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ALABANZA Y SÚPLICA
A LA MADRE DE DIOS
A nuestra gloriosa Señora
la santa Virgen María,
Madre de Dios y Madre de los hombres
2
IGNACIO M. CALABUIG
Presidente de la Pontificia Facultad Teológica “MARIANUM”
AVE MARÍA
ALABANZA Y SÚPLICA
A LA MADRE DE DIOS
Roma
Centro de Cultura Mariana “Madre de la Iglesia”
1996
3
En estas páginas se reproduce,
salvo pocas variantes,
la celebración del Ave María
que tuvo lugar el 30 de diciembre de 1992 en Roma
durante la clausura del XIII Congreso Mariano
sobre el tema
La Virgen María
en el Catecismo de la Iglesia Católica,
organizado por el Centro de Cultura Mariana “Madre de la Iglesia”,
dirigido por el P. Ermanno M. Toniolo,
Profesor de teología dogmática
en la Pontificia Facultad Teológica “Marianum”
4
AVE MARÍA
En griego
En latín
En Español
5
NOTAS HISTÓRICAS
1. Sin duda el Ave María es la oración mariana que resuena con más frecuencia en la vida de culto dentro
de la Iglesia. Y tiene una razón de ser.
La primera parte, de inspiración divina, pone en los labios del orante la misma alabanza que el Altísimo
dirigió, por medio del ángel, a María de Nazaret y ofrece una vigorosa síntesis del misterio de la Virgen:
su santidad y la transformación que la gracia realizó en ella (“llena de gracia”), su singular elección
(“bendita tú entre las mujeres”), el favor con que Dios la acompaña en la misión que le ha encomendado
(“el Señor está contigo”), su maternidad mesiánica y salvífica (“bendito es el fruto de tu vientre”).
La segunda parte es fruto de la experiencia de la Iglesia: su fe en la maternidad divina (“Madre de
Dios”), la confianza en la intercesión materna y misericordiosa de la Virgen (“ruega por nosotros”), que
acompaña al cristiano, débil y pecador (“pecadores”), en el camino de la vida: “ahora”, el presente como
expresión concreta de vida y posibilidad única de actuar, y “en la hora de nuestra muerte”, hora que se
teme y se desea, de tinieblas y de luz, de tormenta y de quietud, de fin y de inicio.
2. El Ave María, tal y como hoy la recitamos, con sus dos partes, la bíblica y la eclesial, tiene una larga y
compleja historia. Por así decirlo, comienza con la redacción del Evangelio de Lucas y se concluye,
desde un punto de vista litúrgico-jurídico, hasta el 1568, cuando Pío V introduce el Ave María en el
Breviario Romano, reformado después del Concilio de Trento (1545-1563).
Pero además del valor canónico de la decisión de Pío V, el Ave María, en forma substancialmente
idéntica a la actual, se encuentra ya en los textos del siglo XV. Ha sido puntualizada en una interesante
vulgarización toscana, que se encuentra en la Opera a ben vivere (Obra para el bien vivir) de San
Antonino de Florencia, escrita entre 1450 y 1454:
AVE MARÍA
3. La parte bíblica del Ave María ya se utilizaba en el culto de la Iglesia, justamente en su expresión más
alta: en la celebración de la Eucaristía. Al menos desde el siglo VI, aparece en la Anáfora de Santiago
(rito siriaco) y en la Anáfora de San Marcos (rito alejandrino), ambas con un agregado significativo:
“...bendito es el fruto de tu vientre, porque has engendrado al Salvador de nuestras almas”.
También en la liturgia romana el Ave María entró relativamente rápido: en el Antifonario, cuyo orden
esencial se atribuye a Gregorio Magno (+604), se utiliza durante el cuarto domingo de adviento como
antífona del ofertorio. También figura en la liturgia ambrosiana como antífona ad confractorium
(fracción del pan) para la celebración eucarística del mismo domingo prenatalicio.
