Pascual PDF
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Resumen
El presente artículo supone un acercamiento al tratamiento de la figura de la mujer
como objeto artístico, especialmente el desnudo y las escenas cotidianas. Más allá del
tratamiento iconográfico se pretende un estudio cultural a través del contexto en el que las
obras surgieron. Se emplean ejemplos conocidos, tanto de autores y obras, para tratar el
tema expuesto.
Palabras clave: estudios de género - arte español - pintura.
Abstract
The present article is an approach to the treatment of the femenine figure as an
artistic object, specially the nude and the daily images. Beyond the iconographic treatment
we pretend a cultural study through the context in which the works appeared. Well known
examples, both of artists and pieces, are used for studying the topics.
Key words: gender estudies - spanish art - painting.
PASCUAL MOLINA, Jesús Felix, “Una aproximación a la imagen de la mujer en el arte español”, en Ogigia. Revista
electrónica de estudios hispánicos, n.º 1, enero 2007, pp. 75 a 89. (http://www.ogigia.es)
76 Ogigia. Revista electrónica de estudios hispánicos
Son muy numerosos los estudios que relacionan a las féminas con el arte,
ocupándose de la imagen de la mujer en el arte y especialmente de las mujeres artistas,
sobre todo aquellas creadoras que desarrollan su labor en el siglo XX1. Muchos estudios
parten de bases sociológicas fundamentadas en ideas feministas, que muchas veces
analizan la obra de arte desde presupuestos teóricos del siglo XX, olvidando el contexto
en el que surgió la obra. Incluso se ha estudiado la representación de la figura femenina
como vehículo para perfilar una historia del papel de la mujer en la sociedad, a través de
las diferentes representaciones iconográficas 2. Como vemos, es un tema que da mucho
de sí. A nosotros nos interesan especialmente los estudios dedicados a la imagen de la
mujer en el arte, pero frecuentemente no pasan de ser un mero catálogo de obras. Lo que
planteamos es un acercamiento más allá de lo iconográfico. Queremos estudiar la
aparición de la mujer en el arte español, relacionándolo con cada época, con cada
contexto en el que surgió la obra. No pretendemos recoger todas las imágenes existentes,
ni centrarnos en asuntos de sobra conocidos (caso de las manifestaciones
contemporáneas), sino trazar un breve panorama de la presencia femenina en la pintura
española y sus características. Queremos que el conocedor incida en ciertos aspectos y
que el profano, reflexione y observe.
1 Sirva como base de acercamiento al tema la siguiente bibliografía sumaria: CHADWICK, W., Mujer, arte y
sociedad, Barcelona, Destino, 1992; COMBALÍA DEXEUS, V., Amazonas con pincel : vida y obra de las
grandes artistas del siglo XVI al siglo XXI, Barcelona, Destino, 2006; DIJSTRA, B., Ídolos de perversidad : la
imagen de la mujer en la cultura de fin de siglo, Madrid, Debate; Barcelona, Círculo de Lectores, 1994;
GREER, G., La carrera de obstáculos : vida y obra de las pintoras antes de 1950, Colmenar Viejo (Madrid),
Bercimuel, 2005; GROSENICK, U., Women artists : mujeres artistas de los siglos XX y XXI, Colonia,
Taschen, 2002; IBIZA OSCA, V., Obra de mujeres artistas en los museos españoles : guía de pintoras y
escultoras : 1500-1936, Valencia, Centro Francisco Tomas y Valiente, 2006; La femme dans l'art : l'artiste et
le modèle, catálogo de exposición, Bruselas, Musées royaux des Beaux-Arts de Belgique, 1975; MUÑOZ
LÓPEZ, P., Mujeres españolas en las artes plásticas: pintura y escultura, Madrid, Síntesis, 2003;
PORQUERES GIMENEZ, B., Reconstruir una tradición : los artistas en el mundo occidental, Madrid, Horas
y Horas, 1994; RECKITT, H., Arte y feminismo, London, Phaidon Press, 2005; ROUSSELOT, J., La mujer en
el arte : de la prehistoria a nuestros días, Barcelona, Argos, 1971; SAURET, T. (coord.), Historia del arte y
mujeres, Málaga, Universidad de Málaga, 1996; VAL CUBERO, A., Mujer, pintura y sociedad en el siglo
XIX : la construcción de la feminidad a través de la pintura, Valladolid, Concejalía de Acción Social, 2002,
VV.AA., La imagen de la mujer en el arte español : Actas de las Terceras Jornadas de Investigación
Interdisciplinaria organizadas por el Seminario de Estudios de la Mujer de la Universidad Autónoma de
Madrid, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 1984.
