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Coautoria No Ejecutiva

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Derecho y Cambio Social

ANÁLISIS DOGMÁTICO Y JURISPRUDENCIAL RESPECTO A


LA COAUTORÍA COMO DOMINIO FUNCIONAL DEL HECHO

Percy André Sota Sánchez1

SUMARIO:
I. Introducción. II. Concepto de autor en las Teorías Objetivas y
Subjetivas. 2.1. Teoría Objetivo Formal. 2.2. Teoría Objetivo –
Material. 2.3. Teorías Subjetivas de Autor: Del Dolo y del Interés. III.
Teoría del Dominio del Hecho: Hacía un Dominio Funcional del
Hecho. IV. La Coautoría en el Perú. 1. Elementos que configuran la
Coautoría. 1.1. Decisión Común. 1.2. Aporte Objetivo: Ejecución
Común. 2. Críticas a los Elementos Esenciales: Propuestas. V. Límites
de la Coautoría. El exceso cometido por el Coautor. 1. Coautoría
Alternativa. 2. Coautoría Aditiva. 3. Coautoría Accesoria. 4. Coautoría
Sucesiva.

“Empero, la intervención de los imputados –en el


presente caso– debe apreciarse desde la
coautoría. Así: son coautores los que de común
acuerdo toman parte en la ejecución del delito
co-dominando el hecho, los agentes intervienen
en la co-realización de la acción típica. Salvo
muy contadas excepciones, los condenados, en
general, adoptaron una decisión conjunta al
hecho típico, que es lo que permite vincular
funcionalmente los distintos aportes al mismo
que llevaron a cabo; cada aportación objetiva al
hecho en el estadio de ejecución está conectada a
la otra mediante la división de tareas acordada
en la decisión conjunta, y sus aportes fueron
tales que sin ellos el hecho no hubiera podido
concretarse”2.

1 Integrante del Centro de Estudios de Derecho Penal de la Universidad de San Martín de Porres.
Colaborador del Taller de Investigación Jurídica de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
psota@tc.gob.pe / andre.sota@hotmail.com
2 Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República. R. N. N° 825 – 2007. Lima. En:
http://historico.pj.gob.pe/enlaces.asp?opcion=jurispridencia
www.derechoycambiosocial.com │ ISSN: 2224-4131 │ Depósito legal: 2005-5822 1
I. Introducción
En el universo empírico criminal, la lesión o puesta en peligro de
uno o más bienes jurídicos no siempre son cometidos por una
sola persona (autor), sino que en el actual contexto social los
delitos cada vez son cometidos mediante la intervención de varias
personas. La aparición de estos casos hace necesaria la
intervención del Derecho penal, a través del cual tendrán que
distinguirse quienes actúan como autores y partícipes.
En la Legislación y en la Doctrina es posible distinguir dos
sistemas fundamentales en el tratamiento de la participación3.
Estos son: el Sistema Unitario, basado en criterios puramente
causalistas, y el Sistema Diferenciador, de fines
individualizadores. La presente investigación la hemos realizado
sobre la base de las tesis elaboradas en virtud del Sistema
Diferenciador.
La diferenciación entre los distintos grados de participación ha
llevado a la doctrina a grandes discusiones, trayendo como
consecuencia el establecimiento de varias teorías al respecto, así
tenemos: la teoría objetivo formal, la teoría objetivo material, la
teoría subjetiva de autor y la teoría del dominio del hecho.
En nuestro análisis se desarrollará estas teorías en relación con la
coautoría, principalmente la del “dominio del hecho”,
considerada actualmente como doctrina dominante.

II. Concepto de autor en las Teorías Objetivas y Subjetivas.


2.1. Teoría Objetivo Formal.
La Teoría Objetivo Formal actualmente tiene mucha influencia
en España. Pese a esto, esta Teoría ha perdido influencia en la
dogmática penal, debido a que no permite la solución de todos
los casos a presentarse.
Esta concepción considera –atendiendo a su núcleo, al margen de
sus variantes- autor a aquel que ejecuta por sí mismo total o
parcialmente las acciones descritas en los tipos de la Parte

3 HURTADO Pozo, José (1987). Manual de Derecho Penal. Parte General. Lima, Editorial Edilli, p.
345.
www.derechoycambiosocial.com │ ISSN: 2224-4131 │ Depósito legal: 2005-5822 2
Especial4. Por lo tanto, el autor debe realizar el verbo rector
comprendido en la acción típica de propia mano.
Para la Teoría Objetivo – Formal lo decisivo es solo y siempre la
realización de todos o algunos de los actos ejecutivos previstos
expresamente (literalmente) en el tipo legal5.
Tomando en cuenta que la Teoría Objetivo – Formal solo
considera autor a quien realiza por sí el tipo penal, entonces las
personas que concurran a la comisión del delito, pero no realicen
por sí el verbo de la acción típica, sino que presten auxilio al
autor para realizarlo, serán considerados partícipes: cómplices
primarios y/o secundarios.
Esta Teoría actualmente ha dejado de tener gran aceptación en la
Dogmática penal, pues no puede explicar otros tipos de
participación como serían: la Autoría Mediata y la Coautoría,
esta última, por ejemplo, en el supuesto en que uno de los
coautores no se encuentre presente en el momento de ejecución
de los hechos (Coautoría Ejecutiva).
Es decir, siguiendo la Teoría Objetivo – Formal, no podríamos
explicar la Autoría Mediata, por medio de la cual el autor no
realiza por sí el hecho, sino a través de otra persona que bien
actúa por error, coacción, etc., pero sin dolo. Tampoco se podría
fundamentar la Coautoría, ya que, explica Bustos Ramírez 6, las
tesis puramente objetivas no logran dar una solución. En efecto,
conforme a la tesis objetivo – formal, solo podría ser coautor
quien realiza un acto ejecutivo típico lo que, como hemos visto,
restringe excesivamente su ámbito de la autoría. Tampoco
bastaría decir que es coautor quien realiza el tipo legal, pues lo
determinante es el dominio sobre esa realización.
En resumen, hay que señalar que: la fortaleza de la teoría objetivo
– formal reside en que entiende el hecho individual en su
totalidad como acción con sentido social, situando a aquel que
ejecuta por sí mismo, como autor, en el centro de su
consideración. Sus defectos consisten en que desde su punto de
partida no cabe entender a la autoría mediata y en que en el
tratamiento de la coautoría se llega a un deshilachamiento

4 ROXIN, Claus (1999). Autoría y Dominio del Hecho en Derecho Penal. 7ma Edición, Madrid, Editorial
MARCIAL PONS, EDICIONES JURÍDICAS Y SOCIALES S.A., p. 54.
5 MIR-PUIG, Santiago (2005). Derecho Penal: Parte General. 7ma Ed., Buenos Aires,
Editorial IB y F S.A., p. 370. Cfr. GIMBERNART, Ordeig (1996). Autor y Cómplice, en el
Derecho Penal. Madrid, p. 217.
6 BUSTOS Ramírez, Juan (2004). Obras Completas. Tomo I. Derecho Penal Parte General. Lima,
Editorial ARA Editores, p. 1079.
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(absurdo e insatisfactorio incluso por su resultado) de un proceso
unitario en actos individuales sin relación entre sí7.
Por este último motivo, concluimos que la Teoría Objetivo-
Formal no puede explicar la figura jurídica de la Coautoría, es
renuente al aceptarla, por ello debemos dejarla de lado a efectos
del presente análisis.

