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Doctrinas Economicas

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DOCTRINAS ECONOMICAS

ANTIGÜEDAD

En este momento histórico no podemos hablar de ninguna escuela ni doctrina


económica; el pensamiento económico, en estado embrionario, lo encontramos fundido
dentro de un abigarrado conjunto de moral, religión, economía doméstica, etc.

BABILONIA

Su vida económica gira en torno a la agricultura que alcanzó un desarrollo


extraordinario debido a sus óptimas condiciones climáticas. La esclavitud, admitida con
todo rigor en los pueblos vecinos, adquirió en Babilonia formas más humanas,
favoreciendo, de este modo, el desarrollo económico.

CHINA

El espíritu económico de este país ha permanecido casi sin variaciones hasta nuestros
días. Su célebre muralla refleja de forma inequívoca la idiosincrasia de este pueblo. Ha
conservado sus usos y costumbres, y ha demostrado a la humanidad su laboriosidad.
Los comerciantes chinos estaban organizados, aun lo están, en corporaciones
reguladas con tanta seriedad que los engaños eran raros entre ellos.

Antes de la era cristiana se conocía ya el papel moneda. Cada billete era firmado por
varios funcionarios a fin de garantizar su autenticidad; también existieron monedas de
cobre que tenían un valor muy pequeño; la cantidad de monedas de oro y plata era
restringida pues los gobernantes consideraban ficticias estas riquezas y temían que la
población abandonara la fuente de bienestar -la tierra- por el atesoramiento
desmesurado de metales preciosos.

INDIA

La industria, no obstante ser considerada con cierto desprecio, alcanzó un relativo


desarrollo.

Su comercio con los países extranjeros fue en la antigüedad bastante amplio, pero el
mayor enemigo para su desenvolvimiento económico lo encontramos en la rigurosa
división de la población en castas que se erigió en una valla constante para su
progreso.
GRECIA

Resulta rara la relativa debilidad de las doctrinas económicas griegas cuando se piensa
en el brillante desarrollo económico de los helenos en el terreno de la filosofía. En su
época los estudios económicos son incompletos y rudimentarios, vinculados siempre a
la política y a la moral. ¿Por qué este atraso?. Unos autores lo atribuyen a que su
atención y estudios especiales los dedicaban exclusivamente al Estado; otros
economistas sostienen que los fenómenos relativos a nuestra materia eran para los
griegos poco visibles.

El primero que se ocupó de problemas vinculados con nuestra ciencia, aunque de


manera accidental, fue Jenofonte, quien emplea el término economía por primera vez,
pero no en el sentido que le damos en la actualidad, sino en el de Economía
Doméstica. Lo que más interesa señalar de este autor, es su teoría sobre la división del
trabajo, la que admite, no por razones económicas, sino por móviles morales.

Los autores griegos que trataron algunos temas económicos con bastante claridad son
Platón y Aristóteles. La tendencia de ambos es ecléctica, conservadora y socialista a la
vez. Conservadores, porque temen el progreso económico; su ideal es una economía
modesta; su predilección, entre las formas de actividad económica, es para la
agricultura; son hostiles al comercio, al crédito y a la navegación. Tienen ideas bastante
claras en materia de moneda. La concepción helénica sobre la producción y circulación,
tan mediocre, avanza repentinamente con ideas precisas al estudiar el reparto. Plantón
y Aristóteles regulan la distribución de riquezas con criterio socialista, criterio que se
afirma con energía decreciente a medida que se pasa de "LA REPUBLICA" (obra
correspondiente a la juventud de Platón), a "LAS LEYES" (obra de su vejez) y de "LAS
LEYES" a "LA POLITICA" (Aristóteles).

Platón nos ofrece, en primer término, un Estado equilibrado y armónico. Para realizar su
ideal concibe la división de trabajo creando castas casi cerradas. En "LA REPUBLICA"
-uno de sus Diálogos- hay tres clases: dos superiores (magistrados y guerreros) y otra
inferior (la de los trabajadores manuales). Las primeras castas se sacrifican por el
interés del Estado; desde la infancia viven en comunidad, sin familia y sin bienes.
Analizando el socialismo platónico comprobamos que no le inspiran miras económicas,
puesto que su propósito no es el de que exista una mayor comodidad entre los
comunistas; por el contrario, su propósito es aliviarles de todas las preocupaciones
familiares y patrimoniales para que puedan dedicarse por entero a las austeras
funciones públicas. He aquí una diferencia notable con las ideas del socialismo
moderno que persigue el máximo bienestar para todos los individuos.

La opinión sustentada en LA REPUBLICA se modifica en LAS LEYES; en esta obra


permite Platón la propiedad privada tolerando que cada individuo tenga un pedazo de
tierra. El Estado interviene en la producción de la cosecha y en el reparto de sus
productos, limitando el monto que corresponde a cada familia.

TUCÍDIDES

En su historia tiene preceptos económicos muy claros.

En la época de la decadencia helénica aparecen ideas socialistas mezcladas con una


fuerte reacción individualista. Los cínicos no admiten propiedad ni familia y declaran
contra la naturaleza la esclavitud; sostienen que los hombres viven en común en un
estado natural; es esta una reacción contra el comunismo reglamentado de Platón.

En síntesis, los griegos se mantuvieron en una economía arcaica y poco dejaron a


nuestra ciencia, siendo las construcciones socialistas lo más importante que nos
legaron en el orden económico.

ROMA

No es mucho lo que construyeron los romanos en materia de teorías económicas,


aunque en el terreno práctico hayan favorecido la difusión de estas actividades creando
vías de comunicación, construidas, no con propósitos económicos, sino teniendo como
mira móviles políticos y militares.

Sin embargo, el desarrollo portentoso de los contratos permitió la organización de un


régimen económico flexible, complejo y variado. Por su poderosa afirmación de la
propiedad privada, por su concepto enérgico del derecho de testar, Roma aporta una
contribución indirecta, aunque valiosa, a la evolución de los hechos y de las ideas
económicas.

Marco Poncio Catón, llamado el Censor (234-149 a. C.); autor del tratado sobre
agricultura titulado "De re rústica"; ensalza la superioridad de la agricultura e indica los
inconvenientes del comercio, pero su obra guarda poca relación con nuestra materia,
puesto que en ella se encuentra un tratado sistemático de economía rural.

Lucio Junio Moderato Columela, español de la época romana que vivió en el primer
siglo de la era cristiana, fue autor de un tratado también titulado "De re rústica". Es él
más científico de todos los escritores latinos aunque, lo mismo que los demás, trata con
preferencia los temas rurales.

En suma, el legado más importante del pensamiento grecolatino en el orden económico


se descompone en dos tradiciones:

1º La socialista de los socráticos y en especial de Platón, que se manifiesta a través de


su concepción enérgica, absoluta y clara del Estado.
2º La individualista de los jurisconsultos latinos, que les permitió elaborar una teoría de
la propiedad individual extraordinariamente firme, muralla del individuo en la esfera
económica.

EDAD MEDIA

Cristianismo

Sostienen superficialmente algunos autores que a los fines de nuestros estudios la vida
medieval no aporta datos interesantes hasta los siglos XII y XIII.

Dos hechos históricos rigen la Edad Media: la expansión del cristianismo y la invasión
de los bárbaros.

El primero difunde el sentimiento de fraternidad; al afirmar la dignidad humana, condena


enérgicamente la esclavitud; dignifica el trabajo; en definitiva, cambia la moral de la
época.

