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Enquiridión (Epicteto)

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ENQUIRIDIN o MXIMAS

ir-

V/-

VIDA

DE

EPICTETO

FILSOFO ESTOICO
E s c rb e la d o n F ra n c is c o de Q uevedo

V ille g a s

Fu nuestro Epicteto natural de Hierpolis, ciu


dad de Frigia. Tuvo ms dicha con la noticia su
patria que sus padres, pues nadie los nombra: reco
nozco esta ignorancia por grande providencia del
olvido, para que la memoria se acordase que sin
otra descendencia fu nuestro filsofo todo de la fi
losofa, y de s progenie de su virtud. Fu esclavo de
Epafrodito, soldado de las guardas de Nern, en
Roma. Fu tal Nern, que en su tiempo ser es
clavo en Roma no era nota, sino ser ciudadano,
pues era esclavo en la Repblica que era esclava.
Todos lo eran: el emperador, de sus vicios; la R e
pblica, del emperador; Epicteto, de Epafrodito.
Oh alto blasn de la filosofa, que cuando el Csar
era esclavo y la Repblica cautiva, slo el esclavo
era libre! La persona de Epicteto era defectuosa;
cojeaba, impedido el paso de una destilacin a una
pierna. Todas las calamidades de su edad, estado
y cuerpo sirvieron de recomendacin a su alma:
sigui la secta estoica, ensela y obrla, adqui
riendo tan encarecida estimacin, que, despus de
muerto, dice Luciano que el candil de barro a cuya
luz estudiaba y escriba se vendi en tres m il rea

76

V I DA DE EPICTETO

les, juzgndolo el comprador bastante a comunicar


le la propia doctrina por haberle asistido. Ya le sir
vi de maestro el candil, pues le ocasion accin en
la virtud tan admirable, que se refiere igualmente
por ejemplar con la vida de Epicteto. Cerr nues
tro filsofo toda la doctrina de las costumbres en
estas dos palabras: <<Sufre, abstente>> Aqulla, por
medicina de lo que sucede al sabio, o le puede su
ceder, que no le conviene; sta, de lo que conviene
que ni tenga ni le suceda. Con esta brevedad quit
el miedo de los grandes volmenes, que son emba
razo a la casa, tarea a la vida y carga a los brazos:
hizo un libro en estas dos palabras, que se oye en
una clusula, y que no necesita de repeticiones a la
memoria. Tan bien acostumbrado estaba al ejer
cicio de estas dos voces, que muchas veces, am
bicioso de victorias contra los trabajos y calamidades, provocaba fervoroso a Dios, exclamando:
<<Llueve, oh Jpiter, calamidades sobre m .>> Oh
hazaoso espritu, oh grito lleno de valenta, que
pidiese a Dios calamidades hombre esclavo y m an
co, y sbdito de Nern! Alcanz el imperio de Domiciano; sali de Roma, unos dicen huyendo de
la tirana de aquel emperador: esto no es creble en
quien peda a Dios trabajos y persecuciones. Otros
dicen que sali de Roma expulsado por el decre
to del Senado que desterr a todos los filsofos de
la ciudad: afirman se restituy a Hierpolis, su pa
tria, si bien Suidas dice persever en Roma hasta
tiempos de Marco Antonio, y que pas a Nicpolis,
ciudad de la nueva Epiro. Lipsio entiende este A n
tonino por el filsofo en la <<Manuduccin estoica>>,

VDA DE EPICTETO

77

disertacin XI X, considerando, y cuidadosamente,


que desde la m uerte de Nern hasta el principio
de Marco Antonino pasaron noventa y cuatro aos,
y haba de ser recin nacido, en tiempo de Nern,
Epicteto. Persudese Lipsio fu esclavo de Epafrodito despus de la m uerte de Nern, y defin
dese con el propio Epicteto en la primera diserta
cin de las que junt Arriano, captulo XI X. Escri
bi las disertaciones que Arriano dispuso en este
<<Manual que tenemos. <<En la librera de Floren
cia dice Correas se cree hay epstolas suyas.>>
Yo no me persuado que si las hubiera faltara en
Florencia quien las diera al pblico. Esta que yo
he escrito es la vida que vivi Epicteto. Este libro,
que l escribi, es la vida que Epicteto vive y v i
vir.

M X I M A S

Hay ciertas cosas que dependen de nosotros mis


mos, como la opinin, la inclinacin, los deseos, la
aversin y, en una palabra, todas nuestras opera
ciones. Otras hay tam bin que no dependen, como
el cuerpo, las riquezas, la reputacin, los imperios
y, finalmente, todo aquello que no es de nuestra
operacin.
II
Lo que depende de nosotros es libre por su na
turaleza, y no puede ser impedido ni forzado de nin
gn hombre, y, al contrario, lo que no depende de
nosotros es servil, despreciable y sujeto al ajeno
poder.
III
Acurdate, pues, que si juzgas por libre y tuyo
lo que de su naturaleza es servil y sujeto al poder
ajeno, hallars muy grandes inconvenientes, y te
vers confuso en todos tus designios y expuesto a
m il molestias, y al fin acusars a los dioses y a los
hombres de tu infortunio. Y si, al contrario, creye

80

EPICTETO

res ser tuyo solamente lo que de verdad te pertene


ce. y supieres considerar como externo o extran
jero lo que en efecto lo es, cierto que nada ser ca
paz ni bastante para desviarte de lo que te hayas
propuesto hacer; que no em prenders cosa alguna
que te pese; que no acusars a nadie, ni m urm ura
rs; que ninguno te ofender; que no tendrs ene
migos, ni padecers jam s un mnimo desplacer.

IV
Si deseas, pues, tan grandes bienes, sabe que no
basta desearlos tibiam ente para obtenerlos, sino
que te conviene evitar del todo algunas cosas y pri
varte de otras por algn tiempo. Porque si (no con
tento con el que posees) tienes ambicin de entrar
en cargos y de am ontonar riquezas, acurdate que
perders absolutamente los medios verdaderos de
granjear la libertad y la felicidad; y tam bin podr
ser que quedes frustrado de lo que pretendes con
tanta pasin.

Cuando se te ofrece algn objeto enojoso, acos


tm brate a decir en ti mismo que no es lo que pa
rece, sino pura imaginacin. Luego que hayas he
cho esta reflexin, exam ina el objeto por las reglas
que ya tienes para ello. Considera si es cosa que de
pende de ti; porque si no depende, dirs que no te
toca.

81

ENQUIRIDION o M A X I M A S

VI
Advierte que el fin del desear es obtener lo que
se desea, y el fin de la aversin es huir de lo que se
pretende evitar. Y como es desdichado el que se ve
frustrado de lo que desea, as es miserable el que
cae en lo que ms piensa evitar. Por lo cual, si tie
nes aversin solamente de lo que depende de ti
(como las falsas opiniones), asegrate que no cae
rs jam s en lo que aborreces. Pero si tienes aver
sin de lo que no depende de ti (como son las en
fermedades, la m uerte y la pobreza), no dudes que
sers miserable, pues que no las puedes evitar, y
que has de caer infaliblemente en ellas.