De esta forma, en Oriente y en Occidente el saludo del ángel a María adquiere un relieve progresivo en la
piedad litúrgica de la Iglesia.
4. A su vez, el Ave María se vuelve fuente de inspiración para un sinnúmero de formas de oración dirigidas
a la gloriosa Madre de Cristo, que son en realidad variaciones del saludo angélico. En primer lugar el
1
Cfr. D. M. MONTAGNA. Un volgarizzamento toscano della formula integrale dell’Ave Maria alla metà del
Quattrocento (Una vulgarización toscana de la fórmula integral del Ave María durante la mitad s. XV), en Marianum
37 (1975) pp. 53-54.
6
Akathistos , trabajo incomparable de la himnografía mariana bizantina; las antiguas letanías a la Virgen,
muchas de las cuales repiten las palabras Salve (María) para cada invocación (Salve, virgen purísima...
Salve, Madre de Dios... Salve, reina de los ángeles...); varios textos himnográficos de Occidente, entre los
que se encuentran los célebres textos de Salve, estrella del mar y Salve, Reina de los cielos. Y talvez
tendrá una parte importante en la configuración y en el contenido del Pequeño Oficio de la B. Virgen
María.
El Ave María ofrece una inspiración, sobre todo en la celebración del 25 de marzo, para el desarrollo de
importantes homilías. Y más aún, es objeto de paráfrasis entre las cuales sobre sale el acróstico que se
atribuye a San Pedro Damián (+1072); los comentarios teológicos-exegéticos, entre los cuales se
encuentra la Expositio salutationis angelicae (Comentario al saludo angélico) de Santo Tomás de Aquino
(+1274).
5. A partir del ‘renacimiento mariológico’ del s. XII y sobre todo a partir del surgimiento de las Ordenes
mendicantes, el Ave María se convierte en la expresión de la devoción de los monjes y de los frailes a
Santa María.
Entre los monjes, los Cistercenses, siguiendo el ejemplo de San Bernardo (+1153), adoptan el Ave María
como forma cotidiana de saludo a la Virgen. Entre los frailes, los capítulos generales de los Franciscanos
Menores, de los Siervos de María, de los Predicadores, dan normas precisas para un uso frecuente y
cordial del saludo angélico, entendido, ya sea como homenaje a la Madre de Cristo, su Señora, o como
fórmula de apertura de los momentos de oración y de trabajo, para invocar sobre ellos la protección de la
Virgen.
6. Durante los siglos XIII-XIV, el Ave María es la oración de todo cristiano. Son numerosas las
intervenciones ya sea en los sínodos o de parte de algunos obispos en particular, en favor de que a los
niños se les enseñe el Credo, el Padre Nuestro y el Ave María. En esta época, la historia del Ave María
se entrelaza con la de las dos formas de oración que se volverán muy populares: la del Angelus Domini y
la del Santo Rosario.
Éstos también son los siglos en los que, en toda Europa, florecen leyendas populares acerca de los favores
prometidos por la Virgen, sobre todo en el momento de la muerte, a sus devotos que le hayan rendido
homenaje con el saludo angélico.
SANTA MARÍA
7. De acuerdo a una ley de la oración que tiene sus orígenes en el estilo de Dios - el Padre bueno que
escucha las plegarias de sus hijos (cfr. Mt 7, 11; Lc 11, 13) - y en las exigencias del corazón del hombre, a
la alabanza le sigue la súplica. También así sucede en el Ave María: a la primera parte, meramente de
alabanza, se le agrega una segunda, que es, esencialmente, una súplica que sale del corazón.
