Cuarenta y Cuatro Preguntas
Cuarenta y Cuatro Preguntas
Cuarenta y Cuatro Preguntas
ALCOHOLICOS ANONIMOS ® es una comunidad de hombres y mujeres que comparten
su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver su problema común y
ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo.
• El único requisito para ser miembro de A.A. es el deseo de dejar la bebida. Para
ser miembro de A.A. no se pagan honorarios ni cuotas; nos mantenemos con
nuestras propias contribuciones.
• A.A. no está afiliada a ninguna secta, religión, partido político, organización o
institución alguna; no desea intervenir en controversias; no respalda ni se
opone a ninguna causa.
• Nuestro objetivo primordial es mantenernos sobrios y ayudar a otros alcohólicos
a alcanzar el estado de sobriedad.
Preguntas y Respuestas Acerca de Alcohólicos Anónimos
Probablemente, varios millones de personas han oído hablar o han leído acerca de
Alcohólicos Anónimos, desde su iniciación en 1935. Algunos conocen más o menos su
programa de recuperación del alcoholismo, que ha ayudado a más de 2,000,000 de
bebedores problema. Otros tienen solamente una vaga idea de que A.A. es una
asociación que de un modo u otro ayuda a los borrachos a dejar de beber.
Este folleto fue proyectado para quienes están interesados en A.A. para sí mismos,
para un amigo o pariente o simplemente porque desean estar mejor informados
acerca de esta comunidad poco común. En las páginas siguientes se incluyen las
respuestas a muchas de las preguntas específicas que se han hecho en el pasado
sobre A.A. Dichas respuestas vienen a formar la historia de esta sociedad más o
menos definida de hombres y mujeres que comparten entre sí un gran interés: El
deseo de mantenerse sobrios y de socorrer a otros alcohólicos que buscan ayuda
para su problema con la bebida.
Los millares de hombres y mujeres que han ingresado a la sociedad de A.A. en los
últimos años no son misioneros altruistas. Su empeño y voluntad para ayudar a otros
alcohólicos, puede más bien calificarse de interés propio bien entendido. Los
miembros de A.A. se dan cuenta de que su propia sobriedad depende en gran parte
del contacto continuo con otros alcohólicos.
Después de leer este folleto, puede que usted tenga algunas preguntas que no hayan
sido contestadas completamente. Si en su localidad hay un grupo de A.A., sus
miembros tendrán mucho gusto en darle información adicional. En caso de no existir
un grupo de A.A. cercano a su localidad, no vacile en escribir directamente a: Box
459, Grand Central Station, New York, NY 10163, U.S.A., con la seguridad de que no
divulgaremos su nombre.
El Alcoholismo y los Alcohólicos
No hace mucho que el alcoholismo era considerado como problema moral. Hoy en día
muchos lo consideran primordialmente como un problema de salud. Para el mismo
bebedor problema el alcoholismo seguirá siendo siempre un asunto intensamente
personal. El alcohólico que se dirige a A.A., a menudo hace preguntas que se refieren
a su propio caso, a sus temores y a sus experiencias de mejorar su vida.
¿Qué es el alcoholismo?
Hay diversas y muy distintas interpretaciones del alcoholismo.
La explicación que parece más sensata a la mayoría de los miembros de A.A. es que el
alcoholismo es una enfermedad, una enfermedad progresiva que no puede curarse
pero que, al igual que muchas otras enfermedades, puede contenerse. Yendo aún más
allá, muchos de los A.A. opinan que esa enfermedad es la combinación de una alergia
física al alcohol y una obsesión por la bebida, sin tener en cuenta sus consecuencias,
y que es imposible contenerla con sólo la fuerza de voluntad.
Antes de haber sentido la influencia de A.A., muchos alcohólicos que no pueden dejar
de beber se consideran moralmente débiles o, en algunos casos, se sienten víctimas
de algún desequilibrio mental. A.A. cree que los alcohólicos son más bien enfermos
que pueden mejorar de su dolencia siguiendo un programa sencillo y que ha resultado
eficaz para más de un millón de hombres y mujeres.
Una vez que el alcoholismo se ha apoderado de un individuo, no puede decirse que la
víctima esté cometiendo una falta moral. En ese estado, el alcohólico no puede valerse
de su fuerza de voluntad, porque ya ha perdido la facultad de decidir si usa el alcohol
o si se abstiene de él. Lo importante, entonces, es hacerle frente a la enfermedad y
valerse de la ayuda que se le brinda para combatirla. Debe además existir el deseo
sincero de recuperarse. La experiencia ha demostrado que el programa de A.A.
resulta eficaz para cualquier alcohólico que tenga sinceros deseos de dejar la bebida;
generalmente no produce resultados para el hombre o mujer que no esté
absolutamente seguro de querer dejar el alcohol.
¿Cómo puedo saber si soy verdaderamente alcohólico?
Sólo usted puede tomar esta decisión. A muchos de los actuales miembros de A.A. les
habían dicho que ellos no eran alcohólicos, que sólo necesitaban más fuerza de
voluntad, un cambio de ambiente, más descanso o algunas distracciones nuevas para
recuperarse. Finalmente se dirigieron a A.A. porque sentían sinceramente que el
alcohol los había derrotado y que estaban dispuestos a probar cualquier cosa que los
librara del incontrolable deseo de beber.
Algunos de esos hombres y mujeres sufrieron terribles experiencias a causa del
alcohol antes de estar dispuestos a admitir que el alcohol no les convenía. Se
volvieron negligentes, robaron, mintieron, estafaron, y hasta mataron en medio de sus
borracheras. Abusaron de sus patrones y de sus propias familias. Perdieron toda
noción de responsabilidad en sus relaciones sociales. Malgastaron su caudal material,
mental y espiritual.
Otros muchos que tuvieron experiencias menos trágicas también se dirigieron a A.A.
No estuvieron nunca presos ni hospitalizados. Sus excesos en la bebida habían sido
notados apenas por los miembros de la familia y por los amigos más cercanos. Pero
sabían lo suficiente acerca de la bebida para reconocer los síntomas del alcoholismo y
saber que se trataba de una enfermedad progresiva. No deseaban participar en esa
clase de progreso.
