Pegote
Pegote
Pegote
Pegote
Albeiro Echavarría
Ilustraciones: Marcos Toledo
Bogotá: Editorial Norma, 160 p, 2013.
Colección Torre de papel Amarilla
ISBN: 978-958-45-4129-1
Esta guía fue elaborada por Claudia Rodríguez
El autor y la obra
Exploración y motivación
Tor re Am ar ill a
3. a. Vea con sus estudiantes una de las películas de la serie Toy Story,
realizada por los estudios Pixar en Estados Unidos.
b. Analicen juntos el tema de la cinta, la personalidad de los jugue-
tes, las escenas de humor, el drama que viven y la relación con
Andy, su dueño.
c. Comenten lo que más les gustó y los motivos o situaciones con los
que se sienten identificados.
4. Para los niños y las niñas de hoy quizás resulte extraño saber que exis-
ten clínicas de muñecos en las que personas con manos pacientes y
muy hábiles “devuelven la vida” a personajes de plástico, caucho, celu-
loide, porcelana, trapo, peluche, entre otros.
Distribuya en grupos a sus estudiantes y propóngales imaginar un
hospital de muñecos: dónde y cómo funciona, cómo trabajan las per-
sonas que los reparan, cuáles son los más difíciles de arreglar, qué ha-
cen cuando uno de ellos ya no se puede recomponer.
¿Será necesario que en un hospital de estos haya un departamento de
psicología? ¿Por qué?
5. Pida a sus estudiantes averiguar los múltiples significados de la pala-
bra pegote.
Discutan, luego, las razones por las que llamarían Pegote a un mucha-
cho de su edad. ¿Sería un sobrenombre afectuoso? o ¿un remoquete
de desprecio?
6. Lea en voz alta el cuento Barba Azul, de Charles Perrault.
Barba Azul
Érase una vez un hombre que tenía hermosas casas en la ciudad y en
el campo, vajilla de oro y plata, muebles forrados en finísimo brocado
y carrozas todas doradas. Pero desgraciadamente, este hombre tenía
la barba azul; esto le daba un aspecto tan feo y terrible que todas las
mujeres y las jóvenes lo rechazaban.
Una vecina suya, dama distinguida, tenía dos hijas hermosísimas.
Él le pidió la mano de una de ellas, dejando a su elección cuál querría
darle. Ninguna de las dos quería y se lo pasaban una a la otra, pues no
podían resignarse a tener un marido con la barba azul. Pero lo que más
les disgustaba era que ya se había casado varias veces y nadie sabía qué
había pasado con esas mujeres.
Para conocerlas, Barba Azul las llevó, con su madre, tres o cuatro de
sus mejores amigas y algunos jóvenes de la comarca, a una de sus casas
de campo, donde permanecieron ocho días completos. El tiempo se
les iba en paseos, cacerías, pesca, bailes, festines, meriendas y cenas;
nadie dormía y se pasaban la noche entre bromas y diversiones. En fin,
todo marchó tan bien que la menor de las jóvenes empezó a encontrar
que el dueño de casa ya no tenía la barba tan azul y que era un hombre
muy correcto.
Tan pronto hubieron llegado a la ciudad, quedó arreglada la boda.
Al cabo de un mes, Barba Azul le dijo a su mujer que tenía que viajar
a provincia por seis semanas a lo menos debido a un negocio impor-
tante; le pidió que se divirtiera en su ausencia, que hiciera venir a sus
buenas amigas, que las llevara al campo si lo deseaban, que se diera
gusto.
–He aquí –le dijo– las llaves de los dos guardamuebles, estas son las
de la vajilla de oro y plata que no se ocupa todos los días, aquí están las
de los estuches donde guardo mis pedrerías y esta es la llave maestra
de todos los aposentos. En cuanto a esta llavecita, es la del gabinete al
fondo de la galería de mi departamento: abrid todo, id a todos lados,
pero os prohíbo entrar a este pequeño gabinete, y os lo prohíbo de tal
manera que si llegáis a abrirlo, todo lo podéis esperar de mi cólera.
Ella prometió cumplir exactamente con lo que se le acababa de or-
denar; y él, luego de abrazarla, subió a su carruaje y emprendió su
viaje.
