Textos Discursos
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La relación de la antropología con el patrimonio tangible e intangible pasa por el tema del rescate
de la identidad, de conocer aquella “memoria de los pueblos” que nos transporta a un pasado histórico
y entender un presente que muchas veces no está claro para muchas de las “localidades olvidadas” de
Chile.
La identidad la entenderé, siguiendo a García Canclini (1995), como una “construcción que se
relata”, donde existen ciertos acontecimientos que son fundantes, casi siempre referidos a la pertenencia
y apropiación a un territorio por parte de un pueblo.
Así, se “suman las hazañas en las que los habitantes defienden ese territorio”; donde la
pertenencia a un lugar juega un rol importantísimo, lo que en las localidades más vulnerables se hace
más evidente, porque, desde mi perspectiva, son micro-realidades que reflejan la tendencia de una
sociedad mayor, marcada por la poca identificación con que el territorio donde se habita y por el proceso
de globalización donde los límites territoriales se desdibujan aún más.
La actividad como antropólogo, entonces, para lograr una buena inserción tanto en lo laboral
como personal en el rescate de esta “memoria local”, obliga a la participación y al involucramiento,
donde, siguiendo lo propuesto por Arnold (1991), el objetivo es poder acceder al mundo cotidiano donde
vive la comunidad, a fin de incorporarse e interpretar sus conversaciones, el ambiente o entorno y
participando de su “entramado cultural”, ya que el interés en los sistemas sociales, donde se debería
orientar parte de nuestras acciones a renovar las formas económicas, políticas y culturales para que se
basen en nuestras prácticas y no en planificaciones que desconozcan el entramado cultural local.
Llevado al plano de la cotidianeidad, al empezar a “escarbar en el pasado, con el fin de constituir
un museo comunitario permitió que se revalorizaran objetos, lugares y se buscara la historia de cada uno
de ellos, así como ver con nuevos ojos el entorno presente, lo que sirvió para retroalimentarse con el
grupo de trabajo en reuniones que muchas veces versaron sobre la identidad y qué era lo realmente
significativo en la comunidad y dónde se debían invertir el tiempo y energías” (Guevara 2000 a: 15).
De este modo, el patrimonio de un pueblo lo entenderé como “los modelos normativos y
valóricos que orientan acciones y experiencias, mediante los cuales hombres, mujeres y grupos, en una
localización societal e histórica definible, reaccionan antes sus y reducen su complejidad” (Arnold 1991:
81).
El reducir la complejidad de los entornos, involucra conocer el lugar donde se habita, para volver
a mirar con nuevos ojos lo que resulta cotidiano, para ir construyendo un discurso y relato sobre
identidad y localidad que sea propio de los mismos habitantes y se proyecte a la comunidad general(…)
El museo comunitario.
Chilenas y chilenos;
Esta noche quiero hablarles a todos los chilenos, a los chilenos de siempre. Esta noche quisiera que mi
voz llegara más allá de los que me apoyan o que tienen una posición distante de mi gobierno. Quisiera que mi
voz llegara a través del tiempo para alcanzar a los chilenos de ayer y a los de mañana. A los que ayer se fueron
defendiendo sus ideales, a los chilenos de mañana que serán los legatarios de nuestras obras, de nuestros
aciertos, de nuestras equivocaciones.
Sé que hoy la gran mayoría de mis compatriotas tienen un estado de ánimo de expectación y también
de esperanza.
Expectación, por lo que llegaremos a conocer; esperanza para que avancemos después de conocida
la verdad unidos tras un destino común.
Como ciudadano de este país yo también comparto este doble estado de ánimo de expectación y
esperanza. Viví -como muchos chilenos los trágicos hechos que el país sufrió a partir de 1973 y también anhelo
que el país ponga sus mayores talentos y energías en un futuro que pueda unirnos tras metas dignas para
nosotros, para nuestros hijos.