Entre los A.A. se dice que no hay tal cosa como ser un alcohólico a medias, y sólo el
individuo mismo puede decir si para él el alcohol se ha convertido en un problema
incontrolable.
¿Puede un alcohólico volver a beber "normalmente"?
Hasta donde ha podido determinarse, ningún alcohólico ha vuelto a dejar de serlo. El
solo hecho de haberse abstenido del alcohol durante varios meses o años, nunca ha
sido suficiente para que un alcohólico pueda beber "normalmente" o socialmente. Una
vez que el individuo ha traspasado la frontera entre beber mucho y beber
irresponsablemente, no puede volver atrás. Pocos son los alcohólicos que
deliberadamente tratan de beber hasta hallarse en apuros, pero los apuros y molestias
parecen ser la consecuencia inevitable que espera a los alcohólicos. Después de
abstenerse por algún tiempo, puede pensar que no corre peligro experimentando con
unas cuantas cervezas o unos pocos vasos de vino suave. Puede engañarse con la
falsa idea de que si sólo bebe un poco con las comidas, evitará meterse en problemas.
Pero no tardará en verse nuevamente en las garras del alcohol, aunque con toda
sinceridad desee limitarse a beber con moderación y en reuniones de sociedad.
La respuesta, basada en la experiencia de A.A., es que quien es alcohólico nunca será
capaz de controlar el alcohol durante un período de tiempo apreciable. Eso deja
abiertos dos caminos: dejar que la enfermedad siga empeorando progresivamente,
con todas sus terribles consecuencias, o abstenerse totalmente del alcohol y
desarrollar una nueva manera de vivir constructivamente.
¿No puede un miembro de A.A. beber ni siquiera cerveza?
Naturalmente, en A.A. no existen preceptos de carácter obligatorio y nadie vigila a los
miembros para cerciorarse de si están bebiendo o no. La respuesta a esta pregunta es
que si un individuo es alcohólico no puede arriesgarse a tomar alcohol en ninguna
forma. El alcohol no deja de ser alcohol aunque esté en la forma de un martini, un
whisky con soda, un brandy con agua, una copa de champaña o un vaso de cerveza.
Para un alcohólico, una bebida alcohólica en cualquier forma puede ser demasiado, y
veinte tragos de licor pueden no bastarle.
Para asegurarse de su sobriedad, el alcohólico tiene que abstenerse totalmente del
alcohol, sin que para nada importe la cantidad y sin que influyan la mezcla y el grado
de concentración que se crea capaz de soportar.
Claro está, que muy pocos son los que pueden emborracharse con sólo una o dos
botellas de cerveza. El alcohólico lo sabe tan bien como cualquiera. Puede hasta
convencerse de que apenas va a tomarse dos o tres cervezas y no más durante el día.
En algunas ocasiones puede incluso seguir ese programa durante varios días o
semanas. Pero eventualmente llega a la decisión de que ya que está bebiendo más
vale "hacer las cosas bien hechas" y va aumentando la cantidad de vino o de cerveza,
o se pasa a un licor fuerte y, antes de darse cuenta, vuelve a estar donde había
empezado.
Yo puedo dejar de beber por un tiempo entre una y otra borrachera; ¿Cómo puedo
saber si necesito a A.A.?
La mayoría de los A.A. dicen que todo está en cómo se bebe y no en la frecuencia con
que se bebe. Muchos bebedores pueden pasar semanas, meses y hasta años entre
una y otra borrachera. Durante sus períodos de sobriedad puede que hasta ni
siquiera piensen en el alcohol. Sin hacer gran esfuerzo mental o emocional, pueden
tomar o no tomar, y prefieren no tocar el alcohol.
Luego, por alguna razón inexplicable, o incluso sin razón, se entregan a una
borrachera prolongada. Dejan a un lado su oficio, descuidan la familia y demás
deberes cívicos y sociales. La borrachera puede durar apenas una noche o
prolongarse por días o semanas. Cuando pasa, la víctima se siente débil, llena de
remordimiento, resuelta a no dejar que vuelva a ocurrirle semejante cosa. Pero, es
seguro que volverá a ocurrirle.
Este tipo de borracho, que pudiéramos calificar de "periódico", sorprende no sólo a
quienes le rodean sino que se sorprende él mismo. No puede comprender cómo es
que interesándole tan poco el licor durante largos períodos de tiempo, llega el
momento en que basta con que empiece a beber para que pierda todo el dominio de
sí mismo.
El bebedor periódico puede o no ser alcohólico. Si comienza a beber de seguido y si
los períodos de sobriedad entre una y otra borrachera van volviéndose
progresivamente más cortos, lo más probable es que llegue el momento en que tenga
que ver que se encuentra ante un problema verdadero. Si está listo a convenir en que
es un alcohólico, ha dado el primer paso hacia la sobriedad progresivamente
constructiva de que disfrutan miles de A.A.
Otros dicen que no soy alcohólico. Pero bebo más cada día. ¿Debería ingresar en
A.A.?
A muchos de los miembros actuales de A.A. les habían asegurado sus médicos,
amigos y parientes, que no eran alcohólicos. El alcohólico mismo generalmente
complica su problema porque siente repugnancia a encararlo seriamente. No siendo
totalmente honrado consigo mismo, el borracho consuetudinario le dificulta la tarea al
médico que trata de ayudarle. Lo sorprendente es que, en realidad, tantos médicos
hayan podido penetrar el engaño de los bebedores típicos y hayan podido
diagnosticar acertadamente el problema.
Nunca se recalcará demasiado sobre que, la resolución decisiva —soy alcohólico—
tiene que tomarla el bebedor mismo. Sólo él —no su médico, ni su familia, ni sus
amigos— puede tomar tal decisión. Una vez que lo haya hecho, habrá ganado la mitad
de la lucha para lograr su sobriedad. Si deja que otros resuelvan lo que sólo a él le
toca resolver, únicamente habrá prolongado innecesariamente las serias
consecuencias de sus intentos de conquistar el alcohol.
¿Puede una persona "por sí sola" lograr la sobriedad leyendo la literatura de A.A.?
