Calarco Animalidad PDF
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Matthew Calarco
Departamento de Estudios Clásicos, Filosofía y Religión
Sweet Briar College, Sweet Briar, VA 24595
mcalarco@sbc.edu
Resumen
En años recientes Derrida ha dedicado una considerable cantidad de
sus escritos al abordaje de la “cuestión animal”. Con más que menos
frecuencia, esta cuestión aparece en la lectura que hace Derrida de
Heidegger. Para apreciar las implicaciones de la pregunta que plantea
Derrida con respecto a Heidegger, en este ensayo ofrezco algunas
observaciones iniciales a la cuestión animal en la lectura que hace Derrida
de Heidegger. El ensayo comienza con un detenido análisis de uno de los
primeros ensayos de Derrida, “Los fines del hombre”, donde se lee la
Carta sobre el humanismo de Heidegger en términos del motivo de lo
“propio” del hombre. Tomando entonces como punto de partida esta
lectura derrideana del humanismo de Heidegger, regreso a la Carta para
hacer visible la manera en que Heidegger distingue lo “propio” del
hombre de lo “impropio”, esto es, la animalidad. Esta lectura revela que,
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A lo largo de este ensayo utilizo el término “hombre” dado que es una cita tanto de
los textos de Derrida como de los de Heidegger, y también para subrayar que lo que está
en juego en este ensayo es el “hombre” de la metafísica occidental, una concepción del
humano que ha sido tradicionalmente restringida no solo a aquellos seres considerados
humanos sino también masculinos.
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(N.T.) Dado que el autor cita de las traducciones al inglés, tanto en el caso de
Derrida como en el de Heidegger, he decidido no citar de las traducciones al castellano
para mantener el texto traducido lo más cercano al de Calarco que sea posible. De este
modo, se hace posible que los lectores sigan de cerca las lecturas que el autor, a través del
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close reading, hace de los textos que, con contadas excepciones, no aparecen en el lenguaje
original sino en la traducción al inglés. Figuran entonces las citas originales de Carlarco,
que son las traducciones al inglés, y ofrezco una traducción de esos pasajes a modo de
referencia rápida para los lectores.
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Exploro esta cuestión más extensamente en una monografía de próxima
publicación, titulada El animal después de Derrida.
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Ver también Lacoue-Labarthe y Nancy, 1981, para una serie de ensayos que
responden al texto de Derrida.
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“If the question about Being is to be explicitly formulated and carried through in
such a manner as to be completely transparent to itself, then any treatment of it in line
with the elucidations we have given requires us to explain how Being is to be looked at,
how its meaning is to be understood and conceptually grasped; it requires us to prepare
the way for choosing the right entity for our example, and to work out the genuine way
of access to it. Looking at something, understanding and conceiving it, choosing, access
to it – all these ways ofbehaving are constitutive for our inquiry, and therefore are modes
of Being for those particular entities which we, the inquirers, are ourselves. Thus to work
out the question of Being adequately, we must make an entity – the inquirer [des
fragenden] – transparent in his own Being. The very asking of this question is an entity’s
mode of Being; and as such it gets its essential character from what is inquired about –
namely, Being. This entity which each of us is himself and which includes inquiring as
one of the possibilities of its Being [Dieses Seiende, das wir selbst je sind und das unter
anderem die Seinsmo¨glichkeit des Fragens hat], we shall denote by the term Dasein [fassen
wir terminologisch als Dasein]. If we are to formulate our question explicitly and
transparently, we must first give a proper explication of an entity (Dasein), with regard to
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its Being” [Si la cuestión del ser ha de ser explícitamente formulada y llevada adelante de
manera tal que sea completamente transparente con respecto a sí misma, entonces
cualquier tratamiento que se le dé en la línea de las elucidaciones que hemos brindado
requieren que expliquemos cómo ha de verse el ser, cómo ha de entenderse su sentido y
cómo ha de ser aprehendido conceptualmente; requiere que preparemos el camino para
seleccionar la entidad correcta para nuestro ejemplo, y resolver la manera genuina de
acceder al ser. Mirar algo, entenderlo y concebirlo, elegir, acceder a él –todas estas
maneras de comportarse son constitutivas de nuestra indagación, y por lo tanto son
modos del ser para aquellas entidades en particular que nosotros mismos, los inquiridores,
somos. Por tanto, para resolver la cuestión del ser adecuadamente, debemos hacer una
entidad –la entidad inquiridora – transparente en su propio ser. El hacer esta pregunta en
sí es un modo de ser de una entidad, y como tal debe obtener su carácter esencial de
aquello sobre lo que se inquiere – esto es, ser. La entidad que cada uno de nosotros es y
que incluye el preguntar como una de las posibilidades de su ser, la denominaremos con
el término Dasein. Si hemos de formular nuestra pregunta explícita y transparentemente,
debemos ofrecer primero una explicación apropiada de una entidad (Dasein), con
respecto a su ser]. (Heidegger, 1962: 26-7).
