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Material de Estudio

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MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

Magistrado ponente

SL3352-2019
Radicación n.° 58116
Acta 28

Bogotá, D. C., veintiuno (21) de agosto de dos mil


diecinueve (2019).

Decide la Corte el recurso de casación interpuesto por


GENTE ESTRATÉGICA S.A. contra la sentencia proferida
el 11 de mayo de 2012 por la Sala Transitoria Laboral del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Riohacha, en el
proceso ordinario laboral seguido contra la recurrente por
HERMES ENRIQUE AMAYA MARTÍNEZ.

I. ANTECEDENTES

El señor Hermes Enrique Amaya Martínez, llamó a


juicio a la sociedad Gente Estratégica S.A., a fin de que se
declare que entre ellos existió un contrato de trabajo a
término indefinido, iniciado el 1º de mayo de 2007 y
finalizado de manera unilateral y sin justa causa por la
demandada el 15 de enero de 2008.

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Como consecuencia de tal declaración, solicitó que la


demandada debería ser condenada a pagarle la
indemnización por la terminación unilateral y sin justa
causa del contrato de trabajo; la indemnización moratoria
prevista por el artículo 65 del CST, en tanto a la finalización
del vínculo no le fueron canceladas en su integridad las
prestaciones sociales, los intereses a la cesantía, las
vacaciones y las horas extras por él laboradas, pues estas
fueron liquidadas y canceladas con un salario inferior al
que efectivamente percibía; acreencias laborales cuyo
reconocimiento reclamó en las cuantías que efectivamente
le corresponden.

Igualmente pretendió se declare la ineficacia del


despido, con lo cual la demandada debería ser condenada al
reintegro a un cargo de igual o superior categoría, junto con
el pago de los salarios y prestaciones sociales dejadas de
percibir desde la fecha del despido hasta cuando
efectivamente sea reintegrado a su puesto de trabajo.

Finalmente solicitó fuera condenada a pagarle lo que


se pruebe ultra o extra petita y las costas del proceso.

En respaldo de sus pretensiones, en síntesis, relató


que fue vinculado a la demandada el 1º de mayo de 2007 y
desvinculado de manera unilateral y sin justa causa el 15
de enero de 2008, que el cargo por él desempeñado fue el de
«Operador III», que las labores eran desarrolladas en el
complejo carbonífero de «El Cerrejón» ubicado en el
municipio de Barrancas; que el salario promedio mensual

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devengado ascendió a la suma de $1.600.000. Igualmente


relató que el contrato de trabajo que suscribió con la
demandada era «atípico, ambiguo, que no corresponde o se
ajusta a los contratos descritos en el artículo 45 del CST»,
pues no se realizó por un tiempo determinado ni por
duración de una obra como tampoco a término indefinido,
tampoco para ejecutar un trabajo ocasional, accidental o
transitorio. En el mejor de los casos, el contrato que vinculó
a las partes, como mínimo debía extenderse durante el
tiempo que duró el contrato de prestación de servicios
suscrito entre Gente Estratégica S.A. y «Carbones de
Cerrejón LLC», el cual «[…] de acuerdo a nuestro
conocimiento, se proyectará por lo menos hasta el 2013».

Relató también que durante el desarrollo del contrato


de trabajo, la demandada no le liquidó de manera correcta
las horas extras, el recargo nocturno, el trabajo dominical y
festivo. Añadió que el horario de trabajo era de «12 horas
diarias, en turnos de 8 x 4, ósea 8 días trabajando y 4
descansando», lo cual equivale que al mes trabajaba «24
días correspondientes a 288 horas mensuales, a razón de 72
horas por semana, excediendo en 24 horas, las permitidas
por nuestra legislación»; además expresó que de los 8 días
trabajados eran 4 de noche y 4 de día y que la jornada de
«6:00 AM a 6:PM» y la nocturna de «6:PM a 6:AM». Trabajo
este que lo llevó a sostener que no sólo el salario, sino que
las prestaciones sociales a las cuales tenía derecho, no
fueran canceladas en debida forma.

Más adelante arguyó que la demandada, dentro de los

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tres meses siguientes a la finalización del contrato de


trabajo, no acreditó ante el actor que se encontraba al día
con el pago de las cotizaciones al sistema de seguridad
social y parafiscalidad, como lo dispone el «artículo 65 del
CST». Finalmente relató que el salario promedio pagado y
con el cual se le liquidó las prestaciones sociales ascendió a
la suma de $ 1.600.000, cuando en verdad el salario que
debía percibir y con el cual tenía que cancelársele sus
acreencias laborales ascendió a la cantidad de
$2.229.681,96 (f.° 1 a 9).

El Juez del conocimiento, que lo fue el Laboral del


Circuito de San Juan del Cesar – Guajira, mediante
providencia del 16 de septiembre de 2008, determinó que,
al no haberse subsanado la contestación de la demanda,
dentro de los cinco días concedidos para tal fin, debía
tenerse «por no contestada» la misma (f.° 69).

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Laboral del Circuito de San Juan del Cesar


– Guajira, mediante sentencia del 13 de febrero de 2009,
resolvió:

PRIMERO: Declarar que entre el demandante, señor HERMES


ENRIQUE AMAYA MARTÍNEZ y la empresa GENTE
ESTRATEGICA S.A, existió un contrato de trabajo a término
indefinido que se inició el 1 º de mayo de 2007 y terminó el 15
de enero de 2008, por terminación unilateral y sin justa causa
por parte de la empresa demandada, de acuerdo a lo
manifestado en la parte considerativa de ésta providencia.

SEGUNDO: Condenar a la empresa GENTE ESTRATEGICA S.A, a


pagar al señor HERMES ENRIQUE AMAYA MARTINEZ, las

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siguientes sumas de dinero por los siguientes conceptos:


1. Por Cesantías, la suma de MILLÓN DOSCIENTOS
SESENTA Y DOS MIL DOSCIENTOS VEINTIDOS PESOS
($1.262.222) M/L.

2. Por Intereses a las Cesantías, la suma de CIENTO


DIECINUEVE MIL CUATROCIENTOS NOVENTA PESOS
($119.490) M/L.

