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Parkour Pop Etico

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PARKOUR

POP.ÉTICO
(o cómo saltar las bardas hacia el poema)
Parkour pop.ético
(o cómo saltar las bardas hacia el poema)
Primera edición, 2017
D. R. © 2017, de la presente edición:
Secretaría de Educación Pública
ISBN pendiente
Todos los Derechos Reservados. Queda prohibida la reproducción
parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento,
comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia
o la grabación, sin la previa autorización por escrito de la Secretaría
de Educación Pública
Impreso y hecho en México
Parkour pop.ético
(o cómo saltar las bardas hacia el poema)

Mapa poético
Directorio

Mtro. Aurelio Nuño Mayer


Secretario de Educación Pública

Dr. Salvador Jara Guerrero


Subsecretario de Educación Superior

Mtro. Mario Alfonso Chávez Campos


Director General de Educación Superior para
Profesionales de la Educación

Mtro. Edgar Omar Avilés Martínez


Director de Profesionalización Docente

Armando Salgado
José Agustín Solórzano
Seleccionadores de textos para DGESPE

Cuidado de la edición: José Agustín Solórzano


Formación y diseño: Víctor Solorio Reyes

http://www.dgespe.sep.gob.mx
https://www.facebook.com/somosnormalistas
Presentación

¿Qué es un poema y qué la poesía? Es difícil contestar estas


preguntas cuando no convivimos con los términos.
Diferente caso sería si nos preguntaran qué es la comida, o
cómo se juega al futbol, tal vez si nos cuestionaran acerca
de cómo conquistar a una chica o un chico, no dudaríamos
en responder. La poesía no está alejada de esas cuestiones
tan vitales. El futbol, la comida, las relaciones amorosas, un
programa de televisión, un video de YouTube, todo a su
manera tiene algo de poético.
Pero entonces, ¿qué es la poesía?, ¿qué, el poema?
La respuesta es lo que tienes en tus manos, un libro con
distintas formas de ver el mundo, las cuales reflejan un
contexto, una cultura y una gama de múltiples influencias,
pero no sólo esto. El poema es otra manera en la que puede
presentarse la poesía, ella va más allá de los libros y para
encontrarla es necesario hurgar en la realidad para edificar
desde nuestra experiencia una definición propia.
Transformarla en compañera valiosa. La poesía es ese
trayecto con varios caminos para saltar las bardas de la

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realidad y que sirve para darnos pistas en ese laberinto que
es la vida, donde más que llegar al final del mismo, importa
más disfrutar la travesía.
A pesar de esto, y quizás porque nadie nos ha dicho
lo contrario, creemos desde muy pequeños que la poesía es
una composición en verso, casi siempre rimada, que
expresa los sentimientos del poeta y que siempre arriba a
un mismo sitio por un solo camino. Aunque esta definición
ha sido la más usada no significa que sea del todo cierta. Su
problema es que limita al poema, y el poema es un ser vivo,
como nosotros, que no sabe quedarse quieto y prefiere
salir de casa, cruzar la calle, aventurarse en la ciudad o en el
campo, o en las encrucijadas o en el horizonte, aunque esto
implique montar las azoteas o andar sobre paredes. Así
tengamos que abandonar la rima o la escritura en verso, la
poesía siempre se mueve y no sabe estar en paz: es un orga-
nismo multifacético que va adoptando nuevos recipientes
y es posible que nunca defina una sola forma para ser visi-
ble. Por eso cualquier definición que hagamos sobre ella
será errada, porque la poesía no tiene perímetro ni circun-
ferencias, porque siempre se expande a través de nosotros,
de nuestro lenguaje y de los cambios que vamos
asumiendo con el paso del tiempo.
La intención de este Parkour pop.ético es pre–
sentarte un conjunto de textos que fueron escritos por
poetas vivos, menores de 40 años y que actualmente
residen en México. Cualquiera de los autores puede ser

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googleado para buscar algo más de su trabajo y conocerlos,
sin necesidad de una semblanza que sea otra barda más
que limite acercarnos al poema, pues consideramos impor-
tante que la obra hable por sí misma, darle un rostro al
texto y decir que quienes están reunidos, son seres
comunes que también se preocupan por no tener atún en la
despensa y que muchos de ellos se iniciaron como lectores,
tal vez leyendo una antología como ésta, o comprando aqué-
llas que reunieron los cien mejores poemas de amor, o que,
simplemente, decidieron adoptar una poética como un
modo de asumir su creatividad.
De tal manera, ofrecemos un mapa poético para las
nuevas generaciones de profesores en su formación inicial,
para que lean el pulso de la escritura de las 32 entidades de
la república, y con ella, logremos saltar cualquier obstáculo
que nos impida leer un poema.

Armando Salgado y José Agustín Solórzano

9
Aguascalientes
Arely Jiménez —1992

Una gota cae desde lo aséptico


de la desesperación.
Unas mujeres ríen y hablan de sus hijos,
de sus maridos, de que tienen hambre
y ya no hay camillas libres
para el hombre que acaba de llegar a esta isla.
Una mujer más joven acomoda
una máscara de oxígeno sobre mi cara.
Estoy y no estoy en esta isla.
Sé que sólo yo estoy anclada
a este instante perpetuo de la carne:
soy el agua que tiembla
porque su recipiente se estremece,
se hace nudo.
Acaban de inyectar algo desde el catéter.
Mi brazo se hiela
y no hay nada con qué entibiarlo.
Aquí no hay cobijas.
Estoy descalza y con los ojos cerrados.
No sé qué hora es.
El tiempo pasa tan lento
aunque todo aquí es urgente.
No hay relojes, sólo tengo una gota
larga como un grito.

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Un poema con la palabra albañil

Hay veces que la ansiedad ancla


en la garganta y uno calla,
porque hablar
es ponerla de frente
decirle: existes
y me llevas los ojos por las muñecas,
los ojos afilados como una hoz blanca.

El cenit hiere los dorsos con su ceguera,


un albañil cuenta los billetes,
las monedas, duplicados en el reflejo inacabable
del deseo y recuenta en murmullos
los niños, el gas, la luz, el agua,
unos calzones nuevos para su mujer.
Se mira los zapatos cansados de cemento,
la sombra sangrada bajos sus pies
luego se queda quieto, viendo al vacío
como si lo entendiera.

12
Baja California
Alberto Paz —1987

Gameover–Gameover–Gameover

Se acabó el azul por todas partes, los pajaritos tuiteros que


resplandecían en el océano del celular también se apaga-
ron. Se acabaron las selfies romanticoides y sólo quedó el
amor propio en Instagram y en los pensamientos. Todas las
memorias del Snapchat se hicieron polvo tras el paso del
tiempo y a los muros de mi cuarto y del Facebook arribaron
los estados de inestabilidad emocional. Todo desapareció
tras tu rastro ¿o habré de decir tras tu brillo de basura
cósmica virtual? Ya con el valor encima nos atrevimos a
decir adiós con un par de microcartas por el WhatsApp y
acaso una videollamada para sentir que todo era de frente,
luego pensamos en descargar una aplicación para desapa-
recernos el uno al otro pero más tarde nos acordamos que
eso sólo podría suceder en algún cuento del buen Ray Brad-
bury, por lo que desistimos del intento. Ya con el paso de los
días, jugamos a olvidarnos con métodos más rudimenta-
rios como escribir nanopoemas sobre los boletitos del
autobús o besar, besar a todas horas y por cualquier
motivo, pero nada, nada de olvido real y aquí estamos de
nuevo, en una búsqueda desesperada de apps hasta dar
con aquella que sirva para borrarnos la memoria porque
nunca hemos podido soportar a los otros, nunca hemos

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podido soportar a los otros, nunca hemos podido soportar
a los otros y para mí es mejor decir Game Over o la muerte
pública del autor.

GameOver

15
Baja California Sur
Christopher Amador —1984

El paisaje en la voz
La Paz, BCS, 2004
MALECÓN. A la manera de Huerta
Uno pierde La Paz
el aire limpio y la tez blanca
el cálido antojo de irse a asolear a Balandra
el Mogote y el derecho a votar por la derecha
uno estudia en la UABCS
con el deseo de la Complutense o la Sorbona
uno camina el Malecón
hasta perder la capacidad de asombro
uno se cansa de que le digan qué decir
y que ha visto muy poco
porque se ha dicho que uno ha visto poca cosa
uno se cansa de Ser
ninguneado en su paisaje
como si el desierto fuera una página en blanco
y nadie alcanzara a escuchar
los desesperados gritos de las olas

En un bar del Malecón


La Musa
se acerca a la barra
y sonriendo me dice:

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Para escuchar a Dios voltear una botella
de tequila. Afuera el mar,
la vida azul que nos inunda
de promesas.

Otra calle, otro desierto


Uno se gasta las suelas
buscando una sombra
Uno sueña con los besos refrescantes
de cualquier muchacha
Uno sólo quiere que llueva un poco
mirar un choque y sentirse feliz
de no tener ni un Volkswagen
en que sentarse muerto

Nostalgia con sabor a Paz


Voy por tu cuerpo como por el mundo…
Piedra de sol
Voy por el Wal-Mart
como por Estados Unidos
Llego con una cajera
y me quedo mirando
la banda que empuja productos:
Memoria del arroyo…

18
Campeche
Alessander Segovia Haas —1992

Pido,

si es posible
si hay alguien detrás de esto
que me salve
que me saque de los supermercados
de las avenidas
de los bancos
de los sepulcros atestados de lodo
si alguien pudiera oír detrás de esto
que vayan a decirle
a los que esperan que esperen
a los que cantan que canten
a los que tengan que hundirse entre la herida
que apuren las explosiones de la lluvia

Lloro con las ambulancias encendidas


soy el muerto
el niño naciendo
el inmolado
el paramédico insomne que revisa las pulsaciones
en esta calle que no fue hecha para las emergencias
Tengo el llanto de los padres, de los hijos
de los huérfanos, de los abandonados

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me aterra ser despertado a medianoche
porque golpean la puerta y entra un hombre
y dice: tuvo suficiente
y no sea yo, sino otro
el que me lleve a cuestas.
Huesos enterrados en el fondo del cielo
eso somos.
Acude a mí la nada.
¿Pero qué acude?
Mujeres desparramadas en el suelo de mi habitación
mirando de cerca todas las tragedias que me forman
pozos, heridas, ojos que no cierran la ventana
Ah, si tan solo pudiera, si tan solo supiera ser poeta
tendría ante mí todas las palabras para callarme
pero no sé, pero no las tengo
y me invento a mí mismo penetrando
a la nostalgia como a una amiga cercana
o sentado a la orilla del tiempo
viendo deambular a toda mi generación
entre whatsapps y suicidios.

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Ciudad de México
Dalí Corona —1983

Manual para terminar con la pobreza


A la manera de Jonathan Swift

I
Poner al fuego en orden de dureza
zanahoria picada, carne y papa;
colocarle a la olla bien la tapa
porque suele salirse la cabeza.

La carne de los niños, a su alteza,


le gusta con almíbar; una capa.
No importa que se manche la solapa,
debe tomar el hueso con firmeza.

Yo recomiendo darles avellanas,


que el hígado les crezca rico y sano;
remojando su carne en las mañanas

puede quitarse el mal olor a humano.


Las calles no nos quedan tan lejanas,
marchemos, pues, que inicia ya el verano.

23
II
El problema del hambre acabaría
si usamos a los pobres de alimento;
una pierna de niño bien envuelto
un jugo delicioso soltaría.

Piénselo bien, Marqués, funcionaría,


en el reino no habría sufrimiento,
de Dios, sería usted el instrumento
y hasta el Papa también lo avalaría.

Limpiemos, pues, las calles y las plazas


que los viajeros digan que son bellas,
a los pobres saquemos de sus casas

y limpiemos el mundo de sus huellas.


¿Ya lo miras?, su carne está en las brasas.
¿Ya lo miras?, que lindas las estrellas.

24
Daniel Miranda Terrés —1988

Mi madre recuerda el cielo


que iluminaba la plaza del pueblo.
Habla de los relojes que se sincronizaban
cada hora en la estación de trenes;
de los arcos del acueducto
que traían el sonido turbio del agua en las mañanas.
Un soplo distante aja sus mejillas
y la neblina le llega hasta el pensamiento;
escucha los pasos de la anciana
que cruzaba barriendo la plaza
con su escoba de malvas.
La luz que entra por la ventana le ilumina el rostro.
Sus ojos son entristecidos.
Mi madre es una casa abandonada.
Mi padre era quien vivía en ella.
En mi familia son mis hermanos mayores los que lloran,
los que mojan con lágrimas la cama.
Les sobreviene el llanto cuando recuerdan su infancia,
los caminos rotos del pueblo, el sol que les mordía la
[espalda.
Son los mayores los que lloran,
los que de niños trabajaron cargando el dolor de mi
[madre,
los que jugaban a ser nuestros padres los domingos.

25
Son ellos los de las lágrimas en el rostro,
los mayores, los que no tuvieron tiempo
para treparse a un árbol
a esperar que su corazón madurara.

26
Iván Viñas —1981

Tu boca es un columpio

Tu boca es un columpio
espero todo el día por ella
y mi corazón corre
como un niño
cuando la veo,
Me subo en ella
sonrío
y me balanceo.

Seguimos huyendo

Seguimos huyendo
de los monstruos
habría que voltear
al lado opuesto
y perseguirlos nosotros.

27
José Antonio Íñiguez —1991

A un poeta casero

Aún te faltan escribir los mejores poemas de tu casa


y, sin embargo, piensas que de tu cuarto a la cocina
estás nominado como el poeta más decente
que, del jardín a la azotea, el perro y las hormigas
aseguran que eres el Pulitzer futuro
y que, en la sala, los muebles y la tv
esperan ese libro que honre tus días sin quehacer.

