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María Soledad Costantini | Leandro Pinkler
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Mariano Nante | Teresa Mira | Guillermo Menéndez | Liliana Suárez |
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Editor General El próximo número estará dedicado a “Aspectos de la mística”
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Colaboran en este número elaborado por Bernardo Nante Textos acerca de Nietzsche, Mircea Eliade, Lo sagrado y la religión.
Mariano Nante | Teresa Mira | Guillermo Menéndez | Liliana Suárez | Guénon, Jung , Freud, Heidegger, Borges, Por Dr. Francisco García Bazán.
Valentín Romero | Cristián Costantini Pessoa, y más. Eros y Dioniso (Mitología de las fuerzas vitales).
Por Lic. Leandro Pinkler.
principal / La Alquimia
12 Introducción a la Alquimia
Por Bernardo Nante
34 Hermes, la Alquimia y la Gnosis
Por Francisco García Bazán
selección de textos
42 Titus Burckhardt
48 Fulcanelli
54 Eugène Canseliet
64 Carl Gustav Jung
símbolos alquímicos
72 Serie de imágenes comentadas
Por Bernardo Nante
Alquimia y literatura
92 Teresa Mira
104 Mariano Nante
editorial
I.N.R. I.
7
8
elhilodeariadna
Por el fuego la naturaleza es renovada íntegramente es la versión esotérica de Jesús
Nazareno Rey de los Judíos (I.N.R.I.).
Leandro Pinkler
Julio del 2008
en la búsqueda del azufre rojo
elhilodeariadna
10
principal
Una introducción a la Alquimia
elhilodeariadna
“Por eso declaro que ni los filósofos que me han precedido, ni yo mismo,
hemos escrito nunca sino para nosotros, nuestros sucesores y para nadie más”
Geber
Bernardo Nante: Doctor en Filosofía. Profesor titular en las Cátedras de Mitología General
y Comparada, Escuela de Estudios Orientales; Filosofía de la Religión, Facultad de Filoso
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fía; Universidad del Salvador. Profesor Investigador en áreas vinculadas al estudio de las
religiones, filosofía comparada de Oriente y Occidente y de la articulación entre psicolo
gía, religión y filosofía. Disertante en numerosos seminarios nacionales e internaciona
les. Presidente de la Fundación para la Vocación Humana (www.vocacionhumana.org).
12
“para los que poseen el símbolo el tránsito es fácil”, señala una bella máxima
alquímica de Mylius. El “hilo de Ariadna” del alquimista es el símbolo pero
el hombre contemporáneo, yermo de símbolos, es un minusválido frente a la
frondosa tradición alquímica que no permite entrever ni el más mínimo de sus
secretos sin un silencio interior abierto al misterio. Es sabido que un modo de
escamotear un misterio es transformarlo en problema. Así, no pocas veces, el
“Arte de Hermes” fue reducido a mera protoquímica, a charlatanería o a una
práctica propia de mentes afiebradas por una búsqueda imposible.
La alquimia, envuelta en misterio, resiste toda definición. Por un lado, ciertas
definiciones eruditas, que intentan dar cuenta de todo aquello que en la histo
ria se presenta como alquimia, son tan amplias como banales. Por otra parte,
las definiciones tradicionales, que aspiran a definir a la alquimia espiritual en
su esencia, trasladan el misterio a otros términos: “transmutación”, “materia”,
“piedra filosofal” etc. Transitaré este último camino, acaso el único posible, con
la modestia de quien sólo pretende una aproximación inicial y con el entusiasmo
de quien aspira a transmitir al lector el aroma de una tradición olvidada que aún
perdura en las oscuras dimensiones de su alma. Por cierto, este camino debería
hacerse a la luz de un lento recorrido por los textos, iconografías, contextos,
pero por razones de espacio y, sobre todo, para facilitar la lectura, presento las
cuestiones con un mínimo de referencias eruditas. El “Thesaurus histórico de
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1. ¿Alquimia o “alquimias”?
El término latino alchemia (o también alquimia, alchimia, alkimia), proviene del
árabe al-kimiya. El prefijo ‘al’ es el artículo definido en árabe, pero no hay acuer
do respecto de la etimología de “kimiya”. La propia tradición alquímica, menos
interesada por la historia que por la eficacia simbólica de su arte, alienta etimo
logías míticas; tal es el caso de los antiguos alquimistas Zósimo de Panópolis y
Olimpiodoro que asocian el término a uno de “los hijos de Dios” llamado Che
mes, Chimes o Chymes mencionado, por ejemplo, en el Libro de Henoc. Según
una hipótesis no del todo aceptada, chemes derivaría de la palabra egipcia keme
que denota el suelo negro de Egipto, y se utilizaría como una metonimia del
propio Egipto, de tal manera que “alquimia” significaría “el Arte egipcio”. Ac
tualmente no se descarta que el término derive del verbo griego chéô, es decir,
‘verter’, aludiendo así al arte de verter metales. De hecho, Simone da Colonia
señalaba que el ‘Elixir’, es decir, la ‘Piedra filosofal’, cuando es vertida sobre los
metales, los perfecciona. No debe descartarse que en suelo egipcio o grecoegip
cio ambas acepciones se hayan condensado en un solo vocablo. No obstante, los
textos griegos y bizantinos utilizan prioritariamente el término “Arte” (tékhne) o
“Arte Sagrado” (hieratiké tékhne) y, a partir del siglo XII, cuando se traducen los
primeros textos alquímicos del árabe y comienza la alquimia latina, se asienta
el término “alchemia” o sus variantes, sin dejar de utilizarse por ello, el término
Ars o el juego fonético y simbólico ‘ars-chemia’.
Pero además de la alquimia occidental, tanto en India como en China surge res
pectivamente un saber que los estudiosos califican de “alquimia” y que las pro
pias tradiciones designan como “el Arte”, o por medio de términos que indican
un cambio radical y benéfico que alude a la transmutación. Aunque tales “alqui
mias” parecen ser históricamente autónomas, no se descarta una convergencia
de las mismas en Medio Oriente, sobre todo entre la alquimia griega apropiada
por el mundo árabe y la china, al punto de que hay quien sostiene que ‘kimiya’
podría provenir de un término chino referido a un ‘jugo para hacer el oro’.
Según se interprete la historia de la alquimia y sus documentos –cosa que de
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14
1.1. Diversidad relativa de la “alquimia” según una perspectiva histórica
Desde un punto de vista histórico, se enfatiza la diversidad de las tradiciones
alquímicas, aunque se reconozcan convergencias. En efecto, algunos historia
dores sostienen que la alquimia presenta orígenes independientes, más allá de
los posibles influjos recíprocos posteriores. En un célebre trabajo titulado “Al
chemy: Origin or Origins”, H.J. Sheppard1 muestra no sólo la relativa autonomía
de origen de “las alquimias” greco egipcia, india, china y aún la árabeislámica,
sino también su diversidad de métodos e intereses. No obstante, más allá del
énfasis aparente puesto en la redención del alma en la alquimia greco egipcia,
frente al interés indio y chino por la longevidad e inmortalidad, el mismo autor
termina reconociendo que es posible una definición común: “Alquimia es el arte
de conversión de aquello que es bajo, tanto en el mundo material como en el
espiritual.” Por “arte de conversión” Sheppard entiende la elevación de un plano
menor a otro mayor de perfección, teniendo en cuenta que en la alquimia “ma
teria” y “espíritu” se distinguen pero no se disocian. Por otra parte, en todas las
tradiciones la alquimia manifiesta una aspiración espiritual que consiste en la
redención o la salvación que se diferencia de la mera busca del oro material, la
juventud eterna, la longevidad o la inmortalidad. Por cierto, como señala Nathan
Sivin, uno de los más grandes estudiosos de la alquimia china, en esta tradición
(que distingue explícitamente la alquimia exterior o “wai tan” de la interior o “nei
tan”) la longevidad y la inmortalidad también pueden acompañar la redención.
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“Notad que, cualquiera que sea la manera en que (los filósofos herméticos)
han hablado, la naturaleza es una, y ellos se hallan de acuerdo y hablan de
lo mismo. Pero los ignorantes toman las palabras tal y como las decimos, sin
comprender el qué ni el porqué: deberían considerar si nuestras palabras son
o no razonables y naturales, y entenderlas en consecuencia; pero si fueran
razonables, deberían tratar de elevarse a nuestra intención en lugar de ate-
nerse a la letra. En cualquier caso habéis de saber que nosotros estamos todos
de acuerdo, digamos lo que digamos. Así, pues, comparad unos con otros y
estudiadnos; porque en uno está claro lo que es en otro permanece oculto, y
quien verdaderamente busque, encontrará.”4
Por cierto, la alquimia, en el sentido más estricto del término, es una tradición
esotérica y sus textos son manifestaciones históricas externas de un saber atem
poral que se transmite por influjo espiritual y en contexto iniciático. Por otra
parte, en todas las culturas en las cuales floreció aquello que puede agruparse
cum grano salis bajo la denominación de “alquimia”, estuvo íntimamente relacio
nado con una tradición esotérica o mística; en China con el taoísmo, en India
con el tantrismo, en el Egipto helenístico con el hermetismo y el gnosticismo,
en el mundo islámico con el sufismo y, más tarde, en la Edad Media y el Rena
cimiento con el hermetismo, y con corrientes místicas y teosóficas cristianas,
sin desconocer ciertas articulaciones con las Cábala. Por otra parte, el carácter
espiritual de la alquimia es evidente en China pues, como ya se dijo, la alquimia
interior se distingue explícitamente de la alquimia exterior; es a partir de su
propio cuerpo que el adepto de la alquimia interior construye su laboratorio5.
La peculiaridad, y acaso un mérito no menor de la alquimia occidental, consiste
en involucrar en sus procesos a toda la materia y en haber transmitido los mis
mos a partir de casos singulares. Ello contribuye con la riquísima diversidad
de la alquimia, manifestación de una Unidad que se advierte en el trasfondo
elhilodeariadna
18
espiritual de la alquimia y la reducen a reflexiones confusas y a experimentos
químicos inconsistentes.
2) Existe una importante literatura que concibe a la alquimia como una ciencia
y una técnica espirituales verdaderas. Tal es el caso de los tradicionalistas y her
metistas, por ejemplo, Fulcanelli, Eugenio Canseliet, Julius Evola, Alexander von
Bernus, Renato Alleau, Titus Burckhardt, etc. Algunos de estos autores son alqui
mistas (Fulcanelli, Canseliet) y en todos los casos desconfían de la literatura crítica
que desconoce la dimensión espiritual de la Obra. La Obra no se reduce ni a una
cuestión material, ni a una cuestión meramente psicológica. Además, en el caso
particular de Fulcanelli y de Canseliet, estos autores insisten en que la alquimia,
espiritual en su esencia, utiliza un laboratorio y trabaja con materias físicas.
3) Desde otro punto de vista, existe una copiosa literatura que concibe a la alqui
mia como un saber espiritual históricamente verdadero, en algunos casos reco
nociéndosele su valor espiritual intrínseco. Tal es el caso de los historiadores de
las ideas y estudiosos de las religiones; por ejemplo, Alexandre Koyré, Antoine
Faivre, André Savoret7, Bernard Husson, Jean Jacques Mathé, Serge Hutin, Mir
cea Eliade, etc. En esta perspectiva, hay aproximaciones (sobre todo desde una
fenomenología de la religión) que salvaguardan el núcleo religioso del fenómeno
y que asimismo reconocen el valioso aporte de Jung a los estudios alquímicos.
4) El caso de Jung merece una consideración separada, aunque el lugar y el
alcance de la alquimia en la obra de Jung es una cuestión mayor que no pue
de resolverse en este breve espacio. La aproximación psicológica de Jung a la
alquimia, puede concebirse como una cuarta modalidad que se vale de un mé
todo fenomenológico hermeneútico sui generis, aunque afín a un abordaje fe
nomenológico de la religión. Para Jung el alquimista –desde el punto de vista
del proceso psíquico– es un hombre que busca el misterio divino, el misterio
de lo inconsciente proyectado en la materia y, en este sentido, es un alquimista
quien tiende hacia una realización individual, directa, de una experiencia de lo
inconsciente8.
Existen otras aproximaciones psicológicas, epistemológicas y filosóficas que no
se ajustan a ninguno de los grupos anteriores, pero que tampoco merecen aten
ción alguna a la hora de intentar comprender la naturaleza de la alquimia. Tal es
el caso de Gaston Bachelard quien, más allá de algunos comentarios sutiles, en
definitiva aproxima la labor alquímica a un fenómeno oniroide y patológico.
elhilodeariadna
Por cierto, el lector avisado deberá tener en cuenta estas aproximaciones bien
diversas. Sin embargo, un espíritu riguroso y abierto al misterio descubrirá no
pocas convergencias entre las aproximaciones tradicionales, fenomenológico
religiosas y junguiana tras el velo de algunas divergencias 9.
19
3. Los fundamentos de la alquimia: su teoría y su proceso
Abordaré los fundamentos del Arte de Hermes desde una aproximación feno
menológico – religiosa, abierta al concepto de la alquimia espiritual como una
Tradición esotérica unánime. Como ya señalé, la definición que propondré in
tenta conciliar una intención didáctica y el reconocimiento de los límites que
impone su misterio manifiesto en su lenguaje.
3. 1. El lenguaje de la alquimia
La busca del alquimista (o del alquimista que aquí interesa) involucra a la mate
ria pero es espiritual en su meta y supone una tradición iniciática, a saber, una
transmisión transhistórica de Maestro a discípulo. Por ello mismo, la sabiduría
alquímica excede al lenguaje discursivo y sólo puede ser transmitido “mística
mente”. El Rosarium Philosophorum sostiene: “... esas cuestiones deben ser trans
mitidas místicamente, lo mismo que la poesía que emplea fábulas y parábolas.”
Sin duda, el secreto y la oscuridad del lenguaje intentan proteger al alquimista
de persecuciones y al curioso de riesgos innecesarios, pero la enseñanza que se
transmite oscuramente (obscurum per obscurius) tiene como principal propósito
invitar a que el alma se sumerja en el abismo de una realidad que excede la tenue
luz de la razón. Tal idea la resumen las palabras del emblema consignado en la
obra Azoth de Basilio Valentín: visita interiora terrae rectificando invenies occultum
lapidem (“Explora el interior de la tierra. Rectificando descubrirás la piedra ocul
ta”) que constituyen el acróstico “vitriol” citado en numerosos textos de alquimia.
Más allá de la oscuridad intencional de algunos textos que a veces trastruecan el
orden de los procesos descriptos o intercalan pasajes extraños o superfluos para
despistar al profano, el esfuerzo recto requerido para desvelar un texto o una
imagen, exige un autodevelamiento. Como toda hermeneútica espiritual, anagó
gica, leer es leerse, comprender es comprenderse. Pero lejos de tratarse de una
comprensión superficial de sí, limitada a la condición histórica y personal y en
definitiva “neurótica”, se trata de una comprensión del propio origen y, por ende,
del propio sentido. La lectura que se intensifica con la observancia y el cuidado
propios de un “relegere”(un observante ‘releerse’) conlleva tanto un movimiento
devocional, del sentimiento en su más alto sentido, y de la acción eficaz en la
materia. En tal sentido deben comprenderse las palabras del Mutus Liber, que
presenta un proceso alquímico a través de quince planchas, sin más palabras que
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las que las consignadas al final: “ora, lee, lee, lee, relee, trabaja y descubrirás ... y
te vas clarividente”, que el lector puede consultar en el “Thesaurus histórico de la
alquimia occidental” incluido en esta publicación.
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1.2. Una definición de la alquimia
Con las reservas antes apuntadas, propongo la siguiente definición:
La alquimia es el Arte de la transmutación de la materia que tiene el pro-
pósito de redimir al cosmos y al hombre de su corruptibilidad.
Esta modesta definición permite enlazar los fundamentos mismos de la alqui
mia, sus aspectos teóricos y prácticos:
a) La alquimia es arte o “el Arte” porque es una praxis que enlaza teoría y ope
ratoria material. En otras palabras, teoría y operatoria son dos aspectos de
una misma praxis.
b) La teoría, fundamento de la praxis, supone tres conceptos básicos: materia,
transmutación y una relación cosmos/ hombre en términos de micro y ma
crocosmos. A partir de estos conceptos fundamentales se pueden compren
der otros: el concepto de ‘piedra filosofal’ que es la misma materia trans
mutada; los principios (cuerpo, alma, espíritu o sal, mercurio y azufre) que
revelan la naturaleza íntima de la materia y dan cuenta de su dinámica; los
elementos (tierra, agua, aire, fuego y la quintaesencia) que son formas o
estados de la materia y los metales o planetas que, en última instancia, son
espíritu o Fuego espiritual coagulado más o menos limitado por la materia,
según sea su grado de pureza.
c) La meta de la alquimia supone una redención de la corruptibilidad del cos
mos y del hombre. Esto es posible porque la misma materia tiende a esa
redención y porque existe una unidad simpática entre el microcosmos y el
macrocosmos, que se revela al alquimista cuando su mente se purifica de
imágenes impuras y es capaz de ver o anticipar la potencia espiritual oculta.
combinarse con todas las religiones auténticas sin entrar en conflicto con sus dog
mas respectivos”12 Esto no significa que, en algunas ocasiones no hubiera habido
tensiones doctrinarias más o menos explícitas, pero tal cuestión excede nuestro
actual propósito. Por cierto, con la ‘cristianización’ de la alquimia el énfasis va a
22
estar puesto en la redención humana, pero en todos los casos la alquimia concibe
que tal redención, a cargo del hombrealquimista, comienza con el cosmos. El
hombre es, por sí mismo, un ‘microcosmos’, y por ello la labor no se concentra
en su alma individual sino en el Alma cósmica. La tarea consiste en redimir el
Alma cósmica –o aquella que se concentra en su crisol– y, partir de allí, redimirse
a sí mismo.
Quizás el mayor misterio de la Obra sea la materia prima sobre la cual se centra
toda la labor del alquimista. Ella puede ser desde ‘Dios’ mismo, porque es el
principio de todas las cosas hasta el ‘Hades’, porque encierra el alma que debe
ser liberada. La sabiduría de la alquimia consiste en descubrir y trabajar esa ma
teria que es a la vez el alma que debe ser liberada y su misma prisión. Más aún,
la materia esconde el tesoro o es el tesoro que busca ser salvado de su exilio y que
al ser salvado, salva a la misma materia que la encerraba. La materia, principio
de la Obra es su meta, la piedra filosofal, el “uno todo”. El Lexikon de Ruland, de
principios del siglo XVII, presenta –sin agotar– una cincuentena de ‘sinónimos’
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23
para la materia, cuyas denotaciones son disímiles; pero el propósito de no dejar
nada fuera de este proceso analógico indefinido no tiene por objeto el descon
cierto, sino el descubrimiento de la ubicuidad de la materia y, por ende, de la
piedra. Las múltiples denominaciones de la materia parecen indicar que ella es o
se expresa en todas las cosas, aunque los hombres no lo vean. La tradición no cesa
de afirmar que la materia es la ‘piedra vil’ despreciada por los tontos y arrojada
por los hombres al estercolero. La materia es lo Uno múltiple que encierra en su
seno el secreto de la transmutación.