VII
Si quieres ser dichoso, nunca repugnes a lo que
no depende de ti; mas transfiere tu odio contra
lo que resiste a la naturaleza de las cosas que de
penden de tu voluntad. Dems de esto, no desees
por ahora nada con pasin; porque si deseas cosas
que no dependen de ti, es imposible que no te
veas frustrado; y si deseas las que de ti dependen,
advierte que no ests bastantem ente instruido de lo
que es necesario para desearlas honestamente. Por
lo cual, si quieres hacer bien, acrcate a ellas de
m anera que puedas retirarte cuando quieras. Pero
todo esto se ha de hacer con medida y discrecin.

EPICTETO

83

VIII
El verdadero medio de no estar sujeto a tu rb a
cin es considerar las cosas que son de nuestro
gusto o de nuestra utilidad, o aquellas que ama
mos, como ellas son en s mismas. Hase de comen
zar el examen por las que im portan menos. Por
ejemplo: cuando manejas una olla de barro, pien
sa que es una olla de tierra la que manejas, y que
puede quebrarse fcilmente. Porque, habiendo he
cho esta reflexin, si acaso se quebrare, no te cau
sar alteracin. Asimismo, si amas a tu hijo o tu
m ujer, acurdate que es m ortal lo que amas, y por
este medio te librars del impensado sobresalto
cuando la m uerte te los arrebate.

IX
Antes de em prender alguna obra examnala muy
bien. Si has resuelto ir al bao, antes de partir re
presntate todos los inconvenientes que se siguen
de ir al bao: el echarse agua los unos a los otros,
el em pujarse para tom ar mejor lugar, el darse va
yas y el perder los vestidos. No dudes que ejecuta
rs m uy seguram ente lo que emprendes si dices
en ti mismo: Quiero ir al bao, pero tambin
quiero observar el modo de vivir que me he pro
puesto. Sigue esta mxima en todo lo que em
prendas; porque por este medio, si te sucede algn
inconveniente o alguna desgracia bandote, te ha-

83

ENQUI RI DI ON o M A X I M A S

liars todo resuelto, y dirs: No he venido aqu


solamente para baarme, sino tam bin he venido
con resolucin de no hacer nada contra mi modo
de vivir, el cual yo no observara si sufriese con
algn pesar o desplacer las insolencias que aqu
se cometen.
X
No son las cosas las que atorm entan a los hom
bres, sino las opiniones que se tienen de ellas. Por
ejemplo: la m uerte (bien considerada) no es un
mal; porque, si lo fuera, lo habra parecido a S
crates como a los dems hombres. No, no; la opinin
falsa que se tiene de la m uerte la hace horrible.
Por lo cual, cuando nos hallamos turbados o impe
didos, debemos echar la culpa a nosotros mismos y
a nuestras opiniones.
XI
De ignorante y brutal es el culpar a otros de las
propias miserias. Aquel que a s mismo se culpa de
su infortunio comienza a entrar en el camino de
la sabidura; pero el que ni se acusa a s ni a los
dems, es perfectam ente sabio.

XII
No te alabes jam s de ajenas excelencias. Si un
caballo pudiese decir que es hermoso, en su boca
sera tolerable. Pero cuando te alabas de tener un

EPICTETO

hermoso caballo, sabes lo que haces? Te alabas de


lo que no te pertenece. Qu es, pues, lo que es
tuyo? El uso de lo que est a tu vista. Por esta ra
zn, si miras las cosas conforme a su naturaleza y
juzgas de ellas como debes, entonces te es perm iti
do gloriarte en ellas, porque te alegras con un bien
que posees efectivamente.
XIII
Si te hallases embarcado y el bajel viniese a tie
rra, te sera permitido desembarcar para buscar
agua; y asimismo nadie te impedira el coger las
conchuelas que te hallares en tu camino; pero te
convendra tener la vista siempre en el bajel, aten
diendo a cuando el piloto te llamase, y entonces se
ra m enester dejarlo todo de miedo que no te h i
ciese em barcar atado de pies y manos como una
bestia. Lo mismo sucede en la vida. Si Dios te da
m ujer e hijos, permitido te es amarlos y gozar de
ellos. Pero si Dios te llama, conviene dejarlos sin
ms pensar, y correr ligeram ente a la nave. Y si
ya eres viejo, gurdate de alejarte y de no estar
prevenido cuando seas llamado.
XIV
Nunca pidas que las cosas se hagan como quie
res; mas procura quererlas como ellas se hacen. Por
este medio todo te suceder como lo deseas.

85

ENQUIRIDION o M A X I M A S

XV
La enfermedad es un impedimento del cuerpo,
no de la voluntad. Por ejemplo: el ser cojo impide
a los pies de andar, mas no embaraza la voluntad
de hacer lo que ella quiere, si emprende tan sola
mente lo que puede efectuar. De esta misma mane
ra puedes considerar todas las cosas que suceden
y conocers que a ti no te embarazan, aunque im
piden a los dems.
XVI
En todo lo que te sucediere, considera en ti mis
mo el medio que tienes de defenderte. Por ejemplo:
si ves una hermosa m ujer, advierte que tienes la
templanza, que es un poderoso medio para oponer
a la hermosura. Si ests obligado a em prender al
gn trabajo penoso, recurre a la paciencia. Si te
han hecho alguna injuria, rm ate de la constancia,
y si te acostumbras a obrar de esta m anera siem
pre, nunca los objetos tendrn poder sobre ti.

XVII
Nunca digas que has perdido alguna cosa, sino
siempre di que la has restituido. Cuando tu hijo
o tu m ujer murieren, no digas que has perdido tu
hijo o tu m ujer, sino que los has restituido a quien
te los haba dado. Pero cuando se nos haya quitado
alguna heredad, habremos de decir tambin que la

EPICTETO

86

hemos restituido? Puede ser que pienses que no,


porque el que te ha despojado de ella es un hombre
malvado, como si a ti te tocara, por cuya mano vuel
ve tu posesin a quien te la di. Por lo cual con
viene que m ientras la tienes a tu disposicin la
tengas por extraa, no haciendo ms caso de ella
que el cam inante hace de las posadas en que se
aloja.
XVIII
Si quieres adelantar en el estudio de la virtud,
aparta del entendimiento estos pensamientos: Si
no tengo cuidado de mis negocios, no tendr con
qu subsistir; si no castigo a mi hijo, saldr malo.
A dvierte que vale ms m orir de ham bre y conser
var la grandeza del nimo y la tranquilidad del es
pritu hasta los postreros suspiros, que vivir en la
abundancia con un alma llena de inquietud y de
tormento. Advierte, te digo, que vale ms sufrir
que tu hijo salga malo que hacerte t mismo desdi
chado. Al fin, el sosiego del espritu se ha de pre
ferir a todo; mas para tenerlo es m enester que des
de luego te ensayes en las cosas menores. Por ejem
plo: si se derram a tu aceite o te roban el vino de
tu cueva, haz esta reflexin y di en ti mismo: A
este precio se compra la tranquilidad y la constan
cia. En efecto, nada se adquiere de gratis, y nece
sariam ente nos ha de costar alguna cosa. Haz lo
mismo cuando llamas a tu criado; piensa que no
est pronto a tu voz, y que cuando lo est, puede
ser que no haga nada de lo que desees que haga.

