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DIÁLOGO

JURISPRUDENCIAL
DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

TRIBUNALES NACIONALES

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

Núm. 2 Enero-Junio de 2007

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

INSTITUTO INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS


UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FUNDACIÓN KONRAD ADENAUER

MÉXICO, 2007
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

Sergio García Ramírez


Presidente

Cecilia Medina Quiroga


Vicepresidente

Manuel E. Ventura Robles

Diego García Sayán

Leonardo Franco

Margarette May Macaulay

Rhadys Abreu Blondet


INSTITUTO INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS
Asamblea General (2007-2009)
Thomas Buergenthal Sonia Picado Sotela
Presidente honorario Presidenta
Mónica Pinto Margaret E. Crahan
Vicepresidenta Vicepresidenta
Pedro Nikken
Consejero permanente
Mayra Alarcón Alba
Line Bareiro
Lloyd G. Barnett
César Barros Leal
Allan Brewer-Carías
Marco Tulio Bruni-Celli
Antônio A. Cançado Trindade
Gisèle Côté-Harper
Mariano Fiallos Oyanguren
Héctor Fix-Zamudio
Robert K. Goldman
Claudio Grossman
María Elena Martínez
Juan E. Méndez
Sandra Morelli Rico
Elizabeth Odio Benito
Nina Pacari
Máximo Pacheco Gómez
Hernán Salgado Pesantes
Wendy Singh
Rodolfo Stavenhagen
Cristian Tattenbach

Comisión Interamericana Corte Interamericana


de Derechos Humanos de Derechos Humanos
Florentín Meléndez Sergio García Ramírez
Paolo G. Carozza Cecilia Medina Quiroga
Víctor E. Abramovich Manuel E. Ventura Robles
Clare Kamau Roberts Diego García Sayán
Evelio Fernández Arévalo Leonardo Franco
Paulo Sérgio Pinheiro Margarette May Macaulay
Freddy Gutiérrez Trejo Rhadys Abreu Blondet

Roberto Cuéllar M.
Director ejecutivo
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

Héctor Fix-Fierro
Director

Juan Vega Gómez


Secretario académico

Raúl Márquez Romero


Jefe del Departamento de Publicaciones
DIÁLOGO JURISPRUDENCIAL
Roberto Cuéllar M.
Pablo Saavedra Alessandri
Directores

Raúl Márquez Romero


Marisol Molestina Gaviria
Coordinadores editoriales

Edición y formación en computadora: Karla Beatriz Templos Nuñez


y Daniel García Castillo
Diseño de portada: Carlos Martín Aguilera Ortiz
Primera edición: 2007

DR © 2007 Corte Interamericana de Derechos Humanos


DR © 2007 Instituto Interamericano de Derechos Humanos
DR © 2007 Universidad Nacional Autónoma de México

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS

Circuito Maestro Mario de la Cueva s/n


Ciudad de la Investigación en Humanidades
Ciudad Universitaria, 04510 México, D. F.

Impreso y hecho en México


ISSN en trámite
CONTENIDO

Contents . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XI

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XV
Foreword . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XVII

Nota del editor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XIX


Editor´s Note . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XXI

Consecuencias del ius cogens en relación con los críme-


nes contra la humanidad. Sentencia de la Corte Su-
prema de Justicia de la Nación, Argentina, 2 de no-
viembre de 1995 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1

Prohibición de prácticas discriminatorias a la luz de la


Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Resolución de la Sala Constitucional de la Corte Su-
prema de Justicia, Costa Rica, 11 de agosto de 1998 5

Integración del derecho internacional de los derechos


humanos en Costa Rica: los instrumentos no conven-
cionales como fuentes de derecho. Sentencia de la
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justi-
cia, Costa Rica, 1o. de noviembre de 2000 . . . . . 11

Eficacia de la jurisdicción indígena a la luz de la Con-


vención Americana. Sentencia de la Corte Suprema
de Justicia, Guatemala, 7 de octubre de 2004 . . . 39

VII
CONTENIDO

Estándares mínimos de protección de los desplazados


de acuerdo con el derecho internacional. Extracto de
la Sentencia de la Corte Constitucional, Colombia,
22 de enero de 2004 . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

Medidas provisionales: sus consecuencias en el ámbito


interno. Extracto de la Sentencia de la Corte Consti-
tucional, Colombia, 15 de abril de 2004 . . . . . . 89

Límites de la jurisdicción militar bajo el derecho inter-


nacional de los derechos humanos. Sentencia del
Tribunal Constitucional, Bolivia, 6 de mayo de 2004 123

El principio pro homine y la validez de las normas pe-


nales. Extracto de la Sentencia de la Corte Constitu-
cional, Colombia, 22 de febrero de 2005 . . . . . . 165

Obligatoriedad de las normas internacionales de dere-


chos humanos: análisis en relación con los derechos
de las personas privadas de libertad. Extracto de la
Sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Na-
ción, Argentina, 3 de mayo de 2005 . . . . . . . . . 189

Cumplimiento de las sentencias de la Corte Interame-


ricana de Derechos Humanos en el marco de proce-
sos penales. Corte Suprema de Justicia, Guatemala,
23 de enero de 2006; Tribunal de Sentencia Penal,
Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente, 21 de
junio de 2006; Corte de Apelaciones del Ramo Penal,
Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente 2 de no-
viembre de 2006 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213

Violaciones a derechos humanos: su adecuada tipifica-


ción en el derecho interno. Extracto de la Sentencia
de la Sala Penal Nacional, Perú, 20 de marzo de
2006 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233

VIII
CONTENIDO

Violaciones a los derechos humanos: su justiciabilidad


fuera de los sistemas convencionales de protección.
Resolución de la United States District Court South-
ern District of Florida, 31 de marzo de 2006 . . . 251

Efectos de las decisiones de organismos internaciona-


les de protección de los derechos humanos y el dere-
cho al acceso a la justicia. Extracto de la Sentencia
del Tribunal Constitucional, Perú, 21 de julio de
2006 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273

Influencia de las medidas provisionales en los procesos


judiciales internos. Sentencia de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación, Argentina, 6 de septiembre
de 2006 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309

IX
CONTENTS

Foreword . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XVII

Editor´s Note . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XXI

Consequences of ius cogens in relation to crimes


against humanity. Judgment of the Supreme Court,
Argentina, November 2, 1995 . . . . . . . . . . . . 1

Prohibition of discriminatory practices in light of the


American Convention on Human Rights. Resolution
of the Constitutional Chamber of the Supreme Court
of Justice, Costa Rica, August 11, 1998 . . . . . . 5

Integration of international human rights law in Costa


Rica: non-conventional instruments as sources of
rights. Resolution of the Constitutional Chamber of
the Supreme Court of Justice, Costa Rica, November
1, 2000 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Effectiveness of the indigenous jurisdiction in light of


the American Convention. Judgment of the Supreme
Court of Justice, Guatemala, October 7, 2004 . . . 39

Minimum standards of protection for displaced per-


sons in accordance with the international law. Judg-
ment excerpt of the Constitutional Court, Colombia,
January 22, 2004 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

XI
CONTENTS

Provisional measures: their effects in the domestic en-


vironment. Judgment excerpt of the Constitutional
Court, Colombia, April 15, 2004 . . . . . . . . . . 89

Limits of military jurisdiction under international hu-


man rights law. Judgment of the Constitutional
Court, Bolivia, May 6, 2004 . . . . . . . . . . . . 123

The principle of pro homine and the validity of crimi-


nal laws. Judgment excerpt of the Constitutional
Court, Colombia, February 22, 2005 . . . . . . . . 165

Obligatory nature of international human rights law:


analysis in relation to the rights of people deprived
of their liberty. Judgment excerpt of the Supreme
Court, Argentina, May 3, 2005 . . . . . . . . . . . 189

Compliance with the judgments of the Inter-American


Court of Human Rights within criminal procee-
dings. Supreme Court of Justice, Guatemala, Ja-
nuary 23, 2006; Criminal Sentencing Tribunal of
Drug Activities and Crimes against the Environ-
ment, June 21, 2006; Criminal Chamber of the Court
of Appeal, Drug Activities and Crimes against Envi-
ronment, November 2, 2006 . . . . . . . . . . . . . 213

Human rights violations: their adequate codification


under domestic law. Judgment excerpt of the Natio-
nal Criminal Chamber of Peru, March 20, 2006 . . 233

Human rights violations: their justiciability outside


conventional systems of protection. Judgment of the
United States District Court Southern District of
Florida, March 31, 2006 . . . . . . . . . . . . . . 251

XII
CONTENTS

Effects of the decisions of international bodies for the


protection of human rights and the right of access to
justice. Judgment excerpt of the Constitutional Tri-
bunal, Peru, July 21, 2006 . . . . . . . . . . . . . 273

Influence of provisional measures on internal judicial


processes. Judgment of the Supreme Court, Argenti-
na, September 6, 2006. . . . . . . . . . . . . . . . 309

XIII
PRESENTACIÓN

La Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Instituto


Interamericano de Derechos Humanos, el Instituto de Investi-
gaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de
México y la Fundación Konrad Adenauer han convenido la pu-
blicación de una revista que proporcione el panorama de la re-
cepción del derecho internacional de los derechos humanos, y
específicamente de la jurisprudencia de la Corte Interamerica-
na de Derechos Humanos, por su parte de los más altos órga-
nos judiciales de los países americanos. Fue así como vio la luz
Diálogo Jurisprudencial, cuyo primer número corresponde al
semestre julio-diciembre de 2006.
En la presentación de ese primer número se manifestó que
uno de los fenómenos más relevantes del actual desarrollo del
derecho internacional de los derechos humanos, en lo que toca
a su necesaria incorporación en los ordenamientos y las prácti-
cas nacionales, es la recepción judicial que se observa a través
de pronunciamientos, de diversa materia, emitidos por las cor-
tes supremas, cortes constitucionales y salas constitucionales
de un creciente número de países. De esta forma adquiere ver-
dadera trascendencia —en lo concerniente al plano jurisdiccio-
nal, que reviste la mayor importancia— la jurisprudencia de la
Corte Interamericana.
Ese tribunal internacional —o supranacional— no constituye
una última instancia asociada a las instancias nacionales de
conocimiento. Intérprete y aplicador de la Convención America-
na sobre Derechos Humanos y de otros textos internacionales
que le confieren competencia material, está llamado a exami-
nar los derechos y libertades estipulados en aquellos instru-
mentos y fijar su sentido y alcance. Una vez desarrollada la in-

XV
PRESENTACIÓN

terpretación del órgano judicial internacional, las instancias


nacionales debieran acogerla como criterio autorizado sobre ta-
les instrumentos, que poseen fuerza vinculante para los Esta-
dos que los han ratificado, y por ello crean obligaciones a cargo
de éstos y definen derechos en beneficio de los particulares.
La publicación de la revista Diálogo Jurisprudencial sirve al
objetivo de dar a conocer el movimiento que existe en este ám-
bito, para conocimiento y reflexión de funcionarios de la admi-
nistración de justicia, catedráticos, investigadores y estudian-
tes de derecho. Esta difusión puede alentar nuevos desarrollos
en otros países. El objetivo final es, claramente, consolidar la
recepción nacional del derecho internacional de los derechos
humanos y brindar mayor extensión y firmeza al “estatuto con-
temporáneo del ser humano”, beneficiario de normas naciona-
les e internacionales que el reconocen la titularidad de dere-
chos y libertades y aseguran el efectivo ejercicio de éstos.
En el segundo número de la revista, que ahora tiene el lector
en sus manos, aparecen catorce sentencias —transcritas ínte-
gramente o expuestas a través de una conveniente selección de
párrafos, cuando se trata de resoluciones muy extensas— co-
rrespondientes a Argentina, Bolivia, Costa Rica, Guatemala y
Perú, así como un interesante pronunciamiento de un tribunal
norteamericano. Los editores agradecen el apoyo brindado para
la preparación de este material por los abogados Agustín Mar-
tín (Argentina) y Pedro León (México), colaboradores de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos.

XVI
FOREWORD

The Inter-American Court of Human Rights, the Inter-Ameri-


can Institute of Human Rights, the Institute for Juridical In-
vestigations of the National Autonomous University of Mexico
and the Konrad Adenauer Foundation have agreed to publish a
journal that provides a panoramic view of the reception that in-
ternational human rights law, and specifically the jurispru-
dence of the Inter-American Court of Human Rights, has had
among the highest judicial bodies in American states. Thus,
Jurisprudential Dialogue was born; its first edition corre-
sponds to the July-December 2006 semester.
The journal’s first edition manifests that one of the most rele-
vant trends in the present development of international human
rights law, concerning the necessary incorporation of interna-
tional human rights law into national practice and regulation, is
the judicial reception observed through pronouncements of var-
ious kinds by Supreme Courts, Constitutional Courts and Con-
stitutional Courtrooms in an increasing number of countries.
Accordingly, the Inter-American Court’s jurisprudence acqui-
res true transcendence in the jurisdictional sphere, which is of
the utmost importance.
This international or supranational Tribunal does not consti-
tute an appellate court to decisions made by national courts.
As interpreter and applier of the American Convention on Hu-
man Rights and other international texts that confer upon it
material jurisdiction, the Court is called to examine the rights
and freedoms stipulated within those instruments and to es-
tablish their meaning and reach. Once the international judi-
cial body has developed said interpretation, national courts
must adopt it as an authoritative interpretation that binds

XVII
FOREWORD

countries that have ratified those instruments, and thus cre-


ates obligations for those states and defines individual rights.
The publication of the journal Jurisprudential Dialogue
serves to provide an understanding of the developments in this
field in order that judicial authorities, professors, investigators
and law students may draw knowledge and reflection from this
source. Such diffusion may encourage new developments in
other countries as well. The final objective is, clearly, to en-
courage the national integration of international human rights
law and to strengthen and improve the “contemporaneous sta-
tus of the human being” as a beneficiary of national and inter-
national norms that recognize these rights and liberties and
assure their effective exercise.
In the second edition of the journal, now in the hands of
readers, fourteen judgments are provided —transcribed wholly
or in part through an appropriate selection of paragraphs when
it concerns extensive resolutions— that correspond to Argen-
tina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Guatemala and Peru, as
well as an interesting judgment from a North American Tribu-
nal.
The editors thank attorneys Agustín Martin (Argentina) and
Pedro León (Mexico), contributors of the Inter-American Court
of Human Rights, for the support they provided in the prepara-
tion of these materials.

XVIII
CONSECUENCIAS DEL IUS COGENS EN RELACIÓN
CON LOS CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD

Sinopsis: La Corte Suprema de la Nación Argentina concede


una solicitud de extradición presentada por Italia y motivada
por un hecho ocurrido en 1944. En el texto de la sentencia se es-
tablece que la acción penal por delito de genocidio, al ser éste un
crimen de lesa humanidad, no es susceptible de prescripción.
Para arribar a la conclusión anterior, el tribunal se basó en los
principios del ius cogens. La sentencia está acompañada de dos
votos concurrentes y dos disidentes.

Synopsis: The Supreme Court of Argentina granted an extradi-


tion request made by Italy relating to an act that occurred in
1944. The judgment establishes that criminal proceedings for the
crime of genocide, which is a crime against humanity, are not
subject to statutes of limitation. To arrive at this conclusion, the
court based its decision on the principles of ius cogens. The judg-
ment contains two concurring and two dissenting opinions.

1 Diálogo Jurisprudencial
Núm. 2, enero-julio de 2007
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
DE LA NACIÓN ARGENTINA

CAUSA No. 16.063/94 – 2 DE NOVIEMBRE DE 1995


PRIEBKE, ERICH S/ SOLICITUD DE EXTRADICIÓN

Vistos los autos: “Priebke, Erich s/ solicitud de extradición


—causa No. 16.063/94—”.
Considerando:

1o. Que contra la sentencia de la Cámara Federal de Apela-


ciones de General Roca que denegó la solicitud de extradición
de Erich Priebke formulada por la República de Italia, el Mi-
nisterio Público dedujo el recurso ordinario de apelación previs-
to en el artículo 24, inciso 6, del Decreto-ley 1285/58 que fue
concedido, el señor procurador general al expresar agravios en
esta instancia solicitó que se revocase la resolución apelada y
la defensa, al contestar el traslado que se le corrió, pidió que se
confirmara.
2o. Que el hecho de haber dado muerte a setenta y cinco ju-
díos no prisioneros de guerra, ni absueltos, condenados o a dis-
posición del tribunal militar alemán, ni a disposición de la jefa-
tura de policía alemana, de entre los trescientos treinta y cinco
muertos en las particulares circunstancias del caso, configura
prima facie delito de genocidio. Ello mengua, de otras posibles
calificaciones del hecho que quedarían subsumidas en la de
genocidio.
3o. Que, frente a la índole de tal calificación, resulta obvio
que el país requirente haya procedido a solicitar la extradición
sin perjuicio del juzgamiento definitivo incluso sobre la natura-

3
CONSECUENCIAS DEL IUS COGENS

leza del delito por los tribunales del lugar en donde se ha come-
tido (artículos 75, inciso 22, y 18 de la Constitución nacional y
artículos II, III, V, VI y VII de la Convención para la Preven-
ción y la Sanción del Delito de Genocidio).
4o. Que la calificación de los delitos contra la humanidad no
depende de la voluntad de los Estados requirente o requerido
en el proceso de extradición sino de los principios del ius cogens
del derecho internacional.
5o. Que, en tales condiciones, no hay prescripción de los deli-
tos de esa laya y corresponde hacer lugar sin más a la extradi-
ción solicitada.
Por ello, se revoca la sentencia apelada y se hace lugar a la
extradición de Erich Priebke por la muerte de las trescientas
treinta y cinco personas, por la que fuera solicitada. Notifíque-
se y devuélvase.

4
PROHIBICIÓN DE PRÁCTICAS DISCRIMINATORIAS
A LA LUZ DE LA CONVENCIÓN AMERICANA
SOBRE DERECHOS HUMANOS

Sinopsis: La Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justi-


cia de Costa Rica responde una consulta determinando la consti-
tucionalidad de la modificación de un artículo de la Constitución
Política. En esta resolución, el Tribunal sostuvo, con base en tra-
tados y otros instrumentos internacionales de derechos huma-
nos, que está prohibido otorgar trato discriminatorio por razón
del sexo, en relación a requisitos para la naturalización. Particu-
larmente, fundamentó su decisión en la Opinión Consultiva No.
OC-7/84 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y en
los artículos 1.1, 17.4 y 24 de la Convención Americana.

Synopsis: The Constitutional Chamber of the Supreme Court of


Justice of Costa Rica issued an advisory resolution determining
the constitutionality of the modification of an article of the Politi-
cal Constitution. In this resolution, the Supreme court held, pur-
suant to treaties and other international human rights instru-
ments, that discriminatory treatment on the basis of sex is
prohibited as it relates to the requirements of becoming a citizen
of Costa Rica. In particular, the decision was based on Advisory
Opinion No. OC-7/84 of the Inter-American Court of Human
Rights, and on articles 1(1), 17(4) and 24 of the American Con-
vention.

5 Diálogo Jurisprudencial
Núm. 2, enero-julio de 2007
SALA CONSTITUCIONAL DE LA CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DE COSTA RICA

CONSULTA 98-005381-007-CO-S-11 DE AGOSTO DE 1998

CONSULTA PRECEPTIVA DE CONSTITUCIONALIDAD


EN RELACIÓN AL PROYECTO DE REFORMA
AL INCISO 5 DEL ARTÍCULO 14
DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA

Consulta preceptiva de constitucionalidad formulada por el pre-


sidente de la Asamblea Legislativa en relación contra el Proyec-
to de reforma al inciso 5 del artículo 14 de la Constitución Políti-
ca (Expediente Legislativo No. 10.332).

Resultando
I. Mediante oficio del día 30 de julio último, el presidente
de la Asamblea Legislativa, Lic. Luis Fishman Z., formu-
la consulta preceptiva de constitucionalidad sobre el pro-
yecto denominado “Reforma al inciso 5 del artículo 14 de
la Constitución Política”, Expediente No. 10.332, de con-
formidad con lo dispuesto por el inciso a del artículo 96
de la Ley de la Jurisdicción Constitucional.
II. Mediante resolución de las 9:40 horas del día cuatro de
agosto, la presidencia le dio curso a la consulta.
III. Esta resolución se dicta dentro del plazo previsto por el
artículo 101 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional.

Redacta el magistrado Solano Carrera, y,


7
PROHIBICIÓN DE PRÁCTICAS DISCRIMINATORIAS

Considerando

I. EL PRECEDENTE DE LA CORTE INTERAMERICANA


DE DERECHOS HUMANOS

La Sala estima no solamente que esta reforma no plantea


problemas de procedimiento, sino que, ya en lo que atañe al
fondo, constituye una oportunidad especial para que la Asam-
blea Legislativa reactive su papel de “poner al día” el texto
constitucional en un aspecto que a estas alturas de la evolución
del pensamiento jurídico y, en particular, del derecho de los
derechos humanos, resulta imperativo, como es el tema del tra-
to sin discriminación por razones de sexo. De toda suerte, la re-
forma que ahora se conoce, si bien ha tenido un sinuoso trata-
miento en la corriente legislativa, constituye un deber del
Estado costarricense, puesto que se origina primero en un
mandato de la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
que en la Opinión Consultiva No. OC-4/84, al conocer una con-
sulta del gobierno de Costa Rica sobre reformas constituciona-
les en lo referente a la “naturalización”, entre otras cuestiones
no menos importantes, había dictaminado que:

...Por su lado, el párrafo 4 del mismo artículo —se refiere al proyecto


de reforma, mismo inciso 5 del artículo 14 actual— dispone ciertas
condiciones especiales de naturalización para “la mujer extranjera”
que case con costarricense. Aun cuando, si bien con diferente entidad
y sentido, esas condiciones están también presentes en el vigente ar-
tículo 14 de la Constitución, es necesario preguntarse si las mismas
no constituyen hipótesis de discriminación, incompatibles con los tex-
tos pertinentes de la Convención.
(53) El artículo 1.1. de la Convención, que es una norma de carác-
ter general cuyo contenido se extiende a todas las disposiciones del
tratado, dispone la obligación de los Estados partes de respetar y ga-
rantizar el pleno y libre ejercicio de los derechos y libertades allí reco-
nocidos “sin discriminación alguna”. Es decir, cualquiera sea el origen
o la forma que asuma, todo tratamiento que pueda ser considerado
discriminatorio respecto del ejercicio de cualquiera de los derechos
garantizados en la Convención es per se incompatible con la misma...

8
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE COSTA RICA

En virtud de las amplias consideraciones que la Corte Inte-


ramericana formuló, llegó a la conclusión, unánimemente en
este aspecto,

(5.) Que sí constituye discriminación incompatible con los artículos


17.4 y 24 de la Convención estipular en el artículo 14.4 del proyec-
to condiciones preferentes para la naturalización por causa de ma-
trimonio a favor de uno solo de los cónyuges.

Habría que agregar, en este extremo, que Costa Rica estaba


en mora con lo dictaminado por la Corte Interamericana de De-
rechos Humanos, aunque no es esta la primera vez que sucede
en materia tan sensible y fundamental. Véase, sobre este tema,
sentencia de esta misma Sala Constitucional No. 2313-95, de
las 16:18 horas del 9 de mayo de 1995.

II. SOBRE EL PRECEDENTE DE LA SALA CONSTITUCIONAL


En este momento, no es cuestión de insistir sobre el valor de
los precedentes y la jurisprudencia constitucional que, a la luz
del artículo 13 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional, es
vinculante erga omnes, incluidos los poderes públicos. De allí
que resulta apropiada la decisión de la Asamblea Legislativa
de revisar la votación recaída en un primer momento sobre el
proyecto de reforma que comentamos y continuar con su trami-
tación, aprobándola en primer debate. En efecto, según el con-
tenido de la sentencia de esta Sala No. 3435-92, por virtud de
lo expresado en diversos tratados, convenios y otros instrumen-
tos internacionales de derechos humanos, está prohibido otor-
gar trato discriminatorio por razón del sexo, entre ellos y de los
más importantes, la Declaración Universal de Derechos Huma-
nos (artículo 2o.), la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre (artículo II), el Pacto Internacional de De-
rechos Civiles y Políticos (artículo 3o.), Convención Americana
sobre Derechos Humanos (artículo 1.1).
De tal manera, más allá de que a partir de la indicada sen-
tencia constitucional, hubiera de interpretar y leerse “mujer” u
“hombre” por un concepto genérico como el de “persona”, que

9
PROHIBICIÓN DE PRÁCTICAS DISCRIMINATORIAS

cubre el sentido de unidad del género humano, la reforma en


consulta deviene en necesaria para que Costa Rica se manten-
ga en el lugar de avanzada que siempre se le ha reconocido en
el campo de la protección y promoción de los derechos huma-
nos. Al menos, por ahora, en lo que atañe al artículo 14, inciso
5, que ahora comentamos.
De todas maneras, la sala en que, sobre lo que tiene que dic-
taminar vinculantemente, es decir, en relación al procedimien-
to, tampoco hay evidencia de infracción alguna.

Por tanto

Se evacua la consulta formulada en el sentido de que el pro-


yecto de reforma al inciso 5 del artículo 14 de la Constitución
Política (Expediente No. 10.332) no tiene vicios invalidantes.

10
INTEGRACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL
DE LOS DERECHOS HUMANOS EN COSTA RICA:
LOS INSTRUMENTOS NO CONVENCIONALES
COMO FUENTES DE DERECHO

Sinópsis: La Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justi-


cia de Costa Rica resuelve una consulta determinando la consti-
tucionalidad del proyecto de ley de aprobación del “Estatuto de
Roma de la Corte Penal Internacional”. En sus consideraciones,
menciona que los instrumentos internacionales de derechos hu-
manos son parámetros a seguir en cualquier decisión que la Sala
adopte. También señaló que dichos documentos priman sobre la
Constitución en la medida que otorguen mayores derechos o ga-
rantías, si fueren emitidos por organismos internacionales de los
que Costa Rica sea parte, aun sin ser tratados.

Synopsis: The Constitutional Chamber of the Supreme Court of


Justice of Costa Rica issued an advisory resolution determining
the constitutionality of a bill aimed at approving the “Rome Stat-
ute of the International Criminal Court”. In its considerations,
the Supreme Court mentions that international human rights
instruments set out parameters that the Court must follow in
each decision. The Supreme Court also indicated that said docu-
ments prevail over the Constitution to the extent that they grant
greater rights or guarantees, provided that they are expressed by
international bodies that Costa Rica is a party to, even if said
documents are not treaties.

11 Diálogo Jurisprudencial
Núm. 2, enero-julio de 2007
SALA CONSTITUCIONAL DE LA CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA DE COSTA RICA

RESOLUCIÓN 2000-09685 (EXPEDIENTE


00-008325-007-CO) – 1o. DE NOVIEMBRE DE 2000

CONSULTA SOBRE EL PROYECTO DE LEY


PARA APROBAR EL ESTATUTO DE ROMA

San José, a las catorce horas con cincuenta y seis minutos del
primero de noviembre de dos mil.
Consulta preceptiva de constitucionalidad formulada por el
Directorio de la Asamblea Legislativa, sobre el proyecto de ley
de aprobación del “Estatuto de Roma de la Corte Penal Inter-
nacional”, que se tramita en el expediente legislativo No. 13.
579.

Resultando

1. La consulta se formula de oficio por la presidenta de la


Asamblea Legislativa, señora Rina María Contreras Ló-
pez, en cumplimiento de lo que establece el inciso a del
artículo 96 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional y
fue recibida en la secretaría de la Sala a las catorce horas
del cuatro de octubre de este año, con una copia certifica-
da del expediente legislativo. Constante de dos tomos y
quinientos ochenta y ocho folios en total. La presidencia
de la Sala tuvo por presentada la consulta mediante reso-
lución de las quince horas con tres minutos del cinco de
octubre siguiente y la turnó internamente para su estu-

13
INTEGRACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL

dio inicial. El término del mes para evacuarla, tal y como


lo prescribe el artículo 101 de la Ley de la Jurisdicción
Constitucional, vence el día cinco de noviembre del año en
curso. A través de la misma se consulta acerca de la cons-
titucionalidad del Proyecto de Ley de Aprobación del
“Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional”, que
se tramita en el expediente legislativo No. 13.579.
2. En el procedimiento se han observado las disposiciones es-
tablecidas en la ley.

Redacta el magistrado Solano Carrera, y

Considerando

I. SOBRE EL CARÁCTER DE LA CONSULTA


LEGISLATIVA PRECEPTIVA

El artículo 10 de la Constitución Política le atribuye a esta


Sala la importante competencia de “conocer las consultas sobre
proyectos de aprobación de convenios o tratados internaciona-
les” (párrafo segundo, inciso b. No obstante que nuestro país
mantiene el esquema clásico que asigna al Poder Ejecutivo la
negociación y conclusión de esos convenios o tratados (el llama-
do treaty making power), siempre que la Asamblea Legislativa
dicte un acto de aprobación que los incorpore al ordenamiento
interno y así lo disponen los artículos 140, inciso 10, y 121, in-
ciso 4, constitucionales, mediante la reforma del año 1989 a la
Constitución Política, se modificó, entre otros, el artículo 10
que permite a la Sala Constitucional emitir una opinión de
constitucionalidad, de previo a que se produzca la aprobación
definitiva de un instrumento internacional. La finalidad de
esta consulta previa o control previo de constitucionalidad y el
papel que ejerce la Sala en este campo específico siempre va a
ser, en términos muy generales, como lo desarrolla el propio ar-
tículo 1o. de la Ley de la Jurisdicción Constitucional,

14
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE COSTA RICA

garantizar la supremacía de las normas y principios constituciona-


les y del derecho internacional o comunitario vigente en la Repú-
blica, su uniforme interpretación y aplicación, así como los dere-
chos y libertades fundamentales consagrados en la Constitución o
instrumentos internacionales de derechos humanos vigentes en
Costa Rica.

Lo primero que procede, entonces, a los efectos de evacuar la


presente consulta, es verificar los trámites seguidos en este caso,
en concordancia con lo que señala el artículo 98 de la Ley de la
Jurisdicción Constitucional, al disponer que la consulta deberá
hacerse después de aprobado el proyecto en primer debate y an-
tes de la aprobación definitiva y que, al evacuarla, la Sala dicta-
minará sobre cualesquiera aspectos o motivos que estime rele-
vantes desde el punto de vista constitucional, pero vinculante sólo
en lo que se refiere a los trámites. Para los efectos anteriores y
por la importancia del asunto de que se trata, en el siguiente con-
siderando se hará una síntesis cronológica del proyecto de ley.

II. SOBRE LA TRAMITACIÓN DEL PRESENTE PROYECTO


POR PARTE DE LA ASAMBLEA LEGISLATIVA
(EXPEDIENTE No. 13.579)

El proyecto de “Estatuto de Roma de la Corte Penal Interna-


cional”, que se tramita en el expediente legislativo No. 13.579,
ha seguido el siguiente orden cronológico:

a. El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional fue


suscrito por el embajador de Costa Rica en Roma, Italia,
habiéndosele otorgado previamente un poder especial para
tal efecto, por parte del presidente de la República y el mi-
nistro de relaciones exteriores (folio 100 del expediente le-
gislativo No. 13.579);
b. El proyecto, que es de iniciativa del Poder Ejecutivo, fue
presentado a la Secretaría del Directorio de la Asamblea
Legislativa, a las diez horas veintiún minutos del trece de
mayo de mil novecientos noventa y nueve (folios 1 y si-
guientes del expediente legislativo No. 13.579);
15
INTEGRACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL

c. Ese mismo día, el presidente del directorio legislativo or-


denó pasar el expediente a estudio de la Comisión Perma-
nente Especial de Relaciones Internacionales (folio 102
del expediente legislativo No. 13.579). En la Comisión,
fue recibido en fecha primero de julio de mil novecientos
noventa y nueve (folio 103 del expediente legislativo No.
13.579);
d. La Comisión Permanente Especial de Relaciones Inter-
nacionales, el trece de septiembre del año en curso, soli-
citó una prórroga de hasta ciento veinte días hábiles
para rendir el dictamen sobre el proyecto que se tramita
en el expediente 13.579 (folio 104 del expediente legisla-
tivo No. 13.579);
e. Mediante oficio de quince de noviembre de mil novecientos
noventa y nueve, la Comisión de Relaciones Internacionales
de la Asamblea Legislativa, solicitó el criterio a la Corte Su-
prema de Justicia, al Ministerio de Justicia, a la Procura-
duría General de la República y al Instituto Interamericano
de Derechos Humanos, respecto del proyecto de Ley en con-
sulta (folios del 149 al 152 del expediente legislativo No.
13.579);
f. Mediante Decreto No. 28293-MP, del treinta de noviembre
de mil novecientos noventa y nueve, el Poder Ejecutivo con-
vocó a sesiones extraordinarias a efecto de que se conocie-
ran, entre otros, el proyecto de Ley en consulta (folio 208
del expediente legislativo No. 13.579);
g. Mediante oficio No. DE-041-12-99 del ocho de diciembre
del mil novecientos noventa y nueve, el asesor del direc-
tor ejecutivo del Instituto Interamericano de Derechos
Humanos, presentó el informe solicitado acerca del pro-
yecto de ley consultado (folio 215 del expediente legislati-
vo No. 13.579);
h. El día catorce de diciembre de mil novecientos noventa y
nueve, la asesora de la ministra de justicia, presentó el
criterio de ese ministerio acerca del Proyecto de Aproba-
ción del Estatuto de Roma (folio 221 del expediente legis-
lativo No. 13.579);

16
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE COSTA RICA

i. El día veintiuno de febrero de este año, el Departamento de


Servicios Técnicos de la Asamblea Legislativa remitió a la
Comisión Permanente de Asuntos Internacionales el infor-
me técnico jurídico referente al expediente legislativo No.
13.579 (folio 255 del expediente legislativo No. 13.579);
j. En sesión No. 35 del siete de marzo de este año, la Comi-
sión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Legisla-
tiva, aprobó por unanimidad de los presentes, el proyecto
“Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional” (folio
323 del expediente legislativo No. 13.579);
k. El veintiocho de marzo de este año, la Comisión de Relacio-
nes Internacionales entregó a la Dirección Ejecutiva el dic-
tamen afirmativo unánime correspondiente al proyecto de
ley: “Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional” (fo-
lio 413 del expediente legislativo No. 13.579);
l. Mediante Decreto No. 28569-MP, el Poder Ejecutivo convo-
có a la Asamblea Legislativa a sesiones extraordinarias, a
partir del cuatro de abril de este año, con el fin de que se
revisaran varios proyectos de ley, entre ellos el que se con-
sulta (folio 418 del expediente legislativo No. 13.579);
m. El veintiséis de abril de este año, la Comisión de Relacio-
nes Internacionales de la Asamblea Legislativa, recibió el
criterio técnico-jurídico No. O.J.034-2000 de la Procura-
duría General de la República, en relación con el proyecto
de ley “Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacio-
nal” (folio 423 del expediente legislativo No. 13.579);
n. El cuatro de marzo se solicitó a los secretarios del directo-
rio legislativo poner a despacho el expediente 13.579 (folio
457 del expediente legislativo No. 13.579);
o. Mediante Decreto No. 28826-MP, el Poder Ejecutivo am-
plió la convocatoria a sesiones extraordinarias realizada
por el Decreto 28811-MP del treinta y uno de julio del dos
mil (folio 459 del expediente legislativo No. 13.579);
p. En sesión 71 del veintiséis de septiembre de este año, se
aprobó en primer debate el proyecto de ley “Estatuto de
Roma de la Corte Penal Internacional”. En esa misma fecha,
la presidenta de la Asamblea Legislativa ordenó trasladar el

17
INTEGRACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL

expediente a la Sala Constitucional para la Consulta Precep-


tiva correspondiente (folio 565 del expediente legislativo).

III. SOBRE ALGUNAS CUESTIONES MÁS GENERALES


DEL PROCEDIMIENTO SEGUIDO

Corresponde a la Sala analizar, en primer lugar, si se han


respetado las disposiciones constitucionales relativas a la
aprobación de un convenio de esta naturaleza, según se esta-
blece en el artículo 121, inciso 4, de la Constitución Política.
Sobre el particular, como queda evidente de la relación crono-
lógica que consta en el anterior considerando, no encuentra la
Sala que durante el trámite de aprobación del referido Estatu-
to, se haya producido trasgresión alguna de normas y princi-
pios constitucionales o de trámites sustanciales. Ahora bien,
independientemente de lo anterior, se estima oportuno hacer
algunos comentarios adicionales alrededor de la misma mate-
ria. En primer lugar, debe decirse que se ha apreciado que el
Estatuto fue suscrito por Manuel Hernández Gutiérrez, emba-
jador de Costa Rica en Roma, Italia, contando para ello con ple-
nos poderes que, previamente, el presidente de la República,
señor Miguel Angel Rodríguez y el ministro de Relaciones
Exteriores y Culto, señor Roberto Rojas, le habían conferido
para este acto, lo cual, en criterio de la Sala, salva el tema de la
representación del Estado que constitucional se exige. Por otra
parte, la Sala aprecia que la Asamblea Legislativa confirió au-
diencia a la Procuraduría General de la República, al Ministe-
rio de Justicia, al Instituto Interamericano de Derechos Hu-
manos y la Corte Suprema de Justicia para que se pronuncia-
ran sobre el proyecto de ley en estudio (folios 149, 150, 151 y
152). Sin embargo, debe indicarse que si bien es cierto que en
la audiencia conferida a estos órganos no se especificó que la
consulta era obligatoria o que a esta última se la hacía de con-
formidad con lo establecido en el artículo 167 de la Constitu-
ción Política, también es cierto que la Corte Suprema de Justi-
cia no la contestó dentro del plazo reglamentario; situación
que, en todo caso y a juicio de la Sala, en nada obstaba para
18
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE COSTA RICA

que se continuara válidamente con el procedimiento legislativo.


También debe indicarse que esta Sala observa que se dio una
situación particular, pues la Comisión de Relaciones Interna-
cionales de la Asamblea Legislativa presentó su dictamen asu-
miendo que lo hizo oportunamente, ya que solicitó para ello
correctamente la prórroga que señala el artículo 80 del Regla-
mento de la Asamblea Legislativa, y aunque no consta en el ex-
pediente que la prórroga se le fuera otorgada, se puede concluir
que habiendo cumplido la comisión dictaminadora con la exi-
gencia reglamentaria, el aparente silencio del presidente de la
Asamblea Legislativa (pues no consta su respuesta) no enerva,
de principio, que se continuara el examen del proyecto y final-
mente se dictaminara. Ahora bien, hechos los anteriores co-
mentarios y por considerarse que en la tramitación del proyec-
to de ley consultado, no existen infracciones a las normas y
principios constitucionales, corresponde de seguido entrar a co-
nocer sobre el fondo de la iniciativa.

IV. SOBRE EL FONDO DEL PROYECTO DE CREACIÓN


DE UNA CORTE PENAL INTERNACIONAL.
UNA CUESTIÓN GENERAL

Como consta en la exposición de motivos que acompaña el


proyecto de ley, las insuficientes respuestas que la comunidad
internacional había dado a graves violaciones cometidas en los
últimos años (la ex Yugoslavia, Ruanda, etcétera), desencadenó
la necesidad de “instituir con carácter permanente y con una
esfera de acción lo más amplia posible, un órgano jurisdiccional
por medio del cual quedara de manifiesto el anhelo de una gran
cantidad de Estados en evitar que la impunidad fuera el resul-
tado de las más aborrecibles crueldades causadas entre los
mismos seres humanos” (folio 3 del expediente legislativo). En
el preámbulo del Estatuto de la Corte, asimismo, se reconoce
que a lo largo del siglo XX millones de niños, mujeres y hom-
bres fueron víctimas de crímenes atroces, que por su gravedad
trascienden a la comunidad internacional en su conjunto, pues-
to que además de lesionar en sus más preciados atributos a
19
INTEGRACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL

esos millones de personas, conmueven profundamente la con-


ciencia de la humanidad y no pueden seguir siendo —como
hasta ahora— conductas impunes. Desde esa óptica, el Estatu-
to ahora analizado, propone medidas en el plano nacional, a la
vez que en el de la cooperación internacional, con el fin de ase-
gurar que los ilícitos de genocidio, crímenes de lesa humani-
dad, crímenes de guerra, crimen de agresión, en sus diversas
modalidades y entre otros, sean efectivamente sometidos a la
acción de la justicia y sancionados como corresponde. Estas ac-
ciones no solamente contribuirán a hacer desaparecer la impu-
nidad, como producto directo, lo cual sería per se suficiente,
sino que de forma paralela y sin ninguna duda, en el futuro se
convertirán en un disuasivo para la comisión de nuevos críme-
nes. Ahora bien, a pesar de que el contexto que justifica la crea-
ción de una Corte Penal Internacional es absolutamente claro,
hay que detenerse en el examen de algunos aspectos puntuales
involucrados en el texto del Estatuto que se envía por parte de
la Asamblea Legislativa, ya sea por la importancia que revisten,
ya por la novedad que implican, a la luz del tratamiento que
usualmente se les ha venido dando en la jurisprudencia.

V. PRECEDENTES DE ESTA MISMA SALA


EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS Y ESTADO
CONSTITUCIONAL DE DERECHO

Por otra parte, antes de descender al análisis puntual de


ciertos extremos del Estatuto, conviene hacer alguna precisión
sobre la configuración actual del sistema de justicia constitu-
cional y el papel que constitucionalmente tiene asignada esta
Sala. El nacimiento de esta Sala como un tribunal constitucio-
nal, no obstante que adscrito a la Corte Suprema de Justicia,
trajo aparejada una competencia que incluso ha sido calificada
como muy amplia y que cuantitativamente hablando supera la
de tribunales tan reconocidos como el federal alemán o el cons-
titucional español. Pero también desde el punto de vista cuali-
tativo, la competencia de esta Sala tiene características muy

20
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE COSTA RICA

señaladas. En este último sentido, valga citar el artículo 48 de la


Constitución Política establece:

Toda persona tiene derecho al recurso de habeas corpus para garanti-


zar su libertad e integridad personales, y al recurso de amparo para
mantener o restablecer el goce de los otros derechos consagrados en
esta Constitución, así como los de carácter fundamental establecidos
en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos, aplica-
bles en la República. Ambos recursos serán de competencia de la Sala
indicada en el artículo 10.

La aplicación de los instrumentos internacionales de dere-


chos humanos vigentes en el país sirven en primer término, así
lo indica la norma, como parámetros de decisión en los procesos
de habeas corpus y de amparo, pero en la jurisprudencia de la
Sala también se acude a ellos, en la decisión de cualquier asun-
to que se somete a su conocimiento y resolución, fundamental-
mente porque el papel central que cumple es el de garantizar el
principio de supremacía de la Constitución, hoy, como se ve del
artículo 48 citado, extendido más allá y por encima del mero
texto constitucional. En este aspecto hay que rescatar la refe-
rencia específica que hoy la Constitución hace de los “instru-
mentos internacionales”, significando que no solamente conven-
ciones, tratados o acuerdos, formalmente suscritos y aprobados
conforme al trámite constitucional mismo (tal el caso que ahora
nos ocupa), sino cualquier otro instrumento que tenga la natu-
raleza propia de la protección de los derechos humanos, aunque
no haya sufrido ese trámite, tiene vigencia y es aplicable en el
país. Así, la Declaración Universal de Derechos Humanos (Pa-
rís, 10 de diciembre de 1948), por su carácter y naturaleza, no
ha necesitado de los trámites constitucionales de aprobación,
para entenderse como vigente y con la fuerza normativa que le
otorga la materia que regula. Otro tanto cabe decir de las “Re-
glas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos”, de la Orga-
nización de las Naciones Unidas, que aunque sean producto de
reunio nes de ex pertos o el traba jo de al gún de parta men to
de esa organi zación, por pertene cer nues tro país a ella, y
por re fe rir se a de re chos fun damentales, tienen tanto el valor
21
INTEGRACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL

de cualquier normativa internacional que formalmente se hu-


biera incorporado al derecho interno costarricense. En este sen-
tido puede citarse la sentencia No. 2000-07484, del veinticinco
de agosto último, en que por virtud de un habeas corpus formu-
lado por un recluso, esta Sala condenó al Estado por violar esas
reglas mínimas, particularmente por el hacinamiento y falta de
higiene constatadas en un centro penitenciario. En esa misma
fecha, también se estimó un recurso de habeas corpus plantea-
do en favor de unos ciudadanos panameños que habían ingre-
sado al país con visa de turismo y que, según las autoridades de
migración, solamente permitía “fines de recreación” y que fue-
ron sorprendidos ejerciendo una protesta pacífica ante las ins-
talaciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
donde pendía su caso, originado en alegadas violaciones a sus
derechos por parte del gobierno de la República de Panamá. Se
les detuvo y se les iba a deportar, de modo que la Sala anuló
las resoluciones que en tal sentido se habían dictado, porque,
como se nota, sería absurdo que al ser Costa Rica sede de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, se impida a
quienes tengan pendientes casos ante ella, entre ellos extran-
jeros, expresarse en forma pacífica y pública a favor de los de-
rechos que considere les asisten (Sentencia No. 2000-07498).
Dentro de ese orden de ideas, ha dicho la jurisprudencia de la
Sala que las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos tienen en este país pleno valor y que, en tratándose de
derechos humanos, los instrumentos internacionales “tienen no
solamente un valor similar a la Constitución Política, sino que
en la medida en que otorguen mayores derechos o garantías a
las personas, priman por sobre la Constitución” (Sentencia No.
2313-95).
También la Sala ha recogido en sus precedentes, el peso del va-
lor democracia en la organización del sistema interamericano,
cuando la Asamblea Legislativa la consultó en ocasión de trami-
tarse la aprobación del Protocolo de Reformas a la Carta de la
Organización de los Estados Americanos (OEA), Protocolo de Car-
tagena de Indias, firmado el 5 del diciembre de 1985, advirtiendo
en su opinión consultiva, que resultaba jurídicamente imposible

22
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE COSTA RICA

aceptar la literalidad del artículo 3o., que permitía a los Estados


integrantes del sistema “elegir libremente su sistema político,
económico y social”. Dijo en ese momento la Sala:

Los Estados que han permitido a sus pueblos autodeterminarse y


han permitido el ejercicio de la democracia representativa podrán,
en aplicación del artículo 3o. inciso e, ya descrito, elegir las institu-
ciones políticas, económicas y sociales que particularmente les con-
vengan. Pero lo que viene a ser inaceptable desde el punto de vista
costarricense, es que se interprete el Protocolo de Reformas de ma-
nera tal que permita sistemas políticos antidemocráticos que irres-
peten los derechos fundamentales de la persona, bajo la ilegal pro-
tección del principio de no intervención…(Sentencia No.769-90, del
10 de julio de 1990).

Este corto recorrido por algunas decisiones de la Sala Consti-


tucional, permite entender el modelo por el que ha optado Cos-
ta Rica, incorporando al más alto nivel de vigencia, el derecho
internacional de los derechos humanos. Pero también en mate-
ria más directamente relacionada con la materia a que se refie-
re el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, se ha
pronunciado este Tribunal, como de seguido se expone.

VI. JURISPRUDENCIA ESPECÍFICA SOBRE INSTRUMENTOS


PARA PERSEGUIR Y SANCIONAR DELITOS DE LESA
HUMANIDAD. LA CONVENCIÓN INTERAMERICANA
SOBRE DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS
(SUSCRITA POR COSTA RICA EN BELEN, BRASIL,
EL 9 DE JUNIO DE 1994)

Mediante sentencia No. 230-96, del día doce de enero de mil


novecientos noventa y seis, en consulta formulada sobre la cita-
da Convención, esta Sala se pronunció favorablemente a su
aprobación por la Asamblea Legislativa. Señaló que la desapa-
rición forzada de personas ofende no solamente la dignidad de
la persona humana, sino que está en contradicción con los prin-
cipios y propósitos consagrados en la Carta de la Organización
de los Estados Americanos. Dijo también que:
23
INTEGRACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL

Debe entenderse que la práctica sistemática de la desaparición for-


zada de personas constituye un crimen de lesa humanidad, por los
medios y formas utilizados en su ejecución, generalmente disimula-
dos en complejos mecanismos de poder, de donde se desprende
también una clara incompatibilidad con el Estado constitucional y
democrático de derecho, que promueve la consolidación de la liber-
tad, un trato digno y el desarrollo pleno de las personas. Esto se
rescata, dentro de otras expresiones de similar importancia de la
Convención, ya que coincide con la letra y el espíritu de nuestra
Constitución Política, particularmente en lo prescrito por el artícu-
lo uno (Estado democrático), nueve (gobierno y funcionarios res-
ponsables por sus actos), once (principio de legalidad de la admi-
nistración), veintiuno (inviolabilidad de la vida humana), veintidós
(libertad ambulatoria) y cuarenta y ocho (valor de los instrumentos
internacionales de derechos humanos en relación con el respeto a
la libertad y la integridad física y psíquica de las personas). De tal
manera, la Convención viene a fortalecer la concepción que tenemos
en Costa Rica de un Estado constitucional y democrático. En ese sen-
tido, no podría formulársele reparo alguno, sino más bien afirmar la
necesidad de su existencia, aun cuando sabemos que Costa Rica, a
través de la Comisión de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos,
ha venido formando parte de los esfuerzos que desde tiempo atrás
y prácticamente desde que la Asamblea General de las Naciones
Unidas adoptó la Resolución 33/173, de 1978.

Hoy podemos agregar, que una costarricense formó parte del


Tribunal Internacional, constituido para juzgar los crímenes
cometidos en años recientes en la ex Yugoslavia.
Incluso, la sentencia No. 230-96 se pronunció por la legitimi-
dad de la imprescriptibilidad de la acción penal, contenida en
la Convención de mérito. Se dijo que nuestra Constitución Polí-
tica no se ocupa expresamente de la materia, aunque podría
entenderse que existe un principio de impone la prescripción de
todo delito, por lo que además integraría de modo genérico el
también llamado principio del debido proceso (artículo 39 de la
Constitución Política).

Sin embargo, —agrega la sentencia—, debe tomarse en cuenta


para el caso concreto, que se está legislando sobre un delito consi-
derado de "lesa humanidad", es decir, que no solamente afecta in-
24
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE COSTA RICA

tereses individuales, sino los intereses de la humanidad entera,


como especie. Se trata de delitos de la más perversa planificación y
ejecución, en donde generalmente el aparato del Estado, o algún
sector de éste, poderoso, directa o indirectamente se involucra en la
desaparición de personas, con todas las posibilidades de la impuni-
dad. Y, por eso mismo, la persecución de este tipo de delitos trascien-
de al interés de un Estado o país en particular, de manera que todas
esas circunstancias ameritan que reciba ese tratamiento especial...
Otro tanto cabe decir de la imprescriptibilidad de la pena, pues
de qué valdría una sentencia condenatoria, si los sentenciados
cuentan con una red de protección que les permitiría evadir su
cumplimiento...

Con la transcripción parcial de esa sentencia se puede enten-


der claramente cuál ha sido la opinión de la mayoría de este
Tribunal en materia de persecución y sanción de este tipo de
delitos a los que se ha sometido a enormes regiones del planeta
y de las que no se salva ninguno de los continentes, como lo se-
ñala la presentación de la Convención, hecha ante la Asamblea
Legislativa por el Poder Ejecutivo.

VII. OBSERVACIÓN ADICIONAL SOBRE LA NATURALEZA


Y FINES DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL

El “Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional” que


se pretende aprobar mediante el proyecto de ley que se consul-
ta ante esta jurisdicción, se trata de un instrumento jurídico
internacional que tiene como finalidad, crear la Corte Penal
Internacional, la cual, será un órgano complementario de las
jurisdicciones penales nacionales, y no un sustituto de las mis-
mas. Esta Corte Penal Internacional, será una institución per-
manente que estará facultada para ejercer su jurisdicción sobre
personas respecto de los crímenes más graves de trascendencia
para la comunidad internacional en su conjunto, como son: el
crimen de genocidio, los crímenes de lesa humanidad, los crí-
menes de guerra y el crimen de agresión. Según se desprende
del Estatuto de Roma, será el último recurso al cual se acudirá
para sancionar crímenes que traspasan los umbrales de grave-
25
INTEGRACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL

dad y que, tal y como se indicó, se fundamenta en el principio


de complementariedad por cuanto no nace con la intención de
sustituir a las jurisdicciones nacionales, sino más bien, de com-
plementarlas y, en ese sentido, sólo actuará cuando las ju-
risdicciones nacionales competentes no puedan o no quieran
ejercer su obligación de investigar o juzgar a los presuntos cri-
minales de los delitos establecidos en el Estatuto, con lo cual,
pretende acabar con la impunidad de delitos. De este modo, la
persecución de los delitos se haría entonces a través de dos
vías: una nacional cuya competencia es propia de cada Estado
y la otra mediante la Corte Penal Internacional cuya compe-
tencia, en todo caso, se decidirá de conformidad con las reglas
que para ello se establecen en el propio Estatuto. Partiendo de
lo anterior y desde una perspectiva de análisis general del pro-
yecto consultado, considera la Sala que el mismo no es contra-
rio a ninguno de los parámetros de constitucionalidad cuya ob-
servancia y respeto es garantizada por este Tribunal. Por el
contrario, y como se desprende de los antecedentes supra seña-
lados, estima la Sala que tanto la prevención como la represión
de tales delitos, ha sido y es un deber nacional respecto del
cual ha existido conciencia plena aun desde antes de la suscrip-
ción del Estatuto consultado, como también desde tiempos his-
tóricos se tomó conciencia en nuestro país de la obligación de
sancionar todo tipo de prácticas que sean contrarias a la dig-
nidad humana; obligación que, sin duda alguna, ha sido asu-
mida por el Estado costarricense no sólo a nivel interno, sino
también frente a la comunidad internacional, y que resulta ser,
en definitiva, una manifestación ineludible del carácter demo-
crático que debe imperar en el Estado de derecho. Ahora bien,
tal y como se ha indicado en otras ocasiones, la Sala tiene el de-
ber de examinar aquellos aspectos que, de la lectura del proyec-
to estudiado, tengan relevancia de tipo constitucional, sin que
se deba referir a todos y cada uno de los aspectos pues, por el
volumen y la naturaleza del proyecto en consulta y del plazo li-
mitado y perentorio que tiene para hacerlo, algún aspecto pue-
de quedar sin examinar, de modo tal que hay opinión expresa
respecto de aquello que se estime más relevante y siempre te-

26
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE COSTA RICA

niendo en cuenta que, en todo caso, el dictamen no precluye la


posibilidad de que, posteriormente, las normas cuestionadas
puedan ser impugnadas por las vías de control de constituciona-
lidad, tal y como lo establece el artículo 101 de la Ley de la Ju-
risdicción Constitucional. A partir de lo dicho entonces, se pro-
cede de seguido a analizar los aspectos concretos respecto de
los cuales esta Sala consideró necesario hacer un estudio más
específico y que están referidos, concretamente, a las disposi-
ciones del Estatuto de Roma contenidas en los artículos 27 (res-
pecto de la inmunidad), 77, 78 y 80 (relativos a la imposición de
penas) y el 102 (traslado de nacionales).

VIII. EN CUANTO A LA ENTREGA DE PERSONAS


A LA CORTE PENAL INTERNACIONAL

El artículo 89 del Estatuto de Roma faculta a la Corte para


solicitar a los Estados partes la detención y entrega de la per-
sona acusada, a fin de ser sometida a juicio ante ese tribunal
internacional. Puesto que la disposición contenida en el artícu-
lo 89 no se refiere para nada a la nacionalidad de la persona
cuya detención y entrega se solicita por parte de la Corte, ha de
entenderse forzosamente que la solicitud puede referirse tanto
a un nacional del Estado en cuyo territorio pueda hallarse la
persona, como de un extranjero. Desde la perspectiva del dere-
cho costarricense, la detención y entrega de un extranjero no
plantea dificultades de orden constitucional, porque no hay
norma alguna en la Constitución que pudiera invocarse para
impedir su detención y entrega en el marco del Estatuto. En
cambio, el asunto ofrece mayor problema en el caso de que la
persona ostente la nacionalidad costarricense. Esto se debe a
que el artículo 32 de la Constitución prescribe lo siguiente:
“Ningún costarricense podrá ser compelido a abandonar el te-
rritorio nacional”. La expresión “compeler”, como se sabe, equi-
vale a obligar a uno, con fuerza o por autoridad, a que haga lo
que no quiere. Puesto que la disposición constitucional no hace
expresas distinciones referentes, por ejemplo, a motivos o a fi-
nalidades, la simple lectura de la norma y su tenor literal dan
27
INTEGRACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL

base para pensar que el costarricense no puede ser obligado a


abandonar el territorio nacional por ningún motivo y no impor-
ta la finalidad que se persiga con ello, de modo que la compul-
sión siempre será ilegítima; dicho de otro modo, la literalidad
del artículo 32 implica, según esta lectura, que el costarricense
disfruta de una protección territorial absoluta, aplicable en to-
dos los supuestos imaginables y en cualquiera de ellos, tanto
frente a actuaciones francamente arbitrarias, ilegítimas o espu-
rias del Estado, como para cualquier otro tipo de actos o actua-
ciones, aunque en principio parecieran carecer de esas caracte-
rísticas: por ejemplo, para hipótesis como las que se originan en
la aplicación del artículo 89 del Estatuto de Roma. La cues-
tión planteada consiste en saber si el artículo 32 de la Consti-
tución contiene una garantía absoluta para los costarricenses,
tal como la interpretación literal antes descrita lo hace ver, o
si, por el contrario, esa garantía carece de esa condición de
plenitud, de modo que el correcto sentido del artículo 32 impli-
ca que ella no puede surtir sus efectos impedientes cuando de
lo que se trata es de realizar otras modalidades de protección o
reivindicación de los derechos humanos, y más concretamente,
de la que dispensa el Estatuto de Roma.

IX. SIGUE

No obstante que los documentos procedentes de la Asam-


blea Nacional Constituyente son escasamente útiles para es-
clarecer la cuestión aquí formulada, se tiene por evidente que
la garantía del artículo 32 tiene su origen en hechos acaecidos
en el país en épocas ya pretéritas. En suma, estos hechos se
refie ren a la expatriación de costarricenses urgida por moti -
vaciones o móviles políticos, es decir, en virtud de circuns-
tancias originadas al calor de la lucha política o relacionadas
con ella; circunstancias que entonces movieron a los titulares
del poder público a recurrir a la expatriación de modo inevi-
tablemente ilegítimo o arbitrario. En ese contexto, el conteni-
do histórico esencial del artículo 32 configura una verdadera ga-
rantía contra la arbitrariedad del poder público. Por otro orden
28
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE COSTA RICA

de razones, este tribunal ha reconocido la garantía en los su-


puestos de extradición, entendida como modo de colaboración en-
tre Estados nacionales para la realización del orden penal nacio-
nal. Eventualmente, podría examinarse si la garantía impide,
por ejemplo, que se establezca en el ordenamiento nacional el
extrañamiento o el destierro como una pena aplicable a los cos-
tarricenses. Pero más allá de estas hipótesis, el caso que ahora se
ofrece a la consideración de la Sala es si la entrega de un costarri-
cense a un tribunal penal internacional, concretamente, a la Cor-
te Penal Internacional, para ser sometido a juicio bajo los térmi-
nos del Estatuto de Roma, quebranta la protección del artículo
32; es decir, si la disposición del artículo 89 del Estatuto va a con-
trapelo de aquella protección. Hay que tomar en cuenta, a este
respecto, que no se está en el supuesto de extradición de un cos-
tarricense para ser sometido a la jurisdicción de un tribunal na-
cional extranjero; y que, según dispone el Estatuto, la Corte,
cuya competencia se limitará a los crímenes más graves de tras-
cendencia para la comunidad internacional en su conjunto (ar-
tículo 5o.), “podrá ejercer sus funciones y atribuciones de con-
formidad con lo dispuesto en (el) Estatuto en el territorio de
cualquier Estado parte y, por acuerdo especial, en el territorio
de cualquier otro Estado”, y no necesariamente o exclusiva-
mente en su sede en La Haya, Países Bajos, que es el Estado
anfitrión (artículo 3.1).

X. SIGUE

Para llegar a la definición de las cuestiones planteadas antes,


es necesario recordar también la evolución notable que la Cons-
titución Política ha sufrido en el ámbito de la protección de los
derechos fundamentales, ya fuera mediante la expansión de es-
tos derechos, directamente (es decir, en su propio texto), o me-
diante el reconocimiento de la singular significación de los ins-
trumentos de derechos humanos sumados al ordenamiento
jurídico. La convicción política de larga tradición histórica que
ha incorporado a este ordenamiento, convirtiéndola en imperati-
vo jurídico, la visión de una comunidad pacífica, respetuosa de
29
INTEGRACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL

los derechos humanos, evidentemente refuerza garantías


como la establecida en el artículo 32, pero, al mismo tiempo,
la perfila, en este proceso inacabado de lucha por la libertad y
la dignidad de la persona humana, como una garantía cuya
eficacia no puede trascender al punto de que por sí misma im-
pida u obstaculice la consecución de los propósitos de esa lu-
cha. La perfila y la limita, de modo que no es una garantía ab-
soluta en los términos ya mencionados antes, sino que ha de
coexistir con otras modalidades de protección de derechos fun-
damentales, y hasta ceder en su pretensión literal de ilimita-
da prorrogabilidad frente a la necesidad de realizar los valo-
res y principios de justicia que la animan aun a ella, porque
animan la Constitución.

XI. SIGUE
Interpretado a la luz de estas consideraciones, lo dispuesto
en el artículo 89 del Estatuto no contraviene el artículo 32 de la
Constitución. Expresado de otro modo, esto significa que el sen-
tido correcto del artículo 32 es el de una garantía limitada, no
absoluta; que sus alcances han de determinarse teniendo en
cuenta lo que es razonable y proporcionado a los fines a cuyo
servicio esta garantía está; y que, en el espíritu de la Constitu-
ción, su reconocimiento es compatible con modalidades, medios
o instrumentos todavía novedosos, cada vez más evolucionados
y perfeccionados, de garantía de los derechos humanos. Al
desarrollo de este nuevo orden internacional de protección de
derechos no se opone la Constitución; por el contrario, lo pro-
pone (véase, por ejemplo, el artículo 48). Y si no se opone en
general, tampoco lo hace ninguna de sus disposiciones en par-
ticular.

XII. SOBRE LA INMUNIDAD


Procede ahora hacer una referencia a las normas relativas a
lo que doctrinariamente se conoce como “inmunidad”. Al res-
pecto, debe decirse que dentro de las prerrogativas otorgadas
constitucionalmente a los miembros de los Supremos Poderes,
30
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE COSTA RICA

por razón del cargo y de la función desempeñadas, se encuentra


el denominado “fuero” o “privilegio constitucional” mejor cono-
cido como inmunidad, que implica un obstáculo en el ejercicio
de la acción penal cuando se intente contra esos funcionarios.
Se trata de un criterio funcional, según el cual, por razones de
interés político se protege la investidura del sujeto para ga-
rantizar la continuidad del servicio público y evitar interrup-
ciones inoportunas que podrían causar mayores daños al inte-
rés público que las producidas por la investigación del hecho
atribuido y además para garantizar la independencia y equili-
brio entre Poderes del Estado frente a una eventual extralimi-
tación judicial. En tal sentido, esta Sala se ha pronunciado en
sus sentencias No. 428-93 de las 15:12 horas del 27 de enero y
No. 1072-93 de las 15:33 del 25 de febrero, ambas del año 1993,
según las cuales:
...Algunos juristas utilizan la palabra fuero, para referirse al pri-
vile gio o inmunidad que gozan algunos funcionarios en razón de
los cargos que ocupan y es ésta una institución jurídica nacida
en los Parlamentos —Inglaterra se considera el país en el que se
originó el privilegio— y se concede, en función del órgano y no a tí-
tulo personal. En el tratamiento del tema no hay una absoluta pre-
cisión terminológica doctrinaria; algunos autores diferencian entre
inmunidades y privilegios y es muy utilizado también, la asimila-
ción del término inmunidad a irresponsabilidad e inviolabilidad.
Para evitar confusiones no deseadas, utilizaremos los mismos tér-
minos que emanan de nuestra Constitución Política: A) Irresponsa-
bilidad. Nuestro régimen de derecho admite la posibilidad de que
ciertas personas, autores de acciones calificadas como delitos, no
sean perseguidas penalmente, a pesar de que concurran todas las
condiciones para la punibilidad de los hechos. Se trata de una ver-
dadera inmunidad penal y la Constitución Política le reconoce ese
privilegio, únicamente a los diputados de la Asamblea Legislativa,
al disponer en su artículo 110, que "el Diputado no es responsable
por las opiniones que emita en la Asamblea..." Con esta norma
otorgó el Constituyente, una plena irresponsabilidad penal al legis-
lador, por las opiniones que vierta en la Asamblea Legislativa en el
desempeño de su cargo, no pudiendo imponérsele por esos hechos
pena alguna, ni aun cuando hubiere cesado en sus funciones. Con-
cebida en su carácter funcional y no personal, la irresponsabilidad
31
INTEGRACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL

penal tiene como finalidad asegurar la libertad de los legisladores


para expresar en el desempeño de sus funciones, sus ideas y jui-
cios, sin el temor de que se les exija responsabilidad, que pueda
menoscabar su independencia y por consiguiente, la del Poder Le-
gislativo. B) Inmunidad. Gozan también los diputados de prerro-
gativas o privilegios en relación con: I) su fuero de detención, pre-
visto en la Constitución Política en el párrafo primero del artículo
110, en relación con causas civiles y penales. El diputado no pue-
de ser arrestado por causa civil durante los períodos de sesiones,
sean estas ordinarias o extraordinarias, privilegio que deja de exis-
tir cuando el diputado lo consienta o la Asamblea levante el fuero.
El segundo párrafo señala que el diputado no podrá ser privado de
su libertad por motivo penal, sino cuando haya sido suspendido por
la Asamblea, cuando el diputado la renuncie o en caso de flagrante
delito, pudiendo la Asamblea Legislativa, en este último supuesto,
ordenar la inmediata libertad del diputado. El fuero de detención
(civil y penal), por disposición de las propias normas constituciona-
les antes indicadas, puede ser renunciado. II) fuero procedimental:
Por disposición del inciso 9 del artículo 121 de la Constitución Políti-
ca, los diputados sólo pueden ser perseguidos penalmente cuando
hayan terminado su mandato, o durante el mismo, si la Asamblea
Legislativa determina que “hay lugar a formación de causa” y lo
pone a disposición de la Corte Suprema de Justicia para su poste-
rior juzgamiento. El privilegio y su consecuencia, el desafuero, se
encuentran regulados por la Constitución Política; conforme a este
procedimiento, es potestad de la Asamblea Legislativa, por dos ter-
ceras partes del total de sus miembros, autorizar o no el levanta-
miento del fuero, a los efectos de poner a los funcionarios privile-
giados, a disposición de la Corte Suprema de Justicia para que
sean juzgados. La norma del artículo 336 del Código Penal tiene por
misión garantizar el respeto a los privilegios fijados en el orden cons-
titucional. Además, por disponerlo así el inciso 10 del artículo 121 de
la Constitución Política, el desafuero del funcionario protegido para
enfrentar causa por delitos comunes, puede implicar, también, la sus-
pensión del cargo....

Pero también está claro que la “inmunidad” de que gozan


los miembros de los supremos poderes, si bien constituye un
obstáculo para el normal ejercicio de la acción penal en el ni-
vel nacional, salvo que la Asamblea Legislativa, de conformi-

32
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE COSTA RICA

dad con el inciso 9 del artículo 121 de la Constitución Política,


admita la acusación, pues al estar sujetos éstos, como funcio-
narios públicos, al principio de legalidad, son responsables por
los actos que realicen en el ejercicio del cargo —aun cuando
sean de tipo penal— en la medida que son simples deposita-
rios de la autoridad, no podría ser sobrevaluada al punto de
que impida la actuación de un tribunal como la Corte Penal
Internacional y por la naturaleza de los delitos previstos en
el Estatuto. De tal manera, no se requiere esperar un pronun-
ciamiento de la Asamblea Legislativa para iniciar sus procedi-
mientos. La única cautela que habrá de establecerse, aun
cuando el Estatuto bajo análisis no tiene incidencia en esto, es
que, como ya ha tenido oportunidad de establecerlo la juris-
prudencia de esta Sala, ni la Corte Penal Internacional, ni
ningún otro tribunal, pueda condenar en ausencia al “acusa-
do”, puesto que en tal hipótesis se estaría actuando ilegítima-
mente, dado que el derecho a un proceso justo o equitativo,
implica la necesidad de su presencia para que pueda contra-
decir la acusación misma, o ejercer control sobre la deposición
de testigos, para citar algunas de las posibilidades de inter-
vención que tiene. La exigencia del debido proceso, para utili-
zar la denominación usual en nuestro ordenamiento, implica
que no se permita juzgar en ausencia. Aparte de ello, en nada
obsta que la Corte Penal Internacional pueda iniciar el proce-
so aun cuando no cuente con la presencia física del acusado.
Por lo anterior, estima la Sala que no es contraria a la Consti-
tución Política que el proyecto consultado, en el numeral 27
del Estatuto de Roma se establezca:

Artículo 27. ...Las inmunidades y las normas de procedimiento es-


peciales que conlleve el cargo oficial de una persona, con arreglo al
derecho interno o al derecho internacional, no obstarán para que la
Corte ejerza su competencia sobre ella...”

33
INTEGRACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL

En relación a la posibilidad de aplicar


penas perpetuas

El Estatuto de Roma establece en sus numerales 77 y 78, lo


siguiente:

Artículo 77. Penas aplicables:


1. La Corte podrá, con sujeción a lo dispuesto en el artículo 110,
imponer a la persona declarada culpable de uno de los crímenes a
que se hace referencia en el artículo 5o. del presente Estatuto una
de las penas siguientes:
a) La reclusión por un número determinado de años que no exce-
da de 30 años; o
b) La reclusión a perpetuidad cuando lo justifiquen la extrema
gravedad del crimen y las circunstancias personales del condenado.
2. Además de la reclusión, la Corte podrá imponer:
a) Una multa con arreglo a los criterios enunciados en las Reglas
de Procedimiento y Prueba;
b) El decomiso del producto, los bienes y los haberes procedentes
directa o indirectamente de dicho crimen, sin perjuicio de los dere-
chos de terceros de buena fe.

Artículo 78. Imposición de la pena:


1. Al imponer una pena, la Corte tendrá en cuenta, de conformi-
dad con las Reglas de Procedimiento y Prueba, factores tales como la
gravedad del crimen y las circunstancias personales del condenado.
2. La Corte, al imponer una pena de reclusión, abonará el tiem-
po que, por orden suya, haya estado detenido el condenado. La
Corte podrá abonar cualquier otro período de detención cumplido
en relación con la conducta constitutiva del delito.
3. Cuando una persona haya sido declarada culpable de más de
un crimen, la Corte impondrá una pena para cada uno de ellos y
una pena común en la que se especifique la duración total de la re-
clusión. La pena no será inferior a la más alta de cada una de las
penas impuestas y no excederá de 30 años de reclusión o de una
pena de reclusión a perpetuidad de conformidad con el párrafo 1 b
del artículo 77.

34
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE COSTA RICA

Sin duda alguna, a partir de la lectura de ambos numerales, se


pone en evidencia un problema que durante mucho tiempo ha
sido objeto de fuertes discusiones a nivel mundial y es el relativo
a la posibilidad de imponer penas perpetuas en casos de delitos
de suma gravedad. En contraposición a lo dispuesto en estos nu-
merales del proyecto consultado, en el caso concreto de Costa
Rica, el numeral 40 de la Constitución Política establece expresa-
mente y para los efectos que interesan que nadie será someti-
do a penas perpetuas, con lo cual, en nuestro ordenamiento
jurídico constitucional y como premisa básica de la cual se
debe partir, los artículos 77 y 78 del proyecto consultado, al
permitir la posibilidad de imponer la reclusión a perpetuidad,
serían abiertamente inconstitucionales. Ahora bien, no obs-
tante lo anterior, si se toma en cuenta lo dispuesto, a su vez,
por el artículo 80 del mismo Estatuto consultado que literal-
mente señala:

Artículo 80: ...Nada de lo dispuesto en la presente parte —Parte VII.


De las Penas— se entenderá en perjuicio de la aplicación por lo
Estados de las penas prescritas por su legislación nacional ni de la
legislación de los Estados en que no existan las penas prescritas en
la presente parte... (El texto entre guiones no es del original).

Se podría interpretar que los artículos 77 y 78 de cita, son


enmendados con el contenido de este numeral y, por ende, la
primera impresión que los mismos producen se subsanaría con
una interpretación de ambos en estricta relación con el esque-
ma planteado por este artículo 80 transcrito. En ese sentido,
considera la Sala que la inconstitucionalidad apuntada en los
numerales 77 y 78 del Estatuto se vería subsanada en la medi-
da en que se parta del supuesto de que el procedimiento esta-
blecido en el proyecto en consulta para las penas, se encuentra
supeditado, en su interpretación y aplicación, a lo dispuesto por
nuestra Constitución Política y por su desarrollo a través de la
legislación nacional y en consecuencia, ese procedimiento debe
ceder frente al sistema costarricense con lo cual, si nuestro or-
denamiento jurídico constitucional no establece la pena perpe-
tua, no sería posible su aplicación. La anterior interpretación
35
INTEGRACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL

lleva, sin duda alguna, a tomar en cuenta que, en relación con


lo señalado en el considerando anterior, para proceder a la en-
trega de personas que hayan sido requeridas por la Corte Penal
Internacional, se deberá también interpretar que esta entrega
no solamente tendrá que tomar en cuenta la nacionalidad del
sujeto requerido, sino también valorarse que la posible pena a
imponerle en caso de resultar responsable de los hechos atri-
buidos, no se trate de una cadena perpetua o de otras penas
como sería la pena capital que no se encuentren establecidas
en el ordenamiento jurídico costarricense, pues, en caso contra-
rio, se estarían lesionando principios constitucionales y, por
ende, la entrega no sería posible. De esta manera, estima la
Sala que los artículos 77 y 78 del proyecto consultado, no se-
rían inconstitucionales en la medida en que se interpreten en
estricta relación con el numeral 80 del mismo cuerpo normati-
vo y en el tanto y en el cuanto esa interpretación refleje un res-
peto absoluto por los principios constitucionales y legales de
Costa Rica en cuanto a las penas a imponer como sanción por
delitos cometidos.

