Bossuet Política
Bossuet Política
Bossuet Política
241
.
2.- LA AUTORIDAD: ORIGEN, NATURALEZA Y CARACTERES DE LA
AUTORIDAD REAL.
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CAPITULO CUARTO.- OBRA POLíTICA
si
que parecen dedicadas a paliar el relajamiento de la autoridad y
los desórdenes que el autor jamás olvidó.
243
Los motivos que impulsaron a Bossuet a escribir su obra
fueron, sin lugar a dudas, dos: la educación del Delfín y la
polémica que mantuvo contra los protestantes.
244
II
importaba a los destinos de Francia, como podemos apreciar en los
testimonios que nos ofrece Floquet: “La instrucción del Delfín
es, escribía Bossuet, un asunto completamente público”. “Se trata
en esta coyuntura, escribía Daniel Huet, no solamente de la
educación del hijo del Rey, sino de la educación de todos”. “Al
trabajar para el Delfín, escribía el ministro Étienne Le Moyne a
los instructores del real discípulo, trabajais para toda Europa,
y puede ser que para algo más vasto que la misma Europa”. Y
Montausier, hablando con el mismo Gran Rey: “Sire, no dudó en
decirle, es de vuestra dignidad, es de vuestra magnificencia, que
todos los hijos de vuestros súbditos tengan parte de la educación
de vuestro hijo. Su educación particular debe convertírse, de
alguna manera, en general” (3).
245
estos tres autores, surgida de los intercambios y de las
re flexiones morales que se hacían entre ellos, los cuales,
durante cierto tiempo, pusieron sus sentencias de moda.
246
Estas son las ideas que Esprit desarrolla, llevándolas a
cuatro postulados: 1. Lo que el príncipe debe a Dios, II. Lo que
el príncipe se debe a sí mismo. III. Lo que el príncipe debe a
sus hijos. IV. Lo que el príncipe debe a sus súbditos,
Encontramos en estos postulados divisiones e ideas comunes a las
que posteriormente desarrollará Bossuet en su “Política
247
simplicidad, una rectitud y un principio de bondad: entre sus
prontos, una atención a los misterios; un no se qué que se lanza
en medio de las distracciones para recordarle a Dios. Estaríais
encantado si os dijera las preguntas que me hace, y el deseo que
me hace creer que sirvo bien a Dios” (13).
248
de costumbre, ese precioso niño decía la Oración dominical en
francés, se equivocó en una palabra, Si. de Montausier se abalanzó
sobre él dándole puñetazos con todas sus fuerzas, por un momento
creí que se desvanecería. Si. de Joyeuse dijo solamente: ¡Eh!
¿Señor de Montausier? Hecho esto, le hizo empezar de nuevo, y ese
querido niño se equivocó de nuevo en el mismo sitio, sin darle
importancia, Si. de Montausier se levantó, le tomó las dos manos
en su derecha, lo arrastró hasta el gran gabinete donde hacía sus
estudios, y le dió cinco azotes con todas sus fuerzas en cada una
de sus manos... Monseñor fué siempre reprendido y tratado de
pillo y de bribón”,
249
hablar de la historia de la “Política”.
250
por grandes y pequeños, en particular por M. de Beauviiliers”
(19).
251
veces -No comprendo cómo un hombre de espíritu tiene la paciencia
de hacer un libro por el sólo placer de escribir. El no
. -
252
Lii’
‘1
en sus escuelas” (23).
1
Pero Bossuet nos aclara su actuación con estas palabras: “No
se trata de detestar a Cromwel y compararlo con Catilina, cuando ¡
33’
pueblos son siempre y en toda forma de Estado los principales
soberanos, si los reyes son sus justiciables y dependen de ese
tribunal, si podemos hacerles la guerra, apelar contra ellos al ¡
253
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Hay en todo ésto, según Bossuet, “un prodigioso abuso de las 1
escrituras” (27) . Este abuso conviene sus tituirlo por un uso ~[‘
9,
legítimo. Más tarde, y cuando los protestantes invoquen las
Escrituras en cuestiones políticas, Bossuet se valdrá de los
Libros Santos para “vengar los derechos de los reyes y de todas
las potencias soberanas” (28) .
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43
.
VI de la edición actual, “están hechos desde hace más de 22 anos
(31). He aquí como el autor presenta en marzo de 1679 la obra
cuya primera parte está acabada o casi acabada: “Vemos no
solamente con cuanta piedad es preciso que los reyes sirvan a
Dios, o le adoren después de haberle ofendido; con qué afán están
obligados a defender la fe de la Iglesia, a mantener sus derechos
y elegir sus pastores; sino también el origen de la vida civil:
cómo los hombres empezaron a formar su sociedad; con qué destreza
hay que manejar los espíritus: cómo hay que diseñar la conducción
de una guerra, no emprenderla sin una buena causa, hacer la paz,
mantener la autoridad, hacer leyes y encauzar el Estado. Lo que
demuestra que las Sagradas Escrituras sobrepasan tanto en
prudencia como en autoridad a todos los demás libros que dan
preceptos para la vida civil, y que en ningún otro sitio
encontraremos máximas tan seguras para el gobierno” (32),
255
sus ventajas sobre las otras formas de gobierno: sino que también
explica a fondo la naturaleza, los caracteres, y las cualidades
esenciales de la autoridad real: y establece, para terminar, los
deberes de los sujetos para con el Príncipe. Lo que encerraba
todo aquello que era lo más útil, lo más necesario sobre esta
materia y era suficiente para formar un príncipe consumado”.
256
Meaux. Algo parecido le ocurrió por la misma causa a otras obras
teóricas importantes como: “Defensa de la Declaración del Clero
Galicano”, “Defensa de la Tradición y de los Santos Padres”, y
varios tratados compuestos al principio de la querella del
quietismo. La terminación y publicación de estas obras se hacía
cada vez más difícil para Bossuet a causa de su edad y de las
utilizaciones y publicaciones parciales de las mismas, Este es el
caso del “Sermón sobre la Unidad de la Iglesia” pronunciado en
1681, en donde Bossuet trataría las relaciones entre los dos
poderes, resumiendo su contenido veinte años más tarde en la
“Política”, Del mismo modo, en 1690, en la “Quinta Advertencia”,
elaborará la teoría de la autoridad de los reyes y la de los
deberes de los súbditos, las cuales serán el complemento de lo
que había expuesto doce años antes en su “Política”.
257 4
proposiciones 12 a 18 del Libro VII, art. 5. Al final de
diciembre están acabados los siete primeros libros,
258
4339
(50). Esta continuación dura tan sólo diez días, la revisión del
prefacio, y, desde el 19 de marzo: “Me devolvió su Política
diciéndome que, junto con otros asuntos, los llevara a Meaux, ‘3
pues aquí tenía otras cosas en las que pensar” (51). Pué en esta
época cuando Richard Simon imprimió en Trévoux su traducción del
1 ?K 4
33
Nuevo Testamento y Bossuet decidió escribir en su contra,
olvidando, una vez más, su obra. ~
‘4k
259
últimos toques y estaba a punto de publicar” (52). Este
testimonio es, a su vez, confirmado por Ledien en sus “Memorias”
(53).
Desde julio de 1703 -le quedan tan sólo nueve meses de vida-
no tenemos constancia de que prosiguiese su trabajo en la
“Bol 1 tica” , pero si de que se es forzaba en concluirla y de que
tenia t.tn gran interés en r)ublicarla, como se desprende de estas
anotaciones cnt resacadas del “Diario” de Ledieu: 27 de julio de
¡703. “Esbozo hecho con Si. Anisson de la Pol itica que se va a
emprender en breve. Sin embargo, tas fuerzas del ilustre anciano
comienzan a flaquear” (54): 11 de noviembre de 1703. “Sl. de Meaux
no se siente con bastantes fuerzas para acabar la Política, que
pospone para otro momento y que me ha revelado tener grandes
ganas de sacarla al público” (55): 12 de febrero de [704. “M. de
Meaux se ha exclamado aún más que ayer: SIC siento con la cabeza
firme; tengo muchas ganas de acabar la Política” y seis días más
tarde, el [8 de febrero de 1704.. “Hoy, SI. de Meaux me hablaba de
su Política como de una obra que quisiera aún terminar, pero sin
abandonar e ¡ deseo de dar curso a sus escri tos sobre la Gracia.
I’~so es proponerse bas tan te trabajo a la vez, y presumir de una
buena salud y larga vida. cuando aparentemente no hay nada de
cli 01 (56)
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letra: Resumen y conclusión de este discurso. Lo que no pudo
efectuar, sorprendido por una muerte precedida de una larga 3 3
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Incluso antes de la muerte de Bossuet, sus sobrinos, el abad
Bossuet y Luis Bossuet, ya pensaban en la “Política” y cada uno 3
261
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3’, §33
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49
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señores son bastante atentos, y que después de haberse apropiado 3’
tas que también esperan hacer dinero. He ahí unos buenos ecónomos ‘13
que no quieren perder nada. Sl, Bossuet quería dinero y Sl, el abad 34
Bossuet un obispado, que el ilustre autor de la Política,
olvidándose por una sola vez de lo que se debía a sí mismo, había
solicitado inutilmente para su sobrino, el cual, a pesar de todo,
acabó por obtener” (59). Esta anotación de Ledieu corresponde al [9 ~0
.39
día 8 de septiembre de 1703, es decir, siete meses antes de la 3
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muerte de Bossuet,
94
t.
de resolver. Se trataba de una obra de Bossuet y éste era
sobradamente conocido tanto por su moderación, como por su
lealtad al Rey y a su patria, pero su obra en cuetión era, sin
lugar a dudas, una obra política, y toda especulación de este
género inspiraba un gran temor en la época, por ello, en 1707, el
libro no había recibido todavía ni la aprobación, ni. el 9,
privilegio necesario para su impresión. A esta dificultad inicial
¡ ¿¡3;
a
A los problemas anteriores habrá que añadir otra serie de
cuestiones que dificultan la revisión del texto: la oposición del
canciller Pontchartrain en otro tiempo enemigo de Bossuet; el
juicio adverso de Le Peletier; las revisiones del abad Bossuet y
de Ledieu sobre los comentarios de Pirot; la lectura por el abad
Fleury que dió lugar a una “aprobación general” ; finalemnte el
canciller dejaría aparecer el libro sin la aprobación de Pirot,
lo cual dejó sin resolver las cuestiones del juicio del abad
llignon y del Privilegio. Todos estos asuntos se producen en el
verano de 1707, llegándose a una solución provisional en
diciembre del mismo año mediante la “aprobación en las formas”
por Pirot, y mediante la concesión del Privilegio por el
canciller, pero la lentitud del impresor sobrepasa el plazo
establecido de tres meses en el Privilegio y es necesario
efectuar nuevas peticiones que son concedidas el 24 de marzo de
1708.
264
impresión, y que difieren todavía para hacer expedir las cartas”
(65); y el 6 de Octubre de 1707. “El abad Bossuet todavía no
tiene los privilegios para la Política; arrastra consigo ese
manuscrito por doquier, pero la obra no adelanta más por ello, no
estando en absoluto dispuesta para entregarla al impresor” (66).
Tenemos que reconocer, al menos, el mérito del sobrino de
Bossuet, ya que su esfuerzo por la obra no cesó hasta que
consiguió la aprobación de los censores y el privilegio del
canciller: Diciembre de 1707. “M. de Saint-André me informa de
que SL el abad Pirot ha dado según las formas su aprobación a la
Política del difunto SI. de Meaux, y que SI. el Canciller ha dado
el privilegio para imprimirla” (67): y anteriormente, en Julio de
1707. “M. Pírot ha convenido que esta obra es admirable, y que la
intención de M. el Canciller (Pontchartrain, que se asustó con un
tratado ex professo de política) es dejar aparecer ese libro sin
que conste la aprobación de aquel, SI. Pirot, censor,
contentándose de que se informe la obra a SI, el abad Bignon (por
entonces director de la librería)” (68); Abril de 1708. “SI. el
abad Bossuet acaba de mandarme las cartas del privilegio. Están
fechadas el 24 de marzo de 1708 para la impresión de la Política,
del Resumen de la Historia de Francia, del Conocimiento de Dios
y de sí mismo, con la Lógica y la Moral para Mgr. el Delfín;
además, las cartas comprenden las Elevaciones sobre los Misterios
y las Meditaciones sobre el Evangelio, etc., etc. Este permiso es
por veinte años” (69>. Nos consta que el abad Bossuet no utilizó
totalmente este permiso, ya que varias de las obras mencionadas
en el privilegio aparecieron mucho más tarde, y algunas, como la
“Moral”, no aparecieron nunca, como ya indicamos en el capítulo
dedicado a la Obra de Bossuet.
265
nuevo católico, y de la Academia real de ciencias: que su
condición de académico, junto con el trabajo del Diario de los
Sabios en el que además está ocupado, podría distraerle: pero que
el abad I3outard, el poeta, se le ofreció también, que éste tenía
más tiempo, y que se serviría de uno o de otro, o de los dos”
(70). Pero, pese a que el sobrino de Bossuet intentaba convencer
a Ledieu de que no necesitaba sus servicios, no por ello dejó de
pedirle diversos y minuciosos trabajos por los que no estaba
dispuesto a recompensarle, como nos confiesa Ledieu en el mismo
mes de julio de 1707: “Este abad me había pedido que reformara en
cinco o seis cuadernos citas de las Sagradas Escrituras; lo hice
en Marais; y devolviéndole los cuadernos, le dije que había que
hacer otro tanto en todo para estar seguros incluso del texto, no
solamente de las citas, y que para hacerlo bien serían precisos
al menos tres meses. Se sorprendió, pero esto es verdad y la
copia de esta obra es tan imperfecta que hace falta al menos ese
tiempo para ponerla a punto de imprimir” (71). Este juicio que
nos ofrece Ledieu es importante, más adelante insistirá en que
“la copia era defectuosa y a pesar de las revisiones, se habían
introducido en el impreso ciertas faltas que no se deben atribuir
al autor, que muchas de las referencias bíblicas son falsas y que
hay también faltas en la impresión” (72)
266
como ya indicamos anteriormente, había suprimido la dedicatoria
al Delfín cuando revisó esta parte de la obra el 4 de marzo de
1702, debido a que el libro se iba a publicar mucho tiempo
después de que el Delfín hubiera terminado sus estudios, habiendo
incluso pensado en efectuar una dedicatoria al Rey, por ese
motivo, el abad Bossuet, al mantener la dedicatoria al Príncipe
en la primera edición de 1709, “sacó su partido: El cardenal de
Noailles le nombró gran vicario”, según esta observación de
Ledieu contenida en su “Diario” (74).
267
.
subdivididos en artículos, los cuales, a su vez, contienen
distintas proposiciones que se siguen unas de otras, por lo que,
con la sola lectura del índice podremos apreciar el análisis
razonado de su contenido, y observar que en sus páginas se
encuentran tratados todos los aspectos clásicos de la literatura
política de la época: el origen de la sociedad; los caracteres de
la realeza; los deberes de los súbditos; etc.
268
111.1.- LA DOCTRINA DEL PODER EN BOSSUET Y SU RELACION CON EL
IUSNATURALISMO Y EL ABSOLUTISMO
269
.
.
Domingo de Soto en su obra “De Tustitia et lure” indica: “De
aquí se deriva otro principio para el hombre en cuanto que es
racional, pues que en virtud de su inteligencia siente
inclinación al conocimiento de Dios y al bien de la virtud, de
donde a su vez le nace la tendencia a vivir en sociedad y a
buscar la educación” (81).
1si
así de los
acuerdo, puessea cada uno interesa que el todo
pues sehemos
conserve,
hombres perdonarán mutuamente, sido
gendrados para la sociedad”. Y en otra parte dice: “La
en.
seguridad debe pactar con la seguridad mutua. Este es el
270
L
abstinencia: la primera, ley de inocencia. De aquélla proviene la
seguridad de la vida, de ésta, la delimitación de los dominios,
y el dicho celebérrimo “lo tuyo y lo mío”. La razón de la ley
posterior está en Quintiliano. Con ésta a modo de confianza nació
la sociedad de los hombres, a la que el mismo hombre era llevado
por mandato del Creador más que los demás animales” (84).
271
aspecto, recibe el nombre de sociedad civil” (87).
272
“De la asociación del género humano procede, nos dice
Bossuet, la sociedad civil: es decir, pueblos y naciones” (95).
Pero la transformación, de la gran Camilla que abarcaba la
totalidad del género humano en sociedad civil, no se efectuó
directamente, ya que, “los pensamientos del hombre se inclinan
por todas partes al mal y la perversidad hace a los hombres
insociables. El hombre dominado por sus pasiones no piensa más
que en satisfacerlas sin cuidarse de los demás. Las pasiones son
insaciables. De esta forma, cada uno lo quiere todo para si
(96).