87

ENOUIRIDIN o M X I M A S

Sea lo que fuere, no perm itas jam s que tenga el


poder de enojarte y de tu rb arte el espritu cuando
l quiera.
XIX
No se te d nada de que el pueblo te tenga por
extravagante porque desprecias las cosas exterio
res, ni tampoco afectes el parecer hombre suficien
te. Si por suerte sucede que se haga algn caso de
ti, desconfa entonces de ti mismo. Porque es ex
trem adam ente difcil el dejarse llevar de lo exte
rior y conservar en s una resolucin conforme a la
naturaleza y modo de vivir que te has propuesto;
y no puede ser que se haga lo uno sin olvidar lo
otro.
XX
Si quieres que tus hijos, tu m ujer o tus amigos
vivan siempre, has perdido el entendimiento. Por
que es querer que dependa de ti absolutamente lo
que no depende en m anera alguna, y que lo que
es ajeno te pertenezca. Asimismo, si pretendes que
tu hijo no cometa falta alguna, tam bin eres r i
dculo, porque quieres que el vicio no sea vicio.
Por lo cual, si tienes gana de no ser jams frus
trado en tus deseos, no desees sino aquello que de
pende de ti.

EPICTETO

88

XXI
Verdaderam ente es dueo de todas las cosas el
que tiene poder de retener las que quiere y de
desechar las que le disgustan. Cualquiera, pues,
que tenga deseo de ser libre de esta suerte, con
viene que se acostumbre a no tener deseo ni aver
sin alguna de todo lo que depende del poder ajeno.
Porque, si obra de otra manera, caer infaliblemen
te en la servidumbre.

XXII
Acurdate que debes com portarte en la vida co
mo en un banquete. Si se pone algn plato delante
de ti, puedes m eter la mano y tom ar honestam en
te tu parte; si slo pasa por delante de ti, gurdate
bien de detenerlo o de m eter la mano en l teme
rariam ente: antes, espera apacible a que vuelva
a ti. Lo mismo debes hacer para con tu m ujer, tus
hijos, las dignidades, las riquezas y todas las otras
cosas de este gnero. Porque por este medio te h a
rs merecedor de comer a la mesa de los dioses.
Empero, si eres tan generoso que rehses tambin
lo que te presentan, no solamente sers digno de
comer a la mesa de los dioses, sino que merecers
tener parte en su poder. Digenes y Herclito fue
ron reputados por hombres divinos (como lo eran
en efecto) por haber obrado de esta manera.

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ENQUIRIDIN o M A X I M A S

XXIII
Cuando veas suspirar a alguno porque su hijo
parti de su casa, o por haber perdido lo que po
sea, no te dejes vencer de este objeto ni te ima
gines que aqul sea efectivamente desdichado por
la prdida de estas cosas extraas; pero haz de ti
mismo esta distincin y di luego: No es este ac
cidente el que aflige a este hombre, pues que no
toca a otros muchos; lo que le atorm enta es la
opinin que ha concebido. Consecutivamente, haz
todo lo posible para desengaarle y sanarle de esta
mala opinin. Y asimismo fingirs estar triste y
compadecerte de su afliccin si lo juzgas a prop
sito. Mas gurdate, sobre todo, que, fingindolo, no
te entristezcas efectivamente en tu corazn.

XXIV
Acurdate que conviene que representes la parte
que te ha querido dar el autor de la comedia. Si es
corto tu papel, represntale corto; y si largo, repre
sntale largo. Si te manda hacer el papel de pobre,
hazle naturalm ente lo mejor que pudieres. Y si
te da el de prncipe, el de cojo o el de un oficial
mecnico, a ti te toca el representarlo y al autor el
de escogrtele.

90

EPICTETO

XXV
Si por acaso algn cuervo vuelve a graznar, no te
cause alteracin. Haz luego en ti mismo esta refle
xin: No grazna por m este cuervo; puede ser
que sea por mi cuerpo o por el poco bien que poseo,
o por mi reputacin, o por mis hijos y mi m ujer;
cuanto a m, no hay nada que no me sea presagio
de dicha, porque a m slo me toca sacar provecho
y utilidad de cuanto sucediere.
XXVI
Puedes ser invencible si nunca emprendes com
bate de cuyo suceso no ests seguro y slo cuando
sepas que est en tu mano la victoria.
XXVII
Cuando veas a alguno promovido a dignidades,
o favorecido, o acreditado, no te dejes llevar de la
apariencia ni digas que es dichoso. Pues la verda
dera tranquilidad de espritu consiste en no de
sear sino lo que depende de nosotros mismos; no
ha de acusarnos celos ni envidia el lustre de las
grandezas. No has de tener ambicin de ser sena
dor, cnsul ni emperador; conviene que cuides so
lamente de ser libre. En esto se han de term inar
todas tus pretensiones; un solo medio hay para
alcanzarlo, que es menospreciar todo lo que no de
pende de nosotros.

el

ENQUI RI DI N o M A X I M A S

XXVIII
Acurdate que no te ofende el que te injuria ni
el que te golpea, sino la opinin que has concebido.
Cuando alguno, pues, sea causa de que hayas enco
lerizado, sabe que no es l, sino tu opinin, la que te
irrita; por lo cual, conviene estar atento a no de
jarte llevar de tu pasin, porque cuanto ms pres
to lo hicieres tanto ms fcilmente la domars.

XXIX
Ten cada da delante de los ojos la muerte, el
destierro y las otras dems cosas que la mayor
parte de los hombres ponen en el nmero de ma
les. Pero cuida particularm ente de la muerte, por
que por este medio no tendrs ningn pensamiento
bajo ni servil, ni desears nunca nada con pasin.

XXX
Si tienes designio de perfeccionarte en el estudio
de la Filosofa, preprate (antes de emprenderlo)
a sufrir las burlas y las befas de todo el mundo.
Dirnte; Cmo te has hecho filsofo de golpe?
De dnde te viene este severo semblante? Br
late de todo como no sea verdad lo que te dicen ni
tengas la gravedad de que te reprendan. Compr
tate solamente con los que te parecieren mejor, de

92

EPICTETO

m anera que nada sea bastante a moverte, y queda


en esto tan firm e como si Dios te lo hubiese orde
nado. Si persistes en la misma resolucin y que
das constante en el mismo estado, sers objeto de
admiracin por los que antes se burlaban de ti. Si
al contrario, decaes y mudas una vez de resolucin,
todo lo que has hecho servir solamente para dar
causa a que se redoblen las burlas y los escarnios
contra ti.

