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Sol
Características físicas
Temperatura efectiva de la
5778 K (5505 ℃)
superficie
Temperatura máxima de
1-2×105 K1
la corona
Periodo de rotación
Características orbitales
Composición de la fotosfera
Hidrógeno 74,36%
Helio 24,85 %
Oxígeno 0,78%
Carbono 0,30 %
Hierro 0,16 %
Neón 0,12 %
Nitrógeno 0,09 %
Silicio 0,07 %
Magnesio 0,06%
Azufre 0,05%
El Sol (del latín sol, solis, «dios Sol invictus» o «sol», Helios en la mitología griega, a su vez de la
raíz protoindoeuropea sauel-, «brillar»)4 es una estrella de tipo-G de la secuencia
principal y clase de luminosidad V que se encuentra en el centro del sistema solar y constituye
la mayor fuente de radiación electromagnética de este sistema planetario.5 Es una esfera casi
perfecta de plasma, con un movimiento convectivo interno que genera un campo magnético a
través de un proceso de dinamo. Cerca de tres cuartas partes de la masa del Sol constan
de hidrógeno; el resto es principalmente helio, con cantidades mucho más pequeñas de
elementos, incluyendo el oxígeno, carbono, neón y hierro.
Se formó hace aproximadamente 4600 millones de años a partir del colapso gravitacional de la
materia dentro de una región de una gran nube molecular. La mayor parte de esta materia se
acumuló en el centro, mientras que el resto se aplanó en un disco en órbita que se convirtió en
el sistema solar. La masa central se volvió cada vez más densa y caliente, dando lugar con el
tiempo al inicio de la fusión nuclear en su núcleo. Se cree que casi todas las estrellas se forman
por este proceso. El Sol es más o menos de edad intermedia y no ha cambiado drásticamente
desde hace más de cuatro mil millones de años, y seguirá siendo bastante estable durante
otros cinco mil millones de años más. Sin embargo, después de que la fusión del hidrógeno en
su núcleo se haya detenido, el Sol sufrirá cambios importantes y se convertirá en una gigante
roja. Se estima que el Sol se volverá lo suficientemente grande como para engullir las órbitas
actuales de Mercurio, Venus y posiblemente la Tierra.
La energía del Sol, en forma de luz solar, sustenta a casi todas las formas de vida en la Tierra a
través de la fotosíntesis, y determina el clima de la Tierra y la meteorología.
Es la estrella del sistema planetario en el que se encuentra la Tierra; por lo tanto, es el astro
con mayor brillo aparente. Su visibilidad en el cielo local determina, respectivamente, el día y
la noche en diferentes regiones de diferentes planetas. En la Tierra, la energía radiada por el
Sol es aprovechada por los seres fotosintéticos que constituyen la base de la cadena trófica,
siendo así la principal fuente de energía de la vida. También aporta la energía que mantiene en
funcionamiento los procesos climáticos.
El Sol es una estrella que se encuentra en la fase denominada secuencia principal, con un tipo
espectral G2 y clase de luminosidad V, por tanto, también es denominada como enana
amarilla, se formó entre 4567,9 y 4570,1 millones de años y permanecerá en la secuencia
principal aproximadamente 5000 millones de años más. El Sol, junto con todos los cuerpos
celestes que orbitan a su alrededor, incluida la Tierra, forman el sistema solar.
A pesar de ser una estrella enana, es la única cuya forma se puede apreciar a simple vista, con
un diámetro angular de 32′ 35″ de arco en el perihelio y 31′ 31″ en el afelio, lo que da un
diámetro medio de 32′ 03″. La combinación de tamaños y distancias del Sol y la Luna son tales
que se ven, aproximadamente, con el mismo tamaño aparente en el cielo. Esto permite una
amplia gama de eclipses solares distintos (totales, anulares o parciales).
El vasto efecto del Sol sobre la Tierra ha sido reconocido desde tiempos prehistóricos y ha sido
considerado por algunas culturas como una deidad. El movimiento de la Tierra alrededor del
Sol es la base del calendario solar, el cual es el calendario predominante en uso hoy en día.
La disciplina científica que se encarga del estudio del Sol en su totalidad es la física solar.
