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R. Rodulfo El Psicoanálisis de Nuevo. Elem. para La Deconstrucción

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Dra.

Marta Liberman

R. RODULFO
EL PSICOANÁLISIS DE NUEVO. ELEMENTOS PARA LA DECONSTRUCCIÓN DEL
PSICOANALISIS TRADICIONAL

La deconstrucción del (complejo de) Edipo


Cap. XXI

Para poder entender a qué se refiere el autor, primero tenemos que hacer
referencia al concepto “deconstrucción”, que es tomado del filósofo
postestructuralista J. Derrida (argelino francés), quién, entre otros autores, se ha
basado en Heidegger, para el análisis etimológico. De este modo, toma posición frente
al estructuralismo (Saussure) y no acuerda con que “todo es lenguaje”.
Si bien dicho concepto es aplicable a otras disciplinas, ha sido planteado
asimismo para la psicología y por extensión es pasible de pensarlo para el psicoanálisis.
Deconstrucción: acción de deconstruir, de desensamblar las partes de un todo
y va a hacer alusión a traducir, teniendo en cuenta que en esto se puede “traicionar” lo
que dice el autor. Así en gramática, es el desplazamiento conferido a las palabras que
componen una frase escrita en una lengua extranjera, violando, ciertamente la sintaxis
de dicha lengua, pero también acercándose a la sintaxis de la lengua materna, a fin de
captar mejor el sentido que presentan las palabras en la frase.
Los gramáticos la llaman “construcción” y dicen: todas las frases son
construídas de acuerdo a la idiosincrasia de su lengua nacional, es decir, cuando un
extranjero traduce, debe desconstruir las frases, separarlas según la idiosincrasia de la
lengua extranjera.
No se trata de destruir, sino de analizar las estructuras sedimentadas que
forman un elemento discursivo, comprender como se construyó un “conjunto”. Este
analizar pasa por la lengua, por la cultura (en nuestro caso por la Occidental), por el
conjunto de lo que define nuestra pertenencia a esta historia. No lenguaje en sentido
estrecho (y la realidad??). Tampoco es un método, es un acontecimiento que no
espera deliberación, la conciencia o la organización del sujeto. Sólo es un discurso, una
escritura que puede suplir la incapacidad de la palabra para bastar un pensamiento.
No hay verdades absolutas. Todo conocimiento es cuestionable. Las distintas
significaciones de un texto pueden ser descubiertas descomponiendo la estructura del
lenguaje dentro del cual está redactado. No posee más valor que el que le confiere su
inscripción en una cadena de sustituciones posibles, y en un “contexto”. Dicha palabra
no tiene interés más que dentro de un contexto, en donde sustituye o se deja
determinar por tantas otras palabras. Para saber como se ha impuesto una cadena de
sustituciones posibles, habría que analizar y deconstruir esa “determinada situación”.
En Psicología se trata de un mecanismo creativo que permite visibilizar lo
invisible, percibir lo aparentemente oculto, poner de manifiesto el significado
releyendo y retomando valores semánticos y semióticos escondidos en los
significantes, para la “aparición” de un nuevo significado (“lectura entre líneas”).
Es la revalorización de lo subjetivo y lo lúdico en el proceso de la construcción
del significante, desbaratar lo que se afirma como verdad incuestionable.
Aquí los silencios también son tomados en cuenta, ya que constituyen
significados, la “escritura” incluye tanto lo que incluye como lo que excluye (valga la
redundancia). Hace referencia a la huella o sistemas de huellas, que en su ausencia le
Dra. Marta Liberman

da un carácter distinto y por tanto, definible de presencia en su manifestación.


(Diríamos que los silencios también hablan.)