Por cierto, como señala Cristina Viano “... los principales modelos filosóficos
griegos de la materia –platónico, aristotélico, estoico y neoplatónico– así como
el juego dialéctico de sus interacciones influyeron de manera determinante en
la constitución de un saber alquímico desde sus comienzos, a saber en Alejan
dría, y luego, en los filósofos árabes, que serán los herederos y la principal vía de
transmisión al Occidente latino durante toda la Edad Media.”13 Pero soslayando
los diversos matices que un trabajo de mayor aliento permitiría descubrir en los
diversos textos, el concepto de materia, de hyle en la alquimia antigua y medie
val, no es mera “privación” aristótelica, sino dynamis en sentido neoplatónico, es
decir, potencia atemporal que se despliega en el tiempo hasta superar al tiempo
mismo. Por ello, el alquimista es quien conoce esta potencia, la descubre y opera
a partir de ella. Como bellamente señaló Berthelot: “Oh maravilla! O bienaven
turada y soberana materia! Quien la conoce a fondo y sabe los resultados ocultos
bajo sus enigmas, aquel, sí, es la inteligencia digna de todo honor!”14 Es la ma
teria misma la que se transmuta, pero es el alquimista quien debe descubrir su
secreto. La transmutación alude a una realización de esa potencia, a un cambio
intrínseco y esencial que parte de aquello que se cambia, que lo atraviesa y que lo
transforma y lo lleva más allá de sí. En definitiva, la naturaleza caída se redime
movida por una Naturaleza Perfecta oculta que, sin embargo, contiene a la pri
mera15. Así puede comprenderse acaso, el enigmático principio enunciado por
el mago Ostanes, que el lector hallará en su contexto histórico en el ‘Thesaurus
histórico de la alquimia occidental’:
“La naturaleza se regocija en la naturaleza, la naturaleza vence a la naturaleza,
la naturaleza domina a la naturaleza”.
Cuando esta potencia se realiza, se obtiene la piedra filosofal y ésta es el agente de
transmutación que se vierte o proyecta sobre los metales impuros que se convier
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ten en ‘plata’ y ‘oro’. De lo anterior puede deducirse que, aunque se trabaje sobre
materias químicas, la materia alquímica, como señala Faivre, es menos una rea
lidad material que espiritual. Por ello, como señala Sherwood Taylor, el químico
que examina la obra alquímica experimenta la misma impresión que un albañil
24
que quisiera sacar informaciones prácticas de un tratado sobre la francmasonería.
En definitiva, la materia, en su unidad múltiple, es tanto “material”, como “espiri
tual” y, por ello, se trata de ‘una piedra que no es una piedra’. Tal unidad se expresa
como una “no dualidad” que abarca opuestos que se atraen simpáticamente o se
oponen antipáticamente. En este caso también la alquimia presenta un simbolis
mo exuberante pues tales opuestos pueden denominarse de múltiples maneras:
fríocálido, superiorinferior, aguafuego, volátilfijo, buenomalo, agentepaciente,
vivomuerto, etc. De la lista interminable, destaco la oposición masculinofeme
nino, su personificación más habitual ReyReina, su correspondencia planetaria
SolLuna y su correlato antropológico espíritualma e incluso espíritucuerpo o
almacuerpo. El lector podrá hallar en la serie de Lambsprinck, consignada en
esta publicación, variadas asimilaciones simbólicas; alma y espíritu aparecen bajo
diversas formas animales y la materia como mar o bosque. En las últimas imáge
nes el cuerpo, parcialmente transmutado, es un viejo rey; su hijo, el príncipe, el
espíritu y el alma un guía y mediador entre el cuerpo y el espíritu.. Ahora bien,
si la materia en su potencia última mantiene a todos los opuestos en conjunción;
en cambio en su estado inicial, caótico, se encuentran en separación hostil. En
verdad, el hombre y el cosmos en su estado actual de corrupción, de caída, no se
encuentra en sentido estricto en tal estado inicial, caótico o, al menos, no lo advier
te. Por ello, el alquimista debe llevar (o descubrir) a la materia a ese estado caótico,
para hacer posible la compleja tarea de conjunción. Para ilustrar mejor este pro
ceso, podría decirse que la separación manifiesta más claramente su hostilidad
entre, por un lado, el espíritu o azufre y, por el otro, el cuerpo o la sal. Pero ya sea a
partir de su unión sucesiva o bien como un principio previo, casi idéntico a la ma
teria misma, el mercurio doble (“mercurius duplex”) actúa como tercero mediador.
Surge así la clásica trinidad alquímica que en términos paracélsicos se denomina
azufre, mercurio y sal (espíritu, alma y cuerpo16) pero que en su manifestación
se presenta cuádruple pues el mercurio se espiritualiza en su vinculación con el
azufre y se corporiza en su vinculación con la sal. Por ello, el mercurio representa
esta condición dual o “no dual” del proceso alquímico; el mercurio es el medio y el
agente de la transmutación. Para expresarlo en términos antropológicos –aunque
téngase en cuenta que la alquimia es de raigambre cosmológica–, la tarea alquí
mica consiste en recomponer la relación cuerpo alma – espíritu del cosmos y del
hombre. Más aún, no se trata sólo de liberar al espíritu de su extravío en el cuerpo
elhilodeariadna
sino de hacer del cuerpo tanto un cuerpo del espíritu como un cuerpo espiritual y
el medio para ello es el alma.
Ahora bien, la materia está constituida por estos tres (o tres más uno) princi
pios, pero sus primeras formas o estados se denominan elementos. Tierra, aire,
25
fuego y agua son los cuatro elementos que se concilian en el quinto elemento o
quintaesencia y componen todos los cuerpos en diferentes proporciones y com
binaciones. Estos elementos no se limitan para los alquimistas a la tierra, aire,
fuego y agua materiales, pues se trata de principios abstractos o cualidades que
emanan de la fuente de toda creación. Cada uno de estos principios despliegan
dos de las cuatro propiedades fundamentales: cálido, seco, frío, húmedo: tierra
es un elemento seco y frío, aire es húmedo y cálido, fuego es cálido y seco, agua
es húmedo y frío. Cada elemento comparte una propiedad con el otro; ello expli
ca que uno pueda transformarse en el otro, proceso circular de rotación de los
elementos conocido como obra circulatoria (opus circulatorium) y que revela que
los cuatro elementos son expresiones de la quintaesencia, a su vez, manifesta
ción perfecta de la materia prima o piedra filosofal.
Una vez obtenida la piedra filosofal –‘esa piedra que no es piedra’ pues su peren
nidad consiste en la transmisión de una sabiduría inmutable en lo temporal–,
se proyecta sobre los metales o planetas que, en última instancia, son espíritu
o Fuego espiritual coagulado más o menos limitado por la materia, según sea
su grado de pureza. Así, el plomo se transmuta en plata y se obtiene la “piedra
blanca”, o en oro y se obtiene la “piedra roja”.
ción y luego advertido en Libros. Pero para que la transmutación sea posible es
menester contar con un vaso hermético, un alambique capaz de contener los
más diversos estadios del proceso y, por ello, debe ser un ‘féretro’ en la nigredo y
un ‘tálamo nupcial’ en la conjunción. La vasija hermética es también la ‘cabeza’,
26
las condiciones que permiten aislar, proteger y concentrar el arduo proceso al
químico. Los alquimistas enfatizan el carácter maravilloso del vaso, el vas mira-
bile al punto que la mítica María Profetisa, autoridad del Arte de Hermes, señala
que el secreto está en saber qué es el vaso hermético.
Los textos indican operaciones específicas que se realizan para promover el pro
ceso alquímico, así como fases y subfases. Por cierto, la terminología utilizada
es simbólica, los procesos descriptos están marcados por la singularidad de los
casos y el énfasis que cada autor pone a una continuidad inasible. Por ello, desde
una lectura literal de la tradición, no hay acuerdo respecto del número y orden
de las operaciones17. Sin embargo, como todas las operaciones son o llevan a una
conjunción (coniunctio), a una unión de opuestos, hay ciertas operaciones que
necesariamente deben ser llevadas a cabo. Tal es el caso del solve et coagula, es
decir, una operación de disolución o separación y de coagulación o fijación. Para
lograr la conjunción de opuestos (ej. entre alma y espíritu), es necesario que los
mismos se disuelvan (lo cual requiere una calcinación inicial), se separen de su
unión imperfecta para luego volverse a unir en plenitud. Ahora bien, esta unión,
esta conjunción es tan intensa como imperfecta y, por ello, lleva a la ‘muerte’ o
‘putrefacción’ del compuesto. A su vez, la muerte hace que el espíritu ( lo ‘vo
látil’) se separe del cuerpo (sublimación) y, una vez ‘albificado’ o ‘purificado’ el
cuerpo, el espíritu vuelve a éste y se unen para siempre ( fermentatio). Si se repa
san estas operaciones y etapas, podrían sintetizarse así: calcinación (calor pues
to en la materia) que lleva a un proceso de disolución y coagulación y, en última
instancia, a una primera ‘conjunción’ que resulta en la putrefacción o muerte
del compuesto. Ello libera lo volátil (espíritu y/o alma) y, una vez purificado el
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elhilodeariadna
31
1
H. J. Sheppard, “Alchemy: Origin or Origins”, F. Sherwood Taylor, “The Origins of Greek Alchemy” Ambix. The
Journal of the Society for the Study of Alchemy and Early Chemistry.vol XVII, nr. 2.,julio 1970, págs. 29 – 44.
2
Lawrence M. Principe, “Alchemy: Introduction” en Dictionary of Gnosis & Western Esotericism, (ed. Wouter J. Hane
graaff), Leiden – Boston, Brill, 2005, vol I, pág. 14.
3
Es interesante destacar como a la vez el propio L. Principe, Op. cit., pág. 14 reconoce que “A pesar de que entre la
amplia diversidad de alquimistas pueden identificarse unos pocos que parecen promover una visión más o menos
afín a las interpretaciones del siglo XIX, este aspecto no podría proponerse como una característica de la alquimia
pues la mayoría de los alquimistas claramente no lo sostuvieron.” Independientemente de que esto último sea
inaceptable, el autor admite que hubo alquimistas espirituales. ¿No se trata, entonces, de comprender la naturaleza
misma de esa alquimia? ¿No será entonces que es menester aceptar una alquimia espiritual frente a otra que no lo
es? Por cierto, una vez aceptado esto es necesario revisar los textos discutibles.
4
Turba Philosophorum or Assembly of the Sages. Called also the Book of Truth in the Art and the Third Pythagorical Synod,
(ed. A. E. Waite), London, William Rider & Son, Ltd., 1914.
5
Cfr. Farzeen BaldrianHussein, Procédés secrets au Joyau magique: Traité d ´alchinmie taoïste du onzième siècle, Paris,
1984, pág. 14.
6
No podemos siquiera detenernos en exponer un panorama general de la bibliografía alquimista fundamental. El
lector de lengua española puede recurrir cómodamente a la bibliografía general que consigna Micea Eliade en su
conocida obra Herreros y alquimistas, Madrid, 1974, págs. 174 177. Aunque en principio nos basamos en la clasifica
ción de la bibliografía alquimista que este autor realiza ( cfr. op. cit., págs. 125 s), introducimos una distinción más
explícita tanto de los estudiosos de la religión, cuanto del lugar de la obra de Jung en este sentido.
7
El caso de André Savoret es particularmente interesante, pues puede consideráreselo también como un “tradicionalista”
. Véase una referencia a este autor en el “Thesaurus histórico de la alquimia occidental”, in fine, en esta publicación.
8
Para una introducción a esta compleja cuestión Cfr. Francisco García Bazán y Bernardo Nante, “Introducción” a
C.G. Jung, Psicología y alquimia, Obra Completa, Madrid, Trotta, vol 12, págs. ix xlii
9
Excede a nuestras posibilidades actuales poder fundamentar lo dicho. No obstante téngase en cuenta que aquello
las aproximaciones se complementan si se comprenden los puntos de partida diversos. En los tres casos se admite
la transmutación, sólo que Jung lo lee desde el punto de vista psicológico sin descartar por ello – contra lo que se
cree – una transmutación auténticamente espiritual. La perspectiva junguiana se limita a describir el fenómeno
psíquico que se proyecta y acompaña un proceso de transmutación. Es cierto que hay divergencias en: a) el estatuto
del laboratorio, b) el grado de conciencia por parte del alquimista involucrado en el proceso.
10
C. G. Jung, Psicología y alquimia, Obra Completa, vol 12, Madrid, Trotta, # 403 pág. 194
11
Ireneo Filaleto, Introitus apertus ad occlusum regis palatium, en Museum Hermeticum, 14, Frankfurt, 1678, pág. 660,
cit. en C. G. Jung, Psicología y alquimia, Obra Completa, Madrid, Trotta, vol 12., pág. 194, nota 137.
12
Burckhardt, Titus, Alquimia. Significado e imagen del mundo, Buenos Aires, 1994, pág.47.
13
Cristina Viano (dir.), L´Alchimie et ses Racines Philosophiques. La Tradition Grecque et la Tradition Arabe, Paris, Li
brairie Philosophique J. Vrin, 2005, pág. 10.
14
M. Berthelot, Collection des anciens alchimistes grecs, Paris, vol I, pág. 3.
15
Por cierto el concepto de ‘Naturaleza Perfecta” proviene de la alquimia islámica. Ya indiqué que la presentación de la
alquimia es “sistemática” y no puede detenerse en las innumerables variaciones conceptuales y terminológicas.
16
Algunos textos invierten el simbolismo; azufre se asimila al alma y mercurio al espíritu.
17
Josefo Quercetano estableció en 1576 una sucesión de doce operaciones que no es posible detectar en ese orden
preciso en los textos de alquimia, pero que sin duda resulta orientador: calcinatio, solutio, elementorum separatio,
coninuctio, putrefactio, coagulatio, cobatio, sublimatio, fermentatio, exaltatio, augmentatio, proiectio. Cfr. C. G.
Jung, Op. cit., # 340.
18
Burckhardt, Titus, Alquimia. Significado e imagen del mundo, Buenos Aires, 1994, pág. 178.
elhilodeariadna
19
Faivre, A; Foucaukd, J.; Mazeau, G.; Salmon, R., “Compendium hermeticum” en Alchimie, Paris, Albin Michel,
Cahiers de l‘Hermétisme, 1978, pág. 143.
20
Burckhardt, Titus, Alquimia. Significado e imagen del mundo, Buenos Aires, 1994, pág. 115.
21
Dom AntoineJoseph Pernety, Diccionario mitohermético, Barcelona, 1993, pág. 360.
32
?
La Fundación Vocación Humana fue creada para el estudio y el desarrollo de la vocación hu
mana, que es vocación eminentemente espiritual e integradora de todas las potencialidades
del hombre, para bien de cada persona y de la comunidad.
Para ello se recurre al estudio de los saberes tradicionales de Oriente y Occidente y de aque
llos aportes contemporáneos que rescatan la dimensión simbólica y sagrada del hombre.
En el marco del respeto al libre albedrío y a la identidad personal, genérica, cultural, políti
ca, étnica y religiosa, se promueve que cada uno descubra y desarrolle la cosmovisión que
de fundamento a su lugar en el mundo, que lo oriente en su vida, que lo integre al prójimo
y a la sociedad y lo abra a la Trascendencia.
elhilodeariadna
33
Por Francisco García Bazán
señanzas corporales y no imaginando nada otro, sino los bienestares que procura.
5. Pero Hermes y Zoroastro han dicho que la raza de los filósofos está por encima
de la fatalidad, puesto que ni se alegran con los bienestares que da, ni son asal
tados por los males que envía, ya que siempre transcurren una vida retirada, y
36
tampoco aceptan los bellos que ofrece, porque miran al término de los males».
Esas palabras, pues, constituyen una buena introducción de lo que la lección va
a abordar, contra los detractores de la alquimia, cuya profundidad muchos de los
que pretenden ejercerla no la comprenden y, de este modo, fracasan en su autén
tico fin. Se trata, efectivamente, de la doctrina sobre la fatalidad y la liberación
de ella. El mundo hebdomádico, de las siete esferas dominado por el destino y el
tiempo que esclaviza, ámbito de la generación y corrupción, que es representado
por el aspecto somático o lateral izquierdo de la letra omega, mientras que la
superación de él lo indica su aspecto no corpóreo, el lateral derecho, ascendente
y que contiene los secretos revelados en el Apocalipsis de Nicoteo que permiten
la ascensión. La práctica alquímica trasmitida en el libro Sobre los aparatos y los
hornos, indisociable del conocimiento y las observancias astrológicas, permiten
gradual y empíricamente, el desasimiento de las ataduras del gobierno cósmico
al que son dóciles los démones, y en el que se encuentra caído el hombre, visible
como hombre carnal, pero en cuyo interior se oculta el hombre de luz. Oponién
dose el mundo corporal dominado por el destino al mundo del intelecto, “la raza
de los filósofos”, como los llaman Hermes y Zoroastro, indiferentes al primero,
pueden elevarse al espacio espiritual. Los griegos mediante las figuras de Pro
meteo (noûs) y Epimeteo (sôma) lo han pensado; sin embargo, Zoroastro y sus
seguidores entienden que mediante la magia es posible liberarse del destino,
mientras que Hermes preconiza la gnosis, según se declara en el libro Sobre la
vida retirada y pone de relieve el mismo Zósimo que el fin del filósofo hermético
es la liberación del destino para profundizar en el espíritu:
7. “Zoroastro afirma con presunción que por el conocimiento de todo lo de arri
ba y el poder mágico del lenguaje corporal es posible alejar de sí todos los males
de la fatalidad, particulares y universales. En cambio Hermes en su libro Sobre
la vida retirada desiste también de la magia y dice que: ‘No es necesario que el
hombre espiritual el que se conoce a sí mismo, enderece nada por la magia,
aunque ésta se considere noble, ni que violente a la Necesidad, sino que la deja
actuar según su naturaleza y su juicio, pero que avance sólo por medio de la
búsqueda de sí mismo, ya que habiendo reconocido a Dios tiene con fuerza a la
tríada innominable y deja a la fatalidad hacer lo que quiere en su lodo, o sea, ‘el
cuerpo’ y de este modo habiendo entendido y habiéndose comportado, podréis
contemplar al Hijo de Dios...Porque puesto que lo puede todo es cuanto quiere
elhilodeariadna
elhilodeariadna
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elhilodeariadna
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Selección de textos
Titus Burckhardt
Fulcanelli
Eugène Canseliet
Carl Gustav Jung
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41
Titus Burckhardt
Alquimia
Significado e imagen del mundo
Titus Burckhardt (19081984), autor de una erudicción excepcional en los símbolos tradi
elhilodeariadna
K
elhilodeariadna
Para demostrar que en la materia prima del alma están presentes todas las
formas del mundo perecedero, el alquimista árabe AbuIQâsim alIrâqî, que
vivió en el siglo IX de la era cristiana, escribió: «...esta materia prima se en
43
cuentra en una montaña que contiene una multitud de cosas no creadas. En
esta montaña se hallan todas las clases de conocimiento que puedan encon
trarse en este mundo. No hay conocimiento, ni entendimiento, sueño, pen
samiento, saber, opinión, reflexión, inteligencia, filosofía, geometría, modo
de gobierno, poder, valentía, galanura, satisfacción, paciencia, educación,
hermosura, inventiva, buena fe, don de mando, exactitud, vigilancia, domi
nio, imperio, dignidad, consejo o negocio que no estén contenidos en ella. Ni
tampoco hay odio, ni malquerencia, engaño, infidelidad, yerro, tiranía, opre
sión, corrupción, ignorancia, estupidez, bajeza, despotismo ni desenfreno; ni
canto, música, flauta, lira, boda, diversión, arma, guerra, sangre ni muerte
que no estén en ella...».