Índice
1Características
2Luz solar
3Composición
4.1Núcleo
4.2Zona radiante
4.3Zona convectiva
4.4Fotosfera
4.5Cromosfera
4.6Corona solar
4.7Heliosfera
5Actividad solar
8.1Exploración solar
9Véase también
10Notas aclaratorias
11Referencias
12Bibliografía
13Enlaces externos
13.1Generales
Características[editar]
El Sol es, con diferencia, el objeto más brillante en el cielo, con magnitud aparente de -26,74.
Es unos 13 000 millones de veces más brillante que la segunda estrella más brillante, Sirio, que
tiene una magnitud aparente de -1.46. La distancia media del centro del Sol al centro de la
Tierra es de aproximadamente 1 unidad astronómica (alrededor de 150 millones de
kilómetros), aunque la distancia varía a medida que la Tierra se mueve desde el perihelio en
enero hasta el afelio en julio. En esta distancia media, la luz viaja desde el horizonte del Sol
hasta el horizonte de la Tierra en unos 8 minutos y 19 segundos, mientras que la luz desde los
puntos más cercanos del Sol y de la Tierra tarda aproximadamente dos segundos menos.
Luz solar[editar]
La constante solar es la cantidad de energía que el Sol deposita por unidad de tiempo y
superficie y que es directamente expuesta como luz solar. La constante solar es igual a
aproximadamente 1368 W/m² (vatios por metro cuadrado) a una distancia de una unidad
astronómica (UA) del Sol (es decir, en la Tierra o a la misma distancia del Sol que ella). La luz
del Sol en la superficie de la Tierra es atenuada por la atmósfera terrestre, de modo que, llega
menos energía a la superficie (cerca de 1000 W/m²) en condiciones claras cuando el Sol está
cerca del cenit. La luz del Sol en la parte superior de la atmósfera terrestre está compuesta
(por energía total) de aproximadamente un 50 % de luz infrarroja, un 40 % por luz visible y un
10 % de luz ultravioleta. La atmósfera terrestre filtra más del 70 % de la radiación
ultravioleta solar, especialmente en las longitudes de onda más cortas. La radiación
ultravioleta solar ioniza la parte superior de la atmósfera del lado diurno de la Tierra, haciendo
a la ionosfera conductora de electricidad.
El color del Sol es blanco con un índice de color-espacio (CIE) cercano al (0.3, 0.3) cuando se ve
desde el espacio o desde lo alto en el cielo; en cambio, cuando se está desde una zona baja del
cielo la dispersión atmosférica del Sol tiene un color amarillo, rojo, naranja y magenta. A pesar
de su blancura típica, la mayoría de la gente se imagina el Sol como amarillo; las razones de
ello son objeto de debate. El Sol es una estrella G2V, con G2 indica que su temperatura
superficial es de aproximadamente 5778 K (5505 °C, 9941 °F), y V que, como la mayoría de las
estrellas, es una estrella enana de la secuencia principal. La luminancia media del Sol es de
aproximadamente 1,88 giga candelas por metro cuadrado, pero como se ve a través de la
atmósfera de la Tierra, esto se reduce a aproximadamente 1,44 Gcd/m². Sin embargo, la
luminancia no es constante a través del disco del Sol (oscurecimiento del limbo).
Composición[editar]
El Sol está compuesto principalmente por los elementos químicos hidrógeno y helio; que
representan el 74,9 % y el 23,8 % de la masa del Sol en la fotosfera, respectivamente. Todos los
elementos más pesados, llamados metales en astronomía, representan menos del 2% de la
masa, con el oxígeno (más o menos el 1 % de la masa del Sol), carbono (0,3 %), neón (0,2 %), y
el hierro (0,2 %) siendo el más abundante.
El Sol heredó su composición química del medio interestelar a través del cual se formó. El
hidrógeno y el helio en el Sol fueron producidos por nucleosíntesis del Big Bang, y los
elementos más pesados se crearon por nucleosíntesis estelar en generaciones de estrellas que
completaron su evolución estelar y devolvieron su material al medio interestelar antes de la
formación del Sol. La composición química de la fotosfera se considera normalmente como
representativa de la composición del sistema solar primordial. Sin embargo, desde que se
formó el Sol, parte del helio y de elementos pesados se han asentado gravitacionalmente
desde la fotosfera. Por lo tanto, en la fotosfera de hoy en día, la fracción de helio es reducida, y
la metalicidad es solo el 84 % de lo que era en la fase protoestelar (antes de que la fusión
nuclear comenzara en el núcleo). Se cree que la composición protoestelar del Sol ha sido de un
71,1 % de hidrógeno, 27,4 % de helio, y de un 1,5 % de elementos más pesados.
