercana. Otro cigarrillo? La operacin se llamaba "Sombrero con pjaros". Claro, era una operacin y l no era el nico. Era idiota y menor, pero ese ltimo dato lo tranquiliz. E1 no iba a ser el nico. Los primeros cinco nombres que entreg al vendedor de naranjas fueron de su barrio. Luego pens que no poda encerrarse en una misma zona. La primera noche escuch el chiflido del camin del Ejrcito derrapando en la esquina, algunos gritos, una puerta que ceda ante una patada. El estomago se le subi a la boca y corri al bao a vomitar. Despus se lav la cara y se mir al espejo: estaba vivo. Las semanas siguientes fueron ms fciles: se levantaba temprano para recorrer la ciudad a pie y trababa conversacin con los vecinos. Los lunes iba al mercado a buscar su racin de naranjas de Jaffa. E1 primer mes, al regresar del mercado, encontr una pistola automtica en la mesa de su cocina. Era obvio que el Shin Beth la dej ah. Cmo habran entrado? Pens que las cosas podan complicarse un poco. Pero esta maana no estaba el vendedor de naranjas. Tal vez todo hubiera terminado. Volvi a pensar en la pistola cuando lleg a su casa. Busc el arma en la mesa de luz y revis que estuviera cargada. Nunca la haba usado. E1 reloj marcaba las doce del medioda del 26 de marzo cuando Mohammed A1 Ayad escuch la primera piedra que se estrellaba contra su ventana. Despus otra piedra rompi el cristal de la cocina, y el hombre camin sigilosamente hasta la puerta, con el arma en la mano. Respir hondo y abri. Ms de cuarenta, o cincuenta personas, quiz mil, lo insultaba tirndole piedras desde la vereda. E1 piso de la casa temblaba como si se fuera a caer. Mohammed A1 Ayad dispar dos veces, y hubo un silencio. De golpe una mujer le tir del pelo hasta arrancarle un mechn. Un grupo de jvenes entr a la casa y a los pocos segundos su habitacin comenz a arder. Mohammed sinti entonces que su cuerpo era de trapo, y que la multitud le arrancaba jirones. Lo arrastraron hasta la esquina, donde se recortaban dos postes de luz. Un sacudn lo elev hasta el poste en el que ondeaba la bandera palestina. Cuando la cuerda le rode el cuello ya no escuch los gritos. Slo tuvo tiempo de mirar a su lado y descubrir, en el otro poste, el cuerpo inerte del vendedor de naranjas. Ahora son las ocho de la noche y Gaza es tierra de nadie. E1 Ejrcito no pudo entrar aqu en todo el da, y los cadveres del traidor y del vendedor de naranjas permanecen an en el medio del cielo. En un rato los jeeps israeles comenzarn a turnarse, sonmbulos, para recorrer el boulevard. A1 costado de la ruta el Regimiento de Infantera,

protegido por un terrapln, parece un enorme crter iluminado. A la maana un soldado me explic orgulloso el sentido de esta pared de tierra de dos metros de altura: -Es para evitar los coches bomba -me dijo. -Ya nos pas en el Lbano -agreg. A esta hora el soldado debe estar cenando. Ya no hay ruidos en Gaza, y el odio parece clausurado. Sin embargo slo hace falta un grito, un seguro mal puesto, un grupo de colonos dispuestos a provocar, alguna piedra, y en un segundo la paz se convertir en un entreacto. Celso maneja en silencio mientras volvemos a Tel Aviv. Hemos hablado hasta por los codos durante todo el da: entre nosotros, con otros, por separado. Quiz sea mejor callarse. Celso tiene la vista pegada a la ruta. Un camin nos encandila y rompe el trgico encanto del silencio. Entonces Celso dice sin mirarme, le dice a nadie, a s mismo: -Cmo se puede convivir con esto? Yo abro lentamente la ventanilla y dejo que el viento de la noche me pegue en la cara. Publicado en La Guerra de las Piedras, (1988), Editorial/12

E1 pas de las maravillas Dios bosteza en la ventana del piso 106 en el World Trade Center. Un piso ms arriba, ancianas de Cleveland y turistas alemanes fotografa la ciudad desde las puertas del Cielo. Pagaron un ticket de tres dlares para llegar aqu, donde Manhattan parece una pelcula de Manhattan, y el futuro es una fruta madura. All abajo ser posible darle vuelta al destino como a un cubilete, nos podr crecer el pelo y quiz alguna vez encendamos cigarros de cincuenta dlares con billetes de cinco. Dios ha visto ese espectculo hace aos, y ahora se aburre saltando de canal en canal con el control remoto. Hasta El tuvo que pagar su ticket de tres dlares para llegar arriba. Ciento seis pisos ms abajo, lentos pero inflexibles como en una procesin, los neoyorquinos van hacia el trabajo dispuestos a que todo cambie de una vez. La maana de NuevaYork tambin obliga a circular al medio milln de homeless, habitantes sin vivienda ni trabajo en esta ciudad de quince mil edificios abandonados. La polica no puede detenerlos, pero s impartirles rdenes productivas: -Por favor, circule. Ni los homeless pueden quedarse quietos: obligados a la enfermedad de los tiburones, deben caminar hasta las doce, cuando podrn conseguir comida gratis en alguna iglesia o en un centro municipal. -Yo trabajo de homeless -dijo un hombre de unos cuarenta aos en el sector sur del Central Park. -Y quin le dio ese trabajo? -No puedo contrselo. Es un secreto. Testigos de cargo del sueo americano, muchos "sin casa" mueren de noche, en el invierno, cubiertos por hojas del New York Times. -Un dlar. Te dije que quiero un dlar -insisti en Broadway un joven de unos treinta aos, con la mirada perdida y un destornillador en la mano. Su interlocutor di vuelta la cara y sigui caminando. -Despus no quieren que mate -dijo el joven que, unos pasos adelante cortaba el aire con el destornillador y gritaba: "Killer! Killer! !" En Nueva York los desesperados no duermen. En plena cruzada antidroga el

precio del perico (as llaman los hispanos a la cocana: es la que hace hablar mucho) subi a 130 dlares. Segn Gallup, ms de cuatro millones de nios entre 12 y 17 aos recibi ofertas de droga en los ltimos seis meses. Arrastrando los pies y con el corazn a los saltos, los veintisis mil policas de Nueva York se sometieron esta semana al examen antidoping; en el Congreso proponen llegar aun ms lejos: examen obligatorio a los mdicos, arquitectos y abogados de la ciudad. Una encuesta del Washington Post mostr que un 65 por ciento del pblico estara de acuerdo con exmenes regulares y obligatorios y un 82 por ciento aprueba la intervencin del Ejrcito -dentro o fuera del paspara librar la batalla. Tpicamente americano E1 americano tpico, el rubio con dientes de maz, es una especie en extincin. En Nueva York ya no quedan americanos; la calle es negra, o morena, o amarilla. Los carteles publicitarios venden en espaol y el rubio de Camel es un sonriente dominicano que gira cien dlares a su familia todos los fines de semana. En este pas donde el presidente del Ku Klux Klan tiene apellido italiano, los inmigrantes practican ingls frente al espejo y se desvelan por perder el acento. En "el pas de las maravillas" (as llaman a los Estados Unidos en el Canal 41 de la red hispana) trescientos negros realizaron en silencio, el martes pasado, rodeados por ochocientos policas, un homenaje a Yusuf Hawkins, un joven negro de 16 aos que en la noche del 23 de agosto lleg a Bensonhurst -en el barrio italiano de Brooklyn- a comprar un auto usado y fue asesinado por un grupo de adolescentes racistas. Joseph Fama, quien le dispar, enfrenta a la Corte Suprema junto a sus seis amigos: todos tienen menos de veinte aos y miran incmodos con sus corbatas mientras rezan para que en el barrio logren reunir el dinero para la fianza. "Inmigrantes y faggots (homosexuales) no los entiendo vienen a nuestro pas y creen que pueden hacer lo que se les antoja empezar un mini-Irn o desparramar alguna peste" canta Axl Rose, el solista de los Guns, desde las FM. E1 tema central del nuevo elep se llama "Uno en un milln". Public Enemy, un grupo negro de rap, declar hace algunas semanas al Washington Times: "Lo judos son perversos, y podemos demostrarlo. Son responsables de la mayora de las maldades en este planeta". Johnny Carson, conductor de Tonight Show uno de los programas de mayor audiencia televisiva, dice desde su personaje Floyd Turbo: "E1 basquet debe ser jugado sobre pasto real y por tipo blancos". Cuando cae la tarde en el Lbano las mujeres hispanas se trepan al autobs para llegar a casa antes de que comience la novela. Esta maana leyeron en El Diario que "Mara Begoa, llegando a extremo de la maldad, le dice a Mariana que le que da poco tiempo de vida, con lo cual acaba por destruir ms a la enferma muchacha". Por la noche podrn marcar el 620-6200 para comunicarse con el predicador Robert Tilton, a quien noche tras noche le llueven donaciones de 50 (y 1.000 dlares para "abrirles las puertas del Cielo". En el canal de al lado Robert Vaughn, el ex agente de CIPOL, confiesa frente a la cmara que "todos hemos experimentado la prdida del cabello. Cuando empec a perderlo cre volverme loco", dice Napolen Solo, que ahora sonre bajo una enorme mata de pelo crespo, crecida gracias a la Frmula Helsinsky. A medianoche, en la terraza del World Trade Center, slo quedan colillas y

envoltorios de goma de mascar. E1 pronstico del New York Times dice que maana estar caluroso y parcialmente nublado: Dios se encoge de hombros y piensa que ser un buen da para salir a correr por el Central Park. Alguna vez tiene que empezar a cambiar de vida. Publicado en Pgina/12, el 17 de setiembre de l 989.

El desfile de la victoria E1 desfile de trece militares argentinos entre veinticuatro mil americanos que festejaron la victoria de la Guerra del Golfo comenz con un error alfabtico: el jeep de la bandera celeste y blanca apareci despus del de Australia. "Se equivocaron justific un hombre de la Marina en los salones del Consulado- pero las tropas empezaron en orden. Argentina abri segunda, despus de Afganistn", se alegr. La presencia de nuestro pas result inadvertida para la prensa local, incluso para los dos matutinos hispanos, aunque fue calificada como un "xito poltico" por el vocero presidencial Humberto Toledo, que aclar a este diario que: "Los xitos polticos no siempre tienen correlato en la prensa". A la hora de cierre de esta edicin cientos de fuegos artificiales cubran el cielo de Manhattan como broche de un desfile que se realiz bajo una lluvia de seis mil toneladas de confetti (papel picado) y ms de 400 kilmetros de ticker-tape (serpentinas que cayeron hasta el comienzo de la noche desde la mayora de los edificios de Manhattan Sur). Los festejos por el triunfo en el Golfo, sin embargo, no terminaron anoche; como recuerda The New Yorker en su pgina editorial "el prximo 4 de julio las celebraciones llevarn mas de noventa das para una guerra que dur tan slo cuarenta y dos". En la noche del domingo la "Madre Naturaleza" escuch los ruegos de Eric Andrus, vocero del desfile, cuando la invoc para que "honre a los efectivos": la parada militar se realiz bajo un hmedo y tortuoso sol de 32 grados y las sonrisas constantes de Colin Powell (Jefe del Estado Mayor Conjunto), el general Norman Schwarzkopf (Comandante de la Operacin Tormenta del Desierto) y Dick Cheney (Secretario de Defensa), que comenzaron a sonrer a las 11.30 en punto (hora del Este) y no dejaron de hacerlo hasta despus de las 17. E1 rostro negro de Powell, nacido en Harlem y criado en el sur del Bronx, ocup ayer solicitadas y avisos comerciales de una pgina en todos los diarios de circulacin nacional como prototipo del hroe americano. Ya no le dirn, como en 1963, "No puedo servirle. Usted es negro", segn el mismo Powell record en una entrevista a Ebony Magazine: -Usted es estudiante africano? -me preguntaron. -No -le dije a la mesera de Buck's Barbecue. -Portorriqueo? -No, tampoco. -Entonces es solamente negro? -S, eso soy. -Entonces no puedo servirle. Salga por la puerta de atrs. E1 general Powell, un estudiante fracasado de ingeniera que no aprob ninguna materia en el primer semestre y decidi ingresar al Ejrcito, apareci ayer en una foto de una pgina en el New York Times pagada por el Manufacturers Hanover Trust (uno de los mayores acreedores externos de la Argentina) sobre un texto que afirmaba: "Es hora de que le demos al Bronx algo para celebrar". La mayora de las empresas norteamericanas se asociaron al clima ultrapatritico y triunfalista del desfile: adelantndose al Da del Padre, Bloomingdale's deca en otra pgina del diario que "cada padre es un hroe", ilustrando el aviso con una foto del teniente Gregory Martin -tambin negro- vistiendo una remera polo blanca, en oferta a 56 dlares, y un short de algodn a 46.

La sonrisa de Norman Schwarkopf, un robusto militar que podra hacer de padre en un comercial de corn flakes tuvo claros motivos editoriales: los libreros de Nueva York se disputan sus memorias, y la oferta ms baja que recibi en las ltimas semanas fue de tres millones de dlares por sentarse a la mquina de escribir. Un poco mas que los 8.485,80 que cobra mensualmente como general. En el lenguaje de los nmeros el desfile que colm Broadway Avenue resulta significativo: aunque no asistieron los dos millones y medio de americanos que se esperaban, la calle se ator desde la maana y, aunque finalmente el da no fue declarado feriado municipal, toda la actividad neoyorquina gir en torno del "parade". E1 presidente Bush insisti por la televisin en que "sta fue la manera ms definitiva de patear el sndrome de Viet-Nam de una vez y para siempre", y las calles se cubrieron de carteles caseros que advertan "Los colores de Amrica no se destien", "Esta es la madre de todos los desfiles", "Griten USA", etc. Los vendedores de Manhattan Sur-en el lmite con Chinatownalegaron ante este diario fines humanitarios: "Estas son las remeras oficiales del festejo -decan-; los fondos servirn para mantener a los veteranos". Otros vendan banderas norteamericanas a un dlar, o latas de Diet Pepsi diseadas para el evento con una bandera junto al logotipo de la gaseosa. Enormes moos amarillos ataban los edificios y algunos rboles, o simplemente aparecieron pintados en medio de la calle: los yellow ribbons constituyen el smbolo ms claro de la guerra, son los moos que no se desatan sino hasta que vuelva con vida el ltimo soldado. -No tena la ms remota idea de que desfilaban los argentinos -dijo a este diario Rodolfo Quebling, uno de los editores de La Prensa, el matutino hispano de mayor circulacin en la ciudad. Luego de algunos llamados telefnicos con sus periodistas en el desfile, Quelbling agreg que "s, ac me dicen que desfilaron, pero no los diez que vinieron, sino slo dos y vestidos de civil". Los dos civiles, segn se pudo averiguar luego en medios diplomticos, eran empleados del municipio de Nueva York que circularon en un jeep con la bandera argentina. "Con sos fue con los que se produjo el error -dijo horas ms tarde un militar-. Se equivocaron y pusieron a la Argentina despus de Australia; pero cuando desfilaron los efectivos sali todo bien". A la hora de mostrar extranjeros, la prensa local eligi detenerse en la imagen de seis kurdos vestidos con ropas tpicas que advertan en una inmensa pancarta: "Recuerden a los kurdos en el Nuevo Orden Mundial". A las seis de la tarde el inters por el desfile decay. En las barras de Wall Street podan escucharse algunos nmeros sobre la guerra: -En la Guerra del Golfo hubo 266 muertos americanos, de los cuales ocho eran neoyorquinos. En enero pasado hubo en la ciudad 183 muertos por homicidio, y en los das que dur la guerra hubo 4.400 muertos en accidentes de trnsito. En su editorial del 7 de junio, el New York Times eligi The Things They Carried, un libro de Tim O'Brien, para hablar de la guerra: "En su mejor parte -dice- se llevaban a ellos mismos con dignidad. Una y otra vez tenan momentos de pnico en los que se escondan, y se arrastraban, y se disparaban ciegamente, y gritaban, y se lamentaban, y pedan que el mundo parara, y se hacan estpidas promesas a ellos mismos, a sus padres y a Dios, para no morir (...) Una verdadera historia de guerra nunca es sobre la guerra, es sobre el amor y la memoria, y sobre el dolor. Es sobre dos hermanos que no se responden las cartas, y sobre gente que nunca escucha". Cuando el ejemplar del Times estaba en la calle, los empleados municipales de Nueva York barran la avenida Broadway enredndose con las serpentinas. Publicado en Pgina/12, el 11 de junio de 1991.

