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CG2019CV02059 20/10/2020 02:55:00 p.m.

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ESTADO LIBRE ASOCIADO DE PUERTO RICO


TRIBUNAL DE PRIMERA INSTANCIA
SALA SUPERIOR DE GUAYAMA

COLEGIO DE MEDICOS CIVIL NÚM.: CG2019CV02059


VETERINARIOS DE PUERTO RICO
DEMANDANTE SALA 301

VS

VETERINARIO EXPRESS YOTROS SOBRE: CESE Y DESISTA


DEMANDADA INJUNCTION PRELIMINAR
Y PERMANENTE

SENTENCIA

I. TRASFONDO DEL CASO

El presente caso comenzó el 7 de junio de 2019 cuando el Colegio de Médicos

Veterinarios de Puerto Rico (“CMVPR”) presentó demanda contra los tres médicos

veterinarios demandados, los doctores veterinarios Froilán Oliveras Tejeiro (“Dr.

Oliveras”), F. Vélez Montalvo (“Dr. Vélez”), y Patricia N. Pabón Gautier (“Dra. Pabón”)

y una entidad de nombre Veterinario Express, la cual se alegó era un nombre comercial

bajo el cual hacía negocios de prestación de servicios veterinarios el codemandado Dr.

Oliveras. En la misma, el CMVPR alegó que los tres doctores veterinarios codemandados

habían incurrido en prácticas “ilegales” en la forma y manera en que prestaban los

servicios veterinarios, específicamente cuando estos llevaban a cabo “vacunaciones en

masa”. Solicitó la emisión de una orden de injunction preliminar, y uno permanente,

prohibiéndoles a los demandados continuar con dicha práctica, alegadamente “ilegal”.

Posteriormente, el 22 de enero de 2020, los tres doctores veterinarios

comparecieron y presentaron una extensa contestación a demanda en la cual negaron

haber incurrido en práctica “ilegal” alguna, y levantaron cuantiosas defensas a su haber.

El codemandado Dr. Oliveras también procedió a radicar una Reconvención contra el

CMVPR., en la cual se solicitó la emisión de una Sentencia Declaratoria para que se

declarara inconstitucional la colegiación compulsoria al CMVPR como condición para la

práctica de la profesión de médico/veterinario en Puerto Rico. Alegó el reconvinente Dr.

Oliveras, en declaración jurada que acompañó e hizo formar parte de su Reconvención,

que él no quería estar asociado en forma alguna con el CMVPR, y que el actual estado de
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derecho contiene un requisito de colegiación compulsoria para poder ejercer su profesión

de médico/veterinario en Puerto Rico. Alegó el Dr. Oliveras que la disposición legal que

lo obliga ser miembro del CMVPR infringe su derecho constitucional que garantiza la

libertad de asociación, y que el mismo no cumplía con ningún interés apremiante del

estado. En síntesis, en su reconvención el Dr. Oliveras solicitó la emisión de una Sentencia

Declaratoria similar a la emitida por el Tribunal Supremo en el caso de Rodríguez Casillas

v Colegio de Técnicos y Mecánicos Automotrices, 2019 TSPR 87. En dicha opinión el

Tribunal Supremo determinó que era inconstitucional la colegiación compulsoria al

Colegio de Técnicos y Mecánicos Automotrices (“CTMA”) como condición para poder

ejercer la profesión de técnico y mecánico automotriz en Puerto Rico. Razonó que el

estado no tenía un interés apremiante que justificara el coartar el derecho constitucional

de los técnicos y mecánicos automotrices a no asociarse, ya que todas las funciones que el

estado planteaba ejercían el CTMA, y que eran alegadamente vitales para la seguridad

del público en general, eran ya suplidas por la Junta Examinadora de Técnicos y

Mecánicos Automotrices. Alegó el reconvinente Dr. Oliveras que lo mismo pasaba con los

médicos/veterinarios en Puerto Rico, ya que existe una Junta Examinadora de Médicos

Veterinarios que realiza todas las funciones necesarias para velar por la seguridad del

público en general, por lo cual no existe un interés apremiante del estado en compeler a

los médicos/veterinarios a pertenecer al CMVPR en contra de su voluntad como

condición para poder ejercer su profesión.

El 23 de enero de 2020 se llevó a cabo la vista en su fondo sobre la solicitud de

injunction preliminar. Luego de oír a las partes, el tribunal emitió resolución, notifica

como minuta del 3 de febrero de 2020, en la cual denegó la expedición del injunction

preliminar solicitado, convirtió el pleito en uno ordinario, y le ordenó al CMVPR

presentar una contestación a la reconvención del Dr. Oliveras. Luego de solicitar prórroga

para presentar su contestación a la reconvención, el 2 de marzo de 2020 el demandante

CMVPR presentó un Aviso de Desistimiento en el cual anunció que estaba desistiendo

del caso de epígrafe. Solicitó que se le permitiese que tal desistimiento fuese sin perjuicio

y sin especial imposición de honorarios de abogado. También solicitó la parte


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demandante que, debió a que ésta estaba desistiendo de su caso, procedía que se

desestimase sin perjuicio la reconvención entablada por el Dr. Oliveras.

