2 Dom TO (B)
2 Dom TO (B)
2 Dom TO (B)
Ciclo B
SEGUNDO DOMINGO – TIEMPO ORDINARIO – Ciclo B
1. Vengan y Vean
2. Nosotros También Somos Llamados
Oración Colecta
Oremos para que estemos siempre abiertos a la
palabra y el llamado de Dios.
(Pausa)
Padre bondadoso:
Tú nos conoces y nos llamas por nuestro nombre
aun antes de que pudiéramos conocerte y amarte.
Queremos oír y prestar atención a tu palabra
para seguir a Jesús tu Hijo.
Que él llegue a ser íntimo y familiar a nosotros,
para que aprendamos de él 3
Oración de Ofertorio
Oh Padre del cielo:
Tú nos has llamado a todos juntos,
tanto a santos como a pecadores,
al banquete de tu Hijo.
Con él te ofrecemos nuestra buena disposición 5
Introducción al Padrenuestro
Con las palabras de Jesús pedimos a nuestro Padre
del cielo que sepamos responder siempre a su amor
buscando y cumpliendo su voluntad.
R/. Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males,
y danos tu paz, tan necesaria en nuestros días.
Haz que estemos atentos a cada llamado
que venga de ti o de cualquier hermano que nos
suplique.
Líbranos de todo pecado,
ya que destruye nuestra dignidad
de ser tus hijos y tu viva imagen.
Sé nuestra fuerza en las pruebas y tentaciones
y llévanos con esperanza y alegría
a la venida gloriosa
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
R/. Tuyo es el reino…
Invitación a la Comunión 6
Bendición
Hermanos: En esta eucaristía nos hemos encontrado
con el Señor:
Hemos escuchado su voz que nos llama a ser la
comunidad de su Iglesia.
Cada uno de nosotros tiene sus dones propios para
responder a ese llamado.
Para que podamos hacerlo así, que la bendición de
Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo
descienda sobre nosotros y permanezca para
siempre.
LIDERAZGO DE JESÚS 7
Acción de gracias
Recordamos ahora
a quienes llevamos cada uno en nuestro corazón
agradeciéndote cuanto haces por ellos.
En nombre de Jesús, tu hijo, nuestro líder,
brindamos en tu honor como queremos hacer con
toda la humanidad.
AMÉN.
Venid y veréis.
Dos discípulos, orientados por el Bautista, se ponen
a seguir a Jesús. Durante un cierto tiempo caminan
tras él en silencio. No ha habido todavía un
verdadero contacto. De pronto, Jesús se vuelve y les
hace una pregunta decisiva: « ¿Qué buscáis?», ¿qué
esperáis de mí?
Ellos le responden con otra pregunta: Rabí, « ¿dónde
vives?», ¿cuál es el secreto de tu vida?, ¿desde
dónde vives tú?, ¿qué es para ti vivir? Jesús les
contesta: «Venid y veréis». Haced vosotros mismos
la experiencia. No busquéis otra información. Venid a
convivir conmigo. Descubriréis quién soy y cómo
puedo transformar vuestra vida.
Este pequeño diálogo puede arrojar más luz sobre lo
esencial de la fe cristiana que muchas palabras
complicadas. En definitiva, ¿qué es lo decisivo para
ser cristiano?
En primer lugar, buscar. Cuando uno no busca nada
en la vida y se conforma con «ir tirando» o ser «un
vividor», no es posible encontrarse con Jesús. La
mejor manera de no entender nada sobre la fe
cristiana es no tener interés por vivir de manera
acertada.
Lo importante no es buscar algo, sino buscar a
alguien. No descartemos nada. Si un día sentimos
que la persona de Jesús nos «toca», es el momento
de dejamos alcanzar por él, sin defensas ni reservas.
Hay que olvidar convicciones y dudas, doctrinas y 15
Leer el Evangelio no es exactamente encontrar
«recetas» para vivir. Es otra cosa. Es experimentar
que, viviendo como él, se puede vivir de manera
diferente, con libertad y alegría interior. Los
primeros cristianos vivían con esta idea: ser cristiano
es «sentir como sentía él» (Flp 2, 5); «revestirse de
Cristo» (Ga 3, 27), reproducir en nosotros su vida.
Esto es lo esencial. Por eso, cuando dos discípulos
preguntan a Jesús: «Maestro, ¿dónde vives?, ¿qué
es para ti vivir?», él les responde: «Venid y lo
veréis».
DIOS NO ME DICE NADA
Venid y lo veréis.