Unas cuantas personas han dejado de beber después de leer el "Libro Grande" de
A.A., que enuncia los principios básicos del programa de recuperación del
alcoholismo. Pero casi todos los que han podido hacerlo, han buscado a otros
alcohólicos inmediatamente, para compartir con ellos su experiencia y su sobriedad.
El programa de los A.A. tiene mejores resultados para el individuo que lo reconoce y
acepta como programa que incluye a otras personas. Cuando trabaja con otros
alcohólicos de su grupo local, el bebedor problema adquiere, al parecer, apoyo y
simpatía. Se encuentra rodeado por otros que comparten sus experiencias del
pasado, sus problemas del presente y sus esperanzas para el porvenir. Deja a un lado
la sensación de soledad que quizás fue uno de los factores importantes que lo
llevaron a la bebida.
¿Si me hago miembro de A.A., no lo sabrá enseguida todo el mundo?
El anonimato es y ha sido siempre la base del programa de A.A. Después de ser
miembros por algún tiempo, la mayoría de los A.A. no tienen inconveniente en que se
sepa que se han unido a una sociedad que les ayuda a permanecer sobrios.
Tradicionalmente los A.A. nunca revelan su asociación con el movimiento a través de
la radio, la prensa o cualquier otro medio de publicidad. Y ninguno de ellos tiene el
derecho de revelar la identidad de ningún otro de los miembros.
Eso quiere decir que los recién iniciados pueden tener la seguridad de que sus nuevos
amigos no divulgarán lo que sepan en relación con sus problemas como bebedores.
Los miembros antiguos del grupo comprenden lo que sienten los recién llegados y
recuerdan sus propias dudas y el temor que sentían de ser identificados públicamente
con la aterradora palabra de "alcohólico".
Una vez que se ha hecho miembro de A.A., el recién llegado puede pensar que en
realidad era una simpleza asustarse de pensar que el público pudiera informarse de
que había dejado de beber. Cuando uno es un bebedor, las noticias de sus aventuras
se saben rápidamente, y la mayoría de los alcohólicos ya han adquirido fama de
borrachos
incurables cuando resuelven unirse a A.A. El hecho de que sean bebedores, con muy
raras excepciones, no es un secreto muy guardado y, en esas circunstancias, lo raro
sería, que la buena noticia de que un borracho deje de tomar, pasase inadvertida.
Cualesquiera que sean las circunstancias, nadie más que el propio interesado, o sea
el recién afiliado a A.A. tiene el derecho de hacer declaraciones al respecto, y sólo de
modo que en ninguna forma vaya a perjudicar a la Comunidad.
¿Cómo puedo progresar en mis negocios, en donde tengo que socializar con
frecuencia, si me abstengo de beber?
El beber en sociedad se acepta ahora como parte de las actividades en que hay que
participar para hacer ciertos negocios. Muchas de las reuniones con los clientes y
posibles compradores se hacen coincidir con aquellas ocasiones en que se
acostumbra tomar cocteles, o alguna otra clase de licores, bien sea durante el día o
por la noche. Muchos de los actuales miembros de A.A. serían los primeros en
declarar que a menudo llevaron a cabo importantes negocios en bares, cuartos de
hoteles y hasta en funciones sociales que tuvieron lugar en casas particulares y
durante las cuales se bebieron licores.
Es sorprendente, sin embargo, que en el mundo se hace mucho trabajo sin necesidad
del alcohol. También sorprende a muchos alcohólicos descubrir que hay multitud de
dirigentes de negocios e industrias, y muchos distinguidos profesionales y destacados
artistas que lograron triunfar sin depender para nada del alcohol.
En realidad, muchos de los A.A., admiten que usaban los "contactos de negocios"
como una de las diversas excusas para beber. Ahora que ya no beben, han
descubierto que en realidad logran hacer más que cuando bebían. El abstenerse del
alcohol no les ha resultado un estorbo para ganar nuevos amigos y convencer a gente
que puede contribuir a su éxito en los negocios.
Lo anterior no significa que todos los A.A. deben repentinamente evitar todo contacto
con sus amigos sociales o comerciales que tomen bebidas alcohólicas. Si un amigo
desea tomarse un cóctel o dos antes del almuerzo, el A.A. generalmente se toma un
refresco, un jugo de frutas o una taza de café. Si un A.A. es invitado a una reunión
social en que se sirvan licores y a la que deba asistir por razones de sus negocios,
generalmente no vacila en ir. Sabe por experiencia que la mayoría de los demás
invitados se preocupan más por sus propias bebidas que por las de él y que
probablemente no les importe especialmente saber lo que esté tomando.
A medida que comienza a sentirse orgulloso de la calidad y cantidad de su trabajo, el
recién iniciado en A.A. probablemente encuentre que el triunfo en la mayoría de las
actividades comerciales todavía depende de lo bien que se realicen. Esa sencilla
verdad no era tan aparente cuando él bebía alcohol. En esos tiempos, podía haber
llegado al convencimiento de que la simpatía personal, la generosidad y el buen humor
era la clave del triunfo en los negocios. No hay duda de que esas cualidades le ayudan
mucho a la persona que bebe en forma controlada, pero no le son suficientes al
alcohólico, pues generalmente les da más importancia de la que realmente tienen.
¿Puede A.A. servirle a la persona que realmente ha "tocado fondo"?
La experiencia ha demostrado que el hacerse miembro de A.A. da buenos resultados a
casi todos los que realmente desean dejar el alcohol, sin que importen para nada sus
antecedentes económicos o sociales. La asociación incluye hoy en día entre sus
miembros a muchos desheredados de la suerte, a muchos que fueron inquilinos de la
cárcel y de otras instituciones públicas.
El individuo sin hogar y sin dinero no queda en situación desventajosa al hacerse
miembro de A.A. Su problema básico, aquello que le hace imposible llevar una vida
normal, es idéntico al problema central de todos los demás miembros de A.A. Lo que
vale cualquiera de los miembros no se juzga por la ropa que vista, por su modo de
hablar ni por la cantidad de dinero que tenga en el banco. Lo único que cuenta es que
el recién llegado desee sinceramente dejar de beber. En ese caso, se le dará la
bienvenida. Lo más seguro es que se sorprenda cuando los demás miembros del
grupo empiecen a contar sus historias y aventuras y descubra que la mayoría han
pasado por experiencias aún peores que las suyas.
