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Butler, J. - Imitacion e Insubordinacion de Género

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iciembre 2000 N.O 235 / 1.100 ptas.

en el centro de España,

en Toledo
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Fundada en 1923 por José Ortega y Gasset

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Ferruuuiez
fUNDACION ]OSE ORTEGA y GASSET [mprcsion: Closas-Orcoyen; S. L Paracuellos del. -Ioroma (Madrid)
84 Carmen Sarasúa Garcia

pobres no son hoy mendigos: son familias que sufren de-


sahucios por no poder pagar la renta, mal nutridas, con
hijos sin escolarizar o que abandonan pronto la escuela,
cuyos miembros sólo encuentran trabajos mal pagados,
eventuales o ilegales, cuyos insuficientes ingresos deben
por tanto unir a la asistencia pública y a la caridad pri-
vada.
La pobreza no se explica sólo por el paro, sino por la
forma en la que se ha construido históricamente el mer- Imitación e insubordinación
cado de trabajo y el Estado del bienestar, que nunca ha
evolucionado a un sistema universal real, sino que sigue
de género"
siendo esencialmente contributivo, es decir, cuyos bene-
ficios están en relación directa con la posición ocupada Judith Butler
en el mercado de trabajo. Mientras no se transforme la
forma en la que todos, especialmente mujeres y niños, ac-
ceden a los recursos económicos, ninguna política de em- ¿Qué es pues este ser dividido que el género
pleo solucionará, por sí sola, la pobreza. introduce en el lenguaje? Es un ser imposible,
un ser que no existe, una broma ontológica.
C. S. G. MONIQUE WrrTING, «The Mark of Gen-
den>,Feminist Issues 5, n. 2 (1985):6.

¿Más allá de la repetición física y de la repeti-


ción psíquica o metafísica, hay una repetición
ontológica? .. Esta última repetición, este último
teatro, en un sentido lo reúne todo; en otro lo
destruye todo; y en otro tercero lo selecciona
todo.
GILLES DELEUZE, Diférence et répétition
(París, PUF, 1968).

é'Teorizar como lesbiana?


En un primer momento pensé en escribir otro tipo de
ensayo, un ensayo de tono filosófico: el «ser» de ser ho-
• Partes de este ensayo se dieron a conocer en la presentación de la
Conferencia sobre Homosexualidad que tuvo lugar en la Universidad de
Yale en octubre de 1989. En su forma actual, el texto fue publicado origi-
nalmcnte en el libro Inside/Out. Lesbian Theories, Gay Theories, editado por
Diana Fuss (Routledge, Nueva York, 1991).
86 Judith Butler Imitación e insubordinación de género 87

mosexuaL La perspectiva de ser algo, aun en el caso de «puede ser al mismo tiempo un instrumento y un efecto
que te paguen por ello, me ha producido siempre cierta de poder, pero también un obstáculo, un escollo, un pun-
ansiedad, y «ser» homosexual, «ser» lesbiana, parece más to de resistencia y un punto de partida para una estra-
que un simple requerimiento a convertirme en aquella o tegia de oposición.» (Michel Foucault, La historia de la se-
aquello que ya soy. Y decir que eso es «parte» de lo que xualidad, voL I).
soy en nada calma esa ansiedad mía. Escribir o hablar Soy escéptica sobre el modo en que el «yo» se en-
como una lesbiana supone una paradójica aparición de cuentra determinado cuando opera bajo el título del sig-
este «yo», un yo que no experimento como verdadero ni no lesbiano, y no me siento más cómoda con su determi-
como falso. Pues es un producto, surgido normalmente nación homofóbica que con las definiciones normativas
como respuesta a una demanda, del hecho de presentarse ofrecidas por otros miembros de la «comunidad gayo les-
o escribir en nombre de una identidad que, una vez fa- biana». Las categorías de identidad me preocupan cons-
bricada, a veces funciona como un fantasma política- tantemente; nunca dejo de considerarlas como trabas, ni
mente eficaz. Las «teorías sobre lesbianismo» o las «teo- de entenderlas, e incluso de promoverlas, como espacios
rías gay» no me hacen sentirme cómoda porque, como he de necesario conflicto. De hecho, si esas categorías no
explicado en otra parte (Gender Trouble: Feminism and planteasen problemas, dejarían de interesarme: en primer
the Suboersion. of ldentity, Nueva York y Londres, Rou- lugar, es precisamente el placer que produce la inestabi-
tledge, 1990), las categorías de identidad tienden a ser lidad de tales categorías lo que sustenta las varias prác-
instrumentos de regímenes regularizador es, tanto si ac- ticas eróticas que me convierten en una candidata a ser
túan como (:ategorías norrnalizadoras de estructuras incluidas en ellas. Instalarme dentro de los límites de
oprnsi vas como si sirvcn de puntos de encuentro de una una categoría identitaria sería ir contra la sexualidad que
oposicion liboradora do esa misma opresión. Ello no quie- tal categoría pretende describir; y lo mismo cabría decir
re decir que (~ndeterminados actos políticos no aparez- de cualquier categoría de identidad que pretenda con-
ca corno lesbiana, sino que me gustaría no saber nunca trolar la misma forma de erotismo que se supone descri-
del Lodo que es lo que esa etiqueta significa. Así pues, be, autoriza y, en mucha menor medida, «libera».
para mí no está nada claro en qué habría de consistir mi y lo que es peor, no entiendo el concepto de «teoría»,
colaboración en este libro, cómo habría de presentarme ni me interesa que se me adjudique el papel de defensora
bajo su título, en el que aparecen una serie de términos de una teoría; menos aún que se me identifique como
que me propongo contradecir. Uno de los peligros a que parte de un conjunto de elitistas teorías gay /lesbianas
me enfrento es el de ser de nuevo colonizada por la eti- que pretenden legitimar y domesticar los estudios sobre
queta que se aplica a lo que escribo, y éste es el riesgo homosexualidad/lesbianismo de modo que puedan entrar
que trato de abordar. Proponer que cualquier invocación a formar parte del ámbito académico. ¿Cabe hacer una
de identidad es siempre un riesgo no supone que la re- distinción previa entre teoría, política, cultura, medios de
sistencia a ella sea siempre, o sólo, el síntoma de una ho- comunicación? ¿De qué forma estas divisiones actúan
mofobia dirigida contra una misma. Evidentemente, des- para acallar una escritura intertextual que podría gene-
de un punto de vista foucaultiano, se podría defender rar unos mapas epistemológicos totalmente distintos?
que la afirmación de la «homosexualidad» es en sí mis- Pero yo misma estoy escribiendo aquí y ahora: ¿es de-
ma una extensión del discurso homofóbico. Y sin embar- masiado tarde? ¿Puede este escrito, cualquier escrito, re-
go, tal «discurso», escribe Foucault en la misma página, chazar los términos en que es asimilado en la medida en
~

