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DIÁLOGO

JURISPRUDENCIAL
DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

TRIBUNALES NACIONALES

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

Núm. 9 Julio-Diciembre de 2010

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

INSTITUTO INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS


UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FUNDACIÓN KONRAD ADENAUER

MÉXICO, 2011
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

Diego García-Sayán
Presidente

Leonardo Franco
Vicepresidente

Manuel E. Ventura Robles

Margarette May Macaulay

Rhadys Abreu Blondet

Alberto Pérez Pérez

Eduardo Vio Grossi


INSTITUTO INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS
Asamblea General (2007-2010)
Thomas Buergenthal Sonia Picado S.
Presidente honorario Presidenta
Mónica Pinto Margaret E. Crahan
Vicepresidenta Vicepresidenta
Pedro Nikken
Consejero permanente
Mayra Alarcón Alba
Line Bareiro
Lloyd G. Barnett
César Barros Leal
Allan Brewer-Carías
Marco Tulio Bruni-Celli
Antônio A. Cançado Trindade
Gisèle Côté-Harper
Mariano Fiallos Oyanguren
Héctor Fix-Zamudio
Robert K. Goldman
Claudio Grossman
María Elena Martínez
Juan E. Méndez
Sandra Morelli Rico
Elizabeth Odio Benito
Nina Pacari
Máximo Pacheco Gómez
Hernán Salgado Pesantes
Wendy Singh
Rodolfo Stavenhagen

Comisión Interamericana Corte Interamericana


de Derechos Humanos de Derechos Humanos
Felipe González Diego García-Sayán
Paulo Sérgio Pinheiro Leonardo Franco
Dinah Shelton Manuel E. Ventura Robles
Luz Patricia Mejía Margarette May Macaulay
María Silvia Guillén Rhadys Abreu Blondet
Jesús Orozco Henríquez Alberto Pérez Pérez
Rodrigo Escobar Eduardo Vio Grossi

Roberto Cuéllar M.
Director ejecutivo
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

Héctor Fix-Fierro
Director

Mónica González Contró


Secretaria académica

Elvia Lucía Flores Ávalos


Jefa del Departamento de Publicaciones
DIÁLOGO JURISPRUDENCIAL

Roberto Cuéllar M.
Pablo Saavedra Alessandri
Directores

Elvia Lucía Flores Ávalos


Coordinador editorial

Publicación coordinada por


Producción Editorial de Servicios Especiales-IIDH.
Revisión y corrección de estilo: Marisol Molestina Gaviria.
Formación en computadora: Karla B. Templos Núñez.
Diseño de portada: Carlos Martín Aguilera Ortiz.
Número de reserva al título en Derechos de Autor: 04-2007-091413241400-102
Número de certificado de licitud de título: en trámite
Número de certificado de licitud de contenido: en trámite

Primera edición: 28 de noviembre de 2011

DR © 2011 Corte Interamericana de Derechos Humanos


DR © 2011 Instituto Interamericano de Derechos Humanos
DR © 2011 Universidad Nacional Autónoma de México

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS

Circuito Maestro Mario de la Cueva s/n


Ciudad de la Investigación en Humanidades
Ciudad Universitaria, 04510 México, D. F.

Impreso y hecho en México


ISSN en trámite
CONTENIDO

Contents . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XI

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XIII
Foreword . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XV

Nota del editor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XVII


Editor's Note . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XIX

La doctrina de la “situación irregular” de menores y su


aplicación es contraria a los estándares internacio-
nales de derechos humanos del menor porque no dis-
tingue los procedimientos y trato de los menores en
conflicto con la ley penal de aquéllos que necesitan
protección y cuidado. Extracto de la Sentencia de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, Argentina,
2 diciembre de 2008 . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
El derecho a ser asistido por un traductor o intérprete
es esencial del derecho al debido proceso. Extracto de
la Sentencia del Tribunal Constitucional, Bolivia, 24
de septiembre de 2007 . . . . . . . . . . . . . . . . 19
El Estado puede incurrir en responsabilidad por la fal-
ta de protección adecuada a cualquier persona cuya
vida corra peligro en razón de su cargo o sus activi-
dades. Extracto de la Sentencia de la Sala de lo Con-
tencioso Administrativo del Consejo de Estado, Co-
lombia, 31 de enero de 2011 . . . . . . . . . . . . . 29

VII
CONTENIDO

Los recursos jurídicos internos no solamente deben


existir formalmente sino que también deben tener
efectividad frente a violaciones de derechos huma-
nos. Extracto de la Sentencia de Corte Constitucional
para el Período de Transición, Ecuador, 19 de mayo
de 2009 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
El ejercicio de los derechos a la libertad de expresión y
de información no es absoluto frente a los derechos a
la intimidad, al honor y a la propia imagen. Extracto
de la Sentencia de Sala de lo Constitucional de la
Corte Suprema de Justicia, El Salvador, 24 de sep-
tiembre de 2010 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
La tutela judicial efectiva implica que la revisión de
decisiones que deniegan el acceso a la jurisdicción
sea especialmente rigurosa. Extracto de la Sentencia
del Tribunal de Justicia Administrativa del Estado
de Michoacán de Ocampo, México, 31 de agosto de
2010 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
Las garantías del imputado que conforman el debido
proceso también son aplicables en materia adminis-
trativa. Extracto de la Sentencia de Sala de lo Cons-
titucional de la Corte Suprema de Justicia, Nicara-
gua, 10 de marzo de 2010 . . . . . . . . . . . . . . 161
Obligatoriedad de las sentencias de la Corte Interame-
ricana de Derechos Humanos: el caso Comunidad
Indígena Sawhoyamaxa vs. Paraguay. Extracto de
la Sentencia de Sala Constitucional de la Corte Su-
prema de Justicia, Paraguay, 12 de mayo de 2009 181
Las leyes que impiden la investigación, proceso y san-
ción de los responsables de violaciones graves de los
derechos humanos cometidas durante regímenes de
facto son contrarias a los derechos humanos de las
víctimas. Extracto de la Sentencia de la Suprema
Corte de Justicia, Uruguay, 19 de octubre de 2009 187

VIII
CONTENIDO

La desaparición forzada de personas es imprescripti-


ble. Extracto de la Sentencia de la Cámara Nacional
de Casación Penal, Argentina, 10 de junio de 2010 215
La suspensión del ejercicio de los derechos políti-
co-electorales debe basarse en criterios objetivos y
razonables en relación con el efecto útil que se pre-
tenda con esa medida. Extracto de la Sentencia de la
Sala Regional de la Quinta Circunscripción Plurino-
minal del Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación México, 24 de marzo de 2011 . . . . 261

IX
CONTENTS

Foreword . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XV

Editor's Note . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XIX

The doctrine of the “irregular situation” of minors and


its application is contrary to the international human
rights standards of the minor because it does not dis-
tinguish between children in need of care and protec-
tion and those in conflict with the law, in terms of ju-
dicial procedure and treatment. Judgment excerpt of
the Supreme Court of Justice of the Nation, Argen-
tina, December 2, 2008 . . . . . . . . . . . . . . . . 1
The right to be assisted by a translator or interpreter is
an essential guarantee of the right to a fair trial.
Judgment excerpt of the Constitutional Tribunal,
Bolivia, September 24, 2007. . . . . . . . . . . . . 19
The State may be liable due to its failure to adequately
protect every person whose life may be in danger due
to his or her charge or activities. Judgment excerpt of
the Chamber for Contentious-Administrative Pro-
ceedings of the State Council, Colombia, January 31,
2011 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
Domestic judicial recourses must not only exist for-
mally, but must also be effective in the face of human
rights violations. Judgment excerpt of the Constitu-
tional Court for the ‘Transition Period’, Ecuador, May
19, 2009. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

XI
CONTENTS

The exercise of the rights to freedom of expression and


information is not absolute against the rights to pri-
vacy, honor, and one’s own image. Judgment excerpt
of the Constitutional Chamber of the Supreme Court
of Justice, El Salvador, September 24, 2010 . . . . 65
Effective judicial protection requires that the review of
decisions that deny access to a court of law be espe-
cially rigorous. Judgment excerpts of the Adminis-
trative Tribunal of the State of Michoacán de
Ocampo, Mexico, August 31, 2010 . . . . . . . . . 135
The accused’s guarantees of due process are also appli-
cable to administrative matters. Judgment excerpt
of the Constitutional Chamber of the Supreme Court
of Justice, Nicaragua, March 10, 2010 . . . . . . . 161
The enforcement of the judgments of the Inter-American
Court of Human Rights: the case of the Sawhoyamaxa
Indigenous Community v. Paraguay. Judgment ex-
cerpt of the Constitutional Chamber of the Supreme
Court of Justice, Paraguay, May 12, 2009 . . . . . 181
The laws that prevent the investigation, prosecution,
and punishment of the responsible for grave human
rights violations committed during de facto regimes
are contrary to the human rights of the victims.
Judgment excerpt of the Supreme Court of Justice,
Uruguay, October 19, 2009 . . . . . . . . . . . . . 187
The crime of forced disappearance of persons is non ex-
tinguishable. Judgment excerpt of the National
Chamber for Cassation in Criminal Matters, Argen-
tina, June 10, 2010 . . . . . . . . . . . . . . . . . 215
The suspension of the exercise of political and electoral
rights must be based on objective and reasonable
criteria in relation to the effective application in-
tended with that measure. Judgment excerpts of the
Regional Chamber of the Electoral Tribunal of the
Federal Judiciary, Fifth Proportional Voting Dis-
trict, Mexico, March 24, 2011 . . . . . . . . . . . . 261

XII
Diálogo Jurisprudencial. Derecho Internacional de
los Derechos Humanos, Tribunales Nacionales, Corte
Interamericana de Derechos Humanos, número 9, ju-
lio-diciembre de 2010, es una publicación semestral
editada por el Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la UNAM. Editor responsable: Sergio García
Ramírez. Impresa por Formación Gráfica S. A. de C.
V., Matamoros 112, colonia Raúl Romero, Ciudad
Nezahualcóyotl, 57630 Estado de México, tel. 5797
6060. Este número se terminó de imprimir el 28 de
noviembre de 2011. En su edición se empleó tipo
Century Schoolbook 9, 10, 11, 12, 26 puntos; Palati-
no Linotype en 12 puntos; Arial en 9 puntos. En su
edición se empleó papel cultural 70 x 95 de 50 kilos
para la páginas interiores y cartulina couché de 162
kilos para los forros. Consta de 2000 ejemplares
(impresión offset).

Queda estrictamente prohibida la reproducción to-


tal o parcial de los contenidos e imágenes de la pu-
blicación sin previa autorización.
PRESENTACIÓN

La Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Instituto


Interamericano de Derechos Humanos, el Instituto de Investi-
gaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de
México y la Fundación Konrad Adenauer han convenido la pu-
blicación de una revista que proporcione el panorama de la re-
cepción del derecho internacional de los derechos humanos, y
específicamente de la jurisprudencia de la Corte Interamerica-
na de Derechos Humanos, por parte de los más altos órganos
judiciales de los países americanos. Fue así como vio la luz Diá-
logo Jurisprudencial, cuyo primer número corresponde al se-
mestre julio-diciembre de 2006.
Uno de los fenómenos más relevantes del actual desarrollo
del derecho internacional de los derechos humanos, en lo que
toca a su necesaria incorporación de los ordenamientos y las
prácticas nacionales, es la recepción judicial que se observa a
través de pronunciamientos, de diversa materia, emitidos por
las cortes supremas, cortes constitucionales y salas constitucio-
nales de un creciente número de países. De esta forma adquie-
re verdadera trascendencia —en lo concerniente al plano juris-
diccional, que reviste la mayor importancia— la jurisprudencia
de la Corte Interamericana.
Ese Tribunal internacional —o supranacional— no constitu-
ye una última instancia asociada a las instancias nacionales de
conocimiento. Intérprete y aplicador de la Convención America-
na sobre Derechos Humanos y de otros textos internacionales
que le confieren competencia material, está llamado a exami-
nar los derechos y libertades estipulados en aquellos instru-
mentos y fijar su sentido y alcance. Una vez desarrollada la in-
terpretación del órgano judicial internacional, las instancias
nacionales debieran acogerla como criterio autorizado sobre ta-
XIII
PRESENTACIÓN

les instrumentos, que poseen fuerza vinculante para los Esta-


dos que los han ratificado, y por ello crean obligaciones a cargo
de éstos y definen derechos en beneficio de los particulares.
La publicación de la revista Diálogo Jurisprudencial sirve al
objetivo de dar a conocer el movimiento que existe en este ám-
bito en diversas jurisdicciones de nuestra América, para conoci-
miento y reflexión de funcionarios de la administración de jus-
ticia, catedráticos, investigadores y estudiantes de derecho.
Esta difusión puede alentar nuevos desarrollos en otros países.
El objetivo final es, claramente, consolidar la recepción nacio-
nal del derecho internacional de los derechos humanos y brin-
dar mayor extensión y firmeza al “estatuto contemporáneo del
ser humano”, beneficiario de normas nacionales e internaciona-
les que le reconocen la titularidad de derechos y libertades, y
aseguran el efectivo ejercicio de éstos.
En el noveno número de la revista, que ahora tiene el lector
en sus manos, aparecen once sentencias —expuestas a través
de una conveniente selección de párrafos— correspondientes a
Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, El Salvador, México,
Nicaragua, Paraguay y Uruguay. Los editores agradecen el
apoyo brindado para la preparación de este material por las
abogadas Yuria Saavedra Álvarez (México), Ana Belem García
Chavarría (México) y Mariana Clemente Fábrega (Venezuela).

XIV
FOREWORD

The Inter-American Court of Human Rights, the Inter-


American Institute of Human Rights, the Institute for Juri-
dical Investigations of the National Autonomous University of
Mexico and the Konrad Adenauer Foundation have agreed to
publish a journal that provides a panoramic view of the
reception that international human rights law, and specifically
the jurisprudence of the Inter-American Court of Human
Rights, has had among the highest judicial bodies in American
states. Thus, Jurisprudential Dialogue was born; its first
edition corresponds to the July-December 2006 semester.
One of the most relevant trends in the present development
of international human rights law, concerning the necessary
incorporation of international human rights law into national
practice and regulation, is the judicial reception observed
through pronouncements of various kinds by Supreme Courts,
Constitutional Courts and Constitutional Courtrooms in an
increasing number of countries.
Accordingly, the Inter-American Court’s jurisprudence
acquires true transcendence in the jurisdictional sphere, which
is of the utmost importance. This international or suprana-
tional Tribunal does not constitute an appellate court to
decisions made by national courts. As interpreter and applier
of the American Convention on Human Rights and other
international texts that confer upon it material jurisdiction,
the Court is called to examine the rights and freedoms
stipulated within those instruments and to establish their
meaning and reach. Once the international judicial body has
developed said interpretation, national courts must adopt it as
an authoritative interpretation that binds countries that have

XV
FOREWORD

ratified those instruments, and thus creates obligations for


those states and defines individual rights.
The publication of the journal Jurisprudential Dialogue
serves to provide an understanding of the developments in this
field in an array of America’s jurisdictions, in order that
judicial authorities, professors, investigators and law students
may draw knowledge and reflection from this source. Such
diffusion may encourage new developments in other countries
as well. The final objective is, clearly, to encourage the national
integration of international human rights law and to
strengthen and improve the “contemporaneous status of the
human being” as a beneficiary of national and international
norms that recognize these rights and liberties and assure
their effective exercise.
In the ninth edition of the journal, now in the hands of
readers, eleven judgments are provided —transcribed wholly or
in part through an appropriate selection of paragraphs when it
concerns extensive resolutions— that correspond to Argentina,
Bolivia, Colombia, Ecuador, El Salvador, Mexico, Nicaragua,
Paraguay and Uruguay. The editors thank attorneys Yuria
Saavedra Álvarez (Mexico), Ana Belem García Chavarría
(Mexico) and Mariana Clemente Fábrega (Venezuela) for the
support provided in the preparation of these materials.

XVI
NOTA DEL EDITOR

Las sentencias recogidas en este número de Diálogo Jurispru-


dencial se transcriben en extracto.
Las citas a pie de página y las referencias a fallos o senten-
cias se recogen en los términos que figuran en las resoluciones
transcritas.
Las sentencias incluidas en esta publicación aparecen en el
idioma en que fueron dictadas. En cada caso se ofrece una si-
nopsis en español e inglés. El texto íntegro de las sentencias
puede ser consultado en el disco compacto que acompaña a este
número de la revista.

XVII
EDITOR’S NOTE

The sentences gathered in this issue of Diálogo Jurispruden-


cial are transcribed in extract.
Footnote citations and other references to judgements or
sentences are given just as they appear in the transcription.
The judgements published herein are given in the languages
in which they were written, along with a synopsis in Spanish
and English. The full text of the judgements may be found in a
compact disc attached to this issue of the revista.

XIX
LA DOCTRINA DE LA “SITUACIÓN IRREGULAR”
DE MENORES Y SU APLICACIÓN ES CONTRARIA
A LOS ESTÁNDARES INTERNACIONALES
DE DERECHOS HUMANOS DEL MENOR PORQUE
NO DISTINGUE LOS PROCEDIMIENTOS
Y TRATO DE LOS MENORES EN CONFLICTO
CON LA LEY PENAL DE AQUÉLLOS
QUE NECESITAN PROTECCIÓN Y CUIDADO

Sinopsis: En la presente sentencia la Corte Suprema de Justicia


de la Nación de Argentina resolvió un recurso de queja inter-
puesto por el Fiscal General en contra de una decisión de la Cá-
mara Nacional de Casación Penal de ese país. Tal decisión había
hecho lugar a un recurso de casación e inconstitucionalidad me-
diante el cual la Cámara declaró la inconstitucionalidad del ar-
tículo 1o. de la Ley 22.278, relativa al Régimen Penal de la Mi-
noridad, y ordenó a diversas autoridades la adopción de ciertas
medidas para, entre otros, adecuar la legislación penal en mate-
ria de menores a nuevos estándares constitucionales en la mate-
ria y establecer un sistema integral y coordinado con la Ley
26.061, relativo a la Protección Integral de los Derechos de las
Niñas, Niños y Adolescentes. A tal efecto, la Cámara Nacional
de Casación Penal estableció plazos concretos y un mecanismo
de informes bimestrales para ser informada sobre los avances al
respecto.
En su decisión, la Corte Suprema de Justicia hizo un análisis de
los estándares internacionales sobre derechos humanos de los
menores de edad. Entre otros, señaló que conforme a la Conven-
ción sobre los Derechos del Niño se entiende que éstos gozan de
todos los derechos humanos en tanto personas pero que, a su
vez, se debe proporcionar a los niños una protección especial en
términos de derechos, libertades y garantías concretos a los que
los Estados deben dar efectividad. Uno de los principios estable-

1
“SITUACIÓN IRREGULAR” DE MENORES Y SU APLICACIÓN

cidos en tal Convención es el relativo al trato a que tienen dere-


cho los niños de quienes se alegue que han infringido las leyes
penales. En tales casos, las medidas que deben adoptar los Esta-
dos deben estar orientadas al tratamiento de los niños sin que se
recurra a procedimientos judiciales, siempre que sea apropiado y
deseable. Asimismo, haciendo alusión a la jurisprudencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, la Corte Suprema
señaló que la jurisdicción especial para niños en conflicto con la
ley y las normas y procedimientos correspondientes deben carac-
terizarse, entre otros, por la posibilidad de adoptar medidas
para tratar a los niños sin que se recurra a procedimientos judi-
ciales. En caso de ser necesario un proceso judicial, deben dispo-
nerse medidas especiales en atención a su situación de vulnera-
bilidad, también cuando esté en juego su derecho a la libertad
personal, el cual no puede deslindarse del principio del interés
superior del niño. Teniendo en cuenta lo anterior, uno de los te-
mas abordados por la Corte Suprema fue el relativo a la doctrina
de la “situación irregular” del menor que se desprende de la Ley
22.278. Señaló, siguiendo lo expresado por el Comité de los De-
rechos del Niño a la Argentina, que dicha doctrina no traza una
distinción clara entre niños que necesitan protección y cuidado
como, por ejemplo, aquéllos provenientes de familias pobres y
que son colocados en instituciones de asistencia pública o en in-
ternados, y niños en conflicto con la ley penal.
La Corte Suprema de Argentina revocó la sentencia objeto del
recurso de queja con base en que, si bien no era censurable por
el dictamen que formulaba acerca de los defectos del sistema vi-
gente sobre el tratamiento de menores de edad en conflicto con
la ley, la Cámara Nacional de Casación Penal había excedido el
cometido del Poder Judicial fijado por la Constitución Nacional
argentina al dictar una sentencia con carácter de norma general
derogatoria y ordenando la implementación de un mecanismo de
reemplazo en su lugar, cuando la solución del problema requería
de la concreción de medidas de política pública previas corres-
pondientes a otros poderes del Estado. No obstante lo anterior,
la Corte Suprema señaló que no podía permanecer indiferente
ante la gravedad de la situación y la demora en proceder a una
adecuación de la legislación vigente en la materia, entre otros, a
la Convención sobre los Derechos del Niño. En tal sentido, requi-
rió al Poder Legislativo para que, en un plazo razonable, adecua-
ra la legislación a los estándares mínimos pertinentes derivados

2
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA ARGENTINA

de los instrumentos internacionales sobre derechos humanos, y


a los Poderes Ejecutivos nacional y local para que a través de los
organismos administrativos correspondientes, adoptaran en un
plazo razonable las medidas de su competencia. Por lo que se re-
fiere al Poder Judicial, con base en jurisprudencia de la Corte
Interamericana conforme a la cual los deberes de los Estados de
respetar y garantizar los derechos reconocidos en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos incumben a cualquier po-
der y órgano independientemente de su jerarquía, la Corte Su-
prema señaló que entre las “medidas de otra índole” (artículo 2
de la Convención Americana) que los Estados deben adoptar
para garantizar los derechos humanos están las sentencias judi-
ciales. Los tribunales están obligados a atender como considera-
ción primordial al interés superior del niño. Estableció que, en
tal sentido, corresponde a los jueces velar por el respeto de los
derechos de los niños y adolescentes bajo su jurisdicción, lo cual
implica escucharlos con todas las garantías a fin de hacer efecti-
vos tales derechos. También corresponde a los jueces mantener
un conocimiento personal, directo y actualizado de las condicio-
nes en las que se encuentran los niños sujetos a internación con
el fin de adoptar las medidas que sean de su competencia y que
tengan como efecto directo un mejoramiento en la calidad de
vida de los niños. En relación con los niños que cometen un deli-
to cuando todavía no han cumplido la edad mínima, corresponde
a los jueces adoptar medidas especiales orientadas, principal-
mente, hacia servicios sustitutivos de la internación teniendo
como guía el principio del interés superior del niño, según sus
circunstancias particulares.
En su sentencia, la Corte Suprema de Justicia de Argentina se
basó, entre otros, en las sentencias dictadas por la Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos en los casos “Instituto de Ree-
ducación del Menor” vs. Paraguay, “Niños de la Calle” (Villa-
grán Morales y otros) vs. Guatemala, y “La Última Tentación de
Cristo” (Olmedo Bustos y otros) vs. Chile.
La sentencia se encuentra acompañada de un voto particular.

3
“SITUACIÓN IRREGULAR” DE MENORES Y SU APLICACIÓN

THE DOCTRINE OF THE “IRREGULAR SITUATION”


OF MINORS AND ITS APPLICATION IS CONTRARY
TO THE INTERNATIONAL HUMAN RIGHTS
STANDARDS OF THE MINOR BECAUSE
IT DOES NOT DISTINGUISH BETWEEN CHILDREN
IN NEED OF CARE AND PROTECTION
AND THOSE IN CONFLICT WITH THE LAW, IN TERMS
OF JUDICIAL PROCEDURES AND TREATMENT

Synopsis: In this judgment, the Supreme Court of Justice of Ar-


gentina solved a remedy of complaint filed by the Attorney Gen-
eral of the Republic against a decision rendered by the National
Chamber for Cassation in Criminal Matters. By means of such
decision, it was admitted an appeal for annulment and a consti-
tutional motion by which the Chamber declared the unconstitu-
tionality of article 1 of Law 22.278, related to Minors Criminal
Responsibility and ordered several authorities to adopt certain
measures to, among other aspects, adapt the criminal legislation
related to minors to new constitutional standards in the matter
and to establish a comprehensive system in coordination with
Law 26.061 related to the Comprehensive Protection of the Rights
of Children and Adolescents. To that end, the National Chamber
for Cassation in Criminal Matters set specific deadlines and a
mechanism of bi-monthly reports to be informed on the progress
made in this regard.
In its decision, the Supreme Court of Justice made an analysis of
the international human rights standards of minors. Among
other aspects, it pointed out that according to the Convention on
the Rights of the Child, the children enjoy all human rights in
their condition as persons but that, at the same time, they must
be provided with special protection in terms of specific rights,
freedoms and guarantees and States must give effect to them.
One of the principles established in such Convention is the one
related to the treatment that must be given to those children who
are accused of violating criminal laws. In such cases, the mea-
sures States must adopt must be oriented to the treatment of chil-
dren without resorting to judicial proceedings, whenever it is ap-
propriate and desirable. Moreover, in reference to the case-law of

4
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA ARGENTINA

the Inter-American Court of Human Rights, the Supreme Court


pointed out that the special jurisdiction for children in conflict
with the law and the corresponding rules and proceedings must
be characterized, among others, by the possibility of adopting
measures to treat children without resorting to judicial proceed-
ings. Should a judicial proceeding be necessary, special measures
must be ordered bearing in mind the situation of defenselessness
of the minor, also when the minor’s right to personal freedom is
at risk, which cannot be viewed in isolation from the principle of
the best interest of the child. Based on the foregoing, one of the is-
sues addressed by the Supreme Court was the one related to the
doctrine of the “irregular situation” of the minor, as derived from
Law 22.278. It pointed out, following what was indicated by the
Committee on the Rights of the Child to Argentina, that said doc-
trine does not clearly distinguish between the children in need of
care and protection, those children from poor families who are
placed in public assistance institutions or residential homes and
those in conflict with the law.
The Supreme Court of Argentina revoked the judgment which
was the subject of the remedy of complaint based on that, even
though it was not reprehensible based on the pronouncement is-
sued about the defects in the system in force in relation to the
treatment of minors in conflict with the law, the National Cham-
ber for Cassation in Criminal Matters had exceeded the compe-
tence of the Judicial Branch as established by the Argentine Na-
tional Constitution when it delivered a judgment with the force
of a repealing general rule and ordered the implementation of
another mechanism, when the solution to the problem required
the prior adoption of public policy measures that corresponded to
other branches of the government. Without detriment to the fore-
going, the Supreme Court pointed out that it cannot remain in-
different towards the seriousness of the situation and the delay in
adapting the current legislation in the matter, among other as-
pects, to the Convention on the Rights of the Child. To this end, it
requested the Legislative Branch to, within a reasonable time,
adapt the legislation to the corresponding minimum standards
established in international human rights treaties, and the na-
tional and local Executive Branch to, by means of the corre-
sponding administrative bodies, adopt measures within its
sphere of competence, within a reasonable time. As to the Judi-
cial Branch, based on the case-law of the Inter-American Court

5
“SITUACIÓN IRREGULAR” DE MENORES Y SU APLICACIÓN

according to which States’ duty to respect and guarantee the


rights enshrined in the American Convention on Human Rights
is incumbent on any branch and body independently of its hier-
archy, the Supreme Court pointed out that the “other measures”
(article 2 of the American Convention) that States Parties must
adopt to guarantee the human rights include the judicial deci-
sions. Courts are obliged to take into account, in the first place,
the child’s best interest. It established that, in this regard, it falls
upon the judges to ensure to the children and adolescents subject
to their jurisdiction the respect for their rights, which imply to
provide them with all the guarantees in order to give effect to
their rights. It also falls upon the judges to personally know, in a
direct and updated manner, the condition of the children who are
placed in institutions in order to adopt the corresponding mea-
sures so as to improve the child’s living conditions in such insti-
tutions. In relation to the children who commit a crime but who
are below the minimum age, it is up to the judges to adopt spe-
cial measures addressed to, mainly, provide them with alterna-
tive services of treatment taking into account, as guideline, the
principle of the best interest of the child, according to the particu-
lar circumstances.
The Supreme Court of Justice of Argentina based its judgment
on, among others, the judgments delivered by the Inter-American
Court of Human Rights in the cases of the “Juvenile Reeducation
Institute” v. Paraguay, “Street Children” (Villagran Morales et
al) V. Guatemala and “The Last Temptation of Christ” (Olmedo
Bustos et al) v. Chile.
Separate opinion in judgment.

6
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
ARGENTINA

RECURSO DE HECHO INTERPUESTO


POR EMILIO GARCÍA MÉNDEZ Y LAURA CRISTINA
MUSA
CAUSA NO. 7537
2 DE DICIEMBRE DE 2008


Vistos los autos: “Recurso de hecho deducido por el Fiscal Ge-
neral ante la Cámara Nacional de Casación Penal en la causa
García Méndez, Emilio y Musa, Laura Cristina s/ causa N°
7537”, para decidir sobre su procedencia.
Considerando:
1º) Que la Sala III de la Cámara Nacional de Casación Penal,
al hacer lugar al recurso de casación e inconstitucionalidad in-
terpuestos por la Fundación Sur, resolvió: “II) Declarar la in-
constitucionalidad del art. 11 de la ley 22.278, con los alcances
aquí fijados. III) Poner en conocimiento de las Cámaras Nacio-
nales de Apelaciones en lo Criminal y Correccional y Federales,
a los jueces de menores y federales, a la Defensoría General y
Procuración General de la Nación, de lo aquí resuelto. IV) Ha-
cer saber a los jueces de menores y federales que deberán co-
municar lo aquí resuelto a aquellos organismos administrati-
vos que intervengan conforme las previsiones de la ley 26.061
(Título IV) sean Nacionales o de la Ciudad Autónoma de Bue-
nos Aires. V) Exhortar al Poder Legislativo para que dentro de
un plazo no mayor a un (1) año, adecue la legislación penal en
materia de menores a los nuevos estándares constitucionales y
establezca un sistema integral y coordinado con la ley 26.061.
7
“SITUACIÓN IRREGULAR” DE MENORES Y SU APLICACIÓN

VI) Encomendar a los jueces de menores a que convoquen a


una mesa de diálogo e inviten a los actores involucrados con la
problemática de los menores, junto con el accionante, la Secre-
taría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, los Directores
o Encargados de los Institutos de Menores y a organizaciones
civiles que pretenda participar, para que: 1) Dentro de un plazo
no mayor a 90 días se ordene la libertad progresiva de los me-
nores de 16 años que a la fecha se encuentren dispuestos en los
términos de la ley 22.278 y se articule con los organismos ad-
ministrativos con competencia en la materia la confección de
los planes individuales y se adopten las medidas que la norma-
tiva autoriza (arts. 32 y ss. de la ley 26.061) para cumplir con
el objeto de la protección integral de los niños; 2) Con relación a
los casos de menores de 16 años que ingresen al sistema penal
por una supuesta infracción a la ley penal, con posterioridad al
día de la fecha, aplicar la misma modalidad aquí expuesta,
para que —una vez comprobada la edad del menor— en un pla-
zo no mayor de 90 días se implementen con relación a ellos los
planes mencionados en los arts. 32 y ss. de ley 26.061, para su
oportuna incorporación. 3) Planificar y evaluar las propuestas
para una implementación estructural de los planes y políticas
mencionados en los arts. 32 y ss. de ley 26.061; debiendo remi-
tir a esta Sala en forma bimestral un informe que dé cuenta del
resultado y contenido de los avances de las reuniones que a tal
fin se realicen. VII) Convocar a los jueces de menores, conforme
a la representación que ellos acuerden, y a los demás actores
que intervengan en la mesa de diálogo para el día 18 de marzo
de 2008, a las 11:30 hs. a una primera audiencia ante esta Sala
a fin de poner en conocimiento los avances implementados,
conforme las pautas aquí fijadas”. Contra ello, el Fiscal Gene-
ral ante dicha Cámara interpuso recurso extraordinario, cuya
denegación motiva esta queja.
2º) Que esta Corte, en su sentencia del 18 de marzo del co-
rriente año, declaró la admisibilidad del recurso extraordinario
y, sin que ello implicara un pronunciamiento sobre el fondo del
asunto, suspendió la decisión recurrida (fs. 69). El Procurador
General, con motivo de la vista que le fue corrida, mantuvo el

8
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA ARGENTINA

recurso extraordinario al solo efecto de que el Tribunal pueda


pronunciarse. Corresponde, entonces, examinar en la presente
oportunidad la sustancia del sub examine.
3º) Que la Convención sobre los Derechos del Niño (en ade-
lante la Convención), al tiempo que ha reconocido que el niño
es un sujeto de derecho pleno, no ha dejado de advertir que es
un ser que transita un todavía inacabado proceso natural de
constitución de su aparato psíquico y de Incorporación y arrai-
go de los valores, principios y normas que hacen a la conviven-
cia pacífica en una sociedad democrática. De ahí que aluda a la
“evolución” de las facultades del niño (arts. 5 y 14.2), a la evo-
lución de su “madurez” (art. 12), y al impulso que debe darse a
su “desarrollo” (arts. 18.1, 27.2), físico, mental, espiritual, mo-
ral y social (art. 32.1). Es por ello, además, que los Estados ha-
brán de garantizar el “desarrollo” del niño (art. 6.2).
La Convención, por ende, pone en evidencia un doble orden
de consideraciones, además de la derivada de su art. 43, vale
decir, haber dejado intactas, salvo en cuanto las haya mejora-
do, todas las protecciones que otros textos internacionales ha-
bían enunciado en punto a los niños. Por un lado, da por presu-
puesto que los niños gozan de los derechos que le corresponden,
en tanto que personas humanas. Por el otro, en atención a lo
antedicho, tiende, como objetivo primordial, a “proporcionar al
niño una protección especial", con lo cual el tratado continúa,
no sin profundizarla, la orientación que ya habían marcado los
instrumentos internacionales que expresamente menciona el
párrafo octavo de su preámbulo.
Por ello, a los fines del sub lite, interesa particularmente
subrayar que dicha protección especial importa reconocer lo
que todo niño es, vale decir, un sujeto pleno de derechos, y, por
consiguiente, configurar la “protección especial” en términos de
concretos derechos, libertades y garantías, a las que los Esta-
dos deben dar “efectividad", adoptando todas las medidas ad-
ministrativas, legislativas y de otra índole, requeridas a tal fin
(Convención, art. 4). La Convención, en breve, supone una re-
definición de los nexos que median entre el niño, por un lado, y
las instituciones estatales y el universo de los adultos, por el

9
“SITUACIÓN IRREGULAR” DE MENORES Y SU APLICACIÓN

otro, y también las que vinculan a estas últimas con los padres
de los niños y la familia en general.
4º) Que uno de los principios establecidos por la Convención
se relaciona con el “trato” a que tiene “derecho todo niño de
quien se alegue que ha infringido las leyes penales” (Conven-
ción, art. 40.1). Este derecho es el de ser tratado “de manera
acorde con el fomento de su sentido de la dignidad y el valor,
que fortalezca el respeto del niño por los derechos humanos y
las libertades fundamentales de terceros y en la que se tengan
en cuenta la edad del niño y la importancia de promover la
reintegración del niño y de que éste asuma una función cons-
tructiva en la sociedad” (ídem). Cabe advertir que la noción de
reintegración parte de asumir que las dificultades que afronta
un niño no son necesariamente individuales, y considerar rele-
vante, en cambio, el medio social en que vive. Súmase al princi-
pio indicado, otro no menos relevante. La Convención dispone
que los Estados Partes tomarán las medidas apropiadas para
promover el establecimiento de leyes, procedimientos, autori-
dades e instituciones específicos para los niños “a quienes se
acuse o declare culpables de haber infringido esas leyes, y en
particular [...] b) Siempre que sea apropiado y deseable, la
adopción de medidas para tratar a esos niños sin recurrir a
procedimientos judiciales, en el entendimiento de que se respe-
tarán plenamente los derechos humanos y las garantías lega-
les” (art. 40.3). Un resultado de igual tenor se impone a la luz
de las Reglas de Beijing, en cuanto establecen que incluso para
los “menores delincuentes” pasibles de sanción, “[s]e examinará
la posibilidad, cuando proceda, de ocuparse de [éstos] sin recu-
rrir a las autoridades competentes [...] para que los juzguen ofi-
cialmente” (11.1). Esta práctica, explica el comentario de la ci-
tada regla, en muchos casos constituye la “mejor respuesta”, y
sirve para mitigar los efectos negativos de la continuación del
procedimiento en la administración de justicia de menores.
Para el niño no pasible de sanción, en consecuencia, cobra toda
su magnitud el art. 40.4 de la Convención relativo a las “diver-
sas medidas” ajenas a los procedimientos judiciales, y a “otras

10
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA ARGENTINA

posibilidades alternativas a la internación en instituciones",


que debe prever el Estado.
En esta línea de ideas, asimismo, se inscribe la Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos: la jurisdicción especial para
niños en conflicto con la ley, así como las normas y procedi-
mientos correspondientes, deben caracterizarse, inter alia, por
la posibilidad de adoptar medidas para tratar a esos niños sin
recurrir a procedimientos judiciales y, en el caso de que un pro-
ceso judicial sea necesario, se disponga de diversas medidas,
tales como asesoramiento psicológico para el niño durante el
procedimiento, control respecto de la manera de tomar el testi-
monio del niño y regulación de la publicidad del proceso (Caso
“Instituto de Reeducación del Menor vs. Paraguay", sentencia
del 2-9-2004, Serie C N1 112, párr. 211). Por otra parte, siem-
pre que esté en juego la persona de un niño, el contenido del
derecho a su libertad personal “no puede deslindarse del inte-
rés superior del niño razón por la cual requiere de la adopción
de medidas especiales para su protección, en atención a su con-
dición de vulnerabilidad” (ídem, párr. 225). Es pertinente tam-
bién reproducir los términos en que la citada Corte ha censura-
do el comportamiento de gobiernos que toleran una práctica
sistemática de violencia contra niños en situación de riesgo:
“En primer lugar, los Estados no evitan que sean lanzados a la
miseria, privándolos así de unas mínimas condiciones de vida
digna e impidiéndoles el ‘pleno y armonioso desarrollo de su
personalidad’, a pesar de que todo niño tiene derecho a alentar
un proyecto de vida que debe ser cuidado y fomentado por los
poderes públicos para que se desarrolle en su beneficio y en el
de la sociedad a la que pertenece. En segundo lugar, atentan
contra su integridad física, psíquica y moral, y hasta contra su
propia vida” (Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales
y otros) vs. Guatemala, sentencia del 19-11— 1999, Serie C N1
63, párr. 191).
5°) Que estos derechos especiales que tienen los niños por su
condición, no constituyen sólo un postulado doctrinario sino un
imperativo constitucional que se erige, nada menos, que en
pauta determinante de la nueva perspectiva que debe informar

11
“SITUACIÓN IRREGULAR” DE MENORES Y SU APLICACIÓN

el sistema. Por otro lado, entre dicho imperativo y el régimen


de la ley 22.278 en cuanto regula los casos de menores no puni-
bles, media una fuerte tensión. Así, por ejemplo, los menores
son privados de su libertad, bajo calificaciones tales como “dis-
puestos”, “internados” o “reeducados” o “sujetos de medidas tu-
telares”, situaciones que han significado, en muchos casos, el
encierro en condiciones de similar rigurosidad que la aplicada
en la ejecución de las penas impuestas a los adultos, aunque
con efectos más dañinos, pues interrumpe su normal evolución.
La mencionada tensión se manifiesta principalmente en dos
características tan distintivas como criticables, a saber: el “re-
taceo” de principios básicos y elementales que conforman el de-
bido proceso, y la subsistencia de la doctrina de la “situación
irregular” en el régimen de la ley 22.278, especialmente en su
art. 11, párrafos segundo, tercero y cuarto. El Comité de los De-
rechos del Niño, en octubre de 2002, expresó a la República
Argentina su preocupación por la subsistencia de legislación
basada en la doctrina de la “situación irregular”, abarcando en
tales términos no solamente la ya derogada ley 10.903 (párrafo
15), sino también a la ley 22.278 (párrafos 40 y 62). Si bien refi-
riéndose en conjunto a ambas leyes, el Comité puntualizó que
el régimen legal vigente, inspirado en la mencionada doctrina,
no traza una distinción clara entre niños que necesitan protec-
ción y cuidado y niños en conflicto con la ley penal. Aunque con
la sanción de la ley 26.061 y derogación de la ley 10.903, han
perdido actualidad algunas críticas del Comité (como la inclui-
da en el párrafo 15 de que no hay norma alguna que considera
al menor sujeto de derechos), hay otras que sí mantienen vi-
gencia. En efecto el régimen de la ley 22.278 no ha sido aún
ajustado a los estándares prescriptos por la Convención sobre
los Derechos del Niño y otros documentos que apuntan a supe-
rar las prácticas inspiradas en el paradigma de la “situación
irregular” y son mencionados por el Comité en sus recomenda-
ciones (párrafo 63.a). Por otro lado, cabe recordar que el Comité
también puso de resalto el número de niños, especialmente de
familias pobres, que se encuentran privados de un medio fami-
liar y colocados en instituciones de asistencia pública o en in-

12
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA ARGENTINA

ternados, a menudo lejos de su hogar (Observaciones finales:


Argentina, 9-10-2002, CRC/C/15/Add.187, párrs. 15, 40, 42, 62
y 63). El Comité se refirió a la “eliminación del concepto tradi-
cional de ‘situación irregular’” también al expedirse sobre la si-
tuación de otros países (Observaciones finales: Paraguay,
12-10-2001, CRC/C/15/Add.166, párr. 10. b; Observaciones fina-
les: El Salvador, CRC/C/15/Add.232, 4-6-2004, párr. 3. d, y
Observaciones finales: Guatemala, 8-6— 2001, CRC/C/15/Add.
154, párrs. 11 y 56).
Como conclusión, el Comité recomendó a la Argentina, inter
alia, que: a. establezca mecanismos y procedimientos apropia-
dos para hacer frente a la situación de los niños que necesitan
atención y protección; b. revise sus leyes y prácticas relativas
al sistema de justicia de menores para lograr cuanto antes su
plena conformidad con las disposiciones de la Convención, en
particular los arts. 37, 39 y 40, así como con otras normas in-
ternacionales en la materia, como las Reglas de Beijing y las
Directrices de las Naciones Unidas para la prevención de la de-
lincuencia juvenil (Directrices de Riad), y c. asegure que exista
una clara distinción, en cuanto a procedimientos y trato, entre
los niños que tienen conflictos con la justicia y los niños que ne-
cesitan protección (cit. párrs. 41 y 63 a y c).
6º) Que, con todo, la fuerte tensión señalada no puede justifi-
car que por vía pretoriana se arbitre o se tienda a arbitrar, sin
más, una suerte de régimen general sustitutivo del previsto por
la ley 22.278, y nada menos que con los alcances que le confiere
el fallo apelado. Este último, en términos generales, no es cen-
surable por el diagnóstico que formula acerca de los males que
padece el sistema vigente; sí lo es respecto del medio escogido
para superarlos. Varias razones concurren a ello. Tal como lo
reiteró esta Corte no es propio del cometido fijado al Poder Ju-
dicial en el art. 116 de la Constitución Nacional dictar una sen-
tencia con carácter de norma general derogatoria de las dispo-
siciones en cuestión implementando un mecanismo de
reemplazo en su lugar, cuando resulta evidente que —en esta
materia— tal solución requiere de la suficiente e indispensable

13
“SITUACIÓN IRREGULAR” DE MENORES Y SU APLICACIÓN

concreción de medidas de política pública previas (conf. arg.


Fallos: …).
Ello implicaría sustituirse a competencias propias de los
otros poderes del Estado (Fallos: …); máxime, cuando el con-
vencional constituyente, en la última reforma de 1994, le ha
adicionado al Congreso la atribución específica de promover
medidas de acción positiva que garanticen el pleno goce de los
derechos reconocidos por la Constitución Nacional y por los tra-
tados de derechos humanos, en particular, respecto de los niños
(art. 75, inc. 23, de la Constitución Nacional).
No es asunto de desaprobar solamente leyes que, basadas en
la anacrónica situación irregular limiten los derechos, liberta-
des y garantías de los niños. Se trata de eso, por cierto, pero de
mucho más, como lo es establecer, al unísono, otras políticas,
planes, programas generales y específicos en materia de educa-
ción, salud, deporte, adicciones, estrategias, instituciones, ins-
talaciones debidamente calificadas con personal adecuado, re-
cursos y normas de coordinación. Tales acciones, cuya
implementación es atributo directo de los poderes públicos, re-
sultan previas a cualquier medida de alcance general —como la
apelada— que, con el sincero espíritu de creer mejorar la situa-
ción ya grave, no la favorezca y –eventualmente— en la prácti-
ca lleve a la vulneración de los derechos que intenta proteger.
Es dable afirmar que las cuestiones que encierra la proble-
mática de los menores en conflicto con la ley penal, son de una
delicadeza, gravedad y complejidad extremas, tanto en sus cau-
sas, como en sus consecuencias personales y con relación a la
comunidad toda. El análisis de tales aspectos remite al diseño
de las políticas públicas en general, y la criminal en particular,
que ameritan un debate profundo y juicios de conveniencia, que
exceden la competencia de esta Corte.
7º) Que, de todos modos, el tribunal no puede permanecer in-
diferente ante la gravedad de la situación y la demora en pro-
ceder a una adecuación de la legislación vigente a la letra del
texto constitucional y, en especial, a la de la Convención sobre
los Derechos del Niño. Por consiguiente cabe requerir al Poder
Legislativo que, en un plazo razonable, adecue la legislación a

14
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA ARGENTINA

los estándares mínimos que en lo pertinente surgen de los ins-


trumentos internacionales sobre derechos humanos incorpora-
dos a la Constitución Nacional (art. 75, inc. 22, segundo pá-
rrafo).
8º) Que el texto de la ley 26.061 permite afirmar, sin mayor
esfuerzo interpretativo, que la política de protección integral de
derechos de las niñas, niños y adolescentes “debe ser implemen-
tada mediante la concertación articulada de acciones de la Na-
ción, las provincias, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los
Municipios (...) en la elaboración de a) políticas, planes y pro-
gramas de protección de derechos, (...) c) recursos económicos;
(...) e) medidas de protección de derecho” (arts. 32 y 33).
Por lo tanto y en atención a todo lo que se lleva dicho, resulta
de toda urgencia y necesidad que los organismos administrati-
vos nacionales y locales con competencia en la materia empren-
dan las acciones necesarias con el propósito de trazar y ejecu-
tar políticas públicas que tiendan, en todo lo que sea apropiado,
a excluir la judicialización de los problemas que afectan a los
menores no punibles, es decir aquellos que no han alcanzado la
edad mínima para ser imputados por infringir la ley penal
(arts. 40.3 y 40.4 de la Convención de los Derechos del Niño).
En este orden de razonamiento, corresponde requerir a los
Poderes Ejecutivos Nacional y local para que, a través de los
organismos administrativos correspondientes, en un plazo ra-
zonable, adopten las medidas que son de su resorte.
9º) Que la función del derecho, en general, es la de realizar-
se; lo que no es realizable nunca podrá ser derecho. En este co-
metido, la medida adoptada aparece como la más adecuada
para hacer efectivos los derechos y garantías consagrados en la
Constitución Nacional. Aquélla se funda en el rol institucional
que le compete a esta Corte como Poder del Estado, sin desen-
tenderse de las relaciones que deben existir con los otros pode-
res, los que —claro está— se encuentran también vinculados
con el propósito constitucional de afianzar la justicia. Dichos
departamentos de Estado constituyen, en el caso concreto, el
canal adecuado para llevar a cabo aquellas acciones sin cuya

15
“SITUACIÓN IRREGULAR” DE MENORES Y SU APLICACIÓN

implementación previa, se tornaría ilusoria cualquier declara-


ción sobre el punto.
10) Que el deber del Estado de respetar los derechos recono-
cidos en la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
incumbe a cualquier poder y órgano, independientemente de su
jerarquía, so pena de incurrir en responsabilidad internacional
(Caso “Última tentación de Cristo (Olmedo Bustos y otros)” Se-
rie C 73, sentencia del 5 de febrero de 2001 de la Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos).
No se deja de apreciar entonces, que todos los órganos del
Estado deben asumir los roles de garante (art. 1.1 Convención
Americana), que a cada uno, de acuerdo a sus atribuciones
constitucionales y legales, les corresponde. Así, entre “las medi-
das de otra índole” que el Estado debe arbitrar para dar efecti-
vidad a los derechos reconocidos en la Convención (art. 2) se
inscriben las sentencias judiciales. Los tribunales están obliga-
dos a atender como consideración primordial al interés supe-
rior del niño, sobre todo cuando es doctrina de esta Corte que
garantizar implica el deber de tomar todas las medidas nece-
sarias para remover los obstáculos que pudiesen existir para
que los individuos puedan disfrutar de los derechos reconoci-
dos en la Convención (Fallos: …). En coincidencia, entonces,
con los estándares internacionales ya señalados, les correspon-
de a los jueces, en cada caso, velar por el respeto de los dere-
chos de los que son titulares cada niña, niño o adolescente bajo
su jurisdicción, que implica escucharlos con todas las garantías
a fin de hacer efectivos sus derechos (conf. arts. 12.2 y 40.2.b de
la Convención sobre los Derechos del Niño).
11) Que, la ley 26.061, que establece un sistema de protec-
ción integral de las niñas, niños y adolescentes, únicamente de-
roga a la ya citada ley 10.903. Por lo tanto, la interpretación de
la ley 22.278 no debe ser efectuada en forma aislada sino en
conjunto con el resto del plexo normativo aplicable, como parte
de una estructura sistemática, y en forma progresiva, de modo
que mejor concilie con la Constitución Nacional y con los trata-
dos internacionales que rigen la materia, allí previstos.

16
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA ARGENTINA

Es menester tener en cuenta una de las pautas de mayor


arraigo en la doctrina de este Tribunal, conforme a la cual la
inconsecuencia o la falta de previsión jamás debe suponerse en
la legislación, y por esto se reconoce como principio inconcuso
que la interpretación de las leyes debe hacerse siempre evitan-
do darles un sentido que ponga en pugna sus disposiciones,
destruyendo las unas por las otras y adoptando como verdadero
el que las concilie y deje a todas con valor y efecto (Fallos: …).
Y comprende además, su conexión con otras normas que inte-
gran el ordenamiento vigente, del modo que mejor concuerde
con los principios y garantías de la Constitución Nacional
(Fallos: …).
12) Que también les concierne a los jueces mantener un co-
nocimiento personal, directo y actualizado de las condiciones en
la que se encuentran los niños sujetos a internación (densidad
poblacional de los institutos, higiene, educación, alimentación,
adecuado desempeño personal), con el fin de tomar todas aque-
llas medidas que sean de su competencia y que tengan como
efecto directo un mejoramiento en la calidad de vida de los ni-
ños. En especial, deberán revisar, permanentemente y en vir-
tud de ese conocimiento inmediato, la conveniencia de mante-
ner su internación. Todo ello implica no otra cosa que el
cumplimiento del artículo 31, tercer párrafo de la Convención
sobre los Derechos del Niño, en todo cuanto sea incumbencia de
los jueces.
Por otra parte, específicamente, en relación a los niños que
cometen un delito cuando todavía no han cumplido la edad mí-
nima, el Comité de los Derechos del Niño, ha reconocido, re-
cientemente, que si bien no pueden ser formalmente acusados
ni considerárselos responsables en un procedimiento penal, “si
es necesario, procederá adoptar medidas especiales de protec-
ción en el interés superior de esos niños” (Observación General
N° 10/2007, “Derechos del niños en la Justicia de menores", del
25 de abril de 2007, párr. 31).
En efecto, es función también de los magistrados competen-
tes en la materia, adoptar dichas medidas, agotando todas las
variables que permitan orientarse, prioritariamente, hacia ser-

17
“SITUACIÓN IRREGULAR” DE MENORES Y SU APLICACIÓN

vicios sustitutivos de la internación que puedan ser dispuestos,


según las circunstancias particulares de cada niño, teniendo
como horizonte su interés superior. Ello, con el fin de evitar la
estigmatización y no solamente porque resultan más beneficio-
sas para el menor, sino también para la seguridad pública, por
la criminalización que, a la postre, puede provocar la institucio-
nalización y el consiguiente condicionamiento negativo. Obvia-
mente, que en el ejercicio de dicho rol, les corresponde contro-
lar, no sólo su procedencia en cada caso, sino también,
periódicamente, si las circunstancias que las motivaron han
cambiado, tanto como, la vigencia de su necesidad y razonabi-
lidad.
13) Que, en tales condiciones, corresponde requerir al Poder
Legislativo que, en un plazo razonable, adecue la legislación en
la materia a los estándares mínimos que surgen de los instru-
mentos internacionales incorporados a la Constitución Nacio-
nal y a que, los poderes Ejecutivos Nacional y local, a través de
sus organismos administrativos competentes implementen
efectivamente las medidas que son de su resorte.
En consecuencia, se impone revocar la sentencia apelada, lo
cual en nada impide y en todo exige, naturalmente, que los
jueces con competencia en causas relativas a menores no pu-
nibles en la situación de la ley 22.278, dicten, cuando corres-
pondiere, las decisiones que en el caso concreto sean requeri-
das para la salvaguarda de los derechos y libertades del
menor y para la protección especial a que éste es acreedor, con
arreglo a la Constitución Nacional y con los tratados interna-
cionales que rigen la materia, allí previstos.
Por ello, se hace lugar a la queja, y al recurso extraordinario
interpuestos, y se revoca la sentencia apelada con los alcances
indicados. Acumúlese la queja al principal, hágase saber, prac-
tíquense las comunicaciones ordenadas a los Poderes Legislati-
vo y Ejecutivo Nacional y local, y a la Cámara Nacional de Ca-
sación Penal a efectos de que transmita la presente a todos los
jueces competentes en la materia, a la Defensoría General y a
la Procuración General de la Nación. Oportunamente, devuél-
vase. …

18
EL DERECHO A SER ASISTIDO
POR UN TRADUCTOR O INTÉRPRETE
ES ESENCIAL DEL DERECHO AL DEBIDO PROCESO

Sinopsis: Mediante la presente sentencia el Tribunal Constitu-


cional de Bolivia revisó una resolución de hábeas corpus denega-
da a una persona que se encontraba en prisión preventiva y
quien alegó haber sido detenido y sometido a posteriores actua-
ciones ministeriales y judiciales sin haber contado con un intér-
prete ya que su idioma materno era el portugués. El Tribunal
Constitucional analizó el contenido del derecho a ser asistido
gratuitamente por un traductor o intérprete a la luz del artículo
8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el cual
consagra las garantías judiciales. El Tribunal Constitucional se
remitió a jurisprudencia de la Corte Interamericana de Dere-
chos Humanos para señalar que el derecho del imputado a ser
asistido gratuitamente por un traductor o intérprete si no com-
prende o no habla el idioma del tribunal es un elemento esencial
del debido proceso para entender lo que acontece en las diferen-
tes actuaciones procesales y comunicarse correctamente tanto
con su abogado como con el juez. De esta manera, el imputado
puede asumir plenamente su defensa tanto material como técni-
ca. El Tribunal Constitucional aprobó la resolución de hábeas
corpus denegada al imputado por considerar que dicha persona
comprendía y hablaba perfectamente el idioma castellano, lo
cual fue constatado por la autoridad judicial y por lo cual no se
consideró necesaria la designación de un traductor.
Aunque no lo nomina expresamente, el Tribunal Constitucional
de Bolivia se basó en la Opinión Consultiva OC-16/99, “El Dere-
cho a la Información sobre la Asistencia Consular en el Marco de
las Garantías del Debido Proceso Legal”.

19
DERECHO A SER ASISTIDO POR UN TRADUCTOR O INTÉRPRETE

THE RIGHT TO BE ASSISTED BY A TRANSLATOR


OR INTERPRETER IS AN ESSENTIAL
GUARANTEE OF THE RIGHT TO A FAIR TRIAL

Synopsis: By means of this judgment, the Constitutional Tribu-


nal of Bolivia reviewed the decision by which it was denied a
writ of habeas corpus filed a person who was in custody pending
trial and who alleged having been detained and subjected to sub-
sequent judicial and prosecution proceedings without the assis-
tance of an interpreter since his mother tongue was Portuguese.
The Constitutional Tribunal analyzed the content of the right to
be assisted without charge by a translator or interpreter in the
light of article 8 of the American Convention on Human Rights,
which embodies the judicial guarantees. The Constitutional Tri-
bunal referred to the case-law of the Inter-American Court of Hu-
man Rights and indicated that the right of the accused to be as-
sisted, without charge, by a translator or interpreter if he does
not understand or does not speak the language of the tribunal or
court is an essential element of the due process in order to under-
stand the different proceedings that are conducted and to have
an effective communication with his attorney and the judge.
Therefore, the accused may defend himself personally or be as-
sisted by legal counsel of his own choosing. The Constitutional
Tribunal upheld the decision by which it was denied the writ of
habeas corpus filed by the accused upon considering that said
person perfectly understood and spoke Spanish, which was
proved by the judicial authority, and therefore the tribunal con-
sidered that the appointment of a translator was not necessary.
Though it is not expressly mentioned, the Constitutional Tribu-
nal of Bolivia based its decision on Advisory Opinion OC-16/99,
“The Right to Information on Consular Assistance in the Frame-
work of the Guarantees of the Due Process of Law”.

20
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
BOLIVIA

REVISIÓN DE HÁBEAS CORPUS


INTERPUESTO POR FRANCISCO MANUEL
MENDONÇA RODRÍGUEZ DE OLIVEIRA
EXPEDIENTE 2007-16349-33-RHC
24 DE SEPTIEMBRE DE 2007


En revisión la Resolución HC-09/2007 de 17 de julio, … pro-
nunciada por el Juez Sexto de Sentencia en lo Penal del Distri-
to Judicial de La Paz, dentro del recurso de hábeas corpus in-
terpuesto por Francisco Manuel Mendonça Rodríguez de
Oliveira contra Carlos Guerrero Arraya y Marcela Siles Jaksic,
Jueces Primero y Décima de Instrucción en lo Penal del mismo
Distrito Judicial, respectivamente y Félix Peralta Peralta, Fis-
cal de Sustancias Controladas de La Paz, alegando la vulnera-
ción de su derecho a la libre locomoción, consagrado por el art.
7 inc. g) de la Constitución Política del Estado (CPE).

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido del recurso

I.1.1. Hechos que motivan el recurso

El recurrente, en el memorial presentado el 12 de julio de


2007…, señala que el 1 de junio de 2007, fue aprehendido en el
área de preembarque del aeropuerto de “El Alto” por funciona-

21
DERECHO A SER ASISTIDO POR UN TRADUCTOR O INTÉRPRETE

rios de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico


(FELCN), sin que le hicieran conocer los motivos ni entender
nada de lo que sucedía, pues su lengua materna es el portu-
gués, único idioma que conoce y habla perfectamente, no ha-
biéndosele designado intérprete, irregularidad que persistió
cuando fue remitido al Fiscal recurrido, y luego llevado a au-
diencia de medidas cautelares, donde el Juez Primero de Ins-
trucción en lo Penal, en vez de velar porque se respeten sus de-
rechos y garantías, agravó su situación disponiendo su deten-
ción preventiva.
Relata que remitido el cuaderno procesal a la Jueza Décima
de Instrucción en lo Penal, por motivo de la vacación judicial,
no veló porque se respeten sus derechos conculcados, mante-
niéndolo a la fecha ilegalmente detenido.

I.1.2. Derecho supuestamente vulnerado


El recurrente estima vulnerado su derecho a la libre locomo-
ción, consagrado por el art. 7 inc. g) de la CPE.

I.1.3. Autoridades recurridas y petitorio


Se demanda de hábeas corpus a Carlos Guerrero Arraya y
Marcela Siles Jaksic, Jueces Primero y Décima de Instrucción
en lo Penal del Distrito Judicial de La Paz, respectivamente; y
Felix Peralta Peralta, Fiscal de Sustancias Controladas de La
Paz, solicitando se declare procedente el recurso y se ordene su
inmediata libertad.

I.2. Audiencia y Resolución del Juez de hábeas corpus

Efectuada la audiencia pública el 17 de julio de 2007, … se


produjeron los siguientes actuados:

I.2.1. Ratificación del recurso


El abogado del recurrente ratificó y reiteró los términos del
recurso planteado.

22
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL BOLIVIA

I.2.2. Informe de las autoridades recurridas


La Jueza Décima de Instrucción en lo Penal, en el informe
escrito…, señala que se encuentra de turno en las vacaciones
judiciales, y que en el proceso que ha motivado el recurso no
realizó ninguna actuación jurisdiccional, por lo que desconoce
los aspectos demandados.
El fiscal Félix Peralta Peralta, en su informe brindado en au-
diencia, indicó: 1) El recurrente tenía pleno conocimiento de la
Resolución de medidas cautelares, por ello presentó apelación
incidental, pues entiende y conoce el español; 2) Asumió defen-
sa a través de su abogado, el recurso de apelación presentado
fue declarado inadmisible por descuido de dicho profesional.
El Juez Primero de Instrucción en lo Penal, en su informe
brindado en audiencia expresó: a) El 2 de junio de 2007, celebró
la audiencia de medidas cautelares disponiéndose la detención
preventiva del recurrente, donde se informó que el español es
de conocimiento del imputado y éste así lo expresó; b) En aque-
lla oportunidad estaba asistido de otro abogado, quien no hizo
ninguna mención a que su defendido no tuviera comprensión
del idioma español.

I.2.3. Resolución
El Juez de hábeas corpus dictó Resolución declarando impro-
cedente el recurso, con los siguientes fundamentos: i) Según se
evidencia del acta de audiencia de medidas cautelares, el recu-
rrente hizo uso de su defensa material, no siendo aplicable la
SC “058/2006-R”; ii) De acuerdo al “art. 250 de la Ley 1970”, el
Auto que dispone una medida cautelar no causa estado y es
modificable o revocable aun de oficio cuando se presenten nue-
vos elementos de convicción; iii) La Jueza Décima de Instruc-
ción en lo Penal no realizó ninguna actuación en el proceso, por
lo que carece de legitimación pasiva para ser demandada.

I.3. Trámite procesal en el Tribunal Constitucional


En mérito al acta 004/2007 de 20 de agosto, el pleno de este
Tribunal dispuso la suspensión general del cómputo de plazos
23
DERECHO A SER ASISTIDO POR UN TRADUCTOR O INTÉRPRETE

procesales; reanudándose dichos plazos mediante acta 27/2007


de 12 de septiembre; habiéndose suspendido nuevamente a
partir del 17 de septiembre por acta extraordinaria 01/2007 de
14 de septiembre ; los mismos que se reanudan de acuerdo a lo
establecido en el acta extraordinaria 02/2007 de 24 de septiem-
bre, por lo que la presente Sentencia es pronunciada dentro del
plazo legalmente establecido.

II. CONCLUSIONES

De la debida revisión y compulsa de los antecedentes que


cursan en el cuaderno procesal, se establece lo siguiente:
II.1. Francisco Manuel Mendonça Rodríguez de Oliveira
(recurrente), fue aprehendido a horas 19:45 del 1 de junio de
2007, en la zona de preembarque nacional del aeropuerto de “El
Alto”, al haber sido sorprendido en posesión de sustancias con-
troladas en su equipaje. El 2 de junio de 2007, el fiscal Félix
Peralta Peralta (recurrido), formuló imputación formal en su
contra por la presunta comisión del delito de fabricación de
sustancias controladas, dando aviso sobre el inicio de la inves-
tigación….
II.2. En audiencia de medidas cautelares realizada el 2 de ju-
nio de 2007, el Juez Primero de Instrucción en lo Penal caute-
lar (correcurrido) mediante Resolución 333/2007 dispuso su de-
tención preventiva (fs. 14 a 16). Por Auto de Vista 161/2007 de
10 de julio, en audiencia, la Sala Penal Segunda de la Corte
Superior del Distrito Judicial de La Paz, declaró inadmisible
por extemporáneo, el recurso de apelación planteado contra
aquella Resolución…
II.3. Del acta de audiencia de medidas cautelares, respecto a
la necesidad o no de designación de intérprete, se establece lo
siguiente: i) El abogado del recurrente, no solicitó intérprete o
traductor para su defendido; ii) El Juez consultó al recurrente
y a la coimputada sobre si entendían el idioma castellano, ha-
biendo ambos respondido afirmativamente; y, iii) El imputado
y ahora recurrente hizo uso de la palabra en la audiencia expli-

24
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL BOLIVIA

cando que su compañera y coimputada no tenía conocimiento


del contenido de la maleta que le fue incautada…
II.4 A la Jueza Décima de Instrucción en lo Penal (correcu-
rrida), de turno en la vacación judicial, se le remitieron varios
procesos de diferentes Juzgados, entre los cuales el que motiva
el presente recurso, sin que empero haya realizado ninguna ac-
tuación o dictado providencia alguna.

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO


El recurrente denuncia la vulneración de su derecho a la li-
bre locomoción al señalar que cuando fue aprehendido por fun-
cionarios de la FELCN, en el aeropuerto de “El Alto”, no enten-
día nada de lo que sucedía, pues su lengua materna es el
portugués, único idioma que conoce y habla perfectamente, no
habiéndosele designado intérprete; irregularidad que persistió
cuando fue puesto a conocimiento del Fiscal recurrido y agrava-
da por el Juez Primero de Instrucción en lo Penal, quien dispu-
so su detención preventiva. Asimismo, la Jueza Décima de
Instrucción en lo Penal, lejos de velar porque se respeten sus
derechos, lo mantiene ilegalmente detenido hasta la fecha. Por
consiguiente, en revisión de la Resolución del Juez de hábeas
corpus, se debe determinar si corresponde o no otorgar la tu-
tela que brinda el art. 18 de la CPE.
III.1. A los efectos de resolver adecuadamente la problemáti-
ca planteada, dado que el argumento central del recurrente es-
triba en la falta de designación de intérprete en todas las ac-
tuaciones que se realizaron, lo que presuntamente habría
ocasionado la vulneración de sus derechos y garantías, pues su
lengua materna es el portugués, único idioma -dice- que entien-
de y habla perfectamente. Corresponde entonces señalar lo que
la jurisprudencia de este Tribunal ha destacado al respecto; en
ese sentido, en la SC 0058/2006-R de 18 de enero, sobre el dere-
cho de ser asistido gratuitamente por un traductor o intérprete,
previsto en el art. 8.2 inc. a) de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, se estableció lo siguiente:
“(…) el citado derecho es considerado por la doctrina consti-
tucional como una garantía que permite asegurar el derecho a
25
DERECHO A SER ASISTIDO POR UN TRADUCTOR O INTÉRPRETE

la defensa en el marco de los procesos penales, ello porque se


constituye en el pilar fundamental para el ejercicio del derecho
la defensa del imputado, toda vez que la ignorancia del idioma
utilizado por el juez o tribunal o la dificultad de su compren-
sión por parte del imputado, pueden constituir un obstáculo
para el ejercicio del derecho de defensa; por ello la Corte Inte-
ramericana de Derechos Humanos ha considerado que este de-
recho se constituye en ‘un factor que permite superar eventua-
les situaciones de desigualdad en el desarrollo de un proceso’.
De lo referido se infiere que el derecho del imputado de ser
asistido gratuitamente por el traductor o intérprete, si no com-
prende o no habla el idioma que utiliza el juez o tribunal se
constituye en un elemento esencial del derecho al debido proce-
so, ya que sólo al contar con un traductor o intérprete podrá
comprender plenamente en su idioma materna todo cuanto
acontece en las diferentes actuaciones procesales, así como le
permitirá tener una comunicación correcta con su abogado así
como con el juez o los miembros del tribunal, de manera que
así podrá asumir plenamente su defensa tanto material como
técnica; por lo tanto, si el sindicado no comprende o no habla el
idioma del juez o tribunal a cargo de la etapa preparatoria y
posterior juicio, necesariamente deberá designársele un intér-
prete o traductor para que en su lengua materna le ponga en
conocimiento de todas las actuaciones y situaciones que se van
suscitando sobretodo en la realización de las declaraciones y
las audiencias públicas”.
III.2. En la especie, de acuerdo a los antecedentes que cur-
san en obrados, se establece en primer término que el recurren-
te comprendía y hablaba suficientemente el idioma español, as-
pecto que de inicio la autoridad judicial tuvo el cuidado de
constatar, por lo que estableció que no era necesaria la desig-
nación de un traductor, que tampoco fue solicitada por su de-
fensa; por el contrario, en el indicado idioma, el imputado in-
tervino personalmente en la audiencia haciendo uso de la
palabra, explicando las circunstancias en que se produjeron los
hechos que se le imputan, pretendiendo al mismo tiempo sal-
var la responsabilidad de su compañera y coimputada y formu-

26
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL BOLIVIA

lando sus petitorios, habiendo en consecuencia ejercido la de-


fensa material a que tiene derecho, al margen de la defensa
técnica a cargo de su abogado, por lo que en definitiva, no ha
existido indefensión alguna derivada de la falta de designación
de defensor de oficio, que en el caso -se reitera- no era necesa-
ria, pues el idioma no constituyó obstáculo alguno para que el
recurrente, conozca de la sindicación de que era objeto y todo lo
relacionado con los actuados del proceso y sus derechos y
garantías.
Ahora bien, habiéndose dispuesto en dicha audiencia, la de-
tención preventiva del recurrente, éste en ejercicio de su dere-
cho a la defensa, interpuso recurso de apelación incidental; de
manera extemporánea, motivo por el cual la alzada fue decla-
rada inadmisible por los Vocales de la Sala Penal Segunda de
la Corte Superior del Distrito Judicial de La Paz, persistiendo
en consecuencia la privación de su libertad, circunstancia que
en todo caso es atribuible a su negligencia, o cuando menos a la
de su abogado, misma que no puede ser salvada con la interpo-
sición del presente recurso extraordinario.
III.3. En cuanto al Fiscal y a la Jueza Décima de Instrucción
en lo Penal recurridos, se tienen que el recurrente no es explíci-
to en cuanto a los actos presuntamente ilegales en que pudie-
sen haber incurrido como hechos motivantes de su recurso, al
margen de la falta de designación del intérprete, que conforme
ya se estableció, en autos no era necesaria. Además, la autori-
dad judicial en último término referida, no intervino en actua-
do alguno respecto al recurrente, a más de recibir los actuados
pertinentes con motivo de la vacación judicial, careciendo en
consecuencia de legitimación pasiva para ser demandada.
Los antecedentes expuestos precedentemente muestran que
el caso no se encuentra dentro de las previsiones y alcances del
art. 18 de la CPE, por lo que el Juez de hábeas corpus al haber
declarado improcedente el recurso, ha efectuado una adecuada
compulsa de los antecedentes y dado cabal aplicación al citado
precepto constitucional.

POR TANTO

27
DERECHO A SER ASISTIDO POR UN TRADUCTOR O INTÉRPRETE

El Tribunal Constitucional en virtud de la jurisdicción y


competencia que le confieren los arts. 18.III y 120.7ª de la CPE;
arts. 7 inc. 8) y 93 de la Ley del Tribunal Constitucional en re-
visión, resuelve APROBAR la Resolución HC-09/2007 de 17 de
julio, … pronunciada por el Juez Sexto de Sentencia en lo Pe-
nal del Distrito Judicial de La Paz.
Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitu-
cional.

