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Odebrecht

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Odebrecht: El Coronavirus de la Corrupción en el Perú

César Jeanpierre Ernaú Arámbulo

Resumen

Anteponiéndose a nuestra situación llamativa de corrupción vislumbrada por la pandemia,


tenemos que Odebrecht es el caso con mayor resonancia referido a corrupción en nuestro
país y en los países vecinos, teniendo como principales implicados a nuestras mayores
autoridades, quienes son los encargados de manejar los hilos del país. Es así, que se
genera la necesidad de brindar una explicación del despliegue que realizo Odebrecht para
lograr, que se le confieran la buena pro en las contrataciones públicas en las que están
inmiscuidos. Con la intención de salvaguardar dicha necesidad, llegamos a la conclusión
de que para lograr lo planeado se basaron en tres razones. En primer lugar, el hecho de
que culminen los proyectos de forma rápida, era un acápite seductor para las autoridades,
ya que de esta forma las obras serían entregadas dentro de su periodo, así conseguirían
más aceptación en la población y no dejar cabos sueltos, como sería que el gobierno
entrante tenga aún intervención en proyectos anteriores. En segundo lugar, otro factor fue
su influencia en el Estado, porque crearon una red de corrupción con las esferas más
altas de Gobierno a través del financiamiento electoral, sobornos, lobbies y constructoras
locales para ganar licitaciones. El financiamiento electoral resulta clave, porque creaba las
bases para luego armar una red peligrosa a fin de buscar más poder en la política a través
del dinero. En tercer lugar, un último factor fue la debilidad institucional, porque la firma
brasileña aprovechó un contexto de leyes “sastres”, que no solo evitaban fiscalizaciones y
rendición de cuentas, sino que facilitaba la corrupción como si fuesen hechas a las
medidas del “cliente”. Finalmente, se explican estos tres factores a partir del
megaproyecto en Perú: Metro de Lima Línea 1.

Palabras claves: Corrupción, Contratos Públicos, Contratos con el Estado, Odebrecht e


Influencia en el Estado.

Estudiante de la Facultad de Derecho en la Universidad Tecnológica del Perú, Filial Chiclayo, Perú.
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Introducción

Odebrecht es el caso más emblemático de corrupción en América Latina. De hecho, en


marzo del 2014, un caso de gran repercusión mediática y política como Lava Jato estalló
en Brasil y casi de inmediato involucraría a decenas de políticos latinoamericanos, incluso
hasta África. Posteriormente, en el 2015, Marcelo Odebrecht reveló que había expandido
su negocio a través de una compleja red de corrupción entre sobornos, sobrecostos y
financiamiento de campañas para obtener beneficios en contrataciones públicas, entre
ellos Perú. Sin embargo, el problema no solo trata de corrupción, sino que detrás hay todo
un sistema que la facilita: “captura corporativa estatal”. En esa línea, este problema no se
trata de cuestiones ideológicas, sino que la preocupación tiene que ver con “las reglas de
juego” y sus “jugadores” (el que ofrece, el que recibe y el que fiscaliza). Por ello, el
presente artículo pretende explicar por qué Odebrecht pudo influir en las decisiones del
Estado peruano para adjudicarse contrataciones públicas, es decir, por qué la firma
brasileña influyó para ganar licitaciones en un país con altos índices de corrupción. En
esa línea, se propone que hubo un acuerdo entre la firma brasileña y los líderes políticos
para influir ventajosamente en sus países, donde la constructora gané licitaciones por tres
razones (entrega oportuna, influencia en el Estado y debilidad institucional) a partir de un
megaproyecto en Perú: Metro de Lima Línea 1. El presente estudio se divide en cinco
secciones. En primer lugar, se presenta una breve revisión de la literatura acerca de
captura corporativa estatal en países latinoamericanos. En segundo lugar, se definen
algunos conceptos básicos como punto central de la investigación. En tercer lugar, a partir
del caso Odebrecht, se explican tres factores que configuran su sistema de “conquista”:
entrega oportuna, influencia en el Estado y debilidad institucional. En cuarto lugar, se
desarrollan estos tres factores a partir de un caso representativo de su modus operandi en
Perú: Metro de Lima Línea 1. Finalmente, se presentan las conclusiones sobre este
fenómeno a partir de las investigaciones encontradas en ambos países, y se finaliza con
algunas reflexiones sobre la relación entre dinero, poder y política.
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1. La captura corporativa estatal y sus variantes


