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La Fiebre Amarilla

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La fiebre amarilla o vómito negro (también

llamada la plaga americana), es una


enfermedad viral aguda e infecciosa causada
por "el virus de la fiebre amarilla", que
pertenece a la familia de los Flaviviridae, y del
género Flavivirus amaril. Es una causa
importante de enfermedad hemorrágica que
en muchos países de África y la zona norte de
Sudamérica que origina 30 000 muertes cada
año. En esas regiones es una enfermedad
endémica.Existe una vacuna efectiva pero no
se conoce cura por lo que cuando personas no
vacunadas la contraen solo se les puede
proporcionar tratamiento sintomático. La
palabra amarillo del nombre se refiere a los
signos de ictericia que afectan a algunos
pacientes.

EPIDEMIOLOGIA

La fiebre amarilla solo ocurre actualmente en África, Sudamérica y el Caribe. La mayoría


de los brotes en Sudamérica ocurren entre personas que trabajan en las selvas tropicales
lluviosas, convirtiéndose por ello, en esas localidades, en una enfermedad ocupacional.

Es transmitida por la picadura del mosquito Aedes aegypti y otros mosquitos de los
géneros Aedes, Haemagogus y Sabethes, que se encuentran generalmente a menos de
1.300 metros sobre el nivel del mar, pero Aedes han sido hallados ocasionalmente hasta
los 2.200 msnm, en las zonas tropicales de América y África. En la fiebre amarilla de
transmisión urbana hay que recordar que Aedes aegypti abunda en zonas húmedas
alrededor del agua estancada limpia, y sólo pica durante el día.

La enfermedad puede permanecer localmente desconocida en humanos por extensos


períodos y súbitamente brotar en un modo epidémico. En Centroamérica, Venezuela y
Trinidad, tales epidemias se han debido a la forma de la enfermedad (fiebre amarilla
selvática), que permanece viva en la población de monos aulladores y es transmitida por
el mosquito Haemagogus, el cual vive precisamente en el dosel forestal de las selvas
lluviosas. El virus pasa a los humanos cuando las selvas altas son taladas. Los obreros
forestales pueden entonces transmitir la enfermedad a otros, iniciando así una epidemia.
El período de incubación se sitúa entre los 3 y los 7 días.19 La duración de la enfermedad
en caso de curación es de una a dos semanas. Tras el período de incubación cabe
distinguir dos formas clínicas: la leve y la grave o clásica.

Forma leve. Es poco característica y sólo se sospecha en zonas endémicas y especialmente


durante las epidemias. Comienza bruscamente con fiebre elevada, escalofríos y cefalea.
Pueden existir, además, mialgias, náuseas, vómitos y albuminuria. Suele durar de 1 a 3
días y curar sin complicaciones.
Forma grave o clásica. Tras un período inicial similar al anterior, en el que pueden existir
además epistaxis y gingivorragia, se produce un descenso febril (remisión). A continuación
reaparece la fiebre, se instaura ictericia (100% de los casos) y puede aparecer insuficiencia
hepática o renal con proteinuria (90%) y agravamiento de la diátesis hemorrágica, con
epistaxis abundantes, gingivorragia, punteado hemorrágico en el paladar blando y
hematemesis de sangre negra y coagulada (vómito negro) (20% de casos). Un signo clínico
clásico es la existencia de bradicardia relativa a pesar de la fiebre elevada (signo de Faget).
Al inicio existe leucopenia con neutropenia. Los restantes parámetros bioquímicos
traducen sólo la existencia de fallo orgánico único o múltiple (generalmente hepático o
renal) y deshidratación (alteraciones iónicas y del equilibrio acidobásico).

EPIDEMIA DE 2016

A principios de 2016 se desató una epidemia de fiebre amarilla en Angola. Entre enero y
agosto se han contabilizado 4.000 casos sospechosos, de los cuales se han confirmado
879. De Angola el brote pasó a la vecina República Democrática del Congo, donde se han
confirmado 68 casos y hay más de 2.200 casos sospechosos. Se cuentan ya 400 muertes
confirmadas entre ambos países, la mayoría en Angola.La vacunación masiva de la
población de estos países, que podría evitar la propagación de la enfermedad, se ha visto
limitada por el bajo nivel de existencias de vacunas, ya que su fabricación requiere todo
un año. Las autoridades sanitarias han recurrido a la aplicación de vacunas en dosis cinco
veces inferiores a las habituales.

