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Valores y Virtudes

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Valores y virtudes en la

vida personal
Juan Gerardo Garza

1. La persona es el fundamento de los valores

Las personas como seres individuales e irrepetibles, construimos esta realidad de


los valores. Cada uno de nosotros construye a su alrededor o forma parte de muy
diversos grupos que constituyen la sociedad entera: una familia, un club social,
una asociación profesional, una empresa, un partido político, una agrupación
asistencial. Cada organización para nacer, desarrollarse y aportar a los demás
tiene como fundamento los valores. Sólo así podemos entender que cada
institución social procura alcanzar un propósito o misión.

La finalidad última de cualquier organización está conformada por valores, que


pueden ser de muy diversa naturaleza: económicos, asistenciales, políticos,
religiosos, intelectuales, etc.

Sin embargo, es necesario aclarar que las organizaciones son solamente un medio
para realizar o conseguir los valores. Somos las personas las que con entusiasmo,
entrega y convicciones hacemos posible que la empresa sea productiva, que la
familia sea una comunidad de afecto; el club, una organización de convivencia;
nuestro país, una nación con identidad y potencial de desarrollo.

Los valores están presentes en todas las dimensiones de los seres humanos. En un
individuo se manifiestan en sus convicciones; en una familia, en su estilo de vida;
en las empresas, en su cultura organizacional; en un país, en los principios que le
dan identidad.

2. Pero ... ¿Qué son los valores?

Valorar tiene la misma raíz que evaluar; es un vocablo afín a las


palabras apreciar, reconocer, aceptar. Valorar es dar valor a algo o a alguien.
Existe la creencia de que los valores son tarea, preocupación y oportunidad de
desvelo para los filósofos. Sin embargo, hay que reconocer que no se necesita
conocer de filosofía o axiología para comprender los valores. He conocido a
personas que, sin haber tenido la oportunidad de aprender a leer o escribir, tienen
en su vida un profundo respeto por los valores.

Toda persona tiene necesidad de formularse un criterio de actuación, una serie de


creencias, de convicciones y aspiraciones. Este conjunto de creencias,
convicciones   y   aspiraciones  conforman   nuestra   “filosofía de la vida”.     Son  guías  
de actuación que dan a los actos humanos un significado.

Las personas aspiramos a los valores cuando nos formulamos criterios para
nuestras acciones...  “No  hay  mal  que  por  bien  no  venga...”  “Haz  el  bien  y  no  mires  
a     quien...”   Todo   ser   humano   tiene   que   formularse   criterios de actuación para
distinguir entre lo que es y lo que debe ser, para distinguir lo bueno de lo malo, lo
correcto de lo incorrecto. Aspiramos a realizar los valores en nuestra propia vida
cuando nos parece importante distinguir entre una acción justa, de una que es
injusta; cuando apreciamos y reconocemos el valor de ser honestos, así como
también cuando criticamos o rechazamos el comportamiento deshonesto.

Nuestra vida busca la realización de los valores cuando nos sentimos responsables
de nuestras propias acciones. Responsabilidad es responder por lo que hacemos o
lo que omitimos. Cuando nos damos cuenta de que la vida, nuestra vida, la
tenemos que hacer por nuestras decisiones.

Por esta razón, en nuestro lenguaje hay dos palabras muy importantes. Estas
palabras son las más humildes, y las pronunciamos innumerables veces. Son las
palabras: sí y no. Detrás de ellas está la historia de cada vida humana. Para
comprender mejor la trascendencia de los valores, es necesario apreciar y valorar
cuándo debemos pronunciarlas, concientes de que comprometemos con ellas, el
rumbo de nuestra existencia.

Los valores admiten alguna clasificación. Si esto es posible, ¿cómo clasificar los
valores? Una manera de visualizarlos con cierto orden sería la siguiente:

a. Valores vitales: los seres humanos tenemos, como los animales, instintos de
conservación y de supervivencia. Nos preocupa la salud o la enfermedad.
Hablamos de malestar o bienestar, porque es esencial para todo ser humano
acrecentar, proteger y cuidar nuestra vida, en el sentido biológico del término.
La esencia de los valores vitales es la protección de la vida.

b. Valores económicos: los aspectos económicos están presentes cuando nos


referimos a la abundancia o a la escasez, cuando hablamos de caro o barato, de
necesario o superfluo. Ahorro o gasto son dimensiones de este valor. La
esencia del valor económico es la búsqueda de la seguridad.