2 FERNÁNDEZ VALENCIA, A., “Pintura, protagonismo femenino e historia de las mujeres”, en Arte, individuo
y sociedad, N.º 9, Madrid, Servicio de publicaciones de la Universidad Complutense, 1997, pp. 129 - 157.
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La mujer y el arte
A la hora de abordar este tema, debemos analizar dos ideas por separado: la mujer
como objeto de representación, y la mujer artista, creadora de obras de arte. De la
primera idea nos ocuparemos ampliamente más adelante.
En cuanto a las mujeres artistas, no son demasiado abundantes en la Historia del
Arte, especialmente en el caso español. Es cierto que se ha señalado la presencia de
mujeres artistas desde la Antigüedad, como puede verse a través de los textos de Plinio el
Viejo y posteriormente en el Renacimiento a través de las biografías de Vasari y otras
obras. Sin embargo, parece común a todas las fuentes el tratamiento de la existencia de
mujeres artistas como una excepción, algo fuera de lo común. Concretamente, el modelo
vasariano de mujer artista como algo excepcional, parece ser el que más ha permanecido
en el imaginario colectivo3. Está claro que existieron mujeres que practicaron las artes
plásticas, pero no podemos olvidar ciertos elementos a la hora de reflexionar sobre este
asunto: la organización del taller artístico implicaba en muchos casos la participación de la
unidad familiar, por lo que las hijas no estarían exentas de desempeñar ciertos trabajos al
menos en su juventud; por otro lado, la práctica de las artes suele incluirse en la
educación de las mujeres de las clases sociales más altas, como es el caso de la música,
la danza, y en ocasiones la pintura, como elemento de distracción más que como práctica
artística en sí; el hombre llegaba a alcanzar la dignidad por medio de las artes, caso de
los ilustres varones renacentistas en los territorios italianos, mientras que la mujer para
practicar las artes, solía proceder de una posición social elevada. La mayor parte de las
mujeres artistas que gozaron de cierta fama y de las que hoy conocemos sus nombres,
exceptuando la época contemporánea que posee sus propios condicionantes, proceden
de un entorno propicio para las artes, por ejemplo a través de su familia, caso de
Artemisia Gentileschi, hija del conocido pintor Orazio y un caso muy estudiado de mujer
artista, o por citar un ejemplo español, la escultora Luisa Roldana, hija del también
escultor Pedro Roldán, y que trabajó en la corte de Carlos II4. Muchas mujeres practicaron
también las artes en el ambiente de los conventos femeninos, permaneciendo la mayor
parte de ellas y sus obras en el anonimato.
Flamencas e italianas son las creadoras más abundantes en el panorama artístico
femenino. El ambiente social es muy diferente al existente en España. Sin embargo,
curiosamente, la obra documentada más antigua, firmada por una mujer, pertenece a la
Edad Media peninsular. Se trata de una miniatura del Comentario del Apocalipsis de
Beato de Liébana conservado en los fondos bibliográficos de la catedral de Gerona5 ,
fechado en el último tercio del siglo X, donde aparece el nombre de Ende, pintrix -pintora-
y Dei aiutrix -ayudante o sierva de Dios-, que tal vez pueda interpretarse como que la
susodicha artista era una religiosa, puesto que en esas fechas es el ámbito monacal en el
que se cultivaban las realizaciones artísticas.
Todo cambia en el siglo XX. El acceso a la formación artística, la liberación de la
mujer, y otros elementos favorecerán la aparición de numerosas creadoras, también en
nuestro país. Por ejemplo, en el Surrealismo militaron mujeres como Remedios Varo,
Maruja Mallo o Ángeles Santos, por citar sólo unos ejemplos.
una mujer que muestra su cuerpo, como ocurre, por ejemplo, en la Maja desnuda de
Goya. Con las vanguardias, el desnudo femenino, más allá de la simple idea de la
belleza, aparecerá más claramente asociado al erotismo y la sexualidad, con obras
claramente sugerentes, abandonando poco a poco la inocencia para llegar a una
provocación directa y sin trabas, relacionándose también con los cambios sociales en los
que la mujer adquiere mayor libertad social, comenzando por sí misma y por su propio
cuerpo.
Vamos a tratar a continuación la presencia de la mujer en la pintura española,
especialmente a través de los artistas y obras más significativas.
