Contreras Barbara
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Contreras Barbara
MONOGRAFÍA
SEMESTRE 2018-2
¿Humanidades? ¿Y eso para qué sirve?: La PUCP
como universidad emprendedora en el siglo XXI.
Presentada como parte del curso Investigación Académica, EEGGLL,
PUCP
20171261
Sección y comisión de prácticas
a20171261@pucp.edu.pe
Resumen
Aquí va el resumen. El resumen será no solo lo primero, sino en algunos casos lo único que se lea del
trabajo: por ello, es importante que ofrezca toda la información oportuna de manera simple y
asequible. Puede parecer arbitrario, pero la cantidad de palabras está pensada para facilitar la lectura y
obligar al alumno a ser preciso. Es improbable que se pueda hacer un buen resumen con menos de 100
palabras; exceder las 200 es garantía de vaguedad e imprecisión. El resumen no debería tener más de
dos párrafos, y debería escribirse directamente sobre este ejemplo, para garantizar el formato correcto.
Palabras clave: proponer cinco palabras que representan el argumento del texto.
Diciembre 2018
Tabla de contenidos
Introducción # de página
Conclusiones
Bibliografía
Anexo
Introducción
Llegados a este punto, por tanto, se hacen pertinentes preguntas como: ¿qué sucederá con
aquellas universidades de carácter más humanista y menos técnico como la PUCP ante este
nuevo paradigma económico global? ¿Cómo han de adaptarse estas universidades a éste nuevo
contexto sin perder dicho carácter? ¿Qué sucederá con aquellas carreras que generen poca
rentabilidad en el mercado laboral como la mayoría de carreras humanísticas? ¿Es posible
encontrarles un nuevo papel en este reajuste dentro del funcionamiento de las sociedades que
prioriza la utilidad material del conocimiento o son disciplinas con los días contados? Con
ánimo de responder estas preguntas, centrándome en el caso específico de la PUCP, considero
profundamente relevante analizar cómo la universidad se ha adaptado a este nuevo contexto
económico internacional sin perder sus principios establecidos hace ya más de cien años: la
formación integral y humanista y la excelencia académica. Esto en la medida en que, si se
llegara a constatar que la PUCP ha sabido balancear las exigencias económicas externas y la
necesidad de volverse competitiva sin dejar de lado sus principios éticos y académicos, podría
servir como comprobante de que, por lo menos en el caso de la educación (que ya es bastante
decir), es posible equilibrar una lógica de mercado capitalista con la formación social y
humanista de las personas. Si bien ya se han venido realizando investigaciones sobre la
naturaleza de las universidades emprendedoras (A. Beldad; E. Rodriguez y A. Aracil; D.
Rodeiro Pazos, S. Fernández López, M. Vivel; J. Ruiz Navarro, J.M. Sánchez, J. Segundo
Gallardo), no parece haber muchos en el Perú, y aún menos en el caso específico de la PUCP, si
bien se han venido recogiendo datos sobre ésta y su vinculación con las empresas en los últimos
años debido a la necesidad anteriormente mencionada de las universidades actuales por abrirse
al mundo empresarial.
Capítulo 1
Una nueva forma de entender a la universidad
En este capítulo se buscará contextualizar económica e internacionalmente al estado actual de
la educación superior. Para este fin, se desarrollará en un primer momento el concepto de
“economía del conocimiento” para más adelante hablar de su papel en la reestructuración de la
educación superior. En un segundo momento, se pasará a abordar el surgimiento y
conceptualización del modelo de “universidad emprendedora”- aquella universidad que “adopta
una tercera función más allá de la de enseñanza e investigación: la de la contribución directa al
crecimiento económico del país” (Huanca-López 2004: 29). De esta manera, se dará cuenta del
vínculo entre el surgimiento de este nuevo modelo universitario y el contexto económico actual,
propio de una sociedad cada vez más globalizada
En este segmento se describirá a grandes rasgos el panorama del contexto económico actual en
una sociedad cada vez más globalizada, bajo el paradigma de la llamada “economía del
conocimiento”. Asimismo, se buscará establecer la conexión existente entre este nuevo
contexto económico y las reformas en la educación superior que se han ido gestionando durante
este siglo.
