2 ¿Sacerdocio Femenino - Isabel Corpas 2
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Lectura de textos
El regreso a las fuentes propuesto por el concilio Vaticano II
llevó a los estudiosos del tema a preguntarse por la
organización eclesial en el Nuevo Testamento y a cuestionar
el modelo del sacerdocio del Antiguo Testamento que, a
partir del siglo III, se introdujo en la praxis y la teología
eclesiales debido a la lectura tipológica que hicieron los
Padres para demostrar la continuidad del Antiguo y el Nuevo
Testamento, lectura que, al incluir la continuidad del culto y
las funciones cultuales, promovió la sacerdotalización de los
ministerios 1 . Al mismo tiempo, algunas teólogas que
buscaban visibilizar a las mujeres en la historia del
cristianismo se interesaron por el lugar que ellas habrían
ocupado en las comunidades neotestamentarias y en las
iglesias de los primeros siglos.
1
“A un especialista de la exégesis especialmente de la carta a los Hebreos
le resulta claro en 1980 que ‘la utilización de categorías sacerdotales
conlleva el peligro manifiesto de retornar inconscientemente a la
concepción ritual del culto del Antiguo Testamento; con lo que se llega
a hacer del sacerdote cristiano un nuevo sacerdote antiguo. En el
pasado ese peligro de regresión no pudo ser evitado’. Con acierto
concluye Vanhoye que ‘en nuestros días es precisamente la tendencia
contraria la que ha llegado a ser dominante y que lleva a rehusar la
expresión sacerdotal en la realidad cristiana”. Parra, Alberto. “Tribu
sacerdotal y exclusivismo cultual”. Theologica Xaveriana 59 (1981): 141.
“Establecer una relación entre el sacerdocio del Antiguo Testamento y
el de la Nueva Alianza fue una constante entre los Santos Padres y una
norma asumida por la liturgia romana. […] Esta manera de expresarse
del lenguaje patrístico y del litúrgico de la Iglesia choca con el estilo del
Nuevo Testamento, que rehúye la terminología sacerdotal en sentido
estricto y no deja en buen lugar al gremio de los sacerdotes de Israel”.
Arnau, Ramón. Orden y ministerios. (Madrid: BAC, 1995): 5-6.
2
4
Cf. Castillo, José María. Símbolos de libertad. (Salamanca: Sígueme, 1981):
66. Vanhoye, Albert. Sacerdotes antiguos, sacerdote nuevo. (Ed. Cit.):
18.
7
5
Robert, A.; y Feuillet, A. Introducción a la Biblia. (Barcelona: Herder,
1965): Vol. I. 657.
6
Robert, A. y Feuillet, A. Op. Cit. 347-351.
7
Los biblistas identifican en la redacción sacerdotal, según la hipótesis
documental, cuatro etapas redaccionales: a) La primera correspondería
al reinado de Josías, cuando los sacerdotes sadoquitas de Jerusalén no
aceptaron el Deuteronomio porque era una corriente venida del reino
del norte y a ella pertenece la “ley de santidad” (Lev 17 – 26). b) La
segunda estaría ubicada después de la caída de Jerusalén, cuando los
judíos deportados necesitaban identificarse como comunidad de fe
alrededor de los sacerdotes y a ella pertenece la “historia sacerdotal”,
que comienza con el relato de creación (Gen 1,1 – 2,3), preludio de las
sucesivas alianzas de Dios con Noé, que abarca a toda la humanidad;
con Abraham, que incluye a sus descendientes; con Moisés, cuyos
9
9
“La época patriarcal no conoció el sacerdocio institucional. Los actos de
culto, especialmente el acto central que fue el sacrificio, eran realizados
por el cabeza de familia. Los patriarcas levantaron altares y ofrecieron
sacrificios acá y allá, según el impulso de su espíritu, y practicaron una
religiosidad de tipo familiar”. Ibídem. 8.
10
Léon-Dufour, Xavier. Vocabulario de Teología Bíblica. (Barcelona: Herder,
1967): 722.
11
La importancia de esta figura legendaria se debe a que el Salmo 110 lo
menciona, relacionándolo con la promesa de Dios a Israel de establecer
un sacerdocio eterno, promesa particularmente reconfortante para
Israel después de la destrucción de Jerusalén y del templo. También la
carta a los Hebreos vuelve a mencionarlo como el sacerdote sin
genealogía (Heb 5,9-10), para mostrar que el sacerdocio de Cristo que
la carta proclama, supera la institución sacerdotal judía que estaba
ligada a una ascendencia familiar y debía justificarse
genealógicamente. Pero también Melquisedec ha hecho parte de la
espiritualidad sacerdotal debido a que, en el rito de ordenación de
presbíteros, se equiparaba el ministerio ordenado con el orden de
Melquisedec.
11
12
“Exegetas e historiadores del Antiguo Testamento han puesto de
manifiesto que la Escritura presenta dos líneas diferentes al referirse a
las tribus de Israel. Un primer grupo de textos (Gen 49,1ss; Dt 33,1ss;
Num 26,5) en donde hay que reconocer las tradiciones más antiguas
incluye a la tribu de Leví, la enumera en pie de igualdad con las demás
tribus de la anfictionía, no hace mención de características ni
prerrogativa especial alguna. Un segundo grupo de textos, en cambio
(Num 1,5-54; 2,3-32; 7,12-83; 13,4-15; Jos 13 - 19; 21,4ss), en los que se
refleja una tradición más reciente y que supone una larga evolución
histórica de sedentarización tras la conquista de Canaán, omite
paladinamente la tribu de Leví y le asigna ya características del todo
especiales: ocupa un lugar especial en el pueblo, no es contada en el
censo con las demás tribus (Num 1,47 y todo el capítulo 4; 26,62), no
tiene herencia en Israel (Num 18,20; Dt 18,1) y no le es asignado ningún
territorio en la repartición de Canaán porque Yahvé es su herencia (Jos
13,14-33; 18,7): por lo mismo le son asignadas las primicias y los
diezmos de las demás tribus (Num 18,21) y ostenta condiciones
particulares en los territorios de las otras tribus, es decir, le son
señaladas algunas ciudades en las que puede residir en calidad de
forastero (Num 35,1-8; Jos 21,1-42; I Cro 6,39-66)”. Parra, Alberto.
Sacerdotes de ayer, ministros del mañana : Para una teología de los
12
13
Arnau, Ramón. Op. Cit. 9.