Hoy en día, la fusión nuclear en el núcleo del Sol ha modificado la composición mediante la
conversión del hidrógeno en helio, por lo que ahora la parte más interna del Sol es más o
menos un 60 % de helio, junto con la abundancia de elementos más pesados sin ser alterados.
Debido a que el calor se transfiere desde el centro del Sol por radiación en vez de
por convección, ninguno de los productos de fusión del núcleo han llegado a la fotosfera.
La zona reactiva del núcleo de "combustión del hidrógeno", donde el hidrógeno se convierte
en helio, está empezando a ser circundado por un núcleo interno de "cenizas de helio". Este
desarrollo continuará y posteriormente tendrá lugar la salida del Sol de la secuencia
principal para llegar a convertirse así en una gigante roja.
Como toda estrella, el Sol posee una forma esférica, y a causa de su lento movimiento de
rotación, tiene también un leve achatamiento polar. Como en cualquier cuerpo masivo, toda la
materia que lo constituye es atraída hacia el centro del objeto por su propia fuerza
gravitatoria. Sin embargo, el plasma que forma el Sol se encuentra en equilibrio, ya que la
creciente presión en el interior solar compensa la atracción gravitatoria, lo que genera
un equilibrio hidrostático. Estas enormes presiones se producen debido a la densidad del
material en su núcleo y a las enormes temperaturas que se dan en él gracias a las reacciones
termonucleares que allí acontecen. Existe, además de la contribución puramente térmica, una
de origen fotónico. Se trata de la presión de radiación, nada despreciable, que es causada por
el ingente flujo de fotones emitidos en el centro del Sol.
El Sol presenta una estructura en capas esféricas o en "capas de cebolla". La frontera física y
las diferencias químicas entre las distintas capas son difíciles de establecer. Sin embargo, se
puede determinar una función física que es diferente para cada una de las capas. En la
actualidad, la astrofísica dispone de un modelo de estructura solar que explica
satisfactoriamente la mayor parte de los fenómenos observados. Según este modelo, el Sol
está formado por: 1) núcleo solar, 2) zona radiante, 3) zona convectiva, 4) fotosfera,
5) cromosfera, 6) corona, 7) manchas solares, 8) granulación y 9) viento solar.
Núcleo[editar]
Ocupa unos 139 000 km del radio solar, 1/5 del mismo, y es en esta zona donde se verifican las
reacciones termonucleares que proporcionan toda la energía que el Sol produce. Esta energía
generada en el núcleo del Sol tarda un millón de años para alcanzar la superficie solar.9 En su
centro se calcula que existe un 49 por ciento de hidrógeno, 49 por ciento de helio y un 2 por
ciento que se distribuye en otros elementos que sirven como catalizadores en las reacciones
termonucleares. A comienzos de la década de los años 30 del siglo XX, el físico austriaco Fritz
Houtermans (1903-1966) y el astrónomo inglés Robert d'Escourt Atkinson (1898-1982) unieron
sus esfuerzos para averiguar si la producción de energía en el interior del Sol y en las estrellas
se podía explicar por las transformaciones nucleares. En 1938 Hans Albrecht Bethe (1906-
2005), en los Estados Unidos, y Carl Friedrich von Weizsäcker (1912-2007), en Alemania,
simultánea e independientemente, encontraron el hecho notable de que un grupo de
reacciones en las que intervienen el carbono y el nitrógeno como catalizadores constituyen un
ciclo, que se repite una y otra vez, mientras dura el hidrógeno. A este grupo de reacciones se
les conoce como ciclo de Bethe o del carbono, y es equivalente a la fusión de
cuatro protones en un núcleo de helio. En estas reacciones de fusión hay una pérdida de masa,
esto es, el hidrógeno consumido pesa más que el helio producido. Esa diferencia de masa se
transforma en energía, según la ecuación de Einstein (E = mc²), donde E es la energía, m
la masa y c la velocidad de la luz. Estas reacciones nucleares transforman el 0,7 por ciento de la
masa afectada en fotones, con una longitud de onda cortísima y, por lo tanto, muy energéticos
y penetrantes. La energía producida mantiene el equilibrio térmico del núcleo solar a
temperaturas aproximadamente de 15 millones de kelvins.
