El Circo
El Circo
El Circo
Hoy en día las artes circenses no son únicas de las pistas del circo, sino que también son
empleos y sub-empleos desempeñados en otros lugares, dígase en las avenidas de una
ciudad.
En Argentina se dio una variante de este género artístico, denominada «circo criollo».
Surgida entre 1840 y 1866 en los alrededores de la ciudad de Buenos Aires, difundió
principalmente el género gauchesco a través de danzas y canciones.
Antigüedad
La historia del Circo se remonta el legado cultural dejado por algunas de las
civilizaciones antiguas, desde el lejano oriente (China, Mongolia, India, etc.), hasta el
occidente próximo (Grecia, Roma, Egipto, etc.). En estas sociedades, aproximadamente
3.000 años atrás, algunas de las actividades que hoy relacionamos como parte del
contenido circense, como la acrobacia, el contorsionismo o el equilibrismo, tenían una
utilidad altamente relacionada con la preparación de guerreros, con los rituales
religiosos y con las prácticas festivas (Viveiro de Castro, 1998).
Tal y como señalan De Blas y Mateu (2000), en el antiguo oriente (3.000 años atrás
aprox.), los malabaristas y acróbatas ya viajaban juntos en troupes, utilizando todo tipo
de objetos, tales como armas (instrumentos típicos de las artes marciales), juguetes
infantiles (diábolo, bastón del diablo), utensilios domésticos (jarrones de porcelana),
que lanzaban y recibían con diferentes partes del cuerpo, por ejemplo.
Por otro lado, en Grecia, los gladiadores en su búsqueda particular por demostrar gran
fuerza, realizaban juegos malabares con objetos de gran porte (en su mayoría pesados),
como las ruedas de los carros, por ejemplo. En la cultura griega, y en otras del mismo
período, las mujeres también «malabareaban», como se puede apreciar en algunas
ánforas y jarrones griegos o en los grabados de las tumbas egipcias. Además, en otras
civilizaciones antiguas, como la China y otras de la América Central y del Pacífico Sur,
las mujeres también participaban de este tipo de actividades, como bien ilustra el
famoso caso de las islas Tonga (Pacífico Sur), donde las niñas (solamente mujeres)
hacían, y todavía hacen, malabarismos con grandes nueces denominadas tui tui, y donde
el éxito de su acto malabarístico tiene consecuencias sociales importantes, respecto al
matrimonio, a las posibilidades de ascensión social, etc. (op. cit.). Con los primeros
viajes a América llegaron noticias de las costumbres indígenas, como en el caso de los
Aztecas, especializados en el antipodismo (malabares con los pies), y los Shoshoni del
Sur de California, donde los malabares hacían parte de los juegos de los niños como por
ejemplo en carreras de velocidad mientras manipulaban tres pelotas (op. cit.).
Con todo, fueron los romanos que en la antigüedad dieron el nombre Circo a las
actividades de entretenimiento, o mejor dicho, a los espectáculos públicos. Según el
diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (1992: 480), circo era «el lugar
reservado entre los romanos para algunos espectáculos, especialmente para las
carreras de carros y caballos. Tenía comúnmente forma de paralelogramo prolongado,
redondeado en uno de sus extremos, con gradas alrededor para los espectadores».
Además de las carreras, en el circo romano, los desafíos concentraban los duelos de vida
y muerte, entre hombres y animales, un concepto parecido al que tenemos en la
actualidad (corridas de toros).
El primer circo moderno fue inaugurado por Philip Astley en Londres, Inglaterra el 9 de
enero de 1768.
Respecto a los derechos de los animales, son numerosas las ONGs de defensa de los
derechos de los animales, ciudadanos y colectivos sensibilizados en el tema, como el de
veganos que critican duramente el trato que se le da a los animales que son empleados
en algunos circos. Por ello, hacen campaña para pedir a la gente que no vaya a circos en
los que se haga uso de animales.3 En España, dicha polémica cobró protagonismo al
denunciarse el estado de lo animales en el circo del domador Ángel Cristo.4 5
También se denuncia que conductas que en muchos circos se ven habitualmente, como
los animales enjaulados que no paran de vueltas o los elefantes que mueven la cabeza de
lado a lado continuamente, son muestras de los trastornos psicológicos acarreados a
estos animales por la vida en el circo. Por ello, en algunos países se ha prohibido el uso
de determinadas especies, como en la India, donde en 2009 se prohibió el uso de
elefantes tanto en circos como en zoológicos,6 o en otros, como Canadá, Suecia,
Dinamarca y Bolivia,7 además de en diversas ciudades de otros estados, donde está
prohibido el uso de cualquier animal en los circos.8