14
Se trata de una adición de procedencia levítica, ya que recomienda a los
levitas para ejercer funciones sacerdotales cuando, de hecho, ya habían
sido desplazados por el sacerdocio sadoquita y aaronita, y que los
versículos anteriores que se refieren a Aarón y a su hijo Eleazar como
14
15
Ibídem. 144.
16
Vanhoye, Albert. Op. Cit. 47.
16
17
“El ‘vaticinum ex eventu’ legitima y justifica, en los días de la monarquía
ya dividida, la historia turbulenta del sacerdocio que, partiendo de las
figuras de honda raigambre yahvista tradicional y representativamente
levíticas de Elí y de Samuel junto con los santuarios de Silo y de Nob,
pasa por las figuras innovadoras de Saúl, David, Salomón y del nuevo
sacerdote Sadoc junto con el santuario de Jerusalén, y llega a ser el
sacerdocio estatal, oficial, monopolista, no-levítico del sadoquismo que
buscará en adelante raíces genealógicas y ficción de acontecimientos
pasados que puedan legitimar los hechos cumplidos”. Parra, Alberto.
Sacerdotes de ayer, ministros del mañana : Para una teología de los
ministerios eclesiales. (Ed. Cit.): 47.
17
20
Parra, Alberto. Sacerdotes de ayer, ministros del mañana : Para una
teología de los ministerios eclesiales. (Ed. Cit.): 51-55.
21
“Un grupo considerable no-sadoquita, presumiblemente levita a quien
se presenta como descendiente de Itamar (Esd 8,2) ha sido incorporado
a los sacerdotes que en el postexilio ejercerán sus funciones en
Jerusalén (Esd 10,18; Ne 11,10) y que a partir de este momento no se
designarán ya bajo los nombres de hijos de Leví o hijos de Sadoc sino
con el nuevo de hijos de Aarón”. Ibídem. 55.
21
22
Ibídem. 57-58.
22
24
Schillebeeckx, Edward. Cristo, sacramento del encuentro con Dios.
(Pamplona: Editorial Dinos, 1971): 31.
25
25
Parra, Alberto. “El proceso de sacerdotalización : Una histórica
interpretación de los ministerios eclesiales”. Theologica Xaveriana 28/1
(1978): 80.
26
Castillo, José María. Símbolos de libertad. (Salamanca: Sígueme, 1981):
86.
26
27
“La sintaxis de 3,11 repite la de 3,8 y parece introducir ‘un nuevo grupo
eclesial’. El contexto y la estructura de la sintaxis se revelan
puntualmente imprescindibles y conducen a una certeza: Está
unánimemente excluida la referencia a mujeres en sentido genérico. Se
trata más bien de un tercer grupo eclesial, junto a los diáconos y los
obispos. Es verdad que 1Tm 3,11 que se refiere a las mujeres, no tiene
ningún pronombre de pertenencia, que nos permita considerarlas
solamente como las mujeres de los mencionados diáconos. Nos deja el
texto una libertad exegética para interpretarlo como verdaderas
diaconisas, dado el paralelismo que se establece entre las cualidades
requeridas para los diáconos y las mujeres, y dado el hecho de que la
sección entera trata de ministerios eclesiales”. Moreno García, Abdón.
“El ministerio en las pastorales: El evangelio de la gloria del Dios feliz
que se me confió”. Salmanticensis 55 (2008): 260-261.
28
Cf. Foulkes, Irene. “Conflictos en Corinto: Las mujeres en la Iglesia
primitiva”. Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana 25 (1997):
31
32
Joanna Dewey interpreta este cambio en razón del paso de un
movimiento oral, en el que los marginados podían participar, a un
movimiento dependiente de textos escritos que fueron seleccionados
por quienes poseían el saber y, consiguientemente, el poder. Dewey,
Joanna, “De las historias orales al texto escrito”. Concilium 276 (1998):
367-378.
38
33
Alberto Parra define el proceso de sacerdotalización de los ministerios
como “proceso de histórica interpretación de los ministros y los
ministerios de la Iglesia a nivel teórico y práctico en categorías
provenientes del Antiguo Testamento. Proceso que conlleva no una
simple denominación externa en términos sacerdotales (quaestio de
nomine) sino realidades de muy profunda denominación”. Parra,
Alberto. “El proceso de sacerdotalización: Una histórica interpretación
de los ministerios eclesiales”. Theologica Xaveriana 28 (1975): 82.
39
34
Cf. Parra, Alberto. “El proceso de sacerdotalización: Una histórica
interpretación de los ministerios eclesiales”. Theologica Xaveriana 28
(1975): 79-100.
35
Cf. Rigal, Jean. Descubrir los ministerios. (Salamanca: Secretariado
Trinitario, 2002): 70.
40
38
Ignacio de Antioquía. Carta a los trallanos II,1-III,1.
39
Ignacio de Antioquía. Carta a los esmirnenses VIII,1.
42
40
Cf. Parra, Alberto. “El proceso de sacerdotalización: Una histórica
interpretación de los ministerios eclesiales”. (Ed. Cit.): 86.
43
41
Ibídem. 88.
44
42
Ireneo. Adversus haereses IV, 26, 2.
43
Parra, Alberto. “El proceso de sacerdotalización: Una histórica
interpretación de los ministerios eclesiales”. (Ed. Cit.): 91-92.
44
“Cipriano a los presbíteros, diáconos y pueblos de Furni”, en: Cipriano de
Cartago. Cartas. Introducción y notas de María Luisa García
Sanchidrian. (Madrid: Editorial Gredos, 1998): 54.
45
45
Arnau, Ramón. Orden y ministerios. (Madrid: BAC, 1995): 86.
46
Ponce Cuéllar, Miguel. Llamados a servir: Teología del sacerdocio
ministerial. (Madrid: Herder, 2001): 212-214.
46
50
La Tradición Apostólica 24.
51
La Tradición Apostólica 30.
52
La Tradición Apostólica 28.
53
La Tradición Apostólica 29.
54
La Tradición Apostólica 31-32.
48
55
La Didascalia de los Apóstoles IX,XXVI,4.
56
Cf. La Didascalia de los Apóstoles IX,XXVI,4-8.
49
57
Constitutiones Apostolicae (Textum graecum) II,25,12. Las Constituciones
Apostólicas II,26,3. La numeración no coincide en las dos versiones.
Obsérvese que, en el texto griego, el mismo párrafo se refiere a los
diáconos [οι διακονοι] y a las diáconos [αι διακονοι], pero las
traducciones prefieren la palabra diaconisa para referirse al ministerio
femenino.
