Aflatoxina
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Aflatoxina
Resumen
Las aflatoxinas son metabolitos tóxicos producidos por varias especies de hongos del género As
pergillus que crecen en plantas y alimentos de origen vegetal. De entre todas ellas (B1, B2, G1, G2, M1 y
M2), destaca desde el punto de vista de la seguridad alimentaria la aflatoxina B1, tanto por ser la más
prevalente en alimentos como la más tóxica para los seres humanos.
La Unión Europea, debido a la toxicidad de estos compuestos y con el fin de garantizar una protección
eficaz de la salud pública, ha establecido mediante el Reglamento (CE) Nº 1881/2006 contenidos
máximos para la aflatoxina B1 y la suma de aflatoxinas B1, B2, G1 y G2 en diversos alimentos, entre los
que se incluyen aquellos en los cuales la contaminación por este tipo de toxinas resulta más frecuente
y puede resultar más peligrosa para la salud humana.
En España, previamente a lo establecido por el Reglamento (CE) Nº 1881/2006, ya se dispone de
una norma reguladora, el Real Decreto 475/1988, en el cual se establecen límites máximos permitidos
de aflatoxinas B1, B2, G1 y G2 en alimentos para consumo humano de 10 µg/kg para la suma de dichas
aflatoxinas y de 5 µg/kg para la aflatoxina B1.
Si bien es cierto que el Reglamento (CE) Nº 1881/2006 cubre los alimentos que de manera más
habitual pueden representar un riesgo para la salud humana originado por la presencia de aflatoxinas,
existen trabajos científicos en los cuales se ha demostrado la presencia tanto de aflatoxinas totales
como de aflatoxina B1 en alimentos no incluídos en el Reglamento (CE) Nº 1881/2006 en cantidades
superiores a las establecidas como límites en el Real Decreto 475/1988.
Por este motivo, y sin perjuicio de las medidas de gestión que sean pertinentes, el Comité Científico
considera que, en este momento y hasta que se disponga de datos representativos de la presencia de
aflatoxinas en algunos alimentos no incluídos en la legislación europea tales como la chufa, el Real
Decreto 475/1988 que regula los límites máximos permitidos de aflatoxinas B1, B2, G1 y G2 ofrece un
nivel de protección significativo para el consumidor respecto a determinados alimentos no regulados
por el Reglamento (CE) Nº 1881/2006.
Palabras clave
Aflatoxinas, aflatoxina B1, aflatoxicosis, alimentos, daño hepático, prevención, residuos, cereales, chufa.
Report of the Scientific Committee of the Spanish Agency for Food Safety
and Nutrition (AESAN) in relation to the effect on the Spanish population
28 of the derogation of national regulation on maximum allowed limits for
aflatoxins B1, B2, G1 and G2 in food.
revista del comité científico nº 14
Abstract
Aflatoxins are toxic metabolites produced by some species of molds belonging to the genus Aspergillus
which grow on plants and vegetable-origin foods. Among the aflatoxins that can be found (B1, B2, G1,
G2, M1 and M2), from a food safety point of view the most remarkable is aflatoxin B1, because it is the
most prevalent in foods and toxic for humans.
Due to the toxicity of these substances and to protect consumers’ health, the European Union has
stated maximum residue limits (MRL) for aflatoxins in foods, in the Commission Regulations (EC) No
1881/2006. MRL have been established for aflatoxin B1 and the sum of B1, B2, G1 and G2 in different
foods, including those in which contamination with these kind of toxins is more frequent and can be
more dangerous for human health.
The Spanish Royal Decree 475/1988, approved before the Commission Regulation (EC) No 1881/
2006, sets MRL for the aflatoxins in food for human consumption; 5 µg/kg for aflatoxin B1 and 10 µg/
kg for the sum of aflatoxin B1, B2, G1 and G2.
Despite the Commission Regulation (EC) No 1881/2006 includes food which most could usually
pose a risk for human health, specific papers have demonstrated the presence of total aflatoxins and
aflatoxin B1 in foods not included in the Commission Regulation (EC) No 1881/2006, even at higher
concentrations than those set up by the Spanish Royal Decree 475/1988.
