Cara y Ceca
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Elementos para su comprensión
CAPITULO 1: LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS Y EL CONTRATO
HISTORICO.
CULTURA INSTITUCIONAL: Cualidad relativamente estable, producto de las políticas que afectan a
esa institución y de las prácticas de sus miembros. Es el modo en que ambas son percibidas por
éstos últimos, dando un marco de referencia para comprender las situaciones cotidianas,
orientando e influenciando las decisiones y actividades de quienes actúan en ella.
La “personalidad” de cada institución se construye en un entramado complejo en la cual el proyecto fundacional es
moldeado por los actores, cuyas prácticas son captadas en nuestra imagen-representación.
Toda cultura halla su sustento en un imaginario institucional. Cuando nos referimos a las
instituciones solemos tener de ellas una imagen- representación que se trasluce en nuestro
lenguaje: es tradicional, moderna, no existe, etc. esta no se compone solo de sus aspectos
manifiestos (visibles) sino también de aquellas menos visibles: el estilo del vínculo, el modo de
tomar decisiones. Es decir, la percepción que los miembros tienen de ella y sus prácticas.
Podemos decir entonces que la “cultura institucional” es el escenario, obra, telón y fondo de las actividades
de una institución. En ella se integran principios pedagógicos en estado práctico, sueños
y proyectos, perspectivas, esquemas estructurantes de las actividades en el aula. La noción de
la misma es sumamente rica y admite diversas presentaciones producto de las múltiples maneras
y prácticas por lasque los actores institucionales se reapropian y resignifican el espacio
geográfico. Ej: usos y costumbres; criterios y normas de sanción; ingreso, ascenso y promoción,
etc.
IMAGINARIO INSTITUCIONAL: Es el conjunto de imágenes y representaciones, generalmente
inconscientes, que alteran las relaciones entre los sujetos de la institución escolar ya sean éstas
interpersonales, sociales o vínculos con el conocimiento. Pueden sostener y favorecer la tarea y
en otras oportunidades ser obstáculos para el desarrollo de actividades. Este imaginario adquiere
características particulares en cada institución, y se refleja en el modelo de gestión que utilizan.
La cultura e imaginario resulta de la lógica de los actores institucionales y las características de
cada establecimiento, no son modelos fijos rígidos e inmutables sino que se adecuan en función
de cambios permanentes.
Cuando los conflictos no pueden ser neutralizados o resueltos en ese tipo de instituciones, se
recurre a un tipo de cultura contrapuesto, el tecnocrático, para poder gobernar la institución.
.La institución escolar como una cuestión de papeles.- Son instituciones burocratizadas que se
caracterizan por su excesiva racionalidad, todo acata a las normas y a las reglas, prioriza lo
administrativo, sobre todo la descomposición racional de tareas. El grupo humano está
enmarcado en una estructura técnica, generalmente el organigrama de funciones. Su modelo de
gestión es tecnocrático. Predominan las estructuras y reuniones formales, los canales de
comunicación son por lo general escritos. La mayor parte de sus miembros de la institución solo
conoce fragmentos muy limitados de la información disponible y fluye en sentido descendente,
para transmitir a la base el contenido de las decisiones tomadas en el vértice de la jerarquía y
asciende en el caso de que se trate de respuestas a las órdenes. Los conflictos son neutralizados
o “negados”. No se elaboran ni se resuelven, se definen por posiciones de jerarquía. Se busca lo previsible,
lo que no impide que algunos miembros utilicen los intersticios de las normas, es decir aquellos
aspectos en los cuales hay algún margen de acción no previsto.
Esta cultura funciona sobre el desconocimiento de las redes informales (organigrama no escrito u
oculto) se muestra incapaz de gobernar cualquier situación imprevista no contemplada en la
reglamentación y de incorporar los cambios e innovaciones. Por ello la mayoría de los casos
constituye una alternativa de gestión conservadora y disciplinaria. Se privilegian los vínculos
impersonales, los sentimientos son ignorados, esta cultura desconoce la trama de relaciones
informales que se gestan entre los sujetos, por lo que se muestra incapaz de resolver lo
imprevisto. Devalúa la dimensión comunitaria por lo que corre el riesgo de aislarse de la
comunidad y la sociedad.
¿Qué ocurre en la dimensión pedagógico-didáctica? si en el tipo de cultura casera se
pueden prescindir del curriculum prescripto, en esta modalidad el curriculum suele operar como u
n sistema duro o trivial se aproxima a la concepción de curriculum como plan de instrucción o a la
concepción tecnológica. El acento está puesto en consecuencia en la secuencia y organización
de los contenidos y la definición de las experiencias para su aprendizaje o en el esquema racional
en el cual las unidades de contenido se estructuran como resultados deseables de la instrucción,
priorizando con un criterio eficientista el “como enseñar”, es decir, se desatienden los contenidos
y se priorizan los procedimientos.