La captura política es una forma de influencia extrema sobre el Estado para inclinar las
decisiones a favor de unos cuantos privilegiados que concentran recursos, los cuales
pueden ser élites económicas, élites políticas, partidos políticos e incluso familias (Durand
2010:10). Podemos concluir a raíz de esta cita: es que la captura política no es más que
el ejercicio de selección de algunos políticos con el fin de que estos sean apoyados para
lograr puestos estratégicos, para que así en una suerte de respuesta a este apoyo, ellos
retribuyan con privilegios a las personas por las que en un inicio los seleccionaron. Y ante
esto tenemos que la relación Empresa-Estado en este nivel, es producto de acuerdos
entre ellos de forma ilícita para que obtengan beneficios mutuos entre ambas partes. En
esa línea, se explican tres de sus variantes:
Primero, autores como Stigler y Peltzman sostiene que la “captura regulatoria” es un tipo
de fallo en una entidad reguladora para actuar a favor de ciertas empresas o grupos de
interés como, por ejemplo, regulaciones “flojas” en beneficio de grandes firmas en
sectores extractivos, energéticos, etc (1971 y 1976: 211-240). Es decir, es una relación de
empresa- sector regulador, donde grandes corporaciones dotadas de recursos y
conectadas políticamente influyen solo en las decisiones del ente que los regula a su
favor. Segundo, autores como Hellman, Jones y Kaufmann sostienen que la “captura
estatal” es una relación empresa-Estado, entendida como “influencias indebidas”, porque
las corporaciones recurren principalmente a la corrupción para armar una red estrecha
con la élite política local, que les permita “capturar” funcionarios públicos a varios niveles
del Estado (2000). Por ejemplo, las grandes firmas pueden diseñar estrategias a través de
pagos de comisiones ilícitas (sobornos) para obtener beneficios indebidos. En breve, las
empresas recurren principalmente a los mecanismos de corrupción para influir en el
Estado. Tercero, autores como Durand sostienen que este fenómeno va más allá de la
corrupción: captura corporativa estatal como “influencia excesiva”. Por ello, argumenta
que es una situación donde élites económicas y élites políticas dotadas de grandes
recursos logran proyectarse ventajosamente en el Estado, quienes recurren a
mecanismos que van más allá de la corrupción: financiación de campañas, lobbies en la
sombra, “comprar” leyes, “puerta giratoria”, “alianzas” con otras empresas, incluso
influencias en los medios de comunicación de masas y opinión pública (2010:12-16). Es
decir, es una situación donde las corporaciones y líderes políticos hacen un “acuerdo”
establecido para formar “influencias excesivas”, y a veces indebidas, en las decisiones del
Estado, porque recurren a mecanismos que varían entre lo legal, ilegal y dudoso a fin de
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obtener ventajas personales contrarias al desarrollo social, y, por ende, pueden poner en
peligro a la democracia.
2. Marco Teórico
En primer lugar, sobre captura corporativa estatal, se entiende como una situación donde
se maneja el poder entre corporaciones, sean nacionales o extranjeras; y líderes políticos,
sean caudillos, “salvadores de la patria” o partidos hegemónicos, para influir
ventajosamente en el Estado a fin de obtener beneficios personales en contra del
desarrollo social, usando una serie mecanismos legales, ilegales y dudosos (Durand
2010, Membreño 2007 y Omelyanchuk 2001). Primero, pueden moldear el marco
institucional, es decir, las reglas de “juego”, para que puedan operar sin presiones.
En esa línea, es una relación empresa-Estado, donde las corporaciones, dotadas de
grandes recursos, pueden recurrir principalmente a la corrupción para armar una red
estrecha con la élite política local, que les permita capturar funcionarios públicos a varios
niveles del Estado: presidentes, ministros, parlamentarios, funcionarios públicos, etc
(Hellman, Jones y Kaufmann 2000). Sobre el modelo de influencias Odebrecht, es un
sistema de la firma brasileña con una serie de mecanismos legales, ilegales y dudosos-
financiamiento de campañas, sobornos y lobbies para mantener relaciones cercanas a
largo plazo con una serie de personajes influyentes como presidentes, ministros,
funcionarios, entre otros, a fin de evitar fiscalizaciones, regulaciones y trámites
burocráticos (Durand 2018: 75-80). En especial, el financiamiento electoral es clave,
porque significa la base del pacto con el político para luego armar la red de corrupción a
niveles inferiores. En tercer lugar, sobre corrupción, se entiende como el mal uso del
poder empresarial, político y burocrático a fin de obtener mezquinos intereses privados en
contra del desarrollo social través de una serie mecanismos que varían entre lo legal,
ilegal y antiético (corrupción negra, gris y blanda) distorsionando las reglas que protegen
los intereses públicos y a las entidades encargadas de luchar contra la corrupción (Quiroz
2013: 30-34). En esa línea, se trata de una situación enraizada en las estructuras sociales
y ligada a una evolución institucional precaria que no ha podido detener comportamientos
oportunistas, donde la preocupación tiene que ver con las “reglas de juego” y sus
“jugadores” (el que da el soborno, el que lo recibe, y el encargado de combatirla). En
consecuencia, las normas favorables al desarrollo son inexistentes, están distorsionadas
o se muestran inestables; y, por ende, se producen sucesivas olas de corrupción. Por
último, sobre entidades públicas, como cualquier institución, se rigen por reglas del
Derecho Administrativo y existen una serie de principios como, por ejemplo, eficacia y
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transparencia, de orden constitucional en las administraciones públicas que permiten


