Enfermedades Sistémicas y Riñón
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Tipos de Vasculitis
Podemos diferenciar los siguientes tipos, atendiendo al tamaño del vaso afectado:
Asimismo, se han descrito otros tipos de vasculitis como las que producen afectación de un único
órgano, independientemente del tamaño del vaso; vasculitis asociadas con enfermedades sistémicas,
como el lupus o la artritis reumatoide; y vasculitis asociadas con una etiología probable (Tabla 1)
[1].
• La mayor parte de los casos son idiopáticos, aunque se ha asociado a infecciones por VHB,
VHC y algún tipo de desorden linfoproliferativo como la tricoleucemia [3].
• Dentro de las manifestaciones clínicas destacan síntomas generales (astenia, fiebre, pérdida
de peso…) junto con afectación sistémica [4]:
Cutánea: son frecuentes los nódulos cutáneos, la púrpura palpable, las úlceras y la livedo
reticularis.
• El control tensional resulta prioritario, siendo los bloqueantes del sistema renina angiotensina
los fármacos de elección, debiendo realizarse estrecho control de la función renal ante la
posible existencia de estenosis a nivel de las arterias renales.
Enfermedad de Kawasaki
• Esta es una vasculitis, descrita predominantemente en niños, que implica arterias medianas y
pequeñas. Se acompaña de afectación ganglionar y mucocutánea, pudiendo verse asimismo
lesionadas las arterias coronarias. Se han descrito muy pocos casos en adultos, siendo la
afectación renal excepcional [7].
Vasculitis asociada a ANCA (VAA) Vasculitis de pequeño vaso mediada por complejos
inmunes Vasculitis sin tamaño de vaso predominante
Se engloban aquí un grupo de vasculitis donde no existe un único y predominante tamaño de vaso
afectado. Dentro de estas se incluyen el síndrome de Behçet o el síndrome de Cogan, no siendo
frecuente la lesión renal.
Antes de analizar detenidamente las vasculitis de pequeño vaso repasaremos brevemente el espectro
clínico de los ANCA, elemento fundamental en este tipo de vasculitis.
Los ANCA son anticuerpos dirigidos contra antígenos del citoplasma de neutrófilos, encontrándose
implicados directamente en la patogenia de un amplio grupo de vasculitis de pequeño vaso. Estos
anticuerpos pueden detectarse en suero mediante 2 técnicas complementarias:
• ELISA: detecta los anticuerpos dirigidos frente a mieloperoxidasa (MPO) de los dirigidos frente a
la proteinasa 3 (PR3).
La mayoría de los p-ANCA son anti-MPO y la mayoría de los c-ANCA son anti-PR3. Se debe recordar
que estos anticuerpos no son exclusivos de las vasculitis de pequeño vaso y pueden aparecer en
otras entidades (lupus, artritis reumatoide, endocarditis, infección VIH, colangitis esclerosante
primaria…)
A continuación, estudiaremos los 2 tipos de vasculitis de pequeño vaso: vasculitis asociada a ANCA y
las mediadas por complejos inmunes.
Aunque no existe un cuadro clínico típico, la presentación más frecuente incluye síntomas generales,
artralgias, síntomas respiratorios y alteraciones urinarias con insuficiencia renal. Habitualmente
estos síntomas se desarrollan lentamente en un periodo de semanas, aunque existen casos de
instauración más rápida [8].
La afectación renal se manifiesta de forma variable, desde cuadros de hematuria asintomática hasta
el desarrollo de un síndrome nefrítico con insuficiencia renal rápidamente progresiva oligoanúrica
con hipertensión arterial, edemas, microhematuria y un grado variable de proteinuria,
habitualmente subnefrótica.
Dentro de las manifestaciones extrarrenales, los síntomas generales son los más frecuentes,
incluyendo astenia, fiebre, anorexia y pérdida de peso. La sintomatología respiratoria puede
englobar tanto la vía superior como la inferior. La afectación pulmonar es frecuente, desde cuadros
de tos leve hasta severas hemorragias alveolares con compromiso vital, ocasionando un síndrome
renopulmonar hasta en el 10 % de los pacientes [9] [10].