273
introducido por ArIstóteles de que el hombre es por naturaleza un
animal social, nos dice, partiendo de una antropología humanista
y materialista, que “este axioma, aunque aceptado por la mayoría
de los autores, no deja de ser falso” <101), y “nadie puede dudar
que los hombres, si no tuviesen miedo, estarían inclinados por
naturaleza a anhelar la dominación más que la asociación” (102).
274
de propio y de ajeno. De aquí que se diga que el hombre para el
hombre es Dios y que el hombre para el hombre es lobo” (105).
solar patrio como un lazo de unión entre los hombres. Los hombres
se sienten profundamente unidos cuando piensan que la misma
tierra que les ha sustentado y alimentado en vida, les recibirá .
Pero, “no basta con que los hombres habiten un mismo país O ¡¡44 999
Bossuet,
poder, yala hemos
sostiene
visto
Hobbes
que (ver
de nota
la misma
103), forma
si bien,
que a la
través
expone
de II ‘4
41
276 9
mutuos, sino deberes mutuos impuestos por Dios- como después
veremos en sus refutaciones al ministro durieu, lo cual le separa
también de Hobbes, pues éste refiere todas las relaciones humanas
a las convenciones,
277
bienes resultan tan comunes entre todos los hombres como el aire
y La Luz. Conforme a esta primitiva ley natural, nadie goza de
particular derecho sobre nada y todo pertenece a todos. Ningún
hombre, en un gobierno establecido, puede apoderarse de nada. Es
entonces cuando aparece el derecho de propiedad. En general, todo
derecho proviene de la autoridad legitimamente constituida, y de
esta forma nadie puede apoderarse de nada, ni tomar nada por la
fuerza” ( 120)
278
44
patriarcas. Los antiguos pueblos de Palestina llamaban a sus
reyes Abimelec, que significa: Mi padre el rey.., , los reinos
formados por conquista son antiguos, puesto que comienzan poco
después del diluvio, bajo Nemrod. nieto de Cam” (124).
279
solidaridad fundado en la comunidad de suelo y de lengua,
consideraron la posibilidad de ampliar esta sociedad sometiéndose
a una autoridad con un poder análogo al del jefe de familia. La
unidad del pueblo se produjo cuando el ciudadano renunció a su
derecho y lo transfirió al magistrado. La autoridad del gobierno
fué la base sobre la que se estableció aquella unidad entre los
hombres. Por tanto, al mismo tiempo que se creó el gobierno. se
creó el pueblo, como cuerpo organizado.
280
.
de sus múltiples querellas, la que mantuvo contra Jurieu, al
refutar en su “Quinta Advertencia” las tesis de este ministro,
nos ofrece nuevos aspectos de incomparable ciencia política que
desarrollan y puntualizan sus posiciones anteriores. Que por
último, y poco antes de su muerte, reelabora todo su sistema, sin
una sola contradicción, al corregir y añadir los últimos cuatro
libros a su “Política”, Todo ello sin olvidar un buen número de
cartas, en particular “La instrucción dada a Luis XIV” de mayo de
1(375. y otra carta del mIsmo año, en las que I3ossuet define de
forma más precisa y práctica los deberes de los reyes; la
“Défense de I’histoire des variations contre le ministre
I3asnage” : y el “Panegírico de Santo Tomás de Cantorbéry” , de
1668, obras y trabajos en los que a su vez trató, del mismo modo,
diversas cuestiones de indole política.
261
1’
9 ‘44
41’
Las principales posiciones doctrinales sostenidas por la 9
k
la monarquía, o sólo admite el régimen monárquico si el poder de
juzgar
inamovibles,
está confiado
y si el de
a un
legislar
cuerpo esdeejercido
jueces, por
independientes
el pueblo. Ele
nombre de monarcómacos les rué dado por un defensor del
absolutismo monárquico de derecho divino: Guillermo Harclaius;
porque el argumento más importante de esta Escuela era el derecho
4>..
de resistencia contra el rey, al que el pueblo declaraba
tiránico, hasta el extremo de Legitimar la muerte dada al mismo
con el fin de liberar de su yugo a la comunidad. Sus
representantes principales son protestantes, como Buchananus, $$s
¡¡ 4
Stephanus Junius Brutus (pseudónimo) , Hotman, Teodoro Beze, tj
4.
Althusius, etc. Pero también hubo monarcómacos católicos, como
Salamonius, Roussaeus (pseudónimo) y Boucherius.
4?
¡QN
¡ti
4911
283
4
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ji ,,9~4i~9
navarro Martín de Azpilcueta y al franciscano Fray Alfonso de
Castro.
Paris,El fallecido
jurista Charles
en 1637, Loysseau,
escribió, abogado
además dedel
la parlamento de
indicada, dos .1Y
obras fundamentales: “Traité du droit des offices” , y “Tral té des
ordres et simples dignitéz”. Expuso en ambas un sistema bien
coordinado, cuyo propósito esencial era probar la igualdad
9.41
político-social de la burguesía y la nobleza, elevando ~¡4
administración pública.
284
,0
4.94
t1~9
9 91
9 9
94
it
manera a los autores de las “Mazarinades”, si bien, hay algunos
escritores que describen el sufrimiento de las clases populares
y ven en ello la causa de los disturbios. Este es el motivo que
desarrolla la “Décision de la question du temps Decisión sobre
-
286
1
El rey, sin duda, tiene derecho a percibir impuestos, pero
con la condición de respetar “el orden de la justicia cristiana~~:
no puede considerar todo el reino, ni los bienes de sus súbditos
como si formaran parte de su dominio particular. Un principio se
impone: “Nuestros reyes tienen su propiedad separada de la de sus .
19’
‘9 9419
Dcc [arar que existen leyes que el poder real no puede 414
infringir, es rechazar, en suma, la doctrina absolutista. La
“Raisonnable plaintif sur la derniére Déclaration du Roy - ‘441
Razonable queja sobre la última Declaración del Rey”, de 19 de ‘Y
agosto de 1652, af Irma que “el poder absoluto no es compatible .
287
Todas estas ideas expuestas por los escritores de la Fronda
están muy próximas a la teoría del contrato, y, aunque no
utilizan el término, conciben claramente su contenido al
pretender la existencia de compromisos mutuos entre el soberano
y su pueblo. La ‘Raisonnable plaintif” declara que la monarquía
francesa nace de una elección: Rugues Capet “fué elegido por los
estados de Francia para reinar con justicia y según las leyes del
país; lo juró cuando rué consagrado; por consiguiente, ha
transmitido el reinado a su posteridad con esta misma condición”
VIS) Durante la consagración, dice la “Lettre d’avis á M. SI. du
.
Par iement” los reyes juran observar las leyes fundamentales del
reino y proteger a sus súbditos “según Dios y la razón”, y
“gracias a este juramento, tos pueblos están obligados a
obedecer les como a Dioses sobre la tierra” (136)
288
49
‘49.4
Pese a que la mayoría de los escritores en la época de la
Fronda eran, como ya indicamos, anónimos, no podemos dejar sin 9,1.9
4>
mención al cardenal de Retz y a Claude Joly, que fué sin duda el
que expresó con más claridad todas las aspiraciones
la época.
liberales de
1< ‘99
k
Las doctrinas que defendió el cardenal de Retz en sus
“Mémoires” , son las que sostendrán más adelante Fénelon y
:9
9.9.
289 91
ir
9 9
4? ¶~fji~
m
a
Montesquieu, a saber: las de una monarquía templada por leyes y
limitada por instituciones independientes. Pero de Reiz no se
apoya, como los publicistas del siglo XVI y los del XVIII, en el
principio de la soberanía del pueblo, ni su política se parece a
la de Locke ni a la de Rousseau, ni tampoco basará sus teorías en JI
el derecho natural, ni en el derecho abstracto, sino que las
fundamentará en la historia y en las leyes generales de la
experiencia y de la prudencia humana. Considera, en sus
‘‘Memorias ‘‘ , que ‘‘en Francia la libertad es lo antiguo y el 9
290
94 194
a
nombre de autor. Su obra más importante apareció en 1652, cuando
terminaba la Fronda, y solamente la lectura del título nos indica
que las preocupaciones de la época no pasaron desapercibidas para
Joly: “Recueil de Maximes véritables et importantes pour
l’institution du Roy contre Ita fausse et pernicieuse politique du
Cardinal Mazarin, prétendu surintendant de l’édxication de Sa
Majesté”. La obra fué rebatida por Chátelet, abogado del rey, el
cual consiguió extraer trece propuestas que consideró subersivas,
por lo que el libro fué condenado a la hoguera. Sin embargo, en
1663 apareció una nueva edición a la que Joly añadió dos “Cartas
apologéticas”, con tas que pretendia refutar y responder a los
argumentos esgrimidos por Cháteiet.
291
1[491
puede alienar
una noleyes inmutable
su
hereditario,
herencia,
de sucesión.
el
sino sucesorio.
Joly admite
sucesor
El heredero
no:
que el
“aunque no hayan
: [49
99314
292
elecciones efectivas para nuestros reyes, existe al menos una
sucesión que les obliga a las leyes inmutables del Estado y a la
policía establecida por sus antecesores según el consentimiento
de los pueblos’t (146).
Del origen
del poder real aparece, además, una segunda ley
fundamental: ya que la autoridad nace del pueblo, el rey no
tendrá un poder sin limite: “El poder de los Reyes, dicen les
Max imes no es absoluto y sin límites.
. Está limitado y tiene un
fin, por ¡o tanto, no pueden disponer de sus súbditos según su
voluntad” (147). El rey no puede atentar contra los derechos
individuales de sus súbditos. hay una especie de pacto entre el
soberano y los particulares. A este respecto, Joly, invocando la
autoridad de Gerson, llega a reconocer a los súbditos el derecho
9 ¡4
de insurrecci.ón en el supuesto de que se violen por el rey todas ~44
II
~9,
293
Joly ha defendido la libertad de conciencia, pero sí se muestra
partidario de la tolerancia religiosa: en les “Maximes” se queja
del “gran rigor y severidad que los Valois habían ejercido sobre
la religión presumiblemente reformada” (150).
1
de haber sido aconsejado por los Estados del reino o por el
294
a
actos contrarios al derecho <154).
antiguas instituciones.
295
en la obra del cardenal de Retz, al tener éstos fundadas
esperanzas en la nueva etapa que comenzaba con el advenimiento
del joven monarca.
4
9.
‘9
4199.
296 ½
.
JI 49
matanza de la noche de San Bartolomé, arrojó desde Ginebra sobre
Francia un libelo que pronto fué célebre: la “Franco-Gallia”.
Según el autor, los antiguos reyes de Francia debían su corona a
la elección, eran elegidos para ser reyes bajo ciertas leyes y
condiciones que les limitaban, y no como tiranos con un poder
absoluto, excesivo e infinito. El pueblo podía, pues, quitar la
corona a quien no respetaba las condiciones establecidas. Una
realeza revocable no era una realeza absoluta, sino un gobierno
mixto, el mejor tipo de gobierno, según l-lotman: el que asocia y
atempera el triple elemento real, aristocrático y popular, y en
el cual la aristocracia sirve de intermediario nato entre la
autoridad real y la autoridad popular, naturalmente enemigas.
Esta obra, de tipo constitucional, dirigida a demostrar,
valiéndose de datos históricos, que la monarquía absoluta
constituja tina innovación contra la práctica medieval, y que el
poder re¡d, en Francia, había estado siempre sometido a la
Asamblea de los tres estados, de la cual el rey era simple
mandatario, no fué la única corriente doctrinal que se opuso al
absolutismo rnonár(luico, ya que, un año más tarde, se propugnó
otra doctrina de carácter iusnaturalista, según la cual, el
absolutismo era contrario a las normas jurídicas universales.
Esta segunda doctrina Qué formulada por Teodoro de Beza, el
biógrafo de Calvino, quien en su obra “Le droit des magistrats
sur les sujets” , dc 1574, defendió la existencia de límites al
poder real, sobre la base del argumento de su institución humana
al servicio de los fines sociales.
298
de la doctrina teocrática.
DOCTRINA DE JURIEU
299
.
Sostuvo una larga y ardua polémica contra Hossuet. Encontró
su punto de partida en la publicación de la “Historia
Variaciones de las Iglesias Protestantes”, en 1688.
de las 3
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300 3319 4
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99
4414
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Dei hecho de que los pueblos hacen los soberanos deriva ‘2
301 ~/ 4
~¡¶9
9’]
~9]
4111
esté establecida sobre un pacto mutuo y obligaciones mutuas”.
Así, los subordinados no se entregan sin reserva a aquel que
ostenta la autoridad; un hijo tiene derecho a desobedecer a su
padre, si éste quiere arrebatarle sus bienes, el honor, la vida.
Los derechos de los soberanos tienen como límite los derechos
naturales; la autoridad está, en este sentido, limitada. Así es
como se explica el derecho a rebeilarse: si un príncipe actúa como
un tirano, tiende a destruir la sociedad, sus súbditos tienen
derecho a desobedecerle, a levantarse contra él (167).
‘94
El pensamiento político de Jurieu no es muy original, ya
que, indudablemente, se inspira en los escritos de Languet, de
Georges Buchanan, de Grocio y de Puffendorf. Afirma que, en el
origen, la soberanía reside en el pueblo, pero esta soberanía no
es inalienable y la misma noción de pueblo resulta imprecisa,
entendiendo por sus representantes. a los Estados, los
ParlamentOs y las Ciudades. El pueblo, mediante un pacto, entrega
su soberanía a un monarca, y ese monarca puede ser absoluto. Por
tanto, podemos considerar a Jurieu, no como republicano, ni como
defensor de una monarquía moderada, sino más bien, como heredero
302
de los monarcómacos, pero sin las ideas democráticas que
caracterizaban a éstos, ya que, antes de la revocación del Edicto
de Nantes, de t685, en su “Política del clero de Francia”, de
1682, como ya hemos visto, declaró: “debemos obediencia al rey,
a tas Leyes, al gobierno que nos rige”, y después de la
revocación, en sus “Cartas Pastorales”, en 1686, como también
hemos indicado, dijo: “Sólo depende de los hombres el otorgarse
soberanos o carecer de ellos; pero cuando han conferido la
soberanía a un rey o a un magistrado, deben obedecerle”.
1DOCTRINA DE BOSSUET
2
94
Variaciones de las Iglesias protestantes” de Bossuet. Este, por
¡14
su parte, publicó en su contra “Les six Avertissements aux
4141
político gracias a su obra y en temible polemista, tanto para sus
4
9’’
¡4
iglesia”, en el que sostenía la teoría del contrato. Los 2
303
1
. L
Advertencia” publicada en 1690, reprobará a Jurieu el cuestionar
cualquier tipo de autoridad y el poner en duda la de los reyes y
la de toda insititución pública (169), refutando punto por punto ‘41
todos sus argumentos para demostrar la inexistencia del famoso
pacto mutuo, punto central de su doctrina, manteniendo la
controversia en un plano teológico.
<171).
1
.9’]
“ha edificado una política adecuada para levantar todos los
304
1 L _
j
99
gobierno. 411
414
Lo primero que se hace notar en este discurso, son las
contradicciones de las que está lleno. El pueblo, se dice, da la
soberanía de la cual es poseedor. La conclusión que se debería
extraer sería más bien todo lo contrario, puesto que si el pueblo
la ha cedido, ya no la tiene; o en todo caso, hablando como NI. ‘¡41
,Juríeu, la tiene a través del soberano que éste ha creado. Esto
es lo que el ministro acaba confesando cuando dice que un pueblo
que crea un soberano no puede ejercer la soberanía por él mismo,
y que su soberanía es ejercida por el soberano que él ha creado.
9 39
j
Pero sin analizar todavía las consecuencias del sistema,
vayamos a las fuentes, y tomemos la política del ministro en su
parcela más especial. El se imagina que el pueblo es soberano por
naturaleza; o, por decirlo como él, que posee naturalmente la 4
soberanía, puesto que La da a quien le place: pues bien eso es
errar desde el principio, y no comprender los términos. Pues al
observar a los hombres tal y como son naturalmente y antes de 4
306
9941
999.
1~
9’
y las otras; y eso es lo que han querido decir todos aquellos que
han dicho que toda clase de magistratura o de poder legítimo
venían originariamente de la multitud o del pueblo. Pero no hay
que sacar en conclusión por ello, como lo hace SI. Jurieu, que el
pueblo como un soberano haya distribuido los poderes a cada uno:
ya que para ello hubiera sido preciso que existiera ya un 14’
‘4
temer todo a todos, en favor de un gobierno conveniente,
307
41
331443
411
razón para validar sus actos: pues dice NI. Jurien, esta autoridad
sólo reside en el pueblo: y ya vemos a lo que él llama pueblo.