La energía neta liberada en el proceso es 26,7 MeV, o sea cerca de 6,7·1014 J por kg de
protones consumidos. El carbono actúa como catalizador, pues al final del ciclo se regenera.
Otra reacción de fusión que ocurre en el Sol y en las estrellas es el ciclo de Critchfiel o, más
comúnmente conocido como cadena protón-protón. Charles Critchfield (1910-1994) era en
1938 un joven físico, alumno de George Gamow, (1904-1968) en la Universidad George
Washington, y tuvo una idea completamente diferente, al darse cuenta que en el choque entre
dos protones a velocidades próximas a la de la luz, puede ocurrir que uno de ellos pierda su
carga positiva (e+), se fusionen y se convierta en un neutrón, que permanece unido al otro
protón y forma un núcleo de deuterio, es decir, un núcleo pesado formado por
un isótopo estable del hidrógeno. El positrón (e+) al ser liberado tiende a aniquilarse con
bastante rapidez, fusionándose con un electrón (e-), produciendo en el proceso radiación
fotónica. Al mismo tiempo, en esta segunda fase, se libera un neutrino electrónico de baja
energía, que no interactúa con ningún átomo y se libera al espacio a velocidades próximas a la
de luz sin colisionar con la materia.
Más tarde, la fusión de un protón (p+), o lo que es lo mismo, un núcleo H1, con un núcleo de
deuterio da lugar a un isótopo del helio He³ y a la emisión de fotones gamma (γ). Finalmente,
con un 97% de probabilidad aproximadamente, dos núcleos del isótopo He³ dan lugar, al ser
fusionados, en un núcleo estable de He4 más dos nuevos protones (p+), con lo que el ciclo se
retroalimenta hasta la primera fase inicial, al tiempo que pierde energía a razón de 26,7 MeV
netos.
p+ + p+ → H2 + e+ + νe ;
H2 + p+ → He3 + γ ;
El primer ciclo se da en estrellas más calientes y con mayor masa que el Sol, y la cadena
protón-protón en las estrellas similares al Sol. En cuanto al Sol, hasta el año 1953 se creyó que
su energía era producida casi exclusivamente por el ciclo de Bethe, pero se demostró durante
estos últimos años que el calor solar proviene en su mayor parte (~75 %) del ciclo protón-
protón.
En los últimos estadios de su evolución, el Sol fusionará también el helio producto de estos
procesos para dar carbono y oxígeno (véase proceso triple-alfa).
Zona radiante[editar]
Zona convectiva[editar]
Esta región se extiende por encima de la zona radiante, y en ella los gases solares dejan de
estar ionizados y los fotones son absorbidos con facilidad y se convierten en un material opaco
al transporte de radiación. Por lo tanto, el transporte de energía se realiza por convección, de
modo que el calor se transporta de manera no homogénea y turbulenta por el propio fluido.
Los fluidos se dilatan al ser calentados y disminuyen su densidad. Por lo tanto, se forman
corrientes ascendentes de material desde la zona caliente hasta la zona superior, y
simultáneamente se producen movimientos descendentes de material desde las zonas
exteriores menos calientes. Así, a unos 200 000 km bajo la fotosfera del Sol, el gas se vuelve
opaco por efecto de la disminución de la temperatura; en consecuencia, absorbe los fotones
procedentes de las zonas inferiores y se calienta a expensas de su energía. Se forman así
secciones convectivas turbulentas, en las que las parcelas de gas caliente y ligero suben hasta
la fotosfera, donde nuevamente la atmósfera solar se vuelve transparente a la radiación y el
gas caliente cede su energía en forma de luz visible, y se enfría antes de volver a descender a
las profundidades. El análisis de las oscilaciones solares ha permitido establecer que esta zona
se extiende hasta estratos de gas situados a la profundidad indicada anteriormente. La
observación y el estudio de estas oscilaciones solares constituyen el campo de trabajo de
la heliosismología.
