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El Escuadrón Perdido

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El Escuadrn Perdido...

y desaparecido
El Escuadrn Perdido, por Jos Luis D'Andrea Mohr.

Vaya tarea la que nos encomendara el amigo Jos Luis! No es fcil prologar su enjundioso trabajo sobre El escuadrn perdido. A nuestro entender, tiene dos partes, las dos importantes. En una de ellas desmenuza el terrorismo de Estado en sus aspectos de planificacin y ejecucin, sustentados en la ideologa fascista y asesina, y en la otra aporta una detallada investigacin sobre las ciento veintiocho "deserciones". Qu tremenda falacia, qu gran mentira decir que fueron "desertores' aquellos que fueran asesinados o arrojados vivos al mar por quienes juraron defender a la Patria. Por quienes demostraron ineptitud en Malvinas y llevaron a la muerte a soldados conscriptos que confiaban en la profesionalidad de sus jefes, y en algunos casos se rindieron al enemigo sin luchar. Por quienes subvirtieron las leyes y el Derecho al no iniciar juicio con debida defensa a aquellos que tildaron de "subversivos". La "desercin" fue inventada por quienes aplicaron el ms salvaje y siniestro terrorismo de Estado e ignoraron el honor militar. Cmo explicar que, en las planillas de haberes del Colegio Militar de la Nacin, Luis Pablo y Luis Daniel aparezcan percibiendo esos "haberes en los dos meses posteriores a sus deserciones"? Esto confirma la falacia a que nos referamos. Lo que afirmamos en pocas lneas, no por ello menos terribles, est clara y detalladamente probado y demostrado por DAndrea Mohr. Este libro servir a todos los que luchamos por la verdad y la justicia y ayudar, seguramente, a lograr el juicio y castigo de los culpables. Gracias, Jos Luis, por esta ayuda solidaria. Como deca el poeta: No hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla Con nuestro agradecimiento sincero y no recitativo: A Don Carlos Oliveri, Juez justiciero (que no es redundancia), paradigma de investigador probo y lcido, junto a todos los integrantes de su Juzgado que proces y encarcel al secuestrador y asesino Reynaldo Benito Bignone. Agradecimiento que pudimos manifestarle personalmente en vida y que ahora, tras su fallecimiento, reiteramos constantemente al recordarlo.

A los familiares de desaparecidos. A todos los organismos de Derechos Humanos. A todos aquellos que desde la tarea cotidiana fueron y son solidarios en nuestra lucha por el "nunca ms y la bsqueda de la verdad. Con nuestra emocin y nuestro recuerdo: A los 30.000 desaparecidos. Y nuestro homenaje y el amor de siempre a nuestros hijos Luis Pablo y Luis Daniel, soldados conscriptos del Colegio Militar de la Nacin, desaparecidos, torturados y arrojados vivos al mar, y no desertores, que con su martirio apuntalan nuestra lucha de siempre. JAIME STEIMBERG WENCESLAO ALBERTO GARCA

Presentacin
El Escuadrn Perdido, por Jos Luis D'Andrea Mohr.

El espantoso asesinato del soldadito Omar Carrasco tuvo una inmediata cuanto disparatada respuesta del Poder Ejecutivo: elimin de un plumazo el Servicio Militar Obligatorio (SOM). Tan burda maniobra poltica - a todas luces meramente efectista cuanto exenta de intencin jurdica alguna - pudo tener, para cualquier desprevenido ciudadano, alguna de estas despistadas interpretaciones: Que, en realidad, la culpa del vil asesinato la tena el SMO: si no hubiese existido, Carrasco habra conservado su vida (lo cual no deja de ser cierto o, por lo menos, bastante probable, aunque mantiene su condicin de falacia). Que los propios asesinos eran, a su vez, vctimas de ese mismo SMO, que virtualmente los compela a delinquir hasta tales extremos (lo cual tampoco deja de ser parcialmente cierto, de manera indirecta, aunque sigue siendo una falacia). Que el Servicio Militar Voluntario (SW) elimina ipso facto toda posibilidad de que ocurran tamaas aberraciones. Es decir, se dara por descontado que en el SMO no slo pueden morir soldaditos asesinados sino - esto es lo terrible - que es inevitable que los homicidas sean sus mismos

superiores. Que los voluntarios, por tal condicin, resultan inmunes a esos peligros, toda vez que su voluntad no llega al extremo de aceptar graciosamente que los torturen hasta matarlos. Ni ms ni menos. As, quienes como yo venamos abogando desde hace mucho tiempo por la abolicin del SMO (y sufrimos, no sin rigor, las consecuencias de haberlo hecho pblico ms de una vez) nos vimos obligados a disentir con aquella decisin a secas". La causa alegada resultaba a todas luces mentirosa, porque se fundamentaba en el desfachatado argumento segn el cual el SMO - es decir, una figura abstracta- provocaba per se asesinatos de miliquitos, cuando no era lisa y llanamente su autor. Esa argumentacin era expuesta como al pasar, con absoluta hipocresa. Lo que s caba decir, aunque sin "incrustar" la burda digresin del SMO, era que la causa de semejantes atrocidades tena origen en la formacin de los cuadros de oficiales y suboficiales. Una formacin que - desde que tengo memoria - conlleva nsito el perverso ingrediente de la crueldad, en la cual la tortura fsica y psquica ha sido cotidiana y sin medida y cuyo nico extremo conocido es la muerte lisa y llana del atormentado. Una crueldad, en fin, que reconoce su pico ms alto de degradacin en los "aos de plomo" del Proceso y que, en no pocos de sus autores, se conserva con estremecedora soberbia. El caso del "valiente" ex capitn Astiz da crdito a mis dichos. Tambin yo, en mis lejanos aos de cadete (1947-1950), he sido torturado en mayor o menor grado, segn fuera el ndice de ferocidad del oficial torturador. Y mientras fui instructor de cadetes en el Colegio Militar (1956-1959) pude comprobar que nada haba cambiado. Peor an: mis propios pares, ya oficiales (antiguos torturados), asuman minuciosamente - y hasta jubilosamente el papel de torturadores, en una suerte de cumplimiento de un pacto tcito entre generaciones. Me precio de no haber asumido jams ese papel ni cumplido ese pacto. Mis cadetes de entonces son testigos.

El "generaludo" que defenda el servicio militar obligatorio All por 1985, un ex camarada de mi promocin y arma me denunci - mediante una carta "mamarracho"- ante el Jefe del Estado Mayor General del Ejrcito, Hctor Ros Ere. Deca considerarse agraviado porque, en una encuesta televisiva, yo haba manifestado mi oposicin al SMO. Mi posicin se basaba en la inutilidad de mantenerlo porque ya haban desaparecido las razones objetivas que le dieran origen a comienzos del presente siglo. El generaloide en cuestin era Mario Oscar Davico. Cuando Carlos Menem aboli el SMO, Davico, a pesar de su furia de entonces, se cuid muy bien de endilgarle al Presidente los - para lagraviantes calificativos de "marxista", "destructor de la institucin" y otras imbecilidades por el estilo. Este autntico Bayardo argentino se distingue por su condicin de experto en la especialidad, desopilantemente llamada "inteligencia"; una especialidad en la que descollara como muy comedido adiestrador de "contras" nicaragenses. Cuando regenteaba los Estados Unidos el recio Ronald Reagan, Davico reciba la paga de tan singular conchabo en dlares estadounidenses salidos del Tesoro del To Sam. Hasta donde se sabe, el "agravio" de nuestro Bayardo no fue

suficiente para que dejara de asistir - como medida de protesta -, mensualmente y con puntualidad, a la Sociedad Militar Seguro de Vida para percibir sus haberes tan honradamente habidos. Ese generalzuelo de pacotilla y los mandos que tramitaron su alcahueta denuncia fueron incapaces, por inepcia y cobarda, de contestar mis dichos ante ella, los cuales hago pblicos por primera vez en estas pginas [vase Apndice "Un insulto al Ejrcito Argentino?"]. Este comentario viene a cuento a propsito del espeluznante escuadrn perdido, porque, por el mismo camino de la perversa formacin recibida y de su ciega internalizacin, podemos llegar a explicamos - aunque jams a aceptar- las aberrantes actitudes de todos aquellos que participaron (en todas las jerarquas y responsabilidades) en esta espantosa cacera humana y exterminio de ms de un centenar de soldaditos. A ellos se les haba tomado juramento de servir a la bandera de la Patria. Sus victimarios, a su vez, juraron tambin - qu duda cabe - por la misma Patria y por Dios su absoluta ignorancia del destino de aquellos desdichados. Ms an, urdieron historias tan cnicas como ridculas, cuya sola exposicin constitua un burdo agravio para quienes las reciban. Que a ninguno de los integrantes de esta runfla despreciable, cobarde y asesina que se cita en este libro se le ocurra alegar que todos y cada uno de los casos que aqu se presentan ocurrieron porque exista el SMO. Lo que es innegable es que ocurrieron porque eran ellos quienes existan, con su formacin criminal, soberbia y decididamente vesnica. Aqu estn. Estos son. Tanto hubiera dado que estos muchachitos brutalmente inmolados hubieran estado cumpliendo con el SMO o no. En este ltimo caso, los habran buscado en sus hogares, en la fbrica, en la universidad o dondequiera que hubiesen podido estar. Aqu estn. Estos son. Los ha marcado a fuego este mprobo cuanto necesario, terrible pero esclarecedor trabajo de Jos Luis D'Andrea Mohr. Y ms vale que no le ha temblado el pulso para realizarlo, como tampoco a m para ponerlo de relieve, a pesar de las persecuciones y amenazas que ambos venimos arrastrando desde hace mucho tiempo. Y a pesar tambin de que no pocos de los aqu estigmatizados fueron - alguna vez, al menos- nuestros camaradas de armas. Hace largo tiempo que dejaron de serlo, y nos congratulamos por eso: no queremos, como postulaba "don Pepe" San Martn, que se nos pueda confundir "con los malvados y perversos". Amn. FEDERICO EDUARDO MITTELBACH Capitn de Caballera (R)

Al Escuadrn Perdido
El Escuadrn Perdido, por Jos Luis D'Andrea Mohr.

Al Escuadrn Perdido

Que me duelan sin alivio los dolores, que se agranden con los aos sus recuerdos. Que galopen desde lejos hacia aqu; y desde entonces, en maln de sentimientos por la huella que cortaron los verdugos de aquel tiempo. Que me duelan tus dolores, sobreviva tu memoria a mi recuerdo, camarada de tumba sin honores; si hoy somos tu vida, no podemos respirar y olvidarte, soldado nuestro. JLDM

A todos los que buscan la verdad y hacen de ello sus vidas. A quienes ayudaron a encontrar al "escuadrn perdido". Julia, mi mujer, Federico Mittelbach, amigo y maestro; Daniel Frontalini; Dolly Scaccheri; Juan Gullo; Alicia Pierini; Jorge Condom; Rodolfo Rapetti; Hugo Garca; Fernando Doumit; Silvia San Martn; Karina Vanerio y Silvia Dyoukoff Gracias...

El Contexto
Del casco a la capucha El Escuadrn Perdido, por Jos Luis D'Andrea Mohr.

El 11 de marzo de 1973 el Frente Justicialista de Liberacin Nacional gan las elecciones nacionales con el 49,59 por ciento de los votos. Haban pasado casi dieciocho aos desde el golpe de Estado de 1955 que derroc al general Pern. Aquella asonada militar de setiembre, precedida por el bombardeo de junio a la Casa de Gobierno y el ametrallamiento y asesinato de civiles en la Plaza de Mayo desde la seguridad de aviones navales, continu con los fusilamientos de junio de 1956, con la prohibicin poltica del peronismo y con el condicionamiento electoral y los posteriores derrocamientos de los gobiernos de Arturo Frondizi y Arturo Illia. En esos dieciocho aos, la presencia militar - en el gobierno o al acecho- dio el marco ideal para la gestacin de la violencia, que se manifest en formas de resistencia que incluyeron la lucha armada. Desde los comandos en jefe de las Fuerzas Armadas se ordenaba instruir a las unidades dependientes en la veloz ocupacin de "objetivos", en el control de la poblacin y en cmo disolver manifestaciones. Y con la excusa del "peligro comunista" a partir del triunfo castrista en Cuba, los servicios militares de Inteligencia comenzaron a convertirse en los redactores del cuadro de situacin nacional en el que las Fuerzas Armadas ocupaban el lugar de "ltima reserva material y moral". Resulta muy til presentar prrafos de la conferencia de prensa brindada por el teniente general Carlos Severo Toranzo Montero el 9 de enero de 1962. Este oficial haba abandonado su cargo de comandante en jefe del Ejrcito despus de la derrota de los "colorados" frente a los "azules". "[...] El cambio profundo estaba impuesto por una apreciacin constante y responsable sobre la gravedad de esa realidad. Ella entraa amenazas mortales para nuestra existencia nacional en su autntico contenido histrico y cultural, como consecuencia de la agresin de que es objeto el mundo occidental y, en particular, nuestro continente americano, enfrentados a la estrategia global (poltico - militar -social - econmico - cultural) del bloque comunista. "[...] La propaganda demaggica de la convivencia pacfica y su filial neutralista, hacen ms por la pronta conquista del comunismo que las guerras locales, guerrillas y agitaciones internas de los pueblos. Propiciar esta doctrina en el seno de la convivencia continental sera romper la unidad del sistema Interamericano y entregarle posiciones decisivas al bloque comunista. "Consciente de esta situacin, corroborada y agravada de la manera ms rotunda por la captura

poltica de Cuba por el bloque comunista chino-sovitico, y convertido el pas, situado en el corazn mismo del continente, en base adelantada de operaciones de este bloque, el Ejrcito Argentino, a la sazn bajo mi mando, orient los planes de defensa nacional - en la parte que le corresponde - de manera de hacer frente al verdadero peligro que se cierne sobre la patria y el continente. "[...] La defensa nacional de los pases americanos slo puede tener validez prctica coordinndola en la defensa continental. "[...] Las Fuerzas Armadas no se apartan de su misin especfica si permanecen atentas a la situacin real del pas y detectan, como 'radar salvador', la presencia de los enemigos de la Patria sea cual fuere el lugar en que se ocultan." El "americanismo" defendido por Toranzo Montero y el consecuente papel policial de las Fuerzas Armadas constituyeron teora y prctica de la llamada "Doctrina de la Seguridad Nacional".