COMO SE TRANSMITE

El contagio solo se produce por la picadura de los mosquitos infectados. No se contagia a


través del contacto personal, objetos ni por la leche materna.
Si bien cualquier persona puede contraer la fiebre amarilla, las personas de mayor edad y
los niños, tienen mayor riesgo de presentar una enfermedad grave.

SIGNOS Y SÍNTOMAS

Una vez que se contrae el virus y pasado un periodo de incubación de 3 a 6 días, la


infección puede desarrollarse en una o dos fases, dependiendo de cómo evolucione la
enfermedad:
Primera etapa o fase aguda: En este primer periodo, los síntomas más comunes son
fiebre, mialgias con dolor de espalda intenso, escalofríos, cefaleas, náuseas o vómitos y
pérdida del apetito. Posteriormente, la mayoría de los pacientes mejoran y los síntomas
remiten en un plazo de 3 o 4 días.

Segunda etapa o fase tóxica: A este estado llegan un 15 por ciento de los pacientes. En
este caso, la fiebre se vuelve más elevada y se ven afectados distintos sistemas orgánicos.

Después, el paciente comienza a presentar ictericia y se queja de dolor abdominal con


vómitos. Además, pueden producirse hemorragias orales, nasales, oculares o gástricas,
sangre en los vómitos o las heces e insuficiencia renal.
La mitad de los pacientes que entran en esta fase mueren en un plazo de 10 a 14 días y el
resto se recupera sin lesiones graves en sus órganos.

DIAGNÓSTICO

El diagnóstico de la fiebre amarilla es difícil, sobre todo en las fases tempranas de


evolución. A veces, puede confundirse con el paludismo grave, el dengue hemorrágico o la
hepatitis viral, además de otras fiebres hemorrágicas, como el virus Zika.

Los análisis de sangre permiten detectar anticuerpos específicos frente al virus en las
muestras de sangre o en el tejido hepático obtenido en la autopsia. Estas pruebas
requieren personal de laboratorio con gran capacitación, además de materiales y equipos
especializados

TRATAMIENTO

No existe tratamiento eficaz para la fiebre amarilla, justificando la importancia de la


vacunación. En los casos graves está indicado el tratamiento sintomático y de soporte,
particularmente la rehidratación y el control de posible hipotensión. La mortalidad global
es del 5% en poblaciones indígenas de regiones endémicas, aunque en los casos graves, en
epidemias o entre poblaciones no indígenas, hasta el 50% de los pacientes pueden
fallecer. Ciertos casos resultan en insuficiencia renal aguda por lo que la diálisis es
importante para el tratamiento renal.

PREVENCION

 La vacunación es la medida más importante para prevenir la fiebre amarilla. Para


prevenir las epidemias en zonas de alto riesgo con baja cobertura vacunal es
fundamental que los brotes se identifiquen y controlen rápidamente mediante la
inmunización. Para prevenir la transmisión en regiones afectadas por brotes de
fiebre amarilla es importante que se vacune a la mayoría de la población en riesgo
(80% o más)

 Si vivimos o vamos a viajar a una zona de riesgo debemos estar vacunados. La


vacuna es segura y efectiva, y se puede colocar a partir del año de vida junto al
resto de las vacunas. Para personas mayores de 60 años debe evaluarse la
necesidad real según exposición a área de riesgo. La protección de la vacuna
comienza 10 días después de la aplicación.

 Si no estamos vacunados, o si nos colocamos la vacuna hace menos de 10 días y


debemos viajar a una zona de riesgo, debemos evitar picaduras de mosquito
colocándonos repelentes, ropas claras y de mangas largas y pantalones largos.

 Tratemos de no permanecer en espacios abiertos durante las horas donde hay más
mosquitos: desde el atardecer hasta entrada la noche.

 También hay que usar repelente en abundancia y renovar la aplicación según el


tipo y concentración del mismo utilizado, especialmente si se estuvo en contacto
con agua o si se transpiró en abundancia.