El conocimiento ha pasado por diferentes concepciones a lo largo de la historia. Estas
concepciones han definido su utilidad o fin en términos distintos. Una de las concepciones que
más contrasta con el entendimiento que tenemos hoy en día de la naturaleza útil del
conocimiento es con la que contaban gran parte de los filósofos en la Grecia Clásica. Así, para
Sócrates, el conocimiento debía ser entendido como la fuente de sabiduría que había de servir
para alcanzar la felicidad plena. Más adelante en la historia, sin embargo, con la llegada de la
Revolución Industrial, el triunfo de las máquinas en el siglo XVIII y la consecuente expansión
del mercado libre en las dinámicas de las sociedades, se consolida y expande dentro de éstas la
lógica de la libre competencia. La dinámica de esta libre competencia requería de una
innovación constante de las técnicas y de invenciones permanentes. Por tanto, se comenzará a
promover la inclusión del arte de la invención dentro de la educación superior, que pasará a
colocarse por encima del de la filosofía y el espíritu filosófico. El capitalismo así incorporará el
trabajo científico a la producción a través de escuelas técnicas y laboratorios de altos estudios
que tendrán como finalidad última incrementar las ganancias de los competidores del mercado
(Cervantes 2007:26).
Según el sociólogo Daniel Bell (en Pérez 2012: 41-42) este cambio hacia la tecnificación del
conocimiento se entiende en la medida que atendemos al proceso de desarrollo de las
sociedades industriales: conforme la industria se va desarrollando en la sociedad, la materia
básica de subsistencia comienza a quedar garantizada. Incluso producida en exceso. Esto
permite que las sociedades se planteen nuevas metas y aspiraciones más allá de la pura
subsistencia. Al estar explotados al máximo los recursos naturales, solo queda el conocimiento
como elemento de crecimiento de las sociedades. De esta suerte, el conocimiento se fue
lentamente confundiendo con la técnica, a la vez que se fue generando un cambio en la
mentalidad de las personas: sólo tiene validez aquel conocimiento que es útil, y sólo es útil
aquel conocimiento que se puede materializar en objetos de uso.
Este proceso de tecnificación del conocimiento ha ido consolidándose a través del tiempo. El
siglo XX, por ejemplo, dio paso a ideologías que exigían una aplicación social del
conocimiento con el fin de mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos y establecer sus
derechos. Al presenciar este siglo dos guerras mundiales, los avances técnicos desarrollados
durante ambas guerras dejarán en claro que el conocimiento teórico podía ser materializado y
utilizado para incrementar el bienestar de la población. Este enfoque más social y humanista de
la dirección que debe tomar el conocimiento no deja de acrecentar la tendencia hacia la
desaparición de un concepto de conocimiento aislado de las problemáticas de las sociedades. El
conocimiento tiene que comprometerse. (Pérez 2012: 40-41).
Sin embargo, el siglo XXI está siendo testigo de una concepción del conocimiento diferente
a las mencionadas anteriormente. Con el triunfo indiscutible del capitalismo en la Guerra Fría y
la instauración del modelo neoliberal de la economía, el conocimiento pasa a entenderse como
algo de lo que el sector privado puede y debe extraer rentabilidad. Se le entiende como útil ya
no sólo si dicho conocimiento puede ponerse en práctica en las sociedades, sino (y sobre todo)
si es mercantilizable. A esta nueva forma de organización de las sociedades se le ha
denominado “economía del conocimiento”. Este nuevo paradigma altera desde los centros
académicos e instituciones fabricadoras del conocimiento hasta la mentalidad de cada uno de
los individuos que en ellos se forma acerca de cuál ha de ser la naturaleza del conocimiento
(Pérez 2012: 43).