Los orgenes de la Doctrina de la Seguridad Nacional Sobre este tema, el coronel (R) Horacio Pantalen Ballester, presidente del CEMIDA (Centro de Militares para la Democracia Argentina), habl como panelista de una mesa redonda del cielo de conferencias sobre "Defensa Nacional y Derechos Humanos" (Centro Cultural General San Martn, 10/4/85). Si bien las circunstancias actuales han variado mucho, lo descrito por Ballester facilita la comprensin de episodios ocurridos durante el terrorismo de Estado y antes de l. Y resulta de especial inters para El escuadrn perdido por cuanto los soldados desaparecidos que lo integran fueron una consecuencia trgica de la aplicacin a rajatabla y hasta con crueldad exagerada de la "Doctrina de la Seguridad Nacional". [...] Hacia 1940, comenzaba ya la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos an no haba entrado en ella, se realiza la ll Reunin de Consulta de Cancilleres en La Habana, y all se establece por primera vez el principio de que un ataque contra una nacin americana, por parte de una nacin no americana, se consideraba una agresin contra todas las naciones del continente. "En 1942, producido ya el ataque japons a Pearl Harbour, e ingresado Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, se rene la III Conferencia de Cancilleres en Ro de Janeiro, en la que se resuelve la convocatoria de expertos militares y navales a Washington para que organicen la defensa del continente. "Ese fue el origen de lo que despus constituy la Junta Interamericana de Defensa (JID). "En 1947 (en Ro de Janeiro otra vez), se firma el Tratado Interamericano de Asistencia Recproca (TIAR), tratado perfectamente conocido por los argentinos, por cuanto mostr abiertamente en ocasin de la guerra del Atlntico Sur, que haba sido preparado por los Estados Unidos para servir a sus propios fines. Cuando una nacin como Argentina fue atacada por una nacin extranjera, Estados Unidos apoy a la nacin agresora, y no se sujet con lo que estableca el TIAR,

cumpliendo las votaciones mayoritarias obligatorias para todos los miembros del tratado. "En 1948, se realiza la IX Conferencia Interamericana en Bogot; recordarn que hacia 1945, despus de la Segunda Guerra Mundial, se haba formado la Organizacin de las Naciones Unidas. Dentro de la Carta de las Naciones Unidas se haba establecido que podan existir organizaciones regionales, siempre que adaptaran sus cartas o sus constituciones a la Constitucin madre de las Naciones Unidas. Esa tarea se realiza en 1948 en Bogot. En esa circunstancia ocurre el asesinato del lder Gaitn y el llamado Bogotazo, que estuvo a punto de hacer fracasar la conferencia, pero finalmente logr adaptarse los estatutos de la vieja Carta de Unin Panamericana para transformarla en la actual Carta de Organizacin de los Estados Americanos, la famosa OEA. Los artculos 44 y 45 de esta Carta de organizacin prevean la creacin de un Comit Consultivo de Defensa, el que nunca lleg a materializarse. "Por ello, la Junta Interamericana de Defensa, primero en forma extraoficial, comenz a cumplir todas las funciones que le correspondan a tal Comit Consultivo. Posteriormente los cancilleres se reunieron y establecieron que hasta tanto la Organizacin de Estados Americanos contara con sus organismos militares, la Junta Interamericana de Defensa iba a cumplir con esas funciones, o sea: a) estudiar y sugerir las medidas para la defensa continental; b) actuar como rgano de preparacin de los planes militares, y c) mantener al da el planeamiento militar para la defensa comn. "El trabajo de esta organizacin fue muy eficiente, utilizando las llamadas recomendaciones (que en realidad no eran recomendaciones sino rdenes; all se ordenaba qu era lo que haba que hacer en el plano militar) y se fue estableciendo la funcin de los ejrcitos americanos y determin, incluso, quines eran nuestros enemigos: en la Segunda Guerra Mundial lo fueron Alemania, Japn e Italia (los pases del Eje), cuando termin la Segunda Guerra Mundial, nuestro enemigo pas a ser la URSS. Posteriormente, llegaron a la perfeccin: al enemigo ideolgico; as se fue llegando a que todo lo que se hiciera en nuestros pases que pudiera afectar los intereses estadounidenses, o aun de las multinacionales de cualquier origen, o de las oligarquas vernculas que los sirven, era considerado como un ataque, como un apoyo al enemigo en el conflicto Este Oeste. "En 1951, el Congreso estadounidense dicta la ley N 165 de Seguridad Mutua. Esta ley permite que las Naciones Americanas intercambien entre s material de guerra. Por supuesto que nosotros a los Estados Unidos no le vamos a prestar ningn material de guerra. Quien presta material de guerra es Estados Unidos a las naciones latinoamericanas. Y el hecho de prestar material de guerra le otorga a Estados Unidos el derecho de establecer en el pas recepcionante una misin militar con fines de asesoramiento. "Con esto queda prcticamente estructurado la famosa doctrina de la Seguridad Nacional. Las Fuerzas Armadas de nuestros pases deben estar preparadas fundamentalmente para luchar contra la subversin interna, eso en especial para el caso del Ejrcito. La Marina debe facilitar el trnsito por el Atlntico Sur, para que en ese enfrentamiento entre el Este y el Oeste, el Atlntico Sur no sea negado a la navegacin de Occidente. Y la Fuerza Area debe colaborar con la Marina o con el Ejrcito de acuerdo con sus respectivas necesidades. Nuestros pases no deben organizar

tropas para combatir en el exterior. El peso de las operaciones en contra del enemigo principal, la Unin de Repblicas Socialistas Soviticas y los pases del Pacto de Varsovia, ser llevado por Estados Unidos y sus aliados de la OTAN. Nuestros pases tienen que tener pequeos destacamentos de intervencin, no slo porque no confan en poder asignarnos la responsabilidad de un frente, sino, fundamentalmente, para que nuestras banderas figuren en intervencionismos, tipo el de Santo Domingo de 1965, para que los intereses norteamericanos sean defendidos por una aparente comunidad de naciones americanas. Incluso en esos programas de ayuda mutua, el material que se facilitaba a nuestros pases, como ayuda militar, es precisamente el que se usa para combatir al enemigo interno: prestan camiones, medios de comunicaciones, armamentos porttiles, pero no facilitan artillera ni blindados, que es justamente lo que diferencia a una fuerza armada de una polica. No estoy nombrando a la polica con tono despectivo; la polica tiene una misin bien definida, las Fuerzas Armadas tienen otra y lo peor que le puede pasar a una fuerza armada es convertirse en una polica, como a la polica convertirse en una fuerza armada. Todo funcion perfectamente, hubo incluso un acto social que trajo consecuencias tremendas para nuestros pases. Esto ocurri en 1960, cuando el comandante del Ejrcito americano en el Caribe, mayor general T. F. Bogart, cuya zona de accin va desde el Ro Bravo, lmite entre Mxico y Estados Unidos, hasta el Cabo de Hornos, invit a los comandantes de Ejrcito americanos a una reunin social en la que adems los iba a poner al tanto de cules eran los elementos que Estados Unidos poda brindar en ese programa de ayuda militar y, adems, cmo se deban emplear esos elementos. Esa reunin les agrad, resolvieron que era conveniente regularizarla, dictaron sus propios reglamentos, y a partir de ah comenzaron las reuniones de los comandantes en jefe de los ejrcitos americanos; Marina y Fuerza Area no tardaron en tomar el mismo ejemplo y entonces cada ao, o ao y medio, segn la fuerza, se realizan esas reuniones de coordinacin. Esas reuniones de Comandantes en Jefe Americanos (CEA) para la Argentina son de muy ingrato recuerdo. En la reunin de 1965, la V Conferencia en West Point, fue cuando el general Ongana lanz la doctrina que permite la intervencin militar cuando el gobierno civil de alguno de nuestros pases no cumple con las leyes y/o no den solucin a los problemas nacionales; no determina con qu derechos las Fuerzas Armadas son los jueces que determinan si lleg el momento de intervenir o no, de sacar o no a un poder civil. "En 1968, en la VIII Conferencia, en Ro de Janeiro, el teniente general Lanusse propone instrumentar un mecanismo de vinculacin entre la CEA, el TIAR y la OEA. Gracias a Dios esa propuesta fue rechazada por los mismos asistentes. "Donde se hizo s un buen papel, [fue] en la X Conferencia de Ejrcitos Americanos, ao 1973, en Caracas, en la cual el teniente general Carcagno formul una propuesta que se podra resumir as: que los ejrcitos no intervengan ms en el mbito especfico de las relaciones exteriores, y que se considere la existencia de otras formas de agresin [...], como las de carcter econmico y poltico, la negacin del derecho de autodeterminacin de los pueblos, las desventajas que ocasiona el funcionamiento dentro del territorio de algunas de las llamadas empresas multinacionales, el paternalismo de las grandes potencias hacia las menores, la desigual y arbitraria distribucin de la riqueza que se genera en cada pas, la falta de igualdad de oportunidades para todos los

habitantes de un pas, etc. Esta importante propuesta fue rechazada lamentablemente por 10 votos contra 6. "A pesar de todo, el sistema funcion perfectamente. En 1963 se produjo la intervencin multinacional, por supuesto dirigida por Estados Unidos, en contra de la Repblica Dominicana; en 1982 el sistema tembl con la recuperacin argentina de su soberana sobre las islas del Atlntico Sur; en 1983, cuando a Estados Unidos se le present el problema de Granada, directamente ni convoc a la OEA, ni a la Conferencia de Ejrcitos Americanos, ni al TIAR, ni a nadie; sin ningn eufemismo mand sus marinos a ocupar la isla. "En extrema sntesis [...] como conclusin podemos decir que la actual Organizacin Militar Interamericana y la famosa Doctrina de la Seguridad Nacional presentan, entre otros, los siguientes problemas: responden exclusivamente a los intereses de la potencia hegemnico en Amrica, a los de las clases dominantes de cada pas y a los de las compaas internacionales; comprometen a las naciones latinoamericanas con los conflictos que a nivel mundial mantiene el poder hegemnico; son inoperantes para los pases en desarrollo cuando no directamente contrarias a ellos, cuando el poder hegemnico debe privilegiar los objetivos de una nacin o corporacin no americana; el poder de decisin con respecto a conflictos interamericanos y la aceptacin o no del derecho de autodeterminacin de los pueblos quedan librados al criterio y al arbitrio estadounidenses."

Un repliegue momentneo

El triunfo electoral de Cmpora provoc el primer repliegue de unas Fuerzas Armadas desprestigiadas y derrotadas por la unin de muchos factores polticos, sociales y econmicos, adems de su propia deshonra al haberse erigido en rectoras de las decisiones de sus conciudadanos. Pero la derrota completa llegara el 23 de setiembre de 1973 con el triunfo de la frmula Pern - Pern, que reuni el 61,85 por ciento de los votos. La ilusin de un pas libre y dueo de elegir su camino dur Poco. Grupos revolucionarios que haban luchado con y sin armas para el regreso de Pern y el repliegue militar descubrieron que su lder no era un revolucionario y se apartaron del partido gobernante. Un ao y ocho meses despus de asumir la Presidencia, el general Pern muri. Lo sucedi su esposa, vicepresidente, y la brisa se hizo tormenta. Los militares replegados volvieron a escena merced a la actuacin de la guerrilla del ERP en Tucumn y de Montoneros en varias zonas del pas. Al mismo tiempo que el accionar guerrillero se incrementaba, en 1974 comenz a actuar la Triple A (AAA) bajo la batuta del ministro de Bienestar Social, Jos Lpez Rega. Esta organizacin paramilitar (y con militares) se dedic a asesinar e intimidar a ciudadanos de izquierda o que por su manera de pensar se vinculaban, en la imaginacin fascista, con el enemigo del 'Ser Nacional". Sobre el terrorismo de derecha el contraalmirante Csar A. Guzzetti, canciller el 30 de octubre de 1976, expres lo siguiente:

"Mi concepto de subversin se refiere a las organizaciones terroristas de signo izquierdista. La subversin o el terrorismo de derecha no es tal. El cuerpo social del pas est contaminado por una enfermedad que corroe sus entraas y forma anticuerpos. Esos anticuerpos no deben ser considerados de la misma manera que se considera un microbio. A medida que el gobierno controle y destruya a la guerrilla, la accin del anticuerpo va a desaparecer. Yo estoy seguro de que en los prximos meses no habr ms acciones de la derecha, cosa que ya est ocurriendo. Se trata slo de una reaccin natural de un cuerpo enfermo." Los conceptos del marino canciller Guzzetti parecen expresados por el oficial despus de recibir un disparo en la cabeza, cosa que ocurri y lo dej semipostrado, pero el hombre era as noms.