conseguir un buen funcionamiento de los servicios públicos a la ciudadanía (Danos 2017,
Jinesta 2009 y Rubio 2017). En ese sentido, para garantizar un ambiente de confianza
entre las instituciones públicas y la sociedad, las normas que la rigen, leyes, decretos, etc;
deben cumplir con dichos principios a fin de mejorar su funcionamiento, fortaleciendo a las
entidades públicas con recursos normativos, técnicos y mayor autonomía para luchar
contra la corrupción. Asimismo, para fines del presente, se identifican los siguientes
mecanismos utilizados por los actores “captores”- empresarios y políticos- que varían
entre lo legal, ilegal y antiético:
1. Financiamiento de partidos es la base del pacto entre Marcelo Odebrecht y los
líderes políticos para luego armar la red de corrupción en tres niveles (jefes,
intermedios y decisores).
2. Soborno es un arreglo ilegal entre una autoridad-funcionario pública y el empresario
mediante la entrega de dinero para ganar licitaciones.
3. Lobbies son personajes conectados políticamente para asegurar que las decisiones
sean favorables para el acuerdo empresarios-políticos como si fuesen gestores de
intereses.
4. Alianzas estratégicas con constructoras locales son relaciones colusivas para
aprovechar sus conexiones políticas y penetrar ventajosamente en los mercados
nacionales sin competencia a fin de que todos salgan ganando (repartición de
obras).
5. Leyes “sastres” son normas que incentivan la conducta para facilitar la corrupción,
evitando las fiscalizaciones y rendiciones de cuentas. Dicho de otra manera, son
reglas que no garantizan un sistema de pesos y contrapesos, debilitando a los
actores encargados de luchar contra la corrupción.
3. ODEBRECHT Y SU SISTEMA DE “CONQUISTA”: TRES FACTORES
Para fines del presente trabajo, la captura corporativa estatal es entendida como una
situación donde se maneja el poder entre élites económicas y élites políticas para influir
ventajosamente en el Estado a fin de obtener intereses personales en contra del
desarrollo social, haciendo uso de una serie mecanismos legales, ilegales y dudosos. En
esa línea, para desarrollar infraestructura nacional, este manejo de poder se expresa en
arreglos o acuerdos entre los empresarios y los líderes políticos en cada país. Por ello, en
un contexto de construcción de obras, los principales actores son dos: grandes empresas
constructoras y el Gobierno. Por un lado tenemos, a la gran constructora brasileña
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Odebrecht, la cual llegó a convertirse en la mejor empresa de construcción y símbolo de


prestigio en América Latina; y por otro lado, a políticos y funcionarios de varios niveles de
Gobierno, empezando por el presidente quien tiene la iniciativa de los megaproyectos, y
terminando hasta el administrador público, que autoriza quién gana la licitación de la obra.
En esa línea, a continuación se desarrollan tres factores del modus operandi de
Odebrecht para adjudicarse contrataciones públicas.
3.1. ENTREGA OPORTUNA: “OBRAS A TIEMPO”