2.2. Teoría Objetivo – Material.


Esta Teoría surgió en contrapartida a la Objetivo – Formal,
intentando validar los defectos de esta.
Para la Teoría Objetivo – Material, la importancia para
determinar el concepto radica en la contribución objetiva más
importante al hecho; es decir, solo va a ser autor quién (en el
supuesto de concurrencia de personas a un delito) aporte la
contribución más importante o condición objetiva más importante
para la realización del delito.
Sin embargo, a pesar que esta teoría parezca la más “óptima”
para explicar quién debe ser considerado autor, planteamos
algunos aspectos que hacen decaer por completo esta tesis:
a. Cómo determinar qué aporte o contribución es efectivamente
la más importante, máxime tomando en cuenta que se suele
reputar que la contribución de un cómplice necesario es
importante para la realización del delito.
b. Al determinar una única figura de autor, basados en el criterio
del aporte objetivo más importante, desconoce por completo
la Coautoría, ya que esta implica que los aportes de todos los
Coautores tienen la misma importancia (por la calidad de
Coautores del delito).
En el mismo sentido crítico, el profesor Bramont-Arias 8 nos
menciona las siguientes críticas a esta Teoría a ser tomadas en
cuenta:
a. Desconoce la importancia de lo subjetivo para caracterizar el
papel de cada contribución al hecho.
b. De poco sirve como criterio delimitador de autoría y
participación la remisión a una fórmula vaga como “mayor
importancia objetiva o mayor peligrosidad objetiva.
c. Tiene problemas respecto del autor mediato porque este no
tiene aportaciones objetivas al hecho.
7 ROXIN, Claus (1999). Óp. cit., p. 58.
8 BRAMONT-ARIAS Torres, Luis Miguel (2008). Manual de Derecho Penal: Parte General. 4ed, Lima,
Editorial Edill, p. 399.
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Es con motivo de las críticas expuestas que consideramos que a
través de la teoría Objetivo – Material no podemos explicar la
figura de la Coautoría, por lo que debemos rechazarla.
2.3. Teorías Subjetivas de Autor: Del Dolo y del Interés.
Es común a las teorías subjetivas el distinguir, en la delimitación
entre autoría y participación, no según criterios objetivos situados
en el mundo exterior, sino solo intrapsíquicos, como la voluntad,
la intención, los motivos y actitudes de los partícipes9.
Es conocida como Teoría del Ánimo. Su surgimiento tiene lugar
frente a la imposibilidad de lograr una diferencia exterior entre el
papel del autor y del partícipe, porque todas las condiciones del
resultado son idénticas con respecto de la causalidad del mismo.
La diferencia entre autor y los partícipes solo podrá darse o
deducirse de la actitud subjetiva de cada uno de los que toman
parte del hecho delictivo respecto del resultado o de la
realización del tipo10.
Esta Teoría se desenvuelve sobre la base de dos conceptos
determinantes: Animus Auctoris y Animus Socii. Los que
implican: actuar y/o querer el hecho como autor y actuar y/o
querer el hecho como cómplice.
Para la Teoría Subjetiva, será autor quien, realizando una
aportación causal, cualquier sea su contribución al hecho, lo haga
con voluntad de autor, es decir, actúa con la voluntad de querer el
hecho como propio; y, será partícipe quien, realizando una
aportación causal, cualquier que sea su entidad, lo hace con
voluntad de partícipe, o sea, voluntad de participar en un hecho
de otro11.
Dentro de la misma Teoría Subjetiva de Autor se han
desarrollado dos sub teorías, a saber: Teoría del Dolo y Teoría
del Interés.
Para la Teoría del Dolo, quien actúa con Animus Auctoris será
autor (siempre que decida sobre la ejecución del hecho) y será
cómplice aquel que ha subordinado su voluntad a la del autor; es
decir, su voluntad es dependiente de la del autor. Destacan, en
tanto que perfiladas hasta cierto punto, las teorías que –en
infinidad de variantes- atribuyen al participe, en contraposición al
autor, una voluntad dependiente, subordinada; parten que el

9 ROXIN, Claus (1999). Óp. cit., p. 71.


10 MÁRQUEZ Cárdenas, José Luis (2008). Óp. cit. 33.
11 Íbidem.
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partícipe se hace dependiente del autor al dejar la ejecución del
hecho a criterio de éste12.
Sobre la base de la Teoría del Dolo, podríamos ver que también
podemos explicar la Coautoría, ya que debemos tener en
consideración que los Coautores siempre actuarán bajo un
animus auctoris, razón por la que son capaces de ejecutar la
acción típica en forma dividida, sobre la base de un Reparto de
Funciones. Esta explicación resulta fácil de entender si es que
tomamos en consideración que todos los Coautores quieren el
hecho como propio, a título de autor.
Sin embargo, un cuestionamiento a esta teoría, sobre la base de la
Coautoría, podría presentarse en el caso en que algunos de los
coautores (si es que acaso sería adecuado llamarlo como tal) a
pesar de haber sido parte en la Decisión Común y realizar su
Aporte Objetivo al hecho (requisitos sine qua non para la
Coautoría), no quiere el hecho como propio, ni siquiera se
considera coautor; entonces, tomando en consideración la Teoría
del Dolo y el Animus Auctoris, no podríamos considerar como
Coautor a este sujeto. Es en esta situación expuesta que nos
encontramos ante un quebrantamiento de la Teoría del Dolo, la
misma que prima facie es de inmediata aplicación para analizar
la Coautoría.
Consideramos que para solucionar casos como el planteado
tenemos dos alternativas, ambas incluyen el ponderar sobre optar
por un aspecto subjetivo o por un aspecto objetivo. Es decir, si
optamos por un aspecto subjetivo, en casos como el expuesto
podríamos considerar que el sujeto (que prima facie es Coautor)
no es Coautor, sino un mero partícipe pues no ostenta el Animus
Auctoris. Sin embargo, si optamos por un criterio objetivo,
podríamos concluir que el sujeto es Coautor, pese a carecer del
Animus Auctoris, toda vez que cumplió con los dos requisitos que
configuran la Coautoría, además que su intervención es
determinante para la realización del hecho delictivo.
En cambio, para la Teoría Subjetiva del Interés, será Autor quien
tiene o persigue un interés propio en el hecho (animus auctoris);
mientras que el partícipe, que tiene animus socii, actúa en interés
ajeno13, lo que no implica que su voluntad no se encuentre
subordinada o no autónoma a la del Autor.