88 Judith Butler Imitación e insubordinación de género 89

que, hasta cierto punto, ese mismo discurso colonizador terios de claridad y transparencia, o bien deja de ser se-
hace posible o produce este obstáculo, esta resistencia? xualidad en el preciso momento en que se alcanza la apa-
¿Cómo dar cuenta de esta paradójica situación de de- riencia de absoluta explicitud? ¿Es posible la existencia
pendencia y rechazo? de cualquier tipo de sexualidad sin la opacidad proyec-
Si la tarea política consiste en mostrar que la teoría tada por el inconsciente, lo que significa simplemente
nunca es mera theoria, en el sentido de contemplación que el «yo» consciente que revelaría su sexualidad tal vez
desinteresada, sino que es totalmente política (phronesis sea el último en conocer el significado de lo que dice?
e incluso praxis), por qué entonces no llamar a esta ope- Afirmar que yo soy tal cosa es sugerir una totaliza-
ración simplemente política, o una variedad necesaria de ción provisional de ese «yo». Pero si el yo puede deter-
la política? minarse a sí mismo, lo que se excluye para poder llevar
He empezado confesando mi inquietud y expresando a cabo esa determinación forma parte de la determina-
una serie de rechazos, pero tal vez resultará más aclara- ción misma. En otras palabras, tal afirmación presupone
torio decir que precisamente esa actitud de rechazo será que el «yo» excede su determinación, e incluso produce
lo que yo aporte como forma de resistencia afirmativa el mismo exceso en y a través del acto que intenta ago-
frente a cierta actividad reguladora de la homofobia. El tar el campo semántica de ese «yo». Por ello, en el acto
discurso de la «salida del armario» evidentemente ha que descubriría el verdadero y completo contenido de ese
conseguido sus propósitos, ¿pero cuáles son sus riesgos? «yo» se produciría un radical ocultamiento. Pues en defi-
y aquí no estoy hablando de las dificultades a la hora de nitiva nunca llega a estar claro qué es lo que se preten-
encontrar empleo, ni de la violencia o las agresiones en de al invocar el significante lesbiana, puesto que su sig-
espacios públicos, que cada vez han de soportar más nificado se sustrae siempre hasta cierto punto al control
aquellos que, voluntariamente o no, aparecen como «fue- propio, pero también porque su especificidad sólo puede
ra del armario». El «sometidos" que sale de la clandesti- delimitarse a través de exclusiones que vuelven a desba-
nidad, que «sale del armario», ¿se libera de su someti- ratar su afirmación de coherencia. En el caso de que las
miento, está finalmente a salvo? ¿O podría ocurrir que el lesbianas compartan algo, ¿qué sería ello? ¿Quién, y en
sometimiento que subjetiva al sujeto homosexual o lés- nombre de qué, decidiría en este tema? Si proclamo que
bico continuase de algún modo oprimiendo, u oprimien- soy lesbiana, salgo de un «armario» sólo para crear otro
do de un modo más insidioso, después de proclamada la nuevo y diferente. El «tú» al que salgo da acceso a una
liberación, la salida de la clandestinidad? ¿Quién o qué región de opacidad distinta. En realidad, lo único que se
se declara, sale de la clandestinidad, se manifiesta, se re- ha producido es un cambio del locus de la opacidad: an-
vela en su totalidad cuando y si yo me presento como tes, tú no sabías si yo «era», pero ahora no sabes lo que
lesbiana? ¿Qué es lo que ahora se sabe, si se sabe algo? significa que yo «sea», lo que equivale a decir que la có-
¿Qué es lo que queda permanentemente oculto por el pula está vacía, que no puede reemplazarse con un con-
mismo hecho lingüístico que ofrece la promesa de una junto de descripciones. Tal vez ésta sea una situación que
transparente revelación de la sexualidad? ¿Puede la se- deberíamos valorar. Convencionalmente, una «sale del
xualidad seguir siendo sexualidad tras someterse a cri- armario» (y sin embargo, «con cuánta frecuencia no son
otros los que nos sacan de él, cuando somos jóvenes y no
* Para lo que sigue ha de tenerse en cuenta que la palabra inglesa sub- podemos defendernos"); así que ahora hemos salido del
ject cubre los significados de las españolas sujeto y sometido. armario, ¿pero dónde estamos? ¿en qué nuevo espacio sin
r
90 Judith Butler Imitación e insubordina.ción de género 91