El comienzo del espanto El 5 de febrero de 1975 fue dictado el decreto N2261 que dispuso: Ejecutar las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos que actan en la provincia de Tucumn". Y ocho meses despus el mbito de la actuacin militar fue todo el pas, de acuerdo con el decreto del 6 de octubre de 1975, N9 2.772, que dispuso: "Ejecutar las operaciones militares y de seguridad que sean necesarias a efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del pas". Importa a esta altura referirnos al "aniquilamiento". Es comn an hoy la invocacin militar de que esos decretos fueron los que provocaron, durante su cumplimiento, las miles de vctimas, entre detenidos, muertos y desaparecidos. Ello es falso porque: - Los decretos no imponan un golpe de Estado para cumplir con lo que ordenaban a las Fuerzas Armadas. - El aniquilamiento consiste en impedir que el oponente quede en condiciones de continuar la lucha. Naturalmente, durante el combate puede haber muertos y heridos. Pero continuar la agresin contra prisioneros se llama exterminio, y esta palabra no figura en manual alguno. Los dos decretos de 1975 lograron devolver al centro de la escena a las Fuerzas Armadas para encargarse de la lucha contra la subversin, pese a que ya en ese momento el poder militar de la guerrilla haba mermado considerablemente. Pero la magnificacin de los acontecimientos tucumanos, elevados a la categora de guerra contrainsurgente despus, ms el desquicio poltico y la presin sindical, convirtieron a un momento difcil en un golpe de Estado latente. Quiz pudo haberse evitado con elecciones anticipadas, pero en realidad el golpe ya estaba en marcha y el motivo real era imponer un modelo econmico como el que se sigui. Guillermo Walter Klein, mano derecha de Alfredo Martnez de Hoz, dira el 5 de octubre de 1980 a Clarn: "Ella [la poltica econmica] era incompatible con cualquier sistema democrtico y slo aplicable si la respaldaba un gobierno de facto". Puesto el Ejrcito a la cabeza para terminar con el accionar subversivo en todo el pas, el general

Videla declar ante periodistas extranjeros, el 24 de octubre de 1975: "Si es preciso en Argentina debern morir todas las personas necesarias para lograr la seguridad del pas".

La primera directiva secreta

El 28 de octubre de 1975 fueron distribuidas veinticuatro copias de la Directiva del Comandante General del Ejrcito, N 404/75 (Lucha contra la subversin), cuyo texto ntegro puede verse en este sitio.

El terrorismo de Estado

En octubre de 1975 ya tena el Ejrcito bajo su autoridad a las fuerzas de seguridad y penitenciarias de todo el pas, adems de tener bajo su responsabilidad primaria todo lo referido a la lucha antisubversiva, por lo que los comandantes de Zona estaban por sobre toda otra autoridad militar de otras fuerzas. El 23 de diciembre de 1975, el ERP intent copar el Batalln Depsito de Arsenales 601, ubicado en Monte Chingolo, provincia de Buenos Aires. En realidad, cay en una trampa muy bien montada por el Ejrcito, y el intento fracas a un costo de 85 muertos del ERP y 6 de las fuerzas por entonces legales. Este operativo signific el fin de la capacidad militar del ERP, ya que en el intento desesperado participaron guerrilleros bajados de Tucumn. Al da siguiente del ataque frustrado, el general Videla, en la zona del Operativo Independencia, dio un ultimtum de noventa das al gobierno para "llenar el vaco de poder y evitar la anarqua y la inmoralidad". A los exactos noventa das, se dio el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. La presentacin del terrorismo de Estado que vendra fue el "Estatuto para el Proceso de Reorganizacin Nacional", que fue publicado en el Boletn Oficial del 31 de marzo de 1976. Vale la pena rescatar algunos de sus prrafos. Artculo 1- La Junta Militar, integrada por los comandantes generales del Ejrcito, la Armada y la Fuerza Area, rgano supremo de la Nacin, velar por el normal funcionamiento de los dems poderes del Estado y por los objetivos bsicos a alcanzar, ejercer el Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas y designar al ciudadano que, con el ttulo de Presidente de la Nacin Argentina, desempear el Poder Ejecutivo de la Nacin. [...] "Art. 2- La Junta Militar podr, cuando por razones de Estado lo considere conveniente, remover al ciudadano que se desempea como Presidente de la Nacin [...]

"Tambin inicialmente remover y designar a los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin, al procurador general de la Nacin y al fiscal general de la Fiscala Nacional de Investigaciones Administrativas. "Ejercer, asimismo, las facultades que los incisos 15, 17, 18 y 19 del artculo 86 de la Constitucin Nacional otorgan al Poder Ejecutivo Nacional, as como tambin las que los incisos 21, 22, 23, 24, 25 y 26 del artculo 67 atribuyen al Congreso. [...] Art. 4- El Presidente de la Nacin tendr las atribuciones establecidas en el artculo 86 de la Constitucin Nacional [...]. En lo que respecta al inciso 16 del citado artculo, los empleos de oficiales superiores de las Fuerzas Armadas sern provistos por el Presidente de la Nacin, a cuyo efecto convalidar las respectivas resoluciones de los comandos generales de las Fuerzas Armadas. "Art. 5- Las facultades legislativas que la Constitucin Nacional otorga al Congreso, incluidas las que son privativas de cada una de las Cmaras, sern ejercidas por el Presidente de la Nacin [...]. Una Comisin de Asesoramiento Legislativo intervendr en la formacin y sancin de leyes [ 1 "Art. 8- La Comisin de Asesoramiento Legislativo estar integrada por nueve oficiales superiores, designados tres por cada una de las Fuerzas Armadas. "Art. 9- Para cubrir vacantes de jueces de la Corte Suprema de Justicia, procurador general de la Nacin y fiscal general de la Fiscala Nacional de Investigaciones Administrativas, el Presidente de la Nacin convalidar las designaciones efectuadas por la Junta Militar. 'Los nombramientos de jueces de los tribunales inferiores de la Nacin sern efectuados por el Presidente de la Nacin. [...] "Art. 12.- El Poder Ejecutivo Nacional proveer lo concerniente a los gobiernos provinciales y designar los gobernadores, quienes ejercern sus facultades conforme a las instrucciones que imparta la Junta Militar. [...] "Art. 14.- Los gobiernos nacional y provinciales ajustarn su accin a los objetivos bsicos que fij la Junta Militar, al presente estatuto y a las Constituciones nacional y provinciales en tanto no se opongan a aqullos. "VIDELA - MASSERA - AGOSTI"

Los ministros de Jorge Rafael Videla Antes de seguir con la forma y los resultados de la aplicacin del terrorismo de Estado, vale la pena recordar quines fueron los hombres encargados de colaborar con Videla en la implementacin del Proceso de Reorganizacin Nacional en todos los terrenos que ste implicaba. Bienestar Social, Julio J. Bardi / Jorge A. Fraga Interior, Albano E. Harguindeguy

Relaciones Exteriores, Csar A. Guzzetti / Oscar A. Montes / Carlos W Pastor Justicia, Julio Gmez / Alberto Rodrguez,Varela Planeamiento, Ramn G. Daz Bessone / Carlos Laidlaw Cultura y Educacin, Ral Bruera / Juan Jos Cataln / Juan Llerena Amadeo Trabajo, Horacio T. Liendo / Llamil Reston Defensa Nacional, Jos M. Klix / David de la Riva Economa, Jos A. Martnez de Hoz

El papel de la Inteligencia militar

Continuemos con el Anexo 1 (Inteligencia) de la primera directiva secreta. 4. INSTRUCCIONES PARTICULARES REFERIDAS A LOS MEDIOS DE REUNION Y A LAS FUENTES DE INFORMACION a. Medios de reunin 1) Los Comandos de Cuerpo de Ejrcito elevarn los das mircoles antes de las doce horas por mensaje militar conjunto, un parte de Inteligencia Semanal al Cdo. Gral. Ej. (Jef. II - Icia) a efectos de mantener actualizada la apreciacin de inteligencia correspondiente a este nivel de conduccin. 2) Se efectivizar un fluido y permanente intercambio informativo, por el canal tcnico, entre las unidades de Inteligencia y el B Icia 601, en todo lo relacionado con la faz ejecutiva de Inteligencia. El Batalln de Inteligencia 601 era el rgano ejecutivo de la Jefatura Il de Inteligencia del Ejrcito, autoridad mxima en la materia en todo el pas, y la "Inteligencia" fue el "sistema nervioso" del terrorismo de Estado que conect a las mximas autoridades con los centros de tortura y desaparicin de personas, operados por personal de Inteligencia. El que se muestra a continuacin es un esquema aproximado del Destacamento de Inteligencia 141, de Crdoba, asiento del Comando del Cuerpo de Ejrcito III, a cargo de la Zona 3. El Destacamento de Inteligencia 141 dependa directamente del comandante del Cuerpo de Ejrcito III. Este comando tuvo jurisdiccin y responsabilidad sobre la Zona 39 (Crdoba, San Luis, San Juan, Mendoza, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, Salta, Tucumn, Jujuy). Por los crmenes cometidos contra prisioneros constituy, despus de la Zona I, la de ms casos comprobados. La Perla fue el nombre dado a un CCD (Centro Clandestino de Detencin) ubicado en campos de la guarnicin militar Crdoba, que dependi directamente del Destacamento de Inteligencia 141 como parte de su organigrama funcional. Curiosamente, y por azar, Perla es el nombre de la

esposa del general Luciano Benjamn Menndez, acusado por cerca de 800 casos de desaparicin de personas, beneficiado con el desprocesamiento de la Corte Suprema.

La feudalizacin del pas

La Argentina sin Repblica se reparti en cinco feudos llamados zonas, y sus correspondientes divisiones en subzonas y reas: Zona 1: Capital Federal, casi toda la provincia de Buenos Aires y provincia de La Pampa. Zona 2: Provincias de Santa Fe, Entre Ros, Corrientes, Chaco, Formosa y Misiones. Zona 3: Provincias de Crdoba, San Luis, Mendoza, San Juan, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Tucumn, Salta y Jujuy. Zona 4: No tuvo subzonas sino reas. Abarc los partidos de Escobar, Tigre, San Isidro, San Martn, San Fernando, Vicente Lpez, General Sarmiento y Tres de Febrero. Zona 5: Parte sur de la provincia de Buenos Aires y las provincias de Ro Negro, Neuqun, Chubut, Santa Cruz y Territorio Nacional de Tierra del Fuego.

Las reas libres Para ilustrar sobre este modo utilizado por el terrorismo de Estado para secuestrar personas, he elegido un acta secreta firmada por los Comandantes de las Zonas 1 y 4, generales Carlos Guillermo Surez Mason y Santiago Omar Riveros, respectivamente. APENDICE 1 (Acta acuerdo entre el Cdo. Z4 y el Cdo. Z1) AL ANEXO 4 (Ejecucin de blancos) A LA ORDEN DE OPERACIONES N 9/77 A los diecinueve das del mes de abril del ao mil novecientos setenta y siete, entre el seor Comandante de Zona 1, General de Divisin D. Carlos Guillermo Surez Mason y el seor Comandante de Zona 4, General de Divisin D. Santiago Omar Riveros, se labra la presente acta a fin de dejar establecidas las reglas a que se ajustarn los requerimientos de autorizacin para ejecutar operativos encubiertos, por elementos de una Zona en la jurisdiccin de una zona vecina. Tales disposiciones entrarn en vigencia a partir del 021200 May 77.

I. ASPECTOS GENERALES 1. Es finalidad primaria de esta Acta-Acuerdo, el arbitrar los medios que anulen o reduzcan sensiblemente los actos de pillaje, robo, etc., contra la propiedad privada, a la vez que posibilitar el mximo control de las operaciones encubiertas.

II. REQUERIMIENTOS DE Z4 A Z1 (EJEMPLO) 1. Z4 pide rea libre" a Z1: Se concretarn los siguientes puntos: - Objetivo (dado un punto, el rea libre cubre una circunferencia de tres cuadras de radio). - Hora en la que operar. - Vehculos (cantidad, marca, tipo, chapa, color) - Personas (cantidad y sexo) - Seal de reconocimiento 2. Z1 comunica al COT (Centro de Operaciones Tctico) de la Subzona que corresponde el requerimiento y una vez coordinado otorga el "rea libre" a Z4.

Ms rdenes secretas

La conviccin de estar inmersos en la "Guerra Subversiva Marxista", cuyo objetivo era la "apropiacin de las mentes para que cayeran las naciones" qued escrita en sucesivas y por dems curiosas rdenes secretas. Aquella primera directiva 404/75 de Videla fue complementada con la "Orden Parcial 405/76", del 21 de mayo de 1976, firmada por el general Roberto Eduardo Viola, jefe del Estado Mayor del Ejrcito. Por esa orden quedaron bajo control operacional de su arma casi doscientos mil hombres organizados y armados pertenecientes a las tres Fuerzas Armadas, policas Federal y provinciales, Prefectura, Gendarmera, servicios penitenciarios y delegaciones de la SIDE. Como hemos visto, el oponente armado no pasaba, en ese momento, de 600 personas distribuidas en todo el pas. Pero el enemigo era descrito por Videla de esta manera: "El terrorismo no es slo considerado tal por matar con un arma o colocar una bomba, sino tambin por atacar a travs de ideas contrarias a nuestra civilizacin occidental y cristiana a otras personas".