Como Presidente de la República tengo el deber constitucional y moral de poner todo lo que esté de
mi parte para avanzar en la búsqueda de la verdad y reforzar un clima de unidad. Durante estos meses he
pensado en este momento, en esta responsabilidad que recae sobre mis hombros, les pido que confíen en mí,
que me ayuden a tomar las decisiones correctas. Debo ser justo y consecuente. Es difícil lo intentaré con todo
lo que hay en mí.
Hoy vivimos un momento crucial en la lucha por hacer que se respeten los derechos humanos; una
larga lucha que se remonta al instante mismo en que se produjeron las primeras y masivas atrocidades.
Lo alcanzado es el fruto de un muy largo camino. Gracias a la acción abnegada y generosa, heroica a
ratos de muchos compatriotas que inspirados por el inolvidable testimonio del cardenal Raúl Silva Henríquez,
abrazaron desde el primer momento la causa de los derechos humanos y la defensa de la vida. Muchos de los
que en estos días, aquí en esta Palacio colaboraron conmigo analizando la información que recibí lo
comenzaron hace 27 años en el Comité Pro Paz. A ellos, a las instituciones a las agrupaciones que canalizaron
su acción, el país les debe gratitud. Gracias por ello.
Una vez que reconquistamos la paz, que iniciado el camino hacia la democracia, la Comisión Rettig
fue el primer gran esfuerzo para dar cuenta de la verdadera dimensión del drama de lo que había ocurrido, del
drama de los detenidos-desaparecidos.
Ese largo trayecto es el que permitió, en 1999, instalar la Mesa de Diálogo en la que se asumió el
compromiso de buscar la información, esa información que hace dos días el viernes 5 me fue entregada en
relación con nuestros compatriotas detenidos-desaparecidos. (…)
La información que he recibido es cruda y dolorosa; una información que habla de muerte,
sepulturas, sepulturas clandestinas, cuerpos arrojados al mar, a los lagos y los ríos de Chile.
Esta información dura como es, será de gran utilidad para que la Justicia pueda esclarecer un número
cercano a 180 personas detenidas desaparecidas que estarían muertos y de los cuales 130 estarían en el mar,
ríos y lagos; 20, cuyos nombres se ignoran, estaría en una Región en una fosa aquí en la Región Metropolitana.
Esta es la información que he entregado ayer a la Excelentísima Corte Suprema, con el fin de que ella
disponga el inicio de las investigaciones correspondientes que permiten aclarar, calificar y sancionar
jurídicamente los hechos y conductas que tal información se refiere.
Serán entonces las resoluciones judiciales, las del poder judicial que en su momento se dicten las que
establecerán la certeza sobre estos antecedentes recibidos. (…)
Los uniformados de hoy, han debido responder por los de ayer, recuperando así ante la gran mayoría
de sus compatriotas el sentido profundo del honor, inherente a la vocación militar. (…)
La gravedad de la información me ha producido un profundo dolor como estoy seguro la producirá
en cada uno de los hijos de esta tierra. Porque la verdad, tal como ahora ha sido reconocida, es difícil de sufrir.
Este camino hacia la verdad enaltece al país y a sus instituciones nos devuelve el respeto que nos
debemos unos a otros y que también nos merecemos como nación.
Nadie habría querido un dolor semejante. Pero es preciso no olvidar que el dolor también hermana a
los seres humanos.
Espero que el dolor de los hechos que hemos conocido que nos transforme en un motivo de
fraternidad y nunca más en una razón para el enfrentamiento.
La verdad que tenemos hoy, permite a muchos iniciar un duelo que estaba pendiente desde hace
muchos años. Hoy tal vez comenzamos un duelo en Chile, será un duelo diferente para distintos sectores de
nuestra Patria. Un duelo que depende del lugar donde nos tocó estar cuando se produjeron estos trágicos
episodios negros de nuestra historia. Algunos podrán hacer ahora el duelo al saber finalmente, después de
tantos años, donde están sus seres queridos, podrán darles digna sepultura como corresponde. Para otros, el
duelo se hará al conocer el trágico destino que sufrieron sus familiares, pero no podrán sepultarlos porque –
en un acto que nos estremece a todos- sus cuerpos fueron lanzados al mar. Para otros, el duelo seguirá
pendiente: sus deudos aún no aparecen. Más de 600 detenidos-desparecidos todavía no sabemos donde están.
