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Palabras Sabias para Las Familias

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“Palabras sabias para las familias”

Lección 5: – Para el 4 de mayo de 2019


 

RESEÑA
La vida familiar es complicada. Necesitamos toda la ayuda que sea posible. El
versículo para memorizar de esta semana implica que debemos tragarnos el
orgullo y no apoyarnos en nuestra “propia prudencia” (Prov. 3:5). Seamos
honestos y admitamos que necesitamos la ayuda externa del Señor para ser
buenas madres, padres, hijos e hijas. Proverbios es un tesoro escondido para
comprender la vida familiar. Por ende, la lección “sabiamente” busca
orientación en sus páginas.
La formación de una familia comienza con dos personas que eligen
comprometerse mutuamente durante toda la vida. Les guste o no a los hijos, a
menudo los padres se encuentran en buenas condiciones para aconsejarles
sobre quién sería un buen cónyuge, y quién no. Proverbios tiene mucho que
decir acerca de con quién no comprometerse, generalmente llamada la mujer
extraña (Prov. 2:16-19; 5:3-14; 7:4-27). Pero no es difícil aplicar los mismos
principios para ayudar a evitar al hombre equivocado también. Tal vez el hecho
de que solo se hable de la “mujer extraña”, y no del “hombre extraño”, en parte
se compense con el hecho de que Proverbios termina con un homenaje a la
“mujer virtuosa” (Prov. 31:10-31).
La manera de actuar de los padres tendrá consecuencias directas en el
carácter de sus hijos. Cuán importante es entonces que su influencia sea
prudente y medida (Prov. 15:1). Aunque descuidar la disciplina es desastroso
para un hijo (Prov. 23:14), el contexto del pacto es que los padres se rigen por
su amor a Dios. Bajo esa influencia, los hijos deben aprender del Dios de sus
padres (Deut. 6:4-9).

