Nietzsche y La Apreciación Estética de La Vida: La Voluntad de Poder Como Arte
Nietzsche y La Apreciación Estética de La Vida: La Voluntad de Poder Como Arte
Nietzsche y La Apreciación Estética de La Vida: La Voluntad de Poder Como Arte
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Al tratar de interpretar la voluntad de poder como arte (Wille zur Macht als
Kunst), es menester comprender lo que est contenido en dicha expresin, para lo cual
se analizar por separado las palabras arte (kunst), voluntad (wille) y poder (macht). Lo
primero que hay que decir es que la condicin del arte en Nietzsche responde a la
misma condicin del hombre: fracturada, inquieta, diversa, subversiva, insolente; en
fin como dira Michel de Montaigne Preciso es reconocer que el hombre es cosa
pasmosamente vana, variable y ondeante, y que es bien difcil fundamentar sobre l
juicio constante y uniforme3. As mismo, parafraseando la sentencia del filsofo
francs, ante la vida que se nos manifiesta como artista, es decir, como creadora y
destructora de s misma, diramos: preciso es reconocer que el arte es cosa
pasmosamente vana, variable y ondeante, y que es bien difcil fundamentar sobre l
juicio constante y uniforme. Esto es, en la medida que el arte se corresponde con ese
carcter humano de la fascinacin por lo efmero en el que se dan de manera
simultnea el presente y el pasado, el presente como ese fluir que se nos esfuma como
agua entre los dedos, el pasado como esa posibilidad de prolongarnos en el tiempo, de
conservar y retener lo fugitivo, y es el mismo arte, en cuanto esfuerzo creativo, el que
nos permite permanecer, el que perpeta los instantes a travs de su lenguaje: el arte
responde a la misma condicin del hombre; as mismo, en esa medida, la vida se
entiende como arte, como ficcin, como mentira, como apariencia, y esto es as
porque la naturaleza no se opone al artificio; al contrario, la accin de la naturaleza es
de carcter artstico, con todo lo que conlleva esta afirmacin4.
Por otro lado, la voluntad (wille) en Nietzsche es la verdadera esencia de la
realidad. La realidad no es ms que la expresin de la voluntad: ser es querer (...ser).
La realidad no es algo esttico, permanente, inmutable; ni la consecuencia de algo
esttico, permanente, inmutable. Siendo el fruto de la voluntad ha de ser multiforme y
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Montaigne, Michel de Ensayos. Libro II. Edicin digital basada en la de Pars, Casa Editorial Garnier
Hermanos, [s.a.]. En: www.escribd.com
4
Izquierdo Snchez, Agustn. Loc. Cit.
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y pintor del siglo XXI, con su particular modo de vida muy parecido al Digenes
griego, nos puede con su forma de vivir, indicar cul es la urgencia de ver el mundo
con pasin esttica, de ver el mundo como creador de s mismo; pero solo nos la
indica: vemos como a travs de un lente borroso, como mirando las imgenes que
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Cacciari, Massimo. El dios que baila. Buenos Aires: Paids, 2000, p. 105.
Tich, p. Cit.
mismo el mundo es un caos, sin leyes, ni razn, ni propsitos10; mientras tanto Tich
nos dice que el mundo no es ms que apariencia, es pura ilusin; que nada hay en el
mundo que deba tomarse en serio, ni siquiera el conocimiento; porque el conocimiento
encubre la realidad en medio de divagaciones, antes de transparentar distorsiona para
que no sea tan doloroso verse a los ojos en el espejo de la vida, en el espejo de este
mundo catico que deviene; lo ms grave es que el conocimiento se tome como
verdadero. En cambio, el trabajo artstico (afirma Cacciari) no tiene nada que ver con
las "divagaciones" de la imaginacin (a decir verdad, consistira ms bien en "domar
su propia fuerza imaginativa"), sino que debe ser interrogado en una perspectiva capaz
de cuestionar la estructura entera, o el fundamento mismo de la Ratio europeooccidental11, esta capacidad de poner en duda el conocimiento, es la que permite que
el arte en cuanto no-verdad est en constante movimiento, devenga. Con este objeto, al
preguntarle a Tich sobre qu lo inspiraba y cmo planeaba sus fotografas, habl
simplemente de un devenir sin fines ni planes, de un mundo que gira incansablemente,
nunca hice nada, dice, slo pasar el tiempo. Yo no determinaba nada. Era un tiempo
de ir de un lado para otro en la ciudad, eso determinaba lo que iba a fotografiar. Todo
est determinado por el girar del mundo. No se puede vivir ms tiempo que el nmero
de veces que el mundo da vueltas12, el mundo no es ms que devenir.