Un factor que influyó en la adjudicación a Odebrecht fue la entrega oportuna, porque esta
empresa era eficaz para terminar las obras públicas antes de que los políticos acaben su
mandato, a fin de que puedan inaugurarlas como un incentivo personal, pues les
generaría rédito político. En esa línea, uno de los pilares de Odebrecht que lo hizo
especial en el mercado de la construcción era este tipo de entrega en el plazo solicitado
por los presidentes, incluso podían entregarla antes, a fin de inaugurarla en medio de una
alta presencia pública, porque los políticos tienen un interés especial para culminar las
obras a fin de aumentar su capital político (Durand 2018:76). Dicho de otra manera, la
constructora brasileña podía ofrecer las garantías a partir de las inauguraciones para que
los políticos aumenten sus probabilidades de éxito en unas eventuales elecciones o
simplemente dar seguridad a las inversiones del Gobierno como símbolo de “eficacia”
durante su gestión política. En breve, la capacidad de entrega oportuna no solo daba la
obra a tiempo, sino que ofrecía ciertas garantías a los intereses del Gobierno, porque
tenían el soporte financiero, prestigio y trayectoria empresarial como constructora para
cumplir las obras en las fechas previstas. Asimismo, la entrega oportuna de Odebrecht se
basaba en una relación clientelar entre el político y el empresario. En ese sentido, la base
de este sistema clientelista se encuentra en la acumulación por parte de los políticos y
empresario de recursos necesarios para consolidar sus probabilidades de éxito, cada uno
en su ámbito: por un lado, el político podría reducir la competencia en “el mercado
político” para facilitar un triunfo electoral, ganando votos con la inauguración de obras; y
por otro, el empresario puede reducir la competencia en el mercado concentrando cada
vez más recursos económicos, incluso alcanzar una condición de privilegio o “monopolio”
en el mercado de la construcción (Bresson 2010: 87-88). En efecto, estos recursos
necesarios los podía ofrecer Odebrecht con la entrega oportuna para que ambos actores
(Gobierno y empresa) se beneficien, porque así como el político puede ganar votos a
partir de las inauguraciones de obras públicas, la empresa puede proyectarse
internacionalmente en el mercado constructor a partir de la culminación de esta. En suma,
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la capacidad de entrega oportuna era símbolo de “eficacia” para el político y la


constructora, donde había beneficios mutuos. Por ejemplo, Odebrecht entregó el titánico
Proyecto Olmos en Lambayeque- Perú, uno de los más difíciles del mundo por las
condiciones de construcción. En esa línea, el 18 de noviembre del 2014, el presidente
Ollanta Humala pudo inaugurar esta mega obra hidroenergética, la cual fue un emblema
durante su gobierno, pero luego sería cuestionada por presuntos sobornos (El Comercio
2014).

En suma, un factor para la adjudicación fue la entrega oportuna, que se trataba de dar la
“obra a tiempo” para satisfacer a sus clientes (presidentes, accionistas, etc), porque
tenían la trayectoria empresarial, experiencia y eficacia para terminarlo en el plazo
solicitado, incluso antes, a fin de que los políticos puedan inaugurarla para aumentar su
capital político, o ganar votos. Por ello, Odebrecht y su entrega oportuna, fue atractivo
para muchos gobiernos.

3.2. Influencia en el Estado: “Arreglos bajo la mesa”

Tan importante como la entrega oportuna, eran las relaciones externas de Odebrecht,
porque tiene que ver con la capacidad de influencias excesivas que mantuvo en el Estado
para asociarse a grandes obras públicas. Por esa razón, otro factor para ganar licitaciones
fue la influencia en el Estado, porque crearon una red de corrupción con las esferas más
altas de Gobiernos a partir del financiamiento electoral, sobornos, influyentes
constructoras locales y lobbies para ganar licitaciones. En consecuencia, esto permitía
mantener relaciones cercanas a largo plazo con una serie de importantes personajes
como presidentes, ministros, directivos públicos entre otros para ganarse su “confianza”,
evitar fiscalizaciones y adjudicarse contrataciones públicas mediante la corrupción. En ese
sentido, Odebrecht tenía un modelo de influencias donde usaban una serie de
mecanismos, como sobornos, “lobbys”, “puertas giratorias”, financiamiento político, cuya
finalidad era crear una red para ser “amigo de todos” y conseguir más obras con el mayor
nivel de ganancias posibles (Durand 2018: 76). Por esa razón, en el 2006, la constructora
brasileña creó una división llamada Departamento de Operaciones Estructuradas (DOE o
mejor conocido como departamento de “sobornos”) para gestionar varios mecanismos de
corrupción blanda que varían entre lo legal, lo ilícito y lo antiético.