Que el lector recuerde esta rara política: la continuación
descubrirá los absurdos: por ahora sólo quiero mostrar el lado
bueno” (172).
44141
~rtrE
41144¡
4’94
414141
fuerza individual; la soberanía implica, pues, la sumisión
necesaria y la abdicación compieta de la multitud.
309
9414‘E 9441
‘‘E 4~¡
941d
94
310
¡‘E E
9,
la base sobre la que se estableció aquella unidad entre los
hombres. Por tanto, al mismo tiempo que se creó la soberanía,
nació el pueblo como sociedad organizada, y no hubo, por
consiguiente, delegación de poder, como mantenía Jurieu, sino
creación pura y simple de poder. Y de esa autoridad legítimamente
constituida, era de donde provenían todos los derechos, De esta
Corma, nadie, en un gobierno ya establecido, podía apoderarse de
nada ni tomar nada por la fuerza. Los derechos de los individuos,
decía por su parte Hobbes, surgen del soberano, Efectivamente, en
el sistema de 1’Iobbes y de forma similar a como ocurre en Bossuet,
una vez establecido el derecho del soberano mediante la
transmisión definitiva eir revocable del derecho natural de cada
uno, salvo en el único supuesto de que no se asegurare a los
súbditos la protección, todos los demás derechos desaparecen.
312
[414
‘3
4’41
cabeza, caput non habet: es decir, que no es una persona en el ‘4
condenar este estado, sería entrar en los sentimientos que NI. j~.41
E 14.14
de estipulado entre los padres y los hijos? ¿Los niños que están
19’4
en la cuna han hecho también un pacto con sus padres que les
obliga a alimentarlos y amarlos más que a su vida? ¿Los padres 41
han tenido necesidad de hacer un pacto con sus hijos para ~41
obligarlos a obedecerles? Alegar esos pretendidos pactos es
escribir ciertamente sin reflexionar. 44141
‘4144
‘49’
estas dos palabras, cuando dice que las relaciones de las que
acabamos de hablar, de siervo a amo, de hijo a padre, y de esposa
a marido, están establecidas sobre pactos mutuos y sobre $41
obligaciones mutuas; sin querer solamente considerar que hay .‘.EI[%E9.
313
j4
44
sobre
abuso
los hijos: sin embargo los padres pueden ir tan lejos en el
de esos derechos, que los pierden. ¿Quién ha oído hablar 41Q14
tI
jamás de tal prodigio, que por el abuso del derecho paterno un
padre lo pierda? Eso sería verdad si los derechos de los padres
sobre los hijos vinieran determinados por un pacto mutuo, tal y 4144
protección
en una palabra
de las
resistir
leyes, a ytodas
de romper
sus voluntades.
todo lazo y¿No
toda
diríamos
comunión,
que ~3
~4
el matrimonio está roto, y que ya no sólo es el adulterio el que 149
9499
lo hace, según la reforma, sino más bien toda violencia por parte
del marido? Que si a pesar de todo eso el matrimonio subsiste, 914
4941
44
¿quién puede decir sin ser insensato, que todo lazo y toda
comunión estén rotos, y que una mujer adquiere el perfecto
derecho a resistir a todas las voluntades de un marido? ¿Pero no
es verdad, dice él, que los hijos y las esposas están autorizados 4144
por las leyes divinas y humanas, a resistir las injustas ijy
voluntades de un marido y de un padre? ¿No es verdad que el poder
934
444’4
[4
]4114
[‘j
9399
314
41f
‘1
ji
de los amos sobre los esclavos más viles tiene límites? ¿Quién no
sabe ésto? ¿Pero quién no sabe al mismo tiempo que no es en
virtud de un convenio voluntario, que no ha existido ni ha podido
existir jamás, sino en virtud de una orden superior? Dios que ha Li
93.
ji’
impone a todos los hombres: los deberes más legítimos, como por 9
respecto no hay poder sin límites, puesto que todo poder está ¡ E
lejos de que nos l.o haya probado St, Jurieu, el cual no alega para h
41
probarlo más que falsos principios que ni siquiera él puede
41’
sostener de buena fe en su corazón, y por consiguiente no los
comprende cuando los expone” (180),
y
43 4
315 44441~
4111
44414
~ti
alguien sea prisionero de guerra, sea vencido o falto de
confianza en sus fuerzas, para evitar la muerte promete al 3
44441k
~1
44,4
414 ‘4999
317 ¾‘444 4’
41J4”E¿414
¡‘14999
914 9
44’
4194
Mt
49
,
4¡441,
razones por las cuales los pueblos libres habrían hecho a los
reyes tan poderosos: “SI. .Jurieu nos pregunta qué razón hubiera
podido tener un pueblo para otorgarse un amo tan poderoso que
podría hacerle daño, Me es fácil responderle. Es la razón la que
Ef
ha obligado a los pueblos más libres cuando es preciso entrar en
guerra, a renunciar a su libertad para dar a sus generales un
poder absoluto sobre ellos: prefieren arriesgarse incluso a
por la división
perecer a una por
injus tamente pérdida segura de
las órdenes a manos de sus que
su general, enemigos más
exponerse $4941
unidos. Por ese mismo principio hemos visto a un pueblo muy
libre, tal como lo era el pueblo Romano, crearse incluso en la 444
44?
paz un magistrado absoluto, para procurarse ciertos bienes, y ~444’4
414v
evitarse ciertos males que no se pueden ni evitar ni procurar más 0
que a este precio. Incluso obligó a este pueblo a someterse a fi
ciertas leyes que el mismo pueblo no pudo derogar: pues un pueblo
libre tiene a menudo necesidad de tal freno contra él mismo, ~r 4$
puede llegar el caso de que la coraza con la que se protege no 4’
318
jt~
4E 4
sea lo suficientemente fuerte para defenderlo si él mismo puede
forzarla. Esto es lo que hace admirar a Tito Livio la sabiduría
del pueblo Romano, tan capaz de llevar el yugo de un mando
legítimo, que voluntariamente oponía a su libertad... Por tales
razones un pueblo que ha experimentado los males, las
confusiones, los horrores de la anarquía, lo da todo para
evitarlos; y como no puede otorgar poder que no pueda tornarse
contra si mismo, prefiere arriesgarse a ser maltratado algunas
veces por un soberano, que colocarse en situación de sufrir sus
propios furores, en caso de reservarse algún poder. No cree por
ello que da a su soberano un poder sin límites. Pues sin hablar
de los limites de la razón y de la equidad; si los hombres no son
lo bastante sensibles, están los límites del propio interés.., El
interés mutuo de los soberanos y de los pueblos marca el límite
más natural de la soberania” (184).
319
1
9 4
1)1
magistrado, que, por su propia seguridad, está interesado por el
mantenimiento del orden... En un gobierno bien organizado, las
viudas, los huérfanos y los niños, incluso desde la cuna, gozan
de seguridad. Todo tiende a la conservación de su bienestar, la [11
gente vela por su educación, sus derechos son defendidos y su
causa es la causa del magistrado” (186) . ~j
El artículo III del Libro 1 de la “Política” es el
siguiente: “Para la formación de las naciones y la unión de los
pueblos fué necesario establecer un gobierno”, posteriormente, y
tras haber desarrollado los principios por los que se crea éste,
nos dirá: “La continuidad de gobierno hace que los Estados sean
inmortales... El príncipe muere, pero la autoridad es inmortal y
el Estado sigue subsistiendo.., Conviene que cambien los E ‘9 9
‘4¡ 99.
príncipes, puesto que los hombres son mortales, pero el gobierno
no debe cambiar: de esta forma, la autoridad permanece inamovible 9
‘14 99”
¡¡E
321
E14 E
.
por ello, considerar que su sistema sea singular, sino todo lo
contrario, ya que las tesis mantenidas por Bossuet sobre las
cuestiones precedentes coinciden con las teorías que sostienen la
mayoría de los escritores del siglo XVII y dominan, por tanto, el
pensamiento político de todo el siglo.
322
rasgos teológicos. Hobbes, aun sin inspirarse en la historia, no
deja de tener muy en cuenta los acontecimientos que le rodean,
debido a que tiene el propósito de combatir la concepción
parlamentaria y poner de relieve los efectos desastrosos de la
revolución de Inglaterra.
323
fuerzas en su interés personal se ha transferido a un individuo
o asamblea para el beneficio común. Así la soberanía queda
protegida por una doble obligación de los ciudadanos, a saber:
los pactos hechos entre los particulares, que los obligan
recíprocamente, y la donación del derecho al soberano que se
comprometen a respetar; la primera es con respecto a sus
conciudadanos, la última con respecto al soberano” (190). De esta
forma, el Estado no nace de la soberanía del pueblo, ya que,
hasta el establecimiento de la sociedad civil, sólo existe una
muchedumbre a la que no se puede atribuir ningún derecho. El
único soberano es, por tanto, el poder público, contra el que no
se puede hacer nada. El Estado goza de un poder absoluto y de las
atribuciones más amplias. “Llamamos poder absoluto, dice Hobbes,
al más grande que los hombres pueden transferir a otro hombre.
Porque ha concedido el poder más grande que se puede conceder,
quien ha sometido su voluntad a la voluntad del Estado en modo
tal que éste puede impunemente hacer cuanto quiere, legislar,
juzgar los litigios, imponer castigos, utilizar a su arbitrio las
fuerzas y los bienes de todos, y todo eso con derecho,.. Al
derecho absoluto del soberano va ligada la obediencia de los
ciudadanos; esa obediencia es tan grande como requiere
necesariamente el gobierno del Estado, es decir, suficiente para
que el derecho absoluto no se haya concedido en vano” (191).
324
publicación de las diferentes doctrinas. El soberano, en Hobbes,
se convierte en el órgano no sólo del Estado, sino también de la
Iglesia, al habérsele transferido todo en el momento del pacto
social, incluso el derecho individual a interpretar la Escritura,
y al ser la misma la materia del Estado y de la Iglesia: los
cristianos. Ño hay, en realidad, Iglesia y Estado; es decir, un
gobierno espiritual y otro temporal. El Estado, compuesto de
cristianos, y la Iglesia cristiana son una misma cosa, una sola
persona, cuya voluntad es la del soberano, su único órgano. Por
ello, ninguna autoridad espiritual tiene fundamento para erigirse
en rival del soberano poder. Además, el Estado es el único
propietario, “puesto que, dice Hobbes, como ya hemos demostrado,
antes de constituirse el Estado todas las cosas son de todos y no
hay nada que uno pueda llamar suyo sin que cualquier otra persona
lo pueda reivindicar con igual derecho (cuando todo es común,
nada puede ser propiedad de nadie) . se deduce que la propiedad
nació al mismo tiempo que los Estados y que cada uno posee en
propiedad lo que las leyes y el poder del Estado, es decir, de
aquel a quien fué entregado el poder soberano, le permiten
conservar” (194)
325
14
94
¡41
¡[‘j
1’
pública deriva de la autoridad patriarcal. Al igual que Hobbes,
mantiene que el poder del monarca no tiene que ser necesariamente
más despótico que cualquier otro tipo de autoridad, y que la U
tiranía popular es el sistema más vejatorio. Llegando, en suma, ~i
a las mismas conclusiones que Hobbes en lo concerniente al poder i.. 41
326 Ef
‘94
~41 ~1
[44
absoluto de la autoridad del Estado, y, como él, rechaza con gran
vigor la idea de la soberanía popular. Conviene significar, a
este respecto, que el título del capítulo II del “Patriarca” es
como sigue: “Es antinatural que el pueblo gobierne o elija sus 144
3419.
gobernantes”, y en él se indica: “Pero aun cuando el gobierno del
pueblo sea una cosa que no pueda soportarse, y menos aún
defenderse, hay muchos hombres que se complacen en una opinión, ¡41~41E¡
1434
327 1
ji
~I
144194’
III
41141
4
a otro parte de su poder, le cederá necesariamente también, y en y
la misma medida, parte de su derecho, Por consiguiente, tendrá el
supremo derecho sobre todos, quien posea el poder supremo, con el
que puede obligarlos a todos por la fuerza o contenerlos por el ~‘4
14
miedo al supremo suplicio, que todos temen sin excepción. Y sólo
mantendrá ese derecho en tanto en cuanto conserve ese poder de
hacer cuanto quiera; de lo contrario, mandará en precario, y
ninguno que sea más fuerte, estará obligado a obedecerle, si no
quiere” (203).
328 .•1”
4’ 4
4d[~
3J~I
‘41~
141
todo pacto sea siempre observado con máxima fidelidad, sin que
ello contradiga el derecho natural, a condición que cada uno
transfiera a la sociedad todo el derecho que él posee, de suerte
41’
Para Spinoza el ideal de gobierno no es la monarquía
4
absoluta. Sus ideas le llevan hacia la república y la democracia,
‘9.
pero cuando en su obra intenta determinar las condiciones más ½
3.33E4
al Estado.
3~í
329 143/
~419.
Por otro lado, y por lo que se refiere a las ideas
expresadas por Bossuet sobre la monarquía absoluta, hemos de
constatar que también éstas eran comunes entre sus
contemporáneos. La apología de la monarquía se intentó más de una
vez en Francia durante la segunda mitad del siglo XVII, y,
especialmente, después de la mayoría de edad de Luis XIV,
coincidiendo, a su vez, con la terminación de los disturbios.
ocasionados por la Fronda.
330
4’41 4
4’
9 14
¡‘4
944
una imitación de las diferentes etapas de la naturaleza en el
universo, en donde se etabiece un vínculo necesario entre las
9.
14 141
4441’
~41v
14’
331 ¡E
44
14 1~
Como es preciso que los pueblos tengan dinero antes de pensar en
pagar sus impuestos, Su Majestad debe emplear toda su autoridad
para ofrecer a los pueblos la facilidad de vivir y de pagar sus
deudas” (218). Colbert afirma que el rey debe gobernar por sí
mismo: los ministros no son más que sus servidores y se conforman
recogiendo sus órdenes (219), Una de sus preocupaciones
esenciales es la centralización: destruiría de buena gana todo lo
que se opone a la unidad; no reconoce ninguna independencia a los
Estados Provinciales: y contribuyó en lo que pudo a reducir sus
atribuciones (220), En lo que concierne a política exterior,
Coibert cree rotundamente que el rey debe ejercer un dominio
universal, y que este dominio debe establecerse por la fuerza,
tanto desde el punto de vista político, como desde el punto de
vista comercial, llegando, por tanto, al desconocimiento total y
absointo del derecho de los pueblos. Se puede decir, en este
aspecto, que el “mercantilismo” de Colbert se une estrechamente
al conjunto de sus concepciones políticas.
Hay que destacar una vez más que la idea dominante en todo
el pensamiento político del siglo XVII, es la del respeto sin
limites a la autoridad, La mayor parte de los teóricos coinciden
en atribuir al soberano, es decir, al Estado, un poder absoluto,
y a condenar la concepción de la soberanía popular.
332
.
Adán.
de Dios” (221>.
333
A;
sido ordenadas” (224), incidiendo de nuevo sobre la misma
cuestión en el siguiente Libro: “Ya hemos visto que todo poder
1
procede de Dios” (225).
334
Ir!
otorgado por la Iglesia, sino directamente por Dios. El poder
civil existe al igual que el poder espiritual de la Iglesia.
Tienen ambos su origen en la voluntad de Dios, pero son
independientes el uno del otro. Volvemos a ver de nuevo, en el
origen y demarcación de los dos poderes, al luchador infatigable,
vemos en Bossuet al polemista, al defensor de la doctrina
galicana, que hacía derivar directamente de Dios, sin
intermediarios, el poder de los reyes.
335
A
1
3 (231). Vuelve a referirse al mismo tema en el Libro III: “Cuando
explicado, .
.
3 nada mejor que delegar todos los poderes del Estado en aquel que
mayor interés tiene en su conservación .y grandeza” (233), Por
último, Bossuet, en la “Quinta Advertencia”, al refutar las tesis
1 supremo bajo estos títulos, que pone en sus manos las armas, las
guarniciones, las fortalezas, los impuestos, los gobernadores y
los magistrados; incluso las asambleas, sin que se pudiera
2 336
2
L
postular la doctrina del derecho divino de los reyes excluye la
mediación del pueblo, oponiéndose, por tanto, a la doctrina
tradicional de la Iglesia, en la que se admitía que el poder 4
establecido venía siempre de Dios, pero se comunicaba a través de
los hombres, per populum, como había precisado Santo Tomás de
Aquino, y en la que se reconocia, por consiguiente, el derecho ,IF FF
popular.
Nicole, contemporáneo a Bossuet y defensor de la doctrina 1’
del derecho divino, en sus “l3ssais de Morale”, y en relación con
el tema de la transmisión del poder por parte del pueblo,
íJ
argumenta que en su origen el establecimiento de la monarquía ha
podido depender del pueblo, pero una vez que éste se despoja de ~IIF
FI
~4
III’
y
íI
FI
Grocio al igual que Bodino considera que una vez efectuada F
338 F~F
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II?
mayores medios concedidos por Dios para reparar sus pecados por
medio de las buenas obras” (249).