Las vecinas y las buenas amigas no se hicieron de rogar para ir don-
de la recién casada, tan impacientes estaban por ver todas las riquezas
de su casa, no habiéndose atrevido a venir mientras el marido estaba
presente a causa de su barba azul que les daba miedo.
De inmediato se pusieron a recorrer las habitaciones, los gabinetes,
los armarios de trajes, donde se hallaban los vestidos más hermosos
y más ricos. Subieron en seguida a los guardamuebles, donde no se
cansaban de admirar la cantidad y magnificencia de las tapicerías, de
las camas, de los sofás, de los bargueños, de los veladores, de las mesas
y de los espejos donde uno se miraba de la cabeza a los pies, y cuyos
marcos, unos de cristal, los otros de plata o de plata recamada en oro,
eran los más hermosos y magníficos que jamás se vieran. No cesaban
de alabar y envidiar la felicidad de su amiga quien, sin embargo, no se
divertía nada al ver tantas riquezas debido a la impaciencia que sentía
por ir a abrir el gabinete del departamento de su marido.
Tan apremiante fue su curiosidad que, sin considerar que dejarlas
solas era una falta de cortesía, bajó por una angosta escalera secreta
y tan precipitadamente, que estuvo a punto de romperse los huesos
dos o tres veces. Al llegar a la puerta del gabinete, se detuvo durante
un rato, pensando en la prohibición que le había hecho su marido, y
temiendo que esta desobediencia pudiera acarrearle alguna desgracia.
Pero la tentación era tan grande que no pudo superarla: tomó, pues, la
llavecita y temblando abrió la puerta del gabinete.
Al principio no vio nada porque las ventanas estaban cerradas; al
cabo de un momento, empezó a ver que el piso se hallaba todo cubier-
to de sangre coagulada, y que en esta sangre se reflejaban los cuerpos
Tor re Am ar ill a
de varias mujeres muertas y atadas a las murallas (eran todas las mu-
jeres que habían sido las esposas de Barba Azul y que él había degolla-
do una tras otra).
Creyó que se iba a morir de miedo, y la llave del gabinete que había
sacado de la cerradura se le cayó de la mano. Después de reponerse
un poco, recogió la llave, volvió a salir y cerró la puerta; subió a su
habitación para recuperar un poco la calma; pero no lo lograba, tan
conmovida estaba.
Habiendo observado que la llave del gabinete estaba manchada de
sangre, la limpió dos o tres veces, pero la sangre no se iba; por mucho
que la lavara y aún la refregara con arenilla, la sangre siempre estaba
allí, porque la llave era mágica, y no había forma de limpiarla del todo:
si se le sacaba la mancha de un lado, aparecía en el otro.
Barba Azul regresó de su viaje esa misma tarde diciendo que en el
camino había recibido cartas informándole que el asunto motivo del
viaje acababa de finiquitarse a su favor. Su esposa hizo todo lo que
pudo para demostrarle que estaba encantada con su pronto regreso.
Al día siguiente, él le pidió que le devolviera las llaves y ella se las
dio, pero con una mano tan temblorosa que él adivinó sin esfuerzo
todo lo que había pasado.
–¿Y por qué –le dijo– la llave del gabinete no está con las demás?
–Tengo que haberla dejado –contestó ella– allá arriba sobre mi
mesa.
–No dejéis de dármela muy pronto –dijo Barba Azul.
Después de aplazar la entrega varias veces, no hubo más remedio
que traer la llave.
Habiéndola examinado, Barba Azul dijo a su mujer:
–¿Por qué hay sangre en esta llave?
–No lo sé –respondió la pobre mujer– pálida como una muerta.
–No lo sabéis –repuso Barba Azul– pero yo sé muy bien. ¡Habéis
tratado de entrar al gabinete! Pues bien, señora, entraréis y ocuparéis
vuestro lugar junto a las damas que allí habéis visto.
Ella se echó a los pies de su marido, llorando y pidiéndole perdón,
con todas las demostraciones de un verdadero arrepentimiento por
no haber sido obediente. Habría enternecido a una roca, hermosa y
afligida como estaba; pero Barba Azul tenía el corazón más duro que
una roca.
–Hay que morir, señora –le dijo– y de inmediato.
–Puesto que voy a morir –respondió ella mirándolo con los ojos ba-
ñados de lágrimas–, dadme un poco de tiempo para rezarle a Dios.
–Os doy medio cuarto de hora –replicó Barba Azul–, y ni un mo-
mento más.