XIV. CONCLUSIÓN

En mérito de lo expuesto, concluye la Sala que el Estatuto de


Roma, en términos generales, no roza con los lineamientos del
Derecho de la Constitución.
Salvan el voto los magistrados Armijo y Castro, en el sentido
de que lo que se refiere a los numerales 27, 77, 78, 80 y 89 del
Estatuto de Roma consultado, no son inconstitucionales en la
medida en que su interpretación se ajuste a lo dispuesto por la
Constitución Política costarricense y al desarrollo legislativo
que se ha hecho de la misma en esas materias; interpretación
para la cual deberán sentarse principios a nivel legislativo
como el contenido expresamente en el artículo 3o. del mismo
proyecto que se consulta.

36
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE COSTA RICA

Por tanto

Se evacua la consulta formulada en el sentido de que en el


proyecto de ley de aprobación del “Estatuto de Roma de la Cor-
te Penal Internacional”, que se tramita en el expediente legis-
lativo No. 13.579, no viola la Constitución Política y los princi-
pios que la informan. Notifíquese.

37
EFICACIA DE LA JURISDICCIÓN INDÍGENA
A LA LUZ DE LA CONVENCIÓN AMERICANA

Sinopsis: La Corte Suprema de Justicia de Guatemala emitió


una sentencia, mediante la cual resolvió un recurso de casación
respecto a la falta de aplicación de normas de orden internacio-
nal en un fallo penal. Señaló que las normas de carácter ordina-
rio no son superiores jerárquicamente a la normativa internacio-
nal en materia de derechos humanos ratificada por Guatemala.
En esta sentencia el Tribunal reconoce la validez jurídica de los
procesos penales llevados a cabo conforme a las costumbres y
tradiciones de los pueblos indígenas. En virtud de lo anterior,
determina que el juicio de un miembro de una comunidad indí-
gena mediante un proceso penal ordinario, cuando ya había sido
juzgado mediante los mecanismos propios de su comunidad, vio-
la la referida normativa internacional. Entre las disposiciones
vulneradas, se encuentra el artículo 8.4 de la Convención Ameri-
cana sobre Derechos Humanos y el Convenio 169 sobre Pueblos
Indígenas y Tribales en Países Independientes de la Organiza-
ción Internacional del Trabajo.

Synopsis: The Supreme Court of Justice of Guatemala issued a


judgment, by which it resolved an appeal regarding the failure to
apply international norms in a criminal sentence. The Supreme
Court indicated that domestic laws are not hierarchically superior
to international human rights laws contained in the instruments
that Guatemala has ratified. In this judgment the Supreme Court
recognizes the juridical validity of criminal proceedings carried
out pursuant to the customs and traditions of indigenous commu-
nities. In virtue of the foregoing, the Supreme Court determined
that the judgment of a member of an indigenous community by
means of an ordinary criminal procedure, when such member had
already been tried by the community’s own mechanism, violates
39 Diálogo Jurisprudencial
Núm. 2, enero-julio de 2007
EFICACIA DE LA JURISDICCIÓN INDÍGENA

the international norms referred to above. Among said norms,


Article 8(4) of the American Convention of Human Rights and
Convention (No. 169) concerning Indigenous and Tribal Peoples
in Independent Countries of the International Labour Organiza-
tion were found to be violated.

40
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA
DE GUATEMALA. RECURSO DE CASACIÓN
NO. 218-2003- 7 DE OCTUBRE DE 2004

CASO FRANCISCO VELÁSQUEZ LÓPEZ


RECURSO DE CASACIÓN No. 218-2003

Recurso de casación interpuesto por Francisco Velásquez Ló-


pez, contra la sentencia dictada por la Sala Novena de la Corte
de Apelaciones, el trece de agosto de dos mil tres.

DOCTRINA

Procede casar la sentencia cuando el tribunal de segundo


grado se fundamentó en normas ordinarias para rechazar el re-
curso de apelación especial, cuando debió de aplicar el derecho
consuetudinario interno.
Corte Suprema de Justicia, Camara Penal: Guatemala, siete
de octubre de dos mil cuatro.
Se tiene a la vista para dictar sentencia, el recurso de casa-
ción interpuesto por Francisco Velásquez López, contra la sen-
tencia dictada por la Sala Novena de la Corte de apelaciones, el
trece de agosto de dos mil tres, en el proceso que por el delito
de robo agravado se tramitó en su contra.
Además del recurrente, cuyos datos de identificación perso-
nal obran en autos, intervienen dentro del proceso: El Ministe-
rio Público a través del agente fiscal Casimiro Efraín Hernán-
dez Méndez y el defensor público Reyes Ovidio Girón Vásquez.

41
EFICACIA DE LA JURISDICCIÓN INDÍGENA

HECHOS Y CIRCUNSTANCIAS OBJETO


DE LA ACUSACIÓN

Al sindicado antes mencionado se le atribuye el siguiente he-


cho:

Con fecha dos de marzo de dos mil dos, en compañía de otras perso-
nas de quienes pende persecución penal, bajo amenazas de muerte
despojaron al señor Juan Yat Chach del vehículo de su propiedad
tipo pick up, placas de circulación P-sesenta y tres mil ochocientos
cincuenta y cuatro, automotor que fue encontrado posteriormente
en el cantón Pamesebal Primero de esta jurisdicción municipal to-
talmente desmantelado, acción en la que él participo directamente
pues se estableció que luego de que otro de los inculpados se aper-
sonaran al lugar del aparecimiento (sic) del agraviado solicitándole
a éste un viaje a la aldea la Estancia a lo que accedió, cuando el
vehículo conducido por el propio agraviado se desplazaba a la altu-
ra del mercado ubicado en la colonia Gumarkaj, zona tres de esta
ciudad el imputado Francisco Velásquez, abordó junto a una tercera
persona más el pick up en mención ubicándose el señor Velásquez
López en la palangana del automotor y cuando se aproximaban al
supuesto destino del viaje solicitado, exactamente a la altura del
cantón Sualchoj uno de los individuos que acompañaban al piloto en
la cabina del vehículo con un arma blanca (machete) y con amena-
zas de muerte lo obligó a detener la marcha siendo éste el momento
en el cual el sindicado Velásquez López descendió de la palangana
del automotor y de inmediato colocó en el cuello del agraviado un
arma blanca (machete) en posición clara y amenazante de herirle
si hacia algún tipo de oposición en tanto los otros coparticipes (sic)
lo ataron de manos y vendaron los ojos de la víctima e inmediata-
mente uno de estos últimos llevando como rehén al agraviado se-
ñor Juan Yat Chach y acompañado de otros sindicados y el propio
encartado Velásquez López, condujo el vehículo hacia la entrada
del cantón Tzancaguip, lugar en donde dejaron abandonada a su
víctima para posteriormente dirigirse al cantón Pasamesebal Pri-
mero, en donde finalmente Francisco Velásquez López y compañe-
ros procedieron a desmantelar el vehículo lugar en donde fue en-
contrado.

42
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE GUATEMALA

SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Tribunal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos


Contra el Ambiente, del departamento de El Quiché dictó sen-
tencia el veintiuno de febrero de dos mil tres, la que en su parte
resolutiva dice:

I) Que Francisco Velásquez López es autor responsable del delito


de robo agravado cometido en contra del patrimonio del señor Juan
Yat Chach. II) Que por la comisión de este delito se le impone la
pena de seis años de prisión inconmutables, la cual deberá cumplir
en el centro penitenciario que designe el juez de ejecución corres-
pondiente. III) Encontrándose el acusado Francisco Velásquez Ló-
pez en prisión preventiva lo deja en la misma situación hasta que
el presente fallo se encuentre firme. IV) Al acusado Francisco Ve-
lásquez López se le suspende en el goce de sus derechos políticos
mientras dure la presente condena. V) No se hace declaración en
cuanto a responsabilidades civiles por no haberse ejercido tal ac-
ción. VI) Se condena al acusado al pago de las costas del presente
proceso. VII) Léase la presente sentencia en la sala de debates,
quedando con ello legalmente notificadas las partes y entréguese
copia a quienes lo soliciten.

SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala Novena de la Corte de Apelaciones, en sentencia de


fecha trece de agosto de dos mil tres, resolvió:

A) Improcedente el recurso de apelación interpuesto por Francisco


Velásquez López en contra de la sentencia dictada el veintiuno de
febrero de dos mil tres por el Tribunal de Sentencia Penal, Nar-
coactividad y Delitos Contra el Ambiente del departamento de El
Quiché. B) Como consecuencia, confirma la sentencia apelada. C) La
lectura de la sentencia es notificación válida para las partes presen-
tes, debiéndose notificar en la forma legal a los que asistieron; y,
oportunamente con certificación de lo resuelto, vuela el proceso al
tribunal de origen.

43
EFICACIA DE LA JURISDICCIÓN INDÍGENA

RECURSO DE CASACIÓN

Motivos y submotivos alegados por el recurrente


El procesado Francisco Velásquez López recurrió en casación
por motivo de fondo e invocó el caso de procedencia contenido
en el inciso 5 del artículo 441 del Código Procesal Penal, seña-
ló como infringidos los artículos 46 y 66 de la Constitución Po-
lítica de la República de Guatemala, 8.4 de la Convención Ame-
ricana de Derechos Humanos, 8o., 9o. y 10 del Convenio 169
sobre Pueblos Indígenas y Tribales en países independientes.
Los argumentos esgrimidos por el recurrente serán individuali-
zados en la parte considerativa del presente fallo.

Alegaciones
Con ocasión del día y hora señalados para la vista oral públi-
ca del presente recurso de casación, únicamente se hizo presen-
te el abogado defensor Reyes Ovidio Girón Vásquez, habiendo
hecho uso de la palabra con las argumentaciones que estimó per-
tinente, no obstante presentó su alegato por escrito.

Considerando
I. De conformidad con la ley procesal penal vigente, el Tribu-
nal de Casación está limitado a conocer de los errores jurí-
dicos cometidos en la resolución recurrida, siempre que ésta
sea susceptible de ser impugnada en dicha vía.
II. El procesado Francisco Velásquez López recurrió en casa-
ción por motivos de fondo e invocó el caso de procedencia
contenido en el inciso 5 del artículo 441 del Código Proce-
sal Penal, referente a si “la resolución viola un precepto
constitucional o legal por errónea interpretación. Indebida
aplicación o falta de aplicación, cuando dicha violación haya
tenido influencia decisiva en la parte resolutiva de la sen-
tencia o del auto”. Señaló como infringidos los artículos 46
y 66 de la Constitución Política de la República de Guate-
mala, 8.4 de la Convención Americana de Derechos Huma-
44
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE GUATEMALA

nos, 8o.,9o. y 10 del Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas


y Tribales en países independientes.
El recurrente argumenta que la sala erróneamente in-
terpretó el artículo 46 de la Constitución Política de la Re-
pública de Guatemala, al no darle la preeminencia debida
a la Convención Americana sobre Derechos Humanos ni
al Convenio 169 de la Organización Internacional del Tra-
bajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales en países inde-
pendientes, los cuales obligan al Estado de Guatemala al
respeto debido de los métodos y las costumbres e institu-
ciones propias de los pueblos indígenas, por parte de los
tribunales y autoridades del Estado que deben pronunciar-
se en materia penal para juzgar los delitos que cometen
sus miembros. Señala el recurrente que el error del tri-
bunal de segundo grado fue admitir que no había hecho
punible a perseguir por la justicia oficial, ya que en la co-
munidad de Payajxit del municipio de El Quiché, a las que
él pertenece como indígena maya, de conformidad con las
instituciones propias de la misma, que es el caso en cues-
tión, ya había sido resuelto en aplicación de su justicia tra-
dicional. Su situación particular, así como la de otros com-
pañeros implicados en los mismos hechos, fue resuelta en
asamblea pública, en el mes de mayo de dos mil, con la
participación masiva de las comunidades de Payajxit y Pa-
mesebal I y II y en presencia de las autoridades tradicio-
nales, habiendo aceptado su participación en el hecho, que
se arrepintió, que pidió perdón, que se comprometió a no
volver a cometer hechos punibles, que colaboró respon-
diendo todas las preguntas que se le formularon, con vera-
cidad y dando los nombres de las personas que habían
participado con él en el hecho, y acto seguido, recibió nueve
azotes, como parte de la purificación que acompaña la prác-
tica tradicional de su comunidad.
Luego del análisis del caso de procedencia invocado, nor-
mas infringidas y fallo impugnado, esta Corte estima que
le asiste la razón al casacionista, por cuanto que del estudio
de los argumentos vertidos por el tribunal de segunda ins-

45
EFICACIA DE LA JURISDICCIÓN INDÍGENA

tancia, para no recoger el recurso interpuesto, se fundan


en normas de carácter ordinario, las cuales a la vista de la
interpretación correcta del artículo 46 constitucional, no
pueden ser superiores jerárquicamente a la normativa in-
ternacional aceptada y ratificada por el Estado de Guate-
mala en materia de derechos humanos, ya que el procesa-
do Francisco Velásquez López, ya había sido juzgado por
las autoridades tradicionales de su comunidad de Payajxit,
en donde le fue impuesta una pena. En el presente caso, la
norma constitucional citada abre la posibilidad de aplicar
la normativa internacional en materia de derechos huma-
nos, correspondiéndole la prevista en el artículo 8.4 de la
Convención Americana Sobre Derechos Humanos, que re-
gula la prohibición de juzgar dentro del Estado de Guate-
mala, a una persona dos veces por el mismo hecho, lo cual
ocurrió en el caso bajo examen.
Aunado a lo anterior el Ministerio Público con fecha
veinte de diciembre de dos mil dos presentó al Tribunal de
Sentencia de Quiché, un memorial por medio del cual soli-
citaba el sobreseimiento del proceso, en virtud de haber di-
rimido las partes su conflicto con base en lo establecido en
los artículos 8o. y 9o. del Convenio 169, en ese sentido que
por imperio constitucional corresponde, el ejercicio de la
acción penal al Ministerio Público en representación del
Estado de Guatemala y éste solicitó la absolución del im-
putado.
En ese orden de ideas, el recurso de casación promovido
por motivos de fondo, deviene procedente estimando inne-
cesario entrar a analizar las otras normas citadas como in-
fringidas.
III. En virtud de la situación jurídica en que se encuentra el
procesado, se estima ordenar su inmediata libertad.

Leyes aplicables
Artículos citados 1o., 2o., 3o., 4o., 5o., 17, 18, 44, 46, 203, 204 y
251 de la Constitución Política de la República de Guatemala; 4o.,
8o., 9o. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos;
46
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE GUATEMALA

8o., 9o., 10, 11 y 12 del Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y


Tribales en Países Independientes; 1o., 10 y 252 del Código Pe-
nal; 3o., 9o., 11 bis, 14, 16, 20, 24 bis, 37, 43, inciso 7, 50, 160,
437, 438, 439, 440, 441, 442 y 447 del Código Procesal Penal;
1o., 9o., 16, 57, 58, 74, 79, inciso a, 141, 142, 143, 149 y 177 de la
Ley del Organismo Judicial.

Por tanto

La Corte Suprema de Justicia, Cámara Penal, con base en lo


considerado y leyes citadas, al resolver declara: procedente el
recurso de casación interpuesto por motivos de fondo, por el pro-
cesado Francisco Velásquez López, contra la sentencia dictada
por la Sala Novena de la Corte de Apelaciones, el trece de agos-
to de dos mil tres; en consecuencia, casa el fallo recurrido y dic-
ta sentencia conforme a derecho, resolviendo: a) absuelve al in-
culpado Francisco Velásquez López del hecho acusado, por el
delito de robo agravado, consecuentemente ordénese su inme-
diata libertad; b) se dejan sin efecto todas las medidas de coer-
ción que fueron impuestas al acusado. Notifíquese y con certi-
ficación de lo resuelto devuélvase los antecedentes a donde co-
rresponde.

47
ESTÁNDARES MÍNIMOS DE PROTECCIÓN
DE LOS DESPLAZADOS DE ACUERDO
CON EL DERECHO INTERNACIONAL

Sinopsis: La Corte Constitucional de Colombia emite una sen-


tencia, mediante la cual resuelve numerosas acciones de tutela
en relación con la situación de desplazamiento interno en Colom-
bia. En este fallo, la Corte determina cuáles son los derechos de
las víctimas de desplazamiento forzado. Lo anterior, con base en
el derecho internacional de los derechos humanos, el derecho in-
ternacional humanitario, el derecho internacional de los refugia-
dos aplicado por analogía y, esencialmente, en los Principios
Rectores del Desplazamiento Forzado Interno de las Naciones
Unidas. Asimismo, la Corte Constitucional establece los niveles
mínimos o derechos mínimos que el Estado debe satisfacer a las
personas víctimas de este fenómeno. Esta determinación se fun-
da en las obligaciones internacionales asumidas por Colombia
en materia de derechos humanos y de derecho internacional hu-
manitario, así como en los criterios para la interpretación y apli-
cación de medidas para atender a la población desplazada, con-
tenidos en los Principios Rectores antes mencionados. En el
establecimiento de estos estándares básicos, el Tribunal toma en
cuenta los criterios en materia de progresividad de derechos es-
tablecidos en el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales y en las observaciones del Comité de Dere-
chos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas.
Para la evaluación de la política estatal de desplazamiento, con-
sidera documentos e informes de organismos internacionales de
derechos humanos, como el Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados. Esta sentencia cuenta con 5 anexos
que desarrollan con mayor profundidad algunos temas tratados
en ella.

49 Diálogo Jurisprudencial
Núm. 2, enero-julio de 2007
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

Synopsis: The Constitutional Court of Colombia issued a judg-


ment, by which it resolved numerous actions for judicial protec-
tion (acción de tutela) in relation to the situation of internally
displaced persons in Colombia. In this judgment, the Constitu-
tional Court determined the rights of the victims of forced dis-
appearances pursuant to international human rights law, inter-
national humanitarian law, international refugee law applied by
analogy and, essentially, the United Nations’ Guiding Principles
on Internal Displacement. Moreover, the Constitutional Court es-
tablished the minimum levels or minimum rights the State must
meet in relation to victims of this phenomenon. This decision was
based upon the international obligations assumed by Colombia
regarding human rights and international humanitarian law, as
well as upon principles for the interpretation and application of
measures aimed to assist displaced persons, contained in the
aforementioned Guiding Principles. To establish these basic
standards, the Constitutional Court took into account the criteria
relating to the progressive development of rights established in
the International Covenant on Economic, Social and Cultural
Rights and the observations of the Committee on Economic, So-
cial and Cultural Rights of the United Nations. To evaluate the
state policy on displacement, the Constitutional Court considered
documents and reports of international human rights bodies,
such as the United Nations High Commissioner for Refugees.
This judgment contains five annexes that more fully develop var-
ious themes addressed in the judgment.

50
CORTE CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA
DE COLOMBIA. SENTENCIA T-025/04-
22 DE ENERO DE 2004

CASO ACCIÓN DE TUTELA INSTAURADA POR ABEL


ANTONIO JARAMILLO Y OTROS CONTRA
LA RED DE SOLIDARIDAD SOCIAL, Y OTROS

I. ANTECEDENTES

1. Hechos

Bajo el expediente T-653010, fueron acumulados otros 108 expe-


dientes, correspondientes a igual número de acciones de tutela
interpuestas por 1150 núcleos familiares, todos pertenecientes a
la población desplazada, con un promedio de 4 personas por nú-
cleo, y compuestas principalmente por mujeres cabezas de fami-
lia, personas de la tercera edad y menores, así como algunos
indígenas. La última acumulación se llevó a cabo el 10 de no-
viembre de 2003, mediante Auto de esa misma fecha, con el cual
se acumuló el expediente T-775898 al expediente T-653010.
Los nombres de los accionantes en cada expediente acumula-
do se listan a continuación:…
Salvo algunas excepciones, los tutelantes se encuentran ins-
critos en el Registro Único de Población Desplazada. Se trata de
personas víctimas de desplazamiento forzado por hechos ocurri-
dos en promedio hace más de un año y medio, la mayoría de los
cuales recibieron algún tipo de ayuda humanitaria de emergen-
cia durante los tres meses siguientes a su desplazamiento, pero
ésta no llegó a todos y no siempre fue oportuna y completa.
51
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

Los demandantes interpusieron acción de tutela contra la Red


de Solidaridad Social, el Departamento Administrativo de la
Presidencia de la República, el Ministerio de Hacienda y Crédito
Público, los Ministerios de Salud y del Trabajo y Seguridad So-
cial (hoy Ministerio de Protección Social), el Ministerio de Agri-
cultura, el Ministerio de Educación, el Inurbe, el [Instituto Co-
lombiano de la Reforma Agraria] Incora, el [Servicio Nacional de
Aprendizaje] SENA, así como contra varias administraciones
municipales y departamentales, por considerar que dichas auto-
ridades no estaban cumpliendo con su misión de protección a la
población desplazada y por la falta de respuesta efectiva a sus
solicitudes en materia de vivienda y acceso a proyectos producti-
vos, atención de salud, educación y ayuda humanitaria.
Algunos de los accionantes no han recibido ayuda humanita-
ria a pesar de encontrarse inscritos en el Registro Único de Po-
blación Desplazada. En muchos casos, ha transcurrido un perio-
do largo (entre 6 meses y dos años) sin recibir ningún tipo de
ayuda de parte de la Red de Solidaridad Social o de las otras en-
tidades encargadas de atender a la población desplazada.
La mayoría de los accionantes no ha recibido orientación ade-
cuada para tener acceso a los programas de atención al despla-
zado, en particular en materia de vivienda, proyectos producti-
vos, atención en salud y educación. Con frecuencia se somete a
los desplazados a un peregrinaje institucional, sin que se le dé
una respuesta efectiva.
Un grupo importante de demandantes se postularon y presen-
taron su solicitud para acceder a los auxilios de vivienda y para
obtener el capital semilla o la capacitación necesaria para ini-
ciar un proyecto productivo, y meses después de presentar sus
solicitudes, no han recibido respuesta de fondo sobre sus peticio-
nes. En muchas ocasiones, la respuesta de las entidades sólo se
produce después de que interpusieron la acción de tutela. En
otras la respuesta se limita a informarles que no hay apropia-
ción presupuestal suficiente para atender su solicitud, y que
además, ésta se atenderá según el orden determinado por la en-
tidad, sin que se les precise cuánto tiempo deberán esperar. Esa
espera se ha prolongado hasta por casi dos años. La respuesta
52
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

que dieron las entidades encargadas de atender a la población


desplazada corresponde a un formato uniforme que describe de
manera general los componentes de la ayuda para los desplaza-
dos, pero que pocas veces resuelve de fondo la petición del des-
plazado. Debido a una falta de asesoría adecuada, muchos de los
peticionarios solicitaron los auxilios para vivienda o para proyec-
tos productivos, sin seguir el procedimiento formal y por esa ra-
zón les son negados, debiendo iniciar el procedimiento de nuevo
luego de esperar meses la respuesta de las entidades…
Por lo anterior, los accionantes interponen acción de tutela
con alguna o varias de las siguientes pretensiones:

1. Que sus peticiones sean resueltas de fondo y en un tiempo


claro y determinado;
2. Que se materialicen las ayudas para estabilización econó-
mica, vivienda, reubicación, proyectos productivos, acceso
a educación para los hijos;
3. Que las tierras en posesión o propiedad que fueron aban-
donadas por los desplazados sean protegidas;
4. Que reciban o continúen recibiendo la ayuda humanitaria
de emergencia;
5. Que sean reconocidos como desplazados y se les otorguen
los beneficios que surgen de esa condición;
6. Que se adopte un programa de seguridad alimentaria;
7. Que se suministren los medicamentos recetados;
8. Que una de las personas inscritas bajo un núcleo familiar
sea desvinculada de él y se le permita continuar recibien-
do la ayuda humanitaria como un núcleo familiar;
9. Que se hagan las apropiaciones necesarias para solucionar
la situación de la población desplazada y se hagan efecti-
vos los programas para la población desplazada;
10. Que el ministerio de hacienda desembolse los dineros ne-
cesarios para adelantar los programas de vivienda y pro-
yectos productivos;
11. Que se le permita recibir capacitación para desarrollar
proyectos productivos;

53
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

12. Que se advierta al representante legal de la Red de Solida-


ridad que cuando omite cumplir con sus responsabilidades
para con los desplazados incurre en causal de mala con-
ducta;
13. Que se conforme el comité municipal para la atención inte-
gral del desplazado;
14. Que se restablezca la prestación del servicio de salud que
es negado a partir de la Circular 00042 de 2002, en la cual
se condicionó la prestación de dicha ayuda a que se trate
de problemas inherentes al desplazamiento;
15. Que las entidades territoriales, dentro de su disponibili-
dad presupuestal, contribuyan a los planes de provisión de
vivienda para la población desplazada…

II. PRUEBAS SOLICITADAS POR LA SALA


TERCERA DE REVISIÓN

Mediante auto del día 11 de abril de 2003, la Sala Tercera de


Revisión requirió a varias entidades y organismos públicos para
que, a partir de la documentación e información actualmente
disponible, respondieran un cuestionario relativo a las políticas
de atención de la población desplazada.
La respuesta de las entidades públicas, los organismos inter-
nacionales y las organizaciones no gubernamentales al cuestio-
nario formulado por la Corte Constitucional en el auto mencio-
nado se resume en el Anexo 2. En él se encuentra la información
aportada por la Red de Solidaridad Social, el Departamento
Nacional de Planeación, el Instituto Nacional de Vivienda de
Interés Social y Reforma Urbana-INURBE, el Ministerio de la
Protección Social; el Ministerio de Educación Nacional; el Mi-
nisterio de Hacienda y Crédito Público, el Defensor del Pue-
blo, la Oficina el Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Refugiados, y la Consultoría para los Derechos Hu-
manos y el Desplazamiento-CODHES. En las consideraciones
y fundamentos de esta sentencia se valoran los datos y argu-
mentos relevantes para decidir sobre lo pedido por los accio-
nantes.
54
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

III. CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS

1. Competencia

Esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional es competente


con fundamento en lo dispuesto por los artículos 86, inciso terce-
ro, y 241, numeral noveno de la Constitución Política, en concor-
dancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991.

2. Problemas jurídicos a resolver y resumen


del argumento y de la decisión

Teniendo en cuenta las pretensiones de los distintos actores


en el presente proceso relacionadas con la obtención efectiva de
la ayuda prevista para la población desplazada y a las razones
por las cuales no la han recibido, la Sala considera que el caso
bajo revisión plantea varios problemas jurídicos constituciona-
les complejos relacionados con el contenido, alcance y limitacio-
nes de la política estatal de atención de la población desplazada
debido, entre otras cosas (i) a la grave situación de vulnerabili-
dad que aqueja a la población desplazada; (ii) a los problemas
que enfrentan a raíz de la forma como están siendo atendidas
sus solicitudes por las entidades demandadas; (iii) al tiempo ex-
cesivamente prolongado que ha transcurrido sin que hayan obte-
nido las ayudas previstas; (iv) al altísimo volumen de tutelas
que presentan los desplazados para obtener la ayuda efectiva
a que tienen derecho y al hecho de que varias entidades hayan
convertido la presentación de la acción de tutela como parte del
procedimiento ordinario para obtener la ayuda solicitada; (v) a
que la situación que se pretende resolver mediante la presente
tutela afecta a toda la población desplazada, cualquiera que
sea el sitio en el cual se encuentren actualmente, e indepen-
dientemente de que hayan acudido a la acción de tutela para
obtener la protección efectiva de sus derechos, (vi) a que la ma-
yor parte de los problemas planteados se ha presentado de
manera reiterada desde que se estableció la política para la
atención de la población desplazada; y (vii) a que algunos de los
55
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

problemas planteados por los desplazados deben ser examina-


dos por primera vez por la Corte.

2.1. Problemas jurídicos

Por lo tanto, la Sala considera que los problemas jurídicos a


resolver en esta oportunidad son los siguientes:

1. ¿Procede la acción de tutela para examinar las acciones y


omisiones de las autoridades públicas respecto de la aten-
ción integral a la población desplazada para determinar si
problemas en el diseño, implementación, evaluación y se-
guimiento de la respectiva política estatal contribuyen de
manera constitucionalmente relevante a la violación de sus
derechos constitucionales fundamentales?
2. ¿Se vulnera el derecho de los desplazados al mínimo vital y
a recibir pronta respuesta a sus peticiones —en particular
respecto a la ayuda humanitaria, al restablecimiento econó-
mico, a la reubicación, a la vivienda, a la atención integral
de salud y a la educación— cuando dicho acceso está supe-
ditado por las propias autoridades (i) a la existencia de re-
cursos que no han sido apropiados por el Estado; (ii) al redi-
seño del instrumento que determina la forma, alcance y
procedimiento para la obtención de la ayuda; (iii) a que se
defina qué entidad asumirá el suministro de la ayuda, dado
que quien lo hacía se encuentra en proceso de liquidación?
3. ¿Se vulneran los derechos de petición, al trabajo, al míni-
mo vital, a la vivienda digna, a la atención en salud, al ac-
ceso a la educación de los actores en el presente proceso,
cuando las entidades encargadas de otorgar las ayudas
previstas en la ley para su atención, (i) omiten dar res-
puesta de fondo, concreta y precisa sobre la ayuda solicita-
da; o (ii) se niegan a otorgar la ayuda solicitada (a) por la
falta de apropiación de recursos suficientes para atender
las solicitudes; (b) por falta de cumplimiento de requisitos
legales para acceder a dicha ayuda; (c) por existir una lista
de solicitudes que deben ser atendidas previamente; (d) por
56
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

falta de competencia de la entidad ante la cual se presenta


la solicitud; (e) por cambio de los requisitos y condiciones
definidos por el legislador para acceder a la ayuda solicita-
da; (f) porque la entidad ante la cual se presenta la solici-
tud se encuentra actualmente en liquidación?...

2.2. Resumen del argumento y de la decisión

La Sala Tercera de Revisión, al resolver sobre las presentes


acciones de tutela, concluye que por las condiciones de vulnera-
bilidad extrema en las cuales se encuentra la población despla-
zada, así como por la omisión reiterada de brindarle una protec-
ción oportuna y efectiva por parte de las distintas autoridades
encargadas de su atención, se han violado tanto a los actores en
el presente proceso, como a la población desplazada en general,
sus derechos a una vida digna, a la integridad personal, a la
igualdad, de petición, al trabajo, a la salud, a la seguridad so-
cial, a la educación, al mínimo vital y a la protección especial
debida a las personas de la tercera edad, a la mujer cabeza de
familia y a los niños (apartados 5 y 6). Esta violación ha venido
ocurriendo de manera masiva, prolongada y reiterada y no es
imputable a una única autoridad, sino que obedece a un proble-
ma estructural que afecta a toda la política de atención diseña-
da por el Estado, y a sus distintos componentes, en razón a la
insuficiencia de recursos destinados a financiar dicha política y
a la precaria capacidad institucional para implementarla. (apar-
tado 6.3). Tal situación constituye un estado de cosas inconsti-
tucional que será declarado formalmente en esta sentencia
(apartado 7 y ordinal primero de la parte resolutiva)…
Tal vulneración no es imputable a una sola entidad, sino que
todas las autoridades nacionales y territoriales con responsabili-
dades diversas en la atención de la población desplazada, por ac-
ción u omisión, han permitido que continúe y, en algunos casos,
se agrave la vulneración de los derechos fundamentales de los
desplazados.
La declaratoria formal del estado de cosas inconstitucional
(apartado 7) tiene como consecuencia que las autoridades nacio-
57
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

nales y territoriales encargadas de atender a la población despla-


zada deben ajustar sus actuaciones de tal manera que se logre la
concordancia entre los compromisos adquiridos para cumplir los
mandatos constitucionales y legales y los recursos asignados para
asegurar el goce efectivo de los derechos de los desplazados. Esta
decisión respeta las prioridades fijadas por el legislador y por el
Ejecutivo y el experticio de las autoridades nacionales y territo-
riales responsables que definieron el nivel de sus propios compro-
misos, pero exige que éstas adopten a la mayor brevedad posible
los correctivos que sean necesarios para que dicho estado de cosas
inconstitucional sea remediado (apartado 8). Por lo tanto, la Corte
Constitucional ordena al Consejo Nacional para la Atención Inte-
gral a la Población Desplazada por la Violencia que asegure la
coherencia entre las obligaciones fijadas por las autoridades com-
petentes y el volumen de recursos efectivamente destinados a
proteger los derechos de los desplazados. En caso de que concluya
que los compromisos asumidos en la política estatal no podrán ser
cumplidos, en aras de los principios de transparencia y eficacia, el
Consejo debe redefinir públicamente tales compromisos, después
de ofrecer oportunidades suficientes de participación a los repre-
sentantes de los desplazados, de tal manera que las prioridades
sean realmente atendidas y a todos y cada uno de los desplazados
se les asegure el goce efectivo de sus derechos mínimos (ordinal 1,
incisos b y c de la parte resolutiva).
Ese mínimo de protección que debe ser oportuna y eficazmente
garantizado (apartado 9) implica (i) que en ningún caso se puede
amenazar el núcleo esencial de los derechos fundamentales cons-
titucionales de las personas desplazadas y (ii) la satisfacción por
el Estado del mínimo prestacional de los derechos a la vida, a la
dignidad, a la integridad física, psicológica y moral, a la unidad
familiar, a la prestación del servicio de salud que sea urgente y
básico, a la protección frente a prácticas discriminatorias basadas
en la condición de desplazamiento, y al derecho a la educación
hasta los quince años para el caso de los niños en situación de
desplazamiento.
En relación con la provisión de apoyo para la estabilización
socioeconómica de las personas en condiciones de desplaza-

58
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

miento, el deber mínimo del Estado es el de identificar, en for-


ma precisa y con la plena participación del interesado, las cir-
cunstancias específicas de su situación individual y familiar, su
proveniencia inmediata, y las alternativas de subsistencia dig-
na a las que puede acceder, con miras a definir sus posibilida-
des concretas de emprender un proyecto razonable de estabili-
zación económica individual, o de participar en forma productiva
en un proyecto colectivo, con miras a generar ingresos que les
permitan subsistir autónomamente a él y sus familiares despla-
zados dependientes.
Finalmente, en relación con el derecho al retorno y al resta-
blecimiento, el mínimo al cual están obligadas las autoridades
consiste en (i) no aplicar medidas de coerción para forzar a las
personas a que vuelvan a su lugar de origen o a que se resta-
blezcan en otro sitio, (ii) no impedir que las personas desplaza-
das retornen a su lugar de residencia habitual o se restablez-
can en otro punto; (iii) proveer la información necesaria sobre
las condiciones de seguridad existentes en el lugar de retorno,
así como el compromiso en materia de seguridad y asistencia
socioeconómica que el Estado asumirá para garantizar un re-
torno seguro y en condiciones dignas; (iv) abstenerse de promo-
ver el retorno o el restablecimiento cuando tal decisión impli-
que exponer a los desplazados a un riesgo para su vida o
integridad personal y (v) proveer el apoyo necesario para que el
retorno se efectúe en condiciones de seguridad y los que regre-
sen puedan generar ingresos para subsistir autónomamente…

5. La jurisprudencia constitucional relacionada


con la vulneración de los derechos
de la población desplazada

Órdenes dictadas para proteger sus derechos constituciona-


les y persistencia de los patrones de desconocimiento de tales
derechos.

59
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

5.1. Derechos fundamentales de la población desplazada


reiteradamente protegidos en casos concretos
por esta Corte

Por la magnitud del problema que se ha acreditado en los


múltiples expedientes acumulados en el presente proceso, y por
el número de personas que han acudido a la acción de tutela
para reclamar la protección del Estado frente a su situación, es
indispensable que la Corte se detenga a estudiar en detalle
cuáles son los derechos fundamentales de los que son titulares
las personas en situación de desplazamiento, así como el ámbi-
to de las obligaciones de las autoridades a este respecto. Es ne-
cesario precisar el alcance de las garantías en comento, para
así resolver la interrogante sobre la gravedad de su violación
en los casos que se revisan.
No obstante la importancia de la línea jurisprudencial en
materia de desplazamiento forzado, la presente sección no tie-
ne como objetivo hacer un recuento exhaustivo de la jurispru-
dencia de la Corte en la materia, sino, en primer lugar, deter-
minar el alcance de los derechos de la población desplazada
que han sido protegidos por esta corporación, teniendo en cuen-
ta tanto el marco constitucional y legal, como la interpretación
del alcance de tales derechos que fue compilado en el documen-
to internacional de los Principios Rectores del Desplazamiento
Forzado Interno de 1998.1 Este último documento compendia lo
dispuesto sobre desplazamiento interno en el derecho interna-
cional de los derechos humanos, en el derecho internacional
humanitario y —por analogía— en el derecho internacional de
los refugiados, y contribuye a la interpretación de las normas
que hacen parte de este sistema de protección…2

1 Naciones Unidas, Doc E/CN.4/1998/53/Add.2, 11 de febrero de 1998.

Informe del Representante Especial del Secretario General de Naciones Uni-


das para el tema de los Desplazamientos Internos de Personas, Francis Deng.
2 Diversos organismos e instancias inter nacionales han recomendado la

aplicación de estos principios por parte de las diversas autoridades de los


Estados en los que se presente el problema del desplazamiento interno forza-
do, tales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Comi-
sión de Derechos Humanos del Consejo Económico y Social de la Organización
60
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

5.2. Gravedad del fenómeno del desplazamiento interno


por los derechos constitucionales que resultan
vulnerados y la frecuencia con que se presenta
tal vulneración...

Entre los derechos constitucionales fundamentales que re-


sultan amenazados o vulnerados por las situaciones de despla-
zamiento forzoso, la jurisprudencia de esta Corte ha señalado
los siguientes:

1. El derecho a la vida en condiciones de dignidad dadas (i) las


circunstancias infrahumanas asociadas a su movilización
y a su permanencia en el lugar provisional de llegada, y
(ii) los frecuentes riesgos que amenazan directamente su
supervivencia. Los Principios Rectores del Desplazamiento
forzado que contribuyen a la interpretación de este dere-
cho en el contexto del desplazamiento forzado interno son
los principios 1, 8, 10 y 13, que se refieren, entre otras co-
sas, a la protección contra el genocidio, las ejecuciones su-
marias y prácticas contrarias al derecho internacional hu-
manitario que pongan en riesgo la vida de la población
desplazada.
2. Los derechos de los niños, de las mujeres cabeza de fami-
lia, los discapacitados y las personas de tercera edad, y de
otros grupos especialmente protegidos “en razón de las
precarias condiciones que deben afrontar las personas que
son obligadas a desplazarse”. La interpretación de estos
derechos deberá hacerse de conformidad con lo que estable-
cen los principios 2, 4 y 9 sobre protección especial a cier-
tos grupos de desplazados.
3. El derecho a escoger su lugar de domicilio, en la medida
en que para huir del riesgo que pesa sobre su vida e inte-
gridad personal, los desplazados se ven forzados a escapar

de Naciones Unidas, el Secretario General de la Organización de Naciones


Unidas, la Organización de la Unión Africana, la Organización para la Seguri-
dad y Cooperación en Europa, la Organización del Commonwealth y diversos
gobiernos.
61
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

de su sitio habitual de residencia y trabajo. Los principios


5, 6, 7, 14 y 15 contribuyen a la interpretación de este de-
recho, en particular, a la determinación de prácticas prohi-
bidas por el derecho internacional que impliquen una coac-
ción al desplazamiento de las personas, o su confinamiento
en lugares de los cuales no puedan salir libremente.
4. Los derechos al libre desarrollo de la personalidad, a la li-
bertad de expresión y de asociación, “dado el ambiente inti-
midatorio que precede a los desplazamientos” y las conse-
cuencias que dichas migraciones surten sobre la materiali-
zación de los proyectos de vida de los afectados, que necesa-
riamente deberán acoplarse a sus nuevas circunstancias
de desposeimiento. En la interpretación de estos derechos
en el contexto del desplazamiento forzado interno son per-
tinentes los principios 1 y 8.
5. Por las características propias del desplazamiento, quie-
nes lo sufren ven sus derechos económicos, sociales y cul-
turales fuertemente afectados. El alcance mínimo de estos
derechos ha sido interpretado de conformidad con los prin-
cipios 3, 18, 19, y 23 a 27, que se refieren a condiciones
para garantizar un nivel de vida digna, y el acceso a la
educación, la salud, el trabajo, entre otros derechos.
6. En no pocos casos, el desplazamiento implica una disper-
sión de las familias afectadas, lesionando así el derecho de
sus miembros a la unidad familiar y a la protección integral
de la familia. Los principios 16 y 17 están dirigidos, entre
otras cosas, a precisar el alcance del derecho a la reunifica-
ción familiar.
7. El derecho a la salud, en conexidad con el derecho a la vida,
no sólo porque el acceso de las personas desplazadas a los
servicios esenciales de salud se ve sustancialmente dificulta-
do por el hecho de su desplazamiento, sino porque las deplo-
rables condiciones de vida que se ven forzados a aceptar tie-
nen un altísimo potencial para minar su estado de salud o
agravar sus enfermedades, heridas o afecciones preexisten-
tes. Los principios 1, 2 y 19 precisan el alcance de este dere-
cho en el contexto del desplazamiento forzado interno.

62
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

8. El derecho a la integridad personal, que resulta amenazado


tanto por los riesgos que se ciernen sobre la salud de las per-
sonas desplazadas, como por el alto riesgo de ataques al que
están expuestos por su condición misma de desposeimiento.
A este derecho se refieren los principios rectores 5, 6 y 11.
9. El derecho a la seguridad personal, puesto que el despla-
zamiento conlleva riesgos específicos, individualizables,
concretos, presentes, importantes, serios, claros y discerni-
bles, excepcionales y desproporcionados para varios dere-
chos fundamentales de los afectados. Para la interpre-
tación del alcance de este derecho en el contexto del des-
plazamiento forzado interno son pertinentes los principios
rectores 8, 10, 12, 13 y 15.
10. La libertad de circulación por el territorio nacional y el de-
recho a permanecer en el sitio escogido para vivir, puesto
que la definición misma de desplazamiento forzado presu-
pone el carácter no voluntario de la migración a otro punto
geográfico para allí establecer un nuevo lugar de residen-
cia. Los principios 1, 2, 6, 7 y 14 resultan relevantes para
la interpretación del alcance de estos derechos en relación
con la población desplazada.
11. El derecho al trabajo y la libertad de escoger profesión u
oficio, especialmente en el caso de los agricultores que se
ven forzados a migrar a las ciudades y, en consecuencia,
abandonar sus actividades habituales. Para la interpreta-
ción de estos derechos resultan relevantes los principios 1 a
3, 18, 21, 24 y 25, que establecen criterios para garantizar
medios para la obtención de un nivel de vida adecuado y la
protección de sus propiedades o posesiones.
12. El derecho a una alimentación mínima, que resulta insatis-
fecho en un gran número de casos por los altísimos niveles
de pobreza extrema a los que llegan numerosas personas
desplazadas, que les impiden satisfacer sus necesidades
biológicas más esenciales y repercuten, por ende, sobre el
disfrute cabal de todos sus demás derechos fundamentales,
en particular sobre los derechos a la vida, a la integridad
personal y a la salud. Ello es especialmente grave cuando

63
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

el afectado es un menor de edad. Para la interpretación


del alcance de este derecho son pertinentes los principios 1
a 3, 18 y 24 a 27, relativos al nivel de vida adecuado que se
debe garantizar a la población desplazada y a la asistencia
humanitaria.
13. El derecho a la educación, en particular el de los menores
de edad que sufren un desplazamiento forzado y se han
visto obligados, por ende, a interrumpir su proceso de for-
mación. En relación con este derecho, resultan relevantes
los principios 13 y 23.
14. El derecho a una vivienda digna, puesto que las personas
en condiciones de desplazamiento tienen que abandonar
sus propios hogares o lugares habituales de residencia y
someterse a condiciones inapropiadas de alojamiento en
los lugares hacia donde se desplazan, cuando pueden con-
seguirlas y no tienen que vivir a la intemperie. En relación
con este derecho, los principios 18 y 21 establecen criterios
mínimos que deben ser garantizados a la población despla-
zada a fin de proveerles vivienda y alojamiento básicos.
15. El derecho a la paz, cuyo núcleo esencial abarca la garan-
tía personal de no sufrir, en lo posible, los efectos de la
guerra, y mucho menos cuando el conflicto desborda los
cauces trazados por el derecho internacional humanitario,
en particular la prohibición de dirigir ataques contra la
población civil. Para la interpretación de este derecho son
pertinentes los principios 6, 7, 11, 13 y 21 que prohíben el
desconocimiento de las normas de derecho internacional
humanitario que protegen a los no combatientes.
16. El derecho a la personalidad jurídica, puesto que por el he-
cho del desplazamiento la pérdida de los documentos de
identidad dificulta su registro como desplazados y el acceso a
las distintas ayudas, así como la identificación de los repre-
sentantes legales, cuando se trata de menores de edad que
son separados de sus familias. El alcance de este derecho en
el contexto del desplazamiento forzado interno se encuentra
expresamente consagrado en el principio rector 20.

64
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

17. El derecho a la igualdad, dado que (i) a pesar de que la única


circunstancia que diferencia a la población desplazada de los
demás habitantes del territorio colombiano es precisamente
su situación de desplazamiento, en virtud de ésta condición
se ven expuestos a todas las violaciones de los derechos fun-
damentales que se acaban de reseñar, y también a discrimi-
nación y (ii) en no pocas oportunidades, el hecho del despla-
zamiento se produce por la pertenencia de la persona
afectada a determinada agrupación o comunidad a la cual se
le atribuye cierta orientación respecto de los actores en el
conflicto armado y por sus opiniones políticas, criterios todos
proscritos como factores de diferenciación por el artículo 13
de la Carta. Lo anterior no excluye, como se ha visto, la
adopción de medidas de acción afirmativa a favor de quienes
se encuentren en condiciones de desplazamiento, lo cual de
hecho constituye una de las principales obligaciones recono-
cidas por la jurisprudencia constitucional en cabeza del
Estado. Los alcances de este derecho han sido definidos por
los principios 1 a 4, 6, 9 y 22, que prohíben la discriminación
a la población desplazada, recomiendan la adopción de medi-
das afirmativas a favor de grupos especiales dentro de la po-
blación desplazada y resaltan la importancia de que a los
desplazados se les garantice un trato igualitario…

Ahora bien, el alcance de las medidas que las autoridades


están obligadas a adoptar se determina de acuerdo tres pará-
metros principales, que fueron precisados en la sentencia
T-268 de 2003, así: (i) el principio de favorabilidad en la in-
terpretación de las normas que protegen a la población despla-
zada, (ii) los Principios Rectores del Desplazamiento Forzado
Interno, y (iii) el principio de prevalencia del derecho sustan-
cial en el contexto del Estado social de derecho. En síntesis,
las medidas especiales a favor de los desplazados facilitan que éstos
se tornen menos vulnerables, agencian la reparación de las injusti-
cias derivadas del desplazamiento involuntario y se orientan a la
realización efectiva de ciertos derechos de bienestar mínimo que
constituyen la base para la autonomía y el autosostenimiento de los
sujetos de desplazamiento…
65
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

6. Identificación de las acciones u omisiones estatales


que configuran una violación de los derechos
constitucionales de los desplazados
Las políticas públicas de atención a la población desplazada
no han logrado contrarrestar el grave deterioro de las condicio-
nes de vulnerabilidad de los desplazados, no han asegurado el
goce efectivo de sus derechos constitucionales ni han favorecido
la superación de las condiciones que ocasionan la violación de
tales derechos. Según un estudio reciente, las condiciones bási-
cas de vida de dichas personas distan mucho de satisfacer los
derechos reconocidos nacional e internacionalmente. El 92% de
la población desplazada presenta necesidades básicas insatisfe-
chas (NBI), y el 80% se encuentra en situación de indigencia.
Igualmente, el 63.5% de la población desplazada tiene una vi-
vienda inadecuada, y el 49% no cuenta con servicios idóneos.
En cuanto a la situación alimentaria de la población despla-
zada, se concluye que la “brecha en calorías” de los hogares
desplazados es del 57%, es decir, que sólo consumen el 43% de
los niveles recomendados por el [Programa Mundial de Alimen-
tos] PMA. Igualmente se encontró que el 23% de los niños y ni-
ñas menores de seis años desplazados están por debajo del
estándar alimenticio mínimo. A su vez, las insuficiencias ali-
menticias mencionadas se traducen en un estado desnutrición
que tiene como consecuencias, entre otras, retraso de la talla
para el peso y del peso para la edad, déficit en atención escolar,
predisposición a las infecciones respiratorias y a la diarrea, dis-
minución de la visión, y aumento de la morbilidad infantil…
Por lo tanto, la Corte al analizar las políticas públicas de
atención a la población desplazada, determinará si el Estado, a
través de acciones u omisiones en el diseño, la implementación,
el seguimiento o la evaluación de éstas, ha contribuido de una
manera constitucionalmente significativa al desconocimiento
de los derechos fundamentales de las personas en condición de
desplazamiento. La Sala se fundamentará en (i) varios de los
documentos de análisis y evaluación de la política de atención a
la población desplazada y de sus distintos programas, aportados
a este proceso por entidades gubernamentales, organizaciones
66
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

de derechos humanos y organismos internacionales, y (ii) las


respuestas al cuestionario formulado por la Sala Tercera de Re-
visión, que aparecen resumidas en el anexo 2…
Además de las intervenciones de cada una de las organiza-
ciones a las cuales esta Sala solicitó el aporte de pruebas, los
documentos recibidos por la Corte de los cuales se deducen las
conclusiones que se mencionarán a continuación son: Robert
Muggah, “Capacidades institucionales en medio del conflicto.
Una evaluación de la respuesta en la reubicación de la pobla-
ción desplazada en Colombia”, Departamento Nacional de Pla-
neación Bogotá, mimeo, enero de 2000; Pastoral Social, Secre-
tariado Nacional, Sección de Movilidad Humana, Sistemas y
Alianzas Estratégicas en el reasentamiento de la población
desplazada por la violencia en Colombia, Estudios de las Co-
munidades de Montes de María (Bolívar), Juradó (Chocó) y
Neiva (Huila)”, 2001; Jaime Andrés Erazo, Ana María Ibáñez,
Stefanie Kirchhoff y Alberto Galán, “Diversas causas y costos
del desplazamiento: ¿Quién los compensa?”, en revista Planea-
ción y Desarrollo, XXX, No. 3, julio-septiembre de 1999; Red de
Solidaridad Social, “Desplazamiento: Implicaciones y retos
para la gobernabilidad, la democracia y los derechos humanos.
IIo. Seminario Internacional, “Balance de las políticas de aten-
ción a la población desplazada 1998-2002”, segundo semestre
de 2002; [Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados] y Red de Solidaridad Social, “Balance de la política
de atención al desplazamiento interno forzado en Colombia
1999-2002”, agosto 6 de 2002; Ministerio de Educación Nacio-
nal, Dirección de Apoyo a la Gestión Educativa Territorial, Pro-
grama de Atención a la Población Escolar Desplazada, “Política
para la atención a la población escolar desplazada”, noviembre
de 2002; International Crisis Group, “La crisis humanitaria en
Colombia, informe de América Latina”, No. 4, 9 de julio de
2003; Defensoría del Pueblo, Evaluación de la Política de Aten-
ción a la Población Desplazada, 2003; Observatorio de los Dere-
chos Humanos de las Mujeres en Colombia, “Derechos humanos
de las mujeres en situación de desplazamiento”, elaborado por
Carolina Vergel, bajo la coordinación de Claudia Mejía, junio de

67
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

2003; ponencia “Derechos de las mujeres en situación de des-


plazamiento: más que una cuenta pendiente”, elaborada por
Carolina Vergel Tovar, bajo la coordinación de Claudia Mejía,
para el Seminario “ONG Colombianas: Estrategias de Atención
a la Población en Situación de Desplazamiento”, realizado en
Cartagena de Indias, el 17 de junio de 2003; Informe de eva-
luación de la Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación
en el Medio Atrato, junio de 2003; CODHES Boletín número
44, 28 de abril de 2003. Ana María Ibáñez y Carlos Eduardo
Vélez, Instrumentos de atención a la población desplazada, en
Colombia: Una distribución desigual de las responsabilidades
municipales, documento [del Centro de Estudios de Desarrollo
Económico], Universidad de los Andes, diciembre de 2003. Na-
ciones Unidas, Programa Mundial de Alimentos PMA, Vulne-
rabilidad a la Inseguridad Alimentaria de la Población Despla-
zada por la Violencia en Colombia, informe de 2003…

6.1. La respuesta estatal al fenómeno


del desplazamiento forzado…

Las funciones de atención a la población desplazada en sus di-


ferentes niveles y componentes, son atribuidas, por un lado a las
entidades que componen el Sistema Nacional de Atención a la Po-
blación Desplazada (SNAIPD), y por otro, a las entidades territo-
riales. A su vez, desde la expedición del Decreto 2569 de 2000, la
coordinación del SNAIPD, anteriormente en manos del Ministerio
del Interior, pasó a ser responsabilidad de la Red de Solidaridad
Social. Además la ley atribuyó al Consejo Nacional para la Aten-
ción de la Población Desplazada, entre otras, la función de “ga-
rantizar la asignación presupuestal de los programas que las en-
tidades responsables del funcionamiento del Sistema Nacional de
atención integral a la población desplazada por la violencia, tie-
nen a su cargo”. A dicho Consejo concurren los principales minis-
terios, con responsabilidades directas en la materia.
La atención humanitaria de emergencia debe ser suministra-
da por la Red de Solidaridad Social, ya sea de manera directa,
68
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

o a través de convenios con organizaciones no gubernamenta-


les, entidades particulares y organizaciones internacionales. El
acceso a dicho componente está limitado a tres meses prorroga-
bles excepcionalmente por otros tres. Este aspecto que será
analizado en el apartado 9 de esta sentencia. Adicionalmente,
el monto de los recursos destinados a este componente depende
de la disponibilidad presupuestal.
Por su parte, la ejecución de programas de estabilización so-
cioeconómica depende de la disponibilidad presupuestal, aun
cuando las entidades estatales pueden contar con la ayuda de
organismos humanitarios, tanto de carácter nacional como inter-
nacional. A su vez, los bienes y servicios incluidos en este com-
ponente deben ser suministrados por varias autoridades, ya sea
del gobierno nacional o de las entidades territoriales. Así, para
las soluciones de vivienda para la población desplazada, el De-
creto 951 de 2001 establece los requisitos y los procedimientos
para acceder a los subsidios de vivienda y dispone las funciones
y responsabilidades de las entidades que intervienen en la pres-
tación de este componente de la atención (el Inurbe, por ejem-
plo). Los programas de generación de proyectos productivos y
el acceso a programas de capacitación laboral se encuentran
regulados de manera general en el Decreto 2569 de 2000. Por
último, el Decreto 2007 de 2001 regula el programa de acceso y
tenencia de la tierra de la población desplazada, cuyo cumpli-
miento está a cargo, entre otros organismos, de las entidades
territoriales, el desaparecido INCORA y las oficinas de registro
de instrumentos públicos.
6.1.4. Por último, en referencia a las personas o los organismos
particulares o internacionales con cuya participación debe ser di-
señada e implementada la política de atención a la población des-
plazada, las normas relevantes establecen lo siguiente: Primero,
el diseño y la ejecución de las políticas deben ser realizados con-
tando con la participación de las comunidades desplazadas. Se-
gundo, las entidades estatales pueden concluir convenios con or-
ganizaciones no gubernamentales ONG. Tercero, las normas
establecen que el Estado podrá solicitar ayuda a los organismos
internacionales. Por último, las directivas presidenciales estipu-

69
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

lan que el Estado deberá buscar un mayor compromiso de la so-


ciedad civil…

6.3. Los problemas más protuberantes de la política


de atención a la población desplazada

Esta Sala encuentra que los bajos resultados de la respuesta


estatal, según los cuales no ha sido posible proteger integral-
mente los derechos de la población desplazada, se pueden ex-
plicar de acuerdo a dos problemas principales. (i) La precarie-
dad de la capacidad institucional para implementar la política,
y (ii), la asignación insuficiente de recursos…

7. La constatación de un estado de cosas inconstitucional


en la situación de la población desplazada…

Cuando se constata la vulneración repetida y constante de


derechos fundamentales, que afectan a multitud de personas, y
cuya solución requiere la intervención de distintas entidades
para atender problemas de orden estructural, esta corporación
ha declarado la existencia de un estado de cosas inconstitucio-
nal y ha ordenado remedios que cobijen no sólo a quienes acu-
den a la acción de tutela para lograr la protección de sus dere-
chos, sino también otras personas colocadas en la misma
situación, pero que no han ejercido la acción de tutela…
En conclusión, la Corte declarará formalmente la existencia
de un estado de cosas inconstitucional relativo a las condiciones
de vida de la población internamente desplazada, y adoptará
los remedios judiciales correspondientes respetando la órbita de
competencia y el experticio de las autoridades responsables
de implementar las políticas correspondientes y ejecutar las le-
yes pertinentes. Por ello, tanto las autoridades nacionales como
las territoriales, dentro de la órbita de sus competencias, ha-
brán de adoptar los correctivos que permitan superar tal esta-
do de cosas.

70
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

8. El Estado social de derecho y los deberes


constitucionales de las autoridades frente
a la dimensión prestacional de los derechos

La exigencia constitucional de concordancia entre los objeti-


vos de la política de atención a la población desplazada y los
medios económicos y administrativos destinados a su logro
efectivo y oportuno…

8.3.2. Advierte la Sala que de conformidad


con la jurisprudencia de esta corporación

El mandato de progresividad implica que una vez alcanzado un de-


terminado nivel de protección, la amplia libertad de configuración
del legislador en materia de derechos sociales se ve menguada, al
menos en un aspecto: todo retroceso frente al nivel de protección
alcanzado debe presumirse en principio inconstitucional, y por ello
está sometido a un control judicial estricto. Para que pueda ser
constitucional, las autoridades tienen que demostrar que existen
imperiosas razones que hacen necesario ese paso regresivo en el
desarrollo de un derecho social prestacional.

El criterio sobre el control más estricto de toda aquella medi-


da que constituya un retroceso frente al nivel de protección ya
alcanzado en materia de derechos sociales ha sido también am-
pliamente aceptado por el derecho internacional.
El goce efectivo de los derechos de fuerte contenido prestacio-
nal —como los derechos sociales— depende de que el Estado
cree y mantenga las condiciones para dicho goce y adopte polí-
ticas encaminadas a su progresiva realización. Un Estado dis-
pone de un margen amplio de decisión al respecto. Sin embar-
go, de las obligaciones adquiridas por la ratificación del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
(PIDESC), se derivan unos requisitos mínimos plasmados en la
Observación General 1 adoptada por el Comité que interpreta
dicho Pacto Internacional. Estos son: (i) la elaboración y actua-
lización periódica de un diagnóstico de la situación en que son
ejercidos y disfrutados tales derechos por la población; (ii) el di-
71
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

seño de políticas públicas encaminadas a lograr progresiva-


mente la realización plena de tales derechos las cuales han de
incluir metas específicas para medir los avances en los plazos
fijados; (iii) la divulgación periódica de los resultados alcanza-
dos y de las medidas correctivas o complementarias con el fin
de que los interesados y los actores sociales —incluidas las or-
ganizaciones no gubernamentales— participen en la evolución
de las políticas públicas pertinentes y se identifiquen las fallas,
dificultades o circunstancias que inhiben la plena realización
de los derechos con miras a su revisión o a la elaboración de
nuevas políticas públicas más apropiadas.
El segundo requisito mínimo —diseño e implementación de
políticas públicas conducentes a la progresiva realización de ta-
les derechos— comprende varios elementos que cabe resaltar,
siguiendo la Observación General No. 3 adoptada por el Comité
del PIDESC. Primero, el Estado debe “adoptar medidas”, y, por
lo tanto, no es admisible la ausencia de respuesta estatal ante la
no realización de los derechos. Segundo, tales medidas han de
comprender “todos los medios apropiados, inclusive en particu-
lar la adopción de medidas legislativas”, sin que los medios se
puedan agotar en la expedición de normas. El Estado tiene la
responsabilidad de identificar cuáles son los medios adminis-
trativos, financieros, educacionales, sociales, etcétera, apropia-
dos en cada caso y de justificar que éstos son en realidad los
apropiados en vista de las circunstancias. Tercero, “en lo que
respecta a sistemas políticos y económicos el pacto es neutral”.
Cuarto, el objetivo de tales medidas es “lograr progresivamente
la plena efectividad de los derechos reconocidos”, lo cual implica
que hay flexibilidad ante las limitaciones del mundo real pero
también que las medidas deben estar encaminadas a avanzar,
no a retroceder, empleando “hasta el máximo de los recursos de
que disponga”. Quinto, “las medidas de carácter deliberada-
mente retroactivo en este aspecto requerirán la consideración
más cuidadosa y deberán justificarse plenamente por referen-
cia a la totalidad de los derechos previstos en el pacto y en el
contexto del aprovechamiento pleno del máximo de los recursos
nacionales (apartado 9) e internacionales (apartado 13) de que

72
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

se disponga” y protegiendo “a los miembros vulnerables de la


sociedad” (apartado 12). Sexto, el margen de flexibilidad recono-
cido al Estado no lo exime de “asegurar la satisfacción de por lo
menos niveles esenciales de cada uno de los derechos”, niveles
que han de tener “carácter prioritario” y comprometen “todo es-
fuerzo para utilizar los recursos que están a su disposición”.
Así, por ejemplo, en materia del derecho a la salud, el Comi-
té de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones
Unidas, como intérprete autorizado del Pacto sobre la materia,
y cuyos criterios son entonces relevantes para determinar el
contenido y alcance de los derechos sociales ([Constitución Polí-
tica] artículo 93), ha señalado las condiciones para la adopción
de medidas que puedan llegar a implicar un retroceso. En par-
ticular, en su período No. 22 de sesiones, el 11 de mayo de
2000, el Comité adoptó la “Observación General No. 14 relativa
al disfrute del más alto nivel de salud (artículo 12)”, y señaló
que cuando existen limitaciones de recursos que obstaculizan
el pleno goce del derecho a la salud, para poder adoptar medi-
das que reduzcan el alcance de la protección existente, el Esta-
do tiene que demostrar que esas medidas son necesarias y que
“se han aplicado tras el examen exhaustivo de todas las alter-
nativas posibles” (párrafo 32).
El Comité destaca en la Observación 14 que la progresividad
no priva de contenido la obligación estatal, por lo cual a pesar de
la limitación de los recursos, el gobierno sigue obligado al menos
en los siguientes cuatro aspectos: (i) la limitación de recursos no
permite al Estado adoptar medidas que sean discriminatorias en
el acceso a los servicios de salud (párrafo 30); (ii) en principio las
medidas que disminuyen la protección en la salud ya alcanzada,
se presumen contrarias al Pacto, por lo cual el Estado tiene que
demostrar que éstas eran necesarias y que “se han aplicado tras
el examen exhaustivo de todas las alternativas posibles” (párrafo
32); (iii) el Estado tiene la obligación “concreta y constante de
avanzar lo más expedita y eficazmente posible hacia la plena
realización” de este derecho (párrafo 31); y (iv) finalmente,
existen unas obligaciones básicas en salud, que deben ser satis-
fechas en todo caso, sin importar los recursos de que dispone

73
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

un Estado, como son el acceso no discriminatorio a los servicios


de salud (párrafo 43), y unas prioridades, que deben ser respe-
tadas, como la inmunización contra las principales enfermeda-
des infecciosas y la adopción de medidas para combatir las en-
fermedades epidémicas y endémicas (párrafo 44).
Estas cuatro condiciones pueden ser aplicadas a todos los dere-
chos que tengan una marcada dimensión prestacional, en razón
de las condiciones específicas en que se encuentran sus titulares,
y se pueden resumir en los siguientes parámetros. Primero,
prohibición de discriminación (por ejemplo, no se podría invocar
la insuficiencia de recursos para excluir de la protección estatal
a minorías étnicas o partidarios de adversarios políticos); segun-
do, necesidad de la medida lo cual exige que sean estudiadas
cuidadosamente medidas alternativas y que éstas sean inviables
o insuficientes (por ejemplo, se han explorado y agotado otras
fuentes de financiación); tercero, condición de avance futuro ha-
cia la plena realización de los derechos de tal forma que la dis-
minución del alcance de la protección sea un paso inevitable
para que, una vez superadas las dificultades que llevaron a la
medida transitoria, se retome el camino de la progresividad
para que se logre la mayor satisfacción del derecho (por ejemplo,
señalando parámetros objetivos que, al ser alcanzados, reorien-
tarían la política pública en la senda del desarrollo progresivo
del derecho); y cuarto, prohibición de desconocer unos mínimos de
satisfacción del derecho porque las medidas no pueden ser de tal
magnitud que violen el núcleo básico de protección que asegure
la supervivencia digna del ser humano ni pueden empezar por las
áreas prioritarias que tienen el mayor impacto sobre la pobla-
ción. Pasa la Corte a definir tales mínimos.

9. Los niveles mínimos de satisfacción de los derechos


constitucionales de las personas en situación
de desplazamiento

En el apartado 5 se han sintetizado algunos de los derechos de


los que son titulares las personas en situación de desplazamiento,
de conformidad con las normas constitucionales e internacionales
74
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

que vinculan a Colombia, así como con los criterios de interpreta-


ción compilados en el documento de los Principios Rectores.
Sin embargo, dadas las magnitudes actuales del problema de
desplazamiento en Colombia, así como el carácter limitado de los
recursos con los que cuenta el Estado para satisfacer este cometi-
do, es forzoso aceptar que al momento de diseñar e implementar
una determinada política pública de protección a la población des-
plazada, las autoridades competentes deben efectuar un ejercicio
de ponderación y establecimiento de áreas prioritarias en las cua-
les se prestará atención oportuna y eficaz a dichas personas. Por
lo tanto, no siempre se podrá satisfacer, en forma concomitante y
hasta el máximo nivel posible, la dimensión prestacional de todos
los derechos constitucionales de toda la población desplazada, da-
das las restricciones materiales y las dimensiones reales de la
evolución del fenómeno del desplazamiento.
Sin perjuicio de lo anterior, resalta la Corte que existen cier-
tos derechos mínimos de la población desplazada que deben ser
satisfechos en cualquier circunstancia por las autoridades a los
desplazados, puesto que en ello se juega la subsistencia digna
de las personas en esta situación. ¿Cuáles son, entonces, es-
tos derechos mínimos que deben ser siempre satisfechos?
Para definir el nivel mínimo de satisfacción de los derechos
constitucionales de las personas desplazadas, debe hacerse una
distinción entre (a) el respeto por el núcleo esencial de los dere-
chos constitucionales fundamentales de los desplazados, y (b) la
satisfacción, por parte de las autoridades, de ciertos deberes
prestacionales derivados de los derechos reconocidos a nivel in-
ternacional y constitucional en cabeza de los desplazados.
En cuanto a lo primero, es claro que las autoridades en ningún
caso pueden obrar de forma tal que terminen por desconocer, le-
sionar o amenazar el núcleo esencial de los derechos fundamenta-
les constitucionales de las personas desplazadas —en la misma
medida en que no pueden actuar de manera tal que afecten el nú-
cleo esencial de los derechos de ninguna persona que se encuen-
tre en el territorio colombiano—. En esa medida, no pueden los
desplazados ser objeto de acciones por parte de las autoridades

75
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

que atenten, por ejemplo, contra su integridad personal o contra


su libertad de expresión.
En cuanto a lo segundo, observa la Sala que la mayor parte
de los derechos reconocidos por la normatividad internacional y
la carta política a las personas desplazadas imponen a las au-
toridades, por las circunstancias mismas en que se encuentran
los desplazados, claras obligaciones de carácter prestacional,
que necesariamente implicarán un gasto público —lo cual no
obsta para clasificar algunos de tales derechos como fundamen-
tales, puesto que según lo ha precisado la jurisprudencia de
esta corporación, tanto los derechos fundamentales como los
derechos económicos, sociales y culturales tienen una dimen-
sión prestacional a cargo del Estado como ya se anotó—. En cri-
terio de la Corte, los derechos de marcado contenido prestacio-
nal que forman parte del mínimo que siempre ha de ser
garantizado a todos los desplazados son aquellos que guardan
una conexidad estrecha con la preservación de la vida en cir-
cunstancias elementales de dignidad como seres humanos dis-
tintos y autónomos (artículos 1o., 11, 12, 13, 14, 16 y 17 [Cons-
titución Política]). Es allí, en la preservación de las condiciones
más básicas que permiten sobrevivir con dignidad, donde se debe
trazar un límite claro entre las obligaciones estatales de impera-
tivo y urgente cumplimiento frente a la población desplazada, y
aquellas que, si bien tienen que ser satisfechas, no tiene la mis-
ma prioridad, lo cual no significa que el Estado no deba agotar,
al máximo posible, su capacidad institucional en asegurar el
goce pleno de todos los derechos de los desplazados, como ya se
dijo.
Cuando un conjunto de personas definido y determinable por el
propio Estado de tiempo atrás no pueda gozar de sus derechos
fundamentales debido a un estado de cosas inconstitucional, las
autoridades competentes no pueden admitir que tales personas
mueran o continúen viviendo en condiciones evidentemente lesi-
vas de su dignidad humana, a tal punto que esté en serio peligro
su subsistencia física estable y carezcan de las oportunidades mí-
nimas de actuar como seres humanos distintos y autónomos.

76
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

A partir de ese criterio, y con base en las obligaciones inter-


nacionales asumidas por Colombia en materia de derechos hu-
manos y derecho internacional humanitario, así como en la
compilación de criterios para la interpretación y aplicación de
medidas para atender a la población desplazada contenida en
los Principios Rectores, la Sala considera que los siguientes de-
rechos mínimos encuadran bajo esta definición y, por ende, in-
tegran el mínimo prestacional que siempre debe ser satisfecho
por el Estado:

1. El derecho a la vida, en el sentido que establece el artículo


11 [Constitución Política]. y el principio 10.
2. Los derechos a la dignidad y a la integridad física, psicoló-
gica y moral (artículos 1 y 12 [Constitución Política]), tal y
como se particularizan en el principio 11.
3. El derecho a la familia y a la unidad familiar consagrado en
los artículos 42 y 44 [Constitución Política] y precisado para
estos casos en el principio 17, especialmente aunque sin
restringirse a ellos, en los casos de familias conformadas
por sujetos de especial protección constitucional —niños,
personas de la tercera edad, disminuidos físicos, o mujeres
cabeza de familia—, quienes tienen derecho a reencontrase
con sus familiares.
4. El derecho a una subsistencia mínima como expresión del
derecho fundamental al mínimo vital, según está precisado
en el principio 18, lo cual significa que “las autoridades
competentes deben proveer a las personas desplazadas, así
como asegurar el acceso seguro de las mismas, (a) alimen-
tos esenciales y agua potable, (b) alojamiento y vivienda
básicos, (c) vestidos apropiados, y (d) servicios médicos y
sanitarios esenciales”. También se dispone que las autori-
dades deberán realizar esfuerzos especiales para garanti-
zar la participación plena de las mujeres en condición de
desplazamiento en la planeación y la distribución de estas
prestaciones básicas. Este derecho debe leerse también a
la luz de lo dispuesto en los principios 24 a 27 reseñados
en el anexo 3, ya que es a través de la provisión de asisten-

77
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

cia humanitaria que las autoridades satisfacen este deber


mínimo en relación con la subsistencia digna de los des-
plazados. Esta asistencia humanitaria se refiere tanto a la
ayuda humanitaria de emergencia, que se presta al produ-
cirse el desplazamiento, como a los componentes de asis-
tencia mínima durante las etapas de restablecimiento eco-
nómico y de retorno.

En este sentido, y en cuanto a la ayuda humanitaria de emer-


gencia, debe precisar la Corte que la duración de la obligación
estatal mínima de proveer ayuda humanitaria de emergencia es,
en principio, la que señala la ley: tres meses, prorrogables hasta
por otros tres meses para ciertos sujetos. Considera la Sala que
este plazo fijado por el legislador no es manifiestamente irrazo-
nable, si se tiene en cuenta que (a) fija una regla clara con base
en la cual la persona desplazada puede planificar a corto plazo
y tomar decisiones autónomas de auto-organización que le per-
mitan acceder a posibilidades razonables de subsistencia autó-
noma sin estar apremiada por las necesidades inmediatas de
subsistencia; y (b) otorga al Estado un plazo igualmente razona-
ble para que diseñe los programas específicos que sean del caso
para satisfacer sus obligaciones en materia de ayuda para la esta-
bilización socioeconómica de los desplazados —es decir, le otorga
al Estado un término justo para programar una respuesta razo-
nable en materia de ayuda para la autosubsistencia del desplaza-
do y su familia—.
Ahora bien, dado que el plazo señalado en la ley obedece prin-
cipalmente a las dos razones indicadas, debe la Corte precisar
que existen dos tipos de personas desplazadas que, por sus condi-
ciones particulares, son titulares de un derecho mínimo a recibir
ayuda humanitaria de emergencia durante un periodo de tiempo
mayor al que fijó la ley: se trata de (a) quienes estén en situación
de urgencia extraordinaria, y (b) quienes no estén en condicio-
nes de asumir su autosostenimiento a través de un proyecto de
estabilización o restablecimiento socio económico, como es el caso
de los niños que no tengan acudientes y las personas de la tercera
edad quienes por razón de su avanzada edad o de sus condiciones

78
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

de salud no están en capacidad de generar ingresos; o las mujeres


cabeza de familia que deban dedicar todo su tiempo y esfuerzos
a cuidar a niños menores o adultos mayores bajo su responsabi-
lidad. En estos dos tipos de situación, se justifica que el Estado
continúe proveyendo la ayuda humanitaria requerida para la
subsistencia digna de los afectados, hasta el momento en el cual
la circunstancia en cuestión se haya superado —es decir, hasta
que la urgencia extraordinaria haya cesado, o hasta que los suje-
tos que no estén en posibilidad de cubrir su propio sustento ad-
quieran las condiciones para ello—. Ello deberá evaluarse, nece-
sariamente, en cada caso individual. Advierte la Corte que así
como el Estado no puede suspender abruptamente la ayuda hu-
manitaria de quienes no están en capacidad de autosostenerse,
tampoco pueden las personas esperar que vivirán indefinida-
mente de dicha ayuda.