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1 ~
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340
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‘-III
5
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-p i~lí
341
II
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gobernado” (250).
342
1111
‘1
II
343
Fi
Según Suárez, dos son los modos por los cuales Dios confiere
inmediatamente un poder: “Una manera es dando el poder como
necesariamente unido -por la naturaleza de la cosa- a una
naturaleza que Dios mismo crea. Otra manera como Dios da
inmediatamente un poder es -digámoslo así- por sí mismo y por
donación especial, no como uniéndolo necesariamente a la creación
de una cosa, sino como sobreañadiéndolo voluntariamente a una
naturaleza o persona. La razón de la diferencia no es otra sino
que los poderes mismos pueden ser de diversas clases u órdenes,
y Dios es poderoso para obrar connaturalmente y también
preternatural o sobrenaturalmente” <255). En el primer caso nos
encontramos ante un poder natural. En el segundo, ante un poder
sobrenatural. Pero en ambos casos tenemos un poder de indudable
origen divino. Ahora bien, ¿el rey recibe su poder a través de
alguno de estos dos modos? Suárez lo niega en el nO 4 del
capítulo II del Libro III: “Puede afirmarse que la autoridad 1]
política viene inmediatamente de Dios, y que sin embargo, a los
reyes y corporaciones soberanas se la han entregado
inmediatamente no Dios sino los hombres” (256) Vuelve a negarlo
.
344
Estados deberían tener la misma institución, porque la misma
razón existe para todos ellos y tan recibieron los unos como los
otros tal institución por revelación divina. Por consiguiente,
esta institución es humana, porque ha sido hecha inmediatamente
por los hombres; luego son los hombres los que dan inmediatamente
el poder a los reyes, y la dignidad de éstos ha sido creada por
esa institución. Pero se dice que mediatamente es Dios quien da.
ese poder a los reyes: lo primero, porque se lo dió
inmediatamente al puebLo, el cual lo transfirió al rey: lo
segundo, porque Dios además consiente y coopera como causa
primera y universal a la transferencia que a las inmediatas hace
el pueblo: y finalmente, porque la aprueba y quiere que se
mantenga” (258).
345
1
Fi
monárquico providencialista
vez que Dios sostenida por De-según
Maistre, De Ronald íI{ ~
y Fénelon. Toda no interviene Suárez- en el 1 y
orden natural, al que, en definitiva, pertenece el Estado, como
Deus ex machina, mediante actos encaminados a fundar y derribar
regímenes políticos, sino sólo por medio de -causae secundae-
causas secundarias, que, con respecto a lo político, son los
actos humanos. “A los hombres -dice Suárez en su tratado “De
legibus ac Deo legislatore” -no los gobiernan políticamente
ángeles ni Dios mismo inmediatamente, el cual de ley ordinaria
obra por medio de causas segundas proporcionadas; luego es
necesario y natural que los gobiernen hombres” <261).
1
misma república, a la que compete gobernarse a sí misma,
administrar y dirigir al bien común todos sus poderes” (262). En
el otro pasaje, “De potes tate civili, VIII”, Vitoria afirma lo
siguiente: “Nosotros-y mejor y más sabiamente, establecemos con
todos los sabios que la monarquía o regia potestad no sólo es
legítima y justa, sino que los reyes, por derecho divino y
natural, tienen el poder y no lo reciben de la misma república ni Ji~
absolutamente de los hombres” (263>. El contraste de textos es
sorprendente, pero la contradicción no es más que de apariencia.
ji
[ii-ii
Contradicción que puede justificarse al constatar que Vitoria
trata de defender la legitimidad de la monarquía, la cual era
negada totalmente por los escritores inonarcómacos. Pero la
explicación más convincente de la aparente contradicción de
Vitoria la dió el jesuita Juan de Salas en su “Tractatus de
legibus in Primam Secundae 5. Thomae”, de 1611. Literalmente,
Iii
Juan de Salas explica: “Vitoria, rectamente entendido, no se pone
5-FI
347 II
FI IFFF
Fi
en contradicción con lo que Diedro “De libertate christiana, c,
15” y Castro “De lege poenali, 1, c. 1” afirman, acerca de que la
potestad real no es inmediatamente de derecho divino: porque es
verísimo que, por lo general, como el poder de la república fué
transferido al rey o comunicado a él, resulta de derecho humano
en virtud de esta transferencia hecha por el pueblo y bajo este
aspecto, aun cuando radicalmente o por su raiz, esto es, tal como
era en el pueblo mismo, resulte de derecho divino natural (no de
derecho divino positivo) Y así se confirma, pensando que el
.
348
la debida proporción, ocurre aquí lo mismo -explica Suárez- que
en el caso de la libertad del hombre. ny lo mismo que la libertad
se la ha dado a cada uno el autor de la naturaleza, pero no sin
la intervención de una causa próxima, o sea, del padre que lo
produce, así este poder se lo da a la comunidad humana el autor
de la naturaleza, pero no sin la intervención de las voluntades
y del consentimiento de los hombres en virtud de los cuales tal
comunidad perfecta se ha reunido, Sin embargo, de la misma manera
que en el primer ejemplo la voluntad del padre sólo es necesaria
para engendrar, pero no se requiere una voluntad especial de
darle al hijo la libertad ni las otras facultades naturales, las
cuales por su naturaleza no dependen de una voluntad especial del
que engendra sino que son una consecuencia natural, así, en el
tema que tratamos, la voluntad de los hombres sólo es necesaria
para formar una comunidad perfecta, pero para que esa comunidad
tenga el dicho poder, no se necesita una voluntad especial de los
hombres, sino que él se sigue por la naturaleza de la cosa y por
la providencia del autor de la naturaleza: en este sentido con
razón se dice que lo da El inmediatamente! (265).
con que Dios no da este poder por una acción o concesión especial
distinta de la creación; si lo diera así, debería constar tal
concesión por una revelación, cosa claramente falsa, pues en ese
caso tal poder no seria natural” (266) Por lo que se refiere a
.
349
t-.
antes de que haya entre los hombres ese poder, viene la formación
del cuerpo político, porque antes del poder mismo tiene que
existir el sujeto de ese poder, al menos según el orden natural”
(267).
350
natural da de suyo e inmediatamente ese poder a la comunidad,
pero no prescribe terminantemente que dicho poder permaneza
siempre en ella ni que sea ejercido inmediatamente por ella, sino
únicamente mientras la misma comunidad no determine otra cosa, o
también mientras otro que tenga poder para hacerlo no introduzca
mudanza legítima... Pues de la misma manera, la comunidad civil
perfecta, por derecho natural, es libre y no está sujeta a ningún
hombre fuera de ella; y toda ella tiene en sí el poder, y si éste
no se mudase, sería democrático; sin embargo, o porque ella lo
quiera, o por la obra de otro que tenga poder y justo título para
hacerlo, ese poder le puede ser quitado y transferirse a una
persona o grupo” (268) . Ahora bien, “una vez transferido al rey
el poder, continúa Suárez en el capitulo siguiente, el pueblo no
puede restringirlo, ni abrogar sus leyes justas. No le es licito
al pueblo, una vez sometido, restringir el poder del rey más de
lo que se restringió en la primera transferencia o convenio,
porque esto no lo permite aquella ley de la justicia que enseña
que los pactos legítimos deben cumplirse, y que una donación FI
351
FI
‘II,
II
111.1.4.- LIMITES DEL PODER
Fi
DOCTRINA DE JURIEU.
it
1
352
. Fi
Los límites de la soberanía popular son los siguientes: 1)
Si, por cualquier razón, el soberano se extinguiese, el pueblo
“entrará de nuevo en el ejercicio de la soberanía’; 2> Los
pueblos no tienen ningún poder sobre las conciencias, y no tienen
derecho a obligar “a creer y profesar una religión con
preferencia a otra”, por consiguiente, no pueden transferir ese
derecho al soberano. Los particulares, por tanto, no están
obligados a obedecer a un príncipe
conciencias”; 3) El pueblo
tendente a destruirle, no puede
seria
que “quiera
dar al soberano
un verdadero
oprimir las
suicidio. una
El autoridad
soberano
no puede, por ello, disfrutar de esta autoridad. En consecuencia,
no hay obligación de obedecer a un príncipe “que ordene contra
:1
las leyes fundamentales de un Estado, que ordene matar y masacrar
inocentes, que ordene arruinar por los medios que fuere a la
11
Sociedad” (270).
353
>1
DOCTRINA DE BOSSUIfl
FI
l3ossuer,
les sean todo
reconocidos
derecho por
proviene
el poder
de público.
la autoridad
“En general,
legítimamente
dice
constituida, y de esta forma nadie puede apoderarse de nada, ni 4
ji
tomar nada por la fuerza” (274). El derecho de propiedad es, por
tanto, un derecho positivo y no un derecho natural. El Gobierno 2~.
o el príncipe crea este derecho y se convierte en SU único ¾
titular. El derecho de propiedad que ejerce el soberano.
comprende, al mismo tiempo, cosas y personas,
354
-F
¡1
si
\
Existen, por consiguiente. ciertos límites. “Pues sin hablar
de los límites de la razón y de la equidad, están los límites del
propio interés, que no dejamos de ver, y que nunca despreciamos
cuando los vemos” (276) .Por esto, porque ya existen, Bossuet no
considera preciso fijarlos al soberano, ésto, para él, sería un
inconveniente: “Es un gran error el creer como SI. Jurieu, que se
puede poner límites al poder soberano, reservándose sobre él un
derecho soberano. Aquello que quereis debilitar para haceros el
mal, por la condición de las cosas humanas, lo debilitais también
en la misma proporción para haceros el bien” (277>.
magis trado
Incluso si los soberanos son injustos, los súbditos deben
L
temer de grandes y pequeños” (279), Su obligación es velar para
que todo el bien de sus súbditos provenga exclusivamente de su
persona.
356
contra de las cuales no se podrá hacer nada que no sea nulo,
diferenciándose, en este aspecto, del pensamiento de Hobbes, el
cual preconiza un absolutismo total del poder y la inexistencia
de leyes Infranqueables: “Las monarquías más absolutas no dejan
de tener límites insalvables en ciertas leyes fundamentales
contra las cuales no se puede hacer nada que no sea nulo por sí.
Arrebatar el bien de un súbdito para dárselo a otro, es un acto
de esta naturaleza: no hay necesidad de armar al oprimido contra
el opresor: el tiempo combate por él; y la violencia dama contra
ella misma; y no hay hombre tan insensato como para creer
asegurar la fortuna de su familia con tales actos. Incluso el
príncipe tiene interés en impedirlo: se da cuenta de que es
preciso que el gobierno se haga querer para que sea estable y
duradero. Así como hemos visto que el verdadero interés de un
pueblo consiste en interesar en su bienestar a aquellos que
gobiernan; el verdadero, interés de los que gobiernan es interesar
en la conservación del gobierno a los pueblos sometidos. De esta
forma el extranjero es rechazado con celo: el amotinado y
sedicioso no es escuchado: el gobierno marcha solo y se sostiene,
por así decirlo, por su propio peso, Sin temor a que se les
obligue, tos reyes hábiles se marcan ellos mismos límites para
impedir que se les sorprenda o procese: se ciñen a ciertas leyes,
porque el poder abusivo termina destruyéndose1’ <283).
357
Pasa, en la proposición II, del artículo IV, del Libro 1, de
la “Política”, a hablarnos de los primeros principios de las
leyes: “La primera de todas las leyes es la de la naturaleza, es
decir, la de la recta razón y la equidad natural, y en ella se
fundamentan todas las demás. Las leyes deben abarcar todas las
cosas divinas y humanas, públicas y privadas, comenzando por la
naturaleza. Las leyes deben establecer el derecho divino y.
humano, público y privado; en una palabra, la recta observancia
(le Las cosas divinas y humanas entre los ciudadanos, por medio de
los castigos y recompensas. Lo primero que debe hacer todo
sistema legistativo es legislar los deberes para con Dios.
Después deben legislarse los preceptos que se refieren a la
sociedad” (285). Y, en la proposición III, establece la jerarquía
de las leyes: “Existe un orden en las leyes. El. primer
mandamiento de las leyes es el reconocimiento de la divinidad, de
la cual proceden todos los bienes y nuestro propio ser. Y el
segundo mandamiento dice Obra con tu prój Liio como quisieras que
él obrara contigo” (286). Vemos, pues, que el reconocimiento de
la divinidad, se convierte, no sólo para Bossuet, sino también
para Platón, en el primer mandamiento de la ley, ya que éste, en
“La República”, dijo: “Esta será, por tanto, proseguí, la primera
de tas leyes relativas a los dioses, y la primera norma que
deberán observar los que hablen de esto, en sus discursos, o tos
poetas en sus poemas”(287>.
“La ley, dice Santo Tomás de Aquino, no será otra cosa que
una ordenación de la razón con vistas al bien común, promulgada
por aquel que t lene el cuidado de la comunidad1’ ( 288) Frente a.
358
a
doblez y de corrupción, habla sin engaño y sin lisonja, convierte
a los niños en sabios. Es recta y alegra los corazones. Agrada
ver que la ley es igual para todos, y que en medio de la
corrupción conserva su integridad. Es clara como el día; en la
ley brillan y resplandecen las luces más puras de la razón. Es
verdadera y se justifica por sí misma, porque sigue los primeros
principios de la equidad natural, con los que nadie, a excepción
de los necios, puede estar en desacuerdo, Es más deseable que el
oro y más dulce que la miel; de ella procede toda abundancia y
descanso” (289),
359
FF11-
cae en este estado cuando las leyes son variables y carecen de
consistencia, es decir, cuando dejan de ser leyes” (292)
“No debe modificarse una ley humana, añade Santo Tomás, sino
cuando las ventajas en orden al bien común, obtenidas con
semejante modificación, compesan suficientemente los perjuicios
que lleva consigo la derogación de esa ley. Esto acontece siempre
que la modificación está exigida por una notoria y grandísima
utilidad: o por una grave necesidad: o, finalmente, cuando la
ley, en vigencia por largo tiempo, es, sin embargo,
manifiestamente inicua, y su observancia sumamente perjudicial.
Por eso escribe el jurisconsulto Ulpiano. que cuando se trata de
introducir una novedad, la utilidad de la misma debe ser
A
evidente: de otro modo no queda justificado el abandono de lo que
por tanto tiempo fué considerado como equitativo” (293>.
rU
Cuando el soberano comete abusos, no respeta los limites
ideales y morales trazados por la razón, la equidad, las leyes
fundamentales o los principios generales que deben informar las
leyes ordinarias. ¿tiene el pueblo derecho a reaccionar y a
Fi
}I
4
360
~
¡FI
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¡¡
La pérdida del poder en estas circunstancias nos plantea un
problema cuya solución presenta un gran interés, el de la
legitimidad de los Gobiernos.
361 II
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II-
-~1~5
.
pueblo mismo, es decir, la sociedad; y, por consiguiente, no
tiene derecho a hacer justicia de los atentados que el príncipe
lleve a cabo, injustamente, contra la libertad y la vida de
algunos particulares. Pidiendo razón de aquello, el pueblo
perdería mucho más de lo que pudiera ganar, a causa de los
frecuentes disturbios que ocasionaría” (294>.
III
U’
1-FU
EL DERECHO DE RESISTENCIA
____________________________________________________________________________ tI
362
jI1’
lk
Ir
.
un modo general, distinguiríamos, de una parte, un derecho de
resistencia pasiva, y de otra, un derecho de resistencia activa.
Sistematizando lo anterior y desarrollándolo con más precisión,
podemos decir que la resistencia puede ser de tres clases:
pasiva, no ejecución de la ley injusta hasta que por medio de la
fuerza se viere obligado uno a ello; defensiva, que consiste en
rechazar la violencia de la ley injusta, con violencia, para
contrarrestar los efectos de la injusticia de aquella ley; y
agresiva, rebelión armada, insurrección colectiva, revolución en
suma.
1
En cuanto a los orígenes, encontramos en el pensamiento
griego una brillante aportación al problema de la tiranía; pero
no así en lo que respecta al derecho de resistencia. El motivo de
ello, según Lojendio, se debe a que el idealismo griego no
representa siempre un acercamiento a La perfección, sino, por el
5
contrario, una simple reacción de impotencia (295), de ahí, que
-I
toda la teoría de tas revoluciones en Platón y Aristóteles, $i
363
íF~l
>3
su actitud, por añadidura, males numerosos sobre su pueblo. Pero,
si el tirano ordena acciones claramente contrarias a la Ley
divina, es lícito declinar la obediencia, porque “la fidelidad
1
que se debe a Dios ha de ser preferida a la que se presta a
cualquier hombre” (296), bien de forma pasiva, bien activamente,
y entonces el derecho de resistencia viene a ser un instrumento
de la voluntad divina contra el tirano, y puede ser esgrimido por
cualquier persona: “Quitar la vida al tirano no sólo es lícito,
sino equitativo y justo” (297) “El fin de todos los tiranos es
.