La montaña en la que se encuentra la materia prima es el cuerpo humano, por
que la «reducción» a la materia prima se realiza metódicamente partiendo del
conocimiento corporal, que debe iniciarse desde el interior, antes de que el hom
bre pueda percibir el alma psíquicamente y no a través de los sentidos. Por ello,
Basilio Valentino interpreta así la palabra clave alquímica V.I.T.R.O.L.: Visita
interiore terrae; rectificando invenies occultum lapidem («Visita el interior de la tie
rra; rectificando encontrarás la piedra oculta»). El interior de la tierra es también
el interior del cuerpo, el núcleo interno e íntegro del conocimiento. La piedra
oculta es aquí sólo la materia prima.
K
Los alquimistas dan a la materia prima, que ellos consideran la sustancia bási
ca, tanto del mundo como de su obra, gran diversidad de nombres, diversidad
que sirve menos para proteger de los intrusos los conocimientos herméticos,
que para indicar que la tal materia está presente en todas las cosas o que todas
las cosas están presentes en ella. La llaman «mar» porque lleva en sí todas las
formas, como el mar las olas; la llaman «tierra» porque «nutre» a todo cuanto
vive «sobre ella»; es el germen de todas las «cosas», la «humedad básica» (humi-
ditas radicalis), la hyle. Es «virgen» por su insondable pureza y su sensibilidad,
y es «prostituta» porque, aparentemente, «se entrega» a todas las formas. Se la
compara también, como ya hemos visto, con la «piedra oculta», a pesar de que,
en su estado original, difiere de la «piedra filosofal», fruto de toda la obra; la
elhilodeariadna
45
La materia prima es también el yacimiento de todos los «metales» del alma;
pero, a la inversa, también el hombre es considerado como «yacimiento», del que
se extrae la materia de la obra, como explicara ya Morieno al rey Chalid: Haec
enim res a te extrahitur; cuius etiam minera tu existis («Porque de ti se extraerá esta
cosa, cuyo mineral eres tú»).
En su estado caótico, que ni es puro, ni dúctil, ni tiene forma definida, la materia
recibe el nombre de «cosa ordinaria», pues como «materia bruta» se encuentra
en todas partes; pero, al mismo tiempo, es «cosa preciosísima», porque de ella
se extrae el elixir que sirve para obtener el oro. La materia bruta que, en relación
con la materia prima propiamente dicha, representa una materia secunda, se
equipara al plomo, en el que se esconde la naturaleza del oro; o al hierro, que ha
de ser fundido; o al campo, que da fruto sólo cuando ha sido labrado y sembrado.
Heinrich Kunrath dice «…la tierra mojada, ubérrima, el barro de Adán, la sus
tancia elemental de la que está hecho este mundo tan grande, nosotros mismos
e incluso nuestra poderosa piedra, salen entonces a la luz...».
Vista como árbol, la materia prima es, fundamentalmente, lo mismo que el ár
bol del Universo cuyos frutos son el Sol, la Luna y los planetas. En el árbol de
la materia alquímica crecen el oro, la plata y todos los metales, y se desarrollan
las distintas etapas de la obra, con sus colores simbólicos, negro, blanco y rojo
y, a veces, entre el blanco y el rojo, el amarillo. AbuIQâsim alIrâqî escribe
sobre un árbol semejante que tiene sus raíces no en la tierra, sino en el mar del
Universo. El mar significa la materia del alma, el anima mundi. El árbol crece en
los «países de Occidente», es decir, en Poniente, porque la materia representa
el Oeste, mientras que la forma, el arquetipo, simboliza el Este. El árbol puede
tener la figura de ser humano, ya que es la «forma interna» del hombre. De él
se obtiene la materia prima de la obra, pues en el fruto se encuentra el germen
del mismo árbol.
«La materia prima que puede producir la forma del elixir se obtiene de un solo
árbol, que crece en los países de Occidente. El árbol tiene dos ramas, lo bastante
altas para que nadie pueda comer sus frutos sin trabajo y sin esfuerzo, y otras
dos, cuyos frutos son más ásperos y secos que los dos las dos primeras. Las flores
de una de estas ramas son rojas, y las de la otra, blancas y negras. El árbol tiene,
además, otras dos ramas, más pequeñas y quebradizas que las cuatro primeras;
las flores de una de estas ramas son negras, y las de la otra, entre blancas y ama
elhilodeariadna
rillas. Este árbol crece en la superficie de la tierra. Todo el que coma de este árbol
será obedecido por hombres y genios (djinn). Es el árbol cuyo fruto fue prohibido
a Adán; cuando comió de él, perdió su figura de ángel, para adquirir la de hom
bre. Este árbol puede adoptar la forma de un ser humano cualquiera...».
46
De manera que la materia prima de los alquimistas es tanto el origen como el
fin de su obra, pues el caos de la materia es oscuro e impenetrable mientras las
formas que están contenidas en él, en potencia, ya en su mismo germen, no
alcancen su pleno desarrollo; esta potencia es intrínsecamente impenetrable.
Ocurre con ella lo que con la materia mineral, que en estado amorfo aparece
turbia y opaca, para hacerse clara y transparente en el momento en que toma for
ma y cristaliza. De ello no hemos de deducir que todas las posibilidades latentes
en el alma tengan que manifestarse; pues, en primer lugar, la variedad de estas
posibilidades es inagotable y, en segundo lugar, precisamente la dispersión del
contenido del alma es un obstáculo para la realización de la «forma» esencial,
o sea, ese estado de conocimiento armonioso y equilibrado que puede reflejar
enteramente la «acción divina» del espíritu. Por tanto, la verdadera naturaleza
del espíritu se manifiesta en la medida en que capta la verdadera forma.
elhilodeariadna
47
Fulcanelli
La cábala hermética
elhilodeariadna
K
El gusto por el jeroglífico, último eco de la lengua sagrada, se ha visto conside
rablemente debilitado en nuestros días. Ya no se cultiva y a duras penas se inte
resan por él los estudiosos de la generación actual. Al dejar de proporcionar a la
ciencia del blasón el medio de descifrar sus enigmas, el jeroglífico ha perdido el
valor esotérico que siempre tuvo. Hoy lo encontramos refugiado en las últimas
páginas de las revistas, donde –pasatiempo recreativo–, su función se limita a
la expresión imaginada de algunos proverbios. Algunas veces se puede atisbar,
de tiempo en tiempo, una aplicación regular, aunque frecuentemente orientada
a fines publicitarios, de este arte desechado. De este modo, una gran firma mo
derna, especializada en la construcción de máquinas de coser, adoptó para su
publicidad un cartel muy conocido. Representa a una mujer sentada trabajando
en la máquina, en el centro de una S majestuosa. Sobre todo se adivina en él la
inicial del fabricante, aunque el jeroglífico es claro y de sentido transparente: esta
mujer cose embarazada, lo cual es una alusión a la suavidad del mecanismo.
El tiempo, que arruina y devora las obras humanas, no ha respetado el viejo len
guaje hermético. La indiferencia, la ignorancia y el olvido han colaborado con la
acción disgregadora de los siglos.
Sin embargo, no podría sostenerse que se ha perdido por completo; algunos
iniciados conservan sus reglas, saben sacar partido de los recursos que ofrece
en la transmisión de verdades secretas o lo emplean como clave mnemotécnica
de enseñanza.
K
Los iniciados saben que nuestra ciencia, aunque puramente natural y simple,
no es en absoluto vulgar, y los términos de los que nos servimos, siguiendo a
los maestros, tampoco. Quieran pues los hombres prestarles la debida atención,
elhilodeariadna
pues los hemos escogido con esmero con el deseo de mostrar la vía, de señalar
los barrancos que la cruzan, con el propósito de esclarecer a los estudiosos des
cartando a los ciegos, a los ávidos y los indignos. Aprended, los que ya sabéis,
que todos nuestros lavajes son ígneos, que todas nuestras purificaciones se hacen en
50
el fuego, por el fuego y con el fuego. Ésta es la razón por la que algunos autores
han descrito estas operaciones bajo el título químico de calcinaciones, porque
la materia, sometida durante mucho tiempo a la acción de la llama, le cede sus
partes impuras y adustas. Sabed también que nuestra roca –velada por la figura
del dragón–, deja fluir primero una oleada oscura, hedionda y venenosa, cuyo
humo, espeso y volátil, es extremadamente tóxico. Este agua, que tiene como
elhilodeariadna
símbolo al cuervo, tan sólo puede ser lavada y emblanquecida por medio del
fuego. Y es esto lo que los filósofos nos dan a entender cuando, en su estilo enig
mático, recomiendan al artista cortarle la cabeza. Por estas abluciones ígneas,
el agua abandona su coloración negra y adquiere un color blanco. El cuervo,
51
decapitado, entrega su alma y pierde sus plumas. De este modo, el fuego, por su
acción repetida y reiterada sobre el agua, la obliga a defender mejor sus cualida
des específicas abandonando sus superfluidades. El agua se contrae, se repliega,
para poder resistir la influencia tiránica de Vulcano; se nutre del fuego, que
agrega las moléculas puras y homogéneas, y finalmente se coagula en una masa
corporal densa, y ardiente hasta tal punto que la llama se vuelve impotente para
exaltarla más.
En provecho vuestro, hermanos desconocidos de la misteriosa ciudad solar,
hemos alimentado el propósito de enseñar los modos diversos y sucesivos de
nuestras purificaciones. Nos estaréis agradecidos, estamos seguros de ello, por
haberos indicado estos escollos, arrecifes del mar hermético, contra los que han
naufragado tantos argonautas inexpertos. Así pues, si deseáis poseer el grifón
–que es nuestra piedra astral–, arrancándolo de su ganga arsenical, tomad dos
partes de tierra virgen, nuestro dragón escamoso, y una de plata ígnea, que es ese
valiente caballero armado con la lanza y el escudo. Ares, más vigoroso que Aries,
debe estar presente en menor cantidad. Pulverizad y añadid la quinceava parte
de toda esa sal pura, blanca, admirable, reiteradas veces lavada y cristalizada,
que necesariamente debéis conocer. Mezclad íntimamente; después, a ejemplo
de la dolorosa Pasión de Nuestro Señor, crucificad con tres puntas de hierro, a
fin de que el cuerpo muera y pueda, acto seguido, resucitar. Hecho esto, expul
sad del cadáver los sedimentos más groseros; machacad y triturad los huesos;
amasadlo todo sobre un fuego lento como una vara de acero. Añadid entonces
en esta mezcla la mitad de la segunda sal, extraída del rocío que, durante el mes
de mayo, fertiliza la tierra, y obtendréis un cuerpo más claro que el anterior.
Repetid tres veces la misma técnica; llegaréis a la mina de nuestro mercurio, y
habréis alcanzado el primer peldaño de la escalera de los sabios. Cuando Jesús
resucitó, al tercer día después de su muerte, un ángel luminoso y vestido de blanco
ocupó, solo, el sepulcro vacío…
elhilodeariadna
52
elhilodeariadna
53
Traducción de Guillermo Menéndez
Eugène Canseliet (18991982), amigo de André Breton, Anatole France, Paul Le Cour, y
en su momento de los guénonianos hermanos Chacornac, hará de su vida un Magisterio
dedicado por entero al Arte Real o Alquimia. Si bien es cierto que su nombre siempre
aparece ligado al de su Maestro, Fulcanelli, Cansèliet tiene la cualidad de brillar por
su propia luz. Libros como L´Alchimie et son livre Muet; Deux Logis Alchimiques en
marge de la science et de l´Historie; y el fundamental L´Alchimie expliquée sur ses textes
elhilodeariadna
classiques (trad.cast: La Alquimia explicada sobre sus textos clásicos, Luis Cárcamo
editor, Madrid. 1981), son obras que demuestran el gran saber en torno al Hermetismo
alquimista que manejaba su emisor, como a la vez son recipientes del fino gusto literario,
profundamente antiguo y despierto, de Eugène Canseliet.
54
fuego del sol es el significado del nombre iniciático – fulcanelli – que
disimula y pone de manifiesto al mismo tiempo al más célebre alquimista de
nuestro tiempo. Eugène Canseliet es su único discípulo, que publicó sus dos
obras convertidas en clásicos, El Misterio de las Catedrales y Las moradas filosofales,
antes de aportar su propia e importante contribución en la que, bien entendido,
preservó las reglas habituales de secreto.
K
Eugène Canseliet: Hice mía la definición de Martinus Rulandus, en su Lexicon
Alchemiae. En latín: Alchimia est impuri separatio a substantia puriore. La alquimia
separa lo impuro de la substancia más pura. La más pura, el latín lo expresa bien
con su comparativo: la substancia no es suficientemente pura.
Robert Amadou: ¿De dónde viene la palabra alquimia ? Se han ofrecido varias
etimologías: chumos, que quiere decir jugo en griego; kem, que quiere decir ne
gro en egipcio antiguo y kemes, que sería una deformación del término semítico
shemes, la alquimia entonces sería el arte del sol. En todo caso, es cierto que estas
etimologías son sugestivas, dado que la alquimia no es extraña a los jugos, ni al
color negro, ni sobre todo al sol que es la fuente de luz, de calor y de vida. Ade
más se encuentran otras etimologías. ¿Cuál es la correcta, o la mejor?
R.A.: Uno solo, la unidad, usted introduce una idea fundamental en alquimia,
que John Dee expresaba en su Monas hieroglyphica. Monas…
elhilodeariadna
55
R.A.: La unidad engendra la armonía que la manifiesta en la variedad. Un inicia
do cristiano, y hasta católico, el Dr Paul Carton, ha desmenuzado la Tabla Esme-
ralda en siete leyes universales e instituidoras: la ley de causalidad, o de creación;
la ley de unidad de las causas, o de monoteísmo; la ley de analogía, o de corres
pondencia; la ley de vida universal rítmica; la ley de evolución, o de adaptación, o
de progreso; la ley de síntesis jerárquica, o de solidaridad; la ley de finalidad.
R.A.: El cosmos alquímico es todoradiante. ¿Hay relación con los modernos «ra
yos cósmicos»?
R.A.: ¿Los rayos cósmicos, lo que hoy llamamos así, podrían ser el vehículo del
espíritu?
R.A.: Permítame volver al sol. Esta vuelta será, o debe ser a través de la luna.
¿Cuál es el rol de la luna?
R.A.: Sin duda, pero ¿cuál es su rol? La luna es un espejo. Se dice en el Islam que
ella simboliza al Profeta, que refleja la luz divina. En alquimia, esta función de
reflexión es capital, ¿no es cierto?
56
E.C.: La luna envía fuerza, ella irradia. Ella nos envía el espíritu que viene
del sol. La luna corporiza al espíritu.
R.A.: …La que debe estar en otra fase que aquella que muestra, para descon
certar, cierta estampa del Mutus Liber ¿Cuál es la radiación emitida por la luna?
¿Rayos cósmicos o rayos de un orden diferente?
K
R.A.: El alquimista opera sobre la materia mediante manipulaciones. Debe ope
rar también sobre el espíritu, sobre sí mismo, sobre el espíritu en el mismo.
E.C.: No, ninguna práctica corporal. Por supuesto, no hay que entregarse
a los excesos.
K
B.B.: En la simbología alquímica, un animal me fascina: el león; el león rojo o el
verde, y todos sus derivados.
R.A.: Es una pregunta de Bernard Biebel que nos escucha mientras nos toma fo
tografías y al que la alquimia lo apasiona. ¿Le permite usted que intervenga?
Ocupa un gran lugar en el seno del bestiario alquímico. De igual modo que
el cuervo, que representa la parte negra, la putrefacción, al que tendríamos
tendencia a rechazar como una materia vil e inútil porque es maloliente.
59
B.B.: ¿Es entonces uno de los dos espíritus apestosos del que habla Pierre Vicot?
B.B.: Y el mismo autor termina diciendo que los tontos lo han buscado en la
mierda. Ese león, si he entendido bien, es el principio masculino por excelencia,
el azufre, el macho.
elhilodeariadna
E.C.:Sí.
B.B.: Pero no comprendo muy bien porque Michel Maier en la Atalanta fugiens,
Atalanta fugitiva , califica al león como mineral de Hermes . Porque, si es el mine
60
ral de Hermes, debería estar al inicio la materia de la obra.
B.B.: Según otro manuscrito, la madre que me trajo al mundo fue engendrada por
mi , y es la materia primera, es el principio femenino el que habla.
B.B.: ¿Es por esa razón que es representado en una caverna, en una roca, sobre
la paja?
62
elhilodeariadna
63
?
Por Carl Gustav Jung
Psicología y alquimia
(Tomado del libro de Jung Psicología y Alquimia, Madrid, ed. Trotta)
elhilodeariadna
64
con estas comprobaciones, que tal vez resulten extrañas al lector, llegamos
a un axioma capital de la alquimia, el aforismo de María Profetisa: «El uno se
convierte en dos; el dos, en tres, y del tercero sale el uno como cuarto». Como el
lector ya habrá visto por el título, en este libro me ocupé del significado psicoló
gico de la alquimia, es decir, de un problema que, salvo poquísimas excepciones,
se ha sustraído hasta ahora a la investigación científica. La ciencia se ha ocupado
del aspecto históricoquímico de la alquimia muy recientemente, y sólo en muy
escasa medida de su aspecto filosófico e históricoreligioso. Todos conocemos
la importancia de la alquimia en el desarrollo histórico de la química. Pero el
sentido histórico cultural de la alquimia es aún cosa tan desconocida que parece
casi imposible indicar con pocas palabras en qué consiste. Por eso, en esta intro
ducción he procurado exponer la problemática históricoreligiosa y psicológica
con que se articula el tema de la alquimia. La alquimia forma, por decirlo así,
elhilodeariadna
María Profetisa
ha dejado abiertas. Esta situación encuentra tal vez su expresión más vigorosa
en ese axioma que, cual un leitmotiv, invade la vida de la alquimia durante casi
toda su duración, que pasa los mil setecientos años: trátase precisamente de ese
aforismo ya citado de María Profetisa. Aquí se intercalan entre los números im
pares del dogmatismo cristiano los números pares, que significan lo femenino,
la tierra, lo subterráneo y el mal mismo. Su personificación es el serpens mercurii,
el dragón, que se engendra y se destruye a sí mismo y que representa la prima
materia. Este concepto fundamental de la alquimia se remite al Tehom, a Tiâmat,
con su atributo del dragón, y por ende al mundo matriarcal primitivo, que en la
teomaquia del mito de Marduk queda vencida por el mundo paterno masculino.