Ahora bien, es importante destacar que desde mediados y fines del siglo XX los términos
“sociedad del conocimiento” y “sociedad postindustrial” ya se había puesto en uso. Sus
primeras concepciones provienen de autores como Daniel Bell (1973) y Peter Drucker (1994).
Así, Bell en su libro “El advenimiento de la sociedad postindustrial” advierte de un cambio en
las dinámicas de la industria en las nuevas sociedades, donde el sector servicios aumenta en
comparación al sector industrial. Drucker, por su parte, utiliza el concepto de “sociedad del
conocimiento” para referirse a “un tipo de sociedad caracterizada por una estructura económica
y social, en la que el conocimiento ha sustituido al trabajo, a las materias primas, y al capital
como fuente más importante de la productividad, crecimiento y desigualdades sociales”
(Drucker 1994 citado por Krüger 2006). Es significativa, sin embargo, la presencia del eje
económico y productivo como base fundamental para describir el surgimiento de estas nuevas
sociedades. No es extraño, por tanto, que este término haya devenido en el concepto de
“economía del conocimiento”.
Ahora bien, antes de pasar a detallar las vinculaciones entre el establecimiento de este nuevo
paradigma socio-económico global y la reestructuración del sector educativo, es preciso
destacar que las definiciones del concepto han sido concebidas en su mayoría por entidades
internacionales con fines económicos, si bien conceptos algo más consolidados como el de
“sociedad del conocimiento” han sido utilizados también por organizaciones internacionales de
corte más social como la UNESCO. De cualquier modo, las organizaciones internacionales han
sido en su mayoría las ejecutoras de una serie de informes y propuestas que buscan, entre otras
cosas, reestructurar al sector educativo de países en vías de desarrollo de manera que éste se
ajuste al nuevo contexto global de economía del conocimiento y aproveche los beneficios que
éste puede traer para su desarrollo. Se harán explícitas a continuación tres propuestas
elaboradas por organizaciones internacionales que han cambiado las dinámicas del sector
educativo en Latinoamérica.
Ya desde finales del siglo XX, por tanto, se estaba atendiendo a una transnacionalización de la
educación, en la medida en que ésta había de tratarse como un servicio más que debía
encontrarse sujeto a las leyes del comercio y mercantilización como cualquier otro.
Por otro lado, el mismo año, la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura) emitirá el “Documento de política para el cambio y el
desarrollo de la educación”. En este informe se presentará la necesaria vinculación de la
educación superior con el mundo del trabajo y la necesidad de una apertura del sector educativo
a la sociedad (Cervantes 2007: 37).
A pesar de todo, uno podría cuestionar cuál ha sido la verdadera magnitud de estos informes
en el gobierno efectivo de los países latinoamericanos. Sin embargo, es fácil ver la gran
influencia que ha tenido la emisión de esta serie de propuestas sobre la reestructuración del
sector educativo en Latinoamérica si atendemos al caso del propio Perú. Efectivamente, la
revisión de las recomendaciones de esta serie de informes ha devenido en nuevas políticas
nacionales educativas y decretos legislativos formulados por el Gobierno del Perú que buscan
adaptar el sistema educativo a las exigencias que se requieren en el nuevo contexto económico
global para la competitividad de los países. La nueva Ley Universitaria emitida en el 2014 da
cuenta de esta iniciativa. En esta nueva ley se postula que las universidades deben contar con
principios como la internacionalización, la creatividad e innovación y el mejoramiento continuo
de la calidad académica. Asimismo, deben hacer patente su compromiso con el desarrollo del
país al contar con una pertinencia de la enseñanza e investigación con la realidad social
nacional. De igual manera, en el documento legislativo se plantean como fines de toda
institución universitaria el preservar y transmitir el conocimiento científico, tecnológico,
cultural y artístico proyectando a la comunidad sus acciones y servicios para promover su
cambio y desarrollo. (Ley Universitaria 2014: 6-8). De esta manera, se hace patente la presión
internacional sobre la necesidad de una reestructuración y reforma de las instituciones de
educación superior de forma que éstas comiencen a coordinar y alinearse de manera más
efectiva con las necesidades de producción del contexto en el que se insertan.