For this reason, notwithstanding the management measures that are pertinent, the scientific
committee considers that, while there are no more data about maximum limits for these substances
other food samples different than those included in the previously mentioned legislations (as tiger
nuts or other doubtful foods regarding their producing conditions) the Royal Decree 475/1988 offers a
significant protection for consumers.
Key words
Aflatoxins, aflatoxin B1, aflatoxicosis, foods, hepatic damage, prevention, residues, cereals, tiger nut.
Introducción
Las aflatoxinas son metabolitos tóxicos producidos por varias especies de hongos del género As
pergillus que crecen en plantas y alimentos de origen vegetal. Las principales especies productoras
de aflatoxinas son Aspergillus flavus y Aspergillus parasiticus, aunque también se han descrito otras
especies productoras de aflatoxinas en alimentos tales como A. nomius (Kruztman et al., 1987), A.
tamarii (Goto et al., 1997), A. pseudotamarii (Ito et al., 2001) o A. australis (IARC, 2002).
Estos compuestos fueron descubiertos a finales de los años 50 y principios de los 60 como consecuencia
de la investigación acerca de la alta mortandad originada en aves de corral y otros animales productores
de alimentos como consecuencia de la ingestión de pienso que contenía cacahuete procedente de 29
Sudamérica (Blount, 1961) (Sargeant et al., 1961). Se trata de compuestos fluorescentes con una estructura
Por ello, los cacahuetes y otras semillas oleaginosas, los frutos de cáscara arbóreos, las frutas pasas,
el arroz y el maíz que incumplan los contenidos máximos de aflatoxinas se pueden comercializar en
determinadas condiciones que incluyen, entre otras, que antes de ser destinados al consumo humano
directo o a su uso como ingredientes de productos alimenticios sean sometidos a un tratamiento físico
que consiga reducir el contenido de aflatoxinas a los niveles máximos permitidos para esos productos
tratados.
En este mismo contexto, los Reglamentos (CE) Nº 401/2006 (UE, 2006b) y (UE) Nº 178/2010
(UE, 2010b) han establecido normas de muestreo y análisis para el control oficial del contenido de
micotoxinas en los productos alimenticios, mientras que el Reglamento (CE) Nº 1152/2009 (UE, 2009)
ha regulado las condiciones específicas para la importación de dichos productos, debido al riesgo de
contaminación por aflatoxinas de determinados productos alimenticios de algunos terceros países.
En España, previamente a la aprobación del Reglamento (CE) Nº 1881/2006, el Real Decreto
475/1988 estableció límites máximos permitidos de aflatoxinas B1, B2, G1 y G2 en alimentos para
consumo humano de 10 μg/kg para la suma de las aflatoxinas B1, B2, G1 y G2 y de 5 μg/kg para la
aflatoxina B1. A diferencia del Reglamento (CE) Nº 1881/2006, el Real Decreto 475/1988 no especifica
alimentos concretos a los que es aplicable, por lo que puede aplicarse a todos los alimentos destinados
al consumo humano que no aparecen regulados en la normativa de la Unión Europea.
Ante la existencia de ambas normativas reguladoras de límites máximos permitidos de aflatoxinas
B1, B2, G1 y G2 en alimentos, cabe preguntarse si la reglamentación nacional cubre aspectos no incluidos
en la de la Unión Europea y, por tanto, aporta un cierto nivel de protección del consumidor o si, por el
contrario, es redundante y no ofrece mayores niveles de seguridad.
Por ello, la Dirección Ejecutiva de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN)
ha planteado al Comité Científico una cuestión en relación al efecto que tendría sobre la población
española la derogación de Real Decreto 475/1988 que regula los máximos permitidos para las
aflatoxinas B1, B2, G1 y G2 en alimentos no regulados por el Reglamento (CE) Nº 1881/2006.
alimentos vegetales ya mencionados, las aflatoxinas pueden acumularse en los tejidos de los animales
pH - 2 - 6 - >8
Fuente: (ICMSF, 1996).