Luego de que este Tribunal tuviese el beneficio de la oposición de la parte

demandada, así como de la parte reconvinente, el 15 de julio de 2020 dictamos Sentencia

dando por desistida a la parte demandante de su demanda, decretamos que tal

desistimiento fuese con perjuicio, y le impusimos a la parte demandante el pago de

honorarios de abogado por entender que dicho pleito fue uno frívolo y temerario. Ese

mismo día emitimos también una Resolución en la cual denegamos la solicitud de

desestimación de la Reconvención, y le ordenamos a la parte reconvenida a presentar su

Contestación a la Reconvención. En la misma Resolución, también le ordenamos al

Secretario de Justicia a comparecer al caso y exponer la posición del Gobierno de Puerto

Rico en cuanto a la solicitud de declaración de inconstitucionalidad planteada por el Dr.

Oliveras en su Reconvención.

El 21 de agosto de 2020 el Departamento de Justicia compareció en representación

del Gobierno de Puerto Rico, y expresó su posición respecto a la impugnación

constitucional en cuestión. En escrito titulado Moción de Sentencia Sumaria, el Gobierno

de Puerto Rico expresó estar de acuerdo con el planteamiento de inconstitucionalidad

planteado por el Dr. Oliveras en su Reconvención. Opinó que, al igual que el Tribunal

Supremo decidió en el caso de Rodríguez Casillas que era inconstitucional la colegiación

compulsoria al Colegio de Técnicos y Mecánicos Automotrices (“CTMA”) como

condición para poder ejercer la profesión de técnico y mecánico automotriz en Puerto

Rico, en el caso de los médicos/veterinarios todas las funciones que ejercía el Colegio de

Médicos Veterinarios de Puerto Rico, y que son alegadamente vitales para la seguridad

del público en general, eran ya suplidas por la Junta Examinadora de Médicos

Veterinarios de Puerto Rico. Por esta razón en la opinión del Gobierno de Puerto Rico

tampoco en este caso el estado tenía un interés apremiante que justificara el coartar el

derecho constitucional de los médicos/veterinarios a no asociarse. Planteó

adicionalmente el Gobierno de Puerto Rico que en el presente caso no existía controversia

de hecho material alguno, ya que toda la controversia era una estrictamente de derecho,
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y que por lo tanto lo procedente era que se dictase una Sentencia Sumaria decretando la

inconstitucionalidad de la Sec. 5 de la Ley 107 de 10 de julio de 1986, según enmendada,

20 L.P.R.A. Sec. 2971 et seq., por infringir el derecho constitucional del reconvinente Dr.

Oliveras a la libertad de asociación, garantizado por la Sec. 6 de la Carta de Derechos de

la Constitución de Puerto Rico, 1 L.P.R.A. Sec. 6.

El 15 de septiembre de 2020, en atención al recibo de la Moción de Sentencia

Sumaria radicada por el Gobierno de Puerto Rico, emitimos Orden en la cual le

ordenamos a las partes expresarse respecto a la solicitud de Sentencia Sumaria presentada

por el Gobierno de Puerto Rico. En el caso de la parte reconvenida CMVPR, ésta ya había

solicitado y se le había concedido un término, hasta el 30 de septiembre de 2020, para

presentar una oposición a la misma, cosa que hizo. En el caso de la parte reconvinente Dr.

Oliveras, éste compareció el 17 de septiembre de 2020 mediante escrito titulado “Moción

en Cumplimiento de Orden, y Adoptando por Referencia la Moción de Sentencia Sumaria

Radicada por el Gobierno de Puerto Rico”. Como de su título se desprende, en dicha

Moción en Cumplimiento, etc., el reconvinente Dr. Oliveras expresó estar en completo

acuerdo con todo lo expresado por el Gobierno de Puerto Rico, y procedió a adoptar por

referencia y a acoger como suyo propio todo lo expresado por el Gobierno de Puerto Rico

en su Moción de Sentencia Sumaria. Arguyó el reconvinente Dr. Oliveras que en el

presente caso no existe controversia de hechos materiales algunos que impida que el

presente caso de adjudique mediante el mecanismo de la sentencia sumaria, y que lo que

procedía era que se dictara una Sentencia Sumaria declarando con lugar la Reconvención,

y declarando, en su consecuencia, la inconstitucionalidad de la colegiación compulsoria

que dispone la Sec. 5 de la Ley 107 como condición sine qua non para que un

médico/veterinario pueda ejercer su profesión en Puerto Rico.