8. Antes de llegar a la forma definitiva, el Santa María conoció formas embrionarias - se puede pensar, por
ejemplo, al simple Santa Maria, ora pro nobis (Santa María, ruega por nosotros) de las letanías de los
santos - y a otras intermedias. Sin embargo, progresivamente, dos elementos se vuelven más estables: la
humilde súplica de que la Virgen “ruegue por nosotros”, conscientes de ser “pecadores” (es decir, una
súplica a la Virgen, reconocida como refugio de pecadores), y la acogida en el momento decisivo del
tránsito, que siempre se perfila al horizonte de lo fugaz, además de considerar también el presente:
“ahora y en la hora de nuestra muerte”. Con un instintivo carácter filial y fiel, confiaban a la Madre la
hora del tránsito:
En ambas expresiones - “ruega por nosotros pecadores” y “en la hora de nuestra muerte” - se concentra y
sintetiza una parte notable de la piedad mariana del Medioevo.
7
9. Varios testimonios parecen indicar que el Santa María recibió su forma típica en Italia y, probablemente
en la región Toscana. De hecho, perteneciente a la segunda mitad del siglo XIV, nos llegó de Florencia,
esta espléndida forma del Santa María, aún más antigua que la presentada por San Antonino (+1459) en
su obra anteriormente citada:
En esta variación falta la mención de los ‘pecadores’ que, sin embargo, está implícita en la invocación
mater misericordiae (madre de la misericordia), y más aún encontramos la referencia a la maternidad
espiritual de María - mater gratiae (madre de la gracia) - junto con la referencia a la maternidad divina -
mater Dei (Madre de Dios).
10. El Ave María, fruto de la inspiración divina y de la experiencia eclesial, breve y densa, ya sea en las
expresiones humildes de la piedad popular o en las solemnes oraciones litúrgicas, resonará siempre como
la alabanza más pura y la súplica más intensa de los hijos pecadores, pero confiados en la intercesión de
María de Nazareth, de cuyo seno virginal nació el Salvador del mundo.
2
Cfr. R.M. TAUCCI. Delle Biblioteche antiche dell’Ordine e dei loro Cataloghi (De las bibliotecas antiguas de la
Orden y de sus catálogos), en Studi Storici OSM 2 (1934-1936) p. 178.
8
INDICACIONES PARA LA CELEBRACIÓN
1. La celebración del Ave María, así como se presenta, requiere de una comunidad orante numerosa, en la
que se puedan distribuir los diferentes papeles (G = Guía. 1L = Lector 1. 2L = Lector 2. 3L = Lector 3.
A = Asamblea. T = Todos), la disposición para ejecutar las partes cantadas y un tiempo adecuado para el
desenvolvimiento correcto y tranquilo de las diversas secuencias de la celebración.
4. Durante la celebración se deberá respetar la proporción adecuada entre los momentos de canto, de
proclamación de la Palabra, de oración y de silencio. Es también necesario que la asamblea observe las
diferentes actitudes (de pie, sentados...) que requiera la secuencia de la celebración.
5. En la ausencia de un presbítero o de un diácono, la celebración puede ser guiada por un religioso o una
religiosa, por un laico o una laica.
ADAPTACIONES DE LA CELEBRACIÓN
6. Si las circunstancias así lo requieren, la celebración puede abreviarse - pero conservando la estructura
original - según las indicaciones siguientes:
En la primera parte (Ave María) se pueden suprimir las lecturas tomadas del Catecismo de la Iglesia
Católica y del Apocalipsis.
En la tercera parte (Santa María) pueden reducirse, en número, las invocaciones inspiradas en las
palabras del Santa María; pero para conservar el ritmo litánico de esta secuencia, éstas deben ser cuando
menos tres.
En todo caso, se debe dar a la proclamación del Evangelio de la Anunciación (segunda parte) el máximo
realce.
9
INTRODUCCIÓN
INVITACIÓN A LA ALABANZA
A. Y bendito el Señor,
que ha creado cielo y tierra.
o k‚ k k k k k k k k k‚ k‚ k
V/.
a f 24
Ben-di-ta tu hi - ja del Dios Al - tí - si - mo en-tre to-das las mu-je-
R/.
a f kz o k k k k k k k k k k k k k k k
- res Y ben - di - toel Se - ñor que ha cre - a - do cie - loy tie - rra.