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Ver las citaciones de Derrida sobre el uso del nombre “hombre” en Heidegger para
describir al Dasein (1982: 127).
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“Esencialmente” se añade en la edición Gesamtausgabe de Wegmarken.
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Cf. también las líneas inmediatamente precedentes a la cita de De la gramatología en
el primer párrafo de este ensayo, donde paradójicamente Derrida define lo propio del
hombre como “not the proper of man: it is the very dislocation of the proper in general:
the dislocation of the characteristic, the proper in general…” [no lo propio del hombre:
es precisamente esta dislocación de lo propio en general: la dislocación de lo
característico, lo propio en general] (1974: 244).
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El propio Lacoue-Labarthe concede tal necesidad. Ver Lacoue-Labarthe, 1997: 60.
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Tomo prestado el término “hiperhumanismo” de David Farrell Krell. Ver Krell,
1992: 323, n. 23.
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Lacoue-Labarthe le pregunta a Derrida sobre su lectura de Heidegger en “Los fines
del hombre”, “…in the name of what must one do this?” [En nombre de qué debe uno
hacer esto?]; es decir, cómo se decide, qué lo obliga a uno a decidir, sobre qué debilidades
enfocarse “in a text subject to the abyssal ‘logic’ of the question of being?” [en un texto
sujeto a la 'lógica' abismal de la pregunta por el ser?] (Lacoue-Labarthe, 1997: 77).
Mientras que ciertamente no puedo responder por Derrida (él ofrece su propia no-
respuesta, su respuesta sin respuesta, en la discusión que sigue al trabajo de Lacoue-
Labarthe), yo de cualquier manera respondería que uno debe, o al menos yo me siento
obligado a enfocarme en aquellos puntos débiles del texto de Heidegger que reproducen y
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the human way ‘to be’ [nur von der menschlichen Weise zu ‘sein’]. For as
far as our experience shows, only the human being is [der Mensch allein
ist] admitted to the destiny of ek-sistence [in das Geshick der Ek-sistenz
eingelassen].” [La ek-sistencia solamente puede decirse de la esencia del ser
humano, esto es, solo de la manera humana 'de ser'. Porque así como lo
muestra nuestra experiencia, solo al ser humano se le admite el destino de
la ek-sistencia]. ¿Por qué esta insistencia de/en el hombre? ¿Desea
Heidegger simplemente establecer que la metafísica ha pasado por alto
una y otra vez la esencia del hombre como ek-sistencia? Ciertamente,
pero tal vez no sea esta la única razón. Si recordamos las observaciones de
Derrida sobre el aspecto excluyente de la lógica de lo propio, no debería
sorprendernos ver que Heidegger también se empeña en separar
decisivamente lo propio del hombre de aquello que es impropio. Y, para
Heidegger, lo que no pertenece propiamente a la esencia del hombre es
animalitas. La definición metafísica del hombre como animal rationale ha
permitido que esta distinción esencial pierda claridad, y este es otro
motivo por el cual se la critica en la Carta. Por tanto, quisiera sugerir que
la restauración de la esencia y la dignidad del hombre que propone
Heidegger consiste tanto en volver a colocar al hombre en un relación de
pensamiento con el ser como en abrir una fosa (o, como veremos, un
abismo) entre la esencia del hombre y la esencia del animal basándose en
esta misma relación.