Aún, es cierto, te faltan escribir los poemas de tu casa,


aunque la crítica no siempre te es tan favorable;
ayer en el baño, por ejemplo,
el sarro percibió tu falta de malicia
y una cucaracha en el acto
reseñó tu último poema y lo dejó ilegible.

A ti, en cambio, eso te parece un tanto baladí.


Escribir los mejores poemas de tu casa, dices,
no debe ser como sufrir una censura casera;
piensas por eso en los elogios de tu abuelo
y sabes bien que sólo él te reconforta de las críticas.

28
Ser, sin embargo, el mejor poeta de tu casa
nunca es tan fácil como piensan los demás.

Sabes que aún no has escrito el poema


que dignifique, al menos,
la vida del cátsup en el refrigerador.

29
Mariana Orantes —1986

Coccinella septempunctata

Una vieja, pequeña y cansada, sonríe


debe cocinar en ollas de peltre
y me gustaría tener una caja de cerillos
o una bolsa de terciopelo para guardarla
como un tesoro que esperó mucho tiempo entre
escombros
algo para mostrar a los amigos:
miren, vengan a contemplar la maravilla
en esta cajita de cerillos (o en esta bolsa de terciopelo)
guardo a una viejita que sonríe
y no necesita trabajar
no necesita planchar ropa ajena
ni remendar pantalones o llorar por los hijos
porque es mía y yo la guardo en una cajita de cerillos
o en una bolsa de terciopelo.

30
Esperando a los bárbaros

El policía municipal se ha quedado dormido


y entre sus brazos acuna la escopeta.
¿Sueña que tiene una vida en sus brazos
o sueña que la quita?

31
Chiapas
Fernando Trejo —1985

La torre de Lego

A Flor Zambrano

Algunas tardes, aburridos ya de nosotros mismos,


cada quien con su cada pensamiento, acostados,
sobre la misma cama pero en otro sitio,
queriéndonos rozar la piel, amándonos un poco de
[mentira
yo le decía que me ayudara a acomodar los libros;
y empezábamos de nuevo a desbaratar
el librero hecho de rejas de tomate.
Yo sabía que lo hacía por compromiso
pero más podía el amor que el tedio de la autonomía.
Iniciábamos por la poesía chiapaneca,
Bartolomé va antes que Garduño. Sabines después
de Robles Sasso. Y ella, no ajena a esos nombres,
sólo se empeñaba en limpiar bien la portadilla,
en apilar los libros como torres de Lego. Era una niña
sentadita y bien portada. Yo la miraba y quería
hacerle el amor entre los libros, pero el tedio.
Flaubert cerca de Bécquer desprendía algunas hojas
y yo aprovechaba para repetirle que Vallejo

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era de mis favoritos, para ver si en una de esas me decía:
“léeme algo”, “dime una frase bonita, de las que yo
[entienda,
de las que no me aburran”. Pero le miraba los ojos
y parecía que estaban viendo otro camino
y otra historia. Ya ella no estaba ahí apilando libros
como la torre de Lego. Ella estaba quién sabe en qué
[lugar.
Pero llegaba una hora en que los dos, (aburridos ya de
[nosotros mismos,
de estorbarnos en la cama, de acomodar las rejas y los
[libros),
de pronto nos besábamos. Y entonces entendía
que era válida la espera. Porque sus besos de
bibliotecología
me hacían amarla una vez más.
Y aventábamos los libros y se venía abajo nuestra ciudad
con sus rascacielos llenos de poesía. Los libros al caer
[tienen un ruido
que enerva una tristeza. Y yo la amaba y nos amábamos
entre Alighieri y Dostoievsky y nos perdonábamos todo.
Y así como caían los libros, también caía nuestra
[desdicha
y lo celebrábamos amándonos.
Yo sabía entonces que en las tardes en mi cuarto
habitaban todos los poetas de mi librero hechizo,
porque en cada parpadeo

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ella me recordaba a Pizarnik, a Nolla, a Frank. Ella era
[todas
unidas en una sola boca que me besaba
y me decía sin mencionar una palabra
la más bella poesía que yo no había leído.
Acostados, abrazados, sobre una ciudad deshecha de
[palabras,
nos quedábamos el uno con el otro;
y les juro, amigos, que no había poesía
más hermosa, y que no cabía yo en mis cabales,
(y que podía yo quemar cada librero de mi casa),
que la que al abrir sus labios,
–después de amarla entre los versos del mundo–, ella,
con su mirada en mis ojos,
ahí,
sobre la misma cama, la misma ciudad,
me decía,
con una voz cercana a algún silencio:
Te amo.

35
Mikeas Sánchez —1980

Masanäbiatzi te’ jama’ jujchek’äj’ punaju’

jikä’ septiembre’tuj’poya jurä te’ tzujsnubajkis


yajk’ mijnayutzi’ äj’ jame teserike’ yajk’ tujkutzi yom’une
Piogbachuwes’yanuku
kotzojkis’tam’kyomi teserike tzitzun’gotzojkis’kyomi
Masänäyajpatzi äj’jara’ äj’nana tzäjkpujtyaju’ankätzi
tejse’ ja’ pänajätzi nkirawa’räjk’omo
yäse’ tese’ oyu’ri nä’ ijtkere’ mujbä angimokiuy’
tumä’ dzokoy’ jurä’ tumä pabiñomo pämi’bäjkpajna wäkä’
[yetza’
toya’kujkmäram
Teserike’ äj ngämistam isandziyajutzi jujche yach’ona’
Tumä tochäj’kubäore’omo
Teramde’ äj’ sasa’ajku’y
teramde’ äj’ ijtku’y
tere’ äj’ angimokiuy ni’is jin’musibä ma’ yajk’tzunja

36
Bendigo el día de mi nacimiento

1
aquel septiembre lluvioso donde el Tzujsnäbajk
desbordó su memoria y me convirtió en niña
descendiente de Piogbachuwe
2
dueña de las montañas y del volcán Tzitzun
Bendigo a mi padre y a mi madre por haberme
[engendrado
pues aunque no nací en cuna de patricios
tuve mi propio reino
aquella fortaleza insomne donde una muchacha danzaba
en medio de las tempestades
Y tuve mis propios dioses que me enseñaron a blasfemar
en una lengua amordazada y herida
Ésas son mis lindezas
ésa mi esencia
ése mi trono que jamás nadie habrá de usurparme

1
Río de agua verde
2
Chichón, referido al Volcán Chichonal

37
Masanäbiatzi te’ äj’ ngakuy’jama

jurä’ mujabä’ dä’ Ngomi’is


Nasakobajkis’ makatzi’ isandzi’i te tuk
makatzi’ tzajme juwäre te’ tzuan’
Jinäre’ makabä’ jokiae’ äj’ anukuis’tam
sun’omo
tzitzun’ngotzojkis yasakämä’
Mobajkis’ ñä’kämä
Teyi’ makari jokiajkere’ kisayajpabäis
makatzi’ pundyoyae’ tza’jin
wäkä’ ñäbäjtpä’yaä kyxkuytyam äj’ anima’käjsi
teram’ dzamayajpatzi jujche’ Nasakobaj’kistire’ muspabä’
[ma’wajnä’
te’ wane’ ñä’ makyaräjpamä te’ kayajubä’
temä’angas te’ I’pstöjk’omo

38
Bendigo también mis funerales

donde un Dios todopoderoso


3
Nasakobajk ha de venir a enseñarme el camino
4
que me conducirá al Tzuan'
Ahí donde aguardan todos mis ancestros
celebrando en eterna fiesta
Bajo el manto del Volcán Chichón
5
entre las aguas del Mobak'
Ahí donde también aguardan mis enemigos
esperando su turno para lapidarme
para descargar su enemistad contra mi alma yerta
pero sólo Nasakobajk podrá cantar
la marcha fúnebre que me conducirá
por siempre al Gran laberinto

3
Madre tierra
4
Uno de los niveles del inframundo. Tzuan, el paraíso zoque.
5
Río blanco

39
René Morales —1981

ix

Un día antes del fin del mundo


me gustaría levantar el teléfono
y decirte que me estoy desmoronando
que ya no puedo
que temo más que nunca
que esta ciudad en donde vivo exiliado
se caiga conmigo a pedazos

y sólo querría preguntarte


si también en la otra vida seremos infinitamente
[miserables
o podremos escapar a tiempo antes de cumplir los 20
[años

Notas sobre el fin del mundo (2010)

40
Avenida juan pablo II

Mi país de desempleados y palomas


De odios y agua estancada
Mi país de jacarandas enorme
Con sus ciudades peligrosas e inhabitables
Mi país de noche con sus perros abandonados
De oficinas sin respuestas
De secuestradores aburridos
De extorsionadores sin vocación
Mi país como una corona de espinas
Como un reino de sangre
Mi país como una fosa común
para mí y todos mis hermanos

Carne (2016)

41
Chihuahua
Arturo Loera —1987

La retórica del llanto

Cuando tengo ganas de llorar


recuerdo las canicas que perdí
por la soberbia temprana
del apostador.
Lloro porque las canicas eran
como pequeños planetas que dormían
en el universo de mi bolsillo.
Lloro porque ahora deben estar solas
en algún basurero, en la casa de una abuela
que no es la mía.
(Mi abuela vive en el panteón “La colina”
en el pasillo 41, al lado de un señor que se llama José).
Lloro porque las canicas son como los ojos de Dios
pero verdaderas.

Lloraré por los muertos en un cuarto blanco


con la puerta cerrada y las ventanas abiertas.
Lloraré en la azotea de mi casa
mientras reparo mecánicamente el aire acondicionado.

43
Lloraré por los muertos en horario de oficina,
a la hora de comer y al lavarme los dientes.
Lloraré por todos mis muertos
mientras miro la televisión,
mientras lavo la ropa,
mientras me toca morir.

Y he de llorar por los muertos


de la misma manera que alguien sufre,
llora y sufre, la costumbre de morir todos los días.

El llanto nunca ha servido para nada.

(Fragmentos)

44
Raúl Aníbal Sánchez —1984

Las estrellas tienen hambre


y comen para saciarse
las frutas que habitaron nuestros ojos
en las primaveras de la infancia.
Imaginamos que son flores
para salvar distancias tan absurdas
que oprimen el pecho y ensordecen.
Para regalarnos luminarias
en plazas y huertos
los domingos por la tarde.

Las estrellas tienen hambre


y los viejos en los parques
les arrojan mendrugos de pan.
para sobornar al tiempo y la derrota

Cuando yo muera
sabrás que mi vientre
fue nido de flores y palomas.
Fragmentos
que llueven para siempre
en la memoria de tu cuerpo.

45
Y teníamos, es cierto, un puñado de oscuras certezas,
nobles verdades, virtudes labradas con la esencia del
vacío.
Teníamos, por decir algo, el viento y su corolario de
espuma,
la irremediable zurdés de los osos polares,
la resurrección de la azucena cada domingo,
la arcana sapiencia de que el tomate
es una maravillosa fuente de potasio.

Y se podía vivir con poco aquel entonces,


con relicarios tan pequeños como los huesos de un niño
o apenas el susurro de unos buenos días.

Volví atrás con la mirada empañada de sal y de horizonte


pero te había perdido
y en la ropa sólo cargaba el laurel de tu presencia,
especia misteriosa:
brebaje del que se componen los muertos.

46
Coahuila
Esther M. García —1987

Variaciones para contemplar una res

Soñé que era una carnicera. Me veía destazando el cadáver


de mi padre, el cual esperaba fragmentado, frío y azul en su
camilla de hospital. Metía los trozos en una bañera blanca
con forma de ballena; los bautizaba con el agua hasta dejar
los cortes limpios de sangre. Seguí así hasta vaciar el tronco
de vísceras; intestinos como pulpos rojos; hígado, bazo y
estómago como frutas echadas a perder. Lavaba y
enjuagaba las vísceras con la ternura con que se toca la
seda fina, la piel nueva de recién nacido.
Me faltaba la cabeza, trozo de Juan Bautista en las
manos de Salomé, y la tomé como un sol, acunándola en
mis brazos. La limpié minuciosamente. Recorté la piel del
rostro y lo hice mío y de mi hijo. Jamás he podido verme
reflejada en un espejo pero contemplando a mi padre, me
reconozco a mí misma.
He cortado, limpiado y bendecido su cuerpo. Igual
que un carnicero, un pintor o un poeta, he perfilado los
pliegues, los cortes y el peso de la carne y la grasa del verso
de su cadáver antes dispuesto en la mesa-camilla de
hospital. La visión se funde en negro. Hay mucha luz; hay
olor a medicamentos. Me veo verlo a él en la camilla,
desparramado como una res esperando el destazamiento.

48
Su cuerpo desnudo suda fiebres, sus testículos y el pene
florecen marchitos entre su blancura de ballena muerta.
Una gota de sudor atraviesa la frente de mi padre,
deslizándose hacia la mejilla. Se detiene congelándose en
el instante. Mi respiración se tensa. Me transformo. Soy
Rembrandt contemplando a la res destazada por la
enfermedad y la agonía: Boeufé corché. Pinceladas gruesas
y pastosas, como sangre coagulada, se adhieren al blanco
lienzo mostrando los muñones obscenos, la delicada línea
de los cortes hechos. Me transformo. Soy Celan
contemplando el cadáver multiplicado de mi padre como
millones de judíos en el matadero. Negra leche se escurre
de su boca. Negra leche se esparce entre las blancas
paredes que sostienen la muerte. Negra leche en los
pliegues de mis manos que sostienen las vísceras de la res a
punto de ser destazada.