~
régimen de los príncipes” y complementadas, a su vez, en los
‘Comentarios a la Etica de Aristóteles”, en la “Suma Teológica”
y en los “Comentarios
Lombardo”. Recordemos a también
los cuatro
quelibros
en Santo
sentenciarías
Tomás la detirania
Pedro
designa algunas veces la forma corrupta de la monarquía y, en
otras ocasiones, equivale a forma corrupta de gobierno en
general. ull~
364 -/
En el primer capítulo del Libro 1 de “El régimen de los
príncipes”, dice Santo Tomás: “Es diverso el fin que conviene a
hombres libres y esclavos. Así, pues, si los hombres libres se
. .
365
los una y que entre sí gocen de
1
fi
paz; puesto que si ellos no se pueden unir, tampoco podrán
demoler sus dominio. Por tanto siembra discordias entre ellos,
fomenta divisiones, y prohíbe todo aquello que puede promover un ti
pacto entre los hombres, como las reuniones y juntas, y todo
aquello por lo cual los hombres suelen promover la confianza y
familiaridad entre sí. Se esfuerzan porque no haya ricos ni FI
II
En otro pasaje del mismo Libro, Santo Tomás se refiere a la
brevedad de la dominación del tirano: “El dominio de los tiranos
no puede durar, siendo odioso al pueblo; pues no se puede
conservar por largo tiempo lo que repugna a los deseos de la
multitud, y rara vez habrá alguno que pueda pasar toda su vida
sin perturbaciones. Y no faltará la ocasión de levantarse contra
el tirano, y dada la ocasión, tampoco faltará entre la multitud
alguno que se aproveche de ella. Y fácilmente seguirá el pueblo
al que se levante, y no le faltará apoyo a éste, ya que lo hace
¡1
con el deseo de la multitud... Esto es evidente, tanto por las
razones dadas como por los hechos de la historia. Y así el
. .
FI
-I
Señor permitió que reinasen tiranos para castigo de los pecados
del pueblo: y tal castigo de Dios solía llamarse en la
Escritura: “Os daré un rey en mi ira”. Infeliz, pues, el rey a
quien Dios señala en su ira para su pueblo; pues su dominio no
puede ser estable, porque el Señor no se olvidará de tener
367 1~
-4-
misericordia, y una vez compadecido no durará su ira... Por tanto
el Señor no permitirá que los tiranos dominen por largo tiempo,
sino que tras la tempestad que ellos provocaren sobre su pueblo,
El mismo traerá la tranquilidad rechazando al tirano” (302).
368
manera su gobierno que se le quite la ocasión de convertirse en
tirano. De tal manera contrólese, pues, su poder, que no pueda
degenerar fácilmente en tirano, Y para lograr ésto, se harán
algunas consideraciones” (305). Estas consideraciones o medios
para moderar el poder del monarca, quedaron sin determinar en “El
régimen de los príncipes”, En tercer lugar, Santo Tomás aconseja
soportar la tiranía, si no fuese excesiva, antes que conspirar
contra ella; pero sólo por algún tiempo y en evitación de males
mayores, como serían su recrudecimiento, en el supuesto de que no
fuera posible derrocar al tirano, o la aparición de otro tirano
aún peor, o la disolución en partes de la comunidad política:
“Sin embargo, si la tiranía no fuese excesiva, es más útil
tolerar por algún tiempo tal tiranía, que al derrocar al tirano
cometer muchas arbitrariedades, que serian más dañosas que la
misma tiranía, Pues suele suceder que quienes intentan derrocar
al tirano a veces no puedan hacerlo, y sólo lo provoquen a -I
endurecerse más. Pero si alguno logra sobreponerse al tirano, con ti-
370
destruyó el trono de los jefes soberbios, e hizo sentar en su
lugar a los humildes”. El es quien, viendo la aflicción de su
pueblo en Egipto, y oyendo su clamor, arrojó al mar al Faraón con
todo su ejército. Y fué El quien no sólo arrojó de su trono al
soberbio Nabucodonosor, sino también de todo consorcio con los
hombres, reduciéndolo a vivir como las bestias. Y no se ha
cansado su mano, de modo que no pueda librar a su pueblo de
tiranos... Pero para que el pueblo pueda merecer de Dios tal
beneficio debe dejar de pecar, porque los impíos reciben la
potestad precisamente en castigo del pecado, pues dice el Señor
1’
por Oseas: “Te daré un rey en mi ira y en Job: “Pone como rey
,
371
los componentes de la Escuela española, han sido objeto de
estudio por Julio Gerardo Martínez Martínez en el volumen II de
su obra “Avisos para tiranos, sistemas totalitarios, dictadores,
reyes, príncipes, ministros y toda clase de hombres de Estado,
tomados de muy buenos autores del pensamiento universal”, en la
que dedica el capítulo IV a las teorías de Covarrubias, Navarro,
De Sepúlveda, I3áñez, Molina, Vitoria y Francisco Suárez,-
refiriéndose en los dos siguientes a la cuestión en el Padre
Mariana <Sil), razón por la que, al estar suficientemente
contempladas, consideramos no es necesario detenernos en su
desarrollo.
372
decentes para los cargos; éste los cubre con ladrones y malvados,
para servirse de ellos como de una esponja. Aquél dona las
dignidades y oficios, para evitar que el pueblo sea robado y
exprimido; éste los vende al mejor postor, para darle ocasión de
empobrecer al pueblo y después degollar a los ladrones y tener
fama de justiciero. Aquél mide sus hábitos y acciones con la vara
de la ley; éste pone las leyes al servicio de sus costumbres.
Aquél es amado y venerado por todos sus súbditos; éste odia a
todos y por todos es odiado. Aquél, en la guerra, recurre sólo a
sus súbditos; éste sólo a ellos hace la guerra. Aquél recluta su
escolta y guarnición entre los suyos; éste entre extranjeros.
Aquél goza de un reposo seguro y de una gran tranquilidad; éste
se consume en perpetuo temor, Aquél espera la vida beatifica;
éste no puede apartarse del castigo eterno. Aquél es honrado en
vida y recordado después de su muerte; éste es difamado en vida
y después de su muerte” (312).
1’
Posteriormente, pasa Bodino en el capítulo inmediato a
plantearse si es licito atentar cofltra el tirano y anular,
después de su muerte, sus ordenanzas, distinguiendo, por el
resultado, entre el príncipe absolutamente soberano y el que no
lo es, así como entre los súbditos y los príncipes extranjeros:
“En efecto, existe gran diferencia entre afirmar que el tirano U’
puede ser matado lícitamente por un príncipe extranjero o por su
propio súbdito. De igual modo que es muy honorable y justo usar
de la fuerza para defender los bienes, el honor y la vida de II-
373
vía de justicia, si ello es posible, o recurrir al uso de la
violencia y de la fuerza, si no se puede hacerle entrar en razón
de otro modo. . Si el príncipe es absolutamente soberano, como
son los verdaderos monarcas de Francia, España, Inglaterra,
Escocia, Etiopía, Turquía, Persia o Moscovia, cuyo poder no se
discute, ni cuya soberanía es compartida con los súbditos, en
este caso, ni los súbditos en particular, ni todos en general,
pueden atentar contra el honor o la vida del monarca, sea por
vías de hecho o de justicia, aunque haya cometido todas las
maldades, impiedades y crueldades imaginables” (313).
374
políticos, no existía lo justo y lo injusto, de modo que la
naturaleza de lo justo e injusto depende de lo que está ordenado”
(316).
1~
U
(317).
375
pasiva, considerando que el soberano poder tiene límites en el
derecho natural y en los mandamientos de Dios: “Pero contra el
poder supremo o contra los inferiores o agentes que obran por
autoridad del poder supremo, pregúntase qué es lícito. Y
ciertamente, es incontrovertible ante todos los buenos, que si
mandan algo contrario al derecho natural o a los preceptos
divinos, no se debe hacer lo que mandan. Porque al decir los.
Apóstoles que antes se debía obedecer a Dios que a los hombres,
se refirieron a una regla certísima, grabada en los corazones de
todos, la cual se hallará expresada en Platón casi con las mismas
palabras... Y, en verdad, todos tienen naturalmente derecho de
resistir para rechazar de sí la ofensa, según dijimos arriba”
(318).
376
contraponiéndola a la usurpación, diciéndonos que “es un poder
que viola lo que es de derecho; y que un poder así nadie puede
tenerlo legalmente”; significando, además, que no sólo la
monarquía puede degenerar en tiranía, sino cualquier otra forma
de gobierno: ‘Es equivocado pensar que este error es sólo
achacable a las monarquías; otras formas de gobierno pueden caer
también en esa falta. Pues siempre que el poder que se ha-
depositado en cualesquiera manos para el gobierno del pueblo y
para la preservación de sus propiedades, es utilizado con otros
fines y se emplea para empobrecer, intimidar o someter a los
súbditos a los mandatos abusivos de quien lo ostenta, se
convierte en tiranía, tanto si está en manos de un solo hombre,
como si está en las de muchos”: afirmando, en suma, el derecho de
resistencia no sólo frente al rey, sino contra cualquiera que, en
una posición de autoridad, exceda el poder que le ha dado la ley
y hace uso de la fuerza que tiene bajo su mando para imponer
sobre los súbditos cosas que la ley no permite, ya que, “cesa en
ese momento de ser un magistrado, y, al estar actuando sin
autoridad, puede hacérsele frente igual que a cualquier hombre
que por la fuerza invade los derechos de otro. Esto es reconocido
cuando se trata de magistrados subalternos.. . Y si esto es así
con los magistrados subalternos, ¿por qué no puede ser también
aplicable a los superiores?.,. Pues exceder los limites de la
autoridad que uno tieñe, es algo a lo que no tiene derecho ni el
gran ministro ni el pequefio funcionario; y no puede justificarse U
ni en un rey ni en un alguacil,.. ¿Podrán, pues, los súbditos
oponerse a los mandatos de un príncipe? ¿Se le podrá ofrecer
resistencia siempre que un súbdito se considere ofendido y crea
U
que se le ha tratado injustamente?... A esto respondo diciendo U
U
que sólo puede emplearse la fuerza contra otra fuerza que sea
injusta e ilegal; quien ofrezca resistencia en cualquier otro
caso, hará recaer sobre sí la justa condena de Dios y del hombre”
pi:
(320).
377
cuenta lo que mantiene en la “Política”, y lo que expone, once
años más tarde, en la ““Quinta Advertencia”.
378
inalienable, faculta a todo particular atacado injustamente por
la autoridad, a tomar las armas, y afirma, que nada ni nadie
podrá hacer desaparecer ese derecho. La tercera cuestión que
persigue es destruir el principio de rebelión, oculto en el seno
de los pueblos, y, una vez desarraigado éste, ofrecer las
posibles y adecuadas formas de oposición en contra del poder
público.
1-’
prescripción.
379
- I
-I
Para Eossuet tienen poca entidad los posibles defectos del
Gobierno. El criterio necesario y suficiente para que se respete
al Gobierno es su larga duración consagrada por el uso, Además,
para él, todas las formas de gobierno son válidas. Por ello,
llevando este principio hasta su conclusión más lógica, afirma
que incluso los reyes impíos deben ser objeto de una obediencia
absoluta, ya que es Dios quien crea los poderes. “Dios, nos dice,
toma bajo su protección a todos los gobiernos constituidos, sin
parar mientes en la forma en que han sido establecidos. El que
intenta derribarlos no sólo es un enemigo público, sino también
un enemigo de Dios” (326)
¡4
380
J~1~
fr~j
pueblo que hubiera usado esta defensa en un caso de extrema
necesidad, sin faltar a la atención que se debe tener con el
(poder) público”. SI. Jurieu tomó de él los ejemplos de David y
los Macabeos, cuya inutilidad le hemos demostrado. Después de
haberle arrebatado las pruebas que Grotius le había suministrado,
le dejamos examinar a él mismo, si el nombre de este autor le
basta para apoyar su sentimiento, mientras que la autoridad y los.
ejemplos de la Iglesia primitiva no le bastan. Yo por ini parte.
sostengo sin dudarlo, que es una contradicción y una ilusión
manifiesta, el armar como dice Grotius, a los particulares contra
el (poder) público, e imponerles al mismo tiempo la condición de
tenerlo en cuenta; ya que todo esto enturbia las ideas, y
pretende aliar a dos contrarios: la verdadera atención con el
(poder) público, es que todo particular debe sacrificarle su
propia vida” (328).
ti
podido armarse contra sus príncipes si hubieran tenido los
medios; y por la misma razón, que los Protestantes han podido
hacerlo, aunque los unos y los otros, lejos de ser todo el
pueblo, sólo fueron una minoría. ¿En qué se convertirán los
estados si se establecen tales máximas? ¿En qué se convertirán,
una vez más; sí no es en una carnicería y en un perpetuo teatro,
381
•1!
U
siempre ensangrentado, de guerras civiles? Pues como la opinión
tiene el mismo efecto en el espíritu de los hombres que la
verdad, todas las veces que una parte del pueblo se imaginara que
tiene razón contra el poder público, y que castigar su rebelión
es atacar su vida injustamente, se creerá con el derecho a tomar
las armas, y sostendrá que el derecho de conservación no le puede
ser arrebatado. Que se nos muestre cuándo los Cristianos.
perseguidos hubieron pensado en ese pretendido derecho.. .Pero
sin embargo no se decía en absoluto; ¿qué digo, no se decía en
absoluto?, no les venía ni siquiera al pensamiento que les fuera
permitido defender su vida contra el príncipe: bien al contrario
se le hablaba a ese pueblo de la obligación de reverenciar al
magistrado: se le decía que debía temer al mayor poder que hubo
sobre la tierra, y que sólo le quedaba invocar al poder de Dios
el único por encima de él.,. Los paganos por su simple razón
natural se dieron perfecta cuenta que era necesario sufrir las
violencias de los malos príncipes; desearlos mejores; soportarlos
fuesen como fuesen; esperar mejores tiempos durante la tormenta,
y comprender que la Providencia que no quiere la ruina del género
humano ni de la naturaleza, no mantiene al pueblo eternamente
oprimido por un mal gobierno, al igual que no castiga al universo
con una tormenta permanente. Los buenos días podrán pues rehacer
todo aquello que tos malos estropearon, y es desear demasiados
males al género humano, el añadir a los males un mal gobierno, un
remedio peor que el mismo mal, como es la división interna. Por
estas razones los paganos no permitían a todo un pueblo lo que Nf,
Jurieu se atreve a permitir a la minoría contra la mayoría: ¿qué
digo?, lo que se atreve a permitir a cada particular. “Un hombre
ial, que dijera que un soberano tiene derecho a hacer violencia
con la vida de parte de su pueblo, y que los súbditos no lo
tienen para defenderse, ni pueden oponer la fuerza a la
violencia, será rechazado por todos los hombres: ya que no ha
habido nadie en absoluto que no crea estar en derecho a
conservarse POR TODOS LOS MEDIOS cuando es atacado por una
violencia injusta”. He ahí pues que ya no sólo todo el pueblo o
parte de él, sino más aún, todo particular legítimamente armado
382
contra el poder público, y con derecho a defenderse contra él por
todos los medios, sin exceptuar nada, ni tan siquiera aquello que
da más horror al pensarlo (Bossuet se refiere al regicidio>”
(329).
383
del derecho de los reyes, mientras que decide tan temerariamente
contra los derechos sagrados. Un resto de conciencia le retenía.,
y no se atrevía a adentrarse en una materia en la que se daba
cuenta que tenía opiniones exageradas: pero en definitiva fué
arrastrado por el espíritu que le poseía, y decide contra los
reyes todo aquello que se puede adelantar de más ultrajante: pues
sacó en conclusión temerariamente de sus principios, que los
Cristianos súbditos del imperio Romano podían resistir por las
armas a Diocleciano; puesto que, dice él, “si sus emperadores POR
CAUSA DISTINTA a la de la religión les hubieren oprimido de la
misma forma, habrián estado en derecho a defenderse” . Sopesad
esas palabras, por causa distinta: no es sólo por causa de la
religión y la conciencia que se sitúa a los súbditos en contra de
los príncipes, sino más aún, por causa distinta: ¿y qué es lo que
no abarca una expresión tan general?” (330).