A medida que los centros clandestinos de detencin se llenaban de prisioneros, en gran cantidad desaparecidos de acuerdo con testimonios de muchos de los casi diez mil sobrevivientes, los argumentos para insistir con la "lucha contra la subversin" - no la llamaban guerra en esos tiempos - comenzaban a carecer de un enemigo armado capaz de "tomar el poder" camas lo fue). Y ello se advierte en las sucesivas rdenes secretas porque cuanto menor es el oponente armado descrito en ellas ms se agranda la cantidad de grupos sociales sobre los que haba que mantener control y "depurar para extirpar el mal del marxismo". El 17 de diciembre de 1976 el general Viola estamp su firma en dos reglamentos secretos impresos en el Instituto Geogrfico Militar. Estos ejemplares fueron distribuidos solamente entre comandantes de zonas, subzonas, reas y jefaturas y comandos de las otras fuerzas armadas. Del profuso articulado que llena cientos de pginas se han extrado para El escuadrn perdido aquellos acpites que por su criminalidad resultan casi increbles de ser parte de reglamentos de un ejrcito actual. a) "Operaciones contra elementos subversivos" (R-C-9-1): "4003 i): Aplicar el poder de combate con la mxima violencia para aniquilar a los delincuentes subversivos donde se encuentren. La accin militar es siempre violenta y sangrienta... El delincuente subversivo que empue armas debe ser aniquilado, dado que cuando las FF.AA. entran en operaciones no deben interrumpir el combate ni aceptar rendicin. 4008: el ataque se ejecutar: a) Mediante la ubicacin y aniquilamiento de los activistas subversivos. 4003: Tambin se podr operar en forma semi independiente y aun independiente, como fuerza de tarea. 5007: h) Las rdenes: como las acciones estarn a cargo de las menores fracciones, las rdenes deben aclarar, por ejemplo, si se detiene a todos o a algunos, si en caso de resistencia pasiva se los aniquila o se los detiene, si se destruyen bienes o se procura preservarlos, etc. 5013: Emboscada: esas oportunidades de lograr el aniquilamiento no deben ser desaprovechadas, y las operaciones sern ejecutadas por personal militar, encuadrado o no, en forma abierta o encubierta." b) "Instrucciones para operaciones de seguridad" (RE-10-51): "3002; 8) Elementos a llevar: capuchones o vendas para el transporte de detenidos a fin de que los cabecillas detenidos no puedan ser reconocidos y no se sepa dnde son conducidos. 3004: Los tiradores especiales podrn ser empleados para batir cabecillas de turbas o muchedumbres. 3021: La evacuacin de los detenidos se producir con la mayor rapidez, previa separacin por grupos: jefes, hombres, mujeres y nios, inmediatamente despus de la captura. 4004: Informantes: debern ser inteligentes y de gran carcter y debern tener una razn para serlo (creencia, odios, rencores, poltica, ideologa, dinero, venganza, envidia, vanidad, etc.)." Los dos reglamentos de los que se tom la informacin antecedente permitan disparar sobre desarmados, robar nios separndolos de sus madres y la utilizacin de centros clandestinos de detencin como lugares secretos para familiares de las vctimas. Adems se utilizaba el trmino aniquilar como sinnimo de asesinar o exterminar y se oficializaba el saqueo.

En semejante ambiente vivan soldados ya de 18 aos. Videla, como comandante en jefe, en la descripcin de la "Situacin general" de la directiva 504/77 afirmaba que la accin militar contra las organizaciones subversivas haba sido positiva y ms eficaz que la accin de gobierno. Para corregir la situacin ordenaba actuar sobre las "bases filosficas-ideolgicas de la subversin, sobre las causas que esgrime y explota el oponente (frustraciones - contradicciones, y sobre los efectos, traducidos en sus acciones armadas y de insurreccin de masas)". Sin embargo, segn la propia Inteligencia militar, en mayo de 1978 el ERP estaba aniquilado y la situacin de las agrupaciones armadas de Montoneros variaba entre "muy fuerte desgaste y prxima a ser aniquilada" a directamente "aniquilada". As lo ilustra (vase pgina siguiente) el grfico del Suplemento I (BDSM Montoneros - Despliegue y desgaste actual) al Apndice 8 (Actualizacin de la situacin subversiva) al Anexo 1 (Inteligencia) a la Directiva del CJE. N 504/77 (Continuacin de la ofensiva contra la subversin durante el perodo 1977 / 78).

Las cifras del terrorismo de Estado En 1976 ya no haba irregulares armados en cantidad y potencia de fuego significativas. Sin embargo, fue desde ese ao cuando las desapariciones de personas y asesinatos de indefensos llegaron al extremo, como lo muestran los siguientes cuadros. El primero ilustra la evolucin de los centros clandestinos de detencin. El segundo - donde no figuran las personas fallecidas y que fue elaborado solamente sobre la base de 7.827 casos de personas desaparecidas de las cuales se tuvo certeza en cuanto a fecha y lugar de secuestro -, aunque en modo alguno representa el total de desaparecidos, traza la curva de la barbarie.

Personas Desaparecidas Zona 1 2 3 4 5 4 2 1 1971 4 1972 6 2 3 2 7 1973 7 1 2 1 1974 52 8 29 7 2 1975 173 56 233 17 6 1976 1789 199 990 436 111 1977 1896 161 300 227 63 1978 620 33 181 57 6 1979 87 6 28 13 3 1980 43 8 5 1 1 1981 10 3 4 2 4 1982 3 3 1 1 1983 4 2 2

Resulta importante a esta altura presentar en nmeros las personas cuya muerte fue atribuida a la guerrilla por las autoridades del Proceso de Reorganizacin Nacional:

MUERTES ATRIBUIDAS A LA GUERRILLA DESDE EL 29 DE MAYO DE 1970 HASTA EL 20 DE DICIEMBRE DE 1978:

Militares Ejrcito Armada Fuerza Area Gendarmera Prefectura Polica Federal Polica Bs. As. Polica Catamarca Polica Corrientes Polica Chaco Polica Formosa Polica Mendoza Polica Jujuy Polica Santa Fe Polica Tucumn Serv. Penitenciario Polica Ferroviaria Civiles

Oficiales 55 8 8 3 23 32 11

Suboficiales 26 9 5 2 2 58 89 14 1 1 2

Tropa 36

Totales 117 17 13

6 85 39 26

11 2 166 160 51 1 1

1 4

3 4 4 36 16 14 4

3 14 4

1 10 7 7 4 12 5 7

Hombres 87

Mujeres 23

Menores 4

114

Total General 734

1. Soldados, agentes, gendarmes o guardia-crceles, segn la fuerza de que se trate. DESDE EL 24 DE MARZO DE 1976 HASTA EL 20 DE DICIEMBRE DE 1978 - En tres atentados con explosivos 39 - Personas secuestradas 3 (1) - En emboscadas 16 - Total 58

La lectura de las cifras que vinculan la capacidad militar de la guerrilla con el nmero de desapariciones hasta el ao 1978 da testimonio elocuente de que esto no fue una guerra sino una cacera.

(1). Se atribuy el secuestro de la seora Elena Holmberg y el del embajador Felipe Hidalgo Sol a la guerrilla.

El Contexto
De la guerra al banquillo El Escuadrn Perdido, por Jos Luis D'Andrea Mohr.

Del Mundial a la guerra Pas el Mundial de Ftbol de 1978 y los gritos de triunfo entre papelitos ahogaron los alaridos de los torturados en la ESMA, all noms. Y si la guerra es la continuacin de la estupidez poltica mediante la brutalidad militar, sta, puesta a poltica, concibe a la guerra como su ms lcida expresin. As ocurri a fines de 1978 cuando la gigantesca movilizacin sobre la frontera oeste estuvo a horas de convertirse en una invasin a Chile. Ni el Mundial, con su explosin fugaz de entusiasmo nacional, ni la casi guerra con Chile, muy vivida por las poblaciones fronterizas e ignorada por los veraneantes atlnticos, lograron disimular la debacle socioeconmica ni las denuncias por atrocidades que llovan en el exterior y en nuestros juzgados donde, con pocas excepciones como la del doctor Jos Pedro Narvaiz, los habeas corpus eran sistemticamente rechazados. Roberto Eduardo Viola relev a Videla; a los pocos meses lo declararon enfermo y se hizo cargo de la Presidencia el general Leopoldo Fortunato Galtieri. Cuando el 2 de abril de 1982 la poblacin se sorprendi por la ocupacin de las Islas Malvinas y en su gran mayora aport entusiasmo, voluntarios y donaciones, los triunviros creyeron haber logrado, por fin, sortear el descrdito, el desprecio y el desastre social y econmico del plan que apoy el golpe de 1976. Terminado el conflicto con el resultado conocido, la nueva Junta Militar orden realizar una investigacin. Para ello cre la "Comisin de evaluacin del Conflicto del Atlntico Sur", el 2 de diciembre de 1982. Los investigadores fueron: teniente general (R) Benjamn Rattenbach, general de divisin (R) Toms Armando Snchez de Bustamante, almirante (R) Alberto Pedro Vago, vicealmirante (R) Jorge Alberto Boffi, brigadier general (R) Carlos Alberto Rey y brigadier mayor (R) Francisco Cabrera. El 16 de setiembre de 1983 la Comisin elev a la Junta Militar un informe final de 291 pginas y varios anexos, conocido luego como "Informe Rattenbach". Resulta ilustrativo leer algunos de sus acpites: "874. Este ha sido el nico conflicto blico de la Nacin en lo que va del siglo."

El teniente general Cristino Nicolaides, comandante en jefe y miembro de la Junta Militar que orden hacer el "Informe Rattenbach", haba afirmado el 26 de abril en Crdoba, como comandante del Cuerpo de Ejrcito III "Estamos asistiendo al captulo ms importante de la historia argentina. En este momento en que el monstruo marxista se lanza sobre el mundo, lo encuentra dbil, inerme. Por eso todos debemos producir una reaccin. Esta es una lucha de todos, de ser o no ser como Nacin y debemos pensar que hay una accin comunista-marxista internacional que desde 500 aos antes de Cristo tiene vigencia en el mundo y que gravita en el mundo. El monstruo del marxismo, disciplinado, ordenado, se lanza sobre el mundo occidental, atomizado, quien sufre las consecuencias de su propia desorganizacin." El documento que sigue aclara perfectamente el motivo que tuvo la Junta Militar para ordenar la ocupacin de Malvinas: 247. La decisin de "Ocupar las Islas Malvinas" fue tomada porque ya exista, desde diciembre de 1981, la idea de que para llegar a negociaciones exitosas con Gran Bretaa iba a ser necesario hacer uso del poder militar. La decisin se adopt con rapidez puesto que ya estaba planeada la ocupacin, lo que permita cumplir la etapa inicial. Pero nunca se planific cmo defender las islas una vez ocupadas. En definitiva, la decisin, que se mantena latente, estuvo influida por aspectos polticos particulares, tal, por ejemplo, la conveniencia de producir una circunstancia significativa que revitalizara el Proceso de Reorganizacin Nacional (sin juzgar ticamente esta consideracin), unida tambin a la poco manifiesta vocacin negociadora de Gran Bretaa. Esta decisin se conform, casi definitivamente, el 23-MAR, cuando la Junta Militar pudo minimizar el hecho Georgias si hubiera tenido autntica intencin de hacerlo, e hizo eclosin el 26-MAR, cuando la Comisin de Uabajo estableci (muy posiblemente presionada por los hechos y por la casi descartada posibilidad, por parte del COMIL, de una considerable reaccin britnica), que la fecha ms prxima en que la operacin AZUL poda realizarse quedaba, alternativamente, entre el 01, 02 o 03 de abril. Ese mismo da, en la reunin del COMIL (Acta N' 4), se impartieron instrucciones al canciller (Anexo IV/12):

Fallas en la oportunidad 783. En primer lugar, es necesario sealar que el estado general del pas, en el momento de tomarse la decisin de ocupar las Islas Malvinas, no era el ms adecuado para enfrentar un hecho poltico internacional de tal naturaleza.
784. Fueron causas concurrentes a ello, las siguientes:

a. La crisis socio-econmica reinante, con un pas postrado por problemas acuciantes de este orden.

b. La situacin poltica interna, que, como consecuencia de lo expresado en el inciso anterior, se hallaba altamente sensibilizada, con movimientos polticos y sindicales internos que alteraban la paz social y ejercan una considerable oposicin al gobierno. Todo ello, a la hora de la victoria, hubiese sido superable, pero se debi tener en cuenta que, a la hora de la derrota, significaran una grave convulsin de todo orden y el fin del PRN.

785. Si la situacin externa hubiera sido favorable para el objetivo nacional de reconquistar los archipilagos australes, la oportunidad para realizarla habra sido acertada. Pero no fue as, ya que:

a. Las autoridades nacionales eran duramente atacadas, particularmente por el problema de los derechos humanos, lo cual debilitaba sensiblemente el frente externo

b. La Repblica Argentina se hallaba sancionada por los EE.UU., con embargos a sus importaciones de armamentos, lo cual limitaba su libertad de accin para equiparse y modernizar adecuadamente sus pertrechos militares.

c. Las relaciones con el Tercer Mundo/No Alineados, no pasaba por un buen momento, habida cuenta de ciertos problemas recientes que haban generado oposicin en estos foros.

d. La vigencia del conflicto Austral, con su indudable importancia.