La transformación histórica universal de la consciencia hacia el lado «mascu
lino» queda compensada al principio por el elernento ctónico femenino de lo
inconsciente. Ya en ciertas religiones precristianas se produce una diferencia
ción de lo masculino en la forma de la especificación padrehijo, desarrollo que
en el cristianismo llegó a su significación suprema. Si lo inconsciente fuera tan
sólo complementario, esta transformación de la consciencia habría estado acom
pañada por el surgir de la madre y de la hija, tanto más cuanto que en el mito
de DeméterPerséfone estaba ya preparado el material necesario. Pero, como lo
muestra la alquimia, lo inconsciente prefirió el tipo CibelesAtis, en forma de
prima materia y de filius macrocosmi, demostrando así que no es complementa
rio sino compensatorio. De manera, pues, que lo inconsciente no se comporta
sencillamente oponiéndose a la consciencia, sino que viene a ser respecto de ella
un compañero de juego o adversario que la modifica en mayor o menor grado.
El tipo del hijo no hace surgir de lo inconsciente «ctónico», como imagen com
plementaria, una hija, sino nuevamente un hijo. Este notable hecho depende,
según todas las apariencias, de la encarnación del dios puramente espiritual en
la naturaleza terrenal del hombre, encarnación que es posible por la generación
del Espíritu Santo en el útero de la Virgen Bienaventurada. Y de esta suerte lo
superior, lo espiritual, lo masculino, desciende hacia lo inferior, lo terreno, lo
femenino y, en consecuencia, la madre, anterior al mundo paterno, va al encuen
tro del elemento masculino y, mediante el instrumento del espíritu humano (la
«filosofía»), engendra un hijo que no es el opuesto de Cristo, sino su correspon
dencia ctónica, que no es un hombre dios, sino un ser fabuloso, conforme con
la esencia de la madre primigenia. Y como al hijo superior le toca la misión de
elhilodeariadna
66
La noche saturnal
elhilodeariadna
67
Tal es, descrita en breves trazos, la dramática cuestión que se desarrolla en
las tinieblas de la alquimia. Resulta superfluo hacer notar que estos dos hijos
nunca se unían, salvo tal vez en el espíritu y en la vivencia más íntima de al
gunos pocos alquimistas particularmente dotados. Y no es demasiado difícil
comprender cuál era la «meta» de este proceso: la humanización de Dios pare
cía una aproximación del principio masculino del mundo paterno al principio
fernenino del mundo materno, por lo cual este últirno se sentía movido a ade
cuarse al mundo paterno.
Manifiestamente esto significaba un intento de tender un puente que compen
sara el conflicto abierto.
El lector no debe sorprenderse de que mi exposición suene como un mito gnós
tico. Aquí nos movemos precisamente en ese dominio psicológico en que tiene
sus raíces la gnosis. La exposición del símbolo cristiano es gnosis y la compensa
ción de lo inconsciente lo es aún más. El mito constituye el lenguaje más
apropiado para expresar estos procesos psíquicos; ninguna formulación intelec
tual puede, ni siquiera aproximadamente, alcanzar la plenitud y la fuerza expre
siva de las imágenes míticas.
Trátase aquí de imágenes originarias y primigenias, y precisamente por eso un
lenguaje de imágenes lo reproduce del mejor y más acertado modo.
El proceso aquí descrito muestra todos los rasgos característicos de una compen
sación psicológica. Corno es sabido, la máscara de lo inconsciente no es rígida
sino que refleja el rostro que se le muestre. Si se le presenta hostilidad, le dará
forma amenazadora; si condescendencia, suavizará sus rasgos. No se trata de
un simple reflejo óptico, sino de una respuesta autónoma que revela la esencia
independiente del que responde. De manera que el filius philosophorum no es en
modo alguno un mero reflejo del Hijo de Dios en una materia impropia, sino
que el hijo de la Tiâmat muestra los rasgos de la figura original materna. Ese hijo
es, eso sí, explícitamente un hermafrodita, pero tiene un nombre masculino y
revela así la tendencia que tiene el mundo subterráneo, ctónico, rechazado por
el espíritu e identificado sin más ni más con el mal, a la conciliación: representa
indiscutiblemente una concesión hecha al elemento espiritual y masculino, aun
que lleve en sí el peso de la tierra y de los fabulosos animales primigenios.
Esta respuesta del mundo materno muestra que el abismo que lo separa del
mundo paterno no es insalvable, porque lo inconsciente contiene en si un ger
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símbolos alquímicos
Serie de imágenes comentadas
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Bernardo Nante
71
Por Bernardo Nante
Lambsprinck:
La Piedra Filosofal
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Nada sabemos de la vida de Lambsprinck o Lambspring, autor de este gran
poema iconográfico alquímico titulado Tractatus de lapide philosophorum, que
vivió probablemente durante la segunda mitad del siglo XV en Alemania del
Norte. La idea fundamental de la obra, derivada de la alquimia árabe, consiste
en que los componentes volátiles de una sustancia (“Spiritus” y “Anima”) deben
separarse de los sólidos (“Corpus”), purificarse y luego volver a unirse para cons
tituir una nueva sustancia. Las primeras ocho imágenes describen esta idea
utilizando figuras animales hasta alcanzar un primer grado de la tintura (figura
nueve) que luego es incrementado (figura diez). En las últimas cinco imágenes
se desarrolla la culminación de todo el proceso, la adquisición del último grado
de la tintura, a partir de una alegoría del alquimista árabe Alphidius. Se trata
de la historia de un Rey (“Corpus”) que envía a su hijo (“Spiritus”) con un guía
(“Anima”) para que éste le muestre el mundo desde lo alto de una montaña.
El joven añora a su padre y cuando vuelve a él, éste lo consume movido por el
gozo de verlo. Un divino rocío baña al padre que yace sudando en el lecho; de
allí mana el óleo de la verdadera tintura y ambos resurgen. Ahora padre e hijo
son inmortales y ambos rigen junto a su guía; en otras palabras, cuerpo, alma y
espíritu constituyen al hombre (y al cosmos) perfecto.
La obra, escrita en alemán, fue publicada por primera vez en 1599 en la traduc
ción latina de Nicolas Barnaud, un eximio conocedor de la alquimia que la in
cluyó en una antología titulada Triga Chemica. Aquí nos basamos en esa misma
versión tal como se consigna en la segunda edición del Museum Hermeticum de
16781.
El espacio sólo me permite incluir las quince figuras y sus epígrafes con un mí
nimo comentario alquímico, de tonalidades psicológicas, que se atiene menos a
la aclaración del texto que a proporcionarle al lector indicios del significado mis
mo de la Obra. Soy consciente de que las observaciones psicológicas que a veces
proporciono son limitadas, pero téngase en cuenta que no se circunscriben a los
procesos psíquicos personales, sino que apuntan a descubrir una vida anímica
arquetípica2.
Más allá de toda interpretación, las sugestivas imágenes alquímicas reclaman
una mirada silente.
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PRIMERA FIGURA
El mar es el Cuerpo; ¿hay dos peces? Espíritu y Alma
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SEGUNDA FIGURA
Putrefacción.
En la total negrura del caos, el héroe del discernimiento deberá decapitar con
su espada al espantable dragón alado que oculta en su interior el precioso te
soro de la pureza. Las aguas mercuriales (¡la potencia psíquica unificada!) tan
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TERCERA FIGURA
En el Cuerpo están el Alma y el Espíritu
76
CUARTA FIGURA
Espíritu y Alma están unidos y devueltos a sus cuerpos.
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QUINTA FIGURA
Mortificación y albificación, imbibición del cuerpo unido al alma y al Espíritu.
poral.
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SEXTA FIGURA
El Mercurio precipitado o sublimado de modo correcto y químico, disuelto en su pro-
pia agua y coagulado nuevamente.
81
NOVENA FIGURA
Si la fortuna así lo quiere, de Rétor te tornarás Cónsul.
Y si ella lo quiere, de Cónsul te tornarás Rétor.
Comprende que el primer grado de la tintura ha aparecido nuevamente.
sobre su trono con el dragón a sus pies. El lógos (Rétor) se torna autoridad (Cón
sul) y la autoridad (Cónsul) lógos (Rétor). Se ha alcanzado una primera “ilumi
nación”, aquella que se llama la “piedra blanca”.
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DÉCIMA FIGURA
Reiteración, gradación y mejoramiento de la Tintura o Piedra de los Filósofos : que se
comprenda mejor “Aumento”.
Una salamandra nace del fuego y debe ser sacrificada. De su sangre surge un
precioso remedio que otorga la vida eterna. Una mayor atención y un mayor
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UNDÉCIMA FIGURA
El Padre, El Hijo con el guía se dan la mano,
Debe comprenderse aquí el Cuerpo, el Espíritu y el Alma.
cia imaginativa de lo Alto, debe enseñar al joven Espíritu, aún imberbe, el vasto
cosmos sobre el que la Piedra debe regir. Se trata de una nueva sublimación,
esta vez promovida desde lo bajo.
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DUODÉCIMA FIGURA
Otro monte de la India yace en el vaso,
El Espíritu y el Alma, como el hijo y su guía, lo han escalado.
Desde el alto monte el guía muestra al joven Espíritu el vasto cosmos pero éste
no resiste pues su Padre desfallece en lo bajo debido a su ausencia.
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DÉCIMOTERCERA FIGURA
Aquí el Padre devora al Hijo:
El alma y el espíritu manan del cuerpo.
incapaz aún de recibirlo con moderación, hace que todo se precipite y entre en
una nueva negrura.
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DÉCIMOCUARTA FIGURA
Aquí el Padre transpira fuertemente
De allí mana el óleo y la verdadera tintura filosófica.
En Padre transpira la tintura y ora a Dios para que su Hijo renazca. Dios pres
cribe que se duerma y en tal incubación la lluvia lo ablanda y purifica.
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DÉCIMOQUINTA FIGURA
Aquí Padre e Hijo están unidos
Para juntos para siempre.
88
1
Lambsprinck, Nobilis Germani philosophi antiqui libellus, De Lapide Philosophico, e Germanico versu Latinè
redditus, per Nicolaum Barnaudum Delphinatem Medicum, hujus scientia studiosissimum, en Museum Her-
meticum Reformatum et Amplificatum, Francofurti, Apud Hermannum à Sande, 1678 en Lambsprinck, La Pierre
Philophale, texte latin et traduction francaise, Milano, Archè, 1981.
2
El lector hallará en esta misma publicación una explicación del proceso alquímico en “La alquimia como mis
terio”, una contextualización histórica en el “Thesaurus histórico de la alquimia occidental” y una explicación de
algunos conceptos y símbolos alquímicos en el “Glosario alquímico”.
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Alquimia y literatura
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Bernardo Nante
91
Por Teresa P. Mira de Echeverría
Teresa Pilar Mira: doctora en filosofía, Profesora en la cátedras de Teoría del Conoci
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que logra un autor que es muestra cabal de la erudición propia del género, nos
referimos a Samuel R. Delany y su obra de 1968, Nova.
94
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95
El «ilirión» o de la «quinta essentia» en la tabla periódica
La novela que vamos a analizar es un entramado luminoso de personajes, sím
bolos, esquemas míticos e imaginación de alto vuelo. Sin dudarlo, el nudo
central de esta novela alquímica se sitúa en la persona del propio alquimista,
es decir, el protagonista.
El Capitán Lorq Von Ray (un epítome del propio autor) sostiene el entarimado
de una novela de corte netamente espiritual –en la cual se plasma la mejor tradi
ción del mito del «Tesoro del Dragón» en un abanico que va desde el Moby Dick
de Herman Melville, a la más prístinas versiones de La Quête du Graal, y para lo
cual utiliza desde el Tarot y la Astrología Caldea al I Ching–. Nuestro personaje
es un hombre poderosísimo, de mediana edad, finalmente heredero del más
absoluto poder en la galaxia, cuya búsqueda es la de un Grial muy particular, una
estrella nova, luz pura en explosión, capaz de producir un elemento casi etéreo,
sutil, quasiespiritual, base de la economía universal; que le permita reunificar
su existencia escindida, como su rostro, en dos. Y para ello se verá rodeado de
gitanos músicos, escritores, cartománticas, en un descensus ad inferos volcánicos
y un ascenso a la comunión físicopsíquica quasimística (por medio de su unión
con la nave que pilota) con la más pura luz de una estrella en explosión, capaz de
brillar, por unas pocas horas, como cien mil millones de soles.
Ubicada en un futuro lejano (fines del siglo XXXI d.C.), la geografía del Universo
humano, propuesta en Nova, se halla partida en tres zonas: Draco (el brazo espiral
de la Vía Láctea donde se halla ubicada la Tierra), Las Pléyades (un cúmulo o en
jambre de estrellas jóvenes, brillantes y apiñadas) y las Colonias Lejanas (el espacio
profundo, casi exterior a la Vía Láctea, la última frontera de nuestra isla galáctica).
Draco representa el mundo antiguo y rancio de la primer época de la conquista
espacial, un mundo anquilosado en sus glorias pasadas y esclerotizado en sus
costumbres, cuyo sistema solar capital –Sol– alberga a la venerable y decadentí
sima Tierra; y cuyo símbolo, obviamente, es la Serpiente (en cada espaciopuerto
del Sistema Draco hay una serpiente enroscada alrededor de una columna: un
axis mundis o árbol de la vida ya agotado. “Aquí no hay serpientes” dicen en las
Pléyades). A este sistema cultural pertenecen los hermanos Prince y Ruby Red
(el príncipe y el rubí rojos) dueños de un consorcio empresario de enorme pode
río que controla la mitad del transporte galáctico.
La Federación de las Pléyades (las siete hermanas: seis estrellas supergigantes
elhilodeariadna
azules, sumamente calientes y jóvenes –cuya energía hace palidecer al tibio Sol–,
más una muerta –una ex nova–: 6+1) presenta la mayor población concentrada
en el menor espacio, y representa la pujanza y la fuerza de las civilizaciones
jóvenes y democráticas. Formada a partir de la piratería, enfrenta sus ideales
96
de igualdad social contra los vetustos derechos de linaje y nobleza de la Tierra.
La burguesía de la Federación (en este obvio enfrentamiento AméricaEuropa),
mucho más cercana al proletariado, tiene en Von Ray al dueño absoluto de la otra
mitad del poder galáctico.
Finalmente, están las Colonias Lejanas. Surgidas como una promesa de reno
vación y riqueza, no son más que tierra fronteriza y olvidada, un conglomerado
abierto y caprichoso de escasísimos y raleados mundos separados por millones
de años luz entre sí, sin orden ni ley, y que aparece como lo Otro respecto de la
cultura galáctica. En torno a sus estrellas jóvenes y extrañas giran planetas des
cabellados en los que pueden encontrarse trazas leves de ilirium y extravagancias
tales como drogas salidas de piedras y nieblas, etc.
La lucha entre los dos máximos poderes en equilibrio de la galaxia (los Red y von
Ray) es la lucha entre el bien y el mal, entre la Serpiente y el Rayo. Nuestro San
Jorge persigue dos objetivos: la joven Ruby Red y el control de la galaxia. Y para
ello necesita el Ilirión. Y cuando lo consiga desatará un caos que reformará el
universo conocido: perderá a la hermana incestuosa literalmente derretida en su
propio odio, logrará precipitar a la ruina al brazo Draco (venciendo así a la ser
piente) que representa un tercio de los sistemas estelares conocidos (Ap. 12, 4),
es decir que inclinará la balanza de poder hacia la Federación (la cajita de joyas
como se conoce a las Pléyades, las siete hijas de Atlante huyendo de Orión) y las
Colonias, hacia la vida nueva; y, finalmente, adquirirá una ceguera luminosa que
lo acerca a Edipo y Tiresias pero lo aleja del mundo, una suerte de visión beatífica
permanente, “fascinante y terrible”.
La caída de la primacía de la civilización terrestre, vista como la muerte del dra
gón, está predicha en una serie de acontecimientos extraños y clarividentes de
la infancia y juventud de los protagonistas. Vacacionando en una de las colonias
exteriores, el Príncipe y el Señor (Prince Red y Lorq von Ray) se enfrentan en las
fauces de un dragón de piedra; luego serán siempre escaleras en espiral las que
los separen en sus encuentros.
Pero, ¿qué es el ilirium o Ilirión?
Ni más ni menos que la piedra filosofal, el agua permanente, la quintaesencia, el
destino final y la meta de todo alquimista.
El Ilirión es un elemento imaginario ubicado en la tabla periódica más allá del
elemento 305 o 306. Delany toma la condición de inestabilidad de los últimos
elhilodeariadna
elementos de la tabla periódica real, a los que llama “efímeros”, y coloca al ilirium
como un acápite que recibe un conjunto de elementos fuertemente estables (mi
llones de años de desintegración) y terriblemente pesados y masivos, capaces de
mantener un mundo con la energía de unos pocos gramos.
97
El Ilirión se usa en la novela, de a pocos gramos, para calentar lunas y planetas
como Tritón o como “el otro mundo” –uno de los tres planetas que, junto con
Elíseo y Dis, giran en torno a la Oscura Hermana Muerta, la séptima Pléyade, o
lo que queda de ella: el cadáver rojizo de una antigua nova, un vaporoso sol rojo–
cuyas fuentes de lava constantemente encendidas recuerdan los inferos.
El ilirium sólo es gestado en el interior de las novas, es decir, de las estrellas en ex
plosión, cuyas terribles temperaturas las convierten en la matriz o caldera capaz
de sintetizar los elementos más pesados y, por ende, más difíciles de formar.
La definición de este elemento es, literalmente: «otra cosa». Una embajada de lo
extraño entre nosotros; la ambrosía de los dioses (la vida quasieterna), ¿el propio
Dionisos? La sustancia divina… El cáliz sagrado:
Morgana), llamada también “La Dama Blanca” (etapa de lavado donde nuestro
héroe comprende el sentido de su vida), la directora del Museo del Instituto Alka
ne, un sitio surrealista que alberga todo el arte y la ciencia del universo, y que se
emplaza en Vorpis, el planeta de niebla (y la niebla es un símbolo mediador y un
99
La Nigredo
velo a ser descorrido para ver la verdad que oculta); ella dará la ubicación precisa
de un fenómeno imposible de predecir: la aparición de la próxima estrella nova,
es decir, la ubicación del matraz de nuestra piedra filosofal. Frente a esta sibila
de la ciencia que brinda la meta, encontramos una sibila de la magia que brinda
los medios: Tyy, la tarotista, la de ojos gris acero (como la niebla) y una de las
tripulantes de la nave de von Ray, aquella que tomará el timón en el momento
decisivo y salvará el viaje. Invertido el paso 3 por el 4, y fusionados ya el camino
alquímico con la katábasis-nekia; la calcinatio corresponderá a un descensus ad in-
feros: En “el otro mundo”, el más allá de nuestro itinerario (el tercer planeta de la
nova explotada y extinta La Oscura Hermana Muerta, séptima de las vitales Plé
yades), von Ray se enfrentará a Prince Red en medio de un escenario dantesco de
lavas ardientes a las afueras de la Ciudad de la Noche Horrible, precipitando a su
enemigo en medio de un candente río de fuego. Este enfrentamiento culminará
en una nave (La Cacatúa Negra), en medio del espacio, con Prince convertido en
un cadáver viviente en un cofre de cristal y con el beso final que Ruby, también
calcinada, le dará a su hermano provocándose un shock anafiláctico. Obviamen
te el rubedo se producirá cuando, enfrentada la nova, se sumerja él mismo con su
tripulación dentro del matraznovacielo para recoger el Ilirión, que es la piedra
filosofal y la visión de Dios al mismo tiempo, la unio mystica.
