Acuña, Enrique - Resonancia y Silencio (2009)
Acuña, Enrique - Resonancia y Silencio (2009)
Acuña, Enrique - Resonancia y Silencio (2009)
RESONANCIA Y SILENCIO
Psicoanlisis y otras poticas
Enrique V. Acua
NDICE
PREFACIO
Que se diga. Hacia un nuevo silencio ........................................
I. CLNICA CRTICA
Lo real miente en el sntoma ....................................................
Desclasificar. Un destino para lo singular ..................................
Freud y la captacin de la angustia por el sntoma ......................
Las psicosis en clave de adiccin .............................................
Hecho para gozar. El cuerpo escrito en Anas Nin .....................
Configuraciones poticas para una melancola. De Lautramont
a Pizarnik ................................................................................
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V. ENVO
H, soledad del sinthoma ............................................................
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Bibliografa ................................................................................
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PREFACIO
Que se diga
Hacia un nuevo silencio
Resonancia y silencio son los latidos del corazn hablante, de su satisfaccin en las palabras como fugaces sonidos creadores de sentido en el
canto del lenguaje.
Su meloda es un efecto de la interpretacin que vibra en el centro de cada
experiencia analtica, mientras un mutismo toca su causa en una sutil operacin del decir. Paradoja lgica que todava, en la poca tcnica, nos maravilla:
un psicoanlisis comienza con el sentido de las palabras y termina con la
implicacin del sonido en el silencio, no el de la pulsin, sino el del poema.
A qu nuevo silencio se ve conducido el analista que escucha la resonancia de las palabras? Desde esta pregunta guiamos estos textos. Orientan a la demostracin de una clnica que es crtica cuando elabora sus
conceptos en tensin con las conexiones a otros campos del saber. Ese
nuevo silencio surge despus de un salto por el hueco del inconsciente,
salto que va de la impotencia que hay en el sntoma, sordo ruido de la
pulsin, hasta una razn final.
ENRIQUE V.ACUA
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RESONANCIA Y SILENCIO
1- Que (se) diga queda olvidado tras lo que (se) dice en lo que (se)
escucha.
2- Modalizacin del dicho: paso del incondicional se sin autor, al
condicional si.
3- Audio (si) gozo sentido. Escucho el deseo reprimido (el decir olvidado).
Este pasaje tiene como consecuencia lgica demostrar la potencia, no de
lo ya dicho en lo que se habla, sino de lo no-dicho, el decir olvidado.
Aos antes, siguiendo el genio de su poca, inventa el neologismo resn
a partir de su lectura de Francis Ponge, heredero del simbolismo de Mallarm,
a quien Barthes atribuye una escritura del silencio, tiempo potico homogneo que se injerta entre dos capas y hace estallar la palabra menos como
el jirn de un criptograma que como luz, vaco, destruccin, libertad.
Resn que condensa razn y resonancia, afirmando que el texto sagrado quiere decir que los poderes de abajo resuenan en la invocacin de la
palabra. Este detalle es recordado por Germn Garca, quien cita, ms cercano a nuestra lengua, la poesa ultrasta de Oliverio Girondo con el uso de la
palabra gociferar (Oh, ella iba a gociferar) como metamorfosis de un neologismo hecho con la estructura del witz, una agudeza con rasgo de ingenio.
Oliverio, como Macedonio o el alegre Joyce, parodia lo universal del
lenguaje, y al decir-de-lado inventa lo singular de su lengua. Ejemplo es
este poema de En la masmdula:
Sino la viva mezcla
la total mezcla plena
la pura impura mezcla que me merma los machimbres
el almamasa tensa las tercas hembras tuercas
la mezcla
s
la mezcla con que adher mis puentes.
Podramos seguir esta modalizacin del verbo que el Instituto de
Verbologa Hispnica autoriza usar como verbos de autor hay otros,
como subsonreir, circunroer, o el ms freudiano segismundiar, logrando
hacer pasar el neologismo solitario personal a una significacin compartida
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RESONANCIA Y SILENCIO
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ne saber, hasta un final, donde hay un cuerpo dicente en lugar de un inconsciente intrprete. En sus plieges se escucha ese silencioso sonido solitario.
Pero, lejos del goce autstico, Lacan propone un salto final desde la posicin del Uno solo sabe hacia el Otro de la transferencia, que en el discurso histrico contabiliza la hystoria, escrita con H (hache), una letra muda que,
sin embargo, se escribe. El sentido se encuentra con su lmite en el sonido.
Recin entonces, la letra que cada uno inventa pasa a funcionar como una
solucin de lalengua en el sinthoma, artefacto que fija un lenguaje del silencio en el arte de usar la soledad, pero para unirse al Otro del psicoanlisis.
Este libro recopila diferentes intervenciones que bordean la interpretacin
analtica y su lmite con la enfermedad del sentido. Son artculos escritos despus de ser dichos en diferentes contextos y en distintos tiempos, en clases,
cursos. Subrayemos el carcter de efectos del psicoanlisis en implicacin
con cada uno, ms all de su aplicacin, y con ello nombramos la experiencia
de inventar una singularidad. Surgen del lugar del Otro y llegan hasta el lector
que ausculta el decir con su propia caja de resonancia, y siguen la secuencia propia de aquello que ocurre efectivamente en una cura analtica.
El final es un acercamiento al saber callar: el psicoanlisis, como aquella
sirena que se ciega de lo no sabido, es un llamado a la ficcin de la palabra
en un canto singular. Una manera de hacer existir las poticas del psicoanlisis haciendo resonancia del silencio.
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I
CLNICA CRTICA
RECURSO Y RETORNO
Freud, en una conferencia pronunciada a un pblico de no analistas que
llam Los caminos de la formacin de sntomas, presenta la paradoja
esencial que separa al psicoanlisis de cualquier otro tratamiento de palabras: Los sucesos infantiles evocados o reconstituidos por el anlisis son
tan pronto incontestablemente falsos como no menos incontestablemente
reales, y en la mayora de los anlisis se presentan como una mezcla de
verdad y mentira.
El sntoma es, as, una ficcin verdadera, pero en la que se supone una
verdad, como en la mentira original de la histrica, el proton-seudos es
causal. Ser tanto un conflicto como una solucin, ya que representa una
doble sustitucin, la de la idea reprimida y la de sus afectos. El efecto de
esa transformacin es una nueva satisfaccin. En trminos de Lacan, se
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trata de orientarse por lo real en juego en esa molcula estructurada por una
envoltura significante que encierra un ncleo de goce.
Esta contradiccin que organiza el sntoma es slo aparente, y su lgica
puede ser fecunda si es desplazada en las palabras. En el dispositivo analtico se puede verificar que esta transaccin hace al sujeto un poco feliz, es
decir, tiene un costado de satisfaccin en el displacer una usura, usufructo
de goce, cuestionando el prejuicio universal del Bien y el placer.
El sntoma condensa palabras (es una metfora del inconsciente) que
buscan decir algo para alguien. Se dirige como mensaje cifrado al Otro,
lugar del inconsciente que lo descifra, pero pasando por otro, el que escucha
poder discrecional del oyente encarnado en alguien. En este movimiento
de palabras algo se satisface, cuestin que justifica el hecho de por qu el
quejoso puede no querer curarse: cuando el sujeto del inconsciente hace de
su sntoma un partenaire, se casa con l.
En esa conferencia, Freud subraya que la formacin de sntomas sigue
un camino que depende del veto interno la represin que obliga a un
refugio en la fantasa. Pero sobre todo destaca la fuerza de atraccin causada por la fijacin de la libido. Es decir que recurre a un esquema de
retroalimentacin como causacin en dos tiempos entre la fantasa, como
algo estructurado en el engao (simblico-imaginario), y la fijacin al trauma que no se recuerda (real).
Movimiento de un solo golpe, en el que se logra separar el recurso a la
palabra, del retorno a una forma de adherencia al placer en el dolor. Del
sntoma como articulacin descifrable S1-S2 se deduce un fantasma ($<>a),
que, a su vez, est amarrado a un elemento real del trauma explicado aqu
como sin representacin (S1-a), un signo de goce.
Sntoma
represin
S1-S2
Recurso
fantasa
($<>a)
Retorno
fijacin
S1(a)
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RESONANCIA Y SILENCIO
LA INTENCIN DE SIGNIFICACIN
Una mujer joven solicita comenzar un anlisis luego de deambular por
especialistas mdicos que diagnostican alteraciones nerviosas que le causan desmayos. El panic attack con el que nombra su angustia responde no
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Desclasificar
Un destino para lo singular2
Clase del 5 de diciembre de 2001 del Curso Lo Real en la clnica freudiana, dictado en
la Asociacin de Psicoanlisis de La Plata.
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plantea como un problema el acto de clasificar cuando no se sabe qu naturaleza tiene el objeto clasificado: si es biolgico o social.
Nosotros lemos el estructuralismo. De Levi-Strauss vienen las categoras
de Lacan con respecto a la estructura, y su homologacin al lenguaje mismo
por la lingstica de Jacobson. El inters se renueva en el contexto actual de la
discusin sobre los casos inclasificables. Es una discusin en la que est de
fondo la estabilidad semntica de las clases o un cierto relativismo.
Nos preguntbamos si se mantienen, en el posestructuralismo, las categoras de pensar clases discontinuas desde El pensamiento salvaje de los
aos cincuenta y, ahora, cierta forma de pensar continuista con la importacin de los estudios multiculturales basados en el constructivismo social.
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RESONANCIA Y SILENCIO
DEMASIADAS
METFORAS
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RESONANCIA Y SILENCIO
Pero est en desacuerdo con que las ciencias sociales relativicen el nombrar las cosas. Nombrar las cosas es un problema filosfico. Simpatiza incluso con las feministas, porque dice que el uso feminista de la construccin
permite poner en juego un mejor nivel de vida. Entonces requiere de una
categora que es lo inevitable y aquello que no es inevitable. Lo inevitable
es lo real, lo que no es inevitable uno podra decir que es lo contingente.
Entonces, para el autor, hay (x): el objeto que se va a nombrar y no es
indiferente que sea una roca o un humano. Esto clarifica el campo de la naturaleza de las cosas, pero no evita el problema de las paradojas del nombrar.
Se va a plantear el problema de la causalidad. Dice: existe (x), un objeto
que quiero nombrar, y hay una interaccin que despus va a llamar la
interaccin propia de lo que ocurre en las ciencias sociales.
Hacking presenta el problema de las clases indiferentes, que no cambian a pesar de que se las nombre como los quarks, y las clases interactivas,
que interfieren con el nombre. Advierte que entre el agente que nombra y el
objeto nombrado ocurre el conocer, hecho que hace que el individuo clasificado cambie sus conductas y propiedades y obliga a modificar la clasificacin por un efecto bucle.
El captulo denominado Locura biolgica o construida? nos interesa
porque demuestra el efecto del significante sobre el cuerpo como un modo
de desclasificar: presenta el hecho de que hay enfermedades mentales que
son transitorias, se presentan en pocas y lugares determinados (ejemplo, la
epidemia de histeria en Francia del siglo XIX, la personalidad mltiple en
USA. Y tambin la anorexia en Argentina, es un asunto cultural?).
Luego estudia enfermedades ms reales, menos variables, como la
esquizofrenia, el retraso y el autismo. Enfermedades que no son epidemias.
Es una nueva manera de hablar de la histeria como desarreglo del discurso Amo.
El relativismo toma la causalidad como social, y en ese sentido el psicoanlisis se separa de l, al sostener la causa del significante causa material,
y a la vez se separa de la filosofa de la ciencia, que quiere un real no modificable por el lenguaje, de modo que le molesta la clase interactiva y se objetiva
en lo inevitable.
Hacking separa:
a. Ciencias naturales: objeto real-hecho-lo inevitable-necesario-realismo-fsica. Clase indiferente: inmodificable con el tiempo, como las rocas
o los quarks.
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b. Ciencias humanas: ideas-subjetivo-construccin-lo evitable-contingente-nominalismo. Clase interactiva: ejemplo, la idea de nio segn
concepcin histrica de la infancia.
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Este texto retoma la clase dada en la delegacin Pilar del Instituto Oscar Masotta (I.O.M.)
en abril de 2005.
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AMISTADES
Esta actual posicin de las neurociencias nos hace situar los modos de
presentacin del sntoma y la angustia al observar la semntica del trmino
inhibicin. Algunas prcticas como la psiquiatra o las prcticas cognitivistas,
as como los manuales clasificatorios, muestran que el problema de la angustia es revisado y transformado siguiendo una poltica de restar la causa
del efecto, es decir, desconectar al sujeto del lenguaje. Puede haber un
punto de dilogo intermedio, puede ser que, como dice Miller en la presentacin del seminario La Angustia, es una cuestin del estado del psicoanlisis
para con la ciencia cuando debe hablar con ella.4
Hay un modo de aparicin de la angustia contempornea con un rostro
amigable que se ofrece a la ciencia y no al psicoanlisis. Por ejemplo, la
aparicin de una epidemia de nombres nuevos a ciertas experiencias del
vaco que duelen en el cuerpo: el panic attack pnico es un trmino utilizado para la masa que aparece en las revistas de difusin masiva, y la
opinin pblica empieza a adquirir un lenguaje acerca de qu es el ataque
de pnico, como efecto de una identificacin imaginaria. Ellos dicen yo
tengo ataque de pnico y lo describen para luego mimetizarse al sntoma
en su forma primaria diciendo yo soy tal o cual diagnstico.
Hay un rostro en la angustia que se presenta amigable, ms a la ciencia
que al psicoanlisis. Esto est determinado por una interpretacin previa de
la opinin pblica, por las tcnicas corporales, por ideologas de una poca
de medicalizacin del cuerpo en la exigencia consumista de calidad de
vida, etc. Pero lo que insiste y dura como descripcin de esta presentacin
tan vieja como nueva es el tiempo tomado como un instante. Un instante
donde no hay relato posible, seguido de una ausencia de cierto juicio sobre la
causa de ese vaco. La desaparicin del sujeto de la experiencia, que se
cuenta como implicado en lo que ocurre, es correlativa a una sustraccin del
sujeto que se evanesce de la experiencia.
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RESONANCIA Y SILENCIO
Observemos que este robo de la experiencia como contable, sin embargo, tiene un causante que es el propio sujeto y no slo la ciencia que lo
excluye. Es decir, l est ah como respuesta pero no quiere saber de su
falta a la palabra.
PAVLOVIANOS
Situamos el texto de Freud en sus lneas de fuerza hacia la hiptesis donde
nos queremos dirigir: en esta sustraccin, en el sujeto de la experiencia, de la
palabra en la angustia hay una mediatizacin posible por el sntoma.
Si actualizamos los conceptos freudianos de Inhibicin, Sntoma y Angustia segn la exigencia de interpretacin del nuevo contexto de la tcnica y la
ciencia, observamos que dichos trminos son correlativos a la angustia, pero
siempre y cuando se mantenga el hecho de que es una experiencia sin sujeto.
El psicoanlisis es, ante todo, una experiencia que introduce al sujeto en
su determinacin inconsciente, dentro de lo que dice y hace, a diferencia de
cualquier experimento objetivo cuantificable. La clnica del psicofrmaco es
la aplicacin de una qumica de substancias prometedoras de felicidad donde se intenta la oclusin y la desconexin de la causa de la angustia. Es la
amistad efmera entre el ataque de pnico y el Prozac, por ejemplo. Ese
robo del sujeto de la experiencia se opone al mtodo analtico que supone un
saber para cada uno, y donde no se sabe de entrada cmo se termina, por
eso es una experiencia indita. Toda conexin posible de causa y efecto
depende de entender que la angustia y el sntoma no son deficitarios, sino
hechos productivos como respuestas con funcin especifica.
El contexto en que Freud plantea este artculo de 1926 es un contexto
pavloviano y de aparicin de la reflexologa y el estudio de las conductas.
Dichos mtodos buscan conocer las coordenadas que articulan a un sujeto
con el objeto de conocimiento. Hay ah una determinacin causal, de leyes
construidas entre la causa y el efecto estmulo respuesta del arco reflejo
con un conocimiento de las respuestas como aprendidas, incluso medibles.
Ustedes recuerdan que Lacan, en el Seminario 11, Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanlisis, cuando habla de la experiencia pavloviana
y se refiere al perro de Pavlov y la expresin del acto reflejo dice que
donde se trata de mostrar que no hay ningn sujeto del deseo, hay un sujeto
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RESONANCIA Y SILENCIO
SUSTITUCIONES
El sntoma, a diferencia de la inhibicin, no es necesariamente un trastorno de la adaptacin con el medio. Fuera del eje yo-mundo, es fundamentalmente un conflicto interno-externo entre el yo y la vida pulsional, es la
contracara de la inhibicin como ideal de funcionalismo. El sntoma es, ante
todo, signo patolgico de un conflicto interno que toca al medio externo. En
l se constata la paradoja del goce: alguien puede funcionar en una satisfaccin con sufrimiento. Freud define al sntoma aqu como una sustitucin de
dos fuerzas: de una representacin (sentido) y de un afecto o satisfaccin.