28
EL ESTADO PUEDE INCURRIR EN RESPONSABILIDAD
POR LA FALTA DE PROTECCIÓN ADECUADA
A CUALQUIER PERSONA CUYA VIDA CORRA PELIGRO
EN RAZÓN DE SU CARGO O SUS ACTIVIDADES

Sinopsis: La Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo


de Estado de Colombia resolvió un recurso de apelación inter-
puesto en el marco de una acción de reparación directa contra el
Estado. En la sentencia impugnada se habría negado declarar
patrimonialmente responsable a la Nación, por la omisión en la
protección de la vida de un abogado que se desempeñaba como
asesor de organizaciones sindicales, quien fue víctima de un
atentado en la ciudad de Medellín. Ello debido a que si bien era
cierto que existían amenazas contra dicha persona, la solicitud
de protección se hizo a través de una asociación, requiriéndose
que el directamente afectado, acudiera a la autoridad competen-
te solicitando protección y salvaguarda.
La Sala indicó que la Convención Americana sobre Derechos Hu-
manos y el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales consagran el derecho a la libertad de asociación, se-
ñalando que “todas las personas tienen derecho a asociarse libre-
mente con fines ideológicos, religiosos, políticos, económicos, labo-
rales, sociales, culturales, deportivos o de cualquiera otra índole”.
Además, el segundo instrumento internacional establece que los
Estados partes garantizarán “el derecho de los trabajadores a or-
ganizar sindicatos y a afiliarse al de su elección, para la protec-
ción y promoción de sus intereses”. Asimismo, la Sala señaló que
la Corte Constitucional de Colombia ha protegido, en innumera-
bles oportunidades, el derecho a la libre asociación sindical, “sos-
teniendo que este derecho fundamental no se agota con la facul-
tad de fundar o pertenecer a esta clase de organizaciones, sino
que se extiende a otro tipo de derechos y garantías que hacen po-

29
RESPONSABILIDAD POR FALTA DE PROTECCIÓN ADECUADA

sible el verdadero ejercicio de la actividad sindical y el cumpli-


miento de las finalidades para lo cual han sido creados”.
Al respecto, la Sala tuvo en consideración que, durante el perío-
do que comprendió el proceso, las organizaciones sindicales y las
personas que hacían parte o estaban relacionadas con las mis-
mas, estuvieron en una situación de riesgo constante, pues fue-
ron víctimas de amenazas e intimidaciones contra su vida e inte-
gridad física debido a la actividad que desarrollaban. Sobre esta
base, la Sala advirtió que la vulneración o amenaza a los dere-
chos fundamentales de las personas que integran las organiza-
ciones sindicales, está prohibida, por la normativa tanto interna-
cional como nacional. Es así que el Estado no debe tolerar o
permitir situaciones en que se pongan en peligro a dichas enti-
dades o personas. Durante la consideración del fondo, la Sala in-
dicó que cuando un funcionario público o cualquier persona, re-
quiere de protección por considerar que su vida corre peligro en
razón de su cargo o por el desarrollo de sus actividades, las auto-
ridades competentes que conozcan el estado en que se encuen-
tra, tienen el de brindar la protección adecuada. En tal sentido,
es posible indagar responsabilidad al Estado, en virtud a que el
daño antijurídico se produce por la omisión en sus deberes.
En consecuencia, la Sala determinó que en el asunto sub exami-
ne no había lugar a dudas que las entidades demandadas falla-
ron en su deber de protección y seguridad, toda vez que conocían
el peligro al que estaba sometido el demandante debido a la acti-
vidad profesional que ejercía y no desplegaron las actuaciones
necesarias para precaver el daño que efectivamente se produjo.
Por ende, declaró a la Nación, específicamente al Ministerio de
Defensa, Policía Nacional y Ejército Nacional, patrimonialmente
responsables por las lesiones causadas.

THE STATE MAY BE LIABLE DUE TO ITS FAILURE


TO ADEQUATELY PROTECT EVERY PERSON
WHOSE LIFE MAY BE IN DANGER DUE
TO HIS OR HER CHARGE OR ACTIVITIES

Synopsis: The Chamber for Contentious-Administrative Pro-


ceedings of the State Council of Colombia solved an appeal filed
30
SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO, COLOMBIA

within the framework of an action for direct reparation against


the State. In the appealed ruling, the court had refused to de-
clare the Nation to be financially responsible for having failed
to protect the life of a lawyer who worked as an advisor of a trade
union and was a victim of an attack in the city of Medellin. The
foregoing due to the fact the even though it was true threats had
been issued against said person, the request for protection was
made by means of a trade union and the aggrieved party was re-
quired to be the person who directly had to resort to the compe-
tent authorities to request for protection and defense.
The Chamber indicated that the American Convention on Hu-
man Rights and the Additional Protocol to the American Con-
vention on Human Rights in the Area of Economic, Social and
Cultural Rights embody the right to freedom of association, indi-
cating that “everyone has the right to associate freely for ideologi-
cal, religious, political, economic, labor, social, cultural, sports,
or other purposes”. Moreover, the second international treaty es-
tablishes that State Parties shall ensure “the right of workers to
organize trade unions and to join the union of their choice for the
purpose of protecting and promoting their interests”. Moreover,
the Chamber pointed out that the Constitutional Court of Colom-
bia has protected, on countless occasions, the right to freedom of
association, “and held that this fundamental right is not limited
to the right to organize or belong to these associations, but it ex-
tends to other type of rights and guarantees that allow the true
exercise of the trade union activity and the compliance with the
goals for which they have been created”.
In this regard, the Chamber took into account that, during the
period that the proceeding lasted, the trade unions and the per-
sons who belong to them or had connection to them, were in a sit-
uation of constant risk, given they were victims of threats and
acts of intimidation against their lives and physical integrity due
to the activity they carried out. Therefore, the Chamber noted
that the national and international set of rules does not permit
any breach or threat of the fundamental rights of the people who
belong to trade unions. Hence, the State must not tolerate or al-
low these situations in which entities or persons are at risk. In
the consideration of the merits, the Chamber indicated that when
a public official or any other person requires for protection since
he or she considers his or her life is at risk by reason of his or her
job or the activities he or she carries out, the competent authori-

31
RESPONSABILIDAD POR FALTA DE PROTECCIÓN ADECUADA

ties hearing the case have the duty to provide the individual with
adequate protection. To this end, it is possible to inquire the
State’s responsibility, since the unlawful damage is caused due to
the State’s failure to comply with its duties.
Therefore, the Chamber determined that in the instant case, there
was no doubt that the respondent entities failed to comply with
their duty of protection and security, given they knew the risk the
plaintiff was running in view of the professional activity he car-
ried out and yet, did not adopt measures necessary to avoid the
damage that was effectively caused. Therefore, it declared that
the Nation, specifically the Ministry of Defense, National Police
and National Army, was financially responsible for the injuries
inflicted.

32
CONSEJO DE ESTADO
SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO
COLOMBIA

ACCIÓN DE REPARACIÓN DIRECTA


INTERPUESTA POR LUIS ASDRÚBAL JIMÉNEZ VACA
Y OTROS
EXPEDIENTE 17.842

SENTENCIA DE 31 DE ENERO DE 2011


Bogotá D.C., treinta y uno (31) de enero de dos mil once (2011).

Resuelve la Sala, el recurso de apelación interpuesto por la
parte actora contra la sentencia del 8 de julio de 1999, proferi-
da por el Tribunal Administrativo de Antioquia, en la que se
negaron las súplicas de la demanda.

I. ANTECEDENTES

1. En libelo demandatorio presentado el 8 de febrero de


1990, los señores Luis Asdrúbal Jiménez Vaca, quien actúa en
su nombre y en representación de los menores: Diana Lucía y
Jorge Ignacio Jiménez Yabur; Abel Antonio Jiménez Manco y
Magda María Jiménez Vaca, solicitaron que se declarara patri-
monialmente responsable a la Nación -Ministerio de Defensa,
Policía Nacional-, por la omisión en la protección de la vida del
abogado Luis Asdrúbal Jiménez Vaca, quien fue víctima de un
atentado el 4 de abril de 1988 en la ciudad de Medellín, que le

33
RESPONSABILIDAD POR FALTA DE PROTECCIÓN ADECUADA

generó graves lesiones, lo obligó a salir del país y mantenerse


en el exilio.
Como consecuencia de la anterior declaración, pidieron que
se condenara a la demandada a pagar, por concepto de perjui-
cios morales, la suma equivalente en pesos a 1.000 gramos de
oro, para cada uno. Igualmente, deprecaron por perjuicios ma-
teriales, sin determinar la modalidad, la suma equivalente en
pesos a 4.000 gramos de oro para cada uno o lo que se logre de-
mostrar en el proceso.
En apoyo de sus pretensiones, los demandantes narraron
que el abogado, Luis Asdrúbal Jiménez Vaca, se desempeñaba
como asesor del Sindicato de Trabajadores Agropecuarios y del
Sindicato de Trabajadores del Banano, labor que le generó ene-
mistades y amenazas contra su vida. El 4 de abril de 1988,
cuando se desplazaba en una vía en la ciudad de Medellín, dos
sicarios dispararon contra el automóvil en el que se movilizaba,
causándole heridas de gravedad. Estando en el centro hospita-
lario donde fue trasladado luego del atentado, fue amenazado
de nuevo, lo que lo obligó a solicitar a Amnistía Internacional
su salida del país, como refugiado político, y desde esa fecha
vive exiliado en la ciudad de Londres, sin posibilidades de
re-gresar debido a su condición.

3. En la contestación de la demanda, el apoderado de la Poli-
cía Nacional solicitó que se negaran las súplicas de la misma,
toda vez que no estaba demostrado que la entidad no hubiera
prestado la protección supuestamente solicitada con anteriori-
dad. De otro lado, deprecó que se declararan las excepciones de
ineptitud de la demanda por incumplimiento de los requisitos
establecidos en el artículo 259 del C.P.C.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Tribunal Administrativo de Antioquia en providencia del


8 de julio de 1999, negó las súplicas de la demanda; consideró
que si bien era cierto que existían amenazas contra el deman-
34
SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO, COLOMBIA

dante, la solicitud de protección se hizo a través de una asocia-


ción que pretendía la protección de un sinnúmero de sindicalis-
tas y abogados en todo el país, de allí que no se le podía exigir a
la entidad demandada la protección a cada uno de ellos. Según
el a quo, en estos casos se requiere que el directamente afecta-
do, acuda a la autoridad competente solicitando protección y
salvaguarda, y como quiera que ésta circunstancia no se pre-
sentó, en el asunto bajo estudio, la demandada no era respon-
sable por los daños que se le imputaban.

III. TRÁMITE EN SEGUNDA INSTANCIA

La parte actora interpuso y sustentó el recurso de apelación


contra la anterior providencia. Solicitó la revocatoria de la sen-
tencia pues el Estado tenía la obligación de velar por la vida
del señor Luis Asdrúbal Jiménez Vaca y no lo hizo, es más, lo
expuso a una situación de grave peligro al permitir que grupos
subversivos controlaran las ciudades y propiciaran la inseguri-
dad, lo que generó las condiciones para perpetrar el atentado y
lo obligó a salir del país sin posibilidad de retorno.

IV. CONSIDERACIONES

Corresponde a la Sala decidir el recurso de apelación inter-


puesto por la parte actora contra la sentencia del 8 de julio de
1999, proferida por el Tribunal Administrativo de Antioquia.

8. Con los documentos y medios probatorios relacionados, se
tiene por establecido que el 4 de abril de 1988, Luis Asdrúbal
Jiménez Vaca, fue herido de gravedad en un atentado ocurrido
en la ciudad de Medellín. Igualmente, está demostrado que
como consecuencia de lo anterior, el lesionado padece de altera-
ciones y limitaciones funcionales y estéticas.
Ahora bien, toda vez que está acreditado el daño antijurídi-
co, se debe analizar si de los elementos probatorios allegados al

35
RESPONSABILIDAD POR FALTA DE PROTECCIÓN ADECUADA

proceso, se puede establecer que aquél es imputable a las enti-


dades demandadas.
Varios testigos coinciden en señalar que el señor Asdrúbal
Jiménez Vaca, recibía amenazas a través de llamadas telefóni-
cas y panfletos debido a su actividad profesional, adicionalmen-
te, indicaron que acudieron él y otras personas a las autorida-
des respectivas para solicitar seguridad y protección. Sobre el
particular, la Policía Nacional, la Gobernación de Antioquia y
la Procuraduría Delegada para las Fuerzas Militares, negaron
que fueran advertidas del peligro que corría el señor Jiménez
Vaca (Fol. 178 cuad. 1 y 236, 252 y 267 cuad. 2), sin embargo,
esto no es suficiente para desvirtuar las declaraciones de los
testigos, ya que no sólo éstos insisten en que previo al atentado
se exigieron medidas de seguridad para el demandante, sino
que también obra en el proceso una denuncia pública de la Aso-
ciación de Abogados Laboralistas al Servicio de los Trabajado-
res, al respecto.
La Sala no comparte las consideraciones del Tribunal de pri-
mera instancia al señalar que se requería, además de la prueba
testimonial, una solicitud expresa de protección relacionada di-
rectamente con la situación de Luis Asdrúbal Jiménez Vaca;
sobre el tópico es necesario señalar y precisar que siempre y
cuando la prueba allegada al proceso sea contundente respecto
a la falta de protección, no se requieren medios probatorios adi-
cionales para validar lo que, como sucede en este caso, detalla
con precisión y tino la prueba testimonial.

Asimismo, con anterioridad y posterioridad a la época en que
ocurrieron los hechos, 4 de abril de 1988, era de conocimiento
generalizado la situación de orden público en la región de Ura-
bá, Antioquia, que afectaba directamente a las organizaciones
sindicales y a las personas relacionadas con éstas. En efecto, en
el proceso obran copias de las actas de las reuniones celebradas
en la ciudad de Medellín, el 9 y 19 de diciembre de 1985, entre
el gobernador de Antioquia, el viceministro de gobierno y los
representantes de varios sindicatos, debido a los hechos violen-
tos en la zona de Urabá y en las que se comprometieron a ga-

36
SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO, COLOMBIA

rantizarles el derecho a la vida, la libertad de opinión y expre-


sión política. Al respecto, es necesario precisar y destacar que,
en desarrollo de las funciones y obligaciones de carácter polici-
vo que ostentan las autoridades departamentales y municipa-
les, existía un deber de protección que se materializó respecto a
los militantes sindicales en las referidas reuniones, en conse-
cuencia, a aquéllas les correspondía desplegar las acciones ne-
cesarias para evitar hechos lamentables como el ocurrido, en
atención a que conocían las circunstancias particulares de este
grupo vulnerable.
Ahora bien, desde el punto de vista probatorio, las actas de
las reuniones celebradas el 9 y 19 de diciembre de 1985, entre
el gobernador de Antioquia y el viceministro de gobierno, como
gobierno departamental y nacional, y los representantes de va-
rios sindicatos y los empresarios, tienen un valor cualificado,
en atención a la calidad de autoridades de policía que en sus
respectivos niveles nacional y departamental detentaban el se-
ñor gobernador y el viceministro de gobierno. Por lo tanto no se
pueden tener las citadas actas, como expresiones de buena vo-
luntad, toda vez que probatoriamente contienen compromisos,
que al fin y al cabo, además no son más que la reiteración de
las finalidades y propósitos que justifican la razón de ser de las
autoridades públicas, y del Estado en general frente al ciuda-
dano en cuanto a la garantía de protección a los derechos a la
vida, la libertad de opinión y expresión política, como se señaló
en esos documentos; de allí su fuerza probatoria cualificada y
específica.
Igualmente, varias organizaciones internacionales pusieron
de presente esta difícil situación, entre ellas, la Comisión Inte-
ramericana de Derechos Humanos, que en un informe rendido
en el año 19811, puso de presente su preocupación respecto a la
situación de los derechos humanos en Colombia, se refirió espe-
cialmente a la vulneración de la libertad de pensamiento, ex-
presión, reunión y asociación, y recomendó que se adoptaran
medidas más eficaces para el esclarecimiento de las violaciones

1 …
37
RESPONSABILIDAD POR FALTA DE PROTECCIÓN ADECUADA

a los derechos mencionados castigando eficazmente a los res-


ponsables.
Posteriormente, en el año 1999, la Comisión se refirió, de
nuevo, al caso colombiano; señaló que la situación de los diri-
gentes sindicales en el país era alarmante pues se trataba de
una población vulnerable…

Así las cosas, es indudable que durante el periodo que com-
prende el presente proceso, las organizaciones sindicales y las
personas que hacían parte o estaban relacionadas con las mis-
mas, estuvieron en una situación de riesgo constante, pues fue-
ron víctimas de amenazas e intimidaciones contra su vida e in-
tegridad física debido a la actividad que desarrollaban.
Esta situación no puede ni debe ser ajena al Estado, de allí
que, éste debe desplegar todas las acciones que tenga a su al-
cance para garantizar los derechos fundamentales de poblacio-
nes en riesgo y grupos vulnerables, como es el caso de las orga-
nizaciones sindicales y sus miembros. Adicionalmente, la
normativa internacional sobre derechos humanos -Convención
Americana sobre Derechos Humanos y el Protocolo Adicional a
la Convención Americana sobre Derechos Humanos en Materia
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales-, consagran el
derecho a la libertad de asociación, señalando que “todas las
personas tienen derecho a asociarse libremente con fines ideo-
lógicos, religiosos, políticos, económicos, laborales, sociales, cul-
turales, deportivos o de cualquiera otra índole”, y establece,
igualmente, que los Estados partes garantizarán “el derecho de
los trabajadores a organizar sindicatos y a afiliarse al de su
elección, para la protección y promoción de sus intereses”.
Así mismo, la Corte Constitucional ha protegido, en innume-
rables oportunidades, el derecho a la libre asociación sindical2,
sosteniendo que este derecho fundamental no se agota con la
facultad de fundar o pertenecer a esta clase de organizaciones,
sino que se extiende a otro tipo de derechos y garantías que ha-

2 …
38
SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO, COLOMBIA

cen posible el verdadero ejercicio de la actividad sindical y el


cumplimiento de las finalidades para lo cual han sido creados3.
“Como lo ha sostenido la Corte en jurisprudencia reiterada
(cf. especialmente las Sentencias T-418 de 1992 y T-230 de
1994), la libertad de asociación sindical posee rasgos diferen-
ciadores frente a la libertad genérica de asociación, consagrada
en el artículo 38 de la Carta. Mientras esta garantiza a todas
las personas la posibilidad jurídica de acordar la realización de
actividades conjuntas, sin restricciones distintas a las consa-
gradas en la Constitución y las leyes, aquélla tiene titulares y
fines propios: son los trabajadores quienes, a través de su ejer-
cicio, reivindican la importancia de su papel dentro del proceso
económico, y promueven la mejoría de sus condiciones labora-
les. Es por esto por lo que se puede afirmar que en tanto que la
libertad de asociación es un poder Jurídico frente al Estado, la
de asociación sindical lo es, por lo menos de manera inmediata,
de una clase productiva frente a otra. Así lo muestra la génesis
histórica de esas libertades: la primera corresponde a los dere-
chos de primera generación, propios del liberalismo racionalis-
ta, mientras la segunda fue incorporada por el pensamiento
social de la primera mitad del presente siglo.
“Dentro de la lógica intrínseca a la libertad de asociación sin-
dical, el sindicato aparece como la organización encargada de
asumir la defensa de los intereses de los trabajadores. Su razón
de ser en el seno de sociedades industrializadas, organizadas
jurídicamente bajo la forma de Estados sociales de derecho, no
es otra que la necesidad de la existencia de un intermediario
entre los empleadores y los trabajadores individualmente con-
siderados. Y es precisamente gracias a esa tarea primordial,
que los sindicatos gozan de una especial protección por parte
del ordenamiento jurídico (v.gr. fuero sindical, artículo 39 de la
Constitución Política y 405 del Código Sustantivo del Trabajo;
sanciones a quienes obstaculicen su actividad, artículo 354 del
C.S.T), y que su reconocimiento Jurídico opera con la simple
inscripción del acta de constitución.

3 …
39
RESPONSABILIDAD POR FALTA DE PROTECCIÓN ADECUADA

“Para el desarrollo de esa tarea, la ley otorga a los sindicatos


la posibilidad de establecer las reglas de su organización inter-
na y su funcionamiento. Así, el artículo 362 del C.S.T. establece
que “toda organización sindical tiene el derecho de redactar li-
bremente sus estatutos y reglamentos administrativos”. Se en-
tiende, entonces, que siendo los sindicatos organizaciones entre
particulares, en principio los parámetros que los rigen -inclu-
yendo las condiciones de ingreso, como lo prevé el numeral 39
de la disposición mencionada-, son de libre escogimiento por
parte de quienes participen en su conformación.
“No obstante, este principio no tiene un alcance ilimitado. Si
bien las asociaciones sindicales defienden los intereses de los
trabajadores afiliados, su papel preponderante en las relacio-
nes obrero-patronales hace que su actuación afecte de manera
decisiva el goce efectivo del derecho de todos los trabajadores
(afiliados y no afiliados) a promover el mejoramiento de sus
condiciones laborales.
“Es por esta razón por la que el ordenamiento jurídico no
puede ser indiferente frente a las condiciones de funcionamien-
to de organizaciones de esa naturaleza, mucho más cuando
está fundado en valores de participación y pluralismo (artículo
1 de la Carta). Así lo quiso el constituyente de 1991 al ordenar
en el segundo inciso del artículo 39, la sujeción de los sindica-
tos “al orden legal y a los principios democráticos” (subrayado
de la Sala). En el ejercicio de su fuero interno, un sindicato
puede establecer las condiciones de funcionamiento que estime
pertinentes, siempre que ellas sean compatible con los princi-
pios rectores de una sociedad democrática.”4
En este orden de ideas, es claro que la vulneración o amena-
za a los derechos fundamentales de las organizaciones sindica-
les y/o de las personas que las integran, está prohibida, por la
normativa internacional como nacional, de allí que, el Estado
no debe tolerar o permitir situaciones en que se pongan en peli-
gro a entidades o personas en condiciones de vulnerabilidad;
sin embargo, lamentablemente, en el caso que nos ocupa el mi-

4 …
40
SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO, COLOMBIA

litante sindical fue perseguido por su condición, y sus derechos


a la vida e integridad fueron gravemente transgredidos.
Ahora bien, como quiera que existen medios de convicción
que permiten inferir que el afectado solicitó protección y que
ésta no le fue prestada de forma eficiente, es posible endilgar
responsabilidad al Estado en el caso concreto, en virtud a que
el daño antijurídico se produjo por la omisión en sus deberes.
Al respecto la Sala tiene por establecido que cuando un fun-
cionario público o cualquier persona, requiere de protección por
considerar que su vida corre peligro en razón de su cargo o por
el desarrollo de sus actividades, las autoridades competentes
que conozcan el estado en que se encuentra, tienen el deber de
brindar la protección adecuada5.
“En consecuencia, si bien la Policía Nacional desconocía cual-
quier tipo de amenaza en relación con el personero Jorge Enri-
que León Chávez, lo cierto es que sí era consciente del riesgo al
que se encontraban sometidos los funcionarios y autoridades
locales, tanto así que se les brindaron diversas instrucciones en
relación con las rutas a tomar, los desplazamientos, entre otros
aspectos, lo que evidencia y pone de presente la posición de ga-
rante que había asumido la fuerza pública en cuanto concierne
a la protección y salvaguarda de los derechos, bienes e intere-
ses legítimos de los pobladores de San Alberto y, específica-
mente, respecto de las autoridades civiles del municipio, como
quiera que ellas venían en una labor de confrontación directa
con la delincuencia, razón que reforzaba la idea de la necesidad
de protección de su vida e integridad personal.
“Al respecto, la Sala en sentencia del 4 de octubre de 2007,
sostuvo lo siguiente:
“Desde esa perspectiva, es claro que el Ejército Nacional co-
nocía de la situación de peligro que se había radicado en cabeza
del señor Argemiro Tobón —no propiamente a sus instan-
cias—, sino a partir de la actividad desplegada por los miem-
bros de la institución militar. En ese contexto, es claro que la
administración pública incumplió el deber de protección y cui-
dado que se generó una vez el señor Tobón Rueda comunicó el
5 …
41
RESPONSABILIDAD POR FALTA DE PROTECCIÓN ADECUADA

peligro que corría su vida e integridad física como resultado de


los frecuentes acantonamientos que efectuó el Ejército Nacio-
nal en terrenos de su propiedad, motivo por el cual, se puede
señalar que aquél asumió posición de garante6 frente a la inte-
gridad del ciudadano.
“Por posición de garante debe entenderse aquélla situación
en que coloca el ordenamiento jurídico a un determinado sujeto
de derecho, en relación con el cumplimiento de una específica
obligación de intervención, de tal suerte que cualquier descono-
cimiento de ella acarrea las mismas y diferentes consecuencias,
obligaciones y sanciones que repercuten para el autor material
y directo del hecho7.
“Así las cosas, la posición de garante halla su fundamento en
el deber objetivo de cuidado que la misma ley —en sentido ma-
terial— atribuye, en específicos y concretos supuestos, a ciertas
personas para que tras la configuración material de un daño,
estas tengan que asumir las derivaciones de dicha conducta,

6 Al respecto, la jurisprudencia de la Corte Constitucional ha determinado:

“En una teoría de la imputación objetiva construida sobre las posiciones de ga-
rante, predicable tanto de los delitos de acción como de omisión, la forma de
realización externa de la conducta, es decir, determinar si un comportamiento
fue realizado mediante un curso causal dañoso o mediante la abstención de
una acción salvadora, pierde toda relevancia porque lo importante no es la
configuración fáctica del hecho, sino la demostración de sí una persona ha
cumplido con los deberes que surgen de su posición de garante. Si alguien tie-
ne deberes de seguridad en el tráfico, lo trascendente para la imputación es si
esa persona desplegó deberes de diligencia para evitar que el peligro creado no
excediera los límites de lo prohibido. Si se es garante, no interesa si el sujeto
originó un curso causal (acción) o no impidió el desarrollo del mismo (omisión),
sino, si ha cumplido con los deberes de seguridad que le impone el ejercicio de
una actividad peligrosa.
7 “La posición de garante trata de dar una explicación y respuesta teórica y

coherente a la cuestión de cuáles son las condiciones que deben darse para que
el no impedir la entrada de un resultado sea equiparable a la causación positi-
va del mismo. Según la opinión que aquí será defendida, sólo se puede alcan-
zar una solución correcta si su búsqueda se encamina directamente en la so-
ciedad, pero ésta entendida como un sistema constituido por normas, y no si la
problemática toma como base conceptos enigmáticos basados en el naturalis-
mo de otrora, pues la teoría de la posición de garante, como aquí entendida,
busca solucionar solamente un problema normativo-social, que tiene su fun-
damento en el concepto de deber jurídico”…
42
SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO, COLOMBIA

siempre y cuando se compruebe fáctica y jurídicamente que la


obligación de diligencia, cuidado y protección fue desconocida.”8
“En esa perspectiva, el daño antijurídico a diferencia del
aserto del a quo, deviene imputable a la entidad demandada
toda vez que la Policía Nacional estaba compelida, en virtud de
la posición de garante, a evitar el resultado que en virtud del
conocimiento y las reglas de la experiencia era esperable, esto
es, que cualquiera de los grupos armados que operaban en la
zona atentara contra la vida e integridad de los funcionarios
del municipio de San Alberto; y como quiera que esa interven-
ción no se produjo, se configuró una omisión que sin anfibología
alguna fue la determinante en la producción del daño, lo que
desencadena una responsabilidad de tipo patrimonial de la ad-
ministración pública, máxime, si esa circunstancia configuró
un desconocimiento del deber de seguridad y protección, lo que
traduce una falla del servicio.”9
Por ende, la obligación de resarcir el daño alegado se encuen-
tra en el desconocimiento del deber de protección y seguridad
que le asiste a las autoridades públicas y, de manera particu-
lar, a las militares y policiales de salvaguardar los derechos,
bienes e intereses legítimos de los asociados, en los términos
establecidos en el artículo 2º de la Carta Política10.
Acerca del contenido y alcance de la obligación de seguridad
y protección de la fuerza pública respecto de los particulares, la
Sala puntualizó:
“A pesar de las constantes amenazas contra las vidas y los
bienes de los demandantes, las autoridades militares y de poli-
cía que conocían de la situación peligro por la que atravesaban,
y ante quienes con insistencia habían acudido en demanda de
protección, guardaron silencio y no asumieron conducta alguna
tendiente a brindar la protección pedida, con los medios dispo-
nibles para ello. Sin justificación alguna omitieron dar respues-
ta, de cualquier naturaleza que fuese, a las peticiones que días
antes de la toma guerrillera les hicieran los demandantes. Sur-

8 …
9 …
10 …
43
RESPONSABILIDAD POR FALTA DE PROTECCIÓN ADECUADA

ge clara, pues, en este caso, la omisión del Estado en brindar


protección a los bienes de los demandantes, la cual fue determi-
nante en la producción del daño antijurídico que se reclama.
Los demandantes presentaron varias solicitudes concretas de
protección a las autoridades, las cuales fueron desatendidas,
sin tener en cuenta que existían circunstancias especiales (co-
mo la muerte del administrador de la finca y las constantes de-
nuncias que por boleteo, presentaron los actores, etc. ), que ha-
cían necesaria una protección inmediata a sus vidas y a
sus bienes por parte de las autoridades competentes, te-
niendo en cuenta para ello, como se dijo anteriormente,
los medios con que contaba el Estado para realizar di-
cha tarea, habida cuenta que las vidas y los bienes de un
grupo de personas, se encontraban expuestas a una si-
tuación de inminente peligro, el cual se concretó, con la
muerte de tres personas y la destrucción de las viviendas, los
muebles y el hurto de semovientes y otros bienes, propiedad de
los actores.”11
“(…)
“El relación con el deber de seguridad que corresponde pres-
tar al Estado, cabe señalar que el mismo está contenido en el
inciso segundo del artículo 2 de la Constitución que establece
que “Las autoridades de la República están instituidas para
proteger a todas las personas residentes en Colombia en su
vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y libertades, y
para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Esta-
do y de los particulares”. Por su parte, el artículo 6 ibídem esta-
blece que los servidores públicos son responsables por infringir
la Constitución y las leyes y por omisión o extralimitación en el
ejercicio de sus funciones. De acuerdo con el mandato cons-
titucional, la razón de ser de las autoridades públicas es
la defender a todos los residentes en el país y asegurar
el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de
los particulares. De tal manera que, omitir el cumplimien-
to de esas funciones no sólo genera responsabilidad per-
sonal del funcionario sino además responsabilidad insti-
11 …
44
SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO, COLOMBIA

tucional, que de ser continua, pone en tela de juicio su


legitimación. Por lo tanto, el Estado debe utilizar todos los
medios de que dispone para lograr que el respeto a la vida y de-
más derechos de las personas por parte de las autoridades pú-
blicas y particulares sea una realidad y no conformarse con
realizar una simple defensa formal de los mismos.”12(Negrillas
adicionales).
Así las cosas, en el asunto sub examine no hay lugar a dudas
que las entidades demandadas fallaron en su deber de protec-
ción y seguridad, toda vez que conocían el peligro al que estaba
sometido el demandante debido a la actividad profesional que
ejercía y no desplegaron las actuaciones necesarias para preca-
ver el daño que efectivamente se produjo13.
9. En cuanto a las indemnizaciones que, por perjuicios mora-
les y materiales solicitaron los demandantes, se tiene que el
daño moral está acreditado, ya que Luis Asdrúbal Jiménez
Vaca, fue víctima de una atentado contra su vida e integridad
física14 originado por la omisión de las entidades demandadas
en proporcionarle protección en razón a su condición.
Adicionalmente, está demostrado que el señor Jiménez Vaca
se vio obligado a salir del país como exiliado político por la si-
tuación de inseguridad en que se encontraba, así lo señalaron
varios testigos quienes coincidieron en señalar que Amnistía
Internacional colaboró en este proceso (Fol. 279, 286 y 329
cuad. 1). Es indudable que el estado de indefensión del deman-
dante, en razón a las amenazas contra su vida por motivos pro-
fesionales, fue determinante en la decisión de solicitar asilo en
el exterior, lo que configura, como lo ha sostenido la Corte
Constitucional, un desplazamiento forzado, como quiera que
esta figura también es aplicable cuando la persona no puede
regresar a su residencia y/o lugar de trabajo por temor a ser
asesinado15.

12 …
13 …
14 …
15 …
45
RESPONSABILIDAD POR FALTA DE PROTECCIÓN ADECUADA

En este orden de ideas, está claro que el demandante no sólo


vio afectada su vida e integridad física, sino que, igualmente,
varios derechos fundamentales le fueron vulnerados al verse
sometido a esa diáspora o desplazamiento forzado16 al abando-
nar su país, su familia y sus condiciones laborales, por estas
razones, es que se indemnizarán los perjuicios morales para
Luis Asdrúbal Jiménez Vaca…
Respecto a los otros demandantes, también está probado el
perjuicio moral, por cuanto acreditaron ser hijos, padre y her-
mana del afectado conforme a los registros civiles de nacimien-
to allegados con la demanda (Fol. 34 a 38 cuad. 1) y además,
porque las reglas de la experiencia hacen presumir que el sufri-
miento de un pariente cercano causa un profundo dolor y an-
gustia en quienes conforman su núcleo familiar, en atención a
las relaciones de cercanía, solidaridad y afecto, amén de la im-
portancia que en el desarrollo de la personalidad del individuo
tiene la familia como núcleo básico de la sociedad.

Respecto a los perjuicios materiales, se tiene que si bien se
solicitó indemnización por concepto de daño emergente, no se
allegó ninguna prueba que lo acreditara, por tal razón, se dene-
gará. En relación con el lucro cesante, obra en el proceso un
dictamen médico realizado al lesionado, por solicitud del tribu-
nal de primera instancia, en el que se consignó que “las lesio-
nes que el señor Jiménez sufrió el 4.4.88 (sic) le han afectado
en todo sentido. A medida que el tiempo transcurre su severi-
dad disminuye debido a su decidida determinación de mejorar,
pero las limitaciones y molestias sobre las cuales he escrito van
a continuar y requieren tratamiento médico por un periodo de
tiempo indefinido. Estimo que su capacidad funcional se ha re-
ducido a un 80% de lo que solía ser” (Fol. 379 cuad. 1).
Ahora bien, en cuanto al salario que el demandante devenga-
ba como profesional del derecho, no obra en el proceso prueba
que demuestre con exactitud sus ingresos, sin embargo, en
aplicación del principio de reparación integral, establecido en
el artículo 16 de la ley 446 de 1998, se reconocerá el lucro ce-
16 …
46
SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO, COLOMBIA

sante solicitado pues la negación del reconocimiento del daño


porque no se ha determinado el nivel de ingresos del afectado,
resulta abiertamente contraria a la equidad, cuando está ple-
namente probado que el lesionado ejercía una actividad lucrati-
va lícita.
En esa línea de pensamiento, la equidad constituye un ins-
trumento útil para determinar la proporción o valoración de un
daño cuando resultan insuficientes los datos que integran el
proceso, sin que tenga la obligación el juez de arribar a conclu-
siones matemáticas específicas, ya que, son la sana crítica y el
sentido común, articulados con la equidad como principio gene-
ral del derecho, los instrumentos que permiten determinar o
establecer resultados fundamentados en la experiencia, a efec-
tos de, so pena de aplicar la ley, imponer conclusiones o decisio-
nes injustas que no se acompasan con los principios y valores
constitucionales17.

En mérito de lo anterior, el Consejo de Estado, en Sala de lo
Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Subsección C, ad-
ministrando justicia en nombre de la República de Colombia y
por autoridad de la ley,

FALLA:

Primero: Revócase la sentencia proferida el 8 de julio de


1999, por el Tribunal Administrativo de Antioquia, la cual que-
dará así:
Declárase a la Nación -Ministerio de Defensa, Policía Na-
cional y Ejército Nacional-, patrimonialmente responsables por
las lesiones del señor Luis Asdrúbal Jiménez Vaca, en las cir-
cunstancias relatadas en la parte motiva de esta providencia.
Condénase a la Nación -Ministerio de Defensa, Policía Na-
cional y Ejército Nacional-, a pagar las siguientes sumas de di-
nero:

17 …
47
RESPONSABILIDAD POR FALTA DE PROTECCIÓN ADECUADA


Segundo. Niéganse las demás pretensiones de la demanda.
Tercero. Dése cumplimiento a los dispuesto en los artículos
176 y 177 del Código Contencioso Administrativo.

48
LOS RECURSOS JURÍIDICOS INTERNOS
NO SOLAMENTE DEBEN EXISTIR FORMALMENTE
SINO QUE TAMBIÉN DEBEN TENER EFECTIVIDAD
FRENTE A VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS

Sinopsis: La Corte Constitucional de Ecuador para el Período de


Transición resolvió una acción constitucional por incumplimien-
to de sentencia. Mediante este recurso una persona solicitó a di-
cha Corte proceder a la declaratoria de incumplimiento de una
resolución del Ex Tribunal Constitucional por parte del Regis-
trador de la Propiedad de Guayaquil. Dicha resolución había de-
clarado la violación del derecho de propiedad y, como efecto, pro-
dujo la obligación de dar cumplimiento a un auto anterior que
ordenó la inscripción de adjudicación de dos inmuebles.
Con base en el artículo 25 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, que reconoce el derecho de toda personas a
un “recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo
ante los jueces y tribunales competentes”, en la obligación de ga-
rantía contenida en el artículo 1.1 del mismo instrumento y en
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Huma-
nos, la Corte Constitucional se refirió a la necesidad de garanti-
zar la eficacia de las sentencias, por cuanto a más de la existen-
cia formal de los recursos, éstos deben tener efectividad, es
decir, se deben dar resultados o respuestas a las violaciones de
derechos contemplados en la Convención. En tal sentido, la Cor-
te Constitucional indicó que la responsabilidad estatal no termi-
na cuando las autoridades competentes emiten la decisión o sen-
tencia sino que lo que se pretende, además, es que el Estado
garantice los medios para ejecutar dichas decisiones definitivas.
En razón de lo anterior, determinó la violación del derecho de
propiedad por existir una ilegal y arbitraria cancelación de ins-
cripción del registro inmobiliario de los inmuebles en cuestión
por parte del Registrador de la Propiedad de Guayaquil, ya que
éste no acató el auto de inscripción de adjudicación. Finalmente,

49
LOS RECURSOS JURÍDICOS INTERNOS Y SU EFECTIVIDAD

ordenó que la resolución expedida por el Ex Tribunal Constitu-


cional fuera cumplida en su integridad.
En la presente sentencia la Corte Constitucional de Ecuador se
basó, entre otros, en sentencias de la Corte Interamericana dic-
tada en los casos Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni vs.
Nicaragua, Baena Ricardo y otros vs. Panamá, y Acevedo Jara-
millo y otros vs. Perú.

DOMESTIC JUDICIAL RECOURSES


MUST NOT ONLY EXIST FORMALLY, BUT MUST
ALSO BE EFFECTIVE IN THE FACE
OF HUMAN RIGHTS VIOLATIONS

Synopsis: The Constitutional Court of Ecuador for the ‘Transi-


tion Period’ ruled on a constitutional motion for the non-compli-
ance with a judgment. By means of this remedy, a person re-
quested the Constitutional Court to declare the non-compliance
with a resolution of the former Constitutional Court by the Prop-
erty Register of Guayaquil. By virtue of said resolution, it was
declared the violation of the right to property and, therefore, it
was ordered the compliance with a previous court order by means
of which the registration of two real estates had been ordered.
Based on article 25 of the American Convention on Human
Rights, which recognizes that “everyone has the right to simple
and prompt recourse, or any other effective recourse", on the obli-
gation contained in article 1.1 thereof and on the case-law of the
Inter-American Court of Human Rights, the Constitutional Court
referred to the need to guarantee the effectiveness of the rulings
given that, despite their formal existence, they must be effective in
the sense that they must produce results or answers to the viola-
tions of the rights enshrined in the Convention. To this end, the
Constitutional Court indicated that the State’s responsibility is
not limited to the decisions or judgments issued by their compe-
tent authorities. The intention is, in addition, to make the State
guarantee the means to enforce such final decisions.

50
CORTE CONSTITUCIONAL, ECUADOR

Based on the foregoing, the Constitutional Court determined the


violation of the right to property based on the illegal and arbi-
trary cancellation of the registration of the real estates in the
Registry, by the Real Estate Register of Guayaquil since it did
not comply with the court order deciding such registration. Fi-
nally, it ordered that the resolution issued by the Former Consti-
tutional Court be complied with in full.
In the present judgment, the Constitutional Court referred to the
jurisprudence of the Inter-American Court in the cases Mayagna
(Sumo) Awas Tingni Community v. Nicaragua, Baena Ricardo
and others v. Panama, and Acevedo Jaramillo and others v.
Peru.

51
52
CORTE CONSTITUCIONAL PARA EL PERÍODO
DE TRANSICIÓN ECUADOR

ACCIÓN CONSTITUCIONAL POR INCUMPLIMIENTO


CASO N.° 0003-08-IS

SENTENCIA DE 19 DE MAYO DEL 2009


I.- ANTECEDENTES
Abg. Fadua Aucar Dacchach, por sus propios derechos, formula
acción constitucional por incumplimiento el 17 de noviembre
del 2008; solicita a la Corte Constitucional para el Periodo de
Transición que proceda a dar paso a la declaratoria de “Incum-
plimiento por parte del Registrador de la Propiedad de Guaya-
quil de una resolución del Tribunal Constitucional”. En tal vir-
tud, se procede con lo establecido en el artículo 436, numeral 9
de la Constitución vigente y artículos 82, 83 y 84, de las Reglas
del Procedimiento para el Ejercicio de las Competencias de la
Corte Constitucional para el Periodo de Transición.

El incumplimiento de la sentencia constitucional cuyo


cumplimiento se solicita

Tribunal Constitucional del Ecuador1


Caso No. 29-98-RA
7 de mayo de 1998, 09H00

1 …
53
LOS RECURSOS JURÍDICOS INTERNOS Y SU EFECTIVIDAD

“Revocar lo resuelto por el inferior, por carecer de fundamen-


to y por implicar un desconocimiento de lo que es la Constitu-
ción y de las facultades del Tribunal Constitucional, como má-
ximo órgano de control constitucional. Consecuentemente debe
cumplirse y sin dilación alguna, so pena de desacato, la resolu-
ción No. 180-95-CP, debiendo el Presidente de la Primera Sala
de la Corte Superior de Justicia de Guayaquil, devolver de in-
mediato el juicio 190-87, al juzgado Séptimo de lo Civil de Gua-
yas, a fin de que el Juez, cumpla y haga cumplir lo resuelto por
el superior sobre la base que fueron declarados inconstituciona-
les los actos de 5 de mayo de 1992 y 11 de octubre de 1994, acto
este último que no causa efecto jurídico alguno; y, consecuente-
mente no tiene valor la providencia que anuló el proceso desde
fojas 603, por carecer de competencia. De conformidad con los
considerándoos anteriores, por intermedio de la Presidencia del
Tribunal Constitucional, diríjanse sendos y atentos oficios a los
señores: Presidente de la Corte Suprema de Justicia y Ministro
Fiscal General, acompañando copia certificada de esta
resolución para los fines consignados.”
Al respecto, es necesario tener presente lo estipulado por la
Segunda Sala, el 6 de enero de 1999 a las 09H00:
“EL Registrador no debe ignorar cual es el campo de sus de-
beres y atribuciones, ni olvidar que según la Carta Política y la
Ley, el Tribunal Constitucional es el supremo órgano de control
y justicia constitucionales. Sus resoluciones no son susceptibles
de recurso alguno y deben ser cumplidas por todos los funciona-
rios del Estado, los Órganos del Poder Público y por las perso-
nas naturales y jurídicas, por tanto el Registrador de la Propie-
dad debió cumplir sin comentario ni pretexto alguno lo
dispuesto por la Jueza Séptima de lo Civil del Guayas, en su
providencia de 11 de agosto de 1998, a las 9:15HOO y con la
cual fue notificada el 26 de los mismos mes y año. La Constitu-
ción y la justicia constitucional están sobre cualquier otra nor-
ma o disposición. Por última vez se requiere al Registrador de
la Propiedad del Cantón Guayaquil para que en el término de
tres días proceda a inscribir el auto en mención y bajo
prevenciones de Ley”.

54
CORTE CONSTITUCIONAL, ECUADOR

La Resolución N.° 180.95.CP emitida por el Tribunal de Ga-


rantías Constitucionales, a la cual se hace referencia, dice:
“A la arrogación de funciones de los antedichos conjueces, a
la violación del derecho de propiedad y sienta el criterio de que
esta resolución no interfiere con la independencia de Función
Judicial ni con la administración de justicia, así como que los
actos impugnados no son propiamente jurisdiccionales, sino ad-
ministrativos y que no tendrán valor alguno los actos que estén
en contradicción con la Constitución, que su efecto se retrotrae a
las fechas en que fueron realizados los actos impugnados, esto
es el acto de 5 de mayo de 1992 por el que se ordenó la remisión
del proceso a la Sala de Conjueces y el acto de 11 de octubre de
1994, que nulito el proceso desde fojas 603 ordenando la cance-
lación de la inscripción del auto de adjudicación.[.] Se ordene a
la Primera Sala de la Corte Superior de Guayaquil, la devolu-
ción del expediente del juicio No. 190-87 al Juzgado Séptimo de
lo Civil del Guayas, la suspensión definitiva de los efectos del
acto de 5 de mayo de 1992 y de 11 de octubre de 1994.[...]”2.

Descripción del Caso


La petición de la Abg. FADUA AUCAR DACCACH se basa
en que el 7 de junio de 1991 las 09H00, a través de la Jueza
Séptima de lo Civil de Guayaquil, obtuvo auto definitivo de ad-
judicación y que consta de fojas 10, II y vuelta y que se lo proto-
colizó el 15 de junio de 1992 ante la Notaria Vigésima Novena
de Guayaquil, mismo que se ejecutorió el día 18 de diciembre
de 1991 a las 17H50 dentro del expediente N.° 0603-87; y, el
auto de inscripción del 20 de julio de 1992 a las 09H10 dictado
por el Juez Sexto de lo Civil de Guayaquil en el expediente N.°
623-92 (juicio de negativa de inscripción) el cual se lo inscribió
el 05 de agosto de 1992 en el Registro de la Propiedad de Gua-
yaquil, de los siguientes inmuebles situados en Guayaquil:
1.- Un edificio situado en la Avenida 9 de Octubre N.° 1315 y
Avenida Quito hasta la calle Hurtado.

2 …
55
LOS RECURSOS JURÍDICOS INTERNOS Y SU EFECTIVIDAD

2.- Una casa ubicada en la calle Lorenzo de Garaycoa N.°


1009 y calle Vélez.
Inmuebles que fueron adquiridos en juicio de remate de
prenda N.° 603-87, mediante resolución del Juez Séptimo sub-
rogante del Jugado Segundo de lo Civil de Guayaquil.
El Tribunal de Garantías Constitucionales, al respecto, en su
resolución N.° 180-95-CP, establece la inconstitucionalidad de
arrogación de funciones constante en el acto del 05 de mayo de
1992; y, cancelación de la inscripción del auto de adjudicación
por parte de los conjueces de dicha Sala, de fecha 11 de octubre
de 1994.
La Segunda Sala de la Corte Constitucional (ex Tribunal
Constitucional) avoca conocimiento del recurso de apelación de
lo resuelto por la Cuarta Sala de la Corte Superior de Justicia
de Guayaquil, que niega el recurso de amparo constitucional
planteado por la accionante concerniente a la protección del de-
recho a la propiedad y al debido proceso. Segunda Sala que re-
suelve favorablemente a las pretensiones del accionante.

Petición Concreta
Sobre el tema en relación, la Abg. FADUA AUCAR
DACCACH solicita a la Corte Constitucional:
1.- Disponer al funcionario demandado proceda a dar cumpli-
miento en forma irrestricta y sin evasivas o dilatorias lo que
fue materia de las indicadas resoluciones;
2.- Considerarlo como reo de incumplimiento de las aludidas
disposiciones o resoluciones para los fines legales pertinentes;
3.- Imponer la sanción de destitución por desacato y rebeldía
maliciosa y temeraria a las normas de derecho público;
4.- Disponer que un Registrador Alterno se encargue de cum-
plir con las referidas resoluciones, dejando sin efecto la ilegal y
arbitraria cancelación de inscripción del registro inmobiliario
de los mencionados inmuebles y proceder con la inscripción de
la adjudicación del remate referido; y,
5.- Condenar al funcionario el pago de las indemnizaciones
por daños y perjuicios ocasionados a la actora así corno el pago
de los honorarios de sus respectivos abogados patrocinadores.
56
CORTE CONSTITUCIONAL, ECUADOR

II. CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS


DE LA CORTE CONSTITUCIONAL PARA EL PERIODO
DE TRANSICIÓN

Competencia

El Pleno de la Corte Constitucional es competente para cono-


cer y pronunciarse sobre las ACCIONES DE INCUM-
PLIMIENTO DE SENTENCIAS CONSTITUCIONALES,
en éste caso, contenida en el artículo 436, numeral 9 de la
Constitución de la República y artículos 82, 83 Y 84 de las Re-
glas de Procedimiento para el Ejercicio de las Competencias de
la Corte Constitucional para el Periodo de Transición publica-
das en el Registro Oficial N.° 466 del 13 de noviembre del 2008,
pues la Corte Constitucional debe pronunciarse, a petición de
parte, sobre el INCUMPLIMIENTO DE SENTENCIAS CONS-
TITUCIONALES.

Bloque de Constitucionalidad
Los preceptos constitucionales buscan un raciocinio entre los
derechos constitucionales y los Derechos Humanos inherentes
en el contorno internacional, relacionados en el bloque de cons-
titucionalidad. “Una constitución puede ser normativamente
algo más que el propio texto constitucional, esto es, que las nor-
mas constitucionales, o al menos supralegales, pueden ser más
numerosas que aquellas que pueden encontrarse en el articula-
do de la constitución escrita”3. El bloque de constitucionalidad
nos permite interpretar las normas constitucionales, pero ade-
más, los tratados de derechos humanos orientan al Juez consti-
tucional a identificar elementos esenciales que definan la fiso-
nomía insustituible de la Constitución4. En tal virtud, para
resolver un problema jurídico no sólo se debe tener presente a

3 …
4 …
57
LOS RECURSOS JURÍDICOS INTERNOS Y SU EFECTIVIDAD

la Constitución, ya que otras disposiciones y principios5 pueden


tener relevancia para decidir esos asuntos.
La Convención Americana de Derechos Humanos, en el Art.
256 señala: “Que se reconoce el derecho de toda personas a un
“recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo
ante los jueces y tribunales competentes”. De igual manera, el
artículo 1.1 de la misma Convención establece:
“Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a
respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a ga-
rantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté
sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos
de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de
cualquier otra Índole, origen nacional o social, posición econó-
mica, nacimiento o cualquier otra condición social”.
Por su parte, la Corte Interamericana, en sentencias vincu-
lantes, ha determinado una jurisprudencia sobre la necesidad
de garantizar la eficacia de las sentencias, señalando que a
más de la existencia formal de los recursos, éstos deben tener
efectividad, es decir, se deben dar resultados o respuestas a las
violaciones de derechos contemplados en la Convención7.
La Corte Interamericana resalta: “los Estados tienen la res-
ponsabilidad de consagrar normativamente y de asegurar la de-
bida aplicación de los recursos efectivos y las garantías del de-
bido proceso legal ante las autoridades competentes, que
amparen a todas las personas bajo su jurisdicción contra actos
que violen sus derechos fundamentales o que conlleven a la de-
terminación de los derechos y obligaciones de éstas”8. Sin em-
bargo, hay que tener presente que la responsabilidad estatal no
termina cuando las autoridades competentes emiten la decisión
o sentencia. Lo que se pretende es, además, que el Estado ga-
rantice los medios para ejecutar dichas decisiones definitivas.

5…
6Artículo 25. Protección Judicial, Convención Americana de Derechos Hu-
manos.
7 Sentencia de la Corte Interamericana.

8 Sentencia de la Corte Interamericana. Sentencia de 31 de agosto de 2001.

58
CORTE CONSTITUCIONAL, ECUADOR

“La efectividad de las sentencias depende de su ejecución. El


proceso debe tender a la materialización de la protección del de-
recho reconocido en el pronunciamiento judicial mediante la
aplicación idónea de dicho pronunciamiento”9.
La ejecución de las sentencias debe ser considerada como
parte integrante del derecho “de acceso gratuito a la justicia y a
la tutela efectiva, imparcial y expedita de sus derechos e intere-
ses, con sujeción a los principios de inmediación y celeridad; en
ningún caso quedará en indefensión. El incumplimiento de las
resoluciones judiciales será sancionado por la Ley”10, abarcando
también el cumplimiento pleno de la decisión respectiva. Lo
contrario supone la negación misma de este derecho.
Los procesos constitucionales tienen una doble perspectiva:
una subjetiva brindando una protección de derechos constitu-
cionales; y, otra objetiva, en la medida en que los procesos
constitucionales constituyen una defensa de la supremacía nor-
mativa de la Constitución. En relación con el caso que nos ocu-
pa. El Estado cumple con su función de proteger los derechos
de las personas, deber primordial del Estado. La Corte Consti-
tucional no solo llega a desvirtuar los posibles obstáculos en un
inicio, sino también los posteriores, aquellos presentados por
un desacato, un desafío.

Principio de Legalidad

Es evidente que la Constitución ecuatoriana vigente, respe-


tuosa de todas las dimensiones de la dignidad individual y co-
lectiva, identifica al Ecuador como un Estado Constitucional
de Derechos y de Justicia, Social, Democrático, respetuoso de
la soberanía que radica en el pueblo, cuya voluntad se funda
en la autoridad que se ejerce a través de los órganos del poder
público: “Las instituciones del Estado, sus organismos y depen-

9 Sentencia de la Corte Interamericana en el Caso Baena Ricardo y otros.

Competencia., supra nota 7, párr. 73. Citada por Sentencia de fecha 7 de febre-
ro de 2006 expedida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el
Caso Acevedo Jaramillo y otros, párr. 217.
10 …

59
LOS RECURSOS JURÍDICOS INTERNOS Y SU EFECTIVIDAD

dencias y los servidores o servidoras públicas y las personas que


actúen en virtud de una potestad estatal ejercerán solamente las
competencias y facultades que le sean atribuidas en la Constitu-
ción y la Ley” (negrillas nuestras). Esta disposición legal es el
reflejo del principio de limitación positiva de las competencias,
que debe ser cumplido por los funcionarios públicos, en benefi-
cio de los administrados. En la norma transcrita, no sólo se li-
mita el legislador a señalar que el funcionario público está obli-
gado a cumplir lo que le manda la Constitución y la Ley, sino
que llega más lejos en su alcance y dispone que los organismos
del Estado tienen el deber de coordinar sus acciones para la
consecución del bien común. En lo medular, el Registrador de
la Propiedad de Guayaquil, Abg. Carlos Fernando Tamayo Ri-
gail, no acata las disposiciones emanadas en primer lugar por
el Juzgado Sexto de lo Civil, concerniente al auto de inscripción
de adjudicación del 20 de de julio de 1992, posteriormente a la
resolución emanada por el ex Tribunal Constitucional el 07 de
mayo de 1998 a las 09H00, Caso N.° 29-98-RA, esto es, a que se
dé fiel cumplimiento a lo resuelto por la Sala Constitucional. El
Registrador no tiene presente lo estipulado en la Ley de Regis-
tro, Art. 53.- El Registrador no cancelará la inscripción
sino a solicitud de parte o por orden judicial: pero en las
inscripciones anteriores estará obligado a poner de oficio una
nota de referencia a las posteriores que versen sobre el mismo
inmueble. Pese a todo lo estipulado, el Registrador emite la Re-
solución N.° 0007993 con antecedentes de la matrícula inmobi-
liaria11, irrespetando el Art. 11 de la Ley de Registro que dice:
Son deberes y atribuciones del Registrador: a) Inscribir en el
Registro correspondiente los documentos cuya inscrip-
ción exige o permite la Ley.

Propiedad Privada

La propiedad es un derecho reconocido no solo por nuestra


constitución, sino también por los sistemas jurídicos interna-
cionales, así el caso de la Convención Internacional de los dere-

11 …
60
CORTE CONSTITUCIONAL, ECUADOR

chos Humanos consagra el derecho y la vez la garantía de que


ninguna persona será privada de su propiedad arbitrariamen-
te, “Por eso, siempre que alguien saca alguna cosa del estado en
que la naturaleza la produjo y la dejó, ha puesto en esa cosa
algo de su esfuerzo, le ha agregado algo que es suyo; y por ello,
la ha convertido en propiedad suya. Habiendo sido él quien la
ha apartado de la condición común en que la naturaleza colocó
esa cosa, ha agregado a esta, mediante su esfuerzo, algo que ex-
cluye de ella el derecho común de los demás.”12
De igual manera, la Declaración sobre el derecho al Desarro-
llo adoptó medidas en las que los Estados miembros reconocen
las diferentes formas legales de propiedad, entre ellas, la priva-
da. La propiedad debe acatar los parámetros de tipo ético, mo-
ral y social, sin tener que ser abusada por servidores públicos
al extremo de tener que abusar de ella, sin observar, de ningu-
na manera, los derechos ajenos afectados con su proceder, fuen-
te de desordenes sociales.13
En el presente caso, se evidencia violación de este derecho al
existir una ilegal y arbitraria cancelación de inscripción del Re-
gistro inmobiliario de los inmuebles en cuestión, por parte del
Registrador de la Propiedad de Guayaquil, Abg. Carlos Fernan-
do Tarnayo Rigail.
En este sentido, la resolución expedida por el ex Tribunal
Constitucional Caso N.° 29-98-RA del 07 de mayo de 1998 a las
09H00, debe ser cumplida en su integridad por el inferior. En
tal virtud, se debe exigir el cumplimiento del ordenamiento
constitucional acorde a los preceptos constitucionales del Art.
86 numeral 4, que señala: “Si la sentencia o resolución no se
cumple por parte de los servidores o servidoras públicas, la jue-
za o juez ordenará su destitución del cargo o empleo, sin perjui-
cio de la responsabilidad civil o penal a que haya lugar […]”.
Es importante tener presente que la Corte Constitucional es
el máximo órgano de control, interpretación constitucional y
de administración de justicia en esta materia; ejerce jurisdic-
ción nacional. En tal virtud, cambia el paradigma de resolución

12 …
13 …
61
LOS RECURSOS JURÍDICOS INTERNOS Y SU EFECTIVIDAD

(acto mediante el cual se resuelven las peticiones de las partes,


o se autoriza u ordena el cumplimiento de determinadas medi-
das) a sentencia (acto que emana de un juez que pone fin al
proceso o a una etapa del mismo, la cual tiene como objetivo re-
conocer, modificar o extinguir una situación jurídica así como
formular órdenes y prohibiciones). Sin embargo, el ex Tribunal
Constitucional emitía resoluciones jurisdiccionales de carácter
obligatorio, como lo son ahora las sentencias.
El artículo 86, numeral 4 de la Constitución establece que
“Si la sentencia o resolución no se cumple por parte de servido-
ras o servidores públicos, la jueza o juez ordenará su destitución
del cargo o empleo, sin perjuicio de la responsabilidad civil o
penal a que haya lugar. Cuando sea un particular quien incum-
pla la sentencia o resolución, se hará efectiva la responsabili-
dad determinada en la ley”.

III. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, administrando justicia constitucio-


nal y por mandato de la Constitución de la República del Ecua-
dor, el Pleno de la Corte Constitucional, para el período de
transición expide la siguiente

SENTENCIA:

l. Aceptar parcialmente la demanda propuesta por la Aboga-


da Fadua Aucar Daccach declarando el incumpliendo de la Re-
solución Constitucional N.° 29-98-RA del 07 de mayo de 1998 a
las 09H00, por parte del señor Registrador de la Propiedad de
Guayaquil.
2. Ordenar que el Registrador de la Propiedad del cantón
Guayaquil, Abogado Carlos Fernando Tamayo Rigail, en el tér-
mino de tres días contados a partir de la publicación de la pre-
sente sentencia en el Registro Oficial, cumpla con lo dispuesto
por el Ex Tribunal Constitucional mediante Resolución N.O
29-98-RA del 7 de mayo de 1998, e informe a este organismo de
dicho cumplimiento una vez fenecido el término concedido, bajo
62
CORTE CONSTITUCIONAL, ECUADOR

prevención de destitución conforme a lo prescrito en el numeral


4 del artículo 86 de la Constitución de la República del Ecua-
dor.-
3. Notificar al Consejo de la Judicatura con la presente sen-
tencia para los efectos señalados en el numeral que antecede.-
4. Notifíquese, Publíquese y Cúmplase.

63
EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS A LA LIBERTAD
DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN
NO ES ABSOLUTO FRENTE A LOS DERECHOS
A LA INTIMIDAD, AL HONOR
Y A LA PROPIA IMAGEN

Sinopsis: La presente decisión de la Sala de lo Constitucional de


la Corte Suprema de Justicia de El Salvador resolvió una acción
de inconstitucionalidad interpuesta en contra del segundo y ter-
cer incisos del artículo 191 del Código Penal salvadoreño. Dichas
disposiciones establecen que no son punibles los “juicios desfavo-
rables de la crítica política, literaria, artística, histórica, científi-
ca, religiosa o profesional o conceptos desfavorables” que sean
expresados por cualquier medio por particulares en ejercicio del
derecho a la libertad de expresión, siempre que no se demuestre
un ánimo calumnioso, injurioso o de ataque a la intimidad o a la
propia imagen de una persona. Asimismo, señalan que tampoco
son punibles dichos juicios o conceptos desfavorables cuando
sean difundidos por “quienes ejerzan el periodismo” en medios
escritos, radiales, televisivos e informáticos, “en cumplimiento
del deber de informar, en virtud del derecho de información”, y
que no incurrirán en ningún tipo de responsabilidad penal los
medios de comunicación y las personas asociadas con los mismos
(propietarios, directores, editores y gerentes de programas), en
los cuales se publiquen dichos juicios o conceptos desfavorables.
De acuerdo a lo alegado, tales disposiciones establecen un trata-
miento privilegiado a favor de las personas que ejercen el perio-
dismo así como a las personas asociadas con los medios de comu-
nicación, lo cual es contrario al principio de igualdad consagrado
en la Constitución. Asimismo, en la acción de inconstitucionali-
dad también se arguyó que dichas normas privilegian el derecho
a la libertad de expresión por sobre los derechos al honor y a la
intimidad personal y familiar, en contravención de lo establecido
en tratados internacionales de derechos humanos que obligan a
65
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

los Estados a proteger la honra y la reputación de las personas


contra ataques e injerencias.
De acuerdo con lo resuelto por la Sala de lo Constitucional, el
problema jurídico planteado consistía básicamente en determi-
nar si, en la medida en que la disposición impugnada despenali-
za la crítica política por parte de periodistas y de propietarios de
medios, se viola la norma que establece la responsabilidad penal
por el ejercicio abusivo o ilegítimo de las libertades de expresión
o de información, concretamente cuando se afectan los derechos
al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia ima-
gen. Lo anterior, dado que supone un trato diferenciado no justi-
ficado respecto a los particulares que podría generar una viola-
ción al principio de igualdad y a la necesaria prevalencia de los
derechos reconocidos en tratados internacionales sobre las leyes
internas, en la medida en que los derechos afectados se encuen-
tran reconocidos por éstos.
Con respecto a la primera parte de la norma bajo estudio, la
Sala de lo Constitucional consideró que tal disposición establecía
“un límite al ejercicio a la libertad de expresión”, puesto que éste
no era absoluto, como había sido afirmado por la Corte Intera-
mericana. Asimismo, estimó que el segundo inciso de la norma,
que despenaliza las críticas políticas y opiniones desfavorables
emitidas por periodistas en cumplimiento de su deber de infor-
mar, debía interpretarse de manera tal que no se excluyera la
responsabilidad penal de los periodistas en caso de que actuaran
con un propósito calumnioso o injurioso, puesto que la penaliza-
ción por la afectación deliberada de derechos constitucionales de
terceros “debe operar en todos los casos y para todas las perso-
nas por igual”. Consideró que dicha disposición, aunque es ambi-
gua, permitía esta interpretación al hacer referencia al inciso
anterior, en el cual se establecía tal supuesto para todos los par-
ticulares. En ese mismo sentido, haciendo uso de criterios esta-
blecidos por la Corte Interamericana, indicó que las libertades
de expresión y de información no son justiciables ni punibles a
menos que se actúe con dolo, es decir, con “intención manifiesta
de ocasionar daños a derechos protegidos constitucionalmente”.
Asimismo, la Sala estimó que la redacción del segundo inciso de
la disposición impugnada buscaba, a la vez, proteger la función
periodística, lo cual también es una obligación constitucional y
una función social determinante para la democracia, como lo ha
establecido la Corte Interamericana, por lo cual las posibles

66
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

afectaciones a los derechos fundamentales de los demás debían


ser resueltas en el caso concreto.
Por otra parte, la Sala de lo Constitucional consideró que el ter-
cer inciso de la disposición impugnada era inconstitucional en la
medida en que excluía de cualquier tipo de responsabilidad pe-
nal a una categoría de personas, específicamente, a aquéllas re-
lacionadas con los medios de comunicación (propietarios, directo-
res, editores o gerentes de programas), aún cuando actuaran con
ánimo calumnioso, injurioso o de ataque a la intimidad o la pro-
pia imagen, permitiendo así un ejercicio abusivo o ilegítimo de la
libertad de expresión y de información. La Sala consideró que di-
cha disposición era inconstitucional, entre otros, porque las nor-
mas internacionales ordenan a los Estados proteger legalmente
los derechos a la vida privada y familiar, y a la honra, de todo
ataque proveniente de particulares, “con independencia de la
condición personal de éstos”. La Sala estimó que la citada dispo-
sición realizaba “una exclusión de responsabilidad penal absolu-
ta y en abstracto, sin permitir el contraste y análisis de las cir-
cunstancias particulares de cada caso concreto”. Asimismo,
determinó que la exclusión absoluta de responsabilidad penal a
favor de una categoría específica de personas violaba el principio
de igualdad ante la ley, ya que no era un medio idóneo para pro-
teger la libertad de expresión e información puesto que podía lle-
var a la desnaturalización de dichas libertades. Igualmente, con-
sideró que la desprotección a los derechos a la intimidad, al
honor y a la propia imagen que dicha despenalización implicaba
era desproporcionada.
En su análisis, la Sala de lo Constitucional se remitió, entre
otros, a la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Dere-
chos Humanos en los casos Claude Reyes vs. Chile, Tristán Do-
noso vs. Panamá, Herrera Ulloa vs. Costa Rica, Palamara Iri-
barne vs. Chile, Usón Ramírez vs. Venezuela, Kimel vs.
Argentina, e Ivcher Bronstein vs. Perú.
La sentencia se encuentra acompañada de un voto discordante.

67
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

THE EXERCISE OF THE RIGHTS TO FREEDOM


OF EXPRESSION AND INFORMATION
IS NOT ABSOLUTE AGAINST THE RIGHTS
TO PRIVACY, HONOR, AND ONE’S OWN IMAGE

Synopsis: The instant judgment of the Constitutional Chamber


of the Supreme Court of Justice of El Salvador deals with a con-
stitutional motion filed against the second and third subpara-
graph of section 191 of the Criminal Code of El Salvador. Said
norm provides that “unfavorable opinions in the form of political,
literary, artistic, historical, scientific, religious, or professional
criticism, or unfavorable ideas” expressed by individuals via any
medium in exercise of the right to freedom of expression, are not
punishable provided that the way in which they are made is not
intentionally libelous or slanderous intent or an attempt to at-
tack the privacy or reputation of a person. Likewise, said norms
provide that also not punishable are those unfavorable opinions
in the form of political, literary, artistic, historical, scientific, re-
ligious, or professional criticism, or unfavorable ideas expressed
or circulated by “journalists” through any notes published in
print, broadcast, and electronic media” in the exercise of their
duty to inform the public by virtue of the right to information”;
and that the media or the persons related to it (owners, directors,
editors or shows’ managers) shall not incur in criminal liability
for the publication of said opinions or ideas. According to the al-
legations, said norms provide a preferential treatment to journal-
ists, as well as people related to the media, which the petitioner
considered is contrary to the principle of equality embodied in
the Constitution. Likewise, in the constitutional motion it was al-
leged that said norms favor the right to freedom of expression
over the right to have one’s honor respected and the right to per-
sonal and family privacy, in violation of the provisions estab-
lished in international human rights treaties that bind States to

68
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

protect the individual’s honor and reputation against attacks or


interferences.
According to the decision of the Constitutional Chamber, the le-
gal issue raised in this case basically consisted in determining
whether, insofar as the appealed norm decriminalizes the politi-
cal criticism expressed by journalists or media owners, there is a
violation of the norm that attributes criminal responsibility for
the abusive or illegitimate exercise of the freedoms of expression
and information, especially when the right to have one’s honor
respected, right to personal and family privacy and right to a
self-image are being affected. All of which entails a differentiated
and unjustified treatment to private individuals, which may con-
stitute a violation of the principle of equality and the necessary
predominance of the rights enshrined in international treaties
over domestic laws, so long as the violated rights are embodied in
such treaties.
Regarding the first part of the norm under study, the Constitu-
tional Chamber considered that said provision established “a re-
striction to the exercise of the freedom of expression”, given that
such exercise is not absolute, as the Inter-American Court has
held. Likewise, it deemed that the second subparagraph of the
norm, which decriminalizes political criticism and unfavorable
opinions made by journalists in the exercise of their right to in-
form, must be interpreted in such a way so as not to exclude the
criminal responsibility of journalists if they acted in a libelous or
slanderous manner, since the decriminalization based on the de-
liberate violation of the constitutional rights of third parties
“must be applied to every case and to every person equally”. It
considered that said provision, though it is ambiguous, led to
such interpretation since it made reference to the previous sub-
paragraph, in which it established the case for all private indi-
viduals. To this end, based on the criteria adopted by the
Inter-American Court, it indicated that the freedoms of expres-
sion and of information are not punishable unless the person acts
with malice, ”with a manifest intent to cause damage to the
rights protected in the constitution". Moreover, the Chamber
deemed that the purpose of the wording of the second subpara-
graph of the provision so contested was to protect the role of the
journalist, which is also a constitutional obligation and its role
is important in a democracy as established by the Inter-American

69
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

Court, given that the possible violation of the fundamental rights


of private individuals “shall be solved in the specific case”.
Furthermore, the Constitutional Chamber considered that the
third subparagraph of the contested provision was unconstitu-
tional, insofar as it excluded a category of persons (specifically
those related to the media: owners, directors, editors or shows’
managers) from any kind of criminal responsibility, even if their
actions were intentionally libelous or slanderous or an attempt to
attack the privacy or reputation of a person, allowing the abusive
or illegitimate exercise of the freedom of expression and informa-
tion. The Chamber considered that said provision was unconsti-
tutional, among others, since the international norms bind States
to legally protect the rights to a personal and family life and the
right to have one’s honor respected from any attack carried out by
a private individual, “independently from his position or func-
tion”. Said Tribunal deemed that the provision contained “an ab-
solute exclusion of criminal responsibility, without allowing
making a comparison and analysis of the particular circum-
stances in each specific case”. Moreover, when analyzing said
provision, the Chamber determined that the absolute exclusion of
criminal responsibility in favor of a specific category of persons
violated the principle of equality before the law, insofar as it was
not a suitable means to protect the freedom of expression and in-
formation, given that it could lead to a denaturalization of said
freedoms. Likewise, it considered that the lack of protection of the
rights to privacy, honor and a self-image implied by said
depenalization was disproportionate.
In its analysis the Constitutional Chamber referred, among oth-
ers, to the jurisprudence of the Inter-American Court of Human
Rights in the cases Claude Reyes V. Chile, Tristán Donoso v.
Panama, Herrera Ulloa v. Costa Rica, Palamara Iribarne vs.
Chile, Usón Ramírez v. Venezuela, Kimel V. Argentina, and
Ivcher Bronstein v. Peru.
Dissenting opinion in judgment.