Aunque las condiciones descritas varían ligeramente en función de la fuente bibliográfica, algunos
autores refieren que A. flavus o A. parasiticus crecen en un intervalo de temperatura de 10-12 a 42-
43 ºC y, óptimamente, entre 32 y 33 ºC. Pueden crecer en un intervalo de pH amplio (2,1 a 11,2) con
un crecimiento óptimo entre 3,5 y 8. En cuanto a la actividad de agua (aw), los valores mínimos de
crecimiento están entre 0,80 y 0,83 y el óptimo en 0,99 (Sweeney y Dobson, 1998).
Por lo que se refiere a la toxinogénesis, el intervalo de temperatura en el que se producen va de 12
a 40 ºC, con un óptimo entre 25 y 30 ºC. En A.parasiticus la proporción de producción de aflatoxinas B
respecto a G es mayor a temperaturas altas (ICMSF, 1996). Se producen en un intervalo de pH entre 3,5
y 8, con un óptimo de pH 6 y, en cuanto a la actividad del agua (aw), el mínimo para la producción es de
0,82 para A. flavus (Sweeney y Dobson, 1998) con un óptimo de 0,99 (Cousin et al., 2005).
El clima típico de los países mediterráneos, caracterizado por temperatura y humedad altas, favorece
tanto el crecimiento de los hongos como la producción de aflatoxinas por parte de éstos (óptimo entre
25 y 30 ºC) (Sweeney y Dobson, 1998). Este tipo de clima podría relacionarse con el hecho de que
en alguno de estos países, como es el caso de Marruecos, exista una alta prevalencia de carcinoma
hepático, al igual que de otras patologías de etiología desconocida que se cree que pueden estar
relacionadas con la ingesta de aflatoxinas (Zinedine y Mañes, 2009).
La producción de aflatoxinas también depende de las fuentes de carbohidratos y nitrógeno, fosfatos,
lipoperóxidos y elementos traza (Luchese y Harrigan, 1993). De este modo, esta producción se ve
favorecida por un medio rico en carbohidratos, aunque algunos sustratos ricos en grasa y proteína
como los cacahuetes también permiten la producción de aflatoxinas (Marth, 1990). En algunos
casos, la presencia de otros hongos puede disminuir la síntesis de aflatoxinas (Wicklow et al., 1980)
(Tsubouchi et al., 1981) y también algunos componentes de distintos alimentos reducen la producción
de aflatoxinas. Así, por ejemplo, la oleuropeína, un compuesto fenólico iridoidico contenido en las
aceitunas, disminuye la producción de aflatoxinas por A. flavus y A. parasíticus. La cafeína inhibe el
crecimiento de Aspergillus y la producción de aflatoxinas (CAST, 1998) y lo mismo ocurre, por ejemplo,
con los aceites esenciales de orégano y canela (García-Camarillo et al., 2006).
Se ha descrito también que algunas vitaminas, como es el caso de la vitamina K5, que presentan
actividad antimicrobiana, ralentizan tanto el crecimiento de las especies de Aspergillus productoras
de aflatoxinas, como la producción de aflatoxinas por parte de estos hongos (Miranda et al., 2011).
Es también un hecho conocido que algunas bacterias ácido-lácticas producen compuestos con
propiedades antimicrobianas y antimicóticas, y pueden utilizarse para el control del crecimiento de
bacterias patógenas, bacterias alterantes y hongos. Las bacterias ácido-lácticas con mayor capacidad
de inhibir o reducir el crecimiento de hongos productores de toxinas pertenecen a los géneros Lacto
coccus, Lactobacillus, y, en menor medida, Pediococcus y Leuconostoc (Dalié et al., 2010). Asimismo,
también se ha demostrado que además de la inhibición del crecimiento fúngico, ciertas bacterias ácido- 33
lácticas tienen capacidad para capturar aflatoxinas, reduciendo de este modo su biodisponibilidad.
acuicultura, la presencia de este tipo de toxinas ha ido incrementándose en los últimos años, debido
al creciente uso de piensos y harinas vegetales para la alimentación de estos peces (Deng et al.,
2010), aunque a día de hoy los datos disponibles en la bibliografía científica proceden básicamente de
estudios experimentales y no de estudios de mercado. Es importante señalar que tanto en el caso de
los peces como en los mamíferos, estas toxinas se acumulan fundamentalmente en el hígado (Deng et
al., 2010), por lo que es en este tejido donde se encontrará una mayor concentración de aflatoxinas en
caso de que el animal haya estado expuesto. La eliminación de este órgano para el consumo humano
a través de la evisceración reduce de una manera muy importante el riesgo derivado de la ingesta de
aflatoxinas por consumo de estos alimentos.