La influencia de los bárbaros fue, por el contrario, negativa; en su economía


rudimentaria y primitiva mantienen la mayor parte de los principios de la edad anterior.

En la Edad Media no se coloca en primer plano al individuo o al Estado, como sucedió,


respectivamente, con romanos y griegos. La familia, la corporación y las clases, son los
temas predilectos para los escritores de la época, quienes, de las cuestiones
económicas, consideran la propiedad, el trabajo y su remuneración; especialmente el
trabajo, que es enaltecido doblemente: en primer término, por la orden divina que lo
persigue y, en segundo lugar, por el fin que él persigue al procurar el desarrollo de la
vida física y moral del hombre. Definían el trabajo diciendo que era el conjunto de los
oficios que permiten a los hombres ganarse la vida honradamente. Se preocupan de su
remuneración legitima y promueven las dos grandes cuestiones acerca del precio y del
salario justo, entendiendo por este último aquel que permita al productor vivir
decorosamente con lo producido en su actividad. También predican contra el lujo y
condenan con la mayor energía el cobro de un interés.
EDAD MODERNA

EL MERCANTILISMO

El descubrimiento de América provoco, en el siglo XVI y particularmente en el XVII, la


formación, por primera vez, de una verdadera teoría económica, de un sistema.
Aquellos consejos de los antiguos y de los padres de la Iglesia (Edad Media) asumieron
la forma de un conjunto de preceptos coordinados y razonados.

Los países que, como Francia e Inglaterra, contemplaban a España sacar tesoros de
sus minas del Nuevo Mundo, se preguntaban por qué medios podrían proporcionarse
ellos también oro y plata. Creyeron encontrarlos vendiendo al extranjero productos
manufacturados y, para ello, se esforzaron en desarrollar el comercio exterior y la
industria manufacturera mediante todo un sistema complicado y artificial de
reglamentación. Es lo que se denominó sistema mercantilista.

La doctrina mercantilista responde a dos principios fundamentales:

1º ) Superioridad de los metales preciosos sobre los demás bienes, tanto desde el
punto de vista de la riqueza individual, como de la colectiva

2º ) Necesidad de mantener una balanza comercial favorable y de asegurar la


independencia de cada país en materia de víveres y armamentos.

Estos dos principios determinaron un conjunto de medidas que formaron la política


económica de cada Estado. Consistían en prohibir la salida del oro, de la plata y de los
cereales; en obstaculizar el desarrollo del comercio exterior, en cuanto su expansión
pudiera significar la salida de esta clase de bienes; en proteger y fomentar las industrias
cuyo desenvolvimiento podría ser útil al país, y en perturbar el valor de la moneda para
asegurar su entrada e impedir su exportación.

El mercantilismo presenta algunas variantes según los países en los que se llevó a la
práctica. En Francia tuvo como representante a Colbert. Su actuación fue extraordinaria
motivando que al mercantilismo se le conozca también con el nombre de
COLBERTISMO.

Colbert, ministro de Luis XIV, después de haber logrado la abolición parcial de las
barreras provinciales que dificultaban el comercio interno de su país, aplico elevados
impuestos a la importación de artículos manufacturados, en tanto que favoreció la
introducción de materias primas. Al proteger de este modo la industria francesa,
provocó su gran desarrollo, lo que unido al abandono parcial de la agricultura, hizo que
al mercantilismo francés se le llame igualmente industrialismo.

El mercantilismo ingles difiere del francés desde varios puntos de vista. Protegió la
agricultura y el comercio, siendo ejemplos típicos de esto último las Actas de
Navegación de Cromwell (1651) y la elaboración de un sistema muy especial de política
colonial con sus famosas Compañías de las Indias Orientales. De ahí que al
mercantilismo ingles se les designe con el nombre de comercialismo.

El mercantilismo tuvo en España resultados menos felices que en las naciones antes
nombradas. Concretó esta nación su política mercantilista en disposiciones
gubernativas tendentes a retener el oro proveniente de América. Esta orientación
produjo un empobrecimiento general, ya que la industria y la agricultura se hallaban en
él más completo abandono, lo que trajo como consecuencia una miseria tal que en
poco tiempo diezmó la población.

Atacado este sistema con vehemencia, lo vemos, sin embargo, resurgir en la


actualidad, principalmente en los últimos lustros y, con procedimientos más
perfeccionados, dominar bajo el nombre de Economía oriental y dirigida. Los Estados
tratan de asegurar el abastecimiento propio y evitar la salida de la moneda metálica.
Para lograrlo, no vacilan ante cualquier medida, aunque sea arbitraria y lesione
intereses legítimos de sus propios habitantes: prohíben las importaciones, restringen las
exportaciones, conquistan nuevos mercados, perturban el valor de sus monedas,
impiden determinadas actividades y llegan hasta la destrucción de algunos bienes.

De la ligera reseña que se acaba de hacer se desprende que no podemos hablar de


Economía Política como ciencia en las Edades Antiguas y Media, puesto que los
diversos tópicos que, sin duda alguna, atañen a nuestra materia, fueron tratados de
forma esporádica y desarrollados en los tratados de política, historia, moral y teología.
Ya vimos antes como, por vez primera, encontramos una teoría orgánica, un sistema,
con la doctrina mercantilista. Es entonces cuando puede hablarse de Economía Política
como ciencia.

Fue a principios del siglo XVII cuando un mercantilista (autor del llamado Tratado de
Economía Política) ANTONIO DE MONTCHRETIEN, utilizo para nuestra ciencia su
denominación actual, vinculando el concepto económico al calificativo social o político.

LAS ESCUELAS INDIVIDUALISTAS

Estas escuelas ven en el individuo el motor y el fin de la actividad económica.


Los individualistas sostienen, en general, que las sociedades humanas están
gobernadas por leyes naturales cuyo curso nadie puede modificar y que, aunque
pudiéramos derogarlas, no deberíamos porque son positivas. El economista –afirman-
debe describir el juego de esas leyes y los individuos tratar de ajustar su conducta a las
mismas.

A esta concepción se la tilda de optimista por proclamar que esas leyes naturales son
las mejores.

Del mismo modo y como consecuencia de lo expuesto, afirman los individualistas que la
intervención del Estado en materia económica debe reducirse a un mínimo
indispensable para la seguridad de cada uno o, lo que es lo mismo, debe dejarse
libertad de acción en lo económico. Las mismas sociedades primitivas no demuestran
que en toda época ha sido imposible prescindir de la autoridad gubernativa, puesto que
si bien esta debe dirigirse a garantizar la libertad individual, debe, también,
precisamente por ello, asegurar su ejercicio efectivo en beneficio de todos y no de unos
pocos.

LAS ESCUELAS FISIOCRÁTICAS

Reaccionando contra la doctrina mercantilista, aparece en el siglo XVIII la escuela


fisiocrática, llamada así por atribuirle a la agricultura un papel preponderante en la
producción de la riqueza.

El mercantilismo sostuvo la industria a expensas y en detrimento de la agricultura. El


pueblo abandonó sus residencias rústicas y se dirigió a las grandes ciudades, atraído
por su aparente brillo, con el propósito de ponerse al servicio de los grandes señores
que le reservaban una vida cómoda y segura.