 Evite la reproducción de los mosquitos, vaciando todos los envases que acumulan
agua.
VPH son las siglas para
referirse al virus de papiloma
humano (o HPV en inglés). El
virus del papiloma humano
(VPH o HPV del inglés human
papillomavirus) son grupos
diversos de virus ADN
pertenecientes a la familia de
los Papillomaviridae no poseen
envoltura, y tienen un
diámetro aproximado de 52-55
nm. y representa una de las
enfermedades de transmisión
sexual más comunes. Los VPH
son virus que se replican
específicamente en el núcleo
de células epiteliales
escamosas. A diferencia de lo
que ocurre en otras familias virales, las proteínas de la cápside de los diversos tipos de
VPH son antigénicamente similares, por lo tanto los VPH no pueden ser clasificados en
serotipos, de tal forma su clasificación en genotipos y subtipos se basa en las diferencias
de su secuencia de ADN.

Se conocen más de 100 tipos víricos, que se clasifican según su patogenia oncológica en
tipos de alto y de bajo riesgo oncológico. La Agencia Internacional para la Investigación del
Cáncer (IARC) considera que los tipos de VPH 16, 18, 31, 33, 35, 39, 45, 51, 52, 56, 58, 59 y
66 son carcinógenos para los humanos ―tipos de alto riesgo oncológico― y que otros
tipos, incluidos el VPH 6 y el VPH 11, son posibles carcinógenos para los humanos ―tipos
de bajo riesgo oncológico.

Como todos los virus de esta familia, los VPH solo establecen infecciones productivas en
el epitelio estratificado de la piel y mucosas de humanos, así como de una variedad de
animales. La mayoría de los VPH descritos no causan ningún síntoma en la mayor parte de
la gente. Algunos tipos de VPH pueden causar verrugas o condilomas, mientras otros
pueden generar infecciones subclínicas, que pueden (en una minoría de casos) dar lugar a
cáncer cervical, de vulva, vagina y ano en mujeres, o cáncer del ano y pene en hombres.3
La mayor parte de la gente infectada por VPH desconoce que lo está.3 Todos los VPH se
transmiten por contacto piel a piel.

Entre treinta y cuarenta tipos de VPH se transmiten normalmente por contacto sexual e
infectan la región anogenital. Algunos tipos de VPH transmitidos por contacto sexual
pueden producir verrugas genitales. La infección persistente con algunos tipos de VPH
transmitidos sexualmente denominados de «alto riesgo» (diferentes de los que causan
verrugas) puede evolucionar y producir lesiones precancerosas y cáncer invasivo.

La infección con VPH es la causa principal de casi todos los casos de cáncer cervical,
aunque en la mayor parte de las infecciones con este tipo de virus no se produce ninguna
patología. En el año 2008, el médico alemán Harald zur Hausen (1936-) recibió el Premio
Nobel de Medicina por el descubrimiento de VPH como una causa de cáncer cervical.

FACTORES DE RIESGO

_ Cualquier persona que haya tenido sexo está en riesgo de VPH genital.
_ Tener muchas parejas sexuales
_ Tener una pareja que haya tenido muchas parejas
_ Comenzar a tener relaciones sexuales a una edad temprana (16 años o menos)
_ Tener una pareja masculina que no esté circuncidada (que no le han cortado el
prepucio del pene). Los hombres que aún tengan sus prepucios son más propensos
a contraer y mantener una infección por el virus del papiloma humano (VPH) y a
transmitirla a sus parejas. Las razones de esto aún no han sido determinadas.

SÍNGNOS Y SÍNTOMAS

La mayoría de las personas que tienen una infección genital por VPH no saben que están
infectadas.

El virus vive en la piel o las membranas mucosas y generalmente no causa síntomas.

En algunas personas aparecen verrugas genitales visibles.

Al igual que muchas enfermedades de transmisión sexual, las infecciones genitales


por VPH a menudo no muestran signos ni síntomas visibles. Según algunos estudios, se ha
determinado que casi la mitad de las mujeres infectadas con el VPH no tiene síntomas
evidentes. Las personas que están infectadas que no tienen síntomas es posible que no
sepan que pueden transmitir el VPH a los demás o que puedan desarrollar las
complicaciones que provoca este virus.

Las verrugas genitales conocidas como condilomas acuminados o verrugas venéreas, son
el signo más fácilmente reconocible de la infección genital por el VPH. Muchas personas,
sin embargo, pueden tener una infección genital por VPH sin verrugas genitales.

Algunos tipos de VPH causan verrugas comunes en la piel, como las que se encuentran en
las manos y plantas de los pies. Estos tipos de VPH no causan verrugas genitales.

