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Laico Cisterciense

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1.

 Vocación Laica Cisterciense

¿Cuáles son los motivos por los que creen que el carisma cisterciense

puede ser vivido en le mundo por personas laicas?

            1.1 De forma individual se reconoce como una llamada personal que se

experimenta comunitariamente como un don de Dios, en respuesta a las

necesidades del mundo actual. Muchos lo definen como una llamada a ser

testigos activos de Cristo y de su Iglesia, en medio del mundo, dando un

testimonio orante y contemplativo en una vida definida por los valores propios

del carisma cisterciense, guiada por la Regla de San Benito como una forma

concreta de interpretar el Evangelio. Muchos lo definen como un camino de

conversión continua que nos conduce a redescubrir y a profundizar en la gracia

de nuestro bautismo y que nos ayuda a desarrollar una fe adulta.

1.2. Esta transformación personal no niega el compartir comunitario sino

que nos conduce a él. Es importante subrayar que nuestro deseo se fortalece e

ilumina por el hecho de ser experimentado por otros, mujeres y hombres, con

quienes compartimos la misma llamada a la espiritualidad cisterciense. Esta

realidad nos une con unos nuevos lazos fraternos muy fuertes, que no se

buscan por si mismos, sino que se reciben como un regalo. Aunque las

Comunidades Laicas Cistercienses asumen diversos nombres para

identificarse, en esencia todos son muy similares, teniendo todos ellos un

significado común.

            1.3. Todos coinciden en creer que la espiritualidad cisterciense es

posible adaptarla a la vivencia de un laico y, si bien queda muy claro para todos

que son dos formas distintas de vivirlo, monástica y laica ambas son

complementarias. Ello pone de manifiesto la vigencia de la vida monástica y la

necesidad de que el laico viva en el mundo con mayor entrega y profundidad


espiritual. Hay unanimidad en que el carisma cisterciense puede ser vivido en

el mundo en diversos estados de vida.

1.4. Todos los documentos expresan que el carisma cisterciense es una

forma de vivir el Evangelio y de reconocerse miembros de la Iglesia

Universal. En ocasiones se define esta espiritualidad Laica Cistercienses como

“Espiritualidad del Adviento” por su forma de encarnar la espiritualidad

Cisterciense como contemplación-activa y actividad- contemplativa en medio

del mundo.

2. Vida Laica Cisterciense

- ¿Qué valores, prácticas y costumbres cistercienses son los que intentan vivir

en el mundo? Por favor haga una descripción de cómo los ha incorporado a su

vida.

2.1. Hay gran diversidad en la descripción práctica de las formas, pero,

de nuevo, nos encontramos en que, sin bien las formas pueden ser diferentes,

se utilizan los mismos medios para un único fin: la búsqueda de Dios.

2.2. Todos los valores cistercienses de una forma o de otra han sido

incorporados a la vida de los laicos pudiendo resumir la gran riqueza en su

expresión de la siguiente forma:

            La vida actual es extremadamente compleja y la simplicidad es

experimentada como una verdadera liberación.

 
            La incorporación de la obediencia nos asienta en un modo de vida

donde nuestro objetivo no es satisfacer nuestros primeros impulsos sino

abrirnos al bien común y aceptar la guía espiritual.

            Desear y crecer en la humildad nos aparta de la tendencia actual de no

necesitar a Dios y de convertir en un ídolo nuestra autosuficiencia.

            La sencillez y austeridad en nuestras formas de vida nos ayuda a

identificarnos con la pobreza evangélica y a apartarnos de la tendencia al

consumismo.

            En un mundo lleno de ruido que ensordece el espíritu, recibimos

el silencio como un don.

            Experimentamos con intensidad y gratitud la comunión que nos sana

del individualismo reinante y nos fortalece.

            Ante nuestras dificultades y nuestra tendencia a la razón por encima de

la fe, procuramos buscar en laconfianza y el abandono en Dios nuestra ayuda

y consuelo.

            Asumimos un nuevo estilo en nuestro modo de trabajar, huyendo del

activismo reinante y de la tendencia a idolatrar el trabajo, encontrando en

el Ora et Labora su mejor expresión.