70
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE LO CONSTITUCIONAL
EL SALVADOR

PROCESO DE CONSTITUCIONALIDAD 91-2007


PROMOVIDO POR ROBERTO BUKELE SIMÁN
24 DE SEPTIEMBRE DE 2010


El presente proceso de inconstitucionalidad ha sido promovido
por el ciudadano Roberto Bukele Simán, […], a fin de que este
Tribunal declare la inconstitucionalidad del art. 191 incs. 2° y
3° del Código Penal (C. Pn.), … por los supuestos vicios de con-
tenido consistentes en violación a los arts. 2, 3, 6 y 144 de la
Constitución (Cn.).
La disposición impugnada establece:
C—digo Penal.
“Art. 191.-
No son punibles los juicios desfavorables de la crítica políti-
ca, literaria, artística, histórica, científica, religiosa o profesio-
nal, ni los conceptos desfavorables expresados por cualquier
medio por particulares en el ejercicio del derecho de la Libertad
de Expresión [sic], siempre que en el modo de proceder no de-
muestren un propósito calumnioso, injurioso o de ataque a la
intimidad o a la propia imagen de una persona.
De igual manera, no son punibles los juicios desfavorables de
la crítica política, literaria, artística, histórica, científica, reli-
giosa o profesional ni los conceptos desfavorables expresados o
difundidos por quienes ejerzan el periodismo mediante noti-
cias, reportajes, investigaciones periodísticas, artículos, opinio-
nes, editoriales, caricaturas y notas periodísticas en general,
71
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

publicados en medios periodísticos escritos, radiales, televisi-


vos e informáticos, en cumplimiento del deber de informar, en
virtud del derecho de información o en ejercicio de su cargo o
función.
En cualquiera de las situaciones reguladas en los dos incisos
anteriores, no incurrirán en ningún tipo de responsabilidad pe-
nal, los medios escritos, radiales, televisivos e informáticos en
que se publiquen los juicios o conceptos antes expresados, ni los
propietarios, directores, editores, gerentes del medio de comu-
nicación social o encargados del programa en su caso”.
En la presente sentencia se utilizarán las siguientes siglas:
DADH: Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre; CADH: Convención Americana sobre Derechos Huma-
nos; DUDH: Declaración Universal de Derechos Humanos;
PIDCP: Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos;
TEDH: Tribunal Europeo de Derechos Humanos; CrIDH: Corte
Interamericana de Derechos Humanos.
Han intervenido en el proceso, además del demandante, la
Asamblea Legislativa y el Fiscal General de la República.
Analizados los argumentos y considerando:
I. En el proceso, los intervinientes expusieron lo siguiente:
I. El ciudadano Bukele Simán fundamentó su pretensión de
inconstitucionalidad en los siguientes argumentos:
A. La disposición impugnada otorga tratamiento privilegiado
a las personas que ejercen el periodismo, así como a los propie-
tarios, directores, editores y gerentes de programas y medios
de comunicación, en la responsabilidad penal por actos que
afectan al honor, la intimidad o la propia imagen de los ciuda-
danos; lo cual es contrario al principio de igualdad consagrado
en el art. 3 Cn., pues se trata de una diferenciación arbitraria.
B. El art. 6 Cn. resultaría igualmente vulnerado, pues, al
amparo de tal disposición, los que ejercen el periodismo o ges-
tión de los medios informativos pueden expresar o difundir no-
ticias, […] con un propósito calumnioso, injurioso o de menos-
cabar el honor o la intimidad de las personas; lo cual supone
darle mayor importancia al derecho a la libre expresión, el cual

72
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

está limitado por otros derechos relativos a la personalidad.


[…]
C. Por lo anterior, se dejarían en desprotección los derechos
al honor y a la intimidad personal y familiar […].
D. Además, la disposición impugnada contradice lo prescrito
en el art. 144 Cn., al pretender “modificar” y “derogar” los arts.
3 y 19 de la DUDH, 17, 19 y 49 del PIDCP y 11, 13 y 14 de la
CADH, que obligan a los Estados a proteger legalmente la hon-
ra y la reputación de las personas de ataques o injerencias.
Por las razones anteriores, concluyó solicitando la declarato-
ria de inconstitucionalidad del art. 191 incs. 2° y 3° del C. Pn.
2. […] esta Sala admitió la demanda y circunscribió el exa-
men a la supuesta violación de los incs. 2° y 3° del art. 191 del
C. Pn. a los arts.: (i) 2 Cn., en cuanto al derecho al honor y a la
intimidad personal y familiar; (ii) 3 Cn., en lo relativo al princi-
pio de igualdad en la formulación de la ley; (iii) 6 Cn., en lo que
respecta al principio de responsabilidad por el ejercicio abusivo
del derecho a la difusión del pensamiento; y (iv) 144 Cn., en
cuanto a la prevalencia —en este caso— de los arts. 17 y 19 del
PIDCP y 11, 13 y 14 de la CADH sobre la normativa secunda-
ria.
3. La Asamblea Legislativa rindió el informe que establece el
art. 7 de la Ley de Procedimientos Constitucionales (L. Pr. Cn.)
en los siguientes términos:
A. El art. 191 incs. 2° y 3° del C. Pn. no contradice los dere-
chos al honor y a la intimidad personal y familiar, en vista de
que la libertad de pensamiento y expresión desarrollada por los
medios de comunicación social —que aquél protege— juega un
rol esencial en el sistema democrático. […]
Y es que —agregó— en los casos regulados en la referida dis-
posición no existe la “conciencia” de injuriar (el “animus inju-
riandi”); dándose prevalencia al fin de expresar e informar y,
aún, de criticar —instrumentos esenciales en la nueva etapa
democrática—.
B. Respecto a la supuesta violación al art. 3 Cn., manifestó
que el referido “privilegio” de los informadores respecto al ciu-
dadano común no puede ser considerado un tratamiento desi-

73
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

gual carente de razón suficiente, ya que se está ante situacio-


nes diferentes.
C. Tampoco —sostuvo— existe violación al art. 6 Cn., pues
éste no ampara los actos que subvierten el orden público ni los
que lesionan la vida privada de los demás. Para tales casos
existen los delitos de calumnia e injurias, cometidas por parti-
culares.
D. […]
Por las razones anteriores, el órgano emisor de la disposición
impugnada concluyó solicitando que se declare que no existen
las inconstitucionalidades alegadas.
4. El Fiscal General de la República en funciones emitió su
opinión, requerida de conformidad con el art. 8 de la L. Pr. Cn.,
en los siguientes términos:
A. Estamos en presencia de una colisión entre dos derechos
fundamentales, que son igualmente dignos de protección …
B. Desde la anterior perspectiva —razonó—, la disposición
impugnada no violenta el art. 3 Cn., pues sólo reglamenta lími-
tes a dos derechos fundamentales. Tampoco contradice al art. 6
Cn., ya que la libre expresión es uno de los más “esenciales” de-
rechos. … De igual manera, no existe la violación al art. 144
Cn., basada en un supuesto principio constitucional de “jerar-
quía normativa” …
Concluyó afirmando que, cuando entran en conflicto los refe-
ridos derechos fundamentales, debe comprobarse si la libertad
de expresión tiene una proyección social que la haga prevalecer
sobre los “bienes” de carácter individual. …
Por las razones anteriores, el entonces titular de la Fiscalía
solicitó que se declare que no existen las inconstitucionalidades
alegadas.
5. …
II. Expuesto el contenido básico de la demanda y del informe
justificativo de la Asamblea Legislativa, así como la opinión del
Fiscal General de la República, … y previo a entrar a resolver
el fondo de la pretensión planteada, se precisarán las disposi-
ciones constitucionales propuestas como parámetro de control

74
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

(1) y, luego, se señalará el orden lógico en el que se fundamen-


tará esta decisión (2).
1. Aunque … se delimitó el parámetro de control a los arts.
2, 3, 6 y 144 Cn., teniendo en cuenta los argumentos del actor y
a fin de emitir un pronunciamiento congruente con los mismos,
es necesario precisar dicho parámetro, especificando los incisos
y párrafos con los que se efectuará el contraste internormativo.
Así, se analizará la supuesta violación que el art. 191 incs. 2° y
3° del C. Pn. provocaría a los siguientes artículos: (i) 2 inc. 2°
(derechos al honor, a la intimidad personal y familiar y a la
propia imagen), 3 inc. 1° (principio de igualdad en la formula-
ción de la ley), 6 inc. 1° (responsabilidad penal por el ejercicio
abusivo o ilegítimo de las libertades de expresión e informa-
ción), y 144 inc. 2° en relación con los arts. 17 y 19 párrafo 3 le-
tra “a” del PIDCP, y 11, 13 párrafo 2 letra “a” y 14 párrafo 3 de
la CADH-(prevalencia de los tratados internacionales sobre las
leyes internas), todos de la Cn.
2. A fin de resolver la cuestión de fondo planteada, se obser-
vará el siguiente orden: en primer lugar, se expondrán conside-
raciones sobre el contenido de las libertades de expresión e in-
formación (III); luego se hará referencia a los derechos
fundamentales con los que aquéllas pueden entrar en conflicto:
los derechos a la intimidad, al honor y a la propia imagen (IV);
y por último se reseñarán algunas nociones de teoría de los de-
rechos fundamentales, útiles para la resolución del presente
caso, específicamente en lo relativo a la colisión entre ellos (V).
Establecido dicho marco conceptual, se efectuarán algunas pre-
cisiones sobre el parámetro y el objeto de control (VI), para lue-
go pasar a estudiar la confrontación internormativa planteada
y dictar el fallo que constitucionalmente corresponda (VII),
aclarándose algunos aspectos del mismo (VIII).
III. En este Considerando se delimitará el contenido de las
libertades de expresión e información. Para ello, se comenzará
haciendo algunas consideraciones comunes a los dos derechos
mencionados (1); luego se verá en específico la libertad de ex-
presión (2 A), y la libertad de información (2 B); se señalarán

75
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

las diferencias entre ambas (2 C), y por último, se hará referen-


cia al pluralismo de las fuentes informativas (3).
1. Es indudable la función esencial que desempeñan las li-
bertades de expresión e información en una sociedad democrá-
tica, pues la crítica al poder —entendida como cuestionamiento
de las políticas públicas (económica, ambiental, educativa, de
seguridad, exterior, etc.) y medidas estatales concretas (actos
de la Administración Pública o decisiones judiciales)—, con el
consiguiente planteamiento de alternativas, facilita que, en un
proceso de ensayo y error, se busquen y encuentren las más
adecuadas políticas y medidas que satisfagan las necesidades
de los individuos o de la colectividad.
A partir de esa premisa se infiere, en primer lugar, que el fin
inmediato buscado por la Constitución, al garantizar las liber-
tades de expresión e información, es generar una opinión públi-
ca libre en la que se discutan —tan intensamente como sea posi-
ble— los aspectos relativos a la conducción de la cosa pública
que los ciudadanos apoyan o proponen modificar. Por ello, tales
derechos también son el presupuesto de los derechos de partici-
pación: sufragio activo y pasivo y asociación política.
Pero es que, además, dejando de lado la función estrictamen-
te política de las libertades de expresión e información, no pue-
de ignorarse que estos derechos han acompañado siempre a las
sociedades libres, plurales y abiertas, donde el conocimiento se
adquiere y transmite de manera libre y no se considera nunca
como algo fijo, sino sujeto a revisiones, matizaciones y actuali-
zaciones.

La CrIDH en este sentido ha afirmando que, “la libertad de
expresión es un elemento fundamental sobre el cual se basa la
existencia de una sociedad democrática. Es indispensable para
la formación de la opinión pública. Es también conditio sine
qua non para que los partidos políticos, los sindicatos, las socie-
dades científicas y culturales, y en general, quienes deseen in-
fluir sobre la colectividad puedan desarrollarse plenamente.
Es, en fin, condición para que la comunidad, a la hora de ejer-
cer sus opciones esté suficientemente informada. Por ende, es

76
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

posible afirmar que una sociedad que no está bien informada


no es plenamente libre.” (Opinión Consultiva 0C-5/85. La Cole-
giación Obligatoria de Periodistas. Párr. 70). Asimismo, ha ex-
presado que, “la libertad de expresión permite el debate abierto
sobre los valores morales y sociales y facilita el discurso políti-
co, central para los valores democráticos” (Caso Ivcher
Bronstein vrs. Perú, párr. 143).
Por lo anterior, tanto la libertad de expresión como la de in-
formación se consideran componentes esenciales del gobierno
democrático y representativo. Pero además, gracias a dichas li-
bertades, el individuo se realiza, en la medida en que le permi-
ten expresar sus opiniones y valoraciones sobre la realidad cir-
cundante, en la búsqueda de la verdad, y con ello manifestar su
carácter racional.
En tal sentido, no cabe duda de que ambos derechos son ma-
nifestaciones de los valores que fundamentan los derechos del
individuo: libertad, igualdad y, especialmente, dignidad, y por
ello, lo expresado merece protección, incluso, cuando prima fa-
cie no se pueda calificar como de incidencia política (por ejem-
plo, ciertas creaciones artísticas), o lo informado no se refiera a
la cosa pública. Privar al individuo del derecho de comunicarse
libremente seria una limitación incongruente con su reconoci-
miento como miembro racional de la comunidad humana, pues
le condena al aislamiento y al empobrecimiento intelectual y
moral por la ausencia de debate y el flujo de las ideas.
En una línea jurisprudencial … se ha sostenido, respecto del
doble carácter de los derechos fundamentales, que en el plano
subjetivo los mismos actúan como garantías de la libertad indi-
vidual, mientras que en el plano objetivo asumen una dimen-
sión institucional y operan como elementos estructurales del
Estado Constitucional y Democrático de Derecho.
En tal sentido, las libertades de expresión e información son,
desde la perspectiva subjetiva, manifestaciones de la dignidad,
libertad e igualdad de la persona humana, es decir, derechos
fundamentales que integran, junto con otros derechos, el núcleo
básico del estatus jurídico de la persona humana; mientras que,

77
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

en su dimensión objetiva, son elementos estructurales de la de-


mocracia, del orden jurídico establecido en la Constitución.
2. La Constitución salvadoreña establece en su art. 6 inc. 1°
que: “Toda persona puede expresar y difundir libremente sus
pensamientos...”. Esta disposición constitucional estatuye ex-
presamente el derecho fundamental a la libertad de expresión,
pero a ella se adscribe también el derecho fundamental a la li-
bertad de información. En tal sentido, en la Sentencia de
14-II1997, Inc. 15-96, Considerando XVI 1, se dijo que: “La li-
bertad de expresión y difusión del pensamiento no se limita a
la exteriorización de los propios argumentos, sino que —sobre
todo en el mundo contemporáneo— se extiende a lo que clásica-
mente se denomina libertad de prensa, y que en paridad jurídi-
ca, desde un plano subjetivo, constituye el derecho de informa-
ción”.
La función que ambos derechos desempeñan, es decir, la for-
mación de una opinión pœblica libre, explica que en muchos or-
denamientos nacionales e internacionales se positiven en una
sola disposición.
Por otro lado, en general, tanto en el lenguaje jurídico como
en el cotidiano, es más usual utilizar el término “libertad de ex-
presión” para referirse a ambos derechos: tanto al de la simple
expresión, como al que ya envuelve el aspecto de la informa-
ción. Es decir, se utiliza el término aludido en un sentido am-
plio, abarcando los dos aspectos aludidos. Sin embargo —como
se verá—, el que una conducta se considere realizada en ejerci-
cio de la libertad de expresión o de la libertad de información
tiene consecuencias relevantes. Por ello, lo más acertado es
que, a pesar de su común función, no sólo se distingan concep-
tualmente ambos derechos, sino que esto, además, se acompa-
ñe de una distinción terminológica.
A. En su formulación más sencilla y clara, la libertad de ex-
presión es el derecho de toda persona a emitir, sin interferencia
indebida del Estado o de los particulares, ideas, opiniones y jui-
cios, ya sea de palabra, por escrito o a través de cualquier otro
medio. A este concepto, sin embargo, conviene hacerle algunas
precisiones:

78
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

a. En primer lugar, como se puede fácilmente deducir, la li-


bertad de expresión tiene por objeto básicamente opiniones, o
sea, las manifestaciones de un individuo, fruto de un proceso
intelectivo consistente en la percepción a través de los sentidos
de ciertos hechos, a lo que sigue una deliberación interna, para
culminar en una valoración racional de esos hechos.
b. En segundo lugar, la libertad de expresión implica el dere-
cho de investigar o buscar, recibir (derecho de acceso a la infor-
mación de interés público) y difundir ideas, opiniones e infor-
maciones de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea
oralmente, por escrito o por cualquier otro medio o procedi-
miento. Así se reconoce en el ámbito internacional, por ejem-
plo, en el art. 19 de la DUDH; en el art. 19.2 del PIDCP; y en el
art. 13 de la CADH.
Para la CrIDH, la libertad de expresión, “como piedra angu-
lar de una sociedad democrática, es una condición esencial
para que ésta esté suficientemente informada.” (Caso Olmedo
Bustos y otros vrs. Chile, párr. 68).
c. En tercer lugar, que la libertad en cuestión no sólo es un
derecho de libertad, es decir, que se satisfaga con la mera abs-
tención de los poderes públicos de interferir en su ejercicio, sino
que también es un derecho a acciones positivas del Estado, en
la medida en que, por ejemplo, el Estado debe expedir leyes
para su mayor eficacia o protección (tales como las leyes relati-
vas a la prensa, al derecho de acceso a la información, al espec-
tro televisivo, a los espectáculos públicos, etc.), y llevar adelan-
te una verdadera política de apertura al pluralismo de los
medios radiales, escritos, televisivos e informáticos, para que
los ciudadanos tengan acceso efectivo a fuentes alternativas de
información.
d. En último y cuarto lugar, que la libertad de expresión no
sólo debe proteger las expresiones lingüísticas, sino que su ám-
bito de protección debe extenderse, con las matizaciones corres-
pondientes, a gestos, signos, dibujos, símbolos, e incluso a de-
terminadas acciones u omisiones, en la medida en que
contribuyan a la función a la que el derecho está orientado.

79
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

B. Por su parte, la libertad de información, en el marco de la


función general a la que se ha hecho referencia anteriormente,
pretende asegurar la publicación o divulgación, con respeto ob-
jetivo a la verdad, de hechos con relevancia pœblica, que permi-
tan a las personas conocer la situación en la que se desarrolla
su existencia, de manera que, en cuanto miembros de la colecti-
vidad, puedan tomar decisiones libres, debidamente informa-
dos. Esta noción también requiere algunas precisiones:
a. Que en la libertad de información la dimensión objetiva
—que se funda en la convicción de que los seres humanos, para
ser verdaderamente libres, han de vencer la desinformación—
se presenta de manera más acentuada, ya que, para ejercer sus
demás derechos, el individuo tiene que conocer la realidad que
lo rodea.
b. Como fácilmente se observa, esta libertad tiene por objeto
hechos, es decir, algo que sucede, que es real y verdadero.
Entonces, los hechos pertenecen a la realidad exterior al indivi-
duo y son captados por éste a través de sus sentidos. Además,
tales hechos deben poseer relevancia pœblica, o sea hechos que,
en la medida en que son importantes para la vida en común,
condicionan la participación de los individuos en la sociedad
democrática y posibilitan el ejercicio efectivo de otros derechos.
c. Esta libertad, al igual que la de expresión, especialmente
también comprende el derecho a recibir informaciones. En este
caso, la posición del receptor es singularmente importante de-
bido a su objeto, que son hechos dotados de trascendencia pú-
blica, necesarios para la real participación de los ciudadanos en
la vida colectiva. En esa medida, existe un interés de los ciuda-
danos, en tanto que miembros de la sociedad, en conocer tales
hechos. Por ello, incluso, se afirma que el verdadero titular del
interés jurídicamente protegido por esta libertad es el receptor
de la información.
d. La libertad de información, al igual que la de expresión,
no es sólo un derecho de libertad, sino también un derecho a ac-
ciones positivas del Estado.

80
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

C. Finalmente, debe puntualizarse las diferencias entre la li-


bertad de expresión y la libertad de información, que básica-
mente giran en torno al objeto de uno y otro derecho.
a. La libertad de expresión, como se ha dicho, recae en ideas,
opiniones y juicios, los cuales no aspiran en principio a afirmar
datos objetivos. En ese sentido, se podrá predicar de ellas su
justicia o injusticia, pertinencia o impertinencia, carácter agra-
viante o no, pero nunca su verdad o falsedad. En otras pala-
bras, las opiniones, abstractas por naturaleza, no se prestan en
principio para la demostración de su exactitud.
La libertad de información, por su parte, recae en hechos, los
cuales, en la medida en que pertenecen a la realidad descripti-
ble, externa al sujeto, sí son susceptibles de ser sometidos a
comprobación empírica. Por eso, los hechos, en tanto que ver-
daderos, son individualizables, irrepetibles e históricos.
En El Salvador, la libertad de información se ha adscrito por
vía de interpretación constitucional a la disposición que estatu-
ye la libertad de expresión —el art. 6 inc. 1° Cn.—. Sin embar-
go, dichas libertades, a pesar de su estrecha conexión, son dere-
chos autónomos, ya que protegen mensajes de distinta
naturaleza: mientras que la libertad de expresión tutela men-
sajes en buena medida subjetivos, la libertad de información
tutela mensajes principalmente factuales. Por tal razón, el ejer-
cicio legítimo de la libertad de expresión no está condicionado a
la verdad. En cambio, el ejercicio legitimo de la libertad de in-
formación si está condicionado por el respeto a la verdad.
Ahora bien, conviene aclarar desde ya que, al hablar de “ver-
dad” como requisito de la libertad de información, no se trata
de la “verdad material”, pues ello obviamente desalentaría
cualquier ejercicio de la libertad de información, ante la impo-
sibilidad o el riesgo de no poder probar posteriormente una
afirmación. Según lo interpreta esta Sala, lo único que se prohí-
be es el ejercicio de la libertad de información con conocimiento
de la falsedad del hecho o con un temerario desprecio a la ver-
dad, entendiendo por veracidad la verificación y contrastación
de las fuentes de información; fuentes que gozan de protección
en una sociedad democrática.

81
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

b. Aunque es cierto que en la práctica, a veces, puede ser di-


fícil diferenciar hechos y opiniones, ello no justifica la confusión
entre las libertades analizadas. Es decir, que no se pueda esta-
blecer una frontera precisa no significa que la frontera no exis-
ta. Y es que en ningún momento se sostiene que la exposición
de hechos vaya a ser absolutamente imparcial y objetiva; no
cabe duda que el sujeto emisor siempre analiza tales hechos
desde sus propias valoraciones. Pero de eso a confundir los he-
chos con afirmaciones que si son esencialmente subjetivas (las
opiniones) hay una gran distancia. Es decir, la Constitución
protege la manifestación de hechos, pero no pretende prohibir
que el sujeto, al transmitirlos, los afecte subjetivamente en algu-
na medida.
c. Por último, es pertinente mencionar que alguna doctrina,
aunque no confunde las libertades de expresión e información,
las diferencia por el sujeto activo del derecho. Según este crite-
rio, los titulares de la libertad de expresión serían los particu-
lares, mientras que los titulares de la libertad de información
serian los periodistas y/o dueños de los medios de comunica-
ción. Cabe adelantar que este es el criterio que ha seguido el le-
gislador salvadoreño en el art. 191 del C. Pn.
Esta distinción es rechazable por las siguientes razones: En
primer lugar, la Constitución atribuye la libertad de informa-
ción a “toda persona”, es decir, no hace distinción alguna. Y es
que, tratándose de derechos fundamentales, éstos como regla
general son de titularidad universal. En segundo lugar, si se
considera que sólo los periodistas y/o dueños de los medios son
titulares de la libertad de información, se llegaría al paradóji-
co, injusto y desigual resultado de que los particulares, aunque
transmitan hechos e informaciones (como se observa con los re-
cientes desarrollos de las tecnologías de la información), nunca
podrían alegar a su favor la veracidad; en cambio, los periodis-
tas y/o dueños de medios, aunque sólo hayan emitido una opi-
nión, podrían intentar justificar su conducta alegando la vera-
cidad de lo expuesto.
3. Dado que las libertades de expresión e información tienen
como función la de formar una opinión pública libre, y que com-

82
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

prenden el derecho a recibir opiniones y hechos, respectiva-


mente, la pluralidad de fuentes informativas contrapuestas y
la apertura a las diversas corrientes de opiniones y hechos
constituyen un requisito sine qua non de dichas libertades,
pues garantizan a los ciudadanos la posibilidad de ponderar
opiniones ideológicas diversas e incluso contrapuestas, es decir,
contribuyen a formar su opinión y Conocimiento, para su poste-
rior manifestación o difusión.
Dicho pluralismo informativo debe ser entendido como la
existencia de una diversidad de medios independientes y autó-
nomos, así como de contenidos heterogéneos (opiniones y he-
chos), a disposición del público, sin la cual la libre comunica-
ción de opiniones y hechos no resultaría efectiva, ya que los
receptores que se encuentran entre los destinatarios de las li-
bertades de expresión e información, no estarían en condicio-
nes de ejercitar la libre elección entre tendencias diversas, sin
que los intereses privados y los poderes públicos intenten susti-
tuirlos en sus propias decisiones.
En ese sentido, las libertades de expresión e información im-
plican evitar la concentración de medios de comunicación, en-
tendiendo que aquélla se presenta cuando una persona o gru-
po empresarial, a través de cualquier medio, ejerce una
influencia decisiva directa o indirecta sobre otra u otras em-
presas, capaz de menoscabar o eliminar la independencia de
estas fuentes de información, e, incluso, de impedir la entrada
en el mercado de nuevos operadores. Por ello, es necesaria la
regulación legal del Estado, debidamente justificada para lo-
grar la preservación del pluralismo en la titularidad de medios,
combatiendo los monopolios y las intromisiones de grupos de
poder en la independencia de los medios de comunicación; todo
lo anterior en el contexto de una sociedad democrática.
IV. Una vez delimitado el contenido de las libertades de ex-
presión e información, se entrará a continuación a perfilar los
derechos fundamentales con los que usualmente entran en con-
flicto: los derechos a la intimidad personal y familiar (1), al ho-
nor (2) y a la propia imagen (3), todos los cuales se encuentran
expresamente reconocidos en el art. 2 inc. 2° Cn.

83
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

Tal como se expondrá, estamos ante derechos estrechamente


relacionados, pero que conceptualmente se pueden diferenciar.
1. A. Para comprender el sentido actual de la “intimidad”
—expresión que prefirió usar nuestro Constituyente— es preci-
so hacer una breve referencia al origen y evolución de dicha no-
ción. Su origen se ubica en la época en que surgen todos los de-
rechos de libertad o “derechos de primera generación”, período
en el cual los seres humanos toman conciencia y se preocupan
por su individualidad. Esa inquietud por proteger la interiori-
dad se vio plasmada en las primeras declaraciones de derechos,
propias del Estado Liberal.
En la actualidad, el derecho a la intimidad deja de ser una
mera libertad —que se respeta con la abstención de los de-
más—, pasando a exigirle a su titular un papel activo —por
ejemplo, el de tener el control de los datos personales a los que
no desea que otros tengan acceso—, el cual a menudo es indis-
pensable para que el individuo pueda mantener sus relaciones
sociales y autonomía personal. Desde esta perspectiva, la pro-
tección de la intimidad va orientada tanto al libre desarrollo de
la propia personalidad como a la libre construcción y manteni-
miento de relaciones y vínculos sociales.
B. A fin de profundizar en el concepto de intimidad, cabe
reseñar cierta postura que se puede calificar de “funcionalis-
ta”, la cual parte de que el interés protegido por la intimidad
es el de limitar el acceso de extraños a la vida privada, indi-
vidual y familiar, en el sentido más amplio. Desde esta pers-
pectiva, el concepto de intimidad estaría integrado por tres ele-
mentos: el secreto, el anonimato y la soledad. La intimidad,
entonces, se podría afectar por una alteración de cualquiera de
dichos elementos.
Con base en lo anterior, se afirma que la intimidad cumple
las siguientes funciones: (i) restringe el acceso físico de otros;
(ii) promueve la libertad de actuar, en la medida en que prote-
ge al individuo de reacciones hostiles de los demás; (iii) contri-
buye al aprendizaje, creatividad y autonomía, al evitar que el
individuo sea ridiculizado, censurado o recriminado; (iv) pro-
mueve la salud mental, ya que otorga a las personas un reduc-

84
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

to exento de las presiones sociales; (v) favorece la autonomía


moral, que sólo se puede desarrollar plenamente en la esfera
íntima del sujeto; (vi) fomenta las relaciones humanas, pues la
intimidad es el punto de partida para su establecimiento y
mantenimiento; y (vii) permite a los individuos decidir en qué
cantidad y en qué circunstancias exponen sus datos personales.
C. Pues bien, se puede entender que la intimidad afecta dos
esferas: (i) la esfera ’ntima, que comprende la faceta sexual,
mental y sentimental de las personas. Afectan esta esfera los
datos relativos a la enfermedad, nacimiento, muerte, vida se-
xual y desnudez de los individuos. Como es natural, esta esfera
debe gozar de la máxima protección legal; (ii) la esfera privada,
que trasciende la interioridad del individuo, refiriéndose a su
círculo de parientes, amigos y conocidos cercanos. Aquí eviden-
temente también debe existir tutela, aunque menos intensa
que en el anterior ámbito. Pero una vez se ingresa al ámbito so-
cial o pœblico, referido a las relaciones sociales de las personas,
se cae fuera del campo del derecho a la intimidad.
En conclusión, el. derecho a la intimidad es un derecho fun-
damental estatuido directamente en el art. 2 inc. 2° Cn., del
que son titulares todas las personas, consistente en la preser-
vación de la esfera estrictamente interna y de la privada (que
incluye a la familia) frente a intromisiones no consentidas del
Estado o de otros particulares. Por lo tanto, la violación por ex-
celencia —no la única—, en la dinámica de las sociedades ac-
tuales, al derecho a la intimidad, es la obtención y/o revelación
indeseada por parte de terceros, de datos o informaciones com-
prendidas en dichas esferas.
2. Debemos diferenciar el derecho a la intimidad del derecho
al honor. Procede, en primer lugar, establecer el significado de
éste y luego precisar sus diferencias con el derecho a la intimi-
dad.
A. El derecho al honor por su misma naturaleza, que lo vin-
cula a determinadas coordenadas históricas, no se presta fácil-
mente para una conceptuación abstracta; es preferible, a la
hora de describirlo, mantener viva esa maleabilidad social que
lo caracteriza. Dicho de otra manera, su definición habrá de

85
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

considerar siempre las reglas culturales asumidas por el con-


junto del cuerpo social. En ese sentido, incluso, se ha llegado a
considerar que el honor es un concepto jurídico indeterminado
que necesariamente obliga al intérprete a acudir a la valora-
ción social.
Es usual en la doctrina la distinción entre una perspectiva
subjetiva y una perspectiva objetiva para definir el derecho en
análisis…Desde la primera, el honor consiste en el sentimiento
de aprecio que una persona tiene de sí misma. Desde la segun-
da, el honor consiste en la reputación, fama o buen nombre de
los que goza un individuo frente a los otros. Y es que —se dice,
para fundamentar el derecho— todo ser humano tiene derecho
a ser tratado de manera compatible con su dignidad. Por ello se
debe asegurar que toda persona en la sociedad reciba la consi-
deración y valoración adecuadas. En todo caso, no debe olvidar-
se que en cierto modo cada persona “construye” su honor ante
los demás, a través de sus actuaciones (Corte Constitucional de
Colombia, Sentencia 417/09 de 26 de junio, párr 83-85).
En términos más concretos, podría decirse que el honor es el
derecho fundamental de toda persona a no ser humillada ante
sí o ante los demás. La afectación típica al honor se produce
cuando un sujeto se expresa de otro despectivamente (insulto),
o le atribuye una cualidad (ridiculización) que afectan su esti-
mación propia o aprecio público.
La Constitución reconoce y garantiza en el art. 2 el derecho
al honor, a la intimidad personal y familiar, y a la propia ima-
gen. En él se establece que toda persona tiene derecho a la in-
tegridad moral, y se reconoce, además, la “indemnización, con-
forme a la ley, por daños de carácter moral”.
Para la Constitución todas las personas son titulares de este
derecho, y gozan de protección en toda circunstancia; lo cual
implica que tienen derecho de estar protegidas contra cual-
quier ataque ilegal, arbitrario y abusivo, y sólo en casos de ex-
trema necesidad y cuando exista un legítimo interés público o
para proteger y garantizar otros derechos fundamentales, pue-
de limitarse este derecho por disposición de la ley.

86
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

El derecho al honor es objeto de protección, tanto en lo que


cada persona cree que vale frente a los demás, como respecto
de lo que los demás consideran que vale una persona en térmi-
nos morales. El contenido esencial de este derecho fundamen-
tal está conformado precisamente por la dignidad humana. De
ahí la importancia clave que le otorga la Constitución en el
marco del catálogo de los derechos fundamentales.
El derecho internacional convencional vigente en el país
también reconoce el derecho al honor, la intimidad y la vida
privada. El art. 11 de la CADH reconoce el derecho de protec-
ción a la honra y la dignidad, y al respecto establece lo siguien-
te: “1. Toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al
reconocimiento de su dignidad. 2. Nadie puede ser objeto de in-
jerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su
familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de ataques
ilegales a su honra o reputación. 3. Toda persona tiene derecho
a la protección de la ley contra esas injerencias o esos ataques.”
El PIDCP, en su art. 17 establece lo siguiente: “1. Nadie será
objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada,
su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques ile-
gales a su honra y reputación. 2. Toda persona tiene derecho a
la protección de la ley contra esas injerencias o esos ataques”.
En la jurisprudencia del sistema interamericano, la CrIDH
ha interpretado el art. 11 de la CADH en el sentido que “toda
persona tiene derecho al respeto de su honra, prohíbe todo ata-
que ilegal contra la honra o reputación e impone a los Estados
el deber de brindar la protección de la ley contra tales ata-
ques.” Para la CrIDH, “el derecho a la honra se relaciona con la
estima y valía propia, mientras que la reputación se refiere a la
opinión que otros tienen de una persona.” (Caso Tristán Dono-
so vrs. Panamá, párr. 57).
B. Aunque el derecho a la intimidad y el derecho al honor
son próximos —ya que ambos se refieren a la personalidad—,
no debe confundírseles, ya que se refieren a distintos momen-
tos: mientras que el honor atañe a la participación del sujeto
en la comunidad, la intimidad, contrariamente, persigue asegu-
rar ciertas esferas de no participación en la vida social. En ese

87
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

sentido, cuando se viola la intimidad se afecta el ámbito de la


personalidad que su titular ha decidido ocultar del conocimien-
to de los demás; en cambio, con el honor se busca evitar que la
personalidad de dicho sujeto sea objeto de menosprecio.
Ahora bien, en la práctica, en un ataque al honor puede es-
tar implícito un ataque a la intimidad y viceversa, pero es con-
veniente tratarlos por separado. La asimilación llevaría a con-
secuencias indeseadas. Por ejemplo, si se subordina la agresión
a la intimidad a la del honor, la primera quedaría impune si no
concurre el animus injuriandi. Asimismo, si se produce esa
equiparación, una invocación de la exceptio veritatis (excepción
de veracidad) dejaría sin castigo la violación a la intimidad.
Pero no siempre una violación del honor supone una viola-
ción de la intimidad. Por ejemplo, podría ocurrir que a una per-
sona se le viole su honor a través de la imputación de ciertos
datos que, empero, fueron obtenidos legítimamente o ya eran
conocidos por muchas personas y, en ese sentido, no se aprecia-
ría una vulneración a la intimidad. Y, de la misma manera, es
posible apreciar atentados contra la intimidad de una persona
sin menoscabo de su honor, pues cuando un sujeto revela sin
autorización datos personales de otro puede perfectamente ha-
cerlo sin formular un juicio adverso o proponerse un rebaja-
miento moral de su víctima.
3. Corresponde analizar el último de los derechos consagra-
dos en el art. 2 inc. 2° Cn.: el derecho a la propia imagen.
A. Primeramente, por imagen debe entenderse la represen-
tación de la figura humana, mediante un procedimiento mecá-
nico o técnico de reproducción, en forma visible y reconocible.
La importancia de la imagen radica en que, hasta cierto punto,
es la primera pieza que compone la personalidad de cada uno,
pues es el elemento básico de identificación y proyección exte-
rior y factor imprescindible para su propio reconocimiento
como sujeto individual (Tribunal Constitucional Español, STC
231/1988 de 2 de diciembre).
A partir de ello, el derecho a la propia imagen, por un lado,
atribuye a su titular el derecho a determinar la información
gráfica generada por sus rasgos f’sicos personales que podría

88
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

ser publicitada (aspecto positivo)… Y, por otro lado, el mismo


derecho impide la obtención, reproducción o publicación no con-
sentidas de la propia imagen por parte de terceros, independien-
temente de la finalidad que éstos persigan (aspecto negativo).
B. El derecho a la propia imagen protege la imagen física de
la persona, no su “imagen social”, pues ésta se protege —como
ya se vio— a través del derecho al honor. Por tanto, el derecho
ahora analizado no pretende evitar que su titular sea objeto de
menosprecio.
A su vez, se diferencia del derecho a la intimidad en que ésta
—como se ha dicho— abarca todo lo que se quiere sustraer legí-
timamente del conocimiento público. Evidentemente, la propia
imagen —al menos, el rostro— se expone inevitablemente a los
demás. Así, pues, mientras que la intimidad tiene una dimen-
sión interna, la propia imagen tiene una dimensión externa.
Asimismo, es importante precisar que el derecho a la propia
imagen protege a su titular tanto en la vida privada como en la
pública. En ese sentido, una imagen de una persona por el sim-
ple hecho de haber sido captada en un lugar público, no por ello
permite su libre utilización. Es decir, en los espacios públicos
se renuncia a la privacidad hasta cierto punto, pero no al dere-
cho a la propia imagen.
V. Delimitados los derechos en juego en el presente caso
—tanto los que se consideran violados como los que se preten-
den proteger con la legislación impugnada—, se pasará ahora a
hacer algunas consideraciones de la teoría de los derechos fun-
damentales, de utilidad para resolver la pretensión planteada.
1. A. La Constitución salvadoreña contiene una serie de dis-
posiciones y normas sobre derechos fundamentales. Y es que, si
toda disposición constitucional tiene valor normativo —lo que
está fuera de toda discusión—, lo mismo habría que predicar de
las disposiciones iusfundamentales.
Cuando hablamos de “norma de derecho fundamental” que-
remos significar que la disposición respectiva ordena, prohíbe o
permite determinada conducta. Intersubjetivamente, estas nor-
mas entablan relaciones entre dos sujetos (particular-Estado o
particular-particular), donde uno de ellos posee derechos (en

89
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

sentido amplio), y el otro correlativamente posee obligaciones


(en sentido amplio).
B. Es importante señalar que el método de interpretación
idóneo para resolver la colisión entre derechos fundamentales
es la ponderación, que consiste en la determinación de, aten-
diendo a las circunstancias del caso concreto, cuál es el derecho
que debe prevalecer en su ejercicio práctico. Quiere decir que,
en caso de conflicto de normas iusfundamentales, debe buscar-
se un equilibrio entre ellas o, si dicho equilibrio no es posible,
decidirse en el caso concreto, teniendo en cuenta las circunstan-
cias de éste, cuál norma debe prevalecer. Solución que no se
puede generalizar a casos futuros, a menos que sean idénticos.
De todo lo dicho se puede fácilmente colegir que las normas
de derechos y, extensivamente, los derechos no pueden jerarqui-
zarse en abstracto. Todos, en principio, poseen idéntica fuerza
normativa: la que les confiere la Constitución. Sólo en el caso
concreto podrán establecerse relaciones de precedencia, pero de-
rivadas de determinadas condiciones y observables sí y sólo si
éstas concurren.
Admitido todo lo anterior, cabe afirmar que los derechos fun-
damentales consagrados en la Constitución salvadoreña poseen
idéntico valor entre sí: el de supralegalidad. Los intérpretes y
aplicadores (autoridades administrativas, jueces ordinarios,
Sala de lo Constitucional, etc.), caso por caso, deberán estable-
cer, en caso de conflicto, qué derecho tiene primacía sobre el
otro en su ejercicio práctico.
C. Entonces, los derechos fundamentales siempre, ante de-
terminadas circunstancias, pueden ceder ante un derecho con-
trapuesto. De lo contrario, algunos derechos serían absolutos, o
sea que todos los individuos tendrían titulo suficiente para
ejercerlos en todas las condiciones, o dicho de otro modo, dere-
chos que no tendrían concurrencia alguna de pretensiones com-
petidoras.
Aunque una de las características histórica y usualmente
atribuidas a los derechos fundamentales es la de un pretendido
carácter absoluto, ello no obedece más que, por un lado, ese
rasgo se atribuía a los derechos naturales (precedente histórico

90
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

de los derechos fundamentales), y por otro, por un uso coloquial


del término “absoluto”, para resaltar su importancia, e incluso
a un uso persuasivo o retórico del mismo. Sin embargo, en la
teoría de los derechos fundamentales contemporánea se recha-
za casi unánimemente ese carácter. Más bien, se postula que
son derechos resistentes; un calificativo que admite graduacio-
nes por parte del Derecho positivo.
Por lo tanto, el titular de un derecho fundamental lo puede
ejercer en principio, es decir, sólo si no es superado por el ejer-
cicio de ese o de otro derecho por parte de otro u otros indivi-
duos. Esto permite entender un conflicto de derechos funda-
mentales como la situación en la cual no pueden ser satisfechos
simultáneamente dos de ellos o en la que el ejercicio de uno de
ellos conlleva la limitación del otro.
D. Si admitimos que los derechos fundamentales no son ab-
solutos, también estaríamos forzados a reconocer que todos
ellos en mayor o menor medida están sujetos a límites. Y si
bien la formulación lingüística de las disposiciones que estatu-
yen derechos fundamentales en ocasiones puede dar la impre-
sión de que el derecho se reconoce sin límite alguno, ello no es
así: los límites pueden estar prescritos en la misma disposición
o en otras disposiciones constitucionales. También puede ocu-
rrir que los límites sean implícitos, y es básicamente la inter-
pretación constitucional la que los descubre.
Y es que los límites a los derechos no sólo poseen un funda-
mento teórico sólido; también tienen una explicación sociológi-
ca: el individuo no vive aislado, sino en sociedad. En esa medi-
da, debe coordinar y armonizar el ejercicio de sus derechos con
el ejercicio igualmente legítimo de ese mismo derecho u otros
por parte de los demás individuos. El principio constitucional
de igualdad —art. 3 Cn.— impide, prima facie, que el derecho
de una persona, por su sola condición personal, deba prevalecer
frente a los de los demás.
No sólo las Constituciones, sino también los instrumentos in-
ternacionales de derechos humanos entienden que todo derecho
llega hasta donde comienzan los derechos de los demás. Lo re-
coge así el art. 29.2 de la DUDH: “En el ejercicio de sus dere-

91
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

chos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará so-


lamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el
único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los dere-
chos y libertades de los demás”. En el mismo sentido, la DADH,
en su art. XXVIII prescribe que: “los derechos de cada hombre
están limitados por los derechos de los demás, por la seguridad
de todos y por las justas exigencias del bienestar general y del
desenvolvimiento democrático”.
Por otro lado, el legislador ordinario, por los principios proce-
dimentales que lo rigen, está constitucionalmente habilitado
—art. 246 inc. 1° Cn.—, no sólo para configurar los derechos
fundamentales, sino también para establecer verdaderas limi-
taciones a los mismos. Y esta habilitación —debe aclararse— la
posee respecto a todos los derechos, no sólo respecto a los dere-
chos de configuración legal (Sentencia de 23-1E-2001, Inc.
8-97).
Sobre este último punto es importante recalcar que, si bien
en algunos casos la Constitución establece los límites expresa-
mente, ello no constituye más que una suerte de “guía” para el
legislador. Éste puede derivar de la Constitución otros límites,
con el fin de garantizar el goce y ejercicio de los derechos fun-
damentales de los demás, e incluso, para proteger intereses le-
gítimos en una sociedad democrática, como la salud y moral
públicas, el orden público, la seguridad pública, el bien común
y el bienestar general.
Ahora bien, reconocido el amplio margen de actuación del
Órgano Legislativo, es preciso decir que éste, a su vez, está li-
mitado por la propia Constitución, pues, en definitiva, se trata
de un Órgano constituido. La limitación a la que el legislador
está sometido se condensa en el respeto al principio de propor-
cionalidad —art. 246 inc. 1° Cn.—: las limitaciones deben ase-
gurar una relación de equilibrio entre, por un lado, el derecho
limitado y, por el otro, el fin perseguido con la intervención le-
gislativa.
En virtud de lo anterior, tenemos que el legislador está auto-
rizado para limitar los derechos fundamentales, pero debe ha-
cerlo respetando el principio de proporcionalidad. Ello se tradu-

92
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

ce en que el órgano Legislativo también efectúa ponderaciones;


éstas no sólo las hacen los Tribunales Constitucionales. Es más,
el primer órgano estatal que pondera siempre es el Legislativo:
cuando emite la regulación de los derechos correspondientes ne-
cesariamente debe armonizar los distintos mandatos constitu-
cionales, muchos de los cuales contienen derechos fundamenta-
les, que apuntan en diferentes y, a veces, contrarias direcciones.
La ponderación en manos del legislador, si logra el equilibrio
deseado o justifica adecuadamente el desplazamiento de un de-
recho, no ofrece problema alguno. Sin embargo, sucede ocasio-
nalmente que el Legislativo, o bien no pondera (no toma en
cuenta uno u otros derechos que se ven afectados por la legisla-
ción respectiva), o bien no pondera adecuadamente, lo que se
traduce en una violación al principio de proporcionalidad. En
este caso, la Sala de lo Constitucional está habilitada para de-
clarar inconstitucional la legislación respectiva, o los jueces or-
dinarios para declarar la inaplicabilidad de la ley, en su caso.
2. A. Teniendo claro lo anterior, es natural que en el ejercicio
de los derechos fundamentales se produzcan conflictos o colisio-
nes de derechos. Lo ideal sería que se delimiten en la ley, de
manera clara y precisa, los elementos constitutivos de esos de-
rechos, sus contornos específicos y sus límites, de tal forma que
en casos de colisión o conflicto no se desnaturalicen bajo ningu-
na circunstancia los derechos en pugna.
Es de hacer notar que este proceso de conceptuación y deli-
mitación de los derechos en la legislación salvadoreña no ha
dado en todos los casos resultados concretos, a varios años de
la entrada en vigor de la Constitución de 1983. A esta fecha
aún no se ha legislado en esta materia respecto de algunos de-
rechos constitucionales. No obstante, a través de las interpre-
taciones de esta Sala también se determinan los parámetros de
solución de conflictos —como el que se analiza en la presente
sentencia—.
B. En el caso sometido a control constitucional, el tratamien-
to y la solución del conflicto o colisión entre, por un lado, los de-
rechos al honor, la intimidad personal y familiar y la propia
imagen, y por otro, las libertades de expresión e información

93
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

requerirá de un examen ponderado de los derechos, intereses y


valores que están en juego, que permita, mediante las interpre-
taciones respectivas, fundamentar la necesidad de lograr un
equilibrio entre el “ejercicio” de un derecho respecto del de otro
u otros, viéndose todos los derechos afectados únicamente en
su “ejercicio”, mas no en su contenido esencial.
En tal sentido, y en el contexto democrático, no es posible re-
solver un conflicto de derechos desconociendo o anulando un de-
recho fundamental en particular, para dar paso a otro de igual
jerarquía constitucional, ya que ello supondría la jerarquiza-
ción de los derechos constitucionales, lo cual no tiene fundamen-
to en nuestra Ley Suprema. Por el contrario, la jerarquía entre
los derechos fundamentales no es compatible con el Estado
Constitucional y Democrático de Derecho, dada la naturaleza y
el carácter indivisible e interdependiente de los derechos funda-
mentales.
De lo anterior se desprende la necesidad de brindar protec-
ción integral a todos los derechos fundamentales por igual, pu-
diendo sólo justificarse en determinados casos concretos de coli-
sión que el ejercicio de unos ceda en favor del ejercicio de otros,
sin que ello implique —como ya se ha dicho— la anulación o
sacrificio del contenido esencial de uno de los derechos en con-
flicto.
c. En relación con la demanda que se examina, la libertad de
expresión no podría legítimamente anular los derechos al ho-
nor, a la intimidad personal y familiar o a la propia imagen de
las personas, pues éstos son también derechos fundamentales
de igual jerarquía constitucional.
Para esta Sala, bajo ninguna circunstancia se podría sacrifi-
car, desconocer o anular el contenido esencial de un derecho
para hacer prevalecer otro derecho fundamental. En todo
caso, los derechos en conflicto deben ceder limitadamente en
su “ejercicio” en la medida “estrictamente necesaria”, median-
te la ponderación de la autoridad judicial competente, que será
la que en definitiva valore en cada caso concreto, entre otros
factores: si la información que está en juego es o no de interés
público o colectivo; si se trata o no de un funcionario o autori-

94
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

dad pública; si es o no una persona particular con vida pública


o con vida privada sin ninguna relevancia pública; etc.
La CrIDH ha manifestado que, “para que sean compatibles
con la Convención las restricciones [a la libertad de expresión]
deben justificarse según objetivos colectivos que, por su impor-
tancia, preponderen claramente sobre la necesidad social del
pleno goce del derecho que el artículo 13 garantiza y no limiten
más de lo estrictamente necesario el derecho proclamado en di-
cho artículo. Es decir, la restricción debe ser proporcionada al
interés que la justifica y ajustarse estrechamente al logro de
ese legítimo objetivo.” (Caso Herrera Ulloa vrs. Costa Rica,
párr.121)
Por otra parte, la CrIDH ha sostenido que la prevalencia de
alguno de estos derechos en determinado caso concreto depen-
derá de “la ponderación que se haga a través de un juicio de
proporcionalidad. La solución del conflicto que se presenta en-
tre ciertos derechos requiere el examen de cada caso, conforme
a sus características y circunstancias, para apreciar la existen-
cia e intensidad de los elementos en que se sustenta dicho jui-
cio.”(Caso Kimel vrs. Argentina, párr. 51) Dicha ponderación,
para la Corte, se debe analizar tomando en cuenta: “i) el grado
de afectación de uno de los bienes en juego, determinando si la
intensidad de dicha afectación fue grave, intermedia o modera-
da; ii) la importancia de la satisfacción del bien contrario; y iii)
si la satisfacción de éste justifica la restricción del otro. En al-
gunos casos la balanza se inclinará hacia la libertad de expre-
sión y en otros a la salvaguarda del derecho a la honra.”(Caso
Kimel vrs. Argentina, párr. 84)
De igual forma, ha reconocido que “tanto la libertad de ex-
presión como el derecho a la honra, acogidos por la Convención,
revisten suma importancia, por lo que ambos derechos deben
ser tutelados y coexistir de manera armoniosa. La Corte esti-
ma, al ser necesaria la garantía del ejercicio de ambos dere-
chos, que la solución del conflicto requiere el examen caso por
caso, conforme a sus características y circunstancias.” (Caso
Tristán Donoso vrs. Panamá, párr. 93)

95
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

Todos los anteriores factores habrán de tomarse en cuenta


para ponderar, en los casos concretos, hasta dónde los derechos
al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia ima-
gen, pueden ceder en su ejercicio frente a la libertad de expre-
sión, y hasta dónde llega legítimamente el ejercicio de las liber-
tades de expresión e información.
Será necesario, entonces, realizar un cuidadoso análisis
constitucional del conflicto de derechos que se produce en las
relaciones entre sujetos particulares cuando ejercen, por una
parte, la libertad de expresión o información, y por otra, los de-
rechos al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia
imagen. En estos casos de relaciones intersubjetivas es el Esta-
do el que tiene el deber de protección de los derechos funda-
mentales en juego, y es precisamente a través de la ley y de la
interpretación judicial que deberá resolverse este tipo de con-
flictos de derechos.
VI. A continuación, se interpretarán algunos aspectos del
art. 6 inc. 1° Cn. —disposición en torno a la cual básicamente
gira la impugnación— (1); y luego se hará lo mismo con el art.
191 del C. Pn., especialmente su inc. 1° —que es clave para en-
tender las disposiciones impugnadas— (2).
I. El art. 2 inc. 2° Cn. consagra los derechos al honor, a la in-
timidad personal y familiar y a la propia imagen —los cuales
han sido desarrollados in extenso en el Considerando IV—;
mientras que el art. 6 inc. 1° Cn. reconoce las libertades de ex-
presión e información, tendencialmente conflictivas con aqué-
llos. Conviene hacer algunas precisiones adicionales sobre la
disposición constitucional precitada.
A. En el art. 6 inc. 1° Cn. no se advierte ninguna distinción
entre los periodistas y quienes no lo son. Desde el principio de
su enunciado, al decir “toda persona”, la norma se refiere evi-
dentemente a cualquier ciudadano, quien puede expresarse y
difundir con toda libertad sus pensamientos, así como el dere-
cho a informar y ser informado.
B. Dicha libertad no puede estar sometida en ningún caso a
“previo examen, censura ni caución.” De modo que, para verter
opinión, expresar ideas o pensamientos e incluso para criticar a

96
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

otros, nadie debe someterse a examen previo, censura o cau-


ción. Es decir, ninguna autoridad puede limitar u obstaculizar
dicha libertad, ni aun bajo el pretexto de que lo que expresará o
difundirá subvertirá el orden público o lesionará la moral, el
honor o la vida privada de otro. En otros términos, la censura
está prohibida, puesto que la Constitución garantiza el libre
ejercicio del derecho a la expresión. El mandato constitucional
está destinado a permitir que se deduzcan responsabilidades
ulteriores.
C. a. La introducción del vocablo “delito” en el art. 6 inc. 1°
Cn. y, consecuentemente, la “pena”, en materia de libertad de
expresión, no son creación del legislador sino del Constituyente.
Esta situación ha acompañado toda nuestra historia, pues los
Códigos Penales que han regido en El Salvador, han penalizado
las conductas lesivas del honor, lo cual evidencia que nunca se
ha considerado las libertades de expresión y de información
como absolutas, sino sujetas a responsabilidades ulteriores. Des-
de luego, no se puede concebir la existencia de una conducta ca-
lificada de “delito” que se encuentre desprovista de una conse-
cuencia jurídica, como la responsabilidad penal y civil.
Ahora bien, en la disposición constitucional analizada se es-
tablece que todas las personas que, al hacer uso de la libertad
de expresión y difusión del pensamiento “infrinjan las leyes,
responderán por el delito que cometan”. Dicho enunciado lin-
güístico constituye un mandato expreso para el legislador que
requiere actuaciones concretas, es decir, implica la creación y
aplicación de sanciones penales para todas las personas, sin
distinciones o privilegios, que realicen un ejercicio ilegítimo de
los derechos establecidos en el art. 6 inc. 1° Cn. y que vulneren
otros derechos por ella protegidos.
b. En virtud de lo anterior, debe tenerse en cuenta que… el
legislador debe tener en cuenta que existe, en principio, todo
un margen de libertad en relación con el procedimiento legisla-
tivo y con la determinación del contenido material de las nor-
mas infraconstitucionales, puesto que es un órgano auténtica-
mente político que tiene la plena responsabilidad de sus actos;

97
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

sin embargo, la Constitución puede limitarlos, dirigirlos y con-


trolarlos.
En efecto, si bien ambos aspectos son plenamente integran-
tes de su competencia (el procedimiento y la determinación del
contenido de las normas), no pueden quedar al pleno arbitrio
de los representantes del pueblo; éstos encuentran su límite en
la Constitución. Y es que la legislación debe mantenerse dentro
del marco del orden constitucional, contra el cual no puede cho-
car ninguna norma jurídica.
Por tanto, mientras el legislador se mantenga dentro de los
límites de su autoridad definida por la Constitución y dentro
del contenido explícito o implícito de aquélla, sin violar el nú-
cleo esencial de los derechos reconocidos o asegurados por di-
cha Ley Suprema, queda librado de cualquier consideración al
respecto, pues en este supuesto rige su libertad de configura-
ción reconocida también constitucionalmente.
c. Como se ha dicho, el art. 6 inc. 1° Cn. establece un manda-
to expreso dirigido al legislador, por lo que se considera que, si
bien es cierto que la determinación de las conductas objeto de
tipificación penal —como parte de la definición de la política
criminal—, generalmente, es un asunto propio de la configura-
ción del legislador, en el caso en análisis tal competencia está
sometida a límites, ya que, al regularse explícitamente que
cualquier persona responderá penalmente al hacer uso ilegíti-
mo de las libertades de expresión e información, desbordaría el
marco de configuración legislativa la decisión política de omitir
la penalización de aquellos comportamientos que, conforme a la
Constitución, deben ser objeto de sanción penal.
Ello implica que el Constituyente estableció en el art. 6 inc.
1° frase 2ª in fine Cn. la protección penal para los derechos fun-
damentales al honor y a la intimidad personal y familiar, lo
que deriva en que dicho tipo de protección forma parte del de-
recho fundamental mismo y, por lo cual, el legislador debe tipi-
ficar penalmente las formas lesivas que afecten a dichos dere-
chos, con el fin de garantizar y respetar su efectividad
(Sentencia de 26-IX-2000, Inc. 24-97).

98
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

Consecuentemente, de lo establecido en el art. 6 inc. 1° in


fine Cn., se concluye que está ordenado que el legislador esta-
blezca sanciones penales a cualquier persona que, haciendo uso
ilegítimo de las libertades de expresión e información, infrinjan
las leyes; y cuyo correlato es que está prohibido eximir de res-
ponsabilidad penal, anticipadamente por ley, a cualquier perso-
na que haga uso ilegítimo de tales libertades.
2. A. El art. 191 del C. Pn. constituye una “disposición co-
mún” al Título VI de dicho Código, que tipifica las conductas
que atentan contra dos “bienes jurídicos” constitucionales —si-
guiendo la terminología penal—: el derecho al honor y el dere-
cho a la intimidad personal y familiar —art. 2 inc. 2° Cn.—.
Aunque no lo menciona expresamente el epígrafe respectivo del
código, también se protege el derecho a la propia imagen, con-
sagrado en la disposición constitucional precitada. Pues bien,
mientras que en los arts. 177 al 190 (excepto el 183) del C. Pn.
se criminalizan un conjunto de comportamientos que vulneran
los derechos fundamentales mencionados, en el art. 191 del C.
Pn. se establecen ciertos supuestos en los cuales el sujeto acti-
vo no incurre en responsabilidad penal.
Concretamente, se despenalizan: (i) los juicios desfavorables
de la crítica política, literaria, artística, histórica, científica, re-
ligiosa o profesional y los conceptos desfavorables (en adelante,
el término “crítica política”, si se utiliza sólo, abarcará todos los
demás supuestos) expresados por cualquier medio por particu-
lares en el ejercicio de su libertad de expresión, cuando no exis-
ta un propósito calumnioso o injurioso o un ataque a la intimi-
dad o propia imagen de una persona; (ii) los juicios
desfavorables de la crítica política expresados o difundidos por
cualquier medio de comunicación social por parte de periodis-
tas; y (iii) la publicación o difusión de dichas críticas políticas
por cualquier medio de comunicación social, atribuibles a los
propietarios de dichos medios, directores, editores, gerentes o
encargados del programa (en adelante, el término “propietarios
de medios”, si se utiliza solo, abarcará todos los demás
supuestos).

99
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

Se observa, entonces, que la despenalización de los tipos pe-


nales respectivos obedece, por un lado, a aspectos objetivos: (i)
la ausencia de un ánimo calumnioso o injurioso o de ataque al
honor, a la intimidad o a la propia imagen del sujeto pasivo
(aparentemente sólo el inc. 1°); y (ii) que la conducta la realiza
el sujeto activo en ejercicio de su función, que es la de informar
(inc. 2°), o como propietario de medios que tienen por objeto esa
función (inc. 3°).
Por otro lado, la irresponsabilidad en cuestión se gradúa en
función de aspectos subjetivos: (i) cuando el sujeto activo es un
particular, incurre en responsabilidad si existe el ánimo al que
se hizo antes referencia; (ii) cuando el sujeto activo es un perio-
dista, no queda claro si incurre en responsabilidad penal o no
cuando media aquél ánimo; y (iii) cuando el sujeto activo es el
propietario de un medio, claramente no incurre en ningún caso
en responsabilidad penal. En ese sentido, se va desde la res-
ponsabilidad penal de unos hasta la exclusión de todo tipo de
responsabilidad de otros, con lo cual puede decirse que estable-
ce ciertos privilegios por la calidad de los sujetos, cuya justifica-
ción habrá que determinar. Al respecto cabe que aclarar lo si-
guiente:
a. La clasificación de los sujetos de exclusión de delitos que
contempla el art. 191 del C. Pn. no está en consonancia con lo
que a este respecto contempla el ordenamiento penal en gene-
ral, ya que la disposición impugnada, al referirse a los “parti-
culares”, establece una diferencia entre los que no ejercen el
periodismo y los que se dedican a dicha profesión en sus dis-
tintas áreas relacionadas. En cambio, para la tipología acepta-
da en el ámbito penal, tanto los periodistas que ejercen su pro-
fesión en el área privada, como los ciudadanos en general,
entrarían en la categoría de “particulares”.
El art. 191 del C. Pn. establece, entonces, una nueva forma
de clasificar a los sujetos para efectos penales, al contemplar
que por “particulares” se deberá entender a todos aquellos que
no sean periodistas, propietarios, directores, gerentes, editores
o encargados de programas de medios de comunicación, con lo
cual se está introduciendo una distorsión en la legislación pe-

100
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

nal sustantiva. Si bien ello per se no constituye una causal o


motivo de inconstitucionalidad, tal distorsión amerita ser sub-
sanada por el legislador, a fin de garantizar la armonía y cohe-
rencia técnica en cuanto a los términos empleados, y garanti-
zar así el tratamiento uniforme de los sujetos de la legislación
penal.
b. El art. 191 del C. Pn. no constituye, desde el punto de vis-
ta penal, una norma que establezca la descripción elaborada
por el legislador de una conducta lesiva o peligrosa de los inte-
reses de la sociedad cuya concreción trae aparejada una deter-
minada consecuencia jurídico penal. Ello en virtud de que la
estructura de aquél no la conforma la determinación de una
conducta típica (descripción del aspecto externo de la conducta
y de la voluntad consciente o no del sujeto), de los sujetos que
intervienen (activo y pasivo), y de los objetos que afecta (la per-
sona o cosa sobre la que recae la acción y el bien jurídico objeto
de protección). Sin embargo, dicha disposición sí se relaciona
prima facie con todos los tipos penales relativos al honor, a la
intimidad y a la propia imagen —aras. 177-190 C. Pn., excepto
el 183—. Es decir, existe una relación de conexión entre nor-
mas, la cual se produce cuando la descripción que figura como
contenido o como condición de aplicación de una de las normas
sólo puede ser satisfecha si existe otra norma distinta.
En ese sentido, al no estar en presencia de un verdadero tipo
penal, de la expresión “inexistencia de delitos” —establecida
como epígrafe de la disposición objeto de control—, se infiere
que alude a la exclusión de responsabilidad penal de delitos
previamente determinados y establecidos por el legislador.
Asimismo, de la inferencia anterior, así como del contenido
del art. 191 del C. Pn., se concluye que, aunque el tenor de los
incs. 2° y 3° de dicha disposición sugiera una causa de exclu-
sión de la punibilidad, más parece que establece supuestos de
exclusión de la antijuridicidad, entendida ésta como un concep-
to que sirve de referencia para los comportamientos típicos con-
trarios al contenido de una norma inmersa en la ley penal y
que forma parte del injusto penal.

101
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

Aunque existan comportamientos que, en principio, coinci-


den con los supuestos de hecho descritos como prohibidos (tipi-
cidad), el legislador ha regulado en el art. 191 del C. Pn. que
determinadas acciones, efectuadas por sujetos identificables en
circunstancias específicas, no son contrarias a las prohibiciones
establecidas en el ordenamiento jurídico y, consecuentemente,
no existe una vulneración a los intereses vitales para la organi-
zación social o bienes jurídicos.
Tal exclusión de la antijuridicidad implica, desde el punto de
vista del análisis formal de las normas, el establecimiento de una
norma por la cual es inexistente una obligación o una prohibición
previa en las condiciones de aplicación descritas por la misma
norma.
B. Pasando ahora al inc. 1° del art. 191 del C. Pn., éste deter-
mina la falta de responsabilidad penal respecto a la emisión de,
en primer lugar, los “juicios desfavorables de la crítica política,
literaria, artística, histórica, científica, religiosa o profesional”,
y en segundo lugar, los “conceptos desfavorables”.
Cabe preguntarse cuál es la diferencia existente entre los
juicios y conceptos desfavorables. Haciendo una interpretación
gramatical, se aprecia que no existe una diferencia sustancial
entre los mismos, los cuales esencialmente consisten en la emi-
sión de una opinión o un parecer negativo o perjudicial para la
persona o cosa a la que se dirigen o refieren. En virtud de ello,
ambos términos deben entenderse como sinónimos.
En cuanto a la crítica, por ésta se entiende el análisis o exa-
men efectuado por una o varias personas, con determinada es-
pecialización o experiencia, acerca de alguien o algo. En ese
sentido, lo que en realidad diferencia al primer supuesto (jui-
cios desfavorables de la crítica) del segundo (conceptos desfavo-
rables) es que éste se refiere a las opiniones expresadas por
cualquier persona, sin mediar una especialización, en relación
con cualquier tema.
Ahora bien, la especificación del inc. 1° del art. 191 del C.
Pn. en general respecto a los incs. 2° y 3° del mismo artículo,
obedece, primero, a los sujetos que emiten las opiniones desfa-
vorables referidas, que son personas que no ejercen el periodis-

102
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

mo. Segundo, a los medios empleados para expresar la opinión


respectiva, que serían “cualquier medio”. Esto le otorga —como
es fácilmente comprensible— un carácter muy amplio, ya que
no lo restringe a los medios de comunicación social.
Por otro lado, en virtud de que las opiniones desfavorables
son emitidas en el ejercicio de la libertad de expresión, nos en-
contramos prima facie frente a un caso particular de la causa
de justificación (de exclusión de la responsabilidad penal) que
establece el art. 27 núm. 1 del C. Pn.: “Quien actúa u omite en
cumplimiento de un deber legal o en ejercicio legítimo de un
derecho o de una actividad lícita”.
No obstante, no nos encontramos en presencia de una causa
de justificación, como el legislador sugiere, ya que las mani-
festaciones de ideas o pensamientos se efectúan dentro de los
propios parámetros establecidos en el art. 6 Cn. y en las de-
más leyes (el Código Penal, en este caso) para el ejercicio de
las libertades de expresión e información. Ello en virtud de
que las causas de justificación, además de impedir que se im-
ponga una pena al autor de un hecho típico, convierten ese he-
cho en lícito, con las consecuencias que ello comporta. Por el
contrario, las opiniones desfavorables se emiten en cumplimien-
to y ejercicio de un derecho fundamental, constituyendo acciones
legítimas que no implican un hecho típico punible.
Consecuentemente, podría decirse que los supuestos estable-
cidos en el inc. 1° del art. 191 del C. Pn. no se encuentran am-
parados por una causa de justificación, y que en el mismo lo
que se dispone es un límite al ejercicio de la libertad de expre-
sión: “siempre que en el modo de proceder no demuestren un
propósito calumnioso, injurioso o de ataque a la intimidad o a
la propia imagen de una persona”.
Este límite implica que el ejercicio de las libertades de expre-
sión e información no es absoluto, por lo que las manifestacio-
nes de pensamientos e ideas desfavorables serán legítimas
siempre y cuando no se configure otro delito previamente esta-
blecido. Ello es concordante con lo establecido en el inc. 1° frase
2ª del art. 6 Cn., el cual establece in fine que “los que haciendo
uso de él, infrinjan las leyes, responderán por el delito que co-

103
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

metan”. La Corte Interamericana ha afirmado categóricamente


a este respecto que, “la libertad de expresión no es un derecho
absoluto” (Caso Kimel vrs. Argentina, párr. 54; Caso Palamara
Iribarne vis. Chile, párr. 79).
De esa manera, es posible concluir que el inc. 1° del art. 191
del C. Pn. implica un desarrollo legislativo de las libertades de
expresión e información establecidas en el art. 6 inc. 1° Cn., con-
firmando la libre manifestación de ideas o pensamientos, favo-
rables o desfavorables, pero los cuales no pueden subvertir el or-
den público ni lesionar la moral, el honor o la vida privada de
los demás, pudiendo incurrir en delito quien lo haga. Sin que
ello implique un uso abusivo del Derecho Penal pues, tal como
lo ha sostenido la CrIDH (Caso Tristán Donoso vrs. Panamá,
párr. 119): “En una sociedad democrática el poder punitivo
—del Estado— sólo se ejerce en la medida estrictamente nece-
saria para proteger los bienes jurídicos fundamentales de los
ataques más graves que los dañen o pongan en peligro. Lo con-
trario conduciría al ejercicio abusivo del poder punitivo del Es-
tado.” Tal criterio jurisprudencial es compartido por esta Sala.
VII. Tomando en cuenta todo lo anterior, corresponde exami-
nar la confrontación internormativa sometida en esta oportuni-
dad a conocimiento y decisión de este Tribunal.
El problema jurídico planteado consiste básicamente en de-
terminar si, en la medida en que el art. 191 incs. 2° y 3° del C.
Pn. despenaliza la crítica política por parte de periodistas y de
propietarios de medios, se viola la norma que establece la res-
ponsabilidad penal por el ejercicio abusivo o ilegítimo de las li-
bertades de expresión e información —art. 6 inc. 1° Cn.—, con-
cretamente cuando se afectan los derechos al honor, a la
intimidad personal y familiar y a la propia imagen —art. 2 inc.
Cn.—; lo cual, dado que supone un trato diferenciado no justifi-
cado respecto a los particulares, genera una violación al princi-
pio de igualdad —art. 3 inc. 1° Cn.—, y puesto que los derechos
afectados también se encuentran reconocidos en tratados inter-
nacionales, se viola el principio de prevalencia de éstos sobre
las leyes internas —art. 144 inc. 2° Cn.—.