En las mujeres, las verrugas se producen en el exterior y el interior de la vagina, en el


cuello del útero, la entrada a la matriz o alrededor del ano. En los hombres, las verrugas
genitales son menos comunes. Si están presentes, por lo general se ven en la punta del
pene. También se pueden encontrar en la base del pene, en el escroto, o alrededor del
ano. En raras ocasiones, las verrugas genitales también pueden desarrollarse en la boca o
la garganta de una persona que ha tenido sexo oral con una pareja infectada.

Las verrugas genitales ocurren a menudo en grupos y pueden ser muy diminutos o puede
separarse en masas grandes en el área genital o anal.
TRATAMIENTO

Actualmente no existe un tratamiento específico para la infección por VPH. Sin embargo,
la infección viral, por lo general, se anula a sí misma a niveles indetectables. De acuerdo
con el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, el sistema inmunológico
del cuerpo elimina el VPH naturalmente dentro de dos años para el 90% de los casos.63
Sin embargo, los expertos no están de acuerdo en si el virus se elimina completamente o
se reduce a niveles indetectables, y es difícil saber cuándo es contagiosa.

El tratamiento de las infecciones con VPH se basa en la actualidad en la utilización de


algunas cremas tópicas disponibles cuya actividad antiviral no es bien conocida o que
actúan activando una respuesta inmune local contra el virus. En el caso de las lesiones
precancerosas producidas por VPH, el tratamiento más adecuado es la eliminación de las
zonas afectadas mediante cirugía. En gran parte, este tratamiento es eficaz porque VPH
produce lesiones superficiales bien localizadas, y los VPH no producen infecciones
sistémicas.

El DRACO (antiviral) es una droga que está actualmente en las primeras etapas de la
investigación y puede ofrecer un tratamiento genérico contra el VPH si resulta exitoso.

PREVENCIÓN

El uso de preservativo protege de la infección por VPH en un 70 % de los casos. El 30 %


restante donde no protege se debe a la existencia de lesiones en zonas no cubiertas por el
preservativo y el mal uso del mismo.

Las vacunas contra el VPH pueden prevenir la infección con los tipos de VPH que muy
probablemente causan cáncer y verrugas genitales
La rubéola (llamada así porque los médicos alemanes la
describieron por primera vez en el siglo xviii). Es una
enfermedad infecciosa causada por el virus de la rubeola, un
virus de ARN perteneciente al género Rubivirus de la familia
Togaviridae.

Solamente al ser contraída por la madre durante el


embarazo, supone una grave amenaza para el feto, con
abortos espontáneos en el 20% de los casos.

CAUSAS

_ La rubéola es causada por un virus que se propaga a


través del aire o por contacto cercano.
_ Una persona con rubéola puede transmitir la enfermedad a otras desde una
semana antes de la aparición de la erupción hasta 1 a 2 semanas después de que esta
desaparece.
_ Debido a que la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (triple viral)
se le administra a la mayoría de los niños, la rubéola es mucho menos común ahora.
Casi cualquier persona que reciba la vacuna tiene inmunidad contra la rubéola.
Inmunidad significa que el cuerpo ha creado defensas contra el virus de la rubéola.
_ En algunos adultos, la vacuna puede desaparecer. Esto quiere decir que no están
totalmente protegidos. Las mujeres que puedan quedar embarazadas y otros adultos
pueden recibir una dosis de refuerzo.
_ Los niños y los adultos que nunca fueron vacunados contra la rubéola aun pueden
contraer esta infección.
SÍGNOS Y SINTOMAS

En los niños, por lo general la enfermedad es leve, con síntomas que incluyen erupción
cutánea, fiebre poco intensa (<39 °C), náuseas y conjuntivitis leve. El exantema, que se
observa en el 50% al 80% de los casos, habitualmente comienza en la cara y el cuello antes
de progresar hacia los pies, y permanece de 1 a 3 días. La inflamación de los ganglios
linfáticos en la parte posterior de las orejas y el cuello es la característica clínica más
saliente. Los adultos infectados, con mayor frecuencia mujeres, pueden padecer artritis y
dolores articulares, por lo general de 3 a 10 días.

Una vez que se contrae la infección, el virus de disemina por todo el organismo en
aproximadamente 5 o 7 días. Habitualmente, los síntomas aparecen de dos a tres
semanas después de la exposición. El periodo más contagioso por lo general es de 1 a 5
días después de la aparición del exantema.