Otras manifestaciones que deben tenerse en cuenta son lesiones cutáneas (púrpura, livedo
reticulares o nódulos), articulares, neurológicas (mononeuritis múltiple, neuropatía sensorial,
oftalmoplejia…), digestivas, cardiacas (pericarditis, miocarditis…) y realmente a nivel de cualquier
órgano de la economía.
En la actualidad existe un test rápido de vasculitis que puede permitir un diagnóstico precoz en un
plazo menor de 24 horas. Teniendo en cuenta que el valor predictivo positivo de los ANCA para el
diagnóstico de vasculitis, en presencia de un cuadro clínico compatible, alcanza el 99 % [11], su
positividad debe de indicar un tratamiento precoz. No obstante, existe un 10 % aproximadamente
de pacientes con hallazgos clínicos e histológicos de VAA que presentan ANCA persistentemente
negativos (“vasculitis ANCA negativo”), debiendo tratarse como las formas con positividad para
estos.
La biopsia renal aporta el diagnóstico de certeza. Sin embargo, la realización de este procedimiento
no debe retrasar el inicio del tratamiento si existe una alta sospecha basada en la clínica y la
positividad de los ANCA, tal y como se mencionó anteriormente.
Se han descrito diferentes variantes histológicas de acuerdo con los hallazgos de la microscopía
óptica que contribuye a la predicción del pronóstico renal [12]. La clasificación identifica 4
categorías de lesión glomerular:
Dentro de las VAA se han descrito 3 entidades que presentan diferencias clínicas e histológicas [1]:
• Poliangeítis microscópica
Asimismo, debe considerarse la vasculitis limitada al riñón que, como su nombre indica, únicamente
presenta afectación renal indistinguible de la producida por la poliangeítis microscópica o la
granulomatosis con poliangeítis.
Es una vasculitis necrotizante que afecta primariamente a capilares, vénulas o arteriolas. También
pueden afectarse arterias de pequeño y mediano tamaño. Es más frecuentes en personas ancianas,
aunque se han descrito en todas las edades, estando igualmente afectados ambos sexos. La
afectación renal es muy frecuente (80 – 90 %). Los ANCA suelen ser p-ANCA (anti-MPO),
encontrándose presentes en más del 90 % de los casos [8] [9].
Es una vasculitis que típicamente produce inflamación granulomatosa del tracto respiratorio
superior e inferior, así como una afectación glomerular necrotizante pauci-inmune. Las
manifestaciones clínicas son semejantes a las de la PAM, siendo más frecuente la sintomatología de
oído, nariz y garganta en los pacientes con GPA que en la PAM (90 % vs 35 %) [8] [9]. Sinusitis, otitis
media, rinorrea o pérdida de audición son algunos de los síntomas descritos en estos pacientes.
Cuadros más severos como la destrucción del cartílago o del hueso, produciendo deformidades como
la “nariz en silla de montar”, son más típicas de los pacientes con GPA. A nivel pulmonar se puede
evidenciar tos, disnea o hemoptisis. Los hallazgos radiológicos son variables, siendo característicos
los infiltrados cavitados bilaterales.
Los ANCA suelen ser c-ANCA (anti-PR3), encontrándose presentes en más del 80 % de los casos.
Los ANCA se encuentran presentes en un 30-50 % de los casos, habitualmente son estos los
pacientes con afectación glomerular y son típicamente anti-MPO [13].
Antes de revisar los diferentes tratamientos indicados en las VAA, debemos considerar una serie de
definiciones, recomendadas por la EULAR y la ERA-EDTA, para valorar la respuesta al tratamiento
[14]:
Tratamiento de inducción
Primera línea:
La CFA se utiliza en el tratamiento de las vasculitis desde hace décadas, con elevada tasa de
remisiones, aunque significativos efectos adversos (cistitis hemorrágica, infertilidad, riesgo de
infecciones…). La CFA se puede administrar tanto por vía oral como en pulsos intravenosos, los
cuales han demostrado similar eficacia, menor dosis acumulada y menos efectos secundarios [18].
