Vade Retro Satanas Ana Mercedes Cepeda
Vade Retro Satanas Ana Mercedes Cepeda
Vade Retro Satanas Ana Mercedes Cepeda
Título
¡Vade Retro Satanás!
Gabriele Amorth
Sustentado por
Ana Mercedes Cepeda
Aludiendo a la diná mica de la relació n milenaria existen entre los seres humanos y el
Maligno, el padre Amorth explica cuá les son las implicaciones, especialmente para los
fundamentos de la fe cristiana, de ignorar la existencia y la acció n de Sataná s.
El padre Gabriela explica también los orígenes y los motivos de la institució n del
sacramental del exorcismo en un breve recorrido por las vicisitudes de este ministerio
hasta dar cuenta del actual estado de cosas, sin emitir un juicio tajante al respecto. La
figura del exorcista es liberada del tizne y del mando inquietante con el cual lo ha
recubierto el imaginario comú n, alimentado con sugestiones fá ciles.
¿Satanás tiene realmente poder?
El mundo laico, heredero del iluminismo, del racionalismo y de la difusió n del ateísmo,
tiende a alejar a los hombres de la fe, especialmente en esta vieja Europa, en país como
Italia, Españ a, Francia, Austria, Irlanda. El hombre todas las épocas advierte la
insuficiencia de las cosas humanas y por ese siente la necesidad de Dios; pero cuando
se aleja de Dios busca otro punto de apoyo y así es empujado hacia la superstició n, el
espiritismo, las sectas satá nicas y, en general, todo lo que definimos como ocultismo.
En la historia es casi matemá tico que cuando la fe disminuye, aumenta la superstició n.
¿Quién es Satanás?
Como hemos dicho, Sataná s es un á ngel caído y por tanto, como los á ngeles, es puro
espíritu, segú n su objetivo cuando quiere asustar, asume la forma de un animal
espantoso o de un monstruo, en otras palabras, de algo que suscite terror; en cambio,
en el caso que quiera seducir, asume la forma de jovencitas atractivas.
Es ú til tener presente que el diablo es sumamente monó tono en sus tentaciones y
cuando lo he interrogado al respecto, ha confirmado su monotonía; pero también ha
añ adido que, a pesar de ello, nosotros caemos en sus trampas.
El mayor esfuerzo del demonio consiste, pues en la pura y simple tentació n a la cual
todos estamos sujetos, hasta tal punto que incluso Jesucristo, al encarnarse y hacerse
verdadero hombre como nosotros, semejante en todo a nosotros menos en el pecado.
Los demonios
Los demonios son, pues, jerá rquicamente dependientes y está n sometidos a una
estricta jerarquía, tal como en todas las mafias y bandas de malhechores, regidas por
el miedo y la opresió n, y no por el amor, como sucede con los á ngeles.
Los siervos del Maligno son los demonios: á ngeles que lo han seguido en su caída del
paraíso. Los demonios son muchísimos.
Los poderes de los demonios son todo lo que les sirve para llevar a cabo su misió n, la
cual consiste en tentar al hombre al mal y separarlo de Dios, para así destruir sus
planes.
Entendemos los males graves, los trastornos que no son atribuibles a una naturaleza
psicofísica, sino que son imputables a una obra dirigida por el Maligno. Aunque son
má s bien raros, como ya se dijo, estos fenó menos van en aumento en nuestros días.
El endemoniado demuestra una fuerza sobre humana, se libera por sí solo de grillos y
cadenas, y tiene la capacidad de conocer coas ocultas: en efecto, aunque nunca ha visto
a Jesú s en su vida, lo llama por su nombre y hasta lo reconoce como Hijo de Dios.
Sataná s se retiró de la presencia del Señ or y golpeó a Job con una llaga maligna , desde
la punta de los pies, hasta la cima de la cabeza.
Job es golpeado en los afectos: la muerte repentina de todos sus diez hijos; es
golpeado en sus bienes de riquísimo pasa de un momento a otro a ser paupérrimo; es
golpeado en la salud, era sano y se ve cubierto de llagas de la cabeza a los pies; pero no
está poseído por el demonio, en él no está la presencia del demonio.
Las causas de los ataques
En este punto es necesario tener en cuenta que muchas veces los maleficios no
consiguen el objetivo que se proponen porque, por ejemplo, se hacen contra una
persona que vive en gracia de Dios, que está unida al Señ or y acorazada.
Distingo tres motivos por los cuales se puede caer en una de estas seis formas de
perturbació n maléfica. Es importante tener en cuenta las causas, ya que conocerlas es
un tratamiento ó ptimo tanto preventivo como curativo. Una primera causa
evidentemente coincide con lo que acabamos de decir.
El ritual del exorcismo indica en particular otros tres signos que podrían ser
significativos, aunque claramente puede haber muchos otros, y cuantos má s sean,
tanta má s seguridad se tiene para proceder. Estos tres son: la capacidad de hablar
varias lenguas desconocidas, el conocimiento de cosas ocultas, y una fuerza
sobrehumana.
El hombre y el Maligno
Así como puede llegar al conocimiento de la existencia del Creador a partir de la
observació n racional de lo creado y es el caso de muchos pensadores y filó sofos de la
Antigü edad, la razó n humana tiene una vaga percepció n de estas realidades no
sensibles y ocultas que hemos definido como espíritus maléficos.
Es por esto que vemos tanta incredulidad. Ahora bien, es verdad que entre la gente
comú n hay una credulidad excesiva, pero también es cierto que entre los sacerdotes
hay una absoluta falta de preparació n.
É sta es la premisa por la cual en toda reflexió n nuestra sobre las cosas ultraterrenas y
ocultas, pero también sobre las humanas y terrenas, debemos partir del centro de la
creació n, de la finalidad de la creació n, cual es Jesucristo.
San Juan en su Primera Carta 3,8 aclara explícitamente que Cristo, como fin principal
de la encarnació n, vino para destruir las obras del demonio.
El exorcismo en la historia
Los hebreos practicaban exorcismo, pero Jesú s ejerció este poder, ante todo, para
demostrar su dominio contra el demonio; expulsar los demonios y hacer milagros es
efectivamente una de las pruebas de la divinidad de Jesucristo. En los primeros tres
siglos, todos los cristianos expulsaban demonios en el nombre de Jesucristo.
¿Quién es el exorcista?
El exorcista dedica la mínima parte de su tiempo a los exorcismos, precisamente
porque la posesió n o el mal maléfico son raros. Por ello, la mayoría de las actividades
de los exorcistas se dirige a disipar miedos inú tiles e infundados.
El exorcista es ante todo un hombre de escucha, que trata de entender lo que se
requiere en cada caso, es alguien que acerca a las personas a Dios, que muchas veces
calma y tranquiliza a los que creen ser víctimas de la mala suerte, de un hechizo, o de
un maleficio causado por una persona enemiga.
Quien ayuda al exorcista, como ya se dijo, debe ser una persona de mucha oració n y de
nervios fuertes, no exaltada, ni fá cilmente impresionable en fin.
Siguiendo el orden celestial, ciertamente son eficaces intercesores los arcá ngeles y los
á ngeles, que siempre intervienen con sus legiones en la lucha contra el Maligno. Por
eso se suele invocar a San Miguel arcá ngel, en cuanto jefe de los ejércitos angelicales; a
su lado yo invoco siempre también a los á ngeles custodios de todos los presentes,
entre los cuales obviamente no falta nunca san Gabriel arcá ngel, que es mi patrono.