En consecuencia, para mantener y ampliar las redes de corrupción, Durand sugiere que el
modus operandi de Odebrecht fue en tres niveles: decisores, operadores y ejecutores.
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En primer lugar, el nivel más alto era de decisores, porque se creó una relación especial
entre el empresario y funcionarios públicos y políticos de primer nivel, incluso presidentes,
para armar la red “desde arriba” y adjudicarse contrataciones públicas.

En segundo lugar, el nivel medio era de operadores, porque ellos participaban en el pago
de sobornos del líder empresarial probablemente a los niveles alto y bajo. En breve, los
operadores eran hombres de confianza de quienes estaban en un alto cargo público, de
modo que si hay un destape de corrupción los “jefes” no se verían involucrados
directamente.

En tercer lugar, el nivel bajo era de los ejecutores, porque ellos eran los encargados del
comité de licitación y que en su mayoría eran administradores públicos con poder directo
en el proceso de adjudicación, que fueron incorporados a la red a través de sobornos para
garantizar que la constructora brasileña ganará obras, es decir, era gente encargada de
decidir a quién se adjudica la contratación pública.

3.2.1. Financiamiento electoral: “deuda a futuro”

Históricamente, en América Latina, el dinero y la política ha sido una relación


problemática para las democracias. En la actualidad, se sigue el mismo destino, pero la
preocupación tiene que ver con la forma en que se financia la política, es decir, cuando la
entrega de dinero es a cambio de favores personales en contra del desarrollo social.

Por ello, el financiamiento político de Odebrecht era clave, porque no solo comprometía al
político, sino que creaba un terreno fértil para luego armar la red desde arriba, es decir,
“entre jefes”.

Por eso, a medida que Odebrecht se iba internacionalizando, se dedicaron más recursos
a la financiación de partidos para tener influencia. En consecuencia, para que la empresa
“sobreviviera”, Emilio Odebrecht, padre de Marcelo, afirmó que en Brasil existía una regla
de oro: “o se contribuía a todos, o a nadie” para ayudar a los partidos en sus necesidades
de campaña y a cambio obtener favores (Durand 2018: 82). Tanto fue así, que en Brasil
se apoyó a 28 de los 35 partidos políticos existentes.

En consecuencia, este financiamiento electoral de Odebrecht era como una especie de


“acuerdo tácito” o “pacto silencioso” que creaba una deuda a futuro. En otras palabras,
era como un Quid pro quo, un intercambio de favores (algo por algo).
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Asimismo, otra mecanismo importante del modus operandi de Odebrecht era formar
alianzas estratégicas con influyentes constructoras locales para repartirse obras, incluso
se convirtió en una necesidad para posicionarse en el mercado de cada país, porque a
través de ellas no solo aprovechaban las debilidades institucionales del sistema, sino que
aumentaban sus conexiones políticas para llevar a cabo sus obras en medio de sobornos,
sobrecostos y baja fiscalización.

3.3. Debilidad institucional: “hecha la ley, hecha la trampa”

Un tercer factor que influyó en la adjudicación fue la debilidad institucional, porque


Odebrecht pudo aprovechar un contexto de “legislación débil” que no solo evitaba
fiscalizaciones o rendiciones de cuentas, sino que facilitaba la corrupción para operar sin
presiones, desafiando exitosamente el control de entidades públicas, partidos políticos,
prensa, entre otros actores en la lucha contra la corrupción. En consecuencia, ganaban
licitaciones de manera directa o, como se suele decir, adjudicaciones arregladas, porque
no hay un sistema de peso y contrapesos que detenga esos comportamientos
oportunistas. Asimismo, el éxito de la entrega oportuna y la influencia en el Estado variaba
según el país, porque su nivel de riesgo dependía de la institucionalidad de cada país
para frenar la corrupción. Por ejemplo, en Estados Unidos, con entidades fuertes y
rigurosa fiscalización, Odebrecht era como un “pez chico en una pecera grande”, porque
no tenía el nivel de conexiones y contactos políticos como los tenía en Brasil y Perú,
donde era un “pez grande en una pecera chica” (Durand 2018: 79). En otras palabras, el
nivel de riesgo, o éxito, del “modus operandi” de Odebrecht dependía de la
institucionalidad del país, porque hay países con “reglas más fuertes” y fiscalizaciones
rigurosas, y otros simplemente son flexibles a la rapiña corruptela. En consecuencia, la
debilidad institucional fue aprovechada por Odebrecht para operar sin presiones.