Las dosis de CFA oral recomendadas son 1,5-2 mg/kg/día, ajustada a la función renal y series
hematológicas, y para la CFA intravenosa se recomiendan bolos mensuales de 0,5-1 gramo/m2 de
superficie corporal.
Debe mencionarse que la resistencia al tratamiento con CFA es infrecuente lo que obliga a
replantearse el diagnóstico.
Tratamiento alternativo
Fundamentalmente son 2 los estudios randomizados que han demostrado que la terapia con RTX,
asociada con glucocorticoides, es una efectiva alternativa a CFA [19] [20]. RTX se administra por vía
intravenosa, a dosis de 375 mg/m2 x 4 semanas o dos dosis de 1000 mg separadas 15 días.
Papel de la plasmaféresis
En casos de rápido deterioro de función renal, hemorragia alveolar o presencia de anticuerpos anti-
MBG debe asociarse plasmaféresis al tratamiento [21] [22]. Se recomienda la realización de 6 – 10
sesiones en las primeras 2 semanas tras el diagnóstico, con un volumen de reemplazamiento
plasmático mínimo de 60 mL/Kg con plasma fresco congelado en casos de hemorragia alveolar y
soluciones de albúmina en el resto de las situaciones clínicas.
Tratamiento de mantenimiento
Como tratamiento de primera línea clásicamente se recomienda AZA (1,5-2 mg/kg/día) por vía oral
[23]. Este sería el fármaco de elección en mujeres que desean quedarse embarazadas. Se recuerda
que AZA no debe asociarse con inhibidores de la xantina oxidasa por el riesgo de aplasia medular.
Tratamientos alternativos
RTX es una alternativa a AZA en el tratamiento de mantenimiento de las VAA, como fue evidenciado
en el estudio MAINRITSAN, tanto a corto como a largo plazo [24]. En este estudio, se administraron
dos dosis de 500 mg de RTX separadas 2 semanas al inicio del tratamiento de mantenimiento y
posteriormente los meses 6, 12 y 18. Sin embargo, una gran variedad de regímenes terapéuticos con
RTX se han descrito. Nuevos estudios se encuentran en marcha para determinar el papel de RTX en
esta población [25].
RTX debe evitarse en pacientes con riesgo de reactivación del VHB, tanto en aquellos con
positividad de HBsAg como en los portadores de anticuerpos contra el core del VHB (anti-HBc).
Metotrexate, ajustado a función renal, sería otra opción terapéutica, siendo su principal limitación
que no debería ser utilizado en pacientes con FG menor de 60 ml/min, lo que condiciona
considerablemente su uso [23].
Finalmente, MMF (1 gramo/12 horas por vía oral, con ajuste de niveles séricos) podría ser otra
alternativa en pacientes con contraindicación o intolerancia a los tratamientos anteriormente
mencionados.
En general, ante una recaída grave el manejo terapéutico debe de ser igual al manejo terapéutico de
inducción inicial. En el estudio RAVE, RTX ha demostrado ser superior a CFA induciendo la remisión
en pacientes con recaídas [20].
En estos casos se recomienda modificar el tratamiento inicial. En pacientes en los que no se alcanza
la remisión, se puede asociar terapia con inmunoglobulina intravenosa [16].
La dosificación de los tratamientos recomendados en las vasculitis con afectación renal se resumen
en la (Tabla 2)
• Vasculitis crioglobulinémica
Es una vasculitis de pequeño vaso determinada por anticuerpos circulantes dirigidos contra un
antígeno intrínseco de la MBG, principalmente la cadena alfa-3 del colágeno tipo IV y menos
frecuentemente contra las cadenas alfa-4 y alfa-5 [26]. La afectación renal determina una
glomerulonefritis rápidamente progresiva con necrosis y proliferación extracapilar [27]. Se utilizan
frecuentemente de forma indistinta los términos síndrome y enfermedad de Goodpasture. Sin
embargo, de forma general se habla de síndrome de Goodpasture a la asociación de
glomerulonefritis y hemorragia alveolar, independientemente de la patogenia, reservándose el
término enfermedad de Goodpasture cuando ello se debe a anticuerpos anti-MBG.