¿Se ha dado el caso de que alcohólicos que han dejado de beber se hayan hecho
miembros de A.A.?
La mayoría de los hombres y mujeres que se unen a A.A. lo hacen cuando han llegado
al límite más bajo de su experiencia como bebedores, pero no siempre es ese el caso.
Muchas personas se han hecho miembros mucho después de haber tomado el último
trago. Un individuo, reconociendo que no podía controlar el alcohol, había dejado ya
de beber seis o siete años cuando se hizo miembro. Su período de sobriedad,
impuesta por él mismo, no había sido nada envidiable. Gradualmente aumentaba su
tensión nerviosa y se contrariaba hasta por los problemas más sencillos de su vida
cotidiana. Ya estaba resuelto a volver a experimentar con la bebida, cuando un amigo
le aconsejó que se informase sobre A.A. Desde entonces ha sido miembro durante
varios años y dice que no hay comparación entre la agradable sobriedad de hoy día y
su lastimosa sobriedad del pasado.
Otros informan que han tenido experiencias semejantes. Aunque saben que les es
posible permanecer sobrios con aspecto lúgubre durante largos períodos de tiempo,
dicen que les es mucho más fácil gozar de su sobriedad y fortaleza cuando se
encuentran con otros alcohólicos y trabajan con ellos en A.A. Al igual que la mayoría
de los seres humanos, ven que no hay razón para hacer las cosas de la manera más
difícil. Si les da a escoger entre la sobriedad fuera o dentro de la Sociedad, se quedan
intencionalmente con A.A.
¿Por qué se interesa A.A. por los bebedores problema?
Los miembros de A.A. tienen un interés egoísta en brindarles ayuda a los demás
alcohólicos que aún no han logrado la sobriedad. Primero, porque saben por
experiencia propia que esa clase de actividades, que generalmente denominan trabajo
de Paso Doce, les ayuda a mantenerse sobrios. Sus vidas han adquirido un interés
importante que los domina y probablemente les recuerda, haciéndoles ver su
experiencia de otros tiempos, que deben evitar el exceso de confianza que podría
conducirlos a una recaída. Cualquiera que sea la explicación, los A.A. que dedican
libremente su tiempo y sus esfuerzos a ayudar a los otros alcohólicos, raras veces
tienen mucho trabajo para conservar su propia sobriedad.
La segunda razón es que los A.A. desean vivamente ayudar a los bebedores problema
porque el hacerlo así les da la oportunidad de pagar la deuda que contrajeron con
quienes les ayudaron a ellos. Esa es la única forma práctica en que un individuo puede
pagar su deuda con A.A. Todos los miembros saben que la sobriedad no puede
comprarse ni alquilarse a largo plazo. Saben, sin embargo, que el nuevo modo de vivir
sin alcohol es suyo con sólo desearlo, si honradamente lo quieren y si están
dispuestos a compartirlo con quienes quieran seguirlo.
Tradicionalmente, A.A. nunca "recluta" a sus miembros, nunca incita a nadie a que se
haga miembro y nunca solicita contribuciones de afuera.
La Comunidad de Alcohólicos Anónimos
Quien esté convencido de que es alcohólico y de que A.A. puede ayudarle, al ingresar
como nuevo miembro, generalmente tiene ciertas preguntas específicas sobre la
naturaleza, estructura e historia del movimiento mismo. He aquí algunas de las
preguntas más comunes.
¿Qué es Alcohólicos Anónimos?
Hay dos maneras prácticas de describir A.A. La primera es la descripción conocida de
su meta y de sus propósitos, que aparece en una de las páginas anteriores:
"Alcohólicos Anónimos es una comunidad de hombres y mujeres que comparten su
mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver su problema común y ayudar a
otros a recuperarse del alcoholismo. El único requisito para ser miembro de A.A., es el
deseo de dejar la bebida. Para ser miembro de A.A. no se pagan honorarios ni cuotas;
nos mantenemos con nuestras propias contribuciones. A.A. no está afiliada a ninguna
secta religiosa, partido político, organización o institución alguna; no desea intervenir
en controversias; no respalda ni se opone a ninguna causa. Nuestro objetivo
primordial es mantenernos sobrios y ayudar a otros alcohólicos a alcanzar el estado
de sobriedad.’’
El "problema común" es el alcoholismo. Los hombres y mujeres que se consideran
miembros de A.A. son, y seguirán siendo siempre, alcohólicos. Llegaron finalmente a
la conclusión de que ya no les era posible controlar de ningún modo el alcohol; ahora
se abstienen de él por completo. Lo importante es que no tratan de luchar contra el
problema por sí solos. Discuten su problema abiertamente con los otros alcohólicos.
El hecho de compartir su "experiencia, fortaleza y esperanza" parece ser el elemento
básico que les permite vivir sin el alcohol, y en la mayoría de los casos, sin siquiera
sentir deseos de beber.
La segunda manera de describir a Alcohólicos Anónimos es esbozar la estructura de
la Sociedad. Numéricamente, A.A. consta de más de 2,000,000 de hombres y mujeres
en 150 países. Estos hombres y mujeres se reúnen en grupos locales que varían en
tamaño desde un puñado de ex bebedores en algunas localidades hasta varios
centenares en los centros populosos.
En las áreas metropolitanas puede haber veintenas de grupos vecinos, que se reúnen
para tener sus reuniones independientemente de otros. Muchas de esas reuniones de
A.A. son públicas; algunos grupos tienen también sus "reuniones cerradas" en las que
se incita a los miembros a que discurran sobre problemas que tal vez no serían
apreciados en su totalidad por los no alcohólicos.
El grupo local, con sus reuniones locales que permite que los alcohólicos y sus
familias se reúnan en un ambiente de amistad y mutua ayuda, es el núcleo de la
sociedad de A.A. Actualmente hay diseminados en todo el mundo más de 105,000
grupos incluyendo algunos en hospitales, prisiones y otras instituciones.
¿Cómo comenzó A.A.?