12 ROXIN, Claus (1999). Óp. cit., p. 72.


13 Ídem., p. 35.
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En realidad, expone acertadamente el profesor Roxin14, la
fórmula del interés no va más allá en su significado que la teoría
del dolo. Su valor reside en proporcionar un indicio tangible de la
“subordinación de la voluntad” requerida por la teoría del dolo,
previniendo el deslizarse en curvas formales. Si alguien carece de
todo interés propio en la ejecución de un hecho cabe suponer que
deja su realización a criterio de otro en cuanto auténtico
interesado”.
Una crítica, especialmente preocupante, que se hace a la Teoría
del Interés es que permite la posibilidad que un sujeto que comete
el delito de propia mano (considerado autor para la teoría formal
- objetiva) puede ser sancionado solo como cómplice, en el
supuesto que sea una persona distinta la que en realidad tenía el
interés en el delito, pero no lo haya realizado. Es decir, el primer
sujeto, quien efectivamente comete el delito, será sancionado
como cómplice a pesar de no haber actuado como instrumento.
Así pues, solo a reglón seguido de la teoría del dolo es aplicable
la teoría del interés. Si se tiene en cuenta esta limitación del
ámbito de aplicación, comparte las ventajas de la teoría del dolo
y facilita su aplicación práctica. Pero también está expuesta a las
mismas objeciones que ella15.
III. Teoría del Dominio del Hecho: Hacía un Dominio Funcional del
Hecho.
Fue Hegler el primero que empleó en Derecho penal la expresión
“dominio del hecho”16. Por fin, en 1939 aparece Welzel, que
enlaza por primera vez la idea de dominio del hecho con la
doctrina de la acción, derivando de esta un “autoría final” basada
en el criterio del dominio del hecho17. Empero, actualmente se le
reconoce al profesor Claus Roxin ser quien mejor ha desarrollado
esta teoría.
Welzel concibió a esta Teoría como un verdadero dominio final
del hecho, el dominio final de la acción. Es así que se reputó que
se tiene el dominio del hecho quien mediante la dirección
consciente y final del curso causal hacía el resultado típico, es
señor sobre la realización del tipo18. En este primer
planteamiento, para Welzel, tendrá dominio del hecho no quien
tiene una vaga voluntad de ser autor (no interesa el criterio
14 ROXIN, Claus (1999). Óp. cit., p. 76.
15 Ídem. p. 77.
16 ROXIN, Claus (1999). Óp. cit., p. 81.
17 Ídem. p. 85.
18 Ídem., p. 99.
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subjetivo) sino quien verdaderamente tiene el dominio final sobre
el hecho19.
Para Maurach20, por dominio del hecho debe entenderse el acto
doloso de tener en las manos el curso del suceso típico. Entonces,
podemos apreciar que para esta teoría, será autor quien domina la
ejecución del delito.
Sin embargo, actualmente se requiere no solo un aspecto objetivo
(como apuntaba Welzel) sino también un aspecto subjetivo. Es
así que el profesor Zaffaroni2122 expresa que el dominio del hecho
se rige tanto por aspectos objetivos como subjetivos, puesto que
el señorío del autor sobre el curso del hecho lo proporciona tanto
la forma en que se desarrolla en cada caso la causalidad de la
dirección que a la misma se le imprime, no debiendo confundirse
con el dolo, porque hay dolo también en la participación (el
cómplice y el instigador actúan con dolo), sin tener dominio del
hecho. El dominio del hecho lo tiene, pues, quién retiene en sus
manos el curso, el sí y el cómo del hecho, pudiendo decidir
preponderantemente a su respecto; dicho más brevemente, el que
tiene el poder de decisión sobre la configuración central del
hecho.
Siguiendo la tesis propuesta por Zaffaroni, podemos ver que la
Teoría del Dominio del Hecho se basa en una combinación de
criterios subjetivos y objetivos. Esto se ha denominado criterio
mixto23, y es el que actualmente domina en la mayoría de la
doctrina.
Atendiendo a la utilidad práctica de la Teoría del Dominio del
Hecho, la Segunda Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema ha
expresado que:
“La teoría del dominio del hecho permite, entre otras ventajas,
distinguir más claramente la diferencia entre autor y partícipe,
así será autor quien domina la configuración del injusto y
partícipe quien no ejerce tal dominio y sólo colabora con un
hecho doloso ajeno”24.

19 MÁRQUEZ Cárdenas, José Luis (2008). Óp. cit., p. 41.


20 MAURACH, Reinhart (1962). Tratado de Derecho Penal. Barcelona, Edit. Ariel S.A., p. 343.
Traducción a cargo de Juan Córdoba Roda.
21 ZAFFARONI, Eugenio Raúl (1990). Manual de Derecho Penal: Parte General. Ediciones Jurídicas, p.
22 .
23 MÁRQUEZ Cárdenas, José Luis (2008). Óp. cit., p. 51.
24 Corte Suprema de Justicia de la República. Segunda Sala Penal Transitoria. R. N. N° 5385 – 2006.
Lima. En: http://historico.pj.gob.pe/enlaces.asp?opcion=jurispridencia
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Esta teoría es profundamente desarrollada en la doctrina, siendo
que se manifiesta en una triple clasificación. El profesor
Villavicencio25, nos explica, del modo siguiente, en forma sucinta
cada componente de esta clasificación:
 Dominio de la Acción.- es autor quien ejecuta de propia mano
todos los elementos del tipo o la acción típica. En otras
palabras, quien no coaccionado y sin ser dependiente de modo
superior a lo socialmente normal, realiza todos los elementos
del tipo de propia mano, es autor. En palabras de Jakobs,
“Autor es siempre quien comete el hecho por sí mismo, es
decir, quien ejecuta de propia mano la acción fáctica
dolosamente y sin sufrir error, y presenta las necesarias
cualificaciones de autor, objetivas y subjetivas, específicas
del delito26.
 Dominio de la Voluntad.- es autor quien ejecuta el hecho
utilizando a otra persona como instrumento; aquel sujeto en sí
domina la voluntad del otro. En otras palabras, se trata de
casos en los que falta precisamente la acción ejecutiva del
sujeto detrás y el dominio solo puede basarse en el poder de la
voluntad rectora. Estas formas de dominar la voluntad en la
realización de un hecho delictivo, pueden presentarse, como
indica Roxin27, en tres casos: cuando se utiliza a un
inimputable o a una persona que actúa por error, cuando se
coacciona la voluntad del instrumento y cuando se trata de un
aparato organizado de poder.
 Dominio del Hecho Funcional.- es autor el coautor, que
realiza una parte necesaria de la ejecución del plan global,
aunque no sea un acto típico en sentido estricto, pero en todo
caso de la común resolución delictiva. O dicho en otras
palabras, entre las dos regiones periféricas del dominio de la
acción y de la voluntad, que atiende unilateralmente solo al
hacer exterior o al efecto psíquico, se extiende un amplio
espacio de actividad delictiva, dentro del cual el agente no
tiene ni una ni otra clase de dominio y sin embargo cabe
platear su autoría, esto es, los supuestos e participación activa