5. El derecho a la salud (artículo 49 [Constitución Política].)


cuando la prestación del servicio correspondiente sea ur-
gente e indispensable para preservar la vida y la integridad
de la persona ante situaciones de enfermedad o heridas que
les amenacen directamente y prevenir las enfermedades
contagiosas e infecciosas, de conformidad con el principio
19. Ahora bien respecto de los niños y niñas se aplicará el
artículo 44 y en relación con los menores de un año, se apli-
cará el artículo 50 [Constitución Política].
6. El derecho a la protección (artículo 13 [Constitución Políti-
ca]) frente a prácticas discriminatorias basadas en la con-
dición de desplazamiento, particularmente cuando dichas
prácticas afecten el ejercicio de los derechos que se enun-
cian en el principio 22.
7. Para el caso de los niños en situación de desplazamiento,
el derecho a la educación básica hasta los quince años (ar-
tículo 67, inciso 3, [Constitución Política]). Precisa la Sala
que, si bien el principio 23 establece como deber del Esta-
do proveer la educación básica primaria a la población des-
plazada, el alcance de la obligación internacional que allí
se enuncia resulta ampliado por virtud del artículo 67 su-

79
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

perior, en virtud del cual la educación será obligatoria en-


tre los cinco y los quince años de edad, y debe comprender
como mínimo un año de preescolar y nueve de educación
básica. También en virtud de lo dispuesto por la Carta Polí-
tica, no es el Estado el único obligado a garantizar la provi-
sión del servicio educativo en los niveles y a los grupos de
edad referidos; también esta obligación cobija a los padres de
familia o acudientes —quienes no pueden impedir el acceso
de sus hijos a la educación en su lugar de desplazamiento—
y a los menores —que están obligados a asistir a los plante-
les educativos correspondientes—-. Por su parte, el Estado
está obligado, como mínimo, a garantizar la provisión de
un cupo escolar a cada niño desplazado en edad de educa-
ción obligatoria, en un establecimiento educativo público.
Es decir, la obligación mínima del Estado en relación con la
educación de los niños desplazados es la de garantizar su ac-
ceso a la educación a través de la provisión de los cupos que
sean necesarios en entidades públicas o privadas de la zona.
8. En relación con la provisión de apoyo para el autososteni-
miento (artículo 16 [Constitución Política]) por vía de la
estabilización socioeconómica de las personas en condi-
ciones de desplazamiento —obligación estatal fijada por la
Ley 387 de 1997 y deducible de una lectura conjunta de los
Principios Rectores, en especial de los principios 1o., 3o., 4o.,
11 y 18, considera la Corte que el deber mínimo del Estado
es el de identificar con la plena participación del interesado,
las circunstancias específicas de su situación individual y fa-
miliar, su proveniencia inmediata, sus necesidades particu-
lares, sus habilidades y conocimientos, y las posibles alterna-
tivas de subsistencia digna y autónoma a las que puede
acceder en el corto y mediano plazo, con miras a definir sus
posibilidades concretas para poner en marcha un proyecto
razonable de estabilización económica individual, de partici-
par en forma productiva en un proyecto colectivo, o de vincu-
larse al mercado laboral, así como emplear la información
que provee la población desplazada para identificar alterna-
tivas de generación de ingresos por parte de los desplazados.

80
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

Vale la pena precisar que este derecho mínimo de los despla-


zados no obliga a las autoridades a proveer inmediatamente el
soporte material necesario para la iniciación del proyecto pro-
ductivo que se formule o para garantizar su acceso al mercado
laboral con base en la evaluación individual a la que haya lu-
gar; si bien tal apoyo se debe necesariamente materializar a
través de los programas y proyectos que las autoridades
diseñen e implementen para tal fin, el deber mínimo y de inme-
diato cumplimiento que este derecho impone al Estado es el de
acopiar la información que le permita prestar la debida aten-
ción y consideración a las condiciones particulares de cada des-
plazado o familia de desplazados, identificando con la mayor
precisión y diligencia posible sus capacidades personales, para
extraer de tal evaluación unas conclusiones sólidas que faci-
liten la creación de oportunidades de estabilización que respon-
dan a las condiciones reales de cada desplazado, y que puedan a
su turno, ser incorporadas en los planes de desarrollo nacional o
territorial.

9. Finalmente, en relación con el derecho al retorno y al resta-


blecimiento, las autoridades están obligadas a (i) no aplicar
medidas de coerción para forzar a las personas a que vuel-
van a su lugar de origen o a que se restablezcan en otro si-
tio; (ii) no impedir que las personas desplazadas retornen
a su lugar de residencia habitual o se restablezcan en otro
punto del territorio, precisándose que cuando existan con-
diciones de orden público que hagan prever un riesgo para
la seguridad del desplazado o su familia en su lugar de re-
torno o restablecimiento, las autoridades deben advertir
en forma clara, precisa y oportuna sobre ese riesgo a quie-
nes les informen sobre su propósito de regresar o mudarse
de lugar; (iii) proveer la información necesaria sobre las
condiciones de seguridad existentes en el lugar de retorno,
así como el compromiso en materia de seguridad y asisten-
cia socioeconómica que el Estado asumirá para garantizar
un retorno seguro y en condiciones dignas; (iv) abstenerse
de promover el retorno o el restablecimiento cuando tal de-

81
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

cisión implique exponer a los desplazados a un riesgo para


su vida o integridad personal, en razón de las condiciones
de la ruta y del lugar de llegada por lo cual toda decisión
estatal de fomentar el regreso individual o colectivo de
personas desplazadas a su lugar de origen, o su restableci-
miento en otro punto geográfico, debe estar precedida por
un estudio sobre las condiciones de orden público del lugar
al cual habrán de volver, cuyas conclusiones deberán co-
municarse a los interesados en forma previa al acto de re-
tornar o restablecerse.

10. Las órdenes…

10.1. Órdenes para la superación del estado


de cosas inconstitucional…
10.1.2. A lo largo de este proceso se hizo evidente que buena
parte de la población desplazada se le desconoce ese mínimo de
protección que debe ser siempre satisfecho. La tardanza en
atender las solicitudes de los desplazados y el tiempo demasia-
do largo que le toma al Estado proveer la ayuda humanitaria
de emergencia, así como la baja cobertura de los distintos pro-
gramas y la insuficiente información y orientación que reciben
los desplazados, resaltan esa vulneración y la urgencia de
adoptar los correctivos necesarios. Por lo tanto, el Consejo Na-
cional de Atención Integral a la Población Desplazada, en un
plazo máximo de 6 meses, contados a partir de la comunicación
de la presente sentencia, deberá concluir las acciones encamina-
das a que todos los desplazados gocen efectivamente del mínimo
de protección de sus derechos a que se hizo referencia en el
apartado 9 de esta sentencia…
10.1.4. Otra de las quejas frecuentes contra la política de
atención a los desplazados y detectado por la Sala al examinar
los expedientes objeto de revisión, consiste en que con frecuen-
cia las autoridades encargadas de atenderlos no se aseguran
que estas personas reciban un trato digno y respetuoso de sus
derechos, lo cual resulta contrario al deber de protección consti-

82
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

tucional de los derechos previsto en el artículo 2 de la Carta y a


los principios que orientan la política de atención a la población
desplazados plasmados en el artículo 2o. de la Ley 387 de 1997.
En efecto, de los expedientes se deduce que algunos funciona-
rios administrativos los someten a un eterno peregrinaje insti-
tucional y a trámites innecesarios, no les dan información opor-
tuna y completa acerca de sus derechos o simplemente ignoran
sus solicitudes. A este problema contribuye el hecho que quien
adquiere la condición de desplazado en razón de la violencia no
conoce sus derechos derivados de dicha condición. De tal mane-
ra que se ordenará a la Red de Solidaridad Social que instruya
a las personas encargadas de atender a los desplazados para
que les informen de manera inmediata, clara y precisa cuáles
son los derechos orientados a garantizarles un tratamiento dig-
no por parte de las autoridades y verifique que ello realmente
suceda. Estos derechos han sido desarrollados por la ley y con-
forman una carta de derechos básicos de toda persona que ha
sido víctima de desplazamiento forzado interno. Así, a cada des-
plazado se le informará que:

1. Tiene derecho a ser registrado como desplazado, solo o con


su núcleo familiar.
2. Conserva todos sus derechos fundamentales y por el hecho
del desplazamiento no ha perdido ninguno de sus derechos
constitucionales sino que por el contrario es sujeto de es-
pecial protección por el Estado;
3. Tiene derecho a recibir ayuda humanitaria inmediatamente
se produzca el desplazamiento y por el término de 3 meses,
prorrogables por 3 meses más y que tal ayuda comprende,
como mínimo, a) alimentos esenciales y agua potable, (b) alo-
jamiento y vivienda básicos, (c) vestido adecuado, y (d) servi-
cios médicos y sanitarios esenciales;
4. Tiene derecho a que se le entregue el documento que lo
acredita como inscrito en una entidad promotora de salud,
a fin de garantizar su acceso efectivo a los servicios de aten-
ción en salud;

83
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

5. Tiene derecho a retornar en condiciones de seguridad a su


lugar de origen y sin que se le pueda obligar a regresar o a
reubicarse en alguna parte específica del territorio nacional;
6. Tiene derecho a que se identifiquen, con su plena partici-
pación, las circunstancias específicas de su situación per-
sonal y familiar para definir, mientras no retorne a su lu-
gar de origen, cómo puede trabajar con miras a generar
ingresos que le permita vivir digna y autónomamente.
7. Tiene derecho, si es menor de 15 años, a acceder a un cupo
en un establecimiento educativo.
8. Estos derechos deben ser inmediatamente respetados por
las autoridades administrativas competentes, sin que és-
tas puedan establecer como condición para otorgarle di-
chos beneficios que interponga acciones de tutela, aunque
está en libertad para hacerlo;
9. Como víctima de un delito, tiene todos los derechos que la
Constitución y las leyes le reconocen por esa condición
para asegurar que se haga justicia, se revele la verdad de
los hechos y obtenga de los autores del delito una repara-
ción.

Si bien esta carta de derechos del desplazado no implica que


sus demás derechos puedan ser desconocidos, ni que el despla-
zado obtenga, por conocer dicha carta, una protección automá-
tica de sus derechos básicos, sí garantiza, por lo menos, que se le
provea información oportuna y completa sobre los deberes de las
autoridades y respecto de la especial protección que ha de recibir
por el hecho del desplazamiento…
Para asegurar el cumplimiento de estas órdenes por parte de
las distintas autoridades, se comunicará la presente sentencia
al defensor del Pueblo y al procurador general de la Nación
para que, dentro de la órbita de sus competencias, efectúen un
seguimiento del cumplimiento del presente fallo y vigilen la ac-
tuación de las autoridades.

84
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

IV. DECISIÓN

En mérito de lo anterior, la Sala Tercera de Revisión de la


Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,

Resuelve

PRIMERO. Declarar la existencia de un estado de cosas in-


constitucional en la situación de la población desplazada debido
a la falta de concordancia entre la gravedad de la afectación de
los derechos reconocidos constitucionalmente y desarrollados
por la ley, de un lado, y el volumen de recursos efectivamente
destinado a asegurar el goce efectivo de tales derechos y la ca-
pacidad institucional para implementar los correspondientes
mandatos constitucionales y legales, de otro lado.
SEGUNDO. Comunicar, por medio de la Secretaría General, di-
cho estado de cosas inconstitucional al Consejo Nacional para la
Atención Integral a la Población Desplazada por la Violencia,
para que dentro de la órbita de su competencia y en cumpli-
miento de sus deberes constitucionales y legales verifique la
magnitud de esta discordancia y diseñe e implemente un plan
de acción para superarla dando especial prioridad a la ayuda
humanitaria dentro de los plazos que a continuación se indican:

a. A más tardar el 31 de marzo de 2004, el Consejo Nacional


para la Atención Integral a la Población Desplazada por la
Violencia habrá de (i) precisar la situación actual de la po-
blación desplazada inscrita en el Sistema Único de Registro,
determinando su número, ubicación, necesidades y derechos
según la etapa de la política correspondiente; (ii) fijar la di-
mensión del esfuerzo presupuestal que es necesario para
cumplir con la política pública encaminada a proteger los de-
rechos fundamentales de los desplazados; (iii) definir el por-
centaje de participación en la apropiación de recursos que co-
rresponde a la Nación, a las entidades territoriales y a la
cooperación internacional; (iv) indicar el mecanismo de con-
85
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

secución de tales recursos, y (v) prever un plan de contin-


gencia para el evento en que los recursos provenientes de
las entidades territoriales y de la cooperación internacional
no lleguen en la oportunidad y en la cuantía presupuesta-
das, a fin de que tales faltantes sean compensados con
otros medios de financiación.
b. Dentro del año siguiente a la comunicación de la presente
sentencia, el director de la Red de Solidaridad Social, los
ministros de Hacienda y Crédito Público y del Interior y de
Justicia, así como el director del Departamento Nacional de
Planeación y los demás miembros del Consejo Nacional
para la Atención Integral a la Población Desplazada por la
Violencia, realizarán todos los esfuerzos necesarios para
asegurar que la meta presupuestal por ellos fijada se lo-
gre. Si dentro del lapso de ese año, o antes, resulta eviden-
te que no es posible asignar el volumen de recursos esta-
blecido, deberán (i) redefinir las prioridades de esa política
y (ii) diseñar las modificaciones que será necesario intro-
ducir a la política estatal de atención a la población des-
plazada. En todo caso, para la adopción de estas decisiones,
deberá asegurarse el goce efectivo de los mínimos de los
cuales depende el ejercicio del derecho a la vida en condicio-
nes de dignidad, señalado en la sección 9 de esta sentencia.
c. Ofrecer a las organizaciones que representan a la pobla-
ción desplazada oportunidades para participar de manera
efectiva en la adopción de las decisiones que se tomen con
el fin de superar el estado de cosas inconstitucional e in-
formarles mensualmente de los avances alcanzados.

TERCERO. Comunicar, por medio de la Secretaría General,


el estado de cosas inconstitucional al Ministro del Interior y de la
Justicia, para que promueva que los gobernadores y alcaldes
a que se refiere el artículo 7o. de la Ley 387 de 1997, adopten
las decisiones necesarias para asegurar que exista coherencia
entre las obligaciones, constitucional y legalmente definidas,
de atención a la población desplazada a cargo de la respectiva
entidad territorial y los recursos que debe destinar para pro-

86
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

teger efectivamente sus derechos constitucionales. En la adop-


ción de tales decisiones ofrecerán oportunidades suficientes de
participación efectiva a las organizaciones que representen los
intereses de la población desplazada. Las decisiones adopta-
das serán comunicadas al Consejo Nacional a más tardar el 31
de marzo de 2004.
CUARTO. Ordenar al Consejo Nacional para la Atención Inte-
gral a la Población Desplazada por la Violencia que dentro de
los 3 meses siguientes a la comunicación de la presente senten-
cia, adopte un programa de acción, con un cronograma preciso,
encaminado a corregir las falencias en la capacidad institucio-
nal, por lo menos, en lo que respecta a las que fueron expuestas
en los informes aportados al presente proceso y resumidas en
el apartado 6 y el Anexo 5 de esta sentencia.
QUINTO. Ordenar al Consejo Nacional de Atención Integral
a la Población Desplazada, que en un plazo máximo de 6 me-
ses, contados a partir de la comunicación de la presente sen-
tencia, concluya las acciones encaminadas a que todos los des-
plazados gocen efectivamente del mínimo de protección de sus
derechos a que se hizo referencia en el apartado 9 de esta sen-
tencia.
SEXTO. Comunicar, por Secretaría General, la presente sen-
tencia al Ministro de Hacienda y Crédito Público, y al director
del Departamento Nacional de Planeación, para lo de su com-
petencia.
SÉPTIMO. Comunicar, por Secretaría General, la presente sen-
tencia a la ministra de Relaciones Exteriores, para lo de su com-
petencia.
OCTAVO. Prevenir a todas las autoridades nacionales y territo-
riales responsables de la atención a la población desplazada en
cada uno de sus componentes, que en lo sucesivo se abstengan
de incorporar la interposición de la acción de tutela como requi-
sito para acceder a cualquiera de los beneficios definidos en la
ley. Tales servidores públicos deberán atender oportuna y eficaz-
mente las peticiones, en los términos de la orden décima de esta
sentencia.

87
ESTÁNDARES DE PROTECCIÓN DE DESPLAZADOS

NOVENO. Comunicar la presente sentencia al director de la


Red de Solidaridad Social para lo de su competencia y orde-
narle que instruya a las personas encargadas de atender a los
desplazados, para que les informen de manera inmediata, clara
y precisa la carta de derechos básicos de toda persona que ha
sido víctima de desplazamiento forzado interno señalada en el
apartado 10.1.4. de esta sentencia y establezca mecanismos para
verificar que ello realmente suceda…
DÉCIMO TERCERO. Ordenar a la Red de Solidaridad Social y
a las Secretarías de Salud de las entidades territoriales en las
cuales se encuentren ubicados los accionantes, para que en el
plazo máximo de 15 días contados a partir de la notificación
de la presente tutela, adelanten de manera coordinada, si aún
no lo han hecho, todas las acciones necesarias para garantizar
el acceso efectivo de los accionantes al sistema de salud, y se
les garantice el suministro de los medicamentos que requieran
para su tratamiento…
DÉCIMO OCTAVO. Comunicar la presente decisión al señor
defensor del Pueblo para que directamente o a través de su de-
legado, efectúe un seguimiento de la manera como se dé cum-
plimiento a las órdenes contenidas en los numerales anteriores
y si lo considera del caso, informe a la opinión sobre los avan-
ces y las dificultades encontradas…
VIGÉSIMO. Comunicar la presente decisión al defensor del
Pueblo dentro de la órbita de sus competencias, haga un segui-
miento del cumplimiento del presente fallo.
VIGÉSIMO PRIMERO. Comunicar la presente decisión al pro-
curador general de la Nación, para que, dentro de la órbita de
sus competencias, haga un seguimiento del cumplimiento del
presente fallo y vigile la actuación de las autoridades…
Por Secretaría General, líbrense las comunicaciones de que
trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.

88
MEDIDAS PROVISIONALES: SUS CONSECUENCIAS
EN EL ÁMBITO INTERNO

Sinopsis: La Corte Constitucional de Colombia resuelve una ac-


ción de tutela relativa a derechos de personas pertenecientes a la
Comunidad de Paz de San José de Apartadó. La Corte Interameri-
cana de Derechos Humanos había dictado medidas provisionales
respecto a la situación de dicha comunidad. El tribunal colombiano
consideró que lo anterior constituía un hecho particularmente rele-
vante que no había sido ponderado adecuadamente por los tribu-
nales de la causa. Señaló que la acción de tutela constituye un re-
medio judicial idóneo para exigir el cumplimiento de medidas
provisionales. Asimismo, determinó que la existencia de medi-
das de este género basta, al menos, para colegir la existencia de
indicios sobre la amenaza a derechos fundamentales. Con base
en este entendimiento ordenó el cumplimiento de las medidas dic-
tadas por el tribunal interamericano.

Synopsis: The Constitutional Court of Colombia resolved an action


for judicial protection (acción de tutela) related to the rights of
the people from the San José de Apartadó Peace Community. The
Inter-American Court of Human Rights had ordered provisional
measures regarding the situation of said community. The Constitu-
tional Court found that said provisional measures constituted a
particularly important fact that had not been adequately weighed
by the lower tribunals. The Constitutional Court indicated that an
action for judicial protection (acción de tutela) constituted a judi-
cial remedy suitable to demand compliance with the provisional
measures. Furthermore, it determined that the existence of this type
of measure was enough, at least, to infer that there was evidence of
a threat to fundamental rights. Based on this understanding, the
Constitutional ordered the State to comply with the provisional
measures ordered by the Inter-American Court.

89 Diálogo Jurisprudencial
Núm. 2, enero-julio de 2007
CORTE CONSTITUCIONAL
DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA

SENTENCIA T-327/04 (EXPEDIENTE T-809746)


–15 DE ABRIL DE 2004

CASO ACCIÓN DE TUTELA INSTAURADA


POR JAVIER GIRALDO MORENO, S.J., COADYUVADA
POR LA DEFENSORIADEL PUEBLO, CONTRA
EL GENERAL PAUXELINO LATORRE GAMBOA,
COMANDANTE DE LA XVII BRIGADA DEL EJÉRCITO
NACIONAL, CON SEDE EN CAREPA, ANTIOQUIA

Bogotá, D. C., quince (15) de abril de dos mil cuatro (2004).


La Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, en
ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, ha pro-
ferido la siguiente:

SENTENCIA

En el proceso de revisión del fallo adoptado por el Tribunal Su-


perior de Antioquia, Sala de decisión penal, de fecha 10 de julio
de 2003, en la acción de tutela presentada por Javier Giraldo
Moreno, S.J, coadyuvada por la Defensoría del Pueblo, contra
el general Pauxelino Latorre Gamboa, comandante de la XVII
Brigada del Ejército Nacional…

I. ANTECEDENTES

El día 25 de febrero de 2003, el actor presentó acción de tute-


la ante la Corte Suprema de Justicia, entidad que la remitió,
91
MEDIDAS PROVISIONALES: CONSECUENCIAS

por competencia, a los Juzgados Penales del Circuito de Aparta-


dó, Antioquia.
El actor actúa como agente oficioso, de las siguientes perso-
nas pertenecientes a la Comunidad de Paz de San José de
Apartado: Wilson David Higuita; Eduar Lancheros Jiménez;
Arturo David Usuga; Amanda Usuga Piedrahita; Rodrigo Ro-
dríguez Areiza; Lubián de Jesús Tuberquia Sepúveda; Luis
Eduardo Guerra Guerra; Gildardo Tuberquia Usuga; Alberto
George Gañan; Jesús Emilio Tuberquia; Javier Antonio Sán-
chez Higuita y Marina Osorio, con el fin de que se les protejan
los derechos a la vida, a la integridad personal, a la seguridad
jurídica, al buen nombre, a la honra, a un debido proceso y a la
libertad, pues, los derechos fundamentales de ellos han sido
puestos en alto riesgo por el General Pauxelino Latorre Gam-
boa, comandante de la XVII Brigada de Carepa, Antioquia,
según los hechos que se resumen así:…

1.7 Pretende lo siguiente:


Como podrán deducirlo fácilmente los honorables magistrados,
la protección de la vida y demás derechos fundamentales de los
miembros de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó no po-
drán ser eficaces, dados los hechos referidos, si el señor presidente
de la República no interviene a fondo a la Brigada XVII, como co-
mandante en jefe que es de las Fuerzas Armadas, y si no se exami-
na y corrige los métodos perversos que estos hechos revelan. Esto
exige a la vez una depuración profunda del personal de la Brigada
XVII, particularmente el cambio de su comandante y de todo el
personal relacionado con las actividades de inteligencia, con el fin
de que dichos cargos comiencen a ser ejercidos por funcionarios que
acaten la Constitución y las leyes.
Solicito, además, de la manera más encarecida, a los honorables
magistrados, decretar medidas eficaces u ordenar las acciones jurí-
dicas pertinentes con el fin de sancionar y erradicar la práctica de
compra de testigos con dineros del Tesoro público, y por parte de fun-
cionarios públicos;…

Dado que las medidas de protección que ordinariamente


ofrece el Estado colombiano, como es la presencia de la fuerza
pública, para el caso presente podría aumentar el riesgo en lu-

92
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

gar de disminuirlo, ruego a los honorables magistrados tener


en cuenta el requerimiento hecho al gobierno de Colombia por
la honorable Corte Interamericana de Derechos Humanos, en
su Resolución del 18 de junio de 2002, en estos términos:

6. Requerir al Estado que continúe dando participación a los bene-


ficiarios de las medidas provisionales o sus representantes en la
planificación e implementación de dichas medidas y que, en gene-
ral, los mantenga informados sobre el avance de las medidas dicta-
das por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
7. Requerir al Estado que, de común acuerdo con los beneficia-
rios o sus representantes, establezca un mecanismo de supervisión
continua y de seguridad permanente en la Comunidad de Paz de
San José de Apartadó, de conformidad con los términos de la pre-
sente Resolución.
…Solicito encarecidamente… que ordenen una revisión de los
informes de inteligencia elaborados por la Brigada XVII que afec-
ten a miembros de la Comunidad como tal, con participación de la
Procuraduría General de la Nación, de la Defensoría del Pueblo, de
la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
derechos humanos y de un comisionado designado por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (fls. 8 y 9)…

II. CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS

1. Competencia
La Corte es competente para conocer de esta demanda, en
virtud de lo dispuesto en los artículos 86 y 241, numeral 9, de
la Constitución Política y en los artículos 33 a 35 del Decreto
2591 de 1991.

2. Lo que se discute
2.1 Se debe examinar si es procedente la acción de tutela en-
caminada a solicitar la protección de los derechos fundamenta-
les a la vida, a la integridad personal, a la seguridad jurídica,
al buen nombre, a la honra, a un debido proceso y a la libertad
de los integrantes de la Comunidad de Paz de San José de
93
MEDIDAS PROVISIONALES: CONSECUENCIAS

Apartadó, de Antioquia, porque, consideran que sus derechos


han sido puestos en alto riesgo por el general Pauxelino Lato-
rre Gamboa, comandante de la XVII Brigada del Ejército Na-
cional, con sede en Carepa, Antioquia, no obstante que la Corte
Interamericana de Derechos Humanos profirió medidas caute-
lares en favor de esta Comunidad, según lo dispuso la Resolu-
ción del 18 de junio de 2002.
El demandante, Javier Giraldo Moreno S.J, coadyuvado
por la Defensoría del Pueblo, manifiesta que se han dado
graves hechos que indican que se está llevando a cabo un
plan desde la Brigada XVII encaminado a desprestigiar y eli-
minar a los integrantes de la Comunidad de Paz. Prueba de
ello fueron los sucesos ocurridos con el integrante de la Co-
munidad, Lubián Tuberquia, a quien, el día 7 de febrero de
2003, 2 personas vestidas de civil, que se identificaron como el
general y el teniente le propusieron que para que fuera excluido
de la lista de “milicianos”, que para ellos son quienes colaboran
con la guerrilla, debía trabajar con el Ejército, acusando a los
líderes de la Comunidad de Paz, lo que no aceptó. Además, en
la misma reunión vio en una lista a los nombres de miembros
de la Comunidad y oyó cómo se concertaba un plan para que sus
líderes fueran sometidos a procesos judiciales, que implicaran
privación de la libertad o si esta estrategia fallaba, esas mismas
personas fueran asesinadas por los paramilitares. La denuncia
sobre estos hechos la realizó Lubián Tuberquia ante la Fiscalía
General de la Nación, Unidad Nacional de Derechos Humanos y
Derecho Internacional Humanitario, en la ciudad de Bogotá, el
día 21 de febrero de 2003. Denuncia que obra a folios 60 a 63.
De allí que para el demandante, los hechos ocurridos en el
retén que se realizó el día 12 de febrero de 2003, en la carrete-
ra entre Apartadó y San José de Apartadó, en el que fueron
capturadas 9 personas, varias son integrantes de la Comuni-
dad de Paz, y una de ellas, continúa privada de la libertad, por
haber encontrado en el vehículo de servicio público en que se
transportaban, una caja con explosivos y un papel escrito a
mano dirigido a una persona llamada Amanda, le dan el con-
vencimiento de que el plan está en ejecución, dadas las extra-

94
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

ñas circunstancias que se presentaron para “encontrar” el pa-


quete. Lo que más preocupa al demandante es la que denomina
“práctica de compra de testigos” y para la población, la manera
como se conforman las “listas de milicianos”, al parecer, a par-
tir de las retenciones de documentos de identidad.
2.2 El General demandado negó los hechos. Manifestó que no
sólo no conoce a Lubián Tuberquia, sino que no conoce a los inte-
grantes de la Comunidad de Paz, ni ha tenido trato privado o
institucional con ellos. Además, la descripción del supuesto ge-
neral que obra en la denuncia ante la Fiscalía no corresponde a
él. El retén que se realizó el 12 de enero de 2003, es una activi-
dad normal dentro del desarrollo de la misión institucional del
Ejército. Los retenidos fueron puestos a las órdenes de la Fisca-
lía y recibieron buen trato, tal como se prueba en las constancias
que firmaron los detenidos y que adjuntó a su respuesta. Expre-
só, además, que las medidas cautelares de protección impartidas
por los organismos internacionales, no impiden que si los miem-
bros de la Comunidad de Paz incurren en hechos delictuosos, de-
ben ser puestos a disposición de la autoridad judicial competen-
te. En relación con la retención de documentos de identidad,
manifestó que sólo ocurre cuando existe expresa orden.
2.3 Los jueces de instancia no concedieron esta acción de tute-
la. El a quo consideró que los hechos relatados por el demandan-
te corresponden a típicas conductas punibles y a faltas discipli-
narias que, de ser ciertas, deben ser conocidas por la justicia
penal militar, la justicia ordinaria o la disciplinaria. Además, no
es del juez de tutela invadir esferas sobre las que constitucional-
mente no es competente, ni puede intervenir en una investiga-
ción penal. Consideró, además, que los hechos que originaron la
acción, carecen de sustento probatorio.
El ad quem confirmó esta decisión en todas sus partes. En
relación con la persona que continúa detenida con ocasión del
retén, Amanda Usuga, y la compra de testigos, comparte tam-
bién lo expresado por el a quo, en el sentido de que en el proce-
so respectivo debe demostrarse este hecho.
2.4 De este apretado recuento de los hechos, para la Sala de
Revisión salta a la vista que: ni el a quo ni el ad quem se refirie-

95
MEDIDAS PROVISIONALES: CONSECUENCIAS

ron a un tema de especial trascendencia en esta acción de tutela,


que son las “medidas provisionales” solicitadas por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos con el caso de la Comu-
nidad de Paz de San José de Apartadó, según la Resolución del
18 de junio de 2002, y que fue una de las pruebas aportadas por
el demandante.
En efecto, la Corte Constitucional, antes de examinar el caso
concreto y determinar la procedencia o no de esta acción de tute-
la, y si les asistió razón a los jueces en la denegación que hicieron,
habrá de referirse a la Resolución en mención y las obligaciones
que adquirió el Estado colombiano con este requerimiento de pro-
tección a la Comunidad de Paz de San José de Apartadó.

3. Contenido general de la Resolución de la Corte


Interamericana de Derechos Humanos, de 18 de junio
de 2002 (fls. 17 a 37). Reiteración de la jurisprudencia
expuesta en la sentencia T-558 de 2003
y en otras providencias

3.1 Contenido de la Resolución de la Corte


Interamericana de Derechos Humanos,
del 18 de junio de 2002 (fls. 17 a 30)

Esta Resolución estableció “medidas provisionales solicita-


das por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos res-
pecto de Colombia”, en relación con el “Caso de la Comunidad
de Paz de San José de Apartadó”.
La primera parte de la Resolución corresponde a vistos, que
se divide en los siguientes puntos:
a) El punto primero señala que este pronunciamiento de la
Corte se origina en el escrito de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, del 3 de octubre de 2000, con el cual se ele-
vó solicitud de medidas provisionales a favor de los miembros de
la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, departamento
de Antioquia, con el fin de que se les proteja su vida e integridad
personal, en relación con el caso No. 12.325, pues la Comisión ex-
presó que los residentes de dicha Comunidad “han sido objeto de
96
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

graves actos de violencia y hostigamiento por parte de grupos pa-


ramilitares de la zona” de los que “sentían también responsables
miembros del Ejército de Colombia. En particular, la Comisión
comunicó a la Corte que ha sido informada del asesinato de 47 de
los miembros de la Comunidad en un periodo de 9 meses (fl. 17).
b) El segundo, cita la Resolución del presidente de la Corte, de
fecha 9 de octubre de 2000, en la que requirió al Estado colombia-
no adoptar sin dilación, las medidas necesarias para proteger la
vida e integridad personal de las personas allí mencionadas. Enu-
mera con sus nombres a 188 personas.
En esta Resolución se establecieron, además, unas obligaciones
al Estado colombiano de informar periódicamente sobre las medi-
das adoptadas y se citó a una audiencia pública, en la sede de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, el día 16 de no-
viembre de 2000.
c) La Resolución de la Corte Interamericana de fecha 24 de no-
viembre de 2000, resolvió ratificar en todas sus partes la Resolu-
ción del 9 de 2000.
Señala la Resolución que el Estado colombiano presentó los in-
formes en relación con las medidas que ha adoptado para el cum-
plimiento de la Resolución del 24 de noviembre de 2000, en las si-
guientes fechas: 24 de enero, 23 de marzo, 4 de junio, 6 de agosto,
8 de octubre y 7 de diciembre de 2001, y 8 de febrero y 2 de mayo
de 2002.
Asimismo, puso de presente los escritos de la Comisión Intera-
mericana de fechas 22 de julio, 2 de diciembre de 2001, 19 de
marzo, 1o. de abril y 10 de mayo de 2002, entre otras, en los que
la Comisión informó sobre varios hechos acaecidos en la Comuni-
dad de Paz de San José de Apartadó, con posterioridad de las me-
didas provisionales.
Para la Comisión, dada la gravedad de la situación, también
se debe garantizar el transporte público con alimentos necesa-
rios para el consumo de la comunidad y brindar el apoyo necesa-
rio a la Comunidad de Paz frente a la opinión pública y las fuer-
zas de seguridad que operan a nivel local y deben velar por su
seguridad. La Comisión detalló la ocurrencia de 22 hechos relati-

97
MEDIDAS PROVISIONALES: CONSECUENCIAS

vos con la situación que padece la Comunidad de Paz, entre el 15


de diciembre de 2001 y el 6 de mayo de 2002.
d) Resolución del presidente de la Corte Interamericana de
fecha 26 de abril de 2002, que resolvió convocar a la Comisión y
al Estado colombiano a una audiencia pública en la sede de la
Corte, el 13 de junio de 2002.
La audiencia se realizó con presencia del Estado colombiano
y de la Comisión Internacional de Derechos Humanos, cada
parte presentó sus alegatos. Es de observar que dentro de los
argumentos del Estado colombiano, éste reconoce que las medi-
das “no han sido las más óptimas o las más eficientes en
términos de seguridad” (fl. 25).
e) Hasta aquí los vistos de la Resolución. Ahora se menciona-
rán las consideraciones, así:
En las consideraciones se lee que las 188 personas a las que
se aludió en las anteriores Resoluciones se encuentran en si-
tuación de grave peligro por su pertenencia a la Comunidad de
Paz y están determinadas, pero además, estima que hay otras
personas que también están en situación de riesgo, y que aun
cuando no están determinadas, pueden serlo, y se trata de
quienes prestan el servicio público de transporte, pues la ma-
yoría de los actos de violencia se han presentado en la carrete-
ra que conduce de Apartadó a San José de Apartadó, en la ter-
minal de transporte de Apartadó y en el sitio Tierra Amarilla.
Por lo que para la Corte Interamericana, se deben proteger
no sólo los derechos de los miembros de la Comunidad de Paz,
sino también, las personas que tengan un vínculo de servicio
con esta Comunidad, a la luz de la Convención Americana y en
el derecho internacional humanitario.
Por todas estas razones, la Corte Interamericana, en la Reso-
lución del 18 de junio de 2002, determinó:

RESUELVE:
1. Requerir al Estado que mantenga las medidas que sean nece-
sarias para proteger la vida e integridad personal de todos los
miembros de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, en los
términos de la Resolución del presidente de la Corte de 9 de octu-

98
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

bre de 2000 y la Resolución de la Corte Interamericana de Dere-


chos Humanos de 24 de noviembre de 2000.
2. Requerir al Estado que adopte las medidas que sean necesa-
rias para proteger la vida e integridad personal de todas las perso-
nas que prestan servicios a los miembros de la Comunidad de Paz
de San José de Apartadó, en los términos de los considerandos oc-
tavo, noveno y décimo primero de la presente Resolución.
3. Requerir al Estado que investigue los hechos que motivan la
ampliación de estas medidas provisionales, con el fin de identificar
a los responsables e imponerles las sanciones correspondientes.
4. Requerir al Estado que mantenga cuantas medidas sean necesa-
rias para asegurar que las personas beneficiadas con las presentes
medidas puedan seguir viviendo en su residencia habitual y continúe
asegurando las condiciones necesarias para que las personas de la
Comunidad de Paz de San José de Apartadó, que se hayan visto for-
zadas a desplazarse a otras zonas del país, regresen a sus hogares.
5. Requerir al Estado que garantice las condiciones de seguridad
necesarias en la ruta entre San José de Apartadó y Apartadó en al
terminal de transporte en el sitio conocido como Tierra Amarilla, tan-
to para que los transportes públicos de personas no sean objeto de
nuevos actos de violencia, tales como los descritos en la presente Re-
solución (supra visto 6 y 13), así como para asegurar que los miem-
bros de la Comunidad de Paz reciban y puedan transportar de mane-
ra efectiva y permanente productos, provisiones y alimentos.
6. Requerir al Estado que continúe dando participación a los bene-
ficiarios de las medidas provisionales o sus representantes en la pla-
nificación e implementación de dichas medidas y que, en general, los
mantenga informados sobre el avance de las medidas dictadas por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos.
7. Requerir al Estado que, de común acuerdo con los beneficia-
rios o sus representantes, establezca un mecanismo de supervi-
sión continua y de seguridad permanente en la Comunidad de Paz
de San José de Apartadó, de conformidad con los términos de la
presente Resolución.
8. Requerir al Estado que continúe presentando a la Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos, cada dos meses a partir de la notifi-
cación de la presente Resolución, informes sobre las medidas provisio-
nales que haya adoptado en cumplimiento de ésta.
9. Requerir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
que continúe presentando sus observaciones a los informes del Estado
dentro de un plazo de seis semanas a partir de su recepción.

99
MEDIDAS PROVISIONALES: CONSECUENCIAS

10. Notificar la presente Resolución al Estado y a la Comisión Inte-


ramericana de Derechos Humanos (fls. 28 y 29).

Junto con esta Resolución está el voto concurrente, del juez


Antonio A. Cancado Trindade, que contiene reflexiones persona-
les sobre el alcance de lo decidido por la Corte Interamericana,
por considerar el caso de la Comunidad de Paz de San José de
Apartadó es de gran trascendencia desde la óptica jurídica.

3.2 Reiteración de jurisprudencia:


Sentencia T-558 de 2003

Por haber sido objeto de medidas cautelares la Comunidad de


Paz de San José de Apartadó, por un organismo internacional de
derechos humanos, resulta del todo pertinente aludir a la Sen-
tencia T-558 de 2003, magistrada ponente, doctora Clara Inés
Vargas Hernández.
En efecto, la Corte Constitucional en esta Sentencia abordó
la procedencia de la acción de tutela para hacer efectivas las
medidas cautelares decretadas por un órgano internacional de
protección de los derechos humanos, en ese caso, la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos. En el asunto bajo estu-
dio, el pronunciamiento corresponde a la propia Corte Intera-
mericana, acogiendo una solicitud de la Comisión.
En la Sentencia T-558 en mención, se estudió la naturaleza
jurídica de los actos proferidos por las organizaciones interna-
cionales y, en particular, lo concerniente a las medidas cautela-
res allí decretadas; la forma como se incorporan las medidas
cautelares al ordenamiento jurídico colombiano; las autorida-
des públicas internas que están llamadas a participar en la eje-
cución de las medidas; y, si procede la acción de tutela para ga-
rantizar la eficacia de las medidas cautelares.
3.2.1 Sobre la naturaleza jurídica de las medidas cautelares,
la Sentencia realizó un profundo análisis histórico sobre las
fuentes del derecho internacional público y la evolución del
mismo, que sirvieron como modelos del sistema interamerica-
no de protección. De acuerdo con el análisis, llegó a la conclu-

100
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

sión de que se trata de un acto jurídico, mediante el cual se


conmina al Estado demandado para que adopte todas las medi-
das judiciales o administrativas necesarias, con el fin de que
cese la amenaza que pesa sobre un derecho humano. Explicó la
Sentencia:

Por lo demás, la naturaleza jurídica de las medidas cautelares sigue


siendo la misma, es decir, se trata de un acto jurídico adoptado por un
organismo internacional de protección de los derechos fundamentales
mediante el cual se conmina al Estado demandado para que adopte,
en el menor tiempo posible, todas las medidas necesarias, de orden
administrativo o judicial, a fin de que cese una amenaza que se cierne
sobre un derecho humano determinado. La práctica de la [Comisión
Interamericana de Derechos Humanos] CIDH en la materia muestra
además que tales medidas, decretadas por un órgano de naturaleza
cuasijurisdiccional, pueden ser adoptadas en el curso de un proceso
que se adelante contra un Estado parte o incluso sin que haya sido
presentada aún la demanda, es decir, como una especie de medida
cautelar previa.

3.2.2 Respecto de la incorporación y efecto de las medidas cau-


telares decretadas por un organismo internacional, señaló la
providencia en mención, que dado que el Estado colombiano es
parte en el Pacto de San José de Costa Rica, la medida cautelar
debe ser examinada de buena fe por las autoridades y su fuerza
vinculante en el derecho interno va aparejada del cumplimiento
de los deberes constitucionales que las autoridades públicas de-
ben cumplir. Señaló también:

Aunado a lo anterior, es necesario tomar en consideración que las


medidas cautelares aluden no a situaciones generalizadas de viola-
ciones de los derechos humanos en un Estado sino a casos concretos,
particularizados, con beneficiarios determinados, que apuntan a sal-
vaguardar los derechos a la vida e integridad personal de éstos, ra-
zón por la cual, no es de recibo el argumento de que el Estado desti-
natario de las medidas cautelares goce de absoluta liberalidad para
cumplir o no lo decidido por la CIDH, tanto menos y en cuanto el
otorgamiento de aquéllas no constituye prejuzgamiento sobre el fon-
do de la cuestión.

101
MEDIDAS PROVISIONALES: CONSECUENCIAS

3.2.3 En cuanto a cuáles autoridades públicas colombianas


son las llamadas a ejecutar las medidas cautelares, la senten-
cia tantas veces mencionada adelantó un minucioso estudio
normativo de las distintas autoridades públicas que tienen al-
guna competencia o relación con el tema y en especial para que
se produzca la protección. Desde esta perspectiva, la Sentencia
señaló :

En suma, en Colombia la correcta ejecución de las medidas caute-


lares que han sido decretadas por la CIDH depende de la eficacia
que presente, de conformidad con la naturaleza que ofrezcan, la la-
bor desarrollada por determinadas autoridades públicas, de los ór-
denes nacional, departamental o municipal, bien sean de coordina-
ción del sistema, como es el caso del Ministerio de Relaciones
Exteriores o de ejecución de las mismas en los ámbitos administra-
tivo, judicial o disciplinario.

3.2.4 Finalmente, en lo que concierne a la procedencia de la


acción de tutela para conminar a las autoridades públicas para
que cumplan lo dispuesto en unas medidas cautelares, la Corte
en esa oportunidad consideró que la acción de tutela puede ser
el mecanismo adecuado para impartir las órdenes correspon-
dientes contra las autoridades que en un determinado asunto
hubieren incumplido con sus deberes constitucionales.

3.3 La acción de tutela para la protección


del derecho fundamental a la vida
frente, la exigencia de pruebas y el papel
del juez de tutela en estos casos

El criterio consolidado de la Corte en esta materia, consiste


en que precisamente por tratarse de una acción de protección
de derechos fundamentales, la ritualidad de las pruebas tal
como se exige en los procesos ordinarios, es objeto de aprecia-
ción del juez constitucional, pues, precisamente, se trata de que
en un breve lapso de tiempo adopte las medidas conducentes
para la protección inmediata de los derechos constitucionales
fundamentales “cuando quiera que estos resulten vulnerados o
102
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

amenazados por la acción u omisión de cualquier autoridad pú-


blica” (artículo 86 de la Constitución).
Resulta pertinente recordar sobre esta nueva perspectiva
constitucional para abordar las acciones de tutela por parte de
los jueces, pues de lo contrario, la acción se reducirá a un meca-
nismo adicional e insuficiente de protección. Señaló la Senten-
cia T-525 de 1992:

2. La constitucionalización concreta del ordenamiento nacional.


Una despreocupación semejante por las responsabilidades de los
funcionarios del Estado y la protección de los derechos fundamen-
tales, tiene su origen en la ausencia de una nueva perspectiva
constitucional en la argumentación de los procesos de tutela que
los jueces y tribunales realizan. Mientras el tema de los derechos
fundamentales no sea interpretado bajo una perspectiva constitu-
cional, la acción de tutela se reducirá a un mecanismo adicional e
insuficiente de protección y dejará de cumplir por lo menos uno de
sus propósitos esenciales: el de constitucionalizar todo el ordena-
miento jurídico colombiano y, de esta manera, hacer efectiva la
protección de los derechos fundamentales de las personas.
Es necesario que los jueces y tribunales tomen conciencia de que
cuando se plantea la violación de un derecho fundamental por me-
dio de un acción de tutela, el parámetro esencial e inmediato de
interpretación es el texto constitucional y no la legislación ordina-
ria vigente. En la adopción de este nuevo punto de vista, aparente-
mente simple y evidente, se encuentra la clave axiológica que de-
terminó la adopción de la tutela como uno de puntos esenciales de
la constitución de 1991. La tutela de los derechos fundamentales,
además de introducir una importante variación formal en la pro-
tección de los derechos fundamentales en la medida en que redujo
radicalmente los plazos para la decisión judicial, impone una modi-
ficación sustancial y sin precedentes, al exigir de los jueces una in-
terpretación de los derechos fundada en el texto constitucional y no
simplemente en la confrontación con las normas del área jurídica
dentro de la cual se plantea la violación.
Si se analiza bajo la óptica constitucional el tema de las amenazas
como resultado de información falsa, el concepto de la violación del
derecho fundamental a la vida adquiere un sentido diferente, no per-
cibido por los jueces de tutela que resolvieron el caso. En efecto: mien-
tras en derecho penal una amenaza contra la vida sólo se configura

103
MEDIDAS PROVISIONALES: CONSECUENCIAS

con la iniciación de la etapa ejecutiva del delito, en materia constitu-


cional, la protección del derecho a la vida incluye en su núcleo concep-
tual la protección contra todo acto que amenace dicho derecho, no im-
porta la magnitud o el grado de probabilidad de la amenaza con tal
de que ella sea cierta.
Una amenaza contra la vida puede tener niveles de gravedad di-
versos. Pueden ir desde la realización de actos que determinen un pe-
ligro adicional mínimo para alguien, hasta la realización de actos de
los cuales se derive la inminencia de un atentado. Con independencia
de la responsabilidad penal que se deduzca de cada una de estas si-
tuaciones, la constitución protege a las personas contra todos aquellos
actos que pongan en peligro de manera objetiva la vida de las perso-
nas. El hecho de que el peligro sea menor no permite concluir una fal-
ta de protección. El estatuto fundamental protege el derecho a la vida
y dicha protección tiene lugar cuando quiera que se afecte el goce del
derecho, no importa el grado de afectación.
Así sucede con la protección de todos los derechos fundamenta-
les: una vez determinado el carácter fundamental del derecho y
una vez establecida la violación, con independencia de su grave-
dad, aparece el derecho a la protección. Por ejemplo, la violación
del derecho a la participación popular no depende del tamaño de la
circunscripción electoral o de la importancia del asunto; tampoco el
derecho a la libertad de expresión deja de ser violado cuando se
trata censura parcial de las ideas o cuando la censura afecta ideas
consideradas como banales o sin importancia.
Así como el ejercicio de los derechos admite grados, su vulneración
no siempre tiene lugar de manera plena y absoluta. El goce efectivo
de los derechos conlleva limitaciones que provienen de la contradic-
ción o de la neutralización entre varios derechos. El principio según el
cual los derechos propios llegan hasta donde comienzan los derechos
ajenos, refleja bien esta imposibilidad de goce absoluto. Pues bien,
esta realidad que muestra un ejercicio limitado de los derechos se
compadece con el hecho de que no se requiera una violación absoluta
del derecho para que tenga lugar la protección del mismo.
En síntesis, el análisis del Tribunal Superior de Bogotá no encuen-
tra violación del derecho a la vida debido a que el criterio de violación
que utiliza proviene exclusivamente de la racionalidad interna del de-
recho penal. Una perspectiva constitucional, en cambio, muestra bien
cómo se vulnera el derecho fundamental a la vida por la realización
de actos que ponen en peligro objetivo tal derecho, así el peligro no
sea inminente. Estas consideraciones tienen respaldo en la idea de

104
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

que el derecho penal reduce su ámbito de aplicación a una limitada


cantidad de conductas típicas y antijurídicas a las cuales el Estado
considera que se justifica la imposición de una sanción penal. Para el
resto de violaciones el derecho ha consagrado soluciones alternativas,
entre las cuales se encuentra precisamente la tutela para casos de
violación de derechos fundamentales (Sentencia T-525 de 1992, [ma-
gistrado ponente], doctor Ciro Angarita Barón).

Estos conceptos han sido reiterados en otros pronunciamien-


tos, tales como las sentencias T-590 de 1998, T-27 de 1993,
T-099 de 1998. En la Sentencia T-269 de 1996, la Corte señaló
que la protección al derecho a la vida implica que las autorida-
des no contribuirán a agravar las condiciones de vulneración o de
amenaza a los derechos fundamentales.
Pero es más claro el asunto de la exigencia de protección del
derecho a la vida a través de la acción de tutela, cuando se ha
puesto esta circunstancia en conocimiento de las autoridades.
En la Sentencia T-719 de 2003 dijo la Corte lo siguiente:

Quienes se encuentran seriamente amenazados en su vida y han


puesto tal situación en conocimiento de las autoridades, son titula-
res del derecho a recibir protección, hasta el punto de que la obliga-
ción del Estado de preservar su vida, que normalmente es una obli-
gación de medios frente a la generalidad de la población, se convierte
en una obligación de resultados, al menos para efectos de la respon-
sabilidad administrativa (sentencia T-719 de 2003, [magistrado po-
nente], doctor Manuel José Cepeda Espinosa). (se subraya)

En la Sentencia T-815 de 2002, la Corte examinó el asunto


de la obligación del Estado de brindar protección cuando se tra-
ta de amenazas al derecho a la vida, obligación que ni siquiera
desaparece porque el riesgo sea calificado de menor. Dijo esta
providencia:

En lo relativo a las amenazas al derecho a la vida, la Corte ha preci-


sado que la gravedad de las mismas no incide en la determinación o
no de la vulneración de este derecho fundamental. Al respecto, sos-
tiene que una “amenaza contra la vida” puede tener niveles de gra-
vedad diversos. Pueden ir desde la realización de actos que determi-
nen un peligro adicional mínimo para alguien, hasta la realización
105
MEDIDAS PROVISIONALES: CONSECUENCIAS

de actos de los cuales se derive la inminencia de un atentado. Con


independencia de la responsabilidad penal que se deduzca de cada
una de estas situaciones, la constitución protege a las personas con-
tra todos aquellos actos que pongan en peligro de manera objetiva la
vida de las personas. El hecho de que el peligro sea menor no permi-
te concluir una falta de protección. El estatuto fundamental protege
el derecho a la vida y dicha protección tiene lugar cuando quiera que
se afecte el goce del derecho, no importa el grado de afectación…
En consecuencia, bastará solamente probar la existencia de una
vulneración o amenaza del derecho a la vida cierta y objetiva, para
obtener la correspondiente protección constitucional.
Este derecho fundamental adquiere dentro del Estado social de
derecho una dimensión objetiva, como bien lo ha expresado esta
Corte. La fuerza vinculante de este derecho, como la de los demás
derechos fundamentales, se hace extensiva a las relaciones priva-
das, aunque es el Estado el principal responsable de su protección,
garantías, respeto y desarrollo.
De esta manera no solamente el Estado es responsable de prote-
ger la vida a los asociados, sino que el derecho a la vida, como todos
los derechos fundamentales, es también responsabilidad constitucio-
nal de los particulares (Sentencia T-815 de 2002, [magistrado ponen-
te], doctor Jaime Córdoba Treviño).

En la Sentencia T-915 de 2003, la Corte analizó el derecho


de todos los ciudadanos de exigir a las autoridades de la Repú-
blica la protección del derecho a la vida y el deber de las autori-
dades de suministrar oportunamente la protección, de acuerdo
con las competencias y las circunstancias que el caso amerite.
Dijo la providencia:

En efecto, no se requieren profundas disquisiciones sobre este pun-


to, pues basta señalar que se está ante uno de los principios funda-
mentales del Estado de derecho y una de las razones de ser de las
autoridades de la República: brindar la protección que requieran
las personas en forma completa y oportuna. El inciso segundo del
artículo 2o. de la Constitución dice: “las autoridades de la Repúbli-
ca están destinadas a proteger a todas las personas residentes en
Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y
libertades, y para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales
del Estado y de los particulares”. Es decir, se trata de un principio
fundamental de doble vía en el que, por una parte, existe el dere-
106
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

cho de las personas de exigir de las autoridades la protección de


sus derechos, en este caso el fundamental de la vida; y, de la otra,
existe el deber de las autoridades de brindar la protección requeri-
da, en forma suficiente y oportuna, así no correspondan exacta-
mente a las medidas que el ciudadano desee que se le confieran.
Cómo y por quién se debe brindar la protección, es un asunto que
tanto la Constitución como las leyes que la desarrollan, diseñan a
través de los distintos organismos con que cuenta el Estado. Exis-
ten en el país autoridades competentes encargadas de la protección
de quienes están amenazados por grupos al margen de la ley: la
Policía Nacional, la Fiscalía General de la Nación, el Ministerio de
Defensa, el Ministerio del Interior y de Justicia, entre otros.
De otro lado, no desconoce la Corte que por las condiciones que
atraviesa el país no es posible ponerle a cada persona amenazada un
agente que lo proteja. Pero, ello no es óbice para que las autoridades
competentes examinen el caso concreto, evalúen el riesgo y adopten
las medidas de seguridad, que cada caso requiera.
…En conclusión: existe el derecho fundamental del ciudadano de
exigir protección para su vida e integridad personal de las autorida-
des sin importar de donde provengan las amenazas: grupos armados
de la guerrilla, de los paramilitares, de los narcotraficantes, etcétera
(Sentencia T-915 de 2003, [magistrado ponente], Alfredo Beltrán
Sierra).

Finalmente, es preciso recordar el criterio expresado por la


Corte en relación con los términos vulneración y amenaza desde
la perspectiva de la protección de los derechos fundamentales a
través de la acción de tutela. En la sentencia T-952 de 2003, se
dijo:

4. ACCIÓN DE TUTELA. Amenaza a derechos fundamentales.


El artículo 86 de la Constitución Política expresamente señala
que “toda persona tendrá acción de tutela para reclamar ante los
jueces, en todo momento y lugar, mediante un procedimiento prefe-
rente y sumario, por sí misma o por quien actúe a su nombre, la
protección inmediata de sus derechos constitucionales fundamen-
tales, cuando quiera que éstos resulten vulnerados o amenazados
por la acción o la omisión de cualquier autoridad pública...”.
En armonía con lo preceptuado en el ordenamiento superior, el
artículo 1o. del Decreto 2591 de 1991 establece que: “toda persona
tendrá acción de tutela para reclamar ante los jueces, en todo mo-
107
MEDIDAS PROVISIONALES: CONSECUENCIAS

mento y lugar, mediante un procedimiento preferente y sumario,


por sí misma o por quien actúe a su nombre, la protección inmedia-
ta de sus derechos constitucionales fundamentales, cuando quiera
que éstos resulten vulnerados o amenazados por la acción o la omi-
sión de cualquier autoridad pública o de los particulares en los ca-
sos que señale este Decreto”.
Consecuente con lo expresado, debe señalarse, que la tutela pro-
cede para la protección de los derechos fundamentales que se en-
cuentren no solo vulnerados sino también amenazados.
Ahora bien, los términos “vulneración” y “amenaza” no se pue-
den equiparar entre sí, pues en tanto la vulneración lleva implícito
el concepto de daño o perjuicio, la amenaza es una violación poten-
cial que se presenta como inminente y próxima.
De esta manera resulta entonces que se “vulnera” un derecho
cuando el bien jurídico que constituye su objeto es lesionado y se
“amenaza” un derecho cuando ese mismo bien jurídico, sin ser des-
truido, es puesto en trance de sufrir mengua.
Para que se configure la hipótesis jurídica de una amenaza a los
derechos fundamentales se requiere la confluencia de elementos
subjetivos —convicción íntima de la existencia de un riesgo o peli-
gro— como objetivos —condiciones fácticas que razonablemente
permitan inferir la existencia de un riesgo o peligro— (Sentencia
T-952 de 2003, [magistrado ponente], doctor Alvaro Tafur Galvis).

3.4 En conclusión

El presente caso debe estudiarse desde la perspectiva de los


criterios expuestos por la Corte Constitucional, a lo largo de to-
das las sentencias que sobre la protección al derecho a la vida y
a la seguridad personal ha proferido, siendo las sentencias aca-
badas de mencionar sólo algunas de ellas, pero que se avienen
para la decisión que se adoptará. Aunado al compromiso adqui-
rido por el Estado colombiano cuando no adopta lo más pronto
posible, las medidas cautelares impuestas por un organismo in-
ternacional de derechos humanos, con el cual el país ha suscrito
el correspondiente tratado. Asuntos ampliamente examinados
por la Corte en otros pronunciamientos relativos al bloque de
constitucionalidad, que deben ser objeto también de reiteración.

108
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

4. El caso concreto

Como es fácil deducir de los antecedentes, que valga preci-


sar corresponden a un estrecho resumen de las numerosas si-
tuaciones y hechos que allí se describen, esta Sala de Revi-
sión advierte que centrará la discusión a lo que concierne al
ámbito propio de la acción de tutela y al papel del juez cons-
titucional.
Desde este enfoque, la Sala examinará si procede la protec-
ción de los derechos fundamentales a la vida, integridad perso-
nal, seguridad personal, buen nombre, honra, debido proceso y
a la libertad, de los miembros de la Comunidad de Paz de San
José de Apartadó que, según el actor y el coadyuvante, han
sido puestos en alto riesgo por la Brigada XVII, con sede en Ca-
repa, Antioquia, de la que es comandante el general Pauxelino
Latorre Gamboa…
La Sala no se adentrará en un examen detallado o minucio-
so de cada uno de los hechos posiblemente delictivos que des-
cribe el actor a lo largo de los varios escritos que obran en el
expediente, por la sencilla razón de que ya fueron puestos en
conocimiento de las autoridades competentes, Fiscalía, Procu-
raduría, y son del resorte de tales autoridades. Además, por-
que el verdadero sentido de esta acción de tutela no es entrar
a resolver o pronunciarse sobre cada hecho o situación. No. Lo
que percibe esta Sala de Revisión es que se está ante una peti-
ción de protección integral mucho más amplia, en la que los he-
chos sucedidos conducen a que se acreciente el temor de los
integrantes de la Comunidad de Paz de que se produzcan he-
chos como los manifestados por uno de sus miembros ante la
Fiscalía, lo que, de contera, significa que al parecer se han in-
cumplido los requerimientos de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos.
En efecto, lo que en la acción de tutela reclaman el actor y el
coadyuvante es que el juez constitucional examine si existen
indicios de que se pueden estar afectando o amenazando de
afectar los derechos fundamentales de las personas de la Co-
munidad de Paz y proferir las órdenes correspondientes para

109
MEDIDAS PROVISIONALES: CONSECUENCIAS

impedir que la vulneración continúe. No le estaban pidiendo al


juez constitucional que estableciera responsabilidades penales
o disciplinarias, ni le estaban planteando que se inmiscuyera
en procesos penales que eran del conocimiento de las autorida-
des judiciales. De allí que no era propio del juez de tutela exigir
del actor pruebas exhaustivas de lo que acontecía, y ante sus
carencia, denegar la acción de tutela pedida.
Considera la Corte que le bastaba al juez constitucional po-
ner dentro del contexto general lo dicho por los demandantes
frente a la situación que ha atravesado el municipio de San
José de Apartadó y los miembros de la Comunidad de Paz, si-
tuación que ha sido objeto de medidas cautelares por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, como lo pusieron de
presente los demandantes, para concluir que existían al menos
indicios sobre la amenaza del derecho a la vida de tales perso-
nas y a su integridad física, entre otros de los derechos funda-
mentales posiblemente afectados.
No puede olvidarse que la Resolución de la Corte Interameri-
cana mencionó en la Resolución del 19 de junio de 2002, que
fue informada por la Comisión Interamericana, en escrito del 3
de octubre de 2000, del asesinato de 47 miembros de la Comi-
sión de Paz en un periodo de 9 meses. Es de advertir que según
la Comisión, de los actos violentos y los hostigamientos por los
grupos paramilitares “serían también responsables los miem-
bros del Ejército de Colombia” (vistos 1, fl. 17).
Es de observar que la Comunidad de Paz de San José de
Apartadó, Antioquia, nació el 23 de marzo de 1997, con el pro-
pósito de crear un territorio neutral; es decir, que los grupos
armados: guerrilla, paramilitares y Ejército, respetaran a la
población civil y no se vieran obligados a abandonar sus vivien-
das y tierras. En otras palabras, el anhelo de estos pobladores
se reduce a que los dejen vivir y trabajar en paz. Este hecho lo
pone de relieve el presidente de la Corte Interamericana en el
denominado “Voto Concurrente del Juez A.A Cancado Tridade”
(fls. 31 a 37).
Sin embargo, de acuerdo con los hechos que relata el actor,
no obstante la constitución de la Comunidad de Paz, la pobla-

110
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

ción de San José de Apartadó ha continuado siendo objeto de hos-


tigamientos por los actores armados, lo que ha dado lugar a los
diversos pronunciamientos de la Corte Interamericana de Dere-
chos Humanos, a los que se aludió en el punto 3.1 de esta provi-
dencia, y por lo que las medidas cautelares que se habían proferi-
do, se extendieron a las demás personas que tengan un vínculo de
servicio con esta Comunidad.
Es de recordar además que, según la decisión del 18 de junio
de 2002, de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en
la audiencia pública llevada a cabo el 13 de junio del mismo
año, obra que el Estado colombiano reconoce que las medidas
adoptadas “no han sido las más óptimas o las más eficientes en
términos de seguridad” (fl. 25).
Sobre lo que ha hecho el comandante de la Brigada en lo con-
cerniente a las medidas cautelares dispuestas por la Corte Intera-
mericana, obra en el escrito de respuesta a esta acción de tutela,
lo siguiente:
Se precisa que las medidas cautelares dictadas por la Corte Intera-
mericana de los derechos Humanos, se orientan particularmente a
realizar actividades que brinden seguridad y protección a los inte-
grantes de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, en nin-
gún momento la Corte Interamericana ha establecido como sitio
vedado ninguna parte del territorio nacional (artículo 2o. [Consti-
tución nacional]). Ahora, la seguridad y protección a la que se refie-
ren esas medidas cautelares se materializan por parte del compo-
nente de la fuerza pública, mediante su normal accionar regido y
regulado mediante la Constitución y la ley colombiana. En lo que
debemos ser enfáticos es que esas medidas de protección no consti-
tuyen patente de corzo (sic), que permita a los integrantes de cual-
quier comunidad, cobijada por las mismas, realizar conductas que
vulneren la Constitución y la ley y que siempre que alguno de sus
miembros incurran en hechos delictuosos, deberán ser puesto a dis-
posición de la autoridad judicial competente (fl. 143).

Agregó el comandante que “cuando se realiza algún retén mili-


tar, nunca se discrimina a las personas, ni se retienen sus cédu-
las de ciudadanía a menos que exista expresa orden, pero este no

111
MEDIDAS PROVISIONALES: CONSECUENCIAS

es el caso. Si se retuvo fue luego de haber encontrado los explosi-


vos no como lo afirma el accionante” (fl. 143).
Es decir, de una parte, existen unos graves hechos descritos
por el demandante, en el sentido de que se siguen presentando
violaciones o amenazas de los derechos fundamentales de los
miembros de la Comunidad de Paz, no obstante los requerimien-
tos del organismo internacional de brindarles protección, y de la
otra, como lo reconoce el propio comandante, no obstante el re-
querimiento de tales medidas cautelares a favor de la Comuni-
dad, según su entendimiento, éstas se materializan por parte de
la fuerza pública “mediante su normal accionar regido y regula-
do mediante la Constitución y la ley colombianas” (fl. 143).
En otras palabras, no existe evidencia en el expediente de que
se hubieren adoptado la medidas especiales por parte del co-
mandante de la Brigada XVII del Ejército en beneficio de la Co-
munidad de Paz, y para ello, resulta competente el juez de tute-
la para actuar, sin más dilaciones, con el fin de proteger los
derechos fundamentales a la vida, integridad personal, seguri-
dad personal, libertad de locomoción, dignidad personal, derecho
a la privacidad del domicilio, a la intimidad, entre otros, que se-
gún denuncia el demandante, están siendo amenazados al no
brindar el Estado una protección especial a la Comunidad.
Pero, el juez constitucional debe resolver previamente la si-
guiente situación:
Existe el requerimiento de un organismo internacional que
debe ser acatado por el Estado colombiano, sobre esto no hay
duda. El cumplimiento correspondiente es del resorte de las más
altas autoridades del gobierno: Presidencia de la República, Mi-
nisterio del Interior y de Justicia, Ministerio de Defensa Nacio-
nal, Fiscalía, es decir, como lo expresó la Sentencia T-558 de
2003, de acuerdo con la naturaleza de las medidas cautelares,
dependerá por parte del Estado establecer cuál es la autoridad
obligada a ejecutar las medidas decretadas por el organismo in-
ternacional. En relación con este aspecto, la Corte hará un llama-
do expreso para que el Estado impulse eficazmente el cumpli-
miento de estas medidas, pues ninguna de las autoridades
mencionadas fueron las demandadas en esta acción de tutela.

112
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

Sobre el estado en que se encuentra este proceso, el deman-


dante, en escritos del 26 de enero y 10 de marzo de 2004 dirigi-
dos a la Corte Constitucional informó sobre las distintas solici-
tudes que ha elevado a la Presidencia de la República y a la
Fiscalía General de la Nación sobre este caso. Allí se observa
que la Presidencia ha tomado algunas decisiones en relación
con la situación de San José de Apartadó, según comunicación
del 12 de septiembre de 2003, suscrita por el director del Pro-
grama Presidencial de Derechos Humanos, en la que señala el
director sobre las reuniones que se han sostenido con los repre-
sentantes de la Comunidad y la intervención de la Procuradu-
ría General de la Nación. También adjuntó copia de la comuni-
cación del inspector general del Ejército, de fecha 2 de octubre
de 2003, en la que dice que se dio traslado de los hechos sobre
los presuntos delitos perpetrados por miembros del Ejército.
Aunadas a las comunicaciones anteriores, obra la del secretario
jurídico de la Presidencia de la República en la que acusa reci-
bo y traslada a las entidades correspondientes la comunicación
en que relata los hechos ocurridos en San José de Apartadó:
Ministerio del Interior y de Justicia, de Defensa Nacional, Fis-
calía, Procuraduría Defensoría del Pueblo y al Director del Pro-
grama Presidencial de Defensa de los Derechos Humanos.
Según esto, se está en la etapa de las reuniones con la comu-
nidad con el propósito de dar cumplimiento a lo dispuesto por
el organismo internacional, pero no existe ningún procedimien-
to concreto encaminado a contrarrestar inmediatamente el te-
mor de los habitantes, ni hay prueba de que las medidas caute-
lares ya se hubieren proferido.
Ante esta omisión, la Corte Constitucional concederá esta ac-
ción de tutela, mientras culmina el procedimiento de adopción
de medidas cautelares a nivel nacional y por parte de las más
altas autoridades del Estado, con el fin de que cesen las pertur-
baciones a la Comunidad. Para tal efecto, procederá a proteger
a los individuos que integran la Comunidad de Paz de San José
de Apartadó, impartiendo unas órdenes a nivel regional, enca-
minadas no sólo a aminorar el temor de los habitantes de San
José de Apartadó y de quienes tienen vínculos de servicio con

113
MEDIDAS PROVISIONALES: CONSECUENCIAS

la Comunidad, sino para proteger sus derechos fundamentales


mencionados, pues el juez de tutela no puede denegar la solici-
tud de tutela simplemente porque las autoridades nacionales
no han finalizado el proceso de adopción de medias cautelares
ordenadas por la Corte Interamericana, dado que los hechos in-
dican que existen amenazas de violación de los derechos huma-
nos de la Comunidad de Paz y de quienes tienen vínculos de
servicio con la Comunidad.
En consecuencia, la Corte proferirá tanto las medidas de pro-
tección correspondientes a nivel regional, de acuerdo con los re-
querimientos de la Corte Interamericana de Derechos Huma-
nos, como las órdenes pertinentes a la acción de tutela puesta
bajo su estudio.
Es de observar que el comandante de la Brigada XVII del
Ejército, no sólo debe responder por las actividades del perso-
nal bajo su mando, sino por las omisiones en que éste incurra.
Es decir, se le reconoce la posición de garante de quien tiene
bajo su comando una Brigada del Ejército Nacional.
Sobre el contenido constitucional que implica la posición de
garante, en el sentido de que los miembros de las fuerzas milita-
res pueden llegar a ocupar una posición de garante para el res-
peto de los derechos fundamentales de los colombianos, resulta
pertinente transcribir el análisis que hizo la Sala Plena de la
Corte Constitucional en la Sentencia SU-1184 de 2001, conteni-
do que ahora se reitera y debe tenerse en cuenta en la acción de
tutela bajo estudio. Dijo la Corte en esa oportunidad lo siguiente:

Posición de garante y fuerza pública.


17. Un miembro de la fuerza pública puede ser garante cuando
se presenten cualquiera de los dos fundamentos de la responsabili-
dad explicados: creación de riesgos para bienes jurídicos o surgi-
miento de deberes por la vinculación a una institución estatal.
a) Los peligros para los bienes jurídicos pueden surgir no sólo
por la tenencia de objetos (una lámpara de gas, una teja deteriora-
da), armas (una pistola, una dinamita), animales (un perro desa-
fiante), sino también de personas que se encuentran bajo nuestra
inmediata subordinación. En efecto, en las relaciones de jerarquía,
el superior con autoridad o mando, tiene el deber de tomar medi-
das especiales (deberes de seguridad en el tráfico) para evitar que
114
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

personas que se encuentran bajo su efectivo control, realicen con-


ductas que vulneren los derechos fundamentales. Vg. Si el superior
no evita —pudiendo hacerlo— que un soldado que se encuentra
bajo su inmediata dependencia cometa una tortura, o una ejecución
extrajudicial, o en general un delito de lesa humanidad, por ser ga-
rante se le imputa el resultado lesivo del inferior y no el simple in-
cumplimiento a un deber funcional.
El derecho penal internacional consuetudinario, desde el famo-
so caso Yamashita, en el cual se condenó en 1945 a un general del
ejército Japonés por “...omitir ilícitamente y faltar a su deber como
comandante de controlar las operaciones de los miembros bajo su
mando, permitiéndoles cometer atrocidades brutales y otros críme-
nes graves contra la población de Estados Unidos, de sus aliados y
dependencias, particularmente las Filipinas...”, ha venido recono-
ciendo que el miembro de la fuerza pública que ostenta autoridad o
mando debe adoptar medidas especiales para evitar que las perso-
nas que se encuentren bajo su efectivo control o subordinación, rea-
licen conductas violatorias de los derechos humanos. Jurispru-
dencia que se ha reiterado en los diversos tribunales penales inter-
nacionales, desde Núremberg hasta los ad hoc para la ex Yugoslavia
y Ruanda. Doctrina que se plasmó normativamente en el artículo 28
del Estatuto de Roma.
b) El Estado puede ser garante (competencia institucional) cuan-
do se trata de ciertos deberes irrenunciables en un Estado social y
democrático de derecho. Por ejemplo, es irrenunciable la protección
de la vida e integridad de todos los habitantes del territorio y la de-
fensa de la seguridad interior y exterior de la nación. Como el esta-
do no puede responder directamente en el campo penal, el juicio re-
cae en el titular de la función correspondiente. Por ende, para que
el miembro de la fuerza pública sea garante, se requiere que en con-
creto recaiga dentro de su ámbito de competencia (material, funcio-
nal y territorial) el deber específico de proteger los derechos consti-
tucionales de los ciudadanos de la República. En consecuencia, si un
miembro de la fuerza pública que tiene dentro de su ámbito de res-
ponsabilidad el deber de resguardar un sector de la población ame-
nazada por grupos al margen de la ley, no inicia la acción de salva-
ción cuando ostenta los medios materiales para hacerlo, se le
imputan los resultados lesivos (las graves violaciones a los derechos
humanos) que estos cometan en contra de los habitantes.
c) La Constitución le ha asignado, tanto a las Fuerzas Militares
como a la Policía Nacional, una posición de garante…

115
MEDIDAS PROVISIONALES: CONSECUENCIAS

18. La existencia de esa posición de garante significa que el título


de imputación se hace por el delito de lesa humanidad, o en gene-
ral por las graves violaciones a los derechos humanos, sin importar
la forma de intervención en el delito (autoría o participación), o el
grado de ejecución del mismo (tentativa o consumación) o la atribu-
ción subjetiva (dolo o imprudencia). Las estructuras internas de la
imputación no modifican la naturaleza del delito realizado; estas
no cambian porque el interviniente (para el caso, quien omite) se li-
mite a facilitar la comisión de un hecho principal, o porque no se
alcance la consumación del hecho.
En efecto: i) el autor y el participe intervienen en un hecho único,
porque el destinatario de la imputación es el colectivo que lo realiza;
el cómplice y el determinador no realizan un injusto autónomo, por-
que el delito efectuado les pertenece a todos en conjunto. La dife-
rencia entre autoría y participación es cuantitativa y no cualitativa;
ii) en la tentativa por omisión —el garante retarda dolosamente la
acción de salvamento o ésta no hubiera evitado la producción del re-
sultado— el injusto del hecho sólo se diferencia de la consumación
cuantitativamente —por el grado de desarrollo de la infracción de la
norma— porque también exige los elementos de la imputación del
delito consumado: la creación del riesgo jurídicamente desaprobado
y la realización del riesgo y, iii) el conocimiento del riesgo (que sirve
para deslindar el dolo de la imprudencia) no modifica la naturaleza
de la conducta realizada (la grave violación a los derechos huma-
nos). Es decir, en todos los casos mencionados hay unidad del título
de imputación.
Lo anterior no implica desde luego que verificada la posición de
garante se estructure inmediatamente la responsabilidad, porque
ésta presupone la reunión de todos los elementos del delito, a sa-
ber: tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad. Bien puede acontecer
que el garante (a quien se le imputa un delito de lesa humanidad)
no sea responsable penalmente por ausencia de dolo (no conocía el
riesgo concreto para los bienes jurídicos) o imprudencia (el riesgo
para los derechos fundamentales no le era cognoscible), o que exista
un estado de necesidad justificante por colisión de deberes (frente a
dos agresiones simultaneas a sectores de la población, sólo podía
proteger una sola), etcétera (Sentencia SU-1184 de 2001, [magistra-
do ponente], doctor Eduardo Montelegre Lynett).

