Gobernabilidad XD
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Este trabajo se ha realizado con el motivo de dar a conocer sobre “La Reelección
Presidencial y la Constitución Histórica”, acerca del constitucionalismo histórico,
la reelección en las formas de gobierno y en las formas de estado y poder hacer
un análisis para talvez poder dar unas recomendaciones y llegar a una
conclusión ya que este tema es un fenómeno electoral que existe en diferentes
países y es un peligro para la democracia. El trabajo examina, a la luz de la
institución de la reelección presidencial inmediata que introdujo la Constitución
peruana de 1993 y de la teoría constitucional contemporánea, las muy diversas
cuestiones políticas constitucionales que se han suscitado en el Perú con motivo
de la reelección del Presidente Fujimori en 1995, y que se han renovado en el
proceso electoral del 2000, durante el debate sobre la interpretación de dichas
instituciones plantearon cuestiones tales como la aplicación en el tiempo de la
constitución las facultades del órgano legislativo para expedir leyes de
“interpretación auténtica de la constitución, en alcance de las resoluciones y
votaciones del Tribunal Constitucional, y las facultades de control constitucional
del Jurado Nacional de Elecciones, entre otras además de ejemplificar la
problemática general de la reelección de América Latina, el trabajo muestra los
obstáculos de orden político que todavía enfrenta la vigencia plena de una
constitución en nuestra región esto es, las presiones que se ejercen sobre los
órganos del estado para que estos encuentren soluciones jurídicas favorables al
régimen autoritario, aun cuando evadan el espíritu sino que la letra de la propia
constitución.
INTRODUCCION
Es difícil decir quién usó por vez primera el término de “Constitución histórica”,
aun cuando parece ser que fue acuñado por Savigny, y de ahí lo tomó Alberdi, a
través de Lerminier. En todo caso, desde principios del siglo XIX, el nombre de
“Constitución política” ya estaba en circulación, en donde el calificativo hace clara
referencia a su objetivo, pues la palabra “Constitución”, como se sabe, es
plurívoca. Al ser “política”, pasó a explicar y distinguir el entramado de una
comunidad organizada (polis). Y así ha sido desde entonces. También se sabe
Pues bien, dentro de ese proceso histórico constitucional, podemos decir que
existen ciertas invariantes, referidas a instituciones, que nacieron en
determinado momento y que luego se han ido desarrollando a través de diversas
acciones en un largo período. Estas son, líneas de tendencia que tienden a la
repetición y a la acumulación, sobre todo, en lo referente a las instituciones: ellas
constituyen lo que llamamos “constitución histórica”.
Como todo lo histórico, estamos ante algo fáctico y plástico, que es un continuo
de acciones de hombres sobre cosas y sobre hombres, que tiene carácter único
y no repetible (si bien, en circunstancias análogas, pueden volver a darse, pero
nunca exactamente) y que están enmarcadas en un complejo político-social.
Por otro lado, en cuanto a formas de Gobierno, son significativas sus dos
modalidades principales: la parlamentaria y la presidencial, dicho esto, sin entrar
en matices. Pero en la parlamentaria, al frente, normalmente, de un primer
ministro elegido por las cámaras, éste no tiene un poder absoluto, sino que está
matizado por el mismo congreso que lo eligió y al cual se debe. Por el contrario,
un sistema presidencial tiene menos cortapisas y más bien, tiende a ejercerse
sin control o con pocos controles.
Por tanto, hay que tener en cuenta que las formas de Gobierno y las formas de
Estado, no siempre funcionan igual en todas partes. Es decir, la reelección
presidencial, no siempre opera de la misma manera, pues ella depende de
diversos factores, en especial, de los ya referidos.