786. Al adelantarse la fecha prevista para la ejecucin de la Operacin "Azul", se produjeron los siguientes inconvenientes:

a. El equipamiento de las FF.AA. no se haba completado an. Como ejemplo, merece citarse el material Super Etendard-Exocet que qued en los muelles de Marsella, al ser alcanzado por un embargo a las exportaciones de armas por parte de Francia, poco antes de su embarque con destino al pas.

b. No se dio tiempo a las FF.AA. para preparar y adiestrar sus medios en forma adecuada. El Ejrcito no haba concluido la baja de la clase 1962 y acababa de incorporar a la clase 1963.

c. Se eligi el peor momento del ao en cuanto a sus condiciones climticas, ya que las tropas propias no estaban debidamente equipadas ni adiestradas para soportar un asedio prolongado en las islas. Era tambin la peor estacin para permitir operar adecuadamente a la Fuerza Area (pocas horas de luz diurna, techos bajos, nieblas, lluvias, etc.).

787. De haberse esperado ms tiempo, la Marina Real Britnica habra sufrido la disminucin de una parte sustancial de su flota de superficie, atendiendo a cortes presupuestarios y al nuevo rol estratgico que le asignaba la OTAN en su teatro de operaciones. (De 66 buques en 1981, a 44 en 1985 y la supresin de los dos portaaviones livianos.)

Conclusin

788. La oportunidad libremente fijada por la Junta Militar para la recuperacin de los archipilagos del Atlntico Sur benefici fundamentalmente al enemigo.

95. Tambin debe imputrsele una errnea evaluacin sobre la actitud que asumira EE.LTU. en caso de conflicto, a la luz de los intereses polticos en juego.

96. La participacin de asesores del Ejrcito Argentino en Centroamriea y nuestra posible influencia en Bolivia, fueron factores que el gobierno apreci errneamente, ya que supuso que tales acciones tendran tal importancia para los EE.UU., que su gobierno estara comprometido a mantenerse equidistante en caso de conflicto con Gran Bretaa. (Declaracin del almirante Anaya.)

El costo humano y material de la guerra

735. En este subcaptulo trataremos, brevemente, cul puede considerarse el costo definitivo de la guerra. Con referencia a las bajas de personal, stas fueron las siguientes:

A. DEL EJERCITO ARGENTINO

1) Personal fallecido (168) Oficiales 15 Suboficiales 22 Soldados 121

2) Personal desaparecido (27) Oficiales 1 Suboficiales 3 Soldados 23

3) Personal herido (1.046) Oficiales 45 Suboficiales 161 Soldados 840

B. DE LA ARMADA NACIONAL

1) Personal fallecido (381) Oficiales 12 Suboficiales 228 Conscriptos 123 Civiles 18

2) Personal desaparecido (10) Oficiales Suboficiales 2 Conscriptos 8

3) Personal herido (116) Oficiales 7 Suboficiales 38 Conscriptos 64 Civiles 7

C. FUERZA AEREA ARGENTINA

1) Personal fallecido (17) Oficiales 5 Suboficiales 7 Soldados 5

2) Personal desaparecido (38) Oficiales 31 Suboficiales 7

3) Personal herido (46) Oficiales 10 Suboficiales 26 Soldados 10

Los muertos y heridos durante el conflicto en el Atlntico Sur testimonian el desprecio por la vida que tuvieron los terroristas de Estado. El mismo demostrado para con los torturados y desaparecidos. En el caso Malvinas, sacrificaron a tropas y pares para lograr perpetuarse en un poder que se les escapaba. Quizs los soldados del escuadrn perdido deberan tener su monumento en la plaza San Martn, al lado de los cados en las islas.

El final con banquillo

El Proceso no logr una retirada ordenada como tuvieron otros gobiernos de facto. Malvinas, los crmenes y el descalabro econmico haban convertido en polvo aquellos discursos de reorganizacin y grandeza de los inicios en 1976. A la soberbia anterior la reemplaz la cobarda de dictar su ley de "autoamnista", y el 5 de diciembre de 1983 el teniente general Cristino Nicolaides, comandante en jefe, orden la incineracin de la documentacin referida a la lucha antisubversiva -parte de esos documentos estn en las pginas anteriores- y de documentos contables para justificar el destino dado a las cuentas secretas imputadas a gastos para la lucha antisubversiva.

Asumidas sus funciones presidenciales, el doctor Ral Alfonsn firm el decreto 158/83. Parte de sus considerandos dice:

"[... ] Considerando: Que la Junta Militar que usurp el gobierno de la Nacin el 24 de marzo de 1976, y los mandos orgnicos de las Fuerzas Armadas que se encontraban en funciones a esa fecha concibieron e instrumentaron un plan de operaciones contra la actividad subversiva y terrorista, basado en mtodos y procedimientos manifiestamente ilegales.

"Que entre los aos 1976 y 1979, aproximadamente, miles de personas fueron privadas ilegalmente de su libertad, torturadas y muertas como resultado de la aplicacin de esos procedimientos de lucha, inspirados en la totalitaria Do ctrina de la Seguridad Nacional. [...]

El decreto 158 dispuso el juicio sumario para las tres primeras Juntas ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. Era el 13 de diciembre de 1983. En setiembre de 1984 el Consejo Supremo no slo no haba juzgado a sus pares sino que hizo pblica su resolucin: las directivas, decretos y rdenes haban sido impecables. A partir de ese momento la Cmara Federal de Apelaciones se hizo cargo del "Juicio a las Juntas". Hubo sentencias, crcel para los sentenciados y comenzaron a abrirse causas contra centenares de terroristas de Estado. Las leyes de Punto Final y Obediencia Debida lograron impedir la prosecucin de las causas en trmite y las nuevas denuncias, y la Argentina conoci una interesante y curiosa figura penal: el desprocesamiento.

Tiempo despus, en 1990, los argentinos nos enteraramos de que el Presidente est facultado, aunque la Constitucin lo prohiba, a indultar a procesados. De este modo, a criminales de la peor especie ni siquiera se les aplic la sancin disciplinaria de destitucin.

Con el tiempo hemos visto cmo a Alfredo Astiz se lo destituy por lo que dijo que hizo pero jams se lo castig por lo hecho. Y a Antonio Domingo Bussi, quien tuvo la suma del poder pblico en Tucumn y que como comandante de la subzona 52 acumul 806 desapariciones de personas, lo acaban de sancionar con una "amonestacin por falta grave al honor, con atenuantes" por unos dineros no declarados en su declaracin jurada.

Los soldados de nuestro escuadrn perdido tuvieron la desgracia de haber ingresado a cumplir con el servicio militar obligatorio en el tiempo de la degradacin militar. Esos muchachos, nacidos en la dcada del cincuenta, durante un gobierno derrocado, terminaron sus vidas en manos de los discpulos de aquellos derrocadores.

Muchas personas me han preguntado: En qu andaba aquel soldado para que lo desaparecieran? La pregunta molesta y hasta enfurece, pero es comn. La respuesta ha sido: Eso hay que preguntrselo a los desaparecedores, adems de exigirles responder por qu esos muchachos no fueron acusados ante Consejos de Guerra.

Habr sido para infundir terror entre los dems soldados? Comentaron aterrados lo visto en algn centro clandestino de detencin?

No conozco la respuesta, que es lo que hay que buscar, pero estoy seguro de lo canallas que debieron ser el teniente, el capitn, el mayor y el coronel que integraron la cadena de complicidades junto al oficial de Inteligencia que marc el "blanco". Muchos de esos individuos van a aparecer en las pginas de El escuadrn perdido. Y muchos otros se leern en Memoria debida, prximo a aparecer y hecho junto a mi amigo Federico Mittelbach. Porque la carga del escuadrn perdido hacia la verdad ser seguida por cada desaparecido acompaado por los nombres de sus desaparecedores. Y cada ladrn de nios dejar de ser un desconocido.

Escuadrn, monten! Desenvainen!

Hacia la verdad... a la carga!

Abril de 1988 JOS LUIS DANDREA MOHR.

Los Casos
El Escuadrn Perdido, por Jos Luis D'Andrea Mohr.

Aguilar, Guillermo Anbal Albarracn, Eduardo Pablo Alekosky. Jos David Amaya, Luis Segundo Andrade, Jos Eduardo Araujo, Wenceslao Arce Gmez, Abel Arkatyn, Miguel Angel Barbona, Luis Alberto Begega Tripodi, Guillermo Jos Bedne, Daro Oscar Belluz, Juan Pedro Bignasco, Claudio Daniel Bonfiglio, Teodoro Alfredo Bonil, Jorge Alberto Bonvino, Horacio Bravo, Jess Mara Brizuela Corts, Jos Antonio

Brizzi, Vctor Mario Bustos Tolosa, Jorge Dante Calabrese, Hctor Claudio Cmpora, Gerardo Jos Canizzo, Juan Antonio Cantis, Ricardo Anbla Cantos, Germn Francisco Carloni, Oscar Marcos Castellano, Eduardo Chab Tarrab, David Eduardo Colella, Eduardo Alberto Colombo, Sergio Vicente Coltzau, Gerardo Concha Lpez, Hugo M. Conte Mac Donell, Augusto Mara Coronel, Alfredo Antonio Corrales, Osvaldo Ral Della Flora, Jos Mara Eder, Rodolfo Mario Escobar, Carlos Robustiano Fanchi, Ral Edgardo Fernndez, Oscar Alejandro Finguerut, Pablo Alberto Fiorito, Miguel Angel Flores, Mario Ivar Furth, Federico Garca Castelu, Horacio

Garca, Luis Daniel Garca Mantegani, Alejandro Gauto Duarte, Miguel Angel Genes, Carlos Rolando Gimenez D'Imperio, Luis Enrique Gmez Barrionuevo, Juan Eduardo Gmez, Ricardo Alberto Gonzlez Figoli, Hernn Claudio Gonzlez, Argentino Vicente Gonzlez Baldovn, Sergio Gonzlez, Vctor Hugo Guerci, Eduardo Guerrero, Norberto Gutirrez, Ramn Carlos Hartung, Marcelo Reinaldo Hernndez, Jos Hoyo, Miguel Angel Irastorza, Hctor Manuel Jimnez, Miguel Angel Jurez, Mximo Jos Laffitte, Paulo Alberto Lasalle, Juan Jos Ledo, Alberto Legua Bentez, Enrique Guillermo Lenzi, Augusto Mara Lera, Francisco Domingo Luna, Nstor Horacio

LLanivelli, Ramn Antonio Maggio, Rubn Ral Margeli, Horacio Daniel Martnez Lagrava, Atilio Csar Mazzochi, Pedro Luis Mellino, Helvio Alcides Mndez, Jos Delinio Miller, Oscar Alfredo Mio Aguirre, Luis Alberto Molfino, Mario Vicente Molina, Luis Alberto Monges, Norberto Hugo Morandi, Hctor Victorio Musmeci, Jos Luis Narvajas Juregui, Eduardo Enrique Oliva, Nstor Alberto Ostrouk, Fernando Palermo, Norberto Hugo Papetti, Jorge Emilio Parada, Ernesto Mario Parente, Hugo Pastori, Juan Carlos Pironi, Aldo Antonio Prat, Jos Carlos Reale, Eduardo Luis Reyna, Francisco Ireneo Rinaldi, Ral Eduardo

Ros, Enrique Ritter Rosenfeld, Guillermo Daniel Robles, Alberto Horacio Robles, Julio Secundino Rodrguez, Jos Luis Rodrguez, Ral Orlando Rodguez Rojas, Julin Romay, Alfredo Saipe, Miguel Domigo Salerni, Gino Luis Saubiette, Leonel Eduardo Scognamillo, Rubn Oscar Soldati, Luis Alberto Steimberg, Luis Pablo Surez, Roberto Daniel Sulkies, Pablo Alberto Tarnopolsky, Sergio Tarsitano, Francisco Manuel Thomas Molina, Alfredo Mario Tosi, Anbal Dante Valle, Juan Carlos Varela, Jos Manuel Varsavsky, David Horacio Vattino, Daniel Omar Vicini, Jos Luis Vila, Juan de Dios Vodovossoff, Hugo Diego

Waciarz, Jos Miguel Weber, Carlos Alberto Zatylny Rizzo, Ricardo Hctor

Lasalle, Juan Jos


El Escuadrn Perdido, por Jos Luis D'Andrea Mohr.