58
Constitutiones Apostolicae (Textum graecum) II,26,3. Las Constituciones
Apostólicas II,26,6. La numeración no coincide en las dos versiones.
Obsérvese que, en el texto griego, el mismo párrafo se refiere a la
diácono (η διακονος) y al diácono (ο διακονος), pero las traducciones
prefieren la palabra diaconisa para referirse al ministerio femenino.
50
59
Acerca de la presencia y ausencia de las mujeres en la Iglesia antigua he
acudido, entre otros, a los trabajos de Roger Gryson (1972), Aimé
Georges Martimort (1972), Cipriano Vagaggini (1974), María Jesús
Muñoz Mayor (1998), Karol Madigan y Carolyn Osiek (2005), Cloe
Taddei Ferretti (2014), Cristina Simonelli y Moira Scimmi (2016), a
quienes cito muy frecuentemente y que me han permitido llegar en
algunas ocasiones a las fuentes primarias.
52
60
A este grupo de mujeres dirigió san Ambrosio el De virginibus y
refiriéndose a ellas escribieron san Jerónimo y san Juan Crisóstomo:
“Sé que hay muchos que me censuran porque a veces escribo a mujeres
y prefiero el sexo débil a los varones. Si los varones me preguntaran
sobre las Escrituras, no escribiría a mujeres. Básteme decir que el Señor
resucitado se apareció primero a las mujeres para que los hombres se
avergonzaran de no haber buscado lo que ya las mujeres habían
encontrado”. San Jerónimo. Epist. 65, col. 1138. “No sólo entre los
hombres triunfa esta vida, la monástica, sino también entre las
mujeres. Y, en efecto, no menos que aquellos filosofan estas”. San Juan
Crisóstomo. In Matt. Hom. 8.4, cols. 586-587).
61
Muñoz Mayor, María Jesús. “Presencia testimonial de las mujeres en la
Iglesia (s. I-V)”, en Mujeres que se atrevieron. Isabel Gómez-Acebo (ed.).
(Bilbao: Desclée de Brouwer, 1998): 26.
62
Refiriéndose “algunas sectas heréticas de los primeros siglos, sobre todo
gnósticas, [que] quisieron hacer ejercitar el ministerio sacerdotal a las
53
63
Ignacio de Antioquía. Carta a los esmirnenses XIII,1.
64
Cita tomada del artículo de Abdón Moreno García, “El ministerio en las
pastorales: El evangelio de la gloria del Dios feliz que se me confió”.
Salmanticensis 55 (2008): 262. El autor traduce ministrae por
diaconisas, término que no se utilizaba en el siglo I, razón por la cual
preferí la palabra diácono, que es la que utiliza la carta a los Romanos
para referirse a Febe.
55
65
El Pastor de Hermas. Vis. II,IV
66
Cf. Scimmi, Moira. “Excursus storico”, en: Donne diacono? La posta in
gioco. Cristina Simonelli y Moira Scimmi (eds.). (Padova: Messagero,
2016): 58.
67
“Sed hi quidem, ut erat consentaneum, ministerio, quod divelli non
poterat, prædicationi scilicet, attendentes, non ut uxores, sed ut
sorores circumducebant mulieres, quæ una ministraturæ essent apud
mulieres quæ domos custodiebant: per quas etiam in gynæceum,
absque ulla reprehensione malave suspicione, ingredi posset doctrina
Domini. Scimus enim quæ cunque de feminis diaconis in altera ad
Timotheum præstantissimus docet Paulus”. Clemente de Alejandría.
Stromata III, 6.
56
68
“Et hic locus apostolica auctoritate docem etiam feminas in ministerio
Ecclesiae constitui. In quo officio positam Poeben apud Ecclesiam quae
est in Cenchris. [...] Et ideo locus hic duo pariter docet, et haberi, ut
diximus, feminas ministras in Ecclesia, et talels debere assumi in
ministerium, qae astiterin multis, et per bona officia usque ad apostolicam
laudem meruerint pervenire”. Orígenes. Comment. in Epist. ad Rom.
X,17. (P. G. 14): col. 1278.
69
Ireneo de Lyon. Adversus haereses I, 13,3.16.
57
70
“Ipse mulieres hereticae, qam procaces! Quae audeant docere, contendere,
exorcismos agere, curationes repromittere, forsitam et tingere”.
Tertuliano. De praescriptione haereticorum XLI,1-4. (P. L. 2): col. 56.
71
“Petulantia autem mulieris qae usurpavit docere, unique non etiam
tinguendi jus sibi pariet, nisi si quae nova bestia evenerit similis prostinae:
ut quemadmodum illa Baptismum auferebat, iata aliqua per se eum
conferat. Quod si quae Paulo perperam adscripta sunt exemplum Theclae
ad licentiam mulierum docendi tinguendique defendunt; sciant in Asia
presbyterum, qui eam scripturam construxit, quasi titulo Pauli de suo
cumulans, convictum atque confessum id se amore Pauli fecisse, loco
decessisse”. Tertuliano. De Baptismo XVII,4-5. (P. L. 1): col. 1219. Se
refería a Pablo de Samosata, condenado como hereje junto con sus
seguidores, los paulianistas.
58
72
“In doloribus et anxietatibus paries, mulier, et ad virum tuum conversio tuo;
et ille dominabitur tui; et Evam te esse nescis? Vivit sententia Dei super
sexum istum, in hoc saeculo: vivat et reatus necesse est. Tu es diaboli
janua, tu es arboris illius resignatrix, tu es divina legis prima desertrix, tu
es quae eam persuasisti, quaem diabolus aggredi non valuit. Tu imaginem
Dei, hominem, tam facile elisisti: propter tuum meritum, id est mortem,
etiam Filius Dei mori habuit; et adornari tibi in mente est super pelliceas
tuas tunicas?” Tertuliano. De cultu feminarum. Liber primus I,1-2. (P. L.
1): col 1303.
73
“Non permittitur mulieri in ecclesia loqui (I Cor XIV,34; I Tim II,12) sed nec
docere, nec tinguere, nec offerre, nec ullius virilis muneri nedum
sacerdotalis officii sortem vindicare”. Tertuliano. De virginibus velandis
IX,2. (P. L. 2): cols. 901-902.
59
74
Firmiliano de Cesarea. “Firmiliano a Cipriano. Carta 75”, en: Cipriano de
Cartago. Cartas. (Madrid: Editorial Gredos, 1998): 403-404.
75
Epifanio. Panarion 49,1-4; 49,2,2.
76
Ibídem. 49,2,5.
