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Esther, La Dama de Sefarad - Solmaz Kamuran

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Esther, la dama de Sefarad es la

conmovedora historia de los judos


sefardes a quienes obligaron dejar
su pas, su tierra, su hogar, sus
pertenencias, todo lo que les era
propio y familiar si pretendan
mantener las creencias, las
tradiciones y la cultura. El teln de
fondo es la sangrienta historia
poltica, codiciosa e infinitamente
colorida de Europa y del Imperio
Otomano a fines del siglo XV y
principios del siglo XVI. La historia
de Esther Kyra abarca cuatro
generaciones, varios pases y un
perodo de alrededor de cien aos.
Los fascinantes hechos histricos de
la poca estn entretejidos de
manera meticulosa en el tapiz de
una tragedia humana profundamente
conmovedora, ligada al corazn
eternamente apasionado de Esther
con el propsito de crear personajes
intensos y una historia inolvidable.
Solmaz Kamuran

Esther, la dama
de Sefarad
ePub r1.0
Mangeloso 17.12.14
Ttulo original: Kiraze
Solmaz Kamuran, 2000
Traduccin: Mara Teresa Villares
Retoque de cubierta: Mangeloso

Editor digital: Mangeloso


ePub base r1.2
Sultanato Otomano
(1429-1603)
Una octogenaria que gozaba de gran
prestigio comercial y riquezas fue
asesinada hoy en Estambul, delante del
divn del gran visir. Mehmet III, el
sultn, observaba este acontecimiento
desde una ventana del harn. El cuerpo
de la mujer fue arrastrado por la calle
y arrojado a los perros para que se lo
comieran; los animales lo
despedazaron entre rezongos y
gruidos. Le empalaron la cabeza
cercenada e incluso las partes ntimas
con unas estacas y las pasearon por las
calles. Los soldados, con la intencin
de intimidar al pueblo, colgaron
algunas partes de su cuerpo en las
puertas de quienes se saba que la
haban sobornado para obtener sus
buenos oficios. Vi colgado un pedazo
cerca de nuestra casa, en Glata.
A los hijos de la mujer tambin los
asesinaron en el mismo lugar y
arrojaron sus cuerpos a los perros. Lo
que qued de ellos fue quemado all
mismo al da siguiente. Estos hechos se
produjeron a raz de una sublevacin
del cuerpo de caballera contra la
madre del sultn, que haba recibido
sobornos por intermedio de aquella
mujer y cuyos hijos eran asimismo los
comerciantes ms ricos y mejor
dotados de Estambul. Sus bienes
estaban valorados en miles de ducados
que, naturalmente, retornaron al tesoro
del sultn despus de que los
asesinaran.
Journey in Levant,
de John Sanderson
I

21 de marzo de 1492.
Estambul
Era difcil creer que solo diez das atrs
la ciudad hubiera estado envuelta en una
capa de nieve. La primavera, como un
husped inesperado a quien se recibe en
la puerta con jbilo extraordinario y
gran dicha, haba aparecido con una
pasmosa velocidad. Sin preocuparse
siquiera por llamar a la puerta de
improviso en solo un instante.
Las ramas desnudas de los ciruelos
ahora estaban cubiertas de diminutas
flores blancas en la maana del primer
da de la primavera y los jardines
rebosaban de jacintos color rosa y
morado, de tulipanes rojos y amarillos
que haban surgido de pronto de la
tierra.
Estambul, cuya generosidad haba
brindado una patria amada a cientos de
miles de personas durante muchos
milenios, se haba convertido, desde las
piedras de la Torre de Glata hasta las
cumbres ms altas de sus siete colinas,
en una alfombra verde, de un verde que
pareca desafiar a las azules aguas que
la rodeaban con su abrazo: las aguas del
Bsforo, del Mar Negro y el Mrmara
En el horizonte curvo detrs de
Uskudar, la mitad asitica de la ciudad,
el sol se aprestaba a salir como una bola
de fuego, y a incendiar, con sus
deslumbrantes llamas de cobre la
magnfica cpula de la mezquita de
Hagia Sophia. En ese momento, un
viento magntico, purpreo, recorri en
un instante las calles y las plazas, todos
los rincones secretos y todos los
pecados de la ciudad, desde el ms
insignificante hasta el ms grave, y como
al unsono con esa sagrada seal, las
voces de cientos de minaretes llegaron
una tras otra y comenzaron a resonar en
el cielo: Allah-u ekber Allah-u
ekber[1]
Constantinopla, Constanza, o
Estambul como se la conoce ahora, le
daba la bienvenida a la maana,
saludando otra vez a la vida, y
ofrecindole a Dios su gratitud. Casas,
calles y mercados volvan a cobrar vida.
El gigante dormido, con sus habitantes
pertenecientes a setenta y siete naciones
distintas, volva a desperezarse y
respirar.
Los muros de la ciudad que
rodeaban a este gigante y las piedras de
los acueductos que transportaban el agua
desde grandes distancias tambin
empezaban a embeberse del renovado
calor del sol. Las casas solariegas
cercanas a los acantilados de Kagithane
y a lo largo del Bsforo; las casas
sencillas de Eyup y Fatih, ocultas tras
altas paredes, con sus techos de tejas
coloradas y ventanas enmarcadas en
madera; las edificaciones de piedra de
Pera pintadas de amarillo, azul o
simplemente blanqueadas; los kiosks de
Eminou, Haskoy y Balat; y todos, entre
ellos los hamams, posadas, mercados de
paos, bazares y los barrios pobres que
haba en derredor de la ciudad, se iban
despertando uno por uno.
Aunque algunos ya estaban
despiertos. Las galeras y checktiris
alineadas unas junto a otras, en los
puertos de Langa y Kadirga, estaban
cargadas con telas, cristal y especias de
Francia, la China y la India y se
balanceaban con suavidad en la brisa
matinal. Los marineros de mltiples
naciones haban iniciado las tareas de
rutina antes de la salida del sol en sus
barcos de llamativos mascarones de
proa tallados como leones y sirenas por
manos talentosas, en madera, hierro y
bronce, e incluso oro. Algunos
marineros limpiaban la cubierta con
agua que haban acarreado del mar en
enormes barriles mientras otros
remendaban las velas o cambiaban las
sogas. Las gaviotas graznaban cuando
levantaban el vuelo hacia el cielo y se
posaban sobre las olas que se deshacan
en la playa. La costa era tan ancha como
poda abarcar la vista, y en la lejana
an era posible divisar que algunas
colinas distantes estaban cubiertas de
nieve.
Un poco ms all del puerto de
Langa se erguan las torres de Yedikule.
Nombrarlas bastaba para que la sangre
se helara Cerca de all, los
intimidantes teidores ya se haban
emborrachado en el secreto de sus
minsculos negocios. Siete recin
llegados a la ciudad permanecan
retenidos en la habitacin de cuarentena,
cerca de las torres, bajo la sospecha de
ser portadores de la peste. Tenan miedo
y estaban nerviosos. Pero no eran los
nicos que se sentan asustados,
inquietos y agotados. Otros tres
hombres, con grilletes en pies y manos,
haban sido trados a la famosa
mazmorra cuando la noche se disipaba
en la maana Durante meses los
haban trasladado por todas las crceles
de la ciudad, empezando por la
mazmorra del astillero de Kasim Pach,
siguiendo luego con la Torre Negra de
Rumelihisari, y ahora, Yedikule.
Una pareja de ladrones que se
ocultaba en uno de los huertos de fruta,
fuera de las murallas de la ciudad,
extenda sus brazos huesudos, hmedos
y rgidos por el roco nocturno, bajo la
reavivada luz del sol. Quiz aquel fuera
el ltimo da de sus vidas, quin poda
saberlo? A uno de sus compaeros lo
haban atrapado y colgado haca nada
ms que una semana a la entrada del
palacio Topkapi. All se exhibi su
cuerpo putrefacto para disuadir a
hombres como ellos
A medida que el sol ascenda, la
ciudad cobraba vida poco a poco,
mientras la gente atravesaba con prisa
las retorcidas calles de adoqun.
Los pescadores griegos haban
recogido las redes tendidas con cuidado
en las aguas de Sarayburnu y ya haban
vuelto a sus refugios, en ambas riberas
del Halic[2], lo ms aprisa que eran
capaces de navegar. El pescado era
abundante, los cestos estaban llenos de
atn, salmonete y sardinas. Algunos
esquifes con un solo mstil acaban de
llegar a la playa y los hombres haban
llevado a tierra sus parrillas para
cocinar; un humo delgado, impregnado
de un aroma apetitoso, ascenda en
espiral por el aire. Los vendedores de
sherbet hacan tintinear sus vasos llenos
de cubitos de colores, mientras se
desplazaban entre la multitud. Las frutas
y hortalizas ms frescas se encontraban
expuestas y acomodadas en fuentes de
madera. All estaban a la venta incluso
las variedades ms exticas, cultivadas
en los rincones ms remotos del mundo.
Y lo mismo se poda decir de la
multitud: qu comunidad no estaba
representada all? En Pera, el barrio que
albergaba la torre Glata, el ms
sorprendente de aquellos grupos era el
de los genoveses lujosamente ataviados,
muchos de los cuales ostentaban barbas
a la francesa; luego venan los
vanidosos venecianos quienes paseaban
debajo de sus anchos sombreros de
borlas y, en ltimo lugar, los pocos
ingleses, franceses, hngaros, rusos y
otros europeos que llamaban patria a la
ciudad
La mayora de la gente llegaba a la
playa a aquella hora tan temprana para
hacer las compras. Los encargados de
las tabernas griegas cercanas a Tophane
regateaban mucho con los pescadores,
aunque algunos no estaban all solo para
comprar sino que recogan informacin
para sus pases. Poco despus, con los
cerebros repletos y las bolsas de red
llenas retornaban a sus casas, a disfrutar
desde sus balcones de las vistas
panormicas del esplendor de Estambul:
el Mrmara, el Bsforo, las islas y el
Cuerno de Oro.
El Cuerno de Oro Cruzando ese
delgado canal, frente al puerto y al
mercado de pescado, miles de judos,
griegos y armenios que habitaban las
casas desparramadas por la costa, desde
Sarayburnu hasta Balat, tambin estaban
inmersos en el ajetreo de las compras.
Los hombres se dirigan al Gran Bazar
para ver a los joyeros, selladores de
barriles, cestheros, especialistas en
municin, sastres y miniaturistas; para
examinar los talleres de caramelo, telas
y mercaderes de alfombras; para
observar a los diestros artesanos que
forjaban calderos de cobre, ollas, jarras,
teteras y bandejas justo en la puerta
principal. Los vendedores de agua y los
amanuenses pblicos deambulaban por
all entre la multitud. Los zaptiyes tenan
sus ojos puestos en las balanzas de los
vendedores. Veis a aquel que est all,
junto al comercio de telas? Atrap a un
mercader deshonesto, y el sinvergenza
sera castigado como mereca: veinte
azotes
Cientos de personas entraban y
salan de las tabernas que rodeaban el
bazar techado. Los porteadores, con la
espalda encorvada por el peso,
transportaban mercaderas desde los
barcos anclados en el puerto y desde las
caravanas de camellos que finalmente
haban llegado desde los lejanos
desiertos de Arabia, y trepaban por las
calles que conducan a Bayazid.
Espesaban el aire los intensos aromas
de la canela, la pimienta negra, el
comino, el azafrn
Los que se ganaban el sustento en
Silahhane y Tophane sufran por el
sofocante olor a plvora. Los hombres,
desnudos hasta la cintura, trabajaban con
alma y vida, forjando y moldeando
caones; los pesados martillazos de los
obreros golpeando el metal resonaban
en las galeras del enorme y cavernoso
edificio.
Los jenzaros se ejercitaban al
comps de los tambores en el
hipdromo contiguo, y el sonido
metlico de sus cimitarras se mezclaba
con sus alaridos salvajes. Un poco ms
lejos, el polvo de la caballera suba
hasta la punta del obelisco egipcio de
dos mil quinientos noventa y siete aos,
llevado all desde Egipto mil noventa y
siete aos antes por el Emperador
Romano de Oriente, Teodosio. Detrs
del monumento, se encontraba una
columna de bronce con dos serpientes
gemelas, como smbolo de una danza
misteriosa.
Tanta era la gente que haba entrado
en aquella plaza que, vista desde lejos,
pareca formar un solo cuerpo
multicolor en incesante movimiento. All
tambin haba animales: pjaros
enjaulados que trataban de agitar las
alas con desesperacin; osos con anillos
colgados de la nariz; tigres con cadenas
alrededor del cuello; monos que
aullaban y gesticulaban El cielo
estaba lleno de cuervos y halcones; y
aqu y all haba hombres con turbantes
en la cabeza alimentando a los animales.
Los gatos salvajes esperaban su comida
y los vigorosos perros agitaban la cola
mientras olfateaban en derredor en
busca de su racin.
No solo eran los animales los que
andaban a la bsqueda de algunos
bocados de comida. Los patios de las
iglesias, sinagogas y mezquitas estaban
llenos de mendigos cubiertos de harapos
que aguardaban con sus manos
extendidas una limosna. La ciudad era
famosa por estos santuarios que
protegan a los creyentes de las
principales religiones occidentales,
aunque las ms llenas eran las
mezquitas. Al escuchar la sagrada
invitacin de los muecines hecha desde
los minaretes, los hombres de turbantes
y con rosarios entre sus manos se
dirigan con presteza a las mezquitas de
Hagia Sophia, Molla Zeyrek, Fatih y
Sultn Eyup para orar; y eran tan
numerosos como palomas que sacian la
sed con el agua de las fuentes de los
patios. Cuando los fieles giraban hacia
La Meca y se postraban gritando el
nombre de Al, hasta el no creyente ms
obstinado era capaz de volver sus
pensamientos hacia el Juicio Final y
estremecerse de miedo por su destino.
Decenas de miles de tumbas tambin
tenan un lugar en Estambul, erguidas
como silentes, inmviles espectadoras,
contemplando este mundo catico y
bullicioso desde algn lugar debajo de
los poderosos pinos, cipreses y
pltanos
Una enorme columna con un ancho
pltano a un costado se alzaba en mitad
del bazar avrat. Nadie sera capaz de
decir de cuntas cosas haba sido testigo
este rbol a travs de los siglos.
Emplazado en la ltima de las siete
colinas de Estambul, en el bazar se
mostraban cientos de esclavas:
circasianas, georgianas, albanas,
italianas, rusas, espaolas y griegas.
Hasta el borboteo que provena de los
narguiles de los mercaderes que se
tumbaban en sus asientos bajos de caa
labrada, los ltigos hamacndose en sus
vientres hasta ese sonido balbuceante
pareca hacer alarde de la belleza que se
exhiba. Despus de todo, se trataba de
mercanca de primera calidad.
Algunas jvenes lloraban, otras
callaban como si fueran mudas; y
muchas otras miraban el entorno con
ojos derrotados y opacos. Los eunucos
del palacio real (el saray) y los
mercaderes con sus bolsillos llenos se
paseaban por all. En realidad, los
eunucos eran los primeros en acercarse
cuando llegaba un nuevo grupo de
esclavas, elegan a las mejores del lote
y las examinaban de pies a cabeza, en
las habitaciones privadas del edificio de
piedra usado por el harn imperial. Las
jvenes expuestas al pblico en la plaza
eran las que ya no tenan posibilidad de
ir al saray. Cuando tras una larga sesin
de regateo, el cliente llegaba a un
acuerdo con el vendedor, aquel abra su
monedero y contaba una por una las
brillantes monedas de oro. Entonces
sentaban a la joven en una palanqun y
su nuevo dueo gritaba: Vmonos, no
tenemos todo el da! Los porteadores
que transportaban la mercadera recin
adquirida sobre los hombros corran
hacia Chemberlitash, Ak Saray,
Kumkapi, Laleli, Charshamba,
Choukourbostan
El saray era otro mundo, de una
riqueza y esplendor palpable incluso en
sus jardines. Flores que atraan la
mirada, surtidores de agua proveniente
de estanques y fuentes brillando en el
aire El interior estaba ornado con
valiosas alfombras persas, azulejos,
biombos tallados a mano, tapices y
cortinajes de satn, terciopelo, brocado
y seda.
Miles de personas trabajaban en el
saray del sultn otomano: proveedores
de agua, carniceros, pasteleros,
criadores de abejas; fogoneros,
cocineros, hojalateros, sirvientes;
jardineros, msicos, tutores, eunucos; y
mujeres, las mujeres del harn cientos
de mujeres.
En cuanto al dueo del palacio, el
Sultn, no todo el mundo poda verlo,
pues nicamente l decida quin sera
recibido. A este monarca de un moreno
profundo, alto y severo, le gustaba leer
libros de cosmografa y filosofa,
escribir poemas o mirar, una vez
concluidas las ocupaciones oficiales del
da, la representacin de los artistas de
karagoz que l haba importado de
Bursa. En su juventud, haba sido
bastante indulgente con los placeres de
la vida provocando el enojo paterno,
pero ahora ya no procuraba esos afanes.
Jams tomaba ni siquiera un vaso de
vino y oraba cinco veces al da, sin
saltarse ninguna vez. Aunque el sultn
aparentaba ser muy estricto, las
donaciones que haca, los hospitales que
haba construido, los comedores
pblicos que haba instalado para los
pobres lo haban hecho clebre y
conocido en todo el territorio otomano.
Cuando los viernes montaba su
caballo hasta Hagia Sophia,
acompaado de sus visires, pachs y
tutores, la gente se atropellaba para
vislumbrarlo brevemente. El
conquistador que haba arrebatado con
violencia la ciudad a los bizantinos,
Bayazid II, el hijo de Mehmet II,
cabalgaba entre nosotros Era el nico
amo de un vasto imperio, pero sobre
todo, de la gloriosa Estambul, con sus
setenta y cinco mil almas, renombrada
por su belleza en el mundo entero.
Ahora, esa belleza se haba
despertado y haba empezado a devorar
un nuevo da con sus deseos y
esperanzas
Toledo
La ciudad parece abandonada, pens
Raquel de Toledo mientras caminaba
deprisa por las sinuosas calles
adoquinadas. Sin duda alguna tendra
miedo de aquel silencio y de la soledad
que reinaban, si fuera de noche. Las
casas oscurecidas por las sombras y
rodeadas de altas paredes de piedra, y
los negocios vacos, todos con las
cortinas bajadas Las calles eran tan
estrechas que un hombre de hombros
anchos poda golpear al mismo tiempo
las puertas opuestas. Casi todas las
entradas de las casas se parecan:
madera desgastada con aldabones de
hierro oxidados por dcadas de
inviernos hmedos. Los llamadores
tenan forma de mano y colgaban con
tristeza. Muchos de esos llamadores
eran manos femeninas hechas de bronce,
que sostenan una pequea esfera del
mismo material. Dedos curvos, largos,
elegantes, con uas bien cuidadas
Igual que las hermosas manos de
mam, pens Raquel. Se dirigi con el
pensamiento hacia su madre, cuya voz
sonaba en los odos: No debes salir
sola, por lo menos durante un tiempo.
Sabes lo que ha sucedido hace poco en
Sevilla. Cuatro personas, todas muy
jvenes No camines nunca cerca de
las sinagogas, y asegrate tambin de
permanecer alejada de las iglesias.
Raquel sinti un escalofro repentino,
aunque el sol de mayo que se asomaba
por encima de las altas paredes la
reconfort en seguida. Un pjaro cantaba
alegremente en las ramas florecidas de
un ciruelo. Raquel se dirigi aprisa
hacia la orilla del ro.
Todos los que conocan a la familia
de Raquel comentaban cunto se pareca
a su padre. Era alta y esbelta; el pelo
castao claro tena reflejos de matices
rojizos, que enmarcaban sus asombrosos
ojos turquesa y rasgos delicados. Hasta
el temperamento afable y educado se
pareca al del padre, pues los dos eran
bondadosos y de voz suave y preferan
evitar la discusin y las confrontaciones.
Por otro lado, el hermano mayor de
Raquel, Can, se pareca mucho a la
madre. La misma tez oscura, el
semblante severo, y los gestos serios,
que tal vez solo fueran los componentes
de una mscara que pretenda ocultar sus
lados ms agradables y generosos. De
vez en cuando, Raquel pensaba que la
madre y el hermano mayor consideraban
que su carcter flexible, plcido, era un
signo de debilidad. Ambos detentaban
las personalidades fuertes, tercas y
dominantes de la familia, salindose
siempre con la suya.
El miembro ms joven de la familia,
Abraham, era una isla hasta para s
mismo. No se pareca ni al padre ni a la
madre. Tena la cabeza cubierta de rizos
negros y sus ojos, oscuros como los de
un gamo, estaban adornados con largas
pestaas, espesas. Era un alma tan
pacfica y tranquila que resultaba difcil
creer que viva en la misma casa con los
dems. Por desgracia, era un nio
enfermizo, con un sinfn de problemas
de salud. Las enfermedades recurrentes
lo confinaban a guardar cama durante
das, semanas y en ocasiones hasta
meses. La madre y el padre se turnaban
para hacerle compaa toda la noche, sin
saber si lograra llegar a la maana
siguiente. Cuando se senta mejor y
segn la estacin, lo llevaban hasta el
patio con un manta sobre las rodillas o
lo sentaban en una silla, frente a una
ventana soleada. El pobre nio
permaneca horas en el mismo lugar,
entretenindose con solo mirar las
nubes, los pjaros y rboles, o a los
nios que jugaban afuera. Nunca goz de
suficiente salud para reunirse aunque
fuera algunas horas con ellos.
Can, por otra parte, casi nunca
estaba en casa. Eran pocos los das en
que no regresaba cubierto de sangre y
raspones y las ropas desgarradas y
rotas. Esther de Toledo refrenaba su
enojo por los puetazos porque Can era
su predilecto.
La familia estaba dividida en dos
mitades: Can y la madre, Raquel y el
padre. En el medio se encontraba el
enfermizo Abraham, siempre necesitado
de la ayuda y piedad de los dems,
querido por todos. Sin embargo, era una
familia feliz y armoniosa a pesar de las
diferencias.
Cuando pensaba en Abraham,
Raquel senta algo extrao en su interior.
S, lo amaba, pero en su corazn haba
algo ms, algo ms que el afecto de una
hermana por un hermano. Cada vez que
lo miraba, senta que ella era ms que
una hermana; una mujer, una madre
Con sus ojos eternamente tristes, el
cuerpo enclenque torturado por la
enfermedad y su desesperada necesidad
de amor, le haca doler el corazn.
Raquel quera proteger a Abraham de
todo lo que fuera spero y cruel,
mientras ella estuviera con vida. l era
como un smbolo de la necesidad de
compasin. Abraham le recordaba al
Cristo recin nacido en los brazos de su
Santa Madre, vulnerable e inocente.
Estaba tan extraviada en esos
pensamientos sobre la familia y el
pequeo hermano Abraham que las
campanas la cogieron por sorpresa al
pasar delante del patio de la iglesia. De
qu se trataba esa celebracin fuera de
lo programado? Entremezclados con el
taido de las campanas, oy los gritos
de las personas que se encontraban en el
interior. La conmocin, que ahora
aumentaba de volumen, no se pareca en
nada a las oraciones. Recordando las
palabras de la madre, Raquel sinti de
repente en la boca el sabor amargo del
miedo.
Dobl la esquina corriendo
velozmente, con el corazn retumbando
y entr en el jardn de una casa vaca.
Reconoci aquella morada, pues
perteneca a la familia Pinto que se
haba ido de Toledo haca no ms de
seis meses, aunque ahora pareca como
si estuviera abandonada desde haca
siglos. Haban roto todas las ventanas y
los fragmentos de vidrio estaban
desparramados por el jardn, invadido
de malas hierbas. Al principio, Raquel
pens que las hermosas flores de doa
Sara no se vean por ningn lado, pero
cuando mir a su alrededor con
atencin, not una pequea mancha de
jacintos oculta debajo de algunos pastos
altos y dbiles. Ese descubrimiento
dibuj una sonrisa en su rostro e ilumin
su corazn dominado por el pnico.
Eran sus flores preferidas. Se arrodill
y cogi una, disfrutando del dulce
perfume. Se sent en el suelo con la flor
en la mano, mientras se preguntaba en
dnde estara ahora doa Sara: en
Lisboa, Venecia, Amberes, Estambul
El taido de las campanas de la
iglesia distrajo su atencin. Se levant,
se ech el chal sobre la cabeza, salt la
pared de atrs y empez a correr, con la
flor apretada contra el pecho. Raquel
sigui andando hasta que estuvo a una
distancia segura de la iglesia y de su
miedo. La abrupta loma que estaba
delante de ella descenda hacia el ro,
que era de un verde profundo. El ro
Tajo, amante apasionado que murmuraba
seductoramente al odo de la ciudad que
rodeaba
Mientras corra hacia el agua,
Raquel lo divis.
Te amo, Moiss! grit.
Arroj el chal hacia atrs, con el
cabello flotando al viento, y le volvi a
gritar, mientras agitaba la flor en el aire:
Te amo, te amo, Moiss!
Debajo de unos sauces, junto a un
puentecito, Moiss Nahmias la estaba
esperando, impaciente y a pesar de que
no poda escuchar lo que ella le deca a
voces, murmuraba los mismos
sentimientos:
Amo a esta nia; la amo mucho
Granada
El sol de invierno medio desganado
careca de la viveza suficiente para
calentar la inmensa sala de ceremonias
rodeada de paredes de piedra. Dentro de
la iglesia todava haca fro. Como todos
los lugares de culto, el impresionante
edificio inspiraba silenciosa obediencia
y temor ciego como el que se sentira en
presencia de Dios. En medio del altar,
Jess, representando el sacrificio final
por todos los pecados del mundo,
dorma su eterno sueo en la cruz. Cerca
de l haba un cuadro de la Virgen de
tamao natural cuya imagen pareca
detenida para siempre en el luto y la
congoja por la temprana muerte de su
nico hijo. La densa atmsfera espiritual
desafiaba la clara conciencia y hasta
para el ms puro e inocente se tornaba
difcil no sentir culpa o responsabilidad.
Por otra parte, no era sencillo juzgar si
el pequeo grupo de personas que se
encontraba delante del altar se senta o
no conmovido por aquel opresivo aire
de pecado.
El anciano sacerdote, vestido
solemnemente de pies a cabeza, se
encontraba de pie en el plpito leyendo
los versculos de la enorme Biblia
abierta delante de l. Don Abraham,
pese a que era mucho mayor que l, se
haba arrodillado con resignacin a sus
pies. La reina Isabel y el rey Fernando
de Espaa, testigos nicos de aquel
evento sagrado e histrico, estaban de
pie junto a los dos hombres con aire de
arrogancia y cnica satisfaccin.
Aquel era el da en el que don
Abraham Padre, de ochenta aos, se
converta al cristianismo. La ceremonia
culmin cuando el sacerdote alz la
copa de vino de la comunin. A don
Abraham le supo a autntica sangre
beber de la copa de oro como un buen
catlico. Estaba muy perturbado e
inquieto, se senta como si hubiera
vendido su alma al diablo. Abrigaba la
esperanza de que Dios comprendiera la
razn que impulsaba su cambio de fe y
or silenciosamente para que as fuera y
lo perdonara. Trat de no pensar en la
persecucin emocional que seguira,
como si todava ignorara si sera capaz
de soportar que se refirieran a l como
Son Or en lugar de Seor[3].
Adems, en lo profundo de su corazn
saba que su sacrificio bien valdra la
pena si con l poda evitar la expulsin
de miles de familias judas de su tierra
natal. El pensamiento de que su pueblo
se viera forzado a abandonar todo lo que
tena era insoportable.
Sus pensamientos se unieron a pesar
suyo con la pequea multitud que
fielmente repeta y entonaba amn al
unsono con el sacerdote. El bautismo de
don Abraham haba terminado
Ponindose de pie lentamente, don
Abraham arrastr sus ancianos pies
hacia la reina Isabel y se arrodill
respetuosamente delante de ella.
Majestad dijo. Vuestra
promesa?
La reina jugaba con la cruz de rub
alrededor de su esbelto cuello e intent
enmascarar su irritacin. Ni siquiera
mir a don Abraham al extender su mano
sobre el brazo de Fernando, que era la
seal para que la acompaara hasta la
salida. Don Abraham todava estaba
arrodillado cuando ella se dio la vuelta,
justo antes de desaparecer en la
antecmara, y respondi:
Veremos qu podemos hacer
cuando llegue el momento.
Don Abraham escuch al coro cantar
otro himno, despus de que lo dejaron
completamente solo en medio de la
iglesia. Entonces, el antiguo judo,
recientemente convertido, fij sus ojos
llenos de lgrimas en el techo,
paralizado, con las manos juntas, como
si esperara que el cielo lo abatiera y
dejara su alma en libertad. El parpadeo
de cientos de velas se desvaneci,
mientras el eco de los sonidos del coro
resonaba con ms fuerza en sus odos
hasta que se hizo un ovillo contra el
suelo, inconsciente.
Toledo
No puedes pedirme que haga eso!
La voz de Esther de Toledo sonaba
llena de furia. Habiendo acabado los
preparativos para la cena, se sacudi
con nerviosismo las manos enharinadas
y alz ms la voz.
Lo que me pides es una locura,
David. Cmo puedes exigirme una cosa
as?
Esther, t crees realmente que yo
acaso mencionara este tema si no
creyera que es por el bien de nuestra
familia? Por qu no me escuchas y
tratas de entender? No ves?
Nuestras vidas aqu estn terminadas,
completamente terminadas! Si no
hacemos algo, nos van a matar. Tenemos
que irnos cuanto antes. Aunque solo sea
por nuestros hijos.
Esther se encamin a zancadas hacia
la puerta de la cocina, sin mirar a
David.
No dijo con voz firme. No
quiero discutirlo ms. Soy una Toledo y
mi familia y yo hemos vivido aqu desde
hace siglos. Mi padre, mi abuelo, su
padre y su abuelo Esta es nuestra
tierra! Pertenecemos a ella. Adems,
tengo ms derecho a vivir aqu que
Isabel. Suaviz la voz. Por favor,
David, no veo razn alguna para
dejarnos arrastrar por el terror. Todo
volver pronto a la normalidad; estos
tiempos difciles pasarn. Mi respuesta
definitiva es no. No nos vamos.
El rostro de David se crisp de furia
momentneamente, pero pudo controlar
sus emociones, mientras responda:
Muy bien, Esther. Pero cmo
reaccionaras si maana mataran a tu
hijo Can como mataron a esos cuatro
jvenes en Sevilla? Por favor, procura
aceptar lo que ha sucedido. Fernando e
Isabel son nuestros nuevos gobernantes,
los dueos de lo que una vez fue nuestro.
Ya no somos libres en nuestra propia
ciudad, ni siquiera en nuestra propia
casa. No pasa ni un solo da sin que las
personas sean torturadas y asesinadas en
las calles o arrojadas a la crcel.
Cientos de familias ya han huido.
Estaban equivocadas? La nica
alternativa es convertirse en buenos
catlicos. Eso es lo que t quieres, el
dolor y la humillacin de renunciar a tu
fe, a tu patrimonio? El propio don
Abraham acept que lo bautizaran hoy
con la esperanza de salvar a su gente de
esta pesadilla inminente. Dicen que
pensar en eso casi est matando al pobre
hombre.
Para salvar a su gente? Por
favor, David, de verdad crees esa
tontera? El corazn de don Abraham se
compadece nada ms que de s mismo y
de su dinero. Hace aos que se ha
puesto del lado de la monarqua
catlica. T dices que lo est matando?
Bueno, casi me alegro de que as sea.
Esther, te lo suplico. Pensemos al
menos en una mudanza eventual a
Portugal. Si resulta que t tienes razn,
podremos volver a Espaa de
inmediato. No seas terca. Piensa en m,
piensa en los nios.
Esther se dio media vuelta y camin
con calma hacia su esposo que todava
estaba sentado a la mesa. Lo rode con
los brazos y le apret la cabeza contra
su pecho con dulzura. Empez a mecerlo
como si estuviera sosegando a un nio y
le dijo con suavidad:
No te preocupes, David. Por
favor Las dificultades desaparecen
siempre, si somos pacientes. No sucede
siempre as?
David cerr los ojos y la estrech
con afecto. Busc la mano de Raquel y
le bes los dedos esbeltos.
Tenemos que preocuparnos dijo
. Tenemos que preocuparnos, mi reina
amada. Esta vez es diferente, mucho ms
grave. Isabel y Fernando estn decididos
a erradicar a nuestra raza de la faz de la
tierra.
En ese preciso instante oyeron
golpear la puerta. El ruido fuerte,
impaciente, tras la inquietante
conversacin, les produjo recelo.
Esperaron escuchando tensos y con las
manos entrelazadas. Cuando los golpes
se volvieron ms insistentes, David se
levant y fue hasta la ventana de la
cocina, que estaba cubierta con herrajes.
Era tan pequea que David poda ver al
visitante sin revelar su presencia.
Reconociendo a quienes lo visitaban,
grit:
Esperen ah, enseguida bajo!
Quin es? pregunt Raquel con
ansiedad.
Don Salvador y doa Graciela
replic David, mientras sala corriendo.
Esther se distendi un poco y baj a
saludar.
Don Salvador y doa Graciela
estaban sofocados cuando entraron en el
pequeo patio. El susto de Graciela se
manifest como un torrente en ese
mismo momento.
Has odo, Esther? Oste lo que
ha sucedido?
David asom la cabeza, mir a
ambos lados y dndose vuelta deprisa,
cerr la puerta.
Graciela tena el rostro plido como
el de un fantasma. Rode con los brazos
a su vieja amiga y le dijo entre sollozos:
Esther, qu vamos a hacer ahora?
El terror de Graciela se intensific
con las palabras del esposo:
Tenemos que salir de la ciudad lo
ms pronto posible. Las cosas estn
empeorando mucho.
Esther los empuj hacia una mesita
de madera ubicada en una esquina del
patio, llen una taza con agua de la jarra
de cobre que estaba junto a la mesa y se
la alcanz a Graciela, que temblaba sin
parar.
Sernate, Graciela. Aqu ests a
salvo dijo David.
Se dio la vuelta hacia Salvador y le
pregunt:
Qu ha pasado? Qu es lo que te
ha aterrorizado de esa forma?
Salvador era un hombre bajo, ms
bien pesado. Las cejas espesas, oscuras,
dominaban su cara plida y redonda, y
las gotas de sudor corran por su frente
ancha.
Acaban de llevarse a otros cuatro
hijos nuestros replic todava
jadeante. Los deben de haber
arrastrado hasta el Palacio
Inquisitorial
Hashem Israel[4] chill Esther
y corri hacia la puerta de la calle
gritando Can, Can
David logr cogerla del brazo.
Graciela habl de prisa.
Est bien, Esther, no se llevaron
ni a Can ni a Moiss. Pero Los
ojos se le volvieron a inundar de
lgrimas, baj la vista y los sollozos se
volvieron incontrolables. El esposo se
precipit hacia ella y, con voz
temblorosa, prosigui la frase:
pero se los podran llevar en
cualquier momento.
David fij los ojos en su mujer como
diciendo: Te lo dije me crees
ahora?. Esther se apret ms fuerte el
chal morado alrededor de los hombros y
mir por encima de sus amigos, hacia
donde las nubes cambiaban de forma
contra el azul celeste del cielo. Se toc
con los dedos el pelo encanecido
recogido en la parte de atrs de la
cabeza, mientras las manos le temblaban
y las arrugas alrededor de los ojos se
profundizaban.
Hemos tomado una decisin. Nos
vamos a Portugal dijo Salvador
rompiendo el incmodo silencio. Una
vez que lleguemos all, seguiremos hacia
Edirne o a Estambul.
Graciela agit la cabeza asintiendo y
comenz a tirarse nerviosamente de los
pequeos pendientes de oro.
Trataremos de vender todo y
seguir el consejo del rabino Sarfaty. l
predijo todo esto y constantemente nos
invitaba a que nos uniramos con l en
territorio otomano. Ahora sabemos
realmente que tena razn. Finalmente
seguiremos su consejo.
Recuerdo que les escribi que el
sultn otomano era un hombre tolerante,
que haba decretado que todos podran
vivir en paz en su pas, debajo de su
propia higuera me parece que fueron
sus propias palabras agreg David.
Pero nosotros ya tenemos un
hogar, y nuestras propias higueras. Por
qu tendramos que ir a un pas tan
lejano y del cual no sabemos nada? Esto
no puede continuar. Todo terminar antes
de que nos demos cuenta dijo con
brusquedad Esther.
No! replic Graciela con
conviccin. No se terminar pronto.
Lo s. Lo presiento. Venid con nosotros
antes de que sea demasiado tarde. Qu
dices, Esther?
Esther no respondi; en lugar de ello
se disculp y con la excusa de traerles a
sus huspedes unos bojos para comer,
regres al interior de la casa para
pensar.
Salvador mir a David con
preocupacin y le dijo:
Tienes que hacer todo lo posible
para convencer a tu esposa de que se
vaya. Creme, dentro de un par de meses
ser demasiado tarde. Si os vais ahora
con nosotros, te juro que har todo para
que instalemos nuestro negocio de
imprenta deprisa. Quin sabe, tal vez
nuestro negocio podra ser ms
fructfero all de lo que ha sido aqu.
Sonri. Escuch que Estambul es una
ciudad grande y hermosa. Qu dices, mi
querido amigo? Jrame que lo pensars.
David se estaba poniendo inquieto.
Se levant sin contestar. Era un hombre
alto y delgado, y en los ltimos aos
haba perdido la mayor parte del pelo.
Su rasgo ms distintivo era el extremo
de la nariz puntiaguda, que estaba casi
siempre colorado, como si fuera un
bebedor, a pesar de que jams haba
tomado ni un sorbo de vino de la copa
de su esposa. Era un hombre afectuoso y
para l la familia estaba por encima de
todo. A pesar de su modo de ser
generalmente calmo, comenz a recorrer
con preocupacin el pequeo patio.
Por fin, se acerc a Salvador, que no
solo era su vecino y un buen amigo, sino
tambin su socio en el negocio de la
imprenta y al cabo respondi:
Estoy de acuerdo con todo lo que
has dicho, pero, cmo convenzo a
Esther? Es una roca inconmovible, tan
apegada a sus recuerdos Volvi a
pasearse, como si eso lo ayudara a
encontrar la respuesta.
Se mantiene en sus trece. Es terca
como una mula y en Toledo, todo el
mundo lo sabe musit entre dientes,
mientras caminaba.
Todo el mundo en Castilla estara
de acuerdo contigo, David. Pero
pero debe de haber una forma de
convencerla replic no sin humor
doa Graciela. Para entonces ya haba
recuperado la compostura; miraba a su
alrededor como si fuera la primera vez
que vea el patio y lanz un suspiro de
preocupacin.
Aqu es donde nacimos y nos
criamos. Aqu es donde hallamos a
nuestros amados y nos casamos. Aqu es
donde criamos a nuestros hijos. Sin
embargo, alguien tiene que persuadir a
Esther. Quiz Can, pues si l decide
irse, entonces Raquel tambin lo har.
Con toda seguridad a l lo escuchar.
Salvador la mir con severidad. No
quera que su amigo David se ofendiera
con los comentarios de su esposa, pero
David agit la mano disculpndola y
pregunt:
Cundo os vais?
En cuanto podamos atar todos los
cabos sueltos contest Salvador. A
ms tardar, dentro de un mes.
Las campanas de la iglesia haban
vuelto a sonar como si quisieran
confirmar la urgencia de su decisin.
Una bandada de palomas alz el vuelo
encima de la casa.
Esther regres con una gran fuente
de huevo y bolas de matz hirviendo.
Nadie cocina como t!
proclam Graciela como una nia
entusiasmada. Ay, Dios mo Estaba
tan aterrada que me olvid de preguntar
cmo est Abraham exclam
sirvindose uno.
Esther se encogi de hombros.
Algunos das est un poco mejor
que otros David alz la mirada hacia
la ventana de la habitacin del nio y
dijo:
Ahora duerme. Creo que ha estado
mucho mejor. Siempre sufre mucho
durante el invierno. La primavera esta a
la vuelta de la esquina, a Dios gracias,
pero a pesar de que nos esforzamos
mucho, parece que nada ayuda.
Salvador le palme la espalda a
David y dijo:
Tiene nada ms que ocho aos. Ya
vers. Se convertir en un joven fuerte.
Sucedi exactamente igual con Moiss y
Abraham. No te acuerdas qu
enfermizos y enclenques eran cuando
tenan la edad de Abraham? Las cosas
cambiaron despus de que cumplieron
los doce aos. Todos los chicos
atraviesan esas etapas.
Lo s, pero el pobre nio se pasa
en vela todas las noches tosiendo.
Siempre est plido y tiene el apetito de
un pjaro. Esther se desespera por
hacerle las comidas preferidas, pero
casi no toca nada. Antes de que
llegarais, Raquel baj al ro para buscar
algunas setas especiales que le encantan.
No nos sentamos a gusto envindola all
sola, pero la zona que se extiende junto
al ro todava es segura. Tuve que
dejarla ir. A veces me pregunto qu
clase de niez le estamos dando a
nuestros hijos, escuchando todo el
tiempo nuestras prevenciones.
Graciela, cuyo humor cambiaba
como el de un nio pequeo, ya se senta
contenta y disfrutaba feliz de una
segunda porcin de matz. Agreg
inesperadamente:
Raquel es una nia tan buena
con un corazn de oro. Tambin va
camino de convertirse en una dama muy
bella. Me imagino que haremos planes
para que la boda de Moiss y Raquel se
haga en Estambul.
Salvador mir de soslayo a su mujer
para indicarle que su intervencin era
inoportuna.
David comenz a responder, pero
Esther se interpuso con voz spera:
Puesto que nosotros no vamos a
Estambul, tendrn que buscar otra novia
para Moiss. Raquel se queda en la
tierra de sus antepasados y se casar
segn la tradicin. Lo mismo suceder
con Can y Abraham

Can corra enloquecidamente montaa


arriba, gritando a todo pulmn.
Te matar, Moiss! Cuando te
ponga las manos encima, te voy a
exprimir hasta que no le quede una gota
de sangre a tu pequeo y miserable
cuerpo. No te vas a escapar solo con la
nariz llena de sangre. Te sacar el
corazn y se lo dar de comer a los
perros. Canalla!
Agotado por la persecucin, cay de
rodillas, todava tenso de rabia, pero
enseguida se puso de pie de un salto y
empez a perseguir a Moiss con
renovada decisin.
Te matar! Lo juro por Dios!
Haba lgrimas de furia en sus ojos.
Pensando en Raquel, se detuvo por un
mnimo instante y vocifer:
No te muevas de aqu o ir tras
de ti enseguida!
Raquel, aterrada, se escondi detrs
de un sauce enorme. En cuanto estuvo
segura de que Moiss estaba lejos del
alcance de Can, empez a sollozar. Su
hermano era violento y cruel y no tena
ni un pelo de bueno en el cuerpo. Qu
haba de malo en sentarse sencillamente
uno junto a otro, cogidos de las manos y
contemplar las aguas del Tajo? Todo el
mundo saba que se casaran cuando
fueran mayores. Todo lo que Moiss
hizo fue besarla en la mejilla despus de
susurrarle: Te amo mucho. Siempre te
amar, siempre. Eso fue todo. Por qu
era un pecado tan imperdonable? Se
estremeci cuando record que Can le
haba dado un puetazo a Moiss en la
cara y le haba hecho brotar sangre de la
nariz. Se preguntaba cmo haba
descubierto dnde estaban.
Mientras Can resbalaba por las
piedras hacia el ro, todava segua
gritando furioso:
Te irs a casa ahora mismo,
jovencita. A ti te toca despus.
Estaba ocupado tambin en
amenazar a Moiss, a quien no se vea
por ningn lugar y aunque este ya estaba
lejos de su vista, Can segua
desahogndose:
Bolsa de escoria, imbcil! Me
las pagars, Nahmias, tu!
Cuando lleg adonde ella estaba,
Can tena la cara colorada.
Qu demonios te pasa? Te
volviste loca? la amenaz con el puo
. Mientras estamos preocupados por
el destino de nuestro pueblo, cmo
puedes ser tan egosta y pensar en
coquetear con mozos?
Raquel hizo una mueca cuando
observ que en los nudillos de Can
todava haba sangre de la nariz de
Moiss. Interpretando su mirada, Can
se arrodill para lavarse las manos y la
cara en la orilla del ro. Luego la asi
del brazo, la empuj y le orden:
Muvete! Nos iremos derecho a
casa. Eres tan idiota, una estpida tan
irresponsable No eres ms que una
ramera barata!
Aunque Raquel haba sido obediente
hasta ese momento, la palabra ramera
fue demasiado para ella. Se desasi,
cogi una piedra y se la arroj con toda
la fuerza que pudo. Cuando pas
rozando la cabeza de Can, ech a correr
montaa arriba al tiempo que le gritaba
con todas sus fuerzas: Espero que te
mueras espero que te mueras pronto y
yo pueda verlo!
El chal se le resbal de la cabeza,
dejando a la vista el hermoso cabello
castao rojizo, que volaba detrs de
ella. Corra a toda prisa hacia la ciudad.
Can mir la piedra que estaba
detrs sin poder creer que ella se la
hubiera tirado. Saba exactamente lo que
habra hecho, si no le hubiera
preocupado la reaccin paterna.
Cuando levant la vista, Raquel
bajaba otra vez corriendo la colina
hacia l. Pareca aterrada y trataba de
decirle algo. Can no pudo comprender
sus palabras porque ella todava estaba
muy lejos. Al punto, un grupo de
personas vena tras ella. Vestan capas
con caperuzas y llevaban grandes cruces
de madera. Dominando la urgencia de
correr, busc en derredor, tratando de
encontrar alguna forma de protegerles a
ambos. Advirti los anchos troncos de
sauces centenarios y la espesa extensin
de juncos que haba justo detrs de
ellos. Llamando a gritos a Raquel, se
encontr con ella cerca del ro y la
empuj hacia el lecho de juncos
dicindole:
Vete all, entra al juncal. Agchate
y sal lo ms lejos que puedas y agreg
: Pase lo que pase, qudate quieta.
Qudate muy, muy quieta.
Raquel estaba temblando.
Qu pasar contigo? susurr
. No vienes conmigo?
Me quedar aqu y los distraer.
No te preocupes por m, estar bien.
Ahora empieza a correr! Te seguir en
cuanto pueda. No tenan mucho
tiempo que perder y la empuj hacia el
ro. Sigue. Date prisa.
Para cuando Raquel se dej caer en
la seguridad de los juncos, uno de los
encapuchados que haba llegado al ro
antes que el resto, tena las manos en la
garganta de su hermano. A Can no le
quedaron muchas oportunidades cuando
los dems, alrededor de una media
docena, lo alcanzaron.
Vio cmo los hombres arrojaban a
Can al suelo y lo rodearon en crculo.
Asesino de Cristo! le gritaban,
golpendolo con las puntas de las
cruces. Muy pronto se cubri con su
propia sangre.
A ustedes les encanta ver la
sangre de los cristianos derramada a
causa de sus demonacos rituales, a ti y
a tu pueblo. Qu pasa cuando se trata
de la tuya? Pagars por tus delitos,
ustedes son todos unos sucios puercos
judos!
Can yaca tendido inconsciente
donde los hombres lo haban tirado,
sobre las piedras cerca del ro.
Pensando que ya estaba muerto, los
atacantes buscaron a la joven que haban
visto antes. Mientras Raquel trataba de
encontrar una forma de ayudar a su
hermano, Can empez a sacudirse.
Levant primero una rodilla, despus las
piernas tambaleantes y pudo dar unos
pocos pasos hacia el agua. Uno de los
atacantes descubri el intento de huida
de Can, se abalanz hacia el joven y lo
embisti tirndolo al ro.
Raquel se llev las manos a la boca
cuando divis al hermano flotando
cabeza abajo. Las palabras espero que
te mueras seguan resonando como
un eco en su cabeza. Sinti que la tierra
desapareca debajo de ella y perdi pie.
Alcanz a llegar hasta un rbol antes de
perder el sentido, y permaneci con la
cabeza sobre la superficie del agua.
Cuando lleg el anochecer, el grupo
sediento de sangre se cans de la
bsqueda y se fue con la seguridad de
que la joven deba de haber escapado,
mientras ellos le propinaban una leccin
a aquel otro sucio judo.
La noche del 21 de marzo de 1492 la
hija de Esther y David de Toledo,
Raquel y el hijo, Can, no volvieron a su
casa.

31 de marzo de 1492
Granada
Don Fernando y Doa
Isabel, por la gracia de Dios,
Rey y Reina de Castilla, Len,
Aragn, Sicilia, Granada,
Toledo, Valencia, Galicia,
Mallorca, Sevilla, Cerdea,
Crdoba, Crcega, Murcia,
Jan, el Algarve, Algeciras,
Gibraltar, y las islas de
Canaria, conde y condesa de
Barcelona y seores de Vizcaya
y Molina, duques de Atenas y
Neopatria, condes de Roselln y
Cerdea, marqueses de Oristn
y de Gociano; al prncipe Don
Juan, nuestro muy caro y muy
amado hijo, y a todos los dems
infantes, prelados, duques,
marqueses, condes, maestres de
rdenes, priores, ricos hombres,
comendadores, alcaides de
castillos y plazas fuertes de
nuestros reinos y seoros, y a
los concejos, corregidores,
alcaldes, alguaciles, merinos,
regidores de caballeros y
escuderos, y a todos los
hombres buenos de todas las
ciudades, villas y lugares de
nuestros reinos y seoros, y a
las aljamas de los judos, y a
todos los judos y personas
singulares de esos lugares,
tanto varones como mujeres de
cualquier estado, y a todas las
personas de cualquiera ley,
estado, dignidad, preeminencia
y condicin que sean, y a
quienes el asunto contenido en
nuestra carta atae o ataer
puede: Salud y gracia.
Bien saben, o deberan
saber que, por cuanto hemos
sido informados, que en estos
nuestros reinos haba algunos
malos cristianos que judaizaban
y apostataban de nuestra Santa
Fe Catlica de lo cual era
mucha causa la comunicacin
entre los judos y los cristianos
, ordenamos en las Cortes que
celebramos en la ciudad de
Toledo el pasado ao de mil
cuatrocientos ochenta, apartar
a los susodichos judos en todas
las ciudades, villas y lugares de
nuestros reinos y seoros, y
darles juderas y lugares
separados donde vivir,
esperando que con su
separacin se corregiran. Y
otros procuramos y dimos
orden para establecer la
Inquisicin en los dichos reinos
y seoros; la cual, como ya
sabis, ha doce aos que
funciona, y gracias a ella,
muchos han sido hallados
culpables (segn hemos sido
informados por los inquisidores
y por otras muchas personas
devotas, eclesisticas y
seculares) del gran dao a los
cristianos que ha venido (y
viene) de la comunicacin y
conversacin con los judos.
Estos procuran, con cuantas
vas y maneras pueden,
subvertir y sustraer a los fieles
cristianos de nuestra Santa Fe
Catlica y apartarlos de ella, y,
atraerlos a su daina creencia:
instruyndolos en las artimaas
y observancias de su Ley,
celebrando reuniones en las que
les leen y ensean lo que han de
creer y guardar segn su Ley,
procurando circuncidarles a
ellos y a sus hijos, dndoles
libros con los que rezar sus
oraciones, dicindoles los
ayunos que han de observar, y
reunindose con ellos a leer y
ensearles las historias de su
Ley; indicndoles las
festividades con antelacin y
llevndoles a sus casas pan
cimo y carnes sacrificadas
segn el ritual, instruyndolos
acerca de las cosas de las que
se han de abstener, tanto en las
comidas como en otras cosas,
persuadindoles de que tengan
y guarden la Ley de Moiss y
convencindoles de que no
existe otra ley o verdad, sino
aquella. Todo esto consta por
muchas declaraciones y
confesiones, tanto de esos
mismos judos como de los que
fueron engaados y pervertidos
por ellos, lo que ha redundado
en gran dao, detrimento y
oprobio de nuestra Santa Fe
Catlica.
Y dado que fuimos
informados de buena parte de
esto con anterioridad, y
sabiendo que el verdadero
remedio de todos estos daos e
inconvenientes era prohibir
toda relacin entre los dichos
judos y los cristianos y
echarlos de todos nuestros
reinos, quisimos contentarnos
mandndoles abandonar todas
las ciudades, villas y lugares de
Andaluca (donde pareca que
haban hecho mayor dao),
creyendo que aquello bastara
para que los de las otras
ciudades, villas y lugares de
nuestros reinos y seoros
cesaran de hacer y cometer lo
susodicho. Y puesto que nos han
informado que ni esa medida, ni
las condenas impuestas a los
judos que se han hallado
culpables de dichos crmenes y
delitos contra nuestra Santa Fe
Catlica, han sido remedio para
obviar y remediar tan grande
oprobio y ofensa a la fe y
religin cristiana (pues cada
da se hace evidente que los
dichos judos persisten en su
malvado y daino propsito
adonde viven y conversan); y
para que no haya lugar de
ofender ms a nuestra santa fe,
tanto en los que Dios ha
querido preservar hasta ahora,
como en los que cayeron y se
enmendaron y redimieron a la
Santa Madre Iglesia, lo cual,
segn la flaqueza de nuestra
humanidad y astucia y
sugestin diablica que con
tino nos combate, lo que
puede acaecer fcilmente si la
causa principal no se quita, que
es la de desterrar a los dichos
judos de nuestros reinos.
Porque cuando algn miembro
de un colegio o universidad
comete un grave y detestable
crimen, es razn que tal colegio
y universidad sea disuelto y
aniquilado, y los mayores por
los menores, y los unos por los
otros sean punidos; y si
aquellos que pervierten el buen
y honesto vivir de las ciudades
y villas, y por contagio pueden
daar a los otros, son
expulsados de los pueblos, por
causas menos dainas que estas
de la res pblica, cuanto ms
por el mayor de los crmenes, y
ms peligroso y contagioso,
como lo es este.
Por ende, nos, con el
consejo y el parecer de algunos
prelados, grandes y caballeros
de nuestros reinos, y de otras
personas de conocimiento, y la
sabidura de nuestro Consejo, y
habiendo deliberado mucho
sobre ello, hemos acordado
mandar salir a todos los dichos
judos y judas de nuestros
reinos, y que no retornen ni
vuelvan jams a ellos ni a
ninguno de ellos. Y sobre ello
mandamos dar [a conocer] esta
nuestra carta, por la cual
ordenamos a todos los judos y
judas de cualquier edad que
sean, que viven y moran en
nuestros dichos reinos y
seoros (tanto los naturales de
ellos como los que no lo son,
que en cualquier manera y por
cualquier causa hayan venido y
estn en ellos), que para el fin
del prximo mes de julio del
presente ao salgan todos de
nuestros reinos y seoros, con
sus hijos e hijas, criados y
criadas, y familiares judos,
tanto poderosos como sencillos,
de cualquier edad que sean, y
no osen volver a aquellos
lugares, ni residir en ellos, ni en
parte alguna de ellos, ni de
vivienda ni de paso ni de
ninguna otra manera, so pena
que si no lo hicieran y
cumplieran as, y fueren
hallados estando en nuestros
dichos reinos y seoros, o
viniendo a ellos en cualquier
manera, incurran en pena de
muerte y confiscacin de todos
sus bienes para nuestra Cmara
y Fisco, incurriendo en estas
penas por el acto mismo, sin
ningn proceso [judicial],
sentencia ni declaracin. Y
mandamos y defendemos que
ninguna persona o personas de
los dichos reinos, de cualquier
estado, condicin o dignidad
que sean, osen recibir, proteger,
defender o acoger en sus
tierras, casas o en parte alguna
de nuestros dichos reinos y
seoros, pblica o
secretamente, a ningn judo o
juda ms all del fin de julio y
a partir de ah para siempre
jams, so pena de prendimiento
de todos sus bienes, vasallos,
fortalezas y otros bienes
heredados, y de perder
asimismo cualquier merced que
tengan de Nos para nuestra
Cmara y Fisco.
Y para que los dichos judos
y judas, durante el dicho plazo,
hasta el fin de dicho mes de
julio, puedan disponer mejor de
s mismos y de sus bienes, por
la presente los recibimos y
acogemos bajo nuestra seguro,
amparo y proteccin real, y los
asesoramos a ellos y a sus
bienes, para que durante el
dicho perodo hasta el ltimo
da de dicho mes de julio,
pueden andar y estar seguros, y
pueden vender, y enajenar todos
sus bienes, muebles y races, y
disponer de ellos libremente a
su voluntad, y que durante el
dicho tiempo no les sea hecho
mal, dao, ni desaguisado
alguno, ni en sus personas ni en
sus bienes contra justicia, so
las penas que caen e incurren
quienes quebrantan la
proteccin real. Y asimismo
damos licencia y facultad a
dichos judas y judos para que
puedan sacar sus bienes y
hacienda fuera de nuestros
reinos y seoros, por tierra o
por mar, con tal que no saquen
oro, plata, dinero en moneda u
otras cosas vedadas por las
leyes de nuestros reinos, salvo
mercaderas y cosas prohibidas
o en cambios.
Y mandamos tambin a
todos los consejos y justicias,
regidores, caballeros y
escuderos, oficiales y hombres
buenos de las dichas ciudades,
villas y lugares de nuestros
reinos y seoros, a todos
nuestros vasallos sbditos
naturales de ellos, que guarden,
cumplan y hagan guardar y
cumplir esta nuestra carta y
todo lo que ella contiene, y den
y hagan dar todo el favor y
ayuda que fuera menester, so
pena de nuestra merced y
confiscacin de todos sus
bienes y oficios para nuestra
Cmara y Fisco. Y para que
esto pueda ser conocido por
todos, y nadie pueda pretender
ignorarlo, mandamos que esta
carta sea exhibida en las plazas
y lugares de reunin
acostumbrados y en las
principales ciudades, villas y
lugares de como anuncio y
como documento pblico. Y
nadie, en modo alguno, le
ocasionar dao so pena de
recibir castigo y quedar privado
de sus oficios y la confiscacin
de sus bienes, lo que suceder
con cada uno que as obrare.
Ms an, ordenamos a quien les
muestre esta carta que emplace
a comparecer a aquellos que
obren en contra de ella ante
nuestra corte, dondequiera que
nos encontremos, el da en que
los llamemos dentro de los
quince da posteriores al delito,
so pena de sufrir el dicho
castigo, bajo el que ordenamos
a cualquier escribano pblico
que fuera solicitado con el
objeto de leer esta nuestra
carta, que la misma sea
mostrada con su sello y firma a
todos, para que sepamos que
nuestra orden ha sido
ejecutada.
Dada en nuestra ciudad de
Granada, el da treinta y uno
del mes de marzo de mil
cuatrocientos noventa y dos
aos del nacimiento de Nuestro
Seor Jesucristo.
Yo, el Rey.
Yo, la Reina.
Yo, Juan de Coloma,
secretario del rey y de la reina,
nuestros seores, quienes han
ordenado que esto se escribiera.
Registrado por Cabrera,
Canciller Almacn.
30 de abril de 1492.
Toledo
Despus de que la encontraron
desmayada entre los densos juncos del
ro Tajo, Raquel permaneci en cama
varios das sin pronunciar una sola
palabra, casi sin abrir los ojos. Pero
lloraba a menudo con lgrimas
silenciosas. Moiss la visitaba todos los
das. Se sentaba junto a la cama sin
hablar, sostenindole la mano y
enderezando la manta. Cada viernes por
la noche encenda las siete velas de la
menorah colocada en la mesita baja, al
lado de la puerta y oraba para que todos
encontraran paz. La angustia le impeda
decir otra cosa.
Todos los judos de Toledo y hasta
algunos amigos catlicos buscaron a
Can, pero no pudieron encontrar ningn
rastro de l. El Tajo se lo haba llevado.
La muerte era un mandato sagrado,
aunque los dos adolescentes la nia
tena apenas catorce aos, el nio,
diecisiete sufran remordimientos
como si ellos mismos hubieran dado
aquella orden.
Siete das de luto no fueron
suficientes para ninguno de los padres
de Can, en especial para Esther. Su cara
morena perdi el fuego y el cabello
pareca haber encanecido ms de la
noche a la maana. No poda entrar a la
cocina ni para cocinarle a Abraham. Se
sentaba en los estrechos escalones que
conducan al patio y se quedaba mirando
fijo el mismo lugar, el rincn de la pared
del jardn del que todava colgaba el
nido de las golondrinas que haban
migrado el ao pasado. Ahora estaba
vaco, pero las aves pronto volveran y
lo encontraran esperndolas. Las ramas
de los rboles estaban en flor, los das
se iban entibiando. Sin embargo, el
corazn de Esther estaba yermo y fro, y
estaba segura de que nunca volvera a
sentirse feliz.
Salvador Nahmias golpe vacilante tres
veces la puerta de madera. El llamador
de bronce con forma de mano que
sostena la esfera en la palma estaba por
caerse. Los dedos regordetes de
Salvador introdujeron una ramita en el
espacio en donde las uas se haban
aflojado. Toc el mezuzah que colgaba
del marco de la puerta y or: Dios nos
salve a todos
David abri la puerta y sonri con
calidez:
Pasa, amigo mo.
Esther se puso de pie para saludarlo,
con aspecto de cansada, como si hubiera
estado acarreando piedras durante
mucho tiempo. Salvador, no muy seguro
de lo que tena que hacer, dio un paso
adelante y la bes en las mejillas,
despus la ayud a sentarse. Se acerc a
Abraham, que con su espada de madera
estaba luchando contra un enemigo
imaginario y con sus dedos, recorri
cariosamente el cabello rizado del
nio.
Cmo ests, querido caballero?
Abraham, sentado en la silla, traz
un crculo ms grande con su espada y
sonri tontamente.
A todos les resultaba difcil
encontrar la palabra justa para hablar.
Al fin, David rompi el silencio.
Moiss est aqu arriba con
Raquel.
Cmo est?Mejor?
Se est recuperando, pero llora
todo el tiempo. David se rascaba la
nariz larga, colorada.
Se le pasar, David dijo
Salvador, secndose el sudor de la
frente. Se le pasar. Dios nos manda
el remedio para el dolor que l causa.
As que te vas? pregunt
David.
S, pasado maana, temprano,
pero podemos esperarte en Portugal si
quieres. La vida puede ser muy diferente
para nosotros en Estambul. Podemos
empezar de nuevo. Dicen que es un lugar
muy bello y que su rey, el sultn, es un
hombre de buen corazn.
No s dijo incmodo David,
mirando a su esposa. La mujer estaba
otra vez mirando fijo el nido vaco.
David se inclin y le susurr al amigo
en el odo:
Me parece que ella ahora est sin
fuerzas y sacudi la cabeza con
desesperacin.
Abraham grit, empleando el
nombre familiar con que se diriga al
padre:
Bapu, vayamos a Estambul,
tambin.
Esther se puso de pie y se meti
adentro.
Salvador bebi de un solo trago el
agua con jugo de limn.
Sabes que prepararon la orden de
expulsin el treinta y uno de marzo, y
segn los rumores, ser declarada
oficial a comienzos de mes. Despus de
eso, quedarn solo tres meses, no es
mucho tiempo. Don Isaac Abravanel y
otros lderes de la comunidad estn
trabajando mucho para enfrentar la
orden y escuch que harn una defensa
de nuestros derechos en la Corte. Pero
no creo que cambie nada. Solo podemos
confiar en nosotros mismos. Tenemos
que crear nuestro futuro, como lo hemos
hecho siempre. Ese es nuestro deber, el
tuyo y el mo. Se pein el pelo con la
mano para ordenar sus pensamientos.
Creo que entiendo un poco tu pena y tu
dolor Perdiste a tu amado hijo, y nada
puede recompensarte por ello. Pero
tienes dos hijos ms, David; eres
responsable de ellos y responsable ante
Dios tambin. Tienes que proteger a tu
mujer. Ven con nosotros a Portugal o
juntmonos ms adelante. Iremos a
Gibraltar en junio, y de all viajaremos
en barco a Estambul.
Qu puedo decir? Ya no s
nada Esther todava piensa que Can
podra volver a casa. Pobre Esther
Raquel es infeliz y Abraham
Salvador se levant.
Vendremos a verte antes de irnos.
Vine a buscar a Moiss. Necesito que
me ayude ahora. Cambi todo mi dinero
por telas y cuero. Es una mercadera
pesada. Los sinvergenzas ni siquiera
nos permiten llevarnos nuestro dinero.
Tienen malas intenciones contra nuestra
salud y nuestras almas. Que Dios nos
ayude a todos!
Esther y Moiss entraron al patio.
Cmo est Raquel? pregunt
Salvador, apoyando la mano sobre el
hombro de su hijo.
El joven inclin la cabeza y antes de
que pudiera responder, Esther dijo:
Est muy bien, pero sufre porque
se siente culpable.
No es ms que una nia
observ David. Una nia inocente y
toda su angustia no le har bien a nadie.
Esther se fue adentro sin contestar y
Salvador empuj con suavidad a su hijo
hacia la puerta.
David, siempre estoy dispuesto a
ayudar dijo antes de dar un paso
afuera.
David los mir durante un rato. El
sol quemaba los adoquines de las
estrechas calles de Toledo, a pesar de
que todava no era verano. Una pequea
lagartija que disfrutaba del calor salt
del marco, asustada, cuando l cerr la
puerta.
Bapu! exclam Abraham.
Iremos a visitar al sultn en Estambul?
David sonri.
Por qu no? Tal vez podra
presentarte al sultn, y podremos cenar
con l en el palacio otomano replic
sonriendo. Pero ahora, jovencito, vete
derecho a la cocina, tienes que comer
para hacerte grande y fuerte. Ir contigo
dentro de un minuto.
Abraham salt feliz.
Mam, mam grit mientras
corra hacia adentro. Bapu dijo que
me llevar a conocer al sultn!
David se aclar la garganta y llam
con un tono decidido:
Esther, Esther, ven aqu. Necesito
hablar contigo.
Granada
Majestades, os agradezco esta
oportunidad de hacer una ltima
declaracin en nombre de las
comunidades judas a las que
represento. Condes, duques y marqueses
de la corte, caballeros y damas
Desgraciadamente, no constituye un gran
honor que a un judo se le pida que
interceda en favor de la seguridad de su
pueblo.
Pero es una desgracia mayor cuando
el Rey y la Reina de Castilla y Aragn,
de toda Espaa, deben procurar la gloria
con la expulsin de un pueblo
inofensivo.
Es difcil de entender cmo todo
hombre, mujer o nio judo pueden
representar una amenaza para la fe
catlica. Son acusaciones muy, muy
graves.
Que nosotros os destruimos?
En realidad es todo lo contrario.
No admits en este edicto que habis
confinado a todos los judos a las
juderas y que habis limitado nuestros
privilegios legales y sociales, por no
decir que nos habis forzado a vestir
vergonzosos distintivos? No nos
imponis tributos opresivos? No nos
aterrorizis noche y da con vuestra
diablica Inquisicin? Permitidme que
ponga bien en claro este asunto para
todos los presentes: no permitir que la
voz de Israel sea silenciada en este da.
Escuchad, oh cielos, y prestad odos,
Rey y Reina de Espaa, pues yo, Don
Isaac Abravanel, me dirijo a vosotros.
Mi familia y yo descendemos en lnea
directa del rey David. Autntica sangre
real, la sangre del Mesas, corre por mis
venas. Es mi herencia, y la proclamo
ahora en el nombre del Dios de Israel.
En nombre de mi pueblo, del pueblo
de Israel, el elegido por Dios, yo los
declaro sin culpa e inocentes de todos
los delitos de abominacin declarados
en este edicto. Sois vos quienes
deberis cargar con el delito, con la
trasgresin, no nosotros. El injusto
decreto que vos hoy proclamis ser
vuestra cada. Y este ao, que vosotros
imaginis que ser el ao de mayor
gloria de Espaa, se convertir en la
mayor vergenza de Espaa.
Puesto que el honor es la
recompensa de la virtud individual, as
tambin la honra mundial para reyes y
reinas es la recompensa debida a sus
nobles hazaas. As tambin, cuando un
individuo comete actos indecorosos, la
reputacin de esa persona se daa. Y
cuando reyes y reinas cometen actos
vergonzosos, se infligen grave dao a s
mismos. Segn el dicho, cuanto ms
grande es la persona, mayor ser el
error.
Los errores, si son reconocidos a
tiempo, pueden corregirse. El ladrillo
flojo que sostiene una construccin se
puede volver a colocar en la posicin
correcta. Asimismo, un edicto
equivocado, si se cambia a tiempo,
puede corregirse, pero el celo religioso
ha debilitado la razn y el mal consejo
ha corrompido el buen juicio. El error
de este edicto pronto se volver tan
irreversible como la misma accin que
proclama. S, Rey y Reina mos,
escuchadme bien: error, vuestro error,
tan profundo e incorregible como nunca
se ha visto en Espaa hasta ahora. Vos y
solo vos sois los responsables.
As como las armas son la medida
del poder de una nacin, as las artes y
las letras son la medida de su ms bella
sensibilidad. S, habis humillado al
infiel mahometano con la fuerza de
vuestro ejrcito, probndoos con ello
vuestra capacidad en el arte de la
guerra. Pero qu sucede con vuestra
conciencia? Con qu derecho vuestros
inquisidores recorren los campos
quemando miles de libros en las
hogueras pblicas? Con qu autoridad
los hombres de la Iglesia quieren ahora
quemar la inmensa biblioteca rabe de
este gran palacio morisco y destruir sus
invaluables manuscritos? Con qu
derecho? Con qu autoridad? Porque es
con vuestra autoridad, Rey y Reina
mos.
En lo ms profundo de vuestros
corazones, desconfiis del poder del
conocimiento, y solamente respetis el
poder. Nosotros los judos somos
diferentes. Nosotros los judos
apreciamos enormemente el
conocimiento. En nuestros hogares y en
nuestros templos de oracin, el
aprendizaje es la meta de toda una vida.
Aprender es la pasin que alienta toda
nuestra existencia, es el centro de
nuestro ser, es la razn, de acuerdo a
nuestros sabios, por la que fuimos
creados. Nuestro fiero amor por el saber
pudo haber compensado vuestro
excesivo amor de poder. Pudimos haber
sacado provecho de la proteccin
ofrecida por vuestros reales brazos, y os
podrais haber aprovechado an ms del
progreso de nuestra comunidad y del
intercambio de conocimientos. Os digo
que podramos habernos ayudado unos a
otros.
As como se nos recuerda nuestra
impotencia, del mismo modo vuestra
nacin sufrir las fuerzas del
desequilibrio que habis puesto en
marcha. En los siglos venideros,
vuestros descendientes pagarn caro el
equvoco del presente. Como es el
poder de las armas lo que vos ms
admiris, sin duda os convertiris en una
nacin de conquistadores, buscando oro
y despojos, viviendo de la espada y
gobernando con puo de acero. Pero os
convertiris en una nacin de iletrados;
vuestras instituciones de conocimiento,
temerosas de la contaminacin hertica
de ideas provenientes de otras tierras y
otros pueblos, ya no sern respetadas.
Con el transcurso de tiempo, el nombre
de Espaa, que alguna vez fuera tan
grande, se convertir en una expresin
de escarnio susurrada entre las
naciones: Espaa, la pobre ignorante,
Espaa, la nacin que prometa tanto y
que, sin embargo, ha logrado tan poco.
Y entonces un da Espaa se
preguntar: qu ha sido de nosotros?
Por qu somos el hazmerrer de las
naciones? Y ese da, los espaoles
volvern la vista hacia el pasado y se
preguntarn por qu sucedi esto. Y los
honestos sealarn este da y este siglo
como el tiempo en que comenz su cada
como nacin. Y se revelar que la causa
de esa cada no fue otra que los
reverenciados soberanos catlicos,
Fernando e Isabel, conquistadores de los
moros, perseguidores de los judos,
fundadores de la Inquisicin y
destructores del espritu indagador de la
inteligencia espaola.
Este edicto es un testimonio de la
debilidad cristiana. Demuestra que los
judos somos capaces de ganar la
disputa que desde hace siglos entablan
las dos creencias. Explica por qu hay
falsos cristianos, es decir, cristianos
cuya fe ha sido sacudida por la
argumentacin de los judos, que saben
ms.
Explica por qu la nacin cristiana
es tan injuriada como afirma serlo. Con
el deseo de acallar la oposicin juda, la
mayora cristiana ha decidido no seguir
dialogando, para eliminar en cambio el
origen de la peligrosa argumentacin
contraria. A los judos no se les brindar
esa posibilidad a partir de hoy.
Esta es la ltima oportunidad de
sentar nuestro caso en suelo espaol. En
estos ltimos breves momentos de
libertad que el Rey y la Reina me
otorgan, yo, como ltimo representante
de la judera hispana, tan solo me
demorar en un punto de la disputa
teolgica. Me ir con un mensaje de
despedida a pesar de que no os
agradar.
El mensaje es sencillo. El pueblo
histrico de Israel, segn su
conformacin tradicional, es el juez
final de Jess y de sus pretensiones de
ser el Mesas. Puesto que el Mesas
estaba destinado a salvar a Israel,
entonces a Israel le cabe decidir cundo
ha sido salvado. Nuestra respuesta, la
nica respuesta que importa, es que
Jess fue un falso Mesas. Mientras el
pueblo de Israel viva, mientras que el
propio pueblo de Jess siga negndolo,
vuestra religin nunca ser reconocida
como verdadera. Podris convertir a
todos los pueblos y salvajes del mundo,
pero mientras no hayis convertido al
judo, no habris probado nada, salvo
que podis convencer a los que no
saben.
Os dejamos con este reconfortante
conocimiento. Pues aunque podis
deshaceros de nuestro poder, nosotros
tenemos la ms alta verdad. Aunque
podis deshaceros de nuestras personas,
no podis disponer de nuestras sagradas
almas ni de la histrica verdad de la que
solo nosotros somos testigos.
Escuchad, Rey y Reina de Espaa,
pues en este da habis pasado a formar
parte de la lista de quienes fabrican
males contra lo que queda de la Casa de
Israel. Si buscis destruirnos, vuestros
deseos se convertirn en nada, pues ms
grandes y poderosos gobernantes han
tratado de destruirnos, y todos han
fracasado. Prosperaremos en otras
tierras, lejos de aqu. Porque
dondequiera que vayamos, el Dios de
Israel est con nosotros. Y en cuanto a
vosotros, Don Fernando y Doa Isabel:
la mano de Dios os alcanzar y castigar
la arrogancia de vuestro corazn.
Ay de vosotros, autores de
iniquidad! A las generaciones futuras se
les contar y volver a contar hasta qu
punto vuestra fe no fue benevolente y lo
ciegos que fuisteis. Pues ms que
vuestros actos de odio y fanatismo, ser
recordada la valenta del pueblo de
Israel por haberse enfrentado al poder
imperial de Espaa, apegndonos a la
herencia religiosa de nuestros padres,
resistiendo vuestros tentaciones y
vuestras falsedades.
Expulsadnos, arrojadnos de esta
tierra que apreciamos no menos que
vosotros.
Pero os recordaremos, Rey y Reina
de Espaa, como nuestros Sagrados
Libros recuerdan a aquellos que
buscaron hacernos dao. Nosotros los
judos acecharemos vuestros hechos en
las pginas de la Historia y los
recuerdos de nuestro sufrimiento
infligirn ms dao sobre vuestro
nombre que el que jams esperarais
causarnos.
Os recordaremos para siempre, a
vosotros y a vuestro vil edicto de
expulsin.
7 de mayo de 1492 - 1
de agosto de 1492.
Espaa
Don Abravanel no haba podido
convencer al rey Fernando y a la reina
Isabel de que les permitieran
permanecer en Espaa a los judos. En
cuanto a don Abraham, su conversin y
la de su familia al catolicismo haba
sido en vano. Aunque el palacio
necesitaba recursos desesperadamente,
el ofrecimiento de la comunidad juda
de desprenderse de la totalidad de sus
riquezas a cambio del derecho de
quedarse en su patria les fue negado por
la influencia y las presiones del
Inquisidor General, Torquemada, de
quien se rumoreaba que era de origen
judo. La corona espaola pudo negarse
porque ellos seran los futuros dueos
de la hacienda de todos los judos
exilados. La venta de las propiedades de
los primeros en irse ya le haba
proporcionado un enorme ingreso al
tesoro espaol. Con ese dinero, Espaa
se encaminaba ahora hacia nuevos
horizontes. Cristbal Coln, del que se
deca que perteneca a una familia de
conversos, ya haba preparado sus
barcos: la Nia, la Pinta y la Santa
Mara. Fernando e Isabel buscaban el
futuro en otras tierras. Y los judos
espaoles tambin
Tras el anuncio del decreto, al
redoble de los tambores, por las grandes
y pequeas ciudades, cincuenta mil
familias un total de doscientas
cincuenta mil personas comenzaron a
emigrar. Durante tres meses, los
polvorientos caminos se llenaron de
hombres, mujeres y nios, caballos y
carruajes. Todos cargaron cuantos
enseres domsticos podan a la espalda,
en los caballos y carros, y comenzaron
el largo viaje. Como estaba prohibido
llevar monedas de oro o plata o joyas
fuera de Espaa, los judos haban
comprado todo lo que podan con la
esperanza de revender esas mercaderas
en sus nuevas patrias.
Los caminos eran difciles, y el sol
del verano haca ms lento el avance.
Los das abrasadores alternaban con las
noches heladas. Los grupos ms grandes
de exiliados encendan fogatas para
calentarse. Los ms pequeos no se
atrevan, temiendo las incursiones de los
bandoleros y fanticos religiosos;
trataban de dormir al abrigo de rboles
y rocas, o simplemente acurrucados unos
cerca de otros.
Tenan razones para sentirse
inquietos. La caballera que
representaba al Rey y a la Reina detena
a menudo a los convoyes e
inspeccionaba a cada persona y sus
pertenencias, y si los hombres
descubran una pequesima moneda de
oro o plata decapitaban al poseedor con
sus espadas o lo colgaban del rbol ms
cercano. No demostraban piedad ni
siquiera con los nios, aunque muchos
aceptaban sobornos. Algunos judos
lograron escapar de Espaa con su
riqueza intacta aprovechando esta falta
de honestidad.
Los salteadores eran uno de los
mayores peligros. Tan despiadados
como la caballera, les robaban a los
miserables viajeros todo cuanto podan.
Hasta se llevaban los zapatos gastados
de los pies de una abuela, o la frazada
que cubra a un infante. Cuando estaban
borrachos, atacaban a las mujeres y a las
nias. Muchos padres perdieron la vida
protegiendo a sus hijas, atravesados por
dagas o con las cabezas aplastadas con
piedras.
Los refugiados, que arrostraban la
crueldad de los salteadores por los
caminos de montaa, eran adems
insultados e incluso apedreados al
acercarse a las villas o a las ciudades.
Las madres tenan cada vez ms
dificultades para controlar a sus hijos,
que se rebelaban ante tan inaguantable
injusticia. Muchos eran asesinados en
los enfrentamientos o arrastrados ante la
Inquisicin, entre los gritos de sus
familias.
Las caravanas se alargaban a medida
que se iban agregando los judos de las
ciudades y villas por las que pasaban.
Muchos ancianos y nios eran incapaces
de soportar las penurias y moran. Al
principio, los refugiados lo compartan
todo, pero a medida que las condiciones
se tornaban ms difciles, tambin se
volvieron despiadados con los otros.
Peleaban por una hogaza de pan o un
trozo de queso. Los hombres luchaban,
las mujeres gritaban, los nios moran.
Las palabras tranquilizadoras de los
rabinos no alcanzaban para aliviar el
sufrimiento. La culpa estaba en todas
partes y la paciencia brillaba por su
ausencia. Los conversos y los criptos[5]
eran los que reciban insultos ms
graves; se los acusaba de cobarda y
traicin, aunque los haban obligado a
convertirse en catlicos para salvarse a
s mismos y a sus familias. Sin embargo,
Espaa los haba expulsado y ahora eran
objeto de la ira de su propia comunidad.
Siguieron marchando durante tres
meses infernales; sin una idea clara de
qu era lo que les aguardaba en las
tierras que seran su nuevo hogar. Los
que sobrevivieron a las caminatas hacia
los puertos costeros, provenientes de las
ciudades del sur (Granada, Crdoba y
Sevilla), abordaron barcos hacia el
norte de frica, y desde all trataron de
llegar al Imperio Otomano, en el este.
Junto con aquellos refugiados judos,
haba tambin miles de musulmanes,
cuyo reino de Granada haban sometido
Isabel y Fernando en enero. Los
residentes judos de las ciudades que
estaban ms al norte, como Vitoria,
Huesca, Balaguer y Burgos, partieron de
los puertos de Francia, junto al Canal de
La Mancha y se dirigieron a Inglaterra,
Italia y Holanda. Los que habitaban en el
centro de Espaa tuvieron ms
dificultades, pues los que residan en
Toledo, Guadalajara, Salamanca y
Segovia viajaron bajo el sol ardiente,
por la rida meseta extremea y
finalmente llegaron a la frontera
portuguesa, donde fueron aceptados
despus de pagar un precio por entrar.