Naci: 13 de diciembre de 1956 Desapareci: 11 de mayo de 1977

El 31 de julio de 1978 los padres de Juan Jos LASALLE escribieron al Comandante en Jefe del Ejrcito:

"[... ] Desde el jueves 12 de mayo, es decir hace un ao y ochenta y dos das que no sabemos nada de l. "Hemos ido infinidad de veces al cuartel, al principio nos decan que tenamos que esperar, que los estaban buscando, otras veces que la Polica Federal se haba hecho cargo de su bsqueda y ltimamente que no nos molestramos en ir, que ellos nos iban a avisar si saban algo. "Hemos movido cielo y tierra para saber algo de l molestando a gente conocida, pero siempre lo mismo, no sabemos nada de l, puesto que dicen que la noche del martes 10 de mayo de 1977 fue sacado del cuartel con el soldado ASTRAMOUSE que es de la provincia de Misiones. "La nica comunicacin oficial fue la que el jueves 12 de mayo de 1977 trajo un soldado en la que se nos comunicaba que era desertor, firmada por el capitn Alfredo Lisandro KOPP, su jefe de compaa. "Quisimos hacer la denuncia a la polica, dar a publicidad su falta a la radio, a la televisin, poner un abogado para que encarara las cosas y saber algo de l, pero la gente del cuartel nos deca que no nos convena, porque si lo tenan los extremistas peligraba la vida de l, porque das antes se haba descubierto en el cuartel un complot subversivo. "Seor Comandante en Jefe del Ejrcito Argentino, no sabemos si usted tiene hijos, pero creemos que los soldados son en parte hijos de sus jefes; piense un minuto si lo mismo le hubiera ocurrido a un familiar muy querido que pudiera ser tambin hijo suyo. Adems

nuestra pena se revive con ms intensidad puesto que otro hijo nuestro es soldado este ao y le toca tierra. "Seor Comandante en Jefe del Ejrcito Argentino, qu hacemos."

De acuerdo al testimonio de un compaero de servicio militar de los cuatro soldados desaparecidos, un lunes, al regresar de franco, se enteraron de que MiO estaba detenido y acusado de acopiar material explosivo. El soldado fue trasladado a otro sitio al da siguiente y se habra escapado de la custodia del responsable, cabo primero MARCHETTI. Este mismo suboficial se encarg de sacar del Liceo a los soldados LASALLE Y OSTROUK en horas de la noche. Un centinela dio la novedad al capitn Kopp, quien la desestim. Poco despus el sargento ayudante WILHELM, encargado de la compaa al mando de Kopp, comision a LUNA para buscar algo en inmediaciones del Liceo Militar. El soldado fue secuestrado por cuatro individuos que lo introdujeron en un automvil y escaparon. El 16 de mayo de 1977 se public lo siguiente en la orden del da del Liceo Militar General San Martn:

"PERSONAL '1. Personal militar A. BAJA DE SOLDADOS DESERTORES "Dse de baja del Instituto, con las fechas que en cada caso se especifica, a los siguientes soldados clase 1958 por haber consumado primera desercin. - con fecha 15 May 77. MIO LUIS ALBERTO - con fecha 16 May 77. LASALLE JUAN JOSE - con fecha 16 May 77. LUNA NESTOR - con fecha 16 May 77. OSTROUK FERNANDO."

Los cuatro soldados estn desaparecidos. Sus padres haban recibido una carta con motivo de la incorporacin, fechada el 31 de enero y firmada por el capitn Alfredo Lisandro Kopp, jefe de la Compaa Comando y Servicios: "[...] Es deseo de la Subunidad tratar de solucionarle los problemas que tuviera el nuevo soldado, teniendo en cuenta que tiene 18 aos de edad y que es la primera clase que ingresa con esa edad [...].

Eplogo: en el nombre de los padres


El Escuadrn Perdido, por Jos Luis D'Andrea Mohr.

Al jefe de aquel escuadrn: Conozco su nombre, pero nunca antes pude dirigirme a usted. Ignoro si contina en servicio, pero recuerdo que recib una carta con su firma hace veinte aos. En aquellas lneas le con esperanza su disposicin a comprender que la responsabilidad militar de su funcin creca ante la disminucin a dieciocho aos de la edad de incorporacin de nuestros soldados. Porque aquellos jvenes eran nuestros... o no, capitn? (lo llamo as, porque ignoro su situacin actual). Han pasado veinte aos y no he cejado en la bsqueda de mi hijo, su soldado desaparecido. Y usted? Se conform con hacer un "acta de investigacin por desercin" para legalizar la falsedad? Porque mi hijo, capitn, no desert: fue secuestrado bajo su mando y responsabilidad. Si usted era inocente debi -lo sabe- agotar sus fuerzas para develar la verdad; pero, en lugar de eso, aval la mentira, la infamia y el delito con su firma al pie del "acta". No fue usted el nico culpable. Hubo responsables bajo su mando y sobre usted, como el jefe de Regimiento, los comandantes de Zona y Subzona y los tenebrosos miembros de la Inteligencia militar, responsables todos de los centros clandestinos de detencin. La complicidad de tantos jueces les dio -a todos ustedes- una transitoria y ruin tranquilidad, renovada por las leyes y decretos exculpatorios. "Transitoria", capitn, porque en este libro aparece su nombre entre muchos de los responsables del escuadrn perdido. Presentar a los soldados de este modo permite que cada uno de ellos se convierta en un guerrero en carga hacia la verdad. En cuanto a usted, capitn, tambin ha entrado en la historia, s, pero con el estigma de los cobardes, porque cuando jur la bandera y acept "defenderla hasta perder la vida", se comprometi a morir por los dems y no a matar indefensos. A partir de entonces, eso que usted considera su vida se convirti, en realidad, en una existencia des * honrada, porque no fue capaz de impedir que un soldado suyo fuese secuestrado bajo sus narices y, en cambio, usted se complic mansamente con los secuestradores. Si "el honor es el nico regalo que un hombre puede hacerse a s mismo", capitn, usted no tendr jams ese placer. No obstante, puede corregir en parte su indignidad: diga qu pas con mi hijo;

por qu, si cometi una falta, no fue juzgado como corresponda. De mi parte, continuar con mi lucha civil y desarmada hasta que usted, en sede judicial, deba decir lo que sabe. Mientras tanto, medite. Hgalo mientras mira a sus hijos. Yo no puedo hacerlo con el mo, aunque lo llevo en la memoria y en el alma. Desde all tomo fuerzas, capitn, para recorrer la huella de los verdugos hasta llegar a la verdad. Como soy un hombre esperanzado, y aun utpico, me ilusiono pensando que algn da sonar el timbre de mi casa vaca y ser usted, capitn, quien acude para entregarme la verdad. No s si podr perdonar; le prometo intentarlo y, tambin, valorar su coraje tardo ante este padre herido, pero an entero y sin rendirse.

Jos Luis DANDREA MOHR Buenos Aires, abril de 1998.

Un fallo ejemplar
Apndice El Escuadrn Perdido, por Jos Luis D'Andrea Mohr.

Poder Judicial de la Nacin Buenos Aires, 10 de mayo de 1981 VISTA: La presente causa N2 341/81, del registro de la Secretara N2 7 de este Tribunal, caratulada [...] s/Recurso de Habeas Corpus": Y CONSIDERANDO: I. Que la Sra. [...] interpuso este recurso en beneficio de su hija, arriba nombrada, en razn de los hechos que expone en su presentacin liminar de autos impugnando, en definitiva, la correspondencia legal y constitucional del arresto que soporta la beneficiaria, a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional por as haberlo dispuesto el Decreto N 2 233/80 -segn luego informara el Poder administrador- dictado en virtud de las atribuciones conferidas al Poder central en virtud de la vigencia del estado de sitio y con cimiento en la disposicin del art. 23 de la Constitucin Nacional.

II. Que la presentante refiere que su hija se encontraba radicada en el Paraguay junto con su esposo y los cuatro hijos de ambos y, luego de haber ocurrido en ese vecino pas el asesinato del ex Presidente nicaragense Gral. Anastasio Somoza, la beneficiaria de este recurso fue detenida por autoridades paraguayas y "deportada" a nuestro pas, de donde es oriunda, quedando arrestada, como ya se refiri, a disposicin del Poder Ejecutivo local. Pedida por el Tribunal la informacin pertinente al Ministerio del Interior, ste remiti copia del, Decreto respectivo obrante a fs. 22, en el que se orden el arresto de la Sra. [...] exponindose el fundamento, para la tal medida, de que "a criterio del Poder Ejecutivo Nacional -nico facultado para evaluar los antecedentes respectivos- la actividad de las personas que se incluyen en el presente decreto atentan contra los valores indicados en el considerando anterior y tiene directa y estrecha relacin con las causas que motivaron el estado de sitio. El prrafo anterior del decreto -el que indica los valores de mencin- reza "que constituye una primordial responsabilidad del gobierno consolidar la paz interior, asegurar la tranquilidad y el orden pblico y preservar los permanentes intereses de la Repblica". El Ministerio requerido agrega, a seguida foja, alguna explicacin sobre la razn del decreto restrictivo de la libertad, diciendo que la medida adoptada, se sustenta en la inequvoca vinculacin de la recurrente con una banda de sediciosos extremistas, con los que colabor en forma activa en uno de sus frentes de agitacin; gravitando asimismo en las tareas de prensa y propaganda a que se hallaba avocado el referido nucleamiento subversivo". Agrega a rengln seguido el ministerio informante que "En virtud de tales circunstancias y en razn de la peligrosidad que trasuntan los antecedentes expuestos, el mencionado Poder Ejecutivo en uso de las facultades atribuidas por el art. 23 de la Constitucin Nacional y ante la vigencia de las causales que originaran la implantacin del estado de sitio, resolvi restringir la libertad de la beneficiaria del recurso de marras, en salvaguarda de la paz y seguridad de todos los habitantes de la Repblica". Eso es todo en cuanto a informacin proporcionada por el Poder que dict la medida restrictiva de la libertad de la beneficiaria de este recurso de Habeas Corpus. III. Que la Sra. escuchada en legal audiencia por el suscripto y que se ilustr en el acta de fs. 25, refiri que fue detenida en Asuncin del Paraguay el 5 de octubre de 1980 -hace hoy siete meses y cinco das- siendo trasladada a nuestro pas el 3 de noviembre del mismo ao, quedando arrestada como qued arriba dicho. Agreg que, junto con su esposo y sus cuatro hijos, se radic en el Paraguay el 1 de agosto de 1977 donde su cnyuge se desempe luego como tcnico en refrigeracin al tiempo que se dedicaba a la explotacin de un campo situado en la localidad de Villa Hayes. Relata que con posterioridad al traslado al Paraguay, su esposo retorn a la Repblica Argentina "con el objeto de obtener la documentacin necesaria para lograr la radicacin definitiva en aquel pas, la que obtuvo sin ningn inconveniente; que la salida del grupo familiar se produjo con la documentacin reglamentaria a tales fines; que el objeto de la radicacin en el Paraguay obedeca al inters de la pareja por solucionar o mejorar su situacin econmica, exclusivamente, posibilidad que se presentaba como de pronta realizacin frente al ofrecimiento que le formulara un amigo comn, paraguayo, llamado Jos del Rosario Pires, propietario del campo a que se ha referido precedentemente. IV. Que las transcripciones que quedan hechas denotan, a la vista del juzgador, una explicitacin clara y no refutada, por parte de la beneficiaria, en cuanto a los motivos de su estancia en el Paraguay, al tiempo que muestran una demasiado sucinta explicacin del Poder administrador en

supuesto sustento de una bastante prolongada privacin de la libertad. Por lo dems, salta a la vista que si la beneficiaria estuvo vinculada con grupos subversivos, morosa y extraa fue la reaccin del Poder Central, pues aqulla abandon nuestro territorio en agosto de 1977 -ello no est contradicho-, y no de modo clandestino sino documentado y legal -lo que tampoco est refutado-. Desde otro ngulo ha de advertirse que si la detencin operada en la vecina repblica, lo fue con motivo del luctuoso y criminoso episodio que costara la vida al Gral. Somoza -al menos hubo una inmediatez temporal entre delito y detencin- no se ha informado que fuera imputada o procesada en relacin a tal hecho criminoso en el Paraguay. All fue simplemente detenida y remitida a su tierra de origen donde la recibi un Decreto de arresto y cuyo sustento es ciertamente magro habida cuenta del bien -la libertad, mentada reiteradamente en nuestro glorioso himno, que para algo cantamos- lesionado. En definitiva, que a los respetuosos e imparciales ojos del juzgador la beneficiaria de este recurso ha sido arrestada por el Poder Ejecutivo con el solo sustento de que el art. 23 de la Constitucin Nacional lo faculta para as actuar cuando se halla en vigencia el estado de sitio. Las explicaciones -por as llamarlas-que lucen en fs. 24, no pueden ser tenidas seriamente en cuenta. En efecto: si la beneficiaria ostenta una "inequvoca vinculacin ... con una banda de sediciosos extremistas" tal vinculacin ha de ser explicitada debidamente pues ese aserto es cimiento de una privacin de libertad. Y tal explicacin no ha sido dada; alude luego el referido informe a que la beneficiaria gravitaba asimismo "en las tareas de prensa y propaganda a que se hallaba avocado (en realidad debiera haberse dicho abocado) el referido nucleamiento subversivo". Se omite, simplemente, la referencia al nucleamiento subversivo especfico en el que haba militado, que queda fantasmalmente soslayado; puede ser la ETA vasca, el IRA irlands, la Mano Blanca brasilera, la Triple A del nclito Lopez Rega, o los Montoneros de Firmenich. No habra sido una desmesura por parte del Poder Ejecutivo incurrir en un tantillo ms de precisin, como para que el Juzgador pudiera formarse una apreciacin. En sntesis y siendo buen lector de lo escrito, la beneficiaria se encuentra arrestada, con un muy esculido sustento. Ello desde la ptica del control de razonabilidad a que se halla facultado el Tribunal. Y Que si bien es de mal gusto citarse a s mismo, y es tedioso y hasta ofuscante repetir argumentos, no cabe opcin ante la permanencia de situaciones similares; por tal y no sin cierta molestia por la reiteracin, el Juzgador ha de repetir lo ya dicho en resoluciones anteriores: "La Corte Suprema de Justicia de la Nacin -ya desde hace dos dcadas- ha admitido para s y para el Poder que encabeza la posibilidad de controlar la razonabilidad de las medidas discrecionales y de carcter excepcional que el Poder Ejecutivo se encuentra avalado constitucionalmente para aplicar ... Tal tesitura se funda en que si bien la circunstancia poltica del estado de sitio es excepcional, la seguridad institucional y legal debe tener un controlador distinto del Poder Central, y justamente dicho controlador lo debe ejercer el Poder Judicial, quien debe velar para que el sistema normativo no salga de sus justos lmites y que el Poder Administrativo no exceda lo que en derecho y razn le ha sido dado por la Carta Fundamental" (in-re "Heredia, Enrique", presentado ante el Tribunal a cargo del suscripto el 12 de setiembre de 1979, resuelto favorablemente el 14 de diciembre del mismo ao, revocado por la Sala I de la Exma. Cmara del fuero el 2 de abril de 1981, cuando el beneficiario, Heredia, haba sido ya liberado por el P. E. el 13 de noviembre de 1980.) En el fallo de marras se citaba un preciso dictamen del Sr. Procurador Fiscal de la Nacin en el que se expresaba, entre otros conceptos, "que el rgano jurisdiccional, a los efectos del examen de

