Descargue como DOCX, PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 2
El arte de la homilía: la homilía hoy (pp.
5-12) Centro de pastoral de
liturgia:Barcelona (1998) “Tener sacerdotes con vida de fe profunda, con preparación intelectual, en contacto con los hombres, con sensibilidad espiritual, es la riqueza de la Iglesia. estos sacerdotes dirán palabras que verdaderamente penetran” (p. 12).
No se ha de negar que en la asamblea existe un ministerio desde el cual se
procura ayudar a quienes participar de la celebración litúrgica a captar el mensaje vivo de la Palabra que ha sido proclamada, además de relacionarla con el rito sacramental y con la vida; dicho ministerio no es otro que el de la homilía. Se ha de entender entonces, que la homilía es un servicio que el ministro (homileta) presta a los demás fieles que participan en la asamblea litúrgica para que comprendan la Palabra anunciada como “Palabra-para-nosotros-hoy”. Ahora, debemos tener presente que la homilía ha de distinguirse por su tono familiar. Es decir, que el ministro que dirige la palabra no lo ha de hacer desde afuera, puesto que no habla a estudiantes u oyentes curiosos, sino que dirige la palabra a hermanos en la fe, miembros de una misma comunidad cristiana, con una exhortación familiar entorno a la Palabra de Dios. A pesar del papel de la homilía como parte importante en la acción litúrgica, es preciso revisar la relevancia de la misma en torno a toda la celebración, ya que según Pere Tena es preciso resituar la homilía en el interior de nuestras celebraciones, puesto que en muchos casos podemos evidenciar como cronológicamente la homilía suele ocupar un tiempo desproporcionado al resto de la celebración litúrgica. Esto nos lleva a pensar en un sinnúmero de dificultades que tanto el homileta como la homilía presentan hoy por hoy, de cara al lugar y el papel de la homilía en la acción litúrgica, puesto que en muchas ocasiones el ministro deja de lado tres direcciones que se según José Aldazábal se han de tener presentes en la homilía, a saber: 1. Su mirada a la Palabra bíblica, para entenderla y explicarla a la comunidad. 2. Su mirada a la Vida, para aplicar la Palabra a la historia que estamos viviendo hoy y aquí, a las personas que nos escuchan. 3. Su paso al rito, para ayudar a que la comunidad celebrante pase desde la Palabra al sacramento, que es donde esa misma Palabra adquiere su mayor actualidad y su eficacia salvadora. En conclusión, podemos rescatar el papel de la homilía como parte importante de la acción litúrgica, que a su vez es preciso repensar y resituar en el interior de nuestras celebraciones, teniendo en cuenta las tres direcciones que hemos de seguir (su mirada a la Palabra y a la Vida, y su paso al rito), y así, ni la homilía, el homileta ocupen el centro de la celebración restándole importancia al centro de toda acción litúrgica. En este sentido, el celebrante no sólo ha de preocuparse de preparar la homilía, sino que ha de preocuparse por preparar toda la celebración que ha de presidir. Teniendo en cuenta la carta de Mons. Martí, sobre el problema de la homilía. ¿Nosotros cómo futuros pastores que detalles o elementos no podemos dejar de lado a la hora de ejercer nuestra labor cómo homiletas?