La nave espacial que transportará a nuestro héroe y su tripulación por este de
rrotero –desde Tritón (la mayor luna de Neptuno) hasta el centro mismo de un
sol en explosión, pasando por mundos de niebla y por pozos de lava–, es nada
más ni nada menos que la «Roca». Roc es el nombre de esta Argos futura dotada
de seis “velaspalas” (más la séptima timonel del capitán: 6+1) que se acoplan,
mediante implantes cyborg, directamente con la mente de su timonel (“enchu
fes” que comunican la nave con el sistema nervioso central), de modo que el
tripulante que se ha conectado a una de ellas, puede operarla como una exten
sión protética, viendo, oyendo y palpando a través de ella al mismísimo universo
–tal y como si se estuviese solo y desnudo entre las estrellas–, a las corrientes
de vientos solares y, finalmente, al ilirium que recogerán dentro de la nova. La
Roc es, por ende, la piedra filosofal misma en su inicio y el catalizador para que
el hombre pueda llegar a ella. Roc y Von Ray son lo mismo, al punto que puede
exclamar: “Yo era la nave, la nave era yo”; de modo que cuando sus palas recojan
el Ilirión, serán las propias manos del capitán las que lo hagan, y sus propios ojos
elhilodeariadna
los que vean, desnudos, la luz cegadora de la más brillante estrella que pueda
existir en el universo.
Pero la Roc es una unidad de siete elementos, siete consciencias conectadas a un
misma nave, siete integrantes que componen al único alquimista de Nova.
100
Los siete tripulantes o el universo binario
Como en una nueva Moby Dick (la novela simbólica, iniciática y cosmológica de
Herman Melville) el relator del libro es una especie de Ismael, un ser ajeno a la
trama que se ve enredado en ella “desde fuera”, como un punto de vista extrínse
co: Katin Crawford, un universitario que ansía escribir una novela.
La tripulación del Roc es un microcosmos, cada una de las tres parejas que la
componen, procede de uno de los tres sectores de la galaxia: El primer par, que
es de amigos, procede de Draco y está compuesto por el propio Katin Crawford,
quien ha nacido en la Luna, y por Pontichos Provechi, llamado el «Ratón», un
gitano nacido y criado en Estambul y Atenas, capaz de tocar un extraño instru
mento musical –la siringa sensoria– que permite experimentar con los cinco
sentidos la magia de su música (nuestro Orfeo).
El segundo par es una pareja de amantes que procede de las Pléyades, más pre
cisamente de la rojiza y mortecina La Oscura Hermana Muerta (de la ciudad de
elhilodeariadna
Thule, en el planeta «el otro mundo»), hablamos de la tarotista y timonel Tyy (la
sibila mágica) y de Sebastian, un misterioso oriental constantemente rodeado
por 6 avesmurciélago negras o “diablos voladores” (el augur).
101
El tercer par está compuesto por hermanos provenientes de las Colonias Lejanas,
se trata de Idas (negro) y Lynceos (albino), dos de tres trillizos exiliados (siendo el
tercero Tobías), nacidos en Argos, en Tubman B12.
Como sabemos, el capitán Von Ray procede de la Federación de Las Pléyades,
más precisamente de la ciudad de New Ark en el planeta Ark (el arca, el santua
rio, el refugio).
Todos son dos mitades de uno, que se compensan entre sí: sentimiento/razón,
mujer/hombre y negro/blanco (y un implícito visión/ceguera que luego cobrará
importancia capital); mientras que el capitán es un uno partido en dos (la cicatriz
que lo divide es producto de 1+1: el odio a Prince y el amor a Ruby –también los
enemigos forman un dueto–).
elhilodeariadna
102
Pero, ¿cómo se conjugan todos estos elementos?
Para ello no podemos menos que trasladarnos al gran final de Nova.
La estrella y la redoma
Ya sabemos qué se busca y quiénes lo buscan, cuál es la obra y quiénes el/los
alquimista/s. Finalmente debemos internarnos en el milagro mismo de la trans
mutación y la matriz donde se gestará: la nova y su explosión.
Una estrella nova es, sencillamente, una estrella en explosión. Durante dicha
explosión, el aumento del brillo es de cientos de miles de veces su luminosidad
normal. Cuando una estrella supera una cierta masa crítica, sus proceso de fu
sión de hidrógeno en helio (la fuente de energía de una estrella que le permite
emitir luz y calor), llegan más lejos, sintetizando más y más elementos de la
tabla periódica. A mayor peso atómico en los elementos, la estrella se contrae
y aumenta su temperatura, liberando mayor energía y ejerciendo mayor pre
sión. Llegada un punto límite, la estrella explota y libera una energía tan grande
que barre con todo a su alrededor. Durante el proceso mismo de la explosión, las
temperaturas son tan monstruosamente grandes, que se sintetizan los elementos
más pesados, los que luego vagarán como nebulosas por el espacio interestelar
para formar (o no), en un futuro distante, nuevas estrellas o planetas.
Las novas –o mejor aún, supernovas– de Delany, sintetizan ilirium en el núcleo
mismo de su estallido, constituyéndose en un vas hermeticum.
Un sol explotando, brillando más que nada en toda la galaxia –incluso más que la
galaxia misma–, ése el símbolo divino que eligió nuestro autor. Pero, si es común
en muchas mitologías, la equiparación Sol = Dios; Delany va mucho más lejos.
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Por Mariano Nante
Paracelso
“…aún si Paracelso no hubiese tenido una experiencia directa de las ideas y de
las fuentes cabalísticas, era inevitable que llegara a conclusiones concordantes
con estas nociones”4. Para él, la Kabbalah fue una instancia más de su variopinto
itinerario intelectual, al cual nos referiremos más adelante. No es nuestro inte
rés el de desentrañar las referencias cabalísticas presentes en el texto; tampoco
nos centraremos en las posibles tensiones entre las concepciones nominalistas o
simbólicas del lenguaje. El propósito del presente ensayo es, más bien, descubrir
nuevos horizontes de interpretación tomando a la alquimia y al Paracelso alqui
mista como claves hermenéuticas.
Comencemos, entonces, por ensayar una respuesta al siguiente interrogante
ineludible: ¿cuánto hay del Paracelso histórico en el Paracelso borgeano? Una
lectura superficial del cuento sugeriría que se trata de un Paracelso más bien
impreciso, que el interés de Borges residía en la intrigante figura del alquimis
ta como arquetipo y que ha elegido a la sobresaliente figura de Paracelso para
ilustrarlo. Sin embargo, en Borges ningún nombre es casual y su genio siempre
nos aleja de este tipo de soluciones facilistas. Para poder dilucidar esta cuestión,
cabe realizar una escueta reseña de la vida del célebre maestro suizo. Las breves
precisiones que siguen no pretenden agotar su devenir biográfico; su propósi
to es, más bien, dar cuenta de la personalidad multifacética y desmesurada de
Paracelso, un hombre cuya esencia siempre permanece inasible. Las palabras
de Carl Gustav Jung al respecto son especialmente elocuentes: “No se le puede
hacer justicia: sólo se le podrá siempre subestimar o sobrestimar (...) Paracelso
es un mar o –dicho con menos cordialidad– un caos, y en tanto personalidad
humana, históricamente limitada, se le puede calificar como uno de los crisoles
alquímicos en los que los hombres, dioses y demonios de aquella época atroz de
la primera mitad del siglo XVI derramaron, cada uno, su savia especial”.5
Paracelso nació en Einsiedeln en 1493, bajo el nombre de Philippus Aureolus
Theophrastus Bombastus von Hohenheim. Alentado por su padre, se interesó
desde temprana edad por el estudio de la naturaleza, impulsado por la actitud
de constante inquisición y experimentación que caracterizará su existencia. Las
lecciones paternas le revelaron desde un principio un vasto mundo repleto de
fenómenos fascinantes, de los que el joven Paracelso tendía a buscar el reverso
secreto y misterioso; por ello su vocación se orientaría tempranamente a la me
dicina, profesión en la que se desempeñó hasta el fin de sus días. La poderosa
elhilodeariadna
elhilodeariadna
109
aún a entender. Cada paso que darás es la meta.” El maestro se expresa con frases
paradójicas típicas de los procesos iniciáticos y de la prosa alquímica, en este caso
para poner a prueba al aspirante a discípulo; la alquimia es secreta, es un don
de Dios y sus misterios no deben ser revelados a cualquiera puesto que no todos
pueden comprenderlos. En este caso, el acertijo reviste la forma del *ouroboros, la
serpiente que muerde y devora su propia cola y se da nacimiento a sí misma. El
círculo que dibuja esta criatura es símbolo del *opus circulatorium, la naturaleza
circular de la transformación de los elementos.
El hombre está fervientemente determinado en conocer el Arte: desea divisar
“siquiera de lejos la Tierra Prometida”, pero Paracelso no puede tomarlo como su
famulus sólo por la voluntad que demuestra: “¡Atrás vosotros –escribe–, los fal
sos discípulos, que pretendéis que esta ciencia divina no tenga otro fin que el de
obtener plata u oro! La Alquimia, a la que deshonran y prostituyen, no tiene más
que un propósito: extraer la quintaesencia de las cosas, preparar los Arcanos, las
tinturas, los elixires capaces de devolver al hombre la salud que ha perdido”10. En
todo caso, el *oro que obtienen los alquimistas no es el metal vulgar, sino una
sustancia especial que es producto de la purificación espiritual; de ahí que la
designen con la expresión “aurum non vulgi”.
El desconocido exige a Paracelso una prueba de sus poderes: “Es fama –dijo– que
puedes quemar una rosa y hacerla resurgir de la ceniza, por obra de tu arte. Déja
me ser testigo de ese prodigio. Eso te pido, y te daré después mi vida entera.” En el
mundo de Paracelso la materia está “anímicamente vivificada”, es decir que todas
las cosas poseen vida y alma propias y están conectadas a través de un intermedia
rio con la “Gran M”, el espíritu universal. En el reino animal, dicho intermediario
se denomina Evestrum; en el mineral, Stannar o Trughat; en el vegetal, Leffas.
Paracelso demostraba el funcionamiento de este último principio mediante la
práctica de la transmutación de una rosa, “resucitándola” a partir de sus cenizas:
“Haz que a la luz de la Naturaleza haya en ti un gran y elevado misterio, que una
cosa pierda y pueda olvidar completamente su forma y figura, para volver a surgir
de la nada convertida en algo que en su fuerza y virtud es mucho más noble de lo
que era al principio”11. Para el maestro de Hohenheim no existe la muerte absolu
ta y todo aquello que perece renace en una segunda Naturaleza. La putrefacción,
por ejemplo, es un fenómeno superficial del cuerpo, ya que la “esencia, el Bien, el
alma, se mantiene”12; quien haya comprendido el verdadero significado de estas
elhilodeariadna
Bibliografía
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2001.
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elhilodeariadna
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thesaurus
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Bernardo Nante
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Por Bernardo Nante
Thesaurus histórico
de la alquimia occidental
Pero todo lo que digo es falso, por lo tanto no digo nada
verdadero ... pero cuando digo ‘verdadero’, entended ‘falso’.
118
si la alquimia es un saber de difícil acceso, la historia de la alquimia
es en buena medida conjetural. Con este Thesaurus histórico aspiro a que el
lector tenga una noticia general de la historia de un saber que se desvanece entre
los hilos del tiempo lineal, que se escurre y reaparece con innumerables rostros
y que siempre escapa a una erudición miope. Ése es el consejo de la alquimia,
que por una parte recomienda el estudio de los libros, pero que aborrece de un
saber libresco: “Destruid los libros, no vaya a ser que ellos destruyan vuestros
corazones”, reza una de sus máximas.
El estudioso advertirá aquí inevitables omisiones de textos, autores y datos histó
ricos fundamentales. Nuestra incursión particularmente magra por la alquimia
árabe se debe a que aquí la abordamos en función de su influencia en la alqui
mia latina., aunque su valor intrínseco exceda la mera transmisión. Asimismo,
el título de este Thesaurus excluye las tradiciones alquímicas de la India y de
la China, si bien el Arte de Hermes puede haberse encontrado con desarrollos
orientales paralelos en tierras de Medio Oriente. En nuestro caso, las influencias
interesan menos que aquellos paralelismos que sugieren raíces profundas hun
didas en lo Alto de una Tradición Primordial.
Invito al lector a acercarse a estas páginas con una actitud poética, pues concebí
este Thesaurus como una suerte de “poema”, como un humilde intento de mate
rialización de una “obra”. En ese espíritu acompaño la lectura de breves pasajes
de los antiguos tratados del “Arte de Hermes”, labor que según René Alleau
constituye en sí misma una “prueba iniciática”.
Para facilitar la lectura traduje textos del griego, latín o lenguas modernas y co
menté iconografía que la alquimia utiliza para hacer menos inasible lo inefable.
Agradezco a la Prof. Liliana Suarez por haber contribuido en este Thesaurus con
su traducción del texto latino de Nicolas Melchior de Szeben, titulado Proceso
químico bajo forma de la Misa.
La alquimia griega
La alquimia occidental se remonta con toda probabilidad a los comienzos del
período helenístico, es decir, al 300 a.C., si bien el alquimista más antiguo con
siderado por los especialistas como auténtico, Zósimo de Panópolis, vivió entre
los siglos III y IV d.C. Zósimo es uno de los cuarenta autores consignados en
un compendio elaborado con toda probabilidad en Bizancio entre los siglos VII
elhilodeariadna
les atribuye. Por otra parte, puede establecerse una continuidad entre esos dos
momentos, si se tiene en cuenta que las recetas son fundamentalmente recetas
de imitación, de mímesis, de acuerdo con el espíritu de la técnica antigua.
Un texto muy próximo a estas antiguas recetas, atribuido a Demócrito, Physikà
120
kaì mystikà, puede verse como una suerte de transición entre la alquimia mate
rial o protoquímica y la alquimia espiritual. Basta señalar que su mismo título
aproxima “las cosas físicas” y “las cosas místicas” y que por boca de Ostanes, un
“mago helenizado”, el texto reitera una y otra vez una máxima alquímica:
El alma, encadenada en la materia, debe ser liberada mediante una gnosis que
elhilodeariadna
122
Zósimo de Panópolis
Zósimo nació en Panópolis (hoy Akhmim), sur de Egipto, hacia el año 300 de
nuestra era y es el más antiguo de los autores alquímicos que podemos estudiar
en contexto histórico. Existe coincidencia entre muchos de sus sucesores y la
erudición moderna en atribuirle el desarrollo de la alquimia desde una práctica
meramente metalúrgica a una suerte de religión mística que involucra experi
mentos prácticos y un sistema teórico sofisticado y complejo. Zósimo parece ser
el último de la antigüedad que explora y expande constantemente los experimen
tos prácticos de dorado, tintura y transformación y, por la otra, el primero que
sistematiza un sistema teosófico que subyace a esos experimentos.
Poseemos escasas referencias sobre la vida de Zósimo pero la tradición lo invoca
como “el muy sagrado Zósimo” y la “corona de los filósofos”. La tradición bizan
tina le atribuye un sinnúmero de textos que sin duda no le pertenecen. Además
de algunos textos griegos existen otros que conocemos en traducciones del siría
co, árabe y latín, sumado a fragmentos citados por autoridades posteriores.
Zósimo nació en un medio egipcio en constante contacto con las tradiciones
griegas. Panópolis, ubicada en la Tebaida egipcia, era una ciudad prominente
que creció en torno al templo del dios Min. La presencia de la cultura egipcia se
encuentra con la cristiana, gnóstica y hermética. Zósimo menciona una visita
a Menfis y es posible que haya visitado el Serapeum donde probablemente se
encontraban los laboratorios de los alquimistas. Asimismo es factible que haya
habitado en Alejandría; al menos sus fuentes delatan un conocimiento de las
tradiciones allí vivas: egipcias, judías, cristianas, textos y tradiciones griegas,
etc. Zósimo cita a Homero, Píndaro, Platón, Zoroastro, la Septuaginta, textos
herméticos, etc.
Su obra se catalogó de diversas maneras, si bien la tradición más sólida señala que
escribió una serie de textos ordenados de acuerdo con el alfabeto griego. De ellas
sólo se conserva Sobre la sagrada letra ômega, pero hallamos referencias al libro ka-
ppa en los propios libros de Zósimo y al sigma en comentadores posteriores. Los
fragmentos siríacos aluden a los libros de varias letras del alfabeto arameo. Exis
ten otras divisiones y otros textos tales como: El Libro de Sophe, Imouth, etc. Una
serie de textos se dirigen a una mujer denominada Theosobeia, su “hermana”,
quizás una alquimista que consideraba a Zósimo su frater mysticus o su maestro.
En Sobre la Letra Omega (del cual el lector puede encontrar un meduloso comen
elhilodeariadna
El título de este pasaje (Perì toû theíou hydatos) bien podría haberse traducido
como “Sobre el agua de azufre”, pues “theíou” puede provenir tanto del sustanti
vo “theîon” (azufre) como del adjetivo “theîos”(divino). Otros textos del autor con
signan la misma expresión y merecen la traducción “azufre”, pero de acuerdo
con el erudito criterio de Michèle Mertens, el contexto torna preferible la variante
elegida aunque el propio Zósimo parece haber jugado con estas palabras. Se ha
discutido hasta el hartazgo respecto de la apoyatura química del texto anterior.
Pero el mismo texto señala que es un misterio y que no puede identificarse; es
evidente que el agua divina alude a una suerte de materialización del principio
de transmutación, que es uno y a la vez dual (“no dualidad”), que es inasible y,
sin embargo, eficaz. Por ello, quien la comprende posee la plata y el oro.
Crisopeya de Cleopatra
Para finalizar con esta breve presentación de la alquimia antigua, invito al lector
a que observe atentamente el diagrama que suele denominarse “Crisopeya de
Cleopatra” en razón de que las palabras griegas kleopatrês chrysopoiïa aparecen
elhilodeariadna
en su parte superior.
Bajo el misterioso nombre de Cleopatra circulaban en la antigüedad tardía escri
tos médicos, mágicos y alquímicos, tradición que se perpetuó en la época árabe.
La atribución a Cleopatra es mítica y el diagrama parece provenir de Zósimo pues
125
la versión que aquí consignamos se ubica en el manuscrito a continuación de So-
bre el agua divina y antes de Sobre la letra Omega, ambas de su indiscutida autoría.
ciada en el origen; es por esta sustancia única que el universo está constituido,
y es a esta sustancia única hacia donde el universo retornará por disolución. Si
esta sustancia no contuviera el universo –es decir, si ella no lo contuviera en
potencialidad–, este universo no existiría.” 14
126
127
elhilodeariadna
La segunda proposición , por una parte reafirma con la imagen de la serpiente,
la unidad de la materia. Por la otra, esta serpiente parece poseer el ios, término
problemático, que en este contexto probablemente se refiera a la iosis (rubedo)
etapa fundamental de la transmutación15.
