Tema 01
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TEMA 1
El ritmo de crecimiento que ha sido muy intenso durante los dos primeros
años de vida disminuye progresivamente y tiende a estabilizarse en el
periodo comprendido entre los 3 y los 6 años.
Los procesos alcanzados por los niños en el plano del desarrollo motor
son realmente importantes durante este periodo. Las adquisiciones clave
que tienen lugar son:
Otros dos procesos que los niños van a desarrollar durante este periodo
son la construcción del esquema corporal y la lateralización.
Esta inteligencia coincide con los procesos del periodo sensorio motor y
se desarrolla, según Piaget, a través de 6 subestadios. Estos procesos
suponen inicialmente un egocentrismo intelectual total (sólo cuenta el
propio cuerpo y las propias sensaciones) y termina en el dominio
elemental del mundo circundante, coincidiendo con el momento en el que
le es posible desgajar el pensamiento de la acción, es decir, cuando se
hace posible el pensar primero en lo que hará después, o pensar ahora lo
que hizo antes. Este momento final del periodo sensorio motor coincidirá
con la aparición del símbolo.
marca el inicio de un nuevo estadio, que durará hasta los siete años de
edad y se denomina estadio preoperacional.
A los dos años, todavía las relaciones con otros niños son muy
esporádicas y generalmente se refieren a la posesión de algún objeto que
les llama la atención pero a partir de los tres años, las actividades
asociativas se hacen más frecuentes a la vez que van dejando de ser
diádicas para ser cada vez más grupales.
3.8-. El lenguaje.
3.9-. El juego.
Cuando los niños juegan no sólo están asimilando la realidad sino que
están posibilitando la ascensión a otros estadios al sedimentar y fijar,
mediante su actividad, las conductas y aptitudes recién aprendidas hasta
dominarlas.
A lo largo del desarrollo del niño hay una serie de momentos de gran
significación evolutivas. Vamos a analizar estos momentos explicando
qué implica cada nuevo logro.
Hacia el final del segundo mes el ser humano adquiere posición única
ante las demás cosas que le rodean, ya que sólo a partir de entonces el
niño percibe visualmente la aproximación. En esta época responde sólo a
un estímulo exterior, pero sólo en función de la percepción de un impulso
insatisfecho.
El rostro humano es el estímulo que más veces verá el niño durante los
primeros meses.
En cuanto a la dentición, el bebé suele nacer sin dientes; sólo posee los
alveolos maxilares (pequeños huecos excavados en los bordes libres de
ambos maxilares y que contienen el germen dentario), que son el esbozo
de lo que será el diente propiamente dicho. A partir de los 6 u 8 meses, y
con amplias variaciones individuales, se inicia la llamada dentición de
leche con los dientes medios inferiores la cual concluirá alrededor de los
tres años.
En el momento del nacimiento, las partes maduras del cerebro son las
más internas, es decir, las más próximas a la conexión del cerebro con la
médula. El desarrollo del cerebro tiene lugar siguiendo un proceso
progresivo que va desde el centro a la periferia, las partes más alejadas
de los núcleos centrales del cerebro, es decir, la corteza cerebral o córtex
serán las últimas en desarrollarse.
Sobre los cinco meses los niños empiezan a extender los brazos hacia el
objeto deseado y a asirlo de forma vacilante e insegura. Sin embargo,
continúan ejecutando actos no intencionados en los que intervienen
fundamentalmente la articulación del hombro con el brazo, mientras que
la mano no cumple una función especial. A los seis meses ya es capaz de
sujetar un objeto con toda la palma de la mano, con ayuda de los dedos,
a excepción del dedo pulgar. A los siete u ocho meses el dedo pulgar es
de mayor utilidad y el niño puede pasar un objeto de una mano a otra,
pero hasta los nueve meses es incapaz de coordinar simultáneamente el
dedo pulgar y el índice y ejecutar lo que se denomina Apinza@. Alrededor
del año la evolución del movimiento de la mano para asir un objeto
alcanza la fase final. En todo este proceso evolutivo la coordinación viso-
manual es un factor de suma importancia en la prensión de objetos a
partir de los seis meses de edad.
Hacia finales del octavo mes los esquemas de acción se coordinan entre
ellos con una clara elección entre los que servirán para la finalidad de la
acción y los que servirán a los medios.
Además del llanto, a partir del primer mes de vida los bebés empiezan a
emitir sonidos de carácter vocálico que se producen con los órganos de
fonación relajados. Estos sonidos son respuestas a estímulos, ejercicios
de tipo motórico. Más adelante, los sonidos se parecen a consonantes de
tipo velar y labial. Inicialmente, estas emisiones no tienen en sí mismas
una finalidad comunicativa, pero la intervención del adulto determina que
el bebé emita más sonidos.
Entre los seis y ocho meses los bebés emiten balbuceos de forma
repetitiva, que suelen aparecer cuando el bebé se encuentra a gusto. El
balbuceo pone en funcionamiento los órganos de la fonación. Los nueve
meses constituyen una edad crítica en el desarrollo de la capacidad de
producir sonidos puesto que es el inicio de la reorganización de los
mecanismos de la fonación, de la articulación y de la audición... En ese
momento ya se puede empezar a hablar de imitación.
Durante los primeros meses de vida los bebés reaccionan frente a los
acontecimientos externos con manifestaciones afectivas y emociones. En
la medida que dichas manifestaciones proporcionan información al
adulto, sirven para establecer las bases de la comunicación y de la
Temario Adaptado a la LOE. Página 19 de 23
TEMARIO OPOSICIONES EDUCACIÓN INFANTIL
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Las figuras de apego (personas con las que establece este vínculo) sirven
de base de seguridad desde la que se explora el entorno físico y social; la
afiliación y miedo a extraños hacen que el niño esté interesado en
establecer relaciones con los demás, a la vez que se alarma si éstas no
tienen lugar en situaciones adecuadas.
A finales del primer año de vida los niños demuestran cierta habilidad
para reconocerse a sí mismos diferenciándose de los demás, siempre que
la imagen presentada se corresponda con la que tienen en ese momento.
Las relaciones con las demás personas dan lugar a que nazca en el niño
el deseo de una comunicación socializada, de la imitación de las
actividades culturales y de la identificación de un yo dueño de sus
comportamientos. Imitando e interiorizando lo que los adultos le enseñan
irá llegando a una cierta autonomía.
Hacia los tres años el niño tiende a que los demás le reconozcan como
una personalidad social y el apego a los padres se transforma al
ensancharse el radio de las relaciones interpersonales. Esta entrada en
contacto con las demás personas de la sociedad le permite empezar a
independizarse.
Aunque los adultos estén siempre presentes como modelos para el niño,
el bien desarrollo consiste en que el niño se haga cada vez más
autónomo en relación con los adultos. El desarrollo de esta autonomía
requiere un contexto de relaciones caracterizadas por el respeto mutuo,
el afecto y la confianza.
Esto no quiere decir que el niño haga lo que quiera, puesto que los
adultos deben ejercer una autoridad, proporcionándole un medio físico y
psicológico estable.
Las relaciones con los iguales también juegan un papel esencial, ya que
éstos facilitan el desarrollo mediante formas inaccesibles a los adultos.