Esta observación obtiene nuevo sustento cuando Heidegger entra a
discutir la corporeización (1998: 247ff.). Heidegger argumenta entonces
que el cuerpo humano, en su esencia, debe ser visto como algo aparte del
cuerpo de un organismo viviente. Insiste en este punto porque son los
cuerpos humanos (que de tantas maneras son tan similares a los cuerpos
de otros seres vivientes – especialmente a los cuerpos animales) los que
nos incitan a entender el ser del hombre en términos de animalitas. De
acuerdo con Heidegger, sin embargo, el cuerpo humano y el cuerpo
animal, a pesar de ciertas similitudes anatómicas y fisiológicas, son
diferentes en su esencia: “The human body is something essentially other
than an animal organism [Der Leib des Menschen ist etwas wesentlich
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Entre otras instancias, ver Heidegger, 1995: 264.
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tan cercano al suyo. Lo que está en juego en esta crítica se vuelve más
claro, sin embargo, si la recuperación del humanismo de Heidegger se
ubica lado a lado con las preguntas derrideanas sobre lo propio y lo
animal. Desde este doble lugar de indagación, uno podría adherir, en
clave derrideana, casi sin ninguna reserva, a las preguntas que Heidegger
dirige al humanismo metafísico; pero cuando Heidegger ofrece su propia
determinación de lo propio del hombre, cualquier adhesión a su tren de
pensamiento debe ser limitada y subsecuentemente cuestionada. Aun
hasta la más mínima determinación presupone una delimitación,
inscripciones de propiedad e impropiedad –esta es una de las lecciones
principales de los análisis de Derrida sobre la lógica de lo propio. E
incluso cuando la determinación es tan equívoca e indeterminada como
“la esencia del hombre es la ek-sistencia”, donde la propiedad y la
impropiedad se encuentran entrelazadas de tal manera que no puede
decirse que ninguna de las dos predomine sobre la otra, es necesario no
obstante mantenerse alerta con respecto a qué tipo de líneas están siendo
trazadas. Por supuesto, la definición no metafísica del hombre de
Heidegger parece ser lo suficientemente amplia como para no dar lugar a
ninguna preocupación por la exclusión. La ek-sistencia no está parcelada
de manera desigual de acuerdo con ninguna de las líneas que
tradicionalmente han separado un grupo de seres humanos de otro (clase,
raza, sexualidad, género, etc.); su lugar es anterior a estas distinciones.
Pero sí instituye, y es en sí instituida, según una cuestionable línea
divisoria que separa el hombre y el animal. Leer el texto de Heidegger
desde la perspectiva de la cuestión animal permite descubrir esta línea
oposicional y rastrear los axiomas que subyacen la retórica de los abismos
y las diferencias esenciales en Heidegger.
Si llevamos esta idea más lejos, hallamos que la línea divisoria entre
animal y humano reaparece en el texto de Heidegger cuando pasa a
analizar el lenguaje. Cuando Heideger pone en cuestión la definición
metafísica del hombre como animal rationale, lo hace, por supuesto, con
un ojo puesto en la más primordial comprensión que tenían los griegos
del hombre como zoon logon echon, el animal que tiene lenguaje. Al
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como tales, del modo en que los seres humanos con lenguaje y mundo son
capaces de hacerlo. Sin el lenguaje, que simultáneamente distancia al
hombre de su entorno circundante y lo aproxima al ser, las plantas y los
animales permanecen en su medio ambiente respectivo y siguen
“meramente” viviendo sin acceso al ser de otros seres o a su propio ser.