c. Valores intelectuales: verdad o falsedad, cierto o probable, subjetivo u


objetivo, son categorías para este valor. Buscamos este valor cuando queremos
comprender la realidad que nos circunda o lo que somos. La esencia del valor
intelectual es la búsqueda de la verdad.

d. Valores estéticos: belleza o fealdad. En nuestro agrado o desagrado hacia las


manifestaciones artísticas: música, pintura, escultura, arquitectura, se da
nuestra interpretación de lo estético. Este valor tiene dos dimensiones: la del
creador y la del espectador. La esencia del valor estético es la búsqueda de la
belleza.

e. Valores éticos: justo o injusto, honesto o deshonesto, respeto a uno mismo y a


los demás o agresión, suponen la realización de lo ético. A fin de entender la
vida en función de derechos y obligaciones. Tendencia a un deber ser. La
esencia del valor ético es la búsqueda del bien.

f. Valores religiosos: sagrado o profano, terrenal o místico, afán de interpretar la


existencia en función de un significado espiritual. La esencia del valor
religioso es la búsqueda de la trascendencia.

g. Valores sociales: democracia o tiranía; soledad o convivencia; egoísmo o


solidaridad; orden jurídico o anarquía.

Los valores son una realidad de la existencia. Los clasificamos para entenderlos;
en la realidad cotidiana se entremezclan. Constituyen las intenciones de los actos
humanos. Hacemos juicios de valor cuando elegimos o decidimos. Se nos
manifiestan como dilemas. ¿Qué debo hacer? ¿Qué es lo adecuado? Cada día
enfrentamos dilemas de juicios de valor. Toda decisión supone enfrentarse uno a
la necesidad de seleccionar qué valor es más importante realizar en un
determinado momento. Los valores no son solamente un contenido (verdad,
justicia, seguridad), sino un proceso de realización y de búsqueda cotidiana.
Enseñar valores es aprender a decidir con sabiduría.

3. Para qué sirven los valores

La utilidad de los valores puede esquematizarse en las siguientes funciones:

1. Estándares y normas: los valores como norma de juicio y evaluación en


todos los campos permiten fijar nuestra posición específica ante cualquier
situación o evento. Así mismo, nos predisponen a favor o en contra de toda
idea. En particular, determinan la imagen de la persona que deseamos ser y
permiten evaluar y juzgar a los demás y a nosotros mismos. En esta última
función, actúan como parte central de nuestra conciencia moral y estética,
afectiva y cognoscitiva.

2. Solución de conflictos y toma de decisiones. El sistema de valores como


cuerpo organizado de principios y reglas de preferencia funciona como
elemento fundamental en los procesos de selección de alternativas, solución de
conflictos y toma de decisiones.

3. Motivación: la estructura de valores articula y está asociada a las necesidades


humanas que determinan sus motivaciones.

4. Defensa de la autoestima y adaptación social: los valores se constituyen en un


mecanismo de defensa del ego, ya que permiten justificar y racionalizar
conductas, así como mantener o acrecentar nuestra autoestimación, aún en
oposición a ideas, emociones o acciones que puedan ir en contra de las
socialmente aceptadas. La función de adaptación requiere de los valores
relacionados con la conducta social, tales como obediencia, autocontrol y
respeto.

5. Visión del mundo: los valores son una concepción, explícita o implícita, de lo
deseable, que distingue a una persona o que caracteriza a un grupo social y que
influye en la elección de los modos, medios y fines disponibles para la acción.
Permiten la ubicación del individuo y de la sociedad frente a sí mismos y
frente a los demás a través de una comprensión del mundo en un consenso de
percepción, creencia, ideas y normas, así como en el establecimiento de
ideologías y de cultura.

6. Integración e identidad y cohesión social: los valores son ideas que implican un
compromiso de comportamiento. A ellos se asocian nociones de aprobación o
reprobación. Los sistemas simbólicos internalizados, especialmente los valores,
crean un marco de referencia común que permite la convivencia y la cohesión
social. De ello se deriva la identidad y la integración del grupo social.

7. Orientación teleológica, objetivos y metas: los valores influyen en la


determinación de las aspiraciones y espectativas, así como en el
establecimiento de los objetivos y metas personales. Por otra parte, son
esenciales en la determinación de la concepción de lo deseable, así como en
los criterios para juzgar las aspiraciones y metas sociales. Sólo por medio de
los valores de una cultura se pueden establecer los objetivos de corto, mediano
y largo plazos de una sociedad, al igual que las prioridades y compromisos
entre fines alternativos.

