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Concepción de y Heideger Nietzsche Sobre El Arte

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Concepción de Nietzsche sobre el arte

Siendo la realidad puro devenir, el concepto no puede captarla, solo es aprehensible mediante
la metáfora, pues esta no establece un significado univoco (objetividad) sino que acepta la
pluralidad y subjetividad de los mismos (perspectiva). Por esto el arte para Nietzsche es el
único instrumento adecuado para entender y expresar la vida, por que afirma la multiplicidad y
subjetividad de la realidad (devenir) utilizando la metáfora y no el concepto.

Devenir, lo que deviene: término con el que se designa el ser como proceso, y que
incluye todo tipo de cambios. Los griegos después de Sócrates niegan el ser que deviene, que
cambia, afirmando la realidad de lo que no deviene.

el arte tiene más valor que la verdad por ser afirmador de la vida del ser humano. Esa
búsqueda "desesperada" de la verdad, es decir, de una ilusión, es una forma de negar la vida
misma. Nietzsche reivindica el papel del cuerpo. El artista trabaja con su cuerpo, plasmando en
su obra sus emociones. Éste no rechaza su "sí–mismo" (Selbst) que trabaja con él y a partir de
él.

Es “el más alto punto de la comunicabilidad entre las criaturas”. El arte es una apariencia
lúcida porque la obra de arte nos hace comprender algo “mediante una mínima ayuda, la
mínima sugestión”.

Concepción de Heidegger sobre arte

Heidegger piensa que lo que sea el arte puede inferirse de lo que sea la obra. Las obras de arte
son "tan naturalmente existentes" como las cosas que nos rodean, tienen ese carácter de cosa.
Sin embargo, la obra de arte es algo más que lo cósico, de otra manera, sería como cualquier
otro ente. Precisamente, eso otro que hay en ella constituye lo artístico. Pero tenemos que
reconocer la diferencia entre la cosa y la obra para llegar a saber lo que ésta última es. si nos
enfocamos en las cosas creadas por el ser humano, entonces observamos que todas son
creadas porque responden a una utilidad. Así, el creador trabaja y transforma la materia (hile)
para darle una forma determinada (morfe) de acuerdo al uso de la cosa. Siguiendo el
pensamiento de Heidegger, nos tenemos que preguntar por el ser de lo útil, o lo que tiene de
útil el útil.

El servir para algo es el ser de lo útil, pero la utilidad también descansa en el "ser de confianza"
del útil. En la utilidad de lo útil, encontramos así, al mundo y a la tierra. Pero además, llegamos
a la apertura del ser del ente, o como sostiene Heidegger: "este ente sale al estado de no
ocultación de su ser" (Heidegger, 1997: 63). En este estado de desocultamiento se da la
verdad. Entonces, lo que pasa en la obra de arte es un hacer "patente" los entes, es decir, se
produce el develamiento del ser de los entes, hay en ella un acontecer de la verdad. La obra no
es la reproducción o la representación exacta de los entes singulares, sino que es la captación
del ser del ente. El arte, para Heidegger, no es ya el lugar para lo bello o la perfección, sino que
es el espacio donde se asienta el ser del ente, donde se pone la verdad del ente.

En la obra de arte, no se da, solamente, el ser del ente, sino que también se abre el mundo y la
tierra. La obra pertenece al reino de lo que se abre por medio de ella, lo lleva en sí misma la
tierra es "donde el nacer hace a todo lo naciente volver, como tal, a albergarse" (Heidegger,
1997: 72); la tierra es lo que alberga a lo naciente. la obra abre un mundo, pero a la vez, lo
hace volver sobre la tierra, sobre su "raíz", de tal modo que ésta aparece como el "suelo
nativo".

El mundo no es un objeto ante nosotros que se pueda mirar, el mundo es lo inobjetivable. El


mundo se construye con las decisiones esenciales de nuestra historia, individual o no. La obra
de arte, abre tanto el mundo como la tierra, y los mantiene en sí misma como contradicción y
lucha: como movimiento. El establecimiento de un mundo y la "hechura" de la tierra
constituyen el ser de la obra. El mundo y la tierra son opuestos entre sí, mas nunca están
separados: "el mundo se funda en la tierra y la tierra irrumpe en el mundo" (Heidegger, 1997:
80). El mundo, por ser lo que se abre, intenta eliminar a la tierra puesto que no admite nada
cerrado. Pero a su vez, la tierra por ser lo que se cierra intenta retener en su seno al mundo,
sin dejar que se abra; es la portadora de todo, albergada en su propia ley y siempre hermética.
En conclusión, la obra de arte es la apertura del mundo y el hacer de la tierra que es en sí
ocultamiento. Precisamente, el develamiento de la verdad es lo que hace que una obra sea
bella: la belleza es un modo de ser de la verdad. La captación del ser del ente es lo bello, y ya
no más una representación idealizada o exhaustiva de la realidad.

La contemplación de la obra no saca al ser humano fuera de sí, no lo abstrae de la realidad y


de sus vivencias, sino que las inserta en el develamiento de la verdad que acontece en la obra,
tomando al dasein como ser histórico. La obra de arte, tanto del lado del artista como de los
contempladores, tiene esa característica de ser en la historia, refleja la existencia histórica de
un pueblo. "El arte es histórico" (Heidegger, 1997: 118) es el desocultamiento del ser en
distintos contextos y épocas. La obra "proyecta" aquello que en el dasein ya está proyectado
como histórico, es decir, proyecta la historia del ser humano, su tierra y su mundo; tal vez por
este motivo, no haya que considerar al arte como un mero apéndice de la cultura, sino como el
origen de esa "otra" historia. En esto consiste el ser del ente de la obra, la obra como
expresión de la verdad, y así, como manifestación de lo bello.

El arte es el nuevo camino que toman tanto Nietzsche como Heidegger. Nietzsche sostiene que
el arte tiene más valor que la verdad por ser afirmador de la vida del ser humano. Esa
búsqueda "desesperada" de la verdad, es decir, de una ilusión, es una forma de negar la vida
misma, puesto que ésta no existe, sino que sólo existen diferentes perspectivas. La verdad
situada en el mundo platónico de las ideas, el más allá anhelado por los cristianos, es
directamente un atentado contra el mundo sensible, el único existente, y por lo tanto, contra
la vida del ser humano. Nietzsche, en su filosofía, rescata el cuerpo abandonado por los
grandes sistemáticos occidentales. El cuerpo, como el conjunto de impulsos, sentimientos y
deseos, como la explosión de lo que realmente es el ser humano. Precisamente, es el artista
quien trabaja con su cuerpo, con la "gran razón", plasmando en su obra sus estados de
inspiración, partiendo de lo apolíneo y lo dionisiaco. El artista no siente un rechazo de su "sí–
mismo", sino que trabaja con él y a partir de él. El artista afirma la vida, incluso la acompaña en
su desarrollo, observándola y representándola. Toma lo que tiene a su mano como fuente de
inspiración, toma al mundo que lo rodea.

Heidegger piensa el arte como el espacio donde se da la apertura del ser, esto es, el ser
"histórico destinal" elige el desocultamiento en el arte, mostrar la verdad en el sentido de
develamiento. El ser del ente que se abre en la obra pasa a ser lo bello, la aprehensión del
movimiento y de la vida misma volcados en la obra constituyen la belleza. El artista y el
contemplador llevan sus vivencias al arte, llevan su unidad, reflejando su historia y haciendo
historia. El arte muestra la historia o el mundo

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