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EL PENTATEUCO
Pentateuque, en Supplement au Dictionnaire de la Bible, 7 (1963-1964) 736-8581
A primera vista la exégesis del último medio siglo produce la impresión de un enorme
caos. Sin embargo, ofrece una unidad más profunda: la de la vida. Es necesario ver y
pensar el Pentateuco como el producto de una sociedad viva y no desde el ángulo de una
construcción ideal. Este punto de vista es el que preside la "teoría documental". Según
ésta, en el Pentateuco hay que distinguir cuatro capas o estratos literarios, aportaciones
de distintas épocas y mentalidades, que han solidificado este suelo común. La
comparación geológica es exacta; pues como pasa en los grandes movimientos de tierra,
los materiales que forman cada capa vienen de muy lejos y las distintas capas, una vez
formadas, se interfieren constantemente entre sí por nuevos movimientos.
hechos y tradiciones mosaicas, se expresa una mentalidad diversa. Algo así como en la
puesta en escena por nuestros dramaturgos de las tragedias antiguas.
EL ESTRATO YAHVISTA
No contiene los textos más antiguos del Pentateuco. El estrato elohísta, más
conservador, acoge, mucho más que el yahvista, textos arcaicos. Pero sí que constituye
la síntesis más primitiva de las tradiciones jurídicas e históricas.
Características
Su teología
Pero este arte, que superficialmente puede parecer infantil, está al servicio de una
teología y no es en modo alguno obra de un primitivo. Escrito en un mundo donde
circulan las obras cultas de Egipto y Babilonia, afronta los problemas más radicales del
hombre. Los temas más fundamentales de su pensamiento son éstos: 1) Su universo es
un universo donde lo sobrenatural está presente. 2) Su religión se basa en la confianza
en el poder de Dios que domina las fuerzas del mal. 3) Yahvé es el Dios nacional de
Israel que salva a su pueblo en la persona del heredero de Abraham. Sólo unas pocas
palabras sobre estos puntos.
2. Su visión del hombre no es ilusionista. Expone sus flaquezas casi con desnudez
escandalosa. Pero es optimista. La mujer no es sólo seductora (Gén 3,6) sino también
madre (Gén 4,1). Confía en la naturaleza y en sus leyes que un nuevo Diluvio no vendrá
a turbar. Enseña que la vida se expande generosamente, que los hijos de Jacob son
bendecidos en su descendencia. Pero la raíz de su optimismo es religiosa: el yahvista es
un hombre comunicativamente feliz porque sabe que Yahvé quiere vivir entre los
hombres. Para hacer vivida su presencia en esta tierra de hombres no teme los
HENRI CAZELLES
Tiempo
Podemos localizar la fecha de su redacción por muchos datos, que la crítica ha ido
poniendo en claro. Citaré algunos. Parece que su redacción tuvo este objetivo: a partir
de tradiciones orales o escritas, patriarcales o mosaicas, establecer la legitimidad del
sucesor del gran conquistador de la tierra de Israel, David. Por eso insiste mucho en la
elección de un heredero que no sea el primogénito y da gran importancia a las mujeres
en la trasmisión de la herencia. Ambos supuestos habían favorecido a Salomón y se
volverían a plantear a su muerte. El mesianismo que hemos apuntado en su teología
puede muy bien ser contemporáneo de la doctrina del "ungido de Yahvé". Pero a pesar
de este respeto por la monarquía toma ciertas distancias con ella para que no se vea
contaminada por las ideas de las monarquías divinas de su tiempo. Así, por ejemplo, la
sabiduría de José, representante de una monarquía pagana, es alabada con cierta
reticencia que trasluce la preocupación por las desviaciones del viejo Salomón.
Concluyamos: el yahvista debió componer su obra en tiempos de este rey. Perteneció a
las tribus del Sur pues siempre resalta sus santuarios (Hebrón, Bersabé, Cades) pero no
polemiza con el norte con el que todavía están unificados.