Fotosfera[editar]
La fotosfera es la zona visible donde se emite luz visible del Sol. La fotosfera se considera como
la «superficie» solar y, vista a través de un telescopio, se presenta formada por gránulos
brillantes que se proyectan sobre un fondo más oscuro. A causa de la agitación de nuestra
atmósfera, estos gránulos parecen estar siempre en agitación. Puesto que el Sol es gaseoso, su
fotosfera es algo transparente: puede ser observada hasta una profundidad de unos cientos de
kilómetros antes de volverse completamente opaca. Normalmente se considera que la
fotosfera solar tiene unos 100 o 200 km de profundidad.
Aunque el borde o limbo del Sol aparece bastante nítido en una fotografía o en la imagen solar
proyectada con un telescopio, se aprecia fácilmente que el brillo del disco solar disminuye
hacia el borde. Este fenómeno de oscurecimiento del centro al limbo es consecuencia de que
el Sol es un cuerpo gaseoso con una temperatura que disminuye con la distancia al centro. La
luz que se ve en el centro procede en la mayor parte de las capas inferiores de la fotosfera,
más caliente y por tanto más luminosa. Al mirar hacia el limbo, la dirección visual del
observador es casi tangente al borde del disco solar por lo que llega radiación procedente
sobre todo de las capas superiores de la fotosfera, menos calientes y emitiendo con menor
intensidad que las capas profundas en la base de la fotosfera.
Un fotón tarda un promedio de 10 días desde que surge de la fusión de dos átomos de
hidrógeno, en atravesar la zona radiante y un mes en recorrer los 200 000 km de la zona
convectiva, empleando tan solo unos 8 minutos y medio en cruzar la distancia que separa la
Tierra del Sol. No se trata de que los fotones viajen más rápidamente ahora, sino que en el
exterior del Sol el camino de los fotones no se ve obstaculizado por los continuos cambios,
choques, quiebros y turbulencias que experimentaban en el interior del Sol.
Los gránulos brillantes de la fotosfera tienen muchas veces forma hexagonal y están separados
por finas líneas oscuras. Los gránulos son la evidencia del movimiento convectivo y
burbujeante de los gases calientes en la parte exterior del Sol. En efecto, la fotosfera es una
masa en continua ebullición en el que las células convectivas se aprecian como gránulos en
movimiento cuya vida media es tan solo de unos nueve minutos. El diámetro medio de los
gránulos individuales es de unos 700 a 1000 km y resultan particularmente notorios en los
períodos de mínima actividad solar. Hay también movimientos turbulentos a una escala
mayor, la llamada "supergranulación", con diámetros típicos de unos 35 000 km. Cada
supergranulación contiene cientos de gránulos individuales y sobrevive entre 12 a 20 horas.
Fue Richard Christopher Carrington (1826-1875), cervecero y astrónomo aficionado, el primero
en observar la granulación fotosférica en el siglo XIX. En 1896 el francés Pierre Jules César
Janssen (1824-1907) consiguió fotografiar por primera vez la granulación fotosférica.
El Sol con algunas manchas solares visibles. Las dos manchas en el medio tienen casi el mismo
diámetro que la Tierra.
El signo más evidente de actividad en la fotosfera son las manchas solares. En los tiempos
antiguos se consideraba al Sol como un fuego divino y, por consiguiente, perfecto e infalible.
Del mismo modo se sabía que la brillante cara del Sol estaba a veces nublada con unas
manchas oscuras, pero se imaginaba que era debido a objetos que pasaban en el espacio entre
el Sol y la Tierra. Cuando Galileo (1564-1642) construyó el primer telescopio astronómico,
dando origen a una nueva etapa en el estudio del Universo, hizo la siguiente
afirmación "Repetidas observaciones me han convencido, de que estas manchas son
sustancias en la superficie del Sol, en la que se producen continuamente y en la que también
se disuelven, unas más pronto y otras más tarde". Una mancha solar típica consiste en una
región central oscura, llamada "umbra", rodeada por una "penumbra" más clara. Una sola
mancha puede llegar a medir hasta 12 000 km (casi tan grande como el diámetro de la Tierra),
pero un grupo de manchas puede alcanzar 120 000 km de extensión e incluso algunas veces
más. La penumbra está constituida por una estructura de filamentos claros y oscuros que se
extienden más o menos radialmente desde la umbra.