384
establecidos. Además, al comienzo de una rebelión siempre se
encuentran los halagadores de los pueblos, que son, a su vez,
halagadores de los tiranos y establecen la tiranía, “SI, Jurieu,
escribe l3ossuet, no se sonroja al halagar a tal pueblo, y llama
adversarios a aquellos que halagan a los reyes, Pero puesto que
él encuentra que es más bonito halagar a los pueblos, debe pensar
que las gentes de carácter tan bajo, bajo el pretexto de halagar
a los pueblos, son en realidad halagadores de los usurpadores y
de los tiranos. Pues haciendo un recorrido por las historias de
los usurpadores se les verá casi siempre como halagadores de los
pueblos, siempre se quiere o devolverle la libertad, o asegurarle
sus bienes, o bien restablecer su religión, El pueblo se deja
halagar y recibe el yugo. A ello desemboca el soberano poder con
el que se le halaga; y sucede que esos que halagaban al pueblo
son en realidad secuaces de la tiranía. A-sí es como los estados
libres se dan monarcas absolutos, y se convierten
insensiblemente, ¿pero qué digo?, se convierten manifiestamente
en el anexo de una monarquía extranjera, Así es como los estados
monárquicos se dan amos más absolutos, que aquellos a los que se
le ha hecho expulsar con el pretexto de liberarles” (333).
385
estados, es que todo particular al azar de su propia vida, debe
respetar el ejercicio del poder legitimo y la forma de los
juicios públicos, o, para hablar más claramente, que ningún
particular o súbdito, ni por consiguiente ninguna parte del
pueblo sea cual sea, puesto que esa parte del pueblo no puede ser
a los ojos del príncipe y de la autoridad soberana nada más que
una masa de particulares y de súbditos; no tiene derecho de
defensa contra el poder legitimo, y que mantener otro principio
sería, así como lo hace SI. Jurieu, resquebrajar los fundamentos
del estado y declararse enemigo de la tranquilidad pública”
(335).
386
misma manera que los reyes, en lo espiritual, reconocen el poder
de la Iglesia. El orden del mundo está basado en estos dos
poderes, por lo cual uno y otro deben ayudarse mutuamente” (337),
cabría que nos preguntásemos si la excepción apuntada por Bossuet
de la obediencia debida al príncipe, se refiere exclusivamente a
la esfera espiritual, ya que el poder de los príncipes, en lo
temporal, y según su doctrina, no sólo es absoluto, por lo que no
tendría que tener en cuenta para nada la voluntad de los
súbditos, sino indepediente, como acaba de decirnos. No obstante,
y pese a que l3ossuet no distingue en esta cuestión, consideramos
que su excepción está referida a los dos niveles, como se
desprende del contenido de su obra, y en particular de la
proposición II, del artículo III, del Libro VI de la “Política”,
en sus páginas 145 y siguientes.
387
a la prescripción, como medio adecuado para dejar sin efecto la
ilegalidad permanente y duradera del acto inicial, diciéndonos:
“Que tanto para el bien de la paz, como para la seguridad de las
cosas humanas, los reinos fundadas primeramente sobre una
rebelión, con el tiempo llegan a ser considerados como legítimos,
bien por una continuada posesión, o bien por los tratados y el
reconocimiento de los reyes vecinos” <338).
388
-4
.
titular del poder pueda despojarse del mismo de Corma voluntaria.
La segunda, sería la desaparición del vínculo existente entre rey
y súbdito, no estando obligado en nada, desde el momento de la
abdicación, el súbdito para con el rey. La tercera conclusión que
podemos derivar del contenido de la cita, y refiriéndonos en
particular a un príncipe que tuviere una conducta similar a la de
Antioco, es que Bossuet, al igual que hiciera Hobbes, lo rebaja
de categoría, convirtiéndolo de rey y padre en enemigo del
pueblo, si bien las consecuencias de esta degradación no son las
mismas que en Hobbes, corno ya vimos en el epígrafe anterior
dedicado al derecho de resistencia, ya que, para Bossuet, “Un
príncipe odiado por sus violencias está siempre en peligro de
muerte. No se le considera como hombre, sino como bestia feroz.,.
Se puede asegurar que vive en medio de enemigos. Como no ama a
nadie, nadie le ama.. ,No es que esté permitido atentar contra
ellos: ¡a Dios no le place!, pero leemos en la Biblia que no
merecen vivir y que tienen mucho que temer, tanto de los pueblos
aniquilados por su violencia como de Dios, que ha dicho: Los
hombres sanguinarios y dolorosos no llegarán a la mitad de sus
días” (342>.
389
U,
para los enemigos de la patria” (344). Por ello, mantendrá en la
“Quinta Advertencia” que: “Es incluso bueno para un pueblo que el
gobierno llegue a ser bastante asiduo; que se perpetúe de la
misma forma que lo hace el género humano, y que vaya, por así
decirlo, con la naturaleza. Así, los pueblos en los que la
realeza es hereditaria, aparentemente se han privado de la
facultad de elegir a sus príncipes; pero en el fondo es una
ventaja más que se procuran: el pueblo debe ver como una ventaja
el encontrarse al soberano ya hecho, y no tener, por así decirlo,
que soportar tan gran esfuerzo” (345).
U
ib
390
U
SUPRES ION DEL PODER A SU DETENTADOR POR PARTE DEL PUEBLO
391
.
EL DERECHO DE CONQUISTA
392
.
“Para que el derecho de conquista resulte incontestable,
prosigue Bossuet, debe añadírsele la posesión pacífica. Pero
debemos señalar dos aspectos en este derecho de conquista: uno,
que debe ir seguido de una posesión pacífica; otro, que para
hacer este derecho incontestable, se le confirme con el
ofrecimiento de un arreglo amistoso. Vemos así que este derecho
de conquista, iniciado por la -fuerza, queda reducido al derecho
natural por el consentimiento de los pueblos y la posesión
pacífica, Y se presupone que la conquista ha sido seguida del
tácito consentimiento de los pueblos sometidos, los cuales se
acostumbraron a la obediencia por un trato honesto, en el que
hubiese intervenido algún acuerdo, similar al realizado entre
Simón Macabeo y los reyes de Asia” (350)
393
Tanto el consentimiento tácita y paulatinamente prestado por
una comunidad política en gestación, como el consentimiento
prestado de manera expresa por una comunidad ya perfecta, cuanto
también la sucesión, son tres variantes del consentimiento
voluntario.
394 i
.
I3ossuet “no existe forma de gobierno, ni obra humana que sea
perfecta”, y que “Dios toma bajo su protección a todos los
gobiernos constituidos, sin parar mientes en la forma en que han
sido establecidos”. Por ello, y sobre la base de estos dos
principios, nos hará notar sus preferencias por la monarquía,
diciéndonos: “La monarquía es la forma de gobierno más común,
antigua y natural. El pueblo de Israel, por su propia iniciativa,
aceptó la monarquía, por ser ésta la forma de gobierno
universalinente admitida.,., este gobierno resultaba tan natural,
que es el primero que conocemos en todos los pueblos. Lo hemos
visto en La historia sagrada: pero si observamos la historia
profana, veremos que lo que llegó a ser república, anteriormente
había sido monarquía. Roma empezó por la monarquía, y volvió
finalmente a ella, como a su natural estado. Homero, en la
. .
395
la institución permanece. El mejor de los gobiernos es el que
está más alejado de la anarquía, El segundo argumento que ayala
esta forma de gobierno es la consideración de que se trata del
más apropiado, para interesar en la conservación del Estado a los
poderes que lo guían. El príncipe que trabaja en beneficio de su
Estado, trabaja en beneficio de sus hijos y el amor a su reino le
resulta natural al estar ligado con el amor a su familia. Hl.
tercer argumento está sacado de la dignificación de las casas en
las que la corona es hereditaria. De esta forma los pueblos se
sienten ligados a las casas reales, El recelo que naturalmente
suscitan aquellos que están por encima de los demás, se torna en
amor y respeto; los mismos nobles obedecen sin repugnancia a una
casa que siempre ha sido dueña y señora y de la cual se sabe que
ninguna otra llegará nunca a igualar” (356).
396
democracias, y las gobernadas por una minoría de nobles,
aristocracias. Las formas de gobierno se mezclaron de diversas
maneras, y formaron Estados mixtos... En determinados pasajes de
la Escritura, encontramos que la autoridad reside en una
comunidad” (358). Bossuet, al igual que hicieran Aristóteles,
Santo Tomás y l3odino, establece y enumera las posibles formas de
gobierno.
397
súbditos hacia el príncipe, deberes, que a su vez, se hallan
establecidos en la doctrina precedente.
398
.
por este motivo, bajo la autoridad de un solo patriarca, y esta
unión de tantas familias tuvo algún parecido con un reino’1 (363)
399 1-
También hemos visto que tiene su fundamento y modelo en el poder
paternal, es decir en la propia naturaleza humana. Todos los
hombres nacen vasallos, y el poder paterno que les habitúa a
obedecer, les acostumbra también a no tener más que un jefe”
(367).
“Ya hemos visto, nos dice Bossuei, que todo poder procede de
Dios, y rué Dios quien estableció a los reyes como ministros
suyos y por medio de ellos reina sobre los pueblos. Los príncipes
4
obran como ministros de Dios y lugartenientes suyos en la tierra.
Por medio de ellos ejerce su mando, Esta es la razón de que
hayamos visto que el trono real no es el trono de un hombre, sino
el del mismo Dios”, y utilizando las palabras de San Pablo,
añade: “El príncipe es ministro de Dios para el bien. Pero si
haces el mal, teme, que no en vano lleva la espada. Es ministro
de Dios, vengador para castigo del que obra mal” (368).
400
.
sus Cristos, les hizo sus lugartenientes y les puso la espada en
tas manos para ejercer la justicia, quiso que la religión fuese
independiente de su poder y se estableciera en sus Estados, a
pesar de los esfuerzos que harían para destruirla” (369).
partes se les llama los cristos, o los ungidos del Señor,., Dios
los unge por medio de sus profetas con una unción sagrada. .Pero
.
401
rendido a los reyes: “El espíritu del cristianismo procura el
respeto de los reyes con una especie de religión, a la que el
mismo Tertuliano llama muy bien, la religión de la segunda
majestad. Esta segunda majestad es una prolongación de la
primera, es decir, de la divina, que, para bien de la humanidad,
ha querido hacer resaltar una parte de su esplendor sobre los
reyes” (372).
402
no duda en asignar, como primer atributo a la realeza, su
carácter sagrado, considerando a los príncipes como ministros de
Dios y sus lugartenientes en la tierra.
403
hay de mayor sobre la tierra que los príncipes soberanos,
instituidos por El como sus lugartenientes para mandar a los
demás hombres, es preciso prestar atención a su condición para,
así, respetar y reverenciar su majestad con la sumisión debida,
y pensar y hablar de ellos dignamente, ya que quien menosprecia
a un príncipe soberano, menosprecia a Dios, del cual es su imagen
sobre la tierra” (377).
404
.
de la grandeza, Dios refleja una imagen de su grandeza en los
reyes, para obligarles a imitar su bondad. Les eleva hasta una
situación en la que ya no tienen nada que desear para sí mismos.
Lo que demuestra que el poder tiene por objeto el bien de los
pueblos sometidos, No ha hecho a los grandes más que para
proteger a los pequeños; no ha dado su poder a los reyes más que
para procurar el bien público, y para ser el soporte del pueblo.
405
h> El príncipe no debe dejarse llevar del resentimiento ni
del enojo.
406
ñ) El príncipe debe abstenerse de palabras hirientes, y
ultrajantes. Hemos visto que el príncipe debe tener sus manos
limpias de sangre y de violencia, pero también debe guardar su
lengua, cuyas heridas no son menos peligrosas. Sus palabras no
sólo no deben ser arrebatadas y violentas, sino ni siquiera
desagradables. Es propio del príncipe bondadoso reprimir la
maledicencia y las chanzas ultrajantes. El modo de hacerlo es
bien sencillo: basta una severa mirada. El viento norte ahuyenta
la lluvia; el rostro airado, la lengua detractora (379)
407
.
príncipe no tiene apelación. Los juicios soberanos son atribuidos
al mismo Dios,.. Es preciso obedecer a los príncipes como a la
misma justicia, sin la cual no existe orden ni nada puede ser
llevado a buen término. Los príncipes son dioses y tienen cierta
participación en la independencia divina. Sólo Dios puede juzgar
a sus personas y a sus juicios... El príncipe puede corregirse a
si mismo, cuando descubre que ha obrado mal, pero contra su
autoridad sólo puede apelar su propia autoridad. .No hay ninguna
.
408
Dios, a la que permanece más sujeto, tanto más cuanto que ésta es
más independiente que la de los hombres. He ahí lo que se llama
con razón el derecho real, igualmente reconocido por los
Protestantes y los Católicos, y así es al menos, como se reinaba
entre los Hebreos” (383).
409
I-Iobbes, por su parte, mantiene: “Nadie puede darse algo a sí
mismo porque se supone que ya tiene lo que puede darse; ni
obligarse consigo mismo, porque el obligado y el obligante serían
una sola y misma persona, y como el obligante puede liberar al
obligado, quien se obligara consigo mismo lo haría inútilmente,
ya que puede liberarse a sí mismo a su arbitrio; y quien puede
eso, ya es libre efectivamente. De ahí que el Estado no esté
obligado por las leyes civiles, por ser las leyes civiles las
leyes del Estado. Si estuviera obligado por ellas, estaría
obligado consigo mismo. Tampoco puede obligarse el Estado para
con su ciudadano, puesto que éste, si quiere, puede liberarlo de
su obligación y lo quiere siempre que el Estado quiere (ya que
para todo, la voluntad de cada ciudadano está contenida en la
voluntad del Estado). El Estado queda libre cuando quiere, es
decir, ya es libre efectivamente. Pero la voluntad de la asamblea
o del hombre a quien fué entregado el poder soberano es la
voluntad del Estado y, por lo tanto, abarca las voluntades de
todos los particulares; se sigue que el soberano no está obligado
por las leyes civiles (lo que equivaldría a estar obligado k
410
la autoridad del príncipe” (386).
411
manera. Pero por encima de todo, es necesario estar al tanto de
las circunstancias actuales y ceder ante la fuerza cuando no se
la puede dominar, Las buenas máximas pierden su validez si están
fuera de lugar. El que no quiere ceder nunca puede quebrarse de
repente”. Por todo ello, “El príncipe debe empezar por sí mismo
a mandar con firmeza, dado que la indolencia e indecisión son
enemigas del buen gobierno, y a dominar sus pasiones.,. Es
absolutamente necesario resistir las propias pasiones y ser firme
primeramente contra uno mismo. . Todo esto demuestra que se
.
412
.
que absoluta. El príncipe no tiene que rendir cuenta a nadie.
a autoridad se complementa con una obediencia total y sin
erva por parte del pueblo.
413
disponer a su capricho, no sólo de los bienes, sino también de la
vida de los súbditos, como si fuesen esclavos. La cuarta y última
se da cuando no existe más ley que la voluntad del soberano. El
poder que reune estas cuatro condiciones recibe el nombre de
gobierno arbitrario. Aquí no queremos examinar si este tipo de
gobierno es lícito o ilícito. Hay pueblos y grandes imperios que
se rigen por él, y no consideramos oportuno inmiscuimos en sus
formas de gobierno, >os limitaremos a decir que esa forma de
gobierno es bárbara y tiránica, Las cuatro condiciones que le
conforman son incompatibles con nuestro carácter, siendo esa la
razón de que no se haya dado nunca entre nosotros” (393>.
414
gobierno absoluto se caracteriza por lo siguiente: en primer
lugar, ningún poder humano puede obligar al soberano, quien, en
este sentido, es totalmente independiente: en segundo lugar, todo
está sometido a las leyes y al juicio de Dios: en tercer lugar.
existen leyes en el Estado, fundamentales, contra las cuales todo
lo que se hace está fuera de las normas jurídicas, es decir, no
hay posibilidad de contravenirlas: en cuarto y último lugar, cada
uno es legítimo poseedor de sus bienes, sin que quepa la
posibilidad de poseer nada en contra de las leyes, cuyo objetivo
primordial estriba en impedir la injusticia y la violencia.
415
arbitrario se adolece de este derecho, no existe propiedad
privada, todo pertenece al príncipe. Por ello, mantendrá Bossuet:
“La propiedad privada es legítima e inviolable.,, pues la
experiencia demuestra que no sólo lo que se posee en común, sino
también lo que no tiene propiedad legítima e inconmutable, cae en
el descuido y en el abandono” (396).
416
soberano, le permiten conservar” (398).