            Encontramos nuestra fortaleza en la oración y alabanza, pues

perseverando en ellas nos vamos liberando de la superficialidad y el

hedonismo caminando hacia una Vida Nueva.

 
            Vivimos la alegría como fruto nuestro camino de unificación interior que

nos va liberando del vacío y de la tristeza del corazón en que el hombre de hoy

vive sumergido, y que intenta paliar con grandes sensaciones al margen de

Dios.

2.3. Todos describen una transformación, tanto interior como exterior,

que se manifiesta en la frecuencia en los sacramentos, teniendo como centro

la Eucaristía; el estudio orante de las Escrituras por la Lectio Divina; la

fidelidad en Oficio Divino; la devoción filial a la Virgen María; la

acogida al hermano y la hermana; un cambio de prioridades; una nueva forma

de ordenar el día; una nueva forma de amar desde el amor de Dios; y el

deseo de formación y la necesidad de un guía espiritual; experimentar el

trabajo como colaboración en la construcción del Reino de Dios buscando en

él nuestro sustento y no el enriquecimiento personal.

2.4. La dimensión cenobítica de la vida cisterciense en el Laico

Cisterciense halla su expresión en la unión espiritual que experimenta con

todos los miembros de su comunidad tanto laica como monástica, por una

vida más ascética y que le lleva a estar unido en la oración el trabajo y

litúrgica aunque este separado físicamente.

2.5. Esta unificación interior, este camino de conversión, y este deseo de

encarnación, nacen y se realizan en el cristo-centrismo subrayado por

numerosas Comunidades Laicas. “Vivir en el Mundo siendo ciudadanos del

Cielo para no ser atrapados por el mundo.”

 
2.6. En todos los documentos hay bellísimas descripciones prácticas de

la forma como se concretan estas realidades en la vida diaria, tanto de forma

personal como en la vida de familia, en el trabajo y en la sociedad.

2.7. No todos están de acuerdo en la forma de entender la misión, para

algunos es sólo por una vida testimonial mientras que para otros, además, se

concreta en diversas acciones en la vida parroquial, en el voluntariado hacia los

enfermos, presos, pobres y/o marginados.

2.8. Todos están de acuerdo en afirmar que la mayor dificultad es

encontrar el equilibrio entre los tiempos oración y acción, pues el mundo es

tremendamente “invasivo” y reduce sistemáticamente los tiempos de oración

vaciando de sentido la acción pues se pierde su dimensión contemplativa.

3. Comunidad Laica Cisterciense

- ¿Qué significado tiene pertenecer a una Comunidad Laica Cisterciense?

¿Qué aspectos de la comunidad destacaría como los de mayor importancia?

¿En qué sentido la comunidad laica confirma y fortalece su vocación laica

cisterciense? ¿Cuál es su experiencia de comunidad tanto cuando están

físicamente reunidos como cuando se encuentran de nuevo en su casa y en su

vida normal?

3.1. La experiencia de comunidad en muchos se expresa como

el nacimiento de una nueva familia en la que se recibe ayuda y fortaleza para

vivir con esperanza y sin miedo el compromiso cristiano. Todos coinciden en

constatar que orar juntos crea comunión y ello une en la distancia y fortalece.

Constatan que el mayor vínculo es haber sido unidos por el Espíritu Santo en


una misma búsqueda: la búsqueda de Dios, y en consecuencia la comunidad

es un enriquecimiento personal por la transmisión de valores entre todos sus

miembros. Muchos afirman que la comunidad les hace sentir miembros de la

Iglesia y experimentar ser Cuerpo de Cristo. Sentir la necesidad de los otros

alienta la caridad y enseña humildad. La comunidad para muchos es un

instrumento puesto por Dios para su santificación. Algunos expresan dificultad

por el individualismo de nuestra educación y, por tanto, la comunidad es una

escuela en la que se aprenden los valores más fundamentales para conocerse

uno mismo y desarrollar la verdadera caridad.

3.2. Para la mayoría de comunidades es fundamental formalizar con

algún tipo de compromiso individual de cada miembro, ante la comunidad laica

y monástica, el deseo y decisión personal que le lleva a responder ante Dios a

su llamada a esta vocación concreta laica cisterciense.