Raquel y su familia se fueron un mes


despus que la familia Nahmias, con la
que proyectaban encontrarse en Lisboa.
Aun cuando Esther insista en quedarse y
esperar a Can, el rabino le aconsej
que cediera ante los ruegos de su esposo
y al fin transigi. Los Toledo se llevaron
pocas cosas de la casa. David,
escuchando el consejo de Salvador,
haba invertido su dinero en cuero.
Empacaron mercaderas, alimento, ropas
y cuatro barriles grandes de agua en un
carro, y partieron. Abraham, sentado
cerca del padre con su espada de
madera en la mano, cantaba alegremente.
Esther y Raquel apoyaban la espalda
contra los sacos de alimentos, mirando
en silencio el entorno. Desde la muerte
de Can, Esther casi no le diriga la
palabra a Raquel.
Pasaron por la puerta principal de
Toledo y se dirigieron hacia las secas
mesetas del oeste. Se proponan
alcanzar a los exilados que se haban
ido dos das antes. David obligaba a los
caballos a andar a prisa, mientras
Abraham agitaba la espada. El Tajo
quedaba ahora lejos, atrs. Esther
lloraba en silencio mirando hacia all.
Mi querido Can susurr.
Ahora tengo que dejarte.
Cuando Raquel estir la mano para
coger la de Esther, ella retir sus dedos
huesudos como si el fuego le hubiera
abrasado la piel, y se alej. El espritu
de Raquel se marchitaba. Las palabras
que le haba gritado al hermano
resonaban como un eco en sus odos:
Espero que te mueras Espero que te
mueras pronto y que yo alcance a
verlo!. La culpabilidad la consuma.
Todo era culpa suya, de ella y de
Moiss. Su madre nunca volvera a
amarla. Eso era peor que enfrentar el
odio de los inquisidores. Ser despojada
del amor de una madre, de su suave
caricia, en el momento en que ms la
necesitaba
El padre pareci leerle sus
pensamientos. Se volvi para mirar a su
hija con amor y pareca que le estaba
diciendo: Ten paciencia, querida ma,
pasar.
Pero su madre estaba llorando, Can
se haba perdido en las aguas, y ella
haba deseado la muerte de su propio
hermano Raquel se sinti como la
pecadora ms ignominiosa del mundo y
apret con fuerza los ojos. No era capaz
siquiera de concebir un futuro sin
Moiss. Todo haba terminado, todos los
encantadores sentimientos, todos los
encantadores momentos Necesitaba
enterrar sus recuerdos; no era
merecedora de ellos. Sin embargo, no
pudo resistirse a tocar la mejilla donde
Moiss la haba besado. Siempre te
amar, hasta el final de los tiempos.
La familia Toledo viajaba a veces un
da entero sin encontrar ciudades o
villas. Partan antes de la salida del sol
y se detenan en el ocaso. Se
desplazaban todo el da por los campos
vacos, bajo el sol ardiente. Las aves de
rapia sobrevolaban y era frecuente que
no hubiera ni siquiera un solo rbol en
las montaas de las inmediaciones,
muchas de las cuales tenan las cumbres
llanas, como tablas. Todo estaba seco,
de color marrn amarillento y agostado.
Con la oscuridad, el suelo y las piedras
comenzaban a desprender el calor que
haban absorbido durante todo el da.
Por la noche, los viajeros tiritaban con
la humedad de la noche. Esther se estaba
quedando sin alimentos y cocinaba todos
los das lo mismo, friendo un poco de
harina, agua y sal. Pero pronto no podra
ni siquiera hacer aquellas simples
frituras y la provisin de agua casi se
haba terminado.
Las montaas ahora eran ms altas.
De cuando en cuando, David detena el
carro y trepaba hasta la cima de alguna
para observar el horizonte. Aquella
rida provincia hispana estaba desierta,
y pareca como si se hubieran perdido.
Segn sus clculos, les quedaba poco
tiempo para dejar Espaa sin que los
arrestaran. David estaba desorientado.
Avanzaba hacia un destino del que ya no
poda estar seguro.
Un da divisaron un grupo de jinetes
que se acercaba a ellos envueltos en una
nube de polvo. Abraham agit su espada
de madera en el aire y grit:
All vienen! All vienen!
David mir a los hombres.
La caballera del rey dijo.
Quedaos todos juntos y tratad de
permanecer en calma, sin decir palabra.
Tir de las riendas y detuvo el carro.
Los cinco jinetes se acercaron
deprisa. El caballo que estaba delante
alz la cabeza, se levant sobre las
patas traseras y se detuvo. Los dems
caballos relincharon y patearon la tierra
con los cascos delanteros. Los caballos
de Toledo permanecieron firmes. Un
jinete de barba negra escrut a la familia
con actitud intimidatoria, mientras
caminaba con su lanza alrededor del
carro. Volviendo con sus compaeros,
les anunci con disgusto:
Judos!
Hizo una mueca como si acabara de
ver un cuerpo en descomposicin.
Bajaos! les grit. Abrid
vuestras pertenencias, todas.
David mir a su mujer y su hija,
hacindoles un gesto para que
obedecieran. Baj de un salto, y tom a
Abraham en sus brazos.
Los soldados saquearon primero las
bolsas de mercadera y ropas,
desparramando todo a su alrededor.
Despedazaron el cuero que encontraron,
destruyendo el futuro de Toledo con sus
espadas. El cabecilla de barba negra
blandi el chal favorito de Raquel en la
punta de la espada, y gritando le
pregunt a David:
Cmo te llamas, judo?
Cuando David respondi, el hombre
dijo con sorna.
Es igual siempre: David o Can o
Moiss.
Los hombres se rieron a su espalda.
Esther y Raquel se acurrucaron ms una
junto a la otra.
Dinos, judo, cunto oro traes?
Hemos obedecido las rdenes de
la reina. No tenemos ni oro ni plata.
Ah, s? Entonces por qu vas
por este camino que nadie usa? Por qu
no has tomado el camino real que va a
Portugal? Qu escondes? Mustranoslo
ahora o este lugar ser tu tumba. Me
entiendes, judo?
Nos perdimos, eso es todo.
Yo s cmo mostrarte el buen
camino. Registradlos!
Dos de los hombres cogieron a
David; otro agarr a Esther, y el ms
joven retuvo con firmeza a Raquel.
Esther los increp gritando:
Djennos! No estamos
escondiendo nada!
Cierra la boca, mujer bram el
hombre mientras le daba un empelln.
Abraham, agitando la espada de madera
lo atac de inmediato.
En el nombre de nuestra reina!
gritaba. En el nombre de nuestra
reina!
El hombre rio por lo bajo mientras
se apoderaba de la espada de madera.
Has fallado al educar a tu hijo
como buen judo, David dijo.
Mralo, todava es fiel a nuestra reina.
Luego se volvi hacia sus amigos
diciendo:
Deberamos coger a este nio e
irnos. Se criara de una forma digna de
l. Su padre no tiene dinero para
mantenerlo. Alz al pequeo
Abraham sobre su hombro.
Esther empez a gritar de rabia,
luchando por librarse de los hombres:
Dejen a mi hijo! Djenlo!
Justo en ese momento, el hombre que
estaba registrando a Raquel exclam:
Esta joven est ocultando algo!
Raquel aferraba algo en el bolsillo
del vestido.
El rostro de David perdi el color al
tiempo que sus ojos verdes se
ensanchaban con el asombro.
Raquel! exclam. Qu es lo
que tienes?
La nia habra trado el amado
collar que la abuela le haba regalado?
Esther estaba segura de que Raquel
haba ocultado la cadena de plata que
Moiss le haba regalado por su
cumpleaos.
Los padres miraron fijamente a la
hija, mientras Abraham gritaba desde el
hombro del caballero con barba:
Sultenme! En el nombre de
nuestra reina, sultenme!
Esther permaneci como una estatua
bajo aquel sol de julio, conteniendo la
respiracin, cuando el hombre que
revisaba a Raquel le rasg el bolsillo
para abrirlo. Un reflejo metlico cay
entre los pies de Raquel. David crey
que aquello era el fin para todos.
Raquel mir a la madre y al padre.
Era para nuestra nueva casa
dijo.
El llamador de la puerta de los
Toledo yaca ahora en el suelo: una
mano de mujer sosteniendo una pequea
esfera de bronce en la curva de la
palma.
Nia estpida! grit el hombre
de barba, dando una patada a la mano de
bronce y tirando a Abraham de su
hombro. Esther sollozaba.
No habiendo encontrado nada de
valor, los caballeros se enfurecieron.
Patearon a David y se mofaron de l,
cuando se abalanz hacia su mujer. Un
gordo que se encontraba entre ellos los
detuvo con un grito:
Basta ya! Tenemos trabajo por
hacer. Volvamos al camino principal.
All es donde hay dinero.
Mientras suban a sus caballos de un
salto, uno de ellos cogi el brazo de
Abraham. El ms regordete volvi a
gritar:
No, suelten al pequeo bastardo
judo. No tenemos tiempo. Vamos!
Espolearon a los caballos y se
fueron por el mismo lugar por el que
haban venido.
Esther estaba sentada en el suelo,
llorando todava.
Ay, Dios, perdname, por favor,
Dios! Perdname por olvidarme de mis
hijos! Por olvidarme de que era una
madre! Por llenarme de odio!
David abraz a su mujer. Raquel se
agach y recogi la mano de bronce,
luego la apret contra su pecho.
Abraham segua gritndole a los
caballos:
En el nombre de nuestra reina.
Unos minutos ms tarde, el jinete
rollizo volvi y los encontr a todos
abrazados y orando. Los Toledo se
helaron al verlo, aunque David y Esther
descubrieron algo amable en su cara,
que no era la de un enemigo.
David, amigo mo dijo de prisa
. Os quedan nada ms que cuatro das,
daos prisa, y dad vuelta el carro hacia el
oeste, por este camino, y no os detengis
hasta que el sol se ponga. Seguid por el
valle bajo que est a vuestra derecha y
volveris a ver el Tajo por la maana.
Seguid el ro hasta la puesta de sol y
llegaris pronto a Portugal.
Hizo girar a su caballo y se fue tan
rpido como haba llegado.
David le pregunt a voces:
Cmo te llamas? Cmo te
llamas?
El hombre hizo andar ms lento a su
caballo y gir la cabeza.
Jos, Jos Marciano!
Desapareci en el remolino de
polvo que levant a su alrededor.
Los Toledo, con la paz recobrada,
dieron la vuelta y se dirigieron hacia
donde Marciano les haba indicado; ya
no sintieron ms hambre, sed, calor ni
fatiga y llegaron a Portugal cuatro horas
antes del primero de agosto. Esther iba
todo el camino cogida de la mano de su
hija. Lo nico que les faltaba era
encontrar a la familia Nahmias.
Sin embargo, fue imposible. Cuando
golpearon la puerta de la casa color
mostaza, con persianas marrones que
Salvador les haba mencionado, la
propietaria les entreg una carta:

Mi querido amigo David:


Hemos andado durante diez
das y todo ha resultado ms
difcil de lo que yo pensaba.
Encontramos un mtodo ms
seguro que venir a Portugal.
Espero que esta carta llegue a
tiempo y utilices el mismo
camino. Vamos a Zaragoza y
luego a Perpignan. Nos
dirigiremos a Estambul en un
barco que nos est aguardando
en el puerto. El sultn otomano
nos ha invitado. Nos
estableceremos en un barrio
llamado Balat y all os
estaremos esperando. Juntos
abriremos nuestra imprenta en
Estambul. Ruego por ello. Que
Dios est contigo y con todos
nosotros.
Tu amigo Salvador,
Aranjuez, 14 de Mayo de
1492

Para cuando los Toledo leyeron esta


carta, la familia Nahmias ya se haba
establecido en su casa de madera, en
Balat.
David vendi los caballos y alquil
una habitacin para su familia antes de
ir al puerto.
17 de septiembre de
1494. Estambul
El otoo haba comenzado en Estambul,
y el desesperante calor del verano haba
cedido su lugar a una temperatura
levemente fresca. Un mar de turquesa y
un cielo de satn azul Las casas de
Uskudar y Glata, las velas de los
barcos que entraban y salan del
puerto Todo pareca irradiar un
blanco resplandeciente, misterioso bajo
la mstica luz de principios de
septiembre.
Haca ya tiempo que las golondrinas
haban abandonado la ciudad. Pero los
estorninos recin comenzaban a hacerlo.
Miles de aves que aleteaban y volaban
haban formado una larga cinta gris que
atravesaba el cielo. Un extremo de esta
cinta se encontraba sobre los montes
Yedikule, mientras que el otro ya haba
llegado a la cima de Kayishdag. Volando
en crculos sobre esta montaa, los
estorninos aguardaban a que se les
sumaran otros antes de la partida
principal. Sera otro largo y difcil viaje
para ellos. Todo Estambul, incluso el
sultn, era testigo de este espectculo de
la naturaleza.
Tras la oracin matinal, el sultn se
reuni con la corte en el jardn del
palacio para honrar a aquella bella
maana. Los crisantemos de color
blanco, rosa, naranja y amarillo de los
canteros formaban alfombras de color
debajo del ancho pltano y los castaos
de Indias, cuyas hojas ya se estaban
tornando levemente rojas. Bayazid II,
que estaba repleto de sentimientos
poticos por el recuerdo de su juventud,
haba ordenado que la corte se reuniera
en el jardn. Estaba absorto observando
las flores y las bandadas de estorninos
en el cielo. Pareca estar molesto en
compaa de los cortesanos que lo
rodeaban y quera que lo dejaran solo lo
antes posible para contemplar la gloria
del da.
Sin embargo, hoy era un da
particularmente importante para l. El
nuevo Papa, Alejandro Borgia, haba
enviado por primera vez un embajador
al Imperio Otomano, y el sacerdote,
Giorgio Bochiardo, ya estaba en el
jardn, prximo a tener la primera
audiencia con el sultn. El gran visir, los
visires, y todos los dems funcionarios
ya haban ocupado sus lugares oficiales
en los almohadones. Los empleados
menores formaban de pie en dos filas
enfrentadas. La guardia real, con sus
cimitarras a la cintura, permaneca
alerta.
Un poco ms temprano, el sultn y
los oficiales del tesoro haban
examinado los enormes libros de
contabilidad y acordaron algunas
reformas en el sistema de tributos, y
ahora, el escriba oficial estaba
transcribiendo a toda prisa esas
resoluciones en el libro de actas oficial.
De tanto en tanto, el monarca les peda
silencio a todos con un movimiento de la
mano y formulaba un nuevo
pronunciamiento. Los asamblestas
cruzaban las manos sobre el pecho,
inclinaban la cabeza y entonaban:
Como queris, Alteza.
Haban tratado muchos temas y los
haban concluido uno tras otro, y ahora
era el turno del embajador.
Bochiardo se arrodill
respetuosamente delante del sultn y le
present sus obsequios. Bayazid II mir
las sedas, los terciopelos bordados en
oro, y los brillantes satenes con
indiferencia; y lo mismo hizo con el
reloj de caoba incrustado con
esmeraldas, rubes y diamantes, que al
taido de cada nueva hora ejecutaba una
meloda distinta. El obsequio final fue
un lujoso juego de vajilla, de una
porcelana tan exquisitamente bella que
era casi transparente. Quinientos platos
de todos los tamaos decorados con
elegantes mariposas de mltiples
colores y figuras en relieve. Sin
embargo, el sultn apart la cara
aburrido. El traductor, un italiano
renegado de Glata, empez de
inmediato a traducir los mensajes del
Papa, que rebosaban de respeto y
halagos hacia Bayazid II:
El lder de la Cristiandad saluda al
glorioso Sultn del Imperio Otomano
con gran estima y consideracin, y por
ello declara que ahora, y en el futuro,
ser un aliado del Sultn. El hermano
del Sultn, Cem, se encuentra bajo
nuestra proteccin y gobierno. Su Alteza
Real no deber albergar dudas respecto
a este tema. La continuidad de nuestro
pacto est garantizada.
Al escuchar el nombre de su
hermano, la cara del sultn se
ensombreci. Mir al embajador, que
todava hablaba de prisa en un idioma
que no entenda. El delgado sacerdote
calvo, atemorizado por la mirada de
Bayazid II, se mir con premura los pies,
trag saliva y luego volvi a hablar:
Sin embargo, la reformulacin de
nuestro pacto tal vez pueda ayudarnos a
ambos a llegar a un acuerdo ms
satisfactorio.
El sultn cambi de posicin,
incmodo, y pregunt de viva voz:
Qu est diciendo este hombre?
Est tratando de romper nuestro
tratado?
No, Su Alteza, el Papa no tiene
intencin de crear problemas. Por el
contrario, desea establecer una
cooperacin ms fructfera.
Qu clase de cooperacin
fructfera? le dijo furioso al
dragoman. Dile que no se ande con
rodeos. Quiero la verdad. Enseguida.
El embajador de Borgia dice: Si el
sultn lo desea, podemos seguir teniendo
con nosotros a vuestro hermano Cem al
precio de cuarenta mil ducados al ao,
segn lo que habamos acordado con
anterioridad. Pero si vuestra Excelencia
nos enva trescientos mil ducados sin
demora, consideraremos saldado el
pago. Os libraris de una mancha en
vuestro honor y nosotros nos sentiremos
honrados de proporcionaros este
servicio.
Trescientos mil ducados? Es una
suma muy grande.
Muy cierto, vuestra Alteza
replic el embajador pero pagar
cuarenta mil ducados al ao resultara
mucho ms costoso. Si consideris la
suma que vuestra Alteza ya ha pagado
El papa tiene un plan. Podra agregarle
algn algn polvo especial a la
comida para poner fin a su vida
Aunque si me permits que os lo diga,
creo que podramos seguir otro tipo de
procedimiento que sera mucho mucho
ms certero. El Papa considerara
bastante apropiado, por ejemplo, si vos
le mandarais un representante al
Vaticano un barbero de confianza para
vuestro delicado hermano, por ejemplo.
Bayazid se qued atnito ante la
proposicin.
Mi hermano ha cometido muchos
errores comenz a decir pero
hemos sido indulgentes y caritativos, y
no lo hemos castigado tanto como
podramos haberlo hecho. Terminar una
relacin de parentesco de esa forma me
provocara un gran sufrimiento, sin
duda. Y sin embargo, debemos
contemplar en primer lugar lo que sea
mejor para el Imperio Otomano, que
nuestros antepasados nos han confiado y
que debe ser imperecedero. El Imperio
es mucho ms valioso que la vida de
cualquier individuo. Aunque debo decir
que los trescientos mil ducados
mencionados antes son una fortuna. Lo
pensaremos y pronto os informaremos a
vos y al Papa.
Con un leve movimiento de su mano,
despidi al embajador, que se retir
retrocediendo. El sultn se volvi al
tesorero real.
Qu dices t? Tenemos esos
fondos a nuestra disposicin?
El tesorero comprendi la secreta
felicidad del sultn ante la oferta del
Papa, y respondi con todo el talento de
su diplomacia:
Valioso y luminoso sultn nuestro,
cuando la estabilidad y la permanencia
del Estado estn en juego, buscamos en
cada rincn del imperio y encontramos
el dinero necesario.
Bayazid, respirando con ms
tranquilidad, le hizo otra pregunta.
Y el barbero?
El visir se adelant.
Con vuestro permiso, mi sultn,
yo dira que kapici Mustaf sera un
candidato perfecto.
Quin es ese kapici Mustaf?
Un ortodoxo converso, de Glata.
Os ha servido con lealtad durante aos.
Es un hombre de fiar.
Triganlo enseguida.
Uno de los correos corri a buscar a
Mustaf, que, aunque el sultn no lo
supiera, era un espa de origen griego
introducido en la corte otomana por el
propio Papa. Los ojos del visir
brillaban de placer con solo imaginar
sus futuras riquezas; haca meses que l
estaba en comunicacin con el Vaticano
sobre aquel tema espinoso.
Otro visir empez a hablar en voz
baja y respetuosa:
Mi sultn, con el permiso de
Vuestra Alteza, considerarais la
posibilidad de ayudar a aquellos
desgraciados musulmanes de Espaa, de
Beni Ahmer[6], tanto tiempo perseguidos
y torturados por la despiadada reina
catlica, Isabel, y su esposo Fernando?
Es nuestro sagrado deber
ayudarlos como hermanos nuestros, pero
no tenemos una armada y llegar a
Espaa por tierra sera imposible.
Mi sultn, despus de la derrota
del califato de Espaa, esos hermanos
han soportado una persecucin terrible.
Vuestra Alteza les ha abierto su tierno
corazn y compasivamente a los judos
de Kurtuba, Tleytila y Girnata.[7] Estos
beni ahmeris son siervos del Islam,
igual que nosotros. Sin vuestra preciosa
ayuda, todos podran perder la vida.
Dices la verdad, pero los judos
viajaron a nuestro imperio empleando
sus propios recursos. No nos pidieron
dinero. Al contrario, trajeron su riqueza
consigo. Fernando, al expulsarlos de
Espaa, cometi una equivocacin fatal.
Djalo que por ahora se cueza en su
propia estupidez.
Bayazid alz su rostro con orgullo y
contempl el avance final de la cinta de
estorninos. Todas las miradas estaban
fijas en l.
Los judos son personas ricas y
talentosas sigui diciendo. Todos
tienen una profesin. Pero el pueblo de
Beni Ahmer no es como ellos; nos piden
que vayamos y los traigamos aqu. Sin
una armada, eso sera imposible. Aun
cuando decidiramos construir grandes
barcos de guerra, llevar tiempo, y
adems una fortuna en oro. Ojal nuestro
hermano Cem no le hubiera causado
tantos problemas al imperio. Si no lo
hubiera hecho, quiz ahora podramos
saldar la deuda con nuestros hermanos
espaoles. Sin embargo, lo ms
importante es la permanencia del
imperio, su futuro. Dejemos que los
musulmanes de Beni Ahmer esperen un
poco ms.
El visir inclin la cabeza en un gesto
de absoluta sumisin.
Despus de un breve lapso de
silencio, el sirviente personal del sultn
dijo:
Su Excelencia, uno de esos judos,
Nahmias de Toledo, espera una
audiencia. l
Sin permitir que terminara su
discurso, Bayazid le pregunt:
Qu quiere decirnos?
Le gustara mucho establecer una
imprenta en Estambul.
Una imprenta? Qu es una
imprenta, en el nombre del Cielo?
Su Alteza, una imprenta es un
lugar donde los signos escritos en papel
no se hacen en forma manual, sino
mediante instrumentos de metal. Me
informan que es algo que est
volvindose bastante comn en Europa.
Para qu sirve ese instrumento de
imprimir?
Es una forma ms simple y ms
eficaz de escribir; el conocimiento se
conserva durante siglos en libros, y se
pueden hacer muchas copias, para que
todos puedan leer con facilidad. Y no
solo se pueden imprimir escritos en el
papel, sino tambin nmeros e imgenes.
Imgenes? Hasha! Eso est
prohibido por Dios!
El visir se apresur a explicarle
mejor:
Apreciado sultn, el judo no
desea imprimir imgenes, solo desea
emplear sus conocimientos para hacer
libros sagrados judos, con caracteres
hebreos. Practic mucho tiempo la
misma profesin en Espaa. Con vuestro
permiso, l mismo os puede explicar el
problema con ms claridad.
Mientras Salvador se acercaba al
sultn, el cuerpo le temblaba de terror y
ansiedad. Se hinc de rodillas y bes el
borde del caftn real, y comenz a darle
las gracias a su benefactor con su
pesado acento turco, en una voz que
revelaba su profunda emocin. Bayazid
se sinti enormemente complacido con
sus teatrales modales de sumisin.
Vamos, Ibn Nahmias Efendi,
levntate le orden el monarca.
Levntate y explcame de qu se trata
este instrumento de imprenta.

Salvador permaneci con el sultn ms


de media hora, puesto que Bayazid
estaba en extremo interesado en la
prensa de imprimir y le hizo una gran
cantidad de preguntas. Qu aspecto tena
la mquina, cmo haca los signos, por
qu Salvador quera tener una all
Finalmente, el sultn le dio su
autorizacin, pero con una clara
condicin: en la imprenta, Salvador
nicamente imprimira libros en hebreo,
y nunca una pgina en turco, escrita en
caracteres rabes, pues la publicacin
de textos usando este alfabeto estaba
estrictamente prohibida.
Salvador recibi con alegra la
noticia y acept la condicin. Con pasos
largos y veloces regres a su casa, en
Balat. A pesar de la fra temperatura, el
entusiasmo y la energa pronto lo
hicieron transpirar. Mir en derredor, y
le pareci que Estambul estaba ms
bella que nunca. Glata, el Cuerno de
Oro, la Torre de las Nias, Uskudar
Los barcos de vela, los kayiks que se
apresuraban entre las dos costas esta
ciudad era un milagro
Salvador era feliz porque iba a
poder crear otra vez una vida cmoda
para su familia. Pero un ramalazo de
pena lo afligi. Dnde estaba su amado
amigo, su antiguo socio? No haba
recibido ninguna noticia de los Toledo
desde haca ms de dos aos y medio.
Haba interrogado en vano a cada recin
llegado de Espaa a la ciudad. Sin
embargo, deseaba mantener la esperanza
de que algn da aparecera. La
inmigracin juda a las tierras otomanas
an no haba terminado. Cada da
llegaban nuevos contingentes. Entonces
los Toledo quiz tambin emprenderan
el viaje.
22 de febrero de
1495. Vaticano
Los labios hmedos, seductores, de la
joven rozaron las orejas del amante con
ternura, mordisquendole el lbulo al
tiempo que murmuraba palabras de
amor. El pelo rubio espeso y largo le
cubra el esbelto cuerpo desnudo como
un abrigo de marta cibelina. Una de las
manos del amante rodeaba la curva de
sus caderas mientras con la otra
acariciaba sus sedosos mechones.
Luego, cogindola de la cintura, la
desliz con lujuria debajo de su
poderoso cuerpo. La joven, apretndose
contra el hombre que le pareca tan
guapo dijo con voz llena de coquetera:
Comprtate, nio travieso, basta,
tengo que irme.
Sus ojos verdes brillaban y las fosas
nasales se le ensanchaban mientras rea.
El joven tena un bello rostro
masculino, enmarcado por cabello rubio
y ondulado.
No, no te dejar ir le dijo.
La joven se solt y se escap de los
brazos que la rodeaban.
Tengo que hacerlo. Nuestro padre
me espera.
Pap es un hombre paciente, y te
esperar un poquito ms.
No, Cesare, est agotado. Tengo
que cuidarlo. Maana volver contigo,
lo prometo.
Y tu esposo?
Mi esposo ya no tiene ningn
derecho sobre m. Pap firmar el
decreto de anulacin pronto, y ser
libre. l admite que este matrimonio ha
sido un fracaso en todos los sentidos. El
rey Carlos de Francia ha llegado, y me
han informado que volver a su pas esta
misma tarde con el refugiado otomano,
Zizim[8]; por eso tengo mucho que hacer.
Se puso de pie y se alis el vestido.
Cesare, que tena fama de ser el hombre
ms apuesto de Roma, la mir desde la
cama con ojos de admiracin y dijo:
Dime, Lucrezia. En qu crees que
gastar pap los ducados que ha
recibido por Zizim?
Lo ms probable es que le d
algunos a Michelangelo para los nuevos
proyectos de la baslica de San Pedro, y
una cantidad ms pequea a Pinturicchio
que pint las habitaciones de los Borgia.
La mayor parte de lo que quede la
emplear para consolidar el poder del
Vaticano; pap tiene muchos enemigos.
Adems, se avecina muy pronto el mil
quinientos aniversario del Cristianismo.
Quiere organizar una conmemoracin
inolvidable.
Lucrezia se puso en la cabeza el
largo velo de encaje, bordado con hilos
de oro e incrustaciones de minsculas
esmeraldas. Inclinndose, le dio a su
hermano un beso de despedida. Tras
verla partir, l dej caer la cabeza en las
almohadas, agotado por el tiempo que
haba pasado con ella.

El Papa espaol Alejandro VI mir al


sultn Cem y dijo:
Su Alteza, el Prncipe
Era la primera vez que se diriga a
l de esa forma.
Podras por favor expresar tus
deseos? Querras acompaar hoy al rey
Carlos de Francia?
Antes de responder, el shahzadah
otomano, que haba sido obligado a
servir como esclavo en una corte
europea durante trece aos, mir al Papa
y al monarca francs con ojos
apesadumbrados.
Nunca me han tratado como a un
prncipe. Si el rey quisiera llevarme a
Francia, lo acompaara feliz como
esclavo. O permanecer aqu en
cautiverio, si ese es vuestro deseo. Har
lo que me pidan.
Alejandro lo mir con los ojos muy
abiertos, como conmovido por sus
palabras.
Cmo puedo aceptarte como mi
esclavo? Es imposible. Ambos sois de
sangre real, yo solo soy un humilde
mediador entre ustedes dos.
Cem inclin la cabeza, pero
Carlos VIII lo mir con respeto.
Me acompaars esta tarde, mi
prncipe le dijo. Vuestros das de
frustracin y vergenza pronto
terminarn.
El Papa sonri.
Ves? Ahora descansa y trata de
aprontarte para el viaje. Bate y tmate
un descanso. El barbero, Mustaf,
vendr a prepararte para el viaje.
Cem hizo una reverencia y abandon
la sala.
El Papa sacudi la cabeza como
lleno de pena por l. El rey francs lo
mir.
Vuestra Eminencia, puedo
conocer la razn de vuestra
benevolencia con la reina Isabel?
El Papa mir a su husped con ojos
inquisitivos.
Benevolencia?
S, el regalo que le hicisteis: el
derecho de Patronato Real
Es una soberana verdaderamente
piadosa. Qu otra razn podra haber?
Pens que tal vez vuestro origen
espaol podra haber influido en la
decisin. Con el Patronato Real, ella
representar a la Iglesia en todas las
colonias espaolas y poseer todos los
derechos sobre todas las tierras recin
descubiertas.
Alejandro fingi no entender la
implicacin de las palabras del rey y
con voz serena respondi:
Coln ha hecho varios viajes al
Nuevo Mundo y todos han sido
patrocinados por la reina. Adems, he
sido justo. Tambin le he dado el
Patronato Real al rey Manuel de
Portugal. Un equilibrio perfecto, Vuestra
Majestad.
Y vuestro poder, Reverencia, se
encuentra en ambos lados por lo que
entiendo, tanto aqu como all.
El rey dej la copa vaca en la
bandeja de oro que le ofreci el lacayo
de librea roja y, con un leve gesto de la
cabeza, rechaz otra que el Papa le
ofreca.
Con vuestro permiso Segn lo
que acordamos, estar aqu por la tarde
para llevar a Zizim a Francia.
Cuando complet la frase, se inclin
para besar el santo anillo del Papa.

Cem se preparaba para otro viaje a otra


corte europea. Sus sirvientes, Sinan Bey
y Celal Bey, as como su nishanci
Haydar Bey, se ocupaban de l.
Deseara que Sadi estuviera
tambin con nosotros dijo Cem con un
suspiro. Lo extrao tanto Sus
ojos se llenaron de lgrimas. Era un
amigo leal. Y su poesa era un consuelo.
Comet un tremendo error al mandarlo
como mensajero a Anatolia. Su
muerte todo por mi culpa.
ltimamente en muchos de mis sueos
veo a esos sinvergenzas que ataron
rocas pesadas en sus pies y lo arrojaron
al mar. Pero dejo a Dios que juzgue sus
almas. Y ahora tengo que irme a Francia
sin l. La culpa es solo ma, el mismo
error desde el principio. Y mi madre, mi
esposa Su exilio en El Cairo es una
pena tan dolorosa Yo soy responsable
de todo el desastre. Nunca tendra que
haber aspirado al trono otomano, nunca!
Sinan Bey dijo:
Por favor, mi shahzadah, no se
culpe a s mismo. Aunque usted no
hubiera aspirado al trono, su hermano
jams lo habra dejado vivir en paz.
Primero, ejecut a vuestro shahzadah
despus fue Sadi y hasta el visir Gedik
Ahmet Pach No se torture ms.
Rezaremos para que suceda lo mejor, e
iremos a Francia y entonces su querida
madre y su virtuosa esposa se reunirn
con usted all. Por favor, trate de
sentirse contento con eso, shahzadah.
Celal Bey se incorpor a la
conversacin.
S, Sinan Bey tiene razn. Pronto
podremos olvidar este horrible lugar.
Nunca en mi vida he visto gente tan
desagradable. El Papa es un maldito, y
sus hombres e hijos son absolutamente
maleducados. Entrega a su propia hija
para fortalecer su poder poltico. El
palacio podr estar adornado con sedas
y terciopelos, y podr haber oro y cristal
por doquier, pero quienes lo habitan son
mendigos del alma.
El nishanci Haydar Bey, que estaba
ordenando documentos sobre la mesa,
dijo:
Si el rey Carlos no hubiera
podido eliminar a sus enemigos cuando
vena hacia Roma, nunca podramos
estar seguros de nuestro futuro. A decir
verdad, no me siento a gusto teniendo
tanto que agradecerle a un infiel, pero le
doy gracias a Dios por haber ayudado a
Carlos a llegar aqu, junto a nosotros.
Sinan Bey le pregunt:
Pero por qu piensas que le ha
prometido lealtad al Papa?
El sultn Cem agit la mano con un
gesto de disgusto.
Poltica dijo con brusquedad
. La poltica es un asunto traicionero.
Los asesinos de un da se transforman en
vctimas al da siguiente, y los que son
perseguidos ahora terminan siendo los
que matan con ms crueldad. No s bien
qu beneficio obtendr el rey Carlos con
esta alianza o cunto puedo confiar en
l. Pero se ha convertido en mi nica
alternativa. Roguemos para que todo
resulte bien para nosotros.
Mustaf entr en la habitacin y
salud a todos. Era un hombre alto, de
estatura poderosa, razn por la que lo
llamaban Koca Mustaf. En la bandeja
traa un cuenco con agua caliente y una
navaja afilada. El sultn Cem tom
asiento cerca de la ventana y le dijo a
Mustaf:
Date prisa, hombre. Tengo mucho
que hacer.
Mustaf puso una toalla alrededor
del cuello del shahzadah, despus
agreg jabn al agua, y la agit con la
brocha de afeitar para que hiciera
espuma.
Al atardecer, cuando el sultn Cem
parti rumbo a Francia con el rey,
dirigindose primero a Npoles, alguien
faltaba en su comitiva. El barbero se
haba evaporado poco despus de haber
rasurado al prncipe otomano, y en ese
momento estaba sentado en la sala real
del Papa, con varios sacos de ducados
de oro a sus pies.
Le quedan a lo sumo cuarenta y
ocho horas le dijo al Papa. Detrs
de la oreja le hice una incisin con mi
navaja envenenada. No sinti nada. Ya
debe de tener fiebre.
Alejandro ech una mirada sobre las
velas cuyo parpadeo se reflejaba en la
copa de vino color sangre.
Me habra tenido que enfrentar a
la deshonra ante los ojos del sultn
otomano por ese desgraciado, Carlos de
Francia. Estaba a punto de arruinar
nuestros planes, pero finalmente hemos
triunfado, demos gracias a Dios. Cuando
vuelvas a Estambul, te ruego que le
transmitas mi respeto y estima al sultn.
Y dile que soy su leal aliado. Unidos,
tendremos de rodillas a toda Europa.
Dime, cundo puedes partir?
Estar listo en un par de horas.
Muy bien, espero que el sultn
tambin te recompense. Has procedido
con nobleza en nuestro nombre.
Realmente as lo espero. Prometi
nombrarme segundo visir.
Y espero que podamos celebrar tu
nombramiento como gran visir muy
pronto.
Mustaf puso los sacos en su faja.
No le robar ms su valioso
tiempo, Eminencia.
Bes el anillo del Papa y recibi su
bendicin.
Lucrezia entr justo en el momento
en que Mustaf se iba y este le hizo una
reverencia. Vesta una bata rosa, y con el
velo bordado, pareca una mariposa a
punto de volar.
Cuando se acerc al Papa, este se
puso de pie y exclam:
Por fin! Por fin has llegado, mi
princesa, aunque tal vez tenga que
desilusionarte, no tengo energas para el
madrigal de esta noche. Disclpame, por
favor, querida ma.
La joven le ech de inmediato los
brazos al cuello y lo bes con cario.
El padre se sent, cerr los ojos y se
recost en su cmoda silla.
El caso de Zizim est concluido
le dijo a Lucrezia. Ya no tendremos
que soportar ms problemas graves con
l. Y Carlos tambin se ha ido. Ahora
me resultar fcil apoderarme de Italia.
Lucrezia le acarici la mejilla con
sus manos elegantes.
Estoy segura, pap dijo de
que eres bastante inteligente como para
superar todos los problemas de este
mundo.
Ahora tendr tiempo para trabajar
en la conmemoracin del mil quinientos
aniversario de nuestro mundo cristiano.
Qu Santo Jubileo haremos! Las
celebraciones tienen que ser
inolvidables. Alejandro Borgia debe ser
el nombre que todos recuerden.
Lucrezia le respondi:
Estoy segura de que siempre te
recordarn. Nadie que haya estado
alguna vez frente a ti es capaz de
olvidarte.
Sus manos jugaban con el cuello y
las orejas del Papa, que ahora respiraba
anhelante, los ojos apretados. De pronto,
cogi las manos de Lucrezia y las
arrastr primero hacia el pecho, y luego
hacia abajo, hacia su deseo, presionando
con los fuertes y bellos dedos de ella su
masculinidad erecta. La princesa ahora
llevaba a cabo su deber habitual.
Lisboa
Esa noche, Koca Mustaf, el antiguo
barbero y futuro segundo visir, parti
hacia Estambul en una nave que zarpaba
del puerto de Pescara. A pesar de la
temperatura helada, el mar Mediterrneo
estaba inesperadamente sereno.
Por el contrario, Impvido, la nave
que acababa de dejar Lisboa estaba a
punto de afrontar serias dificultades.
Impvido[9], significa intrpido y
zarpar en el ocano en una noche de
invierno tan amenazante iba a poner a
prueba ese nombre. El tempestuoso
Atlntico era completamente diferente a
su primo el Mediterrneo. Terribles olas
negras azotaban los costados del barco.
La luna era un espejo brillante que
espiaba entre las nubes grises.
El barco estaba repleto de
refugiados judos y musulmanes. Cientos
de familias, que haban credo que
escapando de Portugal algunos aos
estaran a salvo de la ira de los
despiadados reyes de Espaa,
emprendan de nuevo el camino tras el
ascenso al trono de un nuevo rey.
Manuel, merced al poder obtenido por
el derecho de patronazgo en ultramar,
haba decidido cambiar de poltica con
los judos, sin tener en cuenta la actitud
liberal e indulgente de su difunto padre.
Al igual que el vecino reino, l tampoco
quera a los judos dentro de sus
fronteras.
El nuevo equilibrio poltico de
Europa y sus colonias haba obligado al
pueblo judo a partir otra vez hacia
tierras desconocidas. Con todo, durante
tres aos haban llevado una vida serena
y pacfica en Portugal, no solo plantando
flores de esperanza en sus jardines, sino
tambin en sus corazones. Quin
hubiera predicho que aquello era nada
ms que un sueo que terminara tan
rpido?
La familia Toledo se encontraba
entre esos desafortunados. Esther, al
enterarse de que caba la posibilidad de
que las autoridades cristianas le
arrebataran a Abraham y lo enviaran a la
lejana isla de Santo Tom con otros
nios, casi se volvi loca y decidi irse
de Lisboa enseguida. Can se haba
perdido para siempre, y ellos no
arriesgaran la vida de Abraham; pero
no estaban preparados para irse.
Durante los primeros das de la llegada
a Lisboa, intentaron varias veces ir a
Estambul, pero al ver que no exista una
oposicin grave a su presencia,
decidieron afincarse all. Lisboa estaba
ms cerca de la patria y Esther todava
tena esperanzas de regresar algn da a
Toledo. David no haba obtenido mucho
dinero con la venta del cuero que haba
trado de Espaa, pero fue suficiente
para que la familia sobreviviera. Esther
haba hecho un pequeo jardn en la
parte de atrs de la casa, en el que
sembr una huerta, y Abraham encontr
algunos amigos con quienes jugar en la
calle. Estaba saludable y,
milagrosamente, no haba estado
enfermo ni siquiera una vez desde su
llegada a Lisboa.
En el transcurso de esos tres aos, el
nico miembro de la familia que no
haba sido feliz era Raquel. No se haba
olvidado ni de Can ni de Moiss.
Despus de ayudar a la madre en
silencio durante el da, por las tardes se
sentaba en el umbral de la puerta que
daba al jardn, bajo el arco de piedra
adornado con figuras de conchas
marinas, estrellas de mar, pescados,
cuerdas, redes y anclas, y escuchaba las
tristes canciones de amor que llegaban
por el aire desde las tabernas del puerto.
En esos emotivos momentos, su mano se
diriga inconscientemente a la mejilla.
La voz de Moiss todava resonaba
como un eco en sus odos. Te amo,
siempre te amar. Tena ya casi
dieciocho aos y muchos admiradores
entre los jvenes de la vecindad, pero su
corazn y su pensamiento todava
pertenecan a su primer amor. Sin
embargo, l estaba muy lejos, en
Estambul, y Raquel deseaba ir all ms
que nada en el mundo. Raquel llevaba
consigo a bordo el llamador que haba
sacado de la puerta de Toledo. Una
elegante mano de mujer, con una esfera
de bronce en la palma
La nave avanzaba en medio del
vasto, oscuro ocano. Las pequeas olas
tempestuosas se haban vuelto altas y
feroces, y la cubierta estaba inundada
con el agua de mar. Haban arriado las
velas y los marineros remaban con la
muerte sonando en los odos. El cielo y
el mar tenan la misma oscuridad
profunda. Los desesperados pasajeros
oraban en sus lenguas maternas, y las
frases Hashem Israel y
Bismilahirrahmanirrahims[10] se
disolvan unas en otras. Los marineros
corran por el barco maldiciendo. Los
dos mstiles altos se inclinaban de un
lado al otro, y el barco estaba muy cerca
de dar una vuelta de campana.
Todos los pasajeros se haban
apretujado en el interior de la nave.
Muchos sollozaban, rodeados de olor a
vmito.
Esther toc la frente de su hijo para
medirle la fiebre.
Est ardiendo dijo.
El pobre Abraham yaca inmvil en
el regazo de su madre.
David puso la mano en la cara de
Abraham desesperado, murmurando:
Tenemos que aguantar, no tenemos
otra alternativa; por la maana todo
habr terminado.
Raquel aferr con fuerza su bolsita.
El casco tembl y cruji con violencia.
Pinsalo bien, Esther dijo
David. Incluso hallar este barco fue
un milagro. Por lo menos la tripulacin
es gente noble. No escuchamos acaso
que hubo marineros que llevaban a los
judos a sus barcos, para luego matarlos
y robarles sus pocas pertenencias? Me
dijeron que algunos hasta les cortaron
los vientres a los judos emigrados para
ver si tenan el estmago lleno de joyas.
Pero estas personas son diferentes. Ya
vers, llegaremos a Marruecos, y desde
all nos iremos a Italia, y despus a
Estambul. Estoy seguro de que Salvador
ya ha abierto nuestra imprenta y nos est
esperando. Un poco ms de valenta,
reina ma.
Esther dijo:
Este desastre se ha producido por
mi culpa. Deb haber escuchado lo que
Salvador dijo muy al comienzo. He sido
estpida y obcecada.
No te culpes, Esther. No fue culpa
tuya. Estabas apegada a tu casa y a tu
pas.
David le tom la mano que ella tena
puesta en la cabeza de Abraham y le
apret amorosamente los dedos. Alarg
la otra mano para coger a su hija, que se
acerc a l y apoy la cabeza sobre su
hombro. Raquel tambin pensaba que
seran capaces de sobreponerse a
aquellos dolores. Maana el sol
volvera a nacer en una vida nueva para
ellos.
De pronto, oyeron los gritos
aterrados de los marineros que estaban
en cubierta. El barco se encaram sobre
una ola gigantesca y baj con estrpito,
inundando la cubierta de agua. Los
judos y musulmanes espaoles y los
marineros cristianos gritaban y le
rezaban al mismo Dios, invocndolo en
diferentes lenguas. Por fin, el barco se
parti en dos con un horrendo quejido.
La grieta se abri paso por el centro del
pasillo principal de la nave. Raquel
aferr a su hermano, mientras Esther
coga a David, y todos cayeron al agua.
Mientras se hunda, Raquel no poda
pensar en su madre, ni en su padre, ni
siquiera en Dios, pero luchaba por salir
a la superficie. El agua fra, salada le
quemaba la garganta y los ojos. Todo lo
que pudo hacer fue coger al hermano con
todas sus fuerzas. Ninguna oracin,
ningn grito Las olas los arrastraron
juntos hacia un mar oscuro, feroz.
Despus, lleg el silencio y la
calma. La luna que asomaba sobre su
cabeza era luminosa, y esparca un
sendero de plata que se extenda hasta el
horizonte. Raquel temblaba, y el
escalofro que sinti en el alma cuando
mir aquel camino era mucho ms
perturbador. Estaba sola en un mundo
enorme.
Haba maderos del barco flotando en
la superficie y ella estaba agarrada con
una mano a la puerta de una alacena, y
con la otra, a su hermano. Con un gran
esfuerzo, at el cuerpo inmvil de
Abraham a la madera, y luego se qued
cerca de l. Lo nico que deseaba era
ver el sol, pensando que les salvara la
vida.
Raquel abraz a Abraham, y en
medio de aquel mar eterno sus almas se
unieron. Ahora no exista nadie ms que
l. Bes con ternura sus heladas mejillas
y cerr los ojos para reunir fuerzas.
17 de julio de 1498.
Estambul
Era un da tan hmedo y caluroso que a
los residentes de Estambul les resultaba
difcil caminar por las calles. Incluso a
esa hora temprana, la niebla sobre el
Mrmara era impenetrable, un signo de
la tarde hirviente que se avecinaba.
Moiss y el padre haban empezado
a trabajar en la imprenta al amanecer.
Ahora tenan una empresa renombrada y
respetada. Cada ao que pasaba, el
progreso le haba aportado a la familia
ms riqueza y armona. Seis aos haban
transcurrido desde que haban partido de
Espaa. Ya no hablaban de la patria
tanto como lo hacan aquellos primeros
aos. La madre de Moiss, Graciela, y
su hermano Abraham se comportaban
como si hubieran nacido en Estambul,
contentos de estar en esa excepcional
ciudad, con habitantes de todo el mundo
que hablaban diferentes lenguas y
oraban a diferentes profetas, todos bajo
el gobierno de los otomanos
musulmanes. Vivan en paz en el arrabal
de Balat designado por el sultn para los
judos. No tenan que enfrentarse a
problemas causados por sus creencias y
costumbres. Haban tenido suerte de
llegar a Estambul, pero Raquel todava
ocupaba el pensamiento de Moiss. Se
haba opuesto a que sus padres trataran
de obligarlo a casarse con otra mujer,
pues no senta deseos de compartir su
vida con nadie que no fuera su amada.
Haba interrogado a docenas de
personas procedentes de Espaa, sin
obtener ni la menor informacin sobre
ella. Aun as, mantena viva la
esperanza. Quiz hoy podra llegar a
Estambul Mir fijamente el horizonte
cubierto por la niebla, contando los
numerosos barcos que entraban en el
Cuerno de Oro. S, tal vez Raquel
estuviera a bordo de uno de ellos
Salvador sinti pena, al ver a su hijo
mirar el mar, pero no dijo una palabra.
Aquel dolor en el corazn de su hijo
desaparecera algn da; estaba seguro,
pero cundo? Saba que si poda
convencer a su hijo de que se casara,
entonces la preocupacin por la esposa
y los hijos lo curara pronto, mas el
joven estaba resuelto a no hablar
siquiera de matrimonio. La joven que
viva en la casa vecina, la bella Rebeca
de la familia Altamira, sera una novia
perfecta. Quiz el pobre Moiss padeca
de un sentimiento de culpa, eso era todo,
y con el tiempo pasara. Salvador
decidi no importunarlo y pedirle a
Graciela que dejara de presionarlo.
Moiss lo llam. Tmate un
descanso. Hoy hace mucho calor, hijo,
descansa un rato.
El joven mir al padre.
Caluroso y tambin muy hmedo.
Casi me falta el aire.
Los otomanos llaman a esta
temperatura eyyam-i bahur.
Qu quiere decir?
El tiempo de la evaporacin,
porque cuando el agua del mar se
evapora, forma niebla. Dicen que este
tiempo podra continuar durante diez
das o ms.
Dios, cmo vamos a soportar la
evaporacin tambin?
La vida, hijo la vida es un lucha
con la naturaleza, con los hombres
con todo.
Moiss no respondi y reanud el
trabajo, alzando una placa llena de
letras en hebreo y colocndola cerca del
asa del cuerpo cilndrico de metal que
se usaba para imprimir.
Los dos estaban concentrados en su
trabajo, cuando de pronto alguien grit
desde afuera:
Salvador, Salvador, ests ah?
Sali y descubri al rabino de la
sinagoga de Ahrida que se acercaba por
la colina cercana, en compaa de un
hombre que no haba visto nunca.
Salvador los salud.
Los visitantes entraron sin aliento a
la imprenta. Moiss y su padre,
acogindolos con la debida deferencia,
les ofrecieron sherbet de cereza.
Qu felices nos sentimos de verlo
por aqu, rabino, dijo Salvador, y
volvindose hacia el extrao tambin
usted es bienvenido.
El extrao sonri. Era bajo y flaco, y
tena una expresin tmida en la cara.
Debe de ser uno de los recin
llegados, pens Salvador
El rabino sacudi la cabeza.
Por favor, no me llames rabino,
soy un haham. Sabes que la palabra
rabino est prohibida por los
otomanos. Nos traer muchos problemas
si insistes en llamarme con ese nombre.
Se volvi hacia el recin llegado.
El nombre de Dios para los
musulmanes es Rab, que suena muy
parecido a rabino, y por eso nos
prohben que seamos llamados rabinos.
El hombre agradeci la explicacin
con una sonrisa.
Salvador dijo entonces:
Tratar de no volver a cometer el
mismo error. Por favor, disclpeme.
Te presento a don Isaac Sarphati.
Tambin viene de Espaa.
Salvador le estrech la mano,
alegre.
Bienvenido a Estambul, mi amigo
dijo con entusiasmo.
Moiss escuchaba atento e
interrumpi:
Qu ruta sigui para llegar aqu,
don Sarphati?
Salvador dijo:
Hijo, dale a nuestro amigo un
respiro antes de pedirle explicaciones.
No es nada dijo Isaac.
Tom unos sorbos de la copa de
sherbet y prosigui:
Llegamos aqu desde Portugal. Un
viaje muy difcil
El corazn de Moiss empez a
retumbar; quiz ese hombre haba
conocido a Raquel y a su familia.
A los De Toledo musit. Por
casualidad, los conoce?
Esta vez Salvador no detuvo a su
hijo, porque l tambin quera escuchar
las noticias. El hombre se qued en
silencio un tiempo mirando el piso,
cuando levant la cabeza tena los ojos
llenos de lgrimas.
Desgraciadamente dijo no
todos tuvimos la misma oportunidad.
Moiss grit desesperado.
Qu les pas qu?
Don Sarphati respondi con voz
triste:
El barco que vena de Lisboa se
hundi hace tres aos y no sobrevivi
nadie.
Moiss se qued helado durante un
instante, y luego se alej gritando: No,
no, no.
Salvador se arrodill con la cabeza
entre las manos. El rabino musit unas
plegarias. Don Sarphati puso su mano en
el hombro de Salvador.
Edirne
Aquel verano los ros Tunda y Maritsa,
por lo general exuberantes, se secaron
como si fueran a desaparecer. Ni una
sola gota de lluvia haba tocado el suelo
durante meses. Se deca que en el
interior de Anatolia la tierra se haba
fracturado formando profundas grietas.
Los habitantes de Edirne intentaban
refrescarse bajo los centenarios rboles
que llevaban a Karaagach. Los olmos
alzaban sus enormes ramas hacia el
cielo, como si le estuvieran rogando a
Dios que les concediera la lluvia, y los
sauces sacudan los brazos como
tratando de llegar al agua que se mova
con lentitud, convertida ahora en
arroyuelos con lechos de guijarros. Solo
los nios corran por all, dando gritos
de jbilo, mientras los adultos
dormitaban en los brazos de una
embriagante languidez, en el interior de
oscuros rincones.
Los que vivan en la ciudad trataban
de buscar refugio en el interior de las
casas. Las ventanas de listones de las
casas de madera musulmanas estaban
bien cerradas, al igual que las persianas
de las casas de dos pisos de los
armenios y judos, construidas con
piedras blancas como la nieve. Los
patios enlosados se enjuagaban con agua
extrada de los pozos. Las flores de
todos los jardines inclinaban sus
cabezas, agotadas: los claveles, las
petunias, los pensamientos, las dalias
Las nicas felices con el sol ardiente
eran las margaritas gigantes o flores de
la luna. Los campos estaban tapizados
hasta el horizonte de esas flores
amarillas, del tamao de un plato.
Algunos las llamaban girasoles, y tal vez
fuera un nombre ms apropiado ya que
se parecan ms a soles pequeos que a
una luna.
Edirne, en realidad, era famosa por
los tulipanes, pero la temporada ya se
haba terminado haca tiempo. En la
primavera, era un encanto presenciar la
belleza de multicolores lalezars. Como
todos los anteriores sultanes del Imperio
Otomano, Bayazid amaba la vida en
Edirne. Pasaba al menos la mitad del
ao all, en el nuevo saray construido
por orden de su padre, Mehmet II, el
Conquistador.
Haba llegado de Estambul a la
ciudad que le encantaba con todo el
harn, y con todos los altos funcionarios
de estado, antes de los das de la
evaporacin. El sultn amaba mirar
simplemente el Cihannuma Kasir, que
se elevaba como una torre alta sobre los
edificios bajos que componan el saray.
Pero hoy no haba tiempo para
aquellos placeres del ocio; el sultn
estaba en medio de una conversacin
particularmente importante con el
kapicibashi Koca Mustaf Aga en la
sala de mrmol de Kasr-i Humayun, que
mantena su frescura con fuentes de
agua.
Aga, el imperio no puede perder
el tiempo. El camino que nos lleva hacia
Occidente ahora est completamente
despejado. Y puesto que yo les he dado
a la corte egipcia y a la iran, a mi hija y
a mi hermano Cem, ya no tendremos ms
problemas en Oriente. Los Balcanes
tambin son prometedores. El camino
dlmata, Zara, Mora Todos estn bajo
nuestro dominio. En este momento, los
nicos problemas que tenemos
provienen de Venecia. No confo ni lo
ms mnimo en el balyos Zankani. Los
venecianos pueden desafiar nuestro
poder en cualquier momento. Tenemos
que prepararnos. Le agradezco al Papa
efendi por haber hecho un tratado con
nosotros en latn. Habindolo hecho en
esa lengua, podemos romperlo cuando lo
deseemos, sin que mengue nuestro
orgullo. Aunque me parece que debemos
ser prudentes Qu opinas?
No soy ms que un humilde
sirviente, Alteza. Pero como vos
siempre decs, nuestro primer objetivo
debe ser evitar que el Serensimo[11]
haga una sola jugada efectiva. No habr
oposicin de Miln, Npoles y
Florencia, y creo que nuestros planes les
parecern tiles. Yo, vuestro sirviente
Mustaf, estoy preparado para ejecutar
vuestras rdenes en cuanto lo deseis,
mi sultn.
Bayazid se puso de pie y recorri
con decisin de arriba abajo el piso de
mrmol hasta detenerse cerca de su
sbdito.
Mustaf Pach dijo, lo mejor
es que partas de inmediato. De hoy en
adelante, te nombro Beylerbeyi de
Rumeli. Rene al ejrcito, prepara a los
soldados y apodrate de Inebahti cuanto
antes. Nuestra nueva armada estar
pronta para sitiar tambin por mar la
ciudad, con el permiso de Dios. Estoy
seguro de que el nombre de los
otomanos obtendr grandeza de la unin
de los turcos con el corsario Kemal Reis
y sus compaeros. Nuestra sagrada
bandera llegar a cada rincn del mar
Mediterrneo. En cuanto a la conquista
por tierra, te confo ese deber a ti y a
Iskender Pach. Ahora vete, Mustaf
Pach.
El kapicibashi estaba sorprendido y
complacido porque el sultn se haba
dirigido a l llamndolo pach. Se
inclin con extrema deferencia para
besar el orillo del caftn de Bayazid y
dijo:
Ruego a Dios que me guarde de
avergonzaros, mi grandioso sultn.
Retrocedi con lentitud, siempre de
cara al trono. Al llegar al patio se
detuvo. Mareado de alegra, ese hombre
enorme dio un pequeo salto de
entusiasmo. Record las palabras del
Papa: Seguramente te convertirs
tambin en gran visir. S, por qu no?
Quin hubiera podido predecir que el
hijo de un pobre pescador griego algn
da sera nombrado Beylerbeyi de
Rumeli? El Koca Mustaf Pach respir
profundo y murmur: Beylerbeyi de
Rumeli hoy, gran visir maana tambin,
mientras caminaba con grandes pasos
hacia Bab-i Humayun y miraba con
orgullo a cada persona que pasaba.
Despus de que el nuevo pach se
retir de la sala imperial, Kemal Reis
entr al saray por la verja que estaba
atrs, junto al ro Tundia. Se apresur a
saludar al sultn.
El sultn se alegr con la presencia
de este joven marino tostado, de
contextura fuerte. Le sonri con
cordialidad, cosa extraa de ver en l.
Ven aqu, Kemal Reis le dijo.
Acrcate ms, debes de estar cansado,
sintate, descansa junto a m.
Kemal se sent en los almohadones
que le haban trado, cerca de los pies
del sultn y bebi el sherbet servido en
una copa de oro.
Bayazid se incorpor en su asiento y
con la mano levantada le pregunt:
Dime, qu hace nuestro pueblo
en el astillero de Gelibolu? Ha habido
progresos?
Vuestros siervos Burak, Kara
Hasan, y Herek oran por vuestra salud y
gloria, mi sultn. En el astillero, todos
trabajan desde el amanecer hasta que
oscurece: capitanes y marinos, el jefe de
artillera y los calafateadores, los
carpinteros, los constructores de proas,
y todos los dems. Hay muchas
embarcaciones: kadirgas, kalites,
firkateles, kirlangiches; y checktiris
tambin. Tenemos listos cuatro enormes
galeones que estn a vuestra
disposicin.
Perfecto Y gugeis?
Como muy bien sabis, mi Sultn,
una gugei es una embarcacin que puede
desplazarse tanto con la fuerza del
viento como con la del hombre al mismo
tiempo y como adems tiene dos pisos,
la construccin es difcil y cara.
Le ordenar al tesorero principal
del astillero que duplique el presupuesto
para construir dos gugeis. Una para ti y
otra para Burak Reis. Quiero verlas
zarpando hacia el mar lo ms pronto
posible. Ustedes sern las estrellas que
nacen en el cielo de Inebahti, o Lepanto,
como le dicen los infieles. Venecia
debe ser destruida! Confo en ti y en tus
amigos. Vosotros vosotros sois los
que haris temblar al Mediterrneo
entero. Qu significa para vosotros ese
bocadito llamado Venecia? Un simple
aperitivo!
Estaremos dispuestos para atacar
en cuanto la armada est pronta.
Bayazid sonri con satisfaccin.
Ve a descansar, Kemal Reis le
dijo. Gelibolu no est lejos, pero
tampoco demasiado cerca. Come,
bate, reljate y despus regresa al
astillero.
Kemal Reis bes la mano del sultn.
Con vuestro permiso, Alteza
dijo. Quiero volver al trabajo
enseguida. Ya tendremos mucho tiempo
para descansar cuando hayamos
cumplido con nuestro deber.
Bayazid volvi a sonrer. Le gustaba
ese joven y estaba seguro de que Kemal
Reis y sus amigos iban a infundirle un
gran entusiasmo a la armada otomana.
Tena que ser todava ms poderosa que
las flotas de los portugueses, espaoles,
genoveses y venecianos
Como quieras entonces le dijo
. Vete y que Al te procure un viaje
seguro y tranquilo.
Kemal Reis se apart del sultn con
el mismo paso rpido con el que haba
entrado. Estaba plenamente decidido a
lograr que la armada fuera la ms
potente del mundo. Para un hombre
como l, que haba sido corsario toda su
juventud, estar en tierra careca de
sentido. Quera volver inmediatamente
al mar, y combatir con los enemigos del
sultn
Fez
La puerta principal de la ciudad,
resplandeciente con sus azulejos azules
y verdes, estaba repleta de gente, como
de costumbre, el tremendo calor no
interrumpa el flujo de la vida. Todos se
afanaban entrando y saliendo de Fez, la
sagrada ciudad del mundo musulmn:
los beduinos cubiertos hasta los ojos,
hombres de turbante con vestimentas
largas procedentes de lejanos pases,
mercaderes con sus caravanas de
camellos que transportaban pesadas
cargas de raso, seda y terciopelo sobre
sus lomos, pobladores a lomo de mula,
compradores y vendedores.
Un viejo rabe jorobado vestido con
la tradicional bata blanca trataba de
descansar, recostando la espalda contra
la fresca pared de la puerta. Junto a l
haba un nio de ojos oscuros, vestido
de forma parecida. De vez en cuando, el
hombre empapaba un pedazo de tela en
un balde con agua ubicado delante de l,
y se lo pasaba por la frente y el cuello,
fingiendo no escuchar la insistente voz
del muchacho, que quera comprarle al
vendedor de frutas una hoja de palmera
con dtiles. El hombre no pareca
dispuesto a satisfacer el apetito del
nio, y no le prestaba atencin ni
siquiera cuando agitaba su espada de
madera. Al fin, perdiendo la paciencia,
el viejo le seal a una mujer vestida de
negro que llevaba una pesada bolsa en
la espalda y le dijo:
Basta, nio! Cllate la boca o te
entregar a esta campesina juda y es
posible que vayas derecho a Mellah.
El niito le pregunt:
Qu es Mellah?
El hombre volvi a sumergir el trapo
en el agua y lo retorci con su mano
huesuda.
Mellah expres con voz
temerosa es un lugar terrible.
Apunt con el dedo hacia la
vastedad del desierto cerca del
horizonte, donde se agrupaban unas
chozas decrpitas.
Eso es Mellah. All los judos
salan las cabezas decapitadas para
evitar que se pudran. Las cabezas de
nios como t.
El nio se asust. Primero mir
atento las palas polvorientas, luego
volvi los ojos hacia la mujer que
estaba inclinada. Contemplando con
deseo los dtiles una vez ms, decidi
sentarse en silencio. La mujer dud un
momento, como si fuera a dirigirse hacia
ellos, pero el muchacho ocult su cuerpo
tras la espalda encorvada del hombre.
El ezan empezaba a llamar desde los
minaretes y el hombre se levant.
Vamos dijo. Es la hora de
rezar. Entraron en la ciudad y se
sumergieron en el bazar atestado de
gente.
La mujer se detuvo y mir a la
pareja. El nio sostena firmemente la
mano del hombre; los rayos de un sol
que derreta haban iluminado su bata
blanca y larga, y pusieron al descubierto
las piernas flacas del nio. Agitaba la
espada de madera contra un enemigo
invisible. Ella se estremeci de tristeza,
se puso otra vez la bolsa al hombro y se
alej hacia la Mellah, murmurando con
desesperacin: Abraham, Abraham
mi hermoso hermano
Haca dos aos y medio que Raquel
estaba en Marruecos. Sola, hurfana,
desesperada Cuando pudo abrir los
ojos, varias semanas despus de la
horrible noche, se encontr en el pobre
establo de una pareja de judos, vctimas
tambin de la corte espaola. El lugar
estaba cerca de Tanca; Alegra, la
anciana le cont ms tarde que la gente
que haba visto los cuerpos rgidos de
Raquel y Abraham atados uno al otro en
el mar, supusieron primero que se
trataba de un pez gigante.
Despus de que lo enterraron,
Raquel visitaba la tumba del hermano a
diario, trepando hasta la cima del
rocoso acantilado donde descansaba en
su eterno sueo. Sus padres y Can
haban desaparecido, y casarse con
Moiss ya ni siquiera era un sueo. Toda
la felicidad, todas las bellezas de la
vida, se haban desvanecido para
siempre. Raquel lloraba
desconsoladamente.
Cuando Alegra y su marido Amran
le dijeron que tenan que partir de
nuevo, Raquel se fue con ellos. No tena
nada, salvo el llamador que llevaba en
su monedero bien atado a la cintura: una
mano de mujer de bronce con una esfera
del mismo material en la palma, una
mano de dedos largos, elegantes.
Para protegerse de los salteadores,
haban ido por tierra atravesando el
desierto. Algunos compaeros murieron
de enfermedad, a otros los mataron los
animales salvajes. Las almas ms
compasivas que encontraron en el
camino les ofrecieron comida, mientras
que los ms implacables los haban
echado entre insultos y maldiciones. A
pesar de las penurias, finalmente
llegaron a Fez.
Se refugiaron en las chozas
construidas en el suelo salino de Mellah
e intentaron empezar de nuevo. Los
rabes musulmanes haban prohibido
estrictamente la entrada de los judos a
la ciudad sagrada de Fez, pero al menos
no los perseguan. Para ganar dinero,
algunos refugiados judos encontraron
empleo salando las cabezas decapitadas
de los ladrones, violadores y otros
pecadores que haban sido ejecutados
con cimitarra. Los judos vivan de la
sal, y de salar la muerte.
Raquel era incapaz de comprender
la razn que se esconda detrs de toda
aquella tragedia. Caminaba hacia un
futuro desconocido, como llevada por
una fuerza exterior a ella, como cuando
flotaba sobre la puerta de madera de la
alacena que la llevaba a tierra junto a
Abraham.
Durante mucho tiempo fue como una
pequea estatua de piedra, fra y sin
sentimiento. Pero ver a aquel nio
entonces en la puerta de la ciudad haba
hecho aflorar sus emociones. Cunto se
pareca a Abraham Se sec las
mejillas con la mano. Mellah estaba
frente a ella ahora, y Alegra la saludaba
con la mano. Raquel la mir con los
ojos llenos de lgrimas.
Cuando deposit la bolsa en el
suelo, Alegra le pregunt:
Dnde estuviste, nia? Estaba
preocupada. Ven a sentarte, descansa un
ratito y bebe un poco de agua. Ay, mi
hermosa nia.
Raquel se puso en cuclillas y se
quit el chal negro que le cubra el pelo,
tom la taza que le ofreca la anciana y
cerr los ojos debido a la nube de
moscas que volaban alrededor. Tena las
pestaas, la nariz y la boca cubiertas de
ellas, sacudi la mano para echarlas y
volvi a ponerse el pao sobre la
cabeza y la cara.
No soporto este calor y a estas
repugnantes criaturas dijo. Ya he
aguantado demasiado, quiero morirme
Alegra la mir con pena.
Tu sufrimiento pronto se aliviar,
Raquel. En cuanto tengamos el dinero
suficiente, nos iremos a Npoles. Te lo
ruego, por favor, trata de tener
paciencia.
Raquel agit la mano en un gesto que
expresaba sus sentimientos de
desesperanza. Alegra vaciaba la bolsa.
Npoles es una ciudad
maravillosa dicen que es
encantadora El rey tiene fama de
generoso. Ya vers, all estaremos
seguros. Podramos embarcar a
comienzos de septiembre. Acomod
delante de s los vveres que sac de la
bolsa. Harina, cuscs Ah, incluso
azcar, muy bien. Tambin montones de
bojos. Ahora vete, Raquel, y preprate.
Llev un balde con agua a la habitacin,
lvate, no tenemos mucho tiempo antes
de que el sol se ponga. Esta noche es la
ceremonia del henna de Biba, te
acuerdas? Ir enseguida a su casa para
ayudar a preparar la shuck-shoucca.
Raquel se fue arrastrando los pies,
sin pronunciar una palabra.
La ceremonia del henna, boda,
casamiento Cuscs, bojo, shuck-
shoucca Biba, Amran, Alegra Se
arroj encima de la estera y empez a
sollozar. Haba perdido la fuerza para
vivir.

Biba vesta la kebire de boda que el


padre le haba regalado, una de las
tradicionales obligaciones. Tena los
ojos radiantes y el rostro pleno de
felicidad. Biba le haba pedido a Raquel
que participara de la ceremonia del
henna, pero a la larga no logr
convencerla porque las barreras de su
melancola eran infranqueables. Raquel
no poda disfrutar de la vida,
especialmente cuando se trataba de una
boda, y por eso invent una excusa:
Tengo un dolor de cabeza terrible. No
fue difcil que Biba la aceptara porque
su atencin estaba concentrada en la
concrecin de sus propios sueos.
La ceremonia del henna era un
perodo de risas y vrtigo. Las tiernas
canciones de amor entonadas por las
jvenes llegaban a los odos de Raquel:

Mi prncipe, mi prncipe,
Rey de mi corazn,
aqu est la mano
prometida,
Amo sers de nuestra tierra
de amor,
Mi prncipe, mi prncipe
Los sonidos de sus voces
transformaron la oscuridad en un arco
iris de emociones. Raquel se sent en el
umbral hundido de madera de la casa.
Las lejanas velas de Fez titilaban, como
si la sealaran a ella, y entonces levant
la mirada al cielo. Miles, millones de
estrellas Y la alegra de la boda tan
cerca por No poda entender. Era
posible ser feliz a pesar de la pobreza y
las tristezas de la vida? Qu ms
quieres de m, Dios mo?, susurr.
No me has quitado todo? Cada una
de las cosas?
Y en ese mismo instante, una mano
fuerte, insidiosa que lleg desde atrs,
le tap la boca reducindola a un
silencio total, mientras que con la otra la
aferraba de la cintura y tiraba hacia el
interior de la casucha su cuerpo y alma
rebeldes. El hombre, cubierto
completamente de negro, salvo los ojos
oscuros, la tir al suelo, le desgarr la
pollera y se tir encima de ella. Raquel
pudo sentir el ardiente calor de su
aliento, a pesar de la tela gruesa que le
cubra la cara. Despus sinti el dolor
de la penetracin, el ardor entre las
piernas, que subi por su vientre, luego
en su corazn. Sinti como si la
estuvieran destrozando, y mordi la
mano apretada contra su rostro. El
hombre gru y retrocedi. Raquel grit
con desesperacin. Y bajo la opaca luz
de la nica vela que iluminaba la
habitacin le vio los dedos
ensangrentados. El hombre tena seis
dedos en la mano derecha y la estrell
contra su cara. Qued enceguecida. No
hubo estrellas ni luna. El mundo de
Raquel de Toledo se haba vuelto
oscuro.
Melilla
La mujer, tapada con una bata rada, se
acerc a la entrada de la villa que se
pareca a un antiguo templo romano,
protegida por dos soldados armados.
Apretaba contra su pecho un bulto
pequeo.
Uno de los hombres de barba negra
le advirti:
Cuidado, mujer! Aqu no se
permiten mendigos.
La seora Mir me est
esperando; estoy aqu para verla, no
para pedir.
El guardia rio con vulgaridad.
As que la honorable esposa del
seor Mir, el mercader ms rico de
Melilla, est esperando a una mendiga
como t?
Se tir del bigote puntiagudo.
Sers su mejor amiga, eh?
Su compaero lo acompa en la
diversin.
Estoy seguro de que la han
invitado a comer; mira, tambin ha
trado un obsequio apunt con el dedo
hacia el bulto sucio.
La mujer lo abraz muy fuerte
mientras exclamaba:
No lo toques! La seora Mir me
llam y se disgustar mucho si no me
dejan entrar. Los castigarn!
Los guardias se enfurecieron.
Bruja maleducada! le grit uno
. Mejor ser que te pongas a correr
antes de que te hunda el cuchillo en la
barriga vaca.
La mujer estrech ms fuerte el bulto
contra su pecho y, mientras miraba hacia
el balcn cubierto de flores, dijo:
Ella me est esperando.
Su voz subi de tono.
Ahora, djenme entrar.
El guardia ms bajo la amenaz:
Si sigues insistiendo, yo insistir
en cortarte la cabeza. Vete, yegua vieja.
La mujer dio un paso atrs, pero el
guardia que acababa de hablar toc el
bulto con la punta de la espada, y de
pronto el beb llor. Los guardias se
quedaron desconcertados.
Desde arriba una mujer pregunt:
Qu sucede aqu?
Los hombres se dieron la vuelta. Una
mujer hermosa, lujosamente vestida se
asom a la ventana.
El ms alto trat de explicarle:
Seora Mir, esta mendiga
Pero otro grito del beb interrumpi
su discurso. La seora los conmin:
Djenla pasar. Ya!
Los hombres se hicieron a un
costado e inclinaron la cabeza.
Un poco despus, la anciana
marchita dej la villa sin el bulto, pero
con cinco ducados de oro en el
monedero. Con una energa poco
habitual para una mujer de su edad, se
dirigi a toda prisa al puerto para tomar
el barco que partira pronto hacia
Npoles.
En la ventana de su habitacin, la
seora Mir observ cmo desapareca
la anciana al tiempo que deca:
No llores, beb mo, te
alimentarn dentro de un instante.
Mara! Mara, ven aqu, date prisa.
En la puerta apareci una mujer
joven y mir a su ama con una expresin
de alegra en su cara redonda. No
pareci sorprenderse con el beb.
En qu puedo servirla, seora?
Su ama tena ahora la voz suave y
desbordante de felicidad.
Ve a la cocina le dijo y llama
a la mujer del jardinero. Mi Cristian[12]
tiene tanta hambre que necesita que lo
amamanten ahora mismo. No te olvides
de traer agua tibia cuando vuelvas. Le
daremos un bao a esta dulzura, y luego
lo vestiremos antes de que llegue su
padre.
Mara sonri mientras miraba al
pequeo.
Qu beb tan lindo, mi seora!
Que tenga una vida larga y feliz! Fue
rpido hacia la puerta. Traer a
Viviana aqu dentro de un minuto. Sus
pechos tienen leche como para alimentar
a una docena.
El beb lloraba de frustracin y la
seora Mir la urgi:
No te entretengas. Mi pobre
Cristian no debe esperar.
Mara sali corriendo.
La seora Mir acurruc su mejilla
contra el beb diciendo:
Queridsimo Jess, te agradezco
tanto
Pero el pnico empez a embargarla
enseguida, pues no poda hacer que el
nio dejara de llorar. Rez en voz alta y
murmur palabras de amor en el odo de
Cristian; a cada rato miraba la puerta,
esperando que la sosa aya llegara
enseguida. Pero en lugar de ella, entr
un hombre de edad mediana y contextura
fuerte. La expresin de su rostro
huesudo, enmarcado por cabello cano,
era dura.
La seora Mir se abalanz hacia l.
Mira, Marcelo exclam ella
mira lo que tenemos, nuestro beb por
fin ha llegado!
El hombre mir a su mujer y al
infante, sin mostrar inters, y se sent
con un suspiro de cansancio en la silla
que estaba junto a la chimenea.
Por favor, cllate! Seal con
el dedo al beb. Tu pequeo dijo
sin terminar la frase y tapndose los
odos con las manos.
La seora Mir estaba tan encantada
con el beb que pas por alto el
desagrado del marido.
Dejar de llorar en cuanto llegue
Viviana dijo. Tiene tanta hambre
adems no esperaba verte tan temprano.
No es cierto, Cristian, que no
esperbamos conocer a tu padre hasta el
anochecer?
Cristian? As que ese es el
nombre que tiene?
No, ese es el nombre que yo le
puse.
Est bautizado?
No, hace una semana que naci.
El hombre gir hacia el beb y
despus volvi a mirar a su esposa.
No te ped que buscaras uno de
ms edad? Quera que tuviera por lo
menos seis meses; no te fijaste si tiene
defectos? Si nos han engaado
Es saludable y hermoso dijo
sostenindolo en alto.
Lo revisaste todo o no?
La mujer apret al nio contra su
pecho, mientras repeta:
Est sano, est sano
El marido se puso de pie y con tono
spero le orden:
Desata el bulto.
La mujer puso al beb en el sof y
empez a quitarle los paales. Cuando
le aflojaron las bandas de tela que lo
apretaban, el beb se tranquiliz y dej
de llorar. El hombre examin con
atencin los delgados brazos y piernas,
el vientre hinchado.
Rafaela miraba al beb con ojos de
adoracin hasta que Marcelo grit:
Es un maldito judo! Cmo
puedes hacerme esto! Devulvelo,
devulvelo ahora mismo.
Ella retrocedi aterrorizada.
Judo?
Est circuncidado.
Rafaela se inclin para ver el sexo
del beb, que se asomaba entre las
piernas en constante movimiento. Era
cierto: solo los judos circuncidaban a
un beb tan pequeo.
Sin embargo, se mantuvo firme.
No lo voy a devolver. No me
importa si lo circuncidaron o no. Es mi
nio.
El hombre aull de furia.
No lo quiero! No le dar mi
nombre a un bastardo judo. Y t hars
lo que yo diga. No dejar que me
deshonres. Esto es un ultraje.
La mujer se calm y habl con tono
helado:
Ten cuidado, chueta[13]. Tus
antepasados son judos, como todos los
mallorques. Con qu rapidez has
borrado de tu memoria el pasado, pero
yo s la verdad!
Los ojos de Marcelo Mir se
agrandaron de horror. Las palabras de su
mujer lo haban conmovido como la
mordedura de una serpiente venenosa.
Cogi furioso al beb por las piernitas y
lo llev cabeza abajo a la ventana.
Si te niegas a deshacerte de l, mi
deber es arrojarlo de mi casa dijo con
voz tronante.
Temblando de miedo, Rafaela
intent arrebatarle el nio de las manos.
No! Por favor, te lo pido, no lo
apartes de m, Marcelo. Dmelo, te lo
suplico!
Chueta Si me vuelves a llamar
as, me las pagars.
El beb se haba puesto morado de
tanto gritar cabeza abajo. Rafaela
lloraba.
Por favor, por favor, djalo. Te
prometo que lo devolver. Te
obedecer.
La palabra obedecer calm un
poco a Marcelo, y con un gruido de
disgusto le entreg el nio a su esposa.
La mujer acun el cuerpo desnudo y
sali sollozando de la habitacin. Pas
junto a Mara, que traa toallas blancas y
un balde de agua y miraba a su ama con
los ojos llenos de compasin. Rafaela
apenas si poda respirar a causa del
llanto.
Dnde est Viviana? pregunt
con la voz estrangulada.
Estaba con el marido, en los
establos. Ya debe de estar por llegar,
pues mand a llamarla con un
mensajero.
Rafaela atraves deprisa los
corredores de mrmol hacia la puerta
trasera de la villa.
Viviana y su marido, Juan, se
quedaron atnitos al ver que el ama
corra hacia ellos con un beb que
lloraba en los brazos. Rafaela les dijo:
En el nombre de nuestra Santa
Madre, les ruego que se lleven a este
nio.
Seora, por favor, deje que le
traiga agua para que se calme musit
Juan.
Viviana, tras ofrecerle un jarro a
Rafaela, tom al beb y lo envolvi en
su delantal.
Mi esposo no lo quiere
murmur Rafaela, estuvo a punto de
matarlo. Por favor, llvenselo.
Pero al darse cuenta de que su
perturbacin la humillaba frente a los
sirvientes, se interrumpi abruptamente.
Trag saliva para reprimir sus
emociones y luego sigui diciendo:
Al menos por un tiempo.
Viviana y Juan se miraron uno a otro.
Con placer trataremos de cumplir
sus rdenes, seora Mir musit el
jardinero. Pero como usted sabe, ya
tenemos cuatro hijos y tengo que
confesarle que ni siquiera podemos
alimentarlos apropiadamente.
Viviana agreg entonces:
No s qu hacer, mi seora,
porque es tan difcil
Y volvindose hacia su esposo,
continu:
Quiz podras llevarlo al pueblo,
con Madre Cora? Ella lo puede cuidar,
tiene un corazn de oro y si se puede
dar algn apoyo en forma de dinero
Se interrumpi para mirar a la
seora Mir con ojos intencionados.
Rafaela comprendi la alusin y al
momento se sac el collar y se lo
extendi a Viviana. Colgada de la gruesa
cadena, haba una pesada cruz de
esmeraldas y rubes.
Llvaselo a esa mujer, Juan
deprisa. Mi esposo no debe volver a
escuchar su voz.
Se levant, se acomod el pelo y el
vestido, mir por ltima vez al beb y
lentamente emprendi el regreso a la
casa. Tena los hombros inclinados por
la pena, pero se dio vuelta de improviso
gritando:
Cristian, se llama Cristian.
Este beb tiene un hambre de
lobo. Djame que lo amamante un rato
Viviana le dijo con orgullo al marido,
mientras l aprestaba el caballo para ir
al pueblo. Juan asinti.
El beb empez a chupar el pezn
con gran apetito, estrechando su carita
contra el enorme pecho de la mujer, en
tanto se lo apretaba torpemente con la
mano. Viviana grit sorprendida:
Tiene seis dedos en la mano
derecha!
Y qu? Quin sabe, quiz sea
algo bueno. Tal vez pueda coger ms de
la vida con seis dedos ms que nadie.
Cuando termines de amamantarlo, lo
llevar con Cora. No tengo intencin de
enfrentarme a la ira del seor Mir
respondi con una sonrisa cmplice.
28 de julio de 1499.
Lepanto
Kemal Reis Kemal Reis
Albano Armenio, el comandante de
la vanguardia veneciana, se estremeci
de rabia al or que gritaban su nombre
desde la gugei otomana que se
balanceaba delante de la isla de
Brodana.
T! Kemal! Ladrn repugnante!
murmur. T, maldito asesino!,
violador despiadado!, hijo de perra!
Era tiempo de revancha y Venecia
iba a frustrar a los otomanos, igual que
Albano lo hara con el corsario Kemal.
Aquel turco de cabeza rapada le haba
incendiado tres barcos, asesinado a
todos sus soldados y robado todos los
bienes tres aos atrs, y Albano apenas
haba logrado escapar con vida de su
mortal cimitarra. Pero ahora le tocaba a
l el turno de empuar la espada.
La armada veneciana haba sido
fortificada en los ltimos aos y contaba
con ciento sesenta barcos de guerra, en
su mayora de dos pisos, galeones
poderosamente armados. Adems, en
esta batalla los acompaaban veintids
barcos franceses y dos barcos de guerra
de la isla de Rodas.
Despus de que les informaron que
Bayazid construa una flota de gran
podero en Gelibolu, los venecianos se
dedicaron a reforzar la capacidad de la
suya. A excepcin de dos gugeis, los
otomanos solo contaban con pequeos
checktis, y por otra parte sus guerreros
no estaban acostumbrados a luchar en el
mar, mientras que los venecianos eran
innegablemente superiores en fuerza y
experiencia. El almirante Antonio
Grimani se encontraba all con sus
barcos, y tambin su rival, el almirante
Loredan, procedente de Corf, al mando
de quince naves para unirse a la armada
del Serensimo, pero no iban a trasladar
su animosidad personal a la batalla.
Albano Armenio estaba seguro de la
futura victoria, y si los corsarios no se
hubieran unido a la armada otomana,
todo habra sido tan sencillo como un
juego de nios. De todos modos, el
resultado sera como l lo presuma. Iba
a cercenarle la cabeza a Kemal con sus
propias manos. Les orden entonces a
sus oficiales que permanecieran a su
lado y le seal la gugei al timonel, que
vir el timn y se dirigi hacia Kemal
Reis.
En realidad, el Kemal cuyo nombre
haba escuchado Albano por casualidad
era otro; era el Kemal del sancak
Yenisehir. El comandante de la gugei
que era su objetivo se llamaba Burak
Reis y a su mando, adems de este
Kemal Reis, se encontraban Kara Hasan
y Herek Reis. La nave con el enemigo de
Albano a bordo, Kemal Reis, estaba en
otro lugar de la baha.
Por orden de Bayazid II, un ejrcito
formado por miles de sipahis y
jenzaros de infantera siti largo tiempo
la ciudad de Lepanto. La artillera
otomana haba daado los tres castillos
y las murallas de la ciudad que se
alzaban sobre el nivel del mar en una
sucesin de terrazas, pero debido a la
falta de apoyo martimo todava no
haban logrado conquistar la ciudad. Por
las malas condiciones del tiempo, la
armada del capitn Davud Pach haba
llegado haca poco a la zona. El mortal
enemigo de Albano, Kemal Reis,
sopesaba la flota veneciana con ojos
penetrantes. La cabeza rapada le
brillaba bajo el sol, mientras jugaba con
su arete y se retorca el oscuro y largo
bigote; sobre el cuerpo desnudo vesta
un cepken morado y el brillante shalwar
era de seda roja. Kemal Reis palp
inquieto la cimitarra y se rasc el len
rugiente que tena tatuado en el brazo.
Venecianos, gru. Tena abundante
informacin sobre ellos y su poder. Si
tuviera que luchar cuerpo a cuerpo con
cada uno de ellos, no caba duda de que
iran derechos al infierno, pero esa no
era la realidad presente. La armada
otomana, en cuanto al nmero, contaba
con naves suficientes para una batalla en
el mar, y a pesar de que no haba muchos
galeones ni gugeis, las checktiris eran
muchas. Estas pequeas embarcaciones
eran muy rpidas y eficaces para
realizar maniobras imprevistas. Sin
embargo, el problema ms importante
era la falta de experiencia de los
levents. En este punto, Kemal confiaba
en el conocimiento de sus compaeros;
todos ellos eran comandantes de
confianza y slidos. Ganaran la guerra,
tenan que ganarla. El sultn Bayazid
aguardaba sus noticias en su otag, en la
cumbre de la montaa que daba frente a
Lepanto. Kemal le haba prometido que
obtendra la victoria, e iba a cumplir su
promesa.
Vio que las naves venecianas tenan
en la mira a la gugei de Burak que
estaba en la baha, pero su compaero
era capaz de mantenerlos a raya y Kemal
decidi atacarlos un poco ms tarde, por
la retaguardia.
Inebahti qued oculta bajo la espesa
humareda levantada por el estallido de
los caones.
Las descargas desde la cubierta de
la gugei de Burak Reis contra las naves
de Albano Armenio haban comenzado
antes de que llegaran. Dos de las
carracas venecianas eran atacadas por la
artillera pesada y Albano,
aparentemente enloquecido al ver como
se consuman en llamas, le orden a sus
fuerzas que avanzaran. El almirante
Loredan acudi en su ayuda. Dos
carracas, cada una de ellas con mil
soldados, ocuparon su lugar a ambos
lados de la gugei. Los venecianos
arrojaron los cabos provistos de
ganchos y, desenvainando las espadas,
abordaron la cubierta principal del
barco otomano. Las cimitarras y las
espadas chocaban con estruendoso
fragor, el roce de los metales haca
volar chispas, mientras gritos
espeluznantes proferidos en diferentes
lenguas se elevaban hasta el cielo.
Burak Reis y sus levents blandan sus
cimitarras gritando con furia Al, Al.
Sin embargo, todo empeoraba para
ellos porque los venecianos los
superaban en fuerza y en nmero, y a
cada momento un nuevo levent caa
empapado en sangre sobre la cubierta.
Burak vio el cuerpo sin vida de Kemal
Reis colgando flccidamente por la
borda; Herak Reis tambin haba sido
asesinado. Burak sali al ataque
cargando la cimitarra y parti en dos a
un veneciano, y, volvindose en ese
mismo instante, atraves el vientre de
otro. Tena la experiencia suficiente para
advertir cul sera el resultado final. Si
todava hubiera sido corsario, sin duda
alguna, habra tratado de escapar, mas
ahora l era el comandante de la armada
otomana y no poda huir, y mientras
combata pensaba en la manera de torcer
el rumbo de su destino. Cuando vio la
oportunidad, llam a Hasan a su lado
que, para llegar all, tuvo que apualar
al menos a otros cuatro venecianos.
Baja a la bodega y trae el
combustible y los tapetes embebidos en
aceite le orden Burak luego
prende fuego a las dos carracas.
Hasan, que tambin era un soldado
valiente, sin embargo le advirti:
Pero entonces tambin nosotros
nos quemaremos! Burak Reis, al tiempo
que mataba con el hacha a otro soldado
enemigo, respondi:
Que as sea, Hasan! Lo haremos,
aunque tengamos que arder nosotros
tambin!
Con la splica de despedida,
hakkini helal et[14], Hasan baj
corriendo a la bodega del barco y unos
minutos despus, ayudado por diez
levents le prendi fuego a las carracas.
Las gigantescas columnas de fuego
llegaban hasta el cielo, los mstiles
crepitaban con las llamas, las cajas de
plvora explotaban con horrendos
estallidos y todo se cubri de un humo
espeso, hasta que la gugei de Burak
tambin comenz a arder. Las llamas
consumieron por completo a las
carracas y la gugei. Albano Armenio,
que se haba propuesto matar a Kemal
Reis, era uno de los muertos, pero antes
se haba llevado consigo al otro mundo
a cientos de enemigos, entre ellos a
Burak, el mejor amigo de Kemal.
Kemal haba derrotado al enemigo,
del otro lado de la baha, pero no logr
su objetivo de llegar en ayuda de Burak
y contemplaba el desastre con los ojos
hmedos. No poda hacer nada.
No fue el nico testigo de la
conflagracin de los tres barcos que
ardan como una antorcha monstruosa en
medio del mar. El almirante Antonio
Grimani, que desde la niez haba
alimentado la envidia contra el exitoso
almirante Loredan, tambin observaba
las llamas. De manera deliberada, haba
demorado la ayuda a Loredan y se senta
contento de ver el violento fin de su
contrincante. Dispar con desgana los
caones un par de veces y luego orden
que sus naves se replegaran hacia Corf.
Los franceses y los barcos de Rodas,
viendo que se retiraba, tambin
abandonaron la batalla y se alejaron de
la baha.
Los otomanos ganaron la guerra en
el mar, y el resto fu e muy sencillo. Con
aquella derrota, los soldados de los
castillos de Peritorio, Oremazio y Nea
Kastra perdieron la ltima esperanza
que les quedaba.
Zuano Mori, el comandante del
castillo, manifest:
Es intil continuar la defensa.
Hemos perdido Lepanto.
1 de septiembre de
1499. La meseta de
Inebahti
El sol haba desaparecido haca ya rato
y a pesar del viento suave todava haca
calor. El sultn Bayazid estaba de pie
delante de la tienda imperial, mirando
cmo suba el humo desde la ciudad de
Lepanto. Girndose hacia Mustaf Pach
le dijo:
Has tenido un xito asombroso
despus mir al Beylerbeyi Sinan Pach
y agreg: y t tambin.
Los dos hombres, con las manos
juntas apoyadas sobre sus vientres,
respondieron con un murmullo de
modestia:
El xito es vuestro, glorioso
sultn. Que Dios no nos permita vivir
sin vos.
Durante un tiempo se quedaron en
completo silencio mientras el sultn
miraba, con los ojos fijos y una leve
sonrisa de complacencia en el rostro, el
mar y el incendio de la ciudad que haba
conquistado.
El valiente Iskender Pach ya est
al mando de la zona, de modo que el
resto no ser problema. Nuestra yihad
continuar hasta el da en que no quede
ni un solo castillo en los Balcanes donde
no flamee nuestra bandera, ni una sola
iglesia en la que no resuene el eco de
nuestro ezan
Mi sultn, las torres de los
castillos enarbolan nuestra ensea, las
iglesias se han convertido en mezquitas
y ya hemos hecho nuestras plegarias all.
Podis estar en paz dijo Mustaf
Pach.
Las plegarias en memoria de
nuestros shehids?
Durarn varios das.
Nuestras prdidas son como un
cuchillo clavado en mi alma, porque
todos eran soldados muy valerosos.
Burak Reis, Hasan Reis y tantos sipahis,
jenzaros, levents Quiero que de hoy
en adelante la isla de Brodana se llame
Burak Reis.
Todos respondieron a coro:
Vuestro deseo es una orden,
nuestro sultn.
Bayazid concentr la mirada en el
horizonte que se iba oscureciendo.
Es el lugar donde vive el giaour
italiano?
S, mi sultn respondi Sinan
Pach. Pronto, InshaAllah,
colocaremos all nuestra bandera.
La voz de Bayazid se embarg de
una pena ficticia.
Es el lugar donde muri nuestro
hermano. Apenas pudimos lograr que
nos entregaran el fretro cinco aos
despus de su muerte. Ahora duerme en
paz junto a nuestros antepasados, en su
tumba de Bursa.
Los pachs murmuraron plegarias
por el alma de Cem con el enjugado
ritual de sus rostros. Una sombra de
culpa oscureci por un momento los
ojos del Mustaf Pach.
Con una expresin pensativa y la
frente surcada de arrugas, Bayazid ech
un vistazo a los alrededores diciendo:
Pachs, les ordeno que edifiquen
dos castillos en ambas orillas de la
baha de Inebahti: uno del lado de Mora,
y el otro, enfrente. Con ellos, siempre
podremos vigilar las amenazas de Italia.
Siempre dices la verdad, nuestro
sultn. Maana mismo comenzaremos.
Y y quiero que se construyan
naves idnticas a las de los venecianos.
Mustaf Pach, t te hars responsable
de este problema. Instala un astillero
cuanto antes y prepara cuarenta barcos
como los italianos.
Mustaf saba lo difcil que era
llevar a cabo esa tarea, pero qu poda
decir, y entonces replic obediente:
Se cumplirn vuestras rdenes,
Alteza.
Bayazid aspir el aire con alegra.
Cmo se encuentra la salud de
nuestro Ibrahim Pach? pregunt.
Mi sultn dijo Sinan Pach,
le dimos la buena noticia de nuestra
victoria al gran visir y or por vos
desde el lecho. Por desgracia, no goza
de buena salud: est muy dbil a causa
de la enfermedad y la edad. Nadie sabe
si llegar a maana. Todos los hodgas
estn en su tienda leyndole el Corn.
Se encamina hacia el cielo; ha
sido un gran visir para los otomanos y le
estamos agradecidos. Nosotros podemos
morir, pero el imperio debe continuar
con vida, por lo que tenemos que
nombrar a alguien que lo reemplace.
Un entusiasmo repentino estremeci
a los dos pachs de pie junto al sultn.
Mustaf se enderez, Sinan trat de no
demostrar su ansiedad y empez a
morderse los labios. El sultn los mir
con frialdad y en un tono como si
estuviera hablando consigo mismo dijo:
Nuestro hombre Hersekli ya
tiene experiencia como visir, tambin ha
sido muy til en la guerra
Pos su mirada vaca en la cara de
Mustaf Pach y caminando de arriba a
abajo, volvi a contar.
Mora Sancak Beyi Halil
Iskender Pach Yakup Pach
Iskender tambin han servido lealmente
a los otomanos. No hay un solo infiel
que no haya odo su nombre.
Los dos pachs, de pie cerca del
sultn, estaban atnitos y era evidente
que cada uno de ellos estaba ansioso por
or que anunciaban su nombre, pues el
gran visir era el segundo hombre del
imperio. Bayazid sigui mascullando,
mientras caminaba de un lado a otro
acaricindose la barba gris; despus, se
dirigi hacia la tienda imperial con
pasos rpidos y sin mirar a ninguno de
los pachs, entr y orden:
Llamen a Mesih Pach.
El sueo de los pachs, al menos por
ahora, no se realizara y, desilusionados,
se fueron a cumplir con las rdenes del
sultn.
Bayazid, por el contrario, se reclin
contento en sus almohadones de
terciopelo y le dijo al lacayo principal
que estaba frente a l:
Fiestas fiestas, quiero que haya
celebraciones en Estambul por esta
victoria. Los artilleros tienen que
demostrar su talento, diles que organicen
espectculos con luces de antorchas y
que le den comida a cada uno de los
pobres de la ciudad. Todos tienen que
compartir esta felicidad con orgullo y
alegra, tienen que comer y beber para
orar por el sultn.
Estambul
Al mismo tiempo que el sultn otomano
daba rdenes para celebrar el gran xito
de su ejrcito en Lepanto, Salvador
Nahmias estaba embargado por una
clase diferente de entusiasmo, en el
umbral de un evento muy significativo en
la vida de su hijo: la ceremonia de boda
de Moiss. Habiendo perdido para
siempre toda esperanza de volver a ver
a Raquel, el joven por fin haba
aceptado a Rebeca como prometida.
Nadie poda decir que se senta
desdichado con la resolucin. Rebeca
era una joven buena, de corazn tierno y
estaba enamorada de Moiss. Salvador
se senta feliz, y Moiss iba a serlo para
siempre. Venir a Estambul haba sido lo
correcto, pues l y su familia se haban
salvado de la Inquisicin, y aun cuando
todava senta dolor al recordar Toledo,
gozaban de libertad entre los otomanos.
Al desenrollar el contrato
matrimonial, el ketubah, del que haban
sido testigos el rabino principal y dos
amigos ntimos de la familia, pens con
pena: Mi querido amigo David, mi
desgraciado amigo
Salvador, vamos, la ceremonia va
a empezar.
Era Graciela. Sobre el cabello
ensortijado se haba puesto un velo
bordado con lentejuelas y llevaba un
vestido azul largo, con una chaqueta
amarilla sin mangas y volantes de color
naranja. Haba aumentado mucho de
peso desde su llegada a Estambul, pero
a Salvador todava le pareca hermosa.
Voy dijo Salvador envolviendo
el ketubah en un pedazo de terciopelo y
agitndola delante de Graciela. Esto
es muy importante y no poda esperar.
Raquel se rio.
El contrato matrimonial? Acaso
no s yo que es importante? Es el tesoro
de la vida de una mujer.
Salvador la mir con irona.
Las promesas de amor
pronunciadas por el hombre no son
importantes? y tambin rompi a rer.
Ay, Salvador, la mujeres
necesitan seguridad! Y eso tambin es
bueno para el hombre. l tambin
precisa saber cules son sus deberes con
su esposa y su familia.
Es cierto. Qu es un hombre sin
una esposa y sin hijos, sin una familia
amorosa? Son la cosa ms preciada del
mundo. He trabajado toda la vida para
protegerte y cuidar de ti y de mi familia.
Y ahora habr nietos. Tenemos que
disponer bien todo, t y yo, para
asegurarnos de que aunque nos hayamos
ido, nuestra familia estar segura y feliz.
Salvador dio un suspiro. La vida
puede ser muy difcil, querida Graciela.
La mujer, sonriendo con suavidad
mostr la expresin de una madre
comprensiva, y cogindolo del brazo le
dijo:
Vamos, tenemos un deber que
cumplir. Y ya es tarde!
Bajaron la escalera que llevaba al
jardn tomados de la mano.
Salvador haba insistido en que la
boda se hiciera por la noche, en el
jardn, a cielo abierto, que era una
tradicin entre los judos sefarditas. Una
unin a la que asistieran miles de
estrellas con toda seguridad sera
fructfera.
El cielo refulga, haba joyas por
todo el cielo. La noche era muy fra, y
los jazmines que trepaban por la pared
del jardn esparcan su perfume seductor
en derredor, rivalizando con las
madreselvas y las rosas. Los hombres y
las mujeres se agrupaban en rincones
separados, con el rabino y el padre de
Rebeca en el centro. Graciela entr
deprisa en la pequea habitacin donde
Moiss estaba esperando, y tras
entregarle el ketubah al rabino,
Salvador se uni a ellos. Agit
amorosamente la mano de su hijo, lo
cogi del hombro y todos salieron para
empezar la ceremonia. Rebeca se fue
acercando desde el lado opuesto del
jardn, mientras sus padres la seguan
con pasos breves.
Llevaba el rostro cubierto con un
velo de seda transparente, lleno de
lentejuelas y piedras preciosas, y una
banda en la cabeza cosida con
moneditas de oro. Tena adornos de
cuentas azules, rojas, verdes y amarillas
en el pelo; vesta una blusa de
terciopelo verde y sobre ella, una
chaqueta recamada en oro y un chal,
bellsimos los dos. La kolona le llegaba
casi a las rodillas, y el yardan gino y la
corona con dibujos de pjaros y flores
eran esplndidas. Con sus dedos blancos
y delgados, la joven alz el bajo del
vestido para no tropezar, mirando hacia
el suelo, con timidez.
Las dos familias se congregaron
delante del rabino, luego los padres
sostuvieron los cuatro extremos de un
rectngulo de muselina de color casi
blanco y lo pusieron sobre la cabeza del
novio. La novia dio siete vueltas en
derredor de aquella especie de tienda en
simultaneidad con las oraciones
pronunciadas por los asistentes, como
smbolo de la familia, y luego ella
tambin se meti debajo del palio,
ocupando su lugar junto al novio.
El rabino or, ley en voz alta el
contrato matrimonial y le entreg el
anillo de oro al novio, que Moiss
desliz con mano temblorosa en el dedo
de Rebeca. Despus, el rabino le dio a
cada uno un vaso de vino y l bebi
tambin un sorbo. Moiss puso entonces
la copa en el suelo y la pis, mientras
todos los invitados exclamaban,
Mazal tov!
La pareja se cas teniendo a Dios, a
las estrellas y a la gente que amaban por
testigo. Cuando se dirigan a la sala
donde se celebraba la fiesta, les
arrojaron una lluvia de cebada, trigo,
mijo y arroz, smbolos de riqueza y
fertilidad.
Ya adentro de la sala de fiesta, los
jvenes batieron palmas y se pusieron a
cantar y bailar. Las mujeres se
apresuraron a ir a la cocina y trajeron el
suntuoso banquete que haban
preparado. No faltaba ni uno solo de los
platos tradicionales: konduchos,
borekas, bojos, huevos, pirasafuchis,
almodretes, kashkarikas, y gayo con
avramillas llenaban la mesa. Todos
coman, beban y conversaban. La boda
haba generado en todos sentimientos de
alegra y diversin.
Aquella hermosa ceremonia de
septiembre, llena de risas y cantos de
gozo bajo las estrellas, permaneci
largo tiempo en la memoria de los
habitantes de la comunidad juda.
18 de agosto de 1503.
El Vaticano
Roma fue un hervidero de oscuros
rumores durante casi una semana entera.
Se deca que el papa Alejandro VI, de
setenta y siete aos, que se aprestaba a
celebrar el undcimo ao de su papado
con fiestas y banquetes por toda la
ciudad, agonizaba, posiblemente
asesinado. En las esquinas de las calles,
la gente intercambiaba las ltimas
novedades sobre el Papa y su hijo
Cesare, preguntando en voz baja cmo
haban enfermado de forma tan virulenta
del estmago, despus de comer con el
cardenal Adriano Corneto. Cesare logr
recuperarse tras haber guardado cama
varios das, pero el Papa todava sufra
grandes dolores, sin miras de alivio. Los
romanos estaban convencidos de que
haban sido envenenados, aunque los
detalles eran confusos. Alejandro VI y su
hijo Cesare tenan una insaciable
ambicin de poder y dinero. Haban
participado de innumerables
conspiraciones aviesas y sangrientas, y
no tenan piedad de ningn rival. El
actual obstculo era el cardenal Adriano
Corneto, que luchaba contra sus mtodos
decadentes y corruptos. El equipo
formado por padre e hijo, cegado por
sus ambiciones, haba conspirado para
envenenar al cardenal, pero no se
imaginaron que caeran en la trampa que
ellos mismos haban tendido.
Cuando el cardenal recibi la
invitacin para ir a comer con el Papa,
saba muy bien que l sera la prxima
vctima. Tampoco ignoraba que sera
imposible e imperdonable rechazarla, y
cuando la temida noche al fin lleg,
sinti que la sangre le estallaba en los
odos, mientras avanzaba hacia los
aposentos privados.
El Papa recibi al anciano con gran
amabilidad, le dio la bienvenida como
si se hubiera tratado de un viejo amigo y
lo condujo gentilmente a la Cmara
Dorada, que estaba ostentosamente
adornada con un mobiliario laqueado en
oro. La habitacin rebosaba de riqueza y
extravagancia, con el cielo raso y las
paredes cubiertos de cuadros religiosos
del famoso Pinturicchio.
El cardenal mir en torno suyo y
tuvo la sensacin de estar encerrado en
un alhajero. Considerando que aquellas
eran las dependencias donde viva un
hombre de hbito, el mobiliario y la
decoracin eran extraordinarios, y se
qued casi boquiabierto cuando el Papa
dijo que el Vaticano necesitaba reducir
sus gastos. La cabeza de la Iglesia
aadi que el dinero que se gastaba
comnmente en bienes lujosos deba
destinarse a obras de caridad. Esa sera,
continu diciendo, la poltica apropiada.
Corneto apenas poda creer lo que
escuchaba; el Papa cambi de tema
despus y habl de sus decisiones
polticas ms recientes. Haca muy poco
que les haba otorgado el ttulo de
Soberanos Catlicos y el Patronato
Real a los reyes Isabel y Fernando, y le
coment en detalle al cardenal las
razones de esa decisin. Sin embargo, le
seal que no se senta contento con la
volubilidad de Espaa respecto al
papado, y se quej amargamente de que
se hubiera apoderado de Npoles.
Quedaba claro que no les importaba si
el Papa aprobaba o no esa estrategia.
La conducta del Papa Alejandro era
muy peculiar aquella noche, y el
Cardenal se conmovi, cuando los ojos
del anciano se llenaron de lgrimas al
hablar sobre sus hijos, en especial
cuando se refiri al hijo que haba
muerto de nio, Juan. El Papa tambin le
confi su preocupacin por el
desdichado destino de su bella y querida
hija Lucrezia. Vuelta a casar por tercera
vez, segua siendo infeliz porque el
ltimo matrimonio haba resultado un
fracaso total.
El cardenal Corneto conoci muchos
detalles de Lucrezia y de su desgraciada
vida. Los tres matrimonios realizados
con miembros de familias preeminentes
haban favorecido el poder poltico y
territorial de los Borgia. La pobre nia
se haba transformado en una marioneta
en manos del padre y del hermano. En
toda la pennsula itlica incluso se
rumoreaba que uno de los dos era el
verdadero padre del nio que Lucrezia
haba dado a luz dos aos antes. El
origen misterioso del nio, as como la
presencia de Lucrezia en una infame
orga en el Vaticano sustentaban estos
comentarios hechos en voz baja sobre la
infamia. Y sin embargo, no era ningn
secreto que Cesare, en un ataque de
celos, haba asesinado al segundo
marido de Lucrezia, cuando estaba
enfermo en su lecho e incapaz de
defenderse. Todos saban que toda la
familia era corrupta hasta la mdula. La
codicia de Alejandro lo haba empujado
a tramar el envenenamiento del prncipe
otomano Cem. Y a pesar de todo, ellos
haban logrado prosperar.
Aunque el cardenal saba todo eso,
no pudo evitar que la voz temblorosa y
el semblante sombro de Alejandro lo
conmovieran. Mientras le revelaba su
dolor de padre, el Papa tena la
apariencia de un hombre frgil y su
husped se sinti tan seducido por ese
espectculo, que durante unos breves
momentos se avergonz de s mismo por
dudar de las intenciones de Alejandro.
El amado hijo de Alejandro, Cesare
Duque de Romagna, Capitn General
de los Ejrcitos Papales, yerno del
navarro francs, il Valentino (Duque
de Valentinois), el hombre ms
elegante de Roma, se sum a su
padre y al invitado cuando la
conversacin languideca. Su aire de
fuerza masculina se complementaba con
su hermosa cara, pero su personalidad,
aunque cautivadora, tambin poda ser
desconcertante. Su conducta a veces era
tan contradictoria que pareca un hombre
escindido en dos. Despus de matar con
sus propias manos a un hombre, era
absolutamente capaz de caminar alegre
por uno de los barrios pobres de la
ciudad, conversar con los vecinos que
vivan all, e incluso con los pobres y
mendigos. Otros das, se senta tan
aletargado que poda estar el da entero
en la cama, y a la maana siguiente se
transformaba exactamente en lo opuesto,
andando de prisa y sin descanso durante
das. En ocasiones permaneca horas
callado; en otras, se converta en un
charlatn. La actividad preferida era
degradar con su sarcasmo a las personas
encumbradas de la sociedad. A pesar de
todo, se haba aprovechado bien de la
posicin del padre y haba escalado muy
deprisa a posiciones de poder. Estaba
dispuesto a todo con tal de lograr que la
nacin fuera gobernada por la familia
Borgia. Esa era la mayor ambicin de su
vida.
En aquel momento Cesare se
encontraba en el cenit de su poder y
esperaba hacer realidad su sueo. Se
deca que Maquiavelo se haba
inspirado en l para escribir su clsico
tratado de poltica, El Prncipe. El
famoso autor haba encontrado que la
combinacin de despiadada crueldad,
feroz pasin, ambicin ciega e infinita
codicia de Cesare eran muy dignas de
estudio.
El cardenal detestaba al do con
vehemencia y saba bien que el
sentimiento era mutuo.
Cesare igual que su padre trat
al cardenal Corneto con cortesa. Tras
intercambiar galanteras, se desplazaron
hacia el comedor y una vez que
estuvieron todos sentados, Cesare le
hizo una sea discreta a Burchard, que
no solo era sirviente del Papa desde
haca mucho tiempo, sino tambin su
cronista. En cuanto recibi la seal,
Burchard empez a servir vino en dos
copas de plata bruida. Emple una de
ellas para servirle al cardenal, y la dej
delante de l, y la otra para el Papa y
Cesare.
El cardenal se qued mirando el
vino, que tena una apariencia tentadora
en aquel bello cristal veneciano, pero
del que no tomara ni un sorbo. En su
fuero interno, no dudaba de que el Papa
lo haba invitado a comer para
envenenarlo, aunque no saba si
colocaran el veneno en la comida o en
el vino. Si suceda lo primero, sera
imposible que cambiara los platos con
discrecin, pero si estaba en el vino
El cardenal dirigi la atencin de
sus anfitriones a la pintura del biombo
que estaba a su lado, exclamando:
Qu bella obra! Pero me
pregunto, por qu Juan el Bautista tiene
el Libro Sagrado en la mano izquierda
en lugar de sostenerlo con la derecha?
Los Borgia se sorprendieron con
esta inesperada observacin. Alejandro
dej su asiento para mirar ms de cerca
la pintura y Cesare lo sigui.
El Cardenal, obrando con rapidez,
logr reponer el vino en la copa y
cambiarlas de lugar mientras los dos
hombres estaban de espalda.
No, el Libro Sagrado est en la
mano derecha dijo Alejandro
volviendo a la mesa.
El Cardenal respondi
disculpndose:
Perdnenme, mis ojos deben de
estar empezando a traicionarme. Qu se
puede hacer la vejez no perdona.
Una vez que todos volvieron a
sentarse a la mesa, Cesare tom el vaso
vaco y se sirvi ms vino.
Aquella noche, Adriano Corneto
trat de comer y de beber lo menos
posible, pero Cesare y su padre estaban
tan contentos consigo mismos que se
resistan a concluir el festejo.
Cuando la comida termin, el
anciano cardenal pidi que lo excusaran
por retirarse temprano, pues tena
trabajo por hacer para una reunin que
se hara a la maana siguiente. Pero
cuando subi a su carruaje, se recost y
exhal un suspiro. Tena el
convencimiento de que por el momento
haba logrado eludir al ngel de la
Muerte.
An antes de que el cardenal llegara
a su casa, los Borgia ya se estaban
quejando de indigestin y a las pocas
horas sufran insoportables retortijones
estomacales.
Burchard, preocupado por la
gravedad de los sntomas, llam a los
mdicos, pero fue poco lo que pudieron
hacer.
Cesare consigui finalmente dejar su
lecho de enfermo a los tres das; y
cuando fue a visitar al padre, se dio
cuenta de que el anciano no se sanara.
Aunque la vida de su padre significaba
poco para l, le preocupaba qu sera de
su destino. Saba que el nuevo Papa
recelara de la riqueza y el poder de los
Borgia, y apenas si le permitira
mantener sus ttulos. Cesare perdera
todos las ventajas que acompaaban al
papado de su padre y sera imposible
que l restableciera su poder.
Al da siguiente, mientras el Papa
todava se aferraba a la vida, l y sus
hombres se abrieron paso a la fuerza en
las habitaciones del Tesoro del Vaticano
y se llevaron todo lo que pudieron
cargar. Despus, huyeron.
Durante aos, Burchard haba sido
testigo silencioso de todas las intrigas y
conspiraciones que ocurran en el
Vaticano, y conoca muy bien a todos los
participantes. Haba visto cuntas cosas
horribles y aterradoras se hacan,
crueldades que le hicieron apartar los
ojos. Aun as, estaba convencido de que
su amo era una vctima inocente de su
propia debilidad y crea que el Papa
tena un corazn compasivo, que se
esforzaba por hacer el bien, que era un
alma delicada a la que se
malinterpretaba; prueba de ello era su
generoso mecenazgo de las artes.
Alejandro yaca en una habitacin en
penumbras, con su calva cabeza cubierta
de grandes gotas de sudor. Batallaba con
las sbanas retorcindose de dolor o se
quedaba rgido como un cadver. Todos
lo haban abandonado, salvo Burchard.
Los mdicos, convencidos de que no
haba nada que hacer, beban y
conversaban en la habitacin contigua;
su diversin era un contrapunto irnico
con la cercana atmsfera de muerte.
Alejandro trat de abrir los ojos y
murmur unas palabras. Burchard se
arrodill para escucharlo y le dijo con
voz suplicante:
Hbleme, hbleme por favor.
Alejandro casi no poda respirar y
cuando al fin logr hablar, su voz era un
susurro spero. Todo lo que alcanz a
decir fue: Lucrezia pobre Lucrezia.
Tras estas ltimas palabras, la cabeza
cay hacia un costado.
As es como termin la pecaminosa
y elegante vida del papa Alejandro VI.
Burchard hizo partcipes de la
noticia a los sacerdotes que hacan
guardia y los hizo entrar en el aposento,
para que protegieran el cuerpo de la
profanacin del pueblo romano, lo que
result imposible. La noticia se propag
velozmente y los guardias del palacio
ahuyentaron pronto a los sacerdotes,
saqueando todo lo que estaba a la vista y
gritando insultos contra el Papa muerto.
Algunos hasta llegaron a patearle el
cuerpo.
Para Burchard, soportar aquello fue
doloroso y trat de defender el cuerpo
de su amo. Cuando al fin se fueron los
soldados, carg a la espalda el cuerpo
de Alejandro y lo llev a una capillita
prxima al Vaticano. Tuvo que dejarlo
solo para atravesar a pie la ciudad y
encontrar a alguien que pudiera ayudarlo
con los preparativos del entierro.
Burchard anduvo sin suerte de puerta en
puerta bajo el sol ardiente, hasta que al
fin encontr gente que acept ayudarlo
de mala gana. Al llegar a la capilla con
el pequeo grupo de colaboradores,
encontr que Alejandro estaba
abotagado y amarillento, el cuerpo tan
hinchado que no entraba en el cajn.
Para acomodarlo en l, tuvieron que
sacarle la mitra. No hubo ms remedio
que enterrarlo como a un pobre y
desconocido mendigo en el cementerio,
detrs de la capilla.
As muri el Papa Alejandro, en la
cspide de la gloria y de la
prosperidad
Burchard debi de ser la nica
persona que se entristeci con la muerte
de Alejandro. Permaneci un rato
rezando delante del fresco montculo de
tierra. No estaba muy claro si peda
perdn para el difunto o por su
silenciosa participacin en los pecados
que el Papa haba cometido. Finalmente,
tambin l abandon el lugar del
entierro.
Npoles
Al llegar a la cima de una montaa en
Npoles, Amran no fue enterrado solo,
como el Papa. Cientos de vctimas del
tifus lo acompaaban en las fosas
comunes, que eran profundos agujeros
tapados con barro. La epidemia azotaba
la ciudad sin darle tregua, cobrando
muchas vctimas cada da. No haba
tiempo para funerales apropiados ni
ceremonias religiosas. Nadie se atreva
a acercarse a aquellos fosos de la
muerte, salvo unos pocos voluntarios de
la Iglesia. Hasta Raquel y Alegra
observaban desde lejos.
Alegra, con la cara surcada de
pena, mir por ltima vez el lugar de
descanso final de su marido.
Ni chevra kaddish, ni mortaja, ni
una plegaria susurr para s. Mi
pobre Amran ni siquiera un funeral
digno.
Raquel le tendi con suavidad la
mano a la alicada mujer, dicindole:
La muerte es la voluntad de Dios
y Amran ahora est en el Cielo.
Pero cmo voy a vivir sin l?
gimi la anciana.
Como Dios lo ha ordenado A
veces con dolor y sufrimiento, a veces
con alegra y risas. Mrame a m y a
todos los dems Nos arreglamos lo
mejor que podemos para sobrevivir.
Los ojos de Alegra se llenaron de
lgrimas al mirar a Raquel, y ella apret
suavemente la mano de su amiga.
Desde lejos, era imposible decidir
cul de las dos era la ms joven. Raquel
tena solo veintisiete aos, pero las dos
mujeres se alejaban del lugar del
entierro con los mismos pasos pesados,
sus largos pauelos ondeando
tristemente al viento.
Otra bella noche caa lentamente,
mientras bajaban de la montaa por una
de las estrechas callejuelas, camino a
casa. En el horizonte, el sol era una
gigantesca esfera naranja, mientras que
por el este, el cielo ya se haba rendido
ante los grises y prpuras de la noche
que se avecinaba. A lo lejos, el mar
relumbraba con destellos de amarillo
brillante y carmes. Las gaviotas
sobrevolaban los distantes acantilados
rocosos y debajo de ellas, un barco de
vela atravesaba grcil la baha.
Caminaban hacia una de las calles
escalonadas de Npoles. La ropa de
colores colgaba de las sogas extendidas
de balcn a balcn; los sonidos y olores
de la comida se colaban por las
ventanas de las cocinas. Al caminar por
los escalones adoquinados, escucharon
la dulce voz de una nia que cantaba en
uno de los jardines:
Un da sucedi, nac
Un da sucedi, crec
Un da sucedi, me enamor
Un da sucedi, me cas

Alegra se detuvo y se sent en uno


de los muros que daban al puerto para
recuperar el aliento. Se apret las manos
contra el pecho, jadeando. Raquel
aguard a su lado. Cuando Alegra pudo
al fin hablar, mir cariosamente a
Raquel y le dijo:
Debes irte de este lugar, Raquel.
No es bueno para ti Amaba a Raquel
como a una hija y estaba decidida a
convencerla de que se fuera.
Qu quieres decir? la
interrog Raquel.
Mi nia querida, tienes que irte a
Estambul mientras puedas hacerlo.
Todava eres joven, y tienes toda la vida
por delante. Ahora que los espaoles
son nuestros nuevos soberanos, aqu
comenzar la Inquisicin. Los das de
paz han terminado. Soy demasiado vieja
y ya no tengo esperanzas, he sufrido
demasiado para esperar algo. Pero t
tienes que salir de aqu y reivindicar tu
vida en Estambul, donde podrs
encontrar la felicidad.
Los ojos de Raquel se llenaron de
lgrimas al escuchar a la anciana y dijo:
Cada vez que me voy de casa, un
pedazo de mi corazn un pedazo de
mi alma siempre queda atrs. Ya no
resta mucho de m. Soy una cscara
vaca con pedazos del alma
desperdigados. Si Estambul es un
paraso, cmo podr encontrar all la
felicidad una pecadora como yo? A una
pecadora como yo ni siquiera tendran
que enterrarla en el mismo cementerio
que a la gente buena.
Alegra le tap la boca con la mano.
T eres inocente, mi querida nia
dijo. No seas tan severa contigo
misma. Solo seguiste el camino que
Dios te puso delante. Eso no te convierte
en una pecadora. Tal como son las
cosas, ese nio est en buenos manos y
creme, estoy segura de que tiene una
vida mucho mejor que la nuestra.
Raquel sollozaba bajo. Alegra le
acarici la cara con suavidad
dicindole:
No lo olvides, si se ha cometido
un pecado, entonces yo soy quien
merece sufrir las consecuencias, no t.
Alegra se levant despacio y
bajaron juntas la escalera. El sol haba
desaparecido y empezaba a ponerse
oscuro. Llegaron a su destino en el
pobre arrabal judo. Los nios corran
por todas partes persiguindose unos a
otros, mientras los mayores se
recostaban contra las paredes de las
casas, agotados por el calor hmedo,
esperando a que llegara la brisa del mar.
A pesar de la epidemia, la vida todava
animaba las calles. Algunas casas ya
haban sido vaciadas y cuando siguieron
adelante, Raquel y Alegra vieron a
varias personas empacando. Una familia
haba cargado sus pocas pertenencias en
una mula con la tristeza y la frustracin
reflejadas en sus caras cansadas.
Estaban cerca de la casa de dos
pisos que compartan con otras cinco
familias, cuando Alegra se gir hacia
Raquel y volvi a repetir:
Si crees en Dios, entonces tienes
que irte y empezar de nuevo. Nos lo
debes a todos nosotros. Tienes que irte.
Le apret el brazo a Raquel para
darle aliento otra vez y entr en la casa.
Raquel se qued en la puerta. Se
senta tan cansada e indefensa que no
poda encontrar la fuerza necesaria en su
corazn para tomar una decisin. Ni
siquiera para que algo le importara. Su
alma se haba endurecido tanto con los
aos de sufrimiento, que aunque quisiera
no poda llorar. Si tan solo si tan solo
pudiera los aos de dolor
desapareceran. Se esforz por pensar
en la madre, el padre, los dos hermanos
e incluso en Moiss. Pero tena tan
secos los ojos como el espritu.
Se volvi para mirar a la calle, y
recogi inconscientemente algunas hojas
de geranio amarillentas de la pared del
jardn. El olor agrio de las hojas
apretadas entre los dedos la oblig a
fijarse en sus manos. Todava eran
hermosas, los dedos largos y llenos de
gracia. Raquel las levant hacia el cielo
en una plegaria silente. Embargada por
la intensidad de sus emociones mir
aquellas manos que parecan
transformadas por la luz de la luna en
algo sagrado.
Despus, vio el sexto dedo de la
enorme mano oscura descender sobre su
boca; y el sexto dedo de una mano
pequea que buscaba su pecho. Supo
que nunca sera capaz de huir de aquella
mano, que la seguira a todas partes.
Llena de rabia dej caer las manos a los
costados del cuerpo. Alguien tena que
ser responsable de todo aquel
padecimiento.
Maldita seas, Isabel! dijo en
voz alta. Te maldigo por siempre
29 de noviembre de
1504. Medina del
Campo
Cientos de velas y lmparas de aceite no
bastaban para aligerar el nimo dentro
del sombro palacio, y el frentico ardor
de las chimeneas era insuficiente para
proporcionar calor. El viento que se
filtraba a travs de la puerta desgastada
y los marcos de las ventanas silbaba
incesantemente por los corredores de
piedra manchados por el tiempo y la
humedad.
Era un opresivo da de invierno, un
da de miedo, pena y dolor. La lluvia
incesante haba castigado durante
semanas los campos amarillos que
rodeaban el palacio, convirtindolos en
un turbio pantano marrn y el oscuro
cielo abovedado segua enfriando con
sus truenos y relmpagos las almas de
los que vivan en la villa. Aquellas
grandes tormentas hacan temblar las
paredes de las centenarias
construcciones e iluminaban de color
blanco seo las yermas y grises mesetas
de la altiplanicie.
Ni el clima terrible ni el fro eran
razones suficientes para que la gente se
quedara dentro de sus casas. La fangosa
ciudad estaba repleta de hombres y
mujeres arropados en chales y capas de
lana. A los costados de las calles, el
agua corra como un ro.
Era domingo y los castellanos iban a
misa a encender velas en nombre de la
Santa Madre. Estaban ansiosos de
arrodillarse delante del cristo
crucificado y orar por la recuperacin
de la amada reina.

Catalina, con ojos preocupados, observ


largo rato la respiracin vacilante de su
madre. La reina pareca una marioneta
en la enorme cama con dosel. El largo
cabello rubio desparramado sobre la
almohada enmarcaba su cara demacrada,
y dorma con los esbeltos dedos todava
aferrados a la gran cruz que siempre
usaba alrededor del cuello.
Catalina se volvi hacia el
secretario real de su madre, que haba
estado toda la noche junto a la cama de
la reina y le susurr:
Qu te parece, Alfonso?, se
volver a poner bien esta vez?
El anciano se acarici la barba de
chivo mientras beba su caf.
Creo que s, mi princesa. Tu
querida madre se ha enfrentado a
muchas dificultades graves a lo largo de
su vida y se sobrepuso a cada una de
ellas. Qu significa para ella un ataque
de gripe? No te preocupes, se
recuperar pronto. La piadosa Isabel
est protegida por el Padre, el Hijo y el
Espritu Santo.
La reina abri los ojos en ese
momento y murmur:
Catalina.
La princesa se inclin para cogerle
la mano. La cara demacrada de Isabel le
recordaba a la de un esqueleto, pues la
carne de sus mejillas se haba
marchitado por completo.
La reina habl muy dbilmente:
Por qu ests aqu todava?
Tienes que marcharte enseguida. Pronto
llevars la corona de reina de Inglaterra,
y el lugar de una reina est en su
palacio.
Mi querida madre, no puedo
dejarte en este estado. Solo me ir a
Londres, si me lo ordenas desde tu
trono.
La reina de Castilla y Aragn intent
sonrer.
As que si tengo que mandar de
regreso a Londres a la futura reina, tengo
que ponerme bien. Y apret la mano
de su hija. Catalina, t eres la nica
que puede llevar a cabo la unin de
todos los reinos de Espaa cuando yo
muera. Sabemos que Juana es la
heredera al trono, pero pero es
demasiado tarde para que sigamos
imaginando que podra cumplir con los
deberes de una reina. La traicin de su
esposo le ha hecho perder el juicio, y no
le importan ni Espaa ni la Iglesia. Todo
lo que le preocupa es Felipe.
Isabel movi despacio la mano.
La gente ya la llama Juana la
Loca. Y loca debe de estar para
pensar que un hombre puede compararse
con toda Espaa! No comprende que
tiene la oportunidad de convertirse en la
reina ms poderosa del mundo.
Catalina se persign.
Por favor, basta le suplic.
Tu reino durar muchos aos ms.
Isabel agit la cabeza, fatigada.
Mi princesa dijo pronto me
reunir con tu amado hermano Juan, tu
querida hermana Isabel, y mi ngel,
Miguel.
La reina cerr los ojos; la sola
mencin de los nombres de sus amados
muertos siempre le devolva el dolor de
las prdidas. Juan haba sido el nico
hijo varn y muri joven. Tras esa pena
insoportable, experiment la angustia de
perder a su hija Isabel, la reina de
Portugal justo cuando los dos imperios
estaban a punto de transformarse en uno.
Entonces centr toda su esperanza en su
nieto Miguel, pero se muri de repente,
despus de Isabel. Era como si una
maldicin hubiera cado sobre su
familia. La maldicin le hizo pensar
en los judos que haba expulsado de
Espaa. Decenas de miles Pero
Torquemada y las autoridades de la
Inquisicin, los cardenales hasta el
Papa. Todos le haban dicho que era una
necesidad, una obligacin. Lo que
sucediera ahora era, con toda seguridad,
la divina voluntad de un Dios que se
empeaba por todos los medios en
proteger a la Santa Iglesia y hacer que
viviera por siempre.
Se llev la cruz a los labios secos y
mir a Catalina.
Quiz deberas llamar a Alfonso.
Alfonso ya est aqu, madre. Pas
la noche conmigo para poder verte.
El secretario real se acerc a la
cama y le hizo una respetuosa
reverencia. La reina le dijo susurrando a
su hija:
Vete a descansar, mi querida hija.
Necesito que Alfonso escriba algunas
cosas.
La princesa bes la plida mejilla
de la reina.
Como ya te dije, si quieres
librarte de m, tendrs que recuperarte
pronto. Sonri cuanto pudo y sali de
la habitacin.

Dividamos el testamento en partes


manifest Isabel. La unificacin de la
Pennsula Ibrica, la reforma de la
Iglesia, el control de Gibraltar, las
polticas para el Nuevo Mundo
Se cansaba con facilidad y se detuvo
para recobrar el aliento antes de decir:
Alfonso, hay alguna noticia de
Coln? Quiero verlo una vez ms antes
de morir.
Estaris bien dentro de pocos
das, mi reina, y para entonces Coln ya
estar aqu. Ya debe de estar muy cerca
de las costas de Espaa.
En efecto, la nave de Coln acababa
de llegar en ese momento a la costa. El
viaje haba durado muchos meses en
medio de tormentas y al fin haba
concluido, pero Coln estaba tan
enfermo como su reina. Un mal tropical
y el agotamiento lo haban llevado al
borde de la muerte.
Un puado de hombres leales llev
al gran explorador hasta el muelle,
porque una grave inflamacin de
rodillas le impeda caminar. Lo subieron
a un carruaje y partieron al galope sin
demora, pero para cuando llegaron a
Medina del Campo ya era demasiado
tarde. La reina haba cerrado los ojos
para siempre.
14 de julio de 1505.
Aldea de Magnamata
Ten cuidado, Cristian. Que no se te
pierdan las cabras!
Madre Cora le alcanz el arillo, en
el que haba envuelto un poco de pan y
queso, al nio de pelo ensortijado, de
ojos tan oscuros y grandes que la parte
blanca casi no se le vea.
El nio lio el arillo a un palo largo,
se lo puso en equilibrio sobre el
hombro, cogi las sogas que colgaban
de los cogotes de sus dos cabras una
color canela, blanca la otra y mir
serio a la mujer.
Me detendr en el segundo
peasco para que las cabras coman y
volver antes de que el sol se ponga
dijo.
Cora le dio unos golpecitos en la
cabeza y asinti con un gesto de la
cabeza. El nio se puso a caminar por la
ladera de la montaa y al llegar al
primer risco se par a decirle adis con
la mano. Cora le devolvi el saludo.
Ella haba cuidado muchos nios a
lo largo de los aos, pero no haba
conocido a nadie como Cristian. Era
despabilado, inteligente, de naturaleza
buena y espiritualmente maduro. Cora lo
llamaba mi pequeo insecto negro
porque se lo haban entregado envuelto
en un oscuro trapo sucio, cuando tena
nada ms que una semana de edad. Y en
esos seis aos no le haba causado ni
una sola afliccin; no haba estado
enfermo ni siquiera un da, y camin y
habl antes que los otros. Lo ms
importante de todo: nunca le haba
preguntado por su familia. Todos la
aguijoneaban con sus burlas cuando ella
caminaba por la aldea, diciendo:
Cristian es el centro de mi vida, pero
ella crea en l con tanta fuerza y estaba
tan segura de que l le haba trado
buena suerte, que no le importaba.
Aquella choza, esas cabras, el campo, la
huerta todo prosperaba gracias a l.
Cuando estuvo segura de que su
pequeo insecto negro estaba a salvo,
volvi a su labor de reparar las redes de
pesca.
Cristian camin con sus cabras toda
la maana; descansaba unas veces para
ver cmo se movan las nubes en el
cielo azul, y otras, se sentaba en el
borde de su acantilado favorito para
mirar hacia abajo el lento fluir del agua.
Conversaba con las cabras, y trepaba
por las piedras con ellas, y cuando tuvo
hambre comi el pan y el queso. En las
primeras horas de la tarde, cuando el sol
estaba en su cenit, se resguard debajo
de un rbol y dormit un rato.
Y so que vea al rey de los
insectos llevando una corona en la
cabeza y una cimitarra en la cintura. El
rey de los insectos le indicaba que se
acercara. Cristian trat de hacerlo, pero
le costaba mucho caminar, pues debajo
de sus pies, en lugar de suelo, haba
miles de personas arrastrndose y para
avanzar tena que pisarlas. Cuando por
fin lleg al trono, el rey sac de su
corona la ms grande de las piedras
preciosas y se la entreg a Cristian. Era
roja como la sangre. Despus, sin que
pudiera explicrselo, Cristian se
amamantaba con un pecho. La leche le
llenaba la boca, la garganta, la nariz
impidindole respirar. Senta que estaba
a punto de morir, pero el rey le cort la
garganta con su cimitarra para que le
entrara aire a los pulmones. El nio
empez a retorcerse, a girar, a dar
coletazos como un pez en tierra,
ahogndose en su propia sangre.
Abri los ojos aterrado, empapado
de sudor. Sus cabras todava
mordisqueaban las hierbas. El sol estaba
a punto de ponerse, junt sus animales y
emprendi la vuelta a casa caminando.
Cuando las casitas de Magnamata
aparecieron a la vista, ya estaba casi
oscuro. A pesar de ello, pudo ver tres
barcos de mstiles dobles en el mar,
asomndose detrs de algunas piedras, y
unas pequeas embarcaciones que iban y
venan entre ellas y la playa. Aceler el
paso. Los marineros extranjeros haban
vuelto, y quizs Madre Cora les
vendera un poco de su vino y cobrara
buen dinero. Entonces podran comprar
otra cabra, una negra esta vez. Empez a
correr, las cabras daban saltos de
entusiasmo detrs de l.
Al llegar a la aldea, sinti la
amenaza; haba demasiado silencio.
Meti las cabras en el corral y entr a su
casa llamando, Madre Cora, Madre
Cora? No lleg ninguna respuesta.
Pero vio una sombra que se arrastraba
por la pared de la huerta. Helado de
miedo, escuch que alguien deca su
nombre en un murmullo y avanz hacia
la voz. Madre Cora estaba boca arriba,
con un cuchillo en el vientre, y la falda
empapada de sangre.
Cristian, Cristian dijo con voz
temblorosa la anciana. El nio se
arrodill junto a ella y se inclin,
aturdido por el miedo. Los ojos de Cora
estaban opacos y tena la boca llena de
espuma. Con un ltimo resto de fuerza,
le dijo:
Cristian, escapa, tu madre era
juda. Corre, hijo mo
Cristian se puso de pie aterrado. En
ese momento una mano poderosa lo
cogi del pelo ensortijado y lo aplast
debajo de su brazo musculoso.
Hele gel bakalim buraya seni pi
kurusu[15].
Con el miedo, el nio se hizo pis
encima. El brazo del hombre y el
shalwar estaban empapados.
Allahin cezasi pi le grit[16].

Kemal Reis se rasc la cabeza afeitada,


mientras examinaba a los nios que se
haban llevado de Magnamata: ocho
nias y cuatro varones. Temblaban de
miedo en un rincn y la mayora lloraba,
algunos bajo, otros con fuertes sollozos.
Hacedlos callar! les orden a
sus hombres. Separad a las nias, y
despus preparen a los nios.
El corsario haba estado muchos
meses en el mar. El sultn Bayazid al fin
haba decidido ayudar a la gente de Beni
Ahmer y dispuso que tres gugeis de la
armada los trajeran de regreso a
Estambul. Kemal haba apresado a ms
de mil quinientos musulmanes que
haban sufrido con los fanticos
cristianos y pronto partiran. A pesar de
que tenan las bodegas llenas de
mercaderas saqueadas en los barcos
hundidos durante la travesa, no
pudieron resistirse a aumentar su botn
en aquella pequea aldea, situada entre
Argelia y Marruecos. En verdad,
queran nada ms que algunos barriles
de vino y pescado salado, pero despus
de ver nios tan saludables cambiaron
de opinin y decidieron llevrselos
consigo.
Mataron y despellejaron las cabras
de Cristian para asarlas, como parte de
la ceremonia de circuncisin que se
celebrara esa primera noche en el mar,
y ahora el humo de la carne asada
inundaba el aire.
Kemal haba ordenado que se
cumpliera con todos los preceptos,
segn las reglas y costumbres del Islam,
y no quera que los nios se asustaran.
Supervis los preparativos con los
brazos cruzados y volvindose hacia el
timonel principal le dijo:
La circuncisin debe hacerse con
el mayor cuidado y respeto. Quin sabe,
quiz algn da uno de estos nios pueda
convertirse en pach o, por qu no, en
gran visir.
El timonel se acarici el vientre
gordo.
Y esta ser una ocasin para que
estos pobres magribis se diviertan
despus de todo el sufrimiento que
soportaron con los cristianos. Hace un
rato habl con varios hombres y mujeres
y muchos de ellos tambin quieren que
circunciden a sus hijos.
Con gusto replic Kemal, la
circuncisin es la mejor forma de
obtener mrito ante Dios.
La cubierta estaba repleta de gente
muy morena; algunos charlaban
amigablemente, mientras que otros
miraban las tierras que les haban
obligado a abandonar con ojos lgubres.
En los rincones se apilaban cajas de
todos los tamaos, los y bolsas. Las
mujeres, cubiertas con el velo,
cuchicheaban en un lado y los hombres
deambulaban entre los marineros,
viendo en qu podan ayudar.
Un marinero de bigote curvo y los
brazos llenos de tatuajes, corri hacia
Kemal Reis.
Reis, uno de los nios ya est
circuncidado.
Qu quieres decir? Es un nio
musulmn?
No, se llama Cristian. Llevaba
una cruz colgando del cuello cuando lo
atrapamos.
Debe de ser un judo, uno de esos
conversos dijo el timonel.
El marinero agreg entonces:
Tiene seis dedos en la mano
derecha y no para de maldecir.
Triganme a ese seisdedos mal
hablado.
El marinero baj a buscarlo a la
cubierta inferior. Kemal Reis se dio la
vuelta para examinar sus mapas de
navegacin.
Bien, Hasan, dentro de tres o
cuatro semanas estaremos en Estambul.
Si Dios lo permite, as ser, Reis.
Mientras lo llevaban ante la
presencia del capitn, Cristian iba
gritando: Mierda, mierda.
El muchacho luchaba por liberarse,
pero el marinero divertido lo tena bien
sujeto por los brazos.
Kemal Reis sinti a primera vista un
gran afecto por ese nio de pelo
ensortijado y ojos negros. Le recordaba
al fornido capitn, su amigo muerto
Burak. Extendi la mano hacia la cabeza
de Cristian y recibi una patada.
Fjate en este nio sinvergenza
dijo. Entonces lo cogi por la
barbilla y lo mir a los ojos, hablndole
con una voz tierna, suave: Calma el
nio, calma Silencio, silencio, s?[17]
Cristian se calm al or que alguien
hablaba su misma lengua. Mir
fijamente a aquel hombre extrao.
Kemal Reis lo tom en sus brazos y
lo sent en su regazo. Luego, le habl al
timonel.
No hay ninguna razn para que lo
separen de los otros. Puede ser que
nuestro pequeo Burak ya est
circuncidado, pero participar
igualmente de la ceremonia. Lo pondrn
en un lecho de fiesta y esta noche
recibir sus regalos.
Cristian Seisdedos no estaba
enterado de que de ah en adelante se
iba a llamar Burak, pero se senta feliz
con la atencin de su nuevo amigo, en
aquel barco lleno de gente extraa y
espantosa.
25 de agosto de 1508.
Santorini
Mientras iba llenado la cesta con
racimos de uvas amarillas, Maria dijo:
Me parece que haces bien en irte.
Estambul ser mucho mejor que esta
islita. Ojal yo fuera t.
Raquel saba muy bien qu precio
haba tenido que pagar por su vida, pero
prefiri quedarse callada. Cort otro
racimo de uvas de la via. Ese ao la
cosecha era excelente. Tras cinco aos
de labor, haba aprendido a trabajar muy
bien en los viedos.
Maria sigui hablando:
Y tienes suerte de no tener hijos
que cuidar. O un esposo que te pega
todas las noches. No te puede imaginar
lo que sufro. Mario me est matando.
Trabajo todo el da como una burra en el
campo, y despus, en casa. Cocino,
limpio, lavo Sacio su hambre de todas
formas, si entiendes lo que te digo
Le gui un ojo.
Pero nada es suficiente para
complacerlo, nada! Ojal pudiera irme
contigo.
Raquel replic con una voz tan
serena que pareca como si estuviera
hablando consigo misma.
No importa dnde viva. Irme,
quedarme Pero si el Duque de Naxos
quiere que vaya, tendr que ir a
Estambul.
Los ojos negros de Maria
contemplaron con asombro la
indiferencia de su amiga y se qued
mirndola con los brazos en jarra.
Tan poco te importa la ciudad
ms hermosa del mundo? Y todas las
comodidades que tendrs? Te ha dado
una insolacin?
Los ojos verdes de Raquel brillaban
en su rostro bronceado. Haca muchos
aos que no estaba tan saludable y
hermosa. Esa isla silenciosa se haba
convertido en un refugio de paz para
ella. Se levant, se sec el sudor de la
frente, y alz la cesta.
Vuelvo enseguida dijo.
Maria se encogi de hombros, se
arrodill y se puso a cortar ms racimos
de uvas.
Mientras se alejaba, Raquel oy que
Maria cantaba una cancin de amor con
voz triste y conmovedora. Saba que tal
vez tendra que irse de Santorini y
record el primer da. El capitn del
barco que los iba a llevar a la capital
del Imperio Otomano la haba dejado,
junto con otras veinte familias
sefarditas, en la rocosa playa de
Santorini. Les haba dicho con una voz
exenta de compasin que all era lo ms
lejos que los poda llevar, teniendo en
cuenta la escasa suma que haban
pagado por el pasaje.
A pesar de las quejas de los
habitantes de la isla, Raquel haba
disfrutado el tiempo pasado en ella. Tal
vez amara la isla. Era tan silenciosa, tan
desierta Los rocosos acantilados que
surgan erguidos del mar, las playas
hechas de pequeos guijarros negros, el
suelo endurecido por el sol Amaba
aquella impresin de salvajismo, que
tanto armonizaba con lo que quera
Raquel.
La gente viva en casas blanqueadas
alrededor de los viedos o en pequeas
construcciones de piedra cercanas al
castillo. Algunos haban hecho sus casas
en las cuevas talladas por los
acantilados. Todos eran miembros de la
iglesia ortodoxa rusa.
La familia ms importante que
visitaba la isla perteneca a un clan
veneciano llamado Giacamo, que pasaba
por refinado. Venan a su propiedad, que
estaba en mitad de la isla rodeada de
altas murallas, dos o tres veces al ao
para cobrar los tributos.
En muy raras ocasiones, a veces en
primavera y otoo, los corsarios
anclaban sus barcos en el puerto. Los
pobladores bajaban los abruptos
acantilados a lomo de mula para
cambiar mercaderas. Su vida dependa
de los viedos y de la pesca. La nica
fuente de agua era la lluvia, y por eso la
isla contaba con docenas de cisternas.
Las iglesias de la isla eran algo
poco corriente; todas tenan cpulas
azules. La tradicin deca que los
marineros que sobrevivan a las
tormentas por haber llegado a isla,
siempre edificaban una iglesia como
muestra de gratitud a Dios.
La gente de la solitaria isla no le
haca dao a los judos, que haban
encontrado refugio en el lugar. Era ms
tolerante que los catlicos; abra su casa
y su corazn a los recin llegados, y las
mujeres y los nios confraternizaban.
Con el tiempo, los judos empezaron a
trabajar en los viedos de Giacamo.
Las montaas de Santorini
descendan hacia el mar y la
circundaban playas arenosas que se
extendan entre los acantilados rocosos,
formando una pequea baha sobre dos
volcanes todava activos. La entrada a la
baha estaba escoltada por dos islas, y
del profundo crter del volcn hundido
bajo el agua emergan dos islitas, las
cumbres de los volcanes gemelos. De
tanto en tanto, desde ellas se elevaban
volutas de humo, suba la temperatura
del mar y la tierra temblaba. Los
habitantes de la isla teman las
tremendas explosiones de tiempos
pasados. Se deca que en algn lugar de
la isla haba una ciudad convertida en
cenizas y completamente enterrada. En
realidad, haba columnas de mrmol
tiradas entre las higueras, y cascos de
vasijas y urnas dispersos por todos los
viedos. Aquellos antiguos artefactos
eran el testimonio de la catstrofe que
las pequeas islas podran producir un
da. Santorini no tena mucho ms que
higueras y viedos. Era una isla
desierta, calcinada hasta su raz. Pero
Raquel no senta miedo, y a veces
pensaba que sera mejor que los
volcanes consumieran su vida.
Al comienzo de su exilio, los isleos
haban tratado de acercarse a ella, pero
despus de sentirse incapaces de escalar
las barreras puestas por su resistencia,
se dieron por vencidos. Algunos haban
llegado a creer que ella era una loca
inofensiva; a Raquel no le importaban
esos rumores. Al contrario, los reciba
bien, puesto que le proporcionaban ms
libertad y ms tiempo para estar sola.
Las familias judas tambin se
mantenan alejadas de ella. nicamente
Maria le hablaba sin trabas y le contaba
detalles ntimos de su vida,
acompaados algunas veces de terribles
sollozos, y otras, de risas. Raquel la
escuchaba sin hacer ningn comentario.
Qu poda decirle a Maria de sus
decepciones y tragedias? Durante
diecisis aos haba vivido en un oscuro
mundo de pesar y arrepentimiento; haba
luchado contra el hambre y la
enfermedad; haba sentido que la muerte
se cerna sobre ella. Despus de haber
perdido a toda su familia, Raquel ya no
tena un verdadero hogar. Cuando
pensaba en Toledo, sus recuerdos
parecan quemarle el corazn. Ningn
volcn poda competir con aquel fuego.
Cuando lleg a la aldea, el rabino
Salomn que haba buscado proteccin
debajo de una prgola, la llam.
Ven, Raquel, ven aqu, hija.
Quiero hablar contigo.
Ella puso la cesta en el suelo, se
limpi las manos en el delantal y fue
hasta donde estaba el anciano. A los
judos, no les haban permitido construir
una sinagoga en la isla y en su lugar,
usaban la casa del rabino para orar; el
dormitorio de Raquel estaba en la parte
de atrs de aquel templo improvisado.
El rabino se haba convertido en su
segundo padre desde Npoles. Cuando
se negaba a dejar a Alegra en Italia, fue
el rabino el que al fin la convenci de
que se fuera. l conoca muy bien la
vida de Raquel, incluida la historia del
hombre y del nio con seis dedos.
Sintate hija, descansa le dijo
. Hoy hace demasiado calor para
trabajar tanto.
Con el dedo apunt hacia una forma
gris plido en el horizonte.
Aquella es Naxos, la capital del
ducado. Hoy nos han informado que el
duque ha hecho un acuerdo con los
otomanos para nuestra partida a
Estambul. Nos iremos en cuanto llegue
el barco. Muy pronto, espero
Raquel miraba el mar sin emocin;
pareca que sus palabras no le
interesaban.
No tienes aspecto feliz, Raquel
observ el rabino. Dime en qu ests
pensando.
Raquel ofreca un rostro angustiado.
Tengo miedo de irme contest
. Me he acostumbrado a vivir aqu.
Pero no nos dejan vivir como
verdaderos judos. Y Estambul no est
muy lejos; a dos o tres das, nada ms.
All tendremos nuestra propia sinagoga
y cada familia, una casa. Tambin t
puedes tener una casa propia si quieres,
hija ma.
No, mi casa qued en Toledo.
Los ojos se le llenaron de lgrimas.
Ay, rabino, no me deje sola.
El rabino le acarici el pelo con
ternura.
Qu ests diciendo, Raquel?,
cmo voy a dejarte sola? S que algn
da tendrs tu propio hogar, lleno de
hijos que gritan y ren. Dios te otorgar
la felicidad y tus penas y dolores
desaparecern.
Raquel se enjug las lgrimas.
Le ordenar a mi hija que esta
noche te prepare el equipaje. Quin
sabe, tal vez el barco llegue maana.
Raquel no respondi. Cmo podra
tener ella un hogar? Con quin lo
compartira? Y a ella quin la querra?
Se puso de pie y, tras vaciar la cesta,
regres caminando a la via.
Maria segua cantando cuando
Raquel la divis a lo lejos:

Pena, no golpees a mi puerta.


Ya encend el fuego,
Prepar la comida.
El hombre que amo
Pronto llegar del mar.
Pena, no golpees a mi puerta
Aquella noche, Raquel puso el
llamador de su casa de Toledo una
mano de mujer en la bolsita ms
pequea que tena.
14 de septiembre de
1509. Estambul
En el transcurso de los cuatro aos que
pas bajo la proteccin y el cuidado
afectuoso de Kemal Reis, Cristian o
Burak, como lo llamaban ahora fue
rara la vez que pens en sus padres.
Kemal, el de la cabeza rapada, brazos
tatuados, gran bigote y temible cara
amaba a ese nio que haba trado de la
costa del norte de frica. Sorprenda a
toda la gente que estaba con l por su
afecto entusiasta, pero por desgracia no
poda pasar tanto tiempo como deseaba
con el nio. Kemal era uno de los
comandantes ms poderosos de la
armada otomana y pasaba mucho tiempo
en combate, en el mar Mediterrneo.
Eran pocas las noches que dorma en su
palacio de Kadirga. Al fin, resolvi
pedirle al sultn que aceptara a Burak en
el enderun para proporcionarle un
futuro exitoso.
Al comienzo, el muchacho se senta
extrao en la escuela, cuya disciplina
era severa, pero no tard mucho tiempo
en adaptarse. Con su aguda inteligencia,
se destac rpidamente de los dems. El
Oda Kethudasi tena cada vez ms
esperanza en aquel brillante joven
estudiante suyo. Burak haba aprendido
a leer y escribir en el palacio de su
padre adoptivo y senta sed de aprender
ms. Por entonces, ya conoca el rabe,
y el persa tampoco le result difcil. Era
capaz de resolver los problemas
aritmticos ms complicados y en sus
lecciones de fiqh, los tutores se
asombraban de su raciocinio refinado.
En deporte tambin era excelente:
lucha, arco, esgrima era el primero en
todo. Pero lo que ms le gustaba era
entrenar aves de presa. Alrededor de los
diez aos, ya haba resuelto que se
convertira en dogancibashi de la corte
otomana. Burak era un nio feliz, a pesar
de los espordicos ramalazos de
nostalgia de Kemal Reis.
Despus de la cena, los nios
rezaban todos juntos y luego los
llevaban al dormitorio. Algunos se
dorman enseguida, otros se retorcan y
daban vueltas entre las sbanas,
inquietos, pero cuando finalmente la
habitacin se quedaba en completo
silencio, Burak pensaba en Kemal Reis.
Su imagen riendo a carcajadas se le
apareca delante de los ojos y en sus
odos resonaba la ternura de la voz del
hombre grande: Silencio, silencio,
s?
A veces Burak tambin recordaba a
Madre Cora diciendo: Escapa,
Cristian, tu madre era juda.
Antes de quedarse dormido, las
imgenes de Magnamata pasaban por su
mente: las cabras, las montaas, los
arroyos, los halcones revoloteando en el
cielo azul, con sus gritos salvajes
Aquella noche haba luna llena, y su
mgica luz atravesaba los barrotes de
hierro de las ventanas iluminando el
dormitorio como una vela mstica. Lo
blanco era de un blanco ms puro y la
oscuridad resplandeca. Burak no poda
dormir.
Pero no era el nico que estaba
despierto; una mujer, a siete kilmetros
de distancia, tampoco poda dormir:
Raquel. La hija de los Toledo por fin
haba logrado llegar a la capital del
Imperio Otomano.
A pesar de la insistencia del rabino
Salomn, Raquel casi no haba puesto un
pie en la calle desde su llegada a
Estambul. Todo el da se lo pasaba
limpiando la casita, detrs de la
sinagoga donde viva con l y su familia.
Durante la ceremonia de las oraciones,
se quedaba escondida en el umbro
rincn del saln.
La casa estaba en una de las
montaas al sur del Cuerno de Oro. El
barrio de la orilla opuesta se llamaba
Pera y estaba coronado por la afamada
Torre Glata, y por las casas de piedra
pertenecientes a los genoveses y
venecianos.
Los barcos de pescadores se mecan
en los muelles del Cuerno de Oro, con
las velas arriadas y las redes formando
apiladas en las cubiertas de madera.
Algunos pescadores haban encendido
fogatas para cocinar parte de la pesca y
el reflejo de las llamas vibraba en la
superficie del mar, al comps del aire
suave. La luna resplandeca; el Cuerno
de Oro pareca hecho de oro puro. A lo
lejos, el Bsforo se una por el norte con
el Mar Negro y con el mar de Mrmara
por el sur. Las cpulas redondeadas y
los minaretes de las mezquitas bruidas
por la luz de la luna transformaban a
Estambul en una ciudad maravillosa,
digna de un cuento de hadas.
Decan que en la luna llena se poda
ver el rostro de una mujer y Raquel la
busc, recordando la noche en que ella y
Abraham fueron arrastrados hacia el mar
helado. Se puso a pensar en su madre, su
padre y sus dos hermanos.
Ojal que vosotros estuvierais
aqu murmur.
Les gustara aquel lugar, en especial
a su padre. Entonces se acord de Can
bajando a toda velocidad la cuesta de la
montaa hacia el ro Tajo, y Moiss
Tal vez estuviera muerto, como
Abraham. Sinti un dolor agudo en un
secreto y muy oscuro rincn del alma, un
dolor al que le haba puesto candado
durante aos, tratando de esconderlo
hasta de s misma. El dolor de una
madre que haba visto morir a su hijo.
Cerr los ojos y apret las manos con
fuerza.
Por favor, perdname, Seor
dijo. Perdname por negar al hijo que
me diste, perdname por abandonarlo, si
T puedes porque yo no puedo
perdonarme.
Otra persona que estaba despierta en
esa clida noche de septiembre era
Luna. La cara de la pequea de ocho
meses estaba levemente azulada debido
al llanto incesante. Rebeca, con su beb
en brazos, caminaba de un lado a otro,
con pasos rpidos y cortos que
demostraban su inquietud. Le cantaba
una cancin de cuna, pero no haba nada
capaz de calmar a la nia, ni siquiera
colocndole el pezn en la boquita.
Moiss tambin se haba levantado de la
cama y, con los ojos somnolientos,
trataba de ayudar. Luna era la tercera
hija, pero a pesar de la experiencia, su
llanto obcecado les haca sentir
impotentes.
Tal vez le duela el odo dijo
Moiss o tiene dolor de barriga.
Rebeca se encogi de hombros,
confundida. Las ojeras le daban aspecto
de cansada.
Vamos a buscar a mi madre?
pregunt la mujer.
A esta hora? Es una locura, dame
a la nia un rato.
Tras entregrsela al marido, Rebeca
se desplom en un sof. Moiss meci a
la nia en sus brazos. Senta piedad por
su esposa. Era una mujer trabajadora y
muy enrgica. Se ocupaba de una forma
estupenda de la casa y de los hijos, sin
ayuda y sin quejarse. Pero sin embargo,
el parto la haba hecho adelgazar y
debilitarse.
Mientras Rebeca roncaba suave,
Moiss sali al jardn, con Luna
acunada entre sus brazos; intentaba
recordar las canciones de cuna que su
madre le cantaba a l. En el medio del
jardn, haba un enorme castao de
Indias y se sent en un banco, debajo de
l. Luna pareci calmarse un poco ahora
que poda respirar el aire fro de la
noche. Moiss la estrech contra su
pecho, cubriendo su cuerpecito con el
borde de su chaleco. Amaba a todos sus
hijos, pero Luna era especial. Tena los
ojos verdes y su cabello sedoso, poco a
poco, se iba poniendo rojo. Cada vez
que la miraba, Moiss pensaba en
Raquel, aunque aquel era un secreto que
l guardaba bajo siete llaves.
Pobre Raquel Qu devotamente la
haba amado, y ahora su amor era nada
ms que un sueo lejano. Toledo, el
Tajo, los puentes de madera, los muros
de piedra, las callejuelas estrechas, las
secas planicies doradas que se
prolongaban hacia el horizonte Todo
haba quedado en el pasado distante.
Podra olvidarse de que alguna vez
haba vivido en Toledo, si los momentos
maravillosos no invadieran cada cierto
tiempo su memoria. Despus de todo,
Moiss llevaba una vida muy activa en
Estambul. Sin embargo, la imagen del
rostro de Raquel bastaba para hacer que
le temblara el alma.
De pie, Moiss se recost contra el
tronco del castao de Indias, abrazando
ms fuerte a Luna.
En ese preciso instante, sinti que el
rbol se estremeca. Era una ilusin?
Corri hacia la casa para llamar a
Rebeca, pero cuando dio el segundo
paso, una sacudida enorme lo hizo
tambalear. Por fortuna, pudo sostener a
Luna. Al levantar la vista, descubri que
el ancho rbol se sacuda adelante y
atrs como si quisiera arrancarse de
cuajo de la tierra. En su recorrido hacia
abajo las ramas barran el suelo.
Moiss, aterrorizado, sujet a su
pequea.
La tierra se sacuda a su alrededor,
el suelo ruga con un gemido terrible
como el del mar en medio de una
tormenta. Y todo se vena abajo: las
casas, las mezquitas, las iglesias, los
hospitales, y hasta las antiguas murallas
de la ciudad se desmoronaban con
sonidos atronadores. La ciudad estaba
atrapada bajo la compacta polvareda de
un gran derrumbamiento. Muchos de los
que salvaron su vida creyeron que se
haban quedado ciegos, y aunque el
terremoto haba terminado, los incendios
empezaron a arrasar la capital. Los
gritos, los sollozos, los alaridos, los
chillidos Los supervivientes
inundaron las calles destruidas,
contemplando entre lgrimas las casas
que se quemaban, arrojando baldes de
agua a las llamas.
El mar tambin se conmocion, y
olas de ms de diez metros de altura
castigaron los muros de Estambul y
Glata, barriendo con todo lo que
encontraban a su paso. De los antiguos
acueductos solo quedaban ruinas.
El techo y las paredes del enderun
se destruyeron por completo. Se
escuchaban gritos provenientes de las
ruinas. Los maestros buscaban con temor
desesperado a sus estudiantes entre los
destrozos. El nico dormitorio que
todava permaneca en pie era el que
Burak comparta con sus compaeros. El
nio corra de aqu para all, los pies
descalzos, con los nios mayores
ayudando a los menos afortunados.
Quince mil casas se desplomaron en
un instante y cinco mil personas
murieron aquella noche. Tres tramos de
muralla de la ciudad, desde Egrikapi a
Yedikule se haban venido abajo, y el
sector entre Yedikule y la puerta del
arrabal de Isaac Pach qued muy
daado. Hubo informes de que ciento
nueve mescids se haban venido abajo,
convirtiendo en polvo a los hombres que
estaban dentro. Tambin las mezquitas
sufrieron los efectos: la gran cpula de
la mezquita de Fatih se inclin hacia la
izquierda y cuatro de sus columnas se
deterioraron; la mezquita de Bayazid
recientemente construida pareca
bastante slida, pero el jardn trasero
del hospital, la madrasa el imaret
estaban derruidos; y la cpula de la
mezquita de Hadim Ali Pach cay por
completo.
Se haban cado tambin seis
columnas de la Plaza del Caballo y en la
ciudad todos hablaban del antiguo
barbero, el visir Mustaf Pach, cuyo
palacio, convertido en una tumba para
sus seiscientos soldados de caballera y
sus bestias, yaca en ruinas. El terremoto
puso al rico y al pobre en un plano de
igualdad, y el sultn no fue la excepcin.
Al sentir los primeros temblores,
Bayazid se lanz hacia el jardn del
palacio, sin mirar nunca atrs. Se qued
algunos das en una tienda y poco
despus se march a Edirne.
La furia de la naturaleza haba
destruido a Estambul, la reina de las
ciudades.
Y no solamente la capital, sino
tambin Rumeli y Anatolia haban sido
muy castigadas. En Chorum, una ciudad
de la regin del Mar Negro, el suelo se
haba abierto en grietas profundas
tragndose familias enteras. Dimetoka,
la cuna de Bayazid, qued convertida en
polvo, y en las vecinas ciudades de
Amasya, Sivas y Tokat se produjeron
grandes estragos.
Los temblores estuvieron
acompaados de noticias sobre extraos
sucesos y se deca que peces sin ojos,
con cabeza transparente emergan de los
pozos y lagos termales. Insectos
repulsivos y serpientes enroscadas de
color verde oscuro se escondan en los
campos
Los otomanos bautizaron a este
monstruoso terremoto con el nombre de
Kucuk Kiyamet.
Los remezones continuaron durante
cuarenta y cinco das. Bayazid parti el
undcimo da hacia Edirne, pero una
tormenta terrible y temblores sacudieron
pronto aquella ciudad. El ro Tundia se
desbord e inund los campos. Corri el
rumor de que el Sultn haba azotado a
sus visires por la destruccin, gritando:
Todo esto es por vuestra culpa!
Habis castigado a las personas con la
injusticia y torturado a los prisioneros;
los gritos de vuestras vctimas han
convocado esta ira divina sobre
nosotros!
Noche y da la gente llenaba las
mezquitas, sinagogas e iglesias que
quedaron en pie. El nico lugar vedado
para la oracin era Hagia Sophia, pues
los mosaicos, tapados por orden de los
sultanes que afirmaban que la
representacin de figuras era
pecaminosa ahora haban quedado
expuestos, hecha trizas su prisin de
estuco. Algunos aceptaron aquello como
una seal sagrada dada por Kucuk
Kiyamet, pero para los cristianos era la
respuesta de la Santsima Trinidad a los
musulmanes.
8 de noviembre de
1509. Balat
La sinagoga del rabino Salomn estaba
entre los edificios que haban resistido
el terremoto. El anciano trabajaba da y
noche ayudando a los hurfanos y
heridos.
Raquel trabajaba junto a l ayudando
a las personas que vivan en tiendas, en
el jardn de la sinagoga. Todos los das
ella, junto con otros colaboradores, les
cocinaban en calderos y los ayudaban a
lavar la ropa. A pesar del esfuerzo, tena
el semblante tranquilo. Los nios y los
mayores siempre queran que ella los
acompaara. Corra de una familia a la
otra, trayendo agua del pozo, limpiando
rabanitos y zanahorias, hirviendo leche,
por lo general con un nio en brazos y el
hermano o hermana mayor cogidos del
borde de la falda.
La temperatura empezaba a
enfriarse. Salomn rogaba por la
posibilidad de que el verano se
prolongara en pastirma. Si el invierno
llegara de improviso, todo sera mucho
ms difcil.
Muchas personas tenan miedo de
regresar a sus casas. Hablaban acerca
de la posibilidad de otro terremoto con
voces animadas y temerosas. Raquel y el
rabino hacan todo lo que podan para
calmarlos.
El otro problema era que los
jenzaros saqueaban las casas de los
judos, griegos y armenios y a veces
mataban a los supervivientes del
desastre para robarles.
El sultn trajo veintinueve mil
obreros a Estambul para reedificar las
casas los judos tambin colaboraron
dirigidos por trescientos arquitectos,
incluyendo a los afamados Hayrettin y
Murat. Los aguardaba una lucha de
proporciones asombrosas.
Las cimitarras de las tropas del
sultn sometieron pronto a los jenzaros.
Los ruegos de Salomn al fin haban
sido concedidos. El sol calentaba y las
mujeres comenzaron a cantar mientras
cocinaban y horneaban. Entre los
escombros surgieron muy pronto
crisantemos de color rojo, amarillo y
rosa
Es como si no hubiera sucedido
nada, se dijo a s misma Raquel. Qu
extraa era la vida, llena de todo tipo de
sorpresas, buenas y malas.
Salomn se acerc a ella con un
nio pequeo en los brazos.
Toma a este nio le dijo el
rabino la madre y las hermanas se han
ido para siempre. Solo queda el padre y
est ocupado trabajando. La ha dejado
con nosotros por un tiempo y vendr a
visitarla todas las veces que pueda.
La criatura tena los ojos verdes y el
cabello rojo como el de Raquel. La
mujer la abraz con ternura y le acarici
la suave mejilla. La nia sonri y le
mostr dos dientecitos, que parecan
granos de arroz.
Raquel llam al rabino que sala
deprisa a ayudar a otra familia.
Cmo se llama, haham Salomn?
Luna.
Raquel clav los ojos en la nia.
Con su piel rosada, el cabello de un
asombroso tono cobrizo y los labios
rojos se pareca ms al sol que a la luna.
La llamar Sol le dijo Raquel
al rabino. Solica
El rabino abri los brazos como
diciendo lo que a ti te parezca.
Raquel at a Solica a su espalda y
trabaj todo el da. Esa noche, se fue a
un rincn tranquilo y puso a la nia
encima de sus rodillas para cantarle una
cancin de cuna; a los pocos minutos las
dos se quedaron dormidas.
En ese mismo momento, Moiss
hablaba con Salomn. Tena la barba
larga y el pelo oscuro hecho una maraa;
haba adelgazado mucho desde el
terremoto, pues solo l y su hija haban
sobrevivido. Era lo nico que lo ataba a
la vida y haba ido a verla a la sinagoga.
Ponindose un dedo en los labios, el
rabino le seal a Raquel y a la nia
dormidas junto a la pared.
Qu suerte, pens. Su hija estaba en
buenas manos. Luna dorma en los
brazos de una mujer cuya cabeza estaba
cubierta con un chal oscuro. Un
vientecillo agit la tela un instante, y el
rostro plido, enmarcado por el cabello
rojo qued al descubierto. Moiss se
dispona a irse, y entonces se detuvo.
Era posible? Mir con atencin el
rostro de la mujer. La misma
expresin Hasta el mismo pelo
Dios mo! exclam con un
grito y dndose vuelta hacia el rabino, lo
conmin: Dgame el nombre de esa
mujer, dgame el nombre!
Salomn le respondi:
Raquel, Raquel de Toledo.
Moiss volvi a gritar y elev los
ojos al cielo:
Dios mo, es increble!
Raquel se despert con el vocero y
vio a Moiss. Era l! Reconoci
inmediatamente a su primer amor. Con
toda la serenidad que pudo, puso a la
nia en el suelo y entr en la casa, cerr
la puerta con llave y no sali cuando el
rabino la llam por el nombre. Se sent
en el piso sollozando sin parar.
15 de junio de 1510.
Estambul
La capital otomana tuvo pronto un
aspecto an ms bello que antes. Se
haba reparado todo: las murallas de la
ciudad, la torre Glata y los graneros
que estaban cerca, el faro de Yaldizli
Kapi, el palacio Topkapi, los grandes y
pequeos puentes de Checkmece, las
fortalezas de Rumeli, Anadolu y Silivri.
Despus de anunciar el fin de las
restauraciones, el sultn orden que
durante tres das consecutivos se
distribuyera comida en bandejas de
plata entre todos los pobres. Quera que
su pueblo olvidara el dolor del sesmo,
el fuego, el saqueo y los altos tributos
cobrados para pagar la reconstruccin.
Todos necesitaban diversin y la barriga
llena.
La gente comi y bebi y en cada
rincn de la ciudad hubo fiestas. Se
erigieron chikringutches en todas las
plazas principales, y los espectadores
estaban cautivados con las
interpretaciones de los actores de
karagoz, bailarines, acrbatas,
domadores de osos y monos, kasebazes
y magos; los escultores de zukker
exhiban estatuillas talladas en azcar;
los jinetes corran carreras en el
hipdromo. Por la noche hubo
procesiones de antorchas y faroles, y el
cielo se ilumin con fuegos artificiales
de color. Todos los que habitaban la
ciudad trataban de enterrar el dolor del
pasado reciente. Estambul volva a
respirar. Y Raquel tambin.
Raquel todava lloraba cuando el
rabino Salomn al fin la convenci de
que abriera la puerta. Moiss ya se
haba ido, pero ella insisti en que no
podra volver a verlo.
Soy una pecadora, no merezco a
Moiss dijo.
El anciano se sent y juntos leyeron
la Tor. Raquel tena confundida el
alma, pero al fin dijo:
Necesito tiempo.
Moiss tambin estaba
conmocionado. Haban pasado ms de
dieciocho aos desde que salieron de
Toledo. Raquel haba vuelto a entrar en
su vida como el sol brillante que nace en
una maana de invierno. Iba a la
sinagoga todos los das para tratar de
hablarle, pero ella se negaba siempre a
verlo. Moiss no poda comprender
aquella actitud, entonces el rabino le
cont la historia de Raquel con detalle.
Cuando termin, Moiss lo mir con los
ojos llenos de lgrimas, pero no pudo
encontrar palabras para expresar sus
emociones. Jur no mencionarle nunca
el pasado a Raquel, y mantuvo su
palabra. Salomn le prometi que
hablara con Raquel para convencerla
de que se casara con l.
Se casaron un da nevado de
noviembre. No quedaban parientes para
sostener el dosel de muselina de color
claro sobre sus cabezas, y dos ancianos
y ancianas que no conocan llevaron a
cabo aquel sagrado deber. Moiss y
Raquel por fin estaban juntos otra vez.
Raquel caminaba un da por el jardn
de su nueva casa con Solica, que
ensayaba los primeros pasos. Cuando
llegaron al estanque, se sentaron en un
banco cercano a mirar los peces de
colores. Raquel acarici el pelo de la
pequea, tan parecido al suyo, y luego
coloc la palma de su manita sobre su
vientre hinchado. Sinti la agitacin del
hijo por nacer y se inund de una clida
paz.
Raquel mir las paredes de piedra
cubiertas de hiedra y las cortinas de
encaje que colgaban de los marcos de
las ventanas recin pintadas. Todo era
nuevo y fresco, como sus esperanzas. La
nica cosa antigua era el llamador de la
puerta del jardn: una mano de mujer de
bronce, que sostena una esfera en la
palma
II

25 de abril de 1512. El
nuevo saray
El sultn Bayazid se senta cansado,
frustrado y viejo. Estaba harto de la
lucha de sus hijos que le reclamaban el
trono estando l vivo an. La conducta
de Selim despus de haber
conseguido el apoyo de los jenzaros
era particularmente censurable.
Un hijo debe reclamar el trono
de su padre mientras l todava est
vivo, Koca Mustaf Pach? le
pregunt Bayazid al gran visir.
No todos los hijos son iguales, mi
sultn replic con tristeza Mustaf.
Con toda seguridad, tu shahzadah
Ahmet no lo hara, y conocemos lo
suficiente a shahzadah Korkut para
decir lo mismo de l. Pero shahzadah
Selim est lleno de ira y es muy
ambicioso.
Los jenzaros no apoyaron a
Korkut a causa de su carcter tierno y
dbil, y tengo que reconocer que tal vez
hayan tenido razn, pero Ahmet mereca
ms que nadie ser el sultn del imperio.
Sin embargo, nada de lo que hicimos fue
capaz de detener a Selim. Acaso no
tratamos de razonar con l?
Por supuesto que s, mi sultn.
Reunimos a nuestro ejrcito y
combatimos contra l y lo perseguimos
hasta la tierra de su suegro, el kan de los
trtaros. Pero sigui adelante fraguando
la rebelin.
Mustaf Pach camin hacia la
ventana. Saba que miles de jinetes y
jenzaros estaban a las puertas palacio,
con casi toda la ciudad siguindolos.
Esa misma maana, los haba odo
gritar: Queremos a Selim, queremos a
Selim! Incluso ahora, si se prestaba
atencin, era posible or sus voces.
Los ojos de Bayazid se llenaron de
lgrimas.
Sinvergenzas desagradecidos!
exclam. Tratamos de alimentarlos,
de protegerlos, y darles diversin.
Cuando sus casas se desplomaron sobre
sus cabezas, les cogimos de las manos y
las volvimos a levantar. Quin volvi a
poner de pie esta ciudad?, quin? Y
fjate cmo me demuestran su gratitud.
Al escuchar los gritos de guerra de
los jenzaros, el sultn se volvi hacia el
gran visir.
Nuestro tiempo ha llegado a su
fin, Mustaf Pach. La nica posibilidad
que nos queda es entregarle el trono a mi
salvaje hijo. Envale un mensajero para
que venga a verme y se haga cargo del
imperio. Aunque no confo en l ni lo
ms mnimo.
Tampoco Selim confiaba en su
padre. Ni siquiera en sus propios
partidarios. Sus grandes ojos azules
estaban llenos de preocupacin, a pesar
de la multitud que apoyaba su reclamo al
trono. Quiz su padre solo deseaba
engaarlo y asesinarlo. En veintisiete
aos no lo haba visto ms que una sola
vez, aquella misma maana y durante
cinco minutos: un viejo cansado, ya sin
luz en los ojos, quejndose todo el
tiempo de sus enfermedades. Realmente
era l quien posea el imperio? Selim
camin de un lado a otro. Y un rato
despus, sinti que le volva la
confianza en s mismo. No, no haba otra
posibilidad para Bayazid que la de
abandonar el trono. Y si se negaba,
Selim destruira el palacio. No tena la
menor intencin de esperar la muerte de
su anciano padre para convertirse en
sultn. Haba demasiado que hacer
demasiados enemigos. En cuanto lo
declararan sultn, llamara a su nico
hijo Solimn para que volviera de Kefe
a representarlo en Estambul, y entonces
l montara su caballo e ira al frente de
su ejrcito contra el sha de Persia,
Ismail.
En ese momento, Koca Mustaf
Pach apareci bajo la plida luz de la
puerta que separaba los dos patios,
seguido de un grupo de altos oficiales.
El cabello de Selim se eriz de miedo y
se qued inmvil. El gran visir se
acerc, se arrodill y bes el borde del
caftn de Selim y exclam:
Que vuestra soberana dure para
siempre, mi sultn.
Selim respir hondo y enderez los
hombros. Afuera la gente gritaba
alegremente: Larga vida al sultn!
Larga vida al sultn!
El nuevo amo del Imperio Otomano
se atus el gran bigote, y luego, con los
ojos brillantes de furia, se toc el arete
de oro que colgaba de su oreja derecha.
Nadie se atreva a mirarlo. Todos
fijaron la vista en el suelo, incluido
Mustaf.
Selim advirti la expresin de
preocupacin y miedo en la cara de ese
hombre que se arrodillaba a sus pies. l
era el primer nombre de las lista de
enemigos y sera eliminado cuanto antes.
Esa misma tarde, tras abdicar al
trono, Bayazid abandon sus
habitaciones por el antiguo palacio con
un grupo de sus hombres de mayor
confianza. Como si fuera un hijo leal,
Selim, montando su caballo Nube Negra
acompa a su padre hasta el palanqun
imperial. Nombr a tres mdicos y
varios sirvientes para atender a Bayazid
y despus se fue. El viejo sultn le dijo
a su squito con voz transida de dolor:
Los que me arrebataron el pan,
Los que me dejaron solo,
Los que todava ven la verdad,
Mirad todos lo que me ha
hecho Selim.
25 de agosto de 1515.
Balat

Soy hermosa, soy la ms hermosa


Soy la nia de los ojos del sultn,
Soy la princesa de los castellanos.