razonabilidad, debe considerar si, dada la causa originaria del estado de sitio, el acto de autoridad guarda adecuada proporcin con los fines perseguidos mediante la declaracin de aqul". Y no imagina el suscripto cmo puede siquiera iniciar el examen de razonabilidad, que le es accedido por reiterada jurisprudencia del Superior Tribunal, cuando los motivos expuestos del "acto de autoridad" son una suerte de sofisma silente. Si se quiere encerrar a alguien por obscuros, secretos o confidenciales motivos, no se pretenda del juez a quien el encerrado recurre, poderes parapsicolgicos. O se explican claramente las razones -puesto que el bien lesionado es de primer orden- o se admite que la medida es arbitraria (o no guarda aquella adecuada proporcin mentada por el Procurador de la Corte). Y sindolo, al menos, parecindolo, el Poder Judicial ha de mantener y sostener su debido y juicioso control de razonabilidad. Si as no lo hiciera apaara la ligereza o el exceso, que, en la reflexin del juzgador, son tan subversivos como la subversin que origin la implantacin del estado de sitio. VI. Que, en resumidas cuentas, la beneficiaria haba abandonado el pas, legalmente, en el ao de 1977 -mes de agosto-, largo tiempo despus de implantado en nuestro pas el estado de sitio y lanzado el operativo de seguridad contra el terrorismo. Mucho antes, adems, de la fecha en que el General D. Anastasio Somoza abandonara raudamente su sitial nicaragense para residir en el Paraguay. Con lo que se quiere significar que -a estar por las fechas- la dama que impetra justicia a travs de este Habeas Corpus no haba sido buscada, que se sepa, por las autoridades argentinas ni poda presumir, salvo alguna desconocida condicin de vidente, que el tal Somoza fuera desbancado de su mando y resolviera venirse a hospedar en la vecina Repblica. As es que la argumentacin, flaca e inmasticable como pan de pordiosero, de nuestro Poder Ejecutivo, suena a triste letana. Tal andamiaje no puede sostener con vlida solidez la afirmacin de la razonabilidad de la medida aqu cuestionada. No se echa de ver la correspondencia entre los motivos que originaron el arresto y los que determinaron la implantacin del estado de sitio. Y ello es as, en primer lugar, por cuanto, como ya se expres, los motivos que originaron el arresto no han sido explicitados con el grado de certeza, precisin y claridad que la gravedad de la medida requiere. Y, en segundo lugar relacionado con lo arriba dicho- la aludida "correspondencia entre medida privativa de la libertad y causales determinantes del estado de sitio" no puede, en el caso, darse por cierta puesto que estas ltimas causales fueron claramente expuestas en las normas implementadoras, lo que no ocurre en los sustentos del arresto cuestionado (Conf. resolucin de la Sala Il de la Excma. Cmara del fuero in-re "Menem, Carlos S. s/Habeas Corpus", del 11 de diciembre de 1980). VII. Que por lo expuesto, siendo endebles e irrazonables los motivos por los que la beneficiaria se encuentra privada de la libertad, y odas las partes. RESUELVO: HACER LUGAR al recurso de Habeas Corpus interpuesto a favor de [...], ordenando su libertad en el plazo del art. 643 del Cdigo de Procedimientos en lo Criminal, sin perjuicio de las restantes pautas facultativas establecidas para el Poder Ejecutivo Nacional en el art. 23 de la Constitucin Nacional y en la ley 21.650, en sus captulos I y Il. Sin costas.

Tinese presente la reserva del caso federal efectuada por el Sr. Procurador Fiscal a fs. 32. Hgase saber y firme que sea, cmplase. PEDRO C. NARVAIZ Juez federal.

Una guerra cultural


Apndice El Escuadrn Perdido, por Jos Luis D'Andrea Mohr.

"La guerra sucia empez en 1975, tal es el ttulo de un artculo firmado por Martin Andersen y Antonio Lpez Crespo publicado en el nmero 73 de la revista El Periodista de Buenos Aires. Contiene trascripciones y comentarios de un libro escrito por el general Adel Vilas y cuya publicacin fue prohibida entonces por el Comando en Jefe del Ejrcito. El contenido del libro indito resulta de inters histrico y jurdico, especialmente para entender el porqu de tantas desapariciones de personas. A continuacin se transcriben fragmentos del libro de Vilas citado en el artculo de Andersen y Lpez Crespo:

Mi intencin fue la de suplantar, aun utilizando medios que me estuvieran vedados, a la autoridad de la provincia de Tucumn, tratando de superar, aunando los esfuerzos de civiles y militares, el brote guerrillero marxista que tena en vilo a los tucumanos y amenazaba expandirse a otras provincias [...] Si bien mi tarea no era reemplazar a las autoridades, pronto me di cuenta que, de atenerme al reglamento, mantenindome en el mismo plano que el gobernador, el Operativo concluira en un desastre [...] Si yo me limitaba a ordenar, entrenar y comandar mis tropas, descuidando esferas que en el papel no me corresponda atender -la esfera gremial, empresaria, universitaria, social, etc.- el enemigo seguira teniendo los "santuarios de que dispona hasta el momento. Haciendo caso omiso a rdenes conforme a las cuales mi accin deba estar encaminada a combatir el brote guerrillero en la zona selvtica, cre conveniente darle a la accin militar su importancia y a la poltica la suya. De todo lo visto y actuado pude concluir que no tena sentido combatir a la subversin con un Cdigo de Procedimientos en lo Criminal... Decid prescindir de la justicia, no sin declarar una guerra a muerte a abogados y jueces cmplices de la subversin [...]

Desde que comprob la realidad de la justicia y la burla que significaba para mis soldados, decid cambiar la estrategia. Fue entonces cuando di rdenes expresas de clasificar a los prisioneros del ERP segn su importancia y peligrosidad, de forma tal que slo llegaran al juez los inofensivos, vale decir, aquellos que carecan de entidad dentro de los cuadros del enemigo. Reconozco, y lo digo con orgullo, que desde antiguo vena prestando atencin a los trabajos sobre el particular editados en Francia -y traducidos en la Argentina y en Espaa- debidos a oficiales de la OAS y el ejrcito francs que luch en Indochina y en Argelia [...] En base a la experiencia recogida a travs de estos clsicos del tema y el anlisis de la situacin argentina, comenc a impartir rdenes tratando, siempre, de preparar a mis subordinados. Porque, claro est, muchas veces las rdenes recibidas no se correspondan con lo que durante aos habamos aprendido en el Colegio Militar y la Escuela Superior de Guerra. Dems est decir que no crea en la posibilidad de "traumas squicos" o "trastornos emocionales". pero determinadas misiones -ms siendo la primera vez que deban cumplirse- resultaban difciles de asumir y llevar a cabo [...] Cuando en Tucumn nos pusimos a investigar las causas y efectos de la subversin llegamos a dos conclusiones ineludibles. Uno, que entre otras causas, la cultura era verdaderamente motriz. La guerra a la cual nos veamos enfrentados era una guerra eminentemente cultural. Dos, que exista una perfecta continuidad entre la ideologa marxista y la prctica subversiva, sea en su faceta militar armada, sea en la religiosa, institucional, educacional o econmica. Por eso a la subversin haba que herirla de muerte en lo profundo, en su esencia, en su estructura, o sea, en su fundamento ideolgico [...] De ah en ms todo profesor o alumno que demostrase estar enrolado en la causa marxista fue considerado subversivo, y cual no poda ser de manera distinta, sobre l cayeron las sanciones militares de rigor. Si la lucha en la que estbamos empeados dependa de la inteligencia, el lugar de Reunin de Detenidos sera clave para el desenvolvimiento del Operativo Independencia En principio, tras seleccionar a los guardiacrceles, les impuse un horario rotativo que les impidiera continuar los contactos tomados con subversivos. Pero como ello no era suficiente, decid separar en tres grupos a los guerrilleros de modo tal que los ms peligrosos e importantes nunca llegaran al penal. Entre estos ltimos y para evitar riesgos intiles, muchos eran retenidos en Famaill, procedindose a su interrogatorio hasta que no fueran de ms utilidad. Desde el 10 de febrero hasta el 18 de diciembre de 1975, pasaron por el lugar de reunin de detenidos 1507personas acusadas de mantener relacin estrecha con el enemigo [...] .

Un insulto al Ejrcito Argentino?


Apndice El Escuadrn Perdido, por Jos Luis D'Andrea Mohr.

Buenos Aires, 14 de septiembre de 1985 Seor Jefe del Estado Mayor General del Ejrcito General de Brigada D. HECTOR RIOS EREU S/D De mi mayor consideracin. Cumplo con un ineludible deber de conciencia al dirigirle esta carta con el objeto de poner en su conocimiento de un hecho que considero tan inaudito como avergonzante, cometido por un oficial retirado del Ejrcito. En efecto, en el da de la fecha en el programa "CABLE A TIERRA" que se transmiti por el Canal 7 de TV a las 21:00 horas, se debati el tema del SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO. En el mismo fue entrevistado el Capitn (R) FEDERICO MlTTELBACH, quien verti conceptos agraviantes hacia la Fuerza, sealando que el SMO no serva para nada y que deba ser abolido, as como otras expresiones poco menos que insultantes para el Ejrcito Argentino, al que muy orgullosamente pertenecemos. Juntamente con el causante, seal idnticos conceptos el ex Coronel CESIO, de quien la Institucin y sus miembros poseen sobrados antecedentes. El programa de marras es una evidente afrenta a la Fuerza, en el cual aprovechan para explicitar sus ideas los idelogos izquierdistas que pretenden menoscabar y en definitiva destruir los slidos cimientos del Ejrcito Argentino. Como esta situacin la considero poco menos que humillante para el Ejrcito, es que solicito de Ud. se adopten las medidas que estime corresponder al efecto. Sin otro particular, lo saluda muy atentamente MARIO OSCAR DAVICO General de Brigada (R)

Reproduccin textual del total de las expresiones vertidas por el capitan Federico Mittelbach en el programa Cable a tierra, transmitido por ATC el 14 de septiembre de 1985 a las 21:00 horas, segun tape N 60-695 de su archivo. Su intervencin se prolong durante cuarenta y cinco segundos y en ella hace alusin al autoritarismo.

-Quiero aclarar que, necesariamente, el orden militar es autoritario, en cuanto ejercicio de la autoridad. Unos, mandan sobre otros. -Por lo tanto: para qu sirve [el servicio militar obligatorio]? -Yo creo que no sirve... -O sea que usted est, por qu opcin en cuanto al servicio militar obligatorio? -Yo estoy por la nica opcin: que la Argentina, por s, se plantee si existe alguna hiptesis de conflicto. A partir de esta hiptesis -si es que sta existe-, diga qu Fuerzas Armadas se necesitan y, a partir de ese hecho, tener un ejrcito voluntario (oficiales y suboficiales son voluntarios). No creo en la necesidad del servicio militar obligatorio, que s cumpli una funcin a principios de siglo, cuando la Ley Ricchieri. Bueno... pero sera entrar en un tema ms extenso...