Sin embargo, desde Platn hemos tenido una visin diferente del mundo, una
visin amaada de un mundo estable que es imagen de otro que constituye esencias
prototpicas, un mundo que aparece bello, ordenado, csmico; pero que difiere en gran
medida del mundo real fragmentado y extrao, catico13. La verdad, concepto que
desde Platn hemos entendido como un ente indubitable, surge ahora en la filosofa de
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Heidegger, Martin. La voluntad de potencia como arte. En: Eco. Revista de Occidente, Nietzsche 125
aos (Tomo XIX/5-6-7, pgs. 546-583). Bogot: Librera Buchhloz, 1969, p. 570.
15
Izquierdo Snchez, p. Cit. P. 15.
16
Heidegger, p. Cit. P. 572.
17
Izquierdo Snchez, p. Cit. P. 14.
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la vida; por el contrario, la quietud, la afirmacin del ser, le quitan el sentido a la vida,
dejando el devenir sin ningn valor.
La embriaguez y el gran estilo
18
Ibd.
Ibd. P. 17.
20
Ibd.
21
Heidegger, p. Cit. P. 574.
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El acto creador de la vida, ese devenir incesante de que este trabajo habla, se da
por el despliegue de una fuerza establecida a partir de la figura de Dionisos. Esta
fuerza representada en la filosofa nietzscheana por el dios griego tiene su opuesta en
la representacin de Apolo: ambas son como el ser y la apariencia, como la voluntad y
el fenmeno. Apolo representa el estado fisiolgico del sueo, mientras que Dionisos
personifica el estado fisiolgico de la embriaguez. Estas dos fuerzas (nos dice el
profesor Agustn Izquierdo) son consideradas en primer lugar como fuerzas artsticas
de la naturaleza, una que tiende hacia la armona y la otra hacia lo contradictorio 22.
Sin embargo, Nietzsche pondr como condicin indispensable, como fuerza promotora
y creadora, la embriaguez, para que haya arte (afirma en El crepsculo de los dolos),
para que de alguna manera haya una actividad y una visin estticas, es indispensable
una condicin fisiolgica: la embriaguez23; la embriaguez es esa fuerza creadora que
se extiende a todo el mundo orgnico; gracias a ella la vida se comporta como un
artista.
Esta suerte de representacin, de transfiguracin, se lleva a cabo a travs de lo
que Nietzsche llama simplificatio, que no es ms que el trabajo de seleccin en el que
se destacan unas apariencias y se descartan otras, reforzando los rasgos principales y
olvidando los rasgos secundarios24. As pues, el artista puede mirar de frente la
realidad pero deliberadamente decide ocultarla para embellecer su obra, en este y en
cualquier acto creador el artista tiene que despojarse de algo que de alguna manera
pasa a formar parte de la cosa creada crear significa expulsar algo fuera de nosotros
(afirma Nietzsche), vaciarnos algo, empobrecernos y a continuacin, explicando esta
frase el profesor Agustn Izquierdo, nos dice: y lo que comunica ese estado creador a
lo creado es la belleza y lo sublime que observamos en las cosas, y todas las cosas
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presentes, en general, son un producto creado por la fuerza artstica que, en definitiva,
es un proceso orgnico, y luego afirma que esa fuerza pone el significado y el sentido
de las cosas, su valor; crea el universo25. En ese azar infinito, nos dice Massimo
22
Cacciari, en el gran S del arte a las formas como vida estn implcitas la actividad y
la potencia formadora-organizadora. () La Forma es composicin, nace de la mirada
de la tragedia sobre el mundo concebido como totalidad de los azares. No es una
simple reflexin de esta totalidad, no est en una combinacin fortuita, sino en una
composicin de signos26.