La pequea hija de la familia Nahmias,


vestida con el largo chal amarillo de su
madre, cantaba cerca del estanque. Cada
vez que llegaba al final de un verso,
cerraba los ojos, agitaba sus largas
pestaas oscuras y zapateaba tres veces.
Los hombres sentados en derredor
de la mesa, debajo de la gran morera, se
divertan con aquella representacin.
Esther haba logrado atraer la atencin
de todos a la edad de cinco aos. No
caminaba como una nia pequea, sino
como una coqueta.
El doctor Salvo, un vecino, dijo:
Moiss, tu hija te causar muchos
problemas en el futuro. Es una autntica
belleza.
Moiss tom a la nia en sus brazos
y sonriendo se puso a acariciarle los
rizos como llamas.
Es la nia de mis ojos,
exactamente como dice la cancin.
La cogi de la mano y ella rio de
contento.
Raquel la llam desde la cocina:
Esther, ven aqu un momento.
Moiss la solt y le dio un golpecito
en la espalda.
Ve con tu madre, ratoncita.
Antes de salir corriendo, Esther
cogi un puado de cerezas del cuenco
que estaba sobre la mesa. Se puso un par
sobre la oreja, como si fuera un
pendiente, cantando y brincando. Las
cerezas rojas se balanceaban debajo del
pelo negro. Antes de entrar en la casa,
gir hacia los hombres y otra vez volvi
a cantar: Soy hermosa, soy la ms
hermosa!
Eti, la hija de la familia Sibrikos,
que estaba ayudando a Esther, exclam:
Kiraze, que alegra tenerte en la
cocina!
Raquel mir a la joven romaniota
con ojos perspicaces. Los judos
romaniotas vivan en Turqua an antes
que los otomanos y no se haban ido
nunca. Eran bizantinos y haban
aprendido espaol de los judos
sefarditas y les haban enseado el turco
a cambio.
Kiraze es un apodo le explic
Eti. Kiraze, como t sabes, quiere
decir cereza en turco.
Eti le hablaba a Raquel.
El nombre le sienta bien, no te
parece? Mira esos labios rojos. Ms
rojos que las cerezas que lleva en la
oreja. Ven y dame un abrazo.
Un viento de celos se agit leve en
el corazn de la hermana de Kiraze,
Solica, mientras miraba a la pequea.
Raquel acarici el pelo llameante de
Solica.
T tambin eres hermosa, mi
querida nia. Soy muy afortunada de ser
la duea de estos dos milagros le dijo
a Eti.
Soli estaba celosa de su hermana, a
pesar de que nunca dejaba traslucir sus
sentimientos. Se senta agraviada por no
ser nunca el centro de atencin. Era el
miembro silencioso de la familia, ya
fuera ayudando a la madre o examinando
los libros que el padre imprima.
Las dos hermanas eran muy
diferentes una de otra; Esther no se
pareca mucho a los padres. Sin
embargo, cosa curiosa, Soli se pareca a
Raquel, tanto en apariencia fsica como
en personalidad. Era su gemela ms
pequea y joven. Algunas personas que
no conocan la historia de la familia,
incluso decan:
Raquel, cmo lograste copiarte a
ti misma? Soli es una miniatura tuya, el
mismo pelo, los mismos ojos, los
mismos modales
Raquel se haba apegado
profundamente a Soli desde el primer
da en que la vio; haba aceptado a la
hija de la desgraciada Rebeca en lo
profundo del corazn. En cambio, Esther
era la nia de los ojos de Moiss.
Mientras Raquel preparaba los
platos para llevar al jardn, Eti limpiaba
el piso. Al mover una bolsa de harina,
grit con asco: Aaah, un ciempis!
Soli, asustada, busc la falda de su
madre. Esther avanz con ojos de
curiosidad, mir a la criatura y luego le
puso el pie encima. Despus se limpi
la suela del zapato frotndola contra el
suelo. Raquel, Eti y Soli se
horrorizaron.
Esther se rea y aplauda gritando
alegremente:
Cobardes, cobardes!
Eti estaba atnita.
Kiraze, no le tienes miedo a esos
espantosos insectos? le pregunt.
Soli la interrumpi:
No le tiene miedo a nada. Mata
gusanos e insectos todo el tiempo. No
les tiene miedo y tampoco se compadece
de ellos. Les tira piedras a los cuervos,
y algunas veces a los gatos, ya
Raquel terci:
Basta. Es suficiente. Les recuerdo
que tenemos mucho trabajo por hacer.
Las personas que estn en el jardn
tienen hambre.
Los invitados sentados debajo de la
morera murmuraban sobre la crueldad
del nuevo sultn. Selim el Severo era
capaz de hacer que la gente temblara
aunque estuviera sentada en un jardn de
Balat.
El doctor Salvo dijo:
Invit a cuatro de sus visires a
cenar y los chavushes le pusieron el
caftn negro a Koca Mustaf Pach. Ya
sabis lo que eso significa
Todos asintieron en silencio. El
doctor continu:
Despus de ahorcarlo, arrojaron
el cadver a los perros vagabundos.
Sibrikos el tejedor dijo:
Un hombre que ha matado a sus
propios hermanos y sobrinos se va a
compadecer de un visir a quien acusa de
traicin? Alguien sabe a cuntos visires
orden matar? No es porque s que las
personas han empezado a echarse
maldiciones unas a otras diciendo:
Ojal que te conviertas en visir de
Selim.
Y las cosas que le ha hecho a su
padre? agreg Moiss.
El doctor Salvo replic:
Me dijeron que al doctor Danon le
dieron instrucciones de envenenar al
sultn Bayazid II. Al tercer da de su
abdicacin, mientras se diriga a su
tierra natal, Dimetoka, con un grupo de
hombres leales, de repente se enferm y
muri entre dolores insoportables.
Una traicin increble musit
Sibrikos.
Lo que ms me molesta es lo que
le pas al shahzadah Mehmet. Sent una
profunda pena por l. Nada ms que
siete aos El pobre nio le peda a
los verdugos que no lo mataran
intervino Moiss. Servir al sultn
el resto de mi vida, por favor, no me
maten!, les dijo. Pero por supuesto fue
intil. Selim dio la orden de que sus
cinco sobrinos fueran estrangulados.
Escuch que Osman, el hijo de veinte
aos de Alemshah se resisti con
fiereza, apual a uno de sus verdugos,
y a otro le rompi el brazo, pero lo
asesinaron de todos modos. Dicen que el
to miraba a travs de una ventana
escondida cmo asesinaban a sus
sobrinos.
Los rostros de todos los hombres
que rodeaban la mesa demostraron
horror. Sibrikos continu, con tono
agitado:
Ha matado a cuarenta mil alevis.
Hombres de todas las edades. No quiere
un solo varn alevi vivo en Anatolia.
Es como la Inquisicin!
Se estremecieron hasta los tutanos
con la palabra Inquisicin. Moiss
pregunt:
Creis que podra tratar de
matarnos a nosotros tambin?
El doctor neg con la cabeza.
No dijo, todos sus mdicos
son judos, por eso no nos har dao. Y
adems, no le interesan los judos.
Todas sus intenciones estn puestas en el
Oriente. Quiere exterminar el reino de
los chitas en Persia, y ya ha derrotado
al sha Ismail, capturando todo su harem,
incluida su esposa. Pueden creerlo? Se
la ha entregado a uno de sus pachs. El
sultn otomano no obedece ninguna de
las reglas del Islam y no tiene respeto
por nada. Dicen que se pasea por las
calles de Tebriz como si fuera su propio
jardn. Ha trado mil artistas persas a
Estambul. Todo se hace a su manera.
Incluso escuch que el jefe curdo Idrisi
Bitlisi lo est ayudando. Me parece que
ahora pondr su atencin en Egipto.
Aunque, quin sabe, tal vez se fije en
Europa.
En este momento est en muy
buenos trminos con los europeos
declar Sibrikos. Nuestros amigos
venecianos me lo han dicho. Semiz
Chavish y su grupo son saludados con
asombrosa ceremonia en la plaza de San
Marcos. Cuando el balyos de Selim fue
al Senado, lo acompaaron diez
aristcratas. Diez! Podis creerlo?
Esos venecianos son sorprendentes.
Selim tambin tiene buenas relaciones
con los hngaros, y con los rusos.
De todos modos, me parece que
tenemos que ser cuidadosos dijo
Moiss. El nuevo sultn es el tipo de
hombre brutal en el que no se puede
confiar.
En la puerta que daba al jardn son
un golpe y todos los hombres se
pusieron de pie de un salto. Moiss fue a
ver quin era, pero Raquel lleg antes
que l. Y de pronto el jardn se lleno de
risas felices. Eran las esposas y los
hijos de Sibrikos y Salvo. Traan ollas
envueltas en toallas y bandejas cubiertas
con telas blancas.
Sea lo que sea, huele delicioso
exclam Moiss, y volvieron a sentarse.
Esther corra entre los visitantes,
cantando y bailando. Todos queran
abrazarla. Soli los miraba a todos en
silencio, de pie junto a su madre,
mientras Eti exclamaba:
Qu milagro es esta nia!
Sin embargo, aquella noche nadie
durmi en paz en la ciudad. Apenas
pasada la medianoche, estall un enorme
incendio en Estambul y al menos tres
vecindarios quedaron reducidos a
cenizas. El sultn Selim estaba entre los
que miraban las llamas. Se volvi hacia
Piri Pach y le dijo:
Cedimos a la tentacin de los
jenzaros y dimos orden de que mataran
a Kazasker Cafer Chelebi. Este debe ser
el resultado de su maldicin. Supongo
que hemos sido injustos. Dios nos
preserve de algo peor.
Selim era tan impredecible que Piri
no se atrevi a responder, y se limit a
asentir.
Selim se dio un golpecito en el aro
de oro, despus se atus los extremos
del bigote, mir las llamaradas que
suban hacia el cielo como lenguas de
demonios, y pregunt:
La flota ya est lista para partir,
pach?
S, estar lista dentro de unos
das. La gente del astillero del Cuerno
de Oro trabaja noche y da.
Ms vale que eso sea verdad!
dijo con voz tronante y luego se fue a
grandes zancadas.
25 de septiembre de
1517. Edirne
Parece que tus dos halcones tienen
muchas ganas de cazar, Seisdedos
dijo shahzadah Solimn, y
protegindose los ojos con una mano
sigui a las aves de presa que graznaban
en el cielo azul.
Realmente son valientes; como
siempre, dices la verdad, mi shahzadah.
Un halcn haba herido a un pjaro
negro, al tiempo que los cazadores
estiraban sus arcos y apuntaban con las
flechas.
Burak era el principal entrenador de
halcones del shahzadah Solimn desde
haca un par de aos. Lo haban
nombrado para cumplir con ese deber
cuando las fuerzas de Selim atacaron al
sha Ismail.
El placer de la caza y el gusto por
las aves de presa haba unido a aquellos
dos hombres, a pesar de las grandes
diferencias de formacin y origen
familiar que los separaban. Solimn
dej volar su flecha cuando el mirlo se
puso a tiro. Uno de los halcones,
cumplido su deber, plane en direccin
a sus amos. El otro sigui revoloteando
en el cielo.
Burak sac un pequeo halcn de la
jaula, le acarici las suaves plumas del
pecho y lo liber rumbo al cielo con una
plegaria.
El plido shahzadah, de cara
delgada, nariz ganchuda y un poco
encorvado sigui al ave hasta que se
convirti en un puntito en el cielo; busc
su aljaba, sac una flecha, la coloc en
el arco y lo prob.
Mi padre el sultn Selim ha vuelto
de Estambul, con buena salud, a Dios
gracias dijo Solimn.
S, gracias a Dios. De ahora en
adelante los otomanos son los lderes
del mundo islmico. Gracias a nuestro
sultn, que Dios lo bendiga.
Amn. Mi padre demostr mucha
intrepidez desde el comienzo, aunque
creo que dio la casualidad de que el
sueo de Kapiagasi Hasan tambin fue
un augurio auspicioso.
Mi shahzadah, eso fue una seal
santa. No todas las almas podran ver en
un sueo a cuatro rabes confindole los
sagrados tesoros de nuestra religin.
S, y ahora el sueo se ha
convertido en realidad. Mi padre ha
trado el preciado patrimonio a la
capital. Un mensajero me cont que
estaba muy contento y hasta se ha
olvidado de todo el problema con Yunus
Pach.
Burak Seisdedos seal al halcn
que persegua a otro mirlo. El
shahzadah dispuso su arco, y dispar la
flecha que vol por el aire y entr
zumbando en el pecho de la presa. El
perro de caza color canela que esperaba
pacientemente se abalanz ante esa
seal con una velocidad casi idntica a
la de la flecha y volvi unos minutos
despus con la presa balancendose en
su boca.
El halcn regres, se pos en el
hombro de Burak y examin con sus ojos
agudos las inmediaciones, girando la
cabeza en redondo, con los movimientos
rpidos y rgidos tpicos de las aves.
Solimn estaba muy satisfecho con
el trofeo y sonri con orgullo.
Me hablabas de Yunus Pach, mi
shahzadah dijo Burak.
Ha pagado el precio de no haber
sido capaz de contener la lengua.
Cuando partieron de Egipto, en el
camino de regreso, habl en contra del
bey circasiano que mi padre haba
nombrado gobernador y orden
enseguida que le cortaran las sogas de la
montura. Bien sabes lo que eso
significa Los verdugos lo decapitaron
al instante. Dicen que mi padre, cabalg
largo rato con la cabeza chorreante de
Yunus. Dios nos proteja de su ira,
incluso a m.
Pero, mi shahzadah, t eres su
nico hijo.
Podra no significar mucho. Es
sultn antes que padre. Es el sultn del
Imperio Otomano y el califa de todo el
mundo islmico.
Burak no respondi porque ese tipo
de conversacin le pareca sin sentido.
Padre, madre, to, hogar Las cosas de
familia estaban lejos del dominio de su
experiencia. Recordaba a Madre Cora
en un pasado borroso y le resultaba
difcil imaginrsela con claridad. Y
adems estaba Kemal Reis. Los ojos
sonrientes, los brazos poderosos
alzndolo, los gruesos dedos
ensendole a sostener el divit Quizs
un padre fuera algo parecido a eso, pero
no tuvo la oportunidad de descubrirlo.
Haca un par de aos que el glorioso
Kemal Reis se haba perdido en el mar
con sus hombres, vctima de una
tormenta terrible. Las aguas azules del
mar Mediterrneo que Kemal haba
adorado toda su vida se lo haban
llevado para siempre.
Burak volvi a acariciar a su halcn
y lo dej libre. Solimn cogi otra
flecha.
Mi glorioso padre ha recibido a
los embajadores en El Cairo dijo.
El embajador veneciano lo acompa
hasta Damasco y el otro, Mechenigo, ha
vuelto a Estambul con nuestra armada.
Se han renovado todos los tratados y
nuestro sultn ha decidido dejar Chipre
otra vez en manos de los veneciano;
claro que de hoy en adelante nos
pagarn el tributo anual de ocho mil
ducados.
A pesar de su juventud, el
shahzadah estaba muy interesado en la
poltica y el gobierno del imperio.
Haba obtenido una gran experiencia
gobernando los sancaks de Kefe y
Manisa. El padre tena tanta confianza
en l, que ya lo haba designado dos
veces para que lo representara cuando l
se ausentaba con el ejrcito, y ahora el
joven era el gobernador de Edirne.
Es hora de que concentremos
nuestra mirada en Occidente dijo
mientras giraba la flecha entre sus dedos
para ajustar la alineacin.
Burak, las manos en la cintura,
examinaba el cielo con sus ojos oscuros.
Se volvi hacia Solimn.
Atacaremos la propia Venecia?
No, el Imperio Hngaro. All es
adonde iremos. Budapest, despus
Belgrado y Viena.
El shahzadah hablaba con
determinacin.
El halcn persegua a otro mirlo. La
flecha de Solimn hiri al pequeo
pjaro debajo del ala y este se precipit
hacia abajo en crculos frenticos. El
perro parti en su busca.
Regresemos, Seisdedos dijo el
sahzadah. Antes de que mi padre est
de vuelta, podremos volver a cazar
varias veces. En Manisa, no
encontraremos tantas aves, pero s
podremos cazar ciervos.
Burak sonri. Se meti dos de los
seis dedos en la boca y dio un silbido
agudo. Los halcones agitaron de
inmediato sus alas hacia l.
El silbido alert a los jenzaros,
sirvientes y mozos de cuadra para que se
prepararan a retornar a Edirne.
Los rayos del sol poniente producan
reflejos dorados en los lagos
circundantes, aunque los girasoles de los
campos haban perdido sus
resplandecientes cabezas amarillas y los
tallos oscuros tenan un aspecto
melanclico. Las bandadas de aves
revoloteaban en el cielo como si
desafiaran a los cazadores a que fueran
detrs de ellas otra vez. El ruido
provocado por el batir de las alas
apagaba el chillido de sus voces. Las
bandadas se abran y se cerraban como
gigantescos abanicos en armona con el
horizonte ardiendo.
8 de septiembre de
1520. El nuevo saray
Los planes futuros de Selim no se
diferenciaban de los de su hijo.
Dominaba el este de Anatolia, Irn y
Egipto y era hora de avanzar hacia el
Oeste.
En los ltimos aos, Selim haba
dado gran importancia a la pacfica
continuidad de las relaciones entre
otomanos y venecianos. Su representante
ms reciente ante el imperio del Dogo
era un hombre de la caballera, Yunus.
El sultn haba renovado tambin los
tratados con los rusos y hngaros, y muy
pronto se iniciaran negociaciones entre
el Imperio Otomano y el espaol. Selim
saba que el deseo del nuevo papa
Len X era formar un ejrcito de
cruzados, y por eso quera terminar su
nueva armada tan deprisa. Sera una
gran ventaja contar con una flota de
guerra fortificada en cualquier lucha,
pero ni la cantidad ni la calidad de las
naves llegaba al nivel que l haba
concebido. Esa debilidad lo obligaba a
permanecer en buenos trminos con
Espaa, evitando as que formara una
alianza cristiana contra el mundo
musulmn.
Haca poco que el embajador
espaol haba vuelto a su pas, despus
de visitar el nuevo saray, encantado con
el caftn bordado en oro que se haba
llevado, un regalo especial del sultn. El
embajador estaba ms contento an con
los cinco mil ducados de oro en su
bolsa.
Selim fue lo suficientemente
inteligente como para endulzar las
negociaciones, enviando a la corte
espaola la noticia de que ya no
cobrara tributo a los cristianos que
visitaran la sagrada iglesia de Kamame.
Todo estaba en calma, pero Selim
todava estaba resuelto a tener una
gloriosa y potente armada.
Era un da fresco y sereno. El jardn
del saray estaba pintado con los
habituales colores encendidos del otoo.
Las hojas eran rojas y los canteros de
flores, amarillos. Los nidos de
golondrinas debajo de los aleros estaban
abandonados, pero los eternamente
fieles habitantes alados de la ciudad, los
gorriones, se baaban con alegre piar en
el gran estanque que dominaba el jardn.
El estanque estaba adornado con
hermosos relieves de mrmol y fuentes
de agua.
El sultn Selim y Hasan Can, su
compaero predilecto, conversaban
mientras realizaban el acostumbrado
paseo matinal, pero el monarca no
estaba de humor para gozar de la belleza
del jardn.
Para obligarlos a trabajar hay que
hacerlos sufrir, de lo contrario se ponen
haraganes dijo.
Para calmar al sultn, Hasan Can
respondi con voz tranquilizadora:
Ya hemos hecho una gran parte, mi
glorioso sultn. No es tarea fcil
construir una armada perfecta.
Selim se detuvo.
Entonces por qu esos esos
idiotas me provocan para que invada
Rodas? Esos idiotas, idiotas, idiotas!
Rechin los dientes. Consult a los
visires sobre la cantidad de plvora
necesaria para conquistar la isla y les
llev cuatro das darse cuenta de que
solo tenamos lo suficiente para cuatro
meses. Qu se puede hacer con esa
cantidad? Esos idiotas!
Hasan era un hombre con suficiente
conocimiento y experiencia como para
permanecer en silencio en un momento
como aquel.
Mi abuelo Mehmet el
Conquistador tambin intent tomar
Rodas continu el sultn pero Dios
no le permiti saborear el vino de la
victoria all. Qu suceder si yo estoy
cerca de sufrir la misma prdida? No,
con esa cantidad de plvora es
imposible tomar por asalto las murallas
de la isla. Quieren que viva
avergonzado? S que precisamos al
menos ocho meses para conquistar
Rodas.
Selim caminaba de un lado a otro
sintindose frustrado, luego se volvi
hacia Hasan Can.
Plvora que dure ocho meses
De lo contrario, no hay ninguna
posibilidad de marchar a Rodas ni para
el ejrcito otomano ni para m. Tras
otra pausa continu con voz resentida.
A menudo siento en lo profundo de m
que la nica marcha que har ser hacia
el Cielo.
Dios salve a mi sultn! Que el
viento haga desaparecer esas palabras
de vuestra boca y se desvanezcan para
siempre. Que Dios os otorgue muchos
aos ms llenos de gloria. No permitis
nunca que tengamos que lamentar
vuestra ausencia. Amn.
Selim agit la mano con fastidio y no
dijo nada ms. Pareca fatigado y sin
fuerzas.
Si pudierais descansar un poco en
Edirne dijo Hasan Can. El aire
fresco
Ah, s, Edirne coincidi el
sultn. l haba disfrutado tanto como
sus antepasados su estancia all.
Es la mejor poca para ir all,
pues es la temporada de caza. De
pronto, sus labios se retorcieron de
dolor. Quiero que me mires un grano
molesto que tengo en la espalda, Hasan
Can. Siento como si algo me hubiera
picado.
Hasan Can le orden a los sirvientes
que estaban junto a la pared del jardn
que le trajeran una silla. El sultn se
sent y se agach. Hasan Can desliz la
mano debajo del caftn de Selim y le
examin con los dedos la espalda
poblada de vello abundante. Selim
exclam:
S, ese es el grano, exactamente
donde ests apretando.
Era un bulto rojo y duro, justo
debajo del omplato derecho. Un
enorme fornculo que todava no estaba
listo para punzar. Selim insisti para que
Hasan Can hiciera algo, pero l se neg.
Tenemos que esperar al menos
dos o tres das, mi sultn. Tocarlo ahora
podra ser muy peligroso. Descansad,
por favor, s cunto dolor puede
causaros y el cansancio que os provoca.
Descansar dos o tres das? No
soy una niita que no puede tolerar el
dolor, Hasan Can, y adems maana
partiremos para Edirne.
Mi sultn, no debis cabalgar con
un fornculo como ese. Podemos ir
despus a Edirne, cuando os
recuperis
Selim lo cogi del hombro.
Ah, muy bien, muy bien. Lo
pensaremos. Ahora ve y treme a Piri
Pach.
Hasan Can se retir inclinndose
con respeto. El sultn se dirigi
directamente al hamam. Haba decidido
acostarse en la plataforma central de
mrmol para sudar, despus le ordenara
a sus hombres que le apretaran el
maldito fornculo.
22 de octubre de
1520. Londres
Aunque no era invierno todava, y una
densa niebla cubra la ciudad, la
temperatura era lo bastante fra como
para obligar a los que vivan en Londres
a usar gruesos abrigos y botas.
Enrique VIII se envolvi en su largo
abrigo forrado de piel, mientras
contemplaba con ojos pensativos las
llamas de la chimenea.
Tal vez todos esos problemas sean
la consecuencia de mis pecados
musit. Puede que haya cometido un
error al casarme con la mujer de mi
difunto hermano, pero fue por el
brillante futuro de Inglaterra, por Gran
Bretaa. Pens que lograra dominar a
Espaa, sin embargo ahora estoy
pagando el precio de mi estupidez. De
mis hijos, la nica que queda viva
todava es Mara. No s cuntos estn
muertos y enterrados. Todo por el
pecado Por eso no pude convertirme
en Papa a pesar de nuestros esfuerzos, y
por eso ahora Carlos V gobierna en mi
lugar con el ttulo de Sacro Emperador
Germano-Romano. Pero debo terminar
con esta desgracia en nombre del reino!
Su consejero, Thomas Moore, lo
escuchaba con muchsima atencin, y
solo se volvi un momento para mirar a
Wolsey, tambin consejero ntimo.
Moore senta que todas las dificultades
que Inglaterra atravesaba en los ltimos
tiempos eran fruto de la detestable mente
de Wolsey. El tesoro vaco era la
consecuencia de correr tras locos
sueos, y hasta el deterioro de las
relaciones conyugales entre la princesa
Catalina y Enrique VIII era fruto de su
imbecilidad. Wolsey se preocupaba solo
por s mismo y haba tirado de las
cuerdas como si el rey fuera una
marioneta, pero era un hombre talentoso
y brillante.
Despus de aclararse la garganta,
Wolsey dijo:
Mi opinin es que vos debis
salir de esta intrincada situacin en
cuanto podis, Excelencia. Para
empezar, deberemos pedirle permiso al
Papa para vuestro divorcio.
Sin apartar los ojos de las llamas,
Henry respondi:
Qu suceder si rechaza mi
peticin? Qu haremos entonces?
Sin vacilar, Wolsey declar:
Entonces nosotros tambin lo
rechazaremos a l. Nos divorciaremos
del Vaticano.
Thomas Moore se horroriz. Hablar
de un tema de suprema importancia de
esa forma era una locura, y l tena que
decirlo:
Entonces no ser este acto un
pecado mayor que cualquiera que hayis
cometido antes, sire?
Volvindose a Wolsey, Moore dijo:
Vamos a apoyar a Martn Lutero?
Trata de convertirse al protestantismo?
De ninguna manera. La voz de
Wolsey era decidida. Se acerc al fuego
para calentarse las manos y sonri.
No nos convertiremos a ninguna otra fe.
Fundaremos nuestra propia Iglesia, la
Iglesia anglicana!
Moore, que era famoso por su
estricto dominio de s mismo, grit:
Un absurdo total!
El rey y Wolsey lo miraron con
estupefaccin, pero se control muy
pronto y habl con ms serenidad.
Despus de los grandes cambios
polticos que ocurrieron en los ltimos
tiempos en Europa, sera estpido
concentrarnos en una lnea de accin
cuyas consecuencias somos incapaces
de predecir y que podra arrastrar al
reino a un conflicto. O llevarnos tal vez
a una guerra cruenta. Un divorcio que
podra provocar todo eso no puedo
aprobarlo. Sera absolutamente
inapropiado, injusto y cruel.
Wolsey alz las cejas como
intrigado e irritado al mismo tiempo.
Enrique VIII, que quera el divorcio
inmediatamente, para aliviar su
conciencia culpable y tener la libertad
de casarse con otra mujer, de la que
estaba enamorado apasionadamente,
hizo un movimiento para terminar la
conversacin.
De ningn modo es inapropiado!
Se puso de pie y declar:
Necesito ser libre para luchar por
Inglaterra contra los dems monarcas de
Europa.
Wolsey era feliz de ver que su rival
reciba una reprimenda del rey.
Gran Bretaa ser el imperio ms
poderoso que gobierne en este mundo,
sire dijo. Y nada ser capaz de
desafiarlo, ni en el Oeste, ni en el Este.
Ni Francisco, ni Carlos, ni Solimn!
Solimn? pregunt confundido
el rey.
El nuevo soberano de
[18]
Constantinopla replic Moore.
S, estoy enterado de ello.
Si lo estaba o no, el monarca agit
su mano con un gesto de generosidad.
Al menos por ahora, dejemos
libre a este nuevo sultn para que batalle
con Francisco.
El nuevo saray
Solimn haba comenzado a gobernar el
Imperio Otomano haca un mes. Todo
haba sucedido muy rpido.
A pesar del consejo del sabio Hasan
Can, su padre se haba precipitado al
hamam despus de la conversacin que
haban mantenido. Se tendi horas en
una plataforma de mrmol caliente, en
medio de una nube de vapor para
atenuar la agona del fornculo. Luego,
le haba ordenado a quienes lo servan
en el bao que se lo apretaran, lo que le
trajo ms dolor. Y para colmo, haba
insistido en viajar a Edirne. A mitad de
camino, ya volaba de fiebre, y el
fornculo se haba hinchado hasta
alcanzar el tamao del puo de un
hombre. Muri en la llanura de Chorlou,
la regin en la que haba luchado contra
su padre.
La muerte del sultn se ocult a
todos durante tres das, salvo a su hijo
que estaba en Saruhan. Cabalg sin
parar y lleg a la capital con sus tutores,
pachs y dos jvenes amigos de su edad:
Burak Seisdedos e Ibrahim.
El padre de Ibrahim era un pescador
de la ciudad griega de Parga. Al nio lo
haban capturado los corsarios turcos y
vendido como esclavo a una vieja que
viva en Manisa. Solimn lo conoci por
casualidad y haba quedado muy
impresionado con sus habilidades
intelectuales y su talento para el violn,
y lo compr para su corte.
El shahzadah Solimn, Burak
Seisdedos e Ibrahim de Parga haban
compartido muchos aos de ntima
amistad. Cabalgaron de Manisa a
Estambul juntos, ignorando los misterios
del futuro que estaban a punto de
revelarse.
A su llegada a la capital, el nuevo
sultn reparti culus akche entre los
jenzaros, y logr realizar una pacfica
transicin al trono. No tena rivales
porque su abuelo y el padre se haban
asegurado el nacimiento de un solo hijo
por cada generacin.
Solimn empez enseguida a
planificar el reinado. Reuni a los
visires, pachs y tutores para analizar
las posibilidades.
La cantidad de embajadores de
diferentes cortes europeas que llegaban
a Estambul para ofrecer sus valiosos
obsequios y presentar sus felicitaciones
al emperador otomano era interminable.
Ese da reciba al representante del
reino francs.
Tras los saludos ceremoniales, el
embajador expres los buenos deseos de
su rey con un discurso florido y luego le
entreg al sultn los regalos que haba
trado de Pars: relojes, espejos, tejidos,
botellas de cristal todos ellos de plata
y oro, y algunos engarzados con
diamantes, rubes, esmeraldas, zafiros y
palos, de una factura tan estupenda
como solo poda comprarla un rey.
Adems, el cuidado demostrado por
Francisco al desterrar las figuras de la
decoracin pues eran contrarias a la
ley islmica impresionaron mucho al
sultn. El dragoman traduca el discurso
del embajador: La amistad entre el
glorioso nuevo Sultn y su majestad el
Rey, y la alianza de los poderes otomano
y francs nos proporcionarn felicidad y
honor por siempre. Nuestras fuerzas
unidas detendrn a Carlos V y a los
dems soberanos que procuran dominar
a Europa
Solimn lo detuvo con un
movimiento de su mano.
El rey francs no debera
preocuparse. Le aseguro que nuestro
poder es ms que suficiente para
protegerlo. Nunca traicionamos a
nuestros aliados. Y en cuanto a Carlos,
pronto obtendremos lo mejor de l. Dile
esto a tu rey, para que se sienta
tranquilo.
El embajador dej la sala imperial
con la silla de montar acabada en plata
que le haba dado Solimn.
El siguiente visitante de Solimn era
un sacerdote con una sencilla capa
negra, uno de los discpulos de Martn
Lutero. Despus de escucharlo, el sultn
resolvi apoyar generosamente el nuevo
credo religioso que conquistaba adeptos
en Europa. El emperador otomano
estaba seguro de que para luchar contra
el mundo catlico, tena que servirse no
solo de los campos de batalla y de las
armas, sino tambin de las alianzas
forjadas con ducados de oro.
Tom una decisin: iba a conquistar
toda Europa comenzando por el Imperio
Hngaro. El asesinato del correo del
sultn en Hungra, adonde haba viajado
para transmitirle al rey la noticia del
ascenso de Solimn al trono, fue la gota
que colm el vaso. El primer objetivo
sera Belgrado. Comenzara la campaa
cuando estuviera seguro de que saldra
victorioso. Estaba dispuesto a darle al
giaour hngaro la leccin que mereca.
Si era posible, l mismo lo matara, tan
lleno de rabia estaba. Sin embargo,
deba esperar un poco ms
Solimn estaba muy cansado. Haba
trabajado durante varias noches solo
haciendo breves pausas, y necesitaba
dormir y divertirse un poco como un
simple sbdito. Se puso de pie y todos
los funcionarios retrocedieron.
Entre los problemas ms
importantes, le haba dedicado gran
atencin a la joven concubina rusa
enviada por el kan de Crimea para
celebrar su promocin al trono. La haba
visto tres das antes en el harn y a pesar
de que no era tan bella como las otras,
se sinti atrado por ella. Se la poda
definir perfectamente como gorda, la
nariz larga y huesuda, pero su rostro
sonriente y sus ojos brillantes revelaban
su inteligencia. Fue suficiente para
encantar al joven monarca.
Mientras caminaba a grandes pasos
por el harn, decidi darle el nombre de
Hurrem, que significa sonriente.
Aquella joven lo haba hecho rer la
noche en que jugaron al ajedrez.
28 de diciembre de
1522. Rodas
Los caones que haban estado
retumbando contra las murallas de la
ciudad durante meses guardaban
silencio. Las campanas de la iglesia
tambin dejaron de sonar No se poda
ver ni a un solo habitante de Rodas por
las calles adoquinadas. Aterrados, los
que haban sobrevivido a la batalla se
haban escondido en los alrededores de
la isla. Seiscientos caballeros y cuatro
mil quinientos soldados haban
defendido la isla contra el sitio otomano
desde las altas torres del castillo. Sin
embargo, ahora ondeaban las banderas
verdes del imperio musulmn. Rodas se
haba rendido.
No podemos prometer nada le
dijo el sultn Solimn al representante
de los caballeros a menos que ustedes
traigan al hijo de nuestro desaparecido
to Cem y a todos los miembros de su
familia. De lo contrario, no dejar una
sola alma respirando en esta isla. Ni
una!
El anciano no tuvo ms remedio que
aceptar aquella clusula; no poda
arriesgar las vidas de miles de personas
inocentes. Con una voz que reflejaba su
impotencia, replic:
Vuestros deseos son rdenes,
Majestad. Lo encontrar y os lo traer lo
ms deprisa posible.
Cuando el hombre se retir, el sultn
se volvi hacia Ibrahim y Burak
Seisdedos.
Qu les parece, nos dar a ese
giaour?
Tienen alguna otra opcin, mi
victorioso sultn? dijo Ibrahim en
tanto Burak hizo muestras de
coincidencia.
Aquellos dos jvenes haban
demostrado su talento militar y haban
sido ascendidos rpidamente a cargos
oficiales. Con toda seguridad pronto les
otorgaran el ttulo de Pach.
Esperemos entonces replic
Solimn. Pero si no lo entregan hoy,
maana lo encontraremos nosotros.
Desgraciado sinvergenza! Traidor! Se
convirti al cristianismo. Imagnense, el
nieto de nuestro sagrado abuelo
Mehmet II el Conquistador ahora es un
idlatra catlico. No volver a dormir
hasta el momento en que sea testigo de
su castigo.
Los funcionarios y pachas asintieron
a voces.
Solimn se levant del trono para
hacer las plegarias del medioda.
Que Dios recompense en el cielo
a mi padre, el sultn Selim. Poniendo en
prctica las estrategias ideadas por l,
hemos tomado Rodas con facilidad.
En efecto, haban empleado los
mismos planes de guerra que Selim el
Severo haba diseado. El actual gran
visir, que tambin haba sido un alto
funcionario de Selim, convenci a
Solimn para que sitiara Rodas tras
mostrarle al nuevo sultn los mapas y
las tcticas que su padre haba
detallado. Ahora, el mundo occidental
se sorprenda de los numerosos ataques
otomanos en los Balcanes y se senta
profundamente decepcionado con la
prdida de Rodas, una isla de mxima
importancia militar. Al sultn le diverta
el terror de los reyes occidentales. Los
ezans que suban al cielo desde los
cuatro puntos cardinales y los gritos de
victoria de los jenzaros y levents eran
tan alegres para l como una cancin de
amor. Tan pronto como llegara a
Estambul, Solimn ordenara una gran
celebracin. Aquel gran xito tena que
ser compartido con los sbditos.
Antes de irse de la habitacin, le
pregunt a uno de los pachs:
Han vaciado las crceles?
S, mi sultn, tres mil musulmanes
han sido liberados.
Me alegro de eso. Buen trabajo.
La asamblea multitudinaria sigui al
sultn hasta una iglesia que haba sido
convertida en mezquita.
Dos horas ms tarde, concluidas las
oraciones, el hijo del sultn Cem, Murat
y su familia fueron entregados a los
otomanos.
Murat y su hijo, tambin llamado
Cem, vestan ropa de cristianos. Su
mujer y las dos hijas estaban de pie
junto a ellos, temblando de terror.
Solimn orden que se llevaran a las
mujeres; despus se volvi hacia su
primo. El hombre pasaba los cuarenta
aos y tena el pelo y la barba grises.
Con voz respetuosa, su primo dijo:
Sultn, nosotros no reivindicamos
derechos al trono otomano y no tenemos
ningn peticin que hacerte, salvo tu
perdn. Vivimos muy humildemente,
ningn miembro de mi familia reclama
vuestro grandioso imperio. Por favor,
concdenos la vida y si de verdad
deseas a alguno de nosotros, te ofrezco
la ma. Pero deja en libertad a mi
familia, rezaremos por ti siempre.
Oraciones dices? Las oraciones
de un giaour?
Amo nuestro
Cierra la boca, pecador! Me
avergenzo de tener la misma sangre que
t. No confesaste que te habas
convertido al cristianismo?
El hombre baj la cabeza
angustiado. Cambiar de nombre y
religin no les impidi escapar de la
indignacin de los otomanos. Le dola el
corazn por el miedo del hijo que estaba
junto a l.
El sultn les hizo una seal a los
verdugos mudos que esperaban en la
puerta y ellos se abalanzaron sobre
Murat y su hijo Cem, arrastrndolos a la
habitacin contigua. Los iban a
estrangular en lugar de decapitarlos
a causa de la regla de no verter ni
siquiera una gota de sangre real.
El infeliz padre y su hijo lucharon
intilmente contra la fuerza de los cuatro
verdugos, mientras intentaban orar en
latn.
Solimn murmur con impaciencia:
Tovbe Tovbe
Se volvi hacia Burak:
Ve a reunir a sus mujeres, a todas,
de todas las edades. Sern enviadas a
Estambul enseguida. Nuestro deber ser
cuidar de ellas de ahora en adelante.
De inmediato, Alteza.
Burak sali y al pasar por la
habitacin de al lado se asom para ver
al padre y al hijo tirados en el piso de
piedra, inmviles. Los mudos haban
terminado su trabajo. La cruz que
colgaba del cuello del nieto de
Mehmet II el Conquistador estaba tirada
a su lado, en el suelo.
Burak Seisdedos haba estado en
muchas batallas y haba cortado muchas
cabezas y estrangulado a muchos
hombres, pero se sinti extraamente
perturbado por lo que vio. La plida
imagen de Madre Cora le pas por la
mente y tena su voz en los odos:
Corre Cristian, tu madre era juda
Cerr los ojos como si quisiera
rechazar aquel eco que llegaba hasta l
atravesando el tiempo.
Trajeron a la mujer y las hijas de
Murat, y a Lilian la sobrina de su
esposa, que haba perdido a toda la
familia durante la invasin, a la sala del
castillo; se abrazaron y oraron en un
murmullo; en sus ojos se reflejaban el
terror y la pena. Burak Seisdedos estaba
con ellas, y del mismo modo que lo
haba hecho Kemal Reis con l, les
habl en italiano con voz suave,
asegurndoles que estaban a salvo.
Colocando su mano con ternura en el
hombro de la mujer de Murat, le pidi a
ella y a las dems que lo acompaaran
al barco que las llevara a la capital del
Imperio Otomano. Las mujeres lloraban
sin consuelo, pero cuando se
convencieron de que podan confiar en
aquel extrao, dejaron la habitacin con
los hombros encorvados, los ojos llenos
de lgrimas. Solo Lilian se qued atrs,
perpleja. Burak se acerc a ella y cogi
la mano de aquella joven rubia, tmida y
pequea. Mir los profundos ojos
negros de Burak como si estuviera
hechizada y l la escolt lentamente
hacia la puerta.
Aquella tarde las mujeres de la
familia del hijo de Cem miraban cmo
se alejaba la playa desde la cubierta de
una checktiri. Deseaban alejar para
siempre de sus recuerdos aquella
partida penosa. Lilian se inclin hacia
su ta y murmur:
Dicen que se llama Burak.
29 de agosto de 1526.
Balat
Cuando su padre entr en la habitacin,
Soli estaba rezando en el sof.
Qu novia tan bella es mi
inteligente hija dijo Moiss,
inclinndose para besarle la mejilla.
Pero por qu ests llorando, querida?
Cogindola del mentn, le alz la
cara delgada y plida, la mir a los ojos
verdes, y se los sec con el pauelo que
sac del bolsillo.
Soli sonri.
Pensaba en mi madre y en su
muerte susurr.
Moiss mir irritado en derredor
para asegurarse de que aquellas
palabras no haban sido escuchadas por
nadie. Durante un momento, se qued sin
decir una palabra.
No te preocupes, pap dijo Soli
. Esto no tiene nada que ver con
Raquel, y te aseguro que ella es la nica
madre que tengo. No poseo recuerdos de
Rebeca, que me regal la vida. Solo s
cun entraablemente me ama Raquel y
cmo se ha dedicado a m. La amo.
Nunca los traicionar ni a ella ni a ti.
Solo estaba pensando.
Moiss le acarici el pelo rojo.
Eres buena y amable como tu
madre. Espero que toda la vida disfrutes
de la felicidad que te mereces.
Padre e hija se abrazaron con
ternura. La voz de Esther se elevaba
entre los ruidos alegres que llegaban del
jardn.
No tengo prisa. Tendr al ms
elegante, al ms rico y por supuesto, al
ms joven. No tengo intencin de
casarme con un vejestorio. Nunca!
Soli suspir.
Tienes que perdonarla, Soli, est
tan triste de ver que te vas de la casa
Y me parece que tambin est un poco
celosa.
Soli jugaba con el borde de su velo
y asinti.
El novio, el doctor Mordohay
Chiprut, era mucho mayor que Soli.
Pasaba de los treinta y cinco aos,
tena un lunar gris en la barba, y aunque
no fuera una muestra de gran belleza, era
corts y educado, y uno de los
principales mdicos de la corte
otomana. Debido a la inquebrantable
dedicacin a su carrera, haba sido
incapaz de pensar en el matrimonio con
anterioridad. Se haba relacionado con
la familia Nahmias a travs de su to, el
doctor Salvo y, para ser honestos, no se
haba enamorado a primera vista de
Soli. La hija mayor de Moiss no
llamaba la atencin y era considerada
insignificante, si se la valoraba por su
belleza fsica. Por el contrario, la
hermana menor conocida como Kiraze
entre los amigos y la familia, cada da
que pasaba se pona ms atractiva.
Cmo poda Soli competir con ella?
Esther brill siempre, desde el primer
da de su vida. Se apoderaba de lo que
quera y estaba dispuesta a soportar lo
que fuera con tal de lograr lo que se
propona.
Contra todo pronstico, Mordohay
qued cautivado con la conversacin de
Soli durante sus visitas a la casa. Era
muy educada e inteligente; haba ledo
muchos libros, la mayora impresos por
el padre. Y adems, humilde, amable y
llena de buen humor. Mordohay le haba
abierto titubeante su corazn a Moiss,
dispuesto para el rechazo, pero con gran
sorpresa suya ni Moiss, ni Raquel, ni
Soli, rechazaron su ofrecimiento de
matrimonio. De hecho, la aceptaron
felices.
Raquel se senta halagada de que su
hija se casara con un hombre que tena
una autntica profesin y una estrecha
relacin con la corte otomana. A Moiss
le satisfizo el status social de Mordohay
y que fuera un caballero que comprenda
el valor de su introvertida y tmida hija.
Inmediatamente le enviaron la respuesta:
s.
Esther fue la nica que rechaz el
veredicto. Se enoj y se sinti
profundamente desgraciada. Grit con
furia durante cuatro das.
Es un viejo pesado, un carroza, y
t, Soli, eres una idiota.
Pareca que estaba extremadamente
celosa, pero quiz no fuera esa la
verdadera razn de su rabia; quiz fuera
el afecto por su hermana, o la fortuna y
el respecto que posea el doctor. De
cualquier modo, sus objeciones no
cambiaron nada y se decidi la fecha de
la boda. Y ahora, la ceremonia estaba
por comenzar.
Padre e hija se preparaban para salir
cogidos de las manos, y en ese momento
Raquel entr en la habitacin. La cara le
brillaba de felicidad. Sin decir palabra,
se acerc a Soli y la abraz
cariosamente. La joven temblaba de
emocin.
Despus de la ceremonia, los
jvenes se divertan en el jardn. Las
risas, los brindis y las canciones se
mezclaban con el sonido de los platos
llevados a la mesa del banquete. De
nuevo se escuch la voz de Esther.
Yo no, nunca. Yo tendr al hombre
ms guapo y rico del mundo. Y joven
todava!
El harn imperial
Neylan, diles que me traigan otro
vaso de zumo de cerezas fro dijo
Hurrem, con el rostro irritado y
acaricindose el vientre hinchado.
Neylan era una mujer joven de grandes
ojos azules y cabello rubio recogido en
la cabeza. Dej el encaje que bordaba
en la mesita de bronce y se apresur a
cumplir la orden de su seora. Neylan
aquel era el nombre de Lilian desde
haca cuatro aos, en el harn imperial,
donde serva a la esposa favorita del
sultn Solimn.
Poco despus, volvi con una copa
de plata en la mano; verti el zumo en
los vasos de oro de Hurrem y la sultana
Hatice, la hermana del sultn y esposa
del joven gran visir Ibrahim Pach, y
retom la labor de encaje.
Esta temperatura clida empeora
la incomodidad del embarazo se
quej Hurrem. Pero estoy contenta
porque no sufrir demasiado tiempo.
Espero tener el beb antes de que mi
querido sultn regrese.
InshaAllah, Hurrem, si Dios
quiere. Querras abrazar a una nia en
esta ocasin? Una hermana para Selim?
Hurrem pareci sorprendida.
Una nia? No! Todava no es
tiempo para una nia. Un shahzadah no
alcanza para la soberana.
Un hijo es lo mismo para m, pues
no encuentro diferencia alguna entre un
hijo y una hija.
Puede que para ti sea verdad,
Hatice, pero yo quiero tener tres hijos
varones antes de que nazca una hija.
Necesito shahzadahs, no kadin sultanas.
Se rio entre dientes de su propio
juego de palabras.
Hatice fingi no haber comprendido
que ella era el blanco de la broma de
Hurrem, y bebi algunos sorbos de su
jugo.
Tienes razn, querida. Muchos
varones significa mucho bienestar. De
todos modos, el primero es el ms
preciado, no es cierto? Mira a Selim.
Ya ha empezado a caminar y ahora est
intentando hablar. Mashallah, es muy
saludable. Que Dios le otorgue una
larga y exitosa vida! Se parece a su
hermano mayor Mustaf, que es tan
inteligente y listo como su glorioso
padre. En el futuro, llevar lejos su
poder y orgullo, si Al lo dispone.
La risa de Hurrem se hel al
escuchar el nombre de Mustaf. Cada
vez que alguien nombraba al hijo de la
antigua favorita de Solimn, perda todo
el dominio de s. Los otros tres hijos de
la mujer haban muerto, pero aquel an
era la nia de sus ojos, y tambin lo
adoraban todos los visires, en especial
el gran visir Ibrahim, el marido de
Hatice. Hurrem no lo poda soportar.
Haba logrado que Mustaf y su madre
fueran expulsados del palacio, pero l,
como hijo mayor del sultn, todava era
el heredero del trono.
Intent volver a rer, pero esta vez la
tensin se reflej en su voz.
Quin puede estar seguro, mi
querida Hatice? dijo ella. En la
vida no hay nada garantizado. Solo Dios
sabe quin vivir, quin morir y quin
ser el prximo que suba al trono. Le
hizo una seal a Neylan. Otro vaso de
zumo de cerezas, Neylan, me estoy
abrasando.
Hatice no tena la menor intencin
de darse por vencida ante Hurrem.
El soberano del imperio no se
elige nunca al azar, Hurrem. Todos
sabemos quin ser el prximo, el hijo
que lleve pura sangre otomana y el que
sea merecedor del imperio. Mustaf, por
ejemplo Su mirada se encontr con
los ojos fulminantes de Hurrem y sigui
hablando con un tono ms suave. Y
Selim, tambin Y el hijo que llevas en
el vientre.
Bayazid dijo Hurrem. He
decidido darle ese nombre, y si tengo la
desgracia de tener una hija, se llamar
Mihrimah. Mi sultn lo ha aceptado.
Nunca me dice que no, jams me rompe
el corazn, que Dios lo bendiga.
Hurrem, por favor, no te sientas
ofendida, pero tengo tanta curiosidad
Desde hace muchos aos, mi hermano no
huele otro perfume de mujer que no sea
el tuyo. Est muy enamorado de ti, y
trata de cumplir todos tus deseos.
Cmo lo logras? Tengo sangre otomana
y he sido reconocida por las autoridades
religiosas, pero tengo que decirte que
hay veces en que mis deseos son
rechazados por mi esposo. T debes
llevar la pluma del demonio! Y es obvio
que el sultn piensa que t eres ms
extraordinaria que el resto de nosotras.
Sin par! Tu inteligencia, tu astucia, tu
risa
Hurrem era lo bastante inteligente
como para sentir el dardo oculto debajo
de aquellas floridas palabras, pero
disimul sus sentimientos con otra risa.
Eres tan ingenua, querida ma, no
tengo ninguna magia. Con aprobacin
religiosa o no, no olvidemos que el
matrimonio es como la belleza: puede
terminar de repente, aunque solo sea con
la aparicin de una pequea mancha en
la mejilla. Pero la unin entre un hombre
y una mujer que se nutre de sabidura
nadie puede ponerle fin a eso. Tu
hermano no me ama solo por mis bellos
ojos. No tengo como t la fortuna de
provenir de sangre real. Mi padre fue un
pobre sacerdote que la mayora de las
veces no poda traer suficiente pan a
casa, pero todos aprendimos que la
sabidura puede dominar lo que desee.
Un matrimonio aprobado religiosamente
no se puede comparar con ello.
Hurrem deca aquellas cosas con
aplomo, pero su mente estaba empaada
por el dolor. Si un matrimonio religioso
era tan importante, entonces ella tambin
debera efectuarlo, y en cuanto Solimn
regresara se lo iba a pedir. Cuando
retornara de Hungra
Hatice tambin se senta incmoda.
Se alis el pelo, aparentemente
aburrida, y entonces lanz otro ataque.
Pero Hurrem, acaso no suea
toda joven con una boda esplndida?
En lugar de responder, la favorita
del sultn se dirigi a Neylan:
T qu dices?, es eso lo que
quieres?
Neylan levant la cara, ruborizada, y
ech hacia atrs sus rizos rubios.
Yo yo no s, mi seora
tartamude si es eso lo que Dios me
tiene reservado
Hurrem estall en una de sus
famosas carcajadas.
Por supuesto que Dios lo tiene
reservado, Neylan. Por qu no?
La joven baj la cabeza. Ser una
novia Poda soar con ello, pero el
novio de sus sueos estaba muy, muy
lejos.
Hatice termin de un solo trago el
zumo helado.
Ahora tengo que irme dijo.
Si comienzas con los dolores del parto,
envame un mensajero, Hurrem, y vendr
inmediatamente. Mi hermano te confi a
m.
Por supuesto, Hatice, te mandar
un mensajero cuando el beb decida que
es tiempo. A quin ms puedo tener
sino a ti? Despus de todo, los dems
estn en Hungra.
Neylan interrumpi excitada:
Burak Pach tambin est all?
Hurrem rio de nuevo.
Ah, Neylan, voy a tener el beb
antes de lo esperado por tu causa. As
que ests preocupada por Burak Pach?
Es mejor que te tranquilices: Burak
todava no es Pach. Como t sabes, los
ttulos oficiales no se dan como
caramelos.
La sultana Hatice se acerc a Neylan
y le acarici el pelo antes de salir.
Comprendo que tu corazn le
pertenece a l, querida. No te
preocupes, ni bien llegue Ibrahim Pach
hablar con l para arreglar tu boda.
Mohcs
Caa la tarde cuando el ejrcito hngaro
compuesto por ciento cincuenta mil
guerreros, y una fuerza de apoyo de
setenta mil caballeros armados
germanos, checos, italianos, polacos y
espaoles se preparaba para la batalla
contra los trescientos mil guerreros del
ejrcito otomano, en la llanura de
Mohcs.
Las cigarras repetan su montono
estribillo y los caballos agitados
piafaban. Los soldados, impacientes y
colricos, formaban filas compactas y el
metal de sus armas reflejaba los
ardientes colores del poniente.
El sultn Solimn tena puesta una
armadura de plata y el kavuk imperial
con tres plumas en la cabeza. En una
mano llevaba un gran escudo y en la
otra, la cimitarra curva con una
esmeralda en la empuadura. Estaba
sentado inmvil en un caballo blanco
como la nieve, en el centro de la
primera fila del ejrcito, debajo de las
banderas rojas y verdes con estrellas
doradas y medialunas.
Bismillahirrahmanirrahim mascull
con los dientes apretados.
En ese momento, los jenzaros
avanzaron gritando Al, Al!,
ansiosos de luchar con los guerreros
hngaros, que estaban encadenados unos
a otros y eran famosos por su valenta y
experiencia. Las cimitarras, espadas y
escudos pronto entraron en la lucha;
miles de flechas zumbaron en el aire. El
sonido de las cigarras desapareci. O
quiz los insectos voluntariamente
callaron para atestiguar aquella crueldad
de la humanidad.
Media hora ms tarde, la planicie se
haba convertido en un mar de sangre.
Las cabezas decapitadas de un solo
golpe afilado rodaban debajo de los
caballos que corran en estampida y los
soldados heridos de ambos ejrcitos
gritaban de dolor. Los que murieron
enseguida fueron afortunados en
comparacin con los guerreros que
tenan las piernas y los brazos
lacerados. Los otomanos empezaron a
replegarse y los hngaros los hacan
retroceder entre vtores. Los jenzaros
corran hacia el lugar donde se
encontraba el caballo del sultn, eran
miles replegndose en dos alas
gigantescas.
Los soldados del rey hngaro
Layosh estaban transportados de alegra.
Uno de los comandantes, Markzali, le
grit al sultn:
Juro en el nombre de Jess que te
matar con mis propias manos o te
vender en el mercado de esclavos! Te
ver encadenado!
Y desde lo alto de su corcel, empez
a dispararle flechas a Solimn.
A pesar de que las flechas chocaban
contra su gran escudo, el sultn no dio
un paso atrs. El airado hngaro prepar
otra flecha ms.
En el nombre del Seor! grit,
pero una flecha con una borla roja se
hundi en su garganta y puso fin a sus
palabras. Markzali cogi la flecha con
ambas manos, mientras la sangre brotaba
de la boca como de una fuente y se le
saltaban los ojos. Se inclin
peligrosamente hacia delante, y cay sin
vida al suelo, como un saco. Los
soldados que avanzaban desde la
retaguardia ni siquiera advirtieron el
cuerpo y le pasaron por encima sin
mirarlo siquiera.
Solimn busc al dueo de la flecha
con la borla roja. Era Burak.
Los hngaros estaban seguros de que
haban ganado. Aquel era el da de
saldar cuentas con los brbaros paganos
de Anatolia. Pero las puntas de las dos
alas de soldados que se replegaban se
unieron entre s, formando una media
luna. La caballera ligera y la infantera
a las rdenes del bey bosnio Husrev
lograron rodear a sus enemigos
enseguida. Los hngaros quedaron
atrapados y cuando se dieron cuenta del
aprieto, era demasiado tarde. El ejrcito
hngaro fue diezmado en una hora.
Haca mucho ya que el sol haba
desaparecido y no haba luna en el cielo
para iluminar la planicie ni el denso
pantano contiguo. Era imposible ver que
miles de cuerpos yacan sobre sangre. El
rey hngaro, de veinticuatro aos, estaba
entre las vctimas.
El sultn se encontraba en su tienda
imperial, analizando las consecuencias
de la batalla con sus altos oficiales y
pachs. Elogi al comandante de las
fuerzas de Rumeli, el gran visir Ibrahim
Pach, y tambin al comandante de las
fuerzas de Anatolia, Behram Pach. Sin
embargo, su favorito era Bali Bey, que
haba desarrollado la inteligente
estrategia blica.
Bali Bey escuch humildemente el
saludo del sultn, con la cabeza
inclinada.
Que Dios te d una recompensa,
mi sultn replic. T nos has
llevado a la gloria. Que Dios no permita
nunca que probemos la amargura de tu
ausencia. Hoy enterramos a los hngaros
en el pantano segn tus rdenes y
maana repetiremos lo mismo en Buda,
si queda alguien que se atreva a luchar
con nosotros.
Burak, que ahora era uno de los
comandantes de la caballera, se
adelant.
Hace poco estuve all para
estudiar la situacin. La ciudad est
abandonada, solo quedan los judos. Su
lder Yasef nos ha entregado la llave de
la ciudad y aguardan con ansiedad la
llegada de los jenzaros. Mi sultn,
desean una sola cosa de vos: que los
lleven a Estambul, si lo permits.
Los enviaremos inmediatamente
en un barco por el ro Danubio. Los
dejar vivir en Salnica o en Estambul,
Burak Pach.
Burak Seisdedos se sorprendi de
que el monarca se dirigiera a l como
pach, y enmudeci.
Solimn sonri.
Te he dado ese ttulo como
recompensa por haber conquistado la
regin de Segedin. No hemos dejado de
advertir tu victoria contra el hombre que
atent contra mi vida. Hace mucho
tiempo que admiramos tu valenta. Ojal
que tu nuevo rango te traiga buena
suerte.
Burak se inclin respetuoso para
besar tres veces el borde del caftn del
sultn y rozarlo contra su frente.
Que Dios te otorgue una vida
gloriosa, mi sultn.
12 de abril de 1529.
Glata
A pesar de sus orgenes tnicos, la casa
que perteneca a Soli y al doctor Chiprut
no estaba en el barrio judo de la
ciudad. Vivan en la parte norte del
Cuerno de Oro, en Glata, en una casa
de estilo veneciano, con gruesas paredes
de piedra y un gran balcn con una vista
panormica del Bsforo. El doctor
eligi aquel lugar porque estaba
enamorado del mar, y porque tambin
quera estar ms cerca de sus colegas
europeos y tener la posibilidad de
intercambiar conocimientos y
experiencia. Era una mezcla de judo
sefard y otomano en muchos sentidos.
Su familia haba emigrado de Barcelona
a Venecia, y desde all a Estambul. A
pesar de que nunca olvidaba sus deberes
religiosos, se identificaba primero como
mdico. Se haba consagrado a la
medicina y estaba orgulloso de su
trabajo. Para l, sanar a un paciente sin
esperanzas de cura era el acto ms
sagrado. Le gustaba leer libros de
medicina y mantener correspondencia
con amigos y colegas de Amberes,
Venecia y Londres, y disfrutaba de toda
oportunidad de conocer nuevos
tratamientos y medicinas.
Soli respetaba la sinceridad y el
compromiso de su marido con su
carrera. La diferencia de edad no le
molestaba y trataba de echarle una mano
de muchas maneras. Una vez terminadas
las tareas de la casa, le gustaba ayudarlo
a acomodar los libros y preparar
medicamentos. Sin embargo, no haba
logrado concebir un hijo y, aunque ello
la perturbaba mucho, haca todo lo
posible para ocultarle sus emociones a
los dems, incluso a su familia.
Sigui manteniendo el hbito de la
lectura. Algunos de los libros que lea
eran importados de Europa y otros
haban sido impresos por su padre. Tan
pronto terminaba uno, se apresuraba a
buscar otro en la imprenta paterna y eso
tambin le conceda tiempo para estar
con sus amados padres. Llenos de paz,
se sentaban juntos contemplando el
Cuerno de Oro. La nica dificultad
persistente a la que se enfrentaban era la
conducta cada vez ms spera de Esther,
pero no hablaban de ello.
En los ltimos tiempos, Esther haba
desarrollado una actitud agresiva con
Soli que a menudo rozaba la arrogancia
ofensiva. Se peleaban en la imprenta y a
veces en la casa de Soli, en Glata. Las
visitas de Esther eran bastante poco
frecuentes, pero cada una de ellas era
ms conflictiva que la anterior. No
permita que Soli abriera la boca, sin
comenzar antes con sus crticas. Quin
te crees que eres? Te has vuelto muy
presumida despus de pasar una tarde
con Hurrem! Por qu te comportas
como si fueras superior a m?.
Todas las buenas intenciones del
doctor para encontrar una forma de
calmar a Esther eran rechazadas en el
acto.
Por favor, no te metas le deca
Esther. Debes invertir tu valioso
tiempo en los pacientes nobles, en vez
de tratar con gente como yo.
Toda la familia se senta impotente
frente a sus malos modales. De vez en
cuando, Raquel pensaba que el
casamiento podra hacerla ms estable y
amable, pero Esther no quera escuchar
ni una palabra sobre el tema. Cada vez
que le mencionaban a un hombre que,
suponan que poda ser un candidato
adecuado, ella gritaba:
l? Decs que tendra que
casarme con ese idiota? Debis de haber
perdido el juicio. Ni lo pensis.
En aquellos momentos llenos de
inquietud, Moiss se acercaba a ella
como si fuera el padre de un nio
pequeo y le acariciaba el pelo
diciendo:
Clmate, mi ngel moreno, mi
Kiraze. Si no quieres, entonces lo
olvidaremos.
Fue durante una de las raras visitas
de Esther a la casa de su hermana. Haba
un suave clima de primavera; las
glicinias que trepaban por el balcn
empezaban a florecer y el viento
esparca el perfume de las lilas. Entre
las ramas de los grandes pinos de color
verde oscuro y las flores moradas de los
rboles de Judas, el mar formaba un
encantador fondo gris azulado. Anclados
delante del puerto de Tophane haba tres
barcos de bandera extranjera. Dos
aparentaban estar vacos y se mecan
rtmicamente, inclinando los mstiles
hacia los costados. Unos marineros
bajaban un cargamento pesado en el
tercero y sus gritos llegaban hasta el
balcn.
El doctor Chiprut lea su libro como
si nada existiera en el mundo y de vez en
cuando beba un sorbo de limonada.
Mientras, Soli haca lo posible para
entenderse con la hermana tratando
cuidadosamente de no darle motivo para
un nuevo conflicto.
Si quieres, la prxima vez te
puedo llevar conmigo al harn le dijo
con dulzura a Esther.
Esther sacudi los hombros.
En tu vida lo hars!
Como quieras. Pero pinsalo. El
harn es un palacio esplndido y muy
lujoso. All hay muchas mujeres bellas,
aunque ninguna puede compararse
contigo. Todas se pondrn celosas de ti.
Esther sonri y se pein con los
dedos los rizos oscuros.
Hurrem tambin?
Sin duda. No es una mujer linda.
Pero es inteligente y cultivada.
Y yo soy una ignorante en
comparacin con ella? Es eso lo que
quieres decir?
El corazn de Soli palpit con
fuerza. Su hermana estaba dispuesta a
empezar otra discusin?
Mientras trataba de encontrar una
frase para calmar a Esther, entr una
sirvienta y dijo:
Hay una visita para usted, doctor.
Quin es?
Burak Pach.
El doctor Chiprut se levant.
Hgalo pasar a la sala de espera y
sirva sherbet. Ir en seguida.
Soli acompa al esposo hasta la
puerta. Una vez que se fue, Esther
pregunt:
Quin es ese Burak Pach?
Un pach otomano. Ha obtenido
fama por su valenta en las batallas de
Hungra. Lo hirieron de gravedad en una
pierna y mi esposo lo ayud a recuperar
la salud. El tratamiento ya ha terminado,
por eso no s bien por qu nos visita
ahora.
Nunca he visto a un pach de
cerca.
Soli aparent no escucharla;
contempl el mar. Haba dos pequeos
barcos de pesca rodeados de una nube
de gaviotas chillonas.
Qu pasara si voy a verlo?
Disculpa?
Quiero ir a verlo.
Mi querida Esther, los pachs no
son como nosotros. Y t sabes tan bien
como yo que las mujeres y los hombres
no pueden sentarse juntos, salvo que
sean marido y mujer. El Islam lo
prohbe.
Pero no me sentar donde pueda
verme.
Es imposible.
Por qu? Un minuto nada ms
Esther, a veces te comportas como
si todava fueras una nia.
Lo contrario de ti, tan madura, tan
lista, tan inteligente porque tu marido
es un mdico de la corte del sultn.
Soli suspir.
No te entiendo, Esther.
La cara de Esther se contrajo de
angustia y se puso de pie con las manos
en jarra, adoptando una postura de
enojo. Soli la mir y le dijo, impotente:
Entonces ve a verlo, Esther, pero
por favor, ten cuidado. No le hagas
pasar vergenza a mi esposo.
Esther sali corriendo igual que un
gato negro y se meti en la sala de
espera, entre la casa y el despacho del
doctor Chiprut. Burak estaba solo,
sentado en un sof de estilo veneciano,
examinando la gran habitacin, tan
diferente a los salones de un hogar
otomano. Las dos paredes de los
costados estaban llenas de cuadros, y en
la que estaba frente a l haba estantes
con cientos de libros, un armario de
nogal en un rincn, y encima de l, un
candelabro de siete brazos.
Burak advirti que senta mucho
afecto por aquel doctor. Se senta a
gusto con l y esa era la nica razn de
su visita. La pierna haba mejorado
mucho, pero todava le serva de excusa
para ver a Mordohay. Bebi a sorbos el
t de tilo perfumado con ptalos de
clavel que le sirvieron en una taza de
plata.
De pronto, escuch un movimiento:
probablemente era su amigo. Se dio
media vuelta y vio deslizarse una
sombra detrs del gigantesco florero
chino, junto a la puerta cubierta por la
cortina de terciopelo. Se incorpor y
dando tres pasos alcanz a la sombra, la
cogi por el brazo y la arrastr hacia la
luz.
Burak Seisdedos se qued sin
resuello, y la sombra tambin
16 de abril de 1529.
El nuevo saray
Solimn gritaba enfurecido.
Bre, qu clase de sinvergenza
es ese Fernando? Le obedeceremos a
un giaour?
Ibrahim Pach, que un mes antes
haba sido nombrado serasker,
comandante de los ejrcitos otomanos,
respondi:
Cada vez que se enfrenta con una
dificultad trata de provocar a los
alemanes, pero Fernando tambin
aprender la leccin.
Y para qu sirve ese idiota de
Zapolio? Le entregamos el imperio
hngaro y es incapaz de protegerlo.
A medida que escuchaba los
reproches, el embajador hngaro
Gerome Lachki se iba poniendo ms
incmodo. Sus esperanzas estaban
centradas en el veneciano Gritti, a quien
le haba pagado un enorme soborno.
Gritti tena mucha influencia en la corte
y ejerca dominio sobre muchos pachs
y visires. El caso de Zapolio no se
poda resolver sin su ayuda.
Durante tres aos, Janosh Zapolio,
que contaba con el apoyo de los
otomanos y de Fernando, hermano de
Carlos V, se haba enzarzado en una
lucha de poder por el trono hngaro.
A pesar de que Zapolio haba sido
derrotado en la batalla de Tokay,
Fernando saba que los otomanos no le
permitiran gobernar el reino. Haba
enviado mensajeros con ofrecimientos
de pagar grandes tributos al sultn, pero
fueron rechazados.
En el nterin, Janosh se haba
refugiado en Polonia, en el palacio de su
suegro con la esperanza de que el
anciano rey lo ayudara a resolver las
dificultades. Pero el rey polaco le tema
al sultn y le aconsej al yerno que
elevara una peticin directamente a la
corte otomana. Como producto de aquel
consejo, el embajador Gerome Lachki se
encontraba en ese momento frente al
sultn.
Nuestro amo dijo con tono de
splica. Janosh Zapolio no siente ms
que devocin por vos y solo os pide
vuestra santa proteccin; os pagar
tributos por la suma que pidis para
demostrar su respeto por vuestra alteza.
Por supuesto que pagar dijo
Solimn. Fernando tambin est
dispuesto a pagar, pero qu hicimos?
Lo rechazamos. Por qu? Porque nos
gusta Janosh y confiamos en l.
Solimn le dijo a Ibrahim Pach que
le preguntara qu cantidad de ducados
de oro ofrecan. La noche anterior, Gritti
el veneciano le haba transmitido en
detalle toda la informacin al serasker.
No haba una sola alma en el Imperio
Otomano ni en los reinos europeos que
no conociera la gran influencia que
Ibrahim tena sobre el sultn; era el
segundo hombre en importancia del
imperio. El discurso que haba
pronunciado ante los embajadores de
Fernando provoc sorpresa en toda
Europa:

Soy el nico que gobierna


este gran estado. Todo lo que
llevo a cabo permanece para
siempre con nosotros, puesto
que el poder est en mis manos.
Yo nombro a los funcionarios y
distribuyo las
responsabilidades. Lo que he
dado, dado est y lo que he
rechazado, rechazado est, sin
ninguna objecin posible. An
cuando el glorioso sultn
quiera otorgar un favor, si yo no
estoy de acuerdo el favor se
cancela. Porque la guerra, la
paz, el tesoro y el poder estn
todos en mis manos.

Ibrahim Pach explic con voz suave


los detalles del tributo propuesto por los
hngaros al sultn. Solimn pareci
satisfecho y se volvi hacia el
embajador.
Pensaremos en su oferta
declar. Y le haremos saber el
resultado. Ahora retrese.
Gerome Lachki dej la corte
imperial transpirando de pies a cabeza.
Solimn pos la mano en la rodilla,
pens un momento y luego anunci:
Nuestra campaa no terminar
hasta la conquista de Viena.
Los funcionarios de la corte
reanudaron la discusin sobre
acontecimientos muy graves con el
sultn, pero a pesar de los esfuerzos de
Burak Pach por concentrarse, solo era
capaz de pensar en la joven que haba
cogido escondindose en la sala de
espera del mdico. Mientras se
mordisqueaba el bigote, record lo
hermosa y encantadora que era. Morena,
pelo negro rizado cayndole sobre
aquellos hombros redondos, los ojos
profundos que brillaban peligrosamente,
las largas pestaas que oscurecan su
mirada, aquellos labios rojos, hmedos
y frescos; la nariz aguda cuyas fosas
parecan ocultar una secreta ambicin. Y
aquella piel suya que l haba tocado,
suave como la seda; los pechos que se
elevaban con excitacin, y aquella voz
temblorosa respondindole cuando le
pregunt el nombre: Kiraze.
Kiraze Kiraze Kiraze Era
incapaz de pensar con aquella imagen
ardiente en la mente. Y todos los das y
noches eran as
Cuando la reunin de la corte acab,
todos se pusieron de pie y le pidieron
permiso a Ibrahim Pach para retirarse,
salvo Burak.
Qu te pasa? le pregunt
Ibrahim.
Creo que tengo fiebre.
Vete entonces, descansa en casa.
Dile a tus sirvientes que te pongan una
cataplasma caliente en la espalda.
Maana estars mejor, y pronto
volveremos a marchar.
Burak se despidi y se encamin a
grandes pasos hacia la puerta.
Mirndolo fijamente mientras se iba,
Ibrahim le dijo a los pachs que estaban
con l:
Todava est soltero, y es incapaz
de cuidarse solo. Tiene que casarse
antes que nada. Si l no lo puede
arreglar por su cuenta, entonces nosotros
lo ayudaremos.
Burak estaba pensando en lo mismo.
Haba decidido que iba a proponerle
matrimonio a Kiraze cuanto antes, tal
vez maana. Le hablara al doctor
Chiprut, que era un hombre sabio. l no
lo rechazara, pero y si la joven lo
rechazaba? l era un pach otomano y
no aceptara su negativa; la raptara y la
llevara a su casa. Al soar con volver a
tomarla entre sus brazos, el ritmo de su
corazn se aceler. Pero eso era
imposible! No poda hacerle eso a
Mordohay, y esas noticias llegaran al
sultn y lo encolerizaran. Esas personas
eran judas, despus de todo
La voz de Madre Cora volvi pronto
a resonar en sus odos: Corre, Cristian,
tu madre era juda. Por qu se llamaba
Cristian si su madre era juda? Quin
era el padre? Quin soy?, murmur.
Quin soy?.
En ese confuso y agitado estado
mental, camin tan deprisa que empez a
transpirar. En ese momento comenz el
ezan. Automticamente, cambi de
direccin y fue hacia la mezquita. Una
voz interior segua repitiendo las
palabras, Soy Seisdedos Burak
Pach Seisdedos Burak Pach!
Balat
Qu le ocurre a nuestra Kiraze? le
dijo Moiss a su mujer. Est tan
tranquila ltimamente; casi ni habla.
Por favor, Moiss, deja de
llamarla Kiraze. Me hace sentir muy
rara.
Muy bien, querida. Esther como
iba diciendo, qu problema crees que
puede tener?
Compartan la alegra de la
primavera en el jardn, que Raquel haba
convertido en un pequeo paraso verde.
Por todas partes se abran flores de
diferentes formas, colores y fragancias.
Los pensamientos, alheles, lgrimas de
la virgen y campanillas se mezclaban
con las margaritas y las amapolas. Las
ramas de los cerezos, ciruelos,
manzanos, quinotos, perales y
durazneros haban comenzado a echar
brotes verdes. El jazmn que ocupaba la
pared de entrada era una nube de color
blanco, y la puerta estaba cubierta de
pesados racimos de glicinias prpuras.
El cielo no poda ser ms azul. Moiss
haba cumplido cincuenta y cinco aos
la semana anterior y Raquel tena ahora
cincuenta y dos. Era feliz de envejecer y
no senta nunca nostalgia de su juventud
llena de dolor. Dios, al fin, le haba
otorgado la felicidad y ella elev la
cabeza en un gesto de agradecimiento.
Le sonri al marido y lo cogi de la
mano.
No te preocupes, Moiss. Esther
todava es joven. Cmo podemos saber
lo que piensa, lo que suea. Su actitud
silenciosa pasar. Si se casa tal vez
Empezaron a cuchichear en voz baja
para que Esther no los escuchara hablar
de ella.
S dijo Moiss todos los
hombres van tras ella, pero a todos los
rechaza. Conoces a aquel famoso
orfebre del bazar techado, en Sarphati?
Hoy nos mand un mensajero en nombre
de su hijo Len.
Qu le dijiste?
Qu le puedo decir, Raquel? No
dije ni que s ni que no.
Djame que hable con Esther.
Quin sabe? Quiz esta vez no diga que
no.
Si tuviera una actitud ms
abierta
Cogidos de la mano, se recostaron
en sus asientos con los ojos
entrecerrados y sonrisas de paz en los
rostros arrugados. El sol estaba en su
cenit y todo el jardn luca brillante.
La habitacin de Esther pareca
lgubre y oscura, pues haba cerrado
muy bien las cortinas. Estaba acostada
en la cama, con los ojos fijos en las
maderas del cielo raso, pero sin verlas
realmente. Ella vea lo mismo, ya fuera
con los ojos abiertos o cerrados: unos
ojos oscuros de pestaas largas mirando
en los suyos, el peligro emergiendo
radiante desde su profundidad. Y vio los
espesos rizos negros cubrindole las
orejas, los labios carnosos debajo del
bigote, las fosas ensanchadas de una
nariz angular que hablaban de una
secreta ambicin. Y escuch aquella voz
que le haba estremecido por completo
el cuerpo: Quin eres t?
Esther estaba enfadada consigo
misma porque era incapaz de pensar en
otra cosa. Cmo era posible que un
hombre apareciera tan de improviso en
su vida y se apoderara de su mente?
Aquello era el amor del que siempre
hablaban todos? Arroj la almohada a
un rincn de la habitacin y se tir sobre
el colchn para llorar. Temblaba como
si estuviera febril. Estaba desesperada
por volver a verlo.
Esther, Esther. Querida, mira
quin ha venido a visitarte!
Era Raquel, pero Esther no
respondi. No quera ver a nadie.
Luego otra voz la llam:
Kiraze, la joven ms hermosa de
Constantinopla, sal y mira lo que te he
trado.
Era una kyra. Kyras era una forma
corts y educada de dirigirse a una
mujer en griego. Los otomanos le haban
dado ese nombre a las mujeres griegas
que iban de puerta en puerta, con
grandes bultos llenos de joyas y ropa.
Algunas vendan las mercaderas de sus
esposos, otras trabajaban para los
negocios del bazar techado. Aquel estilo
de comercio era ideal para las mujeres
musulmanas, que no tenan derecho de
hacer compras en las calles. Y aun
cuando las mujeres judas gozaban de
mayor libertad, a veces tambin les
compraban a las kiras. Todas las casas
reciban la visita de las kyras, desde las
moradas ms humildes hasta el
esplendor del harn. Algunos decan que
las kyras tambin llevaban cartas entre
los amantes, y se rumoreaba que en
ciertas ocasiones participaban de
asuntos ms importantes an, como el
intercambio de informacin entre el
saray y los balyoses de Glata. Era una
inferencia razonable, puesto que las
mujeres del harn imperial usaban a las
kyras para comunicarse con el mundo
exterior. Lo sorprendente era que, a
pesar de todas las sospechas que
despertaban, nunca les impidieran la
entrada ni a las casas ms sencillas ni a
las habitaciones imperiales.
Los paquetes de la kyra siempre
tenan un surtido adecuado a los
diferentes presupuestos. Kiraze,
querida ma, ven aqu. Mira los
pendientes de rub que traje para tus
dulces orejas. Rubes rojos como
cerezas. Ven aqu, Kiraze.
Esther se levant de un brinco
porque senta pasin por los rubes. La
anciana griega la abraz en medio de
besos.
Ni siquiera los rubes ms caros
pueden competir con tu belleza! Mira
este hermoso rostro! Mashallah,
Mashallah!
Dio tres golpecitos con el dedo
corazn sobre una mesa de madera que
haba cerca y Raquel hizo lo mismo. A
lo largo de los siglos pasados, las
costumbres y tradiciones de los
habitantes de Estambul que procedan de
diferentes culturas se haban mezclado,
lo mismo que las lenguas. Los judos de
la ciudad, por ejemplo, hablaban un
dialecto que combinaba espaol, turco,
rabe y griego. La gente deca que la
vida en la capital del Imperio Otomano
era una combinacin de miles de colores
y sabores, como los antiguos mosaicos
bizantinos hechos de incontables
piedrecitas.
El paquete de la kyra contena sedas
de Damasco, tafetanes venecianos,
encajes de Francia y terciopelo
florentino; pendientes, collares,
brazaletes, anillos y broches incrustados
con enormes diamantes, amatistas,
esmeraldas, rubes y zafiros; piedras con
todos los colores del arco iris; tapetes,
mantas, perfumes Desde la chuchera
ms barata a los lujos ms caros, la
anciana llevaba algo para cualquier
cliente en potencia.
Mientras Esther examinaba las
joyas, la griega sac un huevo pintado
del bolsillo.
Es para ti le dijo. Espero que
te traiga suerte.
Los cristianos ortodoxos haban
celebrado la Pascua unos das antes y la
Pascua juda haba terminado el da
anterior. Sobre la mesa todava quedaba
una bandeja con pan cimo. Por un
instante, Raquel pens ofrecerle uno a la
griega, pero no lo hizo porque no quera
arriesgarse a que Esther se enojara.
Esther mir con curiosidad el huevo, y
lo dej a un costado para recorrer con la
mirada cada una de las preciosas joyas.
Ya no estaba decada, alz el
pendiente hasta su oreja y se rio. Raquel
mir a su esposo y le gui un ojo como
diciendo: Ves?, yo tena razn, ahora
es feliz.
La kyra le haba mostrado a Esther
una suave tela roja y la joven se
envolvi en ella con una expresin de
placer.
Cmo me sienta? le pregunt a
la madre.
Ests hermosa, querida ma, te
queda perfecta.
Doa Raquel, me puede dar un
vaso de agua, por favor? le pidi la
griega. Tengo mucha sed.
Claro que s.
Raquel se puso de pie y fue a la
cocina.
Esther, con los pendientes de rub
colgando de las orejas y la preciosa tela
sobre los hombros, sali y se puso a
bailar alrededor del estanque. La kyra
se acerc a ella, trat de evitar que los
bordes de la tela rozaran el suelo
polvoriento y le susurr:
Kiraze, tengo buenas noticias para
ti. Seisdedos Burak Pach necesita con
desesperacin volver a verte.
24 de abril de 1529.
Pera
Aquella era la primera experiencia de
Raquel en el caos maloliente y hmedo
de los barrios pobres de Pera. Avanzaba
de prisa, en un estado de excitada
conmocin, y al andar tan rpido, sus
pies corran el riesgo de tropezar a cada
rato. Se puso la mano sobre el corazn,
que le lata muy fuerte, mientras trataba
de recobrar el aliento. Transpiraba y
temblaba al mismo tiempo.
Por un momento pens que aquello
era una estupidez, y que debera volver
a casa. Tal vez sus expectativas solo
fueran producto de su vana imaginacin.
Comenz otra vez a trepar las
empinadas calles. Camin alrededor de
una hora por el arrabal de antiguas
edificaciones de piedra, cuyas fachadas
descoloridas reflejaban muchos aos de
abandono. La ropa de colores colgaba
de los balcones y ventanas,
balancendose con el aire fresco de
abril. Los nios corran por todas
partes, jugando y riendo. Las mujeres
charlaban delante de los portones
abiertas de sus casas. Un pescador se
paseaba por las calles con un cesto lleno
de rodaballo en busca de clientes. Un
vendedor de yogur, con una vara larga
apoyada en los hombros, combada bajo
el peso de los baldes de cobre que
llevaba en cada extremo, voceaba sus
ofertas. Yogur delicioso! Yogur!
Raquel record el pasado distante:
sus padres, sus hermanos, Toledo
Volvi a detenerse para descansar.
Estaba cansada de las calles atestadas
de gente y de su vida. Era incapaz de
orientarse en un lugar tan confuso y se
acerc a pedirle ayuda a una anciana
encorvada y vestida de negro. La mujer
le seal una casa de madera de dos
plantas en la esquina de enfrente. El
edificio tena las cortinas cerradas.
Raquel cogi con su mano
temblorosa un llamador idntico al que
ella haba trado de Toledo. En la puerta
gastada haba una chapa metlica con
forma de estrella y golpe sobre ella
con la esfera de bronce, pero no hubo
respuesta. Repiti los golpes, pero esta
vez ms fuerte. Estaba decidida a
insistir hasta que la puerta se abriera.
Poco despus, se oy una voz chillona:
Basta! Cmo pudo esperar
nueve meses en el vientre de su madre,
si es tan impaciente?
Una de las hojas de la puerta de
madera se abri.
La kyra se asombr de ver a Raquel.
Doa Raquel! Qu sucede, doa
Raquel? Qu la trae por aqu? Y se
apart a un lado para dejarla entrar.
Raquel tena el rostro plido y
pareca como si estuviera a punto de
desvanecerse. La kyra se apresur a
traerle un jarro de cobre con agua. Sus
movimientos eran vacilantes y
nerviosos. Daba la impresin de que
conoca la razn de la visita de Raquel,
pero intent fingir lo contrario.
Espero que todo ande bien, doa
Raquel dijo.
Bien o mal, t sers quien me lo
diga, Kyras Kadin.
Cmo?
Te hablar con honestidad y sin
rodeos. Creo que t y Esther andis
metidas en alguna intriga, algn asunto.
Dime, qu pasa?
Intriga? Asunto? Nada de eso,
doa Raquel. Quiero a Esther como si
fuera mi propia hija. Creo que usted
tiene claro eso. Lo juro por Dios como
testigo. Y bes la cruz que llevaba
colgada del cuello.
No dudo de tu afecto, kyra, pero
no olvides nunca que a veces las madres
aman a sus hijos ms que a nada ni a
nadie. Ahora dime la verdad.
La kyra neg que hubiera un enredo
entre ella y Esther.
Raquel cogi su monedero, sac uno
de los ducados de oro que haba
ahorrado durante muchos aos, y lo
arroj suavemente sobre la mesita de
bronce redonda. La moneda empez a
girar lentamente en crculos con un
sonido vibrante y pesado hasta que se
detuvo. La kyra permaneci en silencio.
Raquel sac otra moneda de oro,
despus otra y otra Tras la sptima, la
griega habl:
No hay nada de qu preocuparse
doa Raquel, crame. Solo se vieron
dos veces y muy brevemente.
La cara de Raquel arda. Senta
como si el corazn le latiera en los
odos, pero trat de controlar su alma
confundida.
Quin es ese hombre?
pregunt.
Usted es afortunada replic la
kyra sonriente. La buena suerte se ha
posado en el hombro de vuestra hija. Es
un pach, uno de los ms favorecidos
tanto por el sultn como por el gran
visir, y tiene buenas intenciones. Quiere
casarse con Kiraze. Crame, doa
Raquel, yo iba a contrselo todo esta
misma semana.
El nombre de mi hija es Esther.
Muy bien. Esther.
Pach? Entonces es musulmn.
Qu ms da! Como usted sabe,
los musulmanes son libres de casarse
con mujeres de otras religiones. No ve
a las Hanim Sultan? Provienen de todas
partes del mundo.
Pero nosotros somos judos!
Mejor an, doa Raquel. Significa
que todos los hijos de Kiraze digo
los hijos de Esther, sern judos de
acuerdo con las tradiciones de su
religin. No es as?
S, pero
Entonces no se preocupe. Usted
debera estar feliz.
No lo s. Tengo que hablar con mi
marido, y tendr que consulta al haham
principal.
Cualquiera que oiga el nombre de
Seisdedos Burak Pach estar contento
de la buena suerte de su hija. Puede
estar segura.
Qu has dicho? Qu fue lo que
dijiste?
Dije que todos estarn encantados
con la noticia.
No! Cmo se llama l?
Raquel se qued sin respiracin.
Seisdedos Burak Pach. Tiene
seis dedos en la mano derecha.
Seis dedos en la mano derecha?
Cuntos aos tiene? De dnde es?
Sera posible? Era el mismo
hombre? El pensamiento y el alma de
Raquel se precipitaban con los vientos
provocados por un terror repentino.
Es muy joven, doa Raquel.
Veintiocho aos tal vez, o treinta a lo
sumo. Y es guapo y rico, tan rico como
el rey Kharoun. Tiene la tez un poco ms
morena que la de Kiraze Esther
sonri. Sabe? Es sorprendente
cunto se parecen el uno al otro. Como
dos gotas de agua. Los mismos ojos, la
misma nariz y el pelo. Como si fueran
hermanos!
Raquel sinti que se le pona la piel
de gallina. Los pensamientos se negaban
a tomar forma y, arrojada a ese
torbellino por una treta de la fortuna, se
senta horrorizada. Sera verdad? Las
piernas le temblaban.
La kyra segua hablando:
Es muy natural que tenga piel
oscura. Por lo que yo s, lo trajeron a
Estambul desde Marruecos, de Melilla.
Probablemente tenga sangre rabe en sus
venas. Pero es un hombre generoso, de
muy buen corazn, doa Raquel. La
fortuna se ha posado en el hombro de
vuestra hija. Mashallah, Mashallah!
De repente, Raquel grit:
No! Jams, aunque me muera!
Es imposible! Yo misma matar a mi
hija, si tengo que hacerlo. No pueden
casarse! Jams!
Pero
Te lo dir por primera y ltima
vez: si vuelves a hablarle a mi hija
aunque sea un solo segundo, terminar
con tu preciosa vida sin pestaear.
Acurdate de esto, mi yerno podra
hablarle al sultn de ti y sabes lo que
suceder. En el futuro, ten cuidado de
adnde vas.
Peg un portazo y baj corriendo el
camino empinado. El chal que debera
haberle cubierto el cabello colgaba de
sus hombros y tena la cara baada de
lgrimas. Atravesaba las calles de Pera
sin saber adnde iba, sin importarle las
miradas sorprendidas de la gente. Qu
clase de maldicin era aquella?