8. Criterios de juicio y decisión: los valores proporcionan los lineamientos


mínimos suficientes para tomar decisiones por medio de preferencias que
permitan la discriminación, selección y otros procesos de elección y juicio. A
la vez, constituyen el marco de referencia de la toma de decisiones en una
comunidad, al establecer las preferencias sociales orientadoras de los juicios.

4. Atributos de los valores

Los valores y nuestros juicios de valores están presentes en nuestras apreciaciones,


sentimientos, preferencias o rechazos. Los juicios de valores pueden manifestarse
en nuestras opiniones o en nuestras acciones u omisiones. Todos tenemos nuestra
propia escala de valores, con base en la cual decidimos. En nuestras decisiones
están implícitos juicios y escala de valores. Preferimos la música instrumental, o la
clásica, o bien la popular. Nos parece mejor intérprete Guadalupe Pineda que
Lupita  D’Alessio.  Preferimos  las  novelas  a  los  ensayos  filosóficos.  Nos  gusta  ser  
puntuales en nuestros compromisos y criticamos la informalidad. Nos sorprende
que los cuadros de José Luis Cuevas alcancen un valor superior a los de Diego
Rivera. Nos gusta el deporte, pero juzgamos es mejor practicarlo que sólo ser
espectadores. Preferimos el tiempo de invierno al verano cálido y atolondrador.
Nos gustan más las matemáticas que el derecho.
Los valores pueden ser descritos ‘como la propiedad de una cosa o persona que la
hace digna de estimación’. Los valores fueron clasificados a partir del siglo XIX
en utilitarios, vitales, estéticos, morales y religiosos. Los valores son privativos de
los actos humanos y todo acto comprende lo que hacemos, o lo que decimos, lo
que damos a entender o lo que omitimos. En todo acto humano hay una intención,
una acción y una finalidad.

Son características de los valores, las siguientes:

a. Los valores son bipolares.

Se manifiestan en una doble polaridad. Bueno-malo; belleza-fealdad; útil-


inútil; heroico-cobarde.

b. Los valores son interdependientes.

En las descripciones que hacemos de los valores los explicamos de manera


independiente. Hablamos de la verdad o de la justicia, pero en la vida real
tienen una interdependencia que nos hace pensar, por ejemplo, que la justicia
tiene que ser veraz, que un acto generoso puede ser heroico. En ocasiones, un
objeto útil puede ser también bello. Es común que en la vida cotidiana la
interdependencia se refiera a decidir entre un valor y otro.

c. Los valores trascienden a los hechos.

Podemos observar una pintura y nos parece bella, pero la belleza es


independiente del cuadro que observamos; está más allá de esa realidad
concreta y específica. Existen actos bondadosos o heroicos pero el heroísmo,
como la bondad, existe esperando que alguien lo haga realidad. Los valores se
depositan en hechos, objetos y acciones. Por eso hablamos de su realización.

d. Los valores exigen su realización.

Los valores existen por sí mismos, pero requieren de actos humanos para su
realización. No existiría la belleza en el arte sin escultores, pintores, músicos o
poetas. Ellos transmutan la forma, el color, los sonidos o la palabra. No
existiría la justicia como valor, si legisladores, magistrados, jueces o policías
de tránsito no trataran de alcanzarla. La verdad en la ciencia no existiría sin la
búsqueda paciente de los investigadores. La bondad no se daría sin la generosa
disposición de ayuda de personas altruistas. Al decir que la belleza existe por sí
misma se requiere destacar que ella es independiente de la excelente, regular o
mala realización.

5. Las instituciones educativas y los valores

Hoy en día en los centros universitarios también nos preocupan los valores. Pero
es necesario aceptar que las instituciones educativas apoyan, mejoran, desarrollan
o fomentan los valores. Normalmente no los crean. La familia es quien transmite
un estilo de vida, una serie de creencias y principios que habrán de perdurar toda
la vida.

Una institución educativa (no solamente las universitarias) enseña valores. Los
medios que pueden utilizar son dos: la educación informal y la educación
formal.

La enseñanza de los valores resulta una tarea inevitable para una institución de
educación cuando nos referimos a la educación informal. Simplemente porque está
constituida por el mismo estilo de la institución, de manera especial por la tarea
que desempeñan los maestros.