60
77
Ibídem. 49,3,2-3.
78
Ibídem. 79,1,7.
79
Ibídem. 79,2,1; 79,1,6; 79,2,4.
80
Ibídem. 79,2,3-6.
81
Ibídem. 79,3,1-4.
61
82
Ibídem. 78,23,4.
83
Ibídem. 79,3,6-7; 79,4,1.
84
Ibídem. 21,10.
85
Ambrosiaster. Com. I Tim. 3,11. Citado por Marcos Sánchez, Mar. “El
lugar de las mujeres en el cristianismo: Uso y abuso de la historia
antigua en un debate contemporáneo”. Studia Historica: Historia
Antigua 24 (2006): 31
62
86
Ambrosiáster. Commentaries on Romans and 1-2 Corinthians. Translated
and edited by Gerald L. Bray. (Downers Grove, IL: InterVarsity Press,
2009): 172.
87
Ibídem. 189-190.
88
Cf., entre otros, Muñoz Mayor, María Jesús. “Presencia testimonial de
las mujeres en la iglesia (s. I-V)”, en Mujeres que se atrevieron. Isabel
Gómez-Acebo (ed.). (Bilbao: Desclée de Brouwer, 1998): 19-76;
Scimmi, Moira. “Excursus historico”, en: Donne diacono? La posta in
gioco. Cristina Simonelli; Moira Scimmi (eds.). (Padova: Messagero,
2016): 51-98; Osiek, Carolyn. Mujeres ordenadas en la Iglesia primitiva.
Una historia documentada. (Estella: Verbo Divino, 2006): 51-159;
Marucci, Corrado. “Storia e valore del diaconato femminile nella Chiesa
antica”. Rassegna di Teologia 38 (1997): 771-795; reproducido como:
“History and Value of the Feminine Diaconate in the Ancient Church”,
en: Women Deacons? Essays with Answers. Phyllis Zagano (ed.).
(Collegeville, Minnesota: Liturgical Press, 2016); Rivas Rebaque,
63
92
Basilio de Cesarea. Epístola CXCIX, 154. (P. G. 32): col. 729. En la versión
griega aparecen las palabras Η διαχονος y της διακονου que la
versión latina traduce por diaconissa.
93
Juan Crisóstomo. “Carta 13”, en: Epistolae S. Joannis Chrysostomi. (P. G.
52): col. 611. La versión griega reconoce a Sabiniana como η διακονος
que la versión latina tradujo por diaconissa.
94
Juan Crisóstomo. “Carta 96”; “Carta 103”; y “Carta 191”, en: Epistolae S.
Joannis Chrysostomi. (P. G. 52): cols. 657-659; 662-663; 718-719. La
versión griega reconoce a Amproukla como διακονω que la versión
latina tradujo por diaconissa.
95
Juan Crisóstomo. “Carta 94”; “Carta 104”; y “Carta 185”, en: Epistolae S.
Joannis Chrysostomi. (P. G. 52): cols. 659-660; 663-664; 716. La versión
griega reconoce a Pentadia como διακονω que la versión latina tradujo
por diaconissa.
65
96
Juan Crisóstomo. “Carta 1” - “Carta 17”, en: Epistolae S. Joannis
Chrysostomi. (P. G. 52): col. 549-622. La versión griega reconoce a
Olimpia como [η διακονος que la versión latina tradujo por diaconissa.
97
Juan Crisóstomo. “Homilía 30 sobre la carta a los Romanos 16,1-2”, en:
Homiliae XXXIII in Epistolam ad Romanos. (P. G. 60): col. 663.
98
Juan Crisóstomo. “Homilía 11 sobre 1 Timoteo 3,11”, en: Homiliae XVII in
Epistolam primam ad Timotheum. (P. G. 62): col. 553.
99
Teodoreto de Ciro. “Carta 101”, en: Epistolae. (P. G. 83): col. 1196; 1294-
1295. En la colección publicada por Migne solamente aparecen las
cartas a Casiana y Celerina, que en la versión griega aparecen como
διακονω y en la versión latina como diacono.
100
Madigan, Karol; y Osiek, Carolyn. Mujeres ordenadas en la Iglesia
primitiva. Una historia documentada. (Estella: Verbo Divino, 2006): 58;
66
103
Cita tomada de Madigan, Karol; y Osiek, Carolyn. Mujeres ordenadas en
la Iglesia primitiva. Una historia documentada. (Estella: Verbo Divino,
2006): 92.
104
Ibídem. 65.
105
Scimmi, Moira. “Excursus historico”, en: Donne diacono? La posta in
gioco. Cristina Simonelli; Moira Scimmi (eds.). (Padova: Messagero,
2016): 70.
68
106
Cf. Madigan, Karol; y Osiek, Carolyn. Mujeres ordenadas en la Iglesia
primitiva. Una historia documentada. (Estella: Verbo Divino, 2006): 116-
159.
107
Ibídem. 52-115.
69
110
Cf. Madigan, Karol; y Osiek, Carolyn. Mujeres ordenadas en la Iglesia
primitiva. Una historia documentada. (Estella: Verbo Divino, 2006): 80-
85.
111
Cf. Fonay Wemple, Suzanne. “Las mujeres entre finales del siglo V y
finales del siglo X”, en: Historia de las mujeres en occidente. George
Duby y Michelle Perrot (eds.). (Madrid: Taurus, 1999): Tomo 2. 234.
112
Cita tomada de Madigan, Karol; y Osiek, Carolyn. Mujeres ordenadas en
la Iglesia primitiva. Una historia documentada. (Estella: Verbo Divino,
2006): 211-212.
113
Martimort, Aimé Georges. Deaconesses. An Historical Study. (San
Francisco: Ignatius Press, 1982): Versión Kindle. Pos. 3186; 3744.
71
114
Ibídem. Pos. 3166.
115
Cf. Urso, Carmelina. “La donna e la Chiesa nel Medioevo. Storia di un
rapporto ambiguo”. Annali della Facoltà di Scienze delle Formazione 4
(2009): 82.
116
Ibídem. 87.
117
Ibídem. 83.
72
118
La Tradición Apostólica 31.
119
Vagaggini, Cipriano. “L’ordinazione delle diaconesse nella tradizione
greca e bizantina”. Orientalia Christiana Periodica 40 (1974): 147.
73
120
Para este texto prefiero utilizar los títulos la diácono y la mujer diácono
que corresponden al original griego que identifica el masculino y el
femenino con el artículo el y el artículo la: el diácono [ο διακονος] y la
diácono [η διακονος]. Las traducciones acostumbran utilizar los títulos
diaconisa y mujer diaconisa para referirse a la diácono y a la mujer
diácono.