El currículum prescripto se aplica estrictamente pero en forma repetitiva año tras año, por lo que
resulta ineficaz.
Si bien este tipo de instituciones corre el riesgo de “cerrarse”, con respecto a la comunidad y a la
sociedad, como corolario de dificultades de adaptación resultado de los mecanismos rígidos.
También constituyen riesgos la desviación hacia un sistema burocrático limitante, que hace
perder de vista la especificidad de la institución escuela, la obstaculación de toda innovación; la
segmentación de la organización por la división de tareas y la cristalización en fracturas y, por
último, la dilución de responsabilidades, con el desdibujamiento de los compromisos contractuales
que la institución escuela tiene hacia a sociedad. Cabe señalar que es necesaria una cuota de
racionalidad para todos los establecimientos, una clara diferenciación de tareas y preocupación
por la eficiencia, procedimientos claros y simples serían vistos con agrado por aquellos que sufren
arbitrariedades del tipo “casero”.
.La institución escolar como una cuestión de concertación.- Se caracteriza por privilegiar la
negociación: se utilizan los espacios de libertad individual como un recurso para concertarlos, y
se pone en manifiesto la pluralidad de intereses y aspiraciones. El rol de la conducción es de
mediador en la negociación y de representación de estos objetivos institucionales. La organiza y
establece las materias y márgenes de la misma en atención al cumplimiento de un proyecto o
plan institucional.
La negociación es entendida como actividad de resolución de problemas, a través de la cual cada
parte puede encontrar un beneficio. Los protagonistas se proponen buscar y encontrar entre
todos, la solución a las dificultades, inconvenientes o problemas que se presenten. Por tanto, la
negociación se constituye también como un conjunto de procesos y procedimientos de
aprendizaje. Cada grupo de actores consolida su identidad a través de percibir aquello con que
identifica y caracteriza. Se privilegian los vínculos contractuales y respetuosos, los sentimientos
están puestos en la tarea sustantiva. Se adjudica el poder a quien se muestre capaz de resolver
problemas específicos. Sus miembros son actores estratégicos: pueden sostener enfrentamientos
entrar en oposición, establecer alianzas o coaliciones. A diferencia del tipo de cultura institucional
caracterizada por el funcionamiento familiar, sino que esta se subordina al logro de los objetivos
institucionales. En consecuencia, el conflicto se visualiza como inherente al funcionamiento
institucional, pero la tarea se resguarda por sobre las relaciones interpersonales, aunque sin
desmerecer la importancia de las otras.
Se promueve el debate productivo entre las mayorías y minorías para lograr un consenso en
torno al proyecto institucional, pero esto no implica fomentar un estado de “asambleismo”
deliberativo permanente. La información constituye un recurso indispensable para la toma de
decisiones y posibilidad de consenso.
¿Cuál es la importancia de la dimensión pedagógica-didáctica? ¿Qué rol juega el curriculum
prescripto?
El modelo de gestión es profesional, admite que los individuos tienen intereses, propósitos y
objetivos diferentes. Aquellos que la conduzcan tendrán que equilibrar y coordinar la diversidad de
intereses para que los individuos puedan trabajar juntos en las tareas sustantivas de la institución
y en el cumplimiento del contrato fundacional. Reconocerán el 'pluralismo' institucional y
desarrollarán una gestión pluralista donde se buscará, mediante la gestión de conflictos, que
éstos favorezcan a la institución. El riesgo es la permanente consulta y deliberación. El curriculum
prescripto funciona como organizador institucional, que los actores moldearán a partir de la
utilización de los intersticios, sin perder por ello su valor ni su carácter contractual, tanto en el
interior del sistema educativo y de cada institución, como en el vínculo escuela-comunidad.. Se
tendrá siempre presente el alcance pedagógico didáctico ante cualquier decisión. Responden a la
visión de la Institución como sistema político, en el que co-existen la colaboración, el compromiso,
la competencia, la indiferencia, las diferencias, la oposición y la concertación. El riesgo que se
corre es la instalación de la consulta permanente, que puede conllevar a la dilución de las tareas
del equipo de conducción.
Las instituciones se inscriben en el campo individual dejando sus marcas y que se va moldeando
en un trabajo cotidiano. Se puede decir que individuo e institución se requieren y construyen
mutuamente en un vínculo de permanente intercambio.