La mayoría de los casos son idiopáticos, aunque se ha relacionado con algunos factores como el
tabaco, infecciones respiratorias o inhalación de cocaína o hidrocarburos [27].
Clínica y diagnóstico
El diagnóstico de enfermedad de Goodpasture se realiza ante este cuadro clínico con la presencia de
anticuerpos anti-MBG, confirmándose mediante biopsia renal que demostrará una glomerulonefritis
proliferativa extracapilar con un depósito lineal característico de IgG a lo largo de la MBG y
ocasionalmente en la membrana de túbulos distales [27]. Este patrón de inmunofluorescencia es
también observado en la nefropatía diabética y en la glomerulonefritis fibrilar.
Tratamiento
La duración del tratamiento vendrá determinada por la clínica y negativización de los anticuerpos
anti-MBG que se monitorizarán periódicamente.
La dosificación de los tratamientos recomendados en las vasculitis con afectación renal se resumen
en la (Tabla 2)
Pronóstico
El pronóstico sin tratamiento es muy malo, con rápida progresión de la patología renal y elevada
mortalidad [30] [31]. La respuesta al tratamiento depende del grado de insuficiencia renal al
diagnóstico, siendo fundamental el inicio precoz del mismo. Las recidivas son infrecuentes, siendo
más comunes en pacientes con ANCA positivos y fumadores.
Se caracteriza por el depósito de complejos inmunes que contienen IgA. Es la vasculitis sistémica
más frecuente en la población infantil (3 – 15 años), aunque también afecta a adultos, en los que
tiene peor pronóstico, con predominio en el sexo masculino [32]. Los cuadros de vasculitis IgA
raramente ocurren durante los meses de verano y es que la mitad de estos episodios están
precedidos de infecciones respiratorias del tracto superior, más frecuentes durante el resto del año
[33].
Clínica y diagnóstico
Tratamiento
La mayor parte de los episodios se resuelven de forma espontánea con evolución benigna. En lo
referente a la afectación renal las recomendaciones son las mismas que para el manejo de la
nefropatía IgA [35]. En los casos más severos (proteinuria > 1 gramo/día, síndrome nefrótico,
insuficiencia renal o proliferación extracapilar en la biopsia renal) se recomienda tratamiento con
esteroides. En los pacientes que respondan al tratamiento se reducirán de forma progresiva. En
aquellos en los que no se obtenga respuesta se valorará tratamiento inmunosupresor con CFA o
MMF, siendo muy limitada la experiencia con cada terapia [36]. Recientemente, se han publicado
también algunos trabajos con RTX en adultos diagnosticados de vasculitis IgA con buenos resultados
[37].
La dosificación de los tratamientos recomendados en las vasculitis con afectación renal se resumen
en la (Tabla 2)
Vasculitis Anti C1q
• Tipo II (40-60 %): crioglobulinas mixtas con componente monoclonal (generalmente IgM) y un
componente policlonal (generalmente IgG)
Los tipos mixtos (II y III) se encuentran en pacientes con infecciones persistentes, especialmente por
el virus de la hepatitis C (VHC) y menos frecuentemente VHB, Epstein-Barr o virus de
inmunodeficiencia humano (VIH), así como enfermedades autoinmunes.
Clínica
Por su parte, las crioglobulinemias mixtas presentan habitualmente manifestaciones clínicas más
floridas a las que se puede añadir las producidas por la enfermedad de base.
• Lesiones cutáneas: están presentes en casi todos los pacientes y frecuentemente son las
manifestaciones más precoces. El estudio histológico revela una vasculitis leucocitoclástica. Las
lesiones más características son la púrpura palpable, lesiones isquémicas, úlceras y fenómeno de
Raynaud.
• Musculoesqueléticas: las artralgias y mialgias son frecuentes, no siendo común la artritis.
