El documento habla sobre los tres consuelos que Cristo prometió a sus apóstoles por la llegada del Espíritu Santo: el conocimiento pleno sobre la realidad del pecado, la justicia y el juicio de este mundo. Estos tres consuelos consisten en 1) creer plenamente en Jesucristo a través del don de la fe, 2) tener una relación profunda e íntima con Cristo a través de los dones del temor de Dios y la piedad, y 3) obrar perseverantemente en las buenas obras como Cristo a través de los
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El documento habla sobre los tres consuelos que Cristo prometió a sus apóstoles por la llegada del Espíritu Santo: el conocimiento pleno sobre la realidad del pecado, la justicia y el juicio de este mundo. Estos tres consuelos consisten en 1) creer plenamente en Jesucristo a través del don de la fe, 2) tener una relación profunda e íntima con Cristo a través de los dones del temor de Dios y la piedad, y 3) obrar perseverantemente en las buenas obras como Cristo a través de los
El documento habla sobre los tres consuelos que Cristo prometió a sus apóstoles por la llegada del Espíritu Santo: el conocimiento pleno sobre la realidad del pecado, la justicia y el juicio de este mundo. Estos tres consuelos consisten en 1) creer plenamente en Jesucristo a través del don de la fe, 2) tener una relación profunda e íntima con Cristo a través de los dones del temor de Dios y la piedad, y 3) obrar perseverantemente en las buenas obras como Cristo a través de los
El documento habla sobre los tres consuelos que Cristo prometió a sus apóstoles por la llegada del Espíritu Santo: el conocimiento pleno sobre la realidad del pecado, la justicia y el juicio de este mundo. Estos tres consuelos consisten en 1) creer plenamente en Jesucristo a través del don de la fe, 2) tener una relación profunda e íntima con Cristo a través de los dones del temor de Dios y la piedad, y 3) obrar perseverantemente en las buenas obras como Cristo a través de los
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Y renovars la faz de la tierra
Csar Prez Luzardo LC | 10 de mayo de 2015
El camino de la Pascua est llegando a su plenitud al acercarse la
Ascensin del Seor y la gran fiesta de Pentecosts. El corazn se ha ido renovando en las repetidas exclamaciones del realmente ha resucitado, Aleluya, y suplica, experimentando su enorme incapacidad, el Don de lo Alto. La liturgia parece exteriorizar la situacin de los apstoles al interno del Cenculo, que recuerda una y otra vez las ltimas palabras de Cristo. Palabras llenas de intimidad y mstica, palabras procedentes de los ms interno del corazn de Dios.
En especial, resuena la afirmacin de Cristo frente el aire de
tristeza que llena el corazn de sus apstoles: Ninguno de vosotros me pregunta: a dnde vas? [] os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya. No es difcil imaginar el pensamiento que da vueltas en lo secreto del alma de los apstoles quienes, aun viendo a Cristo Resucitado ir y venir, no pueden entender el que no permanezca definitivamente con ellos, como lo haba hecho los ltimos tres aos: en qu conviene que l se haya ido? Estamos encerrados, llenos de temor. Esto no suceda antes cuando recorramos poblados y ciudades a su lado, disfrutando de su presencia continua.
Avanzando en el texto del evangelio de san Juan, Cristo promete
tres consolaciones a sus apstoles por la llegada del Espritu Santo: el conocimiento pleno sobre la realidad del pecado, la justicia y el juicio de este mundo. En qu podrn consistir estos tres elementos enigmticos en nuestra vida espiritual?
1. El pecado, por cuanto no creen en m
Cristo enuncia la verdadera raz del pecado: no creer definitivamente. Es una realidad que estamos inclinados no a la radicalidad de la fe, sino a la duda y la desconfianza. Un cierto aire de que Dios no puede saciar en plenitud nuestras vidas ronda nuestras mentes convirtiendo sus mandatos en aparente opresin del vivir cotidiano. No porque no deseemos hacer el bien, sino porque desendolo, nos vemos incapaces. El consuelo que promete Cristo es la fuerza del Espritu Santo que con los dones de Sabidura y Ciencia iluminan el corazn del apstol otorgndole, no por mrito propio o virtud sino por don gratuito, el vivir unido a Cristo en la vivencia de la fe, aqul alimento que los suyos por ahora desconocen. As se resumen este consuelo del Espritu: creer plenamente en Jesucristo, Hijo del Padre.
2. La justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veris
ms Por justicia se entiende una autntica relacin con Dios. El da a da nos muestra como estamos inclinados a la hipocresa y a la superficialidad. La tendencia a separar nuestra oracin del resto de la jornada, de usar las palabras como escudo y no como puerta al corazn. Dar vueltas entorno a nosotros mismos, mas no dialogar con un Dios que es Buen Pastor y Amigo, una Persona Viva. El consuelo que Cristo promete es una relacin profunda y real con l, aun no vindolo fsicamente, de un trato real e ntimo, que todos anhelamos y nos viene dado por el Espritu Santo con los dones sublimes del Temor de Dios y Piedad. Dialogar con Cristo, hablar con l, escucharlo. En profundidad. En intimidad. Gran consuelo.
3. El juicio, por cuanto el prncipe de este mundo ha sido
ya juzgado No es difcil diferenciar las obras del mundo y las del espritu. Lo difcil es obrar siempre segn estas ltimas, no cayendo en la tentacin e inclinacin hacia las primeras. La tristeza abunda en nuestro corazn cuando nuestras acciones niegan los buenos deseos que Dios inspira, hacindonos caer en gran contradiccin. S, obrar rectamente segn Dios, como Cristo, es un regalo del Espritu Santo con los dones de Inteligencia, Consejo y Fortaleza. El consuelo que Cristo promete es un actuar perseverante en las buenas obras, como Cristo que permaneci aferrado por amor a la Voluntad del Padre hasta la muerte de Cruz.
Creer en Cristo, relacionarnos con Cristo, obrar como Cristo. Estos
tres aspectos conformarn una parte del Don de lo Alto, gratuito, culmen del perodo pascual y de nuestra vida espiritual. S, ven Espritu Santo y renueva la faz de la tierra.