CULTURA

Cuando los ngeles vienen marchando El hecho de fundar un diario bien puede incluirse en un postulado de la Ley de Murphy: quien funda un diario no tiene tiempo de escribir en l. A pesar del enunciado cientfico, debo confesar mi asombro cuando me encontr, siete aos ms tarde con los sobres que decan Lanata en el archivo: era una pila bastante alta de sobres de papel madera, con artculos que en su mayora haba olvidado -y en algunos casos haba hecho bien en olvidar. As como la edicin de las tapas fue un trabajo experimental, en la definicin ms underground del trmino, pude darme el lujo de que mis artculos en el diario recorrieran los temas y los estilos ms variados. En siete anos de Pgina/12 fueron, en algn modo, un resumen de lo que haba sido mi carrera profesional hasta convertirme en editor. Volv a ser cronista, redactor, corresponsal, editor de suplemento, rewriter. Contra lo que pudiera pensarse esta especie de reencarnacin profesional no era bien vista por mis colegas de adentro o de afuera. Cmo, siendo Director, poda ir a cubrir una nota? Para qu haca, a la noche, mi programita musical en la Rock and Pop? Cmo osaba escribir ficcin, terreno celosamente vigilado por la Academia que quiz me respetaba pero no me haba dado las llaves de esa puerta? Este artculo y algunos de los que siguen forma parte de ese tiempo. Con la ayuda de Gabriela Esquivada -en aquel momento de veintipocos aos, brillante editora y una de las mejores periodistas del diario- armamos una serie bastante sui generis de separatas de cultura que se publicaron en las ediciones del domingo. Gaby me permiti publicar ah algunas de mis notas. Era un nio cuando la tele anunci la muerte de Dios. Para colmo, aqul fue un programa de bajo rating. Esa misma noche se jugaba la Final de las Grandes Ligas y la imagen acongojada del Papa desde el Vaticano haba pasado casi desapercibida. En su casa de Los Angeles el chico creca con la determinacin de los vegetales, volvindose cada vez ms rubio y saltando con displicencia sobre las pruebas de matemticas. E1 chico gritaba como un cerdo cuando los boletines deViet-Nam interrumpan la emisin de Vaje a las Estrellas. A la noche se tiraba en la cama con los brazos abiertos y el equipo de sonido en punto de saturacin. Aquello era mejor que escuchar el derrumbe de la familia que llegaba del pasillo. Su felicidad tena un empalagoso gusto a menta. E1 chico aprendi a hablar en voz baja, a citar chistes ajenos y a cambiar gentilezas. A1 cabo de unos aos, tambin supo ocultar el desprecio: era cuestin de sonrer con los ojos. Se convirti ms tarde en el hijo preferido del gimnasio, viaj en avin hasta olvidar cul haba sido la primera vez y entr al mismo tiempo a la cocana y a la universidad. Su cuaderno de notas inclua una frase de Nietzsche (';Es mejor cualquier sentido que ninguno") y algunas estadsticas escupidas por la televisin de la boca de una rubia anorgsmica vestida por Donna Karan: hay en el pas un acto de vilencia cada 27 segundos; en Japn aument el nmero de suicidios de los nios entre 5 y 14 aos: fueron 56 en 1975, 100 en 1978 y 256 en 1980. Sentado en la cornisa del siglo, empez a escribir. Era mejor que tirarse, de cualquier modo. En el supermercado Los crticos forcejearon con el gnero hasta encerrarlo en una nueva definicin: dirty realism, minimalismo, realismo sucio. A esa altura los relatos de un grupo de jvenes menores de veinticinco ya estaban en el supermercado: Breat Easton Ellis, Tama Janowitz, Jay Mc Inerney, David Leavitt eran parte de la nueva literatura del hasto.

En el casillero de "Padres Naturales" la crtica, anot a Raymond Carver y a Charles Bukowski. Olvidaron, sin embargo, algunos cercanos parientes en Europa: en La Mujer Zurda, de Peter Handke, ella le pide sin ningn motivo a su esposo que se vaya de casa y la deje sola con su hija. Como buenos discpulos, Leavitt y Ellis cometieron con Carver su deber de traicionar al maestro. Mientras el viejo Ray disfrutaba de su beca de 35 mil al ao escriba sobre los que haban sido definitivamente expulsados de la economa: chicanos, inmigrantes, perdedores en la batalla contra el consumo. Los minimalistas eligieron el camino inverso: una literatura de clase alta, centrada en el infierno familiar y en la paradoja de que todo sea posible: son chicos neurticos, o yuppies, o bohemios con charme. Todos, sin embargo, conservan la mirada del nio que acaba de descubrir a la muerte. Cuando la MTV anunci la salida de Menos que cero, de Easton Ellis, llev la novela a los trescientos mil ejemplares en su primera semana. Con pelo corto, sacos Armani de hilo blanco y cierta mirada ausente, sonren en la solapa de miles de ediciones. Sienten que son quienes llegaron para relatar el final de la fiesta. Ese perezoso momento de la madrugada en que los mozos ordenan las sillas sobre las mesas. Hay continuos e inquietantes aullidos de coyote en la novela de Ellis, e insomnio de miguitas en a cama en los textos de Janowitz. No se trata de alguna cosa que se dej de lado, sino de algo que est, y no pueden responder. Ser la televisin. Ser el miedo. Ser el desayuno. Ser un arma, en las manos de un nio. Ser la conciencia, o los casilleros vacos. Publicado en Pgina/12, el 13 de noviembre de 1988.

William Hurt "Las pelculas son peligrosas" Fue como si sonara un telfono pblico. Y todo el mundo sabe que los telfonos pblicos no suenan, o suenan slo en las series policiales. -William Hurt quiere verlo maana -dijo la voz, cuando son el telfono de mi escritorio. Era un error. Yo mismo haba derivado una llamada de la agente de Hurt a Adriana Schettini o Mara Nuez, dos semanas atrs, para combinar una entrevista. -No -insisti la voz-. Quiere una entrevista fuera de las combinadas por la produccin. Desde el sbado a la noche el destino se encarg de tender pequeas trampas: empezaron a lloverme cientos de ancdotas sobre Hurt, que llevaba varios meses en Buenos Aires y sobre el que no haba odo una palabra. -Est loco -me dijeron-. Tiene delirio mstico, y una extraa obsesin por la limpieza. Pide que revisen el piso del set cuando tiene que tirarse. -Una vez encontr un vidrio en el piso, y pute al asistente de produccin y le hizo un tajo 4 la mano con la astilla. -Es un enfermo. Muere de amor por un perrito que lleva a todos lados. -No da notas. No dio ninguna nota. Habl rato con Clarn y eso fue todo. Odia a los periodistas y a los fotgrafos. -Antes de llegar mand un fax a la produccin. En cada lnea peda que todo estuviera limpio. Clean, deca todo el tiempo, clean. -Est peleado a muerte con Puenzo. No se hablan fuera del set. "Slo quiere a su perro. Es el hincha pelotas ms grande del siglo. Hurt es la peste!", deca titular de la revista La Urraca tirado sobre mi escritorio, cuando son el telfono pblico.

-A las cuatro le parece bien? -dud. -S, est bien. Colgu el telfono pensando en lo bueno de dirigir un diario: no necesitaba a Hurt, no era crtico de espectculos, ni productor, ni actor de reparto ni boletero de cine. Si todo lo que decan era cierto, poda mandar a la mierda a aquella estrella cine con su perrito. Un da despus, a las ocho de la noche del mircoles, William Hurt me tendi la mano y dijo ce disculpndose: -Yo nunca llamo a nadie. Llevbamos cuatro horas de charla en un b de la Avenida del Libertador, y Hurt haba hablado hasta la exasperacin. Quiero decir: un monje rompiendo su voto de silencio, o un loco, o un signo pregunta, o un actor al terminar un rodaje. De cualquier modo era triste que no pudiera discar el telfno de nadie. -Fotos? -se extra Dolores, llevndose la mano a la boca para evitar que se escaparan sus pensamientos. Despus la asistente de William Hurt se hundi en un silln y mantuvo un largo silencio. Mir equipo de Martelotti. Prendi un cigarrillo y volvi a mirarlo. -No va a querer -dijo Lise, otra de las asistentes. Martelotti corri su bolso con las cmaras casi debajo del silln. -No es indispensable-expliqu. -Ya debe estar por llegar -dijo Dolores mirando el reloj: eran las cuatro y cinco. -Es ms que nada para tomar una foto de ambiente -invent Martelotti. -Que l lo decida-dijo Lise. -S, que l lo decida-dijo Dolores, y volvi a mirar el bolso. Yo me preguntaba si Hurt bajara con su perrito. Estbamos en la planta baja de un edificio de Libertador, construido sobre inmensos jardines, sentados en una especie de lobby. Cualquiera de estos departamentos vale medio milln de dlares. Verde, ventanales y lobby envasado al vaco: una confortable irrealidad. Durante los siguientes quince minutos, la conversacin volvi una y otra vez a las fotografas: -No, no le gusta. -S, su opinin sobre este tema es muy particular. -Podemos decrselo despus de la nota. -No, va a predisponerse mal. -Es mejor decrselo antes. -S, que lo decida l. -Pero antes. -S, claro, antes. Hurt entr al lobby a las cuatro y veinte, dar do pasos apurados de corredor de Bolsa. Se disculp por la demora al menos tres veces. Sobre las fotos fue tajante: -No. Sin fotos. Volvi a disculparse por el retraso. -La imagen engaa -dijo camino a un bar vecino al edificio. Lo nico que importa son las palabras. No traa a su perrito. Apenas se sent comenz a hablar. Es lo que quera hacer. Retomaba una conversacin iniciada hace aos; es difcil saber si conmigo, con l o con nadie. -Me tomo mi trabajo en serio. Trabaj seria mente durante mucho tiempo. Pero casi todos tienen una tendencia a estereotiparme, y eso hace ms difcil una verdadera conversacin. La gente dice que quiere saber sobre mi trabajo, pero no es as La mayora de la gente es muy poco profesional. -Tuvo problemas con esa falta de profesionalismo durante la filmacin de La peste?

-Tuve algunos problemas. Ninguna pelcula e fcil de filmar. Pero no quiero tener peleas en pblico: no es divertido y, por otro lado, hay gente que disfruta viendo peleas ajenas. Prefiero no exponerme a eso. Cuando llegu no hablaba ni una palabra de castellano, y me llev meses aprender lo bsico; eso hace todo mas difcil. Quin est diciendo la verdad? Qu quiere decir? Todos tienen algn secreto. No digo que esto pase slo aqu, mi cultura tambin es la misma. Pero all conozco esos secretos y trato de mantener una relacin honesta con ellos. William Hurt tiene barba, camisa a rayas y buzo gris. Su mirada ir cambiando en las prximas cuatro horas. A veces sus ojos actan, otras piden. -Da la impresin de estar defendindose. -Me imagino que estoy defendindome. Estuve muy nervioso durante todo este tiempo en Buenos Aires. No se puede estar seguro de lo que dicen, especialmente cuando hablan sobre poltica o sobre la sociedad. Por eso siempre estoy nervioso: observo quien me va a usar y para qu. -Ley E1 extranjero? -Seguro. -Es usted un extranjero? -S, lo soy. En un sentido poltico, lo soy. Absolutamente. Tambin me siento un extranjero en los Estados Unidos. Pero creo que ser definido en trminos polares no alcanza, no es suficiente. Slo puedo tener una relacin polar con las cosas vivas. Me gusta una planta, me parece que es un milagro, pero eso no me convierte en republicano. La poltica es polar, es una relacin slo bidimensional. Pero la mayor parte de la vida es tridimensional o de cuatro o cinco dimensiones. -Cuntas dimensiones tiene el cine? -Tantas como pongas en l. E1 problema es que la mayora de las veces el cine es slo un reflejo, las pelculas son slo imgenes y a la gente no le pasa nada. La gente vive una relacin con la realidad, que es la imagen de una imagen, y de otra imagen. Los cerebros se convierten en tubos de televisin. Una imagen debera profundizar la comprensin sobre la realidad y liberarte, pero en lugar de liberarse la gente se queda atrapada en la imagen. Muchas pelculas slo sirven para aumentar el control social. - Qu pasa durante un rodaje cuando sus compaeros tienen una visin de la realidad muy enfrentada con la suya? -Me gusta la gente que trabaja, pero no lo que controlan a los que trabajan. Quiero trabajar y no me siento cmodo cuando alguien me clava la mirada. Me dicen: "Sos un actor, no te gusta que te miren?" Y contesto: "No, se no soy yo' Si un director me dice: "En este momento quiero que el pblico sienta de tal modo", s que mi filosofa del arte y la suya son diametralmente opuestas. En ese momento el director es mi enemigo, porque no deja que nadie sienta o piense lo que quiera. Me est diciendo que haga algo con mi cara para que una chica sienta de tal o cual manera. -Trabajar as es tenderle una trampa a la gente ? -Es ms que nada tener una visin limitada de la realidad. Un director no debera decir nada sobre actitudes, o emociones, o pensamientos. Debera decir: "Este guin que filmamos contiene preguntas que nos interesan a todos". Si yo conociera las respuestas a esas preguntas, no estara filmando. Piense en Chjov: saba mas que nadie sobre las dudas del alma, lo que hizo fue no nombrarlas. Nombrarlas es fcil, hasta Coca-Cola puede hacerlo. Sobreproducir algo para que la gente diga "Gastaron mucha plata en esta pelcula", es una trampa. Fui al cine, pagu mis cinco dlares y ni siquiera fui tratado como un ser humano. Lo que trato de hacer con mi carrera es el sueo de todos: intento llevar calidad a una pelcula popular. Esta es mi ambicin, yo soy mucho mas ambicioso que idealista; y para eso es necesario, fundamentalmente, un buen guin. E1 guin es lo nico que garantiza una verdadera confrontacin de ideas,

o emociones. Pero debe formular una pregunta real, y debe hacerlo con tica. Hay que sentirse seguro al final del da. -De qu cosas est seguro? -Voy a dar un ejemplo: los ensayos son peligrosos para la gente que no sabe lo que hace, porque lo que uno hace en un ensayo es ir ms all de su capacidad. La nica forma de estar a salvo en un ensayo es tener un buen control sobre la tcnica. No puede ser confundido con un juego, no es para que alguien se masturbe emocionalmente. Lo que est involucrado en un ensayo es la catarsis, no la terapia. Esa catarsis artstica slo se ve como necesaria en los pases europeos. En los Estados Unidos es muy difcil encontrar a alguien que entienda la nocin clsica de comedia y tragedia. Lo que llaman comedia es slo cmico, o peor, es burla. Y confunden la tragedia, no le encuentran sentido. Aunque esto debe suceder en muchos pases. All tenemos los autos y los televisores, y ac estar la culpa, el orgullo catlico y el macho. -Es curioso: sus opiniones no son populares en Estados Unidos, pero usted s. -Tal vez haya cometido algn error. No lo s. Tal vez se relacione con el estereotipo: mido uno noventa, soy rubio y tengo ojos celestes. -Alguna vez fue ms all de su personaje ? -Muy poca gente te da la oportunidad de crear un personaje. En el set se construye todo, planean todo, pero no te dejan tiempo para crear un personaje. No es que le teman a los actores, sino que temen perder el control sobre la imagen. Trabajan como si nada hubiera nacido o vivido antes que ellos. Hay directores que trabajan viendo al personaje a travs de un monitor. En realidad para hacer una buena pelcula necesitaran un par de buenos largavistas. El buzo gris tiene dos manchas a la altura del estmago. Hurt se ayuda con las manos para apoyar sus argumentos, y usa todos los objetos que lo rodean: una taza de caf, servilletas, el marco de la ventana. Una familia coreana nos mira a travs del vidrio que separa las mesas de la vereda. Uno de los chicos se para sobre la silla y hace moneras. Los dos lo miramos. -Est enganchado -dice Hurt. En realidad, hace ms de una hora que dej de sospechar: ya no s si acta. -Estas no son pocas para ser actor -me dice-. Cuando piensan en actores se imaginan tipos patolgicamente inseguros o, a lo sumo, en buenos mentirosos. En mi pas ni siquiera nos llaman artistas. Aqu firms un contrato que menciona la obligacin de ensayar, y no ensayan. No tens tampoco la oportunidad de sentarte con el resto de los actores para ver qu piensan de sus personajes. Entonces todos empiezan a sacar conejos de la galera, todos se desesperan pensando "Necesito este trabajo". E1 noventa y cinco por ciento de la escena est muerta antes de empezar. -Est cansado? -S, pero tengo una defensa: un da de diez horas de trabajo. La gente trabaja doce, trece, dieciocho horas por da. Lo que diferencia a un buen actor de un mal actor son ocho horas de sueo. Cmo puedo saber algo sobre la vida de los dems si me olvido de la ma? Woody Allen no trabaja ms de diez horas y su concentracin es genial. -Qu cosas cree que perdi? -Perd mucho cuando tomaba. Perd ms de lo que mucha gente querra saber. No perd la inocencia, creo que mi inocencia es mayor ahora que antes. No digo inocencia como algo naive, uno nace naive y la inocencia es algo que se gana, que hay que pelear y que lleva trabajo. E1 da antes de morir me gustara ser inocente. Perd mucho pero tambin trabaj mucho, aunque trabaj con gente que slo quiere "llegar". Yo no quiero llegar, slo quiero estar ac. -Se siente libre? -No como actor. La libertad para un actor es poder trabajar sin preconceptos. Las estrellas de cine no son libres. Si uno lograra la suficiente fe para empezar de cero, sera ms libre. Para eso slo hay que pararse frente a un

ensayo diciendo: "Yo no s". En ese momento uno puede preguntarse: Realmente vamos a trabajar? Voy a tener la oportunidad de hacer algo que nunca hice antes, y no de que me paguen por algo que ya hice? - Cuntas veces y a qu cosas dijo que no ? -Ahora digo que no cada diez minutos. Dije que no a proyectos, a gente y a m mismo. Durante aos le dije que no a mi crecimiento, y que s a la indulgencia con la que me vea. Crea en los excesos, pero eso no es una excusa para la autodestruccin. -Alguna vez pens que las pelculas podan destruirlo ? -S. Mucho antes de comenzar a filmar. En los aos en que pensaba que nunca iba a poder filmar una pelcula. Pensaba que las pelculas eran peligrosas. -Por qu lo hizo, entonces? -Todava no lo s. -Cree que puede sobrevivir al mundo del cine ? -No puedo hacerlo solo. Necesito ayuda. A1guna vez pens que poda hacerlo solo, pero yo olvido, y no es conveniente olvidar. Uno debe perdonar, pero olvidar es terrible. Le pregunto por la pila de doscientas hojas abrochadas con un clip dorado. No, no es un nuevo guin. -Es un diario de filmacin. Lo escrib en estos meses. Lo hago para no olvidarme, en unos aos, de lo que pas en Argentina. Eran las ocho y diez. Apagu el grabador y llam al mozo. Fue en ese momento cuando William Hurt se disculp: -Yo nunca llamo a nadie -dijo. Unos segundos despus nos despedimos y agreg: -Take it easy. A1 otro da se fue de Buenos Aires, hacia otrc telfono que casi no usa, pero que no para de sonar

Publicado en Pgina/12 el 1 7de noviembre de 1991.