Era realmente un cuadro desolador observar (particularmente en España y Francia), el


contraste existente entre el lujo de las ciudades y la miseria de los campos, agravada
ésta por un mal sistema fiscal que descargaba todo su peso sobre las ruinas de la
economía rural agonizante. Cabe agregar que la intromisión del Estado para lograr una
balanza de comercio favorable produjo un desequilibrio tal que, al aparecer la escuela
fisiocrática, el caos económico era perfecto.

Etimológicamente fisiocracia significa gobierno de la naturaleza; por eso esta nueva


tendencia tiende a aproximar a los hombres a la naturaleza, propiciando la libertad de
trabajo y de comercio.

Las ideas fundamentales de los fisiócratas pueden reducirse a dos principios básicos:
La agricultura multiplica los productos y los valores. La industria no hace más que
"sumar" los valores de los productos que consume para crear otros nuevos.

"El cultivador -afirma Quesnay- produce por generación, por aumento efectivo de los
productos. El artesano sólo produce por adición".

La riqueza de un país depende exclusivamente de la economía rural, única actividad


económica que puede dar un excedente neto.

La industria no crea nada nuevo, sólo transforma lo que ya está hecho; el comercio se
reduce a un cambio de bienes ya existentes; ambos carecen de importancia para los
fisiócratas.

Estos comparan gráficamente al Estado con un árbol; la agricultura se asemeja a las


raíces extraídas de la tierra por diversas ramificaciones. Las hojas, si bien adornan el
árbol, representan la parte menos importante y que puede perecer en cualquier
momento. Si la raíz permanece inalterable, hará renacer las hojas en la primera
oportunidad; en cambio si se destruye, estas desaparecen. Como corolario de este
magnífico y sencillo ejemplo deducen que todos los esfuerzos deben tender al cuidado
de la raíz (agricultura) si se quiere salvar el árbol (Estado).

Como ya dijimos, para los fisiócratas el aumento de las riquezas proviene de la


agricultura; en consecuencia, los impuestos solo deben gravar la tierra y haciendas, ya
que estas son las únicas fuentes productoras de riqueza. Por el contrario, la industria y
el comercio son estériles y es un error favorecerlos en detrimento de la agricultura.

TEORÍA DEL ORDEN NATURAL DE LAS COSAS

Entraña la afirmación de que dicho orden rige todos los fenómenos, por cuya
circunstancia rechazan la intervención del Estado que resulta inútil y que solo puede
alterar el libre juego de las fuerzas naturales en prejuicio del bienestar de la humanidad.
Las cosas deben, pues, seguir su curso, principio que sintetizan en el célebre tema:
Laisser Faire, Laisser Passer (dejar hacer, dejar pasar). Por ello y en oposición al
mercantilismo, establecen la libertad del trabajo suprimiendo las corporaciones de
oficios y la libertad del comercio exterior aconsejando la abolición de las trabas
aduaneras.

Por último, dividen la sociedad humana en dos grupos: Clase productora y Clase estéril.
La primera está formada por el soberano, los propietarios de tierras y los agricultores.
Es la clase que hace renacer por el cultivo del territorio las riquezas anuales del país.
Si bien es cierto que los nobles no cultivaban ellos mismos sus tierras, las ceden en
arrendamiento, favoreciendo el desarrollo de la agricultura. Los colonos son una clase
verdaderamente útil y provechosa ya que con su profesión aumentan la riqueza
colectiva.

La clase estéril comprende a todas las personas que se ocupan en otros servicios y
trabajos de los agrícolas. Respecto a la población, son contrarios a que el Estado
propicie su aumento, sosteniendo que ella debe crecer normalmente.

Fue precursor de esta escuela VAUBAN, siendo su jefe y fundador el célebre médico de
Luis XV Quesnay, autor del Cuadro Económico. Sus discípulos fueron: GOURNAY,
DUPONT DE NEMOURS, etc.

Turgot procuro, en su calidad de ministro de Luis XVI, llevar a la práctica los principios
sustentados por los fisiócratas y consagrados posteriormente por la Revolución
Francesa.

ESCUELA CLÁSICA INGLESA

Tiene como núcleo ideológico los trabajos de A. Smith. Las ideas de Smith fueron
desarrolladas y formalizadas por David Ricardo, quien desarrolló el método de análisis
propiamente económico: la elaboración de modelos que permitieran extraer los
elementos esenciales de los problemas bajo estudio y examinar las interacciones entre
sus partes.

Dentro de la propia escuela clásica hay una serie de autores que, si bien de forma
genuina se sitúan en esta escuela de pensamiento, en realidad fueron sus críticos. En
este sentido, cabe destacar los trabajos de Malthus y de J. B. Say.

Comentaremos brevemente los trabajos de esta escuela por haber desarrollado "LA
LEY DE LOS MERCADOS", que ha sido profundamente empleada por los
monetaristas, los cuales, como seguidamente veremos, son en la actualidad defensores
de las ideas clásicas.

ADAM SMITH

ADAM SMITH: (1723- 1790), nació en Escocia. Estudió Ciencias Morales y Políticas y
Lenguas en Oxford. Se le considera como el fundador de la escuela clásica. En 1759
apareció su Teoría de Sentimientos Morales, dedicándose más a partir de ese momento
a la jurisprudencia y a la economía que a las doctrinas morales.
En 1776 publicó la Investigación sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las
Naciones. Su fama fue inmediata, y la reputación de Smith quedó establecida para
siempre.

Poco antes de su muerte fueron destruidos la mayoría de sus manuscritos por expreso
deseo suyo y sin que mediara explicación alguna.

La solución al funcionamiento económico de la sociedad descansa en las leyes del


mercado y en la interacción del interés individual y la competencia. El empresario se ve
obligado por las fuerzas de la competencia a vender sus mercancías a un precio
próximo al costo de producción; asimismo, ha de ser lo más eficiente posible para
mantener sus costos bajos y permanecer en condiciones competitivas.

La mano invisible del mercado no sólo asigna las tareas, sino que también dirige a las
personas en la elección de su ocupación y hace que se tenga en cuenta las
necesidades de la sociedad. De la misma manera, el mercado regula cuales son las
mercancías que han de producirse. La esencia de la economía del mercado es que en
ella todo se convierte en mercancías con un precio, y que la oferta de éstas es sensible
a los cambios en los precios. El mercado es un mecanismo que se autorregula, y el
sistema de precios organiza el comportamiento de los individuos de forma automática.

Hay que tener una idea clara de la importancia revolucionaria de esa doctrina. El
mercado es impersonal y no conoce favoritos; con él se acabaron las prerrogativas de
la nobleza. Esta idea debe ser contratada con los sistemas anteriores de organizar la
sociedad, en los que cada uno tenía asignado su lugar y en él permanecía.

Smith fue el gran defensor del "Laissez Faire" es decir, de la no-intervención del
gobierno en los asuntos económicos. A su juicio, los gobiernos son derrochadores,
fáciles de corromper, ineficaces e inclinados a otorgar privilegios en detrimento de la
sociedad en su conjunto. Para promover el bienestar, los mejores medios son el
estímulo del propio interés y el desarrollo de la competencia.

EL PROGRESO ECONÓMICO Y LA DIVISIÓN DEL TRABAJO

Según Smith, uno de los factores fundamentales del crecimiento económico descansa
en el concepto de la división del trabajo que incrementa la producción por tres razones:

1º) Aumenta la destreza de cada operario, pues éste realiza repetidamente una tarea
sencilla.
2º) se ahorra tiempo, ya que el trabajador no necesita cambiar de una clase de trabajo a
otra.