417
FIti
“Política”, al tratar sobre lélos inconvenientes y tentaciones que
acompañan a la realeza, y los remedios que se les debe aplicar”.
confiesa sinceramente: “No hay tentación comparable con la del
FI
poder, ni nada más difícil que saberse negar algo a uno mismo
cuando los hombres lo conceden todo” (399). Sin embargo, no
acepta que los hombres busquen los medios de asegurarse contra
las tentaciones de los príncipes, admitiendo únicamente lo que
denomina remedios generales, es decir, el temor de Dios, la
religión y la piedad: “Así pues, sin atormentarme vanamente en
buscar auxilios que rio tengan inconvenientes, y sin examinar los
que tos hombres han inventado para establecer los diversos
gobiernos, hay que llegar a remedios más generales, ordenados por
el mismo Dios a los reyes contra la tentación del poder, y cuyo
origen reside en el propio príncipe” <400)
y
¡Sn el sistema de Idobbes sólo se ven dos principios de
gobierno: el temor y li~ fuerza; ¡3ossuet añade a éstos, la razón,
I-Iobbes no le habla al poder más que de sus derechos; Bossuet, en
los cinco primeros libros de la “Política”, únicamente nos ha
habtado de los deberes del príncipe. Por ello, aunque ambos
sostienen la misma causa, es decir, la del poder absoluto, si
bien con distintos principios, podemos observar que la política
de [3ossuet tiene una fundamentación moral, y en ese sentido se
diferencia de la de t-tobbes.
418
.
subdivididos, por su parte, en abundantes proposiciones que, como
verdaderos corolarios, se desprenden las unas de las otras,
encadenándose y complementándose de modo riguroso, constituyendo,
como construcción intelectual, una estructura impecable, a la que
su real alumno podrá recurrir en cada momento, pasando de lo
simple a lo complejo, y del análisis a la síntesis.
419
penosa para ambas partes. La sabiduría, que todo lo prevé y no
olvida ningún imponderable, tiene salidas no sólo más moderadas
y razonables, sino también más seguras; Los sabios son moderados
y respetuosos.. Si la sabiduría hace que el príncipe sea
.
420
conocerse a sí mismo mucho mejor que a nadie; El príncipe debe
saber lo que ocurre dentro y fuera de su reino.. Las noticias le
.
421
en: “Primer medio: Ser amante de la verdad y desear conocerla..,
El primer medio con que cuenta el príncipe para conocer la verdad
consiste en amarla ardientemente y dar muestras de que la ama. De
esta manera acudirá la verdad a él de todas partes, porque se
sabrá que se complace en ella; Segundo medio: El príncipe debe
ser atento y considerado. , Este don de Dios no ha sido hecho
.
para los que dormitan y no piensan en nada. Hay que estar siempre
atento y vigilante... No hay que precipitarse, .Para salvarse se
.
422
es decir, hay que pesar las razones y no creer bajo palabra al
primer advenedizo.. Sobre todo, hay que tener cuidado con los
.
1
castigarlos; Séptimo medio: Consultar el tiempo pasado y tener en
cuenta las propias experiencias, El tiempo es excelente consejero
para todo: descubre los secretos, crea las ocasiones, confirma
los buenos consejos, Quien quiera conoce el futuro, que consulte
los tiempos pasados. Si queréis saber lo que será bueno o malo
para los siglos venideros, observad lo que de bueno y malo hubo
en los siglos pasados. No hay nada mejor que la experiencia. “No
traslades los linderos antiguos que pusieron tus padres” (Prov.
ji
XXII. 28). Observad las antiguas máximas sobre las que se fundó
la monarquía, y sobre las que se sostiene. Imitad a los reyes de
Persia, que tenían siempre junto a sí sabios consejeros
instruidos en el derecho y las leyes antiguas. “Lo que fué, eso
. .
423
razonablemente las cosas, hay que tomar el mejor partido y dejar
lo demás en manos de la providencia. Por otra parte, cuando ya se
ha visto claro y se ha tomado la decisión, no se debe uno volver
atrás fácilmente... Escuchad a vuestros amigos y consejeros, pero
no os abandonéis en sus manos. El consejo del Eclesiástico es
admirable: “Apártate de tus enemigos y guárdate de tus amigos”
(Edo VI, 13). Tened cuidado de que no se equivoquen, y tened
también cuidado de que no os equivoquen; Noveno medio: Evitar la
tortuosa sutilidad, Repitamos esta aguda sentencia del
Eclesiástico: “Hay varón prudente, maestro de muchos, pero inútil
para sí mismo. Y hay sabio que con sus palabras se hace odioso y
es excluido de todo festín” (Edo XXXVII, 17. 21, 22, 23). A
fuerza de sutilezas, se pierde el sentido de las cosas y todo se
desvanece” (402),
424
tierra, representa al Estado. Su voluntad, comprende la voluntad
de todo su pueblo.
425
bien del género humano. ¡Pero estad atentos, dioses de carne y
hueso, de polvo y barro, porque moriréis como hombres, caeréis
como cualquiera de los príncipes! El poder separa a los hombres
durante algún tiempo, pero un mismo final les iguala a todos.
Así, pues, príncipes de la tierra, ejerced vuestro poder con
comedimiento, porque es divino y favorable para el género humano.
Pero el poder os viene de arriba. En realidad, seguís siendo
débiles, mortales, pecadores, y vuestra responsabilidad ante Dios
es enorme” (406).
426
III.3.- DEBBRES DE LOS SUBDITOS HACIA BL PRINCIPE, ESTABLECIDOS
EN LOS POSTULADOS ANTERIORES.
421
la suya para salvar la del príncipe” (409).
428
desarrolla, ampliamente, en el Libro VI de la “Politica” al que
ahora nos estamos refiriendo. En aquella ocasión nos dijo: “Si
existe el arte de gobernar bien, existe también el arte de
obedecer bien. Dios concede su espíritu de sabiduría a los
príncipes para que sepan guiar a los pueblos, y da a los pueblos
la inteligencia que les haga capaces para ser regidos con orden:
es decir, que, además de la ciencia superior por la que el,
príncipe manda, existe otra ciencia secundaria que enseña a los
súbditos a convertirse en dignos instrumentos de aquel gobierno:
y es la relación entre estas dos ciencias la que sostiene el
cuerpo de un Estado, por la correspondencia entre el jefe y los
miembros” (414) .
429
tendrá la obligación de atenderlos: “Si hemos visto que los
príncipes deben escuchar a los ciudadanos, con mayor razón
deberán escuchar al pueblo que se dirige a él por el camino de la
legalidad para presentar sus quejas. Al pueblo oprimido se le
debe permitir que recurra an.te el principe por medio de sus
magistrados, siguiendo la vía legal, y siempre con el debido
respeto. Las amonestaciones llenas de acritud y de protestas son
I.a antesala de la sedición, que nunca está permi,tida” (417).
430
razón, el servicio que se debe al príncipe y al Estado es
inseparable, y por ello, el príncipe ha de ser obedecido en
servicio del Estado. De ahí, el principal deber impuesto a los
súbditos, deber que, a su vez, engloba a los restantes: “Los
súbditos deben al príncipe entera obediencia, ya que, no hay nada
que esté mejor fundado en la palabra de Dios que la obediencia
debida, por principio de religión y de conciencia, a los poderes
legítimos”.
431
( 1) Dreyss , “Cttude sur la composi tiorl des ME?moires de Louis XI\.
:
pour 1 ’ inskruction du Dauplli~n” , Paris t lR60.
432
Ilulgencc. Pari.s, 1846, T. XX\:l, año 1672, p8g. 23.
433
(25) Bossuet , “Quinta Advertencia”, capítulo 1, págs. 210, 211 y
212.
434
(38) Ledieu, “JournaI.. .“, T. 1, pág. 164.
435
(55) Ledieu. “Journal. .“, ‘l’. II, p@,. 1,39.
436
(72) Ledieu, “Journal~. “, T. III, pág. 123.
437
del Derecho”, introducción histórica y teológico- jurídica por
Venancio Diego Carro, versión española de Marcel.ino González
Ordófiez, Madri.d, lnsl.i.tuto de Estudios l’ollí~ticos, 1967, Libro 1,
cuestión T\j. art. II, pág. 31.
(66) Suárez, Francisco, “De legibus”, Libro III. cap. 1, 12, Pág.
201.
438
págs. 21 a 24.
439
(105) Grocio, Hugo, “De iurr praedae”. Libro 1, cap. II. pág. 14.
(196) Bossuet, “Política”. Libro 1, art. ll, PrOP. 11, Pág. 26.
(108) Bossue~t, “Política”, Libro 1, art. III, prop. IV, Pág. 29.
(199) Bossuet, “Política”, Libro 1, ar,L. III, ProP. Il, Pagx 28.
4 40
(111) Bossuet. “Política”. Libro 1. art. II. prop. 11, pág. 26.
(112) Bossuet. “Polí~tica”. Librn 1. art. 11, prop. 111, pág. 27.
(115) Uossuct, “Politica”, L..ibro 1. art. lll, prop. 11, pAg. 28.
(117) Bossuet. “Política”. Libro 1. arI. I1H, prop. III, PBg. 29.
(118) Bossuet, “Polí:tíca”, Libr0 1, art. 111. prop. IY, pág. 29.
(1.20) Bossuet. “Política”. Libro 1~. al-t. 111. pr0p. I\‘, Pág. 29.
(121) Bossuet, “Política”, Libro II, art. 1, pro{>. II, Pág. 44.
(122) Bossue , “Política”, Libro I..L, art. 1, prop. III, Pág. 45.
(123) Bossue , “Política”. Libro II, ar~t. 1, prop. 111, Pób. 46%
(124) Bossuet, “Política”, Libro II, art. I, prop. IV, pág. 47.
(128) Moreau. C., "Choix de MnzarinadPs", 'I‘. I. págs. 246 ;\' sgs.
(1.33) Moreau, C.. "Choix de Mazarinades", 1‘. II, Págs. 460 Y sgs.
442
271 y sgs., y 294 y sgs
4 43
(155) Joly. C., “Hecueil. de ?laximes”, capítulo V. p&gs. 68 y sgs.
444
primeros aparecieron en 1688 y contienen las cartas escritas por
Jurieu desde el 1 de sep~ti.embrr de 1686 al 15 de agosto de 1688.
En el tercer volumen se encuentran las cartas escritas desde el
1 de septiembre de 1668 al 21 dr julio de 1689.
(1~74) I~lobhes. Thomas “De ci.vr”, capí.tuio 1. arC. IO, págs. 201 Y
202,
446
(185) UossueL, “Política”, Libro 1. art. III, prop. V, Pág. 30.
(1Rfj) Bossuet, “Polí~tica”, Libro 1~ art. III, ProP. \;, Pág. 30.
(187) Rossuet. “Política”. Libro 1. arL. III., Prop. VI. Pág. 31.
(1~90) Hohhes, Thomas, “De ci.ve” , caPí.~tuIo VI , art . 20, págs. 243
y 244.
( 19:l) Ilobbes, ‘Thomas, “De cive” , capí tul« Vl, arl. 13, Págs. 238
y 239.
( 1g2) klobbes, Thomas, “De cive” , cal)í,tu.Lo Vl , art I 14 < Pág. 240.
( 193) Mohbes, Thomas. “De rive” , capítulo VI , ar~t . 16, pág. 241.
(:194) Ilobhes, Thomas, “De cive”, capítulo VI, art, 15, Pág. 240.
(195j Ilobbes, Thomas, “De cive” , c.apítu1.0 VI, art . 20, pág. 244.
( 1.96) Ilohbes, Thomas, “De civr” , capitulo VII, art . 15, Pág. 249.
(197) Ilohbes, Thomas, “De cive”, capítulo VII, art. 12, Pág. 248.
(198) I-lobbes, Thomas, “De cive” , capítulo X, art, 1.7, pág. 269.
447
(200) Filmer, Robert, “Pa.triarca”, capítulo II, págs. 4fì y 47.
448
(21.2) De la I-logue,tte, Fortin, “Les é1Líments de la pol.i.~Lique selon
les principes de la naturr”. capítulo XIX, págs. 350 y sgs.
(224) Bossue~t. “Polí~tica”. Libro II, art.. I, prop. XII, pág. 52.
(225) Bossue,t. “Polí~ti.ca”, Libro III, art. II, proe. I, P&A. 55.
449
pág. 19.
(227) l3ossuc~c, “Po1 ..í,lica” I.,ihro 11. arL. 1, prOp. 1,. p&. 44.
(228) Bossue~L, “Po:títica” Libro II, ar~t. 1, pro&). II, Pág. 44.
(229) Bossuct , “Polí,~tica” Libro 1, srt. II > prop. I < pág. 24.
(232) Ilossuet, “Política” Lj.br0 III, CrL. III, prop, III, pág.
60.
(233) ~ossuet, “Política”. Ljhro I\;, at’t. 1, prop III, Pág. 74.
(235) Nicole, “Essaj.s de Mor-ale”, Paris. 1733, ?‘OmO l.I, págs. 154
a 156.
(238) Bossuet , “Política” , Libro VII, art. VI, prop. I, PáGS. 1.83
y 186.
(239) Bossuet, “Política”, Libra VII, art. VI, PrOP. II, Pág
186.
450
(240) Bossuel. “Política”. Lihro VII, art. Vl. Prop. IIl, Pág.
188.
(242) ~ossue,L, “Política”. Libro VI1 , arl. VI., ProP. VII < Pág.
189.
(243) Bossuel, “I>oli,tica”. Libro !:11, art. \‘I 1 Proa. \:IlI, PaB.
1~9 0
(244) Bossuet, "pol.<tica". Libro VII, art. VI, ProI). IX, PaJZ.
190.
(246) BOSSU~~, “Política”. Libro VII. art. VI, erop. X, Pa&?. 191.
(247) Bossuei., “Polí~tica”. Libro VII, arl. \;l, prop. XI, pág.
192.
(248) Bossuet, “Política”, Libro VII, art. VI, ProP. XII, Pág.
192.
(249) Bossuet > “Folí~tica”, Libro VII, art. VI, ProP. X’III, Pa!&.
193.
451
(252) Báiiez. Domingo, “Schoiastica commentnria in Primam Parten1
et Secundarn Secundae Angelici doct0ri.s 1). Thomae”, edición de L.
Urbano, Val,encia, 1934.
(254) Suárez, Francisco, “Defensio L‘idei”, Li~bro 1 ll, cap. II, nCJ
2, pág. 217.
(260) Suárez, Francisco, “De~fensi o fidei.” > Libro III, cap. TI, n0
6, pág. 219.
452
(26~3) De Vitoria, Francisco. “De potestate civi.li”, VIlI, PB&. 6.
(274) Bossuet, “Política”, Libro 1, art. III, prop. IV, Pág. 29.
453
(276) l3ossuet, “Quinta Advertencia”, capítulo LV, pag. 333
(279) Bossuet, “Política”, Libro 1.. ar’t. III, prop. \‘. pág. 39.
(279) I~ossue~t, ~~I~oI,itica”, Libro IV, art. 1. prop. VII. Pág. 76.
(296) Bossue.t, “Política”, Libro 1. art. IV, ProP. III, Pág. 32.
(289) Bossuet. “Política”, Libro 1, art. IV, prop. IV. pág. 32.
(299) Bossuet, “Folítica”, Libro I, art. IV. ProP. VI. Pág. 33.
454
(291,) Bossuet, “Polí.L.ica”. Libro 1, art. IV, prop. Vil. pág. 33.
(292) BOSSIJ~~, “Polí~tica”, Libro 1, art. I\!, prop. VIII, Pág. 34.
455
(303) De Aquino, Santo Tomás, “Opúsculo sobre el gobierno de los
príncipes”, Libro l., capítulo VI, pág. 263.
(310) De Mariana, Juan, “De rege e,t regis ins,t.i tu tiene” , edición
y estudio preliminar de Luis Sjnchez Agesta, Madrid, Centro de
Estudios Constitucional.es, 1981, Li~bro 1 , capí.tulo V, pág. 60;
capítulo VI, pág. 70: capítulo VII, pág. 86.
456
capítulo V, pág. 106.
(316) liobbes, Thomas, “Be cive” , capítulo XII , ur’L. 1, pág, 274.
(317) Hobbes. Thomas, “Be cive”, capitulo XII. art. 3, pág. 275.
(321) Bossuet, “Polí~tica”, Libro VI. art. ll, prop. V. pág. 139.
(322) Bossuet, “Política”, Libro VI, art. II, prop. VI, pág. 140.
(323) Bossuet, “Política”, Libro VI, art. III, prOP. I,, Pág. 143.
(324) Bossuet, “Política”, Libro \;I. art. III, prop. II, P8g.
145.
(325) Bossuet, “Políti.ca”, Libro 11, art. 1, prop. XII, pág, 52.
(326) Bossuet, “Política”, Libro II. ar~t. 1. prop. XII, Pág. 52.
(327) Bossuet, “Política”, Libro VI. art. II, prop. 1, pag. 135.
457
(328) Bossuet. "Quinta Advertencia", capítulo XxX111, pág. 289.
(332) Bossuet, "Poli~Lica", Libro VII, art. 11. PrOP. III. Pág.