Cuando estuvo sola llamó a su hermana y le dijo:
–Ana, (pues así se llamaba), hermana mía, te lo ruego, sube a lo alto
de la torre, para ver si vienen mis hermanos, prometieron venir hoy a
verme, y si los ves, hazles señas para que se den prisa.
La hermana Ana subió a lo alto de la torre, y la pobre afligida le gri-
taba de tanto en tanto:
–Ana, hermana mía, ¿no ves venir a nadie?
Y la hermana respondía:
–No veo más que el sol que resplandece y la hierba que reverdece.
Mientras tanto Barba Azul, con un enorme cuchillo en la mano, le
gritaba con toda sus fuerzas a su mujer:
–Baja pronto o subiré hasta allá.
–Esperad un momento más, por favor –respondía su mujer; y a con-
tinuación exclamaba en voz baja: –Ana, hermana mía, ¿no ves venir a
nadie?
Y la hermana Ana respondía:
–No veo más que el sol que resplandece y la hierba que reverdece.
–Baja ya –gritaba Barba Azul– o yo subiré.
–Voy en seguida –le respondía su mujer; y luego suplicaba: –Ana,
hermana mía, ¿no ves venir a nadie?
–Veo –respondió la hermana Ana– una gran polvareda que viene de
este lado.
–¿Son mis hermanos?
–¡Ay, hermana, no! es un rebaño de ovejas.
–¿No piensas bajar? –gritaba Barba Azul.
–En un momento más –respondía su mujer; y en seguida clamaba:
–Ana, hermana mía, ¿no ves venir a nadie?
–Veo –respondió ella– a dos jinetes que vienen hacia acá, pero es-
tán muy lejos todavía... ¡Alabado sea Dios! –exclamó un instante des-
pués–, son mis hermanos; les estoy haciendo señas tanto como puedo
para que se den prisa.
Barba Azul se puso a gritar tan fuerte que toda la casa temblaba. La
pobre mujer bajó y se arrojó a sus pies, deshecha en lágrimas y enlo-
quecida.
–Es inútil –dijo Barba Azul– hay que morir.
Luego, agarrándola del pelo con una mano, y levantando la otra con
el cuchillo se dispuso a cortarle la cabeza. La infeliz mujer, volviéndose
hacia él y mirándolo con ojos desfallecidos, le rogó que le concediera
un momento para recogerse.
–No, no, –dijo él– encomiéndate a Dios; y alzando su brazo...
Tor re Am ar ill a
En ese mismo instante golpearon tan fuerte a la puerta que Barba
Azul se detuvo bruscamente; al abrirse la puerta entraron dos jinetes
que, espada en mano, corrieron derecho hacia Barba Azul.
Este reconoció a los hermanos de su mujer, uno dragón y el otro
mosquetero, de modo que huyó para guarecerse; pero los dos herma-
nos lo persiguieron tan de cerca, que lo atraparon antes que pudiera
alcanzar a salir. Le atravesaron el cuerpo con sus espadas y lo dejaron
muerto. La pobre mujer estaba casi tan muerta como su marido, y no
tenía fuerzas para levantarse y abrazar a sus hermanos.
Ocurrió que Barba Azul no tenía herederos, de modo que su esposa
pasó a ser dueña de todos sus bienes. Empleó una parte en casar a su
hermana Ana con un joven gentilhombre que la amaba desde hacía
mucho tiempo; otra parte en comprar cargos de Capitán a sus dos her-
manos; y el resto a casarse ella misma con un hombre muy correcto
que la hizo olvidar los malos ratos pasados con Barba Azul.
Tomado y adaptado de: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/fran/per-
rault/barba.htm
Tor re Am ar ill a
Lectura de… Pegote
1. Lea con sus estudiantes el primer capítulo de la novela titulado “Las
palabras finales”.
A medida que lee, plantee preguntas sobre algunas de las pistas que
comienza a dar el autor acerca de la trama del libro:
• “Después de todo lo que me ha pasado en la vida, son muy pocas
las cosas que me impresionan”. (Pág. 10) ¿Qué pudo ocurrirle al
protagonista de la historia como para que lo haya marcado con
tanta fuerza?
• ¿Quién será el personaje de la barba?; ¿qué cosas estará haciendo
que tanto le preocupaban al papá del narrador?, ¿quién será al que
hay que salvar?, ¿por qué?