49
Colima
Carlos Ramírez Vuelvas —1981

Enero en la plaza

I
El calor cruza frentes curvadas por la angustia
y traza signos de interrogación nocturna

el calor avanza y se agazapa y solo

su rumor terrestre
destruye la parte desgajada de uno mismo

Un torrente eléctrico sobreviene desde la lápida del cielo


hasta el nervio gris de las aceras
Crece
entre raíces de concreto
atravesando el sueño lo más
profundo de los pechos

Sesga la inocencia un temblor de cielo


Salimos a las calles:

no sabemos este dolor de dónde cómo ni porqué


Abro las pupilas nuevamente:

51
un espasmo la pesadilla acumulada
un trozo negro de furia repetida
cayendo
frente a mis
ojos

como el muro y el
techo

VI
Son las seis de la tarde y casi todo ha pasado
Sólo una ventisca pesada viene desde el centro
La amargura aprieta los huesos y la boca

La ceniza del
volcán
cierra las gargantas y siembra
mordiscos de gangrena en
las piernas

El aroma amarillo de naranjas por el suelo


a estas horas se confunde con el polvo

Debería alzar un poema blanco


o una sábana teñida de
sudor

52
y gritar cuánto me duele la plaza y la ciudad
Pero contemplo la señal del viento
que avanza hacia el norte
una ventisca negra viene desde el
centro.

53
Jesús Adín Valencia —1979

No la hoja, los vientos


And limitless are leaves, stiff or drooping in the fields
Walt Whitman
No nos vamos a ocupar
de este objeto vivo (el disertante sostiene frente a
[todos
con suma delicadeza, la simple hoja de un árbol)
Sin importarnos que con el roce del viento
su canto haya sonado épico en otro tiempo
al haberle surcado libre
entre sus comisuras
Guarda la temporada primavera-verano
(llena de colores, estampados vivos)
Es una hoja suelta
no porque el árbol quiso dejarla a la deriva
Suelta
porque ninguna rama fue capaz de aferrarla
Está en su naturaleza
le dije
Con todo lo dicho, no nos vamos a concentrar
en esta hoja (y sigue sosteniéndola en un ligero
movimiento de batuta)
Vamos a ocuparnos de los vientos que sufrió
la tierra, el ventarrón

54
el encuentro y consecuente vencimiento, el
desplome
–A veces somos como huracanes–exhaló
sin imaginar el impacto que causaría
en un arranque de calor
la inspiración en supralíneas
alusiva
no a la hoja, los vientos
—por cierto— demasiado socorridos

La hoja conserva cualidades únicas

Hoja, ya vendrá quien escriba loas y por fin


haga justicia a tu belleza no desprendida

55
Krishna Naranjo —1984

Enero

Conocí los gritos en noches calurosas que incendiaban la


infancia,
la arrebataban, la sometían al laberinto de los misterios
Crecí hasta los dieciocho años porque luego del amor
que según yo sentí por una mujer, cierta parte de mí se
quedó en ella
Floreció en un árbol que trascendió mis proporciones
Grité su nombre siete veces pero siguió caminando con
mis poemas,
los llevaba arrugados en la mano derecha y ocultaba
lágrimas
que no me conmueven ahora porque se fosilizaron en el
silencio

Esperé a que transcurriera el mundo, a que conociera un


poco más de mí
pero sólo me hizo girar al ritmo de la ausencia

No me di cuenta de lo que estaba pasando: era yo


afeitándome,
pendiente del celular, de los mensajes de la nueva ella
Me debatí entre el corazón de la primera y el corazón de

56
la segunda
(era un hecho que yo necesitaba seguir de pie)

En un mediodía repasé el alfabeto al aire y elegí la


onceava flecha.

Batalla de la aurora (2015).

57
Durango
Esther Galindo —1984

Tenía trece años cuando observé


un corazón de vaca sobre la mesa
pequeños rubíes incrustados
en el latido de sus franjas azules
brillos acuosos se desprenden
de un segundo tórax de hielo,
donde ríos inagotables y rojos
se vuelven cuajos
uno cada vena, cada cartílago a tu forma
de observar las ternuras
del agua, creíste que bebías al mundo
bajo el desfile claroscuro del sol.
bajo el eterno cobijo de una montaña
plagada de astros y roturas.
el corazón profetizaba tinieblas no
creadas todavía en luz
en las palabras contenidas,
en la dulzura del mugido, en las
ubres de padre, madre y hermano

*
No es importante vivir en otro polo.
Solo hay que levantarse más temprano
organizar los días según se envejece

59
e ir inventando un diálogo
contigo. Te gustaría
vivir aquí. Puedes apropiarte de la música
que arrojan los glaciares. El día y la noche
no se distinguen
ambos paren luz infinita
que llena las paredes.

60
Estado de México
Alejandro Baca —1990

A veces…

A veces, en el intento de escribir un poema lo dejo


inconcluso. Entonces lo guardo y prometo regresar para
terminarlo, para mejorarlo, para hacer algo útil de él.
Pienso que lo mejor sería que dejara de ser un poema; que
debería meterlo a estudiar medicina, derecho o alguna
ingeniería. No quisiera regresar en diez años para
encontrarlo a mitad de la sala fumando mariguana con
algún poema de Vallejo o de Kavafis o, peor aún, que ande
por las calles buscando poemas de Kerouac o Ginsberg
para meterse en dificultades. En fin, cada que dejo un
poema a medias procuro volver cuanto antes para hacer
—de él— un ser productivo para la sociedad.

62
Cecilia Juárez —1981

Poema para desaparecer

Mira
esta cicatriz es de cuando me sacaron
[el alma

mi mejor amiga desapareció en


un sombrero
a los seis años
su madre era una mona
la alimentaba con leche de mil flores
de cerca
sus ojos eran una familia de columpios
¡Marjorie!
gritaba su madre desde el auto
ella corría agitando la mano peluda
yo me asomaba para ver a la mona
que manejaba un auto color vino

Volví a verla a los quince


me contó
que cuando desapareces el tiempo se te junta
en los bolsillos
como cuando las olas de la playa te revuelcan:

63
llenas tu traje con arena
y piensas que te estás desmoronando
igual a una galleta
pero nada de eso
se trata de un impasse
un severo cambio de planes
tienes que cerrar los ojos
los crustáceos de los ojos
los reinos que abriste
tienes que sacar el agua del espacio
volver a respirar de a poco
toser la sal
y echar fuera millones de planetas
que te hacían
baba interestelar en la garganta
tóselos
para que vuelvan a su reino y
te dejen
regresar al mundo
con los árboles de copas turbulentas
al mundo de la lluvia y el verano
de las calcetas secándose al sol
al mundo de los rábanos y las zanahorias
de las puertas que se cierran automáticamente
al mundo que se ve en el cine
me dijo
calzándose el sombrero

64
ese mismo en el que cabía a los seis años
y que ahora le bordeaba la cabeza
adiós, Marjorie, agité la mano
su padre era Darwin
y su mamá una mona.

65
Saúl Ordoñez —1981

Joseph Beuys, Cómo se explican las pinturas a una


liebre muerta, 1965

miel
manteca
ésta es la luz que se entrevé con los ojos cerrados
un atisbo

oro
comienza por el vuelo de una mosca
por la palabra no
como una boca que demanda, negando, la
saciedad de su falta
y la visión de los cuerpos
donde Eros y Tánatos incestan
deseo deseo

comienza como una sed de muy abajo


y va ganando terreno
quita espacio al aire
roba el alimento
espanta el sueño
inclina hacia la tierra
hasta que estalla en un alarido de membranas y fluidos

66
entonces llega el momento de empuñar el corsé y las
[tijeras

miel
manteca
oro
fieltro
y si ocurre el milagro de la Belleza
del sentido vestido de forma
que es la caída de una hoja
el instante en que los párpados
[se cierran
entonces la liebre revive
y no es necesario explicarle las pinturas

67
Sergio Ernesto Ríos —1981

Mi nombre de guerra es Albión

quiero ser original saltar los endimiones los dicotile-


dones los dípticos egipcios los tableros con cabezas de rino-
ceronte correr por donde apuntan sus hocicos
como soy un gran artista pido los mayores decibeles yo
me entiendo levas micotelepáticas lapos frigomesiánicos
ésta es la vieja escuela y entra en una punta negra sólo de
lógica extraordinaria
amárrame las manos impide que aniquile el odio y el riñón
del francés
el feto que enterramos bajo un árbol
el bósforo pasa como un escuadrón de la muerte tendido
entre dos catres
desde una línea de demolición
ella es santino y fredoshemales caminando como androides
sobre repisas naranjas esos días cuando el cielo es una
envoltura plagada de reflectores carmesí una involución
una manera de llegar al final del baile saltar como un orni-
torrinco moverse con ortopédicos dentro de las piernas y
los pies rocosos por químicos de cierta energía que
tambalea de lado a lado pero esto sólo existe en la quijada
como un puñetazo cinco veces mayor a una esfera de acero
el ojo tokio de siete a nueve el ojo tokio como una quilla que

68
confunde una cosa y otra tan sólo mirando murciélagos
que se incineran en las nubes la música demasiado gastada
de afilador no sé qué haré con el tokio que llora en alguna
parte es un vuelo cardinal es una estrella de junco de
utilería que se expulsa ella dirá princesa buenos días fredo
rompiste mi corazón feliz año sólo leo libros para sanar el
alma libros que me adentran en mis vidas pasadas badajos
que me gustaría ver en un arreglo floral somos un clan
tóxico faunos elásticos alrededor de tu vestido la propa-
ganda que silba un fumigador aficionado al megalítico
esta canción se llama lo que pido de ti
un catafalco alumbrado por moscardones que se derraman
como un largo eclipse eso que existe en una corona de oscu-
ridad la cabeza en el mástil los pies sobre los vidrios
árboles que sacuden pequeñas cimitarras tiza celeste el
libro en que repruebas la misericordia del elefante africano
la tierra plana la sombra instrumental por el jardín ceñido
voy al no tokiorent voy a las tres puertas voy a la película
muda de un avispero de gitanos la
noche es un acoso de azogue y perlas
nítidas la niña arsénica en cabellos
rojos sobre la rama
un valium por favor un ciento de
nomenclaturas de embriones mi
nombre de guerra es Albión

69
Guanajuato
Luis Paniagua —1979

Asedio
No el vuelo del gran pájaro
sino un roce de ala.
Andrés Neuman

La caída y el vuelo son sensaciones casi idénticas en todo,


salvo en el detalle final.
Don Paterson

Mientras intento que suceda


un pájaro pequeño
desciende de su orbe
y se posa liviano
sobre el pretil más alto
de la casa vecina.

Lo miro allí parado


en un leve equilibrio
de patas y de plumas,
en la linde inexacta
donde la gravedad, por otra parte,
no le resulta peligrosa:
justa línea del vértigo.

71
Bajo los ojos
para describirlo en esta página.

Al alzarlos de nuevo
el ave ya se ha ido.

Me quedo pensando
en esos dos momentos:
llegada y partida.
¿Así desciende
la poesía hasta la página;
sin que nos percatemos, pues, de su irrupción
ni de su huída?

Me queda la impresión
de que estas letras,
como el pájaro,
están en ese límite inexacto:
a punto del vuelo
o la caída.

72
Verónica G. Arredondo —1984

Mamá, ¿qué es eso a lo lejos en el mar?

Me he preguntado a menudo si era más fácil averiguar

la profundidad del océano o la profundidad del corazón


humano.
Viejo oceáno… Tienes que decírmelo para que me alegre
al saber que el infierno está tan cerca del hombre.

Lautréamont

Mamá, ¿qué es eso a lo lejos en el mar? Hay un animal que


duerme el sueño del océano: es ciego, tiene la piel viscosa,
su boca guarda hileras interminables de colmillos y,
cuando bosteza, devora los astros. ¿Y a qué hora bosteza?
Cuando se oculta el sol. No puede tragar fuego sin
quemarse, por eso abre tan grande la boca y lo oscurece
todo. Encerrado, el sol grita, pero nosotras sólo vemos las
estrellas.

*
Mamá ¿y qué es lo que está a lo lejos, lo que se ve desde
aquí? Es una isla de cruces. ¿Quién las lleva hasta allá? La

73
marea y el viento las llevan en una barca, una por cada
niña o cada mujer. ¿Cómo saben que ellas no volverán?
Unas están muertas en vida. Otras, cuando la playa está
picada, tropiezan y se ahogan. El mar las golpea contra el
acantilado hasta destrozarlas. Y yo de cuáles soy: ¿de las
que tropezaron o de las que mueren en vida?

Dejan una a la vez, en cada visita. Descalza de pies,


desraizada. Doncella con vestido de pétalos, multicolor.
Sobre esta lápida una joven releva el cuerpo derruido de
otra. Ignoran que, recién cortadas, el proceso será
inminente, como hueco en un reloj de arena, acelerando el
viaje al siempre otoño. Una más y otra, en cada visita.