En su escrito de oposición de 30 de septiembre de 2020 el CMVPR se opuso a que

se dictara la Sentencia Sumaria solicitada tanto por el reconvinente Dr. Oliveras como por

el Gobierno de Puerto Rico. En lo procesal, arguyó que, en adición a los hechos que se

alega por el Dr. Oliveras y por el Gobierno de Puerto Rico que no están en controversia,

existe un sinnúmero de hechos adicionales, 93 en total, que tampoco están en controversia,


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y que son materiales para la adjudicación de la controversia constitucional. En lo

sustantivo expuso, en una apretada síntesis, que (1) los 93 hechos adicionales que no están

en controversia evidencian la necesidad para el interés público que se requiera la

colegiación compulsoria al CMVPR, ya que sería irrazonable esperar que todas esas

funciones y servicios que actualmente suple el CMVPR sean suplidas por la Junta

Examinadora de Médicos Veterinarios, (2) que bajo los hechos del presente caso, en lo

cuales el Dr. Oliveras no ha expresado estar en desacuerdo con actuaciones y/o

expresiones públicas del CMVPR, sino que simplemente ha expresado su deseo

inequívoco de no querer estar asociado con este, no son suficientes, conforme a las

jurisprudencia federal sobre el tema, para determinar que al Dr. Oliveras se le ha violado

su derecho constitucional de libre asociación bajo la Constitución de los EE. UU, (3) que

en la esfera federal no es de aplicación el criterio del escrutinio estricto al evaluar una

alegada violación el derecho de libertad de asociación, (4) que el estado tiene un interés

apremiante en proteger la salud pública que hace necesaria la existencia del CMVPR, (5)

que no existen medidas menos onerosas para salvaguardar el interés apremiante de

proteger la salud pública que mantener la colegiación compulsoria al CMVPR, y (6), que

cuando la Asamblea Legislativa de Puerto Rico decidió crear dos entes que regularan y

velaran por el interés público en lo relativo a la práctica de la medicina veterinaria en

Puerto Rico, la Junta Examinadora de Médicos Veterinarios, y el Colegio de Médicos

Veterinarios de Puerto Rico, lo hizo en el ejercicio legítimo de su poder para establecer la

política pública en Puerto Rico en dicha área, y que el ejercicio del poder de estado para

regular las profesiones en Puerto Rico le compete ejercerlo a la Asamblea Legislativa, la

cual aprueba las leyes, y al Gobernador(a) de Puerto Rico, quien las aprueba con su firma.

Argumentó que decisiones del Tribunal Supremo como la emitida en Rodríguez Casillas

atentan contra el poder constitucional de esas otras dos ramas del gobierno, la legislativa

y la ejecutiva, y que esto constituye una intromisión indebida del poder judicial en los

poderes conferidos en la Constitución a las ramas ejecutiva y legislativa, lo cual atentaba

contra la separación de poderes que es necesario mantener en un sistema republicano de

gobierno.
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Habiendo sido ya el asunto sometido para la adjudicación del Tribunal,

procedemos a así hacerlo.

II. LA SENTENCIA SUMARIA

La Regla 36 de Procedimiento Civil permite al tribunal dictar sentencia sumaria

sobre la totalidad o sobre parte de una reclamación. 32 LPRA Ap. V, R. 36. El propósito

principal de la sentencia sumaria es favorecer la solución justa, rápida y económica de los

pleitos civiles que no presentan controversias genuinas o reales sobre hechos materiales,

por lo que resulta innecesaria la celebración de un juicio. Ramos Pérez v. Univisión, 178

DPR 200, 212 (2010). En estos casos, los tribunales sólo tienen que dirimir cuestiones

relativas a controversias de derecho. Mejías v. Carrasquillo, 185 DPR 288, 299 (2012). En

ese sentido, el mecanismo de la sentencia sumaria es útil para agilizar el proceso judicial

y aliviar la carga de trabajo de los tribunales. Zapata Berríos v. J.F. Montalvo Cash &

Carry, Inc., 189 DPR 414, 430 (2013).

Sin embargo, la regla general dispone que la sentencia sumaria no procede ante la

existencia de controversia sobre hechos esenciales materiales, o si la controversia del caso

está basada en elementos subjetivos como: intención, propósitos mentales, negligencia o

credibilidad. Rivera Rodríguez v. Rivera Reyes, 168 DPR 193, 212 (2006); Soto v. Hotel

Caribe Hilton, 137 DPR 294, 301 (1994). Al determinar si existe controversia de hechos que

impida dictar sentencia sumaria, los Tribunales deben analizar los documentos que

acompañan la solicitud, los incluidos en la oposición y los que obran en el expediente. Al

momento de enfrentarse a una solicitud de sentencia sumaria, el tribunal deberá presumir

como ciertos los hechos no controvertidos que surjan de los documentos que acompañan

la solicitud. PFZ Props., Inc. v. Gen. Acc. Ins. Co., pág. 913. Procede conceder esta solicitud

cuando surge claramente que el Tribunal de Primera Instancia “cuenta con la verdad de

todos los hechos necesarios para poder resolver la controversia”, Mejías et al. v.

Carrasquillo, pág. 299.


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III. HECHOS ESENCIALES QUE NO ESTÁN EN CONTROVERSIA

Los siguientes hechos no están en controversia en el presente caso, y a nuestro

entender son los únicos necesarios para dilucidar la controversia constitucional planteada

en la reconvención y en la cual se nos solicita la emisión de una sentencia declaratoria.

1. Que el Dr. Froilán Oliveras Tejeiro es un médico/veterinario debidamente

licenciado para ejercer como tal en Puerto Rico. Su licencia es la número 288. Ver.

Alegación número 1 de la Reconvención, la cual fue aceptada como cierta en la

Contestación a la Reconvención.