Esther rebosaba de alegra y cantaba y


bailaba delante de su padre como una
nia pequea. Moiss, ignorante del
motivo de su felicidad, miraba a la nia
de sus ojos con una ancha sonrisa. As
era la juventud y ella tena la primavera
en el corazn.
Esther realmente se senta infundida
de una vida nueva. Como si volara por
el cielo azul. Estaba enamorada, total y
apasionadamente enamorada. Se llev
los dedos a los labios. Todava
conservaban el calor de la caricia de
Burak Pach. Haba sido su primer beso,
y tuvo la sensacin de que se iba a
morir. La cabeza le haba dado vueltas
como una peonza y su corazn haba
palpitado como si fuera a salrsele del
pecho.
Se iba a casar con l. Tena que estar
con l siempre o se volvera loca. Burak
le haba dicho que hablara con
Mordohay lo ms pronto posible.
Sus padres no lo rechazaran; Esther
estaba segura de eso. Quin podra
rechazar a un pach otomano, joven y
guapo?
Sigui bailando, agitando su largo
vestido mientras daba vueltas.
En aquel momento, se abri la puerta
del jardn y Raquel entr corriendo.
Tena los ojos en llamas y el pelo
alborotado.
Moiss y Esther la miraron
sorprendidos.
Raquel, querida. Qu te ha
pasado?
Mam?
Raquel camin hacia Esther y sin
mediar una palabra la abofete.
Moiss y Esther se quedaron
atnitos y mudos. Aquella era la primera
vez que Raquel le pegaba a su hija.
Esther se cogi la mejilla ardiente con
los ojos llenos de lgrimas confusas.
Moiss se precipit para impedir
que su esposa volviera a pegar a Esther,
pero Raquel lo empuj sin mirarlo, y
con una voz fra, decidida orden:
Esther, nunca ms volvers a salir
de casa sin mi permiso. Nunca!
2 de mayo de 1529. El
divn
Nos ha llamado la atencin que
Ibrahim Pach se haya referido a s
mismo como el sultn en ciertos edictos
imperiales. Ser verdad?
Yo tambin o eso. Creo que
espera impresionar y desmoralizar a
nuestro enemigo. No creo que seamos
justos con Ibrahim Pach al dudar de sus
nobles intenciones.
Bueno, por supuesto Estoy
seguro de que no es porque tenga
puestos los ojos en el trono, pero an
Pach, debe tener cuidado con lo
que dice. Las paredes tienen odos, en
especial por aqu
Los pachs se haban reunido en el
patio preparndose para el Consejo
Imperial. En aquel divn, trataran el
tema de la guerra que se avecinaba.
Aunque no se haba anunciado
oficialmente, el sultn enviara pronto
sus ejrcitos contra Europa. Era bien
entrada la primavera y el momento no
poda ser mejor. El plan era
reconquistar Budapest y entregrsela a
Janosh. Si todo iba de acuerdo con lo
previsto, el ejrcito otomano seguira
avanzando hasta llegar a Viena. Todos
esperaban que el sultn llamara a las
armas.
El Sheikh ul-Islam se volvi hacia
Ibrahim Pach y le pregunt:
Cmo se encuentra nuestro
shahzadah? Espero que goce de mejor
salud.
Gracias a Dios, est bien. Es un
joven inteligente, valiente y audaz como
su padre. Shahzadah Mustaf ha
probado que merece heredar el trono
otomano.
Pregunt por el shahzadah Selim,
no por el shahzadah Mustaf dijo el
Sheikh ul-Islam mientras se rascaba
pensativamente la larga barba gris.
Cogido por sorpresa, Ibrahim Pach se
repuso precipitadamente:
Ah, s tambin est bien, muy
bien.
En ese preciso momento entr en la
sala el sultn Solimn. El Consejo
Imperial inclua a los visires, pachs,
jueces militares, principales autoridades
religiosas, el comandante de los
jenzaros, y el eunuco al cargo de todos
los eunucos del saray. En presencia del
sultn, todos adoptaban la postura
tradicional cruzando las manos sobre el
pecho en seal de respeto y obediencia,
las cabezas inclinadas levemente hacia
un costado, y los ojos bajos para evitar
el contacto visual con el sultn.
El sultn fue directo al grano.
Efendis. Nos vamos. Marchamos
hacia el corazn de Europa dentro de
muy poco tiempo. Ya he enviado una
guardia de avanzadilla a Budapest. Que
Dios bendiga a nuestro gaza.
A pesar de que todos oraron y se
desearon buena suerte, el clima del
conjunto era de desconcierto. La
inquietud se propag por el divn. Los
hombres parecan caballos agitados,
encabritndose y piafando antes del
ataque.
Pera
Era la segunda vez en esa semana que
Raquel golpeaba la puerta de la kyra. A
pesar de que estaba furiosa, una
profunda tristeza invada tambin su
corazn. Saba que no deba haberle
permitido a Esther salir de la casa. Se
culp a s misma por confiar en la joven.
No poda creer que Esther hubiera
podido convencerla. Raquel no era la
nica culpable, ya que Moiss no haba
ayudado mucho. Tena tanta debilidad
por Esther que era incapaz de poner
reparos a cualquier cosa que sugera.
Esther haba salido de casa muy
temprano aquella maana. Desde ese
momento no tenan idea de adnde se
haba dirigido su hija y la haban
buscado durante horas sin resultado. Era
como si hubiera desaparecido en el aire.
Raquel recordaba vagamente haberla
visto empacar algunas pocas ropas. En
aquel momento no le haba encontrado
ningn sentido, pero no se detuvo a
pensar en ello. Uniendo ms tarde las
piezas del rompecabezas, tuvo la certeza
de que cuando Esther se haba ido de
casa no tena intencin de pasar por la
imprenta como haba dicho. Se escapaba
de casa para reunirse con Burak Pach.
Cuando se agotaron todas las dems
alternativas, Raquel confi en que
podra encontrar a su hija en la casa de
la kyra. Estaba preocupada y nerviosa
hasta el punto de sentir nuseas. Qu
sucedera si Esther y Burak Pach ya
hubieran cometido uno de los pecados
ms imperdonables a los ojos de Dios?
Cmo podran seguir adelante?
Mientras aquellos pensamientos
confusos se agolpaban en su mente,
Raquel, para su sorpresa, se dio cuenta
de que casi esperaba encontrarse con l.
Sinti pnico de pensar que podra estar
detrs de la puerta de la kyra.
Reflexionaba para s: Qu pasara si
tengo que enfrentarme con l? Qu le
dira? Mi Dios querido, necesito
desesperadamente tu ayuda en este
instante. Quiero verlo, pero no quiero
encontrarlo aqu. Dios, aydanos a m y
a mi hija!
El amor maternal tambin le haba
acelerado el ritmo del corazn. Burak
Seisdedos Pach, su hijo la sangre de
su sangre. La imagen del inocente nio
extendindole la mano apareci como un
fogonazo delante de sus ojos. Record
con amargura el sexto dedo de aquellas
manos. Sinti escalofros ante el
recuerdo de la bolsita de monedas de
oro que Alegra le haba trado despus
de entregar el nio a unos extraos.
Raquel pens que, aqu y ahora, estaba
pronta y dispuesta a pagar cualquier
precio por otro nio. Esta vez, el nio
era su amada hija Esther.
Raquel golpe muy fuerte con sus
manos la vieja puerta de madera. Se
senta como un animal acorralado y
susurr para s: Por favor por favor,
Dios! Ten misericordia de mi alma
Ten misericordia de mi hija Es tan
joven, tan inocente. Pero no
consigui persuadirse de rezar por su
propio hijo. Ella estaba all para
proteger a su hija, para protegerla de un
pecado imperdonable.
La gran puerta de madera se abri
lentamente. Raquel se qued sin saber
qu hacer.
La kyra se sorprendi al encontrar a
Raquel all, pues era la ltima persona
que esperaba ver.
Pasando por alto todas las reglas de
cortesa, Raquel grit:
Dnde est?
Dnde est quin, doa Raquel?
Esther! Soy yo la que le est
preguntando a usted! Dnde est
Raquel?
Le juro que no la he visto ni le he
hablado desde el da en que usted vino a
verme. No est aqu. Qu pasa? Qu
ha sucedido?
Raquel hizo caso omiso de lo que la
kyra deca y corri como una loca por
toda la casa, revisando cada habitacin.
Estaba segura de que su hija estaba
detrs de una de las puertas cerradas.
Dnde estn? le pregunt a
gritos a la mujer. Dmelo, dmelo
ahora mismo! Dnde se esconden?
La anciana griega intent hablarle a
su invitada.
Por favor, clmese, doa Raquel
le dijo. Aqu no hay nadie ms que
yo. Esther debe de estar en otro lugar.
Tal vez est en casa de su hermana. Ha
mirado all?
En lo profundo de mi corazn s
que est con Burak insisti Raquel.
Sintese un minuto, por favor
dijo la kyra. Prometo contarle todo lo
que s.
Raquel no tena ms alternativa que
escuchar. Al cabo transigi en su
bsqueda ciega y se sent, fsica y
emocionalmente agotada, a punto de
desplomarse. La kyra le hablaba como
si estuviera calmando a un nio agitado.
No hay motivo alguno para
preocuparse, doa Raquel. Crame, no
hay nada de malo. No le contara ni una
palabra de lo que ha sucedido, si no
estuviera realmente preocupada por
usted. Si me jura no decrselo a nadie, le
confesar un secreto importante.
Raquel asinti, en silencio. Como si
hubiera otras personas que pudieran
escucharla, la kyra se sent cerca de
Raquel y se inclin hacia ella
susurrando:
Burak Pach se fue a Hungra esta
maana al amanecer, al mando de un
ejrcito. Fue un decreto del sultn.
Quin sabe cundo volver, si es que
alguna vez
No crees que regrese? le
pregunt Raquel. Aquella noticia hizo
visible el alivio en su cara. La anciana
levant las manos y se encogi de
hombros como diciendo quin sabe?.
Y Esther?
Doa Raquel!, usted cree de
verdad que el pach arrastrara a su hija
al campo de batalla? Ya se lo dije, estoy
segura de que est en casa de su
hermana. Vamos vuelva a casa ahora.
No necesita enfermarse de preocupacin
por Esther.
Raquel se tranquiliz al saber que
Esther y Burak no estaban juntos en una
de las habitaciones de la kyra. Pero al
mismo tiempo se preguntaba si alguna
vez tendra la oportunidad de volver a
verle. Se senta desgarrada entre los dos
hijos, sin saber qu pensar.
Se puso de pie para irse y al llegar a
la salida, busc la bolsa del dinero que
llevaba en la cintura y le extendi a la
griega un puado de ducados de oro.
Temblaba al decirle:
Querra que me hicieras un ltimo
favor. Te ruego que no le cuentes a
Esther que Burak se ha ido.
La kyra asinti con la cabeza, pero
aquello no le bastaba a Raquel.
Tienes que jurrmelo insisti.
La tristeza del rostro de Raquel era
una razn suficiente para que la anciana
aceptara lo que le peda.
Lo juro dijo besando la cruz
que colgaba de su cuello. En nombre
de Jesucristo juro que no le voy a contar
a Esther que Burak se ha ido a la guerra.
Cuando Raquel abandon la casa de
la griega, se senta tan vaca como si
fuera otra persona, frgil y poco segura
de s misma.
Fue directamente a su casa y esper
a Esther. Saba que su inocente hija
volvera a casa con el corazn roto y los
sueos hechos pedazos. No haba hecho
nada para merecer aquel dolor
insoportable.
Esther, en efecto, volvi. Aquella
noche, cuando abri silenciosamente la
puerta del patio, Raquel y Moiss
estaban completamente despiertos.
Moiss se iba a levantar, pero Raquel lo
detuvo y puso sus dedos en los labios de
l dicindole que deba quedarse al
margen. l haba cumplido la promesa
hecha al rabino aos atrs y tena
absoluta fe en el juicio de su esposa. No
seguira investigando los eventos de
aquel da.
Escucharon el crujido de la puerta
de Esther al cerrarse. Se miraron uno a
otro en silencio e intentaron dormir.
Raquel miraba el cielo raso, en la
oscuridad. Deseaba con desesperacin
levantarse y rodear a su hija con sus
brazos, decirle que nada de aquello era
culpa suya. Quera hacer algo, cualquier
cosa, con tal de calmar el insoportable
dolor de la joven. Pero no poda. No
poda levantarse y decirle la verdad,
aunque se le destrozara el corazn
sabiendo que Esther sollozaba en la
habitacin contigua. Se sacudi y se
volvi hacia el otro lado. Estaba
decidida a llevarse el secreto consigo a
la tumba. Y all en la cama, se senta
atrapada por las consecuencias del
pasado y no saba cmo enmendarlo
para el futuro.
Esther lloraba con la cabeza debajo
de la almohada. Se senta humillada.
Haba esperado a los sirvientes de
Burak Pach durante un tiempo que le
pareci una eternidad. Despus, cuando
fue al puerto, se encontr en medio de un
grupo de marineros extranjeros,
esperando que los hombres del pach la
recogieran. Pero no vino nadie. Cada
hora que pasaba le haba ido robando
poco a poco las esperanzas, y el orgullo.
Cuando se dio cuenta de que la haban
traicionado, era una cscara vaca de
desesperacin. El pach haba jugado
con su corazn y la haba hecho sentirse
sucia y engaada.
Esther quera borrar para siempre el
recuerdo del beso de Burak.
Espero que te mueras, Burak
Pach rog entre sollozos. Espero
que te mueras y que yo lo pueda ver!
En la habitacin contigua, Raquel
todava estaba despierta. Senta que su
corazn estaba ms oscuro que afuera la
noche sin luna. No escuch las ltimas
palabras de Esther, pero pudo sentir su
dolor como si fuera propio. Cmo
poda ser tan cruel la vida?
18 de marzo de 1532.
Loire
Francisco estaba cansado de las guerras
sin sentido y de las maniobras polticas.
Cabalg hacia el bosquecillo de altos
olmos centenarios. Las aguas de color
verde oscuro del Loire corran veloces
junto a l. Los juncos amarillos y
delgados de la orilla haban empezado a
engordar con retoos verdes. Ms
adelante, dos jvenes pescaban en el
antiguo puente de piedra, y ms lejos, en
los campos, las mujeres y hombres
inclinaban sus cuerpos preparando el
suelo para la siembra. Tir de las
riendas para que el caballo, con una
mancha blanca en la nariz, aflojara el
paso, y se inclin para acariciarle el
reluciente flanco castao. En la rama
ms baja de un laurel cercano haba dos
ardillas de colas suaves y sedosas.
Francisco trat de contener la
respiracin para no sobresaltarlas, pero
ellas enseguida advirtieron la presencia
de extraos. Los brillantes ojos
enmarcados de oscuro se agrandaron de
alarma, treparon al rbol y
desaparecieron entre la espesura de las
hojas.
Un macho, una hembra, pens el
rey. Qu pasara si yo fuera una
ardilla? Mi nico objetivo sera
encontrar una nuez para roer. Ojal
El rey deseaba irse libremente
adonde quisiera y disfrutar de una vida
tranquila. Con un profundo suspiro, mir
el azul del cielo a travs de las ramas
cubiertas de capullos y hojas pequeas.
La primavera brotara muy pronto. La
madre Naturaleza estaba en el umbral de
otro fructfero nacimiento, en paz y
armona.
Qu magnfica es esta tierra,
Pierre! le dijo a su comandante de
caballera.
Perdonad, vuestra Alteza?
No tiene importancia, ninguna
importancia. Simplemente estaba
pensando en voz alta.
Pierre mir al rey con ojos curiosos,
pero Francisco espole su caballo sin
decir una palabra. Con el resto de los
soldados siguindolos, la caravana real
avanzaba a paso regular por el suelo
embarrado. La nica voz dominante era
la de la naturaleza: el canto de los
pjaros, el flujo del ro, el susurro de
las hojas
Lejos, sonaban las campanas de la
iglesia.
Creo que Enrique va a anunciar
pronto la instauracin de la Iglesia
Anglicana dijo Francisco. Moore,
Wolsey, y ahora Cromwell Europa va
a explotar. Una nueva iglesia para
competir con el papado
Toda esa locura del rey Enrique
para poder divorciarse de su esposa
espaola replic Pierre. Debo
confesar que Ana Bolena me despierta
curiosidad.
Ana Bolena y su belleza no son
tan importantes. Te aseguro que l se
casar varias veces todava. Por qu
no? Es un hombre guapo, apasionado. Su
principal aspiracin es hacerse cargo de
los monasterios, iglesias y capillas,
cualquier lugar donde suenen
campanas Y para agregar ms
ducados a su tesoro, desea asegurarse
una circulacin continua de dinero hacia
el reino. Sin embargo, ser socio de
Martn Lutero podra resultar asfixiante.
Parece que Inglaterra realmente
afronta tiempos difciles, mi rey.
Lo que me preocupa es que
nuestro pas muy bien podra sufrir
dificultades semejantes. El mundo
cambia a una velocidad enorme, y quien
no pueda encontrar un lugar en este
nuevo paisaje poltico va a desaparecer.
Sin embargo, nuestro gabinete est
contra los republicanos reformistas. Si
encuentran la oportunidad de hacerlo,
destruirn a los valdanos. Aunque soy
catlico creyente, no comparto sus
propsitos, pues los republicanos no son
una amenaza para nuestra nacin. Su
forma de pensar no provocar el fin de
la Iglesia. Creo que somos testigos y
partcipes del ltimo captulo de la
historia de la realeza europea. Muy
pronto las monarquas continentales
estarn enterradas en el pasado y
surgirn nuevos mtodos, nuevas formas
de gobierno. Estamos rodeados de reyes
y reinas que no aceptan esta realidad, no
tienen odos para escuchar lo que ocurre
a nuestro alrededor. Estn impacientes
por destruir toda resistencia con
cualquier recurso, y no s hasta qu
punto puedo lograr convertirme en un
obstculo entre las partes contrarias en
lo que puede derivar en un conflicto muy
sangriento.
Los ministros no tomarn ninguna
medida radical sin vuestra aprobacin.
Ms an, muy pronto Europa arrostrar
la amenaza de los otomanos. Estos son
tiempos peligrosos.
Sin lugar a dudas, Pierre. S La
guerra est a un paso. Los otomanos
volvern.
Siguieron avanzando sin decir una
palabra. El aire era fro y les quemaba
las gargantas; el hielo cubra el suelo
donde el sol no haba llegado. Una
bandada de pjaros asustados vol hacia
un ancho roble. Francisco los observ,
mientras los caballos pisaban las hojas
en descomposicin.
T qu crees, Pierre? Los
otomanos podran sentirse confundidos
acerca de nuestras ambiciones, ya que
conservamos la neutralidad durante el
sitio de Viena?
No puedo decirlo, vuestra Alteza.
Es evidente que no tenamos otra opcin
que permanecer neutrales. Hasta Martn
Lutero pronunci arengas apoyando a las
fuerzas catlicas. No podamos unirnos
a la Alianza, y no hubo ninguna
posibilidad de que Francia se alineara
junto al sultn turco. Vuestra Majestad,
vos tomasteis la mejor decisin para
nuestro pas, como siempre.
Eso espero, Pierre, realmente eso
espero. Que Venecia tambin se
mantuviera imparcial, me reconfort.
S, y la parte ms interesante de
todos estos confusos cambios de la
poltica europea ha sido el ofrecimiento
de colaboracin del emperador
germano.
Ms que interesante. Fue
asombroso.
Pierre asinti con la cabeza.
De ahora en adelante, Hungra
estar bajo dominio otomano. El intento
final de Fernando por recuperar
Budapest termin en una derrota total.
Tres mil jenzaros al mando de Zapolio
y el veneciano, Gritti, lo mandaron
corriendo a las montaas.
Gritti. Fjate, Pierre, esos
venecianos son muy inteligentes,
conocen todos los ardides.
Fernando nunca volver a
gobernar Budapest, aunque le ofrezca
cinco galeones llenos de oro a Solimn.
Solimn est decidido a castigar
al hermano de Carlos V por haber
sitiado Budapest durante siete das. La
caballera ligera del sultn no ha
abandonado la regin y siguen
depredando por all, y tambin
Alemania. Puedes apostar a que pronto
volver con su ejrcito completo.
Mi Rey, habis elegido un camino
inteligente mantenindoos en trminos
amistosos con los otomanos. Adems,
aunque Solimn ya est casi a punto de
aceptar nuestras demandas y firmar un
tratado, an no podemos pedir las
capitulaciones que tanto necesitamos.
Esto ser todava mejor que nuestras
victorias militares. Es extraa la manera
en que Carlos V desafa constantemente
a Solimn, pero nunca se hace visible
para luchar.
S, ojal lo hiciera; eso sera muy
provechoso para nosotros. Quiz nos
libraramos de l para siempre!
Una razn para que Francia lo
celebre.
Francisco afrontaba muchos
problemas con Carlos V, que llevaba la
corona del Sacro Imperio Romano y a
quien los otomanos llamaban Charlken.
Para evitar la guerra, haba casado a su
hija con Carlos, pero el emperador no
result ni un amigo de fiar ni un pariente
en el cual apoyarse. Tena grandes
ambiciones y gobernaba ciegamente.
Francisco fue herido durante la
guerra en Italia y Carlos lo hizo
prisionero. El rey francs pas un ao
en la crcel de Madrid, pero, a pesar de
las enormes presiones, nunca cedi sus
derechos sobre Francia. Finalmente, le
permitieron volver a Pars, aunque su
corazn sangraba porque lo haban
obligado a dejar a dos de sus hijos como
rehenes. Si la ta de Carlos y la madre
de Francisco no se ponan de acuerdo
acerca de ellos en los prximos dos
aos, quiz nunca ms volvera a ver sus
rostros. Para obtener ese acuerdo,
Fernando se haba casado de mala gana
con Leonor, la esposa del extinto rey de
Portugal.
Un poco ms adelante haba un
monasterio antiguo y pequeo, de color
ocre. Francisco y Pierre cabalgaron
hasta all.
Descansemos un poco aqu dijo
el rey.
Los sacerdotes de hbito negro
vieron desde el patio que Francisco se
aproximaba y se apresuraron a cumplir
con los preparativos.
El nico deseo de Francisco era
tener una vida pacfica y tranquila. Y
aunque l manifestara que estaba
cansado de ser rey, quin le hubiera
credo?
18 de octubre de
1532. Baden
Solimn parti de Estambul con su
ejrcito a finales de abril y durante tres
meses busc en vano a Carlos V.
A pesar del apoyo de la realeza
europea, el Sacro Emperador Romano
no se atrevi a luchar con el gobernante
turco. l y su hermano Fernando
enviaron a sus embajadores a la tienda
imperial del sultn con ofrecimientos de
grandes riquezas, pero fueron
categricamente rechazados.
Para sorpresa del embajador francs
y de los dems diplomticos que
visitaban al sultn, fueron recibidos
como reyes, con tambores, fuegos
artificiales y valiosos regalos. Los
embajadores de las otras naciones,
testigos del exagerado recibimiento
dado por los otomanos, se retiraron con
una clara comprensin del lugar que
ocupaba el rey francs ante los ojos del
mandatario turco.
Al advertir que sus rivales no
saldran de sus escondrijos, Solimn les
envi cartas llenas de insultos y
maldiciones, pero no fueron
respondidas. Decidi entonces regresar
a Estambul antes del invierno y dej a su
caballera ligera en Europa.
Burak Pach permaneci tres aos
con ella como comandante de campo de
alto rango, recorriendo a caballo los
campamentos, arrasando ciudades y
pueblos europeos. Saba que su regreso
a Estambul era imposible, a menos que
el sultn lo ordenara, pero tampoco
estaba impaciente por volver. Ya no
senta nostalgia de su ciudad. Conviva a
diario con la muerte, y su nico deseo
era cumplir con su deber.
Los ejrcitos de caballera
provocaban tal terror dondequiera que
iban que se haban hecho famosos en
toda Europa. Despiadados, azotaron
Alemania como una plaga. Tenan un
lema: Nos llevamos sus cabezas u
ofrecemos las nuestras. Esa era la
terrible verdad, y miles de hombres,
mujeres y nios europeos fueron
asesinados por sus flechas y cimitarras.
Los otomanos dejaban siempre tras de s
ruinas y sufrimiento, casas e iglesias
incendiadas y montones de cadveres.
Burak Seisdedos cambi
completamente despus del mensaje
recibido de Estambul en marzo, y se
transform en la crueldad misma.
Sorprendiendo incluso a sus propios
hombres, asesinaba a quien se le
opusiera, sin discriminar entre jvenes y
viejos. La misericordia ya no ocupaba
un lugar en su corazn. Tres das antes le
haba cortado la cabeza a uno de sus
hombres con la cimitarra. Los soldados
no comprendan por qu, pues el hombre
asesinado solo haba violado a una
joven giaour, como era habitual. Sin
embargo, nadie tena la osada de
protestar y hacer frente al menosprecio
de Burak.
La temperatura se iba volviendo ms
fra, y por la noche la helada dejaba
escarcha; a veces, llova sin parar
durante una semana. La mayor parte del
tiempo, los hombres dorman en sus
cabalgaduras, sin armar las tiendas.
Estaban exhaustos y combatan sin un
verdadero propsito. Cada da se
encaminaban hacia una mezcla
desconocida de sangre, llamas y
gritos Los denominados locos del
Imperio Otomano tenan muy bien
merecido el apodo.
La locura de Burak era demencia en
toda la extensin de la palabra. Por las
noches, padeca de insomnio y si acaso
lograba dormir, invariablemente se
despertaba baado en un sudor fro
provocado por las pesadillas. Arda de
clera y celos. Kiraze se haba casado
despus de su partida de Estambul. No
le esper. Por qu? Era posible que la
griega no le hubiera comunicado la
imprevista necesidad de abandonar
Estambul como comandante de las
fuerzas del sultn? No, era imposible; le
haba pagado bien a la kyra antes de irse
y era digna de confianza. l no poda
decirle a Kiraze nada en forma directa
porque su misin era secreta.
No, Kiraze deba de haber tomado
por s sola la decisin de traicionarlo.
Era despiadada y mezquina de espritu.
Kiraze! Si un hombre lo hubiera
traicionado, l habra sabido qu tena
que hacer: lo matara de inmediato, con
sus propias manos. Pero una mujer?
Qu podra hacerle a una mujer infiel?
La cogera del pelo negro azabache, y
aquellos ojos de largas pestaas,
oscuros como carbones se agrandaran
de miedo! Sus labios llenos y rojos
temblaran, y entonces l gritara:
Maldita bruja, me has destruido para
siempre!
Su mente se convirti en una
confusin de sueos y deseos. En sus
fantasas, l atraa a Kiraze hacia s con
rudeza, aplastaba sus labios contra los
de ella con ardor salvaje, mordindolos
despus. Cuando caa sobre ella con su
poderoso cuerpo, senta que apretaba
sus pechos y caderas. Ella gema,
gema
Aquellas imgenes lo asaltaban
hasta cuando cabalgaba. La frente se le
cubra de gotas de sudor y la sangre
comenzaba a latirle con ms fuerza. El
calor de su corazn aumentaba y le
abrasaba todo el cuerpo, y en aquel
momento daba un alarido: Nos
llevamos las cabezas u ofrecemos las
nuestras. Al, Al.
Quienquiera que escuchara ese
alarido hua o se esconda. Era un grito
solitario, desesperado, lleno de deseo
de matar y de ser matado.
Los locos de Turqua haban
vuelto a cabalgar el da entero y estaban
fatigados. Haca horas que no vean
seales de vida. El sol se ocultara
pronto y entraron al bosque para
descansar, ya que no podan permanecer
con los caballos en la llanura.
Una niebla espesa rode los rboles
antes de que llegara la oscuridad de la
noche y los hombres se adentraron ms
profundamente en ella. Casi no podan
ver en derredor. El tufo de las hojas
descompuestas se mezclaba con el olor
de la tierra. Un halcn grit
salvajemente y en ese momento, los
arbustos se movieron despacio.
Emboscados por la caballera
germana, los turcos aferraron sus
cimitarras. La batalla comenz y el aire
se llen de gritos, los agitados caballos
se encabritaron de angustia, y sus fosas
nasales echaban humo. Hasta los
animales ms feroces de aquel bosque
eran menos crueles que los hombres.
En el curso de una hora, todos los
otomanos haban sido asesinados,
excepto unos pocos que consiguieron
escapar en la oscuridad de la noche. Los
germanos pasaron revista a las pilas de
cadveres. Burak tena el costado
derecho del pecho abierto y estaba
hecho un ovillo como un feto. La sangre
le manaba de la boca y formaba un
charco seco en el suelo. Un hombre
enorme, de cabello largo y rubio le
pate la espalda.
Este es el hombre grit. Por
fin, se lo llev el infierno para siempre.
El germano que estaba a su lado alz
la espada:
Cortmosle la cabeza y
llevmosela a nuestro rey.
No, el camino que nos queda por
recorrer es muy largo. No podemos
recorrer toda esa distancia llevando la
cabeza podrida de un otomano. Pero
toma su cimitarra, su escudo, y tambin
su montura.
Los soldados germanos dejaron el
bosque entonando canciones de victoria.
La cimitarra de Burak se balanceaba
brutalmente en la montura de uno de
ellos, al comps del galope de los
caballos.
Cuando partieron, los autnticos
dueos del bosque surgieron con ojos
rapaces de sus guaridas, y se apoderaron
de la porcin de cabezas y brazos
cortados y vientres destripados que les
correspondan.
Balat
Despus del da en que haba esperado a
Burak en medio del llanto, Kiraze
acept comprometerse con Len, el hijo
de Sarphati, y se casaron el verano
siguiente. Como la boda coincidi con
la ceremonia de circuncisin de los tres
hijos del sultn, toda la ciudad la
celebr.
El sultn Solimn aliment a la
ciudad durante tres semanas en honor a
sus shahzadahs. Los msicos y magos
daban funciones en las ferias, y las
noches se iluminaban con fuegos
artificiales. Esas celebraciones haban
ocurrido haca dos aos, pero todo el
mundo hablaba de ellas todava.
Ninguna familia poda competir con
el sultn en cuanto a riqueza, pero las
alhajas de la novia juda eran
excepcionales. El collar de ochenta
rubes grandes y los pendientes haciendo
juego despertaron la admiracin de
quienes los contemplaron, y nadie jams
volvi a verla sin ellas.
Kiraze se senta feliz con la
grandiosidad de la boda, y gratificada
con el inters puesto en ella, pero
todava era una joven turbada. La nica
que conoca su pena oculta era la madre,
por ms que nunca trataron el tema.
Kiraze comenz a apartarse de
Raquel despus de la boda, as como
Raquel se haba distanciado de su
madre, Esther. El espritu de Raquel
sufri terriblemente, se sinti culpable y
a la deriva por no haber logrado sanar el
corazn de su hija. Hubiera hecho
cualquier cosa por la felicidad de
Esther, salvo una: revelar la verdadera
naturaleza de la relacin entre ella y
Burak. El dolor provocado por su
inutilidad lentamente hizo que se
volviera callada. La fuerza dominante
del destino era tal que solo poda
aspirar a que Raquel alcanzara a ver la
felicidad en el futuro.
Aun as, Raquel le dio gracias a
Dios por que su hija y Burak (todava no
se atreva a pensar en l como su hijo)
no hubieran cometido el pecado ms
imperdonable a los ojos de Dios.
Despus de los esponsales y durante una
semana, Raquel don comida y ropa a
los pobres del vecindario como
demostracin de su agradecimiento a l.
Ya haban pasado dos aos desde el
casamiento y aparentemente todo iba
bien. Len era un hombre muy
trabajador y de buenos modales. Su
familia haba llegado de Venecia en el
ao 1515, cuando la Repblica oblig a
los judos a usar ropa especial y a vivir
en los guetos. Los Sarphati, igual que la
familia Nahmias, fueron vctimas del
odio religioso.
Raquel rogaba por la felicidad de su
hija y a menudo daba tres golpes en una
superficie de madera para evitar el mal
de ojo, como lo hacan los otomanos,
pero algo le preocupaba; Esther haba
comenzado a visitar el harn y haba
decidido convertirse en kyras. Soli trat
de calmar a su madre dicindole que
Esther solo iba a vender las alhajas
hechas por el marido y nada ms que a
las mujeres del saray. Ella no sera
como las dems kyras, que recorran la
ciudad llamando a las puertas. Pero a
Raquel nunca le haba parecido bien el
saray y su vida recluida, a pesar de todo
el lujo y riqueza que posea. Cmo
poda disfrutar de tal esclavitud una
mujer, aunque estuviera cubierta de oro
de los pies a la cabeza? Y cmo poda
prepararse una mujer para entrar en
aquella jaula a vender alhajas, en lugar
de sentarse en paz en su casa con sus
hijos? Adems, la perturbaba que todos
llamaran a su hija Kiraze. Incluso su
marido se diriga a ella de esa manera.
Sera ella tal vez la nica que de ah en
adelante la llamara Esther?
Pero Raquel era inerme para
cambiar el pensamiento de su hija.
Estaba tan cansada de la vida que no
tena el arresto suficiente para hacer or
sus escrpulos. Adems, todos, menos
ella, estaban encantados. La semana
pasada Len haba hecho alarde del
talento profesional de su esposa. Gana
en una semana lo que yo en un mes!.
Los tiempos cambiaban para Esther y su
familia y el dinero se haba
transformado en lo ms importante en la
vida.
Raquel cerr los ojos y se recost en
el asiento para relajarse bajo los
ltimos rayos clidos de octubre.
No entiendo nada del mundo,
pens para s.
20 de diciembre de
1534. El harn
imperial
Ese da Hurrem estaba extraamente
distante y callada. Examinaba
rpidamente las joyas que Kiraze le
haba trado y no tena nimo ni para a
volver a mirarlas. Sumergi una mano
floja en la caja de la joven para sacar un
collar de perlas, lo contempl con ojos
distrados y lo dej, indiferente, en la
mesita de bronce. A pesar de que Kiraze
era muy apreciada en el harn, saba que
no tena que hacer preguntas. Como si
Hurrem estuviera tan alegre como de
costumbre, le dijo:
Lo que habis elegido est hecho
a medida para vos. Son perlas de las
profundidades del ocano ndico.
Cuando Hurrem levant el collar y
lo balance delante de sus ojos, entr un
ama con el shahzadah menor en sus
brazos, Cihangir. Era un niito de piel
morena y cara pequea, que sonri al
ver a su madre, pero Hurrem no
respondi a su afecto.
Ahora cul es el problema? le
pregunt a la nana con irritacin.
Mi queridsima sultana, dio los
primeros dos pasos hace un momento, yo
quera
Puso al nio delante de Hurrem, que
todava lo ignoraba.
Kiraze se alter. Haba odo hablar
de las anormalidades del shahzadah,
pero no esperaba aquellas
deformidades. El pobre nio tena mal
la curvatura de la espalda y careca de
cuello; los brazos y piernas eran
muones.
Kiraze sinti repulsin. Sera mejor
morir que dar vida a un nio como
aquel. Mantuvo el rostro impasible para
ocultarle sus sentimientos a Hurrem,
pero durante un instante sus miradas
coincidieron y Kiraze sinti que Hurrem
haba advertido su disgusto. Y
comprendi que Hurrem era incapaz de
aceptar aquel injusto regalo de Dios.
Era una esposa favorecida por el sultn
del Imperio Otomano, pero era tan intil
como un ttere. Aquello era una
completa derrota para ella.
Cihangir le sonri inocente a su
madre, la baba cayndole por el mentn,
caminando vacilante hacia ella mientras
la nana lo mantena erguido.
La nana lo alent:
Vamos, un paso ms, un paso ms
y lo solt. El nio encorvado se cay
de inmediato.
La nana lo cogi diciendo:
Mi bello sultn! Es tan
inteligente Pronto hablar. Dice
perfectamente un montn de palabras. Di
mam sultana, mi shahzadah. Dilo,
vamos. Ma-m sul-ta-na.
Cihangir, con los bracitos alrededor
del cuello de la nana, miraba con
curiosidad a la madre. Muy lentamente,
repiti: Mam sultana.
El corazn de Hurrem peg un salto
al escuchar que su hijo la nombraba, y
dijo:
Tremelo.
La nana le extendi el nio a la
sultana Hatice, que lo puso junto a ella
en los suaves almohadones de
terciopelo. Hurrem alz a Cihangir en su
regazo diciendo:
Repite lo que has dicho.
El pequeo shahzadah cogi los
atractivos brazaletes que la madre tena
en la mueca. Hurrem se sac uno y se
lo puso delante de los ojos.
Si me dices ma-m sul-ta-na otra
vez, te doy esto.
La nana se entrometi:
Vamos, mi shahzadah, dilo,
ma-m sul-ta-na.
Cihangir susurr: Mam sultana.
No estaba claro si era tmido o se
haba asustado, pero luego se puso a
llorar. Hurrem se inclin para
consolarlo, pero l la empuj y se dio
vuelta hacia la nana con los brazos
extendidos, suplicndole que lo
atendiera.
Hazlo callar orden Hurrem
y no lo vuelvas a traer aqu, si yo no te
pido verlo.
La mujer up al nio y se apresur a
retirarse. Hurrem, con el ceo fruncido,
volvi a colocarse el brazalete.
Kiraze aprendi mucho sobre la
mujer de Solimn al observar aquella
escena. Las debilidades y las
ambiciones de Hurrem se haban
revelado. Para aflojar la tensin que
haba en la habitacin, Kiraze dijo:
Dios le hace decir esas palabras,
mi sultana.
Hurrem no respondi. En lugar de
ello cogi otro collar de la caja.
Kiraze, t visitas tambin otros
harenes?
Casi nunca, mi sultana. He ido una
vez al del Gran Visir, y dos veces al
harn de otros visires. Nada ms.
Entonces quieres decir que has
estado en el palacio de Ibrahim Pach.
Nuestro mozo imperial, el marido de la
sultana Hatice, Ibrahim el Favorecido
S, pero como ya he dicho, una
sola vez.
Hablar con la sultana Hatice,
para que te invite otra vez.
Dios te bendiga, mi sultana.
Cunto vale este collar, Kiraze?
No es muy caro, mi sultana: ciento
cincuenta akches nada ms.
Hurrem dej caer el collar en la caja
y mir a Kiraze a los ojos.
Puedo pagarte ms, Kiraze.
Cuatrocientos, o quizs quinientos
akches
Kiraze se asombr; no comprenda
la insinuacin de Hurrem.
Hurrem susurr:
Pero te pedir un favor. Se
recost contra los almohadones.
Tus deseos son una orden, mi
querida sultana.
Cuando vayas al palacio de
Ibrahim el Favorecido, quiero que
recuerdes todo lo que dicen sobre
shahzadah Mustaf, el heredero. Te
concertar pronto una visita a su harn.
Era evidente que Hurrem estaba
planificando algo para librarse del
shahzadah que heredara el trono y
asegurarle el sultanato a su hijo. Cmo
poda negarse Kiraze a lo que le peda
la Haseki Sultan? Adems, aquella
misin no sera difcil. Tena que hacer
preguntas inteligentes, eso era todo. Y al
mismo tiempo podra vender algunas
alhajas.
Kiraze se arrodill delante de
Hurrem.
Har lo que me has ordenado, mi
sultana dijo. Que Dios te otorgue
una larga vida.
Glata
El doctor Chiprut estaba tan sorprendido
de ver a Burak Seisdedos en su sala de
espera que se le cort la respiracin. Se
alegr tanto como si se hubiera
encontrado por casualidad con un viejo
amigo, y apenas si pudo contenerse para
abrazarlo. A pesar de la gran prdida de
peso, y a todos los sufrimientos por los
que haba atravesado, Burak tena
aspecto saludable.
Me alegro mucho de verlo otra
vez con buena salud, mi querido pach
le dijo. Demos gracias a Dios por
haberle preservado la vida.
Burak haba atravesado un perodo
terrible, luchando con la muerte durante
los dos aos anteriores. Si l hubiera
tenido una fuerza comn y corriente,
aquella poca hubiera acabado con su
funeral. A su sobrenombre anterior,
ahora se le aadi otro: Sietevidas.
No pudo saber con certeza cunto
tiempo haba permanecido inconsciente
en el bosque ni tampoco ms tarde, en el
hospital de Budapest. Quiz cuatro, tal
vez cinco meses Cuando los germanos
se fueron, uno de los soldados a su
mando, que haba logrado ocultarse en
la niebla impenetrable, volvi junto a
sus camaradas, pero no pudo hallar a
nadie con vida hasta que se top con el
cuerpo de Burak empapado en sangre.
Estaba convencido de que su valiente
comandante tambin estaba muerto, pero
no tuvo corazn para dejar que aquel
favorecido pach del ejrcito otomano
se pudriera en el bosque, y lo carg
durante horas sobre su espalda hasta una
aldea prxima que todava estaba bajo
el dominio turco. La curandera de la
aldea not que Burak todava tena
pulso, aunque dbil. Despus de que la
mujer atendi a Burak, que yaca en
coma, lo llevaron a Budapest.
El comandante veneciano, Gritti,
saba muy bien cunto significaba Burak
para el gran visir y para el sultn, y
orden a todos los mdicos que hicieran
cuanto estuviera a su alcance para
salvarlo, pero aquello estaba ms all
de sus habilidades. Burak segua
inconsciente. Los mdicos estaban
convencidos de que iba camino del otro
mundo. Pero un da simplemente abri
los ojos y pidi agua.
Al verlo caminar, los mdicos se
alegraron tanto como si se tratara de los
primeros pasos de un beb. Aquello era
un verdadero milagro; seis meses ms
tarde lo transfirieron al hospital de
Edirne por orden del sultn, y ahora se
encontraba otra vez en la capital.
El doctor Chiprut lo examin con
atencin.
Mashallah, mi pach dijo.
Casi est mejor de salud que antes.
Nadie podra decir que estuvo tanto
tiempo al borde de la muerte.
Burak intent sonrer, pero saba que
aunque las heridas del cuerpo haban
sanado, las que llevaba en el alma
estaban frescas. En los ltimos tiempos
andaba muy callado, sin las ansias de
hablar y rer de antao. La
convalecencia haba terminado y sin
embargo, su espritu estaba lastimado.
Vivir en Estambul, sin posibilidades de
distraerse sirviendo como soldado, para
l era una tortura. Caminar por las calles
era doloroso. Senta que ya no dominaba
sus emociones y pensamientos, y eso lo
atemorizaba.
La visita a la casa del mdico era
una consecuencia de ese desorden.
Haba caminado penosamente hasta all
y ahora estaba sentado frente a su viejo
amigo sin ganas de hablar.
El doctor Chiprut trat de iniciar una
conversacin, pero result imposible.
No saba qu hacer.
De improviso Burak le pregunt:
Cmo est su familia?
Esa era una pregunta de un pach
otomano a un mdico judo muy poco
habitual.
Chiprut sonri:
Todos estn muy bien, gracias.
Y cmo estn sus hijos?
Mis hijos? Desgraciadamente
todava no tengo un hijo propio, pero la
hermana de mi esposa est a punto de
tener un nio. Estamos ansiosos de que
este nuevo miembro de la familia llegue
al mundo.
Seisdedos se puso de pie con una
expresin triste en la cara:
InshaAllah susurr. Ahora
tengo que irme. Volver a visitarlo, si
puedo.
Siempre es un placer verlo, mi
pach respondi el mdico mientras
lo acompaaba por el pasillo. Sacudi
la cabeza desconcertado cuando Burak
se fue.
El antiguo soldado camin por la
calle con pasos rpidos, ardiendo de
celos y dolor. Tena que irse de aquella
ciudad cuanto antes o se volvera loco.
12 de marzo de 1535.
Bagdad
Los otomanos llamaron Dar-ul Harp a
Belgrado y ahora haban denominado a
Bagdad Dar-ul Islam. En tiempos
antiguos, se crea que Bagdad haba sido
fundada durante una auspiciosa
conjuncin astrolgica. La ciudad de
casas blanqueadas estaba rodeada por
gruesas murallas, de las que se elevaban
ciento cincuenta torres, y ms all de
aquella fortificacin haba profundos
fosos defensivos. Los jardines de
Bagdad estaban llenos de rboles
ctricos, cuyas oscuras hojas verdes
contrastaban bellamente con sus frutos
de color naranja y amarillo. Las
palmeras datileras con enormes
frondas de frutos colgantes tambin
eran abundantes. El ro Tigris rodeaba la
ciudad como un arco de norte a sur, y
sus aguas corran con fuerza delante de
las casas en casi todas las estaciones del
ao.
Aquella prspera capital tena
cuatro entradas principales, pero las
ms famosas eran la Puerta Oscura y la
Puerta Brillante. Decan que las
caravanas de mercaderes que entraban y
salan de Bagdad eran tantas como las
cpulas de las mezquitas, minaretes y
santuarios sagrados.
Bagdad se rindi tan pronto Solimn
lleg con sus tropas, y ahora el sultn
otomano y califa del Islam posea un
ttulo ms: soberano de Bagdad-i Dar-ul
Islam.
El ejrcito otomano ocup la ciudad
dos meses. El sultn orden que la
ciudad sagrada fuera totalmente
renovada y todos los das visitaba uno
de los santuarios. El clebre poeta
Fuzuli se present ante l para leer un
panegrico de Bagdad y el sultn le
haba otorgado preciosos obsequios.
El sueo de Solimn era encontrar la
tumba de Ebu Hanefi, el fundador de la
secta sunita del Islam, pero a pesar de
todos sus esfuerzos no pudo. La clave de
dnde podra estar se encontraba en una
antigua historia difundida por todo el
mundo islmico. En una ocasin, uno de
los guardias de la tumba tuvo un sueo
en el que Ebu Hanefi le ordenaba
proteger su cuerpo de los profanadores.
Ni bien hubo despertado, el guardia
cambi el sagrado cuerpo por otro que
no era musulmn, sacado de un
cementerio cristiano, y traslad a Ebu
Hanefi a un lugar desconocido. Al da
siguiente, la tumba en la que haba
estado enterrado fue atacada e
incendiada.
Al or aquella historia, Ibrahim
Pach le inform al sultn que su deseo
de encontrar la tumba de Ebu Hanefi tal
vez fuera imposible, pero que tratara de
hacerlo. Ibrahim deposit sus
esperanzas en Taskin, un mstico al que
emple para registrar todos los rincones
de Bagdad.
Mientras los obreros excavaban en
las afueras de la ciudad, empezaron a
sentir que el suelo emanaba un perfume
agradable. Quin ms que Ebu Hanefi
poda ser responsable de aquello?
Ibrahim Pach cav frenticamente la
tierra con sus manos y aspir la
fragancia ms hermosa del mundo.
Cuando el jefe del Islam recibi la
feliz noticia, se arrodill para
agradecerle a Dios su generosidad y
corri a visitar el lugar sagrado.
Solimn orden que construyeran un
santuario digno del perfume que manaba
del suelo.
Aquel extraordinario evento era muy
respetado por los jenzaros, porque les
recordaba que Mehmet el Conquistador
haba descubierto la sepultura perdida
de otro hombre sagrado, el sultn Eyup,
durante el sitio de Estambul. Se dijeron
unos a otros: El Conquistador ha
erigido una mezquita en memoria del
sultn Eyup, y Solimn ha construido una
tumba para Ebu Hanefi. Las intenciones
del Dios son desconocidas.
Aunque algunas mentes malvolas
trataron de crear inquietud sosteniendo
que toda la historia era un ardid para
engaar y distraer a los jenzaros que
estaban acampados lejos de Estambul y
listos para alzarse por la falta de
actividad aquellos propagadores de
rumores fueron castigados enseguida.
Sus cabezas decapitadas se exhibieron
en pblico tres das a modo de
advertencia. Despus de eso, el sultn
Solimn y sus soldados se arrodillaron y
oraron juntos en agradecimiento por la
revelacin de la sagrada tumba de Ebu
Hanefi, y por la oportunidad de
reconstruirla.
Hasta el humor de Burak Seisdedos
Pach mejoraba ahora que estaba en
Bagdad. De vez en cuando, miraba la
vasta llanura desde la torres de la
ciudad, admirando los viedos y los
atrayentes jardines. Bagdad tena una
belleza nica y fascinante, y por esa
razn los otomanos decan, As como
nuestras madres son nuestras amigas ms
valiosas, Bagdad es nuestra tierra ms
valiosa.
Por desgracia, Bagdad tambin fue
el lugar de descanso del defterdarbashi
Iskender. Aquel anciano sabio de gran
experiencia se vio enredado en un sucio
asunto con el gran visir Ibrahim Pach y
lo colgaron en mitad del bazar de la
ciudad por orden del sultn.
El sultn haba dado la orden de
matar a Iskender por influjo de Ibrahim y
quienes lo conocan vieron el
arrepentimiento en sus ojos. Sin
embargo, no haba manera de retroceder
en el tiempo y revivir a las almas.
El sultn se sinti tan conmovido por
su error irreparable que una noche se
despert gritando. El kapiagasi que
estaba con l da y noche dijo ms tarde
que el monarca haba tenido una terrible
pesadilla. En su sueo, Iskender se
haba acercado a l sosteniendo una
soga y lo haba azotado, mientras
gritaba: Malvado tirano, por qu
hiciste caso de las maliciosas palabras
de ese buscapleitos y mataste a un
hombre inocente como yo?
Quiz se tratara de una simple
pesadilla, pero tal vez fuera algo ms
Y a partir de aquella noche, empez a
levantarse un muro invisible entre el
sultn y su gran visir, su antiguo amigo,
Ibrahim el Favorecido. El corazn
amante de Solimn se haba enfriado, y
el Favorecido ignoraba el peligro que se
cerna sobre l.

En qu piensas tanto, Burak Pach?


Burak se gir para mirar a Ibrahim
Pach y lo salud respetuosamente.
Nada en particular, mi apreciado
pach; en la penumbra del atardecer.
Burak miraba fijamente la puesta del
sol.
La pareja se apoy contra las
paredes calientes de la antigua muralla y
contempl un rato los vivos colores del
cielo. Burak era apenas un poco ms
joven que Ibrahim, pero haban
compartido juntos muchos momentos,
comenzando por Manisa y Saruhan;
haban cazado y luchado codo con codo.
Y sin embargo, saban poco uno del otro
(aunque tampoco sentan curiosidad), lo
que era habitual entre los que haban
sido reclutados en la adolescencia para
el ejrcito de los jenzaros. Lo nico
que tenan en comn era el
entrenamiento para la guerra. Ninguno
de ellos hablaba de sus anhelos, deseos,
esperanzas o amores, y por esa razn los
dos hombres eran tan incapaces de
iniciar una conversacin en aquel
momento.
Pasado un rato, Ibrahim dijo:
No me gustara que me culparan
de la muerte de Iskender.
Esa era una confesin poco habitual
en un hombre tan importante, pero
aquella tarde el sol era
incomparablemente hermoso, y el cielo
estaba lleno de colores encantadores.
Aquel atardecer especial pareca igualar
a todos.
Que Dios bendiga tu alma
replic Burak. Todos nos veremos
cara a cara con la muerte como l lo
hizo.
Ibrahim lo mir con asombro.
Burak haca alusin a l? Trag saliva
y aguard a que el hombre continuara.
No importa cul sea el motivo
particular, la muerte es un mandato
divino de Dios. Por qu habras
deseado que muriera? Hubo una razn
para que su vida terminara y eso es todo
lo que necesitamos saber, Ibrahim
Pach. Nadie ignora que lo nico que te
preocupa es el bienestar del imperio.
Estoy seguro de que el sultn aprecia lo
que t haces por l.
La sultana Hurrem no debe de
estar de acuerdo contigo.
Habl en un susurro.
Lo que ella quiere es convertirse
en Madre del sultn y por supuesto
shahzadah Mustaf es un obstculo para
ella. Dios es mi testigo, nunca permitir
que nadie le cause dao, aunque tenga
que morir para protegerlo. El shahzadah
es el nico apropiado para el trono, y lo
merece ms que nadie.
Dices la verdad, como siempre,
mi apreciado pach. Su derecho es ser
el prximo que gobierne. InshaAllah,
Hurrem no podr impedir su ascenso.
Ella sabe que somos sus
enemigos. Estoy seguro de que A Dios
gracias, nuestro sultn es sabio y
previsor. Sabe qu hacer sin pedir
consejo y adems, confa en nosotros.
Las mujeres tienen sus deberes, y
los hombres los suyos. Hurrem puede
ser sultana, pero tambin es mujer
dijo Burak con un suspiro.
El ezan haba comenzado, y bajaron
la escalera de las murallas defensivas
de la ciudad.
Cuando regresemos a Estambul,
espero que nos divirtamos en tu boda,
Burak Pach. Ya es hora.
La nica boda que necesito es
esta.
Burak apunt a la cimitarra que
colgaba de su cintura y los dos se rieron.
El manto oscuro de la noche bajaba
con lentitud sobre Bagdad, como si
cayera de la mano de una mujer. Pronto
no habra diferencia entre la Puerta
Oscura y la Brillante. La noche las
igualara, del mismo modo que los que
llenaban las mezquitas tenan la
esperanza de ser iguales ante los ojos de
Al.
Balat
A pesar del embarazo agotador, Esther
no haba tenido dificultades durante el
nacimiento de su primer hijo, pero se
haba torturado a s misma y a los que la
rodeaban con el miedo de tener un nio
discapacitado, como el de Hurrem.
Odiaba la idea de que su destino fuera
igual al de la kadin sultana, y supo que
nunca sera capaz de abrazar y cuidar a
un nio deforme, y que antes preferira
morir. Por fortuna, Abraham era un nio
muy saludable, tal vez algo pequeo;
pero quienes presenciaron su avidez por
la leche materna sostenan que en
cuarenta das duplicara su tamao.
Cuando le entregaron a Abraham,
Esther lo bes una vez, y luego se lo
pas a su hermana Soli. Aquella criatura
de cara arrugada le pareca un extrao y
no poda entender cmo haba salido de
su cuerpo.
Len se senta tan feliz de tener un
hijo que puso otro collar de rubes
alrededor del cuello de su mujer. Al
besarle las mejillas, repeta las misma
palabras: Kiraze, mi querida Kiraze.
Cogidos de la mano, Moiss y
Raquel, los nuevos abuelos, miraban a
Abraham con ojos de admiracin.
Tambin los Sarphati estaban gozosos.
El padre de Len pensaba hacer una
fiesta para celebrarlo.
Hasta cisnes tendremos! dijo.
Pero la ms encantada de todos era
Soli, con los ojos brillantes como
estrellas. Ola y besaba al pequeo
Abraham, y no dejaba que nadie se
acercara a l.
El doctor Chiprut, que haba
ayudado con el nacimiento, mir a su
mujer. En su rostro haba pena y
felicidad al mismo tiempo. Era difcil
leer la expresin de sus ojos,
escondidos detrs de los anteojos
redondos. Se mes pensativamente la
chiva y sali al jardn.
La semana que viene ir al harn
dijo Esther.
Todos se sobresaltaron.
Estoy ausente desde hace tiempo y
no quiero calcular las prdidas.
Mi queridsima esposa, qu
importancia tiene el dinero en un da tan
glorioso? le pregunt Len. Cogi uno
de los rizos de su mujer, pero ella le
apart la mano y se la puso a un costado.
Estoy fatigada, quiero descansar
dijo.
Las visitas se retiraron de la
habitacin, pero Raquel se qued. Con
aspecto preocupado e inseguro, se sent
en el borde de la cama y le tendi la
mano a su hija.
Esther, querida ma susurr.
Esther no apart la mano de la
madre, pero no dijo nada; empez a
restregarse los labios como cuando
estaba confundida, y despus cerr los
ojos. Raquel no se movi y tambin
cerr los ojos, con las lgrimas
atrapadas en sus pestaas. Dos gotas
rodaron entonces por sus mejillas,
formando surcos delgados a ambos
lados de la nariz, cayeron sobre los
labios y se unieron en la barbilla, para
terminar en una sola gota sobre su
pecho, como si quisiera extinguir el
fuego de su corazn. Pero no pudo.
4 de enero de 1536.
Fatih
Burak entr bastante tarde a la cmara
nupcial preparada en su harn. Las
oraciones vespertinas ya se haban
realizado y los hombres se divertan
comiendo y bebiendo en el selamlik. El
pach avanzaba zigzagueando un poco
hacia los lados, pues le haba puesto
bastante opio a su narguile.
Neylan estaba sentada tmidamente
en el borde de la cama. Tena la cara
tapada con un velo, pero sus pequeas
manos blancas y temblorosas eran un
indicio de su nerviosismo. Finalmente se
casaba con el hombre con el que haba
soado durante tantos aos.
Desde el episodio de Rodas, ella
pensaba siempre en su voz dulce,
serena. Le pareca increble que sus
plegarias hubieran sido escuchadas.
Ella era su esposa! Hurrem le haba
dado la orden de que se casara,
dicindole: Preprate para casarte!.
Al principio, Neylan se sinti presa
del pnico, pero al conocer el nombre
de la persona para la que haba sido
elegida, floreci de dicha. Haba estado
cavilando que tal vez el dios de los
musulmanes era ms misericordioso que
el de los cristianos, puesto que l le
haba obsequiado al hombre de sus
sueos. Y sin embargo, cuando la
dejaron sola en la alcoba nupcial
esperando al novio, recit una plegaria
en latn que su madre le haba enseado
cuando era nia. El hombre que haba
adornado todos sus sueos y fantasas
ahora estaba de pie, delante de ella. Y
ella era su mujer.
Burak Seisdedos, con la frente
cubierta de gotas de sudor, miraba con
el rostro opaco y nublado por el opio a
la delicada mujer que estaba sentada
inmvil frente a l y cuya imagen se
mova a un lado y al otro.
Burak se tir sobre la cama. Su
mente estaba poblada de voces e
imgenes incomprensibles. Era como si
todo lo que haba odo y visto a lo largo
de toda su vida hubiera formado una
rueda que giraba a una velocidad
vertiginosa en su cerebro. Las
parpadeantes llamas de las velas de la
habitacin se alargaban y acortaban.
Entrecerr los ojos. Haba tambores
resonando en sus odos con un ritmo
extrao. Cogi a la silenciosa figura que
estaba sentada en el borde de la cama.
El tamborileo en sus odos aument de
intensidad. Arranc el velo sin mirar
siquiera el rostro que estaba debajo y
luego se quit las ropas. Cuando estuvo
desnudo, empez a rasgarle el vestido
de bodas y la ropa interior. No tena
plena conciencia de las manos
temblorosas tratando de cubrirse los
pechos o de los ojos verdes y asustados
de su nueva mujer. Burak aplast sus
gruesos labios contra la boca pequea; y
empez a morder cada parte del cuerpo
de Neylan, jadeando igual que un perro.
La agarr de los rizos rubios y se mont
a horcajadas sobre su blanco vientre,
como si estuviera sobre un caballo.
Grit: Puta! Esto es lo que queras,
no es cierto?
Neylan estaba paralizada de miedo y
dolor; no tena cmo protegerse. Aquel
era el hombre con el que haba soado
tantos aos? Aquellos ojos dementes
eran los suyos? Y aquella boca cruel y
la voz aterradora? De improviso, sinti
en la cara el escozor de una bofetada y
la tibieza de la sangre que manaba de su
nariz y le caa por los labios. Burak
estaba loco. Le succionaba con frenes
la nariz y los labios empapados en
sangre. Le retorca malvolamente los
pechos con sus manos gigantescas y
gritaba, Tomamos cabezas o damos
cabezas.
Sobre el rostro de Neylan cayeron
una tras otra las bofetadas y entonces
sinti en lo profundo de su alma un
terror repentino. Con brusquedad, Burak
puj violentamente entre sus piernas
abiertas. Despus le tembl el cuerpo y
gru, hasta que finalmente se qued
inmvil. Su rostro estaba sobre el suyo y
sus lgrimas se mezclaron con las de l.
S, Burak lloraba, sollozaba como un
nio pequeo.
El tiempo avanz con lentitud para
Neylan. Pareca que haban pasado
horas desde que l la haba montado y
trat de liberar su cuerpo. Burak
aparentaba haber perdido el juicio; ni
siquiera mir a la joven que todava
lloraba, cuando se apart resbalando
fuera de ella. Neylan lo contemplaba,
con la cara ensangrentada, presa de
pnico y terror. Burak Pach ahora
aullaba. Ella se arrodill y se puso a
murmurar una oracin que haba
aprendido en el monasterio de Rodas.
Su voz era mecnica, sin brillo, sin vida,
no era la de un ser humano. Sigui
rezando y rezando.
Transcurrido un rato, su voz empez
a perforar el cerebro de Burak, y se
volvi hacia Neylan. La mir
estupefacto, como si la viera por
primera vez. Mir fijamente su pelo
rubio despeinado, los ojos verdes
asustados, las manos blancas, delgadas.
Las imgenes de la guerra volvan.
Ejecuciones, cimitarras, cabezas
decapitadas, brazos, piernas Vio una
habitacin de piedra, mujeres que
lloraban
Las imgenes violentas y horribles
empezaron a disminuir y cogi la
barbilla de Neylan, tartamudeando.
No, no tengas miedo. Sinti
la lengua entumecida, en la cavidad de
la boca. Confa en m, ahora vete.
Vete!
Se recost en la almohada y se puso
a llorar otra vez. Neylan cogi el
vestido roto y el velo, se envolvi en
una sbana, mir por ltima vez al
hombre con la inmensa cicatriz en el
pecho y abri lentamente la puerta.
Cojeaba por el largo pasillo. Un eunuco
africano la sujet antes de que se cayera
y la carg sobre sus hombros hasta su
habitacin.
Las velas se haban derretido y unas
extraas sombras deambulaban en el
konak, en Fatih, sombras mortales de un
pasado triste y doloroso.
Burak Seisdedos Pach
tartamudeaba y sollozaba: Me llamo
Cristian Cristian. Soy de Magnamata,
mi madre es juda. Kiraze, Kiraze
Por qu me traicionaste?
Aunque compartan la misma casa, a
partir de aquella noche Burak y Neylan
no volvieron a verse, y ninguno de los
que habitaban el konak volvi a
mencionar la boda jams.
21 de junio de 1536.
Amberes
Desde el ancho balcn de su lujosa
propiedad, doa Beatriz Mendes, cuyo
nombre secreto de juda era doa Gracia
Nasi, miraba el intenso movimiento del
puerto con sus cientos de barcos. El
verano todava no haba llegado a la
ciudad holandesa de Amberes, uno de
los principales puertos de Europa. A
juzgar por el aspecto de las nubes grises
que se acumulaban en el horizonte,
pronto volvera a llover.
Beatriz cogi un clavel del florero
de cristal, que descansaba en la mesa de
mrmol y aspir su olor picante con
deleite. Vista de lejos, su silueta tiesa y
delgada recordaba a las estatuas que
adornaban la escalera en la puerta de
entrada de su palacio. Era una mujer
muy elegante, con una inteligencia
superior an a su belleza.
Despus de la muerte de su marido,
Francisco, se haba ido de Portugal con
su hija Regna de siete aos y su sobrino
de diecisiete, Jos, y se establecieron en
Amberes, una de las ciudades ms
opulentas y activas de Europa. Aunque
haca pocos meses que estaban en la
nueva casa, la familia ya se senta a
gusto, principalmente porque Beatriz
tena all grandes negocios comerciales
como banquera y comerciante de
piedras preciosas desde haca mucho
tiempo.
A esas alturas, los Nasi eran ya bien
conocidos en Amberes. De ascendencia
judeo-espaola, la familia de doa
Gracia se haba visto obligada a
abandonar Espaa por orden de Isabel y
Fernando en 1492. Sus miembros se
haban establecido en Portugal, donde
los forzaron a convertirse al
catolicismo. Sin embargo, siguieron
practicando en secreto su religin
tradicional, cumpliendo con los deberes
y prcticas sagradas. Como los Mendes
eran ricos y poderosos tenan ms
libertad que otros compatriotas para
hacer lo que queran y era raro encontrar
una familia portuguesa noble que no les
hubiera pedido dinero en prstamo. La
Banca Mendes, con representaciones en
toda Europa, tambin haba ayudado a
los nobles de otros pases y en su lista
de beneficiarios se incluan hasta cortes
de la realeza.
Beatriz era una mujer muy formal y
atada slidamente al pasado. Todos
admiraban su apariencia perfecta y su
carcter severo. Mucha gente hablaba de
ella como si se tratara de una reina. Tal
vez por eso le haba dado a su hija el
nombre de Regna. La pequea Regna no
estaba enterada de su nombre judo ni de
su autntica religin y la conocan como
Brillante[19]. Sin embargo, Jos, que
haba sido confiado al cuidado de su ta
a la muerte de su padre, lo saba y
tambin saba bien que su verdadero
nombre era Yosef. El joven de diecisiete
aos haba sido educado con gran
esmero y hablaba varias lenguas;
participaba de las reuniones de
mercantiles y sorprenda a todos con su
inteligencia viva. Tambin se destacaba
en deportes, y los juegos de guerra eran
su forma de distraccin predilecta. Doa
Gracia Nasi tena gran confianza en l.
Al entrar en la habitacin le dijo a
Jos:
Querido, ya sabes que maana
vamos a Bruselas, y que conocers a la
reina.
Yosef dej a un costado el libro
comprado en Londres que estaba
leyendo y mir a su ta.
S, estoy muy entusiasmado con
esa posibilidad.
Recuerda siempre que no tienes
motivos para sentirte intimidado. Eres
tan noble como ellos, e igual de rico. No
te sientas inferior a ellos nunca, pero
tampoco demuestres arrogancia.
Creme, estar encantada contigo.
Yosef baj la cabeza con timidez al
escuchar los halagos de su ta, y sonri.
Tratar de comportarme lo mejor
posible. No quisiera atraer la vergenza
sobre ti.
No te preocupes por eso. T
siempre eres motivo de alegra para m.
Pero recurdalo, los reyes y reinas de
nuestro mundo son personas extraas.
Es posible que te traten bien y con
familiaridad, pero no te engaes con
eso. Mantente siempre a cierta distancia.
Siempre! A tu edad, tal vez no sea fcil
que me entiendas, pero ms tarde
comprenders que es necesario actuar
as. Hasta que llegue ese da, por favor,
haz lo que te digo. El respeto y la
admiracin crecern por ti y, lo que es
ms importante an, mi consejo podr
salvarte la vida algn da.
Entiendo, ta Beatriz. No debo
traspasar la frontera entre la sinceridad
y la familiaridad manifiesta.
Ella le acarici el pelo con afecto.
Ta, con tu permiso, querra
hacerte una pregunta.
Hazla.
Por qu nos seguimos
escondiendo? En Amberes hay algunas
familias que viven abiertamente como
judos.
Te acuerdas de lo que te dije
antes sobre lo que ocurri en el pasado?
El peligro acecha por todas partes. La
Inquisicin todava diezma a los judos
en muchas tierras, y algunas ciudades
nuevas han iniciado esa persecucin;
Gnova y Npoles, por ejemplo. Piensa
en el gueto de Venecia.
Se le inundaron los ojos de lgrimas.
Trato de colaborar con esos
desgraciados judos dentro de nuestras
posibilidades. Para ayudar
verdaderamente a nuestra gente, tenemos
que organizar la resistencia y por el
momento eso es muy difcil; y adems,
peligroso. Me parece que el lugar ms
seguro para nosotros sera
Constantinopla. Quiero relacionarme
con el sultn otomano, pero no s cmo.
Hablemos de algo ms placentero,
querido, pero acurdate de mi consejo.
En poco tiempo empezars a viajar solo
a diferentes capitales europeas: Pars,
Londres, Roma e incluso Lisboa.
Tenemos que trasladar la totalidad de
nuestra empresa aqu cuanto antes.
Fingir que somos catlicos nos ayudar.
Por favor, cudate siempre.
Le bes la frente con dulzura.
Golpearon la puerta y un sirviente de
librea entr con una bandeja de plata en
la que haba varias cartas.
Acaban de llegar, seora.
Beatriz cogi el sobre de arriba,
sellado con cera color borgoa, y lo
abri. Al terminar la lectura, exclam:
Te dije que pronto viajaras.
Iremos a la apertura de nuestra sucursal
ms reciente en Pars. Estoy segura de
que el rey Francisco ser el primer
cliente. Su tesoro, como bien sabes, est
casi vaco. Dej la carta en la mesita
. S, querido dijo me parece que
es hora de que vayamos al despacho.
Nos necesitan.
Cogidos del brazo, ta y sobrino
dejaron la sala y caminaron por el
pasillo cubierto de valiosas pinturas. La
suave voz de Beatriz se mezcl con el
taconeo de sus zapatos en el piso de
mrmol.
Mantente siempre a distancia de
reyes y reinas, querido mo
El nuevo saray
Lejos de Amberes, alguien repeta para
s palabras parecidas: Un sultn es un
sultn; no confes nunca en l aunque te
llame hermano. Nunca!
El cuhadarbashi Sokolovitch
Mustaf sacudi la cabeza y suspir
mientras apartaba el caftn del gran visir
Ibrahim Pach el Favorecido, que haba
sido estrangulado haca cuatro meses
por orden del sultn. Poco despus de
retornar de Bagdad, la vigsimo segunda
noche del Ramadn, Solimn invit a su
favorecido al iftar. Nadie, ni el propio
pach sospech algo siniestro en la
invitacin. Quin poda imaginarse que
el sultn iba a acabar con la vida de su
gran visir? Aquel hombre era el esposo
de su hermana y lo conoca desde la
infancia. Y en una noche sagrada?
Adems, el sultn haba jurado proteger
a Ibrahim cuando lo nombr en el cargo.
Pero haba formas de eludir esos
juramentos Decan que el alma
abandona el cuerpo durante el sueo y si
Ibrahim era asesinado mientras dorma,
no se podra acusar al sultn de
retractarse de su palabra, al menos
segn los consejeros reales.
Y as, Ibrahim fue estrangulado con
una cuerda de seda mientras dorma, sin
gritar, sin que el ruido del crimen
resonara en los pasillos del saray.
Reflexionando mejor sobre esa traicin,
Tavil Mustaf lleg a la conclusin de
que alguien, adems del ejecutor Ali y
sus seis ayudantes mudos, debi de
haber conocido el plan del asesinato:
Hurrem. Ella haba vuelto a Solimn
contra Ibrahim para librarse de
shahzadah Mustaf, el heredero del
trono otomano. Lo ms probable es que
ahora ella fuera nombrada Madre del
Sultn. Era una mujer muy peligrosa.
Corran rumores entre la gente de que
Ibrahim le haba echado el ojo al
sultanato y susurrarlos al odo de
Solimn haba sido suficiente para
provocar el horrible final del
Favorecido. A pesar de su apariencia
poderosa, el sultn tena muchas
debilidades y era muy fcilmente
influenciable. Hurrem lo haba
convertido en un pelele sin mucho
esfuerzo.
Quien no deba olvidar el poder de
aquella mujer era Sokolovitch, ya que
estaba decidido a ascender en la corte
otomana. Los objetivos de aquel hombre
alto, delgado y vestido con
meticulosidad eran muy ambiciosos.
Proyectaba llegar a ser el silahtar,
despus el principal cashnigir y luego, a
medida que subiera hacia la cima,
obtendra otros ttulos. Para cumplir sus
sueos, tena que ser cuidadoso, en
especial con Hurrem.
Volvi a contemplar el caftn de
Ibrahim Pach. No senta ni pena ni
compasin por el Favorecido, aunque
ahora la gente hablaba de l como de el
Asesinado. Eso era as porque Ibrahim
haba provocado la muerte de Iskender
Chelebi, un hombre que haba ayudado a
muchas personas, incluido el propio
Sokolovitch. Al pobre lo haban colgado
a los ochenta aos, en el bazar de
Bagdad.
Sokolovitch murmur una plegaria
por el alma de Iskender.
El chuhadarbashi era adems uno
de los devshirmes, un devshirme serbio.
Tena catorce aos cuando los otomanos
lo arrancaron de su modesta familia. Los
domingos cantaba en el coro de la
iglesia donde su to era sacerdote. Al
principio, su madre y su to fueron
reticentes a darles el hijo a los
representantes del sultn que haban
llegado a la aldea para reunir
voluntarios y comprar nios. Entre los
otomanos, aquella era la nica forma de
obtener integrantes nuevos para sus
ejrcitos. La otra era sencillamente el
rapto.
Despus de ver la suma de dinero
que ofrecan, la madre de Sokolovitch y
el to cambiaron de parecer y se lo
vendieron a los hombres del sultn,
consolndose con la idea de que lo
aguardaba un futuro brillante.
Mehmet Sokolovitch se haba
convertido, efectivamente, en el
estudiante ms brillante del enderun de
Edirne. Con posterioridad, Iskender
Chelebi haba sido asignado para
ensearle. Iskender era famoso por
preparar individuos competentes para el
gobierno, y tambin por su enorme
riqueza. Cuando lo asesinaron, sus
posesiones valan millones de ducados y
pasaron al sultn, lo mismo que sus seis
mil guardias, sirvientes y esclavos.
Sokolovitch era por entonces un hombre
joven y uno de los estudiantes de ms
edad. Igual que los dems, vesta un
sombrero alto, cnico, tejido de oro. El
sultn lo hizo enseguida responsable de
la indumentaria real. Sokolovitch se
ocupaba de los caftanes bordados con
hilos de seda y oro, as como de las
pieles del sultn, y era l quien elega lo
que el monarca se pona cada da. Aquel
deber apenas satisfaca las ambiciones
de Mehmet Sokolovitch, pero saba bien
cul era la importancia de ese primer
paso para el futuro.
Seleccion un caftn de terciopelo
azul oscuro bordado con estrellas
amarillas y se lo alcanz a su asistente.
Este le dijo al joven. Maana
nuestro sultn usar este caftn para la
plegaria sagrada del viernes en Hagia
Sophia. Prepralo!
El harn imperial
Hurrem era tan feliz que hizo que
trajeran a Cihangir y jug un rato con l.
Sus famosas carcajadas se escucharon
una tras otra. Sus sastres tambin haban
venido a verla, y les pidi una blusa de
seda con un cuello de encaje francs, un
chaleco largo de terciopelo de damasco
azul oscuro, y por supuesto, varios
shalwars de satn.
Kiraze entr en la habitacin y
salud a la Hanim Sultan.
Quin dira que hace dos
semanas tuviste un nio? Mira qu
belleza dijo Hurrem. Ponte
cmoda, Kiraze; qu me has trado
hoy? Extra tu caja mgica del tesoro.
Esther senta orgullo de la forma
amistosa y sin complicaciones con que
la trataba la esposa de Solimn. Sac
una por una las alhajas. Todas eran de
Venecia: collares de cristal y elegantes
trabajos de gran belleza. Hurrem y sus
siervas estaban encantadas, en
particular, con un collar excepcional,
compuesto por miles de bolitas de
cristal azul. Todas las mujeres
extendieron sus manos, cargadas de
tintineantes brazaletes de oro, pero
Hurrem quera mirar y todas
retrocedieron ante sus deseos.
Ser como vestir una pequea
cascada de agua dijo sostenindolo
sobre su pecho.
Os queda magnficamente bien
respondi Kiraze como si estuviera
hecho especialmente para vos.
Las sirvientas eran de la misma
opinin y le decan que tena que
comprarlo.
Hurrem miraba sus reflejos en el
gran espejo que sostenan dos de las
jvenes esclavas negras y sonri al ver
el collar. Dndose vuelta a derecha e
izquierda, las brillantes esferas de
cristal rodaban de un lado al otro, como
olas temblando bajo el sol brillante.
Una joven odalisca blgara que
estaba aprendiendo turco dijo:
Parece brujera.
Hurrem se rio.
Brujera no, magia. Sus dedos
acariciaron el collar. Comprar esta
magia, y me la pondr ahora.
Volvi al sof.
Ahora les tocaba a las dems
mujeres mirar las joyas. Mientras ellas
discutan lo que se ofreca, Kiraze fue a
sentarse en los almohadones, junto al
sof. Las halayiks servan limonada y
sherbet en tazas de plata, y tambin
deliciosos postres en unos pequeos
platos de vidrio rosado con un dibujo
circular.
Hurrem dijo:
Hoy le cortaron la cabeza a
Ibrahim Cheshnicibashi. Supimos que
estuvo mucho tiempo intercambiando
cartas con el shahzadah Mustaf.
Le extendi un monedero de
terciopelo rojo.
Aqu est tu honorario, mi Kiraze.
Esther se guard de prisa el
monedero en el pecho.
Solo queda uno, querida ma. Los
he vencido a todos salvo a l.
Kiraze mir a Hurrem para conocer
el nombre de la siguiente vctima. La
Hanim Sultan sonri y susurr:
Seisdedos
Kiraze se horroriz e inclin la
cabeza, ocultando sus sentimientos.
Belleza ma dijo la sultana
quiero que vayas a ese harn y hagas
algunas preguntas bien formuladas.
Sepamos lo que desea. Despus
tendremos una paz completa.
Los dedos de Esther jugaron sobre
sus labios, frotndoselos como si
estuviera a punto de partirlos. No pudo
responder.
Kiraze, no has odo lo que te he
dicho?
La joven trat de recuperar la
compostura, pero no lo logr.
Disculpadme, mi sultana le dijo
. Me parece que la temperatura
hace demasiado calor y no me siento
muy bien para
No pudo finalizar la oracin; tena la
cara plida como un hueso.
Hurrem bati palmas para llamar a
las halayiks:
Apresuraos! grit, traed
alcanfor y esencia de capullos de limn
para mi amiga! Deprisa! Corred!
Todas las mujeres se congregaron
alrededor de Esther y una le alcanz un
vaso de agua.
Esther cogi el vaso con dedos
temblorosos.
Ahora estoy mejor, no se
preocupen dijo.
Dejen respirar a la nia!
orden Hurrem, y las mujeres
retrocedieron. La halayik le puso
alcanfor en la nariz y su color se volvi
ms rosado. Luego, la mujer le frot las
muecas y las sienes con la esencia de
capullos de limn.
Permitidme que me vaya, mi
sultana dijo. Har cuanto antes lo
que me habis pedido.
Hurrem sonri.
Ay, mi querida Kiraze, te quiero
como a una hermana. Vete a casa y
descansa.
Balat
Esta es la noche ms corta del ao,
Raquel. Lo sabas?
Est cerca el fin del verano
dijo Raquel dando un suspiro.
Qu significa eso? Tenemos
muchos das clidos por delante.
Pero cada da que pasa ser ms
corto que el anterior, veremos menos sol
y entonces llegar el invierno.
Por qu ests tan pesimista,
querida? Te pasa algo?
No, a Dios gracias, por el
momento no tengo problemas. Nuestras
hijas estn casadas y tenemos un nieto
maravilloso. Por qu podra sentirme
mal?
Eso es lo que me gusta escuchar.
Cuando ests preocupada, yo tambin
me preocupo, Raquelica.
La hizo rer que su esposo se
dirigiera a ella llamndola Raquelica.
Raquelica, Raquelica repiti
rindose tontamente. Es que todava
soy una nia pequea?
Por supuesto que s. T eres
siempre mi querida pequea Raquelica.
Raquel cogi la mano de su esposo y
la apret con amor. Moiss se inclin
hacia delante y la bes suavemente en el
borde de los labios.
Te amo, mi querida esposa le
dijo. Te amo mucho, tanto como el
primer da.
Silencio, debera darte vergenza,
qu clase de abuelo eres t!
Se levant y se fue a la cocina.
Necesito tomar un vaso de agua.
Quieres t tambin, querido?
Moiss neg con la cabeza y le grit
por detrs:
Te amar eternamente.
Raquel record el primer da que
haba escuchado aquellas palabras y le
doli el corazn. Qu cosa tan extraa
era la felicidad! Uno se enfrentaba al
dolor y la tragedia, y despus cuando
era feliz, volva a sufrir al pensar en
aquellos das desafortunados. Ser feliz
era como tener la cicatriz de una
quemadura grave que pica de tanto en
tanto, o un hueso roto hace mucho
tiempo y que todava duele cuando
llueve. Quiz no existiese la felicidad
completa, pero ella tena la certeza de
que s exista la infelicidad completa.
Tal vez estoy cansada, pens, muy
cansada de todo.
Lav algunas fresas y las puso en
una fuente. Luego tom la jarra de
arcilla y sirvi un gran vaso de agua.
Por qu era tan pesimista? No haba
ninguna razn para estar preocupada.
Soli era dichosa y ahora ayudaba al
padre en la imprenta; su marido era un
hombre excelente.
Esther y ella Todava vivan
distanciadas, pero a Raquel le bastaba
con ver la felicidad de su hija. A pesar
de su disgusto y desaprobacin inicial,
Esther haba tenido xito con su negocio
y Raquel haba aceptado aquella verdad.
Se haba convertido en Kiraze, Abraham
creca deprisa y Moiss era un ngel.
Entonces, por qu era tan desgraciada
todava?
Suspir. En realidad ella era la
nica que poda responder a aquella
pregunta. Una respuesta que ni siquiera
ella misma tena. Pensaba en Burak y,
por supuesto, se preocupaba por l. Le
haba dolido el corazn mucho tiempo
por el hijo que nunca haba conocido,
pero que era parte de ella. Raquel
estaba inquieta por su hijo de seis dedos
y se avergonzaba de ese sentimiento de
afecto. Que Dios fuera testigo de eso,
para ella era suficiente.
Se restreg la cara con las manos
mojadas y cogi la fuente de fresas y el
jarro antes de volver al jardn.
Mira estas bellezas! le dijo al
marido. Mrales el color, y adems
son verdaderamente deliciosas.
Moiss se puso una en la boca con
gran deleite.
Moiss, mataron a alguien ms?
Quiero decir entre los pachs.
No saba que estabas interesada
en el mundo poltico, querida. La
mir a la cara sorprendido.
En realidad, no lo estoy. Esther
hablaba de esas cosas y estoy
intranquila por ella.
Moiss se recost en su asiento.
No te preocupes dijo. Esther
conoce a nuestra realeza tan bien como
todos. La horca y esas ejecuciones no
son asunto nuestro. No nos afectan, no
somos pachs ni visires.
Ser pach o visir es muy
peligroso.
S, esos devshirmes medio locos
se matan entre s todo el tiempo. Que
Dios nos ahorre ese destino.
Raquel sinti como si una piedra se
hubiera alojado en su garganta.
Pobres hombres susurr.
Raquel, cmo ests hoy! Te dan
pena los pachs? Cualquiera que te
oyera se reira, creme. Tu corazn es
demasiado tierno para este pas.
Raquel no respondi. Al ver su cara
acongojada, Moiss la cogi de la mano
otra vez.
ngel mo dijo, no te
preocupes. Somos felices y tenemos paz.
Tengo una noticia que te levantar el
nimo.
Qu noticia?
Barbaros se ha apoderado de tu
isla. De la tuya y de las otras que estn
cerca.
Mi isla? Qu isla?
Hizo una pausa, y luego exclam:
Santorini!
Moiss sonri:
S, Santorini. Ha tomado
Santorini, Naxos y muchas otras, en un
santiamn. Chasque los dedos.
Pero ha dejado como gobernadores a los
venecianos, que le pagarn al sultn una
fortuna en oro en tributos.
Raquel no escuchaba esos detalles.
Miraba el cielo y sonrea.
Ah, mi bella Santorini! Ojal
pudiramos ir juntos all, Moiss. Nunca
has visto un cielo tan azul. Los
acantilados abruptos, y las casitas
blanqueadas
Moiss cerr los ojos como para
imaginrsela, luego asinti antes de que
lo arrastrara el sueo. Raquel se qued
en silencio y ahuyent algunas moscas
que zumbaban alrededor de las fresas.
Pensaba en Maria, la nica amiga que
tuvo en Santorini. Su voz conmovedora
resonaba en sus odos:

Pena, no golpees a mi puerta,


Ya encend el fuego,
Prepar la comida.
El hombre que amo pronto
llegar del mar,
Pena, no golpees a mi puerta.
28 de agosto de 1536.
Fatih
Esther se restregaba con tanta fuerza los
labios que estaban a punto de sangrar.
Se arroj en el palanqun y corri las
cortinas con brusquedad. Aunque estaba
segura de que no haba ninguna
posibilidad de encontrarse cara a cara
con l, haba llegado a la casa de Burak
Seisdedos esperando un milagro. Hasta
ahora, no haba vendido una sola joya en
su harn. Cada vez que la mano de
Neylan coga un broche o un collar,
Esther la detena. Por desgracia, ese ya
est vendido, deca, o Por desgracia,
ese est prometido a alguien. Si esos
impedimentos no detenan a Neylan,
entonces Esther peda precios
exorbitantes.
Esther tena todas las joyas en el
palanqun, y pateando la caja de
caudales, grit:
Maldito dinero! y despus
susurr. Soy una tonta. Qu quiero?
Estaba segura de su belleza y de su
riqueza. Len era un hombre tierno, y su
hijo era saludable. Por qu ansiaba
ms? La vida le haba hecho realidad
cada uno de sus deseos, como por arte
de magia, pero eso no era suficiente. Se
tir del pelo. Por qu estaba tan celosa
de aquella mujer idiota, de aquella
expsita fantasmal y flaca? Estaba tan
enojada consigo misma por envidiar a
alguien que estaba por debajo de ella,
que volvi a maldecir y a patear el
joyerito. Por qu l no le haba enviado
un mensaje? Una carta, una carta muy
breve Por qu no haba pensado en
ella? Cmo no se imagin sus lgrimas
y su sufrimiento?
Quiz ella era para l una
distraccin pasajera. Todo lo que le
importaba a l era convertirse en pach;
divertirse con muchachas judas y
casarse con alguien de la corte.
Malditos sean todos los pachs y
visires!, exclam. Dios te maldiga,
Burak, desgraciado!
No senta ms que rabia por la
mirada de autosatisfaccin de la cara de
aquella mujer plida y esqueltica.
Realmente, no era nada ms que una
mala imitacin de mujer. Acaricindose
el vientre hinchado todo el tiempo, y
todas aquellas sirvientas para atender
cada deseo Qu significaba todo
aquello? Mira, llevo la semilla del
pach dentro de m, y t no
Murete idiota, murete, pens, y
en voz alta exclam: Y el
sinvergenza de tu marido tambin!
Espero poner alrededor del cuello la
soga que te estrangule, hola!. Volvi a
patear la caja, que rod y se abri.
Todos los diamantes, rubes y
esmeraldas se desparramaron por el
piso del palanqun que se sacuda.
Esther mir las valiosas piedras como si
fueran guijarros sin valor.
Se preguntaba si realmente sera
capaz de prenderle fuego a la casa de
Burak, con todas las halayiks y los
eunucos dentro, y la plida bruja. Y l
tambin?
Un repentino dolor en el corazn se
apoder de todo su ser. Se paraliz por
completo y sinti como si le estuvieran
atravesando la piel con agujas. El
palanqun daba bandazos hacia adelante.
Sus dedos se movan por el pelo, la
frente y las mejillas, los labios secos y
finalmente por el cuello. Le dolan a
causa de l. Era como si tuviera dos
corazones: uno en el pecho, y otro, en lo
ms profundo de su vientre. Los dos
golpeaban como martillos.
El palanqun continu con su marcha
traqueteante.
Esther era incapaz de resistir el
apasionado y pecaminoso deseo en el
que ardan su cuerpo y su alma. Sus
manos se deslizaron por su vientre terso.
La fiebre de su contacto se deshizo en la
fiebre dentro de su sexo. Sus dedos
exploraron sus vellos cortos, espesos y
tir de ellos hasta sentir dolor. El
palanqun temblaba. Los dedos de
Esther se deslizaron hacia su segundo
corazn y presionaron sobre su deseo
una y otra vez. Hasta que el segundo
corazn pareci deshacerse.
Respiraba entrecortadamente, los
brazos y las piernas inmviles. Se qued
un instante con los ojos cerrados, la
cabeza apoyada en la pequea ventana
enjaulada del palanqun. Recobr el
aliento, pero su mente todava era un
revoltijo.
Matarlo? Ella era la nica que
debera hacerlo. Ni Hurrem tena
derecho a daar un solo cabello de su
cabeza. Esther pate la caja y se
restreg los labios otra vez.
No haba ninguna razn para que
Hurrem se moviera deprisa contra
Burak. Esther no haba odo nada que
implicara un peligro inminente para la
Haseki Sultan, ni nada de parte de los
sirvientes de shahzadah Mustaf. Las
personas que vivan en el harn de
Burak estaban aisladas del frenes de la
vida de Estambul. Su hogar se compona
de un grupo de halayiks, dos eunucos de
rostros malhumorados, y una esposa de
un convento italiano que pareca una
marioneta rellena de algodn. Si no
hubiera estado embarazada, nadie se
imaginara que haba sido aceptada en la
cama de Burak. En realidad, ella jams
mencion el nombre de su esposo.
Pareca como si no lo hubiera visto
nunca. Era posible? Quiz solo
durmiera con l en raras ocasiones. La
furia de Esther estaba pronta a volver a
estallar, y sus fosas nasales se
ensancharon por la rabia.
Los maldijo. Malditos sean los
dos.
El palanqun se detuvo. Haban
llegado al saray. Esther recogi todas
las joyas, colocndolas otra vez en su
caja, luego se acomod el collar de
ochenta rubes, se envolvi la cabeza
con el chal, abri la cortina y baj del
palanqun. El harn imperial la estaba
esperando.
14 de abril de 1538.
El Cuerno de Oro
Barbaros.[20] Hayrettin Pach, el capitn
de la marina, examinaba la armada con
meticulosidad. Gracias a Al, la
totalidad de las ciento veintids
checktiris estaba lista para zarpar. Los
ciento sesenta y seis caones refulgan
como si fueran de oro bajo la brillante
luz del sol, que haba aparecido de
improviso despus de una breve lluvia.
El pach se acarici la barba roja.
No ignoraba que su armada equivala
nada ms que a un tercio de las fuerzas
de los cruzados congregados bajo el
mando del almirante Andrea Doria, pero
tena plena confianza en s mismo como
corsario experimentado e intrpido, que
durante aos haba sembrado el terror en
el Mediterrneo. Iba a vencerlos a
todos!
El capitn de los mares del Imperio
Otomano pasaba de los cincuenta aos,
pero nadie podra imaginarlo a no ser
por algn cabello cano que otro en las
sienes. Ni siquiera tena arrugas
profundas en la piel tersa y muy tostada.
Sus ojos azules centelleaban debajo de
un turbante blanco que le llegaba hasta
las cejas. Era de mediana altura y sus
hombros exhiban su ancha fortaleza
debajo del caftn rojo ribeteado de piel
de conejo blanco, que llevaba sobre la
blusa azul marino.
En realidad se llamaba Hizir y era
uno de los cuatro hijos del soldado de
caballera Yakup, de Gelibolu, y de su
mujer, una griega llamada Katalina.
Antes de llegar a los veinte aos los
cuatro hermanos ya haban adquirido
fama de intrpidos corsarios.
Su hermano mayor Oruc haba
sometido al pillaje a los barcos que
navegaban cerca de Gibraltar, y con
el apoyo secreto del shahzadah Korkut,
hijo de Bayazid comenz las
hostilidades contra las costas de Italia,
robando la carga de las naves que salan
de sus numerosos puertos. Ms tarde,
los otros hermanos se unieron a l y a
los pocos aos lograron convertirse en
amos de Argelia. Aun as, no haban
descuidado enviarle valiosos regalos al
sultn otomano con el propsito de
mantener relaciones armoniosas con l.
El rey espaol se haba hartado de
aquellos hermanos de barba roja y le
pidi ayuda a Carlos V, pero poco se
obtuvo con sus planes, aun cuando Oruc
fue asesinado. Barbaros Hizir fue el
siguiente gobernador de Argelia.
Para protegerse de los espaoles,
eligi aliarse con los otomanos y acept
su dominio absoluto. Selim el Furioso
haba nombrado a Barbaros gobernador
de Argelia, pero aquel cargo no le haba
reportado mucho beneficio. Con el
tesoro vaco y disturbios en el pas,
Barbaros retorn a la vida de corsario.
Tal vez lo que echaba de menos era
aquello: navegar libremente los
ocanos, pasar de una a otra aventura, y
desafiar a la muerte en el camino
Durante seis aos haba asolado el mar
Mediterrneo entrando a saco a
cualquier barco que tuviera la desgracia
de tropezar con l en aquellas aguas
azules. Un gran nmero de corsarios
turcos se haba asociado con l y su
flotilla contaba con cuarenta barcos.
Despus haba regresado a Argelia para
arreglar cuentas con los pretendientes a
su trono y gobernar otra vez. Todo el
pueblo tema ahora su tirana, y l segua
enviando regalos al sultn Solimn para
mantener la paz. Los otomanos
constituan el nico poder que formara
un frente unido con l.
Su nombre era una leyenda entre los
musulmanes de Espaa, ya que setenta
mil de ellos, perseguidos y torturados
por el catolicismo espaol, fueron
transportados a la tierra del Islam en sus
barcos. Aquellos que todava quedaban
en suelo espaol, rogaban da y noche
para que Barbaros los rescatara.
Durante la misma poca, Andrea
Doria haba recuperado Patras y
Lepanto de manos de los otomanos.
Solimn estaba enfurecido con este
cambio de los acontecimientos, e
inmediatamente convoc a Barbaros a
Estambul. Te necesitamos aqu de
inmediato!
Y desde aquel da en adelante,
Barbaros fue el almirante de la armada
otomana. Solimn, conquistador de otro
ttulo el Legislador debido a los
cambios legales que haba introducido,
le dio a Barbaros el nombre de
Hayrettin, que quera decir el
Benfico.
Barbaros Hayrettin Pach se haba
apoderado enseguida de las islas del
Mar Egeo perdidas por los otomanos, y
comenz a saquear las costas de Italia.
Lleg a ocupar Tnez, pero no pudo
vencer a la armada de Andrea Doria,
que Carlos V haba enviado a luchar
contra los turcos, y finalmente se
repleg a Argelia; luego reuni a su
familia y volvi a Estambul.
Barbaros no se olvid de su derrota
y arda de rabia, esperando vengarse de
Doria. Ahora haba llegado el momento.
Barbaros saba que el almirante italiano
iba a reunir sus fuerzas en Corf. La
vanguardia de las naves estaba al mando
de Turgut Reis, tambin un excorsario,
quien les haba proporcionado aquella
informacin a los otomanos.
As que Venecia se ha alistado en
la Alianza contra nosotros, dijo para s
Barbaros. Sus ojos deambularon por las
ventanas y balcones de las miles de
casas que poblaban Glata y Pera.
Quin podra calcular la cantidad de
ojos que examinaban en ese momento la
armada otomana, la gente que contaba
los barcos, los caones y el armamento?
Que los cuenten, susurr. Estaba
convencido de que les iba a dar a sus
enemigos una leccin inolvidable.
Barbaros frunci las cejas que cubran
sus entrecerrados ojos azules.
Los espaoles, los portugueses, el
Papa se haban unido contra los
otomanos, y ahora, en el ltimo minuto,
los venecianos se haban incorporado a
su plan de guerra. l deba de haberlo
sospechado, en especial porque poco
antes estos haban atacado sin ninguna
razn especial dos barcos musulmanes
cargados solo de trigo. Centr de nuevo
los ojos en la costa opuesta, decidido a
castigarlos como se merecan.
Si Dios lo permite, as lo har
dijo en voz alta.
Los otros pachs que lo
acompaaban lo miraron.
Cules son vuestras rdenes,
Capitn? dijo uno.
Vamos a la guerra, pachs, pues
esta maana el sultn ha recibido de
nuestro Sheikh id-Islam la autorizacin
para la sagrada fetwa. Maana
comenzaremos la guerra santa, con el
permiso de Dios.
Tu deseo es una orden, Alteza.
Nuestros barcos estn listos, y estamos
ansiosos de luchar contra el giaour.
Djanos partir bie, con el permiso de
Al y las bendiciones de nuestro profeta
Mahoma.
Barbaros ech una ltima mirada a
Glata y descendi las escaleras a la
cabeza de sus hombres, con las colas de
los caftanes al viento.
Pera
Una gran cantidad de curiosos algunos
preocupados, otros alegres
contemplaba a la nueva armada otomana
a medida que ocupaba el Cuerno de Oro
desde Glata a Pera. Esther era una de
aquellas personas que observaba desde
el ancho balcn de su nueva casa.
El Cuerno de Oro era el puerto
natural de Estambul, y comenzaba donde
las frescas aguas del ro Kagithane se
unan con las aguas saladas del mar de
Mrmara. Aquel da era un edredn de
reflejos dorados. En la parte ms vieja
de la ciudad, las numerosas casas de
madera de fachadas oscuras de Eminou,
Balay y Eyup se mezclaban
desordenadamente. Las cpulas y los
minaretes de los barrios de Beyazit y
Fatih se erguan hacia el cielo y entre
los edificios se entrevean las piedras
de los altos muros de la ciudad. Los
bosquecillos y las praderas baados por
la lluvia eran de colores verdes y
amarillos. El mar de Mrmara se
extenda hacia el sur como una suave
sbana azul que se funda con el cielo.
De vez en cuando, las aguas se agitaban
con un viento suave y brillaban como si
una mano secreta hubiera salpicado de
plata la superficie.
Era un da tan lmpido que hasta la
remota orilla del Mrmara era visible.
Esther mir aquellas grises tierras
lejanas, tierras en las que nunca haba
estado. En realidad, nunca haba puesto
un pie fuera de Estambul, si bien haba
cruzado el Bsforo hasta la mitad
asitica de la ciudad y visitado
Kuzguncuk, Ghengelkoy, Kadikoy,
Uskudar Las montaas redondas
detrs de Uskudar eran una mezcla de
docenas de matices de verde: el verde
de las esmeraldas, de las ciruelas
verdes y de los pistachos; de las
lagartijas que se escabullan por la valla
fuera de la cocina cuando preparaba
albndigas. El verde de las hojas suaves
de la uva, de la lechuga, de las judas.
Verdes mate sin brillo como las
profundidades de los pozos oscuros,
verdes resplandecientes como las
espinas de un pez, verdes apetitosos
como los pimientos de una ensalada,
verdes que infundan miedo como los
ojos de una serpiente venenosa. Y dentro
de este paraso de verdes, miles de
millones de capullos destellaban
amarillo, blanco, naranja y rojo. Era
primavera en Estambul.
Pero a Esther no le interesaba mucho
la estacin y volvi su mirada hacia el
Cuerno de Oro. Los barcos de guerra
que se mecan unos junto a otros, vistos
a lo lejos, parecan juguetes. Volvi a
contarlos, como ya lo haba hecho
muchas veces en los ltimos meses.
Ciento veinte checktiris exactamente.
Qu iba a suceder esa primavera en el
Mediterrneo? Era evidente que
Barbaros se enfrentara a una poca
difcil luchando contra la armada de los
Cruzados.
Aunque su esplndida casa se
construy con ducados venecianos, el
corazn de Esther estaba con los
otomanos. El caso de los barcos
cargados de trigo era algo diferente, un
asunto de negocios, y todos se haban
beneficiado: Esther, Hurrem, y los
venecianos Sin embargo la guerra
podra amenazar a su propia casa y a los
que vivan en ella. Por ese motivo,
quera que Barbaros obtuviera una
rotunda victoria. Roz la lustrosa mesa
de mrmol rosa que tena al lado como
si acariciara un tesoro.
La casa era de una belleza y un lujo
excepcionales. Len se haba quejado de
que Esther gastara tanto, pero ella quera
que fuera superior a la de Soli e hizo
odos sordos a sus palabras. Adems,
era su dinero, no el de l. No tena
ninguna intencin de pasarse la vida en
Balat, como los judos malhumorados y
ordinarios de Estambul. All, las
habitaciones de madera crujan con cada
paso, los patios adoquinados siempre
olan a cebolla quemada. Y aquellos
inevitables claveles en macetas, y jarras
de terracota mohosas, y los frascos de
vidrio de conservas y mermeladas
Qu sentido tena todo aquello? Una
felicidad simple? Para Esther aquello
no significaba nada, y esa clase de
felicidad era incapaz de colmar sus
deseos y ambiciones.
Los barcos se agitaban como si
estuvieran impacientes por levar anclas
e izar velas. Esther tambin estaba
impaciente, pero por otras razones.
Quera comprar valiosas pinturas para
las paredes de su hogar y tener tesoros
ms grandes que los de Soli. La vajilla
para la comida tena que ser de oro. Iba
a hacer realidad todos sus sueos al
final del verano, despus de la guerra.
La residencia de Esther estaba en la
mejor parte de Pera, y era ms grande y
ms lujosa que la de Soli. Todo el
mobiliario era europeo. Soli tena dos
sirvientas; Esther tena cuatro. Abraham
ahora tena una niera y no estaba menos
mimado que los shahzadahs del saray.
Esther mir las cpulas redondas del
palacio Topkapi. All las mujeres se
ahogaban en un mar de alhajas. Hurrem
poda ser la amante del poder y del
dinero; sin embargo ante sus ojos no
dejaba de ser una esclava en una jaula,
mientras que ella, Esther, era libre. Con
todo y con eso, ella contaba con pjaros
enjaulados como Hurrem para ganarse la
vida.
Esther entr a preparar el atractivo
cebo para aquellos ojos y manos vidos.
Cuando colocaba la ltima bolsa de
terciopelo en la caja, Abraham entr
llorando a gritos, con la niera
corriendo detrs.
No pude evitar que se acercara,
mi ama protest la nana. Y no hay
nada que lo haga dejar de llorar.
Esther cerr la tapa de la caja y
mientras se envolva la cabeza con el
chal de borlas, le pregunt:
Por qu lloras, Abraham?
El pequeo cogi la larga falda de
su madre y empez a dar gritos.
Quiero ir contigo! Quiero ir
contigo!
Para! No grites! Te prometo que
volver pronto, muy pronto.
No, no, no! Tengo que ir contigo.
Abraham se puso a patear el suelo,
mientras la niera trataba intilmente de
calmarlo.
Basta! grit Esther,
encaminndose hacia la puerta. Abraham
tena la cara violeta y los gritos eran
insoportables. Esther se estaba
volviendo loca, pero trat de dominar su
voz. Te llevar con tu ta. Ella te leer
y podrn hacer dibujos juntos le dijo
y lo cogi de la mano.
El pequeo chill:
Quiero estar contigo!
La niera abri los brazos con un
gesto de impotencia.
Hoy est tan raro Ni siquiera
quiere ver a doa Soli.
Estaba raro en verdad, porque
estaba habituado a pasar la mayor parte
del tiempo con su ta y su compaa le
produca ms placer que la de la madre.
Soli lo amaba, y l a ella.
Esther cogi su caja.
Me ests fastidiando, Abraham
le dijo si no te quedas quieto tendr
que pegarte. Me has odo? Y
volvindose hacia la joven. Llvatelo
y djalo que llore todo lo que quiera. No
puedo hacer esperar a Hurrem a causa
de su estupidez.
La niera trat de coger en brazos a
Abraham, pero le mordi tan fuerte la
mano que grit de dolor.
Esther aferr entonces la mano de su
hijo con firmeza.
Ven conmigo, pequeo monstruo.
Pero si pronuncias un solo sonido, te
romper el cuello y arrojar tu cabeza a
los perros. Creme, lo har.
Abraham dej de llorar en el acto.
Madre e hijo se fueron en busca del
palanqun que esperaba delante de la
casa. El nieto de las familias Nahmias y
Sarphati iba camino del saray por
primera vez.
La Fuente del
Verdugo
Esther confi su hijo a las jvenes que
cuidaban de los nios del harn, y no
habra pasado ms de quince minutos
con Hurrem cuando sali con la cara
roja y angustiada y, cogiendo del brazo a
Abraham, lo arrastr hacia la Fuente del
Verdugo.
Abraham volvi a llorar, y esta vez
Esther no dud en abofetearlo. No oa
ms que el eco de la voz de Hurrem:
Kiraze, quiero que vayas a la Fuente
del Verdugo y te fijes en lo que hay all.
Es algo que te gustar mucho. Ahora soy
completamente libre. l era el ltimo.
Mi querida Kiraze, espera a ver
El tiempo pareci detenerse
mientras recorra el camino hasta la
Plaza de las Ejecuciones. Avanz
deprisa, las mejillas ardiendo. Quin
era el ltimo? No quera ni
imaginrselo Quiz fuera solo uno de
los consejeros de Ibrahim el
asesinado Y por qu estaba tan
preocupada por la identidad de la
vctima?, qu significaba para ella su
muerte?
Esther trat de mantener la calma,
pero el nerviosismo le dola en las
entraas, y no poda respirar bien. La
sangre le palpitaba en las sienes.
Al llegar a la fuente, se detuvo
estupefacta. Vio la parte posterior de
tres cabezas decapitadas y puestas en
estacas sobre la pared de mrmol,
mientras que en otra estaca que se ergua
a mayor altura, haba una cuarta cabeza.
Los ojos de Esther se le salieron de las
rbitas por el miedo. Abraham,
sintiendo la ansiedad de la madre, haba
dejado de llorar.
Esther solo poda escuchar el ritmo
enloquecido de su corazn. Se arrastr
inconsciente hasta la fuente. Pis los
pequeos huecos del suelo llenos de
agua de lluvia, sin sentir nada. Al
acercarse a la pared de mrmol
manchada de sangre, cerr los ojos, con
la cara transida de dolor. Abraham la
coga de la falda y miraba aquellas
cabezas sin cuerpo con frialdad infantil.
Rostros oscuros de cejas y bigotes
espesos, rostros que parecan enojados
o sorprendidos. Y uno de ellos hasta
sonrea.
Pese a que Esther haba visto antes
muchas cabezas decapitadas, no pudo
mirarlas. De pronto, la alegre voz de
Abraham exclam:
Mira, mam. Aquel se parece a ti.
Como si t tuvieras bigote.
Se rio.
Esther se puso a sollozar y a tirarse
del pelo. Ya en el palanqun, se golpe
la cabeza contra las paredes, los
costados de la boca se le llenaron de
espuma, los ojos se le pusieron en
blanco. Aullaba y susurraba, pero
Abraham no entenda lo que ella deca y
la miraba con ojos de curiosidad. Estaba
asustado.
El cuerpo de Esther tembl durante
todo el viaje a Balat. El alma le
quemaba como si estuviera en el
infierno.
Sali del palanqun, cogi el
llamador con forma de mano femenina
que sostena una esfera y lo golpe con
tanta clera y violencia que se afloj y
se desprendi.
Raquel estaba regando sus claveles,
cuando escuch los golpes de su hija. Se
impresion al ver la expresin helada de
miedo y furia en su cara. Esther tir el
llamador que tena en la mano. El metal
choc con estruendo contra la pared de
mrmol del estanque y se rompi en
pedazos. Los dedos se separaron, y la
pequea esfera de bronce rod por el
csped.
Por un instante, Raquel quiso correr
tras el llamador, pero se qued inmvil.
Abraham estaba ahora cogido de la
falda de su abuela.
Esther se apoy contra el grueso
tronco de la vieja glicinia, respirando
hondo, los ojos clavados en la madre.
Empez a morderse los labios.
Lo vi, vi la cabeza ensangrentada
en la Fuente del Verdugo.
Qu ests diciendo, Esther? Qu
sucedi? Qu te pas? Qu viste?
La cabeza decapitada de Burak
Seisdedos!
Esther rea como una loca. Tena los
ojos muy abiertos, la lengua le colgaba
de la boca.
Todava le goteaba sangre del
cuello roto, las venas!
Raquel se apret la mano contra el
pecho. Esther gritaba, sollozaba y emita
extraos gemidos, mientras Abraham
jugaba con los dedos rotos del llamador.
Llevndose dos de ellos a los labios, los
bes y se puso a correr alrededor del
estanque gritando:
Mam con bigote, mam con
bigote!
Raquel sinti un dolor punzante en el
corazn. Todo el cuerpo le dola de una
forma insoportable, y se desplom en el
piso de piedra del jardn. De su boca
sali un estertor y se qued inmvil. Los
ojos verdes estaban helados, la boca
atrapada en un grito silencioso. El fuego
de la pena finalmente la haba dejado.
Alertado por la voz aterrorizada de
la esposa, Moiss sali afuera.
Qu ha pasado, Kiraze?, qu
pasa?
Entonces vio a su querida mujer
tirada inmvil.
Esther estaba tan quieta como una
estatua, mirando a la madre con ojos
opacos. Odio, amor, terror, miedo,
arrepentimiento, desesperacin todo
se mezclaba en su alma temblorosa. Era
como un pez sacado del agua que lucha
por respirar, por vivir Las palabras
de afecto que nunca se haba animado a
decirle a su madre se le atravesaron
como piedras en la garganta.
Moiss se agach sobre la mujer que
adoraba con manos vacilantes. No tena
pulso.
Qu le hiciste a tu madre,
Kiraze? le demand.
No hubo respuesta.
Moiss alz en brazos el cuerpo sin
vida de su mujer, y le apret la cabeza
contra su pecho. Se puso a gemir como
si hubiera rendido su vida a la rueda de
la fortuna.
Qu voy a hacer sin ti, Raquel?
Cmo podr respirar sin ti?
Esther se morda los labios sin
piedad y Abraham pateaba la esfera de
bronce que haba encontrado en el
csped. Mam con bigote!
De pronto sopl un viento fuerte y
los rboles de Balat lloraron de dolor.
Su llanto se extendi por las aguas del
Cuerno de Oro, el Bsforo, el Mrmara
y el Mediterrneo, hasta Toledo. La
puerta de madera de una casa
abandonada se abri con un crujido. En
la orilla del ro Tajo los juncos se
agitaron unindose a su lamento
III

30 de septiembre de 1539.
Estambul
A pesar de las heridas sin cicatrizar, de
las penas insoportables, de las lgrimas
de desesperacin de quienes habitaban
de ordinario la ciudad, el anterior haba
sido un ao triunfal para el sultn
otomano. La armada, a las rdenes de
Barbaros, haba derrotado al almirante
Andrea Doria y ahora dominaba el
Mediterrneo.
El anciano Doria haba salvado su
barco y escapado con vida por muy
poco, lleno de rabia. Los cruzados
estaban consternados, aunque Venecia
sufra todava ms. Con el tratado que el
Dogo haba firmado, iba a tener que
pagar trescientos ducados de multa al
sultn y cederle los derechos de todas
las islas del Egeo, salvo Chipre.
Durante un tiempo, no se vio ni un solo
veneciano por las calles de la capital
otomana; sin embargo, pronto volvieron
a salir. A aquellos hombres con barba de
chivo, sombrero de borla y pantalones
ajustados les importaba ms el dinero
que las guerras, las banderas, los
imperios y las religiones, y permanecer
alejados de un mercado tan grande, con
tanto trfico comercial diario no
convena a sus intereses. Estambul
revesta una importancia vital para los
venecianos y no estaban dispuestos a
renunciar a ella, sobre todo porque
haban perdido Kefe para siempre, a
travs de la cual vendan mercancas a
toda Europa. Adems, la derrota sufrida
en Egipto tambin haba puesto fin al
brillante comercio por Alejandra,
donde compraban productos exticos
del Lejano Oriente.
Competan con los florentinos que
comerciaban tejidos de algodn de
Trabzon y Hasankeyf. Estos eran grandes
clientes de hilo de seda de Bursa y se
esforzaban todo lo posible por mantener
esta ventaja sobre los venecianos.
Los holandeses, que hacan
operaciones comerciales con bandera
francesa, se concentraban en el alumbre
y la lana de Gumulcine, y los rusos del
bazar techado se ocupaban de las pieles
y las alfombras de seda.
Los estibadores descargaban
pesadas bolsas con escudos de bronce,
hilos de cobre, vidrio, pinturas y tijeras
de un barco que acababa de atracar en el
puerto. Y en el puerto tambin, los
verdugos otomanos les cortaban las
cabezas a los contrabandistas que
llevaban cobre a Irn, ya que los persas
eran rivales en el forjado y
embellecimiento de aquel metal. Aun
as, ninguno de aquellos pases
musulmanes haba sido capaz de fundir
el metal y transformarlo en hilos o
escudos ni de producir agujas para coser
sus maravillosas telas. Por otra parte,
aunque podan cubrir los marcos y los
dorsos de los espejos con maravillosos
dibujos, desconocan la tcnica del
plateado del vidrio para que pudiera
reflejar.
Merced a aquellos artculos exista
un enorme flujo de dinero hacia
Occidente que los intercambiaba por
cera, alumbre, lana, seda y plomo. Los
mercaderes siempre tenan trabajo.
En los muelles del Cuerno de Oro
haba muchos barcos atracados: los que
provenan de Izmir estaban en el muelle
de Izmir, y los de Moldavia, en el
Unkapani. En el muelle del Aceite, los
que llevaban aceite y en el del Limn,
los cargados de limones. Los que tenan
las bodegas llenas de arroz y cebada
haban remado frente al muelle de
Ihtisap para que los funcionarios a cargo
los revisaran con sumo cuidado. Los
otomanos eran muy meticulosos respecto
a los cereales. Ya fuera en guerra o en
tiempos de paz, estaba prohibido sacar
ni tan siquiera una medida de grano
fuera de las fronteras del imperio. El
comercio de caballos, plvora, cobre,
cuero y judas secas tambin estaba
sometido a una vigilancia estricta.
Aun as, siempre haba formas de
eludir los controles y traficantes vidos
de lucro. Esther haba comenzado con
las piedras preciosas, pero no tard
mucho en darse cuenta de que una bolsa
de trigo poda resultar ms valiosa que
unos pendientes de esmeralda, y muy
pronto se transform en una experta en
el tema. Los mercaderes que deseaban
comprar o vender aquella clase de
productos venan primero a su puerta.
En dos ocasiones haba logrado obtener
una autorizacin para que los
comerciantes venecianos compraran
grano y judas secas, y una vez, les haba
conseguido una licencia para la compra
de cuero. Aquel triunfo le haba
reportado un ingreso
extraordinariamente alto.
No haba ninguna casa particular en
Estambul que pudiera competir con su
lujosa mansin de Pera: juegos de
vajilla, alfombras y sedas de las ms
caras. A pesar del hervidero de odio que
haba crecido en su interior contra
Hurrem desde el da en que vio la
cabeza decapitada de Burak, sus
relaciones con aquella poderosa seora
todava eran buenas. La esposa del
sultn era una amante del dinero y Esther
saba que tena que aparentar que era
leal y amigable con ella hasta el
da de la venganza.
Un comerciante veneciano que haba
sido encarcelado por exportacin ilegal
sali en libertad con la ayuda de Esther
y eso elev su reputacin a nuevas cotas
entre los lderes de aquella ciudad-
estado. Ella era ahora la Predilecta no
solo de los venecianos de Estambul sino
tambin de todos los que se paseaban
por la plaza de San Marcos.
Aquello era sorprendente hasta para
su esposo Len, que era natural de
Venecia. Estaba asombrado de que su
mujer hubiera desarrollado tal sistema
comercial, y de que estuviera en buenos
trminos tanto con el saray como con
sus enemigos.
Kiraze era una hechicera en cuanto a
obtener beneficios, y pareca concentrar
toda su energa, inteligencia y talento en
pos del dinero. Da a da se volvi ms
apasionada, ambiciosa y despiadada.
Nada, ni siquiera su hijo, le importaba
ms que la circulacin del oro y la plata,
y lo nico que la haca sonrer era el
glorioso brillo de los ducados. Haba
enterrado su humanidad con los cuerpos
de su madre y de su secreto amor, Burak.
Sus hermosos ojos solo ardan con un
odio silencioso. El amor haba muerto
para siempre en su corazn, como un
capullo temprano de primavera detenido
antes de florecer, atrapado en la ltima e
inesperada helada. Para seguir viviendo,
para olvidar el paso del tiempo, se
dedic a todo tipo de comercio que
pudiera poner ms dinero en su camino.
Persegua lucros con una mscara fra en
el rostro.
Abraham vea raras veces a su
madre. La mayor parte del tiempo lo
pasaba con Soli, que trataba de llenar su
vida con su tierno amor de ta. En
realidad, tena ms de lo que cualquier
nio podra soar. Era el prncipe de la
casa en Pera y en Glata, y no le iba en
zaga a los shahzadahs. Kiraze siempre
usaba las mismas palabras cuando lo
reprenda: Deberas avergonzarte de
ti, tu vida es mejor que la de los
shahzadahs! Comes y bebes lo que te
gusta, tus juguetes son de oro y, lo ms
importante, los verdugos no te esperan
en el umbral de casa para
estrangularte!
Aquellas palabras no eran gran
consuelo para un nio, y segua
envidiando a los shahzadahs, en
particular despus de las ceremonias de
circuncisin de Bayazid y Cihangir,
ocurridas haca un par de semanas. Las
celebraciones haban sido
deslumbrantes, con numerosos
espectculos celebrados en el
hipdromo. Juglares, acrbatas,
bailarines en la soga, comedores de
fuegos Haban liberado cientos de
palomas en el cielo; monos y osos
bailaban al son metlico de las
panderetas; y hubo exhibicin de leones
y tigres. Miles de pobres de Estambul se
alimentaron con comidas suntuosas, y
los embajadores europeos se
horrorizaron viendo a las multitudes
comer cordero asado con las manos
cerca del famoso obelisco de la ciudad.
Las ceremonias se prolongaron varios
das, y ahora Estambul estaba a punto de
celebrar la boda de la nica hija de
Solimn, Mihrimah, con Rustem Pach,
un devshirme bosnio que haba logrado
alcanzar el rango de beylerbeyi de
Anatolia. Desde el ms humilde de los
barrios hasta el mismsimo reluciente
palacio, la ciudad se estremeca de
dichosa emocin.
El hospital que estaba cerca de la
mezquita de Haseki tambin comparta
aquella felicidad. Los mdicos y
pacientes oraban por la generosidad de
Hurrem, que haba fundado aquel
servicio para los pobres. Contaba con
seis salas y una gran cocina, y haca un
mes que estaba abierto, aunque ya eran
cientos los pacientes que haban sido
curados.
La Hanim Sultan tena admiradores
y detractores, pero para quienes haban
golpeado esperanzados la puerta del
hospital, ella era la salvadora. Algunos
probaban un milagroso jarabe, otros
coman su sabrosa sopa caliente. No
importaba; todos la bendecan al apoyar
sus cabezas cansadas en la almohada o
al levantarse de las mesas bajas donde
haban estado acuclillados, comiendo
cuanto queran por primera vez en
muchos aos.
Que Dios se apiade de ella, como
ella se ha apiadado de nosotros!
rogaban.
22 de septiembre de
1541. Budapest
Este otomano no tiene una madre
compasiva?
Isabel tena en brazos a su hijito de
dos semanas y contemplaba el ro
Danubio con ojos fnebres.
Dime, no llevan un gran corazn
en sus pechos? dijo ella.
El sacerdote que estaba de pie a su
lado abri los brazos y sacudi la
cabeza con un gesto de desesperanza. El
nio volvi a llorar. Isabel regres al
trono, lo acun, y luego se desaboton la
blusa de encaje para amamantarlo. El
pequeo Segismundo cogi el pezn y
succion el pecho de la reina. El
sacerdote baj la cabeza.
No te avergences dijo. Lo
he amamantado delante del balyos.
Fernando y Solimn trataron de
insultarme dicindome que este nio no
me pertenece y alegando que mi pobre
esposo Zapolio no era su padre. Pero
Dios lo sabe y lo s yo y todo el que
tiene ojos lo sabe Quin puede
amamantar a un pequeo varn como
este sino su madre? Acarici con
dulzura la cabeza del infante. No
tengas miedo, mi amor, tu padre est
muerto, pero tienes una madre que te
proteger a ti y a tu reino.
Tenemos que irnos, mi reina
dijo el sacerdote. Solimn lo ha
ordenado, pero ha prometido que
Segismundo ser el soberano de Hungra
cuando llegue a la mayora de edad y
para probarlo, ha enviado un
representante con una carta escrita en
oro. Tenemos que irnos a Transilvania.
Segismundo ha sido declarado
gobernador de esa regin y vos seris su
regente.
Solimn est tratando de
apoderarse de nuestro reino, porque no
puede dominarlo con su ejrcito.
Robrselo a un nio es ms fcil.
Por favor, callaos, mi reina, los
jenzaros que llevan el mobiliario os
pueden escuchar.
En la sala se podan or las plegarias
que provenan de la iglesia
recientemente transformada en mezquita.
Que escuchen todo lo que estoy
diciendo respondi la reina Lo que
han hecho est bastante claro. No oyes
los gritos que llegan de nuestra casa
sagrada? Tambin nos disparan en
nuestra propia morada. Se apoderan de
todo lo que poseemos y alegan que lo
hacen en nombre de la amistad y para
ayudarnos. Soy la reina de Hungra, y la
hija del rey de Polonia. Pero ni Solimn
ni Fernando me toman en serio. Por
qu? Porque soy viuda. Que Dios los
castigue a todos! Me gustara que
ardieran en el infierno para toda la
eternidad.
El sultn prometi protegeros, mi
reina.
Proteger? Por qu le envi
aquellos mensajeros? Para pedirle
ayuda urgente! Y qu hizo? Mand de
vuelta a mis hombres con las manos
vacas, quedndose con sus valiosos
sementales y dndoles a cambio
caballos de carga. Y ahora ha invadido
mi pas con sus despiadados jenzaros.
Eso es proteccin? Es agresin! Es
ocupacin!
Vuestro carruaje est listo dijo
el sacerdote.
Isabel se puso de pie y se dirigi
hacia la puerta. Dos sirvientes corrieron
detrs de la ltima reina de Hungra, que
haba sobrevivido hasta entonces con el
apoyo de los otomanos y los altos
tributos que les pagaba. Uno le puso un
chal sobre los hombros, el otro trat de
coger al beb, pero la reina le apart las
manos y avanz orgullosamente. El
sacerdote retrocedi cedindole el paso.
Ella atraves con paso real los
corredores llenos de jenzaros que
sacaban del palacio los enormes
floreros, pinturas y espejos; cada objeto
era una preciada obra de arte.
Segismundo lloraba nuevamente. Isabel,
la reina sin corona, lo abraz y mientras
suba al carruaje dijo:
Adis, Hungra, mi pas amado!
Un hombre de turbante le alcanz al
sacerdote un rollo. Era el representante
del sultn, y en el rollo estaba escrito
con letras de oro: Lo prometo, lo
prometo por mi Profeta, por mis
antepasados y por mi cimitarra que
Segismundo ser rey de Hungra cuando
llegue a la mayora de edad!
Pera
Solo tres semanas haban transcurrido
desde que Esther diera a luz otro hijo,
pero regres de inmediato a trabajar.
Rebati a todos los que le advirtieron
que descansara un poco diciendo: En
una poca as? La vida puede cambiar
por completo en cualquier momento, en
Estambul y tambin en Europa.
El secretario del balyos veneciano
que haba ido a visitarla comparta las
mismas preocupaciones:
Creo que el embajador francs
llegar aqu con una proposicin muy
importante. Los franceses quieren
solicitar el apoyo del sultn contra
Carlos V. De lo contrario, Francisco
cree que ser incapaz de proteger su
reino pues no cuenta con un ejrcito
apropiado y su tesoro est casi vaco.
Estis en lo cierto, signor, a m
me ha llegado la misma informacin.
Los franceses le pedirn auxilio a
Barbaros tras haber derrotado una vez
ms a Andrea Doria en Argelia. No cabe
duda de que el tiempo tormentoso lo
ayud mucho, pero aun as, numerosos
musulmanes creen que se trat de una
ayuda santa enviada por Al.
Nos informaron que miles de
soldados de la armada de Doria fueron
asesinados. Catorce de sus barcos se
hundieron y otros treinta se perdieron en
la tormenta. De modo que para Barbaros
vencerlo debe haber sido un juego de
nios. Hemos odo que el conquistador
de Mxico, el capitn Corts, se escap
de los otomanos por los pelos. Carlos V
tuvo grandes dificultades para reunir a
sus hombres, que casi murieron
congelados en el viaje de retorno a
Europa. No s si la ayuda es sagrada o
no, pero es indudable que colabor con
Barbaros. Sin embargo, los otomanos no
se van a detener a estas alturas y
supongo que aceptarn apoyar a los
franceses.
Su voz suena como si esto os
perturbara, signor.
Perturbarme? S, supongo que es
verdad, signorina, estoy preocupado.
Los otomanos nos presionarn para que
nos unamos a ellos. S, la Repblica de
Venecia no quiere lesionar sus
relaciones con el legislador Solimn,
pero tampoco queremos que la Europa
Cristiana se desintegre. He odo que
Carlos y Enrique de Inglaterra han
llegado a un acuerdo. Tenemos que
protegernos. La guerra podra terminar
con la salud de nuestro comercio con
Venecia. No podemos ponerlo en riesgo.
Entonces, en qu puedo serle
til, signor?
Sabemos cunto la valora la
esposa del sultn y su influencia sobre
ella.
Al escuchar aquella referencia a
Hurrem, el rostro de Esther se
ensombreci. Se qued en silencio un
momento, despus se compuso y dijo:
Puedo intentarlo. Solo intentarlo,
aunque no puedo prometerle nada. Tal
vez esto exceda mi influencia y sera
mejor que usted hablara con Rustem
Pach, el caballerizo.
Venecia le agradecer cualquier
ayuda que pueda darnos, signorina, no
dejaremos de recompensar su
generosidad. Puede estar segura de ello.
Debo advertirle que Rustem
Pach es un hombre muy codicioso.
Podran verse obligados a pagar una
fortuna.
El Serensimo est dispuesto a
pagar cualquier precio por la paz,
signorina. Ella se merece cualquier
precio.
Esther se puso de pie.
Lo intentar le dijo.
El joven secretario tambin se
incorpor. Antes de abandonar la
habitacin, sac un monedero de
terciopelo rojo.
Este humilde regalo es para
vuestro segundo hijo. Acptelo por
favor dijo inclinndose con respeto.
Cuando se fue, Kiraze cogi el
monedero y lo sopes en la palma de la
mano. Era lo bastante pesado como para
hacerla sonrer. Lo volc y los ducados
de oro se encendieron en llamas con el
resplandor del sol.
7 de septiembre de
1543. Blois
Francisco escuchaba con suma atencin
al coronel que comandaba la costa sur.
Sin embargo, de su cara pensativa no era
posible deducir si estaba contento o no.
Por poco llegaron a Roma. El
pueblo de Ostia temblaba de miedo. Con
la incorporacin de las cuarenta naves
argelinas, la flota otomana de ciento
diez kadirgas y cuatro mavnas se
transform en una armada musulmana
todopoderosa. Quin no se aterrorizara
ante semejante podero?
Francisco asinti.
Contina, quiero conocer todos
los detalles.
Tomar Niza fue ms fcil de lo
que pensbamos. Pero tengo que
confesar que los otomanos fueron
superiores a nosotros. Si hubiramos
estado solos, nuestra victoria habra
sido muy difcil, si no imposible.
Barbaros nos castig con su fuerza.
El comandante se haba
sorprendido de la juventud del
comandante de nuestra flota. Varias
veces repiti que aquella era una gran
humillacin para l. Un hombre de
mar experimentado como yo y mi
enemigo un nio de veintitrs aos! Es
un insulto!!
Eso dijo exactamente en el
momento de la batalla, y enloqueci al
quedarse sin plvora en el preciso
momento en que iban a disparar los
caones. Le grit con rabia al
embajador Polain: Usted sabe muy
bien llenar los barcos con vino, pero se
olvida de traer suficiente plvora para
una guerra!. Agreg que ramos unos
ignorantes y que estbamos lejos de ser
responsables y serios. Quiso
abandonarnos de inmediato y manifest
que Niza no le importaba, puesto que iba
a mancillar su glorioso nombre por
culpa nuestra. S, mi rey, de verdad nos
cost mucho persuadirlo de que se
quedara con nosotros. A Dios gracias,
Niza se rindi y el resto, usted ya lo
sabe, Alteza. Al menos por el momento,
Carlos V ya no es una amenaza para
nosotros.
Barbaros regres?
S, mi Rey. Tras la cada de Niza,
volvi a zarpar de inmediato. Por lo que
sabemos, primero fue a Toulon y de all
a Gnova para salvar a su amigo, Turgut
Reis, que fue capturado por el sobrino
de Andrea Doria, Gianettino. Los
otomanos le llaman el Capitn Nio
por su cara infantil. Barbaros lleg a la
playa y grit: Hey, Capitn Nio, si no
me lo entregas, quemar toda la
ciudad!. Los genoveses le trajeron a
Turgut al instante. Me parece que debe
de estar camino de Estambul, aunque
nadie est seguro de dnde atacar la
prxima vez. Dios nos salve de una
ferocidad como la suya. Es muy viejo,
pero todava es vigoroso y muy
inteligente. Es imposible no sentirse
impresionado por l.
Francisco no hizo comentarios, quiz
le haba sacado ventaja a su rival
Carlos, pero lo haba hecho con la ayuda
de los otomanos. Y esa verdad lo
irritaba. Estaba enfermo de las guerras,
agotado. Haba perdido a dos de sus
hijos por la peste y se senta solo,
alejado por completo de los placeres de
la vida. El caos de su mundo interior no
era menor que el del exterior.
Nuestro triunfo tambin influir en
el caso escocs, mi rey dijo el
comandante. Enrique VIII nunca podr
apoderarse de ese pas. Nuestros
partidarios jams se lo permitirn. La
recuperacin de Niza ha fortalecido la
moral de nuestros seguidores y de
muchos otros que permanecen de nuestro
lado.
Enrique dijo entre dientes
Francisco es un asesino.
S, ha asesinado a sus propias
esposas. A la ltima la acusaron de
traicin y le cortaron la cabeza. Moore,
Cromwell tambin han sido
asesinados. Siempre encuentra a alguien
que pague el precio de sus propias faltas
y fracasos. Fund una nueva Iglesia y a
pesar de eso sigue siendo el aliado
incondicional de Carlos.
A travs de la historia Inglaterra
siempre ha tratado de comerle territorio
a Francia.
Entr un mensajero para anunciar la
llegada de Jos Mendes, el joven
banquero de Amberes. El rey sonri.
Hazlo pasar. Siempre
disfrutaba de la conversacin con aquel
hombre joven y bien educado.
Comprendiendo que era momento de
retirarse, el comandante hizo una
reverencia. Cuando se iba, Mendes o
Nasi, que era su nombre secreto de judo
entr en el saln.
Qu agradable sorpresa! dijo
el rey ponindose de pie y dndole un
amistoso apretn de manos a Jos. Los
sirvientes de librea trajeron vino en
copas de cristal.
Hablaron un rato de literatura,
pintura y msica, y luego Mendes le
explic al rey el resultado de su
investigacin acerca del estado de salud
del tesoro francs. La situacin
financiera no era alentadora. Jos saba
que el ingreso obtenido por las loteras
que el rey haba fundado no era
suficiente. Francisco haba recaudado
dinero proveniente del tributo cobrado a
los campesinos durante aos, pero ahora
el pueblo se haba empobrecido y no
tena para gastar en lotera. Francia
estaba en crisis. En apariencia ese no
era un problema suyo, pero Jos saba
bien que cuando se prestaba dinero,
aunque fuera a un rey, lo ms importante
era poder recuperarlo puntualmente.
Como es natural, prefiri guardarse sus
dudas.
Francisco lo trataba como un amigo
ntimo. Al terminar la complicada
conversacin sobre dinero y
presupuestos, el joven banquero judo
quera irse, pero el rey insisti en que se
quedara un rato ms. Los sirvientes
volvieron a llenar las copas.
Mendes, quiero preguntarte algo
dijo el rey.
Majestad?
Qu opinas sobre el Nuevo
Mundo?
Por desgracia, no puedo daros una
respuesta satisfactoria. Mi trabajo se
relaciona en su totalidad con el Viejo.
Pero an as, debes de tener
alguna opinin.
Mendes bebi el vino, y luego
empez a hablar.
Creo que quien gobierne all
ahora, ser el soberano del futuro, y
Espaa y Portugal aparentemente estn a
punto de lograrlo. Al menos por ahora.
Pero vos tambin
Francisco lo interrumpi.
Parece que hemos perdido nuestra
oportunidad en el Nuevo Mundo.
Despus de todo lo que Cartier ha
hecho
Nasi lo mir con ojos inquisitivos.
El rey continu.
Le brind posibilidades
extraordinarias. Fue a Canad y lo nico
que trajo de vuelta es una bolsa de
piedras sin valor. Ni siquiera pudo
trazar un mapa adecuado y a pesar de
ello, no le negu un segundo viaje. No
escuch lo que mi representante,
Roberval, le comunic en esa ocasin y
maltrat a los nativos. Muchos marinos
valerosos perdieron la vida y nosotros,
una cantidad enorme de oro.
La salud del tesoro se puede
recuperar, como ya os he dicho,
Majestad. Yo comprendo mejor las
reglas del Viejo Mundo.
S, Mendes, t tienes mucho xito
haciendo dinero y trabajas para casi
todas las cortes.
Como vos bien sabis, no hay
frontera capaz de resistirse al dinero y
al comercio.
Tienes razn; de lo contrario,
cmo podras trabajar t con reyes que
combaten entre s?
El rostro de Mendes se puso
colorado por un instante, pues entendi
la alusin del rey acerca de las
vinculaciones de Mendes con Carlos V.
No dijo una palabra y se limit a
sonrer.
El rey no quiso seguir con el tema, y
entonces le pregunt:
Cmo est vuestra querida ta?
Muy bien, gracias. Tiene
intenciones de trasladarse a Venecia, ya
que no pudo acostumbrarse al largo
invierno de Amberes.
Eso significa que la Banca
Mendes tambin tendr una sucursal en
Venecia?
Creo que por el momento mi ta
est ms interesada en las gndolas
venecianas que en el dinero. Me ha
dejado a m ese trabajo.
Realmente te admiro, Mendes.
Tanta energa, talento, triunfos
Os agradezco mucho los halagos,
mi Rey, pero en comparacin con
vuestra riqueza, la ma es nada ms que
un insignificante punto.
Francisco asinti. Se estaba
aburriendo.
Mendes continu:
Nunca ha habido un rey como vos
en Europa, y nunca volver a haberlo. El
mundo del arte nunca os olvidar: las
pinturas, las esculturas, las obras de
literatura que tanto habis apoyado
vivirn eternamente.
Francisco volvi a sonrer.
Todava no s si es un triunfo que
un rey pase a la Historia como un
amante del arte y no como un lder
militar.
Por un instante, Mendes no pudo
encontrar una respuesta apropiada, pero
se acord del consejo de su ta:
mantener relaciones ntimas con
soberanos puede crear problemas.
Mi seor dijo finalmente
quin puede subestimar vuestros xitos
militares? Sois un gran rey, pero con
vuestro permiso, quiero ofreceros mis
humildes reflexiones sobre el tema.
Tener como objetivo la paz, la riqueza y
el progreso de la ciencia y el arte, creo
que no es menos importante que la
guerra. Si miramos los grandes
nombres
Francisco admir al joven Mendes
una vez ms. Era un verdadero hombre,
noble e inteligente. Poco despus,
Mendes pidi permiso para retirarse, y
el rey francs lo despidi con la misma
camaradera con la que le haba dado la
bienvenida.
Mientras Mendes bajaba la escalera
de mrmol del castillo, apareci la
prometida de la corte francesa, la
florentina Catalina de Mdici. l se hizo
a un lado y se inclin con una reverencia
respetuosa, mientras ella suba. Conoca
la futura importancia de aquella mujer
hermosa e inteligente.
6 de septiembre de
1544. Venecia
Los ciudadanos de la Repblica de
Venecia que madrugaban se encontraron
con la plaza de San Marcos cubierta de
agua, como suceda a menudo. El mar
haba llegado hasta las puertas del
palacio ducal, pero aparentemente
aquello no impeda el funcionamiento
feliz de la ciudad. Venecia iba a festejar
otra fecha excepcional. Era el primer
domingo de septiembre, y ese da se
realizara la ltima y la ms importante
de las regatas iniciadas en mayo. Las
balotinas conducidas a remo por seis
altos funcionarios del Serensimo, as
como las veloces puparinas de los
aristcratas, se preparaban para los
festejos. En aquella ciudad de canales,
toda clase de naves haba sido
embanderada con enseas de colores. Se
haban lustrado todas las piezas de metal
y cepillado todos los asientos de
terciopelo. Las mascaretas de las
prostitutas disfrazadas, las sandolas de
los pescadores, las gndolas de la clase
media Todas formaban en fila en los
costados de los canales.
Pese a las nubes, todos estaban
seguros de que el sol brillara todo el
da. Las plidas sombras de cientos de
puentes se atravesaban en la superficie
del agua inmvil y se mezclaban con las
de las casas. Los primeros peldaos de
sus entradas, adornados con estatuas de
piedra, se encontraban bajo del agua.
Unas largas ramas de hiedra llenas de
flores de color violeta colgaban de los
vitrales de las ventanas y puertas. Las
campanas taan e invitaban a todos a
salir y los primeros rayos del sol
comenzaban a pintar reflejos en las
cpulas del palacio.
Doa Gracia Nasi se despert
mucho antes que los dems y durante una
hora estuvo contemplando la ciudad en
movimiento desde su ventana. Luego se
sent delante del elegante escritorio,
sac una hoja de papel del cajn y tom
la pluma para escribir una carta a su
preciado y amado sobrino.

Mi querido sobrino:
Para calmar tu
preocupacin, empezar con
estas palabras: estamos muy
bien. Tu prima Regna y yo nos
hemos acostumbrado a Venecia
y nuestras vidas no carecen de
nada, salvo de tu querida
sonrisa y tu tierno amor. Estoy
segura de que nos visitars a
menudo, pero a pesar de ello te
extrao mucho. Deseara que
trajeras aqu todos tus negocios
y te quedaras con nosotras.
No creo que nos amenace
ningn peligro mientras seamos
cautos. Venecia es mejor para
los judos que otras ciudades de
Europa, por ms que los
obliguen a vivir en guetos. Los
judos que transitan por las
calles durante el da deben usar
ropas especiales para
distinguirse de los dems, y
poner un pie fuera de los guetos
por la noche se castiga con
severidad; despus de que el sol
se pone, sus enormes puertas se
cierran con llave. Para estos
desgraciados es
extremadamente difcil salir de
la ciudad y se requieren muchas
autorizaciones. Sin embargo, se
les permite trabajar y ganarse
la vida. Como te podrs
imaginar, muchos son
impresores y mdicos. Los
libros impresos en los guetos
venecianos son de altsima
calidad. Los judos sacan
provecho de todas las
oportunidades con el mayor
esmero e inters. Me duele ver
trabajar a esta gente con tanto
ahnco en condiciones tan
limitadas. Tener que ocultar mi
verdadera identidad es otro
motivo de dolor.
Me parece que lo mejor
para nosotros ser que nos
traslademos a Constantinopla.
De esa forma, podemos
ayudarnos y ayudar a nuestros
hermanos en la fe. S que tienes
algunos contactos en la capital
otomana. Por favor, infrmate
todo lo que puedas sobre esta
alternativa.
A propsito, cada vez que
hablo con los mercaderes que
comercian con los otomanos,
siempre escucho un mismo
nombre, una tal Esther que
aparentemente tambin es
conocida como Kiraze. Por lo
que entiendo, esta mujer tiene
un contacto muy ntimo con la
corte, en especial con el harn
imperial. Creo que el padre es
un impresor espaol. El marido
de la hermana es un famoso
mdico del palacio otomano y
su marido es natural de
Venecia. Segn mi opinin, debe
de ser una mujer muy
interesante, sobre todo si tienes
en cuenta que su fama ya ha
llegado a Italia desde el aislado
mundo del Islam Tal vez
pueda sernos til. De todos
modos, no es posible juzgar
quin es til y quin no. Lo digo
porque ni siquiera estoy segura
de mi propia hermana. Est de
un humor raro, celosa tal vez. A
veces parece como si hubiera
perdido el juicio y siento que
podra denunciarnos. Mi
propia hermana, qu pena!
Espero estar equivocada. Pero
no te inquietes por esto, puedo
manejarlo.
Creo que tal vez entristezca
tu da con mis angustiadas
palabras. La vida aqu no es tan
sombra, pues suceden muchas
cosas entretenidas y alegres.
Venecia es una ciudad muy
dinmica. A Regna le encanta
vivir aqu. Vamos a menudo a
recepciones y bailes.
Carnavales, obras de teatro,
viajes en gndola Hoy
veremos la regata. Hace das
que la ciudad que se est
preparando para ella. Con toda
seguridad tu prima te contar
por escrito todos los detalles de
esta fiesta espectacular.
Yosef, finalizo mi carta con
amor. Por favor, escrbeme
cuando tengas tiempo y ten
mucho cuidado, querido mo. S,
el negocio es importante, pero
t eres lo ms importante y lo
ms valioso del mundo para
nosotras. Regna y yo te
extraamos.
Tu ta que te quiere,
Gracia Nasi