3º) Se puede inventar maquinaria para incrementar la productividad una vez que las
tareas se han simplificado y convertido en rutinarias.

El aspecto negativo de la división del trabajo es que puede atrofiar la mente del
trabajador y tener efectos nocivos sobre su personalidad.

Debe señalarse que, si bien la división del trabajo es la base del progreso, ésta
depende de la magnitud del mercado. Por ello, Smith defendió la libertad de mercado
como pieza fundamental de su pensamiento económico.

TEORÍA DEL VALOR

Para Smith, el valor era independiente de los caprichos del mercado. Los precios
nominales podrían fluctuar, pero el valor permanecería constante. Pero si el valor era
distinto del precio, ¿cómo se establecía entonces? Smith afirmó que el trabajo era la

medida del valor. En particular, admitió que, cuando se trataba de una sociedad
primitiva, el valor del bien dependía de la cantidad de trabajo necesaria para producirlo.

TEORÍA DE LA ACUMULACIÓN

En la obra de Smith, el análisis del cambio dinámico de la sociedad descansa sobre la


teoría de la acumulación. Esta teoría viene condicionada por la distribución de la renta
entre las diversas clases sociales y, especialmente, por la parte que pertenecía a los
capitalistas y a los terratenientes. No era probable que los asalariados recibieran lo
suficiente para permitir "excedente" alguno sobre sus necesidades, mientras que los
otros dos grupos sociales si tendrían fondos suficientes para financiar
reemplazamientos y para sostener sus niveles de vida normales. El excedente podría
destinarse a la ampliación del consumo, pero sería mejor para la sociedad que éste
excedente de fondos se ahorrara. De esta forma, las rentas se convertirían en fondos
que, más tarde, ampliarían la producción.

Los capitalistas eran los agentes principales a través de los cuales la renta se
convertiría en acumulación. La cantidad de beneficios podía considerarse como el
determinante básico del ritmo de la acumulación y, a su vez, de la tasa de expansión
económica.
En ese sentido, Smith destacó los efectos de la acumulación, y a su vez, de la tasa de
expansión económica.

En ese sentido, Smith destacó los efectos de la acumulación de los beneficios de los
empresarios, pues se reinvertirían en maquinaria, permitiendo una mayor división del
trabajo y aumento de la productividad, y en generando, por lo tanto, una mayor riqueza.
Por ello, Smith veía en la acumulación de los beneficios el motor que pone en
movimiento la mejora de la sociedad.

DAVID RICARDO

David Ricardo, economista inglés (1772-1823), uno de los primeros tratadistas de la


economía clásica, autor de nuevas teorías sobre el valor, la moneda, los bancos de
emisión, etc. Su obra: Principios de Economía Política.

Si bien Smith fundó la escuela clásica, Ricardo fue la figura más destacada en cuanto al
posterior desarrollo de las ideas de los clásicos, debido en parte a que demostró las
posibilidades del método abstracto.

LA RENTA ECONÓMICA

En primer lugar, debemos destacar que Ricardo formalizó el concepto de renta


económica, que decía que las diferencias en la calidad de las rentas de la tierra
determinarían que los propietarios de las tierras fértiles obtendrían rentas económicas
más altas, pero la producción en las de peor calidad seria solo la justa para cubrir los
costos y no daría lugar a renta. La clave de la aparición de renta económica radica,
pues, en que la oferta de tierras fértiles es rígida.

LEY DE LA DISTRIBUCIÓN

Según Ricardo, la ley de la distribución era uno de los temas más importantes de la
teoría económica. Al analizar la distribución de la renta nacional entre las tres clases
sociales más importantes (trabajadores, capitalistas y terratenientes) destacó que la
renta total estaba limitada por los rendimientos decrecientes. En consecuencia, los
incrementos en la renta alcanzados por una clase social tienen que lograrse a costa de
arrebatárselos a otro grupo social.
En una perspectiva dinámica, Ricardo pensaba que el crecimiento de la población
acompañaba a la expansión económica, y que esta expansión llevaría consigo un
aumento de las necesidades de alimentos que, debido a la ley de los rendimientos
decrecientes, solo podrían satisfacer a costos más altos.

Con el fin de mantener los salarios reales a su nivel anterior, serían necesarios salarios
monetarios más altos, lo cual haría disminuir la participación de los beneficios en el
producto.

Dada esta línea argumental, Ricardo señaló que el proceso de expansión económica
podía minar sus propios cimientos, es decir, la acumulación de capital a partir de los
beneficios, emergería el estado estacionario, en el que ya no habría acumulación neta.

Aunque resulta difícil establecer delimitaciones claras entre el núcleo de la escuela


clásica y sus seguidores, en este aparato incluiremos algunos comentarios sobre la
obra de determinados autores a los que les correspondió la misión de depurar y corregir
la estructura teórica clásica.

JUAN BAUTISTA SAY

Economista francés (1767-1832). Uno de los fundadores de la escuela librecambista.


Su obra: Tratado de Economía Política.

Suponía que la economía tiende siempre a una situación de equilibrio con pleno
empleo, y, en tal sentido, elaboró una teoría que alcanzó en general difusión con el
nombre de "Ley de los mercados" de Say. Esta ley es una pieza básica, pues
fundamenta la supuesta propiedad de ajuste automático de los mercados defendida por
los economistas clásicos.

La ley de Say descansa en dos principios:

Los productos se cambian por productos.

La demanda de bienes está constituida por otros bienes.

En la primera afirmación, Say restringe el dinero al papel de medio de cambio y de


catalizador del comercio. Según Say, el dinero, como tal, no tiene otro valor que el de
comprar algo con él; su uso, por lo tanto no altera el hecho básico en las transacciones,
el intercambio de bienes. Say consideraba revolucionario este hallazgo, puesto que
demostraba la falacia de la visión mercantilista de que valdrá la pena adquirir dinero
como activo. Say argumentaba que son productos y no dinero lo que los individuos en
realidad desean.

En la segunda afirmación Say sostenía que la demanda de bienes está constituida por
otros bienes. Interpretaba que el acto de producir generaba renta suficiente para
comprar el producto. Defendía que si se establecía la correcta combinación de
mercancías, todo se vendería, porque la producción estaba proyectada para la compra,
o, simplemente porque la oferta crea su propia demanda. Esta proposición se refería a
la economía en su conjunto y no a la situación de empresas o industrias individuales.
Dado que, según los supuestos introducidos, nunca podría existir una deficiencia de la
demanda agregada, se descartaba la posibilidad de una superproducción general. La
conclusión anterior descansaba en una importante hipótesis: la de que todos los
ingresos se gastaban y nada se atesoraba.

Según la ley de Say, la oferta crea su propia demanda, de forma que se descarta la
posibilidad de una superproducción general.

No obstante, siempre cabe la posibilidad de que surjan perturbaciones, nacidas de


equivocaciones en los cálculos de los empresarios o de cambios en los gustos del
público, que determinen que un vendedor cualquiera se encuentre con una cantidad
importante de mercancías no vendidas.

THOMAS R. MALTHUS

Economista inglés (1766- 1834), estudió matemáticas, fue clérigo, escritor y profesor de
Historia y Economía Política.

En 1798 aparece su Ensayo sobre el Principio de la Población, dándole perdurable


fama. En 1820 se publicó los Principios de Economía Política. Fue el adversario
intelectual de Ricardo en muchas ocasiones.