EL ESTRATO ELOHISTA
En el estrato yahvista hemos visto la vida del pueblo de Israel, que descendía de los
patriarcas y había sido regulada por Moisés, expresarse en un marco monárquico. En él
se dibujaban, en borroso impresionismo, las profecías mesiánicas del heredero. Pero
este cuadro monárquico de la Jerusalén conquistada y real pareció poco "puro", poco
mosaico, a las tribus del Norte que rehusaron tener parte y herencia con David (1Re
12,16). Surge una protesta reformista. El movimiento profético comienza, un
movimiento hacia las fuentes: no busca apoyarse en monarcas débiles sino en
tradiciones anteriores. Elías, Amós, Oseas, ... oscurecen la enfermiza palidez de los
reyes. En este contexto profético los críticos sitúan la redacción del estrato elohísta. Un
estrato en el cual se nos habla de Abraham y Moisés (Gén 20,7; Ex 4,12; Núm. 12,6-8),
de Aarón y Mariam (Ex 15,20, Núm. 12,2.6) como de profetas. Ya vemos que el
"talantes de esta redacción es bien distinto. Su línea es mosaica, no realista monárquica.
Su esquema, la alternancia profética de pecado y arrepentimiento.
HENRI CAZELLES
Características y teología
El elohísta escribe en una época de menor vitalidad en Israel. La voluntad del hombre
desfallece fácilmente y toma partido por un vulgar Baal. Por eso insiste en la
espiritualidad de Dios: el verdadero Dios es el Dios de la conciencia y los
mandamientos. Los antropomorfismos tienden a disminuir y Dios ya sólo se aparece en
sueños. No es que Yahvé se aleje y guarde las distancias. Es que el hombre debe
espiritualizarse para llegar a Dios. Por eso teme las desviaciones del culto donde el
hombre fácilmente confunde la realidad interior en favor del signo. Dios no se complace
tanto en sacrificios de animales como en el cumplimiento de su voluntad (Dt 33,8-10).
Esta misma desconfianza hacia las concepciones naturistas aparece en Amós y Oseas y
podemos ver en el elohísta un eco del movimiento profético incipiente. Como los
profetas, atiende ante todo a la necesidad de penitencia. En el dinamismo cristiano que
todo el Antiguo Testamento lleva dentro, podemos decir que prepara más que al
conocimiento del misterio mesiánico, como el yahvista, al misterio de la Redención.
Tiempo
Pero con una inflexión nueva en su mensaje, la propia de este estrato: de la misma
manera que Josué fue discípulo del gran hombre de Dios, los reyes deben serlo de los
profetas.
EL ESTRATO DEUTERONOMISTA
Una primera ojeada sobre lo que en el canon del Pentateuco conocemos por
Deuteronomio, nos tranquiliza peligrosamente. Su estructura es clara: unos discursos
(cap. 1-4; 5-11; 13-20) encuadran un Código (12-16) al que siguen unos textos relativos
a la muerte de Moisés. Pero esta estructura no da la clave de la composición del libro
por los muchos "dobletes" que presenta.
Su teología
Poco a poco vamos a ver una modulación nueva del elohísmo. Yahvé es el Dios
poderoso que dirige y protege a aquel al que se ha revelado. Un Dios que no puede ser
captado por los sentidos. No faltan, desde luego, algunas expresiones antropomórficas
(el rostro de Dios es su presencia; su mano el poder; su brazo la energía; su mirada la
providencia...) pero está prohibida toda representación sensible. El elohísta compensaba
estas expresiones negativas con una teología de la alianza. El deuteronomista, con una
teología del "nombre de Dios". Dios ha escogido un lugar "para hacer habitar allí su
nombre". Está presente en la tierra por su ley, que es su palabra. La palabra divina es el
testimonio de su presencia, y de alguna manera también lo son los cantos donde su
nombre es invocado (Dt 31,19).
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Esté Dios es el Dios de Israel. La fórmula "Yahvé tu Dios... Yahvé vuestro Dios... " es
una de las más características de D. En los textos yahvistas, Yahvé es el Dios de la
dinastía, padre del heredero real, con el cual el pueblo forma un cuerpo, una
"personalidad corporativa". En los textos elohístas es el Dios que hace la alianza con las
doce tribus reunidas en un pueblo. En la teología del deuteronomista este pueblo es el
pueblo elegido. Dios es el Dios que conduce a su pueblo.