3. Por Primas de Servicios, la suma de MILLÓN DOSCIENTOS


SESENTA Y DOS MIL DOSCIENTOS VEINTIDOS PESOS
($1.262.222) M/L.

4. Por Vacaciones, la suma de SEISCIENTOS TREINTA Y UN


MIL CIENTO ONCE PESOS ($631.111).

5. Como Indemnización moratoria, una suma igual a un día


de salario por cada día de retardo en el pago de la obligación, a
razón de $53.333 diarios, hasta por el término de veinticuatro
(24) meses a partir del día 16 de enero de 2008 o hasta cuando
el pago se efectúe si se realiza antes de dicho plazo.

TERCERO: Declarar la ineficacia del despido del demandante


HERMES ENRIQUE AMA YA MARTINEZ.

CUARTO: Ordénese a la empresa demandada a reintegrar al


señor HERMES ENRIQUE AMAYA MARTINEZ, al cargo que venía
desempeñando o uno igual o superior categoría, con el
consiguiente pago de los salarios y prestaciones por el tiempo
que permanezca cesante

QUINTO: Absolver a la empresa demandada GENTE


ESTRATEGICA S.A., de las demás pretensiones
establecidas en el escrito demandatorio, por lo expuesto en
los considerandos de este proveído.

SEXTO: COSTAS, a cargo de la parte demandada. Tásense.


(f.° 101 a 111).

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Por apelación de la parte demandada, conoció la Sala


Transitoria Laboral del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Riohacha, quien mediante sentencia del 11 de
mayo de 2012 resolvió:

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PRIMERO: CONFIRMAR en su integridad la sentencia


proferida en audiencia pública celebrada por el Juzgado Primero
Laboral del Circuito de Riohacha (sic), calendada el trece (13) de
febrero de dos mil nueve (2009), conforme a los razonamientos
de la motivación.

SEGUNDO: RECHAZAR el desistimiento formulado por el


apoderado de Hermes Enrique Amaya Martínez respecto de la
tercera pretensión de la demanda (sanción moratoria regulada
por el artículo 65 del Código Sustantivo del Trabajo).

TERCERO: DECLARAR que no hay condena en costas


procesales porque no se causaron.

CUARTO: NOTIFICAR en estrados esta providencia.

Para tomar su decisión, el Tribunal comenzó por


precisar:

Luego de analizar el acontecer procesal en los términos que


señala el artículo 358 del Código de Procedimiento Civil,
aplicable por remisión del artículo 145 del Código Procesal del
Trabajo, resulta oportuno indicar que coexisten los requisitos
formales y materiales para decidir de mérito por cuanto la
relación jurídico procesal se constituyó de manera regular es
decir, aparecen satisfechos los presupuestos de demanda en
forma, capacidad para ser parte y para comparecer, así como la
competencia del juzgador, amén de revalidar legitimación en la
causa e interés para obrar, en tanto que, tampoco emerge vicio
que atente contra la validez de la actuación surtida porque
fueron respetadas las garantías básicas que impone el artículo
29 superior, tópico que será desarrollado a continuación
abordando la censura.

Luego de ello, manifestó lo siguiente:

Advierte la Sala que la fundamentación del recurso de alzada no


apunta a desvirtuar la conclusión del a quo respecto de la
existencia del contrato de trabajo, tampoco en relación con las
condenas impuestas a su representada, es decir, no planteó
reparos sustanciales acerca de las consideraciones del juzgador
o de sus conclusiones, permitiendo señalar sin apremio que el
silencio de la parte demandada frente a la decisión de primer
grado releva de cualquier lucubración sobre esos aspectos […]

Aclarado lo anterior, señaló que la inconformidad de

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Gente Estratégica S.A. estaba radicada «en el


desconocimiento de la nulidad procesal estructurada
previamente a la definición del conflicto», la que estaba
fundada en el hecho de que el a quo hubiese inadmitido la
contestación de la demanda por un «aparente
incumplimiento de la exigencia prevista en el artículo 31,
parágrafo 1o, numeral 4o, según ordenara el interlocutorio
fechado el cinco (5) de septiembre de dos mil ocho [2008], en
tanto que, el proveído calendado el dieciséis [16] de ese mes
dispuso tener por notificada y no contestado el libelo
demandatorio (cfr. folios 67 y 69 ibídem)».

Sobre el particular el ad quem puso de presente que


no se equivocó el fallador de primer grado, al negar la
nulidad formulada por Gente Estratégica S.A. de una parte
porque la misma no estaba enlistada dentro de las previstas
por el artículo 140 del CPC, y de otra, porque fue la misma
parte demandada quien actúo en el proceso con
posterioridad a la actuación calificada de irregular, sin
replicar nada al respecto, y menos manifestar su
inconformidad aprovechando los recursos ordinarios, con lo
cual dejó precluir el término y por tanto el auto por medio
del cual se dio por no contestada la demanda cobró firmeza.

De otra, señaló que tampoco incurrió el sentenciador


de primera instancia en yerro procesal alguno al haber
apreciado las declaraciones de personas que, según el decir

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de la demandada, se encontraban incursas en causales de


sospecha, dado que para restarles credibilidad no era
suficiente poner al descubierto el motivo que los afectaba o
simplemente afirmar que por esas circunstancias la
declaración de Francisco Javier Moreno Gómez y Leonardo
Enrique Payares Alvarado podría «verse afectada por los
intereses contrarios que tienen contra la empresa», puesto
que la existencia de un hecho de esa naturaleza, esto es,
que tales demandantes tienen procesos similares contra la
misma accionada, no es suficiente, per se, para menguar su
fuerza demostrativa dado que de ahí no puede seguirse que
los testigos falten indefectiblemente a la verdad, pues,
insistió, la sospecha no descalifica de antemano al testigo,
sino que simplemente lleva al juez a mirarlo con cierta
«aprensión» a la hora de auscultar qué tanto crédito merece
el «testimoniante», máxime que en este caso, el dicho de los
testigos encontró respaldo en otros medios del «acervo
probatorio».