Con base en todo lo expuesto, y en especial, en consideración


de la posición de garante, se ordenará al comandante de la
116
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

Brigada XVII del Ejército Nacional, o a quien haga sus veces, lo


siguiente:

1. En cuanto a los requerimientos de la Corte Interamerica-


na de Derechos Humanos: Cumplir los requerimientos impues-
tos al Estado colombiano por la Resolución de la Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos del 18 de junio de 2002, sobre
“medidas provisionales solicitadas por la Comisión Interameri-
cana de Derechos Humanos respecto de Colombia —caso de la
Comunidad de Paz de San José de Apartadó—”, en lo que es de
su competencia, en beneficio de las personas que fueron objeto
de medidas cautelares por la mencionada Corte, y son los
miembros de la Comunidad de Paz y las personas que tengan
un vínculo de servicio con esta Comunidad.
2. En cuanto a las medidas a adoptar de acuerdo con lo plan-
teado en esta tutela, el comandante de la Brigada XVII del Ejér-
cito, deberá cumplir con los siguientes deberes jurídicos:
2.1 En todos los casos en que sea privado de la libertad a cual-
quier título un integrante de la Comunidad de Paz o una perso-
na vinculada al servicio de la misma, informará inmediatamente
a la Procuraduría General de la Nación y a la Defensoría del
Pueblo, para que en cumplimiento de sus funciones, velen por la
protección de los derechos fundamentales.
2.2 No se podrá privar de la libertad en las instalaciones del
Ejército ni, en particular, en la Brigada XVII, a ningún inte-
grante de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, ni a
ninguna persona vinculada a esta Comunidad. En caso de priva-
ción de la libertad de alguna de estas personas, éstas deberán
ser puestas inmediatamente a órdenes de la autoridad judicial,
y trasladadas al lugar que indique el fiscal o juez.
2.3 El comandante de la Brigada XVII del Ejército, o quien
haga sus veces, ordenará al personal bajo su mando otorgar un
tratamiento de especial cuidado y protección cuando correspon-
da a requisas en retenes y estén de por medio los miembros de
la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, los habitantes
de este municipio, los conductores de transporte público o las
personas vinculadas al servicio con esta Comunidad. La infor-

117
MEDIDAS PROVISIONALES: CONSECUENCIAS

mación allí obtenida sólo puede servir para los fines definidos en
la ley y no pueden ser utilizados para otros fines distintos, ni
mucho menos, ser suministrados a terceros.
Salvo los casos expresamente señalados por la ley, no se po-
drán retener los documentos de identidad de las personas requi-
sadas que han sido beneficiadas por la Corte Interamericana de
medidas cautelares.
Asimismo, se ordenará al comandante de la Brigada XVII del
Ejército Nacional, o a quien haga sus veces, asumir bajo su res-
ponsabilidad, la garantía y protección de los derechos funda-
mentales de los habitantes de la Comunidad de Paz de San José
de Apartadó y de las personas que tienen vínculos con ella. Para
tal efecto, adoptará las decisiones que sean necesarias para el
pleno ejercicio de los derechos fundamentales. Bajo su responsa-
bilidad asumirá la protección de los derechos a la vida, integri-
dad personal, libertad de locomoción, dignidad personal, a la pri-
vacidad del domicilio, a la intimidad y responderá por omisión
en el cumplimiento de esta protección.
Para el cabal cumplimiento de lo ordenado, el comandante de
la Brigada XVII del Ejército, o quien haga sus veces, elaborará
unos manuales operativos o manuales de instrucciones al perso-
nal bajo su mando, con el fin de cumplir estrictamente lo orde-
nado en esta sentencia.
Para los fines relacionados con el cumplimiento de esta tutela
y de acuerdo con el cumplimiento de sus funciones y de la pro-
tección de los derechos y garantías fundamentales, se enviará
copia de esta providencia, incluido el anexo correspondiente a la
Resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
tantas veces citada, al señor ministro de Defensa Nacional.
Estas medidas estarán vigentes hasta que el Estado colom-
biano culmine el proceso de cumplimiento de medidas cautela-
res ordenadas por el organismo internacional, de acuerdo con
los requerimientos expuestos en la parte resolutiva de la Reso-
lución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, de fe-
cha 18 de junio de 2002…

118
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

III. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Sala Segunda de Revisión de la


Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,

Resuelve
PRIMERO. Revocar la sentencia del Tribunal Superior de
Antioquia, Sala de decisión penal, de fecha 10 de julio de 2003,
en la acción de tutela presentada por Javier Giraldo Moreno,
S.J, coadyuvada por la Defensoría del Pueblo, contra el general
Pauxelino Latorre Gamboa, comandante de la XVII Brigada
del Ejército Nacional, con sede en Carepa, Antioquia, y en su
lugar, Conceder la acción impetrada para la protección de los
derechos fundamentales a la vida, la integridad personal, la se-
guridad personal, la libertad de locomoción, la dignidad perso-
nal, la privacidad del domicilio, salvo orden judicial, y la inti-
midad de los integrantes de la Comunidad de Paz de San José
de Apartadó y de quienes tienen vínculos de servicio con esta
Comunidad.
En consecuencia, se ordena al comandante de la Brigada
XVII del Ejército Nacional, o quien haga sus veces, desde el
momento de la notificación de esta sentencia, que cumpla lo
siguiente:
1. Cumplir, en el ámbito territorial de competencia de la Bri-
gada, los requerimientos impuestos al Estado colombiano por
la Resolución de la Corte Interamericana de Derechos Huma-
nos del 18 de junio de 2002, sobre “medidas provisionales soli-
citadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
respecto de Colombia –Caso de la Comunidad de Paz de San
José de Apartadó”, en beneficio de las personas que fueron ob-
jeto de medidas cautelares por la mencionada Corte, es decir,
los miembros de la Comunidad de Paz y las personas que ten-
gan un vínculo de servicio con esta Comunidad, para cuyo
efecto, se transcribe la parte Resolutiva de esa providencia, que
en lo pertinente dice:
119
MEDIDAS PROVISIONALES: CONSECUENCIAS

RESUELVE:
1. Requerir al Estado que mantenga las medidas que sean necesa-
rias para proteger la vida e integridad personal de todos los miem-
bros de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, en los térmi-
nos de la Resolución del Presidente de la Corte del 9 de octubre de
2000 y la Resolución de la Corte Interamericana de Derechos Huma-
nos de 24 de noviembre de 2000.
2. Requerir al Estado que adopte las medidas que sean necesa-
rias para proteger la vida e integridad personal de todas las perso-
nas que prestan servicios a los miembros de la Comunidad de Paz
de San José de Apartadó, en los términos de los considerandos oc-
tavo, noveno y décimo primero de la presente Resolución.
3. Requerir al Estado que investigue los hechos que motivan la
ampliación de estas medidas provisionales, con el fin de identificar a
los responsables e imponerles las sanciones correspondientes.
4. Requerir al Estado que mantenga cuantas medidas sean necesa-
rias para asegurar que las personas beneficiadas con las presentes
medidas puedan seguir viviendo en su residencia habitual y continúe
asegurando las condiciones necesarias para que las personas de la
Comunidad de Paz de San José de Apartadó, que se hayan visto for-
zadas a desplazarse a otras zonas del país, regresen a sus hogares.
5. Requerir al Estado que garantice las condiciones de seguridad
necesarias en la ruta entre San José de Apartadó y Apartadó en al
terminal de transporte en el sitio conocido como Tierra Amarilla,
tanto para que los transportes públicos de personas no sean objeto
de nuevos actos de violencia, tales como los descritos en al presente
Resolución (supra visto 6 y 13), así como para asegurar que los
miembros de la Comunidad de Paz reciban y puedan transportar de
manera efectiva y permanente productos, provisiones y alimentos.
6. Requerir al Estado que continúe dando participación a los bene-
ficiarios de las medidas provisionales o sus representantes en la pla-
nificación e implementación de dichas medidas y que, en general, los
mantenga informados sobre el avance de las medidas dictadas por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos.
7. Requerir al Estado que, de común acuerdo con los beneficiarios
o sus representantes, establezca un mecanismo de supervisión conti-
nua y de seguridad permanente en la Comunidad de Paz de San
José de Apartadó, de conformidad con los términos de la presente
Resolución.
8. Requerir al Estado que continúe presentando a la Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos, cada dos meses a partir de la notifi-

120
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

cación de la presente Resolución, informes sobre las medidas provisio-


nales que haya adoptado en cumplimiento de ésta.

2. En todos los casos en que sea privado de la libertad a cual-


quier título, un integrante de la Comunidad de Paz o una perso-
na vinculada al servicio de la misma, informará inmediatamen-
te a la Procuraduría General de la Nación y a la Defensoría del
Pueblo, para que en cumplimiento de sus funciones, velen por
la protección de los derechos fundamentales de las menciona-
das personas.
3. No se podrá mantener privado de la libertad en las instala-
ciones del Ejército ni, en particular, en la Brigada XVII del Ejér-
cito, a ningún integrante de la Comunidad de Paz de San José
de Apartadó, ni a ninguna persona vinculada a esta Comunidad.
En caso de retención de alguna de estas personas, éstas deberán
ser puestas inmediatamente a órdenes de la autoridad judicial,
y trasladadas al lugar que indique el fiscal o juez del caso.
4. El comandante de la Brigada XVII del Ejército, o quien
haga sus veces, ordenará al personal bajo su mando, otorgar un
tratamiento de especial cuidado y protección cuando se trate de
requisas en retenes y estén de por medio los miembros de la Co-
munidad de Paz de San José de Apartadó, los habitantes de este
municipio, los conductores de transporte público o las personas
vinculadas al servicio con esta Comunidad. La información allí
obtenida sólo puede servir para los fines definidos en la ley y no
puede ser utilizada para fines distintos, ni mucho menos, podrá
ser suministrada a terceros.
Salvo los casos expresamente señalados por la ley, no se po-
drán retener los documentos de identidad de las personas re-
quisadas que han sido beneficiadas de medidas cautelares por
la Corte Interamericana en mención.
5. El comandante de la Brigada XVII del Ejército Nacional, o
quien haga sus veces, asume bajo su responsabilidad, la garantía
y protección de los derechos fundamentales que adelante se indi-
can, de los habitantes de la Comunidad de Paz de San José de
Apartadó y de las personas que tienen vínculos con ella. Para
tal efecto, debe adoptar las decisiones que sean necesarias

121
MEDIDAS PROVISIONALES: CONSECUENCIAS

para garantizar su seguridad personal. Bajo su responsabili-


dad tiene la protección de los derechos a la vida, integridad
personal, seguridad personal, libertad de locomoción, a la pri-
vacidad del domicilio y a la intimidad de los miembros de la
Comunidad de Paz de San José de Apartadó y de quienes tie-
nen vínculos de servicio con la Comunidad, dándole cumpli-
miento, en todo caso, a las órdenes judiciales.
Para el cabal cumplimiento de lo ordenado, el comandante de
la Brigada XVII del Ejército, o quien haga sus veces, elaborará
los manuales operativos o manuales de instrucciones al personal
bajo su mando, con el fin de asegurar que se ejecute estrictamen-
te lo ordenado en esta sentencia. De estos manuales enviará co-
pia a la Procuraduría y a la Defensoría del Pueblo, en un término
no mayor a treinta (30) días.
SEGUNDO. Envíese al señor Ministro de Defensa Nacional co-
pia de esta providencia, así como la copia de la Resolución de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, del 18 de junio de
2002, sobre “medidas provisionales solicitadas por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos respecto de Colombia
—caso de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó—”, para
los fines relacionados con el cumplimiento de esta tutela.
TERCERO. Envíese a la Procuraduría General de la Nación co-
pia de esta providencia, para que ejerza especial vigilancia res-
pecto del cumplimiento de esta acción. Así mismo, envíese copia
del escrito del demandante, Javier Giraldo Moreno, S.J., recibido
por la Corte Constitucional el día 12 de abril de 2004 y de sus
anexos para lo de su competencia.
Por Secretaría General líbrense las comunicaciones previstas
en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Notifíquese, comuníquese, publíquese en la Gaceta de la Corte
Constitucional y cúmplase.

122
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR
BAJO EL DERECHO INTERNACIONAL
DE LOS DERECHOS HUMANOS

Sinopsis: El Tribunal Constitucional de Bolivia resolvió un


amparo constitucional respecto a la competencia del Tribunal
Permanente de Justicia Militar para conocer de procesos pena-
les por delitos ordinarios. En su sentencia, reitera la jurispru-
dencia internacional y nacional comparada, estableciendo que
los tribunales militares no tienen competencia para conocer de
delitos comunes, sino únicamente para conocer de aquellos que
protejan bienes jurídicos exclusivos del orden militar. Para
efectuar esta determinación el Tribunal se basó en el derecho
al juez natural, entre otros, previsto en el artículo 8.1 de la
Convención Americana y en la jurisprudencia de la Corte Inte-
ramericana de Derechos Humanos en el caso del Tribunal
Constitucional. Finalmente, reconoce que la jurisprudencia de
la Corte Interamericana es vinculante para la jurisdicción in-
terna de Bolivia.

Synopsis: The Constitutional Court of Bolivia resolved a constitu-


tional appeal for legal protection (amparo constitucional) with re-
spect to the competence of the Permanent Tribunal of Military
Justice to hear criminal proceedings for ordinary crimes. In its
judgment, the Constitutional Tribunal reiterates international
and comparative national jurisprudence, establishing that mili-
tary tribunals do not have jurisdiction to hear proceedings regard-
ing common crimes; rather, they may only hear those that protect
exclusively military legal rights. To arrive at this conclusion, the
Constitutional Court based its decision on the right of the natural
judge, among others, set out in article 8(1) of the American Con-
123 Diálogo Jurisprudencial
Núm. 2, enero-julio de 2007
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

vention and the jurisprudence of the Inter-American Court of Hu-


man Rights in the Constitutional Tribunal case. Finally, the Con-
stitutional Court of Bolivia recognized that the jurisprudence of
the Inter-American Court of Human Rights is binding on the in-
ternal jurisdiction of Bolivia.

124
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA
DE BOLIVIA. SENTENCIA CONSTITUCIONAL
0664/2004-R- 6 DE MAYO DE 2004

CASO RECURSO DE AMPARO CONSTITUCIONAL


DE MILTON MENDOZA Y OTROS VS.
PRESIDENTE DEL TRIBUNAL PERMANENTE
DE JUSTICIA MILITAR Y SALA PENAL PRIMERA
DE LA CORTE SUPERIOR DE ESE DISTRITO

Sucre, 6 de mayo de 2004


Expediente: 2004-08469-17-RAC
Distrito: La Paz
Magistrada relatora: Dra. Martha Rojas Álvarez

En revisión la Resolución 024/2004, del 16 de febrero, cur-


sante de fs. 162 a 163, pronunciada por la Sala Civil Segunda
de la Corte Superior de Justicia del Distrito Judicial de La Paz,
dentro del recurso de amparo constitucional interpuesto por
Milton Hugo Mendoza Miranda y William Alave Laura, fiscales
de materia del Distrito de La Paz contra Oscar Azcárraga Coro-
nado, presidente del Tribunal Permanente de Justicia Militar,
Ángel Aruquipa Chui y Ramiro Sánchez Morales, vocales de la
Sala Penal Primera de la Corte Superior de ese distrito, ale-
gando vulneración a los principios de igualdad jurídica, prohi-
bición de doble persecución e indivisibilidad de juzgamiento; de
las reglas constitucionales de aplicación preferente de la juris-
dicción ordinaria, de la prohibición de fueros y privilegios espe-
ciales; de los derechos a la seguridad, petición; de las garantías
del debido proceso y del juez natural, así como la restricción al
ejercicio constitucional del Ministerio Público.
125
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1 Contenido del recurso

I.1.1 Hechos que motivan el recurso

Por memorial presentado el 10 de febrero de 2004 (fs. 101 a


116), los recurrentes sostienen que los días 12 y 13 de febrero de
2003, en la ciudad de La Paz, se suscitaron una serie de hechos
de violencia, dejando un lamentable saldo de 31 personas muer-
tas y 212 heridas, entre civiles, policías y militares, presentan-
do, tanto los fallecidos como los heridos lesiones producidas por
heridas de bala de arma de fuego, cuyos calibres son de uso re-
glamentario de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional; fren-
te a estos hechos, dando cumplimiento a la misión constitucional
otorgada al Ministerio Público, además del principio de obligato-
riedad de la persecución penal, se iniciaron las investigaciones
con la apertura de los casos 674 y 676, que posteriormente, al
existir conexitud, fueron acumulados en uno sólo, bajo el control
jurisdiccional del juez octavo de Instrucción.
Durante el desarrollo de la investigación se imputó formalmen-
te, el 13 de febrero de 2003, a René Molina Balderrama por la
probable comisión del delito de tentativa de homicidio, y poste-
riormente a otros ciudadanos, policías, civiles y militares, por la
probable comisión de los delitos de sedición, homicidio, lesiones y
otros; sin embargo, el 19 de agosto de 2003, los militares imputa-
dos interpusieron la excepción de incompetencia, alegando estar
sometidos a las leyes militares y procesados por los mismos he-
chos ante la jurisdicción penal militar, excepción que por Resolu-
ción 553/03 del 30 de agosto, pronunciada por el juez octavo de
Instrucción en lo Penal fue declarada improbada, disponiendo que
el Tribunal permanente de justicia militar remita los antece-
dentes a ese Juzgado. Impugnada la Resolución por los excepcio-
nistas, los vocales de la Sala Penal Primera, Ramiro Sánchez Mo-
rales y Ángel Aruquipa Chui, dictaron la Resolución 649/03 del 2
de octubre que declaró procedentes las cuestiones planteadas, dis-
poniendo que todos los antecedentes sean remitidos al Tribunal
126
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

Permanente de Justicia Militar, fundamentando el fallo en la vi-


gencia y legalidad de los Tribunales Militares, aspecto que no se
cuestionó en la excepción, apelación, respuesta y menos en la
Resolución impugnada.
Señalan que la Resolución 649/03 vulnera el principio de igual-
dad jurídica, por cuanto al interior del sistema judicial, se está
generando una discriminación de forma aparentemente neutra,
privilegiando a personas que por su profesión u oficio tienen un
trato diferente, privilegiado y especial, al ser juzgados por perso-
nas que, al igual que ellas, son militares, además de tener los de-
litos atribuidos sanciones menores, no obstante de haberse vulne-
rado derechos y garantías constitucionales, y que por disposición
del artículo 34 de la Constitución Política del Estado (CPE) éstos
deben ser sometidos a la jurisdicción ordinaria, máxime si el fue-
ro militar ha desaparecido por la Ley del 3 de octubre de 1910 y
el [Decreto Ley] DL del 7 de julio de 1939; dividiendo con esa Re-
solución el juzgamiento: proceso ordinario para civiles y policías y
proceso militar para miembros de las Fuerzas Armadas, vulne-
rando el principio de doble juzgamiento, por cuando el hecho de
que el Tribunal Permanente de Justicia Militar emita una sen-
tencia contra los cuatro militares imputados, impedirá el ulterior
procesamiento en la jurisdicción ordinaria del resto de los proce-
sados. Además, el artículo 48 del Código de Procedimiento Penal
(CPP) señala que por razones de concurrencia o conexitud entre
la jurisdicción especial (militar) y ordinaria, corresponde el cono-
cimiento de los delitos a la ordinaria, y que en ningún caso los ci-
viles serán sometidos a la jurisdicción militar, por lo que los vo-
cales de la Sala Penal Primera no consideraron la prelación de
jurisdicción en caso de conflicto, tema ligado con las garantías
de igualdad, seguridad y debido proceso.
Añaden que el 12 y 13 de octubre de 2003, los miembros de
las Fuerzas Armadas no se encontraban en campaña ni en estado
de guerra, por lo que no existió la condición necesaria para
que estos actúen dentro de un sistema de seguridad de defensa
nacional, constitucionalmente viable, en consecuencia, sus actos
ingresan en la esfera de delitos comunes, por lo tanto deben ser
sometidos a la jurisdicción ordinaria, toda vez que la función del

127
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

derecho penal militar es completamente diferente a la del derecho


penal, y siendo uno de los derechos previstos constitucionalmente
el derecho a la seguridad, frente a la comisión de un delito el Có-
digo Penal tiende a garantizar la seguridad jurídica que establece
la Constitución a través del cumplimiento de la legalidad y la lu-
cha contra la impunidad; Código que contempla los delitos de
homicidio, lesiones gravísimas y graves, y el delito de daño ca-
lificado, tipos penales que fueron atribuidos por el Ministerio
Público a los cuatro militares; consecuentemente, el derecho que
tiene la sociedad de ver a los responsables sancionados, el dere-
cho de las víctimas a la reparación del daño y el deber del Minis-
terio Público de ejercitar la acción penal pública, están siendo
enervados y conculcados por la imposibilidad de acción, atentán-
dose contra la seguridad jurídica cuando privilegiados ciudadanos
acceden a una justicia especial, vulnerando los artículos 4o., 45 y
48 del CPP.
Por otra parte, sostienen que el proceso llevado a cabo en el
Tribunal permanente de Justicia Militar, vulnera la garantía del
debido proceso, y los principios de legalidad, legitimidad y princi-
palmente el de publicidad, por cuanto el Ministerio Público no
sabe en absoluto lo que sucede dentro de ese proceso, restringién-
dose a las víctimas la posibilidad de informarse, habiendo recha-
zado el presidente del Tribunal permanente de Justicia Militar
varios intentos de conocer y enterarse del proceso. Además,
ese Tribunal no es competente por la previsión de los artícu-
los 14, 34 y 116 de la CPE y 4o., 45 y 48 del CPP, se duda de
su imparcialidad e independencia por estar conformado por
funcionarios en dependencia jerárquicamente vertical y ade-
más porque sus fallos no pueden ser examinados y revisados
por los tribunales ordinarios; por otra parte el tribunal militar
que va a sentenciar no es el tribunal que ha conocido el debate
desde su inicio hasta su finalización, vulnerándose la garantía del
juez natural y el de inmediación, hallándose cuestionada la de-
fensa de los procesados porque el abogado de éstos es al mismo
tiempo asesor jurídico del comando general del Ejército.
Finalmente, el Ministerio Público, dando cumplimiento al
ejercicio y promoción de la justicia, presentó ante el Tribunal

128
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

permanente de Justicia Militar, el 10 de septiembre de 2003, la


excepción de declinatoria de competencia, acompañando la de-
cisión del juez octavo de Instrucción en lo Penal; sin embargo,
fue rechazada por providencia del 11 de septiembre de 2003,
por lo que solicitaron la expresión del rechazo a través de un
auto motivado, pidiendo la francatura de fotocopias legalizadas
del proceso y un certificado, empero, a través de un decreto se
mantuvo firme el rechazo anterior, evitando pronunciarse so-
bre las solicitudes mencionadas, vulnerando el derecho del Mi-
nisterio Público a formular peticiones.

I.1.2 Derechos supuestamente vulnerados

Los recurrentes alegan vulneración a los principios de igualdad


jurídica, prohibición de doble persecución e indivisibilidad de juz-
gamiento; de las reglas constitucionales de aplicación preferente
de la jurisdicción ordinaria, de la prohibición de fueros y privile-
gios especiales; de los derechos a la seguridad, petición; de las ga-
rantías del debido proceso y del juez natural, así como la restric-
ción al ejercicio constitucional del Ministerio Público.

I.1.3 Autoridades recurridas y petitorio

Interponen recurso de amparo constitucional contra Oscar


Azcárraga Coronado, presidente del Tribunal Permanente de
Justicia Militar, Ángel Aruquipa Chui y Ramiro Sánchez Mora-
les, vocales de la Sala Penal Primera de la Corte Superior de
ese Distrito, solicitando sea declarado procedente, ordenando la
reparación de las violaciones y restricciones cometidas y en su
mérito se disponga la nulidad de la Resolución 649/03 del 2 de
octubre de 2003, así como el auto complementario del 20 de oc-
tubre del 2003 y se anule todo el proceso llevado a cabo en el
Tribunal Permanente de Justicia Militar respecto al enjuicia-
miento de Grover Monroy, Yamil Rocabado, José Costas W. y
Rafael Mendieta, remitiéndose antecedentes a la jurisdicción
ordinaria.

129
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

I.2 Audiencia y Resolución del Tribunal


de amparo constitucional
En la audiencia realizada el 16 de febrero de 2004, sin pre-
sencia fiscal, según consta en el acta de fs. 156 a 161, se produ-
jeron los siguientes actuados:

I.2.1 Ratificación y ampliación del recurso

Los recurrentes radicaron los fundamentos del recurso y


añadieron que los días 12 y 13 de febrero de 2003, se lesionaron
los bienes jurídicos de la vida, integridad corporal y propiedad
privada, y por ello los delitos imputados por la Fiscalía son los
de homicidio, lesiones gravísimas y daño calificado, entonces al
haberse lesionado los derechos de civiles, de personas que esta-
ban auxiliando y que no tenían nada que ver con el conflicto, la
vía expedita, no sólo porque lo dice el artículo 34 de la CPE y el
artículo 48 del CPP, sino porque lo dice el sentido común, es la
justicia ordinaria.

I.2.2 Informe de las autoridades recurridas

El vocal co-recurrido, Ángel Aruquipa Chui, mediante informe


cursante de fs. 132 a 134 señaló: 1) la Sala Penal Primera, anali-
zando los antecedentes del cuaderno de apelación, mediante Auto
de Vista 649/03 del 2 de octubre de 2003, declaró procedentes las
cuestiones planteadas en el recurso y revocó la Resolución apela-
da y dispuso que los antecedentes referidos a los militares
apelantes sean remitidos al Tribunal Permanente de Justicia Mi-
litar, toda vez que los excepcionistas acreditaron y justificaron la
plena competencia de la jurisdicción militar para conocer el caso
respecto a ellos, por lo que actuaron con imparcialidad y rectitud,
en virtud al principio de probidad que señala el artículo116.X de
la CPE; 2) el artículo 208 de la CPE señala que la Fuerzas Arma-
das tienen por misión fundamental defender y conservar la inde-
pendencia nacional, la seguridad y estabilidad de la República y
el honor y soberanía nacionales; asegurar el imperio de la Cons-
130
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

titución Política del Estado, garantizar la estabilidad del go-


bierno legalmente constituido y cooperar en el desarrollo inte-
gral del país; asimismo, el artículo 209 de la CPE, señala que
la organización de las Fuerzas Armadas descansa en su jerar-
quía y disciplina y está sujeta a las leyes y reglamentos milita-
res. Consecuentemente, los miembros de las Fuerzas Armadas
están sujetos a la normativa militar, más aún cuando éstos se
encuentran cumpliendo actos de servicio expresamente enco-
mendados por la Constitución, como es el de precautelar la es-
tabilidad del gobierno legalmente establecido; 3) en el caso de
los cuatro militares involucrados no existe duda sobe la juris-
dicción aplicable, por cuanto los mismo fiscales expresaron, al
efectuar la imputación, que actuaron en su condición de milita-
res y en el marco de un operativo militar, por lo que los mismos
se encuentran bajo el amparo del artículo 1o. del Código Penal
Militar (CPM) que establece su aplicación a todo los delitos co-
metidos por los miembros de las Fuerzas Armadas en actos de
servicio o en ocasión de él, dentro o fuera de los cuarteles, por
lo que no es aplicable el artículo 48 del CPP; además, cuando se
da un conflicto de aplicación entre la ley especial y la general,
prevalece la ley especial, discernimiento corroborado por el ar-
tículo 228 de la CPE y 5o. de la Ley de Organización Judicial
(LOJ); 4) el Ministerio Público realizó la imputación formal,
que no es el proceso propiamente dicho, recién el 13 de agosto
de 2003, cuando los militares incidentistas ya se encontraban
sometidos a la jurisdicción penal militar por los supuestos de-
litos de homicidio, exceso y hostilidad a particulares, habiendo
incluso prestado sus declaraciones confesorias el 15 de agosto de
2003, por consiguiente la autoridad que asumió competencia
preventiva fue la militar y no la ordinaria; 5) al resolver el re-
curso de apelación incidental, dieron preferente aplicación a las
disposiciones constitucionales y a las normas de la jurisdicción
penal militar, porque los oficiales del ejército, en el cumplimien-
to de sus servicios, se vieron involucrados en el caso referido, ac-
tuación respaldada por abundante jurisprudencia de la Corte
Suprema de la Nación y del Tribunal Constitucional que recono-
ce la jurisdicción y competencia militares.

131
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

El vocal co-recurrido, Ramiro Sánchez Morales, mediante in-


forme prestado en audiencia, expresó lo siguiente: 1) en Bolivia
se establecen los tribunales militares el 24 de octubre de 1904,
y la existencia de estos tribunales corresponde a temas de doc-
trina militar, de derecho militar y a la seguridad que deben
otorgarse a los miembros de las Fuerzas Armadas en general;
la Ley de Organización Judicial Militar y demás leyes, estable-
cen el espectro legal donde se mueven estos tribunales, y toda
norma, sea ley, decreto supremo o decreto ley, mientras no sea
declarada inconstitucional, se presume constitucional, por lo
tanto su aplicación es obligatoria; 2) para el derecho constitu-
cional la igualdad no es una garantía, es un valor supremo, un
derecho constitucional, y en el fallo objeto del recurso de acuer-
do a la SC 83/2000, se ha interpretado la igualdad haciendo un
trato diferente a circunstancias que son diferentes; la declina-
toria de competencia es una posibilidad procesal que se le plan-
tea a un operador de justicia para determinar si es competente
para conocer procesos en los que se hallen inmersas determina-
das personas, por su calidad, y no es que sea un ciudadano de
primera o segunda, sino que se le permite acudir a una juris-
dicción especial por la calidad de persona que es; los oficiales,
clases y soldados salieron en cumplimiento de órdenes superio-
res, de actos de servicio, y eso les otorga la calidad de personas
para ser sujetos de proceso bajo la competencia de los tribuna-
les militares, por eso la Resolución impugnada sólo se ha refe-
rido a los cuatro miembros de las Fuerzas Armadas y no así a
los policías, dado que su régimen es diferente y por su doctrina
tienen otra naturaleza; 3) el principio del juez natural, nos dice
que nadie puede ser sometido a un proceso penal sino es ante
el juez o tribunal constituido con anterioridad al hecho que mo-
tiva la acción penal, por lo que cualquier sanción punitiva sólo
será considerada legítima y legal cuando sea dictada e impues-
ta por un juez o tribunal competente, imparcial e independien-
te, y objetivamente hablando los tribunales militares reúnen
esas características; 4) señalan que se violó la seguridad jurídi-
ca, sin embargo, con el fallo sólo se ha hecho una interpreta-
ción, que es la correcta, dando fin a una indefinición acerca de

132
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

cuál de las jurisdicciones es la competente para conocer el caso


específico de los miembros del ejército que estaban sujetos a una
investigación en un caso y en un proceso en el otro; 5) cuando sa-
lieron lo oficiales del ejército, lo hicieron para proteger al go-
bierno democráticamente instituido, ellos no actuaron sedicio-
samente ni violaron el orden constitucional, otra cosa es que se
hayan cometido excesos que configuran delitos que merecen
otro tratamiento, pero no se puede aplicar el artículo 34 de la
CPE; 6) cuando los jueces realizan una interpretación, se tie-
nen que aplicar los principios constitucionales de la suprema-
cía constitucional y la jerarquía normativa, establecidas en el
artículo 228 de la CPE, por lo que no se puede aplicar la indivi-
sibilidad y juzgamiento establecidos en el Código de Procedi-
miento Penal a “pie puntillas”, partiendo del procedimiento pe-
nal. La indivisibilidad de juzgamiento tiene excepciones, por lo
que se hizo una interpretación a partir de principios fundamen-
tales establecidos en la Constitución.
Por informe cursante de fs. 135 a 149 de obrados, los repre-
sentantes del co-recurrido Oscar Azcárraga Coronado, señala-
ron: 1) no se han vulnerado los derechos y garantías constitu-
cionales de los fiscales recurrentes, por lo que niegan la proce-
dencia del recurso; 2) los actores no se encuentran facultados y
menos tienen un poder legal del fiscal general de la República
para interponer recursos constitucionales, toda vez que la Ley
Orgánica del Ministerio Público, en el artículo 36.27 reserva
esta atribución al fiscal general de la República; 3) la judicatu-
ra militar no ha intervenido en las actuaciones judiciales denun-
ciadas de ilegales, ya que la Resolución 649/2003 del 2 de octu-
bre de 2003 fue consecuencia de las acciones de defensa ejer-
cidas a instancia de parte, por lo que el Tribunal Permanente de
Justicia Militar no tiene responsabilidad en esa actuación y me-
nos ha violado derechos o garantías constitucionales; 4) se argu-
menta que al asumir el Tribunal Permanente de Justicia Militar
la jurisdicción y competencia que la Constitución y la ley le asig-
na, se estarían violando derechos y garantías de ciudadanos civi-
les, pero cabe aclarar que dichos civiles jamás han sido someti-
dos a procesos militares; 5) la Constitución Política del Estado,

133
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

en su parte Tercera, establece en el Título Séptimo el régimen


de las Fuerzas Armadas, disponiendo el artículo 208 que esta
institución se rige por sus propias leyes y reglamentos, norma
que lleva implícitos los principios de legalidad y legitimidad
con los cuales se desenvuelve el Ejército de Bolivia. La aplica-
ción de este mandato se refleja en la promulgación de la Ley
1405 del 31 de diciembre de 1992, Ley Orgánica de las Fuerzas
Armadas, que en su capítulo V regula la administración de la
justicia militar, señalando en el artículo 26 que se ejerce a
nombre de la Nación y por las autoridades, tribunales y jueces
establecidos por los códigos militares, entre los que se encuen-
tran la Ley de Organización Judicial Militar, Código Penal
Militar y el Código de Procedimiento Penal Militar, disposicio-
nes que se encuentran vigentes en mérito a la Ley 1474 del 1o.
de abril de 1993; de tal forma, se tiene la estructura de los tri-
bunales militares, la tipificación de los delitos y las normas a
las que se halla sujeto el proceso penal militar. En virtud a
esas normas, el Tribunal Permanente de Justicia Militar, tiene
la atribución de llevar adelante el proceso penal en primera
instancia, teniendo muy en cuenta que el artículo 3o. de la Ley
de Organización Judicial Militar (LOJM) establece la preferente
aplicación de la Ley Penal Militar respecto a cualquier otra ley
general y que el Tribunal Permanente de Justicia Militar, al
igual que toda la jurisdicción militar, tiene independencia total
en el ejercicio de la magistratura por estar sometido a la Consti-
tución y a la ley, desenvolviéndose el proceso bajo los principios
previsto en los artículos 1o. al 8o. del Código de Procedimiento
Penal Militar (CPPM); en consecuencia, dentro de los ámbitos
generales del derecho constitucional, respetando los principios
procesales, penales y derechos humanos. Por mandato de los ar-
tículos 9o. y 16 de la LOJM, los tribunales ejercen jurisdicción y
competencia para procesar y sancionar a los miembros de la ins-
titución armada que cometan delitos militares; 6) respecto a la
supuesta vulneración al principio de igualdad jurídica, se evi-
dencia que los oficiales sometidos a proceso militar están ejer-
ciendo plenamente este derecho sin restricción alguna, y con re-
lación a los ciudadanos civiles este principio no puede ser

134
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

vulnerado porque no han sido investigados, menos procesados


por la jurisdicción militar; 7) con relación a la doble persecu-
ción se debe dejar claramente establecido que la única juris-
dicción que está llevando adelante un proceso contra los oficia-
les imputados por la presunta comisión de delitos militares es
el Tribunal Permanente de Justicia Militar, y no existe otro
proceso formal en la justicia ordinaria, demostrándose que nin-
guna autoridad militar está realizando persecución a los recu-
rrentes o ciudadanos civiles; 8) la supuesta violación de la indi-
visibilidad de juzgamiento, tampoco tiene asidero legal, en
virtud a que en los presuntos actos que juzga el Tribunal Per-
manente de Justicia Militar no existen actores civiles que me-
rezcan procesamiento conjunto con los procesados militares; 9)
sobre la supuesta violación a la regla constitucional de aplica-
ción preferente de la jurisdicción ordinaria, esto no es evidente,
por cuanto tal disposición no existe en la Constitución y más
bien, el artículo 6o. del Código Penal común establece que
cuando una misma materia fuere prevista por una ley o dispo-
sición especial o general, prevalece la especial, lo propio sucede
con el artículo 5o. de la LOJ, que establece que la ley especial
será aplicada con preferencia a la general, y a mayor abunda-
miento el artículo 3o. de la LOJM determina que la ley militar
es aplicable con preferencia a cualquier otra ley general. Extra-
ñamente el artículo 48 del CPP norma lo contrario, al estable-
cer que en caso de duda, corresponderá el conocimiento a la ju-
risdicción ordinaria; sin embargo, recurriendo a las reglas de la
interpretación doctrinal, corresponde señalar que prima la nor-
ma sustantiva frente a la procesal, consecuentemente el Código
de Procedimiento Penal está en sujeción al Código Penal. Todo
esto se hace más evidente si se considera que la justicia mili-
tar, en el caso de autos, no está sometiendo a su jurisdicción a
ningún ciudadano civil, menos a los recurrentes; 10) la prohibi-
ción de privilegios, “prevista en el artículo 228 de la CPE”, es
totalmente inexistente e imaginaria puesto que el fuero militar
fue abolido por la Ley del 3 de octubre de 1910 y el DL del 7 de
julio de 1939, pero la misma Ley del 3 de octubre de 1910, dis-
pone que los militares en servicio serán juzgados por sus jefes y

135
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

autoridad conforme a sus reglamentos y ordenanzas, por ello


queda ratificada la justicia penal militar; la jurisdicción espe-
cial no es única ya que por materia, división territorial, la ley y
la doctrina establecen la coexistencia de otras, como los tribu-
nales laborales, mineros, agrarios, juzgados que procesan asun-
tos en razón de la cuantía o la calidad de las personas. Casi to-
dos los países del orbe han establecido que la ley especial
militar es de aplicación preferente a cualquier otra ley general
tomando en cuenta la calidad profesional de sus componentes
en el ejercicio de sus funciones, actividades desarrolladas
tanto en tiempo de paz como de conflicto sea de carácter inter-
no o externo, y en el presente caso, durante los hechos de febre-
ro, las fuerzas armadas se encontraban en plena ejecución de
una operación militar en cumplimiento y resguardo de la Cons-
titución Política del Estado por haberse producido una acción
subversiva, previo amotinamiento de la policía boliviana y era
imprescindible resguardar y reponer la seguridad interna del
país, y si han existido acciones indebidas o ilegales, correspon-
de su investigación, procesamiento y sanción a la justicia mili-
tar y no a la ordinaria; en cuanto a la función y finalidad del
derecho militar los recurrentes pasan por alto la consideración
de los valores jurídicos que tiene por fundamento la legislación
militar, que son similares al derecho penal ordinario, con la
sola condición de que se hallen enmarcados en el cumplimiento
del deber militar como consecuencia de los actos del servicio;
11) el derecho militar ni la justicia castrense violan los dere-
chos contenidos en los artículos 6o. y 7a), de la CPE a los ciuda-
danos civiles, porque ni siquiera se los está juzgando; al contra-
rio, se pretende esclarecer los presuntos actos ilegales de los
militares en los hechos del 12 y 13 de febrero de 2003, siendo el
Tribunal Militar Constitucional, persistente y anterior a los he-
chos investigados y los jueces que conocen el asunto son desig-
nados conforme a ley anterior, en sujeción a los artículos 14 y
228 de la CPE; 12) la garantía del debido proceso es inherente
a quien se encuentre sometido a cualquier jurisdicción que ad-
ministra justicia, y el hecho de que Oscar Ascárraga Coronado
haya asumido funciones como presidente del Tribunal Perma-

136
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

nente de Justicia Militar, en reemplazo de Remmy Nelson Ra-


mírez Villaroel, obedece a una orden general de destinos, ex-
tremo que también sucede en la justicia ordinaria cuando cum-
plen su periodo de funciones no siendo necesario que concluyan
los procesos que fueron sometidos a su conocimiento, pues exis-
te el principio de inmediación, en consecuencia no se ha vulne-
rado la garantía del juez natural, al estar constituido el Tribu-
nal Permanente de Justicia Militar conforme a la Ley de
Organización Judicial Militar que en sus artículos 46, 47 y 48
establece la designación y el tiempo de funciones; resulta falso
que el proceso no brinde publicidad porque las audiencias son
públicas, continuas y contradictorias, por lo tanto no existe res-
tricción alguna a los actores civiles, militares y Ministerio Pú-
blico; 13) la Ley de Organización Judicial Militar, en los artícu-
los 64 y 68, establece la constitución del Ministerio Público
Militar, y las atribuciones que éste ejerce, entre ellas la acción
penal que persigue. Estos son independientes en el ejercicio de
sus funciones y realizaron actividades de acercamiento con los
representantes del Ministerio Público ordinario, quienes jamás
se constituyeron en parte en el proceso militar; los artículos 21
y 134.2 del CPPM establecen el desglose de documentos y las
copias fotostáticas, por tanto mal se podía negar el franqueo de
las mismas a las partes interesadas del proceso, y los fiscales
no demostraron su interés legal; por lo que no existe restricción
al ejercicio constitucional de los fiscales recurrentes, y tampoco
se ha vulnerado el derecho de petición de los fiscales recurren-
tes, por cuanto solicitaron fotocopias legalizadas sin ser parte
el proceso, oponiendo la excepción de declinatoria de competen-
cia, acompañando copias de una resolución que no causó estado
porque fue apelada.
I.2.3. Intervención de terceros con interés legítimo
El abogado apoderado de Moisés R. Contreras, querellante
dentro del proceso penal objeto del recurso, señaló que su re-
presentado se encontraba en inmediaciones del centro de la
ciudad de La Paz, los días de “febrero negro” y fue víctima de
heridas de bala cuyo calibre utilizan sólo las Fuerzas Armadas.

137
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

Añade que las víctimas solicitaron al Ministerio Público se


apersonara defendiendo la legalidad y promoviendo la acción
penal ante el Tribunal de Justicia Militar, sin embargo, éste
rechazó el apersonamiento señalando que el Ministerio Público
no es parte del proceso penal militar, vulnerando los artículos
124 y 125 de la CPE y la Ley Orgánica del Ministerio Público.
Añadió que no cuestionan la constitucionalidad de la justicia
militar, sino la competencia de los tribunales para conocer un
proceso, ya que de acuerdo a la SC 1036/2002-R, el proceso pe-
nal se inicia con la imputación formal, que en el presente caso
fue realizada el 13 de febrero de 2003, por lo que el juez caute-
lar, juez natural, adquirió desde ese momento competencia
para conocer el fondo y las incidencias de un hecho punible.
Expresa que la Sala Penal Primera planteó un falso dilema por
cuanto señaló que el Tribunal Militar es legal y por lo tanto
puede conocer el proceso; empero, el tema es que la justicia or-
dinaria previno, y en caso de duda, por mandato del artículo 48
del CPP, se privilegia la jurisdicción ordinaria, aplicándose
esta regla a los tribunales y órganos penales militares por
mandato expreso de la disposición final sexta del CPP, que dis-
pone que toda norma que se oponga al Código de Procedimiento
Penal queda derogada o abrogada, según el caso. El debate se
centra en el derecho penal de acto o el derecho penal de autor, es
decir, si los juicios deben realizarse por lo que uno hace por lo
que uno es; a las personas hay que juzgarlas por su conducta;
sin embargo, la Resolución 649/03, ingresa al derecho penal de
actor, porque se juzga a los militares por ser militares y no por lo
que han hecho, que debe ser juzgado por la vía ordinaria, por
cuanto los cuatro militares y varios policías, indistintamente del
uniforme que vistan, son funcionarios públicos que han atentado
contra la vida y la integridad de las personas, por eso se solita
un juzgamiento único, como señala el artículo 45 del CPP, y si
se mantiene la Resolución 649/03, los cuatro militares serán
juzgados por el Tribunal Permanente y el resto por la justicia
ordinaria, violándose no sólo el artículo 45 del CPP, sino tam-
bién el artículo 44 del Pacto de San José de Costa Rica que es-
tablece que por un mismo hecho un mismo proceso, en el que

138
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

deben participar las víctimas civiles, las víctimas policías y el Mi-


nisterio Público, ejerciendo sus facultades conforme al artículo
124 de la CPE; por lo que el sistema penal militar, al negarles
participación, les cierra las puertas para hacer valer sus derechos
como víctimas y querellantes. Finalmente, señaló que si bien los
días 12 y 13 de febrero participaron fuerzas del orden policial y
fuerzas armadas en una conmoción popular y policial y que su-
puestamente se actúo bajo el privilegio de bandera, solicitan una
interpretación más amplia de la Constitución y del régimen de las
Fuerzas Armadas, cuya misión, de acuerdo a los artículos 208 y
209 de la CPE, es tutelar los intereses y fronteras patrias.

Resolución
La Resolución 024/04 del 16 de febrero de 2004, (fs. 162 a
163), declaró improcedente el recurso, con los siguientes argu-
mentos:

1) De acuerdo a los artículos 208 y 209 de la CPE, las Fuer-


zas Armadas tienen por misión fundamental defender y
conservar la independencia nacional, la seguridad y esta-
bilidad de la República, asegurar el imperio de la Consti-
tución y garantizar la estabilidad del gobierno legalmente
constituido; por consiguiente, están comprendidos en el
Código Penal Militar, el Procedimiento Penal Militar y la
Ley Orgánica del de las Fuerzas Armadas, que resultan de
aplicación preferente.
2) Mediante el recurso de amparo, no se puede revocar una
decisión judicial adoptada por magistrados con competen-
cia en el ejercicio de la jurisdicción que les atribuye la ley;
si se dieran acciones de esta naturaleza, se estaría soca-
vando el orden y la seguridad jurídica que son las bases de
la administración de justicia.
3) El recurso establecido en el artículo 19 de la CPE está diri-
gido a precautelar los derechos fundamentales de las per-
sonas ante actos ilegales u omisiones indebidas que res-
trinjan, supriman o amenacen restringir siempre que no
hubiere otro recurso para la protección inmediata de los
139
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

derechos constitucionales conculcados; en el caso de autos,


la Resolución objetada no está en los alcances de la norma
constitucional citada, por cuanto para las nulidades como
la pretendida se tiene previsto el recurso directo de nuli-
dad establecido en el artículo 79 y siguientes de la Ley del
Tribunal Constitucional (LTC).

I.3. Trámite procesal en el Tribunal

Por Acuerdo Jurisdiccional 64/04 del 27 de abril, el Pleno del


Tribunal Constitucional, amplió el plazo procesal en la mitad
del término, al amparo del artículo 2o. de la Ley 1979; vale de-
cir hasta el 27 de mayo de 2004. Por tanto, la presente Senten-
cia se pronuncia dentro del plazo legal (fs. 169).

II. CONCLUSIONES

De la revisión del expediente y de las pruebas aportadas se


concluye lo siguiente:

II.1 El 14 de febrero de 2003, se presentó la imputación formal


contra René Molina Balderrama, por la supuesta comisión del de-
lito de homicidio en grado de tentativa, quien supuestamente ha-
bría efectuado disparos con arma de fuego el día 12 de febrero de
2003 (fs. 1) y mediante auto de la misma fecha el Juez Segundo
de Instrucción en lo Penal, dispuso medidas cautelares sustituti-
vas en su contra (fs. 8 a 11).
II.2. Mediante Auto Final de Sumario, del 4 de abril de 2003,
el comandante general del Ejército, de acuerdo al Dictamen
27/2003 del 4 de abril de 2003, emitido por el asesor jurídico del
comando del Ejército dentro del sumario informativo iniciado a
objeto de esclarecer las causales y circunstancias de las lesio-
nes producidas por herida de proyectil a soldados del Ejército
durante los conflictos acaecidos el 12 y 13 de febrero, dispuso la
remisión de fotocopias legalizadas al Ministerio Público “sin
que este hecho signifique ceder o declinar la competencia de la
legislación militar”, quienes iniciarían el proceso penal corres-
140
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

pondiente de acuerdo a la legislación militar, en cuanto se co-


nozcan a los autores intelectuales y materiales, coautores, en-
cubridores de los vandálicos hechos del 12 y 13 de febrero, en
los que resultaron heridos varios soldados cuando se encontra-
ban cumpliendo con lo previsto en la Constitución Política del
Estado, la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, códigos y
reglamentos militares (fs. 48 a 53).
II.3. El 13 de agosto de 2003, los fiscales de materia Milton
Mendoza Miranda y William Alave Luna, imputaron formal-
mente a once policías por los delitos de sedición, atribuirse
los derechos del pueblo, conspiración, seducción de tropas,
instigación pública a delinquir, apología pública de un delito,
asociación delictuosa, desacato, coacción, homicidio, lesiones gra-
vísimas y graves, daño calificado, allanamiento de domicilio o sus
dependencias, encubrimiento; a un civil por los delitos de instiga-
ción pública a delinquir y daño calificado, y a cuatro militares:
José Enrique Costas Wanting, Grover Monroy Aliaga, Rafael
Enrique Mendieta Vera y Yamil Edgar Rocabado Villegas, por la
supuesta comisión de los delitos de homicidio, lesiones gravísimas
y graves y daño calificado (fs. 12 a 22).
II.4. Mediante memorial presentado el 19 de agosto de
2003, José Enrique Costas Wanting, Grover Monroy Aliaga,
Rafael Enrique Mendieta Vera y Yamil Edgar Rocabado Ville-
gas, opusieron excepción de incompetencia, argumentando
que en su condición de militares, y al haber actuado en defen-
sa de la estabilidad de las instituciones democráticas del
Estado, conforme lo establece el artículo 208 de la CPE, están
sometidos a jurisdicción especial, de acuerdo al artículo 1.1)
del CPM y que en tal virtud se encuentran procesados por el
Tribunal Permanente de Justicia Militar por los supuestos de-
litos de homicidio, exceso y hostilidad a particulares, habiendo
prestado sus declaraciones confesorias y prevenido el conoci-
miento de la causa con anterioridad a la imputación realizada
por el Ministerio Público; señalando además que la SC
1107/2003-R del 4 de agosto de 2003, reconoció la constitucio-
nalidad y vigencia de la jurisdicción militar (fs. 23 a 25).

141
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

II.5. Por Resolución 553/2003 del 30 de agosto, el juez octavo de


Instrucción en lo Penal, declaró improbada la excepción de incom-
petencia, disponiendo la continuación del proceso conforme a ley y
la notificación de la Resolución al presidente del Tribunal Perma-
nente de Justicia Militar a efecto de que remita los antecedentes
a ese juzgado, con los siguientes fundamentos: 1) la organización
del sumario informativo militar fue dispuesta el 7 de abril de
2003, y el auto final del sumario se emitió el 12 de junio del mis-
mo año, es decir, después de varios meses de que la jurisdicción
ordinaria haya asumido el control de la investigación, ya que ésta
se hizo conocer el 18 de febrero de 2003; 2) el artículo 45 esta-
blece la indivisibilidad de juzgamiento, y en el caso, de acuerdo
a la imputación formal existen involucrados militares, policías
y civiles; en consecuencia, jurídicamente no es posible que se
sigan diferentes procesos por un mismo hecho; 3) el artículo 48
del CPP, establece que en caso de duda sobre la jurisdicción
aplicable, por razones de concurrencia y conexitud entre la ju-
risdicción ordinaria y la especial, corresponderá el conocimien-
to de los delitos a la ordinaria, artículo que mereció la consi-
deración del Tribunal Constitucional en la SC 1107/2003-R
(fs. 28 a 31).
II.6. Mediante memorial presentado el 10 de septiembre de
2003, los ahora recurrentes solicitaron al presidente del Tribu-
nal Permanente de Justicia Militar declinatoria de competen-
cia, en virtud de la Resolución 553/03, emitida por el juez octa-
vo de Instrucción en lo Penal Cautelar (fs. 41 a 43); solicitud
que fue rechazada mediante Decreto del 11 de septiembre de
2003 por el presidente del Tribunal Permanente de Justicia
Militar, con el argumento de que ésta debe ser planteada por
jueces y tribunales de igual o desigual jurisdicción (fs. 45); el 15
de septiembre de 2003, los actores solicitaron que la decisión de
rechazo sea expresada mediante auto motivado, y al mismo
tiempo pidieron fotocopias legalizadas de todo lo obrado y certi-
ficación sobre la solicitud de declinatoria de competencia (fs.
46); pedido que fue rechazado por el presidente del Tribunal
Permanente de Justicia Militar, mediante Decreto del 17 de
septiembre de 2003 (fs. 47).

142
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

II.7. Apelada la Resolución 553/2003 por los militares imputa-


dos (fs. 33 a 35), la Sala Penal Primera, compuesta por los vocales
ahora recurridos, pronunció la Resolución 649/03 del 2 de octubre,
mediante la cual declaró procedentes las cuestiones planteadas y
revocó la Resolución 533/03, disponiendo que todos los anteceden-
tes referidos a los apelantes sean remitidos al Tribunal Perma-
nente de Justicia Militar, con las siguientes argumentos: 1) el ar-
tículo 209 de la CPE dispone que las Fuerzas Armadas de la
Nación están sujetas a las leyes y reglamentos militares, cuya ju-
risdicción y competencia en materia jurídica está en su legislación
punitiva castrense, cuya estructura está conformada por tres
cuerpos de disposiciones legales, con un origen que data de 1904.
Los artículos 1o., 2o. y 3o. de la LOJM, hablan de su jurisdicción,
independencia y preferencia en la aplicación de preceptos legales
y el artículo 9o. define la jurisdicción militar, el artículo 10 su
campo de aplicación, y el artículo 11 señala los casos y delitos por
los que se abre la jurisdicción de la justicia militar, entre los cua-
les menciona a los cometidos en actos de servicio o con ocasión de
él; 2) los hechos acontecidos el 12 y 13 de febrero de 2003 se pro-
dujeron en ocasión de actos del servicio, por lo que su tipificación
corresponde a la codificación militar en cuanto a los militares y
por lo tanto a la jurisdicción y competencia de la justicia militar;
3) el artículo 208 del CPE señala a las Fuerzas Armadas el deber
y la misión fundamental, entre otras, de garantizar la estabilidad
del gobierno legalmente constituido, así como la seguridad y esta-
bilidad de la República, que estaban cumpliendo y ejecutando en
dichos acontecimientos, lo que se vincula con la legalidad y legiti-
midad de la acción penal militar que se sigue a los apelantes en
los tribunales de justicia militar (fs. 37 a 39); por Resolución del
20 de octubre de 2003, los mismos vocales recurridos, declararon
que no había lugar a la aclaración y complementación solicitada.

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

Los recurrentes sostienen que las autoridades demandadas


vulneraron los principios de igualdad jurídica, prohibición de do-
ble persecución e indivisibilidad de juzgamiento; las reglas cons-

143
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

titucionales de aplicación preferente de la jurisdicción ordi-


naria, la prohibición de fueros y privilegios especiales; los
derechos a la seguridad, petición; las garantías del debido
proceso y del juez natural, y restringieron el ejerci cio consti-
tucional del Ministerio Público, por cuanto 1) los vocales recu-
rridos pronunciaron la Resolución 649/03, declarando proceden-
te la excepción de incompetencia, disponiendo que los antece-
dentes sean remitidos al Tribunal Permanente de Justicia Mili-
tar, para que los militares imputados en el proceso penal que se
les sigue en la vía ordinaria sean juzgados por la jurisdicción mi-
litar, y 2) el presidente del Tribunal Permanente de Justicia
Militar rechazó el acceso a los datos del proceso, imposibilitan-
do su participación en él, además de haberse removido a los
miembros del Tribunal que originalmente conocieron el debate
y hallarse cuestionada la defensa de los militares procesados.
En consecuencia, corresponde determinar en revisión si tales ase-
veraciones son evidentes y si ameritan la protección que brinda el
artículo 19 de la CPE.
III.1. Antes de ingresar al análisis de la problemática plantea-
da en el presente recurso, es necesario precisar el marco constitu-
cional por el que se rigen las Fuerzas Armadas.
III.1.1. El Título Séptimo de la CPE, relativo al Régimen de
las Fuerzas Armadas, establece en el artículo 208, que éstas tie-
nen por misión fundamental defender y conservar la indepen-
dencia nacional, la seguridad y la estabilidad de la República y
el honor y soberanía nacionales; asegurar el imperio de la Cons-
titución Política, garantizar la estabilidad del gobierno legal-
mente constituido y cooperar en el desarrollo integral del país.
La Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, desarrollando la mi-
sión encomendada por la Constitución, establece, en primer tér-
mino, sus principios institucionales que de acuerdo al artículo 1o.
son los siguientes:

a) Preservar el Mandato Constitucional, la paz y la unidad nacio-


nal y la estabilidad de las instituciones democráticas del Estado.
b) Ser integrador de la nacionalidad, fiel expresión del civismo,
el honor y la grandeza de la Patria, de sus tradiciones y de sus glo-
rias.

144
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

c) Ser exponentes del heroísmo, valor, poder y pujanza del pue-


blo boliviano; simbolizan la historia de la Independencia y el forta-
lecimiento de la República; siendo por ello depositarias de su liber-
tad, progreso e integridad territorial y espiritual.
d) Constituir el baluarte de la seguridad nacional y de la defensa
soberana de la Patria, contribuyen al bienestar general del pueblo
boliviano, son el sostén de la vigencia de la Constitución Política del
Estado, de la democracia y de los derechos y garantías ciudadanas.
e) Ser el factor indispensable para el logro de los objetivos nacio-
nales, el desarrollo integral del país y la indeclinable decisión de
reinvindicación marítima.
f) Sustentarse en la cohesión de sus estructuras, su misión y orga-
nización vertical, basadas en principios fundamentales de disciplina,
jerarquía, orden y respeto a la Constitución Política del Estado, a
sus leyes y reglamentos.

A su vez, el artículo 3o. señala que

el Estado, mediante las Fuerzas Armadas, organizará la seguridad y


defensa nacional, como sistema integrado con el objeto de neutrali-
zar, rechazar o destruir cualquier acción tendente a vulnerarlas. Su
acción será ejercida por los mandos militares de acuerdo a la Consti-
tución Política del Estado y al ordenamiento jurídico vigente.

El artículo 6o. de la misma Ley, establece que

las Fuerzas Armadas tienen por misión fundamental defender y


conservar la independencia nacional, la seguridad y estabilidad de
la República, el honor y soberanía nacional, asegurar el imperio de la
Constitución Política del Estado, garantizar la estabilidad del gobier-
no legalmente constituido y cooperar en el desarrollo integral del
país.
Para el cumplimiento de su misión las Fuerzas Armadas tienen
las siguientes atribuciones y responsabilidades:
a) Garantizar el imperio de la Constitución Política del Estado y la
estabilidad del gobierno legalmente constituido.
b) Precautelar la seguridad, soberanía y honor nacionales.
c) Contribuir en la formulación y consecución de los objetivos na-
cionales.

145
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

d) Defender y garantizar el legal desenvolvimiento de las institu-


ciones nacionales.
e) Defender, controlar y conservar la integridad territorial, las
aguas territoriales y el espacio aéreo, así como contribuir a la protec-
ción del medio ambiente, los recursos naturales y de todo el patrimo-
nio nacional.
f) Preparar y organizar al pueblo para la defensa de la República.
g) Coadyuvar, en caso necesario, a la conservación del orden públi-
co, a requerimiento del Poder Ejecutivo y de acuerdo a la Constitu-
ción Política del Estado.
h) Mantener latente la conciencia cívico-patriótica y de recupera-
ción marítima, así como la veneración y el respeto a los símbolos na-
cionales.
i) Formar, completar y actualizar la cartografía nacional y sus de-
rivados.
j) Participar activamente en el desarrollo e integración física y es-
piritual de la Nación.

Respecto a la atribución y responsabilidad contenida en el ar-


tículo 6o., inciso g, antes glosado, el capítulo IV, De las Fuerzas
Armadas en la Seguridad y Defensa Nacional, establece en el ar-
tículo 8o. que:

el presidente de la República y capitán general de las Fuerzas


Armadas, en uso de la facultad que le confiere la Constitución Polí-
tica del Estado, dispondrá del empleo de las fuerzas militares para:
a) En lo externo, preservar la existencia, soberanía, independencia
e integridad del territorio boliviano.
b) En lo interno, mantener el orden público, cuando las institucio-
nes legalmente constituidas para este fin, resultaren insuficientes.

Conforme a las normas aludidas, una de las misiones funda-


mentales de las Fuerzas Armadas es la seguridad y estabilidad
de la República, que en lo interno se traduce en el mantenimiento
del orden público a requerimiento del Poder Ejecutivo, por lo que
con carácter previo, conviene determinar cómo debe entenderse la
misión constitucional asignada a las Fuerzas Armadas en un es-
tado democrático de derecho, y en qué circunstancias el accionar
de los miembros de esta institución puede ser considerado confor-
me a la Constitución y las leyes.
146
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

En este cometido, se debe señalar que a nivel mundial ha


existido un tránsito del clásico concepto de seguridad nacional
que se le asignaba a las Fuerzas Armadas, al concepto de Segu-
ridad Democrática, que tiene como antecedente a las recomen-
daciones de la Comisión Palme para Asuntos de Desarme y Se-
guridad, publicadas a fines de la década de los setenta, que fue
afirmado en el Tratado Marco de Seguridad Democrática de
Centroamérica, que se fundamenta en el respeto, promoción y
tutela de todos los derechos humanos, mediante la creación de
condiciones que permitan el desarrollo personal, familiar y so-
cial en paz, libertad y democracia y posteriormente, en la Prime-
ra Reunión de Ministros de Defensa de las Américas, celebrada
en Williamsburg, Virginia en 1995, donde se asumieron acuer-
dos fundamentales, entre los que se destacan: la preservación de
la democracia como base de la seguridad, la subordinación de las
fuerzas armadas a la autoridad constituida democráticamente,
su actuación dentro de los límites constitucionales y el respeto a
los derechos humanos (cfr. Comisión Andina de Juristas, Desa-
fíos de la democracia en la Región Andina).
Actualmente, la Seguridad Democrática, tiene como prioridad
los derechos fundamentales de las personas y la necesidad de
otorgar a los miembros de un Estado las condiciones necesarias
para que puedan tener una existencia digna y una vida en paz.
En ese sentido, cualquier noción que pretenda priorizar valores
supraindividuales como la soberanía nacional, la patria, la socie-
dad, tiene que ser identificada con la seguridad de los habitantes,
que significa la eliminación de riesgos y amenazas físicas y el
otorgamiento de garantías para una vida digna.
En este contexto, los países tienen un propósito común: el de
dotar de seguridad a las personas, que necesariamente tiene que
estar inspirada en los principios democráticos.
La Seguridad Democrática compete al Estado, en toda su es-
tructura y en todas sus funciones, por lo que su realización, al ser
un deber del Estado, debe ser coherente y completa. Así lo ha en-
tendido el Tribunal Constitucional de Bolivia, que en reiteradas
sentencias constitucionales ha definido a la seguridad como: “la

147
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

exención de peligro o daño; solidez, certeza plena; firme con-


vicción”. Asimismo, ha establecido que:

es deber del Estado proveer seguridad jurídica a los ciudadanos,


asegurando a todos el disfrute del ejercicio de los derechos públi-
cos y privados fundamentales que le reconocen la Constitución y
las leyes; principios que se hallan inspirados en un orden jurídi-
co superior y estable (Estado de derecho), que satisfaga los anhe-
los de una vida de paz, libre de abusos y arbitrariedad, como lo
ha establecido la jurisprudencia de este tribunal (SSCC
287/1999-R, 194/2000-R, 223/2000-R, entre otras).

Dentro del marco conceptual y jurisprudencial desarrolla-


do, la misión de las Fuerzas Armadas en un estado democrá-
tico, en armonía con los derechos y garantías que proclama
la Constitución, sólo puede ser entendida si su actividad se
desarrolla dentro del marco de la democracia, el respeto a la
Constitución y las leyes, observando los principios de igual-
dad, prohibición de exceso, ofensividad, proporcionalidad, lega-
lidad, mínima intervención, por lo que sus políticas de seguri-
dad deben estructurarse alrededor de la protección de las
personas; un sentido contrario, podría generar un desequili-
brio en el sistema de derechos y garantías consagrado en la
ley fundamental, a favor del uso desmedido de la fuerza en
desmedro de la protección y seguridad de la persona como
miembro del Estado.
Ese entendimiento se encuentra esbozado en La Ley Orgáni-
ca de las Fuerzas Armadas, toda vez que, de acuerdo a las nor-
mas antes glosadas, entre los principios institucionales, se en-
cuentran el de preservar el mandato constitucional, la paz y la
unidad nacional y la estabilidad de las instituciones democráti-
cas del Estado, y el de ser el sostén de la vigencia de la Consti-
tución Política del Estado, de la democracia y de los derechos y
garantías ciudadanas. De lo que se concluye que la actividad
desarrollada por los miembros de las Fuerzas Armadas en el
cumplimiento de la misión constitucional de defender la seguri-
dad y estabilidad de la República, encuentra su límite en la
Constitución y en los propios principios y normas que sus-

148
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

tentan a esa institución, por lo que, su acción sólo será ajustada


a derecho si es coherente con los preceptos de la ley fundamen-
tal y la Ley Orgánica de las Fuerza Armadas.
III.1.2. El artículo 209 de la CPE, señala que la organización
de las Fuerzas Armadas descansa en su jerarquía y disciplina.
Es esencialmente obediente, no delibera y está sujeta a las le-
yes y reglamentos militares. Como organismo institucional no
realiza acción política, pero individualmente sus miembros go-
zan y ejercen los derechos de ciudadanía en las condiciones
establecidas por ley.
El capítulo V de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas
(LOFA), en el artículo 26, establece que “la administración de
justicia militar, se ejerce a nombre de la Nación, por las autori-
dades, tribunales y jueces establecidos en los códigos militares y
la presente ley”.
A su vez, el artículo 27.I señala que:
los tribunales militares forman parte de la estructura orgánica de
las Fuerzas Armadas, son independientes y autónomos en la admi-
nistración de justicia. Su organización, funcionamiento y procedi-
mientos son de carácter permanente y están determinados por sus
códigos y leyes militares.

Finalmente, el artículo 140 de la LOFA, complementado por


la Ley 1474 del 1o. de abril de 1993, establece que “en tanto se
sancionen y promulguen nuevos códigos de justicia militar,
mantiene en vigencia el DL 13321 del 22 de enero de 1976, en
todo lo que no sea contrario a la presente ley".
En consecuencia, es la propia ley fundamental la que esta-
blece que las Fuerzas Armadas están regidas por leyes y regla-
mentos militares, entendiéndose por éstas a la Ley Orgánica de
las Fuerzas Armadas, y por disposición del artículo 140 de esa
ley, a los códigos de justicia militar, entre los que se encuen-
tran la Ley de Organización Judicial Militar, el Código de Pro-
cedimiento Penal y el Código Penal; por lo que, a través de este
recurso de amparo constitucional que tiene como finalidad otor-
gar tutela frente a los actos ilegales o las omisiones indebidas
de los funcionarios o particulares que restrinjan, supriman o

149
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

amenacen restringir o suprimir los derechos y garantías de las


personas reconocidos por la Constitución y las leyes, sólo se ana-
lizará la actuación de los recurridos y la supuesta vulneración a
los derechos y garantías que reclaman los actores, y por lo mis-
mo, no es posible a través de esta acción extraordinaria, anali-
zar la constitucionalidad o inconstitucionalidad de los códigos
de justicia militar.
III.1.3. Realizada esta precisión, conviene determinar, por
una parte, los alcances de la justicia militar, conforme a la mi-
sión encomendada a las Fuerzas Armadas por la Constitución y,
por otra, precisar si los funcionarios militares están en todas sus
acciones sujetos a la justicia militar o si, al contrario, es posible
que ciertas conductas sean sometidas a la justicia ordinaria.
El artículo 9o. de la LOJM, establece que “jurisdicción militar
es la facultad que la ley concede a las autoridades judiciales mi-
litares y tribunales castrenses para administrar justicia en cau-
sas criminales, por delitos determinados en el Código Penal Mi-
litar y por infracciones que sean sometidas a su conocimiento
por leyes especiales”
El artículo 10, señala que “están sujetos a la jurisdicción mi-
litar los bolivianos y extranjeros, en razón de los delitos que
afecten a materias militares y del lugar en que se los cometa y
que se hallen determinados y sancionados por el Código Penal
Militar y leyes especiales”.
El artículo 11 determina que:
los tribunales militares ejercen jurisdicción por delitos cometidos
en actos de servicio o con ocasión de él, dentro de cuarteles, campa-
mentos, fortalezas, marchas, columnas, vehículo, obras, almacenes,
granjas, oficinas, dependencias, fábricas, fundiciones, maestranzas,
parques, arsenales e institutos militares, a bordo de buques, embar-
caciones, apostaderos navales, bases aéreas, aviones de la Fuerza Aé-
rea y otros de la misma naturaleza.

El artículo 12, establece que:


están sujetos a la jurisdicción castrense, los militares en servicio
activo y empleados civiles dependientes de la institución armada.
Los militares en retiro, con licencia indefinida o dados de baja por

150
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

sentencia y los ex empleados civiles, retirados de las Fuerzas


Armadas, hasta un año después de su inactividad, por delitos com-
prendidos en el capítulo I, título I del Libro Tercero del Código Pe-
nal Militar.

Por otra parte, el artículo 1o. del CPM, señala que ese Códi-
go se aplicará:

1) A todos los delitos cometidos por los miembros de las Fuerzas


Armadas en actos de servicio o en ocasión de él, dentro o fuera de
los cuarteles, campamentos, zonas militares; y en todo el territorio
de la República en caso de guerra interna o externa.
2) A los delitos cometidos por nacionales y extranjeros que sin
ser miembros de las Fuerzas Armadas, afecten materias y lugares
militares.
3) A los delitos cometidos en el exterior por ciudadanos bolivia-
nos o extranjeros, militares o civiles y cuyos efectos se produzcan
en lugares sometidos a la jurisdicción militar, siempre que no ha-
yan sido procesados en el exterior.
4) A los delitos cometidos en aeronaves y navíos militares boli-
vianos, donde quiera que se encuentren, o se hallen ocupados por
orden legal de autoridad militar o estén en servicio de las Fuerzas
Armadas, aunque fueran de propiedad privada.
5) A los delitos cometidos a bordo de aeronaves o navíos extran-
jeros, cuando se encuentren en lugares sujetos a jurisdicción mili-
tar boliviana.
6) A los delitos cometidos en el extranjero por funcionarios mili-
tares al servicio de la Nación, y
7) A los delitos militares que, en cumplimiento de tratado o con-
vención de la República, deben ser penados, aún cuando no fueran
cometidos en su jurisdicción.

De las normas glosadas se extrae, en cuanto a la problemáti-


ca del recurso, lo siguiente: 1) están sujetos a la jurisdicción
militar los bolivianos y extranjeros, en razón de los delitos que
afecten a materias militares (artículo 10, LOJM), entendiéndo-
se, por lo tanto, que sólo las acciones (tipificadas en el Código
penal militar) que vulneren bienes jurídicos militares, estarán
sometidas a esa jurisdicción; 2) el Código Penal Militar se apli-
ca, entre otros a todos los delitos cometidos por los miembros
151
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

de las Fuerzas Armadas en actos de servicio o en ocasión de él,


dentro o fuera de los cuarteles, campamentos, zonas militares;
y en todo el territorio de la República en caso de guerra interna
o externa (artículo 1.1) CPM); por consiguiente, para que a los
miembros de las Fuerzas Armadas les sea aplicado ese Código
y estén sometidos a la jurisdicción militar, es necesario que se
trate de delitos cometidos en actos de servicio o en ocasión de
él, dentro o fuera de zonas militares.
Ahora bien, si se conecta lo señalado en el primer punto, con
lo aseverado en el segundo, necesariamente se concluirá en que
sólo pueden ser considerados delitos militares aquellos que afec-
ten bienes jurídicos militares, entendiéndose por tales a aquellos
intereses protegidos por la norma penal, en función a la misión
constitucional asignada a las Fuerzas Armadas, los medios des-
tinados al cumplimiento de esa misión y su organización, jerar-
quía y disciplina. De ello se desprende que la competencia de
los tribunales militares debe estar restringida al ámbito estric-
tamente militar y concretamente a los deberes propios de la
función militar, configurándose entonces, lo que en doctrina se
denomina el delito de función, que para ser tal debe reunir los
siguientes elementos: 1) que el bien jurídico sea militar; 2) que
el delito se encuentre previsto en la legislación penal militar
(principio de legalidad), y 3) que exista un nexo de causalidad
entre la función encomendada y el delito cometido, entendién-
dose que la tarea ordenada constituye en sí misma un desarro-
llo legítimo de la misión encomendada a las Fuerzas Armadas
dentro de los límites que la propia Constitución establece, como
ha quedado precisado en el fundamento jurídico (Fj) III.1.1. So-
bre el particular, la jurisprudencia de la Corte Constitucional
de Colombia, en la Sentencia C-358 del 5 de agosto de 1997, ha
señalado que:

La exigencia de que la conducta punible tenga una relación directa


con una misión o tarea militar o policiva legítima, obedece a la ne-
cesidad de preservar la especialidad del derecho penal militar y de
evitar que el fuero militar se expanda hasta convertirse en un puro
privilegio estamental. En este sentido, no todo lo que se realice
como consecuencia material del servicio o con ocasión del mismo

152
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

puede quedar comprendido dentro del derecho penal militar, pues


el comportamiento reprochable debe tener una relación directa y
próxima con la función militar o policiva. El concepto de servicio no
puede equivocadamente extenderse a todo aquello que el agente
efectivamente realice. De lo contrario, su acción se desligaría en la
práctica del elemento funcional que representa el eje de este dere-
cho especial (las negrillas son nuestras).