Alcohólicos Anónimos tuvo su comienzo en Akron, en 1935, cuando un hombre de
negocios de Nueva York, que había logrado permanecer sobrio por primera vez en
varios años buscó a otro alcohólico. Durante los pocos meses de su recientemente
adquirida sobriedad, el neoyorquino había observado que sus deseos de beber
disminuían cuando trataba de ayudar a otros "borrachos" a intentar permanecer
sobrios. En Akron, le dieron la dirección de un médico de la localidad, que tenía
problemas con la bebida. Trabajando juntos, el hombre de negocios y el médico
descubrieron que su capacidad de permanecer sobrios parecía estar muy relacionada
con la cantidad de ayuda y estímulo que pudieran darles a los demás alcohólicos.
Durante los primeros cuatro años, la nueva asociación se desarrolló lentamente,
carecía de nombre, de organización y de material impreso que la describiera. Se
establecieron grupos en Akron, Nueva York, Cleveland y algunos otros lugares.
En 1939, con la publicación del libro Alcohólicos Anónimos, del cual la asociación
derivó su nombre, y con la ayuda de amigos no alcohólicos, la Sociedad comenzó a
llamar la atención tanto en este país como en el extranjero.
Con el tiempo, se abrió en Nueva York una oficina de servicio que se encargó de
atender a los millares de cartas que llegan cada año solicitando información y
literatura.
¿Existen reglamentos en A.A.?
La ausencia de reglamentos y disposiciones de carácter obligatorio es una de las
cualidades más singulares de A.A. como grupo local y como asociación de alcance
mundial. No hay estatutos que digan que un miembro tiene que asistir a determinado
número de reuniones durante cierto período de tiempo.
Como es de suponer, la mayoría de los grupos tienen la tradición, no escrita, de que
cualquiera que siga bebiendo y que por su comportamiento interrumpa una reunión de
A.A. tendrá que ausentarse de ella; la misma persona, sin embargo, será bienvenida
en cualquier momento en que sus acciones no causen molestias. En realidad, los
demás miembros del grupo harán cuanto puedan por ayudarle si es que sinceramente
desea dejar de beber.
¿Cuánto cuesta ser miembro de A.A.?
Para ser miembro de A.A. no es necesario hacer gastos de ninguna clase. El programa
de recuperación de los alcohólicos está a la disposición de cualquiera que desee dejar
de beber, bien sea que carezca en absoluto de dinero o que posea millones.
La mayoría de los grupos locales "pasa el sombrero" en las reuniones para sufragar
los gastos de arriendo y pagar los artículos que se consuman durante las reuniones
tales como café, emparedados, pasteles o cualquier otra cosa que se sirva. En la gran
mayoría de los grupos, parte del dinero que se obtiene por contribuciones voluntarias
pasa a la Oficina de Servicios Generales de A.A. y se destina a ayudar al
sostenimiento de los servicios nacionales e internacionales de la sociedad. Ese dinero
se emplea exclusivamente para los servicios destinados a la ayuda de los grupos
nuevos o ya establecidos y para difundir el programa de recuperación entre "los
millones de alcohólicos que aún no lo conocen".
Lo importante es que el ser miembro de A.A. no depende en ninguna manera de que
se contribuya a su sostenimiento. Muchos de los grupos, en realidad, han puesto un
límite definitivo a la cantidad con que puede contribuir cualquiera de sus miembros.
La sociedad de A.A. se sostiene por sí misma y no acepta contribuciones de fuentes
extrañas.
¿Quién dirige a A . A.?
A.A. no tiene gerentes ni personal directivo con poderes o autoridad sobre los demás
miembros de la Comunidad. En A.A. no hay "gobierno". Claro está, sin embargo, que
incluso en una organización sin etiqueta hay que hacer cierta clase de trabajos. En los
grupos locales, por ejemplo, alguien tiene que encargarse de conseguir un lugar
apropiado para las reuniones; es necesario planear las reuniones y sus programas; se
requiere proveer café y refrescos, que tanto contribuyen a hacer más agradable el
ambiente durante las reuniones; muchos grupos también consideran conveniente
asignarle a alguno la responsabilidad de mantener el contacto con el desarrollo
nacional e internacional de A.A.
Cuando un grupo local está recién organizado, algunos de sus miembros asumen
voluntariamente la responsabilidad de actuar informalmente como servidores del
mismo. Tan pronto como se puede, sin embargo, esas responsabilidades van pasando,
por elección, a otros miembros del grupo y por períodos de tiempo limitado. Un grupo
típico de A.A. puede tener un secretario, un comité de programas, un comité de
alimentos, un tesorero y un representante de servicios generales que representa al
grupo en las reuniones regionales. Los nuevos miembros que hayan pasado un tiempo
razonable de sobriedad son instados a que asuman parte de las responsabilidades del
grupo.
Tanto en lo nacional como en lo internacional, hay también ciertas tareas específicas
que llevar a cabo. Es necesario escribir circulares, imprimirlas y distribuirlas a los
grupos o individuos que las soliciten. Es necesario contestar las preguntas que se
reciban de los grupos nuevos o ya establecidos. Es necesario atender a las solicitudes
de información sobre A.A. y su programa de recuperación del alcoholismo. Es
necesario informar a los médicos, miembros del clero, hombres de negocios y
directores de instituciones. También es forzoso mantener relaciones con la prensa, la
radio, el cine y otros medios de comunicación e información.
Para asegurar el sano desarrollo de A.A. los primeros miembros de la sociedad, junto
con algunos amigos no alcohólicos, establecieron un consejo custodial, la Fundación
Alcohólica, que se conoce ahora como la Junta de Servicios Generales de Alcohólicos
Anónimos. Esta sirve de guardiana de las Tradiciones de A.A. y de sus servicios
generales, y además asume la responsabilidad por las normas de servicios y la
integridad de la Oficina de Servicios Generales de A.A. en Nueva York.
El lazo de unión entre los grupos de A.A. (de los Estados Unidos y el Canadá) y la
Junta de Servicios es la Conferencia de Servicios Generales de A.A. La Conferencia,
compuesta por aproximadamente 92 delegados regionales, se reúne durante varios
días cada año con los Custodios de la Junta de Servicios y con los dirigentes de la
Oficina principal de Nueva York. La Conferencia es exclusivamente una agencia de
consultas y servicios, y no tiene autoridad para reglamentar o gobernar a los
miembros de A.A.