límites? ¿una habitación, un cuchitril, el desván, el sóta- tos espacios de ruptura, error, confusión y conflicto tal
no, la casa, el bar, la universidad, un nuevo encierro cuya vez puedan ser también aquellos en los que cabría recu-
puerta, como la de Kafka, crea la esperanza de un aire perar una cierta resistencia a la clasificación y a la iden-
fresco y una luz que nunca llegan? Curiosamente, es la tidad en cuanto tales.
imagen del armario lo que produce esta esperanza, y lo Lo que importa no es admitir o dejar de admitir la ca-
que garantiza que no sea satisfecha. Pues salir «fuera» de- tegoría de lesbiana o de homosexual, sino por qué la ca-
pende siempre hasta cierto punto de estar «dentro»; ob- tegoría se convierte en el espacio de esta opción «ética».
tiene su significado en el interior de esta polaridad. Por ¿Qué significa admitir una categoría que sólo puede man-
tanto, estar «fuera» debe mantener el encierro una y otra tener su especificidad y coherencia negándose a admitir
vez para seguir siendo un «fuera». En este sentido el sa- otra serie de cosas? ¿Convierte esto la «salida del arma-
lir fuera sólo puede producir una nueva opacidad; y el en- rio» en un admitir lo no admitido, esto es, en una vuelta
cierro produce la promesa de un descubrimiento que, por al encierro que adopta una apariencia de huida? Y lo que
definición, nunca llega. ¿Hay que lamentar este infinito la categoría niega no son cosas como heterosexualidad o
aplazamiento de la revelación de la homosexualidad, crea- bisexualidad, sino un conjunto de entrecruzamientos
da por el mismo acto de «salir del armario»? ¿O es este identificatorios y prácticos de categorías que hacen la di-
aplazamiento del significado lo que hay que valorar, un es- ferenciación de cada una igualmente sospechosa. ¿No es
pacio para la producción de valores, precisamente porque posible mantener y perseguir identificaciones y objetivos
el término adquiere ahora una vida que no puede estar, heterosexuales dentro de una práctica homosexual, e
nunca podría estarlo, permanentemente controlada? identificaciones y objetivos homosexuales dentro de prác-
Se puede afirmar que aunque los términos «lesbiana» ticas heterosexuales? Si lo que queda al descubierto es
y «gay» no ofrecen ninguna revelación transparente y una sexualidad, ¿cuál deberíamos pensar que es el au-
completa, sigue existiendo la necesidad política de utili- téntico determinante de su significado: la estructura de
zar estos errores necesarios, estas categorías equivoca- la fantasía, el acto, el orificio, el género, la anatomía? Y
das, por llamarlas de algún modo 00 que Gayatri Spivak si la práctica implica una compleja interacción de todos
llamaría operaciones «catacresticas», consistentes en uti- esos elementos, ¿cuál de estas dimensiones eróticas re-
lizar impropiamcnte un nombre apropiado), para recu- presentará a la sexualidad que las engloba? ¿Es la espe-
perar y representar un sector político oprimido. Eviden- cificidad de una experiencia lésbica, o el deseo lésbico, o
temente, no estoy manifestándome contra la utilización la sexualidad lésbica lo que la teoría lesbiana necesita
del término. Lo que hago simplemente es preguntar qué elucidar? Estos esfuerzos sólo han producido un conjunto
uso se legislará, y cuál habrá de ser la relación entre le- de luchas y rechazos que hoy deberían demostrar que no
gislación y uso si queremos evitar que los usos instru- existe necesariamente ningún elemento común a todas
mentales de la «identidad» se hagan regulatoriamente las lesbianas, a no ser tal vez que todas ellas conocen en
imperativos. Si es cierto que «lesbianas» y «hombres ho- mayor o menor medida el modo en que la homofobia ac-
mosexuales» han sido tradicionalmente designados como túa contra las mujeres -aunque, también aquí, el lenguaje
identidades imposibles, errores de clasificación, desastres y el análisis que utilizamos sea diferente.
naturales en los discursos jurídico-médicos, o, lo que tal Sostener que podría haber una especificidad de la se-
vez venga a ser lo mismo, el paradigma mismo de lo que xualidad lesbiana ha parecido un contrapunto necesario
exige ser clasificado, regulado y controlado, entonces es- a la idea de que la sexualidad de las lesbianas es bien
~

92 Judith Butler Imitación e insubordinación de género 93

aquello que queda después de que haya desaparecido la presentar» ese yo como una verdad prioritaria. Cuando
heterosexualidad, bien un derivado de ésta, bien algo ine- intervine en la conferencia sobre homosexualidad de
xistente. Pero tal vez la idea de especificidad, de un lado, 1989, les dije a mis amigos que me iba a Yale a ser les-
y la de derivación o inexistencia, de otro, no son tan con- biana, lo que por supuesto no significaba que no lo fuese
tradictorias como parece. ¿No es posible que la sexuali- antes, sino que de algún modo, en aquella ocasión, al ha-
dad de las lesbianas sea un proceso que reinscribe los blar en aquel contexto, era lesbiana de una fama más
ámbitos de poder a los que se resiste, que esté constitui- completa y totalizadora, al menos mientras la conferen-
da en parte por la misma matriz heterosexual que trata cia durase. Soy lesbiana, y mis acreditaciones en este sen-
de desplazar, y que su especificidad quede establecida, no tido no tienen nada de ambiguas. Es lo que he sido des-
fuera o más allá de tal reinscripción o reiteración, sino en de los dieciséis años. ¿Cómo explicar entonces esa
su misma modalidad y efectos? En otras palabras, las ansiedad, esa incomodidad? Bueno, algo tiene que ver
construcciones negativas del lesbianismo como falsifica- con esa re duplicación, con el modo en que puedo decir
ción o mala copia pueden ser utilizadas y readaptadas «me vaya Yale a ser lesbiana»; «una lesbiana es eso que
para poner en tela de juicio las pretensiones de prioridad hace mucho tiempo soy». ¿Cómo puedo ser lesbiana, y al
de la heterosexualidad. En cierto sentido que espero acla- mismo tiempo empeñarme en ser lesbiana? ¿Cuándo y
rar en lo que sigue, podríamos pensar que la sexualidad dónde entra en juego ese ser lesbiana, cuándo y dónde
de las lesbianas consigue que ese carácter «derivativo» ese jugar a ser lesbiana se convierte en algo parecido a
cambie de frente y se ponga a su servicio para ayudar a lo que soy? Decir que yo «juego» a ser lesbiana no quie-
desplazar las normas heterosexuales hegemónicas. En- re decir que no sea «realmente» lesbiana; más bien, el
tendido de esta manera, el problema político no es esta- modo y el lugar en que juego a ser lesbiana es la forma
blecer la especificidad de la sexualidad de las lesbianas en que esa naturaleza lesbiana se crea, se instituye, cir-
más allá y en contra de su carácter derivativo, sino en- cula y se afirma. No es una actuación de la que pueda
frcntar la construcción homofóbica de la mala copia con distanciarme radicalmente, pues se trata de un juego
el marco que pri vilegia la heterosexualidad como origen, profundamente arraigado, atrincherado en lo psíquico, y
y de este modo «deriva» aquélla de ésta. Esta descripción este «yo» no interpreta su lesbianismo como un papel. Más
exige un replanteamiento de la imitación, el travestismo bien, a través de la repetida representación de esa se-
y otras formas de «cruce» sexual que afirman la comple- xualidad el «yo» es insistentemente re constituido como
jidad interna de una sexualidad lesbiana constituida en un «yo» lesbiana; paradójicamente, es precisamente la re-
parte dentro de esa misma matriz de poder que reitera petición de esa actuación lo que crea también la inestabi-
y a la que se opone al mismo tiempo. lidad de la misma categoría que crea. Pues si el «yo» es
un espacio de repetición, esto es, si el «yo» sólo alcanza
la apariencia de identidad mediante una determinada re-
Sobre la naturaleza de la homosexualidad petición de sí mismo, entonces siempre se produce un
como disfraz necesario desplazamiento de ese yo debido a la misma repetición
que lo sustenta. En otras palabras, ¿puede el «yo» repe-
La profesionalización de la homosexualidad exige la tirse, citarse, con absoluta fidelidad a sí mismo, o hay
escenificación y producción de un «yo» que es el efecto siempre un desplazamiento desde un momento previo
constituido de un discurso que sin embargo pretende «re- que establece el estatus permanentemente no idéntico a
r
I
94 Judith Butler Imitación e insubordinación de género 95