Con relación a los límites de la jurisdicción militar, el Tribunal


Constitucional Español, en la RTC 60/1991, de 14 de marzo, ha
establecido:

Como jurisdicción especial penal, la jurisdicción militar ha de redu-


cir su ámbito al conocimiento de delitos que puedan ser calificados
como estrictamente castrenses, concepto que ha de ponerse en ne-
cesaria conexión con la naturaleza del delito cometido; con el bien
jurídico o los intereses protegidos por la norma penal, que han de
ser estrictamente militares, en función de los fines que constitucio-
nalmente corresponden a las Fuerzas Armadas y los medios pues-
tos a su disposición para cumplir esa misión (artículos 8o. y 30
C.E.); con el carácter militar de las obligaciones o deberes cuyo
cumplimiento se tipifica como delitos, y, en general, con que el su-
jeto activo del delito sea considerado uti miles, por lo que la condi-
ción militar del sujeto al que se imputa el delito ha de ser también
un elemento relevante para definir el concepto estrictamente cas-
trense (las negrillas son nuestras).

De lo expresado, se tiene que los tribunales militares no son


competentes para conocer los delitos que no sean de función; un
entendimiento contrario, permitiría que los bienes jurídicos consi-
derados como valores, intereses y expectativas fundamentales,
sin los cuales la vida social sería imposible, precaria o indigna, re-
conocidos como derechos en el artículo 7o. de la CPE y en los pac-
tos y normas internacionales sobre derechos humanos, no en-
cuentren tutela efectiva en el derecho penal ordinario, y menos,
se efectivice la misma en la jurisdicción penal ordinaria.
Este razonamiento, encuentra su fundamento en las siguien-
tes normas constitucionales:
El artículo 13 de la CPE, señala que: “los atentados contra la
seguridad personal hacen responsables a sus autores inmediatos,
153
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

sin que pueda servirles de excusa el haberlos cometido por orden


superior”, norma que garantiza a las personas que los actos co-
metidos contra su seguridad, en cumplimiento de una orden
ilegítima, no quedarán en la impunidad, y que los autores de-
ben ser juzgados por un juez imparcial, en un debido proceso,
con el fin de establecer su participación y responsabilidad. Por
consiguiente, el desarrollo de los “actos de servicio” realizados por
miembros de las Fuerzas Armadas, en cumplimiento de su misión
constitucional, encuentra su límite en el respeto a la seguridad
personal, de donde se extrae que no se podrá justificar su lesión
en virtud al cumplimiento de funciones asignadas, como la segu-
ridad y la estabilidad de la República y el gobierno legalmente
constituido.
La norma referida guarda plena armonía con lo establecido en
el artículo 34 de la CPE, toda vez que este precepto, al señalar
que: “los que vulneren derechos y garantías constitucionales que-
dan sujetos a la jurisdicción ordinaria”; está imponiendo límites a
la jurisdicción especial en razón a los derechos y garantías esta-
blecidas en la constitución, sea quien fuere el causante de las
mismas, sin que los responsables puedan acogerse a fuero o privi-
legio procesal alguno, toda vez que de la norma constitucional glo-
sada, se desprende claramente la obligación estatal de investigar
y sancionar toda violación a los derechos y garantías reconocidos
por la Constitución, como medio de garantizarlos y de dotar de se-
guridad a las personas de que los responsables de esas violacio-
nes serán procesados por tribunales independientes e imparcia-
les; en otros términos, el mandato constitucional impele a que se
respete el derecho al juez natural, previsto en los artículos 14 y
16.IV de la Constitución, 10 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, 14.1 del Pacto Internacional de los Derechos
Civiles y Políticos y 8.1 de la Convención Americana sobre Dere-
chos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica.
En este sentido, la SC 0491/2003- R del 15 de abril, ha seña-
lado que “uno de los elementos esenciales de la garantía del de-
bido proceso es el derecho al juez natural competente, indepen-
diente e imparcial; debiendo entenderse por juez competente
aquel que de acuerdo a las normas jurídicas previamente esta-

154
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

blecidas, conforme criterios de territorio, materia y cuantía, es el


llamado para conocer y resolver una controversia judicial; juez
independiente aquel que, como se tiene referido, resuelve la con-
troversia exenta de toda ingerencia o intromisión de otras auto-
ridades o poderes del Estado, y juez imparcial aquel que decida
la controversia judicial sometida a su conocimiento exento de todo
interés o relación personal con el problema, manteniendo una po-
sición objetiva al momento de adoptar su decisión y emitir la re-
solución". El cumplimiento de estos requisitos que hacen al juez
natural permite garantizar la correcta determinación de los dere-
chos y obligaciones de las personas; de ahí que la Corte Interame-
ricana de Derechos Humanos, cuya jurisprudencia es vinculante
para la jurisdicción interna, en su Sentencia del 31 de enero de
2001 (Caso Tribunal Constitucional del Perú, párrafo 77), ha es-
tablecido que “toda persona sujeta a juicio de cualquier naturale-
za ante un órgano del Estado deberá contar con la garantía de
que dicho órgano sea competente, independiente e imparcial”.
Conforme a ello, la Comisión Internacional de Derechos Huma-
nos, ha establecido “en forma reiterada y consistente que la juris-
dicción militar no ofrece garantías de independencia e imparciali-
dad necesarias para el juzgamiento que involucran a sancionar a
miembros de las Fuerzas Armadas, con lo que se garantiza la im-
punidad” (Tercer Informe sobre la Situación de los Derechos
Humanos en el Perú, junio de 2000); señalando expresamente
que el sistema de justicia penal militar tiene ciertas caracterís-
ticas que impiden el acceso a un recurso judicial efectivo e im-
parcial, siendo una de ellas, la imposibilidad de que ese siste-
ma sea considerado como parte del Poder Judicial, porque
dependen del Poder Ejecutivo, y otra, que los jueces de los Tri-
bunales Militares son miembros del Ejército, situación que los
coloca en la posición de juzgar a sus compañeros de armas, sien-
do ilusoria la imparcialidad, como requisito del juez natural.
El Informe aludido, concluye señalando que
la justicia militar debe ser utilizada sólo para juzgar militares activos
por la presunta comisión de delitos de función en sentido estricto. Las
violaciones a los derechos humanos deben ser investigadas, juzgadas
y sancionadas conforme a la ley, por los tribunales penales ordinarios.

155
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

No debe permitirse la inversión de jurisdicción en esta materia, pues


ello desnaturaliza las garantías judiciales, bajo un falso espejismo de
eficacia de la justicia militar, con graves consecuencias instituciona-
les, que de hecho cuestionan a los tribunales civiles y a la vigencia del
Estado de derecho.

Lo expuesto precedentemente, guarda concordancia con lo dis-


puesto por el artículo 116.II y III de la CPE, que dispone que “II.
No pueden establecerse tribunales o juzgados de excepción” y
que “III. La facultad de juzgar en la vía ordinaria, contenciosa y
contencioso-administrativa y la de hacer ejecutar lo juzgado co-
rresponde a la Corte Suprema y a los tribunales y jueces respec-
tivos, bajo el principio de unidad jurisdiccional”; toda vez que
son los jueces y tribunales ordinarios, por previsión constitucio-
nal (artículo 34 de la CPE), los únicos que pueden juzgar a las
personas que vulneren derechos y garantías constitucionales;
más aún cuando se trata de delitos comunes, que por expresa
disposición del artículo 42 del CPP, deben ser conocidos exclusi-
vamente por la justicia penal ordinaria.
III.2. En el caso analizado, se constata que los recurrentes, en
su calidad de representantes del Ministerio Público, iniciaron la
investigación penal sobre los hechos acontecidos el 12 y 13 de fe-
brero de 2003, realizando una primera imputación formal el 14
de febrero de 2003 contra René Molina Balderrama, por la su-
puesta comisión del delito de homicidio en grado de tentativa.
Posteriormente, el 13 de agosto de 2003, dentro de la misma in-
vestigación, los fiscales recurrentes imputaron formalmente a
once policías por los delitos de sedición, atribuirse los derechos
del pueblo, conspiración, seducción de tropas, instigación pública
a delinquir, apología pública de un delito, asociación delictuosa,
desacato, coacción, homicidio, lesiones gravísimas y graves, daño
calificado, allanamiento de domicilio o sus dependencias, encu-
brimiento; a un civil por los delitos de instigación pública a de-
linquir y daño calificado, y a cuatro militares por la supuesta co-
misión de los delitos de homicidio, lesiones gravísimas y graves
y daño calificado, hechos que supuestamente habrían sido come-
tidos en los hechos del 12 y 13 de febrero de 2003; sin embargo,
el 19 de agosto de 2003, los militares imputados opusieron ex-

156
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

cepción de incompetencia, que por Resolución 553/2003 del 30


de agosto, pronunciada por el Juez Octavo de Instrucción en lo
Penal, fue declarada improbada, y posteriormente revocada por
la Sala Penal Primera, compuesta por los vocales ahora recu-
rridos, mediante Resolución 649/03 del 2 de octubre, que decla-
ró procedentes las cuestiones planteadas, disponiendo que to-
dos los antecedentes referidos a los apelantes sean remitidos al
Tribunal Permanente de Justicia Militar.
Los vocales recurridos, basaron su Resolución en tres funda-
mentos, a saber: 1) el artículo 209 de la CPE, dispone que las
Fuerzas Armadas de la Nación están sujetas a las leyes y re-
glamentos militares, cuya jurisdicción y competencia en mate-
ria jurídica está establecida en su legislación punitiva castren-
se, entre las que se encuentra la Ley de Organización Judicial
Militar que establece en los artículos 10 y 11 el campo de apli-
cación jurisdicción militar y los casos y delitos en los que se
abre la misma, entre los cuales menciona los cometidos en ac-
tos de servicio o con ocasión de él; 2) los hechos acontecidos el
12 y 13 de febrero de 2003 se produjeron en ocasión de actos
del servicio, por lo que su tipificación corresponde a la codifica-
ción militar en cuanto a los militares y por lo tanto a la juris-
dicción y competencia de la justicia militar y 3) el artículo 208
del CPE señala a las Fuerzas Armadas el deber y la misión
fundamental, entre otras, de garantizar la estabilidad del go-
bierno legalmente constituido, así como la seguridad y estabi-
lidad de la República, que estaban cumpliendo y ejecutando
en dichos acontecimientos.
Razonamiento que debe ser comparado con lo aseverado en el
Fundamento III.1 de la presente Sentencia, para determinar si
los vocales recurridos con su actuación vulneraron los derechos y
garantías acusados por los recurrentes.
III.2.1. En primer lugar, es menester dejar establecido que las
Fuerzas Armadas actuaron en los sucesos de febrero a solicitud
del Poder Ejecutivo, debido a la particular situación que enfrenta-
ba el país en esos momentos, facultad que, de acuerdo a las nor-
mas referidas anteriormente, está prevista en La Ley Orgánica
de las Fuerzas Armadas, toda vez que el artículo 8o., inciso b,

157
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

señala que el presidente de la República puede hacer uso de las


fuerzas militares, en lo interno, para mantener el orden público,
cuando las instituciones legalmente constituidas para este fin,
resultaren insuficientes. Situación que se presentó en el caso de
análisis, por cuanto la institución que de acuerdo al artículo
215 de la CPE tiene la misión de defensa de la sociedad y con-
servación del orden público (Policía Nacional), en ese momento
no estaba cumpliendo sus funciones.
Sin embargo, de acuerdo al entendimiento glosado en el
fundamento jurídico III.1. de esta Sentencia, la actuación de
las miembros de las Fuerzas Armadas, debe encontrar su límite
en la propia ley fundamental; en cuyo mérito, toda actuación que
suponga una vulneración a sus normas y principalmente a los de-
rechos y garantías reconocidos a las personas, va más allá de los
límites impuestos por la propia Constitución y desvirtúan la mi-
sión encomendada a esa institución.
III.2.2. En tal sentido, si bien los supuestos delitos imputados
fueron cometidos en los acontecimientos de febrero; empero, no es
posible afirmar que fueron realizados en ocasión del servicio, y
menos concluir —como lo hacen los vocales recurridos— que en
virtud a ello, su tipificación corresponde a la codificación militar y
que están sometidos a la jurisdicción y competencia de la justicia
militar, por cuanto ni la Constitución ni la Ley Orgánica de las
Fuerzas Armadas, bajo ninguna circunstancia, tienden convalidar
la vulneración de derechos y garantías constitucionales en mérito
a la defensa de la seguridad y el mantenimiento del orden públi-
co; toda vez que, conforme se ha establecido, la actuación de los
miembros de las Fuerzas Armadas, si bien encuentra su funda-
mento en la Constitución, también encuentra en ella su límite,
por lo que, en coherencia con lo expuesto en los fundamentos jurí-
dicos III.1.2 y III.1.3 de la presente Resolución, no se puede deter-
minar el nexo de causalidad exigido entre la función encomenda-
da y el supuesto delito cometido.
Además de lo anotado, —como ha quedado señalado preceden-
temente— sólo pueden ser considerados delitos militares aque-
llos que afecten bienes jurídicos militares y en el caso presente,
los militares fueron imputados por la comisión de delitos comu-

158
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

nes, como son los delitos de homicidio, lesiones gravísimas y


daño calificado, cuyos bienes jurídicos protegidos son la vida, la
integridad corporal y la propiedad de personas, reconocidos
como derechos fundamentales en la Constitución Política del
Estado y las normas internacionales sobre derecho humanos,
que por expresa disposición de la Ley Fundamental, deben ser
juzgados por la jurisdicción ordinaria.
III.2.3. Por lo que se concluye, que los supuestos delitos come-
tidos por los militares imputados, tienen que ser conocidos por
los jueces y tribunales ordinarios, en razón de que si bien los
miembros de las Fuerzas Armadas, en virtud del artículo 209 de
la CPE se rigen por sus propias leyes y reglamentos; sin embar-
go, la jurisdicción militar está reservada al ámbito estrictamente
militar, es decir a los delitos de función, entre los que no se en-
cuentran, como se ha demostrado, los delitos presuntamente co-
metidos por los militares imputados.
III.3. Por otra parte, es necesario referir que el artículo 45
del CPP, establece la indivisibilidad de juzgamiento, al señalar
que por un mismo hecho no se podrá seguir diferentes procesos
aunque los imputados sean distintos, salvo las excepciones pre-
vistas en ese Código, entre las que no se encuentran los hechos
que supuestamente corresponderían a la jurisdicción militar,
así se infiere del contenido del artículo 48 del CPP, que deter-
mina que “en caso de duda sobre la jurisdicción aplicable, por
razones de concurrencia o conexitud entre la jurisdicción espe-
cial y la ordinaria, corresponderá el conocimiento de los delitos
a la ordinaria”.
A su vez, el artículo 48 del CPP, plantea dos aspectos que de-
ben ser analizados: la concurrencia de la jurisdicción especial y
ordinaria, y la conexitud de procesos prevista en el artículo 67
del CPP. En el primer caso, habrá concurrencia cuando tanto la
jurisdicción penal como la ordinaria, coincidentemente, tengan
competencia para conocer un mismo proceso penal; en el segun-
do, existirá conexitud de procesos, cuando, de acuerdo al artículo
67 del CPP: 1) los hechos imputados hayan sido cometidos si-
multáneamente por varias personas reunidas, o por varias per-
sonas en distintos lugares o tiempos; 2) cuando los hechos impu-

159
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

tados sean cometidos para proporcionarse los medios de cometer


otros, o para facilitar la ejecución de éstos o asegurar su impuni-
dad, y 3) cuando los hechos imputados hayan sido cometidos re-
cíprocamente.
En ambos casos, sea por concurrencia o conexitud, la solu-
ción adoptada por el Código de Procedimiento Penal, se decan-
ta por la jurisdicción ordinaria. En consecuencia, aún en el hi-
potético caso de aceptar la posibilidad de que la jurisdicción
militar tenga competencia para conocer el proceso penal por los
supuestos delitos cometidos por los miembros de las Fuerzas
Armadas en los acontecimientos del 12 y 13 de febrero, por el
principio de juzgamiento único y la aplicación preferente de la
jurisdicción ordinaria, deben ser sometidos a proceso en ésta
última jurisdicción. Sin que sea válido el argumento esgrimido
por los recurridos en sentido de que el artículo 5o. de la LOJ es-
tablece la aplicación preferente de la ley especial y que el ar-
tículo 3o. de la LOJM señale que la ley militar es aplicable con
preferencia a cualquier otra ley general, toda vez que debe ser
aplicado el Código de Procedimiento Penal, al ser una ley
posterior que establece en forma específica las normas que re-
gulan los procesos penales; así se desprende, por otra parte,
de la Disposición Final Sexta del CPP, que establece que se
derogan, entre otras, “las normas procesales penales previstas
en leyes especiales, así como toda otra disposición legal que
sean contrarias a este Código”.
III.4. En consecuencia, los vocales recurridos, al haber dictado
la Resolución 649/03, no tomaron en cuenta las normas constitu-
cionales y legales que rigen la materia, al determinar que los
militares imputados sean juzgados por un tribunal especial, sin
tener en cuenta que los delitos atribuidos y presuntamente co-
metidos por los militares son comunes y por lo mismo, deben ser
juzgados por la jurisdicción ordinaria, vulnerando con ello el dere-
cho a la seguridad jurídica de los recurrentes, entendida por este
Tribunal como “la garantía de la aplicación objetiva de la ley, de
tal modo que los individuos saben en cada momento cuáles son
sus derechos y sus obligaciones, sin que el capricho, la torpeza o
la mala voluntad de los gobernantes pueda causarles perjuicio”

160
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

(AC 287/1999-R); toda vez que éstos, como representantes del


Ministerio Público, institución que por mandato constitucional
tiene la finalidad de promover la acción de la justicia, defender
la legalidad, los intereses del Estado y la sociedad (artículo
124 de la CPE), asumen la responsabilidad, conforme al ar-
tículo 6o. de la Ley Orgánica del Ministerio Público, de promo-
ver la acción de la justicia, cuando tenga conocimiento de un
hecho punible, siendo indispensable, para ejercer esa responsa-
bilidad, que se adopte el procedimiento predeterminado por la
Ley, que en el caso analizado no ha sido aplicado.
III.5. Con relación a los otros derechos supuestamente vulne-
rados, se debe precisar que la uniforme jurisprudencia emitida
por este Tribunal, ha establecido que el amparo constitucional
debe ser presentado por la persona directamente agraviada o
por otra con poder a su nombre; en el caso analizado, se consta-
ta que las lesiones a los derechos a la igualdad jurídica, al debi-
do proceso, a la prohibición de doble persecución y al juez natu-
ral, no pueden ser analizadas en el presente recurso, al no ser
los recurrentes los directamente agraviados en esos derechos
por la Resolución 649/03.
Asimismo, corresponde señalar que la garantía del debido
proceso, que comprende a los derechos al juez natural y a la de-
fensa, y que de acuerdo a los actores, habría sido vulnerada por
el recurrido, presidente del Tribunal Permanente de Justicia
Militar, al haberse removido a los miembros del Tribunal que
inicialmente conocieron el proceso militar y al ser el abogado
de los militares procesados al mismo tiempo asesor jurídico del
comando general del Ejército, no puede ser analizada en el pre-
sente recurso, toda vez que los fiscales recurrentes no son los
directamente agraviados por tales hechos, por lo que carecen
de legitimación activa para interponer la presente acción ex-
traordinaria, que ha sido entendida por este Tribunal en la SC
134/2002-R como aquella que: “...corresponde al afectado que
directamente acredita interés en el asunto y en quien recaen
las consecuencias jurídicas de la resolución o acto de la
autoridad que se impugna”.

161
LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN MILITAR

III.6. Finalmente, en cuanto a la violación al derecho de peti-


ción, de los datos del proceso se evidencia que el presidente del
Tribunal Permanente de Justicia demandado, ante la declina-
toria de competencia presentada por los Fiscales recurrentes,
otorgó una respuesta negativa, expresando, mediante Decreto
del 11 de septiembre de 2003, que la misma debía ser plantea-
da por los jueces y tribunales de igual o desigual jurisdicción,
sin que ello implique vulneración al derecho de petición, ya que,
como lo ha señalado la SC 189/2001-R:

…el ejercicio del derecho supone que una vez planteada la petición,
cualquiera sea el motivo de la misma, la persona adquiere el dere-
cho de obtener pronta resolución, lo que significa que el Estado
está obligado a resolver la petición. Sin embargo, el sentido de la
decisión dependerá de las circunstancias de cada caso en particular
y, en esa medida podrá ser positiva o negativa.
Sin embargo, la obligación del Estado no es acceder a la petición
sino resolverla. Por ello, no se entiende conculcado el derecho de
petición cuando la autoridad responde al peticionario, aunque la
respuesta sea negativa, pues la respuesta representa en sí misma,
independientemente del sentido que tenga, la satisfacción del dere-
cho de petición.

No obstante lo anotado, se constata que los actores, el 15 de


septiembre de 2003, solicitaron fotocopias legalizadas de todo
lo obrado y certificación sobre la solicitud de declinatoria de
competencia, pedido que fue rechazado por el presidente del
Tribunal Permanente de Justicia Militar, mediante Decreto de
17 de septiembre de 2003, sin explicar las razones de la negati-
va, es más, ni siquiera se pronunciaron al respecto, cuando
toda resolución, aún sea negativa, debe estar suficientemente
fundamentada y debe contener los motivos que determinaron el
rechazo, como lo ha señalado la jurisprudencia de este Tribunal
en la SC 776/2002-R, al establecer que:

en cuanto al derecho de petición, este Tribunal ha dejado estableci-


do en su uniforme jurisprudencia, que el mismo se puede estimar
como lesionado cuando la autoridad a quien se presenta una peti-
ción o solicitud, no la atiende; es decir, no la tramita y la responde

162
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA

en un tiempo oportuno o en el plazo previsto por Ley, de forma que


cubra las pretensiones del solicitante, ya sea exponiendo las razo-
nes del por qué no se la acepta, explicando lo solicitado o dando
curso a la misma, en cualquiera de estos casos donde se omita dar
los motivos sustentados legalmente o de manera razonable, se ten-
drá, como se dijo, vulnerado el derecho.

Lo afirmado no queda desvirtuado con los argumentos seña-


lados por los representados del recurrido, en sentido que los ac-
tores no eran parte del proceso militar; toda vez que si esa fue
la razón, ésta debió constar en la resolución de rechazo, para
que los recurrentes actuaran conforme a los fundamentos ex-
puestos en la misma; por lo que, respecto a este punto, es pro-
cedente la tutela que brinda el amparo constitucional respecto
al co-recurrido, presidente del Tribunal de Justicia Militar.
Por todo lo expuesto, el tribunal de amparo, al haber decla-
rado improcedente el recurso, no ha evaluado correctamente
los datos del proceso y las normas legales aplicables al mismo.

Por tanto
El Tribunal Constitucional en virtud de la jurisdicción que
ejerce por mandato de los artículos 19.IV y 120.7a. CPE y artícu-
los 7.8a. y 102.V LTC, con los fundamentos expuestos resuelve:
1. Revocar la Resolución revisada y, en consecuencia, declarar
procedente el recurso, sin costas ni multa, por ser excusable;
2. Anular la Resolución 649/03 del 2 de octubre, así como la
complementaria del 20 de octubre del mismo año;
3. Disponer que los vocales recurridos pronuncien una nueva
resolución con base en los fundamentos de la presente Sentencia.
Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitu-
cional.

163
EL PRINCIPIO PRO HOMINE
Y LA VALIDEZ DE LAS NORMAS PENALES

Sinopsis: La Corte Constitucional de Colombia resolvió, me-


diante sentencia, una demanda de inconstitucionalidad respecto
a la tipificación de los delitos de genocidio y de tortura en la le-
gislación colombiana. En esta resolución, establece que la tipifi-
cación del delito de genocidio es constitucional, entre otras co-
sas, porque no desconoce las normas internacionales que definen
este ilícito. Para llegar a esta conclusión la Corte realiza un aná-
lisis comparado sobre las distintas definiciones de genocidio en
las normas internacionales y en la legislación de Colombia. Por
otra parte, determina que la tipificación de la tortura dentro del
Código Penal es inconstitucional por vulnerar lo dispuesto por la
Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortu-
ra, entre otros motivos. Esta contradicción se produce porque la
ley colombiana establece parámetros más restrictivos para la ti-
pificación de la tortura que los contenidos en la referida Conven-
ción. Asimismo, el Tribunal realiza un análisis de las distintas
normas internacionales que definen la tortura vigentes en Co-
lombia. En él determina que, en virtud del principio pro homine,
el instrumento internacional que se debe tomar en cuenta es la
Convención Interamericana contra la Tortura, por ser el texto
que contiene las normas menos restrictivas para los derechos de
las personas víctimas de tortura. Esta sentencia está acompaña-
da por un voto parcialmente disidente.

Synopsis: The Constitutional Court of Colombia resolved, by


means of a judgment, a claim that the codification of the crimes
of genocide and torture in the Colombian legislation was uncons-
titutional. In this resolution, the Constitutional Court estab-
lished that the codification of the crime of genocide is constitu-
tional as it, among other things, recognizes the international

165 Diálogo Jurisprudencial


Núm. 2, enero-julio de 2007
PRINCIPIO PRO HOMINE Y VALIDEZ DE NORMAS PENALES

norms that define this crime. To arrive at this conclusion the


Constitutional Court carried out a comparative analysis of the
different definitions of genocide under international law and Co-
lombian legislation. On the other hand, the Constitutional Court
held that the codification of the crime of torture in the Criminal
Code is unconstitutional as it infringes the principles set out in
the Inter-American Convention to Prevent and Punish Torture,
among other reasons. This contradiction stems from the fact that
the definition of torture under Colombian law is more restrictive
than the definition of torture contained in the aforementioned
Convention. Furthermore, the Constitutional Court carried out
an analysis of different definitions of torture under international
laws that are in force in Colombia. Based upon this analysis, the
Constitutional Court held that, by virtue of the principle of pro
homine, the international instrument that must be taken into ac-
count is the aforementioned Inter-American Convention against
Torture, which is the text that contains the least restrictive norms
for the rights of victims of torture. This judgment contains one
partially dissenting opinion.

166
CORTE CONSTITUCIONAL
DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA

SENTENCIA C-148/05-22 DE FEBRERO DE 2005

CASO DEMANDA DE INCONSTITUCIONALIDAD


CONTRA LAS EXPRESIONES “GRAVE”, DEL ARTÍCULO
101, NUMERAL 1, Y “GRAVES” CONTENIDA
EN LOS ARTÍCULOS 137 Y 178 DE LA LEY 599 DE 2000
“POR LA CUAL SE EXPIDE EL CÓDIGO PENAL”

I. ANTECEDENTES

En ejercicio de la acción pública de inconstitucionalidad, el ciu-


dadano Gonzálo Rodrigo Paz Mahecha presentó demanda con-
tra las expresiones “grave” contenida en el numeral 1o. del ar-
tículo 101 y “graves” contenida en los artículos 137 y 178 de la
Ley 599 de 2000 “por la cual se expide el Código Penal”…
Cumplidos los trámites ya relacionados, propios de esta clase
de procesos, y previo el concepto del procurador general de la Na-
ción, procede la Corte a decidir sobre la demanda de la referencia.

II. NORMAS DEMANDADAS

A continuación se transcribe el texto de las normas en que se


contienen las expresiones acusadas de conformidad con su pu-
blicación en el Diario Oficial No.44.097 del 24 de julio de 2000.
Se subraya lo demandado.

167
PRINCIPIO PRO HOMINE Y VALIDEZ DE NORMAS PENALES

“LEY 599 DE 2000”


(julio 24)
Por la cual se expide el Código Penal…
Artículo 101. Genocidio. El que con el propósito de destruir total o
parcialmente un grupo nacional, étnico, racial, religioso o político
que actúe dentro del marco de la ley, por razón de su pertenencia al
mismo, ocasionare la muerte de sus miembros, incurrirá en prisión
de treinta (30) a cuarenta (40) años; en multa de dos mil (2.000) a
diez mil (10.000) salarios mínimos mensuales legales vigentes y en
interdicción de derechos y funciones públicas de quince (15) a veinte
(20) años.
La pena será de prisión de diez (10) a veinticinco (25) años, la
multa de mil (1.000) a diez mil (10.000) salarios mínimos mensuales
legales vigentes y la interdicción de derechos y funciones públicas de
cinco (5) a quince (15) años cuando con el mismo propósito se come-
tiere cualquiera de los siguientes actos:
1. Lesión grave a la integridad física o mental de miembros del
grupo.
2. Embarazo forzado.
3. Sometimiento de miembros del grupo a condiciones de existen-
cia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial.
4. Tomar medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno
del grupo…

Artículo 137. Tortura en persona protegida. El que, con ocasión y


en desarrollo de conflicto armado, inflija a una persona dolores o su-
frimientos graves, físicos o síquicos, con el fin de obtener de ella o de
un tercero información o confesión, de castigarla por un acto por ella
cometido o que se sospeche que ha cometido, o de intimidarla o coac-
cionarla por cualquier razón que comporte algún tipo de discrimina-
ción, incurrirá en prisión de diez (10) a veinte (20) años, multa de
quinientos (500) a mil (1000) salarios mínimos legales mensuales vi-
gentes, e inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones pú-
blicas de diez (10) a veinte (20) años…

Artículo 178. Tortura. El que inflija a una persona dolores o sufri-


mientos graves, físicos o psíquicos, con el fin de obtener de ella o de
un tercero información o confesión, de castigarla por un acto por ella
cometido o que se sospeche que ha cometido o de intimidarla o coac-
cionarla por cualquier razón que comporte algún tipo de discrimi-
nación incurrirá en prisión de ocho a quince años, multa de ocho-
cientos (800) a dos mil (2.000) salarios mínimos legales vigentes, e
168
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas por


el mismo término de la pena privativa de la libertad.
En la misma pena incurrirá el que cometa la conducta con fines
distintos a los descritos en el inciso anterior.
No se entenderá por tortura el dolor o los sufrimientos que se
deriven únicamente de sanciones lícitas o que sean consecuencia
normal o inherente a ellas…

III. LA DEMANDA

El demandante acusa las expresiones “grave” contenida en el


numeral 1o. del artículo 101 y “graves” contenida en los artículos
137 y 178 de la Ley 599 de 2000 “por la cual se expide el Código
Penal” por considerar que vulneran el preámbulo y los artículos
2o., 4o., 5o., 12, 13, 28 y 107 de la Constitución Política. Asimismo
porque con ellas se desconocerían diferentes normas internacio-
nales que hacen parte del bloque de constitucionalidad…
Indica que las expresiones acusadas vulneran los artículos 5o.
y 11 de la Constitución, toda vez que la discriminación que
contienen, premia en cierta medida la intención de exterminar
grupos humanos o de torturarlos, cuando el autor del crimen
no cometa lesiones, dolores o sufrimientos graves, y en ese sen-
tido la conducta queda impune, de forma tal que al fijar como lí-
mite la gravedad de las lesiones, se relativiza el derecho y de-
ber de protección a la vida desconociendo que ese derecho es
inviolable y no establece excepciones, además de desnaturali-
zar el objeto de los tipos penales de genocidio y tortura como
fueron concebidos en los diversos instrumentos internacionales
que se ocupan de esa materia.
Considera que si bien es cierto que el legislador goza de un
amplio margen de configuración legislativa y es por ello que
puede decidir qué conductas merecen ser penalizadas, esa auto-
nomía legislativa se encuentra limitada por el principio de pro-
porcionalidad, convivencia pacífica, un orden justo, la vida, la
autonomía personal, entre otros, además de la obligación que
tiene de conservar las garantías mínimas establecidas en el ám-
bito internacional en lo relativo a la protección de los derechos
humanos, de suerte que el legislador no puede quebrantar esos
169
PRINCIPIO PRO HOMINE Y VALIDEZ DE NORMAS PENALES

principios mediante la despenalización de los delitos de genocidio


y tortura en aquellos eventos en que la conducta dolosa solamen-
te lleve la causación de lesiones que no sostienen el carácter de
graves. Al respecto, cita apartes de las sentencia C-675 de 1999,
C-177 de 2001 y C-181 de 2002.
Advierte que la legislación internacional establece unos pa-
rámetros mínimos de protección que se deben desarrollar por
los Estados en su legislación interna, de forma tal que no es
posible que se establezcan limitaciones o restricciones a esos
mínimos legales, dado que lo que es posible es que los Estados
amplíen el ámbito de protección de los derechos humanos es-
tablecido por el derecho internacional. Al respecto cita un
aparte de la sentencia C-177 de 2001. En ese sentido conside-
ra que el legislador desconoció la obligación que tenía de dar
cumplimiento estricto al principio de interpretación más favo-
rable a los derechos humanos (principio pro homine), según la
cual, “el legislador puede ampliar pero no restringir el ámbito
de protección de los derechos referidos”.
En el mismo orden de ideas afirma que el legislador al in-
troducir en la tipificación de los delitos de genocidio y tortura
las expresiones acusadas, incurrió en un error inexcusable,
si se considera que el Estado colombiano es signatario de la
Convención Inte ramericana para prevenir y sancionar la tor-
tura, norma que hace parte del bloque de constitucionalidad
y que por tanto obliga a Colombia a prevenir y sancionar la
tortura en los términos de esa Convención, establece que
aunque no causen un dolor físico o psíquico los métodos ten-
dientes a anular o disminuir la capacidad física o mental
constituyen el delito de tortura.
Finalmente hace énfasis en que de acuerdo con el artículo 93
constitucional, las normas aprobatorias de tratados sobre dere-
chos humanos, “tienen prelación valorativa a nivel interno,
dado que el querer del Constituyente fue constitucionalizar los
derechos humanos”, voluntad que ha sido interpretada por la
jurisprudencia constitucional mediante la figura del bloque de
constitucionalidad. Al respecto, cita un aparte de la sentencia
C-582 de 1999.

170
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

En esos términos, señala que las expresiones acusadas vulne-


ran numerosas normas internacionales que hacen parte del blo-
que de constitucionalidad, y en particular: i) el artículo 5o. de la
Declaración Universal de Derechos Humanos, ii) el artículo 7o.
del Pacto Universal de Derechos Humanos, iii) el artículo I de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre,
iv) el artículo 5.2. de la Convención Americana de Derechos Hu-
manos, v) el artículo 2o. de la Convención Interamericana para
prevenir y sancionar la tortura y vi) el artículo 3o. común a los
Convenios de Ginebra…

VI. CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS

1. Competencia
De conformidad con lo dispuesto en el artículo 241, numeral
4o. de la Constitución Política, la Corte Constitucional es compe-
tente para conocer y decidir, definitivamente, sobre la demanda
de inconstitucionalidad de la referencia, pues las expresiones
acusadas hacen parte de una ley de la República.

2. La materia sujeta a examen

Para el actor las expresiones “grave” contenida en el numeral


1o. del artículo 101 y “graves” contenida en los artículos 137 y
178 de la Ley 599 de 2000 “por la cual se expide el Código Penal”
vulneran el preámbulo y los artículos 2o., 4o., 5o., 12, 13, 28 y
107 de la Constitución Política, así como diferentes normas in-
ternacionales de derechos humanos que de acuerdo con el ar-
tículo 93 superior obligan a Colombia por cuanto con dichas ex-
presiones i) se introduce en la tipificación de las conductas de
genocidio (artículo 101), tortura en persona protegida (artículo
137) y tortura (artículo 178) un calificativo que limita la protec-
ción que de acuerdo con las referidas normas superiores es debida
sin ninguna distinción ni discriminación a la vida, a la integridad,
a la dignidad y a la autonomía de todas las personas; ii) se desco-
noce que cualquier lesión, independientemente de su intensidad,
171
PRINCIPIO PRO HOMINE Y VALIDEZ DE NORMAS PENALES

debe ser castigada, pues de no ser así los bienes jurídicos que
se busca proteger con la tipificación de los delitos de genocidio
y de tortura resultan desprotegidos al permitirse que quienes
califiquen la conducta puedan a su arbitrio calificarlos de leves
y así dejar en la impunidad conductas que por esa vía se con-
vertirían en atípicas; iii) se contradicen las normas internacio-
nales que respecto de los delitos de genocidio y tortura ha suscri-
to Colombia y que hacen parte del bloque de constitucionalidad;
iv) se desconoce igualmente el principio pro homine pues el
legislador ha debido optar por la interpretación más favorable
a los derechos fundamentales que pretenden proteger las nor-
mas en que se contienen las expresiones acusadas. Destaca asi-
mismo que ya la Corte en la sentencia C-181 de 2002 declaró la
inexequibilidad de la expresión “grave” contenida en el numeral
5 literal a) del artículo 25 de la Ley 200 de 1995 —relativo a la
falta disciplinaria allí tipificada— y afirma que los consideran-
dos de la referida sentencia son completamente aplicables en el
presente caso.
El interviniente en representación del Ministerio del Interior y
de Justicia considera que no asiste razón al demandante respec-
to de la acusación que formula contra las expresiones aludidas
por cuanto i) el genocidio no puede realizarse por lesiones leves,
pues éstas no tienen la entidad para producir el resultado que se
reprocha con ese delito a saber el exterminio del grupo. Afirma
además que el autor del delito de genocidio no obra con la inten-
ción de lesionar sino de exterminar total o parcialmente el grupo
y en ese sentido son las lesiones graves las que corresponden a
esa intencionalidad específica; ii) no existe ninguna contradic-
ción entre las normas internacionales que regulan la materia
y el artículo 101 de la Ley 599 de 2000 pues tanto en la Con-
vención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio
como en el Estatuto de la Corte Penal Internacional se incluye
como elemento para tipificar esa conducta la gravedad de las le-
siones; iii) no existe vacío en cuanto a la sanción penal de las
conductas que aunque no constitutivas de genocidio sí causan le-
siones. Al respecto invoca las normas sobre lesiones personales
(artículos 111 y siguientes del Código Penal); iv) no son aplica-

172
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

bles en este caso las consideraciones hechas por la Corte en la


Sentencia C-181 de 2002, por cuanto ellas aludían específica-
mente al ámbito disciplinario que tiene claras diferencias con
el ámbito penal particularmente en cuanto a los fundamentos
de la sanción aplicable en uno y otro caso; v) en virtud del prin-
cipio de proporcionalidad de la pena todo acto de tortura no debe
ser objeto de la misma sanción sin consideración a la gravedad
del mismo; vi) no todo trato cruel, inhumano o degradante cons-
tituye tortura y en consecuencia bien puede ser sancionado de
manera diferente dependiendo de su gravedad; vii) la legislación
interna en materia de tortura se ha ajustado a los mandatos in-
ternacionales vigentes; viii) no cabe dentro del análisis de cons-
titucionalidad invocar la posible mala utilización de la ley —y
en este caso de las normas que tipifican los delitos de tortura y
genocidio—, por parte de quienes están llamados a aplicarla.
El señor fiscal general de la Nación por el contrario solicita a la
Corte declarar la inexequibilidad de las expresiones acusadas
pues considera que: i) éstas efectivamente vulneran las normas
superiores (artículos 1o., 5o. y 12 [Constitución Política]) que en
materia de protección de la vida, la dignidad humana y la prohi-
bición de la desaparición forzada, las torturas, los tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes no establecen ninguna distin-
ción ni condicionamiento; ii) la Corte declaró la inexequibilidad de
las expresiones acusadas contenidas en la normatividad discipli-
naria y las consideraciones hechas tanto en materia de genocidio
como de tortura en las sentencias C-181 de 2002 y C-1076 de
2002 deben extenderse mutatis mutandi al campo penal; iii) los
compromisos internacionales asumidos por Colombia así como
los mandatos superiores imponen que se opte por la interpreta-
ción más garantista en esta materia.
El señor procurador general de la Nación por su parte solicita
la declaratoria de inexequibilidad de la expresión “graves” conte-
nida en los artículos 173 y 178 de la Ley 599 de 2000 pues consi-
dera que con ella se desconoce claramente el artículo 2o. de la
Convención Interamericana para prevenir y sancionar la tortu-
ra, disposición internacional que es la que debe tomarse en
cuenta como parámetro en relación con la tipificación de dicho

173
PRINCIPIO PRO HOMINE Y VALIDEZ DE NORMAS PENALES

delito y en la que no solamente se excluye para el efecto la ex-


presión “graves” sino que se señala claramente que se entenderá
también como tortura la aplicación sobre una persona de méto-
dos tendientes a anular la personalidad de la víctima o a dismi-
nuir su capacidad física o mental, aunque no causen dolor físico
o angustia psíquica.
Respecto de la expresión “grave” contenida en el artículo 101
de la Ley 599 de 2000, solicita a la Corte que declare la constitu-
cionalidad de la misma por cuanto i) no existe ninguna contra-
dicción entre la normatividad internacional sobre el delito de
genocidio —contenida tanto en la Convención para la preven-
ción y sanción del delito de genocidio como en el Estatuto de la
Corte Penal Internacional— y el artículo 101 de la Ley 599 de
2000; ii) son las lesiones graves y no las leves, las que tienen efi-
cacia para lesionar o poner en peligro los bienes jurídicos que se
busca proteger con la tipificación del delito de genocidio, iii) no se-
ría razonable que el legislador penalizara como genocidio actos
ajenos a su esencia, que no es otra que la destrucción deliberada
de un grupo humano que tenga una identidad definida; iv) en un
sistema penal estructurado sobre el respeto a la dignidad huma-
na y a partir del artículo 29 constitucional, como “derecho penal
del acto y no de autor”, no puede sancionarse al sujeto agente por
la mera intención de realizar un acto encaminado a la destrucción
de un grupo humano, vale decir, por la existencia del elemento
subjetivo del tipo, si la conducta que desarrolla y a través de la
cual quiere cumplir su cometido no es consecuente con su inten-
ción, por carecer de eficacia, v) son otros tipos penales los que cas-
tigan la afectación de bienes jurídicos diferentes a los que se pro-
tegen con el delito de genocidio, por ejemplo las lesiones
personales.
Corresponde a la Corte examinar en consecuencia si con la in-
clusión por parte del legislador en el artículo 101 de la Ley 599 de
2000 —que tipifica el delito de genocidio—, de la expresión “gra-
ve”, y de la expresión “graves” en los artículos 137 —que tipifica
el delito de tortura en persona protegida— y 178 —que tipifica el
delito de tortura— se desconocen o no los tratados internaciona-
les de derechos humanos ratificados por Colombia y que hacen

174
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

parte del bloque de constitucionalidad, así como los mandatos su-


periores contenidos en el Preámbulo y los artículos 2o., 4o., 5o.,
12, 13, 28 y 107 de la Constitución Política.

3. Consideraciones preliminares…
3.2 El bloque de constitucionalidad
y su significado en el presente proceso
Esta corporación ha establecido que la revisión de constitu-
cionalidad de los asuntos sometidos a su competencia, debe
realizarse no sólo frente al texto formal de la Carta, sino tam-
bién frente a otras disposiciones a las que se atribuye jerarquía
constitucional —bloque de constitucionalidad estricto sensu—,
y en relación con otras normas que aunque no tienen rango
constitucional, configuran parámetros necesarios para el análi-
sis de las disposiciones sometidas a su control —bloque de
constitucionalidad lato sensu—.
En este contexto, se ha dicho que integran el bloque de consti-
tucionalidad en sentido lato: (i) el preámbulo, (ii) el articulado de
la Constitución, (iii) algunos tratados y convenios internaciona-
les de derechos humanos ([Constitución Política] artículo 93), (iv)
las leyes orgánicas y, (v) las leyes estatutarias.
En relación con los tratados, la Corte ha señalado que, salvo
remisión expresa de normas superiores, sólo constituyen pará-
metros de control constitucional aquellos tratados y convenios
internacionales ratificados por Colombia que reconocen dere-
chos humanos (i) y, que prohíben su limitación en estados de
excepción (ii) …Las normas internacionales contienen al res-
pecto menciones precisas sobre derechos reconocidos en esos
tratados que no pueden ser objeto de suspensión en los estados
de excepción. Empero, la Corte ha precisado que en relación
con algunos derechos y garantías no incluidas de forma expresa
en los textos referidos, el principio de intangibilidad se aplica
igualmente.
Al respecto precisó la Corte en la Sentencia C-802 de 2002 lo
siguiente:

175
PRINCIPIO PRO HOMINE Y VALIDEZ DE NORMAS PENALES

Finalmente, el principio de intangibilidad de derechos también se ex-


tiende a otros derechos distintos a los señalados en los artículos 27 de
la Convención y 4o. del Pacto. Esta extensión se origina por tres vías:
¾ La primera, cuando el contenido de los derechos expresamente
excluidos de restricción excepcional involucra no uno sino un conjunto
de prerrogativas que guardan relación entre sí, todas éstas quedan
cobijadas por la salvaguarda.
¾ La segunda, dada la prohibición que tienen los Estados de pro-
ferir medidas de excepción incompatibles con otras normas interna-
cionales, se amplía también el número de derechos excluidos, a menos
que en los instrumentos suscritos existan previsiones sobre su sus-
pensión en los mismos términos de los artículos 27 de la Convención y
4o. del Pacto.
¾ Y la tercera, dada la vigencia de las garantías judiciales en los
estados de excepción, ellas, en especial los recursos de amparo y de
habeas corpus, también están excluidas de la restricción de su ejerci-
cio. En torno a este punto, si bien la Convención Americana, al enu-
merar en el artículo 27 los derechos intangibles durante los estados
de excepción no hizo referencia expresa a los artículos 7.6 y 25.1, su
ejercicio tampoco puede restringirse por tratarse de garantías judicia-
les indispensables para la efectiva protección de los derechos.1
Por último, es igualmente importante anotar cómo aquellas nor-
mas que tienen el carácter de imperativas en el derecho internacio-

1 Sobre el particular la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha indi-

cado: “como ha quedado dicho, en condiciones de grave emergencia es lícito sus-


pender temporalmente ciertos derechos y libertades cuyo ejercicio pleno, en
condiciones de normalidad, debe ser respetado y garantizado por el Estado
pero, como no todos ellos admiten esa suspensión transitoria, es necesario que
también subsistan “las garantías judiciales indispensables para (su) protec-
ción”. El artículo 27.2 no vincula esas garantías judiciales a ninguna disposi-
ción individualizada de la Convención, lo que indica que lo fundamental es que
dichos procedimientos judiciales sean indispensables para garantizar esos de-
rechos. La determinación de qué garantías judiciales son “indispensables” para
la protección de los derechos que no pueden ser suspendidos, será distinta se-
gún los derechos afectados. Las garantías judiciales “indispensables” para ase-
gurar los derechos relativos a la integridad de la persona necesariamente difie-
ren de aquéllas que protegen, por ejemplo, el derecho al nombre, que tampoco se
puede suspender. A la luz de los señalamientos anteriores deben considerarse
como indispensables, a los efectos del artículo 27.2, aquellos procedimientos ju-
diciales que ordinariamente son idóneos para garantizar la plenitud del ejerci-
cio de los derechos y libertades a que se refiere dicho artículo y cuya supresión o
limitación pondría en peligro esa plenitud”. Ibidem, párrafos 27 a 28.
176
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

nal, pese a no figurar entre los derechos y las garantías intangibles,


tampoco pueden ser inobservadas en uso de las facultades derivadas
del estado de excepción. Así ocurre con el respeto de la dignidad hu-
mana; la prohibición de la tortura, los tratos crueles y degradantes, el
secuestro y la toma de rehenes y el respeto de las normas del derecho
internacional humanitario.2
Los anteriores criterios permiten llegar a dos conclusiones. La pri-
mera, que tanto el artículo 4o. del Pacto como el 27 de la Convención
Americana contienen previsiones expresas sobre derechos no suscep-
tibles de ser restringidos por normas dictadas al amparo de los esta-
dos de excepción. La segunda, que de la observancia de esos instru-
mentos internacionales se genera la obligatoriedad de preservar otros
derechos y garantías no incluidas de forma expresa en los artículos ci-
tados.” (subrayas fuera de texto)

Igualmente la Corte se ha referido de manera específica a las


normas del derecho internacional humanitario. Al respecto ha
señalado lo siguiente:

2 Sobre este punto en la Observación General No. 29 sobre el artículo 4o. del

Pacto Internacional, La Corte Interamericana de Derechos Humanos expuso:


“la enumeración contenida en el artículo 4o. de las disposiciones cuya aplica-
ción no puede suspenderse guarda relación, aunque no sea lo mismo, con la
cuestión de si ciertas obligaciones en materia de derechos humanos tienen el
carácter de normas imperativas de derecho internacional. El hecho de que en
el párrafo 2 del artículo 4o. se declare que la aplicación de ciertas disposiciones
del Pacto no puede suspenderse debe considerarse en parte como el reconoci-
miento del carácter de norma imperativa de ciertos derechos fundamentales
garantizados por el Pacto en la forma de un tratado (por ejemplo, los artículos
6o. y 7o.). Sin embargo, es evidente que en la lista de disposiciones cuya aplica-
ción no puede suspenderse se incluyeron algunas otras disposiciones del Pacto
porque nunca será necesario suspender la vigencia de esos derechos durante
un estado de excepción (por ejemplo, los artículos 11 y 18). Además, la catego-
ría de normas imperativas va más allá de la lista de disposiciones cuya aplica-
ción no puede suspenderse, que figura en el párrafo 2 del artículo 4o. Los Esta-
dos partes no pueden en ningún caso invocar el artículo 4o. del Pacto como
justificación de actos que violan el derecho humanitario o normas imperativas
de derecho internacional, por ejemplo, la toma de rehenes, la imposición de
castigos colectivos, la privación arbitraria de la libertad o la inobser vancia
de los principios fundamen tales de juicio imparcial, en particu lar la pre -
sun ción de ino cen cia” (cursivas fuera de texto).
177
PRINCIPIO PRO HOMINE Y VALIDEZ DE NORMAS PENALES

El Constituyente de 1991, en el ánimo de configurar un cuerpo estric-


to de garantías para la protección de derechos y basado en los princi-
pios del derecho internacional general, estipuló como condición impe-
rativa de las medidas de excepción el respeto al derecho internacional
humanitario.
El derecho internacional humanitario comprende aquellas normas
que tienen como objeto la humanización de los conflictos armados,
procurando la protección de la población civil ajena a la confrontación
y estableciendo límites a los procedimientos bélicos. Estas normas de
derecho internacional han sido caracterizadas por la Carta Política
como prevalentes al orden jurídico interno (artículo 93 y 214-2), lo
que implica su obligatorio cumplimiento en cualquier situación. Esta
perspectiva de obligatoriedad, además, se ve reforzada por la condi-
ción de ius cogens que tienen la casi totalidad de las normas del dere-
cho internacional humanitario, esto es, de postulados comúnmente
aceptados y que no pueden ser desconocidos en un instrumento inter-
nacional posterior.
El respeto de las reglas del derecho internacional humanitario es
un imperativo para la efectiva protección de los derechos y garantías
consagrados en la Carta, a la vez que constituye un presupuesto para
la realización de la dignidad de los individuos que son afectados por
el conflicto armado. Estos elementos cobran especial relevancia en la
situación actual del país, que exige un reforzamiento de los procedi-
mientos que estén dirigidos a la salvaguarda de la población civil.
El carácter prevalente del derecho internacional humanitario impi-
de que pueda ser desconocido a través de las medidas de estado de
excepción. Es evidente que al pertenecer el derecho de los conflictos
armados al ámbito del derecho internacional general, su preceptiva
adquiere la misma función que los derechos intangibles a los que se
hizo referencia al analizar los artículos 4o. del Pacto Internacional y
27 de la Convención Americana, lo que a su vez es reforzado por la
obligación de cumplir con los compromisos que el Estado colombiano
ha suscrito en virtud de la ratificación y aprobación de los Convenios
de Ginebra y sus Protocolos Adicionales.

Téngase en cuenta asimismo que la Constitución ordena en el


inciso segundo del artículo 93 que en la interpretación de los de-
rechos consagrados en la Carta, debe estarse a los tratados in-
ternacionales sobre derechos humanos ratificados por Colombia.
Al respecto cabe recordar que el derecho internacional de los
derechos humanos, está conformado por el conjunto de normas
178
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

internacionales de índole convencional cuyo objeto y fin es “la


protección de los derechos fundamentales de los seres huma-
nos, independientemente de su nacionalidad, tanto frente a su
propio Estado como frente a los Estados contratantes.3
Dicho ordenamiento normativo de protección se halla conte-
nido en los instrumentos internacionales, de ámbito universal
o regional, suscritos para otorgar fuerza vinculante a los dere-
chos reconocidos y enunciados por la Declaración Universal de
los Derechos Humanos de 1948, así como en los preceptos y
principios que integran el ius cogens.
De otra parte es necesario tener en cuenta además que de
acuerdo con el artículo 5o. del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos y el artículo 29 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, siempre habrá de preferirse la inter-
pretación que resulte menos restrictiva de los derechos estable-
cidos en ellos. Cláusula de favorabilidad en la interpretación de
los derechos a que aluden los tratados de derechos humanos
conocida también como principio pro homine, que tanto la juris-
prudencia de la Comisión Interamericana,4 como de la Corte
Constitucional ha aplicado en repetidas ocasiones…
Así las cosas cuando las normas constitucionales y legales co-
lombianas ofrezcan una mayor protección al derecho fundamental
de que se trate éstas habrán de primar sobre el texto de los trata-
dos internacionales, de la misma manera que siempre habrá de
preferirse en la interpretación de los mismos la hermenéutica que
resulte menos restrictiva para la aplicación del derecho funda-
mental comprometido.

3 Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión Consultiva O.C.

2/82 del 24 de diciembre de 1982, Serie A, No. 2, párr. 229.


4 Cuando la Corte Interamericana ha explicitado el alcance del principio

pro homine en relación con las restricciones de los derechos humanos, ha ex-
presado que “entre varias opciones para alcanzar ese objetivo debe escogerse
aquella que restrinja en menor escala el derecho protegido. Es decir, la restric-
ción debe ser proporcionada al interés que la justifica y ajustarse estrecha-
mente al logro de ese legítimo objetivo” Corte IDH, Opinión Consultiva
OC-5/85, “La colegiación obligatoria de periodistas (artículos 13 y 29, Conven-
ción Americana sobre Derechos Humanos)”, del 13 de noviembre de 1985, Se-
rie A, No. 5, párrafo 46.
179
PRINCIPIO PRO HOMINE Y VALIDEZ DE NORMAS PENALES

3.3 Los antecedentes, contenido y alcance


de las normas parcialmente acusadas…

3.3.1 El delito de genocidio en el ordenamiento internacional


y en la Legislación colombiana.
3.3.1.1 La Corporación ha recordado que el genocidio es con-
siderado por la comunidad universal como un delito de derecho
internacional, contrario al espíritu y a los fines que persigue
las Naciones Unidas y que el mundo civilizado condena en su
conjunto…
La palabra “genocidio” que denota el crimen internacional
constituido por la conducta atroz de aniquilación sistemática y
deliberada de un grupo humano con identidad propia mediante
la desaparición de sus miembros, nace como reacción contra los
intentos nazis por exterminar a ciertos grupos étnicos y
religiosos, como los judíos o los gitanos.
Esas atrocidades llevaron al jurista Rafael Lemkin, en 1944,
a inventar el neologismo “genocidio”, uniendo la palabra griega
“genos” (raza) y el sufijo latino “cide” (matar). Y sirvieron de
fundamento para la redacción de la “Convención para la Pre-
vención y la Sanción del Delito de Genocidio” que la Asamblea
General de las Naciones Unidas aprobó mediante Resolución
260a. del 9 de diciembre de 1948…
En cuanto a qué se entiende por genocidio el artículo III de
la citada Convención establece:

...En la presente Convención, se entiende por genocidio cualquiera


de los actos mencionados a continuación, perpetrado con la inten-
ción de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico,
racial o religioso, como tal:
a) Matanza de miembros del grupo;
b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros
del grupo;
c) Sometimiento internacional del grupo a condiciones de exis-
tencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;
d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del
grupo;
e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo...

180
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

Dicha definición de genocidio es la misma que se establece


en el Estatuto de la Corte Penal Internacional —incorporada al
ordenamiento interno por Ley 742 del 5 de junio de 2002—
cuyo artículo 6o. al respecto señala lo siguiente:

Artículo 6.
Genocidio.
A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por “genocidio”
cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados
con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacio-
nal, étnico, racial o religioso como tal:
a) Matanza de miembros del grupo;
b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros
del grupo;
c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existen-
cia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;
d) Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del
grupo;
e) Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo…

3.3.1.2 En al ámbito interno cabe hacer énfasis en que la tipifi-


cación del delito de genocidio no obedece exclusivamente al cum-
plimiento de los compromisos internacionales a que se ha hecho
referencia o al acatamiento de normas que como la prohibición
del exterminio selectivo hacen parte del ius cogens, sino que halla
fundamento en la Constitución misma, la cual reconoce el dere-
cho a la vida como inviolable (artículo 11 [Constitución Política])
al tiempo que impone al estado el deber de garantizar la diversi-
dad étnica y cultural (artículo 7 [Constitución Política]), la liber-
tad religiosa (artículo 19 [Constitución Política]), el derecho de
asociación (artículo 38 [Constitución Política]), la conformación
de movimientos o grupos políticos (artículo 40-3 [Constitución Po-
lítica]) y proscribe la discriminación por razones de raza, sexo,
origen nacional, lengua, religión, opinión política o filosófica (ar-
tículo 13 [Constitución Política])…
La norma diferencia pues dos categorías de sanciones: una, la
que castiga los atentados homicidas contra los miembros de los
grupos a que ella alude (primer inciso —que el legislador conside-
ra deben ser sancionados con una pena mayor—) y otra, la que
181
PRINCIPIO PRO HOMINE Y VALIDEZ DE NORMAS PENALES

castiga actos diferentes al homicidio que por su entidad sobre el


destino del grupo deben igualmente ser penalizados como genoci-
dio así sea con una pena menor (segundo inciso)…
3.3.2 Los delitos de tortura y de tortura en persona protegida
en el ordenamiento internacional y en la legislación colombiana
3.3.2.1 Ha recordado la Corte que el objetivo de prevenir y san-
cionar la tortura, se erige para los Estados y las sociedades demo-
cráticas en un imperativo ético y jurídico, en tanto dicha práctica
contradice la condición esencial de dignidad del ser humano, su
naturaleza y los derechos fundamentales que se predican inhe-
rentes a la misma, por lo que la misma está expresamente pros-
crita en el ordenamiento internacional.
Así se desprende claramente de, entre otros, i) el artículo 5o. de
la Declaración Universal de Derechos Humanos, ii) el artículo 7o.
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, iii) el ar-
tículo 5.2. de la Convención Americana de Derechos Humanos,
iv) el artículo 1o. de la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre [59], v) el artículo 3o., común a los Conve-
nios de Ginebra, relativo a la protección contra la tortura en per-
sonas protegidas por el derecho internacional en caso de conflicto
armado.
La tortura ha sido en este sentido objeto de diversos instru-
mentos internacionales tendientes a prevenirla y sancionarla,
dentro de los que cabe recordar particularmente i) la Declara-
ción Sobre la Protección de Todas las Personas Contra la Tortu-
ra y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes;
ii) la Convención Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas
Crueles, Inhumanos o degradantes; iii) la Convención Interame-
ricana para Prevenir y Sancionar la Tortura iv) el Estatuto de la
Corte Penal Internacional…
Para los efectos de la presente sentencia cabe señalar que,
como ya lo explicó la Corte en la Sentencia C-1076 de 2002, el
instrumento internacional a tomar en cuenta, en virtud de la
aplicación en esta materia del principio pro homine que impone
que siempre habrá de preferirse la hermenéutica que resulte
menos restrictiva de los derechos establecidos en ellos, es el que

182
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

se contiene en la Convención Interamericana para Prevenir y


Sancionar la Tortura..
Téngase en cuenta al respecto que dicha Convención no sola-
mente es el texto que mayor protección ofrece a los derechos de
las personas víctimas de tortura sino que los demás instrumen-
tos internacionales a que se ha hecho referencia dejan clara-
mente a salvo la aplicabilidad de la referida Convención Inter-
americana.
Así, el numeral 2 del artículo 1o. de la Convención contra la
Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degra-
dantes señala que dicho artículo en que se define lo que se en-
tiende por tortura para dicha Convención suscrita antes de la
Convención Interamericana “se entenderá sin perjuicio de cual-
quier instrumento internacional o legislación nacional que con-
tenga o pueda contener disposiciones de mayor alcance”. Es de-
cir que el texto de la Convención Interamericana prima en esas
circunstancias.
A su vez el artículo 10 del Estatuto de Roma de la Corte Pe-
nal Internacional señala que “nada de lo dispuesto en la pre-
sente parte se interpretará en el sentido de que limite o menos-
cabe de alguna manera las normas existentes o en desarrollo
de derecho internacional para fines distintos del presente Esta-
tuto”. Es decir que el hecho de que en dicho estatuto —cuya
aprobación por Colombia es la más reciente— figure una dispo-
sición que no es coincidente con la definición de tortura esta-
blecida en la Convención Interamericana, en nada impide que
se tome en cuenta el contenido más garantista que se establece
en la referida Convención en cuanto al delito de tortura…

4. Análisis de los cargos

4.1. Análisis de los cargos formulados en contra de la expre-


sión “grave” contenida en el artículo 101 de la Ley 599 de
2000…
Al respecto la Corte constata que como se desprende de los
apartes preliminares de esta sentencia no existe ninguna con-
tradicción entre las normas internacionales que definen el deli-
183
PRINCIPIO PRO HOMINE Y VALIDEZ DE NORMAS PENALES

to de genocidio —que se contienen en la Convención para la


prevención y sanción del delito de genocidio y en el artículo 6o.
del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional— y el ar-
tículo 101 de la Ley 599 de 2000 en cuanto a la inclusión en di-
cho texto legal de la expresión grave para calificar el tipo de
lesión que se considera constitutiva de dicha conducta.
Es claro, en efecto, que tanto en dichos textos internaciona-
les como en el artículo 101 en que se contiene la expresión acu-
sada se hace referencia al carácter grave de las lesiones que
puedan infligirse a los miembros de un grupo para tipificar el
delito de genocidio y en este sentido mal puede considerarse
que el legislador desconoció en este caso el mandato contenido
en el artículo 93 superior que señala que los tratados y conve-
nios internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen
los derechos humanos y que prohíben su limitación en los esta-
dos de excepción, prevalecen en el orden interno. Así como que
los derechos y deberes consagrados en esta Carta, se interpre-
tarán de conformidad con los tratados internacionales sobre
derechos humanos ratificados por Colombia.
Si bien ello no sería óbice para declarar la inexequibilidad de la
referida expresión, si en el ordenamiento constitucional interno
existieran disposiciones que llevaran a una interpretación más fa-
vorable para la protección de los derechos que ampara el tipo
penal aludido, en el presente caso ello no es así. En efecto,
como pasa a explicarse, son las lesiones graves a que aluden los
textos internacionales reseñados las que resultan compatibles
con la intencionalidad específica que se encuentra a la base de
la conducta genocida a saber la voluntad de destruir el grupo
“en su totalidad o en parte” y desde esta perspectiva mal puede
entenderse que con la inclusión por el legislador de la expre-
sión “grave” los bienes jurídicos que la tipificación del delito de
genocidio busca proteger se vean desprotegidos, o pueda enten-
derse que el legislador estableció en este caso algún tipo de dis-
criminación contraria a la Constitución…
Así las cosas, ha de concluirse que, i) por no desconocerse en
este caso los tratados internacionales ratificados por Colombia
en materia de derechos humanos ii) ni desprotegerse los bienes

184
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

jurídicos que se pretenden amparar con el referido delito, iii) ni


resultar aplicables en materia penal los mismos criterios que
fundamentan la imposición de sanciones en materia disciplina-
ria, no asiste razón al actor en relación con la acusación que for-
mula a partir de estos supuestos en contra de la expresión “gra-
ve” contenida en el artículo 101 de la Ley 599 de 2000, por lo
que la Corte frente a los cargos formulados declarará la exequi-
bilidad de dicha expresión y así lo señalará en la parte resoluti-
va de esta sentencia.
4.2 Análisis de los cargos formulados en contra de la expresión
“graves” contenida en el artículo 137 de la Ley 599 de 2000 que
tipifica el delito de tortura en persona protegida así como en el
artículo 178 de la misma ley que tipifica el delito de tortura…
Al respecto la Corte constata que en el presente caso y contra-
riamente a lo que se señaló para el delito de genocidio, es clara la
contradicción entre el texto de los artículos 173 y 178 de la Ley
599 de 2000 —que tipifican respectivamente los delitos de tortura
en persona protegida y tortura— y la Convención Interamericana
para Prevenir y Sancionar la Tortura, instrumento internacional
que en armonía con el artículo 93 superior y el principio pro ho-
mine es el que corresponde tomar en cuenta en este caso como se
explicó en los apartes preliminares de esta sentencia.
En efecto en dicho instrumento internacional aprobado me-
diante la Ley 409 de 1997 no solamente se excluye la expresión
“graves” para efectos de la definición de lo que se entiende por
tortura, sino que se señala claramente que se entenderá como la
aplicación sobre una persona de métodos tendientes a anular
la personalidad de la víctima o a disminuir su capacidad física
o mental, aunque no causen dolor físico o angustia psíquica. Es
decir que de acuerdo con la Convención Interamericana confi-
gura el delito de tortura cualquier acto que en los términos y
para los fines allí señalados atente contra la autonomía perso-
nal, incluso si el mismo no causa sufrimiento o dolor.
En ese orden de ideas en la medida en que tanto en el artículo
137 como en el artículo 138 de la Ley 599 de 2000 el legislador
al regular respectivamente los delitos de tortura en persona pro-
tegida y de tortura, incluyó en la definición de estas conductas

185
PRINCIPIO PRO HOMINE Y VALIDEZ DE NORMAS PENALES

la expresión graves para calificar los dolores o sufrimientos físicos


o psíquicos que se establecen como elementos de la tipificación de
los referidos delitos, no cabe duda de que desconoció abiertamen-
te la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la
Tortura y consecuentemente vulneró el artículo 93 superior.
A ello cabe agregar que como lo señala el señor fiscal general
de la Nación en relación con la tortura el artículo 12 constitu-
cional no establece ningún tipo de condicionamiento.
Recuérdese que el contenido que el Constituyente dio al ar-
tículo 12 de la Carta, corresponde a la consagración de un dere-
cho que no admite restricciones que lo conviertan en relativo y
que a la prohibición que consagra la norma superior citada,
—dirigida en este sentido a cualquier persona sea agente esta-
tal o particular— subyace el reconocimiento y protección al
principio fundamental de dignidad humana como fuente de
todos los derechos.
La Corte debe reiterar en ese orden de ideas que los princi-
pios y valores supremos así como los derechos fundamentales
que hacen de la dignidad de las personas el eje central de las
reglas de convivencia consagradas en la Carta Política de 1991,
se erigen en límites constitucionales de las competencias de re-
gulación normativa que incumben al Congreso como titular de
la cláusula general de competencia de modo que, so pretexto
del ejercicio de la potestad de configuración legislativa, no le es
dable desconocer valores que, como la vida, la integridad perso-
nal y la proscripción de todo tipo de discriminación respecto de
los derechos inalienables de las personas, de acuerdo a la Carta
Política, son principios fundantes de la organización social y po-
lítica, pues así lo proclama el Estatuto Superior.
Así las cosas ha de señalarse que asiste razón al actor en re-
lación con la acusación que formula en contra de la expresión
“graves” contenida en los artículos 173 y 178 de la Ley 599 de
2000, por lo que la Corte declarará la inexequibilidad de dichas
expresiones contenidas en los referidos artículos y así lo seña-
lará en la parte resolutiva de esta sentencia.
En conclusión, la Corte procederá a declarar la exequibilidad
de la expresión “grave” contenida en el numeral 1o. del segundo

186
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

inciso del artículo 101 de la Ley 599 de 2000 que tipifica el deli-
to de genocidio por cuanto en ese caso frente a dicho delito au-
tónomo i) no se desconocen las normas internacionales que defi-
nen el delito de genocidio —que se contienen en la Convención
para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio y en el ar-
tículo 6o. del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional—
ii) ni se desprotegen los bienes jurídicos que se pretenden ampa-
rar con el referido delito, iii) ni resultan aplicables en materia pe-
nal los mismos criterios que fundamentan la imposición de san-
ciones en materia disciplinaria.
Por el contrario la Corte declarará la inexequibilidad de la
expresión “graves” contenida en el artículo 137 de la Ley 599
de 2000 que tipifica el delito de tortura en persona protegida y
178 de la misma ley que tipifica el delito de tortura por cuanto
i) con ella se vulnera claramente la Convención Interamericana
para prevenir y sancionar la tortura [101] y consecuentemente
el artículo 93 superior y por cuanto ii) el artículo 12 constitu-
cional no hace ninguna distinción sobre la prohibición de la tor-
tura que se fundamenta además en el respeto de la dignidad
humana (artículo 1o. [Constitución Política]).

VII. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Sala Plena de la Corte Constitu-


cional, administrando justicia en nombre del pueblo y por man-
dato de la Constitución,

Resuelve

PRIMERO. Declarar exequible, por los cargos formulados, la


expresión “grave” contenida en el numeral 1 del segundo inciso
del artículo 101 de la Ley 599 de 2000 “por la cual se expide el
Código Penal.
SEGUNDO. Declarar inexequible la expresión “graves” conte-
nida en el artículo 137 de la Ley 599 de 2000 “por la cual se ex-
pide el Código Penal.

187
PRINCIPIO PRO HOMINE Y VALIDEZ DE NORMAS PENALES

TERCERO. Declarar inexequible la expresión “graves” conteni-


da en el primer inciso del artículo 178 de la Ley 599 de 2000
“por la cual se expide el Código Penal”.
Notifíquese, comuníquese, cúmplase, publíquese, insértese en
la Gaceta de la Corte Constitucional y archívese el expediente.

188
OBLIGATORIEDAD DE LAS NORMAS
INTERNACIONALES DE DERECHOS HUMANOS:
ANÁLISIS EN RELACIÓN CON LOS DERECHOS
DE LAS PERSONAS PRIVADAS DE LIBERTAD

Sinopsis: La Corte Suprema de la Nación Argentina emite un


pronunciamiento mediante el cual resuelve un habeas corpus co-
lectivo relativo a derechos de personas privadas de libertad. Ha-
biendo considerado probada una situación de incumplimiento
generalizado de las condiciones mínimas de trato reconocidas a
dichas personas, decidió favorablemente la acción. En sus consi-
deraciones, el tribunal reconoció la obligatoriedad de instrumen-
tos internacionales de derechos humanos, teniendo en cuenta la
posibilidad de que el Estado argentino incurra en responsabili-
dad internacional. Asimismo, estableció que la interpretación de
los derechos fundamentales debe realizarse de acuerdo con di-
chas normas y con la doctrina de los organismos internacionales
pertinentes. La Corte basó su resolución en la Convención Ame-
ricana sobre Derechos Humanos, en decisiones emitidas por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos y en lo prescrito
por las Reglas Mínimas para el Tratamiento de Reclusos de las
Naciones Unidas, entre otros textos y opiniones. Finalmente, de-
clara que las Reglas Mínimas para el Tratamiento de Reclusos
de las Naciones Unidas constituyen las pautas fundamentales a
las que debe adecuarse toda detención.

Synopsis: The Supreme Court of Argentina issued a judgment by


which it resolved a collective habeas corpus action related to the
rights of people deprived of their liberty. Having determined that,
in general, the recognized minimum standards of treatment owed
to said people were not being met, the Supreme Court decided in
favour of the applicants. In its considerations the Supreme Court
recognized the obligatory nature of international human rights

189 Diálogo Jurisprudencial


Núm. 2, enero-julio de 2007
OBLIGATORIEDAD DE NORMAS INTERNACIONALES

instruments, taking into account the possibility that the State of


Argentina may incur in international responsibility. Further-
more, it also established that the interpretation of fundamental
rights must be conducted in accordance with such norms and
with the doctrine of relevant international bodies. The Supreme
Court based its judgment upon the American Convention on Hu-
man Rights, decisions issued by the Inter-American Court of
Human Rights and on the Standard Minimum Rules for the
Treatment of Prisoners of the United Nations, among other do-
cuments and opinions. Finally, it declared that the Standard
Minimum Rules for the Treatment of Prisoners of the United Na-
tions constituted the fundamental guidelines with which every
detention should be conducted.

190
CORTE SUPREMA DE LA NACIÓN ARGENTINA

SENTENCIA DEL 3 DE MAYO DE 2005


CASO VERBITSKY, HORACIO S/ HABEAS CORPUS

Considerando

1. Que contra la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de


la provincia de Buenos Aires que —por mayoría— declaró inad-
misibles los recursos de nulidad e inaplicabilidad de ley deduci-
dos contra la resolución de la Sala III del Tribunal de Casación
Penal provincial, que había rechazado la acción de habeas cor-
pus interpuesta, en forma directa ante ese tribunal, por Hora-
cio Verbitsky, en su calidad de director del Centro de Estudios
Legales y Sociales —en adelante CELS—, a favor de la totali-
dad de los detenidos que se encuentran alojados en estableci-
mientos policiales superpoblados y/o en comisarías de la pro-
vincia de Buenos Aires, el accionante interpuso recurso
extraordinario federal, cuya denegación dio lugar a la presen-
tación de esta queja.