En el centro de estos círculos concéntricos pueden distinguirse tres símbolos:
una luna creciente orientada hacia la izquierda, que representa el mercurio, otra
luna creciente orientada hacia la derecha y con una pequeña epsilon (quizás por
seléne = luna) que es el símbolo de la plata y, finalmente, el símbolo del sol o del
oro. Adviértase que estas tres sustancias son las que intervienen en Sobre el agua
divina, el mercurio es el punto de partida para obtener el oro y la plata.
Por debajo aparecen los esquemas de aparatos utilizados para la fijación16 y, más
abajo aún, una serpiente mordiéndose la cola, con la leyenda “uno todo”. Esta
serpiente de alguna manera repite los tres círculos concéntricos. Si bien Zósimo
es quizás el primer alquimista en donde aparece el ouroboros, el mismo símbolo
aparece, por ejemplo, casi en la misma época en papiros mágicos y entre los
gnósticos acaso con un sentido análogo. El ouroboros simboliza el ciclo de todo
devenir con su doble ritmo: el desarrollo de lo Uno en el Todo y el retorno del
Todo al Uno. Pero el ouroboros ya está atestiguado en Mesopotamia y aún con
más frecuencia, en Egipto, por lo menos desde la dinastía XVIII. En su origen
parece haber estado asociado a Nun, el caos acuoso que todo lo envuelve y tam
bién a la muerte y resurrección, de allí su aparición en sarcófagos.
En Zósimo hallamos el meollo de lo que a lo largo de quince siglos irá reformu
lando la tradición tan variada como unánime de la alquimia, abocada a la bús
queda de esa piedra que no es piedra, tan lejana como cercana; vil tesoro, fuente
de todo ser y todo saber:
“... la piedra que no es una piedra, la que incognoscible y conocida por todos,
la que es indigna de veneración y muy venerada, la que no es un regalo y sin
embargo es un regalo divino.”17
128
“El Rey Khalid dijo: ‘Díme dónde están las fuentes de esta cosa [la materia
prima], dónde puede ser recogida ya que hay necesidad de ella.’
Pero Morienus permaneció en silencio, bajó su mirada y reflexionó profunda-
mente por un momento. Luego, levantó su cabeza y dijo: ‘En verdad, esa mate-
ria creada por Dios está firmemente cautiva en ti mismo, es inseparable de ti,
donde sea que estés, y cualquier creatura de Dios privada de ella, morirá.”18
Los orígenes históricos de la alquimia árabe son tan oscuros como luminosa es
su enseñanza. En las ciudades de Nisibis y de Edessa, nestorianos de lengua si
ríaca traducen textos del griego y del siríaco al árabe y otro tanto hacen los sabia
nos de Harran. Es probable que en Harran se practicara la alquimia en tiempos
preislámicos; de hecho, los sabianos, “seguidores del profeta Idris” veneraban
textos herméticos como su propia Escritura y cultivaban las enseñanzas esotéri
cas que propagaban en todas direcciones. Stapleton sostiene que fue en Harran
donde por primera vez se desarrolló en Mesopotamia la alquimia grecoegipcia.
Otros autores suponen que allí existió un desarrollo alquímico independiente
que incluso puede haber influido en Alejandría; tal es el caso del concepto de
destilación o sublimación y de sus portavoces principales María la Profetisa y
Agathodaimon. Asimismo, algunos sostienen que esta “escuela asiática” (me
diooriental), para diferenciarla de la “escuela egipcia” (alquimia grecoegipcia),
puede haber recibido influencia de la alquimia china de inspiración taoista y de
la alquimia hindú de inspiración tántrica.
Más allá de las hipótesis históricas, la alquimia florece en su auténtica dimen
sión mística en contexto sufi y chíita. Alkimiya’ alude al arte de la transmuta
ción, material y espiritual, en su más alta perfección. Kimiya´ también se refiere
al agente de la transmutación y, por ende, se lo utiliza como sinónimo de aliksir
(“elixir”). Para los místicos el iksir constituía un símbolo de una verdad divina
que tornaba un no creyente en creyente, en un verdadero creyente que sabe. En
la literatura sufi, el maestro espiritual purifica o enseña la purificación del alma
del adepto por medio de varios procesos de alquimia espiritual. Por cierto, aquí
se refleja la cosmovisión antigua por la cual el alma humana es concebida como
un microcosmo de las fuerzas y principios contenidos en el macrocosmo. Nu
merosos místicos sufis, alHallâj, Avicena, Ibn Arabî presentaron a la alquimia
como una verdadera técnica espiritual. AlGazzali (1508 – 1560) en La Alquimia
elhilodeariadna
“Quien no licúa y coagula yerra gravemente. Por lo tanto, haz la tierra negra; se-
para el alma y el agua de allí, luego emblanquece; y así hallarás lo que buscas.
Tabula Smaragdina
Según la leyenda, la Tabla de Esmeralda ofrece la enseñanza secreta de Her
mes Trimegisto24 , Hermes tres veces muy grande, grabada originalmente
sobre una tabla de esmeralda hallada entre sus manos en su propia sepultu
ra. Esta tabla aparece asociada a la figura de Hermes Trimegisto, personaje
mítico que heleniza al dios egipcio Thoth 25, inventor de la escritura, magia,
astrología, medicina, alquimia. Una inscripción de Denderah, proclama res
pecto de Thoth: ¿“Lo que pronunció” no subsiste acaso “por la eternidad”?
Una enorme cantidad de textos “herméticos” –muchos de ellos heterogéneos
comenzaron a circular en griego en el Egipto helenizado hacia los siglos III
y II a. C y constituyen una suerte de “hermetismo popular” u ocultista. A
comienzos de nuestra era, de una compleja y sutil asociación entre la filosofía
griega y el saber egipcio surge el “hermetismo culto”, que se atribuye a sí mis
mo una antigüedad inmemorial, y que presenta una refinada espiritualidad
elhilodeariadna
tos rectificados.
12. Hermes es tres veces grandísimo y posee las tres partes de la filosofía de
todo el mundo, que Hortulain señala como constitutivas de la piedra y que deno
mina: mineral, vegetal, animal. La operación del sol mercurial se ha cumplido
133
porque se ha obtenido el mercurio filosofal que contiene los tres colores (negro,
blanco, rojo) y los cuatro elementos como un perfecto tesoro.
El V.I.T.R.I.O.L.
A partir del siglo XVI la Tabula smaragdina comenzó a publicarse junto con el “Vi
triol”, emblema que aquí consignamos y que se atribuye al alquimista Basilio Valen
tín29. El “vitriol” corresponde, por una parte, a un cuerpo cristalino brillante, tal como
el zinc, pero –de acuerdo con el Lexicon de Ruland– el vitriol verde es un símbolo de
la materia cruda de la Obra, mientras que el vitriol rojo alude su estadio final.
En el emblema, que aquí consignamos, “vitriol” es un acróstico que reza: “Visita
Interiora Terrae Rectificando Invenies Occultum Lapidem” (Visita el interior de la
tierra y rectificando hallarás la piedra oculta) y que se halla, como en una meda
lla, inscripto en la periferia del diseño circular. Esta imagen, que ofrece variantes,
mereció diversas interpretaciones por parte de la misma tradición alquímica.
Basta retener aspectos fundamentales, pues el emblema pretende sintetizar y
consagrar los elementos que intervienen en el proceso alquímico. Todo juramen
to, desde el punto de vista tradicional, liga de modo indisoluble; aquí manos
divinas bendicen esa ligazón entre las partes de la Obra, entre el micro y el ma
crocosmos. En la parte superior hallamos los siete planetas o metales coronados
por la copa de mercurio, que es ya el mercurio filosófico, de donde nacen el sol
(oro) y la luna (plata). En la parte inferior aparecen tres escudos, con un águila
de dos cabezas, una estrella y un león. Por cierto, cabe una doble interpretación;
por una parte, águila, león y estrella corresponden respectivamente a mercu
rio/ espíritu, azufre/alma y sal/cuerpo; por otra parte, la estrella es el Mercurium
philosophorum, que posee, reúne, las propiedades del águila (espíritu) y el león
(azufre). Los dos globos intercalados entre los escudos y situados en la parte
inferior simbolizan la tierra y el cielo; por una parte, los elementos aristotélicos
que intervienen en la Obra y que transforman la realidad de lo bajo y de lo alto.
Todo ello coronado por el globo imperial, símbolo del “bien supremo”, es decir, el
“Elixir”. Pero en la Obra, estos componentes intervienen cuando el alquimista se
aventura en las entrañas mismas de la materia y de sí mismo y, al hallar briznas
de esa luz prisionera en la oscuridad de la massa confusa, descubre, en sucesivas
etapas la piedra filosofal. Tal es el sentido del acróstico.
superior más preciosa. Otro filósofo dijo: ‘La Alquimia enseña a transmutar
toda especie de metal en otro, eso con la ayuda de una Medicina particular, tal
como se lo puede ver por los numerosos escritos de los Filósofos.’ Por ello digo:
135
‘La Alquimia es la ciencia que enseña a preparar una cierta Medicina o elixir,
la cual cuando se proyecta sobre los metales imperfectos, les da una perfección
en el mismo momento de la proyección.” 31
“Me llegaron todos los bienes con ella, sabiduría del Mediodía que pre-
dica afuera, en las calles hace oir su voz, clama por encima de las mul-
titudes, publica sus palabras a la entrada de las puertas de la ciudad,
diciendo: Aproximáos a mí y sed iluminados y vuestras operaciones no
se tornarán confusas; todos vosotros que me deseáis, sed colmados de mis
riquezas. Venid pues, hijos, escuchadme, os enseñaré la ciencia de Dios.
Aquel que es sabio que entienda, la sabiduría por la cual dice Alphidius
que los hombres y los niños pasan a su lado por los caminos y por las
calles y es pisoteada por los pies todos los días por las bestias de carga y
el ganado en el estercolero...”34
elhilodeariadna
136
Siglo XIV
Durante el siglo XIV no sólo aparecen numerosos textos de alquimia, sino que
se desarrollan fuertes tendencias teosóficas que desbordan el mismo marco de la
alquimia y que puede advertirse por ejemplo en el Roman de las Rose o en la Di-
vina Commedia, pese a su condena de los adeptos. Los alquimistas más notables
de este período son Petrus Bonus de Ferrara, Jean de Roquetaillade (o Johannes
de Rupescissa), Hortulanus u Hortulain, a quien nos referimos más arriba en
relación con la Tabula Smaragdina, John Cremer (1327 – 1377) y Nicolás Flamel
(1330 1418).
Destaca en este período el Rosarium Philosophorum, una obra que se atribuye
a Arnaldo de Vilanova o a su hermano mayor Pedro de Toledo y que, como su
nombre indica, enhebra las declaraciones de los filósofos, es decir, de sabios
alquimistas, en su mayoría legendarios. Si bien ello nos remontaría al siglo ante
rior, todo indica que el texto, publicado en el siglo XVI, es de mediados del siglo
XIV. En el prefacio hallamos los siguientes versos que adquirieron celebridad
dentro de la tradición alquímica:
138
de la unión tan intensa, ambos cuerpos (que en realidad son alma y espíritu) se
fusionan, mueren, el alma se separa, el cuerpo se purifica y luego es animado
nuevamente.
Nicolás Flamel (1330 – 1418), nacido en Pontoise, se establece en Paris y con
el tiempo trabaja como reconocido artesano encuadernador de manuscritos, al
punto que la Universidad le confiere el título de libraire-juré, copista autorizado
de manuscritos. Su esposa Perrenelle, que se transformó en su soror mystica, le
proporciona un apoyo económico que le permite construir arcadas en el Cemen
terio de los Inocentes con símbolos alquímicos.
Su biografía se entralaza con las leyenda, al punto que algunos estudiosos discu
ten su verdadera condición de alquimista36. Así, Flos florum, un tratado del siglo
XIV atribuido a Arnaldo de Vilanova fue publicado a fines del XV o principios del
XVI con el título El Libro de Flamel. A partir de allí se le atribuyeron varias obras,
entre ellas, Désir desiré, una versión francesa de la obra de Efferarius Monachus
del siglo XIV. Una historia detallada del Flamel alquimista, real o ficticio, se en
cuentra en El libro de las figuras jeroglíficas, publicada en 1612 por un tal Arnauld
de la Chevalerie, quien se la adjudica al propio Flamel y manifiesta haberla tra
ducida del latín aunque se desconoce tal versión original.
En El libro de las figuras jeroglíficas Flamel relata cómo un misterioso libro cayó
en sus manos, el libro de Abraham, y luego narra sus dificultades para penetrar
en sus arcanos hasta que es iniciado por un maestro llamado Canches y luego
obtiene la piedra filosofal. Por ello, Flamel decide pintar jeroglíficos en una arca
da referidos al arte alquímico que pudieran ser de ayuda para quienes llegaran a
descifrarlos. Se han perdido los símbolos que Flamel pretendió dejar en piedra,
pero no así los textos e imágenes publicadas a él atribuidos.
Siglo XV
En este siglo en el cual proliferan herejías, doctrinas tesóficas y mágicas y se pro
ducen cismas religiosos, la alquimia perdura en el disimulo del símbolo, alejada
de las devociones populares37. Circulan muchos textos anónimos, pero también
aparecen destacados autores, muchos ellos de biografía incierta: Jean de la Fon
teine, Isaac el Holandés, Bernardo Trevisano, Eck de Sulzbach, George Ripley
(14501490), Thomas Norton y el legendario Basilio Valentín, autor del Carro
triunfal de antimonio, causante del extraño furor del antimonio.
elhilodeariadna
139
Siglo XVI
El resurgimiento del neoplatonismo a fines del siglo anterior con la figura de
Marsilio Ficino, la creación de la Cábala cristiana con Pico della Mirandola, y
Reuchlin reformuló el lenguaje de la alquimia e hizo que el Arte de Hermes
comenzara a penetrar en autores no estrictamente alquímicos. A los adeptos
propiamente dichos, Augurelli (1454 – 1537), Blaise de Vigenaire (1523 – 1596),
Denis Zachaire (n. 1510) , Samuel Norton (15481608), John Dee (1527 1608) ,
Johann Tritheim (14621516), Henry Khunrath (1560 –1601), este último autor
de un notable Amphitheatrum Sapientiae Aeternae publicado póstumamente en
1609, se agregará, por ejemplo, la obra del místico y teósofo Jakob Boehme (1575
– 1624) que utiliza un simbolismo alquímico. Para Boehme el Espiritu Santo es
la clave de la alquimia y por ende no hay necesidad de fatiga ni de búsqueda entre
las sustancias materiales.
Un texto notable de este período es el Proceso bajo la forma de la misa de Nicolaus
Melchior Cibinensis, autor de quien tenemos escasas noticias. Sabemos que ha
cia 1490 se hallaba en la corte del rey Wladislao II de Hungría y Bohemia como
elhilodeariadna
astrólogo, a quien dedicó esta obra y que, tras una serie de aventuras, con toda
probabilidad fue ajusticiado por Fernando I en 1531. La tradición alquímica pos
terior reconoce la autoridad de este breve texto, tal es el caso de Michael Maier y
de Daniel Stolcius.
140
Proceso bajo la forma de la misa
Comentario:
En este corto pero sustancial texto, el autor nos presenta el proceso alquímico
bajo el simbolismo de la Misa. Aquí el objetivo principal no es la transformación
del pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sino la disolución de los
cuerpos o coniunctio, que producirá el lapis philosophorum.
De este modo, el lector asiste –cual piadoso feligrés– a la trasformación de las
sustancias integrantes del opus, a su muerte, a su posterior conjunción y, por
último, a su renacimiento bajo la forma de la Piedra Filosofal. Obsérvese, como
señala Jung, que es notable que no se intercale la transmutación alquímica en el
momento de la transubstanciación, sino aproximadamente en el lugar del Credo.
Ello no quita, por cierto, que la identidad entre Cristo y la piedra filosofal no esté
implícita38. Debe notarse, asimismo, que el lenguaje estrictamente alquímica se
intercala con algunas expresiones banales; por ejemplo, la alusión final política
religiosa a los “Turcos”, se contrapone a otra, estrictamente alquímica, referida
al “Etíope” sinónimo de la nigredo.
El texto
“El comienzo de la Misa deberá ser cantado bajo la melodía del Gaudeamus, etc. Aho-
ra bien, el fundamento del arte es la disolución de los cuerpos, los cuales deberán ser
derretidos –no dentro del agua de nube- sino dentro del agua mercurial, desde la cual
es producida la verdadera piedra de los filósofos.
Versículo. Entrada del vitriolo y de la sal vitrea, por partes iguales, dando testimonio
de la disolución: Gloria al Padre, y al Hijo, por el Espíritu Santo.
Kyrie fuente de bondad, inspirador del arte sagrado, de quien proceden todos juntos los bie-
nes para los fieles. Eleison. Oh Cristo, Santo, piedra bendita del arte de la ciencia, que por
la salvación del mundo inspiraste la luz de la ciencia para desterrar al Turco. Eleison.
Kyrie, fuego divino, asiste nuestro corazón, para que, por tu gloria, podamos desplegar
del mismo modo los sacramentos del arte. Eleison.
Colecta. Dios, donador generoso de toda bondad, que – sobre todo en el fin de los
tiempos- por medio de tu sola bondad y sabiduría, inspiraste a tu servidor N.N.- no
por sus méritos precedentes, sino por tu inefable piedad y gracia que previene- la luz
141
del sagrado arte alquímico, asístenos a que te pidamos que lo que aceptó por don de tu
majestad le aproveche para salvación de su cuerpo y alma. Y en él mismo haz morir
todos los vicios y derrama la gracia de tu virtud, para que fielmente aprecie el mismo
arte sagrado, solamente para la alabanza y gloria de tu nombre y para la propagación
de la fe cristiana, por Nuestro Señor Jesucristo, amén.
Gradual, elévate, águila, y ven, Viento del Sur: sopla mi jardín y fluirán sus aromas.
Versículo. desciende como la lluvia en la piel y como las gotas goteando sobre la tierra.
Aleluya. Oh, feliz creador de la tierra, más blanco que la nieve, más dulce que la dul-
zura ardiendo en el fondo del vaso como un bálsamo. Oh, saludable medicina de los
hombres, que curas en breve tiempo toda enfermedad del cuerpo y pones fin a la vida
anciana, renuevas la naturaleza humana, ahuyentas la pobreza, distribuyes riquezas,
reprimes la tristeza y conservas intacta la vida. Oh, fuente sublime de la cual verdade-
ramente brota el agua verdadera de la vida, para recompensa de tus fieles. Aleluya.
Secuencia del santo evangelio, que bajo la melodía Ave Praeclara <ella> sea cantada.