2. Que el Dr. Oliveras ha manifestado inequívocamente su deseo de no querer

pertenecer ni estar asociado con el CMVPR, y que su derecho constitucional a la libertad

de asociación que garantiza la Constitución de Puerto Rico se le está violentado al

compelerlo a ser miembro de, y estar asociado con, dicho CMVPR como condición para

poder ejercer en Puerto Rico su profesión de médico/veterinario. Ver: Alegación 2 de la

Reconvención, así como el Exh. I de la Reconvención (Declaración Jurada del Dr. Froilán

Oliveras Tejeiro), la cual no fue negada en la Contestación a la Reconvención.

Para efectos adjudicativos, el Tribunal da por hechos no controvertidos los 93

adicionales señalados por el CMVPR en su Oposición a Moción de Sentencia Sumaria.

III. CONTROVERSIA LEGAL

La controversia que tenemos ante nos surge debido a la colegiación compulsoria

impuesta a los Médicos/Veterinarios dispuesta en la Sec. 5 de la Ley Núm. 107 de 10 de

julio de 1986, según enmendada, 20 L.P.R.A. Sec. 2971 et seq,, la cual dispone como sigue:

“Noventa (90) días después de celebrada la primera Asamblea General


Constituyente y electa la primera Junta de Gobierno del Colegio de Médicos
Veterinarios de Puerto Rico, ningún médico veterinario que no sea miembro del
Colegio de Médicos Veterinarios de Puerto Rico podrá ejercer su profesión en
Puerto Rico, y si la ejerciera estará sujeto a las penalidades dispuestas más
adelante.” Véase: 20 L.P.R.A. § 2971.

Por otra parte, el Art.6 de la carta de Derechos de la Constitución de Puerto Rico,

1 LPRA sec. 6, dispone:

“Las personas podrán asociarse y organizarse libremente para cualquier fin lícito,
salvo en organizaciones militares o cuasi militares.”
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Primeramente, es necesario disponer del argumento levantado por el CMVPR a los

efectos de que la decisión del Tribunal Supremo de Puerto Rico de Rodríguez Casillas, así

como la similar que se solicita se determine en el presente caso, atenta contra el poder

constitucional de las ramas legislativa y ejecutiva del gobierno, y que constituye una

intromisión indebida del poder judicial en esas dos ramas de gobierno, lo cual también

atenta contra la separación de poderes que establece la Constitución y que es necesario

mantener en un sistema republicano de gobierno.

En Puerto Rico existe, por disposición de nuestra Constitución, una estructura de

gobierno que es de forma republicana, donde el poder Legislativo, Ejecutivo

y Judicial están subordinados a la soberanía del Pueblo. Sección 2, Artículo I de la

Constitución de Puerto Rico. La Rama Ejecutiva tiene como función esencial el hacer

cumplir las leyes, a diferencia de la Rama Judicial cuya función primordial es la de

interpretar las mismas. En este sentido la función de estas dos Ramas está supeditada a la

función principal de la Rama Legislativa de hacer o aprobar las leyes. Véase: Artículos III,

IV y V de 1 Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico; Banco Popular,

Liquidador v. Corte, 63 DPR 66 (1944).

Al distribuir los poderes entre tres ramas iguales e independientes, la Constitución

evitó la concentración del poder en una de ellas, y garantizó la libertad individual y

colectiva de los ciudadanos. Nuestra Constitución también contiene un complejo sistema

de pesos y contrapesos que asegura una interacción entre los tres componentes del

sistema de gobierno y que genera un equilibrio dinámico que evita que una de las ramas

amplíe su autoridad debilitando a las otras. Hernández Agosto v. Romero Barceló, ante,

a las págs. 427-428; Hernández Agosto v. López Nieves, 114 DPR 601, 612-622 (1983);

Mistretta v. United States, 488 US 361, 102 L. Ed. 2d. 714 735-755 (1989); Morisson v. Olson,

487 US 654, 101 L. Ed. 2d. 569 (1988).

La misión confiada a la Rama Judicial de adjudicar la validez constitucional o legal

de las actuaciones de las otras dos ramas de gobierno en un "sistema de pesos y

contrapesos" fue reconocida a partir de 1803, cuando se resolvió por el Tribunal Supremo

de los EE. UU. el célebre caso de Marbury vs. Madison, 5 U.S. 137 (1803). Allí se estableció
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que son los tribunales los intérpretes finales de la Constitución y las leyes, y que resolver

dicho conflicto es la esencia misma del poder judicial. Así fue reconocido por el Tribunal

Supremo de Puerto Rico en Colón Cortés vs. Pesquera, 150 DPR 724, 752 (2000) en donde

se expresó lo siguiente:

“[L]a doctrina de separación de poderes nunca pretendió establecer


completa separación entre las ramas, sino un sistema de frenos y contrapesos que
impidiera la excesiva acumulación de poder en una rama de gobierno, lo que
necesariamente va en detrimento de las otras ramas y del ordenamiento
constitucional en el que vivimos…. En cuanto a la revisión judicial, ésta surge en
Estados Unidos a raíz de Marbury v Madison, 5 US 137 (1803). Allí se estableció que
la determinación de si existe un conflicto entre una ley y la Constitución, y resolver
dicho conflicto, "is of the very essence of judicial duty". Se resolvió, además, que "it
is emphatically the province and duty of the judicial department to say what the
law is". Añadió que lo contrario "would be giving to the legislature a practical and
real omnipotence, [and] reduces to nothing what we have deemed the greatest
improvement on political institutions –a written constitution.".