En primer lugar, las entidades públicas, encargadas de luchar contra la corrupción no


pueden proteger los intereses colectivos, porque no disponen de herramientas normativas
y técnicas para prevenir, controlar y sancionar la corrupción. Asimismo, los funcionarios
públicos que formaron parte de las redes de Odebrecht empleaban mecanismos de
corrupción cada vez más sofisticadas que desafiaron las técnicas de anticorrupción. Por
ejemplo, los mecanismos habituales de Odebrecht como los sobornos, intermediarios,
“doleiros” (personas que llevan dinero en maletas) entre otros tipos de acuerdos, son
prácticas que pasan inadvertidas ante la “lupa” de los fiscalizadores. En pocas palabras,
las entidades públicas no pueden prevenir, controlar y sancionar la corrupción de
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Odebrecht para ganar obras, porque sin una “ley clara” que los dote de capacidades
técnicas son presa fácil” de la corruptela, con mecanismos que pasan inadvertidos y
desafían con éxito los controles de fiscalización.

En segundo lugar, como las entidades no pueden sancionar la corrupción, un gran


problema institucional fue la impunidad, la cual fue aprovechada por Odebrecht. De
hecho, la impunidad fue su “materia prima”, porque los funcionarios públicos que
defendían puramente intereses personales, siguen operando sin ser castigados y, tienen
incentivos para seguir delinquiendo en contra del desarrollo social. Dicho de otra manera,
para ganar licitaciones, un elemento clave en las redes de Odebrecht era la impunidad,
porque los funcionarios públicos, que deberían ser sancionados, siguen delinquiendo en
contra del interés colectivo.

Asimismo, las leyes que regulan a los partidos políticos, que son actores claves en este
“juego”, no han significado cambios sustantivos para fortalecerlos, sino por el contrario los
han expuesto fácilmente al poder económico y han hecho del dinero una forma perversa
de relacionarse con grandes constructoras como Odebrecht. En esa línea, Tuesta señala
que los partidos peruanos que son débiles y sin recursos propios están expuestos a
quienes detentan los recursos económicos que se han extendido cada vez más hacia
fuentes ilegales e ilícitas, y así acumular recursos, favorecerse o favorecer a terceros y
eludir la justicia sin un control partidario interno y externo (2019). Es decir, sin una norma
que los fortalezca, los partidos políticos para ganar sus campañas se han vuelto
vulnerables al dinero de las corporaciones, quienes “influyen” para obtener “jugosos”
beneficios a cambio de ganar obras para luego inflar sus costos y repartirse ganancias.
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Conclusiones

 El problema no solo se trata de corrupción, porque este es consecuencia de todo


un sistema, que usa mecanismos legales, ilegales y antiéticos que facilitan la
captura corporativa estatal, donde hay un acuerdo pre establecido entre Odebrecht
y los líderes políticos para influir ventajosamente en sus países a cambio de
privilegios. Sin embargo, el problema de la captura no se trata de cuestiones
ideológicas, o peor aún como se afirma, por el capitalismo, sino que la
preocupación tiene que ver con las reglas de juego y sus jugadores (el que da, el
que recibe y el que fiscaliza).
 Esta conducta se da en base a tres factores: entrega oportuna, influencia en el
Estado y debilidad institucional.
 La debilidad institucional fue aprovechada, porque había un contexto normativo de
leyes “sastres” que no solo evitaban fiscalizaciones y rendiciones de cuentas, sino
que facilitaba la corrupción, como si las leyes fuesen hechas a las medidas del
cliente -Odebrecht-, de modo que desafiaban exitosamente el control de entidades
públicas partidos políticos débiles, prensa, entre otros actores en la lucha contra la
corrupción.
 Influyeron en el Estado para ganar la adjudicación, porque crearon una red de
corrupción con las esferas más altas del Gobierno aprista en tres niveles (jefes,
intermediarios y ejecutores) a través del financiamiento electoral, sobornos,
lobbies y mantener relaciones colusivas con empresas constructoras de gran
envergadura en el país, quienes fueron sus socios influyentes en la licitación de la
obra.
 En especial, el financiamiento electoral era clave, porque significaba la base de
ese “pacto silencioso” que comprometía a García para apoyar a la constructora a
largo plazo: dinero a cambio de obras.
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Referencias bibliográficas

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Seize the Day: State Capture, Corruption and Influence in Transition. Washington
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