Dentro de la escuela clásica, representa la actitud más pesimista respecto al futuro del
mundo. Argumentaba que la raza humana tendía a multiplicarse a un ritmo muy rápido,
y que la tierra, a diferencia de la población, no puede multiplicarse. La consecuencia de
esto era que el número de habitantes tarde o temprano dejaría atrás a la cantidad de
alimentos necesarios para mantenerlos. Las guerras, las epidemias y las plagas
resultaban necesarias para regular la población: "el hambre parece ser el último y más
temible recurso de la naturaleza", observaba Malthus.

Pero eso no es todo. Además de la perspectiva sombría creada por la teoría sobre la
población, Malthus concibió una idea económica que también fue motivo de inquietud.
Malthus vivía preocupado por la posibilidad de lo que él llamaba un "atascamiento
general", esto es, una inundación de mercancías sin posibles compradores.

LOS PRODUCTOS NO ESENCIALES Y EL "ATASCAMIENTO GENERAL"

Malthus, para defender sus posiciones, señalaba que existían dos categorías de
productos: esenciales y no esenciales. Con los bienes esenciales, que son básicamente
los alimentos, nunca habría problemas de saturación, pues una mayor disponibilidad de
los mismos automáticamente creaba su propia demanda en forma de una aumento de
población. En el caso de los bienes no esenciales, el problema era diferente, pues el
equilibrio de los mercados de este tipo de bienes dependía de los gustos de quienes
gozaban de rentas suficientemente altas para adquirirlos y capitalistas. En este sentido,
Malthus argumentaba que las necesidades y los gustos de los potenciales compradores
de bienes no esenciales eran tales que no absorbían la oferta para remediar tales
estancamientos. Malthus sostuvo que lo más prudente era estimular los gastos por
parte de los ricos y del Estado. En particular señaló que una estrategia adecuada podría
consistir en construir carreteras y en realizar otras obras públicas, en que los
terratenientes y otras personas con medios contratasen trabajadores para construir,
mejorar y embellecer sus terrenos y sus propiedades. Por ello sostuvo que un remedio
a la superproducción podría consistir en mantener los ingresos de los terratenientes,
pues éstos desempeñaban la función socialmente deseable de gastar sus rentas en un
consumo suntuario, ya que, al obrar así contribuían a mantener el nivel de la demanda
agregada.

JOHN STUART MILL

Filósofo inglés (1806-1873). Sus aportaciones más notables pertenecen a la lógica:


técnica del pensar y del investigar. El conocimiento parte de la experiencia y sobre ella
elabora leyes generales mediante la introducción cuyo método era: concordancia,
diferencias, generalizaciones de los procesos efectivos del pensar. En ética defiende el
utilitarismo. El fin supremo del obrar debe ser la obtención del máximo bienestar para el
mayor número de sujetos. Sus obras: Principios de Economía Política; El Utilitarismo.
Inició su obra con el objetivo de consolidar el análisis clásico, de hecho su contribución
a la economía fue mucho más lejos, pues incluso revisó algunas de las premisas de la
tradición clásica. Así, Mill, se apartó de la ortodoxia de su época al poner de relieve que
hay dos tipos de leyes en la ciencia económica, las de la producción y las de la
distribución.
LAS LEYES DE PRODUCCIÓN SON INMUTABLES, PERO NO LAS DE LA
DISTRIBUCIÓN

Según Mill, de los dos tipos de leyes mencionadas, unas eran inmutables- pues venían
fijadas por la naturaleza y la tecnología- y gobernaban la producción. Los hombres sólo
podían ajustarse a estas leyes, pues eran impotentes para cambiarlas.

Otro tipo distinto de leyes eran las que gobernaban la distribución del producto social.
Las consecuencias de estas leyes estaban socialmente determinadas y quedaban
sujetas al control humano, de forma que la distribución existente de la renta podía ser
alterada.

Mill aceptaba la conclusión de que si se confirmaba los pronósticos malthusianos, los


salarios se mantendrían en el nivel de subsistencia. Pero este no era, en modo alguno,
el único resultado posible, Mill, en contra de todo lo defendido por Malthus, creía que la
conducta de la clase trabajadora no era difícil de cambiar. Opina que quizá hiciera falta
una elevación del nivel de educación general, y, que si ello se consiguiera, se lograría
elevar los gustos y aspiraciones de la clase trabajadora y cambiar su conducta, de
forma que la población iría disminuyendo proporcionalmente respecto del capital.

Por otro lado, Mill, se sentía preocupado por la tendencia hacia la inestabilidad, que
probablemente coincidiría con la aproximación al estado estacionario, y con las tasas
de beneficio decreciente. Creía que con la llegada del estado estacionario algunos
empresarios se sentirían inclinados a rechazar las tasas de beneficios corrientes y a
buscar negocios altamente arriesgados, con la esperanza de cosechar beneficios
superiores a la media.

Una posible solución a estos problemas sería que el Estado recogiera, por medio de
impuestos, una parte creciente de los fondos potencialmente beneficiosos. De este
modo disminuiría la caída de las tasas de beneficios sobre el capital privado y se
reduciría la volatilidad del sistema.

ECONOMÍA MARXISTA

KARL MARX

Filósofo y economista alemán (1818- 1883). Estudió historia, Derecho y Filosofía en las
Universidades de Bonn y Berlín, doctorándose en Filosofía a los veintitrés años.
Cerrado el camino hacia la docencia universitaria debido a su radicalismo, se dedicó al
periodismo.

Exiliado de Alemania, estudió en París el socialismo francés y la economía política


inglesa. Finalmente se asentó en Londres. Acudió durante años a las salas de lectura
del Museo Británico.

En 1848, junto con Engels, redactó El Manifiesto del Partido Comunista. En 1867
publicó el primer volumen de su obra magna EL CAPITAL. Después de su muerte,
Engels publicó buena parte de sus manuscritos y los volúmenes II y III de EL CAPITAL.

En su vida se mezclaron en él filósofo y el estudioso con la vida activa del organizador y


propagandista. Busco incansablemente precipitar el cambio social.

La base de la teoría de Marx la constituía su análisis de la historia, que él fundaba en el


materialismo dialéctico. La concepción materialista de la historia arranca del principio de
que la producción y el intercambio de productos constituyen la base de todo orden
social. La validez de esta afirmación descansaba que en cualquier sociedad, de cuantas
han aparecido en la historia, la división en clases está determinada por tres hechos:

- lo que se produce;

- como se produce;

- la forma en que se intercambia la producción.

Según esta concepción, las causas últimas de todos los cambios sociales y de todas las
revoluciones políticas hay que buscarlas no en las mentes de los hombres, sino en las
mutaciones experimentadas por los métodos de producción y de intercambio. La fuerza
básica en la historia es, para Marx, la estructura económica de la sociedad. Esto no
excluye el impacto de las ideas, sino que sostiene que las ideas son un reflejo de la
sociedad que las alienta.

El objetivo de la obra de Marx era descubrir las "Leyes del funcionamiento" de la


sociedad capitalista.

Construyó su modelo económico para demostrar como el capitalismo explotaba


necesariamente a su clase trabajadora y como esta explotación conduciría
inevitablemente a su destrucción. En este esquema, la teoría del valor - trabajo
desempeña un papel importante.
"LA TEORÍA DEL VALOR - TRABAJO POSTULA QUE EL VALOR DE LOS BIENES
SE DERIVA INTEGRAMENTE DE LA CANTIDAD DE TRABAJO NECESARIO PARA
PRODUCIRLOS."