ESTADO MAYOR GENERAL DEL EJERCITO SECR. AYTE. JEMGE

MEMORANDUM Buenos Aires, 18 de setiembre de 1985 AL SUBJEFE DEL ESTADO MAYOR GENERAL DEL EJERCITO (AJE) POR RESOLUCION DEL SEOR JEFE DEL ESTADO MAYOR GENERAL DEL EJERCITO; adjunto elevo al seor Subjefe nota de fecha 14 Set 85, cursada por el Grl Br (R) D MARIO OSCAR DAVICO, en la que hace referencia al comportamiento del Cap (R) FEDERICO MITTELBACH en un programa televisivo, donde se debati el tema del Servicio Militar Obligatorio, vertiendo conceptos agraviantes hacia la Fuerza. AGREGADOS: Lo expresado en el texto. HECTOR LUSIN ARIAS Coronel Secretario Ayudante del Seor Jefe del Estado Mayor General del Ejrcito

Buenos Aires, 28 de octubre de 1985 Objeto: denunciar la apocrificidad de una "carta" atribuida a un oficial superior. AL JEFE DEL ESTADO MAYOR GENERAL DEL EJERCITO Por nota "CONFIDENCIAL" A W S 9000/34, de fecha 08 Oct 85 se orden mi presentacin "URGENTE" a la AYUDANTIA GENERAL - DEPARTAMENTO MANTENIMIENTO DE LA MORAL Y DiSCIPLINA, la que hice efectiva en fecha 101030 Oct. En dicha oportunidad, el Sr Tcnl. D EDUARDO E. ASCHERI, me notific de una supuesta denuncia que, por medio de una "carta" que tuve a mi vista, habra efectuado el Sr Grl Br D MARIO OSCAR DAVICO, con motivo de mi participacin en un programa televisivo. Dadas las, a simple vista, garrafales fallas formales que la misma presentaba y en consideracin a las canallescas acusaciones que all se hacan, solicit por escrito se me facilitara una fotocopia de la inslita misiva (solicitud que no ha sido satisfecha hasta el presente). Ambas razones me permiten afirmar, respetuosamente, con sobrados motivos que paso a puntualizar, que estoy persuadido de su inautenticidad. Antes bien, afirmo que esa "carta" jams pudo haber sido escrita por un seor general que, a mayor abundamiento, pertenece a mi misma promocin y arma. Las probanzas a que hago alusin, pueden agruparse en los tres aspectos siguientes, a saber: 1. Formales. 2. De contenido. 3. Eticos. 1. Aspectos formales Basta observar lo que el propio autor -o autora- define como "carta" (primer prrafo, segunda lnea de la despreciable delacin), para advertir que es imposible que pueda haber sido confeccionada, no ya por un oficial superior, sino por el menos aventajado aspirante del primer ao de la ESCUELA DE SUBOFICIALES "SARGENTO CABRAL". Y lo afirmo en razn que:

a. La "carta" no existe como forma de correspondencia militar, como puede verificarse en el Reglamento de Servicio Interno (RV -200 - 10) - Seccin II - Formas de Correspondencia - N2 22.008, incisos 1) a 6) (pginas 160 y 161). Tampoco se menciona este original, cuan gentil, medio de comunicacin castrense en el Reglamento de Escritura en Campaa (RC - 65 - 100) - Captulo 1 - Normas Militares de la Escritura - N2 1.001, inciso 1) - La comunicacin escrita (segundo prrafo; pgina 1). b. En rigor, en el vocabulario militar, la expresin "carta" es utilizada en el Reglamento de Terminologa de Uso Castrense en las Fuerzas Terrestres (RV 136 - 1) y as definida:

"Representacin grfica, a escala, de una porcin del terreno sobre una superficie plana. Se clasifican segn su escala, la extensin que abarcan, su empleo desde el punto de vista militar, etc." (pgina N' 73). El documento que tuve a mi vista no tiene el menor aspecto de poder ser confundido con lo que, segn esta definicin, los militares -desde siempre- hemos entendido por carta. e. No solamente en mi opinin sino en la de distinguidos oficiales superiores a quienes he consultado, nos encontramos en presencia indubitable de un documento no-militar. No menos prestigiosos docentes de academias especializadas coinciden con rara unanimidad que, aunque deplorablemente redactada, se trata de una carta comercial. Veamos si no: 1) La direccin de la correspondencia -aunque con alguna desprolijidad en la distribucin de la letra "D" de la cuarta lnea que debi alinearse a la misma altura que la "o" final de Ejrcito, de la lnea segunda- (segn las reglas de escritura comercial, claro), as lo demuestra: un cabo recin egresado sabe que el N' 22.002 del Reglamento de Servicio Interno, ya citado, determina que: "La direccin de la correspondencia ser impersonal, debiendo figurar la designacin del cargo". Ello, sin considerar que, ignorante como es quien la mal escribiera, ha omitido -entre otras cosas- colocar el Objeto determinado en el inciso 6) del N 22.057 del reglamento y que ha prescindido, en su descomunal torpeza, colocar con maysculas el cargo de JEFE DEL ESTADO MAYOR GENERAL DEL EJERCITO, segn lo establece el N' 22.068, inciso 2) y que, para mejor aclaracin, se ejemplifica en el Anexo 22 (art. 22.009-3; 22.018 y 22.068). 2) La "carta" est encabezada con la gentil expresin "De mi mayor consideracin", haciendo olmpica inadvertencia de lo determinado en los prrafos 52 y 6 del inciso 1) del N 22.057. 3) El saludo final, no menos galante, expresa: "Sin otro particular, lo saluda muy atentamente" (eso s carente de punto final o dos puntos, una cuestin sobre la que no se terminan de poner de acuerdo las mejores academias especializadas). 4) En el prrafo quinto, ante lo que considera una situacin "poco menos que humillante", el autor -o la autora- de la "carta" solicita, en el mejor estilo burcrata, que no en el de un hombre de honor, se adopten las medidas que estime corresponder al efecto. El ms moderno de los subtenientes, es decir, el ltimo de camada de la promocin egresada en 1984, est insoslayablemente obligado a saber que, dada la gravedad de los hechos denunciados, hubiera redactado su requerimiento en los trminos siguientes: "En cumplimiento de lo determinado en el Reglamento de los Tribunales de Honor de las Fuerzas Armadas en su nmero 108, inciso l), solicito que se considere la designacin de la Comisin de Honor del caso". Y, a rengln seguido: "Asimismo, informo haber dado cumplimiento a lo establecido en su N 107 - Obligacin de prevenir al camarada".

Por todo lo expuesto, en cuanto a los aspectos formales -que, por razones de brevedad, no han sido agotados exhaustivamente-, y descartado de plano que la "carta" en cuestin sea autora del

seor oficial superior cuyo nombre figura al pie de la misma, sugiero se investigue entre las alumnas del primer curso de las academias de enseanza comercial, como una pista valedera para desentraar esta burda tentativa de involucrar en una actitud a todas luces indigna, al Sr Gr1 Br (R) D MARIO OSCAR DAVICO (Pitman y Speedwriting, son las dos nicas que figuran en el Tomo Comercial y Turstico de la Gua Telefnica de la Ciudad de Buenos Aires y Alrededores - Edicin 1984 - pg. 60, col l).

2. Aspectos de contenido La calumniosa misiva, en lo que hace a este segundo aspecto, ratifica plenamente su condicin de patraa, por su lenguaje rampln, que suele ser caracterstico de las denuncias annimas o de los libelos propios de cobardes. En efecto, agotada -en el ms benvolo de los casos- en un subjetivismo que slo puede atribuirse a la ms cerrada ignorancia, la torpeza mental o la decadencia senil, no contiene una sola prueba objetiva que, recin all, hubiera dado razn a sus dichos. Dichos, por otra parte, que pueden figurar en la mejor antologa de las vrgenes iracundas ms clebres de la historia (y de la histeria). Ello, sin considerar (y esto sera, acaso, incurrir en subjetivismo de mi parte) que quien sea autor -o autora- de la estilsticamente mediocre epstola comercial, pueda haber tenido la intencin de agraviarme gratuitamente y as enfrentarme con mi antiguo compaero de promocin, el distinguidsimo seor general. El mismo subteniente al que alegricamente hacamos alusin, antes de elevar tamaa denuncia a la superioridad, hubiera procedido de la manera siguiente: a. Dirigirse a ATC - Televisora Color (Av Figueroa Alcorta 2977, de Capital Federal) y solicitar la cinta de video que se conserva en el archivo. b. Ver la cinta, cuantas veces fuera necesario, para de all extraer las expresiones textuales vertidas por m. c. Solicitar a las autoridades del canal o mediante escribano pblico, la certificacin correspondiente. d. Haber adjuntado a su "carta" al Sr JEMGE, como prueba inapelable, este documento. Esto es precisamente lo que he hecho yo. Tengo en mi poder el documento que acredita mis dichos textuales, extrados del "tape" N2 60695 que, para mayor abundamiento, he solicitado a las autoridades de ATC, no sea borrado (supuesto el caso -que desdeo por desdear terminantemente la autora atribuida- el Sr JEMGE considerara necesario consultar).

3. Aspectos ticos Sin perjuicio de lo anticipado en 1. b 4), y en el propsito de demostrar la malvola intencin de involucrar al Sr Grl Br (R) D MARIO OSCAR DAVICO, en actitud propia de delincuentes subversivos (DDSS), inspirada -qu duda cabe- "por los idelogos izquierdistas que pretenden

menoscabar y en definitiva destruir los slidos cimientos del Ejrcito Argentino" (sic), en una de las ms enjundiosas manifestaciones del peor gusto y la cursilera propia de quienes carecen de valenta para llamarse soldados, y que, segn el autor -o la autora- de la deplorable "carta" se me atribuye, es que paso a describir las que habran sido groseras violaciones a la tica, de haber sido cierta la autora atribuida al, desde cadete, distinguidsimo seor general de la nacin a quien se adjudica la misiva. Un hecho considerado "tan inaudito (sic) como avergonzante", que habra sido cometido por quien verti "conceptos agraviantes para la Fuerza" (as, como si el honor pudiera ser despersonalizado para diluirlo en el ancho campo de "la Fuerza"). Y "expresiones poco menos (sic!) que insultantes para el Ejrcito Argentino", lo (o la) habra obligado a dar los siguientes pasos:

a. Prevenir al camarada (supuesto que lo hubiera sido), segn los trminos del N- 107 del Reglamento de Tribunales de Honor que, en lo que a m respecta, conozco desde los diecisis aos, siendo cadete del Curso Preparatorio del COLEGIO MILITAR DE LA NACION. b. Solicitar el pedido de actuacin de un Tribunal de Honor, en los trminos establecidos en el N 103, haciendo mencin a las transgresiones al honor que el -o la- denunciante consideraba estar yo incurso (N incisos 1 al 16, del citado reglamento).

Mi general (permtame usted la digresin que s no es reglamentaria, pero que, ante su honor herido, hubiera sido tambin inevitable): El "ltimo tambor del Ejrcito" -como hubiera dicho el general San Martn- posee ms honor que el autor -o la autora- de la infamia que denuncio. Por tanto, y en el entendimiento de haber demostrado la apocrificidad de la "carta" comercial que motiva las presentes actuaciones, es que solicito -al solo efecto de responder a aspectos formales de las mismas-, se requiera al Sr Gr1 Br (R) D MARIO OSCAR DAVICO, ratifique, o no, la autora de la misma. FEDERICO E. MITTELBACH Capitn de Caballera (R)

Buenos Aires, 5 de noviembre de 1985 Objeto: Solicitar se considere la designacin de una Comisin de Honor. AL SR JEFE DEL ESTADO MAYOR GENERAL DEL EJERCITO En cumplimiento de lo determinado en el N 108. inc 1) del Reglamento de los Tribunales de Honor de las Fuerzas Armadas, solicito a usted se considere la designacin de la Comisin de Honor del caso, en razn de considerar:

1. Lesivos para mi honor Los trminos contenidos en la "carta" -segn su autor califica a esta inusual forma militar de correspondencia-, que dirigiera a usted el Sr Grl Br (R) D MARIO OSCAR DAVICO con fecha 14 Sep 85 (de la cual se me ha ratificado su autora recin el da de hoy, en el propio EMGE), con motivo de mi participacin en una encuesta televisiva, por considerarlo incurso en el art 103. incisos 3); 4); 5) y 8), del mismo reglamento. 2. Lesivos para el honor del seor general El no haber dado cumplimiento a lo establecido en los artculos 103. inc 6); 107. y 108. inc l). Asimismo, pongo en su conocimiento que, en la fecha, por pieza postal certificada "con aviso de retorno", he dado cumplimiento a lo establecido en el N" 107, mediante nota dirigida al Sr Grl Br (R) D MARIO OSCAR DAVICO y haber hecho la regla de valoracin del honor que hace referencia el N 104. FEDERICO EDUARDO MITTELBACH Capitn de Caballera (R)

Buenos Aires, 5 de noviembre de 1985 Objeto: prevenir a un camarada haber solicitado la designacin de una Comisin de Honor. AL SR GRL BR (R) D MARIO OSCAR DAVICO En cumplimiento de lo determinado en el N9 107 del Reglamento de los Tribunales de Honor de las Fuerzas Armadas (Obligacin de prevenir al camarada), hago saber a usted que, segn lo dispuesto en el N 108. inc. 1) del citado reglamento, en la fecha, he solicitado al Sr JEMGE considere la designacin de la Comisin de Honor del caso, en razn de considerar: 1. Lesivos para mi honor Los trminos contenidos en la "carta" -segn usted mismo califica a su inusual forma militar de correspondencia-, que dirigiera al Sr JEMGE, con fecha 14 Sep 85 (de la cual se me ha ratificado su autora recin el da de hoy, en el propio EMGE), con motivo,de mi participacin en una encuesta televisiva, por considerarlo a usted incurso en el art 103, incisos 3); 5) y 8), del mismo reglamento. 2. Lesivos para su propio honor El no haber dado cumplimiento a lo establecido en los artculos 103. inc 6); 107. y 108. inc. l). Asimismo, pongo en su conocimiento que en la solicitud efectuada al SR JEMGE, remitida por

pieza certificada "con aviso de retorno", he dado cumplimiento a lo establecido en el N' 104 (Regla de valoracin del honor). FEDERICO EDUARDO MITTELBACH Capitn de Caballera (R)

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