En el caso de la Constitución de Puerto Rico, la Sec. 4 específicamente reconoce el

poder del Tribunal Supremo para declarar la inconstitucionalidad de una ley, al expresar

que:

“El Tribunal Supremo funcionará, bajo reglas de su propia adopción, en pleno o


dividido en salas compuestas de no menos de tres jueces. Ninguna ley se declarará
inconstitucional a no ser por una mayoría del número total de los jueces de que esté
compuesto el tribunal de acuerdo con esta Constitución o con la ley.” Constitución de
Puerto Rico, 1 LPRA Sec. 4. (Itálicas nuestras)

En Carmen Sánchez Rodríguez v. Antonio Lopez Jiménez, 116 DPR 392 (1985), el

Tribunal Supremo se expresó así sobre su poder para decretar la inconstitucionalidad de

una ley:

“En el caso de un decreto de inconstitucionalidad de una ley, la Constitución exige


el concurso o concurrencia de la mayoría absoluta del Tribunal,
independientemente de la existencia de vacantes, por lo que éstas se sumarían en el
número ideal de sus miembros para determinar si existen los votos suficientes para
el decreto de inconstitucionalidad. No ocurre así con las restantes decisiones de
dicho Tribunal, para las cuales es constitucionalmente suficiente el criterio de la
mayoría simple de los jueces que intervengan en el caso.” Sánchez Rodríguez v. Lopez
Jiménez, Id.

No tenemos duda, pues, del poder del Tribunal Supremo para declarar una ley

inconstitucional en nuestro sistema constitucional de gobierno, y que tal actuación no

infringe indebidamente en el poder de las otras dos ramas de gobierno, la legislativa y la

ejecutiva, como propone en sus argumentos el CMVPR. Por el contrario, es cumplir con

su responsabilidad de ser el árbitro de la Constitución, de ejercer su poder, y obligación,

de decidir si alguna de las otras dos ramas de gobierno se ha extralimitado del ámbito en
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que les compete operar. En definitiva, esta es la función más importante conferida a la

rama judicial en nuestro sistema democrático de gobierno, Marbury v Madison, Id, Colón

Cortés vs. Pesquera, Id.

Pasamos ahora a adjudicar la controversia constitucional que nos ha sido

planteada. Veamos.

Para adjudicar la controversia del caso de autos es necesario examinar el derecho

a la libertad de asociación. Contrario a la Constitución de Estados Unidos, nuestra Carta

de Derechos en la Constitución de Puerto Rico reconoce explícitamente el derecho a la

libertad de asociación, según la disposición constitucional antes transcrita. Nuestro

Tribunal Supremo ha expresado que la fuente que inspiró la redacción de nuestra

Constitución lleva a concluir que los constituyentes quisieron impartirle mayor amplitud

al derecho a la libertad de asociación que aquel reconocido en la esfera federal, y que

tenían claro que el derecho a la libre asociación necesariamente presupone el derecho de

las personas a no asociarse. Colegio de Abogados de P.R. v. Schneider, 117 DPR 504 (1986).

Por otra parte, en Colegio de Abogados v. ELA, 181 DPR 135 (2011), el Tribunal Supremo

estableció que una limitación significativa de la libertad a no asociarse es

constitucionalmente aceptable solamente si el Estado demuestra un interés

gubernamental apremiante que la hace necesaria. Es decir, cuando con su proceder el

Estado menoscaba un derecho fundamental éste tiene que poder articular la existencia de

un interés apremiante que justifique la necesidad de su actuación. Colegio de Abogados de

P.R. v. Schneider, Id.

Indicó adicionalmente el Tribunal Supremo que conforme ha reconocido en otros

derechos fundamentales, será necesario que el Estado demuestre que no tenía a su alcance

medidas menos onerosas que la legislada para lograr el interés articulado, Colegio de

Abogados de P.R. v. Schneider, Id. En Rivera Schatz, el Tribunal Supremo de Puerto Rico

determinó, al amparo del derecho de libertad de asociación según surge de la

Constitución de Puerto Rico, que:

“A poco de examinar el proceso de redacción de nuestra Constitución


podemos constatar la preeminencia que los constituyentes le quisieron impartir al
derecho a la libertad de asociación en nuestro ordenamiento constitucional. Por
entender que la garantía de ese derecho era un principio fundamental de la libertad
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humana, y por lo tanto inherente a la democracia, la Escuela de Administración


Pública recomendó hacerlo constar explícitamente en nuestro documento
Constitucional: la Constitución de Puerto Rico debe hacer explícita esta garantía de
libertad de asociación y que, independientemente, es uno de los aspectos más
importantes de la democracia.” […] “[L]a intención de los Constituyentes fue
reconocer una especie de derecho distinto a aquel reconocido bajo la Constitución
de Estados Unidos. Además, no podemos abstraer de nuestro análisis el hecho de
que la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas fue eje
de inspiración en la redacción de nuestra Carta de Derechos. Con relación al
derecho de asociación, ese documento dispone que toda persona tiene derecho a la
libertad de reunión y de asociación pacíficas y nadie podrá ser obligado a pertenecer
a una asociación. Vemos entonces que, al reconocer la vertiente negativa de este
derecho tan fundamental, este se concibió en su aspecto más amplio. Esta fuente
que inspiró la redacción de nuestra Carta Magna nos lleva a concluir que nuestros
constituyentes, que como vimos quisieron impartirle mayor amplitud a este
derecho que aquel reconocido en la esfera federal, tenían claro que el derecho a la
libre asociación necesariamente presupone el derecho de las personas a no
asociarse.” Íd., págs., 810-12 (citas omitidas).