Cromosfera[editar]
Corona solar[editar]
Tomada por el Telescopio Óptico Solar Hinode, el 12 de enero de 2007, esta imagen revela la
naturaleza filamentaria del plasma conectando dos regiones con diferente polaridad
magnética.
La corona solar está formada por las capas más tenues de la atmósfera superior solar. Su
temperatura alcanza los millones de kelvin, una cifra muy superior a la de la capa que le sigue,
la fotosfera, siendo esta inversión térmica uno de los principales enigmas de la ciencia solar
reciente. Estas elevadísimas temperaturas son un dato engañoso y consecuencia de la alta
velocidad de las pocas partículas que componen la atmósfera solar. Sus grandes velocidades
son debidas a la baja densidad del material coronal, a los intensos campos
magnéticos emitidos por el Sol y a las ondas de choque que rompen en la superficie solar
estimuladas por las células convectivas. Como resultado de su elevada temperatura, desde la
corona se emite gran cantidad de energía en rayos X. En realidad, estas temperaturas no son
más que un indicador de las altas velocidades que alcanza el material coronal que se acelera
en las líneas de campo magnético y en dramáticas eyecciones de material coronal (EMCs). Lo
cierto es que esa capa es demasiado poco densa como para poder hablar de temperatura en el
sentido usual de agitación térmica.
Todos estos fenómenos combinados ocasionan extrañas rayas en el espectro luminoso que
hicieron pensar en la existencia de un elemento desconocido en la Tierra al que incluso
denominaron coronium hasta que investigaciones posteriores en 1942 concluyeron que se
trataban de radiaciones producidas por átomos neutros de oxígeno de la parte externa de la
misma corona, así como de hierro, níquel, calcio y argón altamente ionizados (fenómenos
imposibles de obtener en laboratorios).10
La corona solar solamente es observable desde el espacio con instrumentos adecuados que
anteponen un disco opaco para eclipsar artificialmente al Sol o durante un eclipse solar natural
desde la Tierra. El material tenue de la corona es continuamente expulsado por la fuerte
radiación solar dando lugar a un viento solar. Así pues, se cree que las estructuras observadas
en la corona están modeladas en gran medida por el campo magnético solar y las células de
transporte convectivo.
En 1970 el físico sueco Hannes Alfvén obtuvo el premio Nobel. Él estimó que había ondas que
transportaban energía por líneas del campo magnético que recorre el plasma de la corona
solar. Pero hasta hoy no se había podido detectar la cantidad de ondas que eran necesarias
para producir dicha energía.
Pero imágenes de alta definición ultravioleta, tomadas cada ocho segundos por el satélite de
la NASA Solar Dymanics Observatory (SDO), han permitido a científicos como Scott McIntosh y
a sus colegas del Centro Nacional Estadounidense de Investigación Atmosférica, detectar gran
cantidad de estas ondas. Las mismas se propagan a gran velocidad (entre 200 y 250 kilómetros
por segundo) en el plasma en movimiento. Ondas cuyo flujo energético se sitúa entre 100 y
200 vatios por kilómetro cuadrado "son capaces de proveer la energía necesaria para
propulsar a los rápidos vientos solares y así compensar las pérdidas de calor de las regiones
menos agitadas de la corona solar", estiman los investigadores.
Sin embargo, para McIntosh esto no es suficiente para generar los 2000 vatios por metro
cuadrado que se necesitan para abastecer a las zonas activas de la corona. Es por esto que se
requiere de instrumentos con mayor capacidad temporal y espacial para estudiar todo el
espectro de energía irradiada en las regiones activas de nuestra estrella.
Heliosfera[editar]
Vista de la heliosfera protegiéndonos de las radiaciones provenientes del centro de la galaxia.
La heliosfera sería la región que se extiende desde el Sol hasta más allá de Plutón y que se
encuentra bajo la influencia del viento solar. Es en esta región donde se extienden los efectos
de las tormentas geomagnéticas y también donde se extiende el influyo del campo magnético
solar. La heliosfera protege al sistema solar de las radiaciones provenientes del medio
interestelar y su límite se extiende a más de 100 UA del Sol, límite solo superado por los
cometas.