• Otras manifestaciones más infrecuentes pero severas son la vasculitis del SNC, hemorragia
gastrointestinal o la afectación cardiaca.
Tratamiento
Tratamiento de la crioglobulinemia
Indicaciones
Inmunosupresores
La CFA por vía oral (2 mg/kg/día, ajustada a función renal) debe reservarse para situaciones de
“riesgo vital” en las que no se pueda o deba utilizar RTX, o cuando no exista respuesta a este
tratamiento. La CFA se asocia a un riesgo incrementado de replicación viral [42].
Por último, se ha utilizado MMF o AZA como alternativa a la CFA, siendo escasa la experiencia
clínica [44].
Plasmaféresis
Presenta las siguientes indicaciones, siempre junto con tratamiento inmunosupresor [42]:
• Síndrome de hiperviscosidad
o Hemorragia alveolar
o Gastrointestinal
Se puede utilizar albúmina para el recambio plasmático, recomendándose calentar antes del
tratamiento para evitar la precipitación de crioglobulinas. El número de sesiones se debe
individualizar atendiendo a la evolución clínica.
Por último, se debe mencionar que la monitorización de la respuesta al tratamiento debe ser clínica.
La monitorización del crioglobulinas (criocrito) no ha demostrado clara utilidad.
La dosificación de los tratamientos recomendados en las vasculitis con afectación renal se resumen
en la (Tabla 2)
Pronóstico
Se distinguen dos tipos de ES en función de la localización de la afectación cutánea una forma difusa
(EScd) cuando hay afectación del tronco y/o de las regiones proximales de las extremidades y una
forma limitada (EScl) cuando la afectación cutánea se limita a regiones distales de las extremidades
[46] [47].
Manifestaciones Clínicas
• Vasculares: el fenómeno de Raynaud aparece en el 90-95% de los casos y suele ser el síntoma
inicial. Su localización más frecuente son los dedos de las manos, aunque también puede
presentarse en otras localizaciones como pies, labios, orejas y lengua.
• Cutáneas: se presentan en el 95% de los pacientes con ES. Suele iniciarse con edema cutáneo que
evoluciona a induración y atrofia, con aparición de esclerodactilia, úlceras cutáneas, calcinosis
subcutánea y teleangiectasias.
• Osteomusculares: la afectación articular aparece entre el 45-90% de los casos. Se caracteriza por
rigidez matutina, artralgias de las pequeñas articulaciones de las manos, rodillas y tobillos. Es muy
característica la resorción de los penachos de las falanges distales (acroosteólisis) y la afectación
muscular puede presentarse en forma de mialgias y debilidad de extremidades de predominio
proximal.
• Digestivas: son las más frecuentes tras las cutáneas. El esófago es la porción más afectada
(80-90% de los casos) produciéndose disfagia a sólidos y pirosis. Además aparece disminución del
peristaltismo gástrico, náuseas, vómitos, anorexia, sobrecrecimiento bacteriano que puede conllevar
malabsorción, peudoobstrucción intestinal y más raramente megacolon, neumatosis quística y
vólvulos. La afectación hepática es poco frecuente.
• Pulmonar (70%): actualmente se considera la primera causa de muerte. Se distinguen dos formas
de afectación, la enfermedad pulmonar intersticial difusa (EPID) que se presenta con mayor
frecuencia en la EScd y la hipertensión pulmonar que con mayor frecuencia se presenta de forma
aislada asociada a la EScl.
La afectación renal puede estar asociada a los propios fármacos utilizados en el tratamiento de la
enfermedad (AINES, diuréticos, ciclosporina, D-penicilamina), superposición con otras
conectivopatías, hipovolemia, malabsorción y la propia hipertensión.
Se han descrito casos de glomerulonefritis pauci-inmune, que se manifiesta con una insuficiencia
renal rápidamente progresiva con hematuria microscópica y p-ANCA positivos. En estos casos el
tratamiento requerirá el uso de terapia inmunosupresora al igual que en las vasculitis de pequeño
vaso [48].
Una de las formas más graves de afectación renal es la crisis renal esclerodérmica (CRE).