T.
k k k k k k kz o k k k k k k
af k k kz
o
kz k‚
Tu glor- ria de Je - ru - sa - lén, tu a - le - grí - a deIs- ra - el, tu or-
y
af k k k k k k k k
- gu - llo de nues-tra ra -za.
SALUDO Y MONICIÓN
A. Y con tu espíritu.
G. El “Ave María” es la oración más querida dentro de la piedad del Pueblo de Dios dirigida
a la Virgen. Es oración bíblica, porque la primera parte - el saludo de Gabriel a María (Lc 1,28) y la
exclamación de bendición de Isabel (Lc 1, 42.45) - se extrae del Evangelio de Lucas; es oración
eclesial, porque hace una reflexión sobre la experiencia de la Iglesia y expresa su fe en la maternidad
divina y en la misericordiosa intercesión de la Virgen; es oración litúrgica, porque en forma
recurrente se evoca en diversas celebraciones del oficio divino y de los santos misterios; es oración
popular, porque constituye el núcleo esencial de prácticas piadosas muy difundidas y amadas por el
pueblo cristiano, como el Angelus Domini y el santo Rosario; es, en fin, oración catequética, porque
es fuente inspiradora de las enseñanzas de la Iglesia y a su vez es objeto de catequesis dentro de la
misma Iglesia.
10
El “Ave María” es una oración concisa y densa en contenidos; inicia contemplando la santidad de
María y su maternidad divina; se vuelve súplica en favor de la humanidad herida por el pecado;
ruego para obtener la ayuda materna de la Virgen en el momento presente y en el último momento de
la vida.
INNO
dd 4 o G =80 ‚ ‚ k k k‚ ‚ ‚ k‚ ‚ o ‚ k‚ k‚ k k k k k k k k
a 4 k‚ k k ‡ k k k k k k ‡ ‡ ‡ ‡
He - me a - quí sier - va yo soy del Se - ñor há - ga - seen mi se - gún tu pa - la - bra.
dd o k k‚ ‚ k k k‚ ‚ k k o k‚ k‚ k‚ k k k‚ k k‚ k‚ k k k k kz o
a ‡ k ‡ k k‚ k ‡
E-res la tie-rrao-be - dien-te Ma-ri - a y la crea-ción que a - ma ya-do-ra. A - -men
11
PRIMERA PARTE: AVE MARÍA
1
“¡ALÉGRATE MARÍA!”
INTRODUCCIÓN
L. “El saludo del ángel Gabriel abre la oración del Ave María. Es el mismo Dios que, por
medio de su ángel, saluda a María. Nuestra oración osa retomar el saludo a María con la mirada que
Dios ha dirigido a su humilde sierva, y nos hace alegrarnos con la misma alegría que Él encuentra en
ella” (Del Catecismo de la Iglesia católica, n. 2676).
LECTURA DE LA PALABRA
Palabra de Dios.
Aleluya
d4 G
Fr. Ángel M. Camarillo osm
k
a 4 k k k kz o k k k kz o k k k k k k k k kz o
=80
Palabra de Dios.
12
CANTO DEL “AVE MARÍA”
af n k k k k k k k k k k k k k kz o k k k k k k k
o ‚
k
Dios te sal - ve Ma - rí - a, lle - na e - res de gra - cia, el Se - ñor es con - ti - go ben-
a f k k k k k k k k k k k k k k k k k k k k kz o
- di-ta tuen-tre las mu-je - res y ben - di - to el fru-to de tu vien-tre Je - sus.
ORACIÓN
G. Santa María,
virgen esposa de José,
con el saludo del Ángel
alcanzaste el momento de la alegría mesiánica,
cumplimiento de la espera de Israel,
alba de los tiempos nuevos.