Caracola abierta

mudar de nombre bajo la tierra


llamarme desde otra piel
al aire el cuerpo duele
busca la lengua del eco
que me arrastra a esta voz

Ese cuerpo no soy (2015)

74
Guerrero
Abraham Truxillo —1983

Carta a una panadera el 14 de febrero

este San Valentín


me encantaría tomar del brazo a mis amigos
prender rosas del frac de mis maestros
pero debo quedarme en casa
cojo del ventrículo izquierdo

no es la lluvia lo que me detiene


es el puntapié certero de tu partida
me dejaste herido en el sofá
cojo con mi ramo prematuro

mis latidos andan con problemas


me duele el aire de arriba y la corbata
el ojal de la camisa
solo desabotonado

pero hoy dime


acaso te diriges al cine arrebolada
y tomas de la mano a algún mancebo
acaso cuelga de tu mano
un globo hacia las nubes

76
recuerdo el abrazo de tus piernas
tus pezones floreciendo
tus labios y tus labios
los talones filosos

hoy miro por la ventana


un día que menosprecio con alegría
desde los nueve años
mas este San Valentín
con gusto saldría a celebrar los corazones
me regalaría chocolates de tu boca

pero ahora dime


cuántas historias se amasan de aquel lado
qué aroma se calienta en la mañana
dónde recoges tus espigas

dime panadera
de aquel lado llueve también
hay nubes o hay soles
acaso sueñas

77
Antonio Salinas —1977

Pez diablo

Hay veces que obedecí las voces de casa


siempre fui más allá de los permisos y las horas
[consentidas.
Supe del azul que saborean los marineros
y tuve de novia a una fotografía.
Su dueña se fue con mi retrato,
mi pez diablo
y mis algas marinas disecadas.
Supe más
y pude advertir que las horas nocturnas
son el mejor anzuelo para pescar a pulso.

*
Recuerdo a mis amigos
Chagui y El Mantarraya.
Pescábamos los sábados y domingos:
peces que cambian de color fuera del agua,
y monedas que arrojan los turistas en el muelle viejo.
Volvía a casa
a la hora en la que el mar
es un papalote que se mueve
en la oscuridad del aire,

78
con el cuerpo cenizo por la sal
y olor a pescado.
Mi padre me esperaba en el umbral de la puerta
con el rostro adusto y la mandíbula meneándose:
igual que la barracuda cuando embiste a su presa.
Tu padre es de sangre fría porque es hombre de mar
–decía mi madre para consolarme.

*
Chagui nadaba como un salmón de río,
sus pies largos y los dedos con membranas
de reptil le servían de aletas,
su sueño era nadar como La bala de Baltimore, Michael
[Phelps.
El Mantarraya pertenecía
a una familia de pescadores,
y él nos enseñó a pescar con atarraya
la trucha y la tilapia: peces de ojos tristes.

*
No he vuelto a ver a Chagui,
dice su hermana que se fue de mojado
porque mató al Bull Terrier del vecino.
El Mantarraya nada a contracorriente,
rodeado de muros blancos descarapelados,
atalayas y guardias de seguridad
en el penal de Las Cruces.
Tiene los ojos de los ahogados.

79
José Manuel D. Domínguez —1986

Bitácora del perdedor

Lunes

III
Mis ojos son militantes de la muerte.
Se arrojan al abismo de un escote.
Siguen la estructura de las piernas hasta llegar al paraíso,
[y entonces, algo los deja
ciegos.
Son lunes bajo una lluvia que abraza el aburrimiento.
Le digo a Hendrix que queme su guitarra y mejor nos
[pongamos a beber de nuevo.
No me escucha nadie.
Llueve y la mitad del puerto desaparece.
Es lunes por Dios y este asunto se nos ha salido de las
[manos.
Como un negocio millonario o una mala canción en la
[rockola.

V
Sólo en el mar me llueven recuerdos de ti.
El ukulele canta signos antiguos de la desmemoria.

80
Y te impones, suave ola que me hace llorar.
Me abraza el hilo de la sombra, los rieles de tu cabellera.
Medusa, roca fina del mar muerto.
La música, los ruidos en la cabeza, monstruo de
[tentáculos volcánicos.
Tengo todas las voces gastadas de pronunciar tu nombre.
Y aquí estoy, entre el chicote y el relámpago.

81
Yelitza Ruiz —1986

Efeméride

*
El día es una puerta entreabierta.
Los hombres caminan entre el tufo de la herida,
salen a tender lágrimas al sol.
Campanas redoblan su marcha,
un sonido llama a misa de difuntos.
En medio de una procesión llenos de palos y machetes
torearon a la muerte.

*
Caminar sobre el miedo es desconocer terreno,
expatriarse de sí:
del ruido que provoca la emancipación.
No tenemos papel que demuestre arraigo,
familiaridad con una parcela,
cortina de polvo que deje rastro en la línea del tiempo.

*
¿En qué guerra fundamentan su monografía?
Son varios los huérfanos de fecha,
ya nadie tiene un anuario para llorar su suerte;
se han perdido los testigos binarios,

82
bitácora de un ábaco que suma y resta,
un círculo que rodea la gubia
y el contorno de un cañón.

*
Hay que barrer la polilla,
aquí ya no hay lugar para el pañuelo blanco,
hoy nadie se rinde,
ya la sangre de los otros son fragmentos
suspendidos
que naufragan en el río San Juan,
o en el río Bravo,
nos enseñan la cruz de su fosa,
el himno bélico,
tradición que sobrevive
en el cántico matutino de la escuela.
La efeméride de los viajeros,
seguirá siendo cantada
y repetida en el periódico mural
de la memoria.

*
El luto es el abono coaguloso de la tierra.
Mientras una bandera galopea al céfiro,
se pregunta si hay libertad
en aquellos que la saludan
en las ceremonias escolares

83
con una zurda señal
–no lo sabe–,
son demasiados los héroes y milagros encendidos,
este país está poblado de fantasmas.

84
Zel Cabrera —1988

La cobardía es un asunto serio

Mientras lavaba un plato aprendí a llorar la ausencia,


la vi a los ojos fijamente, no tuve alternativa,
ni lugar para refugiarme.
El llanto hizo que detuviera
mi tarea de lavar los platos de la cena.
Yo misma fui otra llave de agua.
Tallé con una fibra
el recuerdo de mi abuelo muerto,
al que nunca he sabido llorarle.
Me encontré enjabonando la culpa
de haber llegado tarde a su velorio
y enjuagando esos días
en los que pensé que enterrábamos
al pariente lejano que no pesa.
Pero el miedo al dolor es más fuerte
siempre prefiero
ahogar en la rutina las lágrimas
darle la vuelta a lo que duele,
para que no duela.
Como ahora que intento hablar de platos sucios,
para no enunciar ausencias o dolor o muerte
y prosigo la tarea de lavar estos platos,

85
porque para nombrar a mi abuelo
y decir al mismo tiempo que desapareció,
me hace falta ser valiente.

Instrucciones maternas

Mi madre dice que mujeres como yo


sin traza para labores hogareñas
nunca encontrarán marido
con corbata y mancuernillas.

Varias veces me ha dictado


instrucciones de cómo preparar atún a la vizcaína,
cómo quitarle el sarro al inodoro,
también me recuerda
que levante mi cabello después de la ducha.

Una y otra vez, insiste en hacerme a su forma;


soy el molde en el que amasa sus virtudes.
Pero yo demoro el proceso,
dejo secar las pequeñas plantas
que compro para adornar mi departamento,
recojo un mes después los abrigos que dejo en la
tintorería;
pago el gas en días extemporáneos
y pocas veces como ensalada.

86
Porque es muy probable que no tenga un marido
que acuda con puntualidad a las liturgias del domingo.
Porque las mujeres como yo, se casan con sombras
y polvo que se consuela entre los libros,
porque no sé tejer bufandas,
ni rebanar pimientos
y hasta hace un día, aprendí a usar la lavadora.

87
Hidalgo
Daniel Fragoso Torres —1980

36

He sobrevivido a todos los días viernes


de esta Semana Santa,
al peso rapaz de su ira
y a las heridas
que el acero de la realidad me regala.

Observé a hombres
irse con las mujeres que me gustaban
y sentí mucho odio por no ser yo.

Mi suerte es un globo aerostático


que se derrumba abismalmente al suelo.

Y aún así he comprendido muy tarde


que todo en esta vida
se trata sobre amor y destino.

Muchas mañanas
no reconozco al hombre que envejece en el espejo
y otros días,
esa misma imagen
me empuja a resistir al presente.

89
Millones de dudas recorren mi sistema arterial,
germina en mí la certeza de saber
que en medio de la hora más oscura de la noche
siempre vendrá el sol a incendiarme.

90
David Castañeda Álvarez —1984

Herencia

Nuestra madre nos dio


su vientre,
llanura hostil
cubierta de estrías.

Nacimos del barbecho,


de una cicatriz de polvo.

Es todo lo que tenemos:


la piel árida,
un vientre reseco
y una tierra lastimada.

Caspa

Juras que tienes caspa imaginaria.


El polvo blanco sobre tus hombros
nadie lo ve más que yo,
y te aseguro que son tus ideas regadas
entre el cabello, tus ganas de conocer la nieve,
la falta de miel en la esperanza.

91
Me ignoras y untas aceite de oliva
en tu cabeza antes del baño.
Cuando salgas se te habrá curado
la caspa por este día.
Y mañana hablaremos de nuevo
de la miel, la nieve y la esperanza.

Tengo el brazo gangrenado de soportar tu sueño mientras


duermes. Cualquier sueño asfixia los tendones. Y más el
sueño insomne de Dios que estrangula desde las estrellas.
Tu cabeza oprime mis venas y pienso en las arterias del
boulevard congestionadas de luz, aplastadas por la cabeza
enorme de la noche. En un rato despertarás y mi brazo
vivirá de nuevo tal y como renacen los días y las avenidas.

92
Jalisco
Fernando Carrera —1983

Somos la voz que cruza el llano. El incendio es una


urdimbre negra que intuimos a lo lejos, entre el cerro azul y
la extensión de los maizales. Imaginamos el fuego que
muerde al fuego, que un día existe y lo enfrenta. Un animal
muerto deja su peso hinchado a la orilla del camino y tu
mano sueña que levanta el cráneo en alto, como una
amenaza esgrimida hacia alguien, hacia algo. El sol
despliega su abanico de indiferencia. La sed es otro sol que
raspa en la garganta donde algunas palabras se pudren y
desgastan como cadáveres del campo. Marchamos
Ya es tarde, la vereda siempre llega al mismo lado: sombras.
Otros a mi lado, ahora hombro y olor, después mota de
polvo y niebla sobre el prado, se extienden como una
manada de preguntas: rostros de un cofre de monedas con
las que no se compra un pan, una sola espiga

Hombres alrededor del fuego


FUIMOS PLÁNCTON, molusco, estuvimos
un momento en el agua, luego en tierra
buscamos, para no ser destruidos
antes de nombre, antes de flor

Erguidos
nos miramos alrededor del fuego

94
Conocemos el tacto, en el olor
sentimos la presencia del otro
El hambre nos acecha y conduce

En los tentáculos de la llama


intuimos algo: ahí nos reunimos
porque donde no hay luz la muerte habita
(el miedo a la oscuridad nos hace esto que somos)

Con sangre y heces nos comunicamos


: ocre la carne, la muerte siempre roja
el carbón es noche entre las manos
Grasa o resinas aglutinan lo que sentimos —tanto
vagar nuestra debilidad por tierra

Pintamos la piedra
para mostrar que somos distintos
: al pintarnos al acecho
decimos lo que somos Matamos
por no morir antes de poder

preguntar
si como el fruto que cae venimos
de un árbol que adoramos sin comprender
o somos el cadáver que se pudre
alimento y nada
más

95
Gustavo Íñiguez —1984

El agua primordial

Para invocar el mar


con la mano hago eco al caracol
de mi oreja

siento en la lengua su aliento


el aroma salobre
a lumbre
cómo quema
tanto azul en los recuerdos.

Oigo los zarpazos de sal contra la arena


veo la altura de sus patas líquidas
la herida de la espuma.

Desde aquí tú puedes ver las olas.


Tocar el agua
y revivir la experiencia original
ya sin escamas.

El mar es un león de garras blancas.


Salíamos de sus fauces
para habitar la tierra.

96
*

Dios nos creó animales


para reconocer el mundo.

Sabe a qué huele la sal


cuando pasa por mi lengua
el sabor de la tristeza.

La nostalgia del mar


le viene del recuerdo
azul
pintado
en otros.

Toda escritura es sagrada


: su memoria expuesta
: la experiencia de Dios.

Y ésta
mi oración más líquida.

(Fragmento)

97
Livier Fernández Topete —1981

28

no es un número pequeño
ni siquiera lo alcanzo con la edad que tengo
28 es un febrero en año no bisiesto
un juego de dominó completito
las letras del alfabeto danés o sueco
en matemáticas es número natural, perfecto, compuesto o
[triangular
para los mexicanos es artículo cuya garantía resulta
[utópica
cuando diciembre es día de los santos inocentes
el momento cúspide de algunas vidas
el número de suerte para José según su horóscopo del mes
28 es tantas cosas que para algunos tienen sentido
y tantas cosas que para otros no
para algunos significa 2 años y 4 meses de vida cabalmente
[compartida
28 meses de sensaciones, reacciones y pensamientos,
[según Peirce
de reales, imaginarios y simbólicos, según Lacan
y de tantas triadas descubrosas, enojosas, lacrimosas
especialmente de fractales de deseo que se repiten hasta
[confundirse con la bóveda celeste.

98
La manzana prohibida

Tres tragos bastan para tomarse toda la lujuria contenida.


Bebemos apenas la manzana hecha jugo y preparamos la
lengua para el vaso entero, para la fantasía culminada.
Cualquier néctar fresco a pleno sol humedece la
imaginación hasta la ropa más íntima.
No pasa lo mismo con el conocimiento: tres sorbos,
tres libros, tres bibliotecas nunca serán suficientes para
conquistarlo todo, aunque saber y sabor tengan el mismo
origen.
Vedado el fruto por dulce, por rojo y suculento,
porque a la primera mordida algo se nos revela y no hay
forma de parar a pesar de la transparencia del látigo que se
vislumbra encima.