Dice ah donde la inhibicin apareca en el funcionamiento biolgico con el
mundo externo, aqu se trata del sntoma, que es una sustitucin de un sentido y de una satisfaccin.
Lacan lee esta sustitucin en trminos de la procuracin de un ms de
placer en el hablante.
1- Sustitucin metfora
2- Sentido mensaje
3- Satisfaccin goce
En el sntoma opera algo fuera del organismo y el medio externo, es un
conflicto que pone en juego un mecanismo psquico va la represin. La
represin escinde la idea del afecto. Una idea se conecta con otra y el
afecto puede venir libre. Revisa su teora de la angustia, donde, por ejemplo,
en el coitus interruptus se reprime una satisfaccin y esa represin genera
angustia. La angustia estaba entendida entonces como un quantum, como
una cantidad energtica de libido no descargada en tiempo y en espacio de
Para este tema se pueden leer los artculos breves del foro clnico Actualizacin en
Inhibicin, sntoma y angustia, en <www.aplp.org.ar> (marzo de 2007).
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desmedida de la angustia. Es subrayado entonces el peligro de una prdida: no es slo el Objekt, sino que pudo haber en la fantasa die Sache, la
repentina desaparicin de un objeto amado.
En la reconstruccin analtica de la angustia se conectan tres situaciones
en un nuevo tiempo: peligro-prdida-trauma.
La situacin peligrosa, entonces, es definida siempre como un acontecimiento actual que pone en juego una anterioridad lgica. El peligro de la
prdida es la activacin de una cierta memoria del trauma, en tanto la situacin traumtica. Notamos que toma un modelo de dos tiempos parecido a la
construccin del sntoma, que implica que hay un acontecimiento que evoca
un momento anterior. La situacin peligrosa como acontecimiento de peligro de una prdida que genera en el yo la seal de angustia toca, no ya un
peligro de prdida, sino una prdida real. En el peligro no hay certeza de que
otra situacin anterior se evoca, slo hay certeza de que eso no engaa. Se
sospecha una prdida prxima. Implica que ese peligro ante esa anticipacin instale la defensa, la prevencin, cosa que sabe muy bien el fbico.
PELIGROS
En la situacin traumtica la prdida es real, hubo un objeto perdido que,
aunque sea mticamente, estuvo alguna vez ah donde ahora hay la nada. Entre
el suceso traumtico anterior y la situacin peligrosa actual hay una correspondencia que est dada por un punto en comn que es la prdida del objeto.
Para situar la actualizacin de los nuevos sntomas y angustias, se trata
de observar primero antes de detallar el reino de las excepciones cmo
vive una poca el trauma. En este punto se trata de saber la disponibilidad
de las conexiones significantes entre lo que aparece como peligro sin palabras y la memoria de lo ya vivido como posible de ser recordado, repetido o
elaborado. En su curso Actualidad del trauma, Germn Garca ubica el
problema de situar el acontecimiento externo como interno: no es que tuvo
que ocurrir una bomba, cosas excesivas, sino que algo muy sutil puede evocar la prdida real. Es la condicin que tiene el trauma de ser eficaz como
realidad psquica, ms que un hecho de la realidad fctica, importa la conexin de un significante coyuntural con el significante estructural.
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Cito a Eric Laurent al final de este artculo: Es lo que hace la originalidad del psicoanlisis
en el conjunto de las terapias del trauma por la palabra. El recurso generalizado a las
psicoterapias post-traumticas propias de nuestra civilizacin nos da nuevos deberes y
nuevas responsabilidades. Es la ocasin de hacer or la singularidad del discurso psicoanaltico en una experiencia clnica compartida. Es an ms necesario porque sabemos del
mundo despus del 11 de septiembre de 2001, que nos llevar, sin ninguna duda, por
nuestra desgracia, a intervenir despus de un trauma u otro. Freud nos haba dejado el
siglo X X con el malestar en la civilizacin, quizs el siglo X X I nos lleve a hablar ms bien de
la civilizacin y su trauma?.
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RESONANCIA Y SILENCIO
EVITACIONES
El caso Juanito es ejemplar en la articulacin que hay en el sntoma y la
angustia. Freud conceptualiza la formacin sintomtica para deslindar una
conexin de las transformaciones posibles. Si decamos que el sntoma es
una doble sustitucin que implica en su formacin metamorfosis tanto de lo
pulsional como del yo, la angustia no tiene nada de eso. En la angustia no
hay ningn mecanismo psquico, no se trata de desplazamientos de representaciones como en el sntoma, sino que es una descarga de un quantum
energtico que descarga masivamente en un rgano, por ejemplo. Este instante de angustia en Juanito es correlativo a que el nio tiene una seal en el
cuerpo, mientras el sujeto no significantiza el sentido de su acontecimiento
corporal. Entonces, esa ereccin que cambia la percepcin del cuerpo como
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no propio, ms la coyuntura externa del nacimiento de la hermana, que transforma la significacin del deseo de la madre, son las condiciones de posibilidad del estallido de la fobia. Freud teoriza ah el problema de la amenaza de
castracin y la situacin peligrosa. La doble causalidad del objeto de la angustia que est producido por el peligro de la prdida ante dos cosas; el Otro
del amor materno y el peligro de la prdida del cuerpo propio, de algo del
cuerpo propio, del pene, que es vivido como extrao.
Situacin peligrosa #
(amenaza de castracin)
RESONANCIA Y SILENCIO
Freud seala que lo que nos hace pensar que es una enfermedad es que
Juanito sustituy al padre por el caballo. Si hubiera tenido miedo al padre no
hubiese sido una fobia. Lo que hace de esto una neurosis es que hubo sustitucin del padre por el caballo. Una transformacin del afecto y el cambio en la
representacin misma, tanto el afecto como la idea han sufrido sustituciones.
MASCULINO/FEMENINO
El peligro de perder el objeto de amor, como el peligro de perder una parte
del cuerpo, pone en juego algo interesante que es la diferencia entre hombres
y mujeres en trminos de lo masculino y lo femenino, siendo estas posiciones
ante la castracin ms que sexos encarnados en biologas. Con respecto a la
angustia, en lo femenino, observa que las mujeres tienen ms miedo de perder
al objeto amado que los hombres, que anatmicamente lo poseen; no temen
perder al objeto amado, sino perder algo del cuerpo propio.
Lo masculino es la angustia de castracin corporal del que tiene, mientras que lo femenino es angustia de perder el objeto amado, la madre en su
origen. Entonces, la premisa del peligro de perder el objeto de amor en lo
femenino implica preguntarse si hay menor angustia de castracin en las
mujeres o no.
Cito: al tropezar, en un fragmento anterior de esta investigacin, con la
significacin del peligro de castracin en ms de una funcin neurtica,
indicamos la conveniencia de no exagerar su importancia dado que no poda
ser decisivo en el sexo femenino, ms dispuesto desde luego a la neurosis
que los hombres... La pregunta es por qu las mujeres estaran ms dispuestas a la neurosis que los hombres, si no pasan por esta angustia de
castracin que pasaba el nio respecto al pene.
Vemos ahora que no corremos ningn peligro al considerar a la angustia de castracin como la nica fuerza motivacional de la defensa que conduce a la neurosis, en otro lugar hemos explicado cmo el desarrollo de la
nia es orientado por el complejo de castracin hacia la carga amorosa de
objeto, es decir que la nia que no sufre la angustia de perder el pene, sin
embargo, hace una vuelta ms en trminos del amor del padre a la madre.
Ese es un tema interesante: qu implica el Edipo en la nia, qu hace que
tenga que fijarse al objeto amoroso, qu hay en relacin con la nia y la
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PRDIDAS
Freud presenta varios modelos de prdida del objeto que se ponen en
juego en la angustia: el objeto amado, relacionado con otro perdido, mtico,
que puede encarnar en un momento de la infancia la madre y que deja al
nio en una posicin que es la de la necesidad, del desamparo original. Luego, el objeto ligado al rgano corporal. Despus ya estoy hablando de las
conferencias, la separacin del Otro como modelo en el nacimiento, y es el
famoso tema de Otto Rank, el trauma del nacimiento. Ese modelo de
nacimiento es la prdida de la madre. Freud dice castracin materna. Lo
nico que ocurre en el nacimiento es que ah hay separacin, esa prdida
inicial determina el modelo de una repeticin en trminos de bsqueda de un
objeto y el fracaso de ese encuentro. La repeticin entendida como fracaso
en el encuentro de ese objeto perdido, que puede ser el Otro primordial de la
madre, o puede ser algo que nunca existi y que solamente en el aparato
psquico exista (un juego de energas y representaciones donde se suponga
que hubo una satisfaccin original).
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CAPTACIONES
Todos estos factores histricos, sin embargo, no dejan de dar cuenta de
un elemento que l llama factor cuantitativo, es decir, en la angustia se
pone en juego una energa que no se reduce a ninguna representacin. Eso
que Lacan va a llamar Real, en trminos de un elemento imposible de ser
captado por lo Simblico o lo Imaginario. Ese es el real lacaniano que hay
en la angustia y es lo que le va a permitir decir que la funcin de la angustia
implica orientar hacia un signo que seccione un significante.
Este yo no miento de la angustia no es analizable de entrada, por ello
es necesario que esta sea captada por la mentira del sntoma. La impotencia de lo que no puede ser captado por lo simblico ni lo imaginario debe
pasar a la condicin lgica de lo imposible de la estructura, aqu como un
agujero real. Sin embargo, cuando se descifra un sntoma aparece otro registro de la falta como simblica, y este elemento faltante es lo que l va a
llamar en el Seminario 11 la funcin estructurante de la falta con respecto al deseo, significante de la falta en el Otro que es causa del deseo.
Si en Freud la funcin de la angustia era orientar como seal acerca de
lo que hay de agujero en la estructura, al punto de que aparece algo que no
est representado, en Lacan la funcin de la angustia es hacerse solidaria
con la funcin estructurante del objeto como falta, como objeto a. Por eso
dice la angustia es que me falte la falta, no poder captar que hay un
elemento vaco que va a generar un enigma del deseo. Esta operacin de
positivizar el hueco de la falta en funcin permite analizar el resto que deja
la ciencia afuera de sus cogniciones.
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DETALLES
En el Seminario 7, La tica del psicoanlisis, hay el relato de un salto en
la vida de Lacan, as como hizo Freud con sus sueos, en un intento por
transmitir su propia experiencia del inconsciente a partir de la angustia. Por
caso, Freud lo hizo cuando escribi su carta a Romain Roland Un Trastorno
de la memoria en la acrpolis, donde relata un detalle de su vida como una
experiencia singular. La transmisin del psicoanlisis supone tocar un detalle
que, si es elevado a lo universal, puede servir para otros casos.
Cuando Freud describe esa experiencia de dej-vu, de ya visto o de
ya vivido, como fenmeno casi alucinatorio que, sin embargo, se engancha a una cadena asociativa y a una determinacin, eso lo conduce a la
pobreza del padre, a sus lecturas de infancia, al nio, etc. Lacan hace algo
parecido, ambos decididos en lo que los sorprende de sus hallazgos: el
inconsciente y el objeto.
En la clase anterior en ese seminario, Lacan haba pedido a Kaufmann,
un filsofo de su Escuela, su comentario sobre Lo bello y lo sublime de
Kant a partir de diferenciar la comedia ligada a lo bello y la tragedia como
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Maleval, Jean Claude, La forclusin del Nombre del Padre , Paids, Buenos Aires,
2002, p. 18.
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Ver Los hijos de Juanito, artculo publicado en revista Perspectivas N 20, Asociacin
de Psicoanlisis de La Plata.
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Quiero que goces -declar- Goza. Goza [...] Se vaci por completo
en m... y mi entrega fue inmensa, con todo mi ser, aunque con un
miedo en el centro que reprimi el espasmo supremo. En alguna
regin remota de mi ser aleteaba un sentimiento de repugnancia.
l era libre -apasionadamente libre-, mayor y ms valiente que yo.
Poda aprender de l.
Al fin sera humilde y aprendera algo de mi padre!
Incesto, Diario no expurgado 1932-1934, Anas Nin
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lo parcial a partir de la funcin de rgano; un ejemplo es la ceguera histrica, donde el ojo selecciona aquello que no quiere ver.
En el Seminario 11, presenta la libido como laminilla en una analoga
de la sustancia del deseo como irreal (es su ejemplo, la placenta perdida).
Un rgano irreal como la libido, sin embargo, se encarna. Es la cpula del
significante sobre la biologa, creando en cada rgano una funcin segn la
variable del deseo. Pero esa libido queda ella misma como un resto de la
operacin, como imposible de representar.
Algo empieza a gozar solo, se independiza ese trozo no representado.
Lacan da dos ejemplos: el destete, experiencia de una prdida entre la madre y su pecho indiferenciado del nio y la ereccin o impotencia del pene
fuera del control del yo.17
rgano (libido)
organismo
significante (cuerpo)
a (viviente)
17
Ver Posicin del inconsciente, en Escritos 2 , Siglo veintiuno editores, Buenos Aires,
1991, p. 827: hace del pecho el objeto perdido que est en causa en el deseo.
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cluido por ellas. Es lo que luego se podra aislar no como excluido sino como
un objeto en posicin de inclusin externa con el sujeto a travs de los
objetos (a), sustancias episdicas desprendidas de los agujeros del cuerpo,
que ya son nombres dados a lo imposible de representar (el objeto anal,
oral, la voz, la mirada y la nada).
Si hay un ser hablante, entonces hay un ser viviente. La pulsin vive en
esos restos que son los objetos (a) al mismo tiempo que el cuerpo viviente
escapa tanto de las imgenes reflejadas en el espejo como de la mortificacin
de la palabra. El hablante goza de la vida en lo imposible. Dice Miller: Se trata
precisamente de la vida bajo la forma del cuerpo. El goce mismo es impensable
sin el cuerpo viviente, el cuerpo viviente que es la condicin del goce.
Estos restos vivientes, como autmatas que se ceden pero que no se
intercambian, constituyen en su separacin la constitucin del Otro como
alteridad radical. De modo que La funcin del objeto cesible como pedazo
separable lleva algo de la identidad del cuerpo, antecediendo en el cuerpo
mismo en lo que respecta a la constitucin del sujeto18.
Distinguimos ah un sujeto acfalo que se hace objeto hacerse ver,
or, chupar, cagar..., de aquel otro del significante que fabrica un sujeto
aparejo19, con anzuelos que pescan a otros semejantes en los seuelos y
carnadas de una ertica.
Para ello, es necesario que se instale un montaje significante que es el
fantasma. A ese lugar vacante viene a dar una mquina imaginaria que
permite el sueo de acople entre el sujeto y su objeto imaginario, bajo ciertas
condiciones y rasgos de amor.
Esa pareja de semejantes se suelda por fijacin en un axioma que estar
velando el hecho de que no hay proporcin sexual con el otro cuerpo
como partenaire. En su lugar s podra existir el sntoma como un acontecimiento del cuerpo explicado a partir de un relato de Joyce que mues-
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Anas Nin naci en Pars y muri en Los ngeles en 1977. Incesto, Diario no expurgado
1932-1934 , Emece, Buenos Aires, 2006.
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Ella relata sus sesiones en el mismo tono que su relacin triangular con el
escritor Henry Miller y su esposa June. Anas, en este momento, tiene 30
aos y es una bella mujer con poder adquisitivo que se encuentra con alguien que despierta su intimidad femenina y la empuja a la escritura. En este
tringulo amoroso, la protagonista cree transformarse por amor, mutar en
una mujer hecha para gozar.
Tambin describe su experimentar con las drogas, medio para agudizar
la percepcin de sus transformaciones en el placer. Por otro lado, el lesbianismo funciona como curioso inters de saber, por la bisagra de otra
mujer, algo de ella misma, que le permitira explorar los goces velados de
su cuerpo ergeno.
La funcin de la literatura, aqu, es testimoniar un goce ms all de la
norma, que se produce en el corte entre el no saber y el cuerpo. El cosquilleo se ancla al extraerse en la tinta, sin ser un tatuaje... Pero, qu de ese
goce pasa a ser contable?
El eje del relato ser un padre al cual primero se identifica y luego se
sustrae, tachando el lugar del Otro como Ideal.
Anas tiene un padre, famoso pianista y con hbito de Don Juan. Se ha
divorciado de su madre, siendo ella una nia. Este padre se casa con una
mujer rica y se va a vivir a Espaa. A los 11 aos, Anas comienza a escribir
su diario, bajo la forma de cartas al padre ausente. En estas cartas busca
convencerlo de volver. Pero, a diferencia de su madre y de sus hermanos,
Anas se niega a juzgarlo como un Don Juan que ha abandonado. Tambin
se niega a verlo en fotografas en blanco y negro: se ha propuesto descubrirlo. Esta relacin que comienza con cartas ntimas no enviadas es, en cierto
modo, una relacin tragicmica.
El padre trata de seducir a la hija creyendo coronar su carrera de Don
Juan. Cuando busca verla, ella est en tratamiento analtico con Otto Rank.