Dobl el papel, lo introdujo en el


sobre que haba sacado de la caja de
plata, lo sell y tir del cordn para
llamar al criado. Los gritos alegres de
los gondoleros llegaban hasta ella.
Camin hasta la ventana adornada con
un hermoso marco de pjaros y flores.
La gran cantidad de embarcaciones le
impidi ver la fachada de la catedral del
otro lado del canal. El sol brillaba. Iba a
ser un da excepcional.
6 de mayo de 1547.
Sutluce. El Cuerno
de Oro
Sokullu Muhammad Pach haba
planificado durante mucho tiempo su
ascenso de rango, y a la muerte de
Barbaros, lo nombraron comandante en
jefe de la flota otomana. Aquello fue una
sorpresa para todos y hasta para l
mismo, puesto que era completamente
ajeno al mar, pero Barbaros ya haba
dominado el Mediterrneo antes de su
muerte y no haba ninguna posibilidad
de que surgieran nuevas amenazas desde
all. Tampoco haba signos de una guerra
por tierra, pues los otomanos haban
firmado nuevos tratados con Carlos V y
su hermano Fernando. Solimn esperaba
que el nuevo comandante en jefe
reorganizara la flota y la fortificara con
nueva tecnologa. Pasado el primer ao,
el sultn qued satisfecho con el
resultado y, por lo tanto, el nombre de
Sokullu fue recordado y lo nombraron
Beylerbeyi de Rumeli.
Sokullu estaba contento con su nueva
jerarqua y su nuevo deber, pese a que
su rostro sereno nunca revelaba sus
pensamientos o emociones. Era un
maestro en el ocultamiento de su mundo
interior. Estudiaba lo que lo rodeaba con
ojos de halcn y desarrollaba planes y
estrategias. Se mantena a distancia de
todos y era difcil imaginar siquiera lo
que pasaba por su cabeza, pero haba
encontrado un amigo en el Sheikh ul-
Islam Ebussuud Efendi.
No solo sus formas de pensar eran
parecidas, sino que sus casas estaban
cerca. Aquellos dos altos funcionarios
del imperio vivan en kiosks vecinos en
Sutluce. Desde all, iban y venan con
sus asuntos de estado.
Mehmet Pach prefiri compartir la
alegra que haba sentido al recibir su
nuevo ttulo con Ebussuud Efendi. Los
dos hombres se sentaron uno al lado del
otro en el jardn, disfrutando de la
temperatura primaveral.
Sokullu Pach, Dios te ayude con
tu nuevo deber. Espero que te traiga
suerte a ti y a todos nosotros.
Amn, InshaAllah, Dios no
permita que nunca me avergence.
Te preocupas por nada, pach. No
hay ningn otro pach tan correcto,
trabajador y serio como t. Quin sino
t podra ser el Beylerbeyi de Rumeli?
Muchas gracias. Como te puedes
imaginar, Ebussuud Efendi, mis deberes
no son fciles. Hay mucha gente a la que
le encanta crearle problemas al
imperio
Me lo imagino. Ruego a Dios que
le otorgue una vida larga a nuestro
sultn. No quiero pensar lo que
sucedera si Hurrem le sobreviviera.
Exactamente. Ya tenemos bastante
agitacin mientras l est vivo. La hija
del sultn y esposa del gran visir
Mihrimah y su madre Hurrem estn
demasiado interesadas en la poltica y el
dinero. A Rustem Pach tambin le
importa mucho la riqueza. En realidad,
me parece que toda la familia no codicia
ms que riquezas.
Es dueo de semejante tesoro.
Miles de esclavos, caballos con
monturas de oro, caftanes, caftanes,
caftanes En realidad no tengo idea de
lo que har con todos sus bienes.
Mi querido amigo, la gente no es
lo que era. Ahora lo nico que desea es
oro. En la actualidad oigo ms sobre
sobornos, corrupcin y faltas de decoro
de lo que nunca antes escuch. Dicen
que una juda llamada Kiraze recibe
licencias del saray para mercaderes
extranjeros con gran facilidad. Por
supuesto que ella no proporciona gratis
el servicio, y las licencias tampoco. Una
mujer jugando a las marionetas en el
harn Eso no es bueno para nosotros.
Que Dios nos ayude, a ti
especialmente, pach. Trabajar en esa
atmsfera de engao no es fcil, pero t
triunfars.
InshaAllah, InshaAllah
suspir Sokullu. Tengo miedo de que
estos shahzadahs me causen problemas.
Selim se ha dedicado a jugar y a comer.
El trono no le importa nada, pero
Mustaf y Bayazid estn impacientes por
gobernar y podran luchar entre ellos.
Hurrem quiere que su propio hijo
Bayazid use el kavuk imperial.
Dios nos preserve dijo
Ebussuud Efendi. Toda esta intriga
Mientras nuestro sultn todava est
vivo, gracias a Dios. El que tiene
derecho a gobernar el imperio despus
de l es Mustaf. Es el mayor y el ms
inteligente, y es maduro. Pero
supongamos por un momento que
Mustaf no existe. En ese caso, el trono
debera pasar a Selim, ya que es mayor
que Bayazid.
Dices la verdad, amigo mo, pero
cuando la mano de una mujer interviene
en la poltica, las cosas se convierten en
un caos. Hurrem quiere que Bayazid sea
el sucesor y har cualquier cosa para
ponerlo en el trono. No puedo ni
siquiera imaginarme qu clase de
ardides trama. Estoy preocupado; nadie
piensa en el futuro del imperio. Maana
pueden cambiar las cosas en Europa, y
estallar nuevas guerras. Europa est a
punto de ebullicin. Francisco muri y
su hijo Enrique II es un catlico loco. La
mujer, Catalina de Mdici, no se
diferencia de las mujeres de nuestro
harn imperial pues tambin est
resuelta a gobernar.
T crees que Inglaterra tambin
tendr problemas?
S, es muy probable. Enrique VIII
ha muerto y su nico hijo, Eduardo, es
todava un nio. Los regentes
gobernarn el reino; entre tanto sus
hermanas Mara e Isabel harn cualquier
cosa por ascender al trono. Es posible
que se produzcan luchas religiosas. La
pelea entre catlicos y protestantes
podra propagarse por Europa. No
sabemos lo que Carlos proyecta. En
Rusia, Ivn lleva la corona de zar, y
efectuar muchos cambios. Cuando el
equilibrio de poder cambie en Europa,
nosotros tambin deberemos hacerlo. No
podemos quedar fuera de este crculo.
Debemos pensar con cuidado, y para eso
necesitamos gente con sentido comn.
Sokullu asinti pensativamente.
No te preocupes demasiado por
esto, pach dijo Ebussuud Efendi si
tenemos tres pachs ms como t, como
espero que as sea, entonces venceremos
todas esas dificultades.
Amn murmur Sokullu
ponindose de pie. Ahora tengo que
irme; por favor, ora por m. Necesitamos
tus plegarias ms que antes.
Despus de que se fuera, el Sheikh
ul-lslam rez y ley durante horas el
Corn.
Sokullu Muhammad Pach vea con
antelacin los peligros y ya haba hecho
planes para superarlos. Mir fijamente
las casas de Pera y Glata,
acaricindose la barba encanecida.
Poda manejar los problemas
provocados por los hombres, pero qu
poda hacer con las mujeres? Estaba
desesperado por sofocar sus intrigas.
Pero, lo nico que poda hacer era
acechar y esperar. Sin embargo, iba a
investigar a aquella juda, Kiraze.
Primero, conseguira una lista de sus
contactos.
22 de noviembre de
1551. Glata
Todava no haba llegado la noche, pero
el clima era tormentoso la lluvia no
haba parado en todo el da y todas
las lmparas de aceite de la casa de
Chiprut estaban encendidas.
Las llamas de la chimenea
proyectaban sombras saltarinas sobre
las paredes y el silbido del viento haca
sonar las persianas de madera. Un mar
de Mrmara plomizo arremeta contra la
playa y no quedaba ni un solo barco en
las aguas cubiertas de un manto blanco.
El invierno va a ser terrible
dijo el doctor Chiprut alzando los ojos
del grueso libro que tena en las manos
. Si lodos cambia en poyraz podemos
esperar nieve. Quin sabe? Quiz
maana nos despertemos viendo los
techos tapizados de una espesa
cobertura blanca.
El mdico ms respetado y de ms
confianza del saray tena ms de sesenta
aos, el pelo y la barba casi
completamente blancos, pero todava
estaba en buena forma.
Soli se encogi de hombros,
mientras que el segundo hijo de Esther,
Can, gritaba de alegra:
Va a nevar!, va a nevar!
La ta le hizo un gesto para que
bajara la voz, cogi la mano de Sami y
dijo:
Escribe derecho, techo con
techo, te haras yazici del commercho.
Sami era el ms pequeo de los
nios de Esther. Tena seis aos, pero ya
haba aprendido a leer y escribir. Soli,
igual que haba hecho con los dos nios
mayores, tambin lo cuidaba. Esther
viva en un mundo diferente. No estaba
interesada ms que en el dinero. El hijo
mayor ya participaba de sus negocios, lo
que preocupaba a Soli. No se opona a
que l trabajara, pero a sus ojos el saray
siempre haba sido un lugar aterrador.
Le daban escalofros cada vez que
escuchaba noticias de que hombres de
alta jerarqua eran estrangulados, o que
les cercenaban la cabeza. Le repeta al
sobrino: Techo con techo, te hars
yazici del commercho.
Era una frase tradicional
pronunciada entre las familias sefarditas
para alentar a los nios a adquirir una
buena educacin. Significaba:
Escrbelo correctamente, rengln por
rengln, entonces podrs convertirte en
secretario de la aduana. Lo que Soli
soaba para el futuro de sus nios
realmente no tena nada que ver con que
se transformaran en secretarios de la
aduana. Quera que al menos uno de
ellos continuara con la imprenta en
Balat. Su padre era muy anciano y viva
solo en aquella casa, porque se haba
negado a vivir con cualquiera de las
hijas, diciendo: Quiero morir aqu,
entre mis queridos recuerdos. Soli
administraba la imprenta. Si hubiera
sido por Esther, la habran cerrado haca
aos, pero Soli quera que en el futuro
Can o Sami siguieran llevando adelante
el tradicional negocio familiar. El
camino de Abraham ya estaba trazado:
iba a ser joyero como su padre y su
abuelo. El muchacho, con orgullo
reflejado en sus ojos, le mostraba a la
ta lo que haba escrito en su cuaderno.
Bravo, Sami dijo ahora
puedes ir a jugar con tu hermano. Si te
portas bien, te traer galletitas.
Sami corri con Can. Mientras tanto
Soli acomod los libros y los cuadernos
que estaban sobre la mesa.
Otra vez viene tarde le dijo al
marido.
Quin, Esther? replic l.
Soli asinti.
Llegar pronto, no te preocupes.
No me alegra que est tan cerca
del saray, o del harn.
No hay nada de qu preocuparse,
yo tambin voy al saray.
Pero eso es distinto. T eres
mdico.
S, es mi trabajo y Esther hace el
suyo. No hay necesidad de preocuparse
por ella. Yo no la pierdo de vista. Ella
sabe lo que hace y lo hace muy bien. No
es el tipo de mujer para quedarse
sentada en casa. Ni siquiera los hombres
pueden competir con su energa y
voluntad. As que tranquilzate, por
favor.
Si t lo dices
Se puso de pie para ir a la cocina y
volvi con las galletitas que haba
preparado para los nios, cuyas risas se
escuchaban afuera; el marido volvi a
abrir el libro.
Cuando Soli regres a su lado,
tambin rea.
Ah viene Esther dijo contenta.
Te lo dije, querida. Te atormentas
por nada, como una vieja.
Un minuto ms tarde, Esther entr en
la habitacin.
Ah, qu fro hace fuera!
exclam.
Los nios corrieron a su encuentro.
Mam!
Basta, dejadme recuperar el
aliento un instante.
Dnde est Abraham?
pregunt Soli.
Se quedar un rato con el padre en
el negocio. Hoy lleg mercadera nueva
de Venecia y tienen que colocar todo.
El doctor le hizo un lugar delante del
fuego.
Y todo anda como debe?
Ms o menos. Las mujeres del
harn imperial siempre estn
hambrientas de frusleras. Todos los
das inventan una razn que festejar, y
tengo que confesar que para nosotros
eso es perfecto.
Alguna otra noticia, adems del
harn?
T conoces los asuntos de la corte
mejor que yo, doctor.
Soli intervino preguntando:
Cmo va la salud de la sultana
Hurrem?
Regular Creo que tiene un
problema grave de riones, y el hgado
tampoco le funciona bien.
Cogiendo otra galletita de la
bandeja, Esther dijo:
No creo que vaya a morirse. Tiene
el aspecto de una cerda feliz.
Esther?! exclam Soli
sorprendida mirando a su hermana.
Cre que tenas una buena relacin con
ella.
Buena relacin? Yo no hago nada
ms que mi trabajo. Cuando ella se
vaya, llegar otra. La joven que compr
para Selim, el hijo, cmo se
llamaba? S, ahora me acuerdo:
Nurbanu. Camina por los pasillos del
harn como si ya fuera la sultana. Pronto
se convertir en otra Hurrem. Estoy
harta de ella! Espero que se rena
pronto con sus antepasados. Es una bruja
desalmada. Una asesina!
Se mordi los labios y se qued un
rato en silencio.
Cul de todos ellos no lo es?
dijo el doctor. Ah, casi me olvidaba
decroslo, tengo noticias de doa Gracia
Nasi.
Al or el nombre de aquella
poderosa mujer, Esther se coloc y se
dispuso a escuchar con atencin.
Est ultimando los preparativos
para partir hacia Estambul. Ha escrito
que por el momento su familia est a
salvo en Ferrara, pues escaparon all
despus de que la hermana denunci que
ella era juda.
Su propia hermana! dijo Esther
Quin lo podra creer?
Yo, s dijo Soli, y en el
momento en que aquellas palabras
salieron de su boca, se puso colorada.
Esther se constern un poco, pero no
respondi y el doctor se aclar la
garganta.
Doa Gracia le traer nueva vida
a Estambul declar l. Es una
mujer muy refinada.
Tendran que rezarle a Dios todos
los das para agradecerle a l tu ayuda,
doctor. Si no hubiera sido por tu
influencia en el saray, nunca les habran
dejado instalarse en Estambul, ni jams
habran recibido permiso para ir a
Ferrara. Esa historia podra haber
terminado con toda facilidad en la
Inquisicin.
T tambin ayudaste mucho,
Esther. Te lo agradecer con gran
sinceridad cuando llegue aqu.
Esther se encogi de hombros.
No tiene importancia dijo.
En realidad me interesa la llegada de su
sobrino, pues es un hombre singular. Es
el favorito de todas las cortes y
aristcratas de Europa. Tambin har
una gran impresin en Estambul.
Tan importante es el dinero,
Esther? pregunt Soli.
El marido baj la vista, al tiempo
que Esther entrecerraba los ojos.
De verdad, no puedo creer lo
lejos que vives de la realidad, Soli
dijo Esther. Por supuesto, el dinero
tiene mucha importancia. Crees que es
tan fcil de conseguir? Reinas y reyes le
confan a Nasi sus tesoros. Ellos son los
soberanos que pueden decidir el destino
de millones de personas con una sola
palabra. Eso te parece tan simple y
sencillo? Querida ma, puedes estar
segura de que es mucho ms difcil que
ocuparse de una imprenta desconocida
en un monte de Balat.
Soli no dijo una palabra, pero se
sonroj. El doctor trat de cambiar de
conversacin.
Esther dijo sin prisa, qu
piensas del caso del shahzadah?
Creo que Hurrem har lo
imposible para quitarse de encima a
shahzadah Mustaf. Quiere que su hijo
Bayazid sea el prximo sultn. Alguna
vez Solimn le neg algo? Si eso llega a
suceder, habr una lucha entre l y su
hermano Selim; Hurrem no comprende
esto. Ella cree que con la desaparicin
de Mustaf todo terminar
pacficamente. Tenemos que hacer
planes de futuro tomando en cuenta todas
las alternativas.
Qu quieres decir?
Quiero decir que necesitamos
contar con tres planes diferentes: uno
para el sultanato de Mustaf, uno para el
de Selim y otro para el de Bayazid. No
podemos cometer una sola
equivocacin. Estos shahzadahs tienen
sus propias camarillas: los visires,
lalas, agas Debemos ser muy
prudentes.
Toda esta maquinacin es mucho
ms difcil que ser mdico!
Difcil o no, es peligrosa dijo
Soli. No debemos olvidarnos nunca
de lo que le pas a Piri Reis, el capitn
en jefe de la armada otomana, cuando
tena ochenta y dos aos.
Esther la mir con desdn.
Piri Reis era un muy buen marino,
es verdad, pero cometi un grave error.
Y un otomano jams se olvida de un
error, ni le importa la edad de la
persona que lo cometi. Esperabas que
no se acordaran de cmo escap de la
flota portuguesa nada ms que para
salvar su vida y las mercaderas en el
Golfo de Basra? Naturalmente, le
cortaron la cabeza!
En sus ojos se reflejaba la luz de las
llamas de la chimenea. Si Soli no
hubiera conocido tan bien a su hermana,
habra pensado que estaban hmedos,
pero su hermana jams lloraba. Soli se
dio vuelta para ayudar a los nios a
ponerse los abrigos; Esther se envolvi
en el chal de lana y con el dobladillo se
sec discretamente el rabillo de los
ojos.
24 de agosto de 1554.
Londres
Amaneca cuando Mara Tudor, o
Mara la Sanguinaria como la
llamaban comnmente, se despert con
el canto de los pjaros en la ventana del
dormitorio. Amaneca y sin embargo a
su alrededor todo estaba an a oscuras,
pues las cortinas que rodeaban su gran
cama eran tan espesas que no dejaban
pasar un solo rayo de luz. Saba lo
hermosos que eran los jardines del
palacio a aquellas horas tan tempranas,
pero no corri las cortinas para
satisfacer el gusto de ser la primera en
ver el csped cubierto de gotas de roco,
como sola hacer siempre en su infancia.
Se puso la mano sobre el vientre
apenas hinchado y se qued quieta, con
los ojos abiertos. Aquel era el segundo
embarazo, y rezaba para no perderlo
como haba sucedido con el primero.
Tena miedo de sufrir el mismo destino
que su pobre madre, Catalina de Aragn.
Catalina haba estado embarazada
muchas veces, pero, salvo Mara,
ninguno de sus hijos vivi. Quiz si
Mara hubiera tenido un hermano, no la
habran obligado a vivir aquella vida
trgica. Qu pecador fue su padre,
Enrique VIII! Cuntas veces haba
ordenado la muerte de sus propias
esposas para engendrar un heredero
varn! Pero finalmente, ella era la que
llevara la corona.
Mara era la primera reina de Gran
Bretaa. Despus de la muerte de
Eduardo, el nico hijo varn de su
padre, se haba convertido en soberana.
El pueblo la haba bautizado como la
Sanguinaria solo un ao y medio ms
tarde. Idiotas, les llamaba ella. Iba a
permitir que los protestantes
promovieran disturbios? Tena que
detenerlos (qu duda caba), y deban
imponerse los castigos necesarios.
Despus de todo, ella necesitaba
cumplir con todas las obligaciones de la
Iglesia Catlica.
Mara intentaba que Inglaterra
volviera a aliarse con el Papado.
Saba con certeza quines se
rebelaban contra ella: los nobles. Eran
los nicos que se haban aprovechado
de la confiscacin de propiedades y
tierras a causa de la decisin de su
padre de separarse del Vaticano, y ahora
estaban a las puertas de perder sus
fortunas. Ese era el origen principal del
odio hacia Mara y la razn por la que
se haban opuesto a que se casara con su
primo Felipe, el hijo de Carlos V. Si
aos atrs el padre no hubiera objetado
su boda con el propio Carlos V, la
situacin podra haber sido mejor. Sin
embargo, al legarle la corona a su
hermano, Carlos sigui siendo el
hombre ms poderoso de Europa.
Y el hijo de Carlos, Felipe Su
corazn no se llenaba de amor cuando
pensaba en l. Felipe tena once aos
menos que ella y era delicado, sereno e
inteligente, pero la relacin entre ellos
no era como la que existe entre un
hombre y una mujer. Era una transaccin
destinada a formar una unin de
poderes. La resurreccin del
catolicismo era una pasin mucho ms
fuerte que el amor y ella, siendo reina,
conoca bien esa verdad absoluta. Si no
fuera eso, por qu tendra que casarse
con un hombre tan joven? Sin embargo,
aquella unin necesitaba con urgencia un
heredero.
Oh, queridsimo Jesucristo rog
. Por favor, apidate de m.
Cuntas veces su pobre madre
haba recitado la misma oracin? Mara
tena la certeza de que si no daba a luz
un hijo la exiliaran igual que a ella, y
que su hermanastra Isabel gobernara el
reino en su lugar; eso significara la
destruccin absoluta de todos los
esfuerzos que ella haba hecho.
Isabel no era catlica, sino
protestante, como su madre y su padre, y
Mara saba que Isabel estaba implicada
de alguna forma en el ltimo brote de
violencia. Por eso orden que
encarcelaran a Isabel en la Torre de
Londres sin sentir remordimiento o
pesar por la decisin. Mara haba sido
obligada a hacer de nodriza de Isabel
cuando era joven. Cunto haba
padecido! Era posible que tambin
Isabel hubiera sufrido en algn sentido?
Ella no haba arrastrado a cuestas la
humillacin de ser hija ilegtima como
Isabel, pero aun as
Cerr los ojos y trat de alejar
aquellas preocupaciones de su mente. Se
concentr en el futuro hijo. No deba
rendirse ante la debilidad de las
emociones. Volvi a acariciarse el
vientre. Inglaterra y la Iglesia Catlica
lo necesitaban imperiosamente.
Se levant despacio y le hizo una
sea a uno de los criados que se
encontraba en la puerta esperando
rdenes. La habitacin haba empezado
a llenarse de luz y comenzaba otro da
difcil. Mara Tudor saba que no poda
confiar en nadie, que tena que ser
fuerte, y si era necesario, despiadada.
Gobernar significaba eso.
Glata
Yosef Nasi era bien conocido en la
ciudad, pese a que haca menos de un
ao que estaba en Estambul. Todos,
desde el sultn hasta los mendigos en la
calle, hablaban de l. No sera
exagerado decir que su fama haba
llegado al Imperio Otomano mucho antes
de que se presentara ante Solimn.
Una gran escolta de jenzaros
acompa su caravana de quinientos
judos sefarditas en sus viajes por los
Balcanes y en todos los lugares donde se
detena a descansar era aceptado con el
mayor respeto y generosidad puesto que
era un invitado especial del sultn.
Cuando Nasi se inclin delante del
trono, Solimn le expres su felicidad
de verlo en territorio otomano. Se
pronunciaron palabras pomposas y se le
entregaron preciosos obsequios como
prueba de esa cordialidad, y los
obsequios del joven al sultn no fueron
menos deslumbrantes. El banquero judo
le haba trado lo mejor de la cristalera
veneciana, as como joyas de una
belleza extrema.
Solimn deposit una gran confianza
en ese hombre que haba pasado muchos
aos en las cortes europeas como
consultor financiero privado de reyes y
reinas. Nasi se convirti enseguida en un
visitante asiduo del saray. Todos los
balyoses de Glata tenan deseos de
pasar el tiempo con l, pero el francs y
el veneciano eran los favoritos del
joven, en especial porque haba trado
consigo una carta de presentacin para
el embajador francs de parte de su
colega de Roma. La manifestacin de su
identidad juda no haba provocado
cambios radicales en sus relaciones
comerciales.
Solimn lo llamaba Frenkoglu
Yosef, y la gente le puso el apodo del
Grandioso Judo o Rico Judo. Todos lo
observaban con admiracin cuando,
acompaado de sus guardias de
brillantes uniformes, estudiaba aquella
maravillosa ciudad tratando de
comprender cuanto antes sus verdades.
No se satisfara solo con la belleza
natural que vea en derredor. Las
ambiciones de Nasi eran muy grandes,
aunque su pasin por estar en el centro
mismo de toda actividad que fuera
importante segua siendo fundamental.
Para empezar, se esforz por
comprender las luchas entre los hombres
poderosos, para decidir qu conducta le
convena seguir. Antes de su llegada, el
sultn haba ordenado dar muerte a su
propio hijo Mustaf, y el joven fue
estrangulado delante de los ojos de su
padre. En el palacio, todos tenan claro
que aquello era resultado de las intrigas
de Hurrem y Rustem Pach.
Al poco tiempo de la muerte del
shahzadah Mustaf, Cihangir, el hijo de
Solimn, que amaba profundamente a su
hermano aunque no fueran de la misma
madre, muri de pena. Nasi mir
atentamente la mezquita construida en
nombre de aquel infeliz shahzadah.
Erigida en la montaa sobre Tophane, se
ergua entre los rboles verdes como un
preciado monumento.
Volvi la vista hacia Uskudar. La
Torre de la Nia pareca estar tan cerca
que imagin que podra tomarla en su
mano como un juguete. Dos barcos
esperaban para entrar en el puerto y las
cpulas de cobre del palacio Topkapi
empezaban a brillar con los primeros
rayos de sol. Nasi pensaba en los dos
herederos restantes, Bayazid y Selim,
los dos hermanos que quedaban para
luchar uno contra el otro por el trono
Tena que estar en idnticos trminos
con los dos, a pesar de que haba visto
enseguida la debilidad de Selim. El
hombre tena un carcter desequilibrado
y era fcilmente influenciable; a eso se
agregaba que beba y coma en exceso.
Cuando Yosef le regal cuatro caballos
ingleses y una docena de cajas con vino
italiano, de inmediato lo nombr
Orfebre Mayor y a partir de aquel da se
mantuvieron unidos como gemelos.
Yosef todava no conoca a Bayazid,
pero tambin le envi regalos a l. Por
el momento, Nasi no quera hacer ningn
movimiento que pudiera perturbar aquel
frgil equilibrio. Como artfice en la
construccin y sostenimiento de
relaciones ventajosas, aquello era algo
que surga con naturalidad en l.
Se sorprendi de la gran cantidad de
judos que haba en Estambul. Muchos
tenan un contacto ntimo con el saray y
controlaban la mayor parte del comercio
de la ciudad. El sultn estaba rodeado
de mdicos judos. Todos los artculos
necesarios para el harn se compraban
por mediacin de Esther Kyra. Ella
jugaba con los sultanes como un
titiritero. Su influencia trascenda las
fronteras del imperio y era muy
conocida en Venecia, Valaquia,
Moldavia, Transilvania y muchas otras
regiones de Europa. Era una mujer muy
inteligente y tambin muy atractiva. Nasi
senta afecto por ella.
La ta de Nasi prefera la cortesa de
Soli, la hermana de Kiraze, y estaba muy
impresionada con la editorial. Trat de
asociarse con ella y mejorar el negocio.
Ya haba hecho una larga lista de libros
que haba que publicar. Nasi sonri al
pensar en su ta. Qu mujer tan
sorprendente! Trabajadora, generosa,
inteligente, bella, respetuosa. Una mujer
que se haba consagrado a la felicidad y
riqueza de los judos. Nasi estaba
orgulloso de ella y ahora adems iba a
ser su suegra. Regna y Yosef se casaran
hoy. Haba quienes consideraban extraa
la diferencia de edad, pero eso no era
importante. Su relacin estaba basada en
el respeto y la comprensin mutua, y con
aquel casamiento la riqueza de las dos
ramas de la familia se unira
consolidando ms an su poder. Yosef
estaba seguro de que la familia Nasi
tena un futuro brillante. Regna iba a
vivir como un miembro de la realeza. Y
quin sabe? Quiz algn da l podra
convertirla en una reina autntica.
Volvi a sonrer, feliz con sus
sueos. El sol que se alzaba desde
Uskudar empez a jugar sobre las aguas
azules del Bsforo. Las golondrinas que
iban en busca de alimento para sus cras
volaban sobre su ancho balcn y en la
entrada del Cuerno de Oro, las gaviotas
revoloteaban alrededor de los barcos de
pesca.
Nasi pens un momento en Venecia.
Regresara alguna vez? No estaba
seguro. Cortar sus lazos con Occidente
no sera til para nadie, ni para l ni
para Solimn. Ms an, Francia todava
no haba pagado el prstamo. Tena que
encontrar una forma de cobrarlo sin
destruir la cordialidad entre la familia
Nasi y la corte francesa.
Sacudi la cabeza. Aquellos no eran
temas para pensar en la maana de su
boda. Solo Regna deba ocupar su
mente. Entr para mirar la corona que
ese da le iba a poner en la cabeza.
Incrustada con cientos de diamantes,
brillaba como el sol que apareca en el
cielo, abrazando todos los rincones de
la ciudad.
13 de abril de 1558.
El nuevo saray.
Topkapi
El amo del gran imperio se senta tan
msero como un mendigo cualquiera.
Sufra porque ya nada tena sentido para
l. Durante dos das no haba dormido ni
comido siquiera un bocado de pan.
Aunque trataba de esconder su pena, le
resultaba imposible mantener los ojos
secos. Haba perdido para siempre a su
amada Hurrem. El viejo sultn la amaba
con pasin y se haba consagrado a
hacerla feliz. Desde que la vio por
primera vez, se haba sentido
irresistiblemente atrado por ella y
recordaba aquellos mgicos
momentos
Hurrem, la joven rusa, le haba
robado el corazn con su risa musical,
como el canto de los ruiseores. A pesar
de todas las bellas mujeres procedentes
de diferentes tierras que llenaban su
harn, l la haba elegido a ella. Era
muy dulce y clida, y adems, muy
inteligente. Ella era la nica que poda
apartar su mente de los problemas del
Imperio. Lo haca feliz y por eso se cas
con ella.
Solimn crea firmemente en el otro
mundo, pero eso no reduca su dolor.
No tengo a nadie, susurr para s.
El marido de la hija, Rustem Pach,
que no se apartaba del lado del sultn
desde haca dos das, lo mir con
compasin:
Quieres que te traiga algo, mi
sultn?
Solimn sacudi la cabeza apenado.
Al menos deberas tomar sopa, mi
sultn.
Sacudi la cabeza otra vez, los ojos
hmedos, la barba gris temblorosa.
Pronto iremos a la mezquita
dijo el gran visir. Por favor, deja que
te pida algo de comer. Si nuestra querida
Hanim Sultan viviera an, se
entristecera de verte as.
Quiero decirte algo, Rustem
Pach dijo al fin Solimn.
Qu, mi sultn?
Cuando me muera, entirrame
cerca de ella.
Que Dios te salve. Que Dios tome
mi vida y te la d a ti.
No quiero vivir sin ella.
Podremos dormir juntos en el vientre de
la tierra. Ella tambin lo quera. Mi
nico consuelo es que vio la mezquita
Suleymaniye con sus edificaciones
terminada. Ella contribuy mucho para
que ese proyecto tuviera xito. Si en
Estambul hay una escuela de medicina,
es por ella. Y sin embargo sus mdicos
no pudieron salvarla
Es la voluntad santa, mi sultn. Lo
que se pudo hacer, se hizo. Tanto los
mdicos de la escuela como los de la
corte todos trataron de ayudarla
pero Puedes estar seguro de que todos
la recordarn con gratitud y cada
paciente sano que deje el hospital rogar
por su alma.
La mezquita Suleymaniye, la obra
maestra del gran arquitecto Sinan, era
verdaderamente magnfica. Se poda ver
desde casi todos los barrios de la
ciudad y su escuela de medicina, que
tambin funcionaba como un hospital,
era muy importante.
En muchos sentidos era diferente a
otros hospitales anteriores ya que
tambin era un centro de investigacin
mdica. A las rdenes de un jefe mdico
trabajaban mdicos especialistas, una
farmacutico y dos ayudantes, un
administrador, cuatro responsables del
preparado de los jarabes, un
mayordomo, dos lavanderas, un barbero,
un sirviente para el bao y cuatro
responsables de los incapacitados
mentales. Trabajaban mucho. El
tratamiento de los enfermos mentales se
haca con msicos que ejecutaban
melodas con efectos sedativos, en un
sector separado del edificio.
Un tutor vena cuatro veces por
semana a ensearles medicina a ocho
estudiantes de la escuela. El sultn haba
ordenado que el tesorero principal le
pagara al hospital trescientos akches
diarios para cubrir los gastos.
Mucha gente odiaba a Hurrem a
pesar de su filantropa. Aunque haba
dado dinero para la construccin de
muchas mezquitas, casas de comida y
hospitales, y la mezquita Suleymaniye
coronaba todas sus realizaciones,
aquella ambiciosa mujer le haba
ordenado al sultn que asesinara a dos
visires, primero a Ibrahim Pach y luego
a Sinan Pach. Y despus de ellos la
lista segua Tal vez esperaba que Dios
la perdonara si ayudaba a los pobres y
enfermos. El peor acto y el ms
imperdonable sin duda fue que indujera
la muerte del shahzadah Mustaf.
Hurrem hizo todo lo que estaba en su
mano para quitrselo de encima, y
promover a sus propios hijos al trono.
Murmuraba constantemente al odo de
Solimn que Mustaf tena puestos sus
ojos en el trono hasta que al fin el sultn
orden la ejecucin de su propio hijo.
Solimn el Magnfico se puso de pie
lentamente.
Vamos dijo. Cumplamos con
nuestro deber final.
Mientras se preparaban para el
funeral que se iba a realizar en la
mezquita Suleymaniye, las voces de las
mujeres que recitaban el Corn en el
harn se mezclaban con las voces de las
mujeres que venan del Gran Saln.
Una multitud formada por miles de
personas se congreg aquella tarde en la
mezquita. Desde el sultn y sus altos
funcionarios hasta los mendigos y las
personas sin hogar todos rezaron por
la paz de Hurrem en el otro mundo.
Glata
Soli se inclin sobre su hermana, que
estaba en cama, plida y desolada.
Quieres que Len venga a verte?
le pregunt.
Esther respondi:
No, no quiero ver a nadie.
No te asles, tal vez haya una
solucin.
Una solucin? Si hubiera una
solucin para un nio torcido, Hurrem la
habra encontrado. Dios lo sabe, a mi
edad no quera un hijo y trat de
deshacerme de l, pero
No digas esas cosas. Todo viene
de Dios. Adems, estoy segura de que el
nio ser vivaracho e inteligente.
Mrale los ojos!
Cllate, Soli, cllate! Djame
sola y llvate tambin a esa criatura.
Sin pronunciar otra palabra, Soli se
fue con el nio en brazos. Los ojos de
Esther se llenaron de lgrimas de rabia y
dolor. Finalmente, se haba enfrentado
con sus peores temores. Desde el
momento en que vio a Cihangir en el
harn, haba sentido que aquello pasara
algn da. Y ahora, el da en que Hurrem
haba sido colocada en la tumba, Dios le
haba dado ese nio como si fuera un
castigo. Pero, un castigo por qu? Ella
gema, Por qu, por qu?. Y por qu
justo ahora, cuando haba logrado sus
objetivos, cuando las cosas estaban en
lo mejor Un monstruo, despus de tres
hijos saludables. Qu iba a hacer con
l? Cmo podra mostrarlo en pblico?
Ojal que l o yo hubisemos muerto,
murmur.
Durante aos, Esther dese
ardientemente la muerte de Hurrem, ya
que ella haba sido responsable de la
muerte de Burak. Aquella mujer haba
provocado el fin del nico amor de
Kiraze. Ella recordaba qu feliz se
senta Hurrem dndole aquella terrible
noticia como si fuera una broma. Por
qu no la iba a odiar? Pese a todos los
aos transcurridos, Esther todava senta
dolor al pensar en Burak. No poda
olvidarse del da en que lo haba
esperado horas en el puerto. Por qu no
haba ido? Por qu? Haban pasado
treinta aos y el corazn todava le lata
cuando se acordaba de l. La herida de
su alma no haba podido cicatrizar ni
cicatrizara jams. Se mordi los labios
y musit: Dios mo, por qu me has
castigado?
El doctor Chiprut no admita que el
nacimiento de un nio tullido fuera un
castigo. Crea que el intento de aborto
de Esther era la causa de las
deformidades.
Si Esther no hubiera tratado de
abortar, este pobre nio probablemente
sera tan saludable como sus hermanos
le dijo a su mujer.
Quiz respondi Soli.
Soli le dio al nio el nombre de su
difunto padre. Moiss haba muerto la
primavera anterior, mientras estaba
sentado en el jardn, sin sufrir de
ninguna enfermedad. Ahora su nombre
cobrara nueva vida en el nio recin
nacido. Soli lo estrech contra su pecho.
Ya haba aceptado a Moiss como suyo
propio.
Trata de ayudar a Esther para que
vea qu nio tan encantador tiene le
dijo al marido. La espalda puede
mejorar con el tiempo mediante vendas
y masajes. Aunque no pueda caminar
bien porque una pierna es ms corta que
la otra, tendr una vida til.
Mi pobre pequen. Soli
acarici con suavidad la mejilla de
Moiss. Mi querido beb.
Es mejor tener esas deformidades
en el cuerpo que tener una mente
deformada dijo el marido.
Ser inteligente. Ves el brillo de
sus ojos? sonri Soli.
El doctor le palme el hombro.
S, ser muy inteligente y llegar a
ser yazici, tal como dices siempre.
Se rieron alegres. El doctor cogi su
maletn y se encamin hacia la puerta.
Voy a visitar a doa Gracia; sufre
mucho con el reumatismo.
Por favor, mndale mi amor. La
visitar dentro de poco.
26 de septiembre de
1562. Glata
A pesar de las penas de 1561, el
siguiente fue un ao feliz. Cuando la
madre muri, y estando el padre an
vivo, Selim y Bayazid se pelearon por el
trono. Los dos hermanos se convirtieron
en enemigos despiadados. Bayazid le
declar la guerra a su padre y despus
de su derrota se refugi con el sha de
Irn. Por desgracia, eso provoc su
trgico fin y el de sus hijos. El sha,
incapaz de resistir la presin de la corte
otomana, dio finalmente la orden de que
los estrangularan.
Tras la muerte de aquel shahzadah,
que fue muy admirado por los jenzaros,
la mayora de los habitantes del imperio
se desesper, aunque hubo unos pocos
que se alegraron, incluidos el
shahzadah Selim y sus seguidores.
Nasi haba sido durante largo tiempo
amigo muy ntimo de Selim, quien le
haba prometido al Grandioso Judo el
reino de Chipre cuando ascendiera al
trono.
Solimn ya era muy viejo, y se deca
que se senta an ms amargado y
deprimido por el terrible destino de sus
hijos. No confiaba en Selim y por eso le
haba enviado cartas de advertencia,
pero saba que la actitud de su hijo no
iba a cambiar. Selim no era apropiado
para convertirse en sultn y no sera
capaz de cumplir con las
responsabilidades de un imperio. Sin
embargo, no poda hacerse nada puesto
que Selim era su nico hijo vivo.
Como soberano experimentado y de
amplia visin, Solimn trat de tomar
medidas preventivas para evitar
problemas cuando l muriera. El
imperio necesitaba altos funcionarios
dedicados e inteligentes. Ese mismo
ao, le entreg a Sokullu una de las hijas
de Selim y la otra a Piyale Pach,
mientras que la hija de Mustaf, al que
haba mandado matar, se cas con el jefe
de los jenzaros.
Los festejos de boda se prolongaron
durante meses. A todos los pobres de la
ciudad se les dio comida y bebida; los
fuegos artificiales transformaron las
noches en da y la gente pareci dejar a
un lado las penas del ao anterior.
Relegar al olvido los oscuros recuerdos
del pasado era la nica forma de hacer
frente a la vida futura, y todos deseaban
enterrar algo en el pasado.
Esther tambin era humana, y el
dinero no le traa alivio. El dolor, lo
mismo que la felicidad, era igual para
ricos y pobres. Necesitaba dejar atrs el
pasado. Ya estaba bastante habituada al
pequeo Moiss. El nio haba
aprendido a caminar muy tarde, pero
empez a hablar antes de su edad. Soli
todava se ocupaba de l los das en los
que no tena que ir a la imprenta con
doa Gracia y admiraba mucho su
inteligencia.
Doa Gracia Nasi, con la ayuda de
su sobrino, haba obtenido permiso para
gobernar la antigua ciudad de
Tiberades, en Tierra Santa, aunque tuvo
que pagar un tributo apropiado.
Tiberades era el segundo lugar sagrado
despus de Safed[21] para los judos y
estaban restaurando sus antiguas
murallas. Como Yosef no poda dejar
Estambul porque sus rivales polticos se
aprovecharan de su ausencia, doa
Gracia viaj en su lugar. Ella
proyectaba construir un kiosk junto al
lago y vivir all, cuando finalizaran las
obras de restauracin. Muchos judos de
Espaa e Italia, al enterarse de la buena
nueva, se trasladaron a Tiberades y
trabajaron en cuerpo y alma para
reconstruir la ciudad sagrada.
Yosef haba ordenado a sus hombres
que plantaran moreras alrededor de la
ciudad. Su propsito era no solo
proporcionar sombra sino un medio de
que la gente se ganara el sustento. l
manufacturara seda, y los viedos
abasteceran la produccin de vino.
Doa Gracia se senta muy feliz con
aquellos planes. A fin de cuentas, su
objetivo era crear una tierra para los
judos, y pareca que ahora se iba a
hacer realidad. Yosef trataba de hacer
cuanto estaba a su alcance para ayudarla
con el plan, que tambin era muy
importante para l.
El sultn era generoso y amigable
con Yosef y nunca le negaba lo que
peda. Hasta le haba enviado una carta
dura e inflexible al Papa exigindole
que le diera permiso a los judos para
vivir en Italia como sbditos del
Imperio Otomano, a fin de que cesara la
violencia contra ellos. La carta asust al
Papa y cambi de inmediato su actitud.
Poda decirse entonces que todo
marchaba sin contratiempos, y en cierto
modo, Esther obtuvo un gran beneficio
de ello. Ella era la principal fuente de
informacin de Nasi.
La vida cambi mucho en el harn
tras la muerte de Hurrem. Mihrimah, que
haba ido a vivir al saray cuando muri
Rustem Pach, ahora era la responsable.
Nurbanu, la favorita de Selim, no
significaba por el momento una amenaza
para esta nueva ama, ya que l no era de
los que mantenan una sola amante.
Todas las noches comparta su cama con
otra joven o mozo. La nica forma de
que Nurbanu gobernara el harn era
esperar el momento en que uno de sus
hijos se convirtiera en sultn.
En medio de aquella confusin,
Esther se transform en el ama secreta
del harn y desplegaba una actividad
febril. Esa maana haba dispuesto dos
autorizaciones particulares para los
mercaderes venecianos, luego haba
conversado con Nasi sobre el comercio
de cera, y despus se entrevist con el
embajador de Florencia. Haca diez
minutos que haba entrado en su casa. El
marido y los hijos todava estaban en el
bazar techado. Esther llev a su
habitacin los ducados de oro que haba
ganado ese da para guardarlos en la
caja fuerte oculta tras un cuadro y llam
a su sirvienta para que encendiera el
fuego. La temperatura era clida durante
el da, pero helada de noche.
Antes de que pudiera tocar la
campana, la mujer entr y le dijo:
Mi ama, en la puerta hay una
mujer, y dice que tiene un mensaje muy
importante para usted.
No le preguntaste cmo se
llama?
S. Me dijo que la conoce de
Balat.
Balat? Aquella parte del
pasado ya no le interesaba, y no tena
ganas de hablar con una vieja demente.
Dile que se vaya dijo Esther.
Pero si es pobre, dale algo de comida.
Trat de despacharla, pero insiste
en hablar con usted. Dice que una mujer
en su lecho de muerte espera por usted.
Esther se dio vuelta violentamente
hacia su sirvienta.
Cmo se llama esa mujer? Ve y
pregntaselo.
Dice que la llamaban Kyra.
Kyra?
S, ama, eso es lo que dijo.
El pelo del cuello de Esther se eriz
y su mente volvi al pasado, Kiraze,
tengo noticias para ti: Burak Seisdedos
Pach arde por verte.
Orden que le trajeran el chal y
corri a la puerta.
Volver enseguida. Si llegan
invitados antes que yo, diles que no se
preocupen.
S, mi ama.
Pera
Haba pasado largo tiempo desde que
Esther pisara las mugrosas y maltrechas
calles de Pera, pero ahora senta como
si hubiera estado all la semana anterior.
El corazn le lata con fuerza en el
pecho.
Esther salt del palanqun en cuanto
se detuvo y cogi el viejo llamador para
golpear la puerta. Era igual al que ella
haba arrojado al jardn con tanto dolor
y rabia aos atrs. Moiss jugaba en la
actualidad con la pequea esfera de
bronce, que era todo lo que quedaba de
l.
A pesar de los aos transcurridos,
todo segua igual. Unos haban muerto,
otros haban nacido, la vida haba
cambiado, pero ella estaba tan excitada
como una joven. Golpe otra vez y una
anciana vestida de negro abri la puerta.
Pase, Kiraze Kadin dijo.
Esther entr en silencio. La casa
haba envejecido, pero era la misma
casa que Kiraze recordaba, y se
encamin hacia la habitacin que la
mujer le indic, con el piso de madera
crujiendo bajo sus pies.
Debajo de una gran cruz colgada de
la pared, haba un cuerpo encogido en
una cama. Tena la vieja cara arrugada y
a Esther le record a una tortuga.
Cuntos aos tena? Cien?
La mujer emiti algunos murmullos y
levant con lentitud su mano delgada. Le
pidi a Esther que se acercara,
dicindole:
Kiraze, qu bella eres.
Esther se sent en el borde de la
cama y mir los dedos secos que cogan
los suyos con tanta firmeza. Su cara
tena una expresin de disgusto y piedad
al mismo tiempo.
Con gran dificultad, Kyra dijo:
Qu alegra que hayas venido
aqu, Kiraze, te he extraado mucho.
Esther la mir sin saber qu decir o
qu hacer.
Tengo que decirte algo dijo la
mujer fijando sus ojos en Esther.
Creme que lo que sucedi no fue solo
culpa ma. Tu madre me oblig.
Mi madre? Qu dices, Kyra?
Pach tena que partir con gran
urgencia, y te dej un mensaje, pero tu
madre lleg
Cerr los ojos, en el lmite de la
vida, pero necesitaba decir algunas
cosas ms antes de morir.
Esther se estremeci.
Qu mensaje, Kyra? Por qu
vino a verte mi madre? Dmelo!,
dmelo!
Casi sacudi a la mujer, pero
recobr la compostura a tiempo.
Agua murmur Kira, un poco
de agua.
Esther cogi el vaso de una mesita
baja prxima a la cama y lo acerc a los
labios agrietados de la mujer. Kyra
bebi dos sorbos y volvi a abrir los
ojos.
No te enojes conmigo, mi Kiraze.
Tu madre me oblig a jurar, y lo hice
por la Sagrada Biblia y por Jess.
Ahora estoy violando mi juramento. Que
Dios me perdone.
A Esther se le cort la respiracin.
Tu madre me oblig a ocultarte el
mensaje de Burak Pach. Iba a casarse
contigo cuando volviera, pero ella no
me dej decrtelo. Me amenaz.
Pero, por qu? Por qu?
exigi Esther.
No lo s. Tal vez porque era
marroqu.
Marroqu?
S. Cuando se lo dije a tu madre,
casi se volvi loca. Los otomanos lo
capturaron all.
Por qu se alter tanto?
No s, Kiraze.
Entonces era rabe?
En absoluto. Se convirti al Islam
despus. Su nombre original era
Cristian.
Cristian?
S, lo crio una anciana, se
llamaba se llamaba Cora.
Cora? Qu ests diciendo? No
entiendo.
Eso es todo lo que s. Tu madre
no quera que te casaras con l y me
oblig a mantener en secreto el mensaje
de Burak. Perdname, por favor. Se
puso a besar los dedos de Esther
mientras lloraba.
Perdonar?
Esther estaba rabiosa, pero se puso
de pie con calma.
Olvida todos tus problemas, Kyra
le dijo. Sucedi hace mucho
tiempo. Yo ya me he olvidado de esas
cosas. T tambin tienes que olvidarlas.
La anciana cerr los ojos y se qued
dormida enseguida. Estaba muerta?
Raquel traspas la puerta, le dio un
poco de dinero a la mujer que esperaba
all y se subi al palanqun.
En el trayecto de vuelta a su casa,
Raquel trat de comprender lo que haba
pasado en el lejano pasado. Por qu
me hiciste esto, mam?, pens. Por
qu me condenaste a la infelicidad?,
qu es lo que queras de m?. Estaba
furiosa y al mismo tiempo senta
curiosidad. Su madre, una mujer de
corazn tan tierno Por qu no la
haba dejado casarse con Burak?
Porque era un converso, o porque l no
conoca a su familia, o porque tena seis
dedos, o porque era de Marruecos, o
porque l estaba enamorado de ella?
La cabeza le dola terriblemente y su
alma estaba abatida de pena. En su
mente volvi a aparecer la cabeza
decapitada de Burak. Quiz ella hubiera
sido incapaz de cambiar su horrible
destino, pero Por qu su madre haba
cambiado su vida? Vivi aos en
confusin, y ahora estaba todava ms
desconcertada. Por qu?, se pregunt
en voz alta, pero no haba forma de que
ella supiera la verdad, por ahora.
Se recost, pensando que era mejor
olvidarse del pasado, como Kyra le
haba dicho. Lo hecho, hecho estaba.
Raquel era su madre y las madres hacen
cosas secretas. Esther tena cuatro hijos,
tambin era madre. Sera capaz de
hacerles algo as a ellos? Abraham,
Sami, Can y el pobre Moiss Nunca
se haba interrogado a s misma de
aquella forma. Esther pens eres
madre. Y Len el tierno y torpe Len
de cara regordeta, era padre, un
verdadero padre. Empez a jugar con el
collar de ochenta rubes que nunca se
quitaba.
Pensar en el pasado era como entrar
en una caverna llena de moho. Quera
volver a casa cuanto antes. Por primera
vez, dese sentarse con su familia, frente
a la chimenea.
Burak la atormentaba, causndole
todava dolor, pero l se haba ido.
Haba desaparecido. Esther no
permitira que siguiera confundindola.
Me olvidar de l, pens,
mordindose los labios.
Tiberades
El lago con forma de pera se alimentaba
con las aguas de siete ros. Era tan azul
como el cielo y estaba rodeado por altas
montaas. El sirviente de Nasi, Yasef
Ibn Ardut sentado debajo de un rbol
alto observaba desde un monte la
reconstruccin de Tiberades, con un
sentimiento de orgullo y felicidad.
La renovacin de las murallas de la
ciudad haba terminado el da anterior.
Decan que la nueva ciudad era un poco
ms pequea que la antigua, pero era tan
acogedora, limpia y bien organizada que
nadie lo censur. Las gruesas paredes
ahora limitaban a Tiberades en forma
de cuadrado. La puerta occidental
adornada con piedras blancas y negras
recogidas de los antiguos restos
romanos era magnfica. La puerta norte,
ms pequea, no era visible con
claridad debido a las altas palmeras que
la custodiaban. La sinagoga estaba
dentro del laberinto de casitas
blanqueadas de la ciudad y los jardines
de los saludables manantiales de agua
caliente junto al lago ya estaban verdes.
Los viedos, las huertas de ctricos
y los campos frtiles se extendan hasta
muy lejos, fuera de las murallas. Las
moreras crecan ms altas cada da, y
las ovejas tradas de Espaa no sin
dificultad se apacentaban
pacficamente.
Ibn Ardut pensaba que Yosef Nasi
era un gran hombre. Si no surgan
grandes obstculos, Tiberades pronto
desafiara a Venecia y Florencia en el
ramo del tejido, y en muchos otros
terrenos la renacida Tiberades pronto
se convertira en una competidora. Los
miembros ms refinados de las
comunidades judas de Espaa y
Portugal llegaban de forma continuada.
Debido a las actitudes hostiles del
papado y pese a los ataques de los
corsarios y de los Caballeros de Malta,
tambin arribaban muchos refugiados de
Italia.
El kiosk de doa Gracia Nasi ya
estaba casi terminado y la gente
esperaba con gran entusiasmo a su
benefactora. La ciudad se volvera ms
dinmica cuando ella llegara. Tras miles
de aos de sufrimiento, los judos iban a
saborear la alegra de vivir otra vez en
la Tierra Prometida.
Aquella victoria, desde luego, no
haba llegado fcilmente. Si los
gobernadores de Damasco y Safed no
hubieran cumplido las rdenes del sultn
otomano, las obras necesarias nunca
habran comenzado. Fue una lucha ardua
porque los rabes manifestaban que con
la refundacin de Tiberades, la
influencia islmica disminuira. Algunos
rumoreaban que aquello estaba escrito
en su libro sagrado, el Corn. Por eso,
ningn rabe quera trabajar en la
reconstruccin de la ciudad, hasta que el
gobernador mand cortarles las cabezas
a dos hombres, y entonces todo cambi.
Nasi era uno de los hombres de
mayor confianza del saray en la
actualidad, y prueba de ello era lo
mucho que el sultn lo haba ayudado.
Pero, aquello se deba a la simpata del
soberano por el Grandioso Judo o haba
un propsito secreto detrs de su
generosidad? Algunos cabalistas que se
haban afincado en Tiberades con la
ayuda de doa Gracia alegaban que los
otomanos solo queran impulsar el
desarrollo de aquellas tierras olvidadas.
Tal vez estaban en lo cierto. Despus de
todo, por qu razn los otomanos iban a
crear otro estado con sus propios
recursos?
A Yosef Ibn Ardut no le interesaba
mucho la poltica y careca de
conocimientos para realizar un anlisis
apropiado. Era feliz con el simple
cumplimiento de su deber. Se recost
contra el tronco del rbol, debajo del
que estaba sentado y mir atentamente el
lago alimentado por las aguas del ro
Ha-Yardem. Los pescadores trabajaban
en pequeos botes mecidos por el
viento, remaban hacia los sitios donde
abundaba la pesca y all arrojaban las
redes. Cerca de ellos, los pjaros
migratorios tenan prisa para ir a
reconstruir sus nidos. Igual que
nosotros, pensaba Ardut, ellos haban
reconstruido a prisa sus casas.
Mientras miraba la hermosa ciudad
de Tiberades (o Taberiye como la
llamaban los otomanos), Ibn Ardut crey
ver un futuro brillante.
El harn imperial
En ese mismo momento, Esther deca
ms o menos lo mismo sobre una joven.
Creo que tendr un futuro brillante.
En cuanto Esther vio a aquella
belleza veneciana que haba sido
comprada para shahzadah Murat en el
bazar avrat, qued cautivada no solo por
su gracia fsica, sino porque sus ojos
hmedos brillaban de inteligencia.
Era la hija del gobernador de Corf.
Sus modales exquisitos eran la prueba
de su esmerada educacin. Qu otra
cosa poda hacer sino llorar? Los
corsarios otomanos haban atacado el
barco veneciano en el que iba a visitar a
su padre y la trajeron a Estambul con
otros esclavos. Haca una semana que
estaba en el saray y no haba dejado de
llorar. Nurbanu le haba pedido a Kiraze
que hablara con ella y tratara de
calmarla.
La risa te convendra ms que el
llanto, hija ma le dijo Esther.
La joven se asombr al or que
alguien le hablaba en italiano y dej de
llorar.
Usted es italiana? le pregunt.
No, pero Venecia no queda tan
lejos. Soy juda. Mi familia vino de
Espaa, pero yo nac aqu.
Cmo soporta esta vida?
Ah, la vida en Estambul no es tan
mala como parece, en especial para los
judos. En este pas estamos seguros.
Estambul es una ciudad encantadora.
La joven agit sus hombros
redondos.
Venecia es ms encantadora an.
Quiero volver.
Mira, Safiye
No me llamo Safiye.
Yo tampoco me llamo Kiraze,
pero me gusta que me llamen as. De
cualquier modo, debes escucharme. Eres
una joven hermosa y es evidente que
tambin eres inteligente. Te presentarn
al futuro sultn del Imperio Otomano.
Eso tambin significa que eres
afortunada. Puedes ser la Madre Sultana
si Dios te da un hijo. Y creme, eso es
ms importante que ser la esposa del
Duque de Venecia. Entiendes? Deja de
lamentarte y llorar, y abre los ojos. Este
harn no es un lugar seguro y sobrevivir
aqu no es fcil. Tendrs que enfrentarte
con artimaas y evitar intrigas
espantosas y mortales.
Mortales?
S. Tendrs que hacer frente a
cientos de mujeres ardiendo de celos y
dispuestas a envenenarte. Ten cuidado
de por dnde pisas. S prudente.
Comprendes?
La joven asinti. Esther le acarici
la mejilla y abri su caja para sacar una
cadena de oro con una perla solitaria.
Esto es para ti le dijo.
Espero que te traiga suerte.
Safiye cogi el collar y sonri.
Volvers a visitarme maana?
S. Todos los das vengo al harn.
Vendo alhajas y suministro las
provisiones para la cocina. Hasta
maana, Safiye. No te olvides de lo que
te he dicho. S prudente y empieza ahora
mismo a aprender turco. Eso es esencial.
Esther se encamin hacia la puerta,
luego se dio la vuelta.
Y no te preocupes. Hay algo que
pueda traerte de Venecia?
Por el momento no. Gracias. Su
sonrisa dej ver sus lindos dientes
blancos.
Esther pensaba en ella mientras
caminaba por los oscuros pasillos del
harn. S, esa joven era diferente de
todas las dems; ella lo haba sentido.
Esther no recordaba ninguna otra
ocasin en la que ella le hubiera hecho a
alguien un regalo, una alhaja. Y no
estaba muy segura de por qu lo haba
hecho, pero estaba convencida de que
era lo correcto. La hija del gobernador
de Corf iba a ser una figura muy
importante en la corte otomana. Lo intua
con mucha intensidad. Safiye estaba
preparada para un futuro brillante. Con
la ayuda de Kiraze, desde luego.
Londres
Los ingleses no se rebautizaban unos a
otros como lo hacan los otomanos, pero
en cambio se ponan sobrenombres,
incluidos sus gobernantes. E Isabel, la
hija de Enrique VIII, no fue la excepcin.
No bien hubo ascendido al trono, el
pblico la llam la Reina Virgen o la
buena Reina Bess. Aquello sucedi
despus de la muerte de Mara la
Sanguinaria, que haba provocado la
muerte de tantos protestantes para
fortalecer a la Iglesia Catlica.
Isabel haba sido proclamada reina
sin una sola dificultad ya que, pese a los
intentos, su hermanastra Mara haba
muerto sin hijos y no haba otro
heredero al trono.
Isabel haba sufrido aos la presin
de los fanticos funcionarios catlicos,
aunque gobernaba el pas en paz, sin
distinguir jams entre protestantes y
catlicos, y por esa razn era tan amada.
Los catlicos ni siquiera haban
objetado que la excomulgaran, ya que
ellos eran libres de practicar sus ritos en
sus propias iglesias. Durante seis aos,
la reina haba trado tolerancia al pas.
Y por eso el apodo, la reina Buena.
La reina Virgen, el otro
sobrenombre, tena su raz en una razn
completamente diferente, personal. A
Isabel le gustaban los hombres, pero tras
haber sido testigo de la decapitacin de
la madre y de la madrastra por orden de
su padre, haba perdido toda su
confianza en ellos y rechazaba todas las
propuestas de casamiento. An as,
estaba enamorada de Robert Dudley, que
trataba de convencerla de que fuera su
mujer. Aquel hombre guapo y atractivo
era viudo desde haca cuatro aos, y
corran rumores de que haba planeado
la muerte de su mujer para quedar libre
y cortejar a Isabel. La buena Reina Bess
era muy eficiente y perspicaz
gobernando el pas, pero no era tan
fuerte cuando se trataba de Robert.
Refutaba todas las crticas contra l.
Todos en la corte, salvo ella, conocan
su carcter ambicioso.
El padre de Robert Dudley era el
Duque de Northumberland y regente de
Eduardo, el nico hijo varn de
Enrique VIII. A la muerte de Eduardo,
Robert haba sido confinado en la Torre,
pero el encarcelamiento dur nada ms
que un ao. l haba conocido a Isabel
mucho antes de que se convirtiera en
reina y escal rpidamente las
jerarquas. Primero lo haban nombrado
caballerizo mayor del palacio de
Inglaterra, que era famoso por su gran
inters en los caballos, y despus se
convirti en miembro del grupo de
consejeros privados de la reina. Y ahora
estaba a punto de conocer el nuevo ttulo
que Isabel le haba otorgado.
No puedo creer que me hayis
honrado tanto, mi reina. Sois ms que
buena. Sois una reina que debe ser
adorada.
Dudley, por favor. T te mereces
lo mejor. Espero que muy pronto
podamos realizar la ceremonia.
El joven hizo una reverencia
respetuosa. Ser llamado Conde de
Leicesther y Barn de Denbigh era muy
importante, pero sus objetivos iban ms
lejos todava.
Mi reina dijo, har todo lo
que est a mi alcance para ser
merecedor de este honor que me habis
otorgado, pero, puedo aspirar al mayor
de todos los honores?
La reina acarici el delgado cuello
de encaje de su vestido. Sonrea como
una nia traviesa.
Dudley, t me echas a perder y te
confieso que me gusta, pues disfruto de
tu compaa. Pero mis
preocupaciones y mis obsesiones, t las
conoces bien. Adems, como reina,
tengo deberes. No solo soy responsable
por m. Primero debo pensar en mi
pueblo. No quiero romperte el corazn,
que es tan valioso para m, pero no
puedo prometer algo que no puedo darte.
Por qu no dejar que alguien disfrute
esta maravillosa oportunidad?
Alguien? Pero mi reina
Isabel se rio.
Tu matrimonio no acabar con
nuestra amistad, entonces, por qu te
opones todava a la peticin de tu reina?
Al mismo tiempo que miraba a su
amada, el hombre se acarici la barba
con sus largos dedos, tratando de
adivinar a quin tena en mente para l.
No te fatigues, Dudley dijo la
reina. Te dir quin es la joven
afortunada: Mara Estuardo.
Mara Estuardo?
Tambin es una Tudor, y heredera
al trono.
Robert Dudley se asombr porque
haba dado por hecho que Isabel lo
amaba, pero ahora Su instinto no lo
engaaba. Ella estaba enamorada del
nuevo Conde de Leicesther, aunque no
era una mujer corriente. El amor poda
cerrarle los ojos un tiempo, pero cegarla
totalmente, nunca. Posea una corona y
un trono, y ellos no se comparaban con
el afecto de ningn hombre. Con ese
casamiento, Isabel podra dominar a la
reina de Escocia, que representaba una
amenaza, y al mismo tiempo ver a su
amante cuantas veces quisiera sin
escuchar sus tediosas propuestas
matrimoniales.
Dudley se qued en silencio. Isabel
dijo con voz seductora:
Quiz nuestros encuentros podran
cobrar otra clase de excitacin.
Me he quedado sin habla, mi
reina. Yo Yo Su rostro
demostraba confusin. Haba soado
aos con desposar a la reina de
Inglaterra, pero la idea de ser el marido
de la reina escocesa no le pareci del
todo mal. Isabel lo analizaba con
atencin, tratando de adivinar sus
intenciones.
Salgamos a caminar un rato,
Dudley. El aire fresco de esta
maravillosa primavera serenar nuestros
pensamientos. Podemos hablar de esta
boda, y tambin de los nuevos desafos
de nuestro representante en Mosc en el
jardn. Dime, crees que nuestros
mercaderes y marinos podrn hallar el
paso noreste entre Asia y el Nuevo
Mundo? Si lo hacen, Inglaterra avanzar
una centuria en un solo ao, y
dominaremos para siempre aquellas
tierras.
Se puso de pie, se acomod la larga
falda y descendi los escalones. Cuando
lleg al ltimo, se detuvo y le mostr a
su pretendiente un rostro pensativo.
Tenemos que hablar de nuestros
problemas financieros.
Dudley extendi su mano sobre el
brazo de ella.
No habis aprobado el tema de
la lotera que propuse?
Lotera?
S, mi reina, no es arriesgada, y
como bien sabis ya ha sido probada
antes en otros pases con gran xito. El
difunto rey de Francia, Francisco I,
autoriz la lotera hace aos y de esa
forma ha obtenido muchos ingresos para
el tesoro; y los italianos han hecho lo
mismo. All cada ciudad tiene una. Es
una forma segura y sencilla de sostener
el presupuesto.
Pienso que tal vez tengas razn,
Dudley. Por qu no intentarlo? Y como
muy bien dices no puede considerarse un
juego de apuestas porque todos tienen
las mismas oportunidades. Si los
resultados son positivos, entonces
podremos construir nuevos puertos sin
dificultad. No obstante, tengo miedo de
la reaccin de la Iglesia. Es mejor que
lo piense un poco ms. No debo cometer
errores, ni uno
Mi reina, vos nunca os
equivocis.
Isabel sonri.
Pars
Igual que Isabel de Inglaterra, Catalina
de Mdici, una mujer poderosa en la
corte francesa, tambin estaba atareada
con sus planes para el futuro.
Catalina era la hija de un Mdici, el
Duque de Urbino, y de una princesa de
la dinasta Borbn. Como prometida de
Francisco I, haba ganado una posicin
slida en el palacio por su inteligencia y
amor a las artes. Su marido Enrique, que
rein cinco aos en Francia, muri de
improviso dejndole su lugar a
Francisco II. Como era muy joven, deba
ser vigilado por regentes que eran
partidarios rigurosos del catolicismo
europeo. El perodo de transicin fue
difcil para Catalina porque se opona al
dominio absoluto del Papado. El pas se
haba conmovido con las grandes
masacres organizadas por los regentes
de su hijo, pero aun as, ella logr
demostrar su buen sentido mediante
valientes decretos. La posicin poltica
y las creencias religiosas, segn
Catalina, eran cosas diferentes a la
devocin al rey.
Por fortuna, aquellos inconvenientes
polticos no duraron demasiado. El
joven marido de Mara Estuardo,
Francisco, haba muerto un ao despus
de ascender al trono. Y como Carlos IX
era demasiado joven para gobernar,
Catalina fue nombrada regente. De
inmediato se aboc a las reformas con
las que haba soado durante tanto
tiempo; declar que los calvinistas y los
catlicos deban vivir en paz y gozar de
los mismos derechos. Sin embargo, los
catlicos se haban opuesto a esas
reformas y el pas haba sido arrastrado
a la guerra civil. Catalina logr terminar
con aquel horror, pese a todos los
poderes que se ocuparon de obstaculizar
sus esfuerzos. Ella saba que su hijo iba
a ser mayor de edad, y que su perodo
como regente del rey estaba a punto de
concluir.
Haba dado a luz a diez hijos, pero
quedaban vivos solo cuatro: tres hijos y
una hija. Quera concertarles bodas que
fueran tiles para su familia y el pas.
Sus ambiciones no solo estaban
orientadas por su maternidad, sino que,
como experta en poltica, buscaba el
mayor bien para Francia. En los aos
que haba pasado en la corte francesa,
aprendi que la felicidad y el gobierno
eran dos fuerzas contrarias. Y dado que
sus hijos haban nacido para gobernar y
no tenan posibilidad de hacer una
eleccin matrimonial, era necesario
formar parejas ideales. Su mayor deseo
era casar a su hijo Carlos con la
princesa austraca y luego darle la mano
de su hija al rey protestante de Navarra.
El tercer proyecto tendra lugar al cabo
de algunos aos, porque Alenon
todava era muy joven. Catalina estaba
impaciente por verlo convertido en
marido de Isabel, a pesar de la
diferencia de edad que los separaba. Un
rey francs casado con una reina
inglesa! Catalina estaba dispuesta a todo
para hacer realidad esos sueos
polticos. Pero necesitaba tiempo, que
era la cosa ms valiosa del mundo.
Nadie poda gobernar de manera
espontnea un pas. Segn su filosofa,
la inteligencia estaba ntimamente
relacionada con el conocimiento de su
uso adecuado.
Haba trabajado mucho por Francia
y tena deseos de hacer ms. Los reyes
desaparecan a menudo de la historia,
pero Catalina no quera que sus hijos
estuvieran entre ellos. Adquirir fama
duradera no era una cosa fcil y
esperaba ser recordada. Gran amante y
admiradora del arte, como su difunto
suegro, haba construido varios castillos
que llevaban el nombre de Mdici en la
entrada principal y los haba adornado
con grandes obras de pintura y estatuas
que competan con su belleza.
Alguna vez pensis en vuestro
futuro, canciller? le pregunt a Michel
de LHospital.
El Ministro de Justicia, un fuerte
partidario de Catalina, se sorprendi
con la pregunta.
No estoy seguro, milady
respondi. Pensar en mi pas no me
deja mucho tiempo para tomarme en
cuenta a m mismo.
Catalina sonri.
Sois muy inteligente, monsieur, y
vuestra rplica es muy satisfactoria.
Caminaban por los preciosos
jardines del palacio. El aire estaba
perfumado con los olores que despedan
las flores que se abran y el verde
csped que los rodeaba. Catalina se
detuvo para aspirar profundamente y
llenarse los pulmones de aire.
Mi vida personal est tan
entremezclada con la vida de mi pas
que debo cuidar de ambos como si
fueran una sola e idntica cosa.
El hombre sonri.
Nadie puede competir con vuestra
inteligencia, milady.
Agradezco vuestra gentileza.
Siguieron caminando.
Cuando hablamos del futuro, es
imposible no hablar de un nuevo
mandato. Creis que dos aos sern
suficientes?
Completamente.
Carlos y yo viajaremos por el
pas durante dos aos para lograr la
pacificacin.
Vuestro coraje y energa son tan
brillantes como vuestra inteligencia,
milady. Nuestro pas necesita
desesperadamente la paz.
Creo que toda Europa la necesita
y de ella depender que haya concordia
entre las familias gobernantes. Por
desgracia, las dinastas son un caos a
causa de las luchas por el poder y la
religin.
O, si me permits agregar,
podramos decir que esto es ms que una
lucha religiosa. Algunas personas
querran manipular a la Iglesia para
dominar al pueblo.
Tenis razn. Los sentimientos
religiosos han sido utilizados durante
cientos de aos en nuestro pas para
favorecer a la poltica. Cuando hablo
del futuro, sueo con un nuevo mundo
donde todos vivan en armona. Creis
que eso podr ser realidad algn da?
Hasta soarlo es emocionante,
milady, y creo que todo lo que los seres
humanos suean, algn da puede
hacerse realidad.
Pensar en ello de la misma
forma. S, por qu no? La humanidad se
lo merece.
Catalina levant la cabeza y mir el
sol que brillaba como una corona, y la
sinti posada sobre su cabeza.
9 de enero de 1567.
Estambul
Nadie, ni rey ni sultn, poda resistirse a
la orden definitiva de Dios. La muerte
llegaba de muchas maneras, pero su
arribo era inevitable. Ni los esplndidos
funerales ni las tumbas llenas de pompa
cambiaban la verdad. Todos los que
dorman su sueo final en el seno de la
madre naturaleza ricos, pobres,
poderosos, dbiles, creyentes o no
creyentes todos eran iguales. Solimn,
que haba hecho temblar al mundo con
su cimitarra durante cuarenta y cinco
aos, no fue la excepcin. La muerte le
haba llegado a los setenta y tres aos en
Zigetvar, mientras realizaba la trigsima
campaa en Europa en trece aos.
Carlos V haba muerto y tambin su
hermano Fernando, a quien le haba
legado la corona y el trono. Ahora le
tocaba gobernar a Maximiliano.
El reciente gran visir, Sokullu, le
haba exigido al nuevo emperador un
tributo enorme y Maximiliano lo haba
aceptado de mala gana, dado que no
estaba preparado para comenzar una
guerra el primer da de su reinado. De
inmediato se envi al saray el pago del
impuesto y de la deuda pendiente desde
haca dos aos. Pero antes de la llegada
de los ducados de oro, la capital
otomana fue sacudida por un mensaje:
Segismundo, el rey de Transilvania,
tena dificultades para resistir los
ataques del ejrcito austraco. El gran
visir, para compensar el repliegue de la
flota en Malta, convenci al anciano
sultn de que le declarara la guerra a
Maximiliano, y los jenzaros
comenzaron su marcha hacia Europa.
Solimn estaba tan cansado que hizo
la mayor parte del viaje en palanqun y
carruaje en lugar de hacerlo a caballo.
Solo montaba cuando sus ejrcitos
entraban o se iban de una ciudad. El
cinco de agosto, los otomanos rodearon
el castillo de Zigetvar; pero el sultn no
pudo ver la ciudad conquistada, pues la
noche anterior haba cerrado sus ojos
para siempre. Preocupado por una
sublevacin de los jenzaros, Sokullu le
ocult la verdad al ejrcito. Nadie,
salvo un grupo de altos funcionarios,
supo que el sultn haba muerto y que el
trono estaba vacante. El gran visir, que
haba ordenado a los mdicos
embalsamar el cuerpo del sultn, era tan
buen actor como lder militar.
Mantuvieron a los soldados alejados de
la tienda imperial con diferentes
excusas. El ejrcito comenz a retirarse
lentamente y en lugar de Solimn, en el
carro se sent un hombre excelente
actor tambin de facciones muy
parecidas.
Entretanto, Sokullu haba enviado a
Estambul un mensajero de nombre
Feridun para informarle a Selim la
muerte de su padre. El shahzadah supo
la noticia doce das despus en el
sancak de Kutahya y fue sin demora con
sus pachs y lalas a Estambul, desde
donde cabalg hasta Belgrado para
encontrarse con el ejrcito.
El plan de Sokullu era anunciar all
la muerte de Solimn; de esa forma
conservara sano el tesoro imperial pues
haca meses que no les pagaba a los
jenzaros. Sokullu esperaba que si
distribua una recompensa en dinero por
el acceso de Selim al trono ellos
calmaran un poco su furia.
El funeral de Solimn se realiz en
Belgrado cuarenta y dos das despus de
su muerte. Su fretro fue enviado a
Estambul en compaa de cuatrocientos
soldados y lo enterraron cerca de la
tumba de su esposa, como l deseaba. A
un lado del sepulcro de mrmol se
coloc una cimitarra adornada con
piedras preciosas, y del otro, un arco y
una flecha, que eran los smbolos de su
muerte como valiente guerrero en el
campo de batalla.
La vida llena de aventuras del
dcimo sultn de los otomanos haba
terminado y ahora era el turno de su
hijo. El pueblo, que no haba olvidado
su pena por los shahzadahs Mustaf y
Bayazid, le haba dado a Solimn el
ttulo de Magnfico y llam a Selim
el Borracho. El agotamiento por la
larga y fatigosa marcha se agreg a la
aversin por el nuevo sultn y llev a
los jenzaros a sublevarse. Selim, que
entraba a la ciudad por la puerta de
Topkapi, no pudo llegar al palacio. Los
soldados arrancaron de sus caballos a
los visires ms respetados, pachs y
agas y los arrastraron por las calles,
gritando al unsono: Queremos nuestro
sueldo!.
Sokullu empez a tirarles akches
que llevaba en las bolsas atadas a los
costados de su silla, como si estuviera
alimentado con granos a las gallinas.
Aquella forma de ascender al trono
no era respetuosa, pero ni l ni los
jenzaros se preocupaban mucho por
ello. Lo nico que le importaba a Selim
era ser sultn, y a los jenzaros, obtener
su dinero. Y para las personas que
estaban en las calles, lo importante era
recibir comida gratuita y participar de
alegres festejos. A pesar del fro, y
como era costumbre, hubo espectculos
en todas las plazas de Estambul.
Nasi celebr el sultanato de su
amigo con gran entusiasmo y muchas
expectativas. Ahora era duque de Naxos,
y el nuevo sultn haba repetido la
promesa de que pronto sera convertido
en rey de Chipre. Claro que el honor de
ese ttulo haba que recompensarlo, y
Yosef envi grandes cantidades de vino
francs al saray. El Grandioso Judo era
muy feliz. l y su esposa Regna
ofrecieron una magnfica fiesta en
Belvedere, su propiedad, que no era
menos lujosa que los palacios europeos.
La comida y la bebida servidas all eran
deliciosas y todos los embajadores
miraban con envidia al nuevo duque de
Naxos.
Las relaciones de Nasi con Europa
iban a cambiar debido a su deseo de
convertirse en rey de Chipre, ya que los
venecianos ejercan la soberana en
aquella isla. Nasi le explic a Kiraze
sus planes futuros con detalle. Para ella
era un dilema porque no quera arriesgar
tantos aos de buenas relaciones con el
Serensimo. Pero por otro lado, si Nasi
iba a ser el prximo soberano de
Chipre, ella podra obtener ms
ganancias en un ao que las que haba
logrado en toda su vida, y sus hijos
podran escalar a mejores posiciones.
Sin embargo, aquello era peligroso
porque Kiraze podra perder toda su
fortuna, e incluso la vida. Si iba a
incorporarse a ese negocio, entonces
tendran que recompensarla
proporcionalmente al riesgo que corra.
Nasi comprenda perfectamente su
posicin y le prometi que le pagara lo
que vala.
Mientras Kiraze y Nasi discutan
aquellas relaciones peligrosas en su
mundo de adultos, dos nios que se
vean por primera vez en la vida se
divertan en el hipdromo.
Soli haba llevado a su sobrino, que
ahora tena ocho aos, a los festejos. El
pronstico del mdico se haba hecho
realidad: la espalda de Moiss se
enderez. Aun as, le qued una de las
piernas ms corta que la otra, y por eso
cojeaba al caminar. Era un nio
solitario; no tena amigos, y su nica
distraccin era ir a la imprenta con su
ta. Mientras Soli y doa Gracia
trabajaban, l pintaba en un rincn, sin
hacer ruido. Kiraze lo haba dejado
completamente en manos de su hermana
y ni siquiera viva en su propia casa.
Pero no se quejaba. Como sus hermanos
eran mucho mayores que l, tampoco
poda jugar con ellos.
Abraham, el mayor de los hijos de
Kiraze, era un afamado mercader. Tena
un negocio de vinos con Nasi y ya haba
acumulado una pequea fortuna propia;
Can se casara el prximo verano y
viajaba con frecuencia a Venecia por sus
negocios de telas y cristales. Era un
experto en su ramo, pues con una simple
mirada poda distinguir la calidad y el
valor de una copa. Sami tena veintids
aos, trabajaba en el negocio paterno, en
el bazar techado y tambin venda joyas
en el saray, como su madre. Esther y sus
hijos se haban dedicado a ganar dinero
y tenan mucho xito. Todos en la ciudad
los conocan, incluidos diplomticos,
mercaderes y religiosos.
Y nadie, salvo Soli, se preocupaba
del pequeo Moiss en aquella frentica
vida. En sus brazos, l encontraba el
amor y la atencin que necesitaba; por
eso amaba a su ta ms que a nadie.
Aquella maana salieron temprano
de casa. A pesar de la estacin, la
temperatura era fra, pero hacia el
medioda se puso ms clido. Estaban
en la parte de los pabellones de desfile
reservados para las mujeres. Moiss
contemplaba todo con asombro. Junto a
ellos haba un nio de la misma edad. Se
miraron tmidamente y empezaron a
conversar. Moiss le confes que lo que
ms miedo le causaba eran los tigres
encadenados y su nuevo amigo agreg
que adems de los tigres, l les tena
miedo a las serpientes. Moiss le dijo
que cerrara fuerte los ojos cuando las
serpientes pasaran junto a l. Detrs de
la caravana de animales salvajes,
siguieron las estatuillas de azcar, cuyas
formas y colores encantaron a los nios,
y los artistas repartiendo golosinas.
Luego se anunci un parntesis. El
nuevo amigo de Moiss quera jugar en
el csped. Moiss trataba intilmente de
caminar con normalidad y tras examinar
la pierna ms corta de su amigo, el otro
nio lo acept y se pusieron a jugar. Soli
se volvi hacia la mujer que lo
acompaaba y conversaron de forma tan
abierta como sus nios.
Qu rpido pueden convertirse en
amigos! dijo Soli.
Mi Mihail es un pequeo de trato
fcil.
Veo que es muy afectuoso.
Cuntos aos tiene?
Ocho.
Moiss tambin tiene ocho.
Cmo me gustara que fueran amigos!
Por qu no, mi seora? Mir a
los chiquillos. Moiss le mostraba su
pequea esfera de bronce a Mihail.
Parecen hermanos, tienen rasgos
muy semejantes: los mismos ojos
oscuros, el mismo pelo ensortijado. Y la
misma sonrisa dulce Soli se senta
feliz de que Moiss hubiera encontrado
al fin un amigo y le pregunt a la mujer
dnde vivan.
Llegamos hace casi un mes de
Kutahya. Vivimos en la casa de una
mujer muy anciana, en Kadirga, pero no
s qu ser de nosotros.
Soli se sorprendi.
Por qu? pregunt.
Bueno, mi seora, en verdad no s
dnde vamos a estar maana. Mihail y
yo estamos solos. Mi marido, el padre
de Mihail, muri en la guerra entre el
shahzadah Selim y su hermano Bayazid.
Ahora estamos solo l y yo, y no
tenemos a nadie. Cuando Selim se
convirti en sultn, y trajeron el harn a
Estambul y a nosotros tambin. No
conozco a nadie en la ciudad.
Tu familia?
Soy hurfana, como Mihail. Me
contaron que el padre de mi difunto
marido fue un pach y que lo
decapitaron. A la esposa la enviaron a
Kutahya cuando estaba embarazada.
Pobre mujer, muri al alumbrar a mi
esposo. l y yo nos criamos en la cocina
del harn de Kutahya, y despus nos
casamos. Y ahora estamos aqu,
completamente solos. Espero que en el
futuro las cosas nos vayan bien.
Soli sinti piedad de la mujer y del
nio.
Te deseo lo mejor le dijo.
Tienes un hijo maravilloso y esa es la
mejor cosa para una mujer!
La nica parte visible de la mujer
eran sus ojos, que brillaban de
esperanza.
Espero que tenga razn dijo.
Soli sonri.
No te preocupes, Dios le otorgar
un buen destino. Volvi sus ojos hacia
los nios que jugaban. Moiss era feliz,
y eso era lo ms valioso para ella.
Vivimos en Glata le dijo a la mujer
y mi esposo es un mdico conocido.
Se llama Chiprut. Si necesitas ayuda,
ven a verme. Puedes venir a visitarnos
cuando quieras y as los nios podrn
jugar.
La mujer repiti:
Doctor Chiprut Me acordar de
ese nombre.
S, ahora dime dnde vives.
La mujer no poda describir bien el
lugar, y entonces llev a Soli hasta el
sof donde estaba sentada la anciana con
la que viva. Soli le grit a Moiss:
Volver dentro de un momento. No
te vayas, Moisico.
El nio asinti. Mihail le pregunt:
Te llamas Moisico?
No, Moiss, pero mi ta me dice
Moisico.
Yo me llamo Mihail y t Moisi.
No, Moiss!
Moisi!
Moiss!
Mihail gozaba con la obstinacin de
su amigo. Se rio y dijo:
Moisi!
Muy bien, entonces yo te llamar
Mihi.
Mihail se rio otra vez.
Moisi Mihi, Moisi Mihi!
Los artistas haban ocupado su lugar
en la plaza. Soli los llam.
Moisico, Mihail, venid aqu! El
espectculo va a empezar otra vez, daos
prisa!
Cogidos de la mano y riendo, los
dos corrieron hacia las mujeres. De
pronto, Moiss grit sorprendido:
Tienes un dedo ms!
Mihail abri la mano que tena seis
dedos, la examin como si fuera de otra
persona y dijo:
Es verdad, pero t tienes una
pierna ms corta.
Moiss se mir la pierna.
Ms dedos, menos piernas!
grit.
A Mihail le hizo gracia y repiti las
palabras:
Ms dedos, menos piernas!
Volvieron a rerse y a correr cogidos
de la mano. Moiss el cojo y Mihail de
seis dedos jugaron todo el da con la
pequea esfera de bronce, mientras
presenciaban las exhibiciones en el
hipdromo. La pequea esfera de bronce
que haba anunciado la llegada de
amigos queridos en la puerta de Toledo
golpeaba en la puerta del solitario
corazn de Moiss. Mihi era su primer
amigo. Y tal vez el ltimo
IV

20 de abril de 1568. Edirne


Selim recuper el oro que haba gastado
en su ascenso al trono, gracias al botn
que trajeron Piyale Pach cuando
conquist la isla de Kios y Pertev
Pach, que saque Transilvania. Como
recompensa, el sultn nombr Kubbe
visir a Piyale. El beylerbeyi anatolio
Zal Mahmut Pach fue el otro afortunado
al obtener el rango de visirato. Mahmut
era el hombre que haba matado con sus
manos al desgraciado hijo de Solimn,
el shahzadah Mustaf, cuando quiso
escapar de los verdugos mudos. Sokullu
alimentaba un gran odio por Mahmut, y
por Lala Pach, que haba provocado la
muerte de Bayazid, el otro hijo de
Solimn, y se esforzaba por evitarlo.
Segn Sokullu, todos los
funcionarios del imperio eran
oportunistas, interesados solo en el
beneficio propio. l haba trabajado con
dedicacin para cumplir con sus
proyectos en el Canal de Suez y el canal
que una el Volga y el Don, pero la
codicia de aquellos hombres haba
puesto obstculos en sus empeos. De
hecho, el Canal de Suez fue muy
importante para la derrota de la flota
portuguesa y por haber abierto el ocano
ndico al comercio; el proyecto del Don-
Volga haba sido la nica forma de
someter a las fuerzas rusas e iranes.
Todava tena esperanzas de completar
al menos el segundo canal, si unos
hombres ignorantes e insaciables no
intentaban detenerlo otra vez.
Desgraciadamente, no poda hacer nada
para librarse de ellos por el momento.
Tena que ser paciente, tanto por su
propio bien como por el del imperio.
Selim se haba trasladado a Edirne
poco despus de haberse convertido en
el nuevo soberano, pues quera a la
ciudad tanto como su padre. Haba una
infinidad de jardines de atractivos
colores, en especial los que rodeaban a
la nueva mezquita que se estaba
construyendo. El edificio sagrado era
cada da ms alto y ms grande; el gran
arquitecto Sinan haba manifestado que
aquella sera su obra maestra. Sokullu
no poda decir que haba tenido tiempo
para apreciar la belleza total de la
ciudad porque la corriente de
embajadores que llegaba para celebrar
la monarqua de Selim era continua. De
todos ellos, los embajadores de Irn y
Austria eran los ms fascinantes del
grupo.
Los iranes haban llegado a Edirne
con joyas deslumbrantes, telas,
cimitarras, alfombras y halcones,
adems de una inmensa suma de dinero.
Cuarenta y tres camellos transportaban
los regalos del sha y otras diez bestias
cargaban los del embajador. Los
obsequios ms llamativos eran ocho
cuencos de turquesa que, segn decan,
se agrietaban espontneamente cuando
se ponan en contacto con alimentos
envenenados. Cientos de iranes con
batas profusamente bordadas se alojaron
primero en Estambul y ms tarde en
Edirne.
Sus ropas tenan tantos colores que
dejaban pasmados a cuantos los vean.
Sin embargo, los otomanos no les iban a
la zaga. Tras numerosas felicitaciones y
halagos diplomticos de ambas partes,
el embajador cont ciento sesenta mil
ducados de oro delante de Selim. Todos
estaban contentos, pero Selim se sinti
especialmente feliz al ver las armas y
los camellos que haban pertenecido a
su ejecutado hermano Bayazid.
Tienen un gran un gran valor
sentimental para m balbuce, pues
cuando se exaltaba, el nuevo sultn
tartamudeaba.
Sokullu mir a Lala Pach con odio,
y el hombre desvi la cara. El sultn
intentaba expresar sus sentimientos con
ojos hmedos y pareca tan sincero que
cualquiera podra suponer que la muerte
de su difunto hermano haba sido
accidental. Se comportaba como si
hubiera perdido todo recuerdo de los
tiempos de contienda contra Bayazid. El
embajador del sha, que haba ordenado
el asesinato de shahzadah Bayazid y de
sus hijos, escuchaba atentamente con el
rostro ensombrecido por una pena
ficticia.
La delegacin austraca no estaba
menos animada ante la presencia del
nuevo sultn. Le haban pagado una gran
suma a Sokullu para que los recibieran.
El embajador que representaba a
Maximiliano, el rey de Austria, le haba
dado al sultn cuatro mil ducados,
cuatro copas de plata y un reloj
majestuosamente decorado. Austria
haba decidido aceptar las exigencias
otomanas despus de largas
negociaciones e iba a pagarle al sultn
treinta mil ducados anuales, dos mil al
gran visir y a Perteve Pach, tres mil al
visir Ferhat Pach, mil a otros tres
visires y trescientos al dragoman
Ibrahim, que era un converso al Islam.
La parte ms importante del tratado era
el ltimo nombre de la lista de quienes
deban recibir un pago de los austracos:
Yosef Nasi, que recibira dos mil
ducados al ao.
Pese a que el duque de Naxos trat
de disfrazar sus emociones cuando
mencionaron su nombre, Sokullu
vislumbr la verdad en sus ojos. l
tambin odiaba al Grandioso judo y
hara cualquier cosa para destruirlo.
Sokullu crea que Yosef le robaba a la
corona otomana. En recompensa por su
ducado, cobrara nada ms que catorce
mil ducados al ao, y no pagaba casi
nada por sus barcos, que transportaban
sin cesar vino de Creta a Moldavia y
Valaquia, a travs del Bsforo. A travs
de Kiraze, supo que el impuesto de la
cera le reportaba ingresos astronmicos.
Era el hombre ms codicioso que
Sokullu haba conocido en su vida, pues
la parte ms sustancial de su fortuna
provena del inters que cobraba por el
dinero prestado al sultn. Sokullu
sospechaba que l y la mujer del sultn,
Nurbanu, eran socios en ese asunto. Ella
poda ser la madre de los hijos de
Selim, pero era lo bastante descarada
como para engaarlo con su propio
dinero. Aun as, el gran visir observaba
aquellos escndalos sin pronunciar una
palabra. Selim estaba tan apegado a
Nasi que haca cualquier cosa para
ayudarlo. Un par de das antes, y
haciendo caso omiso de las protestas de
Sokullu, haba ordenado confiscar la
carga de los barcos franceses anclados
en el puerto de Alejandra, porque el
monarca le deba a Nasi el dinero de los
intereses. Quiz Sokullu se equivocaba
al creer que Selim era un bocado
pequeo y fcil de tragar, pero era
obstinado en sus decisiones.
No bien hubo partido la delegacin
iran, entr de prisa un mensajero en el
saln: acababa de estallar un gran
incendio y las casas de madera de
Edirne se consuman en llamas.
10 de octubre de
1569. Estambul
El fuego no se extingui en Edirne sin
antes haber destruido cuarenta casas. El
sultn parti para Estambul despus de
ordenarle a sus funcionarios que
ayudaran a los desgraciados
propietarios.
Era un verano tranquilo tanto para
los habitantes de la ciudad como para el
sultn, salvo por la temperatura
hirviente. Todo el mundo estaba feliz de
tener paz y tranquilidad, aunque haba
quienes afrontaban problemas
personales.
Cuando el verano lleg a Belvedere,
comenz una etapa de inquietud en la
vida del bello kiosk de la familia Nasi.
Gracia Nasi ya no gozaba de buena
salud, a pesar de que el doctor Chiprut
la visitaba a diario. Regna, la duquesa
de Naxos, haca todo lo que l
aconsejaba para cuidarla.
Yosef era otro problema para Regna.
Estaba preocupado por su ta, pero
mantena la complejidad de sus
relaciones con el sultn, que quera
ponerle lo antes posible la corona de
Chipre en la cabeza y pona todo su
empeo para que ese da llegara. Con
qu facilidad cambiaban las cosas
cuando los beneficios personales regan
la vida! Yosef era el enemigo odiado
de Venecia, que alguna vez haba sido su
mundo de ensueo; todo el tiempo
trataba de poner a Selim en contra del
Serensimo, lo mismo que Lala Mustaf
Pach que persegua los mismos fines.
Ambos queran que los otomanos
conquistaran Chipre de inmediato.
Sokullu le advirti a Selim que
aquello poda provocar una nueva
alianza de las fuerzas cristianas de
Europa, pero el sultn no le prest
atencin. El fracaso del proyecto del
canal entre el Don y el Volga haba
hecho que el gran visir perdiera
importancia en la corte. Selim lo haba
reprendido en una ocasin dicindole:
Vos deberais ser quien devuelva esa
prdida al tesoro, pach!
Sokullu se sinti completamente
humillado, aunque con su infinita
paciencia se trag la crtica sin decir
palabra. Pero Nasi no era de los que
acogan un fracaso con tanta facilidad.
Tena anhelos de hacer realidad sus
sueos. Y codicia.
Cuando a mediados de septiembre
lleg a la capital la noticia de que el
gran arsenal de Venecia se estaba
quemando, nadie crey que se trataba de
un simple accidente.
Yosef dijo:
Como veis, mi sultn, Dios quiere
que conquistis Chipre. La armada de
Venecia no puede interponerse en
vuestro camino.
El balyos de Venecia miraba
frustrado aquellos inusuales eventos y se
esforzaba por evitar una guerra entre el
Serensimo y los otomanos. Despus de
recibir los informes diarios de Kiraze,
se senta cada vez ms preocupado. Los
barcos otomanos que en ese momento
rodeaban la isla eran ms de cien.
Venecia le haba pedido ayuda al
Papado, pero pareca que al mundo
cristiano aquello no lo inquietaba.
Maximiliano se haba negado de
inmediato a prestar ayuda a Venecia, ya
que no poda arriesgarse a deteriorar sus
relaciones con el Imperio Otomano.
Francia tambin estaba demasiado
interesada en el comercio con Estambul
(que le reportaba grandes cantidades de
ducados al ao) como para hacer algo.
En cambio, Carlos IX fue ms all de
una sencilla negativa de ayuda y con la
colaboracin del embajador Franois le
revel a Selim los planes del
Serensimo. La Repblica de Ragussa le
llev a Selim la noticia de que Espaa y
los Caballeros de la Orden de Malta
finalmente se haban unido contra el
imperio. Venecia estaba casi
completamente sola.
Nasi le dijo a Selim:
Ahora es el momento de
conquistar Chipre, mi sultn!
El lala Mustaf tambin estuvo de
acuerdo.
Ahora es el momento! Pero
Selim no tena prisa. Necesitaba tiempo
para decidirse.
Entonces, diez das despus del
incendio del arsenal veneciano,
comenz a quemarse una casa juda.
Quiz una madre haba estado friendo
berenjenas o pimientos verdes en la
cocina, o quiz fue otra cosa lo que
provoc las enormes llamas Antes de
que la gente pudiera darse cuenta de lo
que haba sucedido, diez casas ms
comenzaron a arder, y poco despus,
otras cincuenta. Las noches de Estambul
se transformaron en da debido a la luz
de las llamas, que se mantuvieron vivas
durante cuatro das. El cielo rojo era
visible a muchos kilmetros de distancia
de la ciudad. Fue un infierno viviente en
el que miles de casas se convirtieron en
cenizas.
El saray mand a los jenzaros a
extinguir el fuego. El yerno de Sokullu,
que los comandaba, estaba enfermo e
incapacitado para levantarse de la cama
y supervisarlos y los soldados
saquearon los vecindarios de griegos,
armenios y judos.
Al enterarse de la noticia, Sokullu
mont su caballo y cabalg hasta la
ciudad para proteger a la infortunada
gente. La paz se restableci cuando les
cercenaron las cabezas a diez jenzaros.
El gran visir no vacil en despedir a su
yerno y nombrar aga responsable de
ellos a un hngaro converso llamado
Siyavush.
Un humo espeso cubri la ciudad
varios das y la gente enferm con la
inhalacin de la ceniza. Espantaba
escuchar su llanto. La tormenta de la
muerte haba vuelto a estremecer a
Estambul, que a pesar del desastre
segua siendo una ciudad bella. Las
islas, el Cuerno de Oro, el Bsforo
resplandecan bajo el sol.
Doa Gracia Nasi fue enterrada unas
horas antes de que terminaran los
incendios. La anciana no soport
presenciar de nuevo la pena y el dolor
de los judos. Dej caer la cabeza de
improviso y muri.
A Regna el mundo le pareca muy
raro y no saba qu hacer sin su madre
en aquella extraa ciudad. Yosef, una
persona importante en la corte, no pudo
calmar la confusin de Regna. Ella saba
que su esposo caminaba por un sendero
que no poda alterarse; montaba en el
caballo de la pasin como si tuviera los
ojos vendados; su mirada tena un brillo
distinto, y su sonrisa era rara. La mano
que sostena la de ella arda con otro
fuego, y su respiracin era como un
viento del desierto, clido y seco.
Quiero estar sola un rato le
dijo. Yosef le bes la mano y sali sin
decir una palabra.
Los sentimientos de Soli eran
semejantes a los de Regna porque el
doctor Chiprut haba muerto mientras
ayudaba a las vctimas del incendio. Se
deca que el sultn haba llorado de
pena ante la prdida de su leal mdico.
Muchos altos funcionarios asistieron a
su funeral en Kasimpashe. Haba sido el
mdico de los sultanes, pero los pobres
tambin lo adoraban y llenaban el
umbral del kiosk de la familia; mujeres y
nios lloraban su prdida. Aun estando
entre ellos, Soli se senta terriblemente
sola.
Esther, pens. O Kiraze su
propia hermana haba terminado por ser
una extraa para ella y no haba venido
a compartir su pena.
Era muy anciano, no? le haba
dicho a Soli. Era su hora de partir.
Aquello era solidaridad? Soli
sinti que su hermana ya no era Esther,
sino Kiraze a secas. Una mujer sin
emociones, que viva para el dinero.
Dira tal vez lo mismo cuando Soli
muriera? Qu haba hecho cuando su
padre y su madre murieron? Por qu
lloraba Soli? Por Kiraze o por ella
misma?
Sorprendida por el grito salvaje de
una lechuza, mir el horizonte oscuro.
Moiss seguramente estaba dormido.
Haba sido la voluntad de Dios que ella
lo hubiera mandado a Iznik con Mihi,
pues de lo contrario el nio se habra
deprimido mucho. Pero Soli lo
extraaba. Aoraba abrazar a su
sobrino.
Buenas noches, mi querido
Moisico murmur. Te amo, hijo, mi
inteligente y buen hijo.
Desde un minarete en Uskudar el
ezan llam a la oracin, y al poco otros
se le unieron. Era hora de que la voz de
Dios volara por aquella ciudad
enterrada en cenizas y muerte.
22 de junio de 1572.
Glata
Desoyendo la oposicin del gran visir
Sokullu, y con la santa autorizacin del
efendi Sahik-ul Islam Ebussuut, la
armada otomana invadi la isla de
Chipre en 1571. Unas cincuenta mil
personas murieron en la terrible guerra
que sigui y la hermosa isla fue
destruida sin piedad. Los viedos ms
apreciados por el sultn fueron
arrancados de cuajo y durante muchos
aos no hubo cosecha. El comandante en
jefe, El lala Mustaf Pach, se convirti
en un smbolo de la tirana para los
pueblos de Lefkosa, Baf, y Magosa en
especial. El castillo de esta ltima
ciudad haba resistido doce das a los
soldados, y al fin el comandante
veneciano Bragadino pag por aquella
afrenta. Los jenzaros lo desollaron,
rellenaron la piel con paja y lo
arrastraron por las calles durante das.
La armada cristiana no pudo llegar a la
isla, y Venecia perdi para siempre su
posesin ms codiciada en el corazn
del mar Mediterrneo.
Sin embargo, Europa estaba
decidida a vengarse. Poco despus de la
invasin de Chipre, la flota cristiana
atac a la otomana en Lepanto. Los
ejrcitos europeos estaban al mando de
don Juan, hijo ilegtimo de Carlos V, y
en esta ocasin los cristianos resultaron
vencedores. Al enterarse de la derrota
turca, Selim no poda hablar por la pena,
pero luego mand que se construyera
una flota nueva y fortificada.
Los numerosos astilleros de
Anatolia y Rumeli se pusieron a trabajar
sin descanso al recibir la orden. Los
martillos sonaban da y noche sin cesar
en Izmit, Gelibolu, Biga, Varna, Antalya,
Edremit, Rodas y Sinop, y en seis meses
diecisiete galeones haban sido
construidos.
Mientras los otomanos se
apresuraban a preparar la venganza,
Europa celebraba la victoria con alegres
festejos y exhiba ante el pueblo los
bienes saqueados. Marco Antonio, el
almirante del Papado, fue recibido con
alegra al entrar en Roma y Venecia
erigi un monumento en conmemoracin
del triunfo.
La armada otomana estuvo lista en el
verano de 1572, tiempo de celebracin
para quienes vivan en el Imperio
Otomano.
Barbaros, el balyos de Venecia al
que le haban impedido salir de
Estambul durante la guerra, observaba a
los alegres levents y jenzaros con una
mirada de preocupacin. Estaba seguro
de que Venecia pronto pagara ms que
lo que haba ganado; la victoria de
Lepanto no se poda comparar con la
prdida de Chipre. Como haba dicho
Sokullu: Venecia perdi un brazo,
mientras que la derrota de los otomanos
en Lepanto fue como recortarnos las
puntas de la barba.
Barbaros volvi su mirada a los
barcos que salan del Cuerno del Oro.
Cul te parece que ser el
resultado final, Salomn? le pregunt
a uno de los mdicos del saray.
Haca menos de diez aos que
Salomn viva en Estambul, pero era
respetado por los otomanos y europeos
debido a su inteligencia, conocimiento y
sabidura. Sokullu lo admiraba mucho y
el afecto que le tena era equivalente al
desprecio que senta por Nasi. Confiaba
tanto en el mdico judo que durante la
guerra lo haba empleado como
mediador en las negociaciones entre el
imperio y el Serensimo, y desde aquella
poca su relacin con Salomn segua
siendo buena.
El gran visir cree que podemos
ganar, Vuestra Excelencia.
Tiene razn. Venecia est cada
vez ms aislada, y creo que con la
valiosa ayuda que usted nos preste,
podemos llegar a un desenlace positivo.
Por ahora, el paso ms importante es
acabar en forma completa y definitiva
con la influencia de Nasi sobre el sultn.
Ya no es tanta como antes. Selim
ha manifestado que no tiene intencin de
nombrarlo rey de Chipre. Yosef Nasi se
encuentra en una posicin difcil, pero
todava es un socio valioso para el
sultn.
Usted cree que la corte puede
retirarle el ttulo de Duque de Naxos?
No, pero ese ttulo llega sin poder
poltico. Naxos carece de importancia,
especialmente cuando se compara con
Chipre. Me sorprende que Nasi todava
crea que gobernar all. Cmo podran
los otomanos nombrar rey a un judo? Ni
los musulmanes ni los cristianos han
sido jams tan generosos con un judo.
Jams!
A veces la pasin ciega hasta al
ms inteligente.
As es Solo excepcionalmente
ha habido hombres a los que se les
hayan dado tales oportunidades como a
l. Tanta buena suerte El sultn
incluso le concedi todas las mercancas
procedentes de Valaquia cuando Naxos
estuvo temporalmente bajo el dominio
de Venecia, durante la guerra.
Barbaros suspir.
Tenemos suerte de que los
acertados planes de Sokullu hayan
logrado detener a Nasi.
El gran visir es un hombre
excepcional.
Doctor, quiero hablarle con
franqueza. Estoy autorizado para decir
que el Serensimo desea hacer un tratado
de paz. Es cierto que Chipre est ahora
en manos de los otomanos y estamos
dispuestos a aceptarlo. Pero no
queremos seguir pagndole un tributo
anual de ocho mil ducados. En lugar de
ello, queremos pagar dos mil florines de
una sola vez y cancelar el asunto.
Con toda honestidad, no creo que
el sultn acepte menos de tres mil
florines como pago definitivo, pero le
llevar su propuesta. Estoy seguro de
que Sokullu har todo lo que pueda.
Mientras tanto, creo que usted debe
tratar de convencer al balyos francs
para que hable con el sultn.
Eskenazi se puso de pie y estrech la
mano del balyos solicitando permiso
para retirarse.
Doctor, le estamos muy
agradecidos. La Repblica tratar de
recompensarlo por su ayuda.
Salomn se retir con una sonrisa.
Barbaros observ un rato los barcos
de guerra de la armada otomana. Haba
que firmar el tratado de paz a cualquier
precio.
El harn imperial
Mientras que el embajador Barbaros
haca el mximo esfuerzo para proteger
a la Repblica de las intrigas de los
hombres, otro veneciano trabajaba
incansablemente con el mismo propsito
en el mundo de las mujeres. Para llevar
a buen trmino sus sueos, Safiye, la
concubina favorita de el shahzadah
Murat, conspiraba en el harn imperial
con una tenacidad poco habitual para
alguien de su edad. Su consejera, por
supuesto, era Kiraze, que haba ayudado
a la joven desde el primer da en que
pis el saray. Safiye era una gran
admiradora de aquella mujer y la quera
como a una segunda madre.
Kiraze dijo, tengo una gran
noticia para ti. Si puedes ayudar a los
mercaderes venecianos a recuperar sus
derechos comerciales en Chipre, la
Repblica te dar el derecho de
encargarte de la lotera de Venecia.
Excelente noticia, no es cierto?
La lotera?
S, fjate. Nunca han hecho esto
con un extranjero. Es maravilloso! Te
proporcionar ms dinero del que jams
podras imaginar, y a m tambin. Y se
rio.
Kiraze sonri.
Primero, veamos al representante
veneciano, mi querida Safiye, y despus
veremos si es una buena noticia o no.
Estos asuntos no son tan simples.
No has hablado con Nasi
todava?
S, y quiere que los venecianos
recuperen sus derechos. Cree que as
podra recobrar su confianza.
No creo que haya ninguna
posibilidad. Todos los habitantes de la
Repblica lo odian, pero dejmoslo que
lo crea. Todava es el mejor amigo de
Selim y puede sernos til.
S, tienes razn. Y Salomn
Eskenazi podra ayudarnos an ms.
Hace dos das le envi regalos a su
esposa y una carta para l.
Eres muy inteligente, Kiraze.
Tambin fui al harn del gran
visir, y al kiosk de Kantakuzenos.
Excelente! Ese griego tiene gran
influencia sobre el gran visir.
Mis hijos Len y Abraham
trabajan con ahnco para convencer a los
altos funcionarios de la corte.
Quitas todos los obstculos de
nuestro camino, Kiraze. Creo que
tendremos xito.
Si t no me ayudaras, el triunfo
sera imposible. El shahzadah Murat
est loco por ti y hace todo lo que le
pides. Es muy inteligente.
De quin crees que ha heredado
su inteligencia?
Su madre no te gusta, pero no es
estpida.
Safiye sacudi los hombres irritada,
el rostro sombro.
No te alteres. No es nada cuando
se compara contigo. Pero tampoco
desdees su ayuda porque ella est de
nuestro lado. No debes convertirla en tu
enemiga.
Safiye volvi a sonrer.
Tienes razn, Kiraze. Ella est
con nosotros en esto.
Ahora tengo que irme. Debo ver a
Nasi. Y luego tenemos que terminar
nuestro trabajo antes de que partas para
Manisa a pasar el verano. Debemos ser
rpidas.
Safiye abraz a la anciana y la bes
en las mejillas.
No te preocupes, querida ma.
Har lo que me aconsejes, sea lo que
sea.
1 de enero de 1575.
Belvedere
Todava no era invierno, pero en
Uskudar los montes que llevaban al
castillo de Anatolia, en el confn del
Bsforo, estaban cubiertos de nieve. Sin
embargo, aquel era un da suave y el sol
brillaba en el cielo azul. El jardn del
famoso kiosk de los Nasi haba recibido
su parte de la nevada cada durante tres
das y estaba cubierto de una blancura
resplandeciente. De tiempo en tiempo, la
nieve apilada en las ramas de los altos
pinos se deslizaba lenta hacia el suelo.
El perrito de Regna corra dando
vueltas, mientras los dos gatos
dormitaban perezosamente junto a la
chimenea.
Cunto me alegra volver a verla,
doa Soli dijo Regna. La he
extraado mucho.
Yo tambin. Me gustara visitarla
con ms frecuencia, pero usted ya sabe
lo ocupada que he estado
La duquesa de Naxos asinti con una
inclinacin de cabeza, mientras le serva
t a su husped.
Pero ahora estoy un poco ms
libre para visitar a los amigos aadi
Soli.
Ojal todos fueran tan honestos
como usted, doa Soli.
Soli asinti. Regna pareca muy
triste, y no solo por la muerte de la
madre. Estaba muy preocupada por su
esposo. Aparentemente, era como si
Yosef Nasi nunca fuera a aceptar la
desilusin de que no lo hubieran
nombrado rey de Chipre. Y aquello era
absurdo, porque su amigo el sultn
Selim ya no estaba en el trono. Haba
muerto un mes antes en el nuevo hamam
tras caer y golpearse la cabeza contra el
suelo de mrmol. Algunas personas
decan que estaba persiguiendo a una de
sus odaliscas, otras, que corra detrs de
uno de sus jvenes favoritos. El nuevo
sultn, Murat, no confiaba ni
simpatizaba con el viejo amigo de su
padre y tampoco iba a hacer nada para
alentar sus esperanzas. Nasi estaba
enloquecido de frustracin y todos los
das visitaba a los altos funcionarios
pidiendo ayuda.
No est completamente en sus
cabales dijo Regna. No puede
enfrentarse a la verdad. Y cada da su
salud y sus ahorros se deterioran.
No se torture, querida, recuperar
la razn. Dele tiempo.
Creo que no, doa Soli. Hasta en
sueos habla consigo mismo sobre la
isla. Da vueltas a un lado y a otro
murmurando la palabra Chipre y a veces
dice tante, tante. Usted sabe que l
siempre llamaba tante a mi madre.
Suspir. Lo sacudo para despertarlo,
pero pega un salto, cubierto de un sudor
fro. No s qu hacer. Me siento
impotente.
Por qu no sigue avanzando con
el proyecto de Tiberades?
Regna agit la mano con un gesto de
desesperanza.
Lamento decirlo, pero el proyecto
termin. Los otomanos le retiraron su
apoyo durante la guerra de Venecia. No
estaban lo suficientemente
comprometidos. Durante toda su vida,
mi esposo pens que saba cmo
conducir el timn y guiar a las personas
que lo rodeaban, pero ahora creo que
era a l a quien dirigan. En cierto
sentido, mi madre lo protega y al menos
ella era capaz de poner un lmite a su
ambicin. Pero desde que muri
Soli cogi con ternura la mano de su
amiga. Los ojos de Regna estaban llenos
de lgrimas. Qu poda decirle Soli? El
Duque de Naxos era inestable, y en
Estambul todos lo saban. El doctor
Eskenazi ya haba ocupado el lugar de
Yosef Nasi y adems era una persona
mucho ms respetada en las cortes
europeas. Estuvo siempre presente en
las ceremonias de bienvenida de las
delegaciones extranjeras. Murat haba
devuelto los regalos que Nasi le haba
enviado; y aunque todava era el Duque
de Naxos, el nuevo sultn poda retirarle
el ttulo en cualquier momento.
A la larga, Sokullu haba logrado
vencer a Nasi. Soli se sinti mal por un
momento. Se preguntaba de qu forma su
hermana era responsable de aquella
tragedia. Durante aos, Soli haba sido
incapaz de comprender sus tcticas. Su
hermana estaba al mismo tiempo del
lado de Safiye y Nurbanu, de Nasi y
Eskenazi, de los otomanos y venecianos
y de otras relaciones secretas ms que
Soli desconoca. Cmo tramaba
aquellas conspiraciones? Ya no era
joven, hasta el cabello de sus hijos
encaneca. Qu buscaba, cul era la
razn oculta detrs de su ansia de dinero
y poder?
Yosef pas varios aos en las
cortes europeas dijo Regna.
Desparram dinero e ideas inteligentes a
su alrededor. Pero eso no le bastaba.
Ahora me doy cuenta de que adems
quera ser rey. No puedo entenderlo y
aceptarlo me resulta imposible.
Todos estos problemas pasarn
dijo Soli, aunque ella misma no crea en
sus propias palabras y decidi cambiar
de tema. Cmo sigue la imprenta?
le pregunt. Por desgracia, a mi edad
no es mucha la ayuda que puedo ofrecer.
Vieja usted? Por favor, doa
Soli, tiene un espritu muy juvenil. Y no
se sienta mal por no visitarnos a
menudo. Moiss y su amigo Mihi me
ayudan mucho. Adems, ahora es
invierno y hay menos que hacer.
Volveremos con un programa ms
completo en la primavera; tenemos
muchos libros que aguardan al verano
para ser impresos.
Me conmueve que Moiss se
interese en los negocios de nuestra
familia. Nuestros antepasados fueron
editores en Toledo. A los hijos de Esther
no les interesa la imprenta, y por qu
habra de interesarles? La madre casi
nunca iba all, habr estado unas seis o
siete veces como mucho. Entonces por
qu iban a ir? Quiz tengan razn, pues
los libros no dejan mucho dinero.
Doa Soli, este es un trabajo
sagrado y mi objetivo no es obtener
grandes ganancias. Nuestras vidas estn
en las pginas que imprimimos y no en
los ducados. Las dos sabemos lo que el
dinero puede hacerle a quienes lo
poseen.
Las dos mujeres se quedaron
sentadas en silencio un rato. Ellas
saban lo que significaba el dinero, en
especial Regna. Se haba pasado la vida
en compaa de las personas ms ricas
del mundo. No haba palacio que no
hubiera pisado ni comida que no hubiera
saboreado ni alhajas que no hubiera
usado. Sin embargo, aquellas cosas no
le haban trado la felicidad. Qu tena
ahora, al final? Estaba tan sola en medio
de una vida resplandeciente, y tan
indefensa. No poda estrechar entre sus
brazos a un propio hijo. Ni las risas de
algn hijo o hija resonaban en su
magnfica propiedad.
Soli tampoco tena hijos, pero al
menos haba probado la alegra de la
maternidad ocupndose de los hijos de
Kiraze. Estaba especialmente unida a
Moiss, y l adoraba a su ta. Regna
envidiaba a veces aquella relacin.
Moiss es un joven muy gentil
dijo ella.
Soli sonri al escuchar el amado
nombre de su sobrino.
Ah, s dijo. Es inteligente y
dulce. Nos tenemos mucho cario y rara
vez nos hemos separado. Mi esposo
tambin lo amaba como a un hijo.
Quiero a mis otros sobrinos, pero el
lugar que Moiss ocupa en mi corazn
es diferente. Que Dios lo guarde para
siempre. Es un ngel vivo.
Pienso igual. Sabe que la
mayora de la gente cree que es su hijo?
Oh, disclpeme, sin duda es su hijo, qu
estoy
Oh, querida Regna, no se altere,
s lo que quiso decir. Muchas personas
piensan que yo soy su verdadera madre,
ya lo s. Por qu habran de pensar otra
cosa? Ojal lo fuera! Moiss tiene casi
dieciocho aos, y en toda su vida no ha
dormido en casa de su madre ms de dos
semanas. Kiraze lo ve a lo sumo una vez
al mes. Y no es que eso me guste.
Puede imaginarse? Hace poco que se
enter de que el mejor amigo de su hijo,
Mihi, no era judo. Moiss no le
interesa. Supo que Mihi era musulmn
por casualidad y se opuso con ferocidad
a su amistad, como si tuviera algn
derecho a hacerlo. Trat de obligar a
Moiss a que no volviera a ver a Mihi y
nos peleamos por primera vez en la
vida. Trat a Mihi como si fuera
portador de la peste.
Regna la miraba con asombro.
Es increble dijo. Estar
celosa del joven?
Quiz, quin sabe? Pero ya no
somos nios. Moiss es adulto; no se
qued atrs y le grit a su madre. Nunca
lo haba visto as, no poda creer la
forma en que le hablaba a Esther
dicindole que para l Mihi era cien
veces ms importante que ella. En su
propia cara! Le reproch que despus de
tantos aos de olvido pensara que
todava tena algn derecho a decirle lo
que tena que hacer. Trat de calmarlo,
pero fue imposible. Moiss tena razn.
Lo que a Esther ms le importa es el
saray, y se pasa el tiempo con los
sultanes, en especial con Safiye. Ahora
lo que quiere es conseguir un permiso
para ocuparse de la lotera de Venecia.
Noche y da se entrevista con gente
importante para exponerle sus
argumentos. Es como si soara con ser
reina. Usted no est sola yo tengo
problemas y penas parecidas a las
suyas.
Regna asinti y sonri. Se sinti
mejor con aquella conversacin franca.
Quiere tomar otra taza de t,
doa Soli?
Ah, gracias. Una ms y despus
me voy. Debo volver a casa antes del
crepsculo. Quin sabe? Podramos
volver a tener una tormenta de nieve
repentina.
Regna sirvi el t en tazas de
porcelana fina. Uno de los gatos que
ronroneaba al lado de la chimenea se
estir y cambi de lugar antes de volver
a enroscarse y dormir. La nieve de las
hojas de los rboles reflejaba los
resplandecientes colores del sol como
un bello cristal veneciano.
2 de noviembre de
1579. Venecia
La muerte de Nasi produjo una profunda
pena en los judos del Imperio Otomano;
luego, llegaron a Venecia los ecos del
asesinato del famoso gran visir Sokullu
a manos de un annimo derviche.
Hubo rumores sobre la misteriosa
muerte del Grandioso Judo. Algunos
decan que haba sido otra desgraciada
vctima de la peste que se propagaba
por Europa, y otros decan que haba
muerto de decepcin porque no lo
haban nombrado rey de Chipre. Pero
sus amigos saban que Nasi no haba
muerto ni de pena ni de decepcin, y que
hasta aparentaba estar mejor antes de su
muerte. Haba reunido a artistas y
filsofos en torno suyo, quiz como
preparacin para un cambio de vida. Sin
embargo, no pudo hacerlo. La peste
realmente le haba provocado la muerte.
Aquel otoo murieron muchas personas,
incluso la ta del sultn Mihrimah,
Piyale Pach y el Sheikh ul-Islam.
La vida podra haber sido muy
diferente para Jos Mendes, si no
hubiera vuelto a convertirse en judo
bajo el influjo de su ta.
Pietro Giovanni y su socio Federico
Cellini, los fabricantes de telas ms
importantes de Venecia, conversaban al
tiempo que revisaban el valioso gnero
que pronto enviaran al harn otomano.
Es posible que tengas razn,
Pietro, pero creo que soy un poco ms
fatalista que t. Si su destino era morir a
causa de la peste, no hubiera tenido
importancia que viviera en Estambul o
en Venecia, o incluso Lisboa.
No quise decir que fuera a
sobrevivir a la plaga. Me refera a sus
sueos imposibles de ser rey. Si se
hubiera quedado aqu, no habra tenido
nunca una corona, pero su vida hubiera
sido esplndida.
Mendes viva como un miembro
de la realeza antes de ir a Estambul.
Trastornos tan innecesarios Se arruin
la vida l solo. Qu gan enterrndose
en el oscuro mundo del Islam? Al cabo,
se granje numerosos enemigos. Yo me
pregunto, vala la pena?
Fue el gran visir el que provoc
el fin de Nasi.
S.
Qu opinas de que lo apualaran
precisamente despus de la muerte de
Nasi? Qu coincidencia!
Coincidencia? Tal vez s, tal vez
no. El gran visir tambin tena enemigos,
especialmente en el harn. El crculo de
sus seguidores cada da se
empequeeca ms porque todos sus
amigos estaban en el exilio o muertos.
Creo que su mejor amigo era
Kantakuzenos el griego, y su asesinato
fue una seal importante del futuro de
Sokullu. Dicen que el cuerpo de
Kantakuzenos fue colgado de un palo en
la entrada principal de su propiedad,
como una advertencia para cualquiera
que se opusiera a los nuevos soberanos.
De un modo u otro, creo que fue el
resultado de la justicia divina. Sokullu
destruy la vida de Mendes. Supe que
despus de la muerte del Grandioso
Judo, los hombres del visir llegaron al
Belvedere y saquearon todas las
pertenencias. Regna Nasi apenas pudo
tomar su drahoma desde el saray.
Qu escndalo! Aunque no me
sorprende. El saqueo es una tradicin
otomana. Si un partidario favorecido
muere, sus riquezas pasan al sultn. Si
Sokullu no hubiera estado casado con la
hermana del sultn, tambin hubiera
sucedido lo mismo con su patrimonio.
Los otomanos a veces me
confunden. Pese a sus extraas
costumbres y viviendo separados de
nosotros en su propio mundo, cmo
pueden tener tanto poder sobre la
moderna Europa?
Nadie sabe hasta dnde se
extiende su potestad, amigo mo. Tal vez
sean menos poderosos de lo que
creemos, especialmente ahora. Los
sultanes que ascendieron al trono
despus de Solimn no pueden
compararse con l. Ni su hijo Selim ni
el hijo de Selim, Murat, son autnticos
gobernantes. Dicen que Murat est
rodeado de gente muy extraa.
Te refieres a nuestra veneciana
Safiye, la hija del gobernador de Corf?
Por supuesto, ella encabeza el
grupo. Pero tambin est su consejera,
Esther, y el resto de la lista es muy
largo: curanderos, adivinos, brujos
Murat hace lo que ellos digan. Mand
tirar abajo el observatorio, el mismo
que haba hecho construir por influjo de
Safiye hace un ao. Es tan dbil de
carcter
Veo que conoces todos los
detalles sobre el harn.
Esther me manda informes todos
los meses.
Qu mujer!
Es muy inteligente. Creo que la
Repblica la recompensar pronto con
el derecho a dirigir la lotera en
Venecia.
A pesar de nuestro desdn por los
judos, creo que tenemos que aceptar
que son ms inteligentes que nosotros.
Es posible que sean ms
inteligentes, o quizs los otomanos sean
ms estpidos. Fjate en el saray,
rebosa de judos. Muchos han pasado
por la puerta que Nasi les abri:
Eskenazi, el rabino Salomn y otros
Sabas que el palacio del Ducado
acept a Salomn como balyos ante las
otras naciones europeas?
Es increble! Pero todava
encuentro extraas algunas cosas. Un
amigo mo que estuvo en Estambul hace
muy poco me dijo que las autoridades
religiosas ordenaron a los judos vestir
ropas especiales. Les prohibieron usar
las sedas y los sombreros de color. Los
judos tuvieron que pagar cincuenta mil
ducados para que revocaran la ley.
Imagnate: que los otomanos traten de
obligar a la gente que ms valoran a
caminar con atuendos ridculos. No
entiendo ni a los otomanos ni a los
judos que trabajan con ellos.
Especialmente a aquellos judos!
Amigo mo, si seguimos hablando
del extrao estilo de vida de esos
hombres, nunca acabaremos! Volvamos
entonces a nuestros propios asuntos y
elijamos la mejor tela que podamos
encontrar para la hija del gobernador de
Corf. La sultana Safiye debe
enamorarse a primera vista de lo que le
mandemos. De lo contrario, podra
alterarse, y para todos nosotros eso
podra ser muy peligroso.
Los socios caminaron hacia el taller
donde los hombres y mujeres se
afanaban entre sedas bordadas,
terciopelos, sedas de deslumbrantes
tonos rojos, rosas, amarillos, verdes,
naranjas, morados y azules, un arco iris
de gneros elegantes.
8 de abril de 1581.
Glata
El domingo siguiente, despus de la
repentina e inesperada decisin de
convertir las iglesias de San Antonio,
San Francisco y San Sebastin en
mezquitas, el embajador francs, junto
con ochenta partidarios, lleg a la puerta
de San Antonio para protestar contra el
decreto. Estaba decidido a reclamar los
derechos otorgados a la minora catlica
de Estambul el da en que Mehmet II
conquist la ciudad. El grupo estaba
rodeado de musulmanes que los
ridiculizaban, algunos los escupan y les
arrojaban piedras. El embajador
permaneci en un silencio digno y luego
golpe tres veces en la puerta principal
de la iglesia orando en voz alta:
Attolite portas inferim, mientras los
dems repetan sus palabras.
La fiera multitud de musulmanes se
turb con ese extrao coro, pero uno de
ellos empez a insultar otra vez a los
catlicos, incitando a los dems a seguir
con las burlas. Los jenzaros miraban sin
decir nada, porque haban recibido
rdenes del nuevo gran visir Sinan
Pach de no intervenir a menos que la
situacin se tornara amenazante para la
vida de los cristianos. El propsito de
Sinan era darle una leccin al
embajador, ya que el francs no lo haba
visitado ni siquiera una vez.
A pesar de la hostilidad de los
musulmanes, Jacques Germini y sus
compaeros se quedaron all hasta el
medioda y despus caminaron por las
calles en seal de protesta.
Los residentes de Glata eran en su
mayora griegos, armenios y judos.
Observaron con preocupacin al
embajador francs y a sus amigos sin
abrir las puertas y durante toda la
maana los espiaron a travs de las
cortinas en medio de murmullos. El
nico lugar silencioso era el del doctor
Chiprut, ya que la querida ta de Moiss,
Soli, haba muerto aquella semana, tras
una larga enfermedad. Haba dejado este
mundo tan silenciosamente como haba
vivido.
Esther afront la muerte de la
hermana con una distancia glacial. Era
imposible comprender sus sentimientos.
Pero ella era una persona que siempre
haba ocultado sus emociones a los
dems, incluso a su propia familia.
Nadie poda encontrar el acceso a su
mundo interior, ni siquiera su marido,
que todava se preguntaba qu senta
ella por l. Y no porque eso fuera muy
importante para Len, ya que se
consagraba al trabajo, lo mismo que
ella. l y sus tres hijos trabajaban con
diligencia para aadir ms riqueza al
tesoro que posean.
Moiss haba elegido un modo de
vida diferente. Acept a su ta Soli y a
su esposo como padres, y comparti con
ellos sus esperanzas, penas y triunfos.
La otra parte importante de su vida era
Mihi.
La frgil relacin de Moiss con su
madre haba llegado casi al punto de
ruptura, debido a su amistad con el otro
joven. Al conocer a Mihi, Esther haba
reaccionado contra l de forma grosera
y extraa y hasta lleg a insultarlo.
Moiss le haba revelado por primera
vez todas sus decepciones. La confusin
espiritual que lo haba mantenido
cautivo durante aos aflor con
hostilidad brutal. Despus de aquel da,
madre e hijo casi no se vean, excepto
cuando era absolutamente necesario.
Moiss no odiaba a su madre, pero
tena la certeza de que ella lo odiaba.
Desde el comienzo, crey que su familia
lo exclua por su apariencia fsica. No
pensaba dejar a su querido amigo. Si
intentaban obligarlo, abandonara del
todo a su familia. Esther, al ver la
reaccin de su hijo, no volvi a tocar el
tema, pero la pared que los separaba se
hizo an ms alta.
Esther, en realidad, no odiaba ni a
Moiss ni a Mihi. El problema era ella
misma. Volva a caer en las garras del
pasado. Qu coincidencia era aquella?
Cmo pudo Moiss elegir al nieto de
Burak Seisdedos como su mejor amigo?
En aquel vasto imperio Por qu?
Cuando pos por vez primera los
ojos en Mihi, el parecido con Burak hizo
que se sintiera dbil y mareada. El
mismo pelo, la misma cara, las manos y
el sexto dedo. Era como ver un
fantasma.
Presa del pnico, intent oponerse a
su amistad, igual que su madre se haba
opuesto a la suya con Burak. Pero ahora
comprenda que aquello era imposible.
Su hijo se haba distanciado de ella ms
que nunca. Soli y Regna haban apoyado
la amistad del joven. La extraa
reaccin de la mujer haba sorprendido
a Len y a los dems hijos. Esther viva
sola interminables noches de ardiente
dolor. Estaba segura de que no haba
forma de huir del pasado, y todo lo que
poda hacer era aceptarlo junto con
todas sus consecuencias.
Despus de la muerte de Soli,
esperaba que Moiss volviera a casa,
pero l decidi vivir en la imprenta. Al
hablar con su padre le dijo que no tena
intenciones de evadirse de la familia,
sino que deseaba dedicarse a su negocio
y ayudar a Regna, que no poda con todo
sola.
La otrora duquesa de Naxos se haba
consagrado a los libros que tanto amaba
y Moiss la ayudaba con gran
dedicacin. Mihi, que haba empezado a
trabajar como contable para los
mercaderes del bazar techado, ya no
poda compartir su tiempo con ellos
como antes. Por el momento tena diez
clientes, un magnfico comienzo. Su
madre rezaba todos los das por la paz
de doa Soli, que la haba ayudado
durante tantos aos.
28 de octubre de
1583. Londres
Isabel no haba tenido suerte al casar a
Dudley, su amante, con Mara Estuardo.
Sin embargo, haba encontrado otra
forma de mantenerla controlada. Haca
diecisis aos que la reina de Escocia
estaba prisionera en la Torre de
Londres, y aparentemente concluira all
su vida. La reina de tierno corazn
poda ser extraordinariamente cruel
cuando quera. No haba nada que no
fuera capaz de hacer por el brillante
futuro de su imperio. Por esa razn,
hasta haba considerado la posibilidad
de casarse con Alenon, el hijo de
Catalina de Mdici, unos veinte aos
ms joven que ella. Pero ahora esa unin
no era necesaria, ya que Isabel haba
elegido por aliado al distante Imperio
Otomano. El mdico del palacio real,
Rodrigo Lpez, la haba ayudado mucho
a cumplir sus sueos. Era primo de
Salomn Abenish, a quien el sultn
haba nombrado Duque de Lesbos.
Despus de que los judos empezaron
las negociaciones, Sadettin, el tutor del
sultn Murat, se convenci con mucha
facilidad del valor de la alianza. Y as
se inici el comercio entre los dos
imperios.
Inglaterra no haba necesitado mucho
la ayuda de Dios en este caso, porque la
reina le haba pagado a Sadettin cinco
mil ducados de oro por su servicio.
Con anterioridad, cuando el gran
visir Sokullu estaba en el poder, Isabel
se haba esforzado por establecer una
alianza, y a pesar de que haban
intercambiado cartas nunca llegaron a
ningn acuerdo. Sin embargo, ahora, la
delegacin inglesa, presidida por
William Harebone, haba obtenido una
audiencia con el sultn y conseguido la
autorizacin para una concesin
comercial. Harebone haba estado un
ao en Estambul, y antes de concretar la
operacin, los britnicos solo podan
comprar y vender con la bandera
francesa. Isabel haba tenido que pagar
un alto precio por esto. Los franceses,
claro est, no estaban contentos con la
decisin de la corte otomana, ni
tampoco Venecia, pero lo hecho, hecho
estaba. Haba llegado el tiempo de que
los ingleses obtuvieran ganancias en el
vasto imperio islmico.
El secretario de la reina le lea una
carta enviada por el embajador.