XXXI
No te embaraces el entendimiento con pensar que
no se har caso de ti, que no recibirs honra algu
na, porque si el no recibir honra fuese un mal, seguirase que estara en poder ajeno el hacernos
desdichados, lo cual no puede ser, porque como no
podemos caer en el vicio por accin ajena, as no
podemos caer en el mal por ajena accin. Depen
de de ti el tener la soberana autoridad, el ser con
vidado a los festines y, finalmente, poseer todos los
dems bienes extraos? No depende de ninguna m a
nera. Cmo puedes decir que vivirs en ignominia
si no gozas de tales cosas? Cmo puedes quejarte
que no sers estimado? Pues que debes encerrar to
dos tus deseos y todas tus pretensiones en ti mismo
y en lo que depende de ti, donde te es permitido el
estim arte cuanto quisieras. Puede ser, me dirs, si
vivo as, que no llegar nunca a estado de servir a
mis amigos. Oh, cun engaado ests! Cmo pien
sas que se te ha de entender esta proposicin? Con
viene asistir a los amigos? No quiere decir que se les

ENQUIRIDIN o M A X I M A S ______________________________________

haya de dar dinero ni hacerlos ciudadanos de Roma,


puesto que esto no est en nuestro poder y que es
imposible el dar a otro lo que no se tiene. Ya pre
veo que me responders que se ha de hacer todo
lo posible para alcanzar haciendas y crdito a fin
de socorrer a los amigos en las necesidades, pero si
puedes m ostrarm e camino por donde se pueda ad
quirir esto conservando la honestidad, la fe y la
generosidad, te prometo em plear toda clase de me
dios para alcanzarlo si me pides que yo pierda mis
bienes por adquirirte otros que no son verdaderos
bienes, considera que es injusto y contra razn. Juz
ga si no debes hacer ms caso de un amigo honesto
y fiel que del dinero. Haz, pues, lo que puedas para
conservarme estas calidades, y nunca me obligues
a hacer cosa que sea capaz de hacrmelas perder.
Replicarsme que por este medio no hars ningn
servicio a tu patria. Pero qu entiendes por estas
palabras? Verdad es que no la adornars con pr
ticos o baos pblicos. No son los herreros los que
abastecen la villa de zapatos, ni los zapateros los
que le dan las armas; basta que cada uno haga su
oficio. Piensas ser intil a tu patria cuando le das
un ciudadano que es hombre honrado y virtuoso?
Pues advierte que no sabras hacerla mayor servi
cio. Deja de hoy en adelante estos discursos. No
digas que no tendrs dignidad alguna en tu ciu
dad. Poco im porta en qu estado te halles como
no olvides la honra y la fidelidad. Piensas hacerte
til a tu patria si te apartas de la virtud? Imagina
qu provecho sacar de ti cuando te hayas hecho
prfido e imprudente.

EPICTETO

94

XXXII
No te ofendas de que sienten a la mesa a otro en
mejor lugar que t, ni de que le saluden primero
o se tome su consejo y no el tuyo, porque si estas
cosas son buenas, te has de holgar de que le hayan
sucedido, y si malas, no te debe pesar porque no
te sucedan. Adems, acurdate que pues que ha
ces profesin de no hacer nada para obtener las co
sas exteriores, que no es m aravilla si no las alcan
zas y que te prefieran otros que han hecho todos
sus esfuerzos para adquirirlas. En efecto, no es
justo que el que no se mueve de su casa tenga tan
to crdito como aquel que hace visitas todos los
das y est perpetuam ente a la puerta de los gran
des. No es razn, digo otra vez, que sea tan esti
mado el que no puede resolverse a alabar a nadie,
como el que da excesivas alabanzas por las mni
mas acciones. Sera en verdad injusto e insaciable,
todo junto, querer tener de balde estos bienes y
sin comprarlos al precio que ellos cuestan. Supn,
por ejemplo, que se venden lechugas y que valen
un dinero; si alguno paga el precio, se las dan, pero
si t no quisieres pagar nada, no las tendrs. Se
ras por eso de peor calidad que el otro? No, de
ninguna manera; porque si aqul tiene lechugas,
t tienes dinero. Lo mismo es en las cosas de que
hablamos. Si no eres convidado al banquete, es por
que no has pagado el escote. El que lo da, lo vende
por alabanzas, por servicios y por sumisiones. Si
tienes gana de ser admitido, resulvete a comprar-

95

ENQUI RI DI N o M A X I M A S

lo por el precio que cuesta. Porque pretender estas


cosas sin hacer lo que es necesario para alcanzar
las, es ser avaro y haber perdido el sentido. Crees
tam bin que si pierdes esta cena no tienes nada en
recompensa? Oh!, tienes algo mucho ms excelen
te; no has alabado al que no queras alabar; no has
sufrido la insolencia y el soberbio modo con que
trata a los que vienen a su mesa. sta es la ganan
cia que has hecho.

XXXIII
Por la opinin que tenemos de las cosas que nos
tocan podemos conocer lo que desea la Naturaleza.
Cuando el criado de tu vecino rompe un vidrio de
cimos luego que aquello sucede ordinariam ente;
conviene comportarse de la misma m anera cuando
te rompa el tuyo, y quedar tan mesurado como
cuando se rompi el de tu vecino. Aplica esto tam
bin a las cosas mayores. Cuando el hijo o la mu
je r del vecino se mueren, no hay quien no diga
que eso es natural; pero cuando nos sucede tal
accidente nos desesperamos y gritamos diciendo:
Ah! Cun desdichado soy! Ah! Cun misera
ble! Pero debers acordarte en este suceso lo que
sientes cuando a otro le acontece la misma cosa.

96

EPICTETO

XXXIV
La naturaleza del mal est en el mundo como un
blanco puesto para adiestrarnos y no para hacernos
errar.
XXXV
Si alguno entregase su cuerpo al primero que en
contrase para hacer de l lo que quisiese, seguro
estoy de que no lo tendras por bueno y que te eno
jaras; y, no obstante, no tienes vergenza de expo
ner tu alma al capricho de todo el mundo; porque
luego que te dicen alguna injuria te turbas y de
jas llevar del sentimiento y de la clera. No em
prendas, pues, nada sin considerar antes lo que ha
de seguirse a tu empresa, y si obras de otra mane
ra podr ser que tu designio te salga bien al prin
cipio y tengas placer; pero ten por seguro que des
pus te avergonzars y que te arrepentirs pron
to o tarde.
XXXVI
Sin duda te holgara de ganar la victoria en los
juegos olmpicos. Asegrate que yo tendra tan
ta gana como t, porque no te puedo negar que es
bella cosa. Mas si tienes este designio has de consi
derar lo que precede y lo que se sigue a tal em pre
sa. Hecha esta reflexin, observars lo siguiente;
acostm brate a guardar buen orden; a no comer