La forma de presentación más habitual es una hipertensión arterial maligna, anemia hemolítica
microangiopática, trombopenia, insuficiencia renal aguda, proteinuria y/o microhematuria.
Paradójicamente los pacientes con crisis esclerodérmica normotensos presentan peor pronóstico
renal y mayor mortalidad [51].
Los anticuerpos antinucleares son positivos en el 90% de los casos, especialmente los anticuerpos
anti-SCL70 (muy específicos de la enfermedad), anti-ARN polimerasa y antirribonucleoproteína
(anti-RNP). Los anticuerpos anticentrómero, sin embargo, parecen ser protectores en las crisis
esclerodérmicas renales.
En lo referente al pronóstico renal, debe mencionarse que un 20-50% de los pacientes con crisis
esclerodérmicas progresan a enfermedad renal terminal con necesidad de diálisis aunque en algunos
casos la función renal puede mejorar al cabo de varios meses.
A pesar de que la supervivencia ha mejorado con el uso de bloqueantes del sistema renina
angiotensina, no se ha demostrado su papel en la prevención y los pacientes con esclerodermia
tienen aún una elevada mortalidad que se relaciona con una mayor afectación sistémica. El éxito del
tratamiento se basa en la precocidad del mismo, debiendo señalarse que ningún nuevo enfoque
terapéutico ha mostrado en los últimos años suficiente eficacia en el tratamiento de las CRE más allá
de las medidas ya comentadas [49] [51] [52].
Aunque la membrana sinovial es el foco principal de lesión, también se producen cambios sistémicos
que afectan al sistema inmune y afectación extraarticular consecuencia del proceso inflamatorio
crónico [47].
La AR afecta al 0,5% de los adultos en nuestro país. Puede ocurrir a cualquier edad aunque suele ser
más frecuente entre la cuarta y la sexta década de la vida y con predominio del sexo femenino (3:1).
Su etiología es desconocida aunque podría existir una predisposición genética con un modelo de
herencia poligénico (incidencia aumentada entre familiares de primer grado, gemelos monocigóticos
y elevada asociación con determinados HLA) sobre la que se añade la influencia de factores
ambientales (tóxicos y más frecuentemente infecciones) que actuarían como desencadenantes de la
enfermedad [47].
Manifestaciones sistémicas
El daño renal observado en pacientes con AR que se han sometido a biopsia renal incluye una amplia
variedad de entidades y patrones histológicos con afectación tanto como glomerular como
tubulointersticial. Las más frecuentes son la nefropatía membranosa, glomerulonefritis
membranoproliferativa (habitualmente no asociada a un deterioro importante de la función renal),
enfermedad de cambios mínimos, nefropatía IgA, nefropatía por analgésicos y nefritis intersticial
[53] [54]. Otra patología que debe tenerse en cuenta es la amiloidosis AA, con importante
implicación pronóstica. Cursa habitualmente con proteinuria, en ocasiones en rango nefrótico, e
insuficiencia renal, tal y como se comentará en el capítulo correspondiente. Esta entidad afecta la
supervivencia, aumenta la morbilidad y es la principal causa de enfermedad terminal renal en
pacientes con AR y nefropatía. También ha sido descrita en pacientes con AR tratados con anti-TNF
alfa lesiones glomerulares relacionadas con este tratamiento [55].
Por último, mencionaremos la vasculitis reumatoide que suele manifestarse en fases de actividad de
la enfermedad y suelen coexistir con datos de vasculitis a otros niveles. Los ANCA pueden ser
positivos y se suele acompañar de hipocomplementemia. En estos casos las manifestaciones a nivel
renal y el tratamiento son similares a los de las vasculitis de pequeño vaso [53].
Tratamiento
El tratamiento con estos fármacos debe iniciarse tan pronto se diagnostica la enfermedad. Entre
estos podemos diferenciar los FAME tradicionales (metotrexate, leflunomida, sulfasalazina,
hidroxicloroquina, sales de oro y D-penicilamina) y los biológicos (anti-TNF, rituximab, tocilizumab,
abatacept…) [56]. Inmunosupresores, como azatioprina, ciclofosfamida o ciclosporina se reservan a
pacientes que no responden al tratamiento o que presentan manifestaciones extraarticulares como
el daño renal.