3.3. Hay gran diversidad en la forma de organizarse de las comunidades,

y en algunas se puede constatar que son más reacias a crear estructuras.

4. Vínculo con el Monasterio y con la Orden

- Haga una descripción de la relación que su comunidad laica mantiene con su

monasterio. ¿Qué impacto ha tenido ello tanto de forma personal como

también en la comunidad laica?

4.1. Casi todas las comunidades afirman la certeza de no poder existir al

margen de la comunidad monástica, pues es la fuente del carisma, y de ellos,

monjes y monjas, se recibe luz y formación, pero hay divergencia en lo que

concierne a los vínculos concretos que nos unen y en la forma de describir


estos lazos; algunos los describen como guía o dirección espiritual; en cambio,

otros como acompañamiento pues creen que se tiene que subrayar la

autonomía de la Comunidad Laica.

            4.2. Muchos sienten las comunidades, monástica y laica, como una sola

comunidad con distinta expresión de vida, pero todos tienen muy clara la

diferencia entre un laico/a y un monje/a.

4.3. Para todos los grupos, es la comunidad monástica, representada

por el Abad (Abadesa), que les confiere su identidad cisterciense, cualquiera

que sea la naturaleza de los lazos que les unen. Algunas Comunidades son

reconocidas directamente por el Abad o Abadesa mientras que otras lo son por

el Capitulo Conventual.

4.4. Es común a todas las comunidades y a todos sus miembros

experimentar el monasterio como lugar donde han sentido la llamada de Dios a

esta vocación y todos, tanto de forma personal como comunitaria, sienten el

monasterio como su casa y el lugar concreto donde el Señor une de una forma

especial a ambas comunidades, laica y monástica, y a todos sus miembros

entre sí. La hospitalidad de los monjes hace presente el Amor de Dios.

Si bien es cierto que la mayoría de comunidades laicas mantienen una

relación con la comunidad monástica de total comunión y sentido de familia, es

también cierto que algunas sufren situaciones de grandes dificultades en su

integración y mutua aceptación. A pesar de ello, nadie concibe la comunidad

laica sin pertenencia a una comunidad monástica.        

Muchas comunidades laicas afirman su deseo de no perturbar la vida

monástica, si bien algunas desearían tener mayor presencia de monjes en sus

Encuentros. Hay un reconocimiento general de que el hecho de ser laicos

cistercienses no nos confiere más derechos en nuestra relación con la


comunidad monástica sino que nos hace conscientes de nuestros deberes y

responsabilidades como cristianos y nos conduce a una mayor humildad.

4.5. La Mayoría de las comunidades tienen, con distintas frecuencias,

sus Encuentros en el monasterio, en donde reciben formación y aprenden a

amarse unos a otros, en una nueva forma de relacionarse, que no tiene nada

que ver con la vida social, ya que es una unión con Cristo concéntrica, en la

que todos los miembros han sidollamados por Dios y elegidos no de forma

natural sino sobrenatural. Algunas también se reúnen fuera del monasterio

cuando debido a la distancia no pueden acudir con mucha frecuencia.

4.6. Monjes – monjas, y laicos - laicas aprenden unos de otros

procurando ser mejores monjes – monjas y mejores laicos - laicas, y

compartiendo unidos el camino de la santidad.

            Muchos miembros de las comunidades laicas acuden al monasterio de

forma individual, además de asistir a los Encuentros. Pero todos están de

acuerdo en afirmar que para ser laico cisterciense no basta con sentirse atraído

por un monasterio, sino que es necesario formar parte de la comunidad.

5. Dificultades

- ¿Cuáles son los mayores retos o dificultades?

5.1. Muchos afirman que la mayor dificultad es la distancia que les

separa del monasterio.

 
5.2. También la dificultad para hallar el equilibrio entre el trabajo, la

oración, la vida de familia, y la vida social, para ser verdaderos contemplativos

en “el mundo sin ser del mundo”.

5.3. Algunos describen las dificultades que deben afrontar para vivir en

el mundo siendo honestos y fieles a su vocación.