En seguida concluyó lo siguiente:

Resta por agregar entonces que, echando de menos la carga


mínima de sustentación o argumentación del impugnante
tendiente a demostrar por qué el a quo desacertó en imponer
condenas económicas, optando por formular meros reparos
procesales que debieron debatirse en el transcurso del juicio,
esta corporación no tiene alternativa distinta a limitar su análisis
y decisión a los términos que enmarcó el abogado de Gente
Estratégica S.A., alzada que no permite al juez de segundo grado
examinar el revés de sus pretensiones, máxime, cuando no tiene
facultades oficiosas para suplir el argumento a cargo de quien
recurre, ya que en sede de apelación prevalece el principio
dispositivo, reiterando que ni una línea estuvo dirigida a
controvertir sustancialmente los fundamentos de la decisión,
amparada por la presunción de legalidad y acierto.

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Por último, acerca del desistimiento presentado por el


apoderado del actor respecto de la pretensión referida a la
indemnización moratoria regulada por el artículo 65 del
CST, consideró que debía rechazarse, en tanto fue
presentado «sin justificación alguna por el apoderado de la
parte demandante», quien, si bien era cierto estaba
facultado para desistir, lo cierto era que «no es titular del
derecho en litigio», la que estaba reservada de manera
general a su titular conforme lo establece el artículo 342 del
CPC, luego tomar una determinación que entraña la
disposición de los derechos de su representado «sin motivo
alguno o contraviniendo los intereses de la parte aún
estando facultado», tampoco puede merecer beneplácito
porque esa delegación no lo convierte en titular del derecho
litigioso, razones suficientes para rechazar el desistimiento
exteriorizado mediante escrito visible en folio 59 de este
cuaderno.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por Gente Estratégica S.A. concedido por


el Tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Son tres los alcances que se formulan, los cuales se


presentan así:

Con el primer cargo del recurso se pretende que la Sala de


Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia que CASE

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TOTALMENTE la sentencia recurrida, en cuanto confirmó las


condenas impuestas por la sentencia de primer grado, para que,
ubicándose en sede de instancia, profiera un fallo inhibitorio.

Con el segundo y el tercer cargos se persigue que la Sala de


Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia CASE
PARCIALMENTE la sentencia recurrida, en cuanto confirmó la
condena impuesta a mi representada por la sentencia de primer
grado por concepto de indemnización moratoria del artículo 65
del Código Sustantivo del Trabajo, para que, en sede de
instancia, modifique la sentencia de primer grado y, en su lugar,
absuelva a Gente Estratégica S.A. de la pretensión de
indemnización moratoria del artículo 65 del Código Sustantivo
del Trabajo.

Con el cuarto cargo del recurso se pretende que la Sala de


Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia que CASE
PARCIALMENTE la sentencia recurrida, en cuanto confirmó la
declaratoria de ineficacia del despido y la condena impuesta por
la sentencia de primer grado a mi representada a reintegrar al
actor al cargo que venía desempeñando o a uno de igual o
superior categoría con el consiguiente pago de los salarios y
prestaciones por el tiempo que permanezca cesante, para que,
actuando como tribunal de instancia, modifique la sentencia de
primer grado y, en su lugar, revoque los numerales tercero y
cuarto del fallo de primera instancia y absuelva a Gente
Estratégica S.A. de las pretensiones de la demanda de
declaratoria de ineficacia del despido y reintegro del actor.

Con tal propósito formula cuatro cargos que no fueron


replicados, los que se proceden a estudiar en el orden
propuesto.

VI. CARGO PRIMERO

La censura lo formula así:

Por la VÍA DIRECTA acuso la sentencia impugnada de infringir


directamente los artículos 25 A del Código Procesal del Trabajo y
de la Seguridad Social, en relación con los artículos 25 de ese
mismo estatuto y 358 del Código de Procedimiento Civil,
quebranto normativo que lo llevó a aplicar indebidamente los
artículos 65 del Código Sustantivo del Trabajo, en la forma como
fue modificado por el 29 de la Ley 789 de 2002, 186, 249, 306
de ese mismo código y 1 de la Ley 52 de 1975.

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En la demostración del cargo, en esencia, sostiene que


el fallador de segundo grado se equivocó al considerar que
en el presente asunto «estaba satisfecho el presupuesto de
demanda en forma», pues pasó por alto que dos de las
pretensiones formuladas de manera principal, se excluyen
entre sí; de modo que resultan por completo incompatibles,
y, por lo tanto, no podían acumularse y ser planteadas al
mismo tiempo; con lo que, sin lugar a dudas, se presentó
una indebida acumulación de pretensiones.

A efecto, precisó:

[…] tal como surge del escrito con el que se dio inicio al proceso
(Folios 2 a 9 del primer cuaderno) y lo tuvo en cuenta
textualmente el mismo fallador de segunda instancia al resumir
las pretensiones de la demanda (Folio 75 del primer cuaderno), el
promotor del pleito deprecó que "[G]ente Estratégica S.A. sea
condenada a pagar la indemnización regulada por el artículo 64
del Código Sustantivo del Trabajo, la sanción moratoria prevista
en el artículo 65 ibídem por cancelar las prestaciones sociales en
valores inferiores, así como la reliquidación de vacaciones,
cesantías e intereses a las cesantías, primas legales, amén del
pago de trece (13) días festivos y horas extras de esas jornadas,
deprecando además la diferencia salarial dejada de percibir y el
reintegro a un cargo igual o mejor a aquel que venía
desempeñando como consecuencia de la ineficacia del despido,
junto con el pago de salarios y prestaciones por el tiempo que
permanezca cesante, solicitando fallo extra y ultra petita e
imposición de costas procesales". (Las subrayas no son del texto
de la sentencia).