Una de las acepciones del término institución remite a todo lo que está establecido,
reglamentado, está regida por leyes o reglas, que son interpretadas de diversa manera por los
miembros de la institución. En las instituciones son necesarias las reglas que abren el espacio
para que se pueda cumplir con la función específica. Éstas no se justifican por sí mismas sino en
la medida que favorecen, facilitan y hacen posible la realización de una actividad significativa. La
relación que establecemos con la ley se entreteje en aspectos objetivos y subjetivos. Los
primeros son aquellos que refieren a “la letra” de la norma tal como está formulada. Objetiva y
subjetivamente, la ley tiene un doble carácter. Por un lado delimita las prohibiciones, aquello que
no está permitido; es decir impone, reprime. Por el otro, ofrece seguridad y protección. Este
doble carácter, restricto y protector a la vez, es lo que nos permite afirmar que en la base de a
relación de los actores con la institución se halla presente la ambivalencia, lo que explica la
necesidad de negociar.
En el corazón de a relación de los actores con la institución se encuentran movimientos
simultáneos y contradictorios de atracción-repulsión. Se pueden relacionar con la tensión que se
establece en toda institución entre zonas de certidumbre e incertidumbre. Las leyes y las normas
tienen el propósito de volver previsibles los comportamientos de los actores, es decir establecer
zonas de certidumbre. Pero como no es deseable ni posible prever el conjunto de conductas
requeridas para el desempeño de cualquier rol, las normas siempre dejan zonas de
incertidumbre.
Actores y poder
Un actor o grupo de actores tiene PODER cuando tiene la capacidad de hacer prevalecer su
posición en la vida institucional, de influir en la toma de decisiones, obtener reconocimiento,
espacios, recursos, beneficios, cargos o cualquier otro objetivo que se proponga. Que sean
conscientes del poder que tienen, que lo busquen o que lo acumulen no significa que los demás
actores estén desprovistos de poder. La misma remite a las relaciones de intercambio entre los
actores institucionales. Tenemos que considerar que el poder es consustancial con las relaciones
sociales y por ende institucionales. No existe por sí misma sino en una red de relaciones y
supone la potencialidad de prescribir o prohibir las conductas de los actores.
El poder no siempre está en la cúpula, ya que hay vínculos informales, y siempre se manifiesta a
través de relaciones asimétricas. Las instituciones están atravesadas por diferentes CLIVAJES o
zonas de ruptura o fractura, por ejemplo, puede haber una ruptura entre los agentes (directivos de
la institución) y los usuarios (actores a quienes se intenta imponer disciplina). A su vez, dentro del
grupo de agentes o de usuarios hay nuevos clivajes: las relaciones de poder están marcadas por
estos clivajes o zonas de fractura. Nunca los grupos son homogéneos.
Actores y conflictos
Los actores pueden adoptar cuatro grandes posiciones frente a los conflictos:
1) Es ignorado: se incluyen problemas o dificultades que no se representan como tales para los
actores institucionales. (por ejemplo ignorar la mala calidad de la enseñanza en una escuela).
2) Es eludido: se lo conoce pero no se lo explicita, con lo cual aparecen chismes, rumores, etc.
b) Conflictos en torno a la definición del proyecto institucional: Suelen darse entre los mismos
directivos cuando tienen diferentes proyectos, y muchas veces se traducen como conflictos entre
grupos. El hecho deviene no sólo de la convivencia de diferentes actores con objetivos
personales propios en relación a la institución, sino por la pluralidad de exigencias y
requerimientos del entorno hacia el establecimiento. Esto se constituye en una fuente potencial de
conflictos que puede expresarse en obstáculos en la definición y en dificultades para el diseño de
las acciones necesarias a realizar en el marco del PI. Los conflictos de objetivos se reactualizan
anualmente con la elaboración de la planificación institucional y exigen algunas reflexiones.
d) Conflictos entre autoridad formal y autoridad funcional: Hay zonas de incertidumbre donde
pueden entrar el conflicto ambos tipos de autoridad (la formal y legitimada o la informal y
funcional). Los actores asumen en la estructura de la organización múltiples funciones
especializadas, denominadas por algunos, autoridad funcional. Entre esta y la autoridad formal
(aquella cuya legitimidad emana de las normas prescriptas) se generan tensiones y se
potencializan conflictos. Estas tienden a relativizarse a medida que las autoridades formales
pueden legitimar su posición fortaleciendo su saber experto. El saber experto y la especificidad de
las instituciones educativas son piezas claves para una resignificación o refundación del contrato
entre la escuela y la sociedad.