Así pues, queda claro que el derecho de libertad de asociación puede ejercerse

tanto afirmativamente (colegiarse) como en su vertiente negativa (no colegiarse), Rivera

Schatz. Conforme antes señalado, el Honorable Tribunal Supremo de Puerto Rico, en

Rivera Schatz, ha recalcado con énfasis que cuando el Estado interfiere con el derecho

fundamental a la libre asociación, deberá superar un escrutinio constitucional estricto y

demostrar que existe un interés apremiante que hace necesaria su actuación. Véase,

además, Rodríguez Casillas. Por tanto, será necesario que, al articular la existencia de un

interés apremiante, el Estado pruebe que no tenía a su alcance medidas menos onerosas

que la legislada para lograr el interés articulado. Rodríguez Casillas, Id. Véase también,

Rodríguez v. Srio. De Instrucción, 109 DPR 251 (1979).

El Tribunal Supremo estableció en Rodríguez Casillas que, aunque el caso de Rivera

Schatz fue resuelto al amparo del poder inherente del Tribunal Supremo de Puerto Rico

para regular la profesión legal, también se discutió el derecho de libre asociación de los

abogados y resolvió, que la colegiación compulsoria violaba dicho derecho. Determinó

que dicha discusión [sobre el derecho a la libre asociación], aplica a todos los

profesionales, incluso a los técnicos y mecánicos automotrices, ya que, de lo contrario,

sería concluir que los demás profesionales tienen menos derechos que los abogados frente

al Estado. A su vez, nuestro más Alto Foro, indicó que, precisamente, para la protección

de los técnicos como grupo y para beneficio del gobierno, la empresa privada y la

ciudadanía en general, fue que se creó la Junta Examinadora de Técnicos y Mecánicos


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Automotrices de Puerto Rico, por lo que es mediante el buen ejercicio de las facultades

delegadas a la Junta y no a través de la colegiación compulsoria que se logra mantener

estándares altos en la profesión, lo que beneficia a los profesionales como grupo y a la

ciudadanía en general. En el caso de que sea necesario mejorar los estándares de dichas

profesiones, lo que procedería es modificar y corregir los requisitos para ingresar y

mantenerse en la profesión. El Tribunal Supremo concluyó, por lo tanto, que la excelencia

de la profesión de los técnicos y mecánicos automotrices no tiene y no debe estar sujeta al

menoscabo del derecho a la libre asociación de los profesionales, que constituiría la

colegiación obligatoria. También sostuvo que su decisión en el caso de Rodríguez Casillas,

supra, “… no incide sobre la facultad de la Asamblea Legislativa de crear colegios o

asociaciones, con matrícula voluntaria.”

El Tribunal Supremo en Rodríguez Casillas trajo a colación el caso de Janus v.

American Federation of State, County, and Mun. Employees, Council, 138 S. Ct. 2448

(2018), recientemente resuelto por el Tribunal Supremo Federal, en el cual se decretó la

inconstitucionalidad de unas cuotas impuestas por una unión a unos empleados no

unionados que expresaron estar en desacuerdo con las posturas de la unión. El Tribunal

Supremo de Puerto Rico dispuso que la decisión del Tribunal Supremo Federal en Janus,

podría ser indicativo de un nuevo enfoque en cuanto al derecho constitucional a la

libertad de asociación en Estados Unidos. No obstante, al decretar la inconstitucionalidad

de la colegiación compulsoria requerida a los técnicos y mecánicos automotrices,

manifestó: Sin embargo, no es necesario resolver la aplicabilidad de la doctrina federal.

Es importante recalcar que la decisión a la que hoy llegamos está basada en la

Constitución de Puerto Rico y resolvemos por fundamentos locales adecuados e

independientes al derecho constitucional federal de libertad de asociación. Véase:

Michigan v. Long, 463 US 1032 (1983); Rivera Schatz, y C. Abo. PR II, supra, pág. 809.

(énfasis nuestro).

A la luz de la decisión del Tribunal Supremo de Puerto Rico en Rodríguez Casillas,

toda la jurisprudencia federal citada por el CMVPR en su oposición es inaplicable a la

controversia constitucional ante nos, la cual es analizada exclusivamente bajo el derecho


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de libertad de asociación garantizado por la Constitución de Puerto Rico, y no bajo la

Constitución de los EE. UU.

