Ontología Del Lenguaje Cap 8 Resumen LFVP
Ontología Del Lenguaje Cap 8 Resumen LFVP
Ontología Del Lenguaje Cap 8 Resumen LFVP
En el presente capítulo, el autor afirma que los fenómenos de cuerpo, emocionalidad y lenguaje no
pueden ser reducidos a un dominio diferente del que ellos mismos constituyen ya que, al tener
relaciones de coherencia entre sí, lo que afecta a uno necesariamente influye en otro. Dicha relación
permite el diseño, la modificación, la intervención y el dominio directo o indirecto de cada fenómeno a
través de otro.
A continuación se expondrán las ideas principales del texto según sus apartados:
En la emocionalidad se distinguen:
(i) Los estados de ánimo, que hacen referencia a cómo se ven influenciadas nuestras acciones a razón
de determinadas situaciones. Son aquellos estados que nos controlan y que siempre están presentes, por
ello se consideran como constitutivos de la existencia humana.
(ii) Las emociones, entendidas como las distinciones que se hacen en el lenguaje para referirse al
cambio en el espacio de posibilidades que surgen con ocasión de determinados acontecimientos. Son
aquellas sobre las cuales se tiene cierto control.
Debido a que los estados de ánimo siempre están presentes, Maturana los califica como
predisposiciones para la acción; es decir que dependiendo del estado de ánimo en que nos encontremos,
ciertas acciones son posibles y otras no, algunas posibilidades están abiertas y otras están cerradas. Lo
anterior tiene importancia dado que el estado de ánimo en el que se encuentren los interlocutores de
una conversación, determinará su devenir así como también la predisposición a realizar acciones en el
futuro.
La existencia humana tiene tres (3) dominios primarios que son (i) el cuerpo; (ii) la emocionalidad; y
(iii) el lenguaje; los cuales representan dominios fenoménicos irreductibles, es decir que guardan su
identidad así se relacionen entre sí. No obstante la regla general de la irreductibilidad, es cierto que en
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cuanto al dominio de la corporalidad y de la emocionalidad, es dable reconocer que en ocasiones
pueden darse modificaciones entre ellos; por ejemplo, los desequilibrios hormonales a menudo
producen cambios de estados de ánimo y estos cambios pueden a su vez modificarse a través de
medicamentos químicos como bien ocurre en los casos de depresión.
Cuando cambian nuestros estados de ánimo, comúnmente también lo hacen nuestras posturas
corporales. Lo interesante es que muchas veces, cambiando nuestra postura corporal podemos también
cambiar nuestro estado de ánimo. Por ejemplo, el efecto del ejercicio físico (salir a caminar, trotar,
jugar tenis) u otras prácticas físicas, como el bailar o el yoga, sobre nuestro estado de ánimo.
Dependiendo del estado de ánimo, las conversaciones son diferentes - se habla y se escucha en forma
diferente -, y ello permite descubrir el estado de ánimo en que se encuentran las personas, examinando
sus conversaciones. En otras palabras, una conversación es siempre una combinación de dos factores
básicos - lenguaje y emociones, no son independientes entre sí.
Para el autor, la posibilidad de detectar los estados de ánimo de los interlocutores de una conversación
permite, de una parte, intervenir en el diseño de estos y, como consecuencia, ejecutar una
reconstrucción lingüística de nuestros estados de ánimo y emociones, es decir, que los estados de
ánimo pueden ser presentados y reconstruidos en términos lingüísticos, independientemente de su
soporte biológico y corporal. Y, de otra parte, desarrollar los dominios de la acción y el diseño de los
estados de ánimo.
Es posible tratar a los estados de ánimo como juicios automáticos del mundo (y de las posibilidades
futuras que ese mundo nos trae) debido a que éstos anteceden a la acción. Cuando hablamos de los
estados de ánimo como juicios automáticos del mundo, no se hace una descripción de lo que son los
estados de ánimo sino que se hace una reconstrucción lingüística, esto lo ha denominado el autor como
una traducción del fenómeno de los estados de ánimo en un código lingüístico.
La manera de nombrar los estados de ánimo no es arbitraria ya que crea inmediatamente la conexión
entre estados de ánimo y juicios, haciendo posible una reconstrucción lingüística. Por ejemplo: cuando
estamos en estados de ánimo «positivos» (felicidad, entusiasmo, admiración, etcétera), nos
encontramos en un mundo que está lleno de nuevas posibilidades para el futuro y cuando estamos en
estados de ánimo «negativos» (tristeza, miedo, ansiedad, etcétera), nos encontramos en un mundo que
cierra nuestras posibilidades.