I
sí mismo de este «yo» o de su «ser lesbiana»? Lo que se de confianza en las políticas públicas que la identidad se
«representa» no agota el «yo»; no manifiesta en términos convierta en su propia política, una política que trae con-
visibles el contenido comprehensivo de este «yo», pues si sigo a aquellos que la «controlarían» desde distintas po-
la representación «se repite», siempre quedará la cues- siciones? Y esto no es una llamada a regresar al silencio
tión de cuál es la diferencia entre los momentos de iden- o a la invisibilidad, sino, por el contrario, a hacer uso de
i
[
tidad que se repiten. Y si el «yo» es el resultado de de- una categoría que pueda cuestionarse, que dé cuenta de
I terminada repetición, una repetición que crea la lo que excluye. Parece evidente que cualquier consolida-
:1 apariencia de continuidad o coherencia, no hay ningún ción de la identidad requiere un conjunto de diferencia-
«yo» que preceda al género que supuestamente se repre- ciones y exclusiones. ¿Pero cuáles de ellas se debería pri-
senta; la repetición, y su fracaso, produce una cadena de mar? Parece claro que el signo-identidad que utilizo
actuaciones que constituyen y ponen en tela de juicio la ahora tiene sus propósitos, pero no hay forma de prede-
coherencia de este «yo». cir o controlar los usos políticos que este signo tendrá en
j}
Pero, podríamos preguntarnos, hablando en términos el futuro. Y quizás esto es una clase de apertura que ha-
I políticos, ¿no será fundamental insistir en las identidades bría que salvaguardar por razones políticas. Si el hacer
lesbiana y homosexual debido precisamente a que desde visible ahora la identidad homosexual/lesbiana presupo-
los sectores homófobos se amenaza con hacerlas desapa- ne un conjunto de exclusiones, puede que parte de lo que
recer? ¿No es la teoría que acabamos de exponer cómpli- necesariamente queda excluido sean los futuros usos del
ce de esas fuerzas políticas que negarían la posibilidad de signo. Tenemos la necesidad política de utilizar algún sig-
una identidad gay y lesbiana? ¿Será un «accidente» que no en este momento, y así lo hacemos, ¿pero cómo utili-
tales cuestionamientos teóricos de la identidad surjan en zarlo de forma que no se excluyan sus significados futu-
un clima político que está llevando a cabo similares ne- ros? ¿Cómo utilizar el signo evitando al mismo tiempo su
gaciones de las identidades homosexuales por medios le- contingencia temporal?
gales y políticos? Al admitir la provisionalidad estratégica del signo (en
La pregunta que por mi parte quiero plantear es la vez de su esencialismo estratégico), esa identidad se pue-
siguiente: ¿deberían esas amenazas de desaparición dic- de convertir en un espacio de cuestionamiento y revi-
tar los términos en que se desarrolla la resistencia a sión, adquirir un futuro conjunto de significados que tal
.~
ellas, y si es así, hasta qué punto esos esfuerzos homófo- vez ninguno de los que en este momento lo utilizamos
bos no tenían ganada la batalla de antemano? No hay seamos capaces de prever. Es en esta salvaguarda del fu-
duda de que homosexuales y lesbianas se encuentran turo de los significantes políticos -preservando el signi-
amenazados por la violencia de la desaparición pública, ficado como un espacio de rearticulación- donde Laclau
pero quienes deciden oponerse a esa violencia deben cui- y Mouffe ven su potencial democrático.
darse de no reinstalar otra distinta en su lugar. ¿Qué Dentro de la política norteamericana contemporánea,
tipo de homosexuales y lesbianas debería hacerse visible, hay una enorme variedad de formas en que el lesbianis-
y qué exclusiones internas harían posible esta visibili- mo se entiende como aquello que no puede ser o no se
dad? ¿Puede la visibilidad de la identidad constituir una atreve a ser. En cierto sentido, el ataque de Jesse Helms
estrategia política suficiente, o puede ser sólo el punto de a la NEA (National Endowment for the Arts) por auto-
partida de una intervención estratégica que exija un rizar imágenes «horno eróticas» se centra en varias fan-
cambio de política? ¿No es un síntoma de absoluta falta tasías homofóbicas sobre lo que los hombres homose-
96 Judith Butler Imitación e insubordinación de género 97

xuales son y hacen en la obra de Robert Mapplethorpe. exclusión de la ontología convertirse en un punto a par-
En cierto sentido, para Helms, los hombres homosexua- tir del cual reorganizar la resistencia?
les existen como objetos de prohibición; son, en su re- Ahora confesaré algo cuyo único propósito es llamar
torcida fantasía, sadomasoquistas explotadores de niños, la atención sobre la imposibilidad de la confesión: de jo-
las encarnaciones paradigmáticas de la «obscenidad»; en ven tuve que soportar, y sospecho que lo mismo les pasó
cierto sentido, la lesbiana ni siquiera es mostrada en a otras muchas personas, que durante largo tiempo se
este discurso como un objeto prohibido. Aquí es impor- me dijese, explícita o implícitamente, que aquello que
tante reconocer que la opresión trabaja no simplemente «soy» es una copia, una imitación, un ejemplo derivativo,
mediante actos de abierta prohibición, sino de un modo una sombra de lo real. La heterosexualidad forzosa se
más solapado, mediante la constitución de sujetos via- presenta como lo original, lo verdadero, lo auténtico; la
bles y la consiguiente creación de un ámbito de (nolsu- norma que determina lo real implica que «ser» lesbiana
jetos inviable s -abyectos, podríamos llamarles- que no es siempre una especie de imitación, un vano esfuerzo
son nombrados ni prohibidos dentro de la economía de por participar en la fantasmática plenitud de una hete-
la ley. Aquí la opresión funciona creando el reino de lo rosexualidad naturalizada que siempre estará condenada
no pensable y lo no mencionable. Si el lesbianismo no al fracaso. Y sin embargo, recuerdo con bastante claridad
está prohibido explícitamente es en parte porque ni si- la primera vez que leí en Mother Camp: Female Imperso-
quiera puede entrar en el campo de lo pensable, de lo nators in America, de Esther Newton, que el travestismo
imaginable, esas coordenadas de inteligibilidad cultural no es una imitación o copia de un género previo y au-
que regulan lo real y lo nombrable. ¿Cómo, entonces, ser téntico; según Newton, el travestismo representa la mis-
«lesbiana» en un contexto político donde la lesbiana no ma estructura imitativa por la que se asume cualquier gé-
existe? ¿Es decir en un discurso político que ejerce en nero. El travestismo no es la representación de un género
parte su violencia contra el lesbianismo excluyendo al que en realidad pertenece a otro grupo, es decir un acto
lesbianismo del propio discurso? Ser explícitamente de ~xpropiación o apropiación que asume que el género
prohibido es ocupar un lugar en el discurso desde el que es la legítima propiedad de un sexo, que «lo masculino»
resulta posible articular algo así como un discurso in- pertenece al «varón» y «lo femenino» a la «hembra». Que
verso; ser prohibido de un modo implícito ni siquiera te no hay un género «propio», un género más propio de un
cualifica como objeto de una prohibición. Y aunque en sexo que de otro, que sea en cierto sentido la propiedad
el clima presente las homosexualidades de todo tipo es- cultural de ese sexo. Donde actúa ese concepto de «lo
tán siendo borradas, reducidas y (luego) reconstituidas propio», es que se ha desarrollado impropiamente como
como espacios de una fantasía homófoba radical, es im- consecuencia de un sistema coercitivo. El travestismo es
portante reconstruir las diferentes vías por las que se el modo trivial en que los géneros se apropian, se tea-
constituye una y otra vez la imposibilidad de pensar la tralizan, se usan y se fabrican; ello supone que todo gé-
homosexualidad. nero es una forma de representación y aproximación. Si
Una cosa es ser eliminado del discurso y otra distinta esto es cierto, parece, no existiría un género original o
estar presente en el discurso como una falsedad perma- primario al que el travestismo imitaría, sino que el géne-
nente. Por tanto, existe la necesidad política de hacer vi- ro sería un tipo de imitación que no cuenta con ningún ori-
sible el lesbianismo, ¿pero hay que hacerla fuera o den- ginal; de hecho, es una clase de imitación que produce el
tro de los regímenes de regulación existentes? ¿Puede la mismo concepto del original como un efecto y con se-
~
I
I Judith Butler Imitación e insubordinación de género 99
I 98