Grondona sobre los sofistas y la tortura La decisin de Sofi Compart programas de televisin, encuentros, debates pblicos, cenas privadas, reportajes y discusiones con Mariano Grondona. Ninguna de ellas fue en vano: siempre aprend alguna cosa, o me cuestion otras. Como conductor de un programa poltico, compito con su programa poltico; frente a las planillas del rating, nuestra produccin festeja cuando Da D es el primer programa poltico del pas, lo que significa que Hora Clave es el segundo, e imagino que la produccin de Grondona festejar tambin cuando son ellos los primeros y nosotros los que venimos detrs. Si algo le faltaba a mi relacin con Grondona, ahora lo adquiri: la incmoda tensin de la competencia. Nuestra discusin central -y eterna- proviene de lo que Grondona presenta como debate durante su programa y de su concepto de noticia. Obviedades: los periodistas informamos sobre los hechos, desarrollamos tcnicas (la investigacin, el reportaje, el chequeo de fuentes) para acercarnos al hecho y poder informarlo aproximndonos lo ms posible a la utpica objetividad . A1 informar, el periodista asume, obviamente, que los hechos existieron. Durante el desarrollo de todo ese proceso lo que entendemos por ideologa en un sentido primario no tiene por qu intervenir: los hechos no son de izquierda ni de derecha, son hechos. Nadie podra imaginarse una discusin entre Adolf Hitler y Simon Wiesenthal sobre los campos de concentracin. Todos damos por sentado que los campos existieron, y es obvio que Hitler dira que no.

Grondona presenta, en mi opinin, un falso concepto de debate, donde lo que termina por desaparecer son los hechos. Llevado al extremo, si Hora Clave fuera un noticiero nunca llegara a salir al aire. Imagnense el pronstico del tiempo: -Maana va a llover -dice el meteorlogo. -No, yo creo que no -dice otro meteorlogo que asisti a debatir. Una interpretacin malintencionada -y no creo de ningn modo que sea ste el caso- dira que la mejor manera de no tomar partido es diluir los hechos en un debate. Puede presentarse a Massera sin informar antes de qu cosas es culpable? Puede sentarse a la misma mesa a un torturador con su torturado? Qu otra cosa podra hacer el torturador sino negar el hecho que se le imputa? Pero, entonces, qu podran debatir? E1 sentido de la dictadura, la demanda civil de orden, los supuestos excesos , la complicidad de los polticos y de los periodistas, etc., etc. Podran debatir conceptos. En trminos intelectuales, reconforta saber que Grondona es un buen adversario y que esta discusin que nos lleva ya algunos aos no ha sido ni ser una discusin vaca. Tambin me toc, junto a Grondona, advertir la importancia de los pequeos gestos en la televisin. Cuando en una de las primeras emisiones de Da D le pregunt, durante una entrevista, si respetaba a Neustadt, Grondona, sorprendido, tard cuatro segundos en responder. Volv a ver esa escena varias veces: el valor del silencio frente a una cmara es atroz, ninguna respuesta posterior lo puede enmascarar. Ojal los aos siguientes sean tambin aos de discusin, competencia, respeto y acuerdo con Grondona; no puedo decir lo mismo de mucha otra gente. La semana pasada usted cerr su programa Con un planteo que caus indignacin y fue -en mi opinin- un sofisma. Se pregunt si torturar o no a una persona que saba donde estaba una bomba a punto de estallar. -Se me indignaron bastante por eso, s. Por eso y porque dije que no me importaba que los estudiantes fueran en calzoncillos a las clases. Todo el mundo tom literalmente que yo haba querido decir calzoncillos, cuando lo que se discuta era si podan ir con el pelo largo o corto. Lo que importa es que estudien. -Haciendo abstraccin de los calzoncillos, por qu no me cuenta que quiso decir respeto de la tortura? -En verdad es un argumento que se usa normalmente en las discusiones sobre filosofa moral: usted extrema el planteo y muestra el carcter inseguro que tienen las normas morales. Si usted lleva a situaciones extremas los problemas de principios, casi le dira que no hay excepciones para cualquier regla. Yo quise marcar el carcter discutible de todo. Todo es discutible. Ac hay un choque entre dos tendencias morales: la deontolgica o principista de Kant "que se haga justicia aunque perezca el mundo", que apoyara el no torturar en el caso del tipo que tiene una bomba y puede destruir Buenos Aires; y por otro lado estn todos los consecuencialistas, que plantean una moral de la responsabilidad: son los que diran, en un caso extremo, a este tipo lo torturo y salvo a la ciudad. -Puesta en un extremo, la teora de la tortura podra reemplazarse por cualquier otra. Frente a la hiptesis de "Hago tal cosa o estalla el mundo", cualquier conducta sera posible... -Y, s, prcticamente, s... -No entiendo entonces a qu quera llegar. -Yo quera plantear un tema que ya plante en la poca del terrorismo: en condiciones ideales sin duda no hay que torturar, hay que respetar la ley. E1 problema se da cuando las condiciones no son ideales. Lo que se plantea en

Pilar es que, como est hoy la Polica, tiene ms que nada personajes tipo Patti, que estn en el borde, en la frontera de la... -Ilegalidad. -... de la transgresin para reprimir a los ilegales, y en el otro extremo estn los tipos que en el fondo son ilegales o complacientes. En esa situacin la opcin es mucho ms dramtica: eso fue lo que nos pas en el '75 o '76... En ese momento yo escrib en una revista americana un artculo preguntando qu pasaba frente a la subseguridad, qu pasaba cuando los engranajes policiales o judiciales no rendan seguridad. La moral, para m, es desgarradora. Los utilitaristas hablan de buscar el bien del mayor nmero y yo doy este ejemplo: hay cinco chicos ahogndose en el mar y uno es su hijo. Usted puede salvar a cuatro o salvar a su hijo. A quin salva? -La pregunta ah sera: usted tiene la posibilidad de salvar a todos ? Cmo sabe que no la tiene si no lo intent? -Si estoy en subseguridad, supongo que no puedo salvar a todos. -Para la ley, si evitara salvar a todos, tendra responsabilidad... -Claro. Pero con independencia del tema, yo quiero suscitar la discusin de la escasez de recursos humanos de la polica. Si tuviramos polica de buen nivel, con estudios, bien paga, estaramos en otro pas... -Claro, pero hasta que se llega a eso, qu se hace? Se tortura a los detenidos? -Qu se hace? Qu se hace? -Yo le pido una respuesta, no una pregunta. (Silencio.)Yo creo que.. . primero habra que... (Sonre.) Ahora me pide que le d la solucin... Yo planteo el problema, no tengo la solucin. -Usted es un poltico, no slo un periodista... -Primero habra que pensar, en largo plazo, en otra clase de polica, con otros recursos financieros y humanos. -A largo plazo todos buscamos la felicidad. El problema es cmo hacemos para llegar a ella. -Yo creo que si a Patti se le prueba que tortur, que infringi la ley, tiene que pagar. Ahora, al lado de eso, usted tiene a mucha gente que dice "Patti va preso y los delincuentes a los que Patti persigue estn en libertad". De modo que... no hay solucin satisfactoria. La misma teora de la subseguridad plantea que nunca hay una solucin satisfactoria. Creo que en ese caso slo podra apelarse al estado de necesidad: yo, al que va a poner una bomba, lo torturo; pero no torturo a un tipo porque viol a una seora en Tortugas. -Y cmo maneja ese lmite? -Es muy difcil saberlo. Fjese, otro caso interesantsimo es el de Saddam. E1 Herald Tribune lanz una discusin sobre el tiranicidio: matarlo a Saddam es un crimen, pero si lo mato evito que mueran miles de personas... - Usted lo hubiera matado a Videla? -(Silencio.) No, a Videla no lo hubiera matado. -Hubiera evitado la muerte de treinta mil personas... -Bueno, pero Videla a su vez evitaba que se murieran otros, no? Ah moran de los dos lados. E1 problema es que las zonas del estado de necesidad son subjetivas. E1 mismo razonamiento se podra hacer con Hiroshima: se perdieron vidas para salvar otras y no prolongar la guerra. -El problema del argumento "Hago tal cosa para salvar a la Humanidad " es su generalizacin, y su falacia implcita. Si se plantea esto frente a una sociedad que ha mirado con abulia a la tortura, no es estimular que la siga aceptando? -A1 contrario, yo quiero que se debata. Es cierto que yo a veces me engancho con planteos universitarios que... son divertidos para discutir en el pizarrn. Lo que ocurre es que en el fondo se demuestra que hay dos morales. -S, pero hay dos morales para un solo tipo de hechos.... -En el Olimpo los Dioses peleaban, no estaba en armona. Ante el planteo de las dos morales yo soy un principista, y creo que la moral es principista.

- Usted es catlico? -S. Ahora: le estoy hablando de estados de necesidad absolutos. La gente de Pilar lo vivi as. Tampoco s si Patti es culpable o no. -Podemos pensar que hay elementos a favor porque est procesado... -Es sospechoso. -Habra que torturarlo a Patti para que confesara? Para que dijese si tortur o no? -Yo creo que no. Salvo que estuviera la ciudad de Buenos Aires en cuestin, no? -Qu garanta tienen los que avalan a Patti con una marcha en Pilar, que no podran ser torturados por l ? -Ninguna, claro. Aparte, yo creo que en el grupo de Patti hay un poco de mesianismo. Me dicen que es una especie de Seineldn de la polica. -En el '76 la mayora de la sociedad estuvo dispuesta a aceptar algunos, deslices, para reprimir al terrorismo. Usted aceptaba esa visin ? -No. No lo aceptaba pero estaba un poco en la posicin de ahora, preguntndome como observador. Lo que la gente hizo fue ms bien no mirar, no enterarse; y otros decan "Yo no estoy de acuerdo", pero dejaban hacer. Hubo un gran cinismo colectivo. A m me secuestraron una horas en el '77, un grupo de las Tres A. En ese episodio me di cuenta de que los tipos estaban terriblemente resentidos contra esa sociedad que defendan. Los estaban usando. -Lo de "Nadie saba " suena un poco a ficcin. Digamos "Nadie quera saber". -S, es cierto. E1 trabajo sucio lo haca alguien. -Y por qu usted no quera saber? -Cmo? -Por qu usted no quera saber? -Era una situacin, un dilema... - O saba... ? -No, yo no saba, concretamente. -Grondona... -E1 grado de detalle que vino despus no lo saba. Yo saba que haba lneas duras y lneas blandas en el Ejrcito. Videla no era lnea dura. -En eso usted coincida con el Partido Comunista... -Ellos dicen lo mismo? -Ellos dijeron lo mismo. -Es que era as: Videla o Viola eran la gente moderada. -Por qu usted no quera saber? -Yo tena la sensacin de guerra civil: mataban de los dos lados. Lo que debe haber pasado en la Espaa del '36; supongo que usted y yo, finalmente, hubiramos estado en trincheras opuestas. -Es probable. -Lo horrible es cuando no hay ms que trincheras. - Cunto tiempo estuvo secuestrado? -Unas diez horas. - Cmo fue? -Yo estaba con mi mujer. Era un domingo. Nos pusieron capuchas y nos llevaron a un lugar. Acababan de morir los palotinos, y el grupo que secuestr y se atribuy la muerte de los sacerdotes palotinos me pidi dos cosas: primero que contara el episodio y segundo que viera a los obispos y les dijera de parte de ellos que si no limpiaban a los curas tercermundistas esas cosas iban a seguir pasando. - Y lo hizo ? -S, cuando sal de all habl con la prensa y luego vi a Po Laghi y a Monseor Tortolo y le cont. -Durante el secuestro, tuvo miedo de que lo torturaran ? -No, era ms un secuestro, iban a pedirme algo. - Usted estuvo de acuerdo con la Ley de Obediencia Debida? -No, fue un mamarracho jurdico.

-Qu hubiera hecho? -Nunca tuve una opinin categrica sobre el tema. -Sobre el indulto? -Yo ms bien me opuse. -Por qu durante la dictadura nunca dijo todo esto frente a una cmara ? -Yo lo dije. Lo que pasa es que no hice campaa. Reconozco que no tengo una pasin por el tema. -Por qu? -Bueno, es un tema muy desgarrante. -Usted est de acuerdo con que el Estado defienda la vida de los habitantes... -Por supuesto. -Por qu no hacer una campaa cuando el Estado reprime indiscriminadamente? -Yo tena mucha menos prensa que ahora. -Se imagin despus de su secuestro que poda volver a encontrarse con sus secuestradores por la calle? -S, y ms porque todo fue a cara descubierta. Pero nunca ms me molestaron. Publicado en Pgina/12 el 14 de octubre de 1990.

Agosto 25, 1984 "Good morning, heartache. You're here again to stay" Billie Holliday Busc a tientas el reloj pulsera en la mesa de luz. Eran las dos y media, y tena ambas piernas dormidas. Se qued en la cama, tieso, haciendo slo pequeos movimientos hasta que su sangre volvi a correr. Camin rengueando hasta la pila de hojas que se ordenaba en el necessaire, debajo del espejo. Tom la primera hoja, que slo contena una frase escrita en lpiz: "Haba flores en todas partes, masas de lilas de invierno, claveles y rosas de lavanda. Libros de hermoso encuadernado cubran la sala de estar..." Ese prrafo estaba atorado desde la maana. Volvi a leerlo, pero esta vez en voz alta y aflautada, declamndolo como un mal actor de reparto. Despus hizo un bollo con la hoja y la tir. Tena calor. Siempre era igual cuando se peleaba con una novela; la historia molestndole en el cuerpo, sin decidirse a salir; la culpa de no poder sacarla; la absoluta conviccin de sentirse un farsante, un hacedor de muecas que ya nunca ms iba a escribir una palabra. Olvidaba todo aquello de inmediato cuando porque s, en el momento menos indicado, se deslizaba por las palabras como por el agua. El reloj de la planta baja dio tres campanadas. Se puso primero el pantaln y luego la camisa. Dio el ltimo sorbo tibio a una botella de Bertani Soave, 1961, y sali del dormitorio. -Una mala noche, eso es todo -se dijo mientras bajaba las escaleras hacia el jardn. Los escalones chirriaron y el perro se acerc a saludarlo y pens entonces que ya haba hecho suficiente ruido como para que Joanne Carson se despertara. Pas algunos segundos congelado en medio del living en penumbras, donde slo adverta su respiracin y los ladridos cada vez ms lejanos de un perro vecino. Los de la casa seguan durmiendo. Abri uno de los ventanales entornados y sali hacia la piscina sintiendo bajo sus pies el pasto hmedo de la madrugada de Bel-Air. En los extremos del jardn, dos enormes reflectores interrogaban el silencio del agua quieta. El aire puro le hizo toser. Sac un pastillero del bolsillo de la camisa; tom dos Phenobarbital, dos grageas de Dilatn y un sorbo de Bertani.

Luego fue a recostarse a las hamacas. El roco le humedeci la espalda y l comenz a balancearse solo, en medio de aquel jardn enorme, como si aguardara una cita furtiva. Pens -como tantas otras noches- que dormir ya no tena sentido. E1 30 de septiembre iba a cumplir sesenta aos. Esperara esa fecha en Los Angeles, en esta casa, en este jardn, en esta reposera de los Carson. Sesenta aos. Un truco idiota de la memoria le record aquella noche en la que Oscar Wilde no pudo dormir, y esper la madrugada encerrado en su cuarto del Cadogan Hotel, dando vueltas en crculo como un tigre en su jaula. E1 mismo haba dicho o escrito que Oscar, aquella noche, esper el momento en que su vida y su destino iban a unirse. Wilde poda salir de aquel cuarto y escapar esa misma noche a Pars. Pero Wilde tambin poda no hacer nada, o simplemente esperar la llegada de la polica a la maana siguiente, y terminar en la prisin donde escribira la Balada de la Crcel Reading. Dio el ltimo y asqueroso sorbo tibio del Bertani pensando que estaba demasiado viejo como para creer en eso: nadie busca su destino, sino que es arrastrado por l. Aquella historia estaba bien para seducir chicos de los cursos de Historia del Arte, pero ya era lo bastante tarde como para saber que la Balada y la crcel se le impusieron a Wilde como se le impuso el cuerpo de Lord Bossie Douglas, tenso como el de una pantera. No pudo brindar por Bossie, la botella de Bertani estaba tibia y seca y la lanz con fuerza hacia el lado oscuro del jardn. E1 escape de un moto y luego algunas risas, ms cercanas, lo expulsaron del jardn. Subi de dos en dos los escalones hacia su dormitorio y cerr la puerta agitado y con la camisa desabrochada. La tos lo asalt en la cama, y se dobl entre convulsiones. Cuando sinti que un chorro de ardor iba a recorrerle el cuerpo se prepar para soportar un ataque. Treinta, o cuarenta segundos de epilepsia. Los terribles segundos de siempre. Acomod los brazos al lado del cuerpo y junt las piernas. Tuvo miedo. Sinti que la electricidad no iba a detenerse. No record su arroyo en Alabama, ni la voz de Billie Holliday; slo poda pensar en Jack. Recorri cada detalle del rostro de Jack Dunphy, pens que lo quera y que sera irremediablemente imbcil no poder volver a verlo. Despus muri. A las 9.23 de la maana Joanne Carson subi las escaleras hasta el dormitorio de las visitas. Abri la puerta mientras hablaba sin parar del maravilloso sol de aquel 5 de agosto. -Truman -lo llam. -Tru -insisti. Despus dio un grito y baj a avisar. Publicado en Pgina/12, el 25 de octubre de 1987.

Hemingway Un vaso de agua fresca El joven que ese medioda de 1917 se despeda de su padre en la estacin de Oak Park con destino a Kansas City, slo llevaba un pasaje de ida en la mano izquierda. Haca algunas semanas que su pas haba entrado en la guerra y l no logr enrolarse: iba a desarrollar entonces su propia guerra particular. Llevaba la direccin del to Tyler, algunos ejemplares del Chicago Tribune, recortes subrayados de Ring Lardner y el propsito de ingresar a la planta de redactores del Kansas City Star.