Debe tenerse en cuenta que los estados de ánimo son altamente contagiosos y que los individuales
siempre se originan dentro del estado social más amplio. Por ello es importante verificar los estados de
ánimo de quienes no rodean como quiera que ello es un factor decisivo para determinar lo que la
empresa, comunidad o grupo será capaz de lograr, cómo va a reaccionar a los cambios en su entorno,
cómo responderán sus miembros individuales al desafío, etcétera.
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Los estados de ánimo sociales no son una excentricidad. Son un componente fundamental de nuestro
modo de vida y de la calidad de nuestras vidas. Los estados de ánimo sociales determinan el horizonte
de posibles acciones de la gente y, por lo tanto, constituyen un factor importante en la predicción de lo
que pueden o no lograr.
Debido a que todo estado de ánimo especifica un espacio de acciones posibles es posible decir que
existe una conexión fundamental entre nuestros estados de ánimo y nuestras posibilidades de acción; y
debe tenerse en consideración que, quizás, ésta es la relación más importante para tratar los estados de
ánimo como un dominio de diseño ya que, a menudo, nos hemos resignado a una comprensión
tradicional que no vislumbra el reconocimiento de los estados de ánimo como un dominio de diseño.
● Es necesario cuidarse de las historias que se fabrican en torno a los estados de ánimo ya que, a
menudo no es lo que la historia dice lo que produjo ese estado de ánimo; es el estado de ánimo
el que produjo la historia.
● Una vez se identifica el estado de ánimo vigente, es necesario identificar los juicios que se
derivan de él y la estructura lingüística subyacente para así descubrir si el fundamento de ese
estado de ánimo es o no suficiente y aplicar modificaciones que permitan cambiarlo de acuerdo
a la necesidad u objetivo a través de un leguaje verbal o no verbal
● Identificar los estados de ánimo negativos permite idear diferentes mecanismos de prevención o
de modificación que conlleven a nuevos estados de ánimo más ajustados a la necesidad del
sujeto. Algunas conductas que pueden ponerse en práctica son: (i) Relacionarse con personas
con las cuales nuestros estados de ánimo no tienen mucha cabida, habida cuenta que, dado que
los estados de ánimo son contagiosos, así como transmitimos nuestros estados de ánimo a otras
personas, ellas también nos transmitirán los suyos; (ii) Modificar la postura corporal; o (iii)
ingerir los medicamentos que permiten regular los estados de ánimo cuando existe un
desequilibrio biológico.
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● El propósito del diseño del estado del ánimo no es suprimir el estar en éste (ello es imposible)
sino abrir la posibilidad de intervención a fin de que se pueda adquirir un sentido de
responsabilidad con respecto del estado de ánimo propio, del compañero y la posibilidad de
moldearlos de acuerdo a la conveniencia del momento.
Así como el fluir del tiempo no es homogéneo -como quiera que es una sucesión de ocasiones
discontinuas, muy diferentes las unas de las otras y a menudo muy distintas para los diferentes
individuos involucrados-, la efectividad de una acción también responde en función de la capacidad de
observación, evaluación y diseño de los espacios emocionales que hacen posible lo que previamente no
lo era o que cierran posibilidades que antes se encontraban abiertas. La efectividad del actuar siempre
se da en función de las condiciones emocionales (propias y ajenas) de la situación en concreto.
Teniendo en consideración que para los griegos el término kairós se refería al reconocimiento que el
valor de una acción se realiza en el tiempo y que no todo tiempo es igual; el filósofo sofista Gorgias
incorporó dicho término como elemento central de su teoría de la retórica advirtiendo que el orador
debe estar siempre atento al fluir de la conversación para detectar en ella las oportunidades (kairós) que
se abren para persuadir al oyente. El plano emocional de la conversación es un aspecto decisivo para
asegurar el éxito de ésta según el punto de vista del orador (también llamado ethos) o del oyente
(también llamado pathos).
Por último, es importante reiterar que la verdad está intrínsecamente referida a su contexto, es decir que
la verdad es y será lo que la comunidad acepte como tal y, en tal sentido, la verdad es vista por Gorgias
como el propio resultado del arte de la persuasión.