Así, la respuesta a la pregunta de "¿quién dirige a A.A.?" Es que la sociedad es una
organización democrática que no tiene gobierno general y cuya organización formal
se mantiene al mínimo.
¿Es A.A. una sociedad religiosa?
A.A. no es una sociedad religiosa, porque a sus miembros no se les exige ninguna
creencia religiosa como condición para su ingreso. A pesar de que la asociación ha
recibido la aprobación y el respaldo de muchos clérigos, no está aliada con ninguna
organización o secta. Entre sus miembros se incluyen católicos, protestantes, judíos,
practicantes de otras religiones, así como también ateos y agnósticos.
El programa de recuperación de A.A. tiene indudablemente como base la aceptación
de ciertos valores espirituales. Cada miembro, como individuo, puede libremente
interpretar esos valores como mejor le plazca, o ni siquiera pensar en ellos, si así lo
desea.
Antes de dirigirse a A.A., el alcohólico activo ha llegado al convencimiento de que no
puede controlar la bebida. El alcohol se ha convertido para él en algo superior a sus
fuerzas y la asociación lo acepta en esas condiciones. A.A. sugiere que para lograr y
conservar la sobriedad, el alcohólico necesita aceptar que existe otro poder superior a
sí mismo, del cual debe depender. Algunos alcohólicos prefieren considerar que el
grupo mismo de A.A. es ese poder superior. Para otros, este poder es Dios, como
cada uno lo concibe. Otros más dependen de conceptos enteramente distintos del
Poder Superior.
Algunos alcohólicos, cuando se dirigen por primera vez a la Comunidad de A.A., hacen
ciertas salvedades definidas en cuanto a aceptar cualquier idea de la existencia de un
poder superior a ellos. La experiencia ha demostrado que, si consideran las cosas en
forma imparcial y continúan asistiendo a las reuniones del grupo, muy seguramente
encontrarían una solución aceptable de ese problema, que es netamente personal.
¿Es A.A. un movimiento de abstinencia?
No, A.A. no está relacionada con ningún movimiento de temperancia. A.A. "no
respalda ni se opone a ninguna causa". Esta frase, tomada del plan general
ampliamente aceptado en lo referente al objetivo que persigue la asociación, puede
naturalmente aplicarse a los llamados movimientos o cruzadas de abstinencia. Una
vez que el alcohólico ha logrado volverse sobrio y está tratando de seguir el
programa de recuperación de A.A., su actitud hacia el alcohol puede compararse a la
de un individuo alérgico con respecto a las cosas que le producen alergia.
Aunque muchos de los A.A. comprendan que es posible que el alcohol le caiga muy
bien a algunas personas, saben muy bien que es veneno para ellos. Por lo general, un
A.A. no desea privar a nadie de aquello que, bien manejado, puede ser una fuente de
placer. Simplemente acepta que él, personalmente, no puede controlarlo.
¿Hay muchas mujeres alcohólicas en A.A.?
Diariamente aumenta el número de mujeres a quienes ayuda la Comunidad de A.A. en
su problema de recuperación. Se calcula que por cada tres miembros de un grupo de
A.A. hay una mujer. Lo mismo que los hombres del grupo, representan todos los
grupos de la sociedad y todas las clases de alcohólicos.
La impresión general es que la mujer alcohólica tiene problemas especiales. Puesto
que la sociedad tiende a colocar a la mujer en un plano superior al de los hombres,
algunas mujeres pueden sentir que el abuso del alcohol es un estigma mayor para la
mujer que para el hombre.
A.A. no hace distinciones de esa clase. Cualquiera que sea la edad, posición social,
fortuna o educación de una mujer alcohólica, encontrará que, al igual que a los
hombres, los A.A. la comprenderán y la ayudarán. Dentro de la organización de A.A.
en sus grupos locales, las mujeres desempeñan papeles cada día más importantes.
Ayudan a atender a los nuevos miembros y a planear y preparar las reuniones. Son
parte integrante de toda la comunidad.
¿Hay muchos jóvenes en A.A.?
Uno de los aspectos más alentadores del crecimiento de A.A. es que constantemente
crece el número de jóvenes de ambos sexos que son atraídos por el programa antes
de que sus problemas de alcoholismo resulten en desastre definitivo. Ahora que la
naturaleza progresiva del alcoholismo se comprende mejor que antes, esos jóvenes
reconocen que si uno es alcohólico, lo mejor es combatir la enfermedad en sus
comienzos.
Cuando la sociedad de A.A. estaba recién fundada, se pensaba generalmente que los
únicos candidatos lógicos eran los hombres y mujeres mayores que habían perdido
sus empleos, habían desorganizado por completo su vida de familia o, en una u otra
forma, se habían aislado de la vida social normal durante varios años.
Hoy en día, muchos de los jóvenes que acuden a A.A. apenas han pasado de los veinte
años de edad. Otros aún no los han cumplido. Muchos aún conservan sus empleos y
tienen sus familias. Muchos no han estado nunca en la cárcel ni en ningún asilo. Pero
han presentido la suerte que les espera, reconocen que son alcohólicos y no ven el
objeto que pueda tener el que dejen que el alcoholismo siga con ellos su curso
desastroso.
La necesidad de recuperarse es tan fuerte en ellos como en los hombres y mujeres
mayores que no tuvieron ninguna oportunidad de acudir a A.A. en su juventud. Una
vez que se vuelven miembros de A.A. los jóvenes y los viejos rara vez se muestran
conscientes de su diferencia de edad. En A.A. ambos grupos comienzan una nueva
vida desde el mismo punto: el último trago.
Reuniones de Grupo
Las reuniones de los grupos locales son el centro o núcleo de la Comunidad de A.A.
Son, en muchos aspectos, un tipo muy singular de reunión y que seguramente puede
parecer muy extraño a los recién llegados. Las preguntas que siguen dan una idea del
modo en que se desarrolla una reunión de A.A. y del papel que desempeña un recién
llegado como parte del grupo.
¿Cómo hace una persona para unirse a A.A.?
Nadie "se une" a A.A. en el sentido usual de la expresión. No es necesario llenar una
solicitud. (En realidad, muchos de los grupos ni siquiera tienen lista de miembros). No
hay que pagar cuota de matrícula ni contribuciones de ninguna clase.