A. Amén.
13
2
“LLENA DE GRACIA, EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO”
INTRODUCCIÓN
L. “Llena de gracia, el Señor está contigo”. Las dos expresiones del saludo del ángel se explican
en forma recíproca. María es llena de gracia porque el Señor está con ella. La gracia de la cual está
llena es la presencia de Aquél que es la fuente de toda gracia. “Alégrate... hija de Jerusalén... el
Señor” está “en medio de ti” (Sof 3, 14. 17a). María, en la cual el Señor mismo toma morada, es la
personificación de la hija de Sión, del Arca de la alianza, el lugar donde vive la Gloria del Señor:
ella es la “morada de Dios con los hombres” (Ap 21,3). “Llena de gracia”, María se dona por
completo a Aquél que la toma como morada y que ella donará al mundo (Catecismo de la Iglesia
católica, n. 2676).
LECTURA DE LA PALABRA
Palabra de Dios
Aleluya
d 4 G =80 k z o k k k k z o k k k k k k
Fr. Ángel M. Camarillo osm
a 4 k k k k k k kz o
A - le-lu-ya, A - le-lu-ya, A - le-lu-ya, A-le - lu - - ya
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra
desaparecieron, y el mar no existe ya. Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del
cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo. Y oí una fuerte voz que
decía desde el trono:
“Esta es la morada de Dios con los hombres.
Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo
y él, “Dios-con-ellos”.
Palabra de Dios.
14
A. Demos gracias a Dios.
af n k k k k k k k k k k k k k kz o k k k k k k k
o ‚
k
Dios te sal - ve Ma - rí - a, lle - na e - res de gra - cia, el Se - ñor es con - ti - go ben-
a f k k k k k k k k k k k k k k k k k k k k kz o
- di-ta tuen-tre las mu-je - res y ben - di - to el fru-to de tu vien-tre Je - sus.
ORACIÓN
En el momento de la tentación
protégenos, Virgen llena de gracia,
para que nada ofusque el esplendor
de nuestra cándida vestidura,
y, al final de la vida,
nos encontremos santos e inmaculados
en la presencia de Dios.
A. Amén.
15
3
“BENDITA TÚ ENTRE LAS MUJERES”
INTRODUCCIÓN
L. “Tú, eres bendita entre las mujeres”. Después del saludo del ángel, hagamos nuestro
el de Isabel. “Llena del Espíritu Santo” (Lc 1, 41), Isabel es la primera de la larga lista de
generaciones que llaman a María bienaventurada: “Bendita la que ha creído...” (Lc 1, 45); María es
“bendita entre las mujeres”, porque ha creído en el cumplimiento de la palabra del Señor (Del
Catecismo de la Iglesia católica, n. 2676).
LECTURA DE LA PALABRA
Palabra de Dios.
Aleluya
Fr. Ángel M. Camarillo osm
d 4 G k z o k k k kz o k k k k k k
a 4 k k k k k k kz o
=80
Palabra de Dios.
af n k k k k k k k k k k k k k kz o k k k k k k k
o ‚
k
Dios te sal - ve Ma - rí - a, lle - na e - res de gra - cia, el Se - ñor es con - ti - go ben-
a f k k k k k k k k k k k k k k k k k k k k kz o
- di-ta tuen-tre las mu-je - res y ben - di - to el fru-to de tu vien-tre Je - sus.
ORACIÓN
Santa María,
bendita porque has creído,
intercede por nosotros ante tu Hijo.
A. Amén.
17
4
“BENDITO EL FRUTO DE TU VIENTRE”
INTRODUCCIÓN
L. Abraham, por su fe, se ha convertido en una bendición para “todas las familias de la
tierra” (Gn 12,3). Por su fe, María se ha convertido en Madre de los creyentes, y gracias a la cual
todas las naciones de la tierra reciben a Aquél que es la misma bendición de Dios: Jesús, el fruto
bendito de su seno (Del Catecismo de la Iglesia católica, n. 2676).