La indemnización moratoria prevista por el artículo 65


del CST, supone necesariamente la extinción del vínculo
jurídico, como que, en los términos de ese artículo, se
causa a la finalización del nexo de trabajo, mientras que el
reintegro del trabajador al cargo supone, por el contrario, la
reanudación de la relación laboral, esto es, el
restablecimiento del contrato de trabajo, su continuación o

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prosecución, o, en síntesis, su no terminación. Se trata de


dos pretensiones claramente excluyentes, porque por
simple lógica conforme al principio de no
contradicción(según el cual una cosa no puede ser y no ser
bajo un mismo respecto), en la misma decisión judicial no
se puede imponer una condena que surja por la
culminación del lazo subordinado y, simultáneamente,
ordenar la reanudación de ese contrato y el pago de los
salarios y prestaciones sociales dejados de percibir por el
trabajador, pues ello generaría una incongruente dualidad
de derechos en cabeza del trabajador, la restauración del
vínculo laboral y el consecuente pago de salarios, y, de otra
parte, una indemnización por no pagar debidamente los
salarios y las prestaciones, que sólo se origina cuando ese
vínculo jurídico culmina; indemnización que, por lo tanto,
pierde su causa cuando los efectos jurídicos de ese nexo se
restablecen por una orden judicial.

Lo anterior permite concluir con facilidad que el ad


quem no tomó en consideración la regla establecida en el
numeral 2º del inciso 1° del artículo 25 A del CPTSS, que, al
establecer las reglas para la procedencia de la acumulación
de pretensiones, es claro en señalar: «2. Que las
pretensiones no se excluyan entre sí, salvo que se propongan
como principales y subsidiarias». Entonces, como las dos
pretensiones no se formularon como principal y subsidiaria,
sino ambas como principales, evidente resulta concluir que
el Tribunal infringió la citada disposición adjetiva.

Luego la censura arguye:

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Cumple anotar que la irregularidad procesal que el Tribunal no


detectó no puede entenderse subsanada por el hecho de no
haberse interpuesto como excepción previa, de conformidad con
lo dispuesto en el último inciso del artículo 25 A del Código
Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social, inciso también
ignorado, en cuanto establece: "Cuando se presente una
indebida acumulación que no cumpla con los requisitos previstos
en los incisos anteriores, pero si con los tres numerales el inciso
primero, se considerará subsanado el defecto cuando no se
proponga oportunamente la respectiva excepción previa". Como
la demanda inicial, conforme se ha visto, no cumple con el
requisito del numeral segundo del inciso primero del citado
artículo 25 A, el defecto del que ese escrito adolece no puede ser
subsanado y, en consecuencia, así ha debido declararse por el
fallador, y como no lo hizo, tal cuestión podía ser traída a la sede
del recurso extraordinario.

Lo expuesto en precedencia, lo lleva a sostener que, en


este asunto en particular, el Tribunal debió «inhibirse» para
proferir una decisión de fondo, tal como lo adoctrinó la
Corte, en sentencia CSJ SL, 9 oct. 1996, rad. 8966; por
tanto, el fallo que se impugna deber ser casado en los
términos pedidos en el primer alcance de la impugnación.

VII. CONSIDERACIONES

El recurrente, en esencia, se duele de que a partir de


la infracción directa del artículo 25A CPTSS, modificado por
el artículo 13 de la Ley 712 de 2001, el ad quem no hubiese
adoptado una decisión inhibitoria, en tanto en el proceso,
contrario a lo considerado en la decisión recurrida, no se
encuentra satisfecho uno de los presupuestos procesales,
concretamente el referido a la «demanda en forma».

Tal planteamiento lo hace bajo el supuesto de que la


pretensión referida al reintegro del actor supone la

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continuidad del contrato de trabajo, al paso que la súplica


alusiva a la indemnización moratoria prevista por el artículo
65 del CST, entraña la terminación del mismo. Pretensiones
estas que al haber sido formuladas ambas como
principales, mas no una como principal y la otra
subsidiaria, configura para la censura el defecto procesal
denominado inepta demanda por indebida acumulación de
pretensiones, con lo cual reitera, el sentenciador de alzada
bajo ninguna perspectiva podía considerar en su
providencia que aparecía satisfecho el presupuesto referido
a la «demanda en forma».

Planteado así el asunto, la Sala evidencia que le asiste


razón a la parte recurrente en el yerro jurídico que le
atribuye al fallador de segundo grado, pues resulta evidente
que la pretensión encaminada a lograr el reintegro del
demandante, acogida por el a quo, supone la continuidad
del vínculo laboral, al paso que la indemnización moratoria
consagrada por el artículo 65 del CST, igualmente
condenada por el sentenciador de primer grado, entraña la
terminación del contrato de trabajo; circunstancia esta que
abiertamente contraría lo previsto por el numeral 2º del
artículo 25 A del CPTSS, modificado por el artículo 13 de la
Ley 712 de 2001, el que es absolutamente claro en señalar
que en un mismo proceso no pueden acumularse
pretensiones que se excluyan entre sí, salvo que «se
propongan como principales y subsidiarias», que no es el
caso de autos, donde no se discute que las dos peticiones
son formuladas como principales, las que fueron acogidas
simultáneamente por el sentenciador de primer grado,

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acumulación que resulta evidente no fue advertida por el


Tribunal, tanto así que consideró que en el proceso aparecía
satisfecho el presupuesto referido a la «demanda en forma»,
cuando en verdad no lo estaba.

Dicho de otra manera, conforme al artículo 25A del


CPTSS en una misma demanda laboral pueden acumularse
varias pretensiones contra el mismo demandado, siempre
que, entre otros eventos, no se excluyan entre sí, salvo que
se formulen como principales y subsidiarias, que se insiste
no es el caso bajo análisis, donde se pidió el reintegro y a su
vez el pago de la indemnización moratoria, ambas como
principales, las cuales se itera, sin miramiento alguno
fueron acogidas por el Juez laboral del Circuito de San
Juan del Cesar -Guajira y, de contera, confirmadas por el
Tribunal, quien además, expresamente y de manera
desacertada consideró que en el sub examine, estaba
satisfecho el presupuesto referido a la demanda en forma,
cuando en verdad esta exigencia lejos estaba de haberse
satisfecho.