97

sino por necesidad, a abstenerte de toda suerte de


viandas apetitosas; a no beber jam s fro, sin que
nada sea capaz de estorbrtelo; finalmente, te has
de sujetar al maestro de armas como a un mdi
co; despus entrars en la tela o en el palenque. Pe
ro te conviene resolverte a cuanto te pudiere suce
der; tal vez a herirte las manos y los pies, y tal
vez a ser azotado, y despus de todos estos trabajos
ests tambin en riesgo de ser vencido. Pero si nada
de esto te hace m udar de propsito y quedas en
tu prim era resolucin, entonces podrs em prender
el combate de la lucha, porque si haces de otra
suerte te suceder como a los nios que im itan a los
gladiadores, los luchadores, los flauteros, los trom
petas, y que asimismo representan tragedias hacien
do toda suerte de oficios, sin ser capaces de ningu
no. Im itars (como mona) todo lo que vieres hacer
a otros, y dejars ligeram ente una cosa para comen
zar otra. Quieres saber la causa? Es que em pren
des sin premeditacin, que te dejas llevar tem era
riam ente y que slo sigues tu prim er movimiento y
tu capricho. Haces como los que tienen gana de ser
filsofos, cuando oyen decir a alguno: Oh qu
bien ha dicho Scrates! Quin pudiera hacer un ra
zonamiento tan alto y de tanta fuerza como l!

XXXVII
Oh, hombre, quienquiera que seas! Si quieres sa
lir con tus designios, considera prim eram ente lo
que deseas hacer, y m ira si lo que emprendes es conCARACTERES M O RALES

98

EPICTETO

forme a tu naturaleza, y si ella podr resistir. Si


tienes gana de ser luchador, advierte si tus bra
zos son harto fuertes, si tus muslos y tus lomos son
propios para ellos, porque los unos nacieron para
ana cosa y los otros para otra. Cuando hayas com
prendido la filosofa, si pensases beber y comer, y
hacer el melindroso como antes, te engaars m u
cho. Es menester resolverse a trabajar, a dejar los
amigos, a ser tal vez despreciado de un criado y
a ver a otros ms honrados y acreditados que t
para con los grandes, los magistrados y los jueces
en cualquier negocio que pueda ofrecerse. Medita,
pues, sobre todas estas dificultades, y considera si
no prefieres poseer la tranquilidad del espritu, la
libertad y la constancia. Porque si no haces esta
reflexin, advierte que (al ejemplo de los nios de
que te he hablado) no seas ahora filsofo, poco
despus bandolero, luego orador, y, ltimamente,
procurador del Csar. Creme: nada de esto con
viene lo uno con lo otro. Considera que slo eres
un hombre y que es necesario que seas eternam en
te bueno o constantemente malo, que te apliques
solamente a perfeccionar el espritu y la razn o
que te dediques a las cosas exteriores y que te
pierdas absolutamente, porque es imposible hacer
lo uno y lo otro juntam ente; es decir, que es nece
sario tengas el estado de filsofo o de hombre de
comn calidad de los del menudo pueblo.

99

ENQUIRIDION o M A X I M A S

XXXVIII
Todos los respetos a que somos obligados se han
de medir con la calidad de las personas a quienes
se deben. Si es un padre, tu oficio te obliga a cuidar
de l y a cederle en todo. Si te injuria o te golpea,
le has de sufrir con paciencia. Podr ser que me di
gas: Mi padre es un malvado. No es buena ex
cusa. Cuando la Naturaleza te di padre no se obli
g a drtelo bueno. As, cuando tu hermano te hace
algn agravio, no repares en lo que l te hace, sino
com idera a lo que te obliga la hermandad y cmo
te debes gobernar con l para no hacer nada que no
sea conforme a naturaleza. En efecto, persona nin
guna te puede ofender si t no quieres, y si te ha
ce injuria es solamente cuando t crees que se te
hace; juzga lo mismo de todo lo restante. Aprende
rs lo que debes al vecino, al ciudadano y al gene
ral del ejrcito, si te acostumbras a considerar lo
que son.
XXXIX
Sabe que el punto principal de la religin consis
te en tener buen concepto de los dioses, como creer
que en efecto son y que gobiernan el mundo con
bondad y justicia; que es menester obedecerlos; que
nos debemos contentar con todo lo que hacen y se
guir inviolablemente sus rdenes, como nacidas de
una inteligencia muy excelente y muy perfecta,
porque de esta m anera no los acusars nunca ni te

100

EPICTETO

quejars de que te hayan desamparado. Pero esto


no se puede hacer si menosprecias todo aquello que
no depende de ti, y si no comprendes todo el bien
y todo el mal en lo que depende de ti absolutamen
te. Porque si piensas que el bien o el mal sea al
guna otra cosa, te equivocars muchsimas veces en
lo que deseas, caers en aquello de que huyes y cul
pars y aborrecers a los que fueron causa de tus
desdichas. En efecto, como es natural a todos los
animales el huir de lo que les puede daar, y tener
aversin a todos los que pueden hacerles mal, tam
bin tienen la misma inclinacin a abrazar lo que
les es til y acariciar a todos los que les pueden ha
cer bien. De suerte que es imposible que una per
sona que cree haber recibido dao se alegre con
el que se le ha hecho, ni que el desagrado que ha re
cibido le d gusto. Por esto algunas veces injuria
el hijo al padre, porque no le da lo que se tiene por
bien entre los hombres. Esto mismo caus la gue
rra entre Eteoles y Polinice, porque se haban im a
ginado que el imperio era un bien. De aqu proce
de tam bin que el labrador, el piloto, el mercader
y los que pierden sus m ujeres y sus hijos blasfeman
contra los dioses. Ordinariam ente se encuentra la
piedad donde se halla la utilidad, y por esta razn
el que cuida de no desear ni huir cosa que no sea
digna de huirse ni de desearse estudia al mismo
tiempo en ser hombre de bien y po. Es menester
que cada uno haga sus ofrendas y sacrificios segn
la costumbre del pas donde mora, con mucha mo
destia, sin ser avaro ni prdigo, poniendo en esto to
da la pureza y toda la diligencia que se requiere.