cuencia de la imitación misma. En otras palabras, los origen. Aquí la heterosexualidad presupone la homose-
efectos naturalistas de los géneros heterosexualizados se xualidad. Y si el homosexual en cuanto copia precede al
consiguen gracias a unas estrategias imitativas; lo que heterosexual en cuanto origen, parece de estricta justicia
imitan es un ideal fantasmático de identidad heterose- conceder que la copia es anterior al origen, y que la ho-
xual, producido por la imitación como su efecto. En este mosexualidad es por tanto el origen, y la heterosexuali-
sentido, la «realidad» de la identidad heterosexual se dad la copia.
constituye performativamente a través de una imitación Pero no es realmente posible llevar a cabo simples in-
que se presenta como el origen y el fundamento de todas versiones de este tipo. Pues sólo en cuanto copia se pue-
las imitaciones. En otras palabras, la heterosexualidad de afirmar que la homosexualidad precede a la heterose-
está siempre inmersa en el proceso de imitar y aproxi- xualidad como origen. En otras palabras, todo el
mar la propia idealización fantasmática de sí misma -y entramado de copia y origen se vuelve radicalmente
de fracasar en ello. Precisamente porque está condenada inestable cuando cada posición se convierte en su inver-
a fracasar, y sin embargo se empeña en tener éxito, el sa y frustra la posibilidad de cualquier forma estable de
proyecto de la identidad heterosexual es impelido a re- fijar la prioridad temporal o lógica de ambos términos.
petirse infinitamente a sí mismo. Sin duda, en sus es- Pero consideremos esta problemática inversión desde
fuerzos por naturalizarse como el original, la heterose- una perspectiva psíquico/política. Si la estructura de la
xualidad debe entenderse como una repetición obligada imitación de género supone que lo imitado es hasta cier-
y coercitiva que sólo puede producir el efecto de su pro- to punto producido +O, mejor, reproducido- por imitación
pia originalidad; en otras palabras, las identidades hete- (véase la inversión y desplazamiento de la mímesis en
rosexuales coercitivas, fantasmas ontológicamente con- «La doble sesión» de Derrida), afirmar que las identida-
solidados del «hombre» y la «mujer», son efectos des homosexuales y lesbianas están involucradas en las
teatralmente producidos que pretenden ser los funda- normas heterosexuales o en la cultura hegemónica no es
mentos, orígenes, la medida normativa de lo real. generahnente lo mismo que derivar la homosexualidad de
Reconsideremos entonces la acusación homófoba de la normalidad. Al contrario, la imitación no copia algo an-
que locas, butches y femmes son imitaciones de la realidad terior, sino que produce e invierte los mismos términos de
homosexual. «Imitación» tiene aquí el sentido de «deri- prioridad y derivación. Por tanto, afirmar que las identi-
vativo» o «secundario», la copia de un origen en el que dades homosexuales se encuentran implicadas en la he-
He hasarían todas las copias, pero que a su vez no es co- terosexualidad no equivale a afirmar que están determi-
pia de nada. Lógicamente, esta idea de un «origen» in- nadas por la heterosexualidad o que derivan de ella, ni
duce a la desconfianza, ¿pues cómo puede algo actuar es tampoco lo mismo que asegurar que la heterosexuali-
como origen si no hay consecuencias secundarias que dad es la única red cultural en la que se ven implicadas.
confirmen retrospectivamente la originalidad de tal ori- Son, por decirlo de un modo absolutamente literal, imi-
gen? El origen exige que existan unas derivaciones que taciones invertidas, imitaciones que invierten el orden de
le permitan afirmarse como origen, pues los orígenes imitado e imitación, y que, en ese proceso, exponen la
sólo tienen sentido en la medida en que se diferencian fundamental dependencia del «origen» de lo que éste pre-
de aquello que producen como derivaciones suyas. Por tende producir como un efecto secundario.
tanto, si no existiese la idea del homosexual como copia, ¿Qué ocurre si concedemos desde el principio que las
no existiría el constructo de la heterosexualidad como identidades homosexuales en cuanto inversiones deriva-
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100 Judith Butler Imitación e insubordinación de género
101
tivas se definen en parte en términos de aquellas mismas
comentarios sobre estas posiciones naturalizadas, paró-
identidades heterosexuales de la que se diferencian? Si dicas repeticiones y resignificaciones de aquellas estruc-
la heterosexualidad es una imitación imposible de uno turas heterosexuales que relegarían la vida homosexual
mismo, una imitación que se constituye performativa- a ámbitos discursivos de irrealidad e inimaginabilidad.
mente como el original, entonces la parodia imitativa de Pero que estén parcialmente constituidas o estructura-
la «heterosexualidad» -cuando y donde tal cosa existe en das por las mismas normas heterosexual es que oprimen
las culturas gay- es siempre sólo una imitación de una a los homosexuales no quiere decir, repito, que sean
imitación, una copia de una copia, puesto que el original afirmadas o determinadas por esas estructuras. y no se
no existe. Dicho de otra manera, el efecto paródico o imi- necesita pensar en tales construcciones heterosexuales
tativo de las identidades homosexuales no actúa para co- como en la perniciosa intrusión de la «mentalidad nor-
piar o emular la heterosexualidad, sino más bien para ex- mal», una mentalidad que habría que eliminar de raíz. En
poner la heterosexualidad como una incesante y aterrada un sentido, la presencia de constructos y posicionamien-
imitación de su propia idealización naturalizada. Que la tos heterosexual es, en cualquiera de sus formas, en las
heterosexualidad esté siempre fabricándose a sí misma identidades homosexuales y lesbianas presupone que
prueba que está perpetuamente en peligro, esto es, que existe una repetición de la normalidad, una recapitula-
«conoce» la posibilidad que tiene de quedar incumplida: ción de la normalidad -que es a su vez una repetición y
de ahí esa compulsión a repetir que supone al mismo recapitulación de su propia idealidad- en sus propios ter-
tiempo la exclusión de lo que amenaza su coherencia. mIDOS,un espacio en el que todas las modalidades de re-
Que nunca pueda eliminar ese peligro prueba su profun- peticiones resignificantes y paródicas se vuelven posibles.
da dependencia de esa homosexualidad que pretende La replicación y resignificación paródica de constructos
erradicar del todo sin jamás conseguirlo, o que trata de heterosexuales dentro de estructuras no heterosexuales
convertir en algo secundario, aunque siempre esté ahí ponen de relieve el carácter totalmente construido del
como posibilidad de convertirse en prioritaria, Aunque supuesto original, pero muestran también que la hetero-
el fracaso de la heterosexualidad naturalizada podría sexualidad sólo se constituye como original por medio de
constituir una fuente de patlios para la heterosexualidad una repetición convincente. Cuanto más se expropia este
misma -aquello a 10 que los teóricos se refieren a menu- «acto», más ilusoria se revela la pretensión heterosexual
do como su malestar constitutivo-, también puede con- de originalidad.
vertirse en una oportunidad para llevar a cabo una sub- Aunque en lo que precede he centrado mi análisis en
versiva y proliferante parodia de las normas de género los efectos-realidad de las prácticas, actuaciones, repeti-
en la que la misma pretensión de originalidad y realidad ciones e imitaciones de género, no pretendo sugerir que
no es sino el efecto de cierto tipo de imitación de los gé- el travestismo sea un «papel» que se pueda adoptar o
neros naturalizados. abandonar a voluntad. Detrás de la imitación no hay nin-
Es importante reconocer el modo en que las normas gún sujeto volitivo que decida, por decirlo así, el género
heterosexuales reaparecen dentro de las identidades ho- que adoptará en un momento determinado. Al contrario,
mosexuales, para afirmar que las identidades gays y les- la misma posibilidad de convertirse en sujeto viable exi-
bianas no sólo están parcialmente estructuradas dentro ge que exista ya subyacente una cierta imitación de gé-
de la heterosexualidad dominante, sino que no están por nero. El «ser» del sujeto no es más idéntico a sí mismo
esta razón determinadas por ella. También hacen circular que el «ser» de cualquier género; de hecho, el género co-
,
Judith Butler Imitación e insubordinación de género 103
102