25 VILLAVICENCIO Terreros, Felipe (2006). Derecho Penal: Parte General. Lima, Edit. Jurídica
GRIJLEY E.I.R.L., p. 467.
26 JAKOBS, Günther. Derecho Penal: Parte General. Fundamento y Teoría de la Imputación. 2da Ed.,
Madrid, Editorial MARCIAL PONS EDICIONES JURÍDICAS S.A., p. 744.
27 ROXIN, Claus (1970). “Sobre la autoría y participación en el derecho penal”. En: Problemas Actuales
de las Ciencias Penales y la Filosofía del Derecho, en Homenaje al Profesor Luis Jiménez de Asúa.
Traducción de Enrique Bacigalupo. Buenos Aires, p. 62.
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en la realización del delito en los que la acción típica lleva a
cabo otros.
Sobre la base de la Teoría del Dominio del Hecho, el profesor
Günther Jakobs28 propone la siguiente clasificación: Dominio del
Hecho Formal (realización de la acción típica), Dominio del
Hecho como Dominio de la Decisión (dominado el hecho
mediante la decisión de si se realiza o no) y Domino del Hecho
Material como Dominio de la Configuración.
Sea en la clasificación clásica, la que planteamos según la
estructura desarrollada por Villavicencio, o sea en la clasificación
propuesta por Jakobs, para los fines de este capítulo nos interesa
el Dominio del Funcional Hecho o el Dominio de la
Configuración (en términos de Jakobs). Sobre la base del
Dominio Funcional del Hecho se desarrolla la Coautoría.
Habrá un verdadero Dominio Funcional del Hecho cuando, como
expresa Zaffaroni29, el aporte al hecho que cada uno hace es de
naturaleza tal que, conforme al plan concreto del hecho, sin ese
aporte el hecho no podría haberse realizado. El dominio
funcional representa un proceder bajo condiciones de división del
trabajo, en el marco del cual los coautores ejercitan una medida
esencialmente equivalente de dominio del hecho. Un plus de
dominio de decisión puede compensar un minus de dominio de
configuración, y viceversa30.
El coautor es autor, luego para ser tal requiere reunir todas las
calidades propias de éste29. Muñoz Conde31 nos expresa que lo
decisivo en la coautoría es que el dominio del hecho lo tienen
varias personas que, en virtud del principio del reparto funcional
de papeles, asumen por igual la responsabilidad de su realización.
Las distintas contribuciones deben considerarse como un todo y
el resultado total debe atribuirse a cada coautor,
independientemente de la entidad material de su intervención.
Es interesante remarcar, como lo hace Donna32 que la posibilidad
de la coautoría se limita a los hechos dolosos. En este sentido,

28 MÁRQUEZ Cárdenas, José Luis (2008). Óp. cit., p. 42.


29 ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Óp., cit., p. 576.
30 KINDHÄUSER, Urs. Infracción de Deber y Autoría – Una crítica a la teoría del
dominio del hecho. En: www.unifr.ch/ddp1/derechopenal/articulos/a_20090918_01.pdf 29
BUSTOS Ramírez, Juan (2004). Loc. cit.
31 MUÑOZ Conde, Francisco (1999). Teoría General del Delito. 2da Ed., Editorial Temis S.A., p. 157.
32 DONNA, Edgardo Alberto (2002). Óp. cit., p. 43.
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Bacigalupo33 que la Coautoría, en el sentido de co-ejecución de
la acción típica solo es posible en los delitos dolosos de
comisión. Tampoco puede haber coautoría culposa, porque el
delito culposo se caracteriza –como la omisión- por la violación
de un deber (en el caso de la culpa se trata de un deber de
cuidado) y esto no es susceptible de participación ni de división
Consideramos que la Dogmática Jurídico Penal tomando en
consideración los casos donde la concurrencia de partícipes en un
hecho delictivo que se da en un nivel igual de dominio y
decisión, pero en donde ninguno de estos realiza la totalidad del
tipo penal, construyó una Teoría para dar respuesta a estos
hechos conflictivos y esta es la Teoría del Dominio Funcional del
Hecho.
Y es que en casos como el planteado, todos son autores prima
facie, empero esta Autoría no puede ser explicada bajo un
análisis de la teoría de la Autoría Directa o de Autor de Propia
Mano, pues ninguno de los partícipes realizó el tipo penal. En el
mismo sentido lógico, el caso conflictivo planteado no podría
explicarse bajo la Autoría Mediata, pues todos los partícipes
intervienen en el hecho en igual nivel de dominio y decisión. Y,
menos aún, podría considerarse a todos como cómplices y obviar
la figura de un Autor.
De aquí que sea imprescindible contar con la Teoría del Dominio
Funcional del hecho, la misma que se aplicará en aquellos casos
en donde haya un verdadero dominio del hecho, basado en
aspectos objetivos y subjetivos (o criterio mixto), pero en forma
conjunta.
Finalmente, consideramos adecuado exponer como ha sido
concebida la Coautoría en el Derecho Penal Internacional,
propiamente por la Corte Penal Internacional. Haremos especial
énfasis en el Coautoría Mediata, concepto sobre el que la Corte
Penal Internacional ha formado un criterio de imputación.
Héctor OIásolo34 nos comenta que la Sala de Cuestiones
Preliminares I de la Corte Penal Internacional acogió, a partir de
su decisión de confirmación de cargos en el caso Katanga, el
concepto jurídico doctrinal de la Coautoría Mediata. Este fue el
primer caso en donde se utilizó, en la historia de la Corte, la
33 BACIGALUPO, Enrique (1987). Derecho Penal: Parte General. Buenos Aires, Editorial Hammurabi,
p. 197.
34 OLÁSOLO, Héctor. “El Desarrollo en Derecho Penal Internacional de la Coautoría Mediata”. En:
Derecho Penal Contemporáneo – Revista Internacional, ISSN 2145-1567, Nº 27, abril-junio, 2009.
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coautoría mediata, como resultado de la aplicación conjunta de la
coautoría basada en el dominio funcional del hecho y de la
autoría mediata a través del dominio de la organización35.
La Coautoría Mediata ha sido utilizada por la Corte para
situaciones en los que un pequeño grupo de altos líderes políticos
y/o militares acuerdan la ejecución de un plan criminal común
mediante la utilización de diversas organizaciones que dirigen36.
Para esta forma particular de Coautoría, el autor directo como el
autor mediato son penalmente responsables37. Finalmente, es
importante resaltar que este concepto no es nuevo, sino que es
una derivación de la doctrina de la Autoría Mediata a través del
dominio de la Organización, por tanto es menester que concurran
todos los requisitos exigidos para esta.
IV. La Coautoría en el Perú.
Como primera aproximación, entendemos que la Coautoría es la
realización conjunta de un delito por varias personas que
colaboran consciente y voluntariamente38.
En nuestro ordenamiento jurídico Penal la Coautoría se encuentra
expresamente regulada en el artículo 23° del Código Penal. Este
artículo expresa lo siguiente: Art. 23°. Autoría y Coautoría.
El que realiza por sí o por medio de otro el hecho punible y los
que lo cometan conjuntamente serán reprimidos con la pena
establecida para la infracción.
Analizando el artículo en mención, podemos afirmar que nuestro
Código Penal toma en consideración la igualdad de posición
existente entre los coautores, pues a ambos castiga con la misma
pena39.