Según Marx, el valor del uso o utilidad de una mercancía constituye la sustancia de
toda riqueza.

Además de un valor de uso, una mercancía tiene un valor cambio, que se conoce
abreviadamente como "valor". Este valor viene determinado por el tiempo socialmente
necesario incorporado a ella, considerando unas condiciones normales de producción y
la especialización e intensidad medias del trabajo en ese momento. El tiempo de trabajo
socialmente necesario incluye tanto el trabajo directo de producción de la mercancía
como el trabajo incorporado en forma de maquinaria y materias primas utilizadas y el
valor transferido a la mercancía durante el proceso de la producción.

LA TEORÍA DE LA EXPLOTACIÓN

Según Marx, el beneficio lo obtiene el capitalista al adquirir una mercancía, el trabajo,


que puede crear un valor mayor que el de su propia fuerza de trabajo. Marx distingue
entre los conceptos de fuerzas de trabajo y tiempo de trabajo. "EL BENEFICIO QUE
OBTIENEN LOS CAPITALISTAS ES EL RESULTADO DE LA EXPLOTACION DE LOS
TRABAJADORES, Y NO UNA RETRIBUCION POR EL ALQUILER DEL CAPITAL Y
POR SU ACTITUD INNOVADORA".

Lo relevante es que, según Marx, el empresario paga al trabajador una cantidad igual al
valor de su fuerza de trabajo, pero este pago equivale sólo a una parte de la producción
diaria del trabajador y, por lo tanto, sólo a una parte del valor que éste produce. En el
mundo teórico de Marx, todo se vendía por su valor, y el valor de la mano de obra es la
cantidad de trabajo que se necesita para "crear" dicha mano de obra, es decir, un
salario de subsistencia.

La clave de la explotación, en este sistema, está en el hecho de que existe una


diferencia entre el salario que un trabajador recibe y el valor del producto que ese
trabajador produce. A esta diferencia la denominó Plusvalía. Un trabajador no es
contratado únicamente por la duración de la jornada necesaria para pagarle su salario
de subsistencia. Por el contrario, el trabajador conviene en trabajar durante toda la
jornada que el capitalista le señale, que en los tiempos de Marx era de diez a once
horas diarias.
LAS CONSECUENCIAS DE LA ACUMULACIÓN DE CAPITAL

A juicio de Marx, le causa del decrecimiento de la tasa de beneficio hay que buscarla en
el aumento de la proporción entre capital constante y capital variable. Marx creía que
esta ley demostraba que la producción capitalista tropezaba con barreras internas en
cuanto a su expansión indefinida. El proceso de mecanización crea un "ejercito
industrial de reserva" de personas sin trabajo, que tiende a empobrecer aún más al
proletariado, al forzar los salarios a la baja.

Marx criticó la ley de los mercados de Say, señalando que, incluso en el ámbito de la
producción simple de mercancías, existe la posibilidad de crisis. Según Marx, la
circulación de mercancías implica necesariamente un equilibrio de ventas y compras,
queriendo significar con ello que el número de las ventas realizadas es iguales al de las
compras. Nadie puede vender a menos que otro compre. Pero nadie está obligado a
comprar de inmediato, solo porque anteriormente acaba de vender. Si el intervalo de
tiempo entre la venta y la compra se hace demasiado prolongado, tiene lugar una crisis.

En la producción capitalista a gran escala, los capitalistas compiten todos entre sí, y
procuran acumular capital a un fuerte ritmo, esto es, recurren a procesos intensivos en
capital, a fin de ensanchar las escalas de su producción a expensas de sus
competidores. En este sentido, Marx señala que una de las consecuencias de esta
tendencia es la concentración de capital en unas pocas manos. Resulta, sin embargo,
que la expansión requiere más trabajadores, y, para obtenerlos, los capitalistas tienen
que competir entre ellos. Los salarios tienden, pues, a subir, y los beneficios a bajar.
Según, Marx, la disminución de los beneficios se pretende contrarrestar sustituyendo
obreros por máquinas, pero al mecanizar la producción, el margen de beneficios se
reduce, porque hay menos trabajadores de quienes extraer plusvalía. Por el contrario,
el nivel de los salarios se eleva constantemente y los beneficios descienden. Por
cualquier camino que se elija, la tendencia a largo plazo lleva a una tasa descendente
de los beneficios y hacia una serie de crisis cada vez más graves.

El progreso tecnológico acumulativo y la productividad creciente del trabajo conducen al


desarrollo de la producción, pero el mercado aumenta más lentamente en razón del
limitado poder adquisitivo de los trabajadores. Las crisis periódicas se producen porque
la oferta supera a la demanda, y, de ese modo desaparece temporalmente el carácter
lucrativo de la producción.

El problema radica en que los trabajadores no pueden comprar el flujo de bienes de


consumo que se produce tras un período de rápida inversión del capital.
LA ECONOMÍA NEOCLÁSICA

El centro de atención de los economistas neoclásicos fue el funcionamiento del sistema


de mercado y su papel como asignador de recursos. Esta orientación del pensamiento
económico estaba relacionada con los cambios ocurridos en el marco económico de las
naciones occidentales. Las economías occidentales se habían estado desarrollando sin
precedentes y sin los obstáculos previstos por las tradiciones clásicas y marxista. La
expansión económica parecía poder cuidar de sí misma.

La aparición de conglomerados industriales y de los sindicatos venían a ser


"imperfecciones" del sistema económico.

Para llevar a cabo un nuevo tipo de análisis se formularon modelos abstractos del
comportamiento de la economía. Se prestó gran atención al uso de las matemáticas en
el análisis económico, elevándose el rigor de la discusión económica, aun a costa, a
veces, de una pérdida de contacto con los problemas reales.

ALFRED MARSHALL

Economista inglés (1842-1924), estudió matemáticas y economía en Cambridge.

Ocupo puestos académicos. Muchas de sus ideas fueron elaboradas muchos años
antes de que aparecieran en la primera edición de sus Principios de Economía, de
1890.

Fue el fundador de la moderna economía expuesta mediante representaciones gráficas.


Aunque era un matemático experto, se mostró escéptico en cuanto al valor de las
matemáticas para el análisis económico. Fue capaz de realizar una gran síntesis,
tratando de combinar lo mejor de la economía clásica con el pensamiento marginalista.

La determinación de los precios de mercado se convirtió en el problema fundamental de


la economía neoclásica. Para Marshall, el análisis del funcionamiento del sistema de
mercado empezaba con el estudio del comportamiento de los productores y de los
consumidores, pues era la clave para analizar la determinación de los precios. En la
formulación de Marshall, el concepto de demanda con una tabla de relaciones precio-
cantidad era crucial para su solución. Según ella, el consumidor racional estaría
dispuesto a pagar menos por la ultima unidad de un bien que por las anteriores, y sería
necesaria una reducción en el precio para inducirle a comprar más.
LA PREFERENCIA DE LOS CONSUMIDORES: LA UTILIDAD

El elemento básico de la escuela neoclásica consistió en entender como eran las


preferencias de los consumidores para derivar de ellas la demanda de bienes. Los
neoclásicos encontraron que la demanda depende de la utilidad marginal. Dado que los
consumidores tienen que escoger entre más de un bien y menos de otros para
maximizar su utilidad, deberían ajustar sus gastos de tal modo que no fuera posible
aumentar su satisfacción mediante una distribución alternativa de esos gastos entre los
diferentes bienes. El resultado óptimo, se obtendría cuando la última unidad monetaria
gastada en cada uno de los bienes en cuestión añadiera una satisfacción adicional
idéntica.