• ¿Qué problema estará afrontando la muñeca Lucrecia?
• ¿Por qué Pegote está ante un juez?, ¿cometería un delito?, ¿al-
guien atentó contra él?
• ¿Qué son charlas de superación?, ¿realmente le pueden servir a la
gente?, ¿por qué?
2. a. Propóngales leer los capítulos que van de la página 19 a la 69.
b. Pídales expresar su opinión sobre la decisión de Papeiño de entre-
gar al niño a su hermana para que lo críe.
c. Cuando Pegote recorre la casa buscando indicios para resolver el
encargo de su padre, reencuentra objetos y rincones que le traen
recuerdos especiales. Invite a sus estudiantes a representar, en un
dibujo, el mueble en donde Papeiño tenía sus materiales de trabajo.
d. Comparen cuál de los dibujos se acerca más a la descripción del
autor.
e. Pídales recoger, en un gráfico, las pistas que hasta el momento va
descubriendo Pegote en su búsqueda dentro del hospital.
f. ¿Es posible que el muñeco de la capa negra sea el mismo de la bar-
ba a quien se refirió el padre de Pegote antes de morir? Pida a sus
estudiantes plantear su propia teoría al respecto.
g. Invítelos a discutir sobre: la identidad de Toñete, el comporta-
miento de Ambrosio en la habitación de Pegote, ¿qué cosas horri-
bles son las que hace el muñeco de la capa a los juguetes?
3. a. Proponga a sus estudiantes leer los capítulos que van de la página
71 a la 118.
b. Pídales hacer un álbum con los muñecos –personajes que van apa-
recido en la novela– y sus características. Pueden combinar ilus-
tración y textos breves.
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d. Propóngales completar el siguiente texto:
Carmentea no le había contado a Pegote que pensaba vender la
casa porque ___________________________________________
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Al enterarse de sus intenciones, el niño _____________________
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e. Invite a sus estudiantes a averiguar lo que es el alter ego. Compar-
tan los significados y, luego, discutan si se puede considerar que
Toñete es el alter ego de Pegote. Pídales explicar sus puntos de
vista.
f. En la página 86, Toñete expresa que “cuando uno está presionado
por alguien que le hace cosas malas es difícil hablar. Y también es
muy complicado contarle a un desconocido lo que está pasando”.
Reflexionen sobre esta situación y pídales explicar en qué momen-
tos puede uno experimentar el temor de hablar sobre algo que
está viviendo y que le causa dolor.
g. A partir de los nuevos sucesos, retome con los y las estudiantes la
pregunta formulada arriba: ¿Habrá alguna relación entre Ambro-
sio y el hombre de la capa? ¿Por qué?
Pídales analizar el cambio en sus respuestas.
h. ¿Cómo explicar la sensación de impotencia que tiene Pegote al oír
el relato de Toñete sobre los abusos que le inflinge el hombre de la
capa? ¿Por qué se siente impotente?
i. Invite a los niños y las niñas a explicar por escrito qué es y cómo
se manifiesta la impotencia.
4. a. Propóngales leer los capítulos que van de la página 119 a la 156.
b. Invítelos a diseñar el plano del subterráneo y a indicar con señales
(como las del tránsito) las situaciones más significativas de esta
parte del relato.
c. Comente con ellos las razones por las que Pegote relata al juez los
episodios del hospital de los muñecos antes de contar la historia
de los abusos que vivió con Ambrosio.
Tor re Am ar ill a
Conversar y escribir sobre Pegote
1. Las relaciones entre Barba Azul, Julio César y Ambrosio son indiscu-
tibles. Organice un debate para analizarlas y parta de los elementos
explícitos e implícitos que va presentando el autor a lo largo del relato.
Tenga en cuenta el referente de la doble personalidad o la doble vida
que caracteriza a los tres hombres.
2. Organice a sus estudiantes en parejas y pídales escribir, a cuatro ma-
nos, una interpretación de la ilustración que hay en la página 146 y
147 del libro.
3. La mayoría de los muñecos del texto sufre de soledad; sus dueños los
han abandonado porque ya no están de moda y a algunos los han es-
tropeado en momentos de rabia.
Construya con los y las estudiantes un paralelo entre la situación de
los muñecos en la película Toy Story y la de los muñecos de la novela.