1. Elementos que configuran la Coautoría


En la Dogmática Jurídico Penal, se suele reconocer con criterio
uniforme que los elementos concurrentes que dan existencia a la
Coautoría son dos: Decisión Común y Ejecución Común, ambos
concurrentes y requisito sine qua non. Es así que Coautor será
quien, en posesión de las cualidades personales de autor, sea

35 Ídem., p. 74.
36 Ídem., p. 75.
37 Ídem., p . 89.
38 MUÑOZ Conde, Francisco. Óp., cit., p. 157.
39 Aunque, también se aplica la pena concebida para el autor en el caso del Cómplice
Primario y al Instigador. Esto, sobre la base del criterio de lesividad al bien jurídico
protegido en cada tipo penal. 39 DONNA, Edgardo Alberto (2002). Loc. cit., p. 43
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portador de la decisión común respecto al hecho y en virtud de
ello tome parte en la ejecución del delito39.
Entonces, siempre que en un caso delictivo de concurrencia de
sujetos, para hallar al autor del mismo (en todo caso, también a
los coautores) es indispensable analizar el hecho, además de los
criterios antes expuestos sobre el concepto de autor, analizar si
concurre o no los elementos configuradores de la Coautoría.
1.1. Decisión Común.
La coautoría implica la existencia de un mutuo acuerdo o plan
común, el cual no ha de ser necesariamente anterior o previo a la
realización del delito, ni tampoco expreso, ya que puede ser
también coetáneo y tácito, pero en todo caso aparece vinculado al
principio de culpabilidad, ya que nadie puede responder de lo que
no quiere o no conoce40.
La Decisión Común constituye un requisito sine qua non para
que se configure la coautoría. Implica llegar a un acuerdo común
sobre cómo realizar el hecho y la distribución de funciones. Este
elemento es de tal importancia que delimitará el ámbito de
responsabilidad de cada coautor; es decir, cada Coautor solo
responderá hasta el límite del acuerdo adoptado y no responderá
por los excesos del otro.
La decisión común al hecho es el acuerdo recíproco, expreso o
tácito, sobre la perpetración común de aquel que puede
establecerse hasta el momento de la consumación41.
Para Bacigalupo42, el codominio del hecho es consecuencia de
una decisión conjunta al hecho. La Coautoría concurre cuando,
según el plan de los intervinientes, se distribuyen las aportaciones
necesarias para la ejecución, sea en todos los estadios del delito,
sea entre los distintos estadios, de manera que también personas
no participantes en la ejecución codeterminan la configuración de
esta, o el que se lleve o no a cabo43.
Ahora bien, este acuerdo previo puede ser consciente, querido y
siempre en forma conjunta; es decir, no basta el simple acuerdo
unilateral de uno de los coautores. Sin embargo, según nos indica

40 TASENDE Calvo, Julio José (2001). “Coautoría y Participación en los Delitos de


Homicidio y Asesinato”. Homenaje al Dr. Marino Barbero Santos: In Memorian”.
Volumen 2, España, Universidad de Salamanca, Universidad Castilla – La Mancha
Editores, p. 706.
41 Íbidem.
42 BACIGALUPO, Enrique (1997).
Óp. cit., p. 228. 43 JAKOBS, Günther.
Óp. cit., p. 745.
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la doctrina, el acuerdo también puede ser tácito y no
necesariamente expreso. En principio podría pensarse que el
acuerdo tácito conlleva a una problemática al momento de
determinar quiénes son coautores, ya que siempre es más fácil
determinarlos si el acuerdo es expreso, pero esta problemática
encuentra rápida solución al momento de evaluar si ese acuerdo
tácito implicó una distribución de funciones. Entonces, podemos
concluir que la importancia del acuerdo previo radica en que
tiene como consecuencia necesaria la distribución de funciones.
La distribución de funciones a la que hacemos mención, también
se puede dar en el caso de la participación cuando se es
Cómplice. Entonces, cómo poder diferenciar cuando hay
distribución de funciones y se está en calidad de coautor que
cuando pese haber distribución de funciones se está en calidad de
cómplice, máxime si se trata de la complicidad necesaria. Aquí
creemos correcto hacer énfasis que la figura jurídica de la
complicidad necesaria puede ser muy parecida a la Coautoría,
más aún si tomamos en cuenta la esencialidad e importancia de la
contribución. Es más, en muchos casos es muy difícil determinar
cuándo se está ante una complicidad necesaria y no ante una
coautoría, y viceversa.
Ante esta disyuntiva, la doctrina más autorizada ha tratado de dar
solución, que a nuestro criterio es la más idónea. Por una parte,
Jakobs43 ha mencionado que la decisión común del hecho es el
acuerdo expreso o concluyente sobre la distribución de las
aportaciones singulares a un hecho. Se distingue del acuerdo de
voluntades propio de la participación por su contenido (versa
sobre aportaciones en plano de igualdad) y –según la doctrina
usual- por su reciprocidad (carácter común): todo interviniente
debe saber que otros cooperan dolosamente. Por otro lado,
Villavicencio nos plantea la idea de la subordinación. En este
sentido, estima que el criterio correcto de distinción está en si la
división de tareas acordadas importa o no subordinación de unos
respecto a otros. En consecuencia, existe coautoría si no hay
subordinación44.
Entonces, para finalizar con respecto a la Decisión Común, es
menester que cumpla con los siguientes requisitos: que sea previa
a la consumación del delito, que tenga como consecuencia
jurídica necesaria la distribución de funciones, que las

43 Ídem, p. 746.
44 VILLAVICENCIO Terreros, Felipe (2006). Óp.cit., p. 484.
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aportaciones propias de la decisión común se planeen en plano de
igualdad de tal forma que se den sin subordinación entre quienes
son los coautores.
1.2. Aporte Objetivo: Ejecución Común
El segundo requisito sine qua non y determinante para la
Coautoría es el Aporte Objetivo al Hecho. Este elemento implica,
a la vez, que los sujetos realizarán la acción típica en conjunto,
tomando en consideración el reparto funcional de roles; es decir,
el aporte de cada uno de ellos formará, en su conjunto, el tipo
penal que será atribuible a todos por igual. En este sentido,
Villavicencio45 nos indica que será coautor quien realiza
parcialmente las características del tipo, siempre que,
considerando todos los aportes en su conjunto, originen el tipo.
Además, es indispensable que este aporte se dé como
consecuencia directa de la Decisión Común.
En esta etapa es indispensable que se analice la naturaleza del
aporte al hecho, pues ella establecerá la existencia o no del
Codominio del hecho47. En otras palabras, no toda función
realizada en el seno de la división del trabajo convierte al sujeto
en coautor, porque no toda función desarrollada le confiere el
dominio funcional del hecho. Es preciso que esa función sea
necesaria para la realización del hecho y por necesaria suele
entenderse lo que es esencial, en oposición a lo accidental o
subsidiario46.
El aporte objetivo al hecho, para que sea configurador de la
Coautoría debe de cumplir con otro requisito: el darse en la fase
de ejecución del delito, y según Villavicencio 47, durará hasta la
consumación del delito siempre que este aporte sea de tal
importancia hasta el extremo que el hecho “no habría podido
perpetrase” sin su existencia.