121
La Didascalia de los Apóstoles IX,XXVI,3-8.
122
La Didascalia de los apóstoles XIV,I,1.
74
123
La Didascalia de los apóstoles XIV,VI,1-2.
124
La Didascalia de los apóstoles XV,IX,1-2.
125
La Didascalia de los apóstoles XVI,XII,2-4.
75
126
La Didascalia de los apóstoles XVI,XII,2-4.
127
La Didascalia de los apóstoles XVI,XII,4.
76
128
La Didascalia de los apóstoles XVI,XIII,1-2.
129
“Lidea dell’autore è di persuadere il vescovo che per il servizio adeguato
di diaconato nella sua Chiesa egli ha bisogno non solo di uomini diaconi
ma anche di donne diacone”. Vagaggini, Cipriano. “L’ordinazione delle
diaconesse nella tradizione greca e bizantina”. Orientalia Christiana
Periodica 40 (1974): 151.
130
“L’autore insiste in modo tale per persuadere ogni vescovo sulla utilità e
la necessita che ognuno abbia nella sua Chiesa anche diaconesse
(III,12), da lasciare l’impressione trattarsi allora di una istituzione non
dico nuova nella Chiesa, ma certamente non molto diffusa”. Ibidem.
148.
77
131
Gryson, Roger. Le ministère des femmes dans l’Église ancienne.
Gembloux: Duculot, 1972. 173.
132
Constitutiones Apostolicae (Textum graecum) II 25,12. Las
Constituciones Apostólicas II 26,3. La numeración no coincide en las dos
versiones. Cf. La Didascalia IX XXVI,3.
78
133
Constitutiones Apostolicae (Textum graecum) II 26,3. Las Constituciones
Apostólicas II 26,6. La numeración no coincide en las dos versiones. Cf.
La Didascalia IX,XXVI,6.
134
Las Constituciones apostólicas II 57,4.
135
Las Constituciones apostólicas II 57,10.
79
136
Las Constituciones apostólicas II 58,6.
137
Las Constituciones apostólicas III 1,1. Cf. La Didascalia XIV,I,1.
138
Las Constituciones apostólicas III 5,1-3. Cf. La Didascalia XV,V,1.
80
139
Las Constituciones apostólicas III 6,1-2. Cf. La Didascalia XV VI,1-2.
140
Vagaggini, Cipriano. “L’ordinazione delle diaconesse nella tradizione
greca e bizantina”. Orientalia Christiana Periodica 40 (1974): 165.
81
141
Las Constituciones apostólicas III 9,1-4. Cf. La Didascalia XV,XI,1-2.
142
Constitutiones Apostolicae (Textum graecum) III 11,1-2. Las
Constituciones Apostólicas III 11,1-3. La numeración no coincide en las
dos versiones.
82
143
Constitutiones Apostolicae (Textum graecum) III 15,6. Las Constituciones
Apostólicas III 16,1. La numeración no coincide en las dos versiones. Cf.
La Didascalia XVI,XII,1.
144
Constitutiones Apostolicae (Textum graecum) III 15,6. Las Constituciones
Apostólicas III 16,2.4. La numeración no coincide en las dos versiones.
Cf. La Didascalia XVI,XII,2-3.
83
145
Ibídem.
146
Constitutiones Apostolicae (Textum graecum) III 19,1. Las Constituciones
Apostólicas III 19,1.
147
Recuérdese que el Libro VIII de Las Constituciones Apostólicas no tiene
paralelo en La Didascalia y muy seguramente por esta razón la palabra
que emplea, a diferencia de los primeros libros, es diaconisa.
84
149
Constitutiones Apostolicae (Textum graecum) VIII 28,1-6. Las
Constituciones Apostólicas VIII 28,1-6.
150
Vagaggini, Cipriano. “L’ordinazione delle diaconesse nella tradizione
greca e bizantina”. Orientalia Christiana Periodica 40 (1974): 169.
86
151
Vagaggini, Cipriano. “L’ordinazione delle diaconesse nella tradizione
greca e bizantina”. Orientalia Christiana Periodica 40 (1974): 167; 172.
152
Constitutiones Apostolicae (Textum graecum) III 8,1. Las Constituciones
Apostólicas III 8,1.
87
153
Constitutiones Apostolicae (Textum graecum) VIII 31,2. Las
Constituciones Apostólicas VIII 31,2.
154
The Testament of Our Lord. Translated into English from the Syriac.
With Introduction and Notes by James Cooper. (Edimburgh: T, & T.
Clark, 1902): 105-108.
155
“And if she cannot come, let a deaconess carry [the Offering] to her”.
Ibídem. 135.
156
The Statuta Ecclesiae Antiqua and Canons of Selected Councils of The
Gallic and Early Frankish Church. Translated by Geoffrey Koziol &
Norman Underwood.
https://www.academia.edu/35327382/THE_STATUTA_ECCLESIAE_AN
TIQUA_AND_CANONS_OF_SELECTED_COUNCILS_OF_THE_GALLIC
_AND_EARLY_FRANKISH_CHURCH
157
Les Statuta Ecclesiae Antiqua. Charles Munier (trad. y ed.). (Paris:
Presses Universitaires de France, 1960).
88
158
Canon 37. Even though she might be learned and holy, a woman shall
not presume to teach men in assembly (viros in conventu docere). En:
Les Statuta Ecclesiae Antiqua. Ed. Cit. 11.
159
Canon 41. A woman shall not presume to baptize. Ibídem. 12.
160
Canon 100. Widows and sanctified women (sanctimoniales) who are
chosen (eliguntur) for the ministry (ad ministerium) of baptizing women
shall be so instructed for the office that they might teach openly and
correctly (aperto et sano) uneducated and rustic women who are close
to the time of baptism in how they should respond to the questions of
the baptizer and how they should live after baptism has been received.
Ibídem. 19.
89
161
El Denzinger omite esta segunda parte del canon. La versión que
incluyo es la que propone Vagaggini en su análisis de este canon:
“Parimenti intorno alle diaconesse e generalmente intorno a quelli che
sono annoverati nel canone, sarà osservata la stessa regola. Di più, ci
90
siamo occupati di quelle diaconesse che sono tali sebenne non hanno
nessuna cheirotesia, stabilendo che siano in tutto annoverate tra i
laici”. Vagaggini, Cipriano. “L’ordinazione delle diaconesse nella
tradizione greca e bizantina”. Orientalia Christiana Periodica 40 (1974):
155.157.