Por ello, Anas cree que acta bajo el consentimiento de Rank, hazaa y
desafo ante la mirada del Otro que se lleva al extremo cuando decide seducir al padre como venganza por haberla abandonado.
Anas viene de atravesar un tringulo entre Henry Miller y su esposa.
De ellos dice: June es mi aventura y mi pasin, pero Henry es mi amor.
Al caer la intriga femenina con June, se enamora de Antonin Artaud, el
poeta. Tiene una relacin apasionada y tambin entra en serie con otros
cuyo ideal era escribir la locura: Miller, Rank, Artaud... serie que se agota
cuando hace aparecer a su padre, a quien le a pedido por carta que regrese.
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La autobiografa funciona entonces, en un sentido, como una cierta curacin de la experiencia del goce. La intimidad del diario es de una extimidad de
algo muy extrao que se vuelve verificable como propio recin con el asco.
La literatura es aqu una narracin sinthomal un sinthome que anuda
el enigma con la solucin, diferente de la necesidad del sntoma analtico.
Aqu la letra viene a ocupar el lugar de la falla epistemo-somtica, como un
acontecimiento del cuerpo, pero mantiene siempre su carcter enigmtico.
La certeza no es lograda en este diario no expurgado, lase como no reprimido, inolvidable.
El caso de Anas Nin como relato no es el de la ertica clsica. No se
trata del hedonista con su logro genital (aunque ostente eso). Aqu es la
aparicin de un signo nuevo. A partir del franqueamiento de la experiencia
de goce, ella sabra contar la relacin sexual desde el fracaso del incesto
que testimonia su repugnancia final: eso que estaba ah no era un padre.
El acto atraviesa lo medible de la falta simblica, toca un goce ms all y
realiza la castracin en lo real. Es una castracin ligada a un elemento del
Ideal encarnado en todo aquel que se atreva a hacer de padre, que quedara
en el horizonte intocable por su excepcin. La escritura de Anas presentifica
un cuerpo como resto no significado, excluido del amor y el deseo, slo
hecho para gozar... hasta que afecte la vergenza.
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Las letras del siglo XIX se tien de bilis negra, humus frtil para el romanticismo como respuesta artstica. Lord Byron cuasi gtico viene de morir en
la guerra cuando escriba su Don Juan como autobiografa. Baudelaire
coquetea con el mal y se hace obra de arte l mismo como dandy, mientras
capta en el spleen melanclico y la alegora como tropos literarios la recuperacin de una prdida original.22
En ambos giros, Walter Benjamin observa el modo spleen como sentimiento que corresponde a la catstrofe en permanencia, donde la alegora
es la comedia de un duelo. Es poca de la tristeza como valor en potencia.
La alegora, dice Germn Garca en Macedonio Fernndez la escritura
en objeto23, es un tratamiento de la ausencia que en tanto procedimiento
de escritura intenta recuperar un objeto perdido.
Con ese horizonte de la melancola de moda, arriba a Pars Isidore
Ducasse, adquiriendo el seudnimo de Conde de Lautramont24. Naci en
Montevideo en 1846, en momentos del sitio de Rosas, con el paisaje de una
ciudad incendiada. De ah la homofona de su seudnimo Lautramont con
el-otro-mont-evideo. Adolescente, visita la ciudad de Crdoba, donde encuentra a su to Ducasse, a quien recita sus versos. De eso dice Pichon
Rivire25: Durante la ltima entrevista que tuve con Lozada Llanes un
paciente del Hospicio de las Mercedes que se suicida me relat ya en
tren de confidencias que Isidore visit a sus parientes de Crdoba alrededor
22
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del ao 1868 y que haba llevado los originales de Los Cantos de Maldoror
para lerselos. Parece que la lectura produjo una gran indignacin y fue tal
la gravedad del caso que se consult al confesor de la familia. Lozada Llanes
aadi que los originales haban ido a parar a la Iglesia de Santo Domingo y
que posiblemente fueron quemados. Comenta Diego Tatin en un diario de
Crdoba26: Leyenda o realidad, imaginemos la escena. Un muchachito de
22 aos lee en la sala ms amplia de una casona sita en Castro Barros al 114
hoy funcionan all una clnica y un negocio de repuestos para motocicletas
, frente a parientes apenas conocidos, fragmentos como: Mi poesa consistir en atacar al hombre, esa bestia salvaje, y al Creador, que no hubiese
debido engendrar esa carroa.
A los 21 aos, ya en Francia, publica sus Cantos..., y fallece de muerte
dudosa en Pars tambin en llamas por el sitio de la guerra, cuando Rimbaud
an no escriba Una temporada en el infierno. La generacin francesa de
1914 elev a Lautramont como bandera satnica y a su texto como maldito. Para la crtica de Len Bloy, se trata de blasfemias de un libro monstruoso, desacreditando al autor como alienado.
Luego retorna en el movimiento surrealista hasta el extremo de aparecer
como ideal del Manifiesto de Andr Bretn. As comienza la construccin
de la leyenda de un libro al que valdra la parodia de Manuel Puig en su ttulo
Maldicin eterna a quien lea estas pginas.
Los Cantos, cual conde vampiro, desembarcan en la Amrica que los
haba gestado por la traduccin de Rubn Daro, quien reniega de ellos,
segn critica la escritora platense Aurora Venturini27. Dice Daro: un libro
diablico y extrao, burln y aullante, cruel y penoso. En Argentina
llega a incidir en un joven Leopoldo Lugones, en 1897, cuando escribe su
poema Metempsicosis, donde los oropeles de Maldoror retornan: y haba
un mar, pero era un mar eterno,/ dormido en un silencio sofocante/ como un
fantstico animal enfermo./ Sobre el filo ms alto de la roca/ ladrando al
hosco mar, estaba un perro.
26
de
27
Tatin, Diego, La leyenda del Conde, en La Voz del Interior , Crdoba, Argentina, 17
febrero de 2001.
Venturini, Aurora, Lautreamont, satnica trinidad , Quinqu, Buenos Aires, 2007.
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Dice Pichon Rivire: Los cantos de Maldoror son la obra de un melanclico que trata de superar su situacin psquica rebelndose contra el destino
(Padre) el miedo a la muerte dice Freud que surge en la melancola se
explica nicamente suponiendo que el Yo se abandona a s mismo porque en
lugar de sentirse amado por el supery, se siente perseguido y odiado por l.
Luego de interpretar la homosexualidad, concluye: se expone entonces pasivamente al sacrificio, a la castracin, vctima de su sentimiento de culpabilidad.
De la repeticin de esta situacin surge el carcter siniestro de su destino.
La psicobiografa tena ya sus antecedentes para Pichon en la falta de
implicacin interpretativa de la princesa Marie Bonaparte sobre la vida ms
que en la obra de Edgar A. Poe, y luego la de Jean Delay sobre Andr Gide.
Es esa aplicacin externa de lo psicolgico sobre la vida del escritor, comenta Jacques Lacan, lo que demuestra la imposibilidad de dejarse ensear por
la literatura cuando en verdad se trata de que ella se anticipa a aquello que
el analista sabe. Es cuando la escritura puede hacer converger la prctica
de la letra con el uso del inconsciente30.
30
Lacan, Jacques, Homenaje a Margarite Duras, en Intervenciones y textos 2 , Manantial, Buenos Aires, 1988.
31
Pia, Cristina, Alejandra Pizarnik. Una Biografa , Corregidor, Buenos Aires, 1999.
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amor deja lugar a la fascinacin por la muerte como un absoluto que chupa:
Revelaciones/ En la noche a tu lado/ las palabras son claves, son llaves/ El deseo de morir es rey.32
Si bien el uso del lenguaje es aqu salvacin y prueba, conduce a un punto
de silencio donde lo imposible no se soporta: Silencios/ La muerte siempre
al lado/ escucho su decir/ Slo me oigo.
Y en otro poema: En esta noche, en este mundo/ las palabras del sueo de la infancia de la muerte/ nunca es eso lo que uno quiere decir/ la
lengua natal castra/ la lengua es un rgano de conocimiento/ del fracaso de todo poema/ castrado por su propia lengua/ que es el rgano de la
re-creacin/ del re-conocimiento/ pero no de la resurreccin/ de algo a
modo de resurreccin/ de algo a modo de negacin/ de mi horizonte de
Maldoror con su perro/ y nada es promesa/ entre lo decible/ que equivale a mentir/ (todo lo que se puede decir es mentira)/ el resto es silencio/
slo que el silencio no existe/ No/ las palabras no hacen el amor/ hacen
la ausencia/ si digo agua beber?/ si digo pan comer?...
Luego, la nia ingenua apela a una vindicacin de Sade en La condesa
sangrienta, perturbador libro en prosa donde Erzbet Bathory ejercita el
goce en su ascenso mortfero. Ah la tortura, el lesbianismo y el crimen
reverso del suicidio culminan en un relato de acento freudiano sobre la
retroversin del objeto perdido al yo melanclico que se describe en un
cementerio de cruces por cada identificacin: Un color invariable rige al
melanclico: su interior es un espacio de color de luto; nada pasa all,
nadie pasa. Es una escena sin decorados donde el yo inerte es asistido
por el yo que sufre por esa inercia. ste quisiera liberar al prisionero,
pero cualquier tentativa fracasa como hubiera fracasado Teseo si,
adems de ser l mismo, hubiese sido, tambin, el Minotauro; matarlo,
entonces, habra exigido matarse. Pero hay remedios fugitivos: los placeres sexuales, por ejemplo, por un breve tiempo pueden borrar la
silenciosa galera de ecos y de espejos que es el alma melanclica.
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36
Garca, Germn, Conversacin, en Vaschetto, Emilio (comp.), Depresiones en psicoanlisis , Grama, Buenos Aires, 2006.
37
Laurent, Eric, Los objetos de la pasin , Tres Haches, Buenos Aires, 2002.
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II
HORIZONTES CERCANOS
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CONSUMIDORES Y CIUDADANOS
A veces ciudades diversas se suceden sobre el mismo suelo y bajo el
mismo nombre. Nacen y mueren sin haberse conocido, incomunicables
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entre s. En ocasiones, hasta los nombres de los habitantes permanecen iguales, y el acento de las voces e incluso las facciones. Pero los
dioses que habitan bajo los nombres y en los lugares se han ido sin
decir nada y en su sitio han anidado dioses extranjeros.
Las ciudades invisibles, Italo Calvino
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el deber de explicitar sobre las costumbres morales, tal como se ufana Alain
Touraine, un preferido de los formuladores de opinin en la Argentina.
Lo interesante del relato de Garca Canclini es que concluye que la
globalizacin no conduce a la mismidad ni a lo homogneo, sino que genera
integristas regionales, tribus urbanas agrupadas segn las insignias de la
adiccin a un consumo determinado. La idea de cliente es aqu necesaria.
Pero lo poltico requiere no slo de informantes, sino tambin de una interpretacin en el momento justo de ese sujeto que sea extensible tambin a
un grupo, entendido como coleccin de unos que no son idnticos entre s.
Por ltimo, la encrucijada de los estudios culturales es el dilema entre el
Estado, como supuesto buen administrador, y el Mercado, banalizado en un
para todos segn la esttica del rating y el cine de Spielberg. El autor no propone, sin embargo, un retorno al realismo mgico, a los particularismos del tipo
sociedad de Macondo, sino la coaccin a una nueva narrativa de hibridacin.
Dcadas atrs, Jacques Lacan situ una alternativa al escribir el discurso del capitalista: se trata de una transformacin del amo antiguo, potencial
en cualquier ciudadano moderno. Por un lado, es el correlato de la idea del
supery freudiano que exige ms placer, o, si se quiere, la obligacin de que
todo sea recuperable no como plusvala, sino como plus-de-goce.
Pero quin podra habitar slo en ese discurso capitalista sin histerificarse?
Es Marx el inventor del sntoma cuando piensa que el fetichismo de la mercanca requiere algo ms que un consumo para metabolizar el excedente
plus entre su produccin y el consumo. Lacan apuesta al psicoanlisis
ledo retroactivamente desde su finalidad, produciendo un objeto nuevo y
extendido como discurso de salida al capitalismo: su extensin se refleja en
un grupo donde Hay un montn de todos que son radicalmente distintos....
EL IRONISTA DECONSTRUIDO
Tanto el neopragmatismo de la filosofa de Richard Rorty como la teora
de la deconstruccin de Jacques Derrida invaden, desde el academicismo
americano, los estudios sobre la comunidad a la hora que ella se seculariza.
En la ciudad global no se localiza siempre quin habla y para qu, aunque se
acepte la herencia de la filosofa analtica con su acento en los juegos de
lenguaje segn las reglas del contexto.
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utilizados. Derrida, al igual que Ernesto Laclau, plantea que no hay poltica
sin conflicto, antagonismos y exclusin. Slo se accede a una decisin verdadera despus de haber deconstruido el concepto, y esta operacin supone
tambin una eleccin responsable. Debe haber al menos dos lenguas y el
inters en un conflicto. En este punto, nos parece que la deconstruccin del
pragmatismo es imposible aunque exista el debate corts.
Como lo seala S. Critchley, pensar que se puede ser un ironista nietzscheano
en privacidad y un correcto compasivo de la crueldad en lo pblico conduce a
un bicameralismo psicolgico. Hay usos y desusos, podra responder Rorty.
La imposibilidad lgica, que hace que un ironista privado sea a la vez liberal
pblico, se debe a que los enunciados dependen de una enunciacin que est
ya ah, en el mismo acto de la palabra. En el ltimo de los casos, si esta cuestin
fuera deconstruida en su corazn de indecidibilidad, revelara con toda su crudeza el cinismo como verdad poltica.
Se puede sostener como lo hace J.- A. Miller que hay otra irona,
menos especulativa tal vez, que es una defensa del lenguaje frente a lo real,
frente al hecho estructural de la inexistencia del Otro. El argumento es que
hablar no de cualquier cosa, sino de este hecho insoportable ya es una
profunda irona, porque con ello creemos curarnos... del mismo lenguaje
que usamos. El encuentro del sentido con lo real deja de ser una stira y se
transforma en un acto del deseo como poltica.
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Hablar entonces de la lgica de una banda de Mobius entre la intensin y la extensin cuando se designa un concepto hasta su lmite a otros
objetos fuera del campo conceptual de esa experiencia. La produccin de
analistas por fuera del capitalismo era posible como demostracin de lo que
es rechazado por un conjunto el rgimen de ideales del consumo y exista
como excepcin en otro conjunto.
Se requera entonces un debate sobre las formas de sociedad y los mecanismos constituyentes e identificatorios como el efecto de segregacin producido.
Una triple facticidad: considerar el Edipo (en lo simblico), las sociedades (en lo imaginario) y la segregacin (en lo real). Entre esos tres registros se instala el analista como existencia.
Es un momento donde la estructura de lo simblico permite la ley de los
intercambios y la base de las identificaciones, pero es tambin un mecanismo inicial que se debilita como referencia, ya que el padre, como el Estado,
dejan de ser garantas.
En lo imaginario, se reordena el anlisis de las identificaciones verticales
al lder, dando lugar a las identificaciones imaginarias horizontales como las
de los grupos teraputicos de los dullars, que Bion y la psiquiatra inglesa
de la postguerra utilizan.
El modelo de organizacin de la iglesia y el ejrcito dejan de ser efectivos, como se comprueba en la Internacional Freudiana (I.P.A.), con su esquema didctico de transmisin. De tal manera que Lacan recurre ms a
una idea de escuela como campo semntico, que permite considerar al analista
por las pruebas de su anlisis, como procedimiento de seleccin, que incluye
a los no-analistas.
En lo real, la segregacin viene a demostrar que se rechaza el goce
como diferencia. Al menos con varios ejemplos sociales: los campos de
concentracin, que no fueron testimoniados por nuestros pensadores que
vagan del humanismo al terror, la secularizacin del programa religioso, el
racismo como ascenso de las formas de odio a los smbolos de alteridad del
otro, la discriminacin de las formas sexuales y, finalmente, el deseo del
analista, como aquello que los no incautos evitan.
Lo que sugiere Lacan es que el deseo del analista contraejemplo del
universal en tanto trata con lo rechazado, sera reprimido por el discurso
contemporneo. Entonces, se desprende que todos los discursos segregan
lo real, mientras el psicoanlisis tendera a hacer aparecer ese goce como
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Todava les falta aprender el abc, ese abc, se llama: les van a tomar el tiempo.
No se molesten en reflexionar lo que deben decir. No les van a preguntar.
Las bocas para alimentar bastan y sobran. Lo que falta es carne.
Pero eso no debe desalentarlos!
Un libro de lectura para habitantes de ciudades, Bertolt Brecht
LO QUE DURA
El psicoanlisis responde al horizonte de su tiempo al considerar cmo se
vive la pulsin en cada poca. Nuestra coyuntura actual interroga la existencia del inconsciente por otros discursos que dibujan el espacio de la ciudad, pero donde an hay tiempo para que el analista diga sobre los sntomas.
Cada vez, habra que observar las condiciones posibles para una accin
interpretativa, siendo cada vez una aplicacin diferente en la sociedad del
acto analtico.