herente, aquel que se alcanza gracias a una aparente re- cuentra constantemente en peligro, ¿pues qué ocurrirá si
petición del mismo, produce como su efecto la ilusión de fracasa en esa repetición, o si el mismo ejercicio de la re-
un sujeto prioritario y voluntario. En este sentido, el gé- petición cambia de frente para ponerse al servicio de un
nero no es una actuación que un sujeto previo elige lle- propósito performativo muy diferente? Aunque siempre
var a cabo; el género es performativo en el sentido de que haya, por decirlo así, una compulsión a repetir, la repe-
constituye como efecto el mismo sujeto que parece ex- tición nunca logra crear una identidad completa. Que
presar. Es una actuación obligatoria en el sentido de que exista la necesidad de una repetición prueba que la iden-
actuar al margen de las normas heterosexual es trae con- tidad no es idéntica a sí misma. Hay que instaurarla una
sigo el ostracismo, el castigo y la violencia, por no men- y otra vez, lo que equivale a decir que corre el peligro de
cionar los placeres transgresores que producen estas mis- ser constantemente des-instaurada.
mas prohibiciones. ¿En qué consiste pues este exceso psíquico, y cómo
La afirmación de que no hay ningún actor cuya exis- sería la repetición subversiva o des-instauradora? En pri-
tencia preceda a lo actuado, de que la actuación es per- mer lugar debemos considerar que la sexualidad excede
formativa, de que la actuación produce el efecto de ha- siempre cualquier actuación, presentación o narración
cer aparecer un «sujeto», resulta difícil de aceptar. Esta dada, lo que hace que resulte imposible derivar o leer
dificultad es el resultado de una tendencia a pensar que una sexualidad de una presentación de género dada. La
la sexualidad y el género «expresan» directa o indirecta- sexualidad excede cualquier narrativización definitiva.
mente una realidad psíquica previa. Sin embargo, negar Nunca se «expresa» totalmente en una actuación o prác-
la prioridad del sujeto no es negar que exista un sujeto; tica; habrá [emmes pasivas y activas, butches «femeninas»
de hecho, el rechazo a refundir el sujeto con la psique ca- y agresivas, y ambas categorías, y otras más, servirán
racteriza lo psíquico como aquello que excede el dominio para describir a «varones» y a «hembras» más o menos
del sujeto consciente. Este exceso de lo psíquico es pre- estables en lo anatómico. No hay relaciones directas, de
cisamente lo que niega sistemáticamente el concepto de expresión o causalidad, entre sexo, género, presentación
un «sujeto» volitivo que elige voluntariamente cuál será de género, práctica sexual, fantasía y sexualidad. Ningu-
su género y/o sexualidad en un tiempo y lugar dados. Es no de estos vocablos engloba a los restantes o los deter-
tal exceso lo que se manifiesta en los intervalos de esos mina. Parte de lo que constituye la sexualidad es preci-
gestos y actos repetidos que construyen la aparente uni- samente lo que no aparece, lo que, hasta cierto punto,
formidad de las posiciones heterosexuales, lo que impo- nunca puede aparecer. Esta es tal vez la razón funda-
ne la repetición misma, y lo que garantiza su perpetuo mental de que la sexualidad siempre sea en cierta forma
fracaso. En este sentido, es también ese exceso lo que in- algo oculto, especialmente para aquel que la expresaría
cluye implícitamente la homosexualidad, esa perpetua mediante actos que lo pondrían al descubierto. Lo que se
amenaza de ruptura reprimida por medio de una refor- excluye para que la presentación de género «tenga éxi-
zada repetición de lo mismo, dentro de la economía he- to» puede ser precisamente aquello que se representa
terosexual. y sin embargo, si la repetición es el modo en sexualmente, es decir, una relación «invertida», por
que el poder actúa con el fin de construir la ilusión de decirlo así, entre género y presentación de género, y pre-
una identidad heterosexual sin fisuras, si la heterose- sentación de género y sexualidad. Por otra parte, pre-
xualidad debe repetirse para crear la ilusión de su propia sentación de género y práctica sexual pueden darse de
uniformidad e identidad, entonces esa identidad se en- forma que parezca que el primero expresa la segunda, y
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104 Judith Butler Imitación e insubordinación de género 105