E1 tren solt un largo silbido de pava y los cuerpos de padre e hijo se endurecieron. E1 Dr. Clarence E. Hemingway dej escapar una triste sonrisa, Ernest lo abraz y salt al vagn. "Se sinti mucho ms viejo que su padre, y tan apenado por l que apenas poda soportarlo." (Por quien doblan las campanas) Kansas tena la marca de haber sido una ciudad de frontera: la ley era una excusa de los tipos de corbata, y la violencia el camino ms corto hacia el respeto. Todos juraban que C. G. Wellington, el editor del Star, tiraba las mquinas de escribir por la ventana, pero Ernest Hemingway nunca pudo verlo. Estaba ms tiempo en la calle que en la redaccin, y llegaba sobre el cierre para terminar su crnica sin firma. Su pelea contra las reglas del Star se anotaba en bollos de papel que terminaban en el cesto: "Frases cortas. Ingls vigoroso. Escriba en positivo, no en negativo. Si usa argot, que sea reciente. Tiene prohibidos los adjetivos extravagantes como esplndido, magnfico, grande, suntuoso. A lo sumo indique cuando una herida es leve o peligrosa. Cada oracin debe tener un verbo. Cada crnica debe tener un lado en el que se narre una historia." -Escucharon a alguien hablar as? -gritaba Wellington ante un dilogo artificial. -Ninguna de esas tonteras tipo flujo de conciencia, ni simular ser un obtuso observador en un prrafo para convertirse en un Dios todopoderoso en el siguiente. En una palabra: escribir sin trucos. En el City Hospital escuch la historia de aquel tipo que, como Orgenes, el padre de la Iglesia, se haba castrado por amor a Dios. Mucho despus la transform en relato: "Dios les preserve la alegra, caballeros". En 12th Street, la calle de las putas, busc datos sobre los bastidores del poder; detrs de las ambulancias, o en los patrulleros de la Cuarta Estacin de Polica, descubri que ninguna historia era pequea. No hay malas historias, hay malos periodistas. E1 chico de 17 aos que minti en su edad para entrar a la redaccin anotaba, como un testigo, en una pequea libreta de bolsillo. "Yo trataba de aprender en Kansas, hacia 1920, las cosas inadvertidas que constituyen las emociones, como la manera que tena un outfielder de tirar su guante sin volver la cabeza para ver donde caa, el crujido de la resina bajo las zapatillas de un boxeador en el gimnasio, el color gris de la piel de Jack Blackburn cuando terminaba su entrenamiento y otras cosas que yo anotaba como un pintor cuando hace sus bocetos." (De un reportaje hecho por George Plimpton.) Ganaba quince dlares a la semana y la realidad estaba ah para ser tomada como un vaso de agua fresca. Un ao despus se enrol como voluntario en el Ejrcito italiano y sufri la metamorfosis de autor a personaje: hubo balas que le silbaron en el odo, otras que se le incrustaron en la pierna, hubo un amor de hospital y el regreso a casa cargado de medallas. Firm como Hemingstein las cartas a sus amigos de Illinois. "Soy el ms grande les grit en cada posdata-, el ms valiente, el gran Hemingstein que vuelve". Toda su produccin literaria se perdi dentro de una valija en la estacin de Lyon: 18 cuentos, una novela y 30 poesas. Treinta y tres aos despus, cuando acababa de ganar el Premio Nobel, 106 equipajes le dieron una segunda oportunidad: una valija lo encontr a l. Fueron, en realidad, dos bales, que esperaban desde 1928 en el stano del Hotel Ritz, en Pars: haba cientos de manuscritos, crnicas y reportajes de los viejos tiempos "cuando ramos pobres y felices". Entre una y otra valija escribi la obra que abri la puerta de los diccionarios: Adis a las a mas, Fiesta, Muerte en la tarde, Por quien doblan las campanas, El viejo y el mar.

La segunda valija sirvi para su novela pstuma: Pars era una fiesta. Entre olvidos y estaciones de tren abomin del periodismo, al que siempre volva como a un re fro mal curado. Fue corresponsal del Toronto Stz en Europa, escribi decenas de crnicas de guerra y de toros para Esquire y Life. Esto escribi sobre el periodismo: "En el Star uno estaba obligado a aprender escribir una oracin enunciativa sencilla. Eso es til para cualquiera. El trabajo periodstico no le har dao a un escritor joven, y podr ayudarlo si lo abandona a tiempo. Este es uno de los lugares comunes ms manoseados y me disculpo por incurrir en Pero si a uno le hacen preguntas viejas y trillada se corre el peligro de recibir respuestas viejas y trilladas. Creo que el periodismo, cuando se llega cierto punto, puede ser una especie de autodestruccin cotidiana para un escritor serio". Esto escribi sobre la literatura: "Hay que hallar las causas de la emocin. Entonces se toma nota de ellas sin olvidar ningn de talle con el fin de que el lector lo viva y le cause la misma emocin que le caus a usted. Trate de meterse en la cabeza de otra gente. Si Carlos echa pestes contra Juan, reflexione acerca de los puntos de vista que ambos tienen. No se limite a establecer quin tiene razn. Las cosas son como son, y no como deben ser. No debe censurar, sino comprender. Cuando las personas hablen, escuche atentamente. No piense en lo que usted va a decir: la mayor parte de nosotros no escuchamos nunca, ni tampoco observamos. Piense continuamente en los dems". Crey en la salvacin individual y soport durante aos las crticas frvolas de la izquierda: en plena Depresin cazaba leones salvajes o relataba corridas de toros. Estuvo en la Guerra Civil Espaola del lado justo, pero tambin critic a la Repblica cuando se encaram brevemente en el gobierno. Fue odiado por la izquierda norteamericana y ledo con fanatismo por los soviticos. Anthony Burgess estaba en Leningrado el 2 de julio de 1961 cuando Ernest Hemingway, descalzo, se peg un tiro en su casa de Ketchum, Idaho. Las empleadas del Hotel Astoria, rusas gordas, rubias y de delantal, lloraron desconsoladas: -Todas estbamos enamoradas de Yernyest Gyemingway... La Habana fue su tercer hogar despus de Pars y cuando volvi, un ao despus de iniciada la Revolucin, un periodista le pregunt en el aeropuerto su impresin sobre Fidel: -Vamos a ganar-le dijo Pap Hemingway en espaol-. Nosotros, los cubanos, vamos a ganar. Rodolfo Walsh record aquella nota como la ms corta de su vida. Por ltimo Hemingway le dijo: -I'm not a yankee, you know. Ley hasta su ltimo ao de vida, empecinado en pelear contra sus crneas que se secaban irremediablemente. En sus meses finales slo poda distinguir una vieja edicin americana de Tom Sawyer con grandes cuerpos de imprenta. Hemingway relea con estrictos fines medicinales: Shakespeare un par de veces al ao, Twain cada dos o tres aos, Conrad no ms de cinco veces en la vida. Su vademecum saba que algunos libros contienen demasiada vida. "La mayora de las personas que conozco convienen en que Conrad es un mal escritor, y reconocen el mrito literario de T. S. Eliot. Si yo supiera que triturando al seor Eliot hasta reducirlo a polvo fino y seco, y espolvoreando con l la sepultura de Conrad, ste se levantara de pronto, molesto por este forzado retorno, y volvera a escribir, maana mismo saldra para Londres con una mquina de picar carne." (En Transatlantic Review, octubre de 1924.) A comienzos de 1961 se refugi en la locura. Esper hasta la maana del domingo 2 de julio, baj descalzo hasta su escritorio y se puso una escopeta de doble can en la frente. No dud antes de disparar. Publicado en Pgina/12 el 23 de julio de 1989.

Carta perdida Su casa era, tambin, la casa de un ciego, algo que se puede pensar ahora, anos despus, pero imposible de advertir entonces. En la biblioteca, por ejemplo, los libros guardaban la simetra de las familias de clase media que los compran por metro, combinando el color del lomo. Los espacios de la casa eran contundentes, quiero decir: pasillos. E1 living estaba ordenado de manera impersonal, no tena el cordial desorden que dejan los que ven. Nada estaba sucio, o levemente torcido, o azarosamente desordenado. Entrevist a Borges tres veces, dos de las cuales yo no solamente era Nadie sino que haca la entrevista para un medio escolar o una ignota revista literaria. En la ltima entrevista, que fue puesta al aire por Radio Nacional, Borges tarareaba un aire de milonga. -Se acuerda? -le pregunt de pronto a nadie, a si mismo-. Como aquellas milongas que se tarareaban en los paredones de la estacin Constitucin.... Y comenz a cantar. Antes le haba preguntado por el destino de Oscar Wilde, y Borges relat con detalle una historia que -segn averigu muchos aos despus- era parcialmente apcrifa: Wilde haba pasado la noche anterior a su detencin bajo el cargo de sodomia dando vueltas en circulo en su habitacin aguardando la llegada del alba y de la polica. -Quiz slo buscaba escribir la Balada de la Crcel de Reading -brome -Es cierto -se interes Borges-. Puede haber una vinculacin mgica. E1 tono de la entrevista se relaj y Borges se extendi en otros detalles de la vida de Wilde. Yo no saba que en mi recuerdo comenzaba, en aquel momento, a escribirse "Oculten la Luna", uno de los relatos de Polaroids en que se describen los detalles reales de aquella noche de hotel en la que Wilde esper la llegaba del alba parado en una diagonal de su destino. Es imposible saber donde escribirte. Nadie estuvo tanto tiempo alejado de s mismo de este modo. Nos separan tigres, laberintos, antepasados ilustres. Nos acerca el olvido, la Plaza San Martn, el t, la soledad, el curioso espanto frente a las mujeres, la construccin la construccin de la mscara. -Me llamo Jorge Luis Borges y no me arrepiento de nada. Casa en Adrogu, dlmatas en el parque, griegos en el desayuno actor, constructor del mito. Siempre sabas cmo trepar a las enciclopedias. Solo como las tas solas: -No fue mi culpa, me escuchan? No tuve

eleccin. Bastn. Un tigre rasgua las sbanas que se secan en la terraza de la calle Maip. En qu momento se instal la sombra? Eternidad (conocen algo ms inseguro?) Azar (hay que esquivar a la felicidad) -Soy Jorge Luis Borges, no me arrepiento de nada. Busco la gloria. JLB, desolado y fatal, como un nrdico que vuelve: no hay un lugar. Invento el mundo para que me acoja. E1 nio crea una estrella y la dota de su propia luz ya no sabe si so con ella o fue su sueo; la estrella y l son uno su estrella, como los perros, lo sigue al menor chistido. Borges es un rbol, una tormenta, una cuchara de plata, un todo completo, es en s, completamente. No conozco a ninguna persona tan vieja ni tan cobarde ni tan sorprendente, Whitman es un doble de Pap Noel con un jodido complejo de inferioridad. Dignidad en la tormenta, no hace falta correr (nadie te sigue). Golpears la puerta dudando antes de abrir: no hay nadie slo otro espejo roto. -Soy Jorge Luis Borges. Viejo hijo de puta, vendepatria. -No entienden nada. El eterno perdedor del Nobel. -Nadie lo gan tantas veces como yo. El extranjero el que invent una ciudad un pasado un templo. -Soy Jorge Luis Borges, nunca me hubiera imaginado tantas vidas en un camino tan estrecho; pero del destino es as: pequeas trampas.

-Soy Jorge Luis Borges, no me arrepiento de nada. Abran las Puertas de la Eternidad. Aqu tampoco hay nadie. Publicado en Pgina/12, el 23 de mayo de 1993.

ADENTRO El cuerpo Te tratan como a un futbolista:... Vamos, no se rinda, usted puede... dnde est el coraje? Hay que cooperar, vamos, vamos... O si no te tratan como a un beb: 'Ahora quiero que agarres este lpiz con el brazo izquierdo...' Y lo peor es que uno no puede. Cada da, cuando cae la noche, una persona que se llama Tranquilo golpea a mi puerta y me dice: 'Fellini, hay que llegar!' A veces lo escucho venir, y estoy de buen humor. Para pararlo le grito: 'Tranquilo? Sos vos? Hay que llegar?' Y l me contesta: Siempre!! Cada maana viene alguien que te dice que quiere verte caminando para el da tal o cual, y cada maana la fecha se pospone. Uno est sumergido en una atmsfera de guardera: 'Ahora nos vamos a lavar la cara... Queremos queso en la sopita? Ahora nos vamos a tomar la pastilla para dormir...'EI nico Yo que hay en este nosotros, el nico que tiene que luchar y sufrir, es uno" (Federico Fellini, al New York Times) Federico Fellini comenz a pensar con el cuerpo. Nada ms triste, y mediocre, y lejano. La muerte es una hija de puta: confina al cuerpo a los que crearon mundos con la cabeza. Ahora las manos de Federico no alcanzan a pellizcar el culo de las enfermeras, aunque la voz de Tranquilo, desde el pasillo, gritndole " Siempre !" cada noche bien parece la voz de un personaje de Amarcord. -Fellini! Hay que llegar! ! -Siempre! Los fotgrafos discuten si la muerte es un asunto privado: insectos, imbciles. "Un fotgrafo discute con la muerte" bien podra ser el ttulo de un cuadro de Dal. En la memoria de las computadoras de todos los diarios del mundo los obituarios de Fellini duermen su sueo electrnico. -Hay que tenerlo preparado, nunca se sabe. La necrolgica de Fellini depende de una tecla que dice Enter: debe informarse. E1 hombre que nos so ahora slo pretende caminar, y ya no suea. No suea en el Mastroianni de La dolce vita, con un cigarrillo en la boca y mirando el Inundo desde afuera; no suea en el viejo flaco y loco de Amarcord gritando " Voglio una donna! !" desde la copa de un rbol. La muerte se est vengando lentamente: despus de todo, slo Bergman y Federico pudieron retratarla. E1 sueco en una taza de desayuno y Federico en una imagen de cocina: alguien muri en el pasillo y en la cocina una vieja juega con una miguitas de pan en el mantel de hule. Muerte: era necesario recordarle que es una persona? Es indispensable decirle ahora que despus de una pierna hay que mover la otra, que no hay distancia ms lejana que la que separa una cama del bao, o una silla de la ventana? Muerte, no es por defenderse que vos que siempre quiso ser un nio; los nios te aceptan con naturalidad, inmortales, te ignoran. E1 quiere ser un nio porque el juego es el nico modo de sobrevivir a este planeta. No pods matar lentamente a un nio. Naciste vieja, Muerte.

Pueden morir lentamente los Reyes, o los gobernantes, o los asesinos, pero no los poetas. Los poetas deben morir como Dylan Thomas; decir, al final: "He tomado dieciocho whiskies seguidos. Creo que ha sido un buen record", y punto. Cualquiera sabe que tu venganza, Muerte, tiene una segunda parte, tan terrible: los homenajes. Recordar todo en una fecha para sacrnoslo de encima. Mrbidos sitios fijos del recuerdo. E1 ltimo reportaje, la ltima foto, los ltimos metros de pelcula sin terminar; cuervos revoloteando sobre cajones secretos, cartas, papeles, listas de almacn, correspondencia, autopsia del pasado, manotazos para la comprensin del genio; acadmicos que borronean notas al pie, interpretaciones, ensayos, modos de separarse a travs de la razn. Podrs quererlo, Muerte? Ser gentil con l? Ser -al menos esta nica vezdiscreta? Con gorra, bufanda y sobretodo chico, Federico Fellini camina rumbo al colegio envuelto en la niebla de la maana. No puede ver ms all de cuatro pasos. De su nariz sale humo convertido en fro. Es una esponja, un nio, no sabe por qu deber recordar esa maana. Tiene fro, pero no piensa con el cuerpo. Las piernas se mueven hacia el reloj, hacia adelante. Siempre ser ese nio. Que viva en paz. Publicado en Pgina/12, el 26 de octubre de 1993.

Historia de un deseo Dios puso su parte en el ttulo, y el Diablo se encarg del interior: -Plegarias atendidas -explic Truman Capote-, se es el ttulo. Es por aquella frase de Santa Teresa: "Se derraman ms lgrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas". E15 de enero de 1966 firm un contrato con Random House con doscientos cincuenta mil dlares de adelanto por aquel libro que le zumbaba en la cabeza. -Ser un equivalente a la obra de Proust -afirm Capote-, un anlisis de la aristocracia americana. Los fotgrafos no se le despegaban a aquel hombrecito enjuto, con ademanes de rey en el exilio, que llevaba ms de seis aos sin aparecer en NuevaYork. En 1960 lleg a Kansas persiguiendo un recorte de diario: dos tipos haban matado a los cuatro miembros de una familia. E1 hombrecito cerr su casa de Long Island y viaj a Kansas a entrevistar a los testigos. Sinti que deba hablar, pensar y hasta soar como lo hacen en Kansas para poder escribir aquella historia, y pas seis aos en el lugar, sin salir del pueblo. Slo lo hizo para entrevistar a los asesinos, a los que acompa hasta el final del proceso. Un da se encontr frente al patbulo y vio cuando Dick Hickock y Peery Smith fueron ahorcados. Capote fue la ltima persona que habl con ellos. Perry se acerc y le dijo: "Adis. Lo quiero, y siempre lo he querido". E1 hombrecito tosi y empez a vomitar. -Fue la experiencia ms apasionante de mi vida como creador, s. -Y de su vida como persona? -No. Un ao despus, Capote dej que 1966 se deslizara plcidamente por el almanaque. A sangre fra llevaba vendidos cinco millones y medio de ejemplares y faltaban todava dos aos para entregar Plegarias atendidas. Sin embargo, hablaba de su nueva novela todo el tiempo. En esos meses, el mismo hombrecito que en las 444 pginas de A sangre fra evit cuidadosamente la palabra "Yo", fue tapa de decenas de revistas, asisti a los shows ms populares de la televisin y organiz su "Baile en blanco y negro" en el Plaza Hotel de Nueva York. La fiesta de Capote tuvo una mayor cobertura de medios que la ltima cumbre sobre el desarme mundial.