45 VILLAVICENCIO Terreros, Felipe (2006).


Óp.cit., p. 486. 47 Ídem., p. 485.
46 MÁRQUEZ Cárdenas, José Luis (2008). Óp. cit., p. 68.
47
Íde
m.,
p.
486.
50

Íde
m.,
p.
69.
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En doctrina es muy discutida la importancia que tiene que tener
el aporte del partícipe para que sea considerado Coautor y no
Cómplice Primario. Si nos remitimos al criterio conforme al cual
si el aporte no se hubiera efectuado, entonces el delito no se
hubiera realizado, esteraríamos cometiendo una ambigüedad,
pues tanto también en la complicidad necesaria es menester que
el aporte sea de tal magnitud que en caso no existiera este, el
delito no se hubiera realizado.
Según explica Márquez50, la doctrina científica y la
jurisprudencia han aportado distintas fórmulas para definir el
aspecto esencial o necesario de la función desarrollada, que da
lugar a que el sujeto se considere que domina el hecho: a) la que
alude a que el sujeto domina funcionalmente el hecho si puede
interrumpir la realización del hecho, y b) la propuesta por Roxin,
que estima que se confiere tal dominio al aporte que puede
producir el desbaratamiento del plan total si no realiza su función
o aporte al hecho.
Así mismo, estas teorías son tan profundamente críticas
básicamente por plantear supuestos hipotéticos donde la
causalidad tiene preeminencia. Es decir, de los “Interrumpir el
hecho”, “desbaratamiento del plan”, resultan términos
escasamente útiles, pero no se puede deducir de ellos claramente
cuándo una aportación ha sido efectivamente necesaria, esencial
para dar lugar a desbaratar el plan o interrumpir le hecho, aunque
sí se puede llegar a establecer una hipótesis causal: si el
interviniente no hubiera actuado como lo hizo, el hecho tal, en
concreto o en abstracto, no se habría realizado (juicio hipotético
de necesidad, en abstracto o en concreto). La realidad es que le
interviniente actuó y que, por lo tanto, no es válido preguntarse
qué habría pasado si no hubiese actuado48.
Otro criterio que pretende explicar qué aporte es el “esencial” y
que configurará la Coautoría, es el explicado por el profesor
Bacigalupo49, quien nos explica que para determinar cuándo hay
un aporte sin el cual el hecho no se hubiera podido cometer es de
utilidad el criterio de la fórmula de la supresión mental y de la
teoría de la conditio sine qua non. Si se suprime mentalmente el
aporte y la ejecución no puede llevarse a cabo, es evidente que se
trata de un aporte necesario.

48 Íbidem.
49 BACIGALUPO, Enrique (1987). Derecho Penal: Parte General. Buenos Aires, Editorial Hammurabi,
p. 199.
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Finalmente, consideramos pertinente exponer la tesis de
Gimbernat, la misma que creemos que es la más acertada para
explicar estos casos problemáticos. Según Gimbernat50, se debe
acudir al criterio objetivo de la escasez. Según esta, sería
necesaria la aportación de un bien o una conducta escasos. Sería
por escasa la entrega de una pistola a quien va a ejecutar un
homicidio, si existiesen serías dificultades para que dicho sujeto
consiguiera el arma. Este juicio se considera no depende de
juicios hipotéticos, porque la entrega de la pistola es escasa en el
caso concreto, con independencia de si el sujeto podría haberla
conseguido de otra manera.
Entonces, podemos concluir que habrá un Aporte Objetivo al
Hecho en el seno de una Coautoría, cuando este aporte se realice
durante la ejecución del delito, sea de especial importancia en
atención al criterio de la escasez y cuando la suma de aportes
configuren el tipo penal (teniendo presente que ninguno por
separado podría configurar el tipo penal, porque entonces no
habría reparto funcional de roles sino Autoría en el concepto
Objetivo – Formal).
Por último es menester hacer mención que puede configurarse el
aporte objetivo al hecho sin necesidad de la presencia del
coautor, a través de la denominada “Coautoría no Ejecutiva”.
Esta categoría dogmática la encontramos en los planteamientos
de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia.
En este sentido, la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema
dejó establecido el criterio de la Coautoría no Ejecutiva, en el
siguiente sentido:
“Es menester precisar, a este respecto, que la coautoría importa
la realización conjunta de un delito por varias personas que
colaboran dolosamente; que, a su vez, la coautoría no ejecutiva,
exige a sus autores la prestación de tareas, por su nivel de
integración al plan criminal, necesarias para comisión del
delito51”.
En otra oportunidad, la misma Sala Penal sobre la base de la
Coautoría no Ejecutiva concluyó que:
“Así las cosas, se concretó, de un lado, una Coautoría Ejecutiva
parcial pues se produjo un reparto de tareas ejecutivas, y, de
otro, lado, como en el caso de Bardales Caballero, se produjo
una Coautoría No Ejecutiva, pues merced al reparto de papeles
50 GIMBERNAT citado por MÁRQUEZ Cárdenas, José Luis (2008). Óp. cit., p. 69.
51 Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República. R. N. N° 828 – 2007. Lima.
En: http://historico.pj.gob.pe/enlaces.asp?opcion=jurispridencia
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entre todos los intervinientes en la realización del delito, este
último no estuvo presente en el momento de su ejecución, pero
desde luego le correspondió un papel decisivo en la ideación y
organización del delito, en la determinación de su planificación y
en la información para concretar y configurar el rescate52”.