104
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

Los puntos de la pretensión se analizarán en el siguiente or-


den: (1) la supuesta violación del art. 191 inc. 2° del C. Pn. a los
arts. 2 inc. 2°, 3 inc. 1°, 6 inc. 1°, y 144 inc. 2° Cn. (en relación
con los arts. 17 y 19 párrafo 3 letra “a” del PIDCP, y 11, 13 pá-
rrafo 2 letra “a” y 14 párrafo 3 de la CADH); y (2) la supuesta
violación del art. 191 inc. 3° del C. Pn. a las mismas disposicio-
nes constitucionales.
1. Violación a los arts. 2 inc. 2°, 3 inc. 1°, y 6 inc. 1° Cn. por
parte del art. 191 inc. 2° del C. Pn.
A. Si bien la disposición impugnada es el inc. 2° del art. 191
del C. Pn., el examen de constitucionalidad no puede realizarse
sin hacer referencia al inc. 1° de la disposición citada.
De la lectura de este último se colige que no cometen delito
los que, en el ejercicio de las libertades de expresión e informa-
ción, actúen sin intención de ocasionar daños a derechos de ter-
ceros (elemento especial del tipo subjetivo). Pero responderán
por el delito que cometan quienes —tal como lo contempla el
art. 6 inc. 1° Cn.— actúen con real malicia o con la intención
manifiesta de causar un daño. En estos casos deberá probar el
dolo quien lo alegue, y éste también deberá probar el daño o la
amenaza producidos, en su caso, y operará para todos los efec-
tos el principio de presunción de inocencia —art. 12 Cn.—.
Por lo tanto, nadie está obligado a probar que no ha cometido
un delito contra el honor, la intimidad o la propia imagen o que
ha obrado de mala fe, con mala intención o real malicia. La car-
ga de la prueba recae, entonces, en el supuestamente afectado
por el ejercicio de las libertades de expresión e información por
otro. De la Constitución deriva que el onus probandi correspon-
de en todo caso a quien acusa.
Pero para la CrIDH (Caso Usón Ramírez vrs. Venezuela,
párr. 74): “La necesidad de utilizar la vía penal para imponer
responsabilidades ulteriores al ejercicio del derecho a la liber-
tad de expresión se debe analizar con especial cautela y depen-
derá de las particularidades de cada caso. Para ello, se deberá
considerar el bien que se pretende tutelar, la extrema gravedad
de la conducta desplegada por el emisor de aquéllas, el dolo con
que actuó, las características del daño injustamente causado,

105
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

las características de la persona cuyo honor o reputación se


pretende salvaguardar, el medio por el cual se pretendió causar
el daño y otros datos que pongan de manifiesto la absoluta ne-
cesidad de utilizar, en forma verdaderamente excepcional, me-
didas penales. En todo momento la carga de la prueba debe re-
caer en quien formula la acusación”.
Asimismo, considera que “la opinión no puede ser objeto de
sanción, más aún cuando se trata de un juicio de valor sobre un
acto oficial de un funcionario público en el desempeño de su
cargo. En principio, la verdad o falsedad se predica sólo respec-
to a hechos. De allí que no puede ser sometida a requisitos de
veracidad la prueba respecto de juicios de valor.” (Caso Kimel
vrs. Argentina, párr. 93).
Lo anterior da lugar a esta Sala a interpretar y sostener que
las libertades de expresión e información, así como la libertad
de opinión, crítica pública y el derecho de emitir juicios de valor
favorables o desfavorables —que derivan del art. 6 Cn.— no son
justiciables ni punibles, a menos que se actúe con dolo, “real
malicia” o intención manifiesta de ocasionar daños a derechos
protegidos constitucionalmente, como los derechos al honor, a
la intimidad y a la propia imagen de las personas. En tal caso
no estaríamos sino frente al ejercicio ilegal y arbitrario de li-
bertades democráticas fundamentales —las de expresión e in-
formación—, en cuyo supuesto operaría para todas las perso-
nas, sin excepciones, la aplicación del Derecho punitivo o
sancionador del Estado (ius puniendi).
También podría operar otro tipo de responsabilidad legal,
como la responsabilidad civil, según sea el caso, o exigirse una
rectificación o respuesta —como contempla el art. 6 inc. 5° Cn.
—. El derecho de respuesta —de declaración o de rectifica-
ción— constituye un derecho fundamental y una acción que tie-
ne toda persona ofendida o injustamente aludida por algún me-
dio de comunicación social por alguna información desarrollada
en él, a demandar que su declaración o rectificación sea difun-
dida en forma análoga por dicho medio de comunicación social,
con el objeto de prevenir o evitar un perjuicio que una informa-

106
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

ción considerada inexacta, agraviante u ofensiva pueda irrogar-


le en su honor o intimidad u otro derecho o interés legítimo.
Este derecho de respuesta permite a la persona afectada dar
su propia versión frente a una información difundida por el me-
dio de comunicación social que fuere inexacta, agraviante u
ofensiva. En ese sentido, se considera que el derecho en análi-
sis opera aunque el medio de comunicación social que difundió
la información inexacta o agraviante no haya actuado con cul-
pa o dolo —en este último caso, el medio, además de otorgar el
derecho de respuesta o rectificación, deberá asumir las even-
tuales responsabilidades penales y civiles que el afectado pue-
de activar, conforme a la ley—.
Consecuentemente, el derecho de respuesta permite que el
público expuesto a la información considerada inexacta, agra-
viante u ofensiva, pueda conocer a instancias de la persona
afectada su propia versión de los hechos, como versión diferen-
te que permita al público formarse su propio juicio sobre la ma-
teria —correcta formación de la opinión pública—, pues consti-
tuye la presentación de otra perspectiva de los hechos o actos
informados de parte de personas aludidas en ellos, las que se
consideran afectadas por el enfoque que se juzga distorsionado,
parcial, erróneo o injusto de la información transmitida por el
medio de comunicación social, asegurándose también el honor
y la intimidad posiblemente afectada de las personas injusta-
mente aludidas.
B. Al igual que como se establece en el inc. 1° del art. 191 del
C. Pn., su inc. 2° determina la falta de responsabilidad penal
por la emisión de juicios y conceptos desfavorables, siendo per-
tinente remitir, al respecto, a las consideraciones realizadas ut
supra. Más bien, la diferencia entre el inc. 2° y el inc. 1° radica
en el sujeto que los emite: aquí, las personas que ejercen el pe-
riodismo.
Ahora bien, cabe aclarar que los periodistas no tienen vedado
el ejercicio de la libertad de expresión y, por ende, no están ceñi-
dos exclusivamente al deber de informar, aunque su trabajo dis-
curra en el estar constantemente en apariciones públicas o
creando información que saldrá al público. Así, quien ejerce el

107
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

periodismo puede válidamente hacer críticas o emitir juicios


desfavorables sobre la política, la literatura, el arte o algún ser-
vicio público o contra cierto funcionario público cuya gestión le
parezca inconveniente o criticable, no en su condición de profe-
sional, sino en su calidad de ciudadano, y por ello puede hacer
uso del derecho constitucional a expresarse libremente.
Pero también los particulares, excepcionalmente, pueden
realizar tareas que competen por excelencia a los periodistas:
escribir artículos, emitir opiniones, escribir editoriales, etc., y
difundir su publicación en algún medio de comunicación. Sin
embargo, mientras que para los particulares no opera el deber
de informar, ello sí ocurre con los periodistas.
En todo caso, el art. 191 inc. 2° del C. Pn. establece que los
juicios y conceptos desfavorables pueden ser emitidos por los
periodistas “mediante noticias, reportajes, investigaciones pe-
riodísticas, artículos, opiniones, editoriales, caricaturas y notas
periodísticas en general, publicados en medios periodísticos es-
critos, radiales, televisivos e informáticos”, es decir, por cual-
quier medio de comunicación en sus diversas modalidades de
ejercicio.
Pero lo más importante a resaltar es que el inciso en análisis
es ambiguo, ya que de su redacción no es posible determinar
claramente si establece que no serán punibles los juicios y con-
ceptos desfavorables emitidos por periodistas (en cumplimiento
del deber de informar, en virtud del derecho de información o
en el ejercicio de su cargo o función) o si, al igual que en el caso
del inc. 1°, pueden responder penalmente por vulneración a
otros derechos fundamentales.
En todo caso, pareciera ser que el legislador, apartándose del
mandato constitucional, en el art. 191 inc. 2° del C. Pn., lejos
de amenazar con responsabilidad penal —como lo hace en el
inc. 1° de dicha disposición (referida a los particulares)—, asu-
me que, cuando quienes ejercen el periodismo formulan críticas
o juicios desfavorables, necesariamente lo hacen “en cumpli-
miento del deber de informar, en virtud del derecho de infor-
mación o en el ejercicio de su cargo o función”.

108
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

En resumen, si bien considera el legislador secundario que


toda persona tiene el derecho a expresarse y a difundir libre-
mente sus pensamientos, las consecuencias asignadas al inc. 1°
difieren de las prescritas en el inc. 2°. En aquél caso regula la
limitante de que dicho ejercicio de la libertad de expresión no
demuestre “un propósito calumnioso, injurioso o de ataque a la
intimidad o a la propia imagen de una persona”; mientras que
en el segundo supuesto presupone que el autor de la crítica o
juicio desfavorable actúa amparado en causas que excluyen de
responsabilidad penal, tales como el cumplimiento del deber o
el ejercicio de un derecho, un cargo o una función.
Hay, sin duda, en la ley un tratamiento distinto al particular
que, haciendo uso de la libertad de expresión, calumnia, injuria
o ataca la intimidad o la propia imagen de una persona, respec-
to al periodista que, supuestamente haciendo uso del deber de
informar, produce las mismas ofensas que el particular. En el
primer caso, tratándose de particulares, el legislador penaliza
el abuso de la libertad de expresión, mientras que en el segundo,
cuando alude a periodistas, acude a causales que exoneran de
responsabilidad penal: cumplimiento del deber o ejercicio de un
derecho, un cargo o una función.
En todo caso, debe recordarse que el “derecho de informa-
ción” —como le llama el inc. 2°—implica la libertad de buscar,
recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, tanto
por las personas que ejercen el periodismo —para quienes
también se constituye en un deber— como por los particula-
res. No obstante, debe tenerse en cuenta que “[l]a función pri-
mordial que en toda sociedad moderna cumple el periodismo
supone que ha de actuar con la más amplia libertad, pero el
ejercicio del derecho de informar [tanto por periodistas como
por particulares] no puede extenderse en detrimento de la ne-
cesaria armonía con los restantes derechos constitucionales,
entre los que se encuentran el de la integridad moral y el honor
de las personas” (Sentencia de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación Argentina, de 15-V-1986, Caso Campillay, Julio C.
contra La Razón y otros).

109
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

Es cierto que las informaciones falsas, parciales o manipula-


das no corresponden al ejercicio de un derecho sino a la viola-
ción del mismo; y además, debe tenerse en cuenta que “[l]os ac-
tos de deformar, magnificar, minimizar, descontextualizar o
tergiversar un hecho puede desembocar en la inexactitud de la
información al hacer que la apariencia sea tomada como reali-
dad y la opinión como verdad, ocasionando con ello un daño a
los derechos fundamentales de un tercero” (Corte Constitucio-
nal de Colombia [Sala Tercera de Revisión], Sentencia T626/07,
de 15 de agosto de 2007).
De lo anterior se concluye que el inc. 2° del art. 191 del C.
Pn. establece, o bien la falta de responsabilidad penal para las
personas que ejercen el periodismo, o bien la posibilidad de res-
ponder penalmente por el incumplimiento de la responsabilidad
tica que debe guiar en todo momento el ejercicio del periodis-
mo y que puede generar afectaciones a los derechos fundamen-
tales de los dem‡s —conflicto que deber‡ ser resuelto en el caso
concreto—.
C. Entonces, aparentemente el inc. 2° de la disposición im-
pugnada exonera de responsabilidad penal a los periodistas en
cualquier supuesto, siempre y cuando se encuentren en el ejer-
cicio de su profesión, la cual tiene por objeto, o bien la emisión
de una opinión, o bien la de informar. Ello parece prima facie
razonable, pues —como antes se ha apuntado— la función pe-
riodística en general, además de su valor estético (dibujos, foto-
grafías, etc.), sirve para informar a la población, con lo que no
sólo satisface el derecho de los ciudadanos a estar enterados de
su entorno —permitiéndoles ello conocer la realidad y tomar
decisiones de la más variada índole—, sino que les permite par-
ticipar en el debate político reflexivamente. El periodismo, por
ello, fomenta el principio del pluralismo e incide indirectamen-
te en el control de los funcionarios públicos. En ese sentido, no
sólo es normal que se proteja la función periodística, sino que
es una obligación constitucional hacerlo, pues si ella se viera
constantemente amenazada de persecución penal, perdería en
la práctica su genuina naturaleza de libertad y no podría cum-

110
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

plimentar adecuadamente la función a la que está llamada, con


lo cual la afectada sería la sociedad.
Los medios de comunicación y los periodistas en general
cumplen, en consecuencia, una función social determinante
para la vida en democracia. La CrIDH (Caso Ivcher Bronstein
vrs. Perú, párrs. 143 y 149), a este respecto ha afirmado que:
“La prensa, en una sociedad democrática, tiene el derecho de
informar libremente y criticar al Gobierno, así como el pueblo
tiene el derecho de ser informado de lo que ocurre en la comu-
nidad”; y ha destacado el papel que juegan los medios de co-
municación en una sociedad democrática, “cuando son verda-
deros instrumentos de la libertad de expresión y no vehículos
para restringirla, razón por la cual es indispensable que reco-
jan las más diversas informaciones y opiniones.”
En conclusión, pues, las libertades de expresión y de infor-
mación —derechos que dan sustento constitucional a la función
periodística (la primera a las opiniones y la segunda a las noti-
cias)—, como los demás derechos fundamentales de la Consti-
tución salvadoreña, no son absolutos, sino que, por el contrario,
están sometidas a límites y restricciones en su ejercicio.
Por otro lado, conviene recalcar que las libertades de expre-
sión e información representan casos en los que el Constituyen-
te establece de modo expreso ciertos límites específicos a su
ejercicio: el orden público, la moral, el honor y la vida privada
de los demás. Los dos últimos se corresponden con los derechos
fundamentales estatuidos en el art. 2 inc. 2° Cn. Pero, además,
el art. 6 inc. 1° Cn. establece que “los que haciendo uso [de la li-
bertad de expresión y sus manifestaciones] infrinjan las leyes,
responderán por el delito que cometan”. Esto significa que ya la
Constitución ordena un medio específico para proteger los dere-
chos fundamentales que por antonomasia se ven afectados por
el ejercicio abusivo o ilegítimo de la libertad de expresión: la
sanción penal. En ese sentido, se advierte una preocupación es-
pecial del Constituyente por proteger los derechos personalísi-
mos del individuo, ya que éstos cumplen un papel instrumental
para la libre construcción y establecimiento de relaciones y
vínculos sociales. Por supuesto, la consecuencia jurídica aludi-

111
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

da siempre deberá constituir la ultima ratio del Estado, en vir-


tud precisamente de otro derecho: la libertad personal de los
individuos —art. 2 inc. 1° Cn.—.
Al mandato constitucional contenido en el art. 6 inc. 1° frase
2ª in fine Cn. obedece, entonces, que se tipifiquen como delitos,
por ejemplo, la calumnia, la difamación y la injuria (artes.
177-179 C. Pn.). Pero también a otra norma constitucional, la
que consagra la libertad de expresión —art. 6 inc. 1° Cn.—, se
debe que el art. 191 del C. Pn. contemple causales de exclusión
de responsabilidad penal. Lo que el legislador penal ha hecho
es ponderar ambos derechos, pretendiendo establecer, bien un
equilibrio entre ellos, bien ciertas reglas de prevalencia.
Pues bien, como antes se ha expresado, el inc. 2° del art. 191
del C. Pn. no era claro en cuanto a si excluía o no la responsa-
bilidad penal de los periodistas en caso de que exista un propó-
sito calumnioso, injurioso o de ataque a la intimidad. Sin em-
bargo, ello conduciría a un resultado inconstitucional: que los
derechos al honor, a la intimidad personal y familiar y a la pro-
pia imagen quedarían completamente desprotegidos frente al
ejercicio del periodismo desde el punto de vista penal. Y ello es
irrazonable, puesto que tales derechos se ven especialmente
amenazados y la violación —en caso de consumarse— se re-
fuerza cuando la ofensa o los datos que se quieren resguardar
se publicaban.
Para hacer un análisis adecuado, debe recordarse que el inc.
2° del art. 191 del C. Pn. se refiere al mismo supuesto contem-
plado en el inc. 1° relativo al ejercicio de las libertades de ex-
presión e información, pero respecto a sujetos diferentes. Es
más, el inc. 2°, cuando dice “[de igual manera”, hace referencia
directa al inc. 1°, con base en lo cual existe la necesidad de to-
mar éste en consideración al hacer el examen de constituciona-
lidad de aquél.
Pues bien, de la lectura del inc. 2° se puede notar que el le-
gislador omitió mencionar expresamente la salvedad o excep-
ción que se contempla en el inc. 1° sobre el modo de proceder
calumnioso o injurioso; omisión que no puede dar lugar a inter-
pretar que la ley permite ejercer alusivamente las libertades de

112
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

expresión e información, con afectación deliberada de derechos


constitucionales de terceros, sin que ello haga incurrir a los au-
tores en responsabilidad legal.
La exclusión de delitos a que se refiere el art. 191 inc. 1° del
C. Pn. debe operar en todos los casos y para todas las personas
por igual, siempre que estén sujetas a la legislación penal co-
mún y que en el modo de proceder no demuestren un propósito
calumnioso, injurioso o de ataque a la intimidad o a la propia
imagen de una persona, en cuyo caso, según el art. 6 inc. 1° fra-
se 2ª Cn., “responderán por el delito que cometan”.
En consecuencia, el art. 191 del C. Fn. debe ser analizado e
interpretado en su conjunto por la intercalación directa que tie-
nen sus disposiciones. En tal sentido, y aún cuando el legislador
omitió en el inc. 2° hacer alusión explícita a la exigencia del ele-
mento especial del tipo subjetivo como presupuesto para aplicar
o no la exclusión de delitos, este inciso debe interpretarse de tal
forma que permita aplicar la excluyente de responsabilidad a
los periodistas cuando emitan juicios desfavorables contra una
persona particular o un funcionario pœblico, “siempre que en el
modo de proceder no demuestren un propósito calumnioso, inju-
rioso o de ataque a la intimidad o a la propia imagen de una
persona”.
De lo contrario, al igual que cualquier persona sometida a la
legislación penal sustantiva, responderán por el delito que co-
metan, tal como lo ordena el art. 6 inc. 1° frase 2ª Cn., ya que
todas las personas por igual son titulares de las libertades de
expresión e información y sujetos de responsabilidad penal. Y
es que la Constitución no distingue ni es inferirle de su texto la
condición de quien realiza la conducta de expresar o difundir el
pensamiento, es decir, no formula modalidades diferentes para
los que ejercen el periodismo, por un lado, y para los demás ciu-
dadanos, por el otro. Eso significa que, tanto los derechos men-
cionados como sus límites, son aplicables a todas las personas,
sin hacer ninguna clase de distinciones o tratamientos privile-
giados.
Cabe mencionar que el art. 180 del C. Pn., que contempla la
pena accesoria de inhabilitación especial para los profesionales

113
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

o personas dedicadas a la función informativa, en verdad no


descarta la posibilidad de que los mismos tengan responsabili-
dad penal. Al contrario, dicha disposición refuerza, desde el
punto de vista legal, la afirmación de que, ni los profesionales
del periodismo, ni las personas dedicadas al ejercicio de la fun-
ción informativa, pueden quedar al margen de la persecución
penal.
Por lo tanto, para que el inc. 2° guarde armonía y coherencia
con la Constitución, debe interpretarse de tal manera que no dé
lugar a una aplicación diferenciada de la ley penal en cuanto a
los beneficios de la exclusión de responsabilidades penales, ya
que, de lo contrario, estaríamos frente a una disposición incons-
titucional, lesivo de los artes. 2 inc. 2°, 3 inc. 1°, y 6 inc. 1° Cn.
En definitiva, pues, el ejercicio de las libertades de expresión
e información, independientemente de quien las ejerza, no es
merecedor de protección constitucional ni legal cuando lo mueve
el ánimo de menoscabar el honor, la intimidad o la propia ima-
gen de otros. Ello porque en tales casos se estar’a en presencia: o
bien de un ejercicio abusivo de las libertades de expresión o in-
formación por parte de los particulares, en el sentido de hacer
un empleo excesivo del derecho, con daño para terceros y sin be-
neficio propio; o bien de un ejercicio, además de abusivo, ilegíti-
mo de las libertades de expresión e información por parte de los
periodistas, en el sentido de utilizar el derecho de informar con
un propósito diferente de aquél para el que está concebido.
Teniendo claro lo anterior, se concluye que el inc. 2° del art.
191 del C. Pn. permite una interpretación conforme con los ar-
tes. 2 inc. 2°, 3 inc. 1°, y 6 inc. 1° Cn., en el sentido de que, al re-
zar a su inicio “[d]e igual manera”, el periodista también puede
incurrir en responsabilidad penal cuando actúa con un ánimo
calumnioso, difamarte o de ataque a la intimidad o a la propia
imagen, lo cual significa que la norma impugnada equipara a
los periodistas a los particulares cuando se encuentran en el
mismo supuesto de hecho.
De la misma manera, el precepto sometido a control puede in-
terpretarse con forme al art. 144 inc. 2° Cm, pues, al no excluir
la responsabilidad penal en los casos de ataque a los derechos a

114
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

la “vida privada” y “familiar", y a la “honra” (arts. 17 y 19


p‡rrafo 3 letra “a” PIDCP, y 11, 13 párrafo 2 letra “a” y 14 pá-
rrafo 3 CADH) provenientes del ejercicio abusivo o ilegítimo de
las libertades de expresión e información, no se advierte ningu-
na contradicción entre la ley interna y los tratados internacio-
nales.
Por las razones anteriores, se concluye que el art. 191 inc. 2°
del C. Pn., tal como se ha interpretado, no viola los arts. 2 inc.
2°, 3 inc. 1°, 6 inc. 1°, y 144 inc. 2° (en relación con los arts. 17 y
19 párrafo 3 letra “a” PPIDCF, y 11, 13 párrafo 2 letra “a” y 14
párrafo 3 CADH), todos de la Cn., y así deberá declararse en
esta sentencia.
D. Ahora bien, así entendido, el inc. 2° del art. 191 del C. Pn.
pierde parte de su sentido si la verdadera intención del legisla-
dor penal era la de excluir de toda responsabilidad a los perio-
distas, pues los supuestos de los incas. 1° y 2°, tal como esta
Sala los ha interpretado, reciben la misma consecuencia jurídi-
ca. Sin embargo, el juez penal siempre, ante un caso concreto,
deberá ponderar cuál de los derechos en conflicto, dadas las cir-
cunstancias concretas, debe prevalecer en su ejercicio. Para ello
el ordenamiento jurídico no le puede brindar una solución en
abstracto y a priori, sino que el juez deberá tener en cuenta: el
contenido constitucional de los derechos en juego, su configura-
ción legal, los criterios generales y específicos establecidos por la
jurisprudencia y las circunstancias del caso concreto (Sentencia
del Tribunal Constitucional Español, STC 14/2003, de 28 de
enero).
Así, por un lado, cuando el periodista ejerce la libertad de ex-
presión puede entrar en conflicto con el ejercicio igualmente le-
gítimo del derecho al honor por parte de los demás. Para resol-
ver esta colisión el juez los debe ponderar en el caso concreto,
teniendo en cuenta la relevancia pública de la materia tratada.
Esto se traduce en que, si bien el periodista puede hacer críticas
durísimas, está impedido de proferir insultos porque éstos reba-
san el tema tratado y, en ese sentido, no contribuyen a la forma-
ción de una opinión pública libre. Se trata, por ello, de ataques

115
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

innecesarios, ajenos a la función periodística, que, por ende,


ésta no puede justificar.
Respecto al anterior tipo de conflictos, cabe precisar que,
ante un ataque al honor, no es lo mismo que el sujeto pasivo
sea un particular a que sea un funcionario público. Este último
goza —respecto a ese derecho— de un ámbito de protección me-
nor que los particulares: quien llega a un cargo público se expo-
ne a un escrutinio público y eso implica que los ciudadanos
pueden válidamente criticar, cuestionar o burlarse abiertamen-
te de la gestión de un funcionario. Esa situación de vulnerabili-
dad no la tienen las personas particulares, porque la mayor
parte de su vida carece de trascendencia pública. Las posibili-
dades de que un funcionario público sea objeto de críticas o jui-
cios desfavorables son superiores a las de los particulares. Lo
anterior no significa, desde luego, que el funcionario público
quede totalmente desprotegido, pues a él lo acompaña el dere-
cho constitucional a disfrutar de su vida privada individual y
familiar sin intromisiones indebidas, como tampoco significa
que las actuaciones de los particulares carezcan totalmente de
trascendencia pública.
A este respecto, la CrIDH ha expresado que: “Aquellas perso-
nas que influyen en cuestiones de interés público se han ex-
puesto voluntariamente a un escrutinio público más exigente y,
consecuentemente, se ven expuestos a un mayor riesgo de su-
frir críticas, ya que sus actividades salen del dominio de la es-
fera privada para insertarse en la esfera del debate público”
(Caso Herrera Ulloa vrs. Costa Rica, párr. 129).
También ha expresado que: “En la arena del debate sobre te-
mas de alto interés público, no sólo se protege la emisión de ex-
presiones inofensivas o bien recibidas por la opinión pública,
sino también la de aquellas que chocan, irritan o inquietan a
los funcionarios públicos o a un sector cualquiera de la pobla-
ción. En una sociedad democrática, la prensa debe informar
ampliamente sobre cuestiones de interés público, que afectan
bienes sociales, y los funcionarios rendir cuentas de su actua-
ción en el ejercicio de sus tareas públicas.” (Caso Kimel vas.
Argentina, párr. 88).

116
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

Asimismo, el TEDH ha afirmado que “La libertad de expre-


sión constituye uno de los fundamentos de [la sociedad demo-
crática], una de las condiciones primordiales para su progreso y
para el desarrollo de los hombres. Al amparo del artículo 10.2
[del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Hu-
manos y de las Libertades Fundamentales] es válido no sólo
para las informaciones o ideas que son favorablemente recibi-
das o consideradas como inofensivas o indiferentes, sino tam-
bién para aquellas que chocan, inquietan u ofenden al Estado o
a una fracción cualquiera de la población. Tales son las deman-
das del pluralismo, la tolerancia y el espíritu de apertura, sin
las cuales no existen una “sociedad democrática” (caso Hand-
yside, Sentencia 1976/6, de 7 de diciembre, párr. 49).
Por otro lado, también cuando el profesional del periodis-
mo ejerce la libertad de información puede entrar en conflic-
to con el ejercicio del derecho al honor. Para solucionar esta
colisión, el juzgador deberá atender a la relevancia pública
de la materia tratada (lo que le impide insultar) y a su veraci-
dad. En este sentido, la manifestación deliberada de datos fal-
sos (o la falta de diligencia para corroborar su verdad o false-
dad) no contribuye a informar, sino todo lo contrario:
desinflama y contamina la opinión pública. Por ello carece de
protección constitucional.
Finalmente, la libertad de información puede entrar en con-
flicto con los derechos a la intimidad y a la propia imagen. En
la solución de estas colisiones la veracidad ya no es un elemen-
to a tener en cuenta en la ponderación. En cambio, sí debe el
juzgador considerar, por un lado, el interés público de la infor-
mación (que deberá ser muy intenso), y por otro, el consenti-
miento (expreso o tácito) del afectado.
Y, en definitiva, puede afirmarse que los jueces penales tam-
bién, al momento de conocer de casos concretos, deben tomar en
cuenta la función social de los periodistas, la de contribuir a la
formación de una opinión pública libre; lo que se convierte en
una carga argumentativa a su favor en la ponderación. En
cambio, los particulares, quienes no se dedican al periodismo,

117
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

en principio no podrían invocar la relevancia pública de la in-


formación.
2. Violación a los artes. 2 inc. 2°, 3 inc. 1°, 6 inc. 1°, y 144 inc.
2° Cn. (en relación con los artes. 17 y 19 párr. 3 letra “a” del
PIDCP y 11, 13 párr. 2 letra “a” y 14 párr. 3 de la CADH) por
parte del art. 191 inc. 3° del C. Pn.
A. El inc. 3° del art. 191 del C. Pn. hace referencia expresa a
los supuestos establecidos en los dos incisos previos, pero, a di-
ferencia de éstos, contempla una categoría de sujetos que no in-
currirán en ningún tipo de responsabilidad penal, a saber: los
“medios” escritos, radiales, televisivos e informáticos en que se
publiquen los juicios o conceptos desfavorables, y los propieta-
rios, directores, editores, gerentes del medio de comunicación
social o encargados del programa. Es de resaltar que de la sim-
ple lectura de dicho inciso no se pueden deducir las razones por
las cuales no incurrirán en absoluto en responsabilidad penal
los mencionados sujetos.
Se hace notar que el legislador, utilizando una redacción téc-
nico-legislativa impropia, considera dentro de los sujetos de
aplicación del Derecho Penal, incluso, a los que no lo son ni
pueden serlo, ya que no son personas naturales, quienes son
los sujetos por excelencia de la aplicación de la ley penal. Así,
el legislador, en el inc. 3° del art. 191 del C. Pn., considera a los
“medios escritos, radiales, televisivos e informáticos” como su-
jetos del Derecho Penal al excluirlos expresamente y de mane-
ra innecesaria de toda responsabilidad penal, lo cual es incom-
patible con la doctrina penal que inspira nuestro ordenamiento
jurídico vigente.
Esta norma específica contenida en el inc. 3° es, por lo tanto,
un equívoco jurídico-penal, técnicamente incongruente, ya que
sólo las personas naturales pueden ser objeto de persecución
penal y no las personas jurídicas ni los medios de comunicación
social u otras entidades, instituciones o corporaciones.
Aclarado lo anterior, se tiene que el legislador, en el inciso
analizado, ha optado por efectuar una exclusión de la responsa-
bilidad penal para determinados sujetos, sin tener en cuenta:

118
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

a. Su responsabilidad social, ya que, de manera general, “los


medios de comunicación gozan de libertad y autonomía para
expresar y comunicar en forma veraz e imparcial la informa-
ción, pero deben hacerlo de manera responsable, de forma que
no se vulneren o amenacen los derechos fundamentales de las
personas, dentro del marco del Estado Social de Derecho. Dicha
responsabilidad consiste en asumir el compromiso social de di-
vulgar las informaciones para el bien de la colectividad, de ma-
nera que no se atente contra los derechos de los asociados, el
orden público y el interés general. La responsabilidad de los
medios surge desde el momento mismo en que se inicia el pro-
ceso de obtención, preparación, producción y emisión de la in-
formación, durante el cual los principios de la imparcialidad y
la veracidad deben prevalecer, en orden a garantizar los dere-
chos fundamentales de las personas, sin que por ello se desco-
nozca el derecho de aquellos de informar libremente, pero
siempre dentro de los límites del bien común, del orden justo y
del respeto de la dignidad y de los demás derechos de las perso-
nas” (Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia,
T-094/00, del 2 de febrero de 2000).
En cuanto a los deberes y responsabilidades que acarrea el
ejercicio de la libertad de expresión, en particular respecto de
los periodistas, el TEDH ha enfatizado que, “cualquiera que
ejerce su libertad de expresión asume ‘deberes y responsabili-
dades’, cuyo ámbito depende de su situación y del procedimien-
to técnico utilizado.” (Caso The Sunday Times vrs. el Reino
Unido, 1979).
b. La posibilidad de incurrir en responsabilidad penal, según
lo establecido en el art. 6 inc. 1° Cn., por vulneración a dere-
chos fundamentales.
c. La posibilidad de aplicación del art. 38 inc. 1° del C. Pn.
—máxime cuando no se ha justificado la exclusión de responsa-
bilidad penal—, el cual establece lo siguiente: “Actuar por otro.
El que actuare como directivo o administrador de una persona
jurídica o en nombre o representación legal o voluntaria de
otro, responderá personalmente, aunque no concurran en él las
condiciones, cualidades o relaciones que la correspondiente fi-

119
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

gura del delito requiera para poder ser sujeto activo del mismo,
cuando tales circunstancias se dieren en la persona en cuyo
nombre o representación obrare”.
De lo anterior se concluye, que el inc. 3° del art. 191 del C.
Pn. realiza una exclusión de responsabilidad penal absoluta y
en abstracto, sin permitir el contraste y análisis de las circuns-
tancias particulares de cada caso concreto.
B. Para determinar si el art. 191 inc. 3° del C. Pn. otorga un
tratamiento privilegiado a los propietarios, directores, editores,
gerentes del medio de comunicación social o encargados del
programa, al excluirlos de toda responsabilidad penal por la
publicación o difusión de opiniones desfavorables, es necesario
realizar un análisis constitucional del principio de igualdad.
a. La Constitución salvadoreña ha determinado en su art. 3
inc. 1° que todas las personas son iguales ante la ley. Jurispru-
dencialmente ha interpretado esta Sala que la igualdad tiene
dos dimensiones: una objetiva, como principio constitucional de
igualdad, y otra subjetiva, como derecho fundamental a la
igualdad.
Ambas dimensiones de la igualdad —el principio y el dere-
cho— operan en dos niveles distintos: la igualdad ante la ley,
que tiene eficacia vinculante en la aplicación de la ley y en las
relaciones entre particulares; y la igualdad en la ley, por la que
el legislador está obligado a configurar el sistema normativo de
manera que, ante supuestos de hecho idénticos o similares, se
determine la misma consecuencia jurídica, o que, ante supues-
tos de hecho diferentes, se atribuyan diferentes consecuencias
(Sentencia de 24-X-99, Inca. 3-95; y Sentencia de 6-VI-2008,
Ampo. 257- 2007).
El análisis del arte. 191 inc. 3° del C. Pn., desde la perspecti-
va de la igualdad, se circunscribe a determinar si su configura-
ción vulnera o no el principio de igualdad en la ley, dado el pri-
vilegio a una determinada situación jurídica que realiza el
legislador para la exclusión de responsabilidad penal.
El principio de igualdad en la ley carece de un contenido ma-
terial propio, es decir, no protege ningún ámbito concreto de ac-
tividad de los ciudadanos. Es un mandato dirigido al legislador,

120
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

quien está obligado a respetarlo en el momento en que regula


situaciones jurídicas de distintos grupos, en el sentido de pre-
ver las mismas consecuencias para supuestos de hecho con
equivalentes características o prever distintas consecuencias
para supuestos de hecho dispares.
Dada la indeterminación estructural del principio de igual-
dad en la configuración de la ley, es la jurisdicción constitucio-
nal la que debe determinar el contenido del art. 3 Cn., a fin de
concretar los parámetros bajo los cuales se someten a control
de constitucionalidad las disposiciones constitucionalidad o los
actos de autoridad, cuando exista alegación de vulneración al
principio de igualdad.
La igualdad es un concepto relaciona, no una cualidad que
acompañe a sujetos, objetos o situaciones, y cuya existencia no
puede ser afirmada o negada como descripción de esa realidad
aisladamente considerada. Más bien, surge de una relación que
se da, al menos, entre dos personas, objetos o situaciones. Por
tanto, no protege ningún ámbito concreto de la actividad huma-
na, sino que es alegable frente a cualquier diferenciación o
equiparación normativas que carezcan de justificación suficien-
te. En ese sentido, el principio de igualdad no necesariamente
postula la paridad en el trato entre las situaciones normadas,
sino que sólo exige que, mediante pautas objetivas y razona-
bles, se justifique la diferencia.
Debido a la anterior característica, la igualdad normativa
presupone una comparación entre dos o más regímenes jurídi-
cos, los cuales constituyen el término de comparación (tertium
comparationis). Y es que —se insiste— el marco normativo apli-
cable a determinado sector de la sociedad no es discriminatorio
en sí mismo, sino en relación con otro régimen.
El fundamento de la diferenciación que realiza el legislador
en la regulación de las situaciones en que se encuentran dos o
más sectores de la sociedad, debe permitir el análisis jurídico
del principio de igualdad; concretamente, el control de la dife-
renciación normativa debe partir de la propia Constitución. Así,
se dejan de lado determinados juicios valorativos u otro tipo de
consideraciones que podrían haberse tomado en cuenta para

121
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

justificar la diferenciación. Lo anterior no significa que los cri-


terios de diferenciación deban establecerse explícitamente en
la Constitución, sino que al menos su justificación sea constitu-
cionalmente legítima, es decir, que no esté prohibida definitiva-
mente por la Constitución.
Con la finalidad de determinar el carácter igualitario o dis-
criminatorio de un régimen normativo respecto a otro es que se
realiza el juicio de igualdad. Dentro de éste se considera el jui-
cio de razonabilidad de las medidas legislativas. La función de
este juicio es la de determinar si la clasificación que el legisla-
dor hace de determinadas situaciones jurídicas, respecto a las
consecuencias previstas, evidencia diferencias relevantes en
cuanto a su fundamento y, por tanto, la norma correspondiente
es constitucional.
Así, el juicio de razonabilidad de la clasificación normativa
trata en síntesis de determinar si, con base en la razón de ser
de dicha categorización (es decir, su fundamento), la situación
jurídica impugnada admite distintas consecuencias jurídicas.
Esto debido a que el principio de igualdad implica la prohibi-
ción de establecer diferenciaciones o equiparaciones arbitrarias
entre situaciones que carezcan o posean —según el caso— disi-
militudes relevantes, partiendo del fundamento que sea per-
ceptible en la disposición.
Una categorización se convierte en irrazonable y, por ende,
en inconstitucional cuando los parámetros bajo los cuales se
realizó la clasificación normativa de determinadas situaciones,
carecen de un fundamento racional proveniente de la naturale-
za de los sujetos, objetos o situaciones. También la clasificación
será inconstitucional cuando es inadecuada, innecesaria o des-
proporcionada respecto a un derecho fundamental.
Por tanto, el principio de igualdad en la ley se vulnera cuan-
do un sector destinatario de una norma, en comparación con
otro que posee las mismas características y sin que existan di-
ferencias relevantes que así lo justifiquen, es tratado de mane-
ra distinta, o bien cuando un sector, en comparación con otro
que posee distintas características, injustificadamente es trata-
do de manera igual.

122
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

El Constituyente consagró las libertades de expresión e in-


formación —art. 6 Cn.— con la finalidad de que toda persona
se encuentre lo suficientemente informada —para poder tomar
decisiones teniendo en cuenta todos los datos y perspectivas po-
sibles— y de crear una opinión pública libre. Al advertirse la
posibilidad de que su ejercicio lesione derechos constituciona-
les, el legislador tipificó una serie de conductas como delitos
contra el honor, la intimidad y la propia imagen. Sin embargo,
también aprobó el art. 191 inc. 3° del C. Pn., en virtud del cual
ciertos sujetos pueden ejercer las libertades de expresión e in-
formación sin posibilidad alguna de persecución penal por las
opiniones o informaciones publicadas o difundidas, aun cuando
se emitan con el ánimo de injuriar o difamar.
b. Se tiene que el art. 191 inc. 3° del C. Pn. realiza una exclu-
sión absoluta de responsabilidad penal, dejando sin efecto los
límites a las libertades de expresión e información establecidos
en el art. 6 inc. 1° Cn., y desarrollados en el art. 191 incs. 1° y
2° del C. Pn. Es decir, se establece un ejercicio irrestricto de las
libertades de expresión e información, desde el punto de vista de
la responsabilidad penal, para los sujetos que se encuentran
comprendidos en el supuesto de hecho del inc. 3° de la disposi-
ción impugnada.
Cabe acotar que una discriminación normativa puede adop-
tar las siguientes formas: regulación explícita, exclusión tácita
o exclusión expresa. El art. 191 inc. 3° del C. Pn. realiza una
exclusión expresa de responsabilidad penal.
Por otro lado, debe aclararse que la formulación lingüística
de dicho inc. 3°, cerrada, impide interpretar que, al igual que
para los miles. 1° y 2°, el ánimo injurioso desactiva la eximente
de responsabilidad. Lo confirma el Considerando VI del Decre-
to Legislativo que contiene la disposición impugnada: “es nece-
sario reformar el Código Penal con el objetivo de garantizar la
libre expresión y difusión del pensamiento en beneficio de la co-
lectividad, sin restricción alguna, en sus dos dimensiones antes
expresadas”.
Como ya se manifestó, el desarrollo de las libertades de ex-
presión e información contenido en el art. 191 inc. 3° del C. Pn.,

123
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

que se concreta en una despenalización absoluta para ciertos


sujetos, se ha intentado justificar legislativamente en que así
supuestamente se protegen aquéllos derechos. Sin embargo,
ese desarrollo legal de los derechos fundamentales menciona-
dos necesariamente debe estar limitado por la protección que el
mismo legislador debe otorgar a otros derechos constituciona-
les, específicamente, a los derechos al honor, a la intimidad y a
la propia imagen —arts. 2 inc. 2°, y 6 inc. 1° Cn.—, en caso de
colisión entre unos y otros.
Entonces, debe analizarse si la referida despenalización es
acorde con la Constitución, en la medida en que protege las li-
bertades de expresión e información o, por el contrario, me-
diante una diferenciación arbitraria, lesiona los derechos al ho-
nor, a la intimidad personal y familiar, y a la propia imagen.
El Derecho Penal, en relación con los derechos fundamenta-
les, ofrece dos facetas. Por una parte, constituye una limitación
a los mismos, particularmente, a la libertad personal. Pero, por
otra parte, paradójicamente el Derecho Penal también protege
derechos fundamentales, en la medida en que busca prevenir
violaciones a los mismos, concretamente, los ataques más fuer-
tes.
En esa línea, el Constituyente salvadoreño creyó necesario
proteger mediante el Derecho Penal los ataques más graves al
honor y a la intimidad personal y familiar (art. 6 inc. 1° frase
2» in fine Cn.). Esto obligaría a preguntarse si la despenaliza-
ción de determinadas conductas potencialmente lesivas de esos
derechos es conforme con la protección que ex Constitutione se
espera del legislador ordinario.
Debe en este punto de la argumentación recordarse que una
disposición de derecho fundamental puede contener distintas
normas y, por ende, distintos derechos, y que cada derecho es
un haz de modalidades jurídicas activas. Acorde con ello, el art.
2 inc. 2° Cn. genera distintas modalidades activas.
Consecuentemente, aunque los derechos mencionados son
considerados clásicos derechos de libertad, nada más alejado de
la realidad que sólo adopten esa específica modalidad activa. Y
es que está ampliamente superada la concepción ideológica que

124
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

identificaba los derechos fundamentales con las libertades. La


realidad jurídica y la teoría admiten hoy día que todo derecho
fundamental ubica a su titular en distintas posiciones: unas,
por ejemplo, para exigirle al Estado una prestación; otras para
exigirle al mismo Estado y a los particulares que no obstaculi-
cen el ejercicio del derecho; otras para producir efectos jurídi-
cos respecto al Estado o a los particulares, etc.
Desde la perspectiva del Estado, todo derecho fundamental
puede generar uno o varios de los siguientes tipos de obligacio-
nes: (i) de respetar —no violar los derechos por acción u omi-
sión—; (ii) de proteger —velar porque los particulares no violen
los derechos—; (iii) de garantizar —adoptar medidas en caso de
que la persona sea incapaz de satisfacer el derecho por sí mis-
ma—; y (iv) de promover —adoptar medidas de largo alcance
con el fin de fortalecer el derecho—.
Partiendo de lo anterior, se infiere que los derechos al honor
y a la intimidad personal y familiar, incluyen un derecho a pro-
tección penal adscrito al art. 6 inc. 1° frase 2a in fine Cn. Por el
contrario, el Órgano Legislativo, sin perjuicio de darle algún
cumplimiento a este derecho, ha adscrito al art. 6 inc. 1° frase
1ª Cn. un supuesto derecho de los propietarios de los medios de
comunicación social a publicar y a difundir crítica política, etc.
y conceptos desfavorables, sin que en ningún caso (o sea, ni si-
quiera cuando exista un propósito calumnioso o injurioso o de
ataque a la intimidad o a la propia imagen) incurran en res-
ponsabilidad penal; una suerte de derecho absoluto (al menos
en su colisión con ciertos derechos).
Cabe aquí recordar lo dicho respecto a las ponderaciones del
Órgano Legislativo: son admisibles siempre y cuando respeten
el principio de proporcionalidad —art. 246 inc. 1° Cn.—. Éste
tiene dos vertientes: la prohibición de exceso y la prohibición de
protección deficiente. Nos interesa en esta oportunidad referir-
nos a la segunda.
Podemos definir la prohibición de protección deficiente…
como un criterio de interpretación iusfundamental, con cuya
aplicación puede determinarse si un acto estatal vulnera el de-
recho fundamental a la protección jurisdiccional y no jurisdic-

125
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

cional. Se parte, pues, de que el legislador debe garantizar éste


en la mayor medida posible, habida cuenta de las posibilidades
jurídicas y fácticas. No cumpliría el legislador dicho mandato
cuando las medidas que haya adoptado fueran insuficientes
para alcanzar una protección adecuada y eficaz del derecho a
recibir protección.
Corresponde determinar, entonces, en este caso concreto, si
el legislador penal salvadoreño, mediante la emisión del inc. 3°
del art. 191 del C. Pn., violó la prohibición aludida —art. 6 inc.
1° frase 2» in fine Cn.— en relación con los derechos al honor, a
la intimidad personal y familiar, y a la propia imagen —art. 2
inc. 2° Cn.-
Lo primero que procede —al igual que en el juicio de propor-
cionalidad en su vertiente de prohibición de exceso— es diluci-
dar si la finalidad de la omisión legislativa es constitucional-
mente legítima, o sea, que no está prohibida de modo definitivo
por la Constitución (Sentencia de 25-IV-2006, Inc. 11-2004).
Como ya se había dicho, la finalidad de la omisión del inc. 3°
del art. 191 del C. Pn. (no penalizar ciertas conductas) es, según
los Considerandos del Decreto Legislativo impugnado la de ga-
rantizar la libre expresión y difusión del pensamiento en benefi-
cio de la colectividad, y ésta es constitucionalmente legítima.
Establecido el fin, debe analizarse, a efecto de verificar el
respeto a la prohibición de protección deficiente, que la omisión
legislativa en abstracto sea idónea para satisfacer de alguna
manera aquél fin. En el presente caso, sin embargo, se advierte
que la despenalización no es idónea para fomentar de ninguna
manera la finalidad perseguida con la misma, pues, cuando se
ejercen las libertades de expresión e información con los propó-
sitos de injuriar o calumniar, no se informa a los ciudadanos ni
se contribuye a la formación de una opinión pública libre, en be-
neficio de la sociedad sino todo lo contrario: se proporcionan
datos falsos, se desinforma y se afecta a ciertos miembros del co-
lectivo, violándoles sus derechos fundamentales, desnaturali-
zándose, de esa manera, la libertad de información.
Habiendo determinado, entonces, que la medida legislativa
que contiene el art. 191 inc. 3° del C. Pn. (la exclusión absoluta

126
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

de responsabilidad penal para una categoría de sujetos) no es


idónea para fomentar el fin que con la misma se persigue (ga-
rantizar las libertades de expresión e información), se concluye
que la diferenciación que aquélla implica, con la consiguiente
desprotección para los derechos a la intimidad, al honor y a la
propia imagen —art. 2 inc. 2° Cn.—, es desproporcionada a la
luz del art. 6 inc. 1° Cn. y, por tanto, viola el principio de igual-
dad en la formulación de la ley —art. 3 inc. 1° Ca. —. Por lo
que así deberá declararse en esta sentencia.
C. Por último, el demandante alegó que el art. 191 inc. 3° del
C. Pn., en la medida en que es contrario a los arts. 17 y 19 pá-
rrafo 3 letra “a” del PIDCP y 11, 13 párrafo 2 letra “a” y 14
párrafo 3 de la CADH, viola por acción refleja el criterio de
ordenación de las fuentes del Derecho salvadoreño establecido
en el art. 144 inc. 2° Cn., en cuya virtud las leyes internas no
pueden contradecir el contenido de los tratados internaciona-
les, a lo que esta Sala también le ha llamado “fuerza pasiva” de
los tratados internacionales (Sentencia de 1-IV-2004, Inc.
52-2003, Considerando V 3).
El art. 17 del PIDCP consagra los derechos a la vida privada
y familiar (párr. 1), a la honra y reputación (párr. 1) y a la pro-
tección legal contra las injerencias o ataques a los mismos
(párr. 2). El Comité de Derechos Humanos en su Observación
General n° 16 (Artículo 17-Derecho a la intimidad) sostuvo que
“Las obligaciones impuestas por este artículo exigen que el
Estado adopte medidas legislativas y de otra índole para hacer
efectivas la prohibición de esas injerencias y ataques y la pro-
tección de este derecho” (párr. 1). Además, manifestó que “El
artículo 17 garantiza la protección de la honra y la reputación
de las personas, y los Estados tienen la obligación de sancionar
legislación apropiada a ese efecto. También se deben proporcio-
nar medios para que toda persona pueda protegerse eficazmen-
te contra los ataques ilegales que puedan producirse y para que
pueda disponer de un recurso eficaz contra los responsables de
esos ataques” (párr. 11).
Por su parte, el art. 19 párr. 3 letra “a” del PIDCP establece
que el ejercicio de la libertad de expresión y de información en-

127
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

traña deberes y responsabilidades especiales, por lo que puede


estar sujeto a ciertas restricciones que deberán, sin embargo,
estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para ase-
gurar el respeto a los derechos o a la reputación de los demás.
Al respecto, el Comité de Derechos Humanos en su Observa-
ción General n° 10 (Artículo 19-Libertad de opinión) afirmó que
“es el equilibrio entre el principio de la libertad de expresión y
esas limitaciones y restricciones lo que determina el ámbito
real del derecho de la persona” (párr. 3). Agregó que “el párrafo
3 [del art. 19 del EIDCP] subraya expresamente que el ejercicio
del derecho a la libertad de expresión entraña deberes y res-
ponsabilidades especiales y por esta razón se permiten ciertas
restricciones del derecho en interés de terceros o de la
comunidad en su conjunto”.
La CADH, su art. 11 consagra —de manera casi idéntica al
PIDCP— los derechos a la honra (párr. 1), a la vida privada y
familiar (párr. 2) y a la protección legal contra injerencias o
ataques contra los mismos (párr. 3). Por su parte, el art. 13
párr. 2 letra “a” de la CADH establece que el ejercicio de la li-
bertad de expresión y de información no puede estar sujeto a
previa censura sino a responsabilidades ulteriores, las que de-
ben estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para
asegurar el respeto a los derechos o a la reputación de los de-
más. Finalmente, el art. 14 párr. 3 de la CADH dispone que,
para la efectiva protección de la honra y la reputación, toda pu-
blicación o empresa periodística, cinematográfica, de radio o te-
levisión, tendrá una persona responsable que no esté protegida
por inmunidades ni disponga de fuero especial.
En cuanto a las restricciones y a las responsabilidades ulte-
riores que implica el ejercicio de la libertad de expresión, la
CrIDH ha expresado que: “el artículo 13.2 de la Convención
prevé la posibilidad de establecer restricciones a la libertad de
pensamiento y de expresión a través de la aplicación de respon-
sabilidades ulteriores por el ejercicio abusivo de este derecho.
Las causales de responsabilidad ulterior deben estar expresa,
taxativa y previamente fijadas por la ley, ser necesarias para
asegurar ‘el respeto a los derechos o a la reputación de los de-

128
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

más’ o ‘la protección de la seguridad nacional, el orden público


o la salud o la moral públicas’, y no deben de modo alguno limi-
tar, más allá de lo estrictamente necesario, el alcance pleno de
la libertad de expresión y convertirse en un mecanismo directo
o indirecto de censura previa” (Caso Palamara vrs. Chile, párr.
79).
Teniendo en cuenta las disposiciones internacionales cita-
das, así como los precedentes y jurisprudencia de los órganos
respectivos, se concluye que en los sistemas universal e intera-
mericano de derechos humanos los derechos al honor e intimi-
dad en un extremo, y la libertad de expresión y de información,
en el otro, se encuentran recíprocamente limitados, debiéndose
garantizar legalmente la protección de ambos, por lo que es en
casos concretos donde se debe establecer qué derecho prevalecerá
en determinadas condiciones, en cuanto a su ejercicio práctico.
Ahora bien, se ha establecido que el art. 191 inc. 3° del C.
Pn. viola los arts. 2 inc. 2°, 3 inc. 1°, y 6 inc. 1° Cn., ya que ex-
cluye de toda responsabilidad penal a una categoría de sujetos,
aun cuando actúen con un propósito calumnioso, injurioso o de
ataque a la intimidad o a la propia imagen de otras personas.
Dicha exclusión también es contraria a las normas internacio-
nales citadas, ya que éstas no dan cobertura alguna al ejercicio
abusivo o ilegítimo de la libertad de expresión y de información.
Por el contrario, claramente ordenan a los Estados que protejan
legalmente los derechos a la vida privada y familiar y a la hon-
ra de todo ataque proveniente de particulares, con independen-
cia de la condición personal de éstos.
Por las razones anteriores, se concluye que el art. 191 inc. 3°
del C. Pn. viola por acción refleja el art. 144 inc. 2° Cn. (en rela-
ción con los arts. 17 y 19 párrafo 3 letra “a” del PIDCP y 11, 13
párrafo 2 letra “a” y 14 p‡rrafo 3 de la CADH), y así deberá de-
clararse en esta sentencia.
VIII. Habiéndose determinado que el inc. 2° del art. 191 del
C. Pn. no es inconstitucional, por admitir una interpretación
conforme con la Constitución, y que el inc. 3° de dicha disposi-
ción sí es inconstitucional, deben hacerse las siguientes aclara-
ciones:

129
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

1. A. La interpretación realizada por esta Sala del inc. 2° del


art. 191 del C. Pn., según la cual es posible que las personas
que ejercen el periodismo, al igual que quienes no lo ejercen
(inc. 1° del art. 191 C. Pn.), incurran en responsabilidad penal
cuando actúan con un ánimo calumnioso, difamante o de ata-
que a la intimidad o a la propia imagen, no implica el estableci-
miento de un nuevo tipo penal especial, en virtud del cual la ac-
tividad periodística sea penalizada. Ello en virtud de que,
mediante la interpretación efectuada, se ha determinado su
sentido y ámbito de aplicación, el cual, si bien puede diferir del
que en la práctica le han dado los operadores jurídicos, no im-
plica la creación de una norma distinta a la previamente esta-
blecida y hoy dotada de significado. En ese sentido, al determi-
narse que las personas que ejercen el periodismo pueden
responder penalmente, se hace alusión a la posibilidad de que
se les impute la comisión de delitos previamente establecidos
por el legislador, siempre y cuando concurran los elementos
necesarios para ello.
B. Así las cosas, frente a las imputaciones que se efectúen
en contra de las personas que ejercen el periodismo, de con-
formidad con lo establecido en el art. 183 del C. Pn., es posi-
ble que se excluya de responsabilidad penal al probarse los
hechos o situaciones que se han atribuido, es decir, haciendo
uso de la prueba de la veracidad (exceptio veritatis). Ésta im-
plica que la conducta penal contra el derecho al honor se consi-
dera atípica cuando la imputación materia de inculpación ha
sido probada y, por tanto, es verdadera. En ese sentido, cuando
la atribución de determinado hecho punible o de una conducta
sea falsa, lo que el acusado debe probar es la certeza procesal-
mente válida del hecho o conducta atribuida, ya que su prueba
objetiva permitirá que la conducta se repute atípica por inexis-
tencia de falsedad. Asimismo, el sujeto imputado puede demos-
trar que verificó la fiabilidad de la información, lo que también
generará la atipicidad de la conducta debido a la existencia de
una veracidad objetiva (Tribunal Constitucional Español, STC
126/2003 de 30 de junio)

130
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

Lo anterior tiene sustento en que, al corroborarse la veraci-


dad del hecho o conducta atribuida, no habría una afectación al
derecho al honor. Ello porque derechos como éste “se esculpen
por el titular y si existen pruebas que demuestren un compor-
tamiento digno de punición por parte del Derecho penal, no ha-
bría un daño contra [...] una reputación, un reconocimiento so-
cial que él mismo ha destruido ante los demás miembros de la
sociedad con su comportamiento” (Corte Constitucional de Co-
lombia, Sentencia C-417/09 de 26-VI-2009)
2. En cuanto a la declaratoria de inconstitucionalidad del
inc. 3° del art. 191 del C. Pn., por vulneración a los arts. 2 inc.
2°, 3 inc. 1°, 6 inc. 1° y 144 inc. 2° Cn., la misma obviamente
conlleva la expulsión del ordenamiento jurídico de la norma
respectiva.
En virtud de ello, los sujetos a los que la disposición invali-
dada excluía de manera absoluta de responsabilidad penal (los
propietarios, directores, editores, gerentes del medio de comu-
nicación social o encargados del programa), al igual que cual-
quier persona, deberán responder penalmente por la vulnera-
ción a los derechos fundamentales de los demás, al cometer
cualquiera de los tipos penales previamente establecidos por el
legislador.
Lo anterior implica que la expulsión del ordenamiento jurídi-
co del inciso declarado inconstitucional no genera un vacío nor-
mativo. En efecto, pudiera pensarse que los sujetos en él men-
cionados no poseen una regulación penal específica que les
prohíba emitir opiniones o informaciones lesivas a los derechos
al honor, a la intimidad o a la propia imagen. Por el contrario,
debe tenerse en cuenta que los tipos penales que regulan los
delitos, por ejemplo, de calumnia y de difamación, son delitos
susceptibles de aplicarse a cualquier persona; ahora bien, tal
como lo ha afirmado la CrIDH al referirse al principio de legali-
dad penal, “la tipificación penal de una conducta debe ser clara
y precisa;” lo cual implica “una clara definición de la conducta
incriminada, que fije sus elementos y permita deslindarla de
comportamientos no punibles o conductas ilícitas sancionables

131
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE INFORMACIÓN

con medidas no penales” (Caso Kimel vrs. Argentina, párrs. 77


y 63).
En consecuencia, cualquier persona, incluidos los sujetos que
eran excluidos de responsabilidad penal en el inc. 3° del art.
191 del C. Pn., puede ser sometida a una sanción penal cuando
la conducta reprochable se adecue a los tipos regulados en la le-
gislación penal. Y es que —como reiteradamente se ha señala-
do— el art. 6 inc. 1° frase 2a in fine del C. Pn., establece clara-
mente que cualquier persona deberá responder por los delitos
cometidos, no estableciendo ninguna exclusión que permita
concluir que cierto grupo de personas no responderán penal-
mente por las conductas que vulneren los derechos al honor, a
la intimidad y a la propia imagen.

Por tanto,
Con base en las razones expuestas, jurisprudencia constitu-
cional citada y artículos 2 inc. 2°, 3 inc. 1°, 6 inc. 1° y 144 inciso
2° de la Constitución; y arts. 9, 10 y 11 de la Ley de Procedi-
mientos Constitucionales, en nombre de la República de El Sal-
vador, esta Sala

Falla:
1. Declárase que no existe la supuesta inconstitucionalidad
del segundo inciso del art. 191 del Código Penal, emitido me-
diante el Decreto Legislativo n° 1030, de 26-IV-1997, publicado
en el Diario Oficial n° 105, tomo n° 335, de 10-VI-1997, y refor-
mado mediante el Decreto Legislativo n° 499, de 28-X-2004,
publicado en el D. O. n° 217, tomo n° 365, de 22-XI-2004, con-
sistente en la violación a los arts. 2 inc. 2°, 3 inc. 1°, 6 inc. 1°, y
144 inc. 2° de la Constitución, en relación con los arts. 17 y 19
párrafo 3 letra “a” del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos; y arts. 11, 13 párrafo 2 letra “a” y 14 párrafo 3 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, ya que dicho
inciso admite una interpretación conforme con la Constitución,
según lo expuesto en el Considerando VII de esta Sentencia.

132
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, EL SALVADOR

2. Declárase que el tercer inciso del art. 191 del Código Pe-
nal, emitido y reformado por los Decretos Legislativos antes
mencionados, es inconstitucional, por violar los arts. 2 inc. 2°, 3
inc. 1°, 6 inc. 1°, y 144 inc. 2° de la Constitución, en relación
con los arts. 17 y 19 párrafo 3 letra “a” del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos; y 11, 13 párrafo 2 letra “a” y 14
párrafo 3 de la Convención Americana sobre Derechos Huma-
nos, ya que la diferenciación que formula dicho inciso, con la
consiguiente desprotección para los derechos al honor, a la inti-
midad personal y familiar y a la propia imagen, es despropor-
cionada y, por tanto, viola el principio de igualdad en la formu-
lación de la ley.

133
LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA IMPLICA
QUE LA REVISIÓN DE DECISIONES
QUE DENIEGAN EL ACCESO A LA JURISDICCIÓN
SEA ESPECIALMENTE RIGUROSA

Sinopsis: La presente sentencia se refiere a un recurso de recon-


sideración resuelto por el Tribunal de Justicia Administrativa
del Estado de Michoacán de Ocampo en México. Mediante este
recurso, varias personas impugnaron una decisión emitida por
la Magistrada Instructora del referido Tribunal a través de la
cual desechó una demanda de nulidad, por considerar que fue
presentada de manera extemporánea. La Magistrada tomó en
consideración la fecha en que dichas personas se manifestaron
conocedoras de los actos administrativos dejando de valorar la
existencia de una notificación.
El Tribunal hizo referencia al contenido del artículo 25.1 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, que establece
el derecho fundamental de un recurso judicial efectivo, breve y
sencillo. Al respecto, indicó que éste no es otra cosa que el conoci-
do derecho a la tutela judicial efectiva dentro del ámbito del siste-
ma jurídico mexicano, que se puede ubicar dentro de un ámbito
constitucional en el artículo 17 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, el cual se compone de un contenido
esencial y primario, el de obtener de los órganos jurisdiccionales
del Estado Mexicano una resolución razonada y fundada en Dere-
cho sobre el fondo de las pretensiones oportunamente deducidas
por las partes. No obstante, el Tribunal señaló que al ser un dere-
cho prestacional de configuración legal, su ejercicio y dispensa-
ción están supeditados a la concurrencia de los presupuestos y re-
quisitos que haya establecido el legislador para cada sector del
ordenamiento procesal, por lo que el derecho a la tutela judicial
efectiva se satisface igualmente cuando los órganos judiciales pro-
nuncian una decisión de inadmisión o meramente procesal, apre-
ciando la concurrencia de una causa legal que, a su vez, sea res-
petuosa con el contenido esencial del derecho fundamental.

135
LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA

Sin embargo, el Tribunal consideró que dada la trascendencia que


para la tutela judicial tienen las decisiones que deniegan el acce-
so a la jurisdicción, su revisión se debe de realizar de forma espe-
cialmente intensa, más allá de la verificación de que no se trata
de resoluciones arbitrarias, manifiestamente irrazonables o fruto
de un error patente. En tal sentido, indicó que dicho control pro-
cede a través de los criterios que proporciona el principio pro ac-
cione, el cual rige principalmente en la interpretación que se rea-
liza para asegurar el acceso a la justicia. Este principio que busca
que la persona pueda acceder a los mecanismos de tutela de sus
derechos, donde las condiciones o limitaciones que la ley pueda
establecer para el acceso al recurso o juicio deban ser interpreta-
das de manera tal que se optimice al mayor grado la efectividad
del derecho y pueda ser iniciado el mayor número de procesos.
En ese sentido, el Tribunal determinó que si bien las personas
señalaron que tuvieron conocimiento del acto el día en que se les
impuso la multa —la cual fue cubierta—, ello no es razón para
omitir la consideración de que tuvieron conocimiento por medio
de una notificación personal realizada por la autoridad. Así, se
está ante la posibilidad de la aplicación de posturas que son con-
trastantes, donde la primera contiene un rigorismo a la formali-
dad establecida en el Código de Justicia Administrativa del
Estado, para establecer el momento en que los actores tuvieron
conocimiento de los actos impugnados, en tanto que la segunda
establece el conocimiento de los actos impugnados a través de
una notificación. En aplicación del principio pro actione, el Tri-
bunal consideró esta segunda postura como aquella razón que
favorece la efectividad del derecho a la tutela judicial efectiva.
Por tanto, declaró procedente la admisión de la demanda.

EFFECTIVE JUDICIAL PROTECTION REQUIRES THAT


THE REVIEW OF DECISIONS THAT DENY ACCESS
TO A COURT OF LAW BE ESPECIALLY RIGOROUS

Synopsis: The instant judgment refers to an application for re-


consideration solved by the Administrative Tribunal of the State

136
TRIBUNAL DE JUSTICIA ADMINISTRATIVA, MICHOACÁN, MÉXICO

of Michoacán de Ocampo in Mexico. By means of this applica-


tion, several people appealed a decision rendered by the Examin-
ing Judge of said Tribunal by which the judge dismissed a peti-
tion for nullification based on that it was untimely filed. The
Examining Judge took into account the date on which several
people stated having learnt about the administrative acts and
did not consider the existence of a notice.
The Tribunal made reference to the content of article 25.1 of the
American Convention on Human Rights, which provides for
the fundamental right to an effective, simple and judicial re-
course to a competent court. In this respect, it indicated that this
right is nothing else but the right to an effective judicial protec-
tion within the realm of the Mexican legal system, which may be
situated, within the constitutional realm, in article 17 of the Po-
litical Constitution of the United Mexican States, and it has an
essential and primary content that is to obtain, from the judicial
bodies of the Mexican State, a well-grounded decision based on
the Law regarding the merits of the petitions duly filed by the
parties. However, the Tribunal pointed out that, given it is a so-
cial right of a legal nature, its exercise and waiver are condi-
tional upon the combination of prerequisites and requisites es-
tablished by the legislator for each sector of the legal system;
therefore, the right to an effective judicial protection is equally
satisfied when the judicial bodies render a decision on rejection
or a merely procedural decision, evaluating the existence of a
court case that, in turn, does not violate the essential content of
the fundamental right.
However, the Tribunal considered that given the importance at-
tributed to the decisions by which access to jurisdiction is denied,
in view of the judicial protection, such decisions must be thor-
oughly revised, apart from ensuring they were not decisions
based on arbitrary or unreasonable grounds or errors. In this re-
gard, it indicated that said control is exercised through the crite-
ria established by the pro actione principle, which mainly gov-
erns the interpretation made to ensure access to justice. Through
this principle the individual may have access to the mechanisms
of protection of its rights, where the conditions or the limitations
the law may establish for the access to a recourse or proceeding
must be interpreted so as to make as effective as possible such
right and to allow the institution of several proceedings.

137
LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA

To this end, the Tribunal determined that even though the per-
sons indicated that they learnt about the act on the day the fine
was imposed on them - which was paid- that is not the reason
why to fail to mention that they learnt about it by means of a per-
sonal notification served on them by the authorities. Hence, there
is the possibility of applying contrasting opinions, where the first
contains a rigorism to the formality established in the Code of
Administrative Justice of the State, to determine the moment the
plaintiffs learnt about the contested acts; and the second position
determines the learning of the contested acts by means of a notifi-
cation. In application of the pro actione principle, the Tribunal
considered this second position as the reason that favors the en-
forcement of the right to effective judicial protection. Therefore, it
declared the admission of the application.

138
TRIBUNAL DE JUSTICIA ADMINISTRATIVA
DEL ESTADO DE MICHOACÁN DE OCAMPO
MÉXICO

RECURSO DE RECONSIDERACIÓN
EXPEDIENTE JA-R-0058/2010-I
RECURRENTE: GUMESINDO GARCÍA MORELOS

SENTENCIA DE 31 DE AGOSTO DE 2010


VISTOS para dictar sentencia en el Recurso de Reconside-
ración JA-R-0058/2010-I; y,

RESULTANDO

PRIMERO. En escrito presentado el tres de agosto de dos


mil diez, ante la Oficialía de Partes de este Tribunal de Justi-
cia Administrativa del Estado de Michoacán de Ocampo, Gu-
mesindo García Morelos en cuanto autorizado de los actores
en términos del primer párrafo del artículo 198 del Código de
Justicia Administrativa del Estado, interpuso recurso de recon-
sideración en contra del auto del trece de julio de dos mil diez,
dictado por la Magistrada Instructora de la Tercera Ponencia
de este Tribunal de Justicia Administrativa del Estado, dentro
del juicio administrativo JA-0242/2010-III, mediante el que se
desechó de plano la demanda.
SEGUNDO. El recurso de reconsideración fue presentado
dentro del término establecido en el artículo 299 del Código de
Justicia Administrativa del Estado de Michoacán de Ocampo,

139
LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA

ya que el proveído recurrido se notificó el catorce de julio de dos


mil diez, por lo que surtió efectos el quince, y el respectivo tér-
mino comenzó el dieciséis de julio y feneció el tres de agosto de
dos mil diez; siendo declarados como inhábiles los comprendi-
dos del diecisiete al treinta y uno de julio de dos mil diez por
ser sábado y domingo, así como por ser los días que este órgano
jurisdiccional disfrutó del período vacacional; es decir, fue pre-
sentado dentro del plazo concedido para ese efecto.

CONSIDERANDO

PRIMERO. Este Tribunal de Justicia Administrativa de Mi-


choacán de Ocampo, es competente para conocer y resolver en
Pleno el presente recurso de reconsideración, atento a lo dis-
puesto en los artículos 155 fracción II, 159 fracción I, 163 frac-
ción I, 298 fracción I y II y 301 del Código de Justicia Adminis-
trativa del Estado de Michoacán de Ocampo, así como del
diverso 8 fracción VI del Reglamento Interior de este Tribunal.

QUINTO. Por cuestión de metodología jurídica y con fun-
damento en lo dispuesto en el artículo 274 del Código de Jus-
ticia Administrativa del Estado, esta Sala del Tribunal de
Justicia Administrativa del Estado de Michoacán de Ocampo,
se avoca al estudio conjunto de los argumentos relacionados
con los agravios que el recurrente hace valer dentro de su re-
curso, relativos al desechamiento de la demanda por la configu-
ración de la causal de improcedencia prevista en el artículo
205, fracción IV, en relación con el 223 del Código de Justicia
Administrativa del Estado, que consisten en:
a. La inexacta aplicación del artículo 223 del Código de Jus-
ticia Administrativa del Estado, al no haber sometido a los es-
tándares de protección del debido proceso y ni del acceso al re-
curso judicial efectivo.
b. La violación al artículo 25.1 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, que establece el derecho de contar
con un recurso judicial efectivo, breve y sencillo; por tanto, se
140
TRIBUNAL DE JUSTICIA ADMINISTRATIVA, MICHOACÁN, MÉXICO

debe acceder a éste en aras de la tutela jurisdiccional y el


cómputo inexacto se torna en una interferencia judicial en el de-
recho prestacional.
c. Las reglas procesales deben configurarse conforme a los
principios del debido proceso y de los recursos judiciales efecti-
vos, cuando el objeto del control resulte de conductas suma-
mente graves y lesivas directamente de los valores inherentes
a las sociedades democráticas. A todo regla corresponde excep-
ciones, los cuales dependen de los actos administrativos y la si-
tuación concreta de los afectados frente a las conductas guber-
nativas.
d. La interpretación realizada en la aplicación del artículo
223 del Código de Justicia Administrativa del Estado, contra-
viene el artículo 29 de la Convención Americana sobre Dere-
chos Humanos, que establece el principio pro homine.
e. El trato que debió dárseles jurídicamente a los afectados
es, como partes por equiparación, al devenir de un procedi-
miento administrativo sancionado, en el que se deben respetar
las formalidades del proceso; por tanto, los efectos del conoci-
miento del acto administrativo deben equipararse al de la noti-
ficación, al ser la interpretación más idónea en el supuesto
planteado.
f. El acto administrativo de sanción proviene de una “falta a
la moral”, la cual es un pena inusitada, pero que en su imposi-
ción no se observaron las garantías procesales de juicio previo;
sin embargo, ello no significa que se evada de las formalidades
para su validez, como es la notificación, en los términos de los
artículos 16, 86 y 223 del Código de Justicia Administrativa del
Estado.
g. En la interpretación de la norma sistemática, debe ser en
el sentido del mayor beneficio al gobernado.
h. El hecho de la comparecencia a la oficina administrativa y
el conocimiento inmediato de la resolución o acto administrati-
vo, debe equipararse a las formalidades de la notificación per-
sonal.
i. El conocimiento del acto administrativo fue inmediato por-
que se encontraban bajo arresto administrativo, afectándose la

141
LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA

libertad personal; por tanto, debe equipararse a una notifica-


ción con todos sus efectos.
j. Además, los demandantes deben ser considerados material-
mente como partes por equiparación dentro del acto recurrido.
k. La privación del debido proceso no convalida la ausencia
de notificación formal, la cual queda subsanada materialmente
en este caso, por las circunstancias particulares.

Para comprender el origen del presente recurso, es necesario
señalar los antecedentes de hecho que son la base de la contro-
versia y que los actores narran en su escrito de demanda.

• El sábado doce de junio de dos mil diez, los ahora actores


participaron en la marcha mundial ciclomundo, en esta
ciudad de Morelia, Michoacán;
• Con motivo de esa participación, a las 18:45 dieciocho ho-
ras con cuarenta y cinco minutos elementos de la Dirección
de Seguridad Pública y Tránsito del Estado, les cerraron el
paso y los dirigieron a la denominado “barandillas”.
• El catorce de junio de dos mil diez, la Secretaría de Seguri-
dad Pública del Estado, realizó una entrevista televisiva,
donde se informó que fue una interferencia policial para
persuadir a los manifestantes.
• Contra dichos actos se presentó la demanda de nulidad el
cinco de julio de dos mil diez, ante la Secretaría General de
Acuerdos de este Tribunal de Justicia Administrativa del
Estado.
• El cinco de julio de dos mil diez, la Magistrada Instructora
pronuncia acuerdo mediante la cual se tuvo por recibida la
demanda y se emitió un requerimiento.
• El actor dio cumplimiento a la prevención mediante escrito
del trece de julio de dos mil diez, por lo que con esa misma
fecha se emitió acuerdo por parte de la Magistrada Instruc-
tora en la que se desecha la demanda.