La mayoría de las personas se asocian a A.A. con sólo asistir a las reuniones de un
grupo local. Su introducción puede ocurrir de varias maneras. Puede que, habiendo
llegado al punto en que sinceramente querían dejar la bebida, se hayan puesto en
contacto voluntariamente con A.A. llamando a la oficina local de A.A. inscrita en la
guía telefónica, o escribiendo a la General Service Office, Box 459, Grand Central
Station, New York, NY 10163.
Otros pueden haber sido llevados a un grupo local de A.A. por un amigo, un pariente,
un médico o un consejero espiritual.
Generalmente, un recién llegado a A.A. tiene oportunidad de hablar con uno o más de
los miembros locales antes de asistir a su primera reunión. Tiene oportunidad de
informarse sobre cómo A.A. les ha ayudado a esas personas. Obtiene información
sobre el alcoholismo y A.A. que puede ayudarle a determinar si está o no
honradamente preparado para dejar el alcohol. El único requisito para ser miembro es
querer dejar la bebida.
A.A. no hace cruzadas para conseguir nuevos miembros. En caso de que después de
asistir a varias reuniones, el recién llegado decida que no le conviene seguir, nadie lo
instará a que continúe en la Comunidad. Puede que se le diga que considere
imparcialmente lo que debe hacer, pero nadie tratará de convencerlo de nada. Sólo el
alcohólico mismo, y por sí mismo, puede decidir si necesita o no unirse a A.A.
¿Qué es una reunión "abierta"?
Una reunión abierta de A.A. es aquella a la que puede asistir cualquier persona de la
comunidad, alcohólica o no alcohólica. La única obligación en que se incurre al asistir,
es la de no revelar los nombres de los miembros de A.A. fuera de la reunión.
Una reunión abierta tiene generalmente un "director" y otros oradores. El director
abre y cierra la reunión y presenta a cada uno de los oradores. Con raras
excepciones, los oradores en esta clase de reuniones son miembros de A.A. Cada
cual, a su vez, narra alguna de sus aventuras como bebedor que lo condujo a ser
miembro de la Sociedad. O puede dar su interpretación del programa de
recuperación e indicar lo que para él significa la sobriedad. Todas las opiniones que
se den son personales, pues los miembros no hablan nunca sino en su propio nombre.
Siempre que se pueda, los programas generalmente tienen a una mujer como oradora,
y la mayoría de las veces se procura presentar oradores de diversas capas sociales y
de distintos antecedentes y modos de beber.
La mayoría de las reuniones abiertas al público concluyen con un período de
conversación entre los asistentes, durante el cual se sirve café, refrescos,
emparedados y pasteles.
¿Qué es una reunión "cerrada"?
A una reunión cerrada sólo pueden asistir los miembros del grupo local o los
miembros de otros grupos que estén de visita en la localidad. El objeto de las
reuniones cerradas es dar a los miembros la oportunidad de tratar sobre aspectos
especiales de su problema alcohólico, que pueden ser mejor entendidos sólo por
otros alcohólicos.
Estas reuniones generalmente se llevan a cabo tan informalmente como sea posible y
en ellas se incita a los miembros a que tomen parte en la discusión sobre los asuntos
tratados. Las reuniones cerradas son especialmente provechosas para los recién
llegados, pues les dan oportunidad de hacer preguntas acerca de sus propias
preocupaciones y de aprovechar la experiencia de los miembros "antiguos" en lo
relacionado con el programa de recuperación.
¿Puedo llevar parientes o amigos a una reunión de A.A.?
Cualquiera que se interese por A.A. bien sea miembro o no, puede asistir a las
reuniones abiertas o públicas de A.A.* A los recién llegados, especialmente, se les
invita a que lleven a sus esposas, maridos o amigos, pues si ellos entienden el
programa de recuperación podrán ayudarles mejor a adquirir y a conservar la
sobriedad. Muchos esposos y esposas van siempre con su cónyuge y toman parte
activa en las actividades sociales del grupo local.
(Se recordará que tradicionalmente las reuniones "cerradas" son sólo para los
alcohólicos).
¿Con qué frecuencia deben asistir los miembros de A.A. a las reuniones?
A Abraham Lincoln le preguntaron una vez cuál era la longitud apropiada que debían
tener las piernas de una persona. Su respuesta clásica fue: "La suficiente para que
lleguen al suelo."
Los A.A. no tienen que asistir a un número determinado de reuniones en un período de
tiempo determinado. Eso es únicamente cuestión del gusto de cada individuo y de sus
necesidades. La mayoría de los miembros tratan de ir por lo menos a una reunión por
semana. Consideran que con eso les basta para satisfacer su necesidad personal de
contacto con el programa por intermedio de su grupo local. Otros van a las reuniones
casi todas las noches, en las áreas donde es posible hacerlo. Y otros pueden pasar un
tiempo relativamente largo sin ir a una reunión.
La amonestación amistosa, "Siga viniendo a las reuniones", que tan a menudo oyen los
recién llegados, se basa en la experiencia de la gran mayoría de los A.A., quienes
saben que la calidad de su sobriedad se deteriora cuando dejan de ir a las reuniones
por mucho tiempo. Muchos saben, por su propia experiencia, que si no van a las
reuniones corren peligro de emborracharse — y que si asisten con regularidad les es
más fácil permanecer sobrios.
Los recién llegados, especialmente, parecen beneficiarse asistiendo a un gran número
de reuniones (o teniendo otros contactos con A.A.) durante sus primeras semanas o
meses como miembros de un grupo. Multiplicando sus oportunidades de conocer y oír
a otros A.A., cuyas experiencias sean semejantes a las suyas, parece que fortalecen
su comprensión del programa y de lo que éste puede ofrecerles.
Casi todo alcohólico, en una u otra oportunidad, ha tratado de permanecer sobrio "por
sí mismo". Para muchos de ellos, la experiencia no ha sido especialmente agradable,
ni eficaz. Mientras que la concurrencia a las reuniones le ayude al alcohólico a
conservar la sobriedad y a divertirse al mismo tiempo, parece que es de buen sentido
dejarse guiar por la experiencia de los que "siguen viniendo a las reuniones".