Vuestra Alteza Real:


Permitidme que os exprese
mi alegra al daros esta buena
noticia. El mar Mediterrneo
est abierto para el comercio
britnico. Nuestras naves
pueden navegar libremente con
nuestra propia bandera. El
sultn ha dado su autorizacin
para ello y espero poder
obtener otra licencia para la
apertura de un centro comercial
ingls, la Compaa de Levante.
Nuestra estada en Estambul
ha sido muy agradable, y el
sultn y otros altos funcionarios
nos han dado valiosos
obsequios

Isabel pregunt con impaciencia:


Dice algo de la alianza con los
espaoles?
No, no en forma directa, mi reina.
El balyos ha escrito simplemente lo que
el sultn le ha manifestado. Que tiene
problemas con Irn y que no desea tener
problemas semejantes con Occidente.
Ah, s, no son noticias que vengan
al caso. Una ligera desilusin pas
por la cara de la reina, pero recuper la
compostura. Obtener el derecho al
libre comercio es un gran paso para
nuestro futuro. Una vez que empecemos,
avanzaremos deprisa. Estambul es muy
importante para nosotros, porque a
partir de all tendremos la oportunidad
de llegar a tierras ms lejanas. El
Imperio Otomano es muy extenso y rico,
y los turcos no tienen hombres
suficientemente experimentados y
educados para hacer su trabajo como es
debido. No es as, Dudley?
Mi reina, vuestra previsin me
cautiva cada vez ms. Debemos celebrar
sin tardanza el nacimiento de nuestro
gran imperio comercial en Medio
Oriente.
Por qu no? Es un gran xito, sin
lugar a dudas.
29 de noviembre de
1585. El harn
imperial
Nadie, salvo Kiraze, poda comprender
el significado de la alegra del rostro de
Safiye. La comerciante juda haba
entendido enseguida lo que suceda. Se
inclin al odo de la joven mujer y
susurr:
Muri?
Rindose, Safiye respondi:
Por fin, s. Pero cmo lo sabas?
Kiraze agit la mano como diciendo:
Cmo podras ocultarme la noticia?
Safiye se dirigi aprisa a sus
habitaciones. Esther trat de ponerse a
la par, pero ya era vieja y se detuvo un
momento para tomar aliento.
Ms despacio, querida dijo.
Ya no soy una nia.
Safiye se gir y tom con ternura el
brazo de su amiga.
Oh, perdname. Ests cansada?
Te ayudar.
Cuando entraron en sus lujosos
aposentos, Safiye le orden a las
halayiks t de tilo. Ayud a Esther a
sentarse en uno de los cmodos
almohadones, y empez a hablar con
entusiasmo.
Te imaginas, Kiraze? A partir de
ahora ser la nica en el harn. Aqu
ser la reina. Dios sabe cunto he
rogado por esto. Al fin las he eliminado
a todas. Nurbanu est muerta y
desaparecida para siempre. Alabado
sea Dios!
Silencio. Alguien puede orte. No
olvides que las paredes tienen odos.
Acaso me importa? Yo no la hice
asesinar, aunque debo confesar que la
noticia me alegra. Aquella bruja trabaj
con empeo para poner a su hijo en mi
contra. La cantidad de mujeres que ella
llev de la mano a la cama de Murat
deben de ser ms de cien.
Kiraze sonri.
Y qu pas con las mujeres que
t llevaste de la mano a su cama,
querida ma?
Safiye frunci el ceo.
Me obligaron a hacerlo, para
luchar contra ella y contra todas las
otras, las hechiceras, las adivinas
Toda clase de gente extraa. No s
cuntos hijos tiene Murat en el harn.
Pero yo soy la nica que queda, y Murat
escucha todo lo que le digo. Por otra
parte, es un shahzadah brillante y
cuando muera su padre, ser el turno de
que mi Mehmet gobierne el imperio.
Ya lo s, mi belleza, ya lo s. No
te culpo, clmate.
Las halayiks entraron con bandejas
de plata para servir el t de tilo y los
bizcochos. Cuando se fueron, Safiye
sac una carta de su pecho.
Mira susurr.
Kiraze mir el papel.
De quin es?
De Catalina de Mdici. Ella
misma me ha escrito.
Qu dice?
Dice que somos parientes y que ha
odo grandes cosas sobre m. Y al
terminar, me solicita ayuda.
Para qu?
Quiere que yo presione a Murat
para entablar una alianza con Francia en
contra de Felipe de Espaa.
Murat no aceptar. Te acuerdas
de los comerciantes ingleses? Le
pidieron lo mismo, pero no se lleg a
ningn arreglo. Qu ganaran los
otomanos con una alianza? Por el
momento, las relaciones con Espaa son
pacficas y tranquilas. Recuerda tambin
que Murat no puede ni siquiera ir a la
mezquita de Hagia Sophia sin
desmayarse.
S, pero t sabes que es
epilptico. Qu crees que pasara si se
desmayara en pblico?
No me importa si es o no es
epilepsia. Olvdate de todos esos planes
imposibles. Cmo podra pisar un
campo de batalla un hombre que ni
siquiera puede entrar en la mezquita?
Tienes razn, pero que Catalina
me haya escrito significa mucho. Sabes
que Isabel tambin me ha mandado
correspondencia.
Ya lo s, mi Safiye. No te olvides
de que t tambin eres reina. Y tan
inteligente como ellas. Todos lo saben, y
por eso te temen tanto.
Safiye sonri mientras doblaba la
carta y se la volva a colocar en el
pecho.
Espera le dijo Esther
agarrndola de la mano. Cogi la carta,
la agit en el aire con un gesto de triunfo
y se la puso en el pecho. A veces
tambin las cartas pueden tener valor
material dijo.
Cmo?
Cuando les lleve a los venecianos
esta carta
Ah, Kiraze, eres asombrosa! Te
pagarn una fortuna por esto.
No s lo que pagarn, pero el
premio ms valioso es que me otorguen
el derecho de dirigir la lotera de
Venecia. Bebi unos sorbos de su t y
se puso de pie. Tena aspecto de
cansada.
Quiz deberas ir a verlos
maana, Kiraze. Vete a casa a descansar.
Esther se neg.
No. No es mi estilo demorar las
cosas. Ya lo sabes. No te preocupes, no
estoy tan cansada. Adems, ya no hay
nadie esperndome en casa. Despus de
la muerte de Len, la casa es tan
aburrida Camin despacio hasta la
puerta. La vida es as. Vamos y
venimos. Ir a visitar al balyos. Y
maana vendr a verte otra vez. Sabes
lo que te aconsejo que hagas ahora?
Trata de parecer todo lo apenada que
puedas y consuela a Murat. Nurbanu era
su madre y estos son sus momentos de
mayor debilidad. Puede ser el sultn,
pero an as es un hombre. Qudate a su
lado y trata de mostrarle toda tu ternura
y tu amor. Se conmover.
Safiye asinti, obediente, con su
collar expuesto un instante contra su
cuello blanco. Kiraze acarici con
afecto el rubio cabello de la joven.
Glata
Esther haba hecho bien en no demorar
el asunto. Cuando se entrevist con el
secretario del embajador veneciano,
este le extendi un grueso rollo antes de
que ella le entregara la carta de Catalina
de Mdici. Cuando lo despleg, su
corazn palpit con fuerza. Eran los
documentos oficiales que le
garantizaban el derecho a manejar la
lotera de Venecia. Se qued paralizada.
Por fin, Venecia le recompensaba toda
su ayuda, sus esfuerzos para evitar la
guerra entre Venecia y el Imperio
Otomano. Esther le dio las gracias al
secretario con voz temblorosa, que se
inclin con una reverencia delante de la
anciana y le bes la mano llena de
arrugas.
Sois la Reina Honoraria de
Venecia, doa Esther Kiraze le dijo
. Tenemos una gran deuda con usted.
5 de abril de 1589. La
Fuente del Verdugo
De las cabezas recin cortadas del
Beylerbeyi de Rumeli Mehmet Pach,
conocido como el Halconero, y del
jefe contable Mahmut, colocadas una
junto a la otra en la mesa de mrmol,
todava chorreaba sangre en el piso.
Acababan de ejecutarlos.
Los que saban el motivo no se
lamentaron por Mehmet Pach, pero s
se apenaron por la muerte del pobre
contador Mahmut: haba perdido la vida
sin ninguna razn.
Todo haba comenzado muchos aos
antes En 1584, el sultn decidi
devaluar la moneda otomana. Aquello
significaba que el saray les pagara
menos a los jenzaros, y a partir de
aquel momento el sultn sigui con
aquella prctica. Al tesoro no le
quedaba otra alternativa, pues de alguna
forma haba que pagar los gastos de
mantenimiento del imperio, que cada vez
eran ms grandes. Los jenzaros, por
supuesto, no se sintieron satisfechos. Se
quejaron de sus salarios durante aos e
intentaron rebelarse muchas veces. La
Casa de la Moneda, con una okka de
plata, fabricaba ahora mil akches en
lugar de quinientos, y en el mercado el
precio de un dirhem de plata haba
aumentado de dos a diez akches,
llegando algunas veces hasta doce.
Desde la poca de Yosef Nasi, los
directores del tesoro eran judos y desde
haca muchos aos tambin, se ocupaban
del manejo de la Casa de la Moneda. Un
da, uno de los funcionarios judos de la
moneda fue a ver al jefe contable,
Mahmut, y le entreg una muestra de
sikke. Le pidi que cortara los nuevos
sikkes que se iban a distribuir entre los
jenzaros con un espesor tan fino como
el de una hoja de almendra y tan livianos
como una gota de roco, igual a la que
sostena en sus manos. Ofreci pagarle
doscientos mil akches por su servicio,
pero Mahmut rechaz inmediatamente la
propuesta. El funcionario judo acudi
entonces a una autoridad superior,
Mehmet Pach, que era el favorito del
Sultn. El pach la acept junto con los
akches, y orden que cortaran un nuevo
tipo de sikkes en la Casa de la Moneda.
Como es natural, el jefe contable tuvo
que obedecer la orden.
Pero ni la paz ni el silencio duraron
mucho tiempo. Al enterarse de que les
iban a pagar menos, los jenzaros se
rebelaron como lo haban hecho en otra
oportunidad, pero esta vez fue diferente.
Mientras la Corte estaba en sesin, los
soldados rodearon el saray, gritando:
Queremos las cabezas de los
pachs Mehmet y Mahmut!
El sultn se sinti presa del pnico y
les envi fondos de emergencia, pese a
lo cual los soldados, furiosos, se
negaron a poner fin a la rebelin. Los
habitantes del harn se aterrorizaron con
los salvajes alaridos de los jenzaros,
que manifestaron que solo habra paz
cuando presenciaran la ejecucin de los
dos pachs. Dijeron incluso que
llevaran la protesta directamente ante el
sultn, lo que significaba que tanto l
como el saray estaban en peligro.
Murat haba ordenado a cada una de
las personas del palacio que se armara.
Como los miembros de la Corte no
pudieron llegar a una solucin pacfica,
la nica manera de terminar la rebelin
fue que Murat ordenara la ejecucin de
los pachs. El decreto del sultn fue
ledo ante ellos y les extrajeron las
dagas de la cinturilla. Eso significaba la
muerte, y acto seguido los decapitaron.
Hubo rumores de que cuando Safiye
le dijo al odo al sultn que los
verdaderos responsables de la rebelin
eran algunos de los otros visires, Murat
sinti remordimientos.
El peligro haba pasado por el
momento, pero quedaba claro que el
futuro estara lleno de otros
acontecimientos terribles. Los jenzaros
ahora conocan su poder y la debilidad
del sultn.
22 de junio de 1592.
Ortakoy
Cuando Regna Nasi dijo que ya era
tiempo de que trasladaran la editorial a
un nuevo emplazamiento porque no
poda hacer frente a los problemas
financieros, Moiss comenz a
planificar el traslado. l saba que si
Regna le pidiera ayuda a su madre,
Esther, la solucin sera ms sencilla,
pero tambin tena la certeza de que
doa Regna nunca la aceptara. El lugar
se encontraba montaa arriba, sobre el
Bsforo, y la nueva casa de Regna tena
un jardn al fondo lleno de cerezas.
Mientras trataban de desmontar la
imprenta, Moiss dijo:
Me alegro de que a partir de
ahora estemos lejos de la humedad del
mar.
Reina sonri; Moiss era realmente
un joven muy considerado.
No necesitas apresurarte tanto
le replic ella. Tenemos mucho
tiempo.
Pero hoy es el da ms largo del
ao, entonces podemos trabajar ms.
Cierto. Nunca dejas de
sorprenderme con tus conocimientos.
Y tambin tendremos la noche ms
corta del ao.
El sol brillaba como un diamante
sobre terciopelo azul, como si quisiera
probar su supremaca sobre todas las
cosas y todos los seres. El olor que se
desprenda de los rboles y enredaderas
cercanos perfumaba el aire: glicinias,
rboles de Judas, lilas El rosa y el
prpura de las flores bailaba con el azul
de las aguas del puerto.
Viene hoy Mihi?
S, en cuanto termine su trabajo.
Me siento tan feliz por l,
Moiss Espero que el futuro le depare
das tan buenos como su corazn.
Espero que el cielo escuche su
deseo, doa Regna.
Regna levant la mano en seal de
gratitud y examin la gran caja llena de
cartas y otros documentos que tena
frente a s. Las iba leyendo con gran
atencin y las clasificaba por temas.
Qu interesantes son estas,
Moiss! No te lo puedes ni imaginar.
Este es el archivo personal de mi madre,
correspondencia en su mayora. Algunas
cartas son de personas importantes y
otras de gente muy pobre.
Las conserv todas?
S, ella guardaba todo lo que le
enviaban. Mi madre tena una gran
empata, especialmente por quienes
tenan problemas.
Lamento no haber tenido la suerte
de conocerla bien, pero tengo algunos
hermosos recuerdos de ella.
Ella te tena mucho cario,
Moiss Regna mir a su alrededor
con ojos pensativos, luego regres a la
lectura.
A pesar de la pierna deforme,
Moiss trataba de hacer todo lo
necesario para desarmar la imprenta.
Cuando se agachaba y volva a
enderezarse la espalda encorvada se
haca ms visible. Los rizos negros que
le caan sobre la frente ocultaban las
gotas de sudor. Su rostro se iba haciendo
ms adulto. En los ltimos tiempos
haba subido un poco de peso, pero aun
as era pequeo y aparentaba menos
edad de la que tena. Sus hermanos
haban tratado de que se casara en dos
ocasiones, pero l rechaz la idea con
tanta firmeza que nadie se anim a
repetir el intento. Viva dedicado a los
libros y su vida social giraba alrededor
de Mihi y de doa Regna; no sala de la
imprenta a menos que fuera
estrictamente necesario. Pero se
enteraba de la vida de Estambul a travs
de las historias que ellos le contaban.
Mira, esta es una carta de hace
casi treinta aos. La escribi un hombre
de Ferrara y en ella le peda a mi madre
que ayudara a su hermana, para que
pudiera vivir con una familia apropiada.
Cree que cumpli su deseo?
Mi madre siempre hizo todo lo
que pudo. Debe de haber intentado
ayudarlo. Ella no era como mi esposo.
Regna deposit la carta encima de
las otras. Apoy el mentn sobre su
mano con los ojos brillando, como si
estuviera en otro mundo.
Sabes una cosa, Moiss? dijo
. Todava me cuesta creer la noticia
que recibimos de Inglaterra.
Por qu no, doa Regna? El
caballero nos envi una invitacin para
el estreno.
S, pero es sorprendente. No
puedo creer que Marlowe haya escrito
una obra basada en la vida de Yosef.
La historia de Don Yosef no
morir nunca. Marlowe lo ha
inmortalizado. Y tambin a usted.
No, no me pongas al mismo nivel
que Yosef. Era un hombre brillante,
siempre rebosante de ideas y sueos
emocionantes.
Usted tambin tiene ideas y
sueos, doa Regna. Le ha dado a la
humanidad cientos de libros valiosos.
La verdad es que me gustara mucho
imprimir El Judo de Malta de
Marlowe. Podramos publicar una
edicin en hebreo. Me encantara, de
verdad.
A m tambin, Moiss. Me
gustara verlo impreso aqu. Tal vez
podamos hacerlo, quin sabe?
Regna se qued en silencio, mirando
a lo lejos. En qu pensaba? Era
imposible saberlo. Suspir y comenz a
clasificar nuevamente los documentos de
su madre.
Oh, esta es muy vieja le dijo a
Moiss. Se la enviaron a mi madre
desde Venecia, en 1544.
Mientras lea lentamente la carta,
Moiss llev los papeles que ella haba
descartado al jardn para quemarlos.
Cuando Mihi llegara, prepararan el
fuego y beberan una copa de vino
mientras contemplaban cmo
desaparecan los papeles entre las
llamas. Moiss deposit la caja en el
suelo y trat de recobrar el aliento. De
pronto Regna lo llam.
Moiss, ven aqu, rpido!
Corri a la imprenta arrastrando la
pierna.
Regna temblaba, exaltada,
sosteniendo una carta en la mano:
Esta es muy importante!
Moiss sostuvo la carta entre sus
manos. Estaba escrita en italiano.
Qu dice, doa Regna? le
pregunt.
Creo que es acerca de Mihi.
Qu quiere decir? No entiendo.
Reina empez a leer en voz alta la
carta:

Le escribo esta carta desde


Florencia. Seora, por favor, le
pido que me ayude. Le ruego
que no me subestime por este
ruego. Soy vieja y toda mi vida
he conocido el pesar, el dolor y
el arrepentimiento. S que es
una persona muy generosa.
Usted es mi ltima esperanza,
por eso le pido que me ayude a
encontrar a alguien a quien
conoc hace muchos aos y a
quien he estado unida
emocionalmente, a pesar del
poco tiempo que estuvimos
juntos. Seora, yo nunca fui
bendecida con un hijo, aunque
solo Dios sabe cunto lo intent
y lo dispuesta que estuve a
soportar cualquier dificultad, a
pagar cualquier precio. La
persona sobre la que le escribo
es un beb que me entregaron
cuando tena nada ms que una
semana de vida. Lo quise desde
el momento en que lo vi y le
puse por nombre Cristian. Mi
difunto esposo era un catlico
muy conservador y viendo que
el pobre nio estaba
circuncidado lo rechaz y me
oblig a devolverlo. Pero fue
imposible porque la infeliz
madre ya haba desaparecido.
Por eso le encomend a
nuestros sirvientes que lo
entregaran a una mujer llamada
Madre Cora que viva en la
aldea de Magnamata. Planeaba
traerlo de vuelta conmigo al
paso del tiempo, pero tuvimos
que dejar nuestro hogar por la
guerra, y cuando volv, seis
aos despus, descubr que los
corsarios turcos haban
destruido la aldea y asesinado o
capturado a todos los
habitantes. Supe finalmente que
Cristian haba sido llevado a
Estambul por un marinero
llamado Kemal Reis. Lo he
buscado durante muchos aos
sin dar con ningn rastro.
Todava no s lo que ha sido de
l.
Estimada seora, me siento
tan culpable por lo sucedido
Le promet a su madre, Raquel,
una mujer de Toledo, que
cuidara siempre de su hijo,
pero fall. Que Dios me
perdone. Escuch que usted
ocupa una posicin de prestigio
entre los otomanos y quiz
pueda encontrar la forma de
aplacar mi mente y mi corazn
averiguando lo que pueda
acerca de mi Cristian. Se lo
ruego, por favor, aydeme
Antes de seguir leyendo, Regna
respir hondo. Moiss no haba
comprendido claramente el significado
de aquellas palabras. Clav una mirada
de preocupacin en Regna, que sigui
leyendo un poco ms:

Seora, necesito decirle


que el beb tiene seis dedos en
la mano derecha. Esta es la
nica seal fsica que puede
ayudarla a encontrarlo.
Esperar su respuesta llena de
esperanza.
Suya sinceramente,
Rafaela Mir,
Florencia

Moiss lanz un grito:


Pero es la historia del abuelo de
Mihi! Esta Y ahora sabemos mucho
ms acerca de l!
Es asombroso! No es cierto,
Moiss? Tenemos que investigar mejor.
No podemos cometer ningn error.
Doa Regna, usted cree que su
madre le habr contestado a esta pobre
mujer?
Ella puso la carta sobre la mesa con
una expresin de tristeza.
Aquellos eran tiempos difciles
para nosotros, Moiss. Mi ta nos
denunci ante las autoridades como
judos practicantes. Tuvimos que huir
para salvar nuestra vida, y apenas nos
libramos de la Inquisicin. Fuimos a
Ferrara, pero nuestra vida penda de un
hilo. Tal vez por eso mi madre no habr
podido ayudar a esta pobre mujer.
Alz las manos diciendo:
Ay, Dios mo
Me presta la carta, doa Regna?
pregunt Moiss con voz temblorosa.
Por supuesto le contest Reina,
ofrecindosela.
Moiss la coloc cuidadosamente en
su bolso y camin hacia la puerta trasera
del taller. Antes de entrar, dijo:
Si Mihi llega antes de que yo
vuelva, por favor, no le mencione la
carta.
Regna asinti. Viendo la extraa
mirada de sus ojos, no le pregunt
adnde iba. Comprendi que se trataba
de un tema personal, y crey que iba a
hablar con su madre. Le probara que
Mihi tambin era judo. Cruz el jardn
arrastrando el pie. Mientras tanto, Regna
se arrodill y empez a rezar.
Glata
Regna Nasi no estaba equivocada.
Moiss se haba ido directamente a la
casa de su madre en Glata, empuj al
sirviente que le abri la puerta y se
precipit hacia la habitacin de su
madre. Encontr a la anciana
dormitando en un cmodo silln, cerca
de la ventana. Esther, al escuchar el
ruido de la puerta, se levant de un
salto, aterrada. Ver a Moiss tan de
improviso la impresion y se inquiet,
pues eso significaba que haba ocurrido
algo importante. Antes de que pudiera
hablar, Moiss le extendi la carta y
grit:
Aqu est! Tmala y entrate de
la verdad!
Esther la tom con manos
temblorosas. Qu era aquella vieja,
amarillenta hoja de papel? Una carta?
Quin la haba escrito? Respiraba con
dificultad y su alma estaba envuelta en
un sentimiento de horror. Mir la carta
como paralizada.
Moiss grit nuevamente:
Lee y entrate de quin es Mihi!
Mi viejo amigo a quien queras que
yo traicionara!
Tan pronto como termin la frase, se
alej de la habitacin ms rpido de lo
que haba entrado. Esther se qued
anonadada.
Abri la carta y fue hacia la ventana
en busca de luz. Levant la lupa que
estaba en la mesa de t y empez a leer.
La volvi a leer una y otra vez, y lanz
un grito de horror, Dios mo. Y
despus se desmay.
Al escuchar un grito
desacostumbrado, la sirvienta se lanz
escaleras arriba y la encontr tirada en
el suelo. Crey que estaba muerta, pero
Esther volvi a gritar, Dios mo.
Esther estaba viva, aunque la
horrible verdad la haba golpeado como
un rayo y lloraba desesperadamente. La
sirvienta, una mujer joven, la ayud a
caminar hasta el sof y le dijo:
No se preocupe, mi ama, le
enviar un mensajero a sus hijos
Esther neg con cabeza.
No le dijo. No quiero que
llames a nadie. Vete, y no vuelvas, a
menos que te llame. Vete!
Las lgrimas rodaban por sus
mejillas.
Conociendo su terquedad, la
sirvienta sali silenciosamente y esper
en el corredor. Esther estuvo sentada en
su habitacin durante horas. De vez en
cuando, rezaba y lloraba. La sirvienta se
asust porque era la primera vez que la
vea llorar. Su ama siempre haba sido
dura como una roca, incluso frente a la
muerte de su hermana y de su esposo.
Qu le habra dicho Moiss?
La mujer pens en llamar
secretamente a Abraham, que viva
cerca de la casa, pero temiendo un
castigo, abandon la idea.
Pronto oscureci y el silencio de la
noche cubri Estambul. Esther sufra
todava ms:
Ay, mi querida madre, mi pobre
madre, mi desgraciada madre
La sirvienta no entenda aquellas
palabras. Permaneci en el corredor,
preocupada aunque somnolienta.
Esther comprendi el significado de
la carta despus de la primera lectura,
pero la ley muchas veces ms,
memorizando cada palabra. Sinti como
si una roca estuviera aplastando su
espritu. El dolor era mucho peor que
cualquier dolor fsico, ms destructivo
an que las torturas de la Inquisicin.
Haba vivido toda su vida con un
pecado imperdonable. Estaba condenada
y maldita.
Se arrodill en el piso llorando:
Por qu, Dios? Por qu me has
castigado tan cruelmente?
Esther no poda cargar con el peso
insoportable de la vergenza y la
desesperacin de saber que se haba
enamorado de su propio hermano. Los
besos que se haban dado Sus
sueos
Ay, Dios mo, por qu? grit.
Su cuerpo viejo se mova como si fuera
a quebrarse en pedazos. Ay, mi
querida madre, por favor, perdname,
por favor
El pecho le quemaba como si un
veneno sin antdoto le corriera por las
venas. Haba vivido una larga vida y
siempre en un sendero de pecado.
Tena que compartir con alguien
aquella terrible verdad.
Un par de horas antes de que
terminara la noche ms corta del ao,
llam a la sirvienta y le orden que le
preparara el palanqun. La mujer se
sorprendi. Adnde ira su ama a
aquellas horas? Estara en sus cabales?
Apresrate orden Esther.
Deja de mirarme la cara. Ve y llama a
los hombres para que me trasladen.
Vete!
Aterrorizada se apur a cumplir con
la orden de Esther.
Ortakoy
Todava estaba oscuro cuando Esther
golpe la puerta de la imprenta en
Ortakoy. Moiss tambin se haba
quedado despierto, y abri la puerta
enseguida. Al ver a su madre,
retrocedi. Su rostro plido y fatigado
mostraba una gran determinacin. Esther
fue hasta el banco que estaba junto a la
ventana, y madre e hijo se sentaron en
silencio un rato. Despus, Esther
comenz a hablar lentamente, con voz
entrecortada:
Vine aqu dijo. Vine aqu
porque Era tan difcil empezar.
No tienes que disculparte dijo
Moiss. Ahora sabes la verdad. Mihi
es judo, como t y como yo. No era
eso lo que te preocupaba? A m no me
importa. Para m, no hay diferencia entre
un judo, un musulmn y un catlico. Un
creyente es un creyente. Qu diferencia
hay si rezamos de diferentes maneras y
en distintos idiomas? Ofrecemos
nuestras plegarias al mismo Creador!
Para m, es nada ms que Mihi, mi
amigo mi amigo ms ntimo y el
nico.
Moiss jugaba con la pequea esfera
de bronce, lo que haba quedado del
llamador de la puerta de Toledo.
Es ms que eso, hijo replic
Esther.
Por primera vez en la vida, su voz
son tierna y llena de amor por Moiss.
l est ms cerca de ti de lo que
piensas, tan cerca como tus hermanos.
Moiss la mir atentamente. Qu
estaba tratando de decirle?
Te contar todo con detalle, hijo.
Y comenz a contarle su historia:
T nunca tuviste la oportunidad de
conocer a mi madre. Te hablar de ella,
y luego te hablar de su madre y de su
padre. Te hablar sobre la tierra de
nuestros antepasados, sobre Espaa,
sobre Toledo
Habl ms de una hora. Moiss la
escuch sin decir una palabra y cuando
termin, madre e hijo lloraban. Moiss
se par y arrastrando la pierna, corri
hacia su madre. La anciana tena el
rostro bajo, le temblaban el mentn, y
las manos. Las ltimas veinticuatro
horas haban sido las ms difciles en la
vida de aquella mujer que se acercaba a
los ochenta aos. Estaba agotada, sin
fuerzas.
Moiss le puso la mano sobre la
espalda.
Mam suspir. Mam, te
quiero!
Se abrazaron con cario, quiz por
primera vez en sus vidas, y lloraron
nuevamente, pero aquellas lgrimas ya
no eran un signo de dolor. Cada gota que
rodaba por sus mejillas limpiaba y
purificaba sus almas, curando sus
heridas. Era el final de la noche ms
corta del ao. Desde una mezquita
cercana los ezans comenzaron a entonar:
Allah-u ekber, Allah-u ekber
Los primeros rayos de sol
aparecieron sobre los redondeados
montes de Uskudar y alcanzaron la
pequea esfera de bronce que estaba
sobre la mesa, prestndole un brillo
deslumbrador.
V

10 de septiembre de 1592.
Okmeydani
La gran ciudad de Estambul pareca
abandonada. No haba ningn negocio
abierto y las calles estaban desiertas.
Hasta los gatos haban desaparecido.
Los habitantes del lado europeo se
haban dirigido a Okmeydani y los
residentes del lado asitico, hacia
Alemdag. Todos rezaban con las manos
levantadas hacia el cielo. Todos
musulmanes, cristianos y judos
deseaban las mismas cosas: salud y paz.
El enorme imperio se encontraba en
estado de agitacin desde haca dos
aos, con el pueblo abatido por
disturbios, incendios, pestes, guerras y
dificultades econmicas. Y ahora, al
advertir que el sultn era incapaz de
resolver aquellos problemas, decidieron
solicitar la ayuda de los grandes
poderes. Todos pronunciaban el mismo
pedido de gracia.
El saray tambin afrontaba tiempos
difciles. Desde haca tres aos las
rebeliones, los motines y las agitaciones
sembraban el caos desde Erzurum a
Egipto, y en la misma Estambul. Un
hombre que viva all haba declarado
recientemente que l era el Mesas y lo
empalaron delante de la mezquita de
Bayazid. Lidiar con los jenzaros no era
tan sencillo porque sus demandas eran
interminables, y el sultn haba tenido
que aceptar la mayora de ellas de mala
gana.
Despus del homicidio del
gobernador de Budapest, su sucesor fue
misteriosamente asesinado por los
guardias de la ciudad, que se haban
rebelado al no recibir la paga
apropiada. Las fuerzas enviadas para
sofocar el disturbio colgaron a treinta y
cinco de ellos en un da.
Los jenzaros que no haban
aceptado el pago con sikkes devaluados
eligieron la misma forma de protesta en
Tebriz. Pero esta vez el gobernador hizo
un pacto secreto con los beys curdos, y
estos mataron a mil ochocientos
soldados.
Quiz Estambul fuera la ciudad
menos afortunada. Cada da los
jenzaros incendiaban las casas y
saqueaban negocios. El sultn era
incapaz de detener aquel reinado del
terror, aun cuando haba designado
funcionarios especiales para la tarea. Al
enterarse de que los ciudadanos se
haban congregado en las cumbres de los
montes para rezarle a Dios, se sinti
deprimido. Y aunque casi nunca dejaba
el saray, decidi embarcarse en el kayik
del sultn y viajar por el Bsforo para
no ser testigo de la sombra reunin.
Glata
El saray era un caos total. Y sin
embargo, Esther encontr la felicidad
que le haba sido esquiva toda la vida.
Su espritu haba florecido desde la
noche en que le haba confesado a su
hijo la verdad. Pareca que la haban
tocado las alas de un ngel.
La familia era adinerada y aunque
todos dejaran de trabajar les alcanzara
para las futuras generaciones. Sus
riquezas provenan tanto de sus negocios
en Estambul como de la lotera de
Venecia. Y lo que es ms importante: lo
nico que no haban tenido, paz, por fin
haba llegado.
Can, Abraham y Sami eran felices
viendo a Moiss y a su madre en tan
buenos trminos, aunque no
comprendan con claridad la razn del
cambio. La familia se reuna bastante a
menudo, y de vez en cuando Mihi, que
trabajaba como contable en el saray,
acompaaba a Moiss.
Moiss y Esther decidieron no
decirle nada a nadie acerca de la carta
del pasado, ni siquiera a Mihi. No
queran poner en peligro el equilibrio
que sus vidas haban alcanzado. Pero
Esther hizo de todo para ayudarlo, como
si tratara de pagar una vieja deuda.
El da en que los ciudadanos de
Estambul se reunieron para pedirle a
Dios paz y salud, Esther y sus hijos
almorzaban juntos en la famosa finca de
Glata. Las risas de felicidad y las
voces animadas de los nios resonaban
por los corredores de mrmol. De
repente, uno de los nios apunt hacia el
mar y grit asombrado:
Mirad!
Era el lujoso kayik del sultn de
Murat. Docenas de hombres remaban al
mismo tiempo como si fueran un solo
cuerpo, impulsando el kayik mientras se
deslizaba por las azules aguas del
Bsforo.
Sorprendente! exclamaron los
huspedes. El sultn ha salido!
Esther dijo:
S, pero no es una buena seal.
Can replic:
No tiene la personalidad de un
sultn. Creo que si tuviera la
oportunidad, buscara una vida ms
pacfica. Y yo creo
Sin levantar la cabeza de su plato,
Sami lo interrumpi:
De todas formas, en verdad no es
l quien dirige el Imperio. Todos
sabemos que es Safiye la que gobierna.
Y desde hace muchos aos dijo
la esposa de Abraham.
Sonriendo, Abraham agreg en un
susurro:
Lo que significa que nuestra
madre controla nuestro Imperio.
Moiss frunci el ceo. Esther lo
mir por el rabillo del ojo y dijo:
Dios nos proteja. Yo soy nada ms
que una mujer de negocios. De vez en
cuando, Safiye me pide consejo y trato
de ayudarla cuanto puedo. Eso es todo.
Nunca he estado mucho tiempo en el
harn.
Mihi estaba pensando que la
distancia que Esther mantena respecto a
los asuntos de estado era una buena
actitud.
Algo puede suceder en cualquier
momento en el saray manifest.
Los jenzaros todava estn enfurecidos
por las devaluaciones de los sikkes. Me
parece que ahora les toca rebelarse a los
soldados de caballera. Sabis que el
dinero para gastos diarios de Safiye se
ha incrementado a tres mil akches? Es
vergonzoso! Pienso que lo mejor es
permanecer alejado del saray por un
tiempo.
Esther levant la mano.
Este no es ni el momento ni el
lugar adecuado para discutir esas cosas.
Hablemos de temas ms alegres. Esta es
una comida familiar, no un triste divn.
27 de enero de 1593.
Palacio Topkapi
No pas mucho tiempo sin que las
palabras de Mihi se hicieran realidad.
Los disturbios de los soldados de
caballera comenzaron cuando ellos
recibieron solo parte de su paga y los
jenzaros el monto completo. Entonces
se reunieron frente al saray y gritaron:
La cabeza del jefe contable debe
caer. Queremos su cabeza!
Los negociadores conversaron con
ellos y luego volvieron al divn.
Finalmente, el sultn Murat les envi
cientos de bolsas llenas de akches. Con
todo, los enfurecidos soldados todava
exigan la ejecucin del jefe contable.
Algunos de los visires salieron para
pedirles que reconsideraran su actitud,
pero los apedrearon por toda respuesta.
Mihi miraba preocupado las
inmediaciones desde el interior del
saray, aunque l no corra peligro
debido a sus responsabilidades
menores. Cuando los imanes de las
mezquitas de Hagia Sophia y
Suleymaniye llegaron, l y los dems
respiraron ms aliviados pues estaban
seguros de que aquellos hombres
podran concertar la paz. Por desgracia,
todos se equivocaban, pues las
negociaciones se interrumpieron tras dos
horas. El jefe contable dijo que se iba a
rendir a los soldados rebeldes de la
caballera y se coloc un turbante verde
como seal de martirio. Todos los
miembros del divn se pusieron en pie
entre lgrimas y uno de ellos, hablando
en representacin de todos, dijo:
No vamos a sacrificarnos por
estos voraces pecadores. Este es un
divn honorable, y t no saldrs!
La tensa atmsfera dur hasta el
final de la tarde e incluy pedradas. De
pronto alguien grit: Tenemos que
luchar!
Todos pensaron que el que haba
hablado era el sultn, que se le haba
acabado la paciencia y atacado a los
soldados. Desde los visires hasta los
sirvientes del saray, pasando por los
jardineros y cocineros, todos corran
con cualquier tipo de arma que
encontraron. Al ver a estos cientos de
personas llevando palos, tablones de
madera, cuchillos de cocina y ganchos,
los soldados de caballera dieron la
vuelta para escapar, pero el camino
estaba bloqueado con las carretas que
traan madera al saray. Los habitantes
del saray mataron a trescientos
cincuenta en aquel caos. Hasta el propio
Mihi mat a dos soldados.
Cuando la matanza termin, el jefe
de los jenzaros orden que los soldados
de caballera que quedaban volvieran a
sus barracas. El saray estaba a salvo.
Los cuerpos no fueron enterrados sino
arrojados al mar de Sarayburnu, como
una advertencia contra posibles
insurrecciones.
28 de septiembre de
1595. El harn
imperial
Esther no haba visto el saray tan
silencioso desde haca aos. Solo sus
cansados pasos resonaban en los largos
y sombros corredores de piedra. Qu
habra ocurrido? Algo deba de andar
muy mal. Sera parte de un plan en su
contra?
Examin el entorno silencioso con
ojos que reflejaban preocupacin. Por
qu Safiye iba a tramar algo en su
contra? Empez a preocuparse. Era la
primera vez que visitaba el harn desde
la muerte de Murat. Safiye era la Madre
Sultana desde haca un ao.
Todos consideraban a Safiye
despiadada, pero Esther saba que no
haba otra forma de sobrevivir en el
harn. Si ella les diera a los enemigos
una sola oportunidad, la asesinaran en
un instante. Las leyes del harn eran
duras y estrictas, pero tal vez no era
diferente de otros palacios en otros
pases.
Esclavo de sus deseos fsicos, Murat
se haba rodeado de mujeres, y haba
dejado veintisiete hijas y veinte hijos.
Haba llorado con la matanza de sus
cinco hermanos debido a las Leyes del
Conquistador, pero los ojos de su hijo
Mehmet ni siquiera se humedecieron
cuando l orden terminar con la vida
de sus diecinueve hermanos. Tambin
haba ordenado que arrojaran al mar de
Mrmara a las mujeres que estaban
embarazadas. Era el sultn ms
desalmado que Esther haba visto, a
pesar de que ella tena dudas que
aquello le reportara algn beneficio.
Safiye haba escuchado el consejo
de Esther y despus de la ceremonia de
entierro de los shahzadahs envi a
todos los habitantes del palacio,
incluyendo a la Haseki Sultan y a sus
sirvientes, al viejo saray. Tena que
estar sola para poder ejercer en paz su
influjo sobre el sultn, y pronto sac
provecho de sus acciones. Mehmet hizo
todo lo que su madre le dijo.
Kiraze, querida!
Era Safiye. La estaba esperando al
final del pasillo con los brazos abiertos.
Abraz a la anciana como si fuera su
propia madre:
Dnde estuviste, querida ma?
Me equivoqu en algo?
De ningn modo, Safiye. Te
olvidas de mi edad. Soy una mujer
anciana, muy anciana. Tengo ochenta y
cinco aos, querida.
Safiye exclam:
Ochenta y cinco! Quin lo
creera? No aparentas ms de sesenta
Se inclin para besar las mejillas
arrugadas de Esther.
Qu pasa, Safiye? Por qu est
tan silencioso el saray?
No te has enterado? Mehmet
orden que todos los habitantes de
Estambul fueran a rezar a Okmeydani.
Esther no pregunt por qu; ella
saba que los otomanos estaban muy mal
posicionados en los Balcanes. Haban
perdido Esthergon, luego Varna, Kili,
Silistre, Ruscuk y Bucarest. Las
rebeliones de Celali en Anatolia todava
eran encarnizadas. La gente del Imperio
sufra, mientras el saray desbordaba de
lujo. Entretanto, el ejrcito estaba
esperando el da exacto para volver a
sublevarse.
Todos los visires, tutores y sheiks
se han ido a rezar.
No escuch nada de eso. Estos
das estuve casi todo el tiempo en casa.
Solo los musulmanes fueron
invitados. Mi Mehmet es muy religioso.
S, lo s. Escuch decir que
prohibi beber vino, y dicen que es muy
duro con quienes no obedecen la sharia.
Orden realmente el estrangulamiento
de aquellas tres mujeres?
Safiye se encogi de hombros.
Eran solo algunas prostitutas.
Esther no dijo nada; no tena por qu
estar en desacuerdo con una ley
otomana.
Quieres algo de m, Safiye?
pregunt.
Estoy en una posicin muy difcil,
Kiraze. Su rostro era adusto. Como
t sabes, a pesar de todos mis esfuerzos,
los otomanos an no me han aceptado.
Pueblo estpido! Lo que quiero para
ellos es por su propio bien. Deseo que
el Imperio sea igual a las monarquas
occidentales. Tal vez yo no sea
realmente una buena musulmana, pero
tampoco fui nunca una buena cristiana.
Sin embargo, les he pedido a mis
hombres que terminen la construccin de
la mezquita que llevar mi nombre.
Esther se esforz por contener la
risa. Safiye haba elegido un lugar
terrible para la mezquita: la entrada del
Cuerno de Oro, cerca del mar, motivada
tal vez por su nostalgia de Venecia. En
cualquier caso, haca doce aos que
estaba en construccin y haba
provocado muchos problemas sociales.
Todos los judos, armenios y griegos que
vivan cerca haban tenido que mudarse
a otros vecindarios, para no ocupar una
zona islmica sagrada. Haban cambiado
el nombre de la mezquita por el de
Zulmiye.
Recuerdas los rumores que se
extendieron por Estambul durante los
mil aos del calendario de la Hgira?
Esther inclin la cabeza. Cmo
podra no recordarlo? Tres aos atrs,
algunos derviches haban comenzado a
caminar por las calles gritando que se
acercaba el fin del mundo. Anunciaban
que la seal de ese fin podra ser el
ascenso de un soberano cristiano al
Imperio islmico, y haban dado a
entender que el monarca sera una mujer.
Era obvio a quin se referan: Safiye. Un
odio oculto profundamente durante aos
haba aparecido en el rostro de la
sultana. Mucha gente quera verla
muerta. Tena enemigos dentro y fuera
del Imperio. Kiraze tuvo que pensar
mucho para encontrar una solucin. Le
haba aconsejado a Safiye que
convenciera al sultn de que cerrara
todas las iglesias como una forma de
asegurarle a los musulmanes que ella era
una ms de ellos. Lo ms importante era
comenzar con las clausuras; ms tarde
las iglesias podran volver a abrirse.
Aun cuando Safiye haba hecho una
mueca de dolor, al escuchar la propuesta
de Esther, despus del xito del plan, la
colm de numerosos regalos.
Pero, ahora, aquellos das
difciles se han ido, mi querida Safiye
dijo Esther.
Gracias a Dios. Ahora existe otro
peligro.
Cul es?
El gran visir quiere llevar a
Mehmet a Europa en una expedicin
militar.
Guerra? Con qu dinero? Estn
locos?
Estoy de acuerdo contigo, pero el
gran visir es inflexible. l dice que la
gente quiere ir a la guerra,
especialmente los jenzaros. Algunos
visires dieron a entender que el sultn
era un cobarde comparado con el viejo
Solimn, que march a la batalla a la
edad de setenta aos. No recuerdan lo
que le sucedi? Lo mataron y trajeron el
cuerpo cuarenta das despus de su
muerte. Sabemos lo que le sucede a los
sultanes que obedecen a los jenzaros.
Solo un idiota puede escucharlos.
Esther tena la sensacin de que la
verdadera dificultad era la posibilidad
de que su hijo estuviera apartado de ella
tanto tiempo. l podra volver
transformado en una persona diferente
despus de una expedicin tan
prolongada, y eso era insoportable para
ella. Ella solo podra respirar ms
libremente si gobernaba el Imperio.
Pero cmo podras detener su
partida, querida? pregunt Esther.
No s, necesito tu ayuda. Tengo
una idea, pero
Cuntamela.
Creo que si yo comenzara a
propagar un rumor
Qu clase de rumor?
Bueno, Mehmet es un hombre muy
quisquillo, como t bien sabes. Se pone
de pie cada vez que se menciona el
nombre del profeta!
Esther la escuchaba atentamente.
Si yo tuviera que iniciar el rumor
de una rebelin Imaginemos, por
ejemplo, que digo que los cristianos
estn matando musulmanes en algunas
regiones. Entonces l no podr dejar
Estambul.
Pero, Safiye, semejante rumor
podra muy bien provocar una masacre.
Querida, estoy pensando nada
ms. An no he puesto nada en marcha.
Y recuerda que t fuiste la que me
aconsej cerrar las iglesias la ltima
vez que tuve problemas.
Pero, Safiye, existe una gran
diferencia entre cerrar una iglesia y
matar a un hombre.
No te preocupes, puedo dominar
las cosas.
Esther se levant.
Veo que ya has decidido qu hay
que hacer. Ests luchando por el poder y
la vida, pero no te olvides de que nadie
obtiene algo sin pagar un precio.
Dices que no debera iniciar
ningn rumor?
No, pero te aconsejo que
reflexiones mejor en lo que podra
suceder. Piensa en el precio que tendrs
que pagar y luego decide. T sabes que
te quiero como si fueras mi propia hija.
Te deseo un feliz y saludable futuro.
Yo tambin te quiero. No s qu
hara sin ti!
Tom del brazo a la anciana y ambas
caminaron hacia la puerta, donde la
aguardaba el palanqun.
14 de diciembre de
1596. Saray de
Davutpasha
Las oraciones masivas de los
musulmanes no haban mejorado la vida
en el Imperio. En todo caso, las penurias
se multiplicaron. Ocho das despus de
las ceremonias, el noroeste de Anatolia
fue sacudido por un poderoso terremoto
que afect tambin a la capital. Muchas
casas y puentes se derrumbaron; las
clidas fuentes de los hamams se
secaron y volvieron a surgir en otros
lugares. El terremoto no fue tan fuerte
como el ocurrido durante el reinado de
Bayazid II, empero miles de personas
seguan sufriendo.
An as, la tragedia causada por la
naturaleza no fue tan terrible como la
que Safiye tena en mente. Despus de
hablar con Esther, la Madre Sultana
haba comenzado a maquinar sus
diablicos planes. El sultn se
impresion al escuchar de boca de su
madre que todos los cristianos deberan
ser asesinados. Safiye sostuvo su
estrategia inventando historias, pero no
obtuvo tanto apoyo como el que
esperaba. Para mantener a la madre de
su lado, Mehmet III haba ordenado a los
griegos solteros de Estambul que
dejasen la ciudad en un plazo de tres
das.
El sultn dio asimismo orden a los
jenzaros de marchar hacia Europa para
luchar una vez ms contra los giaours.
Estuvieron fuera durante meses, y hoy
era un da memorable
Mehmet III retornaba como un sultn
victorioso, pues los otomanos haban
derrotado al enemigo en la planicie de
Mohcs. Los visires y los pachs
hubieran deseado que el sultn se
quedara y siguiera liderando el ejrcito
en las batallas, pero estaba cansado de
dormir en tiendas de campaa y decidi
regresar a Estambul. Los lderes
militares, segn l, podan hacerse cargo
de lo dems.
La noche previa a la llegada de su
hijo, Safiye lleg al saray de
Davutpasha con todos los miembros del
harn. El sultn iba a pasar la noche en
palacio, y a la maana siguiente todos
regresaran al saray de Topkapi.
Los visires, los caimacanes pach,
el muft y otros oficiales importantes se
pararon en fila de acuerdo con sus
rangos. Se cubrieron las calles con
alfombras, y en cada esquina arda
incienso. Tres toros y diez ovejas
esperaban ser sacrificados en cada una
de las mezquitas construidas en nombre
de los sultanes; dos mil mercaderes y
cuatro mil trabajadores de astilleros se
aprestaban a saludarlos. Los coros
religiosos recitaban el Corn en voz
alta.
Cuando las banderas verdes y rojas
del sultanato aparecieron en el
horizonte, una multitud se levant, y al
ver el enorme turbante blanco del sultn
lo vitorearon de todo corazn.
Safiye le dio la bienvenida a su hijo
a la entrada del mabeign.
Estaba vestida con un caftn de
terciopelo verde y un shalwar de seda
color damasco. El cabello caa en rizos
rubios sobre los hombros y llevaba un
velo de tela brillante, bordado en oro
unido al fez. Usaba anillos, aros y
gargantillas engarzados de esmeraldas,
del mismo color que sus ojos. Nadie
podra creer que tena alrededor de
cuarenta y seis aos, pero al ver su
belleza, todos los espectadores se
dieron cuenta de por qu Murat, a pesar
de todas las mujeres ms jvenes que lo
rodearon, haba sido incapaz de dejarla.
Esta inteligente y atractiva mujer
trat de ocultar sus preocupaciones e
impaciencia detrs de una expresin de
entusiasmo. Todava ejercera una
influencia tan poderosa sobre su hijo
como antes?
Al verlo, se arrodill de inmediato
para saludarlo y bes el borde de su
caftn:
Que Dios te bendiga, nuestro
sultn, nuestro amo dijo con voz
respetuosa.
El sultn la tom de la mano y la
ayud a ponerse de pie.
Sean cuales sean nuestros logros,
han sido posibles con la santa ayuda de
Dios y de tus valiosos esfuerzos,
querida madre.
Al cabo de varios meses de
preocupacin, Safiye haba encontrado
la paz que anhelaba.
Gracias a Dios dijo en voz alta.
18 de junio de 1598.
Saray de Topkapi
No les entregar a Kiraze, aunque yo
tenga que morir grit Safiye.
El sultn baj la vista sin decir una
palabra.
El caimacn Halil Pach, que
representaba al gran visir en su
ausencia, dijo:
Alteza, nuestra Madre Sultana, si
no cumplimos con las demandas de los
soldados de caballera ahora mismo
correremos un grave peligro. En
cualquier momento pueden entrar en el
saray. Estamos en peligro, incluso
vos
Yo? Puedes decirme cundo no
he estado en peligro? Camin
preocupada de un lado a otro. Si
tienen que llevarse a alguien, por qu a
Kiraze? Por qu no a Salomn? Qu
quieren de una mujer de ochenta y ocho
aos?
Al escuchar el nombre de Salomn,
tanto el Sultn como el caimacn se
levantaron bruscamente.
No! Es imposible.
Safiye palideci y grit:
Por qu?, por qu?
Salomn nos es muy til
respondi el sultn. No podemos
entregrselo a esos locos. Contamos con
l para negociar con Europa, mi
estimada Madre Sultana. Por favor, no
nos pidas eso.
Safiye se volvi hacia su hijo
buscando una solucin para aquella
terrible disyuntiva. Entretanto, l se
mordisqueaba el bigote.
El tiempo se agota, mi sultn. No
os lo pido por m, sino por vos, por
vuestra salud y seguridad y por la
continuidad de la sangre otomana. Por
favor, llamad a Kiraze.
Halil Pach fue hacia la ventana y
desde all observ con preocupacin lo
que ocurra afuera. En ese momento, una
piedra hizo aicos el vidrio. El sultn
corri hacia la puerta, pero,
instintivamente, se detuvo y dijo:
Nosotros tenemos obligaciones,
mi apreciada madre. Por desgracia,
tenemos obligaciones Se volvi a
Halil Pach diciendo: Llmala!
Sin decir una palabra, Safiye dej
caer los brazos, flccidos, como si no le
pertenecieran. Se haba vuelto vieja en
segundos.
El caimacn mand sin tardanza a
dos eunucos en un palanqun muy lujoso
a Glata, para que trajeran a Esther a
palacio.

Los soldados de caballera estaban


enloquecidos. Esta vez el motivo de la
rebelin era el otorgamiento de ttulos
de nobleza a cambio de sobornos y
reclamaban las cabezas decapitadas de
los judos, a quienes culpaban de todos
los males. Pero lo que verdaderamente
estaba en juego era el dinero. Los
soldados queran ms akches del tesoro,
y odiaban a los judos porque ellos
ejercan el control de las finanzas del
Imperio.
Una multitud aterradora se haba
reunido alrededor del saray. No haba
gritos, sino un constante y furioso
murmullo. Todos los ojos estaban fijos
en los barrotes de las ventanas del
harn. Estaban dispuestos a matar al
sultn, y a cualquier persona que no
hiciera lo que ellos queran, sin
distincin de sexo ni edad.
Una sirvienta despert a Esther de su
siesta habitual dicindole que la sultana
Safiye la necesitaba con urgencia. Esther
se visti enseguida mientras pensaba:
Debe de estar en medio de un gran
problema; de lo contrario, no solicitara
la ayuda de una anciana como yo.
Antes de partir, les dijo a sus
sirvientes:
Mis hijos llegarn pronto. Por
favor, decidles que me esperen. No
tardar en volver.
Kiraze se dirigi hacia el palanqun
que la estaba esperando. Pareca que los
porteadores corran ms veloces que
nunca, pero al llegar delante del divn
del gran visir se detuvieron. Esther
corri la cortina. Al salir, mir en
derredor y comprendi que algo terrible
pasaba. Trat de volver al palanqun,
pero era demasiado tarde. La cimitarra
de un soldado de caballera le cercen
la cabeza de un solo golpe y lanzando un
alarido salvaje, levant la cimitarra con
la cabeza de Esther ensartada. Cientos
de hombres tropezaron con el cuerpo sin
cabeza de la anciana, que chorreaba
sangre en el suelo.
Abraham, Can y Sami corrieron tras
ella al enterarse de lo ocurrido por boca
de un sirviente. Abraham fue el primero
en ver la cabeza decapitada de su madre
y durante un instante, se qued inmvil y
anonadado. Una visin le lleg desde el
pasado: el hombre del bigote con la cara
de su madre. Mam. Aquella fue su
ltima palabra. Can y Sami
compartieron el mismo destino de su
hermano. Los soldados de caballera les
cortaron el cuerpo en pedazos y sus
alaridos le helaron la sangre a todo
aquel que los oy.
Safiye lloraba.
Kiraze, Kiraze He pagado el
precio!

Al enterarse de los asesinatos, Mihi,


aterrado, mont en su caballo y se
dirigi a toda prisa a la imprenta. Tena
la impresin de que el camino se haba
hecho ms largo y fustig a la bestia
para que corriera ms rpido.
Cuando lleg a la imprenta, en
Ortakoy, vio que haba cinco caballos en
la entrada y pens que era demasiado
tarde. Abalanzndose hacia el interior,
descubri que haban destruido todas las
prensas y hecho trizas los libros,
mientras que la oficina donde guardaban
los archivos arda en llamas. El corazn
de Mihi lata como si fuera a estallarle
en el pecho. De la habitacin de Moiss
salan risas groseras y maldiciones, pero
no escuchaba ni siquiera un quejido de
su querido amigo.
Mihi reuni coraje y entr. Cinco
soldados tenan arrinconado a Moiss y
lo empujaban y acicateaban con las
puntas afiladas de las cimitarras. El
rostro y los brazos le sangraban.
Habla, despreciable judo!
Dnde estn los ducados? Dnoslo!
Uno de los hombres le deca a
gritos:
T! Jorobado asqueroso!
Dnoslo!
Otro agreg:
Se te ha comido la lengua el gato,
tullido?
Un tercer hombre levant la
cimitarra.
No hablar! Cortmosle la
cabeza y mandmoslo al infierno, donde
podr encontrarse con sus hermanos.
En ese momento, Mihi grit:
Deteneos!
Los atacantes corrieron airados
hacia l. Estaban preparados para matar
a otro judo, pero aquel era un musulmn
bien vestido, y fuerte. Mihi mir a
Moiss con ternura.
Esperen les dijo a los hombres
. Es musulmn. Se llama Mustaf el
Cojo.
Los hombres se quedaron pasmados.
Mihi mir fijamente a Moiss, que haba
comenzado a hablar desde el rincn de
la habitacin manchada de sangre:
Eshedu en la ilahe illallah
Eshedu en la ilahe illallah!
Lo miraron, incapaces de decidir
qu hacer, envainaron las cimitarras y se
fueron rezongando contra los judos.
Cuando el ruido de los caballos se
apag, Mihi se acerc a su querido
amigo y le tendi la mano para que
pudiera levantarse.
Todo va a ir bien le dijo.
Ven, amigo mo.
Los dos caminaron hacia el jardn,
llevando el paso, de la misma forma que
lo haban hecho el da en que se
conocieron, muchos aos atrs. Cuando
llegaron a la cancela rota, Moiss se
detuvo, sac la pequea esfera de
bronce del bolsillo y se la dio a Mihi.
Este la cogi con una sonrisa, la mir
con aire pensativo y luego la arroj al
aire. La pequea esfera que haba
pertenecido a un llamador con forma de
mano de mujer de una casa de Toledo
ahora era libre. Bajo los ltimos rayos
del sol poniente, se elev ms y ms alto
hasta desaparecer entre las hojas de los
cerezos.

En una casa, en medio de aquellos


cerezos, Brillhante Mendes doa
Regna Nasi rezaba, y entre lgrimas
deca: Por favor, Dios mo, protgenos
de nosotros mismos.
Glosario
AG (o AGHA): ttulo de un funcionario
del ejrcito o de la corte otomana.
AKCHE: moneda de plata, principal
unidad monetaria del imperio
otomano.
ALEVIS: trmino con el que los turcos
hacan referencia a los diferentes
grupos religiosos islmicos.
ALHAMA: distrito o barrio reservado a
los judos en Espaa.
ALLAH-U EKBER: primera frase de la
oracin musulmana, cuyo significado
es: Dios es el ms grande.
AVRAT: esclavas.
BAB-I HUMAYUN: puerta imperial.
BALYOS: embajador.
BAPU: pap.
BENI AHMERIS: musulmanes de Espaa.
BEY: seor (ttulo honorfico).
Gobernador de una ciudad, distrito o
regin del imperio turco.
BEYLERBEYI: comandante en jefe.
Rango ms alto de la jerarqua de
los administradores provinciales,
por detrs del gran visir.
BISMILLAHIRRAHMANIRRAHIM: frase
sagrada con la que comienzan todas
las plegarias de los musulmanes,
cuyo significado es En el nombre
de Dios.
BOJO: especie de pan.
BOREKAS: especie de empanadillas
rellenas de espinacas y patas.
BRE: exclamacin para mostrar le
propio temple.
CAD (KADI): juez de las causas civiles,
que se rige por la ley islmica
(sharia).
CAFTN (KAFTN): vestimenta utilizada
entre turcos y moros, tanto hombres
como mujeres. Es abierta por
delante, con mangas cortas y cubre
el cuerpo desde el pescuezo hasta la
mitad de la pierna.
CAIMACN (KAIMAKAM): gobernador de
un distrito administrativo.
CASHNIGIR: responsable de las comidas
del sultn.
CEPKEN: chaleco corto sin mangas.
CHAVISH (pl. CHAVUSHE): asistente.
CHECKTIRI: barco de guerra tpico de la
armada otomana.
CHELEBI: hombre educado y de buenos
modales.
CHEVRA KADDISH: uno de los
principales rezos de la religin
juda, que forma parte de las
ceremonias de enterramiento.
CIHANNUMA KASIR: casa imperial con
un observatorio astronmico.
CUHADARBASHI: responsable de la ropa
del sultn.
DEFTERDARBASHI: jefe contable del
sultn.
DERVICHE: especie de monje o mstico
errante.
DEVSHIRMES: cristianos comprados,
raptados o reclutados para ser
entrenados como jenzaros.
DIRHEM: antigua moneda de plata
utilizada en algunos puntos del
mundo islmico, y que equivala a la
dcima parte de un dinar de oro.
DIVN (DIWN): consejo imperial o del
gran visir. Principal rgano de
gobierno otomano.
DIVIT: especie de pluma hecha de caa.
DOGANCIBASHI: halconero imperial.
DRAGOMAN: traductor.
EFENDI: seor; ttulo de respeto o
cortesa, que generalmente se da a
miembros de profesiones liberales y
oficiales del gobierno.
ENDERUN: escuela imperial en donde
los nios eran educados para
convertirse en futuros altos oficiales.
EYYAM-I BAHUR: el tiempo de la
evaporacin.
EZAN: oracin pronunciada cinco veces
al da por el muecn desde los
minaretes de las mezquitas para
convocar a la oracin. Tambin se
llama as al religioso que entona este
canto.
FETWA: pronunciamiento legal, emitido
por un especialista en ley islmica.
FEZ: gorro de fieltro rojo con forma de
cubilete usado por moros y turcos.
FIQH: jurisprudencia islmica, que se
basa en el Corn.
FIRKATELE: naves de guerra otomana.
GIAOUR: cristiano; nombre que los
turcos daban a todos los no
musulmanes.
GUGEI: embarcacin otomana pequea
apta para maniobras rpidas.
HAHAM: palabra con la que los
otomanos se refieren a rabino.
Halayik: sirviente o sirvienta.
HAMAM: bao pblico en Turqua,
parecido a las termas romanas.
HANIM SULTAN: la principal esposa del
sultn.
HASEKI SULTAN: la esposa del sultn,
madre del primognito y heredero
del trono.
HASHA: nunca.
HASHEM ISRAEL: expresin que
significa Dios, escucha la voz de
los hijos de Israel y slvalos.
IFTAR: comida nocturna con la que se
rompe el ayuno que los islmicos
hacen durante el da en el mes del
Ramadn.
IMN: jefe del culto pblico, que
preside la oracin musulmana.
INSHAALLAH: expresin que significa
con el permiso de Dios, si Dios
quiere.
KADIRGA: un tipo de galera otomana.
KALITE: un tipo de nave de guerra
otomana.
KAPICI: portero.
KAPICIBASHI: portero imperial.
KARAGOZ: teatro de sombras o
marionetas, propio de Turqua y
Grecia.
KASHKARIKAS: cscaras de calabacn
con ciruelas amargas.
KAVUK: casco.
KAYIK: embarcacin pequea.
KAZASKER: principal juez militar.
KETUBAH: contrato matrimonial en el
rito judo.
KIOSK: casa otomana de madera.
KIRLANGICHE: tipo de nave de guerra
otomana.
KOCA: grande.
KOLONA: cadena gruesa de oro que se
usa como collar.
KONAK: kiosco o pabelln de madera.
KORDUCHO: relleno de carne, hecho
con carne picada, huevo, salsa de
tomate, perejil y cebolla.
LALA: tutor de un shahzadah o de un
sultn.
LALEZAR: jardn de tulipanes.
LEVENTS: soldados de la marina
otomana.
MADRASA (MADRASAH): escuela de
estudios superiores en el Islam.
MAGRIBI: moro, musulmn del Magreb.
MASHALLAH: expresin que significa
Dios lo ha querido.
MATZ (MATZOH): pan cimo,
elaborado con harina y agua, sin
levadura. Es la comida oficial de la
Pascua juda.
MAVNA: balsa.
MAZAL TOV (o MAZEL TOV): expresin
de buenos deseos.
MELLAH: gueto judo en las ciudades de
Marruecos.
MENORAH: candelabro de siete brazos;
es uno de los smbolos ms antiguos
del pueblo judo.
MESCID: mezquita pequea.
MEZUZAH: pergamino con inscripciones
de pasajes del Deuteronomio, que se
enrolla dentro de un estuche y se fija
en las puertas de las casas, en
conformidad con la ley juda y como
signo de la fe.
MUECN: ezan o almudano. Religioso
que desde los minaretes llama a la
oracin.
MUFT: jurisconsulto musulmn con
autoridad pblica.
NARGUILE: pipa de fumar utilizada por
los orientales, con un largo tubo
flexible y un recipiente con agua
perfumada.
NISHANCI: secretario de la corte
otomana.
OTAG: tienda de campaa del sultn.
PACH (PASHA): gobernador de una
demarcacin territorial o general del
ejrcito en el imperio otomano.
Ttulo honorfico.
REIS: capitn del ejrcito turco.
RUMELI: tierras del imperio otomano en
Europa; corresponden a los
territorios de la pennsula balcnica
que pertenecan anteriormente al
Imperio Bizantino.
SANCAK: cada uno de los distintos
estados del imperio otomano.
Algunos de ellos eran dirigidos por
los hijos del sultn, para que se
habituaran a gobernar el imperio en
el futuro.
SARAY: palacio.
SERASKER: general del ejrcito turco.
SIKKE: moneda otomana.
SHA: ttulo que reciben los monarcas de
Irn desde la Antigedad.
SHAHZADAH: prncipe, hijo del sultn.
SHALWAR: pantalones otomanos, de
perneras anchas y estrechos en los
tobillos.
SHARIA: ley islmica, cdigo de
jurisprudencia religiosa del Islam.
SHEHID: mrtir.
SHEIKH: ttulo que significa venerable
o maestro, que se da a las
personas respetadas a causa de su
edad o sus conocimientos.
SHERBET: zumo de fruta.
SHUCK-SHOUCCA: comida preparada
con huevos fritos, pimientos verdes
y patatas.
SILAHTAR: hombre responsable de las
armas del sultn.
SIPAHI: soldados de caballera.
YARDAN GINO: collar de perlas.
YAZICI: secretario judo.
YIHAD: guerra santa.
ZAPTIYE: oficial de seguridad otomano.
ZULMIYE: cruel, tirnico.
SOLMAZ KAMURAN naci en 1954 en
Estambul. Se gradu en la Universidad
de Estambul, en la Facultad de
Odontologa.
Con tan solo 17 aos, se publicaron sus
primeras traducciones literarias y
entrevistas en una revista semanal
denominada Yansima.
A lo largo de los aos en que practic la
odontologa, no perdi su inters y amor
por la literatura. Finalmente dej la
profesin y se dedic a su carrera como
escritora.
Public su primer libro, Sarhos
Saydamlk en 1997. El segundo,
pekbcei Cinayeti (1998), es una
biografa del famoso escritor y
columnista turco Cetin Altan.
En el ao 2000, se public Kiraze
(traducida como Esther, la dama de
Sefarad), su primera novela, que tuvo
gran xito en Turqua (vendi ms de
100.000 ejemplares, con 18 ediciones).
En el ao 2003, Kamuran fue invitada,
junto con otros 20 escritores, a
participar de una conferencia sobre
judos sefardes y literatura en la
Universidad de la Sorbona.
Solmaz Kamuran ha escrito escenarios
para series de televisin y sus notas de
viaje han sido publicados en varios
peridicos y revistas. Es tambin una
prestigiosa traductora y editora.
Notas
[1] Al es el ms Grande. (N. de la T.)
<<
[2]Nombre Turco del Cuerno de Oro. (N
de la T.) <<
[3]En el original Son Or que significa
oro falso adquiere un matiz
peyorativo y forma un juego de palabras
con Seor. (N. de la T.) <<
[4]Significa Dios escucha la voz de los
hijos de Israel y slvalos (N. de la T.)
<<
[5]Aquellos que se decan cristianos y
practicaban en secreto el judaismo. (N.
de la T.) <<
[6] Espaa. (N. de la T.) <<
[7]Los nombres en turco de Crdoba,
Toledo y Granada (N. de la T.) <<
[8]
Nombre que los europeos daban a
Cem (N. de la T.) <<
[9] En italiano en el original. (N. de la
T.) <<
[10] En el nombre de Al. (N. de la T.)
<<
[11]Ttulo que reciba la Repblica de
Venecia en el Renacimiento. (N. de la
T.) <<
[12] Cristian (del lat. christianus)
significa cristiano. (N. de la T.) <<
[13]
Nombre con el que se conoca a los
conversos mallorques. (N. de la T.) <<
[14] Frase con la que dos personas
cercanas se despiden, desendose bien.
(N. de la T.) <<
[15]En espaol: Ven aqu, nio travieso
(N. de la T.) <<
[16] En espaol: Maldito seas,
desgraciado (N. de la T.) <<
[17]En espaol en el original. (N. de la
T.) <<
[18]Nombre con el que los occidentales
se refirieron a Estambul hasta 1930. (N.
de la T.) <<
[19]Brillante en portugus (N. de la
T.) <<
[20]Barbarroja, apodo que dieron los
europeos al corsario Hizirbin Yakup. (N.
de la T.) <<
[21]Ciudad santa para los judos, al igual
que Tiberades, Jerusaln y Hebrn. (N.
de la T.) <<

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