La explicación metafísica-animal de la esencia del hombre abarca la
cercana relación entre ser y lenguaje que se postula aquí pero al mismo
tiempo desatiende la esencia ek-sistente del hombre. Según Heidegger, la
esencia del lenguaje debe entenderse como el “clearing-concealing advent
of being itself” [el advenimiento que aclara-esconde del ser en sí] (1998:
249); o, como dice más adelante en el texto, traer cerca el ser “oc¬curs
essentially as language itself [west als die Sprache selbst]” [ocurre
esencialmente como lenguaje en sí] (1998: 253). Esta concepción
contrasta con la concepción tradicional del lenguaje como unidad
corporal (fonema o carácter escrito), alma (melodía y ritmo), y espíritu
(sentido). La definición del hombre como animal rationale correponde a
esta visión tradicional del lenguaje en la medida en que la constitución
del hombre se entiende en términos de cuerpo, alma y espíritu. Según
esta versión, es el cuerpo del hombre lo que pertenece al plano de la
animalitas y su capacidad de lenguaje y razonamiento son las marcas
específicas de su humanitas. La definición de la esencia del hombre como
animal rationale por tanto distinguen al hombre como la única y sola
criatura viviente con capacidad de lenguaje. Sin embargo, Heidegger
insiste en que el lenguaje no puede ser entendido como algo que surge de
la naturaleza animal del hombre; el lenguaje no es solo algo que se añade
a la esencia del hombre para distinguirlo de otras criaturas vivientes:
“…the human being is not only a living creature [nicht nur ein
Lebewesen] who possesses language along with other capacities. Rather,
language is the house of being in which the human being ek-sists by
dwelling, in that he belongs to the truth of being, guarding it”
[El ser humano no es solo una criatura viviente que posee lenguaje
así como otras capacidades. Más bien, el lenguaje es la casa del ser en que
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sino la esencia histórica del ser humano, la que está en juego por su
proveniencia de la verdad del ser. Entonces, la ek-sistencia del ser
humano, no rige o cae también en este juego? Así es, efectivamente.]
(1998: 261)
En aquellos textos donde Derrida explícitamente trata la cuestión de
lo animal en el discurso de Heidegger, el asunto será casi siempre
responder a las varias manifestaciones y múltiples efectos de esta forma
más sutil y rigurosa del humanismo. En consecuencia, la cuestión del
animal tal como la postula Derrida no debe ser entendida como un
intento de, simplemente y sin pensarlo, asimilar a Heidegger a las formas
menos rigurosas del humanismo metafísico que, por otro lado, el propio
Heidegger ha delimitado. Ubicar a Heidegger en esta clausura sería pasar
por alto sus diferencias con esa tradición. Allí donde los humanismos
clásicos se han contentado con determinar el ser del hombre a la luz de
una determinación presupuesta de la naturaleza y la humanidad,
Heidegger ha cuestionado fuertemente el fundamento de esas
determinaciones, exponiendo así la complicidad del humanismo con la
metafísica y ofreciendo a la vez una nueva determinación de la esencia del
hombre como ek-sistencia. Con esta crítica al humanismo y la
concepción de ek-sistencia Heidegger nos da la posibilidad de entender
más claramente el colapso de la teoría de los valores y el nihilismo que la
acompaña, y también la posibilidad de formular una “ética” alternativa,
otro pensamiento de la responsabilidad en sí misma, la responsabilidad
qua responsividad o ex-posición 13.
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Debemos recordar que esta concepción de la responsabilidad puede leerse en
términos de una responsabilidad para con los seres más allá del hombre, esto es, para con
los “animales” y otras entidades, para con todos los Otros. De hecho, hay un sentido en el
que la responsabilidad heideggeriana puede entenderse como infinita de un modo que
sumplementa y va bien más allá de la concepción de Levinas de la responsabilidad
infinita. Para Levinas, la responsabilidad es infinita en la medida en que nunca puede ser
completamente asumida o lograda – desde esta perspectiva la conciencia en paz es
imposible. Pero la responsabilidad sigue siendo finita en el texto de Levinas en la medida
en que esté limitada solo al hombre. La concepción de Heidegger de la responsabilidad
posiblemente podría tener un impacto sobre esta limitación del trabajo de Levinas. Para
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ver más sobre este proyecto ver Llewelyn, 1991:13. Debemos notar que es este sentido
específico del antropocentrismo – en que el animal se determina oposicionalmente en
relación al hombre, y se mide por encima y en contra del ser del hombre – el que se
mantiene en el pensamiento de Heidegger. Está claro que Heidegger abiertamente desafía
otros sentidos del antropocentrismo, tal como un antropocentrismo en el que los seres
humanos ocupan un rol central y dominante en relación al ser de todas las otras
entidades.
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(N.T.) Mi énfasis. El uso de “entre” se repite más adelante y lo he señalado también
en cursivas. El original lee “between and among”. Ambos términos se traducen por
“entre”, pero en inglés la preposición “between” se utiliza cuando hay dos objetos y
“among” cuando hay más de dos. El autor enfatiza así la multiplicación que señala en
Derrida a partir de la disolución de la relación oposicional, pasando de un “entre” dos a
“entre” más de dos.
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Obras citadas
Heidegger, Martin. Being and Time. New York: Harper and Row, 1962.
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