La muerte se transform para el hombrecito en una extraa costumbre: conoci a cuatro de las cinco personas asesinadas en la casa de Sharon Tate, y conoci despus a Charles Manson, al que entrevist en la crcel para la revista Esquire. Aos antes haba vivido otra experiencia similar: slo dos personas en el mundo conocieron a John Fitzgerald Kennedy y a Lee Harvey Oswald, el asesino de Dallas: Truman Capote y Priscilla Johnson, corresponsal de United Press en Mosc. Capote se convirti en "experto en asesinos mltiples": entrevist a ms de cuarenta condenados. -Todos queran que escribiera algo sobre su caso. -Por qu siempre se ren los criminales al hablar de sus crmenes? -Creo que sienten una repentina oleada de pudor. Ya sabe, eso que llaman risa pdica. As lo describira. -Se pregunt alguna vez por qu le resulta tan fcil entablar buenas relaciones con asesinos? -Porque inmediatamente se dan cuenta de que no voy a formarme ningn juicio acerca de ellos. - Todos tienen algo en comn? -Todos creen en Dios. En cuestin de segundos Capote poda pasar del patio de la prisin de San Quintn a tomar el t con Marilyn Monroe. La rubia con corazn de ciervo se espantaba escuchando el record sexual de Truman: el hombrecito se acost con la mitad de los galanes de Hollywood y no tena pudor en comentarlo levantando la voz. Con sus amigas de la clase alta neoyorquina slo escuchaba: seoras baadas en diamantes que se comportaban como campesinas. Cada tanto las amenazaba con su libro, que no avanzaba una lnea. Para que la presin cediera, Truman public dos libros que haba escrito veinte aos antes: Una Navidad y Los perros ladran, y asisti a decenas de reediciones de sus dos primeras novelas: Otras voces, otros mbitos y Desayuno en Tiffiany's. En 1972 comenz a escribir su libro por el ltimo captulo, "porque siempre es bueno saber adonde vamos". Escribi otros tres captulos con e envin, y los public en la revista Esquire. All minti que el libro ya estaba terminado y sera publicado en breve. La reaccin de sus amigos millonario -que en los adelantos mencion con nombres y datos exactos- fue condenarlo al ostracismo. En un cuarto de la YMCA, alimentado con poco sueo, alcohol y anfetaminas, escribi un magistral libro de crnicas, Msica para camaleones, y dijo en por lo menos tres reportajes televisivos que Plegarias atendidas ya estaba en la imprenta. -Soy alcohlico soy drogadicto soy homosexual soy un genio dijo una tarde en el escenario de la Towson State University de Maryland, y se cay redondo al piso. Pas varios meses internado en centros de rehabilitacin. El 25 de agosto de 1984, pocos das antes de cumplir sesenta aos, muri. Editores, ex amantes, periodistas y unos pocos amigos revolvieron sus papeles buscando la versin completa de Plegarias atendidas: slo encontraron los originales de "La Cote Basque", "Monstruos perfectos" y "Kate Mc Clud", los tres captulos publicados en Esquire. E1 libro se convirti en leyenda, y lleg a afirmarse que Capote lo haba guardado en una consigna de la estacin de micros Greyhound, en Los Angeles. -Truman? -dijo la ta de Truman en un documental de la televisin americana-. Ustedes no lo conocan... Truman nunca escribi ese libro. Cobr el dinero y se lo gast, eso es todo... Quise mucho a ese chico... Capote muri sin que la aristocracia de Nueva York le perdonara el libro que

nunca haba escrito. E1 hombrecito haba dicho, una vez: -No s por qu se ha enfadado todo el mundo. A quin crean que tenan entre ellos? A un bufn de palacio? Pues tenan a un escritor. Publicado en Pgina/12 el 12 de junio de 1988. El socio del silencio Esta es la historia de un hombre que dijo que No. E1 protagonista de esta historia es un viejo retratado por una cmara del New York Post en Cornish, a la salida del supermercado, con la cara desencajada. Paul Adao y Steve Conally, los fotgrafos que montaron la guardia y lograron la exclusiva, guardan silencio desde entonces. Desde aquella foto Adao se pudre en el City Desk del Post, cubriendo informacin municipal, y Conally sobrevive como free-lance. -Estoy escribiendo la historia de esa foto -dije desde Buenos Aires. Paul Adao cort el telfono. -City Desk -insist-. Con Adao, Paul Adao. E1 fotgrafo volvi a cortar. E1 viejo de la foto, el tipo de la cara desarmada ante el horror del flash, era J. D. Salinger. Y no es su boca la que grita, sino su mirada. El viejo JD desapareci de los diarios en junio de 1963, cuando el New York Review public su ltimo cuento conocido: la historia Buddy, el hermano menor de Seymour Glass. Cmo pudo decir que No? Cmo pudo, el entonces mayor escritor norteamericano vivo, retirarse a una granja en Cornish? Cmo se va del juego el que acaba de acertar un pleno con diez fichas? Escribe. Pero no publica. No escribe. Ya no le sale ni una palabra ms. Publica, pero con seudnimo. Es monje budista. Escribe, a veces, pero lo que le sale es muy malo. El New Yorker le rechaz varios cuentos. Slo lee novelas policiales. John Updike le dice "Santo". JD se transform en cualquier cosa menos en una persona: las personas tienen que decir que S. Las personas asisten con inters a conferencias interminables, sonren para la revista Life, discuten porcentajes con su agente literario, construyen xitos y fracasos, y finalmente mueren. Las personas responden preguntas para la edicin nocturna del noticiero nacional: -Qu opina sobre la Guerra del Golfo? -Admira a alguno de sus contemporneos? -Qu hara Seymour Glass de estar con vida? -Esa escena de cama era autobiogrfica? -La novela ha muerto? -E1 cuento ha muerto? -La poesa ha muerto? -Usted ha muerto? E1 viejo JD, en Cornish, recorre los lmites de su propia trampa: su silencio slo agrand el mito y el trabajo de los abogados. que suman demandas contra los medios por "invasin de privacidad", "plagio", "uso de cartas sin autorizacin".

Nadie conoce las razones del silencio de J. D. Salinger. Tal vez hasta l las haya olvidado: a veces las grandes historias nacen de hechos demasiado triviales, pero siempre es tarde para detenerlas. -Trabajo en una novela -minti durante aos Henry Miller a Mona y a sus acreedores. -Escribo la mejor novela de no ficcin que jams se haya escrito. Se llamar Plegarias atendidas -dijo Truman Capote cuando firm el adelanto por el libro que jams termin. -Los que de veras me encantan son aquellos libros que, al terminar de leerlos, nos hacen sentir la necesidad de ser ntimo del autor, y hasta de llamarlo por telfono y todo -escribi JD en el comienzo de El cazador oculto. Ahora cumpli 72 aos y cualquiera puede imaginarlo quemando cada rastro, cada carta; sembrando pistas falsas, mudndose de granja y de supermercado, odiando para siempre aquella tontera por la que escap, ahora casi tan grande como l mismo. Publicado en Pgina/12, el 26 de octubre de 1991.

Poemas en una libreta Marcelo Gelman muri dos veces.Su primera muerte, en la madrugada del 13 de octubre de 1976, con un disparo a quemarropa en la nuca, con cemento envolvindole el cuerpo, sumergido en un tambor de doscientos litros, se convirti en un insomnio: trece aos de bocas secas, lenguas cuarteadas, vueltas incmodas en ninguna cama.Su segunda muerte, hace algunas semanas, despus de la identificacin del cadver, despus del lenguaje lejano de un informe forense que no dice nuca, sino regin occipital y posterior del cuello, podr ser, por paradoja, un nacimiento. Alguien dir este domingo a la maana, en el cementerio de La Tablada, Marcelo Gelman descansa en paz. No conoc a Marcelo Gelman y me parece poco digno que ahora la muerte mejore su capacidad, su talento o su memoria. Siento ahora, mientras peleo contra una Olivetti que se niega a correr la cinta, que me hubiera gustado verlo ocupando un sitio en esta redaccin. Tal vez fuera tan malo o tan bueno como cualquiera de nosotros, pero definitivamente estara bien pelearnos por un sumario, sorprendernos, estar vivos.Marcelo Gelman es el primer periodista NN identificado. El primero de casi un centenar.Cargu en mis bolsillos durante aos una vieja agenda de mi madre, con tapas rojas y la inscripcin 1949. En aquella agenda copiaba, en letra de imprenta, los poemas que no quera olvidarme. All copi un poema que, supe mucho ms tarde, Marcelo Gelman haba escrito en el mantel de un restaurante. "La oveja negra pace en el campo negro sobre la nieve negra bajo la noche negra junto a la ciudad negra donde lloro vestido de rojo" E1 sentido de la libreta que haba sido de mi madre era casi farmacutico; cualquiera conoce la utilidad de una poesa en medio de una conversacin, y tambin la urgencia de su necesidad. Haba en la libreta poemas de Blas de Otero, Dylan Thomas, W. H. Auden, Borges, Gloria Fuertes, y tambin algunos del padre de Marcelo Gelman, aquel del len perdido en el Bois de Boulogne y aquel otro de esa mujer que se pareca a la palabra Nunca. Nunca hubiera pensado que alguien quera escribir la palabra indulto en mi libreta.

"Es cierto -dijo en este diario Simon Wiesenthal- que no podemos vivir permanentemente pendientes de los muertos en el Holocausto. Pero tampoco podemos actuar como si nunca hubieran existido". Esta maana un silencioso grupo de personas asiste al entierro de Marcelo Gelman. Del pas que rodea ese silencio depende que sta no sea tambin una maana negra. Tal vez los hombres puedan morir dos veces, pero los pueblos se suicidan slo una. Que esta maana dejemos a un lado el cinismo y podamos volver a copiar poemas en una libreta. Y que Marcelo Gelman descanse en paz. Publicado en Pgina/12 el 7 de enero de 1990.`

Sobre el amor y el miedo Es imposible encontrar algo en esta biblioteca: en un libro que debe llamarse Historias del Sr. K o Historias del Seor Keuner, Brecht relata un encuentro del protagonista con un viejo amigo de la infancia: -Cunto tiempo... -le dice el amigo despus del abrazo. -Treinta aos -calcula el seor K. -Usted est igual, exactamente igual. . -Igual? -grita el seor K. con cierta desesperacin-. Estoy igual que hace treinta aos? Como no puede detener el tiempo, el hombre congela a las personas. Los valores de la teora, entonces, se trasladan a la vida: en cualquier freezer la verdad es solamente una e inmutable, la coherencia es siempre una virtud indispensable (aunque Hitler tambin quera, con coherencia, matar a todos los judos), y las respuestas no pueden -perdn, no deben- cambiar. La vida funciona en pizarrones donde la gente se mantiene igual que hace treinta aos. Definir tranquiliza: Ya est, te cagu, te encerr, te defin. -Voy a quererte, no cambies, necesito que te detengas. -Te desconozco. Antes no eras as. -Cundo vas a cambiar? (Traduccin: Por qu esa mana estpida de ser vos todo el tiempo?) -Lo hago por tu bien. -Yo s lo que tens que hacer. La aversin al cambio resume una de las tpicas enfermedades argentinas: el desfase entre lo que somos y lo que queremos ser; el hecho de creer que somos lo que queremos ser. Argentina "fue" el Granero del Mundo, La Argentina Potencia, Los Mejores en Todo, E1 Pas del Genio Improvisado, etc., etc. Fue, en realidad, el pas del maana constante, la presencia permanente del deseo no consumado. En poltica la reaccin al cambio fue la previsible cuna del autoritarismo: -Por qu estos tipos no son tan catlicos como yo creo que tienen que ser? -Por qu no entienden razones, mi razn, la nica? Perezas del pensamiento, o intereses menores del alma: tens que ser todo el tiempo lo que creo que sos y -lo que es peor- tambin tens que ser lo que creo que fuiste, porque mi definicin es duea de tu pasado. Cmo describiran los franceses a De Gaulle? Y los ingleses a Churchill, o a Kennedy los americanos? Prubese preguntarle a dos argentinos quin fue Pern; a la vez, el hombre de la izquierda y la derecha, el estadista y el corrupto, el viejo zorro y el anciano cercado por el entorno. Te quiero, te poseo, te defino. Las personas pblicas deben transformarse en personajes. Si se niegan a construir su propia mscara, ser el pblico el que se la provea: -Ey, escuchen: soy sincero, no estoy haciendo un personaje! Fuck. E1 personaje sincero debe hacer de personaje sincero. -As que ste era el corazn? -dice la gente a la salida, jugando a la pelota con un pedazo de carne roja.

Los personajes pblicos son, a veces, una exhibicin del miedo del espectador, pueden mostrarle a los que estn mirando que el lmite estaba ms all. Los que estn ah arriba deben ser santos o suicidas: de cualquier modo personajes, pero no personas. Si fueran personas, el pblico podra hacer lo mismo. Y no lo hace. Por eso cuando los personajes mueren, son. No hay definicin mas tranquilizadora: ya est muerto, nunca podr cambiar mi amor por l. Cuanto ms cerca se ubique el espectador del personaje, ms presente se har la idea del reemplazo: -Por qu es l quien est ah y no yo? Envidia: compulsin incurable por mirar a los costados. La vida queda adelante. Desde la envidia, el mundo es un complot. Ser vctima de un complot mundial es tortuoso, pero en el fondo confortable: no vale la pena, ni siquiera animarse a fracasar. E1 ser transcurre. A pesar de los gerundios quiz sea mas exacto decir que, en lugar de "ser", ' estoy siendo": me desenredo, aprendo y borro, re cedo y avanzo, soy doble mano, no tengo circulacin obligatoria, estoy vivo. Puedo ponerle nombres propios a cada un; estas oraciones, pero creo que no tiene sentido. A veces me encuentro con un pibe de Rosario que se llama Fito, al que le pasan algunas estas cosas. Tambin a m me pasan, cuando descubro que, para ser ms libre, debo pelear contra m mismo. Tampoco encontr en la biblioteca las citas Borges sobre Herclito, aquello del ro que fluye, y de la manifestacin del tiempo. Si hubiera pasado menos horas en La Giralda y ms en la Facultad Filosofa, recordara sin ayuda aquella idea de "perseverar en el ser": ser completamente, expresa ser en libertad y en cambio, en evolucin, en vida. Si en esta poca frvola y dogmtica Herclito hubiera montado su empresa E1 Ro que Fluye, estara en convocatoria de acreedores. Presentacin del libro sobre Fito Pez escrito, Enrique Symns: Paz (1995), Espasa Calpe.

Cortzar Ahora dicen que escriba mal A hora resulta que escriba cuentos malos. Aquel tipo demasiado alto, con los ojos que Garca Mrquez describi "tan separados como los de un novillo", aquel tipo que volvi a la Argentina del '83 con guayabera celeste y fumando Gitanes, el tipo que nos hizo buscar a La Maga o estirar el caf en el London para saber de una vez si all empiezan o terminan Los premios, ahora resulta que ese tipo escriba cuentos malos. -Y por qu vamos a publicar justo ahora algo sobre Cortzar? Por qu, eh? Qu se cumple? -pregunta un editor con lgica de cotilln. -No, no se cumple nada. -Ves? Si vos me dijeras: a cinco aos de, a seis das de, a dos horas y tres minutos de, todava. O todava mejor: nmeros redondos de, a diez aos de, en las bodas de plata de. _No. No se cumple nada redondo. -Encima vos sabs de sobra que ahora todo e mundo discute a Cortzar. -(Gesto de asombro, interjeccin de asombro Lo qu? que lo discuten, no te hags el boludo. La generacin nueva lo discute. (Dispuesto a interpretar la realidad, el periodismo imita la imagen del cientfico: slo que en este caso lo que se ve no es un "grupo de entomlogos investigando a una colonia de insectos", sino "un grupo de insectos analizando a

un entomlogo". Primera observacin de la colonia de insectos el concepto "generacin nueva" alude, en general a ya no tan chicos de ms de treinta. En Argentina; la Juventud Comunista bordea los cincuenta aos la pintura joven supera los treinta y cinco y la literatura bien, gracias.) -Y qu dice la generacin nueva? -Que Cortzar era ingenuo, casi o del todo cursi y que, por otro lado, no escriba para nada bien -Ah. -Dicen que era un escritor para adolescentes. Como Vasconcelos. A la muerte de Joseph Conrad, Ernest Hemingway escribi en la Ontario Review: ';Qu se puede escribir sobre l si ya est muerto? Ahora los crticos se fascinan con Eliot y aseguran que Conrad escriba cuentos malos. Si alguien me dijera que triturando al seor Eliot hasta reducirlo a polvo fino y seco, y espolvoreando con l la tumba de Conrad ste se levantara y volvera a escribir, correra ya mismo hacia Londres con una mquina de picar carne". Para Hemingway los libros de Conrad se imponan de un tirn, y eran por eso de difcil relectura; volver a ellos significaba repetir, en vano, un acto de amor perfecto. De todos modos Hemingway siempre llevaba sus libros de Conrad en el equipaje, por motivos casi farmacuticos; cuando estaba harto de la literatura impostada, relea a Conrad como se toma un vaso de agua fresca. Para decirlo de otro modo: un grupo de argentinos ya no tan jvenes cuya mayor transgresin fue fumar marihuana en el bao del Nacional Buenos Aires sostiene que Julio Cortzar escriba malos cuentos. Los ya no tan jvenes censores son cooltos. A primera, segunda y tercera vista estn mucho ms cerca de los crticos que de los escritores, aunque siempre especulan con su "carrera", escriben calculadamente bien y no tienen nada que decir. -Y por qu Cortzar? Dale, decime... Qu se cumple? -No se cumple nada. Tengo toneladas de correspondencia que encontr Jaime Correas en Mendoza. Us slo algunas cartas para escribir un cuento en Polaroids, y podramos publicar el resto. Frente a una coleccin de cartas cualquier mediocre se siente Dios: es fascinante observar cmo se dirigen los hombres hacia su destino, con la tensa seguridad de un acrbata, ignorando el siguiente paso, pero sintindose condenado a darlo. En estas cartas Julio Cortzar vegeta en su escritorio de la Cmara del Libro, al final de los aos cuarenta. Le escribe al Oso, a Sergio Sergi, el grabadista que conoci en Mendoza mientras enseaba literatura: "No se imagina lo cansado que estoy -le dice en mayo de 1948- y cmo vivo. Se acuerda de aquel proyecto de convertirme en traductor pblico? La cosa cuaj esplndidamente, pero tengo que recibirme en julio y eso siginifica meterme en el coco cinco materias de derecho antes de julio, amn de trabajos prcticos y examen final de idioma. Ahora estudio noche y da, y entre pedazos de estudio me trago mi pedazo de Cmara del Libro. Es horrible, pero en plena temporada musical no voy ni a un solo concierto. No me quedo jams en el centro. Cuelgo el tubo apenas oigo un 'Hola' en tono femenino menor. Tomo tnicos mentales, vitaminas, cerveza malteada. No leo novelas policiales. No escribo una lnea. (...) Pero si me recibo en julio, dentro de un ao ser mi propio patrn y tal vez entonces la vida adquiera un sentido menos repugnante que hasta ahora. En cuanto a la docencia, no quiero ni siquiera or hablar de ella. E1 mes pasado rechac una oferta para ir a Estados Unidos a ensear literatura espaola. Eran cinco mil dlares anuales. Si me lo hubiesen propuesto en enero o en febrero, antes de embarcarme en este asunto, hubiese ido y ahora ya estara bajo las miradas del presidente Truman. Pero ya no me convienen, prefiero atenerme a mi plan de accin. Aqu van los cuentos que le devuelvo a Gladys. Pdale perdn por mi demora que