Aquí, es importante recordar que el juez, como director


del proceso, cuenta con todos los mecanismos adjetivos a
fin de evitar la indebida acumulación de pretensiones, que
en últimas puede acarrear una decisión inhibitoria, que hoy
por hoy es inadmisible por atentar contra los fines de la
administración de justicia. Entre otros, cuenta con el
control sobre el escrito inaugural, la audiencia de
conciliación, decisión de excepciones previas, saneamiento
y fijación del litigio.

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Pero ello no lo es todo, en el evento de que el


sentenciador soslaye las deficiencias presentadas en la
demanda inaugural, entre ellas la indebida acumulación de
pretensiones, y la admita, le corresponde a la parte
convocada a juicio, advertir sobre tales irregularidades o
deficiencias que luce la demanda inicial, a través de la
proposición de la excepción previa de inepta demanda, para
el caso por indebida acumulación de pretensiones o, en su
defecto, en término proponer una eventual nulidad.

Así se dejó precisado en la sentencia CSJ SL9318-


2016 cuando al respecto se precisó:

2º) Mecanismos procesales para evitar las decisiones


inhibitorias

2.1 Del Juzgador

Es bueno recordar que el proceso está conformado por actos y


actuaciones procesales y judiciales concatenados entre sí, cuyo
fin no es otro que definir una controversia que se ha puesto en
consideración de la administración de justicia y que, por
seguridad jurídica, está regido por postulados, tales como la
preclusión, impugnación, eventualidad, definición de la
controversia y cosa juzgada, en fin, todos ellos tendientes a
mantener incólumes, los derechos constitucionales al debido
proceso, contradicción y defensa.

El juez, como director del proceso, goza de todos los poderes para
evitar llegar a una decisión inhibitoria que, a no dudarlo, genera
zozobra entre los destinatarios del derecho fundamental de una
pronta y eficaz administración de justicia, pues como se adujo en
la exposición de motivos del proyecto de Ley 044 de 2006,
Cámara, por la cual se buscaba reformar el Código Procesal del
Trabajo y de la Seguridad Social «Urge satisfacer una demanda
de justicia para la ciudadanía sin dilación, con medidas que
aseguren no sólo el efectivo acceso a la administración de
justicia, puesto que toda postergación significa un alto costo
social, económico y fiscal y sin duda alguna afecta el orden
público».

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Así, entonces, veamos algunos de tales mecanismos:

a) Control sobre el escrito inaugural del proceso

El art. 28 del C.P.T. y S.S., modificado por el art. 15 de la Ley


712 de 2001, estatuye en su inciso primero: «Devolución y
reforma de la demanda. Antes de admitir la demanda y si el juez
observare que no reúne los requisitos exigidos por el artículo 25
de este código, la devolverá al demandante para que subsane
dentro del término de cinco (5) días las deficiencias que le
señale».

La simple lectura de la citada norma instrumental, colige que es


deber ineludible del juzgador, revisar cuidadosamente que la
demanda se ajuste a lo contemplado en la ley adjetiva y, de no
ser así, es menester su devolución para que se corrijan las
deficiencias a que haya lugar.

b) Audiencia de conciliación, decisión de excepciones


previas, saneamiento y fijación del litigio

El parágrafo 1º del art. 77 del C.P.T. y S.S., reza:

«Procedimiento para cuando fracase el intento de


conciliación. Ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo
total, el juez declarará terminada la etapa de conciliación
y en la misma audiencia:
1. Decidirá las excepciones previas conforme a lo previsto
en el artículo 32.
2. Adoptará las medidas que considere necesarias para
evitar nulidades y sentencias inhibitorias.
3. Requerirá a las partes y a sus apoderados para que
determinen los hechos en que estén de acuerdo y que
fueren susceptibles de prueba de confesión, los cuales se
declararán probados mediante auto en el cual desechará
las pruebas pedidas que versen sobre los mismos hechos,
así como las pretensiones y excepciones que queden
excluidas como resultado de la conciliación parcial.
Igualmente, si lo considera necesario las requerirá para
que allí mismo aclaren y precisen las pretensiones de la
demanda y las excepciones de mérito».

Repárese en que el papel del juez en esta audiencia es


fundamental, debe estar preparado y tener pleno conocimiento
de los supuestos fácticos, pretensiones, excepciones, en fin su
participación debe ser activa. La ley le impone el cuidado para
evitar que el proceso se contamine, es decir, que se le otorgan
amplias facultades para precaver vicios de procedimiento y
decisiones inhibitorias. Dicho en breve, el marco litigioso que fijan
las partes, para el momento de la audiencia debe estar
claramente identificado por el fallador.

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Radicación n.° 58116

2.2. De la parte actora

En virtud de lo estatuido en el inciso segundo del art. 28 del


C.P.T. y S.S., el demandante puede reformar la demanda por una
sola vez, dentro de los cinco (5) días siguientes al vencimiento del
término del traslado de la inicial o de la de reconvención, si fuere
el caso.

2.3. Del extremo pasivo

Bien puede suceder que el sentenciador soslaye las deficiencias


presentadas en la demanda y la admita. Si ello es así, la
convocada a juicio, en desarrollo de los principios de claridad y
lealtad, propios de las partes en contienda entre sí, y que éstos
le deben al Juez, le corresponde advertir sobre las
irregularidades o deficiencias que luce la demanda, a través de
la proposición de la excepción previa de inepta demanda, para el
caso por indebida acumulación de pretensiones.

Ahora bien, como la indebida acumulación de


pretensiones (reintegro e indemnización moratoria), en
momento alguno fue advertida por la demandada y menos
evidenciada por el a quo, tanto así que sin recato alguno
accedió a ellas, le correspondía al ad quem, previamente a
desatar la alzada, verificar cuidadosamente, si en el asunto
sometido a su consideración en sede de apelación, estaban
satisfechos los presupuestos procesales, lo cual resulta
claro para la Corte que no lo hizo, tanto así que consideró
que sí estaba cumplido el referido a la demanda en forma.

Lo dicho anteriormente es suficiente para concluir que


Tribunal incurrió en el yerro jurídico que le atribuye la
censura, lo cual permite a la Sala considerar que el cargo
prospera.