sin embargo ambas han sido constituidas por las mismas guien. Es importante considerar que identificación y de-
posibilidades sexuales que excluyen. ' seo pueden coincidir, y que su formulación en términos
Esta lógica de inversión se pone de relieve en las ver- de oposiciones mutuamente excluyentes sirve a una ma-
siones de la estilización de género de la butch y la femme triz heterosexual. Pero me gustaría centrarme en una in-
lesbianas. Pues una butch puede presentarse como com- terpretación distinta de este escenario, a saber, que «que-
petente, fuerte y omniprotectora, y una stone butch pue- rer ser» y «querer tener» pueden servir para diferenciar
de parecer que convierte a su amante en el exclusivo lu- posicionamientos mutuamente excluyentes que se pro-
gar de placer y atención eróticos. Y sin embargo, esta ducen en el interior del intercambio erótico lesbiano. Hay
butch protectora que en principio aparenta repetir un pa- que pensar que las identificaciones son siempre una res-
pel similar al del esposo, puede encontrarse atrapada en puesta a algún tipo de pérdida, y que suponen una cier-
una lógica invertida que convierta la «protección»en una ta práctica mimética que trata de incorporar el amor per-
forma de autosacrificio que la hace caer en la más anti- dido dentro de la misma «identidad» del que queda. Esta
gua trampa de la abnegación femenina. Y así se puede era la tesis de Freud en su trabajo de 1917«Duelo y me-
encontrar en una situación de radical necesidad, que es lancolía», tesis que sigue informando los debates sobre
precisamente la que ella pretendería localizar, encontrar identificación en el psicoanálisis contemporáneo.
y satisfacer en su amante femme. En efecto, la butch se Para teóricos del psicoanálisis como Mikkel Borch-Ja-
invierte en la femme y queda atrapada en el espectro de kobsen y Ruth Leys, la identificación, y especialmente el
esta inversión, o extrae placer de ella. Por otra parte, la mimetismo identificatorio, precede a la «identidad» y la
mujer que, como dice Amber Hollibaugh, «orquesta» el constituye como aquello que es fundamentalmente «otro
intercambio sexual, puede erotizar una cierta dependen- para sí mismo». La idea de este Otro dentro del yo, por
cia sólo para descubrir que el mismo poder de orquestar decirlo así, supone que la distinción yo/Otro no es en
esa dependencia saca a la luz su incontrovertible poder, principio externa (lo que implica una poderosa crítica a
en qué punto ella se invierte en una butch o queda atra- la psicología del ego); el yo es desde el principio radical-
pada en el espectro de esta inversión, o quizás se com- mente inseparable del «Otro».Esta teoría del mimetismo
place en ella. primario difiere de la explicación que Freud da de la in-
corporación melancólica. Según la visión de Freud, que
yo sigo encontrando útil, la incorporación -una forma de
Mímesis psíquica mimetismo psíquico- es una respuesta a la pérdida, así
como un rechazo de la misma. El género como espacio de
Lo que estiliza o forma un estilo erótico y/o una pre- tal mimetismo psíquico estaría así constituido por los
sentación de género -y convierte estas categorías en algo Otros de diversos géneros que se han amado y se han
inherentemente inestable- es un conjunto de identifica- perdido, y la pérdida quedaría anulada mediante la in-
ciones psíquicas que no son fáciles de describir. Ciertas corporación (y la preservación) melancólica e imaginaria
teorías psicoanalíticas tienden a interpretar identifica- de esos Otros a nuestra psique. Más allá y en contra de
ción y deseo como relaciones mutuamente excluyente s esta interpretación de la mímesis psíquica que recurre a
con objetos amorosos perdidos debido a una prohibición la asimilación y la melancolía, la teoría del mimetismo
o una separación. Cualquier inclinación emocional inten- primario sostiene de un modo más rotundo la falta de
sa se divide así en poseer a alguien o querer ser ese al- auto-identidad del sujeto psíquico. El mimetismo no está
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106 Judith Butler Imitación e insubordinación de género
107
provocado por una historia de pérdida y recuperación la ambivalencia que yace en lo más profundo de este tipo
ilusoria, sino que parece preceder y constituir el deseo de incorporaciones miméticas?
-y la motivación- mismos; en este sentido, el mimetismo
¿De qué forma este modo de considerar la identifica-
sería anterior a la posibilidad de la pérdida y a las de- ción psíquica nos devuelve al problema de cómo definir
cepciones del amor. la repetición subversiva? ¿Cómo se manifiestan en las
Tanto si lo primero es la pérdida como si lo es la imi- prácticas culturales las identificaciones conflictivas? Con-
tación (tal vez nos enfrentemos aquí a un dilema irreso- sideremos el modo en que la heterosexualidad se natu-
luble), el sujeto psíquico está sin embargo internamente raliza construyendo cierta ilusión de correspondencia en-
constituido por unos Otros de diferentes géneros, lo que tre sexo, género y deseo. Cuando Aretha Franklin canta
hace que, como género, nunca pueda ser idéntico a sí «you make me feellike a natural iooman», parece en un
mismo. principio sugerir que su participación en la posición cul-
Desde mi punto de vista, el yo sólo puede constituir- tural de la «mujer» como objeto de reconocimiento hete-
se como tal yo a condición de que haya vivido la expe- rosexual actualiza alguna capacidad natural de su sexo
riencia de la separación (aquí nos falla la gramática, pues biológico. Algo que está en su «sexo» queda así expresa-
lo único que diferencia al «ello» es esa separación), de do por su «género», que es totalmente conocido y consa-
una pérdida que se neutraliza y se resuelve provisional- grado dentro del mundo heterosexual. No hay ruptura,
mente mediante la incorporación melancólica de un no hay discontinuidad entre «sexo» como facticidad bio-
«Otro». El «Otro» instalado en el yo marca así la perma- lógica y esencia, ni entre género y sexualidad. Aunque
nente incapacidad de ese «yo» para alcanzar la auto-iden- Aretha parece estar encantada de ver confirmada su «na-
tidad; los trastornos que el Otro introduce en el núcleo turalidad», también parece absoluta y paradójicamente
del yo es la condición misma la posibilidad del yo. consciente de que esa confirmación nunca está garanti-
Este modo de entender la identificación psíquica com- zada, que el efecto de naturalidad sólo se alcanza como
prometería la posibilidad de establecer cualquier conjun- consecuencia de un momento de reconocimiento hetero-
to estable de tipologías que explicasen o describiesen las sexual. Después de todo, canta Aretha, haces que me
identidades homosexuales y lesbianas. Y -como resulta sienta como una mujer natural, sugiriendo que éste es un
evidente en las recientes investigaciones que Kaja Sil- tipo de sustitución metafórica, un acto de impostura, una
verman ha llevado a cabo sobre la homosexualidad mas- especie de sublime y momentánea participación en una
culina- todo esfuerzo por crear esa tipología peca de sim- ilusión ontológica producida por la operación trivializa-
plificatorio y, con alarmante facilidad, se somete a las dora del travestismo heterosexual.
exigencias regulador as de regímenes diagnósticos epis- ¿Pero qué ocurriría si Aretha me cantase a mí? ¿O si
témicos. Si la asimilación, en el sentido que Freud le da cantase a una drag queen cuya actuación confirmase en
en 1914, es un esfuerzo por preservar un objeto amado y cierto modo la actuación de ella?
perdido y por rechazar o postergar el reconocimiento de ¿Cómo tener en cuenta estos tipos de identificacio-
esa pérdida, y del sufrimiento que provoca, convertirse nes? No hay un tipo de sexo que exista en forma vaga-
en alguien como la madre, el padre, el hermano, la her- mente biológica y se exprese de algún modo mediante los
mana u otro temprano objeto amoroso puede ser un acto andares, la posturas, los gestos; ni una sexualidad que ex-
de amor y/o una tentativa de reemplazarlos o despla- prese ese género aparente, ese sexo más o menos mági-
zarlos dictada por el odio. ¿Cómo podríamos «tipologizar» co. Si el género es disfraz, imitación que produce regu-
108 Judith Butler Imitación e insubordinación de género 109