Luego de lo expuesto, nos adentramos en lo que va a plantear Rodulfo en su


texto.
Va a hacer una crítica de ciertos conceptos de la teoría psicoanalítica basándose
en los “nuevos paradigmas” de la sociedad y cultura actual, cuestión esta que no
puede ser dejada de lado, pues se constituirían en obstáculos, en el trabajo analítico y
sus fines de cura que es el alivio del sufrimiento y la preocupación por la subjetividad.
Si no hay interrogación caemos en una actitud dogmática ( acá ya está
aludiendo a lo planteado por Derrida, en cuanto a que no hay verdades absolutas).
En la actualidad los cambios en las familias como los cambios de roles de cada
uno, familias ensambladas, estudios de género, la religión o la Iglesia que ya no es la
rectora, la violencia familiar, etc. imponen como dijo antes “nuevos paradigmas”.
Es por esto que plantea que no perdure el Principio de inercia aludiendo a una
rigidez catequística en lo teórico, le preocupa la inercia de los principios, es decir la
obsesión de los practicantes por su identidad (como se suele decir habitualmente si
son o no son de la “parroquia”, aludiendo a la identidad de analistas).
Cualquier incursión más allá de lo habitual: la represión, la transferencia, el
Complejo de Edipo, etc. suele suscitar el alivio apurado del retorno a casa, lo que nos
deja tranquilos).
Si hay un término, una referencia en el Psicoanálisis, es la apelación al Complejo
de Edipo o como se suele decir habitualmente, “al Edipo”, al que se da por un hecho
descubierto y descontado; por lo tanto difícil de ponerlo en entredicho. No se trata de
declarar su irrelevancia o inexistencia.
Va a plantear que los psicoanalistas como conjunto institucional instituído,
padecen el Complejo de Edipo (en relación a Freud) y propone su deconstrucción.
Deconstruir no es impugnar, ni descalificar, ni eliminar algo. Todo lo contrario,
es un modo de desarmado que pone de relieve el por qué funciona tan bien y tan
eficazmente. Es desplegar y examinar los elementos constitutivos de un concepto y los
modos que tiene de operar, para que no opaque la relación clínica.
Está planteando que uno debe enriquecerse con lo recibido de nuestros
“antepasados” sin desinvestir el presente y el futuro. Que haya una reflexión
autónoma y poder diferenciarse en algunas cuestiones si es necesario.

1ª. Hipótesis: plantea que los psicoanalistas, en general sin saberlo, padecen el
Complejo de Edipo y que por ej. “el jefe” es el padre, sin resto de duda. (no escuchan
qué lugar tiene ese “jefe” para el paciente, identificaciones??? Por ej. )
Va a hablar de los aprendientes y el enseñante como diferente de alumno y
profesor. En los primeros, por ej. se juega una posición subjetiva, donde se trata de
apropiarse, no hay una posición pasiva, sino activa.

Los analistas se remiten al sistema general de la teoría, suponen que el


concepto está “limpio”, que las fronteras son nítidas, no tienen en cuenta la cultura
(que está en permanente cambio. Lo que planteó anteriormente en relación a los
cambios culturales en la actualidad. Por ej. ya no estamos en la época victoriana de
Freud).
Dra. Marta Liberman

El aprendizaje de la deconstrucción puede ayudar a barrer estas ilusiones.