I. RELATO DE LOS HECHOS

I.1. La acción de habeas corpus

2. Que con fecha 15 de noviembre de 2001 Horacio Verbitsky,


en su carácter de representante legal del CELS, interpuso ante
el Tribunal de Casación de la provincia de Buenos Aires una
acción de habeas corpus correctivo y colectivo en amparo de to-
das las personas privadas de su libertad en jurisdicción de la
191
OBLIGATORIEDAD DE NORMAS INTERNACIONALES

provincia de Buenos Aires detenidas en establecimientos pena-


les y comisarías sobrepoblados, a pesar de que legal y constitu-
cionalmente su alojamiento debería desarrollarse en centros de
detención especializados…
Refirió que muchas de las personas detenidas en comisarías
se encontraban procesadas con prisión preventiva, por lo que
su detención debía llevarse a cabo en dependencias carcelarias
propiamente dichas, pertenecientes al Servicio Penitenciario,
invirtiendo de esta manera los roles del personal policial, que
debe garantizar la seguridad de aquéllos, cuando dicha tarea
no corresponde a su órbita institucional.
Mencionó especialmente la situación de las mujeres y meno-
res detenidos en establecimientos policiales como una violación
flagrante de las normas internacionales que rigen la materia.
En suma, consideró que la situación planteada en los hechos
resultaba violatoria del artículo 18 de la Constitución Nacional
y de diversos instrumentos internacionales de jerarquía consti-
tucional; como así también de las leyes nacionales y provincia-
les que aseguran y regulan los derechos básicos de las personas
detenidas, estableciendo un tratamiento humano y digno ten-
diente a garantizar el fortalecimiento de la dignidad humana y
la inserción social de los procesados y condenados…

I.3. La sentencia del Tribunal de Casación

4. Que la Sala III de la Cámara de Casación Penal de la pro-


vincia de Buenos Aires decidió rechazar la acción incoada al
considerar que no era el órgano competente para intervenir en
los hechos denunciados en la presentación, pues en ésta, se ha-
cía una referencia genérica y colectiva a las distintas situacio-
nes e irregularidades en que se encontraban las personas priva-
das de su libertad en causas penales y detenidas en comisarías o
establecimientos policiales provinciales. Sostuvo que su compe-
tencia estaba limitada al conocimiento del recurso de la espe-
cialidad, regulado en los artículos 406 y 417 del Código Proce-
sal Penal local, por lo que no era competente para decidir en el
caso traído a su conocimiento…
192
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE ARGENTINA

I.4. Los recursos locales de nulidad


e inaplicabilidad de ley

5. Que el CELS impugnó ante la Corte Suprema de la provin-


cia de Buenos Aires la sentencia del Tribunal de Casación a tra-
vés de los recursos extraordinarios de nulidad e inaplicabilidad de
ley previstos en la Constitución provincial y en el procedimiento
penal local, por considerar que había omitido el tratamiento de
las cuestiones planteadas por razones formales de competencia,
sin tomar en cuenta la gravedad institucional que los hechos de-
nunciados acarreaban…

I.5. La sentencia de la Suprema Corte


de la provincia de Buenos Aires

6. Que la Corte Suprema de la provincia de Buenos Aires, por


mayoría, decidió declarar inadmisibles los recursos del accionan-
te. Para resolver de esta manera sostuvo que la resolución impug-
nada mediante los recursos incoados no revestía carácter de defi-
nitiva. Tuvo en cuenta que el pronunciamiento recurrido no sólo
no cancelaba definitivamente los respectivos procesos principales
sino que ni siquiera hacía lo propio con la misma pretensión de-
ducida, en tanto ésta fue sometida a los magistrados a cuya dis-
posición se encuentran las personas detenidas amparadas por la
acción interpuesta…

I.6. El recurso extraordinario federal

7. Que contra este pronunciamiento del tribunal superior lo-


cal la actora interpuso recurso extraordinario federal. En dicho
libelo, el recurrente justificó el carácter definitivo de la senten-
cia impugnada en la circunstancia de que impide la prosecu-
ción del procedimiento por la vía escogida, es decir, como ha-
beas corpus colectivo…

193
OBLIGATORIEDAD DE NORMAS INTERNACIONALES

V. PROCEDENCIA DEL RECURSO EXTRAORDINARIO

13. Que el recurso extraordinario, tal como lo manifestara el


señor procurador general de la Nación, resulta formalmente
procedente puesto que cumple con todos los requisitos exigidos
por la ley 48…

VII. LOS HECHOS NO CONTROVERTIDOS EN EL CASO


Y LAS PROPUESTAS DEL ESTADO PROVINCIAL

24. Que no se ha puesto en discusión la superpoblación de


detenidos, tanto en las instalaciones del servicio penitenciario,
como en las dependencias policiales provinciales. Esta superpo-
blación, en los niveles alcanzados y admitidos, de por sí acreditan
que el Estado provincial incumple con las condiciones mínimas de
trato reconocidas a las personas privadas de su libertad.
Por otra parte, tampoco se puso en duda que se encuentran
alojados en comisarías en calidad de detenidos adolescentes y
personas enfermas.
También ha sido reconocido que, por los menos, el 75% de la
población privada de su libertad son procesados con prisión
preventiva que todavía no han sido condenados, y por lo tanto
gozan de la presunción de inocencia.
Finalmente, está dicho y no controvertido en autos que si
bien la cantidad de detenidos en la provincia ha aumentado
año a año desde 1990, en los últimos seis años ha alcanzado un
incremento exponencial que no guarda relación de proporciona-
lidad alguna ni con el aumento demográfico de la población ni
con el aumento de los índices delictivos en la provincia…
27. Que a diferencia de la evaluación de políticas, cuestión cla-
ramente no judiciable, corresponde sin duda alguna al Poder Ju-
dicial de la Nación garantizar la eficacia de los derechos, y evitar
que éstos sean vulnerados, como objetivo fundamental y rector a
la hora de administrar justicia y decidir las controversias.
Ambas materias se superponen parcialmente cuando una po-
lítica es lesiva de derechos, por lo cual siempre se argumenta
en contra de la jurisdicción, alegando que en tales supuestos

194
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE ARGENTINA

media una injerencia indebida del Poder Judicial en la política,


cuando en realidad, lo único que hace el Poder Judicial, en su
respectivo ámbito de competencia y con la prudencia debida en
cada caso, es tutelar los derechos e invalidar esa política sólo
en la medida en que los lesiona. Las políticas tienen un marco
constitucional que no pueden exceder, que son las garantías
que señala la Constitución y que amparan a todos los habitan-
tes de la Nación; es verdad que los jueces limitan y valoran la
política, pero sólo en la medida en que excede ese marco y como
parte del deber específico del Poder Judicial. Desconocer esta
premisa sería equivalente a neutralizar cualquier eficacia del
control de constitucionalidad.
No se trata de evaluar qué política sería más conveniente
para la mejor realización de ciertos derechos, sino evitar las
consecuencias de las que clara y decididamente ponen en peli-
gro o lesionan bienes jurídicos fundamentales tutelados por la
Constitución, y, en el presente caso, se trata nada menos que
del derecho a la vida y a la integridad física de las personas.
28. Que en este sentido, si bien resultan atendibles algunas de
las razones expuestas por el Poder Ejecutivo provincial, en cuanto
a la carencia de recursos económicos para solucionar en el corto
plazo los problemas planteados, este Tribunal ya se ha pronun-
ciado sobre el particular indicando que:

Estas dolorosas comprobaciones, que es deber del Tribunal desta-


car, no encuentran justificativo en las dificultades presupuestarias
que se traducen en la falta de infraestructura edilicia, la carencia
de recursos humanos, la insuficiencia de formación del personal o
las consecuentes excesivas poblaciones penales...
Las carencias presupuestarias, aunque dignas de tener en cuen-
ta, no pueden justificar transgresiones de este tipo. Privilegiarlas
sería tanto como subvertir el Estado de derecho y dejar de cumplir
los principios de la Constitución y los convenios internacionales
que comprometen a la Nación frente a la comunidad jurídica inter-
nacional, receptados en el texto actual de aquélla (artículo 5o., inci-
so. 2o. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos) (fa-
llos 318:2002)…

195
OBLIGATORIEDAD DE NORMAS INTERNACIONALES

VIII. EL CUADRO DE SITUACIÓN DE LOS DETENIDOS


EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
Y LAS POSIBLES MEDIDAS DE COMPETENCIA
DE ESTA CORTE

39. Que el derecho a un trato digno y humano reconocido a


las personas privadas de su libertad no sólo encuentra soporte
en nuestra Constitución Nacional desde 1853, sino que ha sido
reconocido desde los orígenes mismos de la legislación peniten-
ciaria del país y especialmente de la propia provincia de Bue-
nos Aires, en cuyo Reglamento Provisorio de la Penitenciaría
de 1877, sancionado por el gobernador Carlos Casares, estable-
cía un régimen respetuoso de la dignidad humana sensible-
mente notable para los estándares de su tiempo (Reglamento
Provisorio de la Penitenciaría, Buenos Aires, Imprenta de M.
Biedma, calle de Belgrano número 135, 1877).
La República Argentina tuvo un papel protagónico en el es-
tablecimiento de las Reglas Mínimas para el Tratamiento de
Reclusos, en el Primer Congreso de Naciones Unidas para la
Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente, de Gi-
nebra, en 1955, aprobadas por el Consejo Económico y Social
en su Resolución 663 C31-7-57 y complementada en la 2076 del
13 de mayo de 1977. Después de la reforma de 1994, con jerar-
quía constitucional, la Nación está obligada por tratados inter-
nacionales de vigencia interna y operativos, que fortalecen la lí-
nea siempre seguida por la legislación nacional en la materia: la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre,
establece en el artículo XXV que “todo individuo tiene también un
tratamiento humano durante la privación de su libertad”; el ar-
tículo 10 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
indica que “toda persona privada de la libertad será tratada hu-
manamente y con el respeto debido a la dignidad inherente al ser
humano”; fórmula ésta que recepta de modo similar el artículo 5o.
inciso 2o. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Las Reglas Mínimas para el tratamiento de reclusos de las Na-
ciones Unidas —si bien carecen de la misma jerarquía que los
tratados incorporados al bloque de constitucionalidad federal— se

196
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE ARGENTINA

han convertido, por vía del artículo 18 de la Constitución Nacio-


nal, en el estándar internacional respecto de personas privadas
de libertad. No cabe duda de que hay un marco normativo, no
sólo nacional sino también internacional que, de confirmarse y
continuarse la situación planteada, estaría claramente violado
en la provincia de Buenos Aires.
40. Que ante esta situación es indudable que esta Corte no
puede resolver todas las cuestiones particulares que importa,
dadas las dificultades antes señaladas y el número de casos y
variables posibles, pero es su deber instruir a la Suprema Cor-
te y a los demás tribunales de la provincia de Buenos Aires
para que en sus respectivas competencias extremen la vigilan-
cia para el adecuado cumplimiento de las Reglas Mínimas y de
las normas que nacional e internacionalmente imponen el tra-
tamiento digno de toda persona privada de libertad y, en
especial, en lo que hace a la tutela de la vida humana y la inte-
gridad física de los presos, del personal y de terceros.
41. Que no escapa a esta Corte que de verificarse algunos de
los extremos mencionados por el accionante, sería posible que
se configurasen eventuales casos de agravamientos que impor-
tarían trato cruel, inhumano o degradante u otros análogos,
susceptibles de acarrear responsabilidad al Estado Federal. En
esta eventualidad, es deber de esta Corte, por estar comprome-
tida la responsabilidad internacional del Estado federal, ins-
truir a la Suprema Corte y a los demás tribunales de la provin-
cia de Buenos Aires para que hagan cesar con la urgencia del
caso el agravamiento o la detención misma, según corresponda.

IX. ADOLESCENTES Y ENFERMOS EN DEPENDENCIAS


POLICIALES, Y LA JURISPRUDENCIA
INTERNACIONAL

42. Que la presencia de adolescentes y enfermos en comisa-


rías o establecimientos policiales, configura con gran certeza
uno de los supuestos contemplados en el considerando anterior,
con flagrante violación a los principios generales de las Reglas
Mínimas citadas y muy probablemente innegables casos de tra-
197
OBLIGATORIEDAD DE NORMAS INTERNACIONALES

to cruel, inhumano o degradante. Esta Corte, en virtud del alto


riesgo de responsabilidad internacional que de ello se deriva
para el Estado Federal, debe disponer, sin dilación, que en un
plazo perentorio, la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Ai-
res, por las vías procedentes, haga cesar esas situaciones. Respec-
to de los niños y adolescentes, la presencia en comisarías resulta,
además de intolerable, sospechosa respecto del índice de insti-
tucionalizados de la provincia, materia en la que sería terrible
que se produjese una escalada análoga al número de presos,
cuando es sabido el efecto reproductor que tiene la instituciona-
lización de menores, además de responder a una ideología tute-
lar incompatible con la normativa internacional vigente.
43. Que recientemente la Corte Interamericana de Derechos
Humanos se ha pronunciado de modo mucho más específico so-
bre cuestiones similares a las que motivan este habeas corpus
correctivo, al analizar las violaciones de diversos derechos de la
Convención Americana, en virtud de las condiciones de deten-
ción en el establecimiento “Panchito López” en el Paraguay, que
resultan de ineludible exposición (CIDH caso “Instituto de Ree-
ducación del Menor v. Paraguay”, el 2 de septiembre de 2004).
En dicho caso el tribunal internacional tuvo por probado que
el crecimiento de la población carcelaria, originó serios proble-
mas de hacinamiento e inseguridad entre los internos de dicho
instituto paraguayo. Los internos se encontraban recluidos en
celdas insalubres con escasas instalaciones higiénicas; mal ali-
mentados y carecían de asistencia médica, psicológica y dental
adecuada. Los internos que sufrían discapacidades físicas, en-
fermedades mentales y/o problemas de adicciones, no disponían
de una atención médica acorde con las necesidades especiales.
Contaban con pocas oportunidades de hacer ejercicio o de parti-
cipar en actividades recreativas. Muchos de los internos no te-
nían camas, frazadas y/o colchones, con lo cual se vieron obliga-
dos a dormir en el suelo, hacer turnos con sus compañeros o
compartir camas y colchones. La falta de camas y colchones,
junto con el hacinamiento, facilitaron que hubiera abusos se-
xuales entre los internos. También sostuvo que a pesar de que
el nuevo Código Procesal paraguayo establecía que la prisión

198
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE ARGENTINA

preventiva es la excepción a la regla que es la libertad, “la im-


plementación de esa norma no se llevó a cabo por completo,
pues la mayoría de los internos se encontraban procesados sin
sentencia”. Además los internos procesados sin sentencia no
estaban separados de los condenados en el Instituto.
Respecto al hacinamiento consideró que fomentaba la deses-
peración y las tendencias hacia la violencia de los internos, y
que “en vez de ser rehabilitados en el Instituto para una rein-
serción satisfactoria en la sociedad, los internos fueron someti-
dos a sufrimientos diarios y por lo tanto, a un proceso de apren-
dizaje negativo y vicioso, el cual, en parte, explicaba el alto
índice de reincidencia de los mismos”. Como consecuencia de
tal estado de hacinamiento se produjeron varios incendios que
el Instituto no estaba en condiciones de repeler, ocasionado la
muerte de algunos de ellos.
En tal contexto, la Corte Interamericana interpretó los dere-
chos y garantías previstos en el artículo 5o. de la Convención,
el que establece en lo conducente que:

1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física,


psíquica y moral.
2. Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles,
inhumanos o degradantes. Toda persona privada de libertad será
tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser huma-
no.
3. La pena no puede trascender de la persona del delincuente.
4. Los procesados deben estar separados de los condenados, sal-
vo en circunstancias excepcionales y serán sometidos a un trata-
miento adecuado a su condición de personas no condenadas.
5. Cuando los menores puedan ser procesados, deben ser separa-
dos de los adultos y llevados ante tribunales especializados, con la
mayor celeridad posible, para su tratamiento.
6. Las penas privativas de la libertad tendrán como finalidad
esencial la reforma y la readaptación social de los condenados.

44. Que el tribunal interamericano señaló que quien sea dete-


nido tiene derecho a vivir en condiciones de detención compati-
bles con su dignidad personal y el Estado debe garantizarle el de-
recho a la vida y a la integridad personal, y que es el Estado el
199
OBLIGATORIEDAD DE NORMAS INTERNACIONALES

que se encuentra en una posición especial de garante, toda


vez que las autoridades penitenciarias ejercen un fuerte control o
dominio sobre las personas que se encuentran sujetas a su custo-
dia. De este modo, se produce una relación e interacción especial
de sujeción entre la persona privada de libertad y el Estado, ca-
racterizada por la particular intensidad con que el Estado puede
regular sus derechos y obligaciones y por las circunstancias pro-
pias del encierro, en donde al recluso se le impide satisfacer por
cuenta propia una serie de necesidades básicas que son esenciales
para el desarrollo de una vida digna.
45. Que, en cuanto al derecho a la integridad personal, el tri-
bunal señaló que es de tal importancia que la Convención Ame-
ricana lo protege particularmente al establecer, inter alia, la
prohibición de la tortura, los tratos crueles, inhumanos y de-
gradantes y la imposibilidad de suspenderlo durante estados
de emergencia. Agregó que el derecho a la integridad personal
no sólo implica que el Estado debe respetarlo (obligación nega-
tiva), sino que, además, requiere que el Estado adopte todas las
medidas apropiadas para garantizarlo (obligación positiva), en
cumplimiento de su deber general establecido en el artículo 1.1
de la Convención Americana.
46. Que, específicamente en lo referente a los menores, la
Corte Interamericana ha analizado la cuestión a la luz del ar-
tículo 19 de la Convención Americana, tomando en considera-
ción las disposiciones pertinentes de la Convención sobre los
Derechos del Niño, del Protocolo Adicional a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos
Económicos, Sociales y Condición Jurídica y Derechos Huma-
nos del Niño. Opinión Consultiva OC-17/02 de 28 de agosto de
2002. Serie A No. 17, párrafo 54 Condición Jurídica y Derechos
Humanos del Niño, párrafo 54 (“Instituto de Reeducación del
Menor v. Paraguay” op. cit.).
Allí consideró que tales instrumentos y la Convención Ame-
ricana conformaban un plexo normativo, el corpus iuris inter-
nacional de protección de los niños. El tribunal señaló que
cuando el Estado se encuentra en presencia de niños privados
de libertad, tiene, además de las obligaciones señaladas para

200
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE ARGENTINA

toda persona, una obligación adicional establecida en el artícu-


lo 19 de la Convención Americana. Por una parte, debe asumir
su posición especial de garante con mayor cuidado y responsa-
bilidad, y debe tomar medidas especiales orientadas en el prin-
cipio del interés superior del niño, particularmente de las
circunstancias de la vida que llevará mientras se mantenga
privado de libertad.
47. Que, respecto a los presos sin condena, en el mencionado
precedente la Corte Interamericana recordó que la prisión pre-
ventiva “es la medida más severa que se le puede aplicar al im-
putado de un delito, motivo por el cual su aplicación debe tener
un carácter excepcional, en virtud de que se encuentra limitada
por el derecho a la presunción de inocencia, así como por los
principios de necesidad y proporcionalidad, indispensables en
una sociedad democrática” (parágrafo 190). Por tales razones
consideró que la prisión preventiva debe ceñirse estrictamente
a lo dispuesto en el artículo 7.5 de la Convención Americana,
en el sentido de que no puede durar más allá de un plazo razo-
nable, ni más allá de la persistencia de la causal que se invocó
para justificarla. No cumplir con estos requisitos equivale a anti-
cipar una pena sin sentencia, lo cual contradice principios genera-
les del derecho universalmente reconocidos (parágrafo 228).
Sin embargo, al pronunciarse sobre si en el caso paraguayo
se había violado el artículo 7o. del Pacto —que regula las condi-
ciones de la prisión preventiva— consideró que era preciso co-
nocer las particularidades de la aplicación de la prisión preven-
tiva a cada interno para poder analizar si se ha cumplido con
cada uno de los extremos señalados por el mismo. Razón por la
cual señaló que aunque “la Corte frecuentemente ha utilizado
la existencia de patrones o prácticas de conductas como un me-
dio probatorio para determinar violaciones de derechos huma-
nos, en el caso del artículo 7o. de la Convención Americana se
requiere una información individualizada al respecto de la que
carece la Corte en el presente caso” (parágrafos 232 y 233), des-
cartando de tal manera declaraciones genéricas o abstractas, y
precisando que no podía pronunciarse respecto de presuntas
víctimas específicas por carecer de elementos.

201
OBLIGATORIEDAD DE NORMAS INTERNACIONALES

48. Que el artículo 10 del Pacto Internacional de Derechos Civi-


les y Políticos indica que “toda persona privada de libertad será
tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad in-
herente al ser humano”. Por su parte los Principios básicos elabo-
rados por las Naciones Unidas para el tratamiento de reclusos ex-
presa que:
Con excepción de las limitaciones que sean evidentemente necesa-
rias por el hecho del encarcelamiento todos los reclusos seguirán
gozando de los derechos humanos y libertades fundamentales con-
sagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos...
(aprobado por Asamblea General, resolución 45-111 del 14 de diciem-
bre de 1990, ap. 5o.).

El Conjunto de Principios para la Protección de todas las Per-


sonas Sometidas a Cualquier Forma de Detención o Prisión
prescribe que:
Ninguna persona sometida a cualquier forma de detención o pri-
sión será sometida a tortura o a tratos crueles o penas crueles, in-
humanas o degradantes. No podrá invocarse circunstancia alguna
como justificativo para la tortura o de otros tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes. (Principio Sexto, Asamblea General [Re-
solución]. 43/173 del 9 de diciembre de 1998).

Por su parte las Reglas Mínimas para el Tratamiento de Reclu-


sos expresan que:
Los reclusos pertenecientes a categorías diversas deberán ser alo-
jados en diferentes establecimientos o en diferentes secciones den-
tro de los establecimientos, según su sexo y edad, sus antecedentes,
los motivos de su detención y el trato que corresponda aplicarles.
Es decir que: a) los hombres y las mujeres deberán ser recluidos,
hasta donde fuere posible, en establecimientos diferentes; en un es-
tablecimiento en el que se reciban hombres y mujeres, el conjunto de
locales destinado a las mujeres deberá estar completamente separa-
do; b) los detenidos en prisión preventiva deberán ser separados de
los que están cumpliendo condena; c) las personas presas por deudas
y los demás condenados a alguna forma de prisión por razones civiles
deberán ser separadas de los detenidos por infracción penal; d) los
detenidos jóvenes deberán ser separados de los adultos (artículos 8o.

202
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE ARGENTINA

y 9o. aprobados por el Consejo Económico y Social en sus [resolucio-


nes] 663 C 31-7-57 y 2076-13-5-77).

49. Que respecto a los niños, y en igual sentido, la regla 13.5


de 1997 de las Naciones Unidas para la Protección de los Me-
nores Privados de Libertad establece que: “no se deberá negar
a los menores privados de libertad, por razón de su condición,
los derechos civiles, económicos, sociales o culturales que les
correspondan de conformidad con la legislación nacional o el
derecho internacional y que sean compatibles con la privación
de la libertad”. Asimismo, las Reglas Mínimas de las Naciones
Unidas para la Administración de la Justicia de Menores (Reglas
de Beijing) disponen que: los menores confinados en estableci-
mientos penitenciarios recibirán los cuidados, la protección y
toda la asistencia necesaria —social, educacional, profesional,
psicológica, médica y física— que puedan requerir debido a su
edad, sexo y personalidad y en interés de su desarrollo sano.
50. Que también resultan importantes, sobre el agravamiento
de las condiciones de detención la Declaración sobre Protección de
Todas las Personas contra la Tortura y otros Tratos o Penas
Crueles, Inhumanos o Degradantes (adoptada por la Asamblea
General en su Resolución 3452 (XXX), del 9 de diciembre de
1975), la Convención Contra la Tortura y otros Tratos o Penas
Crueles Inhumanos o Degradantes (adoptada y abierta a la fir-
ma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su resolu-
ción 39/46, de 10 de diciembre de 1984), así como las Observacio-
nes del Comité Derechos Humanos respecto Las Torturas y las
Penas o Tratos Crueles Inhumanos o Degradantes (artículo 7o.
del 30 de julio de 1982); Trato Inhumano de las Personas Pri-
vadas de su libertad (artículo 10) del 30 de julio de 1982 Observa-
ción General No. 9 del 10 de abril de 1992, la Observación No. 20
y 21 del 10 de abril de 1992, entre otras.
El 15 de noviembre de 2004, Argentina se convirtió en el sexto
país en ratificar el Protocolo Facultativo de la Convención contra
la Tortura y Otros Tratos Crueles Inhumanos y Degradantes
(Naciones Unidas, Convención Contra la Tortura y Otros Tra-
tos Crueles Inhumanos y Degradantes, [Asamblea General] 22
de noviembre del 2004 CAT/C/SR. 622, parágrafo 6).
203
OBLIGATORIEDAD DE NORMAS INTERNACIONALES

Interpretando dicha convención, recientemente las Naciones


Unidas, a través del Comité Contra la Tortura y Otros Tratos o
Penas Crueles Inhumanos y Degradantes dictó “sus conclusio-
nes y recomendaciones”, respecto del caso Argentino el 10 de
diciembre de 2004 (CAT/C/CR/33/1 33o. Periodo de Sesiones 15
a 26 de noviembre de 2004).
Allí señaló los “factores y dificultades que obstaculizan a
aplicación de la Convención” para lo cual tomaba “nota de las
dificultades a las que se enfrenta el Estado parte, especial-
mente aquellas de tipo económico y social”. No obstante, se-
ñaló “que no existen circunstancias excepcionales de ningún
tipo que puedan invocarse para justificar la tortura”. Al esta-
blecer las cuestiones que eran motivos de especial preocupa-
ción para la situación argentina enumeró entre otras las si-
guientes:
1. d) La no implementación uniforme de la Convención en las
diferentes provincias del territorio del Estado parte, como asi-
mismo la ausencia de mecanismos para federalizar las disposi-
ciones de la Convención, aun cuando la Constitución del Estado
parte les otorga rango constitucional.
2. (f) Los informes de arrestos y detenciones de niños por de-
bajo de la edad de responsabilidad penal, la mayoría “niños de la
calle” y mendigos, en comisarías de policía donde llegan a estar
detenidos junto a adultos, y sobre las supuestas torturas y malos
tratos padecidos por éstos, que en algunos casos les produjeron
la muerte.
3. (h) El hacinamiento y las malas condiciones materiales que
prevalecen en los establecimientos penitenciarios, en particular
la falta de higiene, de alimentación adecuada y de cuidados mé-
dicos apropiados, que podrían equivaler a tratos inhumanos y
degradantes.
4. (i) El elevado número de presos en prisión preventiva, que
en el sistema penitenciario bonaerense alcanza un 78% según el
Estado parte.
5. (j) La no aplicación del principio de separación entre con-
denados y procesados en centros de detención, y entre éstos y
los inmigrantes sujetos a una orden de deportación.

204
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE ARGENTINA

6. (m) La falta de independencia del personal médico de los


establecimientos penitenciarios, quienes pertenecen a la insti-
tución penitenciaria.
A partir de ello el Comité fijó, entre otras, las siguientes reco-
mendaciones:
1. (d) Garantice que las obligaciones de la Convención sean
siempre acatadas en todas las jurisdicciones provinciales, con
el objeto de velar por una aplicación uniforme de la Convención
en todo el territorio del Estado parte; se recuerda al Estado
parte que la responsabilidad internacional del Estado incumbe
al Estado nacional aunque las violaciones hayan ocurrido en
las jurisdicciones provinciales;
2. (g) 'Garantice, como fue asegurado por la delegación del
Estado parte para el caso de la provincia de Buenos Aires, lo si-
guiente: la prohibición inmediata de retención de menores en
dependencias policiales; el traslado a centros especiales de los
menores que actualmente se encuentran en dependencias poli-
ciales; y la prohibición del personal policial de realizar detencio-
nes de menores por “motivos asistenciales” en todo el territorio
nacional’; (la comilla simple no es original) (ver las estadísticas
denunciadas por Country Repporteur ONU CAT Comité Con-
tra la Tortura. CAT/C/SR. 622, del 22 de noviembre de 2004,
parágrafo 46).
3. (h) Adopte medidas eficaces para mejorar las condiciones
materiales en los establecimientos de reclusión, reducir el haci-
namiento existente y garantizar debidamente las necesidades
fundamentales de todas las personas privadas de libertad.
4. (i) Considere revisar su legislación y prácticas en materia
de detención preventiva, a fin de que la imposición de la pri-
sión preventiva se aplique sólo como medida excepcional, to-
mando en cuenta las recomendaciones de diciembre de 2003
del Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria en cuanto a
las medidas alternativas a la detención preventiva; 4 (m) Adop-
te las medidas necesarias para garantizar la presencia de per-
sonal médico independiente y calificado para llevar a cabo exá-
menes periódicos de personas detenidas.

205
OBLIGATORIEDAD DE NORMAS INTERNACIONALES

5. (o) Establezca un mecanismo nacional de prevención que


tenga competencia para efectuar visitas periódicas a centros de
detención federales y provinciales a fin de implementar plena-
mente el Protocolo Facultativo de la Convención.
6. (p) Establezca y promueva un mecanismo efectivo dentro
del sistema penitenciario para recibir e investigar denuncias de
violencia sexual y proveer de protección y asistencia psicológica
y médica a las víctimas.
7. (r) Informe al Comité en el plazo de un año sobre las medi-
das concretas adoptadas para dar cumplimiento a las recomen-
daciones formuladas en los [apartados]. e, f, l y o del presente
párrafo.
51. Que por su parte el Comité de los Derechos del Niño de
las Naciones Unidas, en el año 2002 recomendó al Estado
argentino que revise sus leyes y prácticas relativas al sistema
de justicia de menores, y que recurra a la prisión preventiva
únicamente como medida extrema por periodos que sean lo
más breves posible y medidas alternativas, cuando ello sea po-
sible. También le recomendó que incorpore en sus leyes y prác-
ticas las Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de
los Menores Privados de Libertad, y que adopte las medidas
necesarias para mejorar las condiciones de encarcelamiento
(observaciones finales del Comité de los Derechos del Niño:
Argentina. 9/10/2002. CRC/C/15/Add. 187 9 de octubre de 2002).
52. Que en relación al estado de la cuestión en los últimos
años, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha dictado
una serie de resoluciones significativas sobre violaciones al
Convenio Europeo sobre Derechos Humanos por parte de las
administraciones penitenciarias de varios países de Europa. En
2001, el Tribunal dictaminó que Grecia había infringido el ar-
tículo 3o. al encerrar a Donald Peers en una celda sobrepoblada
sin ventanas ni ventilación, en la que se veía obligado a hacer
sus necesidades delante de otro recluso, todo el día trascurría
en la cama ante la ausencia de programa para trabajar, edu-
carse o hacer ejercicio y por la carencia de otros espacios físicos
para movilizarse, ponderó además que había más prisioneros
que camas. El tribunal señaló que si bien no había evidencias

206
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE ARGENTINA

de una intención por parte de las autoridades penitenciarias de


humillar al interno, ello no era determinante para considerar
que se había violado el artículo 3o. de la Convención Europea
([Tribunal Européo de Derechos Humanos] TEDH Case Peers
v. Greece, sentencia del 19 de abril de 2001). También dictami-
nó que el Reino Unido había violado el mismo artículo al ence-
rrar a Adele Price, una víctima de la talidomida sin brazos ni
piernas, durante siete días en una celda no adaptada en modo
alguno para sus discapacidades, allí no tenía un lugar adecua-
do para dormir, ni tampoco para hacer sus necesidades (Caso
Price v. The United Kingdom, sentencia del 10 de octubre de
2001).
El mencionado tribunal en el caso “Kalashnikov” expresó que
la forma de ejecutar medidas al interior de las cárceles no debe
aumentar la intensidad del sufrimiento que lleva aparejado la
permanencia en el interior de la prisión. Allí la Corte consideró
que en todo momento, la superpoblación era tal que cada inter-
no de la celda del demandante disponía de entre uno y dos me-
tros cuadrados de espacio, que tenían que dormir por turnos de
ocho horas que estaba infestada de olores y que los retretes es-
taban sucios y sin privacidad. La ausencia de una intención de
humillar al detenido, aunque es tomada en cuenta, no excluía
un trato inhumano y degradante violatorio del artículo 3o. del
Convenio (TEDH en “Kalashnikov v. Russia” sentencia del 15
de julio de 2002)…

X. LA LEGISLACIÓN PROCESAL Y PENITENCIARIA


DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

54. Que se ha manifestado que el número creciente de presos


en la provincia de Buenos Aires responde a las reformas legis-
lativas en materia excarcelatoria y penitenciaria, lo que neu-
traliza los esfuerzos del Poder Ejecutivo provincial para resol-
ver los problemas de capacidad en las prisiones…
57. Que respecto de la prisión preventiva, cualquiera que sea la
tesis que se adopte acerca de su naturaleza, lo cierto es que im-
porta en la realidad un contenido penoso irreparable, lo que lleva

207
OBLIGATORIEDAD DE NORMAS INTERNACIONALES

a asimilar las controversias a su respecto a casos de sentencia de-


finitiva, según inveterada jurisprudencia de esta Corte. Cualquie-
ra que sea el sistema procesal de una provincia y sin desmedro de
reconocer su amplia autonomía legislativa en la materia, lo cierto
es que si bien no puede llevarse la simetría legislativa hasta el
extremo de exigir una completa igualdad para todos los procesa-
dos del país, la desigualdad tampoco puede extremar las situacio-
nes hasta hacer que el principio federal cancele por completo el
derecho a la igualdad ante la ley, pues un principio constitucional
no puede borrar o eliminar otro de igual jerarquía.
Una asimetría total en cuanto a la legislación procesal penal
destruiría la necesaria unidad en materia penal que se mantie-
ne en todo el territorio en virtud de un único Código Penal.
Partiendo de la conocida afirmación de Ernst von Beling, de
que el derecho penal no toca un solo pelo al delincuente, es sa-
bido que incumbe al derecho procesal penal tocarle toda la ca-
bellera y, por ello, se debe entender que, sin pretensión de can-
celar las asimetrías, para la prisión preventiva —que es donde
más incidencia represiva tiene el derecho procesal penal— las
provincias se hallan sometidas a un piso mínimo determinado
por los estándares internacionales a los que se ajusta la legisla-
ción nacional. No es lo mismo que, habiendo dos imputados en
igualdad de condiciones y por el mismo delito, uno llegue al jui-
cio libre y otro lo haga después de muchos meses o años de pri-
sión, sin que el Estado federal se asegure de que en el último
caso, al menos, se respeta un piso mínimo común para todo el
territorio.
Por lo demás, no puede soslayarse, que en esta materia la le-
gislación procesal nacional, receptaría las distintas disposiciones
establecidas en el derecho internacional de los derechos humanos
que forma parte de nuestro bloque constitucional federal.
58. Que conforme a lo señalado en el considerando anterior,
cabría analizar la eventual constitucionalidad de la legislación
vigente en la provincia de Buenos Aires en materia excarcela-
toria, que prima facie parece alejarse del estándar trazado por
el derecho internacional y que sigue la legislación nacional. Si
bien no corresponde un pronunciamiento de esta Corte sobre

208
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE ARGENTINA

este tema en la presente causa, tampoco el Tribunal puede per-


manecer indiferente ante la gravedad de la situación y, por
consiguiente, cabe que exhorte a los Poderes Legislativo y Eje-
cutivo de la provincia de Buenos Aires a que adecuen la legisla-
ción procesal penal en materia de prisión preventiva y excarce-
lación a los estándares mínimos internacionales que, a modo de
ejemplo, recepta la legislación procesal penal de la Nación…
60. Que, conforme a lo señalado en el considerando anterior,
y que en esta materia también prima facie la ley provincial pa-
rece haberse alejado del estándar internacional y de la legisla-
ción nacional, si bien tampoco corresponde pronunciamiento de
esta Corte en la presente causa, por iguales razones a las seña-
ladas en el considerando 58, cabe que esta Corte exhorte a los
Poderes Legislativo y Ejecutivo de la provincia de Buenos Aires
a que adecuen la legislación de ejecución penal a los marcos míni-
mos señalados por los estándares internacionales receptados por
la legislación de ejecución penal de la Nación.

XI. EXCESIVO USO DE LA PRISIÓN PREVENTIVA

61. Que ya no hay controversias respecto a que el 75% de de-


tenidos en la provincia de Buenos Aires aun no tiene condena
firme. Este hecho puede deberse a distintas razones: parálisis o
colapso casi total del sistema judicial, aplicación generalizada a
imputaciones por delitos de menor gravedad, etcétera. Se ha
admitido en los autos que este fenómeno creció a partir de las
reformas legislativas antes señaladas y cuya eventual inconsti-
tucionalidad corresponderá analizar en caso de ser planteada y
de verificarse que viola los estándares internacionales mínimos
válidos para toda la Nación.
No consta a esta Corte, si además se produce un uso discre-
cional muy extendido en las decisiones judiciales, pues es un
dato aportado por el Poder Ejecutivo de la provincia y no con-
trolable por este Tribunal.
62. Que el 75% de presos sin condena, en caso de no hallarse
colapsado casi totalmente el sistema judicial, está indicando el
uso de la prisión preventiva como pena corta privativa de la li-
209
OBLIGATORIEDAD DE NORMAS INTERNACIONALES

bertad, contra toda la opinión técnica mundial desde el siglo


XIX a la fecha, pues fueron criticadas desde el primer congreso
penitenciario internacional de Londres de 1872, en el que se
destacaba ya su inutilidad, desatando una cadena de opiniones
condenatorias que fue casi unánime a lo largo de todo el siglo
XX. Hace casi cincuenta años, en el segundo congreso de Nacio-
nes Unidas para la prevención del crimen y tratamiento del de-
lincuente (Londres, 1960), si bien se sostuvo la imposibilidad
de suprimirla, se recomendaron los llamados sustitutivos.
63. Que en cualquier caso es dable evocar en esta emergencia
—y con el 75% de presos sin condena— la descripción que hace
ciento treinta años hacía para España doña Concepción Arenal,
para que si no se ha llegado a extremos análogos a la radiogra-
fía de la célebre penitenciarista española, todos los poderes pú-
blicos de la provincia de Buenos Aires se esfuercen por evitar-
los y, si eventualmente se han alcanzado, hagan lo propio por
revertirlo:

Imponer a un hombre una grave pena, como es la privación de la li-


bertad, una mancha en su honra, como es la de haber estado en la
cárcel, y esto sin haberle probado que es culpable y con la probabi-
lidad de que sea inocente, es cosa que dista mucho de la justicia. Si
a esto se añade que deja a la familia en el abandono, acaso en la
miseria; que la cárcel es un lugar sin condiciones higiénicas, donde
carece de lo preciso para su vestido y sustento; donde, si no es muy
fuerte, pierde la salud; donde, si enferma no tiene conveniente
asistencia y puede llegar a carecer de cama; donde, confundido con
el vicio y el crimen, espera una justicia que no llega, o llega tarde
para salvar su cuerpo, y tal vez su alma; entonces la prisión pre-
ventiva es un verdadero atentado contra el derecho y una imposi-
ción de la fuerza. Sólo una necesidad imprescindible y probada
puede legitimar su uso, y hay abuso siempre que se aplica sin ser
necesaria y que no se ponen los medios para saber hasta dónde lo
es (Arenal, Concepción, Estudios penitenciarios, 2a. ed, Madrid,
Imprenta de T. Fortanet, 1877, p. 12).

210
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE ARGENTINA

XII. RESOLUTORIO

Por ello, y oído que fuera el señor procurador general, corres-


ponde:
1. Declarar admisible la queja y procedente el recurso extraor-
dinario y revocar la sentencia apelada.
2. Declarar que las Reglas Mínimas para el Tratamiento de Re-
clusos de las Naciones Unidas, recogidas por la Ley 24.660, confi-
guran las pautas fundamentales a las que debe adecuarse toda
detención.
3. Disponer que la Suprema Corte de Justicia de la provincia
de Buenos Aires, a través de los jueces competentes, haga cesar
en el término de sesenta días la detención en comisarías de la
provincia de menores y enfermos.
4. Instruir a la Suprema Corte de Justicia de la provincia de
Buenos Aires y a los tribunales de todas las instancias de la
provincia para que, en sus respectivas competencias y por dis-
posición de esta Corte Suprema, con la urgencia del caso, ha-
gan cesar toda eventual situación de agravamiento de la deten-
ción que importe un trato cruel, inhumano o degradante o
cualquier otro susceptible de acarrear responsabilidad interna-
cional al Estado federal.
5. Ordenar al Poder Ejecutivo de la provincia de Buenos Aires
que, por intermedio de la autoridad de ejecución de las detencio-
nes, remita a los jueces respectivos, en el término de treinta días,
un informe pormenorizado, en el que consten las condiciones con-
cretas en que se cumple la detención (características de la celda,
cantidad de camas, condiciones de higiene, acceso a servicios
sanitarios, etcétera), a fin de que éstos puedan ponderar ade-
cuadamente la necesidad de mantener la detención, o bien,
dispongan medidas de cautela o formas de ejecución de la
pena menos lesivas. Asimismo, se deberá informar en el plazo
de cinco días toda modificación relevante de la situación opor-
tunamente comunicada.
6. Disponer que cada sesenta días el Poder Ejecutivo de la pro-
vincia de Buenos Aires informe a esta Corte las medidas que
adopte para mejorar la situación de los detenidos en todo el terri-
torio de la provincia.
211
OBLIGATORIEDAD DE NORMAS INTERNACIONALES

7. Exhortar a los Poderes Ejecutivo y Legislativo de la pro-


vincia de Buenos Aires a adecuar su legislación procesal penal
en materia de prisión preventiva y excarcelación y su legis-
lación de ejecución penal y penitenciaria, a los estándares cons-
titucionales e internacionales.
8. Encomendar al Poder Ejecutivo de la provincia de Buenos
Aires para que a través de su Ministerio de Justicia organice la
convocatoria de una mesa de diálogo a la que invitará a la ac-
cionante y restantes organizaciones presentadas como amicus
curie, sin perjuicio de integrarla con otros sectores de la socie-
dad civil, debiendo informar a esta Corte cada sesenta días de
los avances logrados.

212
CUMPLIMIENTO DE LAS SENTENCIAS
DE LA CORTE INTERAMERICANA
DE DERECHOS HUMANOS EN EL MARCO
DE PROCESOS PENALES

Sinopsis: La Corte Suprema de Justicia de Guatemala emite un


acuerdo declarando la falta de efectos de lo actuado en el proceso
penal seguido en perjuicio del señor Fermín Ramírez y decide la
iniciación de un nuevo juicio en su contra. Hace esto en cumpli-
miento de una sentencia de la Corte Interamericana de Dere-
chos Humanos. En dicho fallo, ésta encontró que el proceso penal
referido violó la Convención Americana sobre Derechos Humanos
y ordenó al Estado llevar a cabo otro en cumplimiento de las exi-
gencias del debido proceso legal. En su resolución, la Corte Su-
prema consideró la obligatoriedad de las sentencias de la Corte
Interamericana. El nuevo proceso concluyó en una sentencia que
condenó al señor Ramírez a 40 años de prisión. Este fallo fue ape-
lado y confirmado. Se transcriben la resolución de la Corte Supre-
ma y las partes pertinentes de la Sentencia del Tribunal intera-
mericano, y de las demás decisiones mencionadas.

Synopsis: The Supreme Court of Justice of Guatemala declared


that the cri minal pro ceedings against Mr. Fermín Ramirez
lacked legal effects and decided to initiate new criminal pro-
ceedings against him. It did this in compliance with a judg-
ment of the Inter-American Court of Hu man Rights. In that
judgment, the Court found that the referred criminal procee-
dings violated the American Convention on Human Rights and
ordered the State to carry out a new one in compliance with the
due legal process. In its judgment, the Supreme Court considered
the obligatory nature of the judgments of the Inter-American
Court of Human Rights. The relevant parts of the judgment of
the Inter-American Court are set out in this judgment.
213 Diálogo Jurisprudencial
Núm. 2, enero-julio de 2007
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

CASO FERMÍN RAMÍREZ VS. GUATEMALA


SENTENCIA DEL 20 DE JUNIO DE 2005

En el caso Fermín Ramírez,


La Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante
“la Corte”, “la Corte Interamericana” o “el Tribunal”), integra-
da por los siguientes jueces:…
de conformidad con los artículos 62.3 y 63.1 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (en adelante “la Conven-
ción” o “la Convención Americana”) y con los artículos 29, 31,
56 y 58 del Reglamento de la Corte (en adelante “el Reglamen-
to”), dicta la siguiente Sentencia…

VII. HECHOS PROBADOS

54.1. El 10 de mayo de 1997 el señor Fermín Ramírez fue de-


tenido por un grupo de vecinos de la aldea Las Morenas, quie-
nes lo entregaron a la Policía Nacional, por haber cometido, su-
puestamente, un delito en perjuicio de la menor de edad Grindi
Jasmín Franco Torres…
54.18. En la sentencia del 6 de marzo de 1998 el Tribunal de
Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente
estimó acreditados

[los hechos] de que fue objeto la menor ofendida; III) La presencia


del procesado FERMÍN RAMÍREZ Y/O FERMÍN RAMÍREZ ORDOÑEZ, en
el lugar en que ocurrieron los hechos; IV) La detención del sindicado
FERMÍN RAMÍREZ Y/O FERMÍN RAMÍREZ ORDOÑEZ; V) La presencia

215
CUMPLIMIENTO DE SENTENCIAS DE LA CORTE INTERAMERICANA

de sangre de tipo AB, en la extremidad derecha del cuerpo de la


menor [de edad] fallecida perteneciente al mismo tipo de sangre
del procesado, y presencia de SEMEN en la muestra vaginal tomada
a la menor [de edad, en el] calzón de la misma y [en el] calzoncillo
del procesado…

El Tribunal concluyó por unanimidad y “con certeza jurídica”


que:

I) …el procesado FERMIN RAMÍREZ SIN OTRO APELLIDO Y/O FERMÍN


RAMÍREZ ORDÓÑEZ es autor responsable del delito de ASESINATO Y
NO DE VIOLACIÓN CALIFICADA, como inicialmente formalizó la acusa-
ción el Ministerio Público, ya que la prueba producida en el debate,
especialmente el informe médico legal referente a la necropsia practi-
cada al cadáver de la menor [de edad] GRINDI YASMIN FRANCO
TORRES en el cual se establece que la causa de la muerte de dicha
menor se debió a asfixia por estrangulamiento, informe que fue ratifi-
cado por el doctor DOUGLAS ERICK DE LEON BARRERA, médico foren-
se departamental en la propia audiencia del debate y no como conse-
cuencia de la violación de la menor [de edad] y pudo haber ocurrido
que después de fallecida la víctima [el señor Fermín Ramírez] tuvo
acceso carnal con el cadáver, convirtiéndose en una NECROFILIA.

Finalmente, en cuanto a la determinación de la pena, decidió


que por el “hecho ilícito [de asesinato], le impone [al señor Fer-
mín Ramírez] la PENA DE MUERTE”…
54.53 Actualmente, la ejecución de la pena de muerte del se-
ñor Fermín Ramírez se encuentra bajo competencia del Juzga-
do Segundo de Ejecución Penal y está suspendida por estar vi-
gentes las medidas provisionales ordenadas por la Corte en el
presente caso (supra párrafos. 32-41)…

VIII. ARTÍCULOS 8o. Y 25 DE LA CONVENCIÓN AMERICANA


EN RELACIÓN CON EL ARTÍCULO 1.1
DE LA MISMA (GARANTÍAS JUDICIALES
Y PROTECCIÓN JUDICIAL)…

68. Por constituir el principio de coherencia o correlación un


corolario indispensable del derecho de defensa, la Corte consi-

216
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE GUATEMALA

dera que aquél constituye una garantía fundamental del debi-


do proceso en materia penal, que los Estados deben observar
en cumplimiento de las obligaciones previstas en los incisos b y
c del artículo 8.2 de la Convención…
75. Al respecto, la Corte observa que, en la sentencia del 6 de
marzo de 1998, el Tribunal de Sentencia no se limitó a cambiar la
calificación jurídica de los hechos imputados previamente, sino
modificó la base fáctica de la imputación, inobservando el princi-
pio de congruencia.
76. Se pasó de la calificación de violación agravada a la califica-
ción de asesinato. No coincide la dirección del dolo en ambos su-
puestos: en el primero, el animus es de mantener acceso carnal,
del que resulta la muerte del sujeto pasivo; en el segundo, es de
matar, en alguna de las formas o a través de alguno de los medios
que la ley prevé a título de agravantes. El Tribunal de Sentencia
dio por demostrados hechos no contenidos en la acusación: la
muerte dolosa producida por “asfixia mediante estrangulamiento”
y la posibilidad del acceso carnal posterior a la muerte. No podría
entenderse que esto significa un simple cambio en la calificación
jurídica del delito, sino implica hechos diferentes de los que cons-
tituyen violación agravada (artículo 175 del Código Penal). Así, se
modificó la base fáctica establecida en la acusación, sin que el se-
ñor Fermín Ramírez pudiera ejercer defensa alguna al respecto.
Esta modificación sustancial trajo consigo la posibilidad de impo-
ner, como efectivamente se hizo, la pena capital…
79. En el presente caso, al haber desconocido las garantías del
debido proceso, en particular el derecho de defensa, el Estado
transgredió las reglas procesales de estricta y necesaria obser-
vancia en supuestos de imposición de pena de muerte. En conse-
cuencia, la condena del señor Fermín Ramírez a la pena capital
fue arbitraria por haber incumplido limitaciones infranqueables
para la imposición de dicha pena en los países que aún la preser-
van.
80. Por todo lo anterior, la Corte estima que las faltas proce-
sales en que incurrieron las autoridades judiciales implican
violación al artículo 8.2.b) y 8.2.c) de la Convención, en relación
con el artículo 1.1 de la misma…

217
CUMPLIMIENTO DE SENTENCIAS DE LA CORTE INTERAMERICANA

XII. REPARACIONES APLICACIÓN DEL ARTÍCULO 63.1


130. La Corte considera que no puede condenar al pago de in-
demnización por los daños materiales alegados, en virtud de que
no hay pruebas que los acrediten. Por lo que toca al daño inmate-
rial, la Corte estima que esta sentencia constituye per se una for-
ma de reparación, de conformidad con la jurisprudencia interna-
cional. También dispone las siguientes medidas:

a) que el Estado lleve a cabo, en un plazo razonable, un nuevo enjui-


ciamiento en contra del señor Fermín Ramírez, que satisfaga las exi-
gencias del debido proceso legal, con plenas garantías de audiencia y
defensa para el inculpado. En caso de que se le impute la comisión
del delito de asesinato, cuya tipificación estaba en vigor al momento
de los hechos que se le imputaron, deberá aplicarse la legislación pe-
nal vigente entonces con exclusión de la referencia a la peligrosidad,
en los términos del punto siguiente;…

XIV. PUNTOS RESOLUTIVOS

138. Por tanto

La Corte declara por unanimidad, que: 1. El Estado violó en


perjuicio del señor Fermín Ramírez el derecho a las garantías
judiciales consagrado en el artículo 8.2.b) y 8.2.c) de la Con-
vención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con
el artículo 1.1 de la misma, en los términos de los párrafos 62,
63, 65, 66 a 68, 70 a 76 y 78 a 80 de esta Sentencia.…
Decide por unanimidad, que: 7. El Estado debe llevar a cabo,
en un plazo razonable, un nuevo enjuiciamiento en contra del
señor Fermín Ramírez, que satisfaga las exigencias del debido
proceso legal, con plenas garantías de audiencia y defensa para
el inculpado. En caso de que se le impute la comisión del delito
de asesinato, cuya tipificación estaba en vigor al momento de
los hechos que se le imputaron, deberá aplicarse la legislación
penal vigente entonces con exclusión de la referencia a la peli-
grosidad, en los términos del punto resolutivo siguiente...

218
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE GUATEMALA

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE GUATEMALA


ACUERDO No 96-2006 – 23 DE ENERO DE 2006

CASO FERMÍN RAMÍREZ. ACUERDO No. 96-2006


LA PRESIDENTA DEL ORGANISMO JUDICIAL
Y DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
DE LA REPÚBLICA DE GUATEMALA

Considerando

Que el Estado de Guatemala ratificó la Convención America-


na sobre Derechos Humanos mediante el instrumento respecti-
vo, suscrito el veintisiete de abril de mil novecientos setenta y
ocho; asimismo, mediante el instrumento de fecha veinte de fe-
brero de mil novecientos ochenta y siete, reconoció como obliga-
toria de pleno derecho y sin convención especial, la competen-
cia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sobre
todos los casos relativos a la interpretación o aplicación de la
Convención.

Considerando

Que en virtud del sometimiento del Estado de Guatemala a


la jurisdicción contenciosa de la Corte Interamericana de Dere-
chos Humanos, los fallos que ésta emita en cuanto a interpre-
tación y aplicación de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos son definitivos e inapelables, habiéndose comprome-
tido el Estado, conforme al artículo 68 de la Convención, a dar
cumplimiento a las decisiones de la Corte.

219
CUMPLIMIENTO DE SENTENCIAS DE LA CORTE INTERAMERICANA

Considerando
Que el veinte de junio de dos mil cinco la Corte Interameri-
cana de Derechos Humanos, en virtud de demanda interpuesta
contra el Estado de Guatemala dictó sentencia dentro del “Caso
Fermín Ramírez vs. Guatemala”, decidiendo que el Estado debe
llevar a cabo, en un plazo razonable, un nuevo enjuiciamiento
en contra del señor Fermín Ramírez, el cual debe satisfacer las
exigencias del debido proceso legal, con plenas garantías de au-
diencia y defensa para el inculpado; consecuentemente, deja
sin efecto lo actuado dentro del proceso instruido contra el se-
ñor Fermín Ramírez o Fermín Ramírez Ordoñez por el delito
de violación calificada.

Considerando
Que en virtud del carácter vinculante del fallo emitido por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, deviene imperativo
dar cumplimiento al mismo, para lo cual resulta pertinente desig-
nar al Tribunal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos con-
tra el Ambiente de Escuintla, a efecto conozca del debate oral y
público dentro del proceso instruido en contra del imputado Fer-
mín Ramírez o Fermín Ramírez Ordoñez, tomando en cuenta que
dicho órgano jurisdiccional es el competente por razón del territo-
rio y que el mismo se encuentra integrado por jueces distintos de
los que conocieron del proceso que ha quedado sin efecto.

Por tanto
Con base en lo considerado y lo que para el efecto preceptúan
los artículos 1o., 2o., 12, 14, 44, 46, 140, 141, 149, 152, 153,
154, 203, la Constitución Política de la República de Guatema-
la, 1o., 8o., 25, 33, 61, 62, 63, y 67 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, en uso de la facultad que confieren
los artículos 52, 54 inciso d, 55 inciso b y 98 de la Ley del Orga-
nismo Judicial, y en virtud de lo resuelto por la Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos en sentencia de fecha veinte
de junio de dos mil cinco,

220
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE GUATEMALA

Acuerda

Artículo 1. Se designa al Tribunal de Sentencia Penal, Narcoactivi-


dad y Delitos contra el Ambiente de Escuintla, integrado por los
abogados AMILCAR EFRAÍN SOLIS CASTAÑEDA, como juez presiden-
te; ROSA MARIA QUIÑÓNEZ DE MEJICANO y CARLOS AUGUSTO
RODAS LEMUS, como jueces vocales, a efecto conozca del proceso
número sesenta y cuatro guión noventa y siete, seguido en contra
del imputado Fermín Ramírez o Fermín Ramírez Ordóñez, acusado
por el delito de violación calificada, en virtud de lo resuelto por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos en sentencia emitida
el veinte de junio de dos mil cinco.
Artículo 2. La Secretaria de la Corte Suprema de Justicia deberá
remitir transcripción del presente Acuerdo al tribunal de mérito,
así como certificación de la ejecutoria de la sentencia emitida por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, a efecto se de cumpli-
miento a lo resuelto, dentro del plazo estipulado.
Artículo 3. El Tribual de Sentencia Penal, Narcoactividad y De-
litos contra el Ambiente del departamento de Escuintla deberá in-
formar oportunamente a la Corte Suprema de Justicia de lo actua-
do dentro del proceso de mérito, en cumplimiento a lo dispuesto en
el punto resolutivo número quince (15) de la sentencia de fecha
veinte de junio de dos mil cinco, proferida por la Corte Interameri-
cana de Derechos Humanos.

221
CUMPLIMIENTO DE SENTENCIAS DE LA CORTE INTERAMERICANA

CAUSA NÚMERO 64-97 OF. 4A.


TRIBUNAL DE SENTENCIA PENAL, NARCOACTIVIDA
Y DELITOS CONTRA EL AMBIENTE
DEL DEPARTAMENTO DE ESCUINTLA.
ESCUINTLA VEINTIUNO DE JUNIO DE DOS MIL SEIS

I. EN NOMBRE DEL PUEBLO DE LA REPÚBLICA


DE GUATEMALA

Este Tribunal dicta sentencia dentro del juicio oral y público


que por el delito de Violación Calificada se siguió en contra de
Fermín Ramírez, quien dijo que le apodan Mincho, guatemalte-
co, de cuarenta y cinco años de edad, soltero, jornalero, origina-
rio de Jutiapa, reside en la Aldea Iztapa. El Ministerio Público
acusó por medio del fiscal, abogado Manfredo Alberto López
Fuentes. La defensa del acusado se encuentra a cargo de los
abogados Silvana Ninnette Reyes Pineda y Reyes Ovidio Cirón
Vásquez, ambos del Instituto de la Defensa Pública Penal. No
hubo querellante adhesivo ni tercero civilmente demandado.

II. LA ENUNCIACIÓN DE LOS HECHOS Y CIRCUNSTANCIAS


QUE HAYAN SIDO OBJETO DE LA ACUSACIÓN
O DE SU AMPLIACIÓN, Y DEL AUTO DE APERTURA
DEL JUICIO, LOS DAÑOS CUYA REPARACIÓN RECLAMA
EL ACTOR CIVIL Y SU PRETENSIÓN REPARATORIA

El Ministerio Público acusó a Fermín Ramírez Ordóñez por-


que el “diez de mayo de mil novecientos noventa y siete, a eso
de las once horas con treinta minutos, aproximadamente, el
222
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE GUATEMALA

acusado Fermín Ramírez, único apellido, y/o Fermín Ramírez


Ordóñez, se constituyó, frente a la tienda denominada “La
Esperanza”, ubicada en la aldea Las Morenas, del Municipio
del Puerto de Iztapa del departamento de Escuintla, lugar don-
de se encontraba la ñoña Grindi Jazmín Franco Torres, a quien
dicho acusado la solicitó que fuera a hacer un mandado y que a
cambio de ello le daría la cantidad de veinte quetzales, yéndo-
se dicha menor a hacer el supuesto mandado que le había soli-
citado el acusado en mención. Posteriormente, la alcanzó el im-
putado y se la llevó sobre una bicicleta que conducía, circulando
de sur a norte, sobre la calle de terracería que conduce de la al-
dea Las Morenas, hacia la Aldea Obero de esa misma jurisdic-
ción, y a la altura de la Finca Las Delicias, bajó a la mencionada
menor de la bicicleta y con lujo de fuerza, abusó sexualmente de
ella, empleando tanta violencia que le produjo la muerte por es-
trangulamiento…

III. LA DETERMINACIÓN PRECISA Y CIRCUNSTANCIADA


DEL HECHO QUE EL TRIBUNAL ESTIMA ACREDITADO

Este Tribunal, de conformidad con la prueba desarrollada


durante el debate, estima acreditado el siguiente hecho: “que el
diez de mayo de mil novecientos noventa y siete, aproximada-
mente a las once horas con treinta minutos, el señor Fermín
Ramírez y/o Fermín Ramírez Ordóñez se llevó a Grindi Jazmín
Franco Torres de doce años de edad en una bicicleta que condu-
cía y al lado de un quinel (canal que conduce agua) ubicado en
la Finca las Delicias de la Aldea Las Morenas, jurisdicción del
municipio de Iztapa, Fermín Ramírez Ordóñez abusó sexual-
mente de Grindi Jazmín Franco Torres, a quien le presionó el
cuello para lograr su propósito (acceso carnal) y le produjo la
muerte por estrangulamiento y posteriormente la enterró con
lodo en el quinel indicado y seguidamente se retiró del lugar”.

223
CUMPLIMIENTO DE SENTENCIAS DE LA CORTE INTERAMERICANA

IV. LOS RAZONAMIENTOS QUE INDUCEN AL TRIBUNAL


A CONDENAR O ABSOLVER…

B) De las cuestiones previas

B.1) Cuestion incidental de vulneración


a garantias constitucionales

El señor Fermín Ramírez fue detenido ilegalmente por parti-


culares en la vía pública ya que no hubo delito flagrante, vio-
lándose los artículos: 6o. de la Constitución Política de la Repú-
blica de Guatemala; 7o., 9o. y 11 de la Declaración Universal
de Derechos Humanos, 9.1, 14.1 del Pacto Internacional de De-
rechos Civiles y Políticos, 8 numeral 1 del Pacto de San José y
257 del Código Procesal Penal; porque conforme al oficio poli-
cial, se establece que su defendido fue detenido el diez de mayo
de mil novecientos noventa y siete a las quince horas por perso-
nas particulares, tales preceptos se incumplieron toda vez que
ese día, a las catorce horas denunciaron un hecho y la juez de
paz al respecto procede a la captura y además la juez se extra-
limita en sus funciones, ya que procede a tomar declaraciones a
personas sobre supuestos hechos que se llevaron a cabo a las
doce horas, por lo que no existe una detención ilegal. Es impor-
tante recalcar que la función del juez es administrar justicia
conforme a los procedimientos preestablecidos, pero sin exage-
rar en formalismos, sino en sopesar en qué momento se mate-
rializa la acción jurisdiccional. En el presente caso, el diez de
mayo de mil novecientos noventa y siete, se produjo un hecho
que impactó a la población de la Aldea Las Morenas del Puerto
de Iztapa y en una investigación preliminar de un hecho puni-
ble, en la que se vio involucrado el señor Fermín Ramírez antes
de la detención formal, porque al descubrirse el cadáver de una
niña en un canal de agua (quinel), enterrada en lodo, que había
sido vista con el indicado y este aún mojado y con lodo, resulta-
ba predecible el efecto del delito, por lo que se configuraba la
flagrancia que regula el artículo 257 del Código Penal, porque
el enlace de la acción hacía pensar que había participado en el
224
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE GUATEMALA

delito, por lo que se procedió a denunciarlo y luego las autori-


dades policiales lo pusieron a disposición de juez competente,
entonces la detención fue ilegal y por ende resulta improceden-
te la cuestión incidental plantada.

B.2) Cuestion incidental de vulneración al derecho


de defensa y debido proceso

Se aduce violación a los artículos: 12, 203 y 251 de la Constitu-


ción Política de la República de Guatemala; 8.1 de la Convención
Americana de Derechos Humanos; 7o. y 11 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos; 10 del Pacto de Derechos Ci-
viles y Políticos; pues a su defendido desde el primer acto, que
es la detención a las quince horas, según la prevención policial,
la juez de paz a cargo se extralimitó en sus funciones, pues or-
denó que a su defendido se le realizaran exámenes de semen y
que se le extrajera sangre y cabello, lo cual le compete al Minis-
terio Público, quien debe realizar las investigaciones correspon-
dientes y además se vulnera el derecho de defensa ya que en
ese momento no se le nombró abogado defensor. Como ya se in-
dicó del hecho que impactó a la población relacionada y no ha-
biendo Ministerio Público en la población de Iztapa, Escuintla,
es comprensible que la juez de Paz, procurara resguardar la
evidencia que pudiera ser útil para los fines del proceso, pues
de conformidad con el artículo 304 del Código Procesal Penal,
se le faculta realizar una investigación preliminar en los lugares
donde no exista funcionarios del Ministerio Público y así asegu-
rar con urgencia los elementos de convicción, de la cual algunos
fueron útiles a la hora de presentar la prueba, sin embargo hu-
bieron diligencias como la de extracción de sangre, semen y ca-
bello, que en el resultado final del juicio, no influyen de manera
decisiva, pues con la realización o no realización de esas activi-
dades, nuestro juzgamiento no habría variado, pues existieron
otros medios de prueba que lo suplieron y que han sido fiscali-
zadas por los abogados defensores en todo momento, por tales
razones esta cuestión incidental es improcedente.

225
CUMPLIMIENTO DE SENTENCIAS DE LA CORTE INTERAMERICANA

B.3) Cuestion incidental del derecho a ser


escuchado en plazo razonable

Con el planteamiento de este incidente, se aduce violación a


los artículos 9o. de la Constitución Política de la República de
Guatemala; 10 de la Declaración Universal de Derechos Huma-
nos; 9 numeral 2 y 3 de Pacto de Derechos Civiles y Políticos;
8.I de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
pues su defendido debió ser escuchado en el plazo de veinticua-
tro horas y al ser detenido el diez de mayo de mil novecientos
noventa y siete, (ilegible) escuchado hasta el doce de mayo del
mismo año, a través de un exhorto enviado al juez de paz de la
ciudad de Escuintla a las diez de la mañana y pasaron aproxi-
madamente cuarenta y seis horas para tomarle su primera de-
claración provocando violación, toda vez que no se hizo lo debi-
do y en ningún momento se hizo presente un abogado defensor
lo cual se constata a través de la declaración y resolución del
juzgado de paz. El tribunal es del criterio, que los plazos razo-
nables están establecidos en la ley procesal penal en todas sus
fases, incluso las incidencias que provocaron el nuevo juicio,
forma parte de ese plazo razonable renovado (ilegible) la Corte
Interamericana de Derechos Humanos y se considera que en
caso de haber existido algún error en etapas anteriores, son si-
tuaciones que ya están subsanadas, por lo que el juicio versó en
la discusión de la responsabilidad y en ese sentido el incidente
deviene (ilegible) procedente…

De la responsabilidad penal

Teniendo acreditada la existencia del delito y de acuerdo a la


valoración jurídica que se le otorgó a los testigos que intervi-
nieron en el debate; resultó evidente que el acusado tomó parte
directa en la ejecución del delito, decidiendo que el hecho prohi-
bido sucediera, porque utilizar la fuerza material sobre el cue-
llo de la víctima para lograr su propósito sexual, es lógico que
consecuencia de ello resultara la muerte, en otras palabras
esta persona actuó con pleno conocimiento de la ilegalidad del
226
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE GUATEMALA

hecho (dolo) y aunque se le quiso disculpar con un trastorno


mental transitorio, la acción que cometió de llevarse a la niña,
abusarla y enterrarla, son actos de una persona que sabía lo
que quería hacer y no se discutió ninguna otra causa de exi-
mente de responsabilidad penal de los contenidos en el Título
Tercero del Código Penal, por estas razones el enjuiciado es
responsable penalmente del hecho imputado porque al analizar
toda la prueba desarrollada en el debate se estableció que: el
actor principal en la escena del crimen fue el señor Fermín Ra-
mírez, pues la última vez que vieron con vida a la niña Grindi
Jazmín Franco Torres fue con él, quien la llevaba en una bici-
cleta y después regresó sin ella y luego resulta que la encuen-
tran muerta en el lugar que transitó el señor Fermín Ramírez,
que al hacerle la necropsia a la niña, se evidenció que había
sido abusada sexualmente, estas circunstancias desembocan en
la conclusión de que no hay otra persona involucrada en el abu-
so sexual de la niña, únicamente al señor Fermín Ramírez y
descalificar a los testigos que intervinieron, sería apartarse de
la razón o de la realidad, pues es evidente que los testigos vi-
ven en el lugar, los hechos no les son ajenos, es evidente la
muerte de la niña como consecuencia de la violencia que se
ejerció para abusarla sexualmente y aunque la defensa insistía
que ningún testigo vio el momento de la violación y posterior
muerte de la niña, pero de acuerdo a la regla de la sicología
como ciencia del pensamiento, los juzgadores apreciamos la
sinceridad de los testigos, pues ellos pudieron haber mentido y
decir que si vieron el momento de la violación y muerte, enton-
ces se hubiera detectado la distorsión de los hechos, sin embar-
go lo declarado está acorde a la realidad y no hay cuestiona-
miento razonable para analizarlos de ser mentirosos, pues la
defensa solo se limitó a atacar a que sí el acusado no tenía gri-
lletes, que si no se debía preguntar, que hubieron minutos de
atraso, que no se le debió preguntar al consultor técnico, etcéte-
ra y todos estos formalismos no influyen en el resultado porque
jamás desvincularon al enjuiciado de la escena del crimen. Se
cuestionó que los testigos no vieron los momentos consumati-
vos del delito, pero partiendo de una verdad probada: que el se-

227
CUMPLIMIENTO DE SENTENCIAS DE LA CORTE INTERAMERICANA

ñor Fermín Ramírez llevaba a la víctima, a quien encuentran


muerta enterrada con lodo, en un canal de agua donde estuvo
él y con rastros de lodo y mojado, el enlace lógico hace descu-
brir otra verdad: “que fue el señor Fermín Ramírez el autor del
delito”. El señor acusado desde hace aproximadamente nueve
años, conoce la acusación en su contra, si bien en este proceso
tuvo que intervenir la Corte Interamericana de Derechos Hu-
manos pues sorpresivamente lo habían condenado a muerte
por un delito por el cual no había sido acusado, pero en el pre-
sente caso la acusación no se modificó y él sabe que se le ha
acusado que el diez de mayo de mil novecientos noventa y siete,
aproximadamente a las once horas con treinta minutos, se lle-
vó a Grindi Jazmín Franco Torres, de doce años de edad, en
una bicicleta que conducía y a la par de un quinel (canal que
conduce agua) ubicado en la Finca las Delicias, de la Aldea Las
Morenas, jurisdicción del municipio del Puerto de Iztapa, de-
partamento de Escuintla, abusó sexualmente de Grindi Jazmín
Franco Torres, a quien le presionó el cuello para lograr su pro-
pósito (acceso carnal) y le produjo la muerte por estrangula-
miento y posteriormente la enterró con lodo en el quinel indica-
do y seguidamente se retiró del lugar, por lo que se le han
indicado todos los elementos en tiempo, modo y lugar de la sin-
dicación en la medida conocida, entonces ha tenido en este jui-
cio todas las garantías constitucionales y procesales para de-
fenderse, pero la prueba producida en este debate le destruye
el estado de inocencia y lo hace responsable de un delito.

De la calificacion legal del delito

De acuerdo con lo analizado, es notable que la conducta del


acusado se adecuó al delito de Violación Calificada regulado en
el artículo 175 de Código Penal, puesto que el enjuiciado ejerci-
tó los actos que le son propios a este delito, porque como conse-
cuencia de la violencia que ejerció en el acto carnal en una
niña, le provoco la muerte a Grindi Jazmín Franco Torres.

228
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE GUATEMALA

De la pena a imponer

Al responsable del delito violación calificada se le impondrá


pena de treinta a cincuenta años de prisión y la pena de muerte,
si la víctima no hubiere cumplido diez años de edad, el segundo
supuesto no se discutirá, pues la niña era mayor de diez años de
edad y la prohibición que se ordena en la sentencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos de ejecutarlo, por lo que
para la fijación de la pena privativa de libertad se tomó en consi-
deración los supuestos establecidos en el artículo 65 del Código
Penal y al respecto cabe señalar lo siguiente: a) en cuanto a la
menor o mayor peligrosidad del culpable, en el debate no quedó
acreditado ninguno de los índices de peligrosidad señalados en
el artículo 87 del Código Penal; b) se acreditó que carece de
antecedentes penales; c) el móvil del delito fue el acceso car-
nal; d) en cuanto la extensión e intensidad del año causado al
bien jurídico tutelado, que fue la vida, la libertad y la seguri-
dad sexual de la menor Grindi Jazmín Franco Torres, por lo
que el sufrimiento que causó a la familia por la perdida de un
ser querido y la forma que ejecutó el delito, aumenta la intensi-
dad del daño y e) en lo que respecta a circunstancias que modi-
fiquen la responsabilidad penal del imputado, en el presente
caso, no existe ninguna que sea estimable para quienes juzga-
mos y de acuerdo a los documentos presentados por la defensa
consistente en programas de alfabetización, trabajos realizados
por el acusado, así como la carencia de antecedentes penales,
se ha establecido una buena conducta, lo que le favorece para
no imponer la pena máxima, pero tampoco se le puede imponer
la pena mínima, por el daño causado y se considera justo la
pena que se hará alusión en la parte resolutiva respectiva.

V) PARTE RESOLUTIVA

Con fundamento en lo considerado y en los artículos 12, 14, 17


y 203 de la Constitución Política de la República de Guatemala;
14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; 7o.,
8o., 9o. y 24 de la Convención Americana sobre Derechos Huma-
229
CUMPLIMIENTO DE SENTENCIAS DE LA CORTE INTERAMERICANA

nos (Pacto de San José); 1o., 4o., 7o., 10, 11, 13, 19, 20, 35, 36,
41, 44, 59, 62, 65, 66, 68, 87, 173 y 175 del Código Penal; 1o. al
9o., 11, 11 bis, 14, 15, 16, 20, 24, 24 bis, 37, 38, 39, 43, 44, 46, 48,
70, 71, 72, 81, 82, 92, 107, 108, 141, 142, 143, 144, 151, 160, 162,
169, 181, 182, 186, 207, 225, 238, 244, 281, 285, 289, 304, 309,
332 bis, 346, 347, 354, 355, 356, 362, 366, 368, 369, 378, 381,
382, 383, 385, 386, 387, 388, 389, 390, 392, 393, 395, 396, 397,
403, 494, 498 y 507 del Código Procesal Penal; 141, 142, 143 de
la Ley del Organismo Judicial. ESTE TRIBUNAL POR UNANI-
MIDAD DECLARA: I) sin la lugar las cuestiones incidentales plan-
teadas por la defensa; II) que Fermín Ramírez y/o Fermín Ramí-
rez Ordoñez, es autor responsable del delito de Violación Califi-
cada, cometido en contra de la vida, la libertad y seguridad
sexual de Grindi Jazmin Franco Torres; III) Que por tal ilícito
penal se le impone la pena de cuarenta años de prisión inconmu-
tables, que deberá cumplir en el centro de detención que designe
el juez de ejecución competente con abono de la prisión padecida;
IV) Se le suspende en el goce de sus derechos políticos durante
el tiempo que dure la condena. V) No se hace pronunciamiento
en cuanto a responsabilidades civiles por no haberse ejercitado;
VI) Se le condena al pago de las costas procésales; VII) Estando
el enjuiciado en prisión se le deja en esa misma situación jurí-
dica hasta que el fallo cauce ejecutoria; VIII) Al estar firme el
presente fallo remítase el expediente al juez de Ejecución com-
petente para las comunicaciones e inscripciones pertinentes;
IX) Léase la presente sentencia a los sujetos procésales en la
sala de debates, con lo cual quedan notificados por su lectura y
entréguese copias a los interesados.