99
Luis Eduardo García —1984

Los músicos no se ahogarán con nosotros

El ginecólogo dijo
Escucho dos corazones
dentro de su esposa
y mi cerebro se iluminó
al instante
como una medusa.
Imaginé tardes de futbol
y scrabble.
Cachorros
helados, vacaciones en Disne…

No está embarazada
aclaró el doctor–dinero
tiene dos corazones
completamente saludables
un milagro de la vida.
Luego nos felicitó y nos fuimos a casa.

De camino la tristeza cuajó en mi pecho


Como grasa fría.

100
No nos iríamos juntos
como la pareja de ancianos de Titanic.
Cuando uno de sus corazones muriera
dulce junto al mío
ella seguiría viva
pensando en los años futuros.

101
Víctor Villalobos —1978

Nota roja (las nueve esquinas)

En un arrullo de ruido de autos


Yace un cuerpo amoratado.
Por la noche de aullidos ferrosos
y terrazas sucias; la luna danza en sus ojos lívidos, muy
[abiertos.

Del despojo amarillento surge un callejón y un cine


abandonado.

Avenidas estériles, de calladas casas descascaradas


desembocan en él
el trazado de las calles es perfecto en su luz biliosa
y llegan hasta la nariz
la basura es simple porque le cubre, milimétrica, los
[rastros de vida,
que no inhibe la vorágine cotidiana que proyecta desde
[su fundación.

No bien ha caído
los cimientos se le juntaron en el costillar
Sus muelas se usan como multifamiliares con parejas
[felices y perritos;

102
niños que juegan en sus axilas
y se inventan excursiones
al lejano reflejo de la luna en sus ojos fijos.

Pareciera que toda la ciudad converge en esa ruina:


los adobes y los autos; las rutas de autobuses ignoran
a los pasajeros en las esquinas de sus pestañas
o los impactan en los pulmones,
los transeúntes se vuelven el aire que le falta.

Los ciclistas se olvidan de rodar en cada órbita ocular.

En un arrullo de ruido de autos


la urbe fue un cadáver que habitamos
que mecemos y entonamos
Nos multiplicamos en terrenos que llegan hasta los
[pájaros del sueño.

103
Xitlalitl Rodríguez Mendoza —1982

SOY MURKA, sobreviviente del sitio de Stalingrado. Madre


de ocho gatos. O lo que es lo mismo: de ocho muertos.
Llevaba información de posiciones enemigas a soldados
rusos, mientras ellos vigilaban sus últimos minutos de vida
al otro lado de la calle. 1942 fue un invierno duro. Tan duro
como el cadáver de un niño sin nombre asesinado por la
ametralladora Maxim. Y por debajo, y por encima, yo
transportaba restos de algo importante, algo como el fin
del día, como un ronroneo, como una lengua áspera entre
los dedos armados, como una alerta de vigilia, pero vigilia
al fin.

Currículum Vitae

Yo soy Jaws y esto es agua / para té o café / agua que se


bebe en los profundos edificios / cafeteras / de un botón
saldrá la leche / de soya / de almendra / de coco / no de
vaca / de ésa he vaciado camiones enteros al mar / hace
mucho / camiones cargados de queso / jocoque / panela
/ requesón / crema buenísima / productos lácteos
jaliscienses / de primera calidad / arrojados al Pacífico /
porque de lo bueno poco / y como usted sabe, hay que
devaluar / Señor

104
El agua / sobre todo el agua / blanca gasolina en taza
negra / todo es blanco y también es negro / como un
oficio / blanco y negro / como el ocio y el empleo / como
vaca / orca / panda / cebra / como su dálmata corriendo
hacia las olas / Señor
Entiendo que esto es agua / y trabajo / pulcro y buen
trabajo / manso trabajo para un pobre tiburón / de
camisa hecha por su madre / máquina Singer / una
madre que fuma cigarros / Del Prado o Carmencita / uno
tras otro / sus niños nadando alrededor del humo / con
breves quemaduras / sin importancia
También he servido / en un hostal / y repartido
baguettes / porque los tiburones somos útiles / en el
área del turismo / pagan por vernos trabajar / huir,
digamos / y tras nosotros funcionan barcos y
tripulaciones / redes en movimiento / la cacería de mi
cuerpo es el trabajo de alguien / Señor
Pero también leo pruebas: Sólo le pido una oportunidad.

105
Michoacán
Alejandro Anguiano Betancourt —1981

Muerte

En la mañana, un rumor.
Silencio, viento helado.

Se corona de anillos
su moreno dedo largo.

Esa mujer trae lujuria en las uñas


y en las manos.
(Me arañó la espalda
y el infierno fue un orgasmo.)

Sal e incendio es su sexo


que se funde con mis labios.

Sedientas sus manos que me habitan,


traspasan mi costado.

La llamo, y su nombre
arde al pronunciarlo,
mujer que oscura mata
al que la está matando.

107
Afuera, amanece.
Su cuerpo frío está a mi lado.

Pasado

Noche lenta.
Temor, cansancio.

Alguien pronuncia mi nombre


en el cuarto vacío de al lado.

No hay nadie y escucho en la escalera


subir y bajar sus pasos.

Este vino rojo que bebo,


es la sangre de mis labios.

Un rostro gris me mira


desde mi retrato:
soy fantasma que aguarda
bajo el peso de los años.

108
Caliche Caroma —1983

Ser joven y no ser revolucionario es lo


normal

Los jóvenes conservadores,


que son la gran mayoría,
me dicen "Adáptate".
Para ellos las reglas son lo primero,
repiten los esquemas establecidos porque así es más
[fácil vivir,
no puede ser de otro modo;
según su inamovible punto de vista,
que es el que rige,
desgraciadamente,
lo mejor es ir con la corriente,
tragarse el anzuelo y sonreír,
dar las gracias y agachar la cabeza.
Estos jóvenes están muertos por dentro,
apestan a sumisión.
Se comen el mundo para vomitarlo después,
es la regurgitación del progreso.
Sería muy extraño que intentaran cambiar algo,
la ortodoxia es el sino de la juventud;
eso de ser revolucionarios es un infundio
que se utiliza para vender playeras del Che,

109
una válvula de escape para ignorantes,
un negocio para los viejos empresarios,
que también fueron jóvenes alguna vez.
Aunque saben que las cosas no son justas,
de verdad lo saben,
alientan a otros jóvenes para que sigan sus pasos,
siguen caminando sobre brasas,
a pesar del dolor promocionan la ruta del
[sometimiento.

Y yo voy por ese mismo camino,


digo sí mordiéndome la lengua,
acepto las sobras que me tocan.
¿Qué he aprendido?
Nada, absoluta y tristemente nada.
Muevo la cola y me voy a mi rincón.
Soy un buen perro conservador.

110
Daniel Wence —1984

Balada para un árbol caído


A la memoria de 'Rojo'

Ayer fue Tony.


Su cuerpo hizo un estruendo desconocido. No el de un
árbol que cae cuando estamos cerca y sus ramas se rompen
avisando la fragilidad.
No.
El estruendo de Tony se queda contigo en la cabeza, en las
heridas con las que deambulas desde un árbol de niño.
Caminas acompañado pero solo.
Yo no lo conocía y sin embargo él era yo tanto como yo soy
tú, y tú —a veces— eres también nosotros.

Sus ojos: una estela prolongada de suspiros contenidos.


Cuando un cuerpo se rompe así, en el sueño vuelve el
sonido, en el espacio vacío de un departamento al que
llamamos casa y ponemos cerrojo porque todos los
espacios están propensos al rayo.

Ay, en este espacio que habito/ en este tiempo de ángel


caído que soy hurgo en la vida, en lo terrenal que es el
desastre, en lo lejanos que estamos de Dios: Él con su
fuerza alada/ nosotros con nuestras piernas firmes en la

111
tierra.
Y hurgo. Busco en las escrituras una que diga que soy libre
que explique por qué los árboles se quiebran en esta tala de
hermanos y hermanas.

Y la respuesta vuelve a ser un ruido: un hilo que chorrea


desesperanza.
Pero sigo, me rebautizo, me llamo Tony, Fernando,
Angélica, Rojo.
Y mi nombre –como legión–no basta: aunque soy muchos
no basta si tú no me regalas también tu nombre.
Pero sigo, me recomienzo, me llamo, te llamo. Me llamo
Harvey
Abigael mirando al horizonte.
Y sigo, me reconstituyo: soy hombre y soy mujer.
Y sigo, me intervengo: era una mujer pero siempre quise
ser hombre.
Me llamaba Diana y era un hermoso nombre
pero Diana no nombraba mi cuerpo.
Y sigo, me pinto: estas pestañas son demasiado sencillas
para describirme
yo quiero tener pestañas como alas de quetzal
que iluminen mi rostro tornasol y hagan sombra para la
desolación.

Y Tony, Tony: dondequiera que estés: que las luces de mi


vestido te iluminen

112
que mi cuerpo transformado transforme el dolor
que mis manos frágiles te acaricien
y mi voz de hombre sin serenidad te mencione:
En mi interior
En cada árbol torcido
En cada ventana abierta
En cada madre
En cada amor

113
Morelos
Ana Velarde —1991

I.
Ocho líneas paralelas amarillas
más que líneas bloques

Ocho bloques sobre el conjunto de piedras


que es esta ciudad desteñida
donde la muerte mantiene su dominio
donde sólo la muerte

Digo que es una lija el suelo


que los vasos sanguíneos se me rompen

Digo que el amarillo


entre esta acera y la siguiente
es todo menos brillante
es todo menos amarillo
es todo
lo que queda
de este día

III.
Abiertas las ventanas
las cortinas en una sola orilla

115
Todos miran en la misma dirección
esperando un suceso de proporciones indecibles

Todos buscan con los ojos


entre las ramas de la tarde
pedazos de un cielo que ya no recuerdan

IV.
Ésta
que me atraviesa como una fibra metálica
es la hora en que conozco
ya no el fragmento
sino el extenso canto que me nombra:

Tiene mi cuerpo una oración perdida


bajo la sombra de un laurel

Tengo por manos dos hojas


que permanecen verdes en invierno
entre los restos de Cuauhnahuac
a la razón del alba
bajo el papel picado que vuela entre las torres
y la calle que sube
hasta el lugar del roce originario

116
Sergio D. Lara —1992

Para Ana, como siempre

Un árbol para tallar en la corteza


el sabor de tu entrepierna
la huella del ojo que me mira —cardumen de víboras
[sin nombre
escamas de una piel que se ha mudado—
la mano izquierda que mira hacia el oriente

Nos falla la memoria dice la madera que se pudre


bacteria que nace de mi lengua y todo lo convierte en
[polvo

Bosque entero de sal petrificada como en el pasaje


bíblico pero sin miedo
Bosque de jaguares y de jades de rimas que estorban
[en el habla

Llevas un sol bajo la falda


las ansias rotas de un árbol

117
el quehacer oscuro de una muchacha al medio día
llevas la A que dice fuego ganas tiempo

—nada empieza con A cuando estás lejos—

llevas en el tobillo un ramo de menta o de romero


la vida te florece por doquier
como el pasillo de la casa en Tlayacapan a donde no he
[vuelto

—quizá nunca existió e imaginé sus puertas el pasto y


los insectos quizás imaginé el sudor en las paredes el
sonido de la vecina en la mañanas—

Llevas un sol bajo la falda

Nos falla la memoria


el oficio de no escribir lo que sucede

—porque escribir es admitir que


[estamos solos
admitir también que no sabemos
[que olvidamos—
los juramentos de hace tiempo
el vestido de celos que estaba bien guardado y se aparece

118
Manantial de fermentos
luz que parte el centro del día en dos mitades
[imperfectas

¿cómo termina este poema?

119
Nayarit
Rafael Villegas —1981

wodiczko / 85

cásate conmigo con la venia de un pastor digital


proyectado en la pared / eres delgada (seguramente
delgada), por eso no encontraré anillo para tu cintura
rebelde, erosionada por mi lengua / te mostraré el palacio
de unos días que vendrán / aquí los recibiremos con
galletitas duras y atole tonto / besarás mis ojos para
decirme que dejemos de comer, que estamos engordando,
que no habrá manera de encontrar cinturones de lana
anfibia / malo, diré yo, malo, malo / por eso el pastor era
digital, por eso no hubo anillo para tu cintura rebelde: se
suponía que viviríamos en una laptop y que un niño
japonés nos alimentaría para siempre, como si fuéramos
una pareja hermosa de tamagochis.

si da / nine

En mi clóset había dos ganchos:


uno para mi piel, otro para la tuya.
Pero mi clóset ya no es el de antes. Ya no reconozco los
rincones, ni las luces
coladas por el agujero del balazo.
El suelo, antes alfombrado, ahora está vacío

121
para resbalar vistazos. Las puertas, que antes corrían como
amantes crédulos, ahora son una roca que a veces
responde. Cuando le da la gana, la puerta se abre con un
grito. No sé qué voy a hacer.
No he intentado nada.
Sólo espero que llegue tu consejo. Tú sabrás qué hacer con
él (con el asunto de la multiplicación y caída constante de
los ganchos). Mi clóset está hecho un monstruo. Sé que el
aprecio verdadero no conoce caras.
Te espero,
mejor te espero.

baumgarten / 71

El abuelo es un viejo misterioso.


Lo puedo probar: murió antes de que yo naciera.
Una segunda prueba: nunca quiere hablarme.
Algo ha de esconder, algo valioso. Las cosas sin valor
siempre se quedan sobre la mesa o en el buró de la
recámara,
junto a la obediente luz de una lámpara.
El abuelo esquiva las mesas,
pero no los burós.
Ayer, pensando que yo dormía, se quedó a mi lado como por
una hora. He aprendido a escuchar sus pasos cuando entra
a mi cuarto; la duela suena hueca y el abuelo usa botas de
minero.