Rastrear todo lo que en un concepto no es “puro” concepto, de su umbilicación a
tradiciones, repeticiones y mitologías que exceden largamente las fronteras espacio-
temporales entre las diversas disciplinas y prácticas discursivas ( Hoy es diferente lo
que se ha propuesto respecto del azar, o sea el opuesto a determinismo, la física
cuántica han modificado el pensamiento científico). Acá nuevamente, nos remitimos a
Derrida expresando que un concepto sólo posee valor de acuerdo al “contexto” en que
se desarrolla. Deconstruir como confrontación donde se trata de cuestionar el
absoluto, desmitificar lo trascendental y la importancia de lo subjetivo.
Toma un texto de Jessica Benjamín en “Los lazos del amor”, al que considera
un texto deconstructivo sobre el Edipo, sin minimizar sus efectos subjetivos, sino que
detecta, yendo desde la clínica a la teoría, sus resortes y componentes en lo que tienen
de “ideas culturales”, es decir de nadie en particular, o sea esquemas míticos. (Ej.
Protofantasías en Freud)
Aquí cabe aclarar que Rodulfo plantea al mito como archivo, como puñado de
significantes dispuestos de cierta manera, un “collage”. Antes había hablado de
mitemas, que es la unidad básica de un mito, es la estructura de la tradición oral. Tiene
los aspectos generales de un relato pero no entra en detalles, constituye una parte del
mito global y parte de la “realidad”. Constituyen al decir de Derrida huella o sistemas
de huellas, que aunque ausentes en el tiempo presente no dejan de estar presentes en
toda manifestación.
El mito es común en distintas culturas y naciones. Es un esqueleto rellenado
con precisiones de tiempo y espacio, personajes, detalles diversos del relato.
“EL (complejo de) Edipo” es un complejo dispositivo mítico que condiciona
como pensar las cuestiones de género, las diferencias sexuales y obliga
inconscientemente a ese Psicoanálisis a una negociación con esas formas ideológicas.
La forma de leerlo, que no depende sólo del método psicoanalítico, sino de las
redes significantes que son portadoras de significaciones sobre la sexualidad humana.
Aquí diferenciamos que para Freud, el mito expresa “tendencias primitivas” o
profundas de los seres humanos y que tiene que ver con la antropología de su época,
donde toma por ej. a Frazer en Totem y tabú.
Según Rodulfo, Freud no lo puede pensar como un modo social discursivo de
operar para que los “seres humanos” lleguen a creer que tales o cuales creencias son
inherentes a sus tendencias más arcaicas.
Va a plantear que la diferencia sexual y su articulación con el género, en la
metapsicología freudiana puede ser rastreado según Benjamín.
Así, el principio que va a trabajar la autora es el principio de inercia y que está
entroncado con la imago mítica de la mujer como la madre y la madre como la
muerte.
Así, y refiriéndose a Freud y el fort-da (Más allá del principio de placer), va a
decir que para él el niño no dispone de ningún elemento propio que le desee separarse
de su madre, menos aún desearla y por eso piensa el juego (que se inaugura con la
madre presente) como una reacción a dicha partida significada como pérdida. Primero
se va la madre, después se juega. ( y para Freud, la ausencia es lo que va instalando lo
simbólico!!!!!!)
En relación a esto y la critica expuesta, se puede plantear todo lo aportado por
los postfreudianos que desarrollan la participación activa del bebé, (Winnicott) y
Dra. Marta Liberman

también los trabajos sobre patologías graves respecto del mismo en relación a fusión-
intrusión.
El Complejo de Edipo se despliega como fruto de un crecimiento del niño
(“deseo de ser grande”) . Lo anterior es pre-edípico.
Según Benjamín, en el Complejo de Edipo reina y gobierna una partición binaria
que es el medio por excelencia de pensar la diferencia en tanto sexual. Del lado de
madre la Naturaleza, del lado del padre la Cultura. El “padre de la liberación” se
opondrá a la “madre de la dependencia”. Para ella, en los contextos ideológicos de la
civilización occidental “la independencia” es aceptada también por el Psicoanálisis
como valor supremo.
El peligro de “lo fusional”, de caída en “lo arcaico”, impregna el imaginario de lo
femenino, en tanto lo paterno queda del lado de los valores de racionalidad, “corte”,
etc.
Los 2 ejes más decisivos para la demistificación de esta posición son el par
narcisista/edípico y el correlativo imaginario/simbólico. La relación a la madre
asimilada al campo de lo narcisístico y al dualismo especular de lo imaginario. Lo
paterno como legalidad que acota aquellos excesos.
Según estos autores, poco puede arreglarse diciendo que la palabra materna es
la mediadora de la Ley del padre. Puesto que por definición, ni está hablando en su
nombre ni en su posición originaria de “cocodrilo” (Lacan).

El mito anterior (al Complejo de Edipo)


Va a plantear la relación de complementariedad: uno tiene lo que otro no
tiene, cuya motivación originaria es la envidia que no es lo mismo que decir un deeo y
mucho menos un desear.
Para Benjamín, con esta lógica fálica no se puede articular sexo y género y
adquirir “identidad sexual”, no se puede pensar la constitución de la diferencia, que
es distinto a decir “este concepto no existe, no es tal”, sino que constituye “uno de los
problemas más graves de la teoría Psicoanalítica, allí donde el o la psicoanalista se
ponen en juego frente a un paciente que es niño o niña, hombre o mujer en relación a
sus interpretaciones, y en lo que respecta a la diferencia.