En el caso de los pacientes con afectación renal hay que evitar el uso de AINEs. Si la afectación
renal es producida por la propia enfermedad se recomienda el tratamiento intensivo de la misma
para minimizar el proceso inflamatorio y si el daño está en relación con el uso de fármacos intentar
modificar el tratamiento y utilizar fármacos que produzcan la mínima toxicidad a nivel renal [57].
El SS afecta predominantemente a mujeres (9:1), entre los 40 y 60 años. La prevalencia varía entre
el 0,5 y el 4% de la población adulta [47]. La afectación renal es poco frecuente, en torno al 5% de
los pacientes, aunque en algunas series se describen incidencias muy superiores.
Los pacientes con SS presentan un amplio espectro de marcadores analíticos, de los cuales los
anticuerpos antinucleares (ANA) son los más frecuentemente detectados, anti-Ro / SS-A es el más
específico y las crioglobulinas e hipocomplementemia son los principales marcadores pronósticos.
Los anticuerpos anti-Ro / SS-A y anti-La / SS-B también se asocian con la actividad sistémica global,
especialmente anti-Ro / SS-A, cuya positividad en el momento del diagnóstico se correlaciona con
mayor actividad a nivel articular, cutánea y renal [60].
Afectación renal
La afectación glomerular es rara y tiende a ser tardía en el curso de la enfermedad. Las entidades
más comunes son la glomerulonefritis membranoproliferativa y la nefropatía membranosa aunque
también se han descrito caso de nefropatía de cambios mínimos, hialinosis focal y segmentaria y
mesangial IgA. Están producidas por el depósito de complejos inmunes, que a menudo son
crioglobulinas las cuales podrían jugar un papel patogénico en otras manifestaciones clínicas como
la neuropatía periférica y la púrpura.
No existe un tratamiento claramente establecido en los pacientes con SS y afectación renal. En los
casos descritos se emplean corticoides en monoterapia o en combinación con otro agente
inmunosupresor que suele ser ciclofosfamida. Otros regímenes que incluyen azatioprina,
ciclosporina o rituximab se pueden administrar de acuerdo con la clínica, las características
histológicas, la gravedad de la enfermedad y las comorbilidades del paciente [58] [61].
SARCOIDOSIS Generalidades
La sarcoidosis es una enfermedad sistémica de etiología desconocida que se caracteriza por la
presencia de granulomas no caseificantes en los órganos afectados. Más del 90 % de los pacientes
presentan afectación pulmonar, determinante en su mayor parte de la morbimortalidad de esta
enfermedad.
Es habitualmente diagnosticada entre los 20 y los 60 años, en la mitad de los pacientes en fase
asintomática, incidentalmente tras la realización de un estudio radiológico torácico. La presentación
más característica asocia alguna de las siguientes alteraciones: adenopatías hiliares bilaterales,
opacidades reticulares pulmonares y/o manifestaciones cutáneas, articulares u oculares [62].
Manifestaciones renales
Las principales manifestaciones renales relacionadas con la sarcoidosis son [63] [64]:
• Hipercalcemia e hipercalciuria
• Afectación glomerular
• Uropatía obstructiva
Hipercalcemia e hipercalciuria
Son las manifestaciones más frecuentes. Están mediadas por la síntesis de calcitriol por las células
mononucleares activadas, principalmente macrófagos, en los granulomas. Como consecuencia de
ello se produce hiperabsorción del calcio de la dieta y aumento de su eliminación, determinando
hipercalcemia (2-20 % de los casos) y/o hipercalciuria (40 %). Puede ocasionar el desarrollo de
nefrolitiasis, nefrocalcinosis e insuficiencia renal.