Actividad solar[editar]
Filamento solar fotografiado el 31 de agosto de 2012 (NASA). La eyección de masa solar viajó a
1500 kilómetros por segundo.
La eyección de masa coronal (CME) es una onda hecha de radiación y viento solar que se
desprende del Sol en el periodo llamado Actividad Máxima Solar. Esta onda es muy peligrosa
ya que daña los circuitos eléctricos, los transformadores y los sistemas de comunicación.
Cuando esto ocurre, se dice que hay una tormenta solar.
Cada 11 años, el Sol entra en un turbulento ciclo (Actividad Máxima Solar) que representa la
época más propicia para que el planeta sufra una tormenta solar. Dicho proceso acaba con el
cambio de polaridad solar (no confundir con el cambio de polaridad terrestre).
Una potente tormenta solar es capaz de paralizar por completo la red eléctrica de las grandes
ciudades, una situación que podría durar semanas, meses o incluso años.
Las tormentas solares pueden causar interferencias en las señales de radio, afectar a los
sistemas de navegación aéreos, dañar las señales telefónicas e inutilizar satélites por
completo.
El 13 de marzo de 1989, la ciudad de Quebec, en Canadá, fue azotada por una fuerte tormenta
solar. Como resultado de ello, seis millones de personas se vieron afectadas por un gran
apagón que duró 90 segundos. La red eléctrica de Montreal estuvo paralizada durante más de
nueve horas. Los daños que provocó el apagón, junto con las pérdidas originadas por la falta
de energía, alcanzaron los cientos de millones de dólares.
Entre los días 1 y 2 de septiembre de 1859, una intensa tormenta solar afectó a la mayor parte
del planeta. Las líneas telegráficas de los Estados Unidos y el norte de Europa quedaron
inutilizadas y se provocaron varios incendios. Además, una impresionante aurora boreal,
fenómeno que normalmente solo puede observarse desde las regiones árticas, pudo verse en
lugares tan alejados de los polos como el sur de Europa, el Caribe, Hawái.,11 e incluso en
Colombia, cerca del ecuador terrestre.12
El campo magnético del sol se forma como sigue: En el núcleo, las presiones del hidrógeno
provocan que sus átomos únicamente queden excluidos por las fuerzas de polaridad de los
protones, dejando una nube de electrones en torno a dicho núcleo (los electrones se han
desprendido de las órbitas tradicionales, formando una capa de radiación electrónica común).
La fusión de los átomos de hidrógeno en helio se produce en la parte más interna del núcleo,
en donde el helio queda restringido por ser un material más pesado. Dicho 'ordenamiento'
induce que los propios electrones compartan estados de energía y en consecuencia sus
campos magnéticos adquieran aún más densidad y potencia. Las enormes fuerzas de
gravedad, impiden que los fotones (portadores de esas fuerzas) escapen de forma libre. De
esta forma se genera en su interior un potente campo magnético que influye en la dinámica
del plasma en las capas siguientes.
Los campos magnéticos, tal como si se tratase de un material fluido, encuentran su dinámica
por las fuerzas magnetohidrodinámicas en constante interacción con las gravitatorias y
rotacionales de la estrella, llegando a la superficie de manera que, los materiales más externos
quedan ordenados conforme a las líneas de fuerza gauss. La rotación solar produce que las
capas más externas no giren todas a la misma velocidad, por lo que el ordenamiento de estas
líneas de fuerza se va descompensando a medida que los materiales distribuidos entre los
polos y el ecuador van perdiendo sincronismo en el giro rotacional de la estrella. Por cada
ruptura en la integridad del campo magnético, se produce un escape de líneas de fuerza gauss
(produciendo las típicas manchas negras), en las que un aumento de estas, puede tener como
consecuencia una erupción solar consecuente por la desintegración local del campo gauss.
Cuando el Sol se acerca a su máximo desorden, las tormentas solares son máximas. Estos
periodos se dan cada 11 años. El sol no posee un campo electromagnético como el de la Tierra,
sino que posee lo que se denomina viento solar, producido por esas inestabilidades
rotacionales del Sol. Si no fuera por eso, los campos magnéticos del Sol quedarían restringidos
a la dinámica del plasma.
Por esa misma razón, una reacción de fusión entre dos átomos de hidrógeno en el interior del
Sol, tarda 11 años en llegar a escapar de las enormes fuerzas gravitatorias y magnéticas.