122
Nuevo León
Juan Manuel Zermeño Posadas —1991

Nunca estuve contemplado en la nómina de


Nintendo
mi vida fue puesta en un videojuego que era manejado
por dos controles al mismo tiempo:
eran controles de una palanca
débil e inclinada
durante décadas diversas niñas se fueron aburriendo
de mi historia: conocían los pasadizos secretos
y el escondite de mis llaves secretas:
mi táctica fue cambiar el contenido de los cofres
quité las moneditas y en su lugar coloqué cerezas:
al igual que pacman mis fantasmas me perseguían
y detrás de la pantalla
dios contemplaba el espectáculo desde su butaca
de vez en cuando él me arrojaba una roseta de maíz
o un m&m's directo a la boca
y en esos instantes todos los mares y nubes y gotas de
[grifo
se volvían de agua dulce
salado el labio que reposa sobre el mío
mientras pronuncio un game over antes de jalar
el gatillo del primer Nintendo
y matar a los patos que se llevan mis sueños
hasta el fondo de la tv.

124
Juana Adcock —1982

Cuenta la leyenda que en ocasiones, durante las guerras pre-


colombinas, de colonia, independencia y revolución,
salía de los montes cierta raza de mexicanos que sabían
sobrevivir aun cuando les cortaban la cabeza.
El cuerpo entraba en un estado de
sueño, las orejas aleteaban, las
cabezas se iban volando y en la
mañana, justo antes de des–
pertar en el si– lencio después de
la batalla, regre– saban a pegarse
al cuerpo. Pero una bolsa de
basura por fina que fuera podía im–
pedir que la cabeza se pegara y entonces
caía al suelo, boqueando. Si encontrabas una en la
calle lo propio era darle el tiro de gracia, patearla al río o
hundirle dos dedos en la faringe.
Se cuen El cuerpo seguía haciendo lo cabezas
ta tam suyo mientras la cabeza de ra
bién de agonizaba, huérfana de sus tón que
pulmones.
cier se nos
to sica Unas horas más de vida para me
rio que llevar a cabo su último tían en
se cor mandato, un extraño los hue
samurai ya sin ningún sos,
tó su
pensamiento que lo
pro distrajera. Dios me dé el cosmos
pia ca va l o r d e a t ro p e l l a r l o , os
be murmurábamos los cu
za. automovilistas, que ya ros
bastantes sustos nos
h a b í a m o s l l e v a d o . Ya
nuestros cuerpos habían
perdido su estructura, aglu–

125
tinados entre los órganos. Las faltas de ortografía nos
hacían ruborizar: así de buenas nuestras escuelas, así de
cultos nuestros niños, los pasos de baile a quemarropa, los
hilos que cosieron la carne y ya no batalle, nosotros le brin-
daremos todo lo que el Govierno no puede, los biernes
bebiendo biendo llober valazos. Y fuimos sacando los
nombres como billetes mojados, porque no teníamos los
recursos, tumbadas las flores de sus tallos, tumbados los
lienzos de sus bastidores, la leche derramada, los milagros.
Y la madera del mesabanco donde rallábamos te voy a
volar los sesos, voy a separar mi carne de tu hueso, tus
dientes al molcajete, y las sumas y restas que hacíamos en
tinta roja. Ustedes no saben de poesía, dijo, pero si todo se
escribe, desde el temor desdentado, hasta la artesana taxi-
dermia, hasta las bolsas de basura donde

126
Óscar David López —1982

se ocupa muchacha

así dicen que


fue
señor comandante

una desapareció
mientras caminaba
otra desapareció mientras dormía

de regreso a su casa:
ninguna dura
luego luego mirujean

y quieren engancharse a mijo


llegan con esa idea
se van heridas

chantajean con el silencio


o eso
dicen que dijeron

porque no regresaron
señor comandante: “se ocupa

127
muchacha–máquina

que no sepa leer


que sepa barrer
y trapear y las labores

clásicas y sea honesta


que sea muchacha–muchacha
una máquina

para el hogar”
eso le dije a mijo
para que fuera al periódico

nada exagerado
no para que buscara esposa
sino una muchacha

para mí y esta su
casa
señor comandante: mire

usted somos una familia bien


nada ocultamos: la culpa
no es nuestra:

la culpa de ellas

128
y su falta de astucia
como máquinas

como muchachas: mire


que perder un trabajo
así

sólo ocupábamos muchacha


una joven máquina
anti–oxidable

una muchacha sin órganos


ni mucha cabeza
mucho menos corazón

pero
señor comandante
se desenchufan las muchachas

de ahora
se esfuman
como máquinas

las muchachas ni parecen


de esta tierra: gente
trabajadora

129
es lo que falta
no casamenteras
ni holgazanas: esas sobran: mire

usted que inventarse


esa película: “una muchacha
desaparece: ¡mientras camina!

y otra más desaparece: ¡mientras duerme


en un camión
que cruza la ciudad!”

pero por favor


señor comandante: ni que
esto fuera la selva

130
Sergio Pérez Torres —1986

Los nombres del insomnio

XI.
Te hundes en mí
como los barcos que se hunden en el mar,
tu ubicación exacta es imposible de remover.

XXV.
En mi mente he fundado una ciudad hecha cenizas,
los restos de flores, alas y cartas.
Bajo la luz que siempre oculta la neblina
he aprendido a respirar el aliento de los autos,
tu nombre junto al mío en todos los vidrios empañados.
Ojalá pudieras escuchar el latido de las ballenas,
se aceleran cerca de la orilla como la llama a la que se le
[arroja diesel,
hay amantes que sólo quieren oír su corazón arder.
Tras cada hora acumulada en días
voy marcando con gis el muro de mi vida a punto
[de hundirse.

131
Barcos anclados al viento

XVII.
Alimento tu ausencia con silencio
como se alimenta una hoguera con árboles muertos.
Y yo, que no soy fruto sino sombra sobre tus deseos,
intento encender una vela mientras digo tu nombre.
La guerra es una cosa atroz, cada lado toma su
[estandarte
y entierra mil muertos al cenit con esperanzas de
[volver.

XX.
Estoy rindiéndome a tus ojos fijos donde me reflejo
[para beber mi sed,
estoy perdiendo el uso del silencio ante sus manos,
cubren como ejército enemigo zonas nunca antes
[derribadas,
me está conquistando el sonido de otra voz en un
[cuerpo lejano,
no comprendo su lengua pero beso con la furia del
[pleamar
porque han dicho que el mundo acaba cada día,
no quiero irme de mi cuerpo sin dormir en medio de
[ tu noche
como una flor seca sueña para siempre entre las páginas
[de un libro

132
Oaxaca
Guillermo Clemente —1984

Travesía

Fabiano y yo, todas las tardes


recorríamos el viejo campo del abuelo
saltábamos la cerca, cruzábamos el muro de helechos
como entrando a otro tiempo y a otro lugar.
Desde el árbol de naranjas, contábamos hasta tres
las palabra se hacía polvo en nuestra boca,
corríamos hacia el pantano
donde veíamos los sapos sobre las piedras de río
oían nuestra risa en pedazos y huían
Fabiano corría para atrapar por los sapos
yo seguía sus huellas entre el lodo hasta que anochecía.
Cierto invierno
cuando el frío dejaba su voz en las ramas
Fabiano y yo atrapamos un sapo
y quisimos saber de qué estaba hecho su corazón.
Nunca volvimos a jugar en ese viejo pantano
después de matarlo con las piedras
sin encontrar la respuesta buscada.

Y ahora, a veces pienso, que no toda travesía


tiene una respuesta para darnos.

134
El agua desterrada

Le pregunté a mi padre cuando caminábamos


–¿Qué es la vida?
Iba con una rama golpeaba el pastizal abriendo camino
yo iba tras él
observaba cómo el mundo se abría ante mi vista

No es lo que uno quiere–me dijo


y seguimos avanzando.

135
Ibán de León —1980

Guardo tu nombre en una caja de zapatos.


Eran los siete años que abrían nuestro mundo.
De mañana,
tus labios repetían la historia:
encontrar nuestros pasos
para ir a la escuela tomados de la sombra.
En tus ojos de agua el calor encendía un poco de tristeza.
Me gustaba
tocar tus iniciales en el salón de clases.

Pienso en tu vida lejos de las aulas,


en tu desilusión presentida antes del recreo.
Te veo como entonces, Laura,
alegre por el ruido de los juegos.
Amaba tu sonrisa,
tus ocurrencias todas,
tus manos que apretaban
un puñado de hierba
arrancado de pronto en el camino a casa.

No sé qué signifiquen
las cinco letras que construyen tu ausencia;
las guardo en esta caja,
y pienso

136
que el llamado despunta
a las seis horas justas de los pájaros,
que el mundo recomienza entre nosotros
cuando cierro los ojos.

137
Puebla
Miguel Maldonado —1976

El lobo de corazones

Yo llevaba por corazón un lobo como otros en vez de lobo


[un corazón

Lobo de mí

Me soy por las tardes


sobre todo las tardes
un lobo
Me vuelven la mirada oblicua
la turbiedad que hay en los lugares de oficina
el despeinadero de banquetas
Me empecino en una blusa
en un misterio de las máquinas
Me vienen todos los olores a la cabeza
a limones los poetas

Me soy lobo
No el terror de los muchachos que juegan frisbee
no el que pone a temblar a las magnolias
Crecí en hocico para ocuparme de otra circunstancia
descifrar las intenciones del hijo de la mierda

139
del ilustre con sarna
¿Cuántos hijos de mierda tiene un hijo de mierda?
Como huelo doy

Me soy lobo
por las tardes, sobre todo las tardes
Ennoblezco a veces y acompaño al campo
Me río de las balas de plata:
cómo gasta la gente matando así a un lobo
que igual muere de mal golpe o de infección

El lobo de mica

Los lobos de mica envidian a los lobos de pelo, envidian que


ellos puedan saltar, correr delirantes hacia el campo sin
sufrir una sola rotura. Si los lobos de mica se deciden a
morder, saben que en ello les iría la vida, siempre se
rompen a media furia. ¡Ay! los lobos de mica, qué terrible
resquebrajarse al dar el golpe, tener la furia quebradiza. No
poder seguir una huella bajo la lluvia sin que su cuerpo de
sal se desvanezca. Los consuela un trágico orgullo: su
mordida es la más consciente, deben elegir en qué
dentellada vale la pena morir, es la mordida más justa entre
las especies lobinas.

140
Querétaro
Romina Cazón —1981

Soy poeta,

pero doy clases de informática.


Soy poeta,
pero arreglo computadoras.
Soy poeta,
pero me dedico a las herramientas de corte de carburo.
Soy poeta,
pero asesoro a empresas sobre los álabes de la turbina.
Soy poeta,
pero tres horas diarias, tengo que vender seguros de
[vida.
Soy poeta,
es un decir nada más.

Estaba bromeando, tenía ganas de jugar.

Mi tarea no consiste en escribir

Mi tarea no consiste en escribir,


consiste en adueñarme de la realidad.
Yo muevo los objetos

142
de la cocina
y sé cómo hallarlos
y para qué sirven.
Sé que esos objetos
probablemente irían al baño conmigo
y tendrían sexo si así lo quisiera.
puesto que cuando el cuerpo cae
puede existir un poema.

143
Yolanda Segura —1989

A partir del documental Buscando a Larisa (2012)

Muchas dudas muchas interrogantes muchas

obviamente siempre están las preguntas


a. qué pasó b. por qué
entre mis múltiples respuestas me encontraba que

/lo tenía borrado en el cassette, eh,


lo tenía pero borrado/
eso también lo recordé hace poco/

que una vez la encontré que estaba rompiendo fotos


y así tenía como
las estaba rompiendo y quemando
fue una imagen muy violenta
y pregunté así muy angustiado
a. qué haces b. por qué las quemas
y me decía
no
lo
que
pasa
es que

144
seguramente ya pronto me voy a morir
y yo no quiero
que las fotos
anden ro
dan
do
por
cualquier
lado.

145
Quintana Roo
David Anuar —1989

Orígenes
al toro seco de mi abuelo

Eres un retrato tan antiguo de ti mismo, en esta pantalla


cundida de pixeles y golpes de color, allí, tú, tan anciano, tan
dejado de ti mismo, tan ajado y azul y cobre y mañana,
quizá, no lo sé, porque ahora sigues, sigues, en definitiva,
sigues como el invierno hacia el invierno y nada tu cuerpo
en esa silla, esa silla que te contiene, tormenta aletargada,
toro endechado y acallado por las nubes, por toneladas de
nubes que han pasado por tu santa calva de viejo sabio, de
explorador vencido, de amante desvielado. Entonces veo
que eres un retrato tan antiguo de ti mismo, en esta
pantalla cundida de pixeles…

Primera Búsqueda

Como un náufrago me aferro a las palabras


deletreando
me hundo en las sílabas de tu rostro
buscando raíz
para la oquedad de mis huesos
al eterno “de dónde vengo”

147
“hacia dónde voy”

a las delgadas líneas de mi carne


la frontera de mi cuerpo y
[de tu mangle

me aferro
entonces
al lenguaje como a una isla
y me sumerjo en el infinito océano de tus letras

y me encuentro
solo
silencio

y saber que no se sabe nada sobre esta tierra


sino sólo una espiga
una esfinge
una ilusión en el desierto
que siempre será la
[playa de uno mismo

148
San Luis Potosí
Daniel Bencomo —1989

Peces globo caídos en servicio

*
A salvo.
Como en un torrent al fin descargado.
A salvo en el pulsar que habita el cielo
como una falla de sol.