me cubre de vergenza. Ojal pronto pueda hacerle llegar las historias en un buen volumen, pronto empezran las tareas concernientes a la impresin, y tal vez en julio aparezcan". Cortzar llevaba, en una valija prestada del Oso Sergi, los originales de Bestiario, que recin aparecera en 1951, editado por Sudamericana. Gladys, la mujer de Sergi, pas aquellos cuentos a mquina en su casa de Mendoza. La familia an conserva el manuscrito original del libro. Nadie sabe en este pas sin biografas si Cortzar carg aquellos cuentos desde Chivilcoy, donde fue maestro normal. Las historias de Bestiario llegaron con su autor a Mendoza, donde fueron corregidas y donde el olvido le tendi una trampa. E1 propio Cortzar le dijo a Borges en Pars, anos despus, que "Casa tomada" fue su primer cuento publicado. Borges lo repite en un prlogo, en el que se presenta como el primer editor de Cortzar: "Casa tomada" se public en la revista Anales de Buenos Aires, con ilustraciones de su hermana Norah. Pero no fue as: la primera publicacin de Cortzar fue en la revista Egloga, de Mendoza, dirigida por Amrico Cali. En enero de 1945 se present "Estacin de la mano". En Egloga se public tambin su primera errata: la firma al pie del cuento deca Julio A. Cortzar y no Julio Florencio Cortzar, como firmaba en aquellos aos y como firm su sofisticado ensayo sobre "La urna griega en la poesa de John Keats", publicado por la Universidad Nacional de Cuyo. "Me alegro de que le haya gustado otra vez el cuento -le escribe a Sergi, refirindose a la publicacin en Anales de "Casa tomada" -Tan malos son los dibujos de Norah Borges? Me gusta el de los hermanos; el otro -la casa- no es lo que puse yo en el cuento. La casa es muy distinta, pero la imagen de los hermanos bajo la lmpara me parece bien". La historia de aquellos aos fue una constante despedida: sali de Mendoza bajo las presione del gobierno peronista a la Universidad, y tambin dej Buenos Aires camino a Pars. "De lo que est ocurriendo en la Universidad -escribi al Oso en junio de 1946prefiero no decir nada pues conozco a medias la situacin, y los informes de los diarios no son muy ilustrativos. Veo que la purga es y ha sido mayscula, pero su alcance y su significado no me parecen enteramente claros. Ms que nunca me alegro de haber rajado de ah justo a tiempo, pues no creo que hubiera tolerado algunas cosas. Por ejemplo: me parece bien que hayan expedido Villaverde y a Blanco Gonzlez, pero no me parece nada bien que los reemplacen con jvenes tomistas. Admito la higiene, y creo que esos dos seores eran unos Tartufos de la docencia, pero si se los fleta para reemplazarlos por caballeros ungidos por el Papa... ah empieza mi oposicin. Prefiero, cobardemente pero con una gran paz de espritu, estar a 1.140 kilmetros del lugar don de ocurren tales cosas. (...) Aqu estuvo Vigo haciendo una exposicin en Amauta. Fui a la inauguracin y encontr a toda la "inteligencia" de izquierda, claro! Mirando los grabados de Vigo se descubre dolorosamente que un artista no de todo de s si no agrega la ciencia a la intuicin pura. A veces una torpeza de dibujo le malogra algo que podra ser magnfico. Pero cuando se dedica ms tiempo a leer la biografa del padrecito Stalin que a mirar grabados de Durero, las consecuencias saltan a la vista." - Se cuando un cuento me gusta, porque tengo necesidad de conocer al que lo escribi -deca J. D. Salinger en El cazador oculto. Enumerar desenumerar citar en desorden los motivos que me hicieron querer a Cortzar en desorden, como en una carta: porque La Maga existe (cmo no evitar, si no, la compulsin a buscarla?) porque mi recuerdo dice que le Rayuela de punta a punta en una tarde, sentado en un umbral de Sarand, y cualquiera sabe que es imposible leer Rayuela en una sola tarde, aunque podra jurar que aquella fue solamente una extensa y soleada tarde leyendo ese libro que me haban prestado. porque en diciembre de 1983 Julio Cortzar, parado en la puerta de su departamento de Villa del Parque, gir la cabeza hacia la cocina para preguntar:

"Mamita, el seor puede pasar al living? Viene a hacerme una nota". "S, Julio, cmo no, que pase, que pase", le respondi la anciana de noventa y pico al largusimo y azulado seor de 69. E1 otro, el comedido "seor" que esperaba en el pasillo era yo mismo a los 23 aos, olvidndome todas las preguntas de aquel primer reportaje que iba a ser el ltimo. por "Casa tomada", y porque creo a ciegas en la cientfica posibilidad de que me salgan conejitos por la boca; porque deben evitarse los velorios y porque cualquier idiota sabe que regalarle un reloj a una persona no es slo eso sino todo lo contrario: es regalarle una persona al reloj, regalarle al reloj un cautivo del tiempo. tambin por aquellas palabras de W. H. Auden en "Retrato de un gran hombre": "A veces escriba cartas extensas y memorables Pero no aguardaba ninguna." Publicado en Pgina/12, el 30 de junio de 1991.

Soriano Ya pasaron diez aos? Creo que si, pasaron diez aos. Podra llamar a distintas personas para preguntarles, pero algunos de ellos me traicionaron, otros quiz no sepan nada de fechas y, por otro lado, escribo estas lneas a la una y veinticinco de la maana y a esta hora no suenan los telfonos de los hogares respetables. De modo que de m depende, y sinceramenteno recuerdo cuando conoc a Osvaldo Soriano. Habrn pasado diez aos? Quiz no fueron diez sino doce aos, y conoc a Osvaldo Soriano en una de las peores tardes de mi vida. En diciembre del '84 Julio Cortzar hizo su ltimo viaje a Buenos Aires. El entonces presidente Alfonsn armaba su gabinete en el Hotel Panamericano y yo era -a mi pesar- un demasiado espordico colaborador del suplemento de cultura de Clarn. Pero aquella tarde el azar jugo a mi favor: era una de las pocas personas que saba de la presencia de Cortzar en la ciudad y tenia bajo la manga el as de la direccin de su madre en Villa Urquiza. Fue la primera vez que, como colaborador ms que ignoto, ped un auto al diario. Aterriz un Renault 12 con Motorola, chofer y fotgrafo. Cuando llegamos al lugar, un portero barra con dedicacin las mismas baldosas por cuarta o quinta vez. -S, Cortzar est parando ac, pero sali- dijo. Esperamos ms de una hora hasta que el tipo ms alto del mundo, el de los ojos separados como los de un novillo, dio un pequeo salto de la calle a la vereda y se top con nuestra guardia en la puerta. Cortzar haba aceptado la entrevista cuando comenz a vibrar, latosa, la radio del auto. El chofer me mir como un condenado a muerte : -Che, nos dicen que nos volvamos... Cortzar cruz la puerta y le ped cinco minutos para encontrarnos arriba. Haba un error, eso era todo. -iQuin dice que nos volvamos? -No s, del diario. Tom el micrfono del equipo y empec a pulsar el botn de llamada: -Eh, viejo, qu pasa? Expliqu que nadie tena esa nota, y que Cortzar nos esperaba arriba. La radio no se conmovi. Intent un balbuceante argumento de autoridad: -Tengo orden de Fernando Alonso, jefe del suplemento de cultura, de hacer la nota.

-Y yo tengo orden del secretario general del diario para que se vuelvan -dijo la lata. El chofer cerr la puerta del auto. El fotgrafo acomodaba sus equipos en el asiento de atrs. -Volvs? -me pregunt. -Ni en pedo. Hago la nota. Arriba Julio Cortzar, de setenta aos, guayabera, mate y Gitanes, pregunt dulcemente hacia la puerta de la cocina: -Mamita, el seor viene a hacerme una nota, puedo hacerlo pasar? -S, Julio, cmo no -respondi su madre de noventa y tantos. Aquella nota sali por Radio Nacional y fue publicada por una ignota revista literaria. En la misma semana, Clarn public su reportaje en una doble pgina central. -Vos no la hiciste porque el Gordo Soriano ya haba arreglado la nota ms arriba. -Soriano? Y quin es ese hijo de mil putas de Soriano? Yo saba de memoria quin era Soriano: era el tipo que me haba contado, en Artistas, locos y criminales, la historia del diario La Opinin; el autor de un par de grandes novelas para m desconocidas en aquel entonces, y el cronista que mejor haba narrado la carrera con la muerte del enrulado Robledo Puch. Ese era Soriano. Trabajamos, cenamos, fumamos y tomamos cincuenta o sesenta veces hasta que me anim a contarle esta historia. Yo segua siendo su lector, perc, ahora tambin era su terico 'jefe", como director de Pgina/l2, y l nuestro asesor editorial. -Con Cortzar, te das cuenta? Yo me mora por hacer esa nota. El Gordo sonri algo avergonzado, mastic su cigarro apagado y dijo alguna trivialidad como: "Ah, s... mir vos" No se acordaba. En aquel entonces yo era un chico de 26 aos que despert en un sueo: trabajaba con casi todos los autores que lea con pasin en la adolescencia. Juan Gelman, Eduardo Galeano, Miguel Bonasso, Osvaldo Bayer, Osvaldo Soriano. Muchas veces tem despertarme de ese sueo, en medio de una pila de gacetillas por terminar. Pero no sucedi. -Nos va a ir bien. Nos va a ir muy bien, mir...Michi, michu... Mir, mir... Un gato blanco y gris baj de golpe una persiana para remolonear en los tobillos de Soriano. -Ves? Los gatos estn con nosotros... Es buena suerte. Era una medianoche de mediados de mayo de 1987, y caminbamos solos, por Sarmiento, hasta un restaurante vecino al teatro San Martn. Estbamos cansados y ansiosos. Cada uno llevaba un par de nmeros cero de Pgina/l2. -Son una mierda, nunca vamos a hacer un diario. -Vamos a comer, y paremos un poco. -Estn los carteles en la calle. El nmero uno fue un poco menos espantoso, y el cincuenta algo correcto y quiz pudimos, en esos siete aos, hacer cinco o seis ediciones realmente buenas. El Gordo tena razn: los gatos iban a darnos suerte. Soriano viva de noche, en su casa de La Boca, y en aquellos primeros aos de Pgina tuve la suerte de pasarle algunos borradores y de escuchar los mejores consejos para cualquiera, aunque escriba la lista de almacn: -Conviene usar los verbos en pasado. Hace que la accin sea ms cierta, ms contundente. -No uses gerundios. -Guarda con las metforas. Cuntas veces escribe Chandler "tal cosa es como... tal otra"? (Lo busqu: una o dos veces en cada novela, por eso sus metforas son tan efectivas.)

Tambin me contagi su amor por Scott Fitzgerald, su inters por las figuras de Moreno y Belgrano, sus historias de Timerman (Jacobo slo saludaba a los de determinado sueldo para arriba, contaba Osvaldo, que haba sufrido en La Opinin la marca hombre a hombre de un escribano que "vigilaba" su trabajo para poder despedirlo con causa. Soriano miraba la Olivetti y el escribano le preguntaba: "Qu est haciendo?" "Estoy pensando una nota".) Gracias a Soriano conoc la historia de Le Canard Enchain, el semanario anarquista francs en el que los redactores que reciben un premio -voluntaria o involuntariamente- son despedidos de inmediato. Soriano fue "popular", lo que le vali el desprecio de mnimos y masturbatorios crculos acadmicos, y una constante pelea contra la pequeez. Gan demasiado tarde, y por puntos, contra el cigarrillo y no dej nunca de mascar unos cigarros gruesos y espantosos, que terminaban deshilachados en el cenicero. -Volv a fumar. -Por? -Anteayer casi le doy una pia al dentista, y hoy, cuando sala, le pegu una patada a un chico por la calle. La ltima vez que nos encontramos, otro gato meti la cola. Fue en el bar de un hotel en Rosario, el ao pasado, cuando cubrimos para la televisin aquella historia del gato almorzado. Haba mucha gente alrededor, y eran las cuatro de la tarde, y el Gordo acababa de despertarse, y hablamos ambos a la vez, alegres del encuentro, dndonos abrazos. Ya pas un ao de aquella vez. Casi un ao. No se habr ido a Tandil, el Gordo, a ver a la vieja? No estar en Mar del Plata? Debe estar harto de todo, y quiere escribir tranquilo. Cmo est Manuel?... Qu tiene... cinco, o seis aos? Es un poco menor que Barbarita, y cuando era beb tena esos ojos tranquilos, de Lama, que penetran todo. Cmo est Catherine? Era una joda que se muri el Gordo, no?

Editorial de Da D.

Chicas Ayer fue el Da Internacional de la Mujer, o algo as, y quera -con muchsimas prevenciones- decirte algo sobre eso. Lo de las prevenciones es natural: cualquier mujer se enoja si se habla de ellas solo en su da, y te sale con aquello de "Che, no es el da del animal"; pero tambin es posible que se enojen si no se lo menciona, o que critiquen con cierto cinismo si quien habla de las mujeres es un hombre. Yo quiero contarte sobre algunas mujeres que conoc en mi vida, desde mi madre a mi hija, tambin otras mujeres que quise y quiero, mujeres que vi pasar, mujeres de las que me hablaron y otras que me tomo licencia para inventar. A los dos aos los ojos de mi hija eran los ojos de un beb: una mirada curiosa y atolondrada. Fue por esa fecha cuando, de pronto, ella comenz a mirar distinto. No s si eso sucede en todas las bebas de dos aos, pero en aquel momento la mirada de mi hija se volvi encantadoramente oblicua y distante, y se notaba en sus ojos que ella se haba vuelto mujer. De un da para el otro los ojos de Brbara haban construido un secreto: su mirada tena algo que yo no iba

a alcanzar jams. En sus ojos y en su piel -que es tambin mi piel- haba crecido, de pronto, un endeble pero impenetrable muro de hiedra. Conoc durante mi infancia en Sarand mujeres con se y con otros secretes. Conoc mujeres que arrastraban un sueo roto, y salan todos los das a la misma hora a barrer la misma vereda, con la mirada perdida hacia la Avenida Mitre, esperando a alguien que no iba a volver. Conoc tambin mujeres extranjeras de todo, que coman, y coman, y coman, y se defendan comiendo. Conoc a otras mujeres que cuidaban a sus pollitos con el recelo de las gallinas, y que vivan con hombres que les eran fieles como perros aburridos. Escuch en mi vida, de las mujeres, los argumentos ms increbles y encantadores: una mujer puede hablar con una conviccin de Premio Nobel sobre una cosa que se llama henna y que es un barro egipcio que te tie el pelo de colorado. No s qu le pasa a las mujeres con el futuro, qu desean y temen; aunque estn, por naturaleza, inclinadas al futuro. Conoc muchas, muchsimas mujeres aburridas -por qu siempre pensar que su aburrimiento es culpa de los hombres?-Son mujeres que casi dejaron de serlo. He visto cmo, las mujeres, ordenan cajitas, pedacitos de tela, papel de envolver, piolines de papel regalo, entradas de cine, recortes de diario, fotografas, llaves viejas, ramitas; cmo meten o sacan todos esos objetos de bolsos, o cajones, y putean porque jams encuentran nada. He escuchado a mujeres citando exactamente situaciones que yo nunca recordara y las he visto tambin mirndose entre s, como dos tigres que se rodean, olfatendose, dentro de una jaula. He visto tambin mujeres alegres, y muy alegres, y un poco borrachas, o borrachas del todo, y siempre tienen un tajo de tristeza que les aparece en el alma. Algo que se perdi, que se est perdiendo; tal vez sea el tiempo, una especie de gusanito que les camina por el brazo. Es inexplicable la relacin de las mujeres con las plantas, tan inmviles y dependientes, tan subordinadas, iba a decir: tan atadas a los ciclos y quiz sea esa sujecin la que las une: los ciclos de la luna, la lluvia, la tierra, el sexo, la maternidad. Descubr en un hombre la mejor definicin de las mujeres, en Caetano Veloso cuando dice que "Tigresa, con algunos hombres fue feliz, y con otros fue mujer". Otro padre,Vinicius, el viejo vica, fue acusado de machista cuando escribi que las chicas, en la noche, "rehacen misteriosamente su virginidad". Creo que tambin condenaron a Ernesto Sabato cuando dijo que la mujer contiene y el hombre expulsa, y que entonces es el ser fsico el que les condiciona el alma. Sinceramente no s cmo son, y no creo que tampoco sean como me las imagino. Nunca vi a los hombres pelandose tanto entre ser nios y padres a la vez. Hay hombres con carnet vencido, que se creen adultos, y hay hombres-nios definitivos, que caminan por la cornisa. Pero mujeres s: siempre vi mujeres pelendose con el espejo: primero son nenas que acaban de romper un vidrio, de pronto madres, despus tas solteras. Mujeres en un mundo de hombres, condicionadas por lo involuntario, obligadas a la belleza. Conoc mujeres junco y mujeres topadora, y creo que todas saban que la belleza es slo un estado de nimo. Conoc tambin mujeres cnicas, y parecen hombres. Conoc mujeres viejas encantadoras, y no hay nada ms encantador que una anciana encantadora ejerciendo la seduccin de su especie. He visto a mi mujer pocos minutos despus del parto y no hay ninguna mirada que pueda compararse con la de quien acaba de dar a luz: ojos llenos de plenitud, y de violenta confusin.