La diferencia de tamaños entre el Sol y la Tierra queda patente en esta imagen comparativa de
ambos, con la tierra en el lado izquierdo, y un trozo del Sol a la derecha.
El Sol se formó hace 4650 millones de años y tiene combustible para 7500 millones de años
más.13nota 1 Después, comenzará a hacerse más y más grande, hasta convertirse en
una gigante roja. Finalmente, se hundirá por su propio peso y se convertirá en una enana
blanca, que puede tardar unos mil millones de años en enfriarse.14
Se formó a partir de nubes de gas y polvo que contenían residuos de generaciones anteriores
de estrellas. Gracias a la metalicidad de dicho gas, de su disco circunestelar surgieron, más
tarde, los planetas, asteroides y cometas del sistema solar. En el interior del Sol se producen
reacciones de fusión en las que los átomos de hidrógeno se transforman en helio,
produciéndose la energía que irradia. Actualmente, el Sol se encuentra en plena secuencia
principal, fase en la que seguirá unos 5000 millones de años más fusionando hidrógeno de
manera estable.
Llegará un día en que el Sol agote todo el hidrógeno en la región central al haberlo
transformado en helio. La presión será incapaz de sostener las capas superiores y la región
central tenderá a contraerse gravitacionalmente, calentando progresivamente las capas
adyacentes. El exceso de energía producida hará que las capas exteriores del Sol tiendan a
expandirse y enfriarse y el Sol se convertirá en una estrella gigante roja. El diámetro puede
llegar a alcanzar y sobrepasar al de la órbita de la Tierra, con lo cual, cualquier forma de vida se
habrá extinguido. Cuando la temperatura de la región central alcance aproximadamente 100
millones de kelvins, comenzará a producirse la fusión del helio en carbono mientras alrededor
del núcleo se sigue fusionando hidrógeno en helio. Ello producirá que la estrella se contraiga y
disminuya su brillo a la vez que aumenta su temperatura, convirtiéndose el Sol en una estrella
de la rama horizontal. Al agotarse el helio del núcleo, se iniciará una nueva expansión del Sol y
el helio empezará también a fusionarse en una nueva capa alrededor del núcleo inerte -
compuesto de carbono y oxígeno y que por no tener masa suficiente el Sol no alcanzará las
presiones y temperaturas suficientes para fusionar dichos elementos en elementos más
pesados- que lo convertirá de nuevo en una gigante roja, pero esta vez de la rama asintótica
gigante y provocará que el astro expulse gran parte de su masa en la forma de una nebulosa
planetaria, quedando únicamente el núcleo solar que se transformará en una enana blanca y,
mucho más tarde, al enfriarse totalmente, en una enana negra. El Sol no llegará a estallar
como una supernova al no tener la masa suficiente para ello.
Si bien se creía en un principio que el Sol acabaría por absorber a Mercurio, a Venus y a la
Tierra al convertirse en gigante roja, la gran pérdida de masa que sufrirá en el proceso hizo
pensar por un tiempo que la órbita terrestre –al igual que la de los demás planetas del sistema
solar– se expandiría posiblemente y salvaría a nuestro planeta de ese destino.15 Sin embargo,
un artículo reciente postula que ello no ocurrirá y que las interacciones mareales, así como el
roce con la materia de la cromosfera solar, harán que nuestro planeta sea absorbido.16 Otro
artículo posterior apunta en la misma dirección.17
La mayor parte de la energía utilizada por los seres vivos procede del Sol, las plantas la
absorben directamente y realizan la fotosíntesis, los herbívoros absorben indirectamente una
pequeña cantidad de esta energía comiendo las plantas, y los carnívoros absorben
indirectamente una cantidad más pequeña comiendo a los herbívoros.
La mayoría de las fuentes de energía usadas por el hombre derivan indirectamente del Sol. Los
combustibles fósiles preservan energía solar capturada hace millones de años mediante
fotosíntesis, la energía hidroeléctrica usa la energía potencial de agua que se condensó en
altura después de haberse evaporado por el calor del Sol.
Sin embargo, el uso directo de energía solar para la obtención de energía no está aún muy
extendido debido a que los mecanismos actuales no son suficientemente eficaces.