Las instituciones armadas harán el duelo que supone atreverse a mirar la verdad reconociendo los horrores
cometidos por miembros de sus filas. Y habrá también un duelo como país que va conociendo de frente, sin
subterfugios, sin eufemismos que consuelan, la magnitud de la tragedia que vivimos en la década del 70. Cada
uno hará el duelo que le corresponde.
En la vida de quienes de cada uno de los que fuimos protagonistas de esos sucesos, ya no queda
suficiente tiempo para acabar con todos los dolores y dulcificar todos los recuerdos.
A todos nos queda la historia, los años que vienen, para ayudarnos a amar la memoria de nuestros
hermanos. Estos muertos son hijos de todas nuestras madres.
Ha sido largo y difícil el camino que la sociedad chilena ha debido recorrer para llegar a un momento
como éste. No es el final del camino, pero sí una etapa decisiva a la que nos costó mucho llegar.(…)
Sé que la información que hoy entrego al país, si bien es importante, es todavía insuficiente. A lo
mejor podríamos haber avanzado más, podemos hacer todavía un esfuerzo mayor. Chile está en condiciones
de pedirle a sus hijos por el bien de la patria que seamos valientes y nos atrevamos a seguir avanzando por el
camino de la verdad. Por eso hoy aquí esta noche llamo una vez más a quienes puedan ayudar en la búsqueda
de la verdad, para que entreguen información, la que ellos han guardado tantos años, la entreguen a los
Tribunales de Justicia, a la Oficina de Reparación o a las instituciones morales que nos han ayudado. Por su
parte el gobierno que presido, a través de la Oficina de Reparación seguirá acompañando y ayudando a las
familiares en la búsqueda del destino de los detenidos-desaparecidos. (…)
Chile hoy se enfrenta a la verdad con la determinación de todos sus hijos. Debemos estar orgullosos
de esto. Quisiera hoy decir aquí con humildad pero con fuerza, son muy pocas las naciones que vivieron en
algún momento de su historia tragedias parecidas a la nuestra y que fueron capaces de llegar a donde nosotros
hemos hoy estamos llegando.
Por eso siento orgullo de presidir a Chile. Orgullo de sus actuales habitantes. Orgullo de sus
instituciones. Orgullo también por las vidas de quienes desaparecieron en circunstancias que hoy estamos en
mejores condiciones de aclarar.
Orgullo de sus familias, de las agrupaciones de familiares de detenidos-desaparecidos que se
formaron para perseguir esos dos bienes indispensables ellos querían y con razón encontrar la verdad y la
justicia y hoy estamos más cerca.
Hoy es un día en que estas agrupaciones deben sentir también que han dado un paso muy importante,
que su lucha no fue en vano.
Al concluir mis palabras, quiero pedir a todos mis compatriotas una actitud de respeto y de reflexión
profunda, que sepamos valorar lo que hemos logrado más allá de los números, nos hemos acercado a la verdad
y los tribunales hoy están más cerca de hacer justicia.
Avanzamos como país hacia la reconciliación sin clausurar la memoria y sin renunciar tampoco a
nuestros sueños. Sabiendo lo que nos ha ocurrido y teniendo la mirada adelante, en la construcción del
porvenir.
Muchas gracias, buenas noches.
Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia distinción académica de Profesor
Emérito a los profesores Dr. Bruno Günter y Dr. Jaime Zipper.