Cuando el virus de la rubéola infecta a una mujer embarazada en las primeras etapas del
embarazo, la probabilidad de que la mujer transmita el virus al feto es del 90%. Esto
puede provocar aborto espontáneo, nacimiento muerto o defectos congénitos graves en
la forma del síndrome de rubéola congénita. Los lactantes con el síndrome de rubéola
congénita pueden excretar el virus durante un año o más.
Síndrome de rubéola congénita

Los niños con síndrome de rubéola congénita pueden padecer defectos de audición,
defectos oculares y cardíacos y otros trastornos permanentes como autismo, diabetes
mellitus y disfunción tiroidea, muchos de los cuales requieren tratamiento costoso, cirugía
y otras modalidades de atención caras.

El mayor riesgo de síndrome de rubéola congénita se registra en los países en los que las
mujeres en edad fértil no tienen inmunidad contra la infección (adquirida por vacunación
o por haber contraído antes la enfermedad). Antes de la introducción de la vacuna, hasta
cuatro niños de cada 1000 nacidos vivos nacían con síndrome de rubéola congénita.

La vacunación a gran escala en la última década ha prácticamente eliminado la rubéola y


el síndrome de rubéola congénita en numerosos países desarrollados y en algunos países
en desarrollo. En abril de 2015, la Región de las Américas de la OMS fue la primera del
mundo en ser declarada libre de transmisión endémica de rubéola.

Las máximas tasas de síndrome de rubéola congénita se registran en las regiones de la


OMS de África y Asia Sudoriental, en las que la cobertura con la vacuna es la más baja.

DIAGNÓSTICO

El diagnóstico se basa en los síntomas que presenta el paciente. Sin embargo, muchos
casos de rubéola son leves y/o pasan inadvertidos.

Es difícil llevar a cabo el diagnóstico, ya que las erupciones en la piel suelen ser poco
intensas y de escasa duración. No obstante, el especialista puede saber, mediante un
análisis de sangre, si la persona ya ha padecido la enfermedad y por tanto es inmune.
El diagnóstico de la rubéola se hace habitualmente a través del cuadro clínico.

El diagnóstico diferencial debe hacerse con parvovirosis y escarlatina que presentan un


rash muy parecido.

Cuatro días después de la aparición del rash, el cuerpo ya posee anticuerpos contra la
rubéola, lo cual permite realizar serología para confirmar por medio del laboratorio la
enfermedad. En la serología existen dos tipos de anticuerpos: anticuerpos IgM y
anticuerpos IgG. El primero en aparecer es el IgM, que es el anticuerpo que ataca el virus.
El IgM contra la rubiola suele ser detectable en el cuarto día de rash y permanece positivo
hasta por ocho semanas. Después de curado, surge un segundo tipo de anticuerpo, el IgG
contra la rubéola. El IgG es un anticuerpo que indica que el paciente tuvo la enfermedad y
ahora se encuentra curado e inmunizado. Por lo tanto, quien está con rubéola presenta
IgM positivo. Quien ya tuvo rubéola o fue vacunado presenta IgG reactivo.

Después de la cura, los anticuerpos IgG proporcionan una inmunización contra nuevos
episodios de rubéola. Por lo tanto, la rubéola sólo se adquiere una vez en la vida. Son
raros y leves los casos de reinfección. El paciente puede tener contacto nuevamente con
el virus de la rubéola, pero los títulos de IgG se elevan rápidamente, impidiendo que el
paciente desarrolle la enfermedad por segunda vez.

TRATAMIENTOS

No existe un tratamiento específico para la rubéola. La actuación de los especialistas


durante la enfermedad suele centrarse en el control de los síntomas y va dirigida a mitigar
la fiebre y el malestar general, como si se tratara de un proceso gripal.
Se recomienda reposo y el aislamiento del paciente para evitar nuevos contagios. Hay que
acudir al pediatra si el niño con rubéola respira con dificultad o la tos dura más de cuatro o
cinco días.
En el caso de que se produzcan sobre infecciones bacterianas, como la otitis o la
neumonía, el especialista administrará antibióticos al paciente.
Paracetamol (acetaminofeno) o ibuprofeno para el tratamiento de la fiebre y el dolor.
El paracetamol (acetaminofeno) o los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), tales como
el ibuprofeno, se administran para la fiebre y los dolores. No existe tratamiento para la
encefalitis, que debe seguir su curso con medidas de tratamiento de soporte.
PREVENCIÓN

La vacuna triple vírica, que protege frente a la rubéola, el sarampión y las paperas, es
eficaz en casi la totalidad de las personas a las que se les administra.

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