La nefritis intersticial puede producir piuria estéril, leve proteinuria de origen tubular y diferente
grado de insuficiencia renal. La mayor parte de estos pacientes presentan manifestaciones clínicas
evidentes de sarcoidosis en otros órganos lo que facilita el diagnóstico. La biopsia renal muestra un
infiltrado intersticial mononuclear, granulomas no caseificantes y daño tubular, encontrándose en
cuadros crónicos lesiones de fibrosis intersticial. Debe tenerse en cuenta que estos hallazgos por sí
solos son sugestivos pero no diagnósticos, pudiendo encontrarse lesiones granulomatosas
semejantes en reacciones a drogas, infecciones por micobacterias o GPA.
Afectación glomerular
Se han descrito pacientes con nefropatía IgA, nefropatía membranosa y extracapilar, entre otras,
siendo la clínica superponible a la de las glomerulopatías primarias [63] [64].
Uropatía obstructiva
Tratamiento
Los anti-PL son un grupo heterogéneo de anticuerpos dirigidos contra fosfolípidos o contra proteínas
unidas a fosfolípidos. El antígeno principal de los anti-PL es la β2-glicoproteína 1 (β2GPI), proteína
plasmática que se une con avidez a fosfolípidos de la superficie celular [67]. Los test principales
para el diagnóstico de SAF son el anticoagulante lúpico, los anticuerpos anticardiolipina (ACL) y los
anti-β2GPI. La correlación con la clínica depende tanto del test empleado (el anticoagulante lúpico
se correlaciona mejor con los eventos clínicos que los ACL y anti-β2GPI), como del título de
anticuerpos, y del tipo de anticuerpo (IgG más relacionado con eventos clínicos que IgM, mientras
que los anti-PL IgA son infrecuentes y de significado clínico desconocido) [68].
Manifestaciones clínicas
El SAF obstétrico se caracteriza por pérdida fetal a partir de la 10ª semana de gestación, abortos
precoces recurrentes, crecimiento intrauterino retardado o preeclampsia grave.
El SAF catastrófico ocurre en 1% de pacientes con SAF y condiciona una elevada mortalidad.
Requiere para su diagnóstico la afectación de al menos 3 órganos en menos de una semana, con
microtrombosis en al menos uno de los órganos, y anti-PL persistente [70].
Lesiones vasculares
Las trombosis de arteria y vena renales en el SAF son menos frecuentes que otras trombosis de
grandes vasos [71]. La estenosis de la arteria se presenta con hipertensión arterial severa y/o
resistente y de forma característica presentan estenosis bien definidas en el tercio proximal de la
arteria renal, hallazgo infrecuente en las lesiones ateroescleróticas o por displasia fibrosa [72].
El curso clínico varía desde casos indolentes hasta fracasos renales agudos devastadores e
irreversibles. Puede presentarse como una enfermedad renal lentamente progresiva con
hipertensión arterial, diferentes grados de proteinuria (generalmente < 1.5 g/día), microhematuria
y/o insuficiencia renal progresiva, o puede debutar de forma aguda, generalmente en el contexto de
una microangiopatía trombótica que da lugar a un rápido deterioro de función renal con grados
variables de hematuria y proteinuria [73]. La mayoría de SAF catastróficos tienen afectación renal
microangiopática. Otra forma rara de presentación aguda es la anuria por necrosis cortical.
Tratamiento
El tratamiento se basa en bloqueantes del sistema renina angiotensina y, en pacientes con SAF
definido, la anticoagulación. El impacto del a anticoagulación en la nefropatía no está clara. Se ha
propuesto inhibidores de mTOR como terapia de rescate en nefropatías progresivas a pesar de la
anticoagulación, especialmente en pacientes con nefritis lúpica asociada y en el trasplante renal,
pero ha de tenerse en cuenta que en general existe proteinuria y los inhibidores de mTOR pueden
empeorar la proteinuria y las lesiones glomerulares. En caso de existir lesiones de MAT, la primera
línea de tratamiento incluye el recambio plasmático asociado a la anticoagulación, y se podría
considerar el uso de eculizumab, siendo otra opción a valorar el tratamiento con rituximab [69] [74]
[75].
TABLAS
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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