¿Es necesario que un A.A. siga asistiendo a las reuniones toda la vida?
No es necesario, pero —como dijo un miembro— "casi todos lo queremos, y puede
que nos convenga a la mayoría".
A la mayoría de los alcohólicos no les gusta que se les diga que tienen que hacer
alguna cosa por mucho tiempo. A primera vista, la idea de tener que asistir a las
reuniones el resto de la vida, puede parecer verdaderamente desconsoladora.
La respuesta, otra vez, es que uno no está obligado a nada en A.A. Siempre puede
decidir hacer una cosa o dejar de hacerla, incluso, buscar o no la sobriedad por
intermedio de A.A.
La principal razón para que un alcohólico vaya a las reuniones de su grupo es
permanecer sobrio hoy —no mañana o la semana entrante o dentro de diez años—.
Hoy, el presente, es el único período de su vida, acerca del cual el A.A. puede hacer
algo. No se preocupa por el mañana ni por "el resto de la vida". Lo que le importa es
conservar hoy su sobriedad. Ya se preocupará del porvenir cuando éste llegue.
De modo que el A.A. que desee hacer lo que pueda para asegurar su sobriedad en el
presente, probablemente continuará asistiendo a las reuniones. Pero su concurrencia
siempre será con base a atender a su sobriedad inmediata. Mientras se acerque a A.A.
de esa manera, ninguna de sus actividades, inclusive su concurrencia a las reuniones,
puede parecerle una obligación a largo plazo.
¿Cómo hago para tener tiempo de ir a las reuniones, trabajar con otros alcohólicos y
dedicarme a otras actividades de A.A.?
El recién llegado a A.A., que durante sus días de bebedor siempre lograba restarle
importancia al tiempo que gastaba ingiriendo alcohol, a veces se desanima al saber
que la sobriedad consumirá también parte de su tiempo. Si se trata de un alcohólico
típico, desea recuperar pronto "el tiempo perdido". Quiere dedicarle a su trabajo
todas sus energías, gozar de las delicias de la vida hogareña que durante tanto
tiempo dejó en completo abandono, dedicarse a la iglesia o a actividades de carácter
cívico. Y si no
es así, ¿para qué sirve la sobriedad, si no es para vivir una vida normal, una vida llena
de satisfacciones?
A.A., sin embargo, no es algo que puede tomarse como una píldora. Por eso A.A.
sugiere que la experiencia de quienes han tenido éxito en el programa de
recuperación merece ser tenida en cuenta. Casi sin excepciones, los hombres y
mujeres que están más satisfechos con su sobriedad son los que van a las reuniones
con regularidad, que nunca vacilan si hay que trabajar con otros alcohólicos que
buscan ayuda, y que se interesan realmente en otras actividades de sus grupos. Son
los hombres y mujeres que recuerdan vívidamente y con honradez las horas sin
rumbo que gastaron en los bares, los días de trabajo que perdieron, la eficiencia
disminuida y el remordimiento que venía con el malestar que sentían al día siguiente
de una borrachera.
En contraste con tales recuerdos, las pocas horas que se emplean apoyando y
fortaleciendo su propia sobriedad, no vienen a ser gran cosa.
¿Puede un recién llegado unirse a A.A. fuera de su comunidad?
Esta pregunta la hacen generalmente las personas que al parecer tienen muy buenas
razones para no querer exponerse a que sus vecinos los identifiquen como alcohólicos
Puede ser que, por ejemplo, tengan patrones totalmente ignorantes del programa de
A.A. y posiblemente hostiles hacia cualquiera que admita que tiene un problema con la
bebida. Puede ser que deseen desesperadamente asociarse con A.A. porque ven allí
la manera de adquirir y conservar la sobriedad. Pero puede que no se atrevan a
unirse a un grupo de su propia localidad.
La respuesta a esa pregunta es que cualquiera puede formar parte de un grupo de
A.A. donde quiera que lo desee hacer. Naturalmente, es mucho más cómodo
pertenecer al grupo que quede más cercano. También parece que esta es la manera
más franca de atacar el problema individual. La persona que se dirige a A.A. en busca
de ayuda es, generalmente, pero no siempre, bien conocida como un borracho.
Indudablemente, la buena noticia de su sobriedad tiene que extenderse. Muy pocos
patrones o vecinos pueden considerar objetable la fuente de la sobriedad de su
empleado o amigo, bien sea que se trate de un grupo local o de uno situado a
cincuenta millas de distancia.
En nuestros días, pocas personas corren peligro de perder el empleo o los amigos
simplemente por permanecer sobrias. Si hemos de tomar la experiencia de muchos
miles de A.A. como guía digna de confianza, lo mejor que puede hacer el recién
llegado es buscar la ayuda del grupo más cercano, antes de comenzar a preocuparse
de la reacción de los demás.
¿Si me hago miembro de A.A., no perderé a muchos de mis amigos y me privaré de
muchas diversiones?
La mejor respuesta a esta pregunta es la experiencia de miles de hombres y mujeres
que ya se han unido a A.A. En general, su actitud es que no tuvieron verdadera
amistad ni verdaderas diversiones hasta que no se unieron a A.A. Su manera de ver
las cosas en lo referente a amistades y diversiones, ha cambiado.
Muchos alcohólicos descubren que sus mejores amigos sienten mucho placer al ver
que ellos están haciéndole frente a la realidad de que no son capaces de manejar el
alcohol. A nadie le gusta ver que un amigo se hace daño a sí mismo.
Naturalmente, es muy importante distinguir entre los verdaderos amigos y los amigos
de borrachera que se encuentran casualmente en los bares y tabernas. Es muy seguro
que el alcohólico cuente con muchos amigos de esta última clase, cuya jovialidad
puede a menudo confundirse con amistad. Puede que por algún tiempo eche de menos
a esos amigos tan joviales. Pero serán reemplazados con los centenares de A.A. que
conocerá, hombres y mujeres que lo comprenderán y aceptarán, que están dispuestos
a ayudarle a mantener su sobriedad en todo momento.
Pocos miembros de A.A. cambiarían el placer que les da la sobriedad por lo que les
parecía tan divertido cuando eran bebedores.
El Programa de Recuperación