Supe tambin, por las mujeres, que muchas veces la fuerza es la debilidad y la debilidad es la fuerza. He visto a muchos hombres -a m mismo, por empezar- preocupados por averiguar el pensamiento de las mujeres: "Uno puede respetar en una mujer la libertad de costumbres, pero nunca la libertad de espritu", bromeaba Paul Eluard. Soporto que te acuestes con otro, pero no que pienses en l. En qu penss? Son realmente increbles estas chicas con secreto incorporado que pueden matarte por envenenamiento y que construyen, con lentitud, la telaraa que sea. Ahora quiz se sonran por lo poco que, quien les habla, sabe de las mujeres. Y en el fondo no es malo que toda esta perorata haya servido al menos para que se ran, porque algunas de ellas se ren poco, y les encanta rerse, pero no lo dicen, porque vaya a saber quin les rob sus muecas. S; ya s lo de las mujeres cientficas, y de las pioneras en algo y -no quiero ser frvolo, que se entienda bien- ya s tambin lo de las putas e injustas diferencias de salario, y los tipos sobones, y los planes de esterilizacin, y los ex maridos que no te pasan un mango, y las minas golpeadas, y las madres solteras. Pero no quera acordarme esta noche de todo eso. Trato de trabajar mejor para que eso no pase. Creo en la igualdad entre los sexos porque creo en la igualdad, no en los sexos. En los sexos no se cree, los sexos son. Pero la igualdad se construye, y se pelea por ella. Sabas que ayer fue el Da No S Qu de la Mujer, y quera decirte eso: que son increbles, e inaccesibles, y que ojal tuviramos los hombres su capacidad para soar, y sus chispitas en los ojos. Leido como editorial del programa radial RompeCabezas.

La plaza Tener un hijo es muchas cosas, pero es, ms que nada, uno de los pocos hechos irreversibles a los que nos enfrentamos. La vida de un hijo y la muerte propia son los dos nicos lmites que no se pueden revertir. Conozco gente que ha vuelto de cualquier cosa: viajeros arrepentidos, estudiantes que cambian de carrera, enamorados que asisten al deshielo de la pasin, esquizofrnicos que se cubren de nombres falsos, dobles, triples y cudruples personalidades. De cualquier de estas cosas puede volverse. Pero no de un hijo. Lo criemos o no, lo veamos o no, lo ignoremos, aun en este supuesto siempre habr un telfono que puede sonar treinta aos despus, un cruce en la calle con la propia sangre, una carta, un sacudn de lo irreversible. Pero la paternidad no slo es un estado del que no se vuelve: es tambin la misma piel, el calor, la confusa sensacin de que somos nosotros quienes nos parecemos a l. Mi hija naci en agosto de 1989. Su nombre es Brbara, y est mencionada en muchos de mis trabajos de aquel entonces y de ahora. Como siempre, pens despus de hacerlo si era conveniente que se conociera su nombre pblicamente. No tengo todava una respuesta para eso, aunque s que en muchos cases mis menciones sobre Brbara fueron inevitables y no el resultado de una especulacin. Ella y yo nos sucedemos, y escribo sobre lo que me sucede. Acept una vez -por errorque le tomaran fotografas en una revista y a partir de all trato de que vivamos una vida nuestra y de protegerla de cualquier exposicin. Este articulo fue publicado en un numero aniversario de Pgina/l2 y refleja lo que era, en aquel memento, parte de mi vida cotidiana de padre separado paseando con su hija en una plaza. La otra nota inevitablemente referida a mi hija es la que se titula "24 de Marzo" y fue leda como editorial en el programa RompeCabezas: surgi a partir de una ancdota real que all se describe, y es una carta a Brbara en la que le

cuento, como puedo, los aos del golpe militar en la Argentina. Cientos de oyentes pidieron copia de ese texto y supe de muchos colegios donde se ley para el aniversario del golpe, y de tantos otros padres que se la leyeron a sus hijos. Trat de aclarar, cada vez, que sa era mi carta a mi hija, lo que quera decir mi explicacin personal, y no cualquier explicacin standard. Los padres sabemos que no hay manuales para padres, y sin dudas la mejor carta un hijo es la que cada uno de nosotros pueda escribirle, porque la historia o la piel rechazan con razn las fotocopias. Es martes al medioda; no hay hombres en la plaza. Un martes al medioda slo un pervertido, un desocupado o un periodista pueden perder el tiempo en una plaza. La mirada de las mujeres mientras cruzo la plaza hacia la zona de los juegos parece asignarme la primera posibilidad. Una vieja, al verme fuera del horario de hombres, acerca su bolso lentamente al cuerpo, y otras cuatro que charlaban animadamente bajaron la voz de pronto, de tuvieron la conversacin y nos siguieron con la vista hasta que llegamos a las hamacas. -A ver, saludla a Mara -le dijo una seora a su hijo. Mara, que tambin acaba de llegar a los juegos, sonre y espera. El nene mira al piso. -"Hola, Mara", decile... -la madre empieza a ponerse molesta. -No me saluds? -pregunta Mara. El chico sale corriendo hacia el sube y baja. Unas doce o quince mujeres estn sentadas en una pequea cornisa de cemento que rodea el crculo de arena donde estn los juegos. -Qu es? -me pregunta un chico de cuatro anos con voz ronca. -Un cubanito. -Me das? Miro a Brbara pidindole permiso. No le importa. Est demasiado ocupada enchastrndose con su propio cubanito. Miro alrededor buscando a la madre del chico: quiero preguntarle si puedo drselo, si el chico es alrgico a alguna cosa. No la veo. -Ahora no ests por almorzar? -No. Ms tarde -dice el chico, que se relame frente al cubanito. -Tom. Se lo doy y se va corriendo. En las hamacas, una mujer empuja a su hija de seis aos. Ninguna de las dos se re. -Ac porque no tenemos negros, ni indios -salta de golpe una voz. Me acerco para escuchar el resto de la conversacin: cuatro mujeres hablando de un artculo de Para Ti. Al rato cambian a la ltima encclica del Papa, con cierto horror, hasta que una de ellas da la clave: -Mir, es cierto que habla de los pobres, pero de los pobres de espritu, no de los pobres materiales. La traductora papal tiene menos de treinta y juega con los eslabones de su cadena. Despus hablan, con envidia, sobre la tica protestante. Recin ahora advierto que mucamas y seoras estn sentadas por separado, en distintos sectores de la baranda. Estamos en la Plaza Alemania, y desde aqu puede verse el escaso trnsito del medioda rodando por la Avenida del Libertador, y los porteros que se aburren vigilando los edificios de la calle Cavia. -Necesito tu ayuda! -grita un chico desde el arenero. Habla como en las series de televisin. -Martn! Necesito tu ayuda! Brbara, ajena, juega. Acaba de vaciar su carrito; est sentada en medio de la arena frente a su mueca y al gato a pilas. El gato est demasiado sucio, s que tengo que lavarlo pero no s que hacer con las pilas y no me animo a llevarlo a la tintorera. El gato comienza su rutina:

Brbara lo enciende, le corre una palanca en la panza y el gato camina, mueve la cola y pronuncia su maullido electrnico. De inmediato cinco chicos se arremolinan en torno al gato que ahora se choca contra la pared, empecinado. Los chicos lo miran de lejos. -Agarralo, no le tengas miedo. Una nena toma al gato entre sus manes, lo muestra al grupo y lo devuelve al suelo. Aparece otro nene, con una valija. -Yo tengo esto -le dice el nene a Barbarita. Abre la valija y saca algunos juguetes. Brbara ni lo mira. -Me subs a la hamaca? -me pregunta. -Decile a tu mam. -Est all -dice el chico, y seala a una de las mujeres preocupadas por el Papa. -And, decile, y yo te subo. El chico corre, se para a menos de un metro de su madre y le grita: -Mam!! Las mujeres siguen con su conversacin. - Mam! ! ! -insiste el chico. Nada. Vuelve. -No viste mi valija? -me pregunta. -Recin te la llevaste. El chico sale corriendo. Cargo con el carrito, el gato, la mueca y Brbara hasta las hamacas. All una nena gordita le mete los dedos en los ojos a un nene treinta centmetros ms chico. -Es mi hamaca -le advierte. El chico se larga a llorar y busca a su madre con mirada ciega. -Andate! -le grita. -Mir como me hamaco sola -me dice la gordita, apenas me ve. Repito la pregunta idiota de siempre: -Cuntos aos tens? -Tres aos y medio. En dos aos ms voy a ir al jardn. Subo a Brbara en una hamaca y la aseguro con la cadena. -Falta poquito -contina la gordita. De la nada aparece el chico de la valija: -Devolveme mi gato -le dice a Brbara. -No es tuyo, el gato es de ella -intercede. -Es mi gato -insiste el chico. -La valija es tuya, el gato no. Encontraste la valija? -quiero cambiar la conversacin. -Que me devuelva el gato -repite el chico, sin acusar recibo. Trato de no perder la calma. Siento bronca, y despus tristeza. El chico debe sentirse solo. Ahora ya grita por su gato y temo que toda la plaza piense que se lo robamos. Lo ltimo que necesito es un grupo de madres corrindome mientras gritan "Al ladrn!!" De pronto el chico ya no insiste y se va. Hamaco a Brbara y cada dos o tres enviones la abrazo, o jugamos al cclope, o le hago cosquillas. No puedo evitar mi sensacin de cristalera cuando pienso en su futuro. Este medioda, en esta plaza, la mayora de la gente se aburre o slo hace tiempo hasta la llegada del almuerzo. No se abrazan. Pienso si tantos abrazos con Brbara se debern a que slo la veo tres veces por semana. A la una y cinco la plaza se vaca. Una mucama pelea contra tres chicos, arrendolos hasta el almuerzo. El grupo de mujeres Para Ti ya se redujo a la mitad. -Mir cmo ests ! ! -dice una madre frente al vestido de su hija. La sacude y la insulta. Vi una escena similar la semana pasada en otra plaza, la de Coronel Daz. Una vieja, en la calesita, insultando a su nieta:

-Pero qu sos? Tarada? iNo te dije que no te levantes? Escuch en ese mismo sitio a un padre dicindole "Boludo" a su hijo y vi otros tantos ejemplos de urbanidad. En la adolescencia pensaba que las plazas eran las nicas zonas neutrales. Despus de mi separacin, y con una hija de dos aos, supe que eran espejos: en cada plaza poda verse, desnuda, la forma concreta de la "familia argentina", padres solos, madres solas, madres con amigas, padres con amigas, amigos, padre-madre-abuelos, abuelos solos, etc. Invariablemente insultaban a los nios: podrn querer a quienes no respetan? En una plaza le Plexus, y Henry Miller estaba en otra plaza mientras Maude, su ex mujer, vigilaba el encuentro con su hija. "Una vez la nia se me acerc de pronto, me ech los brazos al cuello y se puso a besarme tiernamente llamndome pap, querido pap, y cosas as. A pesar de mis esfuerzos se me escap un sollozo, despus otro y otro y con ellos un torrente de lgrimas capaz de ahogar a un caballo. Me puse en pie tambalendome, mientras la nia se aferraba a m con todas sus fuerzas, y busqu a Maude. La gente me miraba horrorizada y segua su camino. Cada semana la nia se haca ms mayor, ms consciente, ms reprobadora a su modo callado. Era criminal vivir as. En otro sistema podramos haber seguido viviendo todos juntos, todos nosotros, Mona, Maude, la nia, Melanie, los perros, gatos, sombreros, todos. Al menos as pensaba yo en mementos de desesperacin". Brbara tir su mueca y su gato dentro del carrito y caminamos hasta Libertador a buscar el auto. Nos cruzamos con una mujer y sus dos hijos, que buscaban entre el csped con obsesin. -Por ac yo ya busqu -le deca la nia. -Miremos de nuevo -insisti la madre. El nene, entretanto, buscaba sobre una pequea loma. Yo tambin miraba hacia el suelo, sin saber qu era lo que estaban buscando. Avanzamos unos metros hasta que Brbara dijo: -Agggua -y seal un regador en medio del csped, del que sala un chorro de agua que cada dos o tres segundos cambiaba de posicin. -Te vas a mojar -le advert. No le import. Camin decidida hasta el alambre, me mir pidindome ayuda para cruzarlo y saltamos camino al regador. -Par, par, ahora no. Esperamos hasta que el chorro de agua cambi de posicin. En ese memento son un silbato. Era un cuidador, gritndonos que estaba prohibido pisar el csped. Saltamos de nuevo el alambre, derrotados . -Aggua... aggua -deca Brbara. -Cuidador -le dije sealando al tipo de mameluco-. Botn. No me entenda, pero olvid rpidamente el asunto. -Burbi, vamos a comer. Eso s lo entendi. - Ac! Ac! Mam, est ac! -grit la chica, a lo lejos, con un pequeo sapito de plstico entre las manos. -Lo encontr! -le dijo la madre al chico-. Mariela lo encontr! Despus se abrazaron los tres, y siguieron caminando por la plaza. Publicado en Pgina/l2 el 26 de mayo de I99I.

24 de marzo Barbarita: Yo no s cuantos aos vas a tener cuando puedas leer esta carta y entenderla. Yo s que ahora tens cinco, y estars escuchando Radio Panda, y ayer mam me cont una cosa que vos le dijiste sobre los libros y los militares.

Mam me dijo que ella y vos estaban en su casa, y que vos dibujabas, y ella miraba por la tele el programa de un amigo de pap que se llama Fernando. Mam pens que vos no estabas atenta al programa (aunque seguro que el ttulo te caus gracia, no Burbu? Cmo le van a poner Cambalache?) Mientras vos dibujabas, Fernando y una amiga de pap que se llama Tet hablaban en la tele de una historia muy rara, que se llama "Golpe de Estado" y de un da, hace muchos aos, cuando los militares quemaron los libros. Andrea me dijo que vos le preguntaste: -Mam, se era el pas de tu abuela? -Qu? -Si ese que deca la tele era el pas de tu abuela Mara Luisa. Mam se sonri. -No, Barbarita -te dijo-, se era el pas cuando yo viva. Fue hace diez... No, hace veinte aos. -Y por qu quemaban los libros? Mam te dijo que haba gente que le tena tanto pero tanto miedo a los otros que tambin tenan miedo de que pensaran solos, y que entonces les quemaban los libros. -Ah -le dijiste vos, como a Gastn, el de La Bella y la Bestia . A Gastn no le gusta que la Bella lea. -Claro. -Pero no se puede vivir sin leer -le dijiste vos a mam. Vos todava no sabs leer y yo me preguntaba; por qu respetabas tanto a los libros. Capaz es por que yo escrib algunos y mam trabaja en otros aunque... Burbi, tendras que odiarlos, porque cuando nos vemos menos es por culpa del trabajo, de los libros. Pero no: los quers. Mam me cont que al final le preguntaste: -Y por qu vos no juntaste rpido todos todos los libros para que no los quemaran? Yo te grabo ahora este casete por lo que me cont mam y porque hoy se cumple un aniversario del golpe del '76. Un aniversario, Burbujita, es como un cumpleaos de la Historia. La gente, durante esos cumpleaos se pone alegre o triste; tambin sirven para que no nos olvidemos de las cosas. Cuando todo esto pas yo ya era grande. Sabs qu edad tena? Diecisis. Yo estaba trabajando en una radio que se llama Nacional. El Presidente del pas era una seora, Isabel, que haba estado casada con un general que se llamaba Pern. El General era muy viejito y se muri, y ella qued en su lugar. Barbarita, es complicado y muy largo contarte todo lo que pas antes, antes de que esta seora fuera presidente. De ese que se llamaba Pern yo me acuerdo desde que tena cinco aos, como vos. Una vez yo caminaba con mi mam, con la abuela Anglica de la mano, y pasamos frente a una comisara, y ella me dijo: -Est prohibido decir Pern. Y yo dije bajito: -iPern! -y sal corriendo. Muchos, muchos, muchsimos aos atrs Pern tambin haba sido presidente y aunque la gente lo quera, los militares lo echaron. Y Pern se fue a Espaa. Vos sabs qu es Espaa, no Burbu? El pas de la bandera roja y amarilla, como el azafrn. A Pern le tenan tanto miedo que no lo dejaban volver. El le mandaba a la gente casetes como este que te estoy grabando, y cartitas, y decan que iba a volver en un avin todo pintado de negro, pero tardaba y tardaba. El da que al final Pern volvi, ms gente de la que te pods imaginar se fue caminando hasta Ezeiza para verlo. Caminando... Viste que es relejos Ezeiza, no?

Yo me acuerdo que miraba por la tele a la gente, cruzando descalza el Ro Matanza. Iban a verlo a Pern. La cuestin, Barbarita, es que en ese pas que te cuento todos estaban seguros de que tenan razn. Y estaban tan seguros que queran matar a los dems, a todos los que -para ellos- estaban equivocados. Yo era un nene, y hasta hace poco tiempo pensaba que, de haber sido ms grande en esa poca hubiera estado en algn bando de los que estaban seguros. Pero ahora ya no s. Lo seguro es que, militar o guerrillero, poda haber estado muerto porque la gente se volvi tan loca que despus quisieron matar a los libros. Iba a decirte que unos mataban para que los dems pudieran vivir mejor, y otros mataban para que nada cambiara, pero no s realmente si era as. Ahora que -como decs vos- soy un pap, creo que no sirve matar a nadie para que otros sean felices. Tampoco creo que sea ms generoso matar por los dems que matar por uno. Creo que matar no es generoso. Pero esa parte es ms complicada y no s Burbujita, si lo vas a entender ahora, porque yo no 1o entiendo, y soy un pap. La cuestin que un da otro general, que se llamaba Videla, se rob la Casa Rosada. No es que se la llev a otro lado, pero se meti en la casa sin permiso y la sac a patadas a la seora que se llamaba Isabel. Acordate que todos crean que tenan razn entonces Videla, uno que era marinero y se llamaba Massera y un aviador que se llamaba Agosti dijeron que ellos tenan ms razn que todos, y que tenamos que obedecerlos para siempre. Sabs qu, Bur? Mucha gente estaba contenta: queran hacerles caso. Entonces ellos pusieron una regla que se llama "estado de sitio", y no se poda salir a la calle despus de las diez de la noche, la polica te peda documentos todo el tiempo, y te llevaban aunque no hubieras hecho nada, por el pelo largo o porque te vestas de tal o cual manera. Ellos decan que tenan razn, y que podan matar a todos los que estaban equivocados. Te acords aquella obra de los chicos que tocan el saxo que fuimos a ver a La Plaza? Era igual. Pero no prohibieron el saxo, prohibieron casi todo. Y sabs qu? Igual que en la obra, hubo muy muy poquita gente que no les dio bolilla. Y como eran poquitos tenan que verse a las escondidas, con mucho cuidado. Muchsimos se fueron a vivir a algn pas menos triste, otros hicieron pozos en el jardn y enterraron los libros para que no se los quemaran. Viste Eduardo? El amigo de pap que vive en Uruguay, el esposo de Helena, el de las tortugas? Bueno, a l le prohibieron un montn de libros. A Mara Wash, como vos la llamabas cuando eras beb, tambin. A un montn de gente. A otro que tambin se llamaba Walsh, que pap siempre lee, lo mataron. Mataron mucha gente, Barbarita, mucha, mucha gente. Tambin se llevaron muchos bebs, muchos nenes chiquitos. Viste el libro que est escribiendo mam sobre los mellizos Miara? Bueno, ellos en realidad ellos se llaman Reggiardo-Tolosa y hubo muchos casos as. Mam te va a contar. Tambin pas que, por miedo, mucha gente se empez a traicionar. Traicionar quiere decir mentirse, pero es peor porque es mentirse el cario. Es como si yo mintiera cuando digo que te quiero. Muchos que no estaban de acuerdo con lo que pasaba igual se callaron la boca, y no hicieron nada para cambiarlo. Viste cuando vos me decs: "iMir para otro lado !", y esconds algo para hacer magia? Fue igual, pero no era magia, no era una broma, y todos miraban para el otro lado todo el tiempo. Muy pocos contaban lo que estaba pasando: ningn noticiero, una sola radio que se llama Colonia, casi ninguna revista, un solo diario que se escribe en ingls y que lea poca gente. Todo era muy raro porque la gente le tena miedo a los militares, y los militares terminaron tenindole miedo al pensamiento, que es lo nico que no se puede matar.