larmente el ideal al que intenta aproximarse, el género ruptura. ¿Qué significa entonces mantener una repetición
es entonces una actuación que muestra la ilusión de un perturbadora en el contexto de una heterosexualidad
sexo interior, esencia o núcleo del género psíquico; mues- obligatoria?
tra en la piel, a través del gesto, del movimiento, del Aunque la heterosexualidad compulsiva da a menudo
modo de andar (ese aparato de teatralidades del cuerpo por supuesta la preexistencia de un sexo que se expresa
que entendemos como el modo en que el género se hace primero a través de un género y luego a través de una
visible), la ilusión de una profundidad interna. En efec- sexualidad, hoy puede ser necesario invertir y desplazar
to, una forma de naturalizar los géneros es construirlos esta forma de pensar. Si hay un régimen de sexualidad
como necesidades internas, psíquicas o físicas. Y sin em- que determina una representación compulsiva del sexo,
bargo, el género es siempre un signo superficial, un sig- sólo a través de esa actuación se hacen totalmente inte-
nificado en y con el cuerpo público que produce esa ilu- ligibles el sistema binario del género y el sistema binario
sión de una profundidad, necesidad o esencia interior del sexo. Puede que las mismas categorías de sexo, iden-
que en cierto modo se expresa mágicamente, o causal- tidad sexual y género se manifiesten o se mantengan en
mente. los efectos de esta representación compulsiva, efectos que
Sin embargo, poner en duda la psique en cuanto pro- de un modo nada inocente son rebautizados con los nom-
fundidad interior no equivale a negar la psique. Al con- bres de causas, de orígenes, ordenados en la secuencia
trario, tendríamos que replanteárnosla precisamente causal o expresiva que la norma heterosexual produce
como repetición compulsiva, como aquello que condicio- para legitimarse como origen de todo sexo. ¿Cómo mos-
na y desautoriza la representación de la identidad a tra- trar entonces las secuencias causales como invenciones
vés de la repetición. Si cada actuación se repite a sí mis- producidas retrospectiva y performativamente, y al mis-
ma para instituir el efecto de identidad, es obligado que mo género como algo inevitablemente fabricado, cómo fa-
haya una especie de interludios en los que el riesgo y el bricar el género de modo que resulte evidente que todas
exceso amenacen con desbaratar la identidad que se está las referencias a lo originario, a lo interno, a la verdad y
constituyendo. Lo inconsciente es este exceso que auto- a la realidad no son sino los efectos de un disfrazamiento,
riza y cuestiona cada actuación, y que nunca aparece del cuyas posibilidades subversivas deberían ser aprovecha-
todo en la actuación misma. La psique no reside «en» el das una y otra vez para convertir el «sexo»del género en
cuerpo, sino en el mismo proceso significante a través un espacio de insistente actuación política? Quizás se
del cual ese cuerpo llega a mostrarse; es el error en la re- consiga esto dirigiendo la sexualidad contra la identidad,
petición tanto como su carácter compulsivo, precisa- e incluso contra el género, y permitiendo que lo que no
mente lo que la actuación pretende negar, y lo que la im- se muestra totalmente en ninguna representación siga
pone desde el principio. manteniendo su promesa de ruptura.
Localizar la psique dentro de la cadena significante
como la inestabilidad de toda repetición no equivale a J. B.
afirmar que sea una esencia interna que aguarda el mo-
mento de manifestarse de un modo pleno y liberador. Al Traducción: T. M U
contrario, la psique es el permanente fracaso de la ex-
presión, un fracaso que tiene sus aspectos positivos, pues
favorece la repetición y reinstaura así la posibilidad de

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