162
“Nei canoni de Nicea, essere annoverato nel canone equivale o implica
essere nel clero”. Ibidem. 156
163
Madigan y Osiek consideran que el uso del verbo καθεστει en lugar de
χειροτονια [ordenar] podría ser una forma de menospreciar la
ordenación de mujeres. Cf. Madigan, Karol; y Osiek, Carolyn. Mujeres
ordenadas en la Iglesia primitiva. Una historia documentada. Ed. Cit.
240.
164
“Al concilio di Nîmes del 396 giunge la segnalazione di donne innalzate
al ministero de diaconato, cosa inaudita e sconveniente, e si stabilisce
91
168
Vagaggini, Cipriano. “L’ordinazione delle diaconesse nella tradizione
greca e bizantina”. Orientalia Christiana Periodica 40 (1974): 175.
169
Canon 17. Women who have formerly received the blessing of the
diaconate against the prohibition of the canons, if they are proven to
have turned again to marriage, let them be expelled from communion.
If when admonished by the bishop they dissolve this sort of
cohabitation (contubernium), they may return to the grace of
communion after doing penance. En: Les Statuta Ecclesiae Antiqua. Ed.
Cit. 45.
170
Canon 18. “Placuit etiam ut nulli postmodum feminae diaconalis
benedictio pro conditionis huius fragilitate credatur”. Ibídem.
93
171
Taddei Ferretti, Cloe. Anche i cagnolini. L’ordinazione delle donne nella
Chiesa cattolica. Ed. Cit. Versión Kindle, Pos. 431.
172
Citado por Madigan, Karol; Osiek, Carolyn. Mujeres ordenadas en la
Iglesia primitiva. Una historia documentada. Ed. Cit. 185. 275.
173
Citado por Madigan, Karol; Osiek, Carolyn. Op. Cit. 275.
94
174
Ibídem. 275-278.
175
Cf. Mentxaca, Rosa. “Las diaconisas a la luz de algunas constituciones
imperiales de la antugüedad”, en: Mujeres y diaconado. Sobre los
ministerios en la Iglesia. Silvia Martínez Cano y Carme Soto Varela,
(eds.). (Estella: Editorial Verbo Divino, 2019): 129-216.
176
Cf. Madigan, Karol; Osiek, Carolyn. Op. Cit. 188-197.
177
Novellae 3,1. Citado por Madigan, Karol; Osiek, Carolyn. Op. Cit. 189.
178
Novellae 3,2. Citado por Madigan, Karol; Osiek, Carolyn. Op. Cit. 189-
190.
95
179
Novellae 6,6. Citado por Madigan, Karol; Osiek, Carolyn. Op. Cit. 190-
192.
98
181
Se refiere al velo o manto con el que se cubrían las mujeres y los
hombres.
182
Texto tomado y traducido de Vagaggini, Cipriano. Op. Cit. 177-179.
101
183
Vagaggini, Cipriano. Op. Cit. 179-180.
184
Fresnillo Ahijón, Juan José. Ad Diaconam faciendam seu consacrandam.
El diaconado femenino en el occidente medieval. (Madrid: Universidad
San Dámaso, 2016).
102
185
Ibídem. 102.
186
Ibídem. 106.
187
Martimort, Aimé Georges. Op. Cit. Versión Kindle. Pos. 3201.
103
188
Ibídem. Pos. 3382-3392.
189
Fresnillo Ahijón, Juan José. Op. Cit. 108.
190
Ibídem. 116.
191
Macy, Gary. “Women Deacons: History”, in: Women Deacons: Past,
Present, Future. Gary Macy; William T. Ditewig; Phyllis Zagano (eds.).
(New York / Mahwah, NJ: Paulist Press, 2011): Versión Kindle. Pos. 35-
97.
104
192
Cf. Vagaggini, Cipriano. Op. Cit. 180; Martimort, Aimé Georges. Op.
Cit. Versión Kindle. Pos. 3908.
105
194
Vagaggini, Cipriano. Op. Cit. 173.
195
Madigan, Karol; Osiek, Carolyn. Op. Cit. 197.
196
Comisión Teológica Internacional. El diaconado: evolución y
perspectivas (2002). III,2.
108
197
Vagaggini, Cipriano. Op. Cit. 173.
198
“Les femmes diacres recevaient alors une véritable ordination, que rien
ne distinguait formellement de celle de leurs collègues masculins”.
Gryson, Roger. Le ministère des femmes dans l’Église ancienne.
(Gembloux: Duculot, 1972): 177.
109
199
Marucci, Corrado. “Storia e valore del diaconato femminile nella Chiesa
antica”. Rassegna di Teologia 38 (1997): 792.
200
Comisión Teológica Internacional. El diaconado: evolución y
perspectivas (2002). Conclusiones. Cf. II,4.
110
201
Gutiérrez, Alberto. La reforma gregoriana y el renacimiento de la
cristiandad medieval. (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana,
Facultad de Teología, 1983(.
202
Desde entonces, los obispos son nombrados por el papa y, por lo tanto,
se consideran sus representantes y no de la comunidad, como lo habían
sido hasta entonces. Cf. Gonzalez Faus, José Ignacio.“Ningún obispo
impuesto”: Las elecciones episcopales en la historia de la Iglesia.
(Santander: Sal Terrae, 1992).
111
203
“Duo sunt genera christianorum. Est autem genus unum, quod
mancipatum divino officio, et deditum contemplationi et orationi, ab omni
strepito temporalium cessare convenit, ut sunt clerici, et Deo devoti,
videlicet conversi. Inde hujusmodi nomines vocantur clerici, id est sorti
electi. [...] Aliud vero est genus christianorum ut sunt laici”. Graciano.
Concordia discordantium canonum ac primae de iure Divinae et humanae
constitutionis. Pars secunda, c. VII, q. XII, c. 1. (P. L. 187): col 884.
112
204
Castillo, José María. Símbolos de libertad: Teología de los
sacramentos.(Salamanca: Sígueme, 1991): 324.
114
205
Mounier, Michel y Tordi, Bernard. Sacerdote… ni más ni menos.
(Bilbao: Mensajero, 1997): 93.
206
Comby, Jean. Para leer la Historia de la Iglesia. Tomo I. (Estella: Verbo
Divino, 1999): 141.
115
209
“Quia vero in ceteris vir est caput mulieris [...] et hoc, ut diximus, propter
conditionem servitutis, qua viro in omnibus debet subesse”. Graciano.