Entonces aunque mataran, y mataran, siempre iban a perder. Y se enojaban ms, y mataban ms, y perdan ms. Cuando pas el tiempo la gente se puso contenta porque los negocios se llenaron de cosas importadas: de juguetitos, de paraguas, de chocolates, y se fueron olvidando de todo. Viste esos billetes que hay en Nueva York, Barbarita? Bueno, eran baratos y hubo mucha gente que viaj a otros lados, y trajo regales, y compraron cosas. Iban y decan: "Dme dos" Despus eso tambin pas y la plata se acab, y los militares pidieron mucha plata prestada a otros pases. A la gente tambin se le acab la plata, pero a ellos nadie les prestaba, y entonces alguien se acord de que a todo el mundo le gusta el ftbol y organizaron un Mundial. La gente se entretuvo un tiempo pero despus se olvid tambin y Videla se fue y vino otro que se llamaba Viola y otro ms que se llamaba Galtieri. A estos la gente tambin les tena miedo, pero ya era un poquitito menos de miedo que antes y empezaron a protestar en la calle. Galtieri tambin tuvo miedo y empez una guerra. Es raro, no? Tuvo miedo y se fue a pelear. Pero fue as, Bur. Aparte l no se fue a la guerra, no le iba a pasar nada. Galtieri mand a un montn de chicos jovencitos a pelear contra los ingleses en Malvinas. Vos sabs qu son las Malvinas. Bueno, hace muchsimos aos que la gente quiere que vuelvan a ser argentinas y entonces fueron a la plaza aplaudirlo a Galtieri, sin darse cuenta de que era una trampa. En la tele le pedan a la gente que diera plata para ayudar a los soldados, y las abuelas regalaron las cadenitas, y las nenas tejieron bufandas en los colegios, y mandaron chocolates, pero a los chicos de la guerra nunca les lleg nada, y se murieron de hambre, y de fro. Es triste, no? Toda esta historia es muy triste. Despus la guerra se perdi, y Galtieri se fue, y vino otro ms, que se llamaba Bignone, pero para ese entonces ya la gente no deca ms que los militares tenan razn ni que haba que matar a nadie. Por esa poca yo la conoc a mam, cuando trabajbamos en una radio que se llamaba Belgrano, como el seor que invent la bandera. Despus tambin pas de todo, Burbu. Pero nunca ms muri tanta gente, ni todos se volvieron tan locos, ni quisieron quemar los libros. Apesar de todo lo que pas, todava hay muchas personas que le tienen miedo a la cabeza de los dems, a los juegos, a la imaginacin. Pens que cada vez que nos remos con una broma somos ms fuertes que los militares. Que cuando vos o yo inventamos un cuento, y despus se lo contamos a otro, el cuento se escapa al cielo como un globo cuando se le corta el hilito, y nadie lo puede parar. Vos le preguntaste a mam si aquel pas del programa de Tet y Fernando era el pas de la abuela Maria Luisa, de tu bisabuela. No, Burbita, era el nuestro, era el pas de mam y el mo, y aunque los dos ramos chicos, fue una lstima que no alcanzaramos a juntar todos todos los libros para que no los quemaran. Te quiero mucho, mucho. Pap. 24 de marzo de 1995. Ledo como editorial de RompeCabezas.

Geografia

En unas rutas de Jujuy, o en Cutral-C: de qu lado est la patria? Viaja la Patria a la madrugada entre las polleras de las empleadas de Terrabusi, cuando la Avenida Patricios se llena de aroma a chocolate. Qu Patria? La Patria limita al norte con el corazn, al oeste con los nudos del estmago, al sur no limita al sur la Patria al sur se extiende esta Patria de casas bajas y promesas desmesuradas; y al este, el mar el mismo mar al que entr Moreno para apagar tanto fuego. Qu Patria es esta Patria en la que los prceres mueren afuera? Este pas, nuestro pas. La Patria es un lugar del corazn al que no accede el Banco Mundial y es annima, por definicin aunque constantemente le tiran del vestido hecho jirones los que creen que la Patria se posee, y no se siente. Patria de huspedes de hotel, dijo Mallea. Los peruanos descienden de los incas y los argentinos de los barcos, dice mi recuerdo. Patria de escritores que se alejan a Pars para poder quererla; Patria de nobleza trucha, quinta generacin de almaceneros que alambr la Patria sin darse cuenta de que la Patria viva en el aire. Ellos se titularon encargados de definir la Patria, lo patrio, los smbolos patrios, banderas de plstico cosidas en Taiwan. Vendan la patria, y en cualquier caso era la Patria de ellos, no la nuestra. Dnde est la Patria? En La Matanza o en el Jockey Club? Patria de quin: los cuatro climas, el dulce de leche, el colectivo, la picana elctrica, la birome, el tango, la manteca al techo, los desaparecidos, las madres, las huellas digitales, la Obediencia Debida, Piazolla, Rayuela, Los siete locos, las Malvinas, Facundo, el crisol de razas, Argentina Potencia, el granero del mundo, la gambeta, el ceibo, el mate, el alambre, el psicoanlisis y Dios, argentino por adopcin. Patria de quin, Patria de los que esperan: hace mucho que esperan mucho. No saben bien, esperan una vida un pas algn futuro. La Patria les duele en los ojos.

Es tan grande... Llega hasta all, donde hace un tajo el cielo, y ms all tambin. S de gente que se ha cruzado cara a cara con la Patria, por casualidad, en una esquina de Nueva York. Supe de otros que murieron por ella, lo que es decir por ellos, o sea, por nosotros, por todos. Patria con himno escrito por un espaol y tangos cantados por un francs; Patria empeada por ingleses vocacionales, por cadetes de apellido lustroso. Escribo estas lneas en el Da de la Patria. Y en este precise memento tiran a un pibe a cualquier celda de la Polica de la Provincia; a esta hora una puta discute su precio con un turista y una decena de tipos se reclinan a tomar ginebra en los paraderos de Constitucin. En este comienzo del Da de la Patria alguien all, en esa nica ventana iluminada, deja de leer y suea que podr cambiar el mundo, y en la diagonal de la escena barre el portero, y poco ms all un tipo se arrepiente y otro espera el colectivo. Patria de quin? De la celda, del alcohol, del libro, del hotel, de la manguera, del sueo? Argentina del viento o de los diccionarios? Moran por la Patria los polacos que quedaron sepultados construyendo el subterrneo de Buenos Aires? La Patria naci en el Hotel de Inmigrantes o en los campos de Martnet de Hoz? Dnde estaba la Patria durante los bombardeos del '55? Arriba o abajo? Libros enterrados en los jardines del '76: la Patria estaba bajo tierra? Yo te dar te dar, Patria hermosa, Te dar, una cosa... Estuvo en Ezeiza, la Patria? En el pauelo de Leonardo Favio o en la metralleta de Lpez Rega? Galtieri tomaba la Patria con hielo? O en aquellos aos la Patria estuvo en los trenes de Estocolmo, en las cocinas de Madrid, en los edificios ocupados de Manhattan? Patria de arena, de sal, de humo grueso brotando de neumticos quemados ; necesidad maneras de ponerse de pie, vergenza ajena muerte propia sueo. Cualquiera puede definir los efectos del amor, pero no sus causas: con la Patria sucede algo similar; somos argentinos por eso por esta manera triste de mirar al sur, por nuestros tics de nobles venidos a menos, por este humor oxidado de cinismo, por esta condena a la infancia perpetua por el amor, y el espanto.

Patria de quin? Patria de Borges y de Monzn, de Olmedo y de Houssay, de Discpolo y de Videla, de los perritos de Pern, de Manuel Puig; de Carrasco, de Aramburu, del Plaza Hotel, de la escuela destartalada, de Isidoro Caones, de Tato Bores, del ingeniero Santos, de las chicas ms increbles del planeta, de los piolas, del bife de chorizo, del Nunca Ms. No alcanza, no? Pensar que toda esta catarata de palabras puede evitarse para definir la Patria: slo hay que salir al aire libre respirar profundo y mirar al cielo. Editorial de Da D.

Preguntas Mam, cundo llegamos? Cundo voy a ser grande? Falta mucho? Pap, por qu siempre los libros dicen una cosa y la vida dice otra? La vida est peleada con los libros? Por qu "siempre" quiere decir "a veces"? Por qu yo tengo que ser lo que vos no fuiste? Por qu soy tu revancha? Alguien se acuerda de la primera vez que me minti? Yo me acuerdo. Por qu dejaron de nacer los prceres? Por qu lo que quiero nunca me conviene? Por qu slo los grandes saben lo que me conviene? Por qu son ustedes los que saben si yo tengo sed, o tengo fo, o tengo ganas? Por qu casi nunca sirve lo que me gusta? Por qu ustedes viven as, si se quieren? Por que creen que las preguntas son como el acn, que se me van a pasar? Por qu los grandes dicen que no estn, hablan por detrs, calculan? Por qu lo romntico te parece tonto? Por qu la entrega te parece infantil? Ustedes qu quisieron ser? Ustedes quisieron? Seorita, por qu el pelo va por arriba de la camisa? Por qu tengo que mirar la nuca del compaero? Por qu tengo que tomar distancia? Por qu soy libre con horarios? Por qu no indultan las amonestaciones? Seorita, si no estudio pero pago, me recibo? Por qu, si todos los hombres son iguales, tenemos que ponernos uniforme? Seorita, la teora es el deseo y la prctica es lo que nos sale? Por qu me cuidan del cigarrillo y nadie me cuida del Fondo Monetario? Por qu mi cuerpo es malo? Yo quiero aprender: ustedes saben qu quieren ensearnos? Por qu Dios me va a castigar?

Por qu Dios no castiga a Videla? Por qu a veces los grandes nos avergenzan y se burlan de nosotros? Por qu no se meten con sus jefes? Por qu nos pegan? Por qu mis padres quieren ser mis amigos? No tienen que ser padres, mis padres? Por qu no nos cuentan qu hicieron ustedes para cambiar el mundo que nos dejan? Por qu no nos ensean a decir que no? Si este pas es nuestro, por qu no nos preguntan antes de venderlo? Por qu chico quiere decir dbil? Qu pasara si, en lugar de tratar de entendernos, nos quieren? Seores mayores, hagan de grandes, sean grandes. Grandes quiere decir eso, grandes, esto es generosos, abarcadores, conscientes. Ayudemos a los chicos a vivir su propia vida, no a borronear la nuestra. Mostrmosle que vale la pena vivirla: por ellos y por sus prximos chicos. Ser justos, o ser libres, o ser verdaderos, no son aspectos de una teora que jams se cumple. Si no lo logramos seremos esclavos, hipcritas o injustos en la vida real. Y ellos tambin, y los hijos de ellos tambin. Su visin del mundo ser el resultado de la visin cotidiana que tengan de nosotros. Dmosle buenas razones para estar enteros, y estar vivos. Editorial de Da D en ocasin del Da del Nio.

Madreselvas La mejor novela que le jams sobre los padres se llama La invencin de la soledad, y fue escrita por Paul Auster cuando perdi a su padre. Ese fue el libro peor escrito y ms desprolijo de Auster, pero tambin el ms cierto y descarnado. Mi padre fue el Dr. Ernesto Lanata, o Ernesto, Dr.Lanata. Fue dentista, aunque no exhiba su doctorado con la misma afectacin de los mdicos o los abogados. Termin el secundario en un colegio nocturno y, mientras trabajaba como mecnico dental, rindi libre gran parte de la carrera. Creo que cuando mi padre se llamaba "Doctor" lo haca mencionando una meta que so imposible. El Dr. Lanata era honesto, violento y exagerado. A veces pareca un chico pegndole patadas al destino. Atenda a sus pacientes a cambio de dinero, pero tambin aceptaba uvas de la costa, o un par de pollos, o una incierta promesa de pago. Durante el tiempo que luchamos por cambiarnos, nos odiamos. El paso de los aos fue lo nico que nos permiti querernos sin condiciones. Mi padre nunca entendi una palabra de poltica: -Ac hace falta un gobierno fuerte, un paredn, un Castro o un Pinochet. Tampoco supo que la literatura viva mas all de las novelas de Salgari. Sin embargo fui yo quien tuvo que aprender las materias ms importantes: no traicionarse, ser honesto, darle poca o ninguna importancia al dinero, decir la verdad, pelearse a patadas con el destino. Fue triste pero necesario vivir su muerte, estar a su lado durante esos meses en un hospital del Parque Centenario, sentir que la Muerte huele y ronda con su hocico fro. Mi padre muri sin conocer a mi hija.

Ahora soy yo quien siente la desesperacin por la falta de respuestas, la urgencia por transmitir los sueos, la escasez de manuales, la vida en estado puro. En qu museo se exhiben los padres normales? Slo son ciertas las respuestas cursis: desanudarse el corazn, mirar el alma. Hay en toda esta batalla algunos segundos de calor; de es por ac, ya est todo bien; est bien, de amor, y sangre. Nunca fui con mi padre al cine, ni sal a caminar por el centro, ni pude constatar su ignorancia sobre las mujeres, y una sola vez, cuando yo tena ocho o nueve aos, fuimos a cenar a una pizzera de Sarand, a cinco cuadras de la casa. Treinta aos despus recuerdo exactamente qu comimos y en qu mesa nos sentamos. Mi recuerdo, entonces, al Da Nacional del empecinado, del transparente, del desbordado de mi padre. Ojal est viendo todas sus pelculas de Gardel en Super 8, convencido de que el aroma de las madreselvas nunca fue tan fuerte como en aquel entonces . Editorial de RompeCabezas en ocasin del Da del Padre.

Batman en el Sur Esta columna fue parte de aquellos suplementos de domingo editados por Gabriela Esquivada , mencionados en otra parte de este libro. En este caso era una separata sobre Batman, a partir del estreno de la pelcula que presenta al Batman dark de los noventa. Sin embargo, el Batman de esta nota es el otro, el de la pantalla de blanco y negro, el Batman gordito y sobreactuado, el que era cierto durante nuestra infancia, cuando todo era cierto. En aquella poca la muerte no era un asunto personal. La muerte era, a lo sumo, un perro muerto. Un perro tieso, embalsamado de muerte en el medio de la calle. En aquella poca, en el sur, un palo poda transformarse en una espada y la justicia era una necesidad que nadie poda postergar. En las maanas de invierno las nubes bajaban tanto a la altura de Sarand que era posible correrlas con la mano, cortar los pedazos de niebla y hacerse camino hacia el colegio, al nuevo da que jams iba a terminar, al pelo por arriba del cuello de la camisa. En aquella poca el amor era secrete y fatal: ambamos con la cursilera de los boleros, desde el banco del fondo, a la chica de la primera fila. El corazn poda explotar con el timbre del recreo, pero nadie iba a lograr que, en pblico, pronuncibamos el nombre de Ella. Un ao era una eternidad, pero estaramos dispuestos ese ao, y el otro, y siempre, y aunque la vejez era en esa poca un accidente ajeno, podamos pronunciar las palabras "Toda la vida" sin caer en la trampa. En aquella poca, cuando queramos mentir, la verdad pegaba un salto traidor y nos delataba en los ojos. El miedo a la oscuridad de aquellos aos no tena que ver con la conciencia: creamos a pie juntillas en los fantasmas, en Dios, en los monstruos. Cuando alguien apagaba la luz, se desataba una batalla de sombras en el techo. En aquella poca, en el sur, buscbamos palabras prohibidas en el diccionario: -Concha -buscbamos. -Parte dura que cubre el cuerpo de muchos moluscos y crustceos: la concha del carey es muy estimada... anat. -Anatoma.

-Anatoma. Concha auditiva: cavidad de las, rejas donde nace el canal auditivo. Platillos en forma de concha para servir manteca, aceitunas y otros elementos. No, no dice. Pocos diccionarios decan. Nos matbamos de risa sin saber que bamos a tardar algunos aos en averiguar que aquella palabra tambin quena decir luna, humedad, encuentro. En esos aos mirbamos a los trenes con melancola y nos cambibamos para ir al centro. No sabamos quien gobernaba este pas: era algn militar del que ni recordbamos el nombre, que viva en una inmensa torta de yeso rosado. El primer ruido de la maana era la voz de los obreros de la metalrgica, y el segundo sonido el del repartidor de leche que dejaba los cajones en el almacn de al lado. -Vas a ver cuando vuelva Pern -se deca en secreto. -La palabra Pern est prohibida -nos advertan los familiares Pasbamos frente a las comisaras y decamos, bajito: "Pern!" Pero no pasaba nada. El tiempo pasaba lento como una tarde en el parque, y ramos libres. Los males eran los de bigote, o los de mirada torva, o los de cicatriz, y el General Custer siempre llegaba a tiempo con el Sptimo de Caballera. En aquella poca, en el sur, llenbamos un plato de pan tostado con manteca, nos sentbamos frente al televisor, y mirbamos a Batman. Publicado en Pgina/l2 el 30 de julio de I989.

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