Pues bien, la idea básica que se debatió en el Perú en el Congreso de 1822, fue
cómo eliminar la presidencia, pues ella era odiosa y recordaba al hombre que
gobernaba solo, y en especial, al Rey. Por eso se nombró una Junta
La experiencia fue tan mala, que la Constituyente de 1931, que sancionó la Carta
de 1933, puso el siguiente, extenso como completísimo artículo 142:
Tan sugerente artículo expresaba, qué duda cabe, la presencia del fantasma de
Leguía. Pero la Constitución de 1979, considerando alejado tal fantasma,
escogió la redacción siguiente:
Durante la vigencia de la Carta de 1979, tan sólo Alan García Pérez (1985-1990),
con absoluta mayoría parlamentaria, intentó modificar la Constitución, para
poder ir a una reelección inmediata. Se valió para ello del diputado Héctor
Marisca, quien planteó y defendió la propuesta, tanto en el hemiciclo como fuera
de él. Al final, el mismo García desistió de ella, en vista de las resistencias que
encontró en la opinión pública.
El golpe de Estado del 5 de abril de 1992, fue uno más de nuestra larga historia
de irrupciones constitucionales. Tuvo varias causas, no una sola. Instalado
Fujimori como gobernante de facto, libre de ataduras, buscó dos puntos
concretos. Por un lado, implantar la pena de muerte para los terroristas, con lo
cual accedía a cierto clamor popular, si bien esto no sucedió ni sucederá; y por
otro, la reelección presidencial inmediata. Estos fueron, en realidad, los objetivos
básicos buscados por el oficialismo y no otros. Tanto es así, que la Constitución
de 1993, se parece en más del 65%, a la anterior Carta de 1979, cuya estructura,
incluso, repite en su totalidad. Las demás diferencias que existen, son tan sólo
de matices, desarrollos o ubicación de textos o instituciones. Aun cuando hay
quizá algunas novedades: el modelo económico neoliberal –atento sobre todo al
interés que despierta el mercado– y el sesgo centralista, dando así un viraje de
ciento ochenta grados sobre lo existente.
Lo que estamos viendo en todo este alambicado proceso para perfeccionar una
segunda reelección presidencial, es algo parecido a lo que pasó en la época de
Leguía. No es lo mismo, por cierto, pues la historia no se repite, pero sus grandes
trazos se parecen, no obstante, de tratarse de épocas y personajes distintos.
Pero anotemos una diferencia sustancial: lo que sucedió en la época de Leguía,
fue hecho con más nivel. Es decir, con elegancia y guardando las formas. Todo
esto ha estado ausente en esta oportunidad, y es de lamentar, ya que las formas
políticas tienen también sus rituales.
Pero el caso de este país, que comparte espacios en una isla con el atrasado
Haití, no es edificante ni tampoco un ejemplo a seguir. Al fin y al cabo, se trata
de un país muy pequeño, de gran pobreza y que ha atravesado por especiales
coyunturas, que es difícil que se repitan. Por lo demás, la modificación
constitucional de agosto de 1994, ha prohibido la reelección presidencial
inmediata (véase, sobre la situación dominicana, el Boletín electoral
latinoamericano, (San José), núm. XV, enero-junio de 1996).
7. CONSIDERACIONES CONCLUSIVAS
Pero nada nos impide hacer una hipótesis de trabajo. Si tenemos en cuenta, por
un lado, que el pasado nos ayuda a interpretar el presente y viceversa; si
constatamos que las circunstancias no han cambiado sustancialmente en
relación con lo que era antes, si bien algo se ha avanzado políticamente en las
últimas décadas, y si, sobre todo, consideramos que el actual Presidente tiene
un innegable sesgo autoritario, llegamos a la conclusión que, en este supuesto,
su período no dejará buenas enseñanzas y, más aún, no sabemos en qué
condiciones lo terminará.
III Poder Ejecutivo, del artículo 112, referido a la reelección inmediata del
Presidente de la República, asimismo buscar la modificación del artículo 118,
incisos 12 y 19 respectivamente relacionados con el nombramiento de
embajadores y con la atribución de dictar decretos de urgencia con fuerza de ley.
VI. Seguridad y Defensa Nacional, indicado en el artículo 172, que está vinculado
con los ascensos de los altos rangos militares.