LECTURA DE LA PALABRA
Palabra de Dios.
Aleluya
d4 G
Fr. Ángel M. Camarillo osm
k
a 4 k k k kz o k k k kz o k k k k k k k k kz o
=80
18
y con el tormento de dar a luz.
La mujer dio a luz un Hijo varón, el que ha de regir
a todas las naciones con cetro de hierro;
y su hijo fue arrebatado hasta Dios
y hasta su trono.
Palabra de Dios.
af n k k k k k k k k k k k k k kz o k k k k k k k
o ‚
k
Dios te sal - ve Ma - rí - a, lle - na e - res de gra - cia, el Se - ñor es con - ti - go ben-
a f k k k k k k k k k k k k k k k k k k k k kz o
- di-ta tuen-tre las mu-je - res y ben - di - to el fru-to de tu vien-tre Je - sus.
ORACIÓN
G. De la estirpe de Adán
es tu Hijo, Virgen María;
descendencia de Abraham,
retoño de David:
en Él se cumplen las antiguas promesas,
por Él son benditos todos los pueblos.
Guardado en tu vientre,
lo envuelve con bendición el amor del Padre,
lo unge santificante el Espíritu divino,
para que sea “consagrado con el óleo del regocijo,
bendito de parte de Dios por siempre”.
Virgen bendita,
madre del Fruto bendito,
intercede por nosotros ante tu Hijo.
A. Amén.
19
SEGUNDA PARTE: EL EVANGELIO
Al terminar la primera parte de la celebración, todos toman asiento para un momento de silencio. Después, el diácono, acompañado de los ministros
que llevan la luz y el incienso, introduce solemnemente en el aula donde se realiza la celebración, el Evangelio abierto para el canto del pasaje de la
Anunciación. Todos se ponen de pie.
EVANGELIO
En aquel tiempo fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada
Nazareth, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la
virgen era María. Y entrando, le dijo:
“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.” Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué
significaría aquel saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de
Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será
grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará
sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.” María respondió al ángel: “¿Cómo
será esto, puesto que no conozco varón?” El ángel le respondió: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y
el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado
Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el
sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.” Dijo
María: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.” Y el ángel, dejándola, se fue.
Palabra de Dios.
O bien:
y
Fr. Ángel M. Camarillo osm
ddd k k k k k‚ k k k k k k k kz o
o
a k kk k k k
Glo-ria ya-la-ban-zaa ti, Oh Cris-to, pa - la - bra vi-vien - te del Pa - dre.
20
TERCERA PARTE: SANTA MARÍA
1
“SANTA MARÍA”
G. Santa,
en tu Concepción pura y sin mancha,
gozo del Padre, del Hijo y del Espíritu.
A. Tú eres, María,
la santa Madre del Señor.
G. Santa,
en tu Nacimiento,
alegría de los patriarcas
y retoño de las raíces de Jesé,
aurora de la salvación:
en ti se hizo cercano el Esperado de todos los pueblos.
A. Tú eres María,
la santa Madre del Señor.
G. Santa,
en el anuncio del Ángel:
humilde sierva del Señor,
tanto en el corazón como en el seno virginal
acogiste por nosotros al Verbo de Dios.
A. Tú eres, María,
la santa Madre del Señor.
G. Santa,
en tu maternidad virginal,
fecundada por el Soplo divino,
madre del Santo de Dios.
A. Tú eres, María,
la santa Madre del Señor.
G. Santa,
en la visita a Isabel,
tú, profetisa de los tiempos nuevos,
arca de la nueva Alianza,
nube cargada del Evangelio y de la Gracia.
A. Tú eres, María,
la santa Madre del Señor.
G. Santa,
en las Bodas de Caná:
por tu confiado ruego
21
rebozan del Misterio las ánforas,
así como tu corazón de misericordia.