No obstante, la demanda, por si misma, sólo explica una parte de la formulación del
precio.

Tan importante como ella eran las condiciones en que los productores estaban
dispuestos a vender sus bienes y servicios. Del mismo modo que los consumidores
obtenían a través del mercado una utilidad marginal decreciente, los productores, al
ofrecer sus servicios, sufrían una des utilidad creciente marginal, pues la producción
llevaba consigo costos y sacrificios que, en la mayoría de los casos, aumentarían
conforme creciera la cantidad ofrecida.

Según la concepción neoclásica, las empresas funcionaban bajo condiciones en las


cuales los sucesivos incrementos de los costos totales debidos a la producción de
unidades adicionales de su producto eran crecientes. Con los elementos comentados,
demanda y oferta, Marshall tenía lo necesario para explicar el precio de mercado.
Según Marshall, en el caso de los factores, el precio también se determinaba por la
intersección de la oferta y la demanda.

LA TEORÍA DE LA PRODUCCIÓN

Se suponía que los empresarios buscaban racionalmente el máximo beneficio, lo que


se explicaba en un intento de minimizar los costos.

Cualquier volumen deseado de producción podría obtenerse con varias combinaciones


diferentes de factores productivos, y el empresario seleccionaría la combinación de más
bajo costo.

Para Marshall, los rendimientos crecientes de escala asociados a la aplicación de


tecnología avanzada podrían originar ciertas complicaciones. Las economías de escala
implicaban que un pequeño número de grandes productores podía funcionar a un costo
medio más bajo produciendo la misma cantidad que un gran número de pequeñas
empresas, quedando en entredicho la premisas de un mercado competitivo.

En cualquier caso, Marshall creía que, por lo general, las ventas de cada empresa
están limitadas al mercado particular lenta y costosamente adquirido, y, aunque la
producción aumentase muy rápidamente, no ocurriría lo mismo con las ventas.
Además, la expansión de la empresa más allá de sus límites naturales la expondría
también a la competencia de sus rivales. Por ello, Marshall opinaba que era improbable
que las economías de escala presentaran un serio desafío al mantenimiento del orden
competitivo.

LA TEORÍA CUANTITATIVA DEL DINERO

Aunque Marshall dedicó su obra fundamentalmente a temas micro-económicos,


también dirigió su atención a problemas propios de la economía agregada. Para
Marshall, la cuestión principal, en términos de macroeconomía, era la determinación del
nivel general de precios. Su análisis se desarrolló en torno a la teoría cuantitativa del
dinero. En vez de considerar el ritmo al que circulaba la oferta monetaria, esto es "la
velocidad de circulación" del dinero, centró su interés en los saldos monetarios
mantenidos por la comunidad, es decir, los saldos de caja. Así, sostuvo que la cantidad
de dinero mantenida en caja en una economía quedaba regulada por el marco
institucional y, de acuerdo con el supuesto ceteris paribus, podía considerarse como
constante.

En particular, Marshall mantenía que, cualquiera que sea el estado de la sociedad,


siempre hay un cierto volumen de sus recursos que la gente decide mantener en forma
de dinero, y, si todo lo demás permanece igual, existirá una relación directa entre el
volumen de dinero y el nivel de precios.

Según la teoría cuantitativa del dinero existe una relación directa y estable entre el
volumen de dinero y el nivel de precios.

De esta forma se reforzaba la condición esencial de la ley de Say: que toda la renta
seria gastada. La posibilidad de que se filtrara parte de ella hacia saldos estériles podía,
prácticamente, ignorarse.

La línea argumental defendida por Marshall no descartaba, sin embargo, la posible


existencia de la inestabilidad económica. La fuente de tal inestabilidad se encontraba en
la psicología de la comunidad de los negocios.
Las olas de optimismo y de pesimismo parecían ser endémicas en ellas, de forma que
cuando los hombres de negocios se sienten optimistas aumenta la demanda de
créditos. En esta fase se invertía en negocios el elevado riesgo, algunos de los cuales
están condenados al fracaso.

Cuando quiebran, el pesimismo reemplaza al optimismo, y la inversión y la actividad


económica decaen.

LEÓN WALRAS

Economista francés (1834-1910) uno de los fundadores de la Economía pura sobre


bases matemáticas.

Se ocupó del estudio de la teoría de la determinación de los precios bajo un régimen


hipotético de libre y perfecta competencia.

Pretendía expresar sus descubrimientos en forma de proposiciones matemáticas que


diesen a la economía un rango científico comparable al que disfrutaban las ciencias
físicas.

Walras estaba interesado en probar que los resultados de la libre competencia eran
beneficiosos y ventajosos. Para ello, era necesario, por un lado, conocer exactamente
cuáles eran las leyes necesarias de un régimen de competencia perfecta. Según
Walras, los economistas habían extendido a menudo el principio de la libre competencia
más allá de los límites de la verdadera aplicabilidad, lo que probaba que el principio no
había sido demostrado.

En el esquema walrasiano, la competencia perfecta quedaba presentada por una


situación en la que compradores y vendedores se reunían en una subasta masiva, de
forma que las condiciones de cada cambio fueran públicamente anunciadas y se diera
una oportunidad a los vendedores para bajar sus precios y a los compradores para
recibir sus ofertas. Aunque tales condiciones no eran realistas, según Walras, las
ventajas de un procedimiento que partiese de casos abstractos y generales eran
obvias.

Walras pretendía diseñar el modo mediante el cual podía alcanzar una solución de
equilibrio simultáneamente en todos los mercados.

El objetivo de Walras era la formulación del proceso o mediante el cual podía


establecerse un equilibrio "general", esto es, aquel que tomaba en cuenta la relación de
todas las actividades.
El enfoque walrasiano del equilibrio competitivo puede presentarse en forma de un
sistema de ecuaciones simultaneas susceptibles de una solución matemática
determinada. Este método de análisis, por un lado, destaca la interdependencia entre
todos los precios dentro del sistema económico, y por otro, hace desaparecer la
distinción entre el enfoque micro y macro de la economía. Las actividades de las
economías domésticas y de las empresas no pueden entenderse de forma aislada una
de otras, ni se las debe considerar separadas de la economía de su conjunto.

LA REVOLUCIÓN KEYNESIANA Y LOS MONETARISTAS

JOHN MAYNARD KEYNES

Economista inglés (1883-1946). Prácticamente dirigió la política económica de


Inglaterra durante la segunda Guerra Mundial. Sus teorías han influido profundamente
en la economía de los EE.UU y en la de la postguerra de los países europeos. Según
Keynes, los gobiernos deben procurar mantener el pleno empleo de la mano de obra
mediante una redistribución tal de la renta que el poder adquisitivo de los consumidores
aumente en proporción al desarrollo de los medios de producción.

REVOLUCIÓN KEYNESIANA

Fue un alegato contra la economía clásica. Los aspectos más destacados pueden
concretarse en los siguientes puntos:

La negación de la ley de Say y el consiguiente rechazo de la tendencia automática


hacia el pleno empleo.

El papel fundamental de la demanda agregada como elemento determinante del nivel


de actividad económica y del nivel de empleo, tanto a corto como a largo plazo.

La incorporación de la función de consumo y distribución entre los deseos de ahorrar y


de invertir.

La importancia de las expectativas, especialmente en las funciones de inversión y de


preferencia por la liquidez.