Se puede intervenir en los hechos sociales cuando hay un silencio. Eso
mide los lmites de nuestras interpretaciones sobre un sujeto que no es la
masa social, pero que se extrae de ese colectivo. Recin entonces, la ma-
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La solucin, para esta autora, del problema social ser entonces un retorno a los smbolos patrios y una identificacin a rasgos del pas como
historia que se haban desestabilizado. De este modo, supone una restitucin
del lazo social roto por un real econmico, pero necesita entender la segregacin identificando a las vctimas.
Alain Badiou define el acontecimiento que toca al ser como modo de
acceder a una verdad. Sugiere que un hecho se transforma en acontecimiento slo si aparece algo que nunca fue dicho antes, algo que traduce lo
que no se dice. Plantea que se requieren procedimientos como el arte, el
amor, la poltica y/o el psicoanlisis para acceder al ncleo de verdad. De
ese modo, el acontecimiento toca el vaco del ser y transforma al sujeto.
Pero, a diferencia de Bleichmar, Badiou no cree en la victimizacin como
va para localizar el Mal en el mundo. En ese sentido, se opone a la va
trgica del sacrificio para hacer existir el valor tico. La ltima dictadura
argentina nos hizo saber de esa cultura del sacrificio.
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Si el antiguo mundo es del sujeto culpable y sintomtico, condicin de posibilidad para el psicoanlisis, el Nuevo Mundo propone un sujeto sin culpa,
que reclama siempre sus derechos (aunque esto no sea legal en estados de
excepcin como la guerra, lase Irak). Este nuevo sujeto de vergenza
sera de un yo inmediato, mientras que el del sentimiento inconsciente de
culpa requiere pasar por el Otro. Sin embargo, ambos padecen de angustia.
El ciudadano del viejo mundo, dice Eusebio, es un aristcrata que se impone deberes sin demandar al Estado ninguna garanta. El prototipo americano
es ridculo, es decir, escapa a lo real del sentido. Esta oposicin es slo
ilustrativa, ambos no pueden escapar de la banalidad del mal y sus consecuencias sociales. Se puede escapar si se mantiene el buen gusto por las contingencias, es decir, el lenguaje, el nonsense, la paradoja, el bien decir, la poesa,
la lgica formal. Y una lista de autores que va de Voltaire a Borges. Una
frmula para no correr atrs de lo novedoso como moda es pensar qu elemento se mantiene de lo viejo en lo nuevo. Implica considerar que el inconsciente existe a partir de que hablamos y eso genera un goce, un resto de nomundo. Lo nuevo es la envoltura del sntoma y la frmula de la demanda, que
se mimetizan al otro social que domina en la ciencia y el mercado, quienes
evalan en su impostura de medir un sujeto como cuantificable. De esta huida
al amo del mercado testimonia la histeria actual, que se esfuerza por una
metamorfosis y una versatilidad que se acomoda al ojo del otro para escabullirse de l. Por un lado, la histeria desaparece de la clasificacin del DSM,
pero, en un mismo movimiento, retorna en epidemias de anorexias, pnico,
depresin... ser su dilucin diagnstica en sndromes flotantes.
Hasta ah es la envoltura formal del sntoma, camuflaje y variable cuasi
emprica, pero algo perdura como constante en el ncleo real del sntoma
cuando quiere ser evaluado con medidas de la ciencia. Dice Miller: La
evaluacin de este factor llammosle el factor pequeo (a) es muy difcil.
No llegamos a cifrarlo como tampoco podemos computar la libido freudiana.
Si Freud ha escrito tanto y ha renovado constantemente sus abordajes, podramos decir que es precisamente porque quera con desesperacin capturar este pequeo a en el discurso cientfico, y hacer de l un objeto como los
otros. Luego vino Lacan, que tuvo que concluir que haba en el mundo un
tipo de objeto que no haba sido localizado hasta ahora (al menos en Occidente): lo llam el objeto pequeo a.
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Semblanzas reales
De los meteoros a Internet40
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Este escrito resume las dos ltimas clases del seminario Construcciones de la realidad
psicoanlisis en las culturas mediticas, curso de postgrado dictado por el autor en la
Facultad de Periodismo y Comunicacin Social de la Universidad Nacional de La Plata,
1999. Publicado en revista Versus N 1, La Plata, 2000.
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Jacques Lacan se refiere al caos csmico y a esos astronautas [...] que estaban acompaados todo el rato por ese ( a ) minscula de la voz humana en el Seminario 17, El reverso
del psicoanlisis , en especial en el captulo XI, Los surcos de la alethsfera, donde se
adelanta a las diferentes operaciones del sentido con lo real desarrolladas en La tercera .
42
Vase la conferencia de Germn Garca en la Facultad de Periodismo de la U.N.L.P.
titulada Una intervencin, donde hay una aclaracin sobre cierta posicin nominalista
en el mtodo de Freud. Publicado en revista Versus N 1, 2000.
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Mientras tanto, las sociedades padecen el relativismo cultural (humanista), lugar donde habitan aquellos que Lacan llamaba en los aos sesenta los
hombres de la verdad, el agitador revolucionario, el escritor que con su
estilo marca la lengua, figuras desplazadas ahora por otras como la del hbrido globalizado o el religioso ecologista. En oposicin a la verdad, el saber
que en ellos se cultiva ignora sobre la causa singular de cada uno en la
masa, de ah que Lacan los ubique dentro de la docta ignorancia.
Slo entonces se puede producir una desarticulacin del discurso del amo,
cuando la tcnica como agente (S1) genera un otro del saber (S2) que divide
el campo semntico de las humanidades que producen sntomas ($), desde
donde puede operar el psicoanlisis como llamado a un deseo de saber.
El deseo del analista (a) es ah un doble desecho bajo la barra de la
forclusin de la ciencia, ya que rechaza operar con ese saber tanto como
con la verdad de las humanidades: El saber cientfico ha trasmitido a los
desechos de la docta ignorancia un deseo indito.
Esta es la paradoja central que nos interesa: es necesario que exista la
ciencia como pareja del psicoanlisis para que este juegue su partida, o,
dicho de otra manera, lo rechazado en un campo de realidad retornar indefectiblemente como real en otra escena.
Podemos relacionar estos tres modos de operar con lo real: la ciencia, la
humanidad y el psicoanlisis43. Al mismo tiempo, habra que demostrar el
desplazamiento de trminos que conducen al fin propio de la experiencia
analtica cuando se produce otro real, diferente de la ciencia, el objeto (a)
Ciencia
Humanidad
Psicoanlisis
..../............... tcnica (S1) ............/........... sntoma ($) ............./.............(a)
saber en lo real
docta ignorancia
deseo de saber
43
Hago un uso extendido a la tcnica, el sntoma y el deseo del analista del esquema que
propone Jacques-Alain Miller en el artculo El pase del psicoanlisis hacia la ciencia: el
deseo de saber, aparecido en la revista Freudiana N 26, Barcelona, 1999.
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Tambin faltara estudiar la constitucin de comunidades virtuales parecidas a las tribus urbanas, donde se utilizan emblemas al detalle de los rasgos de amor, deseo y goce de los urbanizados en estas nuevas ciudades
donde hay otra distribucin de lo privado, lo pblico, e incluso de lo familiar.
Pero lo importante es que en cada caso encontraremos en su estructura
los efectos de verdad, si aceptamos al receptor no como vctima de una
manipulacin, sino como protagonista activo en la construccin de la realidad del mensaje. Es lo que empiezan a destacar los estudios de recepcin
que localizan el horizonte de expectativa del que recibe la informacin y lo
ubican como el verdadero creador de la significacin cultural45. El receptor,
en tanto hace un uso discrecional como oyente, es responsable de la
direccionalidad que da al acontecimiento ms all de la convencin del sentido comn. Es su accin la que permite una mirada que fabrica el semblante simblico-imaginario que se estructura a partir del deseo que en l opera,
de modo que seala el retorno a lo singular.
Oscar Masotta explicaba cmo la materialidad del discurso, y no la materialidad fsica, hace opaca la realidad de lo percibido, cuando deca que la
realidad existe por una oscuridad. En definitiva, encontramos slo aquello
que deseamos ver en la bsqueda de una representacin perdida por el
hecho de usar el lenguaje.
Si el sueo se estructura por un mecanismo donde lo virtual es definido
como lo que existe o resulta en esencia o en efecto pero no como forma,
nombre o hecho real, entonces la realidad virtual no es lo imaginario, sino lo
ilusorio, es decir, lo potencial. Esa potencia es homognea al inconsciente
como nido de larvas, potencia de lo no realizado que pugna por lograr
alguna existencia.
45
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La ciberntica, por ejemplo, utiliza la realidad virtual como una construccin interactiva entre la tecnologa y un usuario, como medio para crear un
estado de informacin. Es aquello que Lacan llama lo ilusorio46. Un relato
puede acceder al significante si pasa en forma contingente por un elemento
vaco, como la imagen de un florero en un espejo que cambia de forma
segn la posicin del sujeto, cuya intervencin hace que lo imaginario quede
subordinado a lo simblico. Entonces: informacin versus saber47.
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los hilos del relato, se reduce a un final donde las dos mujeres anudan lo
femenino a una maternidad no apta para padres de buena familia.
Finalmente, en el film, los viajeros al interior del deseo del Otro son arrojados y caen al costado de una autopista en forma absurda, si no se relaciona con otras cadas como la de la conexin a internet.
Al final, la pelcula es una epifana de repeticiones al infinito de eternos
sinsentidos que no deja lugar a ninguna moraleja. Pero podramos captar una
metfora apenas desplazada de lo que es el pasaje de lo virtual a un real que
puede tener o no consecuencias de saber. Oportunidad del sujeto de traspasar
la mquina fsica virtual el cordn umbilical que va desde una matrix hasta el
yo para acceder a la ilusin de otra mquina subjetiva la matriz fantasmtica
con la consiguiente puesta en escena el deseo de otro saber.
Volviendo al origen de nuestro ttulo, desde los meteoros de Descartes,
donde la ciencia descubre la naturaleza de las semblanzas y la realidad que
construyen los discursos (es lo dicho sobre el arco iris lo que hace que su
existencia sea verdadera), hasta la era de Internet como fbrica de la cultura de lo virtual, algo ha cambiado. Pero, esencialmente, el conflicto de
saberes sigue estando en la dialctica entre ciencia versus humanidades o
tcnica versus cultura.49
En ese movimiento, el psicoanlisis puede existir siempre que pueda captar
la singular soledad subjetiva como un pasaje de lo ilusorio a lo real, de la mquina tcnica a la mquina del fantasma que, desarmada dentro de un dispositivo
especfico, asla un vaco real desde donde se ordena una nueva realidad.
49
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50
Texto ledo en el XIII Coloquio Descartes, Lecturas crticas , con motivo de cumplirse el
vigsimo aniversario de la muerte de Oscar Masotta (1979-1999). El sbado 11 de septiembre se reunieron mesas alrededor del tema Oscar Masotta y el psicoanlisis , y el
sbado 18, Oscar Masotta y la modernidad . Participaron de este coloquio Alicia Alonso,
Germn Garca, Marcelo Izaguirre, Mnica Torres, Oscar Sawicke, Samuel Basz, Graciela
Musachi, Graciela Avram, Osvaldo Umerez, Guillermo Belaga, Adriana Testa, Ricardo
Gandolfo, Roberto Jacoby, Oscar Steimberg, Jorge Laforgue, Ricardo Piglia, Carlos
Correas, Horacio Gonzlez. Ponencias reunidas en el libro Oscar Masotta Lecturas Crticas , Atuel-Anfora, Buenos Aires, 2000.
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51
Por esos efectos actuales producidos por el encuentro de la enseanza con la historia es
que nos interesa el libro Lecturas del psicoanlisis. Freud, Lacan , clases en espaol de
aquel noviembre de 1975. En especial la leccin titulada Valores estticos/valores ticos, pues consideramos que ah se observa mejor la posicin poltica del autor con
respecto al contexto argentino de la poca, donde los campos de concentracin quedaron negados por la dictadura militar, cuestin a la que Masotta alude.
52
Masotta, Oscar, Lecciones de psicoanlisis. Freud, Lacan , Paids, Buenos Aires, 1992.
53
Masotta, Oscar, Ensayos Lacanianos , Anagrama, Buenos Aires,1980.
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RESONANCIA Y SILENCIO
ESTILO DE TRADUCTOR
En la presentacin del libro Lecciones de introduccin, Enric
Berenguer delimita al menos tres cuestiones que justifican la transcripcin
de estas clases, de aquel estilo masottiano que va de la chispa al rigor, en el
ambiente del pintor cataln Guinovart.
1. Se trata de un programa de trabajo que es una propedutica, es decir,
una preparacin a la lectura de Freud que permite la recepcin de Lacan.
En este caso, Masotta ordena los textos desde el concepto de significante
lacaniano para explicitar un orden de razones que permite acceder a una
lgica de los conceptos, sin superponer Freud con Lacan.
2. Hay un eje temtico facilitador a partir del seminario La carta robada
que conduce a la trada Edipo-falo-castracin y que no puede repetirse en
aforismos (Haba yo visto a entusiastas de los textos de Lacan persistir durante meses y aos con el Discurso de Roma, sin descubrir ms que aforismos de
quin sabe qu pseudofilosofa del lenguaje). Son las condiciones para que los
textos se subrayen de nuevo respondiendo a aquello que an no dicen.
3. Tambin, como en aquella Buenos Aires de 1974, se trataba de parodiar un trayecto de lecturas, remedar el movimiento de lector que Lacan
hace con Freud a riesgo de crear otra versin. El prlogo describe a esos
grupos de estudio de un argentino con espritu vanguardista y tambin el
contexto del psicoanlisis en Espaa, donde, por malentendidos o por ortodoxia, no pareca una empresa intelectual atrayente. Es necesario, entonces, crear el clima previo a la fundacin, en 1977, de la Biblioteca Freudiana
de Barcelona. Para aquella biblioteca de Masotta, el libro ser un pretexto
para difundir el psicoanlisis, haciendo pasar el pequeo grupo a una posterior Escuela: El proyecto de Masotta no estaba plenamente desarrollado a
su muerte en 1979 [...] la Biblioteca Freudiana se desarroll conducida por
Germn L. Garca. Un Grupo que luego participar en la fundacin que
genera Jacques-Alain Miller como Escuela Europea de Psicoanlisis54.
54
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significacin. Por ltimo, diferencia lo imaginario del narcisismo en la tensin agresiva del yo y su articulacin con lo real de la pulsin, nueva vuelta
de tuerca a los desarrollos de un trabajo anterior, El modelo pulsional, en el
que trata las modalidades del amor, deseo y goce. La pulsin, dice, implica la
relacin del sujeto con el goce, pero como lacanianos no buscamos un
saber sobre la sexualidad sino la relaciones del saber con la sexualidad.
El captulo Respuestas del Sujeto es una demostracin del avance en
la doctrina de Freud que presenta las teoras sexuales, la novela familiar y
las fantasas como defensa a la castracin. El enigma sexual que encierra el
sntoma se responde con una teora construida como fantasma, aislando
luego un resto de satisfaccin. Las variaciones del Edipo en la mujer por el
anlisis de la homosexualidad femenina permiten explicar el concepto de
inters libidinal que ubica diferencias en los sexos con respecto al amor.
El amor se define ah como sacrificio del inters flico al dar lo que no
se tiene, de ah que nos vemos obligados a recorrer las Contribuciones a la
vida ertica para mostrar la estructura en la creacin de los divinos detalles. El goce ser entonces el usufructo real del objeto. Es interesante que
para ensear esta dimensin clnica recurra a la retrica y a las inflexiones
verbales: si el deseo pertenece al subjuntivo, donde el verbo se conjuga
como hubiera podido ser, dejando un futuro como en el mecanismo de
formacin del sueo, el goce pertenece al indicativo, es decir, exige que el
objeto tome su propiedad con la fijeza de algo actual. Por ltimo, el placer
queda subrogado a un principio conservador del presente y viene a seguir
una tica del trmino medio entre la espera del encuentro con el objeto
deseado y la exigencia de recuperarlo.
115
A quin hablaba sino a ese Otro que en la extimidad haba quedado en una
Argentina desgarrada por una accin llamada lucha armada y su otro criminal?
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goce
Valor tico:
genio
TRAGICO :
MICO
objeto ( a )
56
Garca, Germn, Oscar Masotta. Los ecos de un nombre , Eolia, Buenos Aires, 1992.
Agamben, Giorgio, Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida, Pre-textos, Valencia, 1998.
58
Visacovsky, Sergio , El Lans memoria y poltica en la construccin de una tradicin
psiquitrica y psicoanaltica argentina , Alianza, Buenos Aires, 2002 .
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Muchos an se preguntan por qu este hombre segua fundando pequeeces, bibliotecas, sociedades, grupos. Esos mnimos actos que se oponen a
las grandes acciones de lo real no se resuelven en acciones de guerra, obligan a otra sociedad, aquella que Masotta esperaba en su acto de fundacin
que le otorga autoridad en el campo del psicoanlisis. Es el fracaso del
hroe trgico y el nacimiento de un sujeto atpico: aquel que frente al
valor del sacrificio ofrece la validez de su deseo cuando logra inventarse en
un discurso que insiste en realizarse.