A. Tú eres, María,
la santa Madre del Señor.
G. Santa,
junto al árbol de la cruz:
testigo del perdón que se concede
de la Sangre que se vierte
del Espíritu que se dona.
A. Tú eres, María,
la santa Madre del Señor.
G. Santa,
junto al sepulcro vacío
y en el cenáculo lleno de viento y de fuego,
primicia de la Pascua,
voz orante de la Virgen Iglesia.
A. Tú eres, María,
la santa Madre del Señor.
af k k k j
muer-te A - mén.
22
2
“MADRE DE DIOS”
G. Madre de Dios
tu eres, María, la humilde sierva,
la madre del Señor,
que cielo y tierra no pueden contener.
Por tu maternidad singular,
confiados te pedimos:
G. Madre de Dios
tú eres, María, la Virgen de Nazareth,
la madre del Creador,
“por medio de Él y en vista de Él
todas las cosas han sido creadas”.
Por tu maternidad divina,
confiados te pedimos:
G. Madre de Dios
tú eres, María, la prometida esposa de José,
la madre gloriosa de Cristo,
sacerdote, profeta, rey.
Por tu maternidad mesiánica,
confiados te pedimos:
G. Madre de Dios
tú eres, María, la Virgen prudente,
la madre de la Sabiduría eterna,
que puso en ti su morada.
Por tu maternidad nupcial,
confiados te pedimos:
G. Madre de Dios
tú eres, María, la nueva Eva,
la madre del Redentor
que, al derramar su sangre sobre la Cruz,
pagó el precio de nuestro rescate.
Por tu maternidad salvífica,
confiados te pedimos:
G. Madre de Dios
23
tú eres, María, la Virgen del dolor,
la madre del Crucificado,
que muriendo te ha constituido
madre de todos los pueblos.
Por tu maternidad pascual,
confiados te pedimos:
G. Madre de Dios
tú eres, María, nuestra hermana,
la madre del Emanuel,
el “Dios-con-nosotros”,
por siempre hermano nuestro,
por siempre partícipe de las vicisitudes humanas.
Por tu maternidad universal,
confiados te pedimos:
a f k k k k k k k k kz o k k k k k k k k k k k k k k k k
y
San - ta Ma - rí - a Ma - dre de Dios rue - ga por no - so - tros a - ho - ra yen la ho - ra de nues - tra
af k k k j
muer-te A - mén.
24
3
“AHORA”
25
G. Ruega por nosotros,
santa Madre de Dios,
ahora,
mientras en todas partes
se revelan a la santa Iglesia nuevos horizontes
y se abren nuevos caminos
por donde arrojar la semilla del Evangelio.
af k k k j
muer-te A - mén.
26
4
“Y EN LA HORA DE NUESTRA MUERTE”
27
CANTO DEL “SANTA MARÍA”
a f k k k k k k k k kz o k k k k k k k k k k k k k k k k
y
San - ta Ma - rí - a Ma - dre de Dios rue - ga por no - so - tros a - ho - ra yen la ho - ra de nues - tra
af k k k j
muer-te A - mén.
28
CONCLUSIÓN
El canto del “Magníficat” será la conclusión de la celebración. María, dirigiendo a gloria de Dios el
saludo de Isabel: “Bendita tú entre las mujeres” y “Bendita la que ha creído en el cumplimiento de la
Palabra del Señor”, exclama: “Proclama mi alma la grandeza del Señor. El Poderoso ha hecho obras
grandes por mí”.
Magníficat
Fr. Ángel M. Camarillo osm
af i i k k i i k k
(1voz) Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
y
i
i i
i i k kk kk
i
(2 voces) porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
29
BENDICIÓN Y DESPEDIDA
A. Amén.
A. Amén.
A. Amén.
A. Amén.
30
ÍNDICE
Notas históricas 6
Introducción 10
Conclusión 29
31
32