Experimentos llevados a cabo en diversas aves de corral demostraron que una alimentación con
taminada con aflatoxina B1 (3 mg/kg) provocaba concentraciones superiores a 7 µg/kg en hígado y 0,38
µg/kg en carne de codornices que la habían consumido (Bintvihok et al., 2002). En otro ensayo, Hussain
et al. (2010), determinaron que alimentando pollos durante siete días con un pienso contaminado
con 6,4 mg/kg de aflatoxina B1, se alcanzaban concentraciones de aflatoxina B1 cercanas a 7 µg/kg
en hígado y superiores a 3 µg/kg en músculo, si bien estas concentraciones descienden hasta valores
indetectables en pocos días tras cesar la alimentación con pienso contaminado.
En el caso de los pescados procedentes de la acuicultura, Deng et al. (2010) comprobaron que
alimentando tilapias con pienso contaminado con varias dosis de aflatoxina B1, éstas alcanzaron
concentraciones hepáticas de hasta 40 µg/kg de aflatoxina B1 sin que aumentase su mortalidad. Por
otra parte, otro trabajo demostró que, aunque se mostraron síntomas evidentes de enfermedad en los
animales sometidos a ensayo, una contaminación de 18 mg/kg de aflatoxina B1 en el pienso de lubinas
(Dicentrarchus labrax L.) durante períodos prolongados de tiempo provocaba la aparición de residuos
de esta toxina en músculo del pescado en valores cercanos a los 5 µg/kg, al tiempo que aparecían
síntomas evidentes de enfermedad en los animales sometidos a ensayo (El-Sayed y Khalil, 2009).
También se ha encontrado contaminación por aflatoxinas en productos de origen vegetal diferentes
de los incluídos en el Reglamento (CE) Nº 1881/2006, los cuales se muestran en la Tabla 3. Si bien
en el caso de algunos alimentos como las especias la exposición potencial a aflatoxinas vehiculadas
por estos alimentos es pequeña debido a su consumo reducido, en otros casos como el café o los
garbanzos, su ingesta si podría llegar a ser un riesgo potencial teniendo en cuenta las concentraciones
de aflatoxinas encontradas por algunos autores.
Tabla 3. Ejemplos de alimentos no incluídos en el Reglamento (CE) Nº 1881/2006 en los que se han encontrado
concentraciones de aflatoxina B1 o aflatoxinas totales superiores a las establecidas como límite en el Real De
creto 475/1988
Alimento Contenido máximo Tipo Fuente
detectado (µg/kg)
Garbanzos 205 Aflatoxina B1 (Ahmad y Singh, 1991)
Hierbas aromáticas y especias variadas 35 Aflatoxina B1 (El-Kady et al., 1995)
Paprika 20 Aflatoxina B1 (Martins et al., 2001)
Café tostado 16 Aflatoxinas totales (Soliman, 2002) 37
En bebidas alcohólicas, tales como vino y cerveza, también puede encontrarse de manera ocasional la
aflatoxina B1. En el caso del vino, esta toxina puede hallarse más frecuentemente en el tinto, seguido
del rosado y finalmente en el blanco (Rasch et al., 2010). No obstante, la principal micotoxina presente
en las bebidas alcohólicas es la ocratoxina A (Mateo et al., 2007), no alcanzando las aflatoxinas de los
grupos B y G niveles elevados.