Notamos que de los 93 hechos1 adicionales aportados por el CMVPR en su

oposición, muchos inciden sobre lo costo-efectivo que resulta para el Gobierno de Puerto

Rico los servicios que brinda el CMVPR vis-a-vis lo que le costaría al Gobierno cubrir el

costo de dichos servicios directamente. No es la función de este Tribunal el fijar postura,

ni opinar, sobre tales decisiones de política pública. Ya el Gobierno de Puerto Rico, el cual

hay que presumir que ha sopesado todos estos factores relevantes al momento de fijar

postura sobre el asunto constitucional en controversia, ha fijado cuál es su política pública

en esta controversia, y dicha postura tiene que ser sopesada y tenida en cuenta por este

Tribunal.

El CMVPR también trae ante nuestra atención una Sentencia del Tribunal de

Apelaciones, y otra del Tribunal de Primera Instancia de Puerto Rico en donde se resolvió

que la colegiación compulsoria, en esas instancias, no infringían el derecho a la libre

asociación. Notamos, sin embargo, que la Sentencia del Tribunal de Apelaciones en

cuestión, Lillian M. Gordo Carriles y otros v Colegio de Tecnólogos Médicos de Puerto

Rico, Número DPE2014-0595, 2016 WL 5582333 (2016), es anterior al caso normativo de

Rodríguez Casillas, el cual es de 2019. No es nuestra función especular ni resolver si, a la

luz de la decisión del Tribunal Supremo en el caso de Rodríguez Casillas, la decisión del

Tribunal de Apelaciones en el caso de Gordo Carriles v Colegio de Tecnólogos Médicos está

aún vigente o no. Basta con señalar que la decisión normativa del Tribunal Supremo en

Rodríguez Casillas es posterior a la Sentencia del Tribunal de Apelaciones en cuestión, y

que, naturalmente, por ser una opinión de nuestro más alto Foro Judicial, tiene

preeminencia sobre cualquier sentencia de tribunales de inferior jerarquía.

En cuanto a la Sentencia dictada por el Tribunal de Primera Instancia y que nos cita

el CMVPR en su oposición, Héctor Luis Delucca Jiménez v. Colegio de Médicos Cirujanos

de Puerto Rico y otros, Caso Civil Núm. SJ2020CV00227 (Anejo I de la Oposición a Moción

1De los 93 “hechos” adicionales que aporta el CMVPR en su Oposición, la mayoría son cuestiones de derecho, como lo
son lo que dice una ley o un reglamento, o una exposición de motivos de una ley, mientras que muchos otros son
cuestiones mixtas de hecho y de derecho.
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de Sentencia Sumaria), es de notar que en esa instancia el Gobierno de Puerto Rico, al

asumir postura en cuanto a la solicitud de inconstitucionalidad planteada por la parte

demandante, abogó en ese caso que se sostuviera la constitucionalidad de la colegiación

compulsoria. Según también nos señala el CMVPR en su oposición, en el caso de Liselie

Reyes Martínez y otros v. Colegio de Cirujanos Dentistas de Puerto Rico y otros, Civil

Núm. SJ2020CV00137, el Gobierno de Puerto Rico también abogó en ese caso que se sostuviera

la constitucionalidad de la colegiación compulsoria. Es decir, que en su función de fijar la

posición del Gobierno de Puerto Rico en cuanto un reclamo de inconstitucionalidad de

una ley, el Gobierno, analizando los méritos de cada situación por separado, ha decidido en

unos casos, como en los dos citados por el CMVPR, abogar porque se mantenga la

constitucionalidad de la colegiación compulsoria a algunos colegios profesionales,

mientras que en otros, como en el presente, ha abogado porque se decrete la

inconstitucionalidad de la colegiación compulsoria al CMVPR. Ese es el rol del Gobierno

en una litigación constitucional como la presente, asumir postura de una u otra parte de

la controversia constitucional planteada, y en el presente caso el Gobierno claramente ha

expresado su posición de que la colegiación compulsoria al CMVPR es inconstitucional.

No es la función de este Tribunal determinar si la postura asumida por el Gobierno en

otros litigios sobre colegiaciones compulsorias a otros colegios profesionales es correcta o

no. Lo único que le compete a este Tribunal es determinar si, a la luz de los hechos no

controvertidos y el derecho aplicable, el requisito de colegiación compulsoria al CMVPR

como requisito para que el Dr. Oliveras pueda ejercer su profesión de médico/veterinario

en Puerto Rico infringe o no su derecho constitucional de no asociarse reconocido por la

Constitución de Puerto Rico, analizado a base del crisol de un escrutinio estricto.

Rodríguez Casillas, Id. El Gobierno de Puerto Rico ya ha comparecido y expresado su

postura de que en el presente caso sí se le infringe al Dr. Oliveras dicho derecho

constitucional, y dicha postura del Gobierno de Puerto Rico debe ser debidamente

sopesada y valorada por este Tribunal al momento de emitir nuestra decisión.