En un primer argumento, señalado con la letra b, el actor


manifiesta una violación al artículo 25.1 de la Convención
142
TRIBUNAL DE JUSTICIA ADMINISTRATIVA, MICHOACÁN, MÉXICO

Americana sobre Derechos Humanos, que establece el derecho


de contar con un recurso judicial efectivo, breve y sencillo; por
tanto, se debe acceder a éste en aras de la tutela jurisdiccional
y el cómputo inexacto se torna en una interferencia judicial en
el derecho prestacional.
Argumento que en vía de agravio se formula, que este Tribu-
nal de Justicia Administrativa del Estado estima infundado.
El recurrente señala que en la emisión del acuerdo del tre-
ce de julio de dos mil diez, emitido por la Magistrada Instruc-
tora de la Tercera Ponencia, se realizó un computo inexacto
del término de los quince días que establece el artículo 223
del Código de Justicia Administrativa del Estado.
Sin embargo, contrario a lo argumentado por el recurrente,
se considera que de autos no se desprende lo inexacto del
computo del término de los quince días, toda vez que la Magis-
trada Instructora señaló textualmente que el término de quince
días para presentar la demanda inició el día lunes catorce de
junio, al día viernes dos de julio, ambos del dos mil diez, des-
contándose los días diecinueve, veinte, veintiséis y veintisiete de
junio del año en curso, por ser inhábiles, por corresponder a sá-
bados y domingos; esto es, partió el computo de los quince días
hábiles bajo el segundo supuesto de la norma citada, que lo es
del catorce de junio de dos mil diez.
En las relatadas condiciones, tenemos que no existe un
computo inexacto, sino una apreciación incorrecta a cargo de la
Magistrada al tomar exclusivamente en consideración la fecha
en que el actor se manifestó conocedor del acto, dejando de va-
lorar la existencia de una notificación; si bien en cierto contex-
to su pronunciamiento sobre la inadmisión de la demanda es
desacertado, no implica la violación del artículo 25.1 de la Con-
vención Americana de los Derechos del Hombre.
Por otra parte, en el argumento señalado con la letra c el re-
currente señala que las reglas procesales deben configurarse
conforme a los principios del debido proceso y de los recursos
judiciales efectivos, cuando el objeto del control resulte de con-
ductas sumamente graves y lesivas directamente de los valores
inherentes a las sociedades democráticas. A todo regla corres-

143
LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA

ponde excepciones, los cuales dependen de los actos adminis-


trativos y la situación concreta de los afectados frente a las
conductas gubernativas.
Agravio que se considera infundado.
Deviene lo infundado del agravio, al no proveer el Código de
Justicia Administrativa del Estado los casos de excepción a las
reglas procesales relativas a la admisión de la demanda fuera
del término establecido en el artículo 223 del Código de Justi-
cia Administrativa del Estado, lo que no implica contravención
al derecho convencional suscrito por el Estado mexicano.
Por el contrario, la debida aplicación de las reglas procesales
da como resultado el acceso a la justicia, como se puede apre-
ciar en consideraciones posteriores de este fallo, lo que permite
pronunciar a esta Sala que la debida aplicación del artículo 223
del Código de Justicia Administrativa del Estado lejos de con-
travenir lo establecido en la Convención Americana de Dere-
chos Humanos en la parte relativa a la tutela judicial efectiva
(acceso a la justicia), se encuentra debidamente armonizada
con dichas normas convencionales.
En base a lo anterior, es por lo que se considera infundado el
concepto de violación estudiado.
En otro argumento, vía agravio distinguido con la letra f, el
recurrente señala que el acto administrativo de sanción provie-
ne de una “falta a la moral”, la cual es un pena inusitada, pero
que en su imposición no se observaron las garantías procesales
de juicio previo; sin embargo, ello no significa que se evada de
las formalidades para su validez, como es la notificación, en los
términos de los artículos 16, 86 y 223 del Código de Justicia
Administrativa del Estado.
Agravio que se estima inoperante.
Lo anterior es así, ya que en el presente recurso se estudia
lo relativo a las consideraciones vertidas dentro del acuerdo
trece de julio de dos mil diez, emitido por la Magistrada
Instructora de la Tercera Ponencia de este Tribunal de Justi-
cia Administrativa del Estado, donde determinó desechar la
demanda, más no así las cuestiones de fondo que son propias
de una sentencia.

144
TRIBUNAL DE JUSTICIA ADMINISTRATIVA, MICHOACÁN, MÉXICO

En ese sentido, se puede inferir del argumento que realiza el


recurrente que aborda cuestiones que son propias de una cues-
tión de fondo, no así del recurso que únicamente aborda sobre
la correcta o incorrecta determinación de la Magistrada de
Instrucción.
Más sin embargo, los aspectos del medio por el cual tuvieron
conocimiento los actores del acto impugnado en el juicio princi-
pal se abordaran con posterioridad.
En un diverso argumento que en vía de agravio hace valer el
actor, especificado con la letra e, señala que el trato que debió
dárseles jurídicamente a los afectados es, como partes por equi-
paración, al devenir de un procedimiento administrativo san-
cionador, en el que se deben respetar las formalidades del pro-
ceso; por tanto, los efectos del conocimiento del acto
administrativo deben equipararse al de la notificación, al ser
la interpretación más idónea en el supuesto planteado.
Además, con el argumento j, señala que los demandantes de-
ben ser considerados materialmente como partes por equipara-
ción dentro del acto recurrido.
Son parcialmente fundados los agravios, en base a las consi-
deraciones jurídicas siguientes.
La figura jurídica de parte por equiparación, dentro de un
procedimiento administrativo, no existe, ya que el Código de
Justicia Administrativa del Estado en su artículo 51, regula
como parte únicamente al particular que promueva como titu-
lar de derechos o intereses legítimos, o aquél cuyo interés legí-
timos pueda resultar directamente afectado por la decisión que
en un procedimiento se adopte.
En consecuencia, la figura jurídica de parte por equiparación
no es aplicable dentro del procedimiento administrativo que se
regula dentro del Código de Justicia Administrativa del Esta-
do, sino simplemente la del particular.
Sin embargo, es fundado lo relativo al argumento de los efec-
tos del conocimiento del acto administrativo deben equipararse
al de la notificación, tal y como se desarrollara en líneas poste-
riores.

145
LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA

Por otra parte, se consideran fundados los agravios señala-


dos con las letras a, d, g, h, i, k que en términos generales el
actor argumenta que el conocimiento del acto se realizó a tra-
vés de una notificación, por considerarse la información de la
autoridad, como una notificación.
Para sustentar lo anterior, es necesario citar el contenido del
artículo 223 del Código de Justicia Administrativa del Estado,
que señala:
Artículo 223. La demanda deberá formularse por escrito y
presentarse ante el Tribunal dentro de los quince días hábiles
siguientes a aquél en que haya surtido efectos la notificación del
acto impugnado; o en que el afectado haya tenido conocimiento
de él o de su ejecución, o se haya ostentado sabedor del mismo,
cuando no exista notificación legalmente hecha.
En caso de negativa ficta, la demanda podrá presentarse en
cualquier tiempo mientras no se dicte resolución expresa.
El dispositivo citado establece que el plazo para promover la
demanda de nulidad será de quince días hábiles y éstos se de-
ben contar a partir del día siguiente a aquel en que:
a. Se hubiese notificado al afectado el acto impugnado;
b. El afectado hubiera tenido conocimiento; o,
c. El ostentarse sabedor del acto impugnado, o de su ejecu-
ción.
Ahora bien, para el cómputo de los plazos referidos es nece-
sario establecer únicamente que se debe entender por notifica-
ción y conocimiento del acto, ya que estos son los puntos de
contradicción sobre los cuales se basa el presente recurso, ya
que ello influye en la determinación del inició del computo del
término de los quince días para la presentación de la demanda.
Por tanto, de los supuestos contenidos en el precepto legal
antes transcrito, se encuentra el que se refiere a la notificación,
la cual constituye un medio de comunicación procesal entre la
autoridad y las partes o los terceros, así como entre autorida-
des; la notificación en sí, es el acto mediante el cual, de confor-
midad con las formalidades legales preestablecidas, se hace sa-
ber un acto o resolución administrativa a la persona que se

146
TRIBUNAL DE JUSTICIA ADMINISTRATIVA, MICHOACÁN, MÉXICO

reconoce como interesado, o se le requiere para que cumpla con


un acto procesal, por medio de los diferentes medios.
En tal virtud, no cabe duda que cuando el citado artículo 223
del Código de Justicia Administrativa del Estado se refiere a la
notificación, desde luego que tiene que ver con el medio de co-
municación procesal en los procedimientos en los que existe es-
tablecido ese medio legal para dar a conocer un acto o resolu-
ción y las personas que siendo parte en dicho procedimiento,
puedan ser notificadas.
En otro aspecto, al mencionarse en dicho precepto, el conoci-
miento del acto reclamado, inmediatamente es para distinguir-
lo de la notificación, o sea para referirse a diversos medios aje-
nos a la misma, esto es, a procedimientos en que no exista ese
medio legal de dar a conocer el acto o resolución y a las perso-
nas que no siendo parte en el procedimiento, por tal razón, no
son notificadas aunque establezca ese medio de comunicación
procesal o lo sea ilegalmente.
Por tanto, la primera hipótesis referida a la notificación del
acto o resolución, deberá considerarse idónea para los casos en
que el acto derive de procedimientos que contemplen el medio
de la notificación, en relación con las partes que intervienen en
él.
En cambio, tratándose de la segunda hipótesis, se debe apli-
car generalmente a los procedimientos en que no existe ese me-
dio legal de comunicación procesal, de dar a conocer el acto o
resolución y también a las personas que no siendo partes en un
procedimiento, aunque lo establezca, no pueden ser notificadas
por dicha circunstancia, de no ser o no haber sido parte en el
mismo.
Ahora bien, si existe procedimiento para el arresto en los ello
en sus artículos 119, fracción III, 120 y 121, del Código de Jus-
ticia Administrativa del Estado, que establecen:
Artículo 119. Las sanciones administrativas podrán ser pre-
cautorias y deberán estar previstas en las normas respectivas y
a falta de éstas, podrán aplicarse, alternada o conjuntamente,
las siguientes:
...

147
LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA

III. Arresto hasta por treinta y seis horas;


...
Artículo 120. Sin perjuicio de lo establecido en las normas
aplicables, en caso de reincidencia se podrá duplicar la multa
impuesta.
Artículo 121. Para la imposición de sanciones, la autoridad
administrativa competente iniciará el procedimiento adminis-
trativo sancionador, concediendo tres días hábiles al particular
para que exponga lo que a su derecho convenga, y en su caso,
aporte las pruebas que considere pertinentes. Dentro de los tres
días hábiles siguientes la autoridad citará a la audiencia de de-
sahogo de pruebas, alegatos y resolución.
Disposiciones normativas que se complementan con lo esta-
blecido por el artículo 86 del Código de Justicia Administrativa
del Estado, que regula el momento bajo el cual comienza a sur-
tir efectos las notificaciones realizadas en los procedimientos
administrativos, al establecer:
Artículo 86. Los términos se contarán por días hábiles, salvo
disposición legal en contrario. Empezarán a correr a partir del
día hábil siguiente al en que surtan sus efectos las notificacio-
nes respectivas.
Los términos podrán suspenderse por causa de fuerza mayor
o caso fortuito, debidamente fundada y motivada por la autori-
dad competente.
La autoridad administrativa, de oficio o a petición de parte
interesada, podrá ampliar los términos y plazos establecidos,
sin que dicha ampliación exceda en quince días hábiles del pla-
zo previsto en el artículo 28 de este Código, cuando así lo exija
el asunto y no se perjudiquen los derechos de los interesados o
de terceros. De existir oposición de parte, no procederá la am-
pliación.
En el supuesto establecido por los actores en el juicio de ori-
gen, tenemos que al haber señalado que tuvieron conocimiento
del acto el doce de junio del dos mil diez en la cual se le impuso
una multa, la cual fue cubierta ante la Dirección de Ingresos de
la Secretaría de Finanzas y Administración del Gobierno del
Estado, como lo acreditó con los formatos múltiples de pago de

148
TRIBUNAL DE JUSTICIA ADMINISTRATIVA, MICHOACÁN, MÉXICO

contribuciones estatales y federales, con número folio 5566775,


5566785, 5566786, 5566792, 5566790, 5566788, 5566795,
5566798, 556776, 5566791, 5566791, 556679, 5566789, ello no
es razón para omitir la consideración que tuvieron conocimien-
to por medio de una notificación personal realizada por la auto-
ridad.
Lo anterior es así, ya que como se señaló, una nota distintiva
que se debe considerar que se tuvo conocimiento del acto por
medio de la notificación del acto impugnado, es cuando el acto
derive de procedimientos que contemplen el medio de la notifi-
cación, en relación con las partes que intervienen en él.
Tiene aplicación en lo conducente, la tesis número
III.4o.A.52 A, Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Adminis-
trativa del Tercer Circuito, consultable en la Novena Época del
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, tomo XXVIII,
del septiembre de dos mil ocho, página 1374, cuyo rubro y texto
indican:
NOTIFICACIÓN DEL ACTO ADMINISTRATIVO IM-
PUGNADO EN EL JUICIO DE NULIDAD. MOMENTO EN
QUE SURTE EFECTOS CUANDO EXISTEN EXPRE-
SIONES QUE PUDIERAN RESULTAR CONTRADIC-
TORIAS EN LA DEMANDA, EN CUANTO A LA FECHA
EN QUE EL ACTOR DIJO CONOCER AQUÉL. El artículo
135 del Código Fiscal de la Federación establece dos hipótesis
en que la notificación del acto administrativo surte efectos: 1) al
día hábil siguiente en que se realice formalmente por el actuario
o notificador y, 2) desde la fecha en que el interesado o su repre-
sentante legal manifieste tener conocimiento del acto adminis-
trativo, si ésta es anterior a aquella en que deba surtir efectos la
notificación. Lo indicado permite sostener que la segunda hipó-
tesis se actualiza cuando en la demanda del juicio de nulidad el
actor confiesa haber conocido el acto administrativo impugnado
antes de la fecha que obre en las constancias notificatorias rela-
tivas, pudiendo generarse así la extemporaneidad de aquélla;
sin embargo, este segundo supuesto no es aplicable cuando, ade-
más de afirmar lo anterior, agrega la frase: “tal y como se apre-
cia en las constancias de notificación debidamente anexadas” u

149
LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA

otra similar. Ello es así, porque a pesar de que al estar ante una
expresión que pudiera resultar contradictoria en cuanto a la fe-
cha en que declaró conocer el acto impugnado, debe atenderse a
su dicho en conjunto; luego, no es posible tomar solamente la
parte que afecta al gobernado, ya que la interpretación de lo que
era su intención manifestar, debe atender a un examen integral
de lo expresado por él, es decir, no puede dividirse su confesión
en su perjuicio, ya que no se está ante una exposición de hechos
diferentes que puedan desvincularse. En esas condiciones, ante
tal ambigüedad, lo que debe prevalecer es el momento que se
aprecia de las constancias de notificación anexas y, por tanto, la
notificación surte efectos al día hábil siguiente en que fue hecha.
Criterio adoptado que se robustece, en términos del derecho
convencional de los derechos humanos que regula la obligación
de los Estados firmantes el que todas las personas arrestadas
deben ser notificadas del acto y sus efectos.
Esto, tal y como se contiene de las disposiciones del
CONJUNTO DE PRINCIPIOS PARA LA PROTECCIÓN DE
TODAS LAS PERSONAS SOMETIDAS A CUALQUIER FOR-
MA DE DETENCIÓN O PRISIÓN, que derivan de la resolu-
ción 43/173, nueve de diciembre de mil novecientos noventa y
ocho, en el cual se establece en su principio 10, lo siguiente:
Principio 10. Toda persona arrestada será informada en el
momento de su arresto de la razón por la que se procede a él y
notificada sin demora de la acusación formulada contra ella.
En ese mismo ordenamiento supranacional, se establece que
por arresto se entiende “el acto de aprehender a una persona
con motivo de la supuesta comisión de un delito o por acto de
autoridad”.
Ordenamiento supranacional que se complementa con el pá-
rrafo 1 del artículo 9 del Pacto Internacional de Derechos Civi-
les y Políticos, que estipula:
Todo individuo tiene derecho a la libertad y a la seguridad
personal. Nadie podrá ser sometido a la detención o prisión ar-
bitraria. Nadie podrá ser privado de su libertad, salvo por cau-
sas fijadas en la Ley y con arreglo al procedimiento establecido
en esta.

150
TRIBUNAL DE JUSTICIA ADMINISTRATIVA, MICHOACÁN, MÉXICO

En consecuencia, tenemos que el hecho de que las autorida-


des les hayan informado la supuesta infracción por los que fue-
ron privados de la libertad los ahora recurrentes y la multa
para poder obtener su libertad, se entiende que cumplieron con
el principio citado, en lo que refiere a la obligación de notificar
sin demora la causa del arresto, la cual fue realizada el doce de
junio de dos mil diez. Esto es así, ya que al quedar señalado
que la notificación debe estar ordenada en un ordenamiento ju-
rídico para que pueda considerarse como tal, luego, al encon-
trarse dicha obligación en la norma supranacional citada se tie-
ne que lo realizado por las autoridades fue propiamente una
notificación.
Además, el propio Código de Justicia Administrativa del
Estado señala un procedimiento determinado para imponer el
arresto como una sanción,
De ahí, que en términos del artículo 223 del Código de Justi-
cia Administrativa del Estado se debe entender que el acto im-
pugnado fue notificado el doce de junio de dos mil diez y surtió
efectos el día hábil siguiente, que lo es el catorce del mismo
mes y año; luego, el lapso de quince días comenzó a contarse a
partir del día quince de junio y feneció el cinco de julio de dos
mil diez, descontándose los días trece, diecinueve, veinte, vein-
tiséis, veintisiete de junio, tres y cuatro de julio de dos mil diez,
por ser inhábiles, por corresponder a sábados y domingos.

Sin que pase desapercibido para esta Sala el hecho de que en
dicha notificación no se encuentren las formalidades expresa-
das en la ley, lo cual no cambia la denominación del acto proce-
sal y es potestad de los actores el impugnar su ilegalidad si
consideran que existió una violación en su esfera jurídica de la
forma en que se realizó, pero no repercute para cambiar de un
supuesto a otro, de los contemplados en el artículo 223 del Có-
digo de Justicia Administrativa del Estado.
Por tanto, esta resolución se basa en una interpretación que
tiende a facilitar al particular el acceso a la justicia que este ór-
gano de control de legalidad imparte y con ello pueda aportar
los elementos en que funde su derecho para sostener la ilegali-

151
LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA

dad de los actos reclamados, es decir que la interpretación de


mérito no se aparta de los principios fundamentales que nor-
man el debido proceso legal, pues guarda un equilibrio procesal
entre las partes al allanar el camino al particular para que
pueda defenderse en contra de los actos de autoridad que esti-
me contrarios al conjunto de normas nacionales y supranacio-
nales citadas en su escrito de demanda.
Robustece la posición adoptada el contenido del artículo 25.1
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que es-
tablece el derecho fundamental de un recurso judicial efectivo,
breve y sencillo que a criterio de este órgano jurisdiccional no
es otra cosa que el conocido derecho a la tutela judicial efectiva
dentro del ámbito del sistema jurídico mexicano, que lo pode-
mos ubicar dentro de un ámbito constitucional en el artículo 17
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Respecto de éste principio estimado violado, es necesario re-
calcar que se compone de un contenido esencial y primario, el
de obtener de los órganos jurisdiccionales del Estado Mexicano
una resolución razonada y fundada en Derecho sobre el fondo
de las pretensiones oportunamente deducidas por las partes.
No obstante, al ser un derecho prestacional (como el mismo
recurrente lo señaló en su recurso) de configuración legal su
ejercicio y dispensación están supeditados a la concurrencia de
los presupuestos y requisitos que haya establecido el legislador
para cada sector del ordenamiento procesal, por lo que el dere-
cho a la tutela judicial efectiva se satisface igualmente cuando
los órganos judiciales pronuncian una decisión de inadmisión o
meramente procesal, apreciando la concurrencia de una causa
legal que, a su vez, sea respetuosa con el contenido esencial del
derecho fundamental, como sucedió en el presente supuesto.
Sin embargo, dada la trascendencia que para la tutela judi-
cial tienen las decisiones que deniegan el acceso a la jurisdic-
ción, su revisión se debe de realizar de forma especialmente in-
tensa, más allá de la verificación de que no se trata de
resoluciones arbitrarias, manifiestamente irrazonables o fruto
de un error patente. Dicho control procede a través de los crite-
rios que proporciona el principio pro actione, entendido no como

152
TRIBUNAL DE JUSTICIA ADMINISTRATIVA, MICHOACÁN, MÉXICO

la forzosa selección de la interpretación más favorable a la ad-


misión, sino como la interdicción de aquellas decisiones de
inadmisión que por su rigorismo, por su formalismo excesivo o
por cualquier otra razón se revelen desfavorables para la efecti-
vidad del derecho a la tutela judicial efectiva o resulte despro-
porcionadas entre los fines que se pretenden preservar y los
intereses que sacrifican.
El principio pro actione deriva del pro homine, pero por sus
peculiaridades rigen principalmente en la interpretación que se
realiza para asegurar el acceso a la justicia; busca, de esa ma-
nera, que la persona pueda acceder a los mecanismos de tutela
de sus derechos, donde las condiciones o limitaciones que la ley
pueda establecer para el acceso al recurso o juicio deban ser in-
terpretadas de manera tal que se optimice al mayor grado la
efectividad del derecho y pueda ser iniciado el mayor número
de procesos.
En ese sentido, tenemos que dentro del supuesto planteado
en el presente recurso encontramos dos posturas relativas al
conocimiento del acto impugnado, que son:
a. Donde se establece que los actores tuvieron conocimiento
de los actos impugnado el día doce de julio de dos mil diez, la
cual surte efectos el mismo día y comienza a partir del día pri-
mero hábil siguiente que fue el catorce.
b. El conocimiento de los actos impugnados, se realizó a tra-
vés de una notificación; y, por consecuencia, surten sus efectos
el catorce de junio de dos mil diez y el cómputo de los quince
días comienza el quince del mismo mes y año.
En ese sentido, tenemos que ante la posibilidad de la aplica-
ción de ambas posturas que son contrastantes, donde la prime-
ra contiene un rigorismo a la formalidad establecida en el Códi-
go de Justicia Administrativa del Estado; en tanto, que la
segunda, aplicando el principio pro actione, se entiende como
aquella razón que favorece la efectividad del derecho a la tutela
judicial efectiva o en términos del artículo 1° del Código de Jus-
ticia Administrativa del Estado, que garantiza su acceso a la
justicia administrativa del Estado.

153
LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA

Por tanto, en aras del respecto del derecho a la tutela judi-


cial efectiva a favor de los actores, lo procedente es la admisión
de la demanda respeto de esos aspectos.

SEXTO. En relación a los agravios expuestos por el recu-
rrente, relativos al acuerdo del trece de julio de dos mil diez,
donde se determinó desechar la demanda en relación al acto re-
lativo a la entrevista realizada por la Secretaría de Seguridad
Pública del Estado en CBTelevisión el día catorce de junio de
dos mil diez, el recurrente manifestó que es un acto de autori-
dad, susceptible de analizarse mediante el proceso administra-
tivo sujetándose a las formalidades compatibles con el debido
proceso.
Es sustancialmente FUNDADO el argumento esgrimido con
este carácter.
Esto es así, en primer término porque los supuestos estable-
cidos en el artículo 205 del Código de Justicia Administrativa
del Estado son excepciones a la regla general, para la proceden-
cia del proceso contencioso administrativo como medio de con-
trol de los actos de autoridad, que vulneren la esfera jurídica
de los particulares, los cuales deben ser manifiestos e induda-
bles.
Por manifiesto debe entenderse lo que se advierte en forma
patente, notoria y absolutamente clara; y por indudable, que se
tiene la certeza y plena convicción de alguna idea o hecho, esto
es, que no puede ponerse en duda por lo claro, seguro y eviden-
te que es.
En esos términos, para los efectos del desechamiento de la
demanda, un motivo de improcedencia manifiesto e indudable
es aquel que está plenamente demostrado, es decir, que se ha
observado en forma patente y clara, ya sea de la lectura del es-
crito de demanda, de los escritos aclaratorios o de los documen-
tos que se anexan a esas promociones.
Además, para cumplir con estos extremos, debe tenerse la
certeza y plena convicción de que la causa de improcedencia
que se advierta, se actualiza en el caso concreto. De tal modo,
que aun en el supuesto de admitirse la demanda y sustanciarse

154
TRIBUNAL DE JUSTICIA ADMINISTRATIVA, MICHOACÁN, MÉXICO

el procedimiento, no sería posible arribar a una convicción di-


versa, independientemente de los elementos que pudieran
aportar las partes.
De esta manera, para advertir la notoria e indudable impro-
cedencia en un caso concreto, debe atenderse al escrito de de-
manda y a los anexos que se acompañen, y así considerarla
probada sin lugar a dudas, ya sea porque los hechos en que se
apoya, hayan sido manifestados claramente por el promovente
o en virtud de que estén acreditados con elementos de juicio in-
dubitables, de modo tal que aun en el caso de que se llegara a
admitir la demanda, las contestaciones de demanda realizada
por las autoridades, los alegatos y las pruebas que éstas y las
demás partes hagan valer en el procedimiento no puedan des-
virtuar su contenido.
Por tanto, para que un motivo de improcedencia sea mani-
fiesto e indudable, es necesario que de manera clara y patente
así se desprenda del escrito de demanda, al grado de que se
tenga la certeza y plena seguridad de su existencia, a pesar de
las pruebas que posteriormente se aporten.
En sentido contrario, de no actualizarse esos requisitos, es
decir, que la causa de improcedencia no sea manifiesta e indu-
dable, o si se tiene duda de su operancia, no debe ser desecha-
da la demanda o lo relativo al acto, dado que se privaría a los
actores de su derecho a instar el juicio contra un acto que pu-
diera causarle perjuicio en su esfera jurídica de derechos; por
tanto, en ese supuesto debe admitirse a trámite la demanda, a
fin de estudiar debidamente el tema planteado, sin perjuicio de
sobreseer en el juicio si el estudio propio de la sentencia así lo
impone legalmente.
Ahora bien, en el acuerdo impugnado la Magistrada Instruc-
tora esencialmente señaló que “. . . no constituye un acto admi-
nistrativo toda vez que la aludida entrevista es una mera opi-
nión o impresión personal que no se crea, modifica, transmite,
declara, modifica o extingue ninguna situación jurídica en con-
creto ...”; afirmación que contrasta con el de los actores, quie-
nes señalan que es acto de autoridad por provenir precisamen-
te de una autoridad quien realizó dicha declaración en ejercicio

155
LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA

de sus funciones y encargo; por tanto, se considera que no exis-


te un razonamiento determinante bajo el cual se desprenda que
es indudable que se está en presencia de un acto diverso de los
regulados en el Código de Justicia Administrativa del Estado,
por tanto se considera que dicha situación debe ser resuelta
hasta sentencia.
Tan es así que está en duda si el acto impugnado puede re-
vestir el carácter de administrativo y si el mismo puede ser juz-
gado por este Tribunal de Justicia Administrativa del Estado,
ya que la propia Convención Americana sobre Derechos Huma-
nos “Pacto de San José Costa Rica”, en su artículo 14,
apartados 1 y 2, señala:
Artículo 14.- Derecho de Rectificación o Respuesta
1. Toda persona afectada por informaciones inexactas o agra-
viantes emitidas en su perjuicio a través de medios de difusión
legalmente reglamentados y que se dirijan al público en general
tiene derecho a efectuar por el mismo órgano de difusión su rec-
tificación o respuesta en las condiciones que establezca la ley.
2. En ningún caso la rectificación o la respuesta eximirán de
las otras responsabilidades, legales en que se hubiese incurrido.
...
Por tanto, el Estado Mexicano a través de sus órganos juris-
diccionales tienen la obligación de cumplir con dicho dispositi-
vo; en consecuencia, si los actores del proceso contencioso admi-
nistrativo consideran que es un acto administrativo al provenir
de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado y que afecta
su esfera jurídica y pretende una rectificación de la informa-
ción, por tanto, lo procedente es la tramitación del juicio en to-
das sus etapas, al no existir la certeza de la naturaleza jurídica
del acto combatido.
Además, dentro del Estado no existe otro órgano jurisdiccio-
nal que juzgue los actos de las autoridades en su relación de
supra a subordinación con los particulares y se considera que
es el Tribunal de Justicia Administrativa del Estado el más ad
hoc para resolver dicha controversia, por lo cual, de desechar la
demanda se estaría negando el acceso a la justicia de las perso-

156
TRIBUNAL DE JUSTICIA ADMINISTRATIVA, MICHOACÁN, MÉXICO

nas que acudieron ante este Tribunal impugnando dicha actua-


ción de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado.
Por consiguiente, no es posible considerar que exista un mo-
tivo de improcedencia absolutamente claro y sin lugar a duda,
así como suficiente para desechar de plano la demanda.
Tiene aplicación la jurisprudencia número XVI.1o.A.T. J/16,
del Primer Tribunal Colegiado en Materias Administrativa y
de Trabajo del Décimo Sexto Circuito, consultable en la Novena
Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
tomo XXXII, Julio de 2010, página 1697, cuyo rubro y texto
indica:
ACTO DE AUTORIDAD PARA EFECTOS DEL AMPA-
RO. EL ANÁLISIS DE SI TIENE ESAS CARACTE-
RÍSTICAS ES PROPIO DE LA SENTENCIA. El artículo
145 de la Ley de Amparo establece que el Juez de Distrito debe
desechar una demanda de garantías cuando encuentre un moti-
vo manifiesto e indudable de improcedencia que esté plenamen-
te demostrado, es decir, que se observa en forma patente y clara,
ya sea del escrito de demanda, de los escritos aclaratorios o de
los documentos que se anexan a esas promociones; de tal modo
que aun en el supuesto de admitirse la demanda y substanciar-
se el procedimiento, no sería posible arribar a una convicción
diversa, independientemente de los elementos que puedan apor-
tar las partes. En sentido contrario, de no actualizarse esos re-
quisitos, es decir, que la causa de improcedencia no sea mani-
fiesta e indudable, o si se tiene duda de su operancia, no debe
ser desechada, a fin de allegarse de toda la información propor-
cionada por las partes en el juicio para estar en posibilidad de
estudiar debidamente el tema planteado. Además, el artículo
116 de la citada ley establece, entre otros requisitos, que el que-
joso precise el acto que reclama de cada autoridad, sin que se
encuentre obligado a probar desde su escrito de demanda la
existencia del acto. De ahí que, con independencia de que el es-
tudio de la demanda de garantías y sus anexos reporte que no
se justifica hasta ese momento que el acto reclamado sea atri-
buible a una autoridad para efectos del juicio de amparo, de
ninguna manera puede ser considerada como causa indudable

157
LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA

y manifiesta de improcedencia, ya que ese extremo es susceptible


de demostrarse durante el procedimiento, en el cual existe la
posibilidad de que se aporten elementos de convicción aptos y
suficientes que acrediten lo contrario.
En ese orden de ideas, tenemos que le asiste la razón al recu-
rrente cuando señala que debe respetarse su derecho de tutela
judicial a través de la jurisdicción administrativa.
Por lo anterior, resulta innecesario el estudio de los restan-
tes agravios expresados por el recurrente, ya que en nada va-
riaría el sentido de la resolución y no alcanzaría un mayor be-
neficio del otorgado.
SÉPTIMO. Por todo lo anterior, se considera que los agra-
vios expresados por la parte recurrente, por una parte son
INFUNDADOS, por otra INOPERANTES y una más FUN-
DADOS para revocar el acuerdo del trece de julio de dos mil
diez, tomando en consideración que esta Sala no comparte la
interpretación realizada por la Magistrada Instructora de la
Tercera Ponencia del Tribunal de Justicia Administrativa del
Estado, relativa a la aplicación de la causal de improcedencia
del acto impugnado en relación con el artículo 223 del Código
de Justicia Administrativa del Estado y por considerar que se
no es manifiesta la causal de improcedencia invocada para so-
breseer el juicio administrativo, respecto del acto impugnado
atribuido directamente a la Secretaria de Seguridad Pública
del Estado.
Consecuentemente, se determina remitir los autos a la Ma-
gistrada Instructora de la Tercera Ponencia del Tribunal de
Justicia Administrativa del Estado, para que emitida un nuevo
acuerdo donde tenga a los actores por presentando la demanda
dentro del término de los quince días hábiles, tanto en el acuer-
do como en la certificación respectiva, asimismo omita realizar
consideración alguna sobre si las declaraciones de la Secretaría
de Seguridad Pública del Estado, en entrevista al Noticiero
nocturno del doctor Ignacio Martínez del lunes catorce de junio
de dos mil diez, a través de CBtelevisión de Michoacán, es un
acto administrativo o no.

158
TRIBUNAL DE JUSTICIA ADMINISTRATIVA, MICHOACÁN, MÉXICO

En mérito de lo expuesto y con fundamento en los artículo


159 fracción I, y 301 del Código de Justicia Administrativa de
Michoacán de Ocampo, así como del artículo 8 fracción VI, del
Reglamento Interior de este Tribunal dicta los siguientes:

RESUELVE:

PRIMERO. Esta Sala es competente para conocer y resolver


el presente Recurso.
SEGUNDO. Han resultado INOPERANTES por una parte,
INFUNDADOS en otra y FUNDADOS en una más, los agra-
vios expresados por la parte recurrente.
TERCERO. Se revoca el acuerdo del trece de julio de dos
mil diez, emitido por la Magistrada Instructora de la Tercera
Ponencia de este Órgano Jurisdiccional, en base a las conside-
raciones señaladas en los considerandos del presente fallo.

159
LAS GARANTÍAS DEL IMPUTADO QUE CONFORMAN
EL DEBIDO PROCESO TAMBIÉN SON APLICABLES
EN MATERIA ADMINISTRATIVA

Sinopsis: En la presente sentencia la Sala de lo Constitucional


de la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua resolvió con lugar
un recurso de amparo interpuesto en contra de una resolución
del Consejo Superior de la Contraloría General de la República.
Esta resolución dejó firme una decisión que confirmó la respon-
sabilidad civil del recurrente, ex funcionario de la empresa
ENABAS, en solidaridad con otros ex funcionarios. La citada
Sala de lo Constitucional consideró que “para el caso concreto”,
se había logrado identificar que la auditoría especial realizada a
la empresa ENABAS estuvo “estructurada de forma inquisitiva
de tal manera que lesionaba derechos y garantías constituciona-
les”, por lo cual concedió el recurso de amparo solicitado.
Al analizar el recurso planteado, la Sala estableció que el debido
proceso implica la intervención de un juez independiente e im-
parcial, la concesión a la persona imputada y acusada, tanto en
el proceso penal como administrativo, el tiempo, medios y condi-
ciones precisas para preparar su defensa, la posibilidad de inte-
rrogar y hacer interrogar ante el juez, o ante al funcionario a
cargo del proceso administrativo, a los testigos de cargo, la com-
parecencia y declaración de los de descargo, siendo asistido
eventualmente por intérprete, y un juicio oral, público y contra-
dictorio, en especial en la formación de la prueba. Resaltó que el
debido proceso es una garantía y un derecho fundamental que
permite a todos los justiciables el acceso a la justicia, y que con-
tiene un conjunto de garantías, principios y derechos procesales
tales como el de presunción de inocencia, el derecho a la defensa
y el derecho a no declarar contra sí mismo o declararse culpable
en el proceso, sea jurisdiccional o administrativo, cuyo cumpli-
miento “garantiza la eficacia del derecho a la tutela jurisdiccio-
nal efectiva”. En particular, con respecto al derecho a la presun-

161
GARANTÍAS DEL IMPUTADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA

ción de inocencia, indicó que éste representa una de las


características más significativas del actual modelo del debido
proceso, y que el mismo significa que nadie puede ser considera-
do como culpable antes de que se pronuncie contra él una sen-
tencia condenatoria firme. En relación al derecho a la defensa,
estableció que éste implica que las partes contendientes deben
poder gozar de la oportunidad de alegar y probar procesalmente
sus derechos e intereses, para lo cual debe brindárseles la ga-
rantía del contradictorio, sin importar la naturaleza del proceso,
pues de lo contrario habría indefensión y nulidad de lo actuado.
Por último, en relación con el derecho a no declarar contra sí
mismo, indicó que dicho derecho es una garantía instrumental
del más amplio derecho a la defensa en el proceso que tiene
como titular exclusivo al imputado o a la persona que, a resultas
de la declaración, pudiera autoincriminarse. En este sentido, la
declaración del imputado o acusado no es ni debe ser considera-
da como medio de prueba, sino como un medio de defensa. En
este punto, la Sala estableció que toda autoridad jurisdiccional o
administrativa debe advertirle al imputado y al acusado que tie-
ne el derecho constitucional a guardar silencio, a no declarar y a
que su silencio no generará ninguna consecuencia que le sea
perjudicial, y que si lo desea hacer, no está obligado a declarar
bajo promesa de ley. En este sentido, su declaración no será con-
siderada medio de prueba. Esta garantía es potestativa del im-
putado o acusado por lo cual, si decide declarar, podrá hacerlo de
acuerdo a sus propios intereses y consideraciones estratégicas.
Con base en lo anterior, la Sala estimó que al recurrente no se le
respetaron las garantías del debido proceso al momento de ini-
ciarse las diligencias en sede administrativa. Al respecto, señaló
que la comunicación por la cual se le informó al recurrente de la
auditoría especial que se realizaría a ENABAS, y en la que tam-
bién se le solicitada su comparecencia para rendir declaración
testimonial, “vulneraba su derecho a la defensa, técnica y mate-
rial” en la medida en que no se le advirtió que de la investiga-
ción podían resultar perjuicios o responsabilidades administrati-
vas, civiles y penales en su contra; y que tenía que estar
acompañado de un abogado que le asistiera y ayudara en la pre-
paración y asesoramiento jurídico del caso. La Sala estimó que
el derecho a la defensa exige mecanismos materiales que infor-
men, preparen y utilicen cauces que ayuden al imputado a cono-
cer la trascendencia jurídica del proceso aplicado en su contra, y

162
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, SALA DE LO CONSTITUCIONAL

así llegar a una justicia material, real y efectiva. Asimismo, la


Sala determinó que el procedimiento administrativo ante la
Contraloría General de la República también había lesionado el
derecho del recurrente de no declarar en su contra al no garanti-
zársele el derecho a la defensa antes mencionado, “edificándose
un estado inculpatorio y de autoincriminación sobre los hechos
investigados”. Si el imputado no conoce la investigación que pen-
de sobre él, de forma inconsciente aporta materiales y elementos
probatorios sobre los cuales se sustenta su culpabilidad. La Sala
de lo Constitucional resaltó que “la obligación constitucional de
luchar contra actos de corrupción, […] debe de realizarse bajo el
imperio de la ley y el respeto de los derechos fundamentales de
la persona”, puesto que de lo contrario todo esfuerzo por comba-
tir la corrupción u otros hechos delictivos “se deslegitima, crean-
do fisuras en el Estado de Derecho”.
Al analizar el contenido del derecho al debido proceso la Sala de lo
Constitucional de la Corte Suprema de Justicia se remitió, entre
otros, a la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre y a la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

THE ACCUSED’S GUARANTEES


OF DUE PROCESS ARE ALSO APPLICABLE
TO ADMINISTRATIVE MATTERS

Synopsis: In the instant judgment, the Constitutional Chamber


of the Supreme Court of Justice of Nicaragua admitted an ap-
peal for legal protection filed against a resolution issued by the
Superior Council of the Comptroller General of the Republic.
This resolution upheld a decision confirming the civil liability of
the appellant, a former official of ENABAS, who had joint and
several liability together with other former officials. Said Consti-
tutional Chamber considered that “for this specific case”, it was
possible to determine that the special audit performed in
ENABAS was “curiously structured in such a way that it in-

163
GARANTÍAS DEL IMPUTADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA

fringed on constitutional rights and guarantees”. For that rea-


son, the constitutional recourse (amparo) was granted.
Upon analyzing the remedy filed, the Chamber established that
the due process implied the intervention of an independent and
impartial judge; the guarantee by which the accused, both in a
criminal and administrative proceeding, is entitled to the ade-
quate time and means for the preparation of his defense; the pos-
sibility of examining witnesses before a court or an official in an
administrative proceeding; the right to appear before a court and
make a statement, assisted by an interpreter if necessary and the
right to have an adversarial and public oral proceeding, spe-
cially when gathering evidence. It emphasized that the due pro-
cess is a fundamental guarantee and right according to which ev-
eryone is entitled to have access to justice and that it contains a
set of procedural guarantees, principles and rights such as the
presumption of innocence, the right of the accused to defend him-
self and the right not to be compelled to be a witness against
himself or to plead guilty, both before a court or in an adminis-
trative proceeding, which compliance “ensures the effectiveness of
the right to an effective protection”. As to the right to be presumed
innocent, it indicated that it represents one of the most signifi-
cant characteristics of the current model of the due process and
that such model means that no one shall be guilty unless a final
condemnatory judgment is delivered against him. In relation to
the right to defense, it determined that it implies that the parties
must have the opportunity to allege and prove their rights and
interests, for which they must be entitled to an adversarial pro-
ceeding, no matter the nature of the proceeding. Otherwise, the
parties would be defenseless and the proceeding would be null.
Lastly, in relation to the right not to be compelled to be a witness
against oneself, it indicated that said right is an instrumental
guarantee of the right to defend oneself in a proceeding, the ex-
clusive holder of which is the accused or the person that, as a re-
sult of the statement, could self-incriminate. To this end, the
statement of the accused is not and should not be considered as a
means of proof, but as a means of defense. In this regard, the
Chamber established that all judicial or administrative author-
ity must warn the accused that he has the constitutional right to
remain silent, that he is not obliged to make a statement and
that his silent shall not bear any consequences detrimental to
him and that, if the accused wishes so, he is not obliged by law to

164
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, SALA DE LO CONSTITUCIONAL

make a statement. Therefore, his statement shall not be consid-


ered to be a means of proof. This guarantee is exercised at the ac-
cused’s discretion; therefore, should the accused chooses to make
a statement, he may do so according to his own interests and
strategic considerations.
Based on the foregoing, the Chamber deemed that the appellant
was not given the due process guarantees at the moment the ad-
ministrative proceedings were instituted. In this respect, it
pointed out that the communication by which the appellant was
informed of the special audit to be performed in ENABAS and in
which he was also summoned to render a testimony, “violated the
right to defend himself personally or to be assisted by legal coun-
sel of his own choosing” insofar as he was not warned that the in-
vestigation may result in prejudgments or administrative, civil
or criminal liability; and that he could be assisted by an attorney
in order to prepare his defense for the case. The Chamber deemed
that the right to defend oneself calls for material mechanisms to
inform, prepare and use channels so that the accused may learn
the judicial relevance of the proceedings instituted against him
and in this way, the accused may have access to real and effective
justice. Moreover, the Chamber determined that the administra-
tive proceeding instituted before the General Comptroller of the
Republic has also infringed on the right of the appellant not to be
compelled to be a witness against himself by failing to ensure
him the right to defend before mentioned, “resulting in self-in-
crimination in relation to the facts under investigation”. If the
accused is not informed of the investigation that is being con-
ducted against him, he unconsciously provides evidence on which
his guilt is based. The Constitutional Chamber emphasized that
“the constitutional obligation to combat acts of corruption, […]
must be subject to the rule of law and the respect for the funda-
mental rights of the person” given that, otherwise, every effort to
combat corruption or other crimes “lacks all legitimacy, fractur-
ing the Rule of Law”.
Upon analyzing the content of the right to due process, the Con-
stitutional Chamber of the Supreme Court of Justice referred to,
among others, the American Declaration of the Rights and Duties
of Man and the American Convention on Human Rights.

165
166
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE LO CONSTITUCIONAL

RECURSO DE AMPARO INTERPUESTO POR ENABAS


EXP. NO. 574-2009
SENTENCIA NO. 78
10 DE MARZO DE 2010

Por medio de escrito presentado el día veintidós de mayo del


año dos mil nueve […], por el señor GUSTAVO ADOLFO
NARVÁEZ PICADO, […], en su carácter personal y en cali-
dad de ex funcionario de la Empresa Nicaragüense de Alimen-
tos Básicos (ENABAS), interpuso formal Recurso de Amparo en
el Honorable Tribunal de Apelaciones Circunscripción Mana-
gua, Sala Civil Número Dos, en contra del Consejo Superior de
la Contraloría General de la República, […], por haber emitido
Resolución Administrativa No. RIA-058-09, […], del día dieci-
nueve de marzo del año dos mil nueve, que declaró sin lugar el
Recurso de Revisión interpuesto y en consecuencia se dejó fir-
me la resolución RIA-488-08, […], del día tres de abril del año
dos mil ocho, en la que se confirmó el Pliego de Glosas por Res-
ponsabilidad Civil número veintisiete (27) a cargo del recurren-
te en solidaridad con otros ex funcionarios de ENABAS por la
cantidad de doscientos noventa y un mil doscientos cuarenta
Córdobas (C$ 291, 240.00) al efectuar pagos a la Secretaría del
Programa PL-480, Título III, por faltante de fríjol pinto en cus-
todia de ENABAS. Estima el recurrente que con tal Resolución
167
GARANTÍAS DEL IMPUTADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA

Administrativa del Consejo Superior de la Contraloría General


de la República, se lesionan los artículos 4, 24, 25.2, 27, 34, 99,
130, 160, 182 y 183 Cn y solicita la suspensión del acto recurri-
do. […] Por todo lo anterior, la Sala receptora que el presente
recurso reúne los requisitos formales establecidos en los
artículos 23, 25, 26 y 27 de la Ley de Amparo vigente, por lo
que debe tramitarse. […]

II

Ante este Alto Tribunal se personan: La parte recurrente el


día diecinueve de agosto del año dos mil nueve, […], reafirman-
do cada uno de los puntos estipulados en su Recurso de Ampa-
ro […]. La Procuraduría General de la República a través de su
Procuradora Constitucional y de lo Contencioso Administrati-
vo, Doctora GEORGINA DEL SOCORRO CARBALLO
QUINTANA, se persona el día veinte de agosto del año dos mil
nueve, […] Los funcionarios recurridos se personan el día vein-
tiuno de agosto del año dos mil nueve […], y rinden su informe
de ley correspondiente el día veintiocho de agosto del año dos
mil nueve […]. Por auto […], del día diecinueve de enero del
año dos mil diez, la Sala Constitucional tiene por personados a
la parte recurrente, a los funcionarios recurridos, quienes dele-
gan a la Licenciada ELBA LUCÍA VELÁSQUEZ CERDA para
su representación, y a la representante de la Procuraduría Ge-
neral de la República, en autos referida; en consecuencia, se
tiene por radicado los presentes Recursos de Amparo. Habien-
do rendido el informe los funcionarios recurridos ante esta Su-
perioridad, pase el presente Recurso de Amparo a la Sala para
su estudio y resolución, y estando el caso a resolver,

CONSIDERANDO
I

El Estado Social y Democrático de Derecho (artículo 7 y 130


párrafo 1 Cn) tiene como uno de sus presupuestos fundamenta-
les el reconocimiento, defensa y respeto de los derechos y ga-
168
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, SALA DE LO CONSTITUCIONAL

rantías fundamentales consignados, en su mayoría, en la Cons-


titución política, en la cual se configura y estructuran los
poderes del Estado que ella misma reconoce, por lo que establece
los límites al ejercicio del poder, además de las libertades y de-
rechos fundamentales, junto a sus garantías, como dice la Pro-
fesora de la Universidad de Pinar del Río, Cuba, Liana Simón
Otero. Con esto se le otorga a la Carta Magna el carácter de su-
pralegalidad frente a las demás normas inferiores a ella (inclu-
yendo a las denominadas leyes con carácter constitucional,
como la Ley de Amparo), posición que solo se cumple a través
de mecanismos de tutela constitucional, conocidas como Justi-
cia Constitucional. Según el profesor y Magistrado de la Corte
Suprema de Justicia de República Dominicana, Rafael Luciano
Pichardo, la justicia constitucional tiene, para cumplir sus fi-
nes, un desarrollo procedimental que comprende una serie de
actuaciones y/o ejercicios conceptuales dirigidos a la interpre-
tación de la Constitución y, si resultara procedente, a la apli-
cación de la Norma Suprema sobre cualquier disposición proce-
sal que colida con la misma. La doctrina constitucional
atribuye tres mecanismos de control en la justicia constitucio-
nal y que son, a saber: a) El sistema concentrado, austriaco o
Kelseniano. Tiene su origen en el pensamiento del académico
austriaco Hans Kelsen, que planteaba la creación de un Tribu-
nal o Corte Constitucional que tiene por finalidad proteger y
dar supremacía a la Constitución política y a los derechos fun-
damentales ahí contenidos, Constitución que, como afirma el
profesor español Eduardo García de Enterría, tiene como punto
de partida ser una norma jurídica, y no cualquiera, sino la Pri-
mera en todas, Lex Superior, aquella que sienta los valores su-
premos de un ordenamiento y que desde esa supremacía es ca-
paz de exigir cuentas, de erigirse en el parámetro de validez de
todas las demás normas del sistema. b) El sistema difuso, nor-
teamericano o del judicial “review”. Luis Enrique Chase Plate
expresa que este tipo de control constitucional aparece en los
Estados Unidos de América, coincidentemente, en la Constitu-
ción de 1787, y se traslapa el control o bloque de constituciona-
lidad a las cortes (tribunales de apelaciones o jueces) con trá-

169
GARANTÍAS DEL IMPUTADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA

mites ordinarios produciendo efectos solamente entre las


partes. Parafraseando al profesor colombiano Marco Monroy
Cabra, esta tesis del Control Constitucional de las leyes nace
con la finalidad de la defensa de la supremacía de la Constitu-
ción, que la Constitución es la norma suprema, creación juris-
prudencial norteamericana en la sentencia del Juez Marshall
en 1803 en el caso Marbury versus Madison. En la sentencia de
Marshall se planteó la cuestión de que si una ley votada por el
congreso y contraria a la Constitución podría continuar siendo
aplicada. El juez Marshall proclamó la superioridad jerárquica
de la Constitución; y c) El sistema mixto, comprensivo de los
sistemas concentrado y difuso, abarca la aplicación del sistema
concentrado y difuso. La Ley de Amparo vigente nicaragüense
y sus reformas (Ley No. 49) publicada en La Gaceta, Diario Ofi-
cial No. 241 del 20 de diciembre de 1988, es una norma jurídica
de rango y reconocimiento constitucional que tiene por finali-
dad el mantener y restablecer la supremacía de la Constitución
Política (y no tiene la facultad de contradecirla ni suplantarla),
y así se hace ver en los artículos 45, 182, 183, 184, 187, 188,
189 y 190 Cn. De estas disposiciones se desprenden tres meca-
nismos de control constitucional, ya mencionados, a través del
Recurso de Inconstitucionalidad (artículo 187 Cn), control cons-
titucional concentrado; el Recurso de Amparo (artículo 188 Cn),
control constitucional difuso; y el Recurso de Exhibición Perso-
nal o Habeas Corpus (artículo 189 Cn); siendo una aplicación
mixta. En este sentido, el artículo 3 de la Ley de Amparo, en
concordancia con el artículo 188 Cn, expresa que: “El Recurso
de Amparo procede en contra de toda disposición, acto o resolu-
ción y en general, en contra de toda acción u omisión de cual-
quier funcionario, autoridad o agente de los mismos que viole o
trate de violar los derechos y garantías consagrados en la Cons-
titución Política”, y nunca en contra de la Constitución. La Ley
claramente establece el procedimiento que debe seguirse para
este tipo de recurso y los requisitos que deben cumplirse para
la admisibilidad del mismo […]. Estos mecanismos de control
constitucional que estipula nuestra Carta Magna y la Ley de
Amparo, tienen su fuente de nacimiento en buscar como esta-

170
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, SALA DE LO CONSTITUCIONAL

blecer un cauce legal que consagre y haga respetar los derechos


fundamentales consignados en la Primera Norma, en contra de
funcionarios o autoridades que emitan actos administrativos o
gubernativos lesivos a los mismos.

II

La Contraloría General de la República es un órgano de


creación constitucional que tiene por finalidad, orgánica e insti-
tucional, el control de la Administración Pública y la Fiscaliza-
ción de los Bienes y Recursos del Estado y, en consecuencia, le
corresponde establecer el sistema de control de manera preven-
tiva que asegure el uso debido de los fondos gubernamentales;
el control sucesivo sobre la gestión del Presupuesto General de
la República y el control, examen y evaluación de la gestión ad-
ministrativa y financiera de los entes públicos, los subvencio-
nados por el Estado y las empresas públicas o privadas con
participación de capital público (artículos 154 y 155 Cn). Tam-
bién, la Constitución Política, le faculta a la Contraloría Gene-
ral de la República realizar auditorías e investigaciones para
cumplir con sus funciones […].

III

La Sala Constitucional de este Alto Tribunal, por mandato


normativo (artículo 34 inciso 1 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial, No. 260), puede entrar a conocer y resolver el fondo
del asunto de los Recursos de Amparos, es decir in iudicando.
En este sentido y para el caso concreto, se logra identificar que
en la auditoría especial relacionado con el hallazgo sobre fal-
tante de quintales de frijoles en bodega, propiedad de la Secre-
taría del Programa PL-480, Título III, realizada en contra del
recurrente, en donde se confirma el Pliego de Glosas por res-
ponsabilidad civil número veintisiete (27) en su contra en soli-
daridad con otros ex funcionarios de ENABAS por la cantidad
de doscientos noventa y un mil doscientos cuarenta Córdobas
(C$ 291, 240.00), se encuentra estructurada de forma inquisiti-
171
GARANTÍAS DEL IMPUTADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA

va de tal manera que lesiona derechos y garantías constitucio-


nales. Estos derechos y garantías constitucionales adquieren
compromisos internacionales suscritos por Nicaragua a través
de los tratados e instrumentos internacionales en materia de
Derechos humanos integrados en el artículo 46 y 71 segundo
párrafo Cn., en donde se reconoce la plena vigencia del los ins-
trumentos internacionales y su contenido, a saber: la Declara-
ción Universal de los Derechos Humanos; en la Declaración
Americana de Derechos y Deberes del Hombre; en el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y
en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de la
Organización de las Naciones Unidas, en la Convención Ameri-
cana de Derechos Humanos de la Organización de Estados
Americanos y en la Convención de Naciones Unidas sobre los
Derechos del niño. Estas disposiciones (artículo 46 y 71 segun-
do párrafo, Cn), otorga a estos instrumentos internacionales
rango y reconocimiento constitucional, los integra con carácter
de normas constitucionales, por tanto en el ámbito de la jerar-
quía normativa comparten el carácter de Supremacía que la
Constitución Política tiene frente a las normas ordinarias del
ordenamiento jurídico. La voluntad del Estado de Nicaragua de
haber integrados estos principios y normas de Derecho Inter-
nacional en materia de Derechos humanos en la Constitución
Política, demuestra su voluntad inequívoca de considerar a la
persona como eje o valor fundamental de su Estado Democráti-
co y Social de Derecho y, como consecuencia de lo anterior, tie-
ne la finalidad de promover la tutela efectiva y real de los De-
rechos humanos y los Derechos fundamentales de la persona,
para que el Estado, los Poderes del Estado y todas sus institu-
ciones, sin perjuicio de su nivel y naturaleza, los observen, apli-
quen, cumplan y respeten en el ámbito de sus respectiva activi-
dad, sea esta de administración de justicia, administración
pública, electoral o de la administración de las regiones autóno-
mas de la Costa Atlántica del país. En estos instrumentos in-
ternacionales en materia de Derechos humanos, como afirma el
especialista constitucional Florentín MELÉNDEZ, se recono-
cen un amplio catálogo de derechos de distinta naturaleza (de-

172
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, SALA DE LO CONSTITUCIONAL

rechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales); se


reconocen los derechos fundamentales, las libertades democrá-
ticas y las garantías del debido proceso (derechos de las vícti-
mas e imputados y acusados); y se incorpora en el ámbito del
Derecho internacional de los Derechos humanos importantes
principios jurídicos relacionados con la administración de justi-
cia, entre ellos: los principios de legalidad, independencia judi-
cial, igualdad y no discriminación, igualdad ante la ley y los tri-
bunales de justicia, universalidad de los derechos humanos,
irretroactividad de la ley penal, presunción de inocencia, publi-
cidad procesal, responsabilidad del Estado en materia de Dere-
chos humanos e imprescriptibilidad. Así, se da un vínculo del
Derecho internacional y el Derecho interno en materia de Dere-
chos humanos que deben ser interpretadas por los operadores
de justicia de forma imparcial e independiente, por el carácter
obligatorio que tienen para estos. Es aquí donde aparece la pre-
misa de aplicar una adecuada interpretación de estos instru-
mentos internacionales. Manuel DÍEZ DE VELASCO, mani-
fiesta que la interpretación consiste en la operación de
determinar el verdadero sentido y alcance de los términos em-
pleados en una norma o negocio jurídico; es decir, que la aplica-
ción y alcance de los instrumentos internacionales en materia
de Derechos humanos esta en el día a día de los operadores de
justicia al momento de aplicar la ley, sin dejar de entrever las
instancias del Poder Ejecutivo que tienen que velar por la apli-
cación de los Derechos humanos y demás instrumentos inter-
nacionales en dicha materia. La interpretación y aplicación de
los instrumentos internacionales debe ser amplia, no restricti-
va, siempre a favor de la persona (pro homini, pro libertatis).
En este sentido, como expresa el especialista constitucional
Florentín MELÉNDEZ, puede afirmarse la necesidad de que
los operadores judiciales (y de la administración pública) no
sólo conozcan los diferentes instrumentos internacionales sobre
derechos humanos, ni que les otorguen un valor formal como
simples referencias técnicas para el juzgador, sino fundamen-
talmente, que los interpreten de conjunto con las normas y dis-
posiciones del derecho interno, concretizando en la práctica ju-

173
GARANTÍAS DEL IMPUTADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA

dicial y, en cada caso concreto, las aspiraciones de una sociedad


democrática consignadas en lo que la doctrina identifica como
los valores superiores de la Constitución. Las consecuencias de
esta situación, es que los instrumentos internacionales alcan-
zan rango constitucional, reconocimiento, obligatoriedad de
aplicación y cumplimiento de parte de los Estados. Para las
presentes diligencias y producto de los compromisos suscritos
por Nicaragua en los instrumentos internacionales de materia
de Derechos humanos y Derechos fundamentales, al recurrente
se le han lesionados las garantías propias del Debido Proceso.
Para el procesalista español, Ernesto PEDRAZ PENALVA, el
debido proceso es aquella exigencia constitucional, exclusiva-
mente prevista para el rogado desarrollo funcional de la juris-
dicción (artículo 14 LOPJ) y para su exquisita observancia (ar-
tículos11 DUDH, 10 y 11 DEDH, XXV y XXVI DADDH, 14
PIDCP, 6 CEDH, 8 CADH, 6.1 CDHLFCEI, 19 DPEDLF, 24.2
CE, 34 Cn), entre otras notas, impone la intervención de un
juez independiente e imparcial, concediéndole a la persona im-
putada y acusada (en el proceso penal y administrativo) el
tiempo, medios y condiciones precisas para preparar su defen-
sa, pudiendo interrogar y hacer interrogar ante el juez (o ante
al funcionario que lleva el proceso administrativo) a los testigos
de cargo y la comparecencia y declaración de los de descargo,
siendo asistido eventualmente por intérprete; un juicio oral,
público, contradictorio -en especial en la formación de la prue-
ba-. Esta Sala ha expresado que el debido proceso ha de ser
concebido, como una garantía y un derecho fundamental de to-
dos los justiciables que les permitirá, una vez ejercitado el dere-
cho de acción pueden, efectivamente, acceder a un proceso que
reúna los requisitos que lleven a la autoridad encargada de re-
solverlo a pronunciarse de manera justa, equitativa e imparcial.
Es decir, aquellos elementos que resultan exigibles por los justi-
ciables para que el proceso que se desarrolle, cualquiera que este
sea, pueda permitirle acceder a la cuota de justicia a la que este
debe llevarle. De esta manera, el proceso se constituirá en el
vehículo que proporciona y asegura a los justiciables el acceso a
la justicia, entendida esta como valor fundamental de la vida

174
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, SALA DE LO CONSTITUCIONAL

en sociedad”. Por tanto, el debido proceso, según MAX


BERAUN, “es un derecho fundamental, subjetivo y público que
contiene un conjunto de garantías, principios procésales y dere-
chos procésales, que tienen todas las partes en el proceso (sea ju-
risdiccional o administrativo). El cumplimiento del debido pro-
ceso garantiza la eficacia del derecho a la tutela jurisdiccional
efectiva (Considerando IV de la Sentencia No. 317/2009). En
esta línea de pensamiento, el debido proceso necesita para su
efectividad, el desarrollo de principios y garantías constitucio-
nales, tales como, el de presunción de inocencia, el derecho a la
defensa y el derecho a no declarar contra sí mismo o declararse
culpable, vulnerados al recurrente en el presente caso. El dere-
cho a la presunción de inocencia (artículo 34 inciso 1 Cn.) re-
presenta una de las características más significativas del dere-
cho procesal liberal y del actual modelo del debido proceso, está
proclamado en el en artículo 11.1 de la Declaración Universal
de Derechos Humanos de 1948, que establece que “toda perso-
na acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocen-
cia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y
en juicio público en que se le hayan asegurado todas las garan-
tías necesarias para su defensa”; también en el artículo 14.2
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, según
el cual “toda persona acusada de un delito tiene derecho a que
se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad
conforme a la ley”, y en el artículo 6.2 de la Convención Euro-
pea de Derechos Humanos, que establece que “toda persona
acusada de una infracción se presume inocente hasta que su
culpabilidad haya sido legalmente declarada”. Para el profesor
Manuel JAEN VALLEJOS, el derecho fundamental de presun-
ción de inocencia (artículo 34 inciso 1 Cn), no es sólo un dere-
cho en cuya virtud una persona acusada de una infracción no
puede ser considerada culpable hasta que así se declare en sen-
tencia condenatoria, siendo sólo admisible y lícita esta condena
cuando haya mediado una actividad probatoria que, practicada
con la observancia de las garantías procesales y libremente va-
lorada por los Tribunales, pueda entenderse de cargo, sino que
además es un principio o criterio informador del ordenamiento

175
GARANTÍAS DEL IMPUTADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA

procesal. Ello significa, que nadie puede ser considerado como


culpable antes de que se pronuncie contra él una sentencia con-
denatoria firme. En relación al derecho a la defensa (artículo
34 incisos 4 y 5 Cn), para JAEN VALLEJOS, y con la finalidad
de evitar toda indefensión, proscrita constitucionalmente, las
partes contendientes deben poder gozar de la oportunidad de
alegar y probar procesalmente sus derechos e intereses, es decir,
debe facilitarse el necesario enfrentamiento dialéctico entre
aquéllas. Esta dialéctica solo es posible si además se garantiza
en el proceso, la garantía de lo contradictorio. En este sentido,
el derecho a la defensa, se garantiza en la medida en que se
respete la garantía de la contradicción, garantía derivada de
aquella de la defensa, es decir, derecho a defensa y contradic-
ción están genéticamente vinculadas y son inseparables en
todo proceso, sin perjuicio de su naturaleza, sea jurisdiccional o
administrativo, de lo contrario habría indefensión y nulidad de
lo actuado. En este sentido, si un Tribunal impide a una parte
en el curso del proceso alegar cuanto crea oportuno en su de-
fensa o replicar dialécticamente las posiciones contrarias, vul-
neraría este derecho fundamental, es decir, no es admisible un
pronunciamiento judicial sobre materias respecto de las que no
ha existido la necesaria contradicción. Por esta razón, la juris-
prudencia comparada ha insistido en la necesidad de la contra-
dicción en el proceso, aspecto que esta Sala considera esencial
para evitar la indefensión (Tribunal Constitucional de España
Sentencia 114/2000). Esta jurisprudencia ha declarado que el
derecho fundamental a obtener la tutela judicial efectiva, com-
porta la exigencia de que en ningún momento pueda producirse
indefensión, lo que significa que en todo proceso judicial debe
respetarse el derecho de defensa contradictoria de las partes
contendientes, mediante la oportunidad de alegar y probar pro-
cesalmente sus derechos e intereses. El principio de contradic-
ción, en cualquiera de las instancias procesales, constituye, en
efecto, una exigencia ineludible vinculada al derecho a un pro-
ceso con todas las garantías, para cuya observancia adquiere
singular importancia el deber de los órganos judiciales de posi-
bilitar la actuación de las partes a través de los actos de comu-

176
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, SALA DE LO CONSTITUCIONAL

nicación establecidos en la Ley, correspondiendo a los órganos


judiciales procurar que en el proceso se dé la necesaria contra-
dicción entre las partes, así como que posean idénticas posibili-
dades de alegar o probar y, en definitiva, de ejercer su derecho
de defensa en cada una de las instancias que lo componen. El
derecho a no declarar contra sí mismo (artículo 34 inciso 7 Cn
“A no ser obligado a declarar contra sí mismo .... ni a confesar-
se culpable “) (“nemo tenetur edere contra se” o “nemo tenetur
se ipsum accusare”), tiene como titular exclusivo al imputado o
a aquella persona que, a resultas de la declaración, pudiere au-
toincriminarse. Esta es una garantía instrumental del más am-
plio derecho a la defensa en el proceso, sea jurisdiccional o ad-
ministrativo. Para PEDRAZ PENALVA el derecho a guardar
silencio, o derecho a no confesarse culpable, constituye la garan-
tía instrumental del genérico derecho de defensa al que presta
cobertura en su manifestación pasiva, esto es, la que se ejerce
precisamente con la inactividad del sujeto sobre el que recae o
puede recaer la imputación, quien, en consecuencia, puede optar
por defenderse en el proceso en la forma que estime más conve-
niente para sus intereses, sin que en ningún caso pueda ser for-
zado o inducido, bajo constricción o compulsión alguna a decla-
rar contra sí mismo o a confesarse culpable. El derecho a la no
autoincriminación tiene como soporte inmediato el derecho de
defensa, en la medida en que puede ser utilizado válidamente
por el Tribunal para la desvirtuación de la presunción de ino-
cencia. En este sentido, el imputado y el acusado a diferencia
del testigo, no sólo no tiene obligación de decir la verdad sino
que puede callar total o parcialmente o incluso mentir, en vir-
tud de los derechos a no declarar contra sí mismo y a no confe-
sarse culpable, porque la declaración del mismo no es ni debe
ser considerada como medio de prueba, sino como un medio de
defensa. En tal sentido, toda autoridad jurisdiccional o admi-
nistrativa tiene que advertirle al imputado y al acusado que
tiene el derecho constitucional a guardar silencio, a no declarar
y que su silencio no generará ninguna consecuencia que le sea
perjudicial y que si lo desea hacer en el proceso no está obliga-
do hacerlo bajo promesa de ley y que su declaración no será

177
GARANTÍAS DEL IMPUTADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA

considerada medio de prueba. Esto, sin perjuicio, de que el im-


putado o acusado declare (como un derecho de defensa mate-
rial) y asuma la responsabilidad de sus declaraciones en el
marco de los hechos que se desarrollan en el proceso y valorada
junto con el universo de medios probatorios aportados en el
mismo, esta garantía es potestativa del imputado o acusado,
que podrá hacer o no uso de ella, de acuerdo a sus propios inte-
reses y a sus propias consideraciones estratégicas, conforme lo
ha expresado la Sala de lo Penal en Sentencia No. 112/2008.
Las declaraciones rendidas por el imputado o acusado, en cual-
quier tipo de proceso (jurisdiccional o administrativo) que el ju-
dicial o la autoridad administrativa la reciba bajo amenaza,
coacción, intimidación, chantaje son nulas y, por tanto, no ge-
neran ninguna validez dentro o fuera del proceso, y, aun cuan-
do sea tomada bajo promesa de ley, tampoco tendrán validez o
efecto jurídico alguno. Para el caso que nos ocupa, esta Sala
considera que al recurrente no se le respetaron las garantías
del Debido Proceso antes descritas al momento de iniciar las
diligencias creadas en sede administrativa. Del expediente ad-
ministrativo se desprende carta de la Asesora Legal del Conse-
jo Superior de la Contraloría General de la República en donde
se le informa al recurrente de la realización de examen especial
de auditoría en ENABAS sobre faltante de quintales de Frijo-
les d las bodegas, así como solicitud de comparecencia ante el
ente fiscalizador “a fin de que rinda su declaración testimonial
en las presentes diligencias; para tal efecto deberá presentarse
el día jueves cinco de abril del año en curso (2001), […], en las
instalaciones de la Contraloría General de la República” […].
Esta situación vulnera el derecho a la defensa, técnica y mate-
rial, del recurrente (arto. 34 inciso 4 y 5 Cn) a quien no se le
advierte que al ser investigado tiene derecho a comparecer en
carácter de imputado, es decir, de investigado; y que de la in-
vestigación pueden resultar perjuicios o responsabilidades ad-
ministrativas, civiles y penales en su contra; en la cual tiene
que estar acompañado de un abogado que le asista y ayude en
la preparación y asesoramiento jurídico del caso, otorgándole
una posición positiva y de respeto a la premisa de igualdad ju-

178
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, SALA DE LO CONSTITUCIONAL

rídica (arto. 27 Cn) que éste debe tener frente antes los funcio-
narios que le investigan. Este derecho de defensa (artículo 8
numeral 2 de la Convención Americana de Derechos Humanos,
artículo 14 numeral 3 del Pacto Internacional de Derechos Ci-
viles y Políticos, y artículo 3 incisos a, b y c de la Convención
Europea de Derechos Humanos y Libertades Fundamentales)
exige por tanto, de mecanismos materiales que informen, pre-
paren y utilicen cauces que ayuden al imputado a conocer de la
trascendencia jurídica del proceso aplicado en su contra, y así
llegar a una Justicia material: real y efectiva, creando seguri-
dad jurídica y un “mandato de precisión, determinación, certeza
o taxatividad” en la aplicación del principio de legalidad. Otro
derecho constitucional que en los casos objetos de estudio se lo-
gran lesionar en el procedimiento administrativo de la Contra-
loría General de la República, es el derecho de no declarar en
contra de uno mismo (arto. 34 inciso 7 Cn), que se vicia cuando
al recurrente no se le garantiza el derecho a la defensa antes
mencionado, edificándose un estado inculpatorio y de autoincri-
minación sobre los hechos investigados, en donde se da una al-
teración al conocimiento subjetivo del imputado sobre la inves-
tigación que pende sobre él, aplicando una aportación
inconsciente de materiales propios de la justicia material y que
deberían sustentarse en la presunción de inocencia (artículo 34
inc. 1 Cn) y en elementos probatorios que sustenten la culpabi-
lidad del recurrente. Ya esta Sala ha dicho, que comparte la
obligación constitucional de luchar contra actos de corrupción,
pero una lucha que debe de realizarse bajo el imperio de la ley
y el respeto de los derechos fundamentales de la persona. Todo
esfuerzo por combatir la corrupción u otros hechos delictivos
que no contemple en su proceso de investigación los derechos
del proceso justo, se derrumba, se deslegitima, creando fisuras
en el Estado de Derecho, hecho que esta Sala no puede ni debe
permitir.

POR TANTO

De conformidad con todo lo expuesto, artículos 424, 426 y


436 Pr., artículos 3, 23, 24, 25, 26 y 27 y siguientes de la Ley de
179
GARANTÍAS DEL IMPUTADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA

Amparo vigente y demás disposiciones citadas, los suscritos


Magistrados de la Sala de lo Constitucional Resuelven: I.-HA
LUGAR AL RECURSO DE AMPARO interpuesto por el se-
ñor GUSTAVO ADOLFO NARVÁEZ PICADO, en contra del
Consejo Superior de la Contraloría General de la República
[…]. II.-En consecuencia, queda sin valor legal la resolución
No. RIA-058-09, […], del día diecinueve de marzo del año dos
mil nueve, emitida por los miembros que integran el Consejo
Superior de la Contraloría General de la República […], y, por
tanto, se suspende cualquier proceso (civil, penal o administra-
tivo) que esté en trámite o se pretenda abrir en contra del recu-
rrente. También quedan sin efecto cualquier medida cautelar
penal, civil o administrativa que se haya dictado en contra del
recurrente. […]

180
OBLIGATORIEDAD DE LAS SENTENCIAS
DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS
HUMANOS: EL CASO COMUNIDAD INDÍGENA
SAWHOYAMAXA VS. PARAGUAY

Sinopsis: El 29 de marzo de 2006 la Corte Interamericana de


Derechos Humanos dictó una sentencia en el caso Comunidad
Indígena Sawhoyamaxa vs. Paraguay mediante la cual, entre
otros, declaró la responsabilidad de dicho Estado por la violación
del artículo 21 de la Convención Americana sobre Derechos Hu-
manos, relativo al derecho a la propiedad privada, debido a que
los territorios tradicionales de la comunidad se encontraban en
posesión y uso de particulares, y a que no les habían sido resti-
tuidos a pesar de los recursos interpuestos por aquélla para su
reivindicación.
En la presente sentencia, la Sala Constitucional de la Corte Su-
prema de Justicia de Paraguay resolvió una acción de inconsti-
tucionalidad interpuesta por los representantes de dos empresas
privadas mediante la cual solicitaron que se declarara la invali-
dez de la sentencia dictada por la Corte Interamericana en el
caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa, por considerarla arbi-
traria e inconstitucional.
Al resolver dicha acción, la Sala Constitucional señaló que la cir-
cunstancia de que Paraguay era parte de la Convención Ameri-
cana sobre Derechos Humanos y de que había reconocido la com-
petencia contenciosa de la Corte Interamericana, lo obligaba,
entre otros, a respetar la fuerza vinculante de sus decisiones.
Indicó que de conformidad con la Convención Americana, tales
decisiones son definitivas e inapelables, y deben ser cumplidas
por el Estado de forma íntegra. Por lo anterior, estableció que en
razón de que la Corte Interamericana ya había decidido el caso,
en el cual se contempló “la situación de las firmas afectadas”, co-
rrespondía rechazar in limine la acción de inconstitucionalidad
interpuesta.