5.4. Se apunta también la dificultad que a veces conlleva la

comprensión de algunas palabras y términos monásticos que pueden

llevar a confusión en su adaptación a la vida laica.

5.5. Algunas también muestran su dificultad a aceptar

miembros -no laicos- o sea pertenecientes a alguna orden religiosa

de vida activa, diáconos y sacerdotes.

6. Retos

6.1. Reto de unificar las diversas formas de Formación e

Iniciación y Entrada.

6.2. Muchos expresan su deseo de que este carisma laico cistercienses

sea reconocido por la Orden.

6.3. Otros viven como un reto trasmitir este tesoro a los otros.

¡RABONNI!

 
 7. Conclusión

7.1. La lectura pausada y profunda de todos los documentos demuestra

que hay una gran unidad y comunión entre todos en la vivencia del carisma, así

como una gran diversidad en las concreciones. Ello pone de manifiesto la gran

riqueza de la vocación laica cisterciense, que no se agota en un solo modo, y la

infinitud de los dones de Dios, que se multiplican en cada uno de sus

miembros.

7.2. Es emocionante constatar el paralelismo en el desarrollo de las

comunidades laicas con las monásticas, ya que si bien las diferencias son

evidentes, las laicas igual que las monásticas comparten un mismo carisma en

la diversidad; en comunión, pero sin perder su propia personalidad, todas

unidas formamos parte del único Cuerpo de Cristo.

7.3. Se nota la juventud y reciente fundación (menos de 10 años de

existencia) de muchas comunidades laicas, ello provoca un cierto temor al

compromiso e inseguridad en la forma de organizarse. Pero constata que las

comunidades laicas cistercienses son obra del Espíritu Santo, pues sin casi

haber comunicación entre unas y otras, su modo de vivir y sentir el carisma

laico cisterciense está en total comunión entre todas ellas.

7.4. Creemos que todos estamos de acuerdo en afirmar que el carisma

cisterciense, que durante novecientos años ha sido exclusivamente monástico,

ha sido enriquecido por Dios con una nueva forma laica, que interpela a los

monjes/as para ser mejores monjes/as, y a los laicos a vivir siendo

contemplativos y valientemente cristianos, en el mundo sin ser del

mundo, compartiendo un mismo carisma en concreciones diversas, en un

camino de santidad, siendo todos buscadores de Dios.


 

7.5. Se puede afirmar que los laicos cistercienses viven

la Estabilidad por su fidelidad a la unión a una comunidad laica, asociada a un

monasterio concreto; que viven la Obediencia por su deseo de sumergir su vida

en el Evangelio, de formarse según la Regla de San Benito, y por su sincero

respeto a los consejos del abad y de su guía espiritual; y que viven

la Conversión de Costumbres por su creciente deseo de santidad y de

desarrollar en sus vidas los valores propios del carisma cisterciense, tales

como la pobreza, huyendo del materialismo y del consumismo; y la castidad,

viviendo el amor en su pureza y fidelidad en los diversos estados, teniendo el

Amor a Dios como origen y único fin.

7.6. Se puede afirmar que en la vida Laica Cisterciense, si bien es

esencial para su formación y crecimiento espiritual acudir al monasterio, lo

verdaderamente importante es ser testigos de este carisma en el mundo en las

diversas realidades personales.

7.7. En todas las Comunidades Laicas existe, de forma unánime, el

fuerte deseo de comunión con todas la Comunidades Internacionales como

expresión visible de la comunión con la Iglesia Universal, pero al mismo tiempo,

al igual que las comunidades monásticas, en todas existe el deseo de respetar

y mantener la diversidad en aquellas cosas que no rompen la comunión. Vivir

un mismo carisma con diversidad de expresiones unidas en lo esencial.

7.8. Todas las Comunidades Laicas Cistercienses, unánimemente,

tienen el deseo y la esperanza de estar aprobadas, reconocidas y adheridas a

la rama de la Orden Cisterciense, a la que pertenecen sus monasterios, por sus

Capítulos Generales.
 
 
 

            Esta síntesis tan solo trata de describir la identidad laica cisterciense,

según la aportación de las diversas comunidades, en ningún modo trata de

definirla

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