Es importante precisar que en razón a la prosperidad


del presente cargo (primero), el que por demás, en sede de

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instancia llevará a la Corte a pronunciarse favorablemente


respecto del desistimiento de la pretensión referida a la
indemnización moratoria prevista por el artículo 65 del
CST, que es lo perseguido por la censura al formular el
segundo y tercero de los ataques, la Sala por sustracción de
materia, se abstiene de estudiar estas dos acusaciones.

VIII. CARGO CUARTO

Dice que la sentencia recurrida es violatoria por la vía


directa, en la modalidad de interpretación errónea del
artículo 65 CST, modificado por el artículo 29 de la Ley 789
de 2002.

En el desarrollo del cargo inicia por señalar que, en


vista que el Tribunal para confirmar en su integridad el fallo
de primer grado, incluyendo la condena al reintegro del
actor y el pago de los salarios y prestaciones sociales
causados durante el tiempo que estuvo cesante, no expuso
argumentación jurídica en concreto para adoptar esa
decisión que fue confirmatoria, debe entenderse que hizo
suyos los razonamientos jurídicos del juez de primera
instancia en relación con ese reintegro.

Bajo ese entendimiento, considera que el ad quem le


dio un entendimiento equivocado al artículo 65 del CST,
subrogado por el artículo 29 de la Ley 789 de 2002, pues la
hermenéutica correcta de tal disposición, no corresponde a
la dada en su decisión, en punto a que si el empleador no
demuestra el pago de los aportes parafiscales y a la

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seguridad social en el lapso allí señalado, el despido no


produce ningún efecto y el trabajador, en consecuencia,
tiene derecho a ser reintegrado; pues lo que este precepto
en verdad persigue es «garantizar el pago oportuno de los
aportes parafiscales y al Sistema de Seguridad Social
Integral, pero no contiene ninguna disposición relacionada
con la estabilidad en el empleo», como erradamente lo infirió
el a quo y lo confirmó el Tribunal. Cita en su apoyo las
sentencias CSJ SL, 14 jul. 2009 rad. 35303 y CSJ SL, 31
ene. 2012 rad. 41808, de las que transcribe varios apartes.

La censura remata diciendo que el cargo debe


prosperar, por ello, la Sala deberá proceder conforme al
tercer alcance de la impugnación.

IX. CONSIDERACIONES

La Sala comienza por recordar que este medio de


impugnación no le otorga competencia a la Corte para juzgar
el pleito a fin de resolver a cuál de los litigantes le asiste la
razón, habida cuenta que la labor de la Corte, siempre que el
recurrente sepa plantear la acusación, se limita a enjuiciar la
sentencia con el objeto de establecer si el juez de apelaciones,
al dictarla, observó o no las normas que estaba obligado
aplicarla para rectamente dirimir el conflicto (SL4459-2018).

En el caso concreto, el Tribunal no pudo incurrir en la


interpretación errónea del artículo 65 del CST, modificado
por el parágrafo 1º del artículo 29 de la Ley 789 de 2002,
esto en razón a que la condena referida al reintegro del

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actor a la luz de esta preceptiva, en momento alguno fue


materia de apelación por la demandada Gente Estratégica
S.A. y menos objeto de pronunciamiento por parte del ad
quem; por tanto, mal puede atribuírsele la interpretación
errónea de una preceptiva que en momento alguno fue
tenida en cuenta por el sentenciador de alzada para desatar
los puntos materia de apelación por la convocada a juicio.

En efecto, el recurso de alzada presentado por la


demandada, como bien lo puso de presente el fallador
segundo grado al tomar su decisión, estuvo centrado en dos
puntuales aspectos: el primero enfilado a demostrar que en
el proceso estaba configurada una causal de nulidad al no
haberse dado por contestada la demanda, y el segundo,
alusivo a acreditar que debía prosperar la tacha de los
testigos Francisco Javier Moreno Gómez y Leonardo
Enrique Payares Alvarado. Igualmente, el Tribunal abordó
un tercer punto que no fue materia de apelación, pero que
imperiosamente debía pronunciarse sobre él, concerniente a
si debía o no aceptar el desistimiento de la pretensión
referida a la indemnización moratoria, en tanto el mismo se
había presentado ante el ad quem.

Fue por lo anterior que el fallador segundo grado al


desatar la alzada, en estricto apego a lo previsto por el
artículo 66A del CPTSS, procedió a estudiar los dos puntos
materia de apelación, entre los cuales, se insiste, no se
encontraba la condena referida al reintegro del actor que
ordenó el a quo a la luz del artículo 65 del CST modificado
por el parágrafo 1º del artículo 29 de la Ley 789 de 2002.

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Mas aún, el fallador de segundo grado fue absolutamente


claro en precisar que no se pronunciaba al respecto, por
cuanto tales puntos no había sido materia de apelación. Así
lo dijo expresamente:

Resta por agregar entonces que, echando de menos la carga


mínima de sustentación o argumentación del impugnante
tendiente a demostrar por qué el a quo desacertó en imponer
condenas económicas, optando por formular meros reparos
procesales que debieron debatirse en el transcurso del juicio,
esta corporación no tiene alternativa distinta a limitar su análisis
y decisión a los términos que enmarcó el abogado de Gente
Estratégica S.A., alzada que no permite al juez de segundo grado
examinar el revés de sus pretensiones, máxime, cuando no tiene
facultades oficiosas para suplir el argumento a cargo de quien
recurre, ya que en sede de apelación prevalece el principio
dispositivo, reiterando que ni una línea estuvo dirigida a
controvertir sustancialmente los fundamentos de la decisión,
amparada por la presunción de legalidad y acierto (Se
subraya).

Dicho de otra manera, Gente Estratégica S.A. en su


apelación ningún cuestionamiento formuló en cuanto a la
condena referida al reintegro al puesto de trabajo de Amaya
Martínez que en su contra dispuso el juez de primer grado
por no acreditar la demandada el pago oportuno de los
aportes de seguridad social y parafiscales; por tanto, con
total independencia del acierto de tal decisión, en la medida
que es criterio adoctrinado de la Corte que:

[…] el Parágrafo 1° del artículo 29 de la Ley 789 de 2002, que


modificó el 65 del C.S.T., no contempla el restablecimiento real y
efectivo del contrato de trabajo, tan es así, que la norma
consagra el pago posterior de las cotizaciones, dado que su
finalidad no es otra que la de garantizar el pago oportuno de los
aportes de seguridad social y parafiscales.