Quiero que sea llamada testamento del arte, puesto que todo el arte químico es ocul-
tado con estas palabras metafóricas, y feliz quien comprenda esta secuencia. Salve, oh
resplandor impresionante del cielo, radiosa luz del mundo; que aquí, al unirse con la
luna, se produzca la unión de Marte y la conjunción de Mercurio. Principalmente de
estos tres, por el lecho pequeño del río, proviene aquel fuerte gigante, al cual – con el
magisterio del arte- buscan mil millares.
Disueltos ellos mismos, no en agua de nube- pues por aquella nunca se corrige nuestra
resina- sino derretidos en agua mercurial, ésta, nuestra resina bendita disuelta por ella,
ya tiene el nombre de esperma de los filósofos.
Precisamente ahora, <él> busca unirse, desposarse con la novia virgen y fecundarla en
el baño por la templanza del fuego.
Pero la virgen no es fecundada súbitamente, a no ser que –con abrazos frecuentes- se
le otorgue un beso. Entonces, es concebido en la matriz y nacido así el feto feliz y esto
por el orden de la naturaleza. Luego, el fuerte Etíope aparece en el fondo del vaso, que-
mado, calcinado, descolorido y totalmente muerto, carente de vida; y ahora ruega ser
inhumado, que su humor sea levantado y ser suavemente calcinado, hasta que –por la
elhilodeariadna
elhilodeariadna
143
Quien vio tales cosas <las> describe y habla manifiestamente, y yo sé que su testimonio
es verdadero. Que Dios sea bendito en los siglos de los siglos, por nuestro señor Jesu-
cristo. Amén.
Se pronuncia el Evangelio de san Mateo y Lucas, capítulo 10. Te confieso, señor Dios,
padre del cielo y de la tierra, que ocultaste estas cosas a los sabios y a los prudentes de
este mundo, y las revelaste a los pequeños.
Ofertorio, la Piedra que rechazaron los edificantes, ésa fue hecha como piedra angular;
esto fue hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos.
Secreta, Dios omnipotente, inmolando con ardor la víctima salvadora a tu majestad, hu-
mildemente rogamos tu clemencia para que nuestra ciencia –para honor de tu nombre y
del bendito arte de la alquimia- sea siempre dedicada a tu glorioso nombre y consagrada
a la reforma salvadora de la iglesia universal, por Jesucristo nuestro señor. Amén.
Comunión, proviniendo nuestro rey del fuego, iluminado y coronado con <una> dia-
dema, honradlo para siempre.
Completas. Asumimos el auxilio de la fuerza del Señor para nuestra salvación y roga-
mos las gracias que obran por tu majestad, de manera que nos sea útil para la salva-
ción del alma y del cuerpo y sea la extirpación de los Turcos y procure la confirmación
de la fe cristiana, por nuestro mismo señor Jesucristo. Amén.
como el manscrito “Harley”. El texto bien puede leerse a través de sus 22 imá
genes, que muestran con gran detalle aspectos fundamentales de la Obra. Las
imágenes 1 a 4 muestran la prima materia, cómo se prepara el material para
que las fuerzas espirituales puedan encarnarse. Las imágenes 5 a 11 siguientes
144
elhilodeariadna
145
Splendor Solis 18
elhilodeariadna
146
Sobre Paracelso
La figura de Paracelso (1493 – 1541) hubiera merecido un apartado especial. Pa
racelso es un adepto que renueva la alquimia sin por eso dejar de ser alquimista
y que sienta las base de una medicina moderna de base alquímica. Paracelso
adoptó la doctrina alquímica árabe del “mercurioazufre” y la complementó con
el principio de la sal, identificado como el residuo no combustible, no volátil del
proceso alquímico. La sal, el mercurio y el azufre, son constitutivos micro y ma
crocósmicos que equivalen respectivamente al cuerpo, el alma y el espíritu. Pa
racelso parece haber privilegiado una “alchemia medica” frente a una “alchemia
transmutatoria” pero contra lo que suele afirmarse su oposición no es a la trns
mutación, sino a los falsos alquimistas. Sin duda, su aporte a la medicina moder
na es doble, basta señalar que, por una parte, anticipa una química farmaceútica
y la especificidad de los remedios y, por la otra, inspiró la medicina homeopática
elhilodeariadna
147
Siglo XVII
En el siglo XVII la alquimia se torna más visible. Los adeptos recorren Europa
a la búsqueda de maestros, textos y materias. Por cierto, en la alquimia se pro
yectan las expectativas más altas referidas a la posibilidad de acceder a la clave
de una gnosis que ponga fin a las desventuras del hombre y del cosmos, pero
también las más bajas pasiones y sobre todo las ansias de un poder ilimitado.
El alquimista se asimila a la figura del magus, que oscila, por un lado, entre el
engaño, la charlatanería y la consagración a una Verdad que no se deja atrapar
en los estrechos límites de los saberes convencionales y, por el otro, entre la
ambición por el poder y la entrega a un saber que es a la vez medicina univer
sal, medicina catholica.
Las viles expectativas generadas por una distorsionada imagen de la alquimia
pueden ilustrarse con el caso del escocés Alexander Séthon que, luego de reco
rrer Alemania, fue arrestado en Dresden y torturado para que revele el secreto al
químico. Finalmente, el polaco Michael Sedzinvoj, conocido como Sendigovius,
logró liberarlo, aunque el desdichado Sethon falleció tiempo después víctima de
las terribles heridas. Ya a fines del siglo XVI circulaba el Faustbuch (1587), que no
se limita a la vida del mago y charlatán Fausto que vendió su alma el diablo y que
murió hacia 1540, sino que está constituido por una colección de relatos sobre
los antiguos “magos” y otras historias sobre sabios supuestamente versados en
ciencias ocultas, incluida la alquimia, tales como Merlín, Alberto Magno y Roger
Bacon. El autor de esta obra es un celoso luterano, convencido de la verdad de
los relatos y del carácter diabólico de tales empresas. Una traducción inglesa
en prosa de 1592 inspiró The Tragicall History of. D. Faustus, 1604 escrita por el
dramaturgo Christopher Marlowe, en donde predica una cacería de quienes se
abocan a tales saberes. Frances Yates propuso poner en correspondencia la obra
de Marlowe con The Alchemist de Jonson pues ambos textos constituyen una re
acción a lo que la historiadora engloba bajo la denominación de “filosofía oculta”.
Pero la reacción de Jonson consiste en atacar a los alquimistas con el ridículo,
no mediante una prédica de la persecución, si bien indirectamente la promueve,
pues como señala Yates “... su sátira es extremadamente dura y amenazadora.”39
Pero no siempre la filosofía oculta o la alquimia en particular se populariza con
un sesgo negativo; The Tempest de Shakespeare está embebido de alquimia espi
ritual y del tema de la transformación:
elhilodeariadna
148
Todo este interés por la filosofía oculta en general y por la alquimia en particular
parece deberse en buena medida a que el magus comienza a tener una injerencia
en ciertas cortes y, más aún, que tales saberes comienzan a proponerse como
instrumentos de una reforma social y espiritual de la humanidad. Por cierto,
no podemos adentrarnos en una cuestión histórica muy compleja que el lector
puede indagar a partir de la obra The Rosicrucian Enlightment, de Frances Yates41.
Basta señalar que la figura emblemática de John Dee (1527 – 1608) alquimista,
astrólogo y matemático, condensa saberes exotéricos y esotéricos y en su calidad
de sabio en la corte de Isabel I y de Rodolfo II , los pone al servicio de cuestiones
de Estado y del interés público. Un caso único es el del Emperador Rodolfo II
que llevó la corte imperial de Viena a Praga e hizo de esta ciudad un centro de
estudios alquímicos, astrológicos y mágicocientíficos. Su gran palacio de Praga
constaba de grandes bibliotecas sobre estos temas, Wunderkammer, plenos de
maravillas mágicomecánicas y era un lugar en donde acudían todo tipo de sa
bios, particularmente aquellos interesados en estudios científicos y esotéricos,
tal es el caso de John Dee, Edward Kelly, Giordano Bruno, Johannes Kepler. La
obra de Daniel Stolcius que citamos más adelante, Viridarium Chymicum, alude
a un “vergel”, un “jardín” A la lista debe agregarse Michael Maier, médico y con
sejero de Rodolfo II, autor de varias obras de alquimia, entre las que se destaca
la Atalanta Fugiens, publicada en 1618. Se trata de un libro de emblemas con
comentarios filosóficos. Atalanta es un ejemplo de perseverancia y pureza de
intención para el alquimista en su búsqueda de una verdad científica, moral y es
piritual. Maier lo muestra a través de emblemas, cada uno de los cuales presenta
un modo expresivo musical y pictórico. Uno de los emblemas más impactantes
muestra al filósofo que sigue las pisadas de la Naturaleza.
Pero la obra de Maier recrea el espíritu rosacruz que a su vez hunde sus raí
ces en la atmósfera presentada anteriormente en rápidas pinceladas. El tér
mino rosacruz deriva del nombre “Christian Rosenkreutz” o de “Rosa Cruz”
y surge (o reaparece) a través de la publicación de dos manifiestos, publica
dos en Cassel, respectivamente en 1614 y 1615, cuyos largos títulos se abre
vian Fama Fraternitatis y Confessio Fraternitatis. El héroe de los manifiestos
es un tal “Frater C.R.C.” o “Christian Rosenkreutz”, reputado fundador de la
Orden Rosacruz, ahora renacido, y a la que los manifiestos invitan a unirse.
El misterio de los manifiestos generó gran expectativa por la existencia de un
elhilodeariadna
“El alma de los hombres de todas partes se perdió debido a una caída, y la salud
del cuerpo sufrió por una caída, la Salvación vino al alma humana por medio
de Iehova, Jesucristo. La salud corporal se restablece por medio de una cosa que
elhilodeariadna
no es bueno ver. Está oculto en esta imagen el más alto tesoro de este mundo,
en donde está la más alta medicina y las partes más grandes de las riquezas
de la tierra, dadas a nosotros por el Señor Iehova. Se denomina Pator Meta-
150
Atalanta Fugiens
elhilodeariadna
151
Mons Philosophorum
llorum, bien conocido por el filósofo sentado frente a la caverna – montaña,
fácil de obtener para cualquiera. Pero los sofistas, golpeando en los muros en
su atuendo sofístico, no lo reconocen. A la derecha se ve Lepus, representando
el arte de la química, maravillosamente blanco, cuyos secretos son explorados
con el calor del fuego. A la izquierda uno puede ver libremente qué es la recta
Clavis artis; no se puede ser muy sutil con ella, como una gallina empollando.
En el medio de la montaña, ante la puerta se halla un valiente León con todo
su orgullo, cuya noble sangre verterá el monstruo-dragón; arrojándolo a una
profunda tumba, de la cual surge un negro cuervo, llamado Ianua artis, del
cual surge Aquila alba. Hasta el cristal refinado en el horno te mostrará si lo
inspeccionas a Servum fugitivum, un niño prodigio para muchos artistas. Lo
que efectúa esto es Principium laboris. A la derecha en el barril están Sol y
Luna, la inteligencia del firmamento. El Anciano planta allí Rad. Rubeam y
albam. Ahora procede con constancia y Arbor artis aparece ante ti, con sus
florecimientos anuncia ahora Lapidem Philosophorum. Sobre todo esto, la
corona de gloria, gobernando sobre todos los tesoros.
Sé diligente, pacífico, constante y piadoso, ora para que Dios te ayude. Y si
alcanzas, nunca olvides a los pobres. Entonces, alabarás a Dios con la legión
de los ángeles, ahora y para siempre.”
No todas las obras de este período reflejan este ánimo de compilación. Un caso
bien distinto es del Mutus Liber, como su nombre indica, un “Libro Mudo”, pues
elhilodeariadna
“Mutus Liber en el cual sin embargo, toda la Filosofía hermética está represen-
tada en figuras jeroglíficas, que está consagrado a Dios misericordioso, tres veces
muy bueno y muy grande, y dedicado sólo a los hijos del arte, por el autor de
quien el nombre es Altus.”44
elhilodeariadna
155
unos recipientes con mango en los que se derrama un líquido y, a diferencia del
de la izquierda, el de la derecha se desborda. Canseliet interpreta que la mujer de
lata esta falla grave levantando dos dedos en imitación de los cuernos del diablo.
Puede sin embargo interpretarse como el momento peligroso propio del adveni
miento de la rubedo. No se olvide que en el segundo nivel el joven se halla en un
desnivel, quizás porque se indica que esta plancha está marcando el advenimien
to de la etapa final. De hecho, la plancha siguiente que es la última muestra una
suerte de apoteosis, el hombre carnal se encuentra dormido y el alquimista y su
soror tomados de la mano sostienen un estandarte en contemplación clarividente
del hijo de los filósofos. Por cierto, para retornar a nuestra plancha, ambos lle
van a sus bocas su mano izquierda en signo de silencio harpocrático. En medio,
sobre unas pinzas pronto a ser utilizadas, se encuentra un frasco con el mercu
rio de los filósofos. La única leyenda de todo el libro comienza a leerse en esta
plancha y se continúa en la siguiente. A la máxima de San Benito “ora et labora”,
se agrega una lectura reiterada que es lectura de sí mismo, cuidado de sí, como
indica el verbo “relegere”, una de las dos posibles etimologías del término “religio”
y acaso la más adecuada. El alquimista ha querido reiterar esta triple acción y
actitud alquímicas; que exigen oración, pues la obra se realiza “Deo concedente”,
operación pues se trabaja sobre las materias y estudio reiterado de los textos y de
sí, hermeneútica espiritual de todos los tiempos:
“y te vas clarividente”
¿Serán estos textos y sus cautivantes imágenes un “hilo de Ariadna” que permi
ten atravesar el desencantado mundo moderno que se impone a partir del siglo
XVIII?
Tómese como metáfora el título de un bello texto anónimo de alquimia, publi
cado a fines del siglo XVII, en 1695, titulado El hilo de Ariadna para entrar con
seguridad en el laberinto de la Filosofía Hermética.45
Primero con la teoría del flogisto debida a Stahl (1660 – 1734) y, sobre todo,
con las teorías de Lavoisier (1743 – 1794) los químicos rompen por completo
con la alquimia. Pero quizás la decadencia de la alquimia ya venía expresándo
156
se en una paulatina disociación entre theoria y operatio, que el surgimiento del
racionalismo científico de los siglos XVII y XVIII aceleró al llevar a un máximo
la desanimación de la materia. Puede observarse que el simbolismo de los su
cesivos textos alquímicos decae en una alegorización artificiosa, lo cual supone
una pérdida de relación viva con el símbolo. En el siglo XVIII los términos “al
quimia” y “química” dejan de ser utilizados de modo indiferente para describir
experimentos prácticos de laboratorio o especulaciones psíquicas y místicas y
asumen sus significados contemporáneos. La denuncia de la alquimia por parte
de algunos académicos como es el caso de Fontenelle, Histoire de la Académie
des Sciences, 1722, no evitó que siguiera cierto interés por parte de algunos cien
tíficos de gran reputación. Tal es el caso de James Price, miembro de la Royal
Society, que a fines del siglo XVIII anunció una exitosa transmutación. Pero la
alquimia espiritual o su simbolismo se entralaza con diversas corrientes hermé
ticas y con la francmasonería. En Alemania su práctica se vincula con formas de
paracelsismo, rosacrucismo y pietismo que sin duda harán eco en Goethe. En
este siglo también aparecen algunos alquimistas tradicionales eruditos que pre
elhilodeariadna
157
sentan obras de estudio y recopilación, tales como N. Lenglet du Fresnoy Histoire
de la philosophie hermétique, 1742 y Dom A. J. Pernety (1716 – 1796), autor del
célebre Dictionnaire Mytho-Hermétique,1758 y de Les Fables Égyptiennes et Grecques
Dévoilées, 1758. A ello pueden agregarse las figuras taumatúrgicas del Conde de
Saint Germain y de Cagliostro o Giuseppe Balsamo (1743 – 1795).
Por cierto, la pervivencia del simbolismo alquímico en las artes y las letras es una
cuestión de interés que excede nuestras posibilidades actuales. Jung sostiene que
Goethe es el último alquimista y que su Fausto, particularmente la segunda par
te, describe con profundidad un proceso alquímico en su dimensión psíquico
espiritual. Desde otro punto de vista, y si prescindimos de la influencia que la
alquimia ejerció, por ejemplo, en el romanticismo y en la Natürphilosophie, la
alquimia, a partir del siglo XIX, prosiguió o pretendió proseguir a través de varias
vías, que aquí presentamos de modo simplificado:
a) En primer lugar, hubo una serie de autores que intentaron recuperar la al
quimia y su ideal de la transmutación por medios “químicos”. Tal intento de
recuperación química de la alquimia recibió el nombre de “hiperquímica” y
su exponente más célebre fue Francois JollivetCastellot (1874 – 1937), autor
de una obra Comment on devient alchimiste (1897) y fundador de la “Societé
alchimique Francaise”.
b) En segundo lugar, la alquimia, a través de su simbolismo, se incorpora en
movimientos teosóficos y francmasones.
c) En tercer lugar , aparecen una serie de autores que proponen una alquimia
espiritual, no siempre en evidente relación con determinadas corrientes es
pirituales. Tal el caso de la obra de Ethan Allen Hitchkock, Remarks upon Al-
chemy and the Alchemists, 1857 y de Mary Anne Atwood, A suggestive Enquiry
into the Hermetic Mystery, 1850, cuyos planteos, aparentemente independien
tes, son en buena medida afines.
d) En cuarto lugar, algunos usos específicos, parciales, pero existosos de la al
quimia como es el caso de Armand Barbault, autor de El oro de la milésima
mañana 1969, que si bien estaba familiarizado con la alquimia más tradicio
nal que utiliza minerales y metales, se vio atraído por la alquimia vegetal y
logró la producción de un elixir vegetal de aplicación médica.
e) En quinto lugar, existen una serie de autores que manifiestan continuar des
de un punto de vista teórico y operativo el antiguo Ars Magna. Tal fue el caso,
elhilodeariadna
por ejemplo, de Cyliani, autor de Hermès dévoilé (1832) en donde señala que
hay dos vías, la seca y la húmeda y manifiesta haber alcanzado la Gran Obra
en 1831 luego de 37 años de esforzada labor. Más conocido es el nombre
del misterioso Fulcanelli, autor de exquisitos y a veces intrincados estudios
158
simbólicos alquímicos y el de su editor y discípulo Eugène Canseliet (1899
– 1982) del cual se consignan algunos textos en la Antología de la presente
publicación.
Las notas anteriores no agotan todas las variantes que hoy existen, algunas de las
cuales pretenden seguir las líneas anteriores. Omito, por cierto, las formas des
quiciadas de la New Age que también abusan del término “alquimia”. Desde el
punto de vista académico, la alquimia se aborda desde tres puntos de vista: desde
la historia de la ciencia, desde los estudios de la religión y desde la psicología de
la profundidad. No ha dejado de haber algún intento filosófico de abordaje de la
alquimia, tal es el caso del libro de Francoise Bonardel, Philosophie de l’ alchimie.