118
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El muro
-entre ctaros y preciosas-58
El punto de partida del amor corts es el ser una escolstica del amor
desgraciado [...] Ciertos trminos definen el registro en el que son
obtenidos los favores de la Dama, los que representan las normas que
reglan el intercambio de los partenaires de ese rito singular de recompensa, clemencia, gracia -Gnade-, felicidad.
Para representarse esta organizacin extremadamente refinada y
compleja piensen, aunque se presenta en forma mucho ms borrosa,
en la Carte du tendre ("mapa de lo tierno", figura literaria del
crculo de las preciosas en el siglo XVII), pues tambin las preciosas,
en otro momento de la historia, situaron nuevamente en un primer
plano cierto arte social de la conversacin.
La tica del psicoanlisis, Jacques Lacan
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59
La homosexualidad femenina tiene una posicin de identificacin diferente a la masculina en cuanto al deseo y al objeto que es remplazado el padre por la dama en el caso de
la joven homosexual en un desafo que tiene su punto de partida en una demanda de
amor a partir de la decepcin. Ante el fracaso del intercambio de un don equivalente al
falo (un hijo del padre), hay una decepcin que no se contenta... con permitirse los lujos
del amor corts. Ese amor se jacta de ser el que da lo que no tiene y lo hace a partir
de la falta, por eso es a otro objeto femenino que ella, como sujeto, dirige su inters. La
sexualidad femenina aparece como un goce envuelto en su propia contigidad, pero
duplicado por realizarse a porfa del hombre como portador del falo.
60
Lacan, Jacques, Seminario 23, El sinthome , Paids, Buenos Aires, 2006. Clase del 18 de
noviembre del 1975, p. 20: que perversin solo quiere decir versin hacia el padre ,
que, en suma, el padre es un sntoma o un sinthome (santo varn saint-homme), como
ustedes quieran. Plantear el lazo enigmtico de lo imaginario, lo simblico y lo real implica
o supone la ex-sistencia del sntoma.
120
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61
Como todo misterio, el de la historia de esta hereja deja lugar vacante a nuevas interpretaciones. Misterio poltico-religioso que se encuentra en revisin permanente y se puede
usar de manera diferente. Lacan se interesa en la relacin catarismo-preciosismo en el
ao 59 Seminario 7, La tica para demostrar la sublimacin como invencin de reglas
erticas en el vaco donde no hay relacin sexual.
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62
Por esa actualizacin, agradezco a Germn Garca hacerme conocer la conexin planteada entre catarismo y preciosismo en el libro El amor corts y la pareja infernal de Jean
Markale ( Medievalia , Espaa) y a Ftima Alemn, que ubic cierta bibliografa en francs
sobre las mujeres ctaras.
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LA ENTROPA SOCIAL
La entropa es una analoga importada de la fsica termodinmica que designa una tendencia hacia lo inanimado, sin transformacin de la energa. Inercia
interna de un sistema, Freud la usa para designar la pulsin de muerte en
Ms all del principio del placer. Esa pulsin puede trastocarse y volverse
sobre el sujeto, cuyo ejemplo es la inversin del amor en odio y del sadismo en
masoquismo. Eros aparece entonces con la paradoja de inversin de los fines.
Tomando ejemplos de islas culturales homo, como define Eric Lauren,
Lo homo es lo no perturbado... por el goce del cuerpo del otro, es decir, no
perturbadas por la diferencia y la alteridad. Se presenta entonces como entropa
hacia el interior de ese rgimen de goce. Este punto de vista sociogentico
cambia cuando, en 1969, se plantea la causa a partir del padre como significante,
y la funcin familia es simblica si logra transmitir una subjetividad deseante.
Dice al final de Dos notas sobre el nio, carta a Jeanny Aubry: la funcin
de residuo que sostiene la familia conyugal en la evolucin de las sociedades
resalta lo irreductible de una transmisin, que es la de una constitucin subjetiva, que implica la de un deseo que no sea annimo.
La degradacin comunitaria parece en Lacan seguir el destino (freudiano) de una degradacin ms general, la de la vida ertica, y asociarse con la
neurosis obsesiva del hombre que requiere la condicin del perjuicio a un
tercero, y el objeto de amor debe ser disociado entre la madre y la puta.
Pero no toda sexualidad masculina requiere de la degradacin social
del sujeto.
CORTESANAS PRECIOSAS
Dice Verena Von der Hieden-Rynch, citada por G. Musachi en su libro
Mujeres en movimiento, que los salones europeos del siglo XVI eran de la
salonnire, la salonera anfitriona, alma de una experiencia de conversacin
que le otorga un nuevo poder a la mujer: el de mediadora e interlocutora de
la intelectualidad europea donde la palabra adquiere una centralidad luego
reconocida como pasin francesa (su exceso fueron las preciosas, ese amaneramiento lingstico que asfixi la conversacin liberadora y viva).
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Freud, un judo sin Dios como titula Peter Gay su libro, tena dos
argumentos para diferenciar el equvoco de la palabra y el secreto del silencio, es decir, el psicoanlisis como diferente a la confesin. Un argumento
primero es la relacin del inconsciente freudiano con el Otro de la ley jurdica, y el segundo es la relacin con el Otro de la religin cristiana.
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en el error, errare humanum est, sino aquel que persevera, es decir aquel
que es un relapso, el que repite, es decir aquel que dice Yo digo y yo repito,
es decir aquel que postula un yo del que responde otro yo diablico
errare diabolicum.
Y, efectivamente, ese yo de la enunciacin es diablico porque se
torna inaprehensible: el diablo no siempre miente. Si mintiese siempre acabara por decir la verdad [...] el Inquisidor se da perfecta cuenta de lo que se
trata, es decir, de una articulacin entre los dos yo, en el nivel de ese S de
A barrada. Y es por eso que, diga lo que dijese, no exige del hertico su
confesin, sino su retractacin.
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Hija ma, son tan grandes vuestros pecados que para su reparacin os impongo como penitencia que llevis mi cordn es decir, su
lazo de cinturn casto sobre vuestra carne desnuda.
La joven, que no quera desobedecer, respondi: Ddmelo padre, que
no dejar de llevarlo.
El cura agrega: No estara bien en vuestras manos, es menester
que sean las mas, de las que habis de recibir la absolucin, las que
os cian primero, y despus seris absuelta de todos vuestros pecados.
La joven respondi llorando que no lo hara: Cmo respondi el confesor sois acaso una hereje que rechazis la penitencia como Dios y
la Iglesia mandan?
Yo me confieso como manda la iglesia, quiero recibir la absolucin y
cumplir la penitencia, pero no quiero que me pongis las manos encima,
porque si es as rechazo vuestra penitencia.
Pues entonces no puedo daros la absolucin...
La doncella no comulga y cuenta lo sucedido a su dama. Por un efecto
de ficcin, Margarita hace que el final del cuento sea el triunfo femenino, ya
que es la condesa cual dama cruel del contrato corts quien castigar al
sacerdote con azotes, diciendo: Estos franciscanos son los peores... con
las jvenes y en una noche de Navidad.
A lo que el prior del convento responde: Que sea la noche de Navidad
es la mejor excusa! Porque ocupando el lugar de Jos junto a una
virgen hermosa, lo que deseaba el fraile era intentar hacerle un nio
para representar el vivo misterio de la Natividad!
Lo cmico no deja de mostrar la eficacia del secreto develado, y a la vez
el poder del hecho de hablar de sexo como lo prohibido, dejando en la risa de
la dama el verdadero goce de lo que no se puede decir porque la verdad es
imposible de aparecer como un todo.
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DE UN SILENCIO IMPOSIBLE
Germn Garca coment en su curso de 2003, La experiencia analtica
tiempo, silencio, palabra, el libro de Vincent Descombes, Linconscient
malgr lui, sealando el eje sincrnico que va del silencio a la palabra. El
autor utiliza un esquema en el que el lenguaje va de un extremo el grado
cero, lo indecible a otro, donde ubica lo dicho.
Por otro lado, est lo no dicho como prohibido, pasando por lo abyecto
y el secreto. Estas modalidades de la palabra conducen a que un secreto
puede ser guardado, y es eso lo que se confiesa, y luego queda lo perdido,
que sita el lugar de lo reprimido, capaz de retornar en el enunciado.
Lo no dicho -- indecible ----- enunciacin
---- prohibido ---- abyecto
------ secreto -------- guardado -- confesin
--- perdido ---- reprimido
Urverdrang / Unerkannt
Lo dicho ------------------------ enunciado
Sobre lo Unerkannt no reconocido se tejen las metforas de lo indecible: el ombligo del sueo, lo insondable, un lmite de donde Freud dice se
eleva el deseo del sueo como el hongo de su micelio.
Luego, Lacan agrega, en su Respuesta a Marcel Ritter, una metfora
electromagntica que es la constante rotacional, crculo aspirativo que
hace un agujero como fuerza de atraccin (como el orificio donde se desagua una baadera cuando se extrae su tapn). Tambin es la cicatriz de un
corte y como los agujeros del cuerpo delimitan la fuente de lo real pulsional.
Ese punto de indecible ser aquello que cae bajo la represin primaria
Urverdang, el lugar de donde surge una metfora: separarse del objeto es
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como dejar el abrigo en el perchero. Por otro lado, ese negativo del prefijo
un del Unerkannt designa lo que no puede decirse ni escribirse.
Por lo tanto, el dispositivo analtico no es la confesin de un secreto
guardado, sino la explotacin de la potencia que encierra lo perdido. El final
de ese recorrido supone la creacin de una metfora: ejemplos seran el
recuerdo involuntario de Proust, los sueos de Bioy Casares, las correspondencias de Baudelaire, y se pueden agregar a esta lista las homofonas de
Lacan, dice Germn Garca, y agrega: descubrir alguna cuestin que uno
coloca en el lugar donde saca el tapn de sus secretos.
Franoise Fonteneau, en su libro La tica del silencio, demuestra que no
es el inefable silencio mstico de San Juan de la Cruz que escribe Slo el que
por ello pasa lo sabr sentir, mas no decir, sino un llamado al silencio que
Lacan evoca alguna vez con la pintura de Munch El grito donde hay una
boca que dice algo ms, como en la escansin fnica de esta frase que evoco:
En el hueco abierto de un rostro/ hay la boca, ah el grito/ ay! silencios.
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Voy a comentar algunas consecuencias lgicas que se pueden desprender de este prrafo.
a. Si la paradoja maravilla, como afirma Cicern, es porque en su enunciado de aparente contradiccin mantiene una verdad en suspenso. Efectivamente, se trata de una proposicin que hace tensin entre lo verdadero y
lo falso. Tiene por ello la retrica del oxmoron donde dos trminos opuestos pueden convivir en la esttica de la irona que desdobla lo que se sabe.
Tambin puede generar el afecto de unheimlich, lo familiar que se ha vuelto extrao. La paradoja seduce por hacer un suspenso a la verdad, pero
ms an la paradoja que podramos llamar del enseante, que supone que el
objeto y el sujeto, sin confundirse, se pliegan para causar un saber entre uno
y otro: slo aquel que fuera analizante deviene analista.
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Bassols, Lourdes, Bertrand Russell vida, pensamiento, obra , Planeta, Espaa, 2007.
Russell, Bertrand, Ciencia y tica, en Religin y ciencia , FCE, Buenos Aires, 1951, p. 153.
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69
Miller, J.-A., Teora de Turn acerca del sujeto de la Escuela, en revista El caldero N 47,
Buenos Aires.
70
Miller, J.-A., La pregunta de Madrid, en revista Uno por Uno , abril de 1991.
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Lacan, Jacques, Seminario 16, De Otro al otro , Paids, Buenos Aires, 2007, p. 39.
Lacan, Jacques, Mi enseanza , Coleccin Paradojas de Lacan, Paids, Buenos Aires,
2007, p. 93
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III
ESCRIBIR LEYENDO
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menos en la Argentina las bodas eran patentes, algo se disolvi. En noviembre de 1973 apareca en Buenos Aires la revista Literal, que declaraba su
principio de no linealidad a ninguna de esas capillas del sentido, apostando
ms bien a resituar cada vez la escritura en el movimiento de lo poltico.
Osvaldo Lamborghini, Germn Garca, Luis Guzmn, Lorenzo Quinteros,
entre otros, formaban su primer comit editorial. Ah se escriba: La literatura es una variante infinita de esa irona que explica de qu manera detrs
de la postura de amos del lenguaje aparece la sumisin a una palabra que
siempre se anticipa. Y ms adelante se entrelnea el enfrentamiento con
los imperativos de la poca: una poltica de masas empujadas al sacrificio y
al genocidio; ah la revista contestaba: No matar la palabra, no dejarse
matar por ella. De hecho, entonces, la articulacin de un lacanismo naciente de la mano de Masotta y escritores que surgen a la par.
Meses despus, en 1974, en una mesa redonda celebrada en el taller de
los hermanos Cedrn ante casi mil personas, en el ambiente de la vanguardia, donde Lacan y Sartre se traducan al da, se presentara la revista del
Grupo Cero. La banda de Literal puso a Masotta como coordinador y lo
hizo hablar como autor de ensayos, pero tambin de Roberto Arlt yo mismo, su ensayo novela biogrfica, e incluso de lo que no apareca en los
planes, la poesa.
Dice Masotta: La relacin entre poesa y psicoanlisis es por supuesto
imposible: pero yo pienso que tienen algo en comn, es una barbaridad, todo
el mundo lo sabe, pero es una empresa en la cual hay algo que debe ser
destruido. Es la significacin. Los franceses dicen La empresa occidental
de la significacin... La nica vez que hice poesa en mi vida era la poca
que estaba muy enfermo, se haba muerto mi padre y yo creo que estaba
casi loco [...] lo nico que poda hacer era escribir.
Pero, en esta falta de relacin entre l y ella el psicoanlisis y la poesa, Masotta arriesga algo: es por esa va que algn da se podra llegar a
descubrir las operaciones del desmontaje general de la significacin. No se
trata tanto para Masotta de la deconstruccin derridiana como de una comparacin de diferentes mecanismos de lectura.
Una dcada despus, en la Argentina, la prctica del psicoanlisis an
lacaniano se profesionaliza y las capillas literarias se alejan de los antros
universitarios, con lo cual el entrecruzamiento discursivo se pierde. Lase si
no el reportaje a Federico Andahazi psicoanalista y escritor de esa dca144
RESONANCIA Y SILENCIO
da en el diario Pgina 12, donde testimonia de los compartimentos estancos de ambas posiciones.
Como se titul el Coloquio Descartes 2000, est El psicoanlisis frente a la literatura, y es desde esta aparente oposicin, entonces, que el juego
puede volver a abrirse.
Olvidada ya la poca kleiniana, donde exista cierto psicoanlisis aplicado
a la obra de arte a travs de un ejercicio interpretativo sobre los supuestos
fantasmas del autor, hay un avance que propone la enseanza de Lacan en la
medida en que promueve una inversin: la concepcin del arte como objeto
causa de la interpretacin, que hace al pblico y no al autor un sujeto. El
cuadro, dice Lacan, es una trampa para cazar miradas, y ah el espectador
termina siendo sujeto dividido por el objeto artstico que lo convoca a asociar
sobre las causas de su deseo que se pone en acto en el hecho artstico.
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RESONANCIA Y SILENCIO
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donde alguien decide dnde se escande un comienzo y un final. La eternidad sera as un agujero en el tnel del tiempo, un real impensable, un no
mundo donde se aloja alguien cuando relata las contingencias de un pasado
que se ordena segn el porvenir del deseo, haciendo el presente necesario.
Contraccin y plegamiento del tiempo en otra lgica que se anuncia as:
habr sido, en el futuro anterior.
RESONANCIA Y SILENCIO
Vi tu cara y sent vrtigo y llor, porque mis ojos haban visto ese objeto
secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero ningn hombre ha mirado: el inconcebible universo.
Borges intenta traducir el sentido del Aleph: su nombre viene de la primera letra del alfabeto de la lengua sagrada. Para la Cbala es la ilimitada y
pura divinidad.
En su forma de huevo de cristal y como un espejo hueco refleja todas las
perspectivas en un espacio mnimo. Esta condensacin es la que permite
reducir la proliferacin de lo imaginario a un nmero simblico que ser a su
vez un nombre de lo real que limita el espacio infinito en un punto transfinito:
aleph-cero.
Aqu, Borges se acerca ms a Lacan: su creacin literaria ensea algo
propio de la experiencia analtica como atravesamiento de la lengua propia
hacia el universal del lenguaje: hay un necesario pasaje por las formas estticas, como es la envoltura formal del sntoma, un fenmeno imaginario simblico que una vez desenvuelto se transforma y permite dibujar lo real en juego.