COMENTARIO
Introducción teológica
Dios asume riesgos. Voluntariamente creó agentes morales libres con el
potencial de que lo amen o lo rechacen. En cierto sentido, Dios perdió la
apuesta. Su universo se rebeló. Perdió a sus ángeles. Perdió a sus seres
humanos. Lo peor de todo es que su propio Hijo fue asesinado por los mismos
que él creó. Sin embargo, para Dios, todo valió la pena, con tal de tener una
familia.
¿Existe alguna institución que pueda poseer realidades tan opuestas como la
de la familia? Por un lado, puede proporcionar el ápice de la seguridad y el
amor. Por otro lado, puede engendrar el más profundo dolor y resentimiento,
enmascarar la violencia más impactante y desfigurar las almas de sus
descendientes. Cuando formamos una familia, participamos del riesgo divino
de crear relaciones. Elegimos a un cónyuge, que inicialmente es totalmente
desconocido para nosotros, con un futuro desconocido, para unir nuestra vida
para siempre.
Tenemos niños que son “paquetes de alegría”. Pero pronto nos damos cuenta
de que también son conjuntos de potencialidades en las que esa alegría inicial
se extiende o culmina en dolor y angustia. Y sin embargo, como Dios,
seguimos fusionando nuestra vida con otros para formar familias. ¿Por qué?
Tal vez la letra de una canción de Bob Bennet contiene una verdad que vale la
pena considerar: “El amor es el único riesgo que vale la pena asumir”.
Cuando Dios, cuya esencia misma es el amor (1 Juan 4:8), nos formó a su
imagen (Gén. 1:26), el deseo de amar y ser amado quedó indeleblemente
grabado en nuestra naturaleza. Aunque el pecado haya causado tal caos en la
creación, aun así ha tenido dificultades para borrar el amor como la ética
suprema dentro de la humanidad. ¿Cuántas personas en el planeta podrían
decir honestamente que prefieren una vida carente de todo amor? No muchas.
Como las familias son la fuente del amor relacional, son omnipresentes. Dios
así lo quiso (Gén. 1:28; 2:24). El amor familiar puede llevarnos a escuchar los
primeros susurros del amor de Dios por nosotros. Elena de White afirma que “él
ha procurado revelársenos mediante las cosas de la naturaleza y de los más
profundos y tiernos lazos terrenales que el corazón humano pueda conocer”
(CC, p. 10).
Por lo tanto, no es de extrañar que la familia se haya convertido en un objetivo
de Satanás para destruirla. Es por esta razón que necesitamos las imágenes
familiares multidimensionales de Dios como padre y esposo (Éxo. 4:22; Jer.
31:32) y de Jesús como hijo, esposo y hermano (Juan 3:16; Mar. 2:19; Rom.
8:29). De hecho, cualquier idea sobre el carácter de Dios (que es amor)
proporciona el punto de referencia para que cultivemos el amor dentro de
nuestras propias familias. El libro de Proverbios es el valiente intento de un rey
de entregar a sus hijos una herencia de sabiduría divina. Dios quiera que su
legado dé como resultado que nuestras familias reflejen el sueño de Dios de
una creación reunida, una familia universal, sostenida por su amor.
Texto bíblico
Quizá la lección más importante del libro de Proverbios es que haya un libro de
Proverbios. El mensaje implícito a todas las generaciones es: “¡Padres, hablen
con sus hijos!” Observa que cuando Moisés le habló a Israel sobre los
mandamientos de Dios, él dijo que estas palabras deben estar en nuestro
corazón. Sin sumergir la pluma por segunda vez, dice que estas palabras
también deben estar en nuestros hijos (Deut. 6:4-7). “Incúlcaselas
continuamente” es como traduce la NVI el término hebreo shaman, que
proviene de una raíz que significa “repetir” (por ejemplo: “las repetirás a tus
hijos, y hablarás de ellas”) o de una raíz que significa “afilar” o “grabar”. La
repetición y el grabado profundo de los mandamientos en cuanto a la
enseñanza de los hijos pueden encajar en el contexto.
Entonces, ¿cómo se debe compartir con los niños de una manera significativa
(1) los sabios dichos del rey Salomón, (2) las historias emocionantes de Israel y
(3) los mandamientos y principios de la ley de Dios? Volviendo al modelo
pedagógico de Deuteronomio de grabar repetitivamente, el resto del pasaje
probablemente nos esté diciendo cómo hacer eso exactamente. “Hablarás de
ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te
levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales
entre tus ojos” (Deut. 6:7, 8). Sentarse, caminar, acostarse y levantarse se
supone que, en un sentido figurado, abarca todas las diferentes posiciones y
contextos en los que podemos estar durante el día. Estas actividades también
comprenden todo el día. Por ende, en las diversas experiencias de todo el día,
mamá y papá simplemente están hablando (dabar), conversando, meditando
en voz alta, o incluso cantando sobre las palabras de Dios. Y los hijos
escuchan y son transformados.
Pero los padres no solo hablan de Dios y sus palabras en beneficio de los hijos.
Recuerda que la orden es que todas las palabras primeramente estén “sobre tu
corazón”; es decir, en el corazón de los padres. La idea de que estas palabras
deban permanecer en la mente “como frontales entre [s]us ojos” refuerza el
imperativo del corazón. Es en lo que los padres ya están pensando.
Sin embargo, tenerlas en mente no es suficiente. Si los padres quieren que su
religión y el respeto por el Dios de esa religión se transmitan a sus hijos,
entonces las leyes de Dios deben estar atadas “como una señal en [s]u mano”.
El accionar de los padres debe mostrar qué aspecto tienen las leyes de Dios
expresadas a través de la vida humana. De lo contrario, toda conversación
acerca de Dios será contraproducente. Como consecuencia, los hijos se
cruzarán de brazos y acertadamente sentirán repulsión por el espectáculo de
hipocresía parental que tienen ante su vista.
Texto bíblico
Cuando el Señor manda que se observe la Pascua en la nueva nación, adopta
una perspectiva a largo plazo y desea que los padres estén preparados cuando
los hijos pregunten acerca de la ceremonia (Éxo. 12:26). Tal vez ese sea el
propósito de la ceremonia en primer lugar: generar tanta curiosidad por parte
de nuestros hijos que ellos comiencen a hacer lo que todos los padres
temerosos de Dios esperan que hagan: indagar acerca de Dios y sus caminos.
Además, la pregunta que hacen los hijos quizá no sea simplemente: “¿Qué
significa esta ceremonia?” sino “¿Qué significa para ustedes esta ceremonia?”
(Éxo. 12:26, NVI). Si es así, entonces los padres no salen del apuro
simplemente dando una respuesta teórica o citando otro texto de la Biblia. Los
hijos no pueden ver ni oír a Dios de primera mano, pero ven y escuchan a sus
padres. Para que mamá o papá compartan empíricamente lo que Dios y sus
leyes significan para ellos, pueden sumarle solemnidad a las respuestas y
quizá crear un momento familiar memorable. Tal vez este modelo sea el ideal
para traspasar el corpus de conocimiento bíblico a la próxima generación. Lo
ideal sería que la pregunta: “¿Qué significa?” vaya seguida de una respuesta a
la pregunta: “¿Qué ha significado esta ceremonia para mí en mi vida?”
Aplicación a la vida
La Iglesia Adventista del Séptimo Día es una comunidad con gran riqueza de
información. Valoramos el conocimiento bíblico general, las profecías y los
innumerables consejos de Elena de White. La iglesia, al estilo de Salomón con
sus hijos, presenta la lección de esta semana para dar ideas sobre cómo tener
la mejor familia posible. Para no abrumar con más consejos, las secciones
bíblicas en la Edición para Maestros se refieren a qué pistas da la misma Biblia
para comunicar la sabiduría divina como un patrimonio. Utiliza pasajes que se
relacionan principalmente con los hijos, pero los principios son provechosos
para todos los miembros de la familia. Además, hay textos que plantean
cuestiones similares, pero no dicen nada de los hijos ni de la familia (por
ejemplo: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y
de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en
él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá
bien” [Jos. 1:8]). Enfatiza este hecho para solteros y matrimonios sin hijos, para
que no sientan que estas lecciones no se aplican a ellos.
Estas son algunas ideas de cómo integrar Proverbios en la vida familiar:
1. Observa que hay 31 capítulos en el libro de Proverbios: uno para cada
día del mes. Pídeles a tus alumnos que lean un capítulo al día en su culto
matutino e invítalos a compartir su proverbio favorito.

2. Anima a los miembros de tu clase a convocar una asamblea familiar en


la que cada miembro de la familia comparta algún conflicto o inquietud
sobre los asuntos de su vida. Dado que Proverbios toca una variedad tan
amplia de temas, aconséjales a tus alumnos que vean si hay uno o dos
proverbios que están relacionados con alguna de las luchas compartidas
en la asamblea familiar. Sugiere que toda la familia pueda memorizar un
proverbio pertinente.

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