El desnudo
Uno de los temas más importantes de los relacionados con la representación de la
mujer es el desnudo y sus múltiples interpretaciones. El género del desnudo no aparece
demasiado en la pintura española. Mucho menos el femenino. La presión ejercida por la
religión no propicia el tema profano. Los temas de Eva, María Magdalena y otras santas
penitentes, apenas dejan ver el cuerpo. Además no podemos pasar por alto la vinculación
de lo femenino con el mal, desde Eva hasta las representaciones de los pecados y los
vicios.
Los primeros estudios acerca del cuerpo humano, en relación con la idea de belleza,
se remontan al mundo clásico. Podemos citar el caso de Policleto y su Canon, idea de las
proporciones humanas y modelo de belleza materializado en su Doríforo, escultura del
portador de lanza. Por supuesto que existen multitud de representaciones femeninas en la
antigüedad, pero no fueron objeto del estudio de los teóricos. Tampoco durante el
Renacimiento, época de vuelta al mundo grecorromano. Existen multitud de dibujos sobre
las proporciones humanas, baste citar el Hombre Vitruviano de Leonardo. Pero, ¿cuántos
dibujos de mujeres, en esta línea, conocemos? Probablemente el primero que se
preocupó del cuerpo de la mujer en este sentido científico fue el artista alemán Alberto
Durero, quien además de estudiar el canon sobre la figura masculina, se preocupó
también del cuerpo de la mujer y de los niños. Sin embargo, durante el Renacimiento el
culto al cuerpo desnudo, imagen de la belleza y la verdad, propició este tipo de
representación, que chocaba con la moral religiosa de la contrarreforma. No es extraño
encontrar que en el mismo ambiente de moralidad y vida religiosa, existe también un
acercamiento a este tipo de imágenes, al menos en el ámbito privado, como ocurre en la
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6 PORTÚS PÉREZ, J., La sala reservada del Museo del Prado y el coleccionismo de pintura de desnudo en
la corte española, 1554-1838, Madrid, Aldeasa, 1998.
7CALVO SERRALLER, F., “Nude”, en GIMÉNEZ, C. y CALVO SERRALER, F. (eds.), Spanish painting from
El Greco to Picasso. Time, truth, and history, Madrid / Nueva York, Seacex / Guggenheim Mueum, 2006, pp.
287 - 291. Se trata de un estudio inserto en el catálogo de la exposición celebrada en el Guggenheim
Museum de Nueva York entre el 17 de noviembre de 2006 y el 28 de marzo de 2007.
8 Velázquez, catálogo de la exposición, Madrid, Museo del Prado, 1990., pp. 368 - 373.
9SORIA, M., “La Venus, los borrachos y la coronación de Velázquez”, en Archivo Español de Arte, Madrid,
1957, p. 275.
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10 Véase la reconstrucción en BROWN, J., Velázquez. Pintor y cortesano, Madrid, Alianza, 1986, p. 182.
11Sobre las obras de Goya citaremos el catálogo de la exposición Goya. 250 aniversario, Madrid, Museo del
Prado, 1996. El estudio de la maja se encuentra en la p. 371.
12Sobre el tratamiento de la mujer en los inicios del siglo XX y las primeras vanguardias, cfr. “Mujeres”, en
BOZAL, V., Los primeros diez años. 1900-1910, los orígenes del arte contemporáneo, Madrid, Visor, 1991,
pp. 61 - 97.
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16CALVO SERRALLER, F., “Women in public”, en GIMÉNEZ, C. y CALVO SERRALER, F. (eds.), op. cit.,
pp. 197 - 201. Sobre la representación de la mujer, con referencias al caso español, cfr. ROUSSELOT, J., La
mujer en el arte: de la Prehistoria a nuestros días, Barcelona, Argos, 1971.
17 Para la enumeración de las obras hemos seguido el catálogo de la gran exposición celebrada en 1990.
Vid. supra nota 8.
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temática religiosa está ahí sometida a un tratamiento muy teatral, propio de Barroco, pero
lo que nos interesa es precisamente su carácter secundario frente a la importancia de la
figura femenina. La mujer velazqueña aparece en el ámbito doméstico, en la cocina
concretamente, algo propio de aquel momento; o realizando una actividad
tradicionalmente femenina. Estas imágenes pueden así emplearse como documentos
históricos para estudiar el papel de la mujer en la sociedad del siglo XVII18, pero lo
interesante ahora es ver cómo el tema femenino arrebata protagonismo a las dos grandes
imágenes del arte del momento: la religión y la mitología. En este sentido deben
considerarse imágenes muy modernas, especialmente en el mundo español. Llama la
atención que se trate, salvo Las Hilanderas, de obras realizadas antes de su viaje a
Madrid, al margen de los encargos de la corte y en un ámbito más libre. De hecho, la
imagen de La mulata posee una versión, conservada en el Art Institute de Chicago, en la
cual no se representa la escena religiosa, por lo que la representación femenina adquiere
mayor fuerza si cabe, máxime cuando se trata de las imágenes más antiguas asociadas al
sevillano. Velázquez comenzó su andadura como pintor representando lo cotidiano.