A partir de esta visin trgica nos damos cuenta que la fuerza dionisaca, la
fuerza vital, la fuerza esttica por excelencia, la embriaguez, la fuerza del exceso, la
voluntad de potencia como arte, no provoca confusin, pues es una fuerza que convoca
a la unidad de lo ilimitado, se transfigura en una tendencia hacia el lmite y la
moderacin, la claridad, la distincin, la nitidez; puesto que, como dice Nietzsche -en
uno de los fragmentos de la primavera de 1888-: lo esencial en el arte sigue siendo su
consumacin de la existencia, su produccin de la perfeccin y la plenitud27. En este
sentido, el arte trgico es el arte por excelencia, como afirma Massimo Cacciri: La
tragedia no nos aleja un solo instante del mundo, como tampoco se limita a reflejar
pasivamente su naturaleza contingente. Quiere el mundo, ese eterno ciclo csmico. A
cada instante, frente al espectculo del mundo, repite: "quise que fuera as". La
voluntad de poder alcanza su apogeo en la voluntad de poder como arte, pero como
arte trgico28. Este es el arte del gran estilo, el trgico.
El gran estilo est definido por la forma de la obra, por la fuerza que hay en la
forma, el arte del gran estilo no expresa sentimientos, no enuncia contenidos de
representaciones antepuestas; ya que en el gran estilo el contenido se confunde con la
forma, el producto final de este es la forma; en este orden de ideas afirma Nietzsche:
se es artista al precio de sentir como contenido, como la cosa misma, lo que todos
los no artistas llaman forma 29. Esto se logra gracias a que el gran estilo tiene la
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tarea de dominar el caos que se es; obligar a su caos a hacerse forma; hacerse
necesidad en la forma: hacerse lgico, sencillo, inequvoco, hacerse ley30 y el
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artista que logra conjugar el gran estilo puede ser equiparado al sper hombre, en la
medida que da fundamento de nuevo al ser en medio del caos; siguiendo a Heidegger:
el poder obrar con determinaciones del ser es precisamente la ms alta creacin, pues
es el preparar la disponibilidad para los dioses, el decir s al ser. El Sperhombre es
el hombre que funda de nuevo al ser con el rigor del saber y el gran estilo del crear 31;
el arte aparece como una nueva metafsica del ser, como apertura. Esta actividad
metafsica del arte, este gran estilo, siguiendo a Cacciari, permite hacer un puente entre
el conocimiento y la mentira, una nueva relacin que ya no se funda sobre una
exclusin recproca32.
El arte a este punto se libera de la tradicin, porque nos muestra que ya no slo
se puede conocer el mundo a partir del razonamiento, a partir de formas estticas, sino
que tambin se puede comprender el mundo a partir de la imaginacin, a partir de la
falsacin, a partir de su continuo devenir; el arte es libre, nos dice Cacciari, es libre de
ir hacia formas nuevas y complejas de conocimiento, hacia armonas difciles, hacia un
nuevo gran estilo33 (2000, pg. 110). La forma ms pura del gran estilo es la forma
del amor (nos dice Agustn Izquierdo), el cual acaba embelleciendo el objeto,
aadiendo en l sensualidad, pues el artista ve las cosas con ms fuerza, ms sencillez,
ms plenitud, del mismo modo que el hombre ve a la mujer 34, es como al sentirse
presas del encanto las miradas se quedan en silencio contemplando la infinitud del
instante.
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Anexo
Bibliografa
Buxbaum, Roman. Miroslav Tich: Tarzn jubilado. En:
http://www.igorsmirnoff.com/_talk/0000001f.htm (11/07/2012-15:00).
Cacciari, Massimo. El dios que baila. Buenos Aires: Paids, 2000.
Diccionario de la lengua espaola. Espasa Calpe, 2005. S.p.e.
Entrevista Miroslav Tich: Tarzn jubilado. Publicada En:
http://www.tichyocean.com (16/06/2012-15:00)
Heidegger, Martin. La voluntad de potencia como arte. En: Eco. Revista de
Occidente, Nietzsche 125 aos (Tomo XIX/5-6-7, pgs. 546-583). Bogot: Librera
Buchhloz, 1969.
Izquierdo Snchez, Agustn. Friedrich Nietzsche. Esttica y teora de las artes.
Madrid: Tecnos/Alianza, 2004.
Marchan Fiz, Simn. La esttica en la cultura moderna. Madrid: Alianza editorial,
2000.
Montaigne, Michel de. Ensayos. Libro II. Edicin digital basada en la de Pars,
Casa Editorial Garnier Hermanos, [s.a.]. En: www.escribd.com
Epgrafe
Nietzsche, Frederich. La Voluntad de Poder. Madrid: Alianza Editorial, 1991.