La Trinidad
La Trinidad
La Trinidad
Tal es el caso por cuanto Horton decide presentar datos bblicos sobre la doctrina, con el
propsito de advertir a su lector a inclinarse por el extremo del unitarianismo o la idea de un Dios
solitario, o del tritesmo, cuyo nocin se basa en tres dioses separados.
1 La gracia del Seor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunin del Espritu Santo sean con
todos vosotros. Amn.
2 Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espritu Santo; y
estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espritu, el agua y la sangre; y
estos tres concuerdan.
3 Por tanto, id, y haced discpulos a todas las naciones, bautizndolos en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espritu Santo.
4 Louis Berkhof, Teologa Sistemtica (Michigan: Libros Desafo, 2005), 96.
Por un lado, el Antiguo Testamento, a pesar de Dios revelarse como uno solo, es inevitable
reconocer la insinuacin de la pluralidad en la Divinidad, como distincin de personas. Esto
claramente puede ser visto desde Gnesis 1.26, en el cual Dios dijo: Hagamos al hombre a
nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza. En acuerdo con nuestro autor, esto sugiere que
es una comunicacin interpersonal divina, en cuyo contexto no se refiere a ngeles u otros seres,
sino a una pluralidad de personas dentro de la Divinidad. Otro de los ejemplos, muy a tono con la
discusin sobre la Trinidad que expone Horton, es Zacaras 12.10, en el cual Dios mismo
hablando de s, hace mencin sobre el padecimiento de que en un futuro ha de ser traspasado y
ms adelante, hacer el cambio gramatical a tercera persona, en referencia a los sufrimientos que
padecera el Mesas. De modo que, al examinar el Nuevo Testamento, podemos considerar el
evangelio de Juan, quien comienza su prlogo afirmando la relacin ntima entre el Padre y el
Hijo, utilizando el verbo imperfecto de ser tres veces en este versculo.
Aunque Horton se circunscribe a dos personas de la Trinidad, por medio del ejemplo
tomado del Nuevo Testamento, ms adelante explica que as como la naturaleza del Padre se
encontraba en el Hijo, puesto que en l habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, as
tambin el Espritu, al ser Dios, posee los atributos de la divinidad. No es hasta que ofrece el
ejemplo del anuncio del nacimiento y el bautismo de Jess en que se hace claramente evidente,
segn argumenta Horton, la manifestacin de tres personas en unidad; que a pesar de ser una
revelacin en la Biblia, tambin la misma se aferra tenazmente a travs del Antiguo y el Nuevo
Testamento al Shem judo: Oye, Israel: Jehov nuestro Dios, Jehov uno es (Deuteronomio
6.4). Nuestro autor, apunta que la nica conclusin razonable a la que se puede llegar en todo
esto es que as como Atanasio sugiere, l reafirma que Dios es un Dios en la Trinidad y una
Trinidad en la Unidad.
reservar su esencia, no fue divino aqu en la Tierra. Berkhof no apoya esta postura; es ms, cita
una gran cantidad de citas bblicas donde explcitamente afirma la deidad de Cristo (Berkhof,
2005). No obstante, el apstol Pablo indic lo siguiente: Considerad entre vosotros lo que hubo
tambin en Jess el Mesas, el cual, existiendo en forma de Dios, no quiso por usurpacin ser
igual con Dios, sino que se despoj5 a s mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y hallndose en la condicin de hombre, se humill a s mismo al hacerse obediente
hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios tambin lo exalt hasta lo sumo, y le dio el
nombre que es sobre todo nombre (Filipenses 2.5-9, BTX). Quiere decir, que si Jess, aunque
en su esencia no dej de ser la Palabra o el Verbo de Dios, s se puede inferir que s se desprendi
de su divinidad, hacindose semejante a hombre, quien no tiene divinidad. Esta comprensin
tendra una fuertes implicaciones, puesto a que si Jess fue tentado en todo y no pec, quiere
decir, que el ser humano est capacitado para decidir no pecar. Ms an, no tenemos excusa
alguna por el hecho de que as como Jess estaba lleno del Espritu Santo, nosotros los creyentes
tambin hemos sido llenados con Su Espritu. Esto implica una mayor responsabilidad y
compromiso por parte del creyente, en el que no hay excusa alguna como para justificarse,
afirmando que Jess no pec por cuanto fue Dios.
A modo de concluir esta resea, considero que muchos de los misterios o enigmas
bblicos no se podrn a fin de cuentas resolver. Sin embargo, la Iglesia del presente siglo, tiene la
encomienda de conocer y comprender las doctrinas que profesa, o al menos tener una clara idea
basado en lo que se nos ha revelado y reflexionar de una manera amplia, sin rechazar ninguna
posibilidad, a modo de que podamos llevar a cabo lo que se nos demanda en 1 Pedro 3.15: y
estad siempre prestos para presentar defensa ante todo el que os demande razn acerca de la
esperanza que hay en vosotros.
5 Lit. vaci. Es decir, se despoj de sus atributos divinos.