230
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE GUATEMALA

C-64-1997 OF. 4O.


TRIBUNAL DE SENTENCIA PENAL, NARCOACTIVIDAD
Y DELITOS CONTRA EL AMBIENTE
DEL DEPARTAMENTO DE ESCUINTLA

Apelación Especial No. 335-2006 Of. 1o.


SALA CUARTA DE LA CORTE DE APELACIONES DEL RAMO PENAL,
NARCOACTIVIDAD Y DELITOS CONTRA EL AMBIENTE: Guatemala,
dos de noviembre de dos mil seis.

I. EN NOMBRE DEL PUEBLO DE LA REPÚBLICA


DE GUATEMALA

Se procede a dictar sentencia de segundo grado, que resuelve el


recurso de apelación especial interpuesto por Fermín Ramírez y/o
Fermín Ramírez Ordóñez, contra la sentencia del veintiuno de ju-
nio de dos mil seis, dictada por el Tribunal de Sentencia Penal,
Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente del departamento de
Escuintla, dentro del juicio que se instruyó en su contra por el de-
lito de Violación Calificada…

PARTE RESOLUTIVA
Este Tribunal, con base en lo considerado y leyes citadas, al re-
solver, DECLARA: I) no acoge el Recurso de Apelación Especial in-
terpuesto por Fermín Ramírez y/o Fermín Ramírez Ordóñez, en
contra de la sentencia del veintiuno de junio del año en curso, dic-
tada por el Tribunal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos
contra el Ambiente del departamento de Escuintla, por ende, la
sentencia impugnada no sufre ninguna modificación; II) notifí-
quese y con certificación de lo resuelto vuelvan las actuaciones al
tribunal de origen…
231
VIOLACIONES A DERECHOS HUMANOS:
SU ADECUADA TIPIFICACIÓN
EN EL DERECHO INTERNO

Sinopsis: La Sala Penal Nacional de Perú dicta sentencia con-


denatoria en el caso relativo a la desaparición forzada de Ernes-
to Castillo Páez, hecho cuyo principio de ejecución se presentó
antes de que este delito fuera tipificado como tal por el Estado
peruano. Pese a que el proceso fue seguido por el delito de se-
cuestro, el tribunal falla condenando a algunos de los imputados
por desaparición forzada, teniendo en cuenta el carácter conti-
nuado de este crimen. En los fundamentos de la sentencia se
mencionan diversos instrumentos internacionales y doctrina de
organismos de las Naciones Unidas y del Sistema Interamerica-
no de Protección de los Derechos Humanos. Particularmente, la
Sala se basa en varias decisiones de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos respecto a la desaparición forzada de perso-
nas, aplicable a la forma en que este hecho se produjo en Perú.
El Tribunal interamericano había ordenado al Estado la investi-
gación de los hechos relativos a la desaparición forzada del señor
Castillo Páez y la sanción de los responsables. Se transcriben las
partes pertinentes de las decisiones de la Corte Interamericana
(fondo y reparaciones).

Synopsis: The National Criminal Chamber of Peru issued a


guilty verdict in the case relating to the forced disappearance of
Ernesto Castillo Páez, whose disappearance occurred before the
crime of forced disappearance was codified as such by the State
of Peru. Not withstanding that the case was brought forward
based upon the crime of kidnapping, the Criminal Chamber
decided to convict some of the accused for the crime of forced di-
sappearance, taking into account the continuing nature of this
crime. In the considerations of the judgment, the Criminal

233 Diálogo Jurisprudencial


Núm. 2, enero-julio de 2007
VIOLACIONES A DDHH: TIPIFICACIÓN EN EL DERECHO INTERNO

Chamber mentions various international instruments and doc-


trine of United Nations bodies and of the Inter-American System
for the Protection of Human Rights. In particular, the Criminal
Chamber based its decision on various judgments of the Inter-
American Court of Human Rights with respect to forced disap-
pearances of persons, applicable to the manner in which the afo-
rementioned disappearance occurred in Peru. The Inter-Ameri-
can Court had ordered the State to carry out an investigation of
the events related to the forced disappearance of Mr. Castillo
Páez, and punish those found responsible. The relevant parts of
the Inter-American Court decisions are set out in the judgment.

234
CORTE INTERAMERICANA
DE DERECHOS HUMANOS

CASO CASTILLO PÁEZ

SENTENCIA DEL 3 DE NOVIEMBRE DE 1997

En el caso Castillo Páez,


La Corte Interamericana de Derechos Humanos, integrada
por los siguientes jueces:…
de acuerdo con los artículos 29 y 55 del Reglamento de la Cor-
te Interamericana de Derechos Humanos (en adelante “la Corte
Interamericana” o “la Corte”), dicta la siguiente sentencia sobre
el presente caso...

VI

40. La Corte entra ahora a considerar los hechos relevantes


que estima probados o no controvertidos, los cuales resultan
del estudio de las actuaciones del Estado y la Comisión Intera-
mericana, así como de prueba documental, testimonial y peri-
cial aportada en el presente caso...
43...
a. El señor Ernesto Rafael Castillo Páez salió de su casa el
21 de octubre de 1990 (testimonio de Cronwell Pierre Castillo
Castillo);...
d. Del vehículo patrullero bajaron dos policías vestidos con
uniforme verde y con boina roja. Uno de ellos detuvo a Ernesto
Rafael Castillo Páez, quien no opuso resistencia, y pocos minu-
tos después fue introducido en la maletera del vehículo patru-
235
VIOLACIONES A DDHH: TIPIFICACIÓN EN EL DERECHO INTERNO

llero (testimonios de Joe Roberto Ruiz Huapaya, jueza Elba Mi-


naya Calle y María Elena Castro Osorio; declaración de María
Esther Aguirre Vera en el vídeo aportado como Anexo XII de la
demanda);...
i. Desde su desaparición, aun cuando se instauró un proceso
para averiguar el paradero y obtener la libertad del señor Cas-
tillo Páez, éste no ha sido puesto en libertad por la policía ni se
tiene información alguna sobre él (testimonios de Cronwell Pie-
rre Castillo Castillo y Augusto Zúñiga Paz)...

VIII

46. Una vez que se ha demostrado que la detención y la desa-


parición de Ernesto Rafael Castillo Páez son imputables al
Perú por haber sido efectuados por miembros de su Policía Na-
cional, la Corte se avoca a examinar dichos hechos a la luz de
la Convención Americana...

XIII

81. La Corte considera que el recurso interpuesto por los fa-


miliares del señor Castillo Páez en contra de su detención
(habeas corpus) fue obstaculizado por agentes del Estado con la
adulteración del registro de ingreso de detenidos, lo cual impi-
dió localizar al agraviado (párrafos 30.d. y 58) y, aunque el ha-
beas corpus fue resuelto favorablemente en dos instancias, la
Corte Suprema de Justicia, en su sentencia del 7 de febrero de
1991, declaró la nulidad del fallo.
82. Por consiguiente, quedó demostrada la ineficacia del re-
curso de habeas corpus para lograr la libertad de Ernesto Ra-
fael Castillo Páez y, quizás, para salvar su vida. El hecho de
que la ineficacia del recurso de habeas corpus se debió a una
desaparición forzada, no excluye la violación de lo dispuesto en
el artículo 25 de la Convención Americana. Esta disposición so-
bre el derecho a un recurso efectivo ante los jueces o tribunales
nacionales competentes, constituye uno de los pilares básicos,
no sólo de la Convención Americana, sino del propio Estado de
236
SALA PENAL NACIONAL

derecho en una sociedad democrática en el sentido de la


Convención.
83. El artículo 25 se encuentra íntimamente ligado con la
obligación general del artículo 1.1 de la Convención Americana,
al atribuir funciones de protección al derecho interno de los
Estados partes. El habeas corpus tiene como finalidad, no sola-
mente garantizar la libertad y la integridad personales, sino
también prevenir la desaparición o indeterminación del lugar
de detención y, en última instancia, asegurar el derecho a la
vida.
84. Habiendo quedado demostrado, como antes se dijo (su-
pra, párr. 71), que la detención del señor Castillo Páez fue rea-
lizada por miembros de la Policía del Perú y que, por tanto, se
encontraba bajo la custodia de ésta, la cual lo ocultó para que
no fuera localizado, la Corte concluye que la ineficacia del re-
curso de habeas corpus es imputable al Estado, configurando
con ello una violación del artículo 25 de la Convención en rela-
ción con el artículo 1.1....

XVIII

Por tanto,
LA CORTE, Resuelve
por unanimidad,

1. Que el Estado del Perú violó, en perjuicio de Ernesto Ra-


fael Castillo Páez, el derecho a la libertad personal recono-
cido en el artículo 7o. de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, en relación con el artículo 1.1 de la
misma.
por unanimidad,
2. Que el Estado del Perú violó, en perjuicio de Ernesto Ra-
fael Castillo Páez, el derecho a la integridad personal reco-
nocido en el artículo 5o. de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, en relación con el artículo 1.1 de la
misma.
por unanimidad,
237
VIOLACIONES A DDHH: TIPIFICACIÓN EN EL DERECHO INTERNO

3. Que el Estado del Perú violó, en perjuicio de Ernesto Ra-


fael Castillo Páez, el derecho a la vida consagrado por el
artículo 4o. de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos en relación con el artículo 1.1 de la misma.
por unanimidad,
4. Que el Estado del Perú violó, en perjuicio de Ernesto Ra-
fael Castillo Páez y sus familiares, el derecho a un recurso
efectivo ante los jueces o tribunales nacionales competen-
tes establecido en el artículo 25 de la Convención America-
na, en relación con el artículo 1.1 de la misma.
por unanimidad,
5. Que el Estado del Perú está obligado a reparar las conse-
cuencias de esas violaciones e indemnizar a los familiares
de la víctima y a resarcirles los gastos en que hayan incu-
rrido en sus actuaciones ante las autoridades peruanas
con ocasión de ese proceso, para lo cual queda abierto el
procedimiento correspondiente...

238
SALA PENAL NACIONAL

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS


CASO CASTILLO PÁEZ REPARACIONES
(ARTÍCULO 63.1 CONVENCIÓN AMERICANA
SOBRE DERECHOS HUMANOS)
SENTENCIA DEl 27 DE NOVIEMBRE DE 1998

En el caso Castillo Páez, la Corte Interamericana de Dere-


chos Humanos, integrada por los siguientes jueces:...

XII. DEBER DE ACTUAR EN EL ÁMBITO INTERNO

106. Tal como lo ha señalado esta Corte en reiteradas ocasio-


nes, el artículo 25 en relación con el artículo 1.1 de la Conven-
ción Americana, obliga al Estado a garantizar a toda persona el
acceso a la administración de justicia y, en particular, a un re-
curso rápido y sencillo para lograr, entre otros resultados, que
los responsables de las violaciones de los derechos humanos
sean juzgados y obtener una reparación por el daño sufrido.
Como ha dicho esta Corte, el artículo 25 “constituye uno de los
pilares básicos, no sólo de la Convención Americana, sino del
propio Estado de Derecho en una sociedad democrática en el
sentido de la Convención” (Caso Castillo Páez, supra 70, párra-
fos 82 y 83; Caso Suárez Rosero, supra 39, párrafo 65; Caso Pa-
niagua Morales y otros, supra 40, párrafo 164 y Caso Loayza
Tamayo, Reparaciones, supra 38, párrafo 169). Dicho artículo
guarda relación directa con el artículo 8.1 de la Convención
Americana que consagra el derecho de toda persona a ser oída
con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un
juez o tribunal independiente e imparcial, para la determinación
de sus derechos de cualquier naturaleza.

239
VIOLACIONES A DDHH: TIPIFICACIÓN EN EL DERECHO INTERNO

107. En consecuencia, el Estado tiene el deber de investigar


las violaciones de los derechos humanos y procesar a los res-
ponsables y evitar la impunidad. La Corte ha definido la impu-
nidad como “la falta en su conjunto de investigación, persecu-
ción, captura, enjuiciamiento y condena de los responsables de
las violaciones de los derechos protegidos por la Convención
Americana” y ha señalado que...

DECIDE:
por unanimidad,...
2. Que el Estado del Perú debe investigar los hechos del pre-
sente caso, identificar y sancionar a sus responsables y adoptar
las disposiciones necesarias en su derecho interno para asegu-
rar el cumplimiento de esta obligación.

240
SALA PENAL NACIONAL

SALA PENAL NACIONAL


EXP: 111-04 – 20 DE MARZO DE 2006
CASO CASTILLO PáEZ
SALA PENAL NACIONAL
Exp: 111-04
D. D CAYO RIVERA SCHREIBER
SENTENCIA
Lima, veinte de marzo de dos mil seis

VISTOS: En Audiencia Pública el Proceso seguido contra Gui-


do Felipe Jiménez Del Carpio, Dany James Quiroz Sandoval,
Jaime Alfredo Melchor Vivanco, Juan Jose Quiroz Zarate, Mar-
co Antonio Huarcaya Siguas, Alex Pianto Sono, Jorge Luis Bel-
tran Soto, Hector Abed Cabrera Arriola, Carlos Rodríguez Flo-
res, Juan Fernando Aragon Gruibovich, Manuel Santiago
Arotuma Valdivia, Carlos Manuel Depaz Briones, Antonio Lo-
pez Trujillo, Atanulfo Zamora Garcia, Victor Eduardo Marqui-
na Alvarado y Juan Carlos Mejia Leon, por el delito contra la
Libertad ¾Secuestro¾ en agravio de Ernesto Rafael Castillo
Páez.

I. ANTECEDENTES

Que en mérito a la Denuncia No. 135-2001 de folios ciento


cuarentidós se dispuso Aperturar Investigación Complemen-
taria de fecha ventidós de enero del año dos mil uno, el fiscal
provincial de la Trigésimo Séptima Fiscalía Provincial Penal
de Lima, a folios cuatrocientos setenta y uno formuló denun-
cia Penal con fecha veintinueve de agosto del dos mil uno,
auto de apertura de instrucción de fojas cuatrocientos seten-

241
VIOLACIONES A DDHH: TIPIFICACIÓN EN EL DERECHO INTERNO

titrés a fojas cuatrocientos setenticinco de fecha veinticuatro


de septiembre del años dos mil uno; llevadas a cabo las dili-
gencias que fueron necesarias de conformidad a nuestro or-
denamiento procesal vigente, se elevan los autos a la Sala
Superior, quien remite los mismos al señor fiscal superior,
emitiéndose la acusación escrita de fojas dos mil doscientos
cuarenticinco a fojas dos mil doscientos cincuenta y nueve y
siendo Colegiado de igual parecer, dicta el auto de enjuicia-
miento de fojas dos mil ochocientos ventiocho de fecha dos de
junio del año dos mil cinco; señalándose día y hora para la
verificación del acto oral el mismo que se ha llevado a cabo
conforme obra en las actas que anteceden; que oída la requi-
sitoria oral y los alegatos de la defensa, se recibieron su con-
clusiones de las partes intervinientes en el presente proceso
que han sido incluidas en autos; en consecuencia, la causa ha
quedado expedita para emitir sentencia.

II. CONSIDERANDO PRIMERO: ACUSACIÓN ESCRITA

Que Conforme se observa de la acusación escrita de fojas


dos mil doscientos cuarenticinco el representante del Minis-
terio Público de la Tercera Fiscalía Superior Penal, refirió
que se le acusa a Guido Felipe Jiménez Del Carpio, Dany Ja-
mes Quiroz Sandoval, Jaime Alfredo Melchor Vivanco, Juan
Jose Quiroz Zarate, Marco Antonio Huarcaya Siguas, Alex
Pianto Sono, Jorge Luis Beltran Soto, Hector Abed Cabrera
Arriola, Manuel Santiago Arotuma Valdivia, Carlos Manuel
Depaz Briones, Juan Fernando Aragon Gruibovich, Juan
Carlos Mejia Leon, Carlos Rodríguez Flores, Atanulfo Zamo-
ra Garcia, Antonio Lopez Trujillo y Victor Eduardo Marquina
Alvarado que el día veintiuno de octubre del año mil novecien-
tos noventa, participaron en una incursión terrorista por las
inmediaciones de la cuadra tres de la avenida Juan Velasco
Alvarado y el mercado veinticuatro de junio en el distrito de
Villa el Salvador, debido a que hubo un atentado subversivo
donde causaron daños al vehículo policial de la veintinueve
comandancia número uno cero tres cuatro.
242
SALA PENAL NACIONAL

Ante el ataque sufrido se solicitó apoyo policial, acudiendo


en su auxilio diversas unidades de la policía general entre
ellas DIROVE, UDEX, SUAT, CEFEA, SOES, Comisaría de
Villa el Salvador, veintinueve comandancia y setetenticuatro
comandancia de radio patrulla, teniéndose como sus tripu-
lantes a los procesados ya mencionados procediendo estos a
intervenir a presuntos elementos subversivos, entre los cua-
les se encuentra Ernesto Castillo Páez, el mismo que estaba
transitando por el lugar, detenidos que en su gran mayoría
fueron introducidos en las maleteras de los vehículos y con-
ducidos en direcciones distintas a la comisaría de Villa el
Salvador, intervención que fue presenciada por los morado-
res del lugar, quienes describieron las circunstancia de la de-
tención...

VI. APRECIACIÓN DE LA PRUEBA

Que el Colegiado ha podido determinar que:


a) Constituye un hecho probado que Ernesto Castillo Páez
fue detenido alrededor de las 11:30 del día 21 de octubre
de 1990 en la vía pública cuando transitaba por el distrito de
Villa El Salvador, manzana K, lote M, grupo17, segundo
sector, Parque central y cuando acababa de producir un
atentado terrorista por inmediaciones del mercado 24 de
junio.
b) Que se encuentra probado que en circunstancias que dicho
joven portaba una casaca beige y vestía un pantalón de co-
lor negro, fue intervenido por un carro patrullero, del cual
bajaron efectivos policiales, siendo uno de ellos el...
c) Se encuentra probado así mismo que desde el día de su de-
tención, el estudiante Ernesto Castillo Páez desapareció
del lugar de los hechos, no retornó al seno de su hogar y no
ha podido ser encontrado hasta la fecha...
El Colegiado por todo lo señalado en líneas anteriores, por
las pruebas directas e indiciarias (concurrentes y convergentes)
aportadas al presente proceso, recoge la tesis del Ministerio

243
VIOLACIONES A DDHH: TIPIFICACIÓN EN EL DERECHO INTERNO

Público y de la parte civil en el sentido de encontrar responsa-


bilidad penal en los acusados Juan Carlos Mejía León, Juan
Fernando Aragón Guigovich, Carlos de Paz Briones y Manuel
Arotuma Valdivia en la detención y posterior desaparición del
estudiante Ernesto Castillo Páez.
Respecto a los demás procesados acusados, el Tribunal no en-
cuentra responsabilidad penal en los hechos toda vez que no fue-
ron miembros de la tripulación de EDEX que detuvo a Ernesto
Castillo Páez y porque no existe ninguna evidencia de la cual
se infiera que participaron en la desaparición del agraviado. En
el caso del reo contumaz Guido Jiménez de Carpio se encuentra
acreditado que formó parte de la tripulación de Dany Quiroz
Sandoval, tripulación del patrullero 29-1032 que fueron ataca-
dos por una carga de dinamita habiendo capturado a Luís Gó-
mez del Prado siendo este trasladado a la Comisaría de Villa El
Salvador. En relación a la tripulación de ex comandante Mejía
León (Atanulfo Zamora, Antonio López Trujillo y Victor Mar-
quina Alvarado debemos señalar que han coincidido que per-
manecieron afuera de la Comisaría, desconociendo lo que suce-
día adentro, razón por la que procede absolverlos de a acusa-
ción fiscal incoada en su contra.

Consideraciones sobre la calificación


jurídica de los hechos

La expresión “desaparición forzada de personas” no es más


que el nomen iuris para la violación sistemática de una multi-
plicidad de derechos humanos. La Corte Interamericana de De-
rechos Humanos, en sus primeras decisiones sobre denuncias
de desaparición forzada de personas, señaló que la “desapari-
ción forzada de personas constituye una violación múltiple y
continuada de numerosos derechos reconocidos en la Conven-
ción y que los Estados partes están obligados a repetar y ga-
rantizar” (cfr. casos Velásquez Rodríguez y Godínez Cruz, y el
caso Blake, sentencia del 24 de enero de 1998, Serie C, No. 36,
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos), pues no
sólo produce una privación arbitraria de la libertad sino que
244
SALA PENAL NACIONAL

pone en peligro la integridad personal, la seguridad y la propia


vida del detenido. Además, le coloca en un estado de completa
indefensión, acarreando otros delitos conexos.
El derecho a no ser desaparecido se encuentra reconocido en
la Declaración de las Naciones Unidas sobre Protección de to-
das las Personas contra las Desapariciones Forzadas del 18 de
diciembre de 1992, así como en la Convención Interamericana
sobre Desaparición Forzada de Personas del 9 de junio de 1994.

Situación o contexto de la desaparición


forzada de personas en el Perú

Conforme a lo señalado por el testigo técnico doctor Enrique


Bernales y lo establecido en las sucesivas sentencias sobre De-
saparición Forzada de Personas de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos (Gómez Paquiyauri, Gómez Palomino) entre
los años 1989 y 1993 la desaparición forzada de personas se con-
virtió en una práctica sistemática y generalizada implementada
por el Estado peruano como mecanismo de la lucha antisubversi-
va. “las víctimas de ésta práctica corresponden a personas identi-
ficadas por las autoridades de la policía, las fuerzas militares o
los comandos paramilitares como presuntos miembros, colabora-
dores o simpatizantes de Sendero Luminoso.” (Corte Interameri-
cana de Derechos Humanos, Caso Gómez Palomino vs. Perú).
La detención se efectuaba de manera violenta. Una de las
principales características de este proceso era la negación del
hecho mismo de la detención y el no brindar información alguna
de lo que sucedía con el detenido. Como señala la sentencia an-
tes referida “la persona ingresaba a un circuito establecido de
detención clandestina, del cual mucha suerte salía con vida”
Se distingue varias etapas en la práctica de la desaparición
de personas como son la selección de la víctima, detención de la
persona, depósito en un lugar de reclusión, eventual traslado a
otro centro de reclusión, interrogatorio, tortura y procesamiento
de la información recibida. En muchos casos ocurría la muerte de
la víctima y el ocultamiento de sus restos.

245
VIOLACIONES A DDHH: TIPIFICACIÓN EN EL DERECHO INTERNO

Por lo tanto, la primera cuestión a resolver consiste en esta-


blecer si corresponde tipificar los hechos imputados en el delito
de desaparición forzada.
Para resolver dicha cuestión, debemos en primer lugar esta-
blecer la diferencia entre el delito de secuestro y el delito de
desaparición forzada de personas. En este orden de ideas, pode-
mos decir que mientras la tipificación de la desaparición forza-
da busca la protección de una multiplicidad de bienes jurídicos,
tales como el derecho a la vida, a la libertad, y a la seguridad
de la persona, la prohibición de tratos crueles, inhumanos o de-
gradantes, el derecho a no ser arbitrariamente detenido, ni
preso, ni desterrado, el derecho a un juicio imparcial y un debi-
do proceso, el derecho al reconocimiento de la personalidad ju-
rídica ante la ley y el derecho a un tratamiento humano de de-
tención entre otros; el secuestro solamente protege el bien
jurídico a la libertad y autonomía personal.
Además, como así lo ha establecido la magistrado Clara Inés
Vargas de la Corte Constitucional de Colombia, en la sentencia
C-317 de 2002, mientras

el delito de secuestro lo comete quien, arrebate, sustraiga, retenga


u oculte a una persona con los fines determinados en la legislación
penal, la comisión de la desaparición forzada se consuma en dos ac-
tos: la privación de la libertad de una persona —que puede ser, in-
cluso, ab initio legal y legítima— seguida de su ocultamiento y, ade-
más la negativa a reconocer dicha privación o de dar información
sobre su paradero sustrayéndola del amparo legal.

En la misma línea, para establecer la tipología del delito de


desaparición forzada deben estar los siguientes elementos:
a) la participación de los agentes del Estado, personas o grupos
de personas que actúan bajo control con su autorización o aquies-
cencia en la privación de la libertad de la víctima, cualquiera fue-
re su forma; b) seguida de 1) falta de información o 2) la negativa
a reconocer dicha privación de la libertad o 3) a informar sobre el
paradero de la persona, de forma que se impida a ésta el ejercicio
de recursos legales y de las garantías procesales pertinentes.

246
SALA PENAL NACIONAL

La segunda cuestión a resolver es si el delito de desapari-


ción forzada constituye un delito de naturaleza permanente.
Como lo afirma el autor alemán H. H. Jescheck (Tratado de
derecho penal. Parte general):

Los delitos permanentes y los delitos de estado son delitos de resul-


tado cuya efectividad se prolonga un cierto tiempo. En los delitos
permanentes el mantenimiento del estado antijurídico creado por
la acción punible depende de la voluntad del autor, así que, en cier-
ta manera, el hecho se renueva constantemente.

En tanto dure la permanencia, todos los que participen del


delito serán considerados coautores o cómplices, en razón de
que hasta que la misma cese, perdura la consumación.
De la misma forma el grupo de trabajo de la Naciones Uni-
das sobre Desapariciones Forzadas realizó un comentario gene-
ral al artículo 17 de la Declaración sobre Desaparición Forzada
de Personas el cual en su párrafo 1 establece que todo acto de
desaparición forzada será considerado delito permanente mien-
tras sus autores continúen ocultando la suerte y el paradero de
la persona desaparecida y mientras no se haya esclarecido los
hechos.
Algunos de los abogados defensores de los procesados han
objetado que sería contrario al principio de legalidad material,
tomar en consideración una figura delictiva no tipificada en la
legislación interna, como la desaparición forzada de personas,
que no habría estado vigente al momento del hecho.
Al respecto debemos señalar que hasta el momento, se ignora
el paradero del joven Castillo Páez, situación que es una conse-
cuencia directa del accionar típico del autor y por la que debe res-
ponder en toda su magnitud. Si partimos de la circunstancia, al
parecer indiscutible, de que aún no se ha establecido el paradero
del estudiante Ernesto Castillo Páez, debemos presumir que aún
se mantiene su privación ilegal de la libertad, y por lo tanto que
este delito, y de ahí su caracterización de permanente, se conti-
núa ejecutando. En estos casos puede sostenerse que el delito
“tuvo ejecución continuada en el tiempo”.

247
VIOLACIONES A DDHH: TIPIFICACIÓN EN EL DERECHO INTERNO

Así lo ha establecido el Tribunal Constitucional, en el expe-


diente 2488-2002-HC/TC caso Villegas Namuche considerando
número 7, inciso 26 cuarto párrafo que como sabemos tiene ca-
rácter vinculante para las decisiones judiciales.
Siendo esto así, de conformidad con lo establecido por el ar-
tículo 285 A el Decreto legislativo 959, los hechos probados en
autos, encuadran en el artículo trescientos veinte del Código
Penal vigente, esto es delito contra la Humanidad-Desapari-
ción Forzada...
FALLA:...
CONDENANDO:
13. JUAN CARLOS MEJIA LEÓN por el delito contra la huma-
nidad-desaparición forzada en agravio de Ernesto Castillo Páez
a la pena privativa de libertad de dieciséis años la misma que
será computada desde el veinte de marzo del año dos mil seis
vencerá el diecinueve de marzo del año dos mil veintidós, dis-
poniendo su internamiento en establecimiento penal correspon-
diente.
14. MANUEL SANTIAGO AROTUMA VALDIVIA por el delito con-
tra la humanidad-desaparición forzada en agravio de Ernesto
Castillo Páez a la pena privativa de libertad de quince años la
misma que será computada desde el veinte de marzo del año dos
mil seis vencerá el diecinueve de marzo del año dos mil veintiu-
no, disponiendo su internamiento en establecimiento penal co-
rrespondiente.
15. CARLOS MANUEL DEPAZ BRIONES, por el delito contra la
humanidad-desaparición forzada en agravio de Ernesto Casti-
llo Páez a la pena privativa de libertad de quince años la mis-
ma que será computada desde el veinte de marzo del año dos
mil seis vencerá el diecinueve de marzo del año dos mil veintiu-
no, disponiendo su internamiento en establecimiento penal co-
rrespondiente.
16. JUAN FERNANDO ARAGON GUIBOVICH, por el delito con-
tra la humanidad-desaparición forzada en agravio de Ernesto
Castillo Páez a la pena privativa de libertad de quince años la
misma que será computada desde el veinte de marzo del año
dos mil seis vencerá el diecinueve de marzo del año dos mil

248
SALA PENAL NACIONAL

veintiuno, disponiendo su internamiento en establecimiento


penal correspondiente.
17. IMPUSIERON INHABILITACIÓN prevista en el artículo
treintiséis, inciso dos, tres por el término de cinco años poste-
riores al término de la condena.
18. FIJARON: en TREINTA mil nuevos soles el monto que por
concepto de reparación civil deberá abonar cada uno de los sen-
tenciados a favor de los familiares de Ernesto Castillo Páez
constituidos en parte civil.
19. DISPUSIERON que consentida y/o ejecutoriada que sea la
presente sentencia, se remita el Boletín y su Testimonio de
Condena respectivo, para su correspondiente inscripción; ofi-
ciándose y notificándose, con conocimiento del juez de la causa.

249
VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS:
SU JUSTICIABILIDAD FUERA DE LOS SISTEMAS
CONVENCIONALES DE PROTECCIÓN

Sinopsis: La Corte del Distrito Sur de Florida emitió una orden


mediante la cual resolvió un juicio civil de daños bajo el Alien
Tort Act. En esta resolución, ordenó el pago de daños compensa-
torios y punitivos por violaciones a los derechos humanos de
Manfredo Velásquez, en favor de dos familiares de éste. El caso
del señor Manfredo Velásquez fue el primer asunto contencioso
resuelto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Se
transcribirán las partes pertinentes de la sentencia de la Corte
internacional.

Synopsis: The Federal Court of the South Florida District is-


sued a judgment according to which it resolved a civil com-
plaint for damages under the Alien Tort Act. In this judgment,
it ordered the payment of compensatory and punitive damages
for the violations of Mr. Manfredo Velásquez´s human rights, in
favour of two of his family members. The case of Mr. Manfredo
Velásquez was the first contentious case resolved by the Inter-
American Court of Human Rights. The relevant parts of the
Inter-American Court’s judgment will be transcribed.

251 Diálogo Jurisprudencial


Núm. 2, enero-julio de 2007
CORTE INTERAMERICANA
DE DERECHOS HUMANOS

CASO VELÁSQUEZ RODRÍGUEZ


SENTENCIA DEL 29 DE JULIO DE 1988

En el caso Velásquez Rodríguez, la Corte Interamericana de De-


rechos Humanos, integrada por los siguientes jueces:...

IX

147. La Corte entra ahora a determinar los hechos relevan-


tes que considera probados, a saber:...
148. Por todo lo anterior, la Corte concluye que han sido pro-
badas en el proceso: 1) la existencia de una práctica de desapa-
riciones cumplida o tolerada por las autoridades hondureñas
entre los años 1981 a 1984; 2) la desaparición de Manfredo Ve-
lásquez por obra o con la tolerancia de esas autoridades dentro
del marco de esa práctica; y 3) la omisión del gobierno en la ga-
rantía de los derechos humanos afectados por tal práctica...

XI

185. De todo lo anterior se concluye que de los hechos compro-


bados en este juicio resulta que el Estado de Honduras es respon-
sable de la desaparición involuntaria de Ángel Manfredo Velás-
quez Rodríguez. En consecuencia, son imputables a Honduras
violaciones a los artículos 7o., 5o. y 4o. de la Convención...

253
JUSTICIA NO CONVENCIONAL DE DERECHOS HUMANOS

XIV

194. POR TANTO,


LA CORTE,
por unanimidad...
2. Declara que Honduras ha violado en perjuicio de Ángel
Manfredo Velásquez Rodríguez los deberes de respeto y de ga-
rantía del derecho a la libertad personal reconocido en el ar-
tículo 7o. de la Convención, en conexión con el artículo 1.1 de la
misma.
por unanimidad
3. Declara que Honduras ha violado en perjuicio de Ángel
Manfredo Velásquez Rodríguez los deberes de respeto y de ga-
rantía del derecho a la integridad personal reconocido en el ar-
tículo 5o. de la Convención, en conexión con el artículo 1.1 de la
misma.
por unanimidad
4. Declara que Honduras ha violado en perjuicio de Ángel
Manfredo Velásquez Rodríguez el deber de garantía del dere-
cho a la vida reconocido en el artículo 4o. de la Convención, en
conexión con el artículo 1.1 de la misma.
por unanimidad
5. Decide que Honduras está obligada a pagar una justa in-
demnización compensatoria a los familiares de la víctima...

254
UNITED STATES DISTRICT COURT

UNITED STATES DISTRICT COURT SOUTHERN


DISTRICT OF FLORIDA.
CASE NO. 02-22046-CIV-LENARD/KLEIN-
31 DE MARZO DE 2006
OSCAR REYES, GLORIA REYES, JANE DOE I, JANE DOE
II, ZENAIDA VELáSQUEZ, AND HECTOR RICARDO
VELáSQUEZ, PLAINTIFFS
VS.
JUAN EVANGELISTA LóPEZ GRIJALBA (GRIJALVA),
DEFENDANT

Findings of fact and conclusions of law


THIS CAUSE is before the Court sua sponte. Default was en-
tered as to defendant Juan Evangelista López Grijalva on
February 16. 2006. A trial on damages was held on March 16,
2006. Having heard the testimony of the plaintiff Oscar Reyes
and plaintiff Gloria Reyes and alter full consideration of the
affidavits and other evidence in the record, it is ORDERED AND
ADJUDGED that the following findings of fact and conclusions
of law are herein made:

1. Findings of fact*

A. Background of military abuses in Honduras


In the early 1980s, hundreds of people were disappeared by
the Armed Forces I Honduras. Suspected “subversives” were de-

* Except where otherwise indicated, those findings of fact relevant to Oscar

Reyes and Gloria Reyes are based on each´s testimony at the trial on damages.
255
JUSTICIA NO CONVENCIONAL DE DERECHOS HUMANOS

tained and tortured: most of them were killed. The detentions


were not publicly announced, and when family members or the
media inquired about the detainees, the Armed Forces generally
denied any knowledge of their whereabouts. Complaint at ¶ 42.
In mid-1981, the United States Department of State recognized
and documented the role of the Honduran military in these activ-
ities. Specifically, the Department stated that the “minions” of
the commander-in-chief of the Armed Forces of Honduras, Gen-
eral Alvarez Martinez were carrying out “officially-sponsored /
sanctioned assassinations of political… targets”. State Depart-
ment Cable, 6/17/81, “Reports of [Government of Honduras] GOH
Repression and Approach to Problem.” (Plaintiffs´Exhibit 23).
The Dirección Nacional de Investigaciones (DNI) was largely
responsible for the disappearances, torture, and killings that
took place during this time period. The DNI coordinated joint
operations and shared information and members with Battal-
ion 316 –a group that committed widespread torture and car-
ried out numerous disappearances and murders. Complaint at
¶¶ 6, 42, 44-45. Additionally, the director of the DNI ordered
the Anti-Communist Liberation Army (ELACH) to carry out
the murder of at least nine people between 1980 and 1984. CIA
Cable, 11/26/86, “Honduran Leftists Executed…” at ¶ 1 (plain-
tiffs´ exhibit 24).

B. Defendant López Grijalbas Role in the honduran military


In 1978, Colonel Juan Evangelista López Grijalba was named
director of the DNI. In 1981 and as director of that entity, López
Grijalba held command and control over the operations of DNI in
Tegucigalpa, the capital of Honduras. Complaint at ¶ 5. He also
oversaw the operations of ELACH and worked with Battalion 316
(plaintiffs´ exhibit 24, at ¶ 1): complaint at ¶ 45.
In 1982, López Grijalba became the director of military intel-
ligence (G-2) for the Armed Forces General Staff. Complaint at
¶ 5. As G-2 director, López Grijalba oversaw the operations of
all security forces, including the DNI and Battalion 316. Id at ¶
45. Both in its clandestine and “official” incarnations, Battalion
316 operated under the direct command of G-2. Id. At ¶ 44.
256
UNITED STATES DISTRICT COURT

C. The human rights abuses in this case

1. The torture and disappearance of Manfredo Velásquez


In 1981, Manfredo Velásquez was a thirty five years old,
married man with four children. (Plaintiffs´ exhibit 15, at ¶
18). He had been a primary school teacher, but, at the time of
his disappearance, he was studying economics in Tegucigalpa.
Although he studied outside of the town in which he lived, he
drove home each weekend to be with his family. Id. At ¶¶
19-21.
On september 12, 1981, a man came to the home of
Manfredo Velásquez and asked for him. Manfredo Velásque’z
son, plaintiff Hector Ricardo Velásquez, answered the door and
let the man into the house. The man and Manfredo Velásquez
left for Tegucigalpa. This was the last time anyone from
Manfredo Velásque’z family, including his son, would see him.
Declaration of plaintiff Hector Ricardo Velásquez at ¶ 10
(plaintiffs´ exhibit 16).
That same day, Manfredo Velásquez was abducted in down-
town Tegucigalpa and taken to a detention center where he
was tortured. Complaint at ¶ 37.
Leopoldo Aguilar was the last known person to speak to
Manfredo Velásquez. Aguilar was detained in september 1981
and taken to the DNI headquarters in Tegucigalpa, over which
López Grijalba exercised command and control. Later, Aguilar
was taken by at least one man, whom he knew to be a DNI
agent, to a house some distance away. At that house, Aguilar
was tortured.
One day, from a room next to the one in which Aguilar was
being held, a man called to Aguilar. Although Aguilar could not
see this man, he heard him say, in a painful voice, “help me,
fellow. My name is Manfredo Velásquez”. Deposition of
Leopoldo Aguilar at 28-31 (plaintiffs´ exhibit 22).
At some later date, Manfredo Velásquez was taken and mur-
dered by ELACH, at the order of the director of the DNI, Colo-
nel López Grijalba, and with the assistance of the DNI
(plaintiff´s exhibit 24). When Manfredo Velásque’z family
257
JUSTICIA NO CONVENCIONAL DE DERECHOS HUMANOS

members inquired about his whereabouts, the Armed Forces


denied all knowledge of his disappearance. Specifically,
plaintiff Zenaida Velásquez met with, among others, Colonel
López Grijalba, who stated that he knew nothing about
Manfredo Velásquez, promised to investigate his whereabouts,
but never initiated any investigation (plaintiffs´ exhibit 15, at
¶ 9).

2. The raid on Florencia Sur: the torture of Oscar Reyes


and of Gloria Reyes and the disappearance and
killing of Hans Madisson
In 1982, plaintiff Oscar Reyes worked both as a professor of
journalism and as a partner/manager of a documentary and ad-
vertising business. He was the founder and director of the
School of Journalism at the National University of Honduras
and had served as a communications advisor to the Honduran
Minister of Culture, Tourism, and Information.
Plaintiff Gloria Reyes, the wife of Oscar Reyes, was an inte-
rior designer and a housewife. Additionally, she and her hus-
band ran a small market out of their garage.
Hans Madisson was twenty-four years old in 1982. He had
recently moved to the Florencia Sur neighborhood of Tegucigal-
pa to live with his sister, Vicki, and to begin his engineering
studies at the university. Previously, he had lived in San Pedro
Sula, where he worked installing telephones. Declaration of
plaintiff Martha Madisson (Jane Doc 1) at ¶¶ 2-3 (plaintiffs´
exhibit 17).
On July 7, 1982, Julio Vásquez, an employee of the Centro
Cristiano de Desarrollo (CODE), and his friend were stopped by
men in military uniforms while driving away from the CODE of-
fice. This office was located in the Florencia Sur neighborhood of
Tegucigalpa. Vásquez and his friend were forced to follow the
men to the headquarters of the General Staff. Deposition of
Julio Vásquez, at 20-29 (plaintiffs´ exhibit 21).
Inside the General Staff, an officer interrogated Vásquez about
plaintiff Oscar Reyes and plaintiff Gloria Reyes, among others.
The Reyes family lived across the street from the CODE office.
258
UNITED STATES DISTRICT COURT

During the interrogation, the military officer spoke with de-


fendant López Grijalba. After the officer finished speaking to
defendant López Grijalba, he told Vásquez that he and his
friend could not leave Tegucigalpa until further notice. ID. At
36-42.
On July 8, 1981, Hans Madisson called his sister, Vaike. He
told her he was going to the headquarters of the General Staff
to pick up a jacket from their brother, Gerardo Madisson, who,
as a member of the military, worked at the General Staff head-
quarters. Hans Madisson left the Florencia Sur home of his sis-
ter Vicki at approximately 6:30 p.m. He never arrived at the
General Staff headquarters to pick up the jacket, and he never
returned home. Declaration of Vaike Madisson at ¶ 3 (plaintiffs´
exhibit 20).
That same night, July 8, 1982, at approximately 9:00 p.m.,
armed men wearing ski masks raided the Florencia Sur home of
Oscar and Gloria Reyes. The men handcuffed the Reyes couple,
their twelve-years-old daughter, their housekeeper, and an em-
ployee of the small market in their garage. As her parents
watched, one of the men kicked the twelve-years-old girl in the
head, breaking her glasses. The men blindfolded the resident of
the house and forced Oscar and Gloria Reyes over a wall in the
backyard of the house and into a vehicle parked there.
As the armed men broke into the Reyes home, Julio Vásquez
and a friend were inside the CODE office. They heard shooting
and the sound of military radios outside. Vásquez looked out the
window and saw military personnel and a tank in the street. A
soldier used a megaphone to order Vásquez and his friend out-
side. They complied and were surrounded by armed soldiers. The
man with the megaphone threw Vásquez and his friend against
the tank and threatened them with a pistol. Vásquez saw many
soldiers and vehicles, including plainclothes members of DNI
(plaintiffs´ exhibit 21, at 54-66).
While Oscar and Gloria Reyes were detained inside the vehi-
cle behind their house, they heard soldiers stop someone on the
street. Because the Reyeses knew that their son would be return-
ing from the cinema around that time, they feared that this per-

259
JUSTICIA NO CONVENCIONAL DE DERECHOS HUMANOS

son was their son. From the street, Julio Vásquez watched as
the soldiers stopped this young man and threw him to the
ground (plaintiffs´ exhibit 21, 82-91). The soldiers hit the man
and took him away. Then, Oscar Reyes and Gloria Reyes heard
gunshots. Each feared that their son had been killed.
Next, Julio Vásquez watched a jeep approach and park on
the street. He saw that colonel López Grijalba was sitting in
the passenger seat, dressed in fatigues. Vásquez observed
López Grijalba as he exited the jeep, spoke with the soldiers,
and appeared to be giving them orders. At that time, the sol-
diers blindfolded Vásquez and bound his hands with wire (id.
at 97-99). Both Vásquez and his friend were thrown in a van.
In the van, Vásquez noticed that another person was there:
this person did not move, but smelled of blood (id. at 103).
From the alley behind their home Oscar Reyes and Gloria
Reyes were driven to a house outside of the city. During this
trip, one of the soldiers repeatedly fondled Gloria Reyes.
Upon arriving at the house, the soldiers separated Oscar and
Gloria Reyes. Oscar Reyes was left in a corner inside the
house, where individuals would gratuitously kick him as they
walked by. Eventually, Oscar Reyes was taken to a room. The
soldiers applied electric shocks to various parts of his body, in-
cluding his genitals, and interrogated him about “guerrillas”
and “subversives.” Oscar Reyes denied any knowledge of and
any involvement with any such persons or group.
Later, Oscar Reyes was taken into another room. His wrists
were handcuffed behind his back, the handcuffs were attached to
a meat hook, and the soldiers hoisted him into the air “like a
piñata”. While he was in this position, the soldiers repeatedly
swung him back and forth, striking him with their rifle butts and
causing intense pain and injury to his arms and chest. Oscar
Reyes fell in and out of consciousness, only to be awakened by
blows to his body and questions about guerrillas and subversives.
In response to the soldier´s questions, Oscar Reyes reiterated
that he had no knowledge about or connection to any guerrillas or
subversives. At this point, the soldiers threatened to execute him.
They took Oscar Reyes outside and placed him against a tree.

260
UNITED STATES DISTRICT COURT

One soldier screamed, “Fire!” After a few seconds, Oscar Reyes


realized that he was still alive. The soldier who screamed the
order then declared, “We will kill him tomorrow.” The soldiers
took Oscar Reyes to a third room filled with human excrement,
urine, and blood. For days, he waited in this room, without any
knowledge of what had happened to his wife or his children,
what would happen to him, or for what reason he was being de-
tained and tortured.
In the same house and during this same period, Gloria Reyes
was tortured, assaulted, and interrogated. Complaint at ¶ 22.
The soldiers removed her clothing and beat her with the butts of
their rifles. They applied electric shocks to various parts of her
body, including her breasts and vagina. While this was happen-
ing, Gloria Reyes lost consciousness several times. Each time she
awoke, the soldiers continued to shock her, beat her, accuse her of
being a “sandinista,” and question her about other individuals.
At some later time, Gloria Reyes heard a man beg his captor
not to hang him from the ceiling. At first, she thought the man
was her neighbor, but then she realized that it was the voice of
her husband, Oscar. The soldiers also forced Gloria Reyes to
witness the torture of a young man in the house. She was later
placed in a room with a woman who had been beaten so badly
that she begged the soldiers to kill her.
While being held in the house, Gloria Reyes was kept in a
room smeared and smelling of human excrement, urine, and
blood. She was continually beaten by the soldiers. At some point,
she realized that blood and water were flowing from her vagina.
The soldiers from the street in Florencia Sur also took Julio
Vásquez to the basement of a house that was located outside the
city. There, he could hear soldiers beating a woman, whom he
thought might have been Gloria Reyes. The soldiers threatened
to rape this woman as they beat her, insulted her, and accused
her of being a subversive.
The soldiers tortured Julio Vásquez. They applied electric
shocks to his body, including to his lips, his nipples, and his geni-
tals. They interrogated him about Oscar Reyes and Gloria Reyes
(plaintiffs´ exhibit 21, at 107-114).

261
JUSTICIA NO CONVENCIONAL DE DERECHOS HUMANOS

Approximately three days after the disappearance of Hans


Madisson, that is, on or about July 11, 1992. Hans Madisson´s
brother, Gerardo Madisson, was ordered to appear at the General
Staff before a man who identified himself as a G-2 officer. The of-
ficer explained that the commander-in-chief. general Alvarez, and
Colonel López Grijalba ordered him to investigate the Hans
Madisson case. The man interrogated Gerardo Madisson and im-
plied that Hans Madisson belonged to a left wing organization
and used drugs. The next day, the same man threatened Gerardo
Madisson and instructed him to stop searching for his brother.
Declaration of Gerardo Madisson at ¶¶ 5-6 (plaintiffs´ exhibit 19).
On July 14, 1982, two DNI agents arrived at Vaike Madisson´s
office. The men told her that they had “gotten rid of” Hans
Madisson along the Carretera del Norte (the Northern Highway).
One of the DNI agents was a man named Florencio Caballero
(plaintiffs´ exhibit 20, at ¶5).
Several days after the initial acts of torture, Oscar Reyes
and Gloria Reyes were taken to the DNI headquarters. Oscar
Reyes was again interrogated and directed to admit that he
was a subversive. Both were placed in cells without the benefit
of formal charges or medical treatment. While there, Gloria
Reyes was forced to bathe naked in front of male prisoners.
The soldiers threatened to place her in a men´s cell so that she
would be raped.
Eventually, Oscar Reyes and Gloria Reyes were brought be-
fore a judge. The judge ordered them deatined for sedition.
This was the first time they were informed of any charges
against them. Oscar Reyes and Gloria Reyes then requested
medical treatment for their injuries. A government physician,
after a cursory visit, declared that each was fine.
During the months that followed, the family members of Oscar
and Gloria Reyes negotiated with the military for their release,
threatening to go to the press with their storey. Finally, on De-
cember 22, 1982, Oscar and Gloria Reyes were released. It had
been over five months since the raid on their home.
When releasing them, the military demanded that the
Reyeses immediately and quietly leave Honduras. They agreed.

262
UNITED STATES DISTRICT COURT

On December 23, 1982, after spending a night at an unknown


house and under military supervision, military officials escorted
the couple to the airport, where their passports were stamped
“exit only”.
Oscar and Gloria Reyes fled to the United States. Oscar´s sis-
ter lived in Houston, and the couple´s children had flown there
just a week before. A few moments later, the family applied for
asylum and settled in northern Virginia. Their petition for asy-
lum was finally granted in 1988.
The Reyes couple arrived in the United States with the cloth-
ing on their backs and approximately $1,000,00 money that
friends and neighbors in Honduras collected for their trip. They
were forced to begin their lives anew, yet, until this day, they suf-
fer from the physical and psychological effects of their torture,
detention, and expulson from Honduras.
Meanwhile, the Madisson family continued their search for
Hans Madisson. Some time later, a bag with human body parts
and a dental prosthesis like the one worn by Hans Madisson
was found. This was the family´s first confirmation that Hans
had been killed.
On October 25, 1995, the body of Hans Madisson was ex-
humed from a spot along the Carretera del Norte. His body
showed signs of decapitation; multiple fractures of the skull due
to blunt and sharp trauma; fractures in the 2nd., 3rd., and 4th.
vertebras; and sharp trauma on both femurs. The cause of death
was determined to be a bullet wound in the neck. Exhumation
Report (plaintiffs´ exhibit 1).
Four years later, in 1999, Hans Madisson´s remains were de-
livered to his family (id. at ¶ 17).

II. CONCLUSIONS OF LAW

A. Subject matter jurisdiction

Plaintiffs have brought this action under the Alien Tort


Statue (“ATS”), Title 28, United States Code. Section 1350, and
under the Torture Victim Protection Act (“TVPA”), Pub.1., No.
263
JUSTICIA NO CONVENCIONAL DE DERECHOS HUMANOS

102-256, 106 Stat. 73 (1992) (codified at Title 28, United States


Code, Section 1350, at note). This Court has jurisdiction pursu-
ant to the ATS and Title 28, United States Code, Section 1331.

B. Default proceeding

Trough the entry of default against him, defendant López


Grijalba is found to have admitted every well-plead allegation
found in the complaint; thus, the entry of default establishes
defendant López Grijalba´s liability in this action. See Buch-
man v. Bowman, 820 F.2d 359, 361 (11th. Cir. 1987); Petmed
Express, Inc. v. Medpets.com, Inc., 336 F. Supp.2d 1213, 1217
(S.D.Fla. 2004). The Court finds that the facts pleaded in the
complaint and the evidence contained in the record conclu-
sively establish the Defendant López Grijalba´s liability as to
each plaintiff´s claims, namely, the torture of Oscar Ryeyes; the
torture of Gloria Reyes; the disappearance of Hans Madisson
(John Doe); the extrajudicial killing of Hans Madisson; the disap-
pearance of Manfredo Velásquez; the torture of Manfredo
Velásquez; and the extrajudicial killing of Manfredo Velásquez.

C. Damages

1. Federal courts have awarded substantial damages


for human rights abuses
Federal courts have awarded significant compensatory and pu-
nitive damages for torture, extrajudicial killing, disappearance,
and other human rights abuses under the ATS and TVPA. See,
e.g., Romagoza Arce y, Garcia, 434 F.3d 1254 (11th. Cir, 2006)
(total damages of $54.6 million for 3 plaintiffs bringing torture
claims); Cabello v. Fernandez-Larios, 402 F.3d 1148 (11th Cir.
2005) (3 million in compensatory damages and $1 million in pu-
nitive damages for four plaintiffs and the decedent´s estate for
extrajudicial killing, torture, crimes against humanity, and
cruel, inhuman or degrading treatment); Doe v. Saravia, 348
F.Supp.2d 1112, 1159 (E.D.Cal. 2004) (5 million in compensa-
264
UNITED STATES DISTRICT COURT

tory damages and $5 million in punitive damages to one plain-


tiff for extrajudicial killing and crimes against humanity);
Mehinovic v. Vuckovic, 198 F.Supp.2d 1322, 1358-60 (N.D.Ga.
2002) ($10 million in compensatory damages and $25 million in
punitive damages per plaintiff for torture, cruel, inhuman or
degrading treatment, arbitrary detention, war crimes, and
crimes against humanity); Mushikiwabo v. Barayagwiza, 1996
WL 164496, at *3 (S.D.N.Y. 1996) (between $10 million and
$35 million per paintiff in total damages for genocide, torture,
and extrajudicial killing); Xuncax v. Gramajo, 886 F.Supp. 162,
197-99 (D.Mass. 1995) (between $1 million and $9 million in
total damages for extrajudicial killing, torture, arbitrary deten-
tion, disappearance, and cruel, inhuman or degrading treat-
ment); Paul v. Avril, Supp. 330, 336 (S.D.Fla. 1994) (between
$2.5 million and $3.5 million in compensatory damages and $4
million in punitive damages per plaintiff for torture and arbi-
trary detention).

2. The plaintiffs are entitled to compensatory damages

Each of the Plaintiffs in this action has endured mental pain


and suffering, mental anguish, and shock and is therefore enti-
tled to compensatory damages.
The Court finds that Oscar Reyes experienced extensive men-
tal pain and suffering during the military raid on his home, his
torture, and his detention and that his suffering continues to
this day. He witnessed a soldier beat his daughter; he believed
that his son had been killed. Oscar Reyes survived brutal tor-
ture at the hands of his captors. He endured tremendous physi-
cal pain. He was deprived of any information about the welfare
of his wife and his children. Oscar Reyes was beaten, shocked
with electrodes, interrogated, threatened with execution, de-
graded, and dehumanized. He continues to struggle with the
physical effects of this abuse today. Oscar Reyes was jailed for
over five months and forced into exile to build his life anew. His
home was ransacked, his possessions taken. His life, as he knew
it, was destroyed.
265
JUSTICIA NO CONVENCIONAL DE DERECHOS HUMANOS

The Court finds that Gloria Reyes experienced extensive men-


tal pain and suffering during the military raid on her home, her
torture, her sexual assault, and her detention and that her suffer-
ing continues to this day. She, too, witnessed a soldier beat her
daughter; she believed that her son had been killed. She heard
her husband beg the soldiers not to “string [him] up like a
piñata”; she was deprived of any information about the welfare of
her children. She witnessed the torture of a yong man and saw a
woman begging to be killed, her abuse was so severe. Gloria
Reyes survived brutal torture at the hands of her captors. She en-
dured tremendous physical pain. She was beaten, shocked with
electrodes, interrogated, threatened with rape, degraded, and de-
humanized. Her physical abuse was so extreme that it caused
blood and water to flow from her vagina. She has since under-
gone surgery to attempt to address the damage done to her ova-
ries. Gloria Reyes was jailed, under unmerciful conditions, for
over five months before being forced into exile. Her home was
ransacked, her possessions taken. She continues to battle depres-
sion today. The events of the night of July 8, 1982, and those
from the months that followed, permanently altered the path of
her life.
The Court finds that Martha Madisson has experienced mental
pain and suffering as a result of the disappearance and murder of
her brother, Hans Madisson (John Doe). The night of his abduc-
tion and for years after, she searched in vain for information
about her brother (plaintiffs´ exhibit 17, at ¶¶ 5,6). She was
shocked by the discovery of parts of his body in a plastic bag (id.
at ¶ 7). Like other members of her family, she so feared the mili-
tary that she did not request that her brother´s body be exhumed
so it could be buried (id. at ¶ 9). She was tricked by individuals
who would call and falsely state that her brother was alive (id. at
¶ 10). Finally, in 1995, the government of Honduras exhumed the
body of Hans Madisson, and Martha Madisson learned the de-
tails of his brutal treatment and death (id. at ¶ 11).
The Court further finds that Karen Burgos has experienced
mental pain and suffering as a result of the disappearance and
murder of her brother, Hans Madisson (John Doe). Like her sis-

266
UNITED STATES DISTRICT COURT

ter, Karen Burgos searched for her brother and endured the hor-
ror of learning that he had been horribly beaten, decapitated, and
shot dead. Declaration of plaintiff Karen Burgos (Jane Doc II) in
Support of Plaintiffs´ Trial on Damages (plaintiffs´ exhibit 18).
The Court finds that Zenaida Velásquez has experienced men-
tal pain and suffering as a result of the disappearance, torture,
and murder of her brother, Manfredo Velásquez. Because his
body has never been found, she is deprived of the closure many
obtain through the burial of a loved one. Declaration of plaintiff
Zenaida Velásquez in Support of plaintiffs´ Trial on Damages at
¶ 2 (plaintiffs´ exhibit 15). Zenaida Velásquez searched desper-
ately for her brother; she met with and was rebuffed by numer-
ous Honduran officials, including defendant López Grijalba;; and
she received numerous threats as a result (id. at ¶¶ 4, 5, 7-0). As
part of her search for information, she filed habeas actions and
criminal cases; she pursued an action before the Inter-American
Commission of Human Rights, which led to a successful case
against the government of Honduras before the Inter-American
Court of Human Rights; she became an activist, seeking justice
for her brother, her family, and others (id. at ¶¶ 6, 10-13). None
of these tremendous efforts, however, have led to any infor-
mation about her brother, his body, or the events leading up
to his death.
The Court finds that Hector Ricardo Velásquez has experi-
enced significant mental pain and suffering as a result of the
disappearance, torture, and murder of his father, Manfredo
Velásquez. Ricardo Velásquez was merely a boy of 8 years
when he lost his father. Declaration of Plaintiff Hector Ricardo
Velásquez in Support of Plaintiffs´ Trial on Damages at ¶ 4
(plaintiffs´ exhibit 16). Because it was he who opened the door
to the man who came looking for his father, Ricardo Velásquez
blamed himself for his father´s disappearance (id. at ¶ 10).
Throughout his childhood, he prayed that his father would re-
turn home, that his family´s financial and emotional struggles
would end, and that his old life would return (id. at ¶ 8). Even-
tually, he became an alcoholic, and when he drank, he blamed
himself for opening the door that day (id. at ¶ 10). Ricardo

267
JUSTICIA NO CONVENCIONAL DE DERECHOS HUMANOS

Velásquez continues to suffer immense pain, as, to this day, he


has been denied any information about the death of his father
(id. at ¶ 11).

3. The plaintiffs are entitled to punitive damages


Punitive damages are often awarded after consideration of
the following factors: the brutality of the act; the egregiousness
of the defendant´s conduct; the unavailability of a criminal rem-
edy; the international condemnation of the act; deterrence of
others from committing similar acts; and provisions of redress to
the plaintiffs, the country and the world. See Doc v. Saravia,
348 F. Supp, 2d 1112, 1159 (E.D. Cal, 2004). After its examina-
tion of the facts of the present action, the Court determines that
Plaintiffs are entitled to substantial punitive damages.
First, the Court finds that the torture of Oscar Reyes, the
torture of Gloria Reyes, and the torture and murder of Hans
Madisson were all exceedingly brutal. The circumstances sur-
rounding the torture and disappearance of Manfredo Velásquez
suggest that his treatment was equally savage.
Second, the Court finds that the conduct of defendant López
Grijalba was highly egregious. As a commander in the armed
forces, López Grijalba possessed a duty to prevent abuses about
which he knew or should have known. Instead, defendant López
Grijalba participated in these abuses. Specifically, he was in-
volved in the planning of the raid on Florencia Sur when he
participated in the interrogation of Julio Vásquez, in which
Vásquez was questioned about Oscar Reyes and Gloria Reyes.
Deposition of Julio Vásquez at 34-42 (plaintiffs´ exhibit 21).
Defendant López Grijalba directly participated in the raid on
the home of the Reyes family, meeting with and giving orders
to soldiers. (Id. at 92-98). Additionally, there is evidence that
defendant López Grijalba personally ordered the abduction and
murder of Manfredo Velásquez. (Plaintiffs´ Exhibit 24, at ¶ 1
(emphasis added). Last, defendant López Grijalba aided in con-
cealing the role of the military in each of the offenses in this
action (e.g., plaintiffs´ exhibit 15, at ¶ 9).

268
UNITED STATES DISTRICT COURT

Third, plaintiffs have demonstrated that no criminal remedy


is available to them. Oscar and Gloria Reyes were unsuccessful
I their efforts to try one of the leaders in the raid of their home.
The case filed by the family of Hans Madisson was rejected
(plaintiffs´ exhibit 17, at ¶ 12). Zenaida Velásquez initiated nu-
merous criminal cases without success. (plaintiffs´ exhibit 15,
at ¶¶ 6, 10-12).
Fourth, there is no question that the offenses involved in this
case are universally condemned. See Sosa v. Alvarez-Machain,
42 U.S. 692, 732 (2004) (quoting Filartiga v. Peña-Irala. 630
F.2d 876, 890 (2d Cir. 1980)) (tortur); Aldana v. Fresh Del
Monte Produce, N.A., Inc., 416 F.3d 1242, 1251-52 (115h Cir.
2005) (torture); Kadic v Karadzic, 70 F.3d232, 243 (2d Cir.
19950 (torture and summary execution); In re Estate of
Ferdinand Marcos, Human Rights Litigation, 25 F.3d 1467,
1475 (9th. Cir. 1994) (torture and summary execution); Saravia,
348 F.Supp.2d at 1153 (extrajudicial killing); Xuncax, 886
F.Supp, at 185 (torture, summary execution, and disappear-
ance); Forte v. Suarez-Mason, 694 F.Supp. 707, 711 (N.D.Cal.
1988) (disappearance).
Last, the Court finds that the award of substantial punitive
damages in this action will send a message that the offenses of
torture, disappearance, and extrajudicial killing shall not be tol-
erated under any circumstances and shall always be punished.
DONE AND ORDERED in Chambers at Miami, Florida, this
31st. day of March, 2006.

269
JUSTICIA NO CONVENCIONAL DE DERECHOS HUMANOS

FINAL JUDGMENT

THIS CAUSE is before the Court sua sponte. Default was en-
tered as to defendant Juan Evangelista López Grijalba on
February 16, 2006. A trial on damages was held on March 16,
206, during which the Court received testimonial evidence in
support of Plaintiff´ s application for judgment. On the basis of
the testimony presented at trial and of the affidavits and other
evidence in the record, the Court issued its Findings of Fact
and Conclusions of Law on March 31, 2006. The Findings of
Fact and Conclusions of Law are incorporated into the instant
Order, and it is
ORDERED AND ADJUDGED that Final Judgment is hereby
ENTERED as to defendant Juan Evangelista López Grijalba as
set forth below:

1. In favor of plaintiff Oscar Reyes in the amounts that follow: Six


million dollars ($6 million) in compensatory damages,
plus interest from the date of the entry of this Judg-
ment; and Seven million dollars ($7 million) in puni-
tive damages, plus interest from the date of the entry
of this Judgment.

2. In favor of plaintiff Gloria Reyes in the amounts that follow:


Six million dollars ($ 6 million) in compensatory dama-
ges, plus interest from the date of the entry of this Judg-
ment; and Seven million dollars ( $7 million) in punitive
damages, plus interest from the date of the entry of this
Judgment.

270
UNITED STATES DISTRICT COURT

3. In favor of plaintiff Martha Madisson (Jane Doe I) in the


amounts that follow: Two million dollars ($ 2 million) in
compensatory damages, plus interest from the date of the
entry of this Judgment; and Three million dollars ($ 3 mil-
lion) in punitive damages, plus interest from the date of
the entry of this judgment.

4. In favor of plaintiff Karen Burgos (Jane Doe II) in the amounts


that follow: Two million dollars ($ 2 million) in compen-
satory damages, plus interest from the date of the entry
of this Judgment; and Three million dollars ($3 million)
in punitive damages, plus interest from the date of the en-
try of this Judgment.

5. In favor of plaintiff Zanaida Velásquez in the amounts that


follow: Two million dollars ($ 2 million) in compensa-
tory damages, plus interest from the date of the entry of
this Judgment; and Three million dollars ($ 3 million)
in punitive damages, plus interest from the date of the
entry of this Judgment.

6. In favor of plaintiff Hector Ricardo Velásquez in the amounts


that follow: Three million dollars ($ 3 million) in puni-
tive damages, plus interest from the date of the entry of
this judgment.

For all of which, let execution issue.


It is further
ORDERED AND ADJUDGED that the Court shall retain juris-
diction over future proceeding pursuant to Federal rule of Civil
Procedure 54(d).
DONE AND ORDERED in Chambers at Miami, Florida, this
31st day of March, 2006.

271
EFECTOS DE LAS DECISIONES DE ORGANISMOS
INTERNACIONALES DE PROTECCIÓN
DE LOS DERECHOS HUMANOS Y EL DERECHO
AL ACCESO A LA JUSTICIA

Sinopsis: El Tribunal Constitucional de Perú resuelve sobre la


legalidad de una resolución del Jurado Nacional de Elecciones
mediante la cual se declaró la vacancia en el cargo de alcalde del
Concejo Provincial de Chiclayo al señor Castillo Chirinos. El re-
clamo del afectado, en lo substancial, se funda en que esa resolu-
ción se dictó sin que existiera sentencia condenatoria firme en
contra del interesado, como lo exigía la ley. En sus consideracio-
nes, el Tribunal afirma la obligatoriedad de interpretar los dere-
chos fundamentales de acuerdo a los tratados y acuerdos interna-
cionales sobre la materia ratificados por Perú. Al respecto, señala
que el poder público debe tener en cuenta tanto los puntos reso-
lutivos como las consideraciones plasmadas en las decisiones de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, inclusive aque-
llas expresadas en casos en que Perú no hubiere sido parte. Lo
anterior, con base en el reconocimiento de la competencia del tri-
bunal internacional efectuada por el Estado peruano y para evi-
tar la eventual responsabilidad internacional de éste. El Tribu-
nal señala, entre otras cuestiones, la relevancia del principio de
inocencia y rechaza la existencia de resoluciones que afecten de-
rechos fundamentales y no sean susceptibles de revisión judi-
cial. Esta sentencia se acompaña de dos votos particulares.

Synopsis: The Constitutional Tribunal of Peru assessed the le-


gality of a resolution of the National Elections Board, which de-
clared that Mr. Castillo Chirinos was to be removed as the Ma-
yor of the Provincial Council of Chiclayo. The claim of Mr.
Castillo Chirinos, in substance, was based on the fact that the re-
solution was ordered without a final judgment having been is-
273 Diálogo Jurisprudencial
Núm. 2, enero-julio de 2007
EFECTOS DE DECISIONES DE ORGANISMOS INTERNACIONALES

sued against him, as required under the law. In the considera-


tions of the judgment, the Constitutional Tribunal affirmed the
obligatory nature of interpreting fundamental rights in accor-
dance with international treaties and agreements ratified by
Peru. Accordingly, the Constitutional Tribunal indicated that
public authorities must take into account both the operative pa-
ragraphs and the considerations that are expressed in the deci-
sions of the Inter-American Court of Human Rights, including
those expressed in cases that not involving Peru. The foregoing
was based upon the Peruvian State’s recognition of the interna-
tional Tribunal’s jurisdiction and with the aim of avoiding the
possible international responsibility of the State. The Constitu-
tional Tribunal indicated, among other issues, the importance of
the principle of innocence, and rejected the existence of resolu-
tions that affect fundamental rights and are not subject to judi-
cial review. This judgment contains two independent opinions.

274
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
DE PERÚ

EXP. N2730-2006-PA/CT — 21 DE JULIO DE 2006


CASO DE ARTURO CASTILLO CHIRINOS

En Lima, a los 21 días del mes de julio de 2006, el Tribunal


Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asis-
tencia de los magistrados García Toma, presidente; Gonzales
Ojeda, vicepresidente; Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen,
Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente senten-
cia, con el voto singular del magistrado Vergara Gotelli, y el
fundamento de voto del magistrado Alva Orlandini.

Asunto
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Arturo
Castillo Chirinos contra la sentencia de la Sala Mixta Vacacio-
nal de la Corte Superior de Justicia de Lambayeque, de fojas
673, su fecha 21 de febrero de 2006, que declara improcedente
la demanda de amparo de autos.

Antecedentes
El recurrente, mediante escrito de fecha 21 de junio de 2005 y
subsanación de fecha 27 de junio del mismo año, interpone de-
manda de amparo contra el Jurado Nacional de Elecciones (JNE),
don Rodolfo Elías Guerrero Barreto y don José Hildebrando Ba-
rrueto Sánchez, con la finalidad de que se declare la nulidad de la
Resolución No. 156-2005-JNE de fecha 6 de junio de 2005, emiti-
da en el procedimiento de vacancia No. J-0007-2005, mediante la
275
EFECTOS DE DECISIONES DE ORGANISMOS INTERNACIONALES

cual se declaró su vacancia en el cargo de Alcalde del Concejo


Provincial de Chiclayo, pues considera que vulnera el derecho
fundamental al debido procedimiento administrativo y a la debi-
da motivación de las resoluciones y contraviene la proscripción de
avocamiento a causas pendientes ante el órgano jurisdiccional.
Refiere que asumió el cargo de alcalde el 1o. de enero de 2003;
que la solicitud de vacancia en el cargo presentada por don Rodol-
fo Elías Guerrero Barreto fue declarada improcedente mediante
Acuerdo de Concejo No. 021-2005-GPCH/A, de fecha 3 de marzo
de 2005; que dicho Acuerdo fue impugnado mediante recurso de
apelación ante el JNE, sin que previamente se haya interpuesto
recurso de reconsideración ante el propio Concejo, tal como lo exi-
ge el artículo 23 de la Ley No. 27972 —Ley Orgánica de Munici-
palidades (LOM)—, motivo por el cual debió haber sido declarado
improcedente, y que el JNE no se pronunció sobre este aspecto en
la resolución que declaró su vacancia, motivo por el cual se ha
vulnerado su derecho fundamental a la obtención de una resolu-
ción debidamente motivada.
Asimismo, manifiesta que el JNE lo vacó en el cargo por consi-
derar que en su contra existía una sentencia judicial emitida en
última instancia por delito doloso. Empero —según refiere—, al
emitir la resolución cuestionada, el JNE tenía conocimiento de
que en el momento de dictarse la sentencia condenatoria, se en-
contraba en trámite ante la Corte Suprema de la República un
incidente de recusación planteado contra el juez que la emitió, y
que se había concedido el recurso de nulidad interpuesto contra
ella. En tal sentido, considera que el JNE se avocó indebidamente
a una causa que aún se encontraba pendiente de ser resuelta
ante el Poder Judicial, considerando firme una sentencia judicial
que adolecía de dicha calidad.
Sostiene que la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Lambayeque informó al JNE que la causa penal aún
se encontraba en trámite, a pesar de lo cual éste procedió a emitir
la resolución cuya nulidad se solicita, lo cual acredita que no se
ha actuado de modo imparcial. Refiere que su demanda resulta
plenamente procedente porque el Tribunal Constitucional ha es-
tablecido, en reiterada y uniforme jurisprudencia, que ningún

276
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PERÚ

órgano del Estado que viole la Constitución puede encontrarse


exento de control constitucional.
Don José Hildebrando Barrueto Sánchez, alcalde en ejercicio
del Concejo Provincial de Chiclayo, deduce la excepción de falta
de legitimidad para obrar pasiva, y contesta la demanda solici-
tando que sea declarada improcedente. Sostiene que no resulta-
ba viable interponer un recurso de reconsideración contra el
Acuerdo de Concejo No. 021-2005-GPCH/A, sino sólo uno de ape-
lación ante el JNE, pues el recurso no se sustentaba en nueva
prueba; que es erróneo afirmar que la sentencia penal condena-
toria dictada contra el recurrente haya devenido en nula, pues
la Primera Sala Penal de la Corte Suprema se ha limitado a or-
denar que se tramite el recurso de recusación interpuesto contra
el vocal que la emitió, y que, a fin de garantizar un debido proce-
so, el JNE solicitó información a la Corte Superior de Justicia de
Lambayeque para que precise el estado del proceso penal segui-
do contra el recurrente, la cual fue proporcionada en tiempo
oportuno y en la que se señalaba que se encontraba pendiente
de resolver el recurso de recusación presentado por el recurren-
te. Manifiesta que el artículo 9o. del Decreto Legislativo No. 124
establece que el recurso de nulidad es improcedente en los casos
sujetos al proceso penal sumario, y que, en todo caso, el artículo
293 del Código de Procedimientos Penales dispone que el recur-
so de nulidad no impide que se cumpla la sentencia expedida
por el tribunal, motivo por el cual el JNE ha emitido la resolu-
ción cuestionada sobre la base a una sentencia penal que tiene
calidad de firme y ejecutoriada. Finalmente, sostiene que en el
procedimiento de vacancia el recurrente ha ejercido plenamente
su derecho de defensa y que el proceso ha culminado con una re-
solución debidamente motivada.
El procurador público a cargo de los asuntos judiciales del
JNE, contesta la demanda solicitando que sea declarada impro-
cedente. Alega que el presidente de la Corte Superior de Justicia
de Labayeque, mediante Oficio No. 16592005-P-CSJLA/PJ, in-
formó al JNE que apelada la sentencia condenatoria impuesta al
recurrente, el Tribunal Unipersonal formado por el doctor Pedro
Lara Benavides, mediante resolución de fecha 16 de diciembre

277
EFECTOS DE DECISIONES DE ORGANISMOS INTERNACIONALES

de 2004, la confirmó. Manifiesta que contra esta resolución el re-


currente interpuso un recurso de nulidad y luego de queja por la
denegatoria, y que, sin embargo, el JNE, atendiendo a que el ar-
tículo 9o. del Decreto Legislativo No. 124 establece que el recur-
so de nulidad es improcedente en los procesos sumarios y que
el recurso de queja por denegatoria de nulidad no suspende
los efectos de la sentencia —lo que se encuentra previsto en el
artículo 293 del Código de Procedimientos Penales—, conside-
ró configurada la causal de vacancia prevista en el inciso 6 del
artículo 22 de la LOM, referida a la existencia de sentencia
condenatoria emitida en última instancia por delito doloso.
Manifiesta que el JNE dictó la resolución de vacancia 4 días
antes de que la Primera Sala Penal Transitoria de la Corte
Suprema de la República dispusiera conceder el recurso de
nulidad contra la sentencia que confirmaba la condena im-
puesta al demandante.
Don Manuel Jesús Cabrejos Tarrillo, incorporado al proceso
como parte emplazada mediante resolución de fecha 19 de julio
de 2005, a fojas 158, se allana a la pretensión y solicita que la
demanda sea declarada fundada, por considerar que el JNE de-
claró la vacancia en el cargo de alcalde del demandante cuando
el proceso penal seguido en su contra aún se encontraba en trá-
mite, vulnerando sus derechos fundamentales al debido proce-
so, a la obtención de una resolución fundada en derecho, y se
ha avocado a causas pendientes ante el órgano jurisdiccional.
El Cuarto Juzgado Civil de Lambayeque, con fecha 17 de oc-
tubre de 2005, declara infundada la excepción de falta de legiti-
midad para obrar y fundada la demanda, por considerar que al
no haberse exigido la interposición de recurso de reconsidera-
ción contra el Acuerdo del Concejo antes de interponer el res-
pectivo recurso de apelación ante el JNE, se ha afectado el de-
recho fundamental al debido proceso. Asimismo, consideró
afectado el derecho fundamental del recurrente a la tutela ju-
risdiccional efectiva, pues el JNE declaró su vacancia en el car-
go de alcalde cuando aún se encontraba en trámite el recurso
de queja presentado ante la Corte Suprema, es decir, cuando
aún no existía sentencia condenatoria en última instancia.