101

XL
Cuando vas a consultar al adivino, sin duda igno
ras lo que ha de suceder, porque para eso le consul
tas; pero para saber si lo que ha de suceder ser
bueno o malo no necesitas de adivino; que ya lo sa
bes, si eres filsofo. Porque si es alguna cosa que
no depende de ti (como necesariamente lo es, pues
que ignoras el suceso), puedes seguramente decir
que no es buena ni mala; por lo cual, cuando va
yas al adivino no lleves deseo ni aversin, porque
de otra suerte te acercars a l siempre tem blan
do. Ten por mxima que todo acontecimiento es in
diferente y que no podr im pedirte ni estorbarte
lo que te has propuesto hacer, y que, comoquiera
que sea, est siempre en tu poder el usar bien de
l. Acrcate, pues, a los dioses con espritu firm e y
seguro, y considralos como los que te pueden dar
muy buenos consejos. Cuando te hayan dado algu
na respuesta, sguela exactamente. Considera qui
nes son los que has consultado y que no podras
desobedecerlos sin menospreciar su potencia y sin
incurrir en su indignacin. Las cosas de que se ha
de consultar al orculo son aquellas (como deca
Scrates) cuya consideracin se refiere propiamen
te a la suerte y que no pueden ser previstas por la
razn ni por ningn arte; de m anera que, cuando
toca a la defensa de tu patria o de tu amigo, no es
m enester ir al adivino para eso, porque si te dice
que las entraas de la vctima dan presagio de mal
suceso, es seal infalible que morirs estropeado o

lO2

E P I C T E TO

desterrado, lo cual podra ser que te estorbase el


designio que t tenas. No obstante, la razn pide
que socorras (con peligro de tu misma vida) a tu
amigo y a tu patria. Sea, pues, tu recurso el mayor
orculo. Vete al orculo Pytheo, que ech de su
templo a un hombre porque en tiempo pasado no
haba socorrido a uno de sus amigos a quien m ata
ban.
XLI
Conviene que te prescribas una cierta manera
de vivir o una ley que observes inviolablemente en
cualquiera parte que puedas estar, sea conversan
do entre los hombres o retirado en tu vida privada.

XLII
G uarda el silencio cuanto te fuere posible. Nun
ca digas sino lo que absolutamente es necesario, y
en ello emplea las menos palabras que pudieres.
Cuando se ofrezca la ocasin de hablar, no te pon
gas a discurrir de los gladiadores, ni de los juegos
del circo, ni de los luchadores, ni del comer y be
ber, ni de todas las dems impertinencias con que
la mayor parte del mundo se entretiene. Mas, sobre
todo, advierte que en tus discursos no uses de ala
banzas ni desprecios, ni hagas comparacin de per
sonas.

103

ENQUIRIDIN o M A X I M A S

XLIII
Cuando estuvieres entre tus amigos, si la conver
sacin fuere poco honesta, haz cuanto pudieres para
hacerlos m udar de discurso; mas, si ests entre ex
traos, no hables palabra.
XLIV
No ras mucho, ni a menudo, ni a carcajadas. Si
puede ser, nunca jures, y si te excitan a que jures,
haz prim ero todo lo posible para excusarlo.
XLV
Evita las fiestas populares, y si tuvieras que acu
dir a ellas, reflexiona y cuida de tus acciones para
que no caigas insensiblemente en la m anera de
obrar del pueblo; porque es m enester que sepas que
es imposible que dejes de ensuciarte (por ms lim
pio que ests) si te restriegas con tu compaero
que est sucio.
XLVI
De todo lo que sirve al cuerpo (como el comer, el
beber, los vestidos, las casas y los criados), no ten
gas ms que lo que pide la necesidad y cuanto ha
m enester el espritu para estar sano, y desecha todo
lo que sirve al lujo y a los deleites.

EPICTETO

401

XLVII
Abstente cuanto te fuere posible del placer de las
m ujeres hasta que seas casado, y cuando lo seas
usa del matrimonio legtimamente y como lo m an
da la ley. Mas cuando lo hagas as, no pienses glo
riarte de ello y reprender a los que viven de otra
manera.
XLVIII
Si te vienen a decir que alguno ha hablado mal
de ti, no te embaraces en negar lo que ha dicho;
responde solamente que no sabe todos tus otros vi
cios, y que de conocerlos hubiera hablado mucho
ms.
XLIX
No es necesario frecuentar los teatros; mas cuan
do hubiere ocasin de ir a ellos, comprtate de mo
do que parezca que tienes intento de agradarte a ti
solo, es decir, que las cosas se hagan de la m anera
que se hacen y que sea vencedor el que en efecto
lo es, porque por este medio todo te suceder bien y
no te alterars de suceso alguno. Sobre todo te abs
tendrs de los clamores, de los alaridos y de las
emociones del pueblo. Cuando te hayas retirado no
te entretendrs en discurrir de lo que ha pasado.
Esto no sirve de nada, ni contribuye de ninguna
manera a tu enmienda. Si haces de otra suerte, da-

ENQUIRIDION o M A X I M A S ____________________________________ 105

rs a conocer que has admirado el espectculo y


que has participado de las mismas pasiones que el
pueblo.

No vayas a las lecturas de los poetas y de los ora


dores, y cuando fueses convidado a asistir a ellas,
haz todo lo posible para excusarte. Mas cuando te
hallares en ellas, conserva siempre una honesta
gravedad y procura que haya firmeza y confianza
en tus acciones, y sobre todo gurdate de ser im
portuno y de enojar a nadie.
LI
Cuando tengas que hacer con alguna persona de
calidad, considera (antes de emprenderlo) lo que
hicieran Scrates y Zenn en ocasin semejante. Si
obras as, seguro estars de no haber hecho cosa
que no sea conforme a razn.
LII
Cuando vayas a hablar a algn grande, imagina
que no le hallars en casa, o que estar encerra
do, o que las puertas no estarn abiertas para ti, o
que te menospreciar. Si, no obstante todo esto, te
importa ir, conviene que sufras con paciencia todo
lo que podr suceder; que no m urm ures contigo
mismo, ni al fin digas: Este hombre la echa de

106

EPICTETO

muy gran seor. Tal discurso pertenece al pue


blo y a las personas que se preocupan con las cosas
exteriores.
LIII
Cuando te hallares en compaa, no te extiendas
demasiado en contar tus hazaas ni los peligros que
has pasado. No has de creer que los dems tengan
tanto placer de escucharte como t tienes gusto de
discurrir.
LIV
No pretendas jams hacer rer, porque adems de
ser el verdadero medio de caer en el modo de obrar
del vulgo, te disminuye el respeto y la estimacin
que se te debe.
LV
Es muy peligroso conversar de cosas deshonestas,
por lo cual, cuando te hallares presente, debes (si
encuentras ocasin o lo juzgares a propsito) re
prender al que te hubiere comenzado el discurso, o
por lo menos mostrar, por tu silencio y por el color
vergonzoso de tu rostro, que te desagrada la con
versacin.

107

EN Q U IR ID IO N o M A X I M A S

LVI
Si concibes la idea de algn placer, conviene con
servar en este caso la misma moderacin que en
todas las otras cosas. Mira desde luego que no de
jes arrebatarte de esta idea y examnala en ti mis
mo y toma tiempo de hacer reflexin sobre ella.
Considera despus la diferencia que hay del tiem
po en que gozars de este placer y de aquel que
(despus de haberle gozado) te arrepentirs y te
aborrecers a ti mismo. Represntate tambin la
satisfaccin y el gusto que tendrs si te abstienes.
Pero cuando puedas gozar legtimamente de esta
clase de placeres, no te dejes llevar enteram ente ni
te dejes vencer de las caricias, las dulzuras, los ha
lagos y los hechizos que ordinariam ente acompa
an al deleite. Juzga que el gozo interior que reci
birs en haber alcanzado la victoria es lo ms ex
celente de todo.
LVII
Cuando hayas resuelto hacer alguna cosa, no
temas que te miren, aun cuando el pueblo lo tome
a mala parte; porque si lo que haces es bueno, nada
debes temer, que sera injusto reprenderte. Si, al
contrario, es malo, no solamente has de evitar ser
visto, sino que ests obligado a desistir de la em
presa.