Torsin y pliegue que bordean ese espacio que, siendo extrao, se vuelve
ntimo: es aquello que Lacan llama Extimidad, neologismo que designa una
topologa propia del inconsciente. Pasar del flash imaginario a la creacin de
una letra que matematiza lo real permite al sujeto contarse en una cadena de
letras que nombre su singularidad. Esa es una finalidad del psicoanlisis.
El Aleph de Borges es una creacin lograda porque narra bien esa experiencia de lo real y da con una frmula: la transformacin del tiempo por
espacio es igual a un aleph: (t x e = H).
Localiza as un nuevo vaco, aunque el escritor ponga en la trama un
cierto recurso al olvido resguardando la inmortalidad del lector de todo
aquello que se vio como un instante pleno, de puro real.
Es esto tambin lo que ensea un anlisis? La respuesta es parcial. En
ambos casos se trata de pasar de lo real de una mirada y la proliferacin de
lo imaginario a un signo del sujeto. Pero, a diferencia de la narrativa, al final
de la experiencia analtica se puede testimoniar que lo real es para cada
caso indito, requiere entonces decir bien de ese relmpago que transforma
al sujeto en un poema que se puede contar como el aleph.
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la risa nace del horror, por algo que desplaza al lado en la parodia, su efecto
de humor, y el hecho de la carcajada, un signo de ese desplazamiento del
sentido donde, al final, ocurre algo verdaderamente serio.
En El Sol, la parodia no es la mera imitacin burlesca de un modelo, sino
canto paralelo y, como dice Lamborghini en una entrevista posterior, es la
esttica del hijo. Y podra decirse con Nietzsche que cuando empieza la
parodia empieza la tragedia. Y con Marx que la historia se da primero como
tragedia y luego se repite como parodia.
En los aos setenta en tiempos de una Buenos Aires sartreana, donde la
funcin social de la literatura implicaba el compromiso militante, frente al
fatum, el destino trgico de la historia poltica del pas, Lamborghini escribe El
Solicitante descolocado. (Aqu el sol evoca la separacin de los hermanos
y la dispersin familiar). La presin de la poca lo empuja a un estilo grotesco
que recicla la poesa gauchesca logrando un nuevo gnero literario: el grotesco criollo del gaucho urbano, una suerte de Napolen en el manicomio de la
violencia poltica. Aun as, causa gracia el personaje del antihroe y permite
desde entonces una versin de Martn Fierro como el clown desgarrado.
Finalmente, es la parodia de El Sol como esttica del hijo, pero ms aun
parodia como frmula donde la risa sangra por la herida, es decir, de lo
tragicmico como una nueva versin de la experiencia del lenguaje.
En ese sentido, observemos que la comedia dio paso a la parodia, un decir-de-lado, modo que el escritor tiene de responder a la angustia de las
influencias que en Harold Bloom remite a un fantasma de originalidad, a una
pasin por ser excepcin y decir primero. Entonces, parodiar al precursor es
aceptar que existe el otro como antecedente. El Yo queda as elidido. Escribimos desde esta angustia en busca de una repeticin original.
Vase Borges negando a Macedonio como precursor, hasta el momento de
su discurso de despedida en su entierro, donde confiesa: yo por aquellos aos
lo imit, hasta la transcripcin, hasta el apasionado y devoto plagio. O a Oscar
Masotta frente a la Escuela de Lacan, en Pars, diciendo: parodia y comedia
haban terminado por trazar el sendero de una experiencia que era nuestra y
original.... O el mismo Lacan, cuando observa en la obertura de sus Escritos
que a la pregunta por su estilo mock heroic dir Miller, para plantear la funcin del bufn responde un objeto que es una invencin singular. Aunque parodie a Freud, Lacan se refiere ah a la literatura (la poesa de Alexander Pope).
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RESONANCIA Y SILENCIO
VACILACIONES
Volviendo a ese pasaje de la verdad trgica a la ficcin de la parodia, ese
desplazamiento en ambos cuentos tiene un punto en comn que es la simulacin como forma de alineacin y separacin a un sentido: en Marta Riquelme
es la singularidad de una hija que deviene mujer por separacin del sentido
de rbol familiar la alegora de un magnolio por el acto incestuoso.
En el personaje de El Sol, un escritor sidoso accede a su separacin en
el corte de una madre real por la va de la parodia: dice burlando, en paralelo. Estilo de un hijo que acepta su antecedente y, al reconocerlo, libera su
risa como signo de un goce perdido. Dice Germn Garca a propsito del
hermano, Osvaldo Lamborghini: pas por esa automutilacin primordial
que, para Jacques Lacan, incorpora el lenguaje; pero no logr llegar al otro
momento: cuando descubrimos la comedia del malentendido, que sostiene la
literatura ms all de sus cultores, y a travs de ellos.
En todos los casos, la tragedia del goce se puede desplazar ya por la
escritura literal como por el uso del inconsciente en psicoanlisis hacia la
risa, el humor, la alegora o la parodia. Se trata entonces de la otra satisfaccin que hay en escuchar, leer, escribir. Pero qu hacer hay en esa vacilacin entre sonido y sentido? Ya como sntoma o como puro placer, el tratamiento de ese goce tiene polticas diferentes.
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guaje sobre lo real de los cuerpos. Abertura entre el sentido que las palabras
crean y el goce de los afectos que esas mismas palabras producen.
La experiencia literaria se dirige hacia la creacin de una ficcin verdadera por el hecho de leer en un texto los fantasmas del lector ms all del
autor. Su eficacia radical supone que en la pura funcin potica, creacionismo
significante que cava un vaco central en el texto la obra es ah un arte,
alguien se identifique. Ese alguien comienza a habitar el texto, se apropia de
ese objeto que produce satisfaccin.
La lingstica estructural de Roman Jackobson defini la funcin potica
del lenguaje en trminos de aquella transformacin que excede al campo de
la poesa el verso como figura fnica que se repite en metro, aliteracin,
rima, etc. y hace surgir en el mensaje una creacin metafrica, un sentido
nuevo como arte verbal. Funcin que va ms all de la comunicacin y que
transforma al emisor y al receptor a partir de hacer vacilar el significado
como referente. La experiencia literaria implica, sobre todo, una transmisin de esa vacilacin del referente por la narracin (ficcional o realista)
pero que siempre trastoca al autor y al lector localizado por su fantasma,
mquina donde se suelda el sonido al sentido.
La experiencia analtica apunta a la funcin de lo escrito, desde su entrada, cuando en el discurso se escucha el significante que permite leer el
inconsciente y la significacin vertida por el fantasma. Escuchar y leer, hasta el lmite de un atravesamiento, donde se suelta la satisfaccin que estaba
fijada en los significantes que comandaban la vida de alguien. Se podra
decir que se escribe para vengarse de haber ledo tanto (Macedonio
Fernndez), ya que se ley el inconsciente hasta su punto de ilegibilidad que
empuja a escribir un estilo que no estaba antes.
Esta funcin de lo escrito en psicoanlisis ser una variable equis (x) que
permite en un relmpago final escribir la letra. El fin del anlisis supone una
salida para cada uno que pase por la experiencia, que se hace transmisible
en trminos de un testimonio de la transformacin del sujeto ($) en su relacin con el inconsciente como lo ledo (A). Luego, en un segundo tiempo,
como lo escrito, no como poesa, sino como algo que hace de l un poema,
su letra como objeto (a), soporte material de su discurso.
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RESONANCIA Y SILENCIO
En la traduccin que hiciera Oscar Masotta del texto Radiofona y televisin de Jacques Lacan, aparece un llamado a pie de pgina esclarecedor.
Se trata de cmo se articula el goce al sentido en ese neologismo condensador: gocesentido.
Dice Lacan: Puesto que estas cadenas no son de sentido, sino de goce de
sentido, a escribir como usted quiera conforme al equvoco que constituye la
ley del significante. Masotta traduce, es decir, decide la ambigedad y utiliza
la palabra gozo-sentido en francs, jouis-sens, paranomasia que condensa
varios semas: la jouissance, el gozo; je jouis, yo gozo; sens, sentido; jouis,
yo o; y adems, en el interior de la palabra francesa hay un oui, un s.
Esta implicacin anotada por Masotta en la frase de Lacan es diferencial con respecto a lo que se juega en el hecho de hablar en psicoanlisis y
en cualquier otra experiencia de lenguaje. Ese s implica que quien se
escucha responde con un performativo y se sita como sujeto de la enunciacin, responsable de sus dichos.
La versin espaola literal sera: audio (s) gozo sentido. Or y gozar
del sentido es lo que se hace en poesa y tambin lo que hace el analizante
cuando, en la asociacin libre, apela a encontrar el sentido. Pero el acto
analtico hace surgir este s como modo de separar la soldadura del sonido
con el sentido. Se diferencian, entonces, dos operaciones del sentido: el s
del poeta y el s del psicoanlisis, diferencia esencial, ya que en un anlisis el s del analizante implica consentir a su causa, referente vaco. De ese
modo, el analizante escucha el significante, lee el inconsciente para separar
sentido de sonido y as obtener un resto de satisfaccin que se pierde y
permite mudar el sufrimiento en otro goce.
La frase de Paul Valry citada por Lamborghini, la poesa es una vacilacin entre el sonido y el sentido, nos permite hacer esta diferencia: el s
de la poesa es la creacin de una satisfaccin entre sonido y sentido,
mientras que el s del psicoanlisis, una vez pronunciado al final de la
experiencia, ser una separacin del sonido como lo ms real del sujeto
y el sentido de su novela trgica.
Pasaje sui generis de un gusto por la pica trgica a la tica de la parodia.
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EN LA TIERRA DE LA LETRA
La ya histrica pero actual discordia entre el psicoanlisis y la literatura
surge luego de que los analistas posfreudianos usaron la psicobiografa
como gnero que aplica cierto mtodo analtico basado en el smbolo a las
ancdotas de un autor. El eclipse producido por la oscura mscara de la
persona del escritor sobre la brillante ficcin de sus personajes hizo perder
de vista el arte como un objeto del cual el psicoanlisis podra extraer una
enseanza que fuera diferente a la del caso clnico.
En el neologismo Lituraterre, Jacques Lacan condens un juego de
palabras que evocan a la tierra de la letra como lmite de la experiencia
literaria que supone un psicoanlisis. La letra (lettre) puede ser tanto una
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tor en efectos que ponen en cuestin la funcin del nombre propio como
designador rgido de su referencia.
Charles Dodgson ser, desde entonces, el otro Lewis Carroll, que no es
aqu un pseudnimo, sino un efecto que logra la firma del sujeto en la falla de
su ser. El detalle que nos interesa destacar es que esta operacin se hace a
expensas de lalengua en la homofona que en el idioma ingls dicen los
fonemas del nombre de la nia: las iniciales del creador, L.C., suenan tanto
como aluden a Alice.
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gue que eso no es su caos, sino que el deseo supera a la necesidad, y siguiendo los sonidos del sueo puede entrar en la lgica de lo simblico donde es parte de una combinatoria bajo el rgimen del significante.
Es interesante cmo se construye la ficcin carrolliana: es eficaz por su
homologa a la realizacin onrica y su ganancia de placer en las lneas de
fractura que imprime a cualquier realismo utilitarista. Cada vez que la herona debe sortear un obstculo, pierde su representacin ontolgica para
reencontrarse en el ingenio al formular acertijos que nunca sern resueltos.
Alicia aparece as como la metfora del sujeto en tanto est articulado como
un enigma que alimenta el arte de sobrevivir en el sinsentido; ella sabe, de
algn modo, que un enigma descifrado seguir siendo un enigma. Por ejemplo, en la paradoja lgica que se desarrolla en el dilogo con la duquesa:
Ests pensando en algo y eso hace que te olvides de hablar, lo que tiene
una moraleja de la que no me puedo acordar ahora, pero que me volver a
la memoria en un instante [...] y la moraleja de esto es cudate del sentido
que las rimas se cuidarn de s mismas.
Aqu Carroll apela a la ausencia de moraleja para cambiar la costumbre
pedaggica de su propia prctica de maestro y parodia adems los poemas
moralistas de su poca.
LA NOMINACIN POTICA
La literatura impone su magia por artificios,
el lector acaba por reconocerlos y desdearlos;
de ah la constante necesidad de mnimas o mximas variaciones,
que pueden recuperar un pasado o prefigurar un porvenir.
Jorge Luis Borges
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ocurrieran. As, podemos ver uno de los ltimos versos, donde el conejo
blanco lee una sentencia: Si ella y yo por ventura nos viramos/ afectados
por todo este enredo/ l confa en que t sabrs liberarlas/ tal y como al
principio fuimos.// Tengo la impresin de que t fuiste/ un obstculo que se
interpuso/ entre l, nosotros y el sueo./ No dejes que l sepa que ella los
querra ms/ pues esto habr de ser siempre un secreto que nadie ms sepa,
entre t y yo.
El fragmento alude a la mediacin que ejerce el sueo como tercero incluido entre el creador y su criatura, el inconsciente que hace existir realmente un deseo. Las biografas actuales slo verifican lo que ya estaba en la letra:
por ejemplo, cuando se describe aquel rasgo de melancola que sostiene a
Carroll al final de sus das, cuando sus nias en edad de mujeres dejan de ser
el goce de sus ojos. En ese momento no se identifica tanto al poeta como al
lgico. Irene, una de sus nias fotografiadas, deca que lo recordaba como un
hombre muy delgado y alto, de rostro juvenil, con el cabello blanco y un aire de
extrema pulcritud. Su gran placer mientras la gente gozaba en el jardn y la
luna brillaba era ensearme su juego de la lgica.
No en vano escribi su acertijo sobre Lo que la tortuga le dijo a Aquiles,
donde: Cualquier cosa que la lgica sin necesidad de tanto vano discurso tenga bien decirme, merece pasar a la escritura, dicho por la tortuga
en esa didctica del objeto sobre el sujeto, a propsito de la falta de proporcin sexual y que alude a la existencia de un saber sobre la imposible medida del goce en una serie infinita.
Como esa tortuga euclidiana, L. C. trata de demostrar y de allanar el
espacio compacto de lo real con una regla propia. Tal vez una especial sensibilidad a la abstraccin matemtica que numera el espacio y el tiempo del
inconsciente por donde se realiza un pasaje del matema al poema y viceversa
es la solucin dada al hecho de pensar lo real como una letra reversible.
En ese modo de retorno podramos captar una fotografa de Dodgson
hecha por Carroll a travs del artificio de su amor a Alice. Es una posibilidad. Queda pendiente el tratamiento diferencial de otras formas singulares
de abordar la causa del sujeto.
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El sin-nombre
Locura en Van Gogh77
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tar lo que fue causa de sus episodios inclasificables de locura: la mujer del
amor que lo rechaza y el destino mortal de hacerse un resto en su suicidio.
Despus de resear algunos de los clasificatorios trabajos psiquitricos
sobre la supuesta esquizofrenia y/o la psicosis bipolar del pintor, trataremos de aplicar lo que ensea el caso Van Gogh al psicoanlisis a partir
de esta articulacin entre el amor pasin generado por el rechazo de una
mujer que dice Jams y su locura creacionista. Pero ms importante an
es un detalle de las vacilaciones del nombre propio Vincent, el que, desde
nuestra hiptesis, degrada su referencia simblica y conduce al pasaje a lo
real del acto suicida.
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belga para leer a los mineros la palabra del Seor. Vive bajo condiciones
de extrema pobreza, se esfuerza por desprenderse de todo: de su dinero, de
su ropa, de su cama... en las cartas a Theo testimonia una ascesis donde el
cuerpo est desalojado de su ser.
Este primer amor pasin de Vincent hacia una mujer es una bsqueda de
reconocimiento en el eje yo-t, y su posterior rechazo cava un agujero en
lo simblico. Este hueco de la significacin acerca de quin es en el deseo
del Otro es experimentado como una experiencia enigmtica con su efecto
de perplejidad, de abandono del cuerpo, que es un resto hasta que se estabiliza
en una respuesta de sentido en el mesianismo.
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pico. Invita a varios pintores a hacer una ciudad de impresionistas, en especial a Gauguin, a quien admira.
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el estallido del sujeto. Podramos esquematizar la secuencia del desencadenamiento de la psicosis y sus diferentes modos de soportar con suplencias:
0. Nacimiento en lugar de otro Vincent (hermano muerto), muerte del
deseo del Otro.
1. Cartas Vincent Theo (muletilla imaginaria) y demanda de amor
como pasin de reconocimiento. Lugar del padre en el delirio religioso.
2. Desencadenamiento por Un padre en oposicin simblica: encuentro
con Gauguin en lugar del Ideal (tensin agresiva).
3. Nombre-del-padre forcluido degradacin del nombre propio como
referente.
4. Un otro Vincent, hijo de Theo (ruptura especular) llamada en lo
simblicorespuesta en lo real.
5. Realizacin del nombre: pasaje al acto como realizacin del hacerse
objeto en el suicidio.
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Entre balas
Germn Garca y la cuestin Literal78
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Masotta, Oscar, con Germn Garca, Osvaldo Lamborghini, Eugenio Tras, Oscar
Steimberg, Luis Guzmn y otros, Futuro Anterior Mesa redonda en 1974, en revista
Anamorfosis N4 , La Plata, 1996.