*
Me asomo a la bazuca de un pelícano,
otra bocaza que me repite: “la idea de zoom
es hormiguero vacío”.

*
Aquellos pinos parecen observarnos
como si hubieran adquirido
una plaga magenta.
Apenas me des-
leo
de otro mí mismo
trota conmigo una fantasma de la China
perdida en el umbral
de múltiples Mongolias.

150
*

No podemos iluminar una cosa.


A estas alturas saltaría en pedazos.

Como las manchas del cielo,


como una espina boreal.

A salvo en la bazuca.
En vuelo a través del bosque costero,
caligramas sintéticos
disueltos por un lord
caído en llamas.

No podemos iluminar un gesto,


tirar el chorro de luz
cuando esto que se escribe
se clona sin pupila
en un error a las orillas de la playa.

151
Sinaloa
Francisco Alcaraz —1979

He vuelto a recoger las flores secas...

He vuelto a recoger las flores secas,


la piel negra de olvido de una fruta
que después de morder tímidamente
el verano tiró por el camino.
Así como la vida deja un rastro
de estaciones, como la estela
de cuerpos insepultos
que sigue a un general en retirada,
yo abandoné estos pastos crecidos a mi sombra
aquí y allá, como hongos en la página
que puso amarillenta la pátina del tiempo,
cansado de estar bajo la lluvia
y el musgo que desplaza sus ejércitos
de siglos, sentado como un ídolo
que fue primero un hombre
viendo cómo se abrían paso
las grietas en el techo y en los rostros,
y que a fuerza de mirar al pasado
un día despertó sal, austera piedra,
los ojos huérfanos como los clavos
donde colgó un retrato
y esa mirada asida por el mármol

153
en plena postración ante la sangre
como tienen algunas esculturas.
Pero volví. Porque era necesario
decir estas palabras, porque nunca
escuché a nadie hablar de tu cabello
que ondula como el trigo castigado,
porque he visto con qué sabiduría
tus muslos y tus pechos cobran forma
en los calientes hornos de la edad,
y por tus ojos, donde muy temprano
el sol regresa intacto de la muerte.

¿Y a dónde regresar si no te has ido?

¿Y a dónde regresar si no te has ido?


¿En qué tierra poner los pies
donde no esté tu huella intacta?
El tiempo no es un aire tan feroz:
aquí nada se mueve,
ni los legajos que arrojaste al viento
se dispersan.
Las calles están llenas
de piedras, barro y bocas
que nunca se besaron;
las palomas se hincan en el atrio,
como mujeres enlutadas

154
en Cristo Rey; y a los que quedan vivos,
la mitad de los que conocías,
la sombra de sus muertos los acecha
como silueta en la escena de un crimen
que quedó allí como un recordatorio.
Mejor que no preguntes si es tu sombra
la oscuridad que te persigue.
Tiempo en vuelo (2013)

155
Sonora
Carlos Iván Cordova —1982

Postal del
sexto piso

¿Dónde estará mi amigo, el que jamás dijo adiós


al dejarme en la penumbra ajena?
¿Sabe, siquiera, que fingía el sueño
cuando separó de mí su delgada tibieza?
¿Sabrá, al menos, que continuó con los ojos cerrados
en aquella habitación oscura
con ventanas al crepúsculo?

El país de las
maravillas

–¿Qué se siente ser un fantasma?


Preguntó el niño al espíritu.
Después de pensar largo tiempo,
El trasgo encontró las palabras precisas:

–Es como ser escritor, pero en un país


donde nadie lee.

157
Julia Melissa Rivas Hernández —1981

L´enfant terrible

Mi alma se dice, debe ser monstruosa


Entre el sentido libre que me dio la calle y la rigidez que sé
existe en un corsette
pienso que ninguna alma puede corromperse hasta ser
realmente monstruosa
Pero lo que dicen sé que es una referencia acordada
un cliché que va del río Sena y desemboca en el Loria
Mi alma que aún no es monstruosa
es la de un vidente frente a una bola de cristal destrozada
la de un niño que hostiga a todos frente a la realidad más
incómoda
donde no cabe el café a media tarde ni el pastis
Mi alma es un desarreglo de los sentidos como un
semejante lo vislumbró
Mi alma es sabida por mí
y en ella germinan verrugas que deben ser cultivadas con
ahínco

158
Conocer el tiempo

Y en la casa de la custodia
donde todo lo sagrado llama y llama a la puerta que nadie
abre
razón de amor sin amor
desprendo una a una las horas del tiempo
ese guardián de la belleza tan celoso
Con las horas hago cualquier cosa posible
pero nunca alguna llave

159
Manuel Parra Aguilar —1982

Homenaje a Marc Smith

Nos detenemos junto a una granja vecina


Donde un gallo canta perfectamente en inglés.
La hierba se inclina una vez más ante aquello que la
[presiona.
Un gatito nos mira y huye al sentirse observado.
Yo espanto las moscas que buscan en mi frente el cielo
[techado de Orchad.
¿Cómo puede ser verdad tanta verdad?
En Division Memorial Highway nadie nos conoce.
El calor nos sabe a tierra enmohecida.
Los nombres en nuestras maletas:
Burton,
Benét,
Sandburg,
Millay,
Lanier,
Chávez,
You and Me.
Un par de coches cruzan hacia Rosenberg
Y tal vez más lejos (la distancia es aproximada) a donde
[sólo la mano
Puede indicar el paraíso.

160
Good morning cowboys, where do they go?
Y el sheriff nos permite seguir cuando mostramos nuestras
[credenciales.
Buenos días vaqueros, good morning cowboys,
No tratamos de entender qué significan sus palabras.
No hay ninguna nube en el cielo de Rosenberg,
There is not any cloud in Rosenberg's sky,
No hay ningún ave en el cielo techado de Rosenberg.
Good morning cowboys, buenos días.
Mas puede que no lleguemos nunca.
Puede que no avancemos nunca.

Homenaje a César Chávez

Fuimos a Richmond Valley


Y levantamos nueces
Y me encontré con una que es dura como piedra,
cascaruda
como la hojarasca del invierno,
Sobre la hierba fresca de los árboles.

Con esta nuez me di de bruces en el lujo de estar reunido


con los míos,
Ahí, en el sitio donde estaba el corazón.

En Brazos River me asomé y vi tus ojos sobre una nuez


[oculta entre mis dedos.

161
Y resulta que me da lo mismo, me da doblemente lo
[mismo
Hacer autostop en cualquier lado.

«Don't cry, baby.»

Eras tú quien sonaba.

162
Tabasco
Audomaro Hidalgo —1983

Ituzaingo

A esta hora de la tarde


nacía puntual el canto de una muchacha.
La imaginaba, al otro lado de la pared,
con una toalla, cubriendo sus cabellos,
maquillándose frente al espejo.

Un olor, el sonido de una puerta al cerrarse,


el ir y venir entre remolinos de sábanas
y prendas húmedas en el suelo
de esa joven mujer que tanto quise,
aquellos días en que uno se cansa
de dormir en hostales, lejos de todo origen.

Porque ella volverá a cantar, porque estará peinándose,


nunca sabrá que la poseo cuando cierro los ojos
para escuchar otra vez su canto,
nacido de repente en la soledad de esta tarde.
El canto de aquella muchacha
de la que ignoro el rostro.

El fuego de las noches (2010)

164
Arde la semilla blanda y húmeda arde al paso de la lengua
con el ir y venir de la lengua y los labios también arden las
estrellas allá afuera las voces los cuerpos desnudos las
sombras en la pared la habitación desordenada arde
blanda indefensa la semilla que ocultas descubrimiento de
la lengua en tu humedad nocturna en tu agua de vida
hoguera que enciendo por las noches estrella errante caída
en mis manos en la lengua caliente cada vez más la semilla
crece si la muerdo si la toco con la punta de la lengua crece
gota de sal botón de fuego que no quema cuando estalla
líquido suave en mi lengua

Dos de copas (2015)

165
Beatriz Pérez Pereda —1983

Tegumento común

La piel de las aves es fina, seca y


de color blanco amarillento con
escasos vasos y terminaciones
nerviosas; ello da lugar a que se
desgarre con facilidad, sin
apenas hemorragia y ausencia
de dolor.

D r. Fra n c i s c o G i l C a n o ,
Anatomía específica de las aves.

Cuando golpearon tu dorso


un ave es sólo dorso y alas
esa cavidad, caja, cueva
el tiempo comenzó a engañarnos
detuvo su pulsión de sangre
y devino en un trino nervioso
alocado
pero canto aún
nacido de un pecho en fuga
de costillas que cedieron a la presión del mundo

166
la estricta gravedad
la velocidad y su sordera

Y de pronto

mientras volabas
mientras el viento se volvía ruido en tus alas
desesperante estática
Mientras a tus ojos subía el pánico
como el presentimiento de que todo se derrumba
y tu balbuceo olvidaba números y calles
entonces te derrumbaste
cesó el vuelo
y el tiempo acumulado en tu talle
avanzó con toda la furia de la espera
y la sangre corrió como los ríos que crecen con la luna
perros que desean llegar a la meta para lamer la mano de
[su amo

Jamás estuviste tan lleno de ti


tan sitiado en tu epidermis
intacto en la coraza
intacto en tu sueño petirrojo

167
Pablo Graniel —1983

A veces me desdigo como una palabra en la punta de la


lengua. A veces entro por un oído y salgo por el otro, con un
tufo a flores podridas. —No hay respuestas en el viento, Mr.
Dylan, ni palomas azules que traigan las cartas de vuelta.
Aunque… dígame usted, señor Houdini, ¿acaso no sería
penoso tratar de huir de una jaula sin llave?—

*
No queda más que huir:

apartando el gesto amoroso, la mano


tendida, la promesa pendiente,
para no defraudar.

huir:

porque del mar sólo queda esta asfixia que lo inunda


[todo,
esta saudade como única prueba de un paraíso
recobrado en vano.

168
Tamaulipas
Marisol Vera Guerra —1978

Zapatos nuevos

No bailaré la danza del demonio


con estos zapatos que dejó mi madre
en la repisa,
aderezados y limpios, antes de que yo naciera,
destellando claridades rojas
que las brujas codician. No usaré
sus sandalias, rancias, ajustadas
al tobillo de la muerte,
ni las botas de cuero de buey ni las calcetas grises
olorosas a lejía.

Yo tejeré mi alpargata
hilo a hilo
caracol de mar y azogue
ensortijado en luces –blanca estridencia–
mientras la Luna baja
retozando
como armiño en mi cadera.

170
Nucis

he hallado una nuez


muy cerca de mi casa
entre guijarros que pulen la orilla del agua
pequeña y sola
autocontenida en su mundo
sola
como la falange en mi dedo meñique
se la he obsequiado a mi hijo
él la estrella contra el suelo y dice te acuerdas mami
cuando partíamos nueces
en nuestra otra casa con un tubo rojo
eran tan duras como ésta
y también sabían a tierra
el aire nos traía noticias del desierto
los cuervos llegaban a instalar su graznido en la ventana
pero no había nogales ni mariposas
ningún lecho donde Heráclito soñara
lo veo claramente
ahora
que el sol se desliza por el puente San Antonio
y el fruto seco se destroza
bajo el peso de un zapato

171
Sara Uribe —1978

Minería

Ella viene de Tamaulipas.


Y todos sabemos lo que significa venir de Tamaulipas.
No lo dijo. Él pensaba en las carreteras.
Él decía Tamaulipas pero en realidad quería decir nada.
Él dijo Tamaulipas por decir nada.
Como quien nombra un territorio perdido. Una región
[que no existe.
Y todos sabemos lo que significa venir de un lugar que no
[existe.
No lo dijo. Él pensaba en el viaje de Tamaulipas a la
[Ciudad de México.
Ellos abrieron ojos y bocas cuando les dijimos que
habíamos viajado por carretera.
Luego Marco lo dijo: la mejor forma de viajar a
[Tamaulipas es por carretera.
Y ellos abrieron más sus ojos y sus bocas.
De tanta boca abierta no pude evitar que las moscas
[revolotearan.
Moscas de la nada surgiendo de un bote de composta
del sombrero de un prestidigitador de insectos.
Ellos no abrieron los ojos porque nada había para ser
[visto.

172
Ellos no abrieron las bocas porque nada había para
[decirse.
Y todos sabemos lo que significa venir de un lugar donde
[nada hay para ser visto,
donde nada hay para ser dicho.
Una carretera no es un lugar. Una carretera es siempre un
[limbo.
Esta carretera lleva de Tamaulipas hacia ninguna parte.
Y todos sabemos lo que significa venir de ninguna parte.
Ellos aplaudieron pero estoy segura que la mitad no tiene
[idea de dónde queda Tamaulipas.
Una mujer confundió los cuerpos de las fosas con un
[desastre de mineros.
Todos los cuerpos y todas las carreteras, se sabe,
[conducen a ninguna parte.
Ellos no aplaudieron porque en realidad nunca estuve
[ahí.
Nadie leyó un texto sobre un hombre desaparecido.
Nadie leyó un texto sobre una mujer buscando un
[cadáver.
Nadie mencionó la palabra fantasma.
De haberlo hecho, Marco me habría acusado de
[decimonónica.
No. Nadie habló de fantasmas.
Todos aplaudieron aunque no sabían de qué lugar, de qué
personas, de qué clase de desapariciones se trataba.
Yo nunca estuve ahí.