181
OBLIGATORIEDAD DE LAS SENTENCIAS DE LA CIDH

THE ENFORCEMENT OF THE JUDGMENTS


OF THE INTER-AMERICAN COURT OF HUMAN
RIGHTS: THE CASE OF THE SAWHOYAMAXA
INDIGENOUS COMMUNITY V. PARAGUAY

Synopsis: On March 29, 2006, the Inter-American Court of Hu-


man Rights delivered a judgment in the case of the Sawhoyamaxa
Indigenous Community v. Paraguay by means of which it de-
clared, among others, the responsibility of said State for the vio-
lation of article 21 of the American Convention on Human
Rights, related to the right to property, given that the traditional
lands of the community were being occupied and used by private
individuals and were not restituted to the community despite the
remedies filed by such community.
In this judgment, the Constitutional Chamber of the Supreme
Court of Justice of Paraguay ruled on an action of unconstitu-
tionality filed by the representatives of two private companies by
means of which they requested the non-enforcement of the judg-
ment delivered by the Inter-American Court in the case of the
Sawhoyamaxa Indigenous Community upon considering it to be
arbitrary and unconstitutional.
On deciding said action, the Constitutional Chamber pointed out
that given Paraguay was part of the American Convention on
Human Rights and had recognized the contentious jurisdiction
of the Inter-American Court, it was obliged to respect its deci-
sions. It indicated that, according to the American Convention,
said decisions were final and not subject to appeal and must be
fully complied with by the State. Therefore, it determined that,
since the Inter-American Court has decided the case in which it
took into account “the situation of the affected companies”, it cor-
responded to dismiss in limine the action of unconstitutionality
filed.

182
SALA CONSTITUCIONAL
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
PARAGUAY

ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
INTERPUESTA POR ROSWELL COMPANY S. A.
Y KANSOL S.A.
A.I. NO. 669
12 DE MAYO DE 2009

VISTA: La Acción de Inconstitucionalidad presentada por…


ROSWELL COMPANY S.A y KANSOL S.A contra la Sentencia
de fecha 29 de marzo de 2006 dictada por la CORTE
INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS en el caso
“COMUNIDAD INDIGENA SAWHOYAMAXA VS PARA-
GUAY”, y ;

CONSIDERANDO:

QUE, en el presente caso se ha impugnado la validez de


una sentencia emanada de la CORTE INTERAMERICANA
DE DE- RECHOS HUMANOS mediante una acción de Incons-
titucionalidad presentada por el Abogado Modesto Monges Pe-
reira en representación de ROSWELL COMPANY S. A y
KANSOL S. A.—————————————————————--.
QUE, en el escrito de promoción de la acción de inconstitucio-
nalidad examinado, se manifiesta que la Sentencia de la CIDH
recurrida es arbitraria e inconstitucional porque transgrede los
Artículos 16; 17; 46; 47; 109; 127; 137; y 141 de la Constitución
de la República del Paraguay.———————————————--

183
OBLIGATORIEDAD DE LAS SENTENCIAS DE LA CIDH

QUE, se advierte que la Sentencia recurrida es una resolu-


ción ajena al Poder Judicial de la República de Paraguay y que
la Acción de Inconstitucionalidad solo procede respecto de reso-
luciones provenientes de órganos judiciales y administrativos
de éste país, de conformidad a la Ley 609 /95 Que Organiza la
Corte Suprema de Justicia, donde se dispone: Artículo 1° La
Corte Suprema de Justicia ejerce jurisdicción en toda la Repú-
blica y tiene su sede en la Capital. Funciona en pleno y por sa-
las de acuerdo con la competencia que le asignan la Constitu-
ción, la ley y su reglamento interno… ….——————————
QUE, el Paraguay es Estado Parte de la Convención Ameri-
cana sobre Derechos Humanos desde el 24 de agosto de 1989 y
de acuerdo con el Art. 62 de la misma reconoció la competencia
contenciosa de la CIDH el 26 de mayo de 1993, circunstancia
que lo obliga a respetar sus estipulaciones en su integridad, in-
cluyendo la jurisdicción de la Corte Interamericana de Dere-
chos Humanos y en consecuencia la fuerza vinculante de sus
Sentencias. . ——————————————————————-
QUE, en virtud del carácter definitivo e inapelable de las
sentencias de la CIDH según lo dispone el Artículo 67 de la
Convención Americana, éstas deben ser cumplidas por el Esta-
do en forma íntegra.————————————————————
QUE, los Estados Partes en la Convención Americana de-
ben garantizar el cumplimiento de las disposiciones conven-
cionales y sus efectos propios en el plano de sus respectivos
derechos internos. En este sentido, la decisión de la instancia
internacional, contempla la situación de las firmas afectadas,
y los agravios que manifiesta se refieren a cuestiones cuyo re-
sarcimiento ha sido contemplado, entendido y resuelto, en for-
ma directa o alternativa en el cuerpo de la decisión internacio-
nal. ——————————————————————————-
QUE, en consecuencia, corresponde el rechazo in límine de
la presente acción sin más trámite.————————————-
POR TANTO, la

184
SALA CONSTITUCIONAL, CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, PARAGUAY

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA CONSTITUCIONAL
RESUELVE:

RECHAZAR “in límine” la presente acción de inconstitucio-


nalidad.—————————————————————————
ANOTAR y notificar. —————————————————-

185
LAS LEYES QUE IMPIDEN LA INVESTIGACIÓN,
PROCESO Y SANCIÓN DE LOS RESPONSABLES
DE VIOLACIONES GRAVES DE LOS DERECHOS
HUMANOS COMETIDAS DURANTE REGÍMENES
DE FACTO SON CONTRARIAS A LOS DERECHOS
HUMANOS DE LAS VÍCTIMAS

Sinopsis: La Suprema Corte de Justicia de Uruguay se pronunció


sobre una excepción de inconstitucionalidad interpuesta por una
Fiscal Letrada Nacional en lo Penal en el marco de una denuncia
presentada por un familiar de una persona privada de la vida du-
rante la dictadura uruguaya. La Fiscal solicitó que se declarara la
inconstitucionalidad de diversos artículos de la Ley No. 15.848 de
22 de diciembre de 1986, conocida como Ley de Caducidad de la
Pretensión Punitiva del Estado que, de acuerdo a su artículo 1o.,
era aplicable a los “delitos cometidos hasta el 1o. de marzo de
1985 por funcionarios militares y policiales, equiparados y asimi-
lados por móviles políticos o en ocasión del cumplimiento de sus
funciones y en ocasión de acciones ordenadas por los mandos que
actuaron durante el período de facto”. Entre otros, la Fiscal seña-
ló que dichas disposiciones eran contrarias a los artículos 1.1, 8.1
y 25.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos por-
que privaban a las víctimas y a sus familiares de las garantías ju-
diciales indispensables para que se castigara a los responsables
de los delitos a los cuales era aplicable dicha Ley.
Al resolver la excepción de inconstitucionalidad interpuesta, en
primer lugar, la Suprema Corte de Justicia estableció que los
tratados internacionales de derechos humanos se integran a la
Constitución Política de Uruguay en virtud de su artículo 72.
Por lo tanto, la solución del problema planteado debía tomar en
cuenta no solamente los derechos reconocidos en la Constitución
sino también aquellos que posteriormente se van “agregando”
por la ratificación de los tratados de derechos humanos, como la
Convención Americana. De esta forma, los derechos de las perso-

187
LEYES QUE SON CONTRARIAS A LOS DD. HH. DE LAS VÍCTIMAS

nas constituyen límites “infranqueables” para el ejercicio de las


competencias asignadas a los poderes instituidos, lo cual debe
ser necesariamente controlado por el juez constitucional.
La Suprema Corte de Justicia se refirió a criterios sostenidos
por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en casos
donde se ha alegado la aplicación de leyes de amnistía a los res-
ponsables de violaciones graves de derechos humanos cometidas
en contextos de dictaduras en Latinoamérica. Señaló que dicha
Corte ya ha declarado la nulidad de tales leyes porque impiden
el castigo de los responsables por la comisión de ese tipo de vio-
laciones. En esos casos, la Corte Interamericana también ha se-
ñalado que los jueces y tribunales nacionales deben velar por la
aplicación de las normas internacionales frente a leyes naciona-
les que son contrarias a su objeto y fin, por lo cual desde el inicio
carecen de efectos jurídicos. Si bien la Suprema Corte de Justi-
cia expresamente hizo una distinción entre “amnistía” y “caduci-
dad”, señaló que existía similitud con la cuestión bajo análisis y
que, por su relevancia, estos criterios no podían soslayarse en el
análisis de inconstitucionalidad solicitado. Por todo lo anterior,
la Suprema Corte declaró la inconstitucionalidad de los artículos
1o., 3o. y 4o. de la Ley 15.848.
Entre otros, la Suprema Corte de Justicia de Uruguay se refirió
a las sentencias dictadas por la Corte Interamericana de Dere-
chos Humanos en los casos Barrios Altos vs. Perú, Almonacid
Arellano y otros vs. Chile, y La Cantuta vs. Perú. La sentencia se
encuentra acompañada de un voto particular.

THE LAWS THAT PREVENT THE INVESTIGATION,


PROSECUTION AND PUNISHMENT
OF THE RESPONSIBLE FOR GRAVE HUMAN
RIGHTS VIOLATIONS COMMITTED DURING
DE FACTO REGIMES ARE CONTRARY
TO THE HUMAN RIGHTS OF THE VICTIMS

Synopsis: The Supreme Court of Justice of Uruguay ruled on the


action of unconstitutionality filed by the National Prosecutor in

188
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, URUGUAY

Criminal Matters within the framework of a complaint filed by a


next-of-kin of a person who was deprived of liberty during the
Uruguayan dictatorship. The Prosecutor requested the Court
the unconstitutionality of several articles of Law 15.848 of De-
cember 22, 1986, known as Ley de Caducidad de la Pretension
Punitiva del Estado (Caducity Law of the State’s Punitive
Power), which provides, according to its section 1, that “crimes
committed prior to March 1, 1985, by military and police person-
nel for political motives, in the performance of their functions or
on orders from commanding officers who served during the de
facto period, has hereby expired." Among other reasons, the Pros-
ecutor pointed out that said provisions were contrary to articles
1.1, 8.1 and 25.1 of the American Convention on Human Rights
given that they deprive the victims and their next-of-kin of the
minimum judicial guarantees needed to punish the responsible
for the crimes to which said Law apply.
Upon ruling on the action of unconstitutionality filed, the Su-
preme Court of Justice determined that, in the first place, inter-
national human rights treaties are part of the Political Constitu-
tion of Uruguay in light of article 72. Therefore, the solution to
the problem in question should take into account not only the
rights enshrined in the Constitution but also those rights that are
“incorporated" due to the ratification of the human rights trea-
ties, like the American Convention. Therefore, a person’s rights
constitute “inviolable” limits to the exercise of the power attrib-
uted to the Powers established, which must be necessarily con-
trolled by a constitutional court or tribunal.
The Supreme Court of Justice referred to criteria sustained by
the Inter-American Court of Human Rights in cases where it was
alleged the application of amnesty laws to the responsible for
grave human rights violations committed in Latin America dur-
ing military dictatorships. It pointed out that said Court has al-
ready declared such laws null given that they do not impose pun-
ishment on those responsible for the commission of such type of
violations. In those cases, the Inter-American Court has also
pointed out that the national courts must ensure the application
of international norms over national laws that are contrary to its
purpose and end, for which they do not produce legal effects from
the very beginning. Even though the Supreme Court of Justice
has made a distinction between “amnesty” and “caducity”, it
pointed out that the issue in question bears similarity and that,

189
LEYES QUE SON CONTRARIAS A LOS DD. HH. DE LAS VÍCTIMAS

given its relevance, these criteria cannot be denied in the analysis


of unconstitutionality requested. Based on the foregoing, the Su-
preme Court declared the unconstitutionality of articles 1, 3 and
4 of Law 15.848.
The Supreme Court of Justice of Uruguay made reference, among
others, to the judgments delivered by the Inter-American Court of
Human Rights in the cases of Barrios Altos v. Peru, Almonacid
Arellano et al v. Chile and La Cantuta v. Peru. Separate Opinion
in Judgment.

190
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA
URUGUAY

EXCEPCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
INTERPUESTA LA FISCAL LETRADA NACIONAL
EN LO PENAL DE 2o. TURNO
SENTENCIA NO. 365
19 DE OCTUBRE DE 2009


VISTOS:
Para sentencia definitiva estos autos caratulados
“SABALSAGARAY CURUTCHET, BLANCA STELA.
DENUNCIA.
EXCEPCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD ARTS. 1,
3 Y 4 DE LA LEY Nº 15.848”, FICHA 97-397/2004.
RESULTANDO:
I) En el caso, Blanca Sabalsagaray Curutchet formuló la de-
nuncia que dio origen al presente presumario para que se in-
vestigaran las circunstancias en que se produjo la muerte de su
hermana el 29 de junio de 1974 en una dependencia militar
durante la pasada dictadura y se identificara a los eventuales
responsables (fs. 6-7 vto.).
II) Por Auto Nº 139/2005, el Sr. Juez Letrado en lo Penal in-
terviniente solicitó que el Poder Ejecutivo se pronunciara acer-
ca de si entendía que el hecho investigado estaba o no com-
prendido en el art. 1º de la Ley Nº 15.848 (fs. 9), a lo cual el
Poder Ejecutivo respondió afirmativamente (fs. 12).
III) Luego de que se diligenciaron varios medios de prueba,
la Sra. Fiscal Letrada Nacional en lo Penal de 2º Turno solicitó,
por vía de excepción, la declaración de inconstitucionalidad de
191
LEYES QUE SON CONTRARIAS A LOS DD. HH. DE LAS VÍCTIMAS

los arts. 1º, 3º y 4º de la Ley Nº 15.848 del 22 de diciembre de


1986, conocida como ley de caducidad de la pretensión punitiva
del Estado, por entender que las referidas disposiciones trans-
greden varios preceptos de la Constitución de la República y de
Tratados internacionales.
La representante del Ministerio Público sostuvo, en síntesis,
que la inconstitucionalidad de las normas impugnadas radica
en:
1) Según los arts. 4º y 82 de la Carta, la soberanía reside en
la Nación y se ejerce, directamente, por el Cuerpo Electoral. De
ahí que, bajo ningún concepto, puede aceptarse que la “lógica
de los hechos” (expresión utilizada en el art. 1º de la ley ataca-
da) se invoque como una fuente de derecho y, mucho menos,
que deba tolerarse una solución dada por el Parlamento frente
a la indebida presión que ejercieron sobre él las Fuerzas
Armadas.
2) No puede considerarse que la caducidad consagrada cons-
tituya una ley de amnistía, puesto que, de ser así, se habría di-
cho expresamente, utilizando la terminología del art. 85 num.
14 de la Constitución. Además, debe tenerse presente que no se
derogó el art. 5º de la Ley Nº 15.737 y que los propios legislado-
res, en la discusión parlamentaria, manifestaron que no se tra-
taba de una amnistía, sino de la caducidad de la potestad de
castigar ciertos delitos.
3) La inconstitucionalidad de los arts. 3º y 4º de la ley de ca-
ducidad se halla en que se le atribuyeron al Poder Ejecutivo
funciones propias del Poder Judicial, en la medida en que la
perseguibilidad de los delitos cometidos por funcionarios mili-
tares o policiales durante el régimen de facto se dejó al entero
arbitrio de aquél. Con esta previsión, se violó lo dispuesto en el
art. 233 de la Carta.
4) Las normas impugnadas consagraron una clara violación
del principio de igualdad reconocido en el art. 8º de nuestra
Constitución, ya que establecieron un privilegio para militares
y policías que no se instituyó para los civiles que colaboraron
con aquéllos en la comisión de los delitos investigados. En vir-
tud de dicho privilegio y como consecuencia de que el Estado

192
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, URUGUAY

renunció a ejercer el “ius puniendi”, un determinado grupo de


personas quedó exento de la jurisdicción penal.
5) Asimismo, al sancionar la Ley Nº 15.848, no se contempla-
ron los arts. 1.1, 8.1 y 25.1 y 2 de la Convención Interamerica-
na de Derechos Humanos. En tal sentido, se afectó ilegítima-
mente la situación de las víctimas y sus familiares, quienes se
vieron privados de las garantías judiciales indispensables para
que se castigara a los responsables de los delitos cometidos. Es
sabido que no se admite invocar el derecho interno para no
cumplir los tratados internacionales.
6) Los arts. 72 y 332 de la Carta también fueron violados. En
efecto, al dictarse la ley de caducidad, no se tuvo en considera-
ción que la amplitud y la naturaleza de los derechos garantiza-
dos en nuestro sistema constitucional, así como la estructura
del Estado uruguayo, proporcionan condiciones para la plena
vigencia de los derechos humanos y para el acceso a la justicia,
derechos que fueron conculcados por la dictadura militar (fs.
199-301).
IV) Se dio traslado al Poder Ejecutivo de la excepción de in-
constitucionalidad, el cual lo evacuó allanándose a la solicitud
de declaración formulada (fs. 328-328 vto.), pretensión a la cual
también se allanó el Poder Legislativo (fs. 331-332).
V) Por su parte, el Sr. Fiscal de Corte y Procurador General
de la Nación, al evacuar la vista otorgada, entendió que la Sra.
Fiscal Letrada Nacional en lo Penal de 2º Turno carece de legi-
timación para promover el presente excepcionamiento por no
tener un interés “personal” en dicho requerimiento, como con-
secuencia de lo cual correspondería desestimar la declaración
de inconstitucionalidad promovida (fs. 336-342).
VI) Por Decreto Nº 353 del 16 de marzo de 2009, la Corpora-
ción tuvo por evacuada la vista conferida y dispuso el pasaje de
los autos a estudio para sentencia, citadas las partes (fs. 344).
VII) A fs. 357-362 se presentó la denunciante, Blanca Sabal-
sagaray, en carácter de tercera coadyuvante con la Sra. Fiscal
Letrada Nacional en lo Penal de 2º Turno, y solicitó la declara-
ción de inconstitucionalidad de los arts. 1º, 3º y 4º de la Ley Nº
15.848.

193
LEYES QUE SON CONTRARIAS A LOS DD. HH. DE LAS VÍCTIMAS

La peticionante adujo, en lo medular, que las normas impug-


nadas violan el principio de separación de poderes (arts. 4º, 82
y 233 de la Constitución) y el principio de igualdad (art. 8º de la
Carta).
VIII) El Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo se allanaron a
esta solicitud (fs. 380 y 383).
IX) A su vez, el Sr. Fiscal de Corte entendió que si bien no
resulta adecuada la calidad de tercera
coadyuvante invocada por la compareciente, ésta es titular
del interés directo, personal y legítimo exigido por nuestra
Constitución para solicitar la declaración de inconstitucionali-
dad de las leyes, por lo cual cabría dar ingreso al excepciona-
miento formulado (fs. 387-388 vto.).
X) Por Providencia Nº 551 del 27 de abril de 2009, la Corte
dio ingreso a la pretensión de declaración de inconstitucionali-
dad contenida en el escrito de fs. 357-362 y, de ella, confirió vis-
ta sobre el fondo al Sr. Fiscal de Corte (fs. 399).
XI) Éste, evacuando la vista otorgada, sostuvo que procede
hacer lugar a la inconstitucionalidad promovida, por vía de ex-
cepción, respecto a los arts. 1º, 3º y 4º de la Ley Nº 15.848 (fs.
407-430 vto.).
XII) Por Auto Nº 678 del 20 de mayo de 2009, se tuvo por
evacuada la vista conferida y se dispuso que los autos volvieran
a estudio de los Sres. Ministros de la Corporación (fs. 433).
CONSIDERANDO:
I) La Suprema Corte de Justicia declarará inconstitucionales
las normas impugnadas.
II) Algunas precisiones liminares.

II.2) La declaración de inconstitucionalidad por vía de excep-
ción en la etapa del presumario.
La Corte ha entendido que la inconstitucionalidad de una
norma no puede discutirse en la etapa del presumario, debido a
que, evidentemente, aún no se ha formulado juicio alguno acer-
ca de la probable participación del indagado en los hechos con
apariencia delictiva denunciados.

194
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, URUGUAY

Así, pues, la Corporación señaló: “En función de ello, y te-


niendo en cuenta “que el enjuiciamiento penal resulta una
eventualidad, “las disposiciones cuya declaración de inaplicabi-
lidad “se peticiona no resultan de ineludible aplicación al “caso
de autos, lo que conlleva a su declaración de “inadmisibilidad,
en tanto el planteamiento se hace “valer para la eventualidad
de que se entienda aplicable “al caso la norma legal impugna-
da” (cf. Sentencias Nos. 842/2006, 1085/2006 y 2856/2007,
entre otras).
A diferencia de lo resuelto por la Corte en dichas ocasiones,
la aplicación de la norma impugnada es absolutamente cierta,
puesto que buena parte de la operativa de la ley ya se cumplió
con el pronunciamiento del Poder Ejecutivo que luce a fs. 12, lo
cual habilita a la Corporación a pronunciarse sobre la fundabi-
lidad de la pretensión de declaración de inconstitucionalidad.
II.3) La no aplicación definitiva e irrevocable de las normas
impugnadas de inconstitucionalidad.
En múltiples ocasiones, la Corte ha sostenido que, en la me-
dida en que la pretensión de inconstitucionalidad tiene por ob-
jeto evitar la aplicación de la ley a un caso concreto, la declara-
ción correspondiente no resulta jurídicamente posible si la ley
impugnada ha sido definitiva e irrevocablemente aplicada
(entre muchas otras, Sentencias Nos. …).
En el presente caso, el Poder Ejecutivo entendió que el hecho
investigado estaba comprendido en el art. 1º de la Ley Nº
15.848 (fs. 12), por lo que, en principio, podría pensarse que las
normas impugnadas fueron totalmente aplicadas, no proce-
diendo, por ende, analizar su apego a la Carta Fundamental.
Sin embargo, la Corporación considera que tal aplicación de-
finitiva no ha ocurrido en la especie, puesto que, por tratarse
de un proceso judicial en trámite, debió existir una decisión ju-
risdiccional firme que clausurara los procedimientos respecto a
las personas beneficiadas por la norma. Es así que, al pronun-
ciamiento del Poder Ejecutivo, debió seguir una resolución del
Juez competente por la cual se clausuraran los procedimientos
respecto de los funcionarios militares y policiales que hubieren
participado en el hecho investigado. No existía otra posibilidad

195
LEYES QUE SON CONTRARIAS A LOS DD. HH. DE LAS VÍCTIMAS

de clausurar el presumario, desde que, al socaire de lo precep-


tuado en el art. 112 del Código del Proceso Penal, la única for-
ma de disponer el archivo de las actuaciones es mediante provi-
dencia judicial.
En este mismo sentido y refiriéndose a la providencia por la
cual el Juez ordena la clausura del proceso una vez que el Po-
der Ejecutivo se pronuncia acerca de que los hechos indagados
se enmarcan en los supuestos de la ley de caducidad, la
Corporación señaló:
“... Se ha expresado “pues en el Acuerdo que la referida pro-
videncia “constituye una decisión cuyo contenido indica la “ve-
rificación de la caducidad de la pretensión punitiva “del Estado
con relación a los hechos puestos de “manifiesto en el subexa-
mine; esto es, la clausura de “las actuaciones por aplicación del
art. 1º de la Ley Nº “15.848”.
“VI) La providencia “regula, atento a lo expresado por el Po-
der Ejecutivo en “cuanto a la inclusión de los hechos denuncia-
dos en el “art. 1 de la Ley Nº 15.848, la clausura de las “actua-
ciones, configurando un pronunciamiento sobre la “aplicabilidad
de la norma referida, esto es, una “decisión cuyo contenido es
afirmación de que se ha “verificado la caducidad de la preten-
sión punitiva del “Estado con relación a dichos hechos”.
“No se trata de una “mera clausura en el sentido previsto por
el art. 24 del “C.P.P. (por falta de un presupuesto de la acción)
o de “la providencia que dispone el archivo de las “actuaciones
por falta de mérito para procesar (art. 112 “ejusdem), puesto
que en dichos casos no necesariamente “se extingue la acción
penal, la que puede ejercitarse “posteriormente si se remueve
el obstáculo legal o “surgen nuevas pruebas que den mérito al
“enjuiciamiento”.
“Lo típico de la “clausura de las actuaciones en aplicación del
art. 1 de “la Ley Nº 15.848, en cambio, es que, al implicar que
ha “operado la caducidad de la pretensión punitiva del “Estado,
resulta extintiva de la acción penal, que no “podrá posterior-
mente ejercerse, por imperio del “legislador, actuando en
función ontológicamente “jurisdiccional”.

196
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, URUGUAY

“Por ende, la providencia que dispuso la clausura es, desde la


óptica “procesal penal, una sentencia interlocutoria con fuerza
“de definitiva en cuanto pone fin a la acción penal o “hace im-
posible su continuación (art. 269 C.P.P.). Y, “actualmente, al no
haber sido objeto de los recursos “previstos en los arts. 250 a
252 C.P.P., se encuentra “firme, por lo que la caducidad de la
pretensión “punitiva relativa a los hechos denunciados tiene
fuerza “de cosa juzgada y no puede ser revisada ni en éste ni
“en otro (eventual) proceso...” (Sentencia Nº 332/2004).
En estos términos y en cuanto no existió decisión judicial fir-
me que cerrara las actuaciones respecto de las personas indica-
das por el Poder Ejecutivo, la ley de caducidad de la pretensión
punitiva del Estado no fue total e irrevocablemente aplicada al
caso de autos.
En efecto, el Sr. Juez de la causa, a continuación del pronun-
ciamiento del Poder Ejecutivo y sin hacer ninguna referencia a
él, de mandato verbal, convocó a testigos y dispuso el libra-
miento de un oficio, omitiendo expedirse sobre la clausura del
trámite (fs. 12 vto.). Asimismo, por Auto Nº 1045/2005, citó
para que prestara declaración a quien era el Jefe de la Unidad
en la cual falleció la Sra. Nibia Sabalsagaray (fs. 58), convoca-
toria que reiteró por Providencia Nº 1227/2005 (fs. 76). Y, si
bien el Magistrado actuante, ante otra petición de prueba for-
mulada por la Sra. Fiscal de la causa, dispuso, por resolución
fundada, el archivo de las actuaciones sin perjuicio (Sentencia
Interlocutoria Nº 1041/2006, fs. 116-120), posteriormente revo-
có su decisión y dispuso continuar con las investigaciones, fren-
te a la impugnación deducida por la representante del
Ministerio Público (Sentencia Interlocutoria Nº 77/2007, fs.
129-130).
II.4) El alcance de la decisión a recaer sobre el fondo del
asunto.
En virtud de que la declaración de inconstitucionalidad debe
estar referida a un caso concreto, surtiendo efecto la sentencia
que acoja la pretensión sólo para el procedimiento en que se
haya pronunciado (arts. 259 de la Constitución y 520 C.G.P.),

197
LEYES QUE SON CONTRARIAS A LOS DD. HH. DE LAS VÍCTIMAS

resulta necesario precisar cuál es el alcance del fallo a recaer


sobre el mérito de la litis (art. 521 inc. 1 CGP).
En este sentido, puede apreciarse que ni la Sra. Fiscal Letra-
da Nacional en lo Penal de 2º Turno ni la denunciante expresa-
ron, concretamente, respecto de qué sujetos pretendían la ina-
plicación de la ley de caducidad de la pretensión punitiva del
Estado. Para comprobar esto, alcanza con leer los respectivos
capítulos de petitorios a fs. 301 y 362.
El Sr. Fiscal de Corte, al evacuar la vista que la Corporación
le confirió para que indicara con quién debería sustanciarse la
excepción de inconstitucionalidad (Auto Nº 3062/2008, fs. 304),
sostuvo que los militares aludidos en la indagatoria penal no
podían ser considerados parte en este proceso, por lo que tam-
poco podían ser destinatarios del traslado del excepcionamiento
deducido (fs. 307).
Conferida vista a la Sra. Fiscal Penal de lo dictaminado por
el Sr. Fiscal de Corte (Auto Nº 3259/2008, fs. 310), lo evacuó
manifestando, textualmente: “...a mi juicio no es “aplicable por
analogía una disposición prevista para un “proceso de partes,
puesto que en este procedimiento no “existen todavía indaga-
dos individualizados con los que “pueda sustanciarse la excep-
ción...” (fs. 318).
No obstante ello, y no siguiendo el criterio adoptado en los
autos “Macchi Torres, Jessi. Homicidio. Inconstitucionalidad de
oficio Ley Nº 15.848, arts. 1º y 3º”, Fa. 36/87 —resuelto por Sen-
tencia Nº 232/1988—, y “Whitelaw Agustoni, Agustín Germán;
Barredo Longo, Fernando José. Denuncia. Inconstitucionali-
dad”, Fa. 7/87 —decidido por Sentencia Nº 224/1988— (expe-
dientes que se tuvieron a la vista y en los cuales sólo se confirió
vista al Sr. Fiscal de Corte), si bien la norma adjetiva que regía
en ese entonces consagraba idéntico tracto procesal que la ac-
tualmente vigente (arts. 11 y 15 de la Ley Nº 13.747 y arts. 516
y 518 C.G.P.), la Corporación entendió, en el sub judice, que co-
rrespondía sustanciar la excepción, al menos, con el Poder
Ejecutivo (como indicó el Sr. Fiscal de Corte a fs. 307 vto.) y con
el Poder Legislativo.

198
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, URUGUAY

No puede dudarse, pues, que el fallo a que se arriba única-


mente surte efectos para el caso sub examine, es decir, el pro-
nunciamiento sólo se aplica al proceso seguido por la desapari-
ción y muerte de la Sra. Nibia Sabalsagaray.
III) La decisión sobre el fondo del asunto.

III.1) Sobre la alegada derogación tácita de la ley impugnada


por la Ley Nº 18.026.
Según el Sr. Fiscal de Corte, los arts. 1º, 3º y 4º de la Ley Nº
15.848 habrían sido parcial y tácitamente derogados por la Ley
Nº 18.026, que sancionó normas relativas a los crímenes y deli-
tos internacionales, como el de desaparición forzada, entre
otros.
La Corte no comparte esta opinión.
El art. 8º de la Ley Nº 18.026, publicada en el Diario Oficial
el 4 de octubre de 2006 (Cooperación con la Corte Penal Inter-
nacional en materia de lucha contra el genocidio, los crímenes
de guerra y de lesa humanidad), dispone:
“(Improcedencia de “amnistías y similares). Los crímenes y
penas “tipificados en los Títulos I a III de la Parte II de la “pre-
sente ley, no podrán declararse extinguidos por “indulto, amnis-
tía, gracia, ni por ningún otro instituto “de clemencia soberana o
similar, que en los hechos “impida el juzgamiento de los sospe-
chosos o el efectivo “cumplimiento de la pena por los condena-
dos”.
A juicio de la Corporación, no podría considerarse derogada
tácitamente la ley de caducidad por la Ley Nº 18.026, puesto
que esta prohibición de otorgar amnistías para los crímenes
descriptos en ella opera hacia el futuro, lo cual queda de mani-
fiesto por el tiempo verbal utilizado: “no podrán”.
Y aún en la hipótesis de que se entienda que la prohibición
de conceder amnistías para casos como el ventilado en autos
rige, incluso, hacia el pasado, la tesis de la derogación tácita no
puede prosperar. Ello, en la medida en que, como claramente
establece el art. 8º citado, la prohibición de amnistiar rige con
relación a los delitos tipificados en los Títulos I a III de la Parte
II de dicha ley. Esos delitos son el genocidio; la instigación al

199
LEYES QUE SON CONTRARIAS A LOS DD. HH. DE LAS VÍCTIMAS

genocidio; los crímenes de lesa humanidad previstos en el art.


7º del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (apro-
bado por la Ley Nº 17.510); el homicidio político; la desapari-
ción forzada de personas; la tortura; la privación grave de liber-
tad; la agresión sexual contra la persona privada de libertad; la
asociación para cometer crímenes de guerra, genocidio o críme-
nes de lesa humanidad; y los crímenes de guerra; y ninguno de
estos ilícitos fue atribuido (“prima facie” y en una calificación
provisional propia de esta etapa procesal) a los indagados.
Merece ser puesto de relieve que esta interpretación que rea-
liza la Corporación se adopta al sólo efecto de resolver el pre-
sente caso, pero que, como no puede ser de otra manera, la opi-
nión que se forme cada Magistrado que esté llamado a aplicar
estas normas acerca de su eficacia temporal permanece, ente-
ramente, en el ámbito de su plena independencia técnica.
III.2) En cuanto a la violación de los arts. 4º y 82 de la Carta
y con relación a que la ley de caducidad no consagró una am-
nistía, los agravios son de recibo.
Las impugnantes pusieron énfasis en que la soberanía radi-
ca en la Nación y se ejerce, directamente, por el Cuerpo Electo-
ral. En virtud de ello, señalaron que no puede aceptarse que la
“lógica de los hechos” se invoque como una fuente de derecho y,
mucho menos, debe tolerarse una solución dada por el Poder
Legislativo frente a la ilegítima presión que ejercieron sobre él
las Fuerzas Armadas.
Se comparte, en general, los argumentos expuestos por los
Sres. Ministros de la Corporación Dres. Jacinta Balbela y Nel-
son García Otero en sus discordias emitidas en las Sentencias
de la Corte Nos. 184, 224, 226 y 232/1988, en las cuales se pro-
nunciaron a favor de la declaración de inconstitucionalidad de
las normas impugnadas.
Así, pues, el art. 1º de la Ley Nº 15.848, cuando reconoce que,
como consecuencia de la lógica de los hechos originados en un
acuerdo político —no institucional—, “ha caducado el ejercicio
de la pretensión punitiva del Estado” respecto de delitos come-
tidos desde el período de facto hasta el 1º de marzo de 1985, se
aparta claramente de nuestro ordenamiento institucional.

200
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, URUGUAY

Ningún acuerdo político ni la lógica de los hechos subsiguien-


tes cuenta con previsión constitucional que autorice a descono-
cer lo que establecen los arts. 4º y 82 de la Constitución como
principio fundamental de nuestra organización democrática.
Ningún acuerdo político ni su consecuencia lógica puede in-
vestir la representación original o delegada de la soberanía y,
por lo tanto, resulta absolutamente inidóneo para emitir norma
jurídica válida, vigente o aceptable.
Como enseña Jiménez de Aréchaga, la Asamblea General, en
concurrencia con el Poder Ejecutivo, sigue siendo el único órga-
no de legislación, sin que la Nación retenga, en absoluto, una
parte de ese poder. De esta forma, cuando el art. 1º de la Ley Nº
15.848 reconoce otra fuente de normativa jurídica, se aparta
ostensiblemente de nuestra organización constitucional.
Si bien es cierto que la Asamblea General puede conceder in-
dultos y acordar amnistías en casos extraordinarios (art. 85
num. 14 de la Constitución), a juicio de la Corte, esta ley no es
ni una cosa ni la otra.
En efecto, de haberse querido otorgar una amnistía, se lo hu-
biera dicho expresamente, utilizando la terminología del art.
85 num. 14 de la Carta. Por otra parte, nadie niega que, me-
diante una ley dictada con una mayoría especial y para casos
extraordinarios, el Estado puede renunciar a penalizar hechos
delictivos. Una decisión semejante extingue el delito cometido,
clausura los procesos penales en el estado en que se encuen-
tren y, de haber condena, extingue la pena.
Sin embargo, la ley es inconstitucional porque, en el caso, el
Poder Legislativo excedió el marco constitucional para acordar
amnistías.
En efecto, como nítidamente señala la Dra. Alicia Castro
—…—, “... En el texto constitucional la “amnistía aparece en el
art. 85 sobre competencia de la “Asamblea General, cuyo num.
14 le atribuye ‘acordar “amnistías en casos extraordinarios, por
mayoría “absoluta de votos del total de componentes de cada
“Cámara’, aunque esa disposición no debe ser tomada “aislada-
mente sino interpretada en el contexto “constitucional en que
se inserta (argumento “sistemático). En efecto, una amnistía

201
LEYES QUE SON CONTRARIAS A LOS DD. HH. DE LAS VÍCTIMAS

debe ajustarse a “exigencias formales y sustanciales, sin incu-


rrir en “vicios de carácter formal o sustancial, esto es, debe
“ajustarse a los límites constitucionales de la “competencia con-
ferida al Poder Legislativo” (Castro, Alicia, “La Ley Nº 15.848
(de caducidad y la Constitución (I). Una sentencia que no pudo
clausurar el debate”, en Revista de Derecho Público, Nº 35,
junio de 2009, p. 137).
En tales coordenadas, median razones de carácter formal
que no deben ser soslayadas, ya que constituyen vicios de pro-
cedimiento que afectan la validez de la ley.
Así, pues, de acuerdo con la normativa constitucional uru-
guaya, cuando un proyecto de ley es rechazado, no puede repro-
ponerse hasta el siguiente período de la Legislatura (art. 142
de la Carta). En esa legislatura, se había rechazado ya la pro-
puesta de amnistía para esos delitos al excluirlos expresamen-
te de la Ley Nº 15.737, que dispuso la amnistía para quienes
estaban presos, condenados o procesados. Hacía menos de tres
meses (28/9/86) que el Senado —que es donde se inicia la consi-
deración del nuevo proyecto de ley— había rechazado un pro-
yecto de ley de amnistía para militares y policías remitido al
Poder Ejecutivo; por lo que no podía volver a proponer otro
proyecto con el mismo contenido.
El texto constitucional requiere la mayoría absoluta de votos
del total de componentes de cada Cámara, y, revisado el
cómputo de votos, el art. 1º, que se reinterpreta como amnistía,
obtuvo esa mayoría en la Cámara de Senadores, pero no la al-
canzó en la Cámara de Representantes, que tiene 99 miembros
y donde fue aprobado por 49 votos (de 78 diputados que se en-
contraban en Sala), siendo que la mayoría absoluta (mitad más
uno) requiere 50 votos.
De modo que la reinterpretación de la Ley Nº 15.848 como
amnistía encontraría serias dificultades, porque si fuera am-
nistía, la ley sería inconstitucional por vicios de forma: no po-
día presentarse otro proyecto con ese contenido en el mismo pe-
ríodo de la legislatura y los votos que reunió no alcanzaron la
mayoría requerida por la Constitución. Por razones formales,
entonces, una ley de amnistía habría sido inconstitucional (…).

202
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, URUGUAY

Desde otra óptica, si se entiende que la ley impugnada, en


lugar de otorgar una amnistía, declara la caducidad de las ac-
ciones penales respectivas, también es inconstitucional. En
efecto, declarar la caducidad de las acciones penales, en cual-
quier supuesto, excede las facultades de los legisladores e inva-
de el ámbito de una función constitucionalmente asignada a los
jueces, por lo que, por los motivos que fueren, el legislador no
podía atribuirse la facultad de resolver que había operado la
caducidad de las acciones penales respecto de ciertos delitos.
Igual crítica merece la idea según la cual la ley no declaró,
sino que dispuso la caducidad aludida. En este sentido, es cier-
to que el Poder Legislativo podría fijar un término de caduci-
dad para el ejercicio de ciertas acciones penales, pero eso no es
lo que hizo.
Considerando la naturaleza y el fundamento del instituto, no
es racional disponer la caducidad de una acción —que no esta-
ba sujeta a término desde antes— sin fijar un plazo razonable
para que el titular la ejercite, bajo apercibimiento de su extin-
ción. Menos aún si no se verifica el supuesto de inactividad,
sino que, por el contrario, se quiere clausurar casos cuya
investigación está en curso.
III.3) De los efectos del referéndum contra la ley de caduci-
dad votado en el año 1989.
Cabe poner de manifiesto que no se puede desconocer que los
artículos de la Ley Nº 15.848 tachados de inconstitucionalidad
fueron ratificados por el Cuerpo Electoral, al rechazarse el re-
curso de referéndum promovido contra dicha ley en el año
1989, extremo a partir del cual se pueden formular varias
consideraciones.
No obstante, la Corporación considera que la ratificación po-
pular que tuvo lugar en el recurso de referéndum promovido
contra la ley en 1989 no proyecta consecuencia relevante algu-
na con relación al análisis de constitucionalidad que se debe
realizar.
En primer término, es opinable que dicha manifestación del
Cuerpo Electoral haya saneado el vicio formal de la falta de
mayoría especial para sancionar una amnistía (analizado en el

203
LEYES QUE SON CONTRARIAS A LOS DD. HH. DE LAS VÍCTIMAS

Considerando anterior de este pronunciamiento), en la medida


en que, naturalmente, el Soberano no fue convocado para pro-
nunciarse sobre la naturaleza jurídica ni sobre las mayorías
con las que fue dictada la ley, debiendo pronunciarse, solamen-
te, por hacer lugar o no al recurso (art. 40 de la Ley Nº 16.017,
publicada en el Diario Oficial el 6 de abril de 1989).
Por otra parte, el ejercicio directo de la soberanía popular
por la vía del referéndum derogatorio de las leyes sancionadas
por el Poder Legislativo sólo tiene el referido alcance eventual-
mente abrogatorio, pero el rechazo de la derogación por parte
de la ciudadanía no extiende su eficacia al punto de otorgar
una cobertura de constitucionalidad a una norma legal viciada
“ab origine” por transgredir normas o principios consagrados o
reconocidos por la Carta.
Como sostiene Luigi Ferrajoli, las normas constitucionales
que establecen los principios y derechos fundamentales garan-
tizan la dimensión material de la “democracia sustancial”, que
alude a aquello que no puede ser decidido o que debe ser decidi-
do por la mayoría, vinculando la legislación, bajo pena de inva-
lidez, al respeto de los derechos fundamentales y a los otros
principios axiológicos establecidos por ella (Democracia y ga-
rantismo, p. 32).
El mencionado autor califica como una falacia metajurídica
la confusión que existe entre el paradigma del Estado de Dere-
cho y el de la democracia política, según la cual una norma es
legítima solamente si es querida por la mayoría.
“De forma distinta “las cuestiones pertenecientes a la que he
llamado “‘esfera de lo decidible’, los derechos fundamentales
“están sustraídos a la esfera de la decisión política y “pertene-
cen a la que he llamado ‘esfera de lo no “decidible’ (qué si y qué
no). Esta es por tanto su “característica específica: tales dere-
chos son “establecidos en las constituciones como límites y
“vínculos a la mayoría justamente porque están siempre — “de
los derechos de libertad a los derechos sociales— “contra las
contingentes mayorías. Es más: ésta es la “forma lógica que
asegura su garantía. Siempre que se “quiere tutelar un derecho
como fundamental se lo “sustrae a la política, es decir, a los po-

204
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, URUGUAY

deres de la “mayoría, ... como derecho inviolable, indisponible,


e “inalienable. Ninguna mayoría, ni siquiera por “unanimidad,
puede decidir su abolición o reducción” (ob. cit., p. 55).
La “esfera de lo no decidible” es una expresión de un conteni-
do significativo similar a la del “coto vedado” de Garzón Valdés,
o a la del “territorio inviolable” de Norberto Bobbio.
Superando el rol que le asignaba el viejo paradigma paleoli-
beral, la jurisdicción se configura como un límite de la demo-
cracia política. En la democracia constitucional o sustancial,
esa esfera de lo no decidible —que implica determinar qué cosa
es lícito decidir o no decidir— no es sino lo que en las Constitu-
ciones democráticas se ha convenido sustraer a la decisión de
la mayoría. Y el límite de la decisión de la mayoría reside,
esencialmente, en dos cosas: la tutela de los derechos funda-
mentales (los primeros, entre todos, son el derecho a la vida y a
la libertad personal, y no hay voluntad de la mayoría, ni inte-
rés general ni bien común o público en aras de los cuales
puedan ser sacrificados) y la sujeción de los poderes públicos a
la ley.
De lo antedicho, Ferrajoli deriva dos consecuencias. La pri-
mera (ligada al nuevo y doble papel de garantía de los derechos
fundamentales de todos y, a la vez, de la legalidad de los pode-
res públicos asignado a la jurisdicción), es, con respecto al pa-
radigma paleopositivista y paleoliberal, un reforzamiento del
fundamento de la división de Poderes y de la independencia de
los magistrados. La segunda consecuencia —ligada al aumento
del peso de la jurisdicción en el sistema de los poderes públi-
cos— es un fortalecimiento del garantismo como fuente de
legitimación y condición de credibilidad del poder de los jueces
(ob. cit., págs. 212 y 213).
Entonces, ninguna mayoría alcanzada en el Parlamento o la
ratificación por el Cuerpo Electoral —ni aún si lograra la una-
nimidad— podría impedir que la Suprema Corte de Justicia de-
clarara inconstitucional una ley que consagre la pena de muer-
te en nuestro país, la cual está prohibida por disposición del
art. 21 de la Carta.

205
LEYES QUE SON CONTRARIAS A LOS DD. HH. DE LAS VÍCTIMAS

De la misma manera, tampoco la mayoría legislativa ratifi-


cada por el Cuerpo Electoral puede desplazar hacia el Poder
Ejecutivo el ejercicio de la función jurisdiccional que le compete
exclusivamente al Poder Judicial, salvo disposición expresa de
la Constitución que le atribuya, excepcionalmente, tal cometido
a otro órgano estatal.
Y, a mayor abundamiento, si bien la separación de poderes
surge, diáfanamente, de las competencias que la Constitución
le asigna a los órganos estatales —como ya se indicó—, dicho
principio es reafirmado por el art. 72 de la Carta, en el bien en-
tendido de que la independencia del Poder Judicial y el ejerci-
cio pleno de la función jurisdiccional por la Suprema Corte de
Justicia, los Tribunales y Juzgados (art. 233 de la Ley Funda-
mental) deriva esencial e insoslayablemente de la forma
republicana de gobierno.
III.4) De los efectos del allanamiento del Poder Ejecutivo y
del Poder Legislativo a la excepción de inconstitucionalidad.

III.5) Con relación a que las normas impugnadas conculcan
la separación de poderes, el agravio es de recibo.
La Corporación entiende que el art. 3º de la Ley Nº 15.848
también es inconstitucional, al atribuirle al Poder Ejecutivo
funciones que son propias del Poder Judicial, el cual, conforme
al art. 233 de la Constitución, será ejercido por la Suprema
Corte de Justicia y por los Tribunales y Juzgados en la forma
que estableciere la ley.
Cuando el art. 233 de la Carta (…) establece que el Poder Ju-
dicial será ejercido por la Suprema Corte de Justicia y demás
órganos, está excluyendo expresamente al Poder Ejecutivo y al
Poder Legislativo de aquellas funciones específicas que la orga-
nización democrático-representativa constitucional del país les
confiere sólo a los Jueces del Poder Judicial.
Sin ignorar que el Poder Judicial desarrolla, también, activi-
dad administrativa, del mismo modo en que los Poderes Legis-
lativo y Ejecutivo cumplen función jurisdiccional, no hay duda
acerca de que ciertos asuntos son propios de la actividad de los
jueces, y que no pueden intervenir en ellos representantes de

206
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, URUGUAY

poderes esencialmente políticos, como el Ejecutivo o el Legisla-


tivo.
Con relación a este principio cardinal de todo Estado de De-
recho, Jiménez de Aréchaga sostiene: “La separación de Pode-
res está “consagrada en cuanto coexisten distintos centros de
“autoridad que reciben sus competencias de la “Constitución, la
cual les marca un ámbito de “incumbencia que les es propio y
que supone el ejercicio “predominante de cada una de las fun-
ciones jurídicas del “Estado por cada uno de ellos, dentro del
cual, en “cuanto se conformen a las normas de grado superior
(las “que les fijan sus competencias, formas de actuar y “fines a
perseguir), sus decisiones no pueden ser “sometidas a contralor
de oportunidad o conveniencia por “parte de órganos integran-
tes de otros centros de “autoridad” (La Constitución Nacional,
Tomo II, p. 50).

Como se dijo en la Sentencia Nº 111/1959 de la Corporación:
“... El alcance y los “límites del dogma de la separación de po-
deres es el de “su propia justificación: la garantía de los dere-
chos “individuales y la especialización funcional”.
“El poder etático “sólo puede actuar por medio de la voluntad
de aquél o “aquéllos que asumen el poder; y éstos —señala
“Montesquieu— (cit. por Aréchaga: El P. Legislativo. T. “1, pág.
3) tienden a abusar de él. Y el único medio “práctico y eficaz
para mantener la ‘puissance’ dentro “de sus legítimas faculta-
des es radicar las distintas “funciones que el ejercicio del poder
público exige en “tantos centros (poderes) independientes como
funciones; “de tal manera que, el centro de poder que hace la
Ley “no sea el mismo que la hace ejecutar y que no sea éste “ni
aquél quien declara su aplicabilidad al caso “concreto y sancio-
ne su transgresión. Además el “principio de la separación de
poderes y competencias “específicas tiene también un funda-
mento técnico: “organizar el poder público de la manera más
conveniente “para el ejercicio de cada función, la cual exige
“técnicos y métodos particulares...”.

207
LEYES QUE SON CONTRARIAS A LOS DD. HH. DE LAS VÍCTIMAS

Y, modernamente, se ha dicho con respecto a este principio


básico para evitar los posibles abusos del poder: “El principio
de frenos y contrapesos provee mayor protección, otorgando a
una rama autoridad en muchos casos para impedir el accionar
descaminado o ilegal de otra” (…).
Pues bien, el art. 3º de la Ley Nº 15.848 condiciona la activi-
dad jurisdiccional a una decisión del Poder Ejecutivo, con efica-
cia absoluta, lo cual colide ostensiblemente con las facultades
de los Jueces de establecer quiénes son o no son responsables
de la comisión de delitos comunes, que, como se dijo, es función
del Juez ordinario y de nadie más.
En la medida en que la potestad jurisdiccional queda limita-
da a una previa decisión del Poder Ejecutivo, se viola flagrante-
mente el art. 233 de la Constitución, que, armónicamente, en
sus arts. 4º y 82, dispone que la actividad propia del servicio ju-
dicial será desempeñada por la Suprema Corte de Justicia, Tri-
bunales y Juzgados que establezca la ley. La potestad soberana
del Estado de aplicar penas se le confió al Poder Judicial, razón
por la cual el Poder Ejecutivo tiene vedado, naturalmente, su-
peditar la actuación del Poder Judicial a una decisión suya sin
expresar motivo alguno que la justifique.
Pues bien, esta función jurisdiccional —de neto rango consti-
tucional— no puede ser otorgada a otra autoridad o Poder del
Estado sin transgredir el principio de separación de poderes.
De esta manera, en la materia penal, sólo el Juez puede, en
el ámbito de su jurisdicción y competencia, subsumir el caso
concreto (hecho investigado) en la ley aplicable. Si bien el re-
presentante del Ministerio Público también realiza una tarea
de calificación, su pronunciamiento, en definitiva, no es vincu-
lante, al menos en este aspecto. En nuestro actual sistema pro-
cesal penal, el tribunal es quien resuelve comenzar y avanzar
en las investigaciones, ya sea de oficio o por la intervención de
un tercero o del Ministerio Público. En tales coordenadas, sólo
el representante de este último puede, en uso de sus atribucio-
nes legales, no reclamar responsabilidades o requerir el sobre-
seimiento, con eficacia vinculante para el Oficio (art. 235 del
Código del Proceso Penal).

208
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, URUGUAY

En el supuesto sometido a juicio de la Corporación, se le


otorgó a otro Poder del Estado una facultad que desplaza la ori-
ginaria del Poder Judicial, a través de la cual se decide, con ca-
rácter vinculante, si el Juez de la causa puede o no continuar
con las investigaciones en un expediente donde se ha compro-
bado la existencia de un hecho con apariencia delictiva. Por
más que la opinión del Poder Ejecutivo sea calificada por la ley
como “informe”, resulta claro que tiene naturaleza jurídica de
decisión y viene a sustituir la original competencia constitucio-
nal del Poder Judicial de confrontar el hecho indagado con su
tipificación penal (adecuación típica), de tal suerte que el poste-
rior pronunciamiento judicial de clausura no es sino una mera
homologación que se transforma en una pura fórmula de cierre
(…).
El mismo apartamiento a la Carta Fundamental se aprecia
en los arts. 3º y 4º de la ley impugnada, en la medida en que las
facultades de investigación que el último le confía al Poder Eje-
cutivo lo son a los meros efectos informativos, cuando esta la-
bor está expresamente atribuida al Juez de la causa.
III.6) Con respecto a que las normas impugnadas transgre-
den el derecho de las víctimas y de sus familiares de acceder al
sistema judicial para que se identifique y castigue a los presun-
tos culpables de los hechos acaecidos durante la dictadura mili-
tar, el agravio es de recibo.
Es verdad que nuestro sistema de garantías constitucionales
reconoce el derecho de los habitantes del país a acceder a un
proceso que les asegure la salvaguardia de sus derechos (entre
otros, arts. 12, 72 42 y 332 de la Carta), derecho que también
tuvo reconocimiento en tratados internacionales suscriptos por
la República.
En este sentido, puede decirse que las normas atacadas ex-
cluyeron del aparato sancionatorio del Estado a sujetos que,
para ello, no necesitaron ser juzgados por el Poder de gobierno
que tiene a su cargo la función soberana de aplicar las penas.
En definitiva, las normas atacadas excluyeron de la órbita
del Poder Judicial el juzgamiento de conductas con apariencia
delictiva, lo cual transgredió el principio de separación de pode-

209
LEYES QUE SON CONTRARIAS A LOS DD. HH. DE LAS VÍCTIMAS

res y afectó muy seriamente las garantías que el ordenamiento


constitucional puso en manos de aquél.
III.7) En cuanto a que las disposiciones impugnadas violan
el principio de igualdad, el agravio no es de recibo.

III.8) En relación con que las normas impugnadas conculcan
lo dispuesto en tratados internacionales, el agravio resulta de
recibo.
La Corporación comparte la línea de pensamiento según la
cual las convenciones internacionales de derechos humanos se
integran a la Carta por la vía del art. 72, por tratarse de dere-
chos inherentes a la dignidad humana que la comunidad inter-
nacional reconoce en tales pactos.
En este sentido, Real enseña que, en nuestro Derecho, es cla-
rísima la recepción constitucional del jusnaturalismo persona-
lista, recepción que emana de conjugar los arts. 72 y 82 de la
Carta. Este acogimiento expreso de la esencia humanista del
jusnaturalismo liberal convierte a sus elevadas finalidades en
principios generales del Derecho positivo, de trascendencia
práctica, de los que no puede prescindir la sistematización téc-
nico-jurídica (Real, Alberto Ramón, …).
El citado autor sostiene: “En el Uruguay, los principios gene-
rales de derecho ‘inherentes a la personalidad humana’, tienen
expreso y genérico reconocimiento constitucional y por tanto
participan de la suprema jerarquía normativa de la Constitu-
ción rígida: quedan, pues, al margen del arbitrio legislativo y
judicial y se benefician con el control de inaplicabilidad de las
leyes inconstitucionales, en caso de desconocimiento legislativo
ordinario” (…).
En la misma dirección, Risso Ferrand, citando a Nogueira,
observa que “en “América Latina hay una poderosa corriente
cada vez más “generalizada que reconoce un bloque de dere-
chos “integrado por los derechos asegurados explícitamente en
“el texto constitucional, los derechos contenidos en los “instru-
mentos internacionales de derechos humanos y los “derechos
implícitos, donde el operador jurídico debe “interpretar los de-

210
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, URUGUAY

rechos buscando preferir aquella “fuente que mejor protege y


garantiza los derechos de la “persona humana” (…).
Analizada la cuestión en su contexto, se aprecia que no pue-
de ahora invocarse la teoría clásica de la soberanía para defen-
der la potestad estatal de limitar la protección jurídica de los
derechos humanos. Los derechos humanos han desplazado el
enfoque del tema y ya no se puede partir de una potestad sobe-
rana ilimitada para el Estado en su rol de constituyente. Por el
contrario, la regulación actual de los derechos humanos no se
basa en la posición soberana de los Estados, sino en la persona
en tanto titular, por su condición de tal, de los derechos esen-
ciales que no pueden ser desconocidos con base en el ejercicio
del poder constituyente, ni originario ni derivado.
Como señala Nogueira, en la medida en que los derechos hu-
manos son inherentes a la dignidad humana, ellos limitan la
soberanía o potestad estatal, no pudiendo invocarse esta últi-
ma para justificar su vulneración o para impedir su protección
internacional, no pudiendo invocarse el principio de no inter-
vención cuando se ponen en ejercicio las instituciones, los me-
canismos y las garantías establecidas por la comunidad inter-
nacional para asegurar la protección y garantizar el ejercicio
efectivo de los derechos de toda persona y de todas las personas
que forman parte de la humanidad (…).
En este sentido, el art. 27 de la Convención de Viena sobre
Derecho de los Tratados preceptúa que un Estado parte no po-
drá invocar las disposiciones de su Derecho interno como justi-
ficación del incumplimiento de un tratado.
Por estas consideraciones y como certeramente lo señala la
Dra. Alicia Castro, “... al momento de dictarse la ley —y, más
“tarde, la sentencia— debían tenerse en cuenta los “derechos
expresamente mencionados por el texto “constitucional más los
que progresivamente se fueron “agregando por la ratificación
de diversos tratados “internacionales de derechos humanos, ta-
les como el “Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
“aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas el
“16/12/66 y ratificado por Uruguay ….; la Convención America-
na de Derechos Humanos “aprobada en el ámbito americano el

211
LEYES QUE SON CONTRARIAS A LOS DD. HH. DE LAS VÍCTIMAS

22/11/69, ratificada … y la Convención contra la “Tortura y


otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o “Degradantes apro-
bada por la Asamblea General de “Naciones Unidas el 10/12/84
y ratificada … De ese modo, el ordenamiento “jurídico-constitu-
cional uruguayo ha incorporado “derechos de las personas que
constituyen límites “infranqueables para el ejercicio de las
competencias “asignadas a los poderes instituidos, lo que
“necesariamente debe controlar el juez constitucional” (Castro,
Alicia, …).
Asimismo, agrega que no se puede dejar de tener en cuenta
que el problema trasciende el ámbito interno, puesto que la ley
impugnada ha sido observada reiteradamente por el Comité de
Derechos Humanos de Naciones Unidas y por la Comisión Inte-
ramericana de Derechos Humanos en sus informes anuales so-
bre Uruguay, además de que ha sido cuestionada por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en la opinión consultiva
solicitada por Uruguay en 1993 (…).
En particular, la Comisión Interamericana, en su informe Nº
29/92 del 2 de octubre de 1992, recordó haber observado al go-
bierno uruguayo por “violaciones gravísimas” de los derechos a
la vida, a la libertad y a la seguridad personal, recomendando
investigar y procesar a los responsables, y pone de relieve que,
en ese contexto, la Ley Nº 15.848 tuvo el efecto contrario, esto
es, sirvió para clausurar todos los juicios criminales por viola-
ciones de los derechos humanos, cerrando toda posibilidad jurí-
dica de una investigación judicial destinada a comprobar los
delitos denunciados e identificar a sus autores, cómplices o en-
cubridores. En tal marco, como se sostuvo en el Considerando
III.6) de este pronunciamiento, la ley en examen afectó los de-
rechos de numerosas personas (concretamente, las víctimas, fa-
miliares o damnificados por las violaciones de derechos huma-
nos mencionadas) que han visto frustrado su derecho a un
recurso, a una investigación judicial imparcial y exhaustiva
que esclarezca los hechos, determine sus responsables e impon-
ga las sanciones penales correspondientes; a tal punto que las
consecuencias jurídicas de la ley respecto del derecho a

212
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, URUGUAY

garantías judiciales son incompatibles con la Convención


Interamericana de Derechos Humanos (…).
En el ámbito jurisdiccional, cabe recordar algunos fallos de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos que declaran
nulas leyes de amnistía dictadas para impedir el castigo de los
responsables de violaciones graves de derechos humanos y que
establecen el deber de los jueces y tribunales nacionales de ve-
lar por la aplicación de las normas internacionales frente a “le-
yes contrarias a su objeto y fin y que desde un inicio carecen de
efectos jurídicos” (sentencia dictada el 14 de marzo de 2001 en
el Caso Barrios Altos, interpretada por sentencia de 3 de se-
tiembre de 2001; sentencia dictada el 26 de setiembre de 2006
en el Caso Almonacid Arellano y otros; y sentencia del 29 de di-
ciembre de 2006 en el Caso La Cantuta).
En Argentina, la Corte Suprema de la Nación ha dictado
sentencias relevantes, como la que el 14 de junio de 2005 resol-
vió el Caso Simón (Caso Poblete), que constituye un auténtico
“leading case”; y, más recientemente, la que el 4 de mayo de
2007 resolvió el Caso Mezzeo (Caso Riveros). Allí, sostuvo que
las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida (Leyes Nos.
23.492 y 23.521) son inválidas e inconstitucionales. A su vez, se
pronunció sobre la validez de la Ley Nº 25.779, aprobada por el
Congreso de la Nación en 2003, por la cual se había declarado
la nulidad de estas leyes.
La Corte Suprema expresó que dichas leyes de amnistía —
similares a la nuestra— no tienen en cuenta la jerarquía cons-
titucional de los derechos humanos, conforme al art. 75 num.
22 de la Constitución argentina a partir de la reforma constitu-
cional de 1994, y el carácter de “jus cogens” que ostentan las
normas internacionales, ya sean creadas por pactos o conven-
ciones, ya sean de carácter consuetudinario.
A modo de síntesis, la ilegitimidad de una ley de amnistía
dictada en beneficio de funcionarios militares y policiales que
cometieron delitos de esta naturaleza, gozando de impunidad
durante regímenes de facto, ha sido declarada por órganos ju-
risdiccionales, tanto de la comunidad internacional como de los
Estados que pasaron por procesos similares al vivido por el

213
LEYES QUE SON CONTRARIAS A LOS DD. HH. DE LAS VÍCTIMAS

Uruguay en la misma época. Tales pronunciamientos, por la si-


militud con la cuestión analizada y por la relevancia que han
tenido, no podrían soslayarse en el examen de constitucionali-
dad de la Ley Nº 15.848 y han sido tenidos en cuenta por la
Corporación para dictar el presente fallo.
Por los fundamentos expuestos y las normas citadas, la Su-
prema Corte de Justicia
FALLA:
DECLÁRANSE INCONSTITUCIONALES E INAPLICA-
BLES EN EL CASO CONCRETO LOS ARTS. 1º, 3º Y 4º
DE LA LEY Nº 15.848, SIN ESPECIAL CONDENACIÓN
PROCESAL.
COMUNÍQUESE A LA ASAMBLEA GENERAL.
Y DEVUÉLVASE.

214
LA DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS
ES IMPRESCRIPTIBLE

Sinopsis: La Cámara Nacional de Casación Penal de Argentina


resolvió un recurso de casación interpuesto por una persona con-
denada penalmente por la apropiación de un menor, la altera-
ción de su identidad, y falsificaciones ideológicas de los docu-
mentos relativos a ésta, durante la última dictadura argentina.
La Cámara Nacional de Casación Penal de Argentina se refirió a
la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Hu-
manos al resolver diversos temas. En primer lugar, la querellan-
te en el proceso penal se opuso a la admisibilidad del recurso de
casación por considerar que éste no estaba acompañado de la ci-
tación concreta de las disposiciones legales que se consideraban
violadas o erróneamente aplicadas, y de la expresión de la apli-
cación pretendida. Al respecto, la Cámara de Casación Penal se
refirió, entre otros, a la jurisprudencia de la Corte Interamerica-
na de Derechos Humanos sobre la garantía de la doble instancia
reconocida por el artículo 8.2 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos. La Cámara de Casación Penal hizo alusión
al amplio alcance de la capacidad revisora en materia de casa-
ción y a la imposibilidad de negar el trámite del recurso con base
en formulaciones teóricas o requisitos formales, aún cuando el
recurso estuviera basado en enunciados o razonamientos relati-
vos a cuestiones de índole fáctica. Señaló que bastaba con la pre-
sentación plausible de todo agravio que razonablemente pudiera
constituir un error de la decisión que, de ser cierto, debiera con-
ducir a la eliminación total o parcial de la resolución, y que no
debía exigirse al recurrente ningún tipo de carga adicional a la
de presentar sus agravios en tiempo, forma y modo comprensi-
ble.
Uno de los agravios presentados por el recurrente fue el relativo
a la supuesta valoración incorrecta que el tribunal a quo había
realizado de una pericia genética incorporada al proceso. El re-

215
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

currente señaló que conforme al sistema de libre valoración de


las pruebas los resultados genéticos debían considerarse como
meros indicios que debían ser apreciados por el juzgador conjun-
tamente con el resto de la evidencia. Al respecto, la Cámara Na-
cional de Casación Penal se refirió al sistema de la sana crítica
racional incorporada al Código Procesal Penal argentino confor-
me al cual las conclusiones de la sentencia deben ser consecuen-
cia de una valoración racional de las pruebas, respetándose las
leyes de la lógica, de la psicología y de la experiencia común. So-
bre este tema, refirió que este sistema también es la pauta que
prevalece en tribunales internacionales, como la Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos, en el sentido de que tienen la
potestad de apreciar y valorar las pruebas según las reglas de la
sana crítica, evitando adoptar una rígida determinación del
quantum de la prueba necesaria para sustentar un fallo. La Cá-
mara de Casación Penal desechó este agravio con base en que la
garantía de defensa en juicio que se desprende, entre otros, del
artículo 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
no había sido afectada porque el tribunal a quo había valorado
de forma correcta y conjunta la pericial genética, y en que las
conclusiones de la sentencia eran resultado de un análisis racio-
nal de dicha prueba.
El principal agravio esgrimido consistía en la supuesta prescrip-
ción penal de los delitos imputados. El tribunal a quo consideró
que la apropiación de un menor, la alteración de su identidad, y
falsificaciones ideológicas de los documentos relativos a ésta, su-
cedidas durante la dictadura argentina, constituían desapari-
ción forzada de personas y un crimen de lesa humanidad, por lo
cual resultaban imprescriptibles. Entre otros, el recurrente se-
ñaló que no se configuraba un crimen de lesa humanidad puesto
que los hechos no habían tenido lugar en el marco de un ataque
sistemático a una población civil, y que no era aplicable la Con-
vención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Perso-
nas dado que ésta había sido ratificada por el Estado argentino
posteriormente a que el hecho había cesado de ejecutarse. Asi-
mismo, negó que existiera en la legislación interna norma algu-
na que previera los llamados crímenes de lesa humanidad y que
regulara su imprescriptibilidad, que no surgía del derecho de
gentes norma imperativa que debiera aplicarse, y que con base
en el principio de legalidad no podía dictarse una sentencia pe-
nal de condena fundándose en el derecho penal internacional. Al

216
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

respecto, la Cámara de Casación Penal señaló que la Corte Su-


prema de Justicia de la Nación de Argentina ya había resuelto
que para la década de los setenta, época en que sucedieron los
hechos imputados, el orden jurídico argentino ya preveía normas
internacionales que consideraban a la desaparición forzada de
personas como crimen contra la humanidad. Estas normas, ade-
más de estar incorporadas en diversos instrumentos internacio-
nales de los cuales Argentina era parte, también ostentaban
para la época de los hechos el carácter de derecho universalmen-
te válido o ius cogens.
La Cámara de Casación Penal consideró que los hechos por los
cuales se acusó al recurrente constituían desaparición forzada
de personas ya que la retención y ocultación del menor de edad,
previamente sustraído de su madre biológica detenida durante
la dictadura militar argentina, se llevó a cabo y pudo mantener-
se con la supresión y posterior sustitución de su estado civil a
través de distintas falsedades ideológicas de documentos públi-
cos, como su certificado de nacimiento y documento de identifi-
cación, todo lo cual obstaculizó la búsqueda del menor de edad
por parte de sus familiares. Por lo tanto, estimó que la acción tí-
pica de desaparición forzada había cesado cuando se descubrió
la verdadera identidad del entonces menor de edad, esto es, a
partir de los resultados que arrojó la prueba pericial genética,
tomando en cuenta la persistencia previa de la negativa de in-
formación acerca de la suerte o paradero del menor. En este
punto, la Cámara de Casación Penal también hizo referencia a
jurisprudencia de la Corte Interamericana conforme a la cual la
desaparición forzada de personas consiste, entre otros, en una
afectación de diferentes bienes jurídicos que continúa por la pro-
pia voluntad de sus perpetradores, quienes al no dar informa-
ción sobre el paradero de la víctima mantienen la violación a
cada momento. Por ello, la desaparición forzada de personas es
un delito de ejecución permanente.
Asimismo, con base en jurisprudencia de la Corte Interamerica-
na, señaló que los crímenes contra la humanidad incluyen la co-
misión de actos inhumanos en un contexto de ataque generaliza-
do o sistemático contra una población civil, que tales actos van
más allá de lo tolerable por la comunidad internacional y que
ofenden a toda la humanidad. En tanto que la desaparición for-
zada del entonces menor de edad no había sido un hecho aislado
sino que había respondido a una “decisión general en el marco

217
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

de una empresa criminal llevada a cabo por un aparato de poder


del Estado violador de elementales derechos humanos”, la Cá-
mara de Casación Penal consideró que el mismo constituía un
crimen de lesa humanidad el cual, conforme a los principios del
ius cogens del derecho internacional, integrante del derecho in-
terno argentino, era imprescriptible. Con base en lo anterior, en-
tre otros, dicha Cámara rechazó el recurso de casación inter-
puesto.
En la presente sentencia la Cámara Nacional de Casación Penal
de Argentina aplicó la jurisprudencia de la Corte Interamerica-
na de Derechos Humanos emanada de las sentencias dictadas en
los casos Herrera Ulloa vs. Costa Rica, Bulacio vs. Argentina,
Myrna Mack Chang vs. Guatemala, Maritza Urrutia vs. Guate-
mala, Almonacid Arellano y otros vs. Chile, Heliodoro Portugal
vs. Panamá, y Ticona Estrada y otros vs. Bolivia.

