Más Microrrelatos 2
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Hay novelas que aun sin ser largas no logran comenzar de verdad hasta la
página 50 o la 60. A algunas vidas les sucede lo mismo. Por eso no me he
matado antes, señor juez.
Sancho Panza, que por lo demás nunca se jactó de ello, logró, con el correr de
los años, mediante la composición de una cantidad de novelas de caballería y
de bandoleros, en horas del atardecer y de la noche, apartar a tal punto de sí a
su demonio, al que luego dio el nombre de Don Quijote, que éste se lanzó
irrefrenablemente a las más locas aventuras, las cuales empero, por falta de un
objeto predeterminado, y que precisamente hubiese debido ser Sancho Panza,
no hicieron daño a nadie.
Tengo gafas para ver verdades. Como no tengo costumbre no las uso nunca.
La calavera del esqueleto que yacía debajo de las sabanas roncaba a mi lado,
junto a mí.
El hueso redondo sobre la almohada tenía los cabellos de mi mujer, con los
rulos de mi mujer.
Dejé las gafas, me levanté, y estuve paseando hasta que el sueño me rindió y
me volvió a la cama.