278
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PERÚ

La recurrida, revocando la apelada, declara improcedente la


demanda, por considerar que habiendo entrado en vigencia la Ley
No. 28642 el 8 de diciembre de 2005, modificatoria del artículo
5.8 del Código Procesal Constitucional, existe un “nuevo contexto
procesal”, siendo improcedentes los procesos constitucionales con-
tra resoluciones del JNE en materia electoral.

Fundamentos

I. DELIMITACIÓN DEL PETITORIO

1. La demanda tiene por objeto que se declare la nulidad de


la Resolución No. 156-2005-JNE, de fecha 6 de junio de 2005,
emitida en el procedimiento de vacancia No. J-0007-2005, me-
diante la cual se declaró la vacancia del recurrente en el cargo
de alcalde del Concejo Provincial de Chiclayo, por la causal pre-
vista en el artículo 22 6 de la Ley No. 27972 —Ley Orgánica de
Municipalidades (LOM)— (sentencia judicial emitida en última
instancia por delito doloso), pues se considera que vulnera los
derechos fundamentales al debido procedimiento administrati-
vo y a la debida motivación de las resoluciones y la imposibili-
dad de avocamiento a causas pendientes ante el órgano juris-
diccional.

II. ANÁLISIS DE PROCEDENCIA

2. El criterio del Tribunal Constitucional con relación a la


procedencia de las demandas interpuestas contra las resolucio-
nes del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) que vulneran los
derechos fundamentales de la persona humana no sólo ha sido
absolutamente uniforme, sino, además, reiterado. En efecto,
tanto en sentencias expedidas antes del inicio de este proceso
(cfr., por todas, la [Sentencia Tribunal Constitucional] STC
2366-2003-AA/TC), como en las emitidas mientras se encontra-
ba en trámite (cfr. STC 5854-2005-PA, publicada el 8 de no-
viembre de 2005), este supremo intérprete de la Constitución
(artículos 201 de la Constitución y 1o. de la Ley No. 28301

279
EFECTOS DE DECISIONES DE ORGANISMOS INTERNACIONALES

—Orgánica del Tribunal Constitucional (LOTC)—), ha estableci-


do que ningún poder público que, mediante acto u omisión, se
aparta del contenido normativo de los derechos fundamentales,
se encuentra exento del control constitucional ejercido por el Po-
der Jurisdiccional del Estado, en cuya cúspide —en lo que a la
materia constitucional respecta— se encuentra este Colegiado.
Desde luego, el JNE no se halla al margen de este imperativo
constitucional.
3. Así pues, cabe recordar lo expuesto en el fundamento 4 de
la precitada STC 2366-2003-AA/TC:

...aun cuando de los artículos 142 y 181 de la Norma Fundamental, se


desprende que en materia electoral no cabe revisión judicial de las re-
soluciones emitidas por el Jurado Nacional de Elecciones, y que tal
organismo representa la última instancia en tal asunto, dicho criterio
sólo puede considerarse como válido en tanto y en cuanto se trate de
funciones ejercidas en forma debida o, lo que es lo mismo, compati-
bles con el cuadro de valores materiales reconocido por la misma
Constitución. Como es evidente, si la función electoral se ejerce de
una forma que resulte intolerable para la vigencia de los derechos
fundamentales o quebrante los principios esenciales que informan el
ordenamiento constitucional, no sólo resulta legítimo sino plenamen-
te necesario el control constitucional, especialmente cuando éste re-
sulta viable en mecanismos como el amparo.

4. Esta reiterada doctrina fue complementada y fortalecida


en la STC 5854-2005-PA/TC. En esta sentencia, el Tribunal
Constitucional ha continuado el desarrollo de los principales
fundamentos que sustentan no sólo la viabilidad, sino la abso-
luta necesidad de que las resoluciones del JNE sean sometidas
a un escrutinio de validez constitucional a través del proceso de
amparo. Tales fundamentos se exponen a continuación.

§1. La Constitución como norma jurídica


5. Es inherente a la dimensión jurídica de la Constitución la
capacidad de exigir, jurisdiccionalmente su cumplimiento. Afir-
mar que existen actos de alguna entidad estatal cuya validez
constitucional no puede ser objeto de control, supone sostener,
280
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PERÚ

con el mismo énfasis, que en tales ámbitos la Constitución ha


perdido su condición de norma jurídica para volver a ser una
mera carta política referencial, incapaz de vincular al poder. En
definitiva, una sociedad con una Constitución a la que no se suma
el control jurisdiccional orientado ad hoc a asegurar su plena vi-
gencia, en realidad, no tiene Constitución.

§2. La interpretación constitucional: los principios


de unidad y de concordancia práctica
6. La Constitución contiene una serie de disposiciones entre las
que existe una “aparente” contradicción (vg. 2.1 y 140, 2.2 y 103,
139.2 y 200.2, entre otras), por lo que su interpretación aislada,
conducirá inevitablemente, a resultados incompatibles con su
postulado unitario y sistemático. Es por ello que los principales
criterios de interpretación constitucional son los de unidad y con-
cordancia práctica, el primero de los cuales exige concebir a la
Constitución como un todo plenamente armónico e internamente
conherente, y el segundo, resolver toda aparente tensión entre
sus disposiciones “optimizando” su contenido normativo en con-
junto, teniendo presente que, en última instancia, todo precepto
constitucional se encuentra orientado a proteger los derechos fun-
damentales como manifestaciones del principio-derecho de digni-
dad humana (artículo 1o. de la Constitución).
El “producto” resultante de realizar una interpretación aislada
de los artículos 142 y 181 de la Constitución se opone a los referi-
dos criterios y, consecuentemente, contraviene el artículo 1o. de la
Constitución, pues, en aras de salvaguardar la seguridad jurídica,
se despoja de toda protección jurisdiccional a los derechos funda-
mentales que puedan resultar afectados por las resoluciones del
JNE.

§3. El derecho fundamental a la protección jurisdiccional


de los derechos fundamentales
7. La pretendida irrevisabilidad de las resoluciones del JNE
que lesionen los derechos fundamentales vulnera el derecho de
acceso a la justicia como manifestación de la tutela jurisdic-
281
EFECTOS DE DECISIONES DE ORGANISMOS INTERNACIONALES

cional efectiva, reconocida ésta en el artículo 139.3 de la Consti-


tución, en concordancia con el artículo 200.2 de la Carta Funda-
mental. En torno a ello este Tribunal precisó que:

...detrás del establecimiento de los procesos constitucionales de la li-


bertad, se encuentra implícito el derecho a la protección jurisdiccional
de los derechos o, lo que es lo mismo, el derecho a recurrir ante un
tribunal competente frente a todo acto u omisión que lesione una fa-
cultad reconocida en la Constitución o en los instrumentos internacio-
nales en materia de derechos humanos.

8. Los artículos 142 y 181 de la Constitución tienen por propó-


sito garantizar que ningún otro poder del Estado se arrogue la
administración definitiva de justicia en asuntos electorales. Sin
embargo, cuando el JNE ejerce sus funciones en abierta contra-
vención de los derechos fundamentales, el asunto escapa de los
contornos estrictamente electorales, tornándose en una cuestión
de relevancia constitucional directa, pues, desde ese instante, en
observancia del artículo 200.2 de la Constitución, se reconoce el
derecho al afectado de exigir jurisdiccionalmente la protección
del derecho fundamental lesionado, mediante el proceso de am-
paro. Una interpretación contraria, no sólo sería atentatoria del
referido artículo 200.2, sino también de su artículo 201, reconoce
a este Tribunal como el órgano de control de la Constitución.
En efecto, el tópico, strictu sensu, no consiste en dirimir si el
Tribunal Constitucional puede controlar los actos del JNE, sino
tan sólo en definir si tiene competencia para conocer de un asunto
en el que los derechos fundamentales reconocidos por la Constitu-
ción se encuentran vulnerados, al margen del órgano del que di-
cha afectación provenga. La respuesta afirmativa frente a esta in-
terrogante surge del artículo 201 de la Constitución, a la luz, por
cierto, de todo el compendio valorativo de la Carta Fundamental,
presidido por la dignidad humana, cuya protección no resigna
este Colegiado.

282
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PERÚ

§4. La interpretación de los derechos fundamentales


a la luz de los tratados internacionales sobre derechos
humanos y de las decisiones de los tribunales
internacionales de derechos humanos
9. Los tratados internacionales sobre derechos humanos no sólo
forman parte positiva del ordenamiento jurídico nacional (artículo
55 de la Constitución), sino que la Cuarta Disposición Final y
Transitoria (CDFT) de la Constitución —en cuanto dispone que
los derechos fundamentales reconocidos por ella se interpretan de
conformidad con los tratados y acuerdos internacionales sobre
derechos humanos ratificados por el Perú— exige a los pode-
res públicos nacionales que, a partir del ejercicio hermenéuti-
co, incorporen en el contenido protegido de los derechos cons-
titucionales los ámbitos normativos de los derechos humanos
reconocidos en los referidos tratados. Se trata de un reconoci-
miento implícito de la identidad nuclear sustancial compartida
por el constitucionalismo y el sistema internacional de protección
de los derechos humanos: la convicción jurídica del valor de la dig-
nidad de la persona humana, a cuya protección y servicio se recon-
duce, en última y definitiva instancia, el ejercicio de todo poder.
10. El Estado peruano no sólo ha ratificado la Convención
Americana de Derechos Humanos (12 de julio de 1978), sino
que, en observancia de su artículo 62.1, mediante instrumento
de aceptación de fecha 21 de enero de 1981, ha reconocido como
obligatoria de pleno derecho la competencia contenciosa de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante, CIDH
o “la Corte”), para conocer cualquier caso relativo a la interpreta-
ción y aplicación de las disposiciones de la Convención Americana
(en adelante, la Convención) que le sea sometido (artículo 62.3 de
la Convención).
Sobre el particular, la Corte tiene establecido que:

La aceptación de la competencia contenciosa de la Corte constituye


una cláusula pétrea que no admite limitaciones que no estén expresa-
mente contenidas en el artículo 62.1 de la Convención... El artículo
29.a de la Convención Americana establece que ninguna disposición
de la misma puede ser interpretada en el sentido de permitir a

283
EFECTOS DE DECISIONES DE ORGANISMOS INTERNACIONALES

alguno de los Estados parte, grupo o persona, suprimir el goce y ejer-


cicio de los derechos y libertades reconocidos en la Convención o limi-
tarlos en mayor medida que la prevista en ella. Una interpretación de
la Convención Americana en el sentido de permitir que un Estado
pueda retirar su reconocimiento de la competencia obligatoria del Tri-
bunal..., implicaría la supresión del ejercicio de los derechos y liber-
tades reconocidos por la Convención, iría en contra de su objeto y
propósito como tratado de derechos humanos, y privaría a todos los
beneficiarios de la Convención de la garantía adicional de protección
de tales derechos por medio de la actuación de su órgano jurisdiccio-
nal... Un Estado que aceptó la jurisdicción obligatoria de la Corte
Interamericana según el artículo 62.1 de la misma, pasa a obligarse
por la Convención como un todo...

11. En dicha perspectiva, las obligaciones relativas a la in-


terpretación de los derechos constitucionales no sólo se extien-
dan al contenido normativo de la Convención strictu sensu, sino
a la interpretación que de ella realiza la Corte a través de sus
decisiones. En ese sentido, el artículo V del Título Preliminar
del Código Procesal Constitucional (CPConst), establece:

El contenido y alcances de los derechos constitucionales protegidos


por los procesos regulados en el presente Código deben interpretar-
se de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Hu-
manos, los tratados sobre derechos humanos, así como de las deci-
siones adoptadas por los tribunales internacionales sobre derechos
humanos constituidos según tratados de los que el Perú es parte.

4.1. Los efectos vinculantes de las sentencias de la CIDH


12. La vinculatoriedad de las sentencias de la CIDH no se
agota en su parte resolutiva (la cual, ciertamente, alcanza sólo
al Estado que es parte en el proceso), sino que se extiende a su
fundamentación o ratio decidendi, con el agregado de que, por
imperio de la CDFT de la Constitución y el artículo V del Título
Preliminar del CPConst, en dicho ámbito la sentencia resulta
vinculante para todo poder público nacional, incluso en aque-
llos casos en los que el Estado peruano no haya sido parte en el
proceso. En efecto, la capacidad interpretativa y aplicativa de
la Convención que tiene la CIDH, reconocida en el artículo 62.3
284
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PERÚ

de dicho tratado, aunada al mandato de la CDFT de la Consti-


tución, hace que la interpretación de las disposiciones de la
Convención que se realiza en todo proceso, sea vinculante para
todos los poderes públicos internos, incluyendo, desde luego, a
este Tribunal.
13. La cualidad constitucional de esta vinculación derivada di-
rectamente de la CDFT de la Constitución, tiene una doble ver-
tiente en cada caso concreto: a) reparadora, pues interpretado el
derecho fundamental vulnerado a la luz de las decisiones de la
Corte, queda optimizada la posibilidad de dispensársele una ade-
cuada y eficaz protección; y, b) preventiva, pues mediante su ob-
servancia se evitan las nefastas consecuencias institucionales que
acarrean las sentencias condenatorias de la CIDH, de las que, la-
mentablemente, nuestro Estado conoce en demasía. Es deber de
este Tribunal y, en general, de todo poder público, evitar que este
negativo fenómeno se reitere.
14. En suma, por imperio del canon constitucional que es de-
ber de este Colegiado proteger, se deriva un deber adicional
para todos los poderes públicos; a saber, la obligatoria obser-
vancia tanto de los tratados sobre derechos humanos ratifica-
dos por el Perú, como de la interpretación de ellos realizada en
todo proceso por los tribunales internacionales constituidos se-
gún tratados de los que el Perú es parte.
4.2. La cooperación entre los tribunales internos
y los tribunales internacionales
15. Lo expuesto, desde luego, no alude a una relación de jerar-
quización formalizada entre los tribunales internaciones de de-
rechos humanos y los tribunales internos, sino a una relación de
cooperación en la interpretación pro homine de los derechos fun-
damentales. No puede olvidarse que el artículo 29.b de la Con-
vención proscribe a todo tribunal, incluyendo a la propia Corte,
“limitar el goce y ejercicio de cualquier derecho o libertad que
pueda estar reconocido de acuerdo con las leyes de cualquiera de
los Estados partes o de acuerdo con otra convención en que sea
parte uno de dichos Estados”. Ello significa, por ejemplo, que los
derechos reconocidos en el ordenamiento interno y la interpreta-

285
EFECTOS DE DECISIONES DE ORGANISMOS INTERNACIONALES

ción optimizadora que de ellos realice la jurisprudencia de este


Tribunal, también es observada por la Corte.
Como bien señala Cecilia Medina

...las fuentes del derecho internacional se influyen recíprocamente, y


éstas, a su vez, influyen y son influidas por las fuentes domésticas...
La interpretación de las normas internacionales también puede be-
neficiarse de la jurisprudencia que se genere sobre el punto en los
países parte del sistema, puesto que la aplicación de normas domés-
ticas a casos particulares también puede dar alcance y contenido
más precisos a las normas de derechos humanos. Mirando esto des-
de otro ángulo, el juez nacional, al interpretar una norma de dere-
chos humanos nacional, también debe tener en consideración las
normas internacionales y la jurisprudencia internacional.

Los derechos reconocidos en los tratados sobre derechos huma-


nos y su respectiva interpretación por los tribunales internacio-
nes, son, por así decirlo, un punto de partida, un referente “míni-
mo indispensable”, en cuyo desarrollo se encuentra expedita la
facultad de los Estados de ampliar su ámbito normativo, sea su-
mando derechos “nuevos” inspirados en la dignidad humana, o
acompañando a los ya previstos de manifestaciones que impli-
quen una garantía adicional en su eficacia, esto es, en la proyec-
ción del derecho jurídicamente reconocido a la realidad concreta.

§5. ¿Es la Ley No. 28642 aplicable al presente caso?


16. Si bien en la primera instancia de este proceso la demanda
fue considerada procedente, en segunda instancia, la Sala Mixta
Vacacional de Lambayeque, en mayoría, la declaró improcedente.
Luego de citar diversa jurisprudencia de este Tribunal (funda-
mentalmente, las SSTC 2366-2003-AA y 2409-2002-AA), la Sala
ha señalado que el criterio de este Colegiado ha generado

...una interpretación en orden a una más razonable adecuación so-


cial y haciendo manifiesto espacio jurisprudencial a favor de la mu-
tación constitucional con el fin de preservar el necesario control
constitucional de las resoluciones del ente electoral de tal manera
que, en ejercicio de su potestad constitucional como máxima instancia

286
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PERÚ

en materia de justicia electoral, la necesaria provisión de estabilidad


de sus decisiones no colisione ni niegue la vigencia de otros derechos
y libertades del mismo nivel constitucional.

Sin embargo, paradójicamente, luego de hacer alusión a la Ley


No. 28642, publicada el 8 de diciembre de 2005 en el diario oficial
El Peruano, la Sala concluye que

...en el nuevo contexto procesal generado por [dicha ley] cuya aplica-
ción al caso sub-júdice, resulta autorizada por la segunda disposición
final del Código Procesal Constitucional..., este Colegiado advierte
que la demanda constitucional ha devenido —inevitablemente— in-
viable por expresa prohibición legal... (sic).

17. El Artículo Único de la Ley No. 28642, modifica el artículo


5.8 del CPConst, disponiendo lo siguiente:

Artículo 5. No proceden los procesos constitucionales:...


8) Se cuestionen las resoluciones del JNE en materias electorales,
de referéndum, o de otro tipo de consultas populares, bajo responsabi-
lidad.
Resoluciones en contrario de cualquier autoridad, no surten efecto
legal alguno.
La materia electoral comprende los temas previstos en las leyes
electorales y aquellos que conoce el Jurado Nacional de Elecciones en
instancia definitiva.

18. De esta manera, habiendo convenido en que la interpreta-


ción adecuada para la protección de los derechos fundamentales
era la adoptada por este Tribunal, y la que, ciertamente, deriva
del artículo 25 de la Convención y la interpretación de éste reali-
zada por la CIDH, la Sala Mixta Vacacional de Lambayeque con-
sidera la expedición de una ley —a su criterio, aplicable al aca-
so— como mérito suficiente para declarar la improcedencia de la
demanda.
19. A criterio de este Tribunal, al considerar aplicable la referi-
da ley al caso, la Sala debió tener presente, cuando menos, lo si-
guiente:

287
EFECTOS DE DECISIONES DE ORGANISMOS INTERNACIONALES

a) La procedencia de las demandas de amparo contra las reso-


luciones del JNE que violen derechos fundamentales no de-
riva de lo que una norma infraconstitucional pueda deter-
minar, sino de una adecuada interpretación de la propia
Constitución del Estado.
b) Cuando el artículo 138 de la Constitución dispone que “de
existir una incompatibilidad entre una norma constitucional
y una norma legal, los jueces prefieren la primera”, no otor-
ga una facultad a la judicatura, sino que le impone un deber,
de modo tal que su fidelidad a la ley se desvanece cuando
ésta resulta contraria a los principios, valores y/o derechos
constitucionales.
c) Entre el Poder Legislativo y el Poder Jurisdiccional no existe
una relación de jerarquía a favor del primero; se trata de dos
poderes de idéntico rango, con competencias separadas pero
complementarias, al servicio de la Constitución; una inter-
pretación distinta haría sucumbir el principio de supremacía
constitucional, reinstitucionalizando el de soberanía parla-
mentaria, y negando, en consecuencia, los fundamentos mis-
mos del Estado constitucional.

Por ello, si la Sala no sólo consideraba aplicable al caso la Ley


No. 28642, sino también acorde con la Constitución la interpreta-
ción conforme a la cual las resoluciones del JNE que violen los de-
rechos fundamentales son revisables a través del proceso de am-
paro, la que además se encontraba ratificada por este supremo
intérprete de la Constitución, no existe explicación razonable
para que haya supeditado su decisión a la previsión contraria
contenida en la ley.
Teniendo en cuenta su propia fundamentación, se advierte
que la Sala ha incurrido en una flagrante inobservancia del po-
der-deber que le otorga el artículo 138 de la Constitución, con-
siderándose, a sí misma, tal como lo entendió Montesquieu
hace más de 250 años, como un poder nulo frente a los manda-
tos del Legislativo.
20. Sin embargo, este Tribunal considera pertinente pregun-
tarse si acaso, tal como en su momento lo entendió la Sala Mix-

288
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PERÚ

ta Vacacional de Lambayeque, la susodicha ley resulta aplica-


ble al caso. El asunto no es inocuo, pues sólo una respuesta
afirmativa permitiría a este Tribunal ocuparse, en vía de con-
trol difuso, de su validez constitucional.
En efecto, tal como tiene establecido este Colegiado, el ejerci-
cio del control difuso de la constitucionalidad de las normas no
es un acto simple, y que uno de sus requisitos es que la norma a
inaplicarse tenga una relación directa, principal e indisoluble
para la resolución del caso, es decir, que ella sea relevante en la
resolución de la controversia, sea en el análisis de procedencia,
sea en el de fondo.
Determinar, pues, si una norma es o no aplicable a un caso
concreto, no es sinónimo de valorar su constitucionalidad, sino
tan sólo uno de los requisitos para que dicha valoración pueda
tener lugar.
21. El Tribunal Constitucional considera que la Ley No.
28642, no es aplicable al caso de autos. En efecto, el artículo
139 3 de la Constitución ha reconocido el derecho de toda per-
sona a no ser sometida a procedimiento distinto de los previa-
mente establecidos. Dicho precepto reconoce un derecho subjeti-
vo a lo que podría denominarse una “razonable inmutabilidad de
las reglas procedimentales”, en salvaguarda de la expectativa
formada por el justiciable al inicio del proceso.
La materialización de este derecho se verifica ante la satis-
facción de los presupuestos procesales positivizados en la legis-
lación procesal al momento de la presentación de la demanda,
de forma tal que, verificado su cumplimiento, la modificación
irrazonable y desproporcionada que en detrimento del acceso al
proceso pudieran sufrir con posterioridad las reglas de compe-
tencia, no alcanzará a aquellas personas que se encuentren
comprendidas en procesos en trámite.
22. Cuando el recurrente presentó la demanda, el primigenio
artículo 5.8 del CPConst reconocía expresamente la proceden-
cia de las demandas de amparo contra las resoluciones del JNE
que violen la tutela procesal efectiva, entendida por su artículo
4o. como:

289
EFECTOS DE DECISIONES DE ORGANISMOS INTERNACIONALES

...aquella situación jurídica de una persona en la que se respetan,


de modo enunciativo, sus derechos de libre acceso al órgano juris-
diccional, a probar, de defensa, al contradictorio e igualdad sustan-
cial en el proceso, a no ser desviado de la jurisdicción predetermi-
nada ni sometido a procedimientos distintos de los previstos por la
ley, a la obtención de una resolución fundada en derecho, a acceder
a los medios impugnatorios regulados, a la imposibilidad de revivir
procesos fenecidos, a la actuación adecuada y temporalmente opor-
tuna de las resoluciones judiciales y a la observancia del principio
de legalidad procesal penal.

23. Así las cosas, la variación de una regla de procedencia di-


rigida a proscribir de modo absoluto la procedencia de las de-
mandas de amparo contra las resoluciones del JNE, resultaba
manifiestamente restrictiva con relación a los presupuestos
procesales existentes al momento del inicio de la causa, por lo
que su posterior variación no resulta aplicable a este proceso.
Cabe señalar que una interpretación contraria no sólo afec-
taría los derechos fundamentales del recurrente al procedi-
miento predeterminado por la ley y de acceso a la justicia, como
manifestación implícita de la tutela jurisdiccional efectiva (ar-
tículo 139.3 de la Constitución), sino que también atentaría
contra el artículo 103 de la Constitución.
En efecto, la aplicación de la Ley No. 28642 a hechos que ha-
bían quedado agotados mientras se encontraba vigente la nor-
mativa precedente, a saber, el cumplimiento de los presupuestos
procesales por ella previstos, supondría su aplicación retroacti-
va, violándose el aludido precepto de la norma fundamental.
24. Debe tenerse en cuenta que la Ley No. 28642 incide sobre
las reglas de competencia del juez constitucional por razón de
la materia, pues pretende excluir de su conocimiento los asun-
tos relacionados con las resoluciones del JNE. No obstante, in-
cluso desde este punto de vista, la norma no sería aplicable al
caso, pues, por mandato de la Segunda Disposición Final y
Transitoria del CPConst, los procesos en trámite continúan ri-
giéndose por la norma anterior en todo lo referido a las reglas
de competencia.

290
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PERÚ

25. Por todo lo dicho, ante el incumplimiento de uno de los


requisitos para ejercer el control difuso (la aplicabilidad de la
norma al caso), el Tribunal Constitucional no ingresa aquí a
pronunciarse sobre la constitucionalidad de la Ley No. 28642.
A esta causa sólo es aplicable el artículo 5.8 del CPConst. antes
de su modificación, el cual resulta plenamente compatible con
la Constitución…

IV. ANÁLISIS DE FONDO

§7. Análisis de constitucionalidad


de la Resolución 156-2005-JNE
36. Sin embargo, el argumento medular por el que se solicita
que se declare la nulidad de la Resolución 156-2005-JNE con-
siste en señalar que ella se habría expedido mientras el proceso
penal seguido al demandante por la supuesta comisión del deli-
to de desacato y resistencia a la autoridad todavía se encontra-
ba en trámite. En otras palabras, el demandante refiere que la
causal prevista en el artículo 22.6 de la LOM, no se había veri-
ficado en la fecha en la que el JNE emitió la resolución que lo
vacó en el cargo de alcalde.

7.1. La causal de vacancia prevista en el artículo


22.6 de la LOM en perspectiva constitucional

37. El artículo 22.6 de la LOM, dispone:

El cargo de alcalde o regidor se declara vacante por el concejo munici-


pal, en los siguientes casos:...
6. Sentencia judicial emitida en última instancia por delito doloso.

Resulta evidente que cuando el referido artículo se refiere a


una “sentencia judicial emitida en última instancia”, alude a la
existencia de una sentencia firme, es decir, no susceptible de ser
revisada por ninguna instancia superior; en suma, a una senten-
cia que haya puesto fin al proceso penal y que, por tal motivo,

291
EFECTOS DE DECISIONES DE ORGANISMOS INTERNACIONALES

haya adquirido calidad de cosa juzgada. Una interpretación con-


traria supondría sostener que una persona podría ser despojada
del cargo asumido por decisión de la voluntad popular, por la
existencia de una supuesta responsabilidad penal, sin que ésta
haya sido determinada judicialmente mediante una sentencia de-
finitiva, es decir, sin que su derecho fundamental a la presunción
de inocencia haya sido plenamente enervada, lo que desde luego
no sólo daría lugar a la vulneración del artículo 2.24 e) de la
Constitución, en cuanto prevé que toda persona es considerada
inocente mientras no se haya declarado judicialmente su respon-
sabilidad, sino también de los derechos fundamentales a partici-
par en la vida política de la nación (artículo 2.17) y a ser elegido
representante (artículo 31). Y es que este Tribunal considera
que el contenido constitucionalmente protegido del derecho a
ser elegido no agota su virtualidad en el acto mismo de vota-
ción, sino que se proyecta durante todo el mandato, de modo tal
que el impedimento o restricción de su ejercicio, fuera de las
causas previstas en la Constitución o en las normas legales
compatibles con ella, suponen también una afectación del dere-
cho y, consecuentemente, ingresa dentro de los alcances del ar-
tículo 31, in fine, de la Constitución, conforme al cual “Es nulo
y punible todo acto que prohíba o limite al ciudadano el ejerci-
cio de sus derechos”.
38. A efectos de analizar si la Resolución 156-2005-JNE ha vio-
lado estos derechos fundamentales, este Tribunal estima imperio-
so realizar una mención de los hechos relevantes que han sido
acreditados en esta causa, tanto de aquellos que tuvieron lugar
durante el proceso penal seguido contra el demandante por la su-
puesta comisión del delito de desacato y resistencia a la autori-
dad, como de aquellos acaecidos durante el procedimiento de va-
cancia seguido ante el JNE…

7.3 ¿Es válida constitucionalmente la Resolución


No. 156-2005-JNE?

50. En las consideraciones que sirven de sustento a la Reso-


lución No. 156-2005-JNE, el JNE señaló lo siguiente:
292
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PERÚ

...de acuerdo a lo informado por la Corte Superior de Justicia de


Lambayeque, el Décimo Cuarto Juzgado Penal de Chiclayo por
sentencia de 28 de septiembre de 2004, condenó a Arturo Castillo
Chirinos como autor del delito contra la Administración Pública en
su figura de Desobediencia y Resistencia a la autoridad, en agravio
del Estado — Quinto Juzgado Especializado Civil de Chiclayo, im-
poniéndole dos años de pena privativa de libertad suspendida con-
dicionalmente en su ejecución, por el período de prueba de dos
años, e inhabilitación por igual tiempo de la condena en el ejercicio
de su función pública; y apelada dicha sentencia, el Tribunal Uni-
personal doctor Lara Benavides, con resolución de fecha 16 de di-
ciembre de 2004 la confirmó en parte, revocándola en cuanto impo-
ne la pena accesoria de inhabilitación... Que, de acuerdo con el
artículo 9 del Decreto Legislativo No. 124, el recurso de nulidad es
improcedente en los procesos sumarios, por lo que el recurso de
queja por denegatoria de nulidad no suspende los efectos de la sen-
tencia, lo que se encuentra corroborado con lo dispuesto por el ar-
tículo 293 del Código de Procedimientos Penales que señala que el
recurso de nulidad no impide que se cumpla la sentencia expedida
por el Tribunal... Que en ese sentido, este Jurado... considera confi-
gurada la causal de vacancia prevista en el inciso 6) del artículo 22
de la Ley 27972, referida a la existencia de sentencia condenatoria
emitida en última instancia por delito doloso... (sic)

51. De esta manera, se aprecia cómo el JNE, al hacer alusión


al informe remitido por la Presidencia de la Corte Superior de
Justicia de Lambayeque sobre el estado del proceso penal seguido
contra el recurrente, se limita a mencionar las sentencias dicta-
das en su contra, pero no alude a la tramitación del incidente de
recusación seguido contra el vocal Lara Benavides, ni tampoco al
procedimiento de queja por denegatoria del recurso de nulidad
contra la sentencia, que por orden de la propia Corte Suprema se
encontraba en trámite.
Tal como se advierte del informe remitido, en la fecha en que
el JNE emitió la Resolución No. 156-2005-JNE tenía pleno cono-
cimiento de que el vocal Lara Benavides emitió la sentencia con-
denatoria sin que se hubiese resuelto el incidente de recusación
planteado en su contra; que la resolución que había declarado
inadmisible la recusación había sido declarada nula por la Corte

293
EFECTOS DE DECISIONES DE ORGANISMOS INTERNACIONALES

Suprema de Justicia; que ésta había ordenado la tramitación re-


gular del incidente recusatorio y que la propia Corte Suprema
había admitido el recurso de queja planteado contra la referida
sentencia penal; encontrándose, por ende, expedita la posibili-
dad de que dicha Corte declarara la nulidad de la sentencia con-
denatoria.
En suma, tenía conocimiento de que la sentencia dictada por
el vocal Lara Benavides de ningún modo podía ser considerada
como una sentencia con calidad de cosa juzgada, por el sencillo
motivo de que el proceso penal en el que había sido expedida
aún se encontraba en trámite ante la Corte Suprema de Justi-
cia. A pesar de ello, decidió vacar al demandante en el cargo de
alcalde del Concejo Provincial de Chiclayo.
52. Derivar la sanción de vacancia en el cargo al que se ha
accedido por voluntad popular, de una sentencia penal que no
ha sido dictada en última y definitiva instancia, es decir, que
carece de la autoridad de cosa juzgada, supone una flagrante
violación del derecho fundamental a la presunción de inocen-
cia, previsto en el artículo 2.24 e) de la Constitución, así como
de los derechos fundamentales a participar en la vida política
del país y a ser elegido representante, reconocidos en los ar-
tículos 2o. 17 y 31 de la Constitución, respectivamente…
59. En definitiva, el Tribunal Constitucional considera nula la
Resolución No. 156-2005-JNE, pues, al emitirla, el JNE ha actua-
do fuera de las competencias que la Constitución le reserva en su
artículo 178, ocupándose de una materia distinta a la electoral,
por avocarse a causas pendientes ante el órgano jurisdiccional; di-
cha resolución está viciada de nulidad también por ser violatoria
del principio de presunción de inocencia (artículo 2.24 e) y, a for-
tiori, por afectar los derechos fundamentales del recurrente a
participar en la vida política del país (artículo 2.17) y a ser elegi-
do representante (artículo 31).

294
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PERÚ

§8. La tramitación del proceso penal seguido


contra el recurrente, luego de la expedición
de la Resolución No. 156-2005-JNE
60. Luego de haber considerado que el recurso de queja in-
terpuesto por el recurrente por denegatoria del recurso de nuli-
dad cumplía con los requisitos previstos en el artículo 297.3 del
CPP, y haber ordenado a la Tercera Sala Especializada Penal
de la Corte Superior de Justicia de Lambayeque elevar el cua-
derno de queja (resolución de fecha 25 de abril de 2005), con fe-
cha 10 de junio de 2005, la Primera Sala Penal de la Corte Su-
prema de la República declaró fundada la queja de derecho
planteada por el recurrente y, en consecuencia, ordenó a la Ter-
cera Sala Especializada Penal de la Corte Superior de Justicia
de Lambayeque que conceda el recurso de nulidad interpuesto
contra la sentencia dictada por el vocal Lara Benavides, el cual
fue estimado por la referida Corte el 4 de octubre de 2005, de-
clarándose nula la sentencia condenatoria emitida por el vocal
Lara Benavides.
El fundamento medular por el que la Corte Suprema de la
República resolvió dejar sin efecto la sentencia penal de segun-
da instancia, es el siguiente:

...se advierte que en la emisión de la resolución de vista... se ha in-


currido en causal de nulidad; toda vez que se ha dictado sentencia
no obstante a que el miembro del Tribunal Unipersonal emisor
vocal superior Pedro Napoleón Lara Benavides, se encontraba re-
cusado..., y si bien el citado Tribunal Unipersonal declaró inadmi-
sible dicho mecanismo procesal... no es menos cierto que tal resolu-
ción había sido impugnada por el procesado Castillo Chirinos;...
siendo así no se contaba con una resolución firme que decida si el
referido magistrado debía seguir conociendo la presente causa, y
por tanto si estaba posibilitado de emitir la resolución elevada en
grado; aunado a ello se debe precisar que éste Supremo Tribunal al
conocer la impugnación antes citada, emitió la Ejecutoria Suprema
de fecha dieciséis de febrero del dos mil cinco... donde se resolvió
declarar Nula la resolución que declara Inadmisible la recusación
a que se hace referencia y Dispusieron que la Tercera Sala Penal de
trámite a la recusación, ordenando se conforme el cuaderno princi-

295
EFECTOS DE DECISIONES DE ORGANISMOS INTERNACIONALES

pal de su propósito; por tanto se ha vulnerado lo señalado, en el in-


ciso segundo último párrafo del artículo treintitrés del Código de
Procedimientos Penales... que prevé que... en todo caso, el juez de-
berá abstenerse de expedir cualquier resolución que ponga fin a la
instancia o proceso...

61. El referido artículo 33.2 del CPP, en la parte citada por


la Corte Suprema de la República, concretiza el derecho funda-
mental a un juez imparcial, como manifestación del derecho
fundamental al debido proceso, contenido en el artículo 139.3
de la Constitución, y reconocido en el artículo 8.1 de la Conven-
ción Americana. En efecto, las causales de recusación previstas
en el artículo 29 del CPP aluden a factores que ponen en tela
de juicio la imparcialidad del juez con relación a la causa, por
lo que, deducida alguna de ellas por parte de los justiciables, el
juez se encuentra impedido, cuando menos, de emitir resolucio-
nes que pongan fin a la instancia o al proceso. Incluso, tal como
lo ha previsto el artículo 33.3 del CCP, la Sala Penal Superior,
a instancia de parte, por razones fundadas, puede disponer por
medio de un auto y en supuestos razonablemente graves, que el
juez recusado suspenda temporalmente toda actividad procesal
o se limite al cumplimiento de actos urgentes.
62. En consecuencia, un juez recusado no puede expedir una
sentencia penal condenatoria mientras no se haya resuelto el
incidente de recusación en forma definitiva, so pena de vulne-
rar el derecho fundamental a un juez imparcial. Así lo advirtió
la Corte Suprema en el caso de autos. No lo hizo, sin embargo,
el JNE. De haberlo hecho, no sólo habría reconocido como legíti-
mo el hecho de que la Corte Suprema haya ordenado la tramita-
ción del recurso de queja planteado por el recurrente, sino que
habría podido vislumbrar la declaración de nulidad de la que iba
a ser objeto la sentencia penal dictada en su contra.
63. Este Colegiado debe recordar que en el Estado social y
democrático de derecho, la preservación de la constitucionali-
dad del ordenamiento y de los actos de todo poder, no es una
tarea que, de manera exclusiva, le competa a este Tribunal,
sino que la comparten, in suo ordine, todos los poderes públi-
cos, incluyendo, desde luego, al JNE.
296
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PERÚ

§9. Sobre los derechos fundamentales a elegir


representantes y a la identidad

9.1. Alegaciones del demandante


64. Mediante escrito presentado el 18 de abril de 2006,
obrante en el cuadernillo formado en esta instancia, el deman-
dante expuso ante este Tribunal, que el Registro Nacional de
Identificación y Estado Civil (RENIEC) había procedido a ex-
cluirlo del Padrón Electoral y a cancelar definitivamente la ins-
cripción de su Documento Nacional de Identidad (DNI), como
consecuencia de un pedido formulado por el JNE, en el que se
señalaba que se encontraba inhabilitado por el Poder Judicial
al haber sido pasivo de pena privativa de libertad.
El demandante refiere que este hecho había afectado su dere-
cho fundamental a elegir representantes, reconocido en el artículo
31 de la Constitución, pues en las elecciones presidenciales y con-
gresales del 9 de abril último se le había impedido ejercer el voto,
por no encontrarse inscrito en el Padrón Electoral.
65. Atendiendo a la gravedad de la alegación, y en salva-
guarda de los fines de los procesos constitucionales, a saber,
garantizar la supremacía de la Constitución y la plena vigencia
de los derechos fundamentales (artículo II del Título Prelimi-
nar del CPConst), este Tribunal emitió sendas resoluciones de
fecha 8 de mayo de 2006, obrantes en el cuadernillo formado en
esta sede, disponiendo que se solicite, tanto al RENIEC como al
JNE, la información necesaria que permita dilucidar los hechos
materia de acusación. En concreto, al JNE se le solicitó que re-
mita copia certificada del Oficio No. 0175-2006-SG/JNE, me-
diante el cual, supuestamente, había ordenado la exclusión del
recurrente del Padrón Electoral, así como que señale las razo-
nes que, a su criterio, justificaron su emisión.

9.2. Hechos probados

66. Tal como queda acreditado con el Oficio No. 2062-SG/JNE,


presentado con fecha 24 de mayo de 2006, obrante en el cuaderni-

297
EFECTOS DE DECISIONES DE ORGANISMOS INTERNACIONALES

llo formado en esta instancia, la entidad electoral remitió el Oficio


No. 0175-2006-SG/JNE, pero optó por guardar silencio con rela-
ción a las razones que lo justificaron.
67. Mediante Oficio No. 428-2006-SGEN/RENIEC, presenta-
do el 26 de mayo de 2006, el secretario general del RENIEC re-
mitió a este Colegiado la información respectiva. En ella obra
el Informe No. 000315-2006/SGDAR/RENIEC, en que se con-
signa lo siguiente:

...El 18.01.2006 mediante OFICIO No. 0175-2006-SG/JNE, el Jura-


do Nacional de Elecciones remitió la relación de ciudadanos inhabi-
litados por el Poder Judicial a fin de que se proceda a la depuración
del Padrón Electoral a utilizarse en las Elecciones Generales del 9
de abril de 2006.
...El 18.01.2006 el área de habilitaciones y cancelaciones proce-
dió a la cancelación de la inscripción No. 16401455, por “Pena Pri-
vativa”, en mérito al documento indicado en el párrafo precedente,
en cuya relación se encuentra el ciudadano Arturo CASTILLO
CHIRINOS, razón por la cual no aparece en el Padrón Electoral
anteriormente indicado...

68. En efecto, mediante Oficio No. 0175-2006-SG/JNE, pre-


sentado el 18 de enero de 2006, obrante en la información remi-
tida tanto por el JNE como por el RENIEC, el JNE comunicó al
RENIEC lo siguiente:

El Jurado Nacional de Elecciones en su labor de fiscalización ha


llevado a cabo diversas tareas que le han permitido verificar la in-
tegridad de datos del padrón electoral, así como también, contras-
tar su contenido con las fuentes que inciden en su actualización,
siempre con miras al mejor desarrollo del proceso electoral 2006.
Invocando al espíritu de cooperación existente entre nuestras
instituciones y en el contexto de la estrecha relación de coordina-
ción que caracteriza a ambos organismos electorales, le agradeceré
se sirva disponer, se proceda a la depuración de los ciudadanos fa-
llecidos e inhabilitados por el Poder Judicial, cuya relación se ad-
junta al presente.

298
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PERÚ

A dicho Oficio, el JNE adjuntó un informe en cuya página 3


de su anexo 12 se incluía el nombre y número de DNI del de-
mandante como ciudadano inhabilitado por el Poder Judicial,
por la imposición de una supuesta pena privativa de libertad.
69. Dicha situación se mantuvo hasta el 9 de abril de 2006,
fecha de las elecciones presidenciales y congresales, en las que,
según consta en la “Constancia de la Asistencia a Sufragar” ad-
juntada por el recurrente a su escrito de fecha 18 de abril de
2006, obrante en el presente cuadernillo, el demandante se en-
contró impedido de ejercer su derecho de voto por “no aparecer
en el padrón de electores”.

9.3. Análisis de constitucionalidad

70. Aunque a la fecha dicha situación ha sido subsanada por


el RENIEC al haber declarado fundado el recurso de reconside-
ración presentado por el demandante y dispuesto la habilita-
ción de su inscripción, la nueva inconstitucionalidad en la que
ha incurrido el JNE es patente.
71. Ha quedado acreditado que al remitir el Oficio No.
0175-2006-SG/JNE al RENIEC (18 de enero de 2006), el JNE
no sólo tenía conocimiento pleno de que el proceso penal segui-
do contra el demandante aún se encontraba en trámite, sino
también de que la sentencia dictada por el vocal Lara Benavi-
des había sido declarada nula y que, consecuentemente, no
existía ninguna sentencia penal con autoridad de cosa juzgada
que hubiese condenado al recurrente a pena privativa de
libertad.
72. De esta manera, la inclusión del nombre del recurrente
entre las personas que debían ser excluidas del Padrón Electo-
ral no sólo violó su derecho fundamental a la presunción de
inocencia, sino que afectó su derecho a elegir, reconocido en el
artículo 31 de la Constitución, impidiéndole ejercer el voto en
las elecciones celebradas el 9 de abril último.
73. Por otra parte, del análisis del Informe No. 000315-2006
/SGDAR/RENIEC y de la Carta No. 883 -2006/SGDAR/RENIEC
dirigida al demandante, obrantes en la información remitida por
299
EFECTOS DE DECISIONES DE ORGANISMOS INTERNACIONALES

el RENIEC, se aprecia que ante el Oficio remitido por el JNE, el


RENIEC no sólo procedió a excluirlo del Padrón Electoral, sino
que canceló su inscripción en el Registro Único de Identificación
de Personas Naturales.
74. Sobre el particular, este Tribunal considera preciso ad-
vertir que cuando el artículo 33 de la Constitución dispone que
ante el dictado de una pena privativa de libertad, puede quedar
suspendido el ejercicio de la ciudadanía, en primer lugar, alude
a sentencias firmes y, en segundo término, hace referencia, es-
trictamente, al ejercicio de los derechos políticos, pero en modo
alguno a la pérdida de identidad del ciudadano, derecho fun-
damental reconocido en el artículo 2.1 de la Constitución y ga-
rantizado instrumentalmente en el derecho a tener un Docu-
mento Nacional de Identidad con una numeración debidamente
inscrita.
Debe tenerse en cuenta que la pena de inhabilitación para el
ejercicio de los derechos políticos debe encontrarse expresa-
mente prevista en la sentencia condenatoria, de conformidad
con lo establecido por los incisos 1 y 3 del artículo 32 y 33 del
Código Penal.
75. De este modo, el Tribunal Constitucional exhorta al
RENIEC a adoptar las medidas necesarias que eviten que las
sentencias privativas de libertad firmes den lugar a la cancela-
ción de la inscripción de los Documentos Nacionales de Identi-
dad de los condenados en el Registro Único de Identificación de
Personas Naturales, pues ello atentaría contra su derecho fun-
damental a la identidad reconocido en el artículo 2.1 de la
Constitución, sin perjuicio de que, en caso corresponda, se pro-
ceda a la cancelación de su inscripción en el Padrón Electoral.

300
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PERÚ

V. CONSIDERACIONES CON RELACIÓN


A LOS SUCESOS ACONTECIDOS DURANTE
LA TRAMITACIÓN DE ESTE PROCESO

§10. Sobre la medida cautelar dictada

76. Admitida la demanda de autos, el demandante solicitó


medida cautelar innovativa, peticionando que se deje temporal-
mente sin efecto la Resolución No. 156-2005-JNE y se ordene al
JNE que lo reponga en el cargo de alcalde del Concejo Provin-
cial de Chiclayo, expidiendo la resolución correspondiente, en
tanto se resuelva en definitiva el proceso principal.

10.1. Hechos probados

77. Al considerar cumplidos los requisitos previstos por el ar-


tículo 15 del CPConst (apariencia del derecho, peligro en la de-
mora y que el pedido cautelar sea adecuado para garantizar la
eficacia de la pretensión), la medida fue concedida por el juez
del Cuarto Juzgado Civil de Chiclayo, doctor Héctor Conteña
Vizcarra, mediante Resolución No. 4, de fecha 15 de julio de
2005, notificada el 3 de agosto del mismo año. Las principales
consideraciones de la resolución fueron las siguientes:

...El artículo 9o. del Decreto Legislativo 124 (Proceso Penal Suma-
rio) efectivamente señala que el recurso de nulidad es improceden-
te en los casos sujetos al procedimiento sumario; sin embargo tal
posibilidad no es absoluta, pues el artículo 297 del Código de Pro-
cedimientos Penales, modificado por el Decreto Legislativo 959, es-
tablece la posibilidad de acceder al recurso de nulidad (vía recurso
de queja excepcional) cuando se evidencia que la sentencia o el pro-
cedimiento en la que se emitió vulneran normas constitucionales o
normas con rango de ley que deriven directamente de aquellas,
siendo que si se ampara dicho recurso de queja, la Corte Suprema
ordenará la concesión del recurso de nulidad; situación que ha ocu-
rrido en el caso en análisis... habiendo ordenado la Primera Sala
Penal Transitoria de la Corte Suprema de la República que se con-
ceda recurso de nulidad contra la sentencia que impone pena pri-

301
EFECTOS DE DECISIONES DE ORGANISMOS INTERNACIONALES

vativa de libertad al solicitante;... estando a ello, siendo que a la fe-


cha se encuentra en trámite el recurso de nulidad concedido contra
la sentencia condenatoria de segunda instancia... no se cumple con
el presupuesto establecido por el artículo 22º 6 de la Ley 27972...
[E]l sólo hecho de encontrarse pendiente de resolver el recurso de
nulidad (y en su momento el de queja excepcional) hace que la fir-
meza de lo decidido por la instancia primera o segunda esté condi-
cionada a los que en definitiva resuelva el superior;... Es también
de resaltar que la Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Su-
prema de la República ha dispuesto que se dé trámite a la recusa-
ción interpuesta contra el Vocal Superior Doctor Pedro Lara Bena-
vides... Vocal que fue el que expidió, como Tribunal Unipersonal, la
sentencia de segunda instancia..., apreciándose... que al diecisiete
de Mayo del dos mil cinco, dicho incidente estaba aún por resolver-
se; situación que tampoco ha sido tomada en cuenta ni evaluada
por la entidad demandada al resolver, no obstante que solicitó in-
forme a la Corte Superior de Justicia de Lambayeque...

En consecuencia, hace aproximadamente un año, por funda-


mentos sustancialmente análogos a los sostenidos ahora por
este Tribunal, el Cuarto Juzgado Civil de Chiclayo advirtió la
inconstitucionalidad en la que había incurrido el JNE, por lo
que, atendiendo a los fines del proceso constitucional (artículo
II del Título Preliminar CPConst) y a las facultades previstas
en el artículo 15 del CPConst, dispuso la suspensión de los
efectos de la Resolución No. 156-2005-JNE…
84. El JNE no cumplió en ningún momento con lo ordenado
por el Cuarto Juzgado Civil de Chiclayo en el incidente caute-
lar. Por el contrario, mediante Resolución No. 197-2005-JNE,
de fecha 22 de julio de 2005, considerando —a su criterio— que
las resoluciones del JNE no pueden ser anuladas ni corregidas
por ningún otro poder del Estado (sic), resolvió autorizar a su
procurador

...a fin que interponga las acciones legales a que hubiere lugar con
respecto a la mencionada acción de amparo (medida cautelar), ade-
más de denunciar penalmente al señor magistrado Héctor Conteña
Vizcarra, Juez del Cuarto Juzgado Especializado en lo Civil de Chi-
clayo, por los delitos de Prevaricato y Abuso de Autoridad o los que
sean pertinentes, así como la denuncia respectiva ante el Consejo
302
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PERÚ

Nacional de la Magistratura, la Oficina de Control de la Magistra-


tura y otros organismos que sean necesarios para la defensa de los
intereses del JNE, por los hechos descritos en la parte considerati-
va de la de la presente resolución.

10.2. Análisis de constitucionalidad


85. Dada su trascendencia en el aseguramiento provisional
de los efectos de la decisión jurisdiccional definitiva, en la neu-
tralización de los perjuicios irreparables que se podrían ocasio-
nar por la duración del proceso y, sobre todo, en hacer efectiva
la tutela, el derecho a la tutela cautelar se constituye en una
manifestación implícita del derecho a la tutela jurisdiccional
“efectiva” consagrado en el artículo 139.3 de la Constitución.
No existiría tutela jurisdiccional, ni Estado social y democráti-
co de derecho, si una vez resuelto un caso por la autoridad
judicial, resultase de imposible cumplimiento la decisión que
ésta adopte.
86. La finalidad de la medida cautelar es, principalmente,
garantizar la efectiva tutela de una pretensión principal que
tiene apariencia de encontrarse protegida por el derecho (fumus
boni iuris), mediante una medida idónea (adecuación), para
evitar el peligro que puede significar la demora en la tramita-
ción del respectivo proceso (periculum in mora) (artículo 15 del
CPConst).
87. Por ello, el artículo 15 del CPConst, ha determinado que,
en caso de que así lo determine la judicatura, el recurso de ape-
lación interpuesto contra una resolución que concede una medi-
da cautelar, se otorgará sin efecto suspensivo. De ello deriva un
deber constitucional de ejecutar lo decidido por la judicatura
desde el mismo instante en que se es notificado con la resolución
cautelar estimatoria.
En caso contrario, existirá una afectación al derecho funda-
mental a la ejecución de las resoluciones judiciales (artículo
139.2 de la Constitución) y, en definitiva, al derecho fundamen-
tal a la tutela jurisdiccional efectiva (artículo 139.3).
88. La conducta inconstitucional, o acaso —en palabras del
JNE— “impertinente”, no deriva de una resolución que al am-

303
EFECTOS DE DECISIONES DE ORGANISMOS INTERNACIONALES

paro de lo previsto en la Constitución y el CPConst, decide evi-


tar el riesgo de irreparabilidad en el daño constitucional adver-
tido, concediendo una medida cautelar, sino, por el contrario,
de la resistencia a cumplir con los mandatos dictados por la ju-
risdicción constitucional en salvaguarda de los derechos funda-
mentales.
89. En tal sentido, el Tribunal Constitucional considera que,
al no cumplir con la resolución cautelar dictada por el Cuarto
Juzgado Civil de Chiclayo, el JNE ha violado los incisos 2 y 3
del artículo 139 de la Constitución.

§11. La Resolución No. 1186-2006-JNE

11.1. Hechos probados

90. Se encuentra acreditado en autos que el proceso penal


No. 4498-2003-TSEP, seguido contra el demandante, culminó
mediante resolución de fecha 12 de mayo de 2006, a través de
la cual se declaró extinguida la acción penal, dándose por fene-
cido dicho proceso y ordenándose la cancelación de los antece-
dentes del encausado, así como el archivamiento definitivo de
la instrucción; esto es, ha quedado plenamente acreditado que
en contra del demandante no existe una sentencia penal con
calidad de cosa juzgada que sustente la decisión del JNE.

11.2. Sobre el contenido de la Resolución


No. 1186-2006-JNE

91. Luego de producida la vista de la causa, el JNE emitió la


Resolución No. 1186-2006-JNE, fechada el 26 de junio de 2006 y
publicada en el diario oficial El Peruano el 5 de julio del mismo
año; en ella, el JNE sostiene que la decisión adoptada respecto de
la vacancia del demandante se sustenta en la teoría de los hechos
cumplidos, pues existía una sentencia que no había sido revocada
y que había sido emitida en última instancia, por lo que:

304
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PERÚ

...el hecho que actualmente se haya emitido por el órgano jurisdiccio-


nal una resolución por la cual se declara extinguida la acción penal
por prescripción extintiva, no enerva el supuesto por el por el cual fue
vacado el solicitante: la emisión de una sentencia por delito doloso
que tenía plenos efectos a la fecha en que se emitió la Resolución No.
156-2005-JNE.

Además, refiere el JNE que una interpretación finalista del


artículo 22.6 de la Ley No. 27972 es que “...el propósito del legis-
lador, al crear esta norma, fue establecer como causal de vacan-
cia supuestos en los cuales quien ejerce el cargo de autoridad
municipal ve disminuida su legitimidad frente a la sociedad que
le corresponde gobernar”.
Agrega a ello que, según el artículo 33 de la Constitución, se
suspende el ejercicio de la ciudadanía por sentencia con pena
privativa de libertad, donde “...la autoridad municipal pierde
una de las condiciones para ejercer el cargo: la ciudadanía,
mientras dure la condena de pena privativa de libertad”.
92. Independientemente de los efectos de la errónea inter-
pretación de la teoría de los hechos cumplidos en temas de na-
turaleza procesal penal o incluso, penal, este Colegiado debe
destacar que el supuesto sobre el que se sustenta la decisión
del JNE ha quedado desvirtuado en autos, esto es, la existencia
de una resolución penal firme que impone una pena privativa
de libertad contra el demandante. Incluso —como ha quedado
dicho—, la sentencia que sirvió de sustento a la resolución im-
pugnada ha sido declarada nula por la jurisdicción ordinaria.
93. Por ello, tampoco resulta posible analizar la interpre-
tación “finalista” del artículo 22.6 de la Ley No. 27972, a la que
ha hecho referencia el JNE, puesto que para hacerlo, resulta
necesaria la existencia de una sentencia que sea firme o con
efectos de cosa juzgada, situación que no ocurre en autos; sobre
todo si se tiene que la sentencia a que permanentemente ha he-
cho referencia el JNE, no sólo fue anulada en la propia sede or-
dinaria por el máximo órgano de administración de justicia en
materia penal —el mismo que es distinto y diferente al JNE,
además de independiente e imparcial—, sino que, además, ha
significado que la Sala Penal competente para conocer del pro-

305
EFECTOS DE DECISIONES DE ORGANISMOS INTERNACIONALES

ceso penal haya declarado la prescripción de la acción penal


mediante resolución del 12 de mayo de 2006. De ello se puede
concluir, válidamente, que el demandante nunca contó con
condena definitiva, por lo que la causal de vacancia aplicada en
su caso, carece de sustento constitucional.
94. Finalmente, y en lo que concierne a la pretendida sus-
pensión de ciudadanía a que el JNE hace referencia, el Tribu-
nal Constitucional debe precisar lo siguiente:
a. Efectivamente, el artículo 33 de la Constitución establece ex-
presamente

Artículo 34. El ejercicio de la ciudadanía se suspende:


1. Por resolución judicial de interdicción.
2. Por sentencia con pena privativa de la libertad.
3. Por sentencia con inhabilitación de los derechos políticos.

b. Ello conlleva necesariamente —en cualquiera de los supues-


tos previstos en la norma constitucional—, la existencia de una
resolución judicial, firme y con la calidad de cosa juzgada, requisi-
to sine qua non para que los efectos derivados de ella puedan inci-
dir en la esfera de los derechos civiles y políticos; sin embargo,
como se ha demostrado durante el proceso, dicha sentencia es
inexistente en el presente caso, por las razones repetidamente ex-
puestas ut supra.
c. Además, y a mayor abundamiento, la suspensión del ejercicio
de la ciudadanía, en cualquiera de los supuestos previstos en el
precepto acotado, debe quedar expresamente dispuesta por el juez
competente, pues dada la dimensión de su efecto no puede pre-
tender derivarse o interpretarse del contenido de una sentencia;
lo contrario importaría una clara afectación de la garantía conte-
nida en el artículo 139º 2 de la Constitución.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional con la au-
toridad que le confiere la Constitución Política del Perú

Ha resuelto
1. Declarar improcedentes los recursos de apelación formulados
a fs. 181 y 381 de autos.
306
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PERÚ

2. Declarar fundada la demanda; en consecuencia, nula la


Resolución No. 156-2005-JNE, así como la de todo acto expe-
dido a su amparo, entre las que se encuentra la Resolución No.
1186-2006-JNE.
Publíquese y notifíquese.

307
INFLUENCIA DE LAS MEDIDAS PROVISIONALES
EN LOS PROCESOS JUDICIALES INTERNOS

Sinopsis: La Corte Suprema de la Nación Argentina se pronuncia


sobre una acción declarativa de certeza relativa a la situación de
personas privadas de libertad en la provincia de Mendoza. Quie-
nes la presentaron pretendían que el tribunal declarase que las
condiciones de detención en que se encuentran dichas personas
atenta sus derechos fundamentales. En virtud de las medidas dic-
tadas por la Comisión y la Corte Interamericanas de Derechos
Humanos sobre los hechos del caso, requerían que se estableciera
que el Estado nacional y el Estado provincial estaban obligados a
procurar la vigencia de tales derechos. Asimismo, solicitaron que
la Corte Suprema determinase el plazo máximo para el cumpli-
miento de las medidas referidas. El Tribunal decidió solicitar in-
formación a las autoridades federales y provinciales sobre los
actos realizados con posterioridad a las últimas resoluciones dic-
tadas en sede internacional.

Synopsis: The Supreme Court of Argentina issued a judgment to


clarify the rights of people deprived of their liberty in Mendoza.
Those who presented the case wanted the Supreme Court to declare
that the conditions of detention of the aforementioned persons viola-
ted their fundamental rights. Due to the provisional measures or-
dered by the Inter-American Commission and the Inter-American
Court on Human Rights regarding this situation, the claimants re-
quested the Supreme Court to find that both the national and local
governments are obligated to guarantee such rights. They also re-
quested the Supreme Court to establish a maximum time limit to
comply with the aforementioned provisional measures. The Court
decided to request information from the federal and local authori-
ties regarding the actions being taken since the last international
resolutions were issued.

309 Diálogo Jurisprudencial


Núm. 2, enero-julio de 2007
CORTE SUPREMA DE LA NACIÓN ARGENTINA

CASO LAVADO, DIEGO J Y OTROS C.


PROVINCIA DE MENDOZA Y OTRO
– 6 DE SEPTIEMBRE DE 2006

Buenos Aires, septiembre 6 de 2006.


Considerando: 1) Que los profesionales firmantes del escrito
obrante a fs. 129/140, cuya inscripción en la matrícula federal
denuncian a fs. 144, presentan a la consideración de la Corte
una “acción declarativa de certeza” contra el Estado nacional y
la provincia de Mendoza, a fin de que el tribunal determine que
los hechos que denuncian afectan la garantía del derecho a la
vida y la integridad física de los internos alojados en las tres
unidades carcelarias de ese Estado provincial. Asimismo requie-
ren que el tribunal establezca que el Estado nacional y la pro-
vincia demandada son los sujetos obligados a garantizar la
vigencia de esos derechos, y a cumplir las recomendaciones y de-
cisiones adoptadas al respecto por la Comisión y la Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos. Integra el objeto de la preten-
sión que el Tribunal fije un plazo máximo para que dichas
decisiones sean cumplidas en su totalidad, dada la urgencia y
gravedad de los hechos que denuncian, y en mérito a que el daño
que se deriva del incumplimiento resulta irreversible y de impo-
sible o tardía reparación ulterior.
2) Que sobre la base de los hechos que describen a fs. 129
vta./132 ponen en conocimiento del tribunal, que el 29 de mayo de
2003 varios internos —que se encontraban bajo el control, custo-
dia y supervisión de la Penitenciaría de la provincia de Mendo-
za—, efectuaron una petición ante la Comisión Interamericana

311
INFLUENCIA DE MEDIDAS PROVISIONALES

de Derechos Humanos, en la que requirieron que se determinase


la responsabilidad de la República Argentina por violación de los
derechos a la integridad física, a la salud y a la vida de los inter-
nos recluidos en los establecimientos penitenciarios referidos;
dado que, según se afirma en el escrito inicial, además de las con-
diciones infrahumanas en las que se encuentran alojados, muchos
de ellos fueron víctimas de hechos de violencia públicos y noto-
rios, que trajeron aparejadas lesiones y muertes de varias de las
personas allí detenidas.
3) Que los interesados resaltan que la Comisión Interameri-
cana, bajo la previsión contenida en el artículo 25 de su Regla-
mento, el 3 de agosto de 2004 recomendó al Gobierno Nacional
salvaguardar la integridad de los detenidos, proceder a la sepa-
ración de los procesados y condenados y garantizar medidas de
higiene y salud en el lugar. A pesar de ello, según relatan, con-
tinuaron los hechos de violencia y muerte dentro del penal, ex-
tremos que determinaron que el 14 de octubre del mismo año
la Comisión sometiera a la consideración de la Corte Interame-
ricana de Derechos Humanos una solicitud de que se dictaran
“medidas provisionales” de conformidad con las disposiciones
contenidas en los artículos 63.2 de la Convención respectiva, 25
del Reglamento del Tribunal, y 74 del correspondiente a la Co-
misión peticionaria.
4) Que los antecedentes agregados en el escrito inicial —y
dentro del estrecho marco de conocimiento en el que esta Corte
se expedirá en la presente instancia procesal—, permiten poner
de resalto que, frente al pedido formulado el 14 de octubre —al
que se ha hecho referencia en el considerando precedente—, la
Corte Interamericana de Derechos Humanos dictó la resolución
del 22 de noviembre de 2004 por medio de la cual, entre otras
imposiciones, requirió al Estado Nacional que adopte de inme-
diato las medidas necesarias para proteger la vida de los inter-
nos y demás personas en riesgo en las unidades en cuestión;
que investigue los hechos que motivaban la adopción de las me-
didas provisionales y que determine las responsabilidades
consiguientes; que en el plazo allí fijado —siete días— informe
al Tribunal sobre las medidas que se hubiesen adoptado como

312
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE ARGENTINA

consecuencia de su decisión, y que, con posterioridad, presente


informes bimestrales al respecto.
5) Que el 18 de junio de 2005 la Corte dicta una nueva reso-
lución de “medidas provisionales”, a cuyo efecto tiene en cuen-
ta que con posterioridad a la orden impartida —y referida en
el considerando precedente—, se produjeron una serie de he-
chos y violencia —en los que cabía incluir dos homicidios—
que evidenciaban la continuidad de la situación, y que permi-
tían afirmar que el Estado no había dado pleno cumplimiento
a su obligación de prevenir los ataques contra la vida e inte-
gridad de los internos de la Penitenciaría; que tampoco había
informado el estado de las investigaciones llevadas a cabo por
los hechos violentos ocurridos en 2004 y 2005 que “terminaron
con la muerte de 18 internos y lesiones para otros tantos”; y
que a pesar de que el gobierno nacional había solicitado cons-
tituirse como querellante en los procesos iniciados con rela-
ción a los hechos referidos, dichas solicitudes habían sido sis-
temáticamente desechadas por las autoridades judiciales
provinciales.
En esa ocasión la Corte Interamericana, si bien valoró posi-
tivamente el hecho de que:

Durante la audiencia pública celebrada el 11 de mayo de 2005 en la


sede de la Corte Suprema de Justicia del Paraguay, la Comisión, los
representantes y el Estado coincidieron en la necesidad de mantener
vigentes las medidas provisionales y suscribieron un acuerdo en el
cual desglosaron los puntos que estimaron deben ser considerados
por la Corte para hacer más específicas las medidas provisionales
(considerando 9 de esa decisión), también indicó que persistía una
situación de extrema gravedad y urgencia (su considerando 8).

Sobre la base de ello, y de las demás circunstancias que puso


de resalto en ese pronunciamiento, decidió reiterar al Estado que
mantenga las medidas provisionales en los términos de la resolu-
ción del 22 de noviembre de 2004, y disponga, “en forma inmedia-
ta”, las que sean necesarias “para proteger eficazmente la vida e
integridad de todas las personas privadas de libertad en la Peni-
tenciaría Provincial de Mendoza y en la unidad Gustavo André,

313
INFLUENCIA DE MEDIDAS PROVISIONALES

de Lavalle, así como de todas las personas que se encuentren en


el interior de éstas” (véase punto 1 de la parte resolutiva; énfasis
agregado).
6) Que a pesar del largo camino recorrido, de las manifestacio-
nes coincidentes de las partes en la controversia en el sentido de
buscar soluciones para superar la grave crisis carcelaria, y de las
medidas provisionales ordenadas, el 30 de marzo de 2006 la Corte
Interamericana de Derechos Humanos se ve exigida a dictar un
nuevo pronunciamiento del mismo tenor de los anteriores, en el
que le indica al Estado argentino que “no puede alegar razones de
derecho interno para dejar de tomar medidas firmes, concretas y
efectivas en cumplimiento de las medidas ordenadas, «de modo
que no se produzca ninguna muerte más»” (énfasis agregado).
Asimismo, en dicha ocasión, contesta alguna de las respues-
tas dadas en los informes presentados por el demandado seña-
lándole que el Estado no puede alegar la descoordinación entre
autoridades federales y provinciales para evitar las muertes y
actos de violencia que han continuado ocurriendo durante la vi-
gencia de éstas (se refiere a las medidas ordenadas anterior-
mente).
7) Que los antecedentes de esas conclusiones se encuentran,
entre otros, en el considerando 8 de esa sentencia provisional,
en el que el Tribunal afirma que “...durante la vigencia de es-
tas medidas provisionales...”, se refiere a las ya reseñadas en
esta decisión del 22 de noviembre de 2004 y del 18 de junio de
2005, “...según la información presentada por la Comisión, los
representantes y el Estado, las personas privadas de libertad
en la Penitenciaría Provincial de Mendoza y en la unidad Gus-
tavo André de Lavalle, así como las personas que se encuen-
tran en el interior de éstas, continúan siendo objeto de situacio-
nes que ponen en riesgo, o han directamente afectado, su vida e
integridad personal. En particular, de la información aportada
surge que, a pesar de la buena fe y los esfuerzos desplegados
por autoridades estatales, durante el año 2005 y hasta el pre-
sente han continuado ocurriendo graves actos de violencia y
han muerto cuatro personas en el primero de aquellos centros
penitenciarios, en circunstancias aún no determinadas plena-

314
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE ARGENTINA

mente; se han dado motines en los que se alega que la fuerza


utilizada para develarlos ha sido excesiva y durante los cuales
los internos han resultado heridos y/o han sufrido diversos ti-
pos de vejaciones; y, en general, se mantienen el hacinamiento
y las deficientes condiciones de detención a los internos de di-
chos centros. Tal como fue enfatizado por la Comisión, no se ha
erradicado el riesgo de muerte violenta, las investigaciones ade-
lantadas no han producido resultados concretos y subsisten las
deficientes condiciones de seguridad y control internos, inclusive
la falta de separación de presos por categorías y la continuidad
del ingreso y posesión de armas... Estas situaciones además de
haber sido referidas expresamente durante la audiencia pública
celebrada en el día de hoy en Brasilia... y algunas haber sido ad-
vertidas por juzgados de ejecución de la pena al resolver recur-
sos de habeas corpus, prevalecen a pesar de la vigencia de las
medidas provisionales anteriormente ordenadas por la Corte”.
Asimismo la Corte en el considerando 10 señala:

Que la disposición establecida en el artículo 63.2 de la Convención


confiere un carácter obligatorio a la adopción, por parte del Estado,
de las medidas provisionales que le ordene este Tribunal, ya que
según el principio básico del Derecho de la responsabilidad inter-
nacional de los Estados, deben cumplir sus obligaciones convencio-
nales de buena fe (pacta sunt servanda). El incumplimiento de una
orden de adopción de medidas provisionales dictada por el Tribu-
nal durante el procedimiento ante la Comisión y ante la Corte pue-
de generar la responsabilidad internacional del Estado.

Como corolario de todo lo antedicho, y poniendo de resalto


quizá una obviedad, en el considerando 14 afirma:

...el deber de informar a la Corte sobre la implementación de las


medidas constituye una obligación de carácter dual que requiere
para su efectivo cumplimiento la presentación formal de un docu-
mento en plazo y la referencia material específica, cierta, actual y
detallada de los temas sobre los cuales recae dicha obligación... Si
bien el Estado ha presentado en tiempo y forma la mayoría de los
informes requeridos, se hace necesario que en adelante continúe
informando a la Corte «concreta y específicamente» acerca de los

315
INFLUENCIA DE MEDIDAS PROVISIONALES

resultados obtenidos en la implementación de las medidas. Es fun-


damental que las medidas prioritarias... se reflejen en informes es-
tatales que contengan los medios, acciones y objetivos determina-
dos por el Estado en función de las específicas necesidades de
protección de los beneficiarios de las mismas, de manera que le den
sentido concreto y de continuidad a esos informes...” (subrayado
agregado).

8) Que frente a ello, y sin perjuicio de lo que en definitiva se


resuelva sobre la competencia para entender en estas actuacio-
nes por la vía prevista en el artículo 127 de la Constitución
nacional, la Corte debe requerir informes al Estado nacional y
a la provincia de Mendoza, a fin de que pongan en conocimien-
to del Tribunal cuáles han sido las medidas concretas adopta-
das en el marco de las “medidas provisionales” dispuestas por
la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
El Tribunal debe dejar expresamente establecido que, aun
cuando en el sub lite no existe una petición expresa de que la Cor-
te requiera los informes que, tal como queda anticipado, se orde-
narán; y resta aún, como ha sido señalado, definir la competencia.
La gravedad de la situación sucintamente descripta, y la adver-
tencia de la Corte Interamericana sobre las consecuencias que
puede traer aparejadas el desconocimiento del carácter obligato-
rio de las “medidas provisionales” adoptadas por ella, y el consi-
guiente incumplimiento (ver considerando 7 de esta decisión), im-
ponen a esta Corte la obligación de adoptar medidas conducentes,
que, sin menoscabar las atribuciones de otros poderes, tiendan a
sostener la observancia de la Constitución Nacional.
Por ello se resuelve: Requerir al Poder Ejecutivo Nacional y a
la provincia de Mendoza, que en el plazo de quince días, infor-
men al tribunal: a) qué decisiones concretas, y qué actos se han
llevado a cabo, con posterioridad al 30 de marzo del corriente año,
para impedir y superar la situación de riesgo e inseguridad que
padecen los internos de la Penitenciaría Provincial de Mendoza y
de la unidad Gustavo André, de Lavalle; b) si se han llevado a
cabo las medidas tendientes a separar definitivamente a los “jóve-
nes-adultos” de los “adultos”, y si se ha definido y concretado la
separación de quienes están detenidos y procesados, de aquellos

316
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE ARGENTINA

detenidos que han sido condenados. Líbrese oficio, que se confec-


cionará por Secretaría, al Poder Ejecutivo Nacional y al gober-
nador de la provincia de Mendoza, en este último caso por in-
termedio del juez federal. Notifíquese. Enrique S. Petracchi.
Elena I. Highton de Nolasco. Carlos S. Fayt. Juan C. Maqueda.
Eugenio R. Zaffaroni. Ricardo L. Lorenzetti. Carmen M. Argibay.

317
Diálogo Jurisprudencial. Derecho Inte-
nacional de los Derechos Humanos, Tri-
bunales Nacionales, Corte Interamerica-
na de Derechos Humanos, editado por el
Instituto de Investigaciones Jurídicas de
la UNAM, se ter minó de imprimir el 8 de
junio de 2007 en los talleres de Forma-
ción Gráfica S. A. de C. V. En esta edición
se empleó papel cultural 70 x 95 de 50 ki-
los para las páginas interiores y cartu li-
na cou ché de 162 ki los para los fo rros;
consta de 2000 ejempla res.

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