En el salón de clase se enseña justicia en la forma en que el maestro evalúa a sus


alumnos; enseña respeto, en su trato para ellos; enseña disciplina por la forma en
que establece las reglas de comportamiento en su grupo. No me refiero solamente
a la tarea que desarrollan los maestros del área académica de una institución, sino
también a los maestros de las actividades deportivas o culturales. Un maestro de
deportes enseña valores cuando, en sus actividades, fomenta la solidaridad de un
equipo, la honestidad y el respeto a las reglas del juego, la aceptación del fracaso o
la derrota, la disciplina necesaria e indispensable para competir y superarse.

El segundo camino en la enseñanza de los valores son los programas académicos.


Significa dedicar cursos formales a su enseñanza. Las instituciones educativas
pueden tener muchos estilos y diversos métodos para tratar de conseguir esta no
fácil tarea.
Enseñar valores es enseñar la vida; es entender que la existencia tiene un sentido.
Significa enseñar el valor de la perseverancia, de la reciedumbre y de la fortaleza
del espíritu.

Enseñar valores es ayudar a que los demás se descubran a sí mismos, con sus
potencialidades y limitaciones; es conducir a alguien a que logre lo que nadie
puede hacer por él. Porque la finalidad en la existencia no es hacer más que los
demás, sino más de lo que cada uno debe o puede hacer. La competencia no debe
ser con los demás, no contra los demás, sino consigo mismo.

Enseñar valores es ayudar a resolver los problemas de cada día sin que estos
gesten frustración, sino aprendizaje; enseñar valores es ayudar a ver los problemas
como retos para enfrentarlos y resolverlos.

Enseñar valores es sugerir las alternativas del proceso personal de inacabable


crecimiento que se llama autoeducación, esto es, educación que cada uno se
proporciona. ¿Quién logra la autoeducación? ¿Quién está preparado para aprender
de todo cuanto le sucede? ¿Quién sabe utilizar su libertad con profunda
responsabilidad?

Todos los seres humanos, en nuestro desarrollo, pasamos por tres etapas. La
primera de ellas es la de dependencia. Ninguna especie de la creación nace con tal
debilidad para sobrevivir por sí mismo como el hombre. Desde el nacimiento
hasta los primeros años de vida somos dependientes. En esta primera etapa
asimilamos los valores como las normas de lo que debe ser. Los adultos
enseñamos a los niños qué es el bien y el mal, qué debe o no debe hacer.
Utilizamos todos los medios para lograr que estos principios de comportamiento
sean no sólo aprendidos, sino respetados.

En nuestro desarrollo, al dejar la infancia e ingresar en la adolescencia, se


presenta la etapa de independencia. Queremos ser nosotros mismos. Aprendemos
modelos de vida y criterios de valor que pretenderán ser, en la mayoría de los
casos, distintos a los aprendidos en el hogar. Es la etapa de la rebeldía. Aquí el
aprendizaje de normas de valor habrá de provenir de fuera del hogar. La escuela,
los amigos, los medios de comunicación, los personajes del cine o del deporte se
convertirán en ídolos a imitar. La adolescencia se ha descrito como una etapa
difícil   y   dolorosa;;   por   ello   adolescencia   significa   ‘adolecer’,   padecer.   El  
adolescente se dejará influir más por los parientes lejanos que por los mismos
padres.

La tercera y última etapa es la que podríamos denominar interdependencia. El


orgullo, la soberbia y el afán de retar a los demás termina por diluirse para
comprender que la existencia no es vivir mi vida, sino vivirla con los demás. Este
es uno de los primeros síntomas de la madurez, donde aprendemos a decir a
nuestros   padres   “gracias”.   Etapa   que   debería   iniciarse   pidiendo   perdón   porque  
hemos lastimado u ofendido. La vida desde ahora es dar y recibir. Crecer junto con
los demás. En esta etapa entendemos por vez primera el significado de las palabras
respeto, trascendencia, generosidad. Es en este período cuando un ser humano se
fija a sí mismo su propio proyecto de existencia.

Conclusión

Educar en los valores es preparar para la vida. Es comprender el mundo y


comprenderse a sí mismo. Educación es enseñar una ética frente a la existencia,
para que, con sabiduría, se aprenda a bien tener, a bien hacer, a bien vivir y a
convivir. Educación es crear las condiciones para que quien aprende, pueda
desarrollar todo su potencial, como ser humano. Educación es ayudar a los demás
a conocer y comprender, a creer y a dudar, a recibir y a aportar, a informarse, pero
sobre todo, a formarse como seres humanos.   “La   educación   no   es   enseñar     a  
alguien  algo  que  no  sabía,  sino  a  hacer  de  él  alguien  que  no  existía”.

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