Salón de Honor. Universidad de Chile 14 de mayo de 2004
Han hablado aquí los maestros y han hablado también los discípulos y entonces es ahora la Institución la que debe
reseñar nuestra alegría por esta ceremonia en la que se distingue a dos afamados profesores nuestros, maestros nuestros,
como profesores eméritos. ¿Qué significa ascender a aquel lugar al que todos los académicos miramos como el camino y
esperanza de nuestro trabajo? Todo académico desea llegar a tener un reconocimiento que emana naturalmente de la
Institución por el aporte que se efectúa a través de los años en la Institución. No es la nuestra, precisamente, una institución
en que los grados, las distinciones académicas, se hagan simplemente por cuestiones rutinarias. No es la nuestra una
institución en que estas cosas se hagan simplemente por cuestiones ceremoniales. Aquí, esto se gana, como les decimos
siempre a nuestros profesores asociados y titulares, que el ascenso en la carrera académica se gana con el trabajo que se
reconoce adecuadamente a través de las instancias universitarias y, ciertamente, el llegar a profesor emérito es algo que se
ha ganado a través de una vida de entrega, de trabajo y también de sacrificio con todos los beneficios y los honores que
significa ser profesor de la Universidad de Chile. Pero además, hay aquí una entrega, voluntariosa, sacrificada a lo largo del
tiempo que nosotros institucionalmente tenemos que reconocer y es lo que estamos haciendo. El profesor Günther es un
hombre que ha venido de regiones, de allá de Concepción y ha tenido que saltar tantos obstáculos en la vida, sobre todo él,
como profesional joven, para llegar a ser lo que ha llegado a ser y lo que ha sido como un académico, un investigador
distinguido, y no es fácil, ni siquiera hoy día pensar que un joven de regiones va a tener la oportunidad para poder llegar a
destacar con los honores que él ha destacado. Hoy día es difícil y más aún lo fue en sus días. De manera que detrás de eso
hay una muestra de persistencia, de empeño, pero también de capacidad y de inteligencia que, ciertamente, debe
reconocerse y como en toda genialidad y locura, también ese diccionario del que nos ha reportado hoy día manifiesta que
su genialidad, que su espíritu de perseverancia ha superado realmente las metas que cualquiera de nosotros pudiera soñar.
Y el profesor Zipper ha sido quien ha tenido que saltar tantas vallas valóricas, tantas persecuciones por hacer ciencia
y por hacer ciencia convencido él, en lo íntimo, de lo correcto, de lo adecuado, de lo pertinente, de lo obligatorio que es para
un académico de esta institución el hacer ciencia de verdad. Más allá de cualquier creencia, más allá de cualquier vicio
ideológico, él es un ejemplo de que esta es una universidad diversa y tolerante, y que debe seguir siendo una universidad
diversa y tolerante donde lo que se respeta como número uno es la excelencia en el trabajo académico. De él, que ha sido
víctima de todas estas cosas de las cuales les contaba a la entrada, yo también tuve que informarme y participar en los inicios
de mi rectorado con las injusticias que se decían y se hacían para evitar que siguiese trabajando en el campo que tan bien
nos ha relatado la doctora. Él es una muestra de que la ciencia y la universidad verdadera deben saltar por encima de muchos
impedimentos que tienen que ver con las ideologías, los valores y muchas veces con las acciones menores. Y en estos días
en que hay un profesor de la Universidad Católica que ha debido salir de la Universidad Católica también por estos temas, a
pesar de la excelencia de su trabajo, creo que es todavía más importante decir que ésta es la universidad del Estado de Chile,
y que como tal es una universidad que respeta todas las ideas, que es una universidad tolerante y donde lo único que marca
el requisito de entrada es la excelencia de estudiantes y académicos, y el profesor Zipper ha sido más que un militante, ha
sido más bien un líder en esa causa que esta universidad ha encabezado por muchos años.
De manera que con alegría culminamos esta ceremonia, porque ustedes marcan aquí nuevamente como otros
antes, un hito y es una cosa muy importante que es necesaria recordar hoy día: que llegar a ser académico es una carrera de
tiempo, de esfuerzo, de inteligencia, de capacidades, de convocar, de crear y proyectarse en otros, y que académico no es
solamente el tener una fundación, de una institución que contrate profesores con hora y que por eso se puede llamar
universidad. Ésta es una universidad de verdad, porque se sustenta en el tiempo con personas como ustedes. Porque ustedes
pasan a ser ahora miembros permanentes de la universidad y porque ustedes importan, porque ustedes valen y porque lo
que ustedes han hecho ha construido un pedazo más de esas murallas de piedra y de sol que es la Universidad de Chile.