¿En qué se asemejan y en qué se diferencian?
4. Toñete habla del diván de Fredy o de Frod, donde Papeiño lo sentaba
para que le contara sobre sus sentimientos. Naturalmente se refiere a
Sigmund Freud.
Pídales investigar sobre este científico: quién fue y por qué se destaca.
Conversen sobre los datos que encontraron y, con ayuda del psicólogo
del colegio, amplíeles la información sobre lo que es una psicoterapia:
para qué sirve, cómo se hace, quiénes la realizan, qué resultados puede
alcanzar y por qué, entre otros.
5. Papeiño conversaba con los muñecos en la sala de psicología para ayu-
darlos a superar sus tristezas. Pero, ¿a quién realmente le servían más
estas conversaciones? Pida a sus estudiantes responder esta pregunta
en un texto argumentativo.
6. Propóngales retomar la ilustración de las páginas 100 y 101 y descri-
bir las emociones que les inspiran, qué les gusta de ella, qué le cambia-
rían y por qué.
Construcción colectiva
1. Chantaje, abuso sexual y poder de los adultos sobre los niños y las
niñas son ejes que el autor trata con sutileza y asertividad en esta no-
vela.
a. Proponga a los estudiantes compartir con sus padres el argumen-
to de la obra y, luego, conversar con ellos sobre los temas mencio-
nados arriba.
b. Pídales reunirse en grupos con sus compañeros para socializar los
puntos resaltables de las charlas con sus familias.
2. Organícelos en grupos y pídales recrear, en un video, la nueva vida de
Pegote. Puede ser como un reportaje que un periodista le hace al per-
sonaje o como un dramatizado. Pueden también integrar a los miem-
bros de la nueva familia.
3. Invite a sus estudiantes a complementar por escrito la siguiente ob-
servación de Pegote:
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Vínculos con Internet
Conspiración en Magasthur
Al comienzo fue un rumor al que pocos dieron importancia. Pero algo si-
niestro se oculta tras la desaparición de Jaspín –uno de los puercoespines
más malhumurados de toda Magasthur– y son Wenceslao y Ambrosio,
agudos reporteros, quienes irán, cada uno a su manera, tras las pistas del
enigma. Lo que no imagina ninguno de los dos son las turbadoras sorpre-
sas que les esperan a todos los animales al final de la investigación y que
cambiarán para siempre el futuro de la ciudad de las madrigueras.
Tor re Am ar ill a
El muchacho de la boina blanca
A Sebastian le encantan las estrellas, está enamorado de Valentina y le
gusta leer. Pero en el colegio las cosas no van bien: la pandilla de Los Cala-
veras lo tratan de afeminado y le quitan con frecuencia la mesada. Su casa
tampoco es un jardín de rosas: no conoce a su padre y su madre perdió la
cabeza. Así que es hora de un cambio: basta de sentimientos, no más visi-
tas a la biblioteca, fuera su inseparable boina blanca. Esta transformación
lo sacará de su pequeño pueblo hacia la gran ciudad, lo llevará por caminos
inesperados y a conocer personas entrañables que cambiarán radicalmen-
te su manera de ver las cosas.
Relación con otros saberes
Historia
Tor re Am ar ill a
Test de comprensión lectora
Pegote
Nombre: ___________________________________________________
Lectura literal
Lectura inferencial
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2. ¿Crees que Carmentea intuía o sabía algo sobre el comportamiento de
Ambrosio? Explica tu respuesta.
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3. ¿Por qué el baúl es un elemento ideal para crear el suspenso en la obra?
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4. En tu opinión ¿esta novela es fantástica o realista? Argumenta tu res-
puesta con dos ejemplos de la trama.
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5. Analiza:
a. ¿Qué hubiera ocurrido si Papeiño se entera a tiempo de las agre-
siones de Ambrosio con Pegote?
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b. ¿Por qué algunos adultos dudan de la veracidad de lo que dicen los
niños y las niñas?
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c. ¿Qué relación hay entre las ratas y Julio César?
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d. ¿Cómo recrea esta relación el ilustrador?
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e. ¿Cuál es el episodio más triste e inquietante de la novela? ¿Por
qué?
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6. Si te enteras que un compañero o familiar es víctima de un abuso,
¿qué le recomendarías?
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Tor re Am ar ill a
Lectura crítica