La incidencia de las fluctuaciones de la demanda de inversión en la inestabilidad


económica.
El supuesto de que los mercados a menudo presentan rigideces e imperfecciones.

El papel fundamental de las políticas de estabilización de la demanda efectiva.

En esencia, Keynes rechazó que el estado normal de la economía fuese el pleno


empleo, y justificó la existencia de equilibrio con desempleo involuntario, Keynes,
además, procuro soluciones de política económica para acercar la economía a la senda
del pleno empleo.

LA SÍNTESIS NEOCLÁSICA

Realmente, en las décadas de los años cuarenta y cincuenta, lo que tuvo lugar fue una
reconciliación de las corrientes de pensamiento neoclásico y keynesiano, dando lugar a
la denominada "síntesis neoclásica". La rehabilitación y reformulación del modelo
neoclásico supuso, de hecho, que el esquema keynesiano quedase englobado en el
mismo como un caso especial.

Así, la síntesis neoclásica ofrece un modelo con una estructura común, en el que uno
de los posibles resultados podía caracterizarse como keynesiano, en el sentido de que
el sistema daba lugar a un equilibrio con desempleo.

El modelo general de la síntesis neoclásica es un modelo de equilibrio general


agregado, que, bajo el supuesto de plena y absoluta flexibilidad de los precios, alcanza
el equilibrio en los diversos mercados.

En el modelo se puede introducir como uno de los supuestos el de la rigidez de los


salarios o más concretamente un desajuste básico entre las cantidades de dinero y el
salario monetario. Asimismo, la demanda de dinero se podría especificar de modo que
incluyera la "trampa de la liquidez". En ese caso, el ajuste se puede lograr si la
propensión al ahorro se hace depender inversamente de la riqueza real neta de los
consumidores, ya que las variaciones en el nivel general de precios y salarios harán
que la economía tienda hacia el equilibrio con pleno empleo. Así pues, el supuesto
crucial que justificaría el equilibrio con desempleo sería la rigidez de los salarios.

Con la síntesis neoclásica desaparece la incertidumbre como determinante fundamental


de muchas conductas de los agentes económicos. Los animal spirits, esto es, las
expectativas volátiles tan importantes en el modelo de Keynes, pasan a un segundo
plano, y la inversión vuelve a aparecer como una función estable del tipo de interés. La
preferencia por la liquidez se muestra también como una función estable, y la economía
tiende, a largo plazo, hacia un equilibrio con pleno empleo.

De esta manera, el mensaje keynesiano queda tergiversado, ya que, bajo el nuevo


enfoque, la clave del modelo está en la rigidez a la baja de los precios y los salarios, a
pesar de la insistencia de Keynes en que la flexibilidad de precios y salarios no
permitiría, por si sola, la vuelta al equilibrio con pleno empleo.

La síntesis neoclásica, aunque abandono la esencia de la teoría keynesiana, retuvo sus


prescripciones de política, pues también confiaba en que las políticas monetarias y
fiscal pudieran estabilizar la economía a altos niveles de actividad.

LA CONTRARREVOLUCIÓN MONETARIA

Una tradición, en buena media oral, que arrancaría de Irving Fisher y que,
posteriormente, se cimentaría en la obra del Premio Nobel Milton Friedman- llevaba a
cabo en el seno de la Universidad de Chicago-, y en la que algunos otros autores, entre
los que cabe destacar a Friedrich Hayek, ha ido elaborando los elementos analíticos e
ideológicos de la llamada escuela monetaria.

Aunque la escuela presente algunas ramificaciones y su dilatada labor resulta difícil de


resumir, podemos exponer sus ideas centrales como sigue:

Rechazo de las relaciones básicas del modelo keynesiano

Importancia de las variaciones de la tasa de crecimiento de la cantidad de dinero


respecto de la evolución de la economía

Inoperancia de las políticas de estabilización, en el mejor de los casos, si bien lo normal


es que produzcan fuertes perturbaciones en el sistema económico en su conjunto.

Inconveniencia de la política fiscal activa.

Existencia de una tasa natural de desempleo, que depende solo de factores reales que
únicamente se puede reducir a largo plazo.

Friedman ataca las definiciones y relaciones de los componentes básicos de la


demanda agregada keynesiana: el consumo y la inversión. En primer lugar, sostiene
que los individuos ajustan su gasto en consumo a su renta a largo plazo (lo que
denomina renta permanente), pero niega que la relación a corto plazo entre consumo y
renta sea estable. En segundo lugar, trata de demostrar empíricamente que tampoco la
relación renta-inversión es estable. Por otra parte, sostiene que existe una relación
estable entre la tasa de variación de la masa monetaria y las fluctuaciones económicas
y la inflación a largo plazo, si bien no puede determinarse con exactitud dicha relación,
pues las variaciones monetarias se traducen en variaciones en el sector real con
retardos temporales variables y, además, porque no es posible determinar en qué
medidas las variaciones en la cantidad de dinero se transforma en incrementos de
precios, por un lado, y en aumento de la producción real, por otro.

EL PAPEL DEL ESTADO

Los monetaristas también sostienen que el Estado despilfarra los recursos que utiliza.
Gasta no sólo lo que recauda, sino que incurre permanentemente en un déficit
presupuestario, asignando, además, las distintas partidas de gasto de forma ineficiente
por las presiones que recibe de los distintos grupos sociales.

Desde una perspectiva monetarista, las autoridades no pueden fijar como objeto de su
política la reducción de la tasa de desempleo a corto plazo, dato que depende de
factores reales que sólo es posible modificar en el largo plazo. Rigideces institucionales,
ineficacia del mercado de trabajo, etc., son los factores que determinan el nivel de
empleo y la tasa natural de paro.

Con esta concepción del funcionamiento del sistema económico, los monetaristas
afirman que las autoridades económicas sólo deben proveer a la economía de una
cantidad de dinero que crezca a una tasa constante (compatible con el crecimiento
esperado de la actividad), reducir el tamaño del sector público cuando sea posible y
suprimir las regulaciones administrativas que encorsetan el funcionamiento de las
fuerzas libres del mercado.

IRVING FISHER

Economista norteamericano (1867-1947). Aplicó el método matemático de la economía


política para dar mayor precisión y más clara formulación a sus problemas y facilitar la
aplicación de la estadística a la economía.

La teoría cuantitativa del dinero tal vez le deba a Fisher más que a ningún otro
economista por la profundidad de su análisis. Es también autor de un plan para
estabilizar el dólar, según el cual debía ajustarse periódicamente la cantidad de oro
representada por el dólar, a fin de mantener el poder adquisitivo de la unidad monetaria
a un nivel constante.

Agregó a la antigua formula de la teoría cuantitativa de la moneda elementos modernos


suscritos por la técnica crediticia. A la formula simple P=MV/T, la modificó así:

P=M .V+M .V / T, donde P es el nivel general de precios, M la cantidad de efectivo, V la


velocidad de circulación de ese efectivo, M el volumen de los depósitos bancarios, V la
velocidad de circulación de esos depósitos bancarios y T (del inglés Trade) la cantidad
de bienes y servicios por cambiarse. La influencia ejercida por la ecuación ha sido
enorme.

Propugnó el contralor de los precios por medio de la moneda y consideró necesaria la


división de las actividades bancarias, separando la circulación monetaria del negocio
del préstamo. Para ello pidió el retorno al sistema oro, en la base a reservas monetarias
del 100%.

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