2. Críticas a los Elementos Esenciales: Propuestas.


Como toda teoría, la Coautoría no está exenta de críticas. Aunque
usualmente la doctrina más autorizada suele exponer los
elementos configuradores de la Coautoría, también suelen criticar
la formalidad con la que deben acreditarse estos elementos.
Jakobs56 crítica la necesidad absoluta de la reciprocidad común o
carácter común dentro del elemento de la Decisión Común. El
elemento criticable implica que todo interviniente sepa que otros
cooperarán con él en forma dolosa. El profesor alemán nos
explica que el origen de ese elemento se deba a la primera teoría
subjetiva, que atendía a la dependencia recíproca de los
propósitos delictivos de los distintos intervinientes. Dado que
este criterio es inesencial para la autoría (también domina el
hecho quien lo ejecuta porque y solo porque, otro quiere), el
carácter común de la decisión del hecho hay, al menos, que
reducirla.
Continuando con su análisis y crítica, expone la idea que si un
delito requiere una sola acción ejecutiva o si, requiriéndose varias
acciones, las ejecuta una sola persona, también un partícipe, de
cuyas aportaciones el ejecutor nada sepa, puede cooperar tan
intensamente que codetermine esencialmente la configuración de
la ejecución en cuanto a lugar, tiempo y modalidades. Por ello
plantea la tesis que será más correcto, en lugar de una decisión
común del hecho, en el sentido de un acuerdo siempre recíproco,
conformarse en estos casos con una decisión de ajustarse, con la
que el partícipe que no ejecuta directamente, pero coopera con la
configuración, vincula su aportación con el hacer del ejecutor. Si
el ejecutor no sabe nada de esta aportación, no se le puede
atribuir nada de la gravedad de esta, lo que se deriva de las reglas
generales53.

52 Corte Suprema de Justicia de la República. Sala Penal Permanente. R. N. N° 488 – 2004. Lima. En:
http://historico.pj.gob.pe/enlaces.asp?
opcion=jurispridencia 56 JAKOBS, Günther.
Óp., cit., p. 746.
53 Ídem., p. 747.
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Por otro lado, Sánchez Lázaro54 propone algunas críticas muy
interesantes. Ahora bien, las críticas que plantea las realiza sobre
la base del entendimiento de la Teoría Objetivo – Formal de
Autor, la misma que, como mencionamos líneas arriba, tiene gran
influencia en la doctrina Española. Entre sus críticas nos
menciona que resulta absurdo hablar de responsabilidad penal en
coautoría pretendiendo la existencia de criterios diferentes a los
mantenidos en la responsabilidad por autoría individual. Si la
responsabilidad penal del autor de un delito presupone siempre su
propio hecho en sentido normativo responsabilidad ésta
autónoma e individual, entonces el mutuo acuerdo resulta
innecesario para hacer responder al coautor por el hecho
conjunto55.
En este sentido se plantea una crítica a la responsabilidad de cada
coautor, entendiendo que si la contribución individual de un
coautor se agota en la realización parcial del tipo evidentemente
solo podría responder como máximo de una tentativa, pues
entiende que la imputación de las aportaciones ajenas que
permitiría la responsabilidad por el hecho completo, resultaría
contraria a los principios de responsabilidad personas,
responsabilidad por el hecho, proporcionalidad y, por tanto, sería
inconstitucional56.
Finalmente, última crítica, aunque también podría entenderse
como una excepción, se centra en la praxis del Derechos Penal
Internacional. Como nos recuerda Héctor Olásolo 57, comentando
la jurisprudencia de la Corte Penal Internacional nos menciona
que la SCP I ha rechazado, en las decisiones de confirmación de
cargos en los casos Katanga y Lubanga, la limitación que el
carácter esencial de la contribución –y por tanto la capacidad
para ostentar el codominio del hecho- requiere que la misma se
realice durante la fase de ejecución del delito, tomando en cuenta
que no aparece recogida en el Estatuto de Roma, de manera que
como la propia SCP I en el caso Katanga ha señalado, diseñar el
ataque, proveer armas y municiones, enviar refuerzos y coordinar
y monitorear las actividades de las tropas, son actividades de
carácter esencial con independencia de que se realicen con
anterioridad al inicio de la fase de ejecución del delito.
54 SÁNCHEZ Lázaro, Fernando Guanarteme. “El Ocaso de la Resolución Conjunta”. En: Indret: Revista
para el Análisis del Derecho, ISSN 1698-739X, Nº. 2, 2007.
55 Ídem., p. 7.
56 Ídem., p. 9.
57 OLÁSOLO, Héctor. Óp., cit., p. 88.
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Entonces, podemos concluir que a partir del caso citado por
Héctor Olásolo, la nueva excepción a la Coautoría, en el ámbito
del Derecho Penal Internacional, radica en la inncesariedad en
que la contribución o aportación objetiva se realice
necesariamente en la fase de ejecución del delito, sino que
bastará que la contribución sea esencial y escaza, y que pueda
prestarse en la etapa preparatoria.
V. Límites de la Coautoría. El exceso cometido por el Coautor.
Establecidos los elementos que configuran la Coautoría y
tomando en cuenta que cada coautor solo debe realizar
parcialmente el tipo penal, es menester preguntarse ¿en qué caso
estaríamos si el coautor sobrepasa su función, sea realizando
totalmente el tipo penal u otro delito, no concertado en el acuerdo
común? Estos son los supuestos de Exceso en la Coautoría. Es
indispensable delimitar los alcances de la Coautoría, para saber
sobre la base de qué acción imputar, en los supuestos
problemáticos como el planteado, a los participantes en el hecho
delictivo.
Y es que los coautores solo responden por lo acordado y
ejecutado, no por los excesos que puedan haber cometido cada
uno de ellos58.

1. Coautoría Alternativa.
Se dice que hay Coautoría Alternativa cuando los intervinientes
en el plan común acuerdan realizar el delito, empero al momento
de ejecutar los aportes, solo uno de ellos será el idóneo y
realizará por completo el tipo penal.
Para López Barja de Quiroga59, esta forma de Coautoría aparece
cuando se trata de aportes de distintas personas, en las que cada
aporte previsto realiza por completo el tipo, pero que únicamente
pueden producirse en forma alternativa, bien el aporte de una o
de la otra persona.
Para Villavicencio60, esta forma de Coautoría se presenta cuando
los coautores realizan su propio aporte potencial que resulta
idóneo para la comisión típica, pero solo una de ellas se ejecutará
excluyendo la posibilidad a las restantes.

58 BRAMONT-ARIAS Torres, Luis Miguel (2008). Óp. cit. p., 411.


59 LÓPEZ BARJA de Quiroga, Jacobo (1996). Autoría y Participación. Madrid, Editorial Akal, p. 67.
60 VILLAVICENCIO Terreros, Felipe (2006).
Óp. cit., p. 488. 65 MÁRQUEZ Cárdenas, José
Luis (2008). Óp. cit., p. 76.
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Un ejemplo típico sería el caso en que dos sicarios, A y B, se
poden de acuerdo para matar a Z, que viene por una vía con dos
únicas salidas, y cada sicario lo espera por cada una de las salidas
donde puede pasar. Z toma la calle por donde lo espera B y este
le causa la muerte de varios disparos, hechos que hubiera
realizado A si Z hubiera pasado por su calle; donde lo esperaba 65.
En este caso, cabe resaltar que los aportes alternativos son
potenciales de realización típica, mejor dicho, son actos
preparatorios a la ejecución, siendo solo una la que al final
atentará al bien jurídico61.
Expuesta la forma de presentarse esta “Coautoría”, es
indispensable preguntarse, ¿a título de qué responderán estos
sujetos? Estos casos conllevan serios problemas, pues se rompe
el esquema inicial planteado: Solo puede haber Coautoría si cada
uno de los coautores realizan parcialmente el tipo penal, a través
de un aporte esencial. En este caso, solo uno realiza el tipo penal,
pese a que ambos aportaron esencialmente su actuación para la
realización del tipo.
Nosotros consideramos que en estos casos no hay una Coautoría,
pues romperíamos el esquema general de la Coautoría y
podríamos admitir cualquier tipo de intervención, hasta la de un
Cómplice Necesario si es que este también participó en los actos
preparatorios. No puede haber Coautoría porque solo uno realiza
completamente el Tipo, entonces este responderá a Título de
Autor, los demás a Título de Partícipes. Por ende, no puede
existir una Coautoría Alternativa.