Muchas gracias por su aporte, muchas gracias a todos ustedes.
Mensaje de Su Santidad Juan Pablo II a los Sres. Obispos de la Conferencia Episcopal Argentina
Me complace dar mi cordial saludo de bienvenida a vosotros que formáis el segundo grupo de Obispos
argentinos en visita Ad Límina. En vuestra peregrinación a las tumbas de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y
en los encuentros con el Obispo de Roma y sus colaboradores encontraréis un nuevo dinamismo para proseguir
en vuestra misión episcopal, siendo conscientes de que Cristo no abandona nunca a su Iglesia (cf. Mt 28,28) y
la guía con la fuerza de su Espíritu, para que sea en medio del mundo signo de la salvación. Que Él, maestro de
pastores, os colme de esperanza y os haga testigos de ella en vuestra vida (cf. 1Pe 3,15), edificando así a todos
los fieles confiados a vuestra atención pastoral.
Agradezco a Mons. Estanislao Karlic, Arzobispo de Paraná y Presidente de la Conferencia Episcopal
Argentina, sus amables palabras renovándome la adhesión de cada uno de vosotros y de las comunidades
eclesiales que presidís en nombre del Señor, presentándome al mismo tiempo las orientaciones pastorales que
guían vuestro ministerio para que los hombres y mujeres de la querida Nación Argentina caminen hacia la
comunión intima con Dios, Uno y Trino. En estos momentos la Iglesia ha de avanzar con el extraordinario
dinamismo de la efusión de gracia que como "un río de agua viva" se deriva de la celebración, aún reciente, del
Gran Jubileo (cf. Novo Millennio ineunte, 1), y que ha de traducirse en fervientes propósitos y en líneas de acción
concretas (cf. Ibid. 3).
A este respecto, es de apreciar el esmero puesto por llevar a la práctica las orientaciones dadas en la
Carta Apostólica Tercio Millenio Adveniente para la preparación y celebración del Gran Jubileo. En Argentina,
en ese sentido se puede recordar el Encuentro Eucarístico Nacional del año 2000, que incluyó un serio examen
de conciencia favoreciendo el espíritu de reconciliación. Asimismo, con ese espíritu habéis llevado a cabo una
amplia y capilar consulta a las distintas iglesias particulares y a diversas comunidades cristianas con vistas a
actualizar las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización aprobadas en 1990. Todo ello completado con la
acogida y reflexión basada en la Carta apostólica Novo Millennio ineunte, adoptando los criterios pastorales de
la misma para publicarlos próximamente con el sugestivo título de "Navega Mar Adentro".
Quiero alentaros en vuestras opciones por afrontar de manera eficaz la nueva evangelización, como son la
perseverancia creativa de las cotidianas acciones de la pastoral ordinaria, la acogida cordial y la renovación en
santidad por parte de las comunidades parroquiales, todo ello unido a la sólida formación cristiana que
favorezca el compromiso misionero de los laicos.
Como he señalado en la Carta apostólica Novo Millennio ineunte nos encontramos ahora ante "el
mayor y no menos comprometedor horizonte de la pastoral ordinaria" (n. 29) que es siempre una tarea
apasionante. Esta no significa que cada cual lleve a cabo su labor conforme a criterios individuales, sino, por el
contrario, que se ha de conformar con los criterios propios del proyecto pastoral de la respectiva diócesis,
convergiendo después con las prioridades conjuntas y respondiendo a las necesidades de evangelización
actuales de los argentinos.
No dudéis nunca en poner todo vuestro celo y empeño pastorales en los trabajos de la nueva evangelización,
con la íntima convicción de que iluminará la acción de los laicos cristianos y podrá ser remedio eficaz y duradero
para los duros y graves males que actualmente padecen muchos habitantes de vuestra Nación.
