LECTURA
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LA CIGARRA Y LA HORMIGA
“Cantando la cigarra pasó el verano entero, sin hacer
provisiones allá para el invierno. Los fríos la obligaron a
guardar el silencio y a acogerse al abrigo de su estrecho
aposento. Viéndose desproveída del precioso sustento: sin
mosca, sin gusanos, sin trigo y sin centeno. Habitaba la
hormiga allí tabique en medio, y con mil expresiones de
atención y respeto le dijo: «Doña hormiga, pues que en
vuestro granero sobran las provisiones para vuestro
alimento, prestad alguna cosa con que viva este invierno
esta triste cigarra, que, alegre en otro tiempo, nunca conoció
el daño, nunca supo temerlo. No dudéis en prestarme, que
fielmente prometo pagaros con ganancias, por el nombre
que tengo». La codiciosa hormiga respondió con denuedo,
ocultando a la espalda las llaves del granero: «¡Yo prestar lo
que gano con un trabajo inmenso! Dime, pues, holgazana,
¿qué has hecho en el buen tiempo?». «Yo», dijo la cigarra,
«a todo pasajero cantaba alegremente, sin cesar ni un
momento». «¡Hola! ¿Con que cantabas cuando yo andaba al
remo? Pues ahora, que yo como, baila, pese a tu cuerpo».