Velázquez realizó dos representaciones de Una sibila (ca. 1640), conservadas en el
Meadows Museum of Art de Dallas y en el Museo del Prado de Madrid19. Se ha asociado
esta representación con la alegoría del arte de la pintura. En la imagen del Prado se ha
querido ver además un retrato de la mujer del pintor, Juana Pacheco 20. En el caso de La
costurera (ca. 1650) y la atribuida La dama del abanico, también se ha querido ver en
ellas a la mujer del autor21 , siendo éstas dos imágenes desprovistas de todo significado
mitológico, filosófico o religioso, representando, magistralmente, una figura femenina
dedicada una a la labor de la costura, vestida de paseo la otra. En todo caso son
imágenes bastante cercanas, alejadas del retrato de corte o de las citadas
representaciones simbólicas. Se trata en este sentido de obras realmente modernas. En
el ámbito de la pintura flamenca, sin embargo, la mujer dedicada a las labores de la
costura ha sido representada en multitud de ocasiones, dentro del desarrollo de la pintura
“de interior”, y el reflejo de la vida próspera y ordenada de las provincias protestantes 22.
Hay que esperar, una vez más, hasta la obra del aragonés para volver a ver
representaciones donde la mujer sea la protagonista. Goya representará a dos mujeres: la
tradicional, defensora de antiguas costumbres, y la mujer nueva, propia de la época de la
Revolución Francesa. Al mismo tiempo, aparecen en sus obras las majas, en muchos
casos reflejo de las mujeres de “vida alegre” de épocas anteriores. Sus imágenes de la
Duquesa de Alba muestran el modelo de la mujer tradicional, al menos en lo que a vida
pública se refiere. Sus majas, acompañadas por alcahuetas, asomadas a la ventana, o en
compañía de majos embozados de dudosas intenciones, representan una mujer liberal y
liberada. Sus mujeres del pueblo, las de los grabados de los Desastres de la guerra26
(comenzados a pasar a plancha hacia 1810), por ejemplo, representan el grueso de las
mujeres de la España de su época, las trabajadoras, las madres, las que sufren o las
luchadoras, como la imagen de Agustina de Aragón a punto de hacer fuego con una pieza
de artillería, o la anciana que intenta defender a una joven del asalto deshonesto de un
soldado (estampas 7 y 9 de la serie)27; frente a las burguesas de los cartones para tapices
(El quitasol -1777-, El columpio -1779- o La gallina ciega -1788-)28 , o las irreales
campesinas de los mismos cartones, cercanos a la estética rococó (como en La Vendimia
-1786-)29. En Goya no hay, en todo caso, espacio para la idealización. Al contrario, lo real
acaba tornándose grotesco en sus aquelarres y escenas de las “pinturas negras”. Una de
las últimas representaciones llevadas a cabo por Goya, si es que es obra de su mano, es
precisamente de una mujer: La lechera de Burdeos (1825-27)30. En este caso, la dulzura
del rostro se encuentra, curiosamente, más cerca de las primeras imágenes del aragonés
que de las pinturas negras que realizó antes de abandonar España. Tal vez la tranquilidad
encontrada en Francia alejó los monstruos que poblaban su mente.
Tras Goya y su influencia, más allá del costumbrismo o el romanticismo
decimonónico, llegamos a las vanguardias. La representación de lo cotidiano, de la vida,
será uno de los temas del arte contemporáneo. Religión y mitología retroceden frente a
estos temas. Sorolla pinta las mujeres de la alta sociedad mediterránea, Zuloaga las del
campo castellano. Julio Romero de Torres, cercano al a Zuloaga y al simbolismo, se
31 ORTEGA COCA, T., Eduardo García Benito y el Art-Déco, Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid /
Diputación Provincial de Valladolid, 1999.
32“En el fondo, hay muy pocos temas. Todo el mundo los repite. Venus y el Amor se convierten en la Virgen
con el Niño, después en una maternidad, pero es siempre el mismo tema”, 7 de febrero de 1955. Recogido
en Picasso. Tradición y vanguardia, op. cit., p. 382.
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