THE CRIME OF FORCED DISAPPEARANCE


OF PERSONS IS NON EXTINGUISHABLE

Synopsis: The National Chamber for Cassation in Criminal


Matters of Argentina solved a motion to vacate filed by a person
who was convicted of abduction of a minor, change of identity
and forgery of personal documentation, during the last Argentine
dictatorship.
The National Chamber for Cassation in Criminal Matters of Ar-
gentina referred to the case-law of the Inter-American Court of
Human Rights when solving different issues. In the first place,
the complainant in the criminal proceeding objected to the ad-
missibility of the motion to vacate upon considering that such
motion did not specifically mention the legal provisions that were
considered violated or erroneously applied and did not indicate
the intended petition. In this respect, the Chamber for Cassation
in Criminal Matters referred to, among others, the case-law of
the Inter-American Court of Human Rights regarding the guar-
antee of the right to appeal enshrined in article 8.2 of the Ameri-
can Convention on Human Rights. The Chamber for Cassation

218
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

in Criminal Matters referred to the broad scope of the reviewing


capacity in matters related to cassation and the impossibility of
rejecting the processing of the motion based on theoretical opin-
ions or formal requisites, even if the motion was based on state-
ments or reasoning related to factual issues. It pointed out that it
was enough with the valid presentation of any grievance that
could reasonably constitute an error of the decision that, should
it be true, might lead to the total or partial revocation of the or-
der and that the appellant should only be requested to present
the grievances in time fashion.
One of the grievances submitted by the appellant is related to the
alleged incorrect assessment the lower court made of a genetic ex-
pert assessment incorporated into the proceeding. The appellant
pointed out that, according to the principle of free appraisement
of the evidence, the genetic results should be considered as mere
signs to be assessed by the judge together with the rest of the evi-
dence. In this respect, the National Chamber for Cassation in
Criminal Matters referred to the reasonable rules of competent
analysis incorporated into the Code of Criminal Procedure of Ar-
gentina according to which the conclusions of the judgment must
be the consequence of a reasonable assessment of the evidence, re-
specting the rules of logic, psychology and common experience. In
this regard, it indicated that this system is also the pattern fol-
lowed by international tribunals, like the Inter-American Court
of Human rights, in the sense that they have the authority to as-
sess and appraise the evidence according to the rules of sound
judgment, and avoid the adoption of a strict determination of the
quantum of the evidence necessary to sustain a ruling. The
Chamber of Cassation in Criminal Matters disregarded this
grievance based on that the right to a legal defense that derived,
among others, from article 8 of the American Convention on Hu-
man Rights has not been violated since the lower court had spe-
cifically assessed the genetic expert assessment and that the con-
clusions of the judgment were the result of a rational analysis of
said evidence.
The main grievance consisted in the alleged extinguishment of
the crimes charged. The lower court considered that the abduc-
tion of a minor, the change of identity and the forgery of personal
documentation, which occurred during the Argentina dictator-
ship, constituted forced disappearance of persons and a crime
against humanity, for which such crimes were not subject to stat-

219
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

ute of limitations. Among other aspects, the appellant pointed out


that it was not a crime against humanity given that the facts did
not take place within the framework of a systematic attack
against the civilian population and that the Inter-American Con-
vention on Forced Disappearance of Persons was not applicable
since it was ratified by the Argentine State after the occurrence of
the fact. Moreover, the appellant denied the existence of a rule
within the domestic legislation which provide the so-called
crimes against humanity and the regulation of the non-applica-
bility of the statute of limitations, and he also indicated that the
law of nations did not provide for the application of a peremptory
norm. In addition, he indicated that, based on the principle of
nullum crimen nulla poena sine lege praevia, the international
criminal law cannot be the basis for the delivery of a condemna-
tory judgment. In this respect, the Chamber for Cassation in
Criminal Matters pointed out that the Supreme Court of Justice
of Argentina had solved that, in the 1970s, when the facts of the
case took place, the Argentine legal system already provided for
international norms that classified the forced disappearance as a
crime against humanity. These norms, apart from being incorpo-
rated into several international treaties to which Argentina was
a party, had attained the status, by the time of the events, of jus
cogens.
The Chamber for Cassation in Criminal Matters considered that
the facts of which the appellant was accused constituted forced
disappearance of persons since the retention and concealment of
a minor, who had been previously taken away from her biological
mother detained during the Argentine military dictatorship, took
place due to the assumption and subsequent replacement of its
false legal status by means of the forgery of public documents,
like the minor’s birth certificate and identity document, all of
which hindered the search of the minor conducted by their
next-of-kin. Therefore, it deemed that the commission of the crime
of forced disappearance continued until the true identity of the
minor was discovered, that is, as from the results produced by
the genetic expert assessment, taking into account the prior exis-
tence of the refusal to provide information on the fate or where-
abouts of the minor. In this regard, the Chamber for Cassation in
Criminal Matters also referred to the case-law of the Inter-Ameri-
can Court according to which the forced disappearance of per-
sons affects, among other aspects, different juridical rights and it

220
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

continues owing to the deliberate intention of the alleged perpe-


trators, who, by refusing to provide information on the victim’s
whereabouts maintain the offense throughout time. Therefore,
the forced disappearance of persons is an offense of a permanent
nature.
Moreover, based on the case-law of the Inter-American Court, it
pointed out that crimes against humanity include the commis-
sion of inhuman acts committed in a context of generalized or
systematic attacks against civilians and that such crimes are in-
tolerable in the eyes of the international community and offend
humanity as a whole. While the forced disappearance of the then
minor had not been an isolated fact but it had responded to a
“general decision of a criminal enterprise executed by a govern-
mental apparatus that violated fundamental human rights”, the
Chamber for Cassation in Criminal matters considered that such
act constituted a crime against humanity which, according to the
principles of jus cogens of international law, which is part of the
Argentine domestic law, was non - extinguishable. Based on the
foregoing, said Chamber disallowed the motion to vacate filed.
In the instant judgment, the National Chamber for Cassation in
Criminal Matters applied the case-law of the Inter-American
Court of Human Rights based on the judgments delivered in the
cases of Herrera Ulloa v. Costa Rica, Bulacio v. Argentina,
Myrna Mack Chang v. Guatemala, Maritza Urrutia v. Guate-
mala, Almonacid Arellano et al v. Chile, Heliodoro Portugal v.
Panama and Ticona Estrada et el v. Bolivia.

221
222
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL
ARGENTINA

CAUSA NO. 10.896


RECURSO DE CASACIÓN INTERPUESTO
POR VÍCTOR ENRIQUE REI
10 DE JUNIO DE 2010

… se reúne la Sala IV de la Cámara Nacional de Casación Pe-


nal … a los efectos de resolver el recurso de Casación inter-
puesto … de la presente causa Nro. 10.896 del Registro de esta
Sala, caratulada “REI, Víctor Enrique s/recurso de casa-
ción”, de la que RESULTA:
I. Que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nro. 6 de esta
ciudad, en la causa Nro. 1.278 de su Registro -Expte. Nro.
19.398/2002 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccio-
nal Federal Nro. 1, Secretaría Nro. 1- resolvió con fecha 23 de
abril de 2.009 -cuyos fundamentos fueron leídos el 30 de abril
del mismo año-, en lo que aquí interesa: I. NO HACER LUGAR
al planteo de prescripción de la acción penal incoado por la de-
fensa respecto de la totalidad de los delitos imputados a Víctor
Enrique Rei por tratarse aquéllos de delitos de lesa humanidad
(art. 118 de la Constitución Nacional); II. RECHAZAR las nuli-
dades opuestas por la defensa; III. CONDENAR a VICTOR
ENRIQUE REI, de las condiciones personales que constan en
autos, por considerarlo coautor penalmente responsable de los
delitos de retención y ocultamiento de un menor de diez años
previamente sustraído, en concurso real con los delitos de su-
presión del estado civil de un menor de diez años mediante la
falsedad ideológica de documento público en relación al certifi-
cado de nacimiento que en copia luce…; falsedad ideológica de
223
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

documento público respecto del acta de nacimiento inscripta


bajo el nro. 545 del Tomo I del año 1.978 de la Circunscripción
8º del Registro Civil de esta ciudad y falsedad ideológica
REGISTRO NRO. 13.534 .4 de documento público destinado a
acreditar la identidad de las personas, vinculado al DNI Nº
26.122.906, concurriendo los últimos cuatro hechos en forma
ideal entre sí, a la PENA DE DIECISÉIS AÑOS DE PRISIÓN,
ACCESORIAS LEGALES Y AL PAGO DE LAS COSTAS DEL
PROCESO, según los hechos que fueron verificados cuanto me-
nos desde el día 6 de abril de 1.978 en esta ciudad y hasta el
día 11 de julio del año 2.006 (arts. 12, 19, 29 inciso 3º, 40, 41,
45, 54, 55, 146 según ley nro. 24.410-; 139 inc. 2º -según ley
nro. 11.179- y 293 -párrafos primero y segundo- en función del
292, segundo párrafo -según ley nro. 20.642- del Código Penal
de la Nación y arts. 398 y siguientes, 530 y 531 del Código Pro-
cesal Penal de la Nación; ...V. DECLARAR LA FALSEDAD
INSTRUMENTAL del certificado de nacimiento que en copia
luce…; del acta de nacimiento nro. 545 inscripta al Tomo I de
la Circunscripción 8º del Registro Civil de esta ciudad cuya co-
pia luce… y del DNI nro. 26.122.906 a nombre de Alejandro
Adrián Rei que en copias fue agregado…; ORDENAR la
supresión de aquéllos y sus inmediatas RECTIFICACIONES;
...XII. TENER PRESENTES las reservas de la defensa para
recurrir en casación y plantear el caso federal.
II. Que contra dicha resolución interpuso recurso de casación
el doctor Alejandro María MACEDO RUMI, asistiendo a Víctor
Enrique REI…, el que fue concedido por el “a quo” con fecha 28
de mayo de 2009…
III. El doctor Alejandro María MACEDO RUMI, ejerciendo
la defensa de Víctor Enrique REI, encauzó sus agravios por vía
de ambos incisos del artículo 456 del C.P.P.N.
En primer lugar reintrodujo el planteo relativo a la nulidad
de todo lo actuado a partir de las declaraciones informativa e
indagatorias brindadas por su asistido a fs. 182/3; 578 y
895/896, lo que incluye el auto que convirtió su detención en
prisión preventiva y dispuso su procesamiento…, el requeri-
miento de elevación a juicio formulado por el Sr. Agente Fiscal

224
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

a fs. 2054/2061 y el auto de elevación a juicio dictado en conse-


cuencia…
Apoyó este ataque en que la indagatoria y previo acto infor-
mativo acorde la anterior legislación de rito se constituyó con-
forme la imputación respecto de la pareja Tasca-Casado. Pro-
ducido el auto de procesamiento o prisión preventiva, afirmó,
luego el hecho materia del proceso varió sustancialmente a raíz
del descubrimiento de la verdad en un caso ajeno, que demos-
tró la evidente falta de participación de REI en el hecho objeto
procesal. Es decir, luego de encontrarse procesado aún por ese
hecho inexistente, se lo elevó a juicio en materia de otro hecho
completamente distinto, el que resultó en el debate oral. En re-
sumen, no existe una correlación entre el hecho intimado en las
indagatorias… y el que fue en definitiva materia del juicio.
Entendió así violadas las normas de los arts. 166, 168, 294,
306, 307, 308, 346, 351 y 354 del C.P.P.N.
Seguidamente reiteró la nulidad de la pericia genética efec-
tuada por el Banco Nacional de Datos Genéticos… sobre la
muestra obtenida del cepillo de dientes que fuera incautado del
domicilio de calle El Ombú 1051 de la localidad de Don Torcua-
to, provincia de Buenos Aires, con motivo del allanamiento
practicado el día 9 de septiembre de 2005.
Fundó esta impugnación en diversos motivos, tales como la
inexistencia de un marco normativo procesal y penal específico
que regule el procedimiento a seguir en los peritajes de ADN;
la dudosa neutralidad del Banco Nacional de Datos Genéticos,
por encontrarse integrado su Consejo Asesor por integrantes de
la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, que reviste la calidad
de querellante en la causa; el incumplimiento, como acto preli-
minar a la pericia, del adecuado registro de los datos de los in-
tegrantes del grupo familiar Sandoval-Fontana, por no constar
en la causa sus impresiones digitales ni fotografías; la ilegali-
dad del procedimiento, por inobservancia de cuestiones técni-
cas atinentes al método de recolección, manipulación, transpor-
te y conservación de los elementos incautados; por haberse
visto violada la cadena de custodia de dichas muestras biológi-
cas, desde el momento de su obtención en el domicilio de Ale-

225
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

jandro Adrián hasta su arribo al B.N.D.G. y en sus escalas in-


termedias dentro de las dependencias policiales, ello, al no
haber sido ordenada judicialmente la filmación continua desde
el momento de la recolección de la muestra hasta su recepción
en el ente pericial; finalmente, por la ausencia de testigos
ajenos al personal policial.
Criticó además que el perito de la División Laboratorio Quí-
mico de P.F.A. Alejandro Antonio Ladra que se encargó de re-
coger los elementos que luego serían peritados no haya tomado
más recaudo que el uso de guantes y de bolsas plásticas de du-
dosa asepsia, de lo que se derivó la degradación de las mues-
tras con anterioridad al inicio del examen.
Invocó el art. 6º de la ley 23.511 para señalar que resultaba
obligatoria la realización de un análisis serológico sobre mues-
tras de tipo hemático que en este caso no se llevó a cabo, sino
que directamente se había implementado el método de detec-
ción de ADN en vestigios separados del cuerpo humano. Recor-
dó, en este punto, que obra en la causa documentación que
prueba el detalle sexológico que coincide exactamente con el re-
sultado de ser hijo Alejandro Adrián REI de Víctor Enrique
REI y de Alicia Beatriz ARTEACH…
Por otra parte, consideró viciadas de nulidad absoluta y ge-
neral a las resoluciones que ordenan proceder al allanamiento
del domicilio de Alejandro Adrián REI y de llevar a cabo el exa-
men genético del caso, por infracción a los arts. 123, 166, 169 y
172 del C.P.P.N., vulnerando los arts. 18 y 19 de la C.N. Ello
por cuanto, la incorporación del análisis de ADN al proceso pe-
nal resulta una clara afectación al derecho a la personalidad
protegido constitucionalmente y por los tratados de derechos
humanos incorporados a nuestro bloque constitucional.
Impugnó asimismo el examen genético en sí, por cuanto el
resultado brindó una simple probabilidad del 99,9999996 %,
sin aportar la única certeza aceptada en estudios de ADN, que
es la exclusión absoluta. Citó bibliografía que destaca el error
de enviar muestras húmedas en bolsas cerradas —lo cual crea
un ambiente propicio para la proliferación de bacterias—, y cri-

226
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

ticó la inexistencia de la cadena de frío —la cual no fue mante-


nida—, así como la forma de cerrar las bolsas con las muestras.
Destacó que, habiendo ya comenzado la pericia, en fecha
16/2/06…, la Dra. Di Leonardo fue dejada cesante entre el
13/3/06 y el 20/4/06, circunstancia que atenta contra la validez
del examen, por cuanto temporariamente salió de su esfera de
control.
Defendió el sistema de libre valoración de las pruebas, afir-
mando que los resultados genéticos merecen en la mayoría de
los casos la consideración de meros indicios que deberán ser
apreciados por el juzgador conjuntamente con las restantes evi-
dencias, en particular, con la posible existencia de alteraciones
o disminución de la calidad probatoria de las muestras.
En otro orden de argumentos, reiteró el planteo de prescrip-
ción de la acción penal de los delitos en juego, negando que se
configurara en el caso un delito de lesa humanidad, por no ha-
berse producido el hecho en el marco de un “ataque sistemático
a una población civil”.
Recordó que la aplicación de la Convención Interamericana
sobre la Desaparición Forzada de Personas fue recién ratifica-
da por el Estado Argentino en virtud de la ley 24.556, de fecha
18/10/95, por lo que la vigencia de esta norma de derecho inter-
nacional es notablemente posterior al momento en que el hecho
cesó de ejecutarse, que sitúa en fecha 1º de marzo de 1.989,
cuando los padres brindaron información al Estado acerca del
paradero de la víctima.
Observó que el límite temporal de comisión del delito es la
fecha en que el menor cumple los diez años de edad, no pudién-
dose considerar que resulte delictivo permanecer en una acti-
tud pasiva más allá de ese límite que marca la propia legisla-
ción. Y en este sentido subrayó que el art. 63 del Código Penal
prevé que si el delito fuere continuo la prescripción comenzará
a contarse a partir del día en que cesó de cometerse.
Sobre la base de las previas consideraciones entendió que de-
bió aplicarse la ley 11.179, vigente al momento en que se con-
sumó la conducta.

227
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

Agregó que el art. 18 de la C.N., en cuanto opone una absolu-


ta prohibición a la aplicación retroactiva de todo empeoramien-
to del régimen de prescripción penal, prevalece sobre los acuer-
dos internacionales, por disponerlo los arts. 31 y 75, inc. 22, de
la C.N.
Más allá de la gravedad de los llamados delitos de lesa hu-
manidad, negó que existiera en la legislación argentina norma
alguna que los prevea y que regule su imprescriptibilidad, no
surgiendo del derecho de gentes norma imperativa que deba
aplicarse.
Acudió al principio de legalidad, para resaltar que el derecho
penal sólo puede descansar en la ley, no pudiéndose dictar una
sentencia penal de condena fundándose en el derecho penal in-
ternacional, porque el derecho penal interno exige, indisoluble-
mente, la doble precisión de la ley sobre los hechos punibles y
sobre las penas a aplicar.
Por último, impugnó el monto de la pena, al que considera
injusto e ilegal, por haber reposado sobre criterios irreales y
meramente doctrinarios.
En este sentido, afirmó que no existe en la causa ningún es-
tudio psiquiátrico o psicológico del que surja el daño concreto
causado a Alejandro Adrián. Postuló como atenuantes no consi-
derados, por un lado, al tiempo transcurrido para el descubri-
miento del hecho y la elucidación de la causa a nivel procesal,
lo que atribuye a la inacción del Estado, y por el otro, a la can-
tidad de tiempo ya cumplido en prisión preventiva, en violación
al principio de inocencia. Igualmente cuestionó que se hubiera
entendido como agravantes a la jerarquía y grado que ostenta-
ba el imputado, pues el trabajo o la profesión se encuentran ín-
sitos en la punición, máxime cuando se trataba de un cargo me-
dio, carente de facultades decisorias.
En orden a las cuestiones planteadas, reiteró la reserva del
remedio federal previsto en el art. 14 de la let 48.
IV. Que en el término de oficina previsto por los arts. 465,
primer párrafo, y 466 del C.P.P.N., se presentaron… el Sr.Fis-
cal General ante esta Cámara,… el… representante de la que-
rellante Asociación Abuelas de Plaza de Mayo.

228
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

El Sr. Fiscal General propició el rechazo del recurso de casa-


ción interpuesto, sustentando su opinión en tres órdenes de
fundamentos.
Con relación al planteo de nulidad de las declaraciones infor-
mativa e indagatorias, reclamó un criterio restrictivo en mate-
ria de nulidades procesales, dada la gravedad de esta sanción,
y entendió que la defensa en este acápite no hizo más que ree-
ditar los planteos que expusiera en el debate, y que fueron de-
bidamente tratados y respondidos por el tribunal del juicio.
En lo atinente al nuevo planteo de prescripción formulado
por la defensa destacó que nuestro Máximo Tribunal ya se ha
expedido sobre el tema, expresando que “...las reglas de jerar-
quía inferior sobre prescripción de la acción penal previstas en
el ordenamiento jurídico interno (art. 62 del Código Penal), han
quedado desplazadas por la Convención sobre Imprescriptibili-
dad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Hu-
manidad” (…). No habiendo la defensa del incuso REI contro-
vertido los argumentos vertidos por nuestro más Alto Tribunal,
agregó, no pueden ser éstos dejados de lado.
En torno a la alegada violación a los arts. 40 y 41 del Código
Penal, entendió que escapa al control de la jurisdicción casato-
ria el elemento de valoración personal contenido en la valora-
ción de la pena, dejando a salvo los supuestos de arbitrariedad
o absurdo, pues en este último caso lo controlable en casación
es la falta de motivación del fallo o su motivación contradicto-
ria. Más allá de ello, juzgó correcta la valoración de las pautas
mensurativas de los arts. 40 y 41 del C.P. que hizo el fallo, y en
consecuencia consideró que éste se encuentra a cubierto del
embate casatorio y aún a resguardo de tacha de arbitrariedad
alguna.
… la querella Asociación Abuelas de Plaza de Mayo,… expu-
so los motivos determinantes del rechazo del recurso, que pro-
picia.
Luego de señalar que a su criterio el recurso es inadmisible,
por haberse el impugnante limitado a reiterar los argumentos
sostenidos durante el debate —sin realizar una debida crítica a
la resolución del Tribunal que los descartó, ni indicar cuáles

229
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

son los vicios de la sentencia—, abordó la pretendida nulidad


de lo actuado por defectos en las declaraciones informativa e
indagatorias prestadas, señalando que estas actuaciones, ade-
más de haberse adecuado a las normas procesales vigentes,
permitieron al imputado conocer sin inconvenientes la imputa-
ción, habiendo existido una correcta correlación entre los he-
chos objeto de la indagatoria, del procesamiento y de la con-
dena.
Sobre la nulidad de la experticia genética, juzgó inválidos los
argumentos que sustentan el planteo, tanto en lo relativo al
marco legal regulatorio de la pericia, cuanto a la alegada parcia-
lidad del Banco Nacional de Datos Genéticos. También rechazó
como argumentos atendibles, el incumplimiento del adecuado
registro de los datos del grupo familiar Sandoval-Fontana, la ile-
galidad de la orden de allanamiento del domicilio de Alejandro
Adrián y el procedimiento consecuente, la necesidad de res-
guardo de las muestras genéticas, la “obligatoria” realización
de un análisis de tipo serológico, y la invocación de bibliografía
en detrimento de la opinión de los expertos que concretamente
se pronunciaron en la especie. En particular consideró absurdo
que la defensa de Rei apoyara el pedido de nulidad invocando
la afectación al derecho a la personalidad de Alejandro Adrián,
por ser éste precisamente la víctima del delito.
Acerca de la alegada prescripción de los delitos juzgados,
consideró que se encuentran en éstos todos los elementos re-
queridos para la conformación de un delito de lesa humanidad,
a saber, la privación de la libertad de la víctima, la interven-
ción de agentes estatales, la negativa a informar sobre su suer-
te o paradero, la imposibilidad de los familiares del menor de
plantear los recursos legales pertinentes, y la ocurrencia de los
hechos en el marco de un ataque sistemático a la población ci-
vil desde el aparato estatal. Siendo ello así, resulta aplicable la
ya consolidada doctrina del más Alto Tribunal que determina
la imprescriptibilidad de este tipo de delitos, resultando aplica-
ble la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes
de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad, la que no

230
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

hizo más que reconocer una norma ya vigente del derecho


internacional público de orden consuetudinario (ius cogens).

V. Celebrada la audiencia prevista por el art. 468 del
C.P.P.N., … Efectuado el sorteo de ley para que los señores jue-
ces emitan su voto, resultó el siguiente orden sucesivo de vota-
ción: doctores Mariano González Palazzo, Augusto M. Diez Oje-
da y Juan Carlos Rodríguez Basavilbaso.
El señor Juez Mariano González Palazzo dijo:
I. Primeramente es menester determinar la admisibilidad
formal del recurso, aspecto que la querellante Asociación Abue-
las de Plaza de Mayo ha objetado, por entender incumplida por
parte de la defensa, la norma del art. 463 del código ritual, que
exige que el recurso de casación sea acompañado de la citación
concreta de las disposiciones legales que se consideren violadas
o erróneamente aplicadas y de la expresión de la aplicación
pretendida.
Más allá de no advertir que en su recurso… la defensa del
encartado haya omitido una crítica concreta y circunstanciada
de los argumentos jurídicos de la sentencia, ni haya dejado de
mencionar las normas jurídicas que entiende violadas o erró-
neamente aplicadas, el criterio que debe primar en la materia
ha de ser el que armónicamente adapta las normas procesales
que rigen el recurso de casación a la garantía de la doble ins-
tancia emanada del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos —art. 14.5— y de la Convención Americana sobre De-
rechos Humanos —art. 8.2—, normas de jerarquía constitucio-
nal que otorgan al imputado el derecho de someter el fallo con-
denatorio a la revisión amplia y eficaz de un Tribunal Superior.
Estos compromisos internacionales asumidos por la Nación
impiden que mediante formulaciones teóricas o contingentes
requisitos formales se niegue el tratamiento del planteo del re-
currente en esta instancia -aún cuando se trate de enunciados
o razonamientos relativos a cuestiones de índole fáctica-, de lo
cual se deriva la misión de esta Cámara Nacional de Casación
Penal de garantizar la efectiva vigencia de un doble juicio con-
cordante en caso de condena.

231
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

En este sentido debe recordarse el alcance amplio de esa ca-


pacidad revisora en materia de casación que, con sustento en el
fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos “Herre-
ra Ulloa vs. Costa Rica”, se estableció a partir del fallo
“LÓPEZ, Fernando Daniel s/recurso de queja” (causa Nro.
4807, Reg. Nro. 6134.4, rta. el 15/10/04).
Observando estos principios, “... para habilitar la instancia
de casación basta entonces con la presentación plausible de todo
agravio que razonablemente pueda constituir un error de la de-
cisión que, de ser cierto, debe conducir a la eliminación total o
parcial de la resolución. En la fiscalización de tales vicios el tri-
bunal de casación, en lugar de cerrar su competencia alegando
defectos formales, debe facilitar la revisión en razón de la ya se-
ñalada gravedad de las consecuencias. Así, el tribunal debe
aplicar el principio iura novit curia, hasta hoy inaplicable en
gran medida en casación, y no debe exigir del recurrente ningún
tipo de carga adicional a la de presentar sus agravios en tiem-
po, forma y modo comprensible” (del dictamen del Procurador
Fiscal ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, de fecha
9 de agosto de 2005, in re: …).
Esta interpretación amplia ha sido establecida por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación como la única compatible con
los derechos y garantías invocadas por la Constitución Nacio-
nal, los Tratados Internacionales de Derechos Humanos y la
aplicación que de éstos han efectuado los diversos Organismos
y Tribunales competentes (C.S.J.N, en la ya mencionada causa
“Casal”).
Confrontando al caso estos criterios imperantes, se percibe
que el recurrente ha cumplido con su carga procesal, indicando
los motivos de su agravios y habilitando a este tribunal para el
cumplimiento de su misión de fiscalizar la sentencia en cuanto
a dichos agravios, tanto en cuanto al examen tradicional de la
exacta aplicación de las disposiciones legales en juego, cuanto
al análisis de las pruebas de la anterior instancia que trascien-
den a la inmediación.
En orden a lo expuesto y de conformidad con las prescripcio-
nes contenidas en los arts. 438, 456, 457, 459 y 463 del

232
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

C.P.P.N. corresponde declarar formalmente admisible el recur-


so de casación interpuesto por la defensa de Víctor Enrique
REI.
II. Sentado ello, al efecto de abordar el tratamiento de los
agravios introducidos, creo conveniente sistematizar a éstos en
torno a cuatro núcleos conceptuales, a saber: 1) la nulidad
planteada por ausencia o defectos de la indagatoria, por encon-
trarse enderezada la originaria imputación a un hecho distinto
de aquél por el cual REI fue finalmente juzgado y condenado;
2) la nulidad de la experticia genética, comprensiva tanto de la
ilegalidad de la resolución que la dispone, cuanto de diversos
otros aspectos relativos a su realización; 3) la calificación de los
delitos como de lesa humanidad y la prescripción de la acción
penal; 4) el monto de la pena.
III. El primero de los agravios así determinados pretende la
nulidad de todo lo actuado a partir de las declaraciones infor-
mativa e indagatorias brindadas por Víctor Enrique REI…, nu-
lidad que incluiría el auto que convirtió su detención en prisión
preventiva y dispuso su procesamiento…, el requerimiento de
elevación a juicio formulado por el Sr. Agente Fiscal… y el auto
de elevación a juicio dictado en consecuencia…

IV. a) La impugnación de la validez de la prueba consistente
en la pericia efectuada por el Banco Nacional de Datos Genéti-
cos… remonta sus cuestionamientos a las resoluciones mismas
que ordenaron proceder al allanamiento del domicilio de Ale-
jandro Adrián y llevar a cabo el examen genético del caso, por
infracción a los arts. 123, 166, 169 y 172 del C.P.P.N., y a los
arts. 18 y 19 de la C.N. y se apoya, tal impugnación, en que la
incorporación del análisis de ADN al proceso penal resulta una
clara afectación al derecho a la personalidad protegido consti-
tucionalmente y por los tratados de derechos humanos incorpo-
rados a nuestro bloque constitucional.
El planteo se vale de la tensión existente entre el interés del
Estado en investigar y reprimir el delito —en aras del cual el
art. 224 del Código Procesal Penal de la Nación confiere al juez
la potestad de ordenar por auto fundado el registro de determi-

233
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

nado lugar si hubiere motivo para presumir que en él existen


cosas vinculadas a la investigación de un delito, sumado a la
posibilidad de disponer el secuestro de esas cosas (art. 231)—, y
las garantías individuales que se entienden violadas —en este
caso las de Alejandro Adrián, tales como el derecho de preser-
var, cuestionar o esclarecer su identidad, el de propiedad, el de
disponer de su propio cuerpo, en fin, el de resguardar su inti-
midad y protegerla de injerencias extrañas—, y sostiene, en
este conflicto, la preeminencia de estas últimas garantías.
Sin embargo, por de pronto, a esta ecuación se incorporan los
derechos de quienes constituyen la familia biológica de Alejan-
dro Adrián. Ellos también han sido afectados por el delito y
pretenden conocer la verdad de los hechos y dilucidar si el
nombrado es efectivamente hijo de Liliana Clelia Fontana y de
Pedro Fabián Sandoval, y de esta manera poder acaso, además,
avanzar un paso más en la investigación sobre la desaparición
forzada de estos últimos.
En el dilema, bueno es recordar que las normas de nuestra
Constitución Nacional y los tratados internacionales mencio-
nados en su art. 75, inc. 22, no impiden ni prohíben en forma
absoluta la afectación de los derechos individuales, ni la adop-
ción de medidas que requiera el esclarecimiento de un delito,
sino que sólo importan el establecimiento de una serie de re-
caudos que constituyen un marco protector para que los dere-
chos de los habitantes de nuestro país no sean injustamente
vulnerados.
Observando este concepto nuestro más Alto Tribunal… ha
resuelto una cuestión análoga, lo que nos conduce a revisar si
se presentan en la especie los parámetros tenidos en cuenta
por el mencionado fallo para otorgar validez a una medida si-
milar que confrontaba idénticos intereses.
Este examen me lleva a advertir que en autos no se observa
que la medida en cuestión haya afectado los derechos individua-
les más que en la medida estrictamente necesaria para la diluci-
dación de la verdad, y sin afectar la vida, salud, integridad cor-
poral o intimidad de la víctima, ya que las muestras han sido
tomadas sin invadir el cuerpo de la persona involucrada.

234
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

Igualmente se constata que la medida aparece como una dili-


gencia razonable e idónea para la averiguación de la verdad,
pues los objetos así obtenidos han permitido la realización de la
pericia genética que a la postre constituyó una prueba dirimen-
te del resultado del proceso.
La similitud del caso sub examine con el precedente mencio-
nado ya fallado por la C.S.J.N., nos permite aplicar su doctrina
y compartir que “...la sentencia impugnada no se muestra como
violatoria de los derechos y garantías constitucionales, por
cuanto su producción no ocasiona una restricción de los dere-
chos de quien aparecería como una de las víctimas del hecho y
porque, además, encuentro adecuado fundamento en la necesi-
dad de salvaguardar el deber del estado de investigar y sancio-
nar los hechos reputados como delito, máxime cuando, como en
la especie, el objeto procesal de autos aparecería en principio
vinculado con un delito de lesa humanidad cual es la desapari-
ción forzada de personas”.

Desde esta perspectiva -atinente a la legitimación para invo-
car la nulidad-, el caso presenta originales aristas.
En primer lugar porque, a diferencia de lo fallado in re
“RAYFORD”, en esta especie, a la puja de intereses y de valo-
res allí involucrados se incorporan los de terceras personas -las
que formarían la familia biológica de Alejandro Adrián-, dere-
chos que intensifican la necesidad de conocer la verdad, desde
una perspectiva personal e individual, y más allá del interés
estatal general de reprimir cualquier delito.

j) Como último aspecto de su ataque a la pericia genética, se
impugnó la valoración que del examen genético hizo el a quo,
por cuanto el resultado brindó una simple probabilidad del
99,9999996 %, sin aportar la única certeza aceptada en estu-
dios de ADN, que es la exclusión absoluta.
En esta línea, la defensa de REI invocó el sistema de libre
valoración de las pruebas, afirmando que los resultados genéti-
cos merecen en la mayoría de los casos la consideración de me-
ros indicios que deberán ser apreciados por el juzgador conjun-

235
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

tamente con las restantes evidencias, en particular, con la


posible existencia de alteraciones o disminución de la calidad
probatoria de las muestras.
Sobre el punto conviene recordar que nuestro Código Proce-
sal Penal ha adoptado el sistema de la sana crítica racional
-art. 398, 2/ párrafo-, que requiere que las conclusiones a las
que se arriba en el veredicto deben ser consecuencia de una va-
loración racional de las pruebas, respetándose las leyes de la
lógica -principios de identidad, tercero excluido, no contradic-
ción y razón suficiente- de la psicología y de la experiencia co-
mún. “Las reglas de la sana crítica son pautas del correcto en-
tendimiento humano, contingentes y variables con relación a la
experiencia del tiempo y lugar, pero estables y permanentes en
cuanto a los principios lógicos en que debe apoyarse la sentencia
(Couture) ellas informan el sistema de valoración de la prueba
adoptado por nuestro Código Procesal Penal en su art. 398, 2º
párrafo, estableciendo plena libertad de convencimiento de los
jueces pero exigiendo que las conclusiones a que arriben en la
sentencia sean el fruto racional de las pruebas; sin embargo
esta libertad reconoce un único límite infranqueable, respeto a
las normas que gobiernan la corrección del pensamiento huma-
no es decir, las leyes de la lógica -principios de identidad, terce-
ro excluido, contradicción y razón suficiente- de la psicología y
de la experiencia común.” (C.N.C.P., Sala II, in re: “WAISMAN,
CARLOS A. s/recurso de casación” rta. el 4/4/94).
La sana crítica es también la pauta que impera en los tribu-
nales internacionales en el sentido de que tienen la potestad de
apreciar y valorar las pruebas según las reglas de la sana críti-
ca evitando adoptar una rígida determinación del quantum de
la prueba necesaria para sustentar un fallo. En esta línea, se
ha expresado que “este criterio es especialmente válido en rela-
ción con los tribunales internacionales de derechos humanos,
que disponen, para efectos de la determinación de la responsa-
bilidad internacional de un Estado por violación de derechos de
la persona, de una amplia flexibilidad en la valoración de la
prueba rendida ante ellos sobre los hechos pertinentes, de acuer-
do con las reglas de la lógica y con base en la experiencia” (cfr.

236
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

Corte Interamericana de Derechos Humanos in re: Bulacio vs.


Argentina, sentencia del 18 de septiembre de 2003 parág. 42;
Myrna Mack Chang vs. Guatemala, Sentencia del 25 de no-
viembre de 2003, parág. 120; Maritza Urrutia vs. Guatemala,
sentencia del 27 de noviembre de 2003, párag. 48; y “Herrera
Ulloa v. Costa Rica” sentencia del 2 de julio de 2004, parág 57).
De los arts. 18 de la Constitución Nacional y 8º de la Conven-
ción Americana de Derechos Humanos surgen los principios
que conforman la garantía del debido proceso, tales como los de
sentencia fundada en ley, defensa en juicio y presunción de ino-
cencia, de los que se sigue el derecho fundamental de obtener
una resolución motivada, que incluye tanto la motivación jurí-
dica, como la que se refiere al análisis y valoración de la prue-
ba como exteriorización del fundamento de la decisión adopta-
da, a la vez que permite un eventual control jurisdiccional; por
lo tanto, si el proceso lógico que sirve para fundamentar una
conclusión carece de apoyo en las propias constancias de la cau-
sa, configura un supuesto de arbitrariedad que compromete el
veredicto con afectación de la garantía de defensa en juicio en
su más amplio contenido.
Confrontando estos principios a la queja del recurrente, re-
cordemos que éste no se contentó con la alta probabilidad que
aportó el estudio de ADN y reclamó que el examen genético
mereciera la consideración de mero indicio que deberá ser apre-
ciado por el juzgador conjuntamente con las restantes eviden-
cias, en particular, con la posible existencia de alteraciones o
disminución de la calidad probatoria de las muestras.
Si bien “la doctrina es unánime en cuanto a que el resultado
de la prueba pericial no obliga al juez, quien podrá separarse
del dictamen siempre que tenga la convicción contraria”… con-
forme a las reglas de la sana crítica que también imperan en la
valoración de este tipo de medio de prueba (art.263 in fine del
C.P.P.N.), para separarse del resultado del dictamen pericial,
el juez “...deberá expresar explícita y razonadamente los funda-
mentos de tal apartamiento” …, y de allí que sobre el punto se
haya resuelto que “Las conclusiones no obligan a los jueces; sin

237
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

embargo, prescindir de ellas requiere oponer otros elementos no


menos convincentes”…
En el caso, los jueces del tribunal a quo han valorado de for-
ma correcta, que las conclusiones periciales han sido categóri-
cas —brindando un porcentaje de probabilidades cercano a la
certeza absoluta de que Alejandro Adrián es hijo de la pareja
conformada por Liliana Clelia Fontana y Pedro Sandoval— y
concordantes entre todos los peritos, incluyendo al perito de
parte de la defensa, Dr. Mariano Castex.
Por otro lado, no se observa discrepancia alguna entre el re-
sultado pericial y el restante material que integra el plexo pro-
batorio, por cuanto, aún sometida la valoración de la pericia a
este tamiz, su resultado no hace más que corroborar los extre-
mos que aún sin esta prueba resultaban probables, teniendo en
cuenta la fecha en que verosímilmente se produjo el nacimiento
de Alejandro Adrián y la de su inscripción por parte de Víctor
Enrique REI.
De esta manera, la errónea valoración de la prueba pericial
que el recurrente le imputa al fallo no resulta acertada, pues
del mismo se advierte que los miembros del tribunal del juicio
han valorado en forma conjunta la prueba agregada a la causa
y sus conclusiones aparecen como el resultado de un análisis
racional de la prueba incorporada.
Así, resultando lógicamente comprobable el iter condenatorio
transitado por el tribunal de “a quo”, atribuyendo responsabili-
dad penal al encartado en virtud de una prueba pericial categó-
rica y concordante con los demás elementos de la causa, las ob-
jeciones de la defensa se reducen, entonces, a una valoración
distinta de aquélla, sin que existan elementos en la causa que
sustenten su apreciación, por lo que corresponde el rechazo del
agravio invocado en cuanto a la errónea valoración del plexo
probatorio.
V. En lo que calificamos como su tercer grupo argumental, la
defensa reiteró el pedido de prescripción de la acción penal de
los delitos en juego.
Este planteo ha sido esgrimido, en primer lugar, en base a
negar que se configurara en el caso un delito de lesa humani-

238
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

dad, por no haberse producido el hecho en el marco de un “ata-


que sistemático a una población civil”.
a) La queja nos conduce a determinar los límites conceptua-
les del delito de lesa humanidad, que se fue formando, delimi-
tando y perfeccionando a lo largo del tiempo, a partir del prólo-
go a la Convención de La Haya de 1907 y, posteriormente, fue
utilizada en los Protocolos I y II de la Cuarta Conferencia de
Ginebra de 1977, instrumentos en los que comenzó a moldearse
el concepto sobre una idea de ataques generalizados y sistemá-
ticos contra una población civil, proveniente de un poder orga-
nizado por el Estado.
Pero la primera declaración formal en que se asentó positiva-
mente el concepto surge del art. 6 inc. c) del Estatuto del Tribu-
nal Internacional Militar de Nuremberg del 8 de agosto de
1945, declarando como tales “el asesinato, exterminio, esclavi-
tud, deportación y otros actos inhumanos cometidos en contra
de cualquier población civil, antes o durante la guerra, o las
persecuciones por motivos raciales o religiosos, en la ejecución o
en conexión con un crimen dentro de la jurisdicción del Tribu-
nal”.
Este Estatuto fue aprobado por la Asamblea General de las
Naciones Unidas el 11 de diciembre de 1946 y declarado como
parte integrante de los “principios del derecho internacional”.
Con posterioridad, la Convención sobre la Imprescriptibili-
dad de los crímenes de guerra y lesa humanidad de 1968 (con
jerarquía constitucional para nuestro país, según Ley 25.778
del 3/9/03) estableció, en su art. I ap. b) la imprescriptibili-
dad de “los crímenes de lesa humanidad cometidos tanto en
tiempos de guerra como en tiempos de paz, según la definición
dada en el Estatuto del Tribunal Militar de Nuremberg del 8 de
agosto de 1945 y confirmada por las resoluciones de la Asam-
blea General de las Naciones Unidas 3 (I) de 13 de febrero de
1946 y 95 (I) de 11 de diciembre de 1946, así como la expulsión
por ataque armado u ocupación y los actos inhumanos debidos
a la política de apartheid y el delito de genocidio definido en la
Convención de 1948 para la prevención y la sanción del delito

239
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

de genocidio aún si esos actos no constituyen una violación del


derecho interno del país donde fueron cometidos”.
Con la instauración de los tribunales internacionales para la
ex Yugoslavia y para Ruanda por parte del Consejo de Seguri-
dad de las Naciones Unidas (cfr. Resoluciones del Consejo de
Seguridad Nros. 808/93, 827/93 y 955/94) se consolidó definiti-
vamente la noción de crímenes de lesa humanidad. Así, el art.
5/ del Estatuto del Tribunal para la ex Yugoslavia los enuncia
como “... los siguientes crímenes cuando hayan sido cometidos
en un conflicto armado de carácter interno o internacional y di-
rigidos contra cualquier población civil: a) asesinato; b) exter-
minio; c) esclavitud; d) deportación; e) encarcelamiento; f) tortu-
ra; g) violación; h) persecución por motivos políticos, raciales o
religiosos; i) otros actos inhumanos ...”; y por su parte, el art.
3/ del Tribunal para Ruanda establece que “... los crímenes
que se señalan a continuación, cuando hayan sido cometidos
como parte de un ataque generalizado o sistemático contra
cualquier población civil por motivos de nacionalidad o por mo-
tivos políticos, étnicos, raciales o religiosos: a) homicidio inten-
cional; b) exterminio; c) esclavitud; d) deportación; e) encarcela-
miento; f) tortura; g) violación; h) persecución por motivos
políticos, raciales o religiosos; i) otros actos inhumanos”.
Finalmente, en la más reciente determinación del concepto
de los delitos de lesa humanidad, el Estatuto de Roma para el
establecimiento de la Corte Penal Internacional en el año 1998
(nuestro país ratificó el Estatuto el 16/1/01 y rige al respecto la
Ley N/ 26.200- Ley de Implementación del Estatuto de Roma)
dispone en su art. 7/, que “... se entenderá por “crimen de lesa
humanidad” cualquiera de los actos siguientes cuando se come-
ta como parte de un ataque generalizado o sistemático contra
una población civil y con conocimiento de dicho ataque ...”, enu-
merando posteriormente una serie de conductas constitutivas
de dicho delito, entre las cuales figura en su inciso i) la “Desa-
parición forzada de personas;...”
Del mismo modo, el punto 2 inc. a) del artículo 7/, expresa
que “... por “ataque contra una población civil” se entenderá
una línea de conducta que implique la comisión múltiple de ac-

240
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

tos mencionados en el párr. 1/ contra una población civil, de


conformidad con la política de un Estado o de una organización
de cometer esos actos o para promover esa política ...”.
Nuestro Máximo Tribunal ha tenido oportunidad de aplicar
estas nociones y de aproximarlas a nuestra historia, sostenien-
do en el caso “Simón”, del 14 de junio de 2.005, que “la descrip-
ción jurídica de estos ilícitos contiene elementos comunes de los
diversos tipos penales descriptos, y otros excepcionales que per-
miten calificarlos como “crímenes Cámara Nacional de Casa-
ción Penal contra la humanidad” porque: 1- afectan a la perso-
na como integrante de la “humanidad”, contrariando a la
concepción humana más elemental y compartida por todos los
países civilizados; 2- son cometidos por un agente estatal en eje-
cución de una acción gubernamental, o por un grupo con capa-
cidad de ejercer un dominio y ejecución análogos al estatal so-
bre un territorio determinado. El primer elemento pone de
manifiesto que se agrede la vida y la dignidad de la persona, en
cuanto a su pertenencia al género humano, afectando aquellos
bienes que constituyen la base de la coexistencia social civiliza-
da. Desde una dogmática jurídica más precisa, se puede decir
que afectan derechos fundamentales de la persona, y que estos
tienen esa característica porque son “fundantes” y “anteriores”
al estado de derecho. Una sociedad civilizada es un acuerdo hi-
potético para superar el estado de agresión mutua (Hobbes,
Thomas, “Leviatán. O la materia, forma y poder de una Repú-
blica, eclesiástica y civil”, México, Fondo de Cultura Económica,
1994), pero nadie aceptaría celebrar ese contrato si no existen
garantías de respeto de la autonomía y dignidad de la persona
pues “aunque los hombres, al entrar en sociedad, renuncian a la
igualdad, a la libertad y al poder ejecutivo que tenían en el esta-
do de naturaleza, poniendo todo esto en manos de la sociedad
misma para que el poder legislativo disponga de ello según lo
requiera el bien de la sociedad, esa renuncia es hecha por cada
uno con la exclusiva intención de preservarse a sí mismo y de
preservar su libertad y su propiedad de una manera mejor, ya
que no puede suponerse que criatura racional alguna cambie su
situación con el deseo de ir a peor” (Locke, John, “Segundo Tra-

241
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

tado sobre el Gobierno civil”, capítulo Madrid, Alianza, 1990).


Tales derechos fundamentales son humanos, antes que estata-
les. Por ello, los derechos fundamentales no pueden ser suprimi-
dos por el Estado Nacional y si no son respetados, tienen tutela
transnacional. Este aspecto vincula a esta figura con el derecho
internacional humanitario, puesto que ningún estado de dere-
cho puede asentarse aceptando la posibilidad de la violación de
las reglas básicas de la convivencia y admitiendo comporta-
mientos que tornan a las personas irreconocibles como tales. El
segundo aspecto requiere que la acción no provenga de otro in-
dividuo aislado, sino de la acción concertada de un grupo esta-
tal o de similares características que se propone la represión ilí-
cita de otro grupo, mediante la desaparición física de quienes lo
integran o la aplicación de tormentos. No se juzga la diferencia
de ideas, o las distintas ideologías, sino la extrema desnaturali-
zación de los principios básicos que dan origen a la organiza-
ción republicana de gobierno. No se juzga el abuso o el exceso en
la persecución de un objetivo loable, ya que es ilícito tanto el
propósito de hacer desaparecer a miles de personas que piensan
diferente, como los medios utilizados que consisten en la aniqui-
lación física, la tortura y el secuestro configurando un “Terro-
rismo de Estado” que ninguna sociedad civilizada puede admi-
tir. No se juzga una decisión de la sociedad adoptada
democráticamente, sino una planificación secreta y medios
clandestinos que sólo se conocen muchos años después de su
aplicación. No se trata de juzgar la capacidad del Estado de re-
primir los delitos o de preservarse a sí mismo frente a quienes
pretenden desestabilizar las instituciones, sino de censurar con
todo vigor los casos en que grupos que detentan el poder estatal
actúan de modo ilícito, fuera del ordenamiento jurídico o
cobijando esos actos con una ley que sólo tiene la apariencia de
tal. Por ello, es característico de esos delitos el involucrar una
acción organizada desde el Estado o una entidad con capacidad
similar, lo que comprende la posibilidad del dictado de normas
jurídicas que aseguran o pretenden asegurar la impunidad”
(voto del Dr. Lorenzetti, considerando 13).

242
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

En resumen el Alto Tribunal señaló que “... ya en la década


de los años setenta, esto es, en el momento de los hechos investi-
gados, el orden jurídico interno contenía normas (internaciona-
les) que reputaban a la desaparición forzada de personas como
crimen contra la humanidad. Estas normas, puestas de mani-
fiesto en numerosos instrumentos internacionales regionales y
universales, no sólo estaban vigentes para nuestro país, e inte-
graban, por tanto, el derecho positivo interno, por haber partici-
pado voluntariamente la República Argentina en su proceso de
creación, sino también porque, de conformidad con la opinión
de la doctrina y jurisprudencia nacional e internacional más
autorizada, dichas normas ostentaban para la época de los he-
chos el carácter de derecho universalmente válido (ius cogens.”
(Conf. CSJN - “Fallos”: 328, pp. 2056).
También en el caso “DERECHO, RENE” (11/07/2007, Fallos:
330:3074), nuestra C.S.J.N. ha examinado las conductas y ele-
mentos que permiten encuadrar una conducta dentro de la ca-
tegoría de crímenes de lesa humanidad a la luz de lo prescripto
en el art. 7 del Estatuto de Roma. En este sentido, ha señalado
que “… Se trata, en primer lugar, de actos atroces enumerados
con una cláusula final de apertura típica (letra “k”, apartado
primero del artículo 7 del Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional). Comprende, entre otras conductas, actos de ase-
sinato, exterminio, esclavitud, tortura, violación, desaparición
forzada de personas, es decir, un núcleo de actos de extrema
crueldad. En segundo lugar, estos actos, para ser calificados
como crímenes de lesa humanidad, deben haber sido llevados a
cabo como parte de un “ataque generalizado o sistemático”; en
tercer lugar, ese ataque debe estar dirigido a una población ci-
vil. En cuarto lugar, se encuentra un elemento que podría ser
descripto como complejo. En efecto, por la forma en que comien-
za su redacción, sólo parecería que se trata de la definición de
un elemento ya enumerado, es decir la existencia de un ataque.
El porqué de la reiteración del término “ataque” se explica a
partir de las discusiones en el proceso de elaboración del Esta-
tuto, que aquí pueden ser dejadas de lado. Lo relevante es que el
final del apartado 1 incorpora realmente otro elemento, que con-

243
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

siste en la necesidad de que ese ataque haya sido realizado de


conformidad con una política de un estado o de una organiza-
ción, o para promover esa política”.
Respecto de los requisitos exigidos por la norma, sostuvo que
“... En primer lugar, el requisito más relevante para que un he-
cho pueda ser considerado un delito de lesa humanidad consiste
en que haya sido llevado a cabo como parte de un ataque que a
su vez —y esto es lo central— sea generalizado o sistemático.
Este requisito recibió un tratamiento jurisprudencial en el fallo
Prosecutor v. Tadic, dictado por el Tribunal Penal Internacio-
nal para la ex Yugoslavia el 7 de mayo de 1997. Allí se explicó
(apartados 647 y ss.) que la inclusión de los requisitos de gene-
ralidad o sistematicidad tenía como propósito la exclusión de
hechos aislados o aleatorios de la noción de crímenes contra la
humanidad…”
Desde el punto de vista de la jurisprudencia internacional, y
de manera congruente con la postura asumida por nuestro Má-
ximo Tribunal, la Corte Interamericana de Derechos Humanos
en el caso “Almonacid Arellano vs. Chile” estableció que “los
crímenes contra la humanidad incluyen la comisión de actos in-
humanos, como el asesinato, cometidos en un contexto de ataque
generalizado o sistemático contra una población civil. Basta que
un solo acto ilícito como los antes mencionados sea cometido
dentro del contexto descrito, para que se produzca un crimen de
lesa humanidad.” También señaló que “los crímenes de lesa hu-
manidad van más allá de lo tolerable por la comunidad inter-
nacional y ofenden a la humanidad toda” (Corte IDH, Caso
Almonacid Arellano vs. Chile, Sentencia del 26/9/2006, Párr.
98).
A su turno, el Tribunal Internacional para la ex Yugoslavia,
en el caso “Endemovic”, expresó que “Los crímenes de lesa hu-
manidad son serios actos de violencia que dañan a los seres hu-
manos al golpear lo más esencial para ellos: su vida, su liber-
tad, su bienestar físico, su salud y/o su dignidad. Son actos
inhumanos que por su extensión y gravedad van más allá de los
límites de lo tolerable para la comunidad internacional, la que
debe necesariamente exigir su castigo. Pero los crímenes de lesa

244
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

humanidad también trascienden al individuo, porque cuando el


individuo es agredido, se ataca y se niega a la humanidad toda.
Por eso lo que caracteriza esencialmente al crimen de lesa hu-
manidad es el concepto de la humanidad como víctima”.
Tal como se verá infra, las normas penales internacionales
que prohíben los crímenes de lesa humanidad pertenecen al ius
cogens y son, en consecuencia, normas imperativas y de exigi-
bilidad universal (oponibles erga omnes). Esta imperatividad
universal, puede surgir de una fuente consuetudinaria, de un
principio general del derecho o incluso de un principio general
de humanidad, y podrá reflejarse ulteriormente en una Con-
vención o tratado, mas es indispensable señalar que la impera-
tividad se impone por la comunidad internacional con total
prescindencia de la firma de una Convención o Tratado…
b) A la luz de estos principios teóricos ha de analizarse la ca-
lificación legal escogida por el “a quo” al caracterizar las con-
ductas en juego como un delito de lesa humanidad, a los efectos
de atender el agravio que sostiene que los hechos imputados no
constituyen un delito de tal naturaleza, y que en consecuencia
la acción a su respecto se encuentra prescripta.
Al efecto, recuérdese que el tribunal resolvió condenar a Víc-
tor Enrique REI como coautor penalmente responsable de los
delitos de retención y ocultamiento de un menor de diez años
previamente sustraído, en concurso real con los delitos de su-
presión del estado civil de un menor de diez años mediante la
falsedad ideológica de documento público en relación al certifi-
cado de nacimiento que en copia luce…; falsedad ideológica de
documento público respecto del acta de nacimiento inscripta
bajo el nro. 545 del Tomo I del año 1.978 de la Circunscripción
8º del Registro Civil de esta ciudad y falsedad ideológica de do-
cumento público destinado a acreditar la identidad de las per-
sonas, vinculado al DNI Nº 26.122.906, concurriendo los últi-
mos cuatro hechos en forma ideal entre sí.
La correcta calificación de estos hechos requiere tener en
cuenta que, tal como ha quedado acreditado, Liliana Clelia
FONTANA fue secuestrada el 1º de julio de 1977, en la vivien-
da de calle Kelsey 2034, de la localidad de Caseros, Provincia

245
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

de Buenos Aires, por agentes estatales; que por entonces se en-


contraba embarazada con más de dos meses de gestación, y
que, estando en cautiverio dio a luz a Alejandro Adrián; que a
posteriori ese niño nacido en cautiverio, fue retenido y oculta-
do, e incorporado en forma irregular a otra familia —sin víncu-
lo biológico alguno—, con la consecuente supresión de su estado
civil mediante la falsedad ideológica de diferentes instrumen-
tos públicos, imposibilitando así a sus familiares biológicos
conocer la existencia y el paradero del niño.
El contexto en que se han llevado a cabo las figuras delicti-
vas condujo al tribunal anterior, con un criterio que comparti-
mos, a sostener que los hechos por los cuales se acusara a Víc-
tor Enrique REI constituyen una desaparición forzada de
persona, por cuanto la retención y ocultación de Alejandro
Adrián —previamente sustraída de su madre biológica— sólo
pudo mantenerse mediante la supresión y posterior sustitución
de su estado civil a través de las distintas falsedades ideológi-
cas de documentos públicos, de modo tal que estas formas co-
misivas concomitantes no resultan conductas aisladas sino par-
te integrante de aquella primitiva sustracción.
En cuanto al referido contexto, señala con acierto el colegia-
do anterior que “no es posible desconocer que el gobierno militar
que usurpó el poder en el período comprendido entre el 24 de
marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983 se atribuyó la suma
del poder público, se arrogó facultades extraordinarias y en el
ejercicio de estos poderes, implementó, a través del terrorismo
de Estado, una práctica sistemática de violaciones a garantías
constitucionales (Cfr. al respecto lo señalado por nuestra Corte
Suprema de Justicia de la Nación en Fallos 309:33 y 309:1689,
por el Procurados General de la Nación in re “Simón”, conside-
rando VII; por la Comisión Nacional sobre Desaparición de Per-
sonas —CONADEP—; y por la Comisión Americana de Dere-
chos Humanos, en el informe sobre la situación de los derechos
humanos en la Argentina de 1980).”
Lo decisivo, a los fines del correcto encuadramiento jurídico,
es que los hechos que conformaron los delitos juzgados se die-
ron en un marco mucho más amplio, consistente en una multi-

246
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

plicidad de hechos ilícitos tales como desapariciones forzadas


de personas, privaciones ilegítimas de libertad y tormentos, en-
tre otros, ocurridos durante la última dictadura militar gober-
nante.
En estas circunstancias, la conducta en que incurrió Víctor
Enrique REI responde a la que describe la Convención Intera-
mericana sobre Desaparición Forzada de Personas (aprobada
por ley 24.556), esto es, “la privación de la libertad a una o más
personas, cualquiera que fuere su forma, cometida por agentes
del Estado o por personas o grupos de personas que actúen con
la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida
de la falta de información o de la negativa a reconocer dicha
privación de libertad o de informar sobre el paradero de la per-
sona, con lo cual se impide el ejercicio de los recursos legales y
de las garantías procesales pertinentes” (artículo II).
En el caso, la desaparición forzada de Alejandro Adrián, se
consumó mediante su sustracción física de manos de su madre
detenida, y posterior sustitución de su verdadera identidad por
otra, lo que frustró la búsqueda por parte de sus familiares.
En esta línea, participamos de la opinión que llevó a los ma-
gistrados de la instancia anterior a expresar que “...la desapa-
rición forzada de Alejandro Adrián, no abarca sólo su ‘priva-
ción de libertad’, materializada mediante sus sustracción y
posterior retención, sino que también comprende la ‘falta de in-
formación o la negativa’ de reconocer dicha privación de liber-
tad o de informar sobre su paradero, lo que se materializa me-
diante su ocultamiento y la sustitución de su estado civil, como
así también las correspondientes falsedades documentales -Arts.
146, 139 y 293 del C.P.-.”
No debe dejar de considerarse que la conducta del imputado
no sólo se desarrolló en el contexto del terrorismo de Estado
que se asentó durante la última dictadura militar, sino que
también ella misma formó parte de los ataques cometidos des-
de el poder estatal, al ser Clelia Liliana Fontana -progenitora
de Alejandro Adrián- una de las personas que sufrió la deten-
ción y posterior desaparición orquestada desde las esferas del
poder.

247
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

La conexión de la detención y desaparición de los padres de


Alejandro Adrián con esa política de estado se encuentra sobra-
damente probada, por cuanto múltiples testimonios dan cuenta
de que la pareja Fontana-Sandoval, previamente a su desapari-
ción, permanecieron en el centro clandestino de detención cono-
cido como el “Club Atlético”, ubicado en una dependencia de la
Policía Federal Argentina.
Esta conexión entre el delito y la política de violación a los
derechos humanos desatada por la dictadura militar en aquel
entonces, sella su suerte, además, como delito de lesa humani-
dad, por cuanto concuerdan sus elementos esenciales con los
que establece el Estatuto de Roma para el establecimiento de
la Corte Penal Internacional en el año 1998, que mencionára-
mos más arriba como la más reciente determinación de la figu-
ra del delito de lesa humanidad.
El referido Estatuto dispone en su art. 7/, que “... se entende-
rá por “crimen de lesa humanidad” cualquiera de los actos si-
guientes cuando se cometa como parte de un ataque generaliza-
do o sistemático contra una población civil y con conocimiento
de dicho ataque ...”, y enumera luego una serie de conductas
constitutivas de dicho delito, entre las cuales figura en su inci-
so i) la “Desaparición forzada de personas;...”
Del mismo modo, el punto 2 inc. a) del artículo 7/, expresa
que “... por “ataque contra una población civil” se entenderá
una línea de conducta que implique la comisión múltiple de ac-
tos mencionados en el párr. 1 contra una población civil, de con-
formidad con la política de un Estado o de una organización de
cometer esos actos o para promover esa política ...”.
Desde nuestra óptica, el Tribunal inferior ha analizado co-
rrectamente las características fácticas del hecho, desde los ele-
mentos probatorios incorporados, y ha explicado satisfactoria-
mente su calificación como desaparición forzada de persona y
como delito de lesa humanidad.
c) Contra esta caracterización jurídica efectuada por el fallo,
el recurrente ha argumentado que “...en el accionar del estado
en los años 70, no hubo ningún ‘ataque sistemático a una pobla-
ción civil’, sino una respuesta exclusiva y excluyentemente diri-

248
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

gida a ejércitos irregulares conformados por combatientes ar-


mados y entrenados, lo cual constituye una acción de suyo justa
y legítima...” … y que en el análisis que hizo el fallo “...se omite
otro detalle nada menor: que la situación descripta por las Con-
venciones Internacionales de DDHH opera en tiempos de paz,
pues en tiempo de guerra dicha legislación es suplantada por
las Convenciones de Ginebra y La Haya sobre el derecho de gue-
rra” …
Tales argumentos no conmueven, desde mi óptica, lo expre-
sado por el resolutorio en el sentido de que “Liliana Clelia Fon-
tana Deharbe y Pedro Fabián Sandoval fueron secuestrados de
la vivienda familiar...” por lo cual “...no resulta necesario anali-
zar si los nombrados pertenecían o no a alguna organización
armada, ni el carácter jurídico de ésta, ya que lo cierto es que
ninguno de los declarantes ni las personas que aún continúan
desaparecidas se encontraba en combate”…
Por lo demás, compartimos que “Respecto a la calidad de la
existencia de conflicto armado o no, los Estados que redactaron
el Estatuto de Roma reafirmaron, por omisión de toda relación
con un conflicto armado, que los crímenes de lesa humanidad
pueden cometerse en tiempo de paz o durante conflictos arma-
dos” (…).
d) Tampoco resulta admisible el argumento de que la Con-
vención Interamericana sobre la Desaparición Forzada de Per-
sonas “es notablemente posterior al momento en que el hecho
cesó de ejecutarse (el día 1º de marzo de 1989) cuando los pa-
dres brindaron información al Estado acerca del paradero de la
víctima” (…), pues tal razonamiento olvida que “...la ratifica-
ción en años recientes de la Convención Interamericana sobre la
Desaparición Forzada de Personas por parte de nuestro país
sólo ha significado, como ya se adelantara, la reafirmación por
vía convencional del carácter de lesa humanidad postulado des-
de antes para esa práctica estatal, puesto que la evolución del
derecho internacional a partir de la segunda guerra mundial
permite afirmar que para la época de los hechos imputados el
derecho internacional de los derechos humanos condenaba ya la

249
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

desaparición forzada de personas como crimen de lesa humani-


dad”…
Sin perjuicio de ello, conforme se especifica infra…, el delito
cometido por Víctor Enrique REI es de naturaleza permanente
o continuada, y su comisión se prolongó hasta una fecha muy
posterior a la del inicio de la vigencia de la Convención señala-
da por el recurrente, por lo que, en razón de los mismos funda-
mentos allí expresados, tal ordenamiento le resulta directa-
mente aplicable.
e) Acerca del encuadramiento jurídico de los hechos, también
la defensa acudió al principio de legalidad, para resaltar que el
derecho penal sólo puede descansar en la ley, no pudiéndose
dictar una sentencia penal de condena fundándose solamente
en el derecho penal internacional, porque el derecho penal in-
terno exige, indisolublemente, la doble precisión de la ley sobre
los hechos punibles y sobre las penas a aplicar.
Sobre el tema, los argumentos del quejoso no conmueven lo
expresado por el tribunal inferior cuando, con remisión a lo ex-
presado por el Procurador General de la Nación, compartió que
“...Debe quedar claro que no se trata de combinar, en una suerte
de delito mixto, un tipo penal internacional -que no prevé san-
ción alguna- con la pena prevista para otro delito de legislación
interna. Antes bien, se trata de reconocer la relación de concurso
aparente existente entre ambas formulaciones delictivas...” (Cfr.
Incidente de apelación y nulidad de prisión preventiva –expe-
diente 30.312- formado en la causa Nº 1.499 del registro de este
órgano jurisdiccional, caratulada “Videla, Jorge Rafael s/su-
presión del estado civil de un menor -art. 139, inc. 2º- dictamen
del 23 de agosto de 2001).”
De esta manera, el tratamiento que mereció el asunto por
parte del Inferior no hizo sino seguir el camino señalado por la
doctrina de nuestro Máximo Tribunal in re “ARANCIBIA
CLAVEL, ENRIQUE LAUTARO s/homicidio calificado y aso-
ciación ilícita y otros” (causa nº 259, resuelta el 24/08/2004, Fa-
llos: 327:3312). Allí, resultan esclarecedores los conceptos verti-
dos sobre el punto por el voto del ministro Juan Carlos
Maqueda: “El castigo a ese tipo de crímenes proviene, pues, di-

250
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

rectamente de estos principios surgidos del orden imperativo in-


ternacional y se incorporan con jerarquía constitucional como
un derecho penal protector de los derechos humanos que no se
ve restringido por algunas de las limitaciones de la Constitu-
ción Nacional para el castigo del resto de los delitos. La consi-
deración de aspectos tales como la tipicidad y la prescriptibili-
dad de los delitos comunes debe ser, pues, efectuada desde esta
perspectiva que asegura tanto el deber de punición que le corres-
ponde al Estado Nacional por su incorporación a un sistema in-
ternacional que considera imprescindible el castigo de esas con-
ductas como así también la protección de las víctimas frente a
disposiciones de orden interno que eviten la condigna persecu-
ción de sus autores” (Considerando 33); “Que la calificación de
los delitos contra la humanidad no depende de la voluntad de
los estados nacionales sino de los principios del ius cogens del
Derecho Internacional (conf. Arg. Fallos: 318:2148, consideran-
do 4º), lo que pone en evidencia que sea plenamente aplicable el
sistema de fuentes del derecho propio de aquéllos.” ... “Por consi-
guiente, corresponde verificar si la conducta constituye un cri-
men contra la humanidad de acuerdo a las reglas consuetudi-
naria de derecho internacional o el derecho internacional
convencional o en virtud de los principios de derechos reconoci-
dos por la comunidad de las naciones, constituya o no una con-
travención al derecho vigente en el tiempo y lugar de su comi-
sión en el sistema normativo nacional” (Considerando 42) “...lo
hasta aquí expresado en modo alguno implica desconocer el
principio nullum crimen sine lege por cuanto la conducta mate-
ria de juzgamiento, al momento de los hechos, no sólo estaba
prevista en el derecho internacional - incorporada mediante el
art. 118 de la Constitución Nacional-, sino que también consti-
tuía un delito para el código penal argentino. Por otra parte el
encuadramiento de aquellas conductas investigadas en los tipos
penales locales en modo alguno implica eliminar el carácter de
crímenes contra la humanidad ni despojarlos de las consecuen-
cias jurídicas que les caben por tratarse de crímenes contra el
derecho de gentes. En otras palabras, el código penal, además
de ser el producto de la política en lo criminal adoptada por el

251
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

legislador para proteger a sus habitantes, también aparece


como el instrumento con el que el Estado argentino asume la
punición respecto de determinadas conductas por exigencia de
la comunidad internacional” (Considerando 57).
La aplicación de estos principios al hecho concreto de autos
nos conduce a descartar las razones del recurrente, compar-
tiendo lo expresado por el colegiado anterior, en cuanto expuso
que “... el universo fáctico abarcado por la desaparición forza-
da de Alejandro Adrián, se encontraba ya previsto en los deli-
tos de sustracción, ocultación y retención de un menor de diez
años de edad -Art. 146 del CP-; y falsedad ideológica de instru-
mento público destinado a acreditar la identidad de las perso-
nas”.
Y agregó que “Esto es así porque, la desaparición forzada de
Alejandro Adrián, no abarca sólo su “privación de libertad”,
materializada mediante sus sustracción y posterior retención,
sino que también comprende la “falta de información o la nega-
tiva” de reconocer dicha privación de libertad o de informar so-
bre su paradero, lo que se materializa mediante su ocultamiento
y la sustitución de su estado civil, como así también las corres-
pondientes falsedades documentales -arts. 146, 139 y 293 del
CP.-(En igual sentido, Sala I de la Cámara Nacional de Casa-
ción Penal, Exp. 30.312 “Videla, J.R. s/prisión preventiva”, re-
suelta el día 9 de septiembre de 1.999)”.
f) A fin de agotar el tratamiento de los agravios relativos al
correcto encuadramiento jurídico de los hechos, recordemos que
la defensa entendió que debió aplicarse la ley 11.179, vigente al
momento en que se consumó la conducta, en lugar de la más
gravosa nº 24.410, promulgada en diciembre de 1994.
Sobre el punto ya ha recaído pronunciamiento de la CSJN en
los autos “REI, VICTOR ENRIQUE Y OTRO (S) s/sustracción
de menores de 10 años (art. 146)” (causa R. 1236. XLI, resuelta
el 29 de mayo de 2007), en la cual el Alto Tribunal compartió e
hizo suyos los fundamentos y conclusiones del dictamen del
Procurador Fiscal relativos a la aplicación de la ley 24.410 al
caso —que resultaba según la defensa de REI contraria al prin-
cipio de legalidad establecido en el art. 18 de la Constitución

252
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

Nacional—. Al respecto, concluyó que “...las figuras de reten-


ción y ocultamiento de un menor de diez años integran la cate-
goría de delitos permanentes, en los que la actividad consumati-
va no cesa al perfeccionarse el delito, sino que perdura en el
tiempo, por lo que éste continúa consumándose hasta que culmi-
na la situación antijurídica. Frente a estos hechos, la reforma
de la ley 24.410 no introduce uno de los supuestos contemplados
en el art. 2 del Código Penal (que plantea únicamente la hipóte-
sis de un cambio de leyes entre el tiempo de comisión del delito y
de la condena o, eventualmente, el intermedio), sino que su apli-
cación al caso debe resolverse según la regla general del artículo
3 del Código Civil (tempus regit actum) en virtud de la cual el
delito (en este caso, que aún se está cometiendo) debe regirse por
las normas vigentes.” (Dictamen del Procurador Fiscal, de fecha
15 de agosto de 2.006).
De esa manera, ha quedado aclarada la inteligencia que debe
reconocerse a las aplicabilidad temporal de la ley 24.410, res-
tando en todo caso determinar si, en la especie, la acción típica
había continuado cometiéndose al tiempo de entrada en vigen-
cia de esta norma.
Al respecto, entiendo correcta la interpretación dada por el a
quo en cuanto a que la acción típica cesa cuando se descubre la
verdadera identidad de la víctima, por cuanto es la que mejor
se conforma con la naturaleza del delito (de ejecución perma-
nente o continua), teniendo en cuenta la persistencia de la “ne-
gativa de información acerca de la suerte o paradero de la vícti-
ma”, y es la inteligencia que ha adoptado, además, la C.I.D.H.
en los precedentes “Heliodoro Portugal vs. Panamá” (12/08/08)
y “Ticona Estrada y otros vs. Bolivia” (27/11/08). En estos asun-
tos, se dijo que “...la desaparición forzada consiste en una afec-
tación de diferentes bienes jurídicos que continúa por la propia
voluntad de los presuntos perpetradores, quienes al negarse a
ofrecer información sobre el paradero de la víctima mantienen
la violación a cada momento. Por tanto, al analizar un supuesto
de desaparición forzada se debe tener en cuenta que la privación
de la libertad del individuo sólo debe ser entendida como el ini-
cio de la configuración de una violación compleja que se prolon-

253
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

ga en el tiempo hasta que se conoce la suerte y el paradero de la


presunta víctima”.
En el caso que ahora nos ocupa, los jueces que en este aspec-
to conformaron la mayoría entendieron que el delito cesó de
ejecutarse el día 11 de julio de 2.006, fecha en la cual la víctima
recuperó su identidad por haberse recibido en este proceso el
resultado del estudio inmunogenético practicado por el Banco
Nacional de Datos Genéticos…
.
El criterio no parece desacertado en cuanto a que, si habre-
mos de aceptar que la acción típica cesa cuando se descubre la
verdadera identidad de la víctima, bien puede considerarse de-
terminante el momento de obtención de datos fidedignos que
permitan conocerla. La única objeción que advierto contra esta
opinión es que, estando sujeta la pericia genética a impugna-
ciones, se requeriría la ulterior ratificación judicial, y siguiendo
en esta línea de razonamiento, sólo al adquirir firmeza la sen-
tencia condenatoria, se podría tener dilucidada la verdad de los
hechos —y con ellos, la cuestión de la verdadera identidad— en
forma inconmovible y definitiva.
La cuestión nos llevaría a adentrarnos en una discusión que
a la postre resultaría bizantina, porque dadas las circunstan-
cias del caso, nos basta con la seguridad de que el momento de
cesación de la acción típica no podría situarse “antes” de la ob-
tención del resultado de la prueba genética que ha develado la
identidad de Alejandro Adrián con un grado de altísima proba-
bilidad, cercana a la certeza.
Por su parte, en el dictamen del Procurador Fiscal de fecha
15 de agosto de 2.006 en los mencionados autos “REI, VICTOR
ENRIQUE Y OTRO (S) s/sustracción de menores de 10 años
(art. 146)” (causa R. 1236. XLI de la C.S.J.N.) afirmó que, a esa
fecha, el delito “aún se está cometiendo”.
Conforme a todo ello, y cualquiera fuere el criterio que adop-
temos dentro de estos posibles, sin duda alguna a la fecha de
entrada en vigencia de la ley 24.410 (publicada en el B.O. del
2/1/95), se mantenía la ejecución del delito, y por ello, esta nor-
ma es la que resulta aplicable.