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Joyce buscaba para su obra un lector ideal afectado de un insomnio ideal. Empero, no se trata nicamente de leer y releer, aunque
hay mucho de eso: se requiere un lector insomne que tenga alma
de cientfico para que se ponga a investigar.
El Finnengans Wake por dentro, Mario Teruggi
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Por esto, Teruggi cree que Joyce puede haber sido una especie de revolucionario poltico al apropiarse del ingls y deformarlo, una especie de venganza irlandesa sobre la lengua madre del imperio. Pero, traduccin y traicin a qu objeto interno y externo a la vez?
Dice en la introduccin de El Finnengans Wake por dentro (1995) que
el lector insomne que investiga una lengua es frgil a las deformaciones
sonoras del significado. Esto demuestra una funcin social de la escritura al
estilo sartreano, romper la matriz de letras donde hay fronteras que no se
pueden atravesar. Y eso dice que es un cristal, un cristal que, cuando se
rompe, tiene aristas significantes filosas que se pierden en el sinsentido.
Jacques Lacan hizo un elogio a Lewis Carroll y al estilo del nonsense
ingls, porque pensaba que eran formas literarias del absurdo que tocaban el
agujero del lenguaje de donde fluyen partculas que tocan un elemento de lo
real como imposible de decir. Para Teruggi, el secreto del lunfardo se basa en
su parentesco con el neologismo joyciano, ambos pasan ese nonsense.
Dice: Joyce ha devuelto a la lengua un ingls transfigurado, la maana
todava no ha llegado, pero por ms modificada y macarronizada que est la
base idiomtica en el libro maldito, es la lengua de los que fueron dominadores
de Irlanda durante 750 aos, la que sorbi el autor en el seno familiar a
preferencia del galico vernculo, si se quiere observar esta cuestin lingstica desde un mbito poltico, como lo han hecho algunos, el desguase y
rearmado del ingls, de lo que se jacta Joyce, podra tratarse de un desquite
personal contra el opresor secular, atacndoselo en su preciado ncleo de
etnocentrismo de la lengua. Joyce no se interes mucho por la poltica, [Esto
hay que decirlo: Teruggi subrayaba siempre que l no era un poltico, en el
sentido clsico, pero haba en l una poltica de la lengua] pero su pacfico
manipuleo de voces y frases que entremezcla con otra decena de idiomas
podra implicar una verdadera dilucin lingstica del podero del imperio
ms grande del siglo XIX y primer quinto del siglo XX. El inconsciente [dice
Teruggi sin decirse lacaniano] tiene modos curiosos de actuar.
En el Panorama del lunfardo diferencia el vocabulario del diccionario, dndole un mejor atributo al vocabulario, como aquello constituyente y
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en devenir, donde se puede crear la significacin, mientras que el diccionario es el significado ya establecido, la cultura misma.
Es as que la voz de Teruggi se puede ubicar en lo que se llama una
vanguardia, en la medida que est operando con los restos faltantes de los
significados de una cultura como lo ya constituido y asimilado. Freud a eso
lo llam malestar en la cultura, es decir, la funcin de la variable x, el
objeto que an no ha sido mercanca de trfico, de significacin establecida.
En su novela El meteorlogo y Shakespeare (1997), novela primera,
est el relato de una epifana, cuestin que insiste en su obra desde el
Finnengans Wake por dentro, donde Teruggi plantea lo que sera una epifana: una revelacin ms literaria que religiosa. Estaba de acuerdo con Lacan
en que Joyce haba hecho una obra para que los universitarios lo critiquen
durante un siglo, y que el Finnengans Wake por dentro demostraba su propia curiosidad cientfica insomne. Sabemos que la epifana es algo que surge
de la nada, como una tumba donde hay un nombre escrito, pero si uno abriera
el cajn se encontrara con que el muerto se ha escapado. La epifana es algo
opuesto al encuentro con las palabras, ms bien es el encuentro con lo innominado que dejaron las palabras. Cuestin cercana a la enseanza de Lacan en
su uso de homofonas y neologismos, cuando deca: pero escuchen, yo juego
desmadejando el cristal de mi lengua para refractar al significante, para descomponer al sujeto (Seminario XVII, clase 11 de marzo del 63).
En 1998, en la revista Anamorfosis publicamos el prefacio del Diccionario de voces lunfardas y rioplatenses revisin de su libro anterior
sobre el tema, donde aparece como un modo de aproximacin a lo abyecto
e impronunciable. Aquello que la milonga rea de los aos cuarenta cantada
por Tita Merello tena su base en el libro La Crencha engrasada de Carlos
de la Pa el lunfa canero nacido de quienes estaban en cana, es decir
la lengua secreta de las crceles y trasluca bien una accin del significante
que se aproximaba en lo soez a lo sexual impronunciable.
Investigador de una suerte de juntura en el lunfardo joyciano movimientos diferentes de creacin e invencin, Teruggi toca la semntica de
una resistencia poltica del lenguaje la contrasea, pero ms intimidante
an es que sus elucubraciones trastocan el cristal de una lengua nica e
irrepetible, la de la mutacin producida por el encuentro con la diferencia
radical que es el inconsciente.
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IV
ECOS Y HUECOS
Declinaciones de un sobreviviente
Psicoanlisis frente a la dictadura86
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Escansin del corte, pulsacin temporal, resonancia del cristal lingstico, definen lo inconsciente segn Jacques Lacan.
Historizar en psicoanlisis implica, entonces, situar la funcin del olvido, que recupera el valor del resto perdido, con lo cual se puede captar un
cierto saber sobre la verdad. Por ello, en Moiss..., Freud privilegia la
verdad histrica, que, como el ladrillo arqueolgico que falta, obliga a la
reconstruccin de ficciones (ejemplo, el delirio). En tanto la verdad histrica
delira sobre la falla de la verdad material, el programa del inconsciente va
ms all del archivo, significa positivizar un rechazo primordial.
Esa falla del saber sobre la verdad es la causa de la resistencia, pero que
insiste en decirse en lo que se repite cada vez diferente. De este modo, el
autor del relato se hysteriza, se divide ($) entre lo reprimido y lo que retorna. Sobre este rechazo fundante de toda contabilidad se apoya la construccin que hace el analista en su hiptesis, conjetura que se verificar luego
separando lo verdadero de lo falso.
Esta certeza del inconsciente olvida lo social, lo atraviesa al precio de
transformar la significacin de la realidad. Por ejemplo, el encuentro con un
analista en la privacidad de un consultorio ya es un hecho social: entre los
dos est la cultura de esa poca en las huellas que sus objetos dejan en las
identificaciones. Este atravesamiento incide en los cuerpos afectados, ya
sea como teraputica o como hacer poltico con los otros de la comunidad.
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AAVV., Acontecimiento Freud . Mesa redonda con Len Rozitchner, Sergio Visacovsky,
Luis Erneta y Enrique Acua, Grama, 2006.
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AAVV., Homenaje a Oscar Masotta , Escuela Freudiana de la Argentina, Paradiso, Buenos Aires, 1979.
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Longoni, Ana, Traiciones la figura del traidor en los relatos acerca de los sobrevivientes de la represin , Norma, Buenos Aires, 2007.
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analista de lenguas eslavas: su pasin por encontrar un mtodo para acceder a las races inconscientes de la religin y el racismo.
Si el psicoanlisis existe entre la ciencia y la religin, en su rasgo extraterritorial de una topologa del afuera/adentro del saber con la verdad,
entonces, por su excepcionalidad, podramos rescatar del naufragio la obra
de Bla Szkely.
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criminologa psicoanaltica, El psicoanlisis en la literatura y el arte, Psicoanlisis de la guerra y, llamativamente para el contexto, una conferencia
titulada Freud con Marx.
Formado bajo la constelacin de influencias del post-freudismo entre las
dos grandes guerras, en el captulo titulado El tratamiento psicoanaltico
recupera a Wilhelm Stekel con su tcnica activa de tiempo breve y del
conflicto aqu-ahora que se opone a los analistas ortodoxos. Se liga a Alfred
Adler con la psicologa individual y adhiere a la educacin en la infancia;
luego a Wilhem Reich y su consideracin del carcter neurtico como
forma de lo social y luego se suma al movimiento Sex-Pol en un programa
hacia la sexologa. Por ltimo, muestra simpata al freudo-marxismo va
Siegfred Bernfeld.
En el plano de la difusin del psicoanlisis bajo la glosa de la divulgacin
fue ledo su Diccionario de Psicologa101, para los psiclogos de tcnicas
psicomtricas el libro sobre el test proyectivo de Rorschach, y como avanzada progresista a la aplicacin educativa, escribe su libro La evolucin
sexual de la infancia.
Ser en El antisemitismo su historia, sociologa, psicologa102, redactado en sus aos en Hungra, donde captamos a Bla Szkely (un analista
a la deriva) en una posicin trans-religiosa solidaria a la de Freud si seguimos la lgica de una operacin donde alguien se convierte en un judo sin
Dios cuando un significante permite la revelacin de que Dios es inconsciente, aunque culmine en esta historia con un abrazo final a la religiosidad.
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Subraya en esas conferencias sobre el antisemitismo que Freud considera el origen del odio al pueblo judo como histrico basado en (cita el
Moiss...): La envidia que despiertan los judos dbese al hecho de que
consideran a los primognitos como los nios preferidos del Dios padre,
cosa que todava no ha llegado a ser soportada por los pueblos [...] la
costumbre adoptada por los judos para distinguirse, la circuncisin es
una impresin extraa y desagradable, y esto puede explicarse porque
evoca la temida castracin, removiendo recuerdos de tiempos primitivos,
justamente olvidados [...] El odio a los judos es, en el fondo, odio al cristianismo y no hay por qu sorprenderse de que en la revolucin nacionalsocialista alemana se exprese claramente esta ntima relacin de las dos
religiones monotestas.106
Otro motivo sera el de matar al padre, dice Szkely: la acusacin de
que los judos son los responsables de la muerte de Jesucristo [...] Tambin
las religiones paganas, precursoras del judasmo, estn llenas de historias de
tales rebeliones y asesinatos en las que el Dios Hijo vence al Dios Padre.
Otra opcin sera considerar la religin juda como una religin del Padre, como la cristiana es una religin del hijo: todo varn judo lleva en su
cuerpo la marca y el smbolo de la rebelin contra Dios-Padre, marca y
smbolo al mismo tiempo de la paz restablecida con l: la circuncisin [...] el
antisemita ver en el judo, impulsado por su miedo ancestral y filogentico,
por un lado, al varn castrado, pero al mismo tiempo, por otro lado, le considera al judo como alguien que ha podido superar ya su miedo inconsciente
a la castracin.
Luego considera la segregacin social basada en el rechazo a la diferencia, cuya consecuencia real es el exterminio: Es un hecho extrao que los
judos se hayan suicidado en lugares donde no haba peligro alguno para la
comunidad juda. Tal actitud explica, en el orden psicolgico, una especie de
venganza frente a Dios que haba abandonado a los judos. En esa poca se
suicidaron ms de cien mil judos. El judo mat a Dios en su alma. Esta
explicacin de la segregacin es explicada, en otro libro, como dependiente
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Milner, Jean Claude, Ibd. , p. 46 , En la sociedad el judo aparece como soporte de una
excepcin, un lmite, de un decir que no a la funcin de sociedad.
112
Zizek, Slavoj, Cristianos, Judos y Otros Criminales: Una Crtica de Jean-Claude Milner,
2004. En: http://www.lacan.com/milner.htm (mayo de 2009).
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En Argentina leemos el modo en que se produce el ascenso a los extremos: frente a la falta de un juicio definitivo que esclarezca y decida sobre el
atentado a la AMIA, al fracasar la sancin jurdica del Estado, la nueva
dirigencia de esa entidad se presenta con la insignia de la ortodoxia que
apela a lo genuino, en un llamado a la identidad y la tradicin religiosa
como forma de respuesta a la segregacin.
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objeto a. Si esas tres excepciones funcionan porque son una (x), Lacan
sugiere que el deseo del analista contraejemplo al Universal, en tanto
trata con lo rechazado, sera reprimido por el discurso contemporneo, el de
la ciencia y el racismo.
Entonces, se desprende que todos los discursos segregan lo real, mientras el psicoanlisis tendera a hacer aparecer ese goce como diferencia
con los ideales. Se constituye as como un conjunto abierto pero paradjico:
por un lado hace existir el elemento excepcional del goce y, a la vez, lo
incorpora como siendo asumido por el sujeto en una nueva identificacin.
Volviendo a Bla Szkely como soporte de una excepcin en la entrada
del psicoanlisis en la Argentina, revisando su vida singular, recordamos:
una poltica dentro y fuera de la seleccin de los analistas de su poca, una
episteme eclctica y mltiple y, finalmente, su clnica desviada hacia la
educacin. El nudo de esas tres dimensiones es la invencin de un programa que demuestra que toda enseanza no puede hacerse sino en el reverso
de la poca y agujereando el saber establecido.
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ANTICIPACIN
Todo gira en torno a escritos por venir deca Lacan en su Nota a los
Italianos a propsito del pase, y es ah donde podramos inscribir este libro
Documentos del Dispositivo del Pase en la EOL. Serie de los AE que
comentamos en lectura crtica. Es una recopilacin de intervenciones, es el
producto de Anbal Leserre y a la vez es la primera pblica escansin de la
elaboracin de una comunidad analtica a partir de la existencia del dispositivo del pase. Tal vez de ah su ttulo, que reduce los nombres a una nominacin en la serie de analistas de la escuela: Serie de los A.E..
En el prefacio inicial, Graciela Musachi introduce la perspectiva histrica como algo deseable para estos escritos. Dice: anticipndonos un tiempo
114
Ponencia leda en el espacio de Lecturas Criticas del Centro Descartes sobre el libro
Serie de los A.E. Documentos del dispositivo del pase en la E.O.L. de Anbal Leserre.
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piado de su experiencia: ms bien la incapacidad de tener y trasmitir experiencias quizs sea uno de los pocos datos ciertos de que dispone sobre s
mismo. Agrega entonces que no es necesaria una guerra para destruir las
experiencias del sujeto, sino que alcanza con la pacfica existencia cotidiana
en la ciudad, donde los hechos no son traducidos. La autoridad de los relatos
el rechazo de las razones de experiencia por parte de los movimientos
juveniles ya no garantiza que una experiencia sea algo nuevo. El secuestro
entonces del autor, la expropiacin del fantasma y del deseo del interior de
la experiencia permite el proyecto de la ciencia en funcin de la certeza de
un conocimiento puro en la frmula a partir del experimento manipulado.
Otro modo de acceso a esa verdad sera la mstica con su verdad inefable.
Agamben apela a una experiencia separada del conocimiento filosfico
y explora las aventuras del yo en la poesa, en tanto esta se funda en la
carencia del precedente cuyos ejemplos son la cada del caballo de
Montaigne y el desmayo de Rousseau como formas de travesa por el
inconsciente.
El autor da as en un blanco que es Freud con Lacan. El resultado de
este encuentro de su filosofa con el psicoanlisis se refleja en el concepto
de Infancia, que en Agamben es un espacio virtual, topoide, donde el sujeto
tiene un recurso para dar testimonio de un lenguaje mudo que sin embargo
puede hablar. Lo inefable es la infancia en la medida que pone en juego un
vaco central en el mar del lenguaje, tanto como origen o como historia. La
infancia no es, entonces, la sustancia biolgica del nio, sino una potencial
reserva de lo que deja de no-escribirse.
Comparacin posible con aquello que Wittgenstein presentara como lmite del mundo, avanzando sobre la frmula de lo que no se puede decir,
mejor callar; hacia otra donde se trata de mostrar aquello que queda fuera del decir y que es un correlato de lo que Lacan designa como objeto a
y se dibuja en trminos de lo no sabido que queda como marco de saber.
Es necesario entonces contar esa infancia a partir del vehculo de la
palabra que dice algo en ms cuando pasa del Yo al Es, cuando pasa del
enunciado de la primera persona a una tercera como lugar de la enunciacin
para sostener la posibilidad de una nueva experiencia. En definitiva, no todas las experiencias del lenguaje desde la literatura a la ciencia resuelven
la paradoja en la cual el sujeto no puede ser objeto de su misma transformacin. Paradoja central que nos interesa precisar en el procedimiento del
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pase si se tiene en cuenta que Lacan lo sita desde la pregunta por lo imposible: cmo alguien puede volverse analista de su propio anlisis? O, mejor
dicho, si es posible formalizar el acto analtico, en el cual el objeto es activo
y el sujeto subvertido y que responde a la lgica de la extimidad, donde lo
ms ntimo parece lo ms extrao.
Es esta inversin del mtodo clsico del conocimiento donde objeto y
sujeto se transponen lo que determina la cuestin de saber qu cosa est en
juego en el pase como procedimiento de verificacin de la transformacin
de la verdad por el saber. Pero, por ello mismo, el psicoanlisis debe hablar
con otros saberes, no para legitimarse, sino para nutrirse de sus diferencias.