108

EPICTETO

LVIII
Como estas palabras (es de noche, es de da) son
m uy verdaderas si las separas por la partcula dis
yuntiva o son absolutamente falsas si las atas con la
partcula conjuntiva, as, cuando ests en un fes
tn y tomas lo mejor que se sirve a la mesa, si mi
ras a tu cuerpo en particular, haces una cosa muy
excelente para tu cuerpo, pero si consideras la co
munidad y la igualdad que se debe guardar entre
los convidados, haces una accin muy deshonesta;
por lo cual, cuando alguno te convida a comer, no
solamente has de m irar a tu apetito y a lo que ms
te agrada, sino que ests tambin obligado a conser
var la honra y el respeto debido a quien te con
vid.
LIX
Si aceptas un cargo para el cual no bastan tus
fuerzas (adems de que dars mala cuenta de l),
te estorba a em plearte en otro de que salieras per
fectamente bien.
LX
Cuando te paseas reparas en no caminar sobre los
clavos que se encuentran en tu camino. As, en la
vida has de tener cuidado que la parte superior de
tu alma no sea ofendida por algunas pasiones b ru
tales o por algunas falsas opiniones; porque saldrs
ms fcilmente con tus designios si observas estas
mximas en todas las cosas que emprendas.

109

ENQUIRIDION o MAXIMAS

LXI
E1 cuerpo debe ser la medida de las riquezas co
mo el pie es la medida del zapato; guarda bien esta
regla. Nunca te apartars de la mediana ni de los
lmites que ella te prescribe, y si la desdeas caers
infaliblemente en el precipicio porque cuando la
curiosidad te ha hecho tener zapatos al uso y que
exceden a la medida de tus pies, entonces los quie
res dorados, los quieres de prpura, los quieres bor
dados y de una obra preciosa y magnfica. As es de
las riquezas. Cuando traspasas la mediana no hay
ms lmite para ti y te vas insensiblemente a toda
suerte de lujo y de exceso.

LXII
Luego que las doncellas han llegado a la edad
de catorce aos, los hombres comienzan a llam ar
las sus damas, lo cual las hace conocer que la Na
turaleza las puso en el mundo para ellos y que de
ben procurar agradarles; ellas se tocan y adornan lo
mejor que les es posible y ponen todas sus espe
ranzas en sus ornamentos, por lo cual conviene ha
cerlas comprender que no las hacen reverencia y
cortesa sino porque son modestas, prudentes y vir
tuosas.

110

EPICTETO

LXIII
El aplicarse demasiado a las cosas corporales
es seal de un alma baja, como el ser continuo en
los ejercicios de comer y beber mucho, el darse de
masiado a las m ujeres y gastar ms tiempo del
que es m enester en las dems funciones del cuerpo.
Todo esto se ha de hacer de prisa y como de paso.
Al espritu se han de dar todos nuestros cuidados.
LXIV
Cuando alguno te hace mal o habla mal de ti,
acurdate que cree deberlo hacer as. Piensas t
que pueda dejar su opinin para seguir la tuya? Si
no juzga sanamente de las cosas y se engaa, ya su
fre la pena y padece todo el dao. Cuando alguno
juzga que una cosa verdadera es falsa porque es os
cura y envuelta en tinieblas, por eso no ofende la
verdad. El que as juzga se hace agravio a s mismo.
Si sigues esta mxima cuando alguno te diga in
jurias, las sufrirs con paciencia porque dirs para
ti: Este hombre piensa que lo que hace est bien
hecho.
LXV
Cada cosa tiene dos caras, de las cuales la una es
soportable y la otra insoportable, por ejemplo:
cuando tu hermano te injuria no lo mires como que
te injuria, porque lo que hace, a tomarlo as, es in-

111

ENQUIRIDION o M A X I M A S

soportable. Considralo ms bien como tu hermano


y que os habis criado juntos. De esta m anera lo to
mars de modo que puedas hacer su accin sopor
table.
LXVI
Estas clases de proposiciones no convienen unas a
otras: Soy ms rico que t, luego soy mejor; soy
ms elocuente que t, luego soy ms hombre de
bien. Pero stos son buenos argumentos: Soy
ms rico que t, luego mis riquezas valen ms que
las tuyas; soy ms elocuente que t, luego mi modo
de hablar es ms excelente que el tuyo. De mane
ra que como no has de anhelar por la elocuencia ni
por las riquezas, esto te debe dar muy poco cui
dado.
LXVII
Cuando ves alguno en el bao que se lava pronto
no digas que se lava mal, sino que se lava muy
pronto. De la misma manera, si alguno bebe mu
cho, no digas que bebe mal por beber as, di simple
mente que bebe mucho. En efecto, de dnde apren
diste que hizo mal para form ar tal juicio? Si as te
retienes en tus opiniones, penetrars en los pensa
mientos ajenos y los tuyos sern conformes a los de
los otros.

112

EPICTETO

LXVIII
En cualquiera parte que ests no digas nunca que
eres filsofo ni te pongas a hablar delante de igno
rantes de las mximas que sigues; haz solamente lo
que ellas te ordenan. Cuando se est en un banque
te no es ocasin de hablar de comer con crianza, se
debe comer con crianza sin decirlo. Scrates no re
paraba en la ostentacin. Jam s hubo persona que
sufriese de otros con tanta constancia. Cuando algu
nos (por menosprecio que hacan de l y de su doc
trina) le venan a rogar que los condujese a casa
de los otros filsofos y emplease para ello su reco
mendacin, en lugar de disuadirlos los conduca
con muchsima cortesa. Muy poco se le daba que
prefiriesen la doctrina de otros a la suya. Si suce
de, pues, que se habla de algn axioma de filosofa
delante de ignorantes, guarda silencio cuanto te
fuere posible, porque hay gran peligro de que vomi
tes lo que an no has digerido. Si alguno te dice
que eres ignorante y no te alteras por ello, sabe
que has hecho ya parte de lo que tus preceptos te
ordenan. Las ovejas no vuelven a dar el heno ni la
hierba que han comido, pero en recompensa engor
dan y dan leche y lana a sus dueos. As t no te
has de ocupar en conversar con los ignorantes de
tus preceptos, porque es seal de que no los has
digerido. Debes instruirlos con tus acciones.