El interés por Dios no desaparece tan fácilmente de
la conciencia de la persona. A veces puede parecer
que ha muerto para siempre. Otras, parecerá brotar
de nuevo. Será una inquietud débil y apenas
perceptible o una necesidad fuerte y poderosa. Poco
importa. Dios sigue ahí.
Esta «necesidad» de Dios no se presenta siempre
bajo forma de experiencia religiosa. Puede ocurrir
incluso que el término «Dios» ya no le diga apenas
nada a la persona, porque lo percibe como una
palabra cargada de experiencias negativas y poco
gratas o como una idea abstracta y confusa, sin
apenas resonancia alguna en su corazón. Con el paso
de los años, Dios ha podido quedar irreconocible si
sólo es presentado mediante cierto lenguaje 20
religioso.
Por otra parte, la presencia de Dios puede estar
encubierta por otro tipo de experiencias que la
persona conoce bien: vacío interior, malestar por
una vida trivial y mediocre, deseo de vivir algo
diferente. O puede dejarse escuchar tras esas
preguntas que, más de una vez, brotan
inevitablemente del fondo del individuo: ¿qué es la
vida?, ¿qué era yo antes de nacer?, ¿qué me espera
al final?, ¿no encontraré nunca la paz que mi corazón
anhela?
Esta presencia de Dios es inconfundible, y la persona
lo sabe casi siempre. Es una presencia que reclama e
invita suavemente a la confianza. Su llamada no es
una más entre otras. No se identifica con nuestros
gustos, deseos y proyectos. Es diferente. Viene de
más allá que de nosotros mismos. Podemos acogerla
o dejar que resbale una vez más sobre nosotros.
Pero Dios sigue visitando a las personas. Así dice el
libro del Apocalipsis: «Mira que estoy a la puerta y
llamo: si alguien oye mi voz y me abre la puerta,
entraré en su casa» (3, 20).
«Abrir la puerta» significa decir un pequeño «sí»,
aunque todavía sea un «sí» débil e indeciso. Dar
cabida en nuestra vida a Alguien a quien todavía
apenas conocemos, dejarnos acompañar por su
presencia, no encerrarnos en la propia soledad,
retirar poco a poco recelos, resistencias y obstáculos.
Empezar a conocer una experiencia religiosa
diferente, descubrir, quizás por vez primera, que
acoger a Dios hace bien. 21
El relato evangélico nos describe un diálogo
inolvidable entre Jesús y dos discípulos que se
acercan a él. Jesús les pregunta: « ¿Qué buscáis?»
Ellos le responden: « ¿Dónde vives?» Y Jesús les
invita: «Venid y lo veréis. » Quien busca
sinceramente a Jesús para captar el misterio que en
él se encierra, ha de comprobar por experiencia qué
es vivir con él y como él.
SIN CONOCER
¿Dónde vives?
Un número grande de personas están abandonando
hoy la fe antes de haberla conocido desde dentro. A
veces hablan de Dios, pero es fácil observar que no
han tenido la experiencia de encontrarse con él en el
fondo de su corazón.
Tienen algunas ideas generales sobre el credo de los
cristianos. Han oído hablar de un Dios que prohíbe
ciertas cosas y que promete la vida eterna a quienes
le obedecen. Pero no conocen del evangelio mucho
más.
Es normal que esa idea que tienen de la fe no les
resulte atractiva. No ven qué es lo que podrían ganar
creyendo, ni qué les podría aportar el evangelio si no
es toda una lista de obligaciones, además de esa
promesa tan lejana y difícil de creer como es “la vida
eterna”. 22
No sospechan que la fe del verdadero creyente se
alimenta de una experiencia que desde fuera no se
puede conocer. Como todo el mundo, también los
creyentes saben lo que es el sufrimiento y la
desgracia. Su fe no los dispensa de los problemas y
dificultades de cada día. Pero en la medida en que la
viven a fondo, su fe les aporta una luz, un estímulo y
un horizonte nuevos.
En primer lugar, el creyente puede acoger la vida día
a día como don de Dios. La vida no es puro azar;
tampoco una lucha solitaria frente a las
adversidades. En el fondo mismo de la vida hay
Alguien que cuida de nosotros. Nadie está olvidado.
Somos seres aceptados y amados. Así dice el
Maestro Eckhart: “Si le dieras gracias a Dios por
todas las alegrías que él te da, no te quedaría tiempo
para lamentarte”.
El creyente conoce también la alegría de saberse
perdonado. En medio de sus errores y mediocridad
puede vivir la experiencia de la inmensa
comprensión de Dios. El hombre de fe no se siente
mejor que los demás. Conoce el pecado y la
fragilidad. Su suerte es poder sentirse renovado
interiormente para comenzar siempre de nuevo una
vida más humana.