En relación a las chufas (Cyperus esculentus), en 1999, en respuesta a una pregunta en el Parlamento
Europeo, la Comisión Europea alegaba que no se habían fijado límites máximos en este producto porque
no disponía de datos de contaminación por aflatoxinas en el mismo (Parlamento, 1999). Posteriormente,
en 2002 se realizaron tres notificaciones en la Unión Europea sobre chufas importadas contaminadas por
aflatoxinas (SCIRI, 2002) y en abril de 2004, se efectuó una notificación sobre chufa importada de Mali
con un nivel de contaminación de 300 µg/kg de aflatoxina B1 (RASFF, 2004). Se han detectado aflatoxinas
en chufa almacenada durante 150 días, con un nivel medio de 454 µg/kg de aflatoxina B1 y 80 µg/kg de
aflatoxina G1 (Adebajo, 1993). En lo referente a la horchata, se han publicado varios trabajos científicos
en los cuales se señala la presencia de aflatoxina B1 en horchatas comercializadas en España (Arranz
et al., 2006) (Rubert et al., 2011). En ambos trabajos se describe una pequeña proporción de horchatas
contaminadas y además con un bajo índice de contaminación, inferior a 2 µg/kg.
máximos de aflatoxinas B y G en los alimentos que de manera más frecuente pueden ser portadores
de este tipo de aflatoxinas quedan expresamente regulados por el Reglamento (CE) Nº 1881/2006.
No obstante, hay varios hechos que el Comité Científico considera deben ser tenidos en cuenta para
una correcta protección del consumidor frente a la exposición a estos agentes tóxicos:
• Existen otros alimentos de origen vegetal en los cuales estas toxinas han sido detectadas en
cantidades similares o superiores (Tabla 3) a los límites establecidos en el Real Decreto 475/1988,
tales como el café, los garbanzos, la raíz de ginseng o una cierta variedad de hierbas aromáticas y
especias.
• En estudios experimentales se demuestra que estas toxinas pueden acumularse en diversos tejidos
de animales productores de alimentos, tales como el hígado y músculo de aves de corral o de
pescado cultivado, encontrándose en ocasiones y en algunos tejidos, niveles de contaminación
superiores o similares a los establecidos en el Real Decreto 475/1988. Aunque el pescado cultivado
suele consumirse eviscerado, si es habitual encontrar en los mercados hígados de ave de corral
destinados al consumo humano.
• No se debe tampoco obviar que la chufa, no incluida en el Reglamento (CE) Nº 1881/2006, además
de ser una materia prima para la elaboración de horchata, se consume directamente. En los últimos
años se han encontrado en algunos casos, concentraciones muy elevadas (en uno de ellos alcanzó
los 300 µg/kg) de aflatoxinas en partidas de chufas importadas de diversos países africanos. En
el caso de la horchata, los niveles encontrados son inferiores a los límites establecidos en el Real
Decreto 475/1988, por lo que con los datos disponibles a día de hoy este alimento no representaría
un riesgo significativo para la población.
• Es también un hecho que debido a la globalización y la intensa inmigración que ha experimentado
nuestro país en los últimos años, es cada vez más frecuente encontrar en nuestros mercados
productos alimenticios que no habituales en nuestra alimentación. Algunos de estos alimentos
podrían ser susceptibles de contener aflatoxinas, no figurando en el Reglamento (CE) Nº
1881/2006, por lo que sería conveniente disponer de más estudios de contenido de aflatoxinas en
determinados alimentos no incluídos en el Reglamento (CE) Nº 1881/2006 como la chufa o especies
de pescado cultivado en los que hay indicios de que puedan estar presentes estas micotoxinas y
remarcar la utilidad de los controles de aflatoxinas en piensos para evitar la contaminación de los
productos de origen animal.
Por todos estos motivos, y sin perjuicio de las medidas de gestión que sean pertinentes, el Comité
Científico considera que, en este momento y hasta que se disponga de datos representativos de
presencia de aflatoxinas en alimentos tales como los citados anteriormente u otros de los que no se
tenga seguridad respecto de sus condiciones de producción, el Real Decreto 475/1988 que regula los
límites máximos permitidos de aflatoxinas B1, B2, G1 y G2 ofrece un nivel de protección significativo para
el consumidor respecto a determinados alimentos no regulados por el Reglamento (CE) Nº 1881/2006.
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