IV. SENTENCIA DECLARATORIA


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La sentencia declaratoria es un remedio del procedimiento civil, que "permite

declarar derechos, estados y otras relaciones jurídicas, aunque existan otros remedios

disponibles". Mun. Fajardo v. Srio. Justicia, 187 DPR 245, 254 (2012). La solicitud de

sentencia declaratoria tiene como resultado una decisión judicial sobre cualquier

divergencia en la interpretación de la ley. Id. Se "dicta cuando existe una controversia

sustancial entre partes con intereses legales adversos, con el propósito de disipar la

incertidumbre jurídica". (Énfasis nuestro). Id., que cita a Rafael Hernández Colón, Práctica

Jurídica de Puerto Rico: Derecho Procesal Civil, sec. 6001, pág. 560 (5a Ed. Lexis 2010). El

mecanismo de sentencia declaratoria permite anticipar la dilucidación de los méritos de

diversas causas de acción ante un tribunal y ofrece un procedimiento judicial práctico

para resolver una controversia antes de que esta llegue a la etapa en que el peligro contra

los derechos del promovente se convierta en uno real y sea necesario otro remedio directo.

Moscoso v. Rivera, 76 DPR 481, 489 (1954). De esta forma, la sentencia declaratoria

propicia la seguridad y certidumbre en las relaciones jurídicas tanto en el ámbito público,

como en el privado. Romero Barceló v. E.L.A., 169 DPR 460, 475 (2006). Así pues, al dictar

una sentencia declaratoria, el Tribunal de Primera Instancia debe balancear los intereses

públicos y privados de las partes, la necesidad de emitir dicho recurso y el efecto que ello

tiene sobre lo reclamado, por lo que debe demostrarse que los intereses de la justicia serían

bien servidos. Moscoso v. Rivera, págs. 492-493. Una vez dictada, la sentencia declaratoria

tiene la misma eficacia y vigor que cualquier otro tipo de sentencia. Sobre el particular, la

Regla 59.1 de las de Procedimiento Civil establece lo siguiente: El Tribunal de Primera

Instancia tendrá autoridad para declarar derechos, estados y otras relaciones jurídicas,

aunque se inste o pueda instarse otro remedio. No se estimará motivo suficiente para

atacar un procedimiento o acción el que se solicite una resolución o sentencia declaratoria.

32 L.P.R.A. Ap. V, R. 59.1.

La concesión de la sentencia declaratoria descansa en la sana discreción del

juzgador. Ahora bien, el aludido remedio está limitado a que la controversia que se

presente sea real y no especulativa. "Debe demostrarse que los intereses de la justicia

serían bien servidos y que la sentencia que se dicte sea efectiva y adecuada", Moscoso v.
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Rivera, pág. 492. Al respecto, el tratadista José Cuevas Segarra puntualiza lo siguiente:

Debe quedar claro que el empleo de la sentencia declaratoria está limitado a que la

controversia sea real, de índole práctica, y no académica o teórica, y determinante del

asunto en discusión. Si una disputa no está firmemente anclada en hechos específicos,

adquiere un matiz teórico que generalmente la excluye del ámbito legítimo de la sentencia

declaratoria. [...] No está disponible para ofrecer opiniones consultivas. José Cuevas

Segarra, Tratado de Derecho Procesal Civil, T V, pág. 1790 (2a Ed., Publicaciones J.T.S. 2011).

Municipio Autónomo de Cayey v. Oficina de Ética Gubernamental, 2016 P.R. App. Lexis

2146, 9-12. El Tribunal Supremo de Puerto Rico ha señalado que la Regla 59 de las de

Procedimiento Civil de 2009, que regula el mecanismo de las sentencias declaratorias,

establece un mecanismo profiláctico que permite anticipar la dilucidación de los méritos

de cualquier reclamación ante los tribunales, siempre y cuando exista un peligro potencial

contra el promovente. Romero Barceló v. ELA, 169 DPR 460 (2006).

En el caso que nos ocupa el orden jurídico es claro al establecer que ninguna ley

puede estar por encima de derechos fundamentales de alta jerarquía como lo son los

contenidos en la en la Constitución de Puerto Rico. Así mismo, es importante señalar que

las opiniones mayoritarias de los tribunales que se encuentran en el primer nivel de

jerarquía en nuestro sistema judicial establecen normas generales que regulan las diversas

materias jurídicas, a fin de que posteriormente los tribunales inferiores adjudiquen los

casos ante si con base en dichas normas generales. Este Tribunal está llamado a, y debe y

tiene que, seguir los principios y normas generales que establecen el derecho al amparo

de la Constitución de Puerto Rico según esta ha sido interpretada por el Tribunal Supremo

de Puerto Rico.

V. SENTENCIA

DE CONFORMIDAD CON LO ANTES EXPUESTO, se declara con lugar la

Reconvención y se dicta una Sentencia Declaratoria decretando la inconstitucionalidad la

Sec. 5 de la Ley 107 de 10 de julio de 1986, según enmendada, 20 L.P.R.A. Sec. 2971 et seq.,

la cual requiere compulsoriamente la asociación y pertenencia al Colegio de Médicos

Veterinarios de Puerto Rico para poder practicar la profesión de la medicina/veterinaria


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en Puerto Rico, por infringir el derecho constitucional del reconvinente Dr. Froilán

Oliveras Tejeiro a la libertad de asociación, garantizado por la Sec. 6 de la Carta de

Derechos de la Constitución de Puerto Rico, 1 L.P.R.A. Sec. 6.

REGISTRESE Y NOTIFIQUESE.

Dada en Guayama, Puerto Rico, a 14 de octubre de 2020.

f/ OSCAR M. GONZALEZ RIVERA


JUEZ SUPERIOR

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