Hipótesis
1.- Que los practicantes del Psicoanálisis sufren sintomáticamente del Complejo de
Edipo, al no poder liberarse del peso de lo paternal patriarcal (Freud: genio, padre
fundador).
2.- Los psicoanalistas creen en la pureza de los conceptos psicoanalíticos. Pensar el
“corte” es tranquilizador.
3.- El desarmado del concepto Complejo de Edipo nos hace descubrir, la imago de la
mujer madre asimilada a una Naturaleza devoradora y arcaica, tirando hacia sí a los
hijos con su deseo, destino de muerte y psicosis si no interviene un VII Regimiento
paterno, salvador. Impone sus modos de lectura de la diferencia sexual, no pueden
procesar la diferencia sino a través del falocentrismo.
4.- Se puede seguir deconstruyendo el Complejo de Edipo para ver la dicotomía
endogamia/exogamia.
Dra. Marta Liberman

5.- La inquietud por la clínica, abrir a las interrogaciones. Como puede hacer de la
interrogación una ética diferente de y para la subjetividad, en tanto interrogarse
ayudaría a que su paciente se interrogue.

Cap. XXIV: Espejos contaminados. Elementos para una deconstrucción necesaria

Va a plantear el problema de la contaminación en la relación médico-paciente


que puede obstaculizar: actuar como cirujano, no ser transparente sino como la luna
de un espejo, no a la sugestión (Freud). (Está hablando de la línea lacaniana en todo
caso y tampoco puedo generalizar!!!! Además, si algo hace mucho obstáculo es la falta
de análisis de los “practicantes”, la falta de neutralidad y abstinencia!!!!)
Junto a la del cliché, la célebre metáfora del espejo operará una larga
obstrucción a la apertura del pensar la transferencia como acontecimiento irreductible
a la repetición y acontecimiento entre, con el giro que este término introduce en la
cuestión a partir de Winnicott.
Si la transferencia opera como un cliché forjado en la historia de unos pocos
primeros años, nada del analista formaría parte intrínseca de ella. (Laplanche trabaja
en su Seminario de la Transferencia en relación al Caso Dora y además ya todos
“sabemos” que en la adolescencia se vuelve a jugar lo edípico!!!)
Alude también al problema de la contratransferencia como contaminación, en
su crítica a Freud.

El autor agrega que va a incidir en cómo abordar la transferencia y la


contratransferencia, dado que la subjetividad del analista si se piensa como que no
interfiere y no se “distorsiona” el cliché como algo revivido con el analista y en el que
éste no tendría nada que ver. (Laplanche en su Seminario sobre la Transferencia habla
ya de la metabolización que se produce cada vez que transferimos a distintas
personas).
Alude a Winnicott, diciendo que había que esperarlo a él con su concepto de
situación transferencial, producida entre, a la situación analítica pensada como
superposición de 2 zonas de juego que hacen 1, alojando el juego de la transferencia-
contratransferencia en otra matriz, en nuevo ámbito, contaminado por esencia, en una
contaminación intrínseca, no a depurar, pues no hay constitución de la subjetividad
“de a uno”, ni por consiguiente escena donde se recreen las condiciones originarias de
esa constitución “de a uno” con otro subjetivamente inactivado. (No solamente para el
trabajo con niños, sino en patologías graves).

Epílogo para niños


¿A qué se deben la transferencia y la contratransferencia?
El autor plantea que si el cliché implica una presencia alguna vez plena, en él
conservada, de algo vivido alguna vez en la infancia, inmediata y directamente, que la
transmisión del cliché salvaría de una mera rememoración y terapéuticamente
inefectiva. Y agrega, que así no habría modo de cómo pensar la transferencia del niño
en el tratamiento psicoanalítico.
Hay transferencia – a cualquier edad y desde la más temprana infancia- como
suplemento, que es de una presencia sin mediación, haciendo referencia a lo
Dra. Marta Liberman

transgeneracional, y lo fantasmático que está en juego, ideales, etc. (A esto alude


Freud cuando habla de lo prehistórico, las protofantasías, lo cultural en lo cual ya está
inmerso el sujeto).
La “relación personal” entre padres e hijos es ya, en su principio y modalidades
mismas de funcionamiento, una relación transferencial que conjura tanto a otros
ancestros como a todos los espectros, sin excluir los más “socio-políticos”. Del mito
familiar.
“Nuestra” transferencia- contratransferencia y a su vez, la de nuestras
“relaciones personales” con los pacientes deviene transferencia de transferencia, ya
no de un o de algunos clichés. (Laplanche toma este concepto también de Freud, en el
comienzo de su obra).

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