Del otro lado, José Ginés Mora (2004) afirma que el mercado laboral de los egresados
universitarios se está globalizando en un doble sentido, en la medida en que los graduados ya no
sólo trabajan con frecuencia en otros países, sino que además suelen hacerlo en compañías
transnacionales que cuentan con métodos de trabajo y de organización con una mirada global.
Así, el funcionamiento de las instituciones universitarias se percibe alterado por los
requerimientos formativos de la globalización, que ya no son específicos del entorno inmediato
(Muñoz 2012: 10).
Es sencillo percibir este ideal de globalización inscrito en el ámbito universitario del Perú. La
Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC), creada hace menos de diez años, es un buen
ejemplo para dar cuenta de este cambio de paradigma en la educación, en la medida en que en
su Plan Estratégico Institucional sostiene que sus estrategias educativas giran en torno a cuatro
ambiciones, entre las que se encuentran que las organizaciones globales demanden a los
egresados de la UTEC. Para conseguir esto cuentan con un modelo de coeducación con
empresas y poseen una plataforma que les permite conectar a sus alumnos con empresas
globales (2015). Por otro lado, la Universidad San Ignacio de Loyola (USIL) cuenta con el
eslogan publicitario de “¿De qué tamaño es tu mundo?”, mientras que la “globalización” y el
“emprendimiento” son dos de sus cuatro pilares educativos (2018).
Esta sección ha revisado el nuevo paradigma económico global y su vinculación con cierta
reestructuración y políticas nacionales en el sector educativo. Estos dos aspectos serán claves
para entender el nuevo contexto de las universidades en el Perú y en el mundo, de las que
pasaremos a discutir en el siguiente apartado.
Así, para objetivos de esta investigación y para poder llegar a entender la magnitud y
singularidad del cambio de conceptualización de la universidad hoy en día, se hará a
continuación un breve recuento de cómo se ha entendido a la misma a través de la historia.
En la Edad Media los prototipos de universidades fueron las escuelas catedralicias. En estas
escuelas la educación descansaba sobre todo en el clero de las iglesias. Su propósito principal
era educar a los sacerdotes para que fueran hombres de Dios más letrados. No obstante, las
primeras universidades ya concebidas como tales surgirán a principios del siglo XVIII en
Europa. Según el historiador argentino Pablo Buchbinder “en aquellos tiempos no se esperaba
de la universidad la generación de un conocimiento meramente utilitario que sirviese para
resolver los problemas de la vida cotidiana. El conocimiento que debía ofrecer la universidad
tenía como propósito central contribuir a la mejor organización de la sociedad cristiana y a la
salvación de las almas” (2006: 1). Esto nos proporciona un marco de referencia de un concepto
de universidad profundamente diferente del que se maneja hoy en día. Más adelante, durante el
Renacimiento, comenta Buchbinder, la universidad pareció quedarse fuera de las grandes
revoluciones científicas de la época. Los avances científicos se descubrían en Academias y gran
parte de las profesiones de la época no pasaba por formación en las universidades.
CAMBIOS DESCRIPCIÓN
Se mejora la eficiencia de los procesos
PRIMER Introducción de cambios internos reajustando la relación entre las
NIVEL graduales estructuras académicas y las administrativas.
Denominado también “nuevo
gerencialismo”. Supone la extensión de
SEGUNDO Adopción de nuevos actividades de las universidades a campos
NIVEL métodos de gestión relacionados con venta de servicios en el
mercado.
Transformación hacia el Se dan cambios globales en la cultura,
TERCER modelo de la universidad organización y funcionamiento de la
NIVEL emprendedora universidad en general.