Este pueblo elegido es una comunidad estructurada. Dios le ha dado un "hermoso país"
(8,7). Le da además algo aún mejor: unas instituciones. El D. sacraliza todas las
funciones. Reciben un estatuto el levita, el juez, el profeta, el rey..,. Hasta una
institución tan carismática como la guerra santa va a ser regulada en el nombre del
"Dios de Israel". La ley de Dios, su palabra, penetra y sacraliza, por un don gratuito, la
vida de su pueblo. El D. traza las líneas de un organismo sagrado completo y complejo.
El principio dé vida de este organismo es la ley. Dios no )habló sólo para la generación
presente y cercana al Horeb o a Moab, lugares teofánicos. Los israelitas deberán
transmitir las instituciones, leyes y costumbres recibidas. Su conjunto forma una Torah,
un cuerpo de doctrina que orienta la fe y dirige las costumbres. Frente a la Torah se opta
por la vida o por la muerte (11,26).
Tiempo
El texto deuteronomista no se presenta como una innovación, sino como una llamada.
Pero no se puede creer anterior al yahvista y elohísta puesto que se apoya en ellos. Ni se
puede atribuir a Moisés un texto que supone ya la práctica de la monarquía (17,14); una
economía comercial y no agrícola; una influencia de la corriente sapiencia) que nos
lleva mucho más lejos de la sabiduría salomónica; y una experiencia de los profetas y
del profetismo. Pero es desde luego anterior a la reforma de Josías que se apoya en él.
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Parece ser la tentativa hecha por los fugitivos del Norte después del desastre de su país,
al refugiarse en Jerusalén. Fieles a Yahvé, intentan salvar la herencia más pura, más
profética, del elohísmo en torno al santuario de la casa de David. La época de Ezequías
que ha visto la caída de Samaría, la construcción de un nuevo barrio para refugiados, la
creación de una comisión encargada de recoger los proverbios de la sabiduría (Prov
25,1), el fracaso de Senaquerib ante la Santa Sión..., es el momento más adecuado para
situar la composición de una obra como ésta.
EL ESTRATO SACERDOTAL
Los autores sacerdotales deseaban salvar las tradiciones antiguas; el sacerdocio, frente
al profetismo, es conservador. Por eso no es de extrañar que se encuentren en las leyes y
vocabulario de sus textos ciertos paralelismos con el II milenio. Hay tiempos
especialmente propicios a volverse hacia atrás, a la fuerza dé los orígenes. Estamos en la
hora del fracaso del Reino del Sur. En este tiempo la función sacerdotal, por el
hundimiento de las-otras instituciones, alcanza una importancia extraordinaria. Su
promoción no viene de la ambición política, sino de las calamidades del tiempo. El
espíritu conturbado se refugia en los ritos antiguos que permiten salvar la herencia
nacional y esperar una renovación y un cambio.
La crítica actual divide los textos sacerdotales de esta forma 1) La ley de santidad (H)
(Lev 17-26). 2) La historia sacerdotal (P), que comienza en Gén 1 y se orienta a la
división de la tierra prometida en el libro de Josué. 3) Leyes y rituales insertados más
tardíamente (Ps).
La Ley de santidad
unidad política, lo considera sobre todo como una comunidad ritual centrada en el
templo, donde reside la santidad de Yahvé. Estamos en la "teología de Jerusalén" de los
tiempos de Isaías (Is 6,1; 8,13). Esta teología tendrá una gran influencia en los
deportados de 597 y 586 que se agruparán en torno al sacerdocio de Jerusalén deportado
con ellos. El profeta Ezequiel, sacerdote exiliado con los demás cautivos, muestra en su
predicación numerosos puntos de contacto con esta ley de santidad, hasta el punto que
muchos lo han querido convertir en su autor. Sin embargo la ley de santidad supone
todavía a Israel sobre su territorio y ofrece, algunas diferencias con el profetismo, por
ejemplo: subraya la importancia del sábado, mientras Isaías y los otros profetas la ponen
en el mismo rango que las otras fiestas (Am 8,5).
La historia sacerdotal
La obra comienza por un gran cuadro del universo organizado, donde el hombre ocupa
el primer puesto (Gén 1). Este capítulo da la definición religiosa del hombre: imagen de
Dios, semejante en lo que es más propio de éste. Para una mentalidad israelita, bien
lejos del platonismo, Dios no es el puro espíritu, sino el Creador. El hombre, su imagen,
está llamado a participar en su obra creadora y a reposar con Él en el sábado eterno sin
tarde ni mañana.
