2do Parcial - Com 12
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3. Rovaletti expone ocho premisas para constituir una ética del proceso asistencial. Para el
autor, el foco que pone la sociedad en el juicio respecto de la práctica médica está más
relacionado con los derechos de los pacientes y con que estos sepan cuales son, y no tanto
con las (falsas) costumbres éticas y jurídicas de los psicoterapeutas. Tomaremos las
premisas I, II, V, VI, VII y VIII. De la III y la IV (arreglo financiero razonable, el derecho a un
tratamiento con término) no se tiene información suficiente para hacer en enlace con el
ámbito clínico.
La primera premisa (derecho a recibir un tratamiento) podría estar en juego, si partimos de la
base que diagnosticar una cosa es no diagnosticar muchas otras. Si el diagnóstico está
dicho de entrada, no solo se le niega la posibilidad al paciente de tener otro resultado, sino
que se apunta a que todos los caminos lleguen a esa puerta. Por ende, se le estaría
garantizando el derecho a recibir un tratamiento, pero solo ese. En esta misma línea
podemos pensar a la sexta premisa (derecho a que se lleven un registro preciso del proceso
terapéutico), ya que si el proceso está sesgado por el terapeuta no se puede garantizar que
el registro sea preciso. Además, por la nota sabemos que había “inconsistencias,
tergiversaciones, solapamientos y omisiones” en la entrevista.
El otro punto vulnerado es el segundo (derecho a que el tratamiento le sea ofrecido por un
agente competente). Para Rovaletti, esto implica formación continua de parte del terapeuta.
Para no ir más lejos, implicaría no aplicar diagnósticos rechazados por las principales
sociedades médicas y de salud mental del mundo, cosa que, según la nota periodística,
sucede con el SAP. Además, Silvina Rivilli destaca, al final de la nota, que la psicoterapeuta
no tiene formación en violencia de género, no respeta los estándares de toma de testimonio,
y desconoce los estrés postraumáticos, lo que lleva a pensar que no está formada para el
cargo que lleva adelante.
La cuarta premisa (derecho a un tratamiento con término) pareciera cumplirse, ya que, por lo
menos en referencia a la Justicia, la acción psicoterapéutica consiste en algunas entrevistas
diagnósticas. Lo que no nos provee la nota es qué pasa con los niños a posteriori, pero en
referencia a la denunciada Laura Beltramino, el tiempo no pareciera ser un problema.
La quinta premisa (derecho a recibir el tratamiento más apto) también es evidente que está
en jaque, ya que si el tratamiento está prejuzgado de entrada, puede no ser el más apto.
Además, esto implica no contar con la información pertinente, lo cual tiene influencia directa
en la competencia del paciente para ofrecer consentimiento, ya que sin la información
correcta, el visto bueno del paciente está también sesgado por el profesional.
La séptima premisa (derecho a la reserva y confidencialidad) está involucrada también, ya
que estamos hablando del ámbito judicial y de menores. Según Rovaletti, en esta
circunstancia la información no reservada debería circunscribirse a los puntos pedidos,
protegiendo al paciente. Según el testimonio de Florencia, una madre de niños entrevistados
por Laura Beltramino, cuenta que Laura expuso a su hijo, hizo comentarios inapropiados, lo
que podríamos pensar como una falla en la confidencialidad.
Por último, la octava premisa (deber, de parte del paciente, de lealtad, confianza, distancia y
confidencialidad) podría pensarse como incumplida. Rovaletti dice, en referencia a la
distancia y a la regla de abstinencia: “A través del encuadre el paciente adquiere la
convicción de que se encuentra en un lugar donde sus tendencias expresadas a través de la
transferencia no serán satisfechas mediante una actividad o actuación contra-transferencial,
sino a través de una actividad esencialmente analítica que tiende a la búsqueda de la verdad”
(AÑO: 30). La nota contiene un recorte de un niño que le dice a su madre que “la señora” no
le creyó. Si la terapeuta actúa desde sus prejuicios, tomando al paciente y a lo que dice
buscando confirmar un sesgo, es casi imposible que el niño se sienta cómodo para declarar
cuestiones referidas al problema -lealtad-. Además, el hecho de estar en una cámara
Gessell implica no saber quién está del otro lado, por lo que puede estar comprometida la
confianza. Lo mismo se puede decir con la confidencialidad, ya que si el niño recurre a su
madre, está volcando sus ansiedades en un espacio extrínseco a la psicoterapia.