173
Nadie mencionó la palabra “yo”.
De haberlo hecho, Marco me habría acusado de lírica.
Este “yo” es, desde luego, retórico. Ficticio.
Y todos sabemos lo que significa ser ficticios.
Ella dice que Allá hay quien que no cree que lo que está
[pasando Aquí sea Real.
Ella dice que creen que Acá todos somos fantasmas.
Disculpen, señores, esto es una revisión de rutina ¿hacia
[dónde se dirigen?
Ella viene de Tamaulipas.
Y todos sabemos lo que significa venir de Tamaulipas.

174
Tlaxcala
Jair Cortés —1977

Dios

Quien quiera que seas,


en el lugar en que estés,
trata de ser ausencia,
para evitar estas preguntas,
para que este monólogo no nazca,
para curar mis heridas sin respuestas.

Como te llames,
llámate nada,
por mucho poco.

Del color de tus labios,


del cielo que hayas visto,
olvídalo todo;
que tus ojos ya no lloren por el espejo,
alza las manos y húndete en ti,
hasta el fondo,
para ser eso que ya no eres.

Quien quiera que seas,


cierra para mí tu puerta,
por venganza o por miedo.

176
Vacía tu memoria.

Como se llame tu patria,


levanta la bandera del destierro,
calla,
no hables…

Quien quiera que seas


si posees voluntad,
ya no me duelas.

177
Veracruz
Lorena Huitrón Vázquez —1982

Encerrado, la habitación cada vez estaba más caliente y


oscura, no dejaba de sudar, no hallaba la puerta, no tenía
miedo, creo que pocas veces lo he sentido, acaso no por el
momento. La luz empezó a salir del centro, lentamente,
podría decir incluso que aparecía en forma de piedras
hirviendo. Aparecía, no te miento, un tigre blanco con el
pecho color negro en una jaula, mostraba los dientes, pero
adentro había un hombre pero ambos se ignoraban, o
quizá ya estaban acostumbrados a compartir el mismo
claustro.

El pasado debe salvarse de uno mismo


de los demás
hay que elegir la narración del barranco
cuando estamos a solas.
No hay que llevar a nadie.
el otro sentirá celos
de no haber mirado ese lugar antes
querrá caer o empujarte
ser el autor de tus raspones,

179
de las piedras que pueda darte
para arrojarlas al vacío.
Nada es tuyo,
ni la posibilidad de despeñarte,
pero hay que salvar al pasado,
dejarlo a solas
volver a él sin nadie,
el diálogo con el dolor o la sonrisa en
parapente
es el secreto
el egoísmo necesario.
Ello no significa mentir
sólo cuidarse y cuidar al otro
el pasado es un barranco
hay que hacer camino para que nadie llegue
cuidarlo
cuidarse

180
Yucatán
Daniel Medina —1996

Dos poemas
A Félix, Rayo, Lucas y Tom,
a Nacho y Miko.

SON LOS GATOS flores de la casa,


los parques y las fuentes.
Agudas palabras se acumulan en su centro,
maduran verbos en las llagas de la tierra
y columpiándose, pájaros de luz
—casi hombres—
beben del rumiar de los felinos.

Sueño de sí mismo,
el gato gris encierra en el diafragma una pupila:

un trozo de ti
alojado para siempre en su epidermis.

A mi padre (†)

EN LA VENTANA hay una sombra —dices—.

Debe ser mi padre o su silencio

182
ocultándose en los nardos y las rosas,
o en aquel ciprés desdibujado
con su forma de niño conteniéndose.

El día que murió


también llovía.

Llovía como siempre…


—me contestas—.

183
Ileana Garma —1985

Titán
Hay un lago en Titán tan largo como el mar Caspio, es un
espejo suspendido en el cielo, yo, cierro los ojos. Hay un
lago en mis sueños tan largo como tus preguntas, es un
espejo suspendido frente ti, yo, cierro los ojos. Hemos
planeado ir a la playa para la liberación de tortugas y,
estarás por mí antes que amanezca, como el rocío, y me
verás de botas, eso te gusta, te gusta mucho. El próximo año
¿dónde estaremos? Es tan frágil esta laguna, este ir y venir
del amor con sus dos puertas pintadas en la luna de Titán.
Entre mis manos una tortuguita y entre tus manos una
tortuguita que cada año regresará como las olas, pero tú,
pero yo, ¿dónde estaremos? La laguna en el Polo Norte
tendrá también olas, las horas quebradizas porque ésta es
la materia permanente.

Plutón
Ninguna decisión tomada fue con los ojos cerrados.
Aunque tanto polvo vino a darnos en la cara. Ninguna
palabra dicha cierra los ojos. Dicha. Y mis brazos necesitan
saber a dónde ir para no perderse en la oscuridad. La luna
más pequeña de Plutón tiene un vientre. La luna más
pequeña de Plutón es atraída cada segundo en la
oscuridad. Ella necesita que tiren un poco. Sin ello se

184
perdería en el universo. En el universo. Ella necesita que
tiren un poco o se perdería. La luna más pequeña y yo
sabemos que debe haber en alguna calle, en alguna
humedad, en alguna palabra abierta, una cadenita para
tirar hacia nosotras. Hacia mí. Tanto apetito me falta, me
hace falta.

Vía Láctea
Demócrito hace miles de años dijo, esa mancha blanca son
estrellas, pero nadie quiso creerle. Yo parecía muy cuerda y
todos venían a contarme sus problemas. Llamadas y
llamadas, nunca estaba sola. Usaba el reloj en la mano
izquierda y la vereda del cabello en medio. Todos venían a
buscarme y tenía labios para todos. Miles de años luz en
este camino de leche; entraba en esa cuerda para no ser yo
toda la tarde. Para ser la chica de la blusa intacta. Sólo tú
sabías de mí, de mi cabeza chillando y el lado de mi rostro
donde las puertas se azotan, del ojo donde ando descalza y
de la ventana que espera, insistente. Pero nadie cree de ti
nada, corazón, te han visto tanto tiempo solo. Caminito de
leche, ya no te preocupes más, hacia la constelación de
Sagitario habré de ir con el cabello suelto dejando
cicatrices en el aire. Y tú, que sabes tanto, podrás tocarlas.

Ternura (2013)

185
Manuel Iris —1983

Homeless

También es nieve la que cae


en el muñón del limosnero, en la vacía
cuenca de su ojo.

Opaca, desdentada blancura


a la mitad del rostro
va burlando
el rostro de la nieve.

Desde su aliento
el cuerpo encima del muñón
rehace una guerra en un lugar distinto
en que jamás se ha visto una blancura
más quemante que la flama de napalm.

No sé si el hombre ha sido un homicida.

En su muñón, en el vacío del ojo


se ha atorado inútil, fría
la belleza.

186
Victoria del amor

[Yo] que me niego a reconocer los hechos...


Rafael Cadenas, Derrota

Yo
que me enamoro de mujeres inauditas
que comprendo más que nadie a los que lloran en los
[aeropuertos
que he visto ya todos los rostros del amor cuando se
[marcha
que he dicho “para siempre” y he soltado sus manos
que todavía sostengo que el amor existe
que he sido amado, odiado y olvidado por la mujer más
[justa
que me rio de mí
que soy el “ pasará'” , “ no es mi intención”, “ todo es mi
[culpa”
que aún creo en la esperanza
que lucho por tener una sonrisa presentable
que a veces compadezco a quien espera algo de mí
que no merezco nada
que escribo de vergüenza
que llego a mis poemas como quien se cae
me levantaré del polvo para decir tu nombre
y sonreír con expresión de enfermo, todavía.

187
Zacatecas
Yamilet Fajardo —1989

Nombres que yo invento para él

Mi hermano se llama Benjamín por las mañanas; Carlos


Federico por las noches. El humo de cigarro le da un aire de
Roberto, el humo que lo peina Baltazar.
A distancia me parece un árbol y lo llamo Árbol, de cerca
me parece rumiante y lo llamo Rumiante.
Su nombre de pila es Marco Antonio. Me gusta llamarlo
Mauricio los martes y los sábados que abrimos las
ventanas y el sonido de una locomotora hace realidad a un
tren. Samuel
te amo, le digo de pronto, pero no puedo amar al Tadeo en
quien te has convertido.
En el fondo se llama Julio Cesar. Los martes y los sábados le
digo Mauricio, me gusta porque cocinamos sobre una
sartén dorada el retrato de un extraño. Cada vez más
parecido a él; cada vez más parecido a mí.

Nombres que él inventa para mí

Si creo que está dormida, se llama Rose Marie. Si creo que


está despierta, se llama Marie Rose.
Si me toma de la mano derecha, se llama Carolina. Si me
toma de la mano izquierda, se llama Jazmín.

189
Cada vez que llora y gotea la casa, Berenice.
Al cuarto para la hora, Susana.
Cerca de una lámpara encendida, Helena. Cerca de una
lámpara hecha polvo, Beatriz.
Cuando rompemos el entablado de los pisos para ocultar la
cabeza, Lidia.
Cuando es noche y debo despojarla de su vestido verde con
los fórceps, Verónica.
Cuando sus pies violetas no me alcanzan, Airis.
Cuando me apunta con su vientre de repuesto, Evelyn.
Cuando le piso un tobillo por descuido y amenaza con
marcharse, Gema.
Cuando jugamos a los esposos y nos recostamos, cada
quien en su sofá y, quiero hablarle, pero ella se levanta a
recoger la ceniza de la tarde, Airam.

190
Índice
Presentación.................................................................... 7
Aguascalientes
Arely Jímenez.................................................................. 11
Baja California
Alberto Paz....................................................................... 14
Baja California Sur
Christopher Amador..................................................... 17
Campeche
Alessander Segovia Hass............................................ 20
Ciudad de México
Dalí Corona....................................................................... 23
Daniel Miranda Terrés................................................. 25
Iván Viñas.......................................................................... 27
José Antonio Íniguez.................................................... 28
Mariana Orantes............................................................ 30
Chiapas
Fernando Trejo............................................................... 33
Mikeas Sánchez.............................................................. 36
René Morales................................................................... 40
Chihuahua
Arturo Loera.................................................................... 43
Raúl Aníbal Sánchez..................................................... 45
Coahuila
Esther M. García............................................................. 48
Colima
Carlos Ramírez Vuelvas............................................... 51
Jesús Adín Valencia....................................................... 54
Krishna Naranjo............................................................. 56
Durango
Esther Galindo................................................................ 59
Estado de México
Alejandro Baca................................................................ 62
Cecilia Juárez................................................................... 63
Saúl Ordoñez.................................................................... 66

192
Sergio Ernesto Ríos....................................................... 68
Guanajuato
Luis Paniagua.................................................................. 71
Verónica G. Arredondo................................................ 73
Guerrero
Abraham Truxillo........................................................... 76
Antonio Salinas............................................................... 78
José Manuel D. Domínguez........................................ 80
Yelitza Ruiz....................................................................... 82
Zel Cabrera....................................................................... 85
Hidalgo
Daniel Fragoso Torres.................................................. 89
David Castañeda Álvarez............................................ 91
Jalisco
Fernando Carrera.......................................................... 94
Gustavo Íñiguez.............................................................. 96
Livier Fernández Topete............................................. 98
Luis Eduardo García..................................................... 100
Víctor Villalobos............................................................. 102
Xitlalitl Rodríguez Mendoza...................................... 104
Michoacán
Alejandro Anguiano Betancourt............................. 107
Caliche Caroma............................................................... 109
Daniel Wence................................................................... 111
Morelos
Ana Velarde...................................................................... 115
Sergio D. Lara.................................................................. 117
Nayarit
Rafael Villegas................................................................. 121
Nuevo León
Juan Manuel Zermeño Posadas............................... 124
Juana Adcock................................................................... 125
Óscar David López......................................................... 127
Sergio Pérez Torres....................................................... 131

193
Oaxaca
Guillermo Clemente...................................................... 134
Ibán de León.................................................................... 136
Puebla
Miguel Maldonado......................................................... 139
Querétaro
Romina Cazón................................................................. 142
Yolanda Segura............................................................... 144
Quintana Roo
David Anuar...................................................................... 147
San Luis Potosí
Daniel Bencomo............................................................. 150
Sinaloa
Francisco Alcaraz........................................................... 153
Sonora
Carlos Iván Cordova...................................................... 157
Julia Melissa Rivas Hérnandez................................. 158
Manuel Parra Aguilar................................................... 160
Tabasco
Audomaro Hidalgo........................................................ 164
Beatriz Pérez Pereda.................................................... 166
Pablo Graniel................................................................... 168
Tamaulipas
Marisol Vera Guerra...................................................... 170
Sara Uribe......................................................................... 172
Tlaxcala
Jair Cortés......................................................................... 176
Veracruz
Lorena Huitrón Vázquez ............................................ 179
Yucatán
Daniel Medina................................................................. 182
Ileana Garma .................................................................. 184
Manuel Iris........................................................................ 186
Zacatecas
Yamilet Fajardo............................................................... 189

194
Parkour pop.ético se terminó de imprimir el mes
de septiembre del 2017, en la Ciudad de México
Los humanos somos metáfora y acción. Todo en el mundo está
lleno de sentido y belleza si es que estamos atentos a encontrar el
asombro. Pero lo bello no siempre es lo bonito. Lo bello muchas
veces es paradójico o doloroso. El poeta busca en la médula de la
vida para hacernos comprender los significados de los latidos en
nuestro pecho. Se adentra en las palabras que nos habitan en
forma de amores y miedos. En Parkour pop.ético te encontrarás
con un lenguaje que goza explotando como una supernova, para
crear nuevos sistemas solares en nuestras mentes. Estas páginas
te esperan, adéntrate en ellas.

Mario Chávez Campos

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