[…] el bien jurídico protegido es la viabilidad del sistema de


seguridad social integral, teniendo especial cuidado en no
debilitar al SENA, al ICBF y a las CAJAS DE COMPENSACIÓN y
por ello se incluyó en el Parágrafo 1° del artículo 65 del Estatuto
Sustantivo del Trabajo, el estado de pago de las cotizaciones por

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parafiscalidad, por su significación social, lo que descarta que tal


protección se encamine a la estabilidad en el empleo, por el
contrario, lo consagrado por la norma tiende a la coerción como
mecanismo para la viabilidad del sistema, precisamente con lo
que podría denominarse como “sanción al moroso”.

Por ello, carecería de lógica que aun cesando la causa de la


sanción, ejemplo pago posterior, continuase el correctivo como lo
sería la orden de reintegro del trabajador al cargo y los efectos
que conllevaría el mismo, situación superada por la
jurisprudencia. (Sentencia CSJ SL, 14 jul. 2009, rad.
35303, reiterada en las decisiones CSJ SL2221-2018 y
CSJ SL845-2019).

Se tiene entonces que frente a dicha condena del


reintegro, así la Sala la comparte o no, se ve obligada a
mantenerla, pues es claro para la Corte que la misma cobró
firmeza al no haber sido apelada; por consiguiente el
planteamiento que ahora propone la demandada recurrente
resulta extemporáneo e inadmisible en la esfera casacional,
en tanto aceptarse no haría más que erigirse como una
afrenta al derecho de defensa de la contraparte (sentencia
CSJ SL3478-2017), máxime, que esta Corporación, como
tribunal de casación no tiene facultades oficiosas para
revisar condenas que se encuentran en firme, producto de
la conformidad que mostraron las partes ante tal
determinación.

Lo dicho en precedencia es suficiente para desestimar


el cuarto cargo, lo que, de contera, termina la aspiración de
la censura de que la Corte proceda conforme al tercer
alcance de la impugnación.

Sin costas en casación, de una parte, porque el


primero de los cargos prosperó y de otra porque no fue

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presentado escrito de réplica por parte del demandante


recurrente.

X. SENTENCIA DE INSTANCIA

En sede de instancia, la Corte no puede proceder


conforme al primero de los alcance de la impugnación, esto
es, revocar la decisión de primer grado y en su lugar
proferir una sentencia inhibitoria, toda vez que los jueces
en su labor de administrar justicia tienen el deber de
garantizar a los interesados una decisión de fondo,
mediante la cual se defina si les asiste o no derecho a lo
pretendido, por lo que se debe hacer el mayor esfuerzo
posible a fin de evitar una decisión inhibitoria, pues ésta,
únicamente puede ser una opción en casos extremos en los
que se establezca que en verdad no es viable jurídicamente
adoptar otra determinación.

Al respecto, en sentencia CSJ SL580-2013, 21 ago.


2013, rad. 43604, reiterada, entre muchas otras, en
decisión SL9318-2016, se adoctrinó lo siguiente:

El Tribunal estimó conforme con lo dispuesto por los artículos 25


y 25 A del Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social,
que no era posible acumular en una misma demanda
pretensiones excluyentes y en tal sentido halló que “la
indemnización por despido sin justa causa y la de reintegro al
cargo que venía desempeñando u otro igual o similar … van en
contravía a los preceptos legales mencionados, porque la primera
lleva implícita la finalización de la relación laboral, mientras que
el reintegro al cargo que venía desempeñando implica que la
relación no se termina sino que la misma continua”.

No obstante, para esta Corte, los fallos inhibitorios dejan en


suspenso la materialización del derecho sustancial y constituyen
un pronunciamiento formal que no satisface las aspiraciones de
los sujetos procesales, quienes lejos de resolver su controversia

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se ven sometidos a su indefinición, lo que sin lugar a dudas


contraría la más vital de las aspiraciones de la justicia, cual es
lograr la paz social.

Lo anterior implica que, para evitar cualquier ruptura de tal


talante, corresponde a los juzgadores de instancia, ante lo oscuro
o impreciso, interpretar la demanda a través de los distintos
métodos posibles, para determinar cuál es el verdadero querer
de las partes, la auténtica intención de quien la presentó.

No puede perderse de vista que tal instrumento de acceso a la


justicia tiene una connotación de esencialidad, pues es por su
conducto que quienes comparecen a la jurisdicción exteriorizan
su propósito y corresponde al Juez encontrar si existe razón en lo
pedido, una vez se ha surtido todo el debate para tal efecto y ha
escuchado a su contradictor.

Es verdad que tanto en el artículo 25, como en el 25 A del C.P.T.


y S.S se regula lo relativo a la demanda y allí se indica que
corresponde referir el cimiento jurídico, los hechos y omisiones
que sirven de fundamento a las pretensiones, que deben ser
“expresad [as] con precisión y claridad. Las varias pretensiones
se formularán por separado”, y en lo relacionado con su
acumulación se fijan como reglas principales que exista
competencia del juzgador para resolverlas, que no sean
excluyentes “salvo que se propongan como principales y
subsidiarias” y que puedan tramitarse por el mismo
procedimiento; todo ello debe verlo el juez en su contexto, y no de
manera desconectada, a efectos de poder desentrañar, ante la
eventual vaguedad, el querer del demandante, con el fin de
evitar una nulidad o, como en este caso, una decisión meramente
formal con grave detrimento de las partes, como ya se dijo.

De ese modo corresponde al juzgador, a través de la lógica


jurídica, determinar el sentido de las aspiraciones, y advertir,
bajo ese norte, que aunque pueda existir contradicción en lo
pedido, alguna de las pretensiones debe ser la válida, ya sea
porque existió mayor énfasis en su argumentación, o porque la
ubicación del texto permite argüir que se planteó como principal,
o subsidiaria, aunque no lo haya puesto en un acápite específico,
siendo el último camino, como ya se ha insistido, el de la
inhibición.