113

ENQUIRIDION o M A X I M A S

LXIX
Si has aprendido a satisfacer tu cuerpo con po
co, no te glorifiques contigo mismo. Si te has acos
tumbrado a beber agua solamente, no pienses an
darte alabando de ello, y si alguna vez quieres ejer
citarte en tu trabajo, ejerctate privadam ente y no
desees ser visto de los dems, a ejemplo de los que
(siendo perseguidos por personas de autoridad)
corren a abrazar las estatuas para ju n tar el pueblo
y en este estado gritan que les hacen violencia.
Cualquiera que as busca la gloria, la busca por
fuera y pierde el fruto de la paciencia y de la fruga
lidad, porque establece el fin de estas excelentes
virtudes en la opinin de la m ultitud. Cierto que
toda afectacin en esto es vana e intil. Si quieres
acostum brarte a la paciencia, toma agua fra en
tu boca cuando tienes gran sed y arrjala luego sin
tragar una sola gota y no digas nada a nadie.

LXX
El no esperar nunca de s mismo ni bien ni mal,
sino siempre de cosa extraa, es seal de hombre
vulgar e ignorante; como, al contrario, es seal de
filsofo esperar de s mismo todo su mal y su bien.

114

EPICTETO

LXXI
Las seales por donde se conoce que un hombre
progresa en el estudio de la virtud son: no repren
der, no alabar, no menospreciar ni acusar a nadie,
no alabarse nunca de lo que l mismo es ni de lo
que sabe, acusarse cuando se le impide o prohibe
hacer alguna cosa, burlarse a sus solas de los que le
alaban, no enojarse cuando lo reprenden, sino ha
cer como los que estn convalecientes, que andan
muy paso a paso por no mover los humores; tener
absoluto poder sobre sus deseos, no tener aversin
sino de lo que repugna a la naturaleza de las cosas
que dependen de l; no desear nada con pasin;
no drselo nada de ser tenido por sabio o por igno
rante; finalmente, desconfiar de s mismo como de
un enemigo domstico cuyas asechanzas son dignas
de ser temidas.
LXXII
Cuando alguno se alaba de que puede explicar la
inteligencia de los libros de Crisipo, dirs para ti:
Si Crisipo no hubiera escrito oscuramente, no tu
viera nada de que gloriarse. Adems, no es esto lo
que busco; mi designio es estudiar la Naturaleza
y seguirla. Cuando oigo, pues, que el interpretado
es Crisipo, lole, y si no le entiendo busco alguno
que me lo pueda explicar. Hasta aqu no he hecho
an nada de excelente ni loable, porque cuando ha
ya hallado quien me explique este filsofo me fal-

115

ENQUIRIDION o M A X I M A S

tnr an lo principal, que es poner por obra sus


preceptos; porque si me quedo simplemente admi
rando la explicacin de Crisipo, de filsofo que era
me vuelvo gramtico. Toda la diferencia que hay es
que, en lugar de Homero, explico a Crisipo. De
aqu procede que me avergence ms el no poder
hacer acciones conformes a sus preceptos que el
no entenderle.
LXXIII
Observa lo que te he dicho como leyes inviolables
que no cabras quebrantar sin ofender la piedad,
y no se te d nada de todo lo que se pueda decir,
pues que esto no est en tu mano ni depende de ti.

LXXIV
Hasta cundo dilatas el aplicarte a estas cosas y
a poner en prctica estas excelentes instrucciones?
Cundo cesars de violar las leyes de la verdade
ra razn? Ya has sabido los preceptos que debes
abrazar, supongo que ya los abrazaste, pero dame
alguna seal. Qu maestro aguardas an para cuya
venida retardas tu enmienda? Advierte que ya no
eres mozo y que ests en edad de hombre maduro.
Si desprecias estos preceptos y no haces de ellos
reglas para tus costumbres, te olvidars de da en
d a y aadirs trmino a trmino y resolucin a
resolucin, y as se te pasar la vida sin que hayas
hecho algn progreso en el estudio de la virtud.

116

EPICTETO

En fin, vivirs y morirs como el hombre ms ba


jo del pueblo. Ahora, pues, abraza la vida de un
hombre que se perfecciona y que aprovecha. Atien
de como a ley inviolable a todo lo que te parece lo
mejor. Si se te presenta alguna cosa penosa o agra
dable, gloriosa o infame, acurdate que es tiempo
de combatir, que es menester entrar en la liza, que
los juegos olmpicos han llegado y que ya no es
tiempo de volver atrs. Mira que im porta tu esta
blecimiento al perder o ganar la victoria. Por este
medio lleg Scrates a la grande sabidura que se
ha visto, presentndose a todos sucesos y no escu
chando otro consejo que el de la razn. Para ti, que
no eres Scrates, basta rte vivir como hombre que
quiere llegar a ser tan sabio como l.

LXXV
La prim era y la ms necesaria parte de la filoso
fa es la que trata del uso de los preceptos; por
ejemplo, no mentir. La segunda es la que trata de
las demostraciones; por ejemplo, la razn por qu
no se ha de m entir. Y la tercera es la que confirma
y examina las otras dos partes; por ejemplo, dice
por qu la tal cosa es demostracin y tambin en
sea lo que es demostracin, consecuencia, disputa,
verdad, falsedad y todo lo dems. La tercera parte
sirve para la segunda y la segunda parte la prim e
ra. Pero la prim era (como tengo ya dicho) es la
ms necesaria de todas y es aquella a que nos de
bemos aplicar ms particularm ente. No obstante,

117

ENQUI RI DI ON o MAXI MAS

obramos todo al contrario. Nos detenemos sola


mente en la tercera parte y en ella empleamos to
do nuestro estudio y nuestro tiempo y nos olvida
mos enteram ente de la primera. As no dejamos de
saber probar (por buenas demostraciones) que no
se debe mentir, y con todo eso no dejamos de men
tir todos los das y a todas horas.

LXXVI
Al principio de todas tus empresas ten siempre
en la boca estas palabras: Gran Dios! Si condu
ces mis pasos donde me lleva el Destino, no im itar
a aquellos malditos cuya insolente soberbia y va
nidad desprecian tus leyes y tu autoridad. En va
no se lisonjea el impo en extremo atrevimiento,
pues nada puede resistir a tu supremo poder. En
una hora ve destruidos todos sus designios y con
ellos cae en manos del Destino.
LXXVII
Tambin dirs algunas veces estas palabras:
El que sabe ceder a la necesidad,
no duda en el secreto de la Divinidad.

EPICTETO

Mas acurdate sobre todo de aquellas hermosas


palabras que dijo Scrates (estando en la crcel)
a su amigo Gritn: Amigo querido; si los dioses
amenazan mi vida con las funestas seales de una
horrible tempestad y si han resuelto la sentencia de
mi muerte, mi espritu se somete sin resistir. No
pretendo, no (a pesar del D estino), prolongar mis
aos. Mis dos fieros enemigos, Anito y Melito, son
dueos de mi vida y me la pueden quitar. Mi cuer
po, flaco y mortal, les obedece; pero mi espritu, oh
Gritn!, est libre de su poder, y aunque su vano
furor se vuelve contra m, no me podrn privar de
mi fe ni de mi virtud.

FIN DEL ENQUIRIDION O M A XIM AS

LA

T A B L A

DE

C E B E S

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