Decreti pars secunda, c. XXXIII, q. V. c. XI. (P. L. 187): col. 1653.
210
Graciano. Decreti pars secunda, c. XXXIII, q. V. c. XII; XX. (P. L. 187): col.
1653-1656.
211
“Haec imago Dei est in homine, ut unis factus sit quasi Dominus, ex quo
ceteri orientur, habens imperium Dei, quasi vicarius ejus, quia omnis rex
Dei haber imaginem, ideoque mulier non est facta ad imaginem Dei”.
Graciano. Decreti pars secunda, c. XXXIII, q. V. c. XIII. (P. L. 187): col.
1654.
212
. “Quum caput mulieris vir sit, caput autem viri Christus, quaecumque uxor
non subjicitur viro suo, hoc est capiti suo, ejusdem criminis rea est”.
Graciano. Decreti pars secunda, c. XXXIII, q. V. c. XV. (P. L. 187): col.
1654.
117
213
“Mulierem constat subjectam domini viri esse, et nullam auctoritatem
habere; nec docere enim potest, nec testis esse, neque fidem dare, nec
judicare; quanto magis non potest imperare?”. Graciano. Decreti pars
secunda, c. XXXIII, q. V. c. XVII. (P. L. 187): col. 1655.
214
“Vestimenta altaris et vasa sacrata mulieres tangere prohibentur”.
Graciano. Decreti pars prima, d. XXIII, c. XXV. (P. L. 187): col. 137.
215
“Mulier quamvis docta et sancta, viros in conventu docere non presumat”.
Graciano. Decreti pars prima, d. XXIII, c. XXIX. (P. L. 187): col. 138.
216
“Mulier, quamvis docta et sancta, viros in conventu docere, vel aliquos
baptizare non presumat”. Graciano. Decreti pars tertia, d. IV, c. XX. (P. L.
187): col. 1800.
217
“Mulieres, quae apud Graecos presbyterae appelantur, apud nos viduae,
seniores, univirae et matricuriae appellantur, in ecclesia tanquam
ordinatas constitui non debere”. Graciano. Decreti pars prima, d. XXXII, q.
XIX. (P. L. 187): col. 184.
118
218
“In quo primo videndum est, mulier sacerdotem accusare valent? Quod
sacris canonibus omnino videtur esse prohibitum. Generaliter enim
statutum est ex decretis Fabiani Papae, ut sacerdotes Domini non
accusent, nec in eo testificentur, qui sui ordinis non sunt nec esse possunt.
Mulier autem non solum ad sacerdotium, sed nec etiam ad diaconatum
provehi possunt, unde nec sacerdotes accusare, nec in eos testificare
valent”. Graciano. Decreti pars secunda, c. XV, q. III. (P. L. 187): col 976.
219
Peña García, Carmen. Op. Cit. 686-687.
119
220
Pedro Lombardo. Liber Sententiarum IV, d. I,2. (P. L. 192): col. 839.
221
Ibídem. d. II,1. (P. L. 192): col. 841-842.
222
Ibídem. d. XXIV, 2-9. (P. L. 192): col. 901.
223
“Cumque omnes spirituales sint et sacri, excellenter tamen canones duos
sacros ordines apellari censent, diaconatus, scilicet, et presbyteratus; quia
hos solos primitiva Ecclesia legitur habuisse, et de his solis praeceptum
Apostoli habemus”. Ibídem. d. XXIV,9. (P. L. 192): col. 904.
224
“Sacerdos nomen habet compositum Graeco et Latino, quod est sacrum
dans, sive sacer dux. [...] Ad presbyterum autem pertinet sacramentum
corporis et sanguinis Domini in altare Dei conficere, orationes dicere, et
dona Dei bendicere; qui cum ordinatur, inungutur eis manus, [...]:
accipiunt et stolam, [...]. Accipiunt etiam calicem cum vino, et patenam
cum hostiis”. Ibídem. d. XXIV,9. (P. L. 192): col. 904.
120
228
“Propiamente se llama sacramento lo que es signo de una realidad
sagrada que santifica a los hombres”. Ibídem. a. 2.
229
Santo Tomás de Aquino. Commentum in Liber IV Sententiarum, dist. 24-
25.
230
Santo Tomás de Aquino. STh, Supplementum, qq. 34-40.
231
Ibídem. q. 34, a. 1.
232
Ibídem. q. 34, a. 2.
122
233
Ibídem. q. 34, a. 4. Esta visión la recogió el Pontifical Romano al precisar
que la forma son las palabras que pronuncia el obispo: “Accipe potestam
offerre sacrificium Deo, Missasque celebrare, tam pro vivis quam pro
defunctis in nomine Domini”. Citado por Parra, Alberto. Sacerdotes de
ayer, ministros de mañana: Para una teología del ministerio eclesial.
(Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Teología,
Colección Profesores, s.f.): 186.
234
Ibídem. q. 36, a. 2.
235
Ibídem. q. 34, a. 5. La materia del sacramento del orden fue modificada
por Pio XII, en la constitución apostólica Sacramentum ordinis (1947), al
establecer que la materia es la imposición de manos. Pablo VI, por su
parte, en la constitución apostólica Pontificalis Romano recognitio
(1968) confirmó que la materia en la ordenación de diáconos,
presbíteros y obispos es la imposición de manos por parte del
ordenante.
236
Ibídem. q. 34, a. 2.
123
237
Ibídem. q. 35, a. 2.
238
La carta apostólica Ministeria quaedam (1976) de Pablo VI suprimió los
grados u órdenes de subdiácono, exorcista y ostiario, dejando
solamente el lectorado y el acolitado como ministerios.
239
Santo Tomás de Aquino. STh, Supplementum, q. 35, a. 2.
240
Ibídem. q. 38, a. 1.
124
241
Ibídem. q. 39, a. 1.
242
Fue este uno de los argumentos que repitió Pablo VI para negar la
ordenación de la mujer al decir que “no habría esa ‘semejanza natural’
que debe existir entre Cristo y su ministro si el papel de Cristo no fuera
asumido por un hombre” (II 5), y Juan Pablo II al decir que Cristo confió
únicamente a los hombres la posibilidad de ser ícono de su rostro y que
este es un signo elegido por Dios (Cfr. CM 11).
243
Martimort, Aimé George. “El valor de la fórmula teológica in persona
Christi”, en: El sacramento del orden y la mujer: De la Inter insigniores a la
Ordinatio sacerdotalis. Congregación para la Doctrina de la Fe (ed.).
(Madrid. Ediciones Palabra, 1997): 126.