Todo lo advertido tiene una mayor significación en los juicios del


trabajo, en tanto deben servir para “lograr la justicia en las
relaciones que surgen entre {empleadores} y trabajadores, dentro
de un espíritu de coordinación económica y equilibrio social”
(artículo 1° C.S.T.) y su materia goza de protección preeminente
del Estado al punto que “Los funcionarios públicos están
obligados a prestar a los trabajadores una debida y oportuna
protección para la garantía y eficacia de sus derechos, de
acuerdo con sus atribuciones” (artículo 9° C.S.T.); ello traduce en

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que los jueces están convocados a materializar tales


aspiraciones, a través de una sentencia definitiva.

En ese contexto es evidente que, tal como lo advirtió el censor, el


ad quem se limitó a cotejar la existencia de dos pretensiones
excluyentes, esto es, la indemnización por despido injusto y el
reintegro, sin detenerse a reparar que en la demanda no sólo se
planteó en primer lugar el pago de la indemnización por
terminación unilateral del contrato de trabajo, y como última
aspiración el reintegro, sino que de los hechos que la originaron
claramente explicó que “en una forma unilateral e injusta la
entidad demandada INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES dio por
terminado el contrato de trabajo el día 31 de marzo de 2005, sin
darle la comunicación correspondiente de conformidad como lo
ordena la ley con treinta (30) días de anticipación al vencimiento
del mismo so pena de renovarse automáticamente por un tiempo
igual al pactado”, por demás nada dijo respecto a que la
reclamación administrativa que hizo a dicha entidad, solo exigió
la citada indemnización, aspectos que de haberse advertido
hubiesen llevado a concluir, sin duda alguna, que aquella era la
pretensión principal y no el reintegro, de manera que incurrió en
los yerros endilgados y por ello los cargos prosperan y se casará
la sentencia acusada».

En el caso en particular y si bien la demanda con la


cual se dio inicio al proceso contiene pretensiones que se
excluyen entre sí, concretamente la referida al reintegro y a
la indemnización moratoria prevista por el artículo 65 del
CST, lo que en principio llevaría a evidenciar que el líbelo
demandatorio no cumple con uno de los presupuestos
procesales, concretamente el concerniente a la demanda en
forma, lo cierto es que, tal deficiencia fue corregida por el
procurador judicial del demandante, quien no obstante
conocer de la decisión de primer grado, le dirige al Tribunal
un escrito desistiendo de la pretensión alusiva a la
indemnización moratoria, el cual está redactado en los
siguientes términos:

[…] ROMULO JOSÉ RAFAEL TOMAS ROMERO SOLANO, mayor


de edad, identificado como apoderado de la parte demandante
dentro del proceso de la referencia, a través del presente escrito

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me permito manifestar a usted que DESISTO de la pretensión


tercera de la demanda principal la cual señala lo siguiente:
"TERCERO: Que la demandada debe pagar a mi poderdante la
sanción moratoria contemplada en el artículo 65 del Código
Sustantivo del Trabajo, por haber cancelado por unos valores
inferiores las prestaciones sociales, el pago de horas extras y
trabajo en dominicales y festivos, a razón de $74.323 diarios,
la presente condena debe extenderse desde el 16 de enero de
2008 hasta el momento en que se haga efectivo el pago.
Fundo esta petición en lo consagrado en el artículo 342 y demás
normas concordantes del CPC y en artículo 145 del CPL y
además en el precedente judicial establecido en el Tribunal
Superior de Riohacha en sentencia del 16 de diciembre de 2009
dentro del proceso de Estevinson Rivadeneira contra INPROGES
LTDA y solidariamente Carbones del Cerrejón LLC radicación
2009-00025. (Subraya la Sala. f.° 59 C. Tribunal).
Entonces, como la pretensión alusiva a la
indemnización moratoria que concurre de manera
excluyente con la del reintegro, fue desistida por el
mandatario judicial del actor, quien por demás tiene
facultad expresa para ello, conforme se evidencia en el
poder visible a folio 1 del cuaderno 1, la Sala, a fin de evitar
un fallo inhibitorio, no tiene otro camino que aceptar el
desistimiento de la citada pretensión, con lo cual no sólo
queda subsanada o corregida la acumulación indebida de
pretensiones, sino que además acarrea la revocatoria de la
condena contenida en el numeral 5º del ordinal segundo de
la sentencia proferida por el Juzgado Laboral del Circuito de
San Juan del Cesar-Guajira, para en su lugar, aceptar el
desistimiento de tal pretensión. Así se dispondrá en la parte
resolutiva de esta decisión.

En consecuencia, actuando la Sala como tribunal de


instancia, revocará la condena referida a la indemnización
moratoria del artículo 65 del CST, en los términos
antedichos.

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Sin costas en la segunda instancia, las de primera a


cargo de la demandada, reducidas en un 50%.

XI. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República de Colombia y por autoridad de
la ley, CASA la sentencia proferida, el 11 de mayo de 2012,
por la Sala Transitoria Laboral del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Riohacha en el proceso ordinario laboral
seguido por HERMES ENRIQUE AMAYA MARTÍNEZ contra
GENTE ESTRATÉGICA S.A, únicamente en cuanto
encontró acreditado el presupuesto procesal alusivo a la
demanda en forma y no accedió al desistimiento de la
pretensión referida a la indemnización moratoria. NO LA
CASA en lo demás.

En sede de instancia RESUELVE:

PRIMERO: REVOCAR la condena alusiva a la


indemnización moratoria contenida en el numeral 5º del
ordinal segundo de la sentencia proferida por el Juzgado
Laboral del Circuito de San Juan del Cesar – Guajira, el 13
de febrero de 2009; en su lugar, aceptar el desistimiento
que sobre dicha pretensión presentó el apoderado del
demandante, tal como se explicó en la parte motiva de la
presente decisión.

SEGUNDO: COSTAS como se dijo en la parte

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considerativa.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

DOLLY AMPARO CAGUASANGO VILLOTA

ERNESTO FORERO VARGAS

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