El primer hombre es creado como cabeza de las generaciones sucesivas. Es otra idea
típica de la teología sacerdotal. La vida recibida de Dios va a ser transmitida de
generación en generación y el libro del Génesis se construye sobre estas "generaciones"
que se prolongan hasta Núm. 3, 1, hasta dar con la descendencia sacerdotal de Aarón.
La misma idea de generación en el yahvista iba a fortalecer la descendencia real. Aquí
es el sacerdote el garante de la vida del pueblo de Dios.
Este aspecto sacerdotal colorea las fuentes utilizadas: si los hijos de Israel son nación
santa y pueden acercarse a Dios en su santuario, es porque su vida nacional depende de
los sacerdotes, los hombres del santuario.
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Un dato curioso: como los sacerdotes repatriados eran demasiado numerosos (Neh 7,39-
45) para vivir de las ofrendas al Templo de una población pobre y en apuros, hubo que
reconocer y canonizar la antigua institución de las ciudades santas. Y un dato
inquietante: cuando parece que el Isaías post-exílico (66,1 y 66,21) anuncia un cambio
en este templo y en este sacerdocio, aquí su función y su valor religioso sufren un
endurecimiento y quedan definidos calcáreamente en una inmutable e impasible Torah.
Religiosamente vital, es cierto: por ella vivirán los ho mbres de Esdras y morirán los de
los Macabeos. Pero germinalmente muerta.
La época de esta última redacción que sella la Torah, es la de los comienzos del
segundo Templo. Lleva ecos de los profetas post-exílicos. Su unión al Pentateuco es
obra de Esdras. En Esd 14,18-47 se nos dice que el libro de la ley había sido destruido y
que Esdras, ayudado por otros cinco escribas, lo recompuso. Solamente aquí y ahora
podemos afirmar que se ha terminado la redacción de la Torah. Ya san Jerónimo había
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escrito que el "hasta este día" que se encuentra en el Pentateuco había que atribuirlo
tanto a Moisés como a Esdras. Y ,si él lo dijo de la redacción material, la crítica
moderna ha visto en ambos un símbolo de los dos polos de tensión del Pentateuco: la
inamovible roca mosaica, rica en fuentes, y las sucesivas compilaciones acontecidas en
la variable historia.
CONCLUSIÓN
Ha sido llamado la Torah. Este término dice mucho más que Ley. Es historia de
salvación. La salvación, para la Torah; no está en un código de exigencias. Es el don
que Dios hace a su pueblo, por medio de ese código, de un organismo vivo y
estructurado en medio de las naciones que no le conocen.
Pero lo más importante es que el Pentateuco no es algo cerrado, ensimismado, sino que
ofrece un dinamismo. La Torah no puede bastar a un pueblo vivo y en su interior, como
un corazón palpitante rompe un movimiento que ensancha Israel a dimensiones
universales, que lleva de la ley a la gracia (Jn 1,17). El peligro está en fijar su aspecto
legal, sus "decretos de eternidad", olvidando lo que tienen de más sacramental, la
presencia de Dios en su templo. Peligro de no ver en ellos la riqueza de un Dios que se
revela. Riesgo de estancarlos en una legalidad abstracta y desencarnada.
Las fuentes del Pentateuco pueden ser consideradas, en su mayoría, mosaicas y aun
anteriores. Pero la solidificación del estrato es de una época perfectamente definida. Por
debajo de los mismos hechos y leyes hay otros hechos y otra teología (por ejemplo: en
D aparecen sacerdotes- levitas; en P sacerdotes y levitas. En Ps notamos una auténtica
oposición hacia los levitas... Comparar sobre esta cuestión Núm. 2,33 y 4,2)
la fundación de una sociedad orgánica por el mismo Dios. Esa sociedad es la Iglesia de
Cristo, venida, no para abolir la Torah, sino para acabarla en la plenitud de los tiempos.
Notas:
1
Una simple confrontación del número de columnas del original, basta para comprender
la amplitud con que el autor ha tratado el tema. Nosotros hemos tenido que prescindir
de muchas de sus formulaciones.