En vuestra acción pastoral contáis con la ayuda de los sacerdotes, unidos a su Obispo según la bella expresión
de San Ignacio de Antioquia "como las cuerdas a la lira" (Ad. Efesios 4,1). Ellos, en virtud de su ordenación han
recibido una consagración peculiar que los destina para "predicar el Evangelio a los fieles, para dirigirlos y para
celebrar el culto divino" (Lumen Gentium 28), siendo signo y expresión de la caridad pastoral de Cristo en su
función de enseñar, santificar y regir al pueblo que se les encomienda. Participan de la misión confiada por
Cristo mismo y reconocida por la Iglesia, que no ha de ser vivida como simple ejercicio de una función humana
y que ha de ser custodiada todos los días como un don precioso de Dios.
El sacerdote debe recordar que, antes de nada, es hombre de Dios y, por eso, nunca puede descuidar
su vida espiritual. Toda su actividad "debe comenzar efectivamente con la oración" (San Alberto Magno,
Comentario de la teología mística, 15). Entre las múltiples actividades que llenan la jornada de cada sacerdote,
la primacía corresponde a la celebración de la Eucaristía, que lo conforma al Sumo y Eterno Sacerdote.
En la presencia de Dios encuentra la fuerza para vivir las exigencias del ministerio y la docilidad para
cumplir la voluntad de Quién lo llamó y consagró, enviándolo para encomendarle una misión particular y
necesaria. Por ello, la celebración devota de la Liturgia de las Horas, la oración personal, la meditación asidua
de la Palabra de Dios, la devoción a la Madre del Señor y de la Iglesia y la veneración de los Santos, son
instrumentos preciosos de los que no se puede prescindir para afirmar el esplendor de la propia identidad y
asegurar el fructuoso ejercicio del ministerio sacerdotal.
Siendo una misión exigente y que las circunstancias actuales hacen difícil en muchas situaciones,
corresponde a vosotros, queridos Obispos, ayudarles, acompañarles y seguirles, preocupándoos de las
necesidades de su vida y proporcionándoles los medios materiales, espirituales y formativos para vivir con gozo
y dignidad su ministerio. ¡Qué sintiéndose acogidos por quienes sois como padres suyos, vayan al encuentro
de los hombres para anunciarles con dinamismo el Evangelio y los hagan discípulos del Señor¡ .( ….)
Queridos Hermanos: con estas reflexiones sobre algunos temas quiero alentaros en vuestro servicio a
la Iglesia de Dios que peregrina en la Nación Argentina. Dentro de unos días regresaréis a vuestro País para
animar a los sacerdotes y fieles a vivir el camino cuaresmal y celebrar con renovado vigor las anuales fiestas
pascuales, culmen del año litúrgico. Llevad mi saludo en primer lugar a los jóvenes, llamados a ser "centinelas
de la aurora" de este nuevo milenio, esperanza de la Iglesia y de la Nación, en particular tengo presentes a los
jóvenes argentinos que en los seminarios y diversas y numerosas casas de formación se preparan al sacerdocio;
a las familias, escuelas de rica humanidad y de virtudes cristianas; a los pobres y necesitados, que han de seguir
siendo objeto de vuestros desvelos y atenciones; a los profesionales de los diversos campos de la actividad
humana, que han de ser los constructores de la Patria y de la sociedad renovada en estos momentos tan
particulares de vuestra historia; a los enfermos y a los ancianos; a los sacerdotes y demás consagrados, testigos
de lo trascendente en un mundo en el que todo cambia y parece arduo. Que sobre vosotros y vuestras
comunidades cristianas desciendan las bendiciones del Señor, por intercesión de la Virgen de Luján, Madre de
todos los argentinos y en cuyo manto se reflejan los colores de la enseña patria. Como confirmación de estos
deseos, os acompañe la Bendición Apostólica que complacido os importo y extiendo a todos los fieles
argentinos.
Vaticano, 5 de Marzo de 2002.