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Tratamiento de Los Extranjerismos

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Tratamiento de los extranjerismos

Consulta RAE

Todos los idiomas se han enriquecido a lo largo de su historia con aportaciones léxicas
procedentes de lenguas diversas. Los extranjerismos no son, pues, rechazables en sí
mismos. Es importante, sin embargo, que su incorporación responda en lo posible a nuevas
necesidades expresivas y, sobre todo, que se haga de forma ordenada y unitaria,
acomodándolos al máximo a los rasgos gráficos y morfológicos propios del español.

Con el fin de recomendar soluciones que se ajusten a las pautas señaladas, este diccionario
comenta un grupo numeroso, aunque necesariamente limitado, de voces extranjeras
habitualmente empleadas por los hispanohablantes. Concretamente, los extranjerismos
crudos incluidos en la última edición del Diccionario académico (2001), así como los
extranjerismos adaptados que allí se registran cuando aún es frecuente encontrarlos escritos
en textos españoles con las grafías originarias. Además, se han añadido algunos
extranjerismos no recogidos por el Diccionario académico, pero que son hoy de uso
frecuente en el español de América o de España.

En su tratamiento se han aplicado los siguientes criterios generales:

1. Extranjerismos superfluos o innecesarios. Son aquellos para los que existen


equivalentes españoles con plena vitalidad. En el artículo se detallan esas alternativas y se
censura el empleo de la voz extranjera. Ejemplos: abstract (en español, resumen, extracto),
back-up (en español, copia de seguridad), consulting (en español, consultora o
consultoría).

2. Extranjerismos necesarios o muy extendidos. Son aquellos para los que no existen, o
no es fácil encontrar, términos españoles equivalentes, o cuyo empleo está arraigado o muy
extendido. Se aplican dos criterios, según los casos:

2.1. Mantenimiento de la grafía y pronunciación originarias. Se trata de extranjerismos


asentados en el uso internacional en su forma original, como ballet, blues, jazz o software.
En este caso se advierte de su condición de extranjerismos crudos y de la obligación de
escribirlos con resalte tipográfico (cursiva o comillas) para señalar su carácter ajeno a la
ortografía del español, hecho que explica que su pronunciación no se corresponda con su
forma escrita. No obstante, en algunas ocasiones no se ha renunciado a sugerir fáciles
adaptaciones o posibles equivalencias, que se proponen en segundo término.

2.2. Adaptación de la pronunciación o de las grafías originarias. La mayor parte de las


veces se proponen adaptaciones cuyo objetivo prioritario es preservar el alto grado de
cohesión entre forma gráfica y pronunciación característico de la lengua española. La
adaptación de estas voces se ha hecho por dos vías:

a) Mantenimiento de la grafía original, pero con pronunciación a la española y acentuación


gráfica según las reglas del español. Así, para el galicismo quiche (pronunciado en francés
[kísh]) se propone el uso en español de esa misma grafía, pero con la pronunciación
[kíche], de la misma forma que para el anglicismo airbag (pronunciado en inglés [érbag])
se propone la pronunciación [airbág], o para master, la grafía con tilde máster. Estas formas
adaptadas a través de la pronunciación y, en su caso, de la tilde se consideran ya
incorporadas al léxico del español y, por tanto, su lema aparece en el diccionario escrito en
letra redonda, y no en cursiva, como corresponde a los extranjerismos crudos. Esta misma
razón explica que voces de origen extranjero como set o box, que no plantean problemas de
adecuación al español, se registren en el diccionario con el lema en redonda.

b) Mantenimiento de la pronunciación original, pero adaptando la forma extranjera al


sistema gráfico del español. Así, para el anglicismo paddle se propone la adaptación pádel,
y para el galicismo choucroute, la grafía adaptada chucrut.

Aunque en muchas ocasiones se desaconseja, por innecesario, el empleo de grafías

extranjeras, estas nunca van precedidas del signo (marca de incorrección; →


SIGNOS), puesto que no son, en ningún caso, formas incorrectas, sino grafías propias de
otras lenguas. No se trata, pues, de restringir el derecho de quien escribe a usar voces
extranjeras, si así lo desea, siempre que las resalte tipográficamente mediante la cursiva o
las comillas. Este diccionario se limita a señalar si su uso se justifica o no en español —es
decir, si se trata de extranjerismos necesarios o superfluos— y a recomendar, según los
casos, el uso de equivalencias o adaptaciones.

Extranjerismos más comunes:

Stickert: la palabra es inglesa y en castellano es calcomanía.


Voucher: la palabra es inglesa y en castellano es factura o recibo.
Flyer: la palabra es inglesa y en castellano es volante.
Yogurt: la palabra es turca y en español no tenemos un término para esta bebida.
Inbox: la palabra es inglesa y en español es bandeja de entrada.
Boutiqué: la palabra es francesa y en español no tenemos término para estos lugares.
Fan: la palabra es inglesa y en español es fanático.
Follower: la palabra es inglesa y en español es seguidor.
Muffin o moofin: la palabra es francesa y no tenemos término para este manjar.
CD ROM o CD ROOM: son palabras inglesas y en español es cederrón.

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