Fuente: E. Rodríguez y A. Aracil (2004), Una propuesta de indicadores para la caracterización
de las universidades emprendedoras
Otros autores, sin embargo, han postulado sus propias definiciones y caracterizaciones de las
universidades emprendedoras. Así, el investigador Ronald Huanca-López pasará a definir a la
universidad emprendedora como aquella caracterizada “por la adopción de una tercera función,
adicional a las actividades de enseñanza e investigación, representada por la contribución
directa al crecimiento económico” (2004: 29). Para esta investigación se utilizarán las nociones
definidas por Burton Clark sobre la naturaleza de las universidades emprendedoras y la
definición un tanto más acotada de Huanca-López de este tipo de universidades.
El análisis de estas universidades ha llevado de igual manera a una serie de propuestas para su
caracterización. En ese sentido, Burton Clark conviene con cuatro elementos centrales que toda
universidad emprendedora debe poseer, y que son recopilados en el trabajo de E. Terapuez, H.
Osorio y R. Parra de la siguiente manera (MEJOR PRAFRASEA):
INDICADORES EJEMPLOS
Indicadores de demanda y de adaptación a Incremento en el número de estudiantes de
la demanda entrada, variación en el número de
titulaciones ofertadas, etc.
Indicadores que reflejan cambios en el Incremento en el número de instituciones
entorno universitarias.
Indicadores de restricción de las Reducción de la financiación pública,
universidades porcentaje de financiación ligada a
resultados, etc.
Indicadores de existencia de una dirección Existencia de un plan estratégico, existencia
reforzada en la institución de departamentos de planificación y control,
existencia de planes de calidad, etc.
Indicadores de creación de una periferia Empresas y fundaciones creadas en los
de desarrollo últimos años, traslado del personal a las
entidades periféricas, etc.
Servicios o grupos específicos creados para
Indicadores de diversificación de base obtener mayor financiación, aumento de la
financiera financiación de origen no público, iniciativas
recientes de las universidades para obtener
nuevos fondos, etc.
Existencia de políticas de incentivos a las
Indicadores de desarrollo de un centro iniciativas emprendedoras o de innovación,
académico fuerte peso de las actividades innovadoras entre el
personal académico, etc.
Existencia de programas de difusión de
identidad corporativa, personal externo
Indicadores de existencia de una cultura contratado para reforzar la gestión de la
emprendedora integrada calidad y las relaciones externas, inclusión de
culturas emprendedoras en los programas y
actividades de los estudiantes, etc.
Posibilidad de intercambio entre actividades
Indicadores de cambios estructurales docentes y de innovación, existencia de un
introducidos para mantener la cultura sistema de recompensas unido a las
innovadora actividades de innovación, existencia de
procedimientos regulares de evaluación de la
calidad, etc.
Fuente: E. Rodríguez, A. Aracil, Una propuesta de indicadores para la caracterización de las
universidades emprendedoras
Capítulo 2
Conclusiones
La economía del conocimiento empuja a las instituciones educativas superiores a reestructurar
sus planes de estudio para responder de manera más eficaz a la demanda del mercado laboral.
Esta presión provoca el surgimiento de universidades cuyo fin es formar emprendedores y ser
un servicio más para la producción del país. En este nuevo contexto orientado hacia la
productividad de las universidades, la PUCP se ve presionada (y en cierta medida obligada vía
decretos legislativos del país) para modificar y actualizar tanto sus organismos administrativos
como sus estrategias metodológicas y de enseñanza. Así, la implementación del enfoque por
competencias y del Sistema de Seguimiento de Egresados, o la creación de la Oficina de
Innovación pueden entenderse como comprobantes de que la PUCP ha iniciado este proceso de
adaptación y modernización, aunque reconociendo siempre la importancia de reservar esfuerzos
para preservar su visión humanista e integral, sello característico de su formación.
Bibliografía
Banco Mundial. (1998). Resumen del informe “El conocimiento al servicio del
desarrollo.”
El Peruano. (2014). Ley Universitaria 30220. Nueva Ley Universitaria 2014, p. 68.
Terapuez, E., Osorio, H., & Parra, R. (2012). Burton Clark y su concepción de la
universidad emprendedora. Revista de La Dacultad de Ciencias Económicas y
Administrativas, XIII(2), 103–118.