254
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

g) Con relación a la naturaleza del delito —sustracción del


presunto hijo de personas detenidas ilegalmente, secuestradas
y desaparecidas durante la última dictadura militar—, en el
precedente “GUALTIERI” de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación, en la disidencia parcial (sobre otros aspectos) de los
ministros Ricardo Lorenzetti y Raúl Zaffaroni, se expresó que
“...queda claro que el caso corresponde a un presunto delito de
lesa humanidad en forma de crimen de estado. Pero no se trata
de uno más de los muchos cometidos en el curso de los siglos, en
que por cierto son generosos en su aberración los ejemplos de las
dos centurias anteriores...sino que se trata de un crimen cuya
perversa originalidad le quita cualquier analogía con todos los
conocidos”. “Salvo las recientes investigaciones en curso sobre el
destino de niños por el régimen franquista, no hay en el mundo
precedentes de casos de secuestro y consiguiente privación de
identidad en forma masiva de niños de cortísima edad o naci-
dos en cautiverio o arrebatados de sus hogares, habiendo sido
casi siempre asesinados sus padres en el curso de la práctica de
otros crímenes de estado, manteniendo esta situación indefini-
damente en el tiempo.
Es claro que el crimen en autos no configura un hecho aisla-
do, sino que respondió a una decisión general en el marco de
una empresa criminal llevada a cabo por un aparato de poder
del Estado violador de elementales derechos humanos” (Consi-
derando 7º).
En el Dictamen del Procurador General ante la Corte Supre-
ma de Justicia de la Nación, correspondiente a la causa
“VAZQUEZ FERRA, EVELIN KARINA s/incidente de apela-
ción”…, dicho magistrado recordó que “...como lo ha expresado
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la práctica de
sustracción de niños hijos de desaparecidos, además de configu-
rar un delito en el derecho interno, constituye una violación a
normas fundamentales de derecho internacional de los derechos
humanos, principalmente aquellas que tutelan el derecho a la
identidad de las víctimas directas y protegen la familia (artícu-
los 11 y 17 de la Convención Americana sobre Derechos Huma-
nos, y artículos V yVI de la Declaración Americana de los Dere-

255
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

chos y Deberes del Hombre; Informe Anual de la Corte


Interamericana de Derechos Humanos de 1987/8, págs. 350/
63).”
h) De la caracterización jurídica de los hechos así determina-
da se sigue la respuesta al planteo de prescripción formulado.
Al respecto, adujo el recurrente que la aplicación de la Con-
vención Interamericana sobre la Desaparición Forzada de Per-
sonas fue recién ratificada por el Estado Argentino en virtud de
la ley 24.556, de fecha 18/10/95, por lo que la vigencia de esta
norma de derecho internacional es notablemente posterior al
momento en que el hecho cesó de ejecutarse, que sitúa en fecha
1º de marzo de 1.989, cuando los padres brindaron información
al Estado acerca del paradero de la víctima, o bien cuando el
menor cumplió los diez años de edad, no pudiéndose considerar
que resulte delictivo permanecer en una actitud pasiva más
allá de ese límite que marca la propia legislación. Y en este
sentido subrayó que el art. 63 del Código Penal prevé que si el
delito fuere continuo la prescripción comenzará a contarse a
partir del día en que cesó de cometerse; y agregó que el art. 18
de la C.N., en cuanto opone una absoluta prohibición a la apli-
cación retroactiva de todo empeoramiento del régimen de pres-
cripción penal, prevalece sobre los acuerdos internacionales,
por disponerlo los arts. 31 y 75, inc. 22, de la C.N. Más allá de
la gravedad de los llamados delitos de lesa humanidad, negó
que existiera en la legislación argentina norma alguna que los
prevea y que regule su imprescriptibilidad, no surgiendo del
derecho de gentes norma imperativa que deba aplicarse.
La cuestión así expuesta resulta idéntica, en lo pertinente, a
la resuelta por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en
los ya citados autos “ARANCIBIA CLAVEL”, en los que se ex-
presó que “..el fundamento común del instituto de la prescrip-
ción, independientemente del objeto al que aluda -de la acción o
de la pena-, es la inutilidad de la pena en el caso concreto, en
los que el transcurso del tiempo entre el hecho y el juicio, o entre
la condena y su ejecución, hace que la persona imputada no sea
la misma, como así también que el hecho sometido a la jurisdic-
ción pierda vigencia vivencial conflictiva, para pasar a ser un

256
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

mero hecho histórico-anecdótico.” (Considerando 20); “Que la


excepción a esta regla está configurada para aquellos actos que
constituyen crímenes contra la humanidad, ya que se tratan de
supuestos que no han dejado de ser vivenciados por la sociedad
entera dada la magnitud y la significación que los atañe...”
(Considerando 21); de ello se sigue “...la necesidad de un exa-
men de la cuestión de la prescripción diferenciada, según se tra-
te o no de un delito de lesa humanidad” (Considerando 26);
“Que esta convención (sobre Imprescriptibilidad de los Críme-
nes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad) sólo afir-
ma la imprescriptibilidad, lo que importa el reconocimiento de
una norma ya vigente (ius cogens) en función del derecho inter-
nacional público de origen consuetudinario. De esta manera, no
se fuerza la aplicación de irretroactividad de la ley penal, sino
que se reafirma un principio instalado por la costumbre inter-
nacional, que ya tenía vigencia al tiempo de comisión de los he-
chos” (Considerando 28); “Desde esta perspectiva, así como es
posible afirmar que la costumbre internacional ya consideraba
imprescriptibles los crímenes contra la humanidad con anterio-
ridad a la convención, también esta costumbre era materia
común del derecho internacional con anterioridad a la
incorporación de la convención al derecho interno” (Consideran-
do 29).
Similares principios aplicó nuestro Alto Tribunal in re:
“SIMON, JULIO HECTOR Y OTROS s/privación ilegítima de
la libertad, etc”… con relación a la imprescriptibilidad de la ac-
ción penal respecto de los crímenes de lesa humanidad, debien-
do destacarse, sobre este particular aspecto el voto del ministro
Antonio Boggiano en cuanto expresó “Que, esta Corte juzgó que
la calificación de delitos de lesa humanidad está sujeta de los
principios del ius cogens del derecho internacional y que no hay
prescripción para los delitos de esa laya (Fallos: 318:2148). Este
es un principio derivado tanto del derecho internacional consue-
tudinario cuanto del convencional, la Convención de la impres-
criptibilidad de Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad y la
Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Per-
sonas. En suma, los delitos de lesa humanidad nunca han sido

257
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS ES IMPRESCRIPTIBLE

prescriptibles en el derecho internacional ni en el derecho argen-


tino. En rigor, el derecho internacional consuetudinario ha sido
juzgado por esta Corte como integrante del derecho interno
argentino…”
De esta manera, compartiendo el hecho objeto de esta causa
la estudiada naturaleza de lesa humanidad, y no existiendo, en
lo que nos interesa, diferencias esenciales con los que motiva-
ron precedentes mencionados, resultan aplicables sus princi-
pios, lo que determina el rechazo de la defensa de prescripción.

VII. Por los fundamentos que anteceden, propongo al acuer-
do rechazar el recurso de casación interpuesto por el doctor
Alejandro María MACEDO RUMI, en representación de Víctor
Enrique REI…, con costas (arts. 530 y 531 del C.P.P.N.), y te-
ner presente la reserva del caso federal efectuada por el recu-
rrente.
El señor juez Augusto M. Diez Ojeda dijo:
Que por coincidir en lo sustancial con las consideraciones
realizadas por el distinguido colega que lidera el acuerdo, ad-
hiero a su voto.
Sin embargo, considero oportuno precisar, respecto al plan-
teo que involucra el tiempo en prisión preventiva que lleva el
incuso y la duración del proceso como circunstancias atenuan-
tes para la graduación de la pena en los términos del art. 40 y
41 del Código Penal, que en mi opinión, el tratamiento del
agravio se torna insustancial, toda vez que el recurrente no lo-
gra demostrar los extremos que dan lugar a la articulación.
En este orden de ideas, no es posible soslayar que, reciente-
mente, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, in re “Salga-
do, Héctor y otros s/defraudación a la Administración Pública
-causa N/ 15174 -34341-"…, recordó que el alcance del derecho
a obtener un pronunciamiento sin dilaciones indebidas -garan-
tía de plazo razonable- reconocido a partir de los precedentes…
“se encuentra limitado, por supuesto, a la demostración por
parte de los apelantes de lo irrazonable de esa prolongación…
pues en esta materia no existen plazos automáticos o absolutos

258
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, ARGENTINA

y, precisamente, ‘la referencia a las particularidades del caso


aparece como ineludible’”…
El señor juez Juan Carlos Rodríguez Basavilbaso dijo:
Que adhiero a los votos que anteceden.
Por ello, en mérito del acuerdo que antecede, el Tribunal
RESUELVE:
I. RECHAZAR el recurso de casación interpuesto… por el
doctor Alejandro María MACEDO RUMI, en representación de
Víctor Enrique REI, con costas (arts. 530 y 531 del C.P.P.N.).
II. TENER PRESENTE la reserva del caso federal efectua-
da.

259
LA SUSPENSIÓN DEL EJERCICIO DE LOS DERECHOS
POLÍTICO-ELECTORALES DEBE BASARSE
EN CRITERIOS OBJETIVOS Y RAZONABLES
EN RELACIÓN CON EL EFECTO ÚTIL
QUE SE PRETENDA CON ESA MEDIDA

Sinopsis: En esta sentencia, la Sala Regional de la Quinta Cir-


cunscripción Plurinominal del Tribunal Electoral del Poder Ju-
dicial de la Federación resolvió un juicio para la protección de
los derechos político-electorales del ciudadano, promovido por
una persona a quien mediante una resolución el Instituto Fede-
ral Electoral le negó la expedición de la credencial para votar
con fotografía. Los derechos político-electorales de dicha persona
estaban suspendidos por encontrarse cumpliendo una pena cor-
poral en libertad.
Entre otros, la Sala Regional señaló que el derecho al sufragio
estaba reconocido en el artículo 23 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos. Asimismo, indicó que aunque la Cons-
titución Política de México dispone que los derechos y prerroga-
tivas del ciudadano, como los derechos político-electorales, se
suspenden cuando la persona se encuentra sujeta a un proceso
criminal por delito que merezca pena corporal, tal suspensión no
es absoluta ni categórica. Al analizar las posibles restricciones
que el ejercicio de estos derechos puede tener, la Sala Regional
se remitió a la Convención Americana y a la interpretación que
de dicho instrumento ha hecho la Corte Interamericana de Dere-
chos Humanos. Para ello, estableció que los tratados internacio-
nales celebrados por México son de observancia y aplicación
para todos los juzgadores del Estado mexicano, y que la juris-
prudencia que la Corte Interamericana emite respecto a la inter-
pretación de la Convención Americana es de observancia obliga-
toria. En tal sentido, con base en diversa jurisprudencia de la
Corte Interamericana, la Sala Regional se refirió al control de
convencionalidad que deben ejercer los jueces, conforme al cual
261
EJERCICIO DE LOS DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES

están obligados a aplicar la Convención Americana en las deci-


siones que impliquen vulneración de los derechos contemplados
en ella, armonizando las normas jurídicas internas que aplican
en los casos concretos, teniendo en cuenta no solamente el trata-
do sino también la interpretación que del mismo ha realizado la
Corte Interamericana. De esta forma, los jueces o tribunales que
materialmente realicen actividades jurisdiccionales, sean de
competencia local o federal, necesariamente deben lograr inter-
pretaciones conforme al corpus iuris interamericano. Con base
en lo anterior, la Sala Regional estableció que los derechos cons-
titucionales son susceptibles de armonizarse, entre otros, con los
tratados internacionales, pues forman parte de la “Ley Suprema
de la Unión” en lo que se ha conocido como bloque de constitucio-
nalidad.
Señaló que el artículo 23 de la Convención Americana reconoce
el derecho de todos los ciudadanos de votar en elecciones perió-
dicas auténticas, realizadas por sufragio universal e igual, y por
voto secreto que garantice la libre expresión de la voluntad de
los electores. Asimismo, que el artículo 29 de dicha Convención
reconoce y consagra el principio de interpretación pro homine.
Remitiéndose a casos decididos por la Corte Interamericana en
los cuales analizó el contenido del referido artículo 23 de la Con-
vención, la Sala Regional estableció, entre otros, que el Estado
tiene la obligación de garantizar, con medidas positivas, que
toda persona titular de derechos políticos tenga la oportunidad
real para ejercerlos, por lo que es indispensable que se generen
las condiciones y mecanismos óptimos para que tales derechos
puedan ser ejercidos de forma efectiva, respetando el principio
de igualdad y no discriminación. Además, también indicó que
como los derechos políticos no son de carácter absoluto, su res-
tricción debe basarse en criterios razonables, atender a un pro-
pósito útil y oportuno que la torne necesaria para satisfacer un
interés público imperativo, y ser proporcional a ese objetivo, es
decir, que cuando haya varias opciones para alcanzar ese fin,
debe escogerse la que restrinja menos el derecho protegido y
guarde mayor proporcionalidad con el propósito que se persigue.
Por lo tanto, la suspensión de los derechos político-electorales
consiste en la restricción particular y transitoria del ejercicio de
los derechos del ciudadano, cuando a éste se le comprueba el in-
cumplimiento de sus obligaciones correlativas o se acredite su
responsabilidad en la infracción de algún ordenamiento legal.

262
TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN

Sin embargo, todo límite o condición para el ejercicio de tales de-


rechos debe basarse en criterios objetivos y razonables.
En el caso concreto, la Sala Regional verificó que el agraviado se
había acogido al beneficio de la condena condicional, que se en-
contraba gozando de libertad por una causa lícita y que, al mo-
mento de dictar sentencia, ya estaba rehabilitado en sus dere-
chos político-electorales, por lo cual consideró que no existía
causa objetiva ni razonable para que la autoridad correspon-
diente le negara la expedición de la credencial para votar. Por lo
tanto, la Sala Regional revocó la resolución del Instituto Federal
Electoral objeto del juicio promovido y, entre otros, ordenó a la
autoridad respectiva la expedición de la credencial para votar a
favor del agraviado.
En la sentencia, al abordar el tema del control de convencionali-
dad, la Sala Regional citó los siguientes casos decididos por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos: Almonacid Arella-
no y otros vs. Chile, La Cantuta vs. Perú, Boyce y otros vs. Bar-
bados, Heliodoro Portugal vs. Panamá, Radilla Pacheco vs. Mé-
xico, Manuel Cepeda Vargas vs. Colombia, Comunidad Indígena
Xákmok Kásek vs. Paraguay, Fernández Ortega y otros vs. Méxi-
co, Rosendo Cantú y otra vs. México, Ibsen Cárdenas e Ibsen
Peña vs. Bolivia, Vélez Loor vs. Panamá, Gomes Lund y otros
(Guerrilha do Araguaia) vs. Brasil, y Cabrera García y Montiel
Flores vs. México. Además, al abordar el contenido del artículo
23 de la Convención Americana, la Sala Regional se refirió a las
sentencias dictadas por la Corte Interamericana en los casos Ya-
tama vs. Nicaragua y Castañeda Gutman vs. México.

THE SUSPENSION OF THE EXERCISE OF POLITICAL


AND ELECTORAL RIGHTS MUST BE BASED
ON OBJECTIVE AND REASONABLE
CRITERIA IN RELATION TO THE EFFECTIVE
APPLICATION INTENDED WITH THAT MEASURE

Synopsis: In this judgment, the Regional Chamber of the Elec-


toral Tribunal of the Federal Judiciary, Fifth Proportional Vot-
263
EJERCICIO DE LOS DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES

ing District, conducted a proceeding for the protection of the citi-


zen’s political and electoral rights, which was instituted by a
person to whom, by means of a resolution, the Federal Electoral
Institute denied the issuance of a voter’s registration card with a
photograph. The political and electoral rights of said person were
suspended given that he was released on parole.
Among other aspects, the Regional Chamber pointed out that the
right to vote was embodied in article 23 of the American Conven-
tion on Human Rights. Moreover, it indicated that though the
Political Constitution of Mexico provides that the rights and pre-
rogatives of the citizen, like the political and electoral rights, are
suspended whenever a person is subject to a criminal proceeding
in which the punishment is imprisonment, such suspension is
neither absolute nor exclusive. Upon analyzing the possible re-
strictions that the exercise of these rights may have, the Regional
Chamber referred to the American Convention and the interpre-
tation made thereof by the Inter-American Court of Human
Rights. To this end, it determined that the compliance with and
application of the international treaties signed by Mexico are
mandatory for all Mexican courts and that the compliance with
the case-law that the Inter-American Court develops, when inter-
preting the American Convention, is compulsory. In this regard,
based on different case-law developed by the Inter-American
Court, the Regional Chamber referred to the conventionality con-
trol that courts and tribunals must exercise, according to which
they are obliged to apply the American Convention to all deci-
sions that refer to the infringement of rights contemplated
therein, adapting the domestic legal rules applicable to specific
cases, taking into account not only the treaty but also the inter-
pretation made thereof by the Inter-American Court. In this way,
the courts or tribunals that perform judicial functions, at the lo-
cal or federal level, must necessarily make interpretations ac-
cording to the Inter-American corpus iuris. Based on the forego-
ing, the Regional Chamber determined that the constitutional
rights are subject to be adapted, among others, to international
treaties, given that they are part of the “Supreme Law of the Un-
ion” which it is known to be the constitutional block.
It pointed out that article 23 of the American Convention recog-
nizes the right of every citizen to vote in genuine periodic elec-
tions, which shall be by universal and equal suffrage and by se-
cret ballot that guarantees the free expression of the will of the

264
TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN

voters. Moreover, article 29 of said treaty recognizes and embod-


ies the pro homine interpretation principle. By referring to cases
decided by the Inter-American Court in which the content of said
article 23 of the Convention was analyzed, the Regional Chamber
established, among other aspects, that the State has the obliga-
tion to ensure, by means of positive measures, to every person
who is a holder of political rights, the real possibility of exercis-
ing such rights; therefore, it is essential to lay down ideal condi-
tions and mechanisms so that such rights are effectively exer-
cised, respecting the principle of equality and non-discrimina-
tion. Moreover, it also indicated that since such political rights
are not absolute, their restriction must be based on reasonable
criteria, address a useful and timely purpose so that such restric-
tion is necessary to satisfy an imperative public interest and
must be proportional to such purpose; that is, when there are sev-
eral options to achieve such end, it is essential to choose the op-
tion that is least detrimental to the protected right and is more
proportional to the purpose it serves. Therefore, the suspension of
the political and electoral rights implies a temporary restriction
on the exercise of a citizen’s rights, whenever it is found that the
citizen did not comply with the corresponding obligations or was
found to be responsible for a crime. However, all limits to or con-
ditions for the exercise of such rights must be based on objective
and reasonable criteria.
In the specific case, the Regional Chamber verified that the ag-
grieved party was on parole, that he was enjoying his freedom for
a legal act and that, at the moment of the delivery of the judg-
ment, his political and electoral rights were restored; therefore, it
considered that there was no objective or reasonable ground for
the corresponding authority to deny the issuance of the voting
card. Therefore, the Regional Chamber revoked the resolution of
the Electoral Federal Institute, subject-matter of the proceeding
instituted and ordered the respective authority the issuance of the
voting card in favor of the aggrieved party.
In the judgment, when addressing the issue of the control of con-
ventionality, the Regional Chamber referred to the following
cases decided by the Inter-American Court of Human Rights:
Almonacid Arellano et al v. chile, La Cantuta v. Peru, Boyce et al
v. Barbados, Heliodoro Portugal v. Panama, Radilla Pacheco v.
México, Manuel Cepeda Vargas v. Colombia, Xákmok Kásek In-
digenous Community v. Paraguay, Fernández Ortega et al v.

265
EJERCICIO DE LOS DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES

Mexico, Rosendo Cantú et al vs. Mexico, Ibsen Cárdenas and Ib-


sen Peña v. Bolivia, Vélez Loor v. Panama, Gomes Lund et al
(Guerrilha do Araguaia) v. Brazil, and Cabrera García and
Montiel Flores v. México. In addition, when addressing the con-
tent of article 23 of the American Convention, the Regional
Chamber referred to the judgments delivered by the Inter-Ameri-
can Court in the cases of Yatama v. Nicaragua and Castañeda
Gutman v. Mexico.

266
SALA REGIONAL DEL TRIBUNAL ELECTORAL
DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN
QUINTA CIRCUNSCRIPCIÓN PLURINOMINAL

JUICIO PARA LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS


POLÍTICO-ELECTORALES DEL CIUDADANO
INTERPUESTO POR JUVENAL ORTÍZ ZAVALA
EXPEDIENTE ST-JDC-33/2011
24 DE MARZO DE 2011


VISTOS, para resolver, los autos del juicio para la protección
de los derechos político-electorales del ciudadano, con la clave
ST-JDC-33/2011, promovido por Juvenal Ortiz Zavala, en con-
tra de la resolución de tres de marzo del año en curso, dictada
por la Vocal del Registro Federal de Electores de la 32 Junta
Distrital Ejecutiva del Instituto Federal Electoral en el Estado
de México, que declaró improcedente su solicitud de expedición
de credencial para votar con fotografía por reposición, por estar
suspendido en sus derechos político-electorales, y

RESULTANDO:

I. Antecedentes. De la narración de los hechos que el actor


hace en su demanda, así como del contenido de las constancias
que obran en el expediente, se advierte lo siguiente:
a) Solicitud de reposición de Credencial para Votar. El
diez de diciembre de dos mil diez, Juvenal Ortiz Zavala acudió
al modulo de atención ciudadana 153221, del Registro Federal
de Electores del Instituto Federal Electoral, correspondiente al
32 Distrito Electoral Federal del Instituto Federal Electoral en
267
EJERCICIO DE LOS DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES

el Estado de México, con el fin de solicitar la reposición de su


credencial para votar con fotografía, manifestando para tal
efecto que: “…me ha sido robada o he extraviado mi credencial
para votar…”, lo cual realizó mediante Formato Único de
Actualización y Recibo con el folio 1015322121699, como se ad-
vierte de la copia certificada de dicho formato que obra a foja
16 de autos, así como del informe circunstanciado que obra a
foja 08 de autos.
b) Cédula de verificación de identidad y situación ju-
rídica de ciudadanos. El veinte de diciembre de dos mil diez,
la Coordinación de Operación de Campo, emitió la cédula de
verificación de identidad y situación jurídica de ciudadanos,
como se advierte de la copia certificada con folio 0157032 que
obra a foja 024 de autos y de la manifestación de la responsable
en su informe circunstanciado a fojas 09 y 010; sin que, a dicho
de la referida autoridad, el actor hubiera presentado documen-
to alguno con el que demostrara la suspensión en sus derechos
político-electorales.
c) Copia certificada de los resolutivos de la causa pe-
nal 39/2001. El veintiuno de diciembre de dos mil diez, Juve-
nal Ortiz Zavala acudió al módulo de atención ciudadana cita-
do, exhibiendo copia certificada de los resolutivos en la causa
penal 39/2001, en la que se le concedió el beneficio de la conde-
na condicional, tal como lo manifiesta la autoridad responsable
en su informe circunstanciado a foja 09 de autos.
d) Promoción de la instancia administrativa. El vein-
tiocho de enero posterior, el actor se presentó en el citado mo-
dulo de atención ciudadana para recoger su credencial para vo-
tar, por lo que se le informó la negativa de su solicitud por
suspensión de sus derechos políticos-electorales.
Ante dicha circunstancia, el enjuiciante presentó en esa mis-
ma fecha, solicitud de expedición de credencial para votar con
fotografía, a la que se le asignó el número de folio
1115322102479, documento que obra agregado en copia certifi-
cada a foja 15 del expediente.

268
TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN

f) Opinión Técnica Normativa. El tres de marzo del año


en curso, a dicho de la autoridad responsable, se recibió el
DICTAMEN DE LA SOLICITUD DE EXPEDICIÓN DE CRE-
DENCIAL PARA VOTAR, PRESENTADA POR CIUDA-
DANOS QUE SE ENCUENTRAN SUSPENDIDOS EN SUS
DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES, mediante el cual la
Secretaria Técnica Normativa del Registro Federal de Electo-
res del Instituto Federal Electoral considera improcedente la
solicitud de reposición de la credencial para votar con fotogra-
fía de Juvenal Ortiz Zavala, como se advierte del informe cir-
cunstanciado a foja 010.
g) Resolución de la instancia administrativa. En la mis-
ma fecha referida en el inciso anterior, la Vocal del Registro
Federal de Electores de la 32 Junta Distrital Ejecutiva del
Instituto Federal Electoral en el Estado de México dictó resolu-
ción, declarando improcedente la solicitud de reposición de cre-
dencial para votar con fotografía presentada por el actor, toda
vez que se encontraba suspendido de sus derechos políti-
cos-electorales, por lo que se dejaron a salvo sus derechos para
que los hiciera valer a través de demanda de Juicio para la
Protección de los Derechos Políticos-Electorales del Ciudadano,
tal como se advierte del contenido de la referida resolución que
obra a fojas 038 a 43 del sumario.

II. Juicio para la Protección de los Derechos Políti-
co-Electorales del Ciudadano. Inconforme con dicha resolu-
ción, el tres de marzo de dos mil once, Juvenal Ortiz Acosta
promovió juicio para la protección de los derechos político-elec-
torales del ciudadano, utilizando el formato que para tal efecto
la propia autoridad responsable puso a su disposición, como se
advierte en el referido documento visible a foja 4 del expedien-
te, así como del acuerdo de recepción suscrito por el Vocal Eje-
cutivo y Encargado de la Vocalía Secretarial de la 32 Junta
Distrital Ejecutiva del Instituto Federal Electoral en el Estado
de México, que obra agregado a foja 14.

269
EJERCICIO DE LOS DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES

CONSIDERANDO:

PRIMERO. Jurisdicción y Competencia. Esta Sala Re-


gional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federa-
ción correspondiente a la Quinta Circunscripción Plurinominal
es competente para conocer y resolver este medio de impugna-
ción, …
Lo anterior, por tratarse de un juicio promovido por un ciu-
dadano, contra la negativa de reposición de su credencial para
votar con fotografía emitida por la Vocal del Registro Federal
de Electores de la 32 Junta Distrital Ejecutiva del Instituto Fe-
deral Electoral en el Estado de México, entidad federativa que
corresponde a la circunscripción plurinominal donde esta Sala
Regional ejerce jurisdicción.
SEGUNDO. Autoridad responsable. Cabe aclarar que,
como ha quedado identificado en el proemio de esta ejecuto-
ria, la autoridad responsable es la Dirección Ejecutiva del
Registro Federal de Electores del Instituto Federal Electoral,
por conducto del Vocal respectivo de la 32 Junta Distrital
Ejecutiva en el Estado de México, en virtud de que, según lo
disponen los artículos 128, párrafo 1, inciso e), y 171, párrafo 1
del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electora-
les, es el órgano del Instituto Federal Electoral encargado de
expedir la credencial para votar con fotografía, por lo que se
adecua a la hipótesis normativa del artículo 12, párrafo 1, inci-
so b) de la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación
en Materia Electoral.

TERCERO. Resolución impugnada. La autoridad respon-
sable al dictar la resolución impugnada señaló, en lo que inte-
resa, lo siguiente:
“…CONSIDERANDOS
I.- El artículo 41, base V de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos señala que el Instituto Federal
Electoral tendrá a su cargo en forma integral y directa, además
de la que determine la ley, las actividades relativas al Padrón
Electoral y lista nominal de electores.

270
TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN

2.- El artículo 174, párrafo 1, inciso c) del Código Federal de


Instituciones y Procedimientos Electorales, señala que las dos
secciones del Registro Federal de Electores se formarán a tra-
vés de la incorporación de los datos que aporten las autorida-
des competentes relativos a fallecimientos o habilitaciones, in-
habilitaciones y rehabilitaciones de derechos políticos de los
ciudadanos.
3.- El artículo 38, fracciones II, V y VI de la Constitución Po-
lítica de los Estados Unidos Mexicanos, señala que los derechos
o prerrogativas de los ciudadanos se suspenden por estar sujeto
a un proceso criminal por delito que merezca pena corporal, a
contar desde la fecha del auto de formal prisión, durante la ex-
tinción de una pena corporal, por estar prófugo de la justicia,
desde que se dicte la orden de aprehensión hasta que prescriba
la acción penal y por sentencia ejecutoria que imponga como
pena esa suspensión.
4.- En el artículo 128, incisos d), e), f) y g) del Código Federal
de Instituciones y Procedimientos Electorales, señala como
atribuciones de la Dirección Ejecutiva del Registro Federal de
Electores, formar el Padrón Electoral, expedir la credencial
para votar, según lo dispuesto en el Titulo Primero del Libro
Cuarto de la citada ley; revisar y actualizar anualmente el Pa-
drón Electoral conforme al procedimiento establecido en el Ca-
pítulo Tercero del Título Primero del Libro Cuarto del citado
ordenamiento legal, establecer con las autoridades federales,
estatales y municipales la coordinación necesaria, a fin de obte-
ner la información sobre fallecimientos de los ciudadanos, o so-
bre pérdida, suspensión u obtención de la ciudadanía.
5. El artículo 198, párrafos 3 y 5 del Código Federal de Insti-
tuciones y Procedimientos Electorales, señala que los jueces
que dicten resoluciones que decreten la suspensión o pérdida
de derechos políticos o la declaración de ausencia o presunción
de muerte de un ciudadano así como la rehabilitación de los de-
rechos políticos de los ciudadanos de que se trate, deberán noti-
ficarlas al Instituto dentro de los diez días siguientes a la fecha
de expedición de la respectiva resolución, conforme a los proce-

271
EJERCICIO DE LOS DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES

dimientos y en los formularios que al efecto les sean proporcio-


nados por el instituto.
6.- El artículo 199, párrafo 8 del citado ordenamiento legal,
establece que en aquellos casos en que los ciudadanos hayan
sido suspendidos en el ejercicio de sus derechos políticos por re-
solución judicial, serán excluidos del Padrón Electoral y de la
Lista Nominal de Electores durante el periodo que dure la sus-
pensión. La Dirección Ejecutiva del Registro Federal de Electo-
res reincorporará al Padrón Electoral a los ciudadanos que
sean rehabilitados en sus derechos políticos una vez que sea
notificado por las autoridades competentes, o bien cuando el
ciudadano acredite con la documentación correspondiente que
ha cesado la causa de la suspensión o ha sido rehabilitado en
sus derechos políticos.
7.- El artículo 182, párrafo 3, inciso d) de la ley en cita, esta-
blece que durante el periodo de actualización también deberán
acudir a las oficinas, los ciudadanos incorporados en el catálogo
general de electores y en el Padrón Electoral que suspendidos
en sus derechos políticos hubieren sido rehabilitados.
8.- El artículo 183 del Código Federal de Instituciones y Pro-
cedimientos Electorales, los ciudadanos podrán solicitar su ins-
cripción en el catalogo general de electores, o en su caso, su ins-
cripción en el Padrón Electoral, en periodos distintos a los de
actualización a que se refiere el artículo anterior, desde el día
siguiente de elección, hasta el 15 de enero del año de la elección
federal ordinaria.
9.- La Dirección Ejecutiva del Registro Federal de Electores,
mediante el “Procedimiento de Reincorporación al Padrón Elec-
toral de Ciudadanos Rehabilitados en sus Derechos Políticos
por notificación del Poder Judicial”, señala los mecanismos
para la reincorporación al Padrón Electoral de los ciudadanos
que encontrándose rehabilitados en sus derechos político-elec-
torales, acudan al Módulo de Atención Ciudadana que les co-
rresponda a solicitar su inscripción en el Padrón Electoral, pre-
via presentación del documento con el que se acredite dicha
situación jurídica.

272
TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN

El “Procedimiento de instancias Administrativas y deman-


das de Juicio para la Protección de derechos político-electorales
del ciudadano en materia del R.F.E.; febrero 25, (sic) 2009, ver-
sión 1.0, señala que la Secretaria Técnica Normativa recibirá
todas y cada una de las Solicitudes de Expedición de Creden-
cial para Votar a nivel nacional, a fin de emitir una opinión
respecto de la procedencia, improcedencia o sobreseimiento de
dicha solicitud.
11.- En ese sentido, del expediente a nombre del C. JU-
VENAL ORTIZ ZAVALA, se desprende lo siguiente:
Con fecha 06 de abril de 2001, la Lic. Zaida María Topete
Cooley, Juez Quinto de Distrito en el estado de México, dictó
auto de formal prisión en contra del C. JUVENAL ORTIZ
ZAVALA, dentro de los autos que integran el expediente núme-
ro 39/2001.
En razón de lo anterior, de conformidad con lo dispuesto en
el artículo 38, fracción II de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, se ordenó la suspensión de sus de-
rechos político-electorales.
La resolución antes citada, fue notificada a este Instituto,
con fecha 16 de mayo de 2001, mediante formato Notificación
del Poder Judicial NS, con número S 000947433, razón por la
cual de conformidad con lo dispuesto por el artículo 163, párra-
fo 7 incipit, del Código Federal de Instituciones y Procedimien-
tos Electorales, vigente hasta el 14 de enero de 2008, se proce-
dió a dar de baja del Padrón Electoral el registro de dicho
ciudadano.
El 11 de enero de 2010, el C. JUVENAL ORTIZ ZAVALA,
acudió al Módulo de Atención Ciudadana 153 221, adscrito a la
32 Junta Distrital Ejecutiva del Instituto Federal Electoral en
el estado (sic) de México, a solicitar su reposición de credencial,
en donde se le informó que su trámite no fue exitoso en razón
de que su registro se encontraba dado de baja por suspensión
de sus derechos político- electorales, por resolución judicial.
Cabe señalar, que mediante oficio número COC/1146/2011,
la Coordinación de Operación en Campo, informó a esta Secre-
taría Técnica Normativa, entre otras cosas, lo siguiente:

273
EJERCICIO DE LOS DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES

“...el ciudadano no exhibió documento probatorio para acre-


ditar la rehabilitación, por lo que la Vocalía Local del RFE en
México, solicitó al Juez Quinto de Distrito en el Estado de Mé-
xico con residencia en Nezahualcóyotl, mediante oficio No.
RFE/VEM-396/2011 del 10 de enero de 2011, la situación jurí-
dica actual del ciudadano dentro de la causa penal 39/2001, a
la fecha no se tiene contestación por parte de la autoridad ju-
risdiccional, por lo que una vez que se reciba dicha respuesta se
remitirá a la brevedad la información proporcionada, lo que
hago de su conocimiento para los efectos a que haya lugar.”
Es decir, en virtud de lo expuesto en el párrafo anterior, di-
cha Coordinación manifiesta que a la fecha no se ha tenido con-
testación por parte de la autoridad jurisdiccional para determi-
nar la situación jurídica actual del ciudadano.
Asimismo, manifiesta que el ciudadano en comento no exhi-
bió documento probatorio para acreditar su rehabilitación.
Con base a lo anterior, y al haber decretado, con fecha 06 de
abril de 2001, la Lic. Zaida María Topete Cooley, dentro de los
autos del expediente 39/2001, auto de formal prisión contra di-
cho ciudadano, decretando con ello la suspensión de sus dere-
chos político- electorales del ciudadano en comento, además de
que aún no es ciudadano rehabilitado en virtud de que el ciuda-
dano no presentó documento probatorio que acreditara su reha-
bilitación y asimismo la autoridad jurisdiccional aún no ha in-
formado al Instituto sobre la situación jurídica actual de dicho
ciudadano, por lo que se considera que la suspensión de sus de-
rechos políticos electorales continua, por lo tanto, resulta
IMPROCEDENTE su Solicitud (sic) de Expedición (sic) de
Credencial para Votar.
En razón de lo expuesto, de conformidad con el artículo 199,
párrafo 8 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos
Electorales, parte infine el cual establece que la Dirección Eje-
cutiva del Registro Federal de Electores reincorporará al Pa-
drón Electoral a los ciudadanos que sean rehabilitados en sus
derechos políticos una vez que sea notificado por las autorida-
des competentes, o bien cuando el ciudadano acredite con la do-
cumentación correspondiente que ha cesado la causa de la sus-

274
TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN

pensión o ha sido rehabilitado en sus derechos políticos, en


opinión de esta Secretaría Técnica Normativa, la Solicitud (sic)
de Expedición (sic) de Credencial para Votar promovida por el
C. JUVENAL ORTIZ ZAVALA, es IMPROCEDENTE.
En razón de lo antes expuesto, la Solicitud (sic) de Expedi-
ción (sic) de la Credencial para Votar es IMPROCEDENTE y
en consecuencia, se considera no deberá ser expedida la respec-
tiva credencial para votar.
Se dejan a salvo los derechos del C. JUVENAL ORTIZ
ZAVALA, para hacerlos valer a través de la demanda de Juicio
para la Protección de los Derechos Político- Electorales del Ciu-
dadano, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 187,
párrafo 6, del Código Federal de Instituciones y Procedimientos
Electorales, artículos 79, 80 párrafo 1, inciso a), 81 y demás re-
lativos y aplicables de la Ley General de Sistema de Medios de
Impugnación en Materia Electoral.
Por lo anterior, de conformidad con lo dispuesto en el artícu-
lo 8 de la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación
en Materia Electoral, el C. JUVENAL ORTIZ ZAVALA,
cuenta con un plazo de 4 días hábiles contados a partir del día
siguiente al que reciba la notificación de esta resolución, para
interponer la demanda de Juicio para la Protección de los Dere-
chos Político-Electorales del Ciudadano.
En atención a los antecedentes y consideraciones vertidos, la
Secretaría Técnica Normativa emite el siguiente:

RESUELVE.

PRIMERO.- La Solicitud de Expedición de Credencial para


Votar presentada por el C. JUVENAL ORTIZ ZAVALA, re-
sulta IMPROCEDENTE de conformidad con el considerando
11 de la presente opinión.
SEGUNDO.- Se dejan a salvo los derechos del C.
JUVENAL ORTIZ ZAVALA, para hacerlos valer a través de
la Demanda del Juicio para la Protección de los Derechos Polí-
tico-Electorales del Ciudadano, prevista por los artículos 187,
párrafo 6, del ordenamiento legal citado, en relación con los ar-
tículos 79, 80 párrafo 1, inciso a), 81 y demás relativos y aplica-
275
EJERCICIO DE LOS DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES

bles de la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación


en Materia Electoral…”
CUARTO. Suplencia del agravio y precisión de la litis.
En la resolución impugnada, la responsable sostiene la impro-
cedencia de la solicitud de reposición de credencial para votar
del enjuiciante, por encontrarse suspendido en sus derechos po-
lítico-electorales con motivo de la sentencia condenatoria dicta-
da por la Jueza del Quinto de Distrito en materia penal federal
con sede en Nezahualcóyotl, Estado de México, en la causa pe-
nal 39/2001, sin que a la fecha de su solicitud presentara medio
probatorio con el que demostrara su rehabilitación, ni la auto-
ridad jurisdiccional competente hubiera informado al Instituto
demandado sobre la situación jurídica actual del enjuiciante.
Por otra parte, resulta necesario precisar que a pesar de que
el agravio esgrimido por la accionante, se refiere a que la reso-
lución impugnada le causa lesión, en razón de que se “...le im-
pide su derecho a votar que la Constitución Política de los Esta-
dos Unidos Mexicanos, le otorga como ciudadano mexicano…”;
esta Sala Regional suple la deficiencia en el agravio esgrimido,
así como en el derecho invocado, con fundamento en lo dispues-
to por el artículo 23, párrafos 1 y 3 de la Ley General del Siste-
ma de Medios de Impugnación en Materia Electoral; ya que de
lo expuesto por el promovente se deduce claramente que la de-
terminación de improcedencia para reponerle su credencial de
elector, constituye un impedimento para ejercer su derecho al
sufragio en los comicios locales que tendrán verificativo el pró-
ximo tres de julio del año en curso en el Estado de México; ya
que, conforme a los artículos 34, 35, fracción I y 36, fracción III
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos;
23, párrafo 1, inciso b) de la Convención Americana sobre Dere-
chos Humanos; 25, párrafo 1, inciso b) del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos; 6, párrafo 1, incisos a) y b) del
Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales,
así como 5 y 6, del Código Electoral del Estado de México, para
poder ejercer el derecho al voto, los ciudadanos deben estar
inscritos en el Registro Federal de Electores y contar con su
credencial para votar con fotografía.

276
TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN

En este sentido, la litis en el presente juicio se circunscribe a


determinar si la resolución de la autoridad responsable es ajus-
tada a derecho, esto es, si resulta improcedente expedirle al ac-
tor su credencial para votar con fotografía por estar suspendido
en sus derechos político-electorales, o, en su caso, si le asiste al
impetrante el derecho a que se le reincorpore al padrón electo-
ral, lista nominal de electores y se le expida una nueva creden-
cial para votar con fotografía, atento a la inexistencia de la
causa de suspensión de sus derechos político-electorales invoca-
da por la responsable en la resolución combatida.
QUINTO. Estudio de fondo. El agravio formulado por el
actor es fundado y suficiente para acoger su pretensión, en
virtud de lo siguiente:
El artículo 35, fracción I de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, establece como prerrogativa del
ciudadano votar en las elecciones populares.
De igual forma, el artículo 36, fracción III de la citada Carta
Fundamental señala como una obligación del ciudadano de la
República votar en las elecciones populares en los términos que
señala la ley.
Por su parte, el artículo 38, fracción II de la constitución se-
ñala que los derechos y prerrogativas del ciudadano se suspen-
den por estar sujeto a un proceso criminal por delito que me-
rezca pena corporal a contar desde la fecha del auto de formal
prisión.
No obstante a lo anterior, la propia Constitución dispone las
bases para admitir que tal suspensión no es absoluta ni categó-
rica.
En efecto, el cúmulo de derechos o prerrogativas reconocidos
en la Constitución a favor del ciudadano no deben traducirse
como un catálogo rígido, invariable y limitativo de éstos, que
deban interpretarse de forma restringida, ya que ello desvir-
tuaría la esencia misma de los derechos fundamentales.
Al respecto, el artículo 133 del referido ordenamiento consti-
tucional identifica como “Ley Suprema” a la constitución, las
leyes del Congreso de la Unión y todos los tratados que estén
de acuerdo con la misma celebrados y que se celebren por el

277
EJERCICIO DE LOS DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES

Presidente de la República con aprobación del Senado, y de


igual forma, la Suprema Corte de Justicia de la Nación se ha
pronunciado en ese sentido.1
En este contexto, de entre los tratados internacionales que
México ha celebrado se encuentran la Convención Americana
de Derechos Humanos o “pacto de San José”, adoptado el 22 de
noviembre de 1969, así como el Pacto Internacional de Dere-
chos Civiles y Políticos, abierto a firma en la ciudad de Nueva
York, el 19 de diciembre de 1966,2 los que, además, son de ob-
servancia y aplicación, entre otros, para todos los juzgadores
del Estado Mexicano al constituir una obligación en el concier-
to de las naciones que los suscriben bajo los principios pacta
sunt servanda, relativo a que todo tratado en vigor obliga a las
partes, así como el cumplimiento de dichos instrumentos con-
forme al principio de buena fe, tal y como lo prevé la Conven-
ción de Viena Sobre el Derecho de los Tratados en su artículos
26.3
Ahora bien, en términos del artículo 62.1 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, los Estados Unidos Mexi-
canos han reconocido la competencia jurisdiccional de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos a partir de mil nove-
cientos noventa y ocho, por lo que la jurisprudencia que emita
respecto a la interpretación de dicha convención es de obser-
vancia obligatoria.4

1 Tesis aislada identificada con la clave P. IX/2007, con el rubro:

“TRATADOS INTERNACIONALES. SON PARTE INTEGRANTE DE


LA LEY SUPREMA DE LA UNIÓN Y SE UBICAN JERÁRQUI-
CAMENTE POR ENCIMA DE LAS LEYES GENERALES, FEDERALES
Y LOCALES. INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 133 CONSTI-
TUCIONAL.”
2 Ratificado por el Senado mexicano el veintitrés de marzo de mil novecien-

tos ochenta y uno.


3 26. “Pacta sunt servanda”. Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe

ser cumplido por ellas de buena fe.


4 Artículo 62.

Todo Estado parte puede, en el momento del depósito de su instrumento de


ratificación o adhesión de esta convención o en cualquier momento posterior,
declarar que reconoce como obligatoria de pleno derecho y sin convención es-

278
TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN

De esta forma, al resolver el caso Almonacid Arellano vs Chi-


le, la citada Corte Interamericana ha establecido que los Esta-
dos parte se encuentran obligados a aplicar la Conven-
ción en las decisiones que impliquen vulneración de los
derechos contemplados en ella, armonizando las normas
jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la Con-
vención Americana sobre Derechos Humanos, teniendo en
cuenta no solamente el tratado sino también la interpretación
que del mismo ha realizado la citada Corte Interamericana,5
cuya tendencia se ha reflejado en la jurisprudencia de dicho ór-
gano jurisdiccional supranacional.6
Al respecto, es ilustrativo el voto razonado del Juez Ad hoc
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos Eduardo Fe-
rrer Mac Gregor Poisot, en el fallo del caso Cabrera García y
Montiel Flores vs México, en el que señaló que la intencionali-
dad de la Corte Interamericana es clara al establecer que el
control de convencionalidad debe ejercerse por “todos los jue-
ces”, independientemente de su formal pertenencia o no al Po-
der Judicial y sin importar su jerarquía, grado, cuantía o mate-
ria de especialización, lo cual implica, entre otros aspectos, la
obligación de los jueces de aplicar de forma directa los
tratados internacionales.
De esta forma, los jueces o tribunales que materialmente
realicen actividades jurisdiccionales, sean de la competencia lo-

pecial, la competencia de la Corte sobre todos los casos relativos a la interpre-


tación o aplicación de esta Convención.
5 Caso Almonacid Arellano vs. Chile. (Excepciones Preliminares, Fondo,

Reparaciones y Costas). Sentencia de 26 de septiembre de 2006. Serie C No.


154, párrafos. 123 a 125.
6 La Cantuta vs. Perú (2006); Boyce y otros vs. Barbados (2007); Heliodoro

Portugal vs. Panamá (2008); Rosendo Radilla Pacheco vs. Estados Unidos Me-
xicanos (2009); Manuel Cepeda Vargas vs. Colombia (2010); Comunidad Indí-
gena Xákmok Kásek vs. Paraguay (2010); Fernández Ortega y Otros vs. Méxi-
co (2010); Rosendo Cantú y Otra vs. México (2010); Ibsen Cárdenas e Ibsen
Peña vs. Bolivia (2010); Vélez Loor vs. Panamá (2010); Gomes Lund y Otros
(Guerrilha do Araguaia) vs. Brasil (2010), y Cabrera García y Montiel Flores
vs. México (2010).
279
EJERCICIO DE LOS DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES

cal o federal, necesariamente lograr interpretaciones con-


forme al corpus juris interamericano.7
Esta tendencia de aplicar directamente tratados internacio-
nales se acentúa, si se toma en consideración que los tribunales
del Poder Judicial de la Federación, en diversos criterios, han
reconocido esta forma de interpretación, al tiempo que aplican
las convenciones internas con la finalidad de maximizar los de-
rechos humanos potenciando su ejercicio.8
Acorde con ello, también se han pronunciado en cuanto a la
obligación de aplicar tratados internacionales al resolver sobre
asuntos que impliquen violación a derechos humanos.9

7 Véase voto razonado del Juez Ad Hoc Eduardo Ferrer Mac Gregor Poisot,

en el caso Cabrera García y Montiel Flores vs México, sentencia de veintiséis


de noviembre de dos mil diez, excepción preliminar, fondo, reparaciones y cos-
tas, párrafos 19, 21, 24, 34, 35, 42, 43, 64, 66 y 67 en el cual señala las caracte-
rísticas del control difuso de convencionalidad en el que señaló que: las carac-
terísticas del “control difuso de convencionalidad” aplican para el sistema
jurisdiccional mexicano como en: Rosendo Radilla Pacheco vs Estados Unidos
Mexicanos, en Fernández Ortega y Otros vs México (2010), y Cabrera García y
Montiel Flores vs México (2010), en los que ha reiterado que los jueces y tribu-
nales internos están sujetos al imperio de la ley y, por ello, están obligados a
aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un
Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención Americana,
sus jueces, como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella,
lo que les obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Conven-
ción no se vean mermados por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y
fin, que desde un inicio carecen de efectos jurídicos. En otras palabras, el Po-
der Judicial debe ejercer un “control de convencionalidad” ex officio entre las
normas internas y la Convención Americana, evidentemente en el marco de
sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondien-
tes.”
8 Al respecto, es ilustrativa la tesis aislada con el rubro:
JURISPRUDENCIA INTERNACIONAL. SU UTILIDAD ORIENTA-
DORA EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS. Novena Época, Sema-
nario Judicial de la Federación y su Gaceta, XXVIII, Diciembre de 2008, Tesis:
I.7o.C.51 K. Página: 1052.
9 Tesis Aislada I.7o.C.46 K, con el rubro: DERECHOS HUMANOS, LOS

TRATADOS INTERNACIONALES SUSCRITOS POR MÉXICO SOBRE


LOS. ES POSIBLE INVOCARLOS EN EL JUICIO DE AMPARO AL
ANALIZAR LAS VIOLACIONES A LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
QUE IMPLIQUEN LA DE AQUÉLLOS, Novena Época, Semanario Judicial
de la Federación y su Gaceta, XXVIII, Agosto de 2008, Página 1083.
280
TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN

Lo expuesto cobra especial relevancia, ya que ante la desi-


gualdad existente entre un individuo y el propio Estado, se tie-
nen que salvaguardar sus derechos fundamentales como sopor-
te indispensable de todo régimen democrático.
Lo anterior es así, puesto que una característica de los dere-
chos fundamentales es la de ser proclives de ampliarse o maxi-
mizarse con la finalidad de potenciar su ejercicio, siendo por
vía de consecuencia oponibles al indebido ejercicio Poder Públi-
co del Estado; situación que es acorde con una tendencia garan-
tista y antiformalista adoptada por este órgano jurisdiccional
en diversos de sus fallos. De esta manera, ante la existencia de
diversas disposiciones del orden jurídico vigente que contem-
plan la tutela de derechos fundamentales, éstas deben armoni-
zarse e interpretarse de forma sistemática con la finalidad de
integrar el contenido y alcances del derecho fundamental a tu-
telar, como en lo que aquí interesa, el derecho político-electoral
al voto activo.
En esta tesitura, los derechos constitucionales son suscepti-
bles de armonizarse en los ordenamientos que conforman la
“Ley Suprema de la Unión”, en lo que se ha conocido como blo-
que de constitucionalidad.10
En este tenor, el numeral 23, párrafo 1, inciso b), de la Con-
vención Americana sobre Derechos Humanos, prevé que todos
los ciudadanos deben gozar del derecho de votar en elecciones
periódicas auténticas, realizadas por sufragio universal e igual
y por voto secreto que garantice la libre expresión de la volun-
tad de los electores.
De esta manera, la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, reconoce y consagra el principio de interpretación
pro homine en el artículo 29,11 cuyo objeto primordial es recono-

10 En este contexto, es orientadora la tesis: TRATADOS


INTERNACIONALES. CUANDO LOS CONFLICTOS SE SUSCITEN
EN RELACIÓN CON DERECHOS HUMANOS, DEBEN UBICARSE A
NIVEL DE LA CONSTITUCIÓN. Novena Época. Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, XXXI, Mayo de 2010 Tesis: XI.1o.A.T.45 K, Página:
2079.
11 “Normas de interpretación. Ninguna disposición de la presente Con-

vención puede ser interpretada en el sentido de: a. Permitir a alguno de los


281
EJERCICIO DE LOS DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES

cer derechos al ser humano, por lo que la interpretación debe


hacerse a favor del individuo, esto es, aquélla que mejor proteja
a las personas en una vulneración de los derechos.12
Por otra parte, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, en su artículo 5, párrafo 1, establece que ninguna dis-
posición de dicho pacto podrá ser interpretada en el sentido de
conceder derecho alguno a un Estado, grupo o individuo para
emprender actividades o realizar actos encaminados a la des-
trucción de cualquiera de los derechos o libertades reconocidos
en el citado instrumento.
De igual forma, el artículo 25, párrafo 1, inciso b) del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos establece que to-
dos los ciudadanos gozarán del derecho y la oportunidad de vo-
tar y ser elegidos en elecciones periódicas, auténticas realiza-
das por sufragio universal e igual y por el voto que garantice la
libre expresión de la voluntad de los electores.
Sobre este tema, la Corte Interamericana de Derechos Hu-
manos en el caso “Castañeda Gutman vs Estados Unidos Mexi-
canos” al interpretar el contenido del artículo 23 de la Conven-
ción Americana sobre Derechos Humanos ha precisado que los
derechos políticos son derechos humanos de importancia funda-
mental dentro del sistema interamericano que se relacionan es-
trechamente con otros derechos consagrados en la Convención
Americana, como la libertad de expresión, la libertad de reu-
nión y la libertad de asociación y que, en conjunto, hacen posi-
ble el juego democrático, existiendo la obligación de garantizar,
con medidas positivas, que toda persona titular de derechos po-

Estados parte, grupo o persona, suprimir el goce y ejercicio de los derechos y li-
bertades reconocidos en la Convención o limitarlos en mayor medida que la
prevista en ella; b. Limitar el goce y ejercicio de cualquier derecho o libertad
que pueda estar reconocido de acuerdo con las leyes de cualquiera de los Esta-
dos parte o de acuerdo con otra Convención en que sea parte uno de dichos
Estados; c. Excluir otros derechos y garantías que sean inherentes al ser hu-
mano o que se derivan de la forma democrática representativa de gobierno, y
d. Excluir o limitar el efecto que pueda producir la Declaración Americana de
Derechos y Deberes del Hombre y otros actos internacionales de la misma na-
turaleza”.
12 …

282
TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN

líticos, tenga la oportunidad real para ejercerlos, por lo que es


indispensable que el Estado genere las condiciones y mecanis-
mos óptimos para que estos derechos puedan ser ejercidos de
forma efectiva, respetando el principio de igualdad y no discri-
minación.13
De igual manera, la referida Corte Interamericana al resol-
ver el caso “Yatama vs Nicaragua” ha señalado que el derecho
al voto es uno de los elementos esenciales para la existencia de
la democracia y una de las formas en que los ciudadanos ejer-
cen el derecho a la participación política y dicha obligación re-
quiere que el Estado adopte las medidas necesarias para ga-
rantizar su pleno ejercicio, y al no ser los derechos políticos de
carácter absoluto, su restricción debe basarse en criterios razo-
nables, atender a un propósito útil y oportuno que la torne ne-
cesaria para satisfacer un interés público imperativo, y ser pro-
porcional a ese objetivo, es decir, que cuando hay varias
opciones para alcanzar ese fin, debe escogerse la que restrinja
menos el derecho protegido y guarde mayor proporcionalidad
con el propósito que se persigue.14
Por otro lado, para ejercer el derecho de voto, los ciudadanos
deben cumplir los trámites y requisitos establecidos por las le-
yes electorales para tal efecto, tales como: a) contar con la cre-
dencial para votar con fotografía y, b) estar inscritos en la lista
nominal de electores correspondiente a su domicilio, según se
desprende de los artículos 6, 175, 176, 181, 264, 265 y 270, del
Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales,
que imponen la obligación a los ciudadanos de inscribirse en el
Registro Federal de Electores, para que participen en la forma-
ción y actualización del Catálogo General de Electores y del Pa-
drón Electoral, además de obtener la credencial para votar con
fotografía y quedar inscritos en la respectiva lista nominal de
electores.

13 Castañeda Gutman vs Estados Unidos Mexicanos, sentencia de seis de


agosto de dos mil ocho (fondo, reparaciones y costas), párrafos 144 a 149.
14 Yatama vs Nicarágua, sentencia de veintitrés de junio de dos mil cinco

(excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas), parrafos 198-206.


283
EJERCICIO DE LOS DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES

Con la satisfacción de los requisitos y trámites mencionados,


los ciudadanos pueden participar, tanto en las elecciones fede-
rales, como en las locales, ya sea para votar o bien para ejercer
el derecho de voto pasivo.
En el referido contexto, es dable precisar que en atención a
la ratio essendi del ejercicio de los derechos políticos, consisten-
te en que éstos posibilitan a los destinatarios de las normas ju-
rídicas a participar directa o indirectamente, de manera equi-
tativa en la modificación o formación de las mismas, resulta
imprescindible el cumplimiento de ciertas condiciones constitu-
cionales y legales para que un grupo de individuos, esto es, los
ciudadanos mexicanos, estén en aptitud de ejercerlos en pleni-
tud.
En ese sentido, la posibilidad igualitaria de participar en la
intervención y toma de decisiones en los asuntos públicos, su-
pone el derecho del ciudadano a ser reconocido como un igual,
pero a su vez, conlleva el deber de respetar el orden público. La
infracción de esos deberes es lo que obliga a establecer los casos
en los cuales el ciudadano debe ser privado del ejercicio de las
facultades inherentes a su condición.
Lo anterior, no supone propiamente retirar a los ciudadanos
de la titularidad de ese tipo de derechos sino únicamente sus-
penderlos temporalmente, dejándolos fuera de la categoría de
ellos, sujetos a la condición de que legalmente pueda estimarse
que se ha infringido el orden público, lo cual sólo se determina
al dictarse la sentencia ejecutoria que lo declare responsable
del delito y que tenga señalada pena privativa de la libertad.
En otras palabras, el fundamento de los derechos políticos
proporciona, no sólo la justificación para su ejercicio, sino tam-
bién la de suspensión estos por actos cometidos por su titular.
En efecto, al tener como base las libertades positivas y negati-
vas del ciudadano, éste tiene el derecho a gozar de ese ámbito
de libertad protegido; sin embargo, al mismo tiempo el ciuda-
dano está obligado a no atentar contra las condiciones que ha-
cen posible la existencia del Estado Constitucional de Derecho.
Consecuentemente, puede afirmarse que la suspensión de los
derechos político-electorales consiste en la restricción particu-

284
TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN

lar y transitoria del ejercicio de los derechos del ciudadano,


cuando a éste se le hubiere comprobado el incumplimiento de
sus correlativas obligaciones o se hubiere acreditado su respon-
sabilidad en la infracción de algún ordenamiento legal.
En ese orden de ideas, si bien los derechos y prerrogativas de
los ciudadanos consagrados en el artículo 35 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos no son de carácter
absoluto, todo límite o condición que se aplica a los derechos re-
lativos a la participación política, como se expuso, debe basarse
en criterios objetivos y razonables.
Por consiguiente, de conformidad con la fracción II del ar-
tículo 38 de la Constitución Política de los Estados Unidos Me-
xicanos, relativa a una de las causas que generan la suspen-
sión de los derechos y prerrogativas del ciudadano, esto es, por
estar sujeto a un proceso criminal por delito que merezca pena
corporal, a contar desde la fecha del auto de formal prisión;
obedece, en este supuesto, al estado jurídico que guarda el ciu-
dadano que se encuentra en sujeción a proceso.
Ahora bien, del análisis de las constancias que obran en el
expediente relativas a la demanda de juicio para la protección
de los derechos político-electorales del ciudadano, de lo mani-
festado en el informe circunstanciado, así como de los demás
documentos que obran en el expediente en que se actúa, valo-
radas en términos del artículo 16 de la Ley General del Siste-
ma de Medios de Impugnación en Materia Electoral, y aten-
diendo a las reglas de la lógica, de la sana crítica y de la
experiencia, permiten arribar a las siguientes consideraciones:
1. El diez de agosto de dos mil uno, la Jueza del Quinto Dis-
trito en materia penal con sede en Nezahualcóyotl, Estado de
México, en la causa penal 39/2001, dictó sentencia condenato-
ria a Juvenal Ortiz Zavala, por el delito de potación de arma de
fuego de uso exclusivo del ejército, armada y fuerza aérea, im-
poniéndole una pena privativa de libertad de dos años, siete
meses y quince días, tal como se advierte de las copias certifica-
das del referido fallo que obran a fojas 072 a 087 de autos.
2. Derivado del dictado de dicha sentencia, el referido órgano
jurisdiccional notificó a la autoridad responsable el dieciséis de

285
EJERCICIO DE LOS DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES

mayo de dos mil uno, mediante formato de notificación del Po-


der Judicial NS, con número S 000947433, por lo que procedió
a dar de baja del Padrón Electoral al actor por suspensión de
derechos político electorales, como la propia responsable lo re-
conoce en la resolución impugnada a foja 041 del sumario.
3. Posteriormente, el diez de diciembre de dos mil diez, Juve-
nal Ortiz Zavala acudió al módulo de atención ciudadana
153221 a solicitar la reposición de su credencial de elector, re-
quisitando para tal efecto el Formato Único de Actualización y
Recibo con el número de folio 1015322121699, el cual obra a
foja 016 del expediente.
4. El veintiocho de enero de dos mil once, dicho ciudadano
acudió al módulo de atención en referencia, a efecto de recoger
su credencial para votar con fotografía, para lo cual se le infor-
mó que el trámite era improcedente por encontrarse suspendi-
do en sus derechos político-electorales, por lo que promovió ins-
tancia administrativa mediante el Formato de Solicitud de
Expedición de Credencial para Votar con Fotografía con folio
1115322102479, el cual obra agregado en copia certificada a
foja 015 de autos.
El tres de marzo siguiente, la Vocal del Registro Federal de
Electores de la 32 Junta Distrital Ejecutiva del Instituto Fede-
ral Electoral en el Estado de México emitió resolución decla-
rando improcedente la solicitud de reposición de la credencial
para votar solicitada, toda vez que el enjuiciante se encontraba
suspendido en sus derechos político-electorales con motivo del
fallo referido en el inciso 1, por lo que se dejaron a salvo sus de-
rechos para hacerlos valer a través de demanda de juicio ciuda-
dano que se resuelve (fojas 038 a 043 de autos).
5. En cumplimiento al requerimiento de diez de marzo de dos
mil once, formulado por el magistrado instructor, mediante
sendos oficios de diez y quince de marzo del año en curso, el
Juez Quinto de Distrito con sede en Nezahualcóyotl, Estado de
México, informó sobre la situación jurídica actual de Juvenal
Ortiz Zavala en el sentido de que mediante sentencia de diez
de agosto de dos mil uno se dictó sentencia condenatoria al ac-
tor, el veintitrés siguiente causó ejecutoria y el sentenciado se

286
TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN

acogió el beneficio de la condena condicional, como se advierte


de las copias certificadas que obran a fojas 71 a 90 del
expediente.
Asimismo, por auto de cinco de julio de dos mil siete, el cita-
do Juez de Distrito tuvo al Director de Control de Sentenciados
en Libertad del Órgano Administrativo Desconcentrado, Pre-
vención y Readaptación Social de la Secretaria de Seguridad
Pública en el Estado de México informando que Juvenal Ortiz
Zavala concluyó el control y vigilancia al que se encontraba su-
jeto, como se advierte de la copia certificada de dicho proveído
que obra a foja 093 de autos.
Finalmente, el citado órgano jurisdiccional federal en cum-
plimiento al requerimiento de referencia, informó a esta Sala
Regional el contenido del acuerdo de quince de marzo del año
en curso en el que, entre otros, dejó sin efectos la suspensión de
derechos político-electorales del actor respecto de la causa pe-
nal instruida en su contra en el expediente 39/2001, como se
advierte a foja 71 del sumario.
De la intelección de dichas constancias, se advierte que Juve-
nal Ortiz Zavala, fue condenado por el delito de arma de fuego
de uso exclusivo del ejército, armada y fuerza aérea, en la cau-
sa penal 39/2001. Sin embargo, dicho ciudadano se acogió al be-
neficio de la condena condicional y actualmente se encuentra
rehabilitado en sus derechos político-electorales.
Por tanto, ha quedado demostrado que Juvenal Ortiz Zavala
se encuentra en libertad debido al beneficio de condena condi-
cional que se le concedió en la causa penal seguida en su con-
tra, y ahora la suspensión decretada se encuentra sin efectos,
por lo que ante dicha circunstancia no existe causa objetiva ni
razonable para que la autoridad responsable negara la expedi-
ción de la credencial para votar con fotografía solicitada por el
impetrante.
En tal sentido, atendiendo a su actual situación jurídica (li-
bertad) es evidente que la medida adoptada por la autoridad
administrativa electoral consistente en la negativa de reponer-
le al actor la credencial para votar con fotografía es atentatoria
de su derecho político-electoral al sufragio, ya que, ante la au-

287
EJERCICIO DE LOS DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES

sencia del referido documento, su falta de inscripción en el pa-


drón electoral y en la lista nominal de electores constituye un
obstáculo para el ejercicio pleno de su derecho al voto activo.
Al respecto, es orientadora la tesis relevante XXX/2007, con-
sultable en la Gaceta de Jurisprudencia y Tesis en Materia
Electoral, año 1, número 1, 2008, páginas 93 a 94, emitida por
la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación, identificada con el rubro “SUSPENSIÓN DE
DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES. CONCLUYE
CUANDO SE SUSTITUYE LA PENA PRIVATIVA DE
LIBERTAD QUE LA PRODUJO (LEGISLACIÓN DEL
ESTADO DE MÉXICO Y SIMILARES)”, la cual establece
que cuando una pena corporal impuesta es sustituida por cual-
quier otra, como en el caso aconteció, la suspensión de derechos
político-electorales concluirá de tal manera que se restituyan
plenamente, lo que se sustenta entre otros, en el principio pro
cive (interpretación favorable al ciudadano), así como en la ten-
dencia observada en el orden jurídico internacional y en el de-
recho comparado, de proscribir la limitación de los derechos po-
lítico-electorales cuando es injustificada.15
Para concluir, es necesario tener presente que, como se expu-
so, el Estado mexicano, a través de todas las instancias que la
Ley, así como la interpretación que de la misma han realizado
sus tribunales, confiere a diversas personas y entidades la cali-
dad de autoridades, se ha obligado a respetar los derechos hu-
manos de carácter político-electoral previstos constitucional-
mente, como los derechos de votar, ser votado, de asociación y
de afiliación, con todas las facultades inherentes a tales dere-
chos, de suerte que también contrajo la obligación específica de
adoptar las medidas o disposiciones legislativas, o bien, de otro
carácter que fueren necesarias para dar vigencia o efectividad
a tales derechos y libertades, a través del despliegue de actos
positivos que se concreten en ciertas leyes o medidas de cual-
quier índole, por lo que toda interpretación y la correlativa
aplicación de una norma jurídica deben ampliar sus alcances

15 ...
288
TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN

jurídicos para potenciar su ejercicio, siempre que aquélla esté


relacionada con un derecho humano.
En ese sentido, cabe advertir, que el respeto al carácter ex-
pansivo de los derechos humanos, que determina, a su vez, la
afirmación del principio favor libertatis, conlleva a que toda li-
mitación o interpretación de un límite de los derechos humanos
deba ser realizada restrictivamente, dando el mayor grado de
ejercicio posible al derecho humano que se trate.
Al respecto, resulta aplicable el criterio sostenido por la Sala
Superior de este tribunal en la tesis relevante identificada con
la clave de publicación S3ELJ 029/2002, que lleva por rubro
“DERECHOS FUNDAMENTALES DE CARÁCTER POLÍ-
TICO-ELECTORAL. SU INTERPRETACIÓN Y CORRE-
LATIVA APLICACIÓN NO DEBE SER RESTRICTIVA.”
visible en las páginas 97 y 99, del tomo Jurisprudencia de la
Compilación Oficial Jurisprudencia y Tesis Relevantes 1997-
2005, publicada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación, la cual establece que toda interpretación y la co-
rrelativa aplicación de una norma jurídica debe ampliar sus al-
cances jurídicos para potenciar su ejercicio.
Conforme hasta lo aquí expuesto, esta Sala Regional consi-
dera que de una interpretación sistemática y funcional de los
artículos 35, fracción I, 36, fracción III, 38, fracción II, 133 de
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; 26,
de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados;
23.1, inciso b) 29 y 62.1 de la Convención Americana sobre De-
rechos Humanos; 5.1 y 25, párrafo 1, inciso b) del Pacto Inter-
nacional de Derechos Civiles y Políticos; 6, 175, 176, 181, 264,
265 y 270, del Código Federal de Instituciones y Procedimien-
tos Electorales, así como los criterios emitidos por el Poder Ju-
dicial de la Federación (Suprema Corte de Justicia de la Na-
ción y Tribunal Electoral), y la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, los derechos político-electorales del ciuda-
dano deben restringirse en base a criterios necesarios objetivos
y razonables en relación con el efecto útil (effet utile) que se
pretenda con esa medida. Por lo que, si una persona se encuen-
tra gozando de libertad, por una causa lícita, no existe causa

289
EJERCICIO DE LOS DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES

razonable ni objetiva para que sean restringidos sus derechos


político-electorales, como acontece en el caso.
En este estado de cosas, es inconcuso que si no existe causa
justificada ni razonable para negar al actor el ejercicio de su
derecho al voto, debe tenerse expedito su derecho político-elec-
toral a ejercerlo, máxime cuando en términos de los numerales
18, 25, fracción I y 139 del Código Electoral del Estado de Mé-
xico, actualmente se desarrolla un proceso electoral para la re-
novación del titular del Poder Ejecutivo, el cual se llevará a
cabo el primer domingo de julio del año en curso, lo cual se in-
voca como un hecho notorio en términos del artículo 15 de la
Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Mate-
ria Electoral, por lo que el acto de autoridad reclamado eviden-
temente resultaría transgresor de su derecho al voto en los pró-
ximos comicios.
- Efectos de la sentencia.
En las relatadas condiciones, al resultar el acto combatido
violatorio de los principios de constitucionalidad y legalidad,
por conculcar el derecho político-electoral de votar de Juvenal
Ortiz Zavala, lo procedente es revocar la determinación im-
pugnada y, en consecuencia, ordenar a la Dirección Ejecutiva
del Registro Federal de Electores del Instituto Federal Electo-
ral, realice los trámites que estime procedentes a efecto de que
se inscriba al actor en el padrón electoral, le expida su cre-
dencial para votar con fotografía, y lo incluya en la lista nomi-
nal de electores correspondiente a su domicilio, lo cual deberá
realizar en un plazo de quince días naturales, contado a par-
tir de que le sea notificada la presente ejecutoria.
Por ende, la autoridad debe corregir cualquier posible incon-
sistencia que sea obstáculo para el pleno acatamiento de lo or-
denado, contando ésta última para su cumplimiento con un
plazo de quince días naturales, a partir de la notificación de
esta ejecutoria.

Por lo expuesto y fundado, se

290
TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN

RESUELVE

PRIMERO. Se revoca la resolución de tres de marzo de dos


mil once, dictada por la Vocal del Registro Federal de Electores
de la 32 Junta Distrital Ejecutiva del Instituto Federal Electo-
ral en el Estado de México, que declaró improcedente la solici-
tud de expedición de credencial para votar con fotografía del
actor.
SEGUNDO. Se ordena a la autoridad responsable que den-
tro del plazo máximo de quince días naturales, contados a par-
tir del día siguiente en que se le notifique la presente ejecuto-
ria, proceda a incorporar en el padrón electoral a Juvenal Ortiz
Zavala, le expida y entregue su credencial para votar con foto-
grafía, y lo incluya en la lista nominal de electores correspon-
diente a su domicilio actual.
TERCERO. La responsable deberá notificar personalmen-
te al actor, el aviso relativo a que la credencial para votar con
fotografía, ya se encuentra disponible en el módulo correspon-
diente para su entrega.
CUARTO. La responsable deberá informar a esta Sala Re-
gional respecto del cumplimiento de esta sentencia, y remitir
las constancias que así lo acrediten, dentro de las veinticuatro
horas siguientes al vencimiento del plazo antes referido.
NOTIFÍQUESE. …

291

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