Dice el autor: El pase es mantener a la Escuela como experiencia inaugural, lo ubicamos como voluntad de lo heterogneo, con el uno por uno, con
el concepto Escuela y en oposicin a las manifestaciones de grupo que se
dan en una voluntad de lo homogneo, en una defensa de lo ya seguro, en la
promocin de los iguales, en la extrema prudencia, en el rechazo de lo diferente. En sntesis, podramos decir que el pase implica un respeto por la
diferencia que denominamos sntoma.
Este prrafo refleja bien el espritu de pasaje mantener la pregunta
hasta el fin que se observa en el libro como pase del sntoma como diferencia. Pasaje del Uno solo al Otro del retorno a una experiencia de hystoria,
primer y ltimo recurso a ese lugar mudo de la infancia desde donde, sin
embargo, se lograra un nuevo decir. Eso que hay de nuevo fuera de la paz
del silencio, eso que hace vida al sujeto para seguir hablando... optimismo
lacaniano? Dice Germn Garca: Si el debate prosigue, hacer pasar la ilustracin por el pase equivale a devolver a la palabra su valor pulsional sin
renunciar a la consistencia lgica de la causa. Sapere aude, consigna que
Kant encontr en Horacio, figura emblemtica del bien decir. Este atreverse al saber implica un triple salto no mortal en el aire, sobre el vaco
epistmico, poltico, clnico... y, por qu no, geogrfico, si con ello designamos lalengua de cada uno en las diferentes lenguas.
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del signo social, al considerar la reflexin de los signos sobre otros signos.
Este es un error de Sartre, dice, al confundir el significado con el objeto que
se acomoda a lo real como realidad.
Lo que distingue para nosotros a Aragn, Borges, Gombrowicz, no es
que se comenten ellos en el acto de escribir. Toda obra tiende a no ser ms
que su composicin como tema, dice Philippe Sollers. Por lo tanto, no siempre implica la toma de conciencia en el compromiso revolucionario, sino de
cmo se construye un relato a medida que se enuncia el sistema que lo
sostiene. Descubriendo el funcionamiento o la lgica interna del discurso,
Miller se acerca ms a la crtica literaria estructuralista y ms an se mantiene abierta la pregunta de quin goza de ese sentido, cmo regular ese
desarreglo del goce en la escritura.
Finaliza diciendo que Gombrowicz y Borges son ingenieros de otra fuerza que no es la literatura como panfleto.
Este tema de la creacin literaria insiste en el libro en otro artculo escrito con Franoise Regnault en Puntuaciones. Si la puntuacin es lo que
devuelve a la letra muerta el acento que la elude, la novela es lo que permite la transformacin del mito.
La orientacin de la novela (1967), comparada con la escritura de un
anlisis, es un relato finito que produce transformaciones en la estructura
del mito individual de un sujeto, porque introduce los motivos del hroe, sus
intereses subjetivos. Finalmente, hace un juicio que permite una interpretacin para decidir el desenlace.
Comparacin feliz que permite a Miller acercarse de nuevo a Aragn y
Gombrowicz, cuyos personajes muestran la escisin del sujeto en sus dobles
y el personaje como doble del autor, pero lejos de la psicologa.
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Nos interesa tambin porque, en trminos de la recepcin de la enseanza de Lacan, La sutura fue el primer texto de Miller que Oscar Masotta
hiciera traducir y publicar en la versin argentina de los Cahiers: Los cuadernos Sigmund Freud, que dirigiera Masotta desde 1971 hasta su nmero
7 en 1974.
Tanto Masotta como Miller comparten su trayecto por la filosofa de
Sartre y la salida por el psicoanlisis lacaniano. Lectura comparada con
dificultad, ya que Francia no es Argentina, pero que nos permite situar una
historia y la fuerza que determina la recepcin actual de los textos de juventud de Miller.
En los aos cincuenta, Buenos Aires traduca y actuaba las ideas de
Sartre. Testimonio de ello es el libro de Carlos Correas La operacin
Masotta, que relata sobre los aventureros de la revista Contorno, que era
el propio Correas, Sebrelli y Masotta. Intelectuales de la vanguardia, habitus
de la parodia, viviendo el existencialismo.
En Oscar Masotta: Los ecos de un nombre conferencias pronunciadas
en Barcelona y editadas por EOLIA, Germn Garca analiza la entrada de
Lacan a la Argentina va Masotta: era el tiempo de una cultura de la imitacin
donde los cambios polticos como golpes de estado y mayoras ingenuas ubicaban al intelectual tipo como minora cnica. Era el terreno fecundo para una
versin de Sartre y el existencialismo que, como casi siempre, se hace en
versin local tergiversada. El compromiso terminara en la lucha armada,
no literaria. No era slo el teatro como mundo, como forma de vida, sino la
accin poltica llevada al terreno de los cuerpos sacrificados (Latinoamrica,
para los existencialistas franceses, era la potencia revolucionaria real desde el
ejemplo cubano. Las ideas europeas se realizaban en Amrica, el PC francs
no era igual al argentino y Masotta no era Sartre).
En los sesenta, Masotta escriba sobre Roberto Arlt en clave sartriana
sobre la temtica del doble, el aventurero o el gesto sobreviviente; pero
luego encuentra a Lacan y el psicoanlisis, despus de atravesar el marxismo. Este salto conceptual y poltico que requiere un nuevo estilo de vida, es
tambin testimoniado, aunque con otras luces, por J.-A. Miller.
Dice Masotta, citado por Germn Garca: En lo que se refiere al saber,
en estos aos he descubierto a Levis-Strauss, a la lingstica estructural, a
Jacques Lacan.
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La leccin Masotta, dice Garca, se sita en esa paradoja de las influencias: parodiando se vuelve original. Repeticin original de una escuela como
la de Lacan... la leccin es que debe saber, como en los hroes trgicos,
existe la leccin del error, su insolencia, la saciedad de la misma y del aniquilamiento final.
Pero este libro de Miller obliga al autor a hacer su prefacio casi como un
pase. Al descomponer el nombre propio, logra testimoniar sobre el sentido
de la frase aquel que fui como un ser en falta, descompuesto en insignias
ya sabidas, en la cifra irnica de su destino: Miller! Mille! Dans le mille!
Convertirse en el blanco del dardo del otro [...] Jacques, faire le
Jacques (hacer el gracioso). Alain: a ln El Uno. Al hacer entrar
en mi nombre la cifra que responda al blanco: Jacques a lUn.
Con este testimonio del misterio doloroso que era para s, hace pasar una
risa la del comediante y el filsofo sobre el rebus de una vida. De modo
que este libro de Miller nos conduce a esa leccin que va del testimonio de
un nombre propio desgranado en esos pasajes a la insolencia del intelectual
que vive su tiempo de un modo que puede como dice la pregunta del prefacio hacerse el analizante de su indeducible contingencia.
Leccin del futuro como retroaccin, Aquel que fui, es contingencia
ahora necesaria.
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Alguien habla
Potica analtica o desierto de la ciencia116
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Escrito para la revista Descartes , nmero especial Ao Freud, Buenos Aires, 2006.
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ENCUENTRO EQUVOCO
Mi primer encuentro con la doctrina analtica se debi a un acto sintomtico de tomar una cosa por otra: buscando un libro de filosofa tropec con
una antigua edicin de La interpretacin de los sueos. Freud antes que
Schopenhauer. Era un adolescente que lea menos El despertar de la primavera que a una poeta surrealista que amaba las tormentas, metfora de
la propia demanda pulsional.
El contexto social del equvoco era una provincia fuera del consumo
tradicional del psicoanlisis, en una oscura biblioteca fundada por Sarmiento
que devolva las luces y puso en juego una apuesta dividida, que ahora
podra llamar una razn romntica.
Pasaron varios aos de viajes por otras ciudades, para encontrar la clnica de un anlisis lacaniano que resignificara aquel acto fallido como una
suerte de eleccin de otro destino. El inconsciente haba aparecido, primero en un libro mgico, luego pronunciado como el aparecido, duende
del genius guaran que lleva consigo la huella de un muerto.
En el origen de aquel mundo estaban las palabras, pero nombrando
naderas, como en el origen de la metfora est la injuria que divide al sujeto. Siendo el nico hijo varn llamado al deber de trasmitir el apellido, aprend que un padre dice de lado, a veces en otra lengua, sin identidad.
As, la entrada al anlisis sigui su lgica cuando el aparecido se conect
con la palabra guayna joven mujer, en guaran que se articul en la novela
familiar donde una hermana muerta, antes de mi nacimiento, haba dejado una
vacante. Hueco real en el deseo de los padres que aspiraba al ser del hijo
muerto en una repeticin del fracaso que tena efectos en la vida amorosa,
donde no haba una identidad sexual, sino hilachas de identificaciones.
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Con ese guin se teji el conflicto propio del sntoma. Una fantasa de
muerte tom las formas clnicas de la angustia hasta que se interpret la
pesadilla que se sostena en un fantasma histrico. La pelcula que se proyectaba en esa pantalla mostraba la escena de una mujer como un doble
en el parto de un hijo que nace muerto.
Ese fantasma pona al sujeto embarazado por un objeto, barrado hasta
desparecer. Fueron necesarias varias vueltas del relato por el costado del
deseo de la madre y la funcin paterna para desidentificarse y extraer el
punto donde la carencia de un hijo fue captada como una imposibilidad, y no
impotencia, del deseo.
El equvoco bajo el sujeto supuesto saber depreciaba, es decir, pona un
precio y tasaba las palabras, como dice Macedonio Fernndez. Despreciaba
unas y decida otras, pintando las lneas de fuga de un cuadro soado como
futuro: el deseo de ser padre, teido por la mortaja familiar, daba como resultado
la eleccin de la psiquiatra infantil como profesin. Luego de caer esa posicin flica, el inconsciente interpret que se podra escuchar en otros ese sufrimiento y transformarlo por palabras. Algo quera hacerse psicoanalista.
El saber referencial del libro analtico y el saber textual que haca equivalencias con el significante hijo requeran ahora del saber del analista.
Pero, cmo hacerse de una formacin? Es decir, armarse de una poltica,
entrar en la querella de las instituciones, publicar en los intervalos que dejaba la cultura. La pertenencia a las instituciones dej de ser fobia y se transform en la moneda de cambio para diversos lazos, incluso la discordia.
Esos aos fueron la oportunidad para la proliferacin de una jerga lacaniana
banal, especialmente radicalizada en los departamentos de psicologa de la
Universidad de La Plata y la de Buenos Aires. Ensear ah con el saber hacer
de la psiquiatra era un problema que implicaba el acercamiento a las psicosis
en los hospitales pblicos donde haca una residencia. Ese conocer alternaba
entre la infatuacin y la angustia. El anlisis era la ocasin para un
atravesamiento de la angustia para encontrar lo ms propio de mi lengua.
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ENTUSIASMO Y OLVIDO
Estas exploraciones eran escuchadas atentamente por mi analista, quien,
sin ser francs, ense las acepciones del neologismo usado por Lacan
poubellication118 derivacin de Poubelle (bote de basura y apellido de un
prefecto parisino que impuso el uso de basureros), que me permiti escandir
una pblica-descencin del nombre en sucesivas revistas de psicoanlisis:
Perspectivas, Versus, Conceptual. Esa descencin no era una degradacin.
El nombre hecho verbo no se valida en el otro de la genealoga, de la
cultura o de la familia, sino que es desde la divisin del Otro de donde proviene. De ese modo, rodeaba una causa en relacin con la pregunta por el autor.
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Ensear es aqu sinnimo de entusiasmo y ocurre entre ciudades como La Plata y las
provincias donde funciona el Instituto Oscar Masotta , el Centro Descartes y ese horizonte
de la ciudad.
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habla parece que hay luz, donde lo sublimado es un real que slo se prende cuando se apaga. Esta claridad sobre el propio equivoco dej de ser una
contingencia personal y se volvi lgicamente necesaria para un cierto decir
del analista.
DECIR DE LA ENUNCIACIN
Finalmente, podra resumir estos aos de una poltica analtica en una
temporalidad propia de aquello que dura, perseverante. Ese hueso que insiste en aparecer recuerda a Beckett, citado por Foucault: Qu importa
quin habla, alguien ha dicho qu importa quin habla.
Lacan120 desprende de esta frase teatral el intento posmoderno del ninguno, de la muerte del autor, que deja un lugar vaco. A ese silencio viene a
responder la funcin sujeto, el mismo que fuera excluido como un annimo
por la ciencia. Ese alguien ha dicho y ms all est su decir. Esto ubica a
cada cual con su nombre inventado en una experiencia en la que importa
saber quin habita el discurso que habla. En el desierto de la ciencia, entonces, el psicoanlisis es una nueva potica.
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ENVO
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su estructura alusiva en el ndice levantado del San Juan de Leonardo sealando el vaco, pero advierte sobre la imposible prescripcin de sus reglas de
uso. No hay tcnica ni clculo interpretativo, aunque s hay ese poco de libertad, la oportunidad ocasional donde el len salta una sola vez.
Esto conlleva una tctica que depende de la estrategia de la transferencia, su factor temporal, y, ms aun, de la poltica del deseo: hacia dnde
llevar las naves una vez proferida la orden de partida.
Tal vez difcil de precisar pero bien dicho, en el texto El Atolondradicho
(1973) es donde mejor toca la cuerda de la resonancia. La prioridad est
dada al equvoco significante, que funciona de manera homognea al embrollo que hay en el sntoma, actuando en tres niveles: la homofona, la
gramtica y la paradoja lgica.
El equvoco homofnico se monta sobre una propiedad de una lengua: el
sonido detiene el sentido y genera una polisemia, el impacto del significante
rompe la significacin como la refraccin de un rayo de luz sobre un cristal.
La gramtica se refiere al lenguaje en trminos de una constante fija
donde el analizarte repasa su leccin de gramtica es decir, sus
significantes amos bajo la consigna del no te lo hago decir, posicin del
analista para dejar en suspenso quin lo dijo. Algo queda entredicho, se
presta a un intervalo.
Finalmente, la paradoja lgica implica que los dichos tratan de captar
un objeto que se escapa en el decir. Una paradoja maravilla dice Cicern,
porque en su proposicin hay una aparente contradiccin que, sin embargo,
suena verosmil, encierra una verdad-mentirosa.
AQUILES Y EL COMEDIANTE
La paradoja clsica del mentiroso Epimnides el cretense se puede reducir a una frase: Miento. Afirmacin que introduce la falacia. Mientras
que la de Aquiles y la Tortuga de Zenn de Elea usada por Lacan en Aun
es demostrativa del espacio propio de lo inaprensible del goce como compacto. No alcanzamos al Otro no hay Otro goce, sino en el infinito, de
modo que el espacio entre los sexos requiere ciertas invenciones del amor
para hacer posible su complementariedad. En la formulacin de la paradoja,
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ESTILO PARDICO
Que Jacques Lacan abra sus Escritos con una Obertura cuya argumentacin sobre su estilo de escritura se desliza en un versus, hacia y desde
la ficcin literaria, no debera sorprendernos. Una errata del traductor Toms Segovia con el nombre de Poe (alusin a Edgard Allan) gui a Graciela
Musachi a observar esta insistencia en la traduccin castellana de los crits,
y buscar el poema The rape of de lock de Alexander Pope. Se trata de
versos en cinco cantos que sirven de ilustracin a Lacan para demostrar el
hecho de que un estilo se construye sobre aquello que se pierde en la retrica. El objeto a hace ah su aparicin.
Alexander Pope fue, entre los escritores del siglo XVIII, el que hizo gala
de la stira, retrica de la parodia contra una pica que envolva una Inglaterra sumida en las guerras de religin. Su estilo moque-heroique, que Miller
observa en Jacques Lacan, toca la parodia que como en la carta robada de
Poe se hace con el robo del bucle de una dama. Pope, sensibilizado por la
mitologa grecolatina, imitador de los versos de Horacio en ingls, logr su
fama como traductor de La Ilada en 1715. Seguramente fue ledo por
Borges, quien lo introdujo en el cuento El Aleph como quien traslada el
gran relato homrico y que relata las peripecias de El Inmortal, como ese
Otro de Homero que haba perdido en la escritura de sus viajes la memoria
y el sentido de la muerte.
Sus bigrafos encuentran en su estirpe catlica los motivos de un relato
organizado alrededor de una afrenta que culmina con una batalla de familias.
El caballero enamorado roba a su dama la bella Belinda algo ms que sus
cabellos: dos bucles de poesa [...] en tales laberintos tiene Amor sus esclavos. Pronto se vuelve un alegato contra el amor corts de la poca: Doncella traicionada por el amor a cortejos [...] hubiera preferido quedarse sin admirador alguno. Ese laberinto agalmtico que es el bucle se escapa de las
manos de todos y vuela solo adquiriendo su preciado valor: un objeto real que
moviliza tanto a los dioses en el cielo imaginario como en la tierra a las slfides
simblicas. El bucle quedar como un real imposible de captar:
Mas confiad en la musa: vio el bucle levantarse
Como una estrella sbita, cruz el lquido el aire
Y, con ardiente cola de pelo, se perda.
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