2. Coautoría Aditiva.
En la Coautoría Aditiva, los intervinientes en razón al acuerdo
común, ejecutan sus aportes esenciales directamente sobre su
objetivo, siendo que solo uno de estos aportes será el que consiga
realizar el tipo. Lo interesante de esta Coautoría, como expresa
Márquez62, es que se desconoce qué acción será la que cause el
resultado típico.
Como nos expresa Jakobs, es difícil decidir en los supuestos en
que coinciden un gran número de intervinientes en acciones
paralelas dirigidas a ejecutar un único resultado delictivo, pero en
definitiva no todos los participantes, mediante sus acciones
ejecutivas, llegan a ser causales del resultado: Una multitud
61 VILLAVICENCIO Terreros, Felipe (2006). Óp. cit., p. 489.
62 MÁRQUEZ Cárdenas, José Luis (2008). Óp. cit., p. 76
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Arroja teas sobre el techo de una casa, dispara con dolo de
homicidio a una víctima, arroja piedras a un policial o un
escaparate, etc., determinando solo uno cada resultado
respectivo63.
Se diferencia de la Coautoría Alternativa, debido a que esta
forma de intervención es concebible, generalmente, para ciertos
delitos, como los delitos simples, en los que debido a que tienen
un solo verbo rector.
Un ejemplo podría ser el siguiente. En un contexto especial,
cinco sujetos guardar una rencilla contra una persona que los
estafo. En este sentido, deciden agruparse para darle muerte a
balazos. Realizan un acuerdo común y al ejecutar conjuntamente
el hecho, todos disparan a la vez sobre el estafador, siendo que
solo el disparo de uno o dos de ellos, pudo darle muerte a la
víctima (en el supuesto que estos hayan dado muerte inmediata
por ir directo al corazón). O siendo que todos estos disparos
pueden haber dado muerte inmediata a la víctima (razón por la
cual, debido a que todos fueron al corazón será el criterio del
tiempo el que determine cuál pudo llegar primero).
En este tipo de casos, no podemos entender que hay una
verdadera Coautoría, pues todos realizan su aporte no para
realizar el delito en común, sino que el aporte de cada
interviniente tiene como finalidad conseguir el resultado por sí
mismo o en todo caso asegurarlo, independientemente del aporte
de los demás.
Si admitiéramos que es una Coautoría, tendríamos que admitir,
también, que la regla general para la Coautoría (en donde todos
deben realizar parcialmente el tipo) admite excepciones, por ende
no podríamos hablar ya de una regla general, quedando aceptar
también a la Coautoría Alternativa como una verdadera
Coautoría.

3. Coautoría Accesoria.
Este tipo de Coautoría, se configura cuando dos o más personas,
sin común acuerdo, actuando cada una de una forma
independiente de la otra y desconociendo la actuación de las
otras, producen un resultado típico64. Es el típico caso de
aprovechamiento del plan ajeno en beneficio propio.

63 JAKOBS, Günther. Óp., cit., p. 754.


64 MÁRQUEZ Cárdenas, José Luis (2008). Óp. cit., p. 73.
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Para Muñoz Conde65, en la coautoría accesoria, las personas que
intervienen, independientemente unas de otras, producen el
resultado típico, generalmente de un delito imprudente.
Este tipo de Coautoría merece todo nuestro rechazo. Y es que no
podemos denominar Coautoría, cuando no se cumplen ninguno
de los dos elementos esenciales: ni el acuerdo común, ni la
ejecución común u aporte objetivo al hecho. Solo se produce un
resultado típico, nada más. Por tal motivo, al no ser una forma de
Coautoría, no se puede emplear el criterio de imputación
recíproca, respondiendo cada uno de los intervinientes a título de
Autor, indistintamente del grado de consumación del delito.
4. Coautoría Sucesiva.
La Coautoría Sucesiva tiene un presupuesto esencial: el delito
debe de haber empezado a ejecutarse, por un solo autor o por
varios coautores; ya que para la Coautoría Sucesiva el nuevo
coautor entrará a formar parte del plan delictivo de otros
Coautores o de un Autor único.
Se designa como coautoría sucesiva el caso consistente en que
alguien participa co-dominando el hecho en un delito que ya ha
comenzado a ejecutarse66. Es decir, el nuevo interviniente será
coautor solo desde el momento de su intervención.
Un ejemplo ilustraría mejor el tema. Los ladrones que luego de
haber destruido la cerradura de un local comercial se apoderan de
mercadería que luego depositan en el domicilio de otro, este
último se incorpora y se dirige con los ladrones para apoderarse
del resto de la mercadería67.
En esta forma de coautoría una persona ha empezado la ejecución
del delito, otro u otros posteriormente enlazan su actividad a la
del primero para lograr la realización del delito cuya ejecución
había sido iniciada; y quienes intervengan con posterioridad
entienden que dan su consentimiento en la terminación de un
delito cuya ejecución otro la empezó73.
La Coautoría Sucesiva encuentra fundamento en que el Acuerdo
Común no siempre es previo a la ejecución del delito (aunque lo
ideal es que sea previo), sino que puede darse una vez que el
delito ya ha empezado a ejecutarse. Es decir, este acuerdo común
en la Coautoría Sucesiva se da solo con respecto al nuevo
65 MUÑOZ Conde, Francisco. Óp., cit., p. 158.
66 BACIGALUPO, Enrique (1987). Óp. cit., p. 199.
67 VILLAVICENCIO Terreros, Felipe (2006).
Óp. cit. p., 488. 73 MÁRQUEZ Cárdenas, José
Luis (2008). Óp. cit., p. 75.
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Coautor, ya que los demás coautores (al menos que sea un solo
autor) deben tener su propio acuerdo previo al delito que habían
empezado a ejecutar.
Al ser el acuerdo común, con respecto al nuevo coautor, posterior
a la ejecución del delito, este solo ha de responder por su
conducta y por lo realizado en virtud de dicho acuerdo, no
respondiendo por lo realizado con anterioridad por el otro coautor
u otros coautores; contrario sensu, ello implicaría, en palabras del
profesor Bacigalupo, un dolo subsequens68.

68 BACIGALUPO, Enrique (1987). Óp. cit., p. 199.


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