244
Santo Tomás de Aquino. STh, Supplementum, q. 64, a. 8, ad. 2.
125
245
La fórmula de santo Tomás pasó al magisterio eclesial y el concilio
Vaticano II la retomó en sus documentos en el marco de la celebración
de la eucaristía. La constitución Lumen gentium, al señalar la diferencia
entre el sacerdocio común y el sacerdocio ministerial, precisó que el
sacerdocio ministerial “efectúa el sacrificio eucarístico en la persona de
Cristo (in persona Christi en el texto en latín)” (LG 10) y la constitución
Sacrosanctum concilium dice que, en la eucaristía, “las oraciones que
dirige a Dios el sacerdote –que preside la asamblea representando a
Cristo– se dicen en nombre de todo el pueblo santo” (SC 33). El decreto
Presbyterorum ordinis, por su parte, destacó la participación del
presbítero en la capitalidad de Cristo: “los presbíteros, por la unción del
Espíritu Santo quedan marcados con un carácter especial que los
configura con Cristo Sacerdote de tal forma que pueden obrar en
nombre de Cristo Cabeza” (PO 2).
126
246
“Si alguno dijere que en el Nuevo Testamento no existe un sacerdocio
visible y externo o que no se da potestad alguna para consagrar y
ofrecer el verdadero cuerpo y sangre del Señor y de perdonar los
127
247
Santo Tomás de Aquino. STh I, IV, q. 92, a. 1-2.
248
Ibídem. Supplementum, q. 39, a. 1.
129
249
Cf. Corpas de Posada, Isabel. “Los ministerios eclesiales en la
perspectiva del Concilio Vaticano II: entre la doctrina y la práctica”.
Franciscanum 143 (2006): 59-73; “Del exclusivismo clerical a la
diversidad ministerial: Apuntes para una teología de los ministerios
eclesiales”. Theologica Xaveriana 57/1 (2007): 59-78.
250
Corpas de Posada, Isabel. “Interrogantes que suscita la lectura ‘con ojos
de mujer’ de los escritos de Juan Pablo II”. Mundo Nuevo [San Antonio
de Padua, Buenos Aires] 9 (2008): 133-158.
131
251
Decreto Christus Dominus.
252
Decreto Presbyterorum ordinis.
253
“En el grado inferior de la jerarquía están los diáconos, que reciben la
imposición de manos no en orden al sacerdocio, sino en orden al
ministerio. Así confortados con la gracia sacramental en comunión con
el Obispo y su presbiterio, sirven al Pueblo de Dios en el ministerio de la
132
254
Cf. Arnau, Ramón. Orden y ministerios. (Madrid: BAC, 1995): 291.
134
255
“Los seglares también pueden sentirse llamados o ser llamados a
colaborar con sus Pastores en el servicio de la comunidad eclesial, para
el crecimiento y la vida de ésta, ejerciendo ministerios muy diversos,
según la gracia y los carismas que el Señor quiera concederles. […]
Tales ministerios, nuevos en apariencia pero muy vinculados a
experiencias vividas por la Iglesia a lo largo de su existencia –
catequistas, animadores de la oración y del canto, cristianos
consagrados al servicio de la palabra de Dios o a la asistencia de los
hermanos necesitados, jefes de pequeñas comunidades, responsables
de movimientos apostólicos u otros responsables– son preciosos para
la implantación, la vida y el crecimiento de la Iglesia y para su
capacidad de irradiarse en torno a ella y hacia los que están lejos” (EN
73).
135
256
“No se puede definir la naturaleza y la misión del sacerdocio ministerial
si no es bajo este multiforme y rico conjunto de relaciones que brotan
de la Santísima Trinidad y se prolongan en la comunión de la Iglesia,
como signo e instrumento, en Cristo, de la unión con Dios y de la
unidad de todo el género humano (Cf. LG 1). Por ello, la eclesiología de
comunión resulta decisiva para descubrir la identidad del presbítero, su
dignidad original, su vocación y su misión en el pueblo de Dios y en el
mundo” (PDV 12).
136
257
“Essa sostiene che non è ammissibile ordinare donne al sacerdozio, per
ragioni veramente fondamentali. Queste ragioni comprendono:
l’esempio, registrato nelle Sacre Scritture, di Cristo che scelse i suoi
Apostoli soltanto fra gli uomini; la pratica costante della Chiesa, che ha
imitato Cristo nello scegliere soltanto degli uomini; e il suo vivente
magistero che ha coerentemente stabilito che l’esclusione delle donne
dal sacerdozio è in armonia con il piano di Dio per la sua Chiesa”.
Lettera del Santo Padre Paolo VI al Dott. Frederick Coggan,
Arcivescovo di Canterbury, 30 novembre 1975.
https://w2.vatican.va/content/paul-vi/it/letters/1975/documents/hf_p-
vi_let_19751130_arc-canterbury.html
138
258
“Cristo, llamando como apóstoles suyos sólo a hombres, lo hizo de un
modo totalmente libre y soberano. Y lo hizo con la misma libertad con
139
260
Congregación para la Doctrina de la Fe. “En torno a la Respuesta de la
Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la doctrina propuesta en
la Carta apostólica Ordinatio sacerdotalis”.
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/r
c_con_cfaith_doc_19951028_commento-dubium-ordinatio-
sac_sp.html
141
261
Ladaria, Luis. “A propósito de algunas dudas. El carácter definitivo de la
doctrina de Ordinatio sacerdotalis”. L’Osservatore Romano 22 (jun
1/2018): 4.
142
262
Ibídem.
143
263
Ibídem.
264
La constitución Lumen gentium, al señalar la diferencia entre el
sacerdocio común y el sacerdocio ministerial, precisó que el sacerdote
ministerial “efectúa el sacrificio eucarístico en la persona de Cristo (in
persona Christi en el texto en latín)” (LG 10); la constitución
Sacrosanctum Concilium se refiere al sacerdote que, en la eucaristía,
“preside la asamblea representando a Cristo” (SC 33); y los presbíteros,
según el decreto Presbyterorum ordinis, “pueden obrar en nombre de
Cristo Cabeza” (PO 2).
145
265
Cf. Corpas de Posada, Isabel. Teología de los sacramentos. Experiencia
cristiana y lenguaje sacramental eclesial. (Bogotá: San Pablo, 1995):
165-166.
146
266
Perroni, Marinella. “Diaconía en el Nuevo Testamento”. Los prime-ros
signos de un proceso de exclusión”. Op. Cit. 98; 100-101; 107.
148