Grand Oeuvre et Modernité, Paris, 1993, para quien la modernidad no ha podido
eliminar la simbólica y la práctica herméticosimbólica que resurgiría en un pla
no más esencial aunque más oscuro. Tales aproximaciones a veces convergen y
otras divergen entre sí y no siempre se oponen a algunos abordajes tradicionales.
Debe mencionarse la revista Ambix que desde 1937 publica “The Society for the
History of Alchemy and Chemistry” y que aunque se orienta fundamentalmente
al aspecto protoquímico de la alquimia, ha producido notables y rigurosas con
tribuciones de la más diversa índole.
Pero quisiera finalizar con el texto de un tradicionalista contemporáneo, André
Savoret (1898 – 1977) alquimista amigo de Canseliet, autor de un breve texto
titulado “Qu´estce que l´alchimie?” , publicado en 1948 y considerado la intro
ducción más concisa de la alquimia. que finaliza con estas palabras:
159
1
Si bien hay antecedentes a A M. Berthelot se le suele atribuir el redescubrimiento de los textos alquímicos anti
guos, en gran medida porque la Collection Collection des anciens alchimistes grecs (1888) consigna numerosas fuentes
y una traducción de C. E. Ruelle, que después de más de un siglo y pese a sus limitaciones, aún no puede soslayarse
del todo, pues sólo fue reemplazada parcialmente por versiones superiores. Entre 1924 y 1939 el gran erudito belga
Joseph Bidez edita con un grupo de colaboradores el Catalogue des Manuscrits Alchimiques en ocho volúmenes,
conteniendo las descripciones de todos los manuscritos relativos a la alquimia griega conservados en las diversas
bibliotecas europeas. La guerra impidió que el grupo de estudiosos se abocara a la siguiente etapa que consistía
en realizar una edición crítica de los mencionados textos. Tal tarea fue retomada recién en 1978, a instancias de la
Academia Austríaca de Ciencias y de la Academia Real de Bélgica y sus resultados, en doce volúmenes bilingües
griego francés, comenzaron a ser publicados en 1981 por la editorial “Les Belles Lettres”, con el auspicio de la
Association Guillaume Budé. A la fecha sólo se han publicado tres volúmenes.
2
Les Alchimistes Grecs, Tome I:Papyrus de Leide. Papyrus de Stockholm. Fragments de recettes, (texte établi et traduit
par Robert Halleux), Paris, Les Belles Lettres, 1981, pág. XII.
3
Esta idea de la técnica ya se encuentra en Demócrito 68 B 134. Como señala Robert Halleux, Op. cit., pág. 76.,
esta reflexión domina toda la reflexión sobre la técnica a partir de Plinio, Historia Natural.
4
Holm. 168 – 169 hyper tòn physikòn.
5
Joseph Needham, Science and Civilisation in China, vol 5, Part II:Spagyrucal Discovery and Invention:Magisteries of
Gold and Inmortality, Cambridge, 1974, págs. 836.
6
Catalogue des manuscrits alchimiques grecs, ( J. Bidez, F. Cumont et al. dir.) Bruxelles, , 1927 II, 43, 2021.
7
Ver una síntesis realizada por M. Mertens en Les Alchimistes Grecs, Tome IV 1re partie:Zosime de Panopolis. Mé-
moires Authentiques (texte établi et traduit par Michèle Mertens), Paris, Les Belles Lettres, 2002, pág. 168s.
8
Henry & Renée Kahane, “Hellenistic and Medieval Alchemy” en Mircea Eliade (ed.) Encyclopaedia of Religion,
New York and London, Macmillan, 1987.
9
M. Berthelot, Collection des anciens alchimistes grecs, Paris, Steinheil, 1887 – 1888, vol. I, pág. 296.
10
M. Berthelot, Op. cit., vol I, pág. 23.
11
C. G. Jung, “Einige Bemerkungen zu den Visionen des Zosimos” , Gesammelte Werke, Solothurn und Düssel
dorf, WalterVerlag, 1995, vol 13.
12
Les alchimistes grecs, “Zosime de Panopolis” , texte établi et traduit par Michèle Mertens, Paris, Les Belles Lettres,
2002, Tome IV, 1, pág. 1. No se ha podido determinar el significado de “Erôtylos”; ´puede tratarse de una piedra,
un ángel, una estrella o simplemente una referencia a un “encantamiento de amor”. No es difícil suponer que el
símbolo condense más de una acepción. La discusipon detallada se encuentra en Mertens, Op. cit., págs. 171 s.
13
M. Berthelot, Introduction a l´Étude de la Chimie des Anciens et du Moyen Age, Paris, Georges Steinheil, Éditeur,
1889, págs. 133 s.
14
M. Mertens Op. cit., pag. 181.
15
El tema es controvertido. Cfr. M. Mertens p. 184 s.
16
M. Mertens Op. cit , pág. clviii y pág. 177.
17
Zósimo, de Panópolis en Mertens, Op. cit., pág. 49
18
Morieni Romani, Quondam Eremitae Hierosolymitani, de transfiguratione metallorum, et occulta, summagqu anti-
quorum Philosophorum medicina, Libellus, nusquam hactenus in lucem editus.
Paris, Gulielmum Guillard, 1559 Translated from the Arabic by Robertus Castrenis, 1182 Translated and Edited
by Lee Stavenhagen; published as A Testament of Alchemy ( University Press of New England, Hanover, New
Hampshire, 1974)
19
Al Gazzali, La alquimia de la felicidad, trad. Jaime Lorenzo, Madrid, Ed. Sufi, 1993, pág. 23. Para una bibli
ografía sobre la alquimia árabe cfr. Mircea Eliade, Forgerons et alchimistes, Paris, 1977, 173 s. Hay traducción castel
lana de la pequeña obra introductoria de Pierre Lory, Alchimie et mystique en terre d´Islam, Paris, Gallimard, 1989
elhilodeariadna
Hay traducción española Alquimia y mística en el Islam, Barcelona, Mandala y Lapizcero, 2005.
20
Bonardel, Francoise, “Esoterismo alquímico y hermeneútica de la cultura” en Antoine Faivre & Joseph Needle
man (comps.) Espiritualidad de los movimientos esotéricos modernos, Buenos Aires, Paidós, 2000, pág. 121
21
Cfr. Henry Corbin, “Le Livre du Glorieux de Jabîr ibn Hayyân, Alchimie et Archetypes” en Eranos Jahrbuch 18,
Zürich, 1950, págs. 47 – 114.
160
22
Ello puede suponerse en razón de la omisión autoridades árabes, la omisión de la teoría árabe azufremercurio
y el paralelismo con pasajes de la obra de Hipolito, Refutatio omnium haeresium.
23
Esta es la tesis de Henry Corbin, L’ Alchimie comme art hiératique.
24
El epíteto Trismégistos proviene seguramente del título egipcio de Thoth :aâ aâ, grande grande, es decir, grandísi
mo que, desde el tiempo de Ptolomeo IV Filópator (221 – 205 a.C.) se traducía al griego con el superlativo repetido
tres veces:mégistos kaì mégistos kaì mégistos, que se abrevia con el prefijo tris para dar Trismégistos. ( En castellano se
suele preferir Trimegisto).
25
Ya Herodoto ( II, 138) dice “Templo de Hermes” para referirse a un templo de Thoth.
26
Corpus Hermeticum, VI, 5.
27
Julius Ruska, Tabula Smaragdina. Ein Beitrag zur Geschichte der hermetischen Literatur, Heidelberg, 1926.
28
Para las diversas versiones árabes, latina, traducciones franceses de la “ Tabla Smaragdina” véase Hermès Tris-
mégiste. La Table d´émeraude, Paris, Les Belles Lettres, 2002. Probablemente Hortulain se base en la versión del
Liber Hermetis de alchimia del siglo XII. De las múltiples versiones merece mencionarse la traducción latina y el
comentario de Roger Bacon realizada en el siglo XIII.
29
Sobre la historia de la relación entre la Tabula y el emblema del vitriol en sus múltiples variantes, puede verse,
Joachim Telle, “L´art symbolique paracelsien:remarques concernant une pseudo – Tabula smaragdina du XVI
siècle” en Présence d ´Hermès Trismégiste, (ed. Antoine Faivre et Fréderick Tristan), Paris, Albin Michel, Cahiers de
l‘Hermétisme, 1988.
30
Cfr. E. J. Holmyard, Alchemy, Hardmonsworth, Penguin, 1957, pág. 117.
31
Roger Bacon, Miroir d´alchimie (Speculum alchemiae), Milano, Archè, 1974, pág. 17
32
Aristóteles, Metereologica 378 ab y Tomás de Aquino, Comentario III lectio ix, cols. 210 – 213.
33
Tomás de Aquino, Summa IIa, Iiae, 77, art.2.
34
Aurora Consurgens ab initio en M. L. von Franz en C. G. Jung, Mysterium Coniunctionis en Gesammelte Werke, vol
14 / III, pág. 30.
35
De Alchimia opuscula complura veterum philosophorum ... 2 partes in 1 ... Rosarium philosophorum. Secunda pars
alchimiae de lapide philosophico vero modo praeparando ... Frankfurt, 1550. En esta edición aparecen 21 imágenes
(incluido el frontispicio) en blanco y negro.
36
Cfr. Didier Kahn, “Nicolas Flamel alchimiste?” en Nicolas Flamel:Écrits alchimiques, Paris Les Belles Lettres,
1993.
37
Seguimos en esto a Serge Hutin, L’ alchimie, Paris, PUF, 1966, pág. 48.
38
Cfr. C.G. Jung, Psicología y alquimia, Mardid, Trotta, 2005, # 480 #489.
39
Yates, Frances A, La filosofía oculta en la época isabelina, México, FCE, 1982, pág. 273.
40
Ibíd.
41
Yates, Frances A., The Rosicrucian Enlightment, London and Boston, Routledge & Kegan Paul, 1972.
42
Secret Symbols of the Rosicrucians of the 16th and 17th centuries , edited and printed by J.D.A. Eckhardt, Altona, 1785,
reproducido rn California, Long Beach, 1967, pág. 9
43
Theatrum Chemicum, praecipuos selectorum tractatus de Chemiae et Lapidis Philosophici. 6 vols., Strasbourg,
1659/61.Museum Hermeticum Reformatum et Amplificatum Frankfurt, 1678. Bibliotheca Chemica Curiosa, seu rerum
ad alchemiam pertinentium thesaurus instructissimus . 2 vols. ed. por Jacob Manget en Geneva in, 1702.
44
Mutus Liber. La Alquimia y su Libro Mudo, primera edición íntegra de la ed. original de La Rochelle 1677, int. Y
comentarios por Eugène Canseliet F.C.H. disxcípulo de Fulcanelli, Mardid, Luis Cárcamo, 1981, págs. 5 y 47.
45
Le Filet d ‘ Ariadne, pour entrer avec seureté dans le Labirinthe de la Philosophie Hermetique, Paris, Chez Laurent
d´Houry, 1695.
46
Savoret, André, “Qu´estce que l´alchimie?” en Alchimie ,ed. Antoine Faivre & Frédërick Tristan, Paris, Albin
Michel, 1978, pág. 27.
elhilodeariadna
161
elhilodeariadna
162
glosario alquímico
elhilodeariadna
Bernardo Nante
163
Este breve glosario intenta facilitar la lectura de los trabajos incluidos en este
número de El hilo de Ariadna y, a la vez, aspira a servir de estímulo a quienes
deseen iniciarse en la lectura de fuentes de alquimia o en la contemplación de
su misteriosa iconografía. Me he limitado a explicar algunos conceptos y a con
textualizar unos pocos símbolos fundamentales, evitando tecnicismos y man
teniendo al mínimo las referencias eruditas. Por otra parte, como los conceptos
y símbolos de la alquimia ofrecen numerosas variantes según autores, textos y
épocas, me esforcé en atenerme a sus acepciones más habituales1.
Tales de Mileto, el alquimista Sendigovius águilas, según sea su número. Cfr. *ave.
señaló que es el esperma del mundo, Aire uno de los cuatro (o cinco) * elemen
pues en ella se hallan las simientes de tos. El aire es húmedo y cálido. Es un
todas las cosas. La tradición señala que la agente de unión que tiende a la difusión,
164
a la expansión, que penetra los seres y roble o como un árbol del mundo. Una de
todo lo llena. Es liviano, sutil, transparen sus versiones es el árbol invertido (arbor
te, inasible. inversa), con raíces aéreas capaces de ali
Alambique vasija, aparato que destila el mentarse de fuentes celestiales. Una de
espíritu de cualquier líquido por medio las representaciones más habituales del
del calor. Según la tradición fue inventa “árbol filosófico” es la de un árbol que lle
do por Cleopatra. El término proviene del va como frutos al sol y a la luna, o al oro
árabe al-anbiq y éste del griego ambix. El y a la plata. El árbol como materia prima
alambique también se denomina cabeza, se suele representar como un árbol áureo
yelmo y, en general, la vasija recibe mu con siete ramas que representan los siete
chas denominaciones: prisión, féretro, planetas y metales. En otras ocasiones el
caja, arca, barca, vientre, huevo, esfera, árbol filosófico crece en el mar, en una
globo, fuerte, casa del tesoro, templo, isla o incluso en una montaña, es decir,
ciudad etc. Hasta cierto punto la vasija en la *materia prima.
cambia de nombre según el estadio, pue Arca una de las denominaciones de la
de ser un féretro en la nigredo y un tálamo vasija secreta cuando la materia de la
nupcial en la conjunción. *Piedra está padeciendo un proceso de
Albedo fase del proceso alquímico tam disolución y putrefacción en el estadio de
bién conocida como albificatio o en la la *nigredo.
alquimia griega leukosis. Esta fase ocurre Arcoiris luego de la *nigredo surge una eta
luego de que la materia ennegrecida o el pa intermedia, simbolizada con el arcoiris
cuerpo putrefacto del metal o de la mate o con la cola de pavo real, (cauda pavonis)
ria para la *Piedra permanece muerto en que preanuncia la *albedo.
el fondo del alambique y fue lavado por el Argentum vivum mercurio ( “primer
agua mercurial o por el fuego de acuerdo mercurio” para distinguirlo del *mer
con el procedimiento de *ablución. En curio filosófico), simiente de los metales
sentido estricto la albedo comienza en femenina, receptiva, húmeda que debe
esta etapa pero se perfecciona cuando en unirse a la simiente masculina, activa,
el cuerpo purificado retorna el alma. seca conocida como *azufre. En algunos
Andrógino cfr. * hermafrodita alquimistas las propiedades del argentum
Apolo En la alquimia suele ser un símbolo vivum y del *azufre aparecen intercambia
de la *rubedo, del *sol y del *oro. das, pero ello no altera las ideas ni la di
Aqua ardens * Mercurio, el disolvente uni námica. Desde el punto de vista antropo
versal de los sabios, el primer mercurio lógico, el argentum vivum se corresponde
que mortifica los cuerpos hasta disolver con el alma y el *azufre con el espíritu.
los. Suele ser un sinónimo de aqua fortis. Arte la alquimia fue considerada un arte o
Arbor inversa Cfr. *árbol filosófico. el “Arte” porque es capaz de perfeccionar
Árbol filosófico representa el proceso la naturaleza. En numerosas obras de
elhilodeariadna
para recrearlo todo, pero esta vez de modo simientes del *azufre y del *mercurio las
perfecto, es el desafío del alquimista. La dos montañas.
adecuada *calcinación permite acceder a Mortificación o ‘muerte’ del metal para
la materia prima. que pueda ser disuelto en la *materia
171
prima. Alteración química de la forma correspondencias, señalamos que la plata
externa de una sustancia. se corresponde con la *luna y la *albedo y
Multiplicación Penúltimo estadio de la el oro con el *sol y la *rubedo. Los verda
*obra, también conocida como “aumento”. deros alquimistas insistían que su oro no
La *piedra filosofal, una vez conseguida, es el oro vulgar (aurum non vulgi).
debe “multiplicarse”, es decir, fortalecerse Ouroboros serpiente que se muerde la cola.
y, por ello, algunos alquimistas identifi Este símbolo ya lo hallamos en Zósimo de
can la multiplicación con la nutrición o Panópolis (aunque es anterior a la alqui
*cibatio. En esta etapa la piedra roja es mia) y simboliza el carácter circular de la
repetidas veces disuelta y coagulada (cfr. obra, pues la *materia prima es la *Piedra
*solve et coagula) en el *agua mercurial en y la *Piedra es la *materia prima. Alude,
donde es nutrida. en definitiva, a la unidad múltiple de la
Nave vasija alquímica, particularmente en sustancia primordial. Véase la cuestión en
el proceso de la *nigredo. el Thesaurus histórico.
Nido vasija alquímica. Paloma suele representar la *albedo y/o la
Nigredo o melanosis, fase inicial de la obra intervención del Espíritu Santo en la obra
alquímica en la cual el cuerpo del metal alquímica a partir del medioevo. Cfr. *ave.
impuro o la materia de la *Piedra es “ma Perro y perra respectivamente,*azufre
tado”, putrefacto y disuelto en la materia filosófico (macho, cálido, seco) y *argen-
prima, para ser renovado y renacido en tum vivum (hembra, fría, húmeda) en el
una nueva forma. estadio inicial de unión. La copulación del
Nilo *agua mercurial. perro y la perra es simbólicamente equi
Noche símbolo de la *nigredo. valente a la copulación canibalística de
Noé de acuerdo con la mitología alquími dragones o leones con y sin alas. El perro
ca, Noé preservó a la *piedra o la Tabla de o dragón sin alas representa el azufre que
Esmeralda en el arca durante el diluvio. El tiene el poder de coagular (Cfr. *coagu
diluvio es símbolo de la disolución de la lación) o fijar (ver *fijación) el espíritu
*piedra en la *materia prima. volátil, mientras que el dragón alado o
Nube nombre para el vapor volátil, espíri *argentum vivum (perra) tiene el poder de
tu o *argentum vivum que se eleva en la disolver la materia fija.
vasija durante la *sublimación. Piedra filosofal la meta de la alquimia, la
“Nuestro” se utiliza este adjetivo posesivo Piedra (Lapis) por ser “piedra” es perenne,
aplicado con frecuencia a una sustancia, por ser “filosofal” es y transmite sabiduría
vasija o factor, por ejemplo “nuestro oro”, y, por ello, es el arcano de los arcanos de
propios del proceso alquímico, por oposi la Obra. La Piedra tiene el poder de per
ción a operaciones físicas o “vulgares”. feccionar lo imperfecto de todas las cosas,
Orina de los niños sinónimo del *agua transmuta los metales base en oro puro,
mercurial o la *materia prima en el esta el hombre terreno en un filósofo ilumina
elhilodeariadna
elhilodeariadna
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No puede obviarse que la misma tradición alquímica produjo diccionarios, tal es el caso, por ejemplo, de Martin
Ruland, Lexicon alchemaie, sive Dictionarium alchemisticum, Frankfurt, Palthenus, 1612 y de Dom A. J. Pernety,
Dictionnaire MythoHermetique, Paris, Chez Deladain, libraire,1758.
2
“El paralelo Lapis Cristo” en C. G. Jung, Psicología y alquimia, Madrid, Trotta, 2005, # 447 # 515.
175
Fundación Arte Vivo