149.
(336) Bossuet. "Politica", Libro VI, art. II, prop. II, pág. 136.
(336) Bossuet, "Política". Libro IX. art. 111, ProP. VI, páb.
233.
(339) Bossuet, "Política", Libro IX, ar,t. III, proP. VI, Pi%.
233.
(340) Bossuet, "Política". Libro VI, art. III, ProP. II, Pág.
146.
(341) Bossue ~t < “PO1 -ítica", Libro VI, art. III, ProP. II, Pág.
146.
458
(34'2) Bossuet, "Política", Libro III, art. III, prop. XIV, pág.
70.
(346) Bossuet, "Política", Libro II, ar.L. 1, prop. IV. pág. 46.
(346) Bossue.t, "Política", Libro II, act. II, prop. I. Phg. 53.
(349) Bossuet, "Polí,tica", Libro II, art. 1, prop. IV, pág. 47.
(350) Bossuet, "Política", Libro II, art. II, prop. II, pág. 54.
(355) Bossuet, "Política", Libro II, ar.l¿. 1. prop. IX, pág. 50.
459
(358) Bossuet. "Política". Libro II, art. 1. prop. VI, phg. 48.
(361) Bossuet. "Política". Libro II, art. 1, prop. II. pág. 44.
(363) Bossue.t, "Política", Libro II, art. I, ProP. III, Pág. 46.
(364) Bossuet. "Política", Libro II, art. I, PrOP. IV, Pi!@. 47.
(363) Bossuet, f8Política", Libro II, art. I. PrOP. IV. p6g. 47.
(367) Bossuet, 'Política", Libro II, art. I, ProP. VII, P@. 49.
(368) Bossuet. "Política", Libro III, art. II, ProP. I. Pág. 55.
(370) Bossuet, "Política". Libro III, ar~t. II. P~OP. II, Pág. 56.
(371) Bossuet, "Política", Libro III, art. II, ProF. III, PfW+
56 y 57.
(372) Bossue,t, "Política', Libro III, art. II, ProP. III, Pág.
57.
(373) Bossuet, "Política', Libro III, art. Il, ProP. IV, P&s. 67
y 58.
460
(374) Platón, “La República”, IX, 387. pág. 340.
461
VII, págs. 76 y 77.
(390) Bossuet, “PoI.í~tica”. Libro IV, art. II, prop. IV, págs. 84
y 85.
(393) Bossuet, “Política”, Libro VIII, art. II, ProP. II. Pág.
199.
(396) Bossuet, “Politi.ca”, Libro VIII, art. II, ProP. III. Págs.
199 y 200.
Hobbes, Thomas, “De cive” , capítulo VI, art. 15, pág. 240.
(400) Bossuet, “Políti.ca”, Libro X, art. VI, ProP. II, Pág. 290.
462
(401) Bossuet, “Política”, Libro V, art. 1. proposi~ciones 1 a
XVIII, págs. 86 a 104.
(406) Bossuet, “Polí~L:ica”, Libro VI, art. 1, ProP. IV, Phg. 132.
(411) Bossuet, “Política”, Libro VI, art. 1, prop. III, pág. 132.
(412) Uossuet, “Política”, Libro VI. art. 1, ProP. II, Pág* 131.
(413) Bossuec. “Política”, Libro VI, art. II, proP. 1, Págs. 135
463
y 136.
(416) BossueL, "Polí-tica". Libro VI, ar~k. II, ProP. IV, Pág. 137.
(417) Bossuet, "Poli.L.ica", Libro VI, art. II, ProP. VI. Pá6. 141.
(418) Bossuet, "Política", Libro VI, art. II. ProP. III, Págs.
136 y 137.
464
CONCLUSIONES
465
Con nuestro estudio hemos pretendido aproximarnos al
pensamiento de Bossuet. el cual es tan rico y complejo que nos ha
obligado en algunos casos a tratarlo de manera esquemática.
Asimismo, ha sido nuestra intención el ponerlo en relación con
las doctrinas existentes en su época, así como con las que se
produjeron antes de sus pronunciamientos.
467
pueblo, como cuerpo organizado.
468
de la renuncia al derecho de apoderarse por la fuerza de lo que
les conviene. La meta de esta cesión fué la consecución del libre
desarrollo de los hombres en la búsqueda de la felicidad, N
resultado, la creación del Estado, el cual detentaría la
tot,alidad del poder, sin compartirlo con el pueblo. Este tendrã,
únicamente, lOS derechos que provengan de la autoridad
legítimamente constituída.
469
sociedad", y todos los gobiernos son, por lo tanto, de derecho
divino, porque todos son permitidos por Dios y todos, por la
parte de autoridad que contienen, agradan a Dios, que quiere el
orden y los autoriza, porque mantienen la unidad y la paz en la
sociedad. "Por ello, afirmará Bossuet, Dios toma bajo su
protección a todos los gobiernos constituidos, sin parar mientes
en la forma en que han sido establecidos. El que intenta
derribarlos no sólo es un enemigo público, sino .también un
enemigo de Dios".
470
vez efectuada ésta, terminará la soberanía del elector, y sólo
podra volver la soberanía al pueblo cuando haya finalizado el
efecto de la translación: extinción de la familia real :
liberación del yugo extranjero que deja al pueblo sin jefe: etc.
471
- En relación con la cuestión de la pérdida del poder, y
refiriéndonos en concreto al derecho de resistencia, diremos que
Bossuet tras reconocer que: “No existe forma de gobierno, ni obra
humana que sea perfecta”, sierrta el principio de que: “Debe haber
adhesión hacia la forma de gobierno que esté establecida en el
país”, aconsejando: “Permanecer fieles al Estado que por más
largo tiempo haya adoptado el pueblo”. Para Bossuet tienen poca
entidad los posibles defectos del gobierno. El criterio necesario
y suficiente para que se respete al Gobierno es su larga duración
consagrada por el. uso. Además 1 para él. todas las formas de
gobierno son válidas. Por ello, llevando este princi.pio hasta su
conclusión más lógica, afirmará que incluso los reyes impíos
deben ser objeto de una obediencia absoluta, ya que es Dios quien
crea los poderes. En consecuencia con-lo anterior, exigirá la
obediencia de los gobernados. Ni siquiera para defender la
religión cabe la posibilidad de tomar las armas, como lo
demuestra la conducta de 1.0s primeros cristianos. Toda autoridad
viene de Dios, y la palabra de Jesucristo: “Dad al César lo que
es del César y a Dios lo que es de Dios”, se convierte, para él,
en el principio de la obediencia exigible a los gobernados,
incluso en los momerrtos más difíciles, como fueron las
persecuciones. Son estas consideraciones las que hacen que
Bossuet se proponga erradicar el principio de rebelión,
ofreciendo, única y alterna,tivamente. la oración y la paciencia
como formas de oposición al poder público, y que ni siquiera se
plantee la cuestión del tiranicidio, ya que, atentar contra la
vida de un rey es cometer un sacrilegio, dado que su persona es
tan sagrada como su función.
472
"Política", sostendrá: "Sólo hay una excepción en la obediencia
debida al príncipe: Cuando éste ordena algo contra la autoridad
de Dios".
473
por el pueblo es un atentado que ha,rá responsables a sus autores
ante Dios y ante los hombres, Es más, niega la posibilida,d de
cambiar o modifj.car la forma de ejerci.cio del poder en el
supuesto de una república, e incluso en una democracia donde la
asamblea del pueblo fuese soberana. Sin embargo, si este cambio
tiene lugar, es al tiempo al que le corresponde otorgar
legitimidad al nuevo gobierno.
474
ejemplos de la historia sagrada y profana, afirmando, además, que
no existe ninguna república que no haya estado con anterioridad
sometida a algún monarca. Para Bossuet, el gobierno monárquico es
el mejor. Si es el más natural, será consecuentemente el más
duradero y por ende, también el más fuerte. Asimismo es el que
mejor se opone a la división, que es el mal esencial de los
Estados y la causa más segura de su ruina: “Todo reino dividido
en sí mismo, perecerá; toda ciudad y toda familia dividida en si
misma, no sobrevivirá”. Pero de todas las monarquías, la que
prefiere es “la sucesoria o hereditaria, sobre todo cuando se
transmj.te de varón a varón y de primogénito a primogénito”, ya
que ésta cuenta para Bossue,t con tres ventajas principales: “Tres
argumentos nos demuestran que esta forma de gobierno es la mejor.
El primero es que resulta la más natural, al perpetuarse por sí
misma. . . está dentro de la naturaleza que el hijo suceda al
padre. El hombre muere, pero la institución permanece. El mejor
de los gobiernos es el que está más alejado de la anarquía. El
segundo argumento que avala esta .forma de gobierno es la
consideración de que se trata del más apropiado, para interesar
en la conservación del Estado a los poderes que lo guían. El
príncipe que trabaja en beneficio de su Estado, trabaja en
beneficio de sus hijos y el amor a su reino le resuNa natural al
estar ligado con el amor a su familia. El tercer argumento está
sacado de la dignificación de las casas en las que la corona es
hereditaria”.
475
gobierno. "Además de la monarquía, dirá en la "Política", hubo
otras formas de gobierno. La historia nos habla de numerosas
repúblicas, entre las gobernadas por todo el pueblo eran llamadas
democracias, y las gobernadas por una minoría de nobles,
aristocracias. Las formas de gobierno se mezclaron de diversas
maneras, y formaron Estados mixtos... En determinados pasajes de
la Escritura, encorrtramos que la autoridad reside en una
comunidad", y, refiriéndose de nuevo a la realeza en la "Quinta
Advertencia", man,tendrá lo siguiente: "No pretendo discutir que
no pudiera haber o,tra forma, ni examinar si ésta es la mejor por
si misma: al contrario, sin perderme aquí en vanas
especulaciones, respeto en cada pueblo el gobierno que el uso ha
consagrado, y que la experienca ha señalado como el mejor. Así,
no me opongo a que varios pueblos hayañ hecho o pudieran haber
hecho excepción con el derecho común de la realeza, o si se
quiere, imaginar la realeza de otra forma, y atemperarla más 0
menos según el genio de las naciones y las diversas
constituciones de los estados".
478
independencia divina. Sólo Dios puede juzgar a sus personas y a
sus juicios. El príncipe puede corregirse a sí mismo cuando
descubre que ha obrado mal, pero contra su autoridad.sólo puede
apelar su propia autoridad. No hay ninguna fuerza coactiva contra
el príncipe que pueda constreñir y limitar lo que ordenó
legítimamente. Sólo al príncipe pertenece el poder legítimo; a él
solo pertenece también la fuerza coactiva. El príncipe es el
único que debe llevar armas en el Estado: de lo contrario, todo
es confusión y el Estado cae en la anarquía. Para Bossue~t, la
institución del soberano implica la posesión de todo, de la
soberana autoridad de juzgar y de la totalidad de las fuerzas del
Estado, encontrando su justificación en la necesidad que tiene el
pueblo de vivir en paz, ,tranquilidad que no sólo requiere la
ausencia de enemigos en el exterior, sino en el interior del
Estado.
479
príncipe, pero el príncipe no debe temer más que obrar el mal. El
temor es un freno necesario para los hombres, por culpa de su
orgullo y de su natural. indocilidad. Es necesario que el pueblo
tema al principe; pero si el príncipe teme al pueblo, el Estado
perece. La au,toridad real debe ser irrefutable. Nadie esta seguro
en un Estado donde existe alguna autoridad capaz de imponerse al
orden público y poner trabas a su acción, La firmeza es uno de
los caracteres de la realeza. La firmeza es totalmente necesaria
para Bossuet, ya que el gobierno de 1.0s hombres es difícil. Pero
esta firmeza en las decisiones y en el comportamiento no
significan necesariamente dureza, ya que si se lleva demasiado
lejos puede llegar a convertirse en un terrible azote de Dios
para los reyes y para los pueblos. No obstante, señalará que eJ
verdadero contrapeso de la au.toridad es-el temor de Dios, ya que
el príncipe sólo debe temer a Dios y temerle más que a nadie.
Para establecer firmemente el orden público y consolidar un
Estado, el príncipe ha recibido un pod,er independiente de
cualqui,er otro poder existente sobre la tierra, pero no por ello
debe ofuscarse ni olvidarse de que cuanta menor cuenta tenga que
rendir a los hombres, mayor cuenta habrá de rendir a Dios.
480
cuando los ciudadanos han nacido esclavos, es decir, cuando son
verdaderos siervos, y no hag hombres libres en.tre ellos. La
segunda, cuando no existe propiedad privada, y todo pertenece al
príncipe, no existiendo derecho de sucesión, ni siquiera de
padres u hijos. La tercera, cuando el príncipe pued,e disponer a
su capricho, no sólo de los bienes, sino también de la vida de
los súbditos, como si fuesen esclavos. La cuarta y última se da
cuando no existe más ley que la voluntad del soberano. Analiza,
posteriormente. las dos primeras condiciones indicadas,
declinando al hacerlo en lo que se refiere u las dos últimas por
considerar se hallan contrapuestas a los principios generales de
la humanidad y sociedad, señalando, a este respecto, que en el
gobierno legítimo todos los hombres son libres, y que la
propiedad privada es legítima e inviolable.
481
lugar, ningún poder humano puede obligar al soberano, quien, en
este sentido, es totalmente independiente; en segundo lugar, todo
está sometido a las leyes y al juicio de Dios: en tercer lugar,
existen leyes en el Estado, fundamentales, contra las cuales todo
lo que se hace está fuera de las normas jurídicas, es decir, no
hay posibilidad de contravenirlas: en cuarto y último lugar, cada
uno es legítimo poseedor de sus bienes, sin que quepa la
posibilidad de poseer nada en contra de las leyes, cuyo objetivo
primordial estriba en impedir la injusticia y la violencia. Y,
podríamos afirmar, esquematizando cuanto hemos indicado del
carácter absoluto de In autoridad real, que el principio de
soberanía absoluta del rey, su sumisión a las leyes naturales,
divinas y humanas, el respeto por la propiedad y por la libertad
de sus súbditos, se convierten en las leyes fundamentales de la
monarquía. No obstante, aunque Bossuet invoca la existencia,
imperatividad e inquebrantabilidad de las leyes fundamentales, no
nos dice quien anulará los actos de un rey omnipotente que sean
contrarios â estas leyes, y no acepta que los hombres busquen los
medios de asegurarse contra las tentaciones de los príncipes,
admitiendo únicamente lo que denomina remedios generales, es
decir, el. temor de Dios, la religión y la piedad.
482
fundamentalmente el de la ley, ya que el príncipe ha nacido para
juzgar; saber aconsejarse; consultar el tiempo pasado; tener
presente la propia experiencia; resolver por sí mismo con
decisión; y. dejar lo demás en manos de la Providencia. Nada
escapa a la voluntad divina, Bossuet ya nos lo dijo en el
"Discurso sobre la Historia Universal": '"Dios tiene desde lo más
alto de los cielos las riendas de todos los reinos; tiene todos
los corazones en su mano: tan pronto refrena las pasiones como
les afloja la brida: y con ello remueve a todo el genero
humano... Así es como reina Dios sobre todos Sos pueblos. NO
hablemos más del azar ni de la fortuna, o hablemos solamente de
ella como si fuese sólo un nombre con el que encubrimos nuestra
ignorancia. Lo que es azar respecto a nuestros consejos
inciertos, es un designio concertado con un consejo más alto".
483
a la realeza. Para Bossuet. la persona del rey es sagrada; el
príncipe debe ser amado como un bien público: el prlncipe es un
bien público que debe ser guardado celosamente: el Estado y el
príncipe están íntimamente unidos. Todos estos atributos son los
cauces necesarios que harán confluir en el pensamiento de Bossuet
uno de sus principios más significativos: "El Estado reside en la
persona del príncipe, y en el príncipe reside el poder y la
voluntad del pueblo". Por esta razón. el servicio que se debe al
príncipe y al Estado es inseparable, y por ello, el príncipe ha
de ser obedecido en servicio del Estado. De ahí, el principal
deber impues,to a los súbditos, deber que, a su vez, engloba a los
restantes: "Los súbditos deben al príncipe entera obediencia, ya
que < no hay nada que esté mejor fundado en la palabra de Dios que
la obediencia debida, por principio de religión y de conciencia,
a los poderes legítimos".
484
Bossuet al hijo del gran rey, en el respeto a las leyes y en el
amor a su pueblo, fué magistral.
485
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500
INDICE
501
CAI'IT1ILO CUARTO.- OBRA POLITICA ...................... pág 241
l.- CUESTIONES PRELIMINARES ...................... pág 243
502
2.- LA AUTORIDAD: ORIGEN, NATURALEZA Y CARACTERES
DE LA AUTORIDAD REAL ..,.,<......,........,... Pág. 394
503