El creyente cuenta también con una luz nueva frente
al mal. No se ve liberado del sufrimiento, pero sí de
la pena de sufrir en vano. Su fe no es una droga ni
un tranquilizante frente a las desgracias. Pero la
comunión con el Crucificado le permite vivir el
sufrimiento sin autodestruirse ni caer en la 23
desesperación.
Siempre me ha conmovido esa postura noble del
gran científico ateo Jean Rostand. “Vosotros tenéis la
suerte de creer” le gustaba repetir a sus amigos
cristianos, y añadía: “De lo que yo estoy seguro es
que me gustaría que Dios existiera”. Qué diferente
es hoy la postura de quienes teniendo todavía fe en
su corazón, la descuidan hasta perderla del todo.
La escena evangélica nos presenta a unos discípulos
interesados en conocer mejor el mundo de Jesús. El
Maestro les pregunta: “¿Qué buscáis?”, y ellos
contestan: “Maestro, ¿dónde vives?”. La respuesta
de Jesús es todo un programa: “Venid y lo veréis”.
No hay recetas mágicas para reavivar la fe. El
camino es buscar, entrar en contacto con Jesús y su
mensaje, y experimentar una manera nueva de vivir.
OTRA MANERA DE VIVIR
¿ Qué buscáis?
No es fácil responder a esa pregunta sencilla pero
comprometedora que Jesús hace a los discípulos:
“Qué buscáis?”.
La inmensa mayoría de las personas no parecen
buscar nada especial. Aceptan la vida tal como se les
presenta. Les basta vivir lo de siempre, lo de todos.
No necesitan nada más.
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¿Buscamos cada uno algo totalmente distinto a lo
que buscan los demás? ¿Buscamos todos lo mismo?
¿Cuál es la última meta hacia la que encaminamos
nuestros pasos?
Probablemente, sin saber precisarlo demasiado,
muchos nos hablarían de felicidad, paz, seguridad,
plenitud, amor, reconciliación total. Los hombres
somos un deseo insaciable de algo que todavía no
poseemos. Hay en nosotros algo que quiere vivir,
vivir intensamente, vivir en plenitud, vivir para
siempre.
Hay algo en el hombre que no se sacia jamás con el
dinero, el sexo, el poder ni el éxito. Siempre hay «un
espacio vacío» que nos llama a seguir buscando.
No deja de sorprender en nuestra sociedad
occidental el número de jóvenes y adultos que se
sienten atraídos por las religiones orientales o el
budismo Zen. Hombres y mujeres que buscan en la
oración, el silencio interior y la meditación, una
experiencia que transfigure su existencia.
Sin duda, se trata de una reacción vital frente a una
civilización que adormece el vigor espiritual del
hombre, y frente a una sociedad tan saturada de
confort, conformismo y banalidad.
Y los cristianos, ¿buscamos algo? ¿Qué buscamos al
creer en Jesús? Ciertamente, no es posible
encontrarse vitalmente con Cristo si uno no adopta
una postura de búsqueda sincera. No es posible un 29
********
Para colocar el pasaje en su contexto:
Algunas preguntas
Trato ahora de escuchar todavía mejor este pasaje,
recogiendo cada palabra, cada concepto, estando
atento a los movimientos, a las miradas. Trato de
encontrar verdaderamente al Señor en esta página,
dejándome escrutar y conocer por Él.
a) “Al día siguiente Juan estaba todavía allí”
c)“Siguieron a Jesús”
Permanecer – morar:
CONTEXTO
EXPLICACIÓN
APLICACIÓN
Hacíamos hincapié el domingo pasado en la
búsqueda, como actitud irrenunciable para poder
encontrar a Dios, que es un Dios escondido. Hoy
vemos desarrollada esa idea en la actitud de los dos
discípulos que siguen a Jesús.
Meditación-contemplación
¿Qué buscáis?
El primer paso en la vida espiritual está en saber lo
que busco.
Aunque no puedes saber lo que vas a encontrar,
tienes que tener bien clara la dirección en la que
debes ir.
No busques seguridades, ni tranquilizar tu
conciencia.
.....................
¿Dónde moras?
Descubre el ámbito donde Jesús desplegó su
humanidad.
Cómo armonizó en una sola realidad, lo humano y lo
divino.
Cómo se identificó plenamente con Dios y con el
hombre
................
Venid y lo veréis.
Lo que es Jesús no se puede aprender
intelectualmente.
Sólo lo descubrirás por la experiencia interior.
Viviendo lo que él vivió y amando lo que él